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Creerse perfecto Cordialmente, una carta para ti Oración Guión para la adoración eucarística Formación UNER Encuentro de Animadores 2015 Convi RIE-preJER Unidos por la misma fe Unidos en el mismo carisma

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Creerse perfectoCordialmente, una carta para ti

OraciónGuión para la adoración eucarística

Formación UNEREncuentro de Animadores 2015

Convi

RIE-preJER

Unidos por la misma feUnidos en el mismo

carisma

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Editorial: Caridad consciente y responsable

Viaje del papa a Ecuador, Bolivia y Paraguay

La liturgia, encuentro con Cristo

Hacia el próximo Sínodo sobre la Familia

Audiencia al Movimiento Eucarístico Juvenil

Ángelus del 9 de agosto: Jesús, el Pan de Vida

Partícula para eucaristizarnos

La UNER en Palomares del Río

Resonancias en nuestra Iglesia de hoy

Encuentro de Animadores UNER (Madrid)

Convi RIE-preJER 2015

Orar con el obispo del Sagrario abandonado

Cordialmente, una carta para ti

Con mirada eucarística

Lectura sugerida

Cartelera recomendada

Conoce y vive

Familia Eucarística Reparadora

Desde la fe

Sum

ario

8 Apuntes de Espiritualidad litúrgica

en el beato Manuel 5 Viaje del papa

Francisco a Ecuador, Bolivia y Paraguay

33 Cartelera recomendada

Del revésRevista y Editorialfundadas por el Beato

Manuel González Garcíaen 1907

Edita:Misioneras Eucarísticas de NazaretTutor, 15-17, 28008 - MADRIDTfno.: 915 420 887E-mail: [email protected]

Imprime:Azul IbéricaISSN: 2340-1214Depósito Legal: P. 7-1958

En portada: Tres de los jóvenes que participaron en el campamento RIE-preJER 2015 que se realizó del 9 al 16 de julio en Guadarrama (Madrid).

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EDITORIAL

Caridad conscientey responsable

N o es necesario entrar en detalles respec-to a la gran marea de refugiados que es-tán golpeando a las puertas de la Unión

Europea solicitando asilo político a consecuen-cia de la guerra en Siria. Los medios de comu-nicación cada día dejan noticias e imágenes duras e impactantes por su realismo.

La respuesta de las personas ha sido mu-cho más rápida que la de los gobiernos y es-tados, incapaces de ofrecer una solución rá-pida a una situación que atenta contra la dig-nidad de decenas de miles de seres humanos de todas las edades y condiciones.

En cuanto comenzaron a aparecer las pri-meras noticias, en todos los países surgieron iniciativas para brindar cobijo a estas perso-nas que huyen de situaciones límite. No solo la Iglesia católica ofreció su corazón abierto, sobre todo a través del llamamiento del papa Francisco. Fueron muchos los grupos y ONG que solicitaron a sus respectivos gobiernos poder dar ayuda a quienes piden asilo políti-co. Los cristianos, una vez más, se han mos-trado como precursores e iniciadores de la acogida y la ayuda. En España, por ejemplo, ya hay diócesis que han ofrecido una canti-dad de plazas para acogerlos y a todo nivel se están desarrollando reuniones entre go-bierno, Iglesia, asociaciones y ONG. El ser hu-mano, más allá del Credo que profese o no, una vez más se ha dejado conmover por el su-frimiento ajeno.

A nadie escapa, sin embargo, que es posi-ble que haya personas que quieran aprove-charse de esta situación. En este sentido, es importante que nuestra caridad sea conscien-

te y responsable. Las instituciones guberna-mentales tienen mecanismos burocráticos pa-ra dar asilo político a las personas y familias que realmente se encuentran viviendo esta dramática situación. Es parte de la vivencia de nuestra caridad cristiana exigir que estos trámites se realicen con seriedad y rapidez.

Además de esta exigencia legítima y nece-saria, todos y cada uno de los cristianos tene-mos una misión en este momento actual. Ca-da instante de nuestra vida está llamado a ser testimonio del amor que recibimos. Ser canal a través del cual pueda correr libremente el torrente de misericordia que se derrama en nuestra existencia es parte de nuestro com-promiso cristiano.

Como reza el lema de la Familia Eucarísti-ca Reparadora para este curso 2015-2016, que-remos, debemos, podemos, contagiar la ale-gría y la belleza de la fe. Hemos recibido un don alegre y bello. Debemos transmitirlo con alegría y entusiasmo.

Este curso que iniciamos y que se presen-ta lleno de desafíos e incertidumbres es el me-jor terreno donde sembrar con ilusión la ale-gría y la belleza que entra en nuestros cora-zones cada día a través de la Comunión, por la oración y la vivencia de la caridad y la fra-ternidad.

No olvidemos que estamos llamados a rea-lizar grandes proezas, milagros inmensos de amor. Para ello Dios ha querido quedarse en-tre nosotros. Para ello Dios sigue viniendo a nuestros corazones. Por eso sigue contando con nosotros. Nos ha hecho capaces de ser sus discípulos y seguidores. «

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C ada uno de los países se prepa-ró para acoger la deseada visita con un lema. En Ecuador fue:

«¡A evangelizar!»; en Bolivia: «Con Francisco anunciamos la alegría del Evangelio. Reconciliación y renova-ción»; y en Paraguay: «Mensajero de la alegría y de la paz». Así expre-saban sus anhelos y expectativas. Y no quedaron defraudados. A través del santo padre, el Señor Jesús derra-mó su palabra consoladora y renova-dora de modo desbordante.

Todos: familias, enfermos y mar-ginados, jóvenes y ancianos, sacerdo-tes y consagrados, obreros y empre-sarios, movimientos populares, auto-ridades civiles y eclesiásticas, estu-diantes y profesores… Cada uno re-cibió la mirada, la palabra y mano ten-dida que necesitaba.

Junto al Maestro, Pan de vida, es-cucharon su Palabra y recibieron su vida, como les dijo el papa Francisco durante la homilía en Santa Cruz de la Sierra.

En EcuadorLa visita a Ecuador fue del 5 al 8 de julio. La agenda estuvo completa. En Guayaquil acudió al Santuario de la Divina Misericordia, celebró la Euca-ristía por las familias y compartió con sus hermanos jesuitas.

En Quito fue recibido por el pre-sidente, visitó la catedral, se reunió con los obispos, celebró la Eucaris-tía por la evangelización de los pue-blos, tuvo encuentros con el mundo de la enseñanza, con la sociedad ci-vil, así como con el clero y los consa-grados en el Santuario Mariano del Quinche, y concluyó visitando un Hogar de ancianos.

Ser hacia los otrosDurante la Eucaristía por las familias, poniendo la mirada en la actitud de María, les hizo esta reflexión: «Las bodas de Caná se repiten con cada generación, con cada familia, con ca-da uno de nosotros y nuestros inten-tos por hacer que nuestro corazón lo-gre asentarse en amores duraderos, en amores fecundos, en amores ale-gres. Demos un lugar a María y haga-mos con ella el itinerario de Caná. María está atenta… su amor la hace “ser hacia” los otros. María, en ese mo-mento que se percata que falta el vi-no, acude con confianza a Jesús: esto significa que María reza. Directamen-te le presenta la dificultad de los es-posos a su Hijo.

Y finalmente, María actúa. Las pa-labras “Hagan lo que Él les diga”, di-rigidas a los que servían, son una in-vitación también a nosotros, a poner-

nos a disposición de Jesús, que vino a servir y no a ser servido. El servicio es el criterio del verdadero amor. El que ama sirve, se pone al servicio de los demás. Y esto se aprende especial-mente en la familia, donde nos hace-mos por amor servidores unos de otros. En el seno de la familia, nadie es descartado; todos valen lo mismo» (6/7/2015).

Anhelo de unidad«Nosotros, aquí reunidos, todos jun-tos alrededor de la mesa con Jesús so-mos un grito, un clamor nacido de la convicción de que su presencia nos impulsa a la unidad, “señala un hori-zonte bello, ofrece un banquete de-seable” (EG 213)» (7/7/2015). Con estas palabras se dirigió a los presen-tes en la Eucaristía por la evangeliza-ción de los pueblos.

Insistió en la unidad como cauce y a la vez meta de la evangelización «para que el mundo crea». Y recor-dó que «este sueño de Jesús es posi-ble porque nos ha consagrado, “por ellos me consagro a mí mismo, para que ellos también sean consagrados en la verdad” (Jn 17,19). La vida es-piritual del evangelizador nace de es-ta verdad tan honda, que no se con-funde con algunos momentos religio-sos que brindan cierto alivio. Jesús

Viaje del papa a Ecuador, Bolivia y Paraguay

En septiembre muchos nos encontramos a la puerta de un nuevo curso. Los meses de julio y agosto se han deslizado con su ritmo marcado los encuentros familiares, el descanso, los viajes, etc. En ese período el papa Francisco visitó a nuestros hermanos de Ecuador, Bolivia y Paraguay. Un encuentro, sin duda, inolvidable para ellos. Pero también un viaje apostólico rico en mensaje para todos. Recordemos algunos de esos momentos y sus palabras.

Junto al Maestro,Pan de Vida

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nos consagra para suscitar un encuen-tro con Él, persona a persona, un en-cuentro que alimenta el encuentro con los demás, el compromiso en el mundo y la pasión evangelizadora» (7/7/2015).

Camino de la gratuidadParticularmente incisivas fueron las palabras dirigidas al clero y a los con-sagrados. A ellos les señaló el camino de la gratuidad como distintivo de una vida entregada al Señor Jesús, re-cordando cada día que todo lo han recibido gratis.

Desde ahí, no cabe otra respues-ta más que servir, conscientes de que «quien va por el camino del servir tiene que dejarse hartar sin perder la paciencia, porque ningún momento le pertenece. Estoy para servir, ser-vir en lo que debo hacer, servir de-lante del Sagrario, pidiendo por mi pueblo, pidiendo por mi trabajo, por la gente que Dios me ha encomen-dado» (8/7/2015).

En BoliviaEstuvo del 8 al 10 de julio. Tras la bien-venida, acudió al lugar donde fue ase-sinado el p. Luis Espinal. Allí dijo: «Que el Señor tenga en su gloria al P. Luis Espinal que predicó el Evan-gelio, ese Evangelio que nos trae la li-bertad, que nos hace libres, como to-do hijo de Dios».

Luego visitó al presidente y se reu-nió con las autoridades civiles. Al día siguiente celebró la Eucaristía, tuvo un encuentro con el clero, los consa-

grados y los seminaristas, y participó en el II Encuentro mundial de los Mo-vimientos populares, a quienes diri-gió un importante discurso. Por últi-mo, entregó condecoraciones a la Vir-gen de Copacabana, patrona del país, visitó un centro de rehabilitación y se reunió con los obispos.

Toma, bendice y entregaEstas tres palabras constituyeron el nú-cleo de la homilía en la Eucaristía ce-lebrada en Santa Cruz de la Sierra. En ella, a la vez, quedaba inaugurado el V Congreso Eucarístico. Tras ser pro-clamado el pasaje de la multiplicación de los panes, el papa hizo esta reflexión: «Toma. El punto de partida es tomar muy en serio la vida de los suyos. Los mira a los ojos y en ellos conoce su vi-vir, su sentir. Ve en esas miradas lo que late y lo que ha dejado de latir en la memoria y el corazón de su pueblo. Lo considera y lo valora. Valoriza todo lo bueno que pueden aportar, todo lo bueno desde donde se puede cons-truir. La riqueza más plena de una so-ciedad se mide en la vida de su gen-te… Toma todo como viene.

Bendice. Jesús toma sobre sí y ben-dice al Padre que está en los cielos. Sabe que estos dones son un regalo de Dios. Por eso, no los trata como cualquier cosa, ya que toda vida es fruto del amor misericordioso. Él lo reconoce. Va más allá de la simple apa-riencia, y en este gesto de bendecir y alabar, pide a su Padre el don del Es-píritu Santo. El bendecir tiene esa do-ble mirada, por un lado agradecer y por el otro poder transformar. Es re-conocer que la vida siempre es un don, un regalo que, puesto en las ma-nos de Dios, adquiere una fuerza de multiplicación. Nuestro Padre no nos quita nada, todo lo multiplica.

Entrega. En Jesús, no existe un to-mar que no sea una bendición, y no existe una bendición que no sea una entrega. La bendición siempre es mi-sión, tiene un destino, compartir, el condividir lo que se ha recibido, ya

que solo en la entrega, en el compar-tir es cuando las personas encontra-mos la fuente de la alegría y la expe-riencia de salvación. Una memoria tomada, una memoria bendecida, una memoria entregada siempre sacia al pueblo» (9/7/2015).

