TECNOLÓGICO DE MONTERREY H IDENTIDAD Y APEGO EN LA ...

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INSTITUTO TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE MONTERREY ESCUELA DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN CAMPUS MONTERREY HABITAR APROPIANDO: IDENTIDAD Y APEGO EN LA VIVIENDA POPULAR DE LA ZONA METROPOLITANA DE MONTERREY (1967-2020) TESIS PRESENTADA POR LUCÍA ELIZONDO JIMÉNEZ PARA OBTENER EL GRADO DE DOCTORA EN ESTUDIOS HUMANÍSTICOS DICIEMBRE 2021 TECNOLÓGICO DE MONTERREY

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INSTITUTO TECNOLÓGICO Y DE ESTUDIOS SUPERIORES DE MONTERREY

ESCUELA DE HUMANIDADES Y EDUCACIÓN

CAMPUS MONTERREY

HABITAR APROPIANDO: IDENTIDAD Y APEGO EN LA VIVIENDA POPULAR DE LA ZONA METROPOLITANA

DE MONTERREY (1967-2020)

TESIS PRESENTADA POR

LUCÍA ELIZONDO JIMÉNEZ

PARA OBTENER EL GRADO DE

DOCTORA EN ESTUDIOS HUMANÍSTICOS

DICIEMBRE 2021

TECNOLÓGICO DE MONTERREY

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HABITAR APROPIADO: IDENTIDAD Y APEGO EN LA VIVIENDA POPULAR DE LA ZONA METROPOLITANA DE MONTERREY (1967-2020)

Tesis presentada por

Lucía Elizondo Jiménez

como uno de los requisitos para obtener el grado de

Doctora en Estudios Humanísticos

Comité de tesis:

Dra. Eva Luisa Rivas Sada - Tecnológico de Monterrey Dr. Rubén Garnica Monroy - Tecnológico de Monterrey Dra. Anne Fouquet Guerineau - Tecnológico de Monterrey Dr. Rodolfo Manuel Barragán Delgado - Tecnológico de Monterrey Dr. Pablo Landa Ruiloba - Universidad Nacional Autónoma de México

Diciembre de 2021

TECNOLÓGICO DE MONTERREY

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Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey

Escuela de Humanidades y Educación

Los miembros del comité aquí citados certificamos que hemos leído la disertación doctoral presentada por Lucía Elizondo Jiménez y consideramos que es adecuada en alcance y calidad como un requisito parcial para obtener el grado de Doctora en Estudios Humanísticos.

Dra. Eva Luisa Rivas Sada Dr. Maximiliano Maza Pérez Tecnológico de Monterrey Director del Doctorado en Estudios Humanísticos Asesor principal Escuela de Humanidades y Educación Tecnológico de Monterrey Dr. Rubén Garnica Monroy Dr. Roberto Domínguez Cáceres Tecnológico de Monterrey Decano Asociado de Posgrados Coasesor Escuela de Humanidades y Educación Tecnológico de Monterrey Dra. Anne Fouquet Guerineau Tecnológico de Monterrey Miembro del comité

Dr. Rodolfo Manuel Barragán Delgado Tecnológico de Monterrey Miembro del comité Dr. Pablo Landa Ruiloba Universidad Nacional Autónoma de México Miembro externo del comité

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Para Emilia, Pablo, Lorenzo y Lalo,

mi habitar más querido lo he forjado junto a ustedes

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AGRADECIMIENTOS Tras emprender este sendero hace cinco años, más que nunca me queda claro que lo que importa es el caminar, no el destino. Este recorrido – que tanto disfrute - no lo camine sola, sino que conté con el apoyo y cariño de muchas personas e instituciones que lo hicieron posible.

Eva Rivas, mi primera compañera del paseo, ¡cómo agradecerte! Gracias por compartirme tu mirada inquisitiva e histórica, tu experiencia, tu tiempo, tu claridad conceptual, tu enfoque en los detalles, en el lenguaje y sobretodo, por darme unos lentes nuevos con los cuales puedo observar de una manera más amplia la realidad. Rubén Garnica, me llegaste a acompañar ya iniciado el recorrido, pero me apresuraste el paso, de manera certera y contundente, y tus consejos me dieron claridad en el momento que más los necesitaba. Anne Fouquet, Rodolfo Barragán y Pablo Landa, mis estimados lectores, gracias por este largo acompañamiento que con sus distintos enfoques y caminos recorridos enriquecieron mi investigación y la hicieron más sólida.

Quisiera agardecer también a mi alma mater, el Tecnológico de Monterrey, en el que encontré un conducto a través de su programa de Doctorado en Estudios Humanísticos para canalizar mi deseo de seguir aprendiendo de manera más profunda y métodica. En el camino conocí a personas maravillosas que me abrieron los ojos a una realidad mas vasta. Gracias a todos y cada uno de mis maestros con los que me tocó coincidir. A mis amigos cómplices con los que me encontré en el camino, Malinalli y David, gracias por su compañía, su ayuda y sus palabras alicientes cuando más se requerían. En relación a todo el apoyo adminstrativo, de manera especial agradezco a Maximiliano Maza y a Fátima Martínez por su disposición y motivación constante.

Esta investigación no hubiera sido posible sin el apoyo de Vía Educación, a través de Armando Estrada, Betzabé Triana y sobre todo, Cynthya Solís, mi fiel compañera de campo. Gracias por abrirme las puertas a su territorio y guiarme en el camino. En la misma línea quiero agradecer a Zacarías Méndez, por su tiempo y facilidad para acceder a uno de sus desarrollos. No tengo palabras para agradecer a cada uno de los entrevistados de los que aprendí tanto, y quiénes generosamente me abrieron las puertas de sus casas y me compartieron su habitar. Este trabajo sólo fue posible junto a ustedes.

Por último, quiero agardecer de manera especial a mis personas más cercanas. Papá, gracias por enseñarme el maravilloso camino de amor al conocimiento. Mamá, gracias por enseñarme a perseguir mis sueños y no rendirme. Mane Licha, gracias por hacerme sentir que todo lo puedo. Emilia, Pablo y Lorenzo, gracias por su cariñoso interés y curiosidad en lo que estaba haciendo. Y finalmente, a mi fiel y querido compañero y cimiento, Lalo, gracias por compartirte en tantas conversaciones, este proyecto sin duda lleva un pedazo de ti.

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INDICE Índice de tablas y figuras viii

Acerca de este trabajo xiii

Capítulo 1. Introducción 1 I. Antecedentes del fenómeno: el deshumanizante ideal del orden colectivo 2

II. Enmarcando el problema desde las humanidades 4 i. Consideraciones esencialistas hacia los habitantes 4 ii. Falta de consideración del sujeto posmoderno 6

III. ¿Cómo se ha estudiado la vivienda? 8 IV. Posición epistemológica 11 V. Enfoque, objetivo y pregunta de investigación 12

VI. Justificación de la investigación 14 VII. Estructura de la tesis 15

VIII. Vinculación con PRONACES y EHE 16

Capítulo 2. La apropiación: relación entre el ser humano y su casa 18 Introducción 18

I. La co-constitución del individuo y su medio ambiente 19 i. El medio ambiente construido y su entorno social desde un

enfoque parcial 19 ii. El medio ambiente construido y su entorno social desde un

enfoque dinámico: una aproximación ecológica 23 iii. Affordances o posibilidades de acción 25 iv. Teoría de la congruencia del individuo-medio ambiente 29

II. La vivienda es un medio 31 i. El propósito de la vivienda 32 ii. ¿La vivienda como medio para qué? 33 iii. La vivienda como medio en la historia 34 iv. El ideal de la casa propia: vivienda e individualismo 38

en el siglo XX III. Habitar es un proceso 40

i. Habitar la casa 41 ii. Habitar como proceso 43

IV. La apropiación: la aventura de habitar 45 i. Objetivos o intenciones de la apropiación 48

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ii. Tipos de apropiación 49 1. Apropiación material y económica 49 2. Apropiación social 50 3. Apropiación espacial 50 4. Apropiación simbólica 50

iii. Posibilidades de apropiación 51 iv. Resultados de la apropiación: identidad y apego 53

1. Identidad 53 2. Apego 54

v. Modelo de apropiación 56 V. La ciudad apropiada: poder, sociedad y responsabilidad 57

i. Apropiación y poder 57 ii. Apropiación y contexto social 58 iii. Apropiación y hacer ciudad 59

Conclusión 61

Capítulo 3. Desarrollo de la vivienda popular del siglo XX-XXI en Monterrey: una historia de dos ciudades 64 Introducción 64

I. Antecedentes: Industrialización y urbanización 66 II. Primera etapa: La continuidad del paternalismo industrial y sublevación

migrante (1940-1972) 70 a. A nivel federal 71 b. A nivel local 74

III. Segunda etapa: Institucionalización del habitar (1972-1992) 81 a. El INFONAVIT 85

i. Financiamiento del Infonavit y líneas de crédito ofertadas 86 ii. Suelo, promoción y construcción 87 iii. El diseño 88

b. Respuesta a presiones sociales e institucionalización en Monterrey (1972-1992) 93

IV. Tercera etapa: Desregulación, expansión y mercanitlización (1992-2015) 99 a. La reforma al Infonavit 1992 101 b. Efectos de la reforma al Infonavit en el suelo, diseño y el

surgimiento del promotor inmobiliario 106 i. El suelo urbano 106 ii. El diseño habitacional 106 iii. Los promotores inmobiliarios 107

c. Impacto de la reforma al Infonavit 109 d. Monterrey, líder en oferta de vivienda y créditos 110

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i. El despegue de la oferta 110 ii. Consecuencias territoriales 117

Conclusión 122

Capítulo 4. Marco metodológico, estrategia de investigación, desarrollo de trabajo de campo, recolección de datos y análisis 124 Introducción 124

I. Aproximación metodológica 124 II. Diseño de la investigación 125

a. Estudio de caso 125 b. Estudios de caso: la muestra 127

i. Colonias Infonavit 128 ii. Colonias de Producción social de vivienda (PSV) 131 iii. Perfil de los habitantes 134

c. Métodos de investigación empleados 136 i. Cuestionario 136 ii. Entrevista a profundidad 137 iii. Documentación fotográfica 137 iv. Documentación gráfica 138 v. Observación directa de la colonia 139 vi. Diario de campo 140

d. Almacenamiento de datos 140 e. Cuestiones de ética y seguridad 140 f. Poder y posicionamiento 141 g. Análisis de los datos 141

III. Construcción del modelo “habitar apropiando” 141

Capítulo 5. Resultados 148 Introducción 148

I. Casa propia, ¿por qué? 149 a. Adultos mayores 149 b. Adultos 150

II. Habitar edificando 151 a. Selección: primera forma de apropiación 151 b. ¿Cómo se lleva a cabo? 154

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i. Mano de obra 154 ii. Recursos económicos 156 iii. Tiempo 157

c. Formas de apropiación 159 i. Delimitación 159 ii. Transformación 162

1. Infonavit 162 2. Producción social de vivienda 169

iii. Negociación 174 d. Aspiraciones 177 e. Construcción de la identidad a través de la casa 178

i. Distinción 178 ii. Continuidad 181 iii. Autoestima 185 iv. Autoeficacia 187

f. Habitar pasivo 192 III. Habitar apreciando 192

a. Manifestaciones del apego 193 i. Apego positivo: afecto 193 ii. Apego positivo: cognición 194 iii. Apego positivo: comportamiento 194 iv. Apego negativo: apego por posesión 195 v. No apego 196

b. Proceso de formación de lugares a través del apego 196 i. Interacción en el lugar 196 ii. Identidad del lugar 197 iii. Encuentros fortuitos 199 iv. Realización del lugar 200 v. Creación de lugares 200

c. Significado de la casa 203 i. Esfuerzo 204 ii. Memoria 205 iii. Estabilidad 205 iv. Progreso 206 v. Medio de integración familiar 206 vi. Patrimonio 207 vii. Emprendimiento doméstico 207

d. Habitar desprendido 208 IV. Habitar socializando 208

a. Formación de comunidad 209 i. Definición 209 ii. Lo que los identifica 209

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iii. Lo que los distingue 211 iv. Confianza 213

b. Relaciones “buenos días, buenas tardes” 216 c. Habitar socio-fóbico 216

V. Conclusión: recapitulando 217

Capítulo 6. Conclusiones: Habitar apropiando, ¿una discusión posible? 221 Introducción 221

I. Los resultados y su discusión 222 a. Casa propia 224 b. Habitar edificando 224

i. Autonomía 225 ii. Ideales de los productores vs. necesidades de los habitantes 226 iii. Capital social 229

c. Habitar apreciando 229 d. Habitar socializando 232

II. Resultados inesperados 235 III. Aciertos, limitaciones y posibles líneas de investigación futuras 236 IV. Reflexiones finales y propuestas 237

a. Invertir en las personas: espacio + tiempo + microcrédito + infraestructura para construir 239

b. Decisiones críticas de vivienda a cargo del habitante 242 c. Enfoque en el “cómo”: de abajo hacia arriba 245

V. Relación de los resultados y las propuestas a la luz de contexto actual 247 a. ¿Cómo se explican los resultados de habitar edificando a la luz del

contexto actual y por qué es relevante invertir en las personas? 247 b. ¿Cómo se explican los resultados de habitar apreciando a la luz del

contexto actual y por qué es relevante dejar que las decisiones críticas estén a cargo del habitante? 248

c. ¿Cómo se explican los resultados de habitar socializando a la luz del contexto actual y por qué es relevante propiciar proyectos enfocados en el “cómo”? 249

VI. El regreso a casa: buscando la dignidad de la persona, no sólo de la vivienda 251

Referencias 253

Anexos 267

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INDICE DE TABLAS Y FIGURAS

TABLAS

Tabla 1. Relación de la arquitectura y su entorno social en el tiempo

Tabla 2. Comparación de modelos de ciudad

Tabla 3. Algunos de los fraccionamientos aprobados entre 1955-1966

Tabla 4. Paternalismo industrial y sublevación migrante (1940-1972)

Tabla 5. Superficie promedio de vivienda por año

Tabla 6. Institucionalización del habitar (1972-1992)

Tabla 7. Programas Nacionales de Vivienda 1984-2001

Tabla 8. Distribución porcentual de los distintos tipos ofrecidos de vivienda vs. demanda establecida por el Plan Sectorial de Vivienda 2001-2006 a nivel nacional

Tabla 9. Cambios efectuados en el INFONAVIT tras la reforma de 1992.

Tabla 10. Créditos otorgados por estado 2015-2020.

Tabla 11. Créditos por tipo de vivienda en Nuevo León (porcentaje)

Tabla 12. Porcentaje de crecimiento de la mancha urbana.

Tabla 13. Parque Habitacional de la ZMM 2010

Tabla 14. Reforma al Infonavit y vivienda de mercado (1992 - a la fecha)

Tabla 15. Información general de colonias seleccionadas

Tabla 16. Listado completo de viviendas y datos sociodemográficos de entrevistados (lo dejo aquí o lo mando a anexo?)

Tabla 17. Perfil de los habitantes de las colonias de Infonavit y de las colonias de PSV.

Tabla 18. Materializando la casa

Tabla 19. Formas de apropiación

Tabla 20. Proceso de apropiación en vivienda de INFONAVIT

Tabla 21. Aspiraciones en torno a la vivienda

Tabla 22. Construcción de la identidad a través de la casa

Tabla 23. Resultados Apego

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Tabla 24. Procesos generativos del apego al lugar en Infonavit y PSV

Tabla 25. Comunidad

FIGURAS

Figura 1. Propiedades de los affordances: faceta relacional

Figura 2. Propiedades de los affordances: Polaridad

Figura 3. Propiedades de los affordances: Multiplicidad

Figura 4. Propiedades de los affordances: Calidad

Figura 5. Propiedades de los affordances: Dependiente de la forma

Figura 6. Modelo de apropiación

Figura 7. Vivienda de empleados de La Fama en el municipio de Santa Catarina

Figura 8. Plano de Monterrey 1930

Figura 9. Juan Legarreta, conjunto de vivienda obrera en Balbuena, 1932-1934.

Figura 10. Mario Pani, Centro Urbano Presidente Alemán, 1947-1949.

Figura 11. Plan general y obra de la Colonia Cuauhtémoc 1957.

Figura 12. Plano del Área Metropolitana de Monterrey de 1967.

Figura 13. Imagen parcial del Fraccionamiento Buenos Aires, 1953.

Figura 14. Imagen parcial del Fraccionamiento Asarco, 1953.

Figura 15. Tasa de crecimiento en costo por unidad, monto de crédito y número de créditos en la línea I a nivel nacional 1974-1992.

Figura 16. Cartel de INFONAVIT “Estamos en 66 Ciudades de la república”

Figura 17. Manuales de diseño del Infonavit (1974-1976) para viviendas y conjuntos habitacionales

Figura 18. Manuales de normas de diseño que el Infonavit ofrecía a los constructores

Figura 19. Valle de Infonavit, primer conjunto habitacional del Instituto en la ciudad

Figura 20. Posesionarios del Frente Tierra y Libertad trabajando en conjunto

Figura 21. Créditos otorgados a derechohabientes de hasta 2 salarios mínimos 1975-2015

Figura 22. Conjuntos habitacionales financiados por el INFONAVIT

Figura 23. Proceso de desarrollo de un conjunto de viviendas por parte de los desarrolladores y el Infonavit.

Figura 24. Número de viviendas ofertadas en la ZMM 2006-2020 según la Comisión Nacional de Vivienda

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Figura 25. Créditos por tipo de vivienda en Nuevo León (porcentaje)

Figura 26. Población ocupada según ingreso salarial en Nuevo León 2010-2020 (número de personas)

Figura 27. Créditos por rango salarial en Nuevo León (salarios mínimos)

Figura 28. Conjunto habitacional Las Anacuas, en el municipio de Santa Catarina.

Figura 29. Terreno baldío destinado al uso común de la colonia Riberas de Capellanía, García.

Figura 30. Mapa de la Zona Metropolitana de Monterrey con las colonias seleccionadas

Figura 31. Vista aérea colonia Constituyentes de Querétaro I y III Sector, planta baja típica e imagen vivienda CQ-5.

Figura 32. Vista aérea colonia Colinas del Río, planta baja e imagen viviendas típicas.

Figura 33. Vista aérea colonia Los Encinos, planta baja típica e imagen viviendas típicas.

Figura 34. Vista aérea colonia Lázaro Cárdenas, en las faldas del Cerro del Topo Chico y vista vivienda LC-1 y vivienda vecina.

Figura 35. Vista aérea colonia Ciudad CROC y vista vivienda CC-5

Figura 36. Vista aérea colonia La Ermita y vista vivienda LE-5 y poste de luz apropiado por los fans del equipo de futbol Rayado.

Figura 37. Dibujo EN-3

Figura 38. Dibujo LE-2

Figura 39. Observación directa de la colonia I

Figura 40. Observación directa de la colonia II

Figura 41. Transiciones del primer al tercer modelo

Figura 42. Modelo “habitar apropiando”

Figura 43. Municipio de residencia según forma de producción y municipio de residencia previa

Figura 44. Consolidación irregular.

Figura 45. Mezcla, cimbra, escombro… evidencias de la vivienda como proceso en La Ermita (izquierda) y en Ciudad CROC (derecha)

Figura 46. Vivienda CQ5 antes y después de ser delimitada

Figura 47. Delimitación EN-4

Figura 48. Viviendas PSV abiertas a la calle,

Figura 49. Casa de Imelda, CQ5

Figura 50. Casa de Leticia, CR1

Figura 51. Casa de Luisa, CR3

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Figura 52. Fonda en el porche de casa de Sabina CQ5.

Figura 53. Fonda en la cochera de casa de Lupita CR2.

Figura 54. Papelería en casa de Candelaria EN3.

Figura 55. Casa de Antonio y Mary CQ5.

Figura 56. Evolución de casa de Sotera LC1

Figura 57. Casa de Cecilia LE2

Figura 58. Ejemplos de viviendas de PSV dónde los espacios se articulan directamente unos con otros.

Figura 59. Porche en viviendas.

Figura 60. Versatilidad de funciones en terrenos, Casa de Asunción LC3.

Figura 61. Versatilidad de funciones en terrenos, Casa de Cecilia, LE2.

Figura 62. Versatilidad de funciones en terrenos, Casa de Ismael CC2.

Figura 63. Calle en colonia Lázaro Cárdenas como extensión de la propiedad.

Figura 64. Cierre de accesos

Figura 65. Distinción en PSV

Figura 66. Distinción en Infonavit

Figura 67. Continuidad. Tradiciones del campo incorporadas a la vivienda.

Figura 68. Continuidad. Mural en memoria a víctimas del narcotráfico en colonia Ciudad CROC

Figura 69. Continuidad. Mural en colonia Lázaro Cárdenas

Figura 70. Continuidad en memoria a familia fallecida, casa de María Elena CC4

Figura 71. Continuidad en memoria a familia fallecida, casa de Norma LE4

Figura 72. Autoestima: Sandra y Oscar.

Figura 73. Autoestima: plantas.

Figura 74. Autoestima: Acabados.

Figura 75. Área de cochera transformada a porche/terraza para funciones lúdicas y sociales, Casa de Luisa CR3.

Figura 76. Máquina de coser industrial ocupando la mitad del área social de casa de Miguel (EN1).

Figura 77. Autoeficacia en diseño.

Figura 78. Autoeficacia en recolección y reciclaje.

Figura 79. Autoeficacia: Asunción LC3.

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Figura 80. Seguridad en Los Encinos

Figura 81. Monotonía y desolación en Colinas del Río

Figura 82. Identidad en Lázaro Cárdenas

Figura 83. Identidad en La Ermita

Figura 84. Proyectos comunitarios no exitosos gestionados por los municipios

Figura 85. Proyectos comunitarios exitosos gestionados por los habitantes

Figura 86. Centro Comunitario Los Encinos

Figura 87. Espacios apropiados frente a sus casas en Constituyentes de Querétaro

Figura 88. Clasificación de significados de la casa de acuerdo con los entrevistados

Figura 89. Confianza entre vecinos

Figura 90. Síntesis de resultados empíricos de cada una de las prácticas

Figura 91. Resultados y propuestas

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ACERCA DE ESTE TRABAJO

En los últimos cincuenta años, el Estado mexicano ha considerado a la vivienda como un fin en sí mismo enfocándose en su dotación, soslayando que es un medio para otros fines privados, como el desarrollo y la realización personal. Las apropiaciones de estos conjuntos habitacionales en el tiempo son evidencia de lo que los habitantes han considerado necesario para compensarlo. Esta investigación se pregunta la relación que existe entre la apropiación de la vivienda y la identidad, el apego y el sentido comunitario de sus habitantes. Se utilizó un enfoque cualitativo de aproximación ecológica que considera al habitante y su casa en una relación de co-constitución. Se tomaron seis colonias como casos de estudios, tres financiadas por el estado y tres producidas socialmente (autoconstruidas) – porque en ellas la apropiación es inherente – y se contrastaron. Se encontró que los habitantes de las viviendas producidas socialmente muestran mayor orgullo y satisfacción por su casa, muestran más autoestima y autoeficacia junto con mayor confianza en sus vecinos. Finalmente, a raíz de lo recogido en campo, se construyó un modelo de un habitar apropiando, que recoge las prácticas que conducen a este estilo de vida y que abren la posibilidad de un tejido urbano y social más solidario y robusto.

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INTRODUCCIÓN

La casa siempre ha sido importante para mí. Ha sido así desde pequeña, en el que mi cuarto era mi mundo por transformar y en el cual soñar hasta la que habito hoy en día, y que tuve la oportunidad de diseñar, construir y gozar con mi familia. Recuerdo con claridad todas las casas que he habitado, son parte de quién soy. Comparto con Bachelard la creencia de que la casa es “nuestra esquina del mundo” y con Böllnow que “somos nuestras casas”. Tal vez sea por esta pasión personal que al elegir tema de investigación para el doctorado me volqué a observar la de los demás. Tal vez sea, porque al ser arquitecta, soy cómplice en suponer los habitares ajenos. O simplemente sea, tal vez, por observar con asombro y tristeza lo que la Revolución Industrial y el capitalismo han hecho con ella: un producto estandarizado, de producción masiva y despersonalizado. Lo que me queda claro tras este viaje hacia el interior del habitar de otros – que espero que este escrito logre comunicar – es la emergencia en recuperar el habitar la casa, de manera activa y consciente, como algo esencial que conduce, cuida y arraiga nuestro transitar por el espacio y el tiempo.

Inicialmente, esta era una investigación sólo sobre la historia y las repercusiones de la “deshumanizada” vivienda social que se aprecia en las periferias de las ciudades y la agencia de sus habitantes buscando sublevarla a través de sus apropiaciones. Durante el camino, descubrí otra historia paralela – la de la vivienda de autoconstrucción – ahora denominada vivienda de producción social. Descubrí que en estas viviendas la apropiación es intrínseca y guía cada paso en su materialización. Tenía por lo tanto, los dos polos opuestos en soluciones habitacionales: una vivienda llave en mano entregada finalizada, la del Infonavit, y otra materializada en el tiempo bajo las posibilidades y deseos de sus habitantes, la de producción social de vivienda (PSV). Sin detectarlo en ese momento, algo se respiraba distinto en las colonias de estas últimas. Mi sospecha es que la apropiación tenía algo que ver. Y así se trazó un nuevo destino en la investigación que me condujo hasta aquí.

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Antecedentes del fenómeno: el deshumanizante ideal del orden colectivo

¿Cuándo se podría decir que comenzó a caracterizarse la vivienda como un problema? Seneca afirmaría que, desde la antigua Roma, en las llamadas tipologías de vivienda colectivas de varios niveles y construidas precariamente llamadas insulae, de las que reclamaba:

¿Fue la filosofía la que erigió todas estas imponentes viviendas, tan peligrosas para las personas que las habitan? ¿No bastaba con que el hombre se proveyera de un techo que lo cubriera al azar y se inventara algún retiro en la naturaleza sin la ayuda del arte y sin problemas? Créame, esa fue una época feliz, antes de la época de los arquitectos, antes de la época de los constructores. (Seneca, n.d., Vol. 2, Carta 90)

Ahora bien, una respuesta más cercana a nuestros tiempos sería afirmar que se constituyó como problema desde el momento que la comenzamos a denominar como tal, en lugar de llamarle “casa”. ¿Y por qué el surgimiento de dicha denominación? Pues porque va ligada al surgimiento de los que llamamos “vivienda social”. La vivienda social surge en las sociedades industrializadas del siglo XIX en respuesta al crecimiento poblacional debido a la gran migración a las ciudades del campo, generándose por primera vez en la historia como un producto de la ciencia y no como un producto ligado a la vida y al acontecer humano. Los antecedentes a esta tipología los podemos encontrar en los modelos de vivienda colectiva que ofrecieron reformistas sociales como el galés Robert Owen (1771-1858) y el francés Charles Fourier (1772-1837) quienes proponían comunidades ideales que compartían vivienda, trabajo y servicios comunes (Frampton 2002). Cómo ejemplo de este modelo materializado tenemos el Familisterio de Guise que Jean Baptiste Godin construye en 1859 junto a su fábrica y que sigue en pie a la fecha1.

La preocupación inicial por el rezago habitacional que las grandes metrópolis enfrentaban con la migración del campo a la ciudad justificaba, en cierto sentido y dado su urgencia, en la dotación de vivienda unifamiliar de construcción rápida y económica. La vivienda fue producida bajo el modelo Taylorista – el cual se basa en la separación de funciones, el uso del tiempo para medir dichas funciones y el dinero como incentivo (Barker & Jane, 2016) – y con el estandarte del progreso, reflejo del paradigma positivista. El modelo de producción industrial era el ideal para trasladar a la construcción de vivienda y solucionar el rezago. El mecanizar la producción de la vivienda, responde al paradigma del modernismo monolítico y al régimen de la sociedad disciplinaria (G Lipovetsky, 1994). No sólo es esto evidente en los métodos constructivos empleados sino en la configuración espacial de las

1 Para información más detallada ver video en: https://youtu.be/C5_hu0UipeE

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viviendas y los conjuntos habitacionales. No existe tanta diferencia entre la configuración espacial de un campo de concentración o una línea de producción y un conjunto habitacional de vivienda social. Ambos tienen un orden rígido, monótono, estándar y militar: largas enfiladas de casas uniformadas, sometidas a una retícula ajena al contexto geográfico, diseñadas para responder a las funciones básicas del día a día: aseo, la comida y el descanso. El sueño funcionalista fue consumado en el triunfo de la vivienda social, orgulloso producto de la modernidad.

Los primeros experimentos con vivienda de este tipo y bajo este paradigma los encontramos en Alemania, dónde a la par se desarrolla el modelo del Existenzminimum – la unidad mínima para la existencia – objeto de estudio del segundo Congreso de Arquitectura Moderna (CIAM) de 1929 en Frankfurt. Las premisas básicas de este modelo según Borden (1995) son dirigir el diseño no a los deseos individuales sino a los básicos, prescribir el funcionalismo por encima de las idiosincrasias de los arquitectos fijando los usos de cada espacio, y racionalizando los métodos constructivos para disminuir costos. Esta actividad se acrecentó y domino el paisaje urbano durante la etapa de posguerra con la necesidad de otorgar vivienda durante la reconstrucción y la política de los estados de bienestar que imperaba en las décadas de los sesentas y setentas, la llamada Edad de Oro, en la que los principios fordistas fueron aplicados a nuevas formas de producción desde la casa hasta la comida chatarra (Hobsbawn, 2014, p.265).

Los conjuntos habitacionales europeos se distinguieron por ser conjuntos verticales de alta densidad, mientras que en el continente americano, donde el emplazamiento era más generoso, se optó por el modelo burgués de vivienda unifamiliar. El paradigma detrás de estas iniciativas no es más que una voluntad al orden. En otras palabras, la vivienda social es un síntoma de la modernidad que busca controlar, que busca ordenar, que busca reprimir todas las contingencias que las recién formadas metrópolis del siglo XX estaban generando. Cómo bien remarca Bauman que, de todas las tareas que la modernidad se autoimpuso, la tarea del orden es de las más destacadas (1990).

Ahora bien, mientras el problema del rezago habitacional se disminuyó con este enfoque de política habitacional, su entrada en la ciudad trajo consigo y generó otros problemas, como bien establece Kerr, “el diseño de la vivienda colectiva generalmente refleja los intereses de los productores más bien que el de los habitantes” (1995, p.268) y esta falta de atención en el habitar de las personas produjo cajas blancas anónimas, impersonales, homogéneas y a gran escala en el tejido urbano. Hecho que el historiador del siglo XX Eric Hobsbawm confirma al señalar que la década de los setenta probablemente pase a la historia como “el decenio más nefasto del urbanismo humano” (2014, p. 265) dado que tanto las autoridades del este como del oeste descubrieron que los métodos industriales eran muy benéficos para la construcción de vivienda pública.

Mas de cien años han pasado desde que la humanidad soluciono la dotación de la vivienda a través de la mecanización, respondiendo a un contexto histórico que en su momento parecía así demandarlo, ahora bien, ¿cómo es que la vivienda social actual se siga

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reproduciendo en nuestros tiempos y en nuestro país bajo este mismo modelo? Es evidente que el contexto social del siglo XX experimentó muchísimos cambios, de la mano de los avances tecnológicos que se fueron suscitando, y la realidad es que la vivienda sigue repitiendo un modelo que ya no responde a las necesidades actuales. Como bien establece Montaner, “pensar en la vivienda de principios del siglo XXI significa replantear los supuestos que le dieron forma” (2011, p.29). El producto no ha cambiado, aunque “los supuestos que le dieron forma” (circunstancias sociales, políticas y económicas) lo han hecho. En México, la arquitectura de la vivienda social y sus conjuntos sigue respondiendo al antiguo régimen de la sociedad disciplinaria de la modernidad.

Enmarcando el problema de la vivienda desde las humanidades

Para comprender mejor esta problemática es conveniente enmarcarla desde los estudios humanísticos. Nos centraremos en dos de las vertientes que se derivan de lo expuesto en la sección anterior. La primera vertiente es el gran soslayo que se le ha dado al habitante que desemboca en la manera en que se ha aplicado un esencialismo al habitante al construir una política de vivienda, y la segunda, consecuencia de la anterior, es la poca consideración en la oferta de soluciones habitacionales.

Consideraciones esencialistas hacia los habitantes

Como lo pudimos ver en el apartado anterior, dado que la vivienda social responde al paradigma de la modernidad, uno de los problemas que presenta es el esencialismo con el que se analiza a los habitantes y el emplazamiento de sus viviendas. De acuerdo a Dovey, esencialismo es “ver el sentido del lugar como profundamente enraizado en modos estabilizados de habitar que no se pueden cambiar” (2010, p.4). Podemos encontrar aproximaciones esencialistas al lugar en el concepto de estar-en-el-mundo de Heidegger y el concepto de genius loci de Norberg-Schulz, quienes según Dovey, ignoran la construcción social de la identidad del lugar. Estos intentos por fijar el significado de los lugares construyen identidades singulares y estáticas definidas por lo que excluyen.

Podemos encontrar la presencia de este esencialismo en primera instancia en la Constitución Mexicana. El primer artículo que garantizaba un derecho a la vivienda, el artículo 123 fracción XII obligaba a las empresas a proporcionar a los trabajadores “habitaciones cómodas e higiénicas” (Constitución Mexicana, 1917). Como se puede observar la población a la que se dirige esta legislación es a los trabajadores, excluyendo al resto de la población no trabajadora: mujeres, adultos mayores y niños entre otros. En febrero 7 de 1983, se establece más claramente el derecho a la vivienda y se añade al artículo cuarto lo siguiente: “Toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa. La ley establecerá́ los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo” (reforma constitucional 7/II/1983, DOF). De

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nuevo, observamos que la ley va dirigida a un grupo particular, el de la familia, y por eso encontramos inscrito en el diseño de la vivienda social un supuesto núcleo familiar que habitará esos hogares. Pero la realidad mexicana es muy distinta. Gran parte de la composición demográfica no lo constituyen familias per se, sino madres solteras, compañeros o familias extendidas dentro de una sola vivienda. El 28 de julio de 1999 en otra reforma constitucional al artículo 4 finalmente se enmienda este soslayo y el artículo declara que: “Toda persona tiene derecho a un medio ambiente adecuado para su desarrollo y bienestar” (reforma constitucional 28/VI/1999, DOF). Ahora bien, aunque parecería que finalmente la política pública tiene un carácter antiesencialista, en la práctica la realidad es muy distinta. Los derechohabientes a la vivienda siguen siendo sólo los trabajadores formales y más del 60% de la población de México necesita autoproducir su casa para consumar lo que debería de ser un derecho (Coulomb, 2010, p. 560).

También encontramos la presencia del esencialismo en el diseño de la vivienda misma. Mientras en que los proyectos de posguerra en Francia, como la unidad habitacional de Marsella del arquitecto Le Corbusier, concebía 23 tipos de apartamentos distintos, en México encontramos a lo mucho tres modelos de vivienda por conjunto habitacional. Aunado a lo anterior, se fija a la vivienda sólo para las funciones básicas del habitar como el aseo, la cocina y el descanso sin prever espacios flexibles que pudieran tomar una vocación distinta como lo pudiera ser un área de trabajo o de servicio.

Ahora bien, Dovey nos advierte que más allá de que el esencialismo del diseño y emplazamiento de la vivienda repercuta en una construcción de identidad estática, el problema radica en lo que Dovey denomina “forgotten-ness” o capacidad de olvido: “La potencia del lugar radica en la manera en que se da por hecho como un contexto neutral para el día a día, su forgotten-ness” (Dovey, 2010, p.7). Un lugar que se ignora y que neutraliza es un lugar que niega la capacidad de convertirnos en algo más. Y es aquí donde este discurso se liga a los estudios poscoloniales de Homi K. Bhaba (2008).

Bhabha (2008) concibe la nación como un conjunto de narrativas temporales que en consecuencia, le otorgan un carácter híbrido, plural y heterogéneo. El concepto de nación que tenemos no será el mismo dentro de algunos años. Sin embargo, la vivienda en la que vivimos, vivienda diseñada bajo una legislación y un paradigma de nación particular sí lo será, no sólo por la duración de su materialidad sino también por la deuda a la que se someten los habitantes por más de veinte años. Tanto el diseño de la vivienda, su conjunto y su ubicación son una imposición de la voluntad dominante que supone el habitar de otros. De cierta manera, podemos afirmar que esto es un tipo de extensión de formas de colonialismo que en lugar de ser antiesencialista y permitir que los habitantes se desarrollen, bajo el esquema legislativo de hoy en día, se promueve un modo de habitar esencialista y estático que responde a una narrativa de nación homogénea que pretende mantener a todos en su lugar. Encontramos afinidad de esta postura con la de Alva (1995) para quien el esencialismo es un tipo de colonialismo que no permite el desarrollo de la gente. En otras palabras, el caso de la vivienda social en México es una colonización económica que no permite la movilidad social.

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Ahora bien, el problema no termina aquí. Según Giddens la modernidad trajo consigo una separación del tiempo y el espacio que provoca un proceso de desanclaje que lo define como “el despegar las relaciones sociales de sus contextos locales de interacción y reestructurarlas en indefinidos espacio-temporales” (2015, p.32)(Giddens, 2015). Uno de los mecanismos de desanclaje son los sistemas expertos “sistemas de logros técnicos o de experiencia profesional que organizan grandes área del entorno material y social en el que vivimos” (2015, p.37). La vivienda social es un ejemplo de sistema experto del cual los habitantes no les queda más que fiarse, y se fían porqué su incapacidad en esa área de conocimiento no les permite cuestionarlo. Si sumamos el concepto de sistemas expertos al del esencialismo podemos concluir que los habitantes no sólo son víctimas de la capacidad de olvido (forgotten-ness) al que el lugar esencialista los somete, sino que además lo hacen de manera incuestionable depositando su fiabilidad en el sistema experto de la vivienda por la cual pagan un gran costo.

Ahora bien, supeditados a la lógica del mercado, la educación y la profesión de la arquitectura han sido cómplices en contribuir al deterioro medioambiental que los conjuntos habitacionales han ocasionado. La educación profesional de la disciplina de la arquitectura no ha puesto atención a las bases de la población y sus necesidades, a la par que no se ha enfocado en estudiar el medio ambiente construido una vez que ha sido habitado – ese rol ha sido relegado a los psicólogos medioambientales – soslayando la dinámica co-constitutiva del ser humano y su entorno. Por otra parte, la producción de vivienda por parte de los profesionales se ha solucionado de una manera muy eficiente produciendo modelos, que se copian incesantemente por todo el país, independientemente de la ubicación y cultura local dónde se emplazan. Pallasmaa lo deja muy claro:

Many of us architects seem to have developed a kind of Split personality: as designers and as dwellers we apply different sets of values to the environment. We build dwellings that perhaps satisfy most of our physical needs, but which does not house our minds. 2 (1992, 2)

Falta de consideración del sujeto posmoderno

(o diversidad en la oferta de soluciones habitacionales)

Gilles Lipovetsky (1994) nos presenta unos puntos de partida interesantes para “replantear los supuestos” de los que Montaner habla e imaginarnos como la arquitectura de la vivienda social está en falta con la posmodernidad en que nos encontramos. Para Lipovetsky “la edad

2 “Muchos de nosotros, los arquitectos, parece que hemos desarrollado una especie de personalidad

dividida: como diseñadores y como habitantes, aplicamos diferentes conjuntos de valores al medio ambiente. Construimos viviendas que quizás satisfagan la mayoría de nuestras necesidades físicas, pero que no albergan nuestras mentes.”

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moderna está obsesionada con la producción mientras que la edad posmoderna lo está por la información y la expresión” (p.14). Mientras que la producción de vivienda sigue bajo una lógica económica y técnica de la cantidad (moderna) – que es más cuantitativa que cualitativa – en otros productos la producción ha cedido el paso a una lógica de la multiplicación de la variedad (posmoderna) (2007), tal como la siguiente cita lo aclara:

La cultura posmoderna es un vector de ampliación del individualismo; al diversificar las posibilidades de elección, al anular los puntos de referencia, al destruir los sentidos únicos y los valores superiores de la modernidad pone en marcha una cultura personalizada o hecha a la medida que permite al átomo social emanciparse del balizaje disciplinario-revolucionario (1994, p.11).

Tras esta definición de la cultura posmoderna, Lipovetsky deja claro todo lo que la vivienda social no es. Más bien se distingue por las pocas posibilidades de elección, por una individualidad difícil de conseguir en conjuntos masivos, densos y homogéneos reflejos de los valores de una modernidad de antaño. Lejos de promover una cultura hecha a la medida, la vivienda social promueve comportamientos normalizantes: diseños de vivienda resultado de un esencialismo del usuario para el cual será difícil emanciparse de balizaje material en el que habita. En el territorio de la vivienda social “el ideal moderno de subordinación de lo individual…[no ]… ha sido pulverizado” (1994, p.7).

A su vez, la vivienda que se oferta para las clases más desfavorecidas no es reflejo del concepto que Lipovetsky denomina proceso de personalización que distingue al contexto posmoderno: “vivir libremente sin represiones, escoger íntegramente el modo de existencia de cada uno” (1994, p.8), ya que escoger el modo de existencia se complica cuando los compradores no cuentan con muchas opciones de modelos de vivienda y su localización está restringida a la periferia. Sin embargo, aunque la vivienda se produce bajo el paradigma moderno, sus habitantes responden a la cultura posmoderna que Lipovetsky describe y por lo tanto es inevitable que, aún en estas circunstancias, manifiesten su proceso de personalización, proceso que actúa como estrategia para destruir los efectos del modernismo monolítico (Lipovetsky, 1994, p.10). Por lo tanto, encontramos que después de ser habitadas las viviendas son transformadas para acomodar las necesidades heterogéneas que los productores de vivienda no contemplaron. Aparecen terceros pisos, cambio de colores, construcción de bardas, negocios y demás actividades que resultan de las apropiaciones que los habitantes hacen de su vivienda en serie. La obsesión posmoderna por la expresión se traslada también a la vivienda, a la necesidad de diferenciarse en esas islas de interminables filas de cubos blancos que flotan en el mar desértico de la periferia. Adentrarnos a analizar los significados que estas apropiaciones tienen para sus habitantes es darles voz a aquellos “usuarios” desconocidos que el paradigma moderno soslayó. Sociedades silenciadas que aun cuando hablan con sus apropiaciones nos son escuchadas en su diferencia (Mignolo, 2000, p.71).

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¿Cómo se ha estudiado la vivienda?

La vivienda social ha sido estudiada desde muchas disciplinas, sin embargo, la compartimentalización ha sido su característica, dada la complejidad y lo multidimensional de la problemática. Tras un ejericio biliométrico en las bases de datos de Scopus y Redalyc se reveló que su estudio adquirió preeminencia en el campo académico a partir de los años noventa y con repunte en los últimos diez años, aunque cabe aclarar que se cuenta con antecedentes a finales de la decáda de los sesenta y setenta. La vivienda ha sido abordada principalmente desde las ciencias sociales (59.1%), seguido de las ciencias medioambientales (25.2%), la ingeniería (16.3%), las artes y humanidades (6.9%) y los negocios (6.6%) entre otros de menor relevancia. Inglaterra, Estados Unidos, Holanda y Australia son los países cuyos cuerpos de investigación han mostrado el mayor interés respecto al tema.

Ahora bien, las principales publicaciones académicas que han impulsado el campo de estudio en los últimos años son: Housing Studies, Journal of Housing and the Built Environment, Housing Theory and Society, Urban Studies, Habitat International e INVI (este último en Latinoamérica). En esta revisión encontramos seis grandes campos de estudio de la vivienda social: los estudios políticos, económicos, sociológicos, de diseño, antropológicos3 y en menor medida, desde los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad. A continuación, se detalla cuáles son los problemas de investigación que cada campo atiende y sus contribuciones.

Los estudios epistemológicos abordan, en primer lugar, el problema de la construcción y la definición sobre la problemática de vivienda. Jacobs, Kemeny and Manzi (2003) muestran que la política de vivienda es un campo de batalla en donde los grupos de interés compiten por definir los problemas de vivienda y cómo éstos se deben solucionar. Ello representa en sí un problema epistemológico, tal como lo establece O’Neill (2009), ya que los estudiosos del tema no se cuestionan la construcción y definición de estos problemas sobre la vivienda elaboradas por los grupos de interés, debido a las fuertes presiones que se generan en el ámbito académico para la obtención de fondos para la investigación de la vivienda misma. A su vez, Peter King (2009) enfatiza la necesidad de abordar la vivienda social desde el concepto de habitar. Esta línea de investigación resulta pertinente para esta propuesta, ya que comprender las formas con las cuales se definió el problema de vivienda ayuda a comprender el resultante diseño arquitectónico de la vivienda actual.

En los estudios sobre la política de la vivienda social, cabe aclarar que el ejercicio realizado se focalizó en las publicaciones que contextualizaron el tema en la realidad mexicana. Tales estudios concluyen que la política de vivienda social en los últimos años no ha logrado generar un mayor nivel de bienestar en la población reproduciendo la inequitativa y

3 Cabe aclarar que los estudios antropológicos no se limitan a la vivienda social sino al habitar en sí.

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fragmentada política social (Velázquez Leyer, 2015), favoreciendo al desarrollo económico a costa del desenfrenado desarrollo territorial (Correa López, 2014) y sin resolver el problema para la población de mayor pobreza (Bredenoord & Verkoren, 2010). Otros estudios han analizado las políticas entorno a la sostenibilidad de la vivienda (Higuera Zimbrón & Rubio Toledo, 2011) y han analizado históricamente la evolución del paso de la vivienda del Estado a la vivienda de mercado (Puebla, 2002)

Por otra parte, la mayoría de los estudios económicos enfocados en la vivienda se centran en la problemática del financiamiento de la vivienda para los sectores más vulnerables (Blessing, 2016; Renaud, 1999; Shimbo, 2012) y los que estudian alternativas de financiamiento para los mismos (Blessing, 2012; Gilmour & Milligan, 2012; Kadi, 2015) incluido el financiamiento de la autoconstrucción (Obeng-Odoom, 2009). Sin embargo, también se encuentran quienes relacionan la economía y las causas de la expansión geográfica (Lau, 2010; Sousa, 2010) y sobre la factibilidad de la vivienda en tenencia (Malpass, 2008).

El campo de estudio más amplio sobre la vivienda social es el sociológico, y dentro de él podemos distinguir dos grandes líneas: la que se concentran en el impacto a nivel comunidad y la referente al capital simbólico de la vivienda social. Dentro de los estudios de vivienda desde el enfoque social relacionado a la comunidad, a su vez, encontramos tres vertientes: el estigma (Hastings, 2004) (Blokland, 2008), el abandono (Keenan, Lowe, & Spencer, 1999) y la segregación (Andersen, 2002; Aparicio et al., 2011). El capital simbólico también ha sido abordado desde los estudios sociales para la vivienda (Flint & Rowlands, 2003; Jacobs & Manzi, 2014), y una forma en la que la vivienda refleja dicho capital simbólico ha sido a través de la apropiación de la misma. El proceso de apropiación de la vivienda ha sido estudiada desde la óptica de los migrantes (Boccagni, 2014), a partir de la agencia de sus habitantes para recrear sus espacios a sus gustos y necesidades (Trabalzi, 2010) y la apropiación de formas con significados previos y ciertos valores de capital cultural (C. King, 2009). Hamzah y Adnan (2016) hablan de apropiación emocional de las viviendas resultado de las actividades familiares dentro del espacio comunitario y en el hogar. Tendencias contrarias a lo anterior encontramos en Australia, como el caso de algunos habitantes que no se apropian de sus viviendas por miedo al desalojo, como lo establece Van Gelder (2007). En México, encontramos diferentes estudios sobre la apropiación de la vivienda: Zamorano (2013) y Tamés (2004) en la ciudad de México, y a Pérez (2016) en Mazatlán. En Latinoamérica destacan el estudio de la experiencia del Proyecto Experimental de Vivienda (PREVI)4 a través del tiempo, situado en Lima (García-Huidobro et al., 2010) y el de Sanín Santamaría (2018) en Medellín.

De los pocos estudios de diseño sobre vivienda social se pueden clasificar en dos

4 El proyecto experimental PREVI de vivienda progresiva de alta densidad realizado en Lima entre 1968 y 1973 “reunió la experiencia internacional y la colaboración de algunos de los mejores arquitectos de la época, que se concentraron en el diseño de casas, métodos de construcción y planeación de barrios de viviendas y urbanismo económicos…[ y ] durante estos años se empezó a reconocer que la arquitectura en general y el concepto de vivienda económica en particular tenían una responsabilidad social.” (Land, 2015)

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tendencias, aquellos que abordan el diseño y la satisfacción residencial, por otra parte. En cuanto a diseño, algunos se enfocan en el estudio de vivienda en serie (Mohit et al., 2010; Wong, 2010) y otros, en sus posibles modificaciones por los habitantes (Noguchi & Hernández-Velasco, 2005; Stojanovic & Stamenovic, 2015). Sobre los estudios de satisfacción de la vivienda misma, se indica que existe una relación entre el diseño y la habitabilidad (Hernández-Cariilo & Velázquez-Rodríguez, 2014)(Tibesigwa et al., 2017).

De los estudios antropológicos se rescata el habitar de la vivienda. Muchos de ellos se centran en el significado de la casa, desde los clásicos (Douglas, 1991; Mallett, 2004; J. Moore, 2000) hasta los que aplican perspectivas nuevas al mismo fenómeno – como la ecológica (Coolen, 2006; Meesters, 2009). Otros estudian la cultura material de la vivienda (Clarke, 2001; Garvey, 2001; Miller, 2001; Sanín Santamaría, 2018), las marcas del habitar (Rose, 2012; Schelley, 2014), la relación del habitar y el territorio (Wise, 2000) y el habitar en la periferia urbana (Espinosa Ortiz, Vieyra, & Garibay Orozco, 2015; Lindón Villoria, 2002). Por último, un estudio completo sobre la vivienda del siglo XXI y su habitar es el de Montaner, Muxi y Falagán (2011) Herramientas para habitar el presente, en el cual, a partir de una combinación teórica-metodológica sugerente, se analiza la situación actual de la vivienda vis a vis la sociedad, los recursos, la tecnología y la ciudad. Se destaca que una de las estrategias más apremiantes para resolver el dilema de la realidad compleja, cambiante y diversa radica en desarrollar mecanismos de flexibilidad.

Finalmente, bajo los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad (STS por sus siglas en inglés), se aborda la relación entre el objeto construido y los actores tanto en su realización y/o durante su uso. Sin embargo de vivienda social y STS hay pocos estudios, destaca uno realizado por Priemus y Kroes (2008) titulado “Technical artefacts as physical and social constructions: The case of Cite de la Muette” dónde establecen que los factores sociales afectan las características físicas y materiales del objeto tecnológico, pero también afectan sus características funcionales y su significado simbólico.

Ahora bien, en cuanto a los estudios habitacionales en México, destaca la labor, de más de 30 años, de Rene Coulomb y Martha Schteingart (Coulomb, 2010; Coulomb & Schteingart, 2006; Schteingart, 2015) quienes han contribuido ampliamente a los estudios urbanos del país. A partir de los años noventa, Schteingart pone especial énfasis en “los problemas que implicaba el retiro del Estado en la producción habitacional para los sectores más necesitados de la sociedad” (2015a, p.18). Sin embargo, aunque sus investigaciones han sido de beneficio para el avance de la disciplina, la mayoría de las investigaciones ha estado enfocada en la ciudad de México. En cuanto al campo de estudio de la producción social de vivienda (PSV), cabe destacar la labor por más de cinco décadas del arquitecto Enrique Ortiz Flores con múltiples publicaciones sobre el tema a través de la Coalición Internacional para el Hábitat (HIC-AL) (Ortiz Flores, 2002, 2007, 2012, 2017). Así como también los arquitectos Jorge Andrade (1981, 2016) y Gustavo Romero (2002) quiénes han narrado sus experiencias en proyectos participativos de producción social durante varias décadas. En el contexto regiomontano, encontramos estudios

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sobre el hábitat deseable de vivienda social de los noventas (Zuñiga, 1993) y sobre el fenómeno de expansión ligado a la vivienda de 1940-2005 (Sousa, 2010).

Recapitulando, esta revisión sobre la producción académica sobre la vivienda, el habitar y la apropiación ha servido para obtener una mayor caracterización del objeto de estudio, y comprenderlo como un fenómeno complejo que ha sido abordado de forma fragmentada, y cuyo abordaje parcial repercute en la definición del problema de vivienda y las políticas de vivienda que se producen. Como se puede observar, existe un gran vacío sobre el estudio de la vivienda en los países no anglosajones – por ende, en México – a la par que muchos de los estudios en el país sólo se centran sobre las políticas y producción de la vivienda, pero no de su ocupación una vez construida la casa. Es evidente que en este campo de estudio la relación entre la vivienda y su habitante se ha visualizado de manera dicotómica y no se ha privilegiado la voz de sus habitantes.

Posición epistemológica

Esta investigación se sustenta en un enfoque humanista bajo el telos de los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad (STS por sus siglas en inglés). La vivienda social ha sido estudiada desde diversos campos como se expuso en la sección anterior. Ahora bien, todos estos estudios han sido pertinentes en mejorar la producción de la vivienda en sí, sin embargo, han soslayado una parte muy importante de ella: su habitar. Por lo tanto, una visión humanística a este objeto de estudio es pertinente, no sólo por considerar lo que otros han dejado a un lado, sino también porqué nos revelara aquellas condiciones en las que estas son habitadas.

Los resultados de una visión desde esta perspectiva contribuyen a un mejor entendimiento de la realidad de la vivienda en una dimensión más humana y profunda, evidenciando los esencialismos con los que se configura, las alternativas paralelas que espontáneamente surgen al no estar adaptada la oferta a la demanda posmoderna, y los desafíos que se oponen al sistema experto de la construcción de vivienda. En suma, un enfoque humanístico en torno a la vivienda otorga voz a aquellos que la modernidad ha silenciado – sus habitantes.

Por otra parte, los estudios de STS permiten romper la dicotomía arquitectura/sociedad, ruptura necesaria dado que la relación entre el ser humano y su casa es relacional y dinámica. Desde el campo de la arquitectura, se ha visualizado y se ha entendido a la misma como un producto de un contexto espaciotemporal y social específico y situado: la arquitectura como espejo de lo social. Desde el campo de los estudios sociales se ha entendido a esta materialidad intencional como un fondo testigo y silencioso, sin agencia alguna en las relaciones sociales. Sin embargo, la realidad, material y social, lo confirman distinto, ya que no podemos considerar ni a la arquitectura ni a la sociedad como dominios independientes, sino más bien como mutuamente constitutivos en un proceso de constante resignificación.

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Por lo tanto, los estudios de la ciencia, tecnología y sociedad, por su naturaleza interdisciplinaria, permiten aplicar varios lentes para abordar tanto a la arquitectura como a lo social como fenómenos interrelacionados. En los últimos años han mostrado resultados relevantes al respecto, partiendo de una descripción compleja y dinámica de la realidad, es decir, desde una perspectiva no reduccionista. Esta línea de investigación presenta una oportunidad de estudio para la vivienda, no sólo porque ha sido poco abordada desde este enfoque, sino también porque abarca múltiples dimensiones, reconoce el dinamismo de la relación habitante/casa y permite explorar al objeto de estudio desde un lente más amplio, permitiendo una mayor comprensión de las dinámicas y relaciones que se generan entre ambos, en una particular forma de ensamblaje.

Enfoque, objetivo y pregunta de investigación

En las secciones anteriores se describieron los antecedentes a la problemática de la vivienda social y cómo se enmarca desde las humanidades, a la par que se expuso su estado del arte. Subsecuentemente se expuso la decisión de arraigar este estudio en las humanidades, porque una caracterización desde ese enfoque visualiza problemas antes no revelados, y específicamente, en la línea de Ciencia, Tecnología y Sociedad porque permiten observar al sujeto y al objeto de manera interrelacionada.

Ahora bien, esta investigación se inserta en la Zona Metropolitana de Monterrey (ZMM en adelante) en un marco temporal que abarca desde que se acentúa el problema de los conjuntos irregulares a finales de los sesenta, seguido por la creación del Infonavit en 1972, hasta el año 2020. Desde ese entonces, dos formas de producción de vivienda han sido dominantes: la primera, a través del Infonavit como promotor, constructor y facilitador de crédito hasta 1992 y posteriormente sólo como facilitador de crédito; y la segunda, a través de la autoconstrucción o Producción Social de Vivienda (PSV) como se le denomina hoy en día. La PSV ha sido la forma sobresaliente de producción de vivienda cubriendo más del 60% de la demanda de vivienda total. La forma de producción del Infonavit se distingue por entregar un producto terminado, llave en mano, con todos los servicios presentes en su mayoría, en colonias de gran escala con casas estandarizadas. Por otra parte, la vivienda de la PSV es progresiva, heterogénea y en su mayoría en colonias irregulares, más pequeñas y en en general carentes de servicios.

El Estado a lo largo de los años ha favorecido una política pública que promueve la propiedad privada y ha centrado sus esfuerzos en mitigar el déficit habitacional, mediante la dotación de vivienda terminada. Sin embargo, a pesar de serias dificultades para su desarrollo y al paso de los años, como el presente lo evidencia, algunas colonias de la PSV en la ZMM presentan más identidad y arraigo de sus habitantes y menos deterioro y abandono que aquellas que han sido promovidas por el Infonavit. ¿A qué se debe este resultado?

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Es bien reconocido que los procesos de autoproducción de la vivienda permiten un control sobre las decisiones tomadas dentro del proceso de construcción de la misma, y este conjunto más variado de prioridades (a diferencia de la vivienda como producto terminado que ofrece el Infonavit) conduce a medio-ambientes más adecuados (Turner, 1976). En la PSV la apropiación es inherente al proceso de construcción y es específica a la unidad doméstica y su territorio (Tames, 2004). Dicho de otro modo, la posibilidad de apropiación permite la construcción de medio ambientes más adecuados a las necesidades de sus habitantes y, por ende, se sienten más identificados con su vivienda. En contraste, la vivienda que el Infonavit ha dotado, parte de una definición del habitar que se impone desde arriba y son los habitantes los que se deben adecuar a ella. A pesar de lo anterior, con el paso del tiempo también podemos observar procesos de transformación y personalización en las viviendas.

Contrastar el proceso de apropiación, en las dos formas de producción de vivienda en la ZMM puede revelar si este proceso conduce a una mayor identidad y apego en los conjuntos habitacionales. Por lo tanto, la pregunta que esta investigación se hace es:

¿Cómo se relaciona la apropiación de la vivienda con la identidad y el apego de sus habitantes en los conjuntos habitacionales de la ZMM?

La hipótesis planteada es que a mayor apropiación de la vivienda mayor será su apego e identidad en la comunidad fortaleciendo el tejido social y transformando la urbanización en ciudad. Dado que la apropiación es inherente al proceso de construcción en la PSV, podríamos suponer que encontraríamos mayor apego e identidad en estos conjuntos, en teoría.

De esta pregunta se desbordan varios objetivos específicos:

§ Describir las apropiaciones hechas en las viviendas tanto en conjuntos del INFONAVIT como de Producción Social de Vivienda (PSV)

§ Derivar el significado de estas apropiaciones § Contrastar el significado que tienen hacia la vivienda los habitantes de INFONAVIT

vs. PSV § Analizar la relación entre la apropiación de la vivienda y su contexto mayor en las

dimensiones de identidad, apego e identificación simbólica y cognitiva. § Contrastar dichas relaciones en las viviendas tanto en conjuntos del INFONAVIT

como de Producción Social de Vivienda (PSV)

La aproximación a este estudio es una ecológica, la cual considera la relación entre el individuo y su entorno como dinámica (Gibson, 2015), y como mutuamente constitutiva (Yaneva, 2016) en línea con los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad. Bajo un enfoque cualitativo y el estudio de caso como método se estudiaron las apropiaciones (espacial,

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material, social, y económica) que se llevaron a cabo al habitar la vivienda popular – tanto de Infonavit como de autoconstrucción (PSV) – de la Zona Metropolitana de Monterrey desde 1967 a la fecha y su relación con la identificación, el apego, la identidad y el significado de sus viviendas y de sus conjuntos habitacionales (ver Capítulo 4 para el completo desarrollo metodológico).

Justificación de la investigación

La investigación está anclada en los estudios de la Ciencia, Tecnología y Sociedad (STS) por la forma en que reconoce la materialidad construida como un actor más de la red de relaciones y a lo social como algo emergente, reensamblado en cada ocasión. Por ende, lo que presenta de original es, por una parte, su manera en que la vivienda y su habitante son caracterizados y estudiados – como fenómenos interrelacionados y co-constitutivos – lo que permite discernir relaciones que de otro modo no se podrían tejer. Por otra parte, se debe reconocer que lo estudios STS se limitan a describir la lógica conducente en la producción de la vivienda, sin abarcar los fenómenos sociales suscitados tras su producción y comercialización, es decir, el habitar que apropia y resignifica ese producto, omisión que esta investigación aprovecha para estudiar.

Ahora bien, dado que la muestra de estudio abarca tanto vivienda producida y financiada por el Infonavit y vivienda autoconstruida, se pueden valorar y contrastar las diferentes expresiones de orden social y cultural asociadas a cada forma de producción, característica que también denota su originalidad. Por último, es una aportación para la comprensión del contexto de vivienda de la ZMM dado que sus conjuntos no han sido estudiados así recientemente y se permite visualizar como se ha habitado la ciudad en los últimos cincuenta años y la manera en que este habitar ha repercutido en el tejido urbano y sus espacios públicos.

Nuestros medios ambientes construidos no acomodarán las necesidades de las personas hasta que no integren en su diseño y composición lo que sabemos y estamos aprendiendo de la experiencia humana. (Goldhagen, 2017: xxix)

Tal idea ha fungido como punto de partida al brindarle rumbo a esta propuesta de investigación. Los arquitectos, como los físicos clásicos, se han dedicado a darle forma a la materia sin tomar en cuenta las dimensiones más sutiles, como las emocionales y aquellas que provocan imaginación, empatía y contacto social (Robinson, 2015). Esto se hace mucho más evidente en los proyectos de vivienda social en México. Por lo tanto, es relevante una investigación como la presente ya que podrá arrojar conclusiones directas de la experiencia de

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habitar de las personas en esos proyectos que se promueven desde las instituciones públicas, que son mucho más que un bien de consumo.

A la par, al analizar la vivienda producida por los propios habitantes y las apropiaciones realizadas en la vivienda social se exponen las necesidades y deseos que surgen de los propios habitantes, dicho de otro modo, se visualizan las discrepancias entre el supuesto habitar que se impone desde arriba y el habitar emergente en el día a día. Estas viviendas son la mediación entre el mundo y nuestra conciencia y son refugio no sólo de nuestro cuerpo y sus acciones sino también de nuestra memoria, sueños y deseos, de ahí la relevancia a ponerle atención y profundidad a este tema de investigación. Asimismo, resulta relevante cubrir el déficit de información de la experiencia del habitar con el que cuentan los actores de la red del sistema de vivienda para que en el futuro puedan proyectar soluciones habitacionales alineados a la búsqueda del bienestar en el hogar. Cumplir con la dotación de vivienda únicamente no es suficiente, dado que, en palabras de Robinson, “moldeando la materia, moldeamos la experiencia – moldeando la experiencia, damos forma a la vida” (2015, p. 142).

Estructura de la tesis

Seguida de este primer capítulo, que introduce y plantea el problema de investigación, procede el Capítulo 2, el cual aborda las premisas teóricas sobre las que se asienta este estudio con el objetivo de caracterizar, desde un lente particular, al objeto de estudio material – la vivienda – y al objeto de estudio formal – la apropiación.

El Capítulo 3 está dedicado a enmarcar de manera contextual el desarrollo, tanto de la producción de vivienda institucionalizada y la producción social de vivienda. Esto se desarrollará en tres etapas históricas a nivel federal y local, en torno a la legislación y programas habitacionales que han surgido en ambos: La continuidad del paternalismo industrial y sublevación migrante (1940-1972), Institucionalización del habitar (1972-1992) y Desregulación, expansión y mercantilización (1992-2015).

La estrategia metodológica será abordada en el Capítulo 4, así como también la aproximación que ha guiado el diseño de la investigación y los métodos empleados. Al final se describe el proceso mediante el cual se indujo el modelo de Habitar Apropiando.

Los resultados obtenidos serán expuestos bajo la estructura de dicho modelo en el Capítulo 5. La primera sección describe las formas de apropiación y su relación con la construcción de la identidad. La segunda elabora las manifestaciones del apego y la incidencia de este en la construcción de lugares. Por último, la tercera sección relata la relación entre los resultados de la apropiación – identidad y apego – en la producción del sentido comunitario.

Finalmente, la tesis concluye en el Capítulo 6. Partiendo de lo particular a lo general a lo largo del capítulo, primero se discuten los resultados para posteriormente contrastarlos contra otros autores. Los aciertos, limitaciones y líneas futuras de investigación se exponen de manera

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subsecuente. Las implicaciones de los resultados y propuestas se exponen después, para finalmente enmarcarlas a la luz del contexto actual.

Vinculación con el PRONACE del CONACYT y área estratégica de la Escuela de Humanidades y Educación

La presente investigación se vincula con el área de Seguridad Humana de las PRONACES en el sentido que busca comprender como está trabajando uno de los medios ambientes más importantes para el ser humano: su casa. La posición ontológica y el enfoque metodológico empleados expanden la comprensión de las problemáticas interrelacionadas (dimensiones sociales, urbanas y afectivas) en torno la vivienda. Al comparar la vivienda que financia el Estado y la que llevan a cabo sus habitantes podemos evaluar que tan alejado está el producto del mercado de las necesidades presentes dentro del contexto mexicano. El rol que la apropiación tiene en las comunidades donde es llevada a cabo contribuye al tema de Educación para la ciudadanía y la paz, específicamente en la educación centrada en la comprensión de la otredad. Esto debido a que cuando la apropiación es compartida es necesario interactuar a través de la diferencia, como los resultados lo demostrarán.

Por otra parte, el área estratégica de la Escuela de Humanidades y Educación con la cual se vincula esta tesis es la de Educación para el Desarrollo Sostenible. La investigación busca comprender como es que se habita en los conjuntos habitacionales en la actualidad con el objetivo de que se promuevan mejores estilos de vida, basados en la justicia social y el derecho a habitar con dignidad. A la par, se investiga como se puede fomentar la interacción social a través de la diferencia o diversidad cultural que los conjuntos presentan, para así fomentar una cultura de paz y no violencia. El buscar mejorar el habitar y fomentar las relaciones comunitarias son dos pequeños peldaños que contribuyen a una cultura de desarrollo sostenible desde su aspecto social, generando un mayor apego y responsabilidad hacia el territorio habitado posibilitando entonces, el desarrollo sostenible al que se aspira.

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LA APROPIACIÓN: relación entre el

ser humano y su casa

Introducción

Inscribir una investigación en el campo de estudios de la vivienda es participar en un diálogo amplio, elaborado, cuantificado y a veces sentimental. No es un emprendimiento claro, ni fácil, ni acotado. Todos, investigadores y lectores, somos sujetos activos con relación a ella, con las dificultades de objetividad que eso conlleva. Es un objeto de estudio que nos parece tan familiar y cercano pero, a la vez, vivido de manera tan inconsciente, pero no por eso inconsecuente. Tras un amplio estudio y revisión de la literatura, de la conversación y diálogo que se ha tenido sobre este tema, primero se abordó de una manera acotada (cosa que la autora aborrecía de otros textos), de otro modo hubiera sido imposible terminar en tiempo lo que una investigación doctoral demandaba. Sin embargo, la caracterización y problematización del objeto de estudio junto con el enfoque desde donde se parte para observar la problemática es una elección personal, deliberada y diseñada; ha sido así, con el afán de rescatar ciertas premisas que condujeran a un diálogo distinto, a una caracterización del problema no prevista y que apuntalara hacia otras direcciones moviendo la frontera sobre lo que la vivienda significa.

La presente investigación se asienta sobre varias premisas teóricas que son la columna vertebral del presente capítulo. Estas son necesarias tanto para caracterizar el objeto de estudio y entender su problemática desde un ángulo en particular, como para guiar la dirección que el análisis de la investigación toma. Se tomaron prestados conceptos teóricos de múltiples disciplinas, el estudio de la vivienda así lo demanda, y tratando si es posible, de compensar por la fragmentación o acotamiento necesario.

Las premisas serán elaboradas a lo largo del capítulo y son las siguientes:

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1. Un individuo y su medio ambiente son co-constitutivos (sociología y psicología ecológica)

2. La vivienda es un medio, no es un fin en sí mismo (filosofía social) 3. El habitar la vivienda es un proceso que nunca se completa 4. La apropiación de la vivienda es una manifestación del dinamismo del habitar entre el

habitante y su casa 5. La apropiación de la vivienda contribuye a transformar la urbanización en ciudad, o

dicho de otro modo, de transformar espacios en lugares (sociología y urbanismo).

Bajo estas premisas teóricas se altera la aproximación que comúnmente se ha tenido sobre la vivienda como objeto de estudio y permite visualizarlo bajo otra luz y posiblemente encontrar soluciones que no habían sido consideradas. Cada premisa será elaborada en un apartado distinto en el orden que fueron dispuestas, dado que cada una va conduciendo a la siguiente.

La co-constitución del individuo y su medio ambiente

Antes de adentrarnos a la vivienda como objeto de estudio es necesario entender cómo se relaciona un individuo con su entorno inmediato. La relación entre un individuo y su medio ambiente construido ha sido estudiada ampliamente por diversos campos de estudio. Sin embargo, sus aproximaciones difieren principalmente en dos de sus dimensiones: la temporalidad y la agencia que privilegian. En cuanto a temporalidad, hay campos de estudio que observan al medio ambiente construido mientras está siendo erigido, en cambio otros lo observan cuando es habitado. En cuanto a la agencia, hay quienes establecen que la arquitectura del medio ambiente construido influye en el comportamiento humano y hay quienes establecen que son los individuos quienes determinan las formas y el uso que se le da al medio. Finalmente, están quienes observan la relación antes y después de su construcción y consideran que tanto el individuo como su medio ambiente se constituyen mutuamente en el tiempo, lo que llamaremos la relación co-constitutiva, relación en la que esta investigación se asienta. Antes de empezar a elaborar en que consiste esta última, se considera importante discernir las características que describen a las relaciones anteriormente mencionadas para contrastar las diferentes aproximaciones y aclarar la empleada.

El medio ambiente construido y su entorno social desde un enfoque parcial

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Los estudios de historia de la arquitectura se han interesado por el desarrollo de la producción y constitución del medio ambiente construido. Sus historiadores han narrado y descrito esta historia (Tafuri, 1986; Benevolo, 1977; Cohen, 2012; Frampton, 1993). Sin embargo, estos estudios ignoran el dinamismo de la arquitectura y su entorno social en el tiempo, porque no consideran la relación entre la obra y sus usuarios una vez construida, sino más bien se enfocan en discernir cómo es que llegaron a existir de ese modo en particular, y el rol que el contexto juega en determinar esas formas particulares. Por lo tanto, no son de interés para esta investigación. Una notable excepción es la obra reciente de Goldhagen (2017) que estudia cómo el medio ambiente moldea la vida de sus usuarios a través de un enfoque neurocientífico y, por lo tanto, considera la relación entre el usuario y la obra una vez construida.

Por otra parte, el campo de la psicología medioambiental estudia la relación entre el individuo y su medio ambiente una vez que la obra ha sido construida (R. G. Barker, 1968; Kopec, 2012). En dichos estudios se analiza las formas en que el comportamiento individual es alterado por el medio ambiente circundante y se han desarrollado metodologías para analizarlo, tales como la evaluación post ocupación. Sin embargo, esta vertiente no se interesa sobre cómo llega a constituirse o cómo los propios usuarios moldean la obra una vez que es habitada.

Los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad (STS), con una clara influencia en su metodología de la teoría del actor-red de Bruno Latour (2005), buscan comprender cómo cobra forma una obra de arquitectura en una imbricada red de relaciones de actores. Un ejemplo de ello es la cartografía de controversias de Albena Yaneva (2016), con la que se propone entender cómo los edificios generan sus propios tiempos, espacios y sociedades alrededor de sí mismos durante el proceso de su constitución material, en lugar de retratar cómo un edificio ocupa un nicho en la sociedad, o cómo este corresponde a factores económicos y culturales, o bien, cómo representa la voluntad de una época (zeitgeist). Para analizar a la arquitectura y a los actores alrededor de ella, Yaneva sugiere que la investigación atraviese la frontera que separa a la arquitectura de la sociedad, al significado de la materialidad, y a la tecnología de los símbolos justo en el momento que el contexto y el contenido no se ha realizado, en otras palabras el momento en que “the architecture and the social are fluid and mutually define themselves”5 (Yaneva, 2016, p.46). No obstante, Yaneva no considera las relaciones entre lo arquitectónico y lo social una vez construido el edificio. Los actores considerados son los que tienen impacto en la producción de la arquitectura e ignora a los que inciden en la obra cuando comienza su vida útil: los usuarios y su habitar en ella. Por lo tanto, la aproximación de Yaneva es parcial y no es apropiada para la presente investigación.

Los estudios sociológicos de Bourdieu (1977) y Giddens (1984) son más asertivos en colocar tanto al individuo como al medio ambiente en una relación dinámica. Bourdieu (1977) establece que la arquitectura es una fuerza autónoma que estructura las prácticas sociales y se

5 “la arquitectura y lo social son fluidos y se definen mutuamente.”

