Técnica, Razón y Naturaleza en la Escuela de Frankfurt · rata y se piensa la natura naturans...

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Técnica, Razón y Naturaleza en la Escuela de Frankfurt 1 Resulta imposible elaborar una definición unívoca de «técnica». «Téc- nica”, por una parte, es la fabricación y utilización de determinados obje- tos; por otra, tal fabricación y utilización exigen previamente el conoci- miento de los procedimientos que hay que aplicar, y este conocimiento también es, en cierto sentido, «técnica”. Pero con esto en modo alguno logramos una definición, puesto que tanto la fabricación y utilización, cuanto el conocimiento de los procedimientos, están sometidos a deter- minaciones y procesos históricos. Es, pues, la historicidad de la técnica la que nos impide elaborar una definición unívoca de ella. En efecto, ¿de qué nos sirve, por ejemplo, definir a la técnica por relación a las máqui- nas y herramientas y distinguir éstas atendiendo al grado de automatis- mo alcanzado, si no especificamos paralelamente las condiciones histó- ricas de los procesos de automatización? De aquí, precisamente, que una reflexión sobre la técnica que pretenda ser filosófica tenga que par- tir del hecho de su historicidad. Ahora bien, para hacer fructífero este punto de vista histórico tene- mos que especificar un punto de referencia con respecto al cual poder determinar la historicidad de la técnica; y algunos autores han creído poder situar este punto de referencia en la contraposición técnica/na- turaleza. En este sentido, la evolución histórica de la técnica significaría un progresivo alejamiento de lo natural, entendiendo lo natural bien co- mo lo orgánico, bien como lo animal. De este modo piensa, por ejemplo, Ortega y Gasset, para el que la técnica consiste en la progresiva suplanta- ción de la naturaleza primaria, que desaparece tras las cortinas de un «tupidísimo paisaje artificial” 1. Los pensadores de la Escuela de Frank- furt, como habremos de ver con detalle, también se sienten tentados por cfr. Meditación de la técnica, Espasa Calpe, Madrid, 1965. Anatas del Seminario de Metafísica, XXII. 1987-88. Ed. Universidad complutense. Madrid.

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Técnica,Razóny Naturalezaen la Escuelade Frankfurt

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Resultaimposibleelaborarunadefinición unívocade «técnica».«Téc-nica”, por unaparte,es la fabricacióny utilización dedeterminadosobje-tos; por otra, tal fabricacióny utilización exigen previamenteel conoci-miento de los procedimientosquehay que aplicar, y esteconocimientotambién es,en cierto sentido,«técnica”. Pero con esto en modoalgunologramos una definición, puestoque tanto la fabricacióny utilización,cuantoel conocimientode los procedimientos,estánsometidosa deter-minacionesy procesoshistóricos. Es,pues,la historicidadde la técnicala quenosimpide elaborarunadefinición unívocade ella. En efecto,¿dequénos sirve, por ejemplo,definir a la técnicapor relacióna las máqui-nasy herramientasy distinguir éstasatendiendoal gradode automatis-mo alcanzado,si no especificamosparalelamentelas condicioneshistó-ricas de los procesosde automatización?De aquí, precisamente,queuna reflexión sobrela técnicaquepretendaserfilosófica tengaquepar-tir del hechode su historicidad.

Ahora bien, parahacerfructífero este punto de vista histórico tene-mos que especificarun punto de referenciacon respectoal cual poderdeterminar la historicidad de la técnica; y algunosautoreshan creídopoder situar este punto de referenciaen la contraposicióntécnica/na-turaleza.En estesentido,la evoluciónhistóricade la técnicasignificaríaun progresivoalejamientode lo natural,entendiendolo naturalbien co-mo lo orgánico,bien como lo animal.Deestemodopiensa,por ejemplo,Ortegay Gasset,parael quela técnicaconsisteenla progresivasuplanta-ción de la naturalezaprimaria, quedesaparecetras las cortinasde un«tupidísimopaisajeartificial”1. Los pensadoresde la Escuelade Frank-furt, como habremosde vercon detalle,tambiénsesientententadospor

cfr. Meditaciónde la técnica, EspasaCalpe,Madrid, 1965.

Anatasdel SeminariodeMetafísica,XXII. 1987-88.Ed. Universidadcomplutense.Madrid.

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estadeterminaciónde la técnicaen oposicióna la naturaleza.¿Hastaquépunto,pues,cabedeterminara la técnicamodernaen oposicióna la na-turalezaprimaria?

Sin embargo,estapreguntaesambigua,puesaquelloqueseala natu-ralezaes algo que también estádeterminadohistórico-culturalmente:«naturaleza»no es lo mismo,por ejemplo,paraAristótelesqueparaGali-leo. En efecto,parael primero naturalezaesaquelloquetieneel princi-

2pio de movimiento y de reposoen sí mismo en estesentido,lo naturalseoponeestrictamentea aquelloqueesproductodel arteo dela técnica,puesesto último no tiene el principio de movimiento en sí mismo, sinoen otro: en el artesanoo en el técnico. En la EdadMedia sesiguemante-niendo la interpretaciónaristotélica,pero, por así decirlo, mediatizadateológicamente:el ámbitode lo entepasaa serconsideradocomo crea-do. Deaquí que el conceptode naturalezatengaque escindirse:de un la-do, tenemosadios en tanto queprincipio de creacióny a suprincipio ac-tivo <‘natura naturhnsj de otro, la naturalezacreada (natura naturata).Naturaleza,pues,abarcaa la entidadcreaday a la entidadquecreala en-tidad creada.La natura naturata no tienesuprincipio de movimiento ensi misma, sino en la natura naturans. En estamedida,la distinción aris-totélica entrelo queespor naturalezay lo queespor arte o por técnicaempiezaa tambalearse,puesaquéllocomienzaasertambién —comoenel casode los objetosfabricados—en virtud de un agenteexterior a símismo.Pero,en cualquiercaso,aúnsetratade un agentetranscendentey, en consecuencia,la distinción entre técnicay naturalezasiguetenien-do plenavalidez.

La difuminación de la distinción aristotélicaabreuna dobleposibili-dad: o biensesubsumela natura naturataen la natura naturansy sepasaa concebirla totalidadcomo proceso,o bien semecanizala natura natu-rata y se piensala natura naturanscomo causaeficienteen el sentidodecausaproductorade efectosnaturales:se entiendea la natura naturatasegúnel modelo de un mecanismode relojeríay a la natura naturansco-tao relojero. Desdeestaperspectiva,la distinción entretécnicay natura-leza pierdesurangoontológico: tambiénla naturalezaes productode latécnicay, en estamedida,essusceptiblede serdominadaen tantoque seposeala técnicaadecuadapara la fabricaciónde objetosnaturales:a lanaturalezaen sudiscurrir espontáneoy naturalse sobreponeunanatu-ralezaidealizadamatemáticamente.En estesentido, desaparecela ins-tancianatura naturans:en la naturalezano hay ningunapotenciacrea-dora y dinámica, sino sólo un principio matemático-mecánicoque hayque reconstruir.-Dicho- de-otrssnndo,1acontrapusíciontecniúa/natu-ralezatiende a resolverseen la teenificaciónde la naturaleza.

Y precisamentela reacción románticavino a recuperarla instancianatura nalurausnegadapor el mecanicismo,En estecontextoresultasu-

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2 ~fr.Fis. II, 1 92b8, tb. Md. 101 5 a.

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mamenteinteresantela posición de Marx, pues,por un lado, como hamostradoHabermas3,enlazacon la filosofía románticade Schelling,pe-ro,por otro, semuestrapartidariode la evoluciónde las berzasproduc-tivas: al proyectorománticode una«reconciliaciónde hombrey natura-leza” sejunta la ideade un dominio completodela naturalezapor mediodel trabajohumano.En tres puntosenlazaMarx con la filosofía de Sehe-lling: 1) tanto en uno como en otro esde esperarunaresurrecciónde lanaturalezapor medio de la produccióndel génerohumano;2) la «inver-sión materialista”, esto es,el dominio de lo externosobrelo interno,delo másbajo sobrelo máselevado:el dominio de la materiamuertasobrelos hombres;3) la responsabilidadde la corrupciónno debeatribuirseala naturaleza,sino a los mismos hombres.Ciertamente,tampococabeignorar las diferencias.En efecto,mientrasque en Schelling la «inver-sión materialista»da lugar a unateogonía,Marx la analizaeconómica-mente.En estesentido,(tantoda sísepartecomo haceSchellingde unaunidadoriginaria de hombrey naturalezao si, como sucedeen Marx, sedejade lado estacuestión)el origen de tal inversión revela las diferen-cias entre Marx y Schelling; mientras Schelling desarrollaontológica-mente la inversión materialistacomo la inversión de unarelaciónorigi-naria entre la existenciay el fundamentode la existencia,en Marx lainversión materialistahacereferenciaa la crítica de la economíapolíti-ca, en la que «materia»no significa (como era el casoen Schellingqueaprehendíauniversalmentetal inversión) la totalidadde la naturalezasi-no una forma de reproducciónde la vida social en la que el procesovitalmaterial (trabajo) se ha independizadofrente a la mismavida.

Así pues,en Marx la inversión materialistatiene el sentidode que elreino económicode la necesidad(la materiaen tanto que reinode la na-turaleza)tiene preeminencia sobre el reino social de la libertad; comodecíamosunas líneasmás arriba: el dominio de lo más bajo sobre lomás elevado.Condiciónde posibilidad de la superaciónmaterialistadelmaterialismoes la inversiónde estasituacióninvertida, estoes,el domi-nio sobre la naturalezaen lugardel dominio de la naturalezasobreloshombres:«el reino de la libertad sóloempiezaallídondeterminaeí tra-bajo impuestopor la necesidady la coacciónde los fines externos(...).

