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    ANTHROPOLOGICA/AO XXIV, N. 24

    ANTHROPOLOGICA/AO XXIV, N. 24, diciembre de 2006, pp. 51-75

    Pasando por comadrona, midwife y mdico:el itinerario teraputico de una embarazadaen Guatemala*

    Soraya FleischerUniversidad Federal de Ro Grande do Sul, Brasil

    RESUMEN

    En este artculo examino, de acuerdo con la propuesta terico analtica de

    Menndez (1994), los diferentes itinerarios teraputicos que siguen

    las mujeres y las parteras de Antigua, Guatemala, durante la gesta-

    cin y el parto. Intento describir y analizar un parto que tuvo lugar

    durante la presente investigacin, primero, como un ejemplo para-

    digmtico del dilogo, no siempre amistoso ni pacfico, entre varios

    sistemas mdicos locales: la comadrona (partera lega) maya, elmdico ladino y la obstetriz (enfermera obsttrica) extranjera. En

    segundo lugar, este parto ilustra el entrelazamiento de relaciones

    tnicas, de clase y de gnero, todas ellas permeadas por el poder y el

    conflicto que caracterizan a la sociedad guatemalteca.

    Palabras clave: Guatemala, parteras, parto.

    ABSTRACT

    In this article, I discuss, according to the theoretical-analytical

    framework of Menendez (1994), how women and their midwives fo-llow a plural therapeutical itinerary during pregnancy and labor in

    the region of Antigua, Guatemala. I look foward to present and analyze

    an example of adelivery that happened during my research, first, as

    * Traducido del portugus por Danilo de Assis e Ins Olivera.

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    a paradigmatic example of dialogue, not always friendly and paci-

    fic, among various local medical systems: a Mayan comadrona (the

    local midwife), a ladino doctor and a foreign nurse-midwife. Se-

    cond, this delivery illustrates an encounter that brings together eth-

    nic, class and gender relations influenced by power and conflict

    that has structured the material and symbolic construction of this

    young country.

    Key words: birth, Guatemala, midwife.

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    1 Este artculo se basa en los datos recogidos en la investigacin etnogrfica realizada entremarzo y junio del ao 2004 en los estados de Sacatepequez, Quetzaltenango y Huehuete-nango, en Guatemala. La observacin participante fue conducida diariamente en la clnicaLa Matriz (p. ej., sala de espera, reuniones, partos y documentos). Aparte se realizaronentrevistas con miembros de la organizacin no gubernamental (en adelante ONG) La Ma-triz, de la misma clnica, tambin con comadronas y sus pacientes, integrantes de asociacio-nes comunitarias menores y locales representantes de otras ONG ligadas a cuestiones rela-tivas a la salud reproductiva. Tambin observamos clases impartidas a tres grupos decomadronas que fueron entrenadas en la misma poca en que se realiz el trabajo decampo. Los datos fueron, en su mayora, registrados en un diario de campo y/o en la formade entrevistas, grabadas o no.

    2 Comadrona y midwife son los nombres parapartera en castellano e ingls, respectivamen-te, y son usados, por ejemplo, en Guatemala y en los Estados Unidos de Norteamrica. Eneste artculo, siempre que use el trmino comadrona me estar refiriendo a las parterasguatemaltecas y usar midwife para las parteras extranjeras que actan en Guatemala.Partera ser usado como un trmino genrico para toda mujer que tiene como una de sus

    principales actividades atender mujeres en el preparto, parto y puerperio.

    Un fenmeno universal, comn a todos los grupos humanos, es la experienciade disturbio de la salud, sea en forma de enfermedad, alteracin, crisis, angustia,sufrimiento, etc. Y tambin es general que se busque solucionar, de algn modo,este disturbio. La eleccin de la estrategia y el itinerario teraputico es lo queparticulariza a cada grupo.

    En este artculo intento reflexionar acerca de los itinerarios teraputicos quesiguen las mujeres embarazadas y sus parteras durante la fase final del embara-zo, particularmente el trabajo de parto, en la regin de la ciudad de Antigua, enGuatemala. Para ello, hago uso de dos perspectivas complementarias: un recor-te emprico y un aparato terico. Primero, me baso en el relato de uno de lospartos que ocurri durante mi investigacin1 y que, a mi modo de ver, sirvecomo ejemplo paradigmtico del dilogo, no siempre amistoso y pacfico, entre

    varios sistemas mdicos locales. Creo que este parto puede ser bueno parapensar como dira Claude Lvi-Strauss porque fue, por un lado, analizado ysemantizado por una comadrona maya, pormidwives extranjeras2 y por un mdico

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    ladino;3 y, por otro, tuvo varias etapas: la casa, una clnica de parto natural y elconsultorio mdico convencional. En segundo lugar, propongo pensar ese di-logo dentro de la propuesta terico-analtica de Eduardo Menndez, antroplogomexicano que viene problematizando de forma muy interesante este tema. El art-culo est dividido, por lo tanto, en tres partes: el contexto obsttrico en cuestin,el ejemplo etnogrfico y una sugestin interpretativa.

    CONTEXTO OBSTTRICO DE ANTIGUA, GUATEMALA

    Guatemala es un pas con cerca de 13 millones de personas, localizado en Centro-amrica, al sur de Mxico. Desde hace varias dcadas, muchos extranjeros (engeneral llamados gringos por los locales), principalmente norteamericanos, hanelegido vivir y trabajar en esta regin con la intencin de contribuir con su cono-cimiento y experiencia al desarrollo de estos pases. Hay muchas fundaciones yONG financiadas por capital forneo y manejadas por personal extranjero, ascomo iniciativas individuales que tienen, como objetivo, aliviar los impactos de lapobreza, del analfabetismo, del hambre, de las consecuencias de las guerras ydesastres naturales, etc. Los proyectos sobre las relaciones de gnero y derechosde las mujeres estn, en general, focalizados en la salud reproductiva y vienenrecibiendo atencin creciente.

    Una de estas instituciones privadas sin fines lucrativos es La Matriz,4 ONG

    feminista norteamericana radicada en la ciudad de Antigua desde 1996, ao enque los acuerdos de paz fueron firmados y una relativa tranquilidad se instal tras30 aos de guerra civil (conocida como La Violencia). La principal misin deesta ONG es capacitar comadronas tradicionales, disminuir los ndices de morta-lidad materno-infantil y elevar los resultados alcanzados por las polticas de saluden todo el mbito nacional. Ello lo podemos notar en su panfleto de divulgacin:5

    3 El trmino ladino se refiere tanto a los descendientes de espaoles anteriores como aaquellos con ancestralidad mixta espaola e indgena y a las personas que siguen la culturaespaola y occidental en contraste con aquellos orientados a la cultura indgena (Cosmins-ky 1982: 234).

    4 Todos los nombres y referencias directas a las personas e instituciones fueron cambiadospor seudnimos para resguardar su privacidad.

