Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE COMUNICACIÓN SOCIAL Atravesando una muralla invisible: Teorías de la comunicación y semiótica autista [Tesis de grado presentada como requisito para obtener el título de Comunicador Social] Énfasis de producción editorial Jose Antonio López Salazar Richard Tamayo Nieto [Director] Bogotá D.C., julio 24 de 2008

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

FACULTAD DE COMUNICACIÓN Y LENGUAJE

COMUNICACIÓN SOCIAL

Atravesando una muralla invisible:

Teorías de la comunicación y semiótica autista

[Tesis de grado presentada como requisito para obtener el título de Comunicador Social]

Énfasis de producción editorial

Jose Antonio López Salazar

Richard Tamayo Nieto

[Director]

Bogotá D.C., julio 24 de 2008

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Bogotá D.C., julio 22 de 2008

Señor Decano Académico

JÜRGEN HORLBECK B.

Facultad de Comunicación y Lenguaje

Pontificia Universidad Javeriana

Respetado Señor Decano,

Presento a consideración de los jurados académicos que se convoquen para tal fin, el trabajo de grado titulado Atravesando una muralla invisible. Teorías de la comunicación y semiótica autista del estudiante JOSÉ ANTONIO LÓPEZ SALAZAR identificado con la c.c. 80.101.075 de Bogotá del campo profesional de Producción Editorial.

El trabajo es una propuesta crítica y analítica que busca develar los paradigmas clásicos

de la comunicación que están a la base de la comprensión actual del autismo, así como la

necesidad de explorar nuevas perspectivas de análisis con las cuales capturar la singular

experiencia del lenguaje que el autismo expresa.

Atentamente,

RICHARD TAMAYO NIETO

cc. 79.795.727 de Bogotá

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Agradecimientos

A Sebastián Cassandro, Esteban Salazar, Juan Pablo Gallón y Félix Acero, por los

siempre bellos encuentros en los que tratamos de resolvernos. Por la hermandad que nos

une. ¿Acaso no es el desasosiego que compartimos el que despierta en nosotros cierto

tipo de semiótica perceptual?

A Richard Tamayo por la claridad y coherencia en la exposición de sus clases. Por los

estimulantes campos de estudio en que se embarca y la atmósfera sugestiva que despliega

en ellos.

A Gustavo Chirolla por la perspicacia y el gozo que imprime a sus exposiciones.

A Ana María Mendoza por su delirio; por sugerir entre lo dulce y lo cruel, la necesidad

de hacerse a un lenguaje sobrio.

A Ana María Aragón por las oportunidades en el transcurso de la carrera.

A Beatriz Salazar por su apoyo y corrección de textos. Por creer en este trabajo.

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Tabla de contenido

Presentación………………………………………………………………………………………………………..5

Capítulo I: Una muralla invisible

01. Breve historia de un concepto esquivo…………………………………………………………….8

02. Una patología de la comunicación…………………………………………………………………15

03. A la caza de un síndrome: La clínica y su instrumento………………...………………….20

04. Un mundo sensorial extravagante………………………………………………………………….25

Capítulo II: Semiótica autista

05. Desconocida… Una semiótica por-venir………………………………………………………….31

06. Función simbiótica……………………………………………………………………………………..46

Capítulo III: Lógicas delirantes

07. La máquina de apretar…………………………………………………………………………………54

Referencias bibliográficas……………………………………………………………………………………66

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Presentación:

En un texto autobiográfico una mujer diagnosticada con autismo evoca la siguiente

imagen de su niñez:

Yo era una niña destructiva. Llenaba las paredes de dibujos, no alguna que otra vez sino

siempre que tenía a mano un lápiz o una tiza. Recuerdo haber recibido un buen regaño

por orinar en la alfombra. De modo que la vez siguiente, en lugar de usar una alfombra,

puse una larga cortina entre mis piernas. Pensé que se secaría rápidamente y que mi

madre no se daría cuenta. Los niños normales usan arcilla para modelar: yo usaba mis

excrementos y esparcía mis creaciones por toda la habitación. Masticaba las piezas del

rompecabezas y escupía en el suelo la pasta de cartón. Me irritaba con facilidad, y

cuando me contrariaban arrojaba cualquier cosa que tuviera a mano, ya fuera un jarrón

valioso o lo que quedaba de mis excrementos. Gritaba continuamente, y aunque

reaccionaba con violencia al ruido, a veces parecía sorda (Grandin y Scariano, 2003: 23).

En otro texto, esta vez dentro del marco de la reportería clínica, el neurólogo Oliver

Sacks expone el siguiente caso:

La doctora Hermelin, de Londres, me había contado una historia acerca de una

inteligente niña autista de doce años que se le acercó y le dijo, de otra estudiante:

“Joanie está haciendo un ruido raro”. Cuando fue ver que pasaba, Hermelin encontró

a Joanie llorando amargamente. La niña autista no había comprendido en absoluto lo

que significaba el llanto: simplemente lo había registrado como algo físico: “un ruido

raro” (Sacks, 2001: 329).

Extravagancia y paradoja: A su manera cada relato deja entrever el desconcierto que

suscita la experiencia del trastorno autista. Y es que o bien desde sus inicios o bien

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desde los estudios posteriores, un halo de incapacidad y de extrañeza han sido, al

menos desde la perspectiva de la clínica y la psicología –cognitiva y evolutiva- los

lineamientos generales que han prefigurado el cuadro clínico del autismo. A pesar de la

observación empírica y del proceder científico que ha permitido un avance gradual en

la definición del síndrome, y a pesar también del desarrollo de instrumentos y técnicas

para el diagnóstico, el pronóstico y la intervención del paciente, el autismo no ha

cesado de girar y retorcerse en el émbolo de la incomprensión. ¿Acaso el trastorno no

es más bien el producto de un análisis que sólo lo ha querido hacer visible en el vacío y

la carencia?

En medio de tal panorama esta investigación, en primera instancia, puede verse como

un intento por pensar la comunicación en el marco de la enfermedad mental en el caso

concreto del autismo. A una experiencia patológica, a un conjunto de síntomas que se

presentan como la patología de la comunicación por antonomasia, ¿cuáles han sido los

modelos comunicativos que han estado a la base del diagnóstico? ¿Cuáles han sido

también los presupuestos lingüísticos y las semióticas de base que han prefigurado el

análisis y que han arrojado indicios de “discapacidad y alteración” en la función

comunicativa?

A partir de tales cuestiones, en el estudio que aquí presento pretendo mostrar como el

autismo instalado en el seno mismo de la función comunicativa cuestiona por todos los

modos posibles los presupuestos lingüísticos que la han definido. Revaluando la

naturaleza del lenguaje, abriéndolo a procesos de heterogénesis que operan como

soporte expresivo de los síntomas, el autismo se abriría paso en medio de prácticas de

apertura productoras de una subjetividad singularizante. ¿En la emergencia de qué

semióticas y en la producción de qué formaciones delirantes el autismo es capaz de

procurarse una nueva salud?

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Seamos claros: No pretendo prescindir del sistema de referencia clínico, ni de los

lineamientos de su análisis. Antes bien, mediante una revisión a ellos y a los modos a

partir de los cuales se hace visible la enfermedad, pretendo plantear la alternativa de un

análisis intensivo que permita el estudio de los síntomas como prácticas de apertura

abiertas a la configuración de nuevas formaciones existenciales.

Quizás el autismo, más que una patología de la comunicación, sea el indicio de la

patologización de todo el campo social por la función comunicativa que subsumiendo

toda producción de diferencia a los procesos de subjetivación y significancia

hegemónicos, no permite dar cuenta de la positividad de los síntomas, del cariz

productivo del trastorno.

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CAPÍTULO I UNA MURALLA INVISIBLE

01. Breve historia de un concepto esquivo

Toda enfermedad está siempre en vilo. Y no precisamente porque quien la vive esté

pendiendo de la muerte, sino porque toda enfermedad no termina de mutar. Siempre

a punto de un rasgo violento que la haga retorcerse en sus dinámicas, en las relaciones

que establece con los flujos que la componen, la enfermedad reposa en la “estabilidad”

del nombre con que se ha bautizado. Es tarea de una revisión de los antecedentes del

trastorno autista dar cuenta de la rica y polimorfa variación del conjunto en el que se

agrupa los síntomas y fija los límites. A continuación, una versión de la historia en la

que se ilustran los lineamientos y directrices de base que han problematizado el

discurso clínico en relación con el síndrome de autismo infantil.

El término autismo aparece por primera vez en 1912 cuando el psiquiatra alemán

Eugen Bleuler lo crea para aislar un caso particular de esquizofrenia caracterizado por

la “mirada ensimismada”, el término indicaba “la retirada activa al terreno de la

fantasía que presentaban los pacientes esquizofrénicos” (Díaz y Martos, 1998). Sin

embargo, el concepto solo adquiere su valor como cuadro clínico en 1943 con la

publicación del artículo Perturbaciones autistas del contacto afectivo del psiquiatra austro-

americano Leo Kanner. A partir de una descripción detallada de los casos de once

niños, Kanner se vale del término de Bleuler, para reformularlo en un cuadro clínico

que difiere de la concepción original. En una clara oposición a Bleuler, Kanner plantea

que ahí donde se indica “retirada”, lo que se afirma es una incapacidad para establecer

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relaciones; ahí donde una vida está poblada de fantasías, no hay más que falta de

imaginación (Ibid.).

La importancia de este trabajo aún vigente en la mayoría de los términos de

diagnóstico, mas no en su etiología -causas de aparición del síndrome-, radica en haber

formulado un cambio de enfoque en el análisis: a un diagnóstico cifrado en síntomas

que remiten a psicosis de tipo adulto –demencia precoz, esquizofrenia infantil- que

aparecen en la tercera infancia –periodo que va de los siete a los doce años de edad- o

en la adolescencia, Kanner opone un diagnóstico que define el síndrome “más en

términos de conducta infantil que en términos de modificación de criterios adultos”

(Ibid.).

Ahora bien, que los inicios del autismo se remonten a Leo Kanner, no supone que

antes no hubieran sido descritos este tipo de manifestaciones. Razón de más para

pensar en cómo el discurso médico siempre es tomado a contrapelo por un ya-

comenzado que le pre-existe a sus inicios. Vale la pena la digresión, puesto que a pesar

de la escasa literatura al respecto existen dos textos publicados en el año de 1799 que

describen alteraciones similares a lo que tiempo más tarde se conocerá como síndrome

de autismo infantil. (Michael Rutter (1977) Citado por Díaz y Martos, 1998):

El primero, escrito por John Haslam, cuenta la historia de un niño de cinco años

internado en el Bethlem Royal Hospital, quien

había pasado un sarampión muy fuerte cuando tenía un año. A los dos, según cuenta

su madre, se hizo difícil de controlar. Empezó a andar a los dos años y medio pero no

habló ni una palabra hasta los cuatro años. Le gustaba observar a otros niños pero

nunca se unió a ellos. Jugaba de manera absorta y solitaria. Siempre hablaba de sí

mismo en tercera persona (citado por Wing, 1982).

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El segundo, elaborado por Jean Marc Gaspard Itard, narra la historia de Víctor, el niño

“salvaje” de los bosques de Aveyron en Francia:

Nunca jugaba con juguetes, pero reía encantado cuando le dejaban chapotear y

salpicar el agua del baño, llevaba a las personas de la mano para mostrarles lo que

quería. Cuando había visitantes que se quedaban demasiado tiempo, les daba sus

sombreros, guantes y bastones, los empujaba fuera de la habitación y cerraba con

fuerza la puerta. Se resistía al menor cambio que se produjera en su habitación, que

siempre le gustaba mantener exactamente en el mismo orden. Le encantaba palpar las

cosas y tocaba y acariciaba la ropa, las manos y la cara de las personas que conocía,

pero, en un principio parecía completamente insensible al frío y al calor (Citado por

Itard, 1964).

En ambos relatos ya se vislumbran algunos de los síntomas de un síndrome al que aún

le faltará tiempo por nacer. Nos muestran la inquietud desde la clínica por hacer

inteligible un conjunto de síntomas en niños “difíciles de controlar”, “absortos y

solitarios”. Sin embargo, y a pesar de la similitud de la manifestaciones, Kanner no

tuvo conocimiento alguno de estos textos a la hora de describir sus observaciones.

Mediante la extracción de las características comunes de los casos de once niños,

Kanner define el cuadro clínico en tres aspectos: incapacidad para las relaciones

sociales, deficiencias y alteraciones en la comunicación y el lenguaje e insistencia en la

invariancia del ambiente (Rivière, 2001: 17-19). En una síntesis de las manifestaciones

que se presentan en dichos aspectos Cancrini y La Rosa señalan:

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Aparición temprana del trastorno, referida a los dos y medio años de vida; grave

incapacidad para entrar en relación con otros; trastornos en el lenguaje que van de la

ausencia total, a la expresión mediante ecolalia1; tendencia a invertir los pronombres

personales; insistencia obsesiva en mantener el ambiente sin cambios; repetición de

una gama limitada de actividades; juegos repetitivos y estereotipados, escasamente

flexibles y poco imaginativas; aparición en ocasiones de “habilidades especiales”,

especialmente de buena memoria mecánica; buen “potencial cognitivo”; aspecto físico

normal y fisionomía inteligente (Cancrini y La Rosa, 1996: 190).

En su mayoría, este conjunto de síntomas permanece vigente en términos de

diagnóstico clínico (cf. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales

DSM-IV). Volveremos a ellos más adelante. Pero de momento es importante señalar

como desde sus inicios el cuadro clínico del trastorno autista ha planteado una

alteración de la comunicación y el lenguaje en relación con un modelo según el cual el

lenguaje sería “una herramienta para recibir o impartir mensajes significativos”

(Kanner, 1943: 21. Citado por Rivière, 2001: 18).

En los estudios posteriores en los años cincuenta, si bien la observación arrojaba rasgos

similares, se abrió paso a nuevas conexiones con los síntomas de base en un intento

por una mejor definición del síndrome. Era claro que todos los síntomas remitían a la

primera infancia –periodo que va del nacimiento a los dos años de edad-, sin embargo,

la tendencia de varios de los estudios pasó por alto “considerar la edad de comienzo

como criterio necesario para el diagnóstico, lo que tuvo por resultado que los

trastornos que comienzan en la primera infancia se agruparan con psicosis que no

surgen hasta la infancia avanzada o la adolescencia” (Rutter, 1984. Citado por Díaz y

Martos, 1998). Con ello la idea inicial de Kanner de estudiar el síndrome autista desde

la perspectiva de la conducta infantil, se desplazó nuevamente al marco de la psicosis, 1 Perturbación del lenguaje que consiste en repetir involuntariamente una palabra o frase que acaba de pronunciar él mismo u otra persona en su presencia.

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una tipología de trastorno mental propia de la adultez. Por su parte, Rivière y

Belinchón (1981: 10) señalan el enfoque psicodinámico que prevaleció en una primera

época de estudio del autismo (1943-1963) en el que éste era considerado una alteración

del contacto afectivo. Razón por la cual durante mucho tiempo se culpabilizó a los

padres del trastorno de sus hijos: todo se debía al precario vínculo emocional que

tenían con ellos.

