Temas y Personajes en La Obra de Carolina Coronado

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Temática y personajes en la poesía de Carolina Coronado

IES Carolina Coronado (Almendralejo)

Autoras: Carmen Luisa Romero y Hortensia Fontán

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TEMÁTICA EN LA POESÍA DE

CAROLINA CORONADO

El núcleo temático de la poesía de Carolina Coronado es la naturaleza.

La fusión de su yo lírico con la naturaleza establece un diálogo entre la

poeta y su entorno que se manifiesta en dos vertientes dentro de su obra:

1. La poesía amorosa y religiosa.

2. La poesía de compromiso y filosófica.

En su poesía amorosa se exalta el amor sobre todas las cosas,

presentándose de forma transcendente, cantando la posibilidad de

comunicación en la ausencia o la muerte del amado.

En su poesía religiosa se acerca a una lírica ascética, casi mística, que

desde la contemplación de la naturaleza desea abandonar el paraíso terreno

(su locus amoenus extremeño) y sumirse en lo eterno.

A través de la naturaleza se logra también una poesía comprometida,

feminista, que aboga por una posición a favor de la mujer no marginada, ni

en lo material ni en lo intelectual, por razón de su sexo; y otra marcada

preocupación cívica, social y política que constituye una fuerte crítica de su

época.

Con la poesía filosófica, empieza a perfilarse el tono profético,

admonitorio y a veces catastrofista característico de la última poesía de

Carolina. Destaca su desilusión y su pesimismo a través de la constatación

de que el tiempo pasa inexorablemente.

Podemos distinguir tres etapas en la evolución de la poesía de Carolina

Coronado, en las que los grupos temáticos mencionados surgen y llegan a su

plenitud:

1ª.-Desde sus comienzos, a fines de los años treinta, hasta principios

de la década siguiente. Treinta y nueve de estos poemas aparecieron en su

colección de 1843.

2ª.-Un conjunto de composiciones de gran riqueza en sus registros

poéticos, que ven la luz en su segunda recopilación de 1852.

3ª.-Un grupo de poemas de características menos definidas, que se

extendieron desde 1852 hasta su muerte en 1911.

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PRIMERA ÉPOCA:

En ella se encuentra la génesis de su obra posterior. Presenta muchos

elementos clasicistas, tomados de los modelos renacentistas de la tradición

poética española. La naturaleza tiene un papel protagonista. Gran influjo de

Fray Luis de León, tanto en el tipo de estrofa que usa (la lira) como en los

temas (elogio de la vida retirada, búsqueda de la armonía interior que

se asimila a la armonía de la naturaleza).

La contemplación de la naturaleza en todos sus elementos: árboles,

pájaros, flores, arroyos… acompaña casi todos sus poemas. He aquí unos

ejemplos:

A UNA GOTA DE ROCÍO

Lágrima viva de la fresca aurora, A quien la mustia flor la vida debe, Y el prado ansioso entre el follaje embebe; Gota que el sol con sus reflejos dora; Que en la tez de las flores seductora Mecida por el céfiro más leve, Mezclas de grana tu color de nieve Y de nieve su grana encantadora: Ven a mezclarte con mi triste lloro, Y a consumirte en mi mejilla ardiente, Que acaso correrán más dulcemente Las lágrimas amargas que devoro, Mas ¿qué fuera una gota de rocío Perdida entre el raudal del llanto mío…?

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En sus primeras muestras poéticas, “A las nubes”, “A la soledad”, “Al

otoño”, “Melancolía”, “Meditación”, “A una estrella”, se destaca el íntimo

idilio de la poetisa con el paisaje teñido de melancolía.

A LA SOLEDAD Al fin hallo en tu calma,

Si no el que ya perdí contento mío, Si no entero del alma El noble señorío, Blando reposo a mi penar tardío. Al fin en tu sosiego, Amiga soledad, tan suspirado, El encendido fuego De un pecho enamorado Resplandece más dulce y más templado… Plácenme los colores Que al bosque dan las luces matutinas; Alégranme las flores, Las risueñas colinas Y las fuentes que bullen cristalinas…

Si sola y retirada, Aun me entristece más noche sombría, La luna con rosada Faz, por oculta vía Sale a hacerme amorosa compañía. Y al fin hallo en tu calma, ¡oh soledad!, si no el contento mío

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Si no entero del alma El dulce señorío, Blando reposo a mi penar tardío.