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enfoca en la dimensión simbólica y en los significados adscritos por los usuarios (Müller, A. y Reichmann, 2015). Uno de sus primeros y más reconocidos trabajos empíricos es el estudio de la Casa Kabyle (1977), 6 con la que demuestra la fuerza reproductiva de las prácticas sociales a través de la forma objetiva o material. En otras palabras, en la Casa Kabyle las oposiciones simbólicas y las jerarquías que ordenan la división social de los Kabyle está inscrita en la materialidad y en el espacio mismo. Para Bourdieu: “buildings become objectified history: systems of classification, hierarchies, and oppositions inscribred in the durabilty of wood, mud, and brick”7 (Gieryn, 2002, p. 39). A la vez, esta objetivación es la que permite la permanencia de ciertas prácticas que se institucionalizan, sin que los actores necesiten recrearlas conscientemente cada vez. Sin embargo, para Bourdieu, las prácticas de los sujetos están socialmente condicionadas por la propia estructura, e independientemente de las intenciones del sujeto, terminan por reproducir la estructura misma.

Al igual que Bourdieu, pero dentro de los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad, Müller y Reichmann (2015) están interesados en los procesos que se llevan a cabo después de que los objetos materiales han sido clasificados como arquitectura. Denominan a este proceso architecture in action y establecen que la existencia de la arquitectura en un lugar y tiempo dado y en una sociedad específica hace una diferencia. Esta diferencia puede ser el alterar el uso de un edificio, o el entendimiento de una comunidad, o el forzar a la gente a desarrollar nuevas prácticas. Esta visión privilegia al objeto arquitectónico y torna pasiva la agencia del habitante. Olvidan que si la arquitectura está en acción, el habitante también lo está.

Tanto para Bourdieu como para Müller y Reichmann las prácticas de los usuarios están condicionadas por la arquitectura. Ahora bien, esta visión puede darse en el otro sentido, en el que sólo el entorno social y sus actores son los que dan forma a lo material, como es el caso de Giddens (1992). Este último, privilegia la agencia humana y para él los edificios se convierten en lo que los usuarios hagan activa y conscientemente con ellos, negando la autonomía del medio ambiente construido. Para Giddens, el parámetro de la experiencia ya no está ligado al lugar, y el lugar está socavado por mecanismos de desenclave que hacen que se convierta en “fantasmagórico” y el lugar ya no es un referente tan significativo como lo era con anterioridad de acuerdo a Gieryn (2002, p. 146). Sin embargo, al establecer dicha postura, ignora la capacidad estructurante de la arquitectura, tal como lo aclara Gieryn:

6 En la casa Kabyle de los Bereberes en Algeria, Bourdieu realizó un estudio y descripción gruesa de los

modos de vida de los Bereber y sus casas. La describe como un microcosmos de la cultura Bereber materializado en la casa a través de oposiciones homólogas como femenino/masculino, día/noche, fuego/agua, alto/abajo y cultura/naturaleza.

7 “los edificios se convierten en historia objetivada: sistema de clasificaciones, jerarquías y oposiciones inscritas en la durabilidad de la madera, la tierra y el ladrillo.”

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Giddens is reluctant to ascribe autonomous agency to built environments, and instead makes them dependent upon interpretations and uses by knowledgable humans. He ignores the possibility that buildings may preempt or preclude agents’ conscious apprehension, interpretation or mobilization, an that they can structure practices wihtout necessarily requiring actors’ knowledgeable involvement .8 (2002, pp.37-38)

Ahora bien, resulta interesante el cambio de postura de Giddens. En su obra anterior, “The Constitution of Society” (1984), introduce su Teoría de la Estructuración en la que describe cómo los agentes producen y reproducen conscientemente la estructura social a través de sus propias acciones. Central a esta teoría era la cualidad de la “dualidad de la estructura”, que refiere a la capacidad de esta, tanto de limitar ciertas acciones como de habilitar otras. En esta postura inicial, Giddens reconoce el dinamismo que la relación estructura / agente tiene, reafirma la capacidad de la estructura de ser tanto el medio como el resultado de las prácticas que constituyen los sistemas sociales y, a la vez, reconoce la posibilidad de los agentes de transformar esas estructuras a través de su agencia (Sewell, 1992). A diferencia de este primer Giddens, podríamos decir, el Giddens posterior abandona esta postura hacia otra, dónde el lugar o la estructura material deja de tener agencia.

Tras esta revisión, resulta evidente que al abordar la relación medio ambiente construido y su entorno social de manera unidireccional y parcial se niega la co-constitución y el dinamismo de la interacción entre ambas, ya sea al privilegiar a la arquitectura o al usuario, o al considerar la relación temporal previo o después de la construcción del medio ambiente. Podemos ver en la Tabla 1 un resumen de las aproximaciones anteriores y la introducción de otra: la bidireccional (arquitectura-usuario) que considera un flujo temporal continuo (antes y después de la producción).

Tabla 1. Relación de la arquitectura y su entorno social en el tiempo

Relación arquitectura / dimensión social

Relación durante la producción

Relación una vez que han sido construidos

Relación antes y después de la producción

Arquitectura como estructurante

Psicología medioambiental:

Dan Kopec Architecture in Action:

Müller y Reichmann

8 “Giddens es reacio a atribuir una agencia autónoma a los entornos construidos y, en cambio, los hace

dependientes de las interpretaciones y usos por parte de humanos conocedores. Ignora la posibilidad de que los edificios puedan adelantarse o limitar la aprehensión, interpretación o movilización consciente por parte de los agentes, y que puedan estructurar prácticas sin requerir necesariamente del involucramiento consciente por parte de los usuarios.”

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Sociología Pierre Bourdieu

Lo social como estructurante

Historiadores de la arquitectura:

Tafuri y Frampton

Sociología Antony Giddens

Constitución mutua

Arquitectura y CTS Albena Yaneva

Arquitectura y neurociencia: Sarah Williams Goldhagen

Bill Hillier y Julienne Hanson, Thomas Gieryn y

Paul Jones

Nota: Elaboración propia.

El medio ambiente construido y su entorno social

desde un enfoque dinámico: una aproximación ecológica

El enfoque dinámico es el que toma en cuenta la constitución mutua de la arquitectura y la acción social en todo momento, tanto en el proceso de constitución de la arquitectura como objeto material y espacial, como cuando la arquitectura cobra vida a través de su uso. Se le considera una aproximación ecológica porque considera a la obra construida como parte integral de su medio ambiente, y se enfoca en las relaciones que un individuo considera significativo de él (Coolen, 2006). Desde esta perspectiva, el significado de una obra se deriva de las relaciones que se sostengan entre un individuo y su medio ambiente construido. Por lo tanto, es la indicada para esta investigación. ¿Por qué se considera importante que la relación sea abordada desde esta perspectiva? Porque las obras nacen dentro de un entorno social, que cuenta con valores, costumbres y prácticas propias que guían su diseño inicial y, posteriormente, condicionan a que estas mismas se sigan reproduciendo o no, dependiendo de la intencionalidad y voluntad de sus habitantes. Una aproximación ecológica reconoce que la relación es estable, abierta al cambio y a la contingencia. Las aproximaciones descritas en la sección anterior son como una fotografía de una dinámica temporal no reconocida es decir que son asíncronas y estáticas.

Para elaborar esta relación dinámica se utilizaron las teorías del sociólogo de la ciencia Gieryn, de los arquitectos Hillier y Hanson y del sociólogo de la arquitectura Jones. Gieryn (2002) toma por objeto de análisis a la arquitectura como artefacto tecnológico, dentro de los estudios de la construcción social de los sistemas tecnológicos. Apuesta por una aproximación sustentada en la suma de las posturas de Bourdieu + Giddens, en la que afirma que los edificios están situados entre la agencia y la estructura: “the play of agency and structure happens as we build: we mold buildings, they mold us, we mold them anew…” 9 Esta aproximación reconoce que el análisis debe respetar esta doble realidad de los edificios, como estructuras estructurantes, pero nunca más allá de la potencial reestructura por agentes

9 “el juego de la agencia y estructura sucede mientras construimos: moldeamos edificios y ellos nos

moldean a nosotros, los moldeamos de nuevo…”

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humanos. Para Gieryn, el análisis institucional de los edificios como fuerzas estructurantes debe situarse junto con el de la interacción estratégica en la que los edificios se convierten en el foco de una negociación consciente e interpretación por parte de sus usuarios. En los edificios y a través de ellos, los sociólogos pueden encontrar estructuras sociales en el proceso de convertirse.

A través de la metodología de su creación, Space Syntax, los arquitectos Hillier y Hanson (Hanson, 2003; Hillier, 2007; Hillier & Hanson, 1988) analizan la configuración espacial que es la mediadora de la forma y la función en la arquitectura, y de la relación del espacio con la sociedad; a través de ella, la sociedad es a la vez restringida y reconocible. Hillier (2007), argumenta que nuestras ideas de edificios están repletas de ideas sociales y a la vez nuestras ideas también lo están de instituciones sociales. Es por esto por lo que declaran que el medio ambiente construido no es sólo escenario para la acción social, sino que es en sí mismo un comportamiento social que en sus patrones refleja el origen del comportamiento bajo el cual fue creado. Para Hillier esta relación no es determinística, ya que los edificios no sólo transmiten efectos a través de sus configuraciones espaciales, sino que también su configuración es influida por información que recibe de la sociedad. Finalmente, Hillier afirma: “buildings are thus among the most powerful means that a society has to constitute itself in space-time and through this to project itself into the future”10 (2007, p. 311). A la par, ambos autores establecen que la organización espacial interior de un edificio, a diferencia de su exterior, es un espacio ideológico recipiente de categorías y roles sociales continuamente reafirmado a través de su uso. El exterior por el contrario, es un espacio más político, en el que el sistema de encuentros es más fluido y constantemente renegociado. En otras palabras, el exterior de un edificio es dónde la sociedad se produce y el interior es dónde se reproduce (Hillier y Hanson, 1988). Finalmente, para Hanson (2003), el estudio de la vivienda es muy pertinente porque es en dónde estas relaciones antes mencionadas son más evidentes, y la considera un vehículo ideal para explorar las dimensiones formales y experienciales de la arquitectura.

Por último, el sociólogo de la arquitectura Jones afirma que el propósito principal es situar la práctica arquitectónica y los objetos que produce dentro de las condiciones políticas y económicas de la cuales surge: “architecture is one cultural space in which political projects attempt to become socially meaningful, and where particular visions of public are forged”11 (2011, p. 2). Afirma que la arquitectura no debería ser considerada una forma cultural neutral, sino una producción social que refleja la manera en la que se materializa el estatus de aquellos en el poder y el cómo lo hacen socialmente significante. Para no legitimar esta reproducción espacial, afirma, la arquitectura debería enfocarse en su función social para lograr una

10 “Los edificios son de los medios más poderosos que la sociedad tiene para constituirse en el espacio-

tiempo y proyectarse a sí misma al futuro.”

11 “La arquitectura es un espacio cultural en la cual los proyectos políticos intentan convertirse en socialmente significativos y donde visiones particulares del público son forjadas.”

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arquitectura más crítica y conectada con su realidad social y política, contribuyendo a la acción social y retando a las relaciones sociales existentes. En el mismo tenor, Jones comparte con Lefevbre (1991) la convicción de que los arquitectos no producen arquitectura libremente. Los arquitectos son receptores de las reglas del campo y responden a contextos de manera que les hace sentido desde su posición. Asevera, que los arquitectos diseñan edificios, pero parafraseando a Marx “but not within conditions of their own making” 12 (Jones, 2011, p. 15). Aunque las ideas de Jones están más enfocadas en las relaciones y estructuras de poder en torno a la dicotomía medio ambiente construido / entorno social, podemos observar en ellas el dinamismo que se busca para esta investigación. Jones es crítico de las condiciones del proceso de producción del objeto arquitectónico y de su repercusión en la actividad social que generan.

En suma, tanto Hillier y Hanson como Gieryn consideran imposible abordar la relación del entorno social y el medio ambiente construido de manera unidireccional y dicotómica, porque reconocen que la relación es dinámica, temporal y sujeta a cambios por parte de ambos actores, humanos y no humanos. Además, admiten en sus aproximaciones que la relación entre la obra y su entorno social se extiende desde que la obra se concibe hasta que se habita, y que esta relación siempre está en negociación por parte de ambos. Por su parte Jones, añade a la conversación un telos sociopolítico, pertinente en este caso, porque la vivienda social, obra a analizar, es impuesta por otros distintos a los que habrán de habitarla. Las diferencias ideológicas y prácticas entre los productores y los habitantes de la vivienda social se evidencian en las múltiples apropiaciones materiales y espaciales que los usuarios realizan en sus casas para adecuarlas a su propio habitar.

En el campo de estudio de la vivienda, las relaciones entre un habitante y su casa han sido abordadas bajo esta aproximación por varios autores. Clapham (2005) ha estudiado las trayectorias de vivienda de varios hogares, entendiendo a la casa como un medio para la realización personal, más que un fin en sí mismo, con el objetivo de encontrar los enlaces entre ellos. A la vez, Coolen (2006) ha estudiado cómo se genera el significado que la vivienda tiene para sus habitantes de acuerdo con las posibilidades que la casa ofrece. Por último, Meesters (2009) realiza un estudio dónde relaciona las actividades que las personas llevan a cabo con los entornos dónde están localizados y analiza los significados que se generan. Al centro de estos estudios ha estado la relación dinámica entre individuo-medio ambiente.

Ahora bien, ya establecido que nos aproximaremos a observar la relación del habitante y su casa desde esta postura, ¿cómo observar la materialización de esta relación dinámica? Esta puede ser observada a través de un affordance o “posibilidad de acción” que la casa ofrece, como veremos a continuación.

Affordances o posibilidades de acción

12 “Pero no dentro de las condiciones de su propia creación.”

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La relación entre el medio ambiente construido y sus habitantes se puede establecer a través del concepto de affordance, acuñado por J.J. Gibson fundador de la Psicología Ecológica en 1979. Gibson (2014) establece que una affordance es una oportunidad, una posibilidad de acción o una sugerencia de uso otorgada por las propiedades de un objeto o las características de un medio ambiente a cualquier ser viviente. Ejemplos de affordances pueden ser: una silla que nos ofrece sentarnos; o una ventana, que ofrece el paso de iluminación natural y ventilación; o la sombra de un árbol, que nos ofrece refugio del sol. Aprehendemos los medioambientes construidos a través de las affordances, es decir, en los recursos que se nos ofrecen y usufructuamos mediante el uso activo de nuestros sistemas sensoriales, motriz y en su capacidad de acción. Asimismo, Gibson establece que estas posibilidades de acción (affordances) existen por virtud de la relación entre las capacidades del ser viviente y su medio ambiente e implica la complementariedad de ambos:

An affordance is neither an objective property nor a subjective property; or it is both if you like. An affordance cuts accross the dichotomy of subjective-objective and helps us understand its inadequacy. It is equally a fact of the environment and a fact of behavior. It is both physical and psychical, yet neither. An affordance points both ways, to the environment and to the observer.13 (2015, p. 121)

En el desarrollo de su psicología ecológica, Gibson pretendió superar la dicotomía sujeto/objeto que había dominado la psicología desde su inserción en la cosmovisión mecánica moderna, cuyos principales teóricos, Descartes, Kant, Müller y Helmhotz, creían que la percepción era fundamentalmente representacional (de Wit et al., 2017). Al contrario del paradigma mecánico moderno, Anderson establece que la percepción es “primarily perception of such affordances; the world is seen as a changing set of opportunities for action and interaction, and behavior is best explained in terms of a combination of agent’s purposes and environmental structures”14 (de Wit et al., 2017, p.66)

De acuerdo a Gibson (2015) las affordances, o posibilidades de acción, presentan las primeras tres propiedades y Maier et al. (2009) agregan las últimas dos:

13 “Una affordance no es ni una propiedad objetiva, ni una propiedad subjetiva… Una affordance rompe la

dicotomía “subjetivo/objetivo” y nos ayuda a entender su insuficiencia. Es igualmente un hecho del medio ambiente como lo es del comportamiento. Es tanto física como psicológica, no obstante ninguna. Un affordance apunta a los dos lados, al medio ambiente y al observador.”

14 “primeramente consiste en percibir affordances, es decir, en oportunidades de interacción entre el ser y su medio ambiente, y que el comportamiento está mejor explicado en términos de la combinación de los propósitos del agente y las estructuras medioambientales”

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1. Complementariedad del individuo y su medio ambiente: esta es la faceta relacional del concepto. Las affordances son relativas a usuarios y a los distintos medioambientes (Figura 1).

2. Polaridad: algunas posibilidades de acción tienen mayor potencialidad benéfica que otras que no lo favorecen (Figura 2).

3. Multiplicidad: una misma affordance puede ofrecer varias posibilidades a la vez; por ejemplo, una ventana ofrece luz y ventilación (Figura 3).

4. Calidad: el potencial que guarda el objeto para cumplir la función que se le demanda; por ejemplo, hay sillas que son más cómodas que otras aunque todas ofrezcan sentarse. (Figura 4).

5. Dependiente de la forma: las posibilidades de acción dependen de la estructura física del artefacto a diferencia de la función que es independiente de la forma (Figura 5).

Figura 1 Propiedades de los affordances: faceta relacional

Nota: Tres distintas maneras en que se ha apropiado el espacio exterior de transición entre el espacio público de la calle y el interior privado de la casa. En uno se convirtió en área de juegos para los niños, en otro en una fonda como una fuente de ingreso económica y en el último como porche tradicional dónde Dña. Hortensia se sienta en las tardes a platicar con amigas. El uso del espacio es relativo al usuario, quien lo utiliza como más conveniente les sea. Figura 2

Propiedades de los affordances: polaridad

Nota: La siguiente imagen muestra las escaleras que Dña. Asunción construyó para acceder a su casa. En un inicio estaban cubiertas de mosaicos que provocaban que el descenso fuera resbaloso, no favoreciendo el paso. Con el tiempo decidió quitar el mosaico para que ofreciera un mejor descenso (proceso que no ha concluido).

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Figura 3

Propiedades de los affordances: multiplicidad

Nota: El espacio del patio en la casa de Dña. Mary es utilizado para diversas funciones: lavandería, tendedero, área para asar carne y cuarto de Tv exterior en el que bailan los sábados. Esto es muestra de la multiplicidad de posibilidades de acción que el patio les ofrece.

Figura 4

Propiedades de los affordances: calidad

Nota: Las imágenes de la izquierda muestran soluciones menor calidad frente a sus opuestas en la derecha. En la fila superior podemos observar la diferente calidad de adecuaciones que Dña. Sabina hace para recibir a los clientes a su fonda (izquierda) y Candelaria para su papelería (derecha). En la fila inferior podemos observar la diferencia en calidad de estructura de soporte del tejado de lámina del porche de la casa de Dña. Asunción (izquierda) y de Lupita (derecha). En ambos casos la posibilidad de acción de dar techo está presente pero la calidad con la que la affordance trabaja es muy distinta.

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Figura 5

Propiedades de los affordances: dependiente de la forma

Nota: La posibilidad de acción que genera una tina por su forma es la de ser una maceta, a pesar de que su función original es de albergar agua. Las fotografías inferiores muestran como los habitantes aprovechan estas características de la forma.

Ahora bien, estas características antes señaladas, que describen los atributos del medio ambiente, son sólo una faceta de la relación (Coolen, 2014). La otra parte está constituida por la intencionalidad de la acción de los individuos que se manifiesta de varias formas: la selección (aprendida a través de los otros); el descubrimiento (o usos alternos para los objetos); y la creación de atributos medioambientales significativos (o apropiación). Clapham además sugiere vincular el concepto de intencionalidad con el de bienestar porque permite al concepto de affordance ser utilizado más allá del significado funcional de la acción hacia otros significados que han sido más tradicionalmente asociados con la casa. Esta faceta se hace evidente en la selección de affordances que son significativos para los individuos. Esta selección es libre, pero normalmente está restringida, no sólo por las habilidades y aptitudes del individuo, sino también por otros factores socio-demográficos, tales como el ingreso, la edad y la composición de la unidad doméstica (Coolen & Meesters, 2012). Estas características diferencian las affordances potenciales de las affordances reales, o dicho de otro modo, las affordances que son congruentes con el habitar de un individuo o las affordances que no lo son, como lo veremos a continuación.

Teoría de la congruencia individuo-medio ambiente

De acuerdo a Moore (2005) la congruencia individuo-medio ambiente describe el grado en el que las características de un medio ambiente son congruentes con las necesidades de las personas15. Por su parte, De Haan (2005) afirma que la congruencia existe cuando:

15 Esta teoría se deriva de la psicología ecológica de Barker (1968).

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When the production and reproduction of socio-material space is based on or corresponds with the day to day usage and experience by the users of space… [Incongruency exists] … when the production and reproduction process results in spaces that are not based or do not correspond with users’ utilization and experience.16 (p.12)

A través de un filtro cultural, un individuo evalúa si el medio ambiente que lo rodea es el apropiado para los fines que busca. Cuando el medio ambiente es congruente se satisfacen las necesidades del usuario, pero cuando es incongruente el individuo tiene varias posibilidades: una pasiva, que sería el rechazo y la habituación; y una activa, que sería el modificarlo, o el hacerlo apropiado. Ahora bien, como aclara Jusan (2010), aunque un individuo haya alcanzado un ambiente congruente a sus necesidades, la situación no durará. Por lo tanto, el medio ambiente construido está en constante evaluación por sus usuarios a fin de conseguir una congruencia de sus necesidades contingentes. La apropiación se convierte en un mecanismo de adaptación constante o de creación de affordances no presentes para obtener la congruencia deseada, esto se debe a que las necesidades y el bienestar de los usuarios cambian con el tiempo, según la etapa que estén viviendo: la crianza de los hijos, la vejez, etcétera.

En resumen, en esta sección se estableció la primera premisa teórica de la investigación, la que se refiere a que un individuo y su medio ambiente son co-constitutivos. Bajo esta aproximación ecológica se reconoce que no hay jerarquización en la relación entre un individuo y su medio ambiente, o dicho de otro modo, que en el tiempo se van moldeando mutuamente. Se estableció que esta relación se hace concreta a través de las affordances o posibilidades de acción que el medio ambiente construido ofrece y que pueden o no ser congruentes con las necesidades y deseos del individuo. Por último, se estableció que dada la dinámica temporal de una relación así, las affordances siempre están sujetas a revisión. Las affordances son pertinentes para la presente investigación porque no privilegian ni a la arquitectura ni al entorno social, sino que al fusionarse permiten entender a ambos como temporales y contingentes, y hacen evidente la relación entre ambos. Partiendo del reconocimiento de la premisa anterior, de que un medio ambiente como la casa y sus habitantes son co-constitutivos, podemos afirmar que la vivienda en si no es un fin es sí mismo, sino que se convierte en un vehículo para conseguir otras finalidades, como lo veremos a continuación.

16 “la producción y la reproducción del espacio socio-material es basada o corresponde con el uso del día

a día y la experiencia de los usuarios de dicho espacio” … [La incongruencia existe]… “cuando el proceso de producción y reproducción da como resultado en espacios que no son basados o no corresponden con la utilización de los usuarios y su experiencia.”

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La vivienda es un medio

Antes de adentrarnos en el propósito de la vivienda cabe hacer una pequeña pero profunda aclaración. Vivienda, casa, hogar. Tres términos que en apariencia hacen alusión a un mismo concepto pero en los que podemos encontrar “una progresiva subida de temperatura afectiva y vital” (Pinilla, 2005)(Pinilla, 2005) de su significado al enunciarlas así. Cuervo (2010) realiza una aproximación epistemológica para distinguir los tres conceptos que abordaremos a continuación.

Cuando nos referimos al término de vivienda estamos hablando de la construcción física que arquitectónica y jurídicamente alberga a un individuo. Es una palabra técnica que no es empleada por sus habitantes en el uso diario, sino que más bien es utilizada en instancias de corte gubernamental o económico. Por ejemplo, hablamos del precio de la vivienda, o del Instituto de la Vivienda o la Comisión Nacional de Vivienda. La vivienda es un objeto socio-físico: físico en cuanto a que su materialidad es desarrollada para ofrecer habitabilidad para el refugio y las inclemencias del tiempo; social en cuanto a que es una pieza fundamental de la ciudad que tiene un valor económico y que a la vez es impactada por asuntos económicos y políticos de su entorno.

Por otra parte, cuando hablamos de casa, o la casa más apropiadamente, hacemos alusión al lugar en que marcamos nuestra residencia. La casa es el lugar en el que el individuo interactúa con el espacio y lo impregna de su habitar (Illich, 1988). La casa es el “medio facilitador a través del cual los moradores expresan su existencia” (Cuervo Calle, 2010, p .87). Si bien la vivienda y la casa comparten una dimensión material, la casa se diferencia por su dimensión cultural, psicológica, simbólica y existencial. Dimensión que comparte con el más profundo de los tres conceptos, el del hogar. Originalmente el término hogar deriva del latín focus o fuego, el lugar dónde se encontraba el fogón tanto para cocinar como para dar calor a los habitantes comúnmente situado en el centro de la casa. Actualmente, su definición semántica emigró de este significado físico a un afectivo, y el calor que emanaba de las brasas ahora es sustituido por el calor humano normalmente atribuido a la familia, o a un grupo de personas emparentadas. A diferencia de la casa, el hogar no requiere de una vivienda pero si requiere de un espacio en el que la construcción de relaciones entre personas o entre objetos y personas se lleve a cabo. Por tanto, hogar es una construcción sociocultural y material según Cuervo.

El recorrido entre los conceptos de vivienda, casa y hogar nos recuerda que hay diferentes dimensiones en la residencia de la vida humana que engloban diferentes aspectos del habitar. Mientras que el desarrollo de la vivienda como objeto socio-físico tiene un enfoque más cuantitativo, el enfoque hacia el estudio de la casa tiene un enfoque más cualitativo. En la presente investigación, se estudia la casa, o más bien, la construcción de la casa desde un aspecto físico-material hasta uno afectivo, psicológico y cultural. Si bien, las casas de la PSV

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podrían denominarse casas desde su incepción, la vivienda social de Infonavit se convierte en casa cuando pasa por un proceso de apropiación por parte de sus habitantes. El término de hogar no será empleado en esta investigación dado que el objeto de estudio es la relación entre la casa y su habitante, y el hogar no se relaciona con un espacio en particular tal como la casa lo hace. Sin embargo, en aras de no repetir incesantemente en el texto la palabra “casa” cuando así lo aplique, en algunos momentos se sustituirá por el de vivienda para no fastidiar al lector.

El propósito de la vivienda

El propósito de la vivienda es la segunda premisa por abordar. ¿Por qué empezar por aquí se puede cuestionar? La vivienda es un bien que desencadena una serie de otros bienes y, como establecen Madden y Marcuse (2016), cuestionar la vivienda hoy significa cuestionar para qué y para quién es la vivienda, quién la controla, a quién empodera y a quién oprime. Cuestionar el propósito de la vivienda, por lo tanto, es investigar su rol dentro del capitalismo neoliberal globalizado. Se sugiere además que ningún otro bien moderno es tan importante en organizar a la ciudadanía, el trabajo, la identidad, la solidaridad y la política:

From the perspective of those who inhabit it, hosing unlocks a whole range of social, cultural, and political goods. It is a universal necessity of life, in some ways an extension of the human body. Without it, participation in most of social, political, and economic life is impossible… it also has the portential to serve as a confirmation of one’s agency, culutral identity, individuality and creative powers.17 (Madden y Marcuse, 2016, p. 12)

La postura de los autores deja claro que la vivienda es mucho más que un albergue de la unidad doméstica para las inclemencias del tiempo y es más bien un medio que abre puertas a otras posibilidades. En la misma línea Peter King (2003) señala que la vivienda es la condición elemental para la realización personal y, a diferencia de otros productos o servicios, este es uno que el ser humano puede controlar hasta cierto punto. Para el autor, la condición universal de la vivienda es que es un medio que nos permite alcanzar nuestros fines privados. Por lo tanto, la vivienda debe ser vista como un medio más que un fin en sí mismo, un lugar que permite la libertad de ser, donde podamos realizar aquellas funciones necesarias para sobrevivir y florecer. King, a la vez considera la vivienda como el lugar en el que podamos ejercer nuestro derecho

17 De la perspectiva de su habitante, la vivienda desencadena toda una gama de bienes sociales, culturales

y políticos. Es una necesidad universal de la vida y en cierta manera una extensión del cuerpo. Sin ella, la participación en la vida social, política y económica es imposible … tiene además el potencial de servir como la confirmación de agencia personal, de identidad cultural, individualidad y potencial creativo.

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sobre otras cosas, concepto que comparte con Borja (2016) quién establece que la vivienda es una de las condiciones para acceder a la ciudadanía. De cierta forma, el derecho a la vivienda precede al derecho a la ciudad: participamos en la ciudad a través de nuestra vivienda. Por último, la elección de una vivienda u otra nos permite internalizar nuestra responsabilidad de las decisiones tomadas.

Lo que los autores previos nos dejan es que en el centro de su discurso sobre la vivienda no se encuentra el objeto material en sí, ni sus características o atributos, sino las posibilidades de acción o affordances que ese objeto le permite a su particular habitante, acciones que deberían estar enfocadas en el mejoramiento personal y en el acceso del individuo a la ciudadanía, entre otras. Los estándares de cualidades materiales de la vivienda son construcciones sociales que reflejan la visión de profesionales y políticos que las implementan, pero que no son necesariamente superiores a la visión de los propios residentes (Clapham, 2005). Por lo tanto, el propósito de la vivienda se deriva de la interacción que se genera entre el individuo que la habita y el objeto en sí, muy por encima de su cualidad de bien per se. Bajo esta línea de pensamiento, el principal objetivo de la investigación sobre vivienda debería ser encontrar los enlaces entre la vivienda y este propósito. Pensar la vivienda como medio, y no como un fin en sí mismo ofrece muchas posibilidades y hace la conversación más rica.

¿La vivienda como medio para qué?

Las respuestas de los autores mencionados con anterioridad son muy generales: King señala que es para nuestros fines privados y en tono muy ambicioso “para el florecimiento humano”; Borja, afirma que es un medio para ser ciudadanos y Marcuse establece que es un bien para acceder a la vida social, política y económica.

Para esclarecer esta duda, se debe primero considerar una premisa más: la vivienda se constituye como medio en base a lo que esta significa para su habitante. Ahora bien, comprender el significado de la vivienda es un emprendimiento complejo. La vivienda es un repositorio de ideas socioculturales complejas e interrelacionadas de las relaciones de habitantes entre ellos, y de ellos mismos con los lugares, los espacios y las cosas (Mallett, 2004). La casa guarda múltiples metáforas de la sociedad y de las creencias de sus habitantes, y proyecta el significado de la vida y la muerte en los acomodos del día a día (Douglas, 1991). Y como bien establecen Madden y Marcuse (2016), la vivienda significa distintas cosas para diferentes grupos: casa para sus residentes y para muchos una carga económica, trabajo para los que la construyen o administran, una fuente de riqueza y poder para los que las producen e ingreso para aquellos que la financian.

En otras palabras, la vivienda puede ser un medio para obtener trabajo, ganancia económica, autonomía, dominio, un techo, etc. todo depende de a quién se le pregunte. Por lo tanto, para esta investigación en particular se decidió acotar que el significado que nos interesa es el que la vivienda tiene para sus habitantes siguiendo a Amos Rapoport (1982), quién declara que el significado que importa es del usuario, no de el de los críticos, el del día a día, no de los

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edificios importantes. A la vez, el autor afirma que el significado es la variable más importante en ayudarnos a entender cómo es que los medioambientes construidos trabajan. En la misma línea, Clapham (2005) asevera que el significado se forma y se expresa a través de la interacción entre el individuo y el objeto. Dicho de otra forma, el significado no es inherente al objeto, sino que su significado existe por la relación entre el objeto y en la manera en que el individuo lo designa, por lo tanto, un objeto puede tener diferentes significados para diferentes personas, o un mismo objeto puede tener diferentes significados para un individuo en diferentes contextos (Coolen & Meesters, 2012). Se puede aseverar entonces que la relación de la vivienda y su habitante se da a través del uso, y a través de él se le otorga significado a la vivienda y guía su utilización (Arias en Clapham, 2005). Por lo tanto, el significado es relacional (Coolen, 2014) y no conceptual, proposicional o lingüístico (Johnson, 2015). La casa no es un escenario neutral, ya que carga con significados que se derivan de ella y a la vez influencian el uso que se la dará. Por último, Appadurai (1986) establece que los objetos pasan por varias etapas en sus vidas, y es esencial aceptar que el significado de un objeto es dinámico y multifacético, nunca está fijo o inequívoco y va a depender del contexto cultural específico dónde se encuentre.

Este dinamismo y contextualización del significado ha sido estudiado por otros que aseveran que el género y la edad son las variables más relevantes en la percepción del significado de la vivienda (Mallett, 2004); o que vivir por mucho tiempo en una casa disminuye el valor que el habitante le otorga a los atributos físicos y aumenta la importancia de las cualidades intangibles y emocionales (Coolen & Meesters, 2012). Otras variaciones en la significación pueden ser a causa de la ubicación geográfica, etnia, tenencia de la vivienda y clase (Peter Saunders et al., 1988) o que el significado es condicionado por la vivienda de la cual provienen (Espinosa Ortiz et al., 2015). La muestra seleccionada para esta investigación, como se verá más adelante, sólo considera vivienda en propiedad dentro de la misma clase socioeconómica, por lo que algunas de las observaciones anteriores no aplican para este estudio. Sin embargo, algunas de ellas, como la vivienda de la cual provienen, su condición migratoria o la edad de la propia vivienda, fueron relevantes en la percepción del significado de la casa. A la vez, otras variables no consideradas por los autores anteriores resultaron pertinentes en cuanto al significado que la casa tiene para sus habitantes, tal como la forma de producción de la vivienda (llave en mano o autoconstrucción).

En suma, el uso otorga significado a la vivienda, y a la vez, condiciona como se constituye la vivienda como medio. El significado que se tiene de la vivienda está influido por el contexto sociocultural en el que se ha habitado y se habita, y es dinámico y multifacético. Cómo se verá en la siguiente sección, a lo largo de la historia la vivienda ha sido medio para cosas distintas, y por lo tanto ha tenido diferentes significados, tanto desde el ángulo de los que la producen como de aquellos que la habitan.

Vivienda como medio en la historia

La idea de la casa ha ido evolucionando históricamente y su uso y significado ha variado. La manera en que se habita la casa hoy en día dista mucho de uso desde el medioevo. En el libro

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“La casa: historia de una idea” Rybczynski (1989) hace un recuento de las diferentes significaciones que esta ha tenido y a través de sus descripciones podemos observar como la casa ha sido medio para fines diversos.

La casa medieval era un lugar público, un medio tanto para el trabajo como para la socialización. Esto se evidenciaba en la sala que estaba en constante uso para cocinar, comer, recibir invitados, trabajar y por la noche para dormir. Mientras que a finales del siglo XVII las casas en el campo permanecen con una estructura espacial similar a la medieval, con la evolución de las condiciones de la vida urbana, en la cual el trabajo ya no se realizaba en el espacio de la casa, la casa comienza a transformarse. Los espacios empiezan a especializarse, como la cocina y los dormitorios, separando las funciones privadas de las públicas. Esto se ejemplifica muy bien con la casa neerlandesa del siglo XVII en la cual la escalera entre el primer y segundo nivel demarcaba la frontera entre lo público y lo privado. Esta adaptación de la casa a las condiciones de la vida urbana permitió que la casa se convirtiera en un medio para la vida familiar y la domesticidad. A la vez, la casa se convirtió en el contexto de una nueva unidad social compacta: la familia, y la apreciación de la casa como un contexto para una vida interior va apareciendo. “Antes de que pudiera entrar en la conciencia humana la idea de la casa como sede de la vida familiar, hacía falta la experiencia de lo privado y lo íntimo, cosas ambas imposibles en la sala medieval” (1989, p. 51), remarca Rybczynski.

La revolución industrial tardó en llegar a la casa. La división del trabajo que consideraba al arquitecto como artista en lugar de técnico atrasó la introducción de tecnología en la vivienda. A finales del siglo XIX, la primera tecnología específicamente burguesa que se introduce a la casa es el gas, que fue ampliamente utilizado por las clases medias y no por los ricos porque no la consideraban suficientemente aristócrata. Con la introducción de la luz de gas aumentó la conciencia de limpieza y la alfabetización porqué permitió leer de noche (p. 124). Esto también representó la incursión del ingeniero en la casa. El resto de los cambios que la casa experimentó tienen que ver también con temas de clase. El hecho de que las clases medias no tuvieran sirvientes llevó a las mujeres a buscar hacer más eficientes las labores del hogar durante el siglo XX, tal como le había sucedido a la industria. Va a ser en Estados Unidos dónde las mujeres buscarán racionalizar y organizar mejor las tareas domésticas. Un ejemplo de ello es Catherine Beecher, quién reaccionando a la concepción masculina de la casa que era puramente visual, consideraba la economía del trabajo por encima de la estética como consideración en el diseño de una casa en su libro de 1841 “Un tratado sobre economía doméstica para el uso de damas jóvenes en casa y en la escuela”. Beecher rescata el punto de vista del usuario, rescatando el punto de vista de quién trabajaba en la casa, la mujer:

La idea masculina de la casa era fundamentalmente sedentaria: la casa como refugio contra las preocupaciones del mundo, un lugar donde hallarse tranquilo. La idea femenina de la casa era dinámica: tenía que ver con la comodidad pero también con el trabajo. Cabría decir que el centro de atención pasó del salón a la cocina, lo cual fue

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motivo de que, cuando la electricidad entró a la casa lo hiciera por la puerta de la cocina. (Rybczynski, 1989, p.139)

En las viviendas de clase media estadounidense, la gran innovación fue la exigencia de confort en las tareas domésticas. El furor por la introducción de los aparatos eléctricos a la casa llegó a cumplir este propósito, reduciendo el esfuerzo requerido en cuidar y habitar la vivienda. A Beecher la acompañan muchas otras posteriormente, como Christine Frederick “Ingeniería doméstica” de 1915 y Mary Pattison “Los principios de la ingeniería doméstica” del mismo año motivadas por las teorías que se habían elaborado para mejorar la producción de las fábricas como el método de Taylor. Y esta manera más eficiente de llevar a cabo las tareas del hogar permitieron a la mujer liberarse de su aislamiento doméstico. En otras palabras, buscaban que la casa fuera un medio para eficientización de los quehaceres domésticos cotidianos.

Si bien, con las ingenierías domésticas se introduce el pensamiento positivista al interior de la casa a principios del siglo XX, serán los arquitectos modernos los que se encarguen de racionalizar su producción y dar lugar a lo que Abálos (2000) señala como el surgimiento de la casa positivista. El arquitecto Le Corbusier fue uno de los más fuerte promotores de transformar la casa en una “máquina para habitar”, en concordancia con la llamada Era de la Máquina que se vivía a principios del siglo XX. Sin embargo, su caracterización mecánica no fue aplicada a las tareas domésticas, sino que, al familiarizarse con las teorías de gestión científica de Taylor, decide aplicarlas en la manera en que las casas podían ser producidas: casas higiénicas producidas en serie, casas tipo, habitadas por familias tipo. Las ciudades estaban creciendo a ritmos exorbitantes y era necesario enfrentar el rezago habitacional que se tenía en ese entonces. Se buscaba que la casa pudiera ser producida tan rápido y eficientemente como un coche lo era, en otras palabras, el coche había sido el prototipo de la vivienda positivista, motivo de inspiración de la idea de la casa mínima, la estandarización y la fordización de la producción de casas (Colomina, 1998, p. 146). La vivienda denominada positivista tiene un diseño regulado por una cuantificación normativa en la cual se descomponen todos los movimientos en funciones cronometradas y estudiadas con el fin de reorganizar las tareas domésticas. En esta vivienda se limita la individualización y a través de la planta abierta, en la cual la falta de muros divisorios permite que en un mismo espacio se lleven a cabo diversas o todas las funciones de la casa: “lo privado se expone, lo doméstico se anula y lo íntimo se castiga”(Abalos, 2000, p. 75). El espacio clave en este tipo de vivienda es el salón principal, espacio que a través de su visibilidad y transparencia permite el control.

Si las ingenierías domésticas se habían interesado por soluciones personales para el usuario, la vivienda positivista consideraba necesidades universales con soluciones prototípicas, en otras palabras, normas impuestas de afuera hacia adentro (Rybczynski, 1989). Por lo tanto, no es que la casa fuera más fácil de vivir que antes porque había sido mecanizada, lo que fue mecanizado fue su producción. Aquí, la casa positivista no era un medio para un habitar mejor o más cómodo, de hecho Rybczynski califica al interior moderno como uno de “ruptura en la

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evolución del confort doméstico” (p. 180). La casa positivista era un medio para ordenar e higienizar la ciudad.

Por último, la vivienda pragmática que surge a mediados del siglo XX con el boom de la cultura de consumo tras la Segunda Guerra Mundial. Ábalos define esta vivienda como una que busca el confort instantáneo en el “hoy, ahora y aquí” (2000, p. 177). Esta casa se piensa, habita y construye pensando en la comodidad contra la complejidad existencial. En ella se privilegia el consumo y el elemento clave es la cotidianeidad. Esta dimensión se representa en los objetos de consumo masivo que observamos reinantes en los espacios domésticos, ya sean televisores, refrigeradores o lavadoras invadiendo espacios cuyas funciones originales no estaban destinados a esos usos prácticos, evidenciando la prioridad que la comodidad tiene en el hogar por encima de otros propósitos. El espacio de la casa está orientado a la comodidad, con una materialidad subsumida en el mercado. A diferencia de la vivienda positivista, la vivienda pragmática es un medio para el habitante, para la comodidad, para vivir el presente, para ser partícipe de la cultura de consumo. Sin embargo, se podría afirmar que la vivienda social producida en el contexto Mexicano no es de este corte, sino del positivista. No obstante, la cultura de consumo, característica de la vivienda pragmática, es evidente en la vivienda popular que en su mayoría cuentan con televisiones planas, refrigeradores y lavadoras que compran a plazos en tiendas departamentales.

Hasta antes de la introducción de la arquitectura moderna podemos ver como la casa era medio para diferentes objetivos: en la época medieval, para el trabajo y lo colectivo, para los neerlandeses del siglo XVII para la familia, y las americanas del siglo XIX y principios del XX la transformaron en un medio de eficiencia de las labores del hogar. A partir del siglo XX, la casa se convirtió primero, en medio ajeno al habitante, como medio para ordenar la ciudad y posteriormente se recupera su sentido antropocéntrico con la vivienda pragmática, no con un cambio en la manera en que se producía (porqué seguía siendo en serie) sino con un objetivo extra, el de la comodidad. Estas condiciones habitacionales o concepciones del habitar poco a poco se fueron permeando por todo el mundo, si bien tienen su origen en los lugares señalados su incursión en otros territorios fue paulatino, a la par que las ciudades fueron evolucionando. Esto es muestra de la co-constitución de la tipología de la vivienda y sus habitantes y de la relación dinámica que los cambios urbanos y de vida imponen a sus habitantes y a la par, los habitantes lo adecuan, tal como el paso de la vivienda positivista a la pragmática con la incursión de la comodidad como factor relevante en el interior doméstico.

En suma, la casa fue el vehículo más importante de exploración arquitectónica del siglo XX y la propaganda más importante para la arquitectura (Colomina, 1998). Las tecnologías modernas y las nuevas metrópolis demandaban una nueva forma de habitar, un habitar estandarizado y producido en masa por personas ajenas a sus habitantes. Colomina (1998) señala que su carácter es exhibicionista, en el sentido de que es construida por los medios de comunicación e infiltrada por ellos con el objetivo de convencer a una población de que era conveniente vivir así. La vivienda positivista y la vivienda pragmática son muestras de ello. Evidencia de lo anterior fueron los diferentes proyectos de colonias construidas por

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arquitectos de renombre para promover esta nueva forma de habitar como la Weissenhof Siedlung en Stuttgart de 1927 en la cual se introduce la vivienda positivista a la población alemana, y entre 1945-1966, las Case Study Houses en Los Ángeles, California dónde se introduce la vivienda pragmática a los americanos. Estas muestras contribuyeron a la creación del imaginario e idealización de la casa moderna que serían emulados por el resto de los países.

Estudios más recientes sobre el significado de la vivienda para sus habitantes revelan posturas heterogéneas en cuanto a para qué se constituye como medio. Sin embargo, como argumenta Rybczynski, aunque cambie la idea de lo que la casa debe ser, sus significados anteriores se van conservando (como una especie de cebolla). Por lo tanto, es común encontrar todavía que la vivienda es un medio para el refugio y/o la intimidad de relaciones filiales cercanas (Mallett, 2004), así como también un medio para codificar una imagen de uno mismo y transmitirlo a los otros (Garvey, 2001), un escenario para la memoria personal (Pallasmaa, 1992) o un medio para la proyección de las relaciones sociales ideales (Clarke, 2001). Sin embargo, fue en primer lugar el deseo o la necesidad de una casa propia dónde poder llevar acabo estos propósitos lo que permitió que estas concepciones cobraran relevancia en la vida de sus habitantes, deseo fomentado por una política pública neoliberal que incentivaba a la propiedad de una vivienda, tema que abordaremos a continuación.

El ideal de la casa propia: vivienda e individualismo en el siglo XX

No es posible entender la vivienda de hoy en día sin enmarcarla en el contexto del cual deviene la concepción que tenemos de ella en el presente. Como tipología, la vivienda fue conceptualizada de distintas maneras y se replanteó la reorganización del espacio doméstico de la misma como lo acabamos de exponer. Ahora bien, ¿cómo surge esa atracción por la casa propia? La atracción por la casa “propia”, está ligada la subjetividad colectiva de la idea de progreso, fruto de la modernidad de acuerdo a Lindón (2005), y el progreso va estrechamente ligado al del sistema del capitalismo y su base, la idea de propiedad privada. La propiedad privada es una forma de integración a la ciudad, da existencia y visibilidad social, y un reconocimiento político, aunado a la legitimidad social que la acompaña. Por lo tanto, el concepto de “casa propia”, en el sentido de ser propietario de un bien inmueble, se ha constituido como un valor moderno, un código compartido y aceptado, que de acuerdo con Lindón se ha convertido en un “mito”. Por otra parte, la autora señala que el mito de la casa propia se acompaña también de otra idea moderna de corte liberal, la de “ser patrón de uno mismo”. La casa propia libera de los mecanismos de control social de la familia extendida, tema que además es recurrente y pertinente en un país como México, dado que el fincar en el predio de los padres es una práctica común de las siguientes generaciones, lo que lleva a varias familias a vivir juntas y negociar su día a día constantemente. Finalmente, Lindón asevera que las consecuencias de este “mito”, producto de una filosofía liberal predominante, han sido la proliferación de modos de vida más individualizantes que dejan atrás los lazos comunitarios. Por tanto, el “mito” de la casa propia se cimienta en la idea de poseer un techo propio y de la actitud individualista motivada por el deseo de ser cada uno su propio patrón, en detrimento

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de las formas de vida comunitarias previas. Sin embargo, en desacuerdo con Lindón, la idea de la casa propia no es un “mito”, sino más bien un arquetipo de una ideología hegemónica liberal que se materializó en políticas públicas, que a la vez dieron pie a constructoras y desarrolladoras de vivienda y a una mercadotecnia que la promueven como un valor. Hablaremos entonces más bien del “ideal” de la casa propia.

Ahora bien, esto puede ser entendido a través de las consecuencias propias del capitalismo, que modificó no sólo los medios de producción sino también la disposición de las ciudades a través del deseo y necesidad de vivienda para las familias burguesas desde el siglo XIX. Por tanto, la vivienda se convirtió en un objeto de aspiración que representa en el imaginario colectivo la imagen del progreso: el triunfo espacial de la individualidad íntima sobre lo público y colectivo de la ciudad. Ya desde el siglo XIX Tocqueville describía las condiciones individualistas, que imperaban en las ciudades:

Each person, withdrawn into himself, behaves as though he is a stranger to the destiny of all others. His children and his good friends constitute for him the whole of the human species. As for his transactions with his fellow citizens, he may mix among them, but he sees them not: he touches them, but he does not feel them he exists only in himself and for himself alone. And if on these terms there remains in his mind a sense of family there no longer remains a sense of society.18 (en Sennet, 2018, pp.145-146)

Sin embargo, aunque la conquista del individualismo fue gradual, para fines del siglo XX era la norma, como remarca el historiador Eric Hobsbawm “la revolución cultural de fines del siglo XX debe pues entenderse como el triunfo del individuo sobre la sociedad, o mejor, como la ruptura de los hilos que hasta entonces habían imbricado a los individuos en el tejido social” (2014, p.336). Hobsbawm establece que la ruptura comunitaria fue sustituida por individuos unidos en sociedades anónimas y por lo tanto el papel de los lazos de parentesco disminuyó y el papel de las instituciones gubernamentales aumentó.

Además de trastocar las relaciones comunitarias, el ideal de la casa propia también tuvo consecuencias políticas, como lo establece Iris Marion Young argumentando que la aspiración a la casa ideal y propia es un mecanismo de control político: “The goal of a dream house sets workers working and keeps workers working, fearing job loss, working overtime. The

18 “Cada uno, encerrado en sí mismo, se comporta como si fuera un extraño al destino de todos los

demás. Sus hijos y sus buenos amigos constituyen para él la totalidad de la especie humana. En cuanto a sus transacciones con sus compañeros ciudadanos, puede mezclarse entre ellos, pero no los ve; los toca, pero no los siente; existe sólo en sí mismo y para sí mismo. Y si en su mente permanece un sentido de familia en estos términos, ya no queda un sentido de sociedad.”(Tocqueville citado en Sennet, 2018, pp.145-146)

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consumer dirven desire of civic privatism tends to produce political quietism” 19 (en Madden & Marcuse, 2016, p. 97).

Finalmente, el sistema capitalista desencadenó el ideal de la casa propia, fomentado por un individualismo imperante, en detrimento de las relaciones comunitarias que antes existían a favor del desarrollo del capitalismo y de un quietismo político. Esto es necesario para comprender lo que la casa significa para su habitante hoy en día.

En resumen, en esta sección se argumentó que la vivienda es un medio, no un fin en sí mismo. Concebir a la casa de esta forma va en línea con lo establecido en el primer apartado: es evidencia de la relación dinámica co-constitutiva de la casa con su habitante y a la vez, reconoce que la casa a través de la historia ha ofrecido diferentes posibilidades de acción a sus habitantes. A través del uso, los habitantes dan significación al espacio habitacional y es este el que condiciona su constitución como medio. A lo largo de la historia, la vivienda ha sido medio para fines variados establecido por sus habitantes, pero cuando la vivienda es producida por otros distintos a sus habitantes el productor es el que condiciona para qué es medio, como fue el caso de la vivienda producida en serie en el siglo XX, y son los habitantes los que deben negociar esos significados y personalizarlos. Finalmente, el ideal de la casa propia ha permeado en las mentes de los habitantes desde el nacimiento del capitalismo y esto ha provocado un distanciamiento con formas de habitar más comunitarias.

Habitar es un proceso

Hasta aquí hemos expuesto las premisas de que un individuo y su medio ambiente se constituyen mutuamente y que, por tanto, la vivienda es uno de los objetos materiales en los que esta dinámica es más evidente porqué el habitante la utiliza como un medio para conseguir sus fines pero la vivienda también condiciona, hasta cierto punto, si estos son asequibles o no. Ahora, tenemos por una parte la casa, el objeto material, al cual le hemos dado prioridad hasta el momento; por otra, el habitarla, la acción subjetiva de la que hablaremos en esta sección, comenzando por adentrándonos en lo que habitar la casa significa. Recordemos que las posibilidades de acción o affordances son la liga entre la casa y el habitar de sus habitantes.

19 “El objetivo de una casa de ensueño pone a los trabajadores a trabajar y los mantiene trabajando, temiendo la pérdida del trabajo, trabajando tiempo extra. El deseo impulsado por el consumo del privatismo cívico tiende a producir quietismo político.”

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Habitar la casa

De acuerdo con Otto Friedrich Bollnöw (1966), el habitar es la relación del hombre con su mundo, adecuada a la esencia de aquel y coincidiendo con Heidegger, establece que el hombre debe reanudar este destino aprendiendo de nuevo a habitar: “Sin embargo, en su forma prístina, el habitar tiene lugar en la casa, por mediación de la casa, también en el mundo” (p. 14). Para Bollnöw, la posesión de la casa hace posible el habitar y establece en cinco puntos lo que significa habitarla:

1. Pertenecer a un sitio determinado del que parten todos los caminos del mundo y al cual vuelven,

2. La casa debe ser habitable, equilibrando los espacios exteriores de vida activa y los interiores de descanso, paz y seguridad,

3. La casa debe ofrecer seguridad,

4. La casa es el mundo de lo privado, donde el hombre vive para sí con los suyos, y

5. La casa debe tener carácter de habitabilidad, el espacio adopta el carácter del hombre que lo vive.

En consecuencia, para Bollnöw “el hombre es su casa” (1966, p. 21) y sólo por este medio, el hombre pone pie firme en el mundo; dicho de otro modo la casa posibilita poner un pie firme en el mundo. Por otra parte, para aclarar cómo se da la relación entre el habitar y la vivienda, Gaston Bachelard es clave. Establece que:

For our house is the corner of the world. As has often been said, it is our first universe, a real cosmos in every sens of the word…Without it, man would be a dispersed being… Before he is ‘cast into the world’…man is laid in the cradle of the house.20 (1997, p. 86-88)

La casa, para Bachelard, es el albergue de los sueños, protege al soñador y le permite soñar en paz y es en estos sueños, momentos de confinamiento, simples y encerrados que a su vez son sueños en espacios reconfortantes, en los que el espacio es poseído. Bachelard agrega que la casa de la infancia graba en nuestro interior la jerarquía de las funciones varias del habitar hasta que nos convertimos en el diagrama de funciones de ese habitar particular de nuestra casa original. Por lo tanto, Bachelard eleva la función de la vivienda a un nivel

20 “La casa es nuestra esquina del mundo. Como bien se ha dicho, es nuestro primer universo, un

verdadero cosmos en todo el sentido de la palabra… Sin ella, el ser humano sería un ser disperso…Antes de ser lanzado al mundo, el hombre es puesto en la cuna del hogar” (1997, p. 86-88).

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ontológico que le permite al ser humano situarse en el flujo espacio temporal o bien, se podría decir que la casa posibilita al ser humano conformarse como ser.

Tanto Böllnow como Bachelard parten de una concepción del habitar desde el estar amparados y obtener seguridad ontológica. Pero el habitar la casa también puede ser concebido desde una ontología del lugar, afirmando un arraigo a un sitio o, dicho de otro modo, un habitar localizado. La antropóloga Angela Giglia supone que considerar al habitar como amparo no es suficiente para agotar “la complejidad implícita en la idea de habitar como sinónimo de relación con el entorno” (Giglia 2012, p. 10). Para ella el habitar es también la relación de un sujeto – individual o colectivo – con un lugar y en relación con sus semejantes, basada en la noción de presencia en un lugar y la precisa de la siguiente manera:

El habitar es un conjunto de prácticas y representaciones que permiten al sujeto colocarse dentro de un orden de espaciotemporal, al mismo tiempo reconociéndolo y estableciéndolo…mediante su percepción y su relación con el entorno que lo rodea. (2012, p.13)

Establece que al situarse respecto a un orden, “el sujeto funda y hace posible su presencia” (2012, p.13). Reconocer el orden espacial para Giglia, no es sólo reconocer sus referencias materiales y espaciales sino que también las normas de uso y regularidades y actuar de acorde a ellas. Posteriormente, Giglia define que este orden se hace presente a través de un conjunto de prácticas no reflexivas, implícitas y semiautomáticas que denomina con el concepto habitus socio-espacial, llevando el concepto original de Bourdieu a una relación más interactiva entre el ser humano y su espacio y menos estática:

la noción de habitus (socioespacial) nos ayuda a entender que el espacio lo ordenamos pero también que el espacio nos ordena, es decir nos pone en nuestro lugar enseñándonos los gestos apropiados para estar en él, e indicándonos nuestra posición con respecto a los demás. (2012, p.16)

El concepto de habitus socioespacial de Giglia habla de cómo el ser humano se relaciona con el orden espacial, algunas veces contribuyendo a su reproducción, como cuando actúa de manera semiautomática y algunas otras modificándolo, o dicho en otras palabras, domesticándolo. Si bien, la noción de habitus de Bourdieu privilegiaba la agencia del objeto, el concepto de habitus socioespacial de Giglia establece el dinamismo y la agencia compartida y negociada entre los dos agentes: objeto y habitante. Esto es sumamente pertinente para esta investigación, ya que la vivienda que se aborda es, por una parte, construida por personas quienes imponen un orden desde un paradigma de habitar ajeno a los que serán los habitantes, y por otra, construida por ellos mismos. Esto permitirá como establece Giglia, “ver el contraste

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y las hibridaciones entre el orden incorporado en el diseño del espacio y el orden producido por los habitantes” (2012, p.21). Por lo tanto, la casa posibilita la incorporación a un orden sociopolítico y cultural inscrito espacialmente o bien, el habitante lo modifica para que incorpore posibilidades de acción de acuerdo con sus necesidades.

Habitar como proceso

El habitar la casa ha sido aproximada, entre muchas, desde la visión esencialista de Heidegger (1997), la visión de amparo de Bachelard (1997) y de Böllnow (1966) y la visión de localización de Giglia (2012). Lo que estas perspectivas omiten es la dimensión temporal y sus efectos. La casa no puede ser producida de un una sola vez (Pallasmaa, 1992). Su dimensión temporal es testigo de las adaptaciones que los individuos deben proyectar en ella en el tiempo, es decir, la casa es un proceso. Por eso, nunca hay un casa como tal, solo el proceso de formar una (Wise, 2000). Por lo tanto, el objetivo de habitar la casa nunca se termina (Rose, 2012). En ese orden de ideas, habitar la casa es un proceso, y una aproximación esencialista de la casa, que supone una unidad doméstica estándar como se propone con la vivienda en serie, ignora la construcción social de la casa como lugar. Es importante señalar, por lo tanto, que las posibilidades de acción o affordances que una casa ofrece siempre estarán en revisión dependiendo del ciclo de vida de sus habitantes.

Doreen Massey (1994) propone una visión del lugar abierta, cuya identidad es provisional y no fija. Partiendo de esta aproximación, Dovey (2010) sugiere reemplazar la ontología Heideggeriana de estar-en-el-mundo con una más Deleuziana de convertirse-en-el-mundo. Esto implica romper con las visiones estáticas, fijas, cerradas y esencialistas del lugar pero preservando una ontología de place-as-becoming. Para Dovey, un lugar es un ensamblaje de diferencias en continuo estado de cambio, no un objeto fijo. Esta conceptualización nos permite entender el sentido de lugar como una experiencia del día a día, en lugar de un genius loci21 o el espíritu de una época o zeitgeist.

La conceptualización de la casa como proceso permite entenderla en el tiempo, como un objeto redefinido y reapropiado constantemente. Por la naturaleza dinámica del habitar, la vivienda está en constante evolución. Tal y como lo ven Maudlin y Vellinga (2014), que estudian la vida de los edificios después de que son construidos, no como ejemplos de deterioro sino como ejemplos de un proceso de consumo. La arquitectura no es sólo producida también es consumida, siendo un acto dinámico y creativo que involucra la creación y negociación de significados y valores por diferentes actores, o partes interesadas; un acto que es expresado a través de generaciones por diferentes voces profesionales de académicos,

21 Genius Loci refiere, originalmente dentro de la religión romana, al espíritu protector de un lugar. Mas

tarde Alexander Pope hizo imperativo su consulta en el diseño de paisaje, ligando el diseño al contexto. Finalmente, Norberg-Schulz en su libro Genius Loci: Towards a Phenomenology of Architecture sugiere que el objetivo de la arquitectura es encontrar la vocación del lugar, su genius loci.

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arquitectos o periodistas y por voces no profesionales de habitantes y visitantes. Esta visión favorece y permite comprender mejor las necesidades de los usuarios por encima de consideraciones estéticas. Afirman que el reconocimiento de que los objetos tienen vidas sociales, implicando que tanto se producen y se consumen, ya ha sido reconocido por otros campos de estudio como la antropología, la arqueología, la geografía y los estudios culturales. El hecho de que no haya sido estudiado así por la arquitectura misma se debe tanto a que la obra es considerada un objeto terminado al ser entregada al cliente y al estigma negativo o destructivo que le han adherido al concepto de consumo, sin embargo para los autores arquitectura es culturalmente producida y consumida. Las formas de consumo de la arquitectura que detallan son las siguientes:

• Consumo a través del uso: actividades del día a día repetitivas. • Consumo discursivo o interpretativo: a través de la crítica arquitectónica o de medios de

comunicación masiva • Otras formas materiales de consumo: adaptaciones, regeneraciones o reciclaje de obra

existente, prácticas de mejora y decoración, etc. •

Todas estas formas de consumo afirman, involucran interacciones, diálogos y negociaciones de intereses y valores entre los diferentes actores y exploraciones de fronteras culturales y sociales convencionales y establecidas. En otras palabras, el proceso de consumo de la casa se lleva a cabo mediante el ejercimiento de las posibilidades de acción o affordances que la casa ofrece o bien en la creación de nuevas, y este proceso permea a la casa con nuevos y cambiantes significados y valores.

El habitar como proceso se hace evidente en muchos casos. Tomemos por ejemplo la dinámica familiar empezando por lo que sucede cuando una pareja tiene un hijo. Repentinamente sus espacios son invadidos por un habitante nuevo y todas sus cosas, el comedor y la sala se transforman en salas de juegos, la cochera se cierra para tener un patio al exterior dónde pueda estar seguro y el comportamiento del resto se altera al tener que guardar silencio para vigilarle el sueño. Pero llegará el día en que ese niño crezca y sus necesidades cambien, y ya no tenga juguetes en la sala pero tal vez una consola de videojuegos y por tanto queda secuestrado el espacio que antes era social. Crecerá aún más, y se irá de la casa y los espacios volverán a su propósito inicial. El ejemplo anterior está relacionado a la dinámica familiar y dentro de un mismo espacio, pero ¿qué sucede con una persona que vive sola? Tal vez, en su espacio habitacional ya tenía afianzadas ciertas rutinas marcadas espacialmente, pero un cambio de empleo tal vez le obligue a trabajar desde casa y tenga que readaptar su habitar. O tal vez, tenga que cuidar a un padre, una madre o a un amigo y la dinámica cambie. Pero también puede ser que sus preferencias evolucionan y estas se hagan evidentes en cómo vive el día a día en su lugar. El habitar cambia porque nosotros cambiamos.

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El habitar, en su forma más prístina, se da en la casa y lo que dejan evidente los ejemplos anteriores, es que no hay esencialismos en el habitar. El habitar la casa es un proceso personal, intimo, dinámico e incesante, y lo que funciona hoy no es garantía de que funcione mañana. Lo único constante en el habitar es el cambio:

Ha desaparecido la posibilidad de pensar la vivienda para una familia o persona ideal y desde una óptica única y privilegiada. La sociedad del siglo XXI es necesariamente diversa: hombres y mujeres; infancia, adolescencia, juventud, adultez y vejez. Cada uno de nosotros y cada una de nosotras tenemos muchas identidades a lo lardo de nuestra vida y la vivienda nos ha de albergar en nuestras diferencias. (Montaner, Muxí, Falagán, & Hastings, 2011, p. 33)

En resumen, el habitar la casa puede ser concebido desde una noción de estar amparados como lo establece Bollnöw al afirmar que el habitar la casa posibilita poner un pie firme en el mundo, o la noción de obtener seguridad ontológica y conformarse como ser, como lo declara Bachelard. Sin embargo, el habitar la casa también conlleva una relación con un lugar y sus semejantes, por lo que Giglia establece que la casa posibilita la incorporación a un orden espaciotemporal social, político y cultural. Sin embargo, estas nociones omiten la dimensión temporal y el hecho de que la casa no se hace en una sola vez. Por lo que una noción de habitar como proceso se adscribe a la naturaleza dinámica del habitar como una experiencia del día a día que evoluciona constantemente. En analogía con lo anterior, el habitar puede ser visto como un proceso de consumo en el que se crean y negocian significados y valores por diferentes actores a través de generaciones que se lleva a cabo mediante el ejercimiento de las posibilidades de acción o affordances que la casa ofrece o bien en la creación de nuevas. Por lo tanto, la condición subyacente que comparten todas las nociones posibles de habitar es su condición de ser un proceso. Ahora bien, ¿cómo se manifiesta este proceso? La apropiación es la manera en que se hace palpable este proceso. Veamos en que consiste.

La apropiación: la aventura de habitar

La cuarta premisa circunscribe las tres anteriores, de modo que un individuo en el proceso de habitar su casa, medio para conseguir sus fines privados, se co-constituye con y a través de ella, y la acción que mejor manifiesta esta dinámica relacional es la apropiación. La apropiación se lleva acabo de varias formas, persigue diferentes objetivos y sus consecuencias son la identidad y el apego, temas que se profundizarán como veremos a continuación.

La apropiación es definida como “individual’s and groups’ creation, choice, possession, modification, enhancement of, care for, and/or simply the intentional use of a space to make it

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one’s own”22 de acuerdo a Feldman y Stall (2004, p. 184). La apropiación es un proceso interactivo en la cual no sólo se transforma un medio ambiente sino que también se transforman sus usuarios en el proceso de llevarla a acabo: “it is an exchange, a mututally transformative process”23 (Haan, 2005, p. 9). Según Tapie (2014), la apropiación sirve no sólo para comprender la relación de los usuarios con la arquitectura sino también la identificación de prácticas sociales y culturales.

Según Serfaty-Garzon (2003) la noción de apropiación contiene dos ideas dominantes: la primera tiene que ver con la adaptación de un objeto a un uso definido o a un propósito preciso, y la segunda, tiene que ver con hacer algo propio. A la vez, establece que el objetivo de esta transformación o adaptación al hacer algo propio es la autoexpresión y que por lo tanto, la intención última es la construcción del sujeto. Por lo tanto, para Serfaty-Garzon la apropiación de la vivienda no es sólo un subproducto del habitar sino es “l’aventure même de l’habiter” (la aventura misma de habitar) (2003, p. 28). Dado lo anterior, el usuario habita la vivienda apropiándola que se traduce en evaluar, transformar y readaptar affordances o posibilidades de acción que la casa va ofreciendo en el tiempo. La vivienda apropiada reúne los objetos, eventos y acciones de los tiempos vividos del habitante y representa un atestiguamiento de su propia continuidad. Serfaty indica además, que el hecho de que la vivienda sea un objeto inacabado permite una relación entre la vivienda y la identidad de su habitante que la apropia, y esto atestigua la relación dinámica de las affordances. Por lo tanto, la apropiación en la vivienda es progresiva (Tapie, 2014). Serfaty-Garzon concluye que es posible abordar la apropiación como: “un mouvement, un processus d’élaboration d’un sens personnel de l’abri qui s’appuie sur la matérialité même des murs et du toit, la distribution des parois et des ouvertures pour délivrer les virtualités du lieu”24 (2003, p.30).

Para comprender cómo se operacionaliza el concepto de apropiación, Vidal y Pol (2005) desarrollaron un modelo dual de apropiación que lo definen como:

un proceso dialéctico por el cual se vinculan las personas y los espacios, dentro de un contexto sociocultural, desde los niveles individual, grupal y comunitario hasta el de sociedad. Este proceso se desarrolla a través de dos vías complementarias, la acción-transformación y la identificación simbólica. (2005, p. 291)

22“la creación, elección, posesión, modificación, cuidado de y/o simplemente el uso intencional de un

espacio para hacerlo propio”

23 “es un intercambio, un mutuo proceso transformativo”

24 "Un movimiento, un proceso de desarrollo de un sentido personal de refugio que se basa en la materialidad misma de los muros y la losa, la distribución de las paredes y las aberturas para entregar las virtualidades del lugar."

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A la vez, establecen que a través de la acción sobre el entorno las personas transforman el espacio dejando su huella, sus marcas cargadas simbólicamente y a través de esta acción la persona “incorpora el entorno en sus procesos cognitivos y afectivos de manera activa y actualizada” (2005, p. 283).

En la misma línea dual que Vidal y Pol, explica Sanin Santamaria, “lo doméstico de manera resumida se constituye a partir del vínculo que generan las relaciones que existen ente el espacio/tiempo y los individuos que lo habitan” (2018, p. 35), y esta vinculación se genera en dos facetas: la física, que consiste en ordenar un espacio para hacerlo habitable y la simbólica, porque al hacerlo significativo se hace comprensible. Para Sanín Santamaría, el hogar se materializa en estas prácticas y la cultura material del mismo refleja “los modos en que las masas participan, a su manera, en las dinámicas de la sociedad de consumo” valiéndose de la “apropiación física y simbólica de productos impuestos por el orden dominante” (2018, p. 59). Si observamos las definiciones anteriores en torno al concepto de apropiación, nos podemos dar cuenta de que la apropiación es la manifestación directa de la acción de las affordances sobre el medio ambiente y los habitantes.

Ahora bien, ¿cómo es el proceso de apropiación o que patrón de cambios podemos encontrar en la mayoría de los casos? El primer acto de apropiación es el juzgar la arquitectura, práctica que los habitantes hacen al elegir una vivienda cuando van a comprar o construir, pasando esta decisión por sus expectativas y experiencias previas (Tapie, 2014). Una vez que se está instalado y el lugar es poseído, las antiguas prácticas son situadas de nuevo y la casa comienza a ser domesticada de manera gradual. Esta forma de apropiación es progresiva según Tapie (2014).

Por su parte García-Huidobro, Torriti y Tugas (2010), en su análisis longitudinal de la vivienda del proyecto peruano de PREVI, concluyeron que la historia familiar devela algunas claves de este proceso, ya que el patrón de evolución familiar es el motor según el cual cada familia va satisfaciendo requerimientos que varían en el tiempo, sobre todo en el caso de los países latinoamericanos. Los autores señalan la presencia de tres etapas:

1. Instalación: cuando la familia introduce modificaciones menores para defender su propiedad y definir la imagen de la casa que quieren proyectar.

2. Densificación: cuando la familia crece e introduce nuevos espacios y usos, como baños o recámaras adicionales. Concuerdan en que esta es la etapa que requiere mayor esfuerzo.

3. Consolidación y diversificación: cuando la casa se subdivide funcionalmente en departamentos para varias familias. La práctica de que algún hijo “finque” en el segundo piso de la vivienda es común en México, por ejemplo.

El proceso de apropiación se convierte en el medio en que una vivienda en serie y anónima se hace única y se transforma en una casa. Por lo tanto, estudiar estos cambios, nos

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permite “explicar otras dimensiones del comportamiento más allá de lo que es meramente funcional” (Vidal & Pol, 2005, p. 284).

Objetivos o intenciones de la apropiación

La mayoría de la literatura en apropiación espacial se refiere ya sea a la conversión de una vivienda para hacerla propia (Bamba Vicente & Costa Sepúlveda, 2017; Sanín Santamaría, 2018; Tames, 2004; Zamorano, 2013) o la apropiación de un espacio público como acto de resistencia (Haan, 2005). Esta posición activa de los habitantes indica que lo que buscan es seguridad ontológica: la transformación de un espacio para convertirlo a un lugar más congruente con sus valores y prácticas familiares y personales.

La apropiación para adquirir seguridad ontológica se torna muy importante en el siglo XX tanto por el advenimiento de la producción masiva de vivienda colectiva, como por la creciente importancia que se la ha dado a la casa en la sociedad posmoderna (Clapham, 2005, p. 118). Los habitantes buscan sentir control de un mundo que les es dado por otros, con codificaciones inscritas ajenas (Rapoport, 1982) por lo que es necesario que lo transformen y lo hagan propio a través de la apropiación para conseguir esa seguridad que anhelan (Haan, 2005).

El concepto de la casa como refugio permea el objetivo de apropiación para adquirir seguridad ontológica. De acuerdo a Rybczynski (1989), esta idea de la casa como refugio proviene de los hogares burgueses de mediados del siglo XVIII en Francia e Inglaterra y de las clases medias obreras americanas del siglo XIX, cuando tras la industrialización, los límites entre lo público y lo privado fueron trastornados y el trabajo se localizó fuera del hogar, la casa se convirtió en lugar del ocio y se constituyó como el refugio para el núcleo familiar. Aunque cabe aclarar que en México, las circunstancias fueron un poco distintas dado que la revolución industrial no evitó que una parte de la población siguiera realizando sus oficios desde su hogar como los proyectos del concurso de Vivienda Mínima Obrera en la Ciudad de México en 1932 lo evidencia (figura 9 de capítulo 2). En ellos la planta baja es diseñada como taller mientras que la planta alta alberga las funciones privadas, práctica que podemos ver hoy en día en algunas tipologías como la “casa-tienda” en la colonia Los Encinos en García, Nuevo León. La necesidad de independencia económica y de generación de recursos lleva a muchos habitantes a adecuar su casa para emprendimientos económicos y no sólo como lugar de ocio como Rybczynski lo señala.

Por otra parte, la apropiación del espacio público ha sido estudiada como un acto de dominación o de resistencia: “From the persepctive of resistance it is described as transgression, while domination is maintained by ‘purificaction’ and eliminating ‘out of place’ behavior”25 (De Haan, 2005, p.5). Esta dominación no sólo proviene de regulaciones

25 “Desde la perspectiva de resistencia se la ha denominado como transgresión; mientras que el dominio

se mantiene por la purificación y eliminación de comportamientos no deseados.”

