Su Nombre Es Hoy

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Para la familia, como recuperar la familia en un mundo hostil

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Aclamación

Betty Williams, Premio Nobel de la Paz.Un libro sumamente agradable, con un mensaje claro y un impacto poderoso. Escucha a tus hijos, pues tienen mucho que decir.

Cardenal Timothy Dolan, Arzobispo de Nueva York.Este libro me llena de esperanza para el futuro de nuestros niños y nuestra sociedad. Como el Papa Francisco, Arnold contrarresta la mentalidad «libre de niños» con refrescantes destellos de la alegría y la recompensa que brindan los niños.

W. Bradford Wilcox, Instituto de Estudios de la Familia, Charlottesville, Virginia, EE. UU.En un mundo donde el tiempo de los niños está dominado por la educación estandarizada y las horas frente a la pantalla, y donde demasiados padres parecen estar consumidos por la carrera hacia la movilidad social ascendente, para ellos y sus hijos, Su nombre es hoy aporta una visión alternativa y revitalizadora de los niños, la paternidad y la vida familiar. Johann Christoph Arnold nos recuerda la importancia del juego sin restricciones, el tiempo dis-frutado en el mundo natural, y proporcionar a nuestros hijos un estilo de vida que alinee nuestras acciones con nuestros ideales.

Joan Almon, cofundadora de la Alianza por la Infancia. Nueva York, EE. UU.Estoy muy conmovida por el libro de Arnold. Escribe con una perspectiva profunda, recordándonos el significado de la niñez y la necesidad de protegerla por el bien de los niños y de toda la humanidad. Su tono es hermoso, cálido y solidario. El aporte de los relatos de padres y maestros es enorme.

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Jonathan Kozol, autor de Amazing Grace. The Lives of Children and the Conscience of a Nation.Hermoso… Es la reverencia de Arnold por los niños lo que me encanta.

Dra. Diane M. Komp, profesora emérita de pediatría en la Universidad de Yale.¿Quién hubiera pensado que habría algo nuevo que decir sobre la niñez? Dejando de lado los argumentos polarizantes, Arnold nos sorprende a cada paso. Un tributo impresionante a la vida familiar.

John M. Perkins, autor de Let Justice Roll Down, y Justicia para todos.Este libro bien puede ser la chispa que encienda una nueva pasión, un nuevo compromiso hacia los niños.

Timothy Jones, autor de Nurturing Your Child’s Soul, decano de la Catedral Episcopal Trinidad.En nuestra cultura agresivamente determinada, a menudo a los niños se les dejan las sobras de nuestros sobrecargados horarios. Arnold entiende las presiones, pero apunta en otra dirección. Su libro es práctico y persuasivo. Con sus atractivas historias y comentarios, nos inspira a recibir a los niños con gracia y compasión.

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Su nombre es hoyRecuperando la niñez en un mundo hostil

Johann Christoph Arnold

Prólogo de Mark K. Shriver

Traducción de Raúl Serradell

Plough Publishing House

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Plough Publishing HousePublicado por Plough Publishing HouseWalden, Nueva YorkRobertsbridge, InglaterraElsmore, Australiawww.plough.com

Copyright ©2014 Plough Publishing HouseTodos los derechos reservados.

Traducción de Raúl Serradell

Imagen de la cubierta: Copyright © Corbis Images

print isbn: 978-0-87486-642-1web pdf isbn: 978-0-87486-666-7

En varios casos se han cambiado los nombres para proteger la confidencialidad de los colaboradores.

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Nosotros somos culpables de muchos errores y

muchas faltas,

pero nuestro peor crimen es el abandono

de los niños,

negándoles la fuente de la vida.

Muchas de las cosas que nosotros necesitamos

pueden esperar,

los niños no pueden, ahora es el momento,

sus huesos están en formación,

su sangre también lo está

y sus sentidos se están desarrollando,

a él nosotros no podemos contestarle “mañana”,

su nombre es hoy.

Gabriela MistralP o e t i s a c h i l e n a

P r e m i o N o b e l d e L i t e r a t u r a

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Prólogo

¡Apuesto que este será el prólogo más breve

que jamás vas a leer!

¿Por qué?

Porque no quiero demorarte más de un minuto o

dos para que empieces a leer el libro de mi buen amigo

Johann Christoph Arnold.

Realmente es muy bueno.

Al igual que Christoph, he tenido el honor de

trabajar con niños de todas las edades a lo largo de mi

carrera. Durante las vacaciones de verano en la univer-

sidad impartí tutorías a estudiantes con problemas

en la escuela preparatoria del centro de la ciudad.

Después de la universidad, organicé un programa que

trabajaba con delincuentes juveniles en Baltimore. En

la legislatura de Maryland, como primer presidente del

Comité Conjunto de Niños, Jóvenes y Familias, cola-

boré con expertos nacionales e internacionales sobre el

desarrollo infantil y aprobamos una legislación dise-

ñada para ayudar a los niños más pequeños a ingresar

al jardín de niños listos para aprender. Durante los

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últimos doce años, he tenido el privilegio de trabajar

con la organización Save the Children (Salvemos a

los niños), proporcionando a los niños en los Estados

Unidos y alrededor del mundo un comienzo salu-

dable, oportunidades para aprender, y brindándoles

protección contra cualquier daño, porque los niños

merecen una infancia.

Respecto a mi propio hogar, mi esposa Jeanne y yo

hemos estado casados por veintidós años y hemos sido

bendecidos con tres hijos: Molly, de 16 años, Tommy,

de 14, y Emma, de 9.

Al igual que ustedes, hemos luchado con muchas

de las cuestiones que Christoph aborda en este

maravilloso libro, desde el impacto de los aparatos

electrónicos, las presiones académicas, la falta de

tiempo libre para el juego, hasta la violencia y pobreza

que los niños enfrentan a diario.

Jeanne y yo frecuentemente discutimos sobre cómo

lidiar con esas mismas cuestiones a medida que criamos

a nuestros propios hijos. Todo nos está llegando tan

rápida y furiosamente que resulta abrumador. Hemos

tratado de hacer bien las cosas, realizando numerosos

cambios a medida que crecen nuestros hijos.

¡Ojalá Christoph hubiera escrito este libro hace

diecisiete años, antes de que Jeanne y yo fuéramos

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padres! Nos podría haber ayudado en la crianza de

nuestros hijos, en la esfera política y en el trabajo.

Las historias que Christoph comparte nos han

ayudado a Jeanne y a mí a interactuar con nuestros

hijos y sus amigos, y estoy seguro que también le

ayudarán a usted en su hogar, en su salón de clases y

en su vecindario.

Si quiere descubrir la mejor manera de criar a sus

hijos, cómo influenciarlos para que sean más compa-

sivos y considerados, más valientes y confiados, más

independientes, seguros de sí mismos y generosos; si

quiere que sus hijos sean más amorosos y llenos de

alegría, ¡entonces siga leyendo!

Y comparta este libro. Yo ya he compartido con

varios amigos mi desgastado manuscrito. Su respuesta

fue como la mía. Uno dijo: «Me dan ganas de volver

hacia atrás y hacer algunas cosas de manera distinta

por mis propios hijos…»

Ya escribí demasiado. Siga leyendo y aprenda de un

sabio amigo que ama a los niños al grado de la reve-

rencia y cuyas palabras pueden ayudarnos a todos,

cualquiera sea nuestra edad, para dar y recibir gozo.

Mark K. ShriverPresidente de Save the Children Action Network

Autor de A Good Man: Rediscovering My Father, Sargent Shriver

Prólogo xiii

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Prefacio

Es el momento oportuno para un libro

esperanzador sobre la niñez. Vivimos en tiempos difí-

ciles y mucha gente ha perdido la alegría de vivir. Pero

siempre que nos sintamos desanimados, todo lo que

tenemos que hacer es mirar a los niños. Se encuentran

entre los más vulnerables en nuestra acelerada cultura

actual, pero su confianza en nosotros y su incontenible

entusiasmo siempre deben inspirarnos para seguir

adelante.

Ya existen mucho más que suficientes libros sobre

la educación y la paternidad: libros con estadísticas

deprimentes y advertencias alarmantes sobre el futuro

de nuestra sociedad y sus niños.

Pero hay muchas razones para tener esperanza. En

todo Estados Unidos y el resto del mundo, hay gente

que se preocupa apasionadamente por los niños. Pero

que a menudo se sienten agobiados, peleando batallas

solitarias por lo que saben que es correcto y verdadero.

En este libro quiero sumar sus voces a fin de compartir

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sus valiosas perspectivas y sus valientes ejemplos.

Este libro está dedicado primero y principalmente

a todos los niños, dondequiera que vivan. También

está dedicado a los padres y maestros que los cuidan

día y noche. Para mí, ellos son los héroes verdaderos,

pues cada día están al pie del cañón, afrontando situa-

ciones difíciles.

Todos necesitamos convertirnos en defensores de

los niños, padres y maestros, animándoles siempre que

podamos y buscando maneras de facilitar su vida.

Un libro no puede cambiar el mundo, pero los

padres y maestros sí, cuando aman a cada niño que

se les ha encomendado. Por eso este libro está en

tus manos. Espero que te anime y renueve escuchar

acerca de otros que tienen niños propios o trabajan

con ellos diariamente, y que comparten su pasión y

compromiso.

La sabiduría reunida en estas páginas está arraigada

en las realidades de la vida cotidiana. Eso es lo que

me da esperanza. Porque no importa qué tan oscuro

parezca el horizonte, nunca debemos olvidar que para

nosotros, como para los niños, la oportunidad de un

nuevo comienzo se inicia cada mañana.

Johann Christoph ArnoldRifton, Nueva York

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Capítulo 1

El mundo necesita niñosSi no nos mantenemos en condiciones

de hablar con los niños,

nos convertimos simplemente en máquinas

para comer y ganar dinero.

J o h n U p d i k e

El llanto de un bebé recién nacido cautiva

el corazón humano. Nos dice: «Ámame, ayúdame,

protégeme». Como adultos, nos consideramos como

los que ayudan y protegen. Pero entre más lo pienso,

más me convenzo de que nosotros necesitamos a los

niños más de lo que ellos nos necesitan a nosotros.

Los expertos nos informan que la sobrepoblación

está destruyendo la tierra. No estoy de acuerdo; son

la codicia y el egoísmo los que están arruinando al

planeta, no los niños. Ellos nacen para dar, no solo

para recibir. También nacen para ser maestros, si

somos lo suficientemente sabios para escuchar las

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verdades que nos comunican. En medio de nues-

tras complejas vidas como adultos, debemos dedicar

tiempo para recibir las lecciones que solamente los

niños pueden enseñar.