De esta primera poesía destacan dos símbolos importantísimos: las flores y los pájaros. Ambos se prolongarán a lo largo de su obra

enriqueciéndose en simbología. La flor, por ejemplo, le sirve para encuadrar

su postura feminista.

AL LIRIO

¿Cómo pie tan delicado Fuera de jardines crece, Y entre malezas criado

De las rocas se guarece?

¿Cómo lirio, tu semilla Nunca brota en la pradera?

¿Cómo tu gala no brilla De las fuentes en la orilla,

Y en la florida ribera?

¿Qué te vale ese prendido de celeste brillantez,

si ignorado y escondido, en los desiertos perdido ha de hallarte la vejez?

¿Qué te vale ser hermoso si en ocultarlo te empeñas, y las horas más risueñas

has de pasar sigiloso entre las ásperas breñas?...

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Carolina tiene muchas composiciones dedicadas a las flores (amapola,

clavellina, siempreviva, etc.). Prefiere las flores silvestres, postura típica

del Romanticismo. Por su aislamiento, debilidad y otros aspectos que se le

adjudica, podría haber una sutil insinuación de lo que es la situación de una

mujer (mujer escritora) en su siglo y sociedad.

Mediante las aves, la escritora manifiesta su condición de poeta en el

mundo, utilizando al pájaro como un ser análogo al creador, ambos en vuelo

por la pluma:

A UNA TÓRTOLA

¿Será que yo también como tú siento

Esa ternura que tu seno oprime, Y el dulce sentimiento

Que de inefable amor tu acento exprime? Con nuevo fuego el corazón se anima

Al escuchar tu canto apasionado; ¿Será que también gima

En amoroso lazo aprisionado? Es tu tristeza la tristeza mía,

Con tono igual nuestro canto alzamos; Si nunca en la armonía,

Tórtola, en el gemir nos igualamos. Pues si en gemir son iguales,

Nuestras voces uniremos Retiradas,

Como de dos manantiales Unirse las aguas vemos

Separadas. Mis suspiros lastimados, Tus arrullos gemidores

Mezclaremos, Tú –sentidos, yo-soñados,

Entrambas canto de amores Murmuremos.

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SEGUNDA ÉPOCA:

Es la más rica y completa, donde mejor se demuestra su madurez. La

acogida de su primer libro, su fama y su posición social, le permiten adoptar

una postura más firme y explícita ante aquellos temas que antes había

expresado de una manera sutil, como es el caso del feminismo, por ejemplo,

una constante en su obra. La poetisa Safo y su personalidad fue motivo de

interés para Carolina, que le dedica dos composiciones: “Cantos a Safo” y

“El salto de Léucades”.

Desde el desplazamiento poético de un mito, Carolina plantea el

desequilibrio de las relaciones hombre/mujer, subrayando la marginación de

ésta, especialmente dolorosa y humillante cuando pertenece a ese grupo de

poetisas. Así en poemas como “Cantad hermosas”, “La flor del agua” o

“¿Adónde estáis consuelos de mi alma?” anima a la lucha y a la solidaridad

para superar esa condición.

CANTAD, HERMOSAS

Las que sintáis, por dicha, algún destello Del numen sacro y bello,

Que anima la dulcísima poesía, Oíd: no injustamente

Su inspiración naciente Sofoquéis en la joven fantasía.

Si en el pasado siglo, intimidadas,

Las hembras desdichadas Ahogaron entre lágrimas su acento,

No es en el nuestro mengua Que en alta voz la lengua

Revele el inocente pensamiento. (…)

¡Cuánto lozano y rico entendimiento, Postrado sin aliento,

En esos bellos cuerpos juveniles Feneció, tristemente, Miserable y doliente,

Desecado en la flor de los abriles! (…)

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Que entonces, en mi tierra, parecía

La sencilla poesía Maléfica serpiente, cuyo aliento

Dicen que marchitaba A la joven que osaba

Su influjo percibir sólo un momento. (…)

Cante la que en su pecho fortaleza Para alzar con pureza

Su espíritu al excelso templo halle; Pero la indigna dama Huya la eterna fama,

Devore su ambición, se oculte y calle.