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gubernamentales sino también de códigos culturales y sociales. Como bien establecía Rapoport (1982), el medio ambiente tiene una función mnemónica, y cuando los códigos inscritos en él no son compartidos por los que lo habitan la apropiación se convierte en un medio para que los habitantes lo transgredan y resignifiquen de acuerdo a su forma de vida y sus necesidades, de manera muy distinta a la intencionalidad inicial de los burócratas y administradores (Haan, 2005). Aunque el objeto de estudio de esta investigación se circunscribe a la escala de la casa, es importante destacar que la casa está emplazada en un contexto mayor, el de la colonia, en cuya dimensión encontramos la mayoría de negociaciones espaciales entre los propios habitantes o vecinos.

Tipos de apropiación

Como vimos en la primera sección de este capítulo, las relaciones entre la arquitectura y sus usuarios son recíprocas y dinámicas. Por lo tanto, al hablar de apropiación hablamos de una apropiación recíproca también. Las personas moldean sus entornos pero a la vez son moldeados por ellos, como afirma Dale: “humans are part of the material world, not transcendent gods or magicians, able to manipulate the material without being incorporated or changed by it”26 (en Haan, 2005, p.14). A la vez, la singularidad en los modos de vida y los deseos de los habitantes introducen variaciones en las formas de apropiación (Tapie, 2014). De Haan (2005) identifica cinco formas en que las personas pueden apropiarse del espacio y los objetos, y a la vez ser apropiados por ellos: apropiación material, social, simbólica, moral y política.

Apropiación material y económica. Esta forma de apropiación se enfoca en la distribución y colocación de objetos materiales y el establecimientos de límites, a su vez es la más visible de todas las formas (Haan, 2005). De hecho, esta es la primera manifestación de la arquitectura según el historiador Gottfried Semper quien establecía que el primer acto arquitectónico fue la delimitación espacial a través de esteras tejidas (Forty, 2000). De Haan (2005) establece que este tipo de apropiación es un acto significativo porque refleja las necesidades de una sociedad y el orden de las cosas evidencia la lógica espacial que produce y reproduce las actividades e interacciones humanas. A la vez, la apropiación material es recíproca, ya que no sólo los habitantes transforman el espacio sino que también el espacio y sus objetos materiales estructuran las prácticas, movimientos e interacción que se genera.

Otros autores como Zamorano (2013) y Bamba y Costa (2017) afirman que podríamos hablar de una apropiación económica. Ellos la definen como la respuesta de los habitantes cuando transforman su vivienda para que sea una fuente de ingreso para ellos, estableciendo talleres, comercios o cualquier actividad económica que contribuya a los ingresos del hogar. Aquí el espacio doméstico convive con el espacio de producción, como lo hacía la casa

26 “los humanos son parte del mundo material, no dioses o magos trascendentes que pueden manipular

lo material sin ser ellos también alterados por ello.”

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medieval (Rybczynski, 1989). Para efectos de esta investigación, dado que este tipo de apropiación también requiere de una transformación material de la casa, lo he considerado como un subconjunto dentro del tipo apropiación material.

Apropiación social. Este tipo de apropiación está basado en las prácticas, en las relaciones y comportamiento espacial. De Haan (2005) lo denomina como espaciamiento social y consiste primeramente, en distribuir a la personas, sus actividades y sus funciones en el espacio (p. 15). El espaciamiento social también incluye el espaciamiento de las interacciones sociales, interacciones que se dan en contextos espaciales que funcionan como escenario para cierto tipo de comportamientos e interacciones rutinarias (p. 16). Por último, el espaciamiento social tiene que ver con la dinámica de interacción social como un factor semiautónomo en establecer el carácter del espacio. Esto se refiere a los procesos de inclusión y exclusión social, a las luchas territoriales dónde ciertos grupos se convierten en los usuarios dominantes. Por último De Haan añade: “Social appropriation is thus not always a matter of simply matching pre-defined boundaries and functions with ‘proper’ social usages and practices. It is also a result of spontaneous social encounters and social redefinition of places”27 (2005, p. 16).

Apropiación espacial. Este tipo de apropiación, muy ligado a la apropiación social, es la práctica de delimitar espacios. Algunas veces estas delimitaciones están motivadas desde el imaginario del miedo y su objetivo es obtener seguridad y bienestar psicológico (Bamba Vicente & Costa Sepúlveda, 2017). Otras, sobretodo a nivel espacial de la vivienda, la delimitación de espacios revela las aspiraciones a la individualización de prácticas y deseos (Tapie, 2014). Finalmente en el ámbito del barrio o colonia, la apropiación espacial consiste en definir los límites o fronteras de los espacios intermedios, aquellos del entorno inmediato de la vivienda, espacios que se convierten en escenarios de negociaciones que generan comunidad (Bamba Vicente & Costa Sepúlveda, 2017).

Apropiación simbólica. Este tipo de apropiación es latente en todos los anteriores, es decir, la apropiación simbólica es resultado de las interacciones que la transformación y adaptación generan (Zamorano, 2013). Vidal y Pol (2005) afirman que “a través de la acción sobre el entorno, las personas, los grupos y las colectividades transforman el espacio, dejando en el su huella, es decir, señales y marcas cargadas simbólicamente” (p. 283). Este tipo de apropiación conduce a la identificación y apego con un lugar, a la par que “un factor de estabilidad de la identidad y cohesión del grupo” (p.284). Este tipo de apropiación es más común durante la vejez o cuando se ha residido por mucho tiempo en el mismo lugar (Vidal & Pol, 2005), y se valoran más los atributos emocionales o intangibles (Buckenberger, 2012). Finalmente, es a través de la significación del entorno que este se hace comprensible (Sanín Santamaría, 2018).

27 “La apropiación social no consiste simplemente en hacer coincidir los límites predefinidos y las

funciones con los usos y costumbres apropiados. También es un resultado de los encuentros sociales espontáneos y a la redefinición social de lugares.”

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Estos tipos de apropiaciones son los que considero más pertinentes para el estudio de la apropiación en la vivienda popular (descartando la moral y política que menciona De Haan), dado que son las que se circunscriben dentro del espacio de la casa. Si bien la apropiación política pudiera considerarse también, como cuando los habitantes toman por posesión tierras ajenas para construir sus casas, no es considerado parte del enfoque de esta investigación dado que es un acto colectivo para posesionarse de un barrio o colonia y no de la casa en sí. Ahora bien, estas apropiaciones son más fáciles de conseguir en unos lugares que en otros, y esto es debido a si el diseño es lo suficientemente abierto o flexible a cambios, (open script) o no lo es. En el siguiente apartado clarificaremos a más detalle en que consiste que un objeto esté diseñado para que sea apropiable.

Posibilidades de apropiación

En la misma línea de la perspectiva ecológica que considera al individuo y su medio ambiente como mutuamente constitutivos, los estudios sociales de la ciencia otorgan a todos los actores agencia. Esto quiere decir que no los considera sujetos maleables a la dictadura de la tecnología sino que más bien en el consumo de objetos tecnológicos los sujetos toman un rol activo, creativo y expresivo (Mackay & Gillespie, 1992). Ahora bien, el que tanto un sujeto activo pueda tomar un rol constitutivo en la transformación de una tecnología, en este caso la casa, depende de que tan abierto o cerrado este codificado el script28 y de si existe o no una congruencia entre ese script y el uso que se otorga a la tecnología o a la casa. En las siguientes líneas elaboraré estos conceptos más a fondo.

Mackay y Gillespie (1992) analizan a la tecnología desde tres esferas distintas: 1. la concepción, invención, desarrollo y diseño, 2. mercadotecnia, y 3. su apropiación por los usuarios. Aseveran que en la primera esfera, la de la producción de la tecnología, los diseñadores juegan un rol importante en la codificación funcional y simbólica que queda inscrita en un objeto tecnológico porqué nos dan idea de quiénes somos y como debemos comportarnos. A la vez, Mackay y Gillespie agregan que la demanda de cualquier producto es socialmente construida, a través de la mercadotecnia, como lo establecía Colomina para explicar el carácter “exhibicionista” de la vivienda moderna que fue construida en los medios. Asimismo, ellos declaran que la conformación social de la tecnología no termina en las primeras dos esferas sino que el objeto tecnológico se transforma mediante el uso que le es otorgado, o bien la manera en que el usuario identifica, evalúa y transforma las posibilidades de acción o affordances que el objeto ofrece para adecuarlo a sus necesidades.

Ahora bien, ¿cómo es que la codificación de un objeto tecnológico, en la primera y segunda esfera, interactúa con la apropiación? MacKensie y Wajcman (1992) indican que las tecnologías pueden ser diseñadas para permitir ciertas opciones e impedir otras. Mackay y

28 Script en inglés, podría traducirse a guion, o en el caso de arquitectura, al programa arquitectónico,

recurso guía que contiene las pautas espaciales y funcionales que el diseño de una obra debe seguir.

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Gillespie (1992) afirman que estas opciones o limitaciones son definidas por los materiales y posibilidades técnicas del objeto. Declaran que esto no es determinismo tecnológico ya que los objetos en sí mismos encarnan lo social que lo produjo y aclaran que la tecnología no determina, sino que facilita. Dicho de otro modo, los objetos tecnológicos pueden ser diseñados para ser abiertos o cerrados a la apropiación. Ahora bien, ¿qué elementos o atributos de la casa pueden ser sujetos a apropiación?

Tomando de los estudios de proxémica de Edward T. Hall (1969), Rapoport (1982) categoriza los elementos de la casa que pueden ser modificables en tres: elementos fijos, elementos semifijos y elementos no-fijos. Los elementos fijos son aquellos que son inamovibles como los muros, losas y pisos, y por lo general están sujetos a códigos y reglamentos. Ocupan un lugar importante en la codificación del significado ya que la mayoría de las personas viven en medio ambientes que no son de su propia construcción (ready-made). Estos elementos comunican algún significado, sobre todo en las tradiciones más vernáculas, pero el significado es complementado con los semifijos y no-fijos. Los elementos semifijos varían desde el mobiliario y su acomodo, cortinas y otras decoraciones, plantas, pantallas, etc. Estos pueden cambiar más fácilmente, a diferencia de los anteriores, y son los elementos sobre los cuales los habitantes tienen mayor control y los más utilizados para comunicar significado a través de la personalización. Para terminar, los elementos no fijos son los relacionados a los habitantes de los medioambientes, sus relaciones espaciales (proxémica) y sus posturas corporales (kinesics). Rapoport concluye que los elementos semifijos se convierten en tierra fértil para el estudio de la comunicación del significado de la vivienda porque pueden considerarse un repositorio de significados en los que los habitantes proyectan la manera en desean ser vistos y reflejan como se llevan a cabo sus interacciones.

Por consiguiente, ¿cómo podríamos traducir esta idea al objeto arquitectónico de la vivienda? Dos posibles maneras son la flexibilidad y la participación o diseño colaborativo. La flexibilidad puede garantizar la adaptación de los diferentes modos de vida y las estructuras familiares contemporáneas. La ‘teoría de los soportes’ de Habraken en los sesentas, que consiste en diferenciar a la estructura del relleno (al contenedor del contenido), permite una arquitectura que admite “la flexibilidad, la intercambiabilidad, la elección y la sustitución” (Montaner, 2015, p.107). Montaner agrega que la vivienda hecha con participación y con un desarrollo progresivo se convierte “en la representación de la historia familiar” que “además posibilita la creación de espacios de trabajo que generan ingresos complementarios” (2015, p.93). Por otra parte, cuando la casa es construida por el propio habitante, como es el caso de los desarrollos de producción social de vivienda, el script es una hoja en blanco y la apropiación es inherente al propio proceso de construcción (Tames, 2004).

En suma, la conformación social de un objeto tecnológico no termina cuando el objeto es producido sino que es el público el que lo termina de moldear. La apropiación de un objeto varía según lo abierto o cerrado que haya sido su codificación funcional y simbólica. La apropiación es un acción que nos ayuda entender el ajuste de la concepción espacial a las expectativas y usos (Tapie, 2014). Y así, la apropiación se convierte en la esfera en que las

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fuerzas de producción y de consumo se reúnen para poder ser analizadas (Mackay & Gillespie, 1992).

Resultados de la apropiación: identidad y apego

Vidal y Pol (2005) establecen que el fenómeno de la apropiación es una manera de entender cómo se vinculan las personas con su medio ambiente, ya sea como depósito de significados, o como una categoría donde se desarrollan ciertos aspectos de la identidad o como tendencia a desarrollar apego por un lugar. Estos son los resultados que la apropiación genera.

Identidad. La identidad es un esencia que cobra significancia a través de gustos, creencias, actitudes y modos de vida; a la vez es tanto personal como social, de acuerdo a Barker y Jane (2016). Afirman que esta conciencia de uno mismo emerge en la modernidad durante la Ilustración y es más característica de las sociedades occidentales.

En su libro Modernity and Self Identity (1992) Giddens afirma que la identidad no es una colección de atributos, sino que más bien es la persona reflexivamente constituyéndose en términos de su historia personal. Giddens ve a la identidad como un proyecto, una creación propia del individuo, que más que un destino, es un movimiento hacia, algo siempre en proceso (C. Barker & Jane, 2016). Esto provoca que un mismo individuo pueda tener identidades múltiples resultado de sus diferentes relaciones sociales y contextos en los que se desarrolla. Esta concepción posmoderna y antiesencialista, por tanto, indica que la identidad no es un estado de ser fijo o natural, sino más bien es un estado siempre en proceso de convertirse. Cómo se puede observar, esta condición del ser como proceso, coincide con la idea mencionada en la sección anterior del habitar como proceso. Dicho de otro modo, tanto el individuo como la casa son proyectos.

Ahora bien, ¿cómo se relacionan la identidad y la casa? Primero debemos entender la relación entre las vivencias y los lugares. Las experiencias vinculadas al lugar constituyen el marco sobre el cual construimos la identidad propia como establece Goldhagen: “the worlds we build construct the literal, actual scaffolding we use to congitively construct ourselves as people”29(2017, p. 88). Experimentamos los lugares, primeramente, como contextos estabilizados del día a día y a través de ellos estabilizamos nuestra identidad (Dovey, 2010). De los lugares existentes en nuestra vida, la casa es el lugar originario en donde esta identidad cobra forma: “Home is not an originary place from which identity arises. It is not the place we ‘come from’; it is a place we are”30 (Wise, 2000, p. 297). Por lo tanto, “la casa es un lugar de síntesis o de condensación de la persona” (Lindón Villoria, 2005, p. 10).

29 “Los mundos que construimos construyen el andamiaje literal y real que utilizamos de manera

cognitiva para construirnos como personas.”

30 “La casa no es lugar donde la identidad se origina. No es lugar del ‘cual venimos’; es el lugar dónde somos.”

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Las personas utilizan los lugares para construir su identidad a través de varios principios constitutivos: distinción, continuidad, autoestima y autoeficacia (Gustafson, 2001; Twigger-Ross & Uzzell, 1996). A través de la distinción, una persona se identifica con un lugar para distinguirse de los demás, por ejemplo, cuando un individuo se distingue por su lugar de residencia y su estilo de vida (lifestyle): la diferencia de ser del centro o del suburbio de una metrópolis y cómo eso se manifiesta en su comportamiento, preferencias y valores. A la vez, la identidad se afianza por el arraigo a un lugar que se habita por un tiempo prolongado, lo que se denomina sentido de continuidad; en este aspecto el lugar se convierte en una referencia de experiencias pasadas y le recuerda al individuo quién ha sido y quién es de acuerdo con Korpela:

The continuity of self experience is also maintaind by fixing aids for memory in the encvironment. The place itself or the objects in the place can remind one of one’s past and offers a concrete background against which one is able to compare oneself at different times… This creates coherence and continuity in one’s self conception.31 (en Twigger-Ross & Uzzell, 1996, p. 207)

Asimismo, el sentido de continuidad también puede ser utilizado a la inversa, como cuando una persona construye una identidad nueva al cambiar su lugar donde reside. La autoestima es generada cuando el lugar en que un individuo vive le da orgullo. Por último, la autoeficacia, la creencia de un individuo en su capacidad propia para enfrentar problemas, se da cuando el lugar permite o no interfiere con el estilo de vida de un individuo en su día a día.

Apego. El apego al lugar puede ser definido como una conexión emocional y cognitiva con un lugar o ambiente (Low, 1992) y cuya característica principal es la tendencia del individuo a permanecer cercano con ese lugar (Hidalgo & Hernández, 2001). Normalmente, el individuo es inconsciente de este vínculo y sólo se manifiesta de manera consciente cuando hay un distanciamiento o rompimiento con ese lugar (Hidalgo & Hernández, 2001).

Su uso como concepto teórico emergió de los estudios sobre la casa y es uno de los conceptos más utilizados (J. Moore, 2000). El apego al lugar se enfoca en los procesos mediante los cuales las personas desarrollan este vínculo con los lugares. Moore (2000) establece que las personas desarrollan vínculos afectivos con los lugares porque les satisfacen, pero también por otros motivos más evaluativos como aspectos relacionados a la identidad, la duración de le estancia, las redes comunitarias, etc.. Desde que surgió su estudio en los noventas, han proliferado muchas investigaciones empíricas al respecto, con la negativa de una

31 “La continuidad de la experiencia propia también se mantiene fijando recordatorios para la memoria

en el entorno. El lugar en sí mismo o los objetos en el lugar pueden recordarle a uno el pasado y ofrece un trasfondo concreto contra el cual uno puede compararse a sí mismo en diferentes momentos ... esto crea coherencia y continuidad en la concepción de uno mismo.”

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falta de rigor teórico y una clara ambigüedad conceptual (Manzo & Devine-Wright, 2014). En un intento por solventar esto, Scannell y Gifford (2010) proponen una estructura tripartita que busca integrar la variedad de definiciones en la literatura, estableciendo que el apego al lugar es un concepto de tres dimensiones: la persona, el proceso psicológico y las dimensiones del lugar (PPP por sus siglas en inglés). De acuerdo con la primera dimensión, alegan que el apego ocurre tanto al nivel individual como al grupal. Con relación a la dimensión del proceso psicológico, definen tres procesos que tienen que ver con el apego: el afecto (emoción), la cognición (identidad) y el comportamiento (acción). Finalmente en cuanto al lugar, distinguen dos tipos de apego: el social y el físico. En suma, la definición que designan de apego es la siguiente:

Place attachment is a bond between an individual or group and a place that can vary in terms of spatial level, degree of specificity, and social or physical features of the place, and is manifested through affective, cognitive, and behavioral psychological processes.32 (Scannell & Gifford, 2010, p. 5)

De acuerdo al geógrafo fenomenólogo David Seamon (2013), el apego a un lugar se genera a través de varios procesos generativos que a la vez sirven para explicar tanto su origen como su propia evolución: interacción en el lugar, identidad del lugar, encuentros fortuitos (place release), realización, creación e intensificación del lugar.

La interacción en el lugar es el motor principal que genera una presencia medioambiental a través de las acciones, comportamientos y eventos que se generan en el día a día en un lugar. La identidad del lugar se da cuando este se convierte en una parte significativa para las personas que lo habitan; la identidad y la interacción del lugar son procesos recíprocos, dado que a través de la interacción con el lugar las personas se involucran activamente con él. Ambas se relacionan con el apego al lugar dado que la regularidad y familiaridad de las acciones y encuentros contribuyen a lo que uno es y a su rutina diaria en relación con el lugar de manera afectiva. Los encuentros fortuitos refieren a cuando el lugar promueve eventos o encuentros inesperados, que permiten que el entorno genere sorpresas en el rutinario día a día de un lugar. La palpable presencia de un lugar, su carácter, es lo que Seamon define como la realización de un lugar. Interacción, identidad, encuentros fortuitos y realización ayudan a describir a los lugares y a las maneras en que estos trabajan.

Creación e intensificación del lugar, los dos restantes, refieren a como el esfuerzo humano puede mejorar un lugar o contribuir a su declive. La creación del lugar requiere la participación activa y responsable de sus usuarios para generar cambios en política, planeación

32 Un vínculo entre un individuo o un grupo y un lugar que puede variar en términos de espacialidad,

grado de especificidad, y de atributos social o físicos de un lugar, y que se manifiesta a través de procesos afectivos, cognitivos y comportamentales

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o diseño que contribuyan al mejoramiento de los lugares. Por último, la intensificación refiere a cómo el propio lugar puede contribuir activamente a mejorar la calidad y el carácter de este. De acuerdo a Seamon, el resultado de estos seis procesos es una sinergia medioambiental robusta, y en términos de la experiencia y el significado que un lugar genera, resulta en un compromiso emocional con el lugar que puede ir desde la apreciación y el cariño hasta un cuidado, respeto, responsabilidad y amor al lugar.

Modelo de apropiación

Para englobar todos estos conceptos teóricos de manera más operativa se construyó un modelo de apropiación (Fig. 6) en base a las propuestas teóricas de varios de los autores mencionados en este capítulo. Se parte de los atributos que la vivienda y su conjunto tienen (Jusan & Sulaiman, 2005), que a través de un filtro cultural (Rapoport, 1982) el habitante elige reconoce los affordances (Gibson, 2015) que le son de utilidad para conseguir sus fines (P. King, 2003). Estos pueden ser o no congruentes con sus necesidades (Haan, 2005; Jusan & Sulaiman, 2005). Cuando lo son, el habitante se identifica con la vivienda y por ende la apropia simbólicamente manifestándose de manera afectiva, cognitiva o interactiva (Vidal & Pol, 2005). Cuando los affordances no son congruentes tiene dos opciones: la rechaza o abandona, o inicia la acción transformativa de la apropiación (Vidal & Pol, 2005).

Figura 6.

Modelo de apropiación

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Nota: Elaboración propia en base conceptos y modelos teóricos de Jusan y Suleiman (2005), Vidal y Pol (2005), De Haan (2005), Zamorano (2013), Tapie (2014) y Bamba et al (2017).

Esta acción transformativa se puede dar a través de tres mecanismos: transformación, negociación o delimitación (Bamba Vicente & Costa Sepúlveda, 2017). La transformación es un tipo de apropiación material o económica (Bamba Vicente & Costa Sepúlveda, 2017; Haan, 2005; Zamorano, 2013), la negociación es un tipo de apropiación social (Haan, 2005) y la delimitación es un tipo de apropiación espacial (Bamba Vicente & Costa Sepúlveda, 2017; Tapie, 2014). Finalmente, como resultado o consecuencia las formas de apropiación conducen a una mayor identidad y apego (Vidal & Pol, 2005).

Dado la naturaleza dinámica del habitar y los affordances o posibilidades de acción que la vivienda ofrece, el proceso de apropiación está en constante revisión y ajuste, la vivienda en constante evolución y la apropiación se convierte en el mecanismo mediante el cual el habitante toma control de su habitar. A través de la apropiación, en un viaje mutuamente constitutivo, la casa y el individuo van en proceso incesante de convertirse.

En resumen, el proceso de habitar se hace evidente en la apropiación de la casa, acción que siginfica tanto la adaptación de un objeto para satsifacer una necesidad o el hacer algo propio. El objetivo de la apropiación es adquirir seguridad ontológica. Los diferentes tipos de apropiación son la material, la espacial, la social y la identificación simbólica que circunscribe a todas. Las posibilidades de apropiación de la casa son condicionadas por que tan abierto o cerrado sea el script del diseño de la misma. Finalmente, los resultados de la apropiación son la identidad y el apego.

La ciudad apropiada: poder, sociedad y responsabilidad

En los apartados anteriores se ha expuesto la relación co-constitutiva de un individuo y su casa en un proceso incesante en el cual la dinámica de la apropiación se hace evidente. Ahora bien, si los objetivos de la apropiación son la dominación y la resistencia es lógico pensar que su dominio supera los límites de la propia casa. Por lo tanto, las apropiaciones también interactúan con un contexto mayor: el de la dinámica de la ciudad. La apropiación también aborda las relaciones extemporáneas entre el habitante y su contexto político-económico, social y urbano.

Apropiación y poder

La apropiación depende de una relación de poder entre diversos actores, humanos y no-humanos. En el caso de la vivienda social y colectiva las relaciones de poder se dan entre los

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actores que producen la vivienda, los actores que habitan la vivienda y la vivienda misma como actor-no humano o actante. ¿Cómo son mediadas las relaciones entre estos actores? La relación del habitante y la vivienda, cuando la vivienda es llave en mano y producida en serie, está en términos desiguales, ya que al habitante sólo le que queda fiarse de un sistema experto que la construye: los actores productores. Giddens establece que la modernidad trajo consigo una separación del tiempo y el espacio que provoca un proceso de desanclaje que lo define como “el despegar las relaciones sociales de sus contextos locales de interacción y reestructurarlas en indefinidos espacio-temporales” (2015, p. 32). Un mecanismo de desanclaje son los sistemas expertos: “sistemas de logros técnicos o de experiencia profesional que organizan grandes área del entorno material y social en el que vivimos” (2015, p. 37). La vivienda colectiva es un ejemplo de sistema experto del cual los habitantes se fían, y se fían tal vez no sólo por su falta de conocimiento, sino por falta de opciones. Tomemos en cuenta que además, como afirma Kerr (1995) el diseño de la vivienda colectiva refleja los valores y preocupaciones de los productores, no el de sus habitantes. Por lo tanto, ¿cómo se nivela la relación de poder entre un habitante y su vivienda llave en mano?

Aunque todos los lugares cargan con significados e intenciones de sus diseñadores y productores, muchos estudios indican que las personas son capaces de reapropiarse de los espacios y obras construidas para darles su propio uso y su propio significado (Haan, 2005). Esto se relaciona en cómo las personas operan en sus día a día apoyándose de tácticas y estrategias, conceptos que formula Michel de Certeau (1988) en su libro “The Practice of Everyday Life”. Las tácticas operan a través de acciones aisladas, “golpe a golpe”, aprovechando la ausencia de poder y otorgan una dimensión política a las prácticas cotidianas; son el arte de los débiles, del Otro, de “la silenciosa mayoría” y sus resultados son victorias del espacio sobre el tiempo. Por otra parte, las estrategias existen gracias al establecimiento de lugares de poder, como instituciones, que con sus propios discursos y justificaciones pueden imponer su fuerza. Siempre existe una tensión permanente entre la apropiación del espacio para fines sociales e individuales y la dominación del espacio a través de la propiedad privada, el estado y otras formas de poder clasistas; entre más dominado sea el espacio menos susceptible es a la apropiación (Lefevbre, 1991). La apropiación puede ser vista, por lo tanto, como un desafío al poder inscrito espacial y estratégicamente en el diseño y conjuntos de vivienda que imponen un modo de habitar estandarizado, el cual es sublevado por tácticas de apropiación, ya sea desde un inicio como en la autoconstrucción, o cuando la vivienda es habitada, como en el caso de la vivienda producida en serie. La apropiación es una táctica de empoderamiento para los grupos en desventaja, para las silenciosas mayorías.

Apropiación y contexto social

La apropiación también es necesaria por una inadaptación social-comercial. Existe una tensión entre lo que el Estado y el mercado ofertan y lo que la gente valora y desea. La vivienda social sigue siendo una respuesta bajo la lógica colectiva de principios del siglo XX ( o lógica del Estado de bienestar pero ahora a precios comerciales) mientras que la sociedad actual prioriza

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la individualización y demanda una lógica de apropiación (Ascher, 2004). En otras palabras, la vivienda social todavía está inscrita en condiciones fordo-keynesio-corbusianas que caracterizan a la modernidad mientras que los individuos que la habitan ya la superaron, o dicho de otro modo, habitan en condiciones posmodernas.

Cabe aclarar que cuando en México se introduce la producción de vivienda social en los setenta, bajo la lógica colectiva moderna, el mercado mundial ya estaba emigrando a una producción más flexible y variable enfocada en nichos especializados (C. Barker & Jane, 2016), dando lugar a la era post industrial dónde la homogeneidad, la producción masiva, las grandes corporaciones y la burocracia fueron reemplazadas por la heterogeneidad, la elección y la flexibilidad (Charley, 1995). Esto se manifestó porqué la condición posmoderna se caracteriza por “ser un vector de ampliación del individualismo; al diversificar las posibilidades de elección, al anular los puntos de referencia , al destruir los sentidos únicos y los valores superiores de la modernidad, pone en marcha una cultura personalizada o hecha a la medida, que permite al átomo social emanciparse del balizaje disciplinario – revolucionario” (Lipovetsky, 1994, p. 11). David Harvey (1990) analiza esta era como una de transición en la que el desenfrenado individualismo era indispensable, e incluso se convierte en un valor central en la cultura emprendedora que ha penetrado muchos estilos de vida pasando de los valores sólidos del Fordismo a la flexibilidad axiológica contingente, fugitiva y efímera. Sin embargo, todos estos valores no están inscritos en la producción de vivienda en serie en México, y la producción de vivienda social no se ha adaptado a la exacerbada individualización que demanda no economías de escala, sino economías de variedad y soluciones personalizadas, como ya lo han hecho la mayoría del resto de los productos mercantiles. Prueba de ello son las soluciones de uno a uno en el sistema de transporte con Didi y Uber, y en el turismo con AirBnB, Vrbo y Homeaway entre otros. La poca diversidad en la oferta es muestra de que las soluciones personalizadas posmodernas no han incursionado en el mercado de vivienda social todavía. Esta poca flexibilidad en la oferta de soluciones habitacionales promueve la necesidad de la apropiación para adaptar la vivienda a las necesidades de una población heterogénea e individualizada.

Apropiación y hacer ciudad

¿De qué manera incide la apropiación con el resto de la ciudad? Por una parte, la apropiación espacial incrementa el sentido de responsabilidad hacia el espacio apropiado porqué la apropiación hace al espacio significativo para el habitante y por ende querrá preservarlo (Pol, 2002; Pol & Castrechini, 2002; Vidal & Pol, 2005). Dicho de otro modo, la apropiación facilita comportamientos respetuosos en el entorno derivados de la participación e interacción en él. Esto como método correctivo a algunos de los malestares actuales de las sociedades como el declive del espacio público, la fragmentación social y la desconfianza generalizada (Vidal & Pol, 2005).

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Por otra parte, la apropiación es reflejo de un rol o habitar activo y consciente hacia el entorno. Este tipo de comportamiento hacia el entorno reverbera con tesis emergentes sobre los nuevos principios del urbanismo (Ascher, 2004) y una posible ciudad alternativa a la presente: la ciudad colaborativa (Borja, 2016) o la ciudad inteligente coordinativa (Sennet, 2018) como se puede observar en la Tabla 2. El habitante que estos modelos requieren sería un habitante que es agente y responsable de hacer ciudad, no sólo de recibirla. La ciudad coordinada inteligente (Sennet, 2018) es diseñada de abajo hacia arriba, coproducida con la gente en lugar de que sea entregada; orientada a la búsqueda de problemas que surjan de la personas que habitan y por lo mismo no es “amigable” sino que demanda una participación activa de su parte; es una ciudad abierta, en otras palabras siempre en construcción, y su prioridad es el aspecto social en lugar de la estética. La ciudad colaborativa (Borja, 2016) propone barrios multifuncionales y de mixtura social en lugar de una urbanización especializada y segregada por clases en la que los poderes contra populares se contraponen al poder capitalista de la tierra; requiere de una injerencia activa de la personas porque su democracia es deliberativa y descentralizada; la vivienda es considerada por su valor de uso no de intercambio y genera o fomenta la solidaridad, en lugar de resiliencia, valor que ha sido exaltado recientemente pero que en realidad hace que cada bien vea por sí mismo, no por la supervivencia común. Los modelos de Borja y Sennet parten de los mismos principios, cómo se evidencia, pero difieren en que los modelos de Sennet toman a consideración sistemas de inteligencia tecnológica y los de Borja no. Ambos modelos hablan de un urbanismo como ciudadanía, incentivando a una ocupación de la ciudad con responsabilidad, “cómo se ocupa el territorio, se comporta el territorio” (Rodríguez, 2019).

Tabla 2

Comparación de modelos de ciudad

Ciudad Competitiva Ciudad Colaborativa

Borja (2016)

urbanización especializada Barrios multifuncionales y de mixtura social

Democracia representativa y generalizada Democracia deliberativa y descentralizada

Poder capitalista Contrapoderes populares

Bienes y servicios privados Bienes y servicios comunes

Vivienda como valor de mercancía Vivienda como valor de uso

Resiliencia Solidaridad

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Prescriptive smart city Coordinative smart city

Sennet (2018)

De arriba-abajo / Entregada De abajo-arriba / Co-producida

Enfocada en la resolución de problemas Enfocada en el descubrimiento de problemas

Pasiva (User-friendly /mind-numbing) Activa (Not user-friendly /engaging)

Ciudad cerrada (closed ville) Ciudad abierta (Open ville)

Estética Social

Autoritaria Democrática

Nota: Elaborado a partir de Borja, J. (2016). La vivienda popular, de la marginación a la ciudadanía. Geograficando, 12(2), 1–16, y Sennet, R. (2018). Building and Dwelling: Ethics for the City. New York: Farrar, Straus and Giroux.

Recapitulando, la apropiación conlleva una relación de poder entre los actores “expertos”, los habitantes y la vivienda misma como actante. Bajo esta luz, la apropiación puede ser vista como una táctica de empoderamiento de los grupos en desventaja que desafían al poder inscrito espacial y estratégicamente en el diseño. Por otra parte, la apropiación se hace necesaria porque la oferta de soluciones habitacionales responde a una lógica colectiva moderna que ya no guarda relación con un contexto social heterogéneo que privilegia la individualidad, la flexibilidad y la elección. Finalmente, la apropiación facilita comportamientos respetuosos hacia el entorno que reverberan con tesis emergentes de hacer ciudad de forma colaborativa, de abajo hacia arriba, incentivando a una ocupación de la ciudad con responsabilidad.

Conclusión

Iniciamos este capítulo estableciendo cinco premisas para abordar teóricamente a la vivienda desde una aproximación ecológica:

1. La co-constitución de un individuo y su medio ambiente 2. La vivienda como medio 3. El habitar la vivienda como un proceso incesante 4. La apropiación de la vivienda como manifestación del dinamismo del habitar entre

el habitante y su casa 5. El rol de la apropiación en transformar la urbanización en ciudad, de espacios a

lugares significativos

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Tras terminar cada sección se resumieron los conceptos esenciales alrededor de cada una, y con el afán de no ser reiterativos, en esta sección nos gustaría aclarar la manera en que estas premisas abonan a observar el objeto de estudio de vivienda como tal, y posteriormente en el contexto mexicano.

Lo primero que resalta es la importancia que el medio ambiente que nos rodea tiene en la constitución de las personas que lo habitan, por ende, es relevante estudiarlo, comprender su dinámica y buscar la manera en que este pueda facilitar el desarrollo personal. Al caracterizar el habitar como un proceso y a la vivienda como medio y no como fin en sí mismo, se pone en evidencia el sinfín de otros bienes sociales, políticos y económicos a los cuales la casa facilita el acceso como lo son la ciudadanía, el trabajo, la agencia personal y la identidad cultural, entre otros. A la par, se dio a entender que el significado que la vivienda tiene para su habitante se genera en la relación que el habitante tiene con ella, y esto se manifiesta en la apropiación de esta. El rol que la apropiación tiene en el habitar es de suma importancia porque es la manera en que confirmamos nuestra agencia en un mundo que nos es dado por otros, por los “sistemas expertos”. Es el arma de las silenciosas mayorías con la cual recuperan su propio habitar. Y es a través de la acción de apropiar que se genera una responsabilidad con el territorio que se habita y por ende, la urbanización puede transformarse en ciudad, en un territorio identificado, querido y cuidado.

Ahora bien, a través de diferentes posturas gubernamentales, en el contexto Mexicano del siglo XX, se han llevado a cabo un gran número de soluciones habitacionales para las clases media y bajas diseñadas por los “expertos” que consideran a la vivienda como un fin en sí mismo o medio para otros fines distintos a lo que la vivienda significa para su habitante. A la vez, más de un 60% de la población ha construido su vivienda con sus propios recursos y muchas dificultades, pero con numerosas satisfacciones también, como veremos más adelante. En este último caso la apropiación existe desde el inicio y en el caso de la vivienda diseñada por expertos, la apropiación se puede dar una vez ya habitada. ¿Cuáles fueron las soluciones que los expertos dieron al problema de habitar en México? ¿Cuáles eran sus valores, intereses y motivaciones al diseñarlo así? ¿Por qué se ha ignorado la forma de la autoconstrucción a pesar de que es la más prevalente en el país? En el siguiente capítulo abordaremos estas interrogantes y otras más, veamos de que se trata.

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DESARROLLO DE LA VIVIENDA POPULAR DEL SIGLO XX-XXI

EN MONTERREY: una historia de dos ciudades

Introducción

En este capítulo caracterizaremos la situación de la vivienda en la ciudad de Monterrey, Nuevo León con el fin de enmarcar en su contexto histórico los resultados que se obtuvieron de esta investigación. Si bien su desarrollo ha estado influenciado por las políticas provenientes del gobierno federal, sus características son únicas al resto del país y, por ende, sus efectos en la ciudad.

Ubicada al noreste del país y cercana a la frontera con Estados Unidos, Monterrey es una de las ciudades más industrializadas del continente latinoamericano. Se distingue por su afán por el progreso y la tecnología fomentado por su población, migrante en gran parte, quién ha sido cómplice en dichos objetivos. En este territorio se ha forjado una cultura de pragmatismo, tecnología y comercio como lo establece Burian (2015).

Ahora bien, desde 1917 se sanciona el derecho de los trabajadores a una vivienda cómoda e higiénica por parte de sus patrones (Art. 123, fracción XII y XXX), pero el texto constitucional omitía los pasos y procedimientos generales de cómo se debería materializar dicha ley. A la vez, como establece Vargas Salguero (1992), la imposición de la ley presentaba varias limitaciones, tales como la dificultad del grueso del empresariado en incursionar por sí mismos con esa carga económica; la poca población a la que se atendía; la diversidad de empresas por todo el país que impedía establecer condiciones homogéneas para todas; así como la disparidad de sueldos en las diferentes regiones. Sin embargo, encontramos en el caso de Monterrey una respuesta interesante al cumplimiento de dicha ley, y se puede decir que no

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fue esta la que en el fondo motivó a que el desarrollo de la vivienda y sus conjuntos habitacionales se gestaran así.

En México, se distinguen tres tipos de vivienda clasificados según su forma de producción: a) vivienda informal, autoconstruida de manera progresiva sin mecanismos de crédito formales (constituye aproximadamente el 60% del acervo habitacional) ; b) vivienda formal subsidiada, construida colectivamente por empresas constructoras o inmobiliarias mediante mecanismos de crédito subsidiados como los que otorga el Infonavit; y c) vivienda residencial, producida individualmente o por empresas inmobiliarias que puede o no involucrar mecanismos de crédito (Connolly, 2006). El tipo de vivienda para las personas de menores ingresos es el tipo A o el B, o vivienda informal autoconstruida o vivienda formal subsidiada. En la literatura reciente, a la vivienda informal autoconstruida se la ha denominado como producción social del hábitat y vivienda (Romero, 2002) y dicha manera será cómo se empleará en este escrito en adelante: la producción social de vivienda (PSV).

La vivienda formal subsidiada se distingue por ser un producto de mercado terminado, “llave en mano”. Esta vivienda se ha insertado en la periferia urbana en colonias de gran escala, con casas estandarizadas y la mayoría contaban con los servicios básicos desde su inicio. Por el contrario, la PSV es un tipo de vivienda en el que habitante tiene control sobre las decisiones de diseño y construcción, por lo que es progresiva y heterogénea. Normalmente está ubicada en colonias irregulares (que se han ido regularizando en el tiempo), comúnmente dentro del tejido urbano, pero en predios no óptimos para ello, es de menor escala y en un inicio, las viviendas carecían de servicios y los habitantes debían gestionarlos por su cuenta. Comparten ambas formas de producción el piso común de la propiedad privada individual (familiar).

Ahora bien, en el contexto local se pueden distinguir tres etapas en relación con la problemática de la vivienda formal subsidiada en el desarrollo histórico de Monterrey. La primera, la del paternalismo industrial y sublevación migrante (1940-1972), la cual se distingue por una fuerte intervención por parte de los industriales en solventar el problema de habitación gestado por oleadas de inmigrantes que llegaban en busca de trabajo y un mejor futuro en la ciudad. La segunda, la institucionalización del habitar (1972-1992), que se caracteriza por una fuerte intervención gubernamental, en la que aparecen múltiples organismos a nivel federal y local para coadyuvar al problema de vivienda. Y por último, la tercera, la del reformismo al INFONAVIT (1992- a la fecha), y que se distingue por la retirada del Estado de la producción y mantenimiento de viviendas convirtiéndose exclusivamente en facilitador de crédito, y en el que la desregulación del suelo y la mercantilización de la vivienda han contribuido a la expansión exponencial de la superficie de la metrópolis y las dificultades que eso conllevó.

Al margen del desarrollo formal de la vivienda, existió otro paralelo: el de la informalidad, el cual dio lugar a la PSV. Nos referimos a aquella población que estaba al margen de los derechos y beneficios laborales y sociales vinculados de la ciudadanía, por no tener un trabajo que cotizara en los organismos que el Estado promovía, y que se rigió por sus propias reglas. En Monterrey, esta población reclamó su derecho a la ciudad a través de la posesión del suelo, durante las décadas de los sesenta y los setenta. Su participación en la

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historia de la vivienda de la ciudad es clave para entender la cultura urbana regiomontana en un contexto más amplio y profundo. En general, la falta de atención a esta población en el país sigue representando un área de oportunidad para las políticas futuras, tanto en materia de desarrollo social como económico.

Durante el desarrollo del capítulo, se expondrá a manera de contraste, las tres etapas antes mencionadas detalladas en ambos niveles, el federal y el local. Antes bien, se iniciará con una descripción de los orígenes de la ciudad sin los cuales sería imposible comprender el carácter “industrializante” de la ciudad, muy relevante para comprender lo que a inicios del siglo XXI sucedió con las acciones habitacionales localmente.

Antecedentes: Industrialización y urbanización

Monterrey fue fundada desde el siglo XVI, pero a diferencia de otras ciudades latinoamericanas, permaneció aletargada durante más de tres siglos, viviendo solamente de su actividad agropecuaria, la cual no fue muy favorecida por las características territoriales semidesérticas (García Ortega, 2007). Los colonos se establecieron sobre los territorios llanos, localizados entre el ojo de agua del arroyo Santa Lucía y el río Santa Catarina. Fue hasta 1820, con la apertura del puerto del Refugio en Matamoros, cuando Monterrey se convirtió en un centro proveedor de mercancías provenientes de los puertos hacia otras ciudades del país consolidando su vocación comercial. A la par, con la formalización de la nueva línea divisoria que resultó de la guerra contra Estados Unidos (1846-1847), el estado de Texas se transformó en un estado fronterizo que abrió grandes posibilidades comerciales para los regiomontanos (Cerutti, 1983; Cerutti et al., 1999, 2000). El vasto desierto que anteriormente separaba al estado de Nuevo León del mercado más grande del mundo fue suprimido, transformando lo que fue una tragedia para el país en un beneficio para la ciudad de Monterrey. De acuerdo a Cerutti (1983), otro factor que coadyuvo a la formación de capitales mercantiles durante esta época, fueron los préstamos que los comerciantes otorgaron al gobierno estatal de Vidaurri para el financiamiento militar durante la Guerra de Reforma. Como prestamistas, los mercaderes “actuaban para extraer dividendos jugosos de las necesidades estatales” (pg. 99), y además, a cambio de su apoyo económico, gozaban de drásticas rebajas en los derechos de importación de mercancía que posteriormente podían introducir competitivamente en el mercado nacional.

Esta vocación comercial fructificó durante más de cuarenta años hasta que con la entrada del ferrocarril en 1882 el comercio con el mercado nacional decayó, dado que las ciudades a las cuales Monterrey proveía ya tenían acceso a los bienes a través del ferrocarril (Cavazos Garza, 1994). A la par de las actividades comerciales, durante esta época surge el primer brote fabril de industria liviana con las primeras fábricas textiles y de hilados de la ciudad (Cerutti et al., 1999). La primera en 1854 en Santa Catarina llamada La Fama, luego El Porvenir en Santiago en 1872 y La Leona en Garza García en 1874 (Aparicio, Ortega, y

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Sandoval, 2011). Dada su ubicación alejada de la trama urbana original, los empresarios promovieron la creación de barrios a sus alrededores. Por ejemplo, La Fama construyó setenta viviendas para sus obreros (Figura 7) (Vizcaya, 2006).

Figura 7

Vivienda de empleados de La Fama en el municipio de Santa Catarina

Nota: Adaptado de Memoria industrial (p. 70), por CONARTE, 2020, Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León.

Ahora bien, ante la falta de actividad comercial, Monterrey debía encontrar una nueva vocación. Contaba con el capital acumulado durante los años previos de bonanza comercial, adquirido a través del tráfico mercantil a través del Río Bravo y las inversiones recuperadas a través de los préstamos al gobierno de Vidaurri ya señalados. Con estos capitales los mercaderes o sus descendientes emprendieron el brote industrializador que caracteriza a la ciudad hasta el día de hoy. Varias fueron las causas de esta nueva vocación industrial de acuerdo a Vizcaya (2006). En términos políticos, la influencia del gobernador de ese entonces, el Gral. Bernardo Reyes, quién en 1890 impulsó la creación de la industria regiomontana a través de la exención de impuestos estatales y municipales a empresas de nueva creación , y el decreto de los bienes vacantes de 1890 en el que se declara que se podía comprar tierra subutilizada para establecer empresas e industrias33 (Aparicio et al., 2011). A la vez, en Estados Unidos se impuso el arancel McKinley en 1890, gravando con 1.5 centavos de dólar la tarifa mineral de plomo importado que, en consecuencia, estimuló la instalación de fundidoras de

33 Bajo el decreto de bienes vacantes se permitió la compra del terreno de Fundidora de 25 hectáreas.

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capital extranjero en México (Contreras, 2007). Por otra parte, Vizcaya señala que tanto la existencia de fuertes capitales, formados durante la bonanza comercial, y la afluencia de capital extranjero permitieron el desarrollo de nueva industria. A la vez, Monterrey fue favorecido por varias circunstancias geográficas como es la proximidad con los Estados Unidos, su accesibilidad al resto del país y una mayor precipitación que cualquier otra ciudad del norte. Por último, Vizcaya señala la existencia de un artesanado competente. Todas estas características permitieron que Monterrey se convirtiera en el polo industrial al norte del país estrepitosamente como bien señala Cavazos Garza: “Los cambios fueron tan rápidos que ya para mediados de la década de 1890 el carácter de la ciudad y el espíritu de los regiomontanos se identificaría con el modo de ser de nuestros días” (1994, p.176). Y fue así, como para principios del siglo XX Monterrey ya contaba con una empresa de ladrillos, de cerveza, de jabón, una fundición, una de cementos y una de vidrio: Ladrillera Monterrey (1890), Cervecería Cuauhtémoc (1890), La Reinera (1891), Fundidora (1900), Cementos Hidalgo (1905) y Vidriera Monterrey (1909) respectivamente (Contreras, 2007).

Dos fueron los efectos que esta nueva vocación industrial tuvo en la ciudad y que nos repercuten en este estudio. Primero, la industria la convierte en un polo de atracción de población migrante. Para 1895, durante el primer censo de la ciudad, se registró un 38% de población que no era originaria de Monterrey iniciando una tradición que forjaría el carácter que ha distinguido al regiomontano: una población con un deseo de constante mejora económica, sin miedo al riesgo y una cultura emprendedora (Vizcaya, 2006). Y entre 1895 y 1910 la ciudad incrementó su población en 72% de 45,695 a 78,528 de la cual una tercera parte eran migrantes (Cerutti, 1995, p. 91). Ejemplo de ello son los cinceladores potosinos que se asentaron en lo que era conocido como el barrio de San Luisito, hoy la colonia Independencia al lado del río Santa Catarina, para trabajar en la construcción del Palacio de Gobierno con cantera rosa de San Luis Potosí (Aparicio et al., 2011).

Segundo, la fuerte influencia que la industria tuvo en el desarrollo urbano de la ciudad permeó la condiciones que nos rigen hoy en día. La vivienda siguió el crecimiento industrial. A la par que se crearon industrias se comenzaron a crear barrios obreros en las cercanías de las plantas industriales y comenzó el fenómeno de conurbación de los municipios de Monterrey y San Nicolás. Los empresarios incitaron a los diferentes niveles de gobierno a trazar la ciudad a su beneficio dando prioridad al acceso de los trabajadores a las plantas industriales, lo que ocasionó la creación de barrios obreros, algunos planeados y algunos otros espontáneos, contribuyendo a “aumentar la asimetría entre un desarrollo económico vigoroso y un desarrollo urbano caótico” (Reyes en Aparicio et al., 2011, p. 185).

El primer barrio obrero, planeado como tal, fue la colonia Bellavista, desarrollada por la Cervecería a un costado de la planta industrial en 1907, y cuyo desarrollo fue interrumpido por los años de la Revolución Mexicana (1910-1921). No obstante, en 1918 Cervecería creó una sociedad cooperativa de ahorro que permitió la adquisición de viviendas en propiedad con facilidades de pago. Así también fueron construidas la colonia Industrial y la Larralde (Aparicio et al., 2011) (Figura 8). Por su parte, Fundidora establece el Barrio Acero en 1928. Mientras

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tanto, algunas otras colonias fueron creadas por posesionarios de manera ilegal a los costados de las plantas industriales, como fue el caso de la colonia El Pozo realizada a través de una invasión a un terreno propiedad de Cervecería en 1928 (Sánchez, 2007). Contrastaban los tejabanes o viviendas de madera, construidas con el sistema de machihembre por los posesionarios, con las casas de concreto realizadas por los empresarios.

Figura 8

Plano de Monterrey 1930

Nota: Al norte del cuadro principal se observan las colonias Bellavista, Industrial y Larralde contiguas a las áreas industriales. Adaptado de Plano General de Monterrey y sus ejidos 1930, de Rubén Darío Pastrana, 2009, https://www.flickr.com/photos/9125462@N07/4154148931.

Ahora bien, nos podemos preguntar ¿por qué surge la necesidad por parte de los empresarios en establecer barrios obreros para sus trabajadores? De una manera obvia, surge por la necesidad de retener la fuerza laboral, en su mayoría migrante, que era competida e insuficiente dado el gran número de fábricas estableciéndose en la ciudad. Sin embargo, por otra parte se debe tomar en cuenta que en Monterrey “la industrialización fue obra de un capitalismo familiar y la relación laboral tuvo como guía el paternalismo empresarial […y su objetivo era …] lograr el arraigo físico e ideológico de la fuerza de trabajo bajo la égida

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vigilante del patrón” como lo declara Palacios (2008, p. 199, 207). Lo prematuro de la formación industrial, y la insuficiencia de un marco normativo-institucional a nivel nacional prohijaron este paternalismo de base territorial, como lo definen las autoras Palacios y Lamanthe (2010). Por lo tanto, a cambio de prestaciones sociales, como fue el caso de la vivienda entre muchas otras como escuelas y centros recreativos, la recién formada burguesía industrial mantenía control y consenso de la fuerza laboral creando “una cultura de trabajo de colaboración subordinada” como lo establece Palacios (2008, p. 217). Se puede decir en otras palabras, que esta cultura esta insertada dentro de una visión puramente liberal del trabajo regida por el mercado y no por el derecho.

En suma, podemos trazar el desarrollo de la vivienda en la ciudad en esta etapa inicial. Etapa en que la que la industria fue privilegiada por la política estatal y la ciudad creció rápidamente a través de oleadas de migrantes en una disposición urbana que seguía el establecimiento fabril. Estas condiciones fueron auspiciadas por un paternalismo industrial, que a falta de normativa institucional, introduce los primeros barrios obreros en Monterrey buscando retener la fuerza laboral y mantener un clima de control y paz de colaboración subordinada. Sin embargo, la vivienda construida era insuficiente por lo que surge a la par la problemática de la vivienda irregular desde ese entonces. A partir de aquí podemos desglosar el panorama sobre el cual se van a desplantar las acciones habitacionales que se llevaran a cabo en la ciudad durante los tres períodos mencionados en la introducción de este capítulo y que esbozaremos en las próximas secciones.

Primera etapa: La continuidad del paternalismo industrial y sublevación migrante (1940-1972)

Como se pudo observar, el crecimiento del sector industrial guio el desarrollo urbano y de vivienda de la ciudad desde sus orígenes y a lo largo del siglo XX. No obstante, la década de los 40 fue clave en la intensificación de la dinámica urbano-industrial. Con la llegada de Manuel Ávila Camacho a la presidencia se adoptó un modelo de crecimiento económico basado en el desarrollo de la industria nacional y del mercado interno, conocido como Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) para acelerar la economía (Cavazos Garza & Ortega Ridaura, 2016). Bajo este modelo el Estado adoptó un papel activo como promotor industrial invirtiendo en infraestructura y servicios básicos, a la par que orientó el crédito público a la industria y se promulgaron leyes de estímulo a la producción (Ortega Ridaura, 2007). El modelo se vio favorecido por las alteraciones en el desempeño de los mercados internacionales durante la Segunda Guerra Mundial, la cuales restringieron el abasto exterior de bienes manufacturados. Desde ese entonces y durante las siguientes décadas, el crecimiento del producto interno bruto (PIB) a nivel nacional fue de algo más de 6% en promedio para el periodo. Si bien es cierto que Monterrey había definido su vocación industrial desde inicios de

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siglo pasado, a partir de los años 40 el incremento de empresas industriales y la inmigración se intensificaron, así como también el problema de la vivienda y sus efectos en la trama urbana.

Aunado a lo anterior, explica García Peralta (2010), los años cuarenta son el parte aguas entre la sociedad rural y la urbana. En 1950, la población urbana de la Ciudad de México y de Monterrey crecieron, 6.1% y 6.2% respectivamente (p. 38), y dicho suceso demandaba de los gobiernos en turno atención a las necesidades fundamentales de educación, salud y vivienda. Dichas acciones fueron dirigidas selectivamente al sector burocrático o a aquellos que aseguraban la fidelidad partidista.

A nivel federal

Ahora bien, mientras que en Monterrey eran los industriales los que estaban intentando resolver el problema de vivienda popular de sus empleados a través de construcción de viviendas unifamiliares y cooperativas para la facilidad de pagos, en la ciudad de México se estaban gestando otras condiciones. Vargas Salguero (1992) establece que el gobierno federal comenzó a intervenir en materia de financiamiento en 1925 cuando creó el Programa de Créditos para Empleados Federales que más tarde facultó al Departamento del Distrito Federal con la construcción de vivienda económica. A la vez, con la creación en 1943 del Instituto Mexicano del Seguro Social también se comenzaron a financiar programas habitacionales para sus derechohabientes. A partir de 1947, el financiamiento se otorgó a través del Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas a través del Fondo de Casa Baratas. Por otra parte, en 1954 se creó el Instituto de Vivienda que estuvo concentrado en la investigación y estudio para sentar las bases de una vivienda de interés social a nivel nacional. De acuerdo con Vargas Salguero, a través de estas cuatro instituciones fue la manera en que el Estado mexicano fue interviniendo en la solución del problema habitacional.

Sin embargo, cabe mencionar, que en el campo de la arquitectura en la ciudad de México, el problema de la vivienda obrera ya había sido abordado con anterioridad. La problemática de falta de vivienda fue el tema común de las grandes metrópolis del siglo XX y resulta interesante señalar la vocación social que se le otorgaba en un inicio a la profesión del arquitecto, tal como lo declara Carlos Tarditti, uno de los miembros de la Sociedad de Arquitectos Mexicanos el 22 de mayo de 1930:

“El primer objeto de la arquitectura es indudablemente su misión social, es decir, edificar las viviendas necesarias para albergar dignamente a nuestros semejantes…que por lo menos un 60 por ciento de nuestra población esta envenenándose moral y físicamente en barracas infectas y que el estudio y mejoramiento de las anteriores condiciones atañe muy directamente a la profesión de la arquitecto y que mientras estos no pongan su talento y energía a satisfacer estas necesidades es inútil que se les estime y reconozca como una profesión útil y necesaria para la colectividad.” (Vargas Salguero, 1992, p. 58)

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Esta agenda social fue importada de la arquitectura moderna europea, sobre todo de los estudios y proyectos de vivienda de Le Corbusier en Francia, Ernst May en Alemania y los constructivistas rusos quienes tuvieron una fuerte influencia sobre el resto del mundo (Tafuri, 1986). Ejemplo de estos precedentes es el Concurso de la Casa Obrera Mínima realizado en 1932, que promovía proyectos arquitectónicos que privilegiaran la flexibilidad, la eficiencia y la economía promovido por el organismo Muestrario de la Construcción Moderna dirigido por Carlos Obregón Santicilia (Canales, 2017). El proyecto ganador del arquitecto Juan Legarreta de 108 viviendas unifamiliares en la colonia Balbuena en la Ciudad de México fue el primer conjunto de viviendas obreras construido y financiado por el Estado en septiembre de 1933 (Figura 9). El diseño contemplaba al habitante todavía como artesano (no como asalariado, como se verá después) con la inclusión en el diseño de una tienda o taller en la planta baja de las casas y la zona privada en la alta, además de parques, área de juego guarderías, escuelas y servicios comunes (Boils, 1995).

Figura 9

Juan Legarreta, conjunto de vivienda obrera en Balbuena, 1932-1934

Nota: Adaptado de “Juan Legarreta: vivienda obrera posrevolucionaria” por Yepes Rodríguez, J.O., 2017, (http://bitacora.arquitectura.unam.mx/wp-content/uploads/2017/10/32_e26_8.jpg) y (http://bitacora.arquitectura.unam.mx/wp-content/uploads/2017/10/32_e26_9.jpg)

Sin embargo, a finales de la década de los cuarenta dadas las condiciones económicas tan favorables por el ISI en la Ciudad de México la opción de vivienda unifamiliar planteada originalmente en los treinta se sustituyó por otra: el conjunto multifamiliar. Esta tipología concentra múltiples viviendas en un bloque de edificio salvaguardando más área del terreno para las zonas verdes y áreas comunes. Proponían un nuevo orden de habitar en sociedad y de enfrentar la gran expansión que estaba experimentando la capital, tal como lo establece Canales: “los primeros conjuntos multifamiliares supusieron una reformulación de las dinámicas familiares, de la conformación de la ciudad y del papel que desempeñaba el Estado en la sociedad” (2017, p. 91). Muchos de ellos fueron diseñados por el arquitecto Mario Pani,

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quién había estudiado en Francia y trajo consigo el modelo de bloque de viviendas de Le Corbusier al país. El primero de estos conjuntos multifamiliares fue el de Centro Urbano Presidente Alemán (CUPA), edificio erigido de 1947-1949 por la entonces Dirección General de Pensiones Civiles para el Retiro, hoy ISSSTE, con estructura de hormigón y cerramientos de ladrillo rojo con corredores de acceso, viviendas en dúplex, 168 locales comerciales y un área de jardín común que ocupa el 80% del suelo (Vargas Salguero, 1992) (Figura 10). Otros conjuntos realizados por Pani fueron el Centro Urbano Presidente Juárez y el Centro Urbano Nonoalco-Tlatelolco. Estas acciones habitacionales permitieron el desarrollo del sector de construcción a nivel nacional, como fue el caso de la empresa Ingenieros Civiles Asociados (ICA), una de las más grandes constructoras del país que inicio con la construcción del CUPA (García Peralta, 2010).

Figura 10

Mario Pani, Centro Urbano Presidente Alemán, 1947-1949

Nota: Adaptado de Centro Urbano Presidente Alemán aerofoto México D.F., de Guillermo Zamora, 1948, Fondo Mario Pani Darqui. Patrimonio Cultural del Tecnológico de Monterrey.

Cabe señalar que estas viviendas eran entregadas en renta a sus usuarios (García Peralta, 2010; Schteingart, 2015a). Situación que cambiaría con la creación en 1963 del Programa Financiero de Vivienda (PFV) que se crea tras la reforma en 1962 a la Ley General de Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxiliares, que impuso una obligación a la instituciones bancarias a destinar una parte de los recursos captados del ahorro público para préstamos en la adquisición o construcción de vivienda para las capas medias y bajas (García Peralta, 2010). Con la creación del PFV, el Banco de México por primera vez destina un buen flujo de créditos a la vivienda de interés social, a través de la creación de dos fideicomisos que cubrían un 80% del costo de la vivienda: Fondo de Operación y Descuento Bancario a la Vivienda (FOVI) y Fondo de Garantía y Apoyo

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a los Créditos de la Vivienda (FOGA) (Schteingart & Graizbord, 1998). Con estos programas de financiamiento se cancela la opción de vivienda social en alquiler (García Peralta, 2010, p.39) y a partir de ese entonces se incentiva y promueve a que los mexicanos tengan una vivienda en propiedad. Durante 1947 a 1970 los esfuerzos combinados del sector privado y el gubernamental produjeron 250,000 viviendas en México, cubriendo sólo el 35% de la vivienda construida durante ese período mientras que el otro 65% se realizó a través de la autoconstrucción (Landaeta citado en Bredenoord & Verkoren, 2010, p. 361).

Ahora bien, ¿cuáles fueron los factores que estimularon la autoconstrucción? Según Velázquez: primero, por la disponibilidad de suelo en el comercio ilegal de los predios ejidales e invasiones directas en colusión con personal del gobierno; segundo, por las negociaciones clientelistas entre los habitantes y el partido hegemónico local del Partido Revolucionario Institucional (PRI); por último, por la necesidad de mano de obra barata para la industria local, para que ésta no presionara por aumentos de sueldo, dado que no pagaban un alquiler (2015, p. 525).

Mientras que a nivel federal se presentaron estos diferentes organismos para solventar el problema de vivienda y fueron enfrentados del modo antes señalado, ahora veremos que sucedió en esta misma época en el contexto local de Monterrey.

A nivel local

Esta primera etapa inicia en los cuarenta y se caracteriza por la introducción del modelo ISI que impulsó el desarrollo económico e industrial y por la alta tasa de crecimiento poblacional urbana debido al alto flujo de migración campo-ciudad. Ambos fenómenos repercutirían en la expansión de la ciudad y su población de tres formas fundamentales. La primera fue la respuesta que los empresarios tuvieron en el sector habitacional a través de la construcción de colonias para sus empleados. La segunda fueron las acciones de autoconstrucción que emprendieron la población al margen de los programas de vivienda del sector industrial para resolver el problema habitacional por sí mismos. Por último, los efectos que estas acciones en su conjunto tuvieron en la expansión del tejido urbano. Se explicará primero, de manera conjunta las acciones habitacionales de los empresarios y sus efectos en el urbanismo y posteriormente se explicará la respuesta que la población marginal lleva a cabo.

García Ortega (2007) señala la década de 1940-1950 como la primera fase de metropolización de Monterrey, en la que las actividades económicas y habitacionales de los estratos medios y medios-bajos se concentran en las área centrales de la ciudad, mientras que las clases más adineradas las abandonan y se produce una desconcentración socialmente segregada de estas últimas a la periferia, siguiendo el modelo urbano norteamericano. Mientras tanto, las zonas industriales del centro-oriente y norte en San Nicolás se expanden aceleradamente y, con ello, el desarrollo de barrios obreros planificados. Sin embargo, cabe remarcar, que el crecimiento de las funciones habitacionales e industriales de la periferia no fue acompañado de un desarrollo comercial a la par (García Ortega, 2007).

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Nos podríamos preguntar la razón de la asimetría de desarrollo urbano mencionada y la respuesta es muy sencilla. Según Garza Villarreal (1995), si bien en Monterrey las actividades de planeación de la ciudad iniciaron en 1925 cuando el Congreso del Estado promovió la Ley de Planificación y Construcciones Nuevas de Monterrey, los planes no se van a ejecutar de la forma más adecuada hasta 1988. Si observamos la evolución de la planeación urbana en Monterrey, nos damos cuenta de que a la Ley de 1925 le siguieron otras iniciativas, tales como las promovidas por especialistas contratados por la Cámara de Comercio entre 1931-1940 quiénes proponían un plan urbanístico, que sólo contemplaba la vialidad, que no se llevó a cabo por falta de recursos económicos y desacuerdos políticos. En 1944 se creó otra Ley de Planificación que además de la vialidad, también consideraba las edificaciones, instalaciones y servicios urbanos, sin embargo, también quedó sólo en papel. Incluso, la Cámara de Comercio, de nuevo intenta incursionar en el campo del diseño urbano entre 1944-1945 al contratar al urbanista Kurt A. Mumm de la Universidad de Harvard quién elaboró un Plano Regulador de Monterrey pero nunca se publicó34. Incluso, se creó el Instituto de Estudios Sociales de Monterrey, financiado por la iniciativa privada con el objetivo de estudiar la ciudad y proponer soluciones. Podemos observar una fuerte preocupación del sector privado por incursionar en materia de planeación urbana, sin embargo el área metropolitana se iba consolidando de manera desordenada y caótica precisamente por el desarrollo industrial y sus consecuencias.

Bajo estas condiciones de planeación inadecuada, durante las décadas de los cincuenta y sesenta, la ciudad experimentó un gran crecimiento poblacional, de 6.7 y 6.1 respectivamente. De igual forma, las acciones habitacionales que emprendieron los empresarios, a través de la construcción de colonias para sus obreros, causó una gran expansión territorial. De 4774 hectáreas que comprendían la mancha urbana de Monterrey en 1950 se pasó a 7630 para 1960, un incremento del 60 por ciento. Y si lo observamos en el número de viviendas se pasó de 75,750 viviendas en 1950 a 209,468 en 1970, el parque habitacional se multiplicó por 2.76 veces (ver figura A.1 en anexo).

Durante estos años de consolidación del área metropolitana de Monterrey (AMM), los dueños de las industrias recurrieron al financiamiento de FOVI para la construcción de sus fraccionamientos (Villarreal, 2010a). Los proyectos eran muy bien planeados y conscientes de incluir dentro de ellos la infraestructura urbana necesaria, como parques, escuelas, iglesias y demás espacios recreativos, como lo establece claramente Contreras:

La empresa marcó en su tiempo a la ciudad no sólo por la actividad económica y la generación de empleo, sino por la transformación del paisaje urbano a través de la

34 En entrevista con el Arq. Guillermo Cortés Melo quién conocía a Mumm declaró que este último se

enfadó de que desecharan su propuesta de cambiar el emplazamiento de la fábrica industrial Celulosa y Derivados (CYDSA) dado su cercanía al tejido habitacional y su posible contaminación.

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creación de asentamientos residenciales, así como la fundación de escuelas y centros recreativos para los trabajadores y sus familias (2007, p.165).

Un ejemplo de estos fraccionamiento es la Colonia Cuauhtémoc, (Figura 11) construida por la Cervecería Cuauhtémoc y, en palabras de Landa, fue “la más acabada expresión de la visión social de los capitanes de la industrias de la ciudad” (2012, p. 36). Se construyó en 1957 en lotes de 350 m2 cada uno, dispuestos en forma de U, y su diseño corrió a cargo del arquitecto urbanista Antonio Joanides. Incluía siete parques, siete escuelas y la Parroquia de San José Obrero, obra del arquitecto Félix Candela. Con curiosidad, el poeta Amores (2007) se preguntaba por qué el resto de la colonias no implementaron modelos semejantes a esta.

Figura 11

Plan general y obra de la Colonia Cuauhtémoc 1957

Nota: Adaptado de “Hylsa y la colonia Cuauhtémoc, hijas de los mismos padres” por Esquivel Hernández, J.L., 2017, (https://www.horaceronl.com/regional/hylsa-la-colonia-cuauhtemoc-hijas-los-mismos-padres/).

Esta tendencia continuó, y tan sólo entre 1961 y 1966 se aprobaron 150 fraccionamientos habitacionales de los cuales 55% eran de vivienda popular (dirigidos a la clase trabajadora)(García Ortega, 2007). Los primeros se ubicaron próximos a las empresas, posteriormente, en la periferia de aquella época (Contreras, 2007) (Figura 12). Para dar cuenta de tal expansión, podemos verlo en su superficie. En 1960 la mancha urbana era de 7,630 ha, con los fraccionamientos nuevos se incrementó 2,758 ha más. Más de cien de esos proyectos se localizaron fuera del contorno urbano existente representando más del 73% de la superficie aprobada (García Ortega, 2007). En la Figuras 12-14 y en la Tabla 3 podemos observar algunos de los fraccionamientos más importantes construidos por las empresa durante esa época, no

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obstante cabe señalar que muchos otros fueron desarrollados por fraccionadores privados no relacionados al ramo industrial.

Figura 12

Plano del Área Metropolitana de Monterrey de 1967

Nota: el color gris señala el área urbanizada, mientras que en color rojo se destaca los fraccionamientos aprobados entre los años 1961 y 1966; el desarrollo urbano seguía con el modelo de crecimiento disperso en las principales direcciones radiales de la metrópolis. Adaptado de El Plan Director de la Subregión Monterrey, por Ayuntamiento de Monterrey, 1967, Imprenta y Editorial Plata, S.A.

Tabla 3

Algunos de los fraccionamientos aprobados entre 1955-1966

1955-1966 Colonia ASARCO ASARCO Mexicana Monterrey

1955 Colonia Buenos Aires Fundidora de Acero y de Fierro de Monterrey

Monterrey

1963 Unidad Modelo Hojalata y Lámina Monterrey

1951 Barrio Garza Sada Vidriera Monterrey San Nicolás

1966 Colonia Cuauhtémoc Cervecería Cuauhtémoc San Nicolás

1965 Colonia Adolfo Prieto Fundidora de Acero y de Fierro de Monterrey

San Nicolás

1966 Colonia Industrias del Vidriera Monterrey San Nicolás

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Vidrio

1962 Colonia PROTEXA PROTEXA Santa Catarina

Nota: En base a información de Aparicio, C., Ortega, M., & Sandoval, E. (2011). La segregación socio-espacial en Monterrey a lo largo de su proceso de metropolización. Región y Sociedad, 23(52), 173–207.

Figura 13

Imagen parcial del Fraccionamiento Buenos Aires, 1953.

Nota: Adaptado de Viviendas del Fraccionamiento Buenos Aires, vista parcial, s/a, 1953, Fondo Fundidora, acervo Fototeca CONARTE, Número de inventario 34028.

Figura 14

Imagen parcial del Fraccionamiento Asarco, 1953

Nota: Adaptado de Colonia “ASARCO”, vista general, s/a, 1953, Fondo Archivo General del Estado, Acervo Fototeca CONARTE, número de inventario 75532.

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Estos desarrollos constituyeron lo que García Ortega (2007) denominó la segunda fase de metropolización, en la que la gran expansión habitacional horizontal y popular en todas las direcciones coadyuvó a la consolidación del Area Metropolitana de Monterrey (AMM) y, quizá lo más relevante, contribuyó a la segregación social económica y geográfica de la ciudad. El rápido crecimiento urbano de esta década obligó a la creación del Departamento del Plan Regulador de Monterrey y Municipios Vecinos dentro de la Dirección General de Planificación del Estado de Nuevo León. Dicha instancia publicó en 1967 el Plano Director de la Subregión Monterrey realizado por el arquitecto urbanista Guillermo Cortés Melo, discípulo del urbanista francés Gastón Bardet, autor del “Urbanismo Comunitario Federativo”35. El plan se concibió como un conjunto metropolitano constituido por una ciudad central y cinco ciudades periféricas contiguas, colocadas a manera de pétalos de una flor (Cortés Melo, 1995, p. 439). Este sería el primer documento oficial publicado y considerado como Plan de Desarrollo Urbano, sin embargo, su realización fue limitada, ya que del plan sólo se “aplicó aquello que no contraviniera el modelo liberal de crecimiento urbano … mientras que las propuestas de reservas territoriales públicas para la vivienda popular y para los equipamientos sociales secundarios y terciarios fue desechado” (García Ortega, 2007, p.45). En palabras de Cortés Melo autor del plan a los desarrolladores la propuesta “les complicaba las cosas” y preferían seguir haciendo lo que querían, como lo habían hecho con anterioridad (entrevista realizada el 18 de noviembre de 2018). Otro de los problemas del plan es que no planteaba el mecanismo mediante el cual el Estado podría hacer uso legal de las reservas territoriales (García Ortega, 1989). Con el Plano Regulador utilizado a conveniencia no es sorprendente que el papel del Estado en la regulación del uso del suelo fuera nulo, y lo que sucedió en la práctica fue dedicarse a “apagar fuegos” a través de inversiones en la infraestructura de servicios y vialidades, según lo que la ciudad fuera demandando a posteriori. Por lo tanto, el mismo autor señala que, a falta de regulación urbana, el crecimiento de la ciudad fue un “producto espontáneo de un liberalismo en el mercado de bienes raíces, subvencionado por un Estado Constructor de vialidades, infraestructura y equipamientos cuyas acciones de control urbano hasta entonces habían sido limitadas y poco efectivas” (García Ortega, 2007, p. 50).

Ahora bien, las acciones habitacionales emprendidas por los industriales enfocadas en atender la demanda de sus propios empleados junto con los puestos de trabajo que ofrecían incentivaron una serie de oleadas migratorias de potenciales trabajadores; no obstante, no todos los recién llegados fueron contratados por las industrias y, por lo tanto, no tuvieron acceso a la vivienda (Aparicio et al., 2011). ¿Qué sucedió entonces con la población que no tuvo acceso a esta vivienda ofertada?

Como se expuso al inicio de este capítulo, gran parte de la población de Monterrey está constituida por inmigrantes atraidos por el desarrollo industrial de la ciudad. Durante la década

35 Gaston Bardet promovía el diseño de ciudades pequeñas con un fuerte sentido de comunidad,

buscando la regeneración espiritual de la sociedad. Su urbanismo fue posteriormente descartado por los modernistas por considerarse nostálgico y retrógrado (Bullock, 2010).