Tierra, techo y trabajoLas «tres T» fueron el hilo conduc-tor del discurso a los participantes en el II Encuentro mundial de movimien-tos populares, insistiendo en que son derechos sagrados. El papa se pregun-tó: «¿Reconocemos, en serio, que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tie-rra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas per-sonas heridas en su dignidad? ¿Reco-nocemos que las cosas no andan bien cuando estallan tantas guerras sin sen-tido y la violencia fratricida se adue-ña hasta de nuestros barrios? ¿Reco-nocemos que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y to-dos los seres de la creación están ba-jo permanente amenaza?».

Se preguntó también qué puede hacer cada uno en su ámbito concre-to y añadió: «Por eso me gusta tanto la imagen del proceso, los procesos, donde la pasión por sembrar, por re-gar serenamente lo que otros verán florecer reemplaza la ansiedad por ocupar todos los espacios de poder disponibles y ver resultados inmedia-tos» (9/7/2015).

Por último, propuso tres grandes tareas: Poner la economía al servicio de los pueblos; unir los pueblos en el camino de la paz y la justicia; y defen-der la madre tierra.

En ParaguayAquí concluyó esta peregrinación, compartiendo con el pueblo paragua-yo del 10 al 12 de julio. Tuvo la opor-tunidad hablar a las autoridades y al Cuerpo diplomático, visitó un hospi-tal pediátrico, celebró la Eucaristía an-te el Santuario mariano de Caacupé,

se reunió con representantes de la so-ciedad civil, celebró Vísperas con los sacerdotes y consagrados, visitó la po-blación de Bañado Norte, tuvo un en-cuentro con los obispos y, como co-lofón, compartió con los jóvenes.

En Caacupé les recordó que acu-dimos a la Eucaristía para renovar el deseo de vivir la alegría del Evange-lio al estilo de María, «Madre del sí» al proyecto de Dios. Un sí que no fue fácil ni la llenó de privilegios y, por ello, es capaz de acompañarnos en el camino de fe y esperanza en medio de situaciones complicadas (cf. Ho-milía, 11/7/2015).

Un corazón libreEntrañable e inolvidable fue el en-cuentro con los jóvenes. Escuchó sus testimonios y desde ahí les ofreció su reflexión espontáneamente. Particu-larmente impactante fue cuando les invitó a «tener el corazón libre, un corazón que pueda decir lo que pien-sa, que pueda decir lo que siente y que pueda hacer lo que piensa y lo que siente. ¡Ese es un corazón libre!».

Y aludiendo a los tres testimonios, insistió: «Libertad de corazón, soli-daridad, esperanza, trabajo, luchar por la vida, salir adelante. Como ven, la vida no es fácil para muchos jóve-nes. Y esto quiero que lo entiendan, quiero que se lo metan en la cabeza: “Si a mí la vida me es relativamente fácil, hay otros chicos y chicas que no les es relativamente fácil”. Más aún, que la desesperación los empuja a la delincuencia, al delito, a colaborar con la corrupción. A esos chicos, a esas chicas, les tenemos que decir que nosotros les estamos cerca, darles una mano y ayudarlos» (12 /7/2015).

El regalo de la amistad.A los jóvenes, además, les entregó el discurso que llevaba preparado. En él les recordaba el gran valor de la amis-tad. «La amistad es de los regalos más grande que una persona, que un jo-ven puede tener y puede ofrecer. Es

verdad. Qué difícil es vivir sin ami-gos. Fíjense si será de las cosas más hermosas que Jesús dice: “yo los lla-mo amigos, porque les he dado a co-nocer todo lo que oí de mi Padre” (Jn 15,5). Uno de los secretos más gran-de del cristiano radica en ser amigos, amigos de Jesús. Cuando uno quiere a alguien, le está al lado, lo cuida, ayu-da, le dice lo que piensa, sí, pero no lo deja tirado. Así es Jesús con noso-tros, nunca nos deja tirados. Los ami-gos se acompañan, se protegen. Así es el Señor con nosotros» (12/7/2015).

Una Iglesia vivaDurante el viaje de regreso a Roma no podía faltar el coloquio con los pe-riodistas. Le dirigieron varias pregun-tas; la última, del vaticanista Andrea Tornielli, fue: Santo padre, en sínte-sis, ¿qué mensaje ha querido dar a la Iglesia latinoamericana en estos días? Y ¿qué papel puede tener la Iglesia la-tinoamericana, también como signo en el mundo?

Con estas palabras respondió: «La Iglesia latinoamericana tiene una gran riqueza: es una Iglesia joven, y esto es importante. Una Iglesia joven con cierta frescura, también con algunas informalidades, no muy formal.

Además tiene una teología rica, de búsqueda. Yo he querido animar a esta Iglesia joven y creo que esta

Iglesia puede darnos mucho a noso-tros. Digo algo que me ha llamado mucho la atención. En los tres países, en todos ellos, estaban por todas las calles padres y madres con los niños; mostraban a sus niños. Nunca he vis-to tantos niños, muchos niños. Es un pueblo –y también la Iglesia es así– que es una lección para nosotros, pa-ra Europa, donde la caída de la nata-lidad es un poco alarmante y además las políticas para ayudar a las familias numerosas son escasas.

La riqueza de este pueblo y de es-ta Iglesia es que se trata de una Igle-sia viva. Es una Iglesia de vida. Esto es importante. Creo que tenemos que aprender de esto y corregir, porque de lo contrario, si no vienen los hi-jos… Es eso que me preocupa tanto del descarte: se descartan los niños; se descartan los ancianos; con la fal-ta de trabajo, se descartan los jóvenes. Por eso, los pueblos nuevos, los pue-blos jóvenes nos dan más fuerza.

Para la Iglesia, que diría una Igle-sia joven –con muchos problemas, porque tiene problemas–, creo que este es el mensaje que encuentro: No tengan miedo a esta juventud y fres-cura de la Iglesia. Puede ser incluso una Iglesia un poco indisciplinada, pero con el tiempo se hará disciplina-da, y nos da mucho de bueno».

Ana Mª Fernández, m.e.n.

Llegada del papa al aeropuerto Mariscal Sucre (Quito, Ecuador), donde lo recibió el presidente de la República, Rafael Correa. Foto: Carlos Pozo / Cancillería Ecuador.

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M anuel González García (1877-1940), obispo de Málaga y de Palencia, fue una figura signi-

ficativa y relevante de la Iglesia espa-ñola durante la primera mitad del si-glo XX (cf. J. M. Ferrer Grenes-che, La reforma de san Pío X y la Li-turgia: «sabe vivir bien, quien reza bien», Anuario de Historia de la Igle-sia 23, 2014, pp. 187-204). Ante las siempre difíciles perspectivas de la

misión pastoral en el Sur de España vivió la oración de la Iglesia (liturgia) como obra del mismo Cristo –el Kyrios– que intercede sacerdotalmen-te ante el Padre y nos santifica con el envío de su Espíritu. Tal confianza –sobre todo ante las dificultades– ha forjado su quehacer diario y su ora-ción privada ante la presencia del Amo en la reserva eucarística: «¡Qué es-fuerzos tuvieron que hacer allí mi fe

y mi valor para no salir corriendo pa-ra mi casa! Pero, no huí. Allí de rodi-llas [ante el Sagrario]... mi fe veía a un Jesús tan callado, tan paciente, tan bueno, que me miraba... que me de-cía mucho y me pedía más, una mira-da en la que se reflejaba todo lo tris-te del Evangelio... La mirada de Jesu-cristo en esos Sagrarios es una mira-da que se clava en el alma y no se ol-vida nunca. Vino a ser para mí como punto de partida para ver, entender y sentir todo mi ministerio sacerdotal» (OO.CC. I, nn. 15.19).

La gracia del encuentro con el Se-ñor (lex orandi) le ha llevado conti-nuamente a los otros (lex agendi) en-tregándose a las familias necesitadas y fundando escuelas para los niños. Su pastoral, consecuencia de su espi-ritualidad, se refleja de manera peda-

gógica en el libro Lo que puede un cu-ra hoy.

El cura del Pro eis / Per Matrem In-maculatam in Ecclesia Catholica se con-vierte en solícito mendigo de amor por el Abandonado ( Jesucristo). D. Manuel González reclamará de los su-yos una respuesta de amor reparador al amor de Cristo en la Eucaristía: «Permitidme que yo, que invoco mu-chas veces la solicitud de vuestra ca-ridad en favor de los niños pobres y de todos los pobres abandonados, in-voque hoy vuestra atención y vuestra cooperación en favor del más aban-donado de todos los pobres: el Santí-simo Sacramento. Os pido una limos-na de cariño para Jesucristo Sacramen-tado... os pido por el amor de María Inmaculada y por el amor de ese Co-razón tan mal correspondido, que os hagáis las Marías de esos Sagrarios abandonados» (OO.CC. I, nn. 56.58).

Ordenado Obispo, el apóstol de la Eucaristía vivirá la entrega por sus presbíteros (pro eis) proponiéndoles como camino de santidad «llegar a ser hostia en unión de la Hostia con-sagrada… dar y darse a Dios y en fa-vor del prójimo del modo más abso-luto e irrevocable» (OO.CC. I, n. 1143). Para ello, concibe ámbitos de formación (Cf. F. Martín Hernán-dez, La formación espiritual de los sacerdotes españoles (1900-1936) Anua-rio de Historia de la Iglesia 2, 1993, pp. 97-126; F. M. Requena, Vida religio-sa y espiritual en la España de princi-pios del s. XX, Anuario de Historia de la Iglesia 11, 2002, pp. 39-68) donde esa espiritualidad de la entrega a ima-

gen del Corazón de Cristo se viva: «un seminario sustancialmente eu-carístico. En el que la Eucaristía fue-ra, en el orden pedagógico, el más efi-caz estímulo; en el científico, el pri-mer maestro y la primera asignatura; en el disciplinar, el más vigilante ins-pector; en el ascético, el modelo más vivo; en el económico, la gran provi-dencia; y en el arquitectónico, la pie-dra angular» (OO.CC. II, nn. 1194-1995).

Experimenta en su carne el aban-dono, la persecución y el destierro. No se arredra, más bien, estimula la creatividad. Su obrita Arte y liturgia –de obligada referencia para esta ex-posición– muestra el sentido común, su afán pastoral y su finura espiritual, que no han sido –y siguen siendo en su Obra eucarística de religiosas y lai-cos– sino un mostrar al Mediador en-tre Dios y los hombres: «¡Ahí está Je-sús! ¡Ahí está! ¡No lo dejéis abando-nado!».

Nos detendremos en los tres pri-meros, que intentan presentar la teo-logía litúrgica de nuestro padre, y so-lo daremos las líneas fundamentales de los tres siguientes para concluir con un breve apunte a modo de co-rolario.

A modo de introducción Hemos de recordar, asimismo, que nos encontramos a cincuenta años vista del Concilio Vaticano II (1965-2015). Por lo tanto, nuestra reflexión y los consiguientes apuntes tienen co-mo referencia lo que ha supuesto pa-ra la Iglesia este paso del Espíritu. A

la vez, tenemos presente que la vida y obra de D. Manuel se enmarcan den-tro del Movimiento litúrgico en Es-paña =ML). Se ha de tener esto muy presente a la hora de estudiar la teo-logía litúrgica de nuestro autor.

El primer período del movimien-to litúrgico se sitúa entre dos fechas de diverso contenido: la publicación del Motu Proprio Tra le sollecitudini sobre música sagrada (1903) del pa-pa Pío X; y la guerra civil española (1936-1939), que significó la ruptu-ra de este itinerario espiritual y pas-toral de renovación litúrgica.

En el primer período del movi-miento litúrgico español –influencia-do por el monasterio benedictino de Solesmes– encontramos un aconte-cimiento central que define el perío-do: el Congreso litúrgico de Montse-

Apuntes sobre Espiritualidad litúrgicaen el beato Manuel González García (I)

La liturgia, encuentro con Cristo

Desarrollo del temaSu espiritualidad litúrgica la intentaremos desarrollar –tras una introducción– en los siguientes puntos:Introducción

– A cincuenta años del Concilio Vaticano II (2015)– El Movimiento litúrgico en España (Montse-

rrat 1915)– Pléyade de santos

1. Espiritualidad litúrgica– Opus Trinitatis / liturgia terrena y liturgia celeste– Promoción de una educación litúrgica y fomento de

la vida espiritual– Actio litúrgica

2. El misterio eucarístico (Calvario / Tabor)– Cristo como Kyrios –el Amo– y Cordero –Hostia– La celebración y la concelebración– El culto a la Eucaristía

3. La sacramentalidad en la Iglesia– Participación activa en los sagrados misterios

4. El Oficio Divino o Liturgia de las Horas– Psallite sapienter– Música

5. El Año Litúrgico– El Cronocrator o el Amo del tiempo– El Corazón de Cristo: misericordia desgranada

6. El arte sagrado o Lex agendi– Gaudí, «amigo de la liturgia»– El arte-yedra– Polos celebrativos

7. Corolario– Las consecuencias: Lex vivendi o «apertura

de puertas»– Caminos por recorrer: La ekklesia y la Palabra– Per Matrem Inmaculatam in Ecclesia Catholica

Las ponencias del I Congreso Internacional Beato Manuel González permitieron acercarse al fundador de la Familia Eucarística Reparadora desde perspectivas nuevas y de gran calado. La liturgia no podía estar ausente dada la especial importancia que este Apóstol de la Eucaristía daba a la presencia sacramental de Cristo en el mundo. Ofrecemos, a partir de este número, y en los siguientes, el texto completo de la ponencia de D. Manuel González, presbítero de la diócesis de Madrid, colaborador de El Granito de Arena y profesor de la Universidad San Dámaso.