Los niños demandan honestidad y sencillez. Ellos

esperan que las palabras armonicen con los hechos.

Aunque los niños se puedan enojar rápidamente,

perdonan igual de rápido, brindando a los demás el

elevado don de la segunda oportunidad. Los niños

tienen un fuerte sentido de justicia y juego limpio.

Miran todo con ojos nuevos, y nos señalan la increíble

belleza del mundo que nos rodea.

Imagina lo que sucedería si aplicáramos esos valores

a nuestro gobierno, la política exterior, los modelos

corporativos de las empresas, las decisiones ambien-

tales y la teoría educativa.

Una sociedad que no les da la bienvenida a los niños

está condenada al fracaso. Sin embargo, las cosas no

parecen estar a favor de los niños o de quienes los

cuidan, sean padres o maestros. Mientras el abismo

entre ricos y pobres se sigue ensanchando sin parar,

más y más familias difícilmente pueden siquiera suplir

necesidades básicas como vivienda y seguro médico.

En muchas ciudades, la condición desesperada de las

familias ha requerido el aumento del cuidado infantil

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a 24 horas al día. Padres y madres que trabajan largas

jornadas laborales no tienen más remedio que entregar

a sus hijos al cuidado de otros, quienes deben asumir

muchas tareas tradicionales de la crianza de los hijos,

como vestirlos, darles el desayuno, cuidarlos cuando se

enferman o acostarlos en la noche.

Paralelamente, se están imponiendo a maestros y

alumnos decisiones políticas, recientes y no probadas,

que amenazan la originalidad de los niños y sus habi-

lidades. Las voces de oposición raramente llegan a los

oídos de aquellos que promueven esas decisiones.

Beverly Braxton, una maestra y consultora para

padres retirada, ha trabajado en favor de los niños

durante décadas. Ella resume nuestro dilema actual:

Le pregunto a la gente en mi comunidad qué es lo que

más les preocupa de criar a los niños en el mundo de

hoy. La mayoría señala una lista de inquietudes simi-

lares: la cantidad de tiempo ocupado en la televisión,

la Internet y los aparatos electrónicos, la exposición de

los niños al contenido sexual y la violencia, la carencia

de tiempo familiar y el apresuramiento para comer, el

estrés relacionado con la excelencia académica, y los

niños que están menos interesados en pasar tiempo

al aire libre. Pero, cuando les pregunto si tienen ideas

sobre cómo responder a esos problemas, todos los

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que me escuchan parecen encoger sus hombros en

frustración.

La resignación puede ser una respuesta entendible ante

esta maraña de males. Pero no es la única respuesta.

Aunque todas estas preocupaciones parezcan dema-

siado grandes para enfrentarlas al mismo tiempo, por

lo menos cada uno de nosotros puede comenzar con

los niños que conoce.

Mi esposa Verena y yo crecimos en familias

grandes y fuimos bendecidos al tener ocho hijos. Dios

también nos ha dado, hasta ahora, cuarenta y cuatro

nietos y un bisnieto. Estamos agradecidos por cada

uno de ellos.

Durante nuestro matrimonio de casi cincuenta años,

hemos viajado juntos por todo el mundo. Hemos

estado en muchos países en desarrollo así como en

zonas de guerra como Ruanda, Iraq, Gaza e Irlanda

del Norte durante «Los conflictos». En cada uno

de esos viajes, hemos conocido a cientos de niños.

En sus escuelas, hemos visto la gran determinación

que tienen, a pesar de los escasos fondos. Con sus

ojos llenos de ganas de aprender, esos alumnos nos

mostraron lo que estaban aprendiendo, entonaron

canciones y nos hicieron sentir bienvenidos. Algunos

habían recorrido muchos kilómetros para recibir el

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privilegio de una educación. El hambre y la dificultad

que muchos habían sufrido no estaban dibujadas

todavía en sus rostros.

Lo que vimos en algunas de las naciones más empo-

brecidas es que a los niños se les considera un tesoro

nacional. Ellos no son solamente los herederos de

un nombre familiar, sino que representan el futuro

de toda la civilización. Incluso en las aldeas más

desposeídas había una escuela ubicada en el centro,

construida con el esfuerzo de la comunidad y usando

los materiales que a duras penas lograron conseguir.

Cada vez que regresamos a Estados Unidos, experi-

mentamos un choque cultural. La sociedad occidental

está impulsada por el dinero, pero considerablemente

poco llega a las escuelas y centros de cuidado infantil.

¿Son los centros de aprendizaje el centro de la vida de

la comunidad? ¿Los niños son considerados un tesoro

nacional? En términos de futuros generadores de

ingresos con poder adquisitivo, sí. Pero como indivi-

duos únicos que ofrecen esperanza para la renovación

de la civilización, no mucho. De hecho, a menudo

la discusión se enfoca totalmente en las ventajas y

desventajas de tener niños: los riesgos financieros, los

altísimos costos de la atención médica y las cargas de

los gastos educativos.

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Cuando hablé con mis vecinos Steve y Shannon,

quienes tienen cuatro hijos, acerca de esta tendencia a

ver a los niños solo en términos económicos, Shannon

respondió con firmeza:

Desafortunadamente cuando los medios de comuni-

cación y el mundo que nos rodea nos dicen que «un

niño cuesta mucho dinero», eso pone una pesada carga

de estrés sobre la gente. Tú tienes que preguntarte

«¿Cuánto amor puedo dar?», en lugar de «¿Cuánto

dinero tengo?».

La mayoría de los padres, cuando ven a su bebé

por primera vez, no dicen: «¡Regrésalo!», o «¡No la

quiero!». Sería muy difícil encontrar un padre que no

mire a los ojos a su hijo y sienta un amor instantáneo,

una incontenible sensación de gozo.

¿Qué de bueno tiene ser feliz si no tienes a alguien

con quien compartirlo? ¿Será posible tener gozo solo

para ti, un gozo egoísta? Se trata de dar; mientras

más niños tengas, más alegría habrá para extenderla y

multiplicarla.

A pesar de lo que el movimiento «libre de niños»

pudiera hacernos creer, tener niños hoy es normal, es

bueno y es natural. La paternidad no debe ser vista

como un riesgo financiero insuperable o una enorme

carga psicológica y emocional. No es algo solo para los

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expertos. Pero se necesita un corazón de amor por los

niños y una disposición a sacrificarse por ellos. Sin esa

disposición para el sacrificio, ¿cómo podemos experi-

mentar el sentido de la vida?

Por supuesto, existe mucha gente que está dema-

siado familiarizada con el sacrificio, trabajando en

circunstancias difíciles o en trabajos peligrosos con

sueldos bajos. Puedes esperar que ellos argumenten

que en un mundo peligroso y aterrador resulta simple-

mente muy difícil proteger a alguien tan indefenso

como un niño. Pero una conversación reciente que

tuve con un joven policía también desafía esa idea.

Entre mis varias responsabilidades pastorales, sirvo

como capellán para varios destacamentos de policía

locales y estatales. Esto me da la oportunidad de

unirme a ellos en el servicio a los más necesitados en

mi condado y en el estado. Mark, uno de los oficiales

que yo aconsejo, estuvo involucrado en un serio

altercado con un joven problemático que tenía signifi-

cativas órdenes de arresto pendientes. Cuando se trató

de detenerlo y mantenerlo en custodia la situación se

tornó violenta.

Durante la sesión de asesoría después del incidente,

Mark compartió conmigo la manera tan profunda en

que esta experiencia le había afectado. Él y Rita, su

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prometida, reconsideraron sus prioridades y deci-

dieron casarse un año antes de lo planeado. De hecho,

tuve el honor de hacer la oración de bendición en su

matrimonio, y posteriormente bendecir la llegada de

su primer hijo. Mark compartió sus pensamientos

sobre la paternidad:

Nosotros siempre pensábamos sobre tener hijos.

Nuestro temor principal era por su futuro. ¿Vivirán

en un mundo de caos, incapaces de disfrutar su creci-

miento y temiendo siempre por sus vidas? ¿Cuál será

la tasa de sobrevivencia en el futuro? Comprendimos

que necesitábamos criar niños con actitudes y valores

morales correctos: «soldados del mañana». Depende

de nosotros criar a nuestros hijos de manera que sean

lo que queremos que el mundo sea. Mi contribución al

mañana es enseñar a mi hijo valores como la diferencia

entre lo bueno y lo malo. Aunque sea escalofriante ver

como el mundo se va al infierno, al menos puedo hacer

algo por una persona.

Nosotros no vamos a estar aquí para siempre.

Tenemos que transmitir lo que podamos, porque de

lo contrario todo se queda aquí. Aprendí mucho de

mi abuelo. Él seguramente se molestaría si todo el

conocimiento y las lecciones de vida que compartió

terminaran conmigo. Así que me siento aliviado que

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voy a transmitirlo a otra generación. Mi hijo puede

recibirlo y, así lo espero, pasarlo a sus propios hijos.

La paternidad es una aventura de altas y bajas,

como la montaña rusa. No siempre es fácil, pero

tampoco siempre va a ser difícil. Las gratificaciones

recompensan los costos que tienes que pagar. Las

cosas que recibes a cambio tienen mucho mayor peso

que la «carga» de no poder ir al bar a tomar un trago

o de hacer cualquier otra cosa que quisieras. Nada

supera el sentimiento de tener sus brazos alrededor de

ti. Solo mirar a un niño a los ojos y saber que tú eres

la razón de que estén aquí, verlos explorar el mundo…

no hay palabras que puedan expresar esa clase de

sentimientos. La parte de mí que estuvo encerrada por

muchos años ahora está resurgiendo y estoy apren-

diendo de nuevo cómo jugar como un niño.

Enfrento realidades duras cada día. Pero llegar a

casa en la noche y sentarme simplemente ahí mirando

a mi hijo dormir, eso hace que el mundo esté bien.

Los escépticos dirán que hablar sobre tener hijos

es una cosa para una familia con dos padres y dos

empleos. Pero escucho el mismo mensaje de alguien

que no tiene esos beneficios. Lisa, una enfermera de

cuidado en el hogar, crió sola a su hija.

Mis amigos me siguen preguntando cómo lo hice yo

sola. Todavía no estoy segura de cómo responder.

