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[email protected] / www.resumenlatinoamericano.org / [email protected] / Blog: www.cubaenresumen.org / Facebook: @CubaenResumenBlog SUPLEMENTO ESPECIAL | FEBRERO 2020 | EDICIÓN CUBANA | DISTRIBUCIÓN GRATUITA | RNPS 0118

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RESUMEN LATINOAMERICANO | SUPLEMENTO ESPECIAL HO CHI MINH

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EditorialEste Suplemento Especial dedicado a Ho Chi Minh líder de la Revolución Vietnamita, se editó en noviembre de 2014, a los 45 años de su desaparición física. Hoy lo reeditamos por ser Vietnam el País Invitado

de Honor a la vigésimo novena Feria Internacional del Libro de La Habana, cuya representación llegará con su cultura, tradiciones, libros y artes diversas.

Con los sucesivos nombres de Nguyen Ai Quoc —el patriota, o el que ama a su patria— o Ho Chi Minh, Nguyen That Tanh (1890 - 1969) fue y será recor-

dado a lo largo de toda la historia del pensamiento revolu-cionario mundial no sólo como uno de los militantes más lúcidos y consecuentes de la lucha por el socialismo, sino también como uno de los más sabios innovadores en ese campo. Desde su inquebrantable fe en la doctrina marxista-leninista y su compenetración con el pueblo, la figura del Tío Ho supo imponer el valor de los movimientos de libera-ción nacional en las luchas populares contra el imperialis-mo y el colonialismo.

Nacido en una pequeña aldea de la por entonces Indochi-na, colonia del imperialismo francés, Ho llegó a París en 1917 donde prontamente se integró a las filas del Partido Socialista. Desde allí, comenzó su carrera como periodista militante bajo el seudónimo de Nguyen Ai Quoc.

En 1920, influido por el espíritu triunfante de la Revolu-ción de Octubre en Rusia, fundó con otros compañeros del Partido Socialista, el Partido Comunista Francés. Dentro de esta organización, también dirigió su militancia hacia las tareas periodísticas y de agitación como colaborador de diversos periódicos entre los que se contaban L’Humanité, La Vie Ouvriere y Le Pariá ejerciendo en el último el cargo de director. Poco tiempo después trabajaría en la formación de los Comités anticolonialistas del Partido.

En 1924, participó como delegado en el V Congreso de la Internacional Comunista, donde criticó la postura del par-tido francés y otros partidos comunistas de los países euro-peos más desarrollados en re-lación al problema del colo-nialismo, tema que tocaba generalmente en sus coberturas periodísticas. Así, aseveró haciendo alusión a la necesidad de un verdadero internacionalismo que comprendiera en toda su dimensión la cuestión: “Es preciso que el obrero de la metrópoli sepa bien lo que es la colonia, que esté al co-rriente de lo que pasa en ella, del sufrimiento –mil veces más doloroso que el suyo- que soportan sus hermanos, los proletarios de las colonias”.

En 1925, organizó en la ciudad china de Cantón la Asocia-ción de la Juventud Revolucionaria Vietnamita que serviría de núcleo fundacional del Partido Comunista de Indochi-na, que contribuiría a crear en 1930.

Desde su programa fundacional, en el que Ho Chi Minh desarrolló un papel esencial, el Partido Comunista de In-dochina estableció: “La opresión bárbara y la explotación despiadada de los imperialistas franceses ha despertado a nuestros compatriotas, que se han dado cuenta que la revolución es la única vía para vivir y que sin ella morirán hechos pedazos”. En cuanto a sus medidas el programa se alzó con las consignas de: derrocar al imperialismo francés, el feudalismo y la clase capitalista de Vietnam; hacer que Indochina sea completamente independiente; establecer un gobierno de obreros, campesinos y soldados; confiscar a los bancos y otras empresas pertenecientes a los imperialistas y ponerlos bajo el control de ese gobier-no; confiscar las plantaciones y propiedades de la clase capitalista reaccionaria; implementar la jornada de ocho horas de trabajo, abolir la deuda pública y deshacerse de los impuestos que golpeaban a los pobres; implementar la educación universal e implementar la igualdad entre el hombre y la mujer.

En prisión por orden del gobierno chino de Chiang Kai Shek, permaneció encerrado durante dieciocho meses entre 1934 y 1935. Allí escribió los Cuadernos de prisión, un libro de poemas que resumía sus posiciones revolucionarias y de lucha por la emancipación de su pueblo.

En 1941 –después de la invasión al territorio vietnamita por las fuerzas imperialistas japonesas concretada en 1940- en el marco de la VIII Conferencia del Comité Central del Partido Comunista de Indochina, se creó el Viet Minh,

frente nacional antiimperialista destinado a lograr la inde-pendencia total del país. La acción del frente dirigido por el Partido con Ho a la cabeza desarrolló una importante labor de propaganda y concientización en el pueblo obrero y campesino y una efectiva acción guerrillera de la mano del comandante Vo Nguyen Giap.

Tras la derrota y capitulación japonesa, llamó a la insu-rrección anticolonial, haciendo avanzar las tropas del Viet Minh hasta la ciudad de Hanoi logrando –tras la renuncia del emperador Bai Dai- proclamar la independencia nacio-nal y la creación de la República Democrática de Vietnam de la que fue designado presidente.

La negativa francesa a aceptar la independencia de Viet-nam, significó la declaración de una guerra que se prolon-gó durante nueve años. El 2 de setiembre de 1945 Ho Chi Minh lanzó su llamamiento: “Desde hace más de ochenta años la banda de colonialistas franceses, bajo los tres colo-res que simbolizan la libertad, la igualdad y la fraternidad, ha ocupado nuestro territorio y oprimido nuestro pueblo. [...] Los franceses no nos han dado ninguna libertad po-lítica, han instituido una legislación bárbara, han creado más prisiones que escuelas, han ahogado en sangre todas nuestras revueltas, han pisoteado la opinión y utilizado la sangre y el alcohol para embrutecer a nuestro pueblo.”

El Vietminh organizó la insurrección general, logró la independencia nacional y fundó la República Democrá-tica de Vietnam. Al retornar los colonialistas franceses se desató una nueva y cruenta lucha del pueblo vietnamita que se prolongó nueve años.

Francia, cuando comenzó a perder la guerra, pidió y obtu-vo el apoyo norteamericano. En 1954 los franceses son de-rrotados en la batalla decisiva de Dien Bien Phu. Dieciocho millones de compatriotas saludaron a quien había abierto la brecha de la liberación social y nacional. Ya era para todo el pueblo el tío Ho.

Pero el retiro de los colonizadores franceses derrotados por el pueblo de Vietnam no significó el final del sufrimien-to de este, ya que otro imperialismo, el yanqui impuso un gobierno títere en la zona sur del país.

Desde el gobierno del Vietnam del Norte —el Vietnam liberado—, Ho dispuso del apoyo combatiente de sus tro-pas a favor del movimiento guerrillero del Vietcong, que peleaba en el sur contra el ejercito de ocupación norteame-ricano. Sobre este punto, expresó: “Para la defensa de la in-dependencia de la Patria y por el cumplimiento de nuestra obligación para con los pueblos que luchan contra el impe-rialismo norteamericano, nuestro pueblo y nuestro ejército, unidos como un solo hombre, lucharán resueltamente has-ta la victoria total”.

Ho Chi Minh murió en Hanoi el 3 de septiembre de 1969 poco antes de que se lograra finalmente su causa: la unifica-ción de Vietnam en el marco de la construcción socialista. Su imagen y su prédica se hicieron prontamente bandera en distintos lugares del mundo donde los sueños de la revolu-ción fueron tomando diversas formas pero un único objeti-vo, la liberación de las masas oprimidas. •

Por redacción de Resumen Latinoamericano

Ho Chi Minh y su proeza de vencer

a los Imperios

Lucidez, audacia y coherencia para avanzar hacia el Socialismo

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RESUMEN LATINOAMERICANOSUPLEMENTO ESPECIAL HO CHI MINH |

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El movimiento de liberación de la mu-jer en Vietnam está indisolublemente ligado a las tareas generales de eman-

cipación nacional y construcción del socia-lismo. El importante papel que tiene actual-mente la mujer en la sociedad vietnamita, fue logrado en gran parte por la continui-dad de tradiciones populares y condiciones históricas que han forjado la capacidad de lucha y participación femenina en la edifica-ción y defensa del país.

Ho Chi Minh fue el primer revolucionario que mostró a las mujeres de Vietnam una nueva alternativa para su liberación. El re-habilitar a la mujer en su papel histórico y despertar su toma de conciencia y militancia constituyó así una de las misiones básicas de los y las marxistas vietnamitas. El programa político del Partido Comunista Indochino, dado a conocer en 1930, incorporó la igual-dad entre el hombre y la mujer como uno de sus 10 puntos principales.

El l2 de septiembre de 1945, Ho Chi Minh declaró la independencia de su país y se comenzaron a sentar las bases del régimen revolucionario. En 1946 se promulgó la Constitución de la República Democráti-ca de Vietnam (RDV). Esta Constitución precisó los derechos de la mujer: ”La mujer en la RDV es igual al hombre en derechos, desde los puntos de vista, político, econó-mico, cultural, social y familiar. Por un

trabajo igual, la mujer tiene derecho a un salario igual al del hombre. El Estado ga-rantiza a las mujeres obreras y funcionarías el descanso pagado por maternidad antes y después del parto, protege los derechos de la madre y el niño y protege el matrimonio y la familia”.

Pero muy pronto la RDV tuvo que afron-tar la amenaza de la reimplantación colo-nialista. La resistencia contra la agresión francesa comenzó a finales de 1945, prolon-gando la guerra patriótica que no terminará hasta 1954. Nuevamente, las mujeres serán una fuerza decisiva en esta guerra popular. Mientras los hombres partían masivamente al frente de batalla, las vietnamitas los rem-plazaron en sus labores, formando una reta-guardia que probará ser indispensable para el éxito de la resistencia.