El testimonio de su preocupación feminista no quedó en el alegato

teórico de los poemas, sino que ayudó en persona a varias poetisas: escribió

una biografía Beatriz Gómez de Avellaneda, prólogos a los poemarios de

Robustiana Armiño y de Pilar de Sinués y prestó un decidido apoyo a las

extremeñas María Cabezudo y Vicenta García de Miranda.

La esencia de su poesía comprometida/filosófica queda plasmada en el

poema “La flor del agua”. Esta flor representa al género femenino. La flor

del agua es una alegoría sobre el difícil trabajo de la poetisa en el siglo

materialista en que vivía, y, a la vez, denuncia la marginación de la mujer

intelectual y refleja la postura de la artista ante la falta de espiritualismo y

de idealismo de una sociedad positivista.

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LA FLOR DEL AGUA

¿Por qué tiembla? –No lo sabe ¿Qué aguarda en el lago? –Nada-.

De las aguas enlazada A los hilos su raíz,

El movimiento suave De la linfa va siguiendo, la cabeza sumergiendo

del agua, al menor desliz.

Así la halló la alborada, Así la encuentra el lucero,

Siempre el esfuerzo postrero Haciendo para bogar;

Y en las olas la encallada, Vaga y frágil navecilla Sin poder la florecilla Impeler ni abandonar.

Movimiento que no cesa, Ansiedad que se dilata,

Ni el agua que sus pies ata Sostiene a la débil flor,

Ni deja, en sus olas presa, Que vaya libre flotando, Quiere que viva luchando

Siempre en continuo temblor (…)

Flor del agua, ¡cuántas flores Viven en paz en la tierra! Sola tú vives en guerra

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En tu acuático jardín: Te da la lluvia temores,

El manso pez te estremece Y tu belleza perece

Sin gozar descanso al fin.

Tú, poetisa, flor del lago, Por amante, por cantora, Has venido en mala hora Con tu lira y tu pasión;

Que en el siglo extraño y vago A quien vida y arpa debes Donde quiera que le lleves

Fluctuará tu corazón.

Que las cantoras primeras Que a nuestra España venimos

Por sólo cantar sufrimos, Penamos por sólo amar;

Porque en la mente quimeras De un bello siglo traemos Y cuando este siglo vemos No sabemos do bogar (…)

En “El jilguero y la flor del agua” se une otro motivo, los pájaros. Se

trata de una breve fábula entre el ave y la flor, el primero requiriendo de

los amores de ésta e invitándole a seguirle en su vuelo, lo que es imposible

para la flor que supera apenas su fugacidad mientras está anclada al agua de

su pequeño arroyo. Simboliza la imposibilidad de una relación igualitaria y

plena con el hombre en el terreno amoroso, social, intelectual, así como su

destino incierto y difícil como poeta.

EL JILGUERO Y LA FLOR DEL AGUA (…)

Vio el pájaro gracioso La ninfa peregrina

Y en el agua argentina Lanzó un trino amoroso.

Oyó la florecilla

Al colorín amante

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Y vaciló un instante Temblando en su barquilla…

-Vente, (el ave cantó)

Qué otro lecho más rico Transportada en mi pico

He de buscarte yo.

-No, la flor respondía, Si dejo la frescura

Del agua mansa y pura No viviré ni un día.

-Rompe el tallo hechicero, No estés en la ola hundida.

-Estoy al agua unida, Si me arrancas me muero.

-¡Ah! vente a otros lugares

-¡Quédate al lado mío! -¡Verás los anchos mares!

-Me basta con mi río. (…)

La poesía amorosa de Carolina esta representada fundamentalmente por

aquellos poemas de la sección “A Alberto” que aparecen en Poesías de 1852.

Este pequeño cancionero amoroso va precedido de un poema-prólogo, “Gloria de las glorias”, y sigue el desarrollo de una historia de amor, desde su

nacimiento hasta su frustración, tras la muerte de su amado. Los temas

abarcan desde el encuentro con el amado, el descubrimiento de la pasión

amorosa hasta el dolor por la ausencia o la muerte del amado. He aquí unos

ejemplos:

BENDITO SEAS, ALBERTO Aunque serena y callada A tus suspiros me veas,

No indiferente me creas; Es que el alma enamorada Diciendo está embelesada

Alberto, bendito seas. Si a responderte no acierto Cuando me vienes hablando,

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¿Piensas que tu voz no advierto? Pues es que estoy murmurando

Con un acento muy blando Bendito seas, Alberto.