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rrat (1915), del que estamos cele-brando su centenario. A través de la restauración del canto gregoriano co-menzó también la renovación de la vida litúrgica. Por este hecho, se ha descrito el movimiento litúrgico es-pañol como un movimiento de reno-vación litúrgico–musical. Asistieron más de dos mil congresistas. Los te-mas estuvieron dedicados a la cele-bración de la misa. Las sesiones de estudio se dividieron en tres seccio-nes: historia, ministerio sacerdotal, música gregoriana y la populariza-ción de la liturgia. Todo desde una doble finalidad: introducir a los fie-les en la liturgia y buscar una mayor dignidad celebrativa. Se impulsaron una serie de iniciativas, como la pu-blicación del Eucologi de Carreras –para impulsar la participación acti-va de los fieles en la actio litúrgica– y la creación de la Asociación Grego-rianista (1916) que tanto promove-rá las scholae cantorum.

Este congreso contribuirá a lan-zar el movimiento en España desde los monasterios y a incidir en la vida de las diócesis, sobre todo, en el área catalana. Ahí situamos la admiración de Manuel González García por el in-signe catalán Gaudí (1852-1926), co-mo se pone de manifiesto en la obra

Arte y liturgia. Este congreso que, por cierto, coincide con la intensa labor de Gaudí en la Sagrada Familia, sería la respuesta de la Iglesia española al Motu Proprio de Pío X, encauzando los deseos, esperanzas y anhelos exis-tentes en la Iglesia española y deli-neando el futuro de una espirituali-dad litúrgica en nuestro país. Lamen-tablemente, la falta de un organismo central que guiara todo este movi-miento hará que casi todo se centre en Cataluña, reduciéndose a la músi-ca, y donde el apostolado litúrgico dará solo los primeros pasos.

Es este un período carismático, donde ha de situarse la figura de nues-tro estudiado. Mientras tanto, en Ma-drid, a comienzos de los años veinte, el padre Irruarizaga funda la Escuela Superior de Música Sagrada, que de-bió cerrarse en el curso 1927/28 por falta de apoyos. Con todo, la música intenta abrirse paso con figuras como Otaño, Suñol y Carreres. Es el mo-mento en el que el Movimiento litúr-gico–espiritual–catequético pasa del mundo monástico benedictino al cle-ro diocesano (Cf. C. Osoro Sierra, «Don Manuel, las vocaciones al sacer-docio y los sacerdotes», en C. Ami-go et alii, Beato Manuel González. El Obispo de la Eucaristía, visto por tres

obispos, Madrid 2001, pp. 37-62). Ahora bien, en este quehacer donde se conjuga la teología, la espirituali-dad, la pastoral y la liturgia encontra-mos una pléyade de santos. Junto con Manuel González García encontrare-mos otros pioneros: hombres vario-pintos que, en lugares diversos de la geografía española, han contribuido a formar un talante y una manera de pensar. Ellos han sido exponentes de una interesante corriente espiritual que M. Garrido Bonaño denomina-ba como grandes maestros y promo-tores del Movimiento litúrgico.

Además de los grandes papas Pío X y Pío XII hemos de citar a los mon-jes Marmión, Casel, Schuster, Beau-duin...; a los pastoralistas Parsch, Guar-dini, etc. Entre nosotros, no podemos desconocer al Card. Gomá (El valor educativo de la liturgia), a un olvida-do pionero del apostolado litúrgico, José Pío Gurruchaga, con los monjes Alameda y Prado. Otros, y muy bue-nos, vendrían detrás pero ya no los si-tuamos en la esfera de D. Manuel. De cada uno podríamos decir mucho: sus obras han influido poderosamen-te en nuestra vida espiritual; pidamos que sus nombres estén escritos en el Libro de la vida.

Manuel Glez. López-Corps, Pbro.

Vista de la sala del Congreso durante la ponencia de D. Manuel González López-Corps.

E l 23 de junio, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede, tuvo lu-gar la presentación del Instru-

mentum Laboris de la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que estará dedicada a «La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporá-neo», y que se celebrará en Roma del 4 al 25 octubre del presente año.

Dicho documento está dividido en tres partes, retomando la estruc-tura de la Relación final de la Asam-blea extraordinaria que tuvo lugar en octubre de 2014, en la que se reflexio-nó sobre «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evange-lización», manifestando así la conti-nuidad entre ambas.

La primera parte, titulada «Escu-char los desafíos de la familia», está

relaciona de forma más directa con el pasado Sínodo, mientras que la se-gunda «El discernimiento de la vo-cación familiar» y la tercera «La mi-sión de la familia hoy» introducen el tema del próximo.

Se señalaron algunas novedades en la primera parte: «Los desafíos son la pobreza y la exclusión social, la tercera edad, la viudez, el luto en la familia, la discapacidad, las migracio-nes, el papel de la mujer, la afectivi-dad y la educación de la sexualidad, la bioética».

La segunda parte ha sido enrique-cida con una ampliación de los temas relacionados con el matrimonio na-tural y la plenitud sacramental, la in-disolubilidad, don y tarea, la vida fa-miliar, la unión y la fecundidad, la di-mensión misionera, la fe, la oración,

la catequesis, el estrecho vínculo en-tre la Iglesia y la familia, los jóvenes y el miedo de contraer matrimonio, la misericordia.

Y la tercera parte comienza con una vasta reflexión sobre la familia y la evangelización, y se profundizan, entre otras cosas, cuestiones como el tema de la familia, sujeto de la pasto-ral, la liturgia nupcial, un lenguaje re-novado y apertura misionera.

Por último, en lo que respecta a la información, se recordó que el papa Francisco ha afirmado que «el Sínodo es un espacio donde puede actuar el Espíritu Santo y no un parlamento. Los Padres sinodales están invitados a expresarse con parresia. Serán libres de comunicar con los medios de co-municación a discreción y bajo su res-ponsabilidad».

Esquema del Instrumentum Laboris

I Parte: La escucha de los desafíos que afronta la familia1.1. La familia y el contexto antropológico-cultural1.2. La familia y el contexto socioeconómico1.3. Familia e inclusión1.4. Familia, afectividad y vida

II Parte: El discernimiento de la vocación familiar2.1. Familia y pedagogía divina2.2. Familia y vida de la Iglesia2.3. Familia y camino hacia su plenitud

III Parte: La misión de la familia de hoy3.1. Familia y evangelización3.2. Familia y formación3.3. Familia y acompañamiento eclesial3.4. Familia, procreación, educación

Conclusión

Hacia el próximo Sínodo sobre la Familia

Abriendonuevos caminos

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H ay dos palabras que aparecen en las preguntas que me han impresionado mucho: Tensión

y conflicto. Solamente en el cemen-terio y en el Paraíso no hay tensiones y conflictos. Si hay tensiones y con-flictos quiere decir que estoy vivo. No tengo que tener miedo de las ten-siones y conflictos porque me hacen crecer. Pero ustedes tienen que dis-cernir cuáles son las verdaderas ten-siones y conflictos a los que hay que atender.

Las tensiones se resuelven con el diálogo. No hay que pegarse dema-siado a una tensión porque eso hace mal. Siempre buscando la armonía y

la armonía se hace de tensiones y a su vez genera otras tensiones. Esto con respecto a las relaciones y la familia.

¿Qué hacemos frente a conflictos sociales y también culturales? Tam-bién los conflictos pueden hacer bien porque nos hacen entender que hay cosas diversas. El conflicto para ser bien asumido debe estar orientado hacia la unidad en el respeto a cada identidad. El conflicto se resuelve con respeto a la identidad. Los conflictos que no se resuelven terminan en gue-rra. Y hay conflictos que son violen-cia. Se llama matar. Hay lugares don-de a los cristianos no solo no se les respeta su identidad sino que se los

mata. Cuando en un país hay tanta di-versidad, solo el respeto podrá resol-ver el conflicto.

El desafío de la pazLa paz de Jesús y no la falsa paz del enemigo es el desafío. Me han pre-guntado sobre cuál ha sido el mayor desafío de mi vida como religioso. El mayor desafío ha sido encontrar la paz en el Señor. Hay otro desafío: sa-ber distinguir la paz de Jesús de la paz que no es de Jesús. Discernir la ver-dadera paz de la falsa paz. La verda-dera paz viene siempre de Jesús. La paz superficial que solo me contenta un poco viene del enemigo. Saber co-nocer y distinguir cuál es la paz de Je-sús y cuál la falsa paz del enemigo que me destruye. Te pone en medio de la calle y después te deja solo. Nosotros decimos que «el diablo es un mal pa-gador», es un estafador que muestra una paz maquillada. Pero ¿cómo sé

que la paz es de Jesús? Por la alegría. El diablo solo me puede dar diver-sión, un poco de circo. Te da felicidad un rato pero nunca te da esta alegría. Mientras que Jesús es un buen paga-dor, siempre paga muy bien.

Memoria de la feLa familia es otra palabra importan-te de la que han hablado. No solamen-te están las tensiones generacionales entre los papás y entre mis padres y yo, sino que también en las genera-ciones están los abuelos. Y los abue-los son los grandes olvidados de este tiempo. Yo me pregunto: ¿Ustedes hablan con sus abuelos? Los abuelos son fuente de sabiduría porque tie-nen la memoria de la vida, la memo-ria de la fe, la memoria de las tensio-nes, la memoria de los conflictos. ¡Son buenos los abuelos!

Jesús dice «ustedes son mis ami-gos si hacen lo que yo les digo». Je-

sús me habla con la paz y la alegría que me da en tantas maneras de en-contrarlo. Lo encuentro en la oración, en la Eucaristía y ayudando a los ne-cesitados. Es indispensable encontrar a Jesús. No se olviden de esta palabra. Pensemos en ese día que Jesús pasa-ba y que Juan y Andrés escucharon a Juan Bautista que les dijo: «Ese es…». ¿Y qué sucedió después? Andrés fue con su hermano lleno de alegría y es-tupor. El encuentro con Jesús da es-tupor, paz, alegría.

Profundizar en la Eucaristía Me han preguntado también qué les diría a los jóvenes con el fin de que descubran la profundidad de la Euca-ristía. Ayuda pensar en la Última Ce-na. Esas palabras que Jesús dijo cuan-do dio el pan y el vino: «hagan esto en memoria mía». Es ahí que nos sal-va Jesús. La memoria de un amor tan grande que ha dado su vida por mí.

La gracia de la memoria de lo que Je-sús hizo por mí. No es un ritual, una ceremonia. Es otra cosa. Es la sangre de Jesús, el misterio de la Eucaristía. Es memoria de que Jesús ha dado su vida por mí. Si tú quieres profundi-zar, recuerda. San Pablo dice: «Acuér-date de Jesucristo resucitado de en-tre los muertos». La memoria... Ca-da vez que vayan a rezar delante del Sagrario, acuérdense de esto.

Piensen estas palabras tensión, diálogo, conflicto, respeto, encuen-tro con Jesús, amistad con Jesús, paz y alegría. Profundizar en la Eucaris-tía es recordar lo que hizo Jesús por mí. Estamos en un mundo en guerra, hay muchas cosas feas, pero también hay muchas cosas lindas y buenas. Tenemos tantos motivos para ir ade-lante, tantos santos escondidos en el Pueblo de Dios. Dios está presente. ¡Ánimo y adelante!

Traducción: Guillermo Ortiz , s.j.

El 7 de agosto el papa se reunió con los jóvenes del Movimiento Eucarístico Juvenil que se encontraban en Roma para celebrar el centenario de esta organización. Dialogaron en Audiencia con el santo padre, haciéndole preguntas y escuchando sus respuestas. Ofrecemos un resumen de las respuestas que les dirigió el papa Francisco.

Recordar para profundizar en la EucaristíaAudiencia al Movimiento Eucarístico Juvenil

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«Dadme cristianos llenos y rebosantesdel conocimiento de la imitación

y del amor de Jesucristo y os daré muchedumbres de verdad cristianas»

(Cartilla del catequista cabal, p. 18)

Partícula para Eucaristizarnos

E l entusiasmo es la exaltación de ánimo que se pro-duce por algo que cautiva o que es admirado, de ahí que la persona entusiasmada cree que tiene posibi-

lidades de cambiar las cosas, que ella misma posee ener-gía para transformar el mundo y su propia realidad, y se siente impulsada a actuar en la sociedad, porque está mo-tivada por la fuerza y la convicción en lo que realiza.