La libertad, en esteterreno,sólo puedeconsistiren queel hombresocia-lizado, los productoresasociados,regulen racionalmenteeste su inter-cambiode materiascon la naturaleza,la ponganbajo sucontrol comúnen vezde dejarsedominarpor él como por un poderciego (...). Pero,contodo ello, siempreseguirásiendo ésteun reino de la necesidad.Al otrolado de su fronteracomienzael desplieguede las fuerzashumanasqueseconsideracomo fin en sí, el verdaderoreino de la libertad, quesin cm-

cfr. Dialektischer Idealismusim Obergang¡cm Materialisnius-Geshichísphilosop-hiscbeFolgei-ungenaus SehellingsIdee einerContractionGottes”en Theorieuná Praxis,Suhrkamp,Frankfurta. M. 1978, págs.215y ss.

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bargosólo puedeflorecer tomandocomo baseaquel reino de la necesi-dad>’4.Desdeestaperspectiva,la historia de la técnicaseríaparalelaa lahistoria del sojuzgamientodel reino de la necesidad;técnica,pues,eslibertad.

«El romanticismoen todassusmanifestacionesfue un intentode vol-ver a colocar las actividadesesencialesde la vida humanaen un lugarcentraldel nuevoesquema,en vezde aceptarla máquinacomo centro,yconsiderartodossusvalorescomo últimos y absolutos».5ParaMarx pre-cisamentela máquinaescondición de posibilidad para«volver a colocar(más exactamente:para colocar por vez primera) las actividadesesen-cialesde la vida humanaen un lugar central”.

Deestemodo, la determinaciónde la técnicamodernaen oposiciónala naturalezasólo querríadecir queen la actualidad,y tras una largayfatigosaevolución,estándadaslas condicionesparael reino de la liber-tad. La reconciliación con la naturalezapasapor su dominio completopor medio del trabajo, en tanto que —por decirlo con terminologíahabermasiana—medio cuasi-transcendentalen el que sedesenvuelveelinteréstécnico: la historicidad de la técnicaesparalelaa la historicidadde las formasde reproducciónde la vida socialmedianteel trabajo.

Sin embargo,esteoptimismotecnológicoseconvierteen feroz críticaa la «máquinacapitalista>’,pues-ésta«es,sencillamente,un medio paralaproducciónde plusvalía”6.En estecontexto,el puntodecisivode la histo-ria de la tecnologíaseríala conversiónde los instrumentosen maquina-ria, esto es,cuandola simpleherramientapasa«demanosdel hon]bre apiezade un mecanismo”7,puesen estemismo momento«los instrumen-tos de trabajoadquierenuna modalidadmaterialde existenciaqueexigela sustituciónde la fuerzahumanapor las fuerzasde la naturalezay dela rutina nacida de la experienciapor una aplicación conscientede lascienciasnaturales”5.La mismapotenciade la maquinariaimponenece-sanamentesu ley: comienzala esclavitudrespectode lasmáquinas.«No-ta comúna todaproduccióncapitalista,consideradano sólo como pro-cesode trabajo, sino también como procesode explotacióndel capital,esque, lejos de ser el obrero quien manejalas condicionesde trabajo,son éstaslas que le manejana él; pero estainversión no cobra realidadtécnicamentetangiblehastala erade la maquinaria.Al convertirseen unautómata,el instrumentode trabajoseenfrentacomo capital,duranteelprocesode trabajo,con el propio obrero;sealza frentea él como trabajomuertoquedominay absorbela fuerzade trabajoviva. En la granindus-tria,erigidasobrela basede la maquinaria,seconsuma,comoya hemosapuntado,el divorcio entrepotenciasespiritualesdel procesode produc-

c~1ñtd,FCE., Bogotá 1955,vol- III, pág.759.

L. Munford, Técnicay civilización, Alianza Universidad, Madrid, 1979, pág. 309.capital, vol. 1, pág.302.Ibid. pág. 302.Ibid. pág. 315.

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ción y el trabajo manual,con la transformaciónde aquellasen resortesdel capital sobreel trabajo.»9

Si el optimismotecnológiconospodíallevara concluirqueel proble-ma es que la naturalezaaún no estálo suficientementesometida(queaún aparececomo un «poderciego»), la materializaciónhistórica de latécnicanossitúaantela otra caradel proceso:el progresotécnico no sesaldagratuitamente,sino a costa de la misma sustanciahumana. Enefecto, las consecuenciasnegativasde la mecanizaciónson múltiples:apropiaciónpor el capitalde las fuerzasde trabajoexcedentes,prolonga-ción de la jornadade trabajo,intensificacióndel trabajo.La técnicaessi-multáneamentecondición de posibilidad del reino de la libertad e ins-tanciade esclavitud.

La raíz de estaparadojala sitúa Marx en el capitalismo:el «mal» noestáen la misma máquina,sino en la relación,mediadapor la lógica delcapital, que los trabajadoresmantienencon ella. Así pues,hay que dis-tinguir entrela mismamaquinariacomo tal y el empleocapitalistade lamaquinana:unacosasonlos mediosmaterialesde produccióny otra laforma social deexplotación.Sólo en la medidaen quelos mediosmate-rialesde producciónsesubordinane integranen unaforma socialde ex-plotación, aparecela máquinacomo potenciahostil al obrero.En efecto,la máquina,consideradaen sí misma,acortael tiempo de trabajo, lo fa-cilita, representaun triunfo del hombresobrelas ciegasfuerzasdela na-turaleza,etc. Sin embargo,empleadapor el capitalistatiene consecuen-cias diametralmente opuestas.En consecuencia,concluye Marx, «losantagonismosy las contradiccionesinseparablesdel empleo capitalistade la máquinano brotande la maquinariamisma,sino de suempleoca-pitalista»10 La alienacióntécnicaes sólo un aspectode las alienantesyalienadasrelacionesde producción9apitalistas;eliminadaséstas,la ma-quinariay la técnicavolveríana serinstrumentosde liberación,estoes,-de hominización.Asípues,el problemano resideen la mismatécnica,si-no en que éstadejede serparael hombrey se conviertaen merafuentede gananciapara el capital; el «mal» no estáen el trabajo en tanto queformade dominio de la naturaleza,sino en el hechode ponerprecioalvalor del trabajo, esto es,en convertirloen mercancía.

¿Esposible,pues,unatécnicaal margende las relacionescapitalistasde producción?La técnicaactual,entanto queexigeenormesdesembol-sos,¿puedeexistir independientementede los procesosde acumulacióndel capital (ya seaésteprivado o estatal)?,¿cabedetectar,por el contra-rio, unaafinidadestructuralentrelógicadel capital y racionalidadtecno-lógica, de tal modoqueunatécnicano capitalista,en el casode serposi-ble, tendríauna configuración que aún no podemosimaginar? La re-nunciaa la técnicaactual, ¿implicaríaunarecaídapor detrásdel nivel de

« Ibid. pág.350.Ibid. pág. 366.

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vida posibilitado por el capitalismo y la técnicaaél a-ieja,deformaqueel único complementocoherentea una crítica a la técnicasería comoquiere Ivan Illich, una <política de conscienteausteridad>’?Estas sonpreguntasquesederivandirectamentede la reflexión mai-xianasobrelatécnicay queconfiguran uno de los pilaressobrelos queseasientala re-flexión frankfurtiana sobrela técnica. El otro pilar podemossituarlo enlos trabajosde Nl. Webersobrelos procesosde racionalización.

II

Cabepensarqueen la raízde la «invertida»relaciónentreel hombreyla naturalezano se encuentranunasrelacionesde produccióncosifica-dasy cosificantes,másexactamente,queéstasson sólo manifestacióndela naturalezaesencialmente(y no sólo socioeconómicamente)corrom-pida del hombre, o inclusoquetal «inversión»es manifestaciónde algoque«discurre mucho másprofundamente>’,a saber:esaextraña«dialéc-tica dela ilustración»que lleva en sí mismaal germende suautodestruc-ción. M. Weber ejemplifica perfectamenteen su propia obra estaten-sión.

Sin embargo,como decíamos,esta«inversión» puedeinterpretarsecomo manifestaciónde la maldad esencialdel hombre: es el ten]a del<‘hombre como déspota’>. En este sentido,L. Whiteíí hacedescansarlacondición del hombrecomo depredadorde la naturalezaen tradicionesqueseremontanal Génesis;así,en la afirmación«Hagamosal hombreaimageny semejanzanuestra;y domine a los pecesdel mar, y a las avesdel cielo, y a las bestias,y atoda la tierra, y a todo replil quese mueveso-bre la tierra”’2, ve White la más perfectaexpresiónde la «arroganciade laortodoxia cristianafrente a la naturaleza».Sin embargo,como ha demos-trado~ los textosdel Antiguo Testamentosonsumamenteam-biguosy permitentantoestalectura,queve en eí hombreel déspotasan-tificado por la voluntaddivina de la naturaleza,como otra que interpre-taríala relaciónentrehombrey naturalezacomo tareade pastoreoen laque el hombredebeprotegery velar por su rebaño.Porotra parte,en elAntiguo Testamentoapenassetematizael conceptode naturalezay el te-ma de la relación entreel hombre y la naturalezasólo se trata de unamaneraesporádica.Lo cual no es de extrañar:sólo se canta lo que sepierde. Estacuestión,pues,sólo puedetornarseproblemaen la medidaen que sesientaque la técnicaconstituyeunaamenazafrentea la natu-raleza, lo cual, obviamente,no era el casoen las tribus judaicasvetero-

CL «The hisloiteal rools of orn’ ecologie crisis» en Sciarwe 155, marzo 1967, pág.1 204.

2 Génesis1, 26.‘> Cli-. La responsabilidaddel hombrefrente a la naturaleza, Alianza Universidad,Ma-

drid, 1978,págs 20 y 55.

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testamentarias,y sí, en cambio,en nuestrosdías.En cualquier caso,dela tradición bíblica sí que se desprendeuna consecuenciasumamentedecisivaparael temaque ahoranos ocupa: adiferenciade otrascultu-ras,en la judaicala naturalezano essagrada:unacosaes la relacióncondios y otra la relacióncon la naturaleza.Deestemodo, al quedarla natu-ralezadesacralizada«cabeexplotarla tierra sin la repugnanciaqueotrasculturassientenantela tala de un árbol o la matanzade un animal»i4.Ycomo yaseñalóWeber,unade las raícesde los procesosde racionalizacióny modernizaciónoccidentaleslo constituyela crecientedesmagificaciónde la naturaleza.