Las mujeres tuvieron además que hacerse cargo enteramente de las familias, rompien-do, sin embargo, los límites de lo doméstico al verse obligadas a asumir todo tipo de ac-titudes productivas fuera del hogar, favore-ciendo así el desarrollo de su personalidad y capacidad.

En 1952, el Día Internacional de la Mujer, Ho Chi Minh declaró así respecto a la igual-dad de los sexos que: “Mucha gente cree que la igualdad de los sexos es un problema sim-ple. Hoy el marido prepara la comida, lava los platos, barre la casa, y mañana la mujer barrerá la casa, preparará la comida y lavará los platos. ¡Esa es la igualdad!

Grave error. En la realidad, la igualdad es una profunda y difícil revolución porque el menosprecio de la mujer es un hábito mile-nario. Está profundamente enraizado en el cerebro de cada uno, en la vida familiar, en el seno de todas las capas sociales. Uno no puede combatirlo por la fuerza... La ampli-tud de esta revolución reside en un progreso general sobre los planos políticos, económi-cos, culturales y jurídicos. Esta revolución debe cumplirse en el interior de cada uno y extenderse al pueblo entero”.

En el sur, la población perdió los logros conquistados en la revolución, acentuan-do el rechazo popular frente al nuevo régi-men. Asimismo, la presión psicológica para que las mujeres renegaran de sus maridos y sus familiares combatientes conducirá a muchas mujeres sureñas a unirse a la lucha revolucionaria y a participar activamente en la defensa del país, creándose los primeros grupos de guerrilleras. Las abuelas que no podían tomar las armas estimularon por lo general, a sus hijos y nietos a unirse a la lucha y participaron, tal y como lo hicieran en el norte, en numerosas actividades de re-fuerzo. Se creó de esta manera, en el sur, el

famoso “ejército de los cabellos largos”, que a través de los ocho años de guerra llegará a contar con cerca de 2 millones de comba-tientes, dando un ejemplo pocas veces visto en el mundo, de participación masiva feme-nina en las guerras de liberación.

En 1965, ante el avance continuo de los guerrilleros que fueran conocidos como “Vietcong”, Washington declaró la guerra local e inició la escalada del conflicto, des-embarcando medio millón de soldados en Vietnam del Sur y expandiendo sus opera-ciones a los vecinos países de Laos y Cam-bodia. Comenzó entonces el enfrentamien-to directo del pueblo sureño con el ejército invasor. De nueva cuenta, la historia ha re-cogido las hazañas de cientos de humildes heroínas que lucharon en condiciones su-mamente difíciles contra los bombardeos norteamericanos, el envenenamiento de sus tierras, la desintegración de las familias, aportando además su valiosa contribución a la lucha armada y llevando a cabo una importante labor de propaganda política a favor de la liberación nacional. Ut Tích, la heroína más famosa del Vietcong simboliza a esta generación de mujeres que constitu-yeron uno de los pilares de la lucha de libe-ración.

Además de ser obligadas a prostituirse, las mujeres sureñas fueron sujetas a una política sistemática de estupro por parte de las tro-pas estadounidenses, las cuales desfogaban su miedo y coraje ante el “enemigo invisible” matando y violando a las vietnamitas de las aldeas que iban arrasando. Para protegerse, las mujeres formaron diversas asociaciones para salvaguardar su dignidad y su derecho a la vida, enmarcadas dentro de la Unión de Mujeres para la Liberación de Vietnam del Sur, creada en 1961, la cual incorporó entre sus miembros tanto a las mujeres de la ciu-

dad como del campo, que luchaban contra la intervención norteamericana en su país y contra la destrucción de su cultura nacional.

La Ley sobre el Matrimonio y la Familia que se promulga a principios de 1960 está basada en cuatro principios: la libre elección de la pareja; el matrimonio monogámico; la igualdad de los sexos y la protección de los derechos de la mujer y el niño.

Se restituía pues a la mujer vietnamita, an-tes que nada, su derecho a la propia felicidad, permitiéndole escoger a su marido, volver a casarse en caso de viudez, asumir social-mente las responsabilidades sobre sus hijos; practicar la igualdad de derechos entre los esposos, elegir una profesión y trabajar para ganarse independientemente la vida.

Además, saliéndose de la tradición de otros partidos comunistas, la ley consideraba que el trabajo doméstico tenía un valor como la-bor socialista. Así, reconocía que el trabajo doméstico de la esposa tenía una importan-cia igual al trabajo del marido, y por lo tanto debía ser contabilizado como equivalente al trabajo de producción. La ley protegía tam-bién a los hijos ilegítimos que anteriormente eran rechazados por la sociedad, y permitía el divorcio y el aborto.

La victoria final de Vietnam, en 1975, se debió en gran parte a la invaluable coope-ración aportada por sus mujeres durante los largos y difíciles años de la guerra. Sin duda alguna, las vietnamitas contemporáneas se inspiraron en la larga tradición de lucha y trabajo de sus antecesoras, quienes varias veces antes en la historia habían tenido que enfrentar a un invasor extranjero y ocuparse completamente de las labores agrícolas y do-mésticas, tomando además las armas para defender sus aldeas. •

El glorioso “Ejército de los cabellos largos”

La participación de la mujer vietnamita en la liberación nacional y el socialismo.

Por AdriAnA novelo vignAl

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RESUMEN LATINOAMERICANO | SUPLEMENTO ESPECIAL HO CHI MINH

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Heredando el pensamien-to militar tradicional del pueblo, adquiriendo disci-

plinas militares de la humanidad, el pensamiento de Ho Chi Minh sobre la guerra popular se con-virtió en el fundamento básico de las políticas militares del Partido Comunista de Vietnam. Ilumina el camino de 30 años de la lucha revolucionaria del pueblo; y al mismo tiempo, contribuye en la elevación de la tradición militar a estadios superiores.

En su carrera como revoluciona-rio, Ho Chi Minh elaboró direc-tamente y ordenó hacer muchas obras sobre asuntos militares, a sa-ber: “La política de guerra de gue-rrillas”, “El Arte de Guerra de Sun Tzu”, “La Manera de Formación Militar de Zhūge Liáng”, “Expe-riencias de Guerrillas Rusas”, “Ex-periencias de guerrillas Chinas” y “La política en el Ejército”.

En las dos resistencias contra la invasión del Imperio colonial fran-cés y el Imperio Estadounidense, Ho Chi Minh siempre valoró al-tamente la fuerza de la población. “El pueblo es la raíz”, decía. Puso su confianza en la tradición patrió-tica del pueblo cuando confirmó que: “Los enemigos pueden inva-dir nuestro cielo, nuestra tierra, mas nunca lograrán el amor por la Patria de nuestro pueblo, tenemos confianza en el espíritu y fuerza del público, de nuestro pueblo”.

Cuando lanzó la resistencia na-cional contra los franceses (di-ciembre del 1946), Ho Chi Minh llamó a todo el pueblo para que participara en la guerra y luchara con todas las armas que tenía, y se-ñaló que “la guerra actual es muy complicada y difícil. Si no utiliza-mos toda la fuerza del pueblo para luchar, no podemos conseguir el triunfo”. En la resistencia contra los estadounidenses, Ho Chi Minh afirmó que: “La lucha contra el Imperio estadounidense es la tarea más sagrada de todos los vietna-mitas con amor a la Patria”. “Nues-tra guerra es de todo el pueblo, la auténtica guerra popular”.

Al comentar sobre la alta valora-ción y promoción de la población en la lucha del Presidente Ho Chi Minh, el General Vo Nguyen Giap escribió que: “Considerar el Pue-blo como la raíz, hacer la moviliza-

ción popular, realizar la resistencia popular e integral son asuntos pri-mordiales en el pensamiento mili-tar de Ho Chi Minh”.

La política revolucionaria del Presidente Ho Chi Minh se centra en que hay que mantener la estra-tegia de ataque.

Cuando apenas estaba empezan-do la resistencia armada, Ho Chi Minh dio su determinación de que “aunque tengamos que poner fue-go a la Cordillera de Truong Son, habrá que hacerlo por la indepen-dencia”. En la guerra contra los estadounidenses, el Presidente Ho Chi Minh hizo el llamado: “Si que-da sólo un invasor en nuestro país, seguiremos luchando para sacar-lo”. Siempre enfatizó que “A pesar de la paz o la guerra, tenemos que tomar la iniciativa, verlo con an-telación y estar preparados”, “en todos los casos, siempre tenemos que conocer bien las estrategias de ataque”. La guerra popular de Vietnam (1945 – 1975) ha demos-trado la validez y la firmeza del pueblo vietnamita. El Ejército y el pueblo vietnamita no sólo comba-te a los enemigos en asuntos mili-tares, sino también en la política y diplomacia, combate en las tres zo-nas estratégicas: montañosa, rural y urbana.

Para la lucha contra los enemigos con la fuerza de todo el pueblo, era

necesario una fuerza armada de: ejército regular, tropas locales y milicia y guerrillas. Estos elemen-tos componían la nueva forma del Ejército Popular, que se originaba del pueblo, luchaba por el mismo. Lo original en el pensamiento de Ho Chi Minh sobre la construc-ción de las fuerzas armadas fue que la lucha se realiza primero por la diplomacia o el diálogo, y si esta manera no funcionaba, se usan las armas para la guerra. Con la fuer-za armada de tres tipos de ejérci-tos, una parte constaba de la fuerza móvil estratégica y al mismo tiem-po, poseía la fuerza local expandi-da que era capaz de satisfacer los requisitos de la lucha concentrada y también la dispersa, poder pelear activamente contra los enemigos en cualquier momento y en cual-quier lugar, donde se combinaban de muchas maneras y el tamaño de la lucha.