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Podría decir que fue duro. Podría decirte que

comíamos cuando teníamos algo que comer, y en

ocasiones fue solo una vez al día. Podría contarte

sobre compartir el colchón frente al calentador

descompuesto. Pero mi hija, que ya tiene diecinueve

años, contaría una historia diferente: cómo nos

reíamos hasta voltear el calentador, cómo llorábamos

abrazadas. Por supuesto, ella hubiera querido tener

un papá. Claro, yo siempre oraba por él, pero nunca

regresó. Pero ¿dónde estaría yo sin ella? No pienso

que yo lo hubiera logrado sola. Y detesto pensar en el

mundo sin ella.

No todo niño es tan afortunado como la hija de

Lisa, criada por una madre valiente y emprende-

dora, o como el hijo de Mark, con dos padres firmes

y decididos en un hogar seguro. Pero lo que yo he

descubierto es que los niños siguen siendo niños en

el corazón, aun aquellos que han sido privados de

su infancia. Pueden ser incluso víctimas de abuso,

adicciones o de familias deshechas. Aunque están

marcados emocionalmente, ellos te miran con tanta

esperanza. Tú puedes ver las preguntas en sus ojos:

«¿Qué puedes hacer por mí?». «¿Cuál es mi lugar en

este mundo?». Con los años he aprendido que cada

niño tiene una historia que contar. Cada una de sus

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historias necesita ser contada a alguien que tenga

el tiempo para escuchar: un padre, una madre, un

maestro confiable, un consejero.

Mi esposa y yo somos cofundadores de un

programa llamado Breaking the Cycle (Rompiendo el

ciclo), el cual busca aportar en las escuelas la respuesta

positiva de la resolución no violenta del conflicto y

del perdón, donde el temor a los tiroteos escolares, así

como la violencia de las pandillas y el acoso escolar,

están afectando a niños, padres y maestros. En algunas

asambleas, hablamos ante varios miles de estudiantes.

Contemplar ese mar de rostros infantiles resulta esti-

mulante, pero también aleccionador. Cada asamblea me

recuerda el dicho hasídico: «Si salvas un niño, salvas al

mundo». Es crucial decirles a los niños que son impor-

tantes; que estamos aquí para ellos y para amarlos.

Hashim Garrett se ha convertido en el orador prin-

cipal en este programa. A la edad de quince años fue

baleado seis veces en un ataque relacionado con las

pandillas que lo dejó parcialmente paralizado desde la

cintura hacia abajo. Al principio, estaba lleno de ira y

deseos de venganza. Pero, con el tiempo, comprendió

que perdonar al que le disparó lo liberaría de la

trampa del odio, y le daría la oportunidad de ayudar

a otros.

Capítulo 1 • El mundo necesita niños 11

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Como un musulmán devoto, Hashim dice que su fe

le ha guiado hacia el perdón. También les ayudó a él y

a su esposa a tomar decisiones cruciales respecto a su

hogar a medida que luchaban con las dificultades de

criar una familia de manera responsable:

Soy bendecido de tener a Mia, una esposa preciosa, y

dos hijos maravillosos. Ser un esposo con discapacidad

es una prueba. Hay cosas que no puedo hacer con mi

esposa y mis hijos. En las vacaciones, no puedo jugar

en el mar con mis hijos. No puedo enseñarles cómo

usar una bicicleta. Pero mis hijos saben que su padre

los ama muchísimo. He aprendido que la cantidad de

nuestras posesiones no es lo verdaderamente impor-

tante; sino la calidad del tiempo que pasamos juntos.

Cuando estoy en casa juego con ellos, los abrazo, los

baño, les doy de comer, leo con ellos y, mucho más

importante, oramos juntos.

Cuando inscribimos a nuestra hija de dos años en

el centro de cuidado infantil, fue con una inconte-

nible sensación de vulnerabilidad; por primera vez

dejaríamos a nuestra única hija al cuidado de gente

extraña. Parecía algo totalmente inevitable. Harmony

asistía al centro infantil nueve horas al día mientras

yo trabajaba y Mia iba a la escuela. Después de un

tiempo comenzamos a notar en Harmony cambios de

conducta y personalidad. Lloraba y hacía rabietas, y

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Page 24: Su Nombre Es Hoy

no quería ir a la escuela en la mañana. Ya no era la niña

que conocíamos.

Mi esposa consideró seriamente dejar su entre-

namiento para quedarse en casa con Harmony.

Al principio, yo estaba muy preocupado sobre el

desarrollo social de Harmony y nuestra falta de expe-

riencia en cuanto a la enseñanza. Solo imaginaba a

nuestros familiares y amigos preguntando: «¿Por qué

quieren sacar a su hija de la guardería?» Luego estaba

el sacrificio económico que requería que uno de los

padres se quedara en casa, mientras el otro trabajaba

tiempo completo.

Pero todo llegó a un momento crítico. Con nuestra

familia gastando la mayor parte del día alejados unos

de otros, estábamos usando nuestras reservas físicas y

emocionales en otras cosas más que en nuestra propia

familia. Extrañábamos la risa en nuestro hogar. Final-

mente decidimos comenzar la educación en el hogar

para Harmony.

Nuestra decisión ha transformado nuestro hogar en

un lugar donde todos estamos aprendiendo. Mi esposa

y yo aprendemos a tener paciencia con nuestros hijos.

Aprendemos a amar, reír y valorar las cosas pequeñas.

Aprendemos a perdonarnos unos a otros.

Hashim y Mia consideraron todas las dificultades

que se desplegaron contra ellos: la discapacidad de

Capítulo 1 • El mundo necesita niños 13

Page 25: Su Nombre Es Hoy

Hashim, sus desafíos económicos y las necesidades

de sus hijos. Luego escogieron, con plena conciencia,

poner en primer lugar a sus hijos. Para ellos, nada era

más importante que estar juntos y comenzar bien en

esos preciados primeros años.

El presidente Franklin D. Roosevelt enfatizaba

con frecuencia esta tarea esencial de las familias en

la sociedad:

Todos reconocemos que el espíritu dentro del hogar

es la influencia más importante en el crecimiento

del niño. En la vida familiar el niño debe primero

aprender a tener confianza en sus propias fuerzas,

respeto a los sentimientos y derechos de otros, el

sentimiento de seguridad y buena voluntad mutua, y la

fe en Dios. Las madres y los padres, según la clase de

vida que construyen dentro de las cuatro paredes del

hogar, son en gran parte responsables de la futura vida

pública y social del país.

Simplemente como no podemos cuidar del niño

separado de la familia, pues su bienestar está ligado

con muchas otras instituciones que influyen en su

desarrollo: la escuela, la iglesia, las agencias que

ofrecen alternativas útiles para el tiempo libre… Y

el dinero y arduo trabajo que va hacia esas empresas

públicas y privadas son reembolsados muchas veces.1

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Como nación, ¿qué tanto nos hemos alejado de esta

visión? Criar niños y educarlos requiere valor, pero las

recompensas son enormes. Padres y maestros pueden

dejar un legado que no será olvidado. Pero no se queda

ahí. Necesitamos hablar más allá de los límites del

hogar o del salón de clases.

En nombre de todos los niños, necesitamos

cambiar radicalmente nuestras prioridades nacionales,

poniendo el gasto gubernamental para la niñez en

primer lugar, y las armas y las bombas en el último…

si acaso las incluimos. Construir nuevas escuelas, no

nuevas prisiones, esto podría multiplicarse a lo largo

del país, y los políticos podrían ganar sobre una plata-

forma más creativa en favor de la educación, no con el

enfoque más duro contra el crimen o con una política

exterior más beligerante.

El mundo necesita niños, pero ellos también nos

necesitan. Les debemos más que la mera sobrevivencia.

En palabras del poeta indio Rabindranath Tagore:

Los niños son seres vivientes, más vivos que los

adultos, quienes han construido corazas de hábitos a

su alrededor. Por lo tanto, es absolutamente necesario

para su desarrollo y salud mental que los niños tengan

no solo escuelas para sus lecciones, sino un mundo

cuyo espíritu guía sea el amor personal.2

Capítulo 1 • El mundo necesita niños 15

Page 27: Su Nombre Es Hoy

Cada día nacen niños nuevos en nuestro mundo y,

como escribe Tagore, cada uno trae «el renovado

mensaje de que Dios no ha perdido la fe en la huma-

nidad». Es un pensamiento místico, pero conlleva un

desafío también. Si el creador no ha perdido su espe-

ranza en nuestra humanidad, ¿quiénes somos nosotros

para perderla?

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Page 28: Su Nombre Es Hoy

Capítulo 2

El juego es el trabajo de los niñosEl juego es la máxima expresión

del desarrollo humano en la niñez,

por sí solo es la libre expresión

de lo que hay en el alma del niño.

F r i e d r i c h F r o e b e l

La verdadera educación no puede ser for-

zada, un niño tiene que desear aprender. Este anhelo a

menudo está encerrado profundamente en su interior,

y la tarea del maestro es descubrirlo y fomentarlo.

Pero la enseñanza probablemente nunca antes ha sido

tan difícil como ahora. Cada día, muchos niños pasan

más horas con quienes los cuidan que con sus propios

padres. Con frecuencia los niños provienen de hogares

divididos y llegan a salones de clases que no tienen

mucho personal ni muchos recursos. Estos niños

entran al salón con actitudes rebeldes y defensivas,

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Page 29: Su Nombre Es Hoy

bloqueando a los maestros por el temor de ser traicio-

nados por otra figura más de autoridad.

Sin embargo, la función del maestro ahora es más

importante que nunca, y la parte más crucial de su

trabajo no es académica. Tenemos que dejar que los

niños sean niños por el mayor tiempo posible. Nece-

sitan tiempo para inhalar y exhalar. Necesitan jugar.

Los niños no son computadoras o robots que pueden

ser programados de acuerdo con nuestros deseos;

tienen un corazón y un alma, no solo un cerebro.

Friedrich Froebel, quien creó el concepto del

kindergarten o jardín de niños, fue un educador

alemán del siglo xix, cuyo don más notable fue su

habilidad para ver la vida a través de los ojos de un

niño. Por eso, casi 200 años después, su filosofía

educativa tiene sentido para cualquiera que ame a

los niños. Cuando él acuñó el término kindergarten,

literalmente quiso decir «un jardín de niños», donde

cada niño es cultivado e instruido con el mismo amor

y cuidado que se le da a una planta. Él sabía que los

humanos son seres esencialmente creativos y compa-

sivos, y que la educación debe involucrar el desarrollo

de esos rasgos de la personalidad.