Ahora bien, de acuerdocon el mismo Webex-, la tradición judeo-cristianano provee tanto la dimensióncognitiva de la racionalización,cuanto la dimensiónética(religionesde redención);aquellahacerefe-rencia,másbien, a la filosofia griegaen tantoque éstada lugar acosmo-visionesmetafísico-cosmológicas.Es, pues,una visión de la naturalezaen clave naturalistala queproporcionalos elementosnecesariosparasutotal desencantamientoy, en consecuencia,paraque el hombrepuedaincidir sobreella, por asídecirlo, sin escrúpulosde conciencia;es obvioquela cienciay la técnicano puedenprogresarsobreel suelode unana-turalezaconcebidacomo sagrada,unanaturalezacuya profanaciónse-ríaconcebidacomo «pecado».Pero nótesecómo estainterpretaciónpre-suponede antemanoque entreel hombre (en tanto que es el únicosujetocapazde técnica) y la naturalezahay una relación de oposición,bien sea que esta oposición se resuelvaen dominación,bien sea queadoptela forma de colaboraciónecológicamentesana.Estoes, la técni-caes la instanciaque excluyede antemanola unidadentrenaturalezayhombre: sólo un hombresin técnicaseríaalgo plenamentenatural.

Con lo cual, la respuestaa la preguntacon la que comenzábamos(asaber:¿hastaquépuntocabedeterminara la técnicamodernaen opo-sicióna la naturaleza?)exigiría quenosinternáramosen los siemprees-pinosos terrenosde la antropologíafilosófica, más en concreto en elproblemade la bondado maldadnatural del hombre. En efecto,decirqueel hombre,graciasa la técnica,seconvierteen el déspotade la natu-raleza(o bien queel hombrepuedeelaborarunatécnicarespetuosaconla naturaleza)no esdecir nadaa menosque añadamosalgunacalifica-ción moral a estesujetode la técnica:¿cómoconjugarel optimismotee-nológico con la hipótesisde la maldadnaturaldel hombre?Se trata, evi-dentemente,de una tarea imposible.En estesentido, la única forma deentenderlas tesisde Adorno y Horkheimeren su Dialéctica de la Ilustra-ción es situandoen la raízde susreflexionesuna antropologíaradical-mentepesimista,puespensarque losgérmenesde la ilustración,estoes,de la ambiguadialécticade esclavitudy liberación que la caracteriza,yase encuentranen los relatos homéricos, supone reconocerimplícita-

‘‘ !hid. pág. 34.

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menteque el sujetodeestosrelatosy el sujetoquevive bajo las condicio-nes de la cienciagalileanay de la economíacapitalistaes el mismo, y,además,quesetratade un sujetoabsolutamentedominado (comoirre-cusablecondiciónontológica) por el ansiade podery de dominio sobrela naturalezay sobre los demáshombres.En estamedida,estaríamosanteunavariante (sumamentesofisticada) del tema del hombre comodéspota.

Así pues,la historicidadde la técnica,si entendemosesteprocesoenun sentidonegativo,seríaun curso paraleloa la degeneraciónmoraldelhombre: dejarde creeren el hombrees la másseguraantesaladel pesi-mismo tecnológico.Y, a la vez,pensartal degeneracióncomo inevitablenosconducedirectamentea una concepciónnegativadel cursoevoluti-vo de la técnica.Perovayamosa Weber.

De acuerdocon él, uno de los puntosesencialesdel procesode de-sencantamiento,con el consiguienteimpulso psicológicoa sistematizarla conductaracionalizándolacon arreglo aun método,sealcanzaen elCalvinismo con la recusaciónabsolutade la gracia sacramentalyel per-tinentedesplazamientodel centrode interésdel culto a la creencia.Peroparadójicamente,la racionalización ética producto de la ascesisprofe-sionaldel protestantismoda origenaun mundoen el que no puedesub-sistir. En la actualidad,«el capitalismovictorioso no necesitaya de esteapoyo religioso, puestoquedescansaen fundamentosmecánicos»i5.Dehecho, la misma ética protestantese convierte con el transcursodeltiempo en un utilitarismo que recusatodajustificación en ámbitosreli-giosos, vistos ahora —desdela perspectivade una racionalizacióntéc-nico-científica— como irracionales16.De estemayor grado de racionali-dad (con arregloa fines) Weberdeduce,suponiendosin mayorexplica-ción queunaconcienciamoral en baseaprincipios sólo puedesobrevi-vir en contextosreligiosos,la desmoralizaciónprogresivade la sociedad.Por otra parte, los mismos presupuestosmetodológicosde Weber loconduceninevitablementea estaconclusión:el procesode desencanta-miento, o lo quees lo mismo perovisto desdeun puntode vistapositivo,de intelectualización,avanzapor la sendadel «sen’, queapareceinevita-blementedivorciadade la del «deber-ser».El procesode racionalizaciónes incapaz,pues,de dar sentidoa lo así racionalizado.Desdeel puntodevista de Weberla alternativapareceinsoslayable:o la deshumanizaciónburocráticao la peligrosaapuestaen favor del cesarismocarismático.

El conceptoweberianode racionalidadestámoldeadosobreel mode-lo de la máquina.Y, por así decirlo, eí espíritu de la máquinaes doble:

La &ica protestantey el espíritu delcapitalismo, Península,Barcelona1969, pág. 259;cfr. tb. págs.7 1-72: Actualmente,connuestrasinstitucionespolíticas,civiles y comercia-les. con las actuales formas de la indusiria y la estructurapropiadc nuestra economía,esteespirito del capilalisniopodríaexplicarsecomoproductode la adaptación.»~»Cfr. Cesaron,e/teAulsátzezur Religionssoziologic,vol. 1, pág. 569.

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por un lado, la calculabilidadde su rendimiento,por otro surentabili-dad.Así pues,si como quiereWeberracionalidadoccidentalhacerefe-rencia a calculabilidad, razón económicadel capitalismo hacereferen-cia a la rentabilidad; rentabilidady calculabilidad son, pues,conceptosquedicen relaciónuno al otro. En la raízde estedoble conceptode ra-cionalidadque de un lado mira-a la calculabilidad propia de la cienciamodernay, de otro, a la rentabilidadcaracterísticade la empresacapita-lista, nosencontramoscon los procesos—de nuevospropios tantode lacienciacomo del capitalismomoderno—de abstracción,en el sentidodeuna reducciónde lo cualitativo a lo cuantitativo.El conceptode raciona-lidad que Weberanalizaes formal y universal; razón abstractaque sólosetornará concretay materialen tanto queejerzasudominio sobreloshombresy sobrela naturaleza.Obsérvesequesonlas relacionesde do-minio las que«materializan»unaracionalidadquede suyoesabstractayformal. «Llamamos racionalidad formal de una gestióneconómicaalgrado de cálculoque le es técnicamenteposibley que aplicarealmente.Al contrario,llamamosracionalmentematerialal gradoen queel abasteci-miento de bienes dentro de un grupo de hombres (cualesquieraqueseansuslimites) tengalugarpor mediode unaacción socialde carácterempíncoonentadapor determinadospostuladosde valor (cualesquieraqueseasuclase),de suertequeaquellaacción fue contemplada,lo seráo puedeserlo, desdela perspectivade tales postuladosde valor,>i7. Laneutralidadde la razóntécnica frentea las determinacionesvalorativasabre un espacioquedebeser llenado desdefuera de ella misma: aque-llos gruposcapacesde imponersuspostuladosde valor estaránen con-diciones de monopolizaren suprovechola racionalidadtécnico-formalque, sin embargoy paradójicamente,a pesarde suutilización interesa-da, siguesiendoabstractay formal. Porestemotivo,Weber,desdela pre-senteperspectiva,considerael problemade la racionalidad como unproblemade liderazgo político (carismático);en estesentido,por tanto,irracional en último extremo.Estadialécticade unarazón (técnica)queacaba,por supropia lógica,en la sinrazón,va aser(junto con la dialécti-catécnica/naturaleza)uno de los puntosquemásinquietena los frank-furtianos. Una razón que,como dirán Adorno y Horkheimeren Dialécti-ca de la Ilustración, ‘<se ha convertidoen una finalidad sin fin, peroqueprecisamentepor ello sepuedeutilizar paracualquier fin’>.

Weber, sin embargo, no es un teórico o, si se prefiere, un profeta—como pudieraserlo 1. Veblen— de la tecnocracia.En último extremoplanteaun modelo decisionistatotalmenteo?uestoal modelo tecnocrá-tico. Podríaparecerque lo queWeberestáhaciendocuandocontraponeestrictamenteal técnico frente al político18es realizarun ataqueen toda

17 Economíay Sociedad.ECU, México 2979, pág. 64.

‘< Cfr. El político yel científico,Alianza Editorial> Madrid, 1981,pág. 115.«el funciona-rio ha de desempeñarsu cargosineira etstudio, sin ira y sin prevención.Lo quc íeestáve

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reglaa la concepciónclásicamarxistade la superestructuraideológicapolítica como determinada,aunqueseasólo «enúltimo extremo’>,por losfactoresteénico-económicos;de hecho,ha habidolecturasde la Etica...que señalanexpresamenteen estadirección. Pero al margende estacuestión,hastacierto punto secundaria,lo queen estosmomentosinte-resadestacares la oposicióndeWebera la tendenciamarxistade princi-pios de siglo de minimizar la importanciadel Estado.El Estadono pue-de quedarreducidoa serexpresiónde la asimetríadeclases,sino quesupapel va a sercadavez más preponderantee influyente; un Estadoqueva aquedardefinido no por sufin, sino porel medioque le es específico:la posesióndel monopolio de la violencia. Los frankfurtianospudieronver (y sufrir) la materialización histórica de los temoresde Weber: elnazismo.