    5 Como mostr Greenberg (1982), Guatemala fue uno de los pases que primero implant elentrenamiento para parteras, en 1935, como una poltica del Ministerio de Salud. A pesar deser ms reciente, la siguiente explicacin puede ser usada para retratar la intencin de esasiniciativas gubernamentales: La razn para la utilizacin de las atendientes tradicionalesde parto (traditional birth attendants, en adelante TBA), es bastante simple y lgica: si la

    poblacin no tiene acceso a los modernos servicios de salud, entonces las TBA, con algn

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    Nuestra misin es proveer a las mujeres cuidados de salud que sean respetuo-sos, empoderadores y amplios por parte de midwives profesionales [...]. Cree-mos que cada mujer tiene derecho a un cuidado accesible, humano, cultural-mente apropiado y personalizado. Usamos mtodos tradicionales efectivos ytecnologa basada en evidencias cuando es apropiado. Finalmente, creemosque las midwives y las mujeres que ellas sirven comulgan con objetivos mu-tuos en beneficio de nacimientos seguros y de familias saludables y que estosobjetivos estn inseparablemente ligados y mutuamente reforzados. (La Ma-triz 1996)

    La Matriz, hasta mediados de 2004,6 dividi el espacio de una simptica casa

    estilo colonial para implementar, tambin, una clnica que ofreca servicios gineco-lgicos y obsttricos naturales y humanizados, esto es, con el mnimo de inter-vencin tecnolgica y donde la mujer debera ser el centro de la autoridad y autono-ma. Para Mary Smith, secretaria-ejecutiva de La Matriz y certified nurse midwife(enfermera partera certificada): Esta es una sofisticada clnica de partos en Anti-gua. Pero no es la estructura, sino el modelo lo que nosotras queremos replicar. Esun lugar fantstico para que nazcan bebes de forma saludable y natural (diario decampo, 21/02/2004).7 Adems de la participacin activa de la parturienta, la Cl-nica permita y apreciaba la presencia del marido y de otros familiares importan-tes, como madre, suegra, hermana y cuada (en el caso de Guatemala). El progra-ma ofrecido por la Clnica costaba entre Q$ 500 y Q$ 2.000, e inclua los siguiente

    servicios: todas las consultas prenatales, parto, pernoctacin y refecciones en el

    entrenamiento diseado para reducir o eliminar prcticas nocivas, solo podran ser benficascontra el status quo, esto es, TBA no entrenadas y ningn servicio de salud. Este mejoramien-to podra ser alcanzado con bajos costos, pero debe ser considerado como una fase transitoria,hasta que las condiciones permitan la instalacin de un sistema mejor (enfermeras obsttri-cas, etc.) (Velimirovic y Velimirovic 1981: 90).Desde entonces, muchos entrenamientos fueron realizados por el gobierno del pas y, msrecientemente, varias ONG locales y extranjeras se estn dedicando a capacitar parteras,como es el caso de La Matriz.

    6 Actualmente la clnica no funciona, y la ONG La Matriz traslad su cede de Antigua a laciudad de Quetzaltenango.

    7 Es importante resaltar cmo ese campo de feminismo gringo (Nelson 2001) es permeadopor varias lenguas. De hecho, las midwives siempre conversaban conmigo en ingls (aundelante de locales) y las comadronas se dirigan a m en castellano. Berta Kohl y CarolinaSchneider, midwives que ms adelante describir, conversaban entre s en alemn; y lascomadronas, que en su mayora tenan ascendencia indgena, entre parientes y paisanosconversaban en sus lenguas maternas (quich, mam, popti, kachiquel eran las ms presen-tes). Esta diversidad lingstica expresaba un poco de la atmsfera internacional de Anti-gua y del trabajo de La Matriz.

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    da del parto, y dos consultas de postnatal.8 La Matriz tambin tena un propsitoclnico: las comadronas recin entrenadas por la ONG eran incentivadas a atenderall mismo a sus pacientes en consultas y partos, siempre acompaadas de unamidwife de la casa, para poner en prctica lo que haban visto en clase.

    La Clnica ofreca tambin la oportunidad de pasantas para midwives extran-jeras que deseaban acumular experiencia en una clnica de parto normal, convivircon parteras de otros pases y ampliar sus conocimientos obsttricos. As, en lapoca de la investigacin, pasaron por la Clnica dos midwives que desembolsa-ron US$ 600 por mes en la pasanta. En su mayora eran norteamericanas, cana-dienses, alemanas e inglesas. Estas mujeres tanto midwives, como las practi-cantes de midwives compartan el ethos de partera profesional: estudiaron, porlo menos, tres aos en un curso de nivel superior especfico para parteras, siguenel modelo biomdico de salud y, justamente por ello, buscan esta clnica paraadquirir, segn me repetan, una experiencia alternativa y ms positiva delembarazo y del parto. Beverly Adams, midwife norteamericana y directora de laClnica durante mi estada, dio una explicacin inicial para esta diferencia: losmdicos creen que el parto es normal solo despus de que termina. Las parterasven el parto como normal antes de todo. Todo parto es normal, potencialmente.Los mdicos inventan y ven las anormalidades de los partos (diario de campo,25/04/2004). As, las extranjeras trabajaban como apprentices o practicantes demidwives (Carolina Schneider, alemana; Devon Lee, canadiense; y Cindy Slater,

    norteamericana), midwives formadas (Beverly Adams y Mary Smith, ambas deEE. UU.) o instructoras de los cursos de comadronas (Berta Kohl, alemana).

    8 En la poca de la investigacin, un quetzal (Q$ 1) equivala a doce centavos de dlar (US$0,12). El programa ms barato (Q$ 500) era ofrecido por la Clnica a las clientas de lascomadronas, ambas, generalmente, de clases ms populares. La comadrona que ah aten-diera a su paciente, recibira en la Clnica Q$ 100 por su trabajo (mientras que, comparati-vamente, Beverly Adams, la directora de la Clnica en la poca de la investigacin, percibaun salario mensual de US$ 5.000). El parto en casa variaba de Q$ 50 a Q$ 500. El programasemejante en un hospital o clnica privada en la capital del pas poda llegar a costar hastaQ$ 15.000. Apenas la lite accede a este servicio ms caro, la gran mayora de la poblacinutiliza los hospitales pblicos en los municipios mayores. Pero una parte del diario de cam-

    po seala cmo la clnica es resignificada a escala local: Mariana Castro (secretaria de LaMatriz) me cont que hay mujeres que pasaron a buscar una comadrona solo para que leencaminen a la clnica y poder pagar ms barato. Esta es una deformacin del modelo

    pretendido por La Matriz, segn Mariana. Hubo entonces que pasar a hacer una investiga-cin sobre el poder adquisitivo de la clienta para, solo entonces, decidir cunto esta debera

    pagar. Los aspectos evaluados eran: agua caliente en casa, casa propia, empleo, nivel deeducacin, nmero de hijos. [...] Mariana dijo que quien puede est subsidiando a quien no

    puede. Hay casos en que hacen todo gratis si la mujer realmente no tiene ninguna condi-cin (diario de campo, 23/03/2004).

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    Hay una serie de valores ligados a la visin de mundo de las midwives, engeneral enfermeras-obstetrices de pases desarrollados. Aqu resalto los valoresms recurrentes. Por lo expuesto lneas arriba por Beverly, el midwifery (filosofa,trabajo y carrera de midwives) quiere relativizar la idea de riesgo y positivar el

    parto, corriente muy influenciada por ideales del parto natural o, ms reciente-mente, del parto humanizado (vase Langdon 1995, Torquinst 2004, Fleischer2005). Las midwives demandan que el parto regrese a las manos de las mujeres, encontraposicin a la creciente masculinizacin del sector mdico. Ellas tambin ar-gumentan que la conexin entre mujeres es ms fuerte que la existente entre unaparturienta y un atendiente masculino. Para ellas hay una conexin (bond) entretodas las mujeres del mundo, una identificacin ms intensa que facilitara el vncu-lo necesario en el parto, considerado como un momento ntimo e intenso. Segnellas, este mismo bondse presenta entre parteras de todo el mundo, lo que puede sernotado por la similitud de algunas caractersticas de su trabajo. Por ejemplo, Bever-ly cont que hay parteras que no trabajan por dinero, pero hay un llamado, unacomprensin de las necesidades de las mujeres (diario de campo, 18/03/2004).Ellas creen que las mujeres, y tambin las parteras, estn ms ligadas a la naturale-za, al cuidado, a lo sagrado, a la espiritualidad.9 Y, por fin, las midwives son organi-zadas y representadas por colectivos fuertes como, por ejemplo,MidwivesAllianceof North American (MANA) en los EE. UU. o la International Confederation of

    Midwives (ICM) que es una ONG internacional que rene 85 asociaciones nacio-

    nales de midwives de ms de 75 pases (sitio web de la ICM).Midwives comoMary Smith y Beverly Adams tienen licencia para practicar en Guatemala porque laclnica La Matriz estaba bajo responsabilidad legal de un mdico guatemalteco dela capital. Tericamente, l deba supervisar las actividades de la Clnica, pero larelacin se basaba en la confianza mutua y raramente el doctor apareca en el local.

