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TAREA 2: ENTREGA ANTES DE 30 DE ABRIL AL MISMO
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CERVANTES Y EL QUIJOTE: ENTRE EL RENACIMIENTO Y EL
BARROCO
*El tema, como solemos hacer en clase, se verá siguiendo en parte el libro y en parte
mis explicaciones y aclaraciones. Hay que leer y comprender todo lo que os digo y en el
orden que os digo, porque, si no, va a ser imposible que hagáis con solvencia las
actividades finales que deberéis entregarme. Yo voy a esforzarme mucho en las
explicaciones; vosotros tendréis que esforzaros en la atención y, si algo no os queda
claro después de haberle dado muchas vueltas, entonces siempre podéis poneros en
contacto conmigo a través del mail para que os resuelva la duda.
1.1 Época, Vida de Cervantes y relación con su obra (Esta pregunta la vemos
exclusivamente por aquí, por apuntes)
Cervantes vive en la segunda mitad del siglo XVI y el inicio del XVII, cuando el
optimismo y la confianza en el hombre renacentista se agota para dar paso a una
nueva etapa en Europa (llena de tensiones y conflictos políticos y religiosos) y donde
priman el pesimismo y la falta de confianza en ser humano y en la vida; es el llamado
“Barroco”. Sin duda, Cervantes, como Shakespeare, es un escritor de transición entre
estas dos épocas y esto conviene tenerlo en cuenta para entender la complejidad y
riqueza de sus obras.
Cervantes, también como Shakespeare, tuvo una educación ”oficial” corta,
hasta los diez o doce años, pero comparte con el otro escritor más famoso de la
historia, ser individuos que desde muy jóvenes están llenos de curiosidad por la vida y
por la literatura (ambos son grandísimos lectores).
Sin embargo, la vida de Cervantes es cualquier cosa menos afortunada y esto,
aunque parezca extraño, es una de las claves quizá que explique el tono de su gran
obra (Luego lo vemos). A los 22 años tiene que huir de la justicia a Nápoles por haber
herido de gravedad a un hombre en un duelo; una vez allí, se enrola como soldado
probablemente para “limpiar” su historial y acaba luchando en la gran batalla de
Lepanto, donde pierde la movilidad de su mano izquierda. Vuelve, victorioso, a España,
creyendo que va a ser, como sus compañeros, tratado como un héroe, pero su barco
es apresado por unos piratas turcos y lo encierran en una prisión de Argel, a la espera
de rescate. Él, como sus compañeros, piensa que España pagará inmediatamente lo
que se pide por sus héroes de guerra, pero nuestro país, fuerte en las guerras externas,
se encuentra sumergido en profundas crisis internas y no atienden las llamadas de
socorro de estos prisioneros. Hasta cinco años pasa Cervantes en Argel, después de
protagonizar varios intentos de fuga (Por cierto, siempre lo”pillan” y nunca lo matan,
se ha especulado mucho con las posibles razones de esta piedad…). Finalmente, vuelve
a España creyendo que tendrá un puesto importante por su aportación pasada a la
patria, pero lo más que consigue es un puesto peligroso como recaudador de
impuestos.
Por esta época Cervantes ya sueña con triunfar con el género de moda: el
teatro (como el cine o los videojuegos de hoy) y, de paso, quitarle el reinado del éxito a
Lope de Vega. En aquella época, el teatro se escribe en verso y Cervantes acaba
admitiendo, después de mucho sufrir, que no tiene cualidades para la poesía. Llegará a
escribir sobre esto:
“Yo que me afano y me desvelo
por parecer que tengo de poeta
la gracia que no quiso darme el cielo”
Mientras, ingresa por primera vez en la cárcel por un asunto turbio relacionado
con su trabajo de recaudador de impuestos (allí debió de empezar a concebir su
“Quijote”). La crítica considera que Cervantes tenía intención de escribir una novelita
ejemplar como otras que escribió (son cuentos breves con intención didáctica), pero
que la fuerza del personaje y de la historia le arrastró, a partir del capítulo VII, a
escribir una cosa nueva y distinta a todo lo que se había escrito hasta aquella fecha.
Sea como fuere, lo cierto es que El Quijote se convierte en un auténtico éxito en toda
Europa (sin que esto signifique ninguna remuneración económica para Cervantes; eran
otros tiempos…), aunque la mayor parte de la gente la entendió como una obra cómica
sin más, como una parodia de las novelas de caballerías que vimos en el anterior tema
(más o menos como Scary movies es una parodia de las películas de terror…)
Cervantes se casa sin amor con una chica más joven que él creyendo que ella
tiene una buena posición económica, cosa que descubre después que no es cierta. Sus
hermanas “trabajan” en oscuros negocios que acabarán salpicando a Cervantes, que
vuelve a la cárcel por poco tiempo. El escritor, ya envejecido, escribiendo la segunda
parte del Quijote, espera que una mejora económica que nunca llega. Lo que sí llega,
es una segunda parte “falsa” del Quijote que se adelanta a la suya, El Quijote de
Avellaneda, y que le hace mucho daño. Es un libro puramente cómico que le quita toda
la riqueza y complejidad a los personajes. Al parecer, es escribió desde el círculo de
Lope de Vega (ya enemigo declarado de Cervantes). Lope sí que se debió de dar cuenta
de la grandeza del Quijote y quiso hacerle daño, respondiendo a las críticas que había
recibido antes de Cervantes.
Este quijote falso hace que Cervantes acelere la escritura de la segunda parte y
la termine antes de morirse, incluyendo, eso sí, en su obra a algunos personajes del
Quijote de Avellaneda a los que su Quijote, tras apresarlos, les hace reconocer que son
personajes falsos (una de la muchas geniales ideas cervantinas, mezclando realidad y
ficción). Cervantes muere poco después.
Os he contado todo esto sobre la vida de Cervantes para que entendáis una
cosa fundamental. Lo más lógico es que alguien que ha tenido una vida tan dura como
la de Cervantes se manifieste resentido o pesimista con el ser humano en general;
sorprende, sin embargo, que Cervantes mantenga su confianza en nuestra especie a
pesar de sus múltiples adversidades. Es como si hubiese comprendido nuestros
mayores defectos y eso le hiciese tener una empatía superior hacia el hombre que se
ve reflejada en su obra. Aunque en la segunda parte hay mucho del desengaño
barroco, Cervantes sigue confiando en la comprensión del otro y de la humanidad
como motor fundamental del mundo.
1.2 Obras Cervantinas (páginas 196 y 197)
Leed toda la pregunta “por encima”, pero deteneos sólo en las novelas ejemplares.
Es lo mejor de su obra después de El Quijote.
2. EL QUIJOTE.
2.1 Estructura y argumento (pág.198 y 198)
Como en clase, aunque no os voy a hacer preguntas sobre el argumento, es
fundamental conocerlo para luego entender todo lo demás. Leed con atención. A
quien le apetezca conocer la trama con más detalle, puede leer resúmenes más
amplios que hay en la red sobre las dos partes de la novela más famosa de la historia.