La falta de demostración empírica forzó una revaluación del enfoque anterior. Rivière

(2001: 20-21) señala un segundo periodo (1963-1983) en el que la investigación

experimental en psicología a partir de la modificación controlada del medio y la

promoción de conductas funcionales permitió avanzar, de la mera descripción de caso

propia del enfoque que situaba el autismo como trastorno emocional de carácter

psicótico, a un análisis que ubicaba el trastorno como una alteración cognitiva. Es el

enfoque propio de la psicolingüística y la psicología cognitiva –años setenta- en los que

el autismo es considerado como un trastorno de la competencia comunicativa,

cognitiva y lingüística: la “incapacidad lingüística” del niño autista, tiene su origen en

las alteraciones del desarrollo de capacidades cognitivas y de comunicación (Rivière y

Belinchón, 1981: 11). De ahí la importancia que para entonces adquirió la evaluación

sistémica2 en las habilidades lingüísticas. De ahí, también, que la manipulación

experimental de variables se consolidara como método para optimizar la actuación

lingüística. De ahí, finalmente, que la terapia del lenguaje se erigiera como un

mecanismo fundamental en “la construcción de una competencia que le permita al

niño utilizar el lenguaje como instrumento de representación y comunicación” (Idem.).

En estos estudios es evidente la tendencia a establecer nuevas relaciones entre los

síntomas; se hacen visibles manifestaciones que de repente se tornan adyacentes. Sin

embargo, pareciese como si el trastorno autista más que un cuadro de diagnóstico fuese

2 Más adelante, en el texto titulado “Desconocida… Una semiótica porvenir” aparece una referencia a la concepción de comunicación y de lenguaje que se plantea desde la Teoría Sistémica.

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un objeto de relevos. Su nombre remite a la confusión. Su realidad intensa que se vive,

pero también se padece, se pueriliza en el rifi-rafe de la teoría clínica de moda. Rivière

(2001: 22) señala un último periodo (1983 hasta la actualidad) en el que el análisis del

autismo adquiere un enfoque evolutivo, basado en el supuesto de que el trastorno

describiría una desviación cualitativa del desarrollo normal. Se pasa entonces de la

consideración inicial de “psicosis infantil” a la de “trastorno del desarrollo”3. Aunque

con ello se efectúa un cambio en el enfoque general del cuadro clínico, el autismo

continúa siendo inteligible sólo en la ausencia de capacidades. Incluso Rivière ha

señalado que las capacidades del trastorno “se manifiestan en el autismo precisamente

por su ausencia” (Idem.) [cursiva del autor].

En este último periodo también cabe señalar el aporte de Michael Rutter, quien desde

la investigación experimental en psicología infantil y con una clara influencia de la

descripción inicial de Kanner, planteó tres características principales que deben

aparecer antes de los treinta meses de edad para diagnosticar autismo, a saber:

dificultades en la interacción social, alteración del lenguaje y pautas de conducta rígidas

y ritualistas (Rivière y Belinchón, 1981: 7). Desde esta perspectiva, el autismo es

considerado como un “síndrome de conducta” cuya aparición remite a la primera

infancia y presenta una aguda disfuncionalidad en el proceso de desarrollo del niño.

Vale la pena la anotación, pues estos fueron, entre otros, los aportes realizados por la

investigación experimental en la década del setenta a partir de los cuales se sentaron las

bases de un consenso interprofesional que tuvo gran incidencia en el diseño del

Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la American Psychiatric

Asociation DSM (Díaz y Martos, 1998).

No obstante, a pesar del intento por delimitar un marco preciso del autismo, ya sea

desde la perspectiva de la psicología cognitiva, o bien desde el instrumento diagnóstico

3 Un hecho relevante al respecto es que la revista especializada en autismo Journal of autism and chilhood schizophrenia, desde 1978 se llama Journal of autism and developmental disorders.

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de la clínica, el trastorno no ha cesado de filtrarse entre los discursos científicos que

pretenden aprehenderlo. De hecho, especialistas como Lorna Wing (1995) han

sugerido el concepto de “espectro autista” para remitir a un conjunto de síntomas

definido por la conducta que puede estar asociado a muy diferentes trastornos

neurobiológicos. Ante la posibilidad de que algunos trastornos del desarrollo estén

asociados al autismo, sin describir propiamente su cuadro, Wing plantea la alternativa

de pensar el autismo no como una categoría bien definida, sino como un continuo

“que se presenta en diversos grados en diferentes cuadros del desarrollo” (Rivière,

2001: 37).

Mirada ensimismada, esquizofrenia infantil, síndrome de conducta, trastornos

generalizados del desarrollo… el autismo no ha cesado de rehuir los conjuntos. Ante

una lógica que se le presenta ajena, el autismo no es más que el reflejo de las

limitaciones de un análisis –ya sea desde la psicología cognitiva, o bien desde la clínica-

que sólo ha querido hacer visible sus “vacíos” y “carencias”.

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02. Una patología de la comunicación

Desde sus inicios un cariz de incapacidad e incompetencia ha prefigurado el cuadro

clínico del autismo. De ahí que no sea un hecho aislado que su síntoma universal se

presente como una alteración del lenguaje (Rivière y Belinchón, 1981:7). Siguiendo a

Kanner, Rivière4 ha observado en el lenguaje autista una “depauperización de los

recursos de representación y expresión” (1978: 3). Esa es la razón por la que en

cualquier procedimiento diagnóstico, pronóstico o terapéutico, necesariamente deben

considerarse las manifestaciones “anómalas” del lenguaje autista.

Ahora bien, ¿cuáles son esas alteraciones de lenguaje que dan forma al cuadro clínico

del autismo? A partir de una revisión de la literatura clínica a lo largo de veinticinco

años, Rivière y Belinchón (1981: 13) destacan, entre otras, las siguientes

manifestaciones: Mutismo, ecolalia, inversión de pronombres, literalidad e

inaccesibilidad del lenguaje, dificultades severas en la comprensión, vocabulario

reducido, escasez en el habla espontánea, alteraciones en el tono, ritmo e inflexión de

la voz, falta de correspondencia entre prosodia y sentido, interés por el sonido de las

palabras y aparente falta de captación del sentido. Este conjunto de síntomas Rivière lo

agrupa en dos polos: o bien como alteración en la función comunicativa del lenguaje, o

bien como alteraciones que afectan la significación misma de la producción verbal

(Idem.). El autor incluso señala que las componentes semánticas –relacionadas con la

función de representación- y pragmáticas –ligadas a la función de comunicación- del

4 Ángel Rivière (1949 - 2000). Español. Considerado uno de los especialistas en Trastorno Autista más importantes en el mundo de habla hispana. Ejerció como catedrático de Psicología Cognitiva en la Universidad Autónoma de Madrid. Su trabajo estuvo orientado hacia la investigación de los síntomas y el diseño de estrategias pedagógicas para el aprendizaje de los niños autistas (Rivière, 2001: 88).

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lenguaje están más afectadas que las componentes fonológicas y morfosintácticas. Si

atendemos al hecho que el estudio del lenguaje autista presupone un modelo de base a

partir del cual se opera el análisis, en relación con lo anterior podemos decir que para

Rivière el lenguaje es un instrumento que tiene por función comunicar y representar

conceptos: un modelo propiamente lingüístico5.

No es pues excepcional que con fines de valoración y de diseño de mecanismos

terapéuticos –una de las líneas de trabajo de mayor interés para Rivière- el estudio y la

intervención del lenguaje autista se apoye en la distinción competencia/actuación6

desarrollada en lingüística por Noam Chomsky (Ibid.: 9): A una instancia del sujeto

anterior a la adquisición de la competencia lingüística, la terapia del lenguaje estará

orientada hacia la construcción de lenguaje como instrumento comunicativo y

representacional. En un momento posterior, en el que el sujeto ya ha adquirido dicha

competencia, la terapia estará encaminada al estímulo y desarrollo de la misma. Entre

la agitación de alteraciones de la competencia y perturbaciones de la actuación, afirma

Rivière y Belinchón:

El niño o adulto autista suele mostrar perturbaciones graves de la competencia

lingüística y además evita, con frecuencia, poner en juego, realizar esa competencia más

o menos alterada que posee (…) Podríamos decir que en los autistas se da, tanto una

incapacidad de dominio del lenguaje como instrumento de comunicación y

5 Cabe señalar que el modelo en referencia es un modelo lingüístico estructuralista que se prefigura a partir de los trabajos realizados por Saussure y Chomsky. En una instancia posterior, veremos las posibilidades de análisis de otras semióticas –regímenes de signos- no estrictamente lingüísticos. 6 Según Chomsky, la competencia lingüística remite al conocimiento que el sujeto posee del sistema lingüístico mediante el cual produce un conjunto de oraciones indefinidamente extenso que conforma el lenguaje. Por su parte, la actuación lingüística es la conducta a partir de la cual el sujeto hace uso de la lengua; está determinada por las convenciones sociales. Recuperado el 27 de abril de 2008 en http://comunicacion.idoneos.com/index.php/Ling%C3%BC%C3%ADstica/Generativismo#Competencia_y_actuaci%C3%B3n

Page 17: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

representación, como, secundariamente, una tendencia a evitar el uso de tal

instrumento (Idem.) [Cursiva del autor].

Sin embargo, las alteraciones de lenguaje articuladas ahora dentro de la

“incompetencia lingüística”, no son manifestaciones aisladas que por sí solas definen el

cuadro clínico del autismo; por el contrario, son el indicio de un conjunto más amplio

de alteraciones. Imbricado en la psicolingüística y la psicología cognitiva de los años

setenta, Rivière plantea que las alteraciones del lenguaje son “la expresión de otras

muchas alteraciones de tipo cognitivo, perceptivo, conductual, social y comunicativo”

(Ibid.: 12). Hay pues una estrecha relación entre las alteraciones de lenguaje y las

anomalías en el desarrollo de capacidades cognitivas, comunicativas y de interacción

social. De ahí que el procedimiento terapéutico se incline hacia un enfoque pragmático

que en la intervención del lenguaje autista, no solo considere las componentes

estructurales y representacionales, sino que además englobe el desarrollo de las

capacidades de interacción del niño en general. De ahí, también, la necesidad de un

sincretismo entre el enfoque pragmático de la terapia del lenguaje y el control riguroso

en las variables de su ejecución –sujeto, situación, tarea (Ibid.: 19).

No obstante, a pesar del rigor en sus trabajos de investigación y a pesar, también, de su

desplazamiento gradual hacia un enfoque pragmático en los procedimientos

terapéuticos, Rivière no logra desembarazarse de la preeminencia del modelo

lingüístico estructural en su análisis. Ante un trastorno que por todos los modos

posibles impugna la naturaleza misma del lenguaje, Rivière responde con el rigor del

estudio, pero dentro de los modelos ya preestablecidos del lenguaje: pasa por alto lo

que realmente hay que explicar. Sin duda alguna, su trabajo llevó a un nuevo punto la

terapéutica para el tratamiento del trastorno, pero inmerso en dicho modelo lingüístico

y hablando desde la racionalidad clínica, sólo podrá ver carencia e incompetencia, allí

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donde lo que despliega, quizás, es un modo de vida singular capaz de establecer

relaciones más amplias con el campo social.

En efecto, cuando Rivière emprende el estudio de los sistemas prelingüísticos del niño

–la mirada y la sonrisa social, el llanto, el gesto y la vocalización prelingüística- (Rivière,

1981: 34) es evidente que ha tomado partido por una pragmática que, aún restringida a

la función comunicativa (Rivière y Belinchón, 1981: 13), le permite establecer que el

advenimiento al lenguaje no es tan evidente como parece y que, incluso, las

alteraciones que éste presenta ya estaban anunciadas “de modo oculto” en las

componentes prelingüísticas (Rivière, 1981: 34). Sin embargo, esta perspectiva de

análisis pragmático no tiene consistencia en sí misma, por el contrario, está

subordinada a la función semiótica propia de la lingüística según la cual el lenguaje

sería una herramienta para comunicar y representar información. Así las cosas, el

autismo seguirá siendo una “enfermedad de la comunicación” (Ibid.: 33) y el análisis de

sus componente pragmáticos continuará remitiendo a la rigidez y falta de adecuación a

las circunstancias sociales (Ibid.: 42-43).

Es curioso que en su última y actual vicisitud de Trastorno Generalizado del

Desarrollo, y después de haber pasado por las distinciones de perturbación del

contacto afectivo y de alteración cognitiva, el análisis de los síntomas no haya dejado

de remitir a la alteración de un lenguaje que se supone comunicativo y

representacional. Así desde el enfoque de la psicología evolutiva que en el estudio de

los procesos de desarrollo del niño destaca la competencia social que poseen los

neonatos –atención y respuesta armónica a los estímulos de las personas-, la “sintonía”

de su sistema perceptual, la atribución de significado que ellos dan a sus actos y su

intención comunicativa (Rivière, 1986: 166-167). Incluso en el acto de amamantar por

medio del cual la madre alimenta a su hijo, la psicología evolutiva ha planteado que la

función succión-pausa mediante la cual la madre interviene los ciclos naturales del

bebé tendría una relación análoga a la de un lenguaje-diálogo rudimentario (Ibid.: 169),

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como si todas las funciones de interacción entre conjuntos heterogéneos, para el caso

la madre y el hijo, tuvieran que pasar necesariamente por el lenguaje en tanto función

representacional y comunicativa.

Por supuesto, el autismo se presenta como una patología de la representación, pero eso es

tan solo a un primer nivel, en el que se da por sentado la función semiótica-lingüística

del lenguaje. Sin embargo, a la extracción y selección de elementos exclusivamente

lingüísticos –mofosintácticos, fonemáticos y semánticos-, el trastorno antepone la

producción de unos modos particulares que no se reducen a las componentes formales

del lenguaje y a partir de los cuales se opera un orden sobre el mundo caótico que

habita. El análisis entonces más que preguntarse por las alteraciones de lenguaje –que

ya aparecen plenamente identificadas-, precisa de un cuestionamiento por los

procedimientos o rasgos de composición a partir de los cuales se expresa el autismo:

¿Lógicas delirantes?

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03. A la caza de un síndrome: La clínica y su instrumento

No es fácil dar un contorno definido a un entramado de relaciones que cambia

permanentemente. Quizás por ello todo instrumento diseñado para clasificar mediante

categorías, aun a despecho de su talante científico y de su observación empírica, tiene

como correlato su limitación.

La historia de la medicina es, entre otras cosas, la historia del desarrollo de un sistema

que mediante la delimitación de un cuadro clínico busca establecer el diagnóstico de

los estados patológicos. De ahí que la pregunta por los síntomas, la frecuencia, las

alteraciones, los trastornos asociados, la prevalencia y la relación de coexistencia con

otros síntomas, sean todas cuestiones que el discurso clínico busca integrar de un

modo sistemático para definir líneas de diagnóstico e intervención del paciente.

