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Tema 3. Aristóteles, Helenismo y Edad Media. Página 1.
TEMA 3. ARISTÓTELES Y EDAD MEDIA
1ª PARTE
1.1. Metafísica. .................................................................................................... 2 1.2. Física. ............................................................................................................ 3 1.3. Antropología. ................................................................................................ 6 1.4. Teoría del conocimiento. .............................................................................. 7
2.1. Contexto histórico de la Patrística: Helenismo y Roma. .............................. 8 2.2. La Patrística: Agustín de Hipona (s. V). ....................................................... 9
3.1. Contexto histórico....................................................................................... 11 3.2. La Escolástica. ............................................................................................ 12 3.3. Anselmo de Canterbury (s. XI)................................................................... 12 3.4. Averroes, el averroísmo latino y la teoría de la doble verdad. ................... 13
3.5. La síntesis de Tomás de Aquino. ................................................................ 14
4.1. El nominalismo. .......................................................................................... 17
4.2. Separación entre fe y razón. ....................................................................... 18
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Aristóteles (384-322 a.C.)
Aristóteles nace en la ciudad macedonia de Estagira. Estudia en la Academia de
Platón, donde llegará a ser el discípulo favorito. Posteriormente fundó su propio centro de
estudios en Atenas: el Liceo, que también se conoce como “escuela peripatética” por la
costumbre de Aristóteles enseñar a sus discípulos dando paseos alrededor del patio del Liceo.
Allí se preocupó más por investigaciones naturalistas y científicas que por cuestiones
estrictamente filosóficas. El alumno más destacado del Liceo fue Alejandro Magno.
Al contrario que Platón, escribió cerca de 200 tratados, de los cuales solo nos han
llegado 31, sobre las más diversas materias y es reconocido como el fundador de la lógica y
la biología.
1.1. Metafísica.
Aristóteles abandona el dualismo ontológico de Platón: las Ideas no existen fuera
de la mente, tienen solamente validez lógica y son formadas mediante la abstracción. Por
tanto, solo hay un único mundo real.
1.1.1. Las categorías.
Son las formas de decir que algo “es”. Son a la vez lógicas y ontológicas: son (1) las
maneras en las que podemos expresar la realidad, pero también (2) los modos de ser de la
realidad misma.
Hay diez categorías. La categoría principal es la de sustancia: es lo que existe de
verdad, el ser propiamente dicho. La sustancia no es algo abstracto ni ideal, sino que se
identifica con el individuo: es todo aquello que podemos señalar con el dedo.
Etimológicamente, “sustancia” o “substancia” (ambas palabras son válidas) significa “lo que
sub-yace”, “lo que está por debajo”, soportando o sirviendo de sustrato a los accidentes.
Las otras categorías son los accidentes de las sustancias y solo pueden existir en tanto
que pertenecen a las sustancias: por ejemplo, el color blanco solo existe en tanto que es el
color de algo (por ejemplo, de un papel).
Sustancia (Sócrates, una piedra…).
Cualidad (blanco, negro…).
Cantidad (una medida, una altura, un peso…).
Posición (sentado, en pie…).
Acción (cantar, bailar…).
Pasión (ser amado, estar enfadado…).
Estado (armado, desarmado).
Posesión (tener ropa…).
Tiempo (cuándo es algo)
Relación (doble, mitad, cerca de, lejos de…).
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1.1.2. Teoría hilemórfica.
“Hilemorfismo” viene de dos términos griegos: hylé (materia) y morfé (forma). Según
Aristóteles en las sustancias puede distinguirse un sustrato material y una forma.
No hay formas separadas de la materia, como decía Platón. Tampoco existe materia
sin forma. Sin embargo, podemos distinguir (con el pensamiento) entre ambos elementos
constitutivos de las sustancias.
1.2. Física.
La Física, como estudio de la naturaleza, se ocuparía del cambio natural propio de los
seres naturales. Ello supone un cambio radical frente a Platón, para el que la ciencia solo
puede tratar sobre realidades que no cambian.
1.2.1. El cambio.
Aristóteles distingue entre los cambios naturales, que se originan en las mismas
sustancias, y cambios artificiales, provocados por algún agente externo a la sustancia. La
Física se ocuparía únicamente de explicar los cambios naturales.
Que haya cambios naturales en las sustancias nos demuestra que los seres naturales no
son seres “acabados”: si lo fueran, no cambiarían en ningún sentido. Por ello, entre el ser y el
no ser, Aristóteles establece una tercera posibilidad, el “ser en potencia” (el ser “sin
acabar”). En otras palabras, en las sustancias residen formas que son en acto (por ejemplo,
una semilla es una semilla) y otras que no, esto es, formas potenciales de dicha sustancia (por
ejemplo, una semilla puede llegar a ser un árbol). Sólo Dios es Acto Puro y, por tanto, un ser
acabado y que no cambia en ningún sentido: un ser inmóvil, estático, inalterable.