Hay que aclarar que en la segunda parte de la obra unos nobles les “dan” a
nuestros protagonistas aquello que más quieren: a don Quijote le reconocen como el
caballero andante más famoso del mundo y a Sancho le regalan una ínsula para que la
gobierne. Por supuesto, todo esto no es más que una gran broma de esta gente que se
quiere divertir a costa de lo que consideran que son dos tontos o locos. Por eso esta
segunda parte es mucho más triste que la primera. Los protagonistas consiguen sus
sueños, pero a base de mentiras y burlas. No es de extrañar que esto empiece a no
convencerle a don Quijote…
2.2 Temas (pág.199, 200, 201) Leer con mucha atención el libro y mis aclaraciones
y extensiones de aquí)
Lo primero que hay que decir, es que la cantidad de temas presentes en la obra es
casi inabarcable, pero nos vamos a centrar en algunos que aparecen en vuestro
libro (haciendo las aclaraciones oportunas) y algunos que os escribiré yo.
1. Conflicto entre ilusión y realidad
Me gustaría aclararos la última frase de esta característica: “queda en evidencia
que los sentidos engañan, la realidad no es absoluta y la vida puede ser un sueño”.
Es cierto que durante toda la obra, y es una de las enseñanzas fundamentales del
Quijote, Cervantes nos quiere decir que la realidad es compleja (depende de la
perspectiva con que observemos cada cosa), que no hay verdades absolutas. Cada
uno caminamos por la vida con “nuestra verdad”, por eso tenemos que ser
tolerantes con la verdad de los otros. Además, el quijote es un individuo que se ha
atrevido a convertir su sueño (ser caballero andante) en realidad y, aunque parece
una locura (en aquella época el caballero andante era una figura ya trasnochada,
como un superhéroe del pasado) lo cierto es que gracias a su “papel” en muchas
ocasiones acaba ayudando realmente a quienes lo necesitan. ¿Cuánta es la fuerza
que puede tener nuestra imaginación?, parece preguntarnos Cervantes.
Por otra parte, pero relacionado con lo anterior, ¿quién nos dice que lo que
estamos viviendo es real? Podríamos, por ejemplo, no ser más que el sueño de
alguien… No tenemos pruebas para distinguir lo que es real o no (esta “fragilidad”
de lo real en el Quijote es muy barroca, por cierto, frente a la seguridad y confianza
renacentista.)
2. Conflicto entre cordura y locura
Lo cierto es que se ha comentado muchas veces que, en la segunda parte, pero
también al final de la primera, se empieza a producir una inversión de papeles, como si
Sancho se “quijotizara” y don Quijote se “sanchificara”. Es como si don Quijote ya no
tuviera ganas de creerse su propio juego (y esto es alucinante: poco a poco nos damos
cuenta de que el personaje es mucho más consciente de su propia locura de lo que
creíamos. Su pretendida locura no era más que una forma de evadirse de una realidad
que le aburría). Por el contrario, Sancho cada vez está más metido en los “rollos” de las
novelas de caballerías, en su mundo fantástico de gigantes, dragones, magos y damas
que salvar. Se ha implicado demasiado en el juego que su señor ha creado…
3. La defensa de la libertad y la dignidad del ser humano
Leed con atención el fragmento de la obra que hay en el recuadro de la página 201
para que veáis la importancia que Cervantes le da a la libertad individual puesto en
boca de su protagonista.
4. La búsqueda de la fama
Ya hemos hablado de cómo a Cervantes le encanta mezclar realidad y ficción. Es
tremendamente novedoso esto que hace con sus personajes, que en la segunda parte
ya son conocidos por todos, lo que afectará a su comportamiento (A don Quijote no le
gusta que los demás le propongan las reglas del juego, sino ser él el que las crea a
partir de su propia imaginación)
5. Entender la vida como una aventura (esta característica no está en el libro. Os
la doy sólo por aquí)
Alonso Quijano era un hidalgo con la vida resuelta, aunque sin grandes recursos
económicos, que no trabajaba y se aburría. El motor de la obra es su empeño de llevar
a cabo aquello que soñaba, aquello que lo motivaba: ser caballero andante a la
manera de las novelas de caballerías que devoraba una y otra vez. Parece -y
probablemente sea- una locura, pero don Quijote pasa de tener una existencia triste a
ser conocido por sus obras y, sobre todo, pasa del aburrimiento a la diversión, después
de modificar el mundo a través de lo que imagina. Ha conseguido que el mundo
aparezca ante él como un lugar lleno de posibilidades y aventura… ¿No es eso lo que le
gustaría a la mayoría de personas?
6. La amistad (esta característica no está en el libro. Os la doy sólo por aquí)
Pocas veces en la historia de la literatu a se ha representado la amistad de forma
más humana como la relación entre don Quijote y Sancho, a pesar de que pertenecen
a mundos completamentes diferentes. Hay ternura, comprensión, sacrificio, enfados…
Como en la vida.
2.3. Originalidad de la novela (Igual que la pregunta anterior. Leer el libro con
atención y mis aclaraciones y extensiones y comprenderlo todo)
1. Complejidad psicológica de los personajes
Ya no sólo es que los personajes evolucionen, es que hasta se contradicen
(como nosotros, los seres reales); se enfrentan a sus propios miedos y a nuevas
realidades que los hacen ir modificándose. El resultado, como en caso de los
personajes de La Celestina, es asombroso: los personajes se “salen” del papel, están
vivos.
2. La diversidad de interpretaciones
Lo más alucinante es que esta diversidad de interpretaciones que genera la obra y
que ha generado a lo largo del tiempo, la expone el propio Cervantes en la segunda
parte de la obra a través de lo el personaje de Sansón Carrasco les cuenta a don
Quijote y Sancho que piensa la gente sobre ellos: los hay que los consideran unos
locos, los hay que los consideran unos héroes, etc…
3. La apertura a nuevos valores humanos.
(Nada que comentar)
4. La complicación del punto de vista.
En el capítulo IX de la primera parte el supuesto narrador nos dice que ya no
puede seguir contándonos la obra porque se la estaba leyendo de un sitio donde se
ha cortado y no hay más. Luego, nos dice que en un mercado consigue el resto de
la obra, pero está en árabe y tiene que pagar a alguien para traducirla… Nos había
dejado a don Quijote en medio de una lucha con un vizcaíno (de Vizcaya) y, por fin,
poco después puede continuar la narración… Como imagináis es todo mentira, no
es más que un juego con el que Cervantes pretende confundir al lector y mezclar,
de nuevo, la realidad con la ficción. Realmente, como pone vuestro libro, no
sabemos quién es el verdadero narrador de la obra…
2.4. Estilo del Quijote (Esta va sólo por apuntes de aquí…)
1. La increíble diversidad lingüística.
Un ejemplo: los personajes no sólo hablan cada uno de su propia forma, sino que
modifican su forma de hablar dependiendo con quien lo hagan y las circunstancias
(como nosotros en la vida)
2. Conocimiento de los personajes por sus dichos y actuaciones.
El narrador apenas entra en la cabeza de los personajes, es poco omnisciente.
