Testimonio proyecto de vida familiar 3- agape

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Como muchas mujeres provincianas, María dejó su lugar de origen (el departamento de Amazonas, en la selva peruana) siendo muy joven para venir a Lima en busca de mejores oportunidades laborales. En la capital trabajó por varios años como empleada doméstica, hasta que conoció a Hilario (su actual esposo), con quien se casó y tuvo a sus tres hijas: Nancy (29), Daysi (25) y Kelly (17). Al nacer su primera hija, María e Hilario se mudaron a Huaycán, una comunidad pobre ubicada en las afueras de Lima, donde construyeron precariamente su casa. Por ese entonces Hilario se desempeñaba como carpintero, fabricando puertas de madera y otros objetos para algunos clientes locales. Según expresa María esta etapa estuvo llena de carencias; pues el dinero “apenas les alcanzaba para sobrevivir”. Hilario se vio en la necesidad de comenzar un negocio más rentable. Pensó entonces en vender herramientas y máquinas de carpintería a algunos aserraderos de provincia, donde la oferta de este tipo de herramientas era reducida. Y así lo hizo, logrando al poco tiewmpo establecerse satisfactoriamente en el mercado provinciano. Incluso llegó a formar un pequeño taller en Lima donde él mismo fabricaba algunas máquinas y aparatos según las necesidades de cada cliente. SE DETIENE EL NEGOCIO Durante este periodo María se encargaba de enviar las herramientas y máquinas desde Lima; mientras que Hilario supervisaba el proceso de fabricación y viajaba a la Sierra para cobrar el dinero de cada Una receta para tener esperanza venta. Ambos solicitaron préstamos bancarios para su negocio, pues éste crecía y prometía un futuro próspero para la familia. Pero un día cuando Hilario viajaba a Huaraz sufrió un derrame cerebral que felizmente no lo mató, pero paralizó la mitad de su cuerpo. María recuerda esa época con tristeza. Aquel hombre alegre y Detrás del delantal, el cabello recogido a mitad de la nuca y el rostro gastado por el paso de los años, María Herrera Salazar (54) esconde una mujer emprendedora. Ella administra desde hace algunos meses un pequeño restaurante en su casa, el cual comenzó con pocos recursos, pero con mucho ingenio. Esta fórmula le ha permitido olvidarse por un momento de sus problemas y deudas del pasado y anhelar un futuro próspero para ella y su familia. amable que la había empujado a emprender juntos un negocio propio, CONOZCA EL TESTIMONIO DE MARÍA HERRERA EL INICIO. María vende algunos bocadillos en su restaurante. Por. Erik Cateriano Aquel hombre alegre que la había empujado a emprender juntos un negocio propio se conviritió en alguien que dependía de otros.

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Como muchas mujeres provincianas, María dejó su lugar de origen (el departamento de Amazonas, en la selva peruana) siendo muy joven para venir a Lima en busca de mejores oportunidades laborales. En la capital trabajó por varios años como empleada doméstica, hasta que conoció a Hilario (su actual esposo), con quien se casó y tuvo a sus tres hijas: Nancy (29), Daysi (25) y Kelly (17).

Al nacer su primera hija, María e Hilario se mudaron a Huaycán, una comunidad pobre ubicada en las afueras de Lima, donde construyeron precariamente su casa. Por ese entonces Hilario se desempeñaba como carpintero, fabricando puertas de madera y otros objetos para algunos clientes locales. Según expresa María esta etapa estuvo llena de carencias; pues el dinero “apenas les alcanzaba para sobrevivir”.

Hilario se vio en la necesidad de comenzar un negocio más rentable. Pensó entonces en vender herramientas y máquinas de carpintería a algunos aserraderos de provincia, donde la oferta de este tipo de herramientas era reducida. Y así lo hizo, logrando al poco tiewmpo establecerse satisfactoriamente en el mercado provinciano. Incluso llegó a formar un pequeño taller en Lima donde él mismo fabricaba algunas máquinas y aparatos según las necesidades de cada cliente.

SE DETIENE EL NEGOCIO

Durante este periodo María se encargaba de enviar las herramientas y máquinas desde Lima; mientras que Hilario supervisaba el proceso de fabricación y viajaba a la Sierra para cobrar el dinero de cada

Una receta para tener esperanza

venta. Ambos solicitaron préstamos bancarios para su negocio, pues éste crecía y prometía un futuro próspero para la familia. Pero un día cuando Hilario viajaba a Huaraz sufrió un derrame cerebral que felizmente no lo mató, pero paralizó la mitad de su cuerpo.