Aristóteles relaciona la distinción entre acto y potencia con la teoría hilemórfica:
La materia se corresponde con la potencia: tiene la posibilidad de adoptar distintas
formas, de llegar a ser distintas sustancias.
La forma se corresponde con el acto: las sustancias tienen una forma que las define y
que expresa lo que son, una forma “inacabada” que tiende a actualizarse, provocando
cambios naturales en la sustancia.
De acuerdo con esta perspectiva, el cambio se define como el tránsito de la potencia
al acto, esto es, cuando una forma potencial, se actualiza, se hace acto. A su vez, los cambios
pueden ser accidentales o sustanciales:
En el cambio accidental, la sustancia sigue siendo lo que es a pesar de los cambios
(conserva su esencia).
En el cambio sustancial, la sustancia deja de ser lo que es y empieza a ser otra cosa (por
ejemplo, cuando la madera arde, primero se transforma en fuego y luego en ceniza).
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1.2.2. Las causas.
Para Aristóteles en el cambio
intervienen siempre cuatro causas. Los
anteriores filósofos reconocían sólo
alguna de ellas, por ejemplo, los
presocráticos reconocían sólo la causa
material, Platón reconocía la causa
formal (Ideas), la eficiente (Demiurgo)
y la final (Bien).
Causa material: la materia, que en
sí misma es puro potencial y puede
llegar a ser cualquier cosa.
Causa formal: corresponde con la
esencia de algo; define lo que algo es en acto, y también lo que puede llegar a ser (por
ejemplo, una semilla puede llegar a ser un árbol).
Causa eficiente:
o En el caso de los seres artificiales, la causa eficiente es quien moldea o dispone la
materia, como en el caso del escultor. Sin embargo, en la Naturaleza no hay un
Demiurgo o un Nous que ordene la materia, sino que los seres naturales tienen el
principio de su movimiento en sí mismos.
o La causa eficiente de los seres naturales es el conjunto de estímulos que
desencadenan cambios en dichos seres: por ejemplo, el sol y el agua desencadenan
que se las semillas inicien por sí mismas una serie de cambios con el fin de
actualizar su ser en potencia y llegar a ser, de este modo, plantas adultas.
Causa final: cada ser natural tiende a alcanzar la perfección que le es propia.
1.2.3. Teleología.
La forma o esencia de una sustancia no solo define lo que algo es en acto, sino que
impulsa y dirige los cambios naturales en dichas sustancias en una determinada dirección.
Por tanto, Aristóteles tiene una visión teleológica de la naturaleza (“telos” significa
“finalidad”): cada ser natural tiende a alcanzar la perfección que le es propia.
La física teleológica de Aristóteles se opone a otros dos planteamientos que se han
propuesto históricamente ante la pregunta de por qué suceden los fenómenos naturales:
El mecanicismo, afirmado por los atomistas y por la ciencia moderna. Defiende que los
cambios no persiguen una finalidad, sino que son resultado de unas leyes mecánicas de la
materia.
El otro es el intervencionismo sobrenatural, defendido en los mitos, religiones y algunos
filósofos como Platón (con el Demiurgo), Anaxágoras (con el Nous) o Descartes (con
Dios). Según esta perspectiva, la voluntad creadora de algún ser sobrenatural sería la
responsable del orden de la realidad.
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1.2.4. Cosmología.
Afirmó que el universo es finito, eterno, lleno (no existe el vacío) y heterogéneo,
(pues se encuentra dividido en dos regiones con características distintas):
El mundo sublunar está formado por los cuatro elementos y sometido a la generación y a
la corrupción, es decir al cambio y al movimiento.
El mundo supralunar no contiene los cuatro elementos, sino que está formado por una
materia especial e incorruptible, el éter o quintaesencia, que solamente está sometido a un
tipo de cambio, el movimiento circular (que, al igual que Platón, Aristóteles considera
una forma perfecta de movimiento).
La Tierra es una esfera inmóvil que se encuentra en el centro del universo.
Alrededor de la Tierra, incrustados en un total de 55 esferas concéntricas, giran los
demás astros y planetas. El movimiento se comunica por contacto de una esfera a otra. La
última esfera (más allá no hay nada) es la esfera de las estrellas fijas (se suponía que las
estrellas estaban incrustadas, fijadas, en esta esfera).