Les deja mucha libertad para que sean sus actuaciones y sus expresiones las que hagan
conformarse una idea al lector, que, como los personajes, tiene mucha libertad a la
hora de interpretar lo que está pasando
Aparte, todo recurso lingüístico cabe en el Quijote. Lo popular (como los
refranes de Sancho que no vienen a cuento) se mezcla con lo culto, los juegos de
palabras con las reflexiones más graves y, a veces, ambas cosas a la vez. Por ejemplo,
para referirse al inicio de la novela a cómo don Quijote se pasaba las noches leyendo
novelas de caballerías nos dice: “ y así, pasaba las noches de claro en claro y las
mañanas de turbio en turbio”, refiriéndose esto último al cansancio de no haber
dormido, lo que le acaba haciendo enloquecer.
3. El humor
Probablemente ninguna otra obra en la historia de la literatura tenga tal
variedad en los recursos humorísticos utilizados. Veamos algunos ejemplos.
-La ironía siempre está presente, es una ironía suave, que siempre busca la risa
y que nunca atenta contra la dignidad de los personajes.
-El humor de situación: disfraces, equivocaciones, juegos, las situaciones que
llevan a la carcajada son parte fundamental de la obra..
-Humor lingüístico: a Cervantes le encanta retorcer el lenguaje para hacernos
reír. Tiene comparaciones absolutamente sorprendentes. Por ejemplo, para
decirnos que Sancho no se quería separar de su amo por miedo nos dice que
“no se apartó ni un negro de la uña de su amo”, refiriéndose con “negro” a la
roña debajo de las uñas.
-Humor absurdo: a veces el humor lingüístico se lleva al absurdo. Es el humor
que surge de romper la cadena de la lógica, como cuando don Quijote empieza
a describir guerreros y sus nombres y la cosa se va a haciendo cada vez más
extraña…
TEXTOS DE EL QUIJOTE.
TEXTO 1 (El de la página 204 del libro)
TEXTO 2
Os hago un resumen breve para que entendáis mejor el texto (Ojo, el texto hay
que leerlo con atención. El resumen no sustituye la lectura. Por supuesto habrá
palabras que no entendáis; no os preocupéis. Se trata de que seáis capaces de
percibir el humor y la ironía…)
Este texto se encuadra después de que Sancho y Don Quijote hayan sufrido una
paliza y busquen una venta para refugiarse. Allí topan con la moza Maritornes,
que, entre otras cosas, hace oficio de prostituta y había quedado esa noche con
un arriero de muy malas pulgas, el cual dormía en la misma habitación que don
Quijote y Sancho. Observad cómo don Quijote se presenta ante ella como un
caballero famoso que cree estar en un castillo. Cuando Maritornes busca al
arriero por la noche, don Quijote la coge del brazo porque cree que realmente
lo busca a él y le explica que a pesar de su belleza y finura (nada más lejos de la
realidad) no puede yacer con ella porque él está enamorado de su Dulcinea del
Toboso (todo caballero tenía una dama a la que debía ser fiel). Fijaos en el lío
que se forma cuando el arriero se da cuenta de que Maritornes está retenida
por don Quijote y la paliza que se llevan nuestros protagonistas, que don
Quijote cree fruto del encantamiento de algún mago moro… Don Quijote
decide “arreglarse el cuerpo con el bálsamo de Fierabrás” un brebaje que él
conoce y que le sienta bien, pero que a Sancho le da una diarrea terrible (Ya
veréis la explicación de don Quijote a esta diferencia…)
—¿Cómo se llama este caballero? —preguntó la asturiana Maritornes.
—Don Quijote de la Mancha —respondió Sancho Panza—, y es caballero aventurero19
,
y de los mejores y más fuertes que de luengos tiempos acá se han visto en el mundo.
—¿Qué es caballero aventurero? —replicó la moza.
—¿Tan nueva sois en el mundo, que no lo sabéis vos? —respondió Sancho Panza—.
Pues sabed, hermana mía, que caballero aventurero es una cosa que en dos palabras se
ve apaleado y emperador20
: hoy está la más desdichada criatura del mundo y la más
menesterosa, y mañana tendríaV dos o tres coronas de reinos que dar a su escudero.
—Pues ¿cómo vos, siéndolo deste tan buen señor —dijo la ventera—, no tenéis, a lo
que parece, siquiera algún condado?
—Aún es temprano —respondió Sancho—, porque no ha sino un mes que andamos
buscando las aventuras, y hasta ahora no hemos topado con ninguna que lo sea21
; y tal
vez hay que se busca una cosa y se halla otra. Verdad es que si mi señor don Quijote
sana desta herida... o caída y yo no quedo contrecho della22
, no trocaría mis esperanzas
con el mejor título de España.
Todas estas pláticas estaba escuchando muy atento don Quijote, y sentándose en el
lecho como pudo, tomando de la mano a la ventera, le dijo:
—Creedme, fermosa señora, que os podéis llamar venturosa por haber alojado en este
vuestro castillo a mi persona, que es tal, que si yo no la alabo es por lo que suele decirse
que la alabanza propria envilece23
; pero mi escudero os dirá quién soy. Solo os digo que
tendré eternamente escrito en mi memoria el servicio que me habedes fecho, para
agradecéroslo mientras la vida me durare; y pluguiera a los altos cielos que el amor no
me tuviera tan rendido y tan sujeto a sus leyes, y los ojos de aquella hermosa ingrata
que digo entre mis dientes24
: que los desta fermosa doncella fueran señores de mi
libertad.
Confusas estaban la ventera y su hija y la buena de Maritornes oyendo las razones del
andante caballero, que así las entendían como si hablara en griego, aunque bien
alcanzaron que todas se encaminaban a ofrecimiento y requiebros; y, como no usadas a
semejante lenguaje25
, mirábanle y admirábanse, y parecíales otro hombre de los que se
usaban; y, agradeciéndole con venteriles razones sus ofrecimientos, le dejaron, y la
asturiana Maritornes curó a Sancho, que no menos lo había menester que su amo.
Había el arriero concertado con ella que aquella noche se refocilarían juntos, y ella le
había dado su palabra de que, en estando sosegados los huéspedes y durmiendo sus
amos, le iría a buscar y satisfacerle el gusto en cuanto le mandase.
(..)El duro, estrecho, apocado y fementido lecho de don Quijote28
estaba primero en
mitad de aquel estrellado establo29
, y luego junto a él hizo el suyo Sancho, que solo
contenía una estera de enea y una manta30
, que antes mostraba ser de anjeo tundido que
de lana31
. Sucedía a estos dos lechos el del arriero, fabricado, como se ha dicho, de las
enjalmas y de todo el adorno de los dos mejores mulos que traía (…) Digo, pues, que
después de haber visitado el arriero a su recua y dádole el segundo pienso, se tendió en
sus enjalmas y se dio a esperar a su puntualísima Maritornes39
. Ya estaba Sancho
bizmado y acostado, y, aunque procuraba dormir, no lo consentía el dolor de sus
costillas; y don Quijote, con el dolor de las suyas, tenía los ojos abiertos como liebre40
.
Toda la venta estaba en silencio, y en toda ella no había otra luz que la que daba una
lámpara que colgada en medio del portal ardía41
.