La fuerza armada compuesta por tres tipos es un ejército que com-batía, trabajaba y participaba en la producción agrícola.

Dentro de ello, Ho Chi Minh dio la prioridad a la política, “Hay que aprender la política, el Ejército sin política es como árboles sin raíz”.

El nuestre es un Ejército po-pular. El pueblo tiene el Partido como líder, con sus políticas y fundamentos. El Ejército Popular

tiene que aprender políticas del Partido. Además, el Ejército de-bía tener la valentía, el sacrificio y una disciplina estricta, porque la disciplina es el poder del Ejérci-to. “Democracia sí, pero hay que tener disciplina”. Ho Chi Minh siempre reiteraba la solidaridad interior, la unión entre pueblo y Ejército, solidaridad internacio-nal, y al mismo tiempo, hablaba de practicar y aprender para ser dueño de la ciencia – tecnología militar.

Para Ho Chi Minh, las bases revolucionarias y la retaguardia más sólidas son la popularidad. “Tenemos que utilizar el entusias-mo del pueblo para buscar mane-ras de solucionar la debilidad en el equipamiento”. Por lo tanto, lo más importante era que teníamos que construir bases políticas en la población. Donde había gente con amor a la Patria, allí estaban factores para establecer bases re-vo-lucionarias y retaguardia. Por otra parte, la construcción de ba-ses revolucionarias y retaguardias en todos los lugares se convirtie-ron en un requisito muy impor-tante. En la guerra popular de Vietnam durante el período 1945 – 1975 aparecían muchos tipos de retaguardias: retaguardia estraté-gica y retaguardia local, retaguar-dia en zona rural y delta, incluso había bases que se establecieron en la zona controlada por el ene-

migo, o en el centro de la zona urbana donde el enemigo insta-ló su sede. Ho Chi Minh señaló que ha-bía que combinar entre la construcción, junto con la defen-sa de las retaguardias, y al mismo tiempo, aprovechar el apoyo de la retaguardia

Durante su vida, Ho Chi Minh, junto con el Partido y el pueblo vietnamita, ha luchado incesante-mente por la libertad y la indepen-dencia nacional. Según señalaba: “la lucha armada se debe a metas humanitarias, para salvar a la na-ción y el pueblo” (…)

“Nosotros queremos la paz, y no la guerra… Esta guerra la hemos tratado de evitar de todas mane-ras… Pero si nos obligan a hacerla, lo haremos… y será muy sangrien-ta; pero, el pueblo vietnamita está dispuesto a sufrir en vez de perder la libertad”.

Cuando las fuerzas estadouni-denses intensificaron la guerra, Ho Chi Minh instó al pueblo a “vencer a los invasores cueste lo que cueste”, y por otra parte, mantuvo las negociaciones para finalizar la guerra. Podemos con-cluir que, el pensamiento de Ho Chi Minh sobre la guerra popular apunta a una paz au-téntica y es-table. Así lo convirtió en el punto de partida y la base del desarrollo de su ideología sobre este tema. •

El Pensamiento Militar de Ho Chi Minh constituye la base de sus puntos de vista sobre las relaciones entre la Política y Ejército, la paz y la guerra, sobre la resistencia mediante las armas, la construcción de las fuerzas armadas y de la retaguardia, la dirección y el manejo de la confrontación.

“Vencer a los invasores cueste lo que cueste”

Por Ángel BAstidAs

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No son muchos los textos conocidos al revolucionario vietnamita Ho Chi Minh, y es cierto que no pasó a la historia por sus aportaciones teóricas sino sobre todo

por su capacidad de organizar y llevar hasta el final la lucha de liberación nacional en Indochina. Sin embargo nos parece de interés publicar algunos de sus textos para acercarnos a su personalidad y a la historia del Vietnam. Aquí va el primero.

Después de la primera guerra mundial, me gané la vida en París como retocador de fotografías, unas veces, y otras como pintor de “antigüedades chinas” (¡hechas en Francia!). A ve-ces distribuía volantes que denunciaban los crímenes france-ses en Vietnam. En esa época apoyé la Revolución de octubre sólo por instinto, sin comprender todavía su importancia his-tórica. Amaba y admiraba a Lenin porque era un gran pa-triota que había liberado a sus compatriotas; hasta entonces todavía no había leído un solo libro de él. La razón que tuve al ingresar al Partido Socialista francés fue que estos “señores y señoras” -como llamaba a mis camaradas en esta época- mos-traron simpatía hacia mi, hacia la lucha de los pueblos opri-midos. Pero no entendía lo que era un partido o un sindicato, ni lo que era el socialismo o el comunismo. Había en aquel entonces acaloradas discusiones entre las diferentes secciones del Partido Socialista sobre la decisión de seguir en la Segun-da Internacional, fundar la Segunda y media Internacional o adherirse a la Tercera Internacional de Lenin. Asistía con regularidad a las asambleas, dos o tres veces a la semana, y escuchaba atentamente las discusiones. Al principio no en-tendía bien. ¿Por qué las discusiones tan acaloradas? Si con la Segunda, la Segunda y media o la Tercera Internacional, se podía emprender la revolución, ¿para qué discutir? En cuanto a la Primera Internacional ¿qué había ocurrido con ella? Lo

que más me interesaba saber —y esto era precisamente lo que no se discutía en las asambleas— era cuál Internacional estaba a favor de los pueblos de los países coloniales.

Formulé esta pregunta —la más importante a mi parecer— en una asamblea. Algunos camaradas me contestaron: Es la Tercera Internacional, no la Segunda. Y un camarada me dio a leer la “Tesis sobre las cuestiones nacionales y coloniales” de Lenin publicada en L´Humanité.Había en esa tesis tér-minos políticos difíciles de entender. Pero a fuerza de leer y releer pude finalmente captarla casi en su totalidad. ¡Cuánta emoción, en-tusiasmo, claridad y confianza infundió en mi! ¡Lloraba de alegría! Solo, en mi cuarto, grité como si me estu-viera dirigiendo a grandes masas. “¡Queridos mártires com-patriotas! Esto es lo que necesitamos, ¡éste es el camino de nuestra liberación!”

Después de esto tuve plena confianza en Lenin y en la Tercera Internacional. Antes, en las asambleas de mi sección del Parti-do, sólo escuchaba las discusiones; tenía la vaga creencia de que todas eran lógicas y no podía diferenciar entre quiénes estaban en lo cierto y quiénes en el error. Pero desde este momento, también participé en los debates y discutí con fervor. Aunque todavía me faltaban palabras en francés para expresar mis sen-timientos, hice pedazos los alegatos que atacaban a Lenin y la Tercera Internacional con no menos vigor. Mi único argumen-to era: “Si no condenáis el colonialismo, si no apoyáis al pueblo colonial, ¿qué clase de revolución pensáis emprender?”

No sólo tomaba parte en las asambleas de mi propia sección del partido, sino que también iba a otras secciones para plan-

tear “mi posición”. Ahora debo decir de nuevo que los cama-radas Cachin, Vaillant, Couturier, Monmousseau, y muchos otro, me ayudaron a ampliar mi cultura. Finalmente, en el congreso de Tours voté con ellos por la adhesión a la Tercera Internacional. En un principio, el patriotismo más que el co-munismo me llevó a tener confianza en Lenin, en la Tercera Internacional. Paso a paso, durante la lucha, combinando el estudio del marxismo-leninismo con las ac-tividades prácti-cas, llegué gradualmente a la conclusión de que sólo el socia-lismo y el comunismo pueden liberar de la esclavitud a las naciones oprimidas y a los trabajadores de todo el mundo.

Existe una leyenda en nuestro país y en China sobre el mila-groso Libro de la Sabiduría. Al consultarlo cuando aparecen grandes dificultades siempre se encuentra la forma de salir de ellas. El leninismo no es únicamente un milagroso “libro de sabiduría”, una brújula para nosotros, los revolucionarios y el pueblo vietnamitas, sino que es también el sol radiante que ilumina nuestro camino hasta la victoria final, hacia el socia-lismo y el comunismo. •

Por redacción de Resumen Latinoamericano

*Artículo escrito en abril de 1960 para la revista soviética Pro-blemas de Oriente, con motivo del decimonoveno aniversario del nacimiento de Lenin. (Ésta es, por amplio margen, la declaración

más sin-cera hecha por Ho acerca de sus razones para adherirse al Partido Comunista, y demuestra ampliamente su enfoque pragmá-

tico de los compromisos ideológicos).

V ietnam es un nombre sumamente querido y sumamente cercano en el corazón de todos los cubanos.

Vietnam ha sido para nosotros un ejem-plo y un aliento en nuestra lucha. El pue-blo cubano está sumamente consciente del extraordinario papel que ha desem-peñado el pueblo de Vietnam en el seno del movimiento revolucionario mundial y en la lucha de liberación de los pueblos. Vietnam brinda a todos los pueblos ex-plotados y oprimidos una lección inolvi-dable. Ningún movimiento de liberación, ningún pueblo de los que han luchado por su independencia, ha tenido que llevar a cabo una lucha tan larga y tan heroica como el pueblo de Vietnam.

Es preciso recordar las difíciles y comple-jas circunstancias en que se inició la lucha de este pueblo. Para ello, es indispensable recordar el nombre venerado y querido del presidente Ho Chi-Minh. El presidente Ho Chi-Minh, comprendiendo la extraordina-ria importancia histórica y las consecuencias de la gloriosa Revolución de Octubre, y asi-milando el luminoso pensamiento de Lenin, vio con toda claridad que en el marxismo-leninismo estaban la enseñanza y el camino que debían seguirse para encontrar solución al problema de los pueblos oprimidos por el colonialismo. El compañero Ho Chi-Minh, de una manera genial, combinó la lucha por la independencia nacional con la lucha por los derechos de las masas oprimidas por los

explotadores y los feudales. El vio que el ca-mino era la combinación de los sentimientos patrióticos de los pueblos con la necesidad de liberarse de la explotación social. La libera-ción nacional y la liberación social fueron los dos pilares en que se asentó su doctrina.