Hay primer motor inmóvil que provoca el movimiento en la esfera de estrellas fijas. Esta,
a su vez, transmite el movimiento (el cual se va degradando y haciendo cada vez más
imperfecto) al resto de las esferas y, finalmente, al mundo sublunar.
o El primer motor no es una causa eficiente, no crea el mundo, pues el universo,
según Aristóteles, es eterno. Tampoco tiene conocimiento ni voluntad.
o Es la causa final del universo: los seres naturales se ponen en marcha para lograr
acercarse a él, que es la suma perfección.
o El primer motor es un ser natural pero, a diferencia del resto de sustancias, es un
acto puro, sin potencia (y, por tanto, inmaterial, pues la potencia reside en la
materia, e inmóvil). A este ser lo llamó “Dios” (theos) y la tradición filosófica
cristiana lo identificó con el Dios cristiano.
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1.3. Antropología.
Aristóteles aplicó la teoría hilemórfica a la antropología, concibiendo al ser humano
como una sustancia única con una materia (el cuerpo) y una forma o esencia (el alma), que
no pueden existir por separado (por tanto el alma nacería y moriría con el cuerpo).
El alma es el principio de actividad de los seres vivos, por lo que todos los seres vivos
tienen alma. Sin embargo, no todas las almas son iguales, pues no todos los seres vivos
realizan las mismas actividades.
Al contrario que Platón, Aristóteles no distingue entre partes del alma, pero sí
distinguió tres tipos de alma según qué actividades puedan realizar:
El alma vegetativa ejerce las funciones de nutrición y de reproducción. Es el tipo de alma
propio de las plantas, aunque estas funciones se cumplen también en el resto de seres
vivos.
El alma sensitiva es el alma propia de los animales. Además de realizar las funciones
propias del alma vegetativa, controla la percepción sensible, el deseo y el movimiento
local, lo que permite a los animales disponer de todas las sensaciones necesarias para su
supervivencia. Ello permite a los animales disponer de imaginación y memoria.
El alma racional es capaz de realizar tanto las funciones "irracionales" de la nutrición y
la sensación, como las funciones racionales, intelectivas (la capacidad de razonar).
Aristóteles definirá el hombre como animal racional, atendiendo al tipo de alma que le es
propia.
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1.4. Teoría del conocimiento.
La ciencia trata de lo universal (como decían Sócrates y Platón), pero las realidades
sustanciales son particulares y concretas. Para conciliar ambas ideas, la Física aristotélica
establece que el OBJETO DEL CONOCIMIENTO SON LAS FORMAS O ESENCIAS
(universales) QUE RESIDEN EN LAS SUSTANCIAS (no más allá de ellas, como decía
Platón).
El acceso al conocimiento de las esencias universales que residen en los seres
particulares se produce gracias a una serie de facultades y procesos cognoscitivos:
1) Cuando el hombre nace no dispone de ningún contenido mental. El punto de partida del
conocimiento lo constituye la SENSACIÓN: mediante los sentidos captamos la realidad
de las sustancias. La sensación se capta únicamente lo que es presente y no almacena esta
información.
2) Mediante la IMAGINACIÓN (facultad que almacena y reproduce imágenes -no
confundir con la fantasía, que las crea-) y la MEMORIA se genera la experiencia, que es
el recuerdo de las imágenes sensibles del pasado.
3) El ENTENDIMIENTO, exclusivo de los seres racionales, se nutre de experiencias y nos
permite llegara conocer las causas de las sustancias. Aristóteles utiliza su distinción entre
potencia y acto para distinguir entre dos tipos de entendimiento:
o El entendimiento agente separa activamente la forma y la materia, accediendo a
la esencia universal que reside en las sustancias. A esta actividad se le denomina
“abstracción”.
o El resultado de la abstracción son los conceptos, que expresan las características
esenciales de los objetos.
o El entendimiento paciente recibe las esencias (formas) universales, los conceptos,
y utiliza este conocimiento para ordenar la experiencia.
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Filosofía cristiana.
2.1. Contexto histórico de la Patrística: Helenismo y Roma.
A la hegemonía Espartana, le sucede la hegemonía de Atenas y Tebas, que pasan a ser
las ciudades más importantes de Grecia. Poco después, tebanos y atenienses son derrotados
por los macedonios al mando de Filipo II. A Filipo le sucede su hijo, Alejandro Magno, que
en solo trece años conquista los dos grandes imperios que había entonces: el persa y el
egipcio (Cartago y Roma son aún pequeños). A este periodo de difusión de la cultura griega
se le conoce como “helenismo” y es el periodo de
máxima expansión de la lengua y cultura griega.