Uno de los primeros trabajos de clasificación de los trastornos mentales apareció en

Estados Unidos en 1917. Su énfasis estaba en la recolección de información de tipo

estadístico de diversos hospitales mentales que servía de apoyo en el diseño de políticas

de salud pública. A éste, siguieron trabajos que diferían o bien del enfoque de los

rasgos definitorios del trastorno7 o bien en la función del objetivo principal - clínico, de

investigación o estadístico. Se necesitaron algo más de treinta años para que la

Asociación Americana de Psiquiatría (American Psychiatric Association – APA), dada

cuenta de la necesidad de un enfoque clínico, retomara la idea inicial del sistema de

clasificación de 1917 y desarrollara un instrumento que no se redujera al énfasis

administrativo-gubernamental. Fue así como se implementó con fines clínicos el primer

7 Así la fenomenología, en el estudio de cómo se presenta la experiencia patológica; la etiología, en la indagación por las causas de origen del trastorno; y el curso, en la pregunta por el desarrollo del estado morboso (APA, 1995: XVII).

Page 21: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-I en 1952, “consistía

en un glosario de descripciones de las diferentes categorías diagnósticas, y fue el primer

manual oficial de los trastornos mentales con utilidad clínica” (APA, 1995: XVII).

Sin embargo, aunque en las versiones siguientes -actualmente está vigente el DSM-IV-

TR (2002)- el enfoque clínico perdura y se ha desarrollado una mejor metodología para

establecer el diagnóstico8, es patente que los trastornos mentales no han cesado de

filtrarse entre la exhaustividad de las categorías de clasificación. De hecho, parece claro

que el “trastorno mental” en su interacción con los elementos heterogéneos que lo

componen (pues no es el individuo el que define su estado morboso, sino las relaciones

que lo componen las que permiten decir “un individuo con autismo”) no ha dejado de

precipitar un diferencial en el fundamento empírico y en el criterio de clasificación en

cada una de las diferentes versiones del DSM. Es como si el trastorno mental en su

variación continua en tanto estado de cosas, incitara a las categorías del sistema a

aprehenderlo, pero a condición de escabullirse más y más en ese movimiento: cuanto

más refinado está el instrumento, el síndrome ya se ha adherido a nuevos elementos, ya

se ha zafado de otros. De ahí que el trastorno en la dinámica de sus relaciones

constitutivas no sólo revalúa las líneas de análisis del instrumento, sino que además

hace evidente las limitaciones del sistema categorial. En la introducción del Manual

Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, se afirma:

El DSM-IV es una clasificación categorial que divide los trastornos mentales en

diversos tipos basándose en series de criterios con rasgos definidos (…) Un enfoque

categorial es siempre más adecuado cuando todos los miembros de una clase

diagnóstica son homogéneos, cuando existen límites claros entre las diversas clases y

cuando las diferentes clases son mutuamente excluyentes. Sin embargo, deben

8 En el DSM-III se implementó: un sistema multiaxial, criterios diagnósticos explícitos y un enfoque descriptivo neutral respecto a las teorías etiológicas cf. (APA, 1995: XVII).

Page 22: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

reconocerse las limitaciones del sistema categorial. En el DSM-IV no se asume que

cada categoría de trastorno mental sea una entidad separada, con límites que la

diferencian de otros trastornos mentales o no mentales. Tampoco hay certeza de que

todos los individuos que padezcan el mismo trastorno sean completamente iguales (…)

es muy probable que las personas con el mismo diagnóstico sean heterogéneas, incluso

respecto a los rasgos definitorios del diagnóstico, y que los casos límites son difíciles de

diagnosticar, como no sea de forma probalística (Ibid: XXI).

Ante la evidencia de la singularidad de cada caso y del carácter difuso que, por ende,

tienen los límites del cuadro clínico, es necesario un uso flexible del sistema. De ahí la

implementación de la generalización estadística, con sus índices de prevalencia; de ahí,

también, el diagnóstico diferencial, con el estudio comparado de la coexistencia de

síntomas en diferentes trastornos; de ahí, finalmente, la categoría “no especificado”, en

la que se establecen relaciones de inclusión-exclusión: Todas ellas, herramientas que

dan un mayor margen de maniobra al instrumento.

Llegados a este punto en el que hemos dado cuenta de las herramientas operativas del

sistema es preciso preguntarnos por los conceptos y el modelo comunicativo que están

a la base del funcionamiento del mismo. ¿Cuál es, entonces, el cariz que comportan

dichos conceptos? ¿Hacia donde orientan el análisis? ¿A partir de qué función se efectúa

el diagnóstico?

Vamos por partes. Desde la perspectiva del DSM los trastornos mentales se hacen

inteligibles en conceptos tales como: malestar, descontrol, limitación, incapacidad,

inflexibilidad, irracionalidad, patrón sindrómico, etiología y desviación estadística

(Ibid.: XXI). ¿Qué nos muestran estos conceptos? Es evidente que en cada uno de ellos

se establece un distanciamiento respecto a una lógica racional: hay una clara separación

Page 23: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

y diferenciación de ella. Sin ir muy lejos, podríamos plantear una asociación directa del

trastorno mental con la falta y la ausencia: carencia de razón, desviación de la norma,

falta de control, ausencia de capacidades… Por otra parte, el diagnóstico se sustenta en

un tipo de función semiótica -muy a tono con la lingüística estructural- que mediante

conceptos representa y hace significar los rasgos comportamentales del paciente.

Cada trastorno mental es conceptualizado como un síndrome o un patrón

comportamental o psicológico de significación clínica, que aparece asociado a un

malestar (p. ej. Dolor), una discapacidad (p. ej., deterioro en una o más áreas de

funcionamiento) o a un riesgo significativamente aumentado de morir o de sufrir

dolor, discapacidad o pérdida de libertad. Además este síndrome o patrón no debe ser

meramente una respuesta culturalmente aceptada a un acontecimiento particular (p.

ej., la muerte de un ser querido). Cualquiera que sea su causa, debe considerarse como

la manifestación individual de una disfunción comportamental psicológica o

biológica. Ni el comportamiento desviado (p. ej., político, religioso o sexual) ni los

conflictos entre el individuo y la sociedad son trastornos mentales, a no ser que la

desviación o el conflicto sean síntomas de una disfunción (DSM-IV, XXI).

Así las cosas, estamos ante un sistema de talante científico, que se sustenta en la

observación empírica, opera por clasificación de tipos –categorías-, comporta una lógica

racional9 y efectúa una función semiótica lingüística en el diagnóstico de los trastornos

mentales.

Quizás todo esto permita fijar posiciones, atribuir sentido. Tal vez sea conveniente y

necesario, a fin de cuentas es la perspectiva de la clínica. Sin embargo, tan solo es una

de las muchas posibles. De ahí que valga la pena indagar por las posibilidades de un

9 Más adelante veremos porqué el término “lógica racional” no es un pleonasmo.

Page 24: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

análisis que, relegando a una segunda instancia el carácter representacional y

significativo de la semiótica clínica, desarrolle una semiótica perceptual más consciente

de los flujos intensivos y diferenciales de fuerzas que constituyen el trastorno. Un

análisis que desplazando el principio métrico homogéneo del sistema categorial, de

cuenta de la interacción de los elementos heterogéneos que habitan en el síndrome y

desbordan el racionamiento y la percepción normal. Una lógica intensiva que permita

el estudio de los síntomas, no tanto como un indicio de patología, sino como un vector

potencial productor de subjetivación singularizante… el síntoma, en fin, como rasgo de

expresión “que se opone al orden ‘normal’ de las cosas, una repetición contrariante, un

elemento intensivo que reclama otras intensidades a fin de componer otras

configuraciones existenciales” (Guattari, 2000: 37).

Page 25: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

04. Un mundo sensorial extravagante

Un movimiento de brazos que lo sobrecoje. Y de golpe, el niño está a punto de

asfixiarse. El pecho se cierra. Un frío bloquea todo el cuerpo. Su aliento no fluye, lo

ahoga…

Bien podría pensarse que este es el relato de un movimiento deliberadamente violento

que alguien efectúa sobre el niño; alguien que tiene una marcada intensión de

ahogarlo, lastimarlo. Y sin embargo, a los ojos del mundo, estamos ante un caluroso y

sentido abrazo de la madre hacia su pequeño hijo. Un signo de afecto, quizás el más

universal, para un niño con autismo es un golpe abrupto, una amenaza. La

“incapacidad” para el abrazo, será para la clínica, en tanto descripción semiótica, un

signo que delata la indiferencia o aversión del niño hacia la manifestación de afecto.

Pareciese como si, en medio de un discurso clínico que define características

diagnósticas, aísla síntomas y trastornos asociados, establece valores de prevalencia y da

pistas del curso, el trastorno autista se resistiese a capitular ante una lógica que le es

ajena. Y sin embargo, es necesario pasar por ella; es preciso recorrer las líneas de

análisis del sistema clínico, pues sólo así será posible aventurar indicios de la

producción de rasgos de expresión y de lógicas delirantes que se despliegan en el

sobreexcitado y atrabiliario mundo del trastorno autista.

El DSM-IV clasifica el trastorno autista dentro del grupo de los Trastornos

Generalizados del Desarrollo10, que a su vez hacen parte de los Trastornos de inicio en

10 En los Trastornos generalizados del desarrollo se encuentra: el trastorno autista, el trastorno de Rett, el trastorno desintegrativo infantil, el trastorno de Asperger y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado.

Page 26: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

la infancia, la niñez y la adolescencia. Estos trastornos, como hemos visto en una

instancia anterior, están caracterizados por una “perturbación grave y generalizada de

varias áreas del desarrollo: habilidades para la interacción social, habilidades para la

comunicación o la presencia de comportamientos, intereses y actividades

estereotipados” (APA, 1995: 69). En el caso concreto del autismo, al menos una de

estas alteraciones se debe manifestar por retraso o funcionamiento anormal antes de

los tres años de edad.

Con el objetivo de hacer una presentación exhaustiva del autismo, a continuación se

sigue una descripción que se ciñe en modo literal, salvo unas pequeñas excepciones, a

la que aparece en el DSM-IV.

i. Deficiencias de la interacción social:

Puede presentarse una notable afectación de los comportamientos no verbales

múltiples-contacto ocular, expresión facial, posturas y gestos corporales- reguladores de

la interacción social. Puede existir una incapacidad para desarrollar relaciones con

compañeros apropiados al nivel de desarrollo, que varía en sus formas dependiendo

de la edad. De ahí que los sujetos de menor edad puedan tener poco o nulo interés en

establecer lazos de amistad, mientras que los mayores, si lo tienen, carecen de la

comprensión de las normas de interacción social. Puede estar ausente la búsqueda

espontánea de disfrutes, intereses y objetivos para compartir con otras personas –no

mostrando, llevando o señalando objetos que se consideran interesantes-. Así mismo,

no se observa reciprocidad social o emocional –no participa activamente en juegos

sociales simples, prefiriendo actividades solitarias-. Con frecuencia el sujeto tiene

sumamente afectada la conciencia de los demás, de ahí que puedan prescindir de otros

niños-incluyendo los hermanos-; carecen de todo concepto relativo a las necesidades

de los demás o puede no percibir el malestar de otra persona (Ibid.: 70).

Page 27: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

ii. Alteración cualitativa de la comunicación:

Es muy notable y persistente la alteración de la comunicación que afecta tanto las

habilidades verbales como las no verbales. Puede producirse un claro retraso del

lenguaje hablado, cuando no su ausencia total –no se compensa mediante modos

alternativos de comunicación, tales como gestos o mímica-. En los sujetos que hablan

se observa una notable alteración de la habilidad para iniciar o sostener una

conversación con otros, o bien, una utilización estereotipada y repetitiva del lenguaje.

También se aprecia la falta de juego usual espontáneo –variado- o de juego imitativo

social propio del nivel del desarrollo. Cuando se desarrolla el habla, el volumen, la

entonación, la velocidad, el ritmo o la acentuación pueden ser anormales –tonos de

voz monótono, final de frase con terminación interrogativa-. Las estructuras

gramaticales suelen definirse como inmaduras e incluyen un uso estereotipado y

repetitivo del lenguaje –repetición de palabras o de frases prescindiendo de su

significado; repetición de rimas o slogans publicitarios- o un lenguaje metafórico –

lenguaje que sólo puede ser comprendido por quienes están familiarizados con el

estilo comunicativo del sujeto. Es patente la alteración de la comprensión del lenguaje,

pues el individuo con autismo es incapaz de comprender preguntas, instrucciones o

bromas simples11. El juego imaginativo con frecuencia está ausente o notablemente

alterado. Los sujetos con autismo, tienden a no implicarse en rutinas o juegos

imitativos simples propios de la infancia, o lo hacen fuera de contexto o de manera

mecánica (Ibid.: 70).

iii. Patrones de comportamiento, intereses y actividades restringidos, repetitivos y

esteriotipados:

Pueden demostrar una preocupación absorbente por una o más pautas de interés

restrictivas y estereotipadas que resultan anormales, sea en su intensidad sea en sus

11 López y Cajal (2007:23) plantean una incapacidad para integrar palabras y gestos o para comprender aspectos humorísticos o no literales del lenguaje, como la ironía y los significados implícitos.

Page 28: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

objetivos. Presentan una adhesión aparentemente inflexible a rutinas o rituales

específicos, no funcionales; manierismos motores repetitivos y estereotipados; o una

preocupación persistente por partes de objetos. Los sujetos con autismo despliegan

una gama de intereses marcadamente restringida y suelen preocuparse por alguno muy

limitado – recopilación de datos estadísticos. Pueden alinear un número exacto de

juguetes del mismo modo en repetidas ocasiones12, o reproducir repetitivamente los

comportamientos de un actor de televisión. Pueden insistir en la identidad o

uniformidad de las cosas y resistirse o alterarse ante cambios triviales –presenta una

reacción catastrófica ante un pequeño cambio en el ambiente-. Con frecuencia se

observa un marcado interés por rutinas o rituales no funcionales o una insistencia

irracional a seguir determinadas rutinas –seguir la misma ruta para ir a la escuela-. Los

movimientos corporales estereotipados incluyen las manos –aletear, dar golpecitos con

un dedo- o todo el cuerpo –balancearse, inclinarse, mecerse-. Pueden estar presentes

anomalías posturales –caminar de puntillas, movimientos manuales, posturas

corporales extravagantes-. Estos sujetos experimentan una preocupación persistente

por ciertas partes de los objetos –botones, partes del cuerpo. También pueden resultar

fascinados por un movimiento –el girar de las ruedas de un coche, el abrir y cerrar las

puertas-. La persona puede estar intensamente vinculada a algún objeto inanimado –

pieza de goma (Ibid.: 70-71).

iv. Estimación estadística:

En relación con las cifras del trastorno autista los estudios epidemológicos estiman

una prevalencia de 2 a 5 casos por cada 10.000 individuos. Aproximadamente el 75%

de los casos de niños con autismo sufre retraso. El trastorno se presenta en los varones

con una frecuencia cuatro a cinco veces mayor que en las mujeres. No obstante, las

mujeres con autismo tienden a experimentar un retraso mental más grave. Alrededor

del 25% de los casos experimenta crisis convulsivas, particularmente en la

12 El caso Stephen Wiltshire (1974), artista británico autista, que en sus pinturas plasma los detalles exactos de escenas que ha visto durante pocos minutos. Cf. Oliver Sacks (2001) en el texto “Prodigios”. Cf. también http://www.stephenwiltshire.co.uk/, donde se encuentra una selección de sus trabajos.