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de los sesenta el problema de acceso a la vivienda se acentúo y como respuesta dicha población ocupó informalmente terrenos en forma colectiva o, dicho de otro modo, invadió predios (Garza Villarreal, 1995). Mientras que la ciudad no lograba responder, comenzaron a proliferar los asentamientos espontáneos, muchos de ellos respaldados por los sindicatos. Sánchez (2007) nos relata que la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) encabezó una serie de invasiones que propiciaron el surgimiento de fraccionadores ilegales quienes, mediante pagos y connivencias políticas con las autoridades, se apropiaban de los terrenos y luego cobraban cuotas exorbitantes a los habitantes en beneficio de sus propios sindicatos. Posteriormente, afinaron el mecanismo a través de la creación de Unión de Colonos y Posesionarios (UCP) ligada a los fraccionadores ilegales que fraudulentamente vendían lotes sin servicios. En palabras de Sánchez: “el pago de cuotas convirtió a los posesionarios en colonos que pasaron a engrosar las filas de los clientes políticos del sistema” (2007, p.166). A este fenómeno se le denominó “paracaidismo”. En 1967 estas malas prácticas fueron prohibidas por el entonces gobernador Eduardo A. Elizondo, sin embargo, a la población no se le ofreció alternativas así que invasiones continuaron (Villarreal, 2010b). En este contexto, surgieron los conjuntos de vivienda progresiva36 en Guadalupe y San Nicolás, formados por uniones de colonos de migrantes pobres (Aparicio et al., 2011).

En suma, las acciones habitacionales llevadas a cabo en esta etapa tanto a nivel federal como local contrastan en varias dimensiones. Mientras que el actor de dichas a acciones a nivel federal fue el propio Estado, en Monterrey fueron los industriales. A nivel federal la vivienda se ofreció primeramente en alquiler y después en compra, mientras que en Monterrey se ofreció en propiedad con facilidades de pago. Mientras que en la Ciudad de México se optó por la tipología de multifamiliar, en Monterrey se eligió la vivienda unifamiliar (a excepción de los Condominios Constitución de 1965).

Por último, el rápido crecimiento urbano y demográfico del AMM propició un mayor número de invasiones ilegales, en las cuales se dirigirán los esfuerzos gubernamentales locales, situación que no sucedió de igual forma a nivel federal. La atención y búsqueda de soluciones sobre los asentamientos informales se llevó a cabo en la siguiente etapa, 1972-1992, convirtiendo a la ciudad de Monterrey en un caso ejemplar y único en el país, como se detallará en la siguiente sección. La tabla a continuación resume lo visto en este apartado.

36 Por vivienda progresiva nos referimos a la vivienda construida de manera gradual, la mayoría de las

veces a través de la autoconstrucción o a veces por encargo, sin la intervención de mecanismo de créditos formales (Connolly, 2006).

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Tabla 4. Paternalismo industrial y sublevación migrante (1940-1972)

FEDERAL LOCAL

Características del contexto

Parte aguas entre la sociedad rural y urbana. Modelo de

crecimiento económico ISI.

Alto crecimiento poblacional

urbano.

Alto crecimiento poblacional urbano. Alta inmigración. Incremento de empresas

industriales.

FORMAL INFORMAL

Instituciones

Dirección General de Pensiones (hoy IMSS o ISSSTE) /

FOVI y FOGA

Crédito constructoras con

FOVI -

Tipología

30's vivienda unifamiliar / finales 40's en

adelante conjunto multifamiliar

vivienda unifamiliar invasión de colonias, vivienda unifamiliar

Tenencia y financiamiento

primero en alquiler, a partir de 1963 se promueve

en propiedad

en propiedad ilegal (posesión a la fuerza)

Construcción Dirección General de Pensiones (hoy IMSS o ISSSTE)

Empresas Fraccionadores

ilegales de la CNOP y UCP

Ejemplos de conjuntos o colonias

CUPA, Conjunto habitacional

Juárez, Colonia Balbuena

Colonia Cuauhtémoc, La Vidriera, Colonia

Buenos Aires

Col. Lázaro Cárdenas, Colonia Tierra y

Libertad

Nota: Elaboración propia.

Segunda etapa: Institucionalización del habitar (1972-1992)

Esta segunda etapa marcó el inicio de una fuerte intervención gubernamental en todo el país a través de un conjunto de organismos que se encargaron de promover, construir y financiar la vivienda social. A la vez, se hizo evidente el desinterés privado por invertir en vivienda social (García Peralta, 2010), como lo atestigua el retiro de los industriales en la construcción de vivienda para sus trabajadores en la ciudad de Monterrey. En el contexto local se dio respuesta a través de instituciones dirigidas a atender el problema social de la invasión de tierras. En suma, la etapa que se ha llamado Institucionalización del habitar refiere tanto al nivel federal con la introducción de la producción de vivienda social, como a nivel local con la regularización de la

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tierra ilegal y la promoción de lotes con servicios para la vivienda progresiva. Temas que se abordaran a detalle en la presente sección.

Los esfuerzos de las décadas anteriores en solventar la problemática habitacional habían sido dirigidos a una pequeña fracción de la población y, en términos de rezago, habían resuelto muy poco. Las ciudades seguían creciendo en población y el problema de la vivienda se agravaba. La años en boga económica de las décadas anteriores no habían sido suficientes para reducir la pobreza y la desigualdad (Velázquez Leyer, 2015).

Aunado a lo anterior, destaca la complejidad económica de la vivienda misma como lo establece Schteingart (2015). La vivienda es un bien durable de largo plazo y circulación, que requiere muchos años de salario para su costoso pago, por lo tanto, no queda otra opción más que ir pagando la vivienda mientras se consume. Lo que provoca la necesidad de un financiamiento a largo plazo mientras se inicia la habitación de la vivienda y su amortización completa. La intervención del Estado surge en este contexto dada la imposibilidad de delegar, de manera efectiva, la edificación y financiamiento de la vivienda a otros agentes privados que se encontraban en condiciones heterogéneas para llevarla a cabo bajo los estándares requeridos. Esta política pública parecía la solución más asertiva a las presiones sociales crecientes, colocando a la vivienda en el centro de la respuesta gubernamental (Velázquez Leyer, 2015).

Después de cincuenta y cinco años de haberse publicado el mandato constitucional, en febrero de 1972, bajo el gobierno presidencial de Luis Echeverría se promulgó la ley que creó el Instituto del Fondo Nacional de Vivienda para los Trabajadores (INFONAVIT). Para ello, se reformó el artículo 123 constitucional, obligando ahora a los patrones a aportar el 5% del salario de todos su trabajadores a dicho fondo (Schteingart & Graizbord, 1998). 37 El Instituto se constituyó como una organización tripartita, integrada por el gobierno, los patrones y los trabajadores. A la par se crearon otros dos fondos, uno para los trabajadores del Estado, el Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los trabajadores (FOVISSSTE); y otro más para los militares, el Fondo de la Vivienda para los Militares (FOVIMI). Según Vargas Salguero, la creación del Instituto fue “la reivindicación revolucionaria que más tardo en conquistarse” (1992, p. 95). El Instituto permitía que las empresas enfrentaran su responsabilidad de manera mancomunada, generalizando la responsabilidad a todos, independientemente de su ubicación y número de trabajadores y permitía también que el trabajador pudiera formar un patrimonio económico en el tiempo. Ahora bien, no se puede olvidar que esta “reivindicación revolucionaria” fue accesible sólo a una población, la asalariada. Además, a través de la generación de este Instituto se hace evidente la incursión de

37 Lo cual significaba que, “mediante las aportaciones que las empresas hagan a un fondo nacional de la

vivienda a fin de constituir depósitos a favor de sus trabajadores y establecer un sistema de financiamiento que permita otorgar a estos crédito barato y suficiente para que adquieran en propiedad tales habitaciones.” (Vargas Salguero, 1992, p.93).

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la especialización tanto en el campo de la vivienda como en el da la ciudad. En la vivienda, a través del taylorismo en su producción a través de prototipos y prefabricados, y en la ciudad, a través de la zonificación, generando lo que llaman un urbanismo fordo-keynesio-corbusiano que fragmenta el tejido urbano en zonas de trabajo, de habitación y de ocio (Ascher, 2004).

El nacimiento del Infonavit estuvo enmarcado en una época a nivel mundial que demandaba una mayor intervención del Estado en temas económicos y sociales, sobre todo en la planeación de las ciudades y su elemento más influyente, la vivienda. En diciembre de 1976 se llevó a cabo el primer UN-Habitat en la ciudad de Vancouver, Canadá, primera conferencia internacional auspiciada por las Naciones Unidas que reconocía los desafíos de la urbanización. A causa de la explosión demográfica de las ciudades, por la inmigración del campo a las crecientes metrópolis, se recomendó un mayor enfoque en la planeación de desarrollo económico y social, proveyendo de la infraestructura necesaria para la planeación comprensiva de los asentamientos humanos, y especificando que las estrategias deberían tomar en cuenta no sólo a la economía sino también a la sociedad. Se concluyó que la herramienta más importante debería ser la intervención del Estado (Schteingart, 2015a). Recomendaciones que México ya había venido haciendo desde 1972 con la creación del Infonavit pero no habían quedado establecidas de manera legislativa. Bajo la misma línea, se promulgó la Ley General de Asentamientos Humanos (LGAH) en 1976 que constituye en México la norma jurídica a la que hubieron de someterse los tres órdenes de gobierno en “el aprovechamiento del territorio y la propiedad inmueble, a los efectos de planear y regular la fundación, crecimiento y mejoramiento de los centros de población” (Duhau & Cruz Rodríguez, 2006, p. 393).

A partir de dicha ley, se le comenzó a dar mayor importancia a la planeación urbana y regional en México y se desarrolló el Plan Nacional de Desarrollo Urbano en 1977, cuyo programa sectorial más importante fue el Programa Nacional de Vivienda, consolidado en 1978. El programa planeaba integrar las acciones de vivienda del sector público, privado y social bajo cuatro líneas generales:

1) Suelo, bajo la creación de reservas territoriales 2) Insumos para la construcción, señalando la conveniencia de la creación de

cooperativas para su producción y parques de materiales 3) Financiamiento, indicando que se deben incrementar los programas destinados

a la población de más bajos recursos 4) Tecnología, proponiendo la priorización de aquella que maximiza el empleo

(Puebla, 2002, p.43-44).

Ahora bien, no fue hasta 1983 durante el gobierno de Miguel de la Madrid, que la vivienda se eleva a rango constitucional, derecho que antes sólo aplicaba a los trabajadores, con la primera Ley Federal de Vivienda, sesenta y seis años después de su promulgación en el artículo 123 de la Constitución Mexicana de 1917, estableciendo en su artículo 4 que: “Toda familia

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tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa. La ley establecerá́ los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo” (Reforma al artículo 4, 7/II/1983). Esta ley se promulgó en un contexto de fuerte crisis económica y, a pesar de las recomendaciones del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional de reducir el gasto social, en México se incrementaron el número de créditos otorgados a través de los diferentes organismos de vivienda (Schteingart & Patiño, 2006). De acuerdo a Puebla (2002), el gasto no se redujo, dado que más del 90% de los recursos destinados a la producción de vivienda no provenían del erario, aunado a que, el encaje legal destinado a programas habitacionales podía incrementarse al encontrarse la banca nacionalizada,38 y de esa forma asegurar la supervivencia del sector de la construcción y de todos sus empleos. En otras palabras, los programas habitacionales se convirtieron en medio para reactivar la economía del país. La postura del gobierno de Miguel de la Madrid fue benefactora hacia la población en cuanto a expansión de créditos y subsidios en un contexto de alta inflación y crisis económica como lo muestra la Figura 15, sin embargo la recuperación crediticia fue muy baja, o dicho de otro modo, no era rentable (Boils, 2004). Tales condiciones condujeron inevitablemente hacia una reforma del Infonavit en 1992.

Figura 15

Tasa de crecimiento en costo por unidad, monto de crédito y número de créditos en la línea I a nivel nacional 1974-1992

38 Habrá de recordarse que el sistema bancario privado fue nacionalizado en 1982 como una de las

últimas medidas tomadas por el gobierno de López Portillo ante la severa crisis macroeconómica ocasionada por la incapacidad del gobierno federal para cubrir la deuda pública.

-50.00%

0.00%

50.00%

100.00%

150.00%

200.00%

250.00%

300.00%

350.00%

400.00%

1974

1975

1976

1977

1978

1979

1980

1981

1982

1983

1984

1985

1986

1987

1988

1989

1990

1991

1992

1993

Tasa decrecimiento encosto por unidad(porcentaje)

Tasa decrecimiento demonto de crédito(porcentaje)

Tasa decrecimiento denúmero decréditos(porcentaje)

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Nota: Elaborado en base a información de Vivienda y vida urbana en la Ciudad de México: La acción del Infonavit, por Schteingart y Graizbord, 1998. México, D.F.: El Colegio de México. P. 47.

Otra circunstancia que ocasionó la reforma del Instituto fueron las prácticas clientelares y la corrupción. García Peralta (2010) menciona que durante la década de los setenta la vivienda promovida por el Infonavit se aprovechó como un instrumento de cooptación política. Tanto los empresarios como los líderes sindicales y los funcionarios públicos que integraban las comisiones tripartitas aprovecharon su posición para establecer constructoras dedicadas a la vivienda promovida, que se construía con métodos tradicionales y no ocupaban mano de obra calificada, y cabe remarcar, se asignaban directamente, por la naturaleza jurídica del organismo que no se regía por la Ley de Obras Públicas (Schteingart & Graizbord, 1998, p. 33). Otra práctica clientelar de la cual se aprovecharon en esta etapa los líderes sindicales fue la colocación de los créditos, que tendían a favorecer a sus propios agremiados para mantener el control político (Martínez citado en Velázquez Leyer, 2015).

Tanto por estas razones políticas, como por las económicas antes mencionadas, y bajo recomendación del Banco Mundial, en 1992 se reformó el Infonavit, convirtiéndolo sólo en una institución facilitadora de crédito, retirándose de su función de promoción y construcción de vivienda. Por lo tanto distinguimos dos etapas del Instituto. La primera, desde su creación en 1972 hasta 1992 cuando el Instituto fungió como promotor, constructor y facilitador de crédito, y la segunda, de 1992 a la fecha, en la que el Infonavit redujo su papel sólo como facilitador de crédito y en la que la producción de la vivienda recayó en el sector privado, en el marco más amplio de las reformas neoliberales. Profundicemos ahora la manera en que el Instituto operaba, se financiaba y proyectaba vivienda en su primera etapa: ¿qué es el Infonavit y cuáles eran sus objetivos? ¿cómo se financió el Instituto y cómo gestionó el diseño y la construcción de la vivienda? ¿A qué población atendió y que líneas de crédito ofreció?

El INFONAVIT

El Infonavit es un organismo de servicio social, público y descentralizado con personalidad jurídica y patrimonio propios cuyos objetivos iniciales fueron:

• Establecer y operar un programa de financiamiento que permitiera a los trabajadores el acceso a un crédito económico para adquirir en propiedad una vivienda

• Construir, reparar, ampliar o mejorar sus habitaciones • Pagar los pasivos que hubieran adquirido por los conceptos anteriores • Financiar programas de construcción de viviendas para los trabajadores (Vargas

Salguero, 1992).

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Los objetivos han sido los mismos desde su origen y no se han modificado con el tiempo, lo que ha cambiado es la importancia que se le asignaron a cada uno de ellos. Mientras que durante esta primera etapa (1972-1992) se dio prioridad a financiar programas de construcción de vivienda, durante la segunda etapa, como se verá más adelante, se le dio prioridad a pagar los pasivos en que incurrieran por la compra de una vivienda (Coulomb & Schteingart, 2006).

El Infonavit se constituyó como un fondo solidario, es decir, un fondo en que las aportaciones de los de mayores ingresos beneficiaran a los de menores ingresos (García Peralta, 2010). Por lo tanto el Instituto construyó o financió viviendas destinadas a la población que recibía entre 1 y 4 salarios mínimos (sm); para aquellos que recibían un sueldo mayor sólo podían disponer de su fondo al retirarse (Coulomb & Schteingart, 2006). De hecho, según García Peralta, durante esta etapa, el 83% de la vivienda construida estaba destinada a los derechohabientes que recibieron menos de 2 sm (2010, p. 43).

Financiamiento del Infonavit y líneas de crédito ofertadas. ¿De dónde obtenía los recursos el Instituto para financiar sus operaciones? El Infonavit financiaba sus operaciones a través de varias maneras: de las aportaciones patronales del 5% al fondo, de la recuperación de los créditos, de las aportaciones del gobierno federal y los rendimientos de las inversiones realizadas (Coulomb & Schteingart, 2006). Con estos recursos, el Infonavit financiaba cinco líneas de crédito:

I. Programa de financiamiento y construcción de vivienda nueva en conjuntos habitacionales

II. Créditos de vivienda individuales para adquisición de vivienda a terceros III. Construcción de vivienda en terreno propio IV. Mejoramiento o extensión a la vivienda V. Pago de pasivos (Schteingart & Graizbord, 1998, p.33).

La línea I fue la que tuvo mayor número de créditos asignados en esta etapa, es decir se privilegió la construcción y financiamiento de viviendas nuevas. Cabe mencionar también, que otorgar los créditos implicó un fuerte subsidio hasta 1987 por varias razones como lo detallan Schteingart y Graizbord:

El costo del crédito expresado en salarios mínimos descendió sensiblemente, aunque en términos reales el costo del crédito por unidad aparentemente había subido. A este tipo de subsidio se agregó el subsidio financiero, que al mantener una tasa del 4%, anulo prácticamente la recuperación del crédito. (1998, p. 52)

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Los trabajadores que adquirían un crédito podían amortizarlo de 15 a 20 años, y el descuento mensual era del 14% para los de menor salario y 18% para los de mayor ingreso. Los indicadores del crédito siguieron la evolución del producto interno bruto nacional (PIB) y del índice de la construcción de 1972 a 1981; pero de 1981 a 1987 sucedió lo contrario, dado que el gobierno, en plena época de crisis económica e inflacionaria, aumentó su número de créditos y de subsidios (Schteingart & Graizbord, 1998). Puebla (2006) nos explica cómo en 1987, con una tasa inflacionaria del 159.2%, el gobierno incrementó el porcentaje de salario descontado a 20%, y aun así seguía otorgando enormes subsidios (p. 210). Las condiciones fueron favorables para el acreditado pero no para el Instituto. La recuperación crediticia llegó a niveles irrelevantes y esto fue una de las principales causas que incentivaron a su reforma en 1992, situación que detallaremos más adelante.

Suelo, promoción y construcción. Durante esta etapa el gobierno reconoció los efectos negativos que el mercado inmobiliario comercial tuvo en el suelo, como el crecimiento fragmentado, la especulación y el desaprovechamiento de la infraestructura ya instalada. Por lo tanto propuso la intervención directa en el mercado para constituir reservas territoriales instaurando el Sistema Nacional de Reservas Territoriales para el Desarrollo Urbano y la Vivienda, y como establece Connolly: “de todas las reservas adquiridas en el país entre 1973 y 1980, la tercer parte le correspondieron al Infonavit” (1997, p. 35). Para ello, se asignó a los gobiernos locales como responsables de la integración de reservas, ya fuera por compra, expropiación o convenio (Coulomb & Schteingart, 2006). Y así se hizo, constituyéndose grandes reservas territoriales, con las cuales, en cierto sentido, el Infonavit fue “haciendo ciudad”, tal como lo declara Puebla:

…el impacto urbano que tuvo el Instituto hasta 1992 es indiscutible, ya que en las 32 entidades federativas y en todas las ciudades importantes desarrolló unidades habitacionales que incidieron en los procesos de urbanización locales, generando la valorización de muchas zonas (2002, p.139).

Sin embargo, según la misma autora, al privilegiar al factor económico en la constitución de las reservas, muchas de las tierras estaban mal ubicadas o en zonas no urbanizadas lo que implicaba gastos extra en infraestructura y urbanización para los gobiernos locales que el Instituto tenía que absorber (Puebla, 2006, p. 222).

Ahora bien, los programas de construcción de nuevos conjuntos habitacionales (línea de crédito I), se podían realizar a través de dos modalidades de promoción: promoción directa y promoción externa. Schteingart y Graizbord describen las características de cada una (1998, p. 38):

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- Promoción directa: los trabajadores presentaban solicitud ante Infonavit y la asignación se daba por sorteo. En este tipo de promociones el organismo decidía la localización de los conjuntos, el número de viviendas por construir, los requisitos urbanos, arquitectónicos y técnicos de la obra, la supervisión y vigilancia durante la ejecución de éstas, el flujo del financiamiento y la contratación directa a las empresas encargadas de la producción de los conjuntos habitacionales.

- Promoción externa: organizadas por diversos grupos de trabajadores sindicalizados o independientes por medio de un representante que realizaba la gestión ante el organismo. El Infonavit se encargaba de proporcionar el financiamiento para la construcción de los conjuntos y los promotores de la vivienda eran quiénes proponían la ubicación del conjunto y sus características, el proyecto urbano, el prototipo de vivienda, quién la construiría y los adjudicatarios del mismo. En estos casos, los grupos de trabajadores se conocían previamente, lo que facilitaba el desarrollo del sentido comunitario.

Cómo se puede observar, en la promoción directa el Instituto tenía el control total sobre la producción de los conjuntos y su asignación, por ello durante la década de los setenta esta fue la modalidad preferida. Para ello, mantenían una importante área técnica que se encargaba desde la adquisición del suelo, la supervisión de las viviendas y los conjuntos urbanos; calculaban los costos de urbanización y producción, la contratación y el control de obras (Puebla, 2006, p.216).

Sin embargo, por presiones de la iniciativa privada y de las organizaciones sindicales, las primeras, que observaban que el gobierno invadía su campo, y las segundas, que deseaban el control del proceso de asignación de viviendas y créditos, en 1980 el gobierno decidió cancelar las promociones directas y favoreció las externas. Esto benefició el desarrollo de la promoción inmobiliaria de vivienda que ya había venido cobrando fuerza desde inicios de los setenta, sobre todo, por el apoyo del crédito del Programa Financiero de Vivienda (1963), dejando mayor campo de acción a la promoción privada (Schteingart, 2015, p.142-143). No obstante, las promociones externas se prestaron a prácticas clientelistas y corruptas, tanto en el proceso de adjudicación de créditos y como en el de asignación de constructoras, y por ello fueron ineficientes y sólo cubrieron un bajo porcentaje de la demanda (Schteingart & Graizbord, 1998, p. 40). Condiciones que se sumaron a la baja recuperación crediticia, lo que incentivó a una nueva reforma del Instituto en 1992, como se verá más adelante.

El diseño. Probablemente, sea el diseño de viviendas y conjuntos de esta etapa del Infonavit lo que más requiera atención (dada la problemática actual y el soslayo al diseño de vivienda) y lo que mejor refleja la agenda social del Infonavit. El Instituto produjo vivienda por el sistema tradicional de promociones de la línea I en conjuntos habitacionales de tres tipos (INFONAVIT, 1988):

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1. Planes Maestros: unidades extensas de más de 100 viviendas construidas por etapas en zonas periféricas de las ciudades que funcionan como localidades independientes con tipologías de vivienda unifamiliar, dúplex, tríplex y multifamiliares.

2. Conjuntos de saturación urbana: conjuntos de menos de 100 viviendas construidas sobre terrenos baldíos ya urbanizados en las áreas centrales e intermedias de las ciudades a través de tipologías multifamiliares.

3. Unidades pequeñas y medianas: a través de un prototipo de vivienda único en localidades de acelerado crecimiento.

Los conjuntos eran concebidos como pequeñas células de una ciudad con ambientes específicos (Schteingart & Graizbord, 1998) por lo que eran provistos de servicios múltiples como escuelas primarias, jardines de niños, centros sociales, canchas deportivas, mercados, plazas cívicas y plazoletas, entre otros, creando “una arquitectura de profundo sentido social sin que sea indispensable importar formas, sistemas y criterios que no se corresponden con la circunstancia de México” (Vargas Salguero, 1992, p.103) (Figura 16).

Figura 16

Cartel de INFONAVIT “Estamos en 66 Ciudades de la república”

Nota: Adaptado de Boletín quincenal Infonavit, N°23, 15 de diciembre de 1973. https://infonavit.janium.net/janium-bin/sumario.pl?Id=20210120121813 con acceso el 20 de enero de 2021

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Vargas Salguero (1992) relata cómo la vivienda de los primeros conjuntos compartían ciertas características arquitectónicas (Figura 17). Primero, el frente de las casas estaba remetido e incluían una entrada de servicio independiente a la cocina; la zona íntima de las viviendas estaba claramente acotada de las zonas públicas; y por último, se construían con dos habitaciones y, anticipando el futuro de crecimiento de la casa, se construía una alcoba y una zona de recepción de doble altura, que posteriormente se pudieran transformar en habitaciones adicionales. Las limitaciones económicas llevaron a no extender la superficie cubierta a más de 70 m2 que, aunado a la gama reducida de materiales empleados restringidos a técnicas materiales llevaban a lo que Vargas denomina “una cansona reiteración formal” (p. 102) cuando dicho prototipo se itera cientos de veces.

Figura 17

Manuales de normas de diseño del Infonavit (1974-1976) para viviendas y conjuntos habitacionales

Nota: Adaptado de Infonavit, Criterios de diseño urbano (1974), Criterios para el diseño de la vivienda (1974), Criterios de promoción social (1976) y Criterios para la optimización del espacio dentro de la vivienda (1975), Biblioteca del Infonavit, https://infonavit.janium.net/ con acceso el 20 de enero de 2021.

Desde 1981, cuando se cancelan las promociones directas y se favorecen las externas, el Instituto estableció una normatividad en el diseño para orientar a los proyectos que se construyeron por dicha vía, tanto del conjunto como de la propia vivienda. En cuanto al diseño de los conjuntos, los manuales establecían los lineamientos de densidades máximas y mínimas (viv/ha) que debían tener según su ubicación, los criterios para el agrupamiento de las unidades y el diseño de vialidades. Además estipulaban el porcentaje de terreno que debían donar al municipio para la dotación de servicios y equipamiento municipal. A la vez, daban

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lineamientos para la zonificación y usos de suelo, además del área libre que debían dejar para espacios abiertos y hasta proporcionaban el diseño de prototipos de mobiliario urbano. Esta normatividad era más específica que incluso las leyes locales de fraccionamientos de acuerdo a Schteingart & Graizbord (1998). Las “Normas de Vivienda” (Figura 18), un manual orientador, estipulaba que todo el diseño debería de partir de un módulo de 90 x 90 cm o de submúltiplos de este, que posibiliten el uso de elementos prefabricados. A la vez, especificaban los espacios con los que debería contar una casa, las dimensiones mínimas para cada área, los criterios de iluminación y ventilación, el mobiliario y accesorios, instalaciones, características de los materiales, y por último, se establecía que el proyecto contemplara la flexibilidad espacial y permitiera la personalización y el futuro crecimiento (Schteingart & Graizbord, 1998, 73).

Figura 18

Manuales de normas de diseño que el Infonavit ofrecía a los constructores

Nota: Adaptado de Normas de vivienda, Normas de diseño urbano y Normas de diseño bioclimático (1985), Infonavit, Biblioteca de Infonavit https://infonavit.janium.net/ con acceso el 20 de enero de 2021.

A pesar de lo bien intencionado y mejores lineamientos que con los que se cuentan al día de hoy, estos manuales encierran lo que podríamos llamar “la tiranía del diseño” que Boils (1995) critica fuertemente, por varias razones. Para el autor, los prototipos encierran la búsqueda de uniformizar los espacios habitables (y por ende el habitar) mediante la generalización de características fincadas en el dominio de la economía y la técnica en donde los habitantes quedan reducidos a meros números, “desde la propuesta proyectual misma se están manejando los espacios con criterios de naturaleza cuantitativa, más que cualitativa” (1995, p.65). Aunado a lo anterior, señala la existencia de un divorcio entre el habitante y su espacio, el cual le provee de pocos elementos para personalizar. Para el autor, el reto consiste en buscar la articulación entre la variable de superficie espacial y los costos de producción, pero señala que en la práctica sólo se redujo la variable espacial, no la económica. A consecuencia de las continuas crisis económicas que azotaron al país desde de la década de los setenta las viviendas se hicieron siempre más pequeñas. Para la década de los ochenta, esto se evidenció en la complicada diferenciación de zonas públicas y privadas y en el insuficiente espacio para el mobiliario y para la circulación (p. 26). Hace un recuento de los cambios que

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las viviendas sufrieron de 1970 a 1985 como el hecho de que se cambió el espacio de la cocina por el de una cocineta; o cómo se integraron la sala y el comedor en un mismo espacio (que además sólo era 20% más grande que la recámara de 2.7 x 2.7 m2) (p.31). Lo único que se mantuvo fueron las medidas del baño. En la misma línea, Puebla indica que, de 1973 a1981, las viviendas tuvieron un promedio de 68.7 m2, y durante los años de mayor inflación (1982 -1987) se redujo el área construida a 60.3, así como también la calidad de sus materiales y el equipamiento (2002, p.140) como se muestra en la Tabla 5.

Tabla 5

Superficie promedio de vivienda por año

Año Metros de construcción (m2) 1973 72.3 1974 67.7 1975 69.4 1976 70.2 1977 71.4 1978 70.5 1979 68.7 1980 65.2 1981 62.9 1982 62.5 1983 60.6 1984 58.1 1985 58.3 1986 61.7 1987 61.0 1988 60.1 1989 60.3 1990 60.9 1991 60.9 1992 61.0 1993 55.6

Nota: Adaptado de Del intervencionismo estatal a las estrategias facilitadoras, por Puebla, C., 2002. México, D.F.: El Colegio de México. Pg. 140.

A continuación, se expondrá lo que sucedió en la ciudad de Monterrey en la presente etapa de Institucionalización que se está abordando.

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Respuesta a presiones sociales e institucionalización en Monterrey (1972-1992)

Durante esta etapa se emprendieron múltiples iniciativas en el campo de la acción habitacional a nivel federal, tal como se mencionó. A nivel local, la fuerte intervención gubernamental también fue evidente, pero con otras motivaciones y aproximaciones distintas.

Entre 1972 y 1992, la ciudad de Monterrey experimentó un crecimiento poblacional menor al de la etapa pasada (3.55% TMCA promedio para el periodo), sin embargo, para el cierre de los ochenta el área metropolitana contaba ya con más de dos millones y medio de habitantes, de los cuales cerca de un millón eran inmigrantes (Garza Villarreal, 1995)(ver Figura A.1 en anexo). Fue una época que se caracterizó por la consolidación de un marco jurídico en la que se expidieron varias leyes para atender la problemática de manera infructuosa porque ninguna fue aprobada ni publicada en el periódico oficial. Entre ellas la Ley de Ciudades Nuevas de 1973, la Ley de Urbanismo y Planificación del Estado de Nuevo León (1975) y la Ley de Desarrollo Urbano del Estado de Nuevo León (1980), junto con los planes municipales de los 51 municipios. Al no ser instauradas en un plan director, avalado federalmente, que las rigiera, estas leyes sólo sirvieron de guía o de documento pericial. En 1983, se reforma el texto del Artículo 115 constitucional y se otorga a los municipios la facultad de expedir normas generales relativas al aprovechamiento del territorio y atribuciones que refieren a actos de control de desarrollo urbano como la expedición de licencias de construcción, aprobación de fraccionamientos, etc. (García Ortega, 1989). El control estatal en materia urbana había quedado sometido por el municipal. No obstante, avanzando hacia una gestión metropolitana, en 1984 se declaró la Zona Conurbada de Área Metropolitana de Monterrey integrada por siete municipios: Monterrey, San Nicolás, Guadalupe, Santa Catarina, San Pedro Garza García, Apodaca y Escobedo. Esta era la única vía mediante la cual el poder estatal podría tener control sobre el desarrollo urbano como lo declara Azuela: “El único caso en que los ayuntamientos no serían los titulares únicos de las facultadas de expedir planes de desarrollo municipal y declaratorias sería el de las zonas conurbadas” (1998, p. 56). Fue hasta 1988, después de cuarenta años de la primera concepción de una planeación urbana para la ciudad, que se aprobó a nivel estatal el Plan Director del Área Metropolitana de Monterrey, en el cual además se incluyeron dos municipios conurbados más: Juárez y García. A partir de entonces los municipios han trabajado en la elaboración de sus planes parciales de desarrollo urbano teniendo como referencia y condicionante el Plan Director de Desarrollo Urbano del AMM, 1988-2010.

Como se puede observar, durante casi la totalidad de la etapa estudiada (1972-1992) se careció de un plan regulador en la que se fuera inscribiendo la vivienda nueva y, por lo mismo, esta fue siguiendo el crecimiento que la industria seguía en el tejido urbano en los municipios periféricos que se iban conurbando. De acuerdo a Ward (2015), durante los setenta y los ochenta, en la ciudad se evidenció un crecimiento dramático y heterogéneo de los asentamientos, muchos de los cuales eran informales y se localizaban en los municipios de Monterrey y Guadalupe. Estos fueron complementados por las colonias que el Infonavit comenzó a establecer en la ciudad a partir de 1973, con la colonia Valle de Infonavit en el

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municipio de Monterrey, una de las nueve colonias con las que el Instituto inauguró su acción en el país (Figura 19).

Figura 19

Valle de Infonavit, primer conjunto habitacional del Instituto en la ciudad

Nota: Adaptado de Apuntes para la historia de la vivienda obrera en México, por Vargas Salguero, R., 1992, México, D.F.: INFONAVIT. Pg. 111.

Para principios de los ochenta, la vivienda de Infonavit en la ciudad presentaba varios retos. Entre ellos, el aumento en su costo, principalmente por el incremento en el valor del suelo que pasó de representar el 20% del valor total de la vivienda en 1970 al 28% en 1981, de acuerdo a Valenzuela (1982, p. 154). Aunado a lo anterior, el mismo autor remarca que al no contar con economías de escala a través de tecnologías moduladas, es decir sistemas constructivos de módulos estandarizados que permitieran abaratar el precio y el tiempo de la construcción, los precios del mercado y del Instituto eran iguales, y por lo tanto su cobertura social era limitada. Otro de los retos a los que se enfrentaba en los conjuntos habitacionales promovidos por el Instituto era la autogestión y organización comunitaria. En la revista “Informavit” de febrero 15 de 1978, el Lic. José Héctor Cavazos, auxiliar de promoción social en la delegación III Nuevo León, informaba sobre las visitas frecuentes a las unidades para atender problemas de las viviendas y, a la vez, señalaba sobre la importancia de los centros comunitarios instalados en ellas en la promoción de una mejor integración social. Para ese entonces se contaba con tres centros comunitarios, uno en Valle de Infonavit y dos más en diferentes sectores de la colonia Constituyentes de Querétaro. Sin embargo, señala la dificultad a la que se afrontaba al tratar de promocionar la gestión de comunidades en la ciudad de Monterrey:

Esta integración ha sido un poco difícil de lograr, ya que en la ciudad de Monterrey no hay antecedentes de este tipo de organización comunitaria, porque en los conjuntos habitacionales generalmente se contratan los servicios de una empresa administradora, la cual, a base de cuotas, se encarga de atender todo lo que requiere la comunidad; es por esto que a la gente de los conjuntos del Infonavit se le dificulta adaptarse a un sistema de

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autoadministración y, por lo tanto, no muestran entusiasmo en colaborar con nosotros en la organización de actividades para su propio beneficio." (Informavit, 1978, p.3)

Por otra parte, con relación a los asentamientos informales que se venían suscitando desde la década de los sesenta, sucedieron dos fenómenos. Por una parte, el gobierno decidió institucionalizar la oferta de lotes formales con servicios y la regularización de la tierra invadida a través de dos organismos: El Fideicomiso Fomento Metropolitano de Monterrey (Fomerrey en adelante) y el Promotor de Vivienda de Nuevo León (Provileón en adelante). Por la otra, se radicalizaron e institucionalizaron las posesiones ilegales a través del Frente Popular Tierra y Libertad. Fomerrey fue un organismo creado el 30 de julio de 1973, constituido como:

una válvula de escape al brindar nuevas oportunidades para la adquisición de lotes en un momento en el cual, en la mayoría de las ciudades, el acceso a la tierra estaba cada vez más obstaculizado por intervenciones de planificación diseñadas para regular más de cerca la formación de nuevos asentamientos formales (Ward, 2015, p. 105).

El organismo se encargaba de ofrecer en propiedad y en venta a plazos lotes sin servicios en fraccionamientos de urbanización progresiva a auto constructores de escasos recursos. Los servicios eran introducidos a través de un esfuerzo bipartita gobierno / habitantes, en la que el primero donaba los materiales y los habitantes su mano de obra para introducirlos, programa denominado “mitad y mitad” (Villarreal, 2010b). Además, Fomerrey manejaba una reserva propia del suelo, asociándose con propietarios de terrenos y con desarrolladores privados (Duhau & Cruz Rodríguez, 2006, p. 438). Para 1981 existían cerca de 50,000 familias localizadas en 225 asentamientos irregulares de las cuales 17,000 habían sido regularizadas por Fomerrey (Valenzuela Arellano, 1982).

A la par de Fomerrey, se crearon otros dos programas alternativos para la población no asalariada de bajos recursos que no tenían acceso al Infonavit: el Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad (INDECO) originalmente federal aunque a partir de 1981 se transforma en local y se denomina Promotor de Vivienda de Nuevo León (PROVILEON), y a su vez, el Programa Tierra Propia. En 1973 se fundó el INDECO como producto de una transformación del Instituto Nacional de Vivienda a nivel local. Su función era proporcionar alternativas de tierra y vivienda para trabajadores no asalariados de bajos ingresos. Su acción habitacional fue de 1,312 viviendas hasta fines de 1981 cuando desapareció por decreto presidencial (Valenzuela Arellano, 1982). Sus funciones fueron sustituidas por el organismo PROVILEON asumiendo la producción de viviendas para no asalariados. PROVILEON ‘heredó’ las reservas que tenía INDECO en el estado, quién “se había beneficiado de la expropiación de terrenos ejidales, en el marco de los programas de regularización de la tenencia de la tierra institucionalizados a partir de 1973” (Connolly, 1997, p. 43). En el otorgamiento de los créditos participaban el FOVI, el FONHAPO y la banca comercial (Villarreal, 2010b; Villarreal Gonzalez, 1991). Por otro lado, el Programa Tierra Propia se crea en 1979 con el

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propósito de la regularización de lotes a través de la conciliación de los propietarios y los ocupantes ilegales de los terrenos. Hasta julio de 1981 se habían entregado 16,767 escrituras beneficiando a más de 100,000 personas (Valenzuela Arellano, 1982, 162). Estos fueron los esfuerzos gubernamentales por formalizar las actividades de los posesionarios de las últimas décadas y ofertar vivienda a aquella población que estaba al margen de la ciudad.

Estas acciones fueron una respuesta a la creciente presión ejercida por movimientos sociales, tales como el de del Frente Popular Tierra y Libertad. Los asentamientos informales se habían incrementado aún más entre 1973 y 1976 debido a los problemas derivados de la explosión demográfica, de la cual una considerable cantidad eran inmigrantes, propiciada por el desarrollo industrial (Sánchez, 2007). Ello dio origen a un movimiento social urbano de posesionarios denominado Frente Popular Tierra y Libertad conformado por campesinos provenientes de Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí y del interior de la entidad (Figura 20). Ellos buscaban que se les otorgara el título de propiedad de la tierra que habían ilegalmente posesionado, y una urbanización adecuada con servicios e instalación de escuelas, dispensarios médicos, tiendas populares, etc. (Cavazos Garza & Ortega Ridaura, 2016).

Figura 20

Posesionarios del Frente Tierra y Libertad trabajando en conjunto

Nota: Adaptado de “38 años de Tierra y Libertad”, 2011, http://radiolameramera.blogspot.com/2011/04/38-anos-de-tierra-y-libertad.html

Sánchez relata que la mayoría de las invasiones se dieron en la zona del Topo Chico, sede de los antiguos tiraderos de basura y terrenos de aridez extrema ubicados al norte de la ciudad. Los posesionarios y sus dirigentes fueron víctimas de desalojos, de cercos policiacos y militares, de encarcelamientos, de persecuciones sostenidas, de insidiosas campañas de prensa

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que los calificaban como delincuentes, todo ello con afán de detenerlos. El problema principal radicaba en la unión del Frente con una facción de activistas radicales, que se había formado durante la lucha por la autonomía universitaria de 1971, cuyo objetivo era la revolución socialista (Cavazos Garza & Ortega Ridaura, 2016). Formaron escuelas de cuadros para efectuar tareas de formación teórica en el marxismo-leninismo y en el maoísmo, y organizaban el trabajo colectivo para introducir los servicios públicos, la construcción de dispensarios médicos, la creación de cooperativas de consumo popular y la operación de unidades productivas (Sánchez 2007, p.170).

El movimiento estaba en contra de la política de regularización de la tenencia de la tierra promovida por el gobierno a través de Fomerrey o Tierra Propia debido a tres motivos:

a) económica, porque no podrían pagar

b) ideológica, porque no querían aparentar que lucha era sólo para obtener tierra

c) política, porqué al regularizarse se fraccionaría el movimiento y la solidaridad interna, integrándose progresivamente dentro del aparato del Estado (Valenzuela, 1982, p. 161).

Finalmente, a los tres años del gobierno de Alfonso Martínez Domínguez, en 1981, el movimiento se bifurcó entre aquellos que aceptaron la legalización de la tierra y se convirtieron en la Asociación Civil Tierra y Libertad y los que se negaron y crearon lo que es hoy el Partido del Trabajo (Sánchez, 2007).

Cómo se hizo evidente a lo largo de la exposición de esta segunda etapa, el actor principal tanto a nivel federal y local fue el gobierno del Estado en ambos niveles, en contraste con la etapa anterior en la que los empresarios fueron los más relevantes. La diferencia radica en que a nivel federal se prestó atención a la población asalariada de recursos medios y medios-bajos, mientras que a nivel local, las acciones habitacionales fueron dirigidas a la población de bajos recursos, en respuesta a las constantes presiones sociales ejercidas a través de la invasión ilegal de la tierra efectuadas entre la década de los sesenta y los setenta. Ambas estrategias de dotación de vivienda, la del Infonavit de vivienda terminada y la de organismos como Fomerrey en regularización de tierra y vivienda progresiva, resultaron en una reducción de la densidad poblacional en Monterrey que pasó de 99 Hab/ha en 1970 a 84 en 1990, aunado a la conformación del Área Metropolitana de Monterrey formada por 9 municipios y un incremento del 150% del parque habitacional de 1970 a 1990 pasando de 209,468 viviendas en 1970 a 528,941 en 1990.

Autores como Puebla (2002), clasifican a esta etapa de alta intervención gubernamental y de alto subsidio a la vivienda como la del “Estado Benefactor”. Sin embargo, a fines de los ochenta, las políticas de vivienda benefactoras se irán transformando hacía un rol más

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facilitador, tema que se abordará en la siguiente etapa histórica. La Tabla 6 sintetiza lo elaborado en este apartado.

Tabla 6.

Institucionalización del habitar (1972-1992) FEDERAL LOCAL

Contexto

Fuerte intervención gubernamental en

programas de vivienda

Retiro de los industriales en la construcción de vivienda. Creación de instituciones dirigidas a atender la invasión de

tierras. Gran expansión urbana.

FORMAL INFORMAL

Tipología Vivienda unifamiliar y departamentos Vivienda unifamiliar

Tenencia y pago de crédito

Vivienda en propiedad tras amortización de 15 a 20 años con descuentos entre 14 y

18% del salario mensual

Vivienda en propiedad a un plazo de siete años con un enganche e intereses

del 9% anual

Proyecto promovido por INFONAVIT, FOVISSSTE Y FOVIMI

FOMERREY / INDECO (1973-1981) / PROVILEON / Programa Tierra

propia

Población atendida

población asalariada de recursos medios y medios-bajos (entre 1 y 4 salarios

mínimos) población no derechohabiente

Financiamiento de proyectos

a través de las aportaciones patronales del 5%, la recuperación de los créditos, las aportaciones del gobierno federal y los

rendimientos de las inversiones realizadas

Todas las aportaciones en dinero, bienes muebles e inmuebles y demás recursos asignados a su favor por el

Gobierno Federal, Estatal, o Municipales, personas físicas o morales, públicas o particulares / Lo que reciben

por ventas, y rendimiento de inversiones

Suelo

Intervención directa en el mercado constituyendo reservas territoriales y

creación de Sistema Nacional de Reservas Territoriales para el Desarrollo Urbano y

la Vivienda

Fomerrey manejaba una reserva propia del suelo, asociándose con propietarios

de terrenos y con desarrolladores privados / Regularización de suelo ilegalmente posesionado a través de

Fomerrey

Construcción

primero promociones directas (ejecutadas por Infonavit), posterior a 1981

promociones externas (ejecutadas por privados)

Dotación de lotes con servicios y autoconstrucción e introducción de servicios esfuerzo bipartita gobierno

/habitantes

Nota: Elaboración propia.

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Tercera etapa: Desregulación, expansión y mercantilización (1992-2015)

El papel representativo que la vivienda social y sus políticas públicas habían tenido durante la década de los setenta en el desarrollo arquitectónico a nivel mundial, tanto en calidad como en cantidad, se orientó cada vez más desde mediados de los ochenta a tipologías consideradas más espectaculares, tales como los museos, los aeropuertos o los espacios públicos promovidos por los aires neoliberales que atravesaron a Europa y a los Estados Unidos (Montaner, 2015). Ya desde los ochenta la política habitacional de los países del norte había consistido en la disminución de la participación del Estado en el aspecto financiero y en la desregulación permitiendo una mayor participación del mercado, señala Puebla, debido principalmente a dos iniciativas: la Estrategia Global de Vivienda al año 2000 desarrollada por el Centro de la Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (UNCHS Hábitat II) y el Programa de Política Urbana y Desarrollo Económico del Banco Mundial en 1991, del que se derivó el documento de política habitacional Vivienda: un entorno propicio para el mercado habitacional (2002, p. 28).

Desde los setenta el Banco Mundial se había convertido en la principal institución que otorgaba créditos para programas habitacionales en los países subdesarrollados. Boils (2004) señala que durante los ochenta se otorgaron gran cantidad de subsidios directos e indirectos para la adquisición de vivienda sin que se estuviera al tanto de la recuperación de los créditos, por lo tanto, el Infonavit poseía una gran cartera vencida, y ponía en tela de duda su rentabilidad. Los tecnócratas ya venían criticando esta postura “populista” e instaban por una restauración. El nuevo programa de política habitacional venía a reformar esta situación. Sus políticas estaban centradas en el crecimiento y desarrollo del sector vivienda en su totalidad como un vehículo para el desarrollo de la economía y en el que se sugería que la intervención del Estado se limitara “al engranaje de las estrategias facilitadoras” (Puebla, 2002, p. 31) dejando de lado la producción, financiamiento y mantenimiento de viviendas, ocupándose de mejorar la eficacia del mercado inmobiliario y circunscribiendo su acción a la tareas de vigilancia y respaldo financiero (Boils, 2004). El Banco Mundial sugirió siete instrumentos para poner en práctica una política de vivienda facilitadora:

En cuanto a la demanda:

1. El desarrollo del derecho a la propiedad 2. La promoción del financiamiento hipotecario 3. La racionalización de los subsidios

En cuanto a la oferta:

1. Suministro de infraestructura para la urbanización residencial 2. Reglamentación de la urbanización del suelo y construcción de las viviendas 3. Organización de la industria de la construcción

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4. Perfeccionamiento del marco institucional para administrar el sector vivienda (Puebla, 2002, p.32).

En respuesta a estos lineamientos, en 1992 durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari se creó el Programa para el Fomento y Desregulación de la Vivienda, en el que establecía la disminución del papel regulador del Estado mexicano en el desarrollo de la vivienda, impulsado bajo los lineamientos del Banco Mundial, del cual México era el segundo país más deudor.39 De acuerdo con Boils los objetivos fueron: 1) simplificar los trámites para la construcción; 2) regularizar las propiedades inmuebles y racionalizar los subsidios en los programas de vivienda pública; 3) transferir a los gobiernos municipales una mayor participación en las acciones habitacionales (2004, p. 351). Debe reconocerse que ello se hizo bajo la idea de que se lograra una operación más eficaz y sustentable, dado que el Banco Mundial operaba bajo el criterio de rentabilidad, con el interés de que se recuperaran los créditos otorgados y fueran las propias utilidades las que financiaran los créditos que se otorgarían en el futuro, tal como lo haría una empresa privada. De la mano de lo anterior, señala Boils, promovían el criterio de solvencia económica, que determinaba que sólo podían ser sujetos a crédito aquellos que percibieran más de 5 sm, estrategia que se convirtió en un factor de exclusión social y financiera. Estas estrategias facilitadoras se convirtieron en “la herramienta mágica de los noventa” como señala Schteingart (2015, p. 218).

Por otra parte, la Estrategia Global de Vivienda al año 2000 desarrollada por UNCHS Hábitat II tenía una postura contrastante a la del Banco Mundial. El organismo proponía que se tomaran en cuenta las limitaciones de los mecanismos del mercado y se revalorara la intervención del gobierno y la sociedad, sobre todo en el acceso a la vivienda para aquellos de menores recursos, áreas en donde los mercados pueden ser ineficientes (UNCHS, 1996). En otras palabras, para la UNCHS las políticas facilitadoras no necesariamente implican menor intervención gubernamental sino un tipo de intervención enfocada en apoyar aquellos que no tuvieran acceso al mercado formal, tomando la forma de organizaciones no gubernamentales (ONG) u organizaciones comunitarias de base (OCB) y que el mercado interviniera en donde pueda manejar economías de escala en beneficio de esta población. Sin embargo, en México se les dio más importancia a las sugerencias del Banco Mundial que a las de UNCHS, en detrimento de la población de más bajos recursos. La vivienda se comienza a caracterizar como un problema financiero soslayando el enfoque más integral bajo el cual se concebía en la primera etapa.

39 De acuerdo con Boils, en la década de 1980-1990 el Banco Mundial había prestado a México más de

1,373 millones de dólares y para el 2002 la deuda ascendía a una cifra superior a los 10,000 millones de dólares, representando el 9% del total del portafolio de créditos de la institución. (2004, pp. 351/361).

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La reforma al Infonavit 1992

La política neoliberal, las recomendaciones del Banco Mundial, aunados a la cartera vencida del Infonavit, las prácticas clientelares y la corrupción llevaron hacia una reforma del Instituto en 1992. Las reformas se relacionaron con tres de los siete lineamientos establecidos por el Banco Mundial (Puebla, 2002). La primera, la promoción del financiamiento hipotecario con la que se pretendió que las instituciones de vivienda fueran solventes y concedieran créditos a tasa de interés reales. La segunda, la racionalización de los subsidios, con la cual se eliminaron casi en su totalidad. Y la tercera, la organización de la industria de la construcción, con el fin de evitar monopolios, aunque representó la eliminación de las empresas pequeñas de su participación, al no disponer de recursos propios y las dificultades en el acceso a créditos puente.40 .

De acuerdo a Puebla, la reforma cambió la importancia que se le asignó en la práctica a los objetivos del Infonavit: mientras que en la primera etapa se dio prioridad al objetivo de coordinar y financiar programas de construcción de conjuntos habitacionales de vivienda, en la segunda se concentró en el objetivo de otorgar créditos individuales, especialmente aquellos destinados a la adquisición de vivienda de terceros (2006, p. 235). Esto ocasionó que se cambiara la forma de trabajo del Infonavit, entregando el control y supervisión – sobre la ubicación, normatividad, calidad y precio de la vivienda y sus conjuntos – a los desarrolladores inmobiliarios y a los agentes financieros privados que tuvieran la capacidad de financiar los créditos puente para la construcción

Tras haberse constituido inicialmente como un fondo solidario, después de la reforma el Infonavit se convirtió en un fondo revolvente (García Peralta, 2010). Anterior a la reforma, las acciones habitacionales del Instituto estaban dirigidas a la población que recibía entre 1 y 4 s.m. (habrá de recordarse que en la década de los ochenta el 83% se dirigieron a la población con ingresos menores a 2 s.m.); mientras que tras la reforma se incluyeron a los derechohabientes que recibían más de 4 s.m. (sin establecerse límite superior). Ello generó un desplazamiento en el otorgamiento de créditos hacia los trabajadores de mayores recursos, reduciéndose el número de créditos otorgados a la población que recibe menos de 3 s.m. a sólo el 30%, aunque esta población representara el 61% del total (Coulomb & Schteingart, 2006, p. 9). Como establece García Peralta “si bien, la política pretendía ampliar la oferta de vivienda, el acceso a este bien se dificultó para la población de menores recursos” (2010, p.43), tal como se observa en la siguiente figura.

40 “Crédito de medio plazo que los Intermediarios Financieros otorgan a los desarrolladores de vivienda

para la edificación de conjuntos habitacionales, equipamiento comercial y mejoramiento de grupos de vivienda.” SHF https://www.gob.mx/shf/documentos/que-es-un-credito-puente

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Figura 21

Créditos otorgados a derechohabientes de hasta 2 salarios mínimos 1975-2015

Nota: Adaptado de Informes Anuales de Infonavit 1975-2015.

Otro de los contrastes lo podemos encontrar entre los planes de vivienda previos a la reforma del Infonavit y los que suceden en los siguientes sexenios como lo muestra la Tabla 7. El enfoque de la vivienda del Programa Nacional de Desarrollo Urbano y Vivienda de 1984 (PRONADUVI) durante el sexenio de Miguel de la Madrid, de la etapa previa del Instituto, consideraba a la vivienda como un factor de satisfacción social, que servía de medio para generar empleo y contemplaba una relación territorial imbricada entre el desarrollo urbano y la vivienda.

Tabla 7

Programas Nacionales de Vivienda 1984-2001

SEXENIO PROGRAMA AÑO DIMENSION SOCIAL

DIMENSION ECONOMICA

DIMENSION TERRITORIAL

Miguel de la Madrid

Programa Nacional de Desarrollo Urbano y Vivienda

1984 "Factor de satisfacción

social"

"Genera empleo, impulsa la actividad, no demanda divisas y

fomenta el ahorro interno"

"El desarrollo urbano y la vivienda conforman el

entorno inmediato del hombre y reflejan el sistema social y el

contexto natural en el que se inscriben"

Carlos Salinas de Gortari

Programa Especial para el

Fomento y Desregulación de

la Vivienda

1993

"Asiento del núcleo básico de desarrollo social,

la familia"

"Motor de crecimiento

económico que estimula el

desarrollo" y vivienda

Se formulan separados de los de desarrollo urbano,

aun y cuando todos coinciden en

0.00%

20.00%

40.00%

60.00%

80.00%

100.00%

120.00%19

7519

7719

7919

8119

8319

8519

8719

8919

9119

9319

9519

9719

9920

0120

0320

0620

1120

1320

15

HASTA 2 SM

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Ernesto Zedillo

Programa Nacional de Vivienda

1995

"Elemento físico que aloja a la

familia, entendida como la unidad social

básica"

como patrimonio y factor de

capitalización familiar

considerar a la vivienda como elemento de

ordenamiento territorial

Vicente Fox Programa

Nacional de Vivienda

2001

"Patrimonio familiar" y "Factor de

desarrollo social sano de los

miembros de la familia" e

"indicador de bienestar"

Nota. Adaptado de Entre el Estado y el Mercado: La vivienda en el México de hoy, por Coulomb y Schteingart, 2006, México, D.F.: Miguel Angel Porrúa. Pp. 157-160.

En los planes sucesorios, el Programa Especial para el Fomento y Desregulación de la Vivienda (1993) del gobierno de Salinas de Gortari y los Planes Nacionales de Vivienda de 1995 y 2001, de los presidentes Ernesto Zedillo y Vicente Fox respectivamente, la dimensión social pierde su enfoque colectivo y lo centra en la familia. A la par se considera a la vivienda como un factor de capitalización familiar y patrimonio y que su construcción estimula a la economía. De aquí destaca como cambia la función de la vivienda de valor de uso a valor de cambio. Finalmente, aquella liga entre la vivienda y su territorio, que para el PRONADUVI era relevante, como su nombre lo establece, en los planes sucesorios se formulan por separado. Aún y cuando se consideraba la vivienda como un elemento de ordenamiento territorial, los planes fueron formulados de manera autónoma al de desarrollo urbano de cada localidad, por lo que las buenas intenciones crearon muchas discrepancias. Por ejemplo, las diferencias entre lo que el Plan Sectorial de Vivienda de 2001-2006 demandaba, contra lo que se ofertaba: mientras que de vivienda menor a los 45 m2 (básica y social) se demandaba un 63.4%, lo que se ofertaba para esos rubros sólo era un 27.5% del total, como lo muestra la siguiente Tabla 8.

Tabla 8

Distribución porcentual de los distintos tipos ofrecidos de vivienda vs. demanda establecida por el Plan Sectorial de Vivienda 2001-2006 a nivel nacional

Demanda Oferta Real Vivienda básica (menor a 30m2) 40.90% 0.20%

Vivienda social (30-45m2) 22.50% 27.30%

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Vivienda económica (45-55m2) 22.20% 32.20%

Vivienda media(55-100m2) y media

residencial (100m2 o más)

14.40% 40.30%

Nota: Adaptado de Entre el Estado y el Mercado: La vivienda en el México de hoy, por Coulomb y Schteingart, 2006, México, D.F.: Miguel Angel Porrúa. P. 471.

Con la promulgación de la nueva Ley Federal de Vivienda en el 2006 (vigente aún) se creó la Comisión Nacional de Vivienda (CONAVI) como un organismo descentralizado, de utilidad pública e interés social, no sectorizado con personalidad jurídica y patrimonio propio41. A partir de entonces, la CONAVI se convirtió en el organismo coordinador de los diferentes organismos de vivienda, y de formular, ejecutar, evaluar y dar seguimiento a la Política Nacional de Vivienda. Con su institucionalización podemos destacar programas para migrar de un modelo de vivienda cuantitativo a una cualitativo, es decir se muestra un interés no sólo por combatir el rezago a través del número de acciones habitacionales, sino que también enfocándose en la evaluación de su habitabilidad, sostenibilidad y calidad, asunto al cual el gobierno no había atendido anteriormente. Este cambio se dio a través de programas como el de Vivienda Sustentable y el Premio Nacional de Vivienda y a su vez, mediante los esfuerzos directos del Gobierno federal en la creación de los Desarrollos Urbanos Integrales Sustentables (2006), y el programa Hipotecas Verdes (2009) entre otros. Este giro también se hace evidente en los mecanismos de evaluación que el Infonavit y la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF) llevan a cabo para evaluar el desempeño de los conjuntos habitacionales una vez construidos, dado que con la reforma del Instituto habían perdido su función de supervisión de obra. Entre ellos podemos mencionar la Evaluación Cualitativa a la Vivienda y su Entorno (ECUVE) y la Encuesta de Satisfacción Residencial realizada por la SHF, entre otras. Adicionalmente, fueron creadas varias medidas de evaluación sostenible por diferentes organismos. El Infonavit creó la evaluación Sisevive-ecocasa, que evalúa de manera integral la eficiencia energética y consumo de agua de las viviendas y del conjunto en función de su diseño, equipamiento y ubicación (Vallejo Aguirre, 2016), y el Índice de sustentabilidad de la vivienda (ISV) desarrollado por el Centro Mario Molina es un indicador que evalúa los conjuntos habitacionales de interés social con el objetivo de desarrollar mejores procesos constructivos y materiales tanto de los conjuntos de instituciones públicas como los privados (Molina, 2012). Sin embargo, cabe remarcar lamentablemente, que estos programas y evaluaciones no han sido suficiente para que la vivienda ofertada y sus conjuntos habitacionales sean un mejor producto para el consumidor, y que la homogeneidad que el mercado ofrece cese.

41 Ley de Vivienda 2006, Art. 18.

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105

Ahora bien, algo interesante de esta etapa es la fuerte participación que tiene la banca en el financiamiento de la vivienda desde 1989, tras la política de desregulación y privatización que benefició al sector (Schteingart & Graizbord, 1998). Para el año 2000, el país apenas comenzaba a emerger de la crisis financiera de 1995 y de acuerdo a Herbert et al. (2012), el gobierno se enfocó en tres aspectos necesarios para cubrir la demanda habitacional: 1) expandir el volumen de crédito; 2) expandir las opciones de crédito para todos los derechohabientes; 3) crear mecanismos de financiamiento para la mejora de la vivienda o para la autoconstrucción. Y es a partir de este momento, que el Instituto se centró en el saneamiento de sus finanzas: “el producto financiado por los organismos financieros ya no fue la vivienda en sí misma, sino el crédito, fijándose como metas de la acción habitacional del Estado el otorgamiento de un número determinado de créditos hipotecarios” (Coulomb, 2010, 575).

Sin embargo, después de la crisis económica de 1994 el financiamiento privado se detuvo, y para incentivarlo de nuevo el gobierno federal emprendió dos acciones. De acuerdo con Velázquez Leyer (2015), por una parte, impulsó la creación de bancos hipotecarios privados llamados Sociedades Financieras de Objeto Limitado (SOFOL) y por otra transformó el FOVI creado en los sesenta en la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF) en el 2001. Las SOFOL tenían dos tipos de clientes. Primero, los derechohabientes, a quienes les ofrecían las hipotecas de 20 a 30 años y cobraban intereses menores a los que cobraba la banca comercial (12 vs. 15.5%) (Patiño, 2006). Y segundo, las constructoras y desarrolladoras de vivienda, a quienes el gobierno ofrecía créditos puente a través del SHF y de las mismas SOFOL. Para capitalizar a las SOFOL el SHF tomó prestado de las pensiones del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que habían sido privatizadas en 1997, y posteriormente los bancos le prestaban al público. En otras palabras, el dinero pasaba de las pensiones IMSS al SHF, luego a las SOFOL para terminar en las constructoras o para los derechohabientes.

Con la meta de sanear las finanzas, la colocación de crédito aumentó sustancialmente a inicios del siglo XX, aunado a un contexto macroeconómico estable, la introducción de programas de cofinanciamiento y la mayor actividad de préstamos del sector privado como ya se mencionó. Del año 2001 al 2011, el Infonavit otorgó 4.3 millones de créditos, el doble de lo que entregó entre 1972 y 2000 (Herbert et al., 2012, p. 8). Sin embargo, las SOFOL participaron en malas prácticas de construcción y otorgamiento de crédito hipotecario que a su vez provocaron severos problemas de liquidez, no sólo por la recesión económica, que había iniciado en el 2008, sino también por la mala ubicación de los desarrollos habitacionales a los que otorgaban crédito y que finalmente provocaron que se disminuyera la demanda. Por lo tanto, los constructores y desarrolladores de vivienda no pudieron colocar la vivienda y, en consecuencia, no pagaban a las SOFOL agravando más la situación (Velázquez Leyer, 2015). Para el año 2012 prácticamente todas las SOFOL y los constructores más grandes se habían declarado en bancarrota o estaban cerca de ello (Herbert et al., 2012).

A consecuencia del saneamiento financiero emprendido desde el 2000, se excluyó a aquellos que recibieran ingresos inferiores a los 3 s.m. (Coulomb, 2010). Para atender a esta

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población y a la población no asalariada, el gobierno federal renovó el organismo de subsidios FONHAPO, destinándole mayor número de créditos, pero no así mayor presupuesto (Puebla, 2002). En 1988, FONHAPO había otorgado 61,000 subsidios, para el 2000 sólo 21,000 y tras la renovación y mayor participación, llego a otorgar 278,000 en el 2006 (Velázquez Leyer, 2015).

Efectos de la reforma al Infonavit en el suelo, el diseño y el surgimiento del promotor inmobiliario

Las reformas al Instituto emprendidas en 1992 tuvieron varias consecuencias en el suelo urbano y en el diseño de las viviendas y sus conjuntos, en el rol de los promotores inmobiliarios y los arquitectos, en el diseño de viviendas y los conjuntos habitacionales y en el desarrollo de programas de calidad, como veremos a continuación.

El suelo urbano. El Infonavit vendió su reserva territorial en el mercado por recomendación del Banco Mundial, y al amparo de las modificaciones al artículo 27 constitucional que facilitaron la incorporación de suelo ejidal al desarrollo urbano (García Peralta, 2010; Reyes & Morales, 2014). En consecuencia, ante la falta de una política pública nacional de suelo urbano, la función de integrar reservas territoriales fue transferida a los desarrolladores quiénes adquirieron millones de metros cuadrados en las áreas periféricas de las ciudades, donde la tierra era más barata con el fin de maximizar sus utilidades (Coulomb & Schteingart, 2006; García Peralta, 2010; Reyes & Morales, 2014; Velázquez Leyer, 2015). Sin embargo, esta estrategia implicó la construcción de obras especiales como infraestructura, vialidades y equipamiento urbano, costos que finalmente se cargaron al precio final de las viviendas (Coulomb & Schteingart, 2006). La baja densidad habitacional en las ciudades tuvo su razón de ser en la estrategia antes señalada (Coulomb, 2010), y, en consecuencia, la huella urbana se incrementó siete veces ente 1980 y 2010, mientras que la población del país sólo se duplicó (Velázquez Leyer, 2015, p. 528).

La realidad es que los sistemas de planeación urbana no han operado como marco que regule la incorporación de la producción masiva de vivienda y que evidencia la “escasa relación entre los organismos nacionales y los gobiernos locales expresando una fuerte desarticulación ente la producción habitacional y la planeación del desarrollo urbano” (Coulomb & Schteingart, 2006, p. 508). Y como establece Molina (2012), dentro de este contexto de vertiginosa urbanización, la superficie se expandió en 600% complejizando y encareciendo la dotación de servicios, lo que aumentó la carga psicológica y ambiental ante recorridos cada vez más largos.

El diseño habitacional. Lo que más caracteriza a los desarrollos habitacionales producidos tras la reforma, además de su ubicación periférica, es su homogeneidad y monotonía, su gran escala y la poca oferta tipológica. Se les llegó a bautizar como las “islas

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urbanas de mini casitas” o “los palomares” (Figura 22). Para el 2003, de acuerdo con Castro et al, el 75% de los conjuntos sólo ofrecía un prototipo de vivienda y el 69% ofrecía vivienda de un solo precio (2006, pp. 460/470). Ambas estadísticas son un reflejo de la homogeneidad material y social que caracterizan a los conjuntos. Los mismos autores señalan que con el afán de sistematizar la producción y beneficiarse de las economías de escala, la producción de prototipos idénticos por todo el país provoca una inadaptación a los contextos naturales de cada zona geográfica. Uno de los aspectos más conflictivos de la vivienda periférica, es que no ofrecen la posibilidad de crecimiento o lo ofrecen a costa de condiciones de habitabilidad negativas, tales como cancelar patios de iluminación y ventilación, o someter la estructura a cargas para las que no fueron diseñadas (2006, p. 461). Otro aspecto negativo por destacar del conjunto radica es la falta de transporte público, servicios y comercio adecuados debido a su remota localización. Por último, a pesar de contar con espacios públicos, que por reglamento se exigen, estos están por lo general desatendidos y abandonados por un alto estigma de inseguridad relacionados con ellos y por una falta de mantenimiento por parte de las autoridades o de los habitantes mismos.

Figura 22

Conjuntos habitacionales financiados por el Infonavit

Nota: Ecatepec (izquierda) y Querétaro (derecha). Adaptado de Paisajes Siniestros., de Jorge Taboada, 2018. ©

Los Promotores inmobiliarios. Inicialmente, los más favorecidos de la desregulación financiera fueron los promotores de vivienda, quiénes fueron vistos como un medio para solventar el rezago habitacional y promover el desarrollo del mercado, a la par que fueron fondeados por instituciones de crédito públicas. Sin embargo, a diferencia de los países desarrollados en los que hay un sector que produce vivienda con apoyo y recursos del Estado, y otra que produce vivienda con recursos privados, en México, “las empresas capitalistas productoras de vivienda dependieron fundamentalmente de los recursos administrados por los organismos públicos de vivienda” (García Peralta, 2010, pp. 44-45). Las viviendas fueron

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vendidas a precios comerciales, aún y cuando habían sido producidas a través de economías de escala y, simultáneamente, muchas de ellas contaban con subsidio del Infonavit. Esto se tradujo en a una mayor ganancia para el inmobiliario (Puebla, 2002, p. 223). La participación del sector privado en vivienda fue mayor que en otras áreas de política social, pero esa fue la solución que se planteó como única al rezago habitacional. La confluencia entre Estado, mercado inmobiliario y capital financiero garantizó la rentabilidad de las inversiones financieras, tras la reforma al Instituto en 1992 hasta antes del 2008.

Algunos de los problemas generados por la política de desregulación en la que los promotores inmobiliarios son los principales actores de acuerdo con Castro son:

• desarticulación entre la producción habitacional de los desarrolladores y la planeación de desarrollo urbano

• desatención en la calidad y habitabilidad de los productos habitacionales que se están subsidiando y financiando. (2006, p. 474-475).

Lo anterior se puede reflejar en uno de los más grandes problemas que los conjuntos habitacionales presentan hoy en día: la vivienda abandonada. Lo anterior es un reflejo o distorsión a causa de la sobreoferta de vivienda barata y mal localizada, pero financiada y subsidiada por el Estado. Se estima que en el 2011 había más de 4.6 millones de viviendas abandonadas por su inadecuada ubicación y su falta de servicios (Fundación CIDOC y SHF, 2011) . Otro de los problemas es la falta de supervisión por parte del Infonavit. Si observamos la Figura 23, ya para cuando el proyecto lleva un avance del 35% es cuando el proyecto “nace” en el Instituto. La desarticulación entre el gobierno municipal y el Infonavit queda muy evidente en el proceso señalado.

Figura 23

Proceso de desarrollo de un conjunto de viviendas por parte de los desarrolladores y el Infonavit

Nota: Elaboración propia con base en entrevista con el Ing. Álvaro Leos, noviembre 2018

Terreno en breña (factibilidad de servicios)

Proyecto Urbanístico (Vo.Bo. de Desarrollo Municipal)

Proyecto de viviendas (Autoriza-ción de Desarrollo Municipal)

Se sube al RUV (urbani-zación sin vivienda construida)

Orden de verificación (en este momento se entera)

Infonavit comienza a dar seguimiento al paquete (a través del verificador cada 15 días)

Al 35% del avance de la construcción el constructor le pide al Infonavit que emigre el paquete (el proyecto naceen Infonavit)

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Impacto de la reforma al Infonavit

La reforma al Infonavit mejoró sustancialmente el incremento en el nivel de recuperación crediticia y, por ende, los recursos del Instituto. Por otra parte, con la erradicación de la prácticas clientelares que tenían los sindicatos al controlar la asignación de los créditos, los derechohabientes pudieron elegir libremente su crédito en lugar de que les fuera asignado (Coulomb & Schteingart, 2006). Sin embargo, de acuerdo con Puebla (2002) la reforma tuvo algunos efectos negativos. Primero, en la lógica de garantizar la total recuperación de los créditos se ha optado por desplazar el crédito hacia los asalariados de mayores ingresos (en promedio es de 6 sm) quedando el 61% de los derechohabientes sin posibilidades de adquirir uno. Por otra parte, al cambiar el criterio de selección de la demanda, priorizando la estabilidad del empleo, se dejó fuera a los trabajadores de la maquila o de la construcción. Además, la falta de adecuado control sobre lo que se oferta “ha propiciado la formación de un mercado de vivienda muy específico, apoyado por las instituciones públicas; es decir, un mercado inducido. Se trata de un apoyo explícito del sector público al privado y no de un libre mercado” (p. 238). Dicho de otro modo, el mercado se siguió comportando como si fuera el estado de bienestar, no como mercado en sí, un mercado cautivo porque la compra ya la tenían garantizada. Por último, al dejar de constituir reservas territoriales el Instituto ha dejado el suministro del suelo al mercado, encareciendo el costo de los desarrollos o alejándolos hacia la periferia. En la Tabla 9 se proporciona un resumen de los cambios efectuados en el Instituto.

Tabla 9

Cambios efectuados en el Infonavit tras la reforma de 1992

INFONAVIT 1972-1992 INFONAVIT TRAS LA REFORMA

Población atendida entre 1 y 4 sm

Se incluye a los que ganan más de 4 sm / promedio 6 sm

Objetivo Coordinar y financiar programas de

construcción de conjuntos habitacionales

Otorgar créditos individuales para la adquisición de vivienda de terceros

Forma de trabajo

Infonavit ejerce control sobre el desarrollo de obras ejecutadas

Desarrollador ejerce control sobre el desarrollo de obras ejecutadas

Tipo de fondo

Solidario Revolvente

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Organismos bancarios FOVI SHF, SOFOLS, Banca Privada

Suelo Reservas territoriales

Reforma al artículo 27 constitucional que facilitaron la incorporación de

suelo ejidal al desarrollo urbano en la periferia

Supervisión Infonavit Desarrollador / programas de calidad

y evaluación sostenible

Nota: Elaboración propia adaptado con base en Del intervencionismo estatal a las estrategias facilitadoras. Cambio en la política de vivienda en México, por Puebla, C., 2002, México, D.F.: El Colegio de México y Entre el estado y el mercado - La vivienda en el México de hoy, por Coulomb, R., & Schteingart, M., 2006,.México, D.F.: Miguel Angel Porrúa

Monterrey, líder en oferta de vivienda y créditos

La reforma al Infonavit en 1992 tuvo repercusiones muy impactantes en la ZMM, de las más significativas en el país. Pareciera que la vocación industrial de la ciudad permeó y estimuló el desarrollo acelerado de la industria de la producción de vivienda en esta tercera etapa, teniendo como consecuencia una gran expansión de la mancha urbana.