Porotraparte,esestemarcoconceptualel queposibilita los decisivosanálisisde Weber sobrela burocraciay el funcionariado,fenómenoses-tos cuya importanciapuedequedar minusvaloradasi se los consideraexclusivamentecomo dependientesdel poder económico y sin capaci-dadde actuaciónpor sí mismos.Así, por ejemplo, el procesode expro-piaciónde los mediosde producción,estudiadopor Marx apropósitodelas relacioneseconómicas,esgeneralizadopor Weber,queseñalacómotodo procesode racionalizaciónimplica un procesosimilar de diferen-ciación: el funcionario modernotampocoposeelos mediosde produc-ción. Max Weber puedeestudiar el procesode surgimientodel Estadomodernocomo la historia de esteprocesode expropiacióni9.Lo quepa-ra Marx constituyeel núcleodel modocapitalistade producción,la dife-renciaciónen la división del trabajo, esvisto por Webera) comoresulta-do y como ejemplodel procesode racionalizaciónoperanteen la socie-dadoccidental,b) como un fenómenode carácter,másqueeconómico,político, como condición necesariadel procesode industrialización.Si-guiendoestalíneade argumentaciónpodríamosentenderla tecnocraciacomo un ulterior eslabónde estacadenaque,con Weber,podríamoslla-marde «racionalización-diferenciación»;lo expropiadoen estemomentoes la mismacapacidadde decisión.¿Enbeneficiode quién?Si de las ins-tanciaseconómicasdominantes,el procesode despolitizaciónpropio dela concienciatecnocráticasignificaríaun procesode economizacióndelsubsistemapolítico-administrativo. En tal caso,por así decirlo, habríaqueteñir de marxismo los análisisde Weber.

En cualquier caso,estepunto ejemplifica a la perfección la perma-nentetensión en la quesedesenvuelveel pensamientode Weber. De unlado, la afirmación de la intelectualizacióncrecientecasi como el desti-

dado, pues,es precisamení.eaquelloquesiemprey necesariamenteiienen quehacerlospolíticos’. ParaWeberun gobiernodefuncionariosseríaalgopolíticamentefalso.Así pues,hayque distinguir entreeí dominio de los funcionarios y la dirección política de la so-ciedad.

~ Ibid. pág. 91.

Técnica,Razóny Naturalezaen la Escuelade Frank/art 47

no inevitablede Occidente;la insoslayableburocratizacióntanto del ca-pitalismo como del socialismo,burocraciaque,sin embargo,no puededirigir la sociedaddesdesí misma, sino a la quese le fijan los objetivosdesdeel ámbitopolítico. Portanto,y de otro lado, la afirmaciónde la ne-cesidaddel liderazgopolítico de caráctercarismático.Una racionalidad,pues,que exige irracionalidad, un «desencantamiento”que da lugar anuevos«encantamientos».De estamanera,Adorno y Horkheimerparecequeestánpensandoen M. Weberal escribir: «así como los mitos cum-plen ya unaobra iluminista,del mismo modoel iluminismo se hundeacadapasomásprofundamenteen la mitología”.20Y, sin embargo,muy apesardel mismo Weber —cosaquelos mismos frankfurtianosno quie-ren (o no pueden)comprender:quizá para intentar marcardistanciasrespectode un pensamientoque les resulta,en sudesapasionadonihilis-mo, molestopor suexcesivaproximidad.

III

En efecto, la lecturaque haceMarcusede las tesisquedefiendeWe-ber es,cuantomenos,parcial. Marcuseve en Weber, en el conceptoderacionalidadweberiano,un representantede la racionalidadtecnocráti-ca en la medidaen que el conceptode razón que Weber manejaes, almenosen principio, formal, y la críticamarcusianaa la racionalidadtéc-nica no se fundamentatanto directamenteen su aprovechamientocapi-talista, como indirectamenteen una crítica del formalismo cientificistaen el que la tecnologíatoma asiento2i.La crítica marcusianaes unacríti-cabasadaen categoríasfilosóficas. ParaMarcuseel análisisweberianodel capitalismoindustrial muestraqueel conceptode neutralidadcientí-fica frente al «debe-sen’se convierte, si se lo prosigueconscientemente,en crítica valorativa, pues tal neutralidadimplica abstracción,abstrac-ción frente a las necesidadeshumanasy, finalmente, indiferenciay opre-

22 -

sion ; criticaestaque el mismo Weberno llevó acabo. Marcuseentien-de que el conceptoweberiano de racionalidad hacereferenciaa unvertiginosoaumentode la productividad,auna crecienteconquistade lanaturaleza,a un ensanchamientodel ámbitode riqueza:el amplio cam-po de fenómenosanalizadospor Weberescatalizadoen la ópticade unarazón quesereclamarazóntécnica.Un conceptode razónqueen la me-didaen queesabstractoy formal no permitededucirde si ni el para qué

~“ Dialéctica del Ilutuinisnio, Sur, Buenos Aires,, 1970, pág. 25; cfr. ib. págs..29 y 42yss.

~‘ cf r. c. Offe, «Technik und Eindimensionaliiát.FineVersion der Technokraticthese?»en J. Haber-mas(cd.), Antwonenauf Herbert Marcuse,Suhrkamp,Frankfurta- M. 1978,pág.75.

22 dr, ¡-1. Marruse,«lndustrialisierungund Kapitalismusini Werk MaxWebers»enKul-tur und Gesellschafl,vol. II, Suhrkamp,Frankfurta. M. 1978,pág. 75.

48 .5. Mas Torres

de tal control ni la materiade la construccióny quenossitúa,por símis-mo, antesuspropioslímites. Límites queel desarrollode la racionalidadcapitalistaamplíahastala irracionalidad.La mayorproductividad,el do-minio de la naturalezay la riquezasocial se convierten en fuerzasdes-tructivas, por tanto, irracionales desdeun punto de vista crítico-valo-rativo~ pero plenamenteracionales si consideramosel procesodesdeuna perspectivacientífico-neutral;de aquí que Marcusepuedaigualarneutralidade impotencia.Impotenciaquese resuelveen Weberen apo-logía de lo ya existentey endenunciade posiblesalternativas:«einerqua-litativ anderengeschichtlichenRationalitÉit”.23 Marcusedefiendeestaafir-mación con datos extraídosde la biografia de Weber. Esta hace re-ferenciadirectamentea la problemáticasocial y política con la queWe-berseencontró;las elucidacionesweberianassonincomprensiblessi noadoptamoscomo trasfondode sus análisislo quealgunosautoreshanllamado el «legadoBismarck».Marcusetambiénlo entiendeasí y desdeestaóptica analiza los FreihurguerAntrittsrede.

Marcuseve en estaobraunadefensadel imperialismo, la afirmacióndel Estado-potenciacomo basenecesariapavala política alemana.Enestamedida,la industrialización agran escalaaparececomo condiciónde posibilidad de la independenciade una nación en el conciertointer-nacional. El problema,pues,essaberquéclasepuedellevar a caboestatarea; ahorabien, Weber no planteael problemaen términosni econó-micos,ni éticos,sino políticos: sepreguntaquéclaseestásuficientemen-te maduradesdeun punto de vista político para realizaresta tarea; elproblema,pues,esde liderazgo político. Webersólo ve factible la direc-ción política de ~aburguesía,pero muy lúcidamenteseñalasu falta demadurezpolítica, consecuenciade supasadoapolítico,que le haceaño-rar un nuevocesarismo.No setrata,pues,de que«die búrgerlicheRatiobeschwórtdas irrationale Charisma>’24,sino de la decadenciapolítica delos Junkersy de las fantasíasrevolucionariasde los dirigentesdel SPDde comienzosde siglo: el aparatoburocráticodel Estadono puedeserdestruidode ningún modo. Es más, no sólo la economíacapitalistare-quiereuna organizaciónburocrática,también una economíasocialista,en la medidaen quetiene quecoordinarunaeconomíaplanificadacen-tralmente>daría lugar a un aumentode la burocracia.Porotra parte,alos ojos de Weberel socialismosignificaunamayorracionalización(conarregloa fines) de la conductaeconómica.En estamedida,y teniendoencuentaquepara Weber lo esencialdel capitalismo consisteen una cre-cienteracionalizaciónde la conductay no en la relación asimétricaentretrabajoasalariadoy capital, el socialismono seríasino unafasesuperiordel capitalismoy, por tanto, suculminaciónlógica lejos de ser la «dieta-

“ Ibid. págs.113-114.24 Ibid. pág. 115. -

Técnic«.Razóny Naturalezaen la Escuelade Frankfurt 49

duradel proletariado»,seríala «dictaduradel funcionariado”25.Porenci-ma del análisisconcretolo queahoranosinteresadestacares la tensiónque subyaceen esteescrito de Webery que Marcusepareceignorar: deun lado,unaburocraciafuertementecentralizada(legadoBismarck); deotro, la afirmación de la necesidadde un liderazgo político.

En Economíay Sociedadse replanteaestatensióndesdela perspecti-va de la sociologíade la dominación.A4arcuse26sepreguntahastaquépunto la racionalidadformal en la que la economíacapitalistaencuentrasu expresiónes realmentetan formal. De acuerdocon la definición deWeber, una economíatotalmente planificada que evitara los interesespanicularesde los capitalistasprivadosy la irracionalidadde la libertadde mercado,seríamássusceptiblede cálculo y, por tanto, más racionalque la mismaeconomíacapitalista.Sin embargo,tal estadode cosasnoes «técnicamenteposible>’, pues la diferenciaciónentre trabajadory me-dios de producciónesen la actualidaduna necesidadtécnica ineludibledel proceso de industrialización tanto capitalistacomo socialista.<‘In-dustrialisierungist also als SchiksaldermoderuenWelt gefal3t, und dieSchiksalsfragefúr kapitalistíchesowohlwie sozialistiseheIndustrialisie-rung ist: welchesist die rationalsteForm der HerrschaftUber die Ge-sellschaft?”YO lo quees lo mismo, unavezvisto que la burocraciaes laforma más racional de ejercer una dominación, la preguntaes la si-guiente:«¿Quiéndomina el aparatoburocráticoexistente?”28.

Perofijémonos en queal plantearasí las cosasWeberestásolapandodos«racionalidades>’;de un lado, la racionalidadde una gestióneconó-mica,de otro, la racionalidadde unadominación,y simultáneamentees-tá subordinandola primera a la segunda,con lo queaquellaaparecede-terminadadesdefuerapor algo distinto de ella misma.En estamedida,yde acuerdocon la propia definición de Weber, la razón se convierte enrazón material.