Page 29: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

adolescencia. Los estudios de seguimiento indican que sólo un pequeño porcentaje de

sujetos con autismo puede vivir y trabajar autónomamente en su vida adulta. Tan solo

un tercio de los casos alcanza algún grado de independencia parcial (Ibid.: 70-71).

v. Síntomas dependientes de la edad:

El trastorno autista tiene un curso continuo. Su inicio es anterior a los tres años de

edad. En la primera infancia las manifestaciones son muy sutiles. A los dos años los

síntomas son más definidos, sin embargo el autismo suele confundirse con sordera, en

razón a la incapacidad del niño para responder a la voz de sus padres. Es constante la

indiferencia o aversión hacia manifestaciones de afecto o de contacto físico. En la

edad escolar y la adolescencia son frecuentes progresos evolutivos en algunas áreas,

entre ellas el interés creciente por la actividad social. En los niños mayores se observa

un excelente rendimiento en las actividades que implican memoria –horarios, fechas

históricas, formulas químicas, o recuerdo exacto de letras de canciones escuchadas

tiempo atrás-, pero la información en cuestión tiende a repetirse una y otra vez, sea o

no sea propia en relación con el contexto social. A largo plazo los factores más

significativos del pronóstico están relacionados con las habilidades lingüísticas -

presencia de lenguaje comunicativo- y el nivel intelectual general.

Tenemos, en resumen, que desde la perspectiva clínica el trastorno autista presenta

alteraciones en los tres ejes definitorios de los trastornos generalizados del desarrollo, a

saber: disfuncionalidad en la interacción social, alteración en el lenguaje comunicativo

y comportamientos repetitivos y estereotipados. Los rasgos comportamentales

distinguidos en dichos ejes aparecen claramente identificados en el cuadro clínico.

Ahora bien, si hemos tenido que pasar por una revisión de los antecedentes del

síndrome y algunos de los enfoques desde los que se ha estudiado el trastorno, es en

razón a que la presente investigación está orientada a pensar la comunicación desde la

Page 30: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

enfermedad mental y necesariamente tenía que embarcarse en este periplo. En efecto,

que el autismo sea considerado una patología de la comunicación conlleva la necesidad

de un cuadro clínico que permita diagnosticarla y tratarla. Sin embargo, en los

capítulos siguientes pretendo demostrar que el trastorno, aun a despecho de un cuadro

clínico que lo fija en la carencia y la incompetencia, lo que pone en juego realmente es

la necesidad de una recomprensión de la naturaleza del lenguaje.

¿Qué nos muestran esas vidas cuyos modos de expresión no se reducen al supuesto de

base comunicativo-informativo? ¿Vidas que despojan al lenguaje de su carácter

exclusivamente lingüístico? Acaso esas estructuras gramaticales “inmaduras y

repetitivas” que aíslan en una muralla invisible no son, más bien, los indicios de un gesto

de apertura, la señal de un procedimiento incipiente de creación en el lenguaje. ¿Qué

se expone en esas respuestas extravagantes a los estímulos sensoriales? Aquellas que se

tornan hipersensibles a los sonidos en los contactos físicos, que reaccionan de modo

exagerado ante la luz y los colores; los cambios ligeros de ambiente. Qué se muestra en

esa hiperactividad que desencadena movimientos agresivos y auto lesivos. Quizás ese

estado de excitación exasperante propio del trastorno autista tenga mucho que ver con

una revaluación de la naturaleza del lenguaje y su función comunicativa. Quizás el

“orden” del lenguaje y el “orden” de la percepción sean susceptibles de conexiones más

amplias que la subjetivación13 y la significancia.

13 Los procesos de subjetivación o de producción de subjetividad a los que se hace mención en este trabajo deben entenderse, salvo que se indique lo contrario, como productos del sistema de valor hegemónico del capital; y de sus instancias concomitantes como lo son la clínica y la lingüística estructural.

Page 31: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

CAPITULO II SEMIÓTICA AUTISTA

05. Desconocida… Una semiótica por-venir

Necesidad y hastío: el lenguaje es concomitante a la vida del hombre en cualquier

campo social. Por él y en él, el hombre se hace inteligible, a la vez que es sometido a las

demandas de asimilación y sumisión lingüísticas del cuerpo social –consignas. El

lenguaje tiene que encarnarse en la vida del hombre, pues no hay tal vida en ausencia

de un campo social que le permita latir. Pero al mismo tiempo, es la vida del hombre la

que se coarta al plegarse a las reglas del lenguaje.

Desde la lingüística, el análisis del lenguaje está cifrado en un asunto de comunicación

e información, comunicación de información. Así por ejemplo, la Teoría Sistémica

centra el análisis de la comunicación como flujo de información a partir de la

distinción información - darla a conocer14. Desde ésta perspectiva, señalan Deleuze y

Guattari, el estudio pasa por alto lo que hay que explicar, puesto que lo que está a la

base del lenguaje no es un presupuesto informativo o comunicativo, sino la imposición

de coordenadas semióticas que proviene de toda gramática: “Una regla de gramática es

un marcador de poder antes de ser un marcador sintáctico” (Deleuze y Guattari, 2004:

82).

14 La Teoría Sistémica se formula como una teoría de la producción y reproducción de los sistemas a partir de sus diferencias con el entorno (Luhman, 2007: 343). En el caso concreto de los sistemas sociales, la comunicación se considera una operación básica para su formación. La comunicación se concibe a partir de la distinción información-darla a conocer y debe ocurrir adaptada al entorno pues es éste el que posibilita y tolera su operación. Por otra parte, el lenguaje “es el médium fundamental de la comunicación” puesto que “garantiza la regular y continua autopoiesis de la sociedad” (Ibid.: 157).

Page 32: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

La vida del niño, desde sus inicios, debe cargar con el peso de la sumisión gramatical:

sólo así podrá formar parte del campo social. Sin embargo, no es un asunto que se

limita a la vicisitud de una de pedagogía inicial, de hecho se extiende a lo largo de la

vida y adquiere diferentes formas. En la vulnerabilidad biológica y mental inherente a

toda vida humana, por ejemplo, la clínica encuentra el fundamento para hacerla objeto

de intervención permanente. De ahí que el discurso clínico, con miras a establecer el

diagnóstico del paciente, efectúe una “imposición de coordenadas semióticas”

particular a través de la cual organiza las categorías de clasificación -“unidades

distintivas” de la nosología- y extrae los síntomas de los estados morbosos -patologías.

Para describir los Trastornos Generalizados del Desarrollo, por ejemplo, el DSM-IV

aísla categorías de clasificación15 y extrae mediante observación empírica las

manifestaciones características -síntomas16- del trastorno. Podría pensarse en la clínica

como discurso que opera bajo la forma de comunicación de un diagnóstico

proveniente de la observación experimental. Pero con ello se pasa por alto que el

diagnóstico, antes de ser el resultado de la observación empírica, es el producto de una

semiótica que, previamente, ha establecido un valor específico a cada uno de los

síntomas.

Así las cosas, es necesario desplazar el enfoque del análisis; desembarazarse de la

preeminencia de la información y de la comunicación en el estudio del lenguaje -y del

discurso clínico-, en favor de las consignas: “El lenguaje es transmisión de palabra que

funciona como consigna, y no comunicación de un signo como información” (Ibid.:

15 El trastorno autista, el trastorno de Rett, el trastorno desintegrativo infantil, el trastorno de Asperger y el trastorno generalizado del desarrollo no especificado, hacen parte de los Trastornos Generalizados del Desarrollo, que a su vez hacen parte de los Trastornos de inicio en la infancia, la niñez y la adolescencia. Cf. DSM-IV (APA, 1995: 69). 16 En medicina se distinguen dos grandes tipos de manifestación patológica: signo clínico y síntoma: El primero es un dato objetivable; el segundo, por el contrario, remite a la experiencia subjetiva del paciente.

Page 33: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

83); “la información sólo es la condición mínima para la transmisión de consignas”

(Ibid.: 84).

Ahora bien, una consigna en tanto función coextensiva del lenguaje, no se reduce a la

orden manifiesta de los enunciados imperativos. Remitiendo a la relación entre acción

y palabra desarrollada en los trabajos de Austin, Deleuze y Guattari (Ibid.: 83) señalan

que además de la relación extrínseca que se presenta en el modo indicativo –por medio

del cual se describe una acción- y el modo imperativo –por el cual se provoca una

acción-, existen relaciones de tipo intrínseco entre acción y palabra denominadas

presupuestos implícitos o no discursivos. Austin distingue dos tipos: performativo e ilocutorio.

Al primero corresponden las acciones que se realizan al decir-las palabras; al segundo,

las acciones que se realizan al hablar17.

La emergencia de este nuevo tipo de relaciones intrínsecas –campo performativo- será

fundamental para revaluar los postulados de la lingüística y dirigir el análisis hacia un

enfoque pragmático de la lengua.

Así, el análisis de la palabra toma distancia del modelo lingüístico que ha prevalecido;

deja atrás el estudio que “concibe” la palabra como comunicación de información, en

favor del análisis de la efectuación de los actos inmanentes de palabra: consigna. El

lenguaje, por tanto, se separa del carácter lineal del código cf. (Ibid.: 83, 89), puesto 17 Deleuze y Guattari se refieren en especial a los trabajos “Preformativo-Constatativo” y “Cómo hacer cosas con palabras” de John Langshaw Austin (1911-1960). En un primer momento de su obra, Austin disingue dos tipos de enunciados: constatativo y preformativo. El enunciado constatativo es el tipo de enunciado que representa, describe y constata estados de cosas. Está sujeto a valor de verdad: Verdadero o falso. El enunciado performativo, por otra parte, es aquel enunciado que no se limita a la descripción ni puede evaluarse en términos de valor de verdad. Realiza inmediatamente un hecho al ser expresado –p.ej. interrogar, prometer, amenazar. En un momento posterior, Austin plantea que todo enunciado tiene una fuerza i locutoria. Por ella se entiende no sólo lo que constata sino también lo que constituye estados de cosas: hacer una actividad no locutoria con lo locutorio. Tenemos entonces que el objetivo inicial de Austin por demostrar como se hacen cosas con palabras a partir del enunciado performativo, posteriormente se amplía a la demostración de que todo el lenguaje, incluso los enunciados no performativos, tienen una fuerza ilocucionaria. Esto será fundamental porque más adelante nos permitirá comprender como el enunciado de un diagnóstico clínico, a pesar de su función descriptiva, representativa y constatativa de estados de cosas –estado morboso-, también despliega una fuerza ilocucionaria que tiene implicaciones reales en el campo social.

Page 34: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

que la consigna en tanto función coextensiva del lenguaje efectúa –mediante su

instantaneidad y variación- la condición de sobrelinealidad de la expresión.

Por supuesto, la puesta a prueba del campo preformativo exige una revisión a fondo de

la lingüística en tanto ciencia que estudia el lenguaje, con miras a establecer las

posibilidades de análisis de un enfoque que ponga en variación las constantes

estructurales inherentes a todo estudio que se pretenda científico. “Una lengua puede

definirse por las constantes fonológicas, semánticas, sintácticas que forman parte de los

enunciados; el agenciamiento colectivo, por el contrario, concierne al uso de esas

constantes en función de variables internas a la propia enunciación (las variables de

expresión, los actos inmanentes o transformaciones incorporales) (Ibid.: 89).

La lingüística en tanto estudio científico del lenguaje, no tiene otra opción que

encerrarse en un sistema de “invariantes” estructural. Tiene que establecer constantes y

fijar posiciones para construir un sistema homogéneo que permita estudiar de modo

científico el lenguaje18. Una semántica, una sintáctica, una fonemática, como zonas de

cientificidad de la lingüística necesariamente deben fijar constantes. Por su parte, la

aparición del performativo abre paso a un “elemento complementario” –expresión

usada por Bakhtine- que escapa a todas esas zonas de cientificidad. De ahí que todas

esas zonas y sus constantes no puedan concebirse independientemente de una

pragmática que ponga en variación continua los elementos lingüísticos y no lingüísticos

que trabajan los enunciados, y que hacen que la lengua no se encierre en sí misma.

“Cuando se somete los elementos lingüísticos a un tratamiento de variación continua,

cuando se introduce en el lenguaje la pragmática interna, uno se ve forzosamente

abocado a tratar de la misma manera los elementos no lingüísticos, gestos,

instrumentos, como si los dos aspectos de la pragmática se unieran, en la misma línea

de variación, en el mismo continuum” (Ibid.: 101).

18 Cf. El planteamiento de Deleuze y Guattari en relación al modelo de Chomsky que busca crear un sistema homogéneo standard que permita un estudio científico del lenguaje (Ibid.: 97).

Page 35: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

Si por un momento fijamos nuestra atención en la clínica es notoria su similitud con la

lingüística. Una revisión a su instrumento, el DSM-IV, muestra el despliegue de un

sistema que extrae constantes que refieren a zonas científicas del lenguaje que

“podrían” presentarse en los estados morbosos. En el caso del trastorno autista, por

ejemplo, es claro que ellas remiten a una semántica, “es patente la alteración de la

comprensión del lenguaje, pues el individuo con autismo es incapaz de comprender

preguntas, instrucciones o bromas simples”; a una sintaxis, “las estructuras gramaticales

suelen definirse como inmaduras e incluyen un uso estereotipado y repetitivo del

lenguaje”; y a una fonemática, “cuando se desarrolla el habla, el volumen, la

entonación, la velocidad, el ritmo o la acentuación pueden ser anormales” (APA, 1995:

70).

Ambas, lingüística y clínica, comportan semejanzas en sus métodos operativos: precisan

de un sistema estructural homogéneo que les invista de cientificidad. Así, la lingüística

con la definición de zonas -semántica, sintaxis y fonemática- y la formulación de

constantes para el estudio científico del lenguaje. Así, también, la clínica con la

extracción de síntomas del trastorno que refiere a dichas zonas, para efectuar el

diagnóstico.

Un paso más en la revisión del DSM-IV nos muestra, en efecto, la división y la

clasificación de los trastornos; el modo como se distribuyen y ordenan las patologías

que habitan un campo social. Sin embargo, no bastará con decir que todo lo anterior

es posible gracias a la extracción de síntomas, la determinación de prevalencias y la

descripción del curso del desarrollo, puesto que éstas líneas del análisis están trabajadas

previamente por operaciones de significancia a partir de las cuales se “traducen” las

manifestaciones de los estados patológicos: el discurso de la clínica fluye bajo la forma

de discurso directo que se ha prefigurado con la lingüística.