Froebel hablaba frecuentemente sobre la impor-

tancia del juego de los niños: «Un niño que juega

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Page 30: Su Nombre Es Hoy

meticulosamente y con perseverancia, hasta el límite

del cansancio físico, será un adulto con determinación,

capaz del autosacrificio por su propio bienestar y el de

los demás».

He escuchado esta cita toda mi vida, pues mi

madre, Annemarie, era tataranieta-sobrina de Froebel.

Mis padres a menudo hablaban sobre su percepción

de la niñez. De hecho, la escuela de Froebel en la

pequeña aldea alemana de Keilhau fue dirigida por la

familia de mi madre por muchos años, hasta que los

nazis la expropiaron para uso militar.

Mi madre mantuvo viva la visión de Keilhau

durante los años de guerra, mientras su familia

emigraba de Alemania a Inglaterra, luego a Paraguay

y finalmente a Estados Unidos. Debido a su compro-

miso hacia esa herencia educativa, mis propios hijos

y nietos y muchos otros más se han beneficiado del

enfoque de Froebel. Y hemos visto que sí funciona.

En Froebel’s Educational Laws for All Teachers, el

educador James Hughes condensa mucho de la sabi-

duría de Keilhau en pensamientos que son fáciles de

entender hoy:

Froebel se opuso a todo sistema que magnificara el

conocimiento a expensas del niño, y su vida entera

fue una protesta contra los procesos de «estampar y

Capítulo 2 • El juego es el trabajo de los niños 19

Page 31: Su Nombre Es Hoy

moldear» de los maestros que fallaban en reconocer

lo sagrado de la individualidad del niño. Lo que él

valoraba no era el poder, sino el poder creativo. Él

apuntaba a que sus pupilos hicieran mucho más que

simples «máquinas» y, como él mismo lo expresó tan

bien, hacer de ellos «personas libres, independientes

y pensantes».1

Algunos de los grandes visionarios de la educación en

Estados Unidos estudiaron y construyeron sobre la

filosofía de Froebel. Elizabeth Peabody fue una pieza

fundamental en el establecimiento de jardines de niños

a lo largo de Estados Unidos. Caroline Pratt inventó el

concepto de bloques de madera para construir en 1913

y comenzó City & Country School el año siguiente.

Lucy Sprague Mitchell fundó el Bank Street College

of Education con su enfoque sobre los primeros años.

Estas mujeres marcaron el camino para el desarrollo

del aprendizaje a través del juego, y sus escuelas

todavía siguen en pie, destacándose como modelos

educativos del «niño integral», enfatizando la actividad

física y la expresión creativa.

Hoy los promotores del juego y la exploración

se encuentran en todas partes. De hecho, todos los

buenos maestros saben que el juego es, por sí mismo,

insustituible en la vida del niño. No solo es el mejor

s u n o m b r e e s h o y20

Page 32: Su Nombre Es Hoy

método para la educación temprana, sino que también

es esencial para el crecimiento del espíritu del niño.

De alguna manera, jugar no debería requerir mayor

defensa, pues define a la niñez.

Sin embargo, en su documento Crisis in the Kinder-

garten, publicado por la Alliance for Childhood

(Alianza por la Infancia) Edward Miller y Joan Almon

informan que el juego continúa desapareciendo de las

vidas de los niños más pequeños. Respaldan su afirma-

ción con estudios y evidencia convincente, y resumen

sus hallazgos con estas palabras:

Muy pocos estadounidenses son conscientes de las

formas en que los jardines de niños han cambiado

radicalmente en las dos últimas décadas. Los

niños ahora pasan más tiempo siendo enseñados y

examinados sobre destrezas en lectura, escritura y

matemáticas que en el aprendizaje a través del juego

y la exploración, ejercitando sus cuerpos y usando

su imaginación. Muchos jardines de niños utilizan

un plan de estudios altamente prescriptivo, ajustado

a nuevas normas educativas estatales, con pruebas de

rendimiento estandarizadas. En un creciente número

de jardines de niños, los maestros deben seguir un

guión del cual no deben apartarse. Estas prácticas,

que no son basadas en la investigación, violan los

Capítulo 2 • El juego es el trabajo de los niños 21

Page 33: Su Nombre Es Hoy

principios largamente establecidos del desarrollo

infantil y la buena enseñanza. Resulta cada vez más

claro que están comprometiendo tanto la salud de los

niños como sus perspectivas de éxito a largo plazo en

la escuela.2

Algunos de los peores cambios se han originado en

los programas académicos exigidos por el gobierno,

que privan a los niños de la oportunidad de aprender

a través del juego y cargan a los maestros con más

presión y papeleo. Cuando observo que esta tendencia

aumenta cada año, estoy de acuerdo con el comentario

de Albert Einstein: «Es un milagro que la curiosidad

sobreviva en la educación formal».

Los motivos detrás de la estandarización a menudo

suenan bien. Los políticos dicen que quieren «arre-

glar» nuestro inservible sistema educativo para que

nuestros niños puedan competir a nivel mundial.

Hablan de regresar a los fundamentos, dominando

las tres erres (lectura, escritura y aritmética), y docu-

mentando la evaluación de los resultados. Y muchos

de esos mandatos son el resultado directo de padres y

votantes que demandan un cambio.

Pero debemos mirar más detenidamente la clase

de cambio que necesitan los niños. Los programas

impuestos desde las esferas políticas distantes llegan

s u n o m b r e e s h o y22

Page 34: Su Nombre Es Hoy

con sus condiciones. El papeleo adicional sustrae a los

maestros de los niños que necesitan su atención. Los

niños están desconcertados por pruebas y diagnós-

ticos a una edad en la que deberían estar jugando. Al

parecer, los que toman las decisiones ignoran la sabi-

duría de los maestros, quienes podrían decirles —y lo

han hecho— cómo aprenden los niños.

Un ejemplo de esto es la reciente carta de renuncia

de una maestra, Susan Sluyter, publicada en The Wash-

ington Post:

Les escribo hoy para notificarles que estoy renun-

ciando a mi posición como maestra de pre-kinder y

jardín de niños en las escuelas públicas de Cambridge.

He llegado a esta decisión con una profunda tristeza,

pues he amado mi trabajo, mi comunidad escolar, las

familias y la increíble y dedicada facultad con la que

he estado conectada en todo el distrito durante los

últimos 18 años.

En esta perturbadora era de pruebas y recopilación

de datos en las escuelas públicas, he visto mi carrera

transformada en un empleo que ya no se ajusta a mi

comprensión de cómo aprenden los niños y qué debe

hacer un maestro en el aula para construir un ambiente

sano, seguro y apropiado para el desarrollo del apren-

dizaje de cada uno de nuestros niños.

Capítulo 2 • El juego es el trabajo de los niños 23

Page 35: Su Nombre Es Hoy

Durante los últimos años, he experimentado

las mismas exigencias que todos los maestros en el

distrito. He observado cómo mis requisitos de trabajo

me han desplazado del enfoque en los niños, de sus

estilos individuales de aprendizaje, sus necesidades

emocionales, sus familias particulares, sus intereses y

fortalezas; hacia un enfoque centrado en las pruebas,

la evaluación y las calificaciones de los niños más

pequeños, incrementando de esta manera las exigencias

académicas y las presiones sobre ellos. Cada año, me

han obligado a dedicar más tiempo asistiendo a clases

y talleres para aprender sobre las nuevas demandas

académicas, que resultan ser más de primer y segundo

grado que de jardín de niños y pre-kinder.

He tenido que programar y asistir a más y más

reuniones sobre los comportamientos extremos y las

necesidades emocionales de los niños en mi salón de

clases, que cada vez son más frecuentes. Reconozco

que muchas de esas conductas representan la manera

en que los niños gritan a los adultos en su mundo:

«¡No puedo hacer esto! ¡Mírame! ¡Entiéndeme!

¡Ayúdame! ¡Obsérvame!». En años recientes, he

cambiado mi práctica para destinar el tiempo necesario

a enfocarme en todas las obligaciones que vienen de

arriba. Cada año hay más. Cada año he tenido menos

y menos tiempo para enseñar a los niños que amo en

s u n o m b r e e s h o y24

Page 36: Su Nombre Es Hoy

la forma que conozco mejor, y en la manera que reco-

miendan los expertos en el desarrollo infantil. El año

pasado llegué al punto en que comencé a sentir que

ya era parte de un sistema inútil que estaba causando

daño a esos mismos niños a quienes debería servir.

Estuve tratando de sobrevivir en una comunidad

de colegas que también estaban luchando por hacer lo

mismo: adaptarse y sobrevivir, continuar mantenién-

donos mientras pudiéramos, y afirmar lo que creíamos

que era una enseñanza de calidad para una primera

infancia en el salón de clases. Comencé a sentir un

profundo sentido de pérdida de integridad. Sentí que

mi espíritu, mi pasión como maestra, desaparecían.

Sentí la ira crecer dentro de mí. Sentí que necesitaba

sobrevivir buscando otra cosa y dejar la comunidad

que amo muchísimo. No sentí que estaba dejando mi

trabajo. Lo que siento, entonces y ahora, es que mi

trabajo me ha dejado a mí.3

Muchos otros maestros sienten lo mismo. Pero las

políticas públicas están contra ellos, y se sienten obli-

gados a salir de su campo. La enseñanza requiere un

gran amor, sabiduría y paciencia. Requiere tiempo

descubrir lo mejor en cada niño, y luego extraerlo para

que florezca. ¿Qué sucede cuando a los maestros se les

despoja de ese precioso tiempo? ¿Cuándo tendrán la

oportunidad de construir una relación con cada niño

Capítulo 2 • El juego es el trabajo de los niños 25

Page 37: Su Nombre Es Hoy

a través de la simple interacción y del juego, que es

cuando realmente se producen los mejores momentos

de la enseñanza?

En Australia, la educadora Maggie Dent habla

valientemente en defensa del juego:

El juego no estructurado pero centrado en el niño

tiene enormes beneficios para los niños pequeños, y

esos beneficios no pueden ser examinados mediante

estándares de comparación y rendimiento. Nuestra

capacidad para ser pensadores creativos e innova-

dores y resolver problemas proviene de usar nuestro

propio procesamiento mental para explorar el mundo.