Alberto, ¿qué más deseas De quien tanto vive amando? Yo te ruego que me creas,

Que aunque callada me veas Estoy entre mí cantando Alberto, bendito seas.

Muda estoy, fáltame vida; Queda el espíritu muerto,

La mente desvanecida; Pero esta voz repetida

Forma en el alma concierto: ¡Bendito seas, Alberto!

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¡OH CUÁL TE ADORO!

¡Oh cuál te adoro! Con la luz del día Tu nombre invoco apasionada y triste, Y cuando el cielo en sombras se reviste Aún te llama exaltada el alma mía. Tú eres el tiempo que mis horas guía, Tú eres la idea que a mi mente asiste, Porque en ti se concentra cuanto existe, Mi pasión, mi esperanza, mi poesía. No hay canto que igualar pueda a tu acento Cuando tu amor me cuentas y deliras Revelando la fe de tu contento; Tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras, Y quisiera exhalar mi último aliento Abrasada en el aire que respiras.

El mundo poético de Carolina Coronado comprende una dimensión

religiosa, nota característica del Romanticismo. Cultiva el género narrativo-

legendario en “Santa Isabel y Murillo” y en “La encina de Bótoa”, pero lo

esencial de su poesía religiosa de la recopilación de 1852 se concentra en

“Inspiraciones de la soledad”. La sección compuesta por veinticinco

textos, escritos entre 1846 1848, suponen lo más destacado de la faceta

religiosa en la poesía de Carolina, junto con su obra maestra: “El Amor de

los Amores”.

“¡Cómo, Señor, no he de tenerte miedo!” es una apóstrofe contra Dios.

En él se presenta la imagen de un Dios implacable, omnipotente y justiciero

que se aleja de lo creado sobre el solio de su poder y de su eternidad.

La fuerte insistencia religioso-existencial en la poesía del XIX,

recuerda a otra poeta, Rosalía de Castro, adelantándose a similares

preocupaciones en la primera poesía española del XX (Unamuno) e incluso de

postguerra. El poema número 88 de la poetisa gallega, en su En las orillas del Sar, se iguala al de Carolina en su indignación por la indiferencia divina ante

las injusticias humanas.

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¡CÓMO, SEÑOR, NO HE DE TENERTE MIEDO!

Puedes quitarnos los amados seres, Nuestra alegría convertir en llanto, Mudar en desventura los placeres, Y trocar en gemidos nuestro canto: Señor, tan grande y poderoso eres, Es tan inmenso tu gobierno santo

Que a tu amenaza amedrentada cedo Y te digo: ¡Señor, Tú eres el miedo!

“El Amor de los Amores” cierra la sección “Inspiraciones de la

soledad” y es, sin duda, lo más sobresaliente que saliera de la pluma de

Carolina. El poema está dividido en seis cantigas, que recuerda al modelo

bíblico, El Cantar de los Cantares. Como en los poetas del XVI, y San Juan

en particular, este poema religioso narra las tres fases del proceso místico:

purgativa, purgativo-iluminativa y unitiva, acercándose al éxtasis amoroso de

S. Juan.

“EL AMOR DE LOS AMORES”

…Pero si quieres esperar la luna, Escondida estaré en la zarza rosa,

Y si vienes con planta cautelosa No nos podrá sentir paloma alguna…

Siempre en pos de mi amor voy por la tierra

Y creyendo encontrarle en las alturas, Con el naciente sol trepo a la sierra;

Con la noche desciendo a las llanuras…

Vago, sin forma, sin color, sin nombre, Espíritu de luz y agua formado, Tú de mi corazón eras amado

Sin recordar en tu figura al hombre…

…Mas si te encuentro a orillas de los mares Cesaron para siempre mis temores,

Porque puedo decirte en mis cantares Que tú eres el amor de mis amores.

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…Tampoco es el mar adonde él mora, Ni en la tierra ni en el mar mi amor existe:

¡Ay!, dime si en la tierra te escondiste O si dentro del mar estás ahora…

…Y entonces al ceñir la eterna palma

Que ciñen tus esposas en el cielo, El beso celestial, que darte anhelo,

Llena de gloria te dará mi alma.