Pero vio, además, que los países atrasados por el colonialismo podían dar un salto en la historia y construir su economía por los caminos del socialismo, ahorrándose los sacrificios y los horrores del capitalismo. Pero no solo tuvo una clara concepción es-tratégica, sino que vio la necesidad de or-ganizar un Partido de vanguardia que di-rigiera al pueblo en esa lucha y se dio a la tarea de organizar el Partido Comunista de

Indochina, que después fue el Partido de los Trabajadores de Vietnam. Lo organizó, lo educó y lo templó en la lucha, y gracias a eso el pueblo de Vietnam tuvo su vanguardia revolucionaria, un partido sabio que supo reunir a todas las capas progresistas de la población en un frente amplio para llevarlo a la victoria.

Nosotros creemos que en la vida del com-pañero Ho Chi-Minh, en su pensamiento político, en su clara concepción táctica y estratégica, todos los pueblos oprimidos tienen una riquísima fuente de sabiduría y de conocimiento para poder abordar sus propios problemas. (12-9-1973). •

Fidel Castro

El camino que me llevó al leninismo Un artículo ideológico

de Ho Chi Minh.

Fidel rinde homenaje a Vietnam

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ReSumen latinoameRicano | SUPLEMENTO ESPECIAL HO CHI MINH

Temprano en la mañana del 20 de julio de 1965 nos re-cibe en su jardín florecido de “mar pacíficos” y rosas que embellecen la Casa de Gobierno. Vestido como los

campesinos vietnamitas, con una modesta camisa gris y panta-lón del mismo color, Ho Chi Minh es la imagen de la sencillez.

Fumando incesantemente cigarrillos hasta casi quemarse los dedos ya ensombrecidos por la nicotina, habla pausadamente mezclando en la conversación muchas frases en español y que-jándose del sofocante calor de 35 grados centígrados. Durante la conversación con el presidente vietnamita, fuerte aún en sus 75 años, no dejó un momento de observarnos con toda la in-tensidad de sus impresionantes ojos. Nunca olvidaré el aspecto de sus ojos, la manera como su mirada brillaba con un tono especial de sinceridad y pureza. Era la sinceridad de un comu-nista incorruptible y la pureza de un hombre entregado en idea y en obras a la causa.

Podía ganarse a cualquiera con su honradez y su convicción de que la causa comunista era la justa para su pueblo. Cada una de sus palabras parecía subrayar su creencia en que todo los comunistas son hermanos de clase y, por consiguiente, que todos los comunistas deben ser sinceros y honrados en su trato reciproco. Ho Chi Minh fue una de las figuras extraordinarias de su época.

Para la mayoría de los campesinos vietnamitas es el símbolo de su existencia, de sus esperanzas y luchas, de sus sacrificios y victorias.

Para el pueblo es la divisa que éste necesitaba: el vietnamita benévolo, humilde, de palabra suave que vestía invariablemen-te con sencillez hasta el punto que era difícil distinguirle entre los campesinos más pobres.

Deliberadamente no ambicionaba las solemnidades del po-der y de la autoridad, como si estuviera tan seguro de sí mismo y de su relación con el pueblo y la historia que no necesitase estatuas ni puentes, libros ni fotografías, monumentos, unifor-mes de mariscal y estrellas de general.

Observando su irradiante personalidad, se comprende que el propio general Eisenhower haya confesado en sus memo-rias que impidió las elecciones para la unificación de Vietnam como estipulaban los acuerdos de Ginebra, pues sabía que el 80 por ciento de los vietnamitas votarían por Ho Chi Minh.

Desde 1961 hasta 1973, el Pentágono arrojó sobre Vietnam y el vecino Laos más de siete millones de toneladas de bombas y 100 mil toneladas de sustancias químicas tóxicas. Sobre Viet-nam descargaron más bombas que las arrojadas durante la II Guerra Mundial.

En la guerra murieron cinco millones de vietnamitas y 58 mil invasores estadounidenses. Tres millones de personas padecen los efectos del agente naranja, un potente defoliante que tenía como objetivo arrasar por completo la jungla del país para aislar a los guerrilleros vietnamitas. Washington lanzó sobre

un cuarto del territorio del país unos 80 millones de litros de defoliante y napalm.

El territorio fue convertido en campo de experimentación de armas sofisticadas y de criminales bombardeos contra la población indefensa. Varias décadas después de la humillante retirada de Estados Unidos de Vietnam el 30 de abril de 1975, el país aún sufre las secuelas de la agresión.

David Halberstam, Premio Pulitzer en su libro “Ho” narra el siguiente diálogo entre el dirigente vietnamita y el periodista norteamericano David Schoebrun:

—¿Qué harían ustedes si los franceses no le conceden alguna forma de independencia, presidente Ho? —preguntó el periodista. —Tendremos que luchar —contestó Ho.

—Pero, presidente —prosiguió Schoebrun—, los franceses constituyen una poderosa nación. Disponen de aviones, tanques y moderno armamento. Ustedes carecen de armas modernas y no tienen aviones ni tanques. Ni siquiera poseen uniformes. Son simples campesinos. ¿Cómo piensan luchar contra Francia? —Seremos como el elefante y el tigre. Mientras el elefante sea fuerte y está descansando cerca de sus dominios, nosotros per-maneceremos retirados. Porque, si el tigre vacila, el elefante lo empala con sus poderosos colmillos. Pero el tigre no vacilará, y

La profecía cumplida: “Vietnam será uno solo”Histórica entrevista de periodistas cubanos a Ho Chi Minh.

Los periodistas cubanos Luis Báez* y Gabriel Molina tuvieron en 1965, en plena guerra de agresión norteamericana contra Vietnam, el privilegio de entrevistar a Ho Chi Minh. De ese encuentro impactante surgen conceptos y testimonios inéditos sobre el Tío Ho.

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ReSumen latinoameRicanoSUPLEMENTO ESPECIAL HO CHI MINH |

el elefante morirá de agotamiento y desangrándose lentamente —respondió Ho.

Ho Chi Minh murió en Hanoi el 3 de septiembre de 1969 sin poder ver culminada la obra de toda una vida dedicada a la revolución. En su testamento dejó escrito: “Durante toda mi vida, he servido con todas mis fuerzas y con todo mi corazón a la Patria, a la Revolución y al Pueblo. Ahora, si debo partir de este mundo, no hay nada que sienta más que no poder ser-virlos más tiempo”.

El proceso liberador, que concretaría sus esperanzas de siempre, continuó. Cuando seis años después de su muerte, los combatientes derrotaban a los invasores norteamericanos, los tanques llevaban una pancarta: “Tú siempre marchas con nosotros”, Tío Ho.

—¿Dónde nació? —En Annam el 19 de mayo de 1890.

—¿Quién era su padre? —Un médico herborista de Nghe An que ya luchaba contra el colonialismo francés, que había invadido Vietnam en 1860.

—¿Cuál es su verdadero nombre? —Nguyen Sinh Cung (en el lenguaje local Nguyen Sinh Coong).

—¿Cómo surge el nombre Ho Chi Minh? —La clandestinidad en que viví me obligó a cambiar el nombre en numerosas ocasiones para escapar la persecución policial.

—¿Qué significa Ho Chi Minh? —Significa “El que ilumina”; otras veces me hice llamar Ngu-yen Ái Quoc, “El patriota”, o Nguyen Tat Thanh.

—¿Qué actividades realizó después de la Primera Guerra Mundial? —Bajo el nombre de Nguyen Ai Quoc, participé en activida-des radicales y en la fundación del Partido Comunista Francés. Posteriormente me trasladé a Moscú para recibir formación y, a finales de 1924, soy enviado a Guangdong (China), donde formé la Liga de la Juventud Revolucionaria.

—¿Hasta cuándo permaneció en China? —Tuve que dejar China tras ser acusado por las autoridades locales de protagonizar actividades comunistas.

—¿Al abandonar China para donde fue? —A París, donde trabajé como retocador de fotografías. Co-nocí a Chu En Lai, León Blum, Marcel Cachin y Longuet (so-brino de Carlos Marx), entre otros destacados dirigentes del movimiento obrero internacional. También me afilié al Parti-do Socialista Francés, en cuyo congreso de Tours vote con la mayoría internacionalista que decidió la adhesión del Partido a la Internacional Comunista. Comencé a escribir en “L’Humanité”, y luego fundé el periódi-co “El Paria”, donde escribirían los dirigentes revolucionarios de los países coloniales.

—¿Cuál fue su próximo paso? —De París me traslado a Moscú, donde participo en varios Congresos de la Internacional Comunista. Más tarde viajo a China como traductor y ayudante de Borodin, consejero del Guomindang en sus relaciones con el Partido Comunista de China. Por encargo de la Internacional me incorporo en la escuela militar de Huangpu, cerca de Guangzhou, para enseñar a las organizaciones comunistas asiáticas el arte de la guerra revolu-cionaria. El director era el coronel Chiang Kaishek y el jefe del departamento político era Chu En-lai. En la noche del 3 de abril de 1927, cuando Chaing Kaishek traicionó a los comunistas con una enorme matanza, logré huir y permanecí en la clandestinidad organizando la revolu-ción en Birmania, en China, en Siam, pasando de cárcel en cárcel, de tortura en tortura, impulsando huelgas, motines y levantamientos armados. —En 1930 se produjeron importantes acontecimientos. —Ocurrió el levantamiento de Yen Bai, poniendo de manifies-to la necesidad de un destacamento revolucionario capaz de dirigir la lucha popular hasta la victoria. Igualmente fundé el Partido Comunista Indochino (PCI). Ese mismo año creamos en Hong Kong el Tanh Nien o Partido Comunista de Vietnam, pero fui detenido una vez más.

