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Historia de la educación Paloma Aguado

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Historia de la educación

Paloma Aguado

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ÍNDICE

Prólogo………………………………………………………………………………………………....…………………1

Capítulo 1. Antiguas culturas orientales…………………………………………………..…………………..5

Capítulo 2. El mundo clásico I: Grecia…………………………………..………………..…….…………..33

Capítulo 3. El mundo clásico II: la Educación en Roma……………………………..…..……………49

Capítulo 4. La educación en la Edad Media………………………………………………..….…………..65

Capítulo 5. La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII………..…..……...89

Capítulo 6. La educación a lo largo del siglo XVIII y siglo XIX en España…………..….…….109

Capítulo 7. La educación en España en los siglos XX y XXI…………………………………………131

Bibliografía. ……………………………………………………………………………………….…...……………155

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Prólogo

“Cuando se huye y uno deja todo a sus espaldas, el único tesoro que podemos

llevarnos con nosotros es el de la memoria. Solo la memoria puede permitirnos

renacer de la nada. No importa donde... no importa cuando...

Si conservamos el recuerdo de nuestra pasada grandeza y de los motivos por los

que hemos perdido... Resurgiremos...”.

(La Última Legión. Valerio Máximo Manfredi)

“Quienes descuidan la educación de los jóvenes, condenan a muerte el futuro”.

Eurípides

             

La educación es fruto de una circunstancia política-social concreta, que supone un

cambio en la mentalidad del colectivo, que quiere transmitir a generaciones futuras. El

hombre ha sido educado desde siempre, incluso desde antes de que se considerara

hombre. En el paso evolutivo, se mostraba a los jóvenes las nociones básicas para su

supervivencia y se aprendían en sociedad, en comunidad. No se puede separar el

aspecto social del aspecto educativo, somos educados para vivir en sociedad, porque en

definitiva, somos seres sociales.

En todas las sociedades, desde las más primitivas hasta las más evolucionadas,

encontramos educadores, instituciones educativas y teorías pedagógicas encaminadas a

formar generaciones futuras. En todas existe una acción planificada, deliberada y

sistemática de educar. La importancia de la historia de la educación es que nos permite

analizar el conocimiento del pasado educativo de la humanidad y solo partiendo

de ese pasado y, cimentando en él nuestro presente, mirando siempre al futuro,

podemos evolucionar. Citando a Cesare Pavesse: “Todo pueblo que no tiene conciencia

de su propio pasado se extingue”.

La asignatura de Historia de la Educación tiene una vida relativamente reciente, porque

se incluía su estudio dentro de los aspectos culturales de Historia Universal. Como tal

disciplina nace en el seno de la Pedagogía, dentro de la disciplina de Teoría de la

Educación. El temario que ahora os presentamos abarca un amplio panorama de la

Historia de la Educación desde sus inicios hasta el siglo XXI.

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No se trataba de convertir esta asignatura en una Historia Universal, por tanto, no

hemos abarcado algunas etapas históricas importantes, personajes ilustres o

acontecimientos claves, que se han quedado en el tintero. Pretendemos poner de

manifiesto aquellos aspectos históricos, necesarios para entender la evolución de la

educación a lo largo de los siglos. Lógicamente por la brevedad del trabajo, no ha sido

posible profundizar en algunos aspectos, que serían importantes para el conocimiento

de la materia, pero ése no era el objetivo final. Pretendíamos realizar una Historia de la

Educación sencilla, comprensible y adaptada a cualquier estudiante que se acercase a

esta asignatura sin ser especialista en historia.

El temario se ha centrado en las civilizaciones y las etapas históricas que de alguna

manera han influido en nuestra cultura actual, por tanto, hemos preferido centrarnos

en los dos pilares básicos que conforman nuestro proceso educativo: la cultura

grecolatina y el cristianismo.

La división en siete grandes temas obedece a estos criterios:

El primer bloque está dedicado a las Antiguas Culturas Orientales. La

importancia de la cultura mesopotámica radica en que fue la primera civilización

urbana y que inventó el alfabeto. Egipto nos aporta el concepto de conservadurismo,

tradición e inmutabilidad. En esta cultura encontramos las primeras escuelas

oficiales enseñando en los tres niveles básicos (elemental, secundaria y superior), así

como, importantísimos avances en el ámbito científico. El pueblo hebreo supone la

educación revelada por Yahvé, cuya finalidad es la santidad y la unidad del pueblo

judío en torno a sus preceptos y a su Dios.

El segundo bloque lo constituyen los dos temas del Mundo Clásico: Grecia y

Roma, como la cuna de la civilización occidental. Avanzaremos por el periodo

protohistórico guiados por Homero, el educador de Grecia, a través de la diferente

educación en Esparta y Atenas. Las escuelas filosóficas, el gimnasio… para

desembocar en el Helenismo, donde las grandes ciudades se convierten en centros

del saber: Pérgamo, Antioquia y Alejandría, el último reducto cultural de la

antigüedad pagana. Roma nos aporta la educación tradicional, la cultura patriarcal,

el derecho y la intervención estatal en la educación.

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El tema de la Edad Media está dividido en dos partes; la Alta y la Baja Edad Media.

Es muy complicado resumir en este estudio casi 11 siglos de civilización cristiana,

abarcando los principales aspectos sociales que determinan las nuevas formas de

educación y la aparición progresiva del saber universitario. La Edad Media finaliza

con la aparición de la imprenta, que desde el punto de vista cultural y, especialmente

el educativo, supone una auténtica revolución: la difusión universal del saber.

El Renacimiento y el Barroco, siglos XVI y XVII, se estudian en un mismo tema

porque ambos comparten la revolución científica, así como, la independencia

progresiva de estas disciplinas experimentales, de la filosofía y la teología, que

tradicionalmente habían caminado juntas.

Cerramos la distribución histórica con dos temas dedicados especialmente a la

situación cultural de España en los siglos XVIII, XIX y posteriormente en el

siglo XX y XXI. En estos dos temas nos hemos querido centrar solo en el aspecto

educativo, en las reformas según la etapa política, en la evolución de la mentalidad a

lo largo de la edad contemporánea y en las nuevas reformas educativas, de las que

nuestro actual sistema es heredero. Aparecen citadas las nuevas corrientes

pedagógicas y los modelos innovadores de escuela, tan frecuentes en el siglo XX

americano y europeo, pero sin profundizar en ellos, ya que pensamos que no es

objeto de estudio en esta asignatura, pero, sin embargo, no quedaría completa una

historia de la educación en la edad contemporánea sin citarlos.

Finalmente debemos señalar que todos los temas se completan con un apartado específico

o mención especial sobre la situación educativa de la mujer, así como también,

consignamos una serie de textos, fuentes indispensables para el conocimiento de la

época.

Paloma Aguado García

  

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Antiguas culturas orientales

Capítulo 1

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

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1.1. Mesopotamia

Contexto histórico e importancia de esta civilización

Con el nombre griego de Mesopotamia nos referimos a una amplia zona formada por

cuatro grandes regiones: Sumer, Akad, Babilonia y Asiria, comprendidas entre los ríos

Tigris y Eúfrates. En esta zona nunca se alcanzó la unidad, cada una de estas regiones

luchaba con las demás para alcanzar la hegemonía a lo largo de toda su historia. Por

tanto no podemos hablar propiamente de una civilización y unas características

“mesopotámicas”, ya que cada zona tendrá sus peculiaridades y su cultura parcialmente

diferente del resto, aunque compartan características comunes.

La importancia de esta cultura radica para nuestro estudio en que es la primera

civilización urbana y que es la cuna del alfabeto y, por tanto, de la educación.

Alfabeto y escuela

Los sumerios inventaron la técnica de escribir sobre una tablilla de arcilla blanda con

una caña corta. Estas incisiones producían el efecto de cuñas sobre la arcilla y de ahí

viene el nombre que recibe: escritura cuneiforme. Estas tablillas se cocían en

hornos y quedaba definitivamente fijado el texto.

Es el primer testimonio escrito de la historia, que se remonta al año 3000 a.C. Los

primeros escritos surgen seguramente como consecuencia de la necesidad comercial y

administrativa de llevar una contabilidad, pero pronto nos encontramos con poemas,

himnos religiosos, hazañas épicas o textos sapienciales.

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Hacia el año 2500 a.C. tenemos constancia de la existencia de escuelas por todo el país

donde se enseñaba la práctica de la escritura, a juzgar por la cantidad de tablillas con

textos escolares, que se han datado en ese periodo. La primera escuela conocida se

encuentra en la ciudad sumeria de Mari, en el templo de la diosa Isthar. A medida que

avanza la historia mesopotámica, se sustituye el idioma sumerio por el acadio y,

posteriormente, por el babilónico y asirio, que son dialectos del acadio, pero el tipo de

escritura cuneiforme se mantiene.

Agentes educativos y objetivo de la educación

La educación, en un principio, estaba en manos de la casta sacerdotal, pero más tarde,

aparecieron escuelas independientes del templo como instituciones seglares. Se educaba en

las edubba, escuelas de escritura para enseñar al alumno a leer y escribir para

desempeñar funciones útiles para la administración, para los templos o el palacio. Más

tarde el objetivo educativo se amplía y las escuelas formarán también a hombres de

ciencias.

La educación no era general ni obligatoria. La escuela duraba varios años, desde la

niñez a la adolescencia y a ellas acudían principalmente hijos de familias acomodadas, que

pudiesen pagar la educación de sus hijos y, al mismo tiempo, prescindir de su ayuda

durante varios años. En época sumeria y acadia solo asisten varones. En épocas siguientes,

en torno al 1800 a.C., ya encontramos referencias escritas de la existencia de escribas

femeninas y posteriormente existieron mujeres jueces, sacerdotisas, gobernadoras de

provincia y eruditas con conocimiento de geometría y cálculo.

El método a seguir era fundamentalmente memorístico y repetitivo. Aprendían los

textos y los repetían innumerables veces, copiándolos en las tablillas, hasta que el

maestro lo consideraba oportuno. La disciplina era dura, existiendo incluso un tipo de

maestro llamado “el del látigo”. La asistencia a clase era diaria, desde el amanecer hasta

el ocaso.

Contenido de la educación y tipos de escuelas

No conocemos con exactitud si existían diferentes tipos de escuelas según el nivel de

estudios o en la misma escuela se estudiaban diferentes secciones. Los contenidos a

estudiar eran de varios tipos:

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Científico práctico: con contenidos sobre geología, matemáticas, zoología, botánica,

astronomía, geografía, gramática y lingüística.

Religiosos: himnos, grandes hazañas de reyes, mitos (Poema de Gilgamesh).

Administrativo y jurídico: destacando el más antiguo código de leyes perteneciente a

época babilónica, el código de Hammurabi.

Literatura sapiencial, astrología y adivinación.

Literario y creativo: se copiaban y recopilaban obras antiguas, así como, se creaban

otras nuevas.

Los alumnos desempeñaban una importante labor de copia de textos. Hasta tal

punto eran ejercitados en las copias de tablillas ya existentes, que se han recopilado

auténticos “manuales escolares”, que se iban convirtiendo en obras de referencia de

aprendizaje para generaciones futuras.

Texto: “Jornada en la escuela”

Le pregunta un padre a su hijo: ¿Qué has hecho en la escuela?

-He preparado mi tableta y la he terminado, me han señalado mis ejercicios orales y

me han enseñado mi ejercicio escrito. Después de salir de la escuela he ido a mi casa…

He enseñado a mi padre mi ejercicio escrito y le he leído mi tableta… Mi padre ha

quedado encantado….

Al día siguiente he madrugado, he ido a mi madre y le he dicho: “Dame la merienda

que me voy a la escuela”… Mi madre me ha dado dos panecillos. Después he ido a la

escuela, pero el auxiliar de servicio me ha dicho: “¿por qué llegas tarde? Lleno de

miedo y con el corazón batiéndome en el pecho he entrado en mi aula y he saludado

respetuosamente al maestro…”.

Texto mesopotámico, sumerio, 3000 a.C.

La mujer mesopotámica

Estudiar el papel de la mujer como colectivo en la cultura mesopotámica presenta una

dificultad grande. No existen apenas trabajos sobre la figura de la mujer o su puesto en la

sociedad o en la vida cotidiana. La referencia "femenina" que encontramos en esta cultura

hace única y exclusivamente referencia a la figura de la diosa.

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Desde el Poema a Innana, fechado en el 2300 a.C., en el que se atribuye al dios creador el

papel femenino, hasta las numerosas referencias a la Gran Diosa, en alusión casi siempre

a Isthar (diosa del amor, de la fertilidad, de la mujer y de la guerra), las referencias a las

divinidades femeninas son constantes, pero siempre en relación con sus amantes, bien

mortales o divinos, o como esposas, o amantes de turno del rey o de algún héroe.

"La diosa Isthar me amaba y así me convertí en rey".

(Palabras del rey asirio Sargón. Siglo VIII a.C.)

"Soy Assurbanipal, Rey del Universo, Rey de Asiria, Rey de Akkad, Rey de las cuatro

regiones del mundo... para él que Isthar, Señora de la batalla, ha decretado un destino

de heroísmo...".

(Inscripción II milenio a.C.)

La figura suprema de la Gran Diosa que se une con un "mortal " de categoría inferior a

ella, generalmente el rey, asegura la importancia que adquiere este mortal-hombre, en su

función de ser " el elegido " para unirse con la diosa, como amante ocasional, con motivo

de agradar a la diosa (engendrar hijos, los futuros héroes, mitad dioses, mitad hombres,

no sería el objetivo, aunque sí la consecuencia). En ocasiones este amante inferior debe

morir después de yacer con ella.

Estas relaciones están presentes en toda la mitología mesopotámica, pero tienen una

proyección en la vida real. Cada año, en conformidad con las prescripciones religiosas del

matrimonio sagrado, el soberano estaba obligado a "casarse" con una de las sacerdotisas

de Isthar, diosa del amor y de la procreación, con objeto de asegurar la fertilidad de las

tierras y la fecundidad de las hembras. Esta ceremonia tenía lugar el primer día del año e

iba precedida de fiestas y banquetes, acompañados de música y danzas.

Este papel del varón subordinado a la diosa explicaría alguna realidad conocida en

Mesopotamia como que el linaje se transmitía por vía femenina, el hombre no adquiría el

"poder", el "mando", si no se "casaba" con él, seguramente apoyándose en el principio

latino de "mater certus, pater incertus".

La conocida "prostitución sagrada" a la que estarían obligadas las jóvenes vírgenes,

aunque esto es un dato muy discutido, consistía en que estas mujeres deberían acudir una

noche al templo de Isthar y ofrecer sus favores a cualquier hombre que lo solicitase, sin

recibir nada a cambio, como ofrenda a la diosa. Esta práctica podría estar en relación con

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esta purificación necesaria para el varón a través de la diosa Isthar, personificada por la

mujer. Esta costumbre, que ha llegado a nosotros a través de las noticias de Heródoto o

por las informaciones bíblicas, ha desencadenado tradicionalmente la reputación de la

"ramera Babilonia".

"La peor costumbre babilónica es la que obliga a cada mujer de la tierra a sentarse, una

vez en su vida, en el Templo del Amor y tener relaciones sexuales con algún extranjero.

Los hombres pasan por delante y eligen la que les parece mejor y las mujeres nunca se

negarán, ya que ello sería pecado. Tras este acto, la mujer se convierte en santa a ojos de

la diosa y ya puede regresar a su casa".

(Heródoto, libro I)

La explicación de esto sería simple, en otras culturas de la Antigüedad se practica este rito,

que se remonta a unos orígenes religiosos primitivos de la cultura mesopotámica. La

tradición hebrea-monoteísta, que durante mucho tiempo sufrió cautiverio en Babilonia,

despreciando cualquier característica de esta cultura, una vez que se encontró fuera del

alcance de Mesopotamia, criticó muy duramente todo lo que no se asimilaba a su propia

cultura, a su propia tradición y, sobre todo, lo que provenía de aquel pueblo que les dominó

durante tanto tiempo y les esclavizó. En cuanto a Heródoto, la explicación es similar. Para

un griego, esta costumbre se apartaba considerablemente de su pensamiento racional y

civilizado, por tanto debía de ser considerado un comportamiento bárbaro e irracional.

Esta costumbre se describe siempre como prostitución sagrada o ritual. Este término es

incorrecto para designar la labor de las "Gadishtu", o mujeres sagradas de la diosa. Era en

el acto de amor donde se veneraba a las mujeres como la reencarnación de la misma diosa

Isthar, celebrando su ofrenda de sexo.

El tener relaciones sexuales con un extranjero constituía la más pura expresión de la

voluntad de la diosa y no entrañaba estigma alguno. Por el contrario, a las mujeres

sagradas siempre se las conocía como "las inviolables", "las inmaculadas", o "las

intachables". Esta consideración de "pecado" por parte de Heródoto encierra el prejuicio

de que el sexo es pecado y el sexo fuera del matrimonio es prostitución.

Estas mujeres, además, gozaban de una elevada condición social. El código de

Hammurabi distingue entre cinco categorías de mujeres del templo y protege sus derechos

para que puedan seguir venerando a sus madres. También establece una clara distinción

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entre mujeres sagradas y prostitutas seculares, por tanto, a estas "servidoras de la diosa"

no se las consideraría como tales prostitutas.

El valor que se concedía a las mujeres en los códigos legales y costumbres de la época se

remonta a su condición femenina de hijas de Isthar y ello deriva directamente del vínculo

establecido con la diosa y la encarnación de ésta.

En cuanto a "mujeres famosas" que encontramos en esta civilización, merece destacarse la

figura de la reina Semíramis, a quien la leyenda le atribuye la fundación de Babilonia y

los Jardines Colgantes y la reina Nitocris.

" Entre los muchos reyes de la Gran Babilonia haré mención de dos mujeres, la primera

llamada Semíramis, que reinó cinco generaciones, fue la que levantó en aquellas

llanuras unos diques y terraplenes dignos de admiración, con el objeto de que el río no

inundase, como anteriormente, los campos y prados. La segunda que se llamó Nitocris,

siendo más política y sagaz que la otra, además de haber dejado muchos monumentos,

procuró tomar cuantas medidas pudo contra el imperio de los medos, ya grande y

poderoso... desvió el curso del Eúfrates y abrió multitud de acequias por el país…".

(Herodoto, libro I, CLXXXIV)

Por tanto, nos encontramos con dos ejemplos de perfectas gobernantes, preocupadas

por la política exterior de su pueblo y la amenaza que constituye el imperio persa. Todas

estas acciones, frecuentes en un gobernante "masculino", no debe ser una sorpresa que las

realizaran mujeres mesopotámicas, ya que su figura estaría equiparada al hombre en

muchos aspectos. Encontramos mujeres administradoras, jueces, gobernadoras de

provincia y, por supuesto, sacerdotisas.

De todas estas profesiones podemos deducir que el acceso de la mujer a la educación

no estaba prohibido, si bien es cierto que hasta época babilonia no encontramos

referencias de mujeres que hayan recibido estudios superiores.

Como diosas importantes destacan:

ARURU: diosa de la creación, madre del héroe Gilgamesh.

BELIT-SERI: la escribiente de la diosa de los infiernos.

ERESHKIGAL: la diosa de los infiernos.

INNANA: diosa del amor y de la guerra, versión sumeria de Isthar.

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MAMITU: diosa del destino.

NISABA: diosa de los cereales.

1.2. Egipto

Introducción

Egipto es un don del Nilo. Toda la vida y la civilización egipcia se concentra en una

estrecha franja a ambos lados del río, el resto del país es desierto. Es una civilización

agraria que debe su existencia al sol y al agua, por eso son sus primeros dioses. La

religión egipcia es politeísta y a la cabeza de toda la sociedad y del panteón de dioses

está el faraón, que es un dios en vida. El arte y la cultura son oficiales, impulsados y

desarrollados por la corte, que permanecen de manera inmutable a lo largo de toda

su historia sin experimentar apenas cambios (3000 a.C.- 31 a.C.).

El mundo del egipcio se centrará en el concepto de eternidad, inmutabilidad. Toda su

existencia está condicionada por la idea de la muerte. La vida, la existencia terrenal, es

apenas un paréntesis entre dos eternidades. Este concepto se refuerza sobre todo en las

élites sociales. Es lo que se nos ha transmitido de una forma genérica a través de las

diversas fuentes.

Posiblemente el pueblo no estuviera tan condicionado con estas creencias, al menos en

las primeras etapas, como se demostrará más tarde, pero a medida que avanza la

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historia egipcia, la mentalidad también sufre un cambio y se generaliza la creencia en

la inmortalidad, una vida en el más allá para todos, no solo para el faraón y los

poderosos. Y fruto de esta concepción de vida eterna, se generalizarán un tipo de

sepulcros, de ritos y de creencias, conformes con la escala social de cada uno, pero muy

similares en el concepto y en la raíz de la propia fe en la inmortalidad del alma (ka) y

posteriormente del cuerpo mortal que la aloja.

La vida del hombre egipcio está orientada al más allá, a la otra vida, a la existencia

después de la muerte, por tanto, el esfuerzo constructivo se centrará en crear obras

eternas, en preservar los cuerpos (momificación) y que perduren en el tiempo.

El egipcio tenía una visión cíclica del tiempo y de la existencia, al igual que las

crecidas del Nilo, que se renuevan de manera sistemática y posibilitan la vida en el

valle, repitiendo el mismo ciclo anualmente. De esta manera, sus dioses mueren y

resucitan constantemente (mito de Osiris). Esta visión cíclica configura la idea de

estatismo terrestre, de que nada cambia, y este concepto, a su vez, forja la idea de

perfección, serenidad y armonía de lo terrestre: eternidad = perfección. Ante esto, el

papel del hombre es muy conservador, debido a esa concepción del mundo como algo

perfecto e inmutable.

Breve contexto histórico

La historia de Egipto la podemos dividir en Imperios cuando el país está unido bajo el

mando de un solo poder, el faraón, que ejerce una auténtica teocracia. Su persona es

considerada como un dios vivo, al cual se le rinde culto y adoración. Estos Imperios

corresponden a las etapas más gloriosas del pasado egipcio.

El Imperio Antiguo es el momento de los grandes faraones constructores de pirámides:

Keops, Kefren y Micerino. Se asientan las bases religiosas, funerarias, rituales de lo

que luego se perpetuará, casi sin alteraciones a lo largo de 3.000 años.

A este periodo le sigue el Primer Periodo Intermedio. Consideramos un Periodo

Intermedio el que está comprendido entre dos Imperios y se caracteriza por la

desunión del país, fragmentado en diferentes poderes locales. A cada Periodo

Intermedio le sigue un Imperio, donde el poder central del faraón surge y se consolida

con más fuerza. El Imperio Medio es una etapa menos importante, en ella se consolidan

bases científicas y culturales de esta civilización. La gran mayoría de textos literarios

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que se conservan corresponden a este periodo, el más conocido quizás sea la Historia

de Sinuhé.

El Imperio Medio finaliza con la invasión de los Hicsos, pueblo muy guerrero

procedente del Cercano Oriente, que da paso al Segundo Periodo Intermedio. El pueblo

hicso adopta la cultura y civilización egipcia, muy superior a la suya, pero aporta

descubrimientos claves: los instrumentos musicales de cuerda, la cota de malla y el

carro de guerra tirado por caballos. Este pueblo es derrotado por una fuerza egipcia

procedente del sur del país, de la ciudad de Tebas, que constituirá el Imperio Nuevo, el

más floreciente de toda la Historia.

Es el momento de los grandes faraones conquistadores, que extienden las

fronteras del país hasta su máxima extensión. Es la etapa de los Tutmosis, Amenofis,

Ramses… destacamos aquí el breve paréntesis amárnico, protagonizado por el faraón

Amenofis IV, Akhenatón, en el que se produce un cambio radical en la inmutabilidad y

conservadurismo egipcio. El país se convierte en monoteísta bajo dirección estatal y

se anula el culto a todos los dioses tradicionales, centrándose solo en la figura del dios

Atón. Este giro radical de mentalidad supuso un gran cambio en todo el organigrama

egipcio, tanto a nivel social, como artístico, religioso y de mentalidad. Esta etapa de

cambio finalizó al mismo tiempo que el reinado de Akhenatón.

Pasada esta etapa, se restauró el orden tradicional, se instauró el politeísmo y se

volvió al esquema de tradición milenaria que caracteriza a la cultura egipcia. Tras el

Imperio Nuevo se produce la conquista persa y la época Alejandrina, inaugurando la

dinastía de los Ptolomeos, con capital en Alejandría, de la que la más famosa

representante es precisamente la última de sus soberanas, la reina Cleopatra, con la que

se acabará la dinastía y la independencia egipcia, que pasará tras la conquista por

Augusto en el año 31 a.C. a ser provincia romana.

Estructura social

A la cabeza de la sociedad se encuentra el faraón. Egipto es una teocracia. El faraón

acumula en su persona todos los poderes. Es un dios vivo. Todo el reino le pertenece y

es la máxima autoridad política, militar y religiosa. Por debajo del faraón se encuentra

el visir, primer ministro, juez supremo, cabeza de la administración, segunda máxima

autoridad política del país. Y junto a él, en la misma escala social el Sumo Sacerdote

del dios principal (Amón), que es la segunda máxima autoridad religiosa de todo el

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estado. El faraón y los gobernadores provinciales mantienen la ley, el orden y la

administración egipcia por medio de los escribas. Son los colaboradores directos del

gobierno y los representantes de la autoridad. En estos poderes centramos nuestra

atención porque serán los responsables de la educación y de la formación en Egipto.

Por debajo de la escala social se encuentran los hombres libres y finalmente esclavos y

prisioneros de guerra.

Características de la educación

La educación está dirigida desde la corte y en manos de la casta sacerdotal. Existen

escuelas de escribas en todas las ciudades importantes, aunque las más prestigiosas y de

difícil acceso al pueblo llano se encuentran en la ciudad de Tebas y Menfis.

El alfabeto es jeroglífico, que constituye el lenguaje oficial. Se compone de multitud

de ideogramas. Un ideograma es un símbolo que significa una idea concreta, no una

expresión ortográfica. El escriba memoriza cada uno de los pictogramas, en el orden

determinado, para expresar una idea. El dominio de la lectura y escritura está al

alcance de muy pocos. A la escritura jeroglífica oficial, de la corte, le sigue el hierático,

que es una escritura abreviada, más sencilla, reservada para documentos

administrativos y privados. Finalmente, en las últimas etapas históricas apareció la

escritura demótica, llamada escritura popular, que es una abreviación extrema de la

anterior, usada a nivel doméstico, informal, para textos privados, de uso cotidiano.

Los jeroglíficos fueron descifrados por Champollion, erudito francés del siglo XIX,

gracias al descubrimiento por las tropas napoleónicas en la localidad egipcia de

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Rosetta, de una lapida de época Ptolemaica con una inscripción trilingüe, en jeroglífico,

hierático y griego antiguo.

Los conocimientos prácticos van ligados a los teóricos, con un claro contenido

religioso. Cada disciplina del saber está ligada a una divinidad concreta y bajo su

protección. El aprendizaje es memorístico y literal, se acumulan los conceptos, se

organizan como un corpus sagrado, siguiendo un esquema tradicional que evoluciona

muy poco a lo largo de los siglos, tan solo se van añadiendo aquellos contenidos

teológicos y prácticos, que se van necesitando para el lógico avance civilizador. El

conocimiento de la escritura está reservado a los escribas y a la casta sacerdotal.

La profesión de escriba era una de las más importantes y consideradas de Egipto.

Nadie podía ascender en la escala social, ni ocupar puestos importantes en la

administración sin ser escriba. Eran los encargados de redactar los documentos

administrativos, los contratos, llevaban el control de las crecidas del Nilo, anotaban las

provisiones de los graneros estatales, controlaban los impuestos, redactaban

testamentos, inspeccionaban la industria y el comercio, se encargaban de la

organización de la justicia; en definitiva, eran los instrumentos necesarios para la

recepción y transmisión de ordenes escritas.

Podían acceder a estos estudios, aquellas familias que pudiesen costear la

educación del alumno, que duraba varios años. El alumno aprendía los signos

jeroglíficos, luego los copiaba para aprenderlos, finalmente se realizaban dictados. Al

principio el alumno practicaba escribiendo en una pieza de cerámica, más tarde en una

tablilla de cera y arcilla, y cuando ya estaba preparado, se le permitía escribir en papiro.

En el siguiente texto podemos observar las recomendaciones que hace Dwa-Jety, para

su hijo Pepi, en un resumen del texto conocido como la “Sátira de los Oficios”, donde se

critican las profesiones habituales, para realizar una alabanza al oficio de escriba.

“He visto a los que han sido apaleados. ¡Aplícate a los libros! He visto a los que fueron

llamados al trabajo. Mira, nada hay mejor que los libros; son como un barco en el

agua (…). Voy a hacer que ames los escritos más que a tu madre, voy a presentar sus

bondades ante ti. Es más grande que cualquier otra función, no existe en la tierra su

igual (…)

Te hablaré (…) también del albañil. Sus lomos son un castigo (…) también hay miseria

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para el carpintero… el alimento que lleva a su casa no es suficiente para sus hijos.

(…) El campesino se lamenta más que una gallina pintada; su grito es más fuerte que

el de los cuervos. Sus dedos están hinchados y apestan tremendamente. Está débil,

habiendo sido adscrito al Delta, hecho jirones (…).

Los dedos del fogonero están sucios. Su olor es el de los cadáveres. Sus ojos están

inflamados por la intensidad del humo. No puede desprenderse de su suciedad. Pasa

el día cortando cañas y aborrece sus propios vestidos.

Mira, no hay una profesión que esté libre de director, excepto el escriba. Él es el jefe. Si

conoces la escritura, te irá mejor que en las profesiones que te he presentado (.) Un

(solo) día en la escuela te será beneficioso. Es (algo) para la eternidad; su trabajo es

(como) piedra. Es más grande que cualquier otra función; no existe en la tierra su

igual. Mira, no hay escriba que carezca de comida y de bienes de palacio. Sé un

escriba, libre de tareas penosas y al resguardo de toda tarea ardua…. (...).

Te pongo en la escuela, con los hijos de los notables, para educarte y formarte con

vistas a esta ennoblecedora vocación”…

Dinastía XII. Imperio Medio, en torno al año 2000 a.C.

J. M. Serrano Delgado; Textos para la Historia Antigua de Egipto, Madrid, 1993, pp. 221-224

En este otro texto del papiro Anastasi V, dinastía XIX, 1200 a. C., podemos ver una

escena habitual durante una clase y también una alabanza a la profesión de escriba:

Te he puesto en el colegio con los hijos y oficiales para enseñarte e instruirte sobre esta

profesión con perspectivas de promoción. Te diré que hace un estudiante cuando lo

llaman:"¡Despierta! ¡Ve a tu sitio! Tus compañeros ya tienen los libros delante de ellos.

¡Posa tu mano sobre tus ropas, pon derechas tus sandalias! ¡Tienes que traer tus

ejercicios diariamente, no seas holgazán!!" Dicen: "tres más tres (...)". En otra feliz

ocasión captas el significado de un rollo de papiro (´´´´´). Comienzas a leer un libro,

haces cálculos con rapidez. No dejes que se escuche el sonido de tu boca, escribe con tu

mano, lee con tu boca. Pregúntale a los que saben más que tú y no te canses. No pases el

día holgazaneando o pobres miembros. Intenta comprender lo que quiere tu maestro,

escucha sus instrucciones, ¡Se un escriba!" ¡Aquí estoy!" Dirás cada vez que te llame.

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

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Etapas educativas

En la familia se recibía la primera educación hasta los seis años. Los encargados de

efectuarla eran los propios padres y en las más acomodadas, un preceptor. Las

enseñanzas eran una educación social, se hacía participe a los niños y niñas de la

familia de la tradición egipcia, el respeto a los antepasados, la religión, los ritos, las

creencias, la moral y la conducta social.

A continuación se puede acudir a la escuela primaria, a partir de siete años. Se

encuentra en los templos de casi todas las ciudades. A estas escuelas acudían los hijos

de las familias que podían permitírselo porque tenían que costear la educación

durante varios años. No estaban discriminadas las niñas. En esta escuela se

aprendía religión, escritura, lectura, música, matemáticas y astronomía, los llamados

“Seis dones de Thot” (dios de la escritura).

En esta etapa educativa lo más frecuente es que el niño acudiera a una escuela de

oficios, en caso de que no siguiera la tradición familiar y entonces le enseñaba el propio

padre. En el aprendizaje de un oficio se aprenden nociones religiosas, esto es una constante

en todo el proceso educativo, así como, la práctica del oficio a través de un proceso de

imitación. Estas escuelas de oficios o Casas de Instrucción se hallaban en todos los

templos, dirigidas por sacerdotes, se formaban artesanos, pintores, escultores, arquitectos,

ebanistas…. los más diestros pasaban a depender de la corte y del propio faraón.

En la escala final se encuentra la enseñanza superior, que formaba a los escribas en

algunos templos de las ciudades más importantes. En las llamadas Casa de la Vida,

que eran escuelas dependientes de los templos donde se enseñaba a las

élites egipcias. El término “Casa de la Vida” en principio alude a la escuela

especializada en medicina, pero parece que también se aplicaba al resto de escuelas de

enseñanza superior.

Los contenidos eran muy variados, uniendo disciplinas teóricas con saberes

más prácticos, y abarcaban un amplio panorama, especializándose cada una de ellas

en una rama en concreto, desde escritura jeroglífica, astronomía, arquitectura, cálculo,

medicina, leyes, matemáticas, y geografía. Los alumnos formados en estas escuelas

entraban a formar parte de la administración y los más destacados entraban al servicio

del faraón y de los altos dignatarios.

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

19 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Existía también la llamada Escuela de Palacio, donde se formaba a los hijos del

faraón junto a los de la aristocracia más cercana a la casa real. En esta escuela, además

de la enseñanza superior, se educaba en el arte de la guerra.

Contenidos y metodología de la educación

Los contenidos de la educación se basan en una serie de textos de diferente

naturaleza, entre los que destacan:

1. Obras de carácter mágico, cosmogónico, religioso, mítico, ritual, himnos religiosos.

Todas estas obras están marcadas por la religión. Destacamos los Textos de las Pirámides,

42 Libros de Thot (entre los que destaca el Libro de los Muertos), Libro de la Duat.

Todos ellos de contenido funerario, para la vida de ultratumba, fórmulas,

encantamientos, procesos que debe sufrir el alma para su futura resurrección y

oraciones y encantamientos que guíen al alma en el reino de los muertos y la protejan

de los demonios.

2. Obras de contenido biográfico o novelesco: destacando aquí los poemas épicos o de

aventuras, como la Historia de Sinuhé, el cuento del Náufrago o el Príncipe

predestinado.

3. Obras de carácter filosófico-moralizante. Pretenden ser un recordatorio de buenas

acciones o fábulas con una recomendación moral o advertencia con contenido

didáctico. En este apartado incluimos la Sátira de los Oficios, Instrucciones de Merikar

o el Diálogo de un Desesperado con su Alma.

4. Obras de contenido sapiencial como las Enseñanzas de Ptahhotep, que son

básicamente principios de conducta moral.

5. Textos científicos, médicos, astronómicos, jurídicos, administrativos. Con un

contenido más práctico, de aplicación inmediata

Los métodos de aprendizaje eran sencillos; la memorización y la repetición.

También existía una metodología participativa; el maestro leía un texto, lo comentaba e

invitaba al alumno a reflexionar y discutir sobre él. La disciplina jugaba un papel

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

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importante y los castigos corporales eran utilizados frecuentemente, como necesarios

para la buena educación. Esto lo vemos reflejado en estos textos:

“Las orejas del jovencito se hallan sobre su espalda; atiende cuando se le azota”.

(Papiro Anastasi V, 3-9)

“Me educaste cuando era niño, me golpeabas en la espalda y tu doctrina me entraba

por las orejas”.

(Papiro Anastasi IV, 7-8)

El fin de la educación era una formación completa de la persona y de su alma.

Se pretendía que el educando alcanzase la sabiduría desde la conducta moral, hasta los

conocimientos superiores, formación que al final desemboca en el servicio al faraón,

al estado y a la divinidad.