El entusiasta no espera a que las condiciones mejo-ren para tener esa disposición, sabe que no son «las co-sas que van bien» lo que le da entusiasmo, es el entu-siasmo que pone lo que le ayuda a hacer bien las cosas. Lo que realmente llama la atención a la gente, que se pa-re a escuchar lo que alguien dice y a mirar con interés lo que alguien hace es el entusiasmo que pone en ello.

La palabra entusiasmo viene del griego y significa «tener a Dios dentro». Entonces podríamos decir que la persona entusiasta es la que actúa y habla como si es-tuviera «poseída por Dios». Esto explica la pasión arro-lladora y la fortaleza de los apóstoles y los mártires, y de tantos hombres y mujeres creyentes que a lo largo de la historia hicieron grandes cosas por Jesucristo.

El gran misionero David Livingstone tomo un día una decisión que cambió el rumbo de su vida. Escribió en su diario: «He descubierto que no estoy dotado de ningún don intelectual extraordinario. Pero hoy mismo me he propuesto convertirme en un cristiano fuera de lo corriente», y resolvió firmemente en su corazón en-tregar su vida como médico y misionero en África, con-virtiéndose en un entusiasta del Evangelio.

Es indispensable que quien comunica algo de Jesús sea feliz por seguirlo, por ser cristiano. Solo entusiasma quien está entusiasmado «una persona que no está con-

vencida, entusiasmada, segura, enamorada, no conven-ce a nadie» (EG 266). Hemos de mostrar que lo que te-nemos con Jesús es mejor que lo que otros tienen sin Él; es necesario que experimentemos la paz y alegría que da el trato con Dios en la vida cotidiana para manifestarnos llenos de vida y entusiasmo. La gente acudía a Jesús por-que les hablaba desde el corazón, de lo que le comuni-caba el Espíritu, y eso infundía vida y conmovía a quie-nes le escuchaban.

Quien está «lleno y rebosante de la imitación y amor a Jesucristo» quiere compartirlo abundantemente con los demás, se convierte en hombre de fuego que procla-mará la justicia de Dios entre los hombres y en testigo cuya vida arrastra a las gentes. El apóstol S. Pablo, uno de los grandes entusiastas de Jesucristo, lo expresó en una frase que resumió toda su vida «El amor de Cristo me apremia» (2 Cor 5,14).

Y el papa Francisco, conocedor de la fuerza de un cristiano entusiasta nos alerta a todos: «¡No nos deje-mos robar el entusiasmo misionero!» (EG 80).

«¡Sí, queremos incendiar la tierra por los cuatro cos-tados, exclamaba el beato Manuel González en Ávila en un arrebato de entusiasmo, pero queremos incendiarla con el fuego del amor que brota del Corazón de Cristo! Se le estaban contagiando las fiebres de la monja trans-verberada».

«Al dedicarse con todo entusiasmo a trabajar por aquellas almas comenzó por ganarse su confianza y su cariño, y los frutos no se hicieron esperar»

( J. Campos Giles, El Obispo del Sagrario abandona-do, 6ª ed., pp. 198 y 45).

Hna. Mª Leonor Mediavilla, m.e.n.

Septiembre 2015

Q ueridos hermanos y herma-nas, ¡buenos días! En este do-mingo prosigue la lectura del

capítulo sexto del Evangelio de Juan, donde Jesús, habiendo cumplido el gran milagro de la multiplicación de los panes, explica a la gente el signifi-cado de aquel «signo» (Jn 6,41-51).

Como había hecho antes con la Samaritana, a partir de la experiencia de la sed y del signo del agua, Jesús aquí parte de la experiencia del ham-bre y del signo del pan, para revelar-se e invitarnos a creer en Él.

La gente lo busca, la gente lo es-cucha, porque se ha quedado entu-siasmada con el milagro: ¡querían ha-cerlo rey! Pero cuando Jesús afirma que el verdadero pan, donado por Dios, es Él mismo, muchos se escan-dalizan, no comprenden, y comien-zan a murmurar entre ellos: «¿Acaso este –decían– no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. ¿Cómo puede decir aho-ra: «Yo he bajado del cielo»? (Jn 6,42). Y comienzan a murmurar. Entonces Jesús responde: «Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me en-

vió», y añade «les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna» (vv. 44.47).

Nos sorprende, y nos hace reflexio-nar, esta palabra del Señor: «Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Pa-dre», «el que cree en mí tiene Vida eterna». Nos hace reflexionar. Esta palabra se introduce en la dinámica de la fe, que es una relación: la rela-ción entre la persona humana, todos nosotros, y la Persona de Jesús, don-de un papel decisivo juega el Padre, y naturalmente, también el Espíritu Santo, que está implícito aquí. No basta encontrar a Jesús para creer en Él, no basta leer la Biblia, el Evange-lio: esto es importante. Pero no bas-ta. No basta ni siquiera asistir a un milagro, como aquel de la multipli-cación de los panes.

Muchas personas estuvieron en estrecho contacto con Jesús y no le creyeron. Es más, también lo despre-ciaron y condenaron. Y yo me pre-gunto: ¿por qué esto? ¿No fueron atraídos por el Padre? No, esto suce-dió porque su corazón estaba cerra-do a la acción del Espíritu de Dios. Y si tú tienes el corazón cerrado la fe

no entra. Dios Padre siempre nos atrae hacia Jesús: somos nosotros quienes abrimos nuestro corazón o lo cerramos.

Dejarse atraer por el PadreEn cambio la fe, que es como una se-milla en lo profundo del corazón, flo-rece cuando nos dejamos atraer por el Padre hacia Jesús, y vamos a Él con ánimo abierto, con corazón abierto, sin prejuicios; entonces reconocemos en su rostro el Rostro de Dios y en sus palabras la Palabra de Dios, por-que el Espíritu Santo nos ha hecho entrar en la relación de amor y de vi-da que hay entre Jesús y Dios Padre. Y allí nosotros recibimos el don, el re-galo de la fe.

Así, con esta actitud de fe, pode-mos comprender el sentido del «Pan de la vida» que Jesús nos dona y que Él expresa de esta manera: «Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamen-te, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo» (Jn 6,51). En Jesús, en su carne –es decir, en su concreta humanidad–, está presente todo el amor de Dios, que es el Espí-ritu Santo. Quien se deja atraer por este amor va hacia Jesús, y va con fe, y recibe de Él la vida, la vida eterna.

Aquella que ha vivido esta expe-riencia en modo ejemplar es la Vir-gen de Nazaret, María: la primera per-sona humana que ha creído en Dios recibiendo la carne de Jesús. Apren-damos de Ella, nuestra Madre, la ale-gría y la gratitud por el don de la fe. Un don que no es privado, un don que no es propiedad privada, sino que es un don para compartir: es un don «para la vida del mundo».

Papa Francisco

Ángelus del papa Francisco, 9/8/2015

El sentido del Pan de Vida

ECOSI Congreso InternacionalBeato Manuel González

Padre César: Gracias por tu presencia activa en el Congreso junto con la de tus padres. Como misionero eucarís-tico te pido nos digas a la FER qué po-demos hacer para que esto sea para nosotros no solo un punto de llegada sino sobre todo un punto de partida.Para que nuestro congreso sea real-mente un punto de partida creo que son necesarias tres cosas:

1. Ser profundamente agradeci-dos: Puesto que ha sido una oportu-nidad única para profundizar en la es-piritualidad eucarístico-reparadora, tanto por todo lo que se dijo como por el testimonio de todos los que de distintos puntos del mundo viven el carisma de diversas formas. Esa gra-titud se ha de traducir en poner por obra lo aprendido y la riqueza que los demás nos compartieron.

2. Renovar nuestro compromiso: Al comparar nuestra vivencia con la de tantos hermanos hemos podido ver que hay tantas facetas y maneras de eucaristizar que no podríamos con-

formarnos con lo encarnado hasta ahora. Siempre se puede amar más a quien nos ama infinitamente.

3. Transmitir a quienes se queda-ron en casa: Los medios y la red han permitido que muchos recibieran el mismo mensaje aunque no hayan es-tado presentes, pero muchos más no lo han recibido aún y nos esperan en nuestros países. Al volver a casa nos toca compartir el mensaje con los de-más miembros de la FER, así de pa-labra y obra les animaremos a seguir adelante.

Romina: Gracias por tu presencia. Soy consciente de las dificultades que has tenido que superar para venir des-de Rosario, Argentina, y estar hoy aquí con nosotros en Ávila. ¿Quieres compartir lo que ha significado para ti haber conocido nuestro carisma?Gracias a Dios tuve la suerte, o más bien la bendición, de nacer en una fa-milia en la que reina el amor por Je-sús Eucaristía. Por esto pude mamar

el carisma desde el vientre de mi ma-má y lo pude vivir desde siempre.

Pero vivir no es lo mismo que sen-tir y a sentir comencé a los 8 años, cuando pude ser consciente de lo que me decía el beato Manuel González

Resonancias en nuestra Iglesia de hoy

«¡Y este Pan de vida ha llegado hasta nosotros! El estupor de la Iglesia ante esta

realidad nunca tiene fin. Se trata de un estupor que alimenta siempre la

contemplación, la adoración y la memoria» (Papa Francisco, Homilía

del Corpus Christi, 4/6/2015).Queridísimo D. Manuel: Hemos celebrado el

I Congreso Internacional para acercarnos a ti y descubrir la inmensidad de dones que el Señor te regaló junto con el carisma. Y lo

hemos hecho en Ávila, en el V centenario del

nacimiento de Teresa de Jesús, la santa de todo tu cariño, como a ti te gustaba llamarla. Hemos participado de ese estupor eucarístico del que nos habla el papa Francisco y que polarizó tu vida entera; hemos experimentado una vez más que somos familia, un solo cuerpo contigo en Jesús y sobre todo que formamos un solo corazón que ha vibrado en explosión inmensa de amor eucarístico. Recogemos algunos ecos de los participantes para compartirlos a través de El Granito con la FER.

P. César Piechestein durante la mesa redonda sobre medios de comunicación.

Q ueridos Tomás y Conchi: Es-te año hemos celebrado el día de Andalucía de una manera

especial toda la FER de Palomares del Río al poder compartir con vosotros el reconocimiento de la corporación municipal a Tomás al concederle la mención honorífica, previa al título de hijo adoptivo del pueblo, por su gran labor en Cáritas parroquial.

Es para nosotros una alegría y ho-nor felicitaros a vosotros y a vuestra familia por tal motivo; pero más aún por vuestro trabajo encomiable tra-bajando codo con codo por los más necesitados en esta tierra que, aun-que procedáis de otros lugares, ha-béis hecho vuestra, sobre todo en el servicio a los demás, y porque sabe-mos que lo hacéis por vuestro amor a Jesús, porque seguís su mandato de «dar de comer al hambriento, vestir al desnudo». De ahí vuestra gran de-dicación y desvelos. También sabe-mos de ese mucho madrugar para ser de los primeros en el Banco de Ali-

mentos o en MercaSevilla y obtener así más y mejores frutas y verduras.

Generosidad sin medidaComo que sois los primeros en llegar y últimos en marcharse los días del reparto de los alimentos. De que siem-pre estáis disponibles para recoger cualquier mueble, electrodoméstico, utensilio de bebé, ropa o lo que sea que pueda ser útil a los que lo nece-sitan. Que vuestro vehículo siempre está a punto para recoger pescado los sábados o comida elaborada los do-mingos y entregarla a los que sabéis la esperan; para recoger o llevar los alimentos a los que no se pueden des-plazar.

De sacar tiempo también para en-trevistaros con la administración o quien fuese necesario para obtener recursos. Sabemos también de las di-ficultades y contratiempos que mu-chas veces tenéis que superar. En re-sumen, de que habéis hecho de vues-tra vida un servicio a los necesitados

anteponiendo sus intereses a los vues-tros. Por todo ello os felicitamos nue-vamente; aunque reconocemos que como buena María y buen Discípulo de san Juan seguís el ejemplo del Bto. Manuel González que no pasó de lar-go, ni cerró la puerta a ningún pobre. No buscáis, ni queréis reconocimien-to aquí; aunque nosotros nos atreva-mos y decidamos hacerlo para mani-festar en estos tiempos de crisis, tan-to de fe como económica, que vues-tra gran labor no la realizáis como re-presentantes de cualquier ONG, si-no como seguidores de Cristo y miem-bros de una Iglesia que desarrolla una gran labor, llegando a donde otros no llegan, con su disposición y servicio a los más desfavorecidos a través de personas como vosotros.