—¿Hasta cuándo permaneció en prisión? —Hasta 1940 que fui liberado por los aliados.

—Ya en libertad, ¿Para donde marchó? —A mi país después de 28 años de ausencia.

—¿Y qué hizo? —Me incorporé durante cinco años a la lucha guerrillera con-tra la ocupación japonesa.

Para liberar al país de la nueva invasión, fundé el Vietnam Doc Lap Dong Minh Hoi, más conocido por Vietminh, o Frente para la Liberación de Vietnam. También creamos un ejército guerrillero dirigido por Vo Nguyen Giap, uno de los generales revolucionarios más prestigiosos del mundo.

—¿A qué se dedicó terminada la guerra? —Concluida la guerra y derrotados los japoneses, los planes imperialistas para la región no contemplaban la indepen-dencia sino un nuevo reparto del mundo, que en el caso de Vietnam suponía que los nacionalistas chinos del Kuomin-tang ocuparan el norte del país, mientras los ingleses harían lo propio con el sur. Pero los franceses querían recuperar sus dominios coloniales y volvieron a ocupar el país, mientras los guerrilleros vietnamitas rechazaban a los chinos en el norte y liberaban aquella zona. —Es cuando usted hace el 2 de septiembre de 1945 el famoso llamamiento en el que denuncia: “Desde hace más de 80 años la banda de colonialistas franceses, bajo los tres colores que simbolizan la libertad, la igualdad y la fraternidad, ha ocupado nuestro territorio y oprimido nuestro pueblo [...] Los franceses no nos han dado ninguna libertad política, han instituido una legislación bárbara, han creado más prisiones que escuelas, han ahogado en sangre todas nuestras revueltas, han pisoteado la opinión y utilizado la sangre y el alcohol para embrutecer a nuestro pueblo”. Ahí comienza una dura lucha. Al retornar los colonialistas franceses se desató una nueva y cruenta lucha del pueblo vietnamita que se prolongó nueve años. El 24 de noviembre de 1946 los franceses bombardearon Haiphong asesinando a más de seis mil personas y el pueblo reaccionó el 19 de diciembre con una insurrección en Hanoi. Los imperialistas comenzaron a retroceder: cae Dong Khi, evacúan Cao Bang, luego Lao Kay, y posteriormente Dinh Lap. Francia claudicó y tuvo que pedir el apoyo de los Estados Unidos. Entonces, se producen las declaraciones del presidente Eisen-hower. Esas confesiones se originan en 1953 cuando plantea: “Admi-tamos ahora que perdemos Indochina. Sucederían varias co-sas. La península sería difícilmente defendible. El estaño y el tungsteno de esta región, a los que concedemos tanta impor-tancia, dejarían de llegarnos”.

—¿A los franceses le sirvió el apoyo norteamericano? —El apoyo norteamericano no les sirvió de nada.

—Al siguiente año se produce la debacle francesa. —Efectivamente. En 1954 los franceses son derrotados en la batalla de Dien Bien Fu. Poco tiempo después de finalizar la guerra contra Francia siguió la agresión de Estados Unidos. En la lucha patriótica contra la agresión norteamericana, en

realidad tendremos que soportar más dificultades y sacrificios, pero estamos seguros de que obtendremos la victoria total al igual cuando derrotamos a los japoneses y franceses.

—¿Cómo marcha la guerra? —El fracaso que está sufriendo el imperialismo yanqui en la “guerra especial” en el sur y la “guerra escalonada” de destruc-ción contra el norte de Vietnam, se debe, antes que nada, a la unidad estrecha y a la lucha resuelta de más de 30 millones de vietnamitas por la defensa de la independencia, la unidad de integridad territorial de mi patria.

—¿Qué nos puede decir sobre la reunificación del país? —El sur de Vietnam será inevitablemente liberado, el sur de Vietnam será independiente, democrático conforme al pro-grama del Frente Nacional de Liberación del Sur. Norte y Sur avanzarán paso a paso hacia la reunifación del país sin inter-vención extranjera.

—¿Por qué se negó a recibir la máxima condecoración que le otorgo la Asamblea Nacional de su país? —No la recibiré hasta que el Sur sea liberado. —Hay un gran respaldo mundial a la lucha de su pueblo. —La solidaridad y el apoyo internacional son muy importantes en nuestra lucha frente al imperialismo yanqui. Con el respaldo y la ayuda calurosa de los países socialistas hermanos y de los amantes de la paz en el mundo inclusive el pueblo progresista de Estados Unidos, el pueblo de Vietnam tiene aun más fuer-za moral y material y se fortalece aún más nuestra decisión de vencer a los agresores. Y en esa solidaridad debemos destacar el cálido y valioso apoyo del pueblo hermano de Cuba.

—Ya que ha mencionado Cuba le puedo decir que les tenemos un gran cariño a los vietnamitas.

—Yo sé que allá se preocupan por Vietnam, desde el compa-ñero Fidel hasta los niños, de los cuales he recibido muchas cartas de ellos recogidas en un álbum.

---o---

Después de más de una hora de interesante conversación en la que nos relató algunos datos de su vida y nos habló amplia-mente de la resistencia de su pueblo frente a la agresión nortea-mericana, cuando comenzaba a retirarse el sol de la mañana vietnamita Ho Chi Minh se despidió y sus últimas palabras:

“Puedo asegurarle al pueblo cubano que a pesar de todas las dificultades, el pueblo de Vietnam vencerá a los agresores ex-tranjeros y a sus sirvientes. Vietnam será uno solo.

Por favor, transmítale en especial al compañero Fidel Castro nuestro agradecimiento más profundo por su ayuda solidaria que constituye un gran estímulo en nuestra lucha y díganle a los niños cubanos que el Tío Ho los quiere mucho”.

Hanoi, 20 de julio de 1965.

*Luis Francisco Báez Hernández, La Habana 1936 - 2015. Autor de varios libros donde hace constar su prestigiosa obra

periodística.

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RESUMEN LATINOAMERICANO | SUPLEMENTO ESPECIAL HO CHI MINH

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Nadie podía imaginarse el 2 de septiembre de 1945 que aquel hombre menudo de cuerpo y barba entreca-na, llamado por varios nombres, entre otros Ho Chi

Minh —aquel que quedaría tejido indisolublemente en la his-toria del mundo— sería uno de los personajes más extraordi-narios del Asia en el siglo XX.

Aquel día de septiembre, desde la Plaza Ba Dinh, en el cen-tro de la ciudad de Hanoi, al Norte de Vietnam y capital del país, Ho Chi Minh proclamaba al mundo la creación de la Re-pública Democrática de Vietnam. El tiempo, bastante breve, a partir de ese día, permitiría conocer las dotes extraordinarias del revolucionario como táctico y estratega. Era un renovador de su tiempo, ya se sabía; al menos en París, Moscú, China, y en su propio país, aunque no el alcance de su visión, tenaci-dad y poder de aunar a todo un pueblo para una lucha muy grande contra los fuertes reductos del colonialismo francés, y más tarde contra el poderoso imperialismo. Pero su visión y capacidad de estratega asombrarían al mundo.

Hay vistas cinematográficas de la época que dan fe de aque-lla imagen de la Plaza Ba Dinh, atestada de gente, escuchando a Ho Chi Minh proclamar a la República, desde un micrófo-no, de armazón circular.

Terminaba la Segunda Guerra Mundial. Los aliados habían derrotado a los nazis, la Francia, metrópoli de muchos países de ultramar, de cierto modo también era liberada, el General De Gaulle era el Gran Héroe de la Resistencia.

Ese fue el momento táctico para que el revolucionario Ai Quog, u Ho Chi Minh, asumiera todo el poder de su liderazgo entre su pueblo y proclamara la independencia del país, de Norte a Sur. Dicho sea de paso que Vietnam acababa de sufrir una cruenta contienda frente a los japoneses, envalentonado como parte central del eje Roma-Berlín-Tokio, dispuesto a apoderarse del universo.

También Vietnam sufría una espantosa hambruna. Perecían millones de vietnamitas. Ocupada Francia por Alemania, ni siquiera un ápice de contribución, como metrópoli interesada en la colonia estratégicamente ubicada en el Sudeste de Asia, al Sur de China, podía ofrecerle para aminorar la hambruna.

Así era, a grandes rasgos, la situación de Vietnam cuando Ho Chi Minh, y sus compañeros del Partido Comunista de Indochina y luego de Vietnam, fundado por él, proclamó una república soberana e

independiente, dispuesta a ayudar a liberar a sus hermanos de las colonias de Laos y Cambodia, en su momento más in-mediato posible.

No se puede hablar con responsabilidad de la fundación de la República Democrática de Vietnam —hoy República So-cialista de Vietnam— sin hacer énfasis en la sabiduría política y el conocimiento de la vida de las colonias que tenía Ho Chi Minh.

En los años más jóvenes, en París, fue uno de los fundadores del Partido Comunista Francés y en el seno de la organización abogó por la liberación de las colonias francesas en ultramar, para el asombro de sus camaradas, aunque muchos lo com-prendieron finalmente.

El conocía a ojos vista la situación de las colonias, incluso en Africa, por sus viajes como pinche de cocina y marinero simple a bordo de un barco carguero que tocaba esos puertos, entonces tendría veintidós años. Viviría vejámenes también a bordo de un barco de guerra francés que fondeaba en la rada de Shameen, en la concesión francesa de Cantón.