María recuerda esa época con tristeza. Aquel hombre alegre y

Detrás del delantal, el cabello recogido a mitad de la nuca y el rostro gastado por el paso de los años, María Herrera Salazar (54) esconde una mujer emprendedora. Ella administra desde hace algunos meses un pequeño restaurante en su casa, el cual comenzó con pocos recursos, pero con mucho ingenio. Esta fórmula le ha permitido olvidarse por un momento de sus problemas y deudas del pasado y anhelar un futuro próspero para ella y su familia.

amable que la había empujado a emprender juntos un negocio propio,

CONOZCA EL TESTIMONIO DE MARÍA HERRERA

EL INICIO. María vende algunos bocadillos en su restaurante.

Por. Erik Cateriano

Aquel hombre alegre que la había empujado a emprender juntos un negocio propio se conviritió en alguien que dependía de otros.

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se convirtió en alguien que dependía de otros para asearse, vestirse y comer. Además su negocio había quebrado y tenían que pagar deudas en el banco. “Yo estaba bastante deprimida, porque no podía ni bajarlo de la cama. Mis hijas me apoyaron bastante moralmente. Nosotros nos quedamos sin dinero”.

Durante esos años una de sus hijas había implementado una pequeña pastelería en la entrada de su casa y María la ayudaba con labores básicas. María había negociado nuevas cuotas de pago son los bancos, así que con el poco dinero que recibía a cambio ella se las arreglaba para pagarlas y cubría otros gastos: “Yo ayudaba a mi hija (en su pastelería), y ella me daba (dinero) para la comida”, agrega.

UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

Pero en medio de la tragedia, siempre está la esperanza. En una oportunidad, cuando María visitaba su iglesia, el pastor la convocó para que participara de un proyecto de desarrollo implementado por la Asociación Ágape donde recibiría orientación y capacitación gratuita para superar el momento de angustia que estaba pasando. Se trataba del Proyecto de vida familiar, más conocido como PVF, que funciona en Huaycán desde el 2009.

En su primera etapa, el proyecto brindó a María capacitación relacionada con autoestima y bienestar dentro del hogar, así como relaciones entre pareja y crianza de los hijos con el fin de

darle mayor confianza. “Me ayudó mucho. Nos hicieron ver más allá de (lo que ven) nuestros ojos. Nos dijeron que debíamos tener fuerza de voluntad (para salir adelante) y que había otros casos más difíciles de superar”, recuerda María.

Posteriormente, ella recibió entrenamiento en finanzas y talleres relacionados con oficios como tejido, preparación de jugos y néctares, cocina y otros más con la intención de que inicie su propio negocio. Además, en todo momento, una capacitadora de Ágape visitaba a María en su casa para aconsejarla y asesorarla con su plan de negocio. “Me enseñaron que si uno busca, todas las oportunidades se van a encontrar afuera”, expresa.

SE COCINA LA ESPERANZA

Y eso hizo: María cogió su licuadora, compró un poco de frutas y puso un cartel en la entrada de su casa que decía “se venden jugos”. Si bien no podía atender con la puerta abierta (el negocio de su hija ocupaba parte de su casa), se las ingeniaba para ofrecer y repartir los jugos que preparaba a otros negocios de la zona, en especial a los trabajadores de la Fiscalía, ubicada frente a su casa.

Sus primeras ganancias apenas bordeaban los 100 soles al mes, pero María no se dio por vencida. Más bien, amplió su negocio: además de jugos, comenzó a ofrecer desayunos y almuerzos a sus clientes (la pastelería de su hija se había mudado a otro lugar y

“Me ayudó mucho. Nos hicieron ver más allá de nuestros ojos. Nos dijeron que debíamos tener fuerza de voluntad”.había un espacio libre en su casa). A esto se sumó varias ollas, una mesa, cuatro sillas y una pequeña pizarra que recibió de Ágape, el resto de cosas las compró ella a medida que el negocio se hizo más conocido y se asentó.

Siete meses después las cosas han mejorado. María recibe entre 20 y 25 clientes al día y su ganancia mensual bordea los 400 soles (casi 150 dólares). Además su esposo Hilario ha dado signos de mejoría: camina, se asea y se viste por sí mismo. Él también quiere ayudar con el negocio y, a pesar de su dificultad para hablar y moverse, ayuda a María a vender algunos dulces que su hija trae de su pastelería. Su local también es otro, ahora luce decorado y arrreglado.

“Yo estoy segura de que voy a salir adelante”, asegura María con voz convencida y desafiante. Sus sueños apuntan a terminar de construir el primer y segundo piso de su casa para mejorar sus condiciones de vida y el rostro de su negocio. Quiere que su pequeño restaurante crezca, sea más conocido en Huaycán y funcione en el segundo piso de su casa. Son sueños que María está cocinando y que estarán pronto en la puerta del horno.

AYUDA. María recibió ayuda material de Ágape consiten-te en ollas, una mesa, sillas y una pizarra.

SU ESPOSO. Hilario se siente mejor y le ayuda a vender algunos dulces en el restaurante.