Texto

“No te vanaglories de tu conocimiento, ni te enorgullezcas porque eres un sabio. Toma

consejo del ignorante del mismo modo que del sabio, pues no se han alcanzado los

límites del arte, ni existe un artesano que haya adquirido su perfección…

Inclina tu espalda a tu superior y a tu supervisor de la casa real, tu casa permanecerá

con sus bienes y tu recompensa estará en su lugar. Es un miserable el hombre que se

enfrenta a un superior…

Si por gracia de dios y designios del faraón llegas a un puesto de responsabilidad

teniendo a tu cargo a numerosas personas, aplica la justicia y no te dejes llevar por

maquinaciones. Intenta servir con dignidad y no acapares bienes por tu cargo.

Observa la verdad y no la traspases, que no se revele el desahogo del corazón. No

calumnies a ninguna gente grande o pequeño. Es lo que abomina el alma…”.

(Fragmentos de las Enseñanzas de Ptahhotep)

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

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La mujer egipcia

La sociedad faraónica ha sido una de las más estudiadas por arqueólogos, historiadores

de la cultura y el arte, antropólogos y científicos sociales de todas las especialidades. Sin

embargo, se han hecho pocos estudios monográficos sobre la figura de la mujer en

Egipto, en una civilización dominada por la omnipotente figura masculina del faraón.

Esto ha llevado a pensar generalmente que la mujer no ejercía ningún papel en la

sociedad egipcia y que Nefertiti, Hatshepsut o Cleopatra fueron excepciones en el

panorama general. Esto no es cierto; la mujer era algo más que un mero objeto sexual o

decorativo, descanso del guerrero, o alimentadora de sus hijos. La mujer en esta

cultura sobrepasó el papel de comparsa del hombre y constituyó un elemento activo

de gran importancia en la sociedad.

Relación hombre-mujer

En el Antiguo Egipto, la relación entre hombre y mujer, a juzgar por los textos y escenas

funerarias que han llegado hasta nosotros, estaban basadas en la igualdad. Hombres y

mujeres vivían a imagen y semejanza de las parejas divinas, en perfecta igualdad. Si la

comparamos con la que se daba en otras sociedades, resulta tan excepcional, que a

menudo se ha interpretado como una tendencia al matriarcado de la estructura social

faraónica.

El hombre egipcio se sentía incompleto sin la compañía de la mujer. Egipcios de todas

las capas sociales, desde artesanos hasta el faraón, eran representados a menudo con

sus mujeres, en dichas imágenes las mujeres aparecen casi siempre más activas que el

hombre. Las representaciones y los textos nos confirman que la unión entre el hombre

y la mujer era casi exclusivamente monógama. Los escasos testimonios que poseemos

referidos a hombres con varias esposas responden a una sencilla explicación: debido al

alto índice de mortalidad durante el período de gestación, parto y postparto, el hombre

con frecuencia contraía matrimonio con una segunda mujer. Sin embargo, la imagen de

la primera ocupaba un lugar de honor al lado de sus otras esposas, de modo que, en las

imágenes pueden aparecer dos o más mujeres acompañando al hombre.

En la casa real es donde más excepciones encontramos a la regla de la monogamia. Al

lado de la Gran Esposa Real, existían otras esposas del faraón, las cuales, especialmente

durante el Imperio Nuevo, eran princesas extranjeras, cuya presencia en el harén real

respondía primordialmente a motivos políticos.

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

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El matrimonio entre hermanos era prácticamente exclusivo de la casa real y muy

rara vez se daba entre el pueblo llano. Se debía a la idea especial de la concepción

divina del faraón egipcio, era necesario conservar esa pureza de sangre. El faraón era

un dios en vida y debía desposarse oficialmente con otro ser divino, hijo de dioses.

El matrimonio era considerado un ideal social indiscutible. La edad para contraer

matrimonio dependía del nivel económico de los futuros cónyuges, pero en general era

muy temprana. Una máxima popular egipcia afirma: "Toma mujer a los veinte años,

para que seas todavía joven cuando tengas un hijo".

Nada se oponía al matrimonio entre distintas clases sociales. Poseemos igualmente

testimonios de matrimonios entre egipcios y extranjeros; nubios, sirios y también

griegos, así como, entre ciudadanos de pleno derecho y esclavos o descendientes de

prisioneros de guerra.

Las relaciones extraconyugales, en especial cuando engendraban descendencia

ilegítima, estaban mal vistas. Los hijos nacidos de esta relación eran considerados

socialmente desclasados, sin padre. Por el contrario, el divorcio, que podía ser

solicitado por ambos cónyuges, se concedía prácticamente sin explicar los motivos. En

las fuentes documentales del Antiguo Egipto, el divorcio aparece casi exclusivamente

como un problema de reparto de bienes y, al igual que el contrato matrimonial, se

considera un acto privado.

"Me inclino ante tus derechos como esposa, a partir de hoy ninguna de mis palabras

podrá oponerse a tus demandas. Te reconozco por encima de todas las demás como

mi esposa, aunque no tengo el derecho de decir que debes ser mía y yo, solo soy tu

marido y compañero. Sólo tú tienes el derecho de partir... no puedo de ningún modo

oponerme a tus deseos de ir donde desees".

(Estela del Cairo 4521)

El objetivo del matrimonio es lograr la descendencia. La vida de los padres encuentra

su realización en los hijos, sobre todo en virtud de la obligación que contraían de rendir

culto a los padres después de muertos, asegurándoles así la vida en el más allá.

La importancia que el egipcio concede a la descendencia explica el papel preponderante

en el ámbito familiar de la mujer en la sociedad egipcia. El esposo profesionalmente

activo asegura la satisfacción de las necesidades de la familia, pero en la esfera

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

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doméstica se somete al predominio de la mujer, le profesa su agradecimiento y le

reconoce la función de administradora de los bienes familiares.

"Si eres amante del orden, forma una familia y ama a tu esposa según el verdadero

orden. Llena su cuerpo con comida y viste sus espaldas, que los aceites sean remedio

para su cuerpo. Alegra su corazón mientras vivas".

Máximas de la enseñanza a Ptahhotep II, 92 - Imperio Medio

Condición jurídica de la mujer

No existen textos implícitos sobre los derechos de la mujer en el Antiguo Egipto, ya que

la igualdad entre sexos se daba por supuesta. A los ojos de otras sociedades donde las

competencias de la mujer eran limitadas, esta igualdad resulta sorprendente. Ya en la

cuestión del matrimonio hemos visto con que naturalidad se tomaban las decisiones

que afectaban a ambos cónyuges, en algunos casos el hombre se va a vivir a casa de la

mujer cuando la posición social y económica de ésta es superior a la suya. Las

cuestiones de patrimonio y herencia constituyen prácticamente el único componente

del contrato matrimonial. La unión de la pareja es el requisito para formalizar el

documento, pero no se trata de un acto jurídico.

La novia recibía un "ajuar de doncella" del novio, el cual, se dirigía a la casa del futuro

suegro para pedir la mano de la novia. Por su parte, la esposa aporta al matrimonio bienes

muebles, constituidos por enseres domésticos, una especie de ajuar y a veces una especie

de dote, a la que se denomina pensión. Se parte pues de la idea de que la mujer hace

entrega al marido del pago anticipado de su manutención y con ello afirma y subraya su

independencia. Además, en el documento relativo a la obligación alimenticia, el marido se

compromete a dedicar todos sus bienes a la manutención de la mujer.

Estas regulaciones jurídicas son especialmente importantes en caso de divorcio, ya

que jurídicamente, los motivos de la separación no son tenidos en cuenta. No se

plantea, por ejemplo, el principio de culpabilidad, sin embargo, un matrimonio puede

disolverse por muy variadas razones, que van desde la esterilidad hasta el adulterio,

pasando por el simple cansancio.

Si es el marido quién disuelve el matrimonio, la mujer conserva el ajuar, la dote, los

"bienes de mujer" y un tercio del resto de las propiedades familiares. Además tiene el

derecho a percibir una pensión. Bajo estas condiciones se entiende que la monogamia

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

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fuese norma habitual, básicamente por motivos de carácter práctico: el divorcio

perjudicaba al hombre a nivel económico, mientras que la mujer divorciada seguía

manteniendo cierta posición holgada.

La posición ventajosa de la mujer en el campo patrimonial y legal resulta

sintomática de la condición jurídica de que disfrutaba. Posee absoluto poder e

independencia para transmitir las propiedades, puede también formular una demanda

y legar bienes a sus hijos sin que el marido pueda oponerse.

La igualdad de sexos no se reducía a una igualdad formal de derechos, sino que

abarcaba todas las esferas de la vida. En el pensamiento religioso del Antiguo Egipto

es donde mejor se refleja la condición de la mujer: la divinidad responsable del orden

universal es “Maat”, una figura femenina, la justicia, el equilibrio, la armonía, la

verdad, la responsable final después del Juicio de Osiris, del destino último de cada ser

humano. Y por supuesto Isis, la gran diosa egipcia, la madre de la vida, la diosa del

amor, de la mujer y de la familia, a la que se refiere Apuleyo en su obra “Metamorfosis”

de la siguiente manera:

"Yo soy Isis, dueña de toda la tierra. Dicté leyes para todos vosotros y decreté cosas

que nadie puede cambiar. Yo soy aquella a quien llaman divina entre las mujeres. Yo

separé la tierra del cielo, hice manifiestos los caminos de las estrellas, prescribí el

curso del sol y la luna... reconcilié a los hombres con las mujeres. Nadie puede disolver

lo que yo he convertido en ley…".

"Yo soy Isis, naturaleza, madre universal, dueña de todos los elementos, hija

primordial del tiempo, soberana de todas las cosas espirituales, reina de los

muertos... si bien se me rinde culto en muchos aspectos, se me conoce por infinitos

nombres y se me propicia con toda clase de ritos diferentes, porque toda la tierra me

venera...".

La mujer no es excluida de determinadas profesiones, salvo las que entrañan un trabajo

pesado. En la administración nos consta la presencia de escribas y dirigentes mujeres;

la mujer de un príncipe de la provincia de Assiut es visir y juez y también conocemos el

título de una tesorera de Beni Hassan. Encontramos mujeres en sectores de carácter

científico, así la primera mujer médico que la humanidad conoce ejerció en el Imperio

Antiguo (III milenio a.C.) en Menfis y su nombre era “Pesechet”.

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

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De todo esto deducimos que las niñas tenían acceso a las escuelas superiores y

que la educación impartida no hacía diferencias de sexos. Merece

mencionarse que una de las divinidades egipcias de la escritura es una diosa, “Seshat”,

que se representa con un junco para escribir, papiro y paleta.

En la política, la mujer aparece a veces como regente y ejerce una influencia decisiva

como consejera del faraón. Como reina tenía grandes prerrogativas, era gobernante,

diosa, esposa del dios, gran sacerdotisa y objeto de veneración por parte de su pueblo

como representante de la diosa Isis.

Egipto es una teocracia, todo el poder del estado radica en el faraón, la vida, la

religión, las costumbres, e incluso la muerte, tan fundamental para el hombre egipcio

descansa sobre la figura del faraón, por ello la importancia de que una mujer llegue al

trono solo se explicaría en una sociedad igualitaria.

Las fuentes históricas del Antiguo Egipto consideran de suma importancia nombrar a

las reinas, y a las madres de los faraones. Según Manetón una ley de Binothris, de la II

dinastía en el Imperio Antiguo, establece el pleno derecho de la mujer al trono.

En la Historia de Egipto, según Diodoro Sículo, reinaron cinco mujeres. Nitocris,

de la VI dinastía, sucesora de Pepi II, "más valiente que los hombres de su tiempo, la

mujer más hermosa, de piel clara y mejillas sonrosadas", que según Heródoto se coronó

faraón a falta de un heredero legítimo.

Sebeknefrure, de la dinastía XII, llegó al poder tras suceder a su hermano, al casarse

transmitió el poder a su consorte, Amenenhat IV, y tras la muerte de éste, reinó tres

años en solitario, como faraón absoluto, dando paso al Segundo Periodo Intermedio.

Hatshepsut, de la XVIII dinastía, la gran reina-faraón. Nefertiti, de la misma

dinastía, esposa del controvertido Akenatón, reinó en solitario muy poco tiempo, tras la

muerte de su esposo, poco después desaparece y sube al poder Smenjkare.

Tauser, de la dinastía XIX primero actuó como corregente y finalmente sucesora de un

faraón menor de edad y de corta vida, Siptah.

Cleopatra VII, en época Ptolemáica, fue la última reina de Egipto, antes de que el país

pasara a ser una provincia controlada por Roma.

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

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En el terreno doméstico y familiar, el hombre permanece en segundo plano y cede el

papel dominante a la mujer. El testamento de Naunajte, esposa de un artesano de la

ciudad de Deir-Medina, del año 1144 a.C., nos proporciona un impresionante

documento sobre el poder de la mujer. En este texto Naunajte alega ante el tribunal

una disposición que responde a su voluntad personal y que contradice las regulaciones

habituales de herencia:

"Por lo que a mí respecta... yo crié a estos ocho hijos. Les di un hogar y todo lo

necesario. He envejecido. Ahora no se ocupan de mí. A cada uno de los que hayan

puesto su mano sobre mi mano, les daré parte de mis cosas. Pero a los que no me

hayan dado nada, nada les daré".

Alrededor del año 2200 a. C., la esposa de un sacerdote de Qsar el Sayad se expresa con

la misma franqueza. El marido le había legado, a su muerte, una parcela de tierra,

disposición que dejó grabada en la lápida de su tumba: "He hecho esto para mi mujer,

Diesenek, porque ha ocupado un lugar de honor en mi corazón". La viuda añadió

después lo siguiente: "A todo aquel que quisiera quitarme esta tierra, lo perseguiré

con la ley en la mano, en nombre del Gran Dios". La mujer, por tanto, continúa

teniendo personalidad jurídica tras la muerte del marido.

Las sacerdotisas

La mujer también estaba presente en el culto a los dioses. Desde el Imperio Antiguo nos

consta la presencia de sacerdotisas, sobre todo, al servicio de divinidades femeninas. El

culto a la diosa Hathor lo ejercen principalmente sacerdotisas, así como el de la diosa Neit.

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

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El culto a los muertos, que junto al culto a los dioses constituye la actividad más

importante del sacerdocio, corre también a cargo de mujeres.

En ocasiones, las mujeres de las capas altas de la sociedad participaban de la vida

religiosa ejerciendo funciones sacerdotales, y obteniendo títulos, a veces solo

nominales. Ya en el Imperio Medio, la mujer figura como sacerdotisa de Min, dios de la

fecundidad, dios masculino complementado con una esposa sacerdotisa. Sin embargo,

a partir del Imperio Nuevo, la mujer adquiere una función destacada en el culto,

cuando se consagra al dios Amon-Ra, en este momento el dios principal de Egipto.

Desde los inicios de la dinastía XVIII (Imperio Nuevo) las reinas y princesas aparecen

como esposas del dios.

El mito del nacimiento divino del faraón, de la unión matrimonial de la reina con Amón-

Ra, participa de esta idea, por su función de esposa de un dios, la reina transmite

indirectamente al faraón, su esposo verdadero, un "soplo divino". En la última época, las

damas de la casa real, generalmente hijas del rey, se comprometían a preservar su

virginidad, para servir exclusivamente al dios Amón. Su sucesión se decide por adopción, lo

que constituye una verdadera dinastía. La considerable influencia política que tuvieron

estas esposas de Amón radica en el control que ejercían sobre los Templos de Egipto, ya

que al mismo tiempo estaban vinculadas por lazos familiares a la casa real.

Sus nombres aparecen inscritos, como los de los reyes en cartuchos, y los tratamientos

que reciben incluyen títulos reales, como el de "Señora del Doble País". Recibían a

personalidades de la corte como si fuesen monarcas, y su séquito, bajo la dirección de

un administrador de bienes supremo, tenía carácter representativo. Su condición

eminente se ve legitimada por medio de epítetos tales como "la que se une al dios", "la

que forma un solo cuerpo con el dios", etc. La mujer tiende un puente entre los

hombres y el dios, introduce en el mundo de los dioses lo humano y transmite un poco

de divinidad a la tierra.

Todo lo expuesto anteriormente se puede ratificar de un modo visible a través de las

representaciones plásticas, iconográficas, estatuas, relieves o enseres de la vida

cotidiana, ya que éstas reflejan de un modo más objetivo e inmediato y con mayor

claridad que los textos, la igualdad de derechos entre los dos sexos, quizás ello se deba a

que la palabra escrita tradicionalmente ha pertenecido al mundo de los hombres.

Los textos egipcios, en su mayoría, reflejan un patriarcado que el lenguaje más

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

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directo de las imágenes desmiente. En gran parte de los relatos egipcios, la mujer no es

apreciada, es el hombre quien es fiel, afectuoso, sacrificado y razonable... Pero estos

mismos textos también nos presentan un faraón como ser limitado, caprichoso, egoísta,

o, por el contrario, bondadoso, magnánimo y omnipotente... eran las leyes del género

literario.

Hay que reconstruir todo el complejo mundo de la mujer en Egipto, investigando en sus

fuentes primarias, tanto textos como arte, aquí encontramos toda la conciencia que la

mujer tenía sobre sí misma, y el respeto de que gozaba, así como, la igualdad de sexos en la

sociedad. En el arte egipcio las actividades de la mujer son tan valoradas como las del

hombre y es la propia diferencia de sexos, el lazo que las une y las relaciona, y se resuelve

en una vida compartida y unida que tiende a la armonía, a “Maat”, a un concepto del orden

personificado por una deidad femenina, base de todo lo que es la vida.

1.3. El pueblo hebreo

Introducción

El pueblo judío es un pueblo nómada hasta que se instala en la zona de Palestina, según

promesa divina efectuada por Yahvé a sus profetas. Es monoteísta, gran excepción

dentro del contexto cultural de la época. Toda su cultura y su existencia se basan en la

creencia de ser un pueblo escogido por Dios, entre miles de pueblos, que ha establecido

una alianza religiosa y civil con Yahvé, y esta alianza, esta promesa, impone una serie

de obligaciones morales y culturales.

Se trata de una sociedad patriarcal, íntimamente unida su cultura y su civilización al

aspecto religioso. Es una educación basada en la tradición y transmitida de padres a

hijos. El principal rasgo de la educación judía es la creencia de que es Dios mismo

quien enseña, y lo hace a través de los patriarcas, profetas y los maestros.

“Yo Yahvé, soy tu Dios, y te instruyo en lo que es provechoso y te indico el camino por

donde debes ir”.

(Isaías 48, 17)

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

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Niveles educativos

Educación familiar

Durante siglos es la única que se realizó. El padre era el maestro con la obligación

de enseñar a sus hijos la ley de Moisés y las enseñanzas de Yahvé. Debe trasmitirles

el legado religioso del pasado. Es una catequesis básica que comprende los preceptos

de la ley divina, la ley de “nuestros padres”.

“Enseñaréis a vuestros hijos estas palabras, para que las mediten. Hablaréis de

ellas cuando estéis en casa, durante el camino, al acostaros y al levantaros”.

(Deuteronomio 6, 9)

Toda la vida del pueblo hebreo se rige conforme a la ley de Yahvé. Las ideas

religiosas se aprenden desde la niñez, junto a la historia de Israel y las tradiciones y

ritos de su pueblo. También se aprende en la familia a leer y escribir. El uso de la

escritura era común entre todos los judíos desde época antigua. El alfabeto era

sencillo. En el libro del Deuteronomio se afirma que todo cabeza de familia debe

saber leer y escribir.

Le corresponde al padre la formación en un oficio de los hijos varones, que van

aprendiendo cuando llegan a la adolescencia. La mujer después del aprendizaje

básico del alfabeto durante su niñez en la familia, permanecía junto a su madre para

aprender labores domésticas y ser buena madre y esposa. Las mujeres estaban

excluidas de la educación a partir de su adolescencia.

Educación secundaria

Se estudia en la sinagoga. Esta escuela surge durante el cautiverio en Babilonia,

cuando no existía un templo propio donde educar a los varones para que ellos pudieran

después educar a sus hijos. Los maestros de la sinagoga recitaban de manera oral los

conocimientos, los alumnos los aprendían de memoria y luego lo repetían exactamente.

Esta escuela duraba hasta los 15 años, solo para varones.

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

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Educación superior

El aprendizaje se amplía fuera del ámbito religioso. Se estudia cálculo, astronomía,

matemáticas, ciencias naturales, geografía y derecho. Los maestros eran los rabinos,

hombres sabios y rectos.

Una parte de estos alumnos continuaba su formación con los llamados Doctores

de la Ley, que eran rabinos con gran autoridad y prestigio, teólogos, legisladores y

jueces, vinculados a la Sinagoga o al Sanedrín. El aprendizaje duraba largos años, en

los que el maestro recitaba un texto sagrado, lo explicaba, el alumno lo memorizaba,

y finalmente se procedía a una discusión entre los maestros y los propios alumnos

sobre su contenido. Se exigía muy buena memoria y fidelidad absoluta en la

repetición de las lecciones. Cuando se consideraba que el alumno estaba preparado

se convertía a su vez en rabbi (maestro) y podía abrir su propia escuela.

Contenidos y finalidad de la educación

El contenido de la educación es doctrinal y normativo, revelado por Dios y contenido en

los siguientes libros:

Thorá: (la Ley) la forman los cinco primeros libros de la Biblia, el Pentateuco.

(Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). Estos libros constituyen la

Ley de Moisés y contienen preceptos, normas, historia del Pueblo de Israel…

Salmos. Es una literatura didáctica o sapiencial (Eclesiastés, Cantar de los

Cantares, Sabiduría, Libro de Job).

Talmud (Enseñanza). Son tradiciones conservadas y repetidas oralmente de la

historia judía. Doctrinas, ceremonias, ritos, normas cívicas que el pueblo de Israel

debe observar tan fielmente como la Ley de Moisés. Constituye el código completo,

civil y religioso de la Sinagoga. Era la enseñanza primordial de la Escuela Superior.

Misná (repetición). Está dentro del Talmud, es la explicación de la ley de Moisés

según la tradición oral, transmitida a través de generaciones.

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Capítulo 1: Antiguas culturas orientales

31 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Otros contenidos: música, tratados matemáticos, geometría, cálculo, astronomía…

Es una educación memorística y literal. Es necesario conocer el contenido de los

libros sagrados, de las normas y doctrinas aunque no se comprenda su contenido.

“Cualquiera de nosotros al que le pregunten las leyes, las dirá todas, con más

facilidad que su propio nombre. Así aprendiéndolas de memoria desde el despertar

de la inteligencia, las tenemos grabadas en nuestras almas; es raro que alguien las

viole y es imposible eludir el castigo con excusas…”.

(Flavio Josefo, Contra Apión. II, 17, 178)

La finalidad de la educación es la santidad y la sabiduría, que se considera el bien

supremo del hombre. Esta educación tiene otro fin, que es observar una conducta

justa a los ojos de Yahvé. Tomar conciencia de ser entre todos los pueblos, el pueblo

elegido, y por ello, su deber es mantener las tradiciones y las enseñanzas de Yahvé. La

unidad del pueblo de Israel en torno a su Dios y a sus preceptos que rigen toda

la vida judía:

“Nuestro legislador no dejó sin explicación la práctica de las costumbres, ni permitió

que el texto de la Ley quedara sin efecto. Comenzando desde la primera educación y el

modo de vida privada de cada uno, no ha dejado nada, por insignificante que sea, al

capricho de quienes debían servirse de la Ley. Incluso los alimentos de que hay que

abstenerse, o los que se pueden comer; las personas con las cuales se puede compartir

la vida, el tiempo que se ha de dedicar al trabajo y al descanso. Todo eso lo delimitó y

reguló por la Ley para que viviendo sometidos a ella. Como a un padre o a un dueño,

no cometamos ningún pecado voluntariamente o por ignorancia…”.

(Flavio Josefo, Contra Apión. II, 17, 171-5)

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El Mundo Clásico I: Grecia

Capítulo 2

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Capítulo 2: El Mundo Clásico I: Grecia

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2.1. Introducción y contexto histórico

La peculiaridad de la cultura griega arranca en el momento en que no podemos

considerar el mundo griego como una unidad. Prescindiendo de los antecedentes de la

cultura helénica, que son el periodo minóico y el micénico, no encontramos a lo largo

de su dilatada historia dos lugares iguales, con similar estructura social, de idéntico

pensamiento, mentalidad y, por tanto, de educación.

Grecia se estructura política y culturalmente en polis, ciudades-estado independientes

entre sí, unidas por el mismo idioma y la misma religión. Las etapas históricas en las

que podemos dividir la historia de Grecia son:

Época Oscura, período homérico: VIII-VII a. C.

Época Arcaica: VI a. C. Formación de las polis.

Época Clásica: V-IV a. C.: Hegemonía ateniense.

Época Helenística: III-II -I a. C. Imperio de Alejandro.

La primera época está dominada por la figura de Homero, con sus dos obras: la

Iliada y la Odisea, que serán el libro de texto de todas las épocas culturales griegas.

No sabemos gran cosa de esta etapa, tan solo por las referencias históricas que nos

transmite Homero, podemos deducir que la educación hasta esta época se limitaba a un

tipo de formación aristocrática, dedicada al aprendizaje de poesía, música, gimnasia y

disciplina militar, como preparación para la formación del soldado. En esta etapa

también se encuentran los textos de Hesiodo, encaminados a una educación más

popular, basada en el desempeño de un oficio.

2.2. Época Arcaica-siglo VI a.C.

En esta etapa se produce la formación de las polis. Por tanto, es necesario matizar la

diferente educación en cada una de ellas. Los ejemplos más significativos y diferentes

entre sí lo constituyen la educación espartana y la ateniense.

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Capítulo 2: El Mundo Clásico I: Grecia

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La educación en Esparta

El sistema educativo era obligatorio y financiado por el Estado. Es el prototipo

de la sociedad militar. El objetivo de la educación es formar guerreros para el

Estado. No interesa la formación intelectual.

Etapas educativas en Esparta

o Hasta los siete años.

Desde su nacimiento, toda la educación espartana estaba encaminada a lograr

varones fuertes y sanos. Según narra Plutarco en la Vida de Licurgo, al nacer,

el niño era examinado por los ancianos para comprobar si estaba sano. En el

momento que advertían alguna deformidad física o tara, se le despeñaba o

abandonaba en la cima de una montaña.

De esta manera, eliminaban a todo posible ciudadano que no pudiera incorporarse a

la disciplina militar, en el caso de los varones, o concebir hijos sanos, en el caso de las

mujeres. Eliminaban una carga, que en el futuro sería improductiva para el estado. Si

el niño (o la niña) superaba la prueba, era devuelto a su familia para que lo criase.

El trato en la familia era duro. No se mimaba al niño. Se le prohibía toda clase

de caprichos o rabietas. Le acostumbraban a estar solo, a valerse por sí mismo y a

no temer a la oscuridad. Las nodrizas lo criaban sin pañales, para que se

acostumbraran al frío y a las incomodidades. Recibía educación sobre las

costumbres y tradiciones de Esparta. Era adiestrado en ejercicios sencillos de

lucha. En esta etapa, concluía la educación de las niñas, que permanecían en el

ámbito familiar, aprendiendo labores domésticas hasta su matrimonio.

o Desde los siete hasta los 20 años.

Al cumplir los siete años, los varones abandonaban su casa y quedaban bajo la

autoridad y tutela de un paidónomo, que era un magistrado especializado que

supervisaba la educación. Para comenzar a fomentar su formación militar se

integraba en una unidad infantil, bajo el mando de un muchacho mayor, de 19 años.

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Capítulo 2: El Mundo Clásico I: Grecia

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Aprendían nociones básicas de lectura, escritura y cantos militares de marcha. El

aspecto fundamental de su educación consistía en endurecerlos físicamente por

medio de la lucha y el atletismo. Se les adiestraba en el manejo de las armas, a

marchar en formación y a obedecer a sus superiores. La finalidad de su educación

era su formación militar, puesta al servicio de las necesidades de la ciudad.

Plutarco lo expresa así:

"Licurgo acostumbró a los ciudadanos a no saber vivir solos, a estar siempre,

como las abejas, unidos por el bien público en torno a sus jefes".

(Vida de Licurgo)

El Estado asume la tutela de los varones hasta los 20 años. Durante este

periodo se insiste en la disciplina y la obediencia a la autoridad superior. Se les

adiestra en la necesidad del ascetismo, como control de los apetitos, las raciones de

comida se reducen al mínimo imprescindible, lo que les obliga a robar si quieren

comer o si se lo manda su instructor. Si son descubiertos robando, se les castiga

duramente, no por el robo en sí mismo, sino por su torpeza al cometerlo y dejarse

sorprender.

Duermen en un lecho de cañas, para endurecer el cuerpo, que deben cortar a

mano ellos mismos, sin ninguna herramienta. Algunos de estos varones tienen

servidores que les atienden. Cuando se convierten en efebos, al cumplir los 15

años se dejaban el cabello largo característico de los soldados.

La importancia que en Atenas y en otras ciudades griegas se daba a la retórica y a la

elocuencia en Esparta, sin embargo, se valoraba la brevedad expresiva, hasta el

punto de que ha quedado la expresión “laconismo” (que deriva de Lacedemonia, que

es la región de Esparta) como sinónimo de concisión al hablar. Se esperaba del joven

educado que expresara sus ideas con solidez y firmeza, pero de forma breve.

La disciplina de los jóvenes es tarea de todos los habitantes de la polis.

Cualquier ciudadano podía reprender a los niños o castigarlos con penas físicas:

podían hacerles pasar hambre, morderles el pulgar, azotarlos, etc.

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Capítulo 2: El Mundo Clásico I: Grecia

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o A partir de los 20 años.

Los varones espartanos continúan viviendo en un régimen de cuartel. Aquí se

forman los grupos de sfareis (jugadores de pelota). Su educación se centra en el

adiestramiento militar. En formar los mejores soldados para la polis. Los

espartanos eran los soldados más temidos de Grecia y, probablemente, los

mejores combatientes de la Antigüedad.

Para entrenar la disciplina física, aparte de las prácticas habituales, se utilizaban

castigos muy duros como el apaleamiento. Esta acción se llevaba a cabo con

varas de bambú, que dolía, picaba y desgarraba la piel y era efectuada por un

compañero del castigado. Si se caía de agotamiento o de dolor, había otros

compañeros encargados de levantarlo para que pudiesen seguir apaleándolo

hasta completar el castigo.

El objetivo de este ejercicio era, para el castigado, aprender a aguantar y soportar

el dolor. Para los que golpeaban era no detenerse ni vacilar en el combate, aún

sintiendo el dolor que estaba sufriendo el contrario. Para los que sujetaban al

apaleado, la finalidad era que, aunque viesen sufrir o incluso morir a sus

compañeros en combate, no vacilasen y continuaran con la misión que se les

habían encomendado.

Estas prácticas, en ocasiones, no se realizaban como castigo, sino que se hacían

aleatoriamente entre los miembros del cuartel. Aunque éste también era el

castigo asignado a los que se les sorprendía robando. La formación militar

duraba hasta los 30 años, a partir de los cuales podían casarse, incorporarse a

las magistraturas de la ciudad, aprender un oficio, etc.

En definitiva, la rígida educación espartana pretendía endurecer a los hombres,

adiestrarlos hasta el límite en el combate físico, hacerles sentir que sus compañeros de

armas eran sus hermanos, su familia y, por tanto, debían luchar por ellos hasta la muerte.

La mayor gloria para un ciudadano espartano era morir en batalla defendiendo a

Esparta. Esto se aprendía durante la infancia, hasta tal punto que la tradición afirma

que las madres de los valerosos guerreros espartanos entregaban el escudo a sus hijos

antes de salir a la guerra diciéndoles: “Vuelve con él o sobre él”.

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Capítulo 2: El Mundo Clásico I: Grecia

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“Quiero mostrar cómo se practica la educación en Esparta y en otros lugares. Los

griegos que pretenden educar mejor a sus hijos, tan pronto como los niños

comprenden el sentido de las palabras, los colocan al cuidado de pedagogos que son

esclavos y bien pronto los envían a las escuelas para aprender las letras y la música.

Pero Licurgo, en lugar de dejar que cada uno dé a sus hijos esclavos como pedagogos,

encargó la educación de los hijos de todos a uno de los ciudadanos, al que se lo reviste

de la más alta magistratura: se llama el pedonomo. Le ha dado todo el poder para

reunir a los niños, vigilarlos y, si el caso lo exige, castigar severamente sus

negligencias. Al pedonomo lo acompañan jóvenes portadores de látigos, para aplicar

los castigos necesarios. Así se ve en Esparta mucho respeto unido a mucha obediencia.

A fin de que, aun en ausencia del pedonomo los niños no permanezcan sin dirección,

Licurgo ha dado a cualquier ciudadano que se encontrara presente, pleno poder para

indicarles lo que considere bueno y para castigarlos en caso de falta. Ha conseguido,

además, volver a las niñas más respetuosos. En Esparta, en efecto, no hay nada que

respeten tanto los niños y los hombres como a sus jefes”.

La Educación en Esparta por el legislador Licurgo

La Educación en Atenas

La educación en Atenas deja de ser exclusivamente militar y se orienta a la formación

de ciudadanos políticos. No es obligatoria, ni financiada por el estado. Durante

esta etapa del siglo VI a.C. todavía no está totalmente constituida en el sentido de

educación igualitaria y democrática, que caracterizará los siglos siguientes.

En grandes líneas distinguimos las siguientes etapas educativas.

Primera enseñanza elemental en familia: hasta los seis años. A los niños y niñas

se les enseñaba a leer, nociones de religión, las costumbres y tradiciones y a nadar.

Escuela primaria: a partir de siete años, eran conducidos a la escuela por el

pedagogo, un esclavo doméstico, normalmente extranjero y culto, que actuaba como

un preceptor familiar del niño. Él asistía a la escuela y normalmente permanecía

sentado en el aula durante toda la jornada. De esta manera, luego en casa podía ayudar

al niño con sus lecciones. En esta escuela se estudiaban a autores clásicos, (Homero,

Hesiodo), canto, música, matemáticas, geometría, astronomía, caza, natación y

especialmente gimnasia, disciplina que aprendían con un maestro específico llamado

paidotriba (lucha, carrera, tiro, jabalina, boxeo, salto…) que impartía sus lecciones en

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Capítulo 2: El Mundo Clásico I: Grecia

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la palestra. Esta etapa se prolongaba hasta los diez años. Los que no podían acceder a

estos estudios o continuarlos en la escuela, aprendían un oficio.

Escuela secundaria: hasta los 18 años. En esta etapa aprendían estudios

literarios, musicales y matemáticas. Destacamos aquí la famosa escuela de Pitágoras

a finales del siglo VI a. C., que comprendía los cuatro saberes: aritmética, geometría,

astronomía y música.

A partir de los 18 años (efebia): debían dedicar dos años a un servicio militar

obligatorio para fortalecer su disciplina como soldados. En esta etapa es el estado

quien se encarga de su formación. Se aprenden técnicas militares y gimnasia. Esta

etapa se desarrolla básicamente en el gimnasio y en acuartelamientos militares.

Al finalizar esta etapa, ya con 20 años, eran ciudadanos de pleno derecho, que

podían incorporarse a la vida activa, desempeñando un oficio o continuar sus estudios

en la Escuela Superior, prolongándose durante diez años más. Estos estudios estaban

reservados a una minoría de individuos especialmente elegidos por su talento y su

familia. Estas escuelas superiores empiezan a constituirse a finales de la edad arcaica.

Abarcan estudios de diferente índole; científico, retórico, literario, etc.