Así pues,condiciónde posibilidad del desarrollohistórico de la racio-nalidad formal capitalista son dos hechos sumamentemateriales: laexistenciade trabajadoresdispuestosa vendercomo mercancíasufuer-zade trabajoy la separacióndel trabajadorde losmediosde producción.Ambos hechospertenecen—segúnWeber—a la racionalidadespecíficadel capitalismoy constituyennecesidadestécnicas; como tales funda-mentanrelacionesde dominio comoelementoimprescindiblede la ra-cionalidad capitalistay económicaen las modernassociedadesindus-triales. La razón técnicase muestracomo lo que realmentees: comorazon política. De estaforma, el sometimientoa las clasesdominantesadoptala forma, formalmenteracionaly axiológicamenteneutral, de so-

~ cfr. Ni. Weber,Economíay..., pág. 1.072.“ cfr. «Industrialisierungund...’ pág. 117.~ Ibid. pág. 118.=8M. Weber, Economíay.., pág. 178.

50 5. Mas Torres

metimiento a ineludibles imperativostécnicosdel procesode produc-ción. Marcuseinterpretalos análisis de Weber como unadefensay unajustificación de esteestadode cosas;Weberno veríaquela GehdusedarHórigkeit no la constituyela razón pura, técnicay formal, sino la razónde dominio, y en la medidaen que identifica ambasseobstruyeunavi-sión de la posibilidad de una nuevatécnicaliberadoray no opresora.

Y, sin embargo,Weberes absolutamentecoherente:ni se inventa lavinculaciónentreracionalidady lógicade la dominación,ni la interpretaen un sentidonormativo.Weber,en última instancia,esculpablede unaradical pesimismopolítico, del quepuedendesprenderseconsecuenciasnihilistas,perono, como parecepensarMarcuse,unaapologíadel impe-rialismo. Porotra parte, estambiéncierto que la apelaciónweberianaalcarismano hacesinofortalecertal nihilismo escéptico.El clarocompro-miso de Marcuseen favor de la liberacióny en contrade cualquiertipode opí-esiónle haceser, por así decirlo, menos«escrupuloso”en cuestionesmetodológicasqueWeber,y es a partir de estaposturadesdedondepue-de comprendersesucrítica, que másqueen los análisisweberianostomapie en suspropias preocupacionesfilosófico-políticas. En cualquier ca-so, Webernosha legadounaimportantepregunta:entre la racionalidadavasalladora(en sentido literal) de la burocraciay el irracionalismoca-rismático, ¿cómodeterminarun obrar racional? Preguntaestasobrelaque gravita, como unaposible respuesta,la afirmación de Horkheimerde que ‘<si por ilustración y progresoespiritual comprendemosla libera-ción del hombrede creenciassupersticiosasen poderesn]alignos,en de-moniosy hadas—en pocaspalabras,la emancipaciónde la angustia—,entoncesla denunciade aquello queactualmentese llama razónconsti-tuye el servicio máximoquepuedaprestar la razón».29

Marcusesostienela tesisdel carácterpolítico de la cienciay de la téc-nica: el apriori tecnológicobajo el queseha desarrolladola cienciamo-derna,desdeGalileo hastanuestrosdías,es un a priori político en tantoque la transformaciónde la naturalezaimplica cambiospor lo que sere-fiere al hombrey a la sociedad.El procesode cuantificacióny matemail-zación de la naturaleza«ha separadola verdaddel bien, la cienciade laética”30,situación éstaque lejosde fundamentarla supuestaneutralidadde la técnica,lo quehacees proyectarun «mundo»caracterizadopor laabsolutizaciónde lo rentable,de lo calculadoy calculante,de lo quease-guraun dominio sobrela naturalezay sobrelos hombres.«Nicbt erst ib-re Verwendungnach,sondernsehondic Technik ist l-lerrschaft (úberdicNatur und tiber den Menschen),methodische,berechneteund berech-nendeHerrschaft,,.3iLo más perturbadorde la sociedadtecnocráticaes

29 crítica de la razón instrumental, Sur, BuenosAires, ¡973, págs.194-195.‘~ El hombre unidimensional, Ariel, Barcelona, 1981, pág. 146.31 H. Marcuse, «lndustrialisierungund..» pág. 127. cfr. ib. El hombre... págs. 185-187:

‘Los principios dc la cienciamodernafueron estructuradosa priori de tal modoque puc-

Técnica,Razóny Naturalezaen la Escuelade Frankfurt 51

supretensiónde «totalidad>’: la realidad tecnológicainvadetodos y cadauno de losámbitosde la vida social y privada.Incluso el mismo concep-to de alienación parecehacersecuestionable,puesesteconceptoexige,de un lado,un sujetoy, de otro, un objetoen el queaquelse aliene,mien-tras que en la sociedadtecnocráticasujetoy objeto se funden en unaúnica realidad: «...los individuos se identifican con la existenciaque leses impuestay en la cual encuentransupropio desarrolloy satisfacción.Estaidentificación no es ilusión, sino realidad.Sin embargo,la realidadconstituyeun estadiomás avanzadode la alienación.Esta se ha vueltoenteramenteobjetiva; el sujeto alienadoes devoradopor su existenciaalienada.Hay una sola dimensiónque estápor todaspartesy en todaslas formas. Los logros del progresodesafiantanto a la denunciacomo ala justificación ideológica;antesutribunal, la «falsaconciencia»de sura-cionalidad seconvierte en la verdaderaconciencia(...). Asísurgeel mo-delode pensamientoy conductaunidimensionalen el que ideas,aspira-cionesy objetivos, que transciendenpor su contenidoel universoesta-blecido del discursoy la acción,sonrechazadoso reducidosalos térmi-nos de esteuniverso. La racionalidaddel sistemadadoy de suextensióncuantitativada unanuevadefinición a estasideas,aspiracionesy objeti-vos”.32 De este modo, las relacionesde dominio no aparecencomo «de-pendenciapersonal”, sino como ‘<dependenciadel ordenobjetivo de lascosas”,y, en estamedida,reclamanparasíel calificativo de «racionales».Para indagaresteconcepto de dominio opresory totalitario Marcuseanaliza,como hemosvisto, la obrade Weber: el logosde la técnicaesunlogosde servidumbre;un logos,por otra parte,queseapartade la satis-facción de las necesidadeshumanasy se convierteen fin en sí mismo.Desdeestaperspectiva,Marcusehacesuya la problemáticafrankfurtia-na de la «razón instrumental”, vista ahora desdeel prisma de su uni-dimensionalidad.

Porotra parte,el logos de la técnicano sólo fundamentaun universode dominio, sino tambiénla legitimación de esedominio: «En esteuni-verso —escribe Marcuse33—la tecnologíatambién provee la gran racio-nalizaciónparala faltade libertad del hombrey demuestrala imposibili-dad técnicade serautónomo,de determinarla propiavida. Porqueestafalta de libertad no apareceni como irracional ni como política, sinomás bien como sumisiónal aparatotécnicoqueaumentalas comodida-des de la vida y aumentala productividad del trabajo”. Así pues,si por

den servircomoinstrumentosconceptualesparaun universode control expansivo(...). Elmétodocientíficoquelleva ala dominacióncadavezmásefectivadel hombreporel hom-br-eatravésde la dominaciónde la naturaleza(.3. Hoy, la dominaciónseperpetúay sedi-fundeno sólo pormedio dc latecnologíasino comotecnología,y laúltima proveela granlegitimación del poderpolítico en expansión, que absorbetodaslas esferasde la cuí-tura.’

~ E/hombre págs. 41-42.Ibid pág. 186.

52 .5. MasTorres

una partela razóntécnicadobladade razón de dominio lleva a su cuí-men la represión,por otra, hacequelos hombresno seanconscientesdeestarepresión,puesla legitimación (ligadaantañoa imágenesreligiosasdel mundo que la misma razón técnicaha destruido)ha adquirido unnuevo carácterquetoma asientoen unaproductividadconstantementeen aumentoy en un crecientedominio de la naturalezaquehaceque lavida de los individuos seacadavez másconfortable. Y precisamentelarazóntécnicaes la condición de posibilidad de tal productividady de taldominio de la naturaleza:el sistemapolítico, queha hechosuya la razóntécnica,aprovechaestacircunstanciapara conseguirsu legitimación,ar-guyendoquela recusaciónde la razóntécnicasignificaríala recusaciónde lascomodidadesquela técnica,en tantoqueprincipal fuerzaproduc-tora, proporciona.De estaforma, la misma técnicase convierte en fun-damentode legitimación de un ordenpolítico quebasasu existenciaenla represióny en la generalizacióna todos los niveles (entre hombreyhombre,entrehombrey naturale~a)de relacionesde dominio.

Pordecirlo con dospalabras:la raízde todo«mal» estáen que las ca-tegoríasde la ciencia natural se extiendena la totalidad de la realidad.De estaforma, el hombre consiguedominio, pero tiene que pagar unpreciopor ello: «Los hombrespaganel acrecentamientode su poderconel extrañamientode aquello sobrelo cual lo ejercitan”.34

Ahorabien, tampocoMarx consiguiózafarsedel «imperialismode laciencianatural»;en efecto,lo ideológico esvisto como pseudociencia.Laeconomíapolítica es ideológicaporquepretendeenmascararun conjun-to de proposicionesquejustifican el dominio de una clasesobre otracon el ropajede la pretensiónde cientificidad. Marx, pues,no consiguióliberarse del concepto positivista de ciencia. Sin embargo,su pensa-miento tiene una gran fuerzacrítica; el apegoa lo científico que se es-condeen su transfondoteníaen la épocadel capitalismoliberal fuerzacomo ilustración, en el capitalismoestatalmenteintervenido,por el con-trario, son la mismaciencia y la misma técnica las que han adoptadofuncionesideológicasy constituyen,de este modo, unaespeciedc antii-lustración. Completandolos términos de esta paradójica afirmaciónbien podríamosafirmar quesi en el capitalismotardíocienciay técnicahan asumidotareasideológicas,lo ideológico (en tantoquepseudocien-cía por relación al conceptopositivistade ciencia)puedetomar sobresítareasliberadoras.Estaconclusiónpareceinevitableamenosde estable-cer la identidadentrecienciae ilustración; en tal caso,en nuestrosdíaslo científico seríaideológico y lo ideológico seríacientífico. Pero estemodo de ver la cuestión, frente al innegablecorpusde logros científicosy solucionestécnicasque constantementetenemosante los ojos, pareceser excesivamenteestipulativo y ad 1-wc. Que la ciencia adopte tareasideológicasno quieredecir que dejede serciencia.Ahora bien, es posi-

Dialéctica del fluminismo,pág. 22.