Alejandro fundó muchas ciudades con su nombre,
pero sin duda la más importante fue la Alejandría de
Egipto, que se convertiría en el centro cultural más
importante de toda la antigüedad gracias a su famosa
biblioteca y a los sabios que albergó en sus varios siglos
de historia: Hipatia, Hipócrates, Arquímedes, Ptolomeo,
Aristarco de Samos, etc.
Después, con la muerte de Alejandro, el imperio se
disgrega pero la lengua y la cultura griega perdurarán
como punto de encuentro de los sabios y de los eruditos.
En el siglo II a.C., Roma conquista Grecia y adopta su cultura, sus dioses, su arte y su
pensamiento (que es lo que a nosotros más nos importa en esta materia).
Roma llega a su máxima extensión con el emperador de origen hispánico Trajano, en
el siglo II después de Cristo. A partir del siglo III, Roma entra en crisis debido a guerras
civiles y a las incursiones en sus fronteras de tribus germánicas. Como resultado, el imperio
se dividió en dos: Roma en el occidente, y Constantinopla en el oriente. Finalmente, las tribus
germánicas fragmentaron Roma a partir del siglo V, dando comienzo la Edad Media.,
mientras que Bizancio seguirá existiendo hasta el siglo XV, que será tomada por los turcos
otomanos.
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Un suceso de gran impacto histórico, cultural y filosófico fue la implantación del
cristianismo, llegando a ser la religión oficial a partir del Edicto de Tesalónica, en el 380.
2.2. La Patrística: Agustín de Hipona (s. V).
La Patrística es el conjunto de reflexiones que hicieron los primeros pensadores
cristianos, llamados “padres de la Iglesia” (“patrística” procede de pater, “padre” en latín), en
los primeros siglos del cristianismo (coincidiendo con la decadencia del imperio romano) y
que contribuyó a la gestación de la doctrina de la Iglesia.
La patrística se enfrentó a dos grupos de problemas fundamentales:
Su primera tarea fue apologética, esto es, defender las creencias cristianas de las críticas
de los pensadores paganos: había que establecer en qué grado la fe (sin tilde, por favor) es
compatible con la razón, dado que hacía afirmaciones que eran contrarias al pensamiento
filosófico (como la creación del mundo desde la nada) o incluso contrarias al sentido
común (como la afirmación de la resurrección de Cristo).
En segundo lugar, dada la gran separación existente entre los centros de difusión del
cristianismo, muy pronto se produjeron diferencias doctrinales que amenazaban con
romper la unidad del cristianismo. Por tanto, se enfrentaron a dos tareas: por un lado
había que identificar y rechazar las herejías (maniqueísmo, gnosticismo, docetismo,
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arrianismo, etc.); por otro lado, había que establecer con claridad los dogmas
fundamentales de la Iglesia (que quedarían recogidos el “Credo”).
A parte de estos dos grupos de problemas, la patrística trató otras cuestiones propias
del pensamiento filosófico (de metafísica, cosmología, teoría del conocimiento, psicología,
ética, política, derecho, etc.), sentando las bases para la síntesis que se producirá a lo largo
de la Edad Media entre el pensamiento clásico y la teología cristiana.
Son muchos los autores de la patrística. El más importante de todos ellos, fue Agustín
de Hipona (s. V), que evitó el pensamiento de Aristóteles, centrado en la physis, y prefirió
acercarse a los neoplatónicos, en especial a Plotino (s. III), cuyo pensamiento tenía una clara
vertiente religiosa o incluso mística. He aquí una síntesis de su pensamiento:
Antropología: Los hombres estamos formados por dos principios: el alma, inmaterial
e inmortal; y el cuerpo, material y mortal. Sin embargo, la doctrina cristiana le obliga
a desviarse de la doctrina platónica en tres puntos: las almas han sido creadas, como
todas las demás cosas, por lo que no son eternas; la transmigración de las almas no es
posible; la anamnesis no es posible. Esta nueva antropología invalida la teoría del
conocimiento platónica según la cual conocer es recordar. Por ello, tendrá que
desarrollar una nueva teoría del conocimiento.
Metafísica. Adoptó la doctrina plotiniana según la cual las Ideas Ejemplares
(equivalentes a las Ideas platónicas) son pensamientos de Dios a partir de los que crea
la realidad sensible.