Reconociendo que la Eucaristía reclama y conlleva la puesta en prác-tica de la caridad, agradecemos vues-tro ejemplo dándoos un entrañable abrazo.

FER Palomares del Río

Carta a Tomás y ConchiUNER Palomares del Río

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ras, especialmente en la ayuda a en-fermos y personas necesitadas de acer-carse a Jesús y sanar su espíritu. En muchos ámbitos de la sociedad ac-tual se percibe que las personas nos abren su corazón para recibir el amor de Dios.

Es así como al día de hoy, en 2015 este santo hombre ha pasado a ser una parte importante de mi vida, permi-tiendo que evangelicemos a las per-sonas necesitadas y realicemos un tra-bajo efectivamente misionero acer-cándolos a Jesús en el Sagrario, don-de Él nos está siempre esperando.

Querida Letizia: Me alegra mucho verte aquí en el Congreso. Tú sabes lo mucho que te agradezco la ayuda que me brindaste en Roma. ¿Puedes compartir con nosotros lo que ha sig-nificado para ti conocer al beato Ma-nuel González?He conocido la comunidad de Ro-ma a través de una amiga que me ha-bía propuesto ayudar a una misione-ra, estudiante en el Ateneo Antonia-num, en el conocimiento de la len-gua italiana. Así comenzó, primero entre nosotras dos y luego con la co-munidad de las Misioneras Eucarís-ticas, una relación de gran enrique-cimiento espiritual porque he descu-bierto la figura fascinante del beato Manuel González.

Lo que más me atrajo fue su fuer-za eucarística, que me ha comunica-do a través de la lectura de la obra «Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sagrario». He leído pági-nas de delicada poesía, de profundo amor al Sagrario y estímulo a la de-voción eucarística y reparadora del abandono en el que a menudo deja-mos a Jesús Eucaristía en nuestras comunidades parroquiales, en nues-tras iglesias. He ido guardando en mi corazón la lectura de ese libro y he elegido algunos pasajes que con frecuencia propongo a sacerdotes que, por motivos de estudio, pasan por mi casa.

El beato Manuel González es pa-ra mí un continuo descubrimiento como modelo de santidad eucarísti-ca, como escritor de espiritualidad, como testigo del Evangelio, como sacerdote y pastor cercano a su reba-ño, del cual se hizo cargo amándolo y sirviéndolo.

Agradezco a la comunidad de Ro-ma que me ha dado la oportunidad de descubrir esta figura también du-rante estas jornadas de estudio. Y so-bre todo doy las gracias al buen Dios por este regalo entregado a mí y a la Iglesia universal.

Querida María, trabajadora incansa-ble en vivir y difundir nuestro caris-ma, ¡qué alegría que puedas estar aquí! Te invito a compartir con nosotros cómo sientes el carisma.Son muchos los aspectos importan-tes del carisma del beato Manuel Gon-zález. A mí y a las Marías de Roma lo que más nos ha acercado ha sido la oración. Una oración que tiene orí-genes antiguos, transmitida de madre a hija; también la devoción mariana como el rezo del Rosario que une la Madre al Hijo, y el Hijo al pueblo. To-

do ello recitado por las Marías ante el Sagrario para acompañar a Jesús Eucaristía.

Lamentablemente en el mundo actual no es este el medio adecuado para acercar a los jóvenes, sino más bien el de la caridad hacia los demás, el voluntariado. En una palabra, «amor», volver a amar a los demás y todo lo demás nos será donado en abundancia: trabajo, salud, felicidad. Y volverán a encontrar así el camino hacia Aquel que es la fuente del Amor.

Mª del Carmen Ruiz, m.e.n.

al leer «Un corazón hecho Eucaris-tía». En ese momento se produce un antes y un después en mí.

Es decir, el carisma en mí signifi-ca despertar en los otros y en mí un amor ardiente por Jesús vivo en la Eu-caristía. Como dijeron Pedro y Juan: «No podemos callar lo que hemos visto y oído» (Hch 4,20). Es descu-brir a un Jesús bueno que me mira, a un «loco» que hace de todo por amor.

En Rosario hay varias actividades, pero me gustaría destacar las que se realizan con los niños, ya que son en las que me muevo y colaboro. A los niños del barrio (zona periférica de la ciudad) se los invita a Nazaret pa-ra brindarles apoyo escolar y luego darles la merienda. Pero, además, se les inculcan valores y, sobre todo, les contamos que hay una persona que nos ama sin medida y a pesar de to-do. Después se le va colocando un nombre, un rostro a ese Alguien que es el mismo Jesús Eucaristía, que nos une en amistad a partir de su amor.

También se los invita a cateque-sis, para luego integrarlos en la FER formando parte de la RIE. Es en esa instancia cuando se dan cuenta los ni-ños del exceso de amor que Dios les brinda y se va creando una experien-cia íntima con Jesús Eucaristía. Ade-más, es ahí cuando comenzamos a sentir que transmitimos un Evange-lio vivido. Pero sobre todo es cuando

te das cuenta que las cosas parecen imposibles pero que todo se logra si nos sentimos acompañados por el lo-co amor de Jesús Eucaristía.

Querida Pelusa, propagandista cons-tante de la vida y carisma del beato Manuel en Santo Tomé, Argentina. ¿Puedes decirnos lo que ha significa-do en tu vida encontrarte con nues-tro fundador?Su presencia se fue manifestando en forma gradual. Todo empezó hace 20 años, cuando mi hija ingresa a la Con-gregación de Misioneras Eucarísticas de Santa Fe. Entonces empecé a oír algo de don Manuel. Asistí en Roma, el 29 de abril de 2001, a la Beatifica-ción y recibí de la Hermana Mª Tere-sa Castelló una reliquia ósea.

Es a partir de este momento don-de Dios fue marcando el camino ha-cia Jesús Eucaristía. ¿Qué haría yo con esa reliquia? Dentro de mi espíritu naturalmente solidario, de una forma

intuitiva, comencé a ayudar a perso-nas enfermas; facilitando la reliquia ósea por nueve días, junto con la no-vena para acompañar con la oración los pedidos por mejorías de salud, en la mayoría de los casos.

Y así, Dios empezó a mostrarse más cerca, o fui yo que empecé a sen-tirlo de esa manera. Comenzaron los testimonios verbales de mejorías ex-traordinarias y hasta de milagros, des-de cosas muy simples a casos com-plejos.

Inicié con la Hermana Ana Mª Pa-lacios, quien trabaja en Palencia por la causa de canonización, una comu-nicación muy estrecha y me fue en-viando material para la difusión de esta devoción.

En el año 2007 ingresé a la UNER de la Parroquia Sagrada Familia de Santo Tomé. A la vez, varias amigas mías no pertenecientes a la Obra co-menzaron a realizar una extraordina-ria tarea de difusión, siendo misione-

Romina. Rosario, ArgentinaElly Cordiviola, Pelusa. (Argentina)

Letizia Li Donni. Roma, Italia.María Castro. Roma, Italia

Así lo expresaba el beato Manuel

«Con el fruto de ese sacrificio (el sacrificio de la Eucaristía), que es la gracia de los sacramentos, el Hijo sa-crificado desea hacer de los hombres de todos los siglos hijos adoptivos de su mismo Padre, de los cuales Él sea el primogénito; un solo cuerpo del que Él sea la Cabeza; y con el Corazón suyo y con los corazones de todos, formar un solo corazón en ex-plosión perenne e inmensa de amor

al Padre» (OO.CC. II, n. 2172).

Romina (Rosario, Argentina).

Maria Castro (izquierda) y LetiziaLi Donni (derecha), asistentes al I Congreso Internacional desde Roma (Italia)

Pelusa Cordiviola juntoa la tumba del beato Manuelen la Catedral de Palencia.

2120

M i hermana Emi y amigas, por diferentes motivos, no podían acompañarme. A pesar de no

estar acostumbrada a ir sola, no me lo pensé dos veces. En el fondo me encontré tan decidida que no pude dejar de esperar algo especial. Creo que el beato Manuel González me ayudó.

Todo me resultó extremadamen-te fácil y agradable. Un buen viaje, una Casa de Espiritualidad, dirigida por las Esclavas de Cristo Rey, casa que me atrevo a decir perfecta.

Alegría por el reencuentroLlegué la primera, a las 12 horas y des-pués de instalarme y hacer la visita al Santísimo, tranquilamente, salí a co-mer, justo enfrente, un lugar que me resultó muy agradable. Bajo la som-bra de unos frondosos árboles di gra-cias a san Isidro, a quien encomendé

mi cuidado, en su ciudad. Y franca-mente no me sentí sola.

A las 6:30 de la tarde fueron lle-gando las compañeras y algún com-pañero. Ayudé a la Hna. Mª Elísabeth que se había dejado las gafas. Fui pun-teando a todas las personas que iban pasando y formalizando su estancia. No me di cuenta y yo escribía al lado de los nombres PAGAT, PAGAT, en catalán. En fin, ¡era el 11 S!

Caras conocidas de estancia en Tarragona, Oliva de Palencia, Sagra-rio de Toledo. Una gran alegría el re-encuentro.

Primacía de la catequesisLa charla del sábado sobre las claves catequéticas de la educación cristia-na del beato Manuel González, de-sarrollada magistralmente por don Daniel Padilla, me encantó. Aquí en-tendí lo importante que ha sido pa-

ra mí venir a este encuentro. La cate-quesis me preocupa mucho, me he incorporado recientemente a ella en mi parroquia después de largos años de ausencia.

Y confieso que me he sentido lle-na de inseguridad, resultándome en ocasiones más difícil de lo que po-día esperar. Providencial que este ha-ya sido el tema principal de estos

Con el gozo del reencuentroDespués de muchas dificultades para asistir a los encuentros de UNER, esta vez lo tenía todo despejado. No había ningún motivo para no asistir a la convocatoria de Madrid, con el lema «Contagiar la alegría y la belleza de la fe».

Claves para mirar y vivirdesde el cartel del curso

La Eucaristía centro del universo, de cada creyente y de cada miembro de la UNER. El fondo oscuro nos recuerda el abandono de Jesús Eucaristía, el lugar que ocupan los no amados. Los diferentes colores nos muestran la vida que sale de Jesús, nuestra vi-da de fe unida a Él, nuestra misión en el mundo. En este Año de la Misericordia que pronto comenzará nos unimos para dejarnos amar por su amor mise-ricordioso y amar a los demás con ese mismo amor. El escudo habla de nuestra identidad, desde la que somos enviados a vivir la Compañía de Compasión

(para sentir y contagiar desde Él).

días, en los trabajos en grupo, en el intercambio de experiencias y en el desarrollo del tema desde los más amplios puntos de vista: familia, adul-tos, vivencias.

Fortalecidos en la EucaristíaEl culmen ha sido para mí la Misa del domingo, donde se nos ha impartido una bendición especial, hemos ido besando uno a uno el Evangelio, co-mo la fuerza de nuestra misión como catequistas. Fue un precioso rito de envío.

Capítulo a destacar han sido Lau-des y Vísperas, preparados con gran esmero por el Asesor de Barcelona, don Víctor Macua, así como la pre-ciosa Adoración al Santísimo la no-che del sábado, que llenamos con can-tos, momentos de lectura y sobre to-do silencio y oración.

El domingo el sacerdote don Ma-nuel González López-Corps trató el tema «La misericordia dentro de la Celebración Eucarística». Charla que nos hizo descubrir los significados

etimológicos de la palabra Mi-sericordia y aclaró y desveló diferentes signos y expresio-nes de la liturgia. Todo de gran interés.

La Madre General Mª Leo-nor Mediavilla nos dirigió unas palabras de ánimo y explicó el lema del curso, animándonos a trabajar en esta misión tan entusiasmadora y bonita.

A continuación, Inmacu-lada y Santi presentaron el ca-lendario del nuevo curso. Mu-chas actividades para este año. Otras personas también han tenido interesantes aportacio-nes sobre el Fondo Solidario, etc. Difícil destacar todos los detalles.

Qué decir de lo interesan-te que resulta relacionarse en la mesa y en los grupos de tra-bajo con las distintas perso-nas, resultando un auténtico enrique-cimiento. Vivencias y experiencias compartidas que para mí han resul-

tado de un gran valor. Sólo puedo de-cir: ¡Gracias!

Monserrat Ferrer Lluch (Tarragona)

Encuentro de Animadores. Madrid, 11-13 de septiembre

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¡H ola abuela! ¿Cómo estás? Me encantaría estar contigo pa-ra poder contarte mis aven-

turas de verano, pues es difícil escri-bir todo lo que viví y sentí, aun así, voy a intentarlo.

Este verano mis padres me envia-ron a la ConviRIE. Ya sabes que me cuesta ir a sitios donde no conozco a la gente, pero me animé y fui. ¡Me lo pasé genial! No te imaginas todo lo que hice y aprendí. Voy a empezar a contarte las cosas por el principio, que cuando ordeno mis ideas recuerdo todo mejor.