    Pasemos ahora a realizar un breve perfil de la comadrona. Hay una tradicinya consolidada de etnografas sobre parteras en Mxico y en Guatemala. Princi-palmente sobre sus prcticas obsttricas y su rol sagrado en la cultura local (Cos-minsky 1977a, 1977b, 1982; Cosminsky y Scrimshaw 1980; Davis-Floyd 1992;Greenberg 1982; Hurtado 1984; Jordan 1993; Kelly 1956; Parra 1993; Paul 1975;Villatoro 1996). Pero solo recientemente la relacin que ellas vienen construyen-

    do con las dems alternativas mdicas disponibles ha pasado a ser foco de discu-sin. En general, en Guatemala, ellas tienen una licencia para trabajar conferida

    9 En todas estas explicaciones, al generalizar los enunciados sobre las mujeres y las parterashay a mi modo de ver, tendencia a una naturalizacin de las mujeres. Esto puedeconsiderarse, por algunos movimientos feministas, como un retroceso al reedificar los para-lelos mujeres/naturaleza y hombres/cultura (vase Fleischer 2005).

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    por el Ministerio de Salud, un documento en la forma de una tarjeta (que identifi-ca su nombre y direccin) denominado carn. Pero, en algunos estados, comoen Sacatepequez, por ejemplo, las comadronas estn prohibidas de atender prim-paras (parturientas de primer hijo), multparas (mujeres con ms de siete hijos) ymujeres con menos de 15 o ms de 35 aos que, segn las autoridades estatales,constituyen casos de embarazo de riesgo. Hay solo unas pocas organizacionesformales de comadronas en el pas que apenas logran tener expresividad, repre-sentatividades y actuaciones locales, consiguiendo escasamente defender a susasociadas ante las instancias gubernamentales de la discriminacin en hospitaleso de las estafas de clientas, dos quejas que frecuentemente escuch.

    La comadrona aprende su oficio acompaando y observando el trabajo de sumadre, ta, abuela o suegra. Solo despus realiza cursos formales de corta dura-cin ofrecidos por el Estado o por alguna ONG. Aun son minoras aquellas coma-dronas que primero asisten a cursos y, solo despus, parten para la prctica. Lasmujeres mayores, que ya actan en el rea y tienen su clientela consolidada, bus-can los cursos gubernamentales para ganar el carn y no ser, as, penalizadaspor practicar de forma ilegal; ellas buscan, entonces, cursos suplementarios(como los de La Matriz) para a mi modo de ver aumentar la legitimidad de sutrabajo debido a su proximidad con los valores biomdicos, entre otros motivos.Las ms jvenes participan de los cursos para aprender el oficio, comenzar aformar su pblico y conseguir competir con las mayores y ms expertas. Rosa

    Cuervas, una comadrona de 40 aos y con apenas dos partos realizados, me expli-c que, despus del curso de La Matriz, ella sera requerida por mujeres que valo-rizan el estudio, el letramiento y el trnsito por el mundo de los hospitales ydoctores, pero sera ignorada por mujeres que buscan la familiaridad con plantasmedicinales, la sobada, el tuj o temescal, la faja, el mal de ojo queson, por ejemplo, conocimientos y prcticas de saber popular.Informacin for-maly sabidura popularpasan a ser dos formas de mantenerse en el mercado.Muchas comadronas, como la poblacin en general en el pas, son indgenas yhablan con dificultad o son analfabetas en castellano y, por eso, tienen ms difi-cultad de participar en los cursos (como el de La Matriz, basado en un libro didc-tico en castellano). A continuacin, antes de pasar a la discusin sobre el itinerario

    teraputico en el embarazo en esta regin en Guatemala, narrar uno de los partosque presenci.

    CECILIA, LA PARTURIENTA: UN EJEMPLO ETNOGRFICO

    Era un da martes, 13 de abril de 2004, cuando llegu una maana casi fra a laclnica La Matriz. Rpidamente, observ una atmsfera diferente. No haba nadie

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    en la recepcin, ni siquiera Mariana, la secretaria que siempre estaba trabajandodiligentemente en su mesa. En el pasillo, entre el consultorio y el bao, haba unmontn de gente: una pequea joven embarazada con expresin ansiosa y an consu traje indgena, un joven tambin indgena vestido con el uniforme del hospital,una seora mayor aconsejando a la embarazada y otras personas de traje, tambinrelativamente jvenes. No entenda lo que pasaba. Como no vi a nadie de la Clnica,me dirig a ellos; les pregunt entonces si queran hablar con Beverly, la directorade esta, y dijeron que s. Pas a buscarla y, cuando llego a la cocina, encuentro aBeverly y Carolina, respectivamente directora y practicante, ambas con expresio-nes acabadas. Qu ocurre? Estamos teniendo un parto aqu? pregunto. Lasdos estaban all desde la una de la maana, cuando Cecilia, la joven embarazada,haba llamado a la casa de Beverly avisndole que se dirigira a la Clnica, maslleg all con apenas un centmetro de dilatacin, segn la directora.

    Sin embargo, la historia empez antes, la maana del da anterior, cuandoCecilia visit la Clnica porque crea estar ya en trabajo de parto. Beverly le dijoque estaba yendo todo bien, que las primeras contracciones haban comenzado,pero que su bebe solo vendra en la fecha esperada, 2 de mayo (dos semanas msadelante), y que poda volver a casa. Insatisfecha con la atencin, Cecilia fuedonde su comadrona, doa Blanca Gimnez, y la convenci de acompaarla hastaun obstetra conocido en Antigua, el doctor Rubn Alvarado. Este le dijo que elbebe era demasiado grande y que todo el lquido amnitico ya se haba perdido.

    En estas circunstancias, segn el doctor, era probable que ella necesitara una ces-rea. l dio a Cecilia un remedio para acelerar el parto, el mismo que funcionaba(segn Beverly me explic ms tarde) para ablandar la vervix.

    Cecilia comenz a tener dolores ms fuertes y fue a La Matriz en la madruga-da del lunes para el martes, arrastrando toda una cuerda de gente tras ella: el marido,la hermana, el marido de la hermana y la ta. La practicante alemana Carolina mecont que, desde que lleg, Cecilia dio mucho trabajo: No fue nada parecido conlos partos que ya habamos visto. Cecilia, segn Carolina, grit, patale, insult,berre, se quej por varias horas. Las midwives ya le haban orientado para quecaminara, se acostara, se relajara en la baera, que hiciera fuerza o que descansara.Beverly y Carolina recurrieron a varias tcnicas, posiciones y movimientos para

    evolucionar el trabajo de parto y, sin embargo, casi nada ocurra.Mientras conversbamos en la cocina, Cecilia estaba con apenas cinco cent-metros de dilatacin, segn Beverly, y repeta para que fuera odo en toda la Cl-nica: Que me lleven de aqu. Ya no quiero! No aguanto!. Enseguida, Beverlydijo: Ella es una chiquilla engreda. Ella ya no quiere este embarazo, est cansa-da de esperar hasta el ltimo minuto y por eso es que fue hasta el doctor Alvarado.Pero ella no quiere ayudar, ni pujar, ni trabajar, ella no quiere ya hacer su parte.

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    Todo lo que ella quiere es que alguien le lleve al hospital, que le hagan una ces-rea y que termine todo ese lo de una vez.

    Cuando llegu aquella maana a la Clnica, esta era la difcil situacin. Bever-ly y Carolina ya no se metan en la historia, la primera coma bocaditos picantes yla segunda mola y pasaba un caf ms que oloroso. Ellas, por un lado, se sentanmolestas, impotentes y frustradas con toda la historia. Los parientes de Cecilia,por otra parte, estaban exhaustos, sin dormir ni comer desde el da anterior. Ytodos estaban preocupados. Tres aspectos agudizaban aquel cuadro: (a) este era elprimer bebe de Cecilia; (b) ella haba perdido a su madre hace un ao como conse-cuencia de un cncer de pncreas (uno de los tipos ms dolorosos de la enfermedad,Beverly me comentara despus); (c) Dbora, hermana de Cecilia, haba tenido hacepoco tiempo un bebe con sndrome de Down. Era una conjuncin de factores quehacan del parto de Cecilia una intensa fuente de expectativa, ansiedad y miedo.