Como se ha dicho vivió en París, como periodista y retra-tista. Fue un lector insaciable. Entonces era el joven Nguyen Ai Quoc, quien, en 1923, viajó de París a Moscú para asistir el 5to Congreso Internacional Comunista como delegado del Partido Comunista Francés, que ya se preocupaba por el mo-vimiento revolucionario en las colonias. De allí salió a una nueva misión, tomar partido en la revolución China, y atizar el movimiento revolucionario en su país, Vietnam. Su primer paso fue fundar la Asociación de Jóvenes Revolucionarios de Vietnam. Más tarde sufriría prisión y sería dado por muerto en China, pero no lo estaba y regresó a Vietnam.

Esta somera idea de su quehacer revolucionario está desti-nada a sustentar la gran verdad: Ho Chi Minh era un hombre

de ideas muy avanzadas, avaladas por experiencia de lucha y conocimiento de su mundo en la época que le tocó vivir, desde su más temprana juventud.

Era un hombre de letras, hijo de un maestro y maestro él mismo, que dominaba la lengua vietnamita, la lengua y es-critura china, el francés de la metrópoli y podía entenderse perfectamente en ruso. Dicho sea de paso, cuando unos me-ses antes de su muerte lo entrevistamos en Hanoi, nos dio la bienvenida y el saludo de despedida en perfecto español que, según dijo, en las estancias en tantos puertos, aprendió algu-nas palabras en español.

Aún se vivía la alegría de la victoria de los aliados y la me-trópoli — Francia—, como tal, y estimulada por los Estados Unidos se propuso retomar las colonias. Vietnam la primera. Ya con esto se iniciaba una guerra impresionante, de aquel pueblo hambreado y apenas armado contra el ejército colo-nial apoyado por el victorioso ejército norteamericano.

Esto no sorprendió a Ho Chi Minh y sus cercanos colabo-radores, el luego legendario general Giap, Phan Van Dong, Le Duan y otros. Un ejército popular de campesinos, en su in-mensa mayoría, debía hacerle frente al poderío de las fuerzas de reconquista. Y así fue. La lucha se expandió por el Norte y Sur de Vietnam, pero sería en Dien Bien Phu donde las fuer-zas coloniales mejor preparadas para la época sufrieron, en 1954, el descalabro total. Los vietnamitas llegaron a entrar al despacho del general francés que los dirigía y tomarlo preso.

Parecería que a partir de esa colosal victoria Vietnam podría desarrollarse y vivir en paz como una sola familia, según ha-bía sido siempre, de Norte a Sur. Mas, las alianzas no termina-das, en este sentido y época, entre Estados Unidos y Francia, apoyadas por un grupo enriquecido de traidores vietnamitas forzaron a cambiar las cosas.

En virtud de los acuerdos del fin de la guerra y con ella el fin del colonialismo francés en Vietnam, las tropas de la metrópoli debían reunirse al Sur del Paralelo 17 para salir hacia su país. Había un tiempo estipulado para el movimiento de dichas tro-pas, y nada perezosos los norteamericanos apoyaron al gobier-

Por MArtA rojAs

Primero Japón, luego Francia y finalmente Estados Unidos

Tres imperios mordieron el polvo por la fuerza del pueblo vietnamita

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no «provisional» sudvietnamita, con armas y dinero a chorros para que se hicieran fuertes y quedara dividido Vietnam.

Al Norte, la República Democrática de Vietnam, con su ca-pital en Hanoi. Al Sur la República de Vietnam del Sur, con su capital en Saigón. La maniobra no resultó fácil, pero el poder era inmenso frente al Norte que luchaba aún contra el ham-bre y tenazmente a favor de la preparación de un ejército que pudiera hacer frente a cualquier amenazaba. Y sumado a esto los ideales de Ho Chi Minh y la vanguardia del Partido Co-munista de Vietnam: educación para el pueblo, mejoras de todo tipo —las posibles— unidad del pueblo, no importaban las asociaciones religiosas ni las etnias montañesas; fortale-cimiento de las instituciones administrativas y desarrollo de la incipiente industria, comenzando por la energía —el car-bón— y los puertos, entre otras premisas básicas.

Paralelamente Ho Chi Minh y el Partido Comunista en la RDV tomaron en sus manos esas ideas por las cuales habían luchado. No tardarían en saber que gente revolucionaria del Sur se organizaba en guerrillas.

Estos revolucionarios fueron apoyados, Ho Chi Minh en persona recibió a una mujer, Nguyen Thi Dinh, de la zona de Bentré, y se estableció un puente que se desarrollaría vertigi-nosamente y por caminos impensados por el enemigo, un real camino, el famoso y nunca conocido por el enemigo «Camino Ho Chi Minh», que atravesaba ríos, montañas, selvas al pare-cer impenetrables.

La guerra de liberación del Sur ya era un hecho. La divisa de Ho Chi Minh: la misma desde el inicio: Un solo Vietnam. Artificialmente dividido, Vietnam debía reunificarse.

Fue la guerra más genocida, conocida en el siglo XX, de una potencia contra un pequeño país. De un ejército sofisticado, compuesto por fuerzas aéreas, marítimas, terrestres, armas químicas, bombas de fragmentación, agente naranja, fósforo vivo, napalm y hasta una cortina electrónica que fue burlada rápida e ingeniosamente por los vietnamitas, se emplearon por más de diez años contra Vietnam del Sur, y contra la Re-

pública Democrática de Vietnam, el ensañamiento fue aéreo. Un resumen mesurado de las víctimas vietnamitas sería de dos millones.

En cuanto a las fuerzas norteamericanas, tantos miles que estremecieron al imperio. «El síndrome de Vietnam», «ins-piró» los filmes de la cinematografía. La guerra en Vietnam produjo las imágenes más brutales que hasta entonces pu-dieran verse en una guerra tan desigual. Contra bombardeos indiscriminados, los vietnamitas usaron elementos que in-cluían trampas de bambú en la selva, que aterrorizaban a los bien pertrechados soldados estadounidenses, o domesticaban avispas —no es un chiste— es real. A esto Ho Chi Minh lo llamó táctica y estratégicamente hablando: La guerra de todo el pueblo por la salvación nacional, la libertad, la soberanía y la reunificación. De ahí salió una doctrina militar.

La población civil, primera víctima de los bombardeos nor-teamericanos masivos, mediante bombarderos estratégicos, durante todo el conflicto.

La República Democrática de Vietnam, fundada el 2 de sep-tiembre de 1945, se haría no sólo una realidad teórica sino firme e indestructible.

Un buen día, el 30 de septiembre de 1975, los televisores del mundo vieron un espectáculo sin precedentes: las tropas eli-tes de Estados Unidos corrían despavoridas por las azoteas y cuanto sitio pudiera posarse un helicóptero para agarrarse de sus patines, o de cualquier parte, y huir de Vietnam.

Fue una estampida, no hubo orden posible en la retirada, aunque los vietnamitas, desde años antes, habían abierto una oficina en París y se establecieron conversaciones diplomáti-cas formales entre el Gobierno de Estados Unidos y el Frente Nacional de Liberación de Vietnam del Sur, reconocido como entidad política con todas las prerrogativas de un Gobierno.

Las conversaciones eran presididas por la conocida «Mada-me Thi Binh», de los cables de prensa, su nombre Nguyen Thi Binh, nombre parecido a la campesina que se alzó en Bentré,

Nguyen Thi Dinh y que llegó a ser vicecomandante en Jefe del FNL.

Hay que dejar constancia que este procedimiento revolucio-nario, cuyo artífice había sido Ho Chi Minh, fue capaz de le-vantar un movimiento solidario en todo el mundo. Cuba fue el primer país del mundo en reconocer al FNL de Vietnam del Sur, y fundar el primer Comité de Solidaridad con Vietnam del Sur, que luego se extendería a Laos y Cambodia.

Las fuerzas más progresistas de intelectuales, artistas, cientí-ficos y profesores del mundo, se nuclearon en un Tribunal In-ternacional impulsado por el Premio Nobel Bertrand Russell que sesionó en Estocolmo, Dinamarca, París y otras ciudades. Hombres y mujeres de buena voluntad de Estados Unidos, in-cluidos —ya se ha mencionado— soldados que lucharon en Vietnam, se convirtieron en un factor importante de la solida-ridad en favor de ese pequeño pueblo brutalmente agredido por la potencia más grande del mundo.

Aquel hombre que el 2 de septiembre de 1945 proclamó la República de Vietnam, ya había muerto (3 de septiembre de 1969) y no vio la victoria colosal de su pueblo, pero el Testa-mento Político que dejó, escrito poco antes de su fallecimiento, fue un mandato: Vietnam será libre, independiente y soberano, el enemigo será derrotado, y el pueblo vietnamita construirá un Vietnam diez veces más hermoso. Deberá estar unido.

Tan seguro estaba del triunfo que escribió en su testamento: “Nuestro país tendrá el señalado honor de ser una pequeña na-ción que, a través de la lucha heroica, ha derrotado a dos grandes imperialismos —el francés y el norteamericano— y ha hecho una digna contribución al movimiento de liberación nacional”.

Y como última voluntad proclamó: «Mi último deseo es que todo nuestro Partido y pueblo, unidos estrechamente en la lucha, construyan un Vietnam pacífico, unificado, indepen-diente, democrático y próspero, y hagan una valiosa contri-bución a la Revolución mundial». •

(Hanoi, 10 de mayo de 1969).

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RESUMEN LATINOAMERICANO | SUPLEMENTO ESPECIAL HO CHI MINH

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Era el último revolucionario de la vieja guardia. El le-gendario general Vo Nguyen Giap, el cerebro militar que se valió de ingeniosas tácticas para expulsar a los

franceses de Vietnam y combatió a los estadounidenses que trataban de acabar con el comunismo en el país, murió el 4 de octubre de 2013 a los 102 años.

Héroe nacional vietnamita, su legado sólo fue superado por el de su mentor, el legendario líder Ho Chi Minh, que condujo al país a la independencia.