Page 36: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

Con la emergencia del campo performativo se perfila un análisis que da cuenta del

carácter social del lenguaje. Antes que operaciones de significancia o estructuras de

subjetivación, como se plantea desde la lingüística, lo que está a la base del lenguaje es

un cuerpo social que hace inteligible la ejecución de ciertas acciones, “no hay

significancia independiente de las significaciones dominantes, no hay subjetivación

independiente de un orden establecido de sujeción. Ambas dependen de la naturaleza

y de la transmisión de consignas en un campo social determinado” (Deleuze y Guattari,

2004, 85). La consigna, entonces, se erige como elemento fundamental en el análisis

del lenguaje. Dicen Deleuze y Guattari:

Nosotros llamamos consignas, no a una categoría particular de enunciados explícitos

(por ejemplo el imperativo), sino a la relación de cualquier palabra o enunciado con

presupuestos implícitos, es decir, con actos de palabra que se realizan en el

enunciado, y que sólo pueden realizarse en él. Las consignas no remiten, pues,

únicamente a mandatos, sino a todos los actos que están ligados a los enunciados por

una “obligación social”. Y no hay enunciado que, directa o indirectamente, no

presente este vínculo. Una pregunta, una promesa, son consignas. El lenguaje sólo

puede definirse por el conjunto de consignas, presupuestos implícitos o actos de

palabra, que están en curso en una lengua en un momento determinado (Ibid.: 84).

Las consignas y los actos inmanentes al lenguaje -transformaciones incorporales- dan

cuenta de la variación del campo social. En cada momento y a su manera, cada

sociedad consagra un conjunto de transformaciones incorporales –atributos no

corporales- a la vez que hace inteligibles las consignas que expresan dichas

transformaciones.

Page 37: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

Las consignas designan la relación instantánea entre los enunciados y las

transformaciones incorporales consagradas socialmente. Las transformaciones

incorporales, por su parte, son lo expresado de un enunciado que se atribuye

instantáneamente a los cuerpos de una sociedad –atributos no corporales- (Ibid.: 86).

Con la relación que se establece entre ambas, consignas y transformaciones

incorporales, se constata la importancia del carácter social en el análisis del lenguaje.

Quizás el diagnóstico clínico nos sirva para entender esto con mayor claridad. En

efecto, ya lo hemos visto, a partir de la extracción de síntomas y la determinación de

comportamientos la clínica delimita y define los tipos de trastorno mental. Cada tipo,

debido a sus especificidades, remite a un estado de cuerpos particular. Sin embargo,

cuando un clínico profiere su diagnóstico, piénsese en el caso del autismo, en ese

enunciado expresa una transformación incorporal que se atribuye instantáneamente al

estado de cuerpos del paciente: un atributo no corporal que se dice del estado-de-

cuerpos niño precipita un cambio instantáneo que hará del niño un sujeto con

autismo. Las consecuencias que el diagnóstico arrastra en el cuerpo social no tardarán

en aparecer: preocupación de los padres, educación especial, tratamiento clínico,

terapia de lenguaje… ¡E indiferencia del niño!

Si el trastorno autista resulta tan problemático, no es sólo porque, eventualmente, el

niño diagnosticado con el síndrome puede presentar depresión al ser conciente de lo

implica padecer el trastorno, “en la adolescencia o en los inicios de la vida adulta, los

sujetos con trastorno autista y capacidad intelectual suficiente pueden deprimirse en

respuesta a la toma de conciencia de sus graves déficit” (APA, 1995.: 71), sino, más

bien, porque al comportar un distanciamiento del otro, neutraliza y despoja de valor un

campo social que “consagra” –usando el término de Oswald Ducrot- la ejecución de

ciertas acciones. Dice el DSM-IV, en su descripción de los individuos con autismo,

que puede presentarse “una falta de reciprocidad social o emocional. Con frecuencia

el sujeto tiene sumamente afectada la conciencia de los otros. Los sujetos que sufren

Page 38: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

este trastorno pueden prescindir de otros niños, carecer de todo concepto relativo a las

necesidades de los demás o puede no percibir el malestar de otra persona” (Ibid.: 70).

Ahí lo paradójico y a la vez fascinante del autismo: Ante un diagnóstico clínico que

habla desde la perspectiva de la ciencia y que en nombre del cuerpo social pretende

hacer inteligible el estado de cosas del trastorno; el autismo, en su “inconsciente”

indiferencia, responde con reacciones extravagantes y movimientos estereotipados a los

que poco o nada importa un cuerpo social restringido por la razón clínica. Incluso, y

aun suponiendo que la perspectiva del autismo se pudiese describir desde una sintaxis

convencional, podría decirse que quien realmente precisa de un tratamiento, y no

propiamente psiquiátrico, es el clínico que necesita comprender “otras lógicas” y “otros

estados de cosas” que también hacen parte del campo social.

Una mirada “ensimismada”, una postura “queda” que de golpe retoza sin control,

quizás sean susceptible de analizarse como variables inherentes a una lógica delirante

de expresión, que también habitan un campo social, pero que exigen una mirada más

extensiva de la que se esgrime desde la racionalidad clínica. Ante la no consciencia de

los preceptos sociales, ¿Qué variables internas a la enunciación son posibles extraer en

el trastorno autista, con miras a efectuar un análisis pragmático del lenguaje? ¿Es

posible pensar que en el autismo se fuerza la aparición de nuevas consignas? ¿Cabe aún

la posibilidad de pensar de “lenguaje” en el autismo?

La clínica, por supuesto, no es la única semiótica que atraviesa el campo social. Si el

autismo se hace inteligible, hay razones para pensar que no lo es sólo en la incapacidad,

la inflexibilidad, la incomprensión… que se plantea desde la mirada clínica. Al conectar

de modo muy especial un conjunto de elementos heterogéneos, el trastorno autista

anuncia un régimen de signos –formalización de expresión- por venir: fuerza al cuerpo

social para que haga inteligibles nuevas consignas: cambia la naturaleza del

agenciamiento del que es parte constituyente.

Page 39: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

¿Qué se “expone” en los enunciados de un niño con autismo? Desde la clínica, y bajo la

forma de un discurso directo que opera por procesos de subjetivación y de significancia,

el diagnóstico remite a un “sujeto” con alteración en las habilidades de comunicación,

que presenta una perturbación grave en la interacción social Cf. (APA, 1995: 70).

Teniendo en cuenta el conjunto de circunstancias que reviste cada caso particular19, la

clínica habla de un “sujeto” con incapacidad para comprender el “significado” de las

normas y los mandatos inherentes a todo campo social.

Ahora bien, si hemos hecho un recorrido por diferentes líneas de estudio del lenguaje,

no podemos limitar el análisis del autismo a una diagnosis clínica imbricada en la

lingüística puesto que, si bien es cierto que tiene en cuenta el cuerpo social, lo hace

para distinguirlo y separarlo del trastorno. ¿Inclusión excluyente? Los rasgos de

expresión de un niño con autismo, no se “ubican” mejor diferenciándolos y

separándolos de un cuerpo social que resultaría ajeno e inoperante. Antes bien, en

dichos rasgos se devela la concepción restringida de un campo social que sería el

resultado de una semiótica significante y normativa.

Un rasgo intensivo se pone a actuar por su cuenta, una percepción alucinatoria, una

sinestesia, una mutación perversa, un juego de imágenes se liberan y la hegemonía del

significante queda puesta en entredicho. Semióticas gestuales, mímicas, lúdicas, etc.,

recuperan su libertad en el niño y se liberan del “calco”, es decir, de la competencia

dominante de la lengua del maestro –un acontecimiento microscópico altera

completamente el equilibrio del poder local- (Deleuze y Guattari, 2004: 20).

19 Un clínico sabe que el DSM-IV es un manual diagnóstico que da pistas para el análisis de los trastornos mentales, pero que no debe seguirse “a rajatabla”. Antes bien, precisa del uso flexible que se desarrolla con la experiencia y el criterio que provienen de la práctica profesional.

Page 40: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

Es necesario entonces continuar tras las pistas de un análisis que se desembarace de la

preeminencia de los procesos de subjetivación y de significación que supeditan el

carácter social en el análisis del lenguaje al juego de un régimen normativo.

Michel Foucault es especialmente pertinente en este caso. En La arqueología del saber,

lleva a un nuevo punto el análisis del lenguaje, desarrollando el enunciado como una

función en la que lo dicho, no remite a estructuras de subjetivación ni a procesos de

significancia, sino que, atravesando de cabo a rabo una sociedad en un momento

determinado, hace aparecer el conjunto de sus elementos constituyentes a partir de los

cuales se hace inteligible la emergencia de cierto tipo de enunciados.

Citado por Garavito (1997.: 171), dice Foucault:

El enunciado no es una unidad del mismo género que la frase, la proposición o el

acto de lenguaje; no comporta los mismos criterios, más no es tampoco una unidad

como podría serlo un objeto material teniendo sus límites y su independencia. En su

modo de ser irregular (no completamente lingüístico, ni exclusivamente material) él es

indispensable para que se pueda decir si hay o no frase, proposición o acto de

lenguaje… Más que un elemento entre otros, más que un corte localizable a cierto

nivel de análisis, el enunciado es más bien una función que se ejerce verticalmente en

relación a aquellas diversas unidades. Es una función de existencia que pertenece en

sentido propio a los signos y a partir de la cual se puede decir, en seguida, por el

análisis o por la intuición si ellos “tienen sentido” o no. De ninguna manera es en sí

mismo una unidad sino una función que cruza un conjunto de estructuras y de

unidades posibles y que las hace a parecer. Citado por Garavito (Foucault, 1970: 144-

145).

Page 41: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

Lo que se expone en un enunciado, desde esta perspectiva, implica el análisis de un

marco de referencia que a partir de unos “campos de emergencia” y unas “condiciones

de aparición y dispersión” hace inteligible un tipo de enunciado particular. El

enunciado “enuncia”: da cuenta de las líneas que componen una sociedad en un

momento particular.

Por su parte y con cierta similitud al enfoque anterior, Deleuze y Guattari no cesan de

plantear que anterior a toda estructura de significancia y a todo proceso de

subjetivación, lo que está a la base de la naturaleza del lenguaje son las consignas

consagradas en el campo social. Con miras a pensar el problema, entre ellos crean un

término que, por un lado, engloba los trabajos previos sobre el carácter social de la

enunciación20 y, por otro lado, captura nuevas dimensiones al incluir los actos

inmanentes al lenguaje que se expresan en las consignas.

El carácter social de la enunciación sólo está intrínsecamente fundado si se llega a

demostrar cómo la enunciación remite de por sí a agenciamientos colectivos. Vemos,

pues, claramente que sólo hay individuación del enunciado, subjetivación de la

enunciación, en la medida en que el agenciamiento colectivo impersonal lo exige y lo

determina. Ese es precisamente el valor ejemplar del discurso indirecto, y sobre todo el

discurso indirecto “libre”: no hay límites distintivos claros, no hay fundamentalmente

inserción de enunciados diferentemente individualizados, ni acoplamiento de sujetos

de enunciación diversos, sino un agenciamiento colectivo que va a determinar como

su consecuencia los procesos relativos de subjetivación, las asignaciones de

individualidad y las distribuciones cambiantes en el discurso. (Deleuze y Guattari,

2004: 85) [Cursivas del autor].

20 Cf. la referencia a los trabajos de Bakhtine y Labov (Ibid.:113).

Page 42: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

El carácter social del lenguaje que ya se insinuaba con la aparición del campo

performativo y que adquiere mayor consistencia en la función de enunciado que hace

aparecer desarrollada por Foucault, cobra todo su valor bajo la forma del discurso

indirecto, cuyos enunciados impersonales constituyen el agenciamiento colectivo de

enunciación21.

Ahora bien, la importancia del Agenciamiento de enunciación –más adelante se verá

su complementariedad y su relación de presuposición recíproca con el agenciamiento

maquínico de cuerpos- como perspectiva de análisis de la enfermedad mental, y del

caso concreto del autismo, reposa no solo en la articulación de elementos heterogéneos

que dan cuenta de la variación en el campo social, de los cambios que, por ejemplo,

una patología puede introducir en su propio campo de estudio, sino además en su

función de consistencia y soporte expresivo de los síntomas: “La aprehensión de un

hecho psíquico es inseparable del Agenciamiento de enunciación que le hace tomar

cuerpo, como hecho y proceso expresivo” (Guattari, 2000: 24). Entre el síntoma que se

expresa, no tanto como rasgo patognomónico sino, más bien, como práctica de

apertura o vector productor de subjetividad singularizante que abre paso a nuevas

“configuraciones existenciales” (Ibid.: 48) y el agenciamiento de enunciación que le

sirve de soporte expresivo, hay pues una complementariedad esencial.

21 En su estudio sobre la producción de subjetividad en el marco del Capitalismo Mundial Integrado, entiéndase capitalismo post industrial, Guattari muestra como el sistema de valor hegemónico capitalista descentrado sus núcleos de poder y orientándolos hacia estructuras de signos y de sintaxis -con la concomitancia del control mass-mediático- produce una subjetividad “laminar” u homogénea atada al beneficio y el rendimiento del capital y renuente a cualquier cambio que trastoque el orden: Así con la implantación de las nuevas potencias industriales y la instauración de nuevas zonas de miseria y de hambre (Guattari, 2000: 13). Así, también, con los “operadores tradicionales de regulación social” que anestesian la subjetividad capitalística y la “protegen” de cualquier vector que introduzca diferencia al campo social (Ibid.: 46). Ante tal situación que ha llevado a la desesperación y el “deterioro de los modos de vida humanos”, Guattari plantea la alternativa de nuevos sistemas de valor que reorienten las praxis –ambiental, social y mental- hacia una ecosofía que con los Agenciamientos de Enunciación como soporte expresivo, den lugar y consistencia a subjetividades singularizantes y autorreferenciales (Ibid.: 45, 51, 70).

Page 43: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

Como agente y parte constituyente de un agenciamiento, el trastorno autista precisa en

su análisis de una pragmática que teniendo en cuenta las circunstancias y la

singularidad propias de un conjunto de elementos heterogéneos, de cuenta de las

variables internas de enunciación y de los vectores productores de singularidad, pues es

en la emergencia de dichas variables y de tales vectores donde se plantea una ruptura

abierta con la semiótica clínica que pretende tratarlas. A la forma del discurso directo a

partir de la cual la clínica establece el diagnóstico, mediante operaciones de

significación y procesos de subjetivación hegemónicos, el autismo responde con un

discurso indirecto poblado por múltiples voces: “No existe una jerarquía de conjuntos

que sitúe y localice a un determinado nivel las componentes de enunciación. Éstas se

componen de elementos heterogéneos que adquieren consistencia y persistencia

común cuando superan los umbrales constitutivos de un mundo en detrimento de

otro” (Ibid.: 54). Quizás sea la consciencia de otros estados de cosas que están por

fuera del umbral ordinario de percepción, y el agenciamiento de enunciación que está

a la base, lo que precipita una transformación incorporal en un paciente con autismo22.

Eso permite explicar como el autismo, en tanto enfermedad mental, no está bloqueado

y asilado en una muralla invisible, sino por el contrario abierto y conectado con otros

estados de cosas que precipitan la aparición de nuevos regímenes de signos: una

semiótica por-venir.

Sin embargo, no por ello debe suponerse que el autismo podría prescindir del

diagnóstico clínico. Todo lo contrario. Precisa de él en tanto sistema de referencia que,

a partir de líneas y segmentos, efectúa una organización molar de las patologías que

habitan un campo social. Pero a la vez, necesita de una pragmática que al poner en

variación continua las constantes del sistema de referencia clínico –que, como hemos

22 Cf. la referencia de Deleuze y Guattari a David Cooper en relación con el análisis de un paciente esquizofrénico: “he oído una veces decir: es consciente de la vida”. “El término oír voces significa que se deviene conciente de algo que rebasa la conciencia del discurso normal (i.e. directo) y que, como consecuencia, debe ser expresado como diferente” (Ibid.: 114).