    Poco despus de las ocho de la maana, cerca de media hora despus de millegada, entr doa Blanca Gimnez, la vecina y comadrona que haba acompaa-do a Cecilia durante su embarazo. Ella salud a los familiares de la joven, pregun-t a Beverly sobre lo que haba ocurrido hasta entonces y sac a Cecilia del pasi-llo. No dej que nadie ms se acercara o entrara en la sala de parto. Doa Blancasali de all solo una sola vez, para pedir una infusin de t con canela que admi-nistrara a la paciente.

    Nadie supo qu hizo o convers doa Blanca con Cecilia. Todos tenan curiosi-

    dad respecto del repentino silencio de la parturienta en compaa ahora de su coma-drona. En la florida y aireada terraza que se abra delante del cuarto, se qued todala familia de la parturienta, Beverly y yo, charlando. Algo despus de las diez huboun ruido dentro del cuarto en la forma de algunos pocos y discretos gritos infantiles:el nene finalmente haba nacido. Pes cuatro kilos, lo que no fue considerado porBeverly como un bebe grande, y el lquido solo entonces sali; ambos hechos con-trariaban el diagnstico que el doctor Rubn Alvarado realiz el da anterior.

    La familia estaba muy feliz. La hermana de la joven, llorando discretamente,repeta gracias a Dios. El marido de Cecilia, al que apenas le salan los primerospelos de barba, no contena la sonrisa. La levedad rpidamente sustituy a la an-gustia. La ta enseguida llam al resto de los parientes que aparecieron unos pocos

    minutos despus, llenando los pasillos de la Clnica. Beverly y Carolina entraronen la habitacin para ver a la paciente. Una pequea rasgadura en el perin fuesuturada rpidamente por Carolina, y Cecilia, despus de pernoctar en la Clnica yrecuperarse un poco, volvi a casa con el bebe en brazos (versin revisada, diariode campo, 13/04/2004).

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    NOTAS PARA UNA PROPUESTA DE INTERPRETACIN

    Varios antroplogos ya afirmaron las principales ideas presentes en la obra deEduardo Menndez (1994), pero su capacidad de sintetizar y organizar esos prin-cipios le garantiza la visibilidad con la que viene circulando en Latinoamrica. Deuna forma ms general, l nos recuerda que el proceso de salud, enfermedad yatencin (o proceso s/e/a como l prefiere)es universal, y [...] los daos a lasalud constituyen algunos de los hechos ms frecuentes, recurrentes, continuos einevitables (1994: 71). Por eso, [...] los padecimientos constituyen, en conse-cuencia, uno de los principales ejes de construccin de significados colectivos

    (1994: 71). Evidentemente inspirado por autores como Gramsci y Foucault, Me-nndez considera importante el rol de las relaciones de poder en las ideas dehegemona y subalternidad en los procesos de salud y enfermedad. Peroaun cuando algunos sistemas mdicos crecientemente se vuelvan hegemnicos, elautor resalta que este cuadro no erradic otras expresiones mdicas. Por ms quelas opiniones de Rubn, Beverly y Carolina hayan sido tomadas en cuenta porCecilia, su relacin con doa Blanca result ms importante para concluir el reco-rrido teraputico: [...] todas las sociedades necesitan producir estrategias de ac-cin, tcnica y socioideologa respecto de los padecimientos que reconocen comotales; una de ellas es la produccin de curadores reconocidos institucionalmente yautorizados para atender un determinado espectro de daos a la salud individual y

    colectiva (1994: 72).De una forma ms especfica y, a mi modo de ver, bastante influenciado por elinteraccionismo que encontramos en Schutz, Simmel, Park y Goffman, quedn-donos con los ejemplos ms conocidos, la propuesta del antroplogo mexicano esrelacional: Es a partir de las relacionesexistentes entre las partes donde se debeanalizar el proceso s/e/a (1994: 73, nfasis del autor). l usa incluso la expre-sin: relacin didica (exactamente como es usada por Simmel 1971) para larelacin entre mdico y paciente. Y aade otro punto importante:

    La descripcin y el anlisis del campo relacional deben tomar en cuenta lascaractersticas propias de cada una de las partes, pero sobre todo deben enfo-car su mirada sobre el sistema de relaciones construidas que constituyen una

    realidaddiferente del anlisis aislado de cada una de las partes. [...] Tanto elsaber popular como el mdico nopueden ser entendidos si no estn relaciona-dos con el campo en el cual interactan. (1994: 74, cursivas del autor)

    Para esto, Menndez trae una discusin muy importante sobre la categora tra-dicional, tantas veces utilizada para adjetivar medicina local, tnica y/o con-trapuesta a la biomedicina. En el caso de las parteras, en Guatemala y en Brasil,

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    eso queda muy claro, ya que son, en general, llamadas (pese a que no es as comose autorrefieren) de partera tradicional o, en la jerga obsttrica, de traditionalbirth attendants.10 El autor nos orienta a no usar el trmino tradicional en s opor s solo. Esta estrategia, por un lado, ignora frecuentemente el sistema rela-cional en el cual se desarrolla [o se asla] del conjunto de prcticas y representa-ciones operadas respecto del proceso s/e/a por los grupos concretos (1994: 74).Y, por otra parte, se corre el riesgo de siempre definir lo tradicional como untipo en referencia al polo moderno, sea como transformacin de este o como ex-ponente a-histrico, cristalizado e incomunicable con su propio tiempo (1994:74). Por ello, creo que el parto de Cecilia es bastante til para pensar los sistemasde atencin popular, natural y biomdico en sus interrelaciones, sin polari-zar o aislar ninguna de estas puntas. Como nos recuerda Menndez, no es produc-tivo terica, analtica ni ideolgicamente simplemente ignorar que la medi-cina aloptica coexiste y es usada por las poblaciones locales como una forma devalorizar y visibilizar la medicina tradicional. Esto, segn el autor, puede serevitado si, primero, no partimos en nuestros proyectos e investigaciones de estu-diar lo tradicional en s y a priori; y, segundo, si consideramos lo tradicionalen una perspectiva relacional. As, la propuesta de Menndez est centrada [...]en elproceso de cambio y [en] que este no supone un proceso casi inevitable deinautenticidad (1994: 77, nfasis mo).

    El hecho de que Cecilia accione y escuche las opiniones de la midwife Bever-

    ly y del mdico Rubn no significa que ella desacredite o se oponga a las opinio-nes de la comadrona doa Blanca. Los tres sistemas parecen convivir paralela-mente, siendo manipulados por la paciente cuando mejor le conviene. Con esteabordaje, intento demostrar que Cecilia, y las mujeres guatemaltecas o tercer-mundistas descritas de forma siempre tan pasiva frente a la transformaciones en elescenario mdico y frente a los ndices de mortalidad materno-infantil, tienenagencia (Dirks 1994). Aparte de eso, algunas antroplogas han mostrado cmoGuatemala es un ejemplo de pluralismo mdico: El comportamiento plurals-tico es pragmtico, generalmente basado en el intento y en el error, en la eficien-cia ya observada, en la incerteza de la causa de la enfermedad y en la expectativapor resultados rpidos (Cosminsky y Scrimshaw 1980: 275; vase tambin Gold-

    man y Glei 2003).

    10 Solo recientemente se est adoptando, bajo influencia clara de la Organizacin Mundial de laSalud (OMS), el trmino skilled birth attendant (SBA). Mas creo que, en este caso, ambostrminos, TBA y SBA, no pueden ser considerados como equivalentes, ya que el segundo traeuna idea de entrenamiento o capacitacin, condicin que no todas las parteras cumplen.