Desde el principioLa ConviRIE empezó el 8 de julio, pe-ro en realidad en casa nos estábamos preparando desde mucho antes. Yo estaba súper ansiosa, creía que las co-sas no me entrarían en la maleta y las últimas noches ni dormía de los ner-vios. Cuando llegó el jueves por la ma-

ñana y mamá me despertó para que no llegara tarde al autobús, me entró un miedo que casi no salgo de casa. Sin embargo, fue montarme al auto-bús y sentir que estaba en familia.

El primer día nos dedicamos a co-nocernos entre nosotros y a conocer la casa. Estuvimos en la sierra de Gua-darrama. Nuestra casa tenía cuatro plantas y habitaciones de cuatro per-sonas. Se estaba muy bien ahí, tenía-mos piscina, cancha de futbol y un patio muy bonito. Para enterarnos de la historia y de los personajes que nos acompañarían a lo largo de toda la Convi jugamos a detectives por la no-che, con lo cual ¡ese mismo día estre-né la linterna que me regalaste!

¡Vaya personajes!En la ConviRIE los monitores se dis-frazan de distintos personajes y van contando una historia que se va en-lazando con los temas de formación

que nos dan. Este año la historia fue de vídeo juegos clásicos. Eran Mario Bros y su hermano Luigi, con la prin-cesa Peach, Pac-man y los fantasmi-tas, Tetris, Armando Bronca, John Rambo, Sonic, Coches de carreras y Donkey Kong. La historia contaba que algunos de estos personajes esta-ban cansados de hacer siempre lo mis-mo en su videojuego y entonces se habían robado una seta de Mario Bros para tener súper poderes. Al final, los personajes que entendían que esta-ban creados para cumplir una misión en su juego convencían a los demás. ¿Sabes una cosa abuela? Yo también descubrí que estoy creado para cum-plir una misión y que en la medida que la cumpla seré un mejor jugador en mi juego.

En los temas de formación que nos daban conocí a Don Manuel, el fundador de la RIE y el obispo de la Eucaristía. Cada día fuimos descu-briendo su historia, viajando por la geografía española, por las ciudades en las que él vivió y profundizando una actitud en la que él fuera maes-tro. Fue muy interesante. Tú también tendrías que conocerlo.

En el centro, la EucaristíaUn momento muy especial fue la Eu-caristía que celebramos el domingo por la tarde. Preparamos todo fuera, nos vestimos con nuestras mejores galas y disfrutamos de un encuentro diferente con Jesús. Éramos un mon-tón de niños, niñas, monitores y her-manas unidos por la misma fe y el mis-mo carisma eucarístico reparador que tanto tiempo antes descubrió el bea-to Manuel González. ¿Sabes? Me da un poco de vergüenza contártelo, pe-

ro no me animé a entrar en la noche del terror. Así que me uní a un grupo de exploradores nocturnos, que se fueron con sus linternas a buscar lu-ciérnagas por el camino. Era una no-che preciosa ¡En Guadarrama aun-que sea de noche se ve! Nos entera-mos de un montón de cosas, porque uno de los exploradores sabía mucho de estrellas y galaxias y nos contó co-sas interesantísimas.

Mogollón de concursosTe hubieran encantado los concursos que hicimos. Después de cada tema, para profundizar en lo que nos habían enseñado, participábamos en un con-curso. Cada concurso era diferente, estuvo genial el de bailes típicos. Nos dieron la base musical de una canción folklórica, de un país distinto a cada grupo, y teníamos que ponerle letra y coreografía. Nos lo pasamos genial. En un rato sacamos lo mejor de no-sotros mismos, en compañerismo y creatividad.

Cada noche teníamos una activi-dad sorpresa. La que más me gustó fue la fiesta de disfraces. Entre las co-sas que nos dijeron que teníamos que llevar en la maleta, nos pidieron un disfraz y esa noche buscamos pareja, nos presentamos en la fiesta y nos hi-cimos un Photocall. Bailamos y dis-frutamos muchísimo y, por supues-to, hubo premio para el mejor disfraz, el más original, el más divertido.

¡Un palacio!¡Gracias a la ConviRIE pude entrar en un palacio de verdad! Fuimos a vi-sitar el Alcázar de Segovia. Una guía turística nos contó su historia, para qué se había usado a lo largo de los

siglos, quiénes habían vivido allí, etc. ¡Ahí también encontramos a la Prin-cesa Peach, cómo no! Después, por la tarde, aunque hacía bastante calor, fuimos a recorrer el centro de Sego-via, que nos encantó, vimos el Acue-ducto y nos tomamos un helado.

Y así, casi sin dame cuenta, se me pasó la ConviRIE. Como no podía ser de otra manera, el broche final fue lo mejor. Celebramos la Eucaristía y algunos de nosotros recibimos la pa-ñoleta de la RIE. Verás en la foto que no son todas iguales, es que cada pa-ñoleta representa el camino que has recorrido en la FER. La mía es mora-da y blanca, porque estoy empezan-do, pero pronto iré agregando símbo-los y colores.

Ahora que ya estoy en casa de nue-vo, aunque son vacaciones y me lo pa-so bien, echo de menos el encuentro

con Jesús en la oración de la mañana y de la noche que en la ConviRIE nun-ca nos faltó. También, el ambiente de amistad y cariño que vivimos. Éra-mos niños y adolescentes de distin-tas edades y procedencias que enta-blamos una relación de familia casi sin conocernos. En la RIE descubrí que cuando tratamos a Dios como nuestro Padre, nos hacemos herma-nos entre nosotros y eso es lo más grande que hay y lo único necesario para construir una sociedad mejor.

En el sobre te mando un anillo que hice para ti en uno de los talleres y también un llavero. Aprendí a hacer unas galletas riquísimas, cuando ven-gas a visitarnos te las prepararé.

Te quiero abuela. Le voy a pedir al beato Manuel González por ti. Un abra-zo, de tu nieta que tanto te quiere.

Verowasi

Campamento RIE en Guadarrama (Madrid)

La alegría de sentirse como en casa

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Orar con el obispo del Sagrario abandonado

M irar a Jesús y dejarme mirar por Jesús. He aquí una forma concreta de orar, de entrar en

comunión con Jesús Eucaristía, de es-tar largo tiempo de adoración ante su Presencia eucarística.

Esa mirada suya seduce, conquis-ta, enamora, llama, transforma. Nos mira y nos invita a mirarle. Nos mira y conoce lo más íntimo de nuestro ser; nos mira con la misma ternura, profundidad, comprensión, amistad con que miró a Natanael, cuando es-te era llevado por su amigo Felipe al lugar donde estaba Jesús. El Señor di-jo: «Ahí tenéis un israelita de verdad, en quien no hay engaño» (Jn 1,47).

Porque nos conoceJesús sabía muy bien lo que anidaba en el corazón de cada interlocutor con quien hablaba. Así, por ejemplo, des-pués de la expulsión de los vendedo-res del templo, el cuarto evangelista nos dice de Jesús: «Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio

de nadie sobre el hombre, porque Él sabía lo que hay dentro de cada hom-bre» (Jn 2,24-25).

Jesús nos conoce bien a todos, sa-be lo que hay en lo profundo del co-razón humano. Por eso quiere que vengamos a cada momento de Ado-ración eucarística con toda sinceri-dad, sin doblez ni engaño, mostrán-dole lo que somos y vivimos, lo que nos conduce más y mejor a Él, el Sal-vador, y lo que nos ata a lo mundano, para que lo purifique, para que el La-brador pode de nuestro sarmiento lo que no da fruto.

Cruce de miradasDelante de Jesús Eucaristía, en ado-ración larga y honda, bella y confia-da, podemos decir lo mismo que de-cía el campesino al santo cura de Ars: «Yo le miro y Él me mira».

Esta exclamación sintetiza muy bien cómo ha de ser nuestra mirada a Jesús y cómo es la suya hacia no-sotros. Su mirada es limpia, clara, exigente, penetrante, llena de ternu-

ra, llamándonos a la conversión con-tinua, a la amistad auténtica y gozo-sa con Él, al seguimiento total a su Persona.

Nuestra mirada ha de ser confia-da, humilde, en adoración, esperan-zada, porque Él cumple siempre sus promesas. Nos dejamos mirar porque su misericordia es infinita y eterna, llena de compasión hacia el pecador.

Escuchamos varios ejemplos«Yo tampoco te condeno. Anda, y en adelante no peques más» (Jn 8,11); a la adultera.

«Tu fe te ha salvado, vete en paz» (Lc 7,50), a la pecadora pública.

«Hoy ha llegado la salvación a es-ta casa, pues también este es hijo de Abrahán» (Lc 19,9), a Zaqueo, en su casa.

Estas y tantas otras miradas de Je-sús nos mueven a mirarle con ojos de fe, en total confianza, en abandono en las manos del Padre como Él en la cruz: «Padre, a tus manos encomien-do mi espíritu» (Lc 23,46).

Nos dice el beato Manuel González: «Corazón de mi Jesús que vives en ese Sagrario y que no dejas de mirarme, ya que no puedo aspirar a la mirada de complacencia con que regalas a los que nunca cayeron, déjame que te pida la mirada del patio de Caifás. ¡Me parezco tanto al Pedro de aquel patio! ¡Necesito tanto tu mirada para empezar y acabar de convertirme!» (OO.CC. I, n. 405).

Cómo contemplarloEste tiempo de adoración eucarística es un constante cruce de miradas, de Él a noso-tros y de nosotros a Él, desde la sabiduría de dejarnos modelar, en sencillez y humil-dad, por quien es el Verbo encarnado, la Palabra definitiva de Dios a los hombres, el Salvador, el Pan vivo bajado del cielo: ¡ Jesucristo!, el Hijo del Dios vivo.

Su mirada nos recuerda y actualiza lo que ya había anunciado el profeta Zacarías y que el cuarto evangelista lo señala cum-pliéndose en Jesús crucificado: «Mirarán al que traspasaron» (Jn 19,37).

Así invitaba santa Teresa de Jesús a mi-rar a Cristo a sus hermanas carmelitas en Camino de perfección: «No os pido ahora que penséis en Él ni que saquéis muchos conceptos ni que hagáis grandes y delica-das consideraciones con vuestro entendi-miento. Lo único que os pido es que lo mi-réis. Porque ¿quién os quitará volver los ojos del alma aunque sea momentánea-mente si no podéis más a este Señor? Pues podéis mirar cosas muy feas ¿no vais a po-der mirar a la cosa más hermosa que se pue-de imaginar? Pues nunca, hijas, quita vues-tro Esposo los ojos de vosotras. Os ha su-frido mil cosas feas y abominaciones con-tra Él y no han sido suficientes para que os dejara de mirar, ¿y es mucho que ahora, quitados los ojos de estas cosas exteriores, le miréis algunas veces a Él? Mirad que no está aguardando otra cosa, como dice a la esposa, sino que le miremos. Lo hallaréis como lo queráis. Tiene en tanto que lo vol-vamos a mirar, que no quedará por deci-sión suya» (26,3).

Nos invita santa TeresaLa mirada de Jesús, conquistando y sedu-ciendo, nos alegra el corazón, nos colma de bienes, nos ensancha el alma, nos hace ser

Salmo del amor de Dios conmigo

Te doy gracias, Señor, porque eres bueno,porque es constante y eterno tu amor conmigo.Te doy gracias, Señor,

Dios de todo,porque en todo lo mío Tú intervienes,porque es constante y eterno tu amor conmigo. Tú haces grandes  maravillas: la potencia del Universo, el misterio de la Vida, la fuerza del Amor, mi propio ser..... porque es constante y eterno tu amor con todo  y también conmigo. Me sacaste de aquello que un tiempo me hizo esclavo, con mano tensa y fuerte brazo como tira de uno aquel que es buen amigo... porque es constante y eterno  tu amor conmigo. Cuando no tenía fuerzas, me abriste el camino: pasé y fui salvado por Ti desde la experiencia  del antiguo Egipto sentí en mi vida una vez más que es constante y eterno  tu amor conmigo. Me llevas al desierto, pero vienes conmigo,

me sacas... y me guías a tu  estilo haciendo brotar fuera aquello que en mí tú pusiste escondido, pero yo nunca supe porqué  no había podido: quitaste de muy dentro  «poderes escondidos», rompiste mis cadenas  y viniste conmigo; yo, a tientas, descubría porque es constante y eterno  tu amor conmigo. Tú me das, Señor,  el pan que necesito, el pan que me da vida y aunque me canso.... ¡Vivo! Si recuerdo mi historia.... has puesto en cada instante  el pan que necesito. No me dejes,  ahora que estoy cansado hazme experimentar que es constante y eterno  tu amor conmigo. A quienes leáis esto,  ¡os invito!: leed en vuestra historia la salvación que Él hizo, la salvación concreta  que Él realiza hoy con vosotros y conmigo... A todos nos regala  el don de pronunciar: te doy gracias, Señor, porque es constante y eterno tu amor conmigo.