El gimnasio era el lugar donde se realizaba la práctica deportiva y también era un

centro de enseñanza. Hay grandes diferencias entre los gimnasios griegos. En época

helenística conocemos el de la ciudad de Pérgamo con tres zonas: gimnasio infantil,

medio y superior, reservado a los diferentes niveles de educación. También estaban

dotados de pistas al aire libre, bibliotecas y aulas de estudio. Una parte importante lo

constituía la palestra, que en su origen era la zona reservada a la lucha. Era una

estancia con una serie de habitaciones de menor tamaño, para las diferentes

actividades de la lucha y el boxeo. Una de estas salas incluía una zona de graderío con

asientos. Con el tiempo esta zona se comenzó a utilizar para conferencias y como aula

de estudio, tanto filosófico como intelectual.

Esta preocupación griega por cultivar el cuerpo en su aspecto físico, no debemos

entenderla solo como preparación para formar jóvenes guerreros capaces de defender a

la polis (excepción hecha de Esparta), sino como otro objetivo educativo. Formar al

cuerpo, convertirlo en algo bello y armónico, obligarlo a recibir disciplina física es otra

manera de educar al individuo en la moderación, la sencillez, la contención y la

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Capítulo 2: El Mundo Clásico I: Grecia

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templanza. De esta manera se educa al hombre en cuerpo y mente. La educación

integral, la paideia, es el objetivo griego

2.3. Época Clásica: V-IV a.C.

En este periodo, igual que el anterior, la educación es privada, el estado no la

financia, ni la hace obligatoria. En algunas polis destacan algunos “benefactores”, que

ceden espacios y remuneran a los docentes, pero en general, al maestro le pagaban sus

alumnos.

En líneas generales se sigue con los niveles educativos descritos en la época anterior,

pero esta etapa se caracteriza por la aparición de las escuelas específicas de

enseñanza superior. Es el periodo de la Paideia, la educación integral del

individuo cuyo objetivo es formar ciudadanos completos, que alcanzan la

sabiduría.

La época Clásica es el periodo de la democratización de la sociedad, al menos la

ateniense, pero tenemos que insistir en que la democracia solo afectaba a una minoría

de la población, que eran los considerados ciudadanos. Las mujeres, los no nacidos en

Atenas, los esclavos, ilotas… todos estos grupos sociales no se beneficiaban de las

ventajas de la ciudadanía ateniense, ni tampoco participaban en la educación.

Escuelas superiores

A finales del siglo VI a.C. aparecen las diferentes escuelas específicas localizadas en

distintas ciudades griegas, que van ofreciendo una especialización en diferentes ramas

del saber. Destacan las escuelas de medicina de Cirene, Cnido o Cos y la filosófica de

Mileto. Las más importantes, por sus repercusiones posteriores son:

Escuela pitagórica

Escuela sofistaEscuela

socrática-platónica

Escuela de Isócrates

Escuelas superiores

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Capítulo 2: El Mundo Clásico I: Grecia

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La escuela Pitagórica en Samos (finales siglo VI a.C.).

En esta escuela se enseñaba aritmética, geometría, astronomía y música. El

elemento más importante eran las matemáticas y sobre ellas se construía toda una

doctrina filosófica. En estas escuelas el maestro exponía a sus discípulos sus propios

conocimientos y reflexionaban sobre ellos en grupo. Con el tiempo, los discípulos

podían abrir sus propias escuelas, marcadas también con el espíritu pitagórico.

Escuela Sofista (siglo V a.C.).

Son escuelas privadas en las que un grupo de individuos se forma junto a un maestro

durante varios años. La educación específica de esta escuela está encaminada a

formar ciudadanos políticos, eficaces para la polis por su valía personal.

Estudian gramática, retórica (el arte de hablar) y dialéctica (el arte de defender

argumentos en pro y en contra sobre la misma cuestión). Aparte de estas disciplinas,

se les imparte una sólida formación cultural, un saber universal que abarca

diferentes disciplinas técnicas: aritmética, geometría, astronomía y música; los

cuatro saberes pitagóricos, así como también, una sólida formación humanística:

literatura, mitología, genealogía, biografías, que les posibilitara dominar cualquier

tema. Se valora la elocuencia, considerado fundamental e indispensable para la vida

pública y política, objetivo de la educación en estas escuelas. La escuela sofista más

conocida era la de Protágoras.

Escuela Socrática- Platónica (V-IV a.C.)

Sócrates representa el polo opuesto a los sofistas. No le interesa el hombre cívico, el

buen ciudadano político, sino el hombre virtuoso, la areté socrática, la virtud. Su

filosofía no busca la ampliación de conocimientos, sino la profundización en los ya

existentes a través de la confesión pública de su ignorancia: “sólo sé que no sé nada”.

Únicamente reconociendo la ignorancia se puede empezar a buscar la verdad universal.

Es una manera de despreciar a los sofistas, que alardeaban de su sabiduría. Su

metodología es la mayéutica, que consiste en llegar al conocimiento a través de

preguntas que el maestro hace al alumno para inducirle al razonamiento personal y

finalmente a las respuestas. Conocemos su obra y su figura a través de su discípulo

Platón.

Platón es el heredero de la tradición socrática. Insiste en la formación moral del

individuo. Funda la Academia. Es la más conocida de todas las escuelas superiores

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Capítulo 2: El Mundo Clásico I: Grecia

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griegas. En esta escuela se alienta a los alumnos a descubrir por sí mismos la verdad

a través de conversaciones, reflexiones y diálogos de los alumnos con el maestro.

Esta escuela era privada, a ella acudían los hijos de familias acomodadas y

permanecían en ella varios años, de tal manera que finalmente los alumnos

establecían entre sí y con el maestro, fuertes vínculos de amistad entre ellos.

Para Platón las enseñanzas básicas eran música y gimnasia. Pero tenemos que

entender que la disciplina de música se refiere a un estudio integral (viene de musas,

las protectoras de las ciencias y las humanidades). Es una educación espiritual, que

abarca el logos (la palabra) e incluye disciplinas como las matemáticas, gramática,

instrumentos musicales, armonía y canto. Para Platón, la educación es

educación política. Formación del ciudadano perfecto y virtuoso. Como

curiosidad añadimos que Platón admitía la educación de las mujeres, pero no la

coeducación. De esta manera, hombres y mujeres debían estar en lugares separados.

“Habrá que aplicar igualmente a las mujeres al estudio de estas dos artes: música

y gimnástica y formarlas en el oficio de la guerra y tratarlas en todo como a

hombres”.

“Desde los seis años en adelante, ambos sexos deben tener maestros y clases por

separado”.

(Platón, República)

Escuela de Isócrates (finales IV a. C-V a.C.)

Esta corriente intenta aunar la tradición sofista con los ideales socráticos. Está dirigida a

la élite intelectual griega. Busca formar oradores, altos magistrados, ciudadanos

políticos, que dominen el arte de hablar en público, pero sin olvidar su virtud.

Estos líderes serán los guías y educadores del resto de los ciudadanos.

2.4. Época Helenística: III-II-I a.C.

Históricamente estamos ante el declive de las polis griegas y el nacimiento del Imperio

griego, protagonizado por la figura de Alejandro Magno. La filosofía se deslinda de

otras ramas del saber que se convierten en disciplinas autónomas. Especial interés

tiene en este periodo la figura de Aristóteles. Este filósofo, heredero de Platón, centra

sus estudios en las cuatro disciplinas: gramática, gimnástica, música y dibujo.

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Capítulo 2: El Mundo Clásico I: Grecia

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Distingue entre razón práctica y teórica y entre actividad y ocio. La oratoria para

Aristóteles es el contenido y el fin de la educación.

Destacamos la importancia de diferentes ciudades como centros del saber, pero ya alejadas

del ámbito geográfico griego. Destacan: Antioquia, Pérgamo y, sobre todo, Alejandría.

Alejandría

Fue fundada en el año 331 por Alejandro Magno. Se convirtió en una gran urbe desde

finales del siglo IV a. C. hasta el 31 d.C. En esta ciudad, la educación superior deja

de estar en manos de iniciativa privada y se convierte en objeto de

reglamentación oficial. El rey se encarga de proteger, cuidar y alentar a sus

docentes, para convertir Alejandría en el gran foco cultural del helenismo.

Alejandría relevó a Atenas como centro de conocimiento y foco de la cultura griega.

El rey Ptolomeo II fundó el Museo, templo de las musas, que contaba con cuatro

departamentos: astronomía (astronomía, geografía), matemáticas, medicina y

literatura (poesía, crítica, filología, y comedia),

Se consideraba el edificio del Museo como un verdadero templo dedicado a la ciencia.

En la Biblioteca, los más importantes poetas, sabios y eruditos del momento impartían

sus conocimientos en las aulas e investigaban en las diferentes ramas del saber. En

Alejandría llegó a haber hasta 14.000 estudiantes.

En el museo residían la comunidad de sabios, gramáticos y médicos. Sus gastos

estaban financiados por los reyes, que de esta manera proclamaban su orgullo por

esta institución y su implicación con el saber. La corte ptolemaica demostraba su

interés en hacer del Museo y la Biblioteca un gran foco de atracción para todos los

sabios y científicos del mundo conocido. Participaban activamente de la vida cultural

alejandrina y frecuentaban habitualmente el Museo.

Los reyes ptolemaicos quisieron enriquecer la Biblioteca del museo aportando cuantos

manuscritos originales pudiesen, para aumentar los fondos de la institución. De tal

manera que cada barco que llegaba a Alejandría tenía orden de entregar cuanto libro o

documento transportase. Estos libros se llevaban a la Biblioteca para que fueran

copiados, quedándose con el original, y la copia se devolvía a su dueño. En este sentido,

el rey Ptolomeo III escribió una carta a los soberanos de todo el mundo, pidiendo

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Capítulo 2: El Mundo Clásico I: Grecia

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prestados sus libros. Cuando Atenas le prestó los textos de Eurípides, Esquilo y

Sófocles, los copiaron, devolvieron las copias y guardaron los originales.

El primer director de la Biblioteca fue Demetrio de Falera, un tirano ateniense y la

última fue Hypatia de Alejandría.

En definitiva, la Biblioteca de Alejandría fue una obra fundamental para la educación

en la Antigüedad por varias razones:

Era pública, cualquier ciudadano podía acceder a ella.

Tenía registradas e inventariadas todas sus obras.

En ella estudiaron e impartieron clase las más importantes figuras de la ciencia y las

letras de la antigüedad cómo: Eratóstenes, Apolonio Calimaco, Zenódoto, Aristófanes y

Aristarco.

Poseía grandes obras maestras de los diferentes saberes: tratados médicos,

arquitectónicos, astronómicos, literarios... entre los que podemos destacar los

originales de las obras de Sófocles, Eurípides, y Esquilo, “prestados por Atenas”.

La Biblioteca fue la primera universidad del mundo, donde acudían los jóvenes

de las más importantes familias de todo el Imperio a continuar sus estudios

superiores con los mejores maestros.

La Biblioteca soportó dos incendios y perdió numerosas obras, a pesar de lo cual

sobrevivió hasta finales del siglo IV d.C., cuando un decreto del emperador Teodosio

prohibió las religiones paganas. El Obispo de Alejandría, Teófilo, destruyó el Serapeum,

la sede del Museo y la Biblioteca, por ser el último reducto del paganismo.

2.5. La situación de las mujeres

De nuevo, no podemos hacer una generalización de la situación de las mujeres a lo

largo de toda la historia de Grecia y en todas las polis griegas. Las siguientes

indicaciones se refieren a las épocas arcaica y clásica, y a las dos polis principales:

Esparta y Atenas.

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Capítulo 2: El Mundo Clásico I: Grecia

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En Esparta

Las mujeres recibían una educación dirigida por el Estado, basada en la lucha, la

música, el atletismo y la gimnasia. Esta formación tenía como objetivo principal

facultarlas para engendrar niños fuertes y sanos, futuros combatientes de la polis.

La educación femenina enseñanza a las mujeres a no transmitir sus sentimientos. El

objetivo del matrimonio debía ser engendrar futuros guerreros. En esta cultura se

consentía el préstamo de esposas entre amigos, considerado como algo normal, y no se

consideraba vergonzoso ceder la propia mujer a otro varón más joven y fuerte que

engendrara con ella hijos fuertes y sanos.

A pesar de esta dura educación, las mujeres espartanas gozaban de una gran libertad

de movimientos, a diferencia de las demás mujeres griegas, recluidas durante casi toda

su vida en el hogar, en el gineceo. Podían también heredar de sus padres bienes y

fortuna, lo que les proporcionaba gran independencia de sus esposos. Ellas eran

también las encargadas de administrar la economía familiar.

En cuanto a su vestimenta, la mujer espartana llevaba de forma habitual, el vestido sin

coser por un costado, lo que provocaba bromas y comentarios lascivos entre los

ciudadanos de otras polis, especialmente los atenienses, que las llamaban fainomérides

(“las que enseñan los muslos”). En algunas ceremonias religiosas y en determinadas

fiestas, las mujeres solteras iban desnudas, al igual que en las competiciones públicas

de atletismo o lucha. Las esposas y las niñas no podían asistir a estas fiestas.

En Atenas y el resto de polis griegas

La pretendida democratización griega no incluye al ámbito femenino. No había escuelas

especiales para muchachas y la educación no estaba dirigida a ellas. Las jóvenes

aprendían labores domésticas: cocinar, tejer la lana, música y nociones de lectura y

escritura, en su hogar. Estas enseñanzas las recibían de su madre, sus hermanas, nodrizas o

las criadas. Por lo tanto, el analfabetismo era muy alto en este grupo social.

Su vida se limitaba al ámbito privado de su casa, el gineceo, exceptuando las

festividades religiosas, que se les permitía salir a la calle pero siempre acompañadas de

personas de confianza. El matrimonio se concertaba entre sus padres y los del futuro

marido, por tanto, su vida cambia del ámbito familiar al de su esposo.

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Capítulo 2: El Mundo Clásico I: Grecia

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“¿Qué podía saber mi esposa cuando la llevé conmigo? Aún no tenía 15 años cuando

vino a mi casa. Hasta ese momento ella vivía bajo una estricta vigilancia. Debía ver lo

menos posible, oír lo menos posible y preguntar lo menos posible”.

(Jenofonte, Económico, 7, 5)

La distancia entre los dos sexos hacía difícil un acercamiento igualitario entre

hombres y mujeres, o incluso entre esposos. Difícilmente podría encontrar alicientes un

hombre culto en la relación con su mujer debido a la poca cultura recibida por esta. La

mujer había sido criada y educada para casarse, éste era el fin de su educación;

administrar la casa y sobre todo la maternidad. Hasta tal punto que la esterilidad era

una causa frecuente de repudio.

El matrimonio era una transacción casi comercial, un contrato entre el padre de la

novia y su futuro marido. El padre entregaba una dote a su hija y ésta pasaba de la casa

paterna a la casa del esposo, dispuesta para convertirse en buena madre y esposa. Lo

ideal en la pareja era tener hijos varones, que perpetuaran las tradiciones familiares y

se convirtieran en buenos ciudadanos para la polis.

Este deseo de tener hijos varones provocó que el infanticidio femenino en Grecia estuviera

bastante extendido, y que el abandono de las hijas fuera más frecuente que el de los

varones. Los más pobres no tenían más alternativa que la exposición o el abandono si

tenían muchas hijas, ya que difícilmente podrían hacerse cargo de todas sus dotes.

El divorcio solicitado por el esposo no requería ningún tipo de formalismo oficial.

Simplemente entrega a la mujer a sus padres y devuelve la dote que recibió. Cuando la

que solicita el divorcio es la mujer, debe entregar un escrito razonado al magistrado de

la ciudad, exponiendo los motivos por los que desea divorciarse. El magistrado

analizaba el caso y exponía su resolución. De los motivos aducidos quedaba fuera la

infidelidad, ya que se consideraba lícito para el esposo tener relaciones sexuales fuera

del matrimonio.

Excepcional fue el círculo de Safo, la poetisa de Lesbos, que aunó un grupo de mujeres

en el s.VI a.C. donde se formaban en la poesía, el canto y la danza, y donde eran

normales las relaciones homosexuales.

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Capítulo 2: El Mundo Clásico I: Grecia

47 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Una excepción también la constituye Aspasia, compañera de Pericles, el famoso

estratega ateniense, que da nombre al siglo de oro de Atenas, siglo V a.C. Pericles se

divorció de su mujer para vivir con ella, aunque no se casaron. Aspasia era de Mileto,

era una mujer culta, inteligente, que leía a los clásicos, entendía de filosofía, música,

ciencias… seguramente jugó un papel destacado en la obra de Pericles lo que la llevaría

a gestarse los odios de algunos ciudadanos atenienses y ello llevó a que la historiografía

la presentase como una prostituta.

La mayor importancia que tenían las mujeres, fuera del ámbito doméstico eran las

sacerdotisas.

En el Helenismo, la situación cambió, especialmente en las ciudades de Asia Menor

bajo control griego. Era frecuente que las mujeres accedieran a las escuelas,

incluso a estudios superiores. En la ciudad de Alejandría estudiaban en la

biblioteca y, la más famosa de ellas, Hipatia, llegó incluso a dirigirla y a enseñar

disciplinas científicas.

La creciente autonomía e influencia económica que la mujer fue alcanzando se observa en

el hecho de que las ciudades se aprovecharon de su capacidad económica y fueron

abriéndoles camino hacia determinados sacerdocios, liturgias o magistraturas especificas.

De hecho la mujer rica benefactora se convirtió en una figura típica del helenismo.

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El Mundo Clásico II: Roma

Capítulo 3

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Capítulo 3: El Mundo Clásico II: Roma

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3.1. Introducción histórica

El mundo romano, a diferencia del griego, formará un todo común unido y bajo

dirección estatal, prácticamente desde los inicios de su historia. En Roma distinguimos

tres etapas históricas:

1. Monarquía (753 a.C.-509 a.C.). Esta etapa comprende desde la fundación de la

ciudad y la instauración de la institución monárquica, hasta la desaparición de los

reyes. En este momento, Roma es tan solo una ciudad pequeña que depende de Etruria.

2. República (509 a.C.-31 a.C.). Tras la expulsión de la ciudad de los últimos reyes,

Roma se consolida como un núcleo fuerte e inicia su expansión, primero por la

Península Itálica y, más tarde, por el Mediterráneo, en su enfrentamiento con los

cartagineses. En esta etapa se consolidan las estructuras republicanas: el consulado, el

senado romano y las leyes, las costumbres y tradiciones típicas romanas. Durante esta

etapa, Roma entra en contacto con el helenismo y adopta gran parte de su elenco

cultural: sus dioses, su arte, su educación.

3. Imperio (31 a.C.-476 d.C.). Tras la victoria frente a Marco Antonio en la batalla de

Actio, Octavio Augusto se convertirá en el primer emperador de Roma, inaugurando

una nueva etapa y haciendo del Imperio una institución hereditaria, alejada de la

tradición republicana. El senado, la magistratura romana por excelencia, irá

progresivamente perdiendo poder, sometiéndose a las decisiones de unos emperadores

que impondrán su voluntad personal al estado romano.

Finalmente, tras las invasiones de los pueblos bárbaros, el Imperio Occidental se

fragmentará en numerosos reinos germánicos y, aunque conservarán algunas

estructuras romanas, la sociedad, la mentalidad y la cultura quedarán impregnadas por

la religión cristiana, inaugurando la etapa que conocemos como Edad Media.

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Capítulo 3: El Mundo Clásico II: Roma

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3.2. Educación tradicional romana

Se sientan las bases de esta educación en el periodo de la monarquía. El primer nivel lo

constituye la educación en el ámbito familiar. La sociedad romana es una sociedad

patriarcal, dirigida por el pater familias, que está investido con la “authoritas”. En familia

se enseña a los niños las virtudes tradicionales que caracterizan al pueblo romano: la

tradición, el respeto por las costumbres, el honor, la memoria de los antepasados, la

religión y el amor a la patria.

Tanto en las familias aristocráticas romanas como en las más humildes, el niño y la

niña aprenden el respeto hacia los antepasados (“maiorum”). Son instruidos en

los ritos y cultos domésticos. Se les inculca la idea de que el individuo está subordinado

al estado. Ésta será una doctrina constante en todo el proceso educativo del niño.

La madre era la encargada de la primera educación en la familia. A partir de los siete

años, el padre se hacía cargo de la educación de los varones, enseñándoles a leer y

escribir. Les inicia en el manejo de las armas, nociones de agricultura, religión, etc. Las

niñas continúan la formación junto a su madre, que las adiestra en labores domésticas.

A partir de los 16 años comenzaba la educación fuera del ámbito familiar. A los 17 el

varón tomaba la “toga virilis”, signo de que ya no era un niño y comenzaba su

aprendizaje, que le convertiría en ciudadano pleno.

La primera etapa de este aprendizaje consistía en una formación militar. Podía

empezar desde soldado raso para ir escalando posiciones de mayor responsabilidad,

dependiendo también de la familia a la que perteneciera.

Una vez finalizado el periodo de adiestramiento militar, se iniciaba su formación

política, en la vida pública de la ciudad, junto a su padre o algún varón protector. Para la

mayoría de los romanos, esta educación no era posible, ya que requería un alto nivel

económico, por tanto, la mayoría de los adolescentes, cuando finalizaban el periodo militar,

se incorporaban a la vida ciudadana ejerciendo un oficio o continuaban en el ejército.

En Roma la educación física, la gimnástica, no es tan importante como en Grecia. Se

considera una enseñanza práctica el conocimiento de lucha, equitación, carreras de

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Capítulo 3: El Mundo Clásico II: Roma

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carros o dominio de la espada, adecuada para la formación como soldados y como

complemento educativo para las clases aristocráticas.

A partir de los siglos II-I a.C., en la época republicana, cuando esta cultura entra en

contacto con la civilización griega, la aristocracia romana adoptó para sus hijos la

educación helénica.

Llegaron a Roma maestros griegos, que desde el ámbito doméstico, como esclavos, o bien

ciudadanos libres desde escuelas privadas, comenzaron a impartir las enseñanzas de las

escuelas griegas. En este momento, la educación no era obligatoria, ni estaba

financiada por el estado. Las familias aristocráticas se encargaban de que sus hijos

fueran a las mejores escuelas, con los mejores maestros, y después pudiesen continuar sus

estudios en alguna escuela helenística de renombre, como Alejandría, Pérgamo o

Antioquía.

En época imperial, se producen algunos cambios significativos en el sistema educativo.

El estado romano, que hasta ahora había dejado en manos de la iniciativa privada la

educación de sus ciudadanos, asume ciertas “competencias educativas”. Entre las

más importantes destacamos:

A finales de la República y, sobre todo, en época imperial, con Octavio Augusto (siglo

I a.C.) se fundan los Collegia Iuvenum. Son asociaciones de jóvenes dedicados a

la preparación militar, que realizaban ejercicios gimnásticos, equitación, lucha, y

carreras de carros. También aprenden nociones de griego. Es una enseñanza elitista,

deportiva y social, muy del gusto de los jóvenes aristócratas del imperio.

A partir de Vespasiano (finales siglo I d.C.) el estado asume el compromiso de

financiar la escuela primaria y remunerar al personal docente. Para los

maestros de la escuela secundaria y superior, si bien no se asumía su salario, se les

otorgaban exenciones fiscales que afectasen a las tasas municipales.

Desde los Antoninos (siglo II d.C.), el estado interviene en los horarios escolares

y en la formación y titulación de los docentes. Cada vez el estado intervendrá de

forma más activa en la educación, haciendo que ésta pierda autonomía, hasta

finalmente desembocar en la Edad Media cuando Teodosio II constituye en

Constantinopla una escuela que asume el monopolio de la enseñanza superior.

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Capítulo 3: El Mundo Clásico II: Roma

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3.3. Niveles educativos

La escuela romana es reflejo de la griega, en cuanto a organizaron, contenidos y etapas

educativas.

1. Escuela primaria (7-11 años). Es privada hasta época imperial. Asistían ambos sexos,

aunque en las familias acomodadas las niñas permanecían en casa y era su pedagogo quien

les impartía clase. Los niños asistían acompañados del pedagogo, a imitación griega, que a

su vez podía ser el preceptor particular, criado o cuidador de los niños.

Estas escuelas se situaban en el centro de la ciudad, en el foro, en los pórticos de locales

abiertos. Se aprendía escritura, lectura, nociones de cálculo elementales y se

ejercitaba la memorización aprendiendo textos sencillos. El educador era el maestro de

juegos “ludi magíster” o “litterator”. Para los alumnos más perezosos, no existía ningún

problema en aplicarles castigos corporales, como “estímulo” al estudio. La metodología

consistía en el aprendizaje memorístico de las letras, repetición e imitación.

Las escuelas de enseñanza primaria estaban extendidas por todas las ciudades. En época

imperial era un objetivo estatal, ya que la enseñanza la financiaba el propio estado romano.

2. Escuela secundaria (12-16 años). En esta escuela se produce una selección del

alumnado. No todos los que proceden de la escuela elemental continúan sus estudios,

tan solo aquellos que su familia podía permitirse continuar con su educación. Podían

asistir niños y niñas.

El maestro es el grammaticus. Se enseña el dominio de la lengua y comentario

de textos clásicos, tanto latinos (Virgilio, Terencio, Horacio, Salustio, Cicerón) como

griegos (Homero, Hesiodo). También aprendían otras disciplinas como matemáticas,

geografía, historia, o mitología. Prima el aprendizaje de los aspectos literarios sobre los

científicos.

3. Escuela superior (17-20 años). Solo para varones. A este nivel educativo solo

llegaban los alumnos más capacitados y pertenecientes a familias aristocráticas. El

maestro era el rethor. Estaba más cualificado y mejor considerado que sus colegas en

ámbitos menores de la educación.

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Capítulo 3: El Mundo Clásico II: Roma

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El objetivo de estos estudios era el dominio de la práctica oratoria, la elocuencia,

el arte de hablar en público (en la línea de los sofistas griegos). La filosofía, la

historia y el derecho son los saberes fundamentales que debe conocer el buen orador.

Su finalidad es crear ciudadanos que aspiren a una carrera política, que podía

iniciarse desde los niveles más bajos de la administración, hasta llegar a las más altas

magistraturas del Estado y posteriormente al senado. Esto se consideraba el “cursus

honorum”, la carrera política.

Los estudios de derecho, muy relacionados con la oratoria, adquieren gran importancia

para la educación en Roma y son seguidos por numerosos alumnos. El maestro se llama

magíster iuris. Este hombre debía ser un gran conocedor del derecho latino, las

costumbres, las leyes de toda la historia romana, los procedimientos y las reglas de

jurisprudencia. Su labor consistía tanto en formar a futuros juristas, como crear un

sistema compacto de derecho, que con el tiempo constituyó el derecho romano, que

tanta influencia ha tenido en el mundo occidental.

Las escuelas de enseñanza superior solo se encontraban en las ciudades más

importantes del Imperio romano. La política educativa de Roma se generaliza en todos

sus dominios como un efecto más de la romanización. Por ejemplo, en Hispania en el

año 79 a.C., a finales del periodo republicano, Sertorio funda un Collegio Iuvenum

en Osca para los hijos de las familias aristocráticas indígenas. Su objetivo es ofrecerles

una educación, “a la romana”.

En época Imperial las escuelas romanas se generalizan por toda la península Ibérica y

el Imperio. Existían maestros de escuela elemental en casi todas partes, y gramáticos y

retóricos en los centros más importantes. De esta manera, se extendió el uso del latín,

del derecho romano y en general, de toda la cultura y civilización clásica.

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Capítulo 3: El Mundo Clásico II: Roma

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3.4. Autores romanos relacionados con el ámbito educativo

En este apartado queremos consignar una serie de autores latinos que han influido

en el aspecto educativo. Somos conscientes de que faltan nombres, pero esto ha de ser

considerado como una representación de los más importantes o, al menos, los que más

influencia posterior han tenido.

Catón (III a.C.). Es uno de los más fervientes defensores de la educación puramente

romana, frente a la influencia helénica. Se le considera el primer escritor destacado en

prosa latina. Autor de la primera historia de Roma en latín y fiel defensor de este idioma

frente al griego. Su única obra que conservamos es un tratado sobre agricultura.

Varrón (I a.C.). Partiendo de las ideas de Catón, defiende la tradición latina, pero

admite la inclusión en las disciplinas del saber de las artes liberales. Podemos decir que

“romanizó el pensamiento griego”. Aúna las dos tendencias. Su obra más representativa

es “Los Nueve libros de las disciplinas”, en las que agrupa las disciplinas del saber,

estableciéndose dos grupos, que serán la base para la posterior división entre el

trivium y el cuadrivium. Por un lado, gramática, retórica y dialéctica y, por otro,

geometría, aritmética, astronomía, física, medicina y arquitectura.

Cicerón (I a.C.). Retoma la tradición puramente romana, aunque asume la aportación

cultural griega. Se ocupa de la formación del orador. En su obra “De oratore” nos

ofrece un auténtico tratado educativo de cómo se debe enseñar la oratoria.

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Capítulo 3: El Mundo Clásico II: Roma

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Para Cicerón, el dominio de la oratoria es el ideal de perfección humana y el

camino para llegar al bien supremo del hombre. Para lograrlo es necesaria una sólida

formación intelectual, filosófica y moral. El conocimiento de las artes liberales

griegas, así como el derecho civil, la política, la historia, la literatura latina

y griega, son fundamentales para ilustrar el discurso político, para hacerlo más rico en

contenido y convincente. Junto con la oratoria se trabajaba el tono del discurso, la

elocuencia, el énfasis y la musicalidad en la expresión oral.

Quintiliano (I d.C.). De origen hispano, de Calahorra, abre una escuela de oratoria en

Roma y alcanzó gran fama como orador y como político. En cuanto a educador, afirma

que el hombre es lo que su naturaleza y la educación que ha recibido, hacen de él.

Quintiliano es un gran defensor de los talentos naturales del hombre.

De todas las artes, la retórica representa el nivel máximo de perfección a lo que puede

aspirar el hombre. El proceso para llegar es largo. Se debe empezar a educar al niño

desde etapas muy tempranas, ya que lo que se aprende de niño, no se olvida nunca. Es

partidario de la educación financiada por el estado y asequible para todos.

La educación se debe comenzar con la instrucción elemental, más tarde vendrían la

gramática y la literatura, las matemáticas y la música.

El maestro ha de motivar al alumno, ha de procurar sacar de él lo mejor de sus

capacidades, de acuerdo con las aptitudes de cada uno, para lo cual no es necesario un

castigo físico, sino, una metodología adecuada que encauce su voluntad.

Evidentemente, el maestro debe ser un hombre dotado de gran instrucción, bondad de

ánimo y aptitudes para enseñar. Su obra “Instituciones oratorias” influye en el

pensamiento occidental como tratado de teoría educativa.

Textos

Los profesores

Asuma ante todo un espíritu de padre con respecto a sus alumnos, y piense que está en

el lugar de aquellos que le han confiado a sus hijos. No tenga él vicios, ni los tolere. No

sea desagradable su actitud austera, no sea excesiva su familiaridad; no vaya a ser

que nazca de la una odio y de la otra desprecio. Hable mucho de honestidad y bondad,

pues cuantos más avisos dé, menos castigará. No se deje llevar nunca por la ira, pero

tampoco deje pasar lo que debe corregirse. Sea sencillo en su enseñanza, sufridor del

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Capítulo 3: El Mundo Clásico II: Roma

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trabajo, esté siempre cercano, pero no en exceso. Responda gustoso a los que le

preguntan, y a los que no le preguntan, pregúnteles de repente. En las alabanzas de

las exposiciones de sus alumnos no sea tacaño, pero tampoco exagerado, porque lo

uno provoca disgusto con respecto al trabajo, lo otro autosuficiencia. Al corregir lo

que debe, no sea duro, y mucho menos amenazador, pues a muchos les aleja del

propósito de estudiar el que algunos les repriman como si les odiasen.

Diga alguna vez, es más, muchas, y diariamente, constantes ejemplos sacados de la

lección para su imitación, sin embargo, según se dice, la viva voz alimenta mucho más

y, sobre todo, la del maestro al que sus discípulos, si están bien educados, aman tanto

como veneran. No se puede decir cuánto más gustosamente imitamos a quienes

apreciamos.

Quintiliano, Instituciones oratorias

Los alumnos

Después de hablar bastante de los deberes de los maestros, a los discípulos, entretanto,

solo les recomiendo esto: que amen a sus maestros no menos que a los mismos

estudios, y crean que son sus padres, no físicamente hablando, sino en el plano

intelectual. Este deber hacia el maestro ayudará mucho al estudio, pues los

escucharán mejor y creerán en sus palabras, y desearán vivamente parecerse a ellos.

Finalmente vendrán contentos y entusiasmados a las reuniones de las escuelas, no

se enfadarán cuando se les corrija, se alegrarán cuando se les alabe, y se

dedicarán al estudio para ser los más queridos. Pues así como el deber de aquéllos

es enseñar, el deber de éstos es mostrarse dóciles. De lo contrario, una cosa no

sirve sin la otra. Y así como el hombre nace de la unión de uno y otro progenitor, y

en vano se esparce la semilla si no la calienta el surco bien mullido, de la misma

manera, la elocuencia no puede desarrollarse si no existe la concordia asociada del

que transmite y del que recibe.

Quintiliano, Instituciones oratorias

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Capítulo 3: El Mundo Clásico II: Roma

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3.5. La mujer romana

A diferencia de la mujer griega, la romana gozaba de libertad para salir tranquilamente a

la calle a realizar sus tareas domésticas, a pasear, asistir a fiestas y festivales, o a los

entretenimientos públicos. Aunque el cuidado del hogar era su responsabilidad, no se

limitaba al ámbito casero y a sus obligaciones, como el cuidado de los hijos, tejer, hilar,

dirigir la casa y a sus servidores domésticos. También podían participar en la vida

intelectual, aunque su matrimonio a edades tempranas impedía una amplia educación,

las mujeres de la clase alta estaban lo suficientemente cultivadas como para ser capaces de

participar en la vida intelectual junto a sus familiares varones.

Tanto los hijos como las hijas de las familias acomodadas, tenían tutores privados. Los

hijos de las familias humildes acudían a la escuela elemental del foro. No existían, en

general, prejuicios sociales para denegar la educación al sexo femenino, tal y como lo

observamos en un texto de Teodoreto de Ciro:

“De la misma manera que el hombre, la mujer está dotada de razón, es capaz de

comprender y es consciente de su deber; como el hombre sabe que es lo que debe

evitar y qué es lo que debe buscar; a veces, ocurre que juzga mejor que el hombre lo

que puede ser útil y es buena consejera”.

(V, 55-57, t.1)

Esta idea se repite en la obra de Musonio Rufo, un filósofo estoico que fue exiliado por

Nerón en el año 65 y volvió a Roma en el 68. Fue nuevamente exiliado por Vespasiano y

retornó a Roma bajo Tito.

“Si las mujeres quieren ocuparse de la filosofía intelectual, discusiones, argumentos y

silogismos, pueden hacerlo al igual que los hombres, ya que la filosofía intelectual

tampoco exime de la aplicación de técnicas en las ocupaciones normales. Por tanto, es

posible y necesario educar a las niñas igual que a los varones, enseñarlas la justicia,

la templanza y el coraje”.

(Fragmento 3)

Esto tenía también el contrapunto en otros autores que como Juvenal, opinaban que la

mujer se debía limitar a su esfera más doméstica y discutir y razonar con “su grupo de

amigas”.

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Capítulo 3: El Mundo Clásico II: Roma

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“Las esposas no deberían intentar ser oradoras públicas. No deberían utilizar ardides

retóricos, no deberían leer a los clásicos... deben existir algunas cosas que las mujeres

no comprendan. Yo mismo no puedo entender a una mujer que pueda citar las reglas

de la gramática y nunca cometa una falta y que cite a confusos y olvidados poetas...

cómo si los hombres se preocupasen por tales cosas.

Si ella tiene que corregir a alguien, permítasele corregir a sus amigas y deje al

marido en paz...”.

(Juvenal 6, 434-56)

A pesar de todo ello, la mujer romana siguió avanzando en su afán de

aprender y conocer, y algunas llegaron a escribir, a ser autoras, pero no de grandes

comedias o tragedias, sino a menudo de versos de carácter amoroso.