Esta maravillosa quietud y los pensamientos que siempre nuestro caballero traía de los
sucesos que a cada paso se cuentan en los libros autores de su desgracia, le trujo a la
imaginación una de las estrañas locuras que buenamente imaginarse pueden; y fue que
él se imaginó haber llegado a un famoso castillo (que, como se ha dicho, castillos eran a
su parecer todas las ventas donde alojaba) y que la hija del ventero lo era del señor del
castillo, la cual, vencida de su gentileza, se había enamorado dél y prometido que
aquella noche, a furto de sus padres42
, vendría a yacer con él una buena pieza43
; y
teniendo toda esta quimera que él se había fabricado por firme y valedera, se comenzó a
acuitar44
y a pensar en el peligroso trance en que su honestidad se había de ver, y
propuso en su corazón de no cometer alevosía a su señora Dulcinea del Toboso45
,
aunque la mesma reina Ginebra con su dama Quintañona se le pusiesen delante46
.
Pensando, pues, en estos disparates, se llegó el tiempo y la hora (que para él fue
menguada47
) de la venida de la asturiana, la cual, en camisa y descalza, cogidos los
cabellos en una albanega de fustán48
, con tácitos y atentados pasos49
, entróIX
en el
aposento donde los tres alojaban, en busca del arriero. Pero apenas llegó a la puerta,
cuando don Quijote la sintió50
y, sentándose en la cama, a pesar de sus bizmas y con
dolor de sus costillas, tendió los brazos para recebir a su fermosa doncella. La asturiana,
que toda recogida y callando iba con las manos delante buscando a su querido, topó con
los brazos de don Quijote, el cual la asió fuertemente de una muñeca y tirándola hacia
sí, sin que ella osase hablar palabra, la hizo sentar sobre la cama. Tentóle luego la
camisa, y, aunque ella era de arpillera, a él le pareció ser de finísimo y delgado cendal51
.
Traía en las muñecas unas cuentas de vidro52
, pero a él le dieron vislumbres de
preciosas perlas orientales. Los cabellos, que en alguna manera tiraban a crines, él los
marcó por hebras de lucidísimo oro de Arabia, cuyo resplandor al del mesmo sol
escurecía53
; y el aliento, que sin duda alguna olía a ensalada fiambre y trasnochada54
, a
él le pareció que arrojaba de su boca un olor suave y aromático; y, finalmente, él la
pintó en su imaginación, de la misma traza y modo, lo queX había leído en sus libros de
la otra princesa que vino a ver el malferido caballero vencidaXI
de sus amores55
, con
todos los adornos que aquí van puestos56
. Y era tanta la ceguedad del pobre hidalgo, que
el tacto ni el aliento ni otras cosas que traía en sí la buena doncella no le
desengañaban57
, las cuales pudieran hacer vomitar a otro que no fuera arriero; antes le
parecía que tenía entre sus brazos a la diosa de la hermosura58
. Y, teniéndola bien asida,
con voz amorosa y baja le comenzó a decir:
—Quisiera hallarme en términos, fermosa y alta señora, de poder pagar tamaña merced
como la que con la vista de vuestra gran fermosura me habedes fecho; pero ha querido
la fortuna, que no se cansa de perseguir a los buenos, ponerme en este lecho, donde
yago tan molido y quebrantado, que aunque de mi voluntad quisiera satisfacer a la
vuestra fuera imposible59
. Y más, que se añade a esta imposibilidad otra mayor, que es
la prometida fe que tengo dada a la sin par Dulcinea del Toboso, única señora de mis
más escondidos pensamientos; que si esto no hubiera de por medio, no fuera yo tan
sandio caballero, que dejara pasar en blanco la venturosa ocasión en que vuestra gran
bondad me ha puesto.
Maritornes estaba congojadísima y trasudando de verse tan asida de don Quijote, y, sin
entender ni estar atenta a las razones que le decía, procuraba sin hablar palabra
desasirse. El bueno del arriero, a quien tenían despierto sus malos deseos, desde el
punto que entró su coima por la puerta la sintió60
, estuvo atentamente escuchando todo
lo que don Quijote decía, y, celoso de que la asturiana le hubiese faltado laXII
palabra
por otro, se fue llegando más al lecho de don Quijote y estúvose quedoXIII
hasta ver en
qué paraban aquellas razones que él no podía entender; pero como vio que la moza
forcejaba por desasirse y don Quijote trabajaba por tenella, pareciéndole mal la burla,
enarboló el brazo en alto y descargó tan terrible puñada sobre las estrechas quijadas del
enamorado caballero, que le bañó toda la boca en sangre; y, no contento con esto, se le
subió encima de las costillas y con los pies más que de trote se las paseó todas de cabo a
cabo.
El lecho, que era un poco endeble y de no firmes fundamentos, no pudiendo sufrir la
añadidura del arriero, dio consigo en el suelo, a cuyo gran ruido despertó el ventero y
luego imaginó que debían de ser pendencias de Maritornes, porque, habiéndola llamado
a voces, no respondía. Con esta sospecha se levantó y, encendiendo un candil, se fue
hacia donde había sentido la pelaza61
. La moza, viendo que su amo venía y que era de
condición terrible, toda medrosica y alborotada se acogió a la cama de Sancho Panza,
que aún dormía, y allí se acorrucó y se hizo un ovillo. El ventero entró diciendo:
—¿Adónde estás, puta? A buen seguro que son tus cosas éstas62
.
En esto despertó Sancho y, sintiendo aquel bulto casi encima de sí, pensó que tenía la
pesadilla63
y comenzó a dar puñadas a una y otra parte, y, entre otras, alcanzó con no sé
cuántas a Maritornes, la cual, sentida del dolor, echando a rodar la honestidad64
dio el
retorno a Sancho con tantas, que, a su despecho, le quitó el sueño; el cual, viéndose
tratar de aquella manera, y sin saber de quién, alzándose como pudo, se abrazó con
Maritornes, y comenzaron entre los dos la más reñida y graciosa escaramuza del mundo.
Viendo, pues, el arriero, a la lumbre del candil del ventero, cuál andaba su dama,
dejando a don Quijote, acudió a dalle el socorro necesario. Lo mismo hizo el ventero,
pero con intención diferente, porque fue a castigar a la moza, creyendo sin duda que ella
sola era la ocasión de toda aquella armonía65
. Y así como suele decirse «el gato al rato,
el rato a la cuerda, la cuerda al palo»66
, daba el arriero a Sancho, Sancho a la moza, la
moza a él, el ventero a la moza, y todos menudeaban con tanta priesa, que no se
dabanXIV
punto de reposo67
; y fue lo bueno que al ventero se le apagó el candil, y, como
quedaron ascuras68
, dábanse tan sin compasión todos a bulto, que a doquiera que ponían
la mano no dejaban cosa sana.
Alojaba acaso aquella noche en la venta69
un cuadrillero de los que llaman de la Santa
Hermandad Vieja de Toledo70
, el cual, oyendo ansimesmo el estraño estruendo de la
pelea, asió de su media vara y de la caja de lata de sus títulos71
, y entró ascuras en el
aposento, diciendo:
—¡Ténganse a la justicia! ¡Ténganse a la Santa Hermandad!
Y el primero con quien topóXV
fue con el apuñeado de don Quijote, que estaba en su
derribado lecho, tendido boca arriba sin sentido alguno; y, echándole a tiento mano a las
barbas, no cesaba de decir:
—¡Favor a la justicia!