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    El encuentro entre la medicina aloptica (o biomdica, como tiendo a usar deforma ms general) y la medicina popular (o local, trmino que tambin puedefuncionar) viene siendo ampliamente descrito y analizado etnogrficamente. Haydescripciones de usos complementarios, consecutivos, sustitutivos, zigzaguean-tes, por ejemplo, entre esos dos exponentes mdicos (y en el parto de Ceciliatambin verificamos esos recorridos). Creo que la novedad del presente artculoes el tercer elemento: una clnica de parto natural, concebida, fundada y manteni-da por ideales y recursos extranjeros. Como dije lneas arriba, no creo que Ceciliarecurra a La Matriz para sustituir a su comadrona ni al mdico. Pero la Clnicaofrece una nueva gama de significados que vienen siendo manoseados e incorpo-rados segn el caso. Por el hecho de que primparas no puedan ya ser atendidas encasa (sea la suya propia, sea la de la comadrona o la de la suegra, escenarios queson igualmente comunes en este pas), surge la necesidad de que un nuevo espaciosea encontrado para el parto. Creo que cuando los interventores impusieron estaexigencia, se imaginaban que los primeros bebes de las mujeres iban todos a naceren el hospital nacional, la mayor y ms prxima institucin pblica en Antigua.Pero la regla no fue interiorizada por todos automticamente, y fue desafiada poralgunas alternativas.

    Una de estas opciones surgidas la constituy La Matriz, donde las mujerespodran parir con algunas ventajas semejantes a las que tenan en casa (poca tec-nologa pero autonoma de la parturienta, presencia de la familia, atencin de la

    comadrona, alimentos y agua, privacidad y decoro), a pesar de que tuvieran quepagar alguna cosa por ello. La Clnica era tambin un lugar donde las comadronaspodran continuar la atencin a sus clientas, sin perderlas por la prohibicin delhospital y aun ganando alguna remuneracin por ese trabajo.

    Otra alternativa son las pequeas clnicas particulares que tienen un perfilbiomdico ms convencional. Una tercera alternativa ms indirecta, que yo veautilizar a algunas mujeres y sus comadronas, era parir en un estado vecino, comoChimaltenango, por ejemplo, que estaba a pocos kilmetros de Sactepequez y queno impona la ley de las primparas. De cierta forma y en algunos momentos, LaMatriz puede ser tenida como una fuerza mediadora en ese embate entre elindividuo y el Estado, o entre el parto en el domicilio y el parto hospitalizado.

    Por lo que yo pude observar, tanto en Guatemala cuanto en Brasil, el partopuede ser considerado como un drama social, a la Turner. Eso porque, entre otrascosas: (a) es un intenso y doloroso ritual de pasaje para la mujer (especialmente laprimpara); (b) socializa los cuerpos y los roles para la nueva configuracin so-cial que se presentar al fin del drama; (c) anuncia la llegada de un nuevo miem-bro de la familia que necesita ser debidamente semantizado en la gramaticalidaddel parentesco; (d) revela las fuerzas y los conflictos de esta estructura; (e) ya fue

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    representado muchas veces y, cada vez, reactiva el valor de los significados nu-cleares, reavivando la idea de la temporalidad cclica, etc. Por ese ngulo, el partode Cecilia, en aquella maana del da 13 de abril, nada tena de excepcional: ellareclamaba por los dolores y el cansancio, y su familia la apoyaba y deseaba el rpidofin de ese drama. Lo que agudizaba esta crisis (que siempre existe y se espera queexista en el drama del parto) era que: (a) las midwives ya no estaban participandoactivamente, como era la regla en la Clnica; (b) la comadrona responsable no esta-ba presente; (c) las opiniones y prctica de un obstetra, el doctor Rubn Alvarado,tambin estaban siendo consideradas por todos los actores envueltos.

    En general, muchos antroplogos que tratan de cuestiones relativas a la saludtienden a abordar la enfermedad por el sesgo del itinerario teraputico (p. ej.Langdon 1994; Arias 1999; Buchillet 1991; Freidson 1988). Entre los exponentesdel feminismo en Brasil y en Latinoamrica, y en los movimientos de humaniza-cin del parto hay toda una lucha para desvincular el parto de la enfermedad. Poreso, tomo el cuidado de no naturalizar ese evento y recordar cmo l es concebidoen Guatemala:

    Para los guatemaltecos de reas rurales, el embarazo es una enfermedad querequiere manipulacin cuidadosa y el equilibrio de ciertas comidas, yerbas, po-siciones corporales, temperaturas, principios de calor y fro, relaciones inter-

    personales y factores ambientales. Se espera de las comadronas indgenas, comoespecialistas rituales, que manejen el proceso del embarazo y parto e implcita-

    mente transmitan valores, creencia y apoyo psicolgico. (Greenberg 1982: 1600)

    As, por la pluralidad de acciones y actores que son buscados para que el partoacontezca segn lo que la paciente desea y la familia espera, es posible pensarlodentro de la lgica del itinerario teraputico, en el sentido en que los diversosterapeutas le ayudarn a suplantar los dolores y la ansiedad, harn todo lo quesea posible para que el bebe nazca bien y contribuirn para dar sentido a ese ritualy drama social.

    El itinerario de Cecilia comenz bastante antes del trabajo de parto en s ysugiero que, para efectos analticos, sea dividido en tres etapas. La primera deestas comienza con el trabajo prenatal y se extiende hasta antes de las contraccio-nes. Como yo no acompa esta primera fase de su embarazo, la descripcin si-guiente tiene como base varias otras embarazadas con quien conviv durante lainvestigacin, y me aventuro en trazar un patrn, con posibilidades ms o menossemejante para Cecilia. Adems, otros relatos etnogrficos sobre las comadronasguatemaltecas y sus pacientes retratan prcticas obsttricas semejantes (Cosmins-ky 1977a, 1977b, 1982; Cosminsky y Scrimshaw 1980; Greenberg 1982; Hurtado1984; Paul 1975; Villatoro 1996).

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    Supongo que Cecilia, sospechando de su embarazo, por ser recin casada y sinhijos, consult a sus cuadas, hermanas y amigas para averiguar sobre el mercadode comadronas en su pueblo, San Antonio de Aguas Calientes, distante algunospocos kilmetros de Antigua. Como la ciudadela cuenta con varias parteras conoci-das y respetadas (doa Blanca, doa Mafalda, doa Flor, doa Mara Cristina, doaTeresa, por ejemplo), Cecilia tambin cont con su red social para elegir una deellas. Posiblemente visit primero a doa Mafalda, que es, de lejos, la ms renom-brada y famosa, pero tambin la ms ocupada. Como probablemente no tenadisponibilidad para atenderla, Cecilia tal vez recurri a la segunda comadronarecomendada por sus parientas y fue visitar as a doa Blanca. Esta no solo lecorroborar sus sospechas de embarazo, sino tambin le pedir que se realice unexamen de sangre en la posta de salud de la vecindad, para que se certifique suestado, como tantas veces vi a las comadronas sugerir. Seguras del embarazo,comienza el acompaamiento mensual, los controles por parte de la comadro-na. Por dos quetzales, doa Blanca le recibira en su cuarto de parto (habitacinespecialmente reservada en su casa para consultas prenatales y partos). Por cincoquetzales, la comadrona hara el mismo servicio a domicilio. Es bastante posibleque, en el caso de doa Blanca, que tiene una clientela numerosa y un renombreformados, el precio por el parto ya hubiera sido convenido en los primeros en-cuentros entre las dos mujeres. Una comadrona menos famosa quiz tuviera ciertadificultad para tratar el asunto, esperando realizar la negociacin del precio en el

    perodo posparto y corriendo gran riesgo de no recibir nada (casos de estafa erancomnmente comentados por las comadronas).