¿Cuánto necesitamos valorar el pensamiento crítico,

dada la velocidad del cambio tan generalizado en

nuestro mundo moderno? No hay respuestas en los

libros de texto sobre cómo manejar el cambio inespe-

rado, y por esa razón estamos incapacitando a nuestros

niños al robarles su capacidad de usar el juego para

aprender, explorar, cuestionar y resolver problemas

sin la ayuda de un adulto. Ellos tienen la capacidad

biológica innata para aprender de sus experiencias,

siempre y cuando esas experiencias sean cautivantes e

interesantes.4

Cada año los niños son presionados cada vez más

para hacer «demasiado, y demasiado pronto». Pero

s u n o m b r e e s h o y26

Page 38: Su Nombre Es Hoy

es inspirador escuchar historias de educadores que

tuercen o incluso rompen las reglas por el bien de los

niños. La Dra. Sherone Smith-Sánchez, una admi-

nistradora educativa en la ciudad de Nueva York,

comparte su historia:

Mi esposo y yo nos rehusamos rotundamente a dejar

que nuestro hijo fuera sometido a las pruebas del

estado de Nueva York. Elegimos que no participara

cuando estaba en tercer grado, y de nuevo este año en

cuarto grado. Como educadores, estamos convencidos

de que es demasiado joven para entender el concepto

de prueba, en relación a lo que un niño desconoce al

principio del año y sobre lo que después será exami-

nado para verificar lo que haya memorizado o no, al

final del año.

Tales pruebas a una edad tan temprana no sincro-

nizan con nuestras aspiraciones de que nuestro hijo se

convierta en un pensador crítico y en un aprendiz de

por vida. Sabemos que los niños aprenden por asocia-

ción y acción práctica. También sabemos que si la

culminación de su experiencia educativa de este tercer

o cuarto grado es una prueba, entonces nuestro hijo

sentirá ansiedad cada vez que se espere que comparta

su conocimiento en el futuro. Hemos decidido no

apoyar esta injusticia a su edad. Hemos compartido

nuestra simple protesta con otros, y continuaremos

Capítulo 2 • El juego es el trabajo de los niños 27

Page 39: Su Nombre Es Hoy

animando a otros padres y educadores para que

expresen su opinión.

Madeleine, una madre del área suburbana de Connec-

ticut, cuenta sobre su búsqueda de una alternativa que

sea amigable para los niños:

Al final, varias familias jóvenes nos unimos para crear

nuestro propio jardín de niños, de modo que pudié-

ramos postergar el área académica, al menos hasta el

primer grado, ocupando mucho más tiempo al aire

libre y «aprendiendo con nuestras manos». La mejor

parte de nuestra pequeña escuela es su ubicación

dentro de un centro de cuidado para adultos mayores

o personas de la tercera edad, donde nuestros niños

interactúan diariamente con los ancianos, escuchando

sus fascinantes historias, convirtiéndose en compa-

ñeros de lectura y almuerzo, jugando a batear la pelota

con los residentes en la sección Alzheimer.

En lugar de aprender el abecedario memorizando

un gráfico de la pared, lo aprenden jugando bingo con

personas de 80 años. Quizá no estén tan avanzados en

sus estudios como los niños de las escuelas públicas,

pero como padres no estamos preocupados. Los niños

están borboteando en curiosidad, entusiasmados para

absorber nuevas ideas y listos para aprender «lectura,

escritura, y aritmética» mientras lo aplican a su

experiencia.

s u n o m b r e e s h o y28

Page 40: Su Nombre Es Hoy

Observo a mi hija de cinco años conversando con

una abuela que ahora solo puede hablar con sus ojos y

sus sonrisas. Está encorvada y arrugada, necesita una

silla de ruedas, y está tan llena de vida como la prees-

colar a su lado. Al otro lado del cuarto está el abuelo

que dice todo lo que le viene a la mente. Ni una sola

vez he escuchado de él una frase a la que pueda encon-

trarle algún sentido. El pequeñito que está hablando

con él obviamente no tiene ese impedimento. Han

estado hablando durante diez minutos.

A esos niños se les ha dado un gran regalo. Sin temor a

la edad o discapacidad, ellos reciben tanto como lo que

dan a través de esas interacciones intergeneracionales;

sin saberlo, están ayudando a reparar el desgarrado

tejido social. Durante miles de años, los niños se han

sentado a los pies de los ancianos de las aldeas para

aprender acerca de la vida. Luego, salen corriendo y

juegan con cualquier cosa que encuentren que les inte-

resa. Eso también es aprendizaje.

En Finlandia y otros países europeos, los niños sólo

comienzan la instrucción académica a la edad de siete

años. Estos estudiantes tienen el menor número de

horas en el salón de clases en el mundo desarrollado,

pero sus notas se han mantenido constantemente en la

mayor clasificación de la educación mundial al final de

Capítulo 2 • El juego es el trabajo de los niños 29

Page 41: Su Nombre Es Hoy

sus años de escuelas públicas. En estos países simple-

mente se entiende que hasta los siete años de edad los

niños aprenden mejor cuando están jugando; para el

tiempo que ellos finalmente entran a la escuela, están

deseosos de aprender en un ambiente más formal.

Existe también un mayor respeto público por los

maestros que en Estados Unidos, además de ser mayor

la remuneración.5

Hay una profunda verdad en el pensamiento

de Platón: «Lo que se honra en un país también se

cultiva». ¿Qué es lo que realmente se honra en nuestro

país? ¿Es la formación de corazones y mentes de los

niños? ¿O es su preparación en una carrera?

Froebel, en su obra The Education of Man, escribe:

Protege a la nueva generación; no permitas que

crezcan en la inconciencia y el vacío emocional, ajenos

al buen trabajo duro, la introspección y análisis sin

hechos, o acciones mecánicas sin reflexión y consi-

deración. Guíalos para que se aparten de la nociva

carrera tras las cosas externas y la dañina pasión por la

distracción… Yo educaría a seres humanos en cuyos

corazones están unidos la tierra y el cielo, que tienen

sus pies firmes enraizados en la tierra de Dios, y que

con sus cabezas alcanzan incluso hasta el cielo para

contemplar la verdad.6

s u n o m b r e e s h o y30

Page 42: Su Nombre Es Hoy

Cada niño es diferente. Cada uno tiene un conjunto

exclusivo de habilidades, creadas para un propósito

especial. ¿Entonces, por qué imponer a la fuerza un

estándar educativo común para todos? Sabemos que

los niños aprenden mejor a través del juego, pero el

juego también produce alegría, satisfacción y despreo-

cupación por los problemas cotidianos. En nuestra

cultura frenéticamente sobrecargada, todos los niños

deben tener derecho a jugar.

Capítulo 2 • El juego es el trabajo de los niños 31

Page 43: Su Nombre Es Hoy

Capítulo 3

Grandes expectativas Siempre he lamentado no ser tan sabio

como el día en que nací.

H e n r y D a v i d T h o r e a u

En una revista leí sobre una escuela en

Kenia que dicta sus clases al aire libre, bajo la sombra

de una arboleda. El director, que en su niñez había

ayudado a plantar esos árboles, recuerda un proverbio

africano: «Cuando plantes un árbol, nunca plantes solo

uno. Planta tres: uno por su sombra, uno por su fruto

y uno por su belleza». En un continente donde el calor

y la sequía hacen que cada árbol sea valioso, ese es un

sabio consejo.

También resulta una perspectiva educativa fasci-

nante para un tiempo como el nuestro, cuando

enormes multitudes de niños están en peligro debido

a un enfoque unilateral en la crianza que los ve

exclusivamente en términos de su habilidad para ser

33

Page 44: Su Nombre Es Hoy

productivos, esto es, para «lograr» y «tener éxito».

Esta presión está destruyendo la niñez como nunca

antes. Katie Hurley, una terapeuta infantil, escribe:

La presión académica es solo una pieza del rompeca-

bezas cuando se trata de una infancia por la vía rápida.

Sí, el aprendizaje se ha acelerado en todos los ámbitos,

pero también la infancia en general. En este país hemos

experimentado un progresivo cambio cultural, y cada

año se está volviendo más y más predominante.

Es cierto que los niños pequeños son más

propensos a enfrentar una intensa presión académica

en este momento, pero también están sobrecargados

con actividades extracurriculares. Juegan deportes

competitivos (a veces dos deportes durante cada

«temporada»), toman las mejores clases de música y

arte disponibles, participan en programas de la comu-

nidad y llenan sus fines de semana con citas de juegos

y fiestas.

Los niños están perdiendo su infancia porque no se

les da el don del tiempo para jugar. Ese cambio cultural

—la necesidad intensa de formar gente competente y

exitosa—, ¿acaso no tenemos alguna responsabilidad

por eso? Como país, necesitamos despertar ante los

crecientes niveles de estrés entre los niños y aprender

cómo reducirlos. Si queremos criar niños felices, nece-

sitamos comenzar recuperando la niñez.1

s u n o m b r e e s h o y34

Page 45: Su Nombre Es Hoy

Naturalmente, los padres siempre han querido que

sus hijos tengan buenos resultados, tanto académica

como socialmente. Nadie quiere que su hijo sea el más

atrasado de la clase, el último en ser escogido para un

juego en el campo. Pero, ¿qué tiene la cultura en la que

vivimos que ha convertido una preocupación natural

en un temor obsesivo, y qué está causando en nuestros

niños? Para muchos, la tendencia hacia un progreso

académico acelerado hace de la escuela un lugar que

les provoca temor, una fuente de miseria de la que no

pueden escapar durante meses.

Aun cuando mis calificaciones rara vez fueron

excepcionales, a mis padres les importaba mucho

más si yo me llevaba bien con mis compañeros que

si obtenía una A o una B. Ellos me aseguraban, espe-

cialmente cuando no sacaba buenas calificaciones, que

había mucho más en mi cabeza de lo que yo o mis

maestros comprendían; simplemente era que todavía

no había salido a la superficie. Esta clase de estímulo

para muchos niños es solo un sueño, particularmente

en hogares donde el fracaso académico es visto

como inaceptable.

Mi madre solía decir que la educación comienza en

la cuna, y pocos padres hoy estarían en desacuerdo.

Pero las diferencias en su enfoque son instructivas.

Capítulo 3 • Grandes expectativas 35

Page 46: Su Nombre Es Hoy

Mientras las mujeres de su generación les cantaban

a sus bebés para dormirlos, así como sus madres lo

habían hecho —porque a los bebés les encanta el

sonido de la voz materna—, los padres de hoy tienden

a citar estudios sobre los efectos positivos de la música

de Mozart en el desarrollo del cerebro infantil. Hace

50 años, las mujeres enseñaban a sus infantes juegos

con los dedos como algo natural, sencillamente por el

beneficio de pasar juntos un buen momento. ¿Qué tan

a menudo hoy dedicamos tiempo para canciones de

cuna, a pesar de las interminables discusiones sobre la

importancia de la crianza y los lazos afectivos?