Pero viendo que el que tenía asido no se bullía ni meneaba, se dio a entender que estaba
muerto y que los que allí dentro estaban eran sus matadores, y, con esta sospecha,
reforzó la voz, diciendo:
—¡Ciérrese la puerta de la venta! ¡Miren no se vaya nadie, que han muerto aquí a un
hombre!
Esta voz sobresaltó a todos, y cada cual dejó la pendencia en el grado que le tomó la
voz72
. Retiróse el ventero a su aposento, el arriero a sus enjalmas, la moza a su rancho73
;
solos los desventurados don Quijote y Sancho no se pudieron mover de donde estaban.
Soltó en esto el cuadrillero la barba de don Quijote y salió a buscar luz para buscar y
prender los delincuentes, mas no la halló, porque el ventero, de industria74
, había muerto
la lámpara cuando se retiró a su estancia, y fuele forzoso acudir a la chimenea, donde
con mucho trabajo y tiempo encendió el cuadrillero otro candil.
Había ya vuelto en este tiempo de su parasismo don Quijote1, y con el mesmo tono de
voz con que el día antes había llamado a su escudero2, cuando estaba tendido en el val
de las estacas3, le comenzó a llamar, diciendo:
—Sancho amigo, ¿duermes? ¿Duermes, amigo Sancho?
—¡Qué tengo de dormir, pesia a mí4 —respondió Sancho, lleno de pesadumbre y de
despecho—5, que no parece sino que todos los diablos han andado conmigo
I esta noche!
—Puédeslo creer ansí, sin duda —respondió don Quijote—, porque o yo sé poco o este
castillo es encantado. Porque has de saber... Mas esto que ahora quiero decirte hasme de
jurar que lo tendrás secreto hasta después de mi muerte.
—Sí juro —respondió Sancho.
—Dígolo —replicó don Quijote— porque soy enemigo de que se quite la honra a nadie.
—Digo que sí juro —tornó a decir Sancho— que lo callaré hasta después de los días de
vuestra merced6, y plega a Dios que lo pueda descubrir mañana
7.
—¿Tan malas obras te hago, Sancho —respondió don Quijote—, que me querrías ver
muerto con tanta brevedad?
—No es por eso —respondió Sancho—, sino porque soy enemigo de guardar mucho las
cosas, y no querría que se me pudriesen de guardadas.
—Sea por lo que fuere —dijo don Quijote—, que más fío de tu amor y de tu cortesía; y,
así, has de saber que esta noche me ha sucedido una de las más estrañas aventuras que
yo sabré encarecer, y, por contártela en breve, sabrás que poco ha que a mí vino la hija
del señor deste castillo, que es la más apuesta y fermosa doncella que en gran parte de la
tierra se puede hallar. ¿Qué te podría decir del adorno de su persona8? ¿Qué de su
gallardo entendimiento? ¿Qué de otras cosas ocultas, que, por guardar la fe que debo a
mi señora Dulcinea del Toboso, dejaré pasar intactas y en silencio9? Solo te quiero decir
que, envidioso el cielo de tanto bien como la ventura me había puesto en las manos, o
quizá, y esto es lo más cierto, que, como tengo dicho, es encantado este castillo, al
tiempo que yo estaba con ella en dulcísimos y amorosísimos coloquios, sin que yo la
viese ni supiese por dónde venía vino una mano pegada a algún brazo de algún
descomunal gigante10
y asentóme una puñada en las quijadas, tal, que las tengo todas
bañadas en sangre; y después me molió de tal suerte, que estoy peor que ayer cuando los
arrierosII, que por demasías de Rocinante nos hicieron el agravio que sabes. Por donde
conjeturo que el tesoro de la fermosura desta doncella le debe de guardar algún
encantado moro11
, y no debe de ser para mí.
—Ni para mí tampoco —respondió Sancho—, porque más de cuatrocientos moros me
han aporreado a míIII
, de manera que el molimiento de las estacas fue tortas y pan
pintado12
. Pero dígame, señor, cómo llama a esta buena y rara aventura, habiendo
quedado della cual quedamos. Aun vuestra merced, menos mal, pues tuvo en sus manos
aquella incomparable fermosura que ha dicho; pero yo ¿qué tuve sino los mayores
porrazos que pienso recebir en toda mi vida? ¡Desdichado de mí y de la madre que me
parió, que ni soy caballero andante ni lo pienso ser jamás, y de todas las malandanzas
me cabe la mayor parte!
—Luego ¿también estás tú aporreado? —respondió don Quijote.
—¿No le he dicho que sí, pesiaIV
a mi linaje? —dijo Sancho.
—No tengas pena, amigo —dijo don Quijote—, que yo haré agora el bálsamo precioso,
con que sanaremos en un abrir y cerrar de ojos.
Acabó en esto de encender el candil el cuadrillero y entró a ver el que pensaba que era
muerto; y así como le vio entrar Sancho, viéndole venir en camisa y con su paño de
cabeza y candil en la mano, y con una muy mala cara13
, preguntó a su amo:
—Señor, ¿si será este, a dicha14
, el moro encantado, que nos vuelve a castigar, si se dejó
algo en el tintero15
?
—No puede ser el moro —respondió don Quijote—, porque los encantados no se dejan
ver de nadie.
—Si no se dejan ver, déjanse sentir —dijo Sancho—; si no, díganlo mis espaldas.
—También lo podrían decir las mías —respondió don Quijote—, pero no es bastante
indicio ese para creer que este que se vee sea el encantado moro.
-Levántate, Sancho, si puedes, y llama al alcaide desta fortaleza y procura que se me dé
un poco de aceite, vino, sal y romero para hacer el salutífero bálsamo20
; que en verdad
que creo que lo he bien menester ahora, porque se me va mucha sangre de la herida que
esta fantasma me ha dado.
Levantóse Sancho con harto dolor de sus huesos y fue ascuras donde estaba el ventero;
y encontrándose con el cuadrillero, que estaba escuchando en qué paraba su enemigo, le
dijo:
—Señor, quienquiera que seáis, hacednos merced y beneficio de darnos un poco de
romero, aceite, sal y vino, que es menester para curar uno de los mejores caballeros
andantes que hay en la tierra, el cual yace en aquella cama malferido por las manos del
encantado moro que está en esta venta.
Cuando el cuadrillero tal oyó, túvole por hombre falto de seso; y, porque ya comenzaba
a amanecer, abrió la puerta de la venta y, llamando al ventero, le dijo lo que aquel buen
hombre quería. El ventero le proveyó de cuanto quiso, y Sancho se lo llevó a don
Quijote, que estaba con las manos en la cabeza, quejándose del dolor del candilazo, que
no le había hecho más mal que levantarle dos chichones algo crecidos, y lo que él
pensaba que era sangre no era sino sudor que sudaba con la congoja de la pasada
tormenta.
En resolución, él tomó sus simples21
, de los cuales hizo un compuesto, mezclándolos
todos y cociéndolos un buen espacio, hasta que le pareció que estabanVI
en su punto.
Pidió luego alguna redoma para echallo, y como no la hubo en la venta, se resolvió de
ponello en una alcuza o aceitera de hoja de lata, de quien el ventero le hizo grata
donación22
, y luego dijo sobre la alcuza más de ochenta paternostres y otras tantas
avemarías, salves y credos, y a cada palabra acompañaba una cruz, a modo de
bendición23
; a todo lo cual se hallaron presentes Sancho, el ventero y cuadrilleroVII, 24
,
que ya el arriero sosegadamente andaba entendiendo en el beneficio de sus machos25
.
