Terremotos y Castigos

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lorem ipsum dolor issue, date 2 El reciente terremoto que sacudió al noreste de Japón, dejando por lo menos 12.009 muertos, 15.472 desaparecidos (según el ultimo recuento de la policía japonesa citado por BBC Mundo), y cualquier cantidad de damnificados ha generado bastante terror, pánico, y polémica entre mis amigos Peruanos. Sobre todo, a los que tienen muy de cerca en la memoria ese horrible día de agosto de 2007 cuando (según lo que me dicen) la tierra casi se separó en dos como para tragarlos a todos que se encontraban en su camino. A estos hermanos del sur del país, el terremoto de Japón les ha hecho recordar el día que les tocó sufrir no solo el dolor de perder todos sus pertinencias o a un ser querido. Les ha recordado de todos los cuestionamientos y dudas que naturalmente surge de cualquier tipo de evento de esta magnitud. Me refiero a las preguntas que nos hacemos cuando algo así ocurre, porque suceden estas? ¿Por qué a mi? ¿Por qué a mi familia? ¿Qué le he hecho a Dios para que me quite lo que más quiero en esta vida? ¿Será que Dios me esté castigando? ¿Será que Dios esté castigando a Japón? Vamos a ver lo que la Palabra de Dios nos dice al respecto. ¿Hay situaciones en las que el sufrimiento viene como resultado de nuestros pec- ados? Por supuesto que sí. “Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te des- animes cuando te reprenda, por- que el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.” –Hebreos 12:5-6 En el Evangelio de San Lucas, leemos una historia en la cual hay una multitud que se le acerca a Jesús y le pregunta si un grupo de Galileos quienes habían muerto de una manera vergonzoso habían sufrido porque eran más pecadores que los demas habitantes de Jerusalén. Jesús les responde, “Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.” -Lucas 13:3 Y por si no le quedó claro a la multitud que escuchaba las palabras del Señor, Jesús les Terremotos y Castigos “Él [Jesucristo] fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias a sus heridas fuimos sanados.” Isaías 53:5

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El reciente terremoto que sacudió al noreste de Japón, dejando por lo menos 12.009 muertos, 15.472 desaparecidos, y cualquier cantidad de damnificados ha generado bastante terror, pánico, y polémica entre mis amigos Peruanos. ¿Será que Dios esté castigando a Japón? Vamos a ver lo que la Palabra de Dios dice al respecto.

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El reciente terremoto que sacudió al noreste de Japón, dejando por lo menos 12.009 muertos, 15.472 desaparecidos (según el ultimo recuento de la policía japonesa citado por BBC Mundo), y cualquier cantidad de damnificados ha generado bastante terror, pánico, y polémica entre mis amigos Peruanos. Sobre todo, a los que tienen muy de cerca en la memoria ese horrible día de agosto de 2007 cuando (según lo que me dicen) la tierra casi se separó en dos como para tragarlos a todos que se encontraban en su camino.

A estos hermanos del sur del país, el terremoto de Japón les ha hecho recordar el día que les tocó sufrir no solo el dolor de perder todos sus pertinencias o a un ser querido. Les ha recordado de todos los cuestionamientos y

dudas que naturalmente surge de cualquier tipo de evento de esta magnitud. Me refiero a las preguntas que nos hacemos cuando algo así ocurre, porque suceden estas? ¿Por qué a mi? ¿Por qué a mi familia? ¿Qué le he hecho a Dios para que me quite lo que más quiero en esta vida? ¿Será que Dios me esté castigando?

¿Será que Dios esté castigando a Japón?

Vamos a ver lo que la Palabra de Dios nos dice al respecto. ¿Hay situaciones en las que el sufrimiento viene como resultado de nuestros pec-ados? Por supuesto que sí.

“Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te des-animes cuando te reprenda, por-que el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.” –Hebreos 12:5-6

En el Evangelio de San Lucas, leemos una historia en la cual hay una multitud que se le acerca a Jesús y le pregunta si un grupo de Galileos quienes habían muerto de una manera vergonzoso habían sufrido

porque eran más pecadores que los demas habitantes de Jerusalén. Jesús les responde,

“Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.” -Lucas 13:3

Y por si no le quedó claro a la multitud que escuchaba las palabras del Señor, Jesús les

Terremotos y Castigos

“Él [Jesucristo] fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por

nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo, precio de nuestra paz, y gracias

a sus heridas fuimos sanados.” Isaías 53:5

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cuenta otra historia en la cual una torre cayó sobre un grupo de 18 personas, dejando a todos muertos. Jesús dice,

“Piensan que aquellos dieciocho personas que fueron aplastados por la torre de Siloe eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén? De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.” –Lucas 13:4

Acá Jesús nos dice claramente que no nos sirve para nada especular sobre lo que Dios no nos ha revelado en Su Palabra. Lo que si Dios nos dice es que todos somos culpables de haberle dado la espalda a nuestro Padre en el Cielo y por eso merecemos la muerte.

“Pero todos se han descarriado, a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; no hay uno solo! -Salmo 14:3

Jesús respondió a la multitud diciéndoles que no

especularan sobre por qué los demas habían sufrido, y que usaran esas oporunidades para examinar sus propias vidas y su relación con Dios. Les recordó a las personas que habían visto a sus hermanos sufrir y nos recuerda a nosotros hoy día a traves de todas las malas cosas que vemos en este mundo, que si no nos arrepentimos y volvernos a Dios, la única cosa que nos espera a la vuelta de la esquina es la muerte eternal.

Pero gracias a nuestro amoroso Dios, hace 2.000 años en una colina en las afueras de Jerusalen, nuestro Salvador tomó todos nuestros errores sobre si mismo, y recibió el castigo que todos merecíamos.

“Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en el recibiéramos la justicia de Dios.”

–2 Corintios 5:21

A fin de cuentas, no me conviene decir por qué nuestros hermanos en el Japón están sufriendo tanto, ya que no todos los propósitos de Dios nos han sido revelados. Pero lo que sí nos ha sido revelado y puedo decirles con toda certeza es que los que pongamos nuestra fe en Jesús no tenemos nada de que temer. Ahora que nuestros pecados nos han sido quitado, podemos acompañarle al salmista y decir…

“No temeremos aunque se desmorone la tierra y las montañas se hunden en el fondo del mar. Aunque rujan y se encrespen sus aguas, y antes su furia retiemblen los montes.” –Salmo 46:2-3

Obras Citadas

Burnham, Joe. ¿Dónde está

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