El despegue de la oferta. Primero, debemos considerar las características socioeconómicas de la población de la ZMM para comprender lo sucedido en estos años. Históricamente, la región se ha caracterizado por una sólida industria manufacturera. Esto ha llevado a que, de acuerdo al Reporte Anual de Vivienda Infonavit del 2019, la región noreste, comprendida por los estados de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila, ocupe el segundo lugar con el mayor salario promedio en todo el país, tras la región centro que ocupa el primero (p. 56). A la par, a pesar de ser un porcentaje alto, la región presenta el menor porcentaje de todo el país de empleados de menos de 2 salarios mínimos con 52.9% vs. 60.8% de la región centro y 75.4% de la región sur (ibid.). Por lo tanto, la ZMM cuenta con un mayor porcentaje de empleos formales, y mayor sueldo con relación al promedio del país, situación que facilita el acceso a un crédito del Infonavit.

Ahora bien, debido a la escasez de disponibilidad de tierra ejidal, dado que el 99.7% ya había sido regularizado para el año 2006 (IVNL, 2007, p. 41), los desarrolladores buscaron terrenos en la periferia de la ciudad que fueran rentables para la construcción de vivienda en serie (Villarreal, 2010b). En ellos, construyeron grandes islas urbanas de miles de casa en serie, con poca diversidad en la oferta, tanto en precio como en diseño. El costo promedio por vivienda en la ZMM estuvo dentro del rango del promedio nacional durante esta etapa debido a los terrenos periféricos económicos que los desarrolladores habían adquirido, a que la industria de la vivienda está integrada verticalmente (desarrollan, construyen y venden), y a economías de escala a través de prototipos.

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Fue así como Nuevo León se ha constituido en el mayor oferente de vivienda durante el siglo XXI concentrando el 14.55% de la producción total del país (SNIIV con acceso el 12 de enero de 2021). Como se puede ver en la Figura 24 a partir del 2007 despega la producción, cayendo tras la crisis del 2008 y vuelve a ascender en el 2010 para volver a caer hasta el 2014 cuando presenta su monto máximo de oferta. Posteriormente, la oferta ha venido disminuyendo, situación que se homologa con el resto de los estados del país.

Figura 24

Número de viviendas ofertadas en la ZMM 2006-2020 según la Comisión Nacional de Vivienda

Nota: Adaptado sniiv.conavi.gob.mx con acceso el 12 de enero de 2021

A la vez, ocupa el primer lugar en monto y número de créditos otorgados como se puede observar en la Tabla 10 que expone a los cuatro mayores estados en otorgamiento de créditos. Referente que Castro et al. remarcan como una distribución desigual entre los estados, dado que mientras 108 empresas desarrolladoras ofertaban vivienda en Nuevo León en el 2003, en Guerrero sólo 7 (2006, p. 450).

Tabla 10

Créditos otorgados por estado 2015-2020

Nuevo León Jalisco Edo México Chihuahua

2015 núm. créditos 80,790 55,607 50,356 48,523

monto* $17,073 $11,768 $9,180 $5,291

2016 núm. créditos 51,344 37,433 25,961 19,984

9,225

68,552 63,440

57,786

68,704

57,664

48,144 46,861

71,882

44,991

37,216 33,981

38,714

26,570 25,725

-

10,000

20,000

30,000

40,000

50,000

60,000

70,000

80,000

2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020

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monto* $15,746 $10,508 $9,224 $5,922

2017 núm. créditos 51,999 38,377 30,602 20,790

monto* $17,949 $12,216 $11,960 $6,978

2018 núm. créditos 49,462 33,274 31,390 19,619

monto* $18,755 $11,908 $13,129 $7,213

2019 núm. créditos 45,747 28,993 31,391 20,026

monto* $20,161 $11,966 $14,211 $8,539

2020 núm. créditos 38,676 27,152 25,324 15,197

monto* $17,430 $11,406 $11,628 $6,844

Nota: Adaptado de sniiv.conavi.gob.mx con acceso el 12 de enero de 2021 * cifras en millones de pesos

En un estudio realizado por el Centro Mario Molina (Molina, 2012) Monterrey obtuvo el Índice de Sustentabilidad de la Vivienda (ISV) más alto del país con 48 puntos (en escala de 0 a 100, lo que indicaría un calificación media-baja, en comparación con Cancún (41), Tijuana (42) y Valle de México (42). En el estudio se identifican buenas prácticas municipales en materia de gestión de agua residuales y residuos sólidos, así como los mejores gastos en vivienda y transporte en proporción al ingreso. Curiosamente, los retos se ubicaron en materia de organización social, factor que ya habíamos mencionado en la etapa anterior como recurrente por uno de los promotores sociales del Infonavit en 1978.

Ahora bien, algo discrepante sucede cuando observamos los números de créditos por tipo de vivienda y rango salarial y la población económicamente activa del estado (Tabla 11 y Figura 25). En cuanto a la población dirigida, tras la reforma de 1992 y a pesar de que el Programa Sectorial de Vivienda 2001-2006 así lo demandaba, se dejó de atender a los de sueldo menor a 2 sm en la mayoría de los casos, como se expuso en la sección anterior. Sin embargo, ente el 2010-2020 ha sido la población más atendida a través de la vivienda económica y popular representando entre un 60-80% de la oferta como se observa en la tabla. La vivienda tradicional ha sido la vivienda que más ha crecido duplicando su oferta del 2015 al 2020. Por otra parte, la vivienda media y residencial cuentan con la participación más baja del mercado, pero destaca que en 10 años su participación prácticamente se ha duplicado para la residencial, y la media ha multiplicado su oferta por 2.3 veces.

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Tabla 11

Créditos por tipo de vivienda en Nuevo León (porcentaje)

2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020 Económica y popular (40-50 m2)

78.29 74.80 71.80 62.53 69.28 76.53 71.86 70.18 69.54 65.64 60.37

Tradicional (71m2) 15.05 17.34 19.64 18.39 13.78 12.13 14.31 15.90 16.40 18.60 24.91

Media (102 m2) 4.77 5.49 6.02 11.26 10.92 8.16 10.32 9.94 10.17 12.06 11.04

Residencial (156 m2) 1.89 2.37 2.54 7.82 6.02 3.18 3.51 3.98 3.89 3.70 3.68

Nota: Adaptado de sniiv.conavi.gob.mx con acceso el 12 de enero de 2021

Figura 25

Créditos por tipo de vivienda en Nuevo León (porcentaje)

Nota: Adaptado de sniiv.conavi.gob.mx con acceso el 12 de enero de 2021

¿A qué está relacionada la oferta de la vivienda es la pregunta? Si observamos el ingreso salarial histórico en Nuevo León 2010-2020 (Figura 26) y lo contrastamos contra los créditos otorgados por rango salarial, nos podemos percatar que no hay correlación entre la demanda habitacional según ingreso con lo que tanto el Instituto está financiando y los desarrolladores de vivienda están ofertando. Mientras que la población de 1 a 2 salarios mínimos se ha multiplicado 2.5 veces, la oferta de vivienda económica y popular, en cambio, ha decrecido más de 22% en el mismo tiempo.

0.00%

10.00%

20.00%

30.00%

40.00%

50.00%

60.00%

70.00%

80.00%

90.00%

2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020

Economica y popular 40-50m2

Tradicional 71m2

Media 102 m2

Residencial 156 m2

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Figura 26

Población ocupada según ingreso salarial en Nuevo León 2010-2020 (número de personas)

Nota: Adaptado de INEGI Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo con acceso el 12 de julio de enero de 2021

Figura 27

Créditos por rango salarial en Nuevo León (salarios mínimos)

Nota: Adaptado de sniiv.conavi.gob.mx con acceso el 12 de enero de 2021

Otro de los sucesos que evidencian la efervescencia que presentó la ZMM en materia habitacional fue la creación del Instituto de Vivienda de Nuevo León en el 2003. Sus objetivos eran:

0

200,000

400,000

600,000

800,000

1,000,000

1,200,000

2010

/04

2011

/04

2012

/04

2013

/04

2014

/04

2015

/04

2016

/04

2017

/04

2018

/04

2019

/04

2020

/04

2021

/01

Población ocupada coningresos de hasta un salariomínimo

Población ocupada coningresos de más de 1 hasta 2salarios mínimos

Población ocupada coningresos de más de 2 hasta 3salarios mínimos

Población ocupada coningresos de más de 3 hasta 5salarios mínimos

0.00%5.00%

10.00%15.00%20.00%25.00%30.00%35.00%40.00%45.00%50.00%

2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020

2.60 o menos

2.61 a 4

4.01 a 6

6.01 a 9

9.01 a 12

mas de 12

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I. Promover, coordinar e impulsar los programas de construcción de la vivienda de interés social en Nuevo León, enfocados principalmente a la atención de la población de escasos recursos económicos.

II. Impulsar el desarrollo de conjuntos habitacionales que mejoren la calidad de vida de los habitantes

III. Promover la constitución de reservas territoriales que prevean áreas para el desarrollo habitacional de grupos populares de bajos recursos, así como el del equipamiento de infraestructura de servicios que se requiera (Ley del Instituto Estatal de Vivienda. Art. 3. 24 de diciembre 2003).

Sus objetivos demuestran la incursión institucional en su intención de guiar al mercado de vivienda hacia un producto de mejor calidad que atienda las necesidades de los grupos de bajos recursos. Uno de los proyectos más interesantes que el Instituto realizó durante esta etapa y que respondía a los objetivos antes mencionados fue el conjunto habitacional de Las Anacuas (2010) ubicado en el interior del municipio de Santa Catarina y diseñado por la firma chilena Elemental, la cual es reconocida por sus proyectos de vivienda incremental. Fue el primer proyecto de la firma fuera de su Chile natal, lo que nos hace reconocer el esfuerzo del Instituto por innovar en materia habitacional. El proyecto consistió en 70 viviendas articuladas en un edificio continuo de tres pisos de altura alrededor de un área común central. En sección, se superponen una vivienda en el primer nivel y un departamento dúplex en el segundo. El diseño consideró el crecimiento incremental de las viviendas, por lo que inicialmente se entrega sólo “la mitad” de la vivienda (40m2) tomando en cuenta las buenas tradiciones auto constructivas de la población de la ciudad.

La estructura de la vivienda fue construida desde el inicio y se dejó al habitante concluir la obra sólo con los muros cuando lo requiriera, pudiendo ampliar la vivienda a 58 m2, y a 76 m2 en el dúplex. Fue una solución que preveía la ampliación de una manera ordenada. De este modo, se redujo el precio de venta inicial y se ofrecía la posibilidad de una vivienda con mejor ubicación urbana que las periféricas, que constituían el parque habitacional ofertado en ese entonces. El proyecto reconocía y respondía a uno de los problemas más complejos de vivienda en la ZMM: el conciliar ubicación y precio óptimos. Sin embargo, la influencia que dicho ejercicio tuvo en el resto de las ofertas habitacionales en la ciudad fue nula. Se hubiera esperado que de lo aprendido bajo la construcción de este esquema incremental se repitieran sus características en otros proyectos, pero no fue el caso lamentablemente, aunque son las prácticas como estas, las que están buscando solucionar el problema de vivienda en lugar de intensificarlo.

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Figura 28

Conjunto habitacional Las Anacuas, Santa Catarina

Nota: En la imagen inferior se observa en amarillo el área autoconstruida por los habitantes. Adaptado de (s/n), de Ramiro Ramírez, (s/a) ©.

Por su parte, Fomerrey, también continuó con acciones habitacionales durante esta etapa y su labor ha sido muy importante en atender a la población de bajos recursos para los que no se ofertan casas construidas. De 1998 a julio de 2003, por ejemplo, vendió un total de 14,645 lotes y reubicó a más de 1,332 familias asentadas en zonas de alto riesgo, a la par, regularizó un total de 25,477 lotes otorgando escrituras a sus propietarios (Duhau & Cruz Rodríguez, 2006). Para el 2009, como menciona Villarreal (2010b), contaba con 303 fraccionamientos, que representan el 18.85% de la viviendas de la zona metropolitana de

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Monterrey tomando como base el 2005. Como todo organismo político, Fomerrey todavía tiene mucho que mejorar, empezando por eliminar las prácticas clientelares y su utilización como instrumento de cooptación política. Sin embargo, no se puede subestimar el valor que ha ofrecido a la ciudad, organismo que inició como una respuesta a las presiones de activistas sociales urbanos y que acabó siendo una alternativa al suelo para aquellos que el resto de los organismos federales no tenían nada que ofrecerles.

Consecuencias territoriales. Nuevo León es el estado más urbanizado del país, dado que la ZMM concentra un 92.3% de la población del estado actualmente (INEGI, censo 2020). Esto es evidente en la dimensión de su mancha urbana, la cual desde la década de los cuarenta ha venido incrementándose. Presenta un policentrismo de las actividades económicas y una suburbanización de las familias (Aparicio et al., 2011, p. 194). Sin embargo, la mayor expansión del tejido urbano sucedió durante esta última etapa, cortesía de los cambios en la política gubernamental en materia habitacional.

Entre 1990 y 2019, la población aumentó 1.8 veces pero la expansión territorial aumentó 2.7 (Ponce López et al., 2020). Esto provocó una baja de densidad poblacional del 32%, es decir, de 7,746.5 hab/km2 en 1990 a 5,248 hab/km2 en 2019. En otras palabras, el crecimiento territorial creció a una tasa un 80% mayor a la poblacional. El período de mayor expansión coincide con el de los programas de vivienda del gobierno de Vicente Fox (2000-2006) y de Felipe Calderón (2006-2012), períodos en los que combatir el rezago de vivienda fue prioridad sin importar las consecuencias.

Tabla 12

Porcentaje de crecimiento de la mancha urbana

1990-2000 32%

2000-2010 53%

2010-2019 23%

Nota: Adaptado de “Forma urbana y vivienda en México: caso de estudio metropolitano entre 1960 y 2019”, de Ponce López, R., Lozano García, D. F., Fajardo Turner, S., Pacheco Solano, P., & Landín Quirís, A. S. (2020), Vivienda Infonavit, 4(1), 76–93.

La Tabla 12 nos muestra cómo la expansión se desacelera durante la segunda década del siglo XXI, y fue durante ésta, que los efectos de las políticas habitacionales previas se comenzaron a manifestar. Estos efectos no fueron exclusivos a la ZMM sino que se observaron en todo el país. El sesgo de visualizar a la vivienda de forma individual, en lugar de sistémicamente junto con el suelo, el transporte, la educación, etcétera, es el generador de múltiples problemáticas urbanas y sociales. Primero, en los nuevos territorios conurbados en la

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periferia predominan los estratos de ingresos bajos, provocando una segregación socioespacial dramáticamente diferenciada42. Las distancias que deben recorrer los habitantes desde la periferia, ya sea para acudir a su trabajo, escuela o algún comercio genera que el gasto diario en transporte ronde alrededor del 29% de su sueldo (Ponce López et al., 2020); esta situación segregativa social deprime la oportunidades de movilidad social, como lo remarca Solís (citado en Schteingart, 2015b, p. 408).

Por otra parte, dado que el ajuste del presupuesto municipal se da cada 10 años con los números que surjan de las encuestas censales, aquellos municipios, como García y Juárez, de ultra crecimiento periférico y cuyo crecimiento poblacional fue posterior al censo del 2010, cuentan con un presupuesto no ajustado a su realidad actual. Por ejemplo, durante el programa de reordenación territorial Monterrey Metro 2040, el dirigente de desarrollo urbano del municipio de Juárez, Esaú González Arias, expresó que dado que no contaban con suficiente presupuesto para seguridad, en los conjuntos habitacionales se habían constituido micro gobiernos vecinales que hacían que todos terminaran resguardándose (“Monterrey Metro 2040”, octubre 18, 2018, UANL Unidad Mederos, Monterrey, NL).

Otro de los grandes problemas que enfrenta la ciudad es el de la vivienda deshabitada o abandonada y, tal como lo evidencia la tabla inferior, son los municipios de ultra crecimiento periféricos que fueron sujetos a proyectos masivos de miles de viviendas los que presentan el mayor porcentaje de vivienda abandonada como García y Juárez. Incluso en Pesquería, ¡había más casas deshabitadas que habitadas! Muchos son los motivos por los que una casa se puede abandonar, pero en estos casos podríamos atribuirlo a la ubicación ofertada, no sólo por su distancia del resto de la ciudad, sino por el poco desarrollo comercial que no se dio a la par, por la falta de transporte público adecuado y la falta de servicios educativos suficientes para toda la población de dichos conjuntos.

Tabla 13

Parque Habitacional de la ZMM 2010

Municipio Habitadas Deshabitadas Uso

temporal Total

Deshabitadas total (porcentaje)

Apodaca 133,171 28,790 5,018 166,979 17%

Cadereyta Jiménez 24,085 7,069 3,988 35,142 20%

Ciénega de Flores 6,485 4,636 1,601 12,722 36%

42 Mientras que los municipios centrales han cambiado su vocación social hacia sectores poblacionales de

ingresos medios a y medio-altos.

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El Carmen 4,376 2,162 839 7,377 29%

García 38,788 21,320 5,549 65,657 32%

General Escobedo 89,378 16,865 4,909 111,152 15%

General Zuazua 14,744 6,365 3,400 24,509 26%

Guadalupe 172,309 20,061 4,433 196,803 10%

Juárez 65,972 26,042 5,784 97,798 27%

Monterrey 297,668 37,069 11,313 346,050 11%

Pesquería 5,767 6,024 1,867 13,658 44%

Sabinas Hidalgo 10,025 2,564 1,902 14,491 18%

Salinas Victoria 8,543 3,819 1,883 14,245 27%

San Nicolás de los Garza

115,398 10,914 2,810 129,122 8%

San Pedro Garza García

31,914 3,053 701 35,668 9%

Santa Catarina 67,058 8,912 2,314 78,284 11%

Santiago 11,672 2,071 4,370 18,113 11%

21%

Nota: Adaptado de https://sniiv.conavi.gob.mx/oferta/parque_habitacional.aspx con acceso el 12 de enero de 2021

Otro reto que el diseño de conjuntos habitacionales presenta es una mejor elaboración de los reglamentos constructivos. Por ejemplo, en García, las autoridades se quejan de que los desarrolladores acomodan las reglas a su antojo, dado que sólo se estipula un porcentaje de suelo que debe ser destinado a uso común, pero no se estipula como debe ser dispuesto. En muchas colonias se evidencia la pulverización de dicho porcentaje de suelo de uso común en pequeños baldíos de 3 y 5m2, normalmente al final de las cuadras, que en su totalidad no contribuyen al espacio urbano, como lo muestra la figura inferior.

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Figura 29

Terreno baldío destinado al uso común de la colonia Riberas de Capellanía, García.

Nota: En lugar de contemplar un solo espacio público que contemple los metros cuadrados totales que por ley se exigen, los desarrolladores de esta colonia sólo dejaron libre un espacio al final de cada cuadra que lo terminan utilizando para basura.

Como se hizo evidente a lo largo de esta tercera etapa, la reforma al Infonavit de 1992 junto con la desregulación de la tierra y la mayor atribución a nivel municipal de la Ley General de Asentamientos Humanos (LGAH) aunado a las políticas habitacionales durante los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, lograron solventar el problema del rezago habitacional pero con sus debidas consecuencias de expansión territorial y mercantilización de la vivienda. El gobierno ha perdido su capacidad de supervisión al delegar el tema habitacional al mercado, y en consecuencia, y a falta de coordinación entre los diferentes órganos de gobierno, las ciudades metropolitanas (Monterrey no es la excepción) han visto expandida su mancha urbana con grandes islas habitacionales que presentan problemas urbanos y sociales. Tal como lo establece Shimbo: “La autonomía de los agentes privados representa uno de los principales riesgos de ese tipo de políticas habitacionales a medida que hay una ausencia de control público sobre algo que necesariamente impacta en la configuración de las ciudades” (2012, p. 195). Por otra parte, el enfoque cuantitativo como solución productiva, soslaya el cualitativo, que se evidencia en la monotonía, la homogeneidad de los conjuntos y la falta de espacio público atractivo que incentive relaciones comunitarias dentro de los conjuntos. Definitivamente, los más favorecidos de esta etapa no fueron los habitantes, sino los desarrolladores. No obstante, mientras que en la mayoría del territorio nacional siguen sin atenderse las acciones habitacionales para los estratos más bajos, en Monterrey se dio respuesta

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a través de Fomerrey y se atendieron a una gran cantidad de personas en estas condiciones, mas el problema persiste para muchos. En el siguiente cuadro se contrastan las dos formas de producción para el periodo.

Tabla 14

Reforma al Infonavit y vivienda de mercado (1992 - a la fecha) FEDERAL LOCAL

Contexto

Disminución de la participación del Estado en las acciones habitacionales salvo el

financiamiento permitiendo una mayor participación del mercado en su producción.

Gran expansión urbana debido a especulación del suelo y maximización de utilidades de

desarrolladores.

Expansión urbana crece a un ritmo mayor al poblacional. Boom de la industria de vivienda. Crecimiento de vivienda en periferia y aparición del problema de

vivienda deshabitada. Continuación de labores de Fomerrey.

FORMAL INFORMAL

Tipología Vivienda unifamiliar, departamento y dúplex Vivienda unifamiliar

Tenencia y pago de crédito

En propiedad. Créditos obtenidos del Infonavit, de bancos hipotecarios privados

(SOFOLES) y banca privada

Vivienda en propiedad a un plazo de siete años con un enganche e intereses del 9%

anual

Proyecto promovido por INFONAVIT FONAHPO (FEDERAL) y FOMERREY

(LOCAL)

Población atendida

Se incluye también a los derechohabientes que reciben un salario mayor a los 4 s.m. /

promedio 6 s.m.

población de bajos recursos (menor a 3 salarios mínimos)

Financiamiento de proyectos

El gobierno ofrecía créditos puente a las desarrolladoras de vivienda a través del SHF y

de las mismas SOFOL

Todas las aportaciones en dinero, bienes muebles e inmuebles y demás recursos asignados a su favor por el Gobierno

Federal, Estatal, o Municipales, personas físicas o morales, públicas o particulares / Lo que reciben por ventas, y rendimiento

de inversiones

Suelo

Tras la venta de reservas territoriales del Infonavit y la reforma al artículo 27 que facilitó la incorporación de suelo ejidal al

desarrollo urbano, los desarrolladores adquieren suelo barato en la periferia de las

ciudades

Continúa con su reserva propia que ha ido adquiriendo en el tiempo y tras la

regularización de colonias.

Construcción Promoción inmobiliaria de desarrolladoras de vivienda Autoconstrucción

Nota: Elaboración propia.

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Conclusión

Se podría concluir, que durante la primera etapa la vivienda fue para los empresarios uno de los principales medios de control y acceso a la fuerza laboral. Durante la segunda, la vivienda fue un importante medio de cooptación política para el partido hegemónico de los principales movimientos urbanos ante la creciente expansión urbana a causa de la migración campo-ciudad. Finalmente durante la tercera, la vivienda fue un medio de desarrollo económico del país y vehículo para la creación de la industria de vivienda y fortalecimiento de la construcción. En suma, como se hizo evidente a lo largo de este capítulo, la vivienda ha sido un medio para otros fines, pero no para su habitar. Las políticas de vivienda nunca han estado orientadas de acuerdo con lo que la vivienda significa para sus habitantes y sus necesidades cambiantes.

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4

MARCO METODOLÓGICO: estrategia de investigación,

desarrollo de trabajo de campo, recolección de datos y análisis

Introducción

Este capítulo presenta la justificación metodológica en el que la investigación está basada así como también la aproximación que guía el diseño metodológico y los métodos empleados. Se explicará la utilidad del modelo de apropiación empleado, se describirán las colonias seleccionadas y su razón de haber sido elegidas, la selección de caso de estudio como metodología empleada y el uso de los métodos de cuestionario, entrevista a profundidad, observación directa, documentación gráfica, documentación fotográfica y diario de campo. Finalmente, se describirá la manera en que se construyó el modelo de “habitar apropiando” resultado del análisis y codificación de los datos recogidos en campo.

Aproximación metodológica

Cómo se estableció en el capítulo 1, esta investigación reconoce que la relación entre un individuo y su entorno es dinámica (Gibson, 2015) y mutuamente constitutiva (Yaneva, 2016) lo que se denomina como una aproximación ecológica. Dicho de otro modo, un individuo y su casa se van formando recíprocamente en el tiempo y con esta aproximación se rompe la dicotomía habitante/vivienda. A la par, el significado que la casa tiene para sus habitantes no es un atributo intrínseco de la casa como objeto, sino que emerge de las formas de interacción entre el individuo y su vivienda (Coolen, 2006) lo que nos lleva a establecer que la vivienda es por tanto un medio, no un fin en sí mismo (Clapham, 2005; P. King, 2003). A la par, la

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investigación se enfoca en una de las dinámicas de dicha relación que es la apropiación, acción que hace evidente dicha dinámica de forma espacial, material y/o social a través del descubrimiento, transformación o creación de affordances o posibilidades de acción en la vivienda.

Para observar la apropiación, se tomaron modelos teóricos de estudios previos sobre el tema y se construyó un modelo de apropiación desde esta aproximación (ver capítulo 1). Reconociendo que el acto de apropiar la casa tiene un significado que no es medible en términos cuantitativos, se eligió un enfoque cualitativo que busque describir y comprender la manera en que la apropiación incide en la identidad y apego del habitante con su vivienda, su colonia y su comunidad. Ante el reconocimiento de todo lo anterior, se eligió contrastar vivienda en la que la apropiación es inherente al proceso de producción y otra en el que la apropiación se lleva a cabo posteriormente a su construcción: la vivienda de producción social y la vivienda institucional, respectivamente, con el objetivo de que dicha contrastación arroje claridad en los resultados de la dinámica.

Diseño de la investigación

El diseño de la investigación se basó en la selección de múltiples casos de estudio y una estrategia cualitativa de varios métodos que serán detallados con posteridad. Para los casos de estudio se eligieron dos formas de producción de vivienda popular: la financiada por el Infonavit y la construida a través de producción social de vivienda o autoconstrucción. De estas dos maneras de producir vivienda, se seleccionaron tres colonias, cada una de diferente longevidad en el contexto de la zona metropolitana de Monterrey. Esto con el propósito de analizar las incidencias que tanto las diversas etapas del contexto de producción de vivienda en la ciudad, como la temporalidad tienen en los resultados. De cada colonia se analizaron cinco casos de estudio para completar un total de treinta casos distintos.

Estudio de caso

El estudio de caso es apropiado a fenómenos que involucren un pequeño número de casos con un gran número de variables insertándolas en su contexto mayor (De Vaus, 2013). El contexto es importante porque el comportamiento se desarrolla en un medio ambiente y su significado es condicionado por él. El fenómeno de habitar una vivienda es amplio y multidimensional y, por lo tanto, apropiado para analizarlo sin que se pierda de vista su totalidad. Sin embargo, aunque el método de caso busque no dejar de lado esta amplitud, debe tener un enfoque, como señala De Vaus, basado en el de la apropiación.

Ahora bien, dado que el estudio de caso es utilizado para generalizar una teoría más que describir la estadística de una población , “los casos en un diseño de investigación de casos de estudio son seleccionados estratégicamente más que de manera estadística, y son

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seleccionados como pruebas críticas a una proposición teorética, “ (De Vaus 2013: 247) lo que Glaser y Strauss (1967) señalan como un muestreo teórico. Por eso la amplitud de los criterios para tener una muestra diversa en la que se puedan contrastar variables distintas que puedan abonar al modelo de apropiación y entender sus resultados en un contexto más amplio. Los criterios de selección de casos de vivienda fueron:

• Ubicación: Zona metropolitana de Monterrey (ZMM) • Tipología: vivienda unifamiliar popular43 • Colonia: Infonavit o Producción Social • Tenencia: En propiedad • Antigüedad: desde la década de los sesenta, época del paracaidismo, hasta el presente

Las seis colonias elegidas para selección de casos se muestran en la figura a continuación.

Figura 30

Mapa de la Zona Metropolitana de Monterrey con las colonias seleccionadas para la investigación.

Nota: Elaboración propia a través del Google Earth©

43 Por vivienda popular se entiende aquella que está destinada a los estratos socioeconómicos bajos. En

Infonavit se denomina vivienda popular a aquella que tiene una superficie de 50 m2 o menos.

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Acceder al interior de una vivienda y entrevistar a su habitante, cosa que esta

investigación requería, no es algo que las personas permitan fácilmente. Por lo tanto, se contactó a Vía Educación, una organización social que tiene un programa llamado Red Sumarse 2.0 que trabaja en la regeneración de colonias de vivienda popular. A través de una facilitadora que colabora con ellos, Cynthya Solís, se tuvo contacto con los habitantes en las distintas colonias, salvo en Los Encinos. En esta última, se contactó directamente a la directora del centro comunitario de la colonia y ella nos contactó con personas que estaban dispuestas a ser entrevistadas. En las colonias referenciadas por Vía Educación, el primer acercamiento fue a través de uno los vecinos con los que ya habían colaborado; posteriormente el entrevistado nos refería a otros vecinos que también habitaban ahí. Esto ayudó a generar la confianza para que nos permitieran ingresar a las viviendas, a entrevistarlos y a tomar las fotografías. De los 30 casos de estudio, sólo uno no nos permitió ingresar al interior. El trabajo de campo se llevó a cabo entre octubre del 2019 hasta febrero del 2020. Las personas entrevistadas fueron adultos y propietarios de su vivienda. En la mayoría de los casos, se entrevistó a la mujer de la casa, que presentó mayor disponibilidad, sin embargo hubo casos en que ambos hombre y mujer participaron, o en que madre e hija participaron.

En los casos se analizaron los procesos de apropiación, su significado y sus efectos de manera retrospectiva. Las unidades de análisis son múltiples y el caso de estudio es la herramienta ideal para estos casos (De Vaus, 2013). La unidad de análisis es el proceso de apropiación en sus diferentes formas: material, social, espacial, económica y simbólica, su significado y sus efectos (identidad y arraigo) tanto en el individuo como en su conjunto habitacional.

Estudios de caso: la muestra

Los casos de estudio se localizan en la Zona Metropolitana Monterrey cuyo contexto ya fue descrito en el capítulo 2. La mayoría de las ciudades mexicanas presentan vivienda producida tanto de formas sociales como institucionales, sin embargo lo que hace particular a Monterrey es la atención que se le ha dado a la producción social de vivienda o autoconstrucción a través de instituciones como Fomerrey. Por lo tanto es un escenario ideal para contrastar las dos posturas en cuanto a la experiencia de producirlas y habitarlas. En la siguiente tabla se muestran las colonias seleccionadas y sus características principales.

Tabla 15

Información general de colonias seleccionadas

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Categoría PSV Infonavit PSV PSV Infonavit Infonavit

Colonia Lázaro

Cárdenas

Constituyentes de Querétaro I y

III

Ciudad CROC

La Ermita

Colinas del Río

Los Encinos

Año de construcción

1967 1974 1984 1995 2000 2015

Ubicación Monterrey San Nicolás Guadalupe Santa

Catarina García García

Relación de la colonia con

el tejido urbano

Entre el tejido

urbano, primer

contorno U2

Entre el tejido urbano

Entre el tejido

urbano

En el margen del

tejido urbano, primer

contorno U2

En el margen del

tejido urbano, primer

contorno U2

Fuera de los límites del

tejido urbano, Segundo

contorno U3

Número de habitantes

3733 7726 3484 5090 2559 información no disponible

Proceso de formación de

la colonia

Posesionario dividió en

lotes

Infonavit, primera etapa

Sindicato vendió

terrenos

Fomerrey vendió

terrenos

Infonavit, mercado

Infonavit, mercado nueva ley

Área del conjunto

24.4 ha / 907

viviendas

40 ha / 2280 viviendas

19.75 ha / 873

viviendas

26.5 ha / 983

viviendas

12.1 ha / 494

viviendas

28 ha / 1800 viviendas

Área de los lotes

Entre 90 y 200 m2

Entre 90 y 160 m2

105 m2 90 m2 112 m2 90 m2

Tipologías presentes

Vivienda unifamiliar

(1 y 2 pisos)

Vivienda unifamiliar,

dúplex, multifamiliares de

3 y 4 niveles

Vivienda unifamiliar (1 -3 pisos)

Vivienda unifamiliar

(1 y 2 pisos)

Vivienda unifamiliar (1 y 2 pisos, 2 modelos)

Vivienda unifamiliar,

dúplex y casa-tienda

Nota: Elaboración propia con base en Inventario Nacional de Vivienda

Colonias Infonavit. Constituyentes de Querétaro Sector I y III en San Nicolás es de las primeras colonias de la etapa inicial del Infonavit en la ciudad en los setenta (Figura 31) (ver Figura A.5 en anexo para listado completo de casos de estudio). Fue diseñada bajo todos los manuales de diseño urbano que proveían, con muchas tipologías distintas dentro del conjunto y amplios espacios públicos e infraestructura y servicios. Sin embargo el deterioro es muy evidente: grafiti pinta la mayoría de los edificios de apartamentos y las zonas comunes

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presentan abandono. Los efectos del desgaste en las relaciones sociales se evidencian en el aire desconfianza con el que miran las personas en la calle. La población de raíz permanece en un 60% pero ya son adultos mayores que trabajaron toda su vida en alguna de las industrias cercanas. La violencia del narcotráfico acabó con la seguridad de la colonia y ahora el estigma permanece. Ni las viviendas unifamiliares ni el espacio público fueron apropiados a lo largo de los últimos cuarenta años. En algunas viviendas todavía permanece la pintura original. La única comunidad que existe aquí es la virtual, en una página de Facebook con la que los colonos se identifican.

Figura 31

Vista aérea colonia Constituyentes de Querétaro I y III Sector, planta baja típica e imagen vivienda CQ-5.

Nota: Lo que esta señalado son las transformaciones que los habitantes le hicieron a su casa. Elaboración propia a través de Google Earth©, Floorplanner © y fotografía tomada por la autora.

Colinas del Río es una colonia del Infonavit de mercado producida a finales de los noventa en el municipio de García (Figura 32) (ver Figura A.8 en anexo para listado completo de casos de estudio). En un paisaje plano, seco y gris se levantan dos modelos de viviendas de un piso, muchas de ellas abandonadas, en un conjunto lineal y monótono. Las áreas designadas como comunes fueron pulverizadas en las esquinas; su vocación actual es la de basureros. No hay plantas, no hay verde, no hay colores vivos en las construcciones. El paisaje es gris, y gris esta la comunidad también según señalaron los facilitadores de Vía Educación que ya habían trabajado ahí. Originalmente fue poblada por migrantes intermunicipales para los cuales era su única opción de vivienda. Por lo que al paso de los años, han abandonado las casas buscando una mejor opción. Una que otra casa se ha transformado en restaurante, disminuyendo seriamente el ya pequeño espacio que les quedaba para vivir. Destaca por tener la mayor incidencia de actos delictivos de todas las colonias estudiadas. La colonia en la noche

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permanece en lo que parece un “toque de queda”. La falta de mezcla intergeneracional, que otras colonias sí presentan, tiene sus repercusiones sociales y es una bomba de tiempo. Los niños están creciendo en la calle, bajo un contexto de mucho consumo de drogas y ambos padres están trabajando. No hay espacios públicos dignos, sombreados y verdes, por lo que la generación de sentido comunitario no se propicia. No hay algo que la colonia propicie o genere por lo cual sus habitantes se sientan orgullosos de su esquina en la ciudad.

Figura 32

Vista aérea colonia Colinas del Río, planta baja e imagen viviendas típicas.

Nota: Elaboración propia a través de Google Earth©, Floorplanner © y fotografía tomada por la autora.

Los Encinos es una colonia de 1800 casas construidas por la desarrolladora “Hogar Futuro” en el año 2015 a las afueras del municipio de García (Figura 33) (ver Figura A.9 en anexo para listado completo de casos de estudio). En su mayoría está poblada por migrantes intermunicipales de familias jóvenes. Su diseño consiste en hileras de casas en el sentido norte-sur con una calzada en el centro y un parque longitudinal en su costado. Se diseñaron cinco modelos distintos de vivienda, incluyendo el modelo “casa-tienda” en la calzada que contempla de antemano un espacio comercial en la planta baja y la vivienda en la parte superior. Ya algunas muestran depósitos o restaurantes en el primer nivel. La colonia está muy alejada de todo, y está enmarcada por la maravillosa vista del cerro del Fraile. Al no tener equipamiento urbano, el desarrollador, a través de su fundación y con la necesidad de que no se le deteriora el resto del conjunto, construyó un centro comunitario que tiene el objetivo de ofrecer cursos a los colonos y de ayudarlos a autogestionarse. A la fecha el comité de vecinos ya logró conseguir que una ruta del camión pase por su colonia. El jardín de niños se ubica temporalmente en el centro comunitario y la primaria está ubicada en unidades móviles dentro del parque. A pesar de su monotonía, no tiene el estigma de una colonia de Infonavit y el desarrollador comentó en entrevista de la necesidad de generar comunidad para garantizar el

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éxito del conjunto y de su producto (entrevista con Zacarías Méndez de “Hogar Futuro”, febrero 11, 2019).

Figura 33

Vista aérea colonia Los Encinos, planta baja típica e imagen viviendas típicas.

Nota: Elaboración propia a través de Google Earth©, Floorplanner © y fotografía tomada por la autora.

Colonias de Producción Social de Vivienda (PSV). Situada en el margen del municipio de Monterrey con Escobedo y San Nicolás en las faldas del Cerro del Topo Chico, la Colonia Lázaro Cárdenas (1967) yace desde hace más de 40 años (Figura 34) (ver Figura A.4 en anexo para listado completo de casos de estudio). Originalmente fue poblada por trabajadores de la planta de Zinc Nacional que se encuentra frente a ella. Cuentan que el tamaño de los lotes dependía de que tan borracho estaba el líder cuando los distribuía. La población en su mayoría es de raíz y se apropian de las calles ya entrada la mañana, ya sea para convertirlo en su taller, en su estacionamiento o en mercado. Las mujeres tienen una organización vecinal llamada “Las Damas de Hierro” que se han convertido en delegadas ante el municipio para promover mejoras en su colonia. La colonia parece un catálogo de materiales y acabados de construcción. Las casas ya están consolidadas en su mayoría y, aunque ya han pasado los años, siguen bien mantenidas y no se observa grafiti en ellas. Carecen de infraestructura y el pequeño centro de salud e iglesia fácilmente se pueden confundir con el resto de las casas por su escala. La colonia presenta una fuga de adolescentes por falta de acceso a educación secundaria. Lo que más distingue a esta colonia es su desorden físico, de calles de anchos variables, con viviendas de materiales y diseños diversos, pero que dentro de todo están unidos por una comunidad cohesiva, organizada y activa.

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Figura 34

Vista aérea colonia Lázaro Cárdenas, en las faldas del Cerro del Topo Chico y vista vivienda LC-1 y vivienda vecina.

Nota: Elaboración propia a través de Google Earth©

Ciudad CROC (1984) es una colonia de producción social organizada por el sindicato de la CROC durante los ochenta (Figura 35) (ver Figura A.6 en anexo para el listado completo de casos de estudio). Está ubicada en la frontera del municipio de Guadalupe con el de Juárez. Para ser una colonia de autoconstrucción está muy ordenada: el trazo de las calles y su pavimento, el respeto a la banqueta, sus parques bien cuidados y su pavimento y luminarias LED. El primer nivel de las avenidas principales es comercial, mientras que las viviendas se ubican en la parte superior. La población está compuesta en su mayoría por adultos mayores que fueron construyendo sus casas de manera gradual. Son familias económicamente activas y originarios de poblados cercanos, y/o de estados como Zacatecas y San Luis. Las casas están bien mantenidas y pintadas de colores. Las más antiguas tienen rejas en las ventanas y en los accesos a la vivienda, mientras que algunas más recientes no. Esta zona sufrió de daño colateral de la guerra del narco al quedar en el paso de Juárez, zona de narcotraficantes, a Guadalupe zona de venta. Destaca un mural en honor a tres miembros de la comunidad asesinados con su respectivo altar. No hay grafiti ni deterioro, salvo en la colindancia con la zona industrial. Las mujeres tienen una organización vecinal llamada “Mujeres hacia el cambio” que se encargan de cuidar el parque y organizar eventos comunitarios. La CROC en particular, fue un ejemplo de un punto medio entre orden y libertad en el diseño, que no se vio en otras colonias de producción social, porque mientras que la colonia mantiene un trazo ordenado en la trama urbana a través de lotes regulares, cada propietario construye con libertad un diseño que le apetezca.

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Figura 35

Vista aérea colonia Ciudad CROC y vista vivienda CC-5

Nota: En la imagen de la izquierda se hace evidente las diferentes etapas de evolución de la vivienda y sus diferentes grados de consolidación. Elaboración propia a través de Google Earth©

Figura 36

Vista aérea colonia La Ermita y vista vivienda LE-5 y poste de luz apropiado por los fans del equipo de futbol Rayado.

Nota: Elaboración propia a través de Google Earth©.

La Ermita (1995) es una colonia de producción social situada en la parte más alta de la urbanización del Cerro de las Mitras en el municipio de Santa Catarina (Figura 36) (ver Figura A.7 en anexo para el listado completo de casos de estudio). La colonia se diseñó en varias etapas y por varios sectores. Entre ellos mismos la denominan como “El Chipinque de los pobres” por sus vistas privilegiadas al resto de la ciudad. Se construyó por migrantes huastecos, hace más de treinta años. Comentan los facilitadores de Vía Educación que hasta las mujeres echaron mezcla con todo y niños en brazos. Destaca de esta colonia su identidad expresada en

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sus macetas con plantas de su lugar de origen y altares en las entradas a las casas, así como también la marcación de los postes con rayas de colores según si son Tigres o Rayados. Las casas, diversas todas en sí, llegan a tener hasta 4 pisos, gracias a las pendientes que el terreno les provee, albergando a más de una decena de familiares pero separándolas por pisos, lo que les da privacidad a los diferentes miembros de los hogares. La población de la Ermita es en su mayoría de raíz, lo que concuerda con la gran cohesión que existe entre sus miembros. Frente a La Ermita, tajantemente dividida a través de un muro, una colonia de Infonavit perfectamente bien construida, con sus casas iguales todas muy enfiladas y La Ermita enfrentándola, gris, caleidoscópica y amarrada al cerro. Lo anónimo del mercado frente a la multivariada identidad de la sobreviviente autoconstrucción, divididas por el “muro de Trump” como le llaman, con púas que encierran a las casas iguales mostrando una clara y deliberada segregación autoimpuesta.

Perfil de los habitantes. Antes que nada, es necesario señalar que las personas entrevistadas fueron adultos y propietarios de su vivienda (Tabla 16). Ahora bien, el perfil del habitante varía según la forma de cómo se ha producido la vivienda, presentando dos realidades de una misma ciudad (Tabla 17). En las colonias de Infonavit la población participa de manera activa y formal en los procesos de la ciudad. Esto lo podemos ver en cómo, aunque sean originarios del estado, al participar en la formalidad deben migrar de municipio para adquirir una vivienda a un crédito accesible. Su dedicación laboral es predominante industrial. La formalidad también, en la mayoría de los casos, les ha exigido que trabajen ambos para completar el pago de la casa y también se muestra en cómo, por las dificultades iniciales que presenta poder pagar una casa, la unidad habitacional llegue a ser extendida y por eso el grado de hacinamiento es mayor que en las de PSV.

Por otra parte, la población de PSV es una población migrante que está al margen de la ciudadanía, es decir en situación de informalidad, y que llegó a la ciudad para salir adelante y progresar. Estos valores se permean no sólo en que cada quién busca tener su espacio, por eso la unidad habitacional es nuclear y el grado de hacinamiento es menor que en Infonavit, sino también en el rol que las mujeres tienen tanto en conseguir el terreno como en construir la casa. Su situación liminal respecto al resto de la población los lleva a buscar quedarse cerca de su familia extendida permaneciendo en el mismo municipio y también se refleja en cómo las mujeres valoran quedarse cerca del cuidado de sus hijos. Eventualmente logran la formalidad, como su ocupación mayormente industrial lo refleja, e incluso algunos llegan a adquirir una segunda casa de Infonavit como inversión, no para vivir en ella.

Se pensaría que la situación de formalidad de los de Infonavit estuviera relacionada con el grado de escolaridad, pero en la muestra seleccionada no fue el caso. En ambas formas de producción el porcentaje mayor de población educada con 53.2% es de educación básica, otro 33.3% llega a la preparatoria y en su mayoría es con una especialidad técnica y sólo el 13.3% tiene una educación profesional. Esto se correlaciona con el tipo de trabajo que desempeñan ambos grupos.

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Tabla 16

Listado completo de viviendas y datos sociodemográficos de entrevistados

Nota: Elaboración propia en base a datos recogidos de cuestionario

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Tabla 17

Perfil de los habitantes de las colonias de Infonavit y de las colonias de PSV INFONAVIT PSV

Unidad habitacional Familia nuclear y extendida Familia nuclear

Lugar de origen Nuevo León Estados vecinos: Coahuila, Tamaulipas, San Luis y Zacatecas

Grado de hacinamiento 4.4 3.6

Ubicación previa Migración intermunicipal Mismo municipio

Grado de escolaridad

53.2% educación básica, 33.3% preparatoria o educación técnica, educación superior 13.3%

Trabajo Industrial o autoempleo / trabajan los dos

Industrial o autoempleo / trabaja el hombre (mujer se enorgullece de

poder estar en su casa)

Rol de las mujeres Aportan al pago del crédito Aportaron consiguiendo el terreno y apoyando la construcción de la casa

Nota: Elaboración propia en base a datos recogidos del cuestionario.

Métodos de investigación empleados

Para la investigación se emplearon varios métodos de recolección de datos que se describirán a continuación. La mayoría de los estudios de apropiación y vivienda utilizan los mismos métodos pero los combinan de distinta manera según el objetivo de investigación. Algunos emplean entrevista a profundidad y fotografías (García-Huidobro et al., 2010; Sanín Santamaría, 2018; Zamorano, 2013). Otros utilizan entrevista a profundidad e investigación de archivo (Boudon, 1979; Ureta, 2007). Por último, hay investigadores que optan por observación directa y registro fotográfico (Bamba Vicente & Costa Sepúlveda, 2017; Tames, 2004) u observación directa y archivo (Trabalzi, 2010). Esta investigación emplea métodos similares a los anteriores, como se observará a continuación, a excepción de la documentación gráfica la cual es apropiada para analizar las transformaciones materiales que los habitantes llevaron a cabo en sus viviendas.

Cuestionario. Al inicio de cada visita, anterior a la entrevista, se aplicaba un cuestionario en el que se recogía información detallada de cada uno de los habitantes, de su

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vivienda anterior y su vivienda actual en cuanto a espacios, servicios, e equipamiento de la colonia como se muestra a continuación. La recolección de datos inicial del cuestionario permitió discernir el capital cultural y social con el que contaba el entrevistado. Este cuestionario tomaba alrededor de 10 minutos, y permitía hacer el primer acercamiento con el entrevistado. Durante la aplicación de este, se hacía evidente un poco de la historia de cada habitante en cuanto a su vivienda y el proceso de cómo fueron adquiriendo los servicios para los casos de colonias de PSV. A su vez, eran preguntas cerradas y sencillas que hacían que el entrevistado se sintiera seguro y cómodo con el proceso para la entrevista a profundidad que estaba por venir (ver Figura A.2 en anexo).

Entrevista a profundidad. El objetivo de esta investigación es comprender la relación entre los habitantes y sus viviendas y cómo se constituyen mutuamente, por lo que la entrevista es la fuente más importante para los estudios de caso y el mejor método para recolectar las experiencias y percepciones de las personas. Las preguntas buscaban recoger datos acerca de la historia de su casa, los cambios que le hicieron, el uso de sus espacios, lo que significa para ellos y su relación y apego a su casa y su colonia.

La entrevista llevaba en promedio 40 minutos y dado que era un tema muy íntimo y personal, la autora tiene que confesar que a veces acabamos llorando juntos. En un principio algunas personas con experiencia en trabajo de campo comentaban que al entrevistar a alguien se les debería de dar algo a cambio. Se decidió no hacerlo, y sin darnos cuenta lo que les dimos fue nuestro tiempo y nuestra escucha. Al hablar de su casa y recolectar aquellas memorias, que indudablemente van ligadas a la vida propia, fue cómo un viaje de concientización, de empoderamiento y reconocimiento del entrevistado y de lo mucho logrado materializado en aquella construcción que llamamos casa.

La entrevista completa se localiza en la Figura A.3 en Anexos. Las diez preguntas fueron depuradas de cuarenta que se tenían inicialmente a través del consejo de la geógrafa Mariana Gabarrot y de la Lic. Betzabé Triana, directora del programa Red Sumarse 2.0, ambas con amplia experiencia en campo. La entrevista fue grabada, con autorización previa y posteriormente transcrita.

Documentación fotográfica. Con el objetivo de obtener un panorama general de la casa y sus transformaciones, se tomaron fotografías 360 en el interior de las viviendas. Cabe mencionar que sólo nos dieron acceso a las áreas públicas de las casas y en algunos casos excepcionales la mostraron toda. Se decidió respetar a los habitantes y sus espacios más íntimos desde la primera entrevista y esta fue una limitante que la investigación presenta. Las imágenes se tomaban con una cámara de 360 grados sobre un trípode que se manejaba a través de una aplicación, técnica que resulto poco invasiva. Para documentar el exterior de las viviendas se empleó una cámara fotográfica regular y se registraron a la vez, detalles característicos o que distinguieran a cada casa en particular.

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Documentación gráfica. En un inicio se planeaba hacer un levantamiento de cada vivienda pero en la evolución de la planeación de la investigación se concluyó que este sería proceso muy invasivo. Por lo tanto, a sugerencia del asesor Rubén Garnica, se decidió pedirle a cada entrevistado que realizaran un dibujo de su casa. Para los de Infonavit, se les pidió que con azul dibujaran su casa original y que con rojo marcaran los cambios realizados. Para los de PSV, se les pidió que me marcaran con números (1,2,3…) el orden de construcción de cada uno de los espacios. La mayoría se mostraban renuentes a hacerlo, pero al final accedían. Incluso hubo algunos que sacaron regla para hacerlo con mayor precisión. Estos gráficos complementaron a las fotografías 360° para comprender la configuración del resto de los espacios que no se tuvo acceso y poder dibujarla posteriormente en los gráficos 3D.

Figura 37.

Dibujo EN-3

Nota: En azul se muestra la vivienda original y en rojo las transformaciones que le ha hecho. Elaborado por Candy, residente de EN-3.

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Figura 38

Dibujo LE-2

Nota: Enumerando en rojo el orden en que se fueron construyendo los espacios de la vivienda. Elaborado por hija de Cecilia.

Observación directa de la colonia. Para complementar los datos anteriores, previo a las entrevistas, se realizaron visitas de reconocimiento a las colonias. Así mismo, se realizó una documentación fotográfica de cada una poniendo especial énfasis en sus diversas tipologías (en el caso de Infonavit), en el equipamiento, accesos al conjunto, calles, banquetas y áreas comunes.

Figura 39

Observación directa de la colonia I

Nota: Izquierda: Parque Ciudad Croc. Derecha: Canchas La Ermita.

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Figura 40

Observación directa de la colonia II

Nota: Izquierda: Tipología departamentos Constituyentes de Querétaro con marcas de apropiación en la elección de pintura. Derecha: Escuela primaria temporal en Unidades Móviles en colonia Los Encinos.

Diario de campo. A sugerencia de la Dra. Gabarrot, se llevó un diario de la investigación en campo. En este se describía la experiencia posterior a cada entrevista, señalando los posibles prejuicios que se tenían antes de su realización. Mientras se iba avanzando en la ejecución de las entrevistas estos prejuicios fueron disminuyendo, así como también la capacidad de aguantar la entrevista sin llorar con ellos.

Almacenamiento de datos

Los datos recopilados fueron almacenados de manera física y digital. Digitalmente, se conservaron en computadora, en un disco duro y en Google Drive. Se clasificaron primero por fecha, luego por colonia y luego por cada caso particular. En el drive se guardaron los audios de las entrevistas y sus transcripciones, el cuestionario, el dibujo y las fotografías de cada caso.

Cuestiones de ética y seguridad

Antes de cada visita, como práctica ética, se les informaba a los entrevistados sobre el proceso a realizarse. A su vez, se les pedía autorización para grabar la entrevista y tomar fotografías. Se les informaba sobre el uso posterior de sus datos para fines académicos y se les pedía firmar su consentimiento en un aviso de privacidad que leían previamente. Sólo una persona no lo firmo porque no sabía escribir. En cuanto a cuestiones de seguridad, considerando que algunas de las colonias visitadas presentan altos índices de delincuencia, se decidió sólo hacer visitas de día e ir por lo menos dos personas.

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Poder y posicionamiento

De acuerdo a Smith (2006) durante una entrevista existe una “dinámica cambiante de poder y posicionamiento” (p. 647). Estas relaciones tienen que ver con asuntos de género, edad, lugar, origen y expectativas de los entrevistados. Reflexionar sobre estos temas previo a las visitas nos concientizó de los posibles problemas de relación de poder que se pudieran generar.

En el caso de esta investigación, existía una gran desconfianza hacia la autora previo al proceso de entrevista. La percepción de inseguridad es muy alta en la zona metropolitana de Monterrey y el permitir a un desconocido al interior de su casa es un acto de confianza no muy común en estos días. Fue determinante llegar a las entrevistas con referencias de las asociaciones que apoyaron la investigación, tanto para generar seguridad como para equilibrar la balanza de poder.

Análisis de los datos

A partir de la información recopilada a través de los diferentes métodos de investigación, se procedió a hacer una sistematización de los datos recogidos durante las entrevistas, las fotografías 360 y las regulares, y los dibujos de los entrevistados. Se llevó a cabo un análisis del discurso de las entrevistas con la ayuda de la herramienta NVIVO. A raíz este análisis, se construyó un modelo llamado “habitar apropiando” cuya elaboración se explicará a continuación.

Construcción del modelo de habitar apropiando

El modelo es un resultado de varios procesos de codificación y síntesis de los datos recogidos en campo en base a la estructura teórica de la investigación apoyado en métodos de codificación de primer y segundo nivel para investigaciones cualitativas recomendados por Saldaña (2016).

A partir de las premisas teóricas elaboradas en el primer capítulo, se analizaron en una primera vuelta los datos obtenidos en campo. Primero se partió de un método elemental – la codificación estructural – la cual consiste en clasificar los datos en base a categorías preconcebidas desde la entrevista; codificación apropiada a transcripciones de entrevistas según Saldaña (2016). Esta primera codificación permitió ordenar lo recogido en campo. Las categorías de análisis que aquí surgieron eran: apropiación y sus diferentes formas, la comunidad y sus relaciones, identidad, apego, casa propia, significado, familia y uso. Sin embargo, el resultado fue poco profundo y permanecía en un nivel descriptivo. Por lo tanto, fue necesario revisar literatura adicional que permitiera analizar de manera más profunda los resultados a los que la apropiación conducía, la identidad (Gustafson, 2001; Twigger-Ross & Uzzell, 1996) y el apego (Hidalgo & Hernández, 2001; Low, 1992; Scannell & Gifford, 2010; Seamon, 2013).

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Posteriormente, se hizo una segunda codificación, estructural de nuevo, para detallar mejor lo analizado en esta primera vuelta. Tras esta se construyeron las siguientes categorías: manifestaciones del apego, proceso de formación de lugares, y principios constitutivos de la identidad a través de un lugar.

Las siguientes codificaciones, de métodos elementales también, fueron sugeridas por los datos mismos en aquella información que requería de una mayor profundización analítica, ya no descriptiva. Primero, dado que la investigación busca recuperar la voz de los habitantes, la codificación de In Vivo parecía la más apropiada, dado que se enfoca en rescatar las frases más pertinentes del propio vocabulario de los entrevistados y así discernir sus categorías culturales. De aquí se reiteró la importancia de la categoría casa propia y la del apego, y se encontró una nueva, que tenía que ver con una acción: el habitar activo y el habitar pasivo y sus repercusiones. El habitar activo evidencia que la apropiación es llevada a cabo en la vivienda de manera progresiva (Tapie, 2014) y, sobre todo, en el caso de Latinoamérica, los cambios que hacen a su vivienda van ligados al patrón de evolución familiar, es decir, la casa crece cuando la familia crece (García-Huidobro et al., 2010). Esto va en línea con lo descrito en la Capítulo 2 dónde se expone a la vivienda como un proceso. Diametralmente opuesto a esta práctica está el habitar pasivo, aquel dominado por la habituación a espacios prototípicos que se aceptan inevitablemente, aunque no sean lo más óptimos (Boils, 1995; Espinosa Ortiz et al., 2015; Goldhagen, 2017).

Se procedió a seguir codificando dos rondas más, pero ahora con métodos afectivos (Saldaña, 2016): la codificación de valores y la codificación de versus. ¿Por qué se eligieron esas? Parecía que la relación del habitante con su casa y la categoría de apego ameritaban una profundización desde lo afectivo que no viniera de lo preconcebido y ver que podía emerger de sus propias voces. El significado que la casa tiene para ellos ya se había codificado desde la primera vuelta, pero durante las entrevistas era evidente como iban expresando sus creencias al establecer porque tomaron ciertas decisiones. De la codificación de valores se encontraron varias categorías al respecto: valor de la autonomía familiar, percepción negativa del INFONAVIT, valor negativo de rentar, deber de solidaridad. El valor de la autonomía familiar concuerda con lo encontrado por Carmagnani (2011) sobre el proceso de secularización del siglo XX que dio prioridad a la familia y a la individualidad redefiniendo las normas comunitarias. También concuerda con lo que expone Lindon (2005) sobre el mito de la casa propia que promueve “modos de vida individualizantes” destejiendo los lazos que unían a la comunidad sin reemplazarlos por otros. Por otra parte, la codificación de versus parecía adecuada utilizarla por la manera en que los entrevistados constantemente utilizaban a los otros para describirse a sí mismos. De esta codificación se encontraron las siguientes categorías: cultura de clase y cultura económica, las cuales resultan en línea con el establecimiento de fronteras Bauman establece que, “se están trazando las fronteras entre nosotros y ellos con más rigidez que nunca” (2007, p.75) y esto concuerda con ambas categorías encontradas en las voces de los habitantes que disciernen entre sus prácticas, filiaciones políticas y orígenes.

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Una vez terminada esta segunda vuelta de codificación de primer ciclo, se sentía que faltaba una columna vertebral que sostuviera a todas las categorías y de alguna manera sintetizara y organizara lo obtenido. Para estos casos Saldaña (2016) sugiere una codificación teorética, la cual consiste en elucidar el tema principal de la investigación o la categoría central que identifique el problema, conflicto o preocupación de los participantes, y en el que todas las otras categorías se integran sistemáticamente alrededor de ella. Esta categoría principal ayuda a responder a las preguntas del cómo y el porqué de ese concepto: ¿cómo trabaja? ¿cómo se desarrolla? ¿cómo se compara contra otros? y ¿por qué se desarrolla en ciertos contextos? Por lo tanto, se llegó a la conclusión que la categoría principal era la actividad de la apropiación, pero no la apropiación como concepto, sino como acción: el habitar apropiando. Un concepto así reconoce la dinámica de habitar entre el habitante y su casa como un proceso, la identidad como una construcción y el apego como un factor de cohesión. Posteriormente, se procedió a dar respuesta a las preguntas que Saldaña planteaba en base a los datos, y sin embargo, el resultado seguía sin estructura, sólo era una manera más o diferente de explicar lo mismo.

Por lo tanto, se procedió a continuar con las recomendaciones de Saldaña, y en la sección de “After Second-Cycle Coding” sugería unas estrategias para enfocar el contenido – precisamente lo que el análisis estaba demandando. Su estrategia de “study’s trinity” pide identificar las 3 principales categorías del estudio y entrelazarlas en un diagrama de Venn. De manera exploratoria se comenzó a dibujar los círculos con las categorías, pero había un problema, se tenía 4 categorías en lugar de 3: apropiación, identidad, apego y comunidad. La categoría de comunidad era muy importante para el estudio dado que fue un resultado no esperado de estas interacciones. Se comenzó intercalando las cuatro categorías (apropiación, identidad, apego y comunidad) y acomodando los datos encontrados en las diferentes partes del esquema: las generales en las grandes categorías, y en las intersecciones de estas, las que se derivaban de las relaciones entre estas (ver Figura 41).

En un inicio, en las intersecciones se habían escrito conceptos, pero se concluyó que más bien eran interacciones y estas debían estar señaladas más bien como verbos del habitar: habitar edificando, habitar apreciando, habitar distinguiendo y habitar identificando (Figura 41 - Segundo modelo). Habitar edificando recoge la idea de que la construcción de la casa como un lugar es un proceso, y que este proceso construye a la par la identidad del habitante. Habitar apreciando, establece como se van construyendo los lazos entre el habitante y su casa y por se caracteriza por dar valor a la casa no como objeto de consumo sino como un repositorio de memorias, de orgullo y de familiaridad. Habitar distinguiendo y habitar identificando, son las relaciones emergentes de la identidad y el apego en torno a la comunidad; dado que en la actualidad las comunidades se definen cada vez menos por el territorio que habitan (Jacobs & Manzi, 2014), esto concordaba con lo recogido en la codificación de nosotros vs. ellos.

Ciertas subcategorías no cabían en el esquema y a la vez, eran como obstáculos hacia el habitar apropiando por lo que se localizaron fuera del esquema: sumisión, encuentros fortuitos negativos, des-intensificación de un lugar, apego a la propiedad, falta de uso de espacios públicos. Posteriormente se transformaron también a habitares disfuncionales: habitar pasivo, habitar

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desprendido, habitar atomizado y habitar alienado (Figura 41 - Segundo modelo). Curiosamente, existe más literatura sobre estos habitares disfuncionales que sobre los funcionales. Lindón (2005) habla del habitar al rechazo atópico, refiriéndose a cuando un habitante utiliza la casa como mera localización, como cuando sólo se utiliza la casa como dormitorio, y también habla del habitar utópico replegado a un micro lugar, cuando se valora la casa pero no se hace extensivo al entorno, un habitar por posesión no por pertenencia. Su primer habitar disfuncional es similar al habitar atomizado y su segundo es similar al habitar desprendido. El habitar atomizado, a la vez, concuerda con lo encontrado en la codificación de valores, el valor de la autonomía familiar que se contrapone al de la comunidad. Por otra parte Lewicka (2011), en una clasificación que hace del apego, presenta tres tipos caracterizados por su falta: alienación, place relativity y placelessness. Mientras que los últimos dos presentan una relación indiferente al lugar y se relacionan con los dos de Lindón, la alienación plantea algo diferente: su relación con el lugar es negativa. Se caracteriza por un desprendimiento social del barrio, establecido en la poca confianza y relaciones vecinales como también en el poco interés por el lugar y su desarrollo. Estas son las mismas características encontradas en el habitar alienado. Y por último, el habitar pasivo, ya se había planteado con anterioridad tras la codificación de In Vivo, en que el habitante se somete a las condiciones de la vivienda aunque no sean buenas.

No obstante, el esquema de cuatro círculos se complicaba, porqué además había que definir los conceptos en las áreas dónde se intersectaban tres de las categorías principales. En un principio se llamó a estos “valores” (arraigo, confianza, solidaridad, valor) pero se sentía un poco forzado. Entonces se elaboró un esquema sin intersecciones para evitarlo (Figura 41 – Tercer modelo).

Figura 41

Transiciones del primer al tercer modelo.

Primer modelo

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Segundo Modelo

Tercer modelo

Nota: Elaboración propia.

A la par, por sugerencia de Dra. Eva Rivas se evidenció que identificar y distinguir son dos dimensiones del mismo fenómeno, y a la vez, sucedía lo mismo con sus habitares inversos, el alienado y el atomizado, de nuevo eran dos dimensiones de un mismo fenómeno antisocial: el social (alienado) y el espacial (atomizado). Tras una larga reflexión sobre el concepto de comunidad, se concluyó que no era una categoría principal sino más bien un resultado de la relación de la identidad y el apego, y se retomó la idea original de Saldaña de sólo utilizar tres categorías, explicando más bien, a la comunidad como un efecto o resultado de la intersección de identidad y apego como se puede observar en la Figura 42. A esa intersección se le llamó

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Habitar socializando, es decir una interacción social a través de las diferencias. Y el habitar disfuncional opuesto sería el alienado/atomizado, con sus características dimensiones social/espacial. El habitar socializando se presenta en las comunidades donde la confianza mutua está presente, como lo establece Gadamer, “la fusión que requiere el entendimiento mutuo sólo puede provenir de una experiencia compartida; y compartir experiencia es inconcebible sin compartir espacio” (citado por Bauman, 2007, p. 130).

Figura 42

Modelo “habitar apropiando”

Cuarto Modelo

Nota: Elaboración propia.

En el siguiente capítulo se expondrán los resultados obtenidos en campo de cada una de estas tres prácticas, para finalmente en el último capítulo discutir la posibilidad de habitar apropiando, como el modelo lo señala.

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RESULTADOS

Introducción

Habitamos la casa desde muchas dimensiones. Al habitarla conectamos con nosotros mismos, con quién hemos sido y en quién nos estamos convirtiendo, pero a la vez es un medio para conectar con otros, tanto con aquellos con quiénes compartimos ese habitar y con los que habitan en nuestro alrededor. La casa revela más que su propia arquitectura porque revela con lo que su habitante se identifica, lo que valora, y revela también, nuestra disposición social a lo que nos rodea. En este capítulo se expondrán las experiencias de cada uno de los treinta casos recolectados de dos formas de construir vivienda: la producción del Estado a través del Infonavit y la producción social de vivienda. En ellas veremos diferentes preferencias, prioridades, valores y significados. Y más que revelar diferentes modelos de hacer vivienda, al final se revelan diferentes maneras de habitar.

Los resultados serán expuestos en base al modelo de habitar apropiando descrito en el capítulo tercero. La relación entre el habitante y su casa se describirá en cada uno de esos habitares que conforman el modelo: habitar edificando, apreciando y socializando. Cada sección a la vez está conformada por las categorías derivadas de las voces de los propios habitantes que guardan relación con cada una. En habitar edificando se describirán los procesos de producción de la casa, las formas de apropiación y la construcción de la identidad a través de la casa. El apego y el significado serán las categorías que se elaborarán en la sección de habitar apreciando. Por último, en habitar socializando se mostrarán los resultados en cuanto a comunidad, relaciones vecinales y confianza.

Como se expuso en el primer capítulo, los datos evidencian que el habitar la casa es un proceso y que la casa es un medio para otros fines personales. Pero antes de proceder al desarrollo descriptivo de cada habitar, es importante empezar por el motivo que los origina: la idea de la casa propia, dado que esta es la fuente de todas estas relaciones.

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Casa propia, ¿por qué?

El concepto que engloba todo el resto de los resultados son las razones por las cuales los entrevistados consideran importante tener una casa en propiedad. Los motivos por los que eligieron casa propia variaron más según la edad que según la forma de producción de la vivienda.

Adultos mayores

Los habitantes de edad mayor de las colonias más longevas como la Lázaro Cárdenas y Constituyentes de Querétaro, entre otras, mostraron interés en tener casa propia por motivos de seguridad, seguridad relacionada con la tenencia y el tener un techo para la vejez.

La seguridad relacionada con la tenencia se evidencia en la ansiedad que les provoca el pensar tener que pagar una renta y no poder completarlo, como lo declara Guadalupe (LE5), “ya hace muchos años rentamos, pero no me gustó porque no íbamos a llegar al mes la renta” o Ignacia (CC5), quién en su viudez y enfermedad le consuela tener su propia casa “porque tú crees, si me hubiera dejado pagando renta qué hiciera ahorita que estoy enferma, y así no, pago mi predial cada año y ya me despreocupo por la casa”. La renta es vista como un desperdicio de dinero que se pudo haber invertido en otra cosa, como establece Sabina (CQ2) “si me pusiera a hacer cuentas, en un año, cuánto no me pude haber gastado, cuando yo me había podido haber comprado mi propio terreno” o Sotera (LC1) “pues sí porque las rentas son carísimas y en lugar de pagar lo invertía en una casa”. Por último, al no rentar sienten la seguridad de que nadie los puede sacar de su casa como lo establece Francisca (CC1) “que nadie nos tenga que correr”.

Por otra parte, a los adultos mayores les interesa tener un techo para la vejez en el sentido de no tener que estar “molestando a los hijos cuando se vayan a casar y estemos de arrimados” como dice Laura (LC4) y su postura es de “no queremos estorbar” como establecieron Mary y Antonio (CQ3). También hubo posturas que buscan su propio techo para conservar su propia autonomía como lo establece Asunción (LC3) al preguntarle por qué era importante para ella tener su casa propia:

“Por seguridad, para no andar… entra uno en edad, imagínese a estas alturas andar rodando, aquí y allá y más allá; para mi es primordial la casa porque ya no puede uno andar para todos lados y andar de arrimada, pues no, no queda, aunque sea un cuartito pero de uno, que no ande batallando, que ya ve, que quítate, que hazte para allá, para acá; y aquí en mi casa, mire, vienen mis hijos, vienen mis nietos y se ponen, haga de cuenta, aquí ellos saben que entran y salen y hacen lo que quieren y no hay problema, y en una casa ajena pues sí porque no se pueden mover, porque a lo mejor no les parece, y ésta es mi casa, viene uno y viene el otro.”

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Adultos

La mayoría de la población adulta habita las colonias de más reciente producción como Los Encinos, Colinas del Río o La Ermita. Sus motivos para elegir tener una casa propia en lugar de rentar fueron diversos. Los más sobresalientes fueron para formar un patrimonio, tener estabilidad y ser patrón de sí mismo.

Tener un patrimonio es un valor cuando uno ya tiene familia según Leticia (CR1) “es que cuando ya tienes tu familia tu ya tienes que buscar lo tuyo propio, igual ellos lo saben, que ellos tienen que hacer su futuro y hacer lo suyo propio, ser independientes”. Tener un patrimonio también es un seguro en caso de que los padres falten, “si algún día llegara a faltar, tener algo para mis hijos, dejarles algo” estableció Herminia (LE3) y además porque como dijo Norma (LE4) “no me gustaba que anduvieran viendo cara”.

Otra razón para querer una casa propia que surgió entre los entrevistados fue el concepto de estabilidad, incentivado por experiencias de niñez tanto negativas como la de Miguel (EN1):

“con algo que yo batallaba constantemente era con las escuelas, nos cambiábamos de ciudad, nos cambiábamos de colonia y era cambiarnos de escuela, entonces era un batallar para nosotros el cambiarnos de escuela, nuevos compañeros, otra vez iniciar, entonces es algo que queremos para ellas, que tengan más estabilidad.”

O positivas y buscan replicarlo como es el caso de Katia (EN5):

“Porque quería establecer a mis hijos en un lugar y no andarlos moviendo de escuela; mis papás, donde yo estuve, kínder, primaria, no me anduvieron moviendo; de que andamos rentando, ahora vámonos para acá, ya nos quitaron la casa ahora vámonos a otra escuela; entonces yo quería que mis hijos estuvieran establecidos ya en un solo lugar para que tuvieran a sus amigos desde el principio hasta grandes como yo.”

Los entrevistados buscaban casa propia también para ser patrones de sí mismos o, dicho de otro modo, tener autonomía de decisión en su propia casa. Irene (CC3) por ejemplo, pensaba que desde el día que se casara quería tener su casa “aunque no sea lujosa, pero que sea mía, que yo decida mi casa, que nosotros tomemos las decisiones en todo lo que es” dado que “uno sabe cómo se administra en su casa” como estableció Esmeralda (EN4). En México es muy común que varios miembros de la misma familia vivan juntos con sus familias respectivas, por lo tanto, otro aliciente para ser patrón de sí mismo es la evasión de conflictos familiares “porque si hay más familia son puros problemas” como afirma Lupita. Incluso la problemática

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de vivir juntos incide más allá del compartir espacio físico y trasciende al de la formación de los hijos como declara Sandra (LE6):

“para evitar problemas y la verdad es que, yo te voy a hacer franca, a veces al vivir con otras personas no educas a tus hijos como tú quieres, van aprendiendo de los demás y hay cosas de los demás que a ti no te gustan, que no quieres que aprendan”.

Por último, el tener una casa propia brinda paz como afirma Cecilia (LE2) “mi esposo decía ‘ya es de nosotros, ya sabemos si tenemos o no tenemos, si vivimos en paz o no vivimos en paz’”.

Habitar edificando

El habitar edificando es la convergencia entre la identidad y la apropiación. Bajo este apartado se recoge la idea de que la casa es un lugar en proceso que se va conformando en el tiempo y nunca es terminado. A la par, se reconoce que, a través de ir edificándola, en el caso de PSV, o transformándola, en el caso de la vivienda de Infonavit, se va forjando la identidad del habitante también. Esto se refleja desde el primer acto de apropiación que es la selección de la forma de producción, pasando por cómo se lleva a cabo, cómo es apropiada y qué otras aspiraciones tienen para con ella. Asimismo, a la par de toda esta dinámica, la identidad del habitante se va reflejando y expresando en lo que construye. Todas estas categorías serán descritas a continuación.

Selección: primera forma de apropiación.