Hecho esto, quiso él mesmo hacer luego la esperiencia de la virtud de aquel precioso
bálsamo que él se imaginaba, y, así, se bebió, de lo que no pudo caber en la alcuza y
quedaba en la olla donde se había cocidoVIII
, casi media azumbre26
; y apenas lo acabó de
beber, cuando comenzó a vomitar, de manera que no le quedó cosa en el estómago; y
con las ansias y agitación del vómito le dio un sudor copiosísimo, por lo cual mandó
que le arropasen y le dejasen solo. Hiciéronlo ansí y quedóse dormido más de tres horas,
al cabo de las cuales despertó y se sintió aliviadísimo del cuerpo y en tal manera mejor
de su quebrantamiento, que se tuvo por sano y verdaderamente creyó que había acertado
con el bálsamo de Fierabrás y que con aquel remedio podía acometer desde allí adelante
sin temor alguno cualesquiera ruinas27
, batallas y pendencias, por peligrosas que fuesen.
Sancho Panza, que también tuvo a milagro la mejoría de su amo, le rogó que le diese a
él lo que quedaba en la olla, que no era poca cantidad. Concedióselo don Quijote, y él,
tomándola a dos manos, con buena fe y mejor talante se la echó a pechos28
y envasó
bien poco menos que su amo. Es, pues, el caso que el estómago del pobre Sancho no
debía de ser tan delicado como el de su amo, y, así, primero que vomitase le dieron
tantas ansias y bascas29
, con tantos trasudores y desmayos30
, que él pensó bien y
verdaderamente que era llegada su última hora; y viéndose tan afligido y congojado,
maldecía el bálsamo y al ladrón que se lo había dado. Viéndole así don Quijote, le dijo:
—Yo creo, Sancho, que todo este mal te viene de no ser armado caballero, porque tengo
para mí que este licor no debe de aprovechar a los que no lo son.
—Si eso sabía vuestra merced —replicó Sancho—, ¡mal haya yo y toda mi parentela!,
¿para qué consintió que lo gustase?
En esto hizo su operación el brebaje y comenzó el pobre escudero a desaguarse por
entrambas canales31
, con tanta priesa, que la estera de enea sobre quien se había vuelto a
echar, ni la manta de anjeo con que se cubría, fueron más de provecho. Sudaba y
trasudaba con tales parasismos y accidentes, que no solamente él, sino todos pensaron
que se le acababa la vida. Duróle esta borrasca y mala andanza casi dos horas, al cabo
de las cuales no quedó como su amo, sino tan molido y quebrantado, que no se podía
tener.
Pero don Quijote, que, como se ha dicho, se sintió aliviado y sano, quiso partirse luego
a buscar aventuras, pareciéndole que todo el tiempo que allí se tardaba era quitársele al
mundo y a los en él menesterosos de su favor y amparo, y más, con la seguridad y
confianza que llevaba en su bálsamo.
TEXTO 3
Este texto, más breve y sencillo, relata el momento en que don Quijote describe a unos
rebaños de ovejas como si fuesen dos ejércitos maravillosos. Fíjate en la imaginación
desbocada de don Quijote y en la locura de los nombres y las descripciones…
Pero estáme atento y mira, que te quiero dar cuenta de los caballeros más principales
que en estos dos ejércitos vienen. Y para que mejor los veas y notes, retirémonos a
aquel altillo que allí se hace22
, de donde se deben de descubrir los dos ejércitos.
Hiciéronlo ansí y pusiéronse sobre una loma, desde la cual se vieranXI
bien las dos
manadas que a don Quijote se le hicieron ejércitoXII
, si las nubes del polvo que
levantaban no les turbara y cegara la vista; pero con todo esto, viendo en su imaginación
lo que no veía ni había, con voz levantada comenzó a decir:
—Aquel caballero que allí ves de las armas jaldes23
, que trae en el escudo un león
coronado, rendido a los pies de una doncella24
, es el valeroso Laurcalco, señor de la
Puente de Plata25
; el otro de las armas de las flores de oro, que trae en el escudo tres
coronas de plata en campo azul26
, es el temido Micocolembo, gran duque de Quirocia27
;
el otro de los miembros giganteos, que está a su derecha mano, es el nunca medroso
Brandabarbarán de Boliche, señor de las tres Arabias28
, que viene armado de aquel
cuero de serpiente29
y tiene por escudo una puerta, que según es fama es una de las del
templo que derribó Sansón cuando con su muerte se vengó de sus enemigos30
. Pero
vuelve los ojos a estotra parte y verás delante y en la frente destotro ejército al siempre
vencedor y jamás vencido Timonel de Carcajona, príncipe de la Nueva Vizcaya31
, que
viene armado con las armas partidas a cuarteles32
, azules, verdes, blancas y amarillas, y
trae en el escudo un gato de oro en campo leonado33
, con una letra que dice «Miau»XIII
,
que es el principio del nombre de su dama, que, según se dice, es la sin par MiulinaXIV
,
hija del duque Alfeñiquén del Algarbe34
; el otro que carga y oprime los lomos de
aquella poderosa alfana35
, que trae las armas como nieve blancas y el escudo blanco y
sin empresa alguna36
, es un caballero novel, de nación francés, llamado Pierres PapínXV,
37, señor de las baronías de Utrique; el otro que bate las ijadas con los herrados
carcañosXVI
a aquella pintada y ligera cebra38
y trae las armas de los veros azules39
, es el
poderoso duque de Nerbia, Espartafilardo del Bosque40
, que trae por empresa en el
escudo una esparraguera, con una letra en castellano que dice así: «Rastrea mi suerte»41
.
Y desta manera fue nombrando muchos caballeros del uno y del otro escuadrón que él
se imaginaba, y a todos les dio sus armas, colores, empresas y motes de improviso,
llevado de la imaginación de su nunca vista locura.
TEXTO 4.
Este texto pertenece ya a la segunda parte del Quijote. Aquí va el encuadre del texto y el resumen para que lo entendáis mejor:
Con el fin de divertirse el duque y su mujer, doña Rodríguez de Grijalba se encuentran en el jardín de su castillos con don Quijote y Sancho, que se había hecho conocer como el Caballero de la Triste Figura, donde, al poco tiempo, una corte de gentes entran anunciando la llegada de la condesa de Trifaldi, haciéndoles creer que un tal don Clavijo ha engañado a la hija de Maguncia, que finalmente ha muerto y entonces el gigante Malambruno condena a la condesa y a sus sirvientas a llevar barba en su caras. Les convencen que la única forma de eliminar el encantamiento es que ambos se monten en un caballo de madera llamado Clavileño, el alígero, convenciéndoles que puede volar. Sancho no se encuentra muy dispuesto a hacerlo, pero los duques le amenazan diciendo que no le concederán el gobierno de la Ínsula Barataria, por lo que Sancho no le queda otra opción. La condición que incluyen es que además tienen que ir con los ojos vendados.