Las madres pueden y deben ser las mejores defen-

soras de lo sagrado de la infancia. Como dice el

proverbio español, «una onza de madre vale una

tonelada de cura». Pero los padres de hoy escuchan

un mensaje más fuerte, diciéndoles que los deben

tratar con mano dura a fin de mantener a sus hijos en

el primer lugar. Algo está mal en una cultura cuando

le transmite a una madre que el éxito de sus hijos

depende de su habilidad para impulsarlos, o cuando le

dice al padre que las buenas calificaciones son la única

medida que importa.

Me resulta aterrador que muchas familias hayan

caído en esta trampa. Ahora los resultados están

s u n o m b r e e s h o y36

Page 47: Su Nombre Es Hoy

comenzando a manifestarse en adolescentes y jóvenes

adultos que a duras penas sobrevivieron el estrés y la

presión, quienes perdieron la dicha de ser niños en

sus años formativos, y quienes nunca descubrieron

la belleza de la relación padre-hijo, una relación de

confianza, aceptación y estímulo. La novelista Kim

Wong Keltner habla sobre su niñez:

Todo este afán por obtener la máxima calificación,

esta ambición, esta insistencia, este empuje por la

excelencia académica hace que los niños comiencen a

pensar que a sus padres solo les importa lo que ellos

son en el papel. Y al final de cuentas, ellos podrían

simplemente decidir: «¿Si nada va a complacerte, por

qué debería intentarlo?»

Obtengo buenas calificaciones simplemente para

quitarme a mis padres de encima. Alcanzo las más

altas notas en los exámenes, pero nunca fui estimulada

a relacionarme con otra gente. Y nunca sentí como si

pudiera separarme de mis padres; ellos siempre dirían:

«Tú eres parte de mí, lo que tú haces refleja lo que

yo soy».2

Es cierto, algunos sobrevivientes de este enfoque

admiten que hoy no tendrían una carrera exitosa o

ganarían tanto dinero sin este empuje de sus padres.

Pero, ¿cuál es el verdadero significado del éxito? ¿Qué

Capítulo 3 • Grandes expectativas 37

Page 48: Su Nombre Es Hoy

perdieron en experiencias e interacciones humanas?

Tenemos que considerar la próxima generación de

niños, y lo que ellos aprenderán de padres que nunca

tuvieron una niñez.

A pesar de eso, existen muchos padres que piensan

profundamente sobre lo que quieren para sus hijos, y

que se sienten inspirados a cambiar sus prioridades.

El autor Paul Tough habla sobre lo que él quiere que

aprenda su hijo:

Cuando Ellington nació, yo estaba bastante inmerso

en la idea de la niñez como una carrera —entre más

rápido desarrolle sus destrezas, mejor rendirá un niño

en sus exámenes y tendrá una vida mejor… [Ahora]

estoy menos preocupado sobre la habilidad de mi hijo

para leer y contar. No me malentienda, todavía quiero

que sepa como hacerlo. Pero pienso que llegará a

saberlo en su momento.

Lo que más me preocupa es su carácter… Quiero

que él sea capaz de superar desilusiones, de controlarse

a sí mismo, de seguir trabajando en un rompeca-

bezas aun cuando sea frustrante, que sea bueno para

compartir, sentirse amado, seguro de sí mismo y lleno

de un sentido de pertenencia. Mucho más importante,

quiero que sea capaz de lidiar con el fracaso.

Esto resulta difícil que los padres puedan darlo a

sus hijos, ya que tenemos arraigado en nuestro ADN

s u n o m b r e e s h o y38

Page 49: Su Nombre Es Hoy

la urgencia de proteger a nuestros hijos de todo tipo

de problemas. Pero lo que estamos descubriendo

ahora es que al tratar de proteger a nuestros hijos, en

realidad los podemos estar dañando. Al negarles la

oportunidad de aprender a encarar la adversidad, de

lidiar con el fracaso, generamos niños que tienen serios

problemas cuando crecen. Superar la adversidad es lo

que produce el carácter.3

Los niños necesitan una oportunidad para aprender

que el fracaso a menudo nos enseña más que el éxito.

Todos pasamos por momentos difíciles, los cuales

pueden ser decisivos para desarrollar el carácter moral

de un niño. ¿De qué otra manera aprenderá que el

mayor triunfo es el que sigue a una derrota?

En su obra clásica Basics of Education, el educador

alemán Friedrich Wilhelm Foerster argumenta que las

comodidades de la civilización contemporánea han

amortiguado la vida tan completamente que la gente

crece sin la capacidad de enfrentar cualquier cosa que

les represente un desafío. Cuando encaran la simple

imprevisibilidad de la vida —sin mencionar el dolor,

sufrimiento, trabajo duro o sacrificio— sucumben

sin poder hacer nada. Foerster indica: «como si los

golpeara tan fuerte… no saben qué hacer ante la

frustración —ni cómo sacarle provecho— y la ven

Capítulo 3 • Grandes expectativas 39

Page 50: Su Nombre Es Hoy

solo como algo que les irrita y oprime. Y aunque

estas mismas cosas les han dado a las generaciones

anteriores las experiencias mediante las cuales han

adquirido dominio sobre los desafíos de la vida, a

menudo son suficientes para mandar a estas desarrai-

gadas personas modernas a una institución mental».4

La tendencia de los padres de estar siempre prote-

giendo a sus hijos, tratando de eliminar todo peligro,

riesgo y frustración en la vida, puede ser perjudicial.

En un artículo titulado «Why Parents Need to Let

Their Children Fail», la maestra Jessica Lahey escribe:

He trabajado con un buen número de padres que son

tan sobreprotectores con sus hijos que los niños no

aprenden a aceptar la responsabilidad (y las conse-

cuencias naturales) de sus acciones. Los niños pueden

desarrollar un sentido de que tienen derechos y

entonces a los padres se les hace difícil trabajar con la

escuela de una manera confiable, cooperativa y enfo-

cada en las soluciones, lo cual beneficiaría tanto al niño

como a la escuela.

Estos son los padres que más me preocupan: padres

que no dejan que sus hijos aprendan. Como puede

ver, los maestros no solo enseñan lectura, escritura

y aritmética. Enseñamos responsabilidad, organi-

zación, buenos modales, autocontrol y previsión.

s u n o m b r e e s h o y40

Page 51: Su Nombre Es Hoy

Estas destrezas puede que no sean evaluadas en los

exámenes estandarizados, pero al paso que los niños

marcan su tránsito hacia la edad adulta, estas son —

por lejos— las habilidades de la vida más importantes

que yo enseño.5

Hay cosas maravillosas que se pueden aprender al

intentar, fracasar e intentar de nuevo. Si un proyecto

no está bien hecho, un buen maestro puede ayudar al

niño a pensar cómo mejorarlo e inspirarlo para que

lo haga mejor. Pero esa lección se pierde si el padre ha

completado el proyecto por el niño. ¿Y qué mensaje

comunica? En algún momento el niño necesitará

encarar el desafío sin un padre a su lado. ¿Recurrirá a

alguna otra persona para que se lo haga o lo resolverá

solo? Si sus padres alaban sus esfuerzos a medias con

tal de no amenazar su «autoestima», ¿conocerá alguna

vez la satisfacción de un trabajo difícil bien hecho?

Aquí es donde los padres activos e involucrados

pueden ayudar. Sigo afirmando que nadie tiene tanta

influencia para el bien de la vida de un niño como una

madre. Pero la función de un padre es diferente e igual

de importante, como escribe Naomi Schaefer Riley,

columnista y madre de tres hijos:

Es más probable que los papás dejen que sus hijos

tomen riesgos. No se trata solo de que realmente los

Capítulo 3 • Grandes expectativas 41

Page 52: Su Nombre Es Hoy

van a soltar cuando les enseñan a usar una bicicleta

(algo que yo instintivamente no quise hacer cuando

mis hijos estaban aprendiendo)...

Como el psicólogo Daniel Paquette ha observado:

«Los padres tienden a ponerse detrás de sus hijos para

que los niños enfrenten su entorno social, mientras

que las madres tienden a ponerse ellas mismas frente a

sus hijos, buscando establecer contacto visual».

Por años hemos sabido de los efectos fundamentales

de contar con la presencia de un padre en el hogar: los

niños tienen menos probabilidades de cometer delitos;

las niñas tienen menos probabilidades de sufrir abuso

de hombres depredadores. Pero resulta que los papás

realmente están haciendo mucho más: en realidad están

preparando a nuestros niños para la vida moderna.

Al dejar que los niños se involucren en el «juego no

estructurado», al ayudarles a adquirir la firmeza y la

determinación que resulta de tomar riesgos y dejarlos

que tengan éxito o fracasen por su cuenta, al empu-

jarlos a ser un poco más independientes, tal parece

como si los padres fueran la clave para ayudar a que

nuestros hijos se conviertan en adultos.6

Cuando pienso en mi infancia feliz, llena de aventura

y exploración, me pregunto cómo podemos ayudar a

los niños de hoy a tener confianza y osadía. Aunque

sé que hay peligros de los que debemos proteger a

s u n o m b r e e s h o y42

Page 53: Su Nombre Es Hoy

nuestros hijos, es fácil llevar las cosas demasiado lejos

por ese rumbo, con el resultado de que los niños se

vuelven tímidos y nerviosos.

La naturaleza no debería ser algo desconocido,

enorme y temible, ni para nosotros ni para nuestros

hijos. Destinemos el tiempo para explorarla juntos. Ya

sea en el parque de la ciudad o en el bosque cercano,

ahí es donde se da el verdadero aprendizaje y la cons-

trucción de la confianza. Como escribió la famosa

naturalista Rachel Carson: «Si un niño va a conservar

su sentido innato de curiosidad, necesita la compañía

de por lo menos un adulto con quien pueda compar-

tirlo, redescubriendo con él el gozo, entusiasmo y

misterio del mundo en que vivimos».