TERCERA ÉPOCA:

Su temática predominante hasta sus últimos años será la obsesión por

encontrarle un lugar a la poesía – a su poesía- en la sociedad positivista en

que otros valores y estamentos del poder desplazan de su centro la

preponderancia de la religión, de la divinidad, del genio creador:

“LA FE LOCA”

Todos seremos, ¡ay!, muy desgraciados;

Vosotros por dureza y egoísmo, Solos, sin salvación, precipitados Iréis a dar del tedio en el abismo; Y mis nobles instintos fatigados, Rendida de mi inútil heroísmo,

Del juicio, en mi fe loca, sin la guía Vendré a dar en mortal melancolía.

¡Dichosa el alma que lo cierto adora, Y en recompensa de su fe inmutable Tiene seguro el bien de cada hora, Su vida consagrada a lo adorable;

Allí no hay ni loca fe ni engañadora Duda cruel, ni el desencanto es dable!

¡Oh fe de la eternal sabiduría Tú sola eres el bien, tú la alegría!

Los valores espirituales perdidos también se cantan en “Vanidad de

vanidades”, “Byron desde la tumba” y “A la juventud española del siglo XIX”.

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Critica el atraso de la sociedad y mantiene la esperanza en un mañana mejor.

Cree que los tiempos dominados por una ciencia positivista, atea e inhumana,

donde las guerras y la soberbia humana niegan toda libertad, no pueden

durar mucho.

En su canto “A un poeta del porvenir” invoca al POETA que pueda

revestirse de todos y cada uno de los elementos cósmicos más allá del

tiempo y del espacio, pues es la fuerza eterna de la poesía la que podrá

trasformarse, pero nunca acabarse:

“A UN POETA DEL PORVENIR”

Y en un astro mejor, y en otra esfera Nazca la humanidad y el genio cante: ¡No temáis del espíritu que muera, Esperad que a los cielos se levante!

BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA:

Artículo de Silvia Rolle-Rissetto “Fases evolutivas y vertientes temáticas en

la poesía de Carolina Coronado”.

“Carolina Coronado: Poesías”, edición, introducción y notas de Noël Valis, ed.

Castalia, 1991.

“Carolina Coronado: Antología poética”, prólogo de Isabel Mª Pérez

González.

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SU FAMILIA

HORACIO PERRY Y SUS HIJOS Horacio Perry era un norteamericano conocedor de las tradiciones, los pueblos y los secretos de la vieja España; tenía probada inteligencia, vasta cultura, gran patrimonio y arrogante semblanza. Carolina estuvo muy enamorada de él y le dedicaría sus versos:

“Aquí, a la orilla del tranquilo Sena como en medio de mares bramadores te jura el alma de ternura llena que eres siempre el amor de mis amores”

Moriría veinte años antes que ella y siempre lo conservaría en su palacio portugués hasta su propia muerte; después los dos serían enterrados en el cementerio de Badajoz. Sus hijos serían Horacio, Carolina y Matilde. Horacio murió niño y Carolina adolescente, la muerte de ésta sumió a la madre en una profunda depresión y en repetidas crisis catalépticas.

A Carolina “…Yo recuerdo aquel ansia palpitante

que agitaba mi vida en su mañana cuando en las mansas ondas del Guadiana

se retrataba mi infantil semblante, viendo una vaga niña andar flotante.

Allá en el fondo, con mi mano insana dividía el cristal en mil pedazos

por querer estrecharla entre mis brazos…”

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SUS HERMANOS Carolina tenía siete hermanos: tres hermanas (Matilde, Julia y Virginia) y cuatro hermanos (Fermín, Pedro, Ángel y Emilio), ella ayudaría a su madre en el cuidado y educación de sus hermanos y le dirigiría a sus hermanos Ángel o Emilio poemas emotivos. Pedro, el más intelectual de los hermanos fue el creador de El Liceo y de El Pensamiento. Había sido compañero de afanes de su hermana; pero pronto lo tendría que despedir en Cádiz, porque se iba a Cuba con un trabajo del gobierno. Carolina lo despide con una agonía y una desesperación que la llevarán a escribir estos versos:

Cuando sola una sombra divises de este suelo donde ha querido el cielo nos viésemos los dos, dando postrer mirada a mi rincón lejano, aunque llore, hermano, di “¡Carolina, adiós!... …Siempre con sol y estrellas por la región marina, repite “Carolina” ¡Acuérdate de mí!...