Teoría del conocimiento. Sigue a Platón al despreciar el conocimiento sensorial y al
afirmar que las Ideas son la causa y modelo de la realidad, así como el objeto supremo
del conocimiento. Pero el alma no conoce directamente las Ideas, pues están en la
mente de Dios. Por ello desarrolla una nueva teoría, la doctrina de la iluminación,
según la cual accedemos a las verdades eternas gracias a que Dios las ilumina en
nuestra alma, de modo semejante a como el Sol ilumina a los objetos sensibles de
modo que los hace visibles para nosotros.
Relación entre fe y razón: Reconoce que razón y fe pertenecen a ámbitos diferentes,
pero ambas contribuyen a alcanzar el gran objetivo del ser humano: la verdad.
Expresó esa idea del siguiente modo: “entiendo para creer, creo para entender” (credo
ut intelligam et intelligo ut credam).
Influencia posterior: La concepción agustiniana sobre la existencia de los dos
mundos, la inmortalidad del alma, la purificación del alma, y la vida eterna tuvieron
influencia sobre toda la Edad Media hasta la llegada de Tomás de Aquino. Su
pensamiento volvió a ponerse de actualidad con la Reforma protestante por temas
como la fe, la salvación y la predestinación. No en vano Lutero fue monje agustino.
Hoy en día sigue siendo considerado uno de los doctores de la Iglesia (un maestro de
la fe para los fieles de todos los tiempos).
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Filosofía en la Edad Media: la Escolástica.
3.1. Contexto histórico.
La Edad Media nace en el siglo V como resultado de la fragmentación del imperio
occidental en múltiples reinos gobernados por una élite germánica, con una población de
cultura y lengua latina, y una religión única, el cristianismo. La economía deja de basarse en
el esclavismo: se establecen relaciones de vasallaje entre los campesinos y siervos y los
dueños de las tierras (señores feudales).
Por otra parte, a partir del siglo VII, grandes extensiones del antiguo imperio
occidental quedan absorbidos por el Islam, que mantendrá el legado de la cultura clásica y lo
ampliará en muchos aspectos. La presencia del Islam será a la vez una amenaza constante y
una fuente de novedades y conocimientos. La frontera entre ambas civilizaciones estará en la
península ibérica y en las fronteras del imperio romano de oriente (Bizancio), que finalmente
será tomada por los turcos otomanos en 1453.
Se distinguen dos fases en este periodo histórico:
Alta Edad Media (siglos V al X): La dispersión del poder político hace que la vida
urbana y el comercio pierdan protagonismo frente a la vida rural, basada en la agricultura
y la ganadería. La cultura clásica queda relegada a conventos y abadías rurales, en donde
es absorbida y sustituida por la teología. El estilo artístico de esta época es el
Románico.
Baja Edad Media (siglos XI-XV): A medida que el poder político se va concentrando y
consolidando, renacerán los núcleos urbanos, cobrando más importancia el comercio
(nace la burguesía) la cultura, que empieza a irradiarse desde las primeras universidades
(filosofía Escolástica). El estilo artístico de esta época es el Gótico.
La cultura medieval es teocéntrica, a diferencia de las culturas greco-latina y
moderna, que son antropocéntricas. Ello significará que la filosofía se subordina a la
teología, y que la razón se subordina a la fe.
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3.2. La Escolástica.
En los siglos que dura la Alta Edad Media, apenas hay producción filosófica. Habrá
que esperar a la Baja Edad Media (siglos XI a XV) para asistir a la reactivación del
pensamiento filosófico con la creación de nuevos centros de estudio (universidades y escuelas
catedralicias) en las incipientes ciudades.
El mayor acontecimiento intelectual de esta época es, sin duda, la recepción y
difusión de la filosofía de Aristóteles, bien directamente, bien a través de sus comentaristas,
que provocó una gran conmoción intelectual en la Europa medieval del siglo XIII,
especialmente en el mayor centro de estudios de la época: la Universidad de París.
La Escolástica es, más que un pensamiento, un método de trabajo que se da en estos
centros de estudio. Consiste en la lectura de textos filosóficos, principalmente de Aristóteles,
junto con textos de la Biblia y de la teología cristiana (de San Agustín y otros padres de la
Iglesia) con el fin de elaborar un sistema de pensamiento cristiano coherente y a salvo de
herejías.
Los autores más importantes de la Escolástica son San Anselmo de Canterbury y
Tomás de Aquino.
3.3. Anselmo de Canterbury (s. XI).
San Anselmo de Canterbury es considerado el padre de la Escolástica: fue el primero
de los pensadores cristianos que sintió la necesidad de demostrar racionalmente la existencia
de Dios. Lo hizo mediante el argumento ontológico: si aceptamos la definición de Dios
como “el ser mayor que puede ser pensado”, y si aceptamos que lo más grande pensable es el
ser más perfecto, entonces debe concluirse que Dios tiene que existir realmente, pues si le
falta la perfección de la existencia, ya que no sería lo más grande que podemos pensar.