Page 44: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

visto, se imbrica en la cientificidad de la lingüística- permita analizar las micro

percepciones y los flujos de cuantos intensivos que laten en el trastorno. Aquellos

rasgos de expresión “carentes de sentido”, aquellas “rutinas estereotipadas no

funcionales” que se tornan inasignables en un momento determinado, volverán a pasar

por los segmentos y a arrastrar variaciones en ellos. “Un flujo molecular se escapa,

primero minúsculo, luego cada vez más inasignable… No obstante, lo contrario

también es cierto: las fugas y los movimientos moleculares no serían nada si no

volvieran a pasar por las grandes organizaciones molares, y no modificasen sus

segmentos” (Ibid.: 221). Así las cosas, el análisis del trastorno autista precisa de un

sincretismo entre la clínica, con su proceder análogo a la lingüística, y la pragmática,

con su puesta en variación continua de todas las constantes de las zonas de cientificidad

de la lingüística23. “Constante no se opone a variable, es un tratamiento de la variable que

se opone al otro tratamiento, al de la variación continua” (Ibid.: 106). Al “modo

mayor” como sistema homogéneo y constante que se despliega en la clínica y en la

lingüística, la conjunción con un modo menor que despliegue la potencia creadora del

trastorno.

El modo mayor y el modo menor son dos tratamientos de la lengua: uno consiste en

extraer constantes, el otro en ponerlas en variación continua. Pero en la medida en

que la consigna es la variable de enunciación que efectúa la condición de la lengua, y

define el uso de los elementos según uno y otro tratamiento, no queda más remedio

que volver a la consigna como único “metalenguaje” capaz de dar cuenta de esa doble

dirección, de ese doble tratamiento de las variables (Ibid.: 108-109).

23 Cf. la distinción y relación proporcional que Deleuze y Guattari señalan en relación con la organización molar y la composición molecular (Ibid.: 220-221).

Page 45: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

En el entrecruzamiento de ambos modos, en las variaciones que, uno a otro, se

propician entre sí, habrá que sentar las bases de un análisis que de cuenta del cariz

productivo del trastorno. Un análisis susceptible de experimentación en otros campos

de estudio y a partir de la cual, en una investigación futura, pretendo mostrar como esa

materia de nervios sobreexcitada que se encarna en el autismo y que hace consciente de

otros estados de cosas, al precipitar una variación en el orden lógico del discurso,

despliega un fenómeno de transcursividad.

Page 46: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

06. Función simbiótica

En una instancia anterior, hicimos alusión al autismo como un modo muy especial en

el que se conjugan elementos heterogéneos. Incluso hicimos referencia a él como

agente y parte constituyente de un agenciamiento. Pues bien, llegados a este punto es

preciso mostrar como este concepto, en tanto unidad mínima real, permite la descripción

y el análisis del autismo como un producto en la Naturaleza24.

Siguiendo a Hjemslev, Deleuze y Guattari definen el agenciamiento como una función

maquínica o simbiótica que se efectúa entre dos o más conjuntos heterogéneos e

independientes entre sí: “Un agenciamiento es una multiplicidad que comporta

muchos términos heterogéneos, y que establece uniones, relaciones entre ellos… La

única unidad del agenciamiento es el co-funcionamiento: una simbiosis, una

«simpatía»” (Deleuze y Parnet, 2004: 79).

Dado que no necesariamente todos los elementos constitutivos del conjunto entran en

función, el agenciamiento comprenderá los elementos que sí entran en ella: funtivos. En

efecto, aunque al nivel de los conjuntos cada uno es independiente y tiene sus propias

reglas de formalización –ahí su heterogeneidad-, es en su instancia de funtivos –

elementos del conjunto que entran en función- donde se establece una relación de

dependencia, un proceso de selección: de ahí que sea necesario hacer la distinción

entre un funtivo seleccionador (expresión) y un funtivo seleccionado (contenido). A su

vez, dicho proceso de selección comporta una velocidad, un diferencial de fuerzas (más

o menos intensidad de dolor, por ejemplo); impone un orden, que no necesariamente

24 Más adelante se entenderá con claridad lo que se quiere decir con ello.

Page 47: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

es lógico; e implica un proceso de codificación: es por ello que cada funtivo –

articulación- implica de por sí una forma y una sustancia.

Llamábase contenido a las materias formadas, que como consecuencia debían ser

consideradas desde dos puntos de vista, desde el punto de vista de la sustancia, en la

medida que estas eran “escogidas”, y desde el punto de vista de la forma, en la medida

que eran seleccionadas en un cierto orden (sustancia y forma de contenido). Llamábase

expresión a las estructuras funcionales, que a su vez debían ser consideradas desde dos

puntos de vista, el de la organización de su propia forma, y el de la sustancia, en la

medida que formaban compuestos (forma y sustancia de expresión) (Deleuze y Guattari,

2004: 51).

Tenemos entonces que el agencimiento, en tanto función simbiótica, comprende una

doble articulación de contenido y de expresión, cada una de las cuales a su vez implica

una articulación de forma y de sustancia. Dada la independencia entre ambas formas,

no existe una relación de correspondencia según la cual la forma de expresión

representaría, describiría o constataría la forma del contenido. La relación, por el

contrario, se da en el marco de la presuposición recíproca y la distinción real. En la

medida que la función es susceptible de entrar en nuevas relaciones –la distribución de

contenido y de expresión varía a lo largo de la función-, hay que señalar que el análisis

remite a intervalos concretos de la función con unas circunstancias precisas: el

agenciamiento implica el estudio de un caso concreto.

Ahora bien, si el agenciamiento da cuenta de la Naturaleza en tanto producción de lo

real, hay que indagar por los problemas a los que responde este concepto. Para Deleuze

y Guattari la Naturaleza, en primera instancia, es materia intensiva no formada y no

organizada que se despliega en flujos de intensidad y fuerzas: CsO.

Page 48: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

Un CsO está hecho de tal forma que sólo puede ser ocupado, poblado por

intensidades… El CsO hace pasar intensidades, las produce y las distribuye en un

spatium a su vez intensivo, inextenso. Ni es espacio ni está en el espacio, es materia que

ocupará el espacio en tal o tal grado, en el grado que corresponde a las intensidades

producidas. Es la materia intensa y no formada, no estratificada, la matriz intensiva, la

intensidad = 0; pero no hay nada negativo en ese cero, no hay intensidades negativas

ni contrarias. Materia igual a energía. Producción de lo real como magnitud intensiva

a partir de cero (Deleuze y Guattari, 2004: 158).

En una segunda instancia, esa materia intensa y no formada que constituye el CsO

pasa por fenómenos de acumulación, coagulación y sedimentación que estratifican la

materia. Un estrato entonces supone una unidad de composición que asegura los

rasgos formales, comunes a todas las formas y los códigos, y los elementos sustanciales,

materiales comunes a todas las sustancias, a partir de los cuales organiza y “estratifica”

la materia (Ibid.: 512). De modo general se distinguen tres grandes estratos, a saber:

inorgánico –fisico-químico-, orgánico y aloplástico –antropomórfico-, cada uno con una

distribución particular de contenido y expresión, con una relación específica entre sus

funtivos. Tenemos entonces que en el estrato físico-químico, la expresión selecciona

todos los rasgos del contenido, de ahí que contenido y expresión aparezcan en el

mismo “objeto”. Hay distinción real pero modal o mental puesto que la forma y la

sustancia no pueden separarse en unidades discretas. Es el caso de los elementos

químicos -de la tabla periódica- a partir de los cuales se expresa la Naturaleza; sustancias

que solo pueden expresar lo que las compone en virtud de un código que ha

prefigurado sus formas (El “cromo” Cr, por ejemplo, no puede expresarse como otro

elemento: sólo puede expresarse como cromo). En el estrato orgánico, la expresión no

selecciona todos los rasgos de contenido, hay una mayor autonomía entre los funtivos

Page 49: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

pues los códigos se separan de las sustancia. El tipo de codificación es lineal.

Finalmente, en el estrato aloplástico el contenido y la expresión aparecen claramente

diferenciados. Ya no se habla de codificación sino de sobrecodificación puesto que el

funtivo seleccionador (expresión) le asegura un código suplementario al código del

funtivo seleccionado (contenido): Le da una forma a la forma que no es físico-química

ni orgánica. El lenguaje es propio de este estrato pues provee un código suplementario

que sobrecodifica cualquier cosa (p.ej: las categorías).

El agenciamiento “se hace” en los estratos, responde a la cuadrícula de Hjemslev

expresión-contenido, forma-sustancia, pero a la vez –y ahí una de sus diferencias con

los estratos- engloba líneas de desterritorialización en las cuales ya no puede hacerse tal

distinción puesto que tan solo hay materias no formadas y fuerzas desestratificadas. Es

por ello que en un eje vertical el agenciamiento tiene una cara orientada hacia los

estratos y otra cara orientada hacia el CsO (Ibid.: 48). La materia intensiva y la

sustancia25 estratificada operan entonces como polos de variación entre los que se

suceden movimientos de reterritorialización y de desterritorizalización.

Hay que señalar, no obstante, una razón más por la cual el agenciamiento no se reduce

a los estratos, a saber: que el contenido deviene mezclas de cuerpos y la expresión,

regímenes de signos. Distinción de suma importancia pues abre paso a una nueva

relación que no estaba dada en los estratos: las transformaciones incorporales como lo

expresado de los enunciados que se atribuyen a los cuerpos26 (Ibid.: 514). Así las cosas,

en un eje horizontal el agenciamiento distingue dos tipos de formalización

independientes y heterogéneas que se presuponen recíprocamente: contenido y

expresión. Mezcla de cuerpos, conjunto de modificaciones corporales en el primero;

25 Toda sustancia es una materia formada.

26 El texto anterior discurre entorno a esta relación.

Page 50: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

transformaciones incorporales que se atribuyen a los cuerpos en el segundo:

agenciamiento maquínico de cuerpos y agenciamiento colectivo de enunciación.

Un agenciamiento es siempre e indisolublemente agenciamiento maquínico de

efectuación y agenciamiento colectivo de enunciación. En la enunciación, en la

producción de enunciados, no hay sujeto, siempre hay agentes colectivos; en el

contenido del enunciado nunca se encontrarán objetos, sino estados maquínicos. Son

como las variables de una función que no cesan de entrecruzar sus valores o sus

segmentos (Deleuze y Parnet, 2004: 81).

Page 51: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

El agenciamiento entonces comporta una conjugación y alternancia recíproca entre

contenido y expresión, que a su vez se estabiliza o precipita de acuerdo a los grados de

desterritorialización y los movimientos de reterritorialización (Ibid.: 92). En medio de

tales interacciones, el análisis en el agenciamiento indaga por las reglas de

formalización y los códigos a partir de los cuales se organiza la materia: no habría por

qué preguntarse “cómo algo sale de los estratos, sino más bien cómo las cosas entraban

en ellos” (Ibid.: 63).

Así, en el caso concreto del autismo tendremos que preguntarnos por los códigos a

partir de los cuales se produce el síntoma, las velocidades –grados intensivos- a través de

las cuales se hace la selección para hacerlo inteligible. En efecto, un síntoma en tanto

mezcla de cuerpos supone una materia formada –forma y sustancia de contenido-, un

proceso de selección a partir de un orden determinado. Pero a la vez, implica una

selección y organización de la forma y sustancia de expresión. ¿Cuáles son las reglas

que entran en la función y definen la relación entre los funtivos? O, mejor aún,

¿Cuáles son los regímenes de signos que se insertan en el entramado de los cuerpos –y

viceversa- a partir de los cuales se hacen inteligibles los síntomas del trastorno?

Resumamos: Con el objetivo de presentar una perspectiva de análisis del trastorno

autista hemos aludido a él como agente y parte de un agenciamiento. En la medida de

que este no es un concepto definitorio, sino, por el contrario, un concepto

experimental que responde a un campo problemático concreto, hemos dado cuenta,

paso a paso, de las funciones que arrastra, de las relaciones que comprende, de los

movimientos que lo constituyen. Esto ha exigido que necesariamente tengamos que

abordar otros conceptos que en su operación, hacen parte y/o se entrecruzan con el

agenciamiento, así: funtivo, Naturaleza, CsO, estrato, desterritorialización,

reterritorialización… Todos elementos que prefiguran el agenciamiento como análisis

Page 52: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

en el que se pregunta por los códigos y las reglas de formalización a partir de las cuales

se producen las sustancias en lo real.

Ahora bien, si el autismo supone un agenciamiento es en razón a que comporta una

función maquínica o simbiótica que lo abre a nuevas conexiones, que lo enlaza con

otros flujos. Dado que todo agenciamiento está atravesado por diversas máquinas

abstractas que toman la materia, la seleccionan y la llevan a los estratos, la pregunta por

las reglas de formalización que entran en la función es, en verdad, la pregunta por los

procedimientos a partir de los cuales la máquina abstracta o social selecciona y ordena

la materia. Por máquina abstracta entenderemos entonces una máquina que en sentido

funcional –hace que algo funcione- extrae material, extrae reglas formales y leyes de

composición a partir de las cuales se hacen inteligibles los objetos en un momento

socio-histórico determinado.

Las herramientas presuponen siempre una máquina, y la máquina, antes de ser

técnica, siempre es una máquina social. Siempre hay una máquina social que

selecciona o asigna los elementos técnicos empleados. Una herramienta seguirá siendo

marginal o poco empleada mientras no exista la máquina social o el agenciamiento

colectivo capaz de incluirla en su «phylum»” (Deleuze y Parnet, 2004: 80).

Si atendemos a los síntomas del autismo, en ellos se distinguen las reglas de

formalización que definen la función, los lineamientos de base que determinan el

diagnóstico clínico. La clínica funciona como una máquina abstracta en la medida que

comporta unas reglas concretas de formalización de la expresión a partir de las cuales

extrae, selecciona, clasifica y ordena las patologías mentales en un campo social. Si el

autismo se presenta como una patología de la comunicación, como una incapacidad e

Page 53: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

impotencia para el lenguaje, es en razón a una formalización de la expresión

significante que patologiza todos los rasgos que no se subsumen a una relación de

correspondencia y representación entre los funtivos. La presuposición recíproca entre

los funtivos, su distinción real con múltiples tipos de interacción, se reduce a una

función representacional y comunicativa. Mediante totalizaciones y homogenizaciones

suscritas a un regimen de signos significante, la clínica funciona como una máquina

abstracta de cierre del agenciamiento autista, de tal modo que la función simbiótica

que en él se despliega, desde la clínica se sustrae a una función semiótica significante:

incapacidad e incompetencia, el autismo no es más que el reflejo de las limitaciones de

una función semiótica significante que solo ha querido ver sus “vacios” y “carencias”.