La primera forma de apropiación de una casa es la selección como se estableció en el primer capítulo (Tapie, 2014). Se pudiera pensar que la población que habita la vivienda popular no tuvo opción, y el prejuicio común sería que aquellos de PSV están en una situación de informalidad que no les da acceso a Infonavit. Pero los resultados reflejan algo distinto, siendo la autoproducción una elección en muchos de los casos. Por lo tanto, es importante clarificar primero por qué los entrevistados seleccionaron una forma de producción versus la otra.

Los motivos por los que los entrevistados eligieron usar su crédito Infonavit para una vivienda fueron diversos. La rapidez de obtención de una vivienda versus el construirla por uno mismo fue la respuesta más común, como afirma Lupita (CR2) sobre lo dicho por su esposo sobre la forma en la que obtuvieron su casa en Colinas del Rio:

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“luego ya se dio la oportunidad de que estaba el sorteo de las casas y mi esposo dijo ‘no pues, sabes qué, no podemos hacer una casa rápido, tenemos 3 hijos, y luego los hijos o la casa’; luego dijo ‘no sabes qué, me meto al sorteo’ y le tocó suerte, fue de los primeros y ya fue cuando nos dieron esta casa”.

Ante todo, habría que considerar que en los inicios del Instituto la disponibilidad de vivienda era poca y uno requería de buena fortuna para ser sorteado. Por otra parte, durante los setenta, los predios que ofrecía Fomerrey carecían de servicios en un inicio, razón por la cual también muchos preferían comprar una vivienda ya construida como es el caso de la elección de Sabina por Infonavit: “a mí la mera verdad en una Fomerrey no me gustaba vivir porque había mucha escasez de servicios, más que todo el agua”. Por su parte Hortensia relata que fueron a ver la opción de comprar un terreno, pero al considerar que no habría drenaje sanitario su esposo se rehúso a tener un baño de pozo: “yo no quiero el terreno, porque no hay servicios, no hay drenaje.”

Por otra parte, los habitantes de las colonias de PSV señalaban como motivo para su elección no estar conformes con el pequeño tamaño de las viviendas de Infonavit “a mí nunca me gustaron las casas que fuimos a ver, estaban bien chiquitas, no me cabían mis muebles, fuimos muchas veces a ver las casas” afirmo Sotera (LC1). Interesante fue encontrar que incluso algunos de los habitantes de PSV tenían una segunda casa de Infonavit pero esa la visualizan como una inversión, como fue el caso de Norma (LE3) y Herminia (LE4) que en la actualidad viven en La Ermita lo cual prefieren:

“De hecho mi esposo con el Infonavit, sacó su casa, tenemos casa Infonavit, pero le digo a mi esposo ‘si algún día batallemos, cual venderías ¿ésta o Infonavit? ¡Bueno si la tengo terminada, Infonavit!’. La de Infonavit está en García, la tengo prestada a un compañero de trabajo. La compramos por si algún día necesitamos dinero, decía mi esposo.”’

Mientras que la selección de la forma de construcción de la vivienda sí era una elección real, para los de Infonavit, la selección de que en colonia comprar vivienda no lo era. En la mayoría de los casos, la colonia de Infonavit en la que vivían fue la que les tocó, ya fuera cuando el sindicato las asignaba o cuando el puntaje lo determinara, que era lo que les alcanzaba. Ya una vez elegida la colonia, sí tuvieron oportunidad de elegir su casa, a excepción de Constituyentes de Querétaro en la que eran asignadas. Tal es el caso de Lupita (CR2) quién expresa: “No nos dieron a escoger, nos trajeron a todos y nos dieron las llaves y sí, la agarré luego, luego. Antes era un batallar, antes no era tan fácil agarrar una casa y menos escogerla”. El costo de la vivienda también es un factor que restringe la elección y la vivienda económica está localizada en la periferia. La consecuencia de este hecho es que las familias extendidas son desintegradas al no poder continuar viviendo en la zona en la que crecieron porque el alza en

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el precio del terreno ya no lo permite. Por ejemplo, la madre de Luisa (CR3) quién ha vivido en su casa durante quince años expresa sobre sus familiares que viven en Guadalupe mientras que a ella le tocó en García: “Me vine luego, luego, y a esta niña nunca le ha gustado, es que está muy lejos de toda mi familia, y nadie viene de hecho, mis hermanos, menos mis papás, ellos no se mueven, ellos no conocen realmente mi casa.” Asimismo, Katia de la Colonia Los Encinos a las afueras de García quería permanecer cerca de sus padres, pero no le alcanzó: “Nosotros vimos muchas opciones en Escobedo, pero en Escobedo en ese entonces a él todavía no la alcanzaba”.

En contraste, los entrevistados de la vivienda de PSV permanecieron en el municipio en el que se ubicaba su vivienda anterior a la actual: Monterrey, Guadalupe y Santa Catarina, como lo muestra la Figura 43.

Figura 43

Municipio de residencia según forma de producción y municipio de residencia previa.

Nota: Cada círculo representa alguna de las colonias, salvo el último que representa dos. El color azul indica los habitantes que permanecieron dentro del mismo municipio y en rojo, se representan los habitantes que emigraron de otro municipio para residir ahí. Como se puede observar, en las colonias de Infonavit la población de migración intermunicipal es mayor a la originaria del municipio.

El mayor deseo de los entrevistados de PSV era buscar la manera de permanecer cerca de su familia y por lo tanto elegían lo que se ofreciera cerca como sostiene Francisca (CC1):

“Pedíamos no irnos tan lejos para no dejar nuestra comunidad, y aquí vivimos cinco hermanos míos, aquí en la colonia, somos once, vivimos cinco hermanos aquí, entonces, y mi esposo vive en Vaquerías a cinco minutos, no sé si sepas, entonces irnos para Cadereyta era alejarnos de la iglesia, de la familia mía, de él.”

A la vez, la oportunidad de adquirir un terreno para construir fue facilitado por relaciones sociales cercanas, como el relato de Asunción (LC3) acerca de la obtención de su terreno en la colonia Lázaro Cárdenas a través del compadre de su madre:

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“Es que era su compadre (el líder comunitario) don Goyo, ya falleció que en paz descanse, mi mamá vivía en la privada y él vivía ahí, y entonces, allá en la colonia del Topo, allá vivía, y pues de verme que andaba yo batallando, días amanecía allá y días amanecía aquí y así. Todos son regalados (los terrenos), pagamos eso de los servicios, es lo que pagábamos, y de vez en cuando le dábamos unos cinco, diez pesos, qué tanto era, como quien dice le dábamos para su pasaje, él casi no pedía, él iba y hacía como podía, sus trámites y eso, y no nos vendió.”

Por último, cabe remarcar que en la mitad de los casos de PSV fueron las mujeres quieren consiguieron el terreno.

¿Cómo se lleva a cabo?

La situación de formalidad e informalidad en que se encuentran los entrevistados influye en la manera en que la construcción o cambios en la vivienda se dan en ambas formas de producción. Estas varían en la mano de obra que es empleada, la manera en que obtienen los recursos económicos para llevarlo a cabo y el tiempo en que se van dando como lo muestra la tabla a continuación.

Tabla 18

Materializando la casa

INFONAVIT PSV

SELECCIÓN

Forma de construcción

Presencia de servicios / disponibilidad inmediata de la casa

Prefieren una casa más grande

Colonia Asignada Permanecen cerca familia

MANO DE OBRA Contratan albañil La unidad doméstica y familiares directos

RECURSOS ECONÓMICOS Aumentan los turnos de trabajo / deducen de nómina

Compran de poco a poco / tandas familiares /

ahorro

TIEMPO crédito de 20 a 30 años "al pasito"

Nota: Elaboración propia.

Mano de obra. Los cambios hechos en las casas de Infonavit fueron llevados a cabo por externos contratados por los entrevistados, tal como lo relata Blanca (CR4),

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“contratábamos a alguien, porque en eso sí, mi esposo no sabía” y Sabina (CQ2) “le pagué a un albañil y luego ya mi sueño se hizo realidad”. La única excepción fue el caso de tres hermanos en la colonia Los Encinos que se apoyaban entre ellos con los recursos económicos y la mano de obra para la construcción de las cocinas y las rejas de cada casa, como afirma Candelaria (EN3) ante la pregunta de quién construía los cambios en la vivienda, “Mi hermano y mi otro hermano, entonces les digo que cuánto necesitamos para las tres casas y pues ya empezamos a construir”.

En contraste, la casas de PSV son construidas ya sea por los habitantes solos y muchas veces con ayuda de diferentes miembros de la familia. En muchos casos fueron los padres quién ayudaban a sus hijos a la construcción como sostiene Herminia (LE3): “Mi papá, mi suegro y mi esposo venían en las tardes después del trabajo a hacer las zapatas, cimentaciones y todo. Los sábados y domingos ellos aquí se la pasaban”. A pesar de que la construcción está enmarcada en el ámbito masculino es relevante el papel que las mujeres tienen en el proceso de construcción:

“A mi papá, él hizo todo, haga de cuenta que él iba haciendo, yo iba pintando, yo agregaba mezcla para que él no se bajara y así nos la llevábamos. Le decía a mi suegro ‘pues es que si vamos a pagar a otra, pues mejor me pongo yo’, tenía que tener un ayudante.” María Elena (CC4).

También ayudaban a sus esposos, como el caso de Sandra, “Nosotros hemos construido la casa, nosotros, el piso, todo. Si, yo también he construido mi casa” o a ayudan a su hermano como declara Francisca “él nos echa la mano, nosotros, o sea él solo y nosotros, ‘ayúdame a palear, ayúdame a echar’ a llenar camiones de escombro y de todo, tengo fotografías donde estoy llenando de escombro”, relatan ambas con orgullo.

Por otra parte, algunos lo hacían solos como es el caso de Guadalupe (LE5) “Me los imaginaba y así los hacía, yo sólo nada más”, o como evidencia Asunción (LC3) quién tenía que sacar adelante su casa por sí misma:

“Como yo no tenía para pagar yo batía y echaba, hacía pisos, hacía escalones, bueno esa puerta yo la puse; sí, porque haga de cuenta que él se iba a trabajar, trabajaba fueras y el día que venía ya venía, como quien dice, ya nada más por la maleta para volverse a ir. Entonces como yo estaba sola, como yo podía hacía.”

Las mujeres de PSV demostraron ser parte de todas las fases del proceso: desde conseguir el terreno, como Herminia (LE3) y su lucha con Fomerrey, o echar mezcla y construir su casa, como María Elena (CC4) quién se autodenominó la asistente de su papá; hasta las más pequeñas, como las hijas de Oscar y Sandra (LE6) quienes con sus tinas recogían rocas del

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cerro, y hasta las de mayor edad como Asunción (LC3), quién con sus propias manos levantó muros y sigue juntando escombro para hacer su banqueta a los 73 años. Queda claro, que las mujeres muestran un interés por “hacer casa” en todos los ámbitos que esto concierne, demostrando la prioridad que le dan a tener su propia vivienda.

Recursos económicos. La formalidad también es muy evidente en las formas en las que consiguen recursos los de Infonavit en contraste a los de PSV. Los entrevistados de Infonavit a veces requerían de varios trabajos para completar el pago de la casa y mantener su gasto corriente, como asevera Antonio (CQ3) “yo trabajaba en la Bimbo… cuando salía de mi turno me echaba viajes y tenía un taxi, tenía tres chambas para completar y pagaba el estudio…estoy como el de la película ‘ya vine vieja, ya me voy vieja’”. El ‘endorgarse’ con un crédito también hizo que tuvieran que trabajar los dos como el caso de Lupita (CR2) y de Leticia (CR1) quienes contribuían al pago. Muchos aprovechan los pagos extra a final de año para invertirlos en algo como declara Sabina (CQ2):

“Cuando le dan el dinero a mi esposo, le digo “sabes qué, vamos a invertirlo en algo” que no nos lo vayamos a acabar en pura comida porque fue muy poquito lo que dieron, que nos quede algo para decir “pues esto lo hicimos con tu aguinaldo, con lo que te dieron de pensión” y pues hemos ido haciendo cositas y gracias a dios todo nos ha salido bien”

A la par, la compra de muebles para la casa lo hacen en abonos o a través del descuento en nómina “como realmente no tenemos un ingreso fuerte por semana, entonces mi esposo como ha sacado las cosas es en abonos, se lo rebajan en la nómina, primero fue la sala” afirma Esmeralda (EN4).

Paralelo a la formalidad coexiste la informalidad de la autoconstrucción con su mercado y métodos de financiamiento propios. Por ejemplo, los entrevistados de la colonia Lázaro Cárdenas relatan que había un señor que les fiaba los materiales “este material lo compramos en abonos porque un señor que venía antes aquí a vender material nos fiaba la varilla y el barroblock, así nos fuimos haciendo del material … no compramos así junto” (Aurelia LC5) e iban comprando material poco a poco, “siempre comprábamos de poquito” afirma Norma (LE4). El material lo iban guardando en el porche de su casa sin miedo a que se los fueran a robar, “no nos robaban nada, antes no que existía la maldad que hay ahorita” (Cecilia LE2). También aprovechaban los aguinaldos para hacer una compra fuerte de material, participaban en tandas como el caso de Asunción (LC3), o hasta en tandas familiares como establece Sotera (LC1): “Después con el paso del tiempo mis hijos empezaron a trabajar les dije ‘hay que hacerles sus cuartos’, entonces con un ahorro de $200 por semana que hacíamos cada uno, un tipo tanda familiar.” Algo interesante en esta categoría es la autonomía de decisión financiera que la autoconstrucción presenta. Los entrevistados mostraron con sus respuestas que ellos

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tienen el control de cuándo gastar y cuándo no, esa es la diferencia más grande contra estar sujetos a un crédito. Esto provoca que vayan formando una responsabilidad financiera adaptada a su estilo de vida sin tener que sacrificar todo para sacar la casa. Francisca (CC1) lo relata claramente:

“Divido, soy mucho de dividir, a lo mejor por eso no le avanzamos ... pero soy mucho de dividir, yo les digo a los niños ‘si a ustedes les dan $10, hijos gástese, no sé, $4 o $5 y guarde $5’ ... o sea si a mí me cae, yo sé que por ejemplo, no sé, una tanda, yo sé que tengo que pagar un recibo, ah bueno de ahí una parte, no sé, para guardar para una alacena de madera, otra parte para eso y otra parte para ir a comer”.

El no estar esclavos a un crédito, por lo tanto, les permitió invertir ese dinero en otras cosas como lo expresa Laura (LC4): “nos vamos a endeudar a 20-40 años, ‘eso vamos a gastar, mejor dáselo de estudios a mis hijos’ y eso fue lo que hicimos, mis hijos ya son profesionistas.” Y eso no resto de que su casa estuviera consolidada y terminada, simplemente el gasto o inversión en la casa se adecúa a las necesidades en el tiempo.

Tiempo. En una casa de Infonavit el crédito se paga en un lapso de 20 a 30 años según el plan, y se convierte en un compañero de peso determinante en la vida de los entrevistados como describe Juana Patricia (CR3):

“sí me sirvió haberla sacado, haberla tenido, haberme endrogado toda mi vida en eso, todavía debemos mucho, ojalá ya en 5 años se me cierre el ciclo, y diga ‘ya la terminé de pagar’, porque casi todos debemos mucho, por el rebaje de la casa pues nos tocó un sueldillo, pero a mi sí me gusta, mi idea sí era una casa.”

Ahora bien, el crédito carga con un estigma negativa, el de “endrogarse con el Infonavit”, y muchos de los habitantes de PSV eligen no hacerlo por ese motivo. Pero incluso, quisieran que sus hijos mayores tampoco lo hicieran y les sugieren que evaden echarse la ‘droga’ encima como lo evidencia Apolonia (LC2): “Entonces esos dos cuartos los hizo él porque iba a vivir ahí, la mujer no quiso, bueno se fueron a ‘endrogar’ allá, que a veces tienen para comer a veces no.” También lo expresaron algunos habitantes de Infonavit como Mayra (CR5) respecto a sus hijos: “te vas a ir a endrogar al Infonavit, mejor finca allá arriba”.

Por otra parte, la vivienda de autoconstrucción tiene su propio ritmo que podría llamarse “al pasito, poco a poco” (Guadalupe, LE5), y las ampliaciones de la unidad inicial van de la mano según cómo va creciendo la familia “que ya nació la niña y creció un poquito más, ya quería un cuarto para ella, entonces tengo como 4 años que construimos arriba” (Irene, CC3). Cuando la familia no crece, la casa tampoco lo hace, como nos cuenta Cecilia (LE2): “tampoco lo convencí mucho de agrandar la casa porque nos tardamos 9 años en encargar a la niña grande, y no nos hacía falta, éramos nomás nosotros dos”. Dado su paso lento, el estigma que

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corre alrededor de proyectos de autoconstrucción es su falta de consolidación o terminación por una parte, que es evidente al recorrer las colonias de PSV en los diferentes grados de consolidación de las casas (Figura 44) y el material siempre presente en los porches o las banquetas (Figura 45), y por otra, el estigma a nunca terminarla como le decía su padre a María Elena (CC4) “casas así de estas nunca acabas, mejor agarras una de Infonavit”, que no sólo no hicieron pero incluso el padre ayudo a construir su casa actual. Sin embargo, las palabras de Ismael (CC2) engloban muy bien el carácter y el manejo del tiempo de una casa de PSV: “o sea, este proyecto es así, a largo plazo...es que nosotros vivimos el día a como se va presentando.”

Figura 44

Consolidación irregular

Nota: Una de las dificultades de las colonias de PSV es la irregular consolidación de las casas. La casa de Ignacia lo evidencia, al tener sólo terminada la planta baja de la fachada principal.

Figura 45

Mezcla, cimbra y escombro

Nota: Evidencias de la vivienda como proceso en La Ermita (izquierda) y en Ciudad CROC (derecha)

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Formas de apropiación

La apropiación en las viviendas de PSV es inherente al proceso de construcción, mientras que las apropiaciones realizadas en la vivienda de Infonavit se manifiestan de tres formas: delimitación, negociación y transformación. Primero se explicarán estas últimas y al final del apartado se describirá el proceso de construcción la vivienda de PSV. La Tabla 19 se muestra un resumen de lo encontrado.

Tabla 19

Formas de apropiación

INFONAVIT PSV

Delimitación Barda perimetral y reja Casas más abiertas a la calle

Transformación Espacios nuevos: baños, cocina y/o recámara / personalización / emprendimiento económico

Inician monoespaciales, después van añadiendo volúmenes y distribuyendo

funciones

Negociación

Interior: espacios masculinos y femeninos

Casa: Altura bardas, Colonia: espacios compartidos

Colonia: Calle, con otras colonias: que les permitan acceso

Nota: Elaboración propia.

Delimitación. La delimitación es una apropiación espacial que consiste en demarcar espacios impulsado desde el imaginario del miedo o desde el deseo de individualización. Esta forma de apropiación es la primera que es llevada a cabo en las viviendas de Infonavit. y toma dos formas: como respuesta a la inseguridad y como búsqueda de privacidad. La primera responde al contexto de inseguridad que la ciudad ha presentado durante el período estudiado y la segunda a que las viviendas se entregan sin contar con puertas, salvo las que conducen al exterior. Lo primero que cambian en su casa es el levantamiento de bardas perimetrales (Figura 46), dado que las casas de Infonavit se entregaban sin ellas: “en primer lugar lo que más me urgía era la barda porque había mucha inseguridad” (Sabina, CQ2), aunado a que sin barda se podían meter a robar a su casa como lo expresa Lupita (CR2) “ponerle las bardas porque no tenía barda en el patio, que no se metieran porque antes robaban mucho, sacaban las cosas.”

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Figura 46

Vivienda CQ2 antes y después de ser delimitada

Nota: Elaboración propia a través de aplicación Floorplanner ©

El delimitar el predio con barda y reja ofrece también la posibilidad de tener un área de juegos para los niños al aire libre protegida de la calle y el tráfico “ya que ellos quieren estar corriendo, no estar sentados dentro de la casa” (Candelaria, EN3). A su vez, la delimitación es implementada al cancelar accesos al exterior, y sólo dejar el principal, de esa manera reducen las posibilidades de que puedan entrar a su casa a robar como el caso de Esmeralda (Figura 47).

Figura 47

Delimitación EN-4

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Nota: En combinación con otras funciones de almacenaje, la cochera se convierte en patio de juegos para los niños al ser delimitada con una reja (arriba). Planta original (izquierda) muestra el acceso de la cocina al patio de servicio y en la planta transformada (derecha) muestra su cancelación e incorporación de ese espacio a la cocina. (Esmeralda, Los Encinos, EN4) Elaboración propia a través de aplicación Floorplanner © y Carpeta Fotográfica LEJ (2019-2020).

Por otra parte, las viviendas son entregadas sin puertas. Muchas de las viviendas visitadas, seguían sin puertas al momento de la entrevista. La privacidad visual es alcanzada a través del uso de cortinas en el marco de las puertas, sin embargo, la privacidad auditiva no lo fue. (fotos las tengo en los recorridos 3D, ver kuula.co). La mayoría de las viviendas de PSV no cuenta con barda perimetral dado que se construyen a lo ancho de todo el predio, y muchas de ellas tampoco tienen reja en la cochera. Su disposición a la calle es más abierta en la mayoría de los casos como se observa en las imágenes inferiores (Figura 48).

Figura 48

Viviendas PSV abiertas a la calle

Nota: Lázaro Cárdenas LC5 (izquierda) y La Ermita LE5 (derecha)

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En las viviendas de PSV, La delimitación más bien fue encontrada en los mismos espacios interiores de la vivienda. Por ejemplo, Asunción (LC3) construyó su casa como un gran bloque abierto a la manera en que se construían las casas en el campo, monoespaciales. Sin embargo, dado que su marido la golpeaba y ella no quería que sus hijos vieran, se dio la tarea de dividir el espacio a través de estantes, cobijas y roperos para delimitar su habitación mientras tenía oportunidad de hacerlo con un muro de block que, eventualmente, lo hizo.

Transformación. La transformación es una apropiación material y económica que, en el caso de esta investigación, procedió después de la delimitación en la mayoría de los casos. Dado que la construcción de la vivienda de PSV puede considerarse toda una transformación continúa, primero se procederá a describir las apropiaciones materiales en la vivienda de Infonavit y al final de la sección se detallará el proceso de construcción de la vivienda de PSV.

Infonavit. Las primeras transformaciones en las viviendas de Infonavit consistieron en ampliaciones o adecuaciones como independizar la cocina del área social (inicialmente, es un espacio multifuncional: cocina/comedor/sala), y en construir recámaras o baños extra o alguna subdivisión espacial con el mismo objetivo (Figura 49):

“Aquí era sala, comedor y cocina, todo esto era sala comedor y cocina, [la cocina] la hicieron para atrás y aquí solo me dejaron sala y comedor. Pues ya mis hijos empezaron que una sala más grande y ya no cabíamos porque que el refrigerador, que la estufa o que el comedor. Se amplió la cocina y se hizo un baño aquí abajo y una recamara arriba porque pues eran nada más 3 recamaras.” (Imelda, CQ5)

Muchas de las viviendas de Constituyentes de Querétaro sólo tenían un baño en la planta alta, y ahora que sus habitantes son adultos mayores tienen miedo de no poder subir las escaleras. Por otra parte, en Colinas del Río, se cancela el comedor para hacerlo recámara como se muestra en la Figura 50.

La cocina mostró ser un espacio importante de la casa, y en sus recuentos del día a día pasan las mujeres la mayoría del tiempo ahí preparando comida y lonches para toda la unidad doméstica. Por lo tanto, también fue frecuente la adecuación de la cocina al gusto de los habitantes, a veces, simplemente, la abrían al espacio social porque estaba muy encerrada, como el caso de Lupita (CR2); o por quererla distinta a las demás, como el caso de Sabina (CQ2); o el caso extremo de Luisa (CR3) que transformó por completo el espacio social e hizo de la cocina un espacio importante (Figura 51).

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Figura 49

Casa de Imelda, CQ5

Nota: La figura de la derecha muestra la vivienda original, la figura de la izquierda muestra al fondo la adición del espacio de la cocina y del baño. Elaboración propia a través de aplicación Floorplanner ©

Figura 50

Casa de Leticia, CR1

Nota: La figura de la derecha muestra el área del comedor contigua al área social y la figura de la izquierda muestra como es delimitada para albergar una recámara. Elaboración propia a través de aplicación Floorplanner ©

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Figura 51

Casa de Luisa, CR3

Nota: En la figura de la izquierda se puede observar el área en dónde se localizaba la cocina, en la figura de la derecha se observa la cocina como parte del área social. Elaboración propia a través de aplicación Floorplanner ©

Otra adición constante fue la de techar una parte del porche/cochera o del patio con fines ya fueran de obtener otro espacio social afuera, o funcional para tener donde tender la ropa bajo techo. En la mayoría de los casos, el material empleado es lámina o lona, material que perciben como temporal mientras pueden juntar para hacerlo de concreto:

“Pegaba mucho el sol y luego la niña estaba chiquita y nada más quería estar afuera, pues mi esposo decidió, como no teníamos para la placa, pues poner las láminas. En tiempo de calor es bien caliente, porque se calienta la lámina y todo, pero sí da buena sombra.” (Mayra, CR5).

Aunado a las transformaciones anteriores, también se presentaron apropiaciones económicas, de modo que convirtieron un área de su casa en una fuente de ingresos. Tal fue el caso de Sabina en Constituyentes de Querétaro y Lupita en Colinas del Río, quienes construyeron una fonda en su porche (Figuras 52 y 53). A la par, ambas también transformaron su cocina interior, dado que es un espacio importante para ellas. Por su parte, Candelaria en la colonia Los Encinos, también construyó una papelería aprovechando la lejanía de la colonia con el resto de los comercios de García (Figura 54).

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Figura 52

Fonda en el porche de casa de Sabina CQ5

Nota: Las figuras muestran cómo se techó parte del porche frente a la casa para albergar la fonda de Sabina, incluido una parte de la banqueta desde dónde se da servicio a los comensales.

Figura 53

Fonda en la cochera de casa de Lupita CR2

Nota: Las figuras muestran cómo Lupita techó su porche, o lo que los diseñadores habían considerado su cochera, para albergar su fonda. En este espacio todos los muebles son movibles y los reacomoda cada día.

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Figura 54

Papelería en casa de Candelaria EN3.

Nota: Las figuras muestran cómo se cerró y techó la cochera, y en las axonometrías se aprecia como una recámara y el área social se transforman en papelería mientras que la cochera alberga la función de comedor y sala. Elaboración propia a través de aplicación floorplanner @.

Permeado por todo el proceso, existe un deseo de personalización, que se manifiesta de diversos modos. El más común es la pintura, porque es el cambio más económico y que satisface el deseo individual, como lo expresa Lupita, “hasta la fecha ahí tengo el bote de pintura porque voy a volver a pintar, mi esposo y yo y mis hijos me ayudan, yo soy la que escoge los colores siempre.” En las colonias de centenares de casas todas iguales también es común que el deseo surja por diferenciarse, “porque todas estaban del mismo color” (Luisa, CR3). Otro problema encontrado que solucionan a través de acabados es la instalación del

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firme del piso exterior del porche, dado que es entregado sin él y, cómo afirma Katia (EN5), “se hacía mucho lodo” que luego era introducido al interior de la casa. También lo instalan en el patio por el mismo motivo: “lo primero fue el piso del patio de aquí atrás, era tierra, nada más había un tipo banquetita y tierra y pusimos el piso, por el lodo porque luego al lavar, al tender había mucho, se hacía mucha tierra.” (Blanca, CR4). En cuanto al piso interior, las casas son entregadas con piso de cemento pulido, lo cual afirman que es muy polvoso. Tener una casa con piso de cerámica es una meta que la mayoría busca y es símbolo de progreso, como lo expresa Sabina (CQ2):

“Yo me pongo metas y gracias a dios las he estado cumpliendo, o sea que quiero que se me hagan realidad, uno de ellos era cambiar el piso porque todavía teníamos de granito de ese que daban y pues lo trapeaba uno y nunca lucía, yo no me pienso morir sin cambiar mi piso, fui a una donde venden pisos y azulejos, hablé con el muchacho y me dio facilidades de dar $500, $100, o $200 o $300 a yo terminar el pago. Le pagué a un albañil y luego ya mi sueño se hizo realidad.”

Por último, algunas afirman que han cambiado las puertas principales dado que no las sentían seguras, como el caso de Imelda (CQ5), e instalan una de fierro. En un caso más radical de personalización, y con el deseo de que su casa “no pareciera de Infonavit” y entrara más luz al espacio social, Antonio (CQ3) tumbó el muro en donde, originalmente, estaba la puerta e instaló una puerta de fierro de doble hoja y le construyó una cercha arriba de ella para que no entrara el agua (Figura 55).

Figura 55

Casa de Antonio y Mary CQ5

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Nota: La figura muestra el detalle de la puerta nueva y el cariño que le imprimen a su entrada a través del cuidado de plantas diversas.

A continuación se muestra un resumen del proceso de apropiación de las viviendas antes señaladas en la siguiente tabla.

Tabla 20

Proceso de apropiación en vivienda de INFONAVIT

1 2 3 4 5 6 7

CQ-1 barda pintura tienda barrotes en ventana

CQ-2 barda tejaban de cuarto cocina piso closet bajo

escalera taquería

CQ-3 barda puerta principal baño y piso

techo en patio y asador

CQ-4 barda piso de afuera

cocina y baño

escalera exterior

CQ-5 barda cocina baño recámara puertas ventanas pintura

CR-1 barda pintura exterior

pisos comedor se transforma a

recámara

segundo nivel,

recamara parte frontal

segundo nivel,

recámaras posteriores

CR-2 barda posterior

barda de enfrente y

pisos

barra de la estufa en cocina

arco en cocina pintura

techo de lámina en taquería

CR-3 pintura protectores ventanas y puerta forja

pintura

cocina y barra

desayunador, lavandería

y barda exterior

protectores de ventana

CR-4 levantaron la barda piso patio techo para

lavadora piso porche pintura

ampliación comedor (en

proceso desde hace 10 años)

ampliación recámara

(en proceso desde hace 10 años)

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CR-5 levantaron

poco la barda

barda de enfrente

pintura exterior

porche de lámina

cerraron comedor

para cuarto

EN-1 cocina portón

EN-2

EN-3 pintura cocina portón

papelería en sala y

recámara y techito en banqueta

techo en porche para

comedor

EN-4

bloquearon acceso a pasillo servicio

portón cocina zapatas pintura

exterior e interior

azulejo en baño

EN-5 piso porche pintura interior portón mitad piso

patio barra de la

cocina

Nota: Elaboración propia en base a datos recogidos en campo

Producción social de vivienda. Las diferentes viviendas autoconstruidas presentaron ciertas características similares en su formación y desarrollo. Inician mono espaciales y en ese espacio se despliegan todas las actividades domésticas sin separación de funciones ni privacidad, remembrando a las casas medievales o rurales (Rybczynski, 1989). Los inicios son muy duros y sus materiales son precarios como lo describe Ignacia (CC5) “No teníamos baño, ni drenaje, teníamos fosa y teníamos nada más bloques sobrepuestos y una lámina nada más atravesada arriba y la puerta poníamos una cobijita vieja.”

A este espacio inicial, se le van añadiendo nuevos volúmenes, distribuyendo las diferentes funciones domésticas a razón del desarrollo de la evolución familiar, como lo explica Sotera y se observa en la Figura 56:

“Empezamos a construir de atrás para adelante, que tuvimos mucha oportunidad, juntamos, porque era mucha familia, oye que te fue bien pues compra tantos bloques, tu compra, lo que se pueda hacer. Sí, (lo primero que hizo fue hacer un cuarto grande que luego dividió en dos), la cocina la tenía aquí en el tejaban, en el pedazo de tejaban porque íbamos quitando así verdad. Sí, porque aquí me acuerdo que teníamos la cocina, estaba bien frío en tiempo de frío y medio destapado donde estaban las uniones, ahí en la placa quedó algo destapado. Y luego este cuarto fue el último, aquí era sala comedor, bueno ya después fue sala comedor, aquí a mis niños les ponía sus camas literas. En ese

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quedó las camas de los niños y aquí era la cocina y mi recámara. Cuando tenía el tejaban era la cocina, ya después tenía la sala comedor, creo que no tenía sala.”

Figura 56

Evolución de casa de Sotera LC1.

Nota: Inicia con un espacio para dormir y cocinar, se van añadiendo volúmenes y al construirse el baño que, inicialmente, era de pozo, permanece afuera de la casa. Elaboración propia a través de aplicación Floorplanner ©

Muchas otras veces se construía un cuarto grande e inicialmente se dividía con muebles, maderas o materiales temporales para albergar funciones más privadas:

“Haga de cuenta que todo el terreno es el cuarto, grande, fue lo primero, bueno ¿sabe qué hice con los roperos? Dividí para la cocina. Dividí con roperos y con cartones y cobijas, con lo que pude dividí para la cocina y luego dividí para el cuarto de los niños porque yo no quería estar junta, entonces dividí un cuartito para ellos, sin muro nada más así. Y luego ya después, en una chancita metí esa pared, y luego metí otra y ya la tumbé.” (Asunción LC3)

En la mayoría, inicialmente, el baño es de “pozo” 44, y se encuentra separado de la casa al no contar la vivienda con los servicios básicos de agua y drenaje; posteriormente, lo incorporan

44 Excavación en el terreno cubierto de paredes perforadas que recibe la descarga de aguas negras.

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al volumen cuando cuentan con el servicio, en otras ocasiones el baño permanece externo al volumen principal (Figura 57).

Figura 57

Casa de Cecilia LE2

Nota: La figura muestra el volumen del baño separado del volumen principal, en la fotografía se aprecia atrás de la ropa tendida. Elaboración propia a través de aplicación Floorplanner ©.

Espacialmente, se articulan los espacios directamente unos con otros, careciendo de pasillos de circulación. En las imágenes supriores se demuestra dicha relación (Figura 58). A la par no privilegian los espacios multifuncionales, sino que prefieren la separación de actividades. Por ejemplo, en nueve de los quince casos la cocina es un espacio independiente, en tres está junto con el comedor y en otras tres esta junto con la sala también.

En cuanto a su configuración espacial son casas muy conectadas a la calle, incluso, los espacios privados como las recámaras, están más integrados al espacio público que en las de Infonavit, esto quiere decir que tienen un acceso más rápido y directo desde la calle. Un ejemplo de ello es la recámara de Ignacia (CC5) (Figura 35) tiene acceso directo desde la cochera. Otro aspecto configurativo es la permeabilidad que existe entre un espacio y otro, como el caso de Aurelia (LC5), que en entrevista mostró el área privada de su casa, y entre risas comentaba como su recámara tenía 4 puertas y se conectaba al resto de los espacios, incluido el exterior.

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Figura 58

Ejemplos de viviendas de PSV dónde los espacios se articulan directamente unos con otros.

1) 2)

3)

Nota: 1) Casa de Laura LC4, 2) Casa de Norma LE4 y 3) Casa de Ignacia CC-5. Elaboración propia a través de aplicación Floorplanner ©

Otro espacio que muestra su disposición abierta hacia la calle es el porche que, normalmente, lo incluyen las viviendas de PSV y funciona de espacio de transición entre lo público y lo privado (Figura 59).

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Figura 59

Porche en viviendas

Nota: Casa de Irene CC3 y Casa de Sotera LC1

La mayoría tiene un patio que varía en ubicación, algunos están al frente de la casa, otros en la parte posterior. Suelen construir a todo lo ancho del terreno y sólo dos de las viviendas dejaron áreas verdes.

En cuanto a su construcción, utilizan el block para los muros, concreto para la losa y lámina mientras es provisional. Las losas son planas con miras a construir, posteriormente, un segundo o tercer nivel. El grado de consolidación de las casas varía mucho, incluso en la colonias de mayor antigüedad y, a diferencia de otros estudios similares (Kellet & Napier, 1995), las colonias investigadas no presentan una cohesión visual, sino que más bien se distinguen por sus formas heterogéneas.

En los casos analizados, los terrenos de PSV son un 41% más grandes que los de Infonavit. Sin embargo, a pesar del área adicional que tienen, las casas se construyen en dos pisos y el terreno sobrante se ocupa para otras funciones. En algunos casos lo aprovechan para el cultivo de plantas y árboles frutales (Figura 60), en otras ocasiones para el cuidado de animales como el caso de Cecilia cuyo marido cría gallos de pelea (Figura 61), o bien, como Ismael, quien mientras termina de construir su casa, parte de su vivienda la tiene dispuesta en lo que era un taller de carros, pero su idea es construir un centro de curación que incluya una alberca, un temazcal y un salón de eventos (Figura 62). Estas funciones muestran la versatilidad de usos y maneras en que los habitantes de PSV disponen de sus terrenos.

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Figura 60

Versatilidad de funciones en terrenos, Casa de Asunción LC3

Nota: De los 175 m2 que Asunción tiene de terreno sólo ocupa 75 m2 en construcción, el resto lo utiliza para cultivar plantas y cuidar aves, actividades que a sus 73 años la mantienen muy activa.

Figura 61

Versatilidad de funciones en terrenos, Casa de Cecilia LE2.

Nota: El esposo de Cecilia dedica la mitad de su terreno para criar gallos de pelea. Al pedirle a su hija que dibujara su casa, no dudo en incluirlos.

Figura 62

Versatilidad de funciones en terrenos, Casa de Ismael CC2

Nota: El dibujo muestra en azul las áreas de la vivienda que ya están construidas, mientras que lo que dibujó en rojo muestra lo que Ismael quiere llegar a hacer. Elaborado por Ismael.

Negociación. La negociación es una apropiación social basada en las prácticas, relaciones y comportamiento como se mencionó en el primer capítulo, que consiste en el espaciamiento social de las interacciones sociales. La podemos encontrar dentro del conjunto de la vivienda, dentro de la colonia y de la relación de la colonia con otras colonias.

Dentro de la vivienda, la negociación más común fue la demarcación de espacios para actividades masculinas y femeninas. Por ejemplo, la cocina es vista como un lugar femenino en el cual la mujer cocina y Guadalupe (LE5) prefiere salirse “para no tullirse ahí”. Cuando hay reuniones familiares los hombres prefieren permanecer afuera, ya sea en el patio o en el porche y las mujeres adentro, dado que, el consumo de alcohol es mal visto dentro de la casa, pero no

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en el exterior como fue el caso en casa de Sotera (LC1) y Aurelia (LC5). Otro ejemplo es cuando el marido de Apolonia (LC2) quiere fumar y tomar, sale de la casa y se va a un cuarto en la segunda planta que quedó parcialmente construido. También hay veces que esta negociación es itinerante, por ejemplo, don Eulogio (CQ5) se va a su recámara en la segunda planta si su mujer y sus hijas están viendo las novelas en la sala. Estas prácticas fueron encontradas entre los entrevistados de mayor edad sin que la variable de forma de producción de la vivienda provoque una diferencia.

Entre los habitantes de Infonavit fue común encontrar problemas en la negociación de la altura de las bardas, como relata Mayra (CR5) “la barda ya estaba, nada más mi esposo levantó poquito de los lados porque la del frente el vecino nunca nos dejó que porque era su barda y que él había llegado primero, entonces nunca nos dejó levantarla”.

Una diferencia entre las colonias de PSV y las de Infonavit es el uso de los espacios compartidos. Ante la escasez de espacios públicos compartidos en las colonias de PSV, la calle se convierte en el espacio público por excelencia. Sin embargo, el hecho de que construyeron juntos en comunidad les otorga a todos un derecho no dicho a poder apropiarse de la calle sin que se molesten (Figura 63).

Figura 63

Calle en colonia Lázaro Cárdenas como extensión de la propiedad

Nota: El trazo irregular de las calles, diseñado a través del tiempo y por los mismos habitantes, permite que se instale el mercado cerca de los habitantes (derecha) y que otros se sientan con el derecho de usar la calle para sus propios fines, como lo vemos en los camiones (izquierda) y con los talleres.

En comparación, en las colonias de Infonavit que sí cuentan con espacios públicos, la negociación se da más bien en el uso de dichos espacios. Un ejemplo de esto es la cancha de fútbol en la colonia Los Encinos:

“la que está a lado del comunitario casi siempre la agarran los niños grandes, entonces para nosotros agarrarla sola tenemos que ir a las diez de la noche, porque como que ya

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se adueñaron de enfrente, como que ya se adueñaron de ahí, pues son muchachos grandes.” (Katia, EN5)

Cabe remarcar, que los espacios públicos en Los Encinos están muy bien conservados y son más nuevos, mientras que, en las otras colonias de Infonavit, los espacios están vandalizados y en algunos casos abandonados.

Por otra parte, tenemos la negociación con las colonias contiguas. Este es un problema exclusivo de las colonias de PSV. La percepción externa que las colonias de PSV tienen es muy negativa. La época de mayor inseguridad en la ciudad a partir del 2008 llevó a que las colonias vecinas buscaran cerrar sus accesos a ellos para protegerse. En el caso de Lázaro Cárdenas y Ciudad CROC, a través de organizaciones de la comunidad, lograron frenar el cierre de los límites de la colonia por completo, permitiendo que les dejaran al menos el acceso peatonal como se muestra en la imagen inferior. Asunción (LC3) recuerda los hechos, reflexiona y relata:

“ellos querían tapar ahí, se hizo un problema porque dijeron algunas personas ‘si tapan ahí no los vamos a dejar’... porque se pone el mercado el sábado y todos los de allá vienen para acá a comprar, ‘entonces si tapan no las vamos a dejar pasar’, entonces ya vieron que había problemas y ya no taparon, porque ellas se creían acá de la alta. Todas somos iguales, ustedes necesitan de nosotras y nosotras de ustedes.”

Figura 64

Cierre de accesos

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Nota: 1) Lázaro Cárdenas: la colonia vecina decide cerrarles el acceso vehicular a través de los postes en la calle convirtiendo a todas las calles contiguas en privadas. 2) Ciudad CROC: colonia vecina les bloquea el acceso y a petición de los vecinos de la CROC les dejan una puerta que se puede cerrar, para paso peatonal y que puedan acceder a la preparatoria. 3) La Ermita: el “Muro de Trump” como le llaman, barda perimetral de un conjunto Infonavit niega su relación con el resto del tejido urbano y cierra el paso de la colonia La Ermita.

Aspiraciones

Para corroborar el sentido de vivienda como proceso, se les preguntó a los entrevistados que harían si tuvieran un dinero extra. Dentro de los que respondieron hacer algo en relación con su casa con ese dinero, las respuestas coincidieron en la edad de la unidad doméstica más que en la forma de producción de la casa, similar a lo que sucedió ante la pregunta de por qué querían tener casa propia como se observa en la Tabla 21.

Tabla 21

Aspiraciones en torno a la vivienda

VIVIENDAS DE MAYOR LONGEVIDAD

VIVIENDAS DE MENOR LONGEVIDAD

Aspiraciones repararlas ampliarlas

Nota: Elaboración propia en base a datos recogidos en campo.

Por una parte, en las viviendas más antiguas algunas contestaron que repararían deficiencias, ya fueran las ventanas en las casas de Constituyentes que al paso del tiempo se han podrido como lo expresa Mary (CQ3) “las tres ventanas porque ya están, se están oxidando, con el tiempo pues ya lo que tenemos aquí 45 años, ya se están pudriendo, ya las ventanas no se abren, si las abrimos se caen los vidrios”, o deficiencias constructivas en las viviendas de Lázaro Cárdenas como lo afirma Sotera (LC1) “si me llegaría algo arreglaría la casita porque hay ciertas partiduras como esta que está aquí”. En aquellas casas de Infonavit que son de dos niveles, los habitantes de mayor edad desearían construir su habitación en la planta baja “un cuartito allá atrás porque con el tiempo la edad no nos va a dejar subir las escaleras y pues

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tener mi propio cuarto aunque sea chiquito con un baño y ahorita como quiera al subir las escaleras batallo” (Sabina, CQ2) o como el caso de Hortensia quién mudo su cama a la sala en la planta baja y ahora desea construir una recámara para tener privacidad.

Por otra parte, los entrevistados más jóvenes, tanto de Infonavit y PSV, desean continuar ampliando su casa para cubrir las necesidades familiares ya sea a través de más recámaras “Quiero hacer otra recámara para la niña porque se duerme con nosotros, y quiero poner placa ahí, porque ahí quiero poner la sala, quiero extenderme para allá” (Mayra ,CR5, Infonavit) u otras funciones, como lo expresa Francisca (CC1, PSV): “me gustaría tener lavandería techada porque no tengo, por eso si tú te fijas tengo mi ropa ahí porque no quiero que se me moje.”

Una diferencia entre Infonavit y PSV, fue la preocupación común entre los entrevistados de PSV de consolidar su casa en cuanto a acabados como lo establecen Ignacia “yo he querido zarpear, afinar todo allá afuera, arreglarla tanto aquí abajo como allá arriba, pues se ve más bonita” (Ignacia, CC5) y María Elena, “ponerle, ya ves que se usa mucho el azulejo en lugar de pintarla porque yo cada año la pinto, toda la casa, entonces yo digo, si hubiera sabido que eso antes había pues que padre me hubiera ahorrado mucha pintura” (María Elena, CC4).

Algunos entrevistados de edad mayor respondieron que no usarían el dinero para su casa sino que lo usarían para asuntos de salud y otros para salir de viaje, pero al preguntarles si le harían algo más a su casa su respuesta fue afirmativa. Sólo Norma (LE4, PSV), una de los treinta entrevistados respondió que ella ya había terminado con su casa “ya me sobra casa, ya mi prioridad es mi hija nada más, le digo ‘casa muy grande para ti y para mi nada más’”.

Construcción de la identidad a través de la casa

La casa es un medio a través del cual la identidad del habitante se va manifestando. Esto se da a través de cuatro mecanismos: distinción, continuidad, autoestima, y autoeficacia.

Distinción. Los habitantes buscan que su casa se diferencie de las demás . Esta condición prevalece más en la vivienda de Infonavit, dada su naturaleza seriada y el deseo de sus habitantes de distinguirse. En contraste, las casas de PSV son intrínsecamente distintas y, por lo tanto, esta distinción se manifiesta en características más extremas o fuera de la norma no dicha, como la elección por un techo de dos aguas, que contradice al crecimiento futuro, o la elección de una planta abierta que no es lo común, o a nivel de colonia, la demarcación de la afiliación futbolística del sector (Figura 65).

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Figura 65

Distinción en PSV

1)

2) 3)

Nota: 1) Techo de dos aguas en casa de Cecilia LE2, 2) Planta social abierta con sala, comedor y cocina en un solo espacio, y 3) Uno de los postes pintado de colores del equipo de fútbol Rayados en el segundo sector. Elaboración propia con aplicación de floorplanner @.

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Por otra parte, la distinción se presenta en las colonias de Infonavit en dos dimensiones: social y material. En cuanto a la distinción social, los habitantes de las colonias se identifican con el resto de los colonos a través de características socioeconómicas como lo expresa Mary: “Aquí está tranquilo, hasta los policías dicen ¿‘y son de la tercera edad?’ le digo ‘si somos puros de la tercera edad’, ‘Se ve porque pasamos a tales horas y ustedes dormidos’”. También lo hacen a través de condiciones que comparten: “todos son muy independientes, como son puras familias que ya trabajan” (Leticia, CR1).

En cuanto a la dimensión material, la distinción se refleja en las elecciones de cambios que hacen para con su casa y a nivel de la colonia, con las cualidades o características que consideran que tiene su barrio. Como se describió en la sección de transformación, una de las acciones más comunes para distinguirse es cambiar el color de su casa. Esta acción también la detallan en el interior, buscando quitar el carácter de Infonavit, como lo hace Antonio (CQ3) o dándole una atmósfera particular a cada espacio, como Esmeralda (EN4) (Figura 66-2). También se refleja en la transformación de sus espacios para hacerlos únicos, como el caso de la cocina de Luisa con barra en la sala o la elección por unos caballitos de mar para barda en la casa de Mayra (Figura 66- 3 y 4).

Figura 66

Distinción en Infonavit

1) 2)

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3) 4)

Nota: 1) Trabajo de pintura interior a dos tonos, Antonio CQ3, 2) Atmósfera particular en la sala en tonos cafés, Esmeralda EN4, y 3) Cocina de Luisa en la sala CR3 y 4) Caballitos de Mar, Mayra CR5.

Continuidad. Al permanecer durante mucho tiempo en un lugar, los habitantes echan raíces, y el lugar se vuelve parte de la historia de su vida, como remarca Sotera (LC1): “Mi esposo siempre ha querido vender aquí, le digo “mira, aquí tengo mis raíces”, me costó mucho estar aquí”. Y esta territorialidad también es transmitida a las siguientes generaciones, como Imelda (CQ1) le declara a su hija cuando esta le dice que se quiere ir de ahí: “hay mi hija pues aquí naciste, de aquí eres”. Así su historia de vida es paralela a la de colonia que construyen en comunidad en el caso de las de PSV como afirma Herminia (LE3) “yo me siento orgullosa de mi colonia, porque uno la ve crecer de que están apenas las casitas una aquí otra allá”.

La expresión de la continuidad fue más prevalente en las colonias de PSV, a través de incorporar tradiciones del campo traídas a la ciudad (Figuras 67), como el cultivo de especies de su lugar de origen, el cuidado de animales o incluso en la manera en que diseñan sus casas mono espaciales en un inicio. Muchos de los entrevistados son migrantes y para ellos es importante esta manifestación.

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Figura 67

Continuidad. Tradiciones del campo incorporadas a la vivienda

1)

2) 3)

Nota: 1) Cuidado de animales LE2, 2) Cultivo de especies de su lugar de origen LE3 y 3) EN4.

A la par, en las colonias de PSV el sentimiento de continuidad también lo manifiestan a través de murales nemónicos que aluden ya sea a eventos trágicos que como comunidad quieren rememorar (Figura 68) o a no olvidar sus orígenes (Figura 69).

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Figura 68

Continuidad. Mural en memoria a víctimas del narcotráfico en colonia Ciudad CROC

Figura 69

Continuidad. Mural en colonia Lázaro Cárdenas

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En el interior de la vivienda, los habitantes rememoran su vida y le dan continuidad a su historia con el uso de fotografías de momentos clave de su vida, como su matrimonio, los quince años o cuando los hijos son pequeños. La mayoría de las fotografías que cuelgan son retratos de estudio en formato grande. De las viviendas de PSV trece de quince tenían retratos, mientras que en las de Infonavit sólo nueve de quince (26% más en PSV) y no se encontró relación entre no tener fotografías y que la vivienda fuera más nueva (ver tours en kuula.co).

Por último, la continuidad fue expresada en el deseo de rememorar a los miembros fallecidos de sus familias como el caso de María Elena que en la cochera de su casa tiene una vitrina con el traje de matachín de su hija fallecida (Figura 69), o el caso de Norma quién conserva y cuida las plantas que eran de su marido (Figura 70).

Figura 70

Continuidad en memoria a familia fallecida, casa de María Elena CC4

Figura 71

Continuidad en memoria a familia fallecida, casa de Norma LE4

Autoestima. Este fue uno de los mecanismos en que las formas de construcción, Infonavit y PSV fueron más contrastantes. Los habitantes de PSV mostraron mucho mayor orgullo en sus respuestas que lo que demostraron los de Infonavit. El sentimiento de progreso fue la única demostración de autoestima de los habitantes de Infonavit al señalar que su colonia había mejorado: “Si porque ha habido muchos cambios en mi colonia, porque cuando nosotros llegamos aquí era demasiado zacate, hierba donde quiera, no había banquetas, y ahorita sí me siento como que ya estamos viviendo un poquito mejor que como cuando llegamos aquí” (Sabina CQ2). Sin embargo, es evidente que esa mejora de la colonia no fue por una gestión comunitaria, sino por una de la administración en turno. Por otro lado, cuando los de PSV hablaban de progreso en su colonia lo referían a un logro comunitario y propio como lo expresa Sotera (LC1) “Claro que sí, me siento bien orgullosa de mi colonia porque aquí empezamos, la colonia se ha formado por nuestra comunidad” refiriéndose a su colonia Lázaro Cárdenas y también lo remarca Asunción (LC3), “bueno me siento (orgullosa) porque todas

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comenzamos de abajo, de estar con cobijas, techitos y cuanto y poco a poco hemos ido levantándonos.” En ambas aseveraciones es evidente la colectividad del logro.

Por otra parte, los habitantes de PSV también muestran su orgullo con las plantas que exponen al exterior (Figura 73) y cuando logran terminar su casa (Figura 74). Además mostraron un orgullo individual desde que consiguen el terreno, construyen su casa, tienen muebles y son ejemplo para su familia. Norma (LE4) lo expresa con claridad: “Si, porque se batalló mucho para que nos dieran un terreno, no nos dieron, nos vendieron un terreno verdad, y pues ya lo consigues y ya te sientes orgullosa de tener algo donde vivir que sea tuyo como siempre he dicho, algo que tu construiste, que a ti te dolió”. A la par, el resultado de la casa es sobrepasado por el sentimiento de logro cuando ellas lo hacen: “Para mí, mi casa, pues es todo, es mi patrimonio, es mi seguridad, es todo para mí. Chuecas o derechas yo las hice” (Asunción, LC3). Incluso, aprovechan el tener que construir la casa como algo formativo para los hijos como lo declara Sandra (LE6) (Figura 72):

“Bueno aquí nuestro hogar es nuestra fortaleza, y pues yo digo que, aquí es donde mis hijas se impulsan también para seguir adelante por todo lo que ellas han visto de nosotros verdad: el trabajo, el ponernos de acuerdo en todo, no peleas, y eso ayuda mucho a un ambiente familiar tranquilo y feliz porque nosotros nunca les mostramos nuestras diferencias.”

Figura 72

Autoestima: Sandra y Oscar

Nota: La casa que han construido en pareja con sus propias manos y con ayuda de sus hijas, no es sólo un motivo de orgullo personal, sino que también ha sido un medio para formar a sus hijos en el valor de las cosas y la perseverancia.

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Figura 73

Autoestima: plantas

1) 2)

3) 4)

Nota: Los habitantes muestran con orgullo las plantas que cuidan y decoran sus fachadas. 1) Casa de Sotera LC1, 2) Casa de María Elena, 3) Casa de Ignacia y 4) Casa de Sabina.

Figura 74

Autoestima: Acabados

Nota: La casa de Laura (LC4) está completamente acabada, incluida la línea amarilla de la calle. Ella se enorgullece de pertenecer a un legado de decoradores en la familia.

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El hecho de construir la casa también fue una oportunidad para fortalecer su capital social a través del trabajo familiar en equipo, ya fuera de padres o suegros e hijos, o en familia como recuerda Sotera (LC1) de cómo le hacían para llevarlo a cabo: “ ‘para que tengan su recámara, la recámara de nosotros, la de la niña y la de los niños, todos a echarle ganas’, entonces empezó mi marido a levantar paredes”.

Lo que la autoestima revela es que el tener un crédito no genera orgullo, sino más bien es una carga que deben, mientras que el orgullo de construir su propia casa inicia desde conseguir el terreno y poner el primer block.

Autoeficacia. Este mecanismo de construcción de identidad refiere a cuando el lugar permite que la vida diaria transcurra con normalidad. Caben destacar dos aspectos en cuanto a la escala del fraccionamiento que se presentaron en ambos tipos de colonias: accesibilidad y seguridad-tranquilidad. En cuanto a accesibilidad los entrevistados destacaron lo céntrica que es la colonia y la facilidad que les permite de acudir a comercios o trabajo debido a su ubicación como lo detalla Leticia (CR1) respecto a Colinas del Río de Infonavit: “Si, de perdido hay para salir a pasear, para hacer las compras, el mandado, la despensa … todo está aquí, los centros comerciales, el Oxxo, ya tienes accesibilidad de ir a pagar tus pagos y todo,” y Apolonia (LC2) de Lázaro Cárdenas “es muy céntrica para llegar a los trabajos y al centro” o Francisca (CC1) de Ciudad CROC “siento la colonia céntrica, no tengo necesidad de cambiarme”. Ahora bien, no debemos soslayar el hecho de que esto lo dicen ya pasados muchos años de construidas las casas y la ciudad alrededor de ellas, porque en un inicio su ubicación era periférica y carecían de infraestructura urbana y comercio próximos y también que la accesibilidad es relativa a las necesidades personales, como lo expresa Luisa (CR3) hija de una de las entrevistadas en contraposición a su madre:

“Luisa (hija): No hay un lugar donde te puedas pasar un rato bien, ir a comer puros tacos, puro pollo, no hay alitas… un restaurante donde te la vayas a pasar bien, a ver el juego. A veces mis tías y mis primas ‘cumple años, vamos a comer a tal lado’ o sea checo un DiDi, $300 ida y vuelta son $600 más la comida, eso es lo que gasto cuando voy para allá.

Juana (madre): Yo sí en camión soy feliz, me aviento mis 3 horas hasta Guadalupe.”

Por otra parte, también manifestaron que la seguridad que la colonia brindaba les permitía llevar a cabo su vida diaria con tranquilidad. Este sentimiento fue común entre los habitantes de la colonia de Infonavit de Los Encinos como lo expresan Miguel (EN1): “yo en lo personal vengo caminando a la una de la mañana, y no hay algo que yo diga “me siento amenazado, atemorizado”, me siento a gusto” y Jesús (EN2): “también porque aquí puedes salir tarde … por eso me gusta aquí, como hay un control porque es un entorno más pequeño,

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hay más control.” Los habitantes la colonia La Ermita de PSV también expresaron que su colonia era tranquila,

“Es una buena colonia para vivir porque es tranquila. Fuera de la colonia… las personas cuando vienen en un eco o algo así, dicen pero mira qué bonita colonia, está lejos, esta retirada pero nomás con ver lo verde del Cerro, lo bonito que se ve, dicen su colonia está muy bonita porque ustedes tienen cerca el Cerro, tienen buena iluminación, buenas calles, todo ... su pavimento rudo de concreto.” (Herminia, EN3)

En cuanto a la escala de la unidad habitacional las casas de Infonavit presentan una gran área espacial en un inicio, como el área de cochera que rápidamente pueden delimitar y transformar en espacio de ocio y lúdico. Tal es el caso del porche de Luisa en cual tiene carnes asadas todos los fines de semana con amigos (Figura 75); o en fuente de ingresos, como el caso de Sabina que transformó su gran porche en fonda (Figura 52).

Figura 75

Área de cochera transformada a porche/terraza para funciones lúdicas y sociales, Casa de Luisa CR3

Sin embargo, al querer cubrir otras funciones (por ejemplo, de trabajo o ingreso económico) en el interior de la vivienda sacrifican otras áreas como la social, que fue el caso de la casa de Miguel (EN1) en la que la máquina de coser profesional de su esposa, quién es modista, ocupa la mitad de la sala/comedor (Figura 76), o la casa de Candelaria (EN3) que al transformarla en papelería quedó con sólo una recámara. Para estos habitantes es difícil construir espacios nuevos porque su ahorro ya lo están ocupando en pagar el crédito de la casa, por lo que terminan amontonando su día a día. La autoeficacia en estos casos es muy costosa en términos espaciales.

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Figura 76

Máquina de coser industrial ocupando la mitad del área social de casa de Miguel (EN1)

Por otro lado, para los habitantes de PSV el hecho de construir su casa les genera habilidades adicionales que no habían desarrollado previo a su construcción:

“Todo, el piso, electricidad, plomería, de todo, lo que no sabía, todo lo preguntaba ‘Oye y cómo hago esto, no pues hazlo así y así’. Ya acabamos ese cuarto, lo zarpeamos y afinamos todo por dentro, ya nos venimos…todo ha sido trabajo en equipo.” (Oscar, LE6)

Otras habilidades que desarrollan es la creatividad en la construcción cuando tienen poco espacio, como el caso del esposo de Norma quién construyó unas escaleras que conectan 3 lugares distintos en poca área: la cochera, el patio y la terraza en la losa o soluciones funcionalmente seguras cuando es necesario, como Guadalupe que construyó un pequeño muro que sirve de transición a la entrada de su casa para que sus hijos no salieran corriendo a la calle y cayeran (Figura 77). A la par, creatividad en la obtención de recursos, como el caso de Asunción que recolecta las hojas secas de toda la colonia para convertirlas en abono para su gran jardín y colección de plantas decorativas (Figura 78).

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Figura 77

Autoeficacia en diseño

Nota: Izquierda, casa de Norma LE4: escaleras. Derecha, casa de Guadalupe LE5: espacios intermedios.

Figura 78

Autoeficacia en recolección y reciclaje

Nota: Asunción recoge las hojas secas de la colonia y las guarda para convertirlas en abono y cuidar sus plantas.

Asimismo, el papel de las mujeres con relación a la construcción fue importante porque rompieron estereotipos de lo que corresponde o no a la mujer. Francisca (CC1) relataba que ella ayudaba a su hermano en la construcción:

“Tengo un hermano que es albañil, le pagamos, pero no es igual que un albañil por fuera verdad, entonces él nos echa la mano, nosotros, o sea él solo y nosotros, ‘ayúdame a palear, ayúdame a echar’ a llenar camiones de escombro y de todo, tengo fotografías donde estoy llenando de escombro.”

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También fue el caso de María Elena (CC4) quién se refería a sí misma como “la ayudante de su papá” en la construcción y Sandra (LE4), quién con orgullo decía “Sí, yo también he construido mi casa” y por supuesto el caso de Asunción (LC3), “Como yo no tenía para pagar yo batía y echaba, hacía pisos, hacía escalones, bueno esa puerta yo la puse… Entonces como yo estaba sola, como yo podía hacía.”

Figura 79

Autoeficacia: Asunción LC3

Nota: Toda la casa fue construida por ella sola. En la figura de la izquierda se muestran unos escalones que decoro con azulejos (y luego quitó porque se resbalaba) y en la derecha una solución para que no se le inundara su entrada.

A continuación se resumen los resultados de los entrevistados sobre cómo construyen su identidad a través de la casa, tanto en los proyectos de Infonavit como en los de PSV.

Tabla 22

Construcción de la identidad a través de la casa

INFONAVIT PSV

Distinción Social: características socioeconómicas /

Material: pintura y elementos decorativos "que no parezca Infonavit"

Características fuera da la norma: techo dos aguas, planta abierta /

Afiliación futbolística

Continuidad Echan raíces Tradiciones del campo / murales nemónicos / fotografías en muros

Autoestima Sentimiento de progreso Orgullo individual y colectivo

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Autoeficacia

Accesibilidad (CROC) y seguridad (Encinos)

Espacio inicial fácil de transformar uso / costo espacial caro

Desarrollo de habilidades

Fuente: Elaboración propia en base a datos recogidos en campo

Habitar pasivo

En oposición al habitar edificando se encuentra el habitar pasivo. Este consiste en la adecuación de la persona a la casa en lugar de adaptarla a las necesidades propias. ¿Qué caracteriza a un habitar pasivo? Se pudiera decir que el trasfondo de la pasividad hacia la casa es una evasión de problemas o complicaciones que se traducen en habituación. Primero, indica una aceptación a la imposición que la casa provoca, como lo relata Lupita (CR2) “pues te impones a la casa a vivir, y cuando ya le haces algo pues ya ‘pues no porque a esta ya le hice’ vas a ir a empezar de nuevo, vas a hacer otras cosas y pues no creo.” La evasión en este caso es empezar de nuevo, evasión a continuar habitar edificando, y una preferencia por adecuarse a lo que ya está. Por otra parte, el habitar pasivo también se manifiesta cuando no se buscan soluciones alternas, cuando se acepta una casa como la única opción: “pues sabes qué, me echo la droga, pues no hay de otra” (Lupita, CR2) refiriéndose al crédito de Infonavit.

En esta sección analizamos la relación de habitar edificando entre el habitante y su vivienda. Esta postura asume que habitar la vivienda es dinámico y se caracteriza por ser altamente satisfactoria para sus habitantes, proveyéndoles de autoestima y autoeficacia mientras la van desarrollando cuando tienen la oportunidad de hacerla. El ver la casa como un proceso otorga a los habitantes la libertad de elegir sus propios tiempos y el monto de dinero que desean invertir en ella. Como todo proceso, habitar edificando es un proceso que no tiene fin, manifestación de la dinámica propia del habitar.

Habitar apreciando

El habitar apreciando es la convergencia de la apropiación y el apego. Este habitar se caracteriza por valorar la casa no como objeto de consumo sino como un repositorio de memorias, cariño y familiaridad. Se manifiesta a través del apego que tiene el habitante con su casa que, a la vez, influye en el proceso de formación de lugares. Lo anterior se hace evidente en los diferentes significados que los habitantes tienen de su casa.

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Manifestaciones del apego

El apego a la casa se puede presentar en dos dimensiones: una positiva que se manifiesta en afecto, cognición y comportamiento como se expuso en el primer capítulo, y a la vez, una negativa, que se manifiesta en un apego por posesión o en un no apego. La investigación arrojó los siguientes resultados en cuanto a las categorías antes mencionadas.

Tabla 23

Resultados Apego

INFONAVIT PSV

POSITIVO

Afecto 7% 47%

Cognición 7% 7%

Comportamiento 13% 20%

NEGATIVO Por posesión 40% 20%

No tiene 33% 7%

Nota: Elaboración propia en base a datos recogidos en campo

Los resultados de esta categoría evidenciaron una las más profundas diferencias que existe entre las dos formas de producción de vivienda. En comparación, el 67% de los habitantes de Infonavit manifiesta apego contra un 93% de los entrevistados de PSV. Por otra parte, otro 40% de los de Infonavit presentaron apego por posesión contra sólo un 20% de PSV. El apego en su dimensión positiva está más presente en la vivienda de PSV que en la de Infonavit.

Apego positivo: afecto. Esta manifestación del apego se da en base a lo emocionalmente invertido en la casa. El trabajo con sus propias manos, esfuerzo y sudor que los habitantes de PSV invierten en construir su casa se traduce en un fuerte cariño hacia ella. Al preguntarles a los de PSV si se cambiarían de casa, 14 respondieron que no, y casi la mitad de ellos (7/15) lo establecieron en términos de afecto como los comentarios de varios de ellos lo atestiguan:

“No, ya no, una porque ya le agarré cariño, otra porque creo que mi marido se sacrificó bastante en estar aquí” (Irene, CC3).

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“No me cambiaría de casa, porque uno le agarra cariño a lo que uno hace, a lo que uno batalló para hacerlo y sigo batallando porque no acabo, pero tener la casa y desde que empezaba a poner un block, la varilla… con eso le agarra uno amor.” (Herminia, LE3).

Por otra parte, el afecto también se manifestó dado el esfuerzo invertido en ella como lo establece Oscar (LE6) “No, vivimos tranquilos, estamos cómodos, la casa nos ha costado mucho sudor, lágrimas, mucho trabajo.”

Apego positivo: cognición. La identidad social que vivir en un lugar genera es lo que caracteriza a la manifestación del apego como cognición. El lugar que se habita representa quienes son y eso les genera el querer permanecer ahí. De las manifestaciones del apego, la cognición fue la menos prevalente. Irene (CC3) declaró que otro de los motivos por los cuales no se cambiaría de casa era porque ya se identificaba con la gente de ahí. Por otra parte, Sabina (CQ5), única representante de Infonavit en esta categoría deja muy clara la manifestación en estos términos:

“Pues sí tenía pensado en algún momento, pero ya viéndolo bien voy a ir a conocer otra gente y pues ya no me sentiría segura porque ya fueron 38, 39 años de vivir aquí como para ir a conocer y pues son puros matrimonios jóvenes, yo digo ‘que voy a ir a hacer ya, una señora de la tercera edad viviendo en una casa…’ y ya de aquí nada más al panteón”.

Afecto positivo: comportamiento. Esta manifestación es expresada a través de acciones y comportamientos cuyo objetivo es mantenerse próximos a su casa, y su manifestación es más social. En la población de mayor edad fue frecuente encontrar este tipo de respuestas. A veces no quieren cambiar de casa por miedo, como lo afirma Eulogio (CQ4) “Si uno va a mejorar sí, pero vamos a suponer ¿a dónde, de qué voy a trabajar, más lejos, voy a batallar? Es muy difícil,” y otras veces por ya estar familiarizados con los vecinos y eso les brinda seguridad como lo establece Asunción (LC3) “pues aquí conoce uno ya a los vecinos, tienes la seguridad.”

Otro de los motivos prevalentes en esta manifestación del apego entre la población de edad mayor fueron los lazos de amistad como lo sostienen Sotera (LC1), “Me costaría dejar, más que nada a las amistades, mis amigas porque aquí casi todos me conocen, me gusta mucho convivir con mis amistades” y Apolonia (LC2) también:

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“Me costaría dejar, más que nada a las amistades, mis amigas porque aquí casi todos me conocen, me gusta mucho convivir con mis amistades, y saber sus necesidades porque si puedo ayudarles pues les ayudo.”

Por último, también se puede manifestar a través de la costumbre de pertenecer al lugar, de tener la seguridad de que es un espacio propio y sobre todo, un espacio dónde uno conserva su dignidad como el siguiente relato de Ignacia sobre su esposo lo relata:

“nunca de los nuncas he querido estar ni con un hijo ni con una hija, porque cuando murió mi marido, dios lo tenga en paz, tenía entonces otra salita pero ya se acabó y aquí también tenía el silloncito que era éste, el chiquito, y aquí se sentaba él; luego me acuerdo que un día yo andaba en la cocina y me dijo ‘María45 ven’ y ya me arrimé y le digo ‘¿Qué pasó?’, dijo ‘fíjate que yo me siento muy mal’ y como era así, quién sabe cómo para hablar, dice ‘yo creo que ahora sí me voy a petatear, me siento muy mal, pero sí te voy a decir una cosa, no te dejaré una pensión (porque trabajaba por su cuenta) pero te dejo casa donde vivas y te voy a dar un consejo, nunca te vayas con las nueras o con el yerno, porque el muerto y el arrimado a los tres días apestan, aquí estate en tu casa, si te quieren venir a ver que vengan y si no ni modo, pero aquí estate tú en tu casa’ y no, no me han hecho irme” (Ignacia CC5)

Apego negativo: apego por posesión. Cuando se valora la casa por su valor de intercambio, el apego que el habitante tiene a su vivienda es por posesión no por pertenencia y por ende se considera un apego negativo que no contribuye en la generación o creación de lugares. Cuando los habitantes contestaron que no se cambiarían de casa por razones que hacen referencia al valor económico o tamaño de su casa se ubicaron esta categoría. De Infonavit, más de una tercera parte mostró tener este tipo de apego mientras que de PSV sólo el 20%. Mary, quién tiene más de cuarenta años viviendo en su casa de Infonavit, lo deja claro al responder porque no se cambiaría de casa: “Mi hija tiene una casita de Infonavit, pero está bien chiquita. Le digo ‘es lo que quieres tú, que compremos una casa así chiquita, nombre no vamos a caber’, no cabemos.” (Mary, CQ3). Este comentario evidencia la evolución por la cual el estigma de Infonavit ha pasado a lo largo del tiempo porque claramente diferencia su casa, que es de la primera etapa del Instituto, con las que se venden hoy en día. Esta actitud de posesión, que algunas veces alude al tamaño de la vivienda, también se encontró en la vivienda de PSV: “mi casa está bien grande, no me gustaría venderla. De hecho, no quiero que la vendan cuando yo no esté” (Aurelia, LC5).

45 Al esposo de Ignacia no le gustaba su nombre, por lo tanto, la llamaba María.

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No apego. Sólo un habitante de PSV mostró no tener apego a su propiedad y sus razones fueron por desprendimiento y valorar más a la familia por encima del lugar como sus palabras lo expresan “Primero el núcleo familiar debe de estar bien. El lugar lo mismo da. Para mí el lugar que estés que lo disfrutes y que lo experimentes. Ahorita estamos en esto, es una nueva experiencia” (Ismael, CC2).

Por otra parte, una tercera parte de los entrevistados del Infonavit declaro no tener apego a su casa y si fuera posible se cambiarían. Sus inconformidades con su casa actual fueron, en su mayoría, a causa del clima, el ambiente y su ubicación. En cuanto al ambiente y el clima Esmeralda (EN4), originaria de Saltillo, quisiera regresarse allá porque es una ciudad más segura y nunca le ha gustado el clima de Monterrey, aunado a una mala ubicación dado que vive en los límites del municipio de García (la periferia de la periferia): “Si se pudiera algo más céntrico, pero ya ve que todo está muy caro, entre más céntrico más caro está, pero si hubiera la posibilidad sí. Sí porque ya ve el transporte que está pésimo”. A Katia (EN5) le gustaría estar más cerca de sus padres “A lo mejor en un futuro, me gustaría estar más cerca de mis papás.” Por último, a Luisa (CR3) le gustaría vivir en un lugar con mayor oferta comercial, porque dada la lejanía de su colonia al resto del tejido urbano consolidado, se tiene que conformar con lo que ofrecen ahí.

Proceso de formación de lugares a través del apego

El apego al lugar se explica a través de varios procesos generativos que evidencian tanto su origen como su propia evolución. Esta categoría esta más relacionada a la escala de la colonia que a la de la casa, y explica su apego a ella. En la formación de las colonias analizadas encontramos algunos de estos procesos en diferente grado de manifestación y cabe mencionar, que el último de ellos, la intensificación del lugar se manifestó de manera negativa.

