TEMA 5. PESSOA Y LAS VANGUARDIAS POÉTICAS. EL ORTÓNIMO Y EL HETERÓNIMO

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TEMA 5 Pessoa, Antología poética (Ángel Crespo) 1. La poesía del último tercio del siglo XIX 1.1. Principales tendencias poéticas A finales del siglo XIX surgió lo que podría denominarse literatura moderna, es decir, un cambio radical en los planteamientos estéticos que habían servido de guía para la literatura de los siglos anteriores. Esto supone que se experimente por caminos no transitados hasta el momento y que se propongan nuevas formas de expresión artística. Como iniciadores de la modernidad señalamos, sin duda, a Baudelaire en Europa con la publicación de Las flores del mal y al norteamericano Walt Whitman con Hojas de hierba. A la hora de analizar este periodo literario, surgen muchas dificultades porque hay varias corrientes muy diversas que coinciden en el tiempo. En el último tercio del siglo XIX surgen una serie de tendencias que comparten unas características comunes: Oposición al sentimentalismo romántico. Rechazo de la sociedad burguesa. Afán de rebeldía individual y social. Concepción no utilitaria del arte y de la literatura: se busca la belleza en sí misma, frente a la llamada poesía útil, comprometida con una causa. Entre los principales movimientos literarios de esta época destacan el simbolismo, el decadentismo y el parnasianismo y un grupo de grandes poetas de este período, en su mayoría franceses, cuya nueva sensibilidad supuso toda una renovación para la poesía occidental. 1.1.1 Simbolismo El simbolismo es un movimiento poético nacido en Francia a finales del siglo XIX como reacción a la estética precedente. La modernidad de los poetas simbolistas consiste en el modo en que buscan nuevas formas de conocimiento a través de la intuición. Por ello se le da especial importancia a las imágenes, para llegar a las sensaciones a través de ellas. En este sentido, es entiende el empleo de símbolo, o técnica de aludir realidades complejas (la muerte, la soledad, el tiempo) mediante evocaciones de objetos, ideas o sensaciones. El simbolismo se vincula con el ocultismo y el misterio, por lo que el poeta busca la intuición y la revelación. Entre los autores destacan: Verlaine, Rimbaud, Baudelaire y Mallarmé. 1.1.2 Decadentismo El término tiene su origen en un verso de Verlaine: «yo soy el imperio al fin de la decadencia». Es una corriente poética que surge del simbolismo, pero se caracteriza por el refinamiento y la melancolía. Autores: los italianos D´Annunzio, Pascoli; el inglés Oscar Wilde, etc. 1

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TEMA 5

Pessoa, Antología poética (Ángel Crespo)

1. La poesía del último tercio del siglo XIX

1.1. Principales tendencias poéticasA finales del siglo XIX surgió lo que podría denominarse literatura moderna, es decir, un

cambio radical en los planteamientos estéticos que habían servido de guía para la literatura de los siglos anteriores. Esto supone que se experimente por caminos no transitados hasta el momento y que se propongan nuevas formas de expresión artística. Como iniciadores de la modernidad señalamos, sin duda, a Baudelaire en Europa con la publicación de Las flores del mal y al norteamericano Walt Whitman con Hojas de hierba.

A la hora de analizar este periodo literario, surgen muchas dificultades porque hay varias corrientes muy diversas que coinciden en el tiempo. En el último tercio del siglo XIX surgen una serie de tendencias que comparten unas características comunes:

Oposición al sentimentalismo romántico. Rechazo de la sociedad burguesa. Afán de rebeldía individual y social. Concepción no utilitaria del arte y de la literatura: se busca la belleza en sí misma,

frente a la llamada poesía útil, comprometida con una causa.Entre los principales movimientos literarios de esta época destacan el simbolismo, el

decadentismo y el parnasianismo y un grupo de grandes poetas de este período, en su mayoría franceses, cuya nueva sensibilidad supuso toda una renovación para la poesía occidental.

1.1.1 SimbolismoEl simbolismo es un movimiento poético nacido en Francia a finales del siglo XIX como

reacción a la estética precedente. La modernidad de los poetas simbolistas consiste en el modo en que buscan nuevas formas de conocimiento a través de la intuición. Por ello se le da especial importancia a las imágenes, para llegar a las sensaciones a través de ellas.

En este sentido, es entiende el empleo de símbolo, o técnica de aludir realidades complejas (la muerte, la soledad, el tiempo) mediante evocaciones de objetos, ideas o sensaciones. El simbolismo se vincula con el ocultismo y el misterio, por lo que el poeta busca la intuición y la revelación.

Entre los autores destacan: Verlaine, Rimbaud, Baudelaire y Mallarmé.1.1.2 Decadentismo

El término tiene su origen en un verso de Verlaine: «yo soy el imperio al fin de la decadencia». Es una corriente poética que surge del simbolismo, pero se caracteriza por el refinamiento y la melancolía. Autores: los italianos D´Annunzio, Pascoli; el inglés Oscar Wilde, etc.

Se busca la evasión de la realidad a través de exotismo, los lugares y tiempos remotos. En sus obras dejan sentir admiración por la fase de decadencia de las antiguas culturas, como Alejandría. El clima decadentista influyó en diferentes aspectos del arte y la literatura.

1.1.3 ParnasianismoEsta corriente evoluciona a partir del Romanticismo más tardío, al que reprocha sus

excesos. Por otra parte, también se opone al Realismo y al Naturalismo por no entender su manera tan cruda de exponer la realidad. Frente a esto, se propone la preocupación por la forma y el arte por el arte. Los parnasianos toman el nombre de la publicación Le páranse contemporaine, que hacía alusión al Parnaso, morada de las musas. El parnasianismo ejerció su influencia en algunos aspectos del Modernismo.

2. La poesía del siglo XXVarias son las dificultades con las que nos enfrentamos a la hora de abordar este complejo

siglo. Por un lado, la multiplicidad de corrientes estéticas y de pensamiento que coexisten en él que se superponen a vertiginosa velocidad y a las que es difícil adscribir ciertos autores que, por lo demás, evolucionan a lo largo de sus vidas. Por otro lado, tampoco parece fácil catalogar ciertas obras, pues la división genérica se hace cada vez más confusa. Destacan: Yeats, Eliot, Rilke, Kavafis, Pessoa, etc.

El verdadero mérito de Pessoa consiste en haber introducido en Portugal las diferentes corrientes literarias del momento: el Modernismo y las vanguardias.

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2.1. Las vanguardiasEn Europa el siglo XX comienza con el enfrentamiento bélico entre las grandes potencias

europeas. La crisis bélica de 1914-18 no solo supone un resquebrajamiento de las estructuras políticas de ciertos países, sino también la reformulación del conjunto de valores de las sociedades occidentales, valores entre los que también se incluyen, como no podía ser de otro modo, los aspectos estéticos que reflejan el desencanto con unas circunstancias violentas donde reina la inseguridad en el futuro, la desesperación y el dolor provocados por la guerra, la desilusión y la desesperanza. Las vanguardias afectan a todos los géneros literarios, pero sin duda alguna serán más ricas y profundas en el ámbito de la poesía.

La aparición de los movimientos de vanguardia se produce en el período de entreguerras europeo, es decir, en el espacio de tiempo comprendido entre las dos Guerras Mundiales. El propio término vanguardia, de origen francés, está muy relacionado con la táctica militar y define una actitud de riesgo, de exploración e innovación.

En torno a 1914 se empiezan a observar toda una serie de actitudes que desde finales el XIX se caracterizan por su inconformismo y deseo de renovación. Los artistas acusan a Europa y a su civilización excesivamente práctica de haber creado la barbarie de la guerra y no confían en la sociedad establecida. Occidente y el arte anterior a estos movimientos se consideran un fracaso. Por eso proponen extirpar todo lo anterior y volver, o bien a lo más primitivo del hombre, o bien a su deshumanización.

Los movimientos de vanguardias evolucionan a lo largo de los años: desde la vanguardia alegre y confiada de los llamados «felices veinte», en los que predomina el humor y el juego, hasta las vanguardias de los años treinta, en que el tono se vuelve más angustiado y comprometido con la lucha social.

Suele designarse con el nombre de ismos a los movimientos artísticos de carácter experimental que se desarrollaron y sucedieron con rapidez durante las primeras décadas del siglo XX, la mayoría de los cuales abarcaron diversas manifestaciones artísticas: pintura, escultura, cine, etc.

En la mayoría de los movimientos vanguardistas son fundamentales los textos programáticos, en los que se exponen los principios que han de guiar la creación artística. De hecho, muchos de los ismos no tienen más expresión que el manifiesto con que se dan a conocer. Entre ellos destacan los siguientes: futurismo, cubismo, dadaísmo, expresionismo y surrealismo.

2.1.1. Futurismo: nace en 1909, fecha en la el escritor italiano Marinetti publica su Manifiesto del Futurismo frente a la tradición (el arte debía renegar del pasado y mirar hacia el futuro, de ahí se nombre): antirromántico, exalta la civilización mecánica y las conquistas de la técnica. La literatura elige nuevos temas: las máquinas, la energía eléctrica, el avión, etc. El Futurismo italiano, exaltador de la acción, de la guerra, de lo nacional, desembocó en el Fascismo.

CaracterísticasAbandono de las viejas fórmulas y del sentimiento romántico.El arte es libre y anárquico, capaz de expresar el dinamismo de la sociedad industrial.Predominio en sus temas de lo urbano, la mecánica, la técnica y la velocidad.Exaltación de la máquina como elemento de progreso y belleza.El cuanto al lenguaje, desaparición de lo accesorio, prescindiendo de adjetivos y adverbios, destruyendo la sintaxis y escribiendo sin puntuación, colocando al azar los sustantivos y usando los verbos en infinitivo.

2.1.2. Cubismo: nació como escuela pictórica hacia 1907, con Las señoritas de Avignon, de Picasso, pero el cubismo literario arranca en 1913, con Guillaume Apollinaire y a otros poetas franceses. En pintura suponía la descomposición de la realidad en líneas geométricas, en virtud de una captación intelectual, no sensorial, de los objetos. En literatura se busca deshacer la realidad, para recomponerla libremente, mezclando conceptos, imágenes, frases al azar, etc. A ellos se unen especiales disposiciones tipográficas de los versos, formando “imágenes visuales”, como los Caligramas (1918), de Apollinaire, poemas sobre que son al mismo tiempo un dibujo.

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2.1.3. Dadaísmo: nació en medio del desencanto y la angustia que provocó la primera guerra mundial. En 1916 un grupo de exiliados en Suiza, encabezados por Tristán Tzara y Breton, crearon este nuevo ismo. El nombre fue elegido al azar, abriendo un diccionario con un cuchillo, es el de un balbuceo infantil: da-dá. Dadá no se propuso negar sólo el arte anterior, sino el arte en absoluto. Y junto a él la historia, la ética, los valores, no sólo los admitidos, sino todos los valores. Es una rebeldía pura: contra la lógica, contra las convenciones estéticas o sociales, contra el sentido común, resultado de la violenta repulsa de una “racionalidad” que ha conducido al absurdo de la guerra.

CaracterísticasPretende la provocación, como rasgo principal.Busca la destrucción de los valores tradicionales (familia, trabajo, etc.).Decide hacer tabla rasa de todas las formas de arte y, por ello, aun en el convencimiento de la inutilidad de todo esfuerzo creador.Niega toda lógica y capacidad comunicativa, viéndose abocados al absurdo y al caos, lo que orienta el movimiento hacia la expresión de la irracionalidad.

2.1.4. Ultraísmo: el nombre indica la voluntad de ir “más allá”. El nacimiento del Ultraísmo se vincula al paso por Madrid del poeta chileno Vicente Huidobro en 1918. Venía de París, donde se había impregnado de los movimientos vanguardistas. Incluye los temas maquinistas y deportivos del Futurismo. En la forma, busca imágenes nuevas, metáforas de múltiples sugerencias. El principal promotor del Ultraísmo fue Guillermo de Torre, en el libro Hélices (1923).

CaracterísticasDisposición especial del verso, de manera que aluda al contenido y entre por los ojos.Gusto por la metáfora.Incorporación de temas no abordados antes, como el maquinismo.Condensación en el poema al suprimir frases de enlace.Huida de las formas métricas más tradicionales, como el soneto, abandono del epíteto y cambio del sustantivo por el infinitivo, como forma más dinámica.

2.1.5. Creacionismo: lo inició en París el poeta chileno Vicente Huidobro. Su objetivo es hacer un arte que no imite ni traduzca la realidad, de nuevo el alejamiento de la realidad que lleva a la abstracción. El poeta creacionista recurre a la imagen múltiple, a la asociación ilógica que rompe el cerco de lo verosímil y esperable. Pretenden crear un poema dando una vida nueva e independiente a los motivos temáticos. Entre sus seguidores españoles está Gerardo Diego.

2.1.6. Expresionismo: se inicia en 1905, pero sus grandes logros se producen a lo largo de todo el siglo XX. Sus primeras manifestaciones se dan en la pintura. Tiene raíces nórdicas, pero tuvo una gran importancia en Alemania, Austria, Francia y España. El autor expresionista, angustiado por anhelos metafísicos y por la deshumanización del mundo, aplica en su obra una técnica que deforma, retuerce y reduce a caricatura la realidad, hasta lograr poner en evidencia la hipocresía y crueldad de esta. Por otra parte, y a la vez, el artista aspira a indagar en sus propios sentimientos, a expresar su sentir profundo. Busca expresar la verdad subjetiva de los sentimientos hasta convertir la obra del escritor en el reflejo de su propia pasión íntima. En literatura, se manifiesta en los diversos géneros y en autores tan importantes como Kafka, Brecht, Joyce y Beckett. La producción de Kafka está muy orientada a la expresión de sus conflictos internos: la relación con un padre fuerte y exigente, los conflictos amorosos, la sensación de

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absurdo y caos en los trabajos burocráticos, el sentimiento de culpa y de vacío, y la desorientación general en un mundo al que no se le ve el sentido.

CaracterísticasTendencia a la deformación y a la estilización de las figuras humanas y los paisajes.Afán de presentar personas en crisis psicológicas o ideológicas.Gusto por lo negativo, oscuro, feo, catastrófico e, incluso, caótico.El Expresionismo es heredero del Romanticismo y del Simbolismo.

2.1.7. Surrealismo: es un cambio radical en la concepción del papel del arte y del trabajo del artista. La palabra Surrealismo se debe a Apollinaire, aunque serán Breton y sus compañeros quienes le den su significado definitivo. Su traducción exacta sería Superrealismo o Sobrerrealismo. El prefijo francés sur- significa “sobre” o “súper” y no tiene nada que ver con el prefijo sub-. Pretende ser una revolución integral con el lema de “transformar la vida”. Defiende una liberación total del hombre: liberación de los impulsos reprimidos en el subconsciente (según Freud) por una razón sumisa a las convenciones morales y sociales. O liberación de la esclavitud que (según Marx) impone al hombre la sociedad burguesa. Para los surrealistas, lo que llamamos vida no es sino la cara más gris de la realidad; hay que conquistar una verdadera vida, acceder a una realidad más alta, una super-realidad que está como amordazada en lo más hondo de las conciencias. Todo esto equivale a liberar el poder creador del hombre, tarea en que la poesía ocupa un lugar privilegiado, como instrumento apropiado para iluminar la vida auténtica. El Surrealismo quiere construir un nuevo lenguaje que se nutra de las imágenes del subconsciente. La forma de extraer ese mundo interior es la escritura automática cuyo resultado es un flujo informe de imágenes similar al que se puede obtener en una sesión de psicoanálisis. Los Surrealistas se proponen abrir los portones del subconsciente para dejar paso a todo cuanto puede perturbar, inquietar o aterrar al hombre instalado cómodamente en la sociedad. De ahí la predilección de los surrealistas por las imágenes espeluznantes, las mutilaciones, las agresiones diversas, la deshumanización del sujeto reducido a objeto, simbolizado con frecuencia en maniquíes, figuras de cera, muñecos destrozados. Se produce una liberación del lenguaje con respecto a los límites de la expresión lógica. Se entremezclan objetos, conceptos y sentimientos que la razón mantiene separados; aparecen asociaciones libres e inesperadas de palabras, metáforas insólitas, imágenes oníricas y hasta delirantes. El lenguaje no se dirige a nuestra razón, sino que –por debajo de ella- quiere despertar en nosotros reacciones también inconscientes. Ante un poema de este tipo, el lector no “comprende” (racionalmente), pero puede recibir fuertes impactos que modifican su estado de ánimo y suscitan en él oscuras emociones. La vía de entrada y el nido en que creció el Surrealismo español fue la Residencia de Estudiantes, donde coincidieron Dalí, Buñuel, García Lorca, etc. El Surrealismo apareció en España como una virulenta reacción contra la poesía pura de estirpe juanramoniana.

CaracterísticasEscritura automática, (muestra del automatismo psíquico), como medio de expresar el funcionamiento real del pensamiento y escribir así sin la intervención de la razón.La escritura automática deja aflorar el subconsciente y aparece otra realidad, la superrealidad (el superrealismo).Se aspira a una total renovación del espíritu, que debe verse libre de ataduras de religión, de razón y de convencionalismos sociales.Se muestra ajeno a toda preocupación estética y moral.Esas complejas realidades y grandes problemas aparecen en forma de imágenes oníricas y visionarias, que muestran inesperadas asociaciones entre las ideas y, por ello, entre las palabras.

La Segunda Guerra Mundial pone fin de manera violenta a los movimientos vanguardistas, el Surrealismo volverá a retomarse más adelante pero la segunda mitad del siglo verá cómo languidece lentamente.

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3. PESSOA Y LAS VANGUARDIAS POÉTICAS.Las hondas transformaciones vividas por la conciencia intelectual y artística de fines del

siglo XIX y comienzos del XX, enmarcan y hacen comprensibles aventuras poéticas individuales como la de Pessoa, que expresan una doble crisis: la quiebra de los valores religiosos, morales y estéticos tradicionales (crisis cuyas raíces pueden ser remontadas al siglo XVII), y la crisis más próxima del racionalismo.

Todas estas tendencias, contradictorias entre sí, se hallan presentes en el complejo panorama de las vanguardias. Abarca:

En un extremo, la herencia romántica y simbolista que engendra ironía, pesimismo. En el origen de todo está el francés Baudelaire.

En el otro extremo estaría, penetrada asimismo por el espíritu romántico, el Futurismo, una literatura que expresa el vértigo de una nueva época, signada por el movimiento y la invención, la máquina, el cine, el automóvil.

FERNANDO PESSOA (1888-1935)BiografíaFernando António Nogueira Pessoa, Fernando Pessoa (1888-1935), es

la figura más representativa de la poesía portuguesa del siglo XX.Poeta, ensayista y traductor. Sus primeros años transcurrieron en Ciudad

del Cabo mientras su padrastro ocupaba el consulado de Portugal en Sudáfrica (Durban). La lengua inglesa tuvo importancia en su vida, pues Pessoa traducía, trabajaba y pensaba en ese idioma y sus primeros escritos están en inglés. A los diecisiete años viajó a Lisboa, donde después de interrumpir estudios de Letras

alternó el trabajo de oficinista con su interés por la actividad literaria.Pessoa es típico representante de esa conciencia en crisis; pertenece, además, a un país

latino (Portugal), fuertemente tradicional, y casi excéntrico a Europa, que fue imperio hasta 1910, realizando en ese año su revolución liberal, que implanta un estado republicano. Esas contradicciones político-culturales se suman a las de la vida personal de Fernando Pessoa. Aquello que la sensibilidad corriente asimila sin complejos, suele generar conflictos profundos en la sensibilidad exacerbada de un artista. Conflictos, diferencias, alteraciones, marcan la génesis vital de una obra singular, pero a la vez muy representativa de su tiempo.

Los poetas de la vanguardia -tal es su cuota innovadora- se hacen cargo de las nuevas conquistas de la ciencia, las nuevas filosofías y corrientes de sensibilidad que, a partir del 1900, cuestionan agudamente los sistemas racionales y progresistas del pensamiento decimonónico. Reactivan aproximaciones ya anunciadas entre poesía y ciencia; ensayan la inserción del pensamiento poético como filosofía de un tiempo nuevo; ponen en cuestión dogmas y mitos que en ciertos casos se atreverán a reconstruir desde otro nivel.

Viven intensas y desgarradas aventuras de conciencia que dan lugar a nuevos modos de expresión, a nuevas técnicas. Curiosamente el nombre de Pessoa prefigura su mayor aportación vanguardista: los heterónimos.

Pessoa es persona en portugués, es decir máscara, personaje. Con humor y cierta cuota de desequilibrio que puede haber rozado lo patológico, el poeta construyó máscaras de sí mismo que hoy atraen la atención en mayor medida que su propia creación. (Pero recordemos que, como bien lo supo Platón, ningún poeta es del todo equilibrado en el sentido vulgar de la expresión). Dice el crítico y poeta Octavio Paz: «El tema de la enajenación y de la búsqueda de sí, en el bosque encantado (Alberto Caeiro) o en la ciudad abstracta (Alvaro de Campos) es algo más que un tema: es la sustancia de su obra. En esos años se busca; no tardará en inventarse».

El poeta es un hombre vacío que, en su desamparo, crea un mundo para descubrir su verdadera identidad. Toda la obra de Pessoa es búsqueda de la identidad perdida.

Pessoa, en grado más agudo, decide rotar sus heterónimos en una arriesgada experimentación. El propio Pessoa se definió como un histérico neurasténico, con propensión a la dramatización y a la abulia depresiva.

En numerosos escritos, el propio Pessoa da nombre a muchas de sus experimentaciones. Una de las más persistentes es el “sensacionismo” o captación directa de la realidad a través de las sensaciones, de manera natural. El poeta que mejor representa esta estética es Alberto Caeiro.

Pero el heterónimo más rabiosamente vanguardista es Alvaro de Campos, que transforma la nostalgia del comienzo (Caeiro) en una fascinación de estirpe futurista por la máquina, los objetos.

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En muchos poemas, Alvaro de Campos desborda románticamente en un estilo acumulativo, exclamativo y anafórico cuyo rasgo más moderno es la mención directa de los objetos.

En Tabaquería aparece la visión del poco peso del hombre frente al peso bruto de la vida social. El poeta no es un «pequeño Dios» sino un ser caído. Los poemas de Alvaro de Campos recuerdan a Whitman (por su aire bíblico arrebatado) y a Marinetti (el padre del futurismo italiano).

Alberto Caeiro y Alvaro de Campos son dos polos de una experiencia al límite; el primero vive en el presente intemporal de los niños y los animales; el futurista Campos en el instante. Para el primero, su aldea es el centro del mundo; el otro, cosmopolita, no tiene centro, desterrado en ese ningún lado que es todas partes. Sin embargo, se parecen: los dos cultivan el verso libre; los dos atropellan el portugués; los dos no eluden los prosaísmos. No creen sino en lo que tocan, son pesimistas, aman la realidad concreta, no aman a sus semejantes, desprecian a las ideas y viven fuera de la historia, uno en la plenitud del ser, otro en su más extrema privación. Caeiro, el poeta inocente, es lo que no podía ser Pessoa; Campos, el dandy vagabundo, es lo que hubiera podido ser y no fue. Son las imposibles posibilidades vitales de Pessoa.

ConclusiónLeer a Pessoa es estar frente a la obra más inquietante de cuantas fueron escritas en el

siglo XX, es el poeta, son los poetas y narradores, que fijaron la conciencia moderna en un mundo estremecido por la tecnología y la soledad en la multitud, ellos echaron abajo el edificio crítico del pensamiento romántico, para ingresar en un mundo donde los antiguos valores fueron discutidos a la luz de un nuevo orden político, económico y espiritual, y donde la religión ocupó un lugar marginal en la historia. Pessoa y sus autores, son ellos solos, una generación que pone en entredicho una escala de valores ya obsoleta, abre nuevas posibilidades en el ejercicio del pensamiento crítico y ensaya una manera nueva de enfrentar el hecho estético.

4. PESSOA, EL ORTÓNIMO Y SUS HETERÓNIMOS.El propio Pessoa declaró: «Tuve siempre, desde niño, la necesidad de incrementar el

mundo con personalidades ficticias, sueños míos rigurosamente construidos, contemplados con claridad fotográfica, comprendidos por dentro de sus almas. No tenía yo más que cinco años, y, niño solitario y no deseando estar sino así, ya me acompañaban algunas figuras de mi sueño –un capitán Thibeaut, un Chevalier de Pas–.»

Ortónimo es el nombre propio del escritor que crea heterónimos (personajes ficticios cada uno con su propia individualidad definida de los cuales se valen ciertos autores para crear su obra literaria). Fernando Pessoa es el ortónimo. El propio Pessoa explica que los otros nombres no son seudónimos, no son nombres falsos, sino auténticos personajes fuera de la vida del autor, es decir heterónimos.

Un pseudónimo es un nombre ficticio que usa un autor para firmar una obra escrita por él mismo. Un autor homónimo es aquel que tiene el mismo nombre que otro autor, pero no es éste. Sin embargo un heterónimo se diferencia claramente de éstos. Pessoa es una persona muy particular, que desde su infancia había experimentado y logrado una multiplicidad del yo. Él mismo no era tan sólo él, sino que vivía de distintas maneras de acuerdo a quién era. Podría atribuirse a esto una esquizofrenia o personalidad múltiple. Cada nombre, cada personalidad, era una vida completamente distinta, cada uno con su biografía, sus enfoques temáticos, y sus formas de escritura particulares. Es de esta manera que Pessoa, deja de ser un yo único, para ser una especie de recipiente de diferentes vidas, personas, y personalidades. Y a aquel creador de heterónimos, para diferenciarlo de éstos y reconocerlo como creador se le llama ortónimo. Pessoa tiene curiosidad por sí mismo, su propio nombre no es su interés principal. Su vida ha tenido siempre un horror a los pensamientos definidos. Por eso sus escritos permanecieron siempre inacabados. Heterónimos ha creado muchos, unos 77, aunque hay personas que afirman que en realidad fueron un total de 127. Algunos fueron efímeros, algunos hombres y otras mujeres. Pero los más característicos han sido Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos.

A través de los heterónimos Pessoa encauzó una profunda reflexión sobre la relación entre verdad, existencia e identidad. Este último factor tiene una gran importancia en la famosa naturaleza misteriosa del poeta: «Con una falta tal de gente con la que coexistir, como hay hoy, ¿qué puede un hombre de sensibilidad hacer, sino inventar sus amigos, o cuando menos, sus compañeros de espíritu?

Se trata de sistemas de coherencia bien diferenciados, no de meros portavoces del autor (como ocurre con Abel Martín y Mairena, de Machado, cuyas frases son las de éste). Pessoa se

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preocupó de dotar a estos personajes, desde su nacimiento, de todas las circunstancias que constituyen un personaje literario. La figura física de cada uno de los heterónimos no coincide. Campos se impone con su estilo de hombre vestido a la moda inglesa, con su monóculo, y detrás de él se esconde uno de los mundos más complejos de la poesía europea del siglo XX. Cada uno de ellos tiene una biografía esquemática, una fecha de nacimiento, una profesión, un puesto en la sociedad, lo que no tenía el propio Pessoa. Incluso tienen sus propios horóscopos que trazó Pessoa y que responden a la personalidad de cada uno y al tipo de poesía que escriben. Son como seres vivos nacidos de su interior y que se le impusieron. Los heterónimos son personajes de la misma naturaleza que los literarios. Pessoa echó mano de ellos para decir cosas contradictorias y múltiples a las que tenía que dar un cauce.

4.1. Alberto CaeiroCaeiro nació en Lisboa, Portugal, en abril de 1889. Fue un campesino, considerado el

maestro de los heterónimos, incluso por su ortónimo Pessoa. Residió gran parte de su vida en una quinta en Ribatejo, viviendo de una renta modesta, allí conoció a Álvaro de Campos. Su educación se limita a la instrucción primaria, lo cual concuerda con su naturalidad y simplicidad. Era rubio de ojos azules, estatura media, un poco más bajo que Ricardo Reis, y aunque no lo aparentara era realmente frágil. Su descripción es muy diferente a la de otros heterónimos. Falleció de tuberculosis en 1915. Es conocido también como poeta-filósofo, aunque rechazaba ese título y pregonaba una “no-filosofía”. Creía y afirmaba que los seres simplemente son y nada más, irritado por la metafísica y los simbolismos de la vida. Un hombre considerablemente humilde y seguro de sus ideas. Poseía un lenguaje estético directo, concreto y simple, pero bastante complejo desde el punto de vista reflexivo, y clara espontaneidad expresiva. Es un ser manifiestamente apologista de la simplicidad, serenidad y nitidez de las cosas, dotado de una naturaleza positivo-materialista y que rechaza doctrinas y filosofías. Un 8 de marzo escribe de corrido más de 30 poemas conocidos como El guardador de rebaños. La obra de Caeiro representa una reconstrucción integral del paganismo en su esencia absoluta .Se presenta como poeta de las sensaciones; su poesía sensacionista se asienta en la sustitución del pensamiento por la sensación. Es el poeta de la naturaleza y la actitud antimística. Es el poeta del objetivismo absoluto, del sentido íntimo de las cosas. Su ideario se resume en el verso: «Hay suficiente metafísica en no pensar nada».

4.2. Ricardo ReisMédico de profesión, monárquico —circunstancia que lo llevó a vivir emigrado algunos

años en Brasil—, educado en un colegio de jesuitas, recibió una formación clásica y latinista y con principios conservadores. Domina la forma de los poetas latinos y proclama la disciplina en la construcción poética. Ricardo Reis está marcado por una inmensa serenidad en la aceptación de la relatividad de todas las cosas. Es moreno, de estatura media, un poco más alto que Caeiro, camina algo curvado y tiene apariencia de judío portugués. Es adepto del sensacionismo que hereda del maestro Caeiro, pero al aproximarlo al neoclasicismo lo manifiesta en un plano distinto. Fernando Pessoa dice “Caeiro tiene una disciplina: las cosas tienen que ser sentidas tal como son. Ricardo Reis tiene otra disciplina diferente: las cosas deben ser sentidas, no sólo como son, también de modo que se integren en un cierto ideal de medida y reglas clásicas.” Busca su forma de expresión en los poetas latinos y afirma que debe de haber, en el más pequeño poema de un poeta, cualquier cosa donde se note que existió Homero.

En el año 1917, publicó, como número único de Portugal Futurista, su célebre Ultimatum, un escrito nervioso, iconoclasta, irreverente, lleno de diatribas contra los principales escritores europeos del momento. El Ultimatum niega en redondo la literatura de que Europa se enorgullece. La cuestión es si se trata de una actitud de vanguardia, semejante a la de tantos jóvenes poetas de aquel principio de siglo ensangrentado por la Gran Guerra.

José Saramago, en El año de la muerte de Ricardo Reis continúa, en una perspectiva personal, el universo de este heterónimo. Saramago hace reencontrarse a Fernando Pessoa, ya muerto, con su heterónimo, que sobrevive a su creador.

4.3. Álvaro de CamposIngeniero, nacido en Tavira en 1890. Estudió en Escocia y se formó en Glasgow en

ingeniería naval. Homosexual de educación inglesa y origen portugués, pero siempre con la sensación de ser un extranjero en cualquier parte del mundo. Fue a Oriente y navegando por el Canal de Suez, escribió el poema Opiário. Su desilusión lo llevó a regresar a Portugal, donde conoció al maestro Caeiro. “Lo que el maestro Caeiro me enseñó fue a tener claridad, equilibrio, organismo en el delirio y en la locura y también me enseñó a procurar no tener filosofía ninguna,

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pero con alma”. Se aleja del objetivismo de su maestro al aproximarse a movimientos modernistas, tales como el sensacionismo y el futurismo. Percibe las sensaciones distanciándose del objeto y centrándose en el sujeto. Un subjetivismo que acabará por encaminarse en la conciencia del absurdo, la experiencia del tedio, la desilusión, y la fatiga. Álvaro de Campos experimentará la civilización y admirará la energía y la fuerza, transportándolas al dominio de su creación poética. Es el poeta modernista que escribe las sensaciones de la energía y del movimiento, así como las sensaciones de sentir todo de todas las maneras.

Pessoa sostuvo siempre que sus heterónimos debían ser leídos como poetas independientes de él, si bien íntimamente relacionados entre sí, puesto que tanto Reis como Campos ¡y el mismo Pessoa! eran discípulos de Alberto Caeiro: Pessoa no podía pretender que creyésemos en la realidad biológica, sino en la poética de sus heterónimos, lo que, en cierto modo, equivalía a afirmar que él, en cuanto autor, en cuanto demiurgo, o en cuanto médium, era el equivalente de, por lo menos, cuatro poetas diferentes, tan autónomos y dueños de sus recursos que eran capaces de influirse entre sí, polemizar en ocasiones y de evolucionar de manera perfectamente coherente. Mi libro escribo al pie de la congoja.

Pessoa sólo publicó en vida un libro, Mensaje (1934). Es un libro en clave de un cierto hipernacionalismo portugués. Es recurrente su deseo de una huida o fuga hacia territorios de inimaginables posesiones en las que, presumiblemente, la vida dejaría de doler. Pero más interesante es la obra de los dos heterónimos.

Caeiro y Campos tienen perspectivas vitales y estilos distintos, pero ambos quieren guiar su vida por el mandamiento del sentir antes que por cualquier otro. Sentir, no pensar, dejar que la vida sea una totalidad que se afirme desde su inmediatez sensitiva sin ninguna clase de intermediarios, y, sobre todo, sin el propio yo que como conciencia reflexiva e inquisitiva se entremete distorsionadoramente entre las cosas del mundo y los sentidos que las perciben. Pero una diferencia les separa radicalmente: Caeiro –que teme al pensamiento como a una enfermedad- dedica todo su empeño a demostrar que la naturaleza que nos rodea es en sí misma suficiente porque se limita a ser sin más, y se desconoce a sí misma, y en ese desconocimiento está toda su fuerza a la que el propio Caeiro pretende incorporarse convirtiéndose en una cosa más entre las cosas. Esa existencia no reflexiva, que ignora la conciencia y las preguntas inútiles, es una forma de felicidad a la que aspira el sencillo y complejo Caeiro y que logra expresar más de una vez. Es decir, Caeiro no conoce los tormentos de los desdoblamientos, goza de un yo estable y aspira a ser como la luz del sol que "no sabe lo que hace / y por eso no se equivoca y es común y es buena".

Pero Álvaro de Campos es un atormentado constantemente enfermo de la enfermedad inquietante de no ser, un yo constantemente desintegrado e infeliz. No hay lugar que apacigüe las ansias constantes de Álvaro de Campos y su infelicidad es no poder estar donde quisiera estar, aunque tampoco sabría él mismo definir muy bien en qué sitio quisiera estar, quizá únicamente en un lugar de legendaria infancia, tal vez alguna vez feliz. Todo es destierro y ansia de partir, sea como sea, para emprender un viaje a ninguna parte, a una lejanía que se hace abstracta inconcreción, lugar o destino inapresable, la lejanía de las lejanías. Todo es deseo de no existir, de un cansancio o tedio infinito y todo es enfermedad: la enfermedad del mismo Pessoa, la incapacidad de sentir la realidad sin interponer obligadamente el pensamiento mediador que con sus distorsiones enloquece la vida.