Ante el diagnóstico de una patología de la comunicación, el autismo es tan solo un

indicio de la patologización de todo el cuerpo social por la función comunicativa que

subsume y con ello neutraliza la potencia creadora de otras formas y materias de

expresión: Inhibiendo el problema real de la diferencia, del síntoma como productor

de subjetividad, se cierra y limita el análisis al “fenómeno comunicacional”;

“comunicar, comunicar, comunicar…”

Es cierto que hay que conservar dosis de significancia y porciones de subjetivación para

no diluirse en una desterritorialización absoluta. Pero no lo es menos que desde la

máquina abstracta clínica, la productividad del autismo se ha querido atar con “camisa

de fuerza”, hacer visible tan solo en su capitulación a procesos de subjetivación y

operaciones de significancia hegemónicos. Habría, tal vez, desde una postura más

conciente de sus limitaciones, dar lugar a una función simbiótica –una semiótica más

extensiva y hospitalaria en comparación al enfoque lingüístico estructural- que libere

nuevas relaciones, que de cuenta de la producción de singularidad y la potencia

creadora que se despliega en el autismo.

Page 54: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

CAPÍTULO III LÓGICAS DELIRANTES

07. La máquina de apretar

Irracionalidad. Caos y absurdo: el delirio se presenta como el “opuesto especular” de

una razón entendida en términos de capacidad de demostración, orden y verdad

(Bodei, 2002: 9). Tal parece ser pues la distinción más clara y evidente entre delirio y

razón. Y sin embargo, esa claridad y evidencia, esa relación de “incompatibilidad

recíproca” tan definida y ponderada, sólo es el producto de un tipo de racionalidad

“restringida, defensiva y autorreferencial” que así lo ha querido hacer ver.

Si cabe suponer al delirio un desafío, hay que liberar su análisis de la carencia y la

opacidad en la que tradicionalmente lo han emplazado las vías recurrentes de la razón.

Pues lo realmente sugestivo y apasionante del delirio se desencadena en las conjunciones

de flujos y movimientos intensivos que actualiza y que a su vez precipitan la

reformulación de las coordenadas de su análisis: Bloque de devenir. Hablando en su

propia lengua, conectándose con sus ritmos vitales, modulando la intensidad de sus

síntomas, el delirio se abre paso en movimientos intensivos que tensionan los límites

de la razón y hacen vacilar cualquier distinción entre lo normal y lo patológico: “el

delirio es la reorganización a otro nivel, de la desorganización del sistema normal”

(Ibid.: 109).

Tomando distancia de la distinción tradicional de “incompatibilidad recíproca”, Remo

Bodei plantea la alternativa de una razón “hospitalaria y expansiva” que, sin pasar por

alto sus diferencias, da cuenta de la alternancia y complementariedad entre delirio y

razón (Ibid.: 10). A la consuetudinaria separación entre el delirio y el “orden” de la

Page 55: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

razón, Bodei opone la interacción entre ambos y afirma, a su vez, el papel esencial que

en ella tiene la afectividad.

El error (tanto en el caso de las pasiones como en el del delirio) estriba en considerar

que el pensamiento lógico es un estado normal de la mente que las pasiones alteran

primero y desvían después. Por el contrario, la afectividad interviene en todas nuestras

ideas y percepciones; ni se añade ni se superpone desde el exterior. Durante el

crecimiento del individuo los rudimentos de la afectividad se forman antes incluso

que los sistemas simbólicos, en los que luego se van integrando paulatinamente (Ibid.:

108).

Hay pues desde esta perspectiva una “coexistencia de esquemas afectivos y cognitivos,

coordinados y cohesionados entre sí con mayor o menor fuerza” (Ibid. 109), que

indican la existencia de una “lógica afectiva”27 como marco de análisis del delirio. Dice

Bodei: “La esquizofrenia y el delirio surgen cuando los sistemas lógico-afectivos (no sólo

el lógico o el afectivo por separado) organizados en el curso de la vida, especialmente

durante la infancia, se desorganizan de modo lábil y confuso y se ven obligados a

buscar nuevos equilibrios” (Idem.).

Ante el desnivel que se presenta entre la esfera cognitiva y afectiva, debido a sus

diferentes grados de desarrollo, en el delirio se efectúan movimientos de desfase y

reajuste a partir de los cuales se integra el esquema cognitivo-afectivo. Un esquema que,

si bien no se subsume al rango de racionalidad y normalidad clínica, sí desencadena la

producción de “modos concretos –aunque anómalos- de articular percepciones,

27 Bodei retoma el término creado por el psiquiatra suizo Luc Ciompi, quien en su texto Lógica afectiva (1994), identifica “una estructura afectiva en la lógica y una estructura lógica en la afectividad” Cf. Bodei, 2000: 109.

Page 56: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

imágenes, pensamientos, creencias, afectos o humores según unos principios

particulares que no siguen los criterios de argumentación y expresión comunes a una

determinada sociedad”: Lógicas delirantes (Ibid.: 9-10). En tanto modos anómalos de

articulación, no obstante, dichas lógicas presuponen unas reglas precisas bajo las cuales

se organiza la expresión. En ese sentido, las lógicas del delirio sugieren una similitud

operativa en relación con una semiótica particular. O, mejor aún: Es una semiótica

particular la que está a la base de la producción de lógicas delirantes.

Deleuze y Guattari definen semiótica o regimen de signos a toda formalización de

expresión; que a su vez es el resultado de procesos de codificación y reglas concretas

que regulan la producción de signos. En la medida de que organiza flujos e

intensidades (de contenido y de expresión), cada semiótica –regimen de signos-

responde a un agenciamiento que la hace posible. Toda semiótica es el resultado de

unas reglas precisas, pero, ya lo hemos visto, no toda semiótica se subsume únicamente

a procesos de subjetivación y de significancia28. Antes bien sus reglas responden a un

agenciamiento concreto que posibilita su emergencia. Desde un análisis que se

desembarace de la preeminencia de los procesos de subjetivación y de significancia y

que atienda al cariz intensivo y esencial que la percepción tiene en toda semiótica,

podemos indagar por la implicaciones directas que una materia de nervios

sobreexcitada –con el “desorden afectivo” que le es inherente- característica del

trastorno autista, tiene en la producción de lógicas delirantes y en la emergencia de

semióticas particulares: “la percepción, la semiótica, la práctica, la política, la teoría,

siempre van unidas” (Deleuze y Guattari, 2004: 205-206)… semiótica perceptual.

Por otras vías que plantean un problema similar, pero que simplemente señalo pues

desbordan nuestro objeto de investigación, Paul Virilio muestra como el lugar de la

técnica en la actualidad, a partir de las neurociencias y las tecnociencias –con sus 28 Cf., el planteamiento de Deleuze y Guattari (2004) en relación al regimen significante despótico y al regimen subjetivo pasional en la meseta “Sobre algunos regímenes de signos”. Un desarrollo conciso al respecto se encuentra en Deleuze y Parnet (2004: 119 ss).

Page 57: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

respectivos productos biotecnológicos-, ha hecho inmersión en el “espesor de lo

viviente”: Fagocitando lo vivo, estimulando funciones nerviosas, regenerando impulsos

neurotransmisores e, incluso, modificando los ritmos vitales, el metadesign de las

neurociencias realiza una “ergonomía cognitiva” que modifica el comportamiento del

“sujeto” en la medida que reestructura su “identidad propioceptiva” (Virilio, 1996:

109-115). En un claro ejemplo de lo que denomina el “hombre sobreexcitado”, Virilio

remite al caso del artista australiano Stelarc, quien en su delirio no solo afirma la

posibilidad de remodelar la fisiología del cuerpo humano equipándolo con nuevas

tecnologías, sino que además plantea “que la ‘deconstrucción’ no debería ser

únicamente del lenguaje… sino la de nuestra fisiología, origen y fin de nuestra

percepción” (Ibid.: 120). Citado por Virilio, dice Stelarc: “El límite último de la filosofía es

el límite fisiológico, nuestras débiles capacidades orgánicas, nuestra visión panestética del

mundo… De hecho, creo que la evolución llega a su término cuando la tecnología

invade el cuerpo” (Ibid.: 120-121) [Cursivas del autor]. Tal es pues la cuestión que

Virilio se pregunta: “¿Hasta qué punto podría el individuo escapar al orden de los

sentidos? ¿Hasta qué punto será todavía capaz de guardar distancia frente a la súbita

sobreexcitación de sus sentidos?” (Ibid.: 128).

Sin ir tan lejos, nuestra línea de estudio también se orienta hacia las implicaciones que

tiene la sobreexcitación sensorial en el comportamiento y, concretamente, en la

producción de semióticas particulares. Delirando a su manera, y sin necesidad de acudir

a los productos que ofrece el “metadesign” y la ergonomía cognitiva, hemos visto como

el trastorno autista encarna una materia de nervios sobreexcitada que desencadena un

mundo caótico poblado de estímulos violentos.

Llegados a este punto es especialmente pertinente el caso de Temple Grandin. Ausente

y distante en su niñez, esta mujer diagnosticada con autismo empezó a hablar

Page 58: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

parcialmente a los cuatro años de edad. Su vida transcurría en medio de alteraciones de

lenguaje y un mundo poblado de intensas y, a veces, inhibidas sensaciones:

Temple describe su mundo como hecho de sensaciones agudizadas, a veces hasta un

grado torturante (e inhibidas, a veces hasta casi la aniquilación): Temple habla de sus

orejas, a la edad de dos o tres años, como de confusos micrófonos que le transmitían

todo, fuera o no relevante, a todo volumen hasta agobiarla y había la misma falta de

modulación en todos sus sentidos. Mostraba un intenso interés por los olores y un

extraordinario sentido del olfato. Estaba sujeta a impulsos repentinos, y cuando éstos

se frustraban le sobrevenía una cólera violenta. No comprendía ninguna de las reglas y

códigos usuales de las relaciones humanas. Vivía, a veces furiosa, inconcebiblemente

desorganizada, en un mundo de caos desbocado (Sacks, 2001: 312).

En su autobiografía29, Temple describe el intenso malestar que le producían los sonidos

agudos. Recuerda el momento en que sola en una habitación, escuchó un teléfono que

no paraba de repicar: “Sonó. Y Sonó. Nadie atendía. La tensión y el enojo que me

producía ese campanilleo derribaron la barrera de mi habitual patrón de tartamudez.

Atravesé corriendo la habitación, descolgué el tubo y dije ‘hola’” (Grandin. T y

29 El caso de Temple Grandin ha suscitado muchas suspicacias especialmente desde la publicación del texto Atravesando las puertas del autismo escrito en colaboración con Margaret Scariano. Las razones generalmente convergen en la pregunta de cómo es posible que una persona diagnosticada con autismo, con las alteraciones de lenguaje que supone, sea capaz de escribir su propia autobiografía (Sacks: 311). Se ha planteado que Grandin presenta un tipo de autismo “altamente funcional” que, a diferencia del autismo clásico, la hace capaz para expresar experiencias y emociones (Ibid.: 304). En relación con el autismo si bien existe una variada bibliografía de novelas, autobiografías y relatos clínicos, son pocos los proyectos editoriales que proponen una línea pedagógica para desarrollar habilidades en los niños autistas. De hecho en el catálogo Outstanding Books for Ypung People with Disabilities (2007) de IBBY (Fundación con cede en Suiza que fomenta y promueve proyectos editoriales para niños con discapacidades) tan solo aparece reseñado un libro en el que se aborda el autismo mediante una historia de aventura y de exploración (2007.: 33) –Looking for X de Deborah Ellis-. Con su colección makakiños, la editorial Kalandraka es una de las pocas que diseña libros orientados hacia las necesidades especiales de los niños autistas. Libros hermosos como La ratita presumida y El conejo blanco hacen uso del dibujo-palabra para ayudar a los niños con su disfuncionalidad de lenguaje.

Page 59: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

Scariano. M, 2003: 24). Narra así mismo lo insoportables que se tornaban para ella las

fiestas de cumpleaños en su niñez: “Eran una tortura para mí. El ruido de cornetas y

matracas me sobresaltaba. Siempre reaccionaba golpeando a un niño o tomando un

cenicero o cualquiera otro objeto que estuviera cerca y arrojándolo a través de la

habitación” (Ibid.: 26). No en vano estas reacciones extravagantes, Temple señala como

muchos niños autistas se autoestimulan girando o mutilándose para calmar así la

sobreexcitación de su sistema nervioso (Ibid.: 27).

O bien como autobiografía, o bien como relato clínico30, la niñez de Temple se muestra

en medio de un mundo caótico, ininteligible, inaccesible, preso en alteraciones de

lenguaje y dificultad para modular las sensaciones que la agobian. Sensibilidad excesiva

o insuficiente, la sobreexcitación develaría una “incapacidad para integrar las

sensaciones y decidir a qué estímulos prestar atención” (Ibid.: 30). No obstante, quiero

sugerir que la sobreexcitación del trastorno autista plantea, más bien, la selección de

cierto tipo de estímulos que están por fuera del rango de lo normal y que, por tanto,

más que ausencia, ensimismamiento o insensibilidad, lo que supone es un umbral de

consciencia capaz de percibir otros estados de cosas que, estamos por mostrar, arrastra

la producción de unas lógicas delirantes concretas. A una muralla invisible que aísla, una

semiótica perceptual que se conecta con flujos e intensidades y que en su operación

produce lógicas delirantes.

Así en el caso concreto de Temple Grandin. Es un hecho que ante su dificultad para

entablar relaciones humanas, poco a poco orienta su interés por el comportamiento

animal, con miras a resolver sus necesidades como persona autista31. Ante la

30 Hago referencia a Un antropólogo en Marte de Oliver Sacks. 31 En su tesis de doctorado sobre comportamiento animal, Temple aborda “el efecto de un ambiente más o menos rico en el desarrollo del cerebro de los cerdos” (Sacks: 320). A partir de la distinción de dos grupos de cerdos: sociales -criados en un ambiente “enriquecido”- e hiperexcitables y agresivos “casi autistas” –criados en un ambiente empobrecido-, en su trabajo se preguntaba “si el empobrecimiento de la experiencia no sería un factor concomitante en la ilustración del autismo humano” (Idem.).

Page 60: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

sobreexcitación sensorial y el bloqueo que la mantiene al margen de las emociones

humanas –amor y amistad-, Temple gradualmente traza una línea, establece una “zona

de vecindad” con el comportamiento animal que la hace “intensamente consciente de

las emociones de los animales” (Sacks, 2001: 340).

Me sorprendió la enorme diferencia, el abismo existente entre el reconocimiento

inmediato por parte de Temple de los estados de ánimo y signos de los animales y su

extraordinaria dificultad para comprender a los seres humanos, sus códigos y señales,

la manera en que se comportan. No se puede decir que Temple carezca de

sentimientos, ni que exista una carencia fundamental de simpatía en ella. Por el

contrario, su percepción de los estados de ánimo y sentimientos de los animales es tan

fuerte que éstos casi toman posesión de ella abrumándola a veces. Temple cree que

puede sentir simpatía por lo que es físico o fisiológico -por el dolor o el terror de un

animal-, pero carece de empatía para los estados de ánimos y puntos de vista de la

gente (Ibid.: 329).

Tal es el grado de simpatía con las emociones animales, que en ella se precipita un

reordenamiento y conjugación de flujos (sensaciones).