Cada niño necesita descubrir la magia de hacer

figuras de nieve, chapotear en los charcos o trepar

árboles. Los padres necesitan tomar las cosas con

calma y saborear los preciosos años con los niños que

Dios les ha confiado. Los años no regresan. Antes de

que te des cuenta tus hijos ya son adultos. La relación

que tengas luego con él dependerá de la calidad del

tiempo que pasaron juntos, en sus primeros recuerdos

Como hijo de refugiados europeos que huyeron

a Sudamérica durante la segunda guerra mundial, yo

crecí en los bosques de Paraguay. Mis padres criaron

Capítulo 3 • Grandes expectativas 43

Page 54: Su Nombre Es Hoy

a sus siete hijos con los principios educativos de

Froebel, enfocándose en la importancia de jugar, cantar

y contar historias, teniendo al aire libre como nuestro

mejor salón de clases.

Nosotros no tuvimos un lujoso patio de juegos y

nada que pudiera clasificarse como equipos de juegos

infantiles. Lo que sí tuvimos fue una enorme pila

de arena y un río cercano donde nos entreteníamos

durante horas. Esos lugares se volvieron nuestros

amigos. Ahí nuestra imaginación se desataba sin

límites, construíamos castillos, casas y cualquier cosa

que soñáramos. Al estar habitualmente al aire libre,

descubríamos insectos, plantas y animales.

Éramos totalmente felices con nuestras aventuras, y

no deseábamos nada más. Disfrutábamos de un tiempo

fabuloso y con frecuencia nuestros padres y maestros

tenían dificultad para que regresáramos a realizar

nuestras tareas en la granja, que eran bastantes. En la

era moderna actual, la importancia de una pila de arena

puede redescubrirse. ¡Si a mí me mantuvo feliz, segu-

ramente mantendrá felices a otros niños!

Una vez alguien le dio a mi familia un pequeño

mono como mascota. Le pusimos por nombre

«Berto». Era muy vivaz y cariñoso. Berto se volvió

parte de nuestra familia y saltaba encima de nuestros

s u n o m b r e e s h o y44

Page 55: Su Nombre Es Hoy

hombros cuando salíamos a pasear. Lo queríamos

mucho. Sin embargo, tenía una muy mala costumbre,

que a nuestro vecino Martín no le agradaba. Berto

siempre se comía todos los tomates y otras legum-

bres del jardín que Martín plantaba y cultivaba con

gran esfuerzo y cuidado. Aunque sus hijos también

disfrutaban del mono, Martín se quejaba con mi padre,

Heinrich, por los hurtos que Berto perpetraba en

su jardín. Mi padre tuvo que encontrar la manera de

deshacerse del mono. Un día me pidió que le ayudara a

regresar a Berto a la selva.

Ese fue un día difícil, todos los niños lloramos,

incapaces de imaginar a nuestra familia sin él. Yo

valientemente fui con mi padre y llevamos a Berto

hasta lo profundo de la jungla. Cuando pensamos que

ya habíamos caminado bastante lejos, mi padre lo dejó

ir y Berto muy contento se trepó al árbol más cercano.

Los monos son increíblemente inteligentes. Pueden

imitar la conducta humana, como decir adiós con sus

patas, reír y llorar. Así que, cuando nos dimos vuelta

y comenzamos a irnos, Berto se despidió de nosotros.

Con pena regresamos a casa.

Cuando llegamos, Berto nos estaba esperando en

la puerta de la casa. Estaba muy contento de vernos y

movió sus brazos para darnos la bienvenida. Después

Capítulo 3 • Grandes expectativas 45

Page 56: Su Nombre Es Hoy

de haberlo liberado seguramente se columpió de árbol

en árbol a gran velocidad para llegar a nuestra casa

antes de que nosotros regresáramos. Los niños reímos

y lloramos de alegría, pero también sabíamos que no

se podía quedar.

Después de algunos días llevamos a Berto de regreso

a la jungla. Esta vez nos fuimos mucho más lejos y

cruzamos un río antes de liberarlo. Ya que los monos

no pueden nadar, sabíamos que esta partida sería defi-

nitiva y sería la última vez que yo podría llevarlo sobre

mi hombro. Su partida dejó un gran vacío en nuestra

familia, pero me hizo entender otro aspecto de la

conducta de los animales, desde la imitación hasta los

instintos de regresar a casa; y de los comportamientos

de los seres humanos, cuando aprendemos a dejar algo

que amamos. Mi padre era mi héroe. Otro colorido

capítulo en nuestra historia familiar relata su partici-

pación y amor tan activos en nuestras vidas como en

nuestras aventuras con animales. Una vez le dio a mi

pequeña hermana María una hermosa gata negra a la

que ella llamó Puss. Ese verano, una severa epidemia

de rabia asoló el área, matando vacas, caballos y

muchas mascotas familiares. El brote de rabia se tornó

cada vez peor, diezmando nuestro ganado, que era

nuestra principal fuente de ingresos. En un esfuerzo

s u n o m b r e e s h o y46

Page 57: Su Nombre Es Hoy

por detener el contagio de la peste, el gobierno local

ordenó que todas las mascotas fueran exterminadas.

Los cuatro hijos le suplicamos a nuestro padre que

encontrara una manera de salvar a Puss. Ante tal

pedido, construyó una pequeña jaula detrás de nuestra

casa, donde la gata permaneció día y noche. Cada

mañana y cada noche permitía a Puss bajar por una

pequeña escalera, de manera que Puss pudiera hacer

sus necesidades fisiológicas y regresar a la jaula. Puss

pronto se acostumbró a la nueva rutina y esperaba

pacientemente la llegada de mi padre.

Nuestra gata debía estar en completo aislamiento

por seis semanas, tiempo necesario para estar seguros

de que no había sido contagiada por la rabia. Durante

ese tiempo tuvimos terminantemente prohibido

tocarla. Finalmente, con gran regocijo, pudimos liberar

a Puss de su solitario confinamiento, que había salvado

su vida. Se convirtió entonces en el único gato del

pueblo que había sobrevivido. Y mi padre, respon-

diendo a la compasión de sus hijos en lugar de tomar la

ruta más fácil, nos dio así otra lección de vida, esta vez

de integridad.

Al reflexionar sobre mi niñez, comprendo que la

pobreza y la enfermedad proliferaban, y el trabajo

físico era parte de la vida diaria. En nuestra casa no

Capítulo 3 • Grandes expectativas 47

Page 58: Su Nombre Es Hoy

teníamos plomería ni calefacción, y por muchos años

tampoco tuvimos electricidad. Las comidas se coci-

naban directamente al fuego, y siempre teníamos que

cortar y apilar la leña y acarrear el agua. La hierba era

dura, pesada y alta, sobre todo después de la lluvia,

y se tenía que cortar con un machete. Cuando era

adolescente, me quejaba de los interminables queha-

ceres, pero a mis padres no les daba lástima. Al mirar

atrás estoy agradecido. Ahora veo como su insistencia

me enseñó autodisciplina, concentración, perseve-

rancia y la capacidad de superación: todas las cosas que

necesitas para ser un padre.

Es importante dar a los niños tareas y esperar que

ellos contribuyan a la familia de manera cotidiana.

Esto no es lo mismo que programar una serie organi-

zada de actividades deportivas, sociales y académicas,

despojándolos del tiempo que necesitan para desarro-

llarse por su cuenta.

Dando por sentado que los niños deberían ser

impulsados y estimulados intelectualmente, se les debe

enseñar a articular sus sentimientos; a leer, escribir,

desarrollar y defender una idea, pensar críticamente.

Pero, ¿cuál es el propósito de la mejor educación

académica si no logra preparar a los niños para la vida?

s u n o m b r e e s h o y48

Page 59: Su Nombre Es Hoy

El deseo de los padres de tener niños brillantes es

sin duda otro signo de nuestra visión distorsionada,

un reflejo de la manera en que tendemos a ver a los

niños como pequeños adultos. Y el mejor antídoto

para eso es renunciar por completo a todas nues-

tras expectativas como adultos, ponernos al mismo

nivel de nuestros hijos y mirarlos a los ojos. Solo

cuando comencemos a escuchar lo que están diciendo,

sabremos lo que están pensando, y veremos las metas

que hemos establecido para ellos desde su punto de

vista. Solo entonces seremos capaces de poner a un

lado nuestras propias ambiciones para ellos. Como

escribe la poetisa Jane Tyson Clement:

Niño, aunque estoy para enseñarte mucho

al final, de qué se trata

sino de que juntos

debemos ser hijos del mismo Padre

y yo debo desaprender

toda la estructura adulta

y el estorbo de los años

y tú debes enseñarme

a mirar la tierra y el cielo

con tu original curiosidad.7

Capítulo 3 • Grandes expectativas 49

Page 60: Su Nombre Es Hoy

Capítulo 4

Salir de la pantallaNo es fácil enderezar en el roble lo torcido

que crece en el retoño.

P r o v e r b i o d a n é s

Los niños del siglo xxi pueden navegar

mundos distantes desde los controles de sus video-

juegos, pero no están equipados con una comprensión

del mundo real fuera de su ventana. Las fascinantes

opciones de entretenimiento los capturan casi tan

pronto como puedan enfocar sus ojos.

Como padres y maestros, sabemos que demasiada

tecnología es mala para los niños. Y todos hemos

escuchando terribles historias sobre el acoso ciberné-

tico, los fácilmente accesibles sitios de pornografía y

los depredadores sexuales en la Internet. Los padres

pueden tratar de establecer controles sobre lo que sus

hijos pueden ver y limitar su tiempo para verlo.

51

Page 61: Su Nombre Es Hoy

Pero, ¿qué pasa si la tecnología misma resulta ser mala

para los niños?

En el Reino Unido, el editor de la sección educativa

del Telegraph, Graeme Paton, llama la atención hacia

una tendencia alarmante:

De acuerdo con los maestros, un creciente número

[de niños] carece de las habilidades motoras necesa-

rias para jugar con bloques de construcción debido

a la «adicción» a las tabletas y teléfonos inteligentes.

Muchos niños de tres o cuatro años de edad pueden

«manejar la pantalla táctil» pero tienen poca o ninguna

destreza en sus dedos después de pasar horas pegados

a sus iPads…

Los miembros de la Asociación de Maestros y

Profesores también advirtieron que los niños mayores

fueron incapaces de completar los tradicionales

exámenes con papel y pluma debido a que su memoria

había sido deteriorada por la excesiva exposición a la

tecnología basada en la pantalla. Pidieron a los padres

tomar medidas enérgicas en cuanto al uso de las

tabletas e incluso desconectar la señal de Wi-Fi en

la noche para enfrentar el problema.1

Rhonda Gillespie es una especialista en infantes y

niños pequeños que ha trabajado en la educación

para la primera infancia durante décadas. Cuando le

s u n o m b r e e s h o y52

Page 62: Su Nombre Es Hoy

pregunté qué pensaba de la tecnología y los niños,

compartió conmigo su propia historia:

He visto un impacto devastador sobre los niños

durante los últimos 20 años. La tecnología ataca el

fundamento necesario para un desarrollo saludable.