    Como era el primer hijo (pero es importante recordarlo, quiz no el primerembarazo) de Cecilia, ella y su comadrona ya saban que, en Sacatepequez, elparto no podra ocurrir en casa. Comenzaba entonces la segunda etapa del itinera-rio teraputico: definir el escenario. Esa etapa tal vez no consista en un desplaza-miento fsico hasta cada escenario, como la idea de itinerario puede transmitir,pero s en una consulta a otras mujeres sobre sus experiencias en diferentes esce-narios considerados por Cecilia y Blanca. La primera alternativa, ms evidente ybarata, era permanecer con la comadrona hasta el inicio del trabajo de parto; en-tonces ira al hospital pblico solo cuando la bolsa de agua se hubiese roto y los

    dolores fueran ya bastante intensos, eso para garantizar que el parto fuera rpidoen el hospital y para que Cecilia no tuviera que quedarse sola esperando y sintien-do las contracciones por horas en un pasillo fro y vaco. Es bueno recordar queesa estrategia solamente es posible por la cercana de San Antonio de Aguas Ca-lientes al referido hospital queda a escasos veinte minutos y tambin porquela familia de Cecilia contaba con un automvil, motorista y combustible paraque ese traslado fuera efectuado exactamente en el momento en que la paciente y

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    la comadrona lo decidieran. Todo eso nos revela cmo el parto gana an mstensin y dramaticidad, pues depende de varios factores y actores para que sea unxito, en funcin de seguridad y salud para la madre y su bebe.

    Sin embargo, el parto hospitalario solo idealmente puede ser planeado, por-que las mujeres en Guatemala saben que lo probable es que este sea mucho menossatisfactorio de lo esperado. Es decir, hay grandes probabilidades de que la mujerllegue al hospital y que los mdicos, o en general las practicantes y las enferme-ras, hagan un rpido toque vaginal antes de anunciar que hay poca dilatacin yque la parturienta debe regresar horas ms tarde. El hospital, desde el punto devista de la infraestructura y personal, no tiene capacidad para atender toda la de-manda. Volver a casa es siempre una decepcin, por lo que pude observar, tantoporque dobla los costos del traslado, cuanto porque desanima a la paciente y des-autoriza a la comadrona sobre el anuncio del momentum optimum.

    Mas si la parturienta es aceptada en el hospital, otros problemas pueden ocu-rrir, como lo escuch de varias mujeres locales. Entre ellos est la falta de privaci-dad: las mujeres paren en cuartos repletos de otras mujeres, mdicos y equipo. Sinembargo, el ms importantes est relacionado con el decoro: el equipo est com-puesto en su mayora por hombres, los trajes de las pacientes son sustituidos porbatas que causan incomodo y malestar o a veces las tienen sin ninguna ropa, nopueden contar con la presencia solidaria de sus maridos, madres, suegras y coma-dronas, son sometidas a toques vaginales frecuentes e invasivos por distintos pro-

    fesionales, reciben dosis de ocitocina intravenosa para acelerar las contraccionesy, as, concluir el parto y desocupar rpidamente el lecho, sus pedidos no sonatendidos (agua, alimento, uso del bao, posiciones de parir, etc.), no cuentan conun equipo que las atiendan en su lengua materna, reciben rdenes, manotazos,gritos, son discriminadas por su origen indgena (el personal mdico es general-mente de origen ladino) y aun me fueron relatados casos de violacin por parte delequipo mdico. Por todo eso, el hospital era evitado siempre que fuera posible (esnecesario considerar tambin que Guatemala est pasando por la reconstruc-cin de un Estado democrtico y una de las consecuencias de ello es una des-creencia y profunda desconfianza en las instituciones pblicas).

    Doa Blanca, como una de las primeras alumnas de los cursos de La Matriz,

    vena frecuentando la Clnica hace varios aos. Muchas mujeres de San Antonioprocuraban esa comadrona en lugar de otras (como doa Mafalda, por ejemplo,que tambin haba comenzado el curso de La Matriz, mas por conflictos con lasecretaria ejecutiva, Mary Smith, lo abandon a la mitad). As, el contacto entredoa Blanca y La Matriz era uno ms de sus atractivos para las jvenes embaraza-das. Eso no solo le garantizaba una dosis extra de respaldo y legitimidad en elmercado obsttrico local (porque, a mi modo de ver, el contacto con el mundo

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    biomdico puede ser visto, de forma general y metafrica, como otro ms de losinstrumentos en su caja de herramientas), sino tambin permita que sus pa-cientes fuesen atendidas con descuento (vase la nota 8). Por ello, doa Blancasugiri y Cecilia acept que su parto aconteciera en la Clnica. Esa opcin, valerecordarlo, solo es posible si Cecilia y su esposo o como generalmente ocurresegn la regla de la virilocalidad, la familia de su esposo, pueden asumir loscostos de una clnica privada. Entonces, tambin esa decisin en el itinerario ne-cesita ser negociada con su marido y con la familia de este. Casi nunca una familiamodesta como la de Cecilia tendr todo el dinero en el momento de tomar ladecisin. As, creo que la comadrona y su clienta trataron pronto de elegir el lugardel parto para que la familia pudiera empezar a ahorrar, como me decan.

    La tercera y ltima etapa del itinerario teraputico se inicia con la fase finaldel embarazo, cuando este comienza a dar ms trabajo, ansiedad y a anunciar lasprimeras contracciones. Aun cuando Cecilia, como es el caso de muchas jvenesen el pas, contara con los consejos y la experiencia de las mujeres de su crculodomstico, ella necesitaba or opiniones tcnicas. Por eso, a pesar de saber quefaltaba ms de una quincena para la fecha probable del parto, ella fue donde lamidwife Beverly. Ella ya haba ido a la Clnica algunas veces, tanto para consultasde prenatal (acompaada o no por su comadrona), cuanto para conocer el lugar yconcertar el precio y lo incluido por el programa del parto. Es interesante anotarque, cuando sinti los primeros dolores, ella fue directamente a la Clnica en lugar

    de buscar a su comadrona que estaba ms cerca de su casa. Creo que Cecilia sabaque todava no le haba llegado la hora, como haba odo decir a doa Blancaquien dice acot que no tenga pena. Es poco probable que esa comadrona dierauna inyeccin de ocitocina con el fin de acelerar las contracciones y el parto, apesar de que las inyecciones son conocidas, compradas y administradas de for-ma ilegal por algunas parteras en el pas. El Ministerio de Salud viene tratando deexterminar esta prctica por juzgarla insegura cuando es realizada por las comadro-nas. As, Cecilia quiz contara con que Beverly, enfermera, le ayudara a suspenderaquel sufrimiento, esto es, intervenga con alguna tecnologa o medicina. Al infe-rir que Cecilia esperaba eso de La Matriz, yo me inclino a pensar que, en este mo-mento por lo menos, ella no necesariamente identific la perspectiva natural y

    humanizada de la Clnica como una contracorriente a lo que se practica en loshospitales biomdicos convencionales. El que La Matriz contara con mujeres grin-gas, blancas, escolarizadas, trabajando en una casa sofisticada y llena de apara-tos, tal vez fuera ledo como un exponente mdico semnticamente prximo almundo hospitalario local. (Segn Beverly la directora de la Clnica me expli-c, el hecho de que La Matriz resuelva los problemas trados por las comadro-nas hace que ellas tambin establezcan con la Clnica una relacin muy semejante

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    a la que tienen con el hospital, donde la tecnologa de los blancos ladinos ogringos, lo resuelve todo.)

    Beverly recibi a Cecilia, verific su dilatacin y le calm al decir que elparto solo ocurrira dentro de unas dos semanas. Beverly no imaginaba cmo lahistoria se desarrollara a partir de ah. Cecilia volvi a San Antonio y fue a con-versar con su comadrona. Doa Blanca entendi el desasosiego de su paciente y,adems, a pesar de la comadrona ser altamente respetada y considerada comouna autoridad en el parto, su rol es el de apoyo, no el de amenaza. Y el lugar delproceso decisorio est primordialmente en las manos de la parturienta y no en lasde la comadrona, en contraste con el sistema obsttrico estadounidense (Cos-minsky 1982: 241). Blanca saba qu esperar de La Matriz y de la medicina alop-tica; reconoca que eran dos sistema diferentes, como nos recuerda nuevamenteCosminsky: La comadrona local [...] incorpor algunos aspectos de la medicinaoccidental que ella aprendi en sus cursos de entrenamiento, pero mantuvo variasde sus prcticas folk, muchas de las cuales son altamente benficas. Esto le permi-ti aumentar su status, acomodar las preferencias de su paciente y an as, mante-ner su confianza (1977a: 99). Doa Blanca encontr, entonces, una forma de quele indujeran el parto. El doctor Rubn Alvarado ofreci a Cecilia justamente loque ella deseaba: un trabajo de parto anticipado, aun por un precio extra e inespe-rado, el cual su familia tendra que asumir. Para l, era irrelevante que la jovenhubiera recurrido a una filosofa distinta, como La Matriz. l contaba con el res-

    paldo de la comadrona ah presente. El doctor Rubn le coloc algunas cpsulasde prostaglandina intravaginal y la envi a casa. Por lo que parece, no explic a lajoven el efecto intensificador que esta sustancia provocara sobre las contraccio-nes, ni que l no estara disponible para ayudarle en caso el parto ocurriera en lasprximas horas. O quiz todo eso ya estaba implcito, pues no creo que Ceciliahubiese recurrido a esa opcin de haber desconocido por completo sus conse-cuencias o si no hubiera visto parientas y amigas visitar al mismo doctor Rubn enigual momento de la tercera etapa del itinerario teraputico.