Uno de los más importantes logros de la historia intelectual femenina ha sido la

creación de los salones literarios romanos. El más importante, sin duda, fue el que

se formó al amparo y protección de la emperatriz Julia Domna, esposa del emperador

Septimio Severo, (siglo III d.C.), que reunió en torno a su persona, a un grupo de

intelectuales. En estas reuniones todos ellos y la propia Julia disfrutaban de

conversaciones brillantes, discutían sobre diferentes temas y, en definitiva, constituían

el reducto cultural más elitista de toda la corte imperial. Era como un salón literario o

una academia de hombres cultos. De este grupo provenían los preceptores de sus hijos,

y también de aquí se nutría el elemento más importante de gobierno junto al

emperador, el “consilium principis”, esto era el Consejo Imperial, un órgano consultivo

que actuaba paralelamente con el Senado.

Filóstrato, cuya carta 73 va dirigida a la emperatriz la llama directamente, “la filósofa” y

confirma el amor de Julia por la retórica y la literatura. La compara directamente con

Aspasia, la mujer de Pericles, famosa por sus dotes retóricas y su belleza. Según la

tradición, sin que pueda probarse plenamente en algunos casos, a este círculo

pertenecían: Dión Casio y Mario Máximo como historiadores, Galeno como médico,

Papiniano, Paulo y Ulpiano como juristas, Filóstrato de Apamea, como biógrafo, poetas

como Gordiano, y Diógenes Laercio y Elieno como filósofos, entre los más conocidos.

Este círculo de intelectuales constituía, evidentemente, una excepción, tanto en

ámbitos aristocráticos, como desde luego en el pueblo llano.

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Capítulo 3: El Mundo Clásico II: Roma

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Durante la infancia las hijas estaban bajo la tutela del pater familias, que era su

padre, a la muerte de éste, su custodia pasaba al familiar varón de más edad de la

familia que fuera pariente directo. La legislación de Augusto proporcionó a la mujer la

vía para la liberación de los tutores masculinos. Se estableció que una mujer que

hubiera tenido tres hijos (cuatro, si era liberta) quedaba libre de tutela. De esta manera,

se entendía que una mujer que había demostrado una conducta responsable teniendo

hijos para el estado romano, podía actuar sin una tutela impuesta. En la práctica la

independencia del tutor se logró antes de la legislación de Augusto, y además no estuvo

sujeta a la limitación por número de hijos. El paso final se dio en el reinado de Claudio,

donde se abolió la tutela automática del familiar varón sobre las mujeres.

Cuando la mujer se casaba, la autoridad sobre ella queda trasferida al marido. Al

desposarse, una mujer participaba del rango social de su marido y de los honores de que

estuviera investido y en ese rango permanece aun cuando haya cesado el matrimonio, hasta

que decida volver a casarse. También con el matrimonio y su incorporación a su nueva

familia, aceptaba los dioses particulares del culto familiar del esposo.

El objetivo fundamental y primordial del matrimonio era asegurar la descendencia de

la familia y, por consiguiente, del propio estado romano. Al no considerar como

“válidos” los hijos habidos fuera del vínculo, se establece por ley que la edad máxima

para casarse para una mujer era de 20 años y 25 para los hombres; si esto no se

lograba, recaía sobre los individuos afectados las penas impuestas por la legislación de

Augusto contra el celibato y la esterilidad.

La mujer romana era considerada madura a los 12 años, según una legislación de

Augusto, aunque luego se amplió a los 14, con lo que los matrimonios eran convenidos

con antelación y desde muy temprano. Aunque ambos cónyuges debían estar de

acuerdo, la inmadurez real de las niñas las hacía muy vulnerables a la manipulación y

los enlaces eran más un producto de los intereses económicos o familiares, que del

amor. A pesar de esto, se insistía siempre en el consentimiento mutuo de la pareja.

La ceremonia matrimonial constituía uno de los acontecimientos más importantes en la

vida de una mujer. Únicamente se realizaban fiestas cuando la desposada era una joven

doncella, ya que los matrimonios en segundas nupcias se efectuaban con mucha sencillez,

porque estaba mal visto, sobre todo en viudas, ya que se valoraba la fidelidad y la

honestidad de la mujer que a pesar de la muerte de su esposo, le continuaba siendo fiel.

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Capítulo 3: El Mundo Clásico II: Roma

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En primer lugar, cuando ya se había acordado el matrimonio y éste contaba tanto con la

aprobación de los futuros esposos, como de los respectivos pater familias, se elegía

cuidadosamente mes y día. Para conseguir la fecha propicia, se recurría a los augurios.

Como anécdota, destacamos que el mes de mayo era considerado nefasto, mientras que

un mes muy afortunado lo constituía junio.

La víspera de la boda, la novia recogía todos los juguetes de su infancia y los consagraba

a un dios familiar, así como, sus vestidos. Se adornaba toda la casa con guirnaldas y

flores y, si la novia pertenecía a las clases altas, se sacaban las efigies de los

antepasados, a las que los romanos rendían un culto especial y las conservaban en

esculturas a través de moldes de cera, para que ellos también disfrutasen de la felicidad

de su descendiente.

El día de la boda se vestía con su traje nupcial y se adornada la cabeza con un velo, que le

cubría el rostro. El color de este velo era suave, desde blanco hasta ligeramente azulado o

anaranjado. El padre de la novia realizaba un sacrificio para asegurar la felicidad de su hija

y, a continuación, se firmaba el contrato matrimonial, en presencia de diez testigos, con los

dos novios presentes. El momento más importante era cuando en presencia de las familias

enlazan sus manos y se juran fidelidad. A continuación un sacerdote eleva una súplica a

Venus, Júpiter, Juno o Diana a la vez que los ya esposos les ofrecen un sacrificio animal,

desde un buey a un cerdo, y el público gritaba: ¡Felicidades!

Más tarde, se celebraba la cena nupcial en casa de la novia. Al terminar el banquete, la

novia era conducida por un cortejo a la casa del novio. Al llegar, los que la

acompañaban la introducían en brazos a través del umbral donde era recogida por su

esposo y sentada en una silla, donde se le hacía entrega del agua y del fuego, y ella

aceptaba entrar a formar parte de una nueva familia, y a ponerse bajo la protección de

otros nuevos dioses familiares, los del esposo. En este momento el cortejo se disolvía y

los esposos eran conducidos a la cámara nupcial, tras realizar una ofrenda a los nuevos

dioses para asegurar la fecundidad de la pareja.

A la mañana siguiente, la esposa vestida de matrona, realizaba un sacrificio a los dioses de

los antepasados de su nueva familia y recibía los regalos de su esposo. Ese día se asistía a

un nuevo banquete en casa del esposo sólo para los más íntimos de ambas familias.

Existía también la dote de la novia, que era consignada en un documento adjunto al

contrato matrimonial. Si el matrimonio se disolvía, la dote era devuelta, a menos que

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Capítulo 3: El Mundo Clásico II: Roma

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existiera comportamiento reprobable por parte de la mujer. Aparte de la dote, las

mujeres tenían bienes personales, cuya administración podría encomendársela al

marido o realizarla ella misma. Estos bienes son patrimoniales y no se consideran como

aportación al matrimonio, son privativos de la mujer y siempre quedan bajo su

propiedad. También tiene derecho al domicilio legal de su marido, incluso después de

la disolución del matrimonio, mientras no obtenga otro por segundas nupcias.

El divorcio era algo muy frecuente, los motivos alegados solían ser adulterio, impotencia o

ausencia de descendencia, aunque habitualmente se rompían matrimonios por intereses

políticos u otras causas, y podían solicitarlo ambos cónyuges de común acuerdo, o de

manera independiente uno de otro, en este caso se denomina repudio.

Si se realizaba de común acuerdo, el vínculo creado se disolvía con facilidad, ya que si

se habían desposado por mutua voluntad también podrían romper su unión por

voluntad mutua, sin precisar ninguna otra formalidad, y en ocasiones sin necesidad de

alegar la causa. Si se producía divorcio por repudio, el que quería divorciarse debía

enviar al otro cónyuge un libelo de repudio, por escrito, este acto debía ser presenciado

por siete testigos. Con la llegada del cristianismo, a finales del siglo III, se intentaron

frenar los divorcios, insistiendo más en las causas que lo justificaran, para limitar la

frecuencia de los mismos, que era una práctica habitual, sobre todo, en las clases altas.

A partir de Augusto, el adulterio fue considerado delito pero solo para las mujeres. Si el

marido denunciaba la infidelidad de la esposa, dentro de un plazo de 70 días se la

condenaba al destierro. Por otra parte, el infanticidio, el aborto y la anticoncepción fueron

utilizados para limitar el número de hijos en las familias romanas, y también para prevenir

o poner fin a los embarazos ilegítimos, de mujeres solteras y adúlteras. Hasta el reinado de

Septimio Severo no hubo ninguna legislación promulgada que restringiese el aborto, tan

solo se indicaba que una mujer divorciada que hubiera abortado sin el consentimiento de

su ex-marido podía ser condenada al exilio. En el reinado de Caracalla la pena de exilio y

muerte, si la paciente fallecía, fue establecida por administrar abortivos.

En cuanto a los hijos, solo se consideraban legítimos los que nacían dentro del

matrimonio y eran reconocidos por el supuesto padre. La famosa frase de acuñación

romana: mater certus, pater incertus, señala que la asignación del hijo al padre

dependía de la voluntad de aceptación de este. Para que el niño/a fuera legalmente

reconocido como suyo, el padre debía cogerlo entre sus brazos y levantarlo en presencia

de testigos. De esta manera reconocía formalmente a su hijo/a como su descendiente y

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Capítulo 3: El Mundo Clásico II: Roma

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heredero, y se comprometía a la crianza, educación y dotación de medios de vida al

recién nacido.

Si el padre consideraba que ya tenía demasiados hijos o no tenía medios para

mantenerlo o simplemente no lo aceptaba como suyo, volvía la espalda al niño

depositado a sus pies y, de esta manera, la criatura quedaba excluida de la familia

pudiendo ser vendido, muerto o expuesto. Exponer a un niño consistía en depositarlo

en el Templo de la Pietas en Roma, al pie de la columna lactaria, para que lo recogiera

la persona que lo deseara. En la mayoría de los casos estos niños quedaban en manos

de tugurios de prostitución, mendigos, ladrones o comerciantes de esclavos.

La intervención de las mujeres en política, aunque poco habitual, fue notoria en muchas

ocasiones. La primera manifestación femenina de la historia fue la llevada a cabo en el año

195 a.C. por las mujeres romanas para conseguir la abolición de la ley Opia, que limitaba la

cantidad de oro que podían poseer las mujeres y prohibía, asimismo, llevar vestidos teñidos

de púrpura y pasear en carruajes hasta una milla de Roma.

La mujer romana no desempeñó cargos políticos. En el caso de algunas emperatrices

podemos decir de ellas que eran el poder detrás del trono, pero éste nunca podía llegar a

ser suyo. Ellas podrían ejercer una influencia determinante sobre sus maridos, hermanos o

amantes, para decidir desde cuestiones de estado, concesiones de cargos, o incluso,

favorecer a sus hijos para alcanzar la dignidad imperial frente a otros candidatos al trono.

La mujer podía gestionar directamente su patrimonio y administrar sus bienes. Los

oficios desempeñados por la gran mayoría se limitaban a la esfera

doméstica o a profesiones específicas: nodrizas, comadronas, actrices,

masajistas, tejedoras, costureras, lavanderas... pero también encontramos a mujeres

desempeñando tareas de mayor importancia y prestigio como comerciantes,

prestamistas, propietarias de barcos, propietarias de fincas en arriendo y responsables

de compañías de navegación.

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La Educación en la Edad Media

Capítulo 4

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

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4.1. Contexto histórico: el paso del mundo romano al Medioevo

Desde finales del siglo III, el Imperio Romano tiene que hacer frente a una serie de

problemas que amenazan su estabilidad. Por un lado, las conquistas se estancan, el

imperio es demasiado grande para ser controlado desde un poder central. La situación

en las fronteras es muy inestable porque multitud de pueblos bárbaros, que habitan

más allá del limes, están realizando ataques constantes a las poblaciones limítrofes.

Al disminuir las conquistas y aumentar el peligro por las invasiones, se cortan las vías

de comunicación, se interrumpe el comercio y la artesanía de las ciudades, todo esto

hace que disminuya la riqueza que llega a Roma, tanto en tributos, como en bienes

agrícolas, mineros y esclavos. La vida en las ciudades se vuelve muy difícil, tanto por el

control tributario, como por la escasez de bienes de necesidad y la gente huye al campo.

La administración romana y la corte imperial, que se mantenían a expensas de los

bienes importados de las provincias conquistadas, no pueden continuar.

La llegada de metales preciosos para acuñar moneda se ralentiza y se producen sucesivas

devaluaciones de las mismas. También numerosos aristócratas romanos abandonaban

las ciudades de provincias para refugiarse en sus grandes propiedades rurales, donde se

hacían económicamente autosuficientes y podían mantener una autoridad efectiva sobre

masas de campesinos, creando el embrión de los señores feudales.

Los terratenientes comienzan a producir para el consumo interno y el intercambio de

productos se limita casi a un ámbito local. No se exporta ni se importan los ricos productos

de oriente, pensados para las élites locales, en vez de eso se generaliza una artesanía y

comercio local, en las propias fincas rurales, en una economía de autarquía, que

culminará en el feudalismo.

La población libre de las ciudades, mientras tanto, empezó a desplazarse a zonas rurales

en búsqueda de comida y protección, debido a que el aumento de precios hacía cada vez

más difícil obtener alimentos en las urbes para quienes no fuesen comerciantes, burócratas

o soldados.

Desesperados por la necesidad de sobrevivir, muchos de estos hombres libres de las

ciudades, así como, muchos pequeños agricultores se vieron forzados a renunciar a

derechos básicos de ciudadanía para recibir protección de los grandes aristócratas

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

67 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

convertidos en terratenientes. Los primeros se convirtieron en una clase de ciudadanos

medio libres llamados colonos. Estaban atados a la tierra y, gracias a reformas imperiales

posteriores, sus puestos se hicieron hereditarios. Esto proporcionó un modelo temprano de

servidumbre, que formaría la base de la sociedad medieval feudal.

Incluso las propias ciudades empezaron a cambiar de carácter. La vida se ruraliza,

desaparecen las instituciones municipales, las manifestaciones artísticas, las

instituciones, las escuelas. Las ciudades romanas dieron paso lentamente a recintos

amurallados más pequeños, por temor a los ataques externos y ante la falta de tropas

imperiales que estuvieran dispuestas a guarnecerlas.

La autoridad imperial se debilita y se producen constantes ataques contra el trono,

cambiando frecuentemente de manos. El ejército se constituye como el único poder

legítimo en algunas zonas del imperio.

En el año 395, para facilitar su defensa, el emperador Teodosio dividió el Imperio entre

sus hijos, Arcadio y Honorio. A partir de este momento, quedaron separados el Imperio

Romano de Occidente y el Imperio Romano de Oriente.

A principios del siglo V, los pueblos germánicos traspasaron las fronteras y entraron en

el Imperio occidental, empujado por los hunos. Los pueblos invasores (suevos, vándalos,

alanos, visigodos, etc.) se fueron instalando en Occidente y crearon reinos

independientes. El Imperio Romano de Occidente se fragmenta y finalmente en el 476,

Odoacro, un jefe bárbaro, destituyó a Rómulo Augústulo, un niño de diez años, que fue el

último emperador romano de Occidente.

En el año 380, el emperador Teodosio promulga el Edicto de Tesalónica, por el cual

el cristianismo se convierte en la religión oficial del Imperio:

“Queremos que todos los pueblos que son gobernados por la administración de

nuestra clemencia profesen la religión que el divino apóstol Pedro dio a los romanos,

que hasta hoy se ha predicado como la predicó él mismo, y que es evidente que

profesan el pontífice Dámaso y el obispo de Alejandría, Pedro, hombre de santidad

apostólica. Esto es, según la doctrina apostólica y la doctrina evangélica, creemos en

la divinidad única del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo bajo el concepto de igual

majestad y de la piadosa Trinidad. Ordenamos que tengan el nombre de cristianos

católicos quienes sigan esta norma, mientras que los demás los juzgamos dementes y

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

68 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

locos sobre los que pesará la infamia de la herejía. Sus lugares de reunión no

recibirán el nombre de iglesias y serán objeto, primero de la venganza divina y

después serán castigados por nuestra propia iniciativa que adoptaremos siguiendo la

voluntad celestial».

Edicto de Tesalónica de Teodosio Augusto

Los pueblos bárbaros comienzan a cristianizarse y paralelamente comienzan a fraguarse

unas nuevas estructuras sociales, propias de los pueblos germánicos, basadas en los

lazos de fidelidad entre tribus y las relaciones personales con la autoridad, que hacen que el

estado como tal, desaparezca y con él gran parte de las estructuras de poder,

administrativas, legislativas, artísticas y educativas que habían caracterizado el mundo

clásico.

4.2. La Alta Edad Media (siglos X-XII)

Entre el siglo X al XII se formó la sociedad feudal. Los valores que caracterizaban

esta sociedad guerrera-militar eran el honor, la fidelidad y la fe. Se genera el prototipo

del hombre medieval, valeroso, diestro en las armas, leal a su señor, justo, honesto,

profundamente religioso. El caballero era el modelo cristiano, luchaba por Dios y por la

cristiandad. Esta concepción del modelo medieval se generaliza en el siglo XI, cuando el

Papa Urbano II convoca las cruzadas para liberar los santos lugares del poder del infiel.

Paralelamente a esta convocatoria de las expediciones cruzadas, surgen las órdenes

de caballería, especialmente las militares (Caballeros del Temple, de la Orden de San

Juan y de la Orden Teutónica) cuya tarea era defender a los peregrinos y poner su

espada al servicio de la fe.

Con la llegada de los reinos germánicos y la desaparición de las estructuras culturales

que habían caracterizado el mundo antiguo, la cultura se limita al ámbito de la Iglesia.

Toma importancia el estudio de la Biblia y las vidas de santos. Las demás disciplinas

son puestas al servicio de la fe. Estamos ante el tránsito del hombre sabio, al

hombre santo. La intervención en la educación pasa del estado a la Iglesia.

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

69 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Los instrumentos de esta educación serán los monjes, que impartirán su labor cultural en

los monasterios. Los monjes tendrán un papel primordial en esta etapa, ya que son los

únicos agentes educativos. En los monasterios se organizarán auténticas bibliotecas de

manuscritos. Se copiarán libros de autores clásicos y se traducirán las obras clásicas del

griego al latín. Existieron auténticos talleres de copistas y miniaturistas, que rivalizaban

entre sí por conseguir para su orden o monasterio, las más nutridas y ricas bibliotecas del

momento.

El pueblo llano no participa durante la Alta Edad Media del proceso educativo. Estamos

ante una sociedad muy militarizada, analfabeta, con una economía rural, casi

autárquica, basada en la explotación del campo. El estudio y la educación estaban

reservados a la aristocracia terrateniente, que depositaba a sus hijos en manos de

un monje preceptor, para que les enseñase los principios de latín, ortografía y

escritura. Al mismo tiempo, otro preceptor laico les enseñaba maneras cortesanas, y

un tercero, diestro en armas, le enseñaba el arte de la guerra: caza, tiro, equitación,

manejo del arco y la espada. Podía empezar siendo paje y escudero, para finalmente ser

armado caballero.

El modelo educativo se amplía progresivamente a lo largo de la Alta Edad Media. A

partir del siglo IX se crean escuelas monacales, cuyo objetivo era formar hombres

virtuosos y cultos para la Iglesia, siguiendo el modelo romano:

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

70 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

A estas siete disciplinas se añade la enseñanza religiosa de la Biblia. El latín continúa

siendo el idioma culto y oficial, hasta la llegada de las lenguas romances.

Hay que destacar como figura educativa en España en el

periodo de la Alta Edad Media a San Isidoro de Sevilla

(siglo VI). Fue unos de los primeros en elaborar un corpus

de contenidos, donde se recogían el conjunto de saberes

de su época. También desarrolló una labor educativa al

frente de la Escuela para Clérigos, que fundó en Sevilla y

que sirvió de modelo para instituciones posteriores. Estos

contenidos de carácter enciclopédico se encuentran

recogidos en su obra Etimologías.

Algunos de estos contenidos son: Trivium y Cuadrivium, medicina, historia universal,

oficios y libros de la iglesia, el hombre, los animales, cosmografía, geografía, piedras y

metales, horticultura, marina, arquitectura…

Gramática

Retórica

Dialéctica

Trivium

Aritmética

Geometría

Astronomía

Cuadrivium

Música

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

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4.3. Escuelas medievales

A. Escuelas monacales: ubicadas en los monasterios. Su ámbito era

predominantemente rural. Sus enseñanzas estaban destinadas a niños y jóvenes que

continuasen su formación como monjes y posteriormente también como sacerdotes. Hasta

el siglo X estaban en manos de los benedictinos. Se estudiaba sobre textos clásicos y

cristianos: Ovidio, Séneca, Cicerón, Aristóteles, San Agustín, Orígenes…

B. Escuelas episcopales: localizadas en poblaciones mayores y posteriormente en

las ciudades. Eran seminarios de sacerdotes. Los textos sobre los que se estudiaba

eran los mismos que en la escuela anterior: autores clásicos, la Biblia y escritos

de los Santos Padres. Son el antecedente más directo de las universidades.

C. Escuelas palatinas: estaban dirigidas por eclesiásticos y las enseñanzas las

impartían monjes y clérigos, aunque sus alumnos, pertenecientes a la aristocracia,

no tenían que seguir necesariamente la carrera eclesiástica. La más famosa fue la de

Aquisgran. Los contenidos de estas escuelas eran el trivium y el cuadrivium.

4.4. Focos de renacimiento cultural en la Alta Edad Media

Dentro de este panorama educativo centrado en el ámbito casi exclusivamente

monacal, dirigido por la Iglesia, destacamos dos ámbitos geográficos, en los que se va a

producir un auténtico renacimiento artístico y cultural.

Imperio Carolingio

La reforma educativa efectuada por Carlomagno (siglo VIII) tenía como finalidad elevar el

nivel cultural de los pueblos que integraban el imperio, con el objetivo de formar

funcionarios civiles más capacitados y, al mismo tiempo, formar e instruir a los hombres de

Escuelas medievales

Escuelas monacales Escuelas episcopales o catedralicias

Escuelas palatinas

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

72 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

la iglesia, cuya responsabilidad era conducir la vida de la comunidad. Todo ello se realizó

bajo la supervisión y dirección del rey que, de esta manera, vio su autoridad reforzada

frente a la nobleza y a la Iglesia, los dos estamentos claves en esta época.

Carlomagno creó tres tipos de escuelas:

Las escuelas populares de enseñanza gratuita, accesibles a toda la población. En

ellas los niños aprendían a leer, a escribir y nociones de cálculo elemental. En estas

escuelas libres el maestro era el sacerdote del pueblo o ciudad.

Las escuelas de música: dedicadas a formar cantores para las iglesias.

Escuelas superiores: la más importante era la de Aquisgran, donde estaba situada la

capital del imperio carolingio. La escuela palatina de Aquisgran estaba dedicada a

hijos de personas influyentes y futuros funcionarios. Allí se impartían las disciplinas

del Trivium y Cuadrivium.

Carlomagno inauguró una reforma de la educación en todo el imperio. En el 787

emitió la “Carta del Pensamiento Moderno”, en el que se dirige a los obispos y abades

del imperio informándoles que:

“Ha juzgado ser de utilidad que, en sus obispados y monasterios confiados por el

favor de Cristo a su cargo, se aseguraran de que hubiera, no solo una forma regular

de vida, sino también estudio de las letras, cada uno enseñándolas y aprendiéndolas

según su capacidad y ayuda de Dios”… “Que se elija, pues, a hombres (para enseñar)

que quieran y puedan aprender y que se apliquen a ese trabajo con celo que iguale al

celo con que nosotros se lo recomendamos“… “Que todos los monasterios y todas las

abadías tengan su escuela en la que los muchachos aprendan los salmos, el sistema de

notación musical, canto, aritmética y gramática”.

Educación en Al Ándalus

No destacamos aquí la educación islámica en su conjunto porque no tuvo influencia en

el desarrollo educativo posterior, a excepción del foco cultural que se produjo en la

Península Ibérica durante los siglos VIII-XV, en el periodo conocido como Al Ándalus

La educación musulmana es esencialmente educación religiosa. Toda la formación

gira en torno al Corán y las enseñanzas de Mahoma.

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

73 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Educación elemental (hasta los 13 años)

En el siglo VIII la escuela tuvo un carácter popular, aunque limitada a los alumnos y

alumnas que pudiesen pagar el salario al maestro. Los hijos de familias acomodadas

tenían preceptor particular. La escuela no tenía un carácter oficial, ni las

enseñanzas estaban determinadas por la administración pública. Al

principio estas escuelas se localizan en lugares determinados dentro de la ciudad,

pero ya en el siglo X las encontramos asociadas a las mezquitas, con maestros más

instruidos.

Se aprendía a leer y a escribir, copiando versículos del Corán y se practicaba la

memorización de los textos sagrados con una dura disciplina. Esta escuela incluía

nociones de cálculo, poesía y oraciones sagradas.

Educación superior

Aparecen las madrassas, que son las escuelas superiores. Solo para varones.

Era necesario completar los estudios en la madrassa para ingresar en puestos altos

de la administración. El plan de estudios era muy completo: derecho, teología,

lengua árabe, gramática, retórica, literatura, filosofía, comentario de textos, lectura

del Corán y Tradiciones, aritmética, álgebra, geometría, medicina clínica y

quirúrgica, música y astronomía.

En estas escuelas impartían clase maestros particulares pagados por los

alumnos. Al finalizar sus estudios, obtenían un diploma que los facultaba para

enseñar. Después de algunos años que podían ejercer la docencia, se adquiría el

titulo de jeque, esto le garantizaba un ascenso en la escala social, que podía

conducirle a desempeñar cargos importantes en la administración o en algunos

casos a adquirir condición de noble.

El esplendor cultural que se produce durante los siglos X, XI, XII en Al Ándalus es

un referente en toda Europa y en el mundo musulmán. Córdoba se convierte en el

foco de la cultura islámica, que aúna los conocimientos árabes, chinos e hindúes

llegados de Oriente, con el saber clásico. Fue la primera universidad del mundo

árabe, llegando a tener estudiantes llegados de todas las regiones, lo que favorecía

un ambiente de intercambio y difusión de conocimientos. Su fama y prestigio se

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

74 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

extendió, no solo por el mundo islámico, sino también por la Europa cristiana. Otras

madrassas importantes fueron las de Bagdad, Basora, El Cairo o Alejandría.

Sobre el plan de estudios que se seguía en la Madrassa cordobesa tenemos el siguiente

texto de Ibn Hazm:

"Consagran las primicias de su inteligencia a las matemáticas e inauguran su

formación científica por el estudio profundo de las propiedades de los números. Pasan

luego gradualmente a estudiar la posición de los astros, la forma aparente de la

esfera celeste, el modo de verificar el paso del sol, de la luna y de los cinco planetas

(...) todos los demás fenómenos y accidentes físicos y atmosféricos. Añaden a esto la

lectura de algunos libros de los griegos en que se determinan las leyes que regulan el

razonamiento discursivo".

4.5. La Baja Edad Media (siglos XIII-XIV-XV)

Nacimiento de las ciudades

Desde finales del siglo XII se experimenta un fenómeno conocido como renacimiento

urbano. Comienzan a surgir núcleos de población en zonas rurales y otros que nacen por

ser foco de actividades artesanales y comerciales. Se organizan políticamente en comunas y

obtienen de sus señores un estatuto especial que los libera de las cargas que tenían otras

aldeas agrícolas de la zona. Poco a poco, estos núcleos van creciendo buscando la

independencia del poder feudal o real, hasta convertirse en centros urbanos

independientes. Los habitantes de estos nuevos núcleos urbanos son los burgueses,

dedicados a actividades mercantiles, artesanía y comercio principalmente.

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

75 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Paralelamente a este renacimiento urbano se produce una decadencia del estamento

nobiliario y un aumento del poder real, que buscará la alianza con esta nueva clase

social de la burguesía, con suficiente peso económico, para que el propio rey facilite su

acceso a las Cortes o Parlamentos.

La nueva economía de mercado dio impulso a las relaciones comerciales y consolidó esta

clase social urbana, que aún siendo no privilegiada, adquiere progresivamente un

considerable peso económico en la sociedad y en la propia ciudad, especialmente algunas

familias dedicadas a actividades comerciales y financieras. Estamos ante la formación del

patriciado urbano. Esta nueva clase social será el motor de la educación, ya que buscará

para sus hijos la mejor formación con los mejores preceptores.

Escuelas municipales o catedralicias

Desde finales del siglo XII se establecen escuelas en los núcleos urbanos,

similares a las de los monasterios. Al frente de estas escuelas se situaba el rector,

normalmente un eclesiástico, que a su vez nombraba auxiliares para ayudarle en la

enseñanza. El Concejo (municipio) o Cabildo (autoridad religiosa) se encargaba de

su retribución, también establecía los contenidos de la enseñanza y lo que debían pagar

los alumnos.

Este plan de estudios de las escuelas municipales se dividía en dos grupos:

El primer nivel de enseñanzas básicas: leer, escribir y doctrina religiosa.

El segundo nivel era una formación más profesional, relacionada con un oficio.

La escuela podía ser la casa del maestro o bien un lugar proporcionado por el municipio

que se llamaba Aula Capitular. La formación de estos maestros se había realizado

dentro del ámbito eclesiástico y a través de los gremios.

Cuando un futuro maestro recibía la autorización de la autoridad religiosa y/o de la

corporación de maestros gremiales para enseñar “facultis ubique docenti” podía hablar

en público y ejercer docencia. Al principio esta facultad docente tenía nivel local, pero

después, muchas escuelas lograron un reconocimiento más amplio por su calidad

académica y fama de la escuela municipal. A estas escuelas se las concedió el título de

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

76 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Studia Generalia y la potestad de emitir títulos con reconocimiento general. Estas

escuelas municipales son el origen de las universidades.

De entre los mismos graduados, pocos pasaban a ser profesores o lo eran solo durante

un periodo de tiempo limitado. Muchos obtenían el título con miras a una carrera en

las administraciones episcopales y cortesanas o al ejercicio independiente de una

profesión mejor remunerada.

Las universidades

Origen y desarrollo

A medida que avanza el siglo XIII, se liberaliza progresivamente la educación

del estricto control de la Iglesia. Las escuelas municipales cada vez albergan a más

alumnos, debido al mayor poder económico de las familias burguesas. En las ciudades

donde las escuelas municipales estaban adquiriendo mayor prestigio, se instalan las

enseñanzas superiores o universidades, al principio reguladas por la Iglesia, pero

más tarde de manera autónoma, con planes de estudio y titulaciones propias.

El término universitas se utilizó a partir del siglo XII en el sentido jurídico de

corporación o comunidad, de manera similar a un gremio, o una hermandad, en un

momento en que empezaron a proliferar todo tipo de corporaciones. De ahí que se

hablara de universitas scholarium o universitas magistrorum et scholarium, es

decir, de universidad de estudiantes o universidad de maestros y estudiantes. Esto

suponía literalmente, una agrupación o comunidad de maestros y estudiantes que

desempeñaban la educación superior en la ciudad.

Los estudiantes llegaban a las universidades habitualmente con 14 años o poco más,

tras haber iniciado los estudios elementales con maestros que les enseñaban a leer y

escribir y un nivel suficiente de lengua latina. Los primeros años de su vida

universitaria se dedicaban a los estudios de las Artes Liberales, que comprendían

el Trivium y el Cuadrivium. Cuando se consideraban preparados para superar los

exámenes correspondientes, se presentaban para obtener una primera titulación.

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

77 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

La prueba de examen constaba de dos partes:

o Lectio. Lectura y repetición memorística comentada de un texto.

o Disputatio. Consistía en la defensa de unas tesis y la formulación de conclusiones,

bajo la dirección de un maestro y en presencia del resto de alumnos.

Durante esta fase, el alumno debía responder ordenadamente a sus maestros sobre

cuantas preguntas le hiciesen, para demostrar el nivel académico alcanzado y la

comprensión de lo estudiado. Además de ello, tenía que dar pruebas de su capacidad

docente, teniendo que impartir diez lecciones en diez días consecutivos sobre las

materias propias de su especialidad. Si el resultado del examen era satisfactorio,

alcanzaban el título de bachiller, lo que solía ocurrir en un plazo de unos seis

años. Era frecuente abandonar los estudios en este punto porque le facultaba para

ejercer docencia en niveles inferiores.

Solo una minoría continuaba con el estudio a un nivel superior. El graduado

bachiller debía ejercer durante varios años la docencia en las materias de su

especialidad antes de poder acceder a la licentia.

No se realizaban exámenes hasta en el momento de obtener algún título. El

procedimiento para obtener la licenciatura era el siguiente: el candidato era

presentado por un profesor, juraba que había asistido a los cursos y que no

sobornaría a los profesores. El día del examen se le señalaba el tema para que lo

preparase por la mañana y lo comentara por la tarde en un lugar público ante un

jurado de maestros y doctores. Estos deliberaban y votaban en privado sobre el

resultado. Tras su superación, al aspirante se le otorgaba la licencia docendi y se

convertía en licenciado.

El título de doctor exigía estudios aún más prolongados y era habitual que los que se

presentaban a tal examen llevaran varias décadas de vida universitaria (el de Artes, más

breve, se solía obtener en cuatro o seis años, el de Medicina en diez, el de Derecho en 12

o 13 y el de Teología en unos 15).

El examen de doctorado, con la misma estructura que los de otros grados, consistía en la

defensa ante un tribunal de doctores de una tesis, cuya originalidad no se valoraba

tanto, como la manera en que se defendían los argumentos. Tenía lugar con una

ceremonia solemne, a la que asistían todos los doctores revestidos de sus insignias, en

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

78 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

presencia del rector y del canciller. El doctorando se sometía a una nueva prueba, en la

que, bajo la supervisión de su propio maestro, daba públicamente una lección inaugural

o magistral.

Cuando se aprobaba este examen, el alumno finalizaba todos sus estudios. Se le

entregaban las insignias de su función: una cátedra, un birrete, un anillo de oro, una

toga y un libro, y era incorporado a la categoría de los magistri. La ceremonia

concluía con el juramento de fidelidad a las constituciones y reglamentos de la

universidad. Era costumbre celebrarlo con fiestas, comidas, regalos. Este derroche

económico estaba al alcance de pocas familias y muchos estudiantes no podían

costearse llegar a la obtención del grado de doctor.

Metodología y organización de las universidades

La metodología universitaria seguía un esquema muy habitual en el mundo clásico: las

clases tenían un carácter oral, la lección era impartida por el maestro “lectio

magíster” (en las horas lectivas), durante la cual el docente realizaba una lectura

comentada de los textos clásicos de cada disciplina, acompañadas de algún comentario

hecho por el maestro (lector) con el fin de permitir a los alumnos una comprensión

mejor del texto y un conocimiento de la materia en su conjunto.

El alumno tomaba notas o apuntes y las ponía en limpio; una vez revisadas por el

profesor, esas notas pasaban a ser copiadas y difundidas como libros de texto. En otros

casos, era el mismo profesor quien redactaba sus temas. Este texto base, llamado

ejemplar, lo daba a copiar a un copista. Éste lo reproducía y alquilaba o vendía a los

alumnos. El latín era el idioma oficial de la enseñanza universitaria.

A la lectio, le seguía un tiempo de preguntas “questio”, que tenía por finalidad

tratar más ampliamente aquellos temas concretos especialmente controvertidos o

difíciles. Con frecuencia, se trataba solamente de analizar en detalle las opiniones

contrapuestas de dos autoridades reconocidas.

La tercera fase consistía en una discusión o debate sobre el tema “disputatio”, donde

se defendían y rebatían tesis concretas (o "casos" jurídicos), para resolver o desarrollar.