En definitiva, se montan los dos en el caballo y los servidores del duque comienzan a hacer ruidos, golpes, señales y fuerzan la formación de viento con distintos aparatos el tipo de fuelles, para hacer creer que están volando y haciéndoles pensar que tienen que llegar a la zona del fuego para lo que les aproximan antorchas encendidas para dar mayor verosimilitud a la acción. Al final los dos terminan en el suelo algo chamuscados, con gran disfrute de todos los presentes.
Me interesa, sobre todo, que veáis la reacción final de Sancho y don Quijote. Las últimas palabras de don Quijote a Sancho son fudamentales: don Quijote le dice a su querido escudero que si quiere que él le crea las locuras que ha dicho que ha visto, Sancho le debe creer lo que él le contó de la cueva de Montesinos (una cueva donde cayó don Quijote en una aventura anterior y de la que salió contando mil y un disparates).
—Sancho amigo, la ínsula que yo os he prometido no es movible ni fugitiva: raíces
tiene tan hondas, echadas en los abismos de la tierra, que no la arrancarán ni mudarán de
donde está a tres tirones6; y pues vos sabéis que sé yo que no hay ninguno
V género de
oficio destos de mayor cantía que no se granjee con alguna suerte de cohecho7, cuál
más, cuál menos, el que yo quiero llevar por este gobierno es que vais8 con vuestro
señor don Quijote a dar cima y cabo a esta memorable aventura. Que ahora volváis
sobre Clavileño con la brevedad que su ligereza promete, ora la contraria fortuna os
traiga y vuelva a pie, hecho romero, de mesón en mesón y de venta en venta, siempre
que volviéredes hallaréis vuestra ínsula donde la dejáis, y a vuestros insulanos con el
mesmo deseo de recebiros por su gobernador que siempre han tenido, y mi voluntad
será la mesma; y no pongáis duda en esta verdad, señor Sancho, que sería hacer notorio
agravio al deseo que de serviros tengo.
—No más, señor —dijo Sancho—: yo soy un pobre escudero, y no puedo llevar a
cuestas tantas cortesías; suba mi amo, tápenme estos ojos y encomiéndenme a Dios, y
avísenme si cuando vamos por esas altanerías podré encomendarme a Nuestro Señor o
invocar los ángeles que me favorezcan9.
A lo que respondióVI
Trifaldi:
—Sancho, bien podéis encomendaros a Dios o a quien quisiéredes, que Malambruno,
aunque es encantador, es cristiano y hace sus encantamentos con mucha sagacidad y con
mucho tiento, sin meterse con nadie.
—Ea, pues —dijo Sancho—, Dios me ayude y la Santísima Trinidad de Gaeta10
.
Sintiéndose, pues, soplar don Quijote, dijo:
—Sin duda alguna, Sancho, que ya debemos de llegar a la segunda región del aire,
adonde se engendra el granizo y las nievesXVIII
; los truenos, los relámpagos y los rayos
se engendran en la tercera región; y si es que desta manera vamos subiendo, presto
daremos en la región del fuego28
, y no sé yo cómo templar esta clavija29
para que no
subamos donde nos abrasemos.
En esto, con unas estopas ligeras de encenderse y apagarse30
, desde lejos, pendientes de
una caña, les calentaban los rostros. Sancho, que sintió el calor, dijo:
—Que me maten si no estamos ya en el lugar del fuego o bien cerca, porque una gran
parte de mi barba se me ha chamuscado, y estoy, señor, por descubrirme y ver en qué
parte estamos.
—No hagas tal —respondió don Quijote— y acuérdate del verdadero cuento del
licenciado Torralba31
, a quien llevaron los diablos en volandas por el aire caballero en
una caña, cerrados los ojos, y en doce horas llegó a Roma, y se apeó en Torre de Nona,
que es una calle de la ciudad, y vio todo el fracaso32
y asalto y muerte de Borbón, y por
la mañana ya estaba de vuelta en Madrid, donde dio cuenta de todo lo que había visto; el
cual asimismo dijo que cuando iba por el aire le mandó el diablo que abriese los ojos, y
los abrió y se vio tan cerca, a su parecer, del cuerno de la lunaXIX
, que la pudiera asir
con la mano, y que no osó mirar a la tierra, por no desvanecerse. Así que, Sancho, no
hay para qué descubrirnos, que el que nos lleva a cargo, él dará cuenta de nosotros; y
quizá vamos tomando puntas y subiendo en alto, para dejarnos caer de una sobre el
reino de Candaya, como hace el sacre o neblí sobre la garza para cogerla por más que se
remonte33
; y aunque nos parece que no ha media hora que nos partimos del jardín,
créeme que debemos de haber hecho gran camino.
—No sé lo que es —respondió Sancho PanzaXX
—: solo sé decir que si la señora
Magallanes, o Magalona34
, se contentó destas ancasXXI
, que no debía de ser muy tierna
de carnes.
Todas estas pláticas de los dos valientes oían el duque y la duquesa y los del jardín, de
que recibían estraordinario contento; y queriendo dar remate a la estraña y bien
fabricada aventura, por la cola de Clavileño le pegaron fuego con unas estopas, y al
punto, por estar el caballo lleno de cohetes tronadores, voló por los aires con estraño
ruido y dio con don Quijote y con Sancho Panza en el suelo medio chamuscados.
En este tiempo ya se habían desparecido del jardín todo el barbado escuadrón de las
dueñas, y la Trifaldi y todo35
, y losXXII
del jardín quedaron como desmayados, tendidos
por el suelo. Don Quijote y Sancho se levantaron maltrechos y, mirando a todas partes,
quedaron atónitos de verse en el mesmo jardín de donde habían partido y de ver tendido
por tierra tanto número de gente; y creció más su admiración cuando a un lado del jardín
vieron hincada una gran lanza en el suelo, y pendiente della y de dos cordones de seda
verde un pergamino liso y blanco, en el cual con grandes letras de oro estaba escrito lo
siguiente:
El ínclito caballero don Quijote de la Mancha feneció y acabó la aventura de la condesa
Trifaldi, por otro nombre llamada la dueña Dolorida, y compañía, con solo intentarla.
Malambruno se da por contento y satisfecho a toda su voluntad36
, y las barbas de las
dueñas ya quedan lisas y mondas, y los reyes don Clavijo y Antonomasia, en su prístino
estado. Y cuando se cumpliere el escuderil vápulo, la blanca paloma se verá libre de los
pestíferos girifaltes que la persiguen y en brazos de su querido arrullador, que así está
ordenado por el sabio Merlín, protoencantador de los encantadores.
Habiendo, pues, don Quijote leído las letras del pergamino, claro entendió que del
desencanto de Dulcinea hablaban; y dando muchas gracias al cieloXXIII
de que con tan
poco peligro hubiese acabado tan gran fecho, reduciendo a su pasada tez los rostros de
las venerables dueñas, que ya no parecían, se fue adonde el duque y la duquesa aúnXXIV
no habían vuelto en sí, y trabando de la mano al duque le dijo:
—¡Ea, buen señor, buen ánimo, buen ánimo, queXXV
todo es nada! La aventura es ya
acabada sin daño de barras37
, como lo muestra claro el escrito que en aquel padrón está
puesto.