Interacción en el lugar. En las colonias estudiadas el día a día es llevado a cabo en la calle, sobre todo en las colonias de PSV. Las colonias de Infonavit cuentan con espacios públicos diseñados, como plazas o parques, y la interacción también la encontramos aquí. En la colonia Lázaro Cárdenas, la interacción comienza en el transcurso de la mañana dado que la mayoría de la población son adultos mayores y están jubilados. Todos los martes se establece un mercado ambulante en frente de casa de Sabina y de Asunción y la calle se llena de vida, incluso reciben a vecinos de las colonias próximas. En Constituyentes de Querétaro, las plazas están desoladas y en mal estado de conservación, por lo que también fue común que la interacción se diera en la calle o en las banquetas. Por otra parte, la mayoría de la población de Colinas del Río trabajan ambos hombres y mujeres, por lo que se pudiera considerar una colonia dormitorio y la interacción es muy poca. En la Ermita y Ciudad CROC la calle también fue el escenario de encuentro, a pesar de que cuentan con espacios públicos. En la CROC el municipio rehabilitó la plaza y la convirtió en parque de patinetas, función que no fue bien aceptada por los vecinos. Y en La Ermita, cuentan con canchas de basquetbol y futbol, pero se encuentran en situación deplorable, por lo mismo están vandalizadas y abandonadas. Por último, en Los Encinos, la interacción se lleva a cabo en las canchas de futbol, que algunos

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vecinos de mayor edad ya se apropiaron y su uso es tema de negociación entre los colonos. A pesar de que en esta última colonia se diseñó una calzada con la tipología de “casa-tienda”, para dar orden a los emprendimientos domésticos, se encontraron viviendas en otras cuadras transformadas en negocios como el caso de la casa de Candelaria (EN4). Esta situación en parte “desordena” la interacción, pero logra que la colonia tenga más vida.

Identidad del lugar. A través de la interacción con el lugar, las personas se involucran activamente con él, y se desarrolla la identidad del lugar. Son procesos recíprocos. Se pudiera decir que en primera instancia el orden define la identidad de las colonias de Infonavit. Un orden que aprisiona y que con el tiempo se va degradando degradado. Esto se manifiesta en el cambio de colores de las casas (Figura 81), incluso de los apartamentos (Figura 40), en el abandono y grafiti en las plazas e incluso en las rejas en las ventanas y bardas en las casas (Figura 80) en las colonias más nuevas como Los Encinos. No puede haber identidad de lugar si no existe interacción en él.

Figura 80

Seguridad en los Encinos

Nota: Llama la atención que, desde el inicio, las ventanas tengan barrotes y la chapas sean de alta seguridad, anteponiendo un ambiente de inseguridad desde el inicio de la construcción de la colonia.

Figura 81

Monotonía y desolación en Colinas del Río

Nota: De las primeras acciones que los habitantes hacen en sus viviendas es pintarlas distinto para sentirlas propias y especiales.

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Por otro lado, los conjuntos de PSV no presentan una identidad homogénea. Varían en el estilo y colores de sus casas, número de niveles y grado de consolidación. El caso de Lázaro Cárdenas es interesante. Mientras que las calles no conservan el mismo ancho y evidencian, más bien, su construcción en el tiempo, el resto de infraestructura como la iglesia y el centro de salud conservan la misma escala doméstica del resto del tejido urbano. Además, la mayoría de los habitantes dispone de plantas decorativas en sus entradas y de altares, ya sea en la casa o al final de la cuadra (Figura 82).

Figura 82

Identidad de Lázaro Cárdenas

Nota: La escala de los edificios públicos que ellos hacen respeta la escala doméstica, como se puede ver en la Iglesia (izquierda). La construcción de altares al final de cuadras es común en la colonia Lázaro Cárdenas y Cd. CROC (centro y derecha respectivamente).

La Ermita tiene una identidad muy característica. Se distingue por varias cosas: su incesante grafiti que no perdona muro; por sus postes pintados ya sea de azul y blanco, haciendo alusión al equipo de fútbol de Rayados, o de azul y amarillo, haciendo alusión al de Tigres; por sus perros, algunos callejeros, algunos con dueño, quienes los tienen como alarma; por su paisaje gris, de obras en proceso y por último por el Cerro, fuente de tranquilidad por su funcionamiento como borde y por sus bellas vistas hacia él y hacia la ciudad (Figura 83). No

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hay un interés en los habitantes por su consolidar su casa al exterior, sin embargo, esto no significa que la casa esté terminada al interior, como la casa de Sandra (LE6) en la cual el contraste entre la consolidación del interior y exterior es muy evidente (https://kuula.co/share/collection/7Yfbz?fs=1&vr=1&initload=0&autorotate=1.5&thumbs=1&info=0&logo=-1).

Figura 83

Identidad en La Ermita

Nota: Grafiti, postes futbol y perros (arriba). Colonia en proceso, vista al cerro y vista a la ciudad desde la colonia (abajo).

Encuentros fortuitos. Los encuentros fortuitos son un valor que se aprecia de vivir en una metrópoli. En el caso de esta investigación, sin excepción, los encuentros fortuitos los generó la población adolescente, quienes alteran la dinámica social a través de sus riñas y pandillas secuestrando el espacio público, como lo relata el testimonio de Imelda de Constituyentes de Querétaro:

“nos daba miedo que llegara el sábado porque se veían parvadas de muchachos a buscar problemas y sí era mucho pleito, me vivían quebrando los vidrios, los carros igual, los dañaban, [eran] de otra parte ni eran de aquí, porque este pedacito les gustaba para venir a hacer problemas. Nosotros nos encerrábamos y no salgas porque una pedrada que pudiera dar a uno.”

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A pesar de esta situación, los habitantes reconocen que es una dinámica pasajera, como lo reconoce Guadalupe:

“es como cualquier colonia cuando empieza, aquí eran puros matrimonios jóvenes que veníamos aquí con un niño de 2, 3 años, pero, pues van creciendo y pues que ya no me miro con aquel, no me miro con éste y qué es lo que hacen, pues se pelean un tiempo y ya ahorita quién se pelea, ya no hay, ya crecieron. En todas las colonias es lo mismo, luego se les pasa y ya se acabó el pleito.”

Todos los entrevistados concuerdan con la postura de Guadalupe, en la cual el propio ciclo de vida la colonia debe tolerar estos encuentros fortuitos negativos durante un tiempo sabiendo que pasaran. Los habitantes normalizan estos comportamientos. Aunado a la situación anterior, exceptuando los Encinos, todas son colonias con una percepción externa negativa por lo que no son lugares de paso, sino lugares a los que se evade. En esta condición los encuentros fortuitos no se pueden llevar a cabo.

Realización del lugar. Este proceso refiere a la palpable presencia de un lugar, su carácter y personalidad. Como se pudo observar en la descripción de los procesos anteriores, unas colonias tienen más carácter que otras. Este carácter fue más evidente en las colonias Lázaro Cárdenas, La Ermita y Constituyentes de Querétaro. No obstante, esta personalidad se va forjando en el tiempo, por eso es más palpable en las colonias de mayor antigüedad. La realización del lugar puede ser positiva, como en el caso de la Lázaro Cárdenas, de transición como en La Ermita o negativo como en Constituyentes. Fue interesante encontrar como esta realización también se construye con los habitantes y no necesariamente se materializa en la colonia. Tal fue el caso de Constituyentes, quienes para contrarrestar la percepción negativa que sostienen de la colonia, la han construido a través de grupos sociales en medios digitales como su página de Facebook donde las memorias que comparten son materializadas en posts. Este imaginario creado puede llegar a contrarrestar a la realidad como lo señalan las palabras de Sabina (CQ2): “a la Consti sólo el nombre le quedó.”

Creación de lugares. La creación de lugares se da cuando los habitantes se involucran activamente en la construcción de lugares en su comunidad. Es por eso, que cuando los lugares creados provienen de instancias gubernamentales que no toman en cuenta a la población, los lugares no funcionan. Tal fue el caso del parque para patinetas en Ciudad Croc y la cancha de futbol en la Lázaro Cárdenas (Figura 84), que, al estar destinadas a una población inexistente en la colonia, los espacios no son valorados. En cambio, cuando los habitantes se organizan entre ellos, deciden que les hace falta y se coordinan para llevarlos a cabo de la mano del municipio, los espacios se utilizan y la colonia prospera. Así fue como un grupo de señoras “Las Damas de Hierro” de la colonia Lázaro Cárdenas gestionaron un paso peatonal y un semáforo preventivo para poder cruzar la avenida que dividió su colonia en dos partes. En

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Constituyentes, dónde los habitantes tienen miedo de usar el espacio público, un grupo de señoras voluntarias – “las Damas de Hierro” – se organizaron para conseguir fondos del municipio y arreglar un paso peatonal que usado por los niños (nietos) de la colonia, con luz, pintura y reja para su protección (Figura 85).

Figura 84

Proyectos comunitarios no exitosos gestionados por los municipios

Nota: Cancha de futbol en Lázaro Cárdenas y parque para patinetas en Ciudad CROC.

Figura 85

Proyectos comunitarios exitosos gestionados por los habitantes

Nota: Paso peatonal en Lázaro Cárdenas (izquierda) y paso peatonal en Constituyentes de Querétaro.

Un punto medio en la creación de lugares fue el centro comunitario de la colonia Los Encinos. Este fue construido por la Fundación Hogar Futuro del desarrollador de la colonia en un intento por consolidar a la vecindad. El objetivo es “que no se contamine” (entrevista con Zacarías Méndez de “Hogar Futuro”, febrero 11, 2019) lo que se llevaba edificado mientras se va construyendo el total de la colonia que toma aproximadamente cinco años. Ahora el centro comunitario es autogestionado por los vecinos con apoyo de la fundación (figura X). Esmeralda (EN4) da clases de lectura a los niños en las tardes y de box en las noches.

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Figura 86

Centro Comunitario Los Encinos

Otro de los hallazgos fue que los habitantes son capaces de crear lugares en el espacio que esta frente a su casa. Es un espacio que se apropian, limpian y cuidan como las fotografías de abajo lo demuestran (Figura 87, 1-2). Ahora bien, esta apropiación puede excederse, como el caso de la casa CQ3 que tomo una parte de la plaza de enfrente como estacionamiento propio (Figura 87, 3). Por otra parte, cuando todas las casas le dan la espalda al espacio público este se deteriora, como lo evidencia la fotografía de la plaza de Constituyentes, sin uso, sin vida (Fig. 87, 4). La Tabla 24 describe los procesos generativos del apego al lugar en resumen.

Figura 87

Espacios apropiados frente a sus casas en Constituyentes de Querétaro

1) 2)

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203

3) 4)

Tabla 24

Procesos generativos del apego al lugar en Infonavit y PSV

INFONAVIT PSV

Interacción Poca (calle), Canchas (Los Encinos) Calle

Identidad Orden y monotonía Heterogeneidad y

proceso

Encuentros fortuitos Dinámica adolescente negativa

Realización de lugar

Constituyentes de Querétaro (virtual) Lázaro Cárdenas, La Ermita

Creación de lugares

Paso peatonal, Centro Comunitario, se apropian de lo que está frente a su casa

Paso peatonal

Nota: Elaboración propia en base a datos recogidos en campo.

Significado de la casa.

Los diferentes significados encontrados en torno a la casa se localizan entre tres dimensiones: individual, económica y familiar (Figura 88). Ambos casos de Infonavit y PSV comparten la idea de que la casa es un medio para progresar, un medio para la integración familiar y un medio que genera estabilidad. El significado que la vivienda tiene para los auto constructores es más personal, evidente en el valor que le dan a lo propio, a los recuerdos que la vivienda guarda, y al esfuerzo y sacrificio invertido en su realización. Por otra parte, para los habitantes de las viviendas de Infonavit, la casa es un artículo mercantil valorado como un patrimonio y un medio para generar ingresos cuando la casa es transformada en un negocio. Gran parte de los de PSV están enfocados en el presente, en la casa como medio para la construcción de la

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identidad, mientras que los de Infonavit están más enfocados en el futuro, en el seguro económico que la casa genera. A continuación, detallaremos más cada significado de manera individual.

Figura 88

Clasificación de significados de la casa de acuerdo con los entrevistados

Nota: Elaboración propia en base a datos recogidos en campo

Esfuerzo. El significado de esfuerzo fue exclusivo para los habitantes de PSV. Para ellos, la casa es un logro personal incomparable a la obtención de una casa a través de Infonavit como lo detalla Norma (LE4):

“o sea, como yo siempre les digo ‘a mí una casa de Infonavit no la siento mía’, o sea sí le va a costar a mi marido pero no igual que esta, porque para esta sufrimos hasta para que nos trajeran agua, íbamos al mandado y batallábamos mucho, caminábamos mucho porque los taxis no subían para arriba, nos dejaban donde está el Oxxo de acá abajo de San Jorge, de ahí caminábamos con las bolsas de mandado, fue un batallar por eso yo me siento orgullosa porque una casa de Infonavit no me cuesta y aquí sí.”

A la par, la casa es testigo y compañera de su sacrificio a lo largo de los años y a la vez es trofeo y testimonio de sus hazañas. Para Ignacia (CC5) su casa “significa mucho, sí porque se hizo con mucho sacrificio y está hecha con las manos de mi marido porque él era albañil, les digo ‘y ni una cuarteadura tiene’ por eso le digo para mi significa mucho la casa.” Para Sotera (LC1) su casa es “todo”, y abandonar la colonia sería como perder el recuerdo constante de ese logro como lo detalla Apolonia (LC2), “me dolería mucho dejar mi colonia por el sacrificio,

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por cómo llegamos aquí que no teníamos nada, porque de la noche a la mañana nos quedamos en la calle.” Para Asunción (LC3), quién hizo su casa y sacó adelante a su familia por sí sola, su casa es el reconocimiento de la superación de obstáculos y vive replegada en ella con orgullo:

“Para mí, mi casa, pues es todo, es mi patrimonio, es mi seguridad, es todo para mí. Chuecas o derechas yo las hice, es que en aquellos tiempos yo estaba bien, ahora pues como quiera, así como ando con mi brazo como quiera hago banquetas, puse banquetas y puse pisos, hice barda, hice la otra, hice las de arriba, hice esa banqueta, hice esos escalones.”

Memoria. La casa también fue vista como un repositorio de memorias, un testigo de sus vidas. Cuando se le pregunto a Cecilia (LE2) que significaba su casa para ella respondió entre lágrimas “Ay pues todo, aquí está todo. Cada lugar donde vive uno tiene algo, algo que te queda y lo vas a tener ahí, ay… y aquí está todo.” Su casa es su vida materializada. Los recuerdos también son los que generan un apego a esos espacios como lo afirma Laura (LC4) “No, siempre he dicho que de aquí me van a sacar con los pies por delante y para el panteón. Porque tiene valor sentimental, supe lo que nos costó está casa, aquí nacieron mis hijos, por eso.” En los mismos términos lo declara Apolonia (LC2): “Mi hijo el más chiquito aquí nació en los cuartitos, él fue el último, pobremente, pero me da mucho gusto que aquí lo tuve y por eso yo quiero mucho este hogar.”

A la par, cuando uno de los miembros de la familia ha fallecido el significado de la casa como memoria es más relevante, como para Norma (LE4) porque le recuerda a su esposo fallecido: “Significa mucho, son tantos recuerdos que viví en esta casa, son tantos que viví aquí, tengo 22 años, 19 años con mi esposo aquí. Siempre me dicen ‘¿la venderías?’ le digo ‘no creo, porque son tantos los recuerdos que tengo en esta casa’. No la vendería.” Tal es el caso también de Aurelia (LC5), “Todo, muchos recuerdos que tengo y viví muy feliz. Pero ya casi no, porque ahí estaba siempre con mi esposo (afuera), hasta tenía una mesa ahí y cenábamos cuando hace calor, porque el árbol da muy bonita sombra, y ahora no me gusta estar ahí.” La relación con la memoria en este caso es indispensable pero también le provoca infelicidad porque la casa le recuerda a él.

Estabilidad. El significado de estabilidad fue una respuesta de la población más joven de ambos tipos de colonias. Francisca (CC1) lo respondió con claridad:

“Estabilidad, cómo te diré, sí estabilidad emocional, estabilidad económica porque si no estuviera aquí y estaríamos rentando se va el dinero en algo que no es tuyo y aquí se va el dinero, pero en algo que es tuyo, estabilidad emocional, y estabilidad económica.”

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La diferencia de este concepto de estabilidad con el que surgió como motivo para buscar casa propia es que en este caso la estabilidad es propia y es emocional, mientras que en la otra categoría el motivo era para dársela a sus hijos.

Progreso. Para los habitantes la casa también era una representación de su progreso personal, ya fuera de Infonavit o de PSV. A su avanzada edad Eulogio (CQ4) recuerda cuando se cambió a su casa hace cuarenta y cinco años “Porque pues no tenía nada, lo importante era tener donde meter a mi familia, poco a poquito progresar.” Asimismo, lo afirma Jesús (EN2) al preguntarle que significa su casa para él:

“Pues mucho porque es algo que tarde o temprano … en donde voy a terminar viviendo en mi vejez…por eso mi interés en levantarla para no estar en lo mismo siempre, nunca me ha gustado ser una persona conformista, siempre he tratado de mejorarla porque tarde o temprano quizá, si se queda mi esposa y mi niño, aquí les sirva para venderla y ya con eso salgan adelante.”

También se encontró esta postura en los entrevistados de PSV como el caso de Herminia (LE3) para quién su casa es un proyecto, en el cual ya ha progresado, aunque no ha terminado, “Para mi esta casa significa mi mayor anhelo, porque la anhelé y me gusto empezarla y quiero verla terminada. Es un proyecto y ese proyecto yo lo quiero ver terminado.”

Medio de integración familiar. El lazo entre lo que la casa significa y la familia fue fuerte entre todos los participantes, fue evidencia contundente de que la casa es un medio, un medio para la integración familiar. Este se manifestó a través de dos maneras: la casa como muestra o evidencia de la familia, y la casa como lugar de encuentro y refugio de la familia. Cuando se le pregunto a Blanca (CR4) que significa su casa respondió: “No sé cómo decirlo, pues es mi hogar…Fue lo que construimos mi esposo y yo juntos.” En su respuesta encontramos que la casa es mucho más que un objeto material, es su hogar que, aunque no lo hayan construido porque su casa es de Infonavit, lo construyen día a día al habitarlo. María Elena e Irene de Ciudad CROC respondieron en los mismos términos. Para ellas, la casa es la familia, ya sea por su historia "[la casa] es todo, porque aquí se ha hecho mi familia, es el hogar de mis hijos,” (Irene CC3) o el acompañamiento de un ser querido “para mi significa pues toda una vida, o sea toda una vida de estar con mi esposo, buen padre, buen abuelo” (María Elena CC4).

Por otra parte, el significado de la casa en relación con la familia se da en el ámbito de lugar de encuentro familiar. La casa es vista como un lugar dónde la familia se reúne, se festeja o se les abren las puertas cuando fracasan en la vida adulta y desean regresar. Desde esta perspectiva, la casa es en primera instancia “lo máximo y pues donde llega la familia,” como lo

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relata Don Eulogio (CQ4). Ahora bien, la integración familiar que se lleva a cabo en la casa puede ser permanente, como busca Guadalupe (LE5) “hacer unos cuartos para que mi hijo viva arriba” o itinerante como la familia de Mary que se junta el fin de semana “cada 8 días vienen los nietos, son 6 nietos y un bisnieto, es que nos juntamos aquí los 15.” El hecho de poder ofrecerle a la familia extendida un lugar “donde ellos puedan seguirse reuniendo, que se junten y hagan sus pachangas” es motivo para que San Juana (CC2) tenga una mejor perspectiva de vida y se anime a seguir adelante. La casa también es significativa como un espacio dónde se pueda celebrar:

“Es que mis yernos y mis hijos invitan mucha gente, porque siempre están aquí, en navidad, cuando cumple años el yerno, cuando cumple años la hija. Dice una amiga de mi hija “anóteme en su agenda para que me festeje también” porque yo festejo a todos aquí, a los niños, a los yernos.” (Aurelia, LC5)

Patrimonio. La mayoría de los habitantes de Infonavit ven su casa como un patrimonio que les da seguridad. Respuestas como “Mi patrimonio de toda mi vida” (Sabina, CQ2), “Es un patrimonio, es mi hogar” (Leticia, CR1) fueron las más comunes. Ahora bien, también ven a la casa como un patrimonio compartido en el que las futuras generaciones se pueden asentar, como el caso de Mayra (CR5) quién se pelea con su hijo porque no quiere “fincar” arriba: “mi patrimonio, lo que le voy a dejar a mis hijos, yo incluso le digo a Edwin porque anda ‘ay voy a sacar mi casa’, le digo ‘no hijo finca allá arriba pa que te vas a endrogar con el Infonavit’.” También lo expresa en esos términos Juana Patricia (CR3):

“Yo la quería para un patrimonio de mi hija, para que ella tuviera un día un techo como quien dice, siempre he dicho ‘es de ella’. Yo siempre le he dicho ‘el día que me muera’ porque ella siempre ha querido que yo le haga y le haga arriba, a mí no me gusta, ya con lo que le haga acá abajo yo estoy bien, ella quiere arriba, no vamos primero aquí abajo, le digo ‘ya cuando me muera, si quieres túmbala y haz lo que quieras’.”

A la par, el sentido de patrimonio genera en ellos una responsabilidad hacia el lugar como el caso de Miguel (EN1): “Es nuestro patrimonio, es como decir de aquí somos, decir ‘esto es algo que vamos a cuidar’, inculcarles este compromiso a las niñas, como decirles que es algo que vamos a tener aquí.”

Emprendimiento doméstico. Sin responder directamente que la casa significa una posibilidad de generar ingresos, hubo muchos casos, en ambas formas de producción en que durante la entrevista lo evidenciaron. Sabina (CQ2) relata cómo iniciaron con la fonda en su porche:

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“yo veía que con la edad que ya teníamos no nos iban a ocupar donde quiera, y pues para trabajar en una empresa como que no, yo necesito ser mi propio empleador. Le dije a mi esposo ‘cómo ves, ponemos un puesto de taquitos, yo sé guisar poquito y tu otro poquito, en despachar y cobrar y todo eso’… Yo siento que si me quito de ahí y se quita mi esposo nosotros ya nos vamos a morir, porque queremos algo en que nosotros estemos activos.”

La posibilidad de tener una fonda no sólo les permite generar ingresos, más importante aún les da una ocupación y un motivo de orgullo a su edad avanzada. También fue el caso de Imelda (CQ5), quién todos los días hace chiles rellenos con su hija para un comedor, o el de Apolonia (LC2), quién tras haber trabajado durante ocho años en una empresa ahora lo puede hacer desde su casa. Algunas casas permiten esa posibilidad, como nos lo recuerda Ismael (CC2), quién al regresar a vivir a Ciudad CROC tras haber vivido con su hijo en una colonia de Infonavit, por fin puede ya consultar desde su hogar: “Tengo tiempo desaprovechando lo que sabemos porque no había espacio.” Mientras tanto, en otras se sacrifica mucho, como Candelaria (EN3) que transformó una recámara, su sala y comedor en una papelería y se quedó con sólo una recámara, o Miguel (EN1), cuya esposa es modista y su máquina de coser profesional ocupa la mitad del espacio social.

Habitar desprendido

Este habitar es diametralmente opuesto al habitar apreciando. Los resultados de la investigación dejaron claro que la mayoría de los habitantes tienen apego, ya sea de forma afectiva o por posesión. Salvo el caso de Ismael (CC2) quien aseveraba que “el lugar lo mismo da”, sería difícil encontrar en esta población un desprendimiento. De hecho, su afán por guardar objetos materiales, que se hace palpable en las imágenes interiores de las viviendas y en los patios traseros, es muestra de ello. El habitar desprendido es más un situación de las elites cosmopolitas que están más conectadas en las relaciones digitales que en las locales como lo menciona Castells (en Bauman, 2007).

Habitar socializando

La intersección de identidad y apego genera lo que se ha denominado como habitar socializando. Este habitar se caracteriza por la creación de redes comunitarias que contribuyen a un tejido social sólido y robusto que muestra confianza y solidaridad. Estas redes no se generan de manera espontánea con el paso del tiempo, sino que resultan de un trabajo conjunto hacia un proyecto en común. El habitar socializando es el más difícil de constituir de

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los tres del modelo, y la propia dinámica de la colonia dificulta su conservación, por lo que este debe ser inducido para que continuamente se genere. En esta sección se detallarán los procesos de formación de comunidad encontrados, así como también se describirán las relaciones vecinales y la confianza presente en las colonias estudiadas.

Formación de comunidad

Los habitantes definen lo que denominan comunidad de varias maneras no solo ligadas al territorio, como por ejemplo la escala, que es una variable relevante para delimitar lo que definen como su comunidad. A su vez, los hallazgos revelan que los habitantes se definen como comunidad en base a lo que se identifican y en base a lo que se distinguen. Se encontró que lo que hace cohesiva a la comunidad son variables con las cuales se identifican, como por ejemplo su cualidad de auto constructores, su forma de trabajar o su afiliación futbolística, hasta proyectos en común relacionados a seguridad y educación de sus hijos. Por otra parte, la manera en que se distinguen de otros, también se relaciona con el proceso de formación de comunidad. Las dos categorías más relevantes en este rubro fueron la manera en que establecen ser percibidos por otros y el miedo compartido hacia los nuevos integrantes a sus colonias. A continuación, se elaborará con mayor detalle lo que resultó de las categorías mencionadas.

Definición. La definición de lo que los habitantes denominan su territorio tiene que ver con una dimensión de escala. Cuando la colonia es menor a 25 hectáreas (Lázaro Cárdenas, Ciudad CROC y Colinas del Río) consideran a su colonia como una unidad, la definen como un todo. Pero cuando su colonia es mayor a lo antes señalado, la definen sólo como su sector como el caso de Constituyentes de Querétaro o como La Ermita como lo señala Herminia (LE3) “Aquí se organiza por sectores. Yo me identifico con mi sector no conozco toda la colonia. Para mí, mi colonia es el primer sector”. El caso de Los Encinos, que es una isla urbana, la como definen como comunidad de la colonia lo extienden hacia la colonia aledaña Las Alamedas: “Entrando a Las Alamedas hasta acá hasta el final, ya lo considero como entorno, como la misma zona” (Jesús, EN2).

Lo que los identifica. En las colonias de PSV, la identificación primero se da por su condición de auto constructores, como miembros de una colonia que la produjeron entre todos, “Será que mi colonia me gusta porque empezamos desde abajo, lo que sufrimos para tener esto, asoleadas, mal pasadas,” (Sabina, LC1). Esta condición produce redes muy sólidas y de apoyo mutuo, el comentario de Laura lo evidencia” “Si, porque aquí donde yo vivo yo respondo aquí por todos, es muy tranquilo y la gente de aquí es muy servicial” (Laura, LC4). Esta experiencia, a la par, termina siendo un motivo no sólo de solidaridad sino también de orgullo, de logro compartido: “Me da orgullo la Ermita porque la vimos desde las primeras casas” (Herminia, LE3). Otra forma no tradicional de hacer comunidad en las colonias de PSV fue la afición por el fútbol como se observó en el apartado de la identidad del lugar (hacer referencia de pg.).

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Los lazos comunitarios que se generan al haber originado su colonia juntos son mucho más fuertes que lo encontrado en las colonias de Infonavit. Una experiencia compartida y materializada, es mucho más fuerte que el compartir algo abstracto, como el pago de un crédito. Por lo tanto, en las colonias de Infonavit, la presencia de una comunidad palpable no fue tan evidente. Incluso en Constituyentes, en la que el tiempo ha forjado lazos de amistad, la comunidad más fuerte es la virtual, la que se genera en las redes. Sin embargo, esta comunidad no está presente y encarnada en el día. La comunidad se debe trabajar para que se genere. En Colinas de Río, en la que se definen como independientes y trabajadores, el trabajo de generar comunidad lo han intentado otros, como la Fundación San José a través del Centro Deportivo y Cultural San José, el mayor detonador comunitario, el cual organiza torneos de fútbol, clases de baile, etc. por un costo muy bajo. Una aproximación paternalista como tal, no fue suficiente para generar una comunidad cohesiva y robusta, y terminaron por definir su colonia como el lugar dónde está dicho centro.

Ahora bien, lo anterior no significa que en una colonia de Infonavit no puede generase una comunidad. Significa, más bien, que la comunidad no aparece por generación espontánea. Sus lazos se generan cuando se ha habitado edificando un proyecto o problema en conjunto y se aprecia y valora su esfuerzo en el emprendimiento. Posteriormente, esta solidaridad se traduce en una comunidad robusta, echada para delante con seguridad, porque saben que se sostienen entre todos. En la colonia de Infonavit de más reciente formación, Los Encinos, se empieza a gestar el inicio de una comunidad, inducido por una familia de habitantes migrantes. Al valorar la estabilidad que la compra de la casa les genera, están buscando modificar su entorno para hacerlo el ideal como lo afirma Miguel (EN1):

“Antes yo si miraba a alguien rallando una pared, bueno, pues es un chavo que no sabe respetar, pero ahorita si veo a alguien dañando le digo ‘respeta, esto no es para que lo estés haciendo así’, entonces como que, sí me siento más de aquí, más responsable.”

El apego al lugar los ha llevado a responsabilizarse por él y organizarse con la colonia vecina para poner una escuela, una guardería, mejorar la seguridad y echar a andar el centro comunitario autogestionado por los propios vecinos. En un inicio, una organización no gubernamental llamada Hola Vecino les ayudó a coordinarse, pero no fue fácil como lo relata Miguel: “empezamos a tener juntas, cada quince días las propusimos y con el paso del tiempo se fue la gente cansando y al final nada más quedaron como tres vecinos, a parte de mis hermanos, y ahí estábamos cada quince días.” Sin embargo, los proyectos que los unieron fueron temas que les concernían a todos como lo relacionado a la educación de los hijos o temas de seguridad “cuando se trata de seguridad o de escuela, de algo que le interesa a la comunidad, teníamos ahí 200 padres de familia”. A través de esa gestión lograron primero instaurar una guardería en el Centro Convivir y, posteriormente, gestionar junto con la colonia contigua Las Alamedas, establecer una primaria. Actualmente, Esmeralda (EN4), cuñada de Miguel, es la encargada del Centro Convivir y como dice, “se ríen porque les digo que yo en el

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comunitario soy intendente, la maestra, la encargada, ahí la hago de todo ... yo también me encargo del dinero, entonces soy tesorera, a veces me toca lavar los baños, limpiar, barrer, voy y doy las clases.” Poco a poco, el ímpetu por establecerse de esta familia originaria de Guanajuato ha ido transformando las relaciones sociales en su colonia y sembrando una semilla de la formación de una comunidad posible.

Lo que los distingue. Ahora, en los párrafos anteriores se ha descrito la manera en que la comunidad se forja a través de lo que los identifica, ¿pero que rol tienen aquellas variables que los distinguen en la formación de su comunidad? La primera es la percepción externa que suponen que tienen de ellos, motivo de cohesión interna. Las colonias populares investigadas de más tiempo tienen una mala percepción como los comentarios de los entrevistados lo atestiguan:

• “Porque todos dicen ‘la CROC está muy pesada.’” (María Elena, CC4)

• “Siempre dicen ‘no que la Constituyentes es bien problemática.’” (Imelda, CQ5)

• “Pues la tienen en un mal concepto como que es una colonia conflictiva, una colonia que vive mucha gente mala, que, aunque donde quiere vive gente mala, no nada más aquí.” (Norma, LE4)

• “Que es una mala colonia yo me imagino que es como un mito, es como la Fomerrey 22 en sus tiempos era una colonia muy conflictiva, ahorita vas y no, está muy tranquilo por eso imagino que es algo similar.” (Oscar, LE6)

Esta percepción externa los aísla. Sus repercusiones son dos, por una parte, les han cerrado el paso a las colonias contiguas (Figura 64) y por otra, otras personas no quieren acceder a ella. Entre la Lázaro Cárdenas y Lomas del Roble cerraron con postes como relata Sabina (LC1), “había un parque aquí en Lomas del Roble y lo dividieron porque no quieren gente de la Lázaro ahí, lo tienen con candado.” Sin embargo, la idea inicial era cerrar con barda y cancelar el paso vehicular y peatonal, pero gracias a vecinos que se organizaron, como Apolonia, lograron negociar que sólo fueran postes y así permitir el paso peatonal. El relato del suceso de Asunción (LC3) deja en claro esa diferencia entre ellos y los “otros” y la codependencia que los habitantes de una ciudad tienen:

“ellos querían tapar ahí, se hizo un problema porque dijeron algunas personas ‘si tapan ahí no los vamos a dejar’... porque se pone el mercado el sábado y todos los de allá vienen para acá a comprar, ‘entonces si tapan no las vamos a dejar pasar’, entonces ya vieron que había problemas y ya no taparon, porque ellas se creían acá de la alta. Todas somos iguales, ustedes necesitan de nosotras y nosotras de ustedes, porque todas las de

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aquí de la colonia trabajamos, la mayoría trabajamos, aunque ustedes tengan el dinero no van a poner al dinero a barrer, a poner el dinero a hacer los quehaceres entonces necesitan de uno.”

Sucedió lo mismo en la colonia Ciudad CROC y en La Ermita como se demostró en la Figura 64. Otra de las causas de aislamiento, efecto de la mala percepción de las colonias, es que nadie quiere acceder a ellas. Sabina (CQ2) recuerda como con anterioridad los taxistas le decían “a la Constituyentes de Querétaro no entro Señora” y ella les replicaba “no tenga miedo oiga, ya de la Constituyentes de Querétaro nada más el nombre quedó,” reiterando lo tranquila que ahora era. En la colonia Lázaro Cárdenas se presenta la misma situación, y Sotera (LC1) la defiende “los taxis que vienen para acá ‘ahí yo no voy …yo no subo para allá, para arriba no voy, me han asaltado’ [y ella les decía] ‘pues gente de aquí no … yo se lo garantizo, tengo 50 años viviendo aquí.” Laura (LC4), quien de niña vivió en la colonia Independencia y ya está acostumbrada al mal estigma. también defiende su colonia cuando la designan como un lugar inseguro: “no oiga, donde quiera roban, aquí y allá, yo misma le puedo robar que me acabo de subir y me dicen ‘pues sí tiene razón señora’.”

El estigma negativo afecta a todos, incluso a los hijos porque a los amigos no les dan permiso de ir a su casa, como les sucede a las hijas de Sandra (LE6) en La Ermita, “hay compañeras de mi hija [que dicen] ‘no que mi mamá no me deja ir para allá’.” El aislamiento del exterior, ya sea porque materialmente se los imponen, o por falta de personas externas que la accedan, es motivo de cohesión interna y de diferenciación de los otros, como los testimonios anteriores lo describen.

La otra variable que juega un rol de distinción en la formación comunitaria es la entrada de nuevas familias en las colonias. Dada la dinámica de las colonias, muchas de las viviendas van pasando de manos, y la entrada de nuevos habitantes a su barrio es visto con desconfianza. El miedo a lo desconocido es un factor de debilitamiento comunitario. En Constituyentes de Querétaro las personas han abandonado o han dejado intestados algunos departamentos y cuentan los vecinos que malas personas se los han “posesionado”:

Antonio: Pues hay cierta fama, porque antes en estos edificios hay gente que no es de aquí, como se han muerto las personas, dejan solos los edificios, los departamentos y gente intestada, y gente…

Mary: que no son de aquí

Antonio: Se vienen y se meten

Mary: Se meten a la brava, y son los que roban, que pasan, porque no son de aquí. El alcalde ya vino y está viendo que hay mucho

Antonio: Hay mucha gente que no es de aquí que llegaron y se (posesionaron) y pues sí, son gente que se droga o venden droga (Mary y Antonio, CQ3).

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En la misma línea se manifestaron vecinos de la colonia Lázaro Cárdenas. El miedo se dirigió hacia los nuevos asentamientos irregulares de familias más jóvenes en el cerro, como lo afirma Aurelia (LC5): “dicen que para allá es bien fea la gente … está bien feo por la gente que está tomando [alcohol] en la calle y están todos los muchachos y así, da miedo.” Cuando todos los habitantes de la colonia comparten el ciclo de vida, estas situaciones son normalizadas y aceptadas como pasajeras, pero para Aurelia, quién ya es de la tercera edad, le cuesta recordar que en algún momento lo que ella definía como su “colonia” también pasó por esa situación.

Lo que estas experiencias dejan en claro, es que las colonias son dinámicas y para formar una comunidad no basta con que el tiempo haya hecho de las suyas, y que por ende se identifiquen, sino que hay que estar trabajando en su formación constantemente, porque elementos que los diferencien, siempre estarán llamando a la puerta. A continuación se resumen los resultados de esta sección.

Tabla 25

Comunidad

INFONAVIT PSV

Definición Colonia menor a 25 ha = Toda / Mayor a 25 ha= sectores

Lo que los identifica

Proyectos en común Auto constructores / redes / futbol

Lo que los distingue

Percepción externa negativa: aislamiento físico y no acceso /

dinámica temporal

Nota: Elaboración propia a través de datos recogidos en campo.

La confianza

Uno de los hallazgos más relevantes fue la confianza que muestran hacia sus vecinos. Mientras que en PSV sólo uno mostró no tenerla, en Infonavit una tercera parte no la tiene como se muestra en las siguientes figuras.

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Figura 89

Confianza entre vecinos

Nota: Elaboración propia a través de datos recogidos en campo

Ahora bien, ¿de qué manera se manifiesta esta confianza? En la Lázaro Cárdenas, Aurelia (LC5) definió a su comunidad como “familia” y Asunción (LC3) remarca la solidaridad que se ha gestado a través de los años, “si porque tiene uno confianza y a parte pues uno trata de ayudarse, si necesitan algo, bueno yo al menos procuro ayudarles en lo que puedo, y cuando necesite pues sí, creo que sí.” En Ciudad CROC, Ismael (CC2) lo expresa en la misma línea “Pues yo confío en toda la gente, yo soy muy confianzudo, porque así debe de ser uno porque si no confías en la gente, en quién vas a confiar.”

También fue encontrada la confianza entre vecinos en La Ermita, como el testimonio de Sandra (LE6) lo afirma:

“Son conocidos y nos llevamos bien, yo igual con las vecinas, o sea no de que yo venga ‘ay vecina’ o sea no, pero si afuera en la tienda nos encontramos ‘oye cómo has estado, ya tenía mucho que no te veía’ y nos ponemos a platicar y todo bien, igual y ellas tienen la confianza, sí nos conocemos mucho, entonces cuando se ofrece algo tienen la confianza de venir.”

Ahora bien, esta confianza manifestada no es ciega o inocente, y los habitantes reconocen que deben cuidarse: “con algunos les tengo confianza y de algunos me cuido, que vean que cerramos la puerta porque está canijo” (Francisca, CC1). En contraste, en las colonias de Infonavit la actitud de evadir a los vecinos y de mantenerse “al margen” motiva la desconfianza: “le digo como que aquí son como muy apáticas, muy así, muy liosas las señoras, entonces como que yo trato de no meterme mucho con ellas porque son muy así” (Esmeralda,

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PSV

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EN4). Esta actitud los aísla y no les permite generar una codependencia. Jesús (EN2) lo deja claro:

“Pues confianza yo no tengo con nadie, yo no le tengo confianza a nadie. Confianza no le tengo a la gente, o sea comunicación sí tengo con la gente, pero confianza no. No, nada más es de saludar y ya. Usualmente. estoy aquí con mi familia y ya.”

Incluso Miguel (EN1), quién ha intentado trabajar con la Fundación Hogar Futuro para generar comunidad, manifiesta que no puede confiar en sus vecinos porque cada quién sólo ve por sí mismo:

“Los vecinos son muy apáticos. Pueden escuchar ruidos aquí a lado y no salen, no se asoman a ver qué está pasando, si están golpeando a la señora, si cualquier cosa, son muy apáticos. Mientras no sea para ellos el problema no se meten.”

La falta de confianza también es motivada por las diferencias entre ellos, por qué no han compartido algo con anterioridad, como lo expresan Imelda (CQ5), “aquí con estos vecinos no me gustan sus modos,” y Lupita (CR2) “la verdad no [tengo confianza] porque ni nos hablamos, es que somos muy diferentes.”

Por último, se encontró que cuando los habitantes de Infonavit muestran confianza lo hacen sólo con un grupo reducido de conocidos como fue el caso en Colinas del Río: “No, o sea con mis tres vecinas si, con las otras no” (Blanca Patricia, CR4). O también sólo con los vecinos contiguos, como lo expone Mayra (CR5) “cuando salimos le encargamos a la del frente o cuando ellos salen nos dicen ‘le echan un ojo’ porque hubo un tiempo que anduvieron robando mucho y ya así entre nosotros nos cuidamos.”

Lo que los resultados anteriores demuestran, es que la desconfianza es el punto de partida de cualquier relación vecinal. Pero cuando la confianza surge, como resultado de las redes de apoyo formadas al construir la colonia juntos, como el caso de las colonias de PSV, ésta permanece en el tiempo generando un territorio más sólido y susceptible de ser apropiado y cuidado.

Relaciones “buenos días, buenas tardes”

Ahora bien, a pesar de que exista más confianza entre los integrantes de las colonias PSV y mayor formación comunitaria, esto no significa que las relaciones vecinales sean mejores en un tipo de colonia u otra. En los datos recabados, la manera en que la mayoría de los

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entrevistados responden en cuanto a relaciones vecinales es una de cordialidad y distancia, como dicen: “sólo los buenos días y las buenas tardes”.

Una diferencia encontrada, sin embargo, fue la manera en que expresaron sólo tener este tipo de relaciones cordiales. Mientras que en las viviendas de PSV mencionan no llevar una relación amistosa con los vecinos, en las de Infonavit, los vecinos son vistos como algo a evadir y “no meterse.”

Por ejemplo, en Ciudad CROC y La Ermita, la falta de amistad la señalan Francisca (CC1):“somos muy cordiales, me considero cordial que buenos días, buenas noches nada más, como que no hay lazos de amistad,” Oscar (LE6): “Se puede decir conocidos, porque amigos no, mi vecino no viene aquí y se sienta a platicar y eso, pero ahí en la calle ‘oye vecino’ así y así, ‘bueno adiós’, o voy de bajada ‘véngase, vámonos’ le doy un raid para abajo,” y Laura (LC4) “Fíjate que no es que no sea social, sí saludo, los buenos días, soy muy servicial, cuando me ocupan que está un enfermo soy muy social, ahí sí, pero de que yo ande con las vecinas no.” Mientras que en Constituyentes, Antonio (CQ3) afirma que “nomás buenos días, buenas tardes, nada más, casi no nos metemos con ellos,” y Lupita (CR2) en Colinas del Río “evade los problemas” y sólo las saluda. Otro de los motivos que puede influir en este resultado es que en la mayoría de las viviendas entrevistadas de Infonavit trabajan ambos, hombre y mujer, y no les queda tiempo para formar relaciones de amistad como las palabras de Leticia (CR1) lo exponen: “Yo casi de eso no sé nada, yo estoy en el trabajo. No, yo nada más las saludo “buenos días, buenas tardes” cuando paso al trabajo y regreso. Casi no hay convivencia.”

Por otra parte, la escuela es un amalgamador de relaciones sociales cuando el ciclo de vida de la colonia lo permite. Tal es el caso de Los Encinos, donde llegan a vivir personas de otros municipios y la escuela de los hijos es donde se conocen, es lo que los une y es una oportunidad de los padres para generar lazos comunitarios como Katya (EN5) lo evidencia, “pues tengo comunicación con muchas por la escuela, convivo con muchas en la escuela, convivo con muchas en el kínder, con una que otra he hecho buena amistad y es con las que de repente convivo más.”

Habitar socio-fóbico (alienado/atomizado)

Este habitar es diametralmente opuesto al habitar socializando. Dado que este habitar considera sólo a la familia como núcleo social importante, espacialmente se distingue por ser un habitar replegado al interior de la vivienda, o, en otras palabras, atomizado del resto de la colonia. La atomización es generada por una actitud de mantenerse al margen, de un distanciamiento voluntario. Esto genera que solamente “cada quien cuida lo que está frente a su casa” (Eulogio, CQ4), repercutiendo en el mantenimiento de la colonia e imposibilitando la formación comunitaria. Por otra parte, también es un habitar alienado socialmente fomentado por el miedo al “otro”, al distinto, al curioso, al diferente … como fue el caso de Lupita, Imelda y Eulogio de las colonias Colinas del Río y Constituyentes de Querétaro. Un habitar

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socio-fóbico, reflejado tanto espacial como socialmente, es uno de los grandes retos a los que la formación de comunidades territoriales se enfrenta hoy en día.

Conclusión: recapitulando

En este capítulo se expusieron los resultados obtenidos en campo en base al modelo de habitar apropiando: habitar edificando, apreciando y socializando. Pero antes de iniciar la exposición de estos resultados se aclararon primero los motivos por los que los habitantes desean tener una casa en propiedad. Se distinguió que mientras que los adultos mayores la buscan para tener seguridad y un techo para la vejez, los adultos lo buscan para consolidar un patrimonio, ser patrones de sí mismos y darle estabilidad a su familia.

En la segunda sección se analizó la relación de habitar edificando entre el habitante y su vivienda. Se distinguió que los habitantes de PSV eligen permanecer cerca de su familia y mientras tanto, los de Infonavit se establecen dónde les alcanza su crédito que normalmente no es su municipio de origen. También se describió el proceso de la construcción de la casa o las adecuaciones a ella. Los habitantes de viviendas de Infonavit contratan a alguien más para llevar a cabo los cambios, los pagan con sus ahorros que obtienen de varios trabajos a la vez o del ingreso compartido de la pareja, y completan el pago de su crédito entre 20 y 30 años, considerando este último como una carga negativa. Por otra parte, los de PSV, construyen la casa por sí mismos con apoyo de familiares, la van construyendo “al pasito” con materiales que van comprando poco a poco a través de ahorros que consiguen de tandas familiares, préstamos de la empresa o en abonos.

Posteriormente, se describieron las formas de apropiación, delimitación, negociación y transformación de ambos modos de producción de vivienda. En la vivienda de Infonavit el primer cambio que le hacen a la casa es delimitarla con una barda y cerrarla con una reja, posteriormente, independizan la cocina, construyen habitaciones adicionales y cambian el color de la pintura exterior e interior; c, negocian diferentes aspectos tanto de la casa, como las actividades apropiadas para llevar a cabo dentro y fuera de la casa, y de los espacios comunes con los otros vecinos. Por otra parte, la apropiación es inherente a la construcción de la vivienda en PSV. Estas se distinguen por iniciar mono espaciales y con el tiempo se van integrando nuevos volúmenes que distribuyen las funciones; en cuanto a delimitación, normalmente, son casas más integradas a la calle a través del establecimiento de espacios de transición como porches y negocian las actividades apropiadas a realizarse en cada espacio, al igual que en las de Infonavit. Al preguntarles sobre lo que aspiran para su casa, se encontró que en las viviendas más antiguas aspiran a repararlas y construir habitaciones en el primer piso si es que no las hay, y en las viviendas más nuevas, por otra parte, buscan crecer la casa.

A la vez, se describieron lo modos en los habitantes construyen su identidad a través de la casa. Manifestaron su continuidad a través de la conservación de ciertas prácticas importadas del campo, como el diseño mono espacial de sus casas, el uso de plantas decorativas en las

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entradas, la decoración de los muros con mementos de la historia familiar y en las colonias a través de murales que recuerdan a los miembros de la comunidad o víctimas de la guerra contra el narcotráfico. La distinción fue expresada en la singularidad del diseño de su vivienda o en los cambios que hicieron a ella para que fuera diferente y “no pareciera de Infonavit.” Los resultados muestran que su autoestima está alimentada por la construcción o modificación realizadas en la casa. Por último, mostraron su autoeficacia al mejorar sus propias condiciones de habitabilidad y aprovechar su casa para fines lucrativos. Como todo proceso, se demostró que habitar edificando es un proceso que no tiene fin, manifestación de la dinámica propia del habitar. Diametralmente opuesto al habitar edificando, se expuso el habitar pasivo, aquel en que el habitante es sujeto a la habituación de la vivienda que le impone.

En la tercera sección se expusieron los resultados de habitar apreciando, resultado de la convergencia de la apropiación y el apego, y se mostró que mientras los habitantes de PSV tienen un apego positivo a la casa bajo las manifestaciones de afecto y cognición, los habitantes de Infonavit lo manifiestan negativamente, por posesión, o no lo tienen. Se describieron los procesos de formación de lugares a través del apego. En las colonias de PSV la interacción se lleva a cabo en la calle, son lugares con una fuerte identidad que se distingue por los diferentes grados de consolidación de las casas y su color gris de obras en proceso, y dado que los habitantes están integrados por el historial de la colonia, se unen para llevar a cabo la creación de lugares en su colonia. Por otra parte, en las colonias de Infonavit, la interacción no es tan evidente en el espacio público diseñado y estos muestran deterioro y abandono; se caracterizan por una identidad de monotonía, orden y búsqueda de seguridad, y la creación de lugares fue inducida por grupos comunitarios que los incentivaron a organizarse. Ambas formas de producción compartieron que cuando los lugares son creados por instituciones gubernamentales que no los toman en cuenta no funcionan a diferencia de cuando ellos eligen lo prioritario y lo llevan a cabo. También compartieron el problema de la dinámica adolescente en el espacio público que genera encuentros fortuitos negativos. Por último, se expusieron los significados que la vivienda tiene para sus habitantes. Mientras que para los de PSV la casa significa un esfuerzo y un repositorio de memorias, para los de Infonavit las casa es más un patrimonio y un lugar para generar un emprendimiento doméstico. Compartieron ambas formas de producción el significado de la casa como estabilidad, medio de integración familiar y símbolo de su propio progreso. Finalmente, se expuso el habitar desprendido, habitar opuesto al expuesto, que fue difícil encontrarlo en la vivienda popular estudiada.

En la última sección se expuso el habitar socializando, intersección de la identidad y el apego. Se describieron las relaciones emergentes entorno a la comunidad, cómo definen su territorio y, a la vez, qué los identifica entre ellos como resultado del apego, y lo que los distingue como resultado de la identidad, en su conjunto constituyen los principales factores que influyen en la formación comunitaria. Se demostró que cuando la colonia es menor a 25 ha definen su territorio como la colonia completa, pero cuando es mayor a esto, se sienten parte sólo de su sector. En las colonias de PSV, la identificación primero se da por su condición de auto constructores y esta condición es mucho más fuerte que en las de Infonavit, demostrando que la comunidad no aparece por generación espontánea, sino que hay que trabajarla. Por otra

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parte, se expuso cómo la percepción negativa sobre las colonias, la cual provoca que se cierre el paso o que no quieran acceder a ellas, es un motivo de cohesión interna. Esta condición fue más prevalente en las colonias de PSV. Por otra parte, los entrevistados de Infonavit y PSV compartieron el miedo hacia los nuevos integrantes a la colonia, motivo de disolución comunitaria. Posteriormente, se expusieron los resultados en cuanto a confianza entre vecinos, y se encontró que en las colonias de PSV prácticamente todos los habitantes tienen confianza entre sí, mientras que en los de Infonavit sólo una tercera parte. No obstante, este resultado no fue reflejado en mejores relaciones comunitarias, dado que, en ambos tipos de colonias, las relaciones sociales son de cordialidad y distanciamiento expresado en el sólo “buenos días, buenas tardes.” Por último, se expuso uno de los grandes retos en la formación de comunidades, el habitar socio-fóbico. Espacialmente, este se manifiesta en atomización, un habitar replegado al interior de la vivienda y, socialmente, se manifiesta en alienación, en miedo al “otro”, a lo desconocido.

Estos hallazgos han descrito como se llevan a cabo las diferentes dimensiones del habitar apropiando. A la vez los resultados, sugieren una serie de preguntas y reflexiones en torno a cada una de ellas. ¿Cómo recuperar el valor del proceso en la producción de la vivienda? ¿Es mejor invertir en el lugar o en las personas? ¿Tiene que costar emocionalmente la casa para que tenga valor para su habitante? ¿Cómo se puede interactuar socialmente a través de la diferencia? Estas interrogantes engloban los retos a los que el habitar apropiando se enfrenta, cuestiones que serán discutidas en el siguiente capítulo.

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CONCLUSIONES: Habitar apropiando, ¿una discusión posible?

Introducción

El gran reto de finales del siglo XIX y del siglo XX fue cómo alojar a las personas en las ciudades de rápido crecimiento debido a la masiva migración de la población del campo a la ciudad. México no fue la excepción, y Monterrey, ciudad en vías de desarrollo de rápido crecimiento y de corte industrial, fue uno de estos escenarios. Ante dicha problemática, el Estado favoreció una política pública para mitigar el déficit habitacional que promovió la propiedad privada a través de la promoción de vivienda llave en mano. Sin embargo, esta vivienda fue y sigue siendo sólo accesible a una parte de la población, el 60% restante se las ha tenido que agenciar por su cuenta través de la autoconstrucción. Dicho de otro modo, tenemos dos historias paralelas: la que el Estado ha promovido sustentada en la formalidad, a través de la vivienda del Infonavit, y la que ha surgido informal y desordenadamente, a través de la auto construcción o producción social de vivienda (PSV). Por lo tanto, la problemática presentada muestra que como en México no hay suficientes opciones de vivienda, los habitantes han tenido que crear otras. Aunado a lo anterior, a lo largo de su historia, la vivienda promovida por el Estado ha sido más un medio para la cooptación política y para favorecer a la economía de la industria de la construcción, que un medio de desarrollo para los mexicanos como se expuso en el capitulo 3.

Es en este contexto que se realizaron visitas exploratorias a ambos tipos de colonias y se percibió que las colonias de PSV estaban menos deterioradas y tenían mayor identidad que las de Infonavit. Se cuestionó la relevancia que su forma de producción tenía en dicho resultado. La diferencia, se creyó, radicaba en la apropiación, la cual es inherente a la producción social de vivienda. Por lo tanto, esta investigación se planteó la pregunta de ¿cómo se relaciona la apropiación de la vivienda con la identidad y el apego de sus habitantes en los conjuntos habitacionales? El objetivo fue contrastar ambas formas de producción de vivienda, a través de cómo eran llevadas a cabo sus apropiaciones, discerniendo qué significaban para sus habitantes, la manera en que estas estaban relacionadas con la identidad y el apego, y el efecto que estos resultados tenían en el conjunto

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habitacional. De esta manera se buscaba comprender y contrastar mejor la experiencia de vivir en una colonia en la que la vivienda es dada y terminada, versus una colonia tabula rasa que es materializada a través de sus habitantes y su comunidad.

Para lograr dicho objetivo, se diseñó una investigación de aproximación ecológica con enfoque cualitativo que permitió concebir la interacción entre la vivienda y sus habitantes de manera co-constitutiva y que permitió resaltar la experiencia desde el punto de vista de los habitantes. Esta aproximación, que se deriva de los estudios de Ciencia, Tecnología y Sociedad, permitió entender qué estaba en el trasfondo, a diferencia de la mayoría de las investigaciones de vivienda de corte cuantitativo. Posteriormente, se analizaron tres colonias de Infonavit y tres colonias de PSV a lo largo de un marco temporal de más de 50 años (1967-2020) en la Zona Metropolitana de Monterrey, que permitió observar diferentes momentos de la política de vivienda y del desarrollo urbano de la ciudad. Para analizar la apropiación dentro de cada colonia, se elaboraron 5 casos de estudio de vivienda empleando diversos métodos partiendo de las voces de los habitantes a través de la entrevista a profundidad. También se elaboraron cuestionarios demográficos, que permitían discernir el capital social y cultural de los entrevistados. La documentación fotográfica y gráfica de cada vivienda permitieron tener un registro objetivo de los casos de estudio para el posterior período de análisis. La observación directa de la colonia a través de visitas de reconocimiento sirvió de complemento y verificación de lo establecido por los entrevistados.

Esta pregunta y diseño de investigación permitieron descubrir que la apropiación es determinante en mejorar el habitar, posibilitando que sus habitantes tengan no sólo una vivienda más adecuada a sus necesidades, sino que también demuestra que la ocasión de apropiar o construir su casa los desarrolló personalmente, torno a la vivienda en algo más significativo y fortaleció sus lazos comunitarios. También se descubrió que la apropiación mejora el tejido social y fortalece la confianza entre sus habitantes, aunque cabe señalar por otra parte, que no es suficiente para mejorar el tejido físico y material de la colonia. A la par, estos resultados evidencian la falta de muchas más opciones habitacionales en el país, y busca que se extienda la frontera sobre lo que se considera como tal al día de hoy.

Partiendo de lo particular de los resultados, a lo más general de las implicaciones en su contexto, en las siguientes secciones se elaborará una síntesis, su contraste con las de otros estudios, los resultados inesperados, las limitaciones de la investigación y futuras líneas de exploración y, finalmente, las implicaciones prácticas de los resultados y su relevancia con el contexto actual.

Los resultados y su discusión

Para estructurar los resultados se construyó un modelo con base en los datos recogidos en campo y procesos de codificación de primer y segundo nivel en base a Saldaña (2016). El “modelo de habitar apropiando” (Figura 42) estructura los resultados empíricos en torno a las

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tres categorías principales del estudio: apropiación, identidad y apego. En sus intersecciones resultan tres prácticas: habitar edificando, habitar apreciando y habitar socializando. La convergencia de las tres produce lo que se definió como habitar apropiando. Habitar apropiando es entrar en la dinámica de acción/transformación e identificación que rinde sus frutos en la identidad y apego, tanto al lugar como a la comunidad generando confianza, arraigo y aprecio al medio ambiente construido y social.

Korosec-Serfaty (1976), quién fue de las primeras investigadoras en torno a la apropiación de la casa, habla de que es posible abordar la apropiación como un movimiento, como un proceso de elaboración de un sentido personal de refugio que se constituye con la materialidad. De cierta manera, esto concuerda con la idea de “habitar apropiando” que más que definirlo como un sustantivo o una cosa que sucede, es una actitud, un modo de vida. Sin embargo, ella no detalló los resultados que esta acción tendría sobre los propios habitantes y la manera en que esa práctica los transformaría. Esta investigación encuentra que las personas que apropian su casa, no sólo le tienen afecto y se identifican con ella – resultados señalados también por Vidal y Pol (2005) – sino que también son más echados para delante, más eficaces, más seguros de sí mismos. La apropiación los capacitó para habitar mejor, es decir, en pro de su desarrollo personal.

En la Figura 90 se muestra el resultado que engloba los datos recogidos para cada una de las prácticas. A continuación, se discutirán y expondrán los resultados más relevantes para cada una de las prácticas, antes bien exponiendo lo que permea y fomenta a cada una de ellas, el ideal de la casa propia.

Figura 90

Síntesis de resultados empíricos de cada una de las prácticas

Nota: Elaboración propia.

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Casa Propia

El ideal de tener una casa propia es el principio bajo el cual se sustentan el resto de los resultados, es decir, la propiedad es una precondición para la apropiación. Durante la investigación se encontró que la motivación que justifica este ideal no esta relacionado con la forma de producción de la casa, sino que varía de acuerdo a la edad de los habitantes y la de su casa. Para los habitantes de las colonias de mayor longevidad, como las de PSV Lázaro Cárdenas (1967) y Ciudad CROC (1984) y Constituyentes de Querétaro (1974) de Infonavit, el deseo de contar con una casa propia se encuentra motivada por la idea de seguridad relacionada con la protección, de “tener un techo para la vejez” y “que nadie los pueda sacar”. Por otro lado, los habitantes de vivienda de más reciente construcción expresaron que su motivación por tener una casa propia estaba basada en el deseo de ser autónomos económicamente y constituir un patrimonio familiar.

Ahora bien, fue muy interesante encontrar otro resultado dentro de esta última categoría: el de la estabilidad. Esta estabilidad fue expresada como el deseo de poder permanecer en un lugar por un tiempo de larga duración que permita el establecimiento de relaciones sociales duraderas. Ya fuera que los habitantes querían ofrecerles a sus hijos esa misma estabilidad que a ellos les tocó vivir, o ya fuera porque ellos la añoraron durante su infancia. Este resultado abona a la lista de motivaciones por tener un casa propia encontrada en estudio previos por Lindón (2005) – seguridad, obtener un techo y tener algo que heredar a los hijos. Asimismo, algo relevante en el caso de la vivienda de Infonavit, fue identificar que en el sentir de los habitantes la propiedad no se consume hasta que terminan de pagar el crédito, y este sentimiento se exacerba debido a la precariedad laboral que enfrentan y les hace sentir que en cualquier momento pueden perder su casa.

Habitar edificando

En la intersección de la apropiación y la identidad se encontró la práctica de habitar edificando. Ésta concierne a todo lo relacionado a la materialización de la casa o a sus cambios, a las formas de apropiación y a la manera en que a través de edificar su casa van construyendo su identidad a la par, es decir, la casa es parte de quiénes son. El resultado más importante que se encontró en esta práctica es que el mayor affordance que la vivienda presenta es el poder construirla y modificarla, dado que este proceso es un medio constituyente para el desarrollo y realización personal. Resultado que va en línea con la afirmación de Sanín Santa María (2018) en cuanto a que “el sentido del hogar no se encuentra en el espacio arquitectónico de una residencia, sino en los modos en que ese espacio es apropiado” (p.35).

El habitar edificando se constituye como el mayor affordance que la casa ofrece bajo tres dimensiones: autonomía o posibilidad de elección, fortalecimiento del capital social y adecuación de los ideales de los productores a las necesidades propias. Claro esta, que los de

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PSV habitan edificando en un grado mucho mayor que al que lo hacen los de Infonavit, por lo que los beneficios de esta práctica los encontramos en mayor medida en los auto constructores.

Autonomía

Por lo general, se piensa que el único beneficio de los auto constructores es que pueden diseñar su casa “a su gusto y necesidades”, sin embargo, esta es sólo una de las ventajas que la autonomía de habitar edificando genera. Tener autonomía respecto a la vivienda significa no sólo tener control sobre el diseño, sino que también sobre cómo construirla, el ritmo de inversión en ella y la ubicación. Estas condiciones distinguen a la vivienda de PSV.

Los resultados evidencian que los habitantes de PSV privilegiaron ubicación a costa de comodidad. Pero esa elección, les permitió permanecer cerca de su familia y dentro del municipio en el que vivían anteriormente. Otra de las grandes ventajas que la vivienda de PSV arroja es que sus habitantes tienen autonomía en cuanto a las decisiones de inversión en el tiempo. No tienen que empeñar el resto de su vida para tener una propiedad – como sucede con algunos habitantes de vivienda Infonavit. Para financiar la construcción han creado todo un sistema de crédito paralelo al formal, que incluye tandas y financiamiento de materiales en la tienda de la colonia. Algo distintivo, también, es el ritmo de su gasto para la vivienda, “paso a pasito” – de acuerdo a como se vayan presentando las necesidades – por lo tanto, no requieren de mucho capital, sino que más bien requieren repetidas veces poco capital. En la actualidad no existen mecanismos alternos para esta población, por lo que con creatividad ellos se han agenciado otros.

En contraparte, la vivienda de Infonavit es una solución instantánea al habitar que inicialmente se presenta como un sueño alcanzado. La han elegido no sólo porque sí tienen acceso a ella sino también por comodidad. Aunque su tamaño inicial sea muy pequeño y su diseño no sea el óptimo, sus habitantes tienen muchas menos complicaciones que los de PSV en un inicio. Pero al poco tiempo, el haberse alejado tanto de su municipio anterior y de sus familias empieza a pesar; y lo que cuesta trasladarse para visitarlos – en dinero y tiempo – termina siendo una barrera para la integración con la familia extendida. También muy pronto les pesa el compromiso del pago del crédito mes con mes, y deben de sacrificar otros gastos por cubrir este, o bien, trabajar más turnos para tener una “lanita extra” para gastarlo en otros rubros. La vivienda de Infonavit es un goce por adelantado, mientras que en las de PSV, es el caminar – no el destino – lo que produce el goce.

Al edificar su casa, los habitantes de PSV se construyeron a sí mismos, la casa se convierte en un medio o camino para ello. Ellos sí son su casa, como lo establecía Böllnow. El hacer la casa les generó muchas habilidades, a la par que es fuente de autoestima y muestra de su autoeficacia, generándoles una identidad de grupo, como auto constructores. Las banquetas son expresión de ello mostrando las plantas, altares y particularidades que comparten con su comunidad. En las viviendas de Infonavit la identidad no se puede construir a través de la casa porque están estandarizadas, como paisajes siniestros y opresivos como las fotografías de

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Taboada lo expresan. Son las personalizaciones que realizan en sus casas las que les llenan de orgullo y distinción. Sólo mediante habitar edificando es que el habitante recupera su agencia y control sobre su habitar particular.

Ideales de los productores vs necesidades de los habitantes

Los resultados encontrados concuerdan con los que encuentra Sanín Santamaría (2018) en Medellín, en el hecho de que los ideales arquitectónicos de los productores, por lo general, entran en conflicto con las formas de habitar de los residentes para los cuales proyectan. Estas discrepancias se pueden delimitar a tres características en la vivienda de Infonavit analizada. La primera tiene que ver con la seguridad de la casa, la segunda con la falta de previsión de cómo crecerá la casa y, por último, la tercera, con la desconsideración hacia el patio en la configuración espacial de la casa.

Como se expuso en el capítulo 5, las primeras apropiaciones llevadas a cabo en las viviendas de Infonavit fueron la delimitación de la casa hacia el espacio público. Estas manifiestan su miedo a su nueva colonia, y si consideramos que cada colono hace lo mismo – atomizándose tras sus bardas – es difícil que se genere vida en los espacios públicos que la colonia provee y, por ende, terminan abandonados. Esto va en línea con lo concluido por Tamés (2004), en colonias del mismo corte en la Ciudad de México, quién reitera que los espacios públicos del Infonavit están deteriorados porque los habitantes sólo cuidan lo que tienen frente a su casa o a lo que tienen acceso directo desde su casa. Esto se hizo evidente en las colonias de Infonavit en la diferencia de la buena conservación de las pequeñas plazas frente a las viviendas contra el deterioro de las canchas deportivas y áreas de juego cubiertas por grafiti ubicadas al centro de la colonia en tierra de nadie. La autosegregación encontrada, promovida por la percepción de inseguridad, coincidió con lo encontrado por Bamba y Costa (2017). En su caso, que estudiaron multifamiliares, los habitantes ponían reja hacia los pasillos y la calle, mientras que en este estudio se encontró que la construcción de la barda es de los primeros actos de apropiación en la vivienda de Infonavit. Ante la percepción negativa del entorno, la escala del barrio o colonia se reduce cada vez más, es decir, entre más inseguridad perciban menor es el área de la colonia con la que se identifican o se sienten parte. Esta situación de desconfianza ha sido exacerbada por la guerra contra el narcotráfico que se inició desde el 2008 durante el gobierno de Felipe Calderón.

Por otra parte, el diseño de las casas no prevé su futuro crecimiento. Cuando los habitantes van transformando sus casas mediante la construcción de espacios nuevos, los cuartos originales quedan enclaustrados en la configuración espacial y desprovistos de buena iluminación y ventilación. El que la casa vaya a crecer no es algo que lo productores desconozcan, es parte de la realidad mexicana y de esperarse cuando las viviendas son de 60 m2 en promedio. Es desesperante que no hayan tomado riendas al respecto.

Ahora bien, la situación del contexto mexicano – en el que la vivienda original es muy pequeña y lo lógico es que su crecimiento sea progresivo – discrepa con lo encontrado por

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otros estudiosos de la apropiación. En México a diferencia de Inglaterra, desde dónde Rapoport (1982) observa, los cambios en las viviendas no se limitan solamente al campo de los elementos semifijos como lo declara el autor, sino en los fijos también, es decir, en la propia construcción de espacios. Al igual que Rapoport, Sanín Santa María (2018) sólo observa la apropiación como un acto de distribución de objetos domésticos, y lo que los resultados de esta investigación atestiguan es que la disposición espacial de la casa y sus interconexiones también nos hablan del sentido del hogar que los habitantes buscan. Por otra parte, con los resultados de Vidal y Pol (2005) también se encontraron diferencias. Primero, ellos concluyen que el espacio privado es más susceptible a la apropiación por transformación y el espacio público a la identificación: aquí no fue exactamente el caso. Los resultados confirman que sí se hicieron transformaciones materiales en el espacio público cuando fue inducida la participación comunitaria, como en la Lázaro Cárdenas donde se hicieron los pasos peatonales, o el caso de la delimitación física entre colonias con barrotes en la CROC, por la percepción negativa que la colonia vecina tenía hacia ellos. Segundo, ellos aseveran que la acción-transformación es vital en estadios vitales tempranos y que en la vejez impera más la identificación, pero los resultados encontrados atestiguan que, más que esos procesos estén relacionados con la edad del habitante, tienen que ver con las demandas de la dinámica de la estructura familiar, la cual no siempre esta correlacionada con la edad del habitante. Si uno de los hijos ya mayores regresa a vivir a la casa con su familia, la acción-transformación se llevará a cabo para darles espacio, como fue el caso en la casa Asunción (LC3), en la cual su nieta construyó su habitación sobre la losa.

Por último, otro soslayo de los productores es concerniente a la posición del patio dentro de la configuración espacial. El patio es un espacio desperdiciado por los habitantes, y no es que sea una práctica que ellos realicen conscientemente, sino que la misma disposición espacial no alienta su aprovechamiento. La razón de dicho emplazamiento responde a la tradición de casa suburbana americana que normalmente tiene un jardín frente a ella (frontyard) y otro atrás (backyard). En esta disposición la casa esta ubicada al centro del predio, tal como se hace en el diseño de las casas de Infonavit. Esta solución dista mucho de las necesidades de los habitantes, que en primera instancia no quieren jardín porque les cuesta mucho regarlo, y cómo no lo riegan, la tierra se convierte en lodo cuando llueve – lodo que es introducido a su casa y habrá que limpiar. En segunda instancia, de todas las casas analizadas – y tomando en cuenta las vecinas también – el carro no lo estacionan dentro del espacio asignado en el terreno, sino en la calle. Dicho de otro modo, quieren aprovechar al máximo el espacio que tienen, el problema es que el diseño de los productores divorcia el espacio de enfrente del de atrás. Por lo que los habitantes terminan por considerar al patio como “terreno en inventario” y esto es muestra de la desconexión entre el “sistema experto” que diseña las casas sin conocer como son habitadas realmente. El patio posterior pudiera reconfigurarse dentro de la configuración espacial de los modelos de vivienda solucionando la falta de ventilación e iluminación natural en todos los espacios si fuera emplazado más centralmente dentro de la configuración, o si los mismos espacios dentro de la casa se volcaran hacia él.

Ahora bien, ¿cómo contrasta el diseño de las viviendas de PSV, en la que discrepancia de los productores con los habitantes no es existente? Contrario a la creencia común de que las

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casas de los auto constructores están “mal construidas y se van a caer” la mayoría de las casas fueron realizadas por personas experimentadas con experiencia. Así como se aprende a andar en bicicleta, todos saben construir, porque aprenden en familia cuando es el turno de alguien más o cuando es el suyo. Sus diseños son muy eficientes porque no consumen espacio en circulación, sino que conectan los espacios directamente entre ellos. Esto permite que sus diseños sean muy flexibles lo que concuerda con lo encontrado por Tamés (2004), en el sentido de que un medio ambiente flexible es más apropiado o tiene mayor potencial para cumplir con las necesidades de la población estudiada.

Sus colonias no son monótonas, precisamente porque las necesidades y deseos de los habitantes producen un medio ambiente heterogéneo, aún y cuando se emplee un solo tipo constructivo como lo estableció Rudofsky (1964), justificando dicha aseveración a través de la arquitectura vernácula desde hace más de cincuenta años. Por ejemplo, en la colonia Lázaro Cárdenas la misma morfología de la casa es empleada tanto para hacer las viviendas como también una iglesia y un centro de salud, a la par de que la colonia goza de una diversidad formal visible. Esto contrasta con las colonias de Infonavit que utilizan un modelo único repetido cientos de veces produciendo monotonía en el medio ambiente, como en el caso de Colinas del Río.

Sin embargo, debemos reconocer que por lo que tuvieron que pasar los habitantes de PSV para estar dónde están ahora fue arduo. Primero, los predios no eran los óptimos en cuanto a sus características físicas, como en las colonias Lázaro Cárdenas y La Ermita que están localizadas en laderas (aunque sí lo son en ubicación dentro del tejido urbano). Posteriormente, durante mucho tiempo estuvieron sin agua potable en sus casas y sólo contaban con una llave colectiva. Recurrieron a baños de pozo, por la falta de drenaje sanitario también. Algunos diseños de viviendas conservan el baño – ya con agua potable y drenaje sanitario – fuera de la casa y, lo que pareciera una falta de diseño, es simplemente una práctica conservada de localizarlo lejos por los olores pútridos de cuando era de pozo. Las calles no estuvieron pavimentadas por un buen tiempo y los días en que llovía mucho se les enlodaban todas sus casas. Para lograr tener servicios básicos tuvieron que demandarlos, organizarse y ayudar a incorporarlos con su propia labor.

Por otra parte, al ir sumándole espacios al volumen inicial en el tiempo y construir sin respetar los remetimientos – o al menos dejando un patio central – afectan el flujo de la iluminación y ventilación natural. Sus casas son grandes y flexibles, pero sus espacios interiores, por lo general, son muy oscuros y encerrados. Son expertos constructores, pero no diseñadores.

Este proceso, como muchos otros que están mal en nuestras ciudades, no debería de ser un proceso tan duro y demandante. Sin duda para los auto constructores, el hecho de enfrentar esos desafíos constituye lo que son hoy en día, pero es imposible pensar que la opción de autoconstrucción deba instaurarse en este marco circunstancial. Es su “mala fama” y su estigma negativo – por su falta de consolidación y cohesión visual, tal como lo manifiestan las colonias vecinas hacia ellos – lo que ha impedido que se considere a la autoconstrucción como una opción digna – irónicamente – no solo porque es el método de las mayorías, sino también

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porque lo revelado en los resultados es que esta forma de producción genera gran dignidad en ellos.