Cf. Salmo 136

«Mirarán al que traspasaron» Jn 19,37

E stimado lector: Como bien de-cía el filósofo y pedagogo cor-dobés Lucio Anneo Séneca, los

seres humanos no somos perfectos, pero somos perfectibles; es decir, aun-que no somos perfectos, tenemos la capacidad de perfeccionarnos. Se abre así ante cada uno de nosotros un lar-go camino de perfección, un camino para corregir fallos, defectos y erro-res, un camino para mejorar nuestra condición humana y poder acercar-nos al bien y a la virtud.

Para corregirnosPese a la afirmación de Séneca, hay mu-chas personas que se creen perfectas, que piensan que no necesitan empren-der el camino de perfección, porque no tienen fallos que corregir ni vicios que combatir. Al menos, esto es lo que creen. A fomentar esta falsa creencia contribuye el ver lo que está ocurrien-do en nuestra sociedad. En efecto, cuan-do cada uno de nosotros comprueba los numerosos casos de corrupción, la falta de valores morales, la ausencia de virtud y la falta de conciencia del pe-cado (por no seguir enumerando más aspectos negativos de nuestra socie-dad), cuando comprobamos todo es-to, ¿verdad que empezamos a pensar que somos mejores que los demás, in-cluso que somos perfectos?

Cuando nos creemos perfectos

Vemos todos los vicios que nos rodean, observamos la imperfección de los demás y, en consecuencia, nos creemos perfectos. No vemos nues-tra imperfección ni nuestros propios vicios, pero sí vemos los ajenos. Jesús ya hizo referencia a este defecto: «¿Có-mo ves la paja en el ojo de tu herma-no y no ves la viga en el tuyo? Hipó-crita: quita primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la paja del ojo de tu hermano» (Mt 7,3-5). No ofrecen duda estas pala-bras evangélicas: quien ve los defec-tos y las imperfecciones de los demás, pero no ve las suyas propias es mere-cedor del calificativo de hipócrita.

Te decía antes, apreciado lector, que ante cada uno de nosotros se abre un largo camino de perfección, un ca-mino para corregir fallos y errores. Cada uno ha de buscar su propio per-feccionamiento sin permitirse des-cansos y sabiendo que la perfección nunca puede ser un punto de parti-da, sino un punto de llegada. No se parte de ella, sino que se llega a ella tras un largo y meritorio camino. Pues bien, antes de iniciar ese camino hay algo que debemos tener en cuenta: es necesario conocer y reconocer nues-tros vicios, nuestros defectos.

¿Cómo podríamos corregir nues-tros fallos y defectos si no los cono-

cemos ni reconocemos? Si no hemos localizado al enemigo, es muy difícil que podamos luchar contra él y mu-cho más difícil que podamos vencer-lo. Se hace, pues, imprescindible sa-ber qué defectos tenemos, qué erro-res cometemos. Y para ello debemos someternos a un sincero ejercicio de autocrítica.

Una valiosa ayudaPero es lo cierto que no resulta nada fácil este ejercicio de autocrítica, por-que quien está sumido en los vicios y en sus propios errores no puede re-conocerlos. Séneca lo dice con toda claridad: «¿Por qué nadie confiesa sus vicios? Porque se halla bajo su do-minio. Contar el sueño lo hace el que está despierto; asimismo confesar los vicios es indicio de salud. Desperte-mos, pues, a fin de que podamos re-chazar nuestros propios errores» (Epís-tola 53,8).

Una vez conocidos nuestros vi-cios y nuestros errores hay que tra-tar de corregirlos, de eliminarlos. ¿Con qué medios contamos para lo-grarlo? Será necesaria una voluntad firme y decidida para extirpar el mal. Y esto exige mucha humildad. La so-berbia y el orgullo son los peores ene-migos que podamos encontrar en es-te camino de perfección. Con ellos

hay que contar. Claro está que en el camino de perfección encontrare-mos una valiosa ayuda si acudimos con frecuencia a la Eucaristía por-que, como ha dicho el papa Francis-co, «la Eucaristía no es un premio para los buenos, sino que es la fuer-za para los débiles, para los pecado-res» (Homilía en la Solemnidad del Corpus Christi, 4/6/2015). Ella nos proporcionará la fuerza necesaria pa-ra que podamos reconocer nuestras imperfecciones. Ella nos ayudará a mostrarnos tal y como somos: con unos defectos que tratamos de eli-minar y unas imperfecciones que de-seamos corregir.

El mes de septiembre, pasados los ajetreos del veraneo y cuando nos ha-llamos en el umbral del otoño, es un momento propicio para reflexionar sobre el defecto de creerse perfecto. Vale la pena que tú y yo, amigo lector, hagamos esa reflexión, porque cuan-do nos creemos perfectos lo que en realidad hacemos es cerrar la puerta a toda posibilidad de perfecciona-miento. Esto es lo más triste, ya que renunciamos a esa valiosa capacidad que tenemos los humanos de perfec-cionarnos, de acercarnos al bien y a la virtud.

Cordialmente,Manuel Ángel Puga

Cordialmente, una carta para ticontemplativo en la acción, trayén-donos un montón de bendiciones que nos alegran el corazón. Santa Teresa de Jesús quería a sus monjas alegres, muy alegres en el Señor. Es-cuchémosla:

«Andad alegres sirviendo en lo que les manden, como he dicho. Y, si es de veras esta humildad, bie-naventurada tal sierva de vida acti-va que no murmurará sino de sí mis-ma. Deje a las otras con su guerra, que no es pequeña. También los contemplativos han de llevar levan-tada la bandera de la humildad y tendrán que sufrir cuantos golpes les dieren sin dar ellos ninguno por-que su oficio es padecer como Cris-to y llevar en alto la cruz y no dejar-la de las manos por peligros en que se vea y para que tampoco aparez-ca en él señal alguna de flaqueza en el padecer ya que para eso le han da-do honroso oficio» (18,5).

La humildad es la bandera de cualquier hijo de Dios. La humil-dad es andar en verdad. La humil-dad es la puerta para entrar en la ín-tima amistad con Jesucristo. La ale-gría es fruto de un corazón que ar-de de amor por Cristo. Todos esta-mos convocados a esa amistad que cautiva con amor sin límite. Deje-mos que su amor nos encienda en una alegría sin fin.

De nuevo, la Santa de Ávila nos invita: «Ahora, pues, el gran bien que me parece a mí que hay en el reino del cielo, con otros muchos, es ya no tener cuenta con cosa de la tierra, sin un sosiego y gloria en sí mismos, un alegrarse de que se le alegren todos, una paz perpetua, una satisfacción grande en sí mismos, que les viene de ver que todos san-tifican y alaban al Señor y bendicen su nombre y no le ofende nadie. To-dos le aman y la misma alma no en-tiende otra cosa sino amarle, ni pue-de dejarse de amar, porque la cono-ce. Y, así, le amaríamos acá, aunque no con esta perfección, ni en un ser,

sino que le amaríamos de una ma-nera muy distintas a lo que le ama-ríamos si lo conociéramos» (30,5).

Jesucristo se anonadó, se abajó, se hizo en todo igual a nosotros me-nos en el pecado. Su propio abaja-miento, buscando la más completa humildad, nos enseña a ser servido-res de nuestros hermanos como Je-sús lavó los pies a sus discípulos; Él, tomando la posición de esclavo, de siervo, de reo de pecado, cargó con los pecados de toda la Humanidad. De nuevo escuchemos a santa Te-resa, aprendamos de ella, que tan-to insistía en el valor y la importan-cia de la humildad: «Procurad, her-manas, ir siempre en humildad y ver que no sois dignas de estas merce-des. No las procuréis. Si hacéis es-to, tengo para mí que el demonio perderá por aquí muchas almas pen-sando hacer que se pierdan. El Se-ñor saca nuestro bien del mal que el demonio pretende hacer. Porque Nuestro Señor mira nuestra inten-ción, que es contentarle y servirle estándonos con Él en la oración. El Señor es fiel. Lo bueno es andar con aviso para que no quiebre nuestra humildad o para que no nos engen-dre nuestra vanagloria» (38,4).

Oración finalTe damos gracias Señor, porque tu mirada nos devuelve la paz y nos descubre nuestra propia belleza, oculta tantas veces a los ojos del mundo. Tu amor es más del que me-recemos, tu misericordia nos exce-de y nos anima a acercarnos a ti ca-da día. Concédenos mirar al mun-do y a nuestros hermanos con ojos nuevos cada vez. Concédenos ser portadores de la esperanza que tú infundes en nuestros corazones tan-tas veces abatidos. Que hoy, al acer-carnos a ti y verte traspasado, nues-tro corazón se renueve y rejuvenez-ca a la vista de tanto amor derrama-do. Amén.

Miguel Ángel Arribas, Pbro.

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Foto: Richard Walker.

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Con mirada eucarística

E fectivamente así es. Somos co-mo ríos que transcurren desde su nacimiento hasta su muerte

por la geografía de la tierra. Ríos dife-rentes, pues no hay ninguna persona que sea igual a otra, pero al fin y al ca-bo río que nos lleva en su existencia.

El río que nos llevaNacimos entre piedras pequeñas, en una fuentecilla que tuvieron que mi-mar nuestros padres, y crecimos. A partir de aquí cosechamos aguas, in-cluso nos hacemos navegables, soli-darios, buenos, generosos... o no. De-pende de la voluntad que nos ha si-do concedida. Esta es la gran fuerza del ser humano, la posibilidad de tra-zar el propio cauce por el que pasa la vida. Grandiosa libertad que nos per-mite transitar por el amor o por el odio.

Al mismo tiempo nuestro río tie-ne un pequeño inconveniente, y es que posee fecha de caducidad de la que ignoramos el cuándo y el cómo. Inconveniente aún más dramático, pues antes o después, pues una o mu-chas veces pensaremos en ello al ser plenamente conscientes de esa fecha

de caducidad. Y a partir de aquí ha-cemos paréntesis, paréntesis para re-ordenar el sentido del río, río por cier-to que se nos ha dado.

Vamos en el mismo barcoAcaba el verano. Es el verano la esta-ción apropiada para la reflexión. Se toman vacaciones para cargar pilas, tomar nuevos impulsos, llenar la mo-chila de propósitos más humanos. Son como paréntesis en el transcur-so normal o natural de nuestro río. Incluso algunos aprovechan para ha-cer ejercicios espirituales que den más fuerza a las corrientes de sus aguas. Es como subirse a un barco que nos transporte y nos libere de la fatiga de tener que conducir nuestra propia corriente.

En la cubierta del barco, como en su día en el Arca de Noé, va todo el pasaje humano: el trabajador que se ha comprado con esfuerzo unos días de licencia, el hombre y la mujer que quieren encontrar consuelo por el do-lor inexplicable, el padre y la madre que quieren enseñar el río a sus pe-queños, el empresario que apenas puede quitarse obsesiones de la men-te, los niños que aún no albergan ma-lezas en el cauce, también va el por-diosero que no tiene techo y que por cierto tampoco tiene vacaciones.

Todos vamos en el mismo barco. El verano, o cuando toque, es una es-tación propicia para apartarnos del

río, para hacer un paréntesis, para de-tenernos, para subirnos a un barco, para preguntar por qué.

Gracias por todo y por nadaEn este paréntesis veraniego, río aba-jo, descubrimos entre otras cosas que la vida no tiene explicación sin la pa-labra «gracias». La palabra gracias requiere la presencia del otro, otro que aparece en nuestra vida, que nos ayuda, nos atiende, nos alienta, nos sostiene, nos habla, nos mira. Sin el otro no sería posible nuestra exis-tencia.

Así lo piensa el hombre de la mu-jer y viceversa por tenerse el uno al otro, así lo intuye el niño de los pa-dres que lo quieren, así lo percibe el enfermo con respecto a los cuidados de su médico, así lo siente el inváli-do que va en silla de ruedas, así lo no-ta el indigente en la mano de una li-mosna. Y nos dan ganas incluso de remontar las aguas del río, cauce arri-ba, en la imposible tarea de poder cambiar el curso ya sucedido de su corriente. Hasta nos atrevemos a dar las gracias por no haber dado las gra-cias en su día.