Esta demostración, que a pocos convence, será utilizada por Descartes en el siglo
XVII en una de sus demostraciones de la existencia de Dios. Para entenderla mejor,
recomendamos ver este vídeo de youtube titulado El Argumento Ontológico:
https://www.youtube.com/watch?v=P_jEijvSwbo
Preguntas para pensar y debatir:
1) Compara lo anterior con el argumento ontológico en la versión del Discurso del método
de Descartes:
Así, por ejemplo, estimaba correcto que, suponiendo un triángulo, entonces era preciso que
sus tres ángulos fuesen iguales a dos rectos; pero tal razonamiento no me aseguraba que
existiese triángulo alguno en el mundo. Por el contrario, examinando de nuevo la idea que
tenía de un Ser Perfecto, encontraba que la existencia estaba comprendida en la misma de
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igual forma que en la del triángulo está comprendida la de que sus tres ángulos sean iguales
a dos rectos o en la de una esfera que todas sus partes equidisten del centro e incluso con
mayor evidencia. Y, en consecuencia, es por lo menos tan cierto que Dios, el Ser Perfecto, es
o existe como lo pueda ser cualquier demostración de la geometría.
3.4. Averroes, el averroísmo latino y la teoría de la doble verdad.
Los árabes habían rescatado y traducido gran parte de la obra de Aristóteles a raíz de
la conquista de Siria, en el siglo VII. Sin embargo, estas eran desconocidas en el ámbito
cristiano a excepción de la Lógica. Esto cambió en el siglo XIII, gracias a las traducciones
que se llevaron a cabo en Toledo y Palermo: los estudiosos cristianos accedieron finalmente a
las obras aristotélicas y a los comentarios del cordobés Averroes (s. XII), el mayor
especialista en Aristóteles del mundo islámico.
Algunos autores cristianos, los llamados averroístas latinos, abrazaron el nuevo
pensamiento. Sin embargo las obras de Aristóteles y los comentarios de Averroes contenían
ideas que chocaban frontalmente con la teología cristiana, como la afirmación de la
mortalidad del alma o la eternidad del universo.
La solución que propusieron algunos escolásticos a este pensamiento herético1 fue la
doctrina de la “doble verdad”: hay verdades de la razón distintas de las verdades de la fe,
pero no hay contradicción, pues podemos defender unas u otras verdades según el punto de
vista que adoptemos.
La Iglesia no pudo asumir esta teoría y reaccionó condenando el aristotelismo y
prohibiendo la difusión y estudio de las obras de Aristóteles y Averroes bajo pena de
excomunión.
1 De “herejía”, esto es, contrario a la fe.
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3.5. La síntesis de Tomás de Aquino.
Tomás de Aquino fue un monje dominico que daba clases en la universidad de París y
que representa la cumbre de la Escolástica y del pensamiento medieval en su conjunto.
Además es considerado uno de los más importantes doctores de la Iglesia (maestros de la fe).
Reconoció el extraordinario valor del pensamiento aristotélico y se esforzó en hacer
una interpretación de su obra distinta de la de Averroes, de modo que fuera compatible con la
teología cristiana. El resultado fue la aceptación del pensamiento de Aristóteles y una síntesis
entre aristotelismo y teología tan exhaustiva y completa que aún hoy constituye el núcleo
central de la teología cristiana.
Tomás de Aquino rechazó la teoría de la doble verdad. Por el contrario, concibe
razón y fe como dos caminos muy diferenciados, pero que no pueden contradecirse, pues
todas las verdades provienen de Dios. Así distingue entre:
Verdades no teológicas naturales: verdades que solo son accesibles para la razón (por
ejemplo, las de las matemáticas o la medicina).
Verdades teológicas naturales (preámbulos de la fe): verdades a las que el hombre puede
llegar a través de la luz de la razón (por ejemplo, la existencia de Dios).
Verdades teológicas reveladas: únicamente accesibles a través de la luz de la revelación
divina (por ejemplo, la trinidad divina).
A pesar de la relativa independencia que hay entre fe y razón, Santo Tomás sigue la
tradición de subordinar la razón a la fe, que es el principal criterio de verdad.
La obra en la que se expresa la síntesis que realizó Tomás de Aquino entre
aristotelismo y cristianismo es la Suma teológica, que puede ser consultada on line
(http://hjg.com.ar/sumat/a/index.html#c2) para, por ejemplo, examinar sus cinco
demostraciones de la existencia de Dios (parte I, cuestión 2, artículo 3).