Ángel también se iría en la marina a un destino militar y le tocó a la poetisa sufrir otro dolor en su alma al despedirse de él, como un destino aciago de su familia:

Como planta de insecto castigada Que no puede brotar ramo florido, Así con los pesares ha crecido, Hermano, una familia desgraciada; No vi rama en su tronco levantada, Que al golpe del pesar no haya caído, Y temer del azar nuevos rencores Es, Ángel, el dolor de los dolores.

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Emilio, era su hermano menor al que ella cuidaba y enseñaba. Le dedica un poema donde Carolina celebra su infancia y la pérdida de las ilusiones mediante un diálogo sostenido con su hermano

A Emilio dormido

¡Cuál brilla su alba frente

de angélica pureza!... ¡Cuál vierte su mejilla

el candor infantil! Exhalan el aliento

sus labios bulliciosos más dulce que las auras

del aromado abril.

Entre rosado velo

de púrpura y de flores protege su descanso el ángel de la paz…

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Alberto, el amado de la juventud La poetisa recuerda unos amores primaverales cuyo sujeto todavía no se ha identificado. En una carta dirigida a Hartzenbusch lo menciona: “…Hace poco tiempo, cuando Madrid no había enterrado el corazón a quien yo he consagrado

tanto cariño, Madrid tenía para mí otros encantos; pero ahora me recordaría la pérdida de un amigo que murió ahí: el dos de mayo empezó su agonía, el último septiembre dejó de existir…ya gracias a Dios estoy tranquila y curada radicalmente de una dolencia que he estado sufriendo desde los 17 años: no me acuerdo nunca ni por casualidad de él; le tengo completamente olvidado; pero si Madrid, como dice Larra, es un cementerio, temo ver el nicho que le encierra”(Carolina Coronado)

Arrebato, audacia es lo que brota en el soneto “¡Oh cuál te adoro!”, consagrado a su pasión idólatra. No se contiene la poetisa y raya en lo escandaloso, en lo prohibido a una escritora del s.XIX, Carolina no se arredra al desnudar su alma, más bien la exhibe para que el mundo contemple su amor en carne viva, su exaltación, su fiebre, su voz de enajenada al exclamar estos versos:

¡OH, CUÁL TE ADORO!

¡Oh, cuál te adoro! con la luz del día tu nombre invoco apasionada y triste, y cuando el cielo en sombras se reviste

aun te llama exaltada el alma mía.

Tú eres el tiempo que mis horas guía, tú eres la idea que a mi mente asiste,

porque en ti se concentra cuanto existe, mi pasión, mi esperanza, mi poesía.

No hay canto que igualar pueda a tu acento o cuando tu amor me cuentas y deliras

revelando la fe de tu contento;

Tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras, y quisiera exhalar mi último aliento

abrasada en el aire que respiras.

Badajoz, 1845

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FRAGMENTOS DE LAS CARTAS DE CAROLINA A HARTZENBUSCH

“He sabido por mi tío Pedro Romero que ha tenido V. la bondad de ofrecerse a poner su importante recomendación a mi pequeña colección de versos…”(1843) “…en esta población, tan vergonzosamente atrasada , fue un acontecimiento extraordinario el que una mujer hiciese versos, y el que los versos se pudiesen hacer sin maestro, los hombres los han graduado de copias y las mujeres, sin comprenderlos siquiera, me han consagrado por ellos todo el resentimiento de su envidia” (24 de octubre de 1840) “Una mujer teme de la opinión de cada uno porque ha nacido para temer siempre: por evitar el ridículo suspendí mis lecciones y concreté mi estudio a leer las horas dedicadas al sueño. Pero esto debilitó mi salud, y mi familia, celosa de ella, me prohibió continuar. Me decidí, pues, a hacer versos solamente, a no escribirlos y a conservarlos en la memoria; pero esta contemplación perjudicaba al buen desempeño de mis labores y me daba un aire distraído que hacía reír a los extraños y molestaba a mis parientes…Me resolví a meditar solamente una hora cada día antes de levantarme. Pero el pensamiento no puede sufrir tanta esclavitud; el poeta no puede vivir así y mi escaso numen está ya medio sofocado” (3 de diciembre de 1842)