A pesar de ello, este paréntesis se puebla de felicidad. Sentimos en nues-tro interior la necesidad de la corres-pondencia, sentimos que la palabra gracias no es solamente una palabra, sentimos que la palabra gracias es una palabra actuante, sentimos que que-remos amar más y mejor, queremos amar antes que el río termine cierta-mente en el mar. Y sólo por este de-seo nuestra alma se sigue llenando de una paz feliz, como se llena de agua la exclusa que nuestro barco necesi-

El paréntesis de DiosDice el poeta Jorge Manrique en las Coplas a la muerte de su padre que «nuestras vidas son los ríos, que van a dar a la mar, que es el morir». Si bien el escritor fija más su mirada en la caducidad de la vida que en el curso mismo de las aguas que la lleva.

ta para poder seguir navegando a su destino.

La paz de los meandrosA veces es muy dura la bajada. Tam-bién a veces el río se encuentra sin pendiente y se detiene a pensar por dónde mejor conviene transi-tar. Titubea y mientras tanto se to-ma un respiro lleno de meandros. Los meandros son una especie de paréntesis de paz, es cuando el es-píritu se aquieta, respira abundan-temente y reflexiona con calma, sin la necesidad de tener que se-guir llevando el agua hasta la mar.

Quisiéramos detener por vida este oasis de paz, este paréntesis tranquilo. Aquí la palabra gracias (las gracias enamoradas) se hace más lenta, más gustosa, deleitosa-mente detenida en la paz de los meandros. El sentimiento de di-cha se levanta verde en los álamos que se asoman al río y se eleva azul hasta los cielos en los pájaros que acuden a saciar su sed rozando el agua. Nos gustaría convertir estos momentos de dicha en momentos sin término, que el paréntesis efí-mero se eternizara sin fin.

Es muy sencillo. Dios es el Pa-réntesis. El río discurre en un Ta-bor interminable. Mete tu río en el paréntesis de Dios, sabe a eter-nidad. Dios abre sus dos brazos en un paréntesis inmenso y los cierra en un abrazo redondo, re-dondo como la Eucaristía, amo-roso y pacífico, redondo sin prin-cipio ni final.

Teresa y Lucreciomatrimonio UNER

Cuando nos detenemos, la palabra

«gracias» se hace más lenta, más gustosa

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Lectura sugerida Cartelera recomendada

P ieper fue una persona llena de interés por el mundo en que vi-vía, amable, abierto al diálogo,

deportista moderado, amante del ar-te, orador magnífico y, con todo, al-guien que no se conformó con su épo-ca. Sus clases y seminarios estuvieron abarrotados hasta que decidió dejar-los, con 92 años. Según sus conoci-dos y alumnos, tenía esa rara capaci-dad de expresar lo profundo con sen-cillez y siempre en relación con la vi-da. Eso le ganó el aplauso de un am-plio público culto, y, a la vez, el dis-tanciamiento de algunos que enten-dían la ciencia como algo más seco y externamente erudito.

Por qué canta quien amaEn el presente libro, el autor describe un arco que va desde el hermoso ada-gio de San Agustín –«solo el que ama puede cantar»– hasta el angustioso grito de la oda de Hölderlin que lle-va por título ¿Para qué los poetas en tiempos de angustia? El propósito de estas líneas es dejar bien claro que la música, las bellas artes, todo aquello que celebra festivamente la existen-cia humana y constituye por ello su riqueza, recibe su vida de una raíz so-lamente: la contemplación que se vuel-ve a Dios y el mundo para afirmarlos.

A partir de la página 65 nos des-vela a qué se refiere con la expresión «canta». Incluye en ese término to-das las áreas de las bellas artes, poe-sía, música, danza, pintura, escultu-ra... El autor abre su corazón y expre-

sa confidencias: «Soy consciente de que hay realidades que podemos lle-gar a conocer tan solo escuchando, sin embargo, sigue siendo cierto que tan solo a través de la mirada, tan so-lo viendo efectivamente con nuestros propios ojos, se establecen las bases de nuestra propia autonomía interna. Aquellos que no están ya capacitados para ver la realidad con sus propios ojos son igualmente incapaces de es-cuchar de forma correcta. El artista se capacita para percibir con ojos nue-vos la abundante riqueza de toda rea-lidad visible».

La música es uno de los fenóme-nos más sorprendentes y misteriosos del mundo, de aquellas cosas que nos asombran. Se ha dicho que la música no es más que un secreto filosofar del alma. En su obra nos ofrece interro-gantes que nos ayudan a adentrarnos en nosotros mismos. ¿Qué es lo que esencialmente percibimos cuando es-cuchamos la música de manera ade-cuada? Y es que el hombre es incapaz de expresar con palabras el significa-do de la música, parece como que la palabra humana resulta insuficiente para expresar realidades últimas. En

cambio, la música es capaz de abrir un sendero en el reino del silencio. El profesor Pieper trae a la memoria el pensamiento de Platón: «La música imita los impulsos del alma», pone al descubierto el estado interior exis-tencial del hombre, hace posible un silencio que permite la escucha, esa escucha de algo que va más allá de los meros sonidos o de la melancolía. Y es que hay que estar callado si se quie-re percibir el sonido, sea el latido del corazón o el de una palabra humana.

El origen de las bellas artes es la contemplación y esta hace referencia a ver, mirar, percibir, cierta realidad. Cien años antes de Platón, nos llega esta pregunta, desde Atenas, de par-te de Anaxágoras: «¿por qué está aquí en el mundo?». Y la respuesta es: ¡Pa-ra contemplar! El verdadero artista no es alguien que simplemente ve las cosas o que lo hace de cualquier mo-do, sino que está dotado de una ca-pacidad de mirar de forma extraordi-naria e intensa, es decir, dotado de ca-pacidad para contemplar.

En la penúltima página de su obra nos afirma con fuerza y convencimien-to que los ojos ven mejor cuando son guiados por el amor, es decir, que una nueva dimensión del ver se revela tan solo a través del amor.

Que la lectura de esta obra, nos estimule a cantar cada día un cántico nuevo, impulsados por un corazón henchido de amor recibido y dona-do gratuitamente.

Mª del Valle Camino Gago, m.e.n.

Solo quien ama cantaAutor: Josef PieperAño: 2015Editorial: EncuentroPáginas: 76Precio: 10 €

Josef Pieper (1904-1997) fue un filósofo alemán. Estudió Filosofía, Derecho y Sociología en las Universidades de Berlín y Münster. Fue sobre todo un escritor excepcional, da fe de ello el que se hayan vendido más de un millón de ejemplares, traducidos en múltiples lenguas.

Amar para cantar

E l director del film, Pete Docter, nos introduce en los engranajes de la psique en toda su comple-

jidad y nos desvela cómo ciertas emo-ciones dominantes rigen su conduc-ta la mayor parte del tiempo. Del Re-vés nos aloja en la mente de los tres miembros de la familia presentándo-nos quiénes son y por qué hacen lo que hacen. En este caso, centrada en la mente de una pre-adolescente con sus conflictos, proyectos y recuerdos importantes de su infancia.

Papel de las emociones Es ahí donde las emociones dirigen-tes del panel neuronal (alegría, tris-teza, miedo, ira, asco) deciden por motivos ajenos a su voluntad mover ciertos recuerdos esenciales. Allí, en el interior, todo funciona según una coreografía sincronizada cuyos mo-vimientos inducen a su vez nuestras acciones y nuestra personalidad tam-bién. Cada emoción ocupa su lugar y conduce o la protagonista según los giros de la gran escena que protago-nizamos a diario. Se turnan Alegría y Tristeza. Ira y Miedo aparecen de vez en cuando, irascible el uno y dubita-tivo el otro.

Pero Del Revés no es una simplifi-cación de todo ese proceso, sino que también nos introduce de forma muy divulgativa en la forma de operar de

la memoria a corto y largo plazo, el olvido, los sueños, los miedos, la ima-ginación, el pensamiento e incluso la abstracción y la creatividad gracias a la figura del amigo imaginario.

Se trata de una propuesta original, refrescante, novedosa, instructiva y sobre todo tierna. Es fácil empa-tizar con Riley porque todos he-mos pasado alguna vez por la desilusión, la dejación incluso y por todo el abanico de emocio-nes que experimenta al final de su infancia. 

De verdad, ¿hay quien pien-se todavía que las películas de animación que aparecen en las carteleras de nuestros cines ac-tualmente no son del interés de un adulto? Si alguien responde afirmativamente es que hace mucho tiempo que no le dedi-ca un rato a los que siempre he-mos denominado dibujos ani-mados y que se han converti-do en un verdadero arte para todos los públicos con varia-das lecturas, especialmente de la mano de la gran factoría Pixar.

Escondido y presenteEn esta ocasión me parece que el hecho religioso recorre la película de principio a fin. A pesar de ello, ciertamente exis-

ten momentos cumbres donde la vi-sión de lo trascendental por parte de un niño nos acerca hasta ese amor pri-mero del que tantas veces nos acor-damos y que está en nuestras manos reencontrarnos con él.

En resumen, una película apta pa-ra toda la familia, que expresa con sa-biduría, perspicaz sentido del humor y gran singularidad la mente huma-na, y muestra sendas interesantes que indican una nueva saga que dará mu-cho que hablar.

José Manuel Bacallado

«Bueno, comienza la aventura», eso es lo que piensas cuando Riley y sus padres se mudan de Minnesota a San Francisco, no tanto por el hecho en sí, sino por la parte aventurera que trae toda mudanza. Las emociones ante un hecho tan importante toman el protagonismo que la rutina del día a día les quita.

Todos los llevamos dentro de nuestra mente

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AgendaSeptiembre

El papa creó la Secretaría para la Comunicación

El papa Francisco ha creado un nuevo dicasterio de la Curia Romana. Se trata de la Secretaría para la Comunicación, orga-nismo en el cual confluirán el Pontificio Consejo para las Co-municaciones Sociales, la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Servicio Internet Vaticano, Radio Vaticana, el Centro Tele-visivo Vaticano, L’Osservatore Romano, la Tipografía Vaticana, el Servicio Fotográfico y la Librería Editora Vaticana. El Pre-fecto de la Secretaría para la Comunicación será Mons. Dario Edoardo Viganò.

Indulgencia plenaria por el Año Jubilar IgnacianoEl santo padre concede la indulgencia plenaria a los fieles que peregrinen a los Santuarios de Loyola y de Manresa, en Espa-ña, durante la celebración del primer Año Jubilar del Camino Ignaciano que comenzó el viernes 31 de julio, coincidiendo con la memoria de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.

Intenciones del papa para el mes de septiembre

Universal: Para que, rechazando la cultura de la indiferencia, cuidemos a los que sufren, en particular a los enfermos y a los pobres.

Por la Evangelización: Para que la intercesión de María ayude a los cristianos que viven en contextos secularizados a hacer-se disponibles para anunciar a Jesús.

Asuntosde familia

14Lunes

1Martes

8Martes

15Martes

29Martes

19Sábado

21Lunes

3434

Iglesia: Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, instituida este año por el papa Francisco. Se celebra en la misma fecha que la Iglesia ortodoxa

Iglesia: Fiesta de la Natividad de la Virgen María

Iglesia: Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

MEN: Fiesta de Ntra. Sra. la Virgen de los Dolores, Patrona de la Congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret

Iglesia: Hasta el 28, viaje apostólico del papa Francisco a Cuba y a Estados Unidos, con ocasión del VIII Encuentro Mundial de las Familias

FER: Aniversario de la Ordenación sacerdotal del bto. Manuel González García en 1901, en la Capilla del palacio arzobispal de Sevilla, de manos de su arzobispo, el bto. Marcelo Spínola y Maestre

FER: Primera Misa del bto. Manuel González García en 1901, en la Iglesia de la Santísima Trinidad

Bodas de diamanteDies Natalis Beato Manuel González

Su felicidad eterna es continuación

de su gozo terreno por haber descubierto

que Dios mora entre nosotros en cada Sagrario

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¡Si viviéramos

nuestras misas!

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Nueva edición

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El Corazón de Jesús

al corazón del sacerdote

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52 páginas

13 x 20 cm

P.V.P.: 3,50 €

Obras CompletasTomo I: Escritos eucarísticos

38,50 €

Tomo II: Escritos de espiritualidad sacerdotal35,50 €

Tomo III: Escritos catequísticos y de liturgia

32,40 €

Cartilla del

catequista cabal

Todos catequistas

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Pedidos:Editorial El Granito de Arena

Tutor, 15-1728008 - MadridTel: 915 420 887

[email protected]

«La creación entera con sus ángeles,

sus hombres y sus insectos,con sus soles y sus arenas,

con sus aires y sus aguas y sus tierras y sus fuegos,

y la redención con sus anonadamientos

de Belén, Cenáculo y Calvario, con sus glorias

de Tabor y Resurrección, con sus donaciones inefables

de Eucaristía, de Virgen Madre y de Iglesia, no son otra cosa

que explosiones de amor del Padre celestial»

Beato Manuel González

1 de septiembre:

Jornada Mundial para el cuidadode la Creación

Vitral en la panadería Boconó cerca de la plaza Bolívar. Boconó. Trujillo. Venezuela. Foto: Rjcastillo.