Cuando era niña, nuestro vecindario era seguro

y yo jugaba afuera todos los días con mis amigos.

Usábamos nuestra creatividad e imaginación, mejorá-

bamos nuestras habilidades para resolver problemas y

desarrollábamos cuerpos sanos. Pero, para el tiempo

que mi hijo estaba creciendo, rara vez vimos a los

niños del vecindario jugando afuera. La tendencia ha

cambiado y estar afuera se percibe como inseguro.

Tuve que volver a trabajar tiempo completo, lo que

significó días largos y menos tiempo en las tardes para

jugar y disfrutar con mi hijo al aire libre. El error más

grande que cometí fue haberle comprado su primera

consola de videojuegos. Todo comenzó con reglas y

tiempo límite para usarla, pero a medida que el tiempo

avanzaba también transcurrieron las horas con el

control de la consola.

Al principio, parecía como una solución donde

ambos ganábamos: él estaba interactuando con niños

de todo el mundo y ocasionalmente podía socializar

con los de su edad. Se volvió bueno en algunos juegos

y aumentó su confianza. Siempre pensé que en algún

Capítulo 4 • Salir de la pantalla 53

Page 63: Su Nombre Es Hoy

momento encontraría amigos con quien jugar en el

vecindario. La socialización siempre ha representado

un reto para él, y las compañías de videojuegos con

frecuencia promocionan sus productos como un

puente para hacer contactos. Ahora siento que le fue

negada la oportunidad de desarrollar relaciones sanas.

Mi hijo ya tiene 17 años. Puede mandar mensajes de

texto todo el día, pero cuando está con gente alrededor

no sabe qué decir o cómo iniciar una conversación. Él

dice que se siente cómodo hablando con gente a través

de la computadora porque así no es acosado ni intimi-

dado. Pero el otro lado es que no aprendió a superar

esos incómodos momentos de la infancia, que son una

oportunidad para el crecimiento. Si nunca hubiera

tenido la opción de «amigos» en Internet, ¿hubiera

aprendido mejores habilidades sociales?

Parte de la niñez tiene que ver con la resolución de

problemas, con desarrollar estrategias y soluciones

para los problemas de la vida cotidiana. La vida se ha

vuelto más fácil con la tecnología, pero también hace

que los niños no estén familiarizados con el proceso

del éxito: el trabajo intenso y la paciencia. Hemos

creado una generación que espera las cosas inmedia-

tamente sin esfuerzo alguno. Por ejemplo, cuando

yo estaba en la escuela podía ocupar meses en un

ensayo de investigación, haciendo muchos viajes a la

s u n o m b r e e s h o y54

Page 64: Su Nombre Es Hoy

biblioteca, dedicando horas estudiando, recopilando

datos y verificándolos. Mi hijo ahora puede producir

el mismo informe en pocas horas en su computadora,

sin la necesidad de verificación o prueba.

La accesibilidad de los dispositivos de pantalla

ha provocado un deterioro significativo en la resis-

tencia de los niños, su autodeterminación, su deseo

de trabajar arduamente, y su sentido de orgullo por

lograr o alcanzar algo. Además la socialización entre

los niños se está extinguiendo.

Sabemos que la salud física está siendo afectada por el

tiempo frente a la pantalla: especialmente la vista, la

audición y el peso. Pero también necesitamos consi-

derar cómo ataca el alma de un niño. Muchos niños se

encuentran incapaces de comunicarse con una persona

real que requiere una atenta respuesta verbal. Cada

vez son más los niños pequeños que llegan a prees-

colar con dificultades del habla; algunos ni siquiera

hablan en absoluto. Puesto que esto es un rasgo diag-

nosticable en el espectro del autismo, ¿cuántos niños

podrían ser clasificados como autistas cuando simple-

mente no han tenido la oportunidad de aprender la

interacción humana?

En mi trabajo de resolución de conflictos en las

escuelas, a veces hablo con adolescentes que no saben

Capítulo 4 • Salir de la pantalla 55

Page 65: Su Nombre Es Hoy

quiénes son, qué es lo auténtico de sí mismos y cuál

es la máscara. Han ocupado sus años de crecimiento

usando diferentes personajes o «avatares» en varios

mundos imaginarios, y si ellos pueden hacer esas

falsas fachadas más sofisticadas y atrevidas de lo

que cualquier humano podría esperar, no debemos

sorprendernos si llegan a odiarse a sí mismos. Esto

conduce a la desesperación, la depresión y, en dema-

siados casos, al suicidio.

En muchos niveles, una adicción a los videojuegos

es tan peligrosa como el abuso del alcohol o las drogas.

Puede conducir compulsivamente a los niños hacia

mundos incluso más oscuros, con una salida nada

fácil. No es de sorprender que muchos de los tiroteos

en las escuelas hayan sido llevados a cabo por ávidos

jugadores. Parecen incapaces de diferenciar entre los

juegos violentos y las consecuencias del asesinato en

el mundo real, e incapaces de sentir remordimiento

por sus acciones o compasión por sus víctimas. Reac-

cionamos conmocionados cuando escuchamos sobre

niños soldados reclutados a la fuerza en los ejércitos

del tercer mundo. Pero puede resultar más difícil ver

las jóvenes milicias que crecen en nuestros propios

hogares, manipulados tan cruelmente como sus

contrapartes más distantes.

s u n o m b r e e s h o y56

Page 66: Su Nombre Es Hoy

Ahora la primera generación de jugadores ha llegado

a la edad de la paternidad, muchos sin haber superado

su adicción. Los padres llegan del trabajo a la casa

solo para desaparecer dentro de un mundo de fantasía

violenta. Los juegos los mantienen atrapados en la

adolescencia, gastando horas en un universo paralelo

que les absorbe el tiempo que deberían estar ocupando

conectándose con la realidad de sus hijos, jugando con

ellos o leyéndoles un cuento antes de dormir.

La tecnología afecta a personas de todas las edades,

sencillamente porque transfiere nuestro interés y

consideración de los seres humanos a las máquinas. Es

especialmente dañina para los niños pequeños, quienes

acostumbran depender de los adultos cercanos a ellos

como su guía y ejemplo. En su libro, Simplicity Parent-

ing, el educador Kim John Payne aborda este punto:

Joseph Weizenbaum, desaparecido profesor del MIT

[Instituto de Tecnología de Massachusetts] y pionero

de la inteligencia artificial, llegó a preguntarse sobre lo

apropiado de la tecnología de las computadoras para

los niños pequeños. Él cuestionó si queremos exponer

a nuestros niños pequeños ante las mentes artificiales

que no tienen valores humanos o incluso sentido

común. Weizenbaum creía que hay cualidades trans-

cendentes de la interacción humana que nunca podrán

Capítulo 4 • Salir de la pantalla 57

Page 67: Su Nombre Es Hoy

ser duplicadas por las máquinas; él usó como ejemplo:

«la mirada sin palabras que un padre y una madre

comparten ante la cama de su hijo durmiendo».

Usadas a una edad demasiado temprana, ¿será que

la pantalla bidimensional de una computadora real-

mente afecta a los niños pequeños, e interfiere con

sus complejos sistemas de aprendizaje de relaciones

y exploración sensorial? Yo no creo que las compu-

tadoras deban ser parte de la vida diaria de los niños

pequeños. ¿Qué tan curiosos serán los niños, qué tan

mentalmente ágiles, creativos y persistentes serán para

buscar respuestas a sus preguntas si, a una edad tan

temprana, aprenden primero a buscar en Google, y

hacer preguntas después (o ni siquiera preguntar)?2

Aun entre las familias más pobres, es raro encontrar

un hogar sin una televisión o una computadora. Puede

no haber suficiente comida en la alacena, pero la tele-

visión se considera obligatoria. Aunque los padres que

trabajan arduamente pueden señalar que no les alcanza

para pagar una niñera, y que al menos sus hijos están

en casa y seguros, debemos preguntar: ¿seguros de

qué? Mucho de lo que están absorbiendo puede enve-

nenar el espíritu del niño.

No existe manera fácil de aliviar la carga que

la tecnología impone sobre los niños. Pero si los

s u n o m b r e e s h o y58

Page 68: Su Nombre Es Hoy

amamos, no podemos caer en la resignación solo

porque no sabemos por dónde empezar. Una manera

de tomar acción es dando a los niños más «espacio en

blanco». En un libro, el espacio en blanco es el espacio

entre las líneas de texto, los márgenes, el espacio extra

al comienzo de un capítulo. Permite que el texto

«respire» y le da a los ojos un lugar para descansar.

El espacio en blanco no es algo de lo que estás cons-

ciente cuando lees un libro. Se trata de lo que no está

ahí. Pero si no está, tendrías que notarlo de inmediato.

Es la clave de una página bien diseñada.

Así como los libros requieren el espacio en blanco,

también los niños. Necesitan espacio para crecer, en

un espacio protegido ante la embestida de la era de

la información. No se necesita una mente brillante

para ver los efectos de la falta del espacio en blanco.

Cuando los niños están abrumados por el entrete-

nimiento, los bienes materiales, las altas presiones

académicas, y con frecuencia una vida familiar

inestable, es como si las baterías de una lámpara se

estuvieran agotando. Su luz se reduce en intensidad

y no saben qué está mal. Si les negamos el tiempo, el

espacio y la flexibilidad que necesitan para desarro-

llarse a su propio ritmo, no serán capaces de recargar

sus baterías.

Capítulo 4 • Salir de la pantalla 59

Page 69: Su Nombre Es Hoy

Lao-Tzu, el antiguo filósofo chino, nos recuerda

que «no es la arcilla que echa el alfarero lo que le da a

la vasija su utilidad, sino el espacio en su interior». Si

la estimulación y la dirección son la arcilla, entonces

el tiempo para uno mismo es el espacio interior. Las

horas ocupadas a solas, soñando despierto o en el

silencio de las actividades no estructuradas —preferi-

blemente al aire libre, en la naturaleza—, infunden un

sentido de seguridad e independencia y proporcionan

la tranquilidad necesaria en el ritmo del día. Los niños

se desarrollan en silencio. Sin distracciones externas

a menudo se volverán tan inspirados en lo que están

haciendo que estarán totalmente ajenos a todo lo que

pasa a su alrededor. Desafortunadamente, el silencio

es un lujