Tema 3 Revoluciones Burguesas y Nuevas Naciones.

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TEMA 3 REVOLUCIONES BURGUESAS Y NUEVAS NACIONES 1. LA EUROPA DE LA RESTAURACIÓN. 2. LA REVOLUCIÓN DE 1848. 3. NACIONES Y NACIONALISMO.

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TEMA 3 REVOLUCIONES BURGUESAS Y NUEVAS NACIONES

1. LA EUROPA DE LA RESTAURACIÓN.

2. LA REVOLUCIÓN DE 1848.

3. NACIONES Y NACIONALISMO.

1. La Europa de la Restauración

Tras la derrota de Napoleón, las grandes potencias europeas, dirigidas por las tradicionales dinastías del Antiguo Régimen, intentaron una vuelta a la situación anterior. Para ello, sus representantes se reunieron en Viena entre 1814 y 1815, en el llamado Congreso de Viena, donde se aprobaron 2 tipos de resoluciones; un nuevo mapa de Europa y sobre todo, un sistema político-ideológico, la Santa Alianza.

1.1 Hacia una restauración moderada.

Tras derrotar a Napoleón en Waterloo, las potencias europeas, se dispusieron a reorganizar el mapa de Europa, cuyos fundamentos políticos y sociales habían sido transformados por el emperador francés.

Los objetivos principales eran asentar un orden estable, inspirado en el Antiguo Régimen y evitar la vuelta de la revolución.

La liberación de las cargas feudales a los campesinos y la igualdad jurídica de los ciudadanos se mantuvieron en los países en los que se había establecido con más fuerza.

Se tuvo cuidado especial en no aplicar medidas excesivamente humillantes a la vencida Francia, nación en la que la mayoría de la población era partidaria de la revolución y de Napoleón.

El nuevo monarca francés, Luis XVIII de Borbón, “otorgo” una constitución de carácter liberal moderado, respetó a la nueva nobleza (napoleónica), creada por el imperio, mantuvo el Código Civil napoleónico, y ni siquiera se atrevió a devolver los bienes de la Iglesia y de la antigua nobleza, que habían sido expropiados en el período revolucionario y ya estaban en otras manos.

1.2 El Congreso de Viena.

En 1815, en Viena , capital del imperio austríaco, los representantes de las principales monarquías europeas sentaron las bases territoriales y políticas de la restauración europea.

Se reunieron las naciones vencedoras: Austria, Prusia, Gran Bretaña y Rusia, a las que se sumó la nueva Francia; también asistieron España, Portugal y Suecia como aliados menores.

El imperio austríaco se aseguró una fuerte influencia en la península italiana, anexionándose el reino de Lombardía-Venecia en el norte y colocar a varios príncipes austríacos al frente de diversos ducados.

También se decidió el retorno de la familia de los Borbones al reino de las Dos Sicilias, en el sur de Italia y se confirmó la existencia de los Estados Pontificios en el centro de la península.

Rusia se expandió hacia el oeste, controlando Finlandia y Polonia; Prusia aumentó su territorio; Holanda, Bélgica y Luxemburgo formaron el reino de los Países Bajos y Suecia se anexiono Noruega.

En Alemania se estableció la Confederación Germánica que estaba compuesta por 41 estados diferentes (con Prusia entre ellos).

Austria y Prusia, junto a Rusia y Gran Bretaña (que se aseguró el control de los mares), fueron las naciones más beneficiadas por el Congreso de Viena.

1.3 El nuevo orden europeo. La Santa Alianza

El Congreso de Viena estableció también mecanismos para garantizar el nuevo orden político europeo. Las cuatro grandes potencias que habían derrotado a Napoleón (Austria Gran Bretaña, Rusia y Prusia), más la Francia restaurada, acordaron reunirse para tratar los asuntos internacionales. Se reunieron en los congresos de Aquisgrán (1818), Troppau (1820) y Verona (1822).

Por su parte, Rusia, Austria y Prusia llegaron a un acuerdo, bautizado como Santa Alianza, en el que comprometían a guiarse en su conducta política por principios que ellos consideraban propios de la religión cristiana.

En los distintos congresos, se alcanzó el derecho de sus miembros a intervenir en cualquier país en el que brotaran amenazas revolucionarias.

Este sistema de seguridad colectiva estaba concebido contra cualquier intento de reproducir la revolución que había sacudido a Europa. Fue denominado sistema Metternich, por ser obra de este primer ministro austríaco, quien organizó el Congreso de Viena.

1.4 Los movimientos revolucionarios de 1820.

En aquellos países en los que la Restauración pretendió ser total y absoluta, como fue el caso de la España gobernada por Fernando VII, la situación era más inestable y condujo rápidamente a estallidos revolucionarios.

La primera oleada revolucionaria tuvo lugar en el Mediterráneo: España - Nápoles (1820) y Grecia (1821).

El absolutismo de Fernando VII resultaba inviable en España: el país se encontraba arruinado, los caudales que llegaban de América se iban reduciendo y el retorno al Antiguo Régimen y sus privilegios fiscales dificultaba la obtención de nuevos recursos para el Estado.

En estas condiciones, las tropas que iban a embarcarse hacia la América insurrecta se sublevaron en Cádiz, al mando del coronel Riego en enero de 1820, obligando a Fernando VII a jurar la Constitución liberal del 19 de marzo de 1812, conocida como “La Pepa”.

El Congreso de Verona (1822) decretó la intervención en España, que se encargó a un cuerpo del ejército francés. Los llamados Cien mil hijos de San Luis entraron por la frontera francesa y acabaron con el Trienio Liberal (1820/1823), restableciendo a Fernando VII en el poder absoluto (Década Ominosa 1823/1833).

1.5 Las revoluciones de 1830.

La ola revolucionaria de 1830, de orientación liberal, fue mucho más intensa que la de 1820. Se extendió por Francia, Bélgica, Polonia, Italia y Alemania en demanda de mayor libertad política o de independencia nacional.

En Francia, la chispa del movimiento revolucionario se originó en París y se extendió por Europa, alarmando a Prusia y Austria.

El rey francés Carlos X, de la dinastía de los Borbones, se enfrentaba a un Parlamento de mayoría liberal moderada y dio un giro reaccionario a su política con medidas como la supresión de la libertad de prensa y la disolución de la recién elegida Cámara de Diputados. En 1830, el pueblo de París se precipitó a la calle y atrincherado en barricadas, consiguió derrotar al ejército real.

El monarca Carlos X tuvo que exiliarse y los diputados nombraron rey a Luis Felipe de Orleans, hijo del llamado “Felipe Igualdad”, príncipe que había votado a favor de la ejecución de Luis XVI, durante la revolución francesa.

En España, la muerte de Fernando VII (1833) abrió un período de transformaciones liberales y de guerra civil entre carlistas (partidarios de Carlos María Isidro, hermano de Fernando) y los liberales, que apoyaban a la hija de rey, Isabel II, que era todavía una niña (3 años).

2. La Revolución de 18482.1 La “Primavera de los pueblos”Las revoluciones que se produjeron en Europa durante 1848 se conocen como la “Primavera de los Pueblos”. Las esperanzas en los avances del liberalismo y las aspiraciones nacionales iban ganado influencia en la opinión pública. Por otra parte, el desarrollo de las primeras etapas de la industrialización en el continente incrementaba el malestar social.

Las causas que explican el movimiento son múltiples y comunes a las sociedades europeas; las dificultades económicas produjeron efectos similares en el conjunto de Europa.

Una enfermedad de la patata, alimento básico para la mayoría de la población, ocasionó catástrofes como la de Irlanda, que pasó de 8,5 mill. de hab. en 1845 a 6 mill. en 1850. Las cosechas de cereales de los años 1845-1847 fueron muy escasas, lo que produjo una inflación en el precio de los productos más necesarios.

La crisis se trasladó a la industria, porque la población tenía menos capacidad para comprar productos manufacturados. Esta crisis económica generalizada, no fue la única causa de la revolución, pero creó un malestar que reforzó la idea de que la sociedad estaba mal organizada y mal administrada, lo que añadía motivos para la insurrección y la acción revolucionaria.

2.2 La Revolución en Francia.

En 1848 fue derrocada la monarquía en Francia y se proclamó de nuevo una república. La monarquía que se había impuesto tras la revolución de 1830, encarnada en la figura de Luis Felipe de Orleans, era cada día más impopular.

Cuando el gobierno prohibió una reunión política organizada por los sectores más radicales, saltó la chispa que desencadenó las jornadas de los días 22, 23 y 24 de febrero de 1848. La escalada de la protesta se extendió y los enfrentamientos con el ejército en las barricadas callejeras, llego al asalto del Palacio real, provocando la abdicación y huida del rey.

Un gobierno provisional tomó el poder y se proclamó la Segunda República francesa, proclamando leyes que establecían el sufragio universal masculino, la libertad de prensa, la abolición de la pena de muerte y la supresión de la esclavitud en las colonias.

En diciembre de 1848 fue elegido por sufragio universal masculino, como presidente de la República, Luis Napoleón Bonaparte, sobrino del desaparecido y añorado emperador, que tras un auto-golpe de Estado, proclamó el Segundo Imperio francés y Luis Napoleón emperador de los franceses

con el nombre de Napoleón III.

2.4 Las consecuencias de las revoluciones de 1848.

Las revoluciones de 1848 terminaron con la misma rapidez con la habían comenzado. Aparentemente, los levantamientos parecían haber fracasado, pero se consiguieron algunos logos de importancia.

Se liquidó el feudalismo en aquellos países en los que seguía vigente, con la excepción de la Rusia zarista. La mayor parte de Europa había establecido regímenes parlamentarios con constituciones moderadas y sistemas electorales censitarios, que reservaban los derechos políticos a los propietarios, aunque en Francia se mantuvo el sufragio universal masculino.