El ganado se agita al oír ciertos sonidos, al igual que los autistas: sonidos agudos, el

susurro del aire, o ruidos fuertes o repentinos; no pueden adaptarse a ellos – me dijo

Temple- . Pero no les molestan los ruidos graves, los ruidos sordos. Les alteran los

agudos contrastes visuales, las sombras o los movimientos repentinos. Un leve roce

puede hacerlos retroceder, un toque firme los calma. La manera en que yo retrocedo

ante la perspectiva de que me toquen es la misma en que retrocede una vaca salvaje;

acostumbrarme a que me toquen es muy similar a domar una vaca (Ibid.: 325).

Page 61: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

Ahora bien, en estos relatos no atendemos a un acto de imitación, ni de mímesis o de

identificación. Por el contrario, asistimos a una modulación de sensaciones que

precipita un reordenamiento en la integración afectiva y cognitiva: Bloque de

sensaciones intensivas y variables, conjugación de flujos: devenir animal. Devenir como

“encuentro entre dos reinos, un corto circuito, una captura de código en el que cada

uno se desterritorializa (…) encuentro en el que cada uno empuja al otro, lo arrastra en

su línea de fuga en una desterritorialización conjugada” (Deleuze y Parnet. 2004: 53)

[Cursivas del autor].

Comprender el devenir en este caso implica dar cuenta del cariz intensivo y esencial

que habita en el autismo y que prefigura su delirio como rasgo sintomático. Sugiere

también la necesidad de un análisis que no se limite a la distinción verdad-error,

comprensible-incomprensible propio de un esquema fundado en orden de verdad y

capacidad de demostración. Plantea, en suma, un análisis que de cuenta de los bloques

de sensaciones y mapas intensivos no menos reales que se producen en el trastorno32.

Siguiendo esta perspectiva y atendiendo al cariz esencial que los mapas de trayectos

dinámicos tienen en la actividad psíquica, Fernand Deligny extrae líneas y trayectos de

los niños autistas, a partir de los cuales crea mapas: “distingue cuidadosamente las

“líneas habituales” y las “líneas de errancia” (…) Una línea de errancia coincide con

una línea habitual, y ahí el niño hace algo que ya no pertenece exactamente a ninguna

de las dos, encuentra algo que había perdido -¿qué ha pasado?- o bien salta, palmotea,

hace un rápido y minúsculo movimiento –pero su propio gesto emite a su vez varias

líneas” (Deleuze y Guattari, 2004: 207). Dichos mapas, no solo remiten a movimientos

extensivos, sino que engloban también desplazamientos intensivos: mapas de gestos,

32 Cf. La referencia de Bodei a Ballerini (2002: 89).

Page 62: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

mapas de percepciones (Idem.). “Los mapas no sólo deben entenderse en extensión,

respecto a un espacio constituido de trayectos. Hay también mapas de intensidad, de

densidad, que se refieren a lo que llena el espacio, a lo que sustenta el trayecto”

(Deleuze, 1997: 93). Uno a otro, los mapas de trayectos y los mapas de intensidad –

estos últimos constituidos por “constelaciones afectivas”- no cesan de remitirse entre sí;

de intervenirse mutuamente. Contrario a toda interpretación, las líneas que

constituyen dichos mapas son, más bien, el indicio de nuevas relaciones que ganan en

grados de consistencia33. Citado por Deleuze, dice Guattari: “Los lapsus, los actos

fallidos, los síntomas son como pájaros que llaman a picotazos en la ventana. No se

trata de interpretarlos, sino más bien de identificar su trayectoria, ver si pueden servir

de indicadores de nuevos universos de referencia susceptibles de adquirir una

consistencia suficiente para invertir la situación” (Ibid.: 92).

¿Cómo se distribuyen y conjugan entonces los afectos que componen el mapa de

Temple? ¿A qué zonas de vecindad, a qué devenires la arrastran? ¿Es posible algún

grado de consistencia en medio de tal sobreexcitación sensorial? ¿Qué se produce en

medio de todo esto?

Ya hemos visto como Temple habita en medio de un mundo sensorial sobreexcitado.

Hemos visto también como su modulación de sensaciones la hace intensamente

consciente de las emociones de los animales. Sin embargo, todo esto no sería posible si

no hubiese un mínimo de sosiego y consistencia que le permitiera trocar el caos en una

vida amable y abierta a la creación34.

33 Las preguntas por las líneas, los flujos y los umbrales que constituyen a individuos o grupos son precisamente la base del geoanálisis de Deligny. Y en gran medida también del esquizoanálisis que proponen Deleuze y Guattari. Desde ambas posturas se plantea que todas las líneas que componen el mapa se inscriben en un Cuerpo común, CsO, que da cuenta de la producción de lo real. 34 En la actualidad, Temple es una reconocida conferencista sobre temas de autismo y una de las diseñadoras de rampas de sujeción de ganado –mataderos- más prestigiosa en el mundo. Su empatía con los animales la capacita para diseñar rampas con miras a la reducción de sufrimiento del animal antes de su sacrificio. Así con el diseño de rampas curvas que aprovechan la tendencia natural del

Page 63: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

Evoquemos entonces la escena que en un día de verano en una granja Temple percibe

con atención: Reses que, una a una, pasan por una trampa de sujeción35. Reses

angustiadas que entran a la trampa y al poco tiempo se tranquilizan. ¿Qué sucede? En

su consciencia de la situación, Temple puede sentir como las paredes laterales de la

trampa al ejercer presión firme sobre el cuerpo del animal calman sus nervios. Se

pregunta entonces si la trampa podrá tener el mismo efecto en ella. Con ayuda de una

tía, prueba la trampa… Desde su niñez Temple siempre tuvo el anhelo de estimulación

táctil, sin embargo, ¡oh paradoja!, su hipersensibilidad siempre le provocó un rechazo

generalizado al contacto (Grandin. T y Scariano. M, 2003: 35). Cualquier intento de

abrazo la asfixiaba; era insoportable. Sin embargo, la presión firme y controlada de la

trampa, la estimulaba y relajaba al mismo tiempo. Obsesionada con su

funcionamiento, Temple desterritorializa la trampa de sujeción: para su alivio y sosiego

sensorial, Temple crea su máquina de apretar36. El psicólogo de la escuela objeta: “No

tenemos un problema de identidad ¿No es cierto? Quiero decir, ¿no creemos ser una

vaca o algo así, no es cierto?” (Ibid.: 87) [Cursivas del autor]. Templo no objeta nada.

Sabe que lidiar contra una razón ajena es una tarea difícil y desgastante; un trabajo que

mejor saben hacer los psicólogos.

Quizás a su pesar, el psicólogo no puede advertir que ni mimesis ni crisis de identidad,

Temple con su máquina traza un devenir animal. Temple deviene vaca, a la vez que la

vaca traza una línea consistente en intensidades de fuerza y gradientes de presión:

Bloque de devenir:

ganado a desplazarse en círculos y la adecuación de muros altos a los costados de las rampas que impiden que el animal se altere en el recorrido (Sacks: 340). 35 Este es un aparato utilizado en ganadería para inmovilizar a los animales mientras los capan, marcan o vacunan. 36 En el siguiente link, (recuperado el 17 de abril de 2008) http://www.bbc.co.uk/sn/tvradio/programmes/horizon/broadband/tx/temple/squeeze/ se encuentran videos en los que aparece Temple Grandin utilizando una versión reciente de su máquina de apretar -squeeze machine-.

Page 64: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

Para que el hombre devenga animal hace falta que éste devenga a su vez sonido, color o

línea. Es un bloque de devenir siempre asimétrico. Lo que no quiere decir que los dos

términos se intercambien, no se intercambian en absoluto, sino que para que uno

devenga otro hace falta que éste devenga a su vez otra cosa, y que los términos se

borren… El hombre ni canta ni pinta, el hombre deviene animal, pero justo al mismo

tiempo que el animal se hace musical o puro color, o línea asombrosamente simple: en

el caso de los pájaros de Mozart es el hombre el que deviene pájaro, pero porque el

pájaro deviene musical (Deleuze y Parnet.: 83).

Maravillosa constelación de sensaciones: Temple nos muestra como en medio de un

reordenamiento –a otro nivel- del esquema cognitivo-afectivo, se precipita la

emergencia de una semiótica perceptual que la capacita para crear su propia máquina

de apretar. A tientas con su delirio, padeciendo los síntomas, Temple es capaz de

producir sus propias lógicas delirantes y de procurarse con ello una nueva salud37. Ella

“siente que la máquina abre la puerta a un mundo emocional que de otro modo

permanecía cerrado, y le permite, casi le enseña, a sentir empatía por los demás” (Sacks:

324): una experiencia de lo humano llevada al límite, que lanza “lo humano” a nuevas

conexiones.

Y así, delirando con el autismo, en esta investigación he intentado mostrar como el

trastorno, más que el producto de una semiótica hegemónica que lo emplaza en la

opacidad y la carencia, lo que despliega es el emergencia de una semiótica singular, la

producción de unas lógicas delirantes concretas, que precipitan transformaciones en

los presupuestos del lenguaje y del análisis clínico.

37 Cf. Bodei: La producción delirante como síntoma de la enfermedad y a la vez como un intento de curación (2002: 117).

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Más aun en su escritura, finalmente, es donde he querido sugerir un cierto desasosiego,

una cierta incertidumbre, por los caminos trazados y las relaciones propuestas… Un

atisbo de la necesidad y de la dificultad por dar consistencia al caos. ¿Acaso un devenir

autista?

Page 66: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

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Virilio, P. (1996), El arte del motor, Buenos Aires: Manantial.

Page 68: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

ANEXO 1

CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES PARA LA CONSULTA, LA REPRODUCCIÓN PARCIAL O TOTAL, Y PUBLICACIÓN ELECTRÓNICA DEL TEXTO

COMPLETO.

Bogotá, D.C., diciembre 1 de 2008

Marque con una X

Tesis Trabajo de

Grado X Señores BIBLIOTECA GENERAL Cuidad Estimados Señores: Yo (nosotros) Jose Antonio López Salazar, identificado(s) con C.C. No. 80.101.075, autor(es) de la tesis y/o trabajo de grado titulado Atravesando una muralla invisible. Teorías de la comunicación y semiótica autista presentado y aprobado en el año 2008 como requisito para optar al título de Comunicador Social; autorizo (amos) a la Biblioteca General de la Universidad Javeriana para que con fines académicos, muestre al mundo la producción intelectual de la Universidad Javeriana, a través de la visibilidad de su contenido de la siguiente manera: • Los usuarios puedan consultar el contenido de este trabajo de grado en la página Web

de la Facultad, de la Biblioteca General y en las redes de información del país y del exterior, con las cuales tenga convenio la Universidad Javeriana.

• Permita la consulta, la reproducción, a los usuarios interesados en el contenido de este

trabajo, para todos los usos que tengan finalidad académica, ya sea en formato CD-ROM o digital desde Internet, Intranet, etc., y en general para cualquier formato conocido o por conocer.

De conformidad con lo establecido en el artículo 30 de la Ley 23 de 1982 y el artículo 11 de la Decisión Andina 351 de 1993, “Los derechos morales sobre el trabajo son propiedad de los autores”, los cuales son irrenunciables, imprescriptibles, inembargables e inalienables. Jose Antonio López Salazar 80.101.075

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ANEXO 2

FORMULARIO DE DESCRIPCIÓN DE LA TESIS O DEL TRABAJO DE GRADO

TÍTULO COMPLETO DE LA TESIS O TRABAJO DE GRADO: Atravesando una muralla invisible SUBTÍTULO, SI LO TIENE: Teorías de la comunicación y semiótica autista

AUTOR O AUTORES Apellidos Completos Nombres Completos

López Salazar

Jose Antonio

DIRECTOR (ES)

Apellidos Completos Nombres Completos Tamayo Nieto

Richard

JURADO (S)

Apellidos Completos Nombres Completos Guetiérrez Gómez

Gilberto Eduardo Cesar Mario

ASESOR (ES) O CODIRECTOR

Apellidos Completos Nombres Completos TRABAJO PARA OPTAR AL TÍTULO DE: Comunicador Social FACULTAD: Comunicación y Lenguaje PROGRAMA: Carrera X Licenciatura ___ Especialización ____ Maestría ____ Doctorado ____ NOMBRE DEL PROGRAMA: Comunicación Social CIUDAD: BOGOTA AÑO DE PRESENTACIÓN DEL TRABAJO DE GRADO: 2008 NÚMERO DE PÁGINAS 67 TIPO DE ILUSTRACIONES:

� Ilustraciones � Mapas � Retratos � Tablas, gráficos y diagramas � Planos � Láminas

� Fotografías

Page 70: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

MATERIAL ANEXO (Vídeo, audio, multimedia o producción electrónica):

Duración del audiovisual: ___________ minutos.

Número de casetes de vídeo: ______ Formato: VHS ___ Beta Max ___ ¾ ___ Beta

Cam ____ Mini DV ____ DV Cam ____ DVC Pro ____ Vídeo 8 ____ Hi 8 ____

Otro. Cual? _____

Sistema: Americano NTSC ______ Europeo PAL _____ SECAM ______

Número de casetes de audio: ________________

Número de archivos dentro del CD (En caso de incluirse un CD-ROM diferente al trabajo

de grado):

_________________________________________________________________________

PREMIO O DISTINCIÓN (En caso de ser LAUREADAS o tener una mención especial): _______________________________________________________________________________ DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVES EN ESPAÑOL E INGLÉS: Son los términos que definen los temas que identifican el contenido. (En caso de duda para designar estos descriptores, se recomienda consultar con la Unidad de Procesos Técnicos de la Biblioteca General en el correo [email protected], donde se les orientará).

ESPAÑOL INGLÉS

Autismo Autism Comunicación Communication Clínica Clinic Semiótica Semiotica Lógicas delirantes Logic delirious Lingüística Linguistics

Page 71: Tesis86 Modelos Comunicativos y Autismo

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RESUMEN DEL CONTENIDO EN ESPAÑOL E INGLÉS: (Máximo 250 palabras - 1530 caracteres): Resumen El trabajo es un análisis crítico que se propone pensar la comunicación en el marco de la enfermedad mental en el caso concreto del autismo. A una experiencia patológica, considerada la enfermedad de la comunicación por antonomasia, ¿cuáles han sido los modelos comunicativos que han estado a la base del diagnóstico? A partir de una revisión al discurso de la clínica y la psicología cognitiva, pretendo mostrar cómo, más que incapacidad o alteración en la comunicación, el autismo lo que plantea es la emergencia de unas lógicas delirantes propias a partir de las cuales es capaz de procurarse una nueva salud. En síntesis: Una apuesta teórico crítica por dar cuenta del cariz positivo y productivo del trastorno. Abstract This paper is a critical analysis that aims to think the communication in the context of mental illness in the case of autism. As a pathological experience, which is considered the disease of communication par excellence, what have been the model of communication that have been at the base of the diagnosis? Based on a review to address the clinical and cognitive psychology, I intend to show how, rather than inability or alteration in the communication, which autism shows is the emergence of a delirious own logic upon which it is able to obtain a new health. Summary: A critical study which aims to show positive and productive traits of the autism.