Tenía la doble finalidad de dilucidar públicamente alguno de los puntos más

controvertidos del programa y de servir, a la vez, para que los estudiantes se ejercitasen

en el uso de la dialéctica y diesen prueba de los conocimientos adquiridos en la materia

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

79 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

del curso. Eran presididas por los doctores, siguiendo un orden de antigüedad. Solía

asistir a ellas un público numeroso, compuesto por profesores y alumnos.

En la facultad de Artes había numerosos ejercicios prácticos, exigidos por la corta

edad de los alumnos o por la propia naturaleza de la materia, especialmente la

gramática y la retórica.

Lugar especial tenían en todas las facultades las “repeticiones”, en algunos casos

obligatorias, donde se estudiaban más en detalle diversos puntos de la materia

asignada, repitiendo lecciones de manera constante para garantizar la mejor

asimilación por parte de los alumnos. Todo ello tenía lugar durante un largo curso

de casi un año de duración, que en el caso de España, iba desde el 18 de octubre,

festividad de san Lucas, hasta el 8 de septiembre, festividad de la Virgen o, en

algunos casos, hasta el 15 de agosto.

Las vacaciones y los días lectivos estaban fijados de antemano. Además de los

domingos, había unos días de vacación por Navidades y Pascua, y un mes o dos en

verano. Había además algunos días festivos distribuidos a lo largo del curso. Los

días lectivos estaban dedicados a las clases, comenzando al amanecer, después de la

misa universitaria y concluyendo, hacia las cinco de la tarde. Acabadas las clases,

que solían durar de dos a tres horas cada una, el tiempo se dedicaba a otras

actividades, especialmente repeticiones.

Los estudiantes se organizaban, según los estudios que seguían, en facultades

dentro de la propia universidad, y en Colegios Mayores y Colegios Menores,

adscritos a diferentes órdenes religiosas, y habitualmente financiados algunos de

ellos por el mecenazgo de familias nobles o adineradas, que proporcionaban becas

de estudio a los alumnos con talento, pero con escasos recursos económicos.

El aumento de los estudios liberales y la tendencia de los alumnos a agruparse según las

diferentes ramas profesionales contribuyeron a crear la especialización en las

universidades. Por ejemplo, la universidad de París estaba dividida en cuatro facultades:

Teología, Cánones, Medicina y Filosofía (Artes). Su especialización era en Teología y

Artes. La de Bolonia se especializó en Derecho. Y la de Salerno en Medicina.

Dentro de cada facultad, los alumnos se organizaban en naciones, según la

procedencia de cada uno. Cada facultad estaba dirigida por los maestros titulares o

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

80 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

regentes, al frente de los cuales se halla un decano. Posteriormente aparece la figura del

Rector que podía ser canónigo, doctor o incluso uno de los estudiantes. El rector era

elegido en algunas universidades por los estudiantes de cada nación, en otras por el

claustro de profesores, y en otras por el ayuntamiento (en las de fundación municipal).

A finales del siglo XII estaban creadas las universidades de París, Bolonia, Salerno y

Oxford. En el siglo XIII se constituyen las de Salamanca, Toulouse, Palencia,

Nápoles y Valladolid.

La financiación de las universidades en España era un tema complicado.

Algunas tenían una dotación económica inicial financiada por la corona,

especialmente en la Corona de Castilla, como Palencia o Salamanca. En ocasiones,

era el propio municipio quien las ayudaba económicamente, como la universidad de

Lérida, pero lo más frecuente era recurrir a una ayuda de carácter eclesiástico, de la

Iglesia o directamente de la Curia Romana. A pesar de todo eso, algunas no pudieron

sobrevivir y pronto fue necesario recurrir a la financiación por parte de los propios

alumnos, lo que limitó el acceso a estos estudios a gran parte de la población y

propició que muchos centros universitarios desaparecieran progresivamente.

Santo Tomás de Aquino

En la Universidad de París enseñó teología Santo Tomás

de Aquino en el siglo XIII. Es el máximo exponente de la

escolástica, un movimiento teológico, que partiendo de

Aristóteles y su método aplica el razonamiento como

medio de demostración y refutación de las

verdades cristianas. Será el precursor de la separación

razón y fe, subordinando la fe a la razón, para conocer la

revelación cristiana. Abandona el ámbito científico, para

centrarse en el conocimiento bíblico. Elabora el tomismo,

con sus cinco vías para demostrar la existencia de Dios.

No es objeto de este estudio profundizar en la doctrina tomista, aunque destacamos de

este docente del siglo XIII algunas características pedagógicas, que él defendía en sus

obras:

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

81 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

La educación debe ser integradora, una educación en su totalidad, que tenga por

fin último la perfección de vida del educando. Su definición de educación es:

“conducción y promoción de la prole al estado perfecto del hombre que, en cuanto

hombre, es el estado de virtud”.

El docente debe ser un hombre virtuoso, entregado por entero al “ars docendi”, el

arte de enseñar, al proceso educativo.

La educación no es algo fortuito o accesorio para el hombre, es estrictamente

necesaria, pues sin ella, no daría cumplimiento a su ser. Históricamente, es la primera

vez que aparece esta afirmación de la educación como bien común a todos y no solo para

una élite.

4.6. La invención de la imprenta

En las universidades, los profesores escribían sus lecciones y los estudiantes tomaban

apuntes. El concepto de libro cambió esencialmente, el formato se hizo más pequeño, la

letra más menuda y simple, ya que se escribía con pluma de ave en lugar de con caña.

Encontramos manuscritos con abundancia de abreviaturas y poco ilustrados. No existe

universidad sin libros, de ahí que comenzasen a aparecer copistas y libreros que

difundieron estos manuscritos.

En el siglo XV se dieron dos innovaciones tecnológicas

que revolucionaron la producción de libros en Europa. Una

fue el papel, cuya confección aprendieron los europeos de

los musulmanes (que, a su vez, lo habían aprendido de

China). La otra gran revolución cultural fue la invención de la

imprenta de tipos móviles en Alemania por Gutemberg.

Esto supuso pasar de una cultura de copistas en monasterios

y pocos manuscritos conservados, a la extensión del saber universal.

Los avances tecnológicos simplificaron la producción de libros, convirtiéndolos en

objetos relativamente fáciles y baratos de elaborar y, por tanto, accesibles a una parte

considerable de la población. Al mismo tiempo, la alfabetización creció enormemente,

así como, la incorporación de una gran parte de la población a la educación. Este

aspecto será decisivo en la extensión del saber humanista del Renacimiento.

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

82 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

4.7. La mujer en la Edad Media: aspectos educativos

Al tratar el tema del estudio de la mujer en la Edad Media nos encontramos con la

dificultad de la amplitud del periodo. No podemos considerar como un todo abarcable

la Edad Media, un conjunto de diez siglos. A lo largo de los cuales se han producido

diferencias en lo referente a la educación de la mujer, especialmente en la Baja Edad

Media y el tránsito al mundo moderno al humanismo. También hemos de diferenciar el

estrato social al que pertenecen las diferentes mujeres cuando abarcamos su estudio.

No es lo mismo la consideración de una joven aristócrata, que la de la mujer

campesina, o la hija de un comerciante.

Partiendo de estas premisas, podemos abarcar en la Alta Edad Media dos grupos bien

diferenciados. Por un lado, la población campesina, que constituía el 80% de la

población y vivían trabajando las tierras, que normalmente no eran suyas. La educación

en este grupo estaba muy limitada al propio conocimiento del oficio, tanto niños

como niñas no conocían las letras, ni sabían escribir. Estos saberes no se consideraban

necesarios para el mundo rural donde se movían.

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

83 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Educación primaria

Desde su infancia se educaban en familia, con su madre, abuela u otras mujeres, de

ellas aprendían a hablar. Junto a la lengua materna los niños y las niñas aprenden a

andar, a comer, a vestirse, a jugar, a relacionarse con otras personas. Todo ello es

semejante para los niños y las niñas hasta que cumplen cinco o seis años y constituye la

base de su educación, que la reciben de sus madres, sus primeras maestras.

Educación secundaria

A partir de los siete años, la educación se diferenciaba entre niños y niñas. La

educación femenina se limitaba a las tareas domésticas y la masculina al

Primaria. Educación en

familia

LA MUJER EN LA EDAD MEDIA: ASPECTOS EDUCATIVOS

Secundaria. A partir de 7

años

Estudios superiores.

Universidad.

- Se educaban en familia, con su madre, abuela u otras mujeres

- Aprendían a hablar. andar, a comer, a vestirse, a jugar.

- Todo ello es semejante para los niños y las niñas, hasta que

cumplen cinco o seis años

- La educación se diferenciaba

entre niños y niñas

-La educación femenina se

limitaba a las tareas

domésticas: hilar, coser,

cocinar

- La masculina al aprendizaje

de un oficio o de las labores

campesinas

- El oficio de las armas, si eran

nobles. El comercio o los

diferentes oficios artesanales,

si pertenecían a las clases

medias urbanas

Las mujeres nobles podían

acceder a otro tipo de

educación mas refinada, que

incluye danza, baile, tocar

instrumentos musicales, leer

(especialmente las sagradas

escrituras), la escritura y la

aritmética

- La mujer tenía vetado el acceso a estudios superiores y universitarios, fuera cual fuese

su status social

- Las monjas y las nobles fueron las mujeres que alcanzaron un

mayor grado de cultura

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

84 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

aprendizaje de un oficio, o de las labores campesinas, normalmente de los padres o de

algún familiar cercano.

El silencio, la obediencia y la humildad eran las normas básicas en la educación de

una niña, normas que debía cumplir rigurosamente. De esta manera, al mismo tiempo

que cumplía con su trabajo de ama de casa, cumplía con lo preceptuado por la Iglesia

cristiana para las mujeres. Las niñas permanecían con el grupo de mujeres que

constituía la familia hasta que se casaban o se iban al convento.

En esta etapa sí existen diferencias importantes entre las clases sociales. Para las

familias campesinas, la instrucción de la mujer se limitaba a su familia. Podía aprender

a cocinar, hilar, tejer y tener conocimientos de prácticas curativas. Toda la

salud de su esfera doméstica, especialmente niños y ancianos, se depositaba en manos

del elemento femenino. Todas las mujeres debían ser capaces de atender un parto y

saber lo preciso para el cuidado de los bebés.

El oficio de partera es exclusivamente femenino. Se considera una técnica aprendida

entre mujeres, una transmisión oral de conocimientos, pero no es considerada un

oficio, sino un conocimiento especial que poseían algunas mujeres, normalmente

transmitido de madres a hijas, durante generaciones.

En las familias aristocráticas y urbanas, se diferencia muy bien la educación masculina

de la femenina. Los niños aprenden el oficio de las armas, si eran nobles; el

comercio o los diferentes oficios artesanales, si pertenecían a las clases medias

urbanas; y las niñas continúan en su esfera doméstica bajo la supervisión de sus

madres, que continúan aprendiendo saberes domésticos; hilar, tejer, coser...

En algunos casos, las mujeres nobles no eran quienes directamente realizaban los

trabajos precisos, pero bajo su responsabilidad estaba el saber gobernar su casa, a

sus criadas y criados e iniciar la educación de sus hijas/os en la primera edad, y

continuar con la instrucción de sus hijas en los trabajos domésticos, para que

cumplieran con sus obligaciones sociales.

Pero, además de estos componentes propios de la educación femenina, las mujeres

podían acceder a otro tipo de educación más refinada, normalmente de la mano de

un preceptor ajeno a la familia que incluye danza, baile, tocar instrumentos musicales,

leer (especialmente las sagradas escrituras), la escritura y la aritmética.

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

85 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Además debía poseer las técnicas necesarias para colaborar en el oficio del cabeza

de familia. Durante la baja Edad Media la instrucción laboral de las mujeres en el

negocio familiar era común a todas, incluso a las nobles, que debían atender a la

administración del feudo cuando los maridos estaban ausentes. Además, hay que tener

en cuenta que las mujeres de los mercaderes atendían al negocio familiar en las

ausencias de los maridos. Por ello, es fácil deducir que debían tener conocimientos de

aritmética, pues si no era así, difícilmente podían llevar a cabo esta función.

Había opiniones contrarias a que las mujeres accedieran a estos conocimientos

superiores, pues podían ser causa de entretenimiento vano, desatención a las

obligaciones domésticas e, incluso, pecado. El rey Alfonso X en las Partidas, cuando

trataba sobre este tema, afirmaba que las infantas podían aprender a leer, para leer

libros religiosos. No se autorizaba a todas las mujeres, sino únicamente a las de las

capas más altas de la sociedad. Además, la lectura se condicionaba a libros piadosos,

para aumentar su devoción. En cambio, el rey Alfonso no consideraba recomendable

que las mujeres aprendieran a escribir.

A las mujeres se les exigía las virtudes cristianas: el silencio, la oración, la obediencia, la

modestia y el no estar ociosas, eran normas de obligado cumplimiento e imprescindibles

para ser consideradas como mujeres bien educadas. No obstante, hubo algunas mujeres

que optaron por abandonar los espacios domésticos y la vida familiar, que sustituyeron por

la vida conventual, que les ofrecía un espacio más amplio de libertad. Las monjas y las

nobles fueron las mujeres que alcanzaron un mayor grado de cultura.

Había muchas más personas que sabían leer que escribir. La escritura no era necesaria

en la vida de las mujeres, tampoco en la de los hombres, pues había escribanos que

podían hacerlo y dar fe de lo recogido en el escrito. Por tanto, estos conocimientos eran

superfluos para las mujeres y no se contemplaban en una buena educación. En el

pensamiento dominante del siglo XIII no se consideraba que las mujeres pudieran

escribir y mucho menos expresar un pensamiento articulado. Esto solo debía

corresponder a los hombres, sobre todo a los religiosos.

Aunque ésta era la idea general que se ha transmitido y solo se ha reconocido a los

monasterios masculinos como centros de cultura, también en los femeninos hubo

escritorios, y en ellos las monjas copiaron y miniaron códices, en la misma medida que

en los masculinos. En muchos casos las monjas no se limitaron a copiar, sino que

escribieron obras propias.

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

86 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

A finales de la Edad Media comenzaron a prosperar los colegios de niños y niñas,

separados unos de otras. Los colegios aparecieron en las ciudades y estaban vinculados

a instituciones religiosas y, en algunos casos y de forma excepcional, fueron los concejos

quienes se preocuparon por promover este tipo de instituciones educativas.

En el caso de las niñas, además, se conoce la existencia de colegios de doncellas.

Estos colegios, en muchos casos, más que una preocupación para que aprendieran

conocimientos, tenían un carácter asistencial de niñas huérfanas que fueron recogidas

en estos centros dependientes de la beneficencia pública o de la generosidad de familias

poderosas. Igualmente, en algunos beaterios, junto a la labor asistencial que

caracterizaba a estos centros femeninos de religiosidad, también se ocuparon de dotar

de enseñanza primaria a las niñas.

En las familias poderosas, como la sociedad consideraba que las mujeres debían estar

recluidas en sus casas, las niñas tanto de la alta burguesía como de la nobleza se

educaban e instruían en ellas con preceptores clérigos que las enseñaban, además del

comportamiento correcto para una buena cristiana, a leer y a escribir.

Educación superior

Con el surgimiento de las universidades, en la Baja Edad Media, la educación no

cambió demasiado para el estamento femenino. En estos siglos las universidades se

definían como centros de sabiduría a los que las mujeres no tenían acceso. Solo

algunas mujeres, bien de la nobleza o monjas, pudieron en sus residencias o conventos

dedicarse a labores más intelectuales como: la lectura, la escritura y la creación de

obras literarias, poemas.

A partir del proyecto humanista se comenzó a defender que las niñas tenían los mismos

derechos que los niños a recibir instrucción, a aprender a leer y a escribir. No obstante,

no puede olvidarse que esto afectaba a un grupo muy reducido de la sociedad que, en

líneas generales, era iletrada. Pero, en las clases sociales superiores, nobleza y

burguesía, fueron numerosas las mujeres que aprendieron a leer y a escribir.

La época de Isabel I de Castilla fue, sin duda, un momento en el que el desarrollo

intelectual de las mujeres fue grande. La Casa de la Reina estuvo formada por mujeres

instruidas que sabían leer, escribir, música y, en algunos casos, otras lenguas diferentes

al castellano que habían estudiado. Una de las preocupaciones de la Reina era la

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Capítulo 4: La Educación en la Edad Media

87 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

educación de sus hijas, las cuatro infantas. Todas ellas llegaron a ser reinas titulares o

consortes. Juana I es el paradigma de la excelente educación

que recibieron las hijas de Isabel y que tuvieron las damas de

la Casa de la Reina, que ellas mismas transmitieron a sus

propias hijas. Juana sabía leer, escribir, música, francés y,

posiblemente, latín que era la lengua culta e internacional en

aquel momento.

En este sentido destacamos la figura de Beatriz Galindo,

preceptora de la reina y de sus hijas. Esta mujer perteneciente

a la baja nobleza, era hija de hidalgos, estudió gramática latina

en la escuela superior de Salamanca, y allí destacó por su valía

y su dominio de esta lengua. Este hecho hizo que se la

apodara, “la Latina”. Con 16 años y antes de su entrada en el convento, fue llamada a la

corte para ser preceptora real. Su labor, no solo se redujo a enseñar latín a la reina y sus

hijas, sino que actuó como consejera de la reina Isabel. Su labor es importante porque

es la primera “maestra de letras” que conocemos su nombre en España.

Además, hubo otras mujeres laicas que tuvieron estos conocimientos y escribieron poesía.

Pero fueron sobre todo monjas las que escribieron abundantemente en el siglo XV y XVI

sobre cuestiones religiosas y, sobre todo, expusieron un pensamiento en el que las mujeres

no tenían las actuaciones secundarias a las que tradicionalmente la Iglesia les relegaba.

Entre las monjas más notables del momento, aunque ya estamos en época renacentista,

destacamos a Santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia y escritora de numerosas

obras.

Simplemente cerramos el estudio de la mujer con una frase de esta santa castellana:

“No es correcto rechazar las mentes que son virtuosas y valientes... aún

cuando sean mentes femeninas”.

Teresa de Jesús, siglo XVI

.

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La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

Capítulo 5

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

90 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

5.1. Renacimiento (siglo XVI)

Contexto histórico

El Renacimiento da paso a lo que conocemos como Edad Moderna. En líneas generales

significa una ruptura, aunque no definitiva, con lo que había supuesto la Edad Media. Esto

se traduce en la aparición de un nuevo orden político, económico, social, cultural y

educativo.

En el aspecto político-social, la Edad Moderna supone la consolidación de las

monarquías. El nacimiento del estado moderno. La importancia de la nación

por encima de poderes locales. La autoridad real se hace más fuerte apoyándose en el

ejército permanente y en la recién creada burocracia, una administración fuerte, que le

permitirá al monarca el control de su Estado desde la capital.

Aparecerán tratadistas que defienden la concentración de poderes en una persona

como la forma de gobierno más fuerte y estable. Maquiavelo, en su obra, “El Príncipe”,

defenderá el poder absoluto del gobernante, afirmando que éste debe utilizar todos los

medios a su alcance para conseguir el bienestar, la felicidad y prosperidad de su pueblo.

Se consolidan las Cortes y los Parlamentos, que gobernarán junto al rey, alejándose de

la subordinación al poder eclesiástico. También emergerán florecientes Repúblicas,

tanto burguesas en Italia, como aristocráticas en Alemania, dedicadas al comercio y a

las actividades mercantiles.

El siglo XVI supone el ascenso imparable de la burguesía, que llegará a ser el grupo

social más poderoso económicamente, gracias a sus actividades relacionadas con el

comercio, la producción artesanal y la banca. Estos burgueses serán los auténticos

promotores de la educación, al convertirse en mecenas de las artes y buscar para

sus hijos la mejor educación, que les permita alcanzar puestos importantes, no solo en

la administración, sino en la corte junto al rey y la aristocracia. La educación se

convertirá de esta manera, en una vía de ascenso y promoción social.

En el aspecto económico, desaparece el sistema feudal, basado en la posesión de la

tierra, siendo sustituido por un primer capitalismo, que concede gran importancia a la

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

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posesión de capital. Se rompe el sistema gremial y se implanta una economía de

mercado, basada en una mayor producción, que supone mayores beneficios.

Aparece un comercio y una industria artesanal, centrada en las ciudades, que son

puntos de concentración económica. Finaliza el comercio del trueque, se consolida la

moneda y se crean mecanismos para agilizar el comercio, como la letra de cambio. El

descubrimiento de América y las rutas de navegación por el Atlántico e Índico abren

nuevos caminos al comercio y favorecen los descubrimientos científicos.

En el aspecto cultural y de mentalidad, aparece un nuevo movimiento cultural,

denominado humanismo, que pretendía aunar el pensamiento cristiano con la

recuperación de los valores de la antigüedad clásica, en el plano del arte, de la cultura y

de la vida, haciendo del hombre el centro del universo: individualismo. El ejemplo más

característico de este humanismo es la fundación en la ciudad de Florencia de la

academia neoplatónica, bajo el mecenazgo de la familia de los Medicci.

La invención de la imprenta contribuye a la difusión de las ideas humanistas. Se

difunden los escritos clásicos, muchos ya traducidos a las lenguas vernáculas. Los

grandes filósofos, poetas e historiadores grecolatinos son leídos y comentados en los

círculos más intelectuales.

La mentalidad del hombre moderno cambia. No le interesa mantener una vida de santidad

buscando la salvación eterna, sino la superación constante y la búsqueda de la

felicidad en esta vida. Surge la confianza en el ser humano y su creatividad, hasta

considerar al mundo como un campo de experimentación, que se puede dominar mediante

métodos empíricos. Se produce un importante desarrollo de las ciencias prácticas. Conocer

y dominar el mundo, interpretar y desvelar científicamente la obra de Dios.

Interesa sobre todo la aplicación del saber, la técnica. Esto va a suponer la

fragmentación progresiva del saber científico en las diferentes ramas. No se busca el

conocimiento universal, sino el dominio de una especialidad concreta. La teología deja

de tutelar estos saberes, que se convierten en disciplinas independientes.

En el aspecto religioso, se rompe la unidad religiosa que había caracterizado la etapa

anterior. La autoridad papal se debilita y aparecen las diferentes iglesias nacionales:

luterana, calvinista, anglicana.

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

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Aspectos educativos del siglo XVI

Durante el Renacimiento, la educación continuó con la estructura de la enseñanza

medieval, organizada en función de las necesidades de la Iglesia de formar clérigos que

debían conocer el latín. Se concede importancia a la escuela secundaria, no a la

elemental.

La enseñanza secundaria era semejante a la medieval en su metodología: el profesor

leía y comentaba un texto. Luego, los alumnos se dedicaban a la discusión de los temas

planteados. Se concedía importancia a la educación del cuerpo, a la disciplina física,

tomando como especial referencia la educación griega.

En una misma aula había varios profesores con distintos grupos de alumnos. Para

evitar esta superposición, se fue iniciando una distribución de los alumnos según su

nivel de conocimiento, que con el tiempo trajo como consecuencia la separación de

los alumnos por edades.

A estas escuelas podía acceder la mujer, especialmente la mujer noble, pero no era

frecuente. La educación femenina se seguía relegando al ámbito doméstico.

La educación para la mujer debía ser formarla en la virtud. Se insiste en que su

intelecto no es apto para el saber, aunque se amplía su horizonte educativo con lecturas

de los clásicos, danza, música, canto e instrumentos musicales. Para las mujeres de

clase social baja y la mayoría del ámbito burgués, su educación estaba muy limitada y el

analfabetismo femenino era alto.

Introdujeron el griego en la enseñanza superior y sustituyeron el latín de la Iglesia por

el de escritores de la época clásica, como Cicerón y Virgilio. Sin embargo, conservaron

la enseñanza de artes el Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y el Cuadrivium

(aritmética, geometría, astronomía y música).

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

93 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Las facultades de artes otorgaban el título de maestro en artes, que permitía el

ingreso a las facultades especializadas en medicina, derecho o teología. Con el tiempo,

las facultades de artes se fueron transformando en colegios, dando origen así

a la enseñanza secundaria moderna. A estos colegios, cada vez más numerosos y

más concurridos, asistían burgueses y algunos jóvenes con talento, pero sin recursos,

que estaban becados o que trabajaban como criados en el propio colegio o en la casa de

profesores, para poder asistir a las clases.

Fue en estos colegios y no en las universidades, donde penetraron más fácilmente las

ideas del Humanismo. Con la fragmentación del cristianismo en las diferentes iglesias,

existen diferencias en la educación entre los países protestantes y los católicos.

En los países protestantes la educación la asume progresivamente el estado, junto

con la iniciativa particular laica. Se va deslindando de la Iglesia. Ejemplo más

característico lo tenemos en la figura de Erasmo de Rotterdam y Tomas Moro.

Erasmo de Rotterdam fue un erudito holandés, contemporáneo de Lutero y Tomás

Moro, uno de los más destacados representantes del humanismo en Europa. En

este estudio se van a analizar las consideraciones que realizó Erasmo sobre la

educación, a través de su obra: "De pueris statim et liberaliter instituendis”. La

temprana educación liberal de los niños.

Erasmo reclamaba una educación inicial, desde la más

tierna infancia del niño, afirmaba que el latín elemental y el

cristianismo básico han de enseñarse en el hogar antes de empezar

el bachillerato formal, a los siete años. El latín también debía

enseñarse, primero de manera coloquial, y después a través de la

gramática. Era un firme defensor de la educación física, como

medio de fortalecimiento del cuerpo, para posteriormente

fortalecer la mente y el espíritu.

No se muestra partidario ni del aprendizaje mecánico y memorístico, como de la fuerte

disciplina. Erasmo mantiene que los castigos severos solo conseguirán apartar al

alumno del estudio.

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

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Texto

“Se ha de engañar con determinados atractivos a aquella edad que todavía no puede

conocer cuánto fruto, cuánta dignidad y placer han de proporcionarle las letras en un

porvenir cercano. Conseguirán en parte este resultado la suavidad y el comedimiento

del preceptor y, en parte, su ingenio y su habilidad para amenizar sus enseñanzas con

varias invenciones que harán las lecciones agradables para el niño y le harán olvidar

la fatiga del esfuerzo. No hay cosa más inútil que la enseñanza cuando el carácter

desapacible y agrio del preceptor hace que los niños empiecen a tomar fastidio al

estudio antes que puedan entender los motivos por que debe ser amado. El primer

grado de la docencia es el amor del que enseña.

Andando el tiempo, sucederá que el niño, que comenzó a amar las letras por afecto al

que se las enseñaba, cuando ya no sintiere su influencia las amará por ellas mismas

(...). A estos también puede proveer nuestro cuidado de que sea mínimo el trabajo y,

por ello, también mínimo el desgaste. Ello se logrará si a los niños no se les atiborra ni

de mucha ni de farragosa doctrina, sino exclusivamente de la mejor y de la que se

acomoda más a su edad, que más deleite toma en lo ameno que en lo sutil. Además,

una cierta afabilidad en el método de enseñar hará que parezca un juego y no una

penalidad (...). En la enseñanza de todos los conocimientos es menester que el

preceptor no sea ni pesado ni severo, sino asiduo más que inmoderado. No causa

enojo la asiduidad si es comedida, si la sazonan la variedad y el agrado, si,

finalmente, estas cosas se enseñan de modo que esté ausente la idea de trabajo y el

alumno se imagine que todo se hace por juego (...).

Hoy en día no vemos a hombre tan ruin, tan inútil, tan poca cosa que el vulgo no le

atribuya suficiente aptitud para regentar una escuela. Y ese maestro, a su vez,

figurándose haberse alzado con un reino, os causa maravilla cómo se hace el feroz

porque tiene mando, no sobre fieras, sino sobre aquella edad que es menester que se la

trate con toda dulzura y cariño.

Dirás que aquélla no es escuela sino prisión por el estallido de los azotes, por el

estrépito de los palos; allí dentro no se oye nada sino llantos y quejas y amenazas

espantables. ¿Qué otra cosa aprenden allí los niños sino aversión por las letras? (...)

No hay quien desuelle y martirice con mayor crueldad a los niños que aquellos

maestros que no tienen nada que enseñarles.

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

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¿Qué hacen esos en las escuelas sino gastar todo el día en azotainas y denuestos? (...).

Cómo abundan hoy en día los padres que, con sus implacables azotainas, dañan la

salud de sus hijos, los llenan de cardenales, los azotan, y no es raro que los maten. La

saña de algunos no se contenta con varas, sino que los golpean con el mango, muelen

las carnes tiernas con bofetones y puñadas, y si tienen al alcance de la mano un

instrumento más recio, lo arrebatan y se lo rompen encima de las costillas (...).

Tampoco debe ser frecuente la severa amonestación. La medicina tomada con

inoportunidad exacerba la dolencia, no la alivia, y tomada asiduamente, poco a poco,

deja de ser remedio y no logra sino el efecto que suele producir el manjar desabrido y

poco saludable (...)”.

Erasmo de Rotterdam, "La temprana educación liberal de los niños" XV

La Reforma protestante vio en la educación un medio útil para la difusión de sus

postulados religiosos. Lutero consideró que los fieles habían de formarse leyendo la

Biblia y las obras de los reformadores, vías más íntimas de comunicarse con Dios que

los tradicionales ritos de la Iglesia de Roma.

También resaltó la educación como camino hacia una mejor integración social de los

ciudadanos y una mayor difusión de valores que favorecieran la paz y el buen gobierno.

Por ello, instará en 1524 a los regidores de las ciudades a crear un sistema de

enseñanza gratuita dirigido por el estado, pero al no ser obligatorio no incidirá

en una gran parte de la población. Su discípulo Melanchton, considerado uno de los

grandes pedagogos alemanes, fue el organizador de la enseñanza secundaria impartida

en los Gimnasium.

En los países católicos la educación no es materia de intervención del estado. Siguió

estando en manos de la Iglesia, quien delega en órdenes religiosas, especialmente en los

jesuitas. La Compañía de Jesús, también llamados jesuitas, es una orden religiosa

católica, fundada por San Ignacio de Loyola en 1540. Los jesuitas se interesaban por la

educación secundaria y superior

El objetivo de los jesuitas era desarrollar un sistema pedagógico que abarcara tanto a

docentes como a alumnos. Los clásicos constituían el núcleo de sus programas,

mientras que las ciencias representaban un papel secundario. Sus métodos de

enseñanza favoritos eran la repetición, la memorización y las revisiones

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

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completas. Se alentaba a los alumnos a competir entre sí y se reconocía la excelencia

intelectual.

En la Compañía de Jesús se preocupan por la formación de sus maestros, fundando

"seminarios pedagógicos" en cada una de sus provincias. Sus docentes estaban muy bien

preparados: tenían que estudiar de 16 19 años antes de poder enseñar.

Esto supone una importante evolución en la educación, ya que en los colegios

jesuíticos existía igualdad de temarios, contenidos y doctrinas a lo largo de todas las

provincias, lo que supuso una primera homogeneización y sistematización del plan de

estudios, no solamente en Europa, sino también desarrollaron una importante labor

evangelizadora en América y Asia, donde abrieron colegios y escuelas superiores.

Niveles educativos

La enseñanza se divide en los tres niveles educativos característicos: primaria-

secundaria-superior. Cada uno con un plan de estudios propio.

Primaria: doctrina cristiana y conocimientos básicos de lectura y

escritura. Se incluyen nociones básicas de cálculo. Se estudia en escuelas de

enseñanza primaria, llamadas escuelas populares, similares a las de la Edad Media.

Secundaria: Trivium y Cuadrivium. En algunas escuelas se incluye también el

estudio de la Historia, tanto civil como sagrada y eclesiástica, así como, el de la Filosofía.

Estos estudios suplementarios estaban encaminados hacia la continuación de estudios

superiores para los alumnos con más capacidad y posibilidades de seguir estudiando.

Superior: universidades. Junto a los estudios tradicionales de la época anterior,

surgirá una cultura y una enseñanza realista y práctica. Se incorporan al

estudio los textos clásicos traducidos y difundidos gracias a la imprenta, así como,

las traducciones de textos árabes y bizantinos, que darán lugar a un nuevo “corpus

científico”.

Se diferenciarán las disciplinas del saber en: ciencias de la naturaleza y ciencias del

espíritu. Se incorporan con rango propio al currículo, separadas ya de la Filosofía y

Teología, las Ciencias Naturales, Historia, Matemáticas, Medicina, Política y Derecho.

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

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Varía el procedimiento y la metodología, basándose no solo en el conocimiento, sino

también en la experimentación. Dentro del ámbito universitario destacamos en España, la

fundación en el año 1508 de la Universidad de Alcalá de Henares por el cardenal

Cisneros, a partir del antiguo Colegio de San Ildefonso de Alcalá, del que Cisneros fue

alumno. La universidad fue fundada con cuatro facultades: Teología, Derecho canónigo,

Artes y Filosofía, a las que más tarde se uniría Medicina.

Tipos de escuela

Escuela popular: se enseñaba el saber elemental. Estaban financiadas por la

Iglesia o por el municipio. A ella acudían los hijos de las familias menos

pudientes económicamente. Se contrataba a un maestro para ejercer la docencia,

que podía ser un religioso o un laico. Se enseñaban rudimentos de cálculo, lectura,

caligrafía y catecismo. Habitualmente el aula era la parroquia.

Escuela burguesa: era privada. A ella acudían los hijos de la burguesía

adinerada. El docente era contratado por las familias de los alumnos. Se enseñaban

las artes liberales: trivium y cuadrivium.

Escuela nobiliaria o palatina: era la institución de más categoría. Estaba

constituida para la realeza y la aristocracia. Se enseñaba junto con el trivium y

cuadrivium, la doctrina del buen caballero, usos y moda en la corte,

deportes, esgrima, ballesta, caza, educación cortesana, música y danza.

Se intenta aunar el ideal del caballero, con la aspiración renacentista del hombre

culto y sabio. Los maestros de esta escuela serán docentes elegidos entre los mejores

preceptores de Europa que enseñen la doctrina humanista.

Dentro de esta escuela nobiliaria destaca la Escuela Real, Aula Regia, creada en

algunos países para la educación de los hijos de los reyes, junto con algunos nobles de

las mejores familias aristocráticas del país.

Dos figuras destacadas en el humanismo español: Luís Vives y Antonio de

Nebrija

Juan Luis Vives: humanista y pedagogo español del siglo XVI, escribe tres obras

importantes con contenido educativo: “Tratado de las disciplinas”, “Tratado del alma”

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

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e “Instrucciones para la mujer cristiana”. Sus propuestas para la educación las

podemos resumir en:

Enseñar al alumno según sus capacidades que el educador debe averiguar. Es el

precursor de las “evaluaciones”. Propone que los docentes se reúnan de

manera periódica para evaluar las capacidades del alumno. El maestro debe

adaptar la enseñanza al nivel y al ritmo del aprendizaje de sus alumnos,

motivarlos y regular los premios y castigos en su evolución, según las capacidades de

cada uno. Debe adaptar la educación a las capacidades.

Aboga por una educación integral, en la línea del humanismo renacentista, en el

que el pensamiento cristiano se combine con las enseñanzas prácticas y los textos de

los clásicos.

Adapta el estudio del latín y los textos medievales a la enseñanza. Propone el

estudio de las obras de Aristóteles.

Formación del gobernante. En la línea renacentista, y como impulsor de una

política pedagógica planificada, que incluya la educación popular.

Formación de la mujer: en su dimensión más tradicional: el catecismo y las

costumbres, la preparación específica de la mujer en sus labores domésticas y una

iniciación a la cultura: “un moderado conocimiento de la naturaleza y de las

primeras letras, que ella deberá enseñar a sus propios hijos pequeños”.

Formación del docente: debe ser competente en sus conocimientos, debe saber

enseñar; ser claro y conciso, y debe ser persona recta y virtuosa.

Antonio de Nebrija: fue autor de la primera gramática española (1492) y el primer

diccionario de lengua española (1495). Fue filólogo, historiador, pedagogo, gramático,

astrónomo y poeta. En Bolonia estudió Teología, Latín, Griego, Hebreo y aprendió también

Medicina, Derecho, Cosmografía, Matemáticas, Geografía e Historia. Fue profesor de

gramática y retórica en varias universidades españolas: Salamanca, Sevilla, y Alcalá de

Henares.