Quienes resultaron derrotadas en 1848 fueron las fuentes sociales que trataban de llevar las transformaciones más allá de lo que era conveniente para las clases burguesas: eran los obreros, los artesanos, los trabajadores y las clases populares, que, a partir de aquel momento, participarían en los procesos de cambio social y político frente a la burguesía dominante y contra los propios estados liberales que ellos mismos habían contribuido a crear.

3. Naciones Y Nacionalismos.

3.1 Fundamentos ideológicos del nacionalismo.

La derrota de los movimientos revolucionarios de 1848 acabó con la democracia y los nacionalismo en muchos países, pero las aspiraciones que las habían provocado, siguieron manteniéndose en la política europea. El nacionalismo, el liberalismo y el socialismo fueron los grandes motores ideológicos y políticos del siglo XIX.

Podemos definir el nacionalismo como la doctrina y movimiento político cuyo fundamento se encuentra en la conciencia de formar una comunidad nacional por razones étnicas, históricas, lingüísticas o culturales.

Había dos situaciones diferentes: por un lado, los numerosos estados alemanes e italianos, que formaban parte de realidades nacionales más amplias. Por otro, los pueblos que se encontraban sometidos a la dominación extranjera, así los polacos estaban gobernados por los rusos; los pueblos eslavos y ciertas zonas de la península italiana dependían del imperio austríaco; el imperio turco controlaba los Balcanes, etc...

En estos pueblos, los objetivos de los nacionalismos eran la emancipación y la creación de su propio estado, aunque esto no se producirá hasta la Primera Guerra Mundial (1914 - 1918).

3.2 La unificación alemana.

El sentimiento nacional alemán hunde sus raíces en ña época de la Ilustración y en el romanticismo nostálgico del pasado imperial alemán, durante la Edad Media. Este sentimiento se vio potenciado por la Revolución Francesa (1789).

La Confederación de Estados Alemanes estaba sometida a la influencia del reino de Prusia, en el norte y a la presencia de Austria, en el sur, con la particularidad de que el imperio austro-húngaro extendía su dominio sobre un conjunto de pueblos y culturas no germánicos en los Balcanes y el norte de Italia.

El movimiento nacionalista alemán se planteaba la disyuntiva de edificar una “Gran Alemania”, que incluyera a Austria, o una “Pequeña Alemania”, liderada por Prusia, siendo este el que tomará la dirección del proceso de unificación, excluyendo del mismo a Austria.

En 1861 comenzó a reinar en Prusia Guillermo I y como canciller Otto von Bismarck, siendo los forjadores de la unidad alemana.

3.3 La unificación italiana.

La Unificación de Italia fue el proceso histórico que a lo largo del siglo XIX llevó a la unión de los diversos estados en que estaba dividida la península Itálica, en su mayor parte vinculados a dinastías consideradas «no italianas» como los Habsburgo o los Borbones.

El “Risorgimento” es el proceso de afirmación cultural y política que condujo a la unificación y a la creación de un nuevo estado liberal en Italia.

Los italianos eran partidarios de la unificación, pero no estaban de acuerdo en el tipo de unidad al que querían llegar. Los sectores más conservadores, grandes industriales, burgueses o nobles, como Cavour, pensaban en una federación de estados, presidida por el papado. Las clases populares, junto a patriotas como Mazzini y Garibaldi, eran partidarias de una república democrática.

Al igual que en Alemania, fue necesario un reino que se pusiera al frente del proceso de unificación y apoyos internacionales, para enfrentarse a Austria, que era la potencia zonal.Ese país fue el reino de Piamonte-Cerdeña, monarquía constitucional dirigida por Víctor Manuel II y su ministro Camilo Benso, Conde de Cavour.

Mazzini

El norte piamontés, organizado en trono a la capital de Turín, era el territorio italiano más desarrollado económicamente.

Napoleón III (Francia) se entrevisto con Cavour y le prometió el apoyo de Francia contra Austria. Los levantamientos contra el dominio austríaco en Milán y Florencia ayudaron a que tropas piamontesas y francesas derrotaran al ejército austríaco en las batallas de Magenta (1858) y Solferino (1859), siendo incorporados estos territorios.

Aprovechando esta situación, Módena, Parma y Toscana derribaron sus regímenes absolutistas y aprobaron su unión al Piamonte-Cerdeña; quedando así unidad la Italia del norte bajo la dirección de Víctor Manuel II.

El paso siguiente fue la incorporación del sur de la península y de Sicilia. La romántica y aventurera expedición de los “camisas rojas” de Garibaldi tomó Nápoles y el Reino de las Dos Sicilias, que gobernaban los Borbones, uniéndose al Piamonte.

Venecia se incorporó a Italia aprovechando la derrota austríaca frente a los prusianos (Bismarck), quedando el problema de los territorios del papado. En 1870, el ejército italiano ocupó la Roma papal y estableció allí la capital del reino de Italia. El papa Pío IX se negó a aceptar los hechos,

se declaró prisionero y excomulgó a Víctor Manuel II, comenzado un conflicto entre el Vaticano y el nuevo estado italiano, que no se solucionaría hasta 1929 (Mussolini).