En mayo de 1941 en la conferencia de Chingsi (China), junto con Ho Chi Minh, fundó el Dong Minh (Liga Vietna-mita para la Independencia), más conocido como Vietminh, para agrupar las fuerzas antijaponesas en un único frente de liberación nacional. Ese mismo año Giap se trasladó a las montañas del interior de Vietnam para iniciar la guerra de guerrillas. Allí estableció una alianza con Chu Van Tan, di-rigente del Tho, un grupo guerrillero de una minoría nacio-nal de Vietnam del noreste y. comenzó a construir el Tuyen Truyen Giai Phong Quan, un ejército capaz de expulsar al ocupante francés y sostener el programa del Vietminh.

Inició una campaña de dos años de propaganda armada y de reclutamiento, convirtiendo a los campesinos en gue-rrilleros con una combinación del entrenamiento militar y la formación política comunista. A mediados de 1945 tenía ya unos 10.000 hombres bajo su mando y pudo pasar a la ofensiva contra los japoneses que ocupaban todo el sudeste de Asia.

Junto con Ho Chi Minh, Giap dirigió sus fuerzas hacia Ha-noi en agosto de 1945, y en septiembre Ho Chi Minhpudo proclamar la independencia de Vietnam, con Giap al mando del ejército revolucionario. En la posterior guerra contra el colonialismo francés, Giap demostró la superioridad de la guerra popular sobre las fuerzas imperialistas obteniendo una espectacular victoria el 7 de mayo de 1954 en la decisiva batalla de Dien Bien Phu, una valle situado a unos 300 ki-lómetros al oeste de Hanoi en el que se habían atrincherado las fuerzas ocupantes francesas, confiadas en la protección de las montañas y en conseguir batir a las fuerzas revolu-cionarias cuando descendieran. De los 15.094 mercenarios franceses que se agruparon en Dien Bien Phu, después de casi seis meses del sitio, solamente 73 lograron escapar del cerco, mientras que 5.000 murieron y 10.000 fueron captu-rados. Giap y el general Denhg lanzaron un asalto frontal a la guarnición que arrojó a los colonialistas franceses defini-tivamente de Indochina. El ejército de Giap y Denhg pade-ció la muerte de 25.000 combatientes.

La victoria, que se creía improbable y se sigue estudiando en las escuelas militares, no sólo llevó a la independencia de Vietnam, sino también al colapso del colonialismo en toda Indochina. Diez años después de la sangrienta capitulación francesa, llegaría para Giap un enemigo más poderoso: Es-tados Unidos, con su intención de apoyar el régimen instau-rado en el sur del país, que luchaba contra el del Norte, de orientación comunista.

Cuatro presidentes americanos lucharon sucesivamente contra Vietnam, dejando el rastro de sangre de 57.690 solda-dos americanos ejecutados. Por parte vietnamita murieron 600.000 combatientes pero finalmente los Estados Unidos fueron obligados a salir del país en 1973.

Dos años más tarde, en abril de 1975, el país fue reunifica-do, cuando un tanque del ejército revolucionario embistió la valla de protección de la embajada americana, mientras los últimos imperialistas huían precipitadamente en un heli-cóptero por el tejado del edificio.

Dura VIDa DE uN luCHaDor Pese a sus asombrosos éxitos en el campo de batalla, la vida

del general estuvo plagada de hechos dolorosos. Nacido el 25 de agosto de 1912, en tiempos en que Vietnam era una colonia francesa, a los ocho años perdió a su padre, que mu-rió en prisión por su condición de nacionalista. Admiraba al

general chino Sun Tzu, autor de El arte de la guerra . Pero, al principio, no parecía estar destinado a ser un soldado.

Dominaba el francés y estudió economía política en Ha-noi, antes de dar clases de historia y literatura en una univer-sidad y de trabajar como periodista para publicaciones clan-destinas. Estuvo preso por poco tiempo en 1930 por dirigir protestas contra los franceses. Como miembro del Partido Comunista de Indochina escapó a China en 1939, donde se unió a Ho Chi Minh, el enigmático líder que había planeado la revolución durante décadas en el exilio.

Su primera esposa, que había quedado atrás con su bebe recién nacido, murió a causa de brutales torturas en una prisión francesa. Esta tragedia personal aumentó el fervor anticolonial de Giap. Regresó con Ho Chi Minh a las junglas del norte de Vietnam en 1941 para entrenar a un ejército de soldados campesinos revolucionarios, y fue uno de los fun-dadores del Viet Minh, que después se conoció como Viet Cong. Ho Chi Minh proclamó su primer gobierno el 2 de septiembre de 1945 y nombró a Giap en el cargo de minis-tro del Interior, jefe del ejército y luego ministro de Defen-sa. Pero los revolucionarios se vieron obligados a volver a la jungla cuando las tropas francesas impusieron nuevamente el dominio colonial después de la Segunda Guerra Mundial, desencadenando un conflicto de nueve años que terminó en Dien Bien Phu.

GuErra DEl puEblo Giap definió la guerra popular como “una guerra de com-

bate para el pueblo y por el pueblo, mientras que la guerra de guerrillas es simplemente un método del combate. La guerra popular es un concepto más general.

Es un concepto sintetizado. Es una guerra a la vez militar, económica y política”. La guerra popular no sólo la hace un ejército, por más que sea popular, sino que la hace todo el pueblo porque es imposible que un ejército revolucionario, por sí mismo, pueda lograr la victoria contra la reacción, sino que es todo el pueblo el que tiene que participar y ayu-dar en una lucha, que necesariamente debe ser prolongada.

Como buen guerrillero, Giap sabía que el éxito de la vic-toria cuando hay una desproporción tan grande de fuerzas, se basa en al iniciativa, la audacia y la sorpresa, lo que exige que el ejército revolucionario se desplace continuamente. Destacó como un genio de la logística, capaz de movilizar continuamente importantes contingentes de tropas, siguien-do los principios de la guerra de movimientos. Lo hizo así contra los colonialistas franceses en 1951, infiltrando a un ejército entero a través de las líneas enemigas en el delta del río Mekong, y otra vez adelantando la ofensiva de Tet en 1968 contra los estadounidenses, cuando situó a millares de hombres y toneladas de aprovisionamientos para un ataque simultáneo contra 35 centros estratégicos del sur.

DEspués DE la VICTorIa A partir del triunfo contra los yanquis Giap siguió siendo mi-

nistro de Defensa de Vietnam y miembro de pleno derecho del Politburó del Partido Comunista de Vietnam, cargo que ocupó hasta 1982. Tras su cese, dirigió la Comisión de Ciencia y Tec-nología, y en julio de 1992, le concedieron la orden de la estrella del oro, el honor más alto del nuevo Vietnam socialista.

El general Giap no sólo fue un maestro en el arte de dirigir la guerra revolucionaria, sino que además escribió sobre ella en 1961 su famosa obra “Guerra popular, ejército popular”, un manual de la guerra de guerrillas basado en su propia ex-periencia. En él establece los tres fundamentos básicos que debe disponer un ejército popular para lograrla victoria en la lucha contra el imperialismo: dirección, organización y estrategia. La dirección del Partido Comunista, una férrea disciplina militar y una línea política adecuada a las condi-ciones económicas, sociales y políticas del país. •

Por redacción de Resumen Latinoamericano

Vo Nguyen Giap: héroe de Vietnam

Vo Nguyen Giap y Ho Chi Minh.

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RESUMEN LATINOAMERICANOSUPLEMENTO ESPECIAL HO CHI MINH |

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Los enemigos llegaron rugiendo en el cielo. Todo el mundo abandonó sus casas y huyó en busca de

refugio. A causa del ataque, fuimos sacados de la prisión.

Fuera, nos sentimos felices. Como dos ramas que la corriente ha unido

en su deriva, Así ha sido nuestro encuentro, mi buen Kuo;

Habéis sido para mí como el calor del fuego en una noche de nieve.

Llegué a creer que ya no existían bajo el azul del cielo personas como usted.

Recitar versos no ha sido uno de mis hábitos, Pero ahora en prisión ¿Qué más puedo hacer?

Pasaré estos días escribiendo poemas, en cautiverio. Cantándolos el día de la libertad se acerca.

Difícil es el camino de la vida

IHabiendo escalado los picachos más altos y las más

escarpadas montañas ¿Cómo iba yo esperar que en las planicies me encontraría

con el mayor peligro? En las montañas me encontré con el tigre y salí indemne:

En las planicies me encontré con el hombre y me enviaron a la prisión.

IIEra un representante de Vietnam en ruta a China,

a encontrarme con un importante personaje. En el calmado camino una repentina tormenta se dejo

caer, y fui empujado a la cárcel como un honorado huésped.

IIISoy un hombre limpio sin ningún crimen en mi

conciencia, pero fui acusado de ser un espía de la China. Como puede ver, la vida nunca es un asunto parejo, y

ahora, en el presente abundan las dificultades.

MEDIoDÍa ¡Es una delicia tomarse una siesta en la celda! Un profundo sueño nos lleva lejos por horas.

Sueño montando un dragón hacia los cielos… Despierto, regresando precipitadamente a la prisión.

Claro DE luNa No hay alcohol ni f lores para los prisioneros,

Pero la noche es tan encantadora, ¿cómo podemos

DIarIo DE la prIsIÓN DE Ho CHI MINH

celebrarla? Voy al agujero de ventilación y contemplo la luna, Y a través del agujero la luna le sonríe al poeta.

EN EL BURÓ POLÍTICO DE LA CUARTA ZONA

DE RESISTENCIA He viajado los trece distritos de la Provincia de Kwangsi, Y probado los placeres de dieciocho distintas prisiones.

¿Qué crimen he cometido? me sigo preguntando. El crimen de seguir devoto a mi pueblo.

NOCHE DE OTOÑO Frente al portón el guardia apostado con su rif le.