Su labor educativa se concreta en su obra: “la educación de los hijos”, que es una

recopilación de textos clásicos; griegos y latinos, sobre educación. Desarrolló una

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

99 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

importante la labor en diferentes universidades españolas para que se aceptase el

castellano como lengua digna de ser estudiada.

Para Antonio de Nebrija las características del buen docente se concretan en:

Debe ser capaz de adecuar los contenidos a la mente y capacidad del alumno.

Debe ser gran conocedor de la materia- al menos bachiller.

Debe ser hombre prudente.

Debe observar una buena metodología, motivadora, que fomente las propias

cualidades del alumno y le incite a saber más.

“Cada cual debe ser educado de modo que cultive sus propias cualidades y las fomente

mediante el estudio, siendo ayudado según sus propias tendencias. De este modo, el

niño sería más fácilmente conducido a la perfección de aquello en lo que destaca, ya

que la naturaleza se perfecciona más si se le ayuda con cuidado en ello. En cambio, si

se dispersa su atención hacia muchas cosas, ni podrá destacar en lo que no considera

apto, ni podrá dedicarse a cultivar convenientemente lo que le es natural”.

A. Nebrija, “La educación de los hijos”, Valencia, 1981, pp. 143

5.2. Barroco (siglo XVII)

Circunstancias históricas

Aspecto religioso: es el siglo de la Contrarreforma. Surge desde Italia como una

reacción ante las divisiones internas que han supuesto para el cristianismo la aparición

de las iglesias protestantes. Desde Roma, el Papado pretende demostrar su fuerza y

autoridad sobre toda la Iglesia Católica y tras el Concilio de Trento, auténtico motor de

la Contrarreforma y con el apoyo de la Compañía de Jesús, fundada por San Ignacio de

Loyola, pretende demostrar todo su poder haciendo de Roma y especialmente del

Vaticano, un escaparate público donde se reafirme su fuerza.

Aspecto político: el Siglo XVII es el siglo del Absolutismo. Desarrollado en Francia y

en España, a partir de la entrada de los Borbones. Es la afirmación suprema del poder

real, reforzando la fuerza de la monarquía. El monarca reclama su legitimidad al trono

como derecho divino y elimina progresivamente los organismos e instituciones que

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

100 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

limiten su poder. La concentración de poderes llega a su máxima expresión en la

Francia de Luis XIII y Luis XIV.

Aspecto cultural y de mentalidad: el siglo XVII fue un período de rápido progreso de

muchas ciencias y de creación de instituciones que apoyaban el desarrollo del

conocimiento científico. La creación de éstas y otras organizaciones facilitó el

intercambio de ideas y de información científica y cultural entre los estudiosos de los

diferentes países de Europa. Entre estas instituciones destacan: la Academia de

Nápoles, la Royal Society de Londres y la Regia Sociedad de Medicina de Madrid.

En el siglo XVII, nuevos métodos de investigación condujeron a importantes avances

en el campo de la ciencia. Los tres grandes científicos del siglo XVII fueron Juan

Kepler, Galileo Galilei e Isaac Newton.

Juan Kepler, a partir de sus tres famosas leyes, hizo una descripción precisa del

movimiento de los planetas alrededor del sol.

Galileo Galilei confirmó las teorías de Copérnico, avanzó los estudios sobre la

caída de los cuerpos y formuló el principio de inercia.

Isaac Newton elaboró una teoría que permitió describir y también explicar el

movimiento de los cuerpos. Formuló las leyes de la mecánica y el cálculo

infinitesimal, que posibilitó la resolución matemática de los problemas de

movimiento. Postuló su célebre Ley de Gravitación Universal.

Niveles educativos

Son similares a los de la etapa anterior, aunque se advierte el estudio de la lengua

vernácula, junto al latín.

Escuela elemental o primaria: enseñanza de la lectura, tanto de las Sagradas

Escrituras como de otros textos que se considerarán necesarios para desenvolverse

en la vida. Se aprende caligrafía y aritmética, imprescindibles para el desarrollo

de muchos oficios.

En este siglo y en los posteriores, esta escuela adquiere gran importancia desde el apoyo

que le brindan los gobiernos. Se considera necesario para la consolidación de un estado

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

101 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

fuerte que gran parte de sus ciudadanos sean letrados, y que puedan optar a un gran

número de puestos de trabajo en los que se necesita una enseñanza mínima.

Escuela secundaria: las artes liberales. Se considera este nivel como preparatorio

a las universidades o colegios mayores. También se forma a los alumnos con una

sólida cultura general, que les servirá para el desempeño de otros oficios o

funciones administrativas menores.

Escuela superior: se continúa lo ya iniciado en la época anterior. Se mantiene el

impulso a disciplinas como la Historia, Geografía, Matemáticas y Ciencias

Naturales. De ésta última y, gracias a los estudios de Newton, se deslinda la Física.

La enseñanza del Derecho también evolucionó, surgiendo divisiones nuevas que poco a

poco se irán imponiendo a las medievales de Derecho Canónigo y Derecho Romano.

Estas nuevas disciplinas fueron Derecho Internacional, Derecho Público y Derecho

Natural, que regularán las nuevas relaciones de los poderosos estados.

La Facultad de Medicina adquiere una nueva orientación práctica y clínica. Esto supuso

el nacimiento de disciplinas como la Química, Farmacia, Botánica o Cirugía. Todas

estas evoluciones de los nuevos saberes se consolidarán definitivamente en la época de

la Ilustración.

Nuevas metodologías

Método experimental de Francis Bacon. Este político insistió en la validez del método

científico, de manera que no se admitiera como verdad nada que no pudiese ser probado

por la observación y la experiencia sensible. Para él, el conocimiento es fruto ante todo de la

experiencia. En esta misma línea encontraríamos a John Locke o David Hume

representantes del empirismo, quienes proponían solo aceptar el conocimiento basado

exclusivamente en la experiencia y en hechos susceptibles de ser demostrados

científicamente.

René Descartes: filósofo, matemático y físico. Su método queda expuesto en su obra

más famosa “Discurso del método “, en el que se proclama contrario a la escolástica que

se enseñaba en las universidades (que afirmaba que la razón debe subordinarse a la fe),

de tal manera que defiende la definitiva separación entre razón y fe, solo

admitiendo como válido el pensamiento racional.

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

102 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Si bien, estos nuevos métodos se aplicaron en las universidades, las enseñanzas

inferiores siguen pautas similares a épocas precedentes. Destacamos en este siglo la

aparición de Los Hermanos de las Escuelas Cristianas, compañía religiosa

dedicada a la educación de los niveles inferiores, que junto con los jesuitas,

desarrollarán una labor educativa fundamental en los países católicos.

Los Hermanos de las Escuelas Cristianas es una orden religiosa

dedicada a la enseñanza fundada en el siglo XVII por Fray

Juan Bautista Salle, sacerdote francés, que consagró su vida

a formar maestros destinados a la educación de hijos de

artesanos y de niños pobres de la época.

Esta orden tiene gran influencia en la formación educativa en la

escuela primaria y popular, escuelas técnicas y escuelas

secundarias. Propone una metodología práctica, organización

de los alumnos por niveles, enseñanza en lengua propia, no en

latín y una disciplina severa. También se ocupa de la formación de docentes a través de las

Escuelas de Formación de Maestros Rurales.

Es importante destacar en este siglo la influencia de la labor educativa que desarrolló

en su obra “Didáctica Magna”, Comenio, considerado como el padre de la Pedagogía.

Fue un teólogo, filósofo y pedagogo del siglo XVII. Se preocupa de las diferentes etapas

del desarrollo educativo y separa por edades a los alumnos para estimular su proceso

de aprendizaje. Establece “un plan de estudios” para señalar los temas a tratar y en las

etapas concretas. Afirma que todos los hombres tienen una aptitud innata hacia el

conocimiento y no debe limitarse a una élite el acceso a la educación, así crea la

concepción de una escuela primaria para todos.

Su método pedagógico tenía como base los procesos naturales del aprendizaje

científico: la inducción, la observación, los sentidos y la razón. Esta metodología

consiste en estimular el interés del alumno en los procesos educativos. Enseñar con

ejemplos concretos, más que con procesos ideológicos. Él afirma que su deseo es:

“enseñar a través de todas las cosas a todos los hombres”.

El maestro, según Comenio, debía dominar las materias que impartía, además, debe

aprender que no debe avanzar, mientras los conocimientos básicos no estén firmes en

la mente del alumno. La docencia para Comenio era el oficio más noble entre todos.

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

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5.3. La situación educativa de la mujer en los siglos XVI y XVII

La situación educativa de las mujeres en el renacimiento sigue pautas similares a las de

épocas anteriores. De nuevo, nos vamos a encontrar diferencias entre la mujer de clase

humilde, dedicada a labores campesinas, o domésticas, y la mujer burguesa o la mujer

aristocrática. Partimos de la base de que la educación para la mujer de clase baja no se

generaliza hasta el siglo XIX o XX, así que en esta etapa sigue modelos iguales a los de

las anteriores. El movimiento humanista que significó un renacer para la cultura, la

importancia de la personalidad del individuo y la revolución del saber, no tuvo apenas

eco en la situación femenina.

Leonardo Bruni, humanista italiano, en su tratado “De Studio et Literis” dedicado

íntegramente a la educación de la mujer, afirma que la formación intelectual del estamento

femenino debe ser entendida como una preparación basada en estudios de latín, lecturas

de la Biblia y de los Padres de la Iglesia, de autores clásicos como: Cicerón, Virgilio y Tito

Livio, pero nada de estudios de aritmética, geometría ni retórica. Otras posturas similares,

mantenían que la mujer debe ser apartada del estudio de las Artes Liberales, porque

pueden alejarla de sus buenos deberes como cristiana y promover en ella pensamientos

propios.

En general, la mentalidad del humanismo no modifica la

idea de la aspiración máxima a la que puede llegar una

mujer y, por tanto, su formación ha de ir encaminada a

cumplirla, es decir, ha de ser buena esposa y madre.

Aprender, en una mujer, era añadir erudición a estas

funciones, para educar mejor a sus hijos o ser mejor

cristiana.

Erasmo de Rotterdam, uno de los humanistas más

liberales en cuanto a la situación de la mujer, admitía que la mujer estudiara a los

historiadores de la antigüedad como modelos, pero no como modelos de conducta, sino

como maestros de expresión escrita, de estilo académico, para mejorar su redacción al

escribir poesía, ya que una mujer culta debe saber componer poemas.

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

104 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

En esta misma línea está Juan Luis Vives, en su obra “Instrucción de la mujer

cristiana” que fue dedicada a la reina Catalina de Aragón, escrita como una guía para

su hija la princesa María Tudor. Vives señala que la mujer atraviesa tres etapas a lo

largo de su vida. En cada una de ellas debe formarse en las virtudes cristianas. De

soltera, su educación estaba encaminada a formarse para ser esposa y madre. De

casada; complaciente y sumisa con su esposo, debe vivir para servirle a él.

Para Vives, al igual que otros autores contemporáneos, como Fray Luis de León o Fray

Antonio de Guevara, las cualidades de la perfecta casada son:

“Ser complaciente con el marido, siempre fiel y con buen semblante, entre sumiso y

enamorado; con carácter firme ante los hijos, más bien severa que tierna y

bondadosa, a fin de enderezarles en sus principios; vigilante con el servicio, para que

cumpliera con sus obligaciones, y diligente en el gobierno de la hacienda”.

“Las propiedades de la mujer casada son que tenga gravedad para salir fuera,

cordura para gobernar la casa, paciencia para sufrir el marido, amor para criar los

hijos, afabilidad con los vecinos, diligencia para guardar la hacienda, cumplida en

cosas de honra, amiga de honesta compañía y muy enemiga de liviandades de moza” .

(Fray Antonio de Guevara, Epístolas familiares)

De viuda, conservará el recuerdo de su marido y no se desposará de nuevo.

La mujer tiene una función meramente privada que abarca todo lo familiar y

doméstico. Es responsable de la administración de la casa en cuanto a mantenimiento y

aumento de los bienes familiares. Además tiene que ocuparse de la crianza de los hijos

y esforzarse en dar ejemplo a todos los miembros familiares incluidos los criados.

La mujer debe tener una buena educación, pero no para ella, sino para que pueda

educar mejor a sus hijos. Puede leer y escribir las sagradas escrituras “hasta

memorizarlas”, para poder recitarlas de manera fidedigna. Debe leer los escritos de San

Jerónimo o San Ambrosio. Se condena la lectura para las mujeres virtuosas de los

libros de caballería y no debe leer a Ovidio. Sin embargo, se le permite la lectura de

algunos clásicos como Platón, Cicerón o Séneca.

En cuanto a su comportamiento en sociedad, no se la autoriza a intervenir en la vida

pública, ni podrá ser docente: “ni debe enseñar en escuelas a hijos ajenos”.

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

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En definitiva, la mujer debe aprender a ser obediente, humilde, casta, fiel, temerosa de

dios, modesta… debe practicar el recogimiento y la sumisión. Todo el tratado

educativo recoge preceptos sobre cómo vivir. Todos los aspectos de la vida de la mujer

están regulados; desde sus meditaciones, sus paseos y sus lecturas, hasta sus relaciones

sexuales. Por tanto, este libro de Vives más que un tratado educativo, es un tratado

sobre conducta. Es un aprendizaje para acrecentar la virtud.

La situación sobre la formación de la mujer recogida de otros autores, coincide en

reafirmar que los deberes de la mujer se reducen a su esfera doméstica y familiar, con el

añadido siempre de “ser buena cristiana”. No se le da otra formación porque no es

necesaria para lo que se espera de ella. El veto de la mujer a intervenir en la esfera pública,

tan importante en este momento histórico y en la mentalidad individualista del

humanismo, hace innecesario que se la instruya en disciplinas como la retórica o la

dialéctica.

El aprendizaje de música, danza, costura o poesía se permite, siempre y cuando no la

aparte o distraiga de sus deberes cristianos y de madre y esposa. Las mujeres con

recursos, las mujeres nobles y de la burguesía aprendían en su casa, con profesores

particulares o con sus madres, y también en internados femeninos o en conventos. Por

todo lo anteriormente expuesto podemos preguntarnos si existió realmente un

renacimiento para las mujeres, ya que en muchos casos su formación intelectual

empeoró desde la época anterior.

Aunque podemos añadir que, si en algún ámbito se produjo verdaderamente un

renacimiento cultural para la mujer, éste fue en el campo artístico. Algunas mujeres

que gozaron de una importante situación económica, bien por herencia, o por viudez, se

convirtieron en auténticas mecenas del arte y llegaron a rodearse de las figuras más

sobresalientes del panorama artístico-cultural de la época. En ese mundo de hombres,

en el que su actuación debía quedar reservada únicamente al ámbito de la vida privada,

se les permitió que patrocinaran obras de arte.

La mayoría de las patronas comenzaron su actividad solo después de haber

tenido a sus hijos, al enviudar o comprobar que no llegarían nunca a contraer

matrimonio. Liberadas de las responsabilidades maritales y maternales, y, sobre todo,

habiendo ganado el control de sus recursos financieros, estas mujeres podían volver su

atención a proyectos que promovieran sus intereses dinásticos o los de sus familias; dar

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

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manifestaciones públicas de su piedad, definir o proclamar su estatus político o social y

utilizarlo como vía de escape social o de su creatividad.

Estas mujeres, apenas formadas en materia artística, tenían, sin embargo, una

educación que no se enseña, sino que se vive, que se experimenta en el seno familiar e

influye directamente en la consideración y apreciación que sobre el arte podían llegar a

experimentar estas mujeres. Qué mejor aprendizaje que el crecer y ser educado en un

ambiente en el que el arte es valorado. Algo que sin duda ocurriría en el caso de la gran

mayoría de las grandes patronas del Renacimiento.

Otro factor a tener en cuenta es la motivación familiar, el ambiente en el que la joven es

educada, el ejemplo de sus padres, en la mayoría de los casos grandes patronos, las

lleva a continuar la tradición de mecenazgo o promoción artística. Entre las mujeres

que desempeñaron un patronazgo activo, todas ellas pertenecientes a la realeza o alta

aristocracia, se encuentran Catalina de Medicci, Margarita de Austria, Isabel de

Castilla, o Mencía de Mendoza.

Siglo XVII

El ambiente de los siglos XVI y XVII no fue favorable para la cultura femenina. Aún así

tenemos constancia de mujeres cultas en la España Moderna. En el siglo XVII hubo

damas con cierta cultura que escribían y asistían a academias literarias y a salones

nobiliarios. Se empieza a considerar que la mujer tenía derecho a acceder a la cultura,

pero estos ejemplos son muy escasos. El acceso a la universidad y estudios superiores

estaba negado para ellas.

El desarrollo de la enseñanza femenina seguía teniendo como núcleo el hogar, con

profesores particulares. En muchas ocasiones las mujeres aprovechaban las

lecturas que realizaban sus hermanos. Había escuelas, pero muy pocas. La enseñanza

era particular o se impartía ocasionalmente en los conventos y las familias internaban a

sus hijas sólo por un tiempo limitado.

Esto llevó a que determinadas órdenes femeninas se especializan en la

enseñanza, adaptándose parte del convento a los fines escolares. La clase no se

inserta en la vida monástica, sino que constituye el objeto de una verdadera vocación.

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

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Las damas de la aristocracia durante los siglos XVII y

XVIII se dedicaban a recitar versos y a tocar

instrumentos musicales. En términos generales,

las hijas de los nobles se internaban en conventos

para que aprendiesen. Los manuales dedicados a

mujeres solo hablaban de recetas de cocina, para

hacer cosméticos o medicinas.

Las escuelas, en el siglo XVII, eran pocas y asistían

especialmente en la ciudad las menos pudientes,

mientras las más acomodadas recibían clase en su casa,

por parte de un preceptor o en los conventos e

internados femeninos. Las recomendaciones de los

tratadistas sobre lo que deben saber las mujeres solo eran para las de ciudad;

pertenecientes a familias acomodadas o aristócratas. La gran mayoría de la población

femenina residía en el campo o se ocupaba de labores domésticas y seguía siendo

analfabeta.

En estas escuelas era frecuente la mezcla de estudiantes con diferentes edades y niveles

de conocimiento en una misma aula y a cargo de una sola profesora. Aunque la

organización por cursos había aparecido en el siglo XVI, en la práctica era poco

utilizada. La encontramos solo en los colegios e internados de elite.

Lo habitual eran clases de diferentes alumnos en nivel y edad, influidos también porque

no se establecía una edad de ingreso y de salida del sistema escolar; ni tan siquiera

existía una época del año para incorporarse, sino que cada niña entraba en el momento

que la familia consideraba oportuno. En consecuencia, era extremadamente

complicado aplicar cualquier programa común, lo que obligaba a que la evolución

tuviera siempre carácter individual y resultara lenta para los alumnos y complicada

para los maestros.

Otro problema al que tenían que hacer frente las escuelas de niñas era a un fuerte

absentismo, mayor que el que se daba en el caso de los niños. Entre las capas

populares era frecuente que, en cuanto las chicas tenían fuerza suficiente, hubieran de

ayudar a las madres en las labores domésticas y ocuparse de cuidar a la familia cuando

aquélla se ausentaba o enfermaba. Las que, pese a todo y aun de forma irregular,

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Capítulo 5: La educación en el Renacimiento y Barroco. Siglos XVI y XVII

108 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

continuaban asistiendo a las clases, las abandonaban de forma definitiva a los nueve

años para incorporarse al trabajo.

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La educación a lo largo del siglo XVIII y siglo XIX en España

Capítulo 6

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Capítulo 6: La educación a lo largo del siglo XVIII y siglo XIX en España

110 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

6.1. Siglo XVIII: la Ilustración

Panorama cultural europeo

El siglo XVIII es conocido como la Ilustración. El Siglo de las Luces. Hace referencia

a un amplio periodo de tiempo que culminará con la Revolución Francesa en 1789. Es

una época de cambios, de avances y de transformaciones, tanto en las artes, como en

las ciencias. Este movimiento es propio de las elites intelectuales, no está dirigido a

sectores populares, que apenas se involucrarán en él, pero si se verán favorecidos por

las reformas promovidas desde el estado. Las dos ideas claves para entender este

momento son la razón y la experiencia.

En Francia destaca la Enciclopedia de Diderot y D´Alembert que recopila todo el

saber humano hasta ese momento, desde el punto de vista de la lógica, la razón, el

progreso, el escepticismo religioso y la experiencia.

Se produce la separación definitiva entre razón y fe, que se cristalizará en la

separación iglesia-estado, en el Despotismo Ilustrado (teoría política que es una

continuación de la monarquía absoluta, pero con las ideas ilustradas de modernización

económica, apertura, racionalismo y laicismo).

En el aspecto científico se busca la aplicación práctica de los descubrimientos del siglo

anterior. Las teorías sobre la gravedad o el achatamiento de los polos se comprueban

experimentalmente. Aparecen nuevos inventos, como el pararrayos de Franklin y la pila

de Volta. Nuevos descubrimientos como las escalas térmicas, las teorías de los gases de

Gay Lussac, Boyle y Mariotte.

Los reyes favorecerán el desarrollo científico creando diversas instituciones para el

fomento de la investigación y la cultura y asumirán la educación como una tarea estatal

en diversos países europeos como Prusia, Rusia y Francia.

La Ilustración convierte la enseñanza en instrumento de progreso. La educación es

para los ilustrados el modo de desarrollar las capacidades y el conocimiento del

hombre, a fin de hacerle actuar sobre su entorno, transformándolo.

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Capítulo 6: La educación a lo largo del siglo XVIII y siglo XIX en España

111 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Para los europeos de esta época, la enseñanza tenía como misión primordial

garantizar el cumplimiento de los deberes que el hombre tiene para con

Dios, el prójimo y sí mismo. De ahí que en la etapa de primeras letras contuviera tres

elementos: la educación literaria (lectura, cálculo, caligrafía), la educación cristiana

(doctrina y piedad) y la educación civil y política.

El teórico educativo más importante de este panorama

cultural europeo es Jean Jacques Rousseau, filósofo

francés que en su obra, “El Emilio” establece algunas

propuestas educativas que serán retomadas en las reformas

efectuadas a raíz de la Revolución Francesa.

Rousseau propone el tratamiento individual de cada

alumno, una metodología más suave y permisiva que

permita al niño acceder progresivamente y de manera natural al estudio. Una

metodología basada en la observación de la naturaleza.

Sin embargo, para Rousseau la educación femenina debía ser de la siguiente manera:

“Toda educación de las mujeres debe ser relativa a los hombres. Complacerles, serles

útiles, hacerse honrar y amar por ellos. Criarlos de jóvenes, cuidarlos de ancianos,

aconsejarlos, consolarlos, hacerles agradable y dulce la vida; estos son los deberes de

las mujeres en todas las épocas y lo principal que han de aprender desde su infancia”.

(Rousseau, El Emilio o De la Educación, 421)

En la Revolución Francesa se retomarán algunas ideas ilustradas relacionadas con la

educación como la extensión de la educación a todos los ciudadanos, aunque no

de manera obligatoria, ni asegurando la gratuidad en la educación básica.

Estas reformas quedaron paralizadas con la Restauración absolutista posterior a Napoleón.

Contexto histórico-cultural en España

El siglo XVIII es conocido como el Siglo de las Reformas. La situación europea, tras

las guerras del siglo XVII, requería actuaciones que mejorasen la economía, la sociedad

y la política. Estas acciones fueron llevadas a cabo en España por el movimiento

político conocido como Ilustración española.

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Capítulo 6: La educación a lo largo del siglo XVIII y siglo XIX en España

112 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Los Borbones adoptaron la forma de gobierno conocida como Despotismo Ilustrado. El

monarca estaba asistido por un gabinete formado normalmente por miembros de la

nobleza baja que llevaban el peso de la burocracia estatal, cuyos máximos representantes

son Ensenada, Esquilache, Aranda, Grimaldi, Floridablanca o Godoy, por citar algunos

ejemplos. De esta manera, la monarquía fortaleció las figuras de los Secretarios de Estado y

de los Secretarios de Despacho, excluyendo a la alta nobleza de los máximos puestos de

poder, buscando una administración centralizada, competente y subordinada al poder real.

Durante el siglo XVIII la política cultural desarrollada por la monarquía se basó en

la necesidad de mostrar el poder de una autoridad exigente, que intentaba buscar el

bien común de la sociedad y el funcionalismo estatal sobre la utilidad pública.

Otro aspecto importante dentro de la política educativa de la Ilustración fue la intención de

la Corona de extender su control a las universidades, hasta entonces dirigidas y

dependientes de la Iglesia Española. Para ello, la primera resolución se encaminó a la

adaptación de sus estudios y enseñanzas a la política del momento, si bien la entrada de las

ideas ilustradas en la universidad fue bastante tardía. Los Borbones fundaron una serie de

Reales Colegios separados de las Universidades, como son el ejemplo del Real

Colegio de la Marina de Cádiz.

Con la llegada al poder del Conde de Aranda en 1767 y la consiguiente expulsión de los

miembros de la Compañía de Jesús, se produce la reforma de los Reales Colegios, con

la intención de quebrar las fuerzas que dominan los claustros universitarios.

En primer término, se estableció que en el Consejo de Castilla un consejero fuera director

encargado de cada universidad, para velar por ella e impulsar su reforma. Empezó el plan

por la Universidad de Sevilla en 1769. La necesidad de adoptar disposiciones sobre las

casas abandonadas por los Jesuitas fue la ocasión para la redacción de un nuevo programa

de estudios para la universidad por parte del asistente Pablo de Olavide. En este plan, se

recogían muchas de las ideas propuestas por los ilustrados:

Control estatal de los centros superiores.

Secularización del profesorado, del que quedaban excluidos los religiosos.

Renovación de la metodología, en la que se incorporaban los libros de texto.

La incorporación de las modernas enseñanzas de Geografía, Física, Biología y

Ciencias Naturales.

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Capítulo 6: La educación a lo largo del siglo XVIII y siglo XIX en España

113 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Estas iniciativas reformistas continuaron hasta 1786, cuando se dictó una Real Cédula en

la que se ordenaban las enseñanzas de la Universidad de Salamanca. Se optó por una

concepción nueva, en cuanto al aprendizaje de las ciencias, al adoptar un saber universal

científico, en contraposición al escolástico hasta entonces imperante en los planes de

estudios de las universidades, renunciando al estudio de los textos clásicos. Se produjeron

numerosos cambios en los Colegios Mayores de las Universidades de Salamanca, Alcalá de

Henares y Valladolid, destacando la aprobación de un nuevo plan de becas.

De especial interés fue la creación, en 1780, de los Reales Estudios de San Isidro de

Madrid, que vino a reorganizar el antiguo Colegio Imperial de Madrid, regentado por la

Compañía de Jesús hasta su expulsión. La institución trató de convertirse en referente

de la enseñanza moderna, contratando a profesores laicos, rechazando la escolástica e

incluyendo entre sus disciplinas las matemáticas y la física experimental, el derecho

natural y de gentes, el griego, el árabe y el hebreo y la historia literaria.

Junto a todos estos logros culturales, la Iglesia y la Inquisición seguían poniendo

obstáculos a toda actividad que significara apertura intelectual y liberación humana. El

control y dominio que buscaba el rey de las universidades implicaba el deseo de que sus

enseñanzas se adaptaran a los designios de la Corona Borbónica. Con este fin, impone el

decreto mediante el cual se exige la enseñanza del Derecho Real en todas las cátedras

universitarias, cuando lo único que se impartía era el derecho romano y canónigo.

En definitiva, la intervención gubernamental propició una profunda renovación de la

universidad española. Pero debido a las resistencias de los partidarios de los jesuitas, de los

colegios mayores y de la ciencia tradicional, la universidad nunca figuró a la vanguardia de

la reforma educativa de la España ilustrada. Este retraso provocó que la Corona

promoviese nuevos centros de enseñanza dependientes de las Sociedades Económicas de

Amigos del País, especialmente en el campo de la formación profesional.

Muy importante dentro de la política cultural de los Borbones fue la creación de las

Reales Academias y gabinetes, gérmenes de los actuales museos.

Felipe V (1713-1746) funda la Real Librería, que con posterioridad pasó a denominarse

Biblioteca Real. La Real Academia Española relacionada con el estudio de la lengua. A esta

institución le seguirá la Real Academia de la Historia. Otras fundaciones reales, a imitación

de instituciones extranjeras del mismo tipo, fueron las Reales Academias de Medicina, de

Farmacia o de Jurisprudencia

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Capítulo 6: La educación a lo largo del siglo XVIII y siglo XIX en España

114 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Fernando VI (1746-1759.) A la iniciativa de este rey y de su esposa, Bárbara de

Braganza, bajo la gestión de sus eficaces ministros Ensenada y Carvajal, debemos la

fundación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Esta

institución marcó las directrices culturales de la época, difundiendo las nuevas

orientaciones e imponiendo una determinada política en este ámbito, marcada desde

los círculos gubernamentales y cortesanos.

Carlos III (1759-1788). Reforzó la autoridad real frente a la Iglesia, imponiendo la

jurisdicción real sobre la eclesiástica cuando había conflictos de competencias. Esto

trajo consigo el duro enfrentamiento con la Iglesia, especialmente con los

jesuitas, que defendían la autoridad del papado frente al regalismo. Esto llevó

finalmente a Campomanes a decretar la expulsión de la Compañía de Jesús el 2

de Abril de 1767.

Otro de los grandes capítulos del patronazgo cultural de Carlos III, seguramente el más

característico de las preocupaciones de su tiempo, fue el fomento de la ciencia y la

técnica. El interés del monarca por colocar a España en la vanguardia de los nuevos

descubrimientos, concretamente en botánica, gracias al inmenso campo por investigar

en América, el interés por vincularla a los avances logrados en el extranjero y el afán

porque se beneficiase de los conocimientos científicos a través de la enseñanza, la

difusión pública y la aplicación concreta, era uno de los principios básicos de su

programa de modernización.

En relación con este interés, se encuentra la adquisición del gabinete de Historia Natural,

que unió a las colecciones ya reunidas anteriormente por Fernando VI, y con las que

conformó el Real Gabinete de Historia Natural. Para la ubicación de la nueva colección, el

monarca mandó construir a Juan de Villanueva el edificio neoclásico, situado en el paseo

del Prado, actual Museo del Prado. Junto a él, creó el Jardín Botánico y en sus cercanías el

Observatorio Astronómico, obra también de Villanueva.

En esta línea destacamos la fundación con licencia real, bajo iniciativa privada, no

gubernamental, de las Sociedades de Amigos del País, cuyo fin era promover el

desarrollo de España, estudiando la situación económica de cada una de las provincias

y buscando soluciones a los problemas que hubiera.

La primera fue la Sociedad Vascongada de Amigos del País, a imitación de esta se

crearon numerosas Sociedades Patrióticas o Sociedades Económicas de Amigos del

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Capítulo 6: La educación a lo largo del siglo XVIII y siglo XIX en España

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País, a raíz de la publicación por parte de Pedro Rodríguez de Campomanes de su

“Discurso sobre el fomento de la industria popular” (1774).

En ellas estaban unidos las clases burguesas, la nobleza, los cargos públicos, los

miembros de la Iglesia, de la banca y artesanos, en el intento de colaborar con las

reformistas clases dirigentes para difundir las ideas ilustradas y fomentar el

desarrollo de la economía. Las sociedades se encargaban de impulsar la

agricultura, el comercio y la industria y de traducir y publicar las obras extranjeras que

apoyaban las ideas del liberalismo, por ejemplo la Enciclopedia francesa.

Aspectos educativos

El aspecto más relevante de este siglo es la separación de la educación religiosa de la

enseñanza primaria, secundaria y algunas universidades, debido a la expulsión

de los jesuitas de los dominios españoles, durante el reinado de Carlos III. Este monarca

refuerza la autoridad real en la educación creando las primeras escuelas oficiales de

enseñanza básica e imponiendo la elección de docentes, así como, de libros de texto.

Carlos III mostró un gran interés por la Historia de la Nación, entendida como un bien

de utilidad pública que serviría de instrumento de enseñanza, a fin de evitar los errores

cometidos en el pasado, así como, un medio de propaganda de la historia de la nación.

Por tanto, el panorama europeo del momento asume la educación como una tarea

estatal, cuyo último fin será formar buenos súbditos formados en ciencias y

artes. La religión y la teología se independizan definitivamente de las demás

disciplinas, quedando su estudio limitado a un ámbito muy reducido.

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Capítulo 6: La educación a lo largo del siglo XVIII y siglo XIX en España

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6.2. Siglo XIX en España*1

Introducción Histórica: Las Cortes de Cádiz

El paso del Antiguo Régimen al liberalismo constitucional en España fue lento y

complicado. No se logró definitivamente hasta mediado el siglo XIX, lo que terminó

originando un Estado centralista y estatal, pero muy poco liberal.

Durante la Guerra de la Independencia, constituidas las Cortes en Cádiz, se instaura el

principio de soberanía nacional y se establece la división de poderes. Se declara

la libertad de imprenta y la abolición del régimen señorial del Tribunal del Santo Oficio,

entre otras medidas de cambio.

El 19 de marzo de 1812 fue proclamada la primera Constitución del Estado

español. En la misma Constitución aparece el artículo 25, advirtiendo a los españoles

de que “desde 1830 deberán saber leer y escribir los que de nuevo entren en el ejercicio

de los derechos de ciudadano”.

Aspectos educativos de la constitución de 1812

La Constitución abarca un título entero, el IX, a la Instrucción Pública. En él se

mandaba abrir una escuela de primeras letras “en todos los pueblos de la Monarquía”,

para enseñar a leer, escribir y contar, a la vez que la doctrina cristiana del catecismo y

una síntesis de las “obligaciones civiles”. Se creaba un organismo nacional para todos

los niveles de la enseñanza, la “Dirección General de Estudios” y se decretaba la

uniformidad en esa instrucción pública, encargando a las Cortes y a la mencionada

dirección, el desarrollo de estos artículos y la estructuración de la propia educación.

El Gobierno quiso garantizar: “un sistema de instrucción pública digno y propio de un

país libre”. Se debía organizar una instrucción igual y completa, universal,

uniforme, pública, gratuita y libre, e impartirse en castellano.

1Texto basado en el artículo de Ruiz Berrio, Julio (UCM). El sistema educativo español, de las Cortes de Cádiz a la Ley Moyano. En Historia de la Educación. Edad Contemporánea. UNED, 2002. pp. 91-112.

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Niveles educativos y contenidos de la educación

Se contemplaban tres niveles de enseñanza: primera, segunda y tercera. Se

instituye una Universidad Central en la que se cursarán todos los conocimientos en

su máximo grado. Habrá una enseñanza profesional y técnica, que se impartirá en

las “Escuelas particulares”. Al frente de toda la instrucción pública nacional estaba la

Dirección General de Estudios, un organismo administrativo.

Se disponía que hubiera una escuela primaria por cada 500 vecinos, o una en cada

pueblo, si es que aquél la podía mantener. Se indicaron unos contenidos a impartir en

la escuela: “leer con sentido, escribir con claridad y buena ortografía, reglas elementales

de aritmética, dogmas de la religión y máximas de buena crianza, y los principales

derechos y obligaciones de un ciudadano”.

Durante el siglo XVIII, el panorama de las escuelas primarias se amplía con las escuelas

que crean los poderes públicos; tanto los municipios o las instituciones ilustradas, como las

Escuelas de Amigas, las Escuelas de Barrio y las Escuelas Patrióticas de las Reales

Sociedades de Amigos del País. La creación de estas escuelas es buen ejemplo del interés de

extender esta primera enseñanza a la mayor parte de la población. Aunque

tuvieran una mayor aceptación en las ciudades, que en ámbitos rurales.