Técnica,Razóny Naturalezaen la Escuelade Frankfurt 53

ble otra salidaa estedilema: ampliar/destruirel conceptopositivistadeciencia.Justaesestaopción, perocabríasospecharque en sutransfon-do se escondeun amor insospechadoal conceptode ciencia,un temorinjustificado paraun pensamientoque se reclamacrítico a quedardes-colgadodel tren de Ja ciencia.Puessi la cienciay la técnicasonopreso-rasy totalitarias,¿quésentidotiene reclamarparaunomismo tal catego-ría, saliéndosepor la tangentede la mencionadaampliación/destruc-ción? Quizáseael temor al escepticismolo quedibuja el transfondodeestascuestiones.

En efecto,aceptemospor un momentola igualdadentrecienciay co-nocimientoestricto; la cienciaes,al modomarcusiano,opresoray totali-taria, luego el conocimientoestricto seráigualmenteopresory totalita-rio. Podemos,entonces,hacerdoscosas:a) afirmar queno sólola cienciaes conocimiento estricto,quedandoasí un conocimientoestricto aptoparafuncionesliberadoras;b) aceptarla igualdadanteriory afirmar queel conocimientoliberador no lo es en sentidoestricto,que no es,pues,ciencia.El fantasmadel escepticismoseciernesobrela segundade estasposibilidades.

Y esqueunacrítica radical a la técnica (comola marcusiana)vendríafinalmenteadesembocaren unasutil demostraciónde la inanidadde lamismarazón.Es algo similar a lo que le sucedea Eurípides,culmendela Ilustración sofista, cuandoen su última obra, Las Bacantes,vuelvealfrenesíbáquicoy al entusiasmodionisiaco.Platóntambiénsedio cuentade la impotenciade la razón:enLas Leyesvio perfectamentequela for-mulación racionaly filosófica del problemade la transcendenciano erasuficienteparagarantizarla moral terrena;de aquí suregresoa los dio-sesolímpicosvengadoresy a una castasacerdotal.Ahora bien, la expe-riencia histórica parecedemostrarqueel resultadode la recusacióndela razón no es,desgraciadamente,el furor báquicoen el quese ven en-vueltaslas mujeresdel palaciodel rey Penteo,sino, másbien, el sistemajurídico-legal abstractoy absolutode Las Leyes.

Marcuse—a pesarde quesupensamientocontieneun elemento,porasí decirlo, dionisiaco— pasapor alto esteestadode cosas.Horkheimer,por el contrario, lo tiene muy presente:de aquí las aporíasa las que leconducesuextremalucidez.

IV

En Horkheimervolvemosa encontramoscon la contraposicióntéc-nica/naturaleza.En efecto,partedel darwinismoconsideradocomo ten-denciaintelectualqueejemplifica la relación entredominio (dela natu-raleza)y rebelión (de la naturaleza).Nuestrasociedadsecaracterizaporunaprogresivasustituciónde la selecciónnaturalpor la actuaciónracio-

54 8. Mas Torres

nal, en virtud de la cualel individuo seadaptaa las exigenciasdel siste-ma, estoes,(<la autoconservacióndel individuo presuponesuadaptacióna las exigenciasde la conservacióndel sistema”35.Adaptación,por otraparte,total: tanto a nivel subjetivocomo objetivo; la adaptación,pues,seconvierteen pautauniversalde conducta.«A la naturalezasólo se la ven-ce obedeciéndola»,de igual modo,a la segundanaturalezaque ha surgi-do en virtud del crecimientode los procesostécnicosy de la industriali-zaciónsólo se la venceobedeciéndola,estoes,adaptándoseaella: «comoresultadofinal del procesotenemos,por un lado, el Yo, el ego abstracto,vaciado de toda sustancia,salvo de su intentode convertir todo lo queexiste en el cielo y sobrela tierra en medio para supreservacióny, porotro, una naturalezahuera,degradadaa mero material, merasustanciaquedebeserdominadasin otra finalidad quela del dominio»-~~.Así pues,de un lado tenemosunanaturalezaprivadade todo sentidoy, de otro, unindividuo cuyo único fin es la autoconservacióny para el que,en conse-cuencia,todo los demásesmedio: por unaparteeí Yo, por otra, la natu-raleza;y el puenteentreunoy otra es un puentede dominio y sojuzga-miento. Tal es el dualismo que emponzoñatoda la civilización Occi-dental: la naturalezaquedadefinidacomo aquelloqueno es el Yo, comomero instrumentoal serviciodel Yo. Un instrumentodel que,sin embar-go, cadavezdependemosmásy más.En efecto,si el Yo seconfiguraporrelación a una naturalezaentendidacomo mero instrumentoo herra-mienta,en tal caso,la supervivenciadel Yo dependerá,precisamente,detal conceptualizacióninstrumentalistade la naturaleza;el hombrese vede estemodo atrapadoen suinstrumentalizaciónde la naturaleza.Estoes,la otra caradel dominio de los mediosesel sojuzgamientodel sujetode los medios, en tanto que éstequedadefinido precisamenteen rela-ción a los medios:de aquí el resentimientoy el nihilismo que atraviesatoda la culturaOccidentaly queseconstituye,por asídecirlo, en vengan-zade la naturaleza,en su«rebelión».Estarebeliónde la naturalezarepri-mida se convierteen ataquea la civilización represora.El ejemplo másllamativo de estacomplejadialécticalo constituyeel nazismo,«síntesissatánicade razóny naturaleza»37,en la que la contraposiciónentreel Yoy la naturalezase saldóen beneficiode unanaturalezaentendidacomosistemáticay brutal destrucciónde todo aquello que se entiendecomoproductodel Yo, como civilización.

Así pues,la contraposiciónentretécnicay naturalezade la quepartía-moses en cierto sentidofalsa,por la sencilla razónde que la naturalezacomo tal no existe; es ya, de entrada,una naturalezatecnificadaen elsentido de instrumentalizada.Por otra parte,esta instrumentalizaciónconstituyela esenciade la civilización Occidental: la recusaciónde la

~ crítica de la razón instru,nentol,pág. 106.~«Ibid. pág. 107.< Ibid. pág. t32.

Técnica,Razóny Naturalezaen la Escuelade Frankfurt 55

unaconlíevala recusaciónde la otra. De estaforma, la apelacióna la na-turalezaen contrade la técnicaes simplementefalsa,en tanto que estárealizadadesdeunaperspectivaya determinadapor la razóninstrumen-tal. Y esqueestaformade determinara la técnicamodernaen oposicióna la naturalezaes incorrecta en un sentidoestricto38.En primer lugar,porquecualquieractuacióntécnicatieneque sometersealas legalidadesdel mundofl’sico; en segundolugar, porquecon respectoa la conforma-ción física concretadel mundo material, la técnicamodernano repre-sentaningúnfenómenosingular:«Desdeel puntode vistadeunanatura-leza totalmentevirgen con respectoa las intervencionesdel hombre, laazadaestan antinaturalcomo unacentral atómica,ya queambasseba-san en intervencioneshumanasen el medio ambientedado»39.En tercerlugar, porquela misma naturalezaestásometidaa procesoshistóricos:desdeel puntode vistadel campesinolo natural seríala actividaddel re-colectorde frutos silvestres;anosotros,sin embargo,nosparecenaturalla actividad del campesino.Radicalizandoestaúltima posición podría-mushaceruna lecturade la historiade la técnicaen clavebiologista,detal forma que pasáramosa concebirlacomo continuacióndel procesonatural de evolución: no habría,de este modo, oposiciónentre técnica(ya seamodernao antigua)y naturaleza.Y de nuevo en estepunto nosvemosobligadosa internarnosen los dominiosde la antropologíafilosó-fica: si antesnosreferíamosa la hipótesisde la bondado maldadnaturaldel hombre, ahoratenemosque hacerloa la de la plasticidado inmuta-bilidad de la naturalezahumana.De hecho,muchosde los detractoresde la técnica la anatemizansobrela basede una (supuesta)naturalezadel hombre, presuntamentepuestaen peligro por la técnica.

Podría,por ejemplo,pensarsequelo decisivode la técnicamodernano es sucarácterantinaturaly artificial, sino sucondición inorgánicaymecánica:«Mientrasqueen la técnicaorgánica,la utilización del viento,del aguay de la fuerzade tracciónanimal estásometidaal ritmo de losprocesosnaturalesy en la técnicaartesanalexisteunarelación inmedia-ta y fácilmenteperceptiblecon respectoal producto fabricado, la técnicamecánica,inorgánica,en virtud de supropia naturaleza,sebasaen pro-cesosuniformes,anónimos»40.Perocon estosólo hemosdescritoel pro-bablecursoevolutivo de la técnica,perono lo hemosvalorado(ni positi-va, ni negativamente,ni como algo indiferente),quees precisamentedelo que se trata.Ahora bien, si mantenemosla hipótesisde la plasticidadabsolutadel hombre tal valoración se torna absolutamenteimposible:tanhumana(o lo que en estecontextovendríaa serlo mismo: tan inhu-mana)seríaunatécnica respetuosacon la naturalezay orientadahacialos interesesdel sujetosocial, como unatécnica destructoradel medio

cfr. F. Rapp,Filosofíaanalítica de la técnica, Alfa, Barcelona,1981, págs.127y ss.~«Ibid. pág. 128.4C Ibid. pág. 131.