Otro heterónimo de Pessoa es el barón de Teive: pertenecía a la nobleza portuguesa. Hijo único, tuvo una infancia solitaria, fue buen estudiante y estuvo profundamente ligado a su madre, que falleció cuando el barón ya era un hombre. Teive lleva una vida sin complicaciones, pero tiene dificultades para relacionarse con los demás, y esa timidez le provoca igualmente contratiempos con las mujeres. El barón, como todos los heterónimos de Pessoa, es célibe. Pero, para Teive, a diferencia del resto, este asunto es un problema que lo amarga: "Las muchachas que no seduje, lo han sido por otros". Teive abdica del amor como de un problema insoluble. Antinostálgico, agnóstico, al barón de Teive le amputarán su pierna izquierda poco antes de suicidarse el 11 de junio de 1920. Muere a causa de la lucidez que el orgullo le provoca, cuando encuentra "la claridad del alma en el sentimiento, y la del entendimiento en el comprender qué me da la fuerza de la palabra". Esta mutilación de la carne, realizada sin anestesia general, era todo un símbolo de su padecer interior.

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5. PESSOA EN LA MÚSICA El cantante brasileño Caetano Veloso compuso una canción llamada "Língua" en la

que existe un fragmento inspirado en un artículo de Fernando llamado "Mi patria es la lengua portuguesa". El fragmento dice: La lengua es mi Patria / Y no tengo patria, tengo matria / Yo quiero fratria.9 El compositor Tom Jobim transformó el poema El Tajo es más bello que el río que corre por mi aldea en música. La cantante Dulce Pontes musicalizó el poema El Infante, El grupo lusitano de Goth Metal Moonspell, musicalizó el poema Opio. También el grupo Secos e Molhados puso música al poema "No, no digas nada".10 Y la cantautora Liliana Felipe adaptó y musicalizó "Tabaquería".

6. PESSOA Y EL CÓMIC En el cómic La Residencia de los Dioses de Astérix y Obélix hay un esclavo de

origen lusitano que recita poesía como homenaje a Pessoa. Laura Pérez Vernetti, dibujante de cómics e ilustradora, que ha adaptado al cómic

relatos de Kafka y Maupassant, entre otros, ha publicado la novela gráfica Pessoa & Cia.(Luces de Gálibo, Gorbs Ed.).

Vernetti, una de las grandes del cómic, mezcla poesía y cómic para analizar las personalidades de Pessoa.

http://blog.educastur.es/lunpau/poetas/fernando-pessoa/paulo-autran-interpreta-a-pessoa/

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7. PESSOA EN EL CINEEn dos películas se aborda la presencia fantasmal de Fernando Pessoa.

7.1. Wim Wenders. Alemania.En su Historia de Lisboa (road movie) de 1994, Wim Wenders, a medio camino entre la

ficción y el documental, cuenta la historia de un director de cine que llama a su sonidista para que lo ayude a realizar un filme en la capital de Portugal. Cuando el sonidista llega a la ciudad, el director ha desaparecido dejando tan sólo secuencias inconexas. En cierta forma el director desaparecido es como Pessoa: sólo quedan sus imágenes para comprobar su existencia. Decidido a continuar el trabajo del director, el sonidista se dedica, a lo largo del filme, a registrar los sonidos de la ciudad. Al mismo tiempo que va grabando el sonido, el protagonista asiste a un concierto de Madredeus y a lo largo del filme también pueden escucharse fragmentos de la poesía de Pessoa hasta que, en algún momento, aparece en un tranvía un hombre de sombrero, con un pequeño bigote y de gafas redondas que no es otro que el fantasma de Pessoa que deambula por la ciudad como su emblema.

7.2. Alain Tanner. SuizaEl cineasta suizo Alain Tanner, por su parte, realizó, en 1998, el filme Réquiem, adaptación

cinematográfica de la novela homónima de Antonio Tabucchi, una de las máximas autoridades en la obra del poeta portugués. En cierta forma, como en el caso de Wenders, Tanner continúa el camino abierto en su espléndido filme En la ciudad blanca de 1983, protagonizado por Bruno Ganz, un hermoso homenaje a la ciudad de Pessoa. La película cuenta la historia de un escritor que acude a una cita en Lisboa. Quien lo ha llamado es nada menos que el fantasma de Pessoa, que le ha pedido encontrarse con él al mediodía. Convencido de que los fantasmas sólo aparecen a la medianoche, el protagonista se dedica a deambular por las calles de Lisboa en busca del fantasma de Pessoa acudiendo a los diversos cafés y lugares por los que vagaba el poeta. En su vagabundeo, y mientras llega la medianoche, el escritor se encuentra con diversos amigos que ya han muerto hace tiempo. A medio camino entre lo fantástico y lo real, el filme se sitúa en esa frontera indefinible que separa a los vivos de los muertos, logrando, como el filme de Wenders, un ejemplo de lo que Pier Paolo Pasolini llamara cine de poesía.

Tanto Wenders como Tanner exploran la naturaleza huidiza de la identidad, la melancolía, el presentimiento, lo fantasmal, la memoria, enmarcados en la esplendorosa capital de Portugal, una ciudad que invita a la contemplación.

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