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LAS CINCO VÍAS
HECHOS OBSERVABLES
EN LA NATURALEZA PRINCIPIOS METAFÍSICOS
LOS PRINCIPIOS
METAFÍSICOS NO SE
PUEDEN APLICAR HASTA
EL INFINITO, POR LO QUE
LLEGAMOS A LAS
SIGUIENTES
CONCLUSIONES
1. MOVIMIENTO
Hay cosas que se mueven y
cambian.
Todo lo que se mueve es
movido por otro.
Debe existir un primer motor
del movimiento y del cambio.
2. CAUSAS EFICIENTES
Unas cosas son producidas por
otras.
Todo necesita una causa
anterior a sí mismo.
Debe existir una primera causa
de todo.
3. CONTINGENCIA
Hay seres que existen pero que
podrían no haber existido.
Los seres contingentes no son
eternos: hubo un momento en el
que no existieron.
Debe existir un ser
absolutamente necesario, que
haya existido siempre, y que
sea causa de los seres
contingentes.
4. PERFECCIÓN
Hay seres que tienen algún
grado de belleza, bondad,
nobleza, etc.
El grado, es decir, el más o el
menos, se establece siempre en
relación a un patrón, que es el
máximo de estos valores.
Debe existir un ser perfecto,
que tenga todos los valores en
grado sumo, y que nos sirva de
patrón para medir los valores de
las cosas.
5. ORDEN
El universo está ordenado. El orden no es fruto del azar.
Debe existir un ser inteligente y
que haya diseñado e impuesto
ese orden.
Las vías tomistas han dado mucho que pensar en la historia del pensamiento y algunas
de ellas siguen teniendo vigencia hoy en día: muchos creyentes razonan al estilo de la
primera y segunda vías cuando piensan en Dios como origen del Big Bang; Leibniz se
preguntaba en el siglo XVII por qué hay algo en lugar de nada (pregunta por la contingencia
del universo, tratada en la tercera vía), a lo que Wittgenstein contestaba en el siglo XX que
esa pregunta excede los límites del lenguaje (sería, por tanto, un falso problema); la cuarta
vía se sirve a muchos para afirmar que no puede haber moralidad sin religión (un personaje
de Dostoyevski dirá: “si Dios no existe, todo está permitido”); y la quinta vía la siguen
utilizando los partidarios de la teoría del “diseño inteligente” (opuesta al darwinismo).
A nosotros nos interesan sobre todo la tercera y cuarta vías (pero solo veremos esta
última) que serán reformuladas por Descartes en el siglo XVII en sus demostraciones de la
existencia de Dios:
La cuarta se deduce de la jerarquía de valores que encontramos en las cosas. Pues
nos encontramos que la bondad, la veracidad, la nobleza y otros valores se dan en las cosas.
En unas más y en otras menos. Pero este más y este menos se dice de las cosas en cuanto que
se aproximan más o menos a lo máximo. Así, caliente se dice de aquello que se aproxima
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más al máximo calor. Hay algo, por tanto, que es muy veraz, muy bueno, muy noble; y, en
consecuencia, es el máximo ser; pues las cosas que son sumamente verdaderas, son seres
máximos, como se dice en II Metaphys. Como quiera que en cualquier género algo sea lo
máximo, se convierte en causa de lo que pertenece a tal género -así el fuego, que es el
máximo calor, es causa de todos los calores, como se explica en el mismo libro —, del mismo
modo hay algo que en todos los seres es causa de su existir, de su bondad, de cualquier otra
perfección. Le llamamos Dios.
Tomás de Aquino. Suma teológica. Parte I, cuestión 2, artículo 3.
Preguntas para pensar y debatir:
1) ¿Era necesario que existiera el universo?
2) ¿Tiene sentido hacerse esta pregunta?
3) ¿Crees que la religión es el fundamento de la ética? ¿Si Dios no existe, todo vale?
4) Compara la cuarta vía con este texto del Discurso del Método de Descartes:
A continuación, reflexionando sobre que yo dudaba y que, en consecuencia, mi ser no era
omniperfecto pues claramente comprendía que era una perfección mayor el conocer que el
dudar, comencé a indagar de dónde había aprendido a pensar en alguna cosa más perfecta
de lo que yo era; conocí con evidencia que debía ser en virtud de alguna naturaleza que
realmente fuese más perfecta. En relación con los pensamientos que poseía de seres que
existen fuera de mí, tales como el cielo, la tierra, la luz, el calor y otros mil, no encontraba
dificultad alguna en conocer de dónde provenían pues no constatando nada en tales
pensamientos que me pareciera hacerlos superiores a mí, podía estimar que si eran
verdaderos, fueran dependientes de mi naturaleza, en tanto que posee alguna perfección; si
no lo eran, que procedían de la nada, es decir, que los tenía porque había defecto en mí.