56 5. Mas Torres

ambientey orientadaen beneficiode la valorizacióndel capital. Y si pen-samosquees la meraconservaciónde la existencia(quepuedeserpues-ta en peligro por la técnicamoderna)la quemarcalos límites de la plas-ticidadhumana,en tal caso,tendríamosqueconcluir quetan humanaesla vida en unasociedadtecnocrática,como en la «comunidadde los pro-ductoresasociados».Así pues,tenemosqueadmitir algo «natural»en elhombre,y lo natural, segúnAristóteles,no es «vivir”, sino ‘<vivir bien>’; ocomo diría Ortegaen su Meditaciónde la técnica: no setratade «estar”,sino de «bien-estar”.De aquí que la crítica filosófica de la técnica,en tan-toque valorativay no meramentedescriptivao taxonómicade los modosde procedertécnicos, tenga que partir de determinadassuposicionesacercade lo quees digno de servivido y lo que,por el contrario,mereceserrechazado.

La necesidadde tal consideraciónsurgeya desdeel mismo momentoen queconstatamosla obviedadde quecualquieractuacióntécnicamo-difica la situacióndel mundofisico con objeto de conseguirun fin deter-minado;ademásdel fin voluntariamenteperseguido,todaactuacióntéc-nica produce una serie de efectos secundariosno intencionados,quepuedenir desdela pérdidade energíapor rozamientohastala incidenciasobreel medio ambiente.Ahora bien, «asícomo no existeningunadife-renciabiológica entrela malezay las plantasútiles, los efectosdeseadosy los efectossecundariosno deseadosson, desdeel puntode vista físicoo de la ciencia de la ingeniería, básicamenteiguales qua procesosdelmundofísico. La diferenciaresultasólo de la respectivaevaluación”41.Yestaevaluaciónno sepuedehacerdesdeuna perspectivaestrictamentetécnica,sino que hay que introducir juicios de valor del tipo «la actua-ción técnica‘x’ es rechazablepor tener‘a’ como efecto secundario”.

¿Mascómo lograr tal pautavalorativasi partimos,como haceHork-heimer,de una radicalizaciónde la crítica lukácsianaa la cosificación?,¿cómodeterminarun obrar que searacionaly liberador si lo cosificadoes ahoratanto el sujetocomo la naturaleza?De nadavale apelar (comowmos quehacía Marx) a la lógica del capital o a sussupuestastenden-ciasautodestructivas,puesHorkheimersitúala escisiónentreel sujetoyla naturalezaen los mismosorígenesde la civilización, y esprecisamen-te estaescisiónla queconstituyeel origende toda cosificación: al cosifi-cara la naturalezael sujetosecosifica a símismo,pues«el intentototali-tario de someterla naturalezareduce al Yo, al sujeto humano, a lacondición de mero instrumentode represión”42.El asuntoes tanto másgrave cuantoque el Yo sedefineprecisamentecomo no-naturaleza.Pa-rece,pues,una irremediablecondiciónontológicadel hombreel queés-te seveaatrapadoen suinstrumentalizaciónde la naturaleza,puesde locontrario no podríasobrevivirenun medio ambientequele eshostil. En

~‘ Ibid? pág. 39.42 crítica de la razón instrumental,pág. 171.

Técnica,Razóny Naturalezaen la Escuelade Frankfurt 57

efecto,sólopodemosvivir graciasa la técnica,peroesinevitablequeéstacosifiquea la naturalezay estacosificación, a suvez,nos arrastraa no-sotrosmismos.En estamedida,la crítica a la cosificación seríatan ab-surdacomo la crítica a la incapacidadhumanaparael vuelo.

Tampocovale de nadapartir de la afirmaciónde la unidadentresuje-to y naturaleza,pues«toda forma de monismo filosófico sirve para ci-mentarla ideade dominio del hombre sobrela naturaleza»43:la unidadsólo se puedeproclamardesdela perspectivadel sujetoque, precisa-mente,erige tal unidad; más aún: la supremacíade la naturalezatomaasientoen la subrepticiasuperioridaddel sujetoqueafirma la suprema-cíade la naturalezay le subordinatodo. La conclusiónesobvia: el idea-lismo, que defiendela unidaden nombre del Yo, y el naturalismo,quedefiendela naturalezaen nombrede la naturaleza,sonintercambiables.De hecho,añadeHorkheimeg«históricamente,estosdostipos antagóni-cos de pensamientosirvieron a los mismos fines”44. Pero,en tal caso,¿quésentidopuedetenerla crítica ala cosificación,si la afirmaciónde lasupremacíatanto del sujetocomo de la naturalezao, incluso, suunidad,nos conduceineludiblementea relacionesde dominio? Contestarestapreguntanos exige hacerentraren juego la fundamentaldicotomía ra-zón sustantiva/razóninstrumental,pueséstaúltima «esaquellaactitudde la concienciaque seadaptasin reservasa la alienaciónentresujetoyobjeto,al procesosocial de cosificaciónpor miedo de caer,en casocon-trario, en la irresponsabilidady la arbitrariedad,y de convertirseen me-ro juego mental”45. La hipóstasisde la razónsustantivatampocoestáli-bre de peligros: «...los abogadosde la razón sustantivacorrenel peligrode quedara la zagade las evolucionesindustrialesy científicas;de afir-mar valoresilusorios; de crearideologíasreaccionarias”46.Lo quesuce-de es que anteel avasalladortriunfo en nuestrosdíasy en todaspartesde la razóninstrumental, la ‘<crítica ha de efectuarsenecesariamentepo-niendo mayorénfasissobrela razón objetivaque sobrelos vestigiosdela filosofía subjetivista»;de igual modo,anteel imparableavancedel me-dio técnico (paradigma,por otra parte, de loda instrumentalidade ms-trumentalización)la crítica deberátomarasientoen la reivindicacióndela naturaleza,pero no en sí misma,sino en tanto que aquelloqueha desercriticado (la sociedadcapitalistay susrelaciones)seapoyaen la des-

~ Ibid. pág. 178.Ibid. pág. 179: «El idealismoglorificó lo meramenteexistenteal presentarlocomoal-

go quedetodosmodoses esencialmenteespiritual; echósobrelos conflictosfundamenta-les de la sociedadel velo de la armoníade susconstruccionesconceptualesy fomentóentodassusformasla falaciaqueelevalo existenteaJajerarquíade un dios atribuyéndoleun‘sentido’ quehadejadode teneren un mundo deantagonismos.El naturalismo(...) tiendeaunaglorificación de aquelciego podersobrela naturalezaqueha deencontrarsu modeloen el juegociegode lasmismasfuerzasdela naturaleza;acarreacasisiempreun elementode despreciohaciala humanidad.»

~ Ibid. págs. 181-182.“ Ibid. pág. 182.

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trucción sistemáticade la naturaleza.En estamedida,el sentido de lacrítica a la cosificación de las relacionesde los hombresentresí y de larelación del hombrecon la naturalezaradica,precisamente,en sucarác-ter modélicocomo crítica, estoes, como instrumentode subversióndelproceso capitalista. La crítica de la razón instrumental es, pues,nega-ción de la cosificación; la negaciónde la cosificación esel socialismoyla realizacióndel socialismoesun imperativo moral47.En consecuencia,el dilema técnica/naturalezasesaldaen el debermoral de sureunifica-ción, o lo quevendríaa serlo mismo: en el debermoral de subvertirunordensocial en cuya raíz seencuentratal escisión,en el deberde cons-truir el socialismo.

Precisamenteel fracasodel proyecto socialista fue lo que obligó aHorkheimera situar el puntode referencia«descosificador»,por asíde-cirIo, «másallá»: en la nostalgiade lo enteramenteotro, en eí dios que,segúnHeidegger,es la única posibilidadde salvaciónquenosresta.Conlo cualvolvemosal principio. Veíamosalgo niás arriba las dificultadesypeligros que presentabala hipótesisde la absolutaplasticidaddel hom-bre: si el hombre es absolutamenteplástico podráadaptarsea las exi-genciasde un sistema cuya autoconservaciónrequierela cosificacióntanto de la naturalezacomo del hombre sin ningún tipo de violenciafrenteauna supuestaesenciahumana;y por la sencillarazóndequeés-ta última es, simplemente,una quimera. Para un hombre totalmenteplásticoel dilema técnica/naturalezaseríaabsolutamenteirrelevante.Deaquí la necesidadimperiosade recortar de algún modotal plasticidad;¿yqué mejor forma de hacerlo que teológicamente?En efecto,«porqueen definitiva esehombredotadode unaesenciametafísicamentesignifi-cantey genuinocentrodel mundoes/acriaturamodélicade dios, un serhecho,de acuerdocon la fórmula consagrada,a su imageny semejanza,como esedios esel sinónimo inexcusabletanto de la Vernunfthegelianacomo de eseremoto ecosuyo quees la razón‘objetiva’ o ‘sustantiva delos frankfurtianos,¿cómonegarcoherencia,vistasasí las cosas,a la evo-lución horkheimeriana?”48

El planteamientode Marcusees, en alguna medida,paralelo. PeroMarcuse,a diferenciade Horkheimer,piensaquehay dos clasesde do-minio49, uno represivoy otro liberador. Marcusesueñacon unaconsu-mación-negaciónde la racionalidadtecnológicatrocadaen poderpolíti-co que diera lugar a una nuevacienciay a una nuevatécnicadirigidashaciala conquistade la libertady de la felicidad; en terminologíahaber-masiana:en nuestrocontactocon la naturalezapasaríamosde la acción

Cír. M. Horkheimer,Ddmmerung.Notizenin Deutschland,Fischer,Frankfurta. M.1974, pág. 252.

~< 3. Mu~oz, «La escuelade Franklurt y los usos de la utopía> en Lecturas defilosofíaconteniparéoea, Ariel, Barcelona,¡984, pág. 203.

~ El hombre..,pág. 186.

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racionalencaminadahaciala consecuciónde un fin a la interacciónme—diada simbólicamente50.La realizaciónde tal programasupondríaunaverdaderarevolución,con consecuenciascatastróficasparala racionali-dad científica y tecnológicadominante; implica de hecho«la apariciónde unanuevaideade Razón,teóricay práctica(...) la nuevaideade razónestáexpresadaen la proposiciónde Whitehead‘la función de la razón espromoverel artede la vida~».Si

Dejandoapartequecierta capacidadretórica parala adjetivaciónnosuponela posibilidadde crearun nuevotipo de racionalidad,hay quere-conocerquede estemodopodríamosllegar a determinarun obrar quefueraa la vez racionaly liberador. Sin embargo,y sin entraren los pun-tos concretosde esteprogramaparaunanuevatécnicaque,ciertamente,no quedanexcesivamenteclaros 52, la propuestade Marcuseno dejadeserparadójica53.