La segunda enseñanza, concebida para “preparar el entendimiento de los discípulos

para entrar en el estudio de aquellas ciencias que son en la vida civil objeto de una

profesión liberal” y para “sembrar en sus ánimos la semilla de todos los conocimientos

útiles y agradables que constituyen la ilustración general de una nación civilizada”, pasó

a ocupar un puesto muy importante en el sistema escolar, convirtiéndose a la vez en un

poderoso instrumento de clasismo, al servicio de la burguesía. El currículo se agrupaba en

torno a tres núcleos de conocimientos: física y matemáticas (teóricos y aplicados),

literatura y artes y ciencias morales y políticas. Habría un centro de segunda enseñanza en

cada capital de provincia, que recibía el nombre de “universidad de provincia”.

La tercera enseñanza debería impartirse en las “universidades mayores”, que

quedaban limitadas a nueve en la península y una en Canarias. Sus estudios se reducían

a derecho y teología. Los de Medicina pasaban a estimarse como propios de “escuelas

particulares” como los de veterinaria, farmacia, comercio, navegación. Las cátedras se

otorgaban únicamente mediante oposición.

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La restauración de la monarquía absoluta y la abolición del régimen

constitucional por Fernando VII, impidió aplicar todas estas reformas. Sin

embargo, tanto en el Trienio Liberal (1820-1823), como durante el reinado de Isabel II

y Regencia, todas las reformas educativas llevadas a cabo tuvieron como base las pautas

liberales marcadas en la Constitución de 1812.

Fue la burguesía moderada la que configuró de un modo concreto el sistema escolar

español. La enseñanza secundaria será el nivel de enseñanza más cuidado

en su organización, en sus textos, en sus profesores, en su currículo y en su

financiación, por considerar la enseñanza preparatoria básica para las futuras clases

dirigentes del Estado, que habrían de continuar estudios en la universidad y, al mismo

tiempo, es la formación del buen ciudadano burgués, sobre el cual se asienta la

estructura social y económica del país.

El currículo fundamental en la enseñanza secundaria está subordinado a los fines de la

misma. Se estudiará matemáticas (aritmética y geometría), ciencias naturales, latín,

gramática, retórica, geografía e historia, además de instrucción y formación

religiosa. Se trata de formar un buen burgués que “deberá saber convivir, respetar a las

autoridades civiles y religiosas, no deberá cometer faltas en la vida social, que deberá

moderar sus pasiones y tendencias, y en estos casos serán moral y urbanidad lo que debe

recibir”.

Planes Generales de Instrucción Pública

Los gobiernos liberales se preocuparon por el desarrollo del sistema escolar en España,

para lo que fueron aprobando diversos planes de estudio y reglamentaciones

encaminadas a la promulgación de una ley general que facilitara la regulación y el

control de la enseñanza en todos sus niveles.

En todo este proceso, destacamos tres planes denominados “de Instrucción Pública”. El

primero fue el Plan General de Instrucción Pública, de 1836, en el que se define la

enseñanza secundaria como los estudios “que son necesarios para completar la

educación de las clases acomodadas” y se introduce el término “instituto” para

designar al centro donde se imparten tales estudios. Se fundan las escuelas

normales para maestros y una normal específica para profesores de secundaria, y

se crea un “Consejo de Instrucción Pública”.

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En 1838 se ordenó el Plan de Instrucción Primaria, planteado provisionalmente,

en donde se sientan las bases de institucionalización de la enseñanza primaria, se

formalizan las escuelas de adultos y se crean las escuelas de párvulos.

El tercer plan es el Plan General de Estudios de 1845, ocupado de regular solamente la

enseñanza media y la universitaria. Este plan afirma que el sistema escolar español es

secular, centralista y uniforme, dejando su administración y control en manos del Estado.

Declara la libertad de enseñanza, permitiendo la creación de centros privados, pero

entiende que el permiso correspondiente lo debe otorgar el Estado.

En la última década de la era Isabelina, se consiguió articular una ley que fuera

aceptada por las Cortes. Lo logró el ministro de Fomento, Claudio Moyano. La Ley de

Instrucción Pública de 1857, conocida como Ley Moyano.

La Ley Moyano

Esta Ley contempla todos los niveles de enseñanza. Contempla un desarrollo

completo y coordinado de la administración escolar. El Estado controla toda la

enseñanza, aunque el gobierno central solo financiará la enseñanza superior y

profesional (universitaria). La educación primaria correrá a cargo de los municipios y

de la secundaria se ocuparán las autoridades provinciales (diputaciones). El gobierno

central nombra a los rectores, decanos y directores de instituto.

La ley marca que el gobierno central efectuará un control sobre los libros de lectura y

los manuales, pudiéndolos fijar cada tres años. También contemplaba la creación de

una escuela normal para maestros en cada capital de provincia y se anunció que “se

procurará que se establezcan escuelas normales para maestras”. Se estableció una

Escuela Normal Central en Madrid, en donde se impartiría un curso superior para

“maestros de escuela normal e inspectores de primera enseñanza”.

En cuanto a la pretendida secularización de la Ley Moyano no es tal, ya que se

autoriza a las órdenes religiosas para establecer escuelas (especialmente secundarias) y

les concedía cierto control sobre los libros de texto.

En cuanto a la enseñanza la declara obligatoria entre seis y 12 años. Será

gratuita para los que no puedan pagarla. En la práctica, esta disposición abarca

solamente hasta la escuela primaria, es decir, hasta los nueve años. Reconoce varios

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tipos de escuela primaria, admitiendo escuelas en núcleos de población pequeños con

un currículo menor y un maestro o maestra sin estudios oficiales. Realmente esta

medida de la obligatoriedad no se cumplió, debido a la difícil situación

económica que atravesaban muchas familias, que hacía imprescindible incorporar otro

sueldo a la economía domestica.

El currículo de la escuela primaria o elemental se compone de: lectura,

escritura, gramática, ortografía, principios de geometría, doctrina cristiana, historia

sagrada, dibujo lineal, agrimensura, rudimentos de geografía e historia y nociones de

física e historia natural.

Se trata de una formación completa y especializada, si bien es verdad que fue así

para un escaso número de alumnos, ya que el total de escuelas elementales completas

era reducido y estaban ubicadas en su mayoría, en las ciudades. En muchos casos, la

ausencia de verdaderos maestros reducía los contenidos a lectura, escritura, cálculo y

catecismo. En el caso de las niñas, se produce una bajada del nivel de esta formación

especializada, ya que se cambiaban las materias técnicas: geometría, dibujo lineal,

agricultura, física e historia natural, por lo que se denominaban labores propias de su

sexo: dibujo de labores e higiene doméstica.

La enseñanza media o secundaria podía estudiarse en colegios religiosos y en

institutos. No era gratuita. Comprendía estudios generales y estudios de aplicación. Los

estudios generales, o Bachillerato propiamente dicho, se comenzaban a los nueve años y

se estructuraban en dos ciclos: el primero, hasta los 12 años en el que se ampliaban las

materias de la escuela elemental. El segundo ciclo tenía unos contenidos

fundamentalmente humanísticos, herederos de las antiguas facultades de artes liberales,

volcados en la memorización de las lenguas clásicas, sobre todo el latín, que incluían

estudios de aplicación: agricultura, aritmética mercantil, dibujo lineal y artístico.

Había un instituto en cada capital de provincia. Estaba destinado a la formación de la

burguesía media alta. La Ley Moyano concibe una educación secundaria elitista,

destinada a seleccionar y preparar a la minoría que llegaba a la universidad.

En el nivel académico más alto se situaron las universidades. A finales del XIX, la

universidad española se estructuraba en cinco facultades: Filosofía y Letras, Ciencias

(con secciones de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales), Derecho, Medicina y Farmacia,

habiendo suprimido definitivamente la de Teología en 1868.

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Junto con las facultades, el espacio universitario se completaba con Escuelas

Superiores profesionales: Notariado, Diplomacia, Ingenieros Industriales,

Comercio, Náutica, Veterinaria. Además contaban con las escuelas especiales con

proyección científica: Ingenieros de Caminos Canales y Puertos, Minas, Ingenieros de

Montes, Agrónomos, y Ayudantes de Obras Públicas.

Los estudios de doctorado y el grado de doctor solo se podían obtener en la

Universidad Central de Madrid, que contaba con todas las facultades completas. A

finales del siglo XIX estaban matriculados casi 17.000 estudiantes universitarios en

toda España, casi la mitad en las facultades de derecho. La presencia femenina era aún

anecdótica: solo seis mujeres obtuvieron la licenciatura y cuatro un doctorado en la

Universidad Central de Madrid antes de 1900.

El personal universitario lo constituían los catedráticos numerarios, los catedráticos

supernumerarios y los profesores auxiliares, encargados según la Ley Moyano "de

auxiliar al catedrático en las operaciones prácticas o desempeñar los cargos de las

Facultades y Escuelas Superiores que señale el reglamento”.

Al frente de la enseñanza estaba el ministro de Fomento, asistido por un Consejo de

Instrucción Pública como órgano asesor, y por la Inspección, como institución de

control y ejecución. En el ámbito provincial se encontraban las Juntas de Instrucción

pública provinciales y locales, que se encargaban de cumplir y hacer cumplir las

disposiciones del Ministerio en todo el territorio nacional.

Desde 1857 hasta 1970 no hubo en España otra ley general de instrucción pública,

aunque ésta fue modificada en muchas ocasiones. Lo peor fue que las metas que se

trazaron tardaron más de medio siglo en ser cumplidas y continuó en España un alto

índice de analfabetismo.

Las Escuelas Normales

Una de las nuevas instituciones académicas más interesantes del sistema escolar fue la

creación y puesta en marcha, según la ley Moyano, de las Escuelas Normales. Estas

escuelas debían proporcionar la formación necesaria a los docentes para

impartir clase en la enseñanza primaria. Se intentó establecerlas a finales del

siglo XVIII, pero hasta 1839 no se inauguró la primera en Madrid, bajo la

denominación de Seminario Central de Maestros del Reyno.

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Puntos de su formación:

El centro está destinado a formar maestros instruidos y capaces de dirigir las

escuelas normales de provincias y las escuelas superiores y elementales de

instrucción primaria de todo el reino.

Las materias de estudio fueron: lectura y escritura, religión y moral, lengua

castellana, aritmética, elementos de historia natural, geografía e historia.

Se determinan los estudios y el nivel académico que deben de tener los

profesores que impartan clase en estas escuelas.

Solo son para varones, aunque la Ley Moyano ya adelantaba que podrían existir

también para mujeres.

En poco tiempo se creó una escuela normal en cada provincia, aunque posteriormente

se redujo su número a 30. Paralelamente a la creación de estas escuelas se creó la

Inspección de Enseñanza Primaria, destinada a controlar tanto las escuelas, como los

centros de enseñanza. Estos inspectores constituyen los agentes directos de la voluntad

del gobierno.

Las escuelas de párvulos

La primera escuela de párvulos que hubo en España, además de educar a los niños en

aquella edad, sirvió de escuela normal para la formación de maestros que luego

dirigirían otras escuelas de párvulos en Madrid o en otras ciudades menores. Estas

escuelas cumplían una importante función social, pues fueron una de las primeras

instituciones en ayudar a la mujer trabajadora a incorporarse al mercado laboral, al

posibilitarla una ayuda con sus hijos más pequeños.

La enseñanza secundaria

Con la burguesía moderada en el gobierno, se consideró a la enseñanza secundaria

como la organización de aquellos estudios que eran necesarios para que la

burguesía se reafirmara como la gran fuerza motora de España. Defendían una

enseñanza para todos, pero tan solo en su primer nivel. La secundaria se dirigía a las clases

altas y medias.

En las bases para un plan de Instrucción Pública (1809), Jovellanos comenzó a articular

la enseñanza secundaria y utilizó por primera vez en un documento oficial la palabra

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“instituto” para este establecimiento docente. Les asignaba una finalidad doble:

preparar en las ciencias para una profesión liberal y conectar con todos los

conocimientos “útiles y agradables”, asegurando que tenían un carácter

preparatorio para la universidad, o de preparación intelectual del ser humano para

aquellos que no fueran a continuar sus estudios. Los contenidos estaban en una línea

de equilibrio entre las ciencias y las letras, divididos en tres grandes áreas: la Física-

Matemática, la de Literatura y Artes y la de Ciencias morales y políticas.

La Ley Moyano rescató estas consideraciones para la enseñanza secundaria establecidas

por Jovellanos y las convirtió en ley. El primer instituto se abrió en Palma de Mallorca, en

1835, y en 1837, los de Guadalajara y Murcia. La implantación de esta segunda enseñanza

por todo el país trajo consigo un doble problema: por un lado, la instalación y

adecuación de institutos y, por otro, la formación adecuada de los docentes que habrían de

impartir clase en los mismos.

Para solucionar esta problemática en 1847 se creó un establecimiento para la formación

de profesores. Su denominación era la de Escuela Normal de Filosofía y su fin

“formar profesores para los institutos”.

La Institución Libre de Enseñanza

La Institución Libre de Enseñanza fue fundada en 1876 por un grupo de catedráticos

expulsados de la Universidad Central de Madrid por defender la libertad de cátedra y

negarse a adecuar sus enseñanzas a las doctrinas oficiales en materia religiosa, política

o moral. La ILE fue una escuela revolucionaria basada en la idea de renovación e

inmersa en el programa del regeneracionismo español.

Entre sus miembros más importantes destacan: Francisco

Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcarate y Nicolás

Salmerón. La expulsión de la universidad los obligó a

continuar su tarea educadora al margen de los centros

universitarios del estado español, mediante la creación

de un nuevo centro educativo privado laico, cuya primera

aspiración fue la enseñanza universitaria, pero la negativa del

Estado a reconocer oficialmente los estudios realizados en el

nuevo centro, obligaron a sus fundadores a decantarse por la

educación primaria y especialmente por la secundaria. Su ideología parte de la

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neutralidad religiosa y política, la independencia total del Estado y de toda doctrina

filosófica o religiosa.

Su primer director fue Giner de los Ríos. El centro educativo no puede ostentar el

título de instituto, ni el de universidad, de ahí el nombre de Institución. Además deben

pasar grados y exámenes en centros oficiales. Sus métodos corresponden a la que se ha

llamado escuela activa, dando primacía a la educación sobre la enseñanza. La

ausencia de exámenes y libros de texto, el estudio directo de la realidad, el respeto a la

intimidad y a la autonomía del estudiante serán algunas de sus normas metodológicas.

La finalidad de la institución es formar hombres libres y comprometidos

en la tarea de regenerar el estado.

En el artículo 15 de los estatutos se afirma:

“Esta institución es completamente ajena a todo espíritu e interés de comunión

religiosa, escuela filosófica o partido político, proclamando únicamente el principio de

la libertad e inviolabilidad de la ciencia y de la consiguiente independencia de su

indagación y exposición respecto de cualquiera otra autoridad que no sea la de la

conciencia”.

A partir del año 1885 se implantó la coeducación, con la escuela de párvulos. Desde

1876 hasta la Guerra Civil de 1936, la ILE se convirtió en la institución educativa que

marcó toda una época de la cultura española e introdujo en nuestro país las más

avanzadas teorías tanto pedagógicas, como científicas, que se estaban desarrollando en

Europa, por ejemplo, las teorías darwinistas.

Existen actualmente instituciones educativas que siguiendo el ideario de la ILE,

continúan impartiendo su modelo pedagógico, con algunas variaciones. Así, cabe

destacar el Colegio Estudio y los Colegios Liceo Europeo, Base o Estilo.

Aspectos de la educación femenina en el XVIII y XIX

Entre los avances más significativos que se introducen en época ilustrada en España

destacan las Escuelas de Barrio. Las instituye Carlos III por Real Cédula de 11 de

Mayo de 1783. Ubicadas inicialmente en Madrid, pero con “trascendencia a todo el

reino”. Estas escuelas estaban dedicadas a la educación femenina de los sectores más

desfavorecidos de la sociedad. Le mueve a hacerlo el convencimiento de que la buena

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educación de las jóvenes es “la raíz fundamental de la conservación y aumento de la

religión y el ramo que más interesa a la policía y gobierno económico del Estado”,

porque “las hace aplicadas” y “las vincula para la posteridad”.

Su creación, mantenimiento y vigilancia corresponden a las diputaciones de barrio, que

han de encargarse de que las niñas asistan y “no anden vagas y ociosas aprendiendo

vicios”. La maestra y su ayudanta serán seleccionadas de acuerdo con los preceptivos

informes sobre su buena vida y costumbres y tras riguroso examen en doctrina y labores.

La enseñanza sería gratuita para las niñas más pobres, abonando las restantes una

mínima cantidad que serviría para el pago de las maestras, a las que se les fija una renta

anual.

En cuanto a las Escuelas Patrióticas, éstas surgen por todo el país, fieles al principio

de los beneficios de una instrucción útil. Así lo expresa la Junta de Damas de

Mérito y Honor de la Real Sociedad Matritense cuando, al asumir la dirección de las

existentes en la Corte, justifica su permanencia:

Primero: “porque se procura a estas infelices muchachas la instrucción de la

doctrina cristiana, que tanto descuidan los Párrocos”.

Segundo: “porque están recogidas la mayor parte del día y se evita estén

holgazaneando o pidiendo limosna por las calles”.

Tercero: “porque se las acostumbra al trabajo”.

Cuarto: “porque si se consigue que asistan exactamente a las escuelas, se pueden

sacar buenas hilanderas, que sostengan nuestras fábricas”.

Quinto: “porque con la educación adquirida en las escuelas, se formarán mujeres

capaces de dársela a sus hijos”.

En esta declaración de principios de las escuelas patrióticas podemos observar la doble

funcionalidad en la que se fundaba la educación-formación femenina. En primer lugar,

una formación individual que pudiera formar “profesionales que contribuyeran al

desarrollo del país” y, por supuesto, sin olvidar la “auténtica finalidad de la educación

femenina”, la mejor formación de las madres repercute en la mejor educación de los hijos.

A finales del siglo XIX, los ocho centros existentes instruían a 400 alumnas. La Guerra

de la Independencia finaliza con este proyecto educativo y no se vuelven a fundar estas

escuelas.

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La actitud ilustrada que partía del principio de la igualdad de entendimiento entre

ambos sexos admite que existen claras diferencias en las funciones sociales que

desarrolla cada uno; diferencias que no pueden olvidarse a la hora de pensar en su

educación. Por tanto, las materias a estudiar serán diferentes, si se trata de niñas o de

niños. Para las niñas, el aprendizaje se articula en torno a tres ejes: religión y moral,

lectura y escritura y habilidades femeninas.

La formación religiosa y moral es la más importante y, en no pocas ocasiones, la

única recibida. Su aprendizaje se hace a través de la memorización de las preguntas y

respuestas de los catecismos, como el Ripalda. En el aspecto moral, se forma el espíritu

cívico y el fomento de las prácticas piadosas, que impregnan cualquier acto del día.

La lectura y la escritura es, en la mayoría de los casos, lo que sintetiza todo el

aprendizaje académico. Una y otra se enseñaban sobre textos religiosos, de plegarias o

relatos de las vidas de los santos. Solo ciertos colegios de élite religiosos seguían enseñando

latín como signo de distinción y por el valor concedido a la cultura clásica.

La escritura constituía un segundo momento de la escolarización y recibía mayores

atenciones en los costosos internados que en las escuelas gratuitas, donde no era frecuente

que los padres de las alumnas la solicitasen , debido al tiempo que habría que dedicarle, su

poca utilidad en la vida y, en definitiva, los pocos años de la escolarización. Las habilidades

femeninas comprendían una amplia gama de actividades. La mayoría se relacionaban con

las labores de la aguja, cuyo aprendizaje había de empezar con las más fáciles: costura,

dobladillo, punto de red, calceta. A continuación, las niñas debían aprender a guisar,

limpiar, hacer la colada y las demás cosas que debe saber una mujer.

La finalidad de estas enseñanzas era común para todas. Las chicas del pueblo llano

tendrían la posibilidad de acceder a un trabajo que les garantizase la supervivencia

material con ciertos niveles de cualificación. Las muchachas de las élites tendrán en

estos saberes manuales una sana ocupación, que las faculte para educar mejor a sus

hijos y atender correctamente a su marido.

En cuanto al resto de las disciplinas, solo estaban al alcance de una minoría social y,

por supuesto, no igualaban al currículo masculino. A partir del XVIII, algunos centros y

algunos padres entenderán como necesaria la ampliación de la formación académica

recibida por sus hijas. Posiblemente fueran los comerciantes y artesanos los que

percibiesen con más claridad las ventajas de que sus hijas aprendiesen a leer, a contar y

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a escribir; eso sí, forzados por la necesidad de prepararlas para que fuesen capaces de

llevar el negocio cuando fueran adultas o que ayudasen al marido en ello.

Entre las materias que incluyen figuran: aritmética, historia, geografía, música, clave,

dibujo, danza, gramática, y nociones de filosofía moral y jurisprudencia. Los ilustrados

añadirán alguna lengua viva -francés, español, italiano e inglés-, siendo el francés la

más demandada por tratarse del idioma de la cultura y la diplomacia. Por otra parte,

estos conocimientos no se entienden que tengan que ser tan profundos como los

recibidos por los varones. Bastará con que la joven conozca lo necesario para seguir una

conversación con una cierta soltura, para que brille en los salones y que adquiera una

cierta cultura general.

Respecto a la instrucción de la mujer burguesa, se busca el objetivo principal: ser

madre de buenos burgueses, saber alternar en sociedad, pero sin participar en

debates o decisiones. En algunos casos que podían acceder a una instrucción mayor, lo

hacían por un breve periodo de tiempo. La estancia en los centros educativos no duraba

mucho, entre dos y cuatro años, mientras la de los niños oscilaba de tres a ocho años.

Además, igual que en etapas anteriores, las mujeres abandonaban antes sus estudios,

bien por matrimonio o por necesidades económicas de la familia, esto unido a que

durante los años que duraba su formación existía un fuerte absentismo escolar, ya

que se entendía que la mujer era la cabeza de la familia y la directora del hogar y, en

caso de ausencia de la madre, eran las niñas las que asumían estos papeles por encima

de cualquier otra ocupación existente.

En cuanto a la enseñanza femenina, que se había dejado olvidada en la Constitución de

1812, y en las primeras reformas liberales, no encontramos muchos avances. En las capas

bajas de la población existía un alto grado de analfabetismo, ya que las niñas no

asistían a la escuela de manera regular, ni se buscaba una preparación intelectual alguna.

El objetivo que se plantea durante el siglo XIX es el acceso de la mujer a niveles de

enseñanza superiores, una vez que se ha conquistado el acceso, más o menos

general, en las ciudades a las escuelas primarias. Se admitió la coeducación en la

escuela primaria, pero no en la secundaria y especial, donde existían centros

exclusivamente femeninos.

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El paso a estudios superiores estaba vetado excepto a la escuela de

magisterio de formación de maestras. Las escuelas que primero se permitió la

formación de mujeres fueron las escuelas profesionales, de enseñanza de un oficio.

Aquí se aprenden, además de asignaturas domésticas, mecanografía, taquigrafía e

idiomas. Esto las capacitará para ejercer un oficio fuera del ámbito familiar.

En cuanto a la universidad, en un primer paso se les niega la asistencia a clases,

más tarde se autoriza a asistir como medio de adquirir mayor cultura, pero no podrán

obtener ningún grado. Por tanto no pueden hacer uso de esa titulación para ejercer

ninguna profesión.

La Ley Moyano supuso la obligatoriedad de la escolarización, pero se reitera la

formación educativa femenina basada en las labores domésticas y solo a aquéllas que

continúan estudios superiores se les podrá enseñar conocimientos de dibujo, pero

aplicados a las labores, también podrán instruirlas en nociones de higiene doméstica,

que sustituirán a aquellas materias más instructivas impartidas a los varones. En

consecuencia, esta ley marca una enseñanza elemental obligatoria para todos los

españoles, pero con modelos curriculares diferentes.

La Ley Moyano permitía Escuelas Normales para mujeres, para la formación de

maestras. Esto venía a paliar el vacío legal que suponía la existencia de un gran número

de mujeres que ejercía la docencia sin titulación alguna. Estas docentes se establecían

en colegios particulares, daban clases por su cuenta, bien en su propia casa o en la de

sus discípulas. Se justificaba así la formación de las mujeres en la enseñanza como

extensión de la maternidad, entendiéndolo como una continuidad desde el aula

doméstica al aula pública.

En 1858 se creó la Escuela Normal Central de Maestras. El programa de

enseñanza comprendía dos años, diferenciando grado elemental: lectura, escritura,

gramática y aritmética, religión, pedagogía y labores. Y grado superior: nociones de

geometría, geografía e historia de España.

Las escuelas secundarias fueron claves para conseguir la admisión en las universidades.

Las graduadas femeninas de estas escuelas fueron las primeras estudiantes

universitarias. El acceso a la educación superior, a pesar de ser tan limitado y difícil de

lograr, permitió a algunas jóvenes de talento, ingresar a finales del XIX y principios del

XX en las universidades y estudiar en igualdad de derechos con sus compañeros

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varones, las mismas asignaturas, para obtener idénticas titulaciones que las posibiliten

el ejercicio de una profesión.

Texto: Ley Moyano, sobre la enseñanza primaria

Artículo 2º

La primera enseñanza comprende:

Primero. Doctrina cristiana y nociones de Historia sagrada, acomodadas a los niños.

Segundo. Lectura.

Tercero. Escritura.

Cuarto. Principios de gramática castellana, con ejercicios de ortografía.

Quinto. Principios de aritmética con el sistema legal de medidas, pesas y monedas.

Sexto. Breves nociones de agricultura, industria y comercio, según las localidades.

Artículo 4º

La primera enseñanza superior abraza además de una prudente ampliación de las

materias comprendidas en el Art. 2º.

Primero. Principios de geometría, de dibujo lineal y de agrimensura.

Segundo. Rudimentos de historia y geografía, especialmente de España.

Tercero. Nociones generales de física y de historia natural acomodadas a las

necesidades más comunes de la vida.

Artículo 5º

En las enseñanzas elemental y superior de las niñas se omitirán los estudios de que

tratan el párrafo sexto del artículo 2º y los párrafos primero y tercero del artículo 4º,

reemplazándose con:

Primero. Labores propias del sexo.

Segundo. Elementos de dibujo aplicado a las mismas labores.

Tercero. Ligeras nociones de higiene doméstica.

Artículo 7º

La primera enseñanza elemental es obligatoria para todos los españoles. Los padres y

tutores o encargados enviarán a las escuelas públicas a sus hijos o pupilos desde la

edad de seis años hasta la de nueve; a no ser que les proporcionen suficientemente

esta clase de instrucción en sus casas o establecimiento particular.

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Artículo 8º

Los que no cumplieren este deber, habiendo escuela en el pueblo o a distancia tal que

puedan los niños concurrir a ella cómodamente, serán amonestados y compelidos por

la autoridad y castigados en su caso con la multa de dos hasta 20 reales.

Artículo 9º

La primera enseñanza elemental se dará gratuitamente en las escuelas públicas a los

niños cuyos padres, tutores o encargados no puedan pagarla, mediante certificación

expedida al efecto por el respectivo cura párroco y visado por el alcalde del pueblo.

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La educación en España en los siglos XX y XXI

Capítulo 7

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

132 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

7.1. Introducción histórica

El siglo XX supone la consecución de uno de los objetivos educativos más perseguidos a

lo largo de toda la historia: la extensión de la educación obligatoria y gratuita en

los niveles primario y secundario.

La educación en España no sigue el modelo evolutivo europeo, en parte por las

circunstancias políticas que atraviesa nuestro país desde la caída de la Segunda República,

la Guerra Civil y la Dictadura del general Franco. Desde los inicios del siglo XX hasta la

actualidad, a cada cambio político le ha sucedido un sistema educativo diferente. Este

hecho habla por sí mismo de la dificultad de aunar todos los sistemas y todas las reformas,

así que, procederemos a su estudio por etapas históricas.

Desde 1900 hasta la proclamación de la Segunda República, la política educativa sigue

líneas similares a las del siglo anterior. Continúa ejerciendo su labor innovadora la

Institución Libre de Enseñanza y, a semejanza de ésta, otras instituciones ofrecen

una educación laica, libre e innovadora. Las transformaciones educativas fueron

constantes debido en parte al clima de inestabilidad política imperante, como ejemplo

resaltar que entre 1902 y 1923 se suceden 39 presidentes de gobierno y 53 ministros de

Instrucción Pública.

Quizá lo más sobresaliente de resaltar, con anterioridad a la Segunda República, sea el

Plan Callejo en 1926. Se llevó a cabo una reforma que afectó a la Enseñanza Secundaria.

Se estableció la reorganización de los estudios de secundaria en dos grandes ciclos.

Primero, el Bachillerato Elemental, de tres años de duración, que debía garantizar una

cultura general. Le seguía un Bachillerato Universitario, de tres años de duración. En

este segundo ciclo, los alumnos tenían un año de estudios comunes y después dos

opciones: una de letras y otra de ciencias.

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

133 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

7.2. Segunda República (1931-1936): la escuela laica y pública

La Segunda República se instauró en España en 1931. Sus principios liberales abogaban

por una educación laica y pública. Creó en 1932, el Ministerio de Instrucción

Pública y Bellas Artes, al que se le encomendaron: “las enseñanzas públicas y

privadas, sus diferentes clases y grados, el fomento de las ciencias y letras, las bellas

artes, archivos, bibliotecas y museos, así como, la dirección general del Instituto

Geográfico y Estadístico”.

Al advenimiento de la República debemos también la incorporación de la pedagogía,

como sección específica, en la universidad de Filosofía y Letras de Madrid en 1932 y de

Barcelona en 1934. Se permitió además el bilingüismo en las escuelas catalanas. Se

reorganizaron las escuelas de Magisterio, con el fin de mejorar el salario y la formación

del maestro y dotar al país de más escuelas, que paliaran en cierta medida el todavía

alarmante analfabetismo que la Ley Moyano no pudo atajar.

Del mismo modo se reformó la inspección educativa para que garantizara el

cumplimiento de todas estas medidas. En definitiva, se invirtieron una gran cantidad

de recursos estatales en la mejora de la educación.

Dos hechos clave marcan el proceso educativo en la República: por un lado, el avance

de la escolarización española, que cada vez incorpora más alumnos al proceso

formativo (recordamos que en teoría esto estaba ya legislado por la Ley Moyano, pero

en la práctica, al inicio de la República solo un 58 % de la población en edad escolar,

estaba escolarizada). Los gobiernos republicanos agilizan este proceso “democratizando

la escuela” y haciéndola más accesible para las clases más desfavorecidas. El segundo

hecho importante es el acceso cada vez mayor de la mujer a los estudios secundarios y

universitarios.

El gobierno republicano se había planteado desde su inicio un objetivo educativo

prioritario: la expansión de las escuelas primarias del Estado. La estructura

escolar de España, mayoritariamente rural, se basaba en escuelas de aula única, con

unos 50 alumnos atendidos por un solo maestro o maestra.

En los primeros diez meses de la República se construyeron 7.000 escuelas, llegando

hasta 9.600 escuelas construidas solo el primer año. La necesidad de profesorado se

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

134 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

solucionó con la organización de cursillos para aquellos que tuvieran el título de

maestro, pero que trabajaban en otros servicios del gobierno. El incremento de sueldos

entre 1931 y 1933 convirtió al magisterio en una carrera atractiva.

Durante el Bienio Progresista republicano, la lucha laico-religiosa incidió directamente

en el programa de construcciones escolares. Los estudiantes de instituciones religiosas

eran aproximadamente unos 350.000, por lo que el gobierno republicano proyectó la

construcción de un número de escuelas suficientes para sustituir a las que estaban

dirigidas por órdenes religiosas. En muchas zonas rurales y en algunas ciudades, las

familias se opusieron a los planes del gobierno respecto a la coeducación y a la retirada

de crucifijos de las clases. Los docentes de aquellos lugares estaban mal vistos si no

asistían a misa y fueron objeto de cierto aislamiento social por esta causa.

En las anteriores etapas, la enseñanza secundaria había llegado a consolidarse

como principal actividad de las órdenes religiosas. Estos colegios gozaban de gran

prestigio entre las familias con recursos, por ser el primer escalón de futuras relaciones

profesionales y de negocios. Con independencia de las ideas religiosas de los padres,

una situación económica acomodada llevaba aparejada el deseo de matricular a sus

hijos en una acreditada escuela religiosa.

El gobierno republicano ordenó que las escuelas secundarias religiosas cerraran

a principios de octubre de 1933 y, para el inicio de 1934 se ordenó lo mismo para

las escuelas primarias. Las elecciones de noviembre de 1933 dieron la victoria a los

partidos políticos de la derecha. Este hecho paralizó la orden de cierre de las escuelas

religiosas y éstas siguieron funcionando con normalidad.

Durante 1935, por falta de presupuesto, se suspendió la construcción de escuelas y se

redujeron considerablemente los presupuestos de todas aquellas instituciones que

estaban relacionadas con las actividades de la Institución Libre de Enseñanza. También

fueron devueltas las propiedades confiscadas a los jesuitas y se fijó el pago de una

indemnización a la Compañía de Jesús.

En febrero de 1936 ganaron las elecciones los partidos de izquierdas agrupados en el

llamado Frente Popular, pero el estallido de la Guerra Civil puso fin a todo el ambicioso

programa de reformas previsto por este gobierno, para el retorno a la política educativa

del primer bienio republicano.

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

135 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

En definitiva, cuando finaliza la Segunda República, podemos afirmar que pese a los

esfuerzos estatales, el sistema educativo español estaba muy condicionado por las

diferencias socioeconómicas de las familias. La clase media alta llevaba a sus hijos

a centros privados de Bachillerato y en una gran mayoría continuaban sus estudios en

la universidad. Las clases populares acudían a centros estatales desde la educación

primaria y abandonaban sus estudios antes de la etapa secundaria, para incorporarse al

mundo laboral, a través del aprendizaje de algún oficio.

Esto quiso cambiar en la época republicana estableciendo un programa de ayudas y

becas para el acceso de los jóvenes menos favorecidos económicamente a los estudios

secundarios y universitarios, pero el advenimiento de la Guerra Civil y posteriormente

de la dictadura franquista lo impediría.

7.3. El Franquismo (1939-1975). Características del periodo en

aspectos educativos

La Guerra Civil (1936-1939) supuso un paréntesis a todas las reformas anteriormente

expuestas. En la zona republicana se intentaron mantener las medidas aprobadas por el

gobierno, pero en la zona franquista se procedió a la eliminación de las instituciones

educativas republicanas, empezando por una depuración en el cuerpo de maestros,

control ideológico sobre los textos y los docentes en activo, de tal manera que la escuela

libre y laica de la República, se transformó en una institución antidemocrática,

con carácter confesional y patriótico.

Los años de posguerra. 1939-1950

En la dictadura del general Franco se reorientó la política educativa, alcanzando niveles

considerablemente menos liberales de los que se habían conseguido en épocas

anteriores. Se prohibió la democratización en la escuela, el bilingüismo catalán y la

coeducación. Los niños y niñas debían asistir a escuelas separadas, con

contenidos curriculares diferentes. Se prohibió la Institución Libre de

Enseñanza. Se incrementó el elitismo y la discriminación en la enseñanza,

manifestados principalmente por la existencia de un sistema educativo de «doble vía»:

uno para las élites de bachillerato y otro para las clases más desfavorecidas

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

136 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Los docentes de enseñanzas medias y universidad, muchos de los cuales habían

ejercido docencia en época republicana, fueron objeto de especial persecución, así

como, los alumnos de las escuelas de magisterio. Se controló el acceso del profesorado

al cuerpo de Magisterio, teniendo que seguir unos cursos de orientación profesional y

presentar un informe de las autoridades militares, civiles y eclesiásticas que acreditasen

buena conducta religiosa y política.

La política de depuración de libros y bibliotecas escolares llevó a un férreo control

de los libros de texto, eliminación de manuales y prohibición de otros textos

educativos, conservando solo aquellos que “respondan a los principios de religión y

moral cristiana y exalten el patriotismo”.

Se fundó el Ministerio de Educación Nacional, sustituyendo al antiguo Ministerio de

Instrucción Pública y Bellas Artes. Esta institución se caracterizó por imprimir un

carácter confesional y patriótico a la escuela. Se autorizó a la Iglesia a fundar

colegios de enseñanza primaria y secundaria, en manos de órdenes religiosas,

fomentándose, de esta manera, la escuela privada católica, a cuyos profesores

no se les exigió el titulo de magisterio, sino un certificado de aptitud.