El duque, poco a poco y como quien de un pesado sueño recuerda38
, fue volviendo en sí,
y por el mismo tenor la duquesa y todos los que por el jardín estaban caídos, con tales
muestras de maravilla y espanto, que casi se podían dar a entender haberles acontecido
de veras lo que tan bienXXVI
sabían fingir de burlas. Leyó el duque el cartel con los ojos
medio cerrados y luego con los brazos abiertos fue a abrazar a don Quijote, diciéndole
ser el más buen caballero que en ningún siglo se hubiese visto.
Sancho andaba mirando por la Dolorida, por ver qué rostro tenía sin las barbas y si era
tan hermosa sin ellas como su gallarda disposición prometía; pero dijéronle que así
como Clavileño bajó ardiendo por los aires y dio en el suelo, todo el escuadrón de las
dueñas, con la Trifaldi, había desaparecido y que ya iban rapadas y sin cañones39
.
Preguntó la duquesa a Sancho que cómo le había ido en aquel largo viaje. A lo cual
Sancho respondió:
—Yo, señora, sentí que íbamos, según mi señor me dijo, volando por la región del
fuego, y quise descubrirme un poco los ojos, pero mi amo, a quien pedí licencia para
descubrirme, no la consintióXXVII
; mas yo, que tengo no sé qué briznas de curioso y de
desear saber lo que se me estorba y impide, bonitamente40
y sin que nadie lo viese, por
junto a las narices aparté tanto cuanto el pañizuelo que me tapaba los ojos y por allí
miré hacia la tierra, y parecióme que toda ella no era mayor que un grano de mostaza, y
los hombres que andaban sobre ella, poco mayores que avellanas41
: porque se vea cuán
altos debíamos de ir entoncesXXVIII
.
A esto dijo la duquesa:
—Sancho amigo, mirad lo que decís, que, a lo que parece, vos no vistes la tierra, sino
los hombres que andaban sobre ella; y está claro que si la tierra os pareció como un
grano de mostaza y cada hombre como una avellana, un hombre solo había de cubrir
toda la tierra.
—Así es verdad —respondió Sancho—, pero, con todo eso, la descubrí por un ladito y
la vi toda.
—Mirad, Sancho —dijo la duquesa—, que por un ladito no se vee el todo de lo que se
mira.
—Yo no sé esas miradas —replicó Sancho—: solo sé que será bien que vuestra señoría
entienda que, pues volábamos por encantamento, por encantamento podía yo ver toda la
tierra y todos los hombres por doquiera que los mirara; y si esto no se me cree, tampoco
creerá vuestra merced cómo, descubriéndome por junto a las cejas, me vi tan junto al
cielo, que no había de mí a él palmo y medio, y por lo que puedo jurar, señora mía, que
es muy grande además. Y sucedió que íbamos por parte donde están las siete cabrillas42
,
y en Dios y en mi ánima que como yo en mi niñez fui en mi tierra cabrerizo, que así
como las vi, me dio una gana de entretenerme con ellas un rato, que si no la
cumplieraXXIX
me parece que reventara. Vengo, pues, y tomo ¿y qué hago43
? Sin decir
nada a nadie, ni a mi señor tampoco, bonita y pasitamente me apeé de Clavileño44
y me
entretuve con las cabrillas, que son como unos alhelíes y como unas flores45
, casi tres
cuartos de hora, y Clavileño no se movió de un lugar ni pasó adelante.
—Y en tanto que el buenXXX
Sancho se entretenía con las cabras —preguntó el duque—
, ¿en qué se entretenía el señor don Quijote?
A lo que don Quijote respondió:
—Como todas estas cosas y estos tales sucesos van fuera del orden natural, no es mucho
que Sancho diga lo que dice. De mí sé decir que ni me descubrí por alto ni por bajo, ni
vi el cielo ni la tierra, ni la mar ni las arenas. Bien es verdad que sentí que pasaba por la
región del aire y aun que tocaba a la del fuego, pero que pasásemos de allí no lo puedo
creer, pues estando la región del fuego entre el cielo de la luna y la última región del
aire, no podíamos llegar al cielo donde están las siete cabrillas que Sancho dice sin
abrasarnos46
; y pues no nos asuramos47
, o Sancho miente o Sancho sueña.
—Ni miento ni sueño —respondió Sancho—: si no, pregúntenme las señas de las tales
cabras48
, y por ellas verán si digo verdad o no.
—Dígalas, pues, Sancho —dijo la duquesa.
—Son —respondió Sancho— las dos verdes49
, las dos encarnadas, las dos azules y la
una de mezcla.
—Nueva manera de cabras es esa —dijo el duque—, y por esta nuestra región del suelo
no se usan tales colores, digo cabras de tales colores.
—Bien claro está eso —dijo Sancho—, sí, que diferencia ha de haber de las cabras del
cielo a las del suelo.
—Decidme, Sancho —preguntó el duque—: ¿vistes allá entreXXXI
esas cabras algún
cabrón?
—No, señor —respondió Sancho—, pero oí decir que ninguno pasaba de los cuernos de
la luna50
.
No quisieron preguntarle más de su viaje, porque les pareció que llevaba Sancho hilo de
pasearse por todos los cielos51
y dar nuevas de cuanto allá pasaba sin haberse movido
del jardín.
En resolución, este fue el fin de la aventura de la dueña Dolorida, que dio que reír a los
duques, no solo aquel tiempo, sino el de toda su vida, y que contar a Sancho siglos, si
los viviera. Y llegándose don Quijote a Sancho, al oído le dijo:
—Sancho, pues vos queréis que se os crea lo que habéis visto en el cielo, yo quiero que
vos me creáis a mí lo que vi en la cueva de Montesinos. Y no os digo más.
ACTIVIDADES PARA ENTREGAR
ACTIVIDADES DE EL QUIJOTE (APLICACIÓN DE LA TEORÍA A LOS TEXTOS)
1) ¿Qué imprevisto le ocurre a Sancho en el texto 1? ¿Cómo lo resuelve? ¿Por qué no lo hace de otra manera? ¿Cómo reacciona don Quijote?
2) ¿Por qué el bálsamo le ha entado mal a Sancho según don Quijote en el texto 2?
3) Como os he dicho y habéis podido comprobar en los textos, Cervantes
despliega una variedad increíble de recursos de humor? ¿Qué tipo de humor es
el fundamental en el texto 2? ¿Y en el 3? Justifica tus respuestas.
4) ¿En qué texto y en qué frases en concreto se observa la sanchificación de don
Quijote y la quijotización de Sancho? ¿Por qué?
5) Explica los temas de El Quijote que se pueden observar en los textos leídos,
poniendo ejemplos y relacionando.
ACTIVIDADES DE REPASO (Al ser un contenido ya muy visto, estas sólo se valorarán
como entregadas o no entregadas. Os las mando para que no os olvidéis de realizar
los análisis)
1) Analiza sintáctica y morfológicamente después las siguientes oraciones:
a) Nuestra perrita enfermó de gastritis el otro día.
b) Le dieron a la bailarina de Cuenca el primer premio por su meritoria actuación.
c) Lamentamos mucho bastantes decisiones erróneas.
d) De pronto, Marcos entró muy asfixiado a nuestra casa.
e) El gobernador aplicó las mejores medidas a la población con sensatez.