Toda teoríacrítica analiza un determinadoestadode cosasbajo elpuntode vista desuposibletransformación;en un momento,sinembar-go, en el que tal transformaciónquedaaún en el futuro: bajo condicio-nes prerrevolucionarias.La situación anticipada aparece,pues,comopuntode referenciade un estadode cosasposibledesdeel que secriticael estadode cosaspresentejuzgadocomo no deseable.Ahorabien, ¿có-mojustificar estasituaciónsin caeren un volu~tarismoo en un determi-nismo historicista?,o lo que eslo mismo: ¿cómose (auto)justifica lapropia teoría crítica? En la tradición clásica marxista el proletariadoadoptabala función de autofundamentaciónde la teoría. Marcuse,conla tesisde la unidimensionalidad,se ha cerradoestasalida.En tal casodebeo limitar el argumentode la manipulacióntecnocráticaomniabar-cadorao aceptarla existenciade vacíosestructuralesen la red tejida porel sistemade racionalidadrepresiva,o renunciara dar razónde su pro-pia posibilidad como pensamientocrítico54. Marcuse,muy probable-mente,se inclinaríahacia la primera posibilidad:hay algo queseopone(y no puededejarde oponerse)a la razóntecnocráticaomniabarcadoray unidimensional,a saberla mismaestructurapulsionaldel hombre.Sinembargo,«estateoríatiene la debilidaddequeno puededarrazónde supropia posibilidad. Puessi la subjetividad rebelde debiera su renaci-

~«cfr. «Techíiik und Wisseíischaftals Ideologie»,Suhrkamp, Frankfurt a. Nt. 1981,

pág. 57.“ El hombre..,pág. 256. cita Marcusela obrade Whitehead,The Function of Reason,

BeaconPrcss,Boston, 1959, págs.5-8.S2 Realmenteno sesabecon certezaaquése estárefiriendoMarcusecon el concepto

de una«nuevatécnica».Sus ejemplosno ayudana disiparestaambigoedad;en efecto,eímismo tipo de conocimientonaturalquenospermitela creacióny cuidadode “jardines,parquesy zonasnaturalesprotegidas»—son ejemplosdel mismo Marcusede una“be-freiendeUmgestaltungder Natur”— es el queposibilitael desastreecológico.

~ cfr. c.Offe, op. cit. págs.85 y ss.~ ~ cabeunatercerasolución: hipostasiaral teóricocritico.

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mientoa un origenqueestámásalládeunarazóndemasiadocorrompi-da, esdificil ver por qué algunosde nosotroshabríamosde estaren si-tuaciónde explicar estehechoy darrazonesen sudefensa»55.La raízdeestasituación puederastrearseen la ambiguaconcepciónmarcusíanade unasociedadtecnocrática. -

ParaMarcuse,deun lado, las fuerzasde producciónestáninsertasenlo que Marx habíallamado relacionesde producción, pero, de otro, lamismatécnicaseconvierteen relacióndeproducción.EstaambigúedaddeterminaqueMarcuseconceptúela vinculación entre técnicay domi-nio político opresory totalitario comoalgo ineludible. En estamedida,laliberaciónde tal dominio implica la destrucciónde la técnicaactualy lacreaciónde unanuevatécnicay una nuevacienciarevolucionariasy di-rigidas,como decíamosmásarriba,hacia la promocióndel artede la vi-da.Marcuse,pues,aceptainconscientementelo quepretendíacriticar: laideologíade lostecnócratas,estoes,la concepciónquehacedel progre-sotécnicoun procesoautónomo,libre de toda determinaciónpor partedel mareoinstitucional. Que Marcuseveaestaideologíanegativamenteno obstaparaque,en efecto,continúesiendounaideología.En estame-dida, cabríahablarcon C. OffeSbde un «determinismotecnológico».Latesisde la unidimensionalidadsería,de estemodo,una nuevaconcreti-zación de la Technokratiethese,sólo diferenciablede susversionescon-servadoras(Freyer,Schelsk§Gehíen)por lasdiferentesintencionesprácti-cas que animan la elucidación marcusiana:para Marcusela tareadeunateoríacrítica es,en efecto,convertirseen instrumentode subversióndel procesocapitalista57,y no lade hacersuapologíao sercopartícipeenél, aunqueseaen la forma de plañidera.Como en eí casode Horkhei-mer, el imperativosocialista(el deberde criticar unasociedadteenocrá-lica unidimensional) será, en último extremo,un imperativo de carác-ter moral.

y

¿Seescondetras estasapelacionesa un debermoral un mesianismovoluntarista desaforadocon objeto de escapardel escepticismo?,¿nosencontramos,como quiere Albert-58, ante la venganzade una mítica ra-zón pretendidamentetotal que,finalmente, manifiestaun sesgodecisio-nista, anhelandofundamentacionesabsolutas,y que,por lo tanto, per-

~ 1. Habermas.«HerberíMarcuse»en Perfilesfilosófico-políticos,Taurus,Madrid, 1975.Enúltimo extremo,esteintentodesoluciónvendriaúnicamenteademostrar«lacapacidadde resistenciacontraeí derrotismo»de Marcuse.

~»Op. ch. pág. SI.~ ch-. 1. Muñoz, op. ch. pág. 164.~‘ Ch-. «El mito dela razóntotal” en La disputadelpositivismoen la SociologíaAlemana,

Crijalbo, Barcelona,1974, pág. 164.

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maneceatemáticay al borde del abismo irracionalista? No hay quelimitarsea entenderestaspreguntasen el estrechomarcode la polémicadibujadapor el positivismoen la sociologíaalemana,sinoquede hechoincidende lleno en la preguntaquenos habíalegadoWeber: ¿cómode-terminaruna praxis de la que puedadecirsequees racional?El proble-ma serevelatanto másacuciantesi tenemosen cuentaquela racionali-dad tecnológicaes tenidafrecuentementepor la forma más acabadaderacionalidad;setrata, sin embargo,de una racionalidadde tipo instru-mental,medio-fin,que,portanto,permaneceimpotenteen la determina-ción de las metasu objetivosquedeterminannuestroobrar. ¿Quierees-lo decir quees imposibledeterminarracionalmenteun obrar?, ¿queloúnico de lo que puedepredicarsela racionalidadessobrela utilizaciónmáso menosacertadadelos mediosqueempleamosparaconseguirunfin? El asuntoestanto másgravecuantoqueen la actualidadla técnicaaparececomo algo quenosesajeno, como fuerzaquesenosha escapa-do de las manosy quepareceamenazarla mismaexistenciade la espe-cie o, al menos,reducirlaa condicionesde vida no humanas.El proble-ma es espinosoporqueen tal casola determinaciónde un obrar libera-dor tendríaqueser radicalmenteantitécnicay, por tanto y en la medidaen quela ecuaciónqueplanteábamosunaslíneasmásarriba fueracier-ta, irracional.Y, sin embargo,la experiencialíistórica nosdemuestraquelos irracionalismosson proclives a erigir estadosde cosascaracteriza-bIespor fundamentarsey darlugara situacionesde violencia, intoleran-cia y opresiónincorregibles.

La crítica quedirige C. Offe a la tesismarcusianade la unidimensio-nalidadpuedeseraplicadaa todos los frankfurtianos. En efecto,en to-dosellos podemosobservarun determinismotecnológicoque haceim-posibletoda alternativa—puesinclusolas supuestasalternativasvienenviciadasde antemanopor la racionalidadtecnocráticaque sepretendesuperar.Además,todoselloshacenresponsablea la racionalidadpropiade las cienciaspositivas,en tanto queéstadesbordasumarcolegítimo yseadueñade la totalidadde la realidad,del estadode cosaspresente,do-minadopor una razón«calculabley calculante”.En consecuencia,las re-lacionesde poderen nuestrasociedadno puedenserdescritasen térmi-nos de una teoría de las clases,sino en el marco de una teoríade laracionalidadtecnológicaque se adueflaprogresivamentede los proce-sosde administracióny direcciónde latotalidad de la sociedad:la racio-nalidadtecnológicaestápor encimade las clases,por la sencilla razónde que oprime por igual a todos.

Ciertamente,tienerazónOffe cuandodetectaafinidadesy similitudesentreestastesisy las defendidaspor loscríticos de la sociedadtecnológi-ea de orientación conservadora—e incluso reaccionaria.Tanto estospensadorescomo la TeoríaCrítica seencuentraninscritosdentrode unalíneateóricaque ha recibidoel nombre,quizáno afortunadoperosí degranfuerzagráfica,de «críticarománticade la cienciay del capitalismo».

62 .5. MasTorres

Las vinculacionesentre una y otra perspectivason> pues, innegables.Ahorabien, ¿dóndeestárealmentelo digno de sercriticado? Puescabela posibilidad de quelos análisisconservadoresno esténdescaminados;pruebade ello seríaque son aceptadospor pensadoresindudablementeprogresistas.Porotra parte,criticar a Marcuseo a Horkheimerporquecompartenalgunastesisconservadoras,seríatan absurdocomo si unconservadorcriticara a Schelsky o a Gehíenporque detectaraen ellosteoríasrevolucionarias,a saber,las de Marcuse.

Más aún,en el presentemomentohistórico, dondepor todas partesseescuchanvocesinstándonosa aceptarel «desafíotecnológico»,¿cabeunacrítica a la técnicaque no sea,de unau otra forma, romántica?Elromanticismo,al menos,puedepermitirnostomardistanciay, así,poderapreciarcon frialdad si el precio quehayquepagarpor los avancestéc-nicos es algo que merecela pena.Ahora bien, en el presentecontextopor «romanticismo»no hayqueentenderla ensoñaciónde idílicos vallesy riachuelos cantarines,sino una conscienteactitud de renuncia. Enefecto, en un mundo dominadopor la técnica y el consumismo,¿quéhay másrománticoquela ascesis?Ahora se trata,simplemente,desabersi la cosacompensao no.

SalvadorMAS TORRES