Así, la preocupación en la enseñanza primaria residirá principalmente, en: “los contenidos

religiosos, morales y patrióticos que impulsan el glorioso Movimiento Nacional, que, han

de tener en la escuela primaria su más fiel expresión y desarrollo y en la necesidad de

restaurar en la escuela primaria la enseñanza de la religión, base indispensable del

orden, vínculo firmísimo de la unidad y grandeza de nuestra patria”.

La primera ley educativa fue la de 1938, que reformaba las enseñanzas medias, ya

que se consideró que esta etapa educativa, prolongación de la primaria, debía estar

orientada a proporcionar una formación cultural lo más completa posible,

porque era a la que accedía la clase alta media y posteriormente a la

universidad, por tanto, en la buena formación en esta etapa educativa se depositaba

el futuro de la clase dirigente del país.

En el preámbulo de la Ley (BOE del 23-9-1938) se detallan las razones que llevan a

comenzar la reforma educativa:

"Iniciase con la reforma de la parte más importante de la Enseñanza Media, el

Bachillerato Universitario, porque el criterio que en ella se aplique ha de ser norma y

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

137 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

módulo de toda la reforma, y porque una modificación profunda de este grado de

Enseñanza es el instrumento más eficaz para, rápidamente, influir en la

transformación de una Sociedad y en la formación intelectual y norma de sus futuras

clases directoras”.

El bachillerato que se mantendrá hasta 1953, comprendía un examen de ingreso a los

diez años de edad, siete cursos sin exámenes formales y un examen de Estado al

finalizar, organizado por la universidad. Se dará mucha importancia a la lengua latina,

obligatoria en todos los cursos, y a la lengua griega (obligatoria en cuatro cursos), a la

religión (dos horas semanales en todos los cursos) y el idioma (tres horas semanales en

los siete cursos). La escasez de recursos produjo en la primera década de los años 40 un

notable descenso de la enseñanza estatal, ya que se cerraron 38 institutos de

enseñanzas medias. Este hecho supuso un florecimiento de la enseñanza privada,

principalmente de la impartida por las órdenes religiosas.

En esa misma línea, en 1943 se promulga la Ley que regula la Ordenación de la

Universidad. En ella se afirma que la universidad del Estado será católica y tendrá

“como guía suprema el dogma y la moral cristiana”. El cargo máximo de la universidad

sigue siendo el rector, pero su mandato “deberá de caer en un catedrático numerario de

universidad y militante de FET y de las JONS”. Los profesores necesitarán de una

certificación de la Secretaria General del Movimiento en la que conste “la firme adhesión a

los principios del Estado”, que son los de la Falange. Se exigía a todos los estudiantes estar

afiliados al Sindicato Español Universitario (SEU), de orientación falangista.

La tercera ley, que afecta a la Enseñanza Primaria se promulga en 1945.

Se divide la enseñanza de este nivel en dos etapas diferenciadas: una general, de seis a

diez años, y otra de carácter especial, de diez a 12 años. De este modo, la población escolar

sufre una grave discriminación, estableciéndose dos clases de alumnos: los que a los diez

años ingresan en el bachillerato como paso previo a la universidad y los que continúan la

enseñanza primaria hacia el mercado laboral. Se regulan las tres clases de escuelas

aceptadas: nacionales públicas, de la Iglesia y privadas.

Se establecen las metas de la educación en este nivel: “se orientará a los escolares

según sus aptitudes para la formación superior intelectual o para la vida profesional

del trabajo en la industria y el comercio o en las actividades agrícolas”. Además “la

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

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educación primaria femenina preparará especialmente para la vida del hogar,

artesanía e industria doméstica”.

La cuarta, la Ley de Formación Profesional Industrial en 1949. Esta ley mantiene

las Escuelas de Artes y Oficios dedicadas a la formación de oficiales y maestros de

taller. Esta formación educativa sufrió un escaso desarrollo, como consecuencia de una

estructura económica básicamente agraria y de una industria incipiente que aún no

necesita mano de obra cualificada. A finales de 1940 se reconoce el fracaso de la política

de la autarquía y se inicia el desarrollo de la industrialización. Quizá es por este motivo

por lo que se promulga la ley de Bases de la Enseñanza Media y Profesional en 1949,

con la que se crea un bachillerato laboral, distinto del llamado bachillerato

universitario.

Las bases de la ley determinan un bachillerato técnico, con un año de carácter

formativo general y cuatro de especialización profesional. Las especializaciones

impartidas eran: agrícola y ganadera, industrial, marítima, minera, y “profesiones

femeninas”. Este bachillerato no tuvo mucha aceptación, aunque su mayor demanda

fue en la modalidad agrícola-ganadera.

En definitiva, podría caracterizarse el sistema escolar de la posguerra por tres aspectos:

Se especifica una enseñanza confesional católica basada en tres premisas

fundamentales: educación de acuerdo con la moral y dogma católicos, enseñanza

obligatoria de la religión en todas las escuelas, y derecho de la Iglesia a la inspección

de la enseñanza en todos los centros docentes.

Aparece una politización de la educación, por medio de una orientación

doctrinaria en todas las materias.

La educación va a ser considerada como un asunto cuya competencia corresponde a

la sociedad, siendo misión del Estado únicamente la de ayudar en esta labor.

Lógicamente, la Iglesia aparecerá como la única fuerza social capacitada y

políticamente legitimada para asumir la función docente.

Se establece así, el segundo plano adoptado por el Estado en materia de educación. Se

desentiende en gran medida de la tarea educativa y la deja en manos de la Iglesia.

Durante la década 1950-1960, se observa una cierta apertura en el mundo de la

enseñanza. España comienza su apertura al exterior. Se firman los acuerdos con el

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

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Vaticano y con Estados Unidos. Aunque persiste la confesionalidad y el predominio de

la Iglesia, pero remiten un poco el patriotismo y la preponderancia del

adoctrinamiento político sobre lo técnico-pedagógico.

Características de esta etapa

Ley sobre Ordenación de la Enseñanza Media, de 1953. Esta normativa significa

un nuevo rumbo de la educación, algo menos dogmático y más inclinado a la calidad

intelectual de la enseñanza; además, supone un primer paso hacia la generalización de

la escolaridad hasta los 14 años.

Se introduce una división del bachillerato en: elemental (formado por cuatro

cursos) y superior (dos cursos), seguido del curso preuniversitario, (PREU) necesario

para el acceso a la universidad. En ambos se establecía una reválida y para el curso

preuniversitario, una prueba de madurez.

La segunda ley fundamental, decisiva para la escolarización real de la población infantil,

fue la de 1953 sobre Construcciones Escolares, donde se establece un sistema de

convenio entre Estado y ayuntamientos y diputaciones para la construcción de escuelas.

Otra ley a destacar fue la de 1955 sobre Formación Profesional Industrial, debido

al despliegue económico que se inicia en estos años. Dicha ley garantiza la presencia de

la Iglesia casi en los mismos términos que la ley de Ordenación de la Enseñanza Media,

aunque abre la vía a la formación profesional, en respuesta a la demanda industrial del

país.

Esta ley crea varios tipos de escuelas. Escuela de Pre-aprendizaje, que comprenden

dos cursos de duración, y además exigen el certificado de escolaridad para el ingreso.

Escuelas de Aprendizaje, de tres años de duración y Escuelas de Maestría, que

comprenden; dos años para el título de oficial y otros dos para el de maestro industrial,

al mismo tiempo se obliga a las empresas a establecer una cuota de empleo para la

formación profesional.

En la década 1960-1970, se produce un aumento considerable de la población española,

el conocido como “baby boom” de los 60. Este hecho provoca un extraordinario

aumento de la población escolar, que fuerza al Estado a realizar unas fuertes

inversiones en materia educativa, especialmente para dotar el país de las suficientes

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

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plazas escolares y profesores en activo, que la población demandaba, tanto para la

enseñanza primaria como secundaria.

En 1964 el ministro Tamayo, en una serie de medidas de mejora educativa, prolonga

la etapa de escolarización obligatoria hasta los 14 años, determina el número

de alumnos por aula (en torno a 30), impulsa la etapa preescolar (imprescindible para

la incorporación de la mujer a la población activa), reorganiza las escuelas de

magisterio con mayores criterios de calidad, regula la enseñanza secundaria y de

estudios profesionales. Todo esto se tradujo en una mayor incorporación de la

población a los niveles educativos superiores, lo que inmediatamente hizo necesario

una reforma universitaria, para adecuar la universidad española al número de plazas

demandadas por los escolares que finalizaban el bachillerato.

Los estudios universitarios eran requeridos por gran parte de la población de clase

media, que había visto aumentada su renta y su posición social en la favorable situación

económica que atravesaba España. Este grupo social muy numeroso veía en la

educación superior de sus hijos un medio de ascender cultural y económicamente en la

sociedad española.

Todas estas exigencias educativas hicieron necesario que en 1970 se aprobara la Ley

General de Educación, del ministro Villar Palasí, la reforma educativa más

ambiciosa desde la Ley Moyano.

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

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Características de la Ley de 1970

Se implanta la Educación General Básica (EGB) que abarca la etapa de estudios

primarios, desde los seis hasta los 14 años. Esta etapa incluía los antiguos estudios

de primaria, hasta los nueve años y los del bachillerato elemental, hasta los 14. Esta

fase educativa será unificada, obligatoria y gratuita. Es común para todo el

territorio nacional.

La etapa secundaria se divide en dos posibles vías, por un lado el Bachillerato

Unificado Polivalente (BUP), que aportaba una educación más completa con un

currículo mixto, en el que se alternaban materias de disciplinas humanistas y

científicas. La superación del BUP tenía como siguiente fin, los estudios universitarios.

La segunda vía de formación tras la EGB, la constituían los Estudios de

Formación Profesional (FP) de primer grado. Estos estudios estaban encaminados

a lograr una formación más profesional y específica, cuyo fin último era el mundo laboral.

CIENCIAS LETRAS

BUPFORMACIÓN

PROFESIONAL 1º GRADO

EGB- 6-14 AÑOS OBLIGATORIA UNIFICADA Y GRATUITA

CURRÍCULO MIXTO

AMPLIA CULTURA

PREPARATORIO PARA LA UNIVERSIDAD

PROPIO DE LAS CLASES MEDIA-ALTAS

Elegir una vía

LEY GENERAL DE EDUCACIÓN DE 1970

FORMACIÓN MAS PROFESIONAL Y ESPECÍFICA

DE UN OFICIO

PREPARATORIO PARA EL MUNDO LABORAL

PROPIO DE LAS CLASES MEDIA-BAJAS

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

142 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

7.4. Etapa democrática. Constitución de 1978. Aspectos

educativos

Con la llegada de la democracia a España y la Constitución del 1978, cambian muchos

aspectos organizativos, políticos y administrativos en la organización del Estado. En el

Estado de las Autonomías, las competencias educativas están repartidas entre

el gobierno central y los gobiernos de las Comunidades Autónomas. Era

necesaria una nueva ley de educación integradora, pero a la vez que contemplase todas

las posibles modificaciones dentro del marco legislativo autonómico.

Al mismo tiempo, en previsión de la futura entrada de España en la Unión Europea,

como se produjo en 1986, se debía adecuar la nueva ley a las exigencias europeas, tanto

en materia educativa como en equivalencia de titulaciones. La edad de escolarización

cada vez era más temprana y de mayor duración, debido a la constante demanda de

estudios universitarios, que proporcionan una formación más cualificada y competitiva.

En este sentido se promulgan leyes en materia educativa, destacando:

1980 LOECE-La Ley Orgánica del Estatuto de Centros Escolares

Se formula gobernando la Unión de Centro Democrático, presidido por Adolfo Suárez.

Es la primera norma que trata de desarrollar la Constitución. Mantiene el sistema

educativo anterior y solo regula el derecho a la educación, establece la tipología de

centros y cambia su modelo de organización de manera que los padres puedan

participar más activamente.

1985 LODE-Ley Orgánica del Derecho a la Educación

Promulgada bajo gobierno socialista, las principales obligaciones que incorpora son:

Libertad de cátedra para los profesores.

Derecho de las familias a elegir el centro educativo, tanto público como privado,

religioso o laico.

Derecho a los alumnos a recibir una valoración objetiva de su rendimiento.

Derecho a los alumnos, padres y profesores a participar en el funcionamiento del

centro.

Derecho de las familias menos acomodadas a recibir ayudas económicas para la

educación de sus hijos.

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

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1990 LOGSE-Ley General del Sistema Educativo, bajo gobierno socialista

Características principales:

Regula la educación infantil hasta los seis años, pese a no ser obligatoria.

Aumenta la obligatoriedad de escolarización hasta los 16 años. La educación

secundaria hasta los 16 años será gratuita y obligatoria. Tendrá la

consideración de educación básica. La Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO) abarca

dos ciclos, primer ciclo 1º y 2º ESO, y segundo ciclo 3º y 4º ESO. Posteriormente, el

alumno puede continuar estudios en Bachillerato (dos años) o en ciclos formativos.

Se fijan las enseñanzas mínimas, criterios de evaluación, objetivos, horarios por

asignaturas, etc. dentro de un marco flexible, ya que las Comunidades Autónomas

podrán readaptar estos criterios dentro de un marco general.

Se dota a los centros educativos de la posibilidad de elaborar proyectos curriculares

de aplicación propia.

Se plantean cursos específicos, con currículo propio, para alumnos con especial

dificultad. Programa de diversificación en 3º y 4º ESO.

Se insiste en la educación personalizada de un alumnado muy diferente, posibilitando

medidas de atención a la diversidad, clases de refuerzo, apoyo, compensatoria etc.

Esta ley convivió con la anterior ley de 1970 hasta el año 2000, en que tuvo plena

aplicación. Progresivamente se han realizado algunas modificaciones a esta ley, como la

LOPEG (1995) que concede más autonomía a los centros, o la LOE (2006), pero los

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problemas educativos siguen vigentes. La tasa de escolarización ha aumentado, pero no

la calidad de la misma y el nivel actual de fracaso escolar es alto.

La aplicación correcta de estas reformas requiere una inversión considerable en

educación que no se ha realizado, ni se está realizando. La carencia de profesores

preparados adecuadamente, el aumento de la ratio en las clases, la cada día mayor

diversidad del alumnado, hace casi imposible la atención personalizada, tan difundida y

anunciada en esta ley. La posibilidad de los alumnos de pasar de curso con materias

suspensas garantiza su falta de conocimientos en niveles superiores y su fracaso escolar.

En cuanto a la reforma universitaria merecen destacarse las actuaciones en función de

los marcos europeos constituidos por la Declaración de la Sorbona en 1998 y

recientemente por el Plan Bolonia de 1999. Este último ha supuesto la adecuación

de los planes universitarios españoles a las exigencias europeas, finalizando esta

adecuación en el año 2010.

Principales características

Estudios cada vez más vinculados a las demandas del mercado laboral.

Buscar un marco común europeo, que facilite el intercambio, la comparación,

compatibilización y convalidación de los estudios y las titulaciones.

Creación de la ANECA: organismo que valora la calidad de la labor docente y regula

las diferentes figuras académicas.

Respetando la diversidad y la autonomía institucional, se establece una misma

estructura de titulaciones en dos niveles: grado y postgrado. Un mismo sistema de

medición del trabajo académico (sistema de créditos ECTS).

Posibilitar la movilidad de estudiantes y profesores (Convenios de formación, becas

Erasmus, Comenius…).

La promoción de la calidad, proyectada básicamente sobre aspectos metodológicos

de la enseñanza.

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

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7.5. La mujer en el siglo XX y XXI. Aspectos educativos

A comienzos de siglo aún seguía vigente el modelo educativo femenino imperante en

el siglo pasado. La mujer debía ser ante todo buena esposa y madre y su formación estaba

vinculada a mejorar su instrucción, para que ella misma se convirtiera en la mejor

educadora de sus hijos. Para lograr este objetivo no se necesitaba continuar estudios

secundarios ni superiores y la gran mayoría de las mujeres arranca el siglo XX con una

mínima cultura general. En 1901, solo una de cada cinco mujeres sabía leer y escribir en

España.

En el primer tercio de siglo, las tasas de escolarización femenina aumentaron tanto en

bachillerato como en la universidad, especialmente en las escuelas de magisterio. Pero

aún persisten los bajos niveles de desarrollo económico y cultural, la resistencia

familiar y la opinión generalizada contraria a que las mujeres estudiasen. Estos

condicionamientos eran muy fuertes y el rol femenino dominante seguía siendo el de

ocuparse de sus labores domésticas: atender a su familia, y en menor medida

desempeñar algún oficio, más o menos femenino, como costurera.

En 1909, se crea la Escuela Superior de Magisterio y los primeros Institutos

Femeninos. Progresivamente se reconocen como titulaciones oficiales la de matrona,

taquígrafa, mecanógrafa, enfermera y la posibilidad de acceder a puestos de la

administración del Estado con categoría de auxiliar.

En 1930 las cifras de matrículas de mujeres en el bachillerato y en la universidad

han experimentado un notable aumento, que disminuyen de nuevo con la dictadura de

Franco. En el Franquismo se volverá a insistir en la imagen de la mujer

tradicional, cuidadora de sus hijos y de su hogar, baluarte de la familia católica. No se

negará el derecho de la mujer a la educación superior, pero se insistirá en su posición

de subordinación al varón y a los intereses familiares. La mujer casada necesitaba el

permiso expreso de su marido para ejercer su profesión.

En el bachillerato estudiarán en escuelas separadas y con materias diferentes,

incluyendo asignaturas de carácter doméstico en los planes de estudio femeninos. Se

orientará a la mujer hacia profesiones que se consideraban aptas para ellas; como

enfermeras, profesoras y trabajos de manualidades y artesanías. En la última etapa del

franquismo, la escolarización de niñas y niños alcanza cifras similares en el bachillerato

y muy parecidas en la universidad.

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

146 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

Con la llegada de la Democracia se instauró la igualdad educativa entre los dos

sexos, en cuanto al acceso a los estudios superiores, como en el desempeño de diversas

profesiones. Hoy en día, el número de mujeres matriculadas en las enseñanzas

universitarias es superior al de los hombres.

7.6. Nuevas metodologías

No es nuestra intención abordar en este estudio de la historia de la educación el análisis

de las nuevas corrientes pedagógicas o metodológicas que han centrado el siglo XX,

pero tampoco podríamos obviarlas, ya que han contribuido de manera importante al

concepto educativo que tenemos hoy en día. Por tanto y, sin entrar en un análisis

pormenorizado, nombraremos las que a nuestro juicio, han sido más relevantes.

Escuela Nueva

El término Escuela Nueva se refiere a un conjunto de principios que surgen a finales del

siglo XIX y se consolidan en el primer tercio del siglo XX, como alternativa a la

enseñanza tradicional. Estos principios derivaron de una nueva visión de las necesidades

de la infancia.

La Escuela Nueva plantea un modelo didáctico y educativo completamente diferente a

la tradicional. Va a convertir al niño en el centro del proceso de enseñanza y

aprendizaje, mientras que el profesor dejará de ser el punto de referencia

fundamental para convertirse en un dinamizador de la vida en el aula, al servicio de los

intereses y necesidades de los alumnos.

Esta nueva metodología tiene como antecedente las ideas filosóficas y pedagógicas de

autores como Rousseau, que proponía un tratamiento diferencial del niño. Planteaba

una nueva pedagogía y una nueva filosofía de la educación basadas en los intereses y

necesidades del niño y en el desarrollo natural en libertad.

La Escuela Nueva está también influida por la corriente naturalista, que defendía la

necesidad de volver a la naturaleza para “preservar al ser humano de una sociedad que

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

147 © Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)

lo corrompe”. En esta primera etapa de la escuela incluimos a autores como Pestalozzi,

Froebel y Herbart.

A partir de 1914, con la Primera Guerra Mundial, estas ideas van a extenderse en

Europa. Es una época en la que diversos autores se proponen revisar los principios que

respaldan el modelo educativo y las instituciones creadas para ello. Son intentos de

mejora, planteados por un grupo de maestros liberales que vieron la necesidad de

reconsiderar los planteamientos educativos imperantes hasta ese momento.

La multiplicación de las escuelas y del número de niños, que procedían de ámbitos

económicos y sociales distintos, exigió diversificar los métodos y los principios: “ni

todos los niños eran iguales, ni podían ser tratados de la misma manera”. Para ello

buscaron una educación diferente, que fuera activa, que preparara para la vida real

y que partiera de los intereses reales que tenía cada niño.

Este movimiento critica la escuela tradicional, que se venía desarrollando durante el

siglo XIX y parte del XX. Criticaba el papel fundamental del docente, la memorización,

el autoritarismo del maestro y la falta de interactividad profesor-alumno. Su finalidad

era conseguir un alumnado activo que pudiese trabajar dentro del aula sus propios

intereses, como persona y como niño.

Principios básicos

La actividad. Aprender “haciéndolo”, en un ambiente educativo.

El aula convertida en aula social, en asunto de la sociedad en la que vivimos.

La existencia dentro del aula de mobiliario flexible, para poder adaptarse a

situaciones didácticas y de aprendizaje diferente.

Se marcan pautas de trabajo y de actividad, con una programación previa. Esto supone

la eliminación de los libros de texto. Los maestros y alumnos van construyendo los

contenidos a estudiar a partir de los intereses y motivaciones de los alumnos,

rechazando los textos académicos y el manual escolar de la escuela tradicional.

A pesar de la diversidad metodológica que caracteriza este movimiento, todos los

métodos tienen características comunes que permiten diferenciarlos claramente de

la metodología de la escuela tradicional. Estos rasgos comunes nacen de los principios

que caracterizan la Escuela Nueva y tienen en el concepto de “la actividad” y el respeto

a la individualidad, dos de sus pilares básicos.

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

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Dentro de este movimiento de la Escuela Nueva destacamos a: María Montessori,

Ovidio Decroly y Celestin Freinet. Estos maestros plantearon nuevas metodologías,

dentro de este contexto general, que han influido en el desarrollo de la pedagogía y la

educación a lo largo del siglo XX y XXI.

Método Montessori

María Montessori, a principios del siglo XX, aportó al mundo de la pedagogía un nuevo

método y material didáctico, que hoy es de gran ayuda en el período de formación

preescolar en muchos países del mundo. Montessori formula su nueva metodología

basándose en su experiencia en las Casas de Niños. El aprendizaje de las primeras

etapas de formación va encaminado a ayudar al niño a descubrir la vida y a desarrollar

todo su potencial humano.

Se basa en el respeto al niño y su capacidad de aprender y utilizar su libertad. Está pensado

en el método ensayo-error, para permitir que el niño vaya descubriendo y aprendiendo por

sí solo, a través de la motivación y de unos materiales y un entorno, incluyendo el

mobiliario, adaptados a su edad. El niño es el protagonista de su educación. Es

fundamental la importancia de la "mente absorbente". La motivación sin límite de los

niños pequeños es clave para adquirir un dominio sobre su entorno y perfeccionar sus

experiencias y su comprensión, a través de una instrucción programada.

Aporta ideas como las aulas abiertas, educación personalizada, aulas infantiles con

juguetes didácticos y manipulables. Implica mucho a las familias. Es necesaria una

colaboración estrecha entre las familias y los educadores.

Método Decroly

Ovidio Decroly era un psicólogo belga que trabajó con los niños huérfanos tras la

Segunda Guerra Mundial. Fue uno de los grandes impulsores de la Escuela Nueva. Su

metodología se basó en los siguientes principios:

Organización adecuada del ambiente escolar.

Adaptación de la escuela al niño.

El niño debe aprender por motivación y descubrimiento, no por imposición.

Se deben utilizar métodos que despierten los sentidos.

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

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Deben establecerse programas propios de cada niño, según sus intereses y

capacidades.

Individualizar los ejercicios y las actividades.

Formar grupos de niños en clase.

Uno de los elementos más característicos de este método es el juego: “aprender

jugando”. Decroly une en el aula, trabajo y juego, considerándola como la mejor

combinación para aprender.

En definitiva, estudiar científicamente a cada niño para adecuarle un aprendizaje

propio, según sus características y necesidades. También considera que este método

tiene igual vigencia para niños con especial dificultad, que para niños sin ella.

Escuela Activa de Celestin Freinet

La Educación Activa se fundamenta en la libertad y en el trabajo. Es un proceso que

favorece en cada niño el desarrollo de sus capacidades personales al máximo para

integrarse en la sociedad y aportar lo valioso de su individualidad para transformarla.

En este concepto están incluidos dos aspectos: el de la instrucción académica y el de la

formación de hábitos y actitudes basados en una escala de valores.

La Escuela Activa es la escuela de la acción del trabajo de los alumnos guiados por el

docente. Son ellos quienes investigan y analizan la información, responsabilizándose

conjuntamente en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Este método se fundamenta en:

El trabajo es esencial como herramienta de aprendizaje.

El respeto a la personalidad del niño.

Educación individualizada. Reconocimiento y aceptación de las diferencias

individuales.

Procura el desarrollo armónico de todas las capacidades del niño.

Busca una educación para lo social. Se integra al niño para que participe y se sienta

miembro de la sociedad en la que vive.

Desarrollo de la capacidad creadora. Fomentar la creatividad y la libre expresión

producirá en el niño seguridad y satisfacción.

Educación en libertad y responsabilidad. La libertad se realiza en el interior de la

persona y se manifiesta en la posibilidad de elección, en la toma de iniciativas y la

decisión entre varias alternativas, asumiendo la responsabilidad de su propia elección.

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

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En definitiva, a través del trabajo personal y en grupo, mediante el desarrollo integral

del niño, se logrará una sólida conciencia de convivencia social en la escuela, en el

hogar y en la comunidad.

Críticas a la Escuela Nueva y a los nuevos métodos educativos

Lo mismo que la Escuela Tradicional se enfrentó a la Escuela Nueva, ésta también tuvo

sus críticas sobre sus principios fundamentales. La Escuela Nueva fue criticada por la

Iglesia católica y por grupos muy conservadores a causa de la coeducación y de su

marcado laicismo. Otros grupos criticaron su supuesto anti-intelectualismo o el abuso

de los sentidos y la actividad, frente a la disciplina, la memorización y el control de la

inteligencia y la voluntad.

Aunque hoy en día coexisten la Nueva Escuela y la Enseñanza Tradicional, el ideario de

la Escuela Nueva se fue incorporando progresivamente a los proyectos educativos de

escuelas públicas y privadas, e incluso las mismas leyes marcaron pautas

metodológicas ya conseguidas por esta escuela. Esto llevó a que su propia existencia

como escuela innovadora, dejó de tener sentido, al haberse logrado gran parte de sus

aspiraciones, al menos de derecho, en la mayoría de los centros educativos. En Estados

Unidos, hasta mediados del siglo XX, encontramos un movimiento similar a la Escuela

Nueva, llamado Escuela Progresista, que se originó como protesta frente a la escuela

tradicional americana centrada en el profesor y en los principios educativos clásicos.

Este movimiento fue difundido por los profesores universitarios y posteriormente

adoptado por los maestros de las escuelas públicas y asociaciones profesionales, con el

fin de transformar la sociedad por medio de la educación. La Escuela Progresista partía

de la filosofía de John Dewey (1859-1952) y adoptó como método de enseñanza el lema:

“Aprender haciendo”. Este movimiento tuvo una gran difusión en los Estados Unidos,

sobre todo, en el período de entreguerras, aunque empezó su declive en los años 40,

para desaparecer prácticamente después de la Segunda Guerra Mundial.

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

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7.7. Textos extraídos de libros escolares españoles

Narciso Masdival Puig. Resumen de Urbanidad para niñas, 1927

Amables niñas:

(...) el juicio-sentimiento de lo bello reside en los seres racionales y por eso cualquiera

juzga al instante a las niñas según que en ellas se descubra aseo o suciedad, finura o

grosería, comedimiento o desenvoltura. Y puesto que sois las niñas en la infancia algo

así como un diamante que a medida que se labra y pule es de más precio o estimación

también, un corazón inmaculado y alma purísima son prendas muy raras que

hermanadas con las virtudes cristianas han de producir en el mundo el honor de la

familia y la regeneración de la futura sociedad humana (...).

Pensad que no estáis destinadas a gobernar un Estado, ni a ir a la guerra, ni a las

Academias y Parlamentos, ni ejercer ministerio de la Iglesia; por consiguiente debéis

prescindir de las ciencias políticas, del arte militar, de la Jurisprudencia y de la Teología.

Pero sois la bella mitad del género humano, y podéis unir vuestra suerte con la de un

hombre de posición o de carrera que pondrá a prueba vuestras maneras sociales (...).

Encaminad pues las facultades físicas y morales a vuestro destino particular, a

vuestras ocupaciones y a vuestros deberes, pensando que debéis gobernar una casa y

ser la reina del hogar doméstico (...)”.

Joaquín Seró Sabaté, El niño republicano, 1932, página 10 y 11

“(…) No ha habido, no hay, no habrá ni puede haber régimen alguno que sea capaz de

substituir a éste en el que cada ciudadano, en una sociedad de orden, de trabajo, de

mutua inteligencia, goza de libre albedrío para intervenir en la cosa pública con la

expresión de su voluntad, que es el voto.

La República es el gobierno del pueblo por el pueblo, el gobierno de todos para todos.

(…) La República es un régimen de dignidad humana. El pueblo republicano tiene

para regular su vida las leyes que él mismo se da por medio de sus representantes y

las mejoras o las substituye a conveniencia para que rindan un beneficio igual para

todos (…).

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Capítulo 7: La educación en España en los siglos XX y XXI

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(…) La libertad es el más sabio de los principios que conducen al orden y al respeto,

pues tiene un límite natural que nadie discute, esto es: la libertad de un ciudadano

termina donde comienza la libertad de otro ciudadano. El límite de la libertad lo fijan

las leyes (…)”

Victoriano F. Ascarza. Lecturas Ciudadanas: Manual docente de

Educación Cívica. 1932

En el prólogo Dos palabras al lector:

“(…) Ello aconseja llevar a la escuela y dar a los niños y niñas, desde los primeros

años, las nociones fundamentales de la democracia y los preceptos constitucionales,

para que vayan encarnando en las costumbres y en el corazón del pueblo”.

En las páginas 7 y 8, dentro del apartado Yo soy español:

“…España tiene un gobierno republicano democrático que hace a todos los españoles

iguales ante las leyes (…) En otros tiempos había personas privilegiadas que

disfrutaban preferencias especiales, solamente por el hecho de haber nacido de padres

que también tenían esas preeminencias (…)”.

En la página 9 y siguientes:

“(…) A su vez el suelo español, tan quebrado y tan distinto en clima y productos, crea

condiciones de vida y aspiraciones muy diferentes, las cuales, en lo posible y sin

atentar la unidad nacional deben tenerse en cuenta para la organización social y

política española. Los recuerdos históricos, las influencias de raza y las condiciones

del suelo han dado origen a lo que se llama regionalismo, que consiste en la

aspiración de varias regiones a gobernarse por sí mismas, en aquello que les es

propio y peculiar, pero conservando la unidad nacional”.

Agustín Serrano. Yo soy español. Ed. Escuela Española. 1940

En las páginas Advertencias a los educadores se recomienda:

“El libro es sencillísimo, como reclama la edad de los lectores, pero sin dejar de ser

perfectamente serio, como exige la nobleza de sus fines. Es el primero de éstos el amor

a España (…). Queremos que empiecen a oír los nombres ejemplares y las gestas

heroicas; que las cosas de Dios y de España entren, como sal de bendición, en la

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levadura germinal de su conciencia (...). Hemos agregado a cada lección unas

“sugerencias para el trabajo”…con las que pretendemos un horizonte más que una

pauta…”.

“No hay caudillaje verdadero si el caudillo no inspira entrañable admiración, respeto

y amor (…) es preciso que los niños conozcan las virtudes del Caudillo de España (…)

Desde luego, el propósito de esta lección no estará logrado hasta que los chiquitines se

entusiasmen con Franco. Hágase hincapié en el profundo sentido cristiano de la

legislación social de España, que va plasmando, como seguramente ninguna otra del

mundo, el espíritu de las Encíclicas de los Papas…”.

Federico Torres. Cómo se educó Carmina, 1950

Capítulo VI Primer día de clase:

“(…) Las niñas reciben una educación y una instrucción adecuadas a su sexo. Su

preparación para la vida es diferente a la de los niños, porque también es diferente el

cometido que Dios les ha señalado. Las profesoras -maestras nacionales o monjitas de

la orden que fuera- tienen en cuenta el destino de las vidas femeninas a ellas

confiadas. Y por ello se desvelan por hacer que las niñas se parezcan en lo

humanamente posible al modelo divino de la Santísima Virgen.

Las niñas españolas tienen dos sublimes ejemplos a seguir: el de Santa Teresa de

Jesús y el de Isabel la Católica. Si Dios las quiere para sí, las profesoras las enseñan el

camino que siguió nuestra madre la santa abulense; si las quiere para formar un

hogar o vivir en el siglo, las encauzan por la senda seguida por nuestra reina

inmortal.

(…) Imitando tan egregios modelos, no dudéis de que España será eterna y de que

jamás dejará de ser buena hija de Jesús, que es el primordial fin para el que fue

creada su nacionalidad desde los lejanos tiempos de Don Pelayo”.

Sección Femenina, Manual de Economía doméstica para bachillerato y

magisterio, 1958

“Ten preparada una comida deliciosa para cuando él regrese del trabajo.

Especialmente, su plato favorito. Ofrécete a quitarle los zapatos. Habla en tono bajo,

relajado y placentero. Prepárate: retoca tu maquillaje, coloca una cinta en tu cabello.

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Hazte un poco más interesante para él. Su duro día de trabajo quizá necesite de un

poco de ánimo, y uno de tus deberes es proporcionárselo.

Durante los días más fríos deberías preparar y encender un fuego en la chimenea

para que él se relaje frente a él. Después de todo, preocuparse por su comodidad te

proporcionará una satisfacción personal inmensa. Minimiza cualquier ruido. En el

momento de su llegada, elimina zumbidos de lavadora o aspirador.

Salúdale con una cálida sonrisa y demuéstrale tu deseo por complacerle. Escúchale,

déjale hablar primero; recuerda que sus temas de conversación son más importantes

que los tuyos. Nunca te quejes si llega tarde, o si sale a cenar o a otros lugares de

diversión sin ti. Intenta, en cambio, comprender su mundo de tensión estrés, y sus

necesidades reales. Haz que se sienta a gusto, que repose en un sillón cómodo, o que se

acueste en la recámara. Ten preparada una bebida fría o caliente para él. No le pidas

explicaciones acerca de sus acciones o cuestiones su juicio o integridad.

Recuerda que es el amo de la casa. Anima a tu marido a poner en práctica sus

aficiones e intereses y sírvele de apoyo sin ser excesivamente insistente. Si tú tienes

alguna afición, intenta no aburrirle hablándole de ésta, ya que los intereses de las

mujeres son triviales comparados con los de los hombres. Al final de la tarde, limpia

la casa para que esté limpia de nuevo en la mañana. Prevé las necesidades que tendrá

a la hora del desayuno. El desayuno es vital para tu marido si debe enfrentarse al

mundo interior con talante positivo.

Una vez que ambos os hayáis retirado a la habitación, prepárate para la cama lo

antes posible, teniendo en cuenta que, aunque la higiene femenina es de máxima

importancia, tu marido no quiere esperar para ir al baño. Recuerda que debes tener

un aspecto inmejorable a la hora de ir a la cama... si debes aplicarte crema facial o

rulos para el cabello, espera hasta que él esté dormido, ya que eso podría resultar

chocante para un hombre a última hora de la noche. En cuanto respecta a la

posibilidad de relaciones íntimas con tu marido, es importante recordar tus

obligaciones matrimoniales: si él siente la necesidad de dormir, que sea así, no le

presiones o estimules la intimidad. Si tu marido sugiere la unión, entonces accede

humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que

la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu

parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar».

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