Arriba, las nubes desordenadas se llevan a la luna. Los chinches pululan alrededor como tanques de guerra en

maniobras, Mientras que los mosquitos formas escuadrones,

Atacando como aviones de guerra. Mi corazón viaja mil kilómetros hacia mi tierra natal.

Mí sueño se entrelaza con las penas como una madeja de miles de hilos.

Inocente, he aguantado un año completo en prisión. Usando mis lágrimas como tinta, transformo mis pensamientos

en versos.

POEMA DE PROPAGANDA En estos doce puntos

¿Acaso hay algo de extraordinario? Todo aquel que sea un poco patriota

No los olvidará. Hagamos de ellos un hábito

Para todos y cada uno. Un pueblo y un ejército valerosos

No conocen nada imposible. La raíz hace sólido al árbol, El palacio de toda victoria

Se construye sobre el pueblo entero.

SU NOMBRE PUEDE PONERSE EN VERSO

(Félix Pita Rodríguez y Pablo Milanés, 1967)

Porque usted, presidente Ho Chi Minh, poeta Ho Chi Minh,

sereno campesino vietnamita Ho Chi Minh, tiene setenta y siete años de lucha en vida entera.

Y porque usted ha dejado de ser todo, sus nombres, y una voz, un aliento, una mirada, para ser solamente y nada menos,

que tierra y sangre y huesos de la patria. Por todas esas cosas y por muchas otras,

que es difícil encerrar en jaulas de palabras, y porque para usted la dignidad del hombre es

más alta que el pan, más alta que la gloria, más alta que la propia supervivencia.

Su nombre Ho Chi Minh puede ponerse en verso.

Escrito entre el 28 de agosto 1942 y el 16 de septiembre de 1943.

Page 12: Suplemento eSpecial | FeBReRo 2020 | ediCión CuBana ......a los Imperios Lucidez, audacia y coherencia para avanzar hacia el Socialismo suplEMENTo EspECIal HO CHI MINH| ReSumen latinoameRicano

En la lucha antiyanqui y por la salvación nacional, en realidad tendremos que soportar más dificultades y sacrificios, pero estamos seguros que obtendremos la

victoria total.Esta es una certeza absoluta.

Es mi intención, cuando ese día llegue, realizar una gira por el Norte y el Sur para felicitar a nuestros heroicos compa-triotas, cuadros y combatientes, y cumplimentar una visita a nuestros ancianos a nuestros bienamados jóvenes y niños.

Luego, en nombre de nuestro pueblo visitaré los países hermanos del campo socialista y los países amigos en todo el mundo, para agradecerles su apoyo sincero y la asisten-cia ofrecida a la lucha patriótica de nuestro pueblo contra la agresión norteamericana.

Tu Fu, el muy conocido poeta chino de la dinastía Tang, escribió: “Desde tiempos remotos, son pocos los que viven 70 años».

Este año, con mis 79 años, me encuentro ya entre estos «po-cos». Todavía mi mente se mantiene lúcida, aunque mi salud está un tanto quebrantada en comparación con los años an-teriores. Cuando uno está el lado malo de los 70, la salud se deteriora con la edad. Esto no es extraño.

Pero, ¿quién puede predecir por cuánto tiempo podré se-guir sirviendo a la revolución, a la Patria y al pueblo?

Esta es la razón por la cual dejo estas pocas líneas con antici-pación al día cuando parta y vaya a sumarme al venerable Kart Marx, Lenin y otros revolucionarios mayores. De esta forma, nuestros compatriotas en todo el país; los camaradas del Parti-do y nuestros amigos en el mundo no se sorprenderán.

Ante todo, hablaré del Partido: Desde su fundación, gracias a su estrecha unidad y su total consagración a la clase obre-ra, al pueblo y a la patria, nuestro Partido ha podido unir, organizar y dirigir a nuestro pueblo en una ardiente lucha y conducirlo de victoria en victoria.

La unidad es una tradición sumamente preciosa de nues-tro Partido y de nuestro pueblo. Todos los camaradas, desde el Comité Central hasta la célula, deben preservar la unidad monolítica dentro del Partido como a la niña de sus ojos. Dentro del Partido, lograr una amplia democracia y practi-car la autocrítica y la crítica regular y seriamente es el mejor camino para consolidar y desarrollar la unidad y cohesión dentro del Partido. Un verdadero afecto, debe prevalecer en-tre todos los camaradas.

Nuestro Partido está en el poder. Cada miembro del Par-tido, cada cuadro debe estar profundamente imbuido de la

moral revolucionaria y demostrar laboriosidad, economía, integridad, rectitud, consagración total a la causa pública y un desinterés ejemplar. Nuestro Partido debe preservar su pureza absoluta y debe ser digno de su papel como dirigente y muy fiel servidor del pueblo.

Los miembros de la Unión de Jóvenes Trabajadores y nues-tros jóvenes en general son de excelente naturaleza, apasiona-dos por contribuir de voluntarios en las tareas de vanguardia, no se arredran ante las dificultades y luchan por el progreso. El Partido debe consagrarle gran atención a su educación en la moral revolucionaria, y entrenarlos como continuadores «rojos» y «expertos» en la construcción del socialismo.

Entrenar y educar a las generaciones revolucionarias veni-deras es una tarea sumamente importante y necesaria.

Nuestro pueblo trabajador, en los llanos y en las montañas, ha padecido durante generaciones, penalidades, opresión y explotación feudal y colonialista, y además ha experimenta-do muchos años de guerra.

Sin embargo, nuestro pueblo ha demostrado gran heroís-mo, gran coraje y ardiente entusiasmo y es muy laborioso. Siempre ha seguido al Partido desde que éste surgió, y siem-pre le ha sido fiel.

El Partido debe elaborar un excelente plan para el desarro-llo económico y cultural con vistas a elevar constantemente el nivel de vida del pueblo. La guerra de resistencia contra la agresión norteamericana podrá prolongarse todavía. Nues-tros compatriotas posiblemente tengan que soportar nuevos sacrificios en términos de propiedad y de vidas humanas. En todo caso, debemos estar resueltos a luchar contra los agre-sores norteamericanos hasta la victoria total. “Nuestros ríos, nuestras montañas, nuestros hombres siempre quedarán.

Derrotados los yanquis, construiremos una Patria diez ve-ces más hermosa.

No importa cuántas dificultades y penalidades nos depare el futuro, nuestro pueblo está seguro de que obtendrá la vic-toria total. Los imperialistas norteamericanos tendrán que retirarse. Nuestra Patria será reunificada. Nuestros compa-triotas del Norte y del Sur se reunirán bajo, el mismo techo.

Nuestro país tendrá el señalado honor de ser una pequeña nación que, a través de una lucha heroica, ha derrotado a dos grandes imperialismos —el francés y el norteamericano— y ha hecho una digna contribución al movimiento de libera-ción nacional.

Sobre el movimiento comunista internacional: Habiendo consagrado toda mi vida a la causa de la Revolución, tanto

más orgullo me siento de ver el desarrollo del movimiento comunista y obrero internacional y tanto más profunda-mente apesadumbrado me siento por las discordias que es-tán dividiendo a los Partidos hermanos. Deseo, que nuestro Partido haga todo lo posible por contribuir eficazmente al restablecimiento de la unidad entre los Partidos hermanos sobre la base del Marxismo-Leninismo y del internaciona-lismo proletario, en una forma acordé, con las exigencias, del corazón y de la razón.

Estoy seguro de que los Partidos y los países hermanos se unirán de nuevo.

Sobre asuntos personales: Durante toda mi vida, he servido con todas mis fuerzas y con todo mi corazón a la Patria, a la Revolución y al pueblo. Ahora, si debo partir de este mundo, no tengo nada de qué arrepentirme. Sólo siento no poder ser-vir más y por más tiempo.

Después de mi muerte los grandes funerales deben ser evi-tados para no derrochar el tiempo y el dinero del pueblo.

Finalmente, a todo el pueblo, a todo el Partido, a todo el ejército, a mis sobrinos y sobrinas, a los jóvenes y niños les dejo mi cariño infinito.

Deseo también trasmitir mis fraternales saludos a los ca-maradas, amigos, jóvenes y niños en el mundo.

Mi último deseo es que todo nuestro Partido y pueblo, unidos estrechamente en la lucha, construyan un Vietnam pacífico, unificado, independiente, democrático y próspero y hagan una valiosa contribución a la Revolución mundial. •

Ha Nói, 10 de Mayo de 1969 Ho Chi Minh

Testamento del PresidenteHo Chi Minh

textos seleccionados de: Marta Rojas, Ángel Bastidas, adriana novelo Vignal.

Fotografías de: archivo y agencias. agencias: Cubainformación, Correo del orinoco, annCoL, Prensa Latina, aLai, Rebelión. corrección y estilo: deisy Francis Mexidor. colaboraron: Beatriz Santamaría, Samuel Marrero dubrocq, Marcelo Zicavo, Bassel i. Salem.

traducciones: Bea Morales, Luis Zorraquino, Bassel i. Salem corresponsales: Brasil: Luis Zorraquino. Uruguay: Valeria Fariña, Gonzalo abella. Buenos Aires: Marta Valle, alberto Sordelli. venezuela: Juan Contreras. ecuador: María del Cármen Garcés. estados Unidos: alicia Jrapko, Bill Hacwell. Cuba: Graciela Ramírez, annalie Rueda, Laura Mor, Yaimí Ravelo. Bolivia: osvaldo “Chato” Peredo. Colombia: Pablo Solanas, Julio C. Hincapie, Carlos Lozano Guillén. Chile: andrés Figueroa Cornejo, Roberto Muñoz. Haití: Henry Boisrolin. Madrid: Maite de Miguel. Asturias: Javier arjona, Marco antuña. País vasco: Facundo aznárez. Perú: Gustavo espinoza. Consejo de Apoyo: Maite de Miguel, José G.Bravo, nerea olaziregi, adolfo Ribas.

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