Pero no podía opinar lo mismo acerca de la idea de un ser más perfecto que el mío, pues que
procediese de la nada era algo manifiestamente imposible y puesto que no hay una
repugnancia menor en que lo más perfecto sea una consecuencia y esté en dependencia de lo
menos perfecto, que la existencia en que algo proceda de la nada, concluí que tal idea no
podía provenir de mí mismo. De forma que únicamente restaba la alternativa de que hubiese
sido inducida en mí por una naturaleza que realmente fuese más perfecta de lo que era la
mía y, también, que tuviese en sí todas las perfecciones de las cuales yo podía tener alguna
idea, es decir, para explicarlo con una palabra que fuese Dios. Pues siguiendo los
razonamientos que acabo de realizar, para conocer la naturaleza de Dios en la medida en
que es posible a la mía, solamente debía considerar todas aquellas cosas de las que
encontraba en mí alguna idea y si poseerlas o no suponía perfección; estaba seguro de que
ninguna de aquellas ideas que indican imperfección estaban en él, pero sí todas las otras. De
este modo me percataba de que la duda, la inconstancia, la tristeza y cosas semejantes no
pueden estar en Dios, puesto que a mí mismo me hubiese complacido en alto grado el verme
libre de ellas.
Tema 3. Aristóteles, Helenismo y Edad Media. Página 17.
Guillermo de Ockham (s. XIV).
4.1. El nominalismo.
Supone el fin de la Escolástica. Su nominalismo anuncia el nacimiento de la Filosofía
moderna. El nominalismo es una de las respuestas que se ha dado en la historia de la filosofía
al problema de la naturaleza de los conceptos universales sobre los que se fundan las ciencias
en general y, dentro de ella, la metafísica y la teología. Las posturas que se han mantenido
son las siguientes:
Realismo extremo de los conceptos universales: son anteriores a las cosas.
o Es la postura de Platón y San Agustín.
o Los conceptos universales son la auténtica realidad: están separados y son
anteriores a los seres concretos.
o La realidad de los seres concretos depende y deriva de la los conceptos
universales.
Realismo moderado de los universales: están en las cosas:
o Es la postura de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino.
o Los conceptos universales son reales, pero están separadas de los seres concretos:
son las esencias de los seres concretos.
o La mente llega a conocer mediante el análisis de la experiencia (mecanismo de
“abstracción”).
Nominalismo: son posteriores a las cosas:
o Los conceptos universales no son reales en absoluto. Son creaciones de la mente
humana que resultan útiles para referirnos a pluralidades de individuos.
o El primer nominalista de la historia fue Roscelino Compiègne, en el siglo XI.
Afirmó que solo hay seres individuales y hechos concretos de los que no se deriva
ninguna ley universal y necesaria, lo cual invalida cualquier pretensión de saber
universal sobre la realidad.
o Como consecuencia de su nominalismo, Ockham propuso una simplificación
metodológica, la “navaja de Ockham”: no hay que multiplicar los entes sin
necesidad (es decir, que deben eliminarse dichos conceptos universales y las
distinciones metafísicas de la filosofía). La aplicación de la navaja de Okham
tiene consecuencias devastadoras para la metafísica y el resto de saberes
filosóficos. En concreto:
La teología filosófica es imposible, pues no tiene sentido la distinción
entre un ser necesario (Dios) en oposición a los seres contingentes
(criaturas): todo lo que hay son seres particulares.
La ética es imposible, pues lo que está bien o está mal depende de la
voluntad de Dios (voluntarismo) y carece de base racional: Dios podría
haber decidido otras normas morales.
La navaja de Ockham ha sido reformulada como “principio de economía”
o “principio de parsimonia”, y hoy en día es considerada como uno de los
principios fundamentales de la ciencia: no hay que introducir hipótesis
innecesarias para explicar los fenómenos (ante dos explicaciones posibles
Tema 3. Aristóteles, Helenismo y Edad Media. Página 18.
de un hecho, debemos optar
por la más sencilla: la que
incluya menor número de
causas, factores o variables).
4.2. Separación entre fe y razón.
Como dijimos al principio, su defensa
del nominalismo le llevó a separar completamente fe y razón, lo que supone el nacimiento del
mundo moderno. La razón sirve para conocer y la fe para creer. Una sirve para conocer este
mundo y la otra para ganarse el otro mundo, el celestial. Por tanto, no tienen nada en común.