Capital social

Por último, algo evidente que habitar edificando generó en los habitantes de PSV fue que los habitantes fortalecieron su capital social mediante la construcción de su casa con la colaboración de familiares cercanos. La excusa de hacer la casa vigorizó los vínculos familiares, y esa red construida les ha brindado seguridad para afrontar lo que la vida les ha presentado. En ese sentido, de manera más amplia, también tejieron su comunidad a la par que llevaron a cabo la construcción porque se identificaron como iguales, como auto constructores, aun cuando existían diferencias sobre el lugar de origen. Por lo contario, los habitantes de Infonavit, expresaron que para hacer las transformaciones en su casa normalmente contrataban a alguien más para llevarlas a cabo, por lo que desaprovecharon la ocasión para que el capital social germinara. Esto se puede entender en línea con lo que propone Lomnitz (2016), quién asevera que los grupos urbanos marginados, que no están amparados por mecanismos efectivos de seguridad social institucionalizada en las sociedades en vías de industrialización, se ven obligados a crear redes sociales de intercambio recíproco para sobrevivir. El proceso de producción de viviendas y de infraestructura en las colonias de PSV fue llevado a cabo a través de redes.

Habitar apreciando

En la intersección de la apropiación y el apego se encontró la práctica de habitar apreciando. Esta concierne todo lo relacionado con el apego a la casa y las formas que presenta, la manera en que a través de esto van formando lugares, así como también el significado que la casa tiene para sus habitantes. Se encontró que es mucho más significativo y genera mayor apego la experiencia de “hacer casa” que la casa en sí misma, como objeto material estimado por su valor de intercambio.

Los resultados de la categoría de apego evidenciaron una de las más profundas diferencias que existen entre las dos formas de producción de vivienda. En comparación, el 67% de los habitantes de Infonavit manifiesta apego contra un 93% de los entrevistados de PSV. Mientras que en PSV el 73% de ese apego es positivo, en contraste, en las viviendas de Infonavit es sólo de 27%. El apego a la vivienda en PSV es en su mayoría afectivo, resultado del esfuerzo requerido para la realización de su casa y en remembranza de todas las dificultades que tuvieron que afrontar. En contraste, el apego por posesión y el desapego de los habitantes de Infonavit es una manifestación del valor de intercambio que le otorgan a su casa sobre el valor de experiencia. Este desapego se traduce en una indiferencia hacia el territorio. Los lugares comunes son abandonados, están deteriorados y nadie se responsabiliza por ellos. A la primera oportunidad de poder cambiarse a otra vivienda que consideren mejor o mejor ubicada lo harán. No hay arraigo, residen ahí “por mientras”, en condición de “transitoriedad congelada”,

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concepto que Bauman (2007) desarolla haciendo alusión a las poblaciones migrantes en países ajenos. Esta indiferencia se torna en atomización social. Cada quién ve solamente por sí mismo y no desarrollan el capital social latente en la comunidad.

Comparando lo descubierto aquí con otros estudios encontramos algunas diferencias. Hidalgo y Hernández (2001) y Lee (2015) afirmaron que el apego es más fuerte en las personas de mayor edad, coincidiendo con lo encontrado en las dos colonias de mayor longevidad con los habitantes mayores en Constituyentes de Querétaro y de Lázaro Cárdenas, a diferencia de otros estudios que no establecen correlación (Vidal et al., 2014). Hidalgo y Hernández señalan también que el apego social es más fuerte en todos los casos (casa, barrio y ciudad) que el apego a lo físico (la casa). Esta aseveración concordó con los que viven en casa de Infonavit, dado que cuando expresaron tener apego, este era a la gente que frecuentaban en su colonia, no a la casa en sí. Sin embargo, este resultado no coincidió con lo descubierto en la mayoría de los entrevistados de PSV que también le tienen afecto a la casa misma, por el esfuerzo y sacrificio emprendido en su realización. Por lo tanto, cabe destacar que la variable de forma de producción de la casa es relevante como factor de inducción al apego. Concepto que coincide con el estudio de Rioux et al. (Rioux et al., 2017) que declara que la apropiación es un mecanismo a través del cual el apego se genera.

Otras culturas promueven lo contrario – un desapego a lo material. Entonces, ¿por qué estamos considerando aquí que el apego es importante? Algo a lo que se tiene apego es algo que se aprecia y, por ende, se siente propio, se cuida y se vigila, es decir, se ha marcado un lugar. Si todas las personas de una comunidad sienten ese apego a su territorio habitado estaría en mejores condiciones, porque alguien estaría cuidándolo. Ahora bien, se reconoce que las colonias de PSV distan de estar perfectas, pero este apego se manifiesta en la confianza mutua que se tienen entre ellos y es un primer paso. A la vez, al estar hilvanados las personas y su lugar en caso de amenaza su respuesta será más pronta y certera, como cuando los colonos de la Lázaro y la CROC se unieron para que no les cerraran el paso peatonal por completo. Estos resultados van en línea con lo afirmado por Lewicka (2011) quien establece que las personas que tienen un apego activo presentaron niveles más elevados de capital social y cultural. También van en línea con otros estudios que relacionan de manera positiva el apego y la predisposición a la participación ciudadana (Bilewicz & Stefaniak, 2017; Vidal et al., 2014).

Otro resultado relevante fue cómo se crearon los lugares. Esta creación se observó por dos vías: una positiva cuando la gente la lleva a cabo y una negativa cuando los proyectos son gestionados y llevados a cabo por el municipio. La creación de espacios públicos en las colonias, incentivada por organizaciones sociales, fueron exitosos como los pasos peatonales en la Lázaro Cárdenas o en la Constituyentes de Querétaro; en cambio, los proyectos municipales como el skate park en la CROC o la cancha de futbol en la Lázaro – dónde la mayoría de la población es de la tercera edad – no fueron valorados por sus habitantes dado que no responden a sus necesidades directas (ahora están en proceso de reapropiarlos a través de celebraciones tradicionales llevados a cabo en ellos). Esto manifiesta que el compromiso por un proyecto

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comunitario se genera cuando existe la posibilidad de que los habitantes sean tomados en cuenta en la toma de decisiones sobre lo que se debe hacer y cómo se llevará a cabo.

En cuanto al significado que la vivienda tiene para los habitantes, podemos distinguir tres dimensiones en las que se localizó: la individual, la económica y la familiar. En ambos casos, Infonavit y PSV, se comparte la idea de que la casa es un medio para progresar, un medio que da estabilidad y un medio de integración familiar, ya sea para poder ofrecerles un espacio a sus hijos para construir su casa (encima de la de ellos) o bien para poder recibirlos y convivir. Si comparamos de acuerdo a la edad del habitante y su casa, en las viviendas de mayor antigüedad (40 años o más) el significado que la casa tiene se concentró en la memoria, el valor a su esfuerzo o sacrificio y un medio para la integración familiar. En contraste, los habitantes de viviendas menores de 40 años valoran su casa como patrimonio. Los resultados coinciden con Buckenberger (2012) quien afirma que al vivir durante mucho tiempo en un lugar, el valor otorgado a lo físico se disminuye mientras que la importancia de lo intangible y de lo afectivo afectivo aumenta.

Ahora bien, si comparamos el significado de acuerdo a la forma de producción, el que la vivienda tiene para los auto constructores es más personal, evidente en el valor que le dan a lo propio, a los recuerdos que la vivienda guarda, y al esfuerzo y sacrificio invertidos en su realización. Mientras que para los de Infonavit, la casa es un artículo mercantil valorado como un patrimonio y un medio para generar ingresos cuando la casa es transformada en un negocio.

En el marco teórico se mencionó que el significado es relacional, es decir, que resulta de la interacción entre las características de la vivienda y su habitante (Clapham, 2005; Coolen, 2006). Sin embargo, Coolen establece que el significado de la vivienda se ubica en los significados de bajo nivel, o significados manifiestos de Rapoport (1982), es decir aquellos que son instrumentales. Pero claramente esto no fue el caso de los resultados obtenidos aquí. De entrada, la variable de forma de producción de la casa modificó en gran medida estos resultados y los convirtió en significados de nivel medio o significados latentes (es decir expresivos según Rapoport). Esto quiere decir que la casa es un vehículo no solamente útil, sino también un medio para expresar su identidad, su afecto y su orgullo, como lo manifestaron los habitantes en cuanto al significado de esfuerzo, progreso, estabilidad y lo propio. Ahora bien, cabe señalar que también se encontraron significados de nivel bajo o manifiestos como: medio para generación de ingresos, patrimonio y medio de integración familiar.

Por otra parte, Rapoport (1982) afirma que el elemento que más expresa el significado de la casa es el uso de materiales, y en este caso no fue así. Todos utilizan el mismo material, el block, por lo que deben recurrir a otros recursos para expresar su significado como la decoración, el color, o cómo disponen los espacios. Algunas excepciones que coincidirían con Rapoport podrían ser el uso del material en el piso, como el caso de Sabina CQ2, que es una cuestión de logro o diferenciación con los demás.

En suma, gran parte de los habitantes de PSV están más enfocados en el presente, en la casa como una construcción y salvaguarda de la identidad, mientras que los de Infonavit están más enfocados en el futuro, en el seguro económico que la casa genera. Pero, más relevante que

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lo anterior, es que permea en su conciencia la creencia que lo que “no cuesta no vale”, y al costar no se refieren al valor económico de la propiedad, sino al esfuerzo físico implicado en su construcción y al sacrificio vivido para hacerse de una casa, por lo que una casa llave en mano nunca valdrá lo mismo que una casa que hubieran construido con las propias.

Habitar socializando

En la intersección de la identidad y el apego se encontró la práctica de habitar socializando. Esta concierne todo lo relacionado con el sentido de comunidad, señalando lo que los identifica y lo que los distingue. Como resultado más relevante – e inesperado – se encontró que la confianza emerge tras la experiencia de un proyecto en común.

Primero, se encontró que 25 ha es el límite para que una colonia se perciba como una unidad, como fue el caso de las colonias Lázaro Cárdenas, Ciudad CROC y Colinas del Río, a diferencia de cuando es mayor sólo se identifican o se sienten parte de su propio sector como lo expresaron los habitantes de Constituyentes y de La Ermita. Contrasta con la tendencia actual de los desarrolladores de hacer grandes islas urbanas en la periferia que superan por mucho esta extensión. En las colonias de PSV se identifican entre ellos como auto constructores, así como también por las redes de colaboración que la autoconstrucción y gestión de servicios en la colonia conlleva. A la vez, la percepción negativa que se tiene de ellos se transforma en un aglutinador social entre la población, como ejemplo la colonia Lázaro Cárdenas en las que las señoras se unen para defender sus intereses y su imagen. En las de Infonavit, la identificación entre ellos fue inducida a través de organizaciones no gubernamentales que promovieron proyectos de mejora en sus propias colonias, como sucedió en la Constituyentes, o en la resolución de conflictos comunes, como en Los Encinos con el trabajo en conjunto para la introducción de un preescolar.

Ahora bien, ambos tipos de colonia manifiestan lo difícil que es hacer comunidad territorial el día de hoy. Las relaciones vecinales en ambos tipos de colonias son de cordialidad y distanciamiento, manifestadas en “solo los buenos días y las buenas tardes”. Sin embargo, la necesidad de resolver un problema en común e identificarse entre ellos, fomentó la solidaridad entre la población heterogénea. La experiencia compartida y la memoria colectiva constituyen un vínculo social y afectivo más sólido que el que se comparte con un vínculo abstracto, como el del crédito en el caso de las colonias Infonavit. Esto lo evidenciaron con sus testimonios Miguel, quien lideró el proyecto de la instauración del preescolar en Los Encinos, y Esmeralda, la encargada de la autogestión del centro comunitario en la misma colonia. Ellos comentaban que los vecinos eran “muy apáticos” y que motivarlos para reunirse era muy complicado. Lo lograron hacer para el Kínder, pero posterior a ese proyecto ya no cuentan con ellos para echar a andar el centro comunitario. Por otra parte, el tiempo ha hecho de las suyas en Constituyentes, y su sentido comunitario se genera desde la memoria y el recuerdo, pero se manifiesta de manera virtual, por Facebook – el territorio real no los congrega.

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Ahora bien, esta solidaridad no sólo se manifiesta espacialmente, también en el grado de confianza que se manifiesta entre ellos. La gran mayoría de los habitantes de PSV contestó que se tiene confianza entre ellos, mientras que los de Infonavit no. Un motivo que explica el resultado anterior es el hecho de que las colonias de PSV se construyeron a través de redes sociales de apoyo que requerían de un alto grado de confianza entre sus integrantes (Lomnitz, 2016). La confianza que resultó de estas redes de apoyo y de su identificación como auto constructores permanecieron en el tiempo en estas colonias. Este tipo de relaciones constituyen un territorio más sólido y susceptible de ser apropiado y cuidado. Mientras que en las colonias de Infonavit prevaleció una actitud evasiva, donde cada quién veía por sí mismo, y si acaso existía confianza, era sólo entre un grupo reducido. Cuando no se construye la confianza mutua la comunidad territorial no puede germinar.

La confianza como resultado de la apropiación en comunidad es algo clave que Vidal y Pol (2005) no señalan. Este es un aporte relevante al concepto de apropiación porque apunta hacia las posibilidades sociales que la acción genera. Tal como lo reconocía el filósofo americano Henry David Thoreau a propósito de construir su casa: “por fin a primeros de mayo y con ayuda de algunos conocidos, más por aprovechar ocasión tan buena para reforzar lazos de vecindad que verdadera necesidad, levanté la estructura de mi casa” (en Monteys, 2018, p. 60).

Ahora bien, esta confianza generada ¿de qué manera influye en la colonia? Vidal y Pol señalan que personas y espacios construyen lugares. En este caso, no necesariamente se ha construido un mejor lugar en términos físicos y bajo los estándares de calidad impuestos desde arriba pero si han constituido “un lugar” mediante sus relaciones sociales, y esta dimensión es un pilar muy importante en la construcción del territorio. Las comunidades de PSV son más sólidas comunitaria y socialmente que las de Infonavit – como se expuso en los resultados – porque hay confianza. Este es un pilar clave que pareciera insignificante porque no se revela físicamente, pero es ese precisamente el primer peldaño para poder hacer una comunidad que posteriormente pueda generar un mejor lugar físicamente. ¿Y qué fue lo que los aglutino? En algunos casos fue la propia fundación de la colonia como en La Ermita y en la Lázaro Cárdenas, en otros casos fue la instalación de los servicios como en la CROC, e incluso en la colonia de Infonavit Los Encinos, se tuvieron que organizar como comunidad para demandar infraestructura, como el caso del Kínder. También se organizaron cuando un estigma negativo de las colonias vecinas amenazaba su diario vivir, como cuando lo hicieron la CROC y la Lázaro Cárdenas para evitar que les cerraran el paso vehicular y peatonal a sus colonias. Estas redes fueron resultado de un proyecto en común, se organizaron por qué se necesitaron. La paradoja que queda es si la confianza resultó de esas redes o si para que se formaran esas redes se requería la confianza desde un inicio como lo establece Lomnitz (¿el huevo o la gallina?). Dado los resultados, pareciera más bien que la confianza se generó como resultado de tener un propósito en común y llevarlo a cabo.

Por lo tanto, ¿cómo se expone esa confianza materialmente? Una forma muy evidente fue la disposición espacial de la casa y sus ventanas hacia la calle. Monteys afirma que “las calles están hechas de ventanas… asomarnos a la ventana desde nuestra habitación es asomarnos a la

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vida” (2018, p.144). Esta manifestación física habla más que mil acciones. La mayoría de las viviendas de PSV tienen “ojos” en la calle a través de sus ventanas y sus porches; participan de la vida de la calle en lugar de cerrarse a ella. En contraste, en la vivienda de Infonavit uno de los primeros actos de apropiación es levantar una barda y llevar su día a día replegado al interior de la vivienda. Precisamente lo que Lindón (2005) asevera que sucede con el mito de la casa propia: modos de vida más individualizantes.

Sin embargo, lo que estos resultados atestiguan, es que su aseveración depende de la forma de producción de dicha “casa propia” y no puede ser aplicable para todo tipo de vivienda. Cuando los habitantes de PSV construyeron su vivienda y su entorno, generaron un fuerte arraigo y apego al lugar, creando una adhesión a su hábitat concordando con lo que Borja (2016) define como ser ciudadano: “se es ciudadano con los otros, junto a ellos, compartiendo cotidianidades y rutinas, pautas de comportamiento e intercambio de servicios y palabras, y si cabe, expresando demandas y derechos” (2016, p. 9).

Por último, cabe remarcar, que la diferencia radica en la forma de producción de vivienda, no en el ingreso económico de la población, dado que es el mismo. El capital social generado, tras los proyectos que enfrentaron en común y que solidificó a la comunidad, mostró ser muy favorable en las colonias de PSV, permitiéndoles llevar a cabo muchas mejoras que de otro modo hubiera sido imposible hacerlas. En contraste, el capital social en las colonias de Infonavit está teniendo muchas dificultades para brotar. Los resultados en esta práctica de habitar socializando muestran que los dos grupos de población habitan de maneras muy distintas social y comunitariamente.

En suma, habitar apropiando – bajo sus tres prácticas de edificar, apreciar y socializar –demostró ser una herramienta valiosa que permitió a los habitantes de más bajos recursos hacer por sí mismos, lo que el gobierno nunca hizo por ellos. Mientras el gobierno se ocupaba de resolver el problema del déficit habitacional sólo para el 25% (que no incluía a los de los estratos más bajos), los que habitaron apropiando iban construyendo sus colonias con sus manos y tejiendo sus comunidades con confianza. El soslayo hacia ellos los fortaleció dotándolos de habilidades que antes no tenían, pero que aprendieron a desarrollarlas. Como nadie veía por ellos, aprendieron a formar redes con otros, fortaleciendo su capital social. Tal vez, no sean los diseños óptimos, pero al menos, cumplen con lo que necesitan, cosa que los desarrolladores siguen sin cumplir. Además, lo hicieron cuando quisieron y pudieron, preservando su autonomía. Habitar apropiando demostró ser un arma contra la indiferencia hacia al territorio, porque sus habitantes tienen apego, y ese apego genera un mayor compromiso social, que tanto hace falta. Finalmente, habitar apropiando los llenó de dignidad y orgullo, y su casa es todo – incluyendo a sí mismos – mucho más que cuatro muros y una losa intercambiables al mejor postor.

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Resultados inesperados

De todos los resultados, el más inesperado y relevante fue la confianza como manifestación de la apropiación, concepto no señalado en las investigaciones pasadas como tal, como se acaba de exponer en la sección anterior. También fueron sorpresivos los roles de los adolescentes y de las mujeres en la configuración de las colonias y sus viviendas, y las discrepancias en cómo se define y se expone lo intimo y lo público, como veremos a continuación.

Dentro del ciclo de vida de las colonias, y dada la naturaleza dinámica de la ciudad, se encontró que todas las colonias estudiadas, sin excepción, comparten un período en que la población adolescente es dominante y sus interacciones son problemáticas para el desarrollo sano y seguro de los barrios. Durante esta etapa, los adolescentes se apropian de las calles y de los parques, y forman clanes o pandillas que se convierten en rito de paso para los habitantes de ese grupo de edad en cada colonia. Sus formas de expresión son vandálicas, de agresión hacia otras pandillas y provocan que el resto de las poblaciones, como los niños o adultos mayores, no puedan interactuar en el espacio público por miedo a ser agredidos. Ahora bien, los entrevistados – que fueron en su totalidad adultos y padres de ellos en algunos casos – relataron que estos sucesos cotidianos tienen una fecha de expiración. A menudo que esta población va creciendo, tales comportamientos cesan cuando los adolescentes se tornan adultos y la colonia recupera la paz perdida. Por lo tanto, al narrar estos sucesos los entrevistados muestran una tendencia a “normalizar” y soportar este comportamiento, a sabiendas de que es pasajero, a pesar de que durante esa etapa su vida en la colonia se haya visto afectada y limitada.

Otro resultado interesante, y que demanda más investigación a futuro, es la discrepancia en cómo se define y se expone lo que es público y privado dentro de la casa. Los habitantes configuran un sentido del hogar en sus casas, es decir, establecen el lugar apropiado para ciertas prácticas. Por ejemplo, la cocina es considerado un espacio privado femenino, algunos entrevistados expresaron que no les gusta estar ahí. Otro ejemplo es el emplazamiento de actividades que consideran viciosas, como la ingesta de alcohol, la cual consideran no apropiada llevarla a cabo al interior de la vivienda y se realiza al exterior, públicamente, comúnmente en el porche. Por otra parte, esta la decisión de que tanta intimidad de la casa se expone al público, en otras palabras, qué de lo íntimo se observa desde la calle. Una práctica encontrada fue el tendido de ropa. Mientras que algunos lo hacen en el patio trasero de la vivienda – lejos del escrutinio público – otros lo hacen en el porche o en el mismo patio que está expuesto a la calle. Esto recuerda a lo que Monteys (2018) señala como las “dos Europas”: la que tiende la ropa en la casa y la que tiende la ropa en la calle. Destacó también la diferencia entre la imagen pública que la vivienda expresa y el interior mismo de la vivienda. Se presentaron casos en que el exterior de la vivienda estaba poco consolidado (en block aparente), en contraste con un interior completamente acabado. Esto evidencia la prioridad que dan al habitar diario dentro de la casa por encima de la imagen que desean que proyecte su casa. En otros estratos sociales más altos sucede a la inversa, la casa proyecta un estatus superior en el exterior que no coincide con lo

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que sucede dentro. Se enfocan más en lo que proyectan hacia fuera, que en lo que viven adentro.

Aciertos, limitaciones, y posibles líneas de investigación futuras

Uno de los mayores aciertos de esta investigación es su aproximación y enfoque. Aproximarnos a la vivienda desde un enfoque ecológico permitió discernir el dinamismo entre la casa y su habitante, como se estableció desde el capítulo 2 (marco teórico). Los enfoques sociológicos no consideran la materialidad y agencia que el objeto tiene en esta relación, los enfoques urbanos le dan excesiva prioridad al medio ambiente construido sobre la agencia del habitante, y la perspectiva arquitectónica se preocupa más por la producción y diseño de una obra que de su ocupación, es decir, no visita de nuevo los proyectos una vez terminados, justo cuando cobran vida y son habitados (tampoco los desarrolladores de vivienda). La aproximación empleada aquí, en contraste, permite considerar esta relación como co-constitutiva, concepción que orientó la investigación a la observación de prácticas y procesos en el habitar de la casa, considerando al habitante y su casa en una interacción simétrica y dinámica. A la par, que el estudio se delimitó a la vivienda popular, permitiendo atender la problemática social de las mayorías.

Otro acierto fue el enfoque cualitativo empleado. Gran parte de los estudios sobre vivienda social tienen un enfoque cuantitativo o técnico, metodologías que no describen la relación entre las personas y su medio ambiente – justo dónde la experiencia y los valores humanos residen. Interrogantes acerca de las consecuencias que la vivienda tiene en el habitar de las personas solo pueden ser preguntadas en palabras que describan procesos y relaciones, no en Excel y numéricamente.

Otro acierto fue la elección de la muestra de estudio: vivienda de Infonavit vs. vivienda PSV en el contexto de la ZMM. Los resultados de esta investigación no sólo contribuyen al conocimiento del contexto habitacional de la ciudad, si no que más bien, este estudio puede ser el punto de partida para otras investigaciones que traten sobre el desarrollo urbano de ciudades de rápido crecimiento como lo es Monterrey. Tanto en la ciudad, como en el país en general, los alcances del mercado de bienes raíces y financieros son limitados y dejan fuera a grandes números de familias que tienen que agenciarse su vivienda mediante mecanismos sui generis, tal cómo se descubrió aquí.

Por último, la elección del marco temporal también fue un acierto. Se eligieron colonias emblemáticas de distintos municipios de la ZMM que narran, a través de sus habitantes y sus viviendas, los diferentes momentos que se vivieron durante la metropolización de la ciudad y de las instituciones y políticas de vivienda. Por lo tanto, esta muestra permitió ver la evolución de dichas acciones y sus repercusiones, tanto en el tejido urbano como en las personas que habitan las viviendas.

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Por otra parte, el diseño de esta investigación no permitió ciertos alcances. Por una parte, esta investigación sólo observa la vivienda popular de los estratos socioeconómicos bajos y no se puede corroborar el comportamiento del modelo en otros estratos. Por preservar la intimidad familiar de cada casa, no se pudieron observar las zonas privadas de la vivienda en la mayoría de los casos, aunque las representaciones gráficas de las casas dibujadas por los habitantes ayudaron a ubicarlas espacialmente al menos. El tiempo de ejecución del estudio no permitió profundizar más en las formas de apropiación en los espacios públicos comunes, investigación que pudiera ser de mucha utilidad para los desarrolladores y las instancias gubernamentales. Finalmente, tampoco hubo oportunidad de analizar el acceso a otros elementos que también inciden en el habitar de las personas, cuestiones como la movilidad, el acceso a infraestructura y educación, es decir, otras dimensiones del bienestar.

Por lo tanto, algunas líneas de investigación futuras posibles podrían surgir de las limitaciones previas. Primero, valdría la pena contrastar este estudio con el de otras ciudades latinoamericanas que debido a su crecimiento económico fueron grandes atractores de migración, y cuya urbanización fue acelerada y, por lo tanto, desordenada, ante la incapacidad de sus gobiernos de dar pronta respuesta a un fenómeno tan desbordante. Muy interesante estaría, también, preguntarnos cuales serían los resultados si este estudio se llevará a cabo en otros niveles socioeconómicos y si se sostendría el modelo para otras clases sociales, o si sólo es una herramienta de empoderamiento para las clases bajas. De ese mismo corte, también sería interesante analizar como trabajaría la apropiación cuando la vivienda presenta otra forma de tenencia, como la renta. También sería relevante analizar las variaciones de significado y puntos de vista dentro de una misma unidad doméstica, en este caso sólo se entrevistó a un miembro (salvo algunos casos que se entrevistó a la pareja o a la mama e hija). De corte histórico, otra investigación podría adentrarse en comprender por qué la política de vivienda ha privilegiado la opción habitacional llave en mano durante los últimos cincuenta años, cuando es evidente que no satisface a la mayoría de la población. Por último, basándonos en algunos resultados inesperados investigaciones futuras podrían investigar a mayor profundidad el rol que la mujer tiene en la construcción (literalmente) de su casa y por qué y cómo surge, como también investigar casos de éxito de cómo prevenir o lidiar con la población adolescente para evitar que esta población secuestre la colonia cuando atraviese esta etapa.

Reflexiones finales y propuestas

En la sección anterior se expusieron los resultados de la investigación en torno a la vivienda y la apropiación con base en tres prácticas encontradas en torno al habitar apropiando: habitar edificando, habitar apreciando y habitar socializando. Se encontró que el affordance más relevante que la casa ofrece es la posibilidad de hacerla y/o modificarla por las repercusiones que esta práctica tiene en el desarrollo y bienestar de sus habitantes. A la vez, se expuso que el valor y significado que la vivienda tiene para sus habitantes deriva más de la experiencia de la misma,

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que de su valor de intercambio. Finalmente, se reveló que la confianza emerge entre los habitantes de una comunidad cuando comparten un proyecto tangible en conjunto. Las implicaciones que estos resultados tienen sobre el contexto actual demandan cambios en la concepción de lo que se considera acción habitacional hoy en día en el país y posibilitan que el habitar apropiando se impulse. Para esto, se proponen tres ejes de acción para futuras propuestas en cada una de las categorías previas:

1. Habitar edificando: Recuperar la casa como proceso 2. Habitar apreciando: Fortalecer el valor de la vivienda como experiencia 3. Habitar socializando: Inducir la socialización y la colectividad

Primero, para recuperar el proceso de la vivienda es necesario poner a la persona por enfrente del resultado, es decir, invertir en las personas no en los lugares. Segundo, para que la vivienda sea más significativa y sea realmente un medio para el desarrollo personal es necesario que el habitante tenga control sobre las decisiones críticas de su habitar. Por último, para fortalecer y hacer surgir el sentido comunitario en las colonias es necesario inducirlo desde arriba con la introducción de proyectos en común que sean propuestos y realizados desde abajo, en otras palabras, un enfoque en el “cómo” se llevan a cabo, más que el “qué” se lleva a cabo. (ver Figura 91 para una síntesis).

Figura 91

Resultados y propuestas

Nota: Elaboración propia.

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A continuación, se expondrá con más detalle cada una de ellas, reconociendo que dadas las limitaciones de la investigación mencionadas con anterioridad estas propuestas solo apuntan en ciertas direcciones, y su objetivo es mover la frontera de lo que al día de hoy se reconoce como acción habitacional ya sea por parte del Estado, de la iniciativa privada o de las organizaciones no gubernamentales.

Invertir en las personas:

espacio + tiempo + microcrédito + infraestructura para construir

Dada la naturaleza dinámica de habitar la casa, lo cual fue expuesto como un proceso interminable, la apropiación se torna de suma importancia para garantizar que las affordances sean congruentes con las necesidades de vida. Habitar requiere una actitud activa para llevarse a cabo de una manera que sea satisfactoria y en pro del desarrollo y del bienestar del habitante. Por lo tanto, el valor de la casa no radica en lo que es, sino en lo que permite hacer, como lo estableció Turner (1972) hace casi cincuenta años. Tras observar los resultados de esta investigación se sugiere añadirle a dicha aseveración, además, no sólo lo que la casa permite hacer, sino lo que termina siendo relevante es lo que las personas hacen por ella. De esta manera se reconoce la co-constitución dinámica entre la vivienda y su habitante. Ahora bien, ¿qué se requiere para permitir que este proceso se lleve a cabo?

El mayor affordance que la casa presenta es poder hacerla o transformarla, pero para que esto suceda se requiere de algo que nos falta: la posibilidad de elección. En la actualidad las posibilidades habitacionales que el Estado mexicano brinda se limitan a proporcionar viviendas llave en mano a créditos a largo plazo. Por otra parte, como se expuso en el segundo capítulo, en la ZMM se creó Fomerrey y de cierta manera, la oferta habitacional en la zona ha sido más variada que en otros estados del país proveyendo lotes sin servicios para la autoconstrucción. Sin embargo, la política de vivienda no privilegia esquemas de autoconstrucción de manera masiva como lo hace con la vivienda llave en mano. Entre la oposición de dichas posibilidades habitacionales se localizan una gran gama de opciones de producir vivienda que no han sido consideradas.

Turner, arquitecto inglés y quién fue de los principales y primeros defensores de la autoconstrucción, hablaba de que lo que era requerido para cubrir la demanda era libertad para construir, abogando que los habitantes saben mejor que necesitan y serán los que lo harán de la manera más eficiente. Posteriormente, partiendo de Turner, Andrade (1981) investiga las transformaciones de 20 casos de vivienda popular en la Ciudad de México y concluye que más que libertad en el contexto mexicano lo que se requería era espacio y tiempo para construir. Tras llevar a cabo esta investigación y reconocer que ninguna de las formas de producción analizadas es complemente efectiva, porque las de Infonavit no satisfacen a sus habitantes y el proceso de instalación de servicios e infraestructura de las colonias de PSV no fue sencillo, se propondría

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que lo se requiere es espacio + tiempo + microcrédito + infraestructura y servicios para construir. En la actualidad esta opción es inexistente46.

El no tener que comprar una casa construida permite que el desembolso inicial para adquirir un lugar para vivir sea menor o pueda ser mejor ubicado. Se sacrifica la construcción inicial en aras de una mejor ubicación y por ende mejor calidad de vida con menos gasto en tiempo y en transporte diario. El tiempo de la vivienda debería de ser decidido por los propios habitantes tal como las viviendas de PSV lo demostraron: el tiempo de la evolución espacial lo decidieron ellos cuando se tornó necesario. A la vez, la opción de microcréditos para la construcción no ha sido planteada todavía por lo que los habitantes han recurrido a esquemas alternativos de financiamiento para llevarlo a cabo. Pensar en ofrecer un crédito por el total de la construcción, como hace poco lo planteó el gobierno en turno, sería peor que alguna de ambas formas de producción: los habitantes ni tendrían casa y tendrían la carga del crédito total. La bondad del microcrédito es que no aprisiona por un tiempo prolongado y es el apropiado al ritmo de construcción de la casa. Finalmente, los resultados de las colonias de PSV atestiguan que esta población ha sido soslayada en cuanto a servicios e infraestructura y, por ende, los han tenido que agenciar por su cuenta a lo largo del tiempo. La opción de espacio + tiempo + microcrédito + infraestructura y servicios para construir recoge estas ideas y reconoce que en la actualidad no se oferta un esquema como éste. Reconocer que la vivienda es un proceso incremental más que un producto terminado es algo que la política de vivienda todavía no admite y lo que ofrecen no lo refleja. Más bien, el afán por mitigar el déficit habitacional con un sólo producto es precisamente lo que provoca. Si realmente se quisiera aminorar este déficit primero se debe reconocer que los habitantes requieren de más opciones, y aún más cuando el 60% recurre a otro esquema que al que el Estado ofrece. Turner lo dejó muy claro:

“Only when housing is determined by households and local institutions and the enterprises that they control, can the requisite variety in dwelling environments be achieved. Only then can supply and demand be properly matched and consequently satisfied. And only then will people invest their own relatively plentiful and generally renewable resources.” 47 (1976, p.102)

46 Lo más similar a esta propuesta es el crédito para construir que ofrece el Infonavit. Sin embargo, la

documentación que demanda (estudio de valor y dictamen técnico del terreno, un contrato de obra a precio alzado y tiempo determinado, un proyecto ejecutivo de construcción que contenga planos arquitectónicos, planos de instalaciones, estudio de mecánica de suelos y memoria de cálculo, además de programa de obra, presupuesto y licencia de construcción) imposibilita a gran parte de la población de recurrir a él. La mayoría de la vivienda de autoconstrucción se realiza sin todas estas demandas; a la par, el tiempo de ejecución lo demandan otras circunstancias, no un plazo fijado por el Instituto. Por lo tanto, este esquema no es lo que se está proponiendo aquí.

https://portalmx.infonavit.org.mx/wps/portal/infonavit.web/trabajadores/quiero-un-credito/Quiero-construir/ 47 “Sólo cuando la vivienda está determinada por los hogares y las instituciones locales y las empresas

que controlan, se puede lograr la variedad requerida en los entornos de vivienda. Sólo entonces se podrán

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Por lo tanto, si la política de vivienda se flexibiliza y se centra en proveer de espacio, reconociendo la dimensión temporal de la vivienda como proceso, se les ayuda con financiamiento de microcrédito y se les otorgan los servicios e infraestructura adecuada se estaría ayudando a las personas y al lugar, de manera indirecta a largo plazo. La vivienda se convertiría en un medio para el habitante y no en un medio para la economía, el constructor o el desarrollador solamente. Invertir en las personas en vez de en el lugar es algo que ya ha sido propuesto y apoyado por otros como Glaeser, García-Huidobro et al. y Nussbaum. Por su parte Glaeser, economista urbano, sostiene que la solución para sacar adelante a la población de más bajos recursos no es ayudar al lugar donde habitan sino ayudarlos a ellos: “National policy should be aimed at giving those people the skills they need to compete, wherever they choose to live, rather than encouraging them to stay at a particular locale” 48 (2012, p. 257). Acierta con decir que el rol del gobierno es ayudar a la gente de bajos recursos, pero no ayudar a lugares pobres o a negocios mal llevados. Transformar el gasto social en vivienda en inversión social es el objetivo que debería guiar las nuevas iniciativas en vivienda es lo que proponen García-Huidobro, Torres Torriti, & Tugas (2010) al sintetizar las lecciones del proyecto de PREVI en Lima tras investigarlo en el tiempo. Estas conclusiones también se alinean con el desarrollo de capacidades humanas de Nussbaum (2013) quién afirma que el objetivo es habilitar a las personas a que cumplan sus objetivos por sí mismos, por lo que el enfoque va en la transferencia de tecnología y conocimiento.

La postura de ayudar a la gente ha sido criticada por otros urbanistas, pero su visión de ayudar a las personas sólo la interpretan a través de la dotación de subsidios. Sabatini critica la postura estableciendo que “los neoliberales no parecen entender, y menos valorar, los bienes públicos que estructuran en gran medida a la ciudad” (2020, p. 13) y afirma que el problema radica en la escasa capacidad de elección que las personas tienen en las ciudades de América Latina y Estados Unidos (2018, p. 16). Para responder a Sabatini, lo que se propone aquí “al ayudar a las personas” no se refiere exclusivamente a un subsidio, como el autor lo delimita, sino el acceso a un micro financiamiento que se ajuste al ingreso de las personas de más bajos recursos. Asimismo, el hecho de que se requiera de espacio e infraestructura inevitablemente demanda de una intervención gubernamental a la par, pero es una intervención dirigida al beneficio de las personas, no sólo de beneficio al lugar. La ayuda a los lugares ha causado que se eleven los precios de la tierra y posterior gentrificación obligando a los habitantes, a los que dizque estaba destinada la ayuda, a buscar un lugar más económico para vivir (Glaeser, 2012). En un extremo Alain Bertaud (2018) propone la desregulación del uso de suelo y construcción argumentado que todas las regulaciones vinculantes (binding regulations) incrementan el costo de la vivienda. Afirma que los estándares mínimos de vivienda son un acto político y son siempre

equiparar adecuadamente la oferta y la demanda y, en consecuencia, satisfacerlas. Y sólo entonces la gente invertirá sus propios recursos relativamente abundantes y generalmente renovables.”

48 “La política nacional debe tener como objetivo brindar a esas personas las habilidades que necesitan para competir, donde sea que elijan vivir, en lugar de alentarlos a permanecer en un lugar en particular.”

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arbitrarios y contextuales. El autor afirma que las personas tienen que elegir entre área, ubicación y precio, y que cuando el gobierno asume preferencias que difieren sobre la población, la política de vivienda está destinada a fallar. En México, la regulación de la política de vivienda solamente ha favorecido y protegido a los desarrolladores, como se expuso en el Capítulo 3. Los habitantes de las viviendas de Infonavit no han podido hacer una elección porque la poca oferta decide por ellos. Del otro lado, los auto constructores han optado por ubicación y han sacrificado el área inicial. Por lo tanto, en lugar de asumir que es mejor para la gente, el enfoque de esta propuesta está dirigido a darle la oportunidad a las propias personas de tomar sus decisiones, generar opciones y buscar que los beneficiados sean ellos como lo observaremos en la siguiente propuesta.

Decisiones críticas de vivienda a cargo del habitante

Ejercer un derecho sin opciones no es ejercerlo. King (2003) establece que el concepto de “opción” en vivienda permite analizar qué tanto una política de vivienda refleja las percepciones subjetivas. A la par, afirma que el derecho a una vivienda difiere a otros derechos en el sentido de que podemos tener control sobre él y – como se expuso en el capítulo 2 — la vivienda es un medio que nos permite conseguir nuestros fines privados. Por lo tanto, resume que “the purpose of housing is therefore to allow us to take the responsibility to live our lives according to the choices we have made to meet our legimitimate interests” 49 (2003, p. 96). Sin embargo, en México, no sólo las acciones habitacionales promovidas por el Estado no son variadas, sino que también no permiten que el habitante tenga un control sobre ellas. ¿Por qué es importante que los habitantes tengan control?

“When dwellers control the major decisions and are free to make their own contributions in design, construction, or managment of their housing, both this process and the environment produced stimulate individual and social well-being. When people have no control over nor responsibility for key decisions in the housing process, on the other hand, dwelling environments may instead become a barrier to personal fulfillment and a burden on the economy.” 50 (Turner & Fichter, 1972, p. 241)

49 “El propósito de la vivienda es, por lo tanto, que nos permita asumir la responsabilidad de vivir

nuestras vidas de acuerdo con las elecciones que hemos tomado para satisfacer nuestros intereses legítimos.” 50 “Cuando los habitantes controlan las decisiones importantes y son libres de hacer sus propias

contribuciones en el diseño, construcción o gestión de su vivienda, tanto este proceso como el entorno producido estimulan el bienestar individual y social. Cuando las personas no tienen control ni responsabilidad por las decisiones clave en el proceso de vivienda, por otro lado, los entornos de vivienda pueden convertirse en una barrera para la realización personal y una carga para la economía.”

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La relación entre el habitante y el proveedor de vivienda de Infonavit no es recíproca. El habitante no tiene una voz en el proceso, y solo le queda aceptar o rechazar el producto que se le ofrece. Para los usuarios, paticipar de las decisiones críticas significa tener opciones sobre las decisiones que les conciernen: dónde, cuándo, cómo y durante cuánto tiempo gastar su energía en habitarse (Perlman, 1986). Tal como lo demostraron los habitantes de PSV al elegir el propio diseño y disposición espacial de su casa; al decidir cuándo llevarlo a cabo y al determinar cuánto estaban dispuestos a invertir en ella. Estas tres variables son muestra de la autonomía sobre las decisiones críticas de su casa que los habitantes de PSV sí gozan. El efecto de ello se demuestra en su orgullo, satisfacción y bienestar que su casa les brinda por el hecho de haberla decidido en todos sus aspectos.

A pesar de que estas ideas no son recientes, poco se ha hecho para tomarles en cuenta. La filósofa americana Nussbaum (2013) ha revivido el discurso, apuntalado primero por Turner y luego por otros, acerca de la necesidad que el ser humano tiene sobre tener control sobre su propio medio ambiente marcando esta necesidad como la décima de sus diez capacidades centrales humanas. Esta capacidad de tener control sobre el entorno material se suma a otra que señala, la de tener “refugio adecuado” que la clasifica bajo la segunda capacidad central, la de salud corporal. Por esto, no se refiere a alguna especificación de vivienda de manera objetiva, y señala que la dignidad humana no requiere que todas las personas tengan exactamente el mismo tipo de vivienda, dado que eso sería darle demasiada importancia a las posesiones. Lo que Nussbaum propone con su declaración de las capacidades centrales humanas es mover la frontera de lo que se consideran las necesidades humanas de una manera integral. Observar la pobreza y marginación desde una falta de acceso a las capacidades centrales humanas en lugar de rezago económico solamente, reconoce la vida humana de una manera más integral y más próxima al habitar diario. Tal como establecía Turner: “pride of achievement, the sense of competence and satisfaction stemming from personal direct action, is a subjective state not reducible to dollar terms” 51 (1972, p. 242). Incrementar las opciones y el control sobre el proceso de vivienda es algo que también Clapham (2005) propone como necesario en la política de vivienda futura, dado que su falta provoca falta de bienestar y sentimientos de impotencia y bajo estatus.

Antes que los habitantes puedan ser quienes tomen las decisiones críticas acerca de su vivienda, primero debe haber más opciones como se señala en el apartado anterior. Una sola opción no es libertad. No todas las personas están destinadas a ser auto constructores, ni a todos les alcanza comprar una vivienda de Infonavit. Faltan muchas otras formas alternativas de alojamiento, de crédito, de tenencia que den cabida a tantas formas distintas de habitar. Durante la investigación fueron evidentes las diferencias sobre la prioridad en el gasto que los habitantes le dan a su vivienda, incluso cuando todos eran del mismo estrato socioeconómico. Los habitantes deberían tener derecho a elegir en qué y cuándo quieren invertir en su vivienda,

51 “El orgullo por el logro, el sentido de competencia y satisfacción que se deriva de la acción directa

personal; es un estado subjetivo que no se puede reducir a términos monetarios.”

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así no sacrificarían vivir solo por tener una posesión, un objeto llamado casa, con el que cargan su deuda por tiempo muy prolongado. Las reglas del juego no se han adaptado a las circunstancias actuales, ¿qué tanto ha cambiado el ejercicio de la vivienda pública en 50 años? ¿Por qué se siguen haciendo proyectos del mismo tipo? ¿Por qué se les da tan poco valor a los programas alternativos? ¿Por qué deciden seguir beneficiando al esquema actual que al que menos beneficia es al habitante? La realidad es que en los casi 50 años de la fundación del Infonavit, la oferta y la política de vivienda no ha hecho mucho por los habitantes y por variar su oferta. Parte importante de un habitar con bienestar es tener control sobre las decisiones de vivienda propias, es decir, el derecho a tener control sobre el medio ambiente personal. Mientras no se ofrezcan otras alternativas habitacionales no se da cabida para ejercer este derecho.

La importancia de reenfocar los esfuerzos hacía una política que favorezca las decisiones críticas a cargo de los habitantes no recae sólo en las instituciones gubernamentales sino en las educativas también. Es necesario divulgar el “sistema experto” del diseño de vivienda (construcción en menor grado dado que los habitantes ya lo saben) para hacerlo más accesible a las personas que lo llevan a cabo. Wiesenfeld (2015) establece que es necesario problematizar desde la academia los modos de enseñar, investigar y teorizar sobre la realidad que se han naturalizado, y convertir a las universidades en escenarios propiciadores del debate sobre las problemáticas que enfrentan las comunidades – a las cuales no son ajenos muchos de los estudiantes. Por su parte Bastide (2016) sugiere adoptar una forma “ecológica” de pensar y actuar, y así “preferir las relaciones a los resultados” considerando el acto de diseñar o construir como un acto transversal, horizontal, humano y relacional que compromete nuestras responsabilidades. De esta manera, se despoja el carácter elitista característico de las escuelas de arquitectura y se les hace partícipes en atender no solo a la clase alta sino también a otros sectores de la población que son demográficamente mayores que el primero.

Esta atención no se limita en problematizar y generar soluciones, sino más bien en compartir el sistema experto con la población que desea autoconstruir. Por ejemplo, Sennet (2018) señalaba que en los procesos de diseño participativo se empleaban varios recursos que ayudaban a traducir los deseos de los participantes en representaciones gráficas y legibles para todos: maquetas de gran escala con espuma de poli estireno, láminas de plástico en las que podían dibujar y las colocaban sobre los planos del territorio y catálogos de materiales, dado que señalaba que los habitantes siempre recurrían a los mismos materiales por falta de conocimiento. El método que se elija, mientras torne accesible el sistema experto al nivel de los auto constructores, como “El manual del arquitecto descalzo” de Van Lengen (2009), otorgaría el sentimiento de propiedad que otorga el tener el control. Cómo se traduce este sentimiento a la escala pública será el tema de la siguiente propuesta.

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Enfoque en el “cómo”: de abajo hacia arriba

Finalmente, la última propuesta: enfocarse en el “cómo”. El deterioro y abandono evidente en algunas de las colonias de Infonavit analizadas es muestra de un desinterés por lo colectivo, por el espacio público y por el resto de la comunidad. Los habitantes viven atomizados en sus viviendas fortificadas. La unidad social más valorada no se extiende más allá de sus propias familias. Por lo tanto, la formación de sentido comunitario en estas colonias debe ser inducido.

En los resultados observamos que los habitantes sólo cuidan lo que tienen frente a su casa, pero no los parques, las plazas públicas, etc.… ¿A qué se debe esto o cómo se puede explicar esta actitud? Primero se debe reconocer que cuidan lo que tienen enfrente porque es sobre lo que tienen control. La posibilidad de tener control sobre un espacio determinado es lo que genera tal compromiso. Dicho de otro modo, el compromiso con un proyecto no se genera solamente con la propiedad, sino más bien por la posibilidad de influir en las decisiones y resultados que conciernen sobre ese espacio. Muestra de ese control fue cómo se organizaron para resolver los problemas comunes de abastecimiento de agua y de infraestructura educativa, que se puede decir no son de su propiedad, pero si tuvieron influencia en su desenlace. Sin embargo, no sucedió lo mismo con los espacios públicos de las colonias, que son tierra de nadie, nadie ejerce sobre ellos, precisamente porque no está estipulado quién tiene control sobre ellas. De hecho, su mantenimiento está a cargo del municipio incentivando que los propios habitantes se deslinden de la responsabilidad hacia ellos y, por ende, muchos se encuentran abandonados, deteriorados y esperando que alguien los reclame y les inyecte vida.

Desde hace más de cuarenta años, Richard Sennet (1977) ya apuntaba el declive del hombre público. El contexto actual no promueve la inserción en la vida pública por la que ésta debe ser inducida. En los casos analizados, el sentido comunitario fue inducido ya fuera por necesidad, como el surgimiento de las redes de intercambio recíproco en las colonias de PSV, o ya fuera porque un proyecto en común los unió, como los proyectos de mejora que llevaron a cabo los habitantes de Lázaro Cárdenas y Constituyentes, la defensa contra la segregación física en la CROC y en la Lázaro, y la promoción del Kínder en los Encinos. Cabe remarcar, que incluso la presencia de un centro comunitario en Los Encinos promovido por el desarrollador no demuestra la misma capacidad de aglutinador social que el proyecto en común del kínder tuvo. Esto recuerda a lo que Sennet (2018) propone para formar comunidad, esto es, el enfoque en el “qué” más que en el “quién”. Tal como los diversos habitantes de las colonias antes mencionadas tenían un proyecto en común, un “qué” que podían controlar y por el cual superar sus diferencias y generar confianza y un vínculo entre ellos, lo que Sennet llama “the bond of making” (2018, p. 242).

Sin embargo, lo que esta investigación arroja es que este enfoque no es suficiente, dado que no siempre se tienen proyectos nuevos o adversidades que afrentar. Por lo que la postura de Sennet es parcial: no sólo es importante el qué, sino también el “cómo” se llevan a cabo. Cuando los proyectos se definen desde la comunidad, se tiene control sobre ellos y se llevan a

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cabo por ellos, los habitantes los sienten propios y se responsabilizan de sus decisiones y del cuidado posterior a lo que han apropiado. Esto empodera a los habitantes y les da un sentido de bienestar porque tienen control. El cómo se llevan a cabo los proyectos comunitarios determina en gran parte la obligación que los habitantes sentirán hacia ellos. Cuando se muestra confianza en ellos al cederles el control responden con respeto. Esta actitud de apropiación y de sentido de propiedad sobre lo público, apunta hacia la autogestión y permite generar corresponsabilidad en la colonia, actitud que garantiza el bienestar y su mantenimiento (situación que el Infonavit nunca pudo controlar y por la que los desarrolladores no se ocupan).

Otro de los beneficios del enfoque en el “cómo” en lugar de solo en el “qué” es que garantiza que la colonia pueda mantenerse en el largo plazo, uno de los mayores retos. Es bien sabido que las colonias son dinámicas y nada permanece. En las colonias de mayor longevidad se observó una nostalgia o rechazo a su propia evolución. Esta renuencia es una manifestación de temor hacia lo desconocido, hacia los habitantes nuevos. No son parte de su círculo original con el que formaron lazos al crear la colonia ni son parte de las personas que ya llevan mucho tiempo de conocer. La propia dinámica de la colonia requiere, por lo tanto, que el sentido comunitario sea inducido de nuevo, una y otra vez. Antiguamente, este rol lo ejercía la Iglesia. Ahora, en algunos casos lo llevan a cabo organizaciones no gubernamentales que ayudan a promover la autogestión y regeneración de espacios públicos. Los gobiernos municipales son expertos en hacer proyectos que luzcan para la próxima elección, pero poco tienen que ver con las necesidades de las colonias (recordar el skate park y cancha de futbol para los de la tercera edad). No es suficiente. ¿Entonces qué hacer?

En las colonias de PSV existe una identificación y respeto al reconocer su condición de auto constructores, de apropiadores natos. Aún y cuando no hay proyecto en común, manifiestan su confianza y solidaridad. Los habitantes “habitan apropiando”. Lo que comparten es el “cómo” llevan a cabo sus diferentes “qué”, y este es su vínculo. Sin embargo, como los resultados lo evidencian, es un vínculo desaprovechado porque sus colonias tienen mucho espacio para mejoras. Esta actitud se pudiera activar. Una posible manera es transfiriendo el presupuesto que se tiene en el municipio para regeneración de colonias directamente a ellos y sean ellos quienes decidan qué y cómo. De abajo hacia arriba, con control y satisfacción. Sin embargo, es evidente que este tema es mucho más profundo, es muy relevante y se requiere de mayor investigación. El objetivo era apuntalar la necesidad de ir en esa dirección.

La participación comunitaria en proyectos públicos ha sido cuestionada y es importante aclarar los retos a los que se enfrenta. Wiesenfeld (2015) asevera que los resultados de los trabajos participativos pueden arrojar beneficios para las comunidades, pero sólo se circunscriben para las comunidades sede y sus efectos inciden solamente en los miembros que detentan un papel protagónico. Además, si la participación está vinculada con alguna institución proveedora se centra en atender las necesidades básicas de dicha institución y son sólo respuestas paliativas, asistencialistas y promotoras de dependencia y “no inciden en cambios sustanciales en la calidad de vida personal y comunitaria de los participantes y menos

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aún en su afán emancipatorio” (p.371). Angelo (2016) por su parte, critica que las formas legisladas de participación han sustituido los procesos verdaderamente inclusivos y que uno de los retos es que sea representativo y no sólo se escuchen las voces e intereses de los grupos mejor organizados o constituidos. Finalmente, Davidson et al. (2007) señalan la denigración que la participación comunitaria ha tenido, al considerar la actividad de consulta y dar informes como formas legítimas de participación, sofocando la posibilidad de que los habitantes puedan intervenir en las decisiones importantes y concernientes.

Reflexiones en torno los resultados y las propuestas

a la luz de contexto actual

Muchos de los resultados arrojados por la investigación pueden ser explicados a través de las descripciones del contexto actual que otros autores como Bauman, Lipovetsky y Sennet han hecho. Entender por qué surgen estas prácticas nos lleva a intentar suscitarlas cuando el resultado ha sido positivo para el habitar, o, por el contrario, aminorarlas o sublevarlas en el mejor de los casos, cuando no han sido favorables. El habitar apropiando demostró ser en beneficio de los habitantes al brindarles de autoestima, orgullo, identidad y un generador de confianza entre la comunidad. Además, explica cómo se producen los vínculos que las personas tienen con los lugares que generan, vínculos necesarios para que los habitantes se responsabilicen de su territorio, tanto físico como social. Sin embargo, como establecen Vidal y Pol, la fragmentación social, la desconfianza generalizada y el desapego por lo público, evidentes en el contexto actual, son producto “de unos modos de apropiación en crisis” (2005, p. 294). Por lo tanto, los autores remarcan la urgencia de retomar a la apropiación como un medio para fortalecer el tejido social, empoderar a la comunidad y recuperar la participación ciudadana en la esfera pública. Esclarecer los retos a los que la apropiación de la vivienda se enfrenta en el contexto actual puede dar luz para que futuras investigaciones profundicen en la factibilidad de llevarlo a cabo. Las propuestas sugeridas en la sección anterior apuntalan dichas fronteras en tres direcciones: la territorial, la personal y la comunitaria.

¿Cómo se explican los resultados de habitar edificando a la luz del contexto actual y por qué es relevante invertir en las personas?

Desde el primer capítulo se describió que la vivienda es un medio para otros fines y que es un proceso que nunca acaba. Sin embargo, Bauman (2013; 2007) caracteriza a la “modernidad líquida”, concepto que metafóricamente acuña para describir la condición de la sociedad contemporánea en la que el cambio es lo único permanente y la incertidumbre la única certidumbre, como una en la que el pensamiento a largo plazo ha colapsado. Esto significa que la vida se reduce a una serie de proyectos de corto alcance, más laterales que verticales. Más

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importante se convierte el olvidar y cambiar al siguiente proyecto, que construir sobre aprendizajes previos.

Esto se torna muy relevante al pensar en la vivienda. Si la vivienda es un proceso a largo plazo como fue definida desde el inicio, ¿será que ya no tiene cabida en una modernidad líquida y que su lógica responde a un paradigma anterior? Aunado a lo anterior, Bauman añade que bajo la lógica orientada al consumo las personas tienden a deshacerse de las cosas, en lugar de apropiarlas. Por lo tanto, ¿puede existir en estas condiciones un proyecto de vivienda como se ha pensado históricamente? La caracterización de Bauman apunta a ciertas clases sociales de los países desarrollados, señalamiento del cual Vidal y Pol también parten para declarar que la apropiación está en crisis. A la luz de esa aseveración se pudiera cuestionar su viabilidad en dichos contextos y replantear otras formas de habitar más efímeras, más aún, promueven un desanclaje e indiferencia hacia el territorio que no genera actitudes sostenibles para con él. Sin embargo, desde el contexto estudiado se observa que gran parte de la población aún habita apropiando, por largo plazo y les es de beneficio. Los resultados atestiguan que sí es posible tener proyectos de largo plazo, y las viviendas de PSV son muestra de ello. Comprender y aceptar el habitar la vivienda como un proceso, apropiándola, puede ayudar a contrarrestar el colapso del pensamiento y la “liquidez” de la modernidad. A la par, la apropiación genera apego por la vivienda y por su lugar, lo que revierte la tendencia a deshacerse de las cosas y promueve una lógica más sostenible que la orientada al consumo, condición que Bauman señala como dominante en las sociedades desarrolladas. Por lo tanto, invertir en las personas en el contexto actual es relevante porque ayuda a los habitantes a hacer de su vivienda algo propio, generando certidumbre y estabilidad dentro de un contexto que promueve lo opuesto, bajo el apego e identificación a largo plazo con el territorio, tornándolo más sostenible y seguro.

¿Cómo se explican los resultados de habitar apreciando a la luz del contexto actual y por qué es relevante dejar que las decisiones críticas estén a cargo del habitante?

En la sección anterior se propuso que para fortalecer el valor de la vivienda es necesario que los habitantes sean dueños de las decisiones críticas de su habitar dado que esto les genera bienestar. Los habitantes de PSV que tuvieron mayor autonomía de decisión que los de Infonavit mostraron un mayor apego a su vivienda, y el esfuerzo empleado en su construcción engendró un significado más profundo en ellos. ¿A qué se debió este resultado? ¿No sería más obvio pensar que entre más fácil tengan el acceso a la vivienda mayor sería la satisfacción? ¿No está encaminada toda la política de vivienda en esa dirección? Los resultados mostraron algo distinto: la felicidad y la satisfacción se construye, igual que la vivienda, tal como los habitantes de PSV lo revelaron. No se puede comprar, no se recibe y no se regala.

Lipovestky (2007) en su libro de “La felicidad paradójica” nos puede ayudar a comprender por qué. El autor señala que el hombre está hecho de tal modo que le es imposible vivir en un confort completo y gozar del máximo placer a la vez. En otras palabras, el confort y el placer se excluyen mutuamente. Tal señalamiento traducido a forma de

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producción de vivienda, significaría que una vivienda llave en mano confortable no puede generar el placer que generaría una por la que uno se esfuerza física y económicamente. En la misma línea, Nietzsche aseveraba que la felicidad proviene de tener control sobre lo que nos rodea. Proviene de enfocar nuestro esfuerzo hacia una meta y superarla, de llegar a la cima. Para Nietzsche la felicidad no es una conglomeración de placeres sino una forma de vida en que las almas fuertes pueden florecer. Ese sentimiento de propósito y control le regresa la agencia al individuo y eso en turno se transforma en felicidad. Nietzsche se oponía al tratamiento superficial de la felicidad que estaba emergiendo en la Europa de su época y predijo la estandarización de la felicidad a través de métodos cuantitativos asociados al utilitarismo (B. Turner, 2019). Estandarización que permeó la política de vivienda de nuestro país que se abocó a cubrir el déficit habitacional de manera cuantitativa como lo predecía Nietzsche. Hoy en día, las colonias deterioradas, las casas abandonadas y la atomización social que dicha política promovió son muestra de una falta de entendimiento del valor de la vivienda como un medio para la superación y desarrollo personal. Al no dejar que las decisiones críticas de vivienda estén en manos de los habitantes se está desaprovechando el mayor affordance que la casa ofrece: ser un medio para el desarrollo y realización personal que conducen a la felicidad.

¿Cómo se explican los resultados de habitar socializando a la luz del contexto actual y por qué es relevante propiciar proyectos enfocados en el “cómo”?

De acuerdo a Bauman (2013; 2007) dentro de los retos que enfrenta la humanidad al pasar de la fase sólida a la fase líquida es la división entre poder y política, delegando algunas funciones, como la vivienda, al mercado. Abandonada por el Estado a la iniciativa privada y al cuidado de los individuos, el problema de la vivienda y su mantenimiento se ha acentuado. La exposición de los individuos al mercado promueve la división y no la unidad, premiando las actitudes competitivas que complican la colaboración y la solidaridad que son requeridas para un tejido comunitario sano. Cada quién ve por sí mismo y a lo mucho por lo que tiene enfrente: “Los vínculos humanos se han aflojado, razón por la cual se han vuelto poco fiables y resulta difícil practicar la solidaridad, del mismo modo que es difícil comprender sus ventajas, y más aún, sus virtudes morales” (p.39).

¿Qué repercusiones sociales tiene esto de acuerdo con el autor? Concerniente al objeto de estudio de la presente investigación se destacan dos, ambas desprendidas de las relaciones interpersonales. Primero, los desencadenamientos que “el miedo al otro” producen, y segundo, la necesidad de negociar con otras personas. El miedo al otro se materializa en la separación de nuestro entorno y, en consecuencia, se transforma en vigilancia, ahuyentando una posible integración con la comunidad que nos rodea. Muestra de ello son las bardas que se construyen en Infonavit y el equipamiento de seguridad (barrotes y cerrojo) que las viviendas más nuevas de Infonavit ostentan. El miedo también llega a trazar fronteras delimitando las colonias en “guetos voluntarios”: colonias cerradas al tejido urbano por disposición propia y

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otras, por disposición del otro, de las colonias vecinas, por ejemplo, lo sucedido en la Lázaro Cárdenas y la CROC. Estas estrategias buscan lo que Bauman llama “exorcizar” el miedo por cierto tiempo. Otro factor que influye en esta segregación es la percepción de clase social entre las colonias. No sólo se observó que las colonias estudiadas fueron segregadas por las vecinas, sino también las estudiadas segregaron a las colonias contiguas, como en Los Encinos. Sin embargo, lo que las comunidades de auto constructores reflejaron es que, aunque todos se enfrentaron a “eso desconocido” – porque no comparten lugar de origen – el hecho de hacer su colonia juntos borró esa frontera imaginaria, se eliminó lo desconocido porque se obligó a conocerlo, y se eliminó en cierta parte algo de la incertidumbre moderna (p. 122).

Segundo, la necesidad de negociar con los demás es inherente a la naturaleza de la ciudad. Sin embargo, el que recientemente presente un tejido tan segregado es precisamente resultado de la evasión a esa negociación necesaria, de evitar vivir y negociar con la diferencia como establece Sennet (2018), antes bien, es la conciencia del otro y el encuentro con él lo que constituye la ética que civiliza. Los resultados arrojan esta evasión, o lo que Bauman denomina “la terapia de la fuga”. Se encontró esta fuga en todas las comunidades, y pareciera que impera la búsqueda de evasión de diferencias: entre los familiares (y por eso quieren casa propia) y los vecinos (sólo buenos días y buenas tardes). También fue evidente en las diferentes escalas con las que identifican “su” colonia: desde Sotera que establecía que todo el cerro era de “ellos” y quién su actitud es muy solidaria con los demás, hasta los que no saben cuál es su colonia porque viven solo dentro de su casa y no confían en nadie, como Blanca en Colinas del Río.

La práctica de habitar socializando que se reflejó en los resultados de las colonias de PSV, dónde las redes sociales de intercambio se tejieron por necesidad, y en el caso de la instauración del preescolar en Los Encinos, demandaron una interacción social a través de la diferencia, es decir, los habitantes debieron enfrentar su miedo al otro, a lo desconocido y aprendieron a negociar con la diversidad. Sin embargo, la población de la colonia no es estática, es decir, eventualmente se incorporan miembros nuevos y el “miedo al otro” resurge. Por lo tanto, partiendo de lo anterior y considerando que en las otras dos colonias de Infonavit no surgió un sentido comunitario, se torna necesario inducir la formación de la comunidad a través de proyectos que los unan de manera continua, porque la interacción social a través de la diferencia y la diversidad no es algo que la sociedad contemporánea promueva, sino más bien justo lo contrario.

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El regreso a casa:

buscando la dignidad de la persona, no sólo de la vivienda

Desde niños somos seres “espaciantes” (Yory, 2007) que adecuamos nuestro espacio por pequeño que fuese, a nuestros sueños y deseos proyectándonos en ellos. Pareciera que al paso que vamos creciendo “las instituciones” y el capital nos imponen una forma de habitar esos espacios que anteriormente de niños acondicionábamos. El regreso a casa significa, no el regreso a un lugar físico per se, sino más bien a un modo de habitar propio: habitar apropiando. Un habitar activo que identifica, transforma o crea los affordances requeridos para cada habitar particular. El affordance más relevante que la casa presenta es habitar apropiándola, como los resultados lo demuestran: fomenta responsabilidad para con el entorno inmediato, crea unos lazos más profundos no sólo con la casa, también con su entorno social y, por último, genera autoestima, autoeficacia y distinción. Ya no sólo el “habitar construyendo” de Heidegger, porque la apropiación bajo este modelo supone unos lazos más profundos no sólo con el lugar, sino con los otros también.

Hace casi cincuenta años en México se creó el Infonavit con la buena intención y esperanza de darle solución al problema habitacional del país. Al mismo tiempo, un arquitecto inglés en Perú, John F. C. Turner, identificaba y exaltaba las bondades de la autoconstrucción. Mientras que dicho autor reconocía que la vivienda era un proceso y medio para el desarrollo de la persona, en México se materializaba la práctica en la dotación de la vivienda llave en mano aprovechando la casa como excusa para otros fines, como la cooptación política y como incentivo a la economía. Mientras que en México seguía sin reconocerse que la casa y su habitante son mutuamente constitutivos, Turner valoraba a la autoconstrucción que los habitantes llevaban a cabo. Porque, cómo se expuso aquí, el mayor affordance que la casa ofrece es hacerla, en esa libertad y autonomía de decisión, que, con todas sus dificultades, les dio un sentido de autoestima, autoeficacia y una identificación con su entorno que los llevó a tener más confianza y ser solidarios en las comunidades donde habitan. Que les permitió ser y hacer lo que pueden ser, reconociendo las libertades positivas de Nussbaum y Sen. Finalmente, mientras que en México las instituciones de vivienda se afianzaron a una sola solución habitacional, la vivienda en sí y su dotación, y se olvidaron de las diferentes formas del habitar – tan diversas como las personalidades humanas, las cuales un producto mercantil jamás podrá albergar – los habitantes apropiantes han construido un tejido urbano y social paralelo con el cual han sublevado tanto al gobierno, como al mercado, haciendo testimonio de su agencia y el poder que la apropiación genera: una ciudad más en sintonía con lo que Sennet y Borja proponen – una ciudad solidaria.

Cabe aclarar que lo que se está proponiendo aquí no es un auto-sabotaje arquitectónico, sino más bien una invitación a diseñar y construir abiertos a la apropiación. Es recordar a las instituciones educativas, al mercado y a las instituciones públicas de vivienda que los estratos más bajos – que actualmente constituyen más del 60% de la población – están siendo desatendidos, y que un punto medio, un punto de encuentro entre ambas soluciones,

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puede constituirse como otra opción válida – informalizando la vivienda formal y formalizando la autoconstrucción.

Ante un mundo indiferente, habitar apropiando es marcar. Ante un mundo estandarizado, habitar apropiando es resistir o sublevar. Ante un mundo alienado, habitar apropiando reúne a través de la diferencia en torno a un fin mayor a cada uno. Se exhorta a pasar del derecho a la vivienda, al derecho a un habitar propio. De la vivienda como valor de intercambio, a la vivienda como valor de experiencia. Redefiniendo la casa sobre la base de lo que la vivienda ofrece: un medio para el desarrollo y la realización personal y familiar. De los proyectos gestados desde arriba, a los proyectos germinados en la colectividad.

Del derecho a una vivienda digna, al derecho a un habitar con dignidad.

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REFERENCIAS ENTREVISTAS

Entrevista Ing. Alvaro Leos, noviembre 1 del 2018

Entrevista Ing. Zacarías Méndez, febrero 11 del 2019

Entrevista al Arq. Guillermo Cortés , novimebre 1 del 2018

Entrevista a la Sra. Hortensia, octubre 7 del 2019

Entrevista a la Sra. Sotera, octubre 7 del 2019

Entrevista a la Sra. María y al Sr. Antonio, octubre 8 del 2019

Entrevista al Sr. Eulogio, octubre 8 del 2019

Entrevista a la Sra. Imelda, octubre 10 del 2019

Entrevista a la Sra. Francisca, octubre 24 del 2019

Entrevista a la Sra. San Juana y al Sr. Ismael, octubre 24 del 2019

Entrevista a la Sra. Irene, octubre 24 del 2019

Entrevista a la Sra. María Elena, octubre 30 del 2019

Entrevista a la Sra. Ignacia, octubre 31 del 2019

Entrevista a la Sra. Sotera, noviembre 5 del 2019

Entrevista a la Sra. Apolonia, noviembre 5 del 2019

Entrevista a la Sra. Asunción, noviembre 11 del 2019

Entrevista a la Sra. Laura, noviembre 11 del 2019

Entrevista a la Sra. Aurelia, noviembre 14 del 2019

Entrevista a la Sra. Cecilia, noviembre 21 del 2019

Entrevista a la Sra. Herminia, noviembre 22 del 2019

Entrevista a la Sra. Norma, noviembre 23 del 2019

Entrevista a la Sr. Guadalupe, noviembre 26 del 2019

Entrevista a la Sra. Sandra y al Sr. Oscar, noviembre 26 del 2019

Entrevista a la Sra. Leticia, enero 17 del 2020

Entrevista a la Sra. Lupita, enero 17 del 2020

Entrevista a la Sra. Juana Patricia y a la Srita. Luisa, enero 31 del 2020

Entrevista a la Sra. Blanca, febrero 6 del 2020

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Entrevista a la Sra. Mayra, febrero 6 del 2020

Entrevista al Sr. Miguel, febrero 14 del 2020

Entrevista al Sr. Jesús, febrero 14 del 2020

Entrevista a María Candelaria, febrero 14 del 2020

Entrevista a la Sra. Esmeralda, febrero 14 del 2020

Entrevista a la Sra. Katia, febrero 14 del 2020

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ANEXOS Figura A.1

Línea del tiempo de la evolución de las políticas de vivienda y leyes urbanas en relación a la vivienda popular

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Figura A.2 Cuestionario perfil del habitante

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Figura A.3 Guión entrevsita semi-estructurada realizada a los treinta entrevistados

GUIÓN ENTREVISTA SEMI-ESTRUCTURADA

Folio ___________

1. Historia de la casa ¿Platíqueme la historia de cómo llegó a vivir a esta casa?

1.1. Proceso de elección 1.2. Motivo de elección colonia 1.3. Motivo de elección forma de producción

2. Apropiaciones: Transformaciones, delimitaciones y negociaciones

INFOANVIT: ¿Me puede compartir que cambios le ha hecho a su casa y cómo los hicieron? Le agradezco si me los puede ir diciendo en el orden en que los llevaron a cabo.

PSH: ¿Me puede compartir cómo han ido construyendo su casa y el orden en que hicieron cada espacio? 2.1. Recursos económicos 2.2. Mano de obra 2.3. Tiempo en que se tardaron en llevarlos a cabo 2.4. Prioridades 2.5. Relación entre percepción de inseguridad y cambios

¿Hay mas cosas que le gustaría cambiarle a su casa? 2.6. Aspiraciones

3. Uso de la casa

¿Me puede platicar cómo utiliza los espacios de su casa regularmente? Si le ayuda a contestar la pregunta, puede usar de ejemplo el día de ayer. 3.1. Relación Actividad / Espacio 3.2. Espacios compartidos 3.3. Espacios privados 3.4. Cambios derivados en el uso con apropiaciones 3.5. Cambios de uso fin de semana 3.6. Movilidad

4. Comunidad

¿Cómo se organiza su comunidad? ¿Me podría dar ejemplos? 4.1. Organizaciones vecinales, participación del entrevistado en ellos. 4.2. Redes de apoyo 4.3. Proyectos de transformación que hayan hecho o que quieran hacer 4.4. Espacios dónde se juntan 4.5. Horario en el que se juntan 4.6. Manutención de los espacios comunes 4.7. Confianza inter-vecinal

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5. Identidad

¿Cuáles son los límites de su colonia? ¿Usted se siente orgulloso, identificado con su colonia? ¿Es una buena colonia para vivir? 5.1. Definición del conjunto 5.2. Valoración del conjunto 5.3. Valoración de la comunidad

¿Cómo cree que los vecinos de fuera de su colonia la perciben? 5.4. Auto-percepción

6. Apego

¿Piensa cambiarse de casa en algún momento? ¿Porqué?

7. Significado / identificación

¿Porqué era importante para usted tener casa propia?

¿Qué significa para usted esta casa?

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Figura A.4

Lázaro Cárdenas, casos de estudio LC-1 al LC- 5. Planta, isometría y ubicación.

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Figura A.5

Constituyentes de Querétaro, casos de estudio CQ-1 al CQ- 5. Planta, isometría y ubicación.

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Figura A.6

Ciudad CROC, casos de estudio CC-1 al CC- 5. Planta, isometría y ubicación.

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Figura A.7

La Ermita, casos de estudio LE-2 al LE- 6. Planta, isometría y ubicación.

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Figura A.8

Colinas del Río, casos de estudio CR-1 al CR- 5. Planta, isometría y ubicación.

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Figura A.9

Los Encinos, casos de estudio EN-1 al EN- 5. Planta, isometría y ubicación.

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