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SUS AMIGAS ROBUSTIANA DE ARMIÑO Carolina Coronado, Gertrudis Gómez de Avellaneda y Robustiana de Armiño vivieron en el mundo romántico y melancólico de la España del siglo XIX. Poetas y dramaturgas, desarrollaron su talento entre la Corte y las capitales de provincia, en medio de matrimonios y amores, fallidos y pasionales y crearon una “Hermandad lírica”, capitaneada por Carolina. Robustiana Armiño fue posiblemente la primera mujer que escuchó el eco de Carolina. Aquel poema de 1844 en el que la asturiana cantaba para

el Liceo de Badajoz la feliz resurrección de la extremeña, debió de ser el comienzo de una amistad a distancia, “tu gloria no me da celos” le decía Robustiana en esa poesía. Y luego, en otra composición encabezada por las palabras de Carolina “lejos vivimos pero para el alma no hay distancias”, aparecida en El Liceo de Badajoz en 1844, Robustiana confesaba el influjo alentador, la nueva ilusión que le supuso descubrir otra mujer con sus mismas preocupaciones. La confianza de la asturiana en la autoridad de la poetisa extremeña era tal que incluso le requirió un prólogo para su primer volumen de poesías; así se creó una historia de lealtad, de generosidad sin tacha y de mutua admiración. Carolina habla de ella a Hartzenbusch: “Hace algún tiempo que tengo concluida la segunda colección de poesías de que hablé a usted, pero he dejado ahora de pensar en ella para atender al tomito de poesías que va a publicar una compañera muy amada que tengo. Porque mis composiciones se han impreso se ha figurado esta criatura que sé más que ella y se ha dirigido a mí para que le corrija sus versos y le ponga el prólogo a su libro, ya ve usted qué compromiso para mí que no sé escribir en prosa, como que no he escrito más que cartas, pero aunque emborrone media resma de papel yo he de poner en limpio al fin algunas palabras para satisfacer la exigencia de mi amiga”.

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POESIA A ROBUSTIANA ARMIÑO

Carolina describe los sufrimientos y privaciones de su amiga:

“Carecía de maestros, y tuvo que constituirse en maestro de sí misma, y se enseñó idiomas y se forjó versos que rompió a millares para volverlos a fundir y esto en el mayor secreto…” Carolina alenta a Robustiana, será su abanderada para la creación literaria. Su afecto por ella está presente en sus versos.

A LA SEÑORITA DE ARMIÑO En el monte bravío

nace la flor; en la salvaje sierra brota el sereno río-

sobre el campo sombrío, que ensangrentó la guerra,

alcemos nuestro canto en nuestra tierra.-

Mas siempre, compañera, unidas nuestras voces alzaremos,

y la hoja primera de palma lisonjera

que entrambas alcancemos, como hermanas las dos la partiremos.-

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GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA Toda la “Hermandad lírica” de mujeres poetisas estaba liderada por Carolina, sin embargo no era ella la que en esos momentos la voz femenina que más se oía en Madrid era la de la cubana, afincada en España, Gertrudis Gómez de Avellaneda. La poetisa extremeña también quería dar el “tipo de la mujer regenerada”, no estaba dispuesta a mantenerse al margen de la evolución social de la mujer. Carolina que la conoce sólo por sus escritos encarga un retrato suyo desde Badajoz y, cuando lo vio ,escribe estas líneas a Hartzenbusch en 1848: “Me ha hecho mucha impresión y no extraño que

la hiciera en hombres que parecían incombustibles. Tiene unos ojos magníficos; es hermosísima, es un portento; mientras viva en la corte no debían las muchachas dejar ir a sus novios a ella”. Es indudable que Carolina sentía admiración por ella y así lo demuestra en este poema:

“Yo no puedo seguirte con mi vuelo” Déjame a mí la gloria campesina, brille en la sociedad tu bella ciencia que allí a gloria mayor la providencia tu corazón y tu saber destinas: ¡Palpitante lección , viva doctrina a la ignorancia y femenil demencia! Serás entre su especie degradada, tipo de la mujer regenerada.