    Ella fue a casa y, a la una de la madrugada, los dolores se hicieron insoporta-bles, por lo menos para una primpara inexperta. Entonces llam a su comadronapidiendo ayuda pero, como despus vendra yo a enterarme, doa Blanca haba

    atendido otro parto largo y difcil en aquella noche del lunes y estaba muy cansa-da. Esta orient a Cecilia para que llamara por telfono a Beverly y se dirigiera ala Clnica, al final, como la comadrona explic, la directora est all para esasemergencias: Duermo un rato ms y despus le encuentro all, le dijo por tel-fono a la parturienta.

    Para sorpresa y horror de Beverly, Cecilia no solo llam antes de lo que ellahaba imaginado sino que apareci medicada. Beverly convoc a Carolina para

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    juntas intentar todas las posiciones y tcnicas de masaje y relajamiento que cono-can; queran terminar la dilatacin de la joven y recibir, finalmente, aquel bebeapurado. Carolina Schneider, la joven midwife y apprentice alemana, lo relata:

    Ella lleg a la una. Yo vine a la una y media. Estaba cansada y con mucho sueo.Nada ocurri hasta las tres y media. Ah, ella comenz a hacer bulla. Llegucerca otra vez y ella estaba con dos o tres centmetros, pero ella actuaba como siestuviera con nueve centmetros. Despus de eso, todo solo empeor. Las con-tracciones venan cada dos minutos. Pregunt a Beverly por la posibilidad dechequear las contracciones porque yo no poda creer que Cecilia nos deca loque realmente estaba ocurriendo dentro de ella. En lugar de descansar, comoBeverly le sugiri, Cecilia usaba los intervalos, entre las contracciones, paraquejarse, conversar, gemir. Beverly fue muy paciente. [...] A las 6:30 horas,Cecilia nuevamente se puso bulliciosa. Volv al bao y ella estaba agarrada a sumarido. Ella gritaba que no aguantaba ya aquello, imploraba a todo el mundo

    para que le llevaran para el hospital inmediatamente. Yo no consegua comuni-carme muy bien con ella, entonces Beverly asumi el espaol, en un intento dehacerla ms calma. Pero Cecilia solo gritaba, No puedo! No quiero ms! No

    puedo!. (Y Carolina se levant de la silla e imit a la parturienta golpendoselos puos cerrados contra las piernas, despeinndose, haciendo muecas de do-lor.) (Diario de campo, 14/04/2004)

    Ambas midwives no solo tuvieron que aguantar las resistencias, engreimien-

    tos y quejas de Cecilia, sino tambin la presin y la angustia de la familia que leacompaaba, como generalmente ocurre en ese pas. Recuerda Carolina:

    El marido estaba desesperado, l lloraba mucho. l tambin estaba con miedo.Cecilia no escuchaba ni a Beverly ni al marido ni a la hermana ni a la ta todasesas personas estaban en el bao. La hermana y la ta estaban de acuerdo contodo lo que Beverly haca porque ellas haban tenido sus partos aqu, ellas cono-can la casa. Ya los hombres, el marido de Cecilia y el marido de la ta estabancon miedo. Eran ellos quienes queran irse al hospital. Los dos queran que todoterminara rpido. Yo no tuve la paciencia de Beverly. Yo solo quera chillar ygritarle a Cecilia: Cllate, putita!. (Diario de campo, 14/04/2004)

    Y Beverly, a su vez, relata:

    Cecilia estaba presentndose a una platea. Ella paraba cuando su marido dejabael cuarto y segua cuando l regresaba. Ella no estaba muy involucrada con el

    parto como ella pensaba que estaba. Pero esa situacin es muy frustrante para lamidwife. Y sigue con una letana: Yo no consigo. Yo no consigo. Yo no consi-go. Es fastidioso y pattico. [...] Es una espiral ascendente [...] ni nosotras

    podemos romper esa espiral . Una espiral la letana del Yo no puedo

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    puede llevar a otra Que me lleven al hospital. Y ah, queda todava peor.Cecilia iba a terminar hiriendo al bebe. El hospital no iba a darle la cesrea queella quera porque ella no necesitaba de una. Entonces, el hospital no iba a termi-nar con su sufrimiento, que era lo que ella quera. (Diario de campo, 14/04/2004)

    Y Carolina concluye la historia:

    Ah, Beverly decidi llamar a Blanca hasta la Clnica. Tienes que venir, ledijo, Ella no es nuestra paciente, ella es tu paciente. T la conoces mejor. Trealmente tienes que venir ac. T estuviste con ella en todo el embarazo. [...]Ah, Beverly y yo dejamos a la joven con la familia. Doa Blanca lleg y asu-

    mi la situacin. [...] Blanca apart a toda la familia. Llev a Cecilia haciadentro del cuarto y le ech una bronca fuerte. De ocho a diez de la maana,mientras las dos estaban adentro, yo no o ni un sonido. Ni gritero, ni palabras,ni ruido. Blanca hizo lo cierto. A las diez y media, el bebe haba nacido. (Diariode campo, 14/04/2004)

    Me queda claro cmo Cecilia, astutamente, establece polos antagnicos y os-cila entre ellos segn la eficacia de cada uno, a cada momento. Ella transita conuna flexibilidad (que solo parece instigar a Beverly y Carolina), por ejemplo,entre la previsin del parto de las midwives y la previsin de la comadrona y delmdico; elige entre muchas quejas (en presencia de las midwives) o en pocasquejas (en presencia de la comadrona); queda entre fragilidad/pasividad y fuerza/

    autonoma; queda entre la Clnica y el hospital. Por lo que parece, la parturienta,considerada por la biomedicina como la punta ms pasiva del drama del parto, fueimponiendo su voluntad y encontrando medios para que se viabilizara en la prc-tica: visit uno por uno a sus terapeutas, pidi a cada uno de ellos que solucionarasu dilema, esperaba que todos los recursos de la casa y de la Clnica se agotaranpara que el hospital la tercera, ltima y, por lo que parece, redentora opcinpudiese ser accionada pueda realizar una cesrea. Sin embargo, no estoy segurade que Cecilia haya querido, de hecho, una cesrea; ella saba explorar los signi-ficados de esa operacin frente a las midwives (que haban venido del PrimerMundo, al final, para ensear el parto ideal natural y humanizado en elTercer Mundo) y a la comadrona (que nada recibira del cliente, al igual que la

    Clnica, si el parto ocurra en el hospital).Si lo que deseaba La Matriz era, entre sus objetivos gringos en Guatemala,empoderar a las mujeres, tanto a las comadronas como a sus clientas, lo habanconseguido: Cecilia saba muy bien lo que buscaba, desde el principio (de la pri-mera etapa del itinerario teraputico), y trabaj por eso hasta el fin. Para Cecilia,era irrelevante que La Matriz fuera diferente de las alternativas obsttricas con-vencionales en Antigua, a pesar de reconocer muy bien ese perfil. Para ella, la

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    Clnica era una alternativa ms y no, como las midwives esperaban de los localesen general, la alternativa. Y Beverly deja eso bien claro: Cecilia es una jovenmuy inteligente y creativa. Ella descubri qu le movera el piso a La Matriz. Ellasaba que la Clnica no quera una cesariada, entonces ella quera que la Clnicaacelerara su parto para que se evitara la cesrea. Y la directora concluye:

    Hay mujeres con fuertes necesidades de controlarlo todo, que estn acostum-bradas a estar en el comando de todo, todo el tiempo. Control de la familia, delos maridos, de la casa, del trabajo. Es la cabeza pelendose con el cuerpo. Ellaquera que el parto terminara en aquel mismo minuto, pero ella no estaba rela-

    jando sus msculos, su cuerpo. Ella necesitaba de una voz fuerte para poner atrabajar, para centrarla, para sacarla de ese control mental. (Diario de campo,15/04/2004)

    Por lo que parece, el empoderamiento femenino debe tener un lmite y no sedebe dejar que la mente controle el cuerpo, el parto, la naturaleza. Y cuando elempoderamiento de las guatemaltecas queda demasiado autnomo, pareceque las gringas deben interceder y ejercer una voz fuerte sobre l.

