Taller de Teatro
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Martes 23 de Julio
Hoy comenzamos con ejercicios de imitación de nuestros compañeros. La imitación es el
mejor ejercicio que se puede hacer para desarrollar la observación al detalle de otra persona, y una
herramienta fundamental para la creación de personajes. Ver más que mirar, sirve para desarrollar la
capacidad de percepción sobre nosotros, sobre otros y sobre el entorno inmediato, cualidad necesaria
a la hora de estar en un escenario, lugar en el que, en el momento menos pensado, se presenta un
imponderable que hay que solucionar o “meter en el trabajo”. Si no se está atento y perceptivo,
puede perjudicar nuestro trabajo en el escenario.
Las imitaciones fueron variadas y bastante fieles a sus imitados. Por lo demás, creo que hay
un trabajo de observación que después de años de conocernos, está bastante desarrollado. El desafío
se presenta cuando uno no conoce tanto a quien va a imitar y tiene que observar lo más fielmente
posible y en el menor tiempo posible, al imitado. Muchas veces se ha visto en la calle al mimo que
copia fielmente el andar de un transeúnte y esa imitación causa gracia a quienes observan que lo hace
muy bien. Creo que a un nivel semejante deberíamos llegar con nuestro poder de observación, y que,
como en casi todos los órdenes de la vida, no se termina nunca de aprender, mejorar y perfeccionar.
La observación es una herramienta vital en el ejercicio del actor y por ende debe ser cuidada
y trabajada permanentemente. Es la herramienta que nos permite crear a partir de lo cotidiano, de
personas que vemos en la calle, en el colectivo, en la cola de un banco y nos llaman la atención por
algo en particular. Una anécdota atribuida a Leonardo Da Vinci cuenta que no podía concluir el
cuadro “La Última Cena” porque no encontraba el rostro de Judas. Un día, por fin, después de seis
años encontró ese rostro que buscaba en un comerciante cuyos rasgos eran duros y para Leonardo
representaban fielmente el rostro de la traición y la avaricia. Este hombre era un comerciante
recientemente llegado a la ciudad.
La observación nos objetiva al obligarnos a salir de nosotros mismos y de nuestros
pensamientos habituales, y, al momento de crear un personaje, ese es el ejercicio con el que se le da
vida. Volvernos otro por un momento o un rato, nos da la oportunidad de echar un vistazo en esa otra
vida, la del personaje, y nos da la posibilidad de tomar perspectiva sobre nosotros mismos a la vez,
haciendo que nos conozcamos un poco más, paradójicamente, dejando de ser nosotros mismos, por
un rato.