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Los esclavos y su compañera en la lucha contra la esclavitud

Concepción Arenal (El Ferrol, Galicia 1820-1893)

es, junto a Emilia Pardo Bazán, Carolina Coronado, Rosalía de Castro, Fernán Caballero y Gertrudis Gómez de Avellaneda, una de las escritoras más representativas del esfuerzo de la mujer del siglo XIX por incorporarse a la esfera pública con notable éxito. Concepción, para poder asistir a la Universidad Complutense, y tomar clases en la Facultad de Derecho, se vestía de hombre. Escribió mucho, en particular sobre temas judiciales y sociales. Carolina y Concepción participaron en la campaña contra la esclavitud, llegando a ser el cuadro dirigente de la Sociedad Abolicionista de Madrid. De 1868 se fechan los versos “A la abolición de la esclavitud en Cuba”, poesía que junto a la Oda de Concepción provocó un escándalo político al ser declamada en acto público el 14 de octubre, poco después de estallar la Revolución setembrina con la que por otra parte simpatizaban Carolina y su marido norteamericano. Impresionante fue la lectura que Carolina Coronado realizó de su soneto “A la abolición de la esclavitud en Cuba”, con motivo de la fundación de la Sociedad Abolicionista. Desde un balcón, con gesto teatral, el cabello al viento y voz firme, recitó ante la multitud:

No, no es así: al mundo no se engaña. Sonó la libertad, ¡bendita sea! Pero después de la triunfal pelea, no puede haber esclavos en España. ¡Oh borras el baldón que horror inspira, o sea tu libertad, pueblo, es mentira.

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LOS ESCRITORES DEL ROMANTICISMO

A LARRA

¿Qué voz, pobre Mariano, de mofa, de sarcasmo de amargura,

al que le ofrezco humano recuerdo de ternura,

darás riendo en tu morada oscura?

¿Qué digo? En este instante

juzgo escuchar desde el profundo hueco tu voz agria y punzante,

que aun en tu labio seco para rasgar las almas tiene un eco…..

Almendralejo, 1846

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A ESPRONCEDA

¡Salve campiña floreciente y Leda, que diste aroma al solemne día, raza de aves que en la patria mía cantaron la venida de Espronceda! ¡Salve morada que tapiz de seda prestaste al niño huésped que nacía ¡Salve dueña feliz de la morada donde tan gran memoria está guardada!

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ISABEL II

Reina de España (Madrid, 1830 - París, 1904). Isabel II nació del cuarto matrimonio de Fernando VII con su sobrina María Cristina de Borbón, poco después de que el rey promulgara la Ley Sálica por la que se restablecía el derecho sucesorio tradicional castellano, según el cual podían acceder al Trono las mujeres en caso de morir el monarca sin descendientes varones. En virtud de aquella norma, Isabel II fue jurada como princesa de Asturias en 1833 y proclamada reina al morir su padre en aquel mismo año.

Carolina disfruta de la indulgente amistad de la soberana. Al estar casada con el diplomático americano Horacio Perry, posee la condición de ser una representante de EEUU en España, este hecho la dota de cierto rango. La reina le cede la Quinta de la Reina el palacete situado en la actual calle de Lagasca.

Por intervención de Carolina se salvan los argentos de San Gil, el propio Castelar, un cadete condenado a muerte para quien solicita y obtiene la gracia de la Reina. Lo acusan de haber quemado un retrato de S.M.; la Reina ironiza: “¿Y por eso lo van a matar? Hizo muy bien porque estaría tan feo como todos”.

NO HAY REINA QUERIDA TANTO COMO TÚ

Flor del mediodía, hermosa y lozana

Semilla temprana, germen de virtud,

Madre venturosa, alma bendecida,

No hay Reina querida tanto como tú.

De reinas hermosas el trono fecundo

Ostentan en el mundo gloria y juventud,

Mas nunca en la historia la Reina elegida

Ha sido querida tanto como tú.

Cien reinas nacieron de regias matronas,

De aquellas coronas deslumbra la luz,

Pero de tu seno la niña nacida

Solo fue querida tanto como tú.

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2011

Temas y Personajes en La Obra de Carolina Coronado

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