    Beverly tambin coment la actuacin de los otros terapeutas, no tan coope-rativos con los ideales esperados por La Matriz. Primero, ella habla sobre elmdico y, enseguida, sobre la comadrona:

    Blanca mand a Cecilia donde Rubn Alvarado. l mide la cabeza en el ngulo

    equivocado y parece mucho mayor de lo que realmente es. Despus dice que ellquido amnitico no es suficiente y eso tambin fue un diagnstico equivoca-do. Semillas de inseguridad fueron esparcidas por ese mdico. Esa es la segun-da vez que l hace eso, dar informaciones incorrectas y contradecirme. Si lquiere amedrentar a sus pacientes, excelente. Pero no venga a hacer eso con mis

    pacientes. Yo voy all a conversar con ese tipo. (Diario de campo, 14/04/2004)

    Tengo que sentarme con Blanca y conversar con ella porque ella est simple-mente dejando a sus pacientes ac en la Clnica. No sera as si estuviramostrabajando en una atmsfera cooperativa de trabajo. Est bien si Blanca estcansada, yo puedo sustituirla. Pero ella tiene que comprender que es un trabajode equipo. Ella no lo ve as. Yo no quiero una clnica donde la comadrona solotrae a sus pacientes en las emergencias. Si nosotras no les enseamos cmofunciona una clnica, apenas estaremos perpetuando un modelo de dependen-cia, el mismo modelo que ese pas viene manteniendo con los EE. UU. Losestadounidenses vienen ac e implementan un nivel ms alto de cuidado y sevan. Nada es dejado ac. Eso ni sirve ni ayuda a estas personas. Cualquier mi-sionero podra hacer eso. Nosotras tenemos que ensearles cmo pescar por smismos y no solamente cmo comer el pescado. Sueo con una clnica que

    pueda ser alcanzada por las comadronas. (Diario de campo, 14/04/2004).

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    Ese parto de Cecilia, como todos de los cuales particip y observ durante miinvestigacin y como muchos otros que me fueron relatados por las comadronas ymidwives, estuvo permeado por relaciones evidentes de poder, en funcin de cla-se, etnia y gnero. Cecilia, en el itinerario que traz para que su bebe nacieradentro de las lgicas de salud, decoro y parentesco que le fueron ensea-das, circul no solamente entre una comadrona, un mdico y una midwife sinotambin, como es importante recordarlo, entre una mujer indgena, marrn, clasebaja y semianalfabeta; un hombre ladino, blanco, clase media alta y escolarizado;y una mujer gringa, blanca, clase media alta y escolarizada, respectivamente.

    Ella tambin tuvo que entender que esos terapeutas tenan opiniones y prcti-cas ora semejantes, ora discordantes. Beverly Adams y Rubn Alvarado fueronentrenados con el mismo paradigma biomdico y aloptico, pero ejercan su me-dicina con filosofas diferentes. Beverly y Blanca reconocan el valor del trabajode la partera en el bienestar de las mujeres y sus hijos, sin embargo, concebiran laactividad cotidiana en la Clnica de forma conflictiva. Blanca y Rubn reconocanque, muchas veces, la parturienta desea otro abanico de alternativas para su parto,pero cada uno lanza mano de un instrumental para viabilizar eso: ella podra usart de canela, sobada y temescal, mientras l optara por la prostaglandi-na y, en ltimo caso, la cesrea. Creo que Cecilia me ayuda a dicotomizarmenos esos polos mdicos, al apuntar hacia especificidades no tan evidentes encada uno de ellos, al accionar servicios personalizados de cada uno (aun cuando,

    dentro de una ideologa feminista o biomdica, el igualitarismo sea un principio),al improvisar, en sus idas y venidas, sus proximidades. El parto de Cecilia meayuda a colocar en prctica lo que Menndez nos sugiri lneas arriba: para enten-der cmo coexisten y son usadas diferentes medicinas, es necesario contextuali-zar y relacionarlas, en lugar de categorizarlas a priori como moderna y tradi-cional. Y tambin me lleva a pensar, en la lnea de Langdon, en la que el procesoteraputico es considerado como una negociacin de interpretaciones entre perso-nas con conocimiento y posiciones de poder diferenciados (1994: 115, 118).

    Y aado, esas clasificaciones moderno y tradicional, si existen, necesi-tan partir de los propios actores, de las formas cmo conciben y semantizan cadaservicio de salud que buscan. La eficiencia teraputica, segn suspatrones mi-

    cos, y los valores que configuraban las relaciones de parentesco, conyugalidad ybienestar, mucho ms de que sus atributos de modernidad o autenticidad, fueron,a mi modo de ver, los que orientaron a Cecilia en sus pasos y elecciones.

    Creo que Cecilia, ms all de su propio acto, intentaba tambin dar sentido aesa nueva Guatemala, en una era de poscolonialismo, posguerra, posdictaduraen que, primero, lo tradicional viene siendo crecientemente valorizado en elproceso de nation buildingdel pas. En segundo lugar, la biomedicina se expande

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    con vigor y tiende a reunir varios valores de la cultura rica y blanca de la nacin y,tercero, las ONG y el feminismo internacional vienen ocupando cada vez msespacio en el Tercer Mundo, en general con intenciones filantrpicas y salvacio-nistas. Blanca podra representar las histricas luchas indgenas por la lengua,hbitos, prcticas (de salud, incluso); Rubn ilustrara las diferencias de renta yestatus que existen segn el grado de instruccin, la familia en que se nace, elcolor de la piel, etc.; Beverly, funcionaria de una ONG feminista y segn la formacomo practica su medicina, nos recuerda las demandas por la equidad entre lossexos en este pas, aunque estas sean demandas importadas de los EE. UU.

    As, Blanca Gimnez (en el polo tnico), Rubn Alvarado (en el polo de clase)y Beverly Adams (en el polo de gnero) podran ser considerados como ejemplosde esas tres importantes fuentes de sentido que actualmente estn en juego en laconstruccin de las principales hegemonas y subalternidades en el cotidiano gua-temalteco, y no solamente de las macroestructuras (como tendemos a pensar).Estas relaciones tnicas, de clase y de gnero se expresan con fuerza y relevanciaparadigmtica, por ejemplo, en el escenario del parto; as nos lo recuerda Menn-dez, parafraseando una importante contribucin de la ya consolidada Antropolo-ga de la Salud: [...] el proceso de salud/enfermedad/atencin ha sido, y siguesiendo, una de las reas de la vida colectiva donde se estructuran la mayor canti-dad de simbolizaciones y representaciones colectivas en la sociedad, incluidas lassociedades actuales (1994: 3). Nelson, en su investigacin tambin en Guatema-

    la, nos recuerda: The transparency of access to subjectivity, the very category ofwoman, and the move to speak for the other made by anthropologists, whites,feminists, first worlders, and solidarity activists, and so on (all locations I mustspeak from) have been stumped (bewildered, andmade political) for some timenow (2001: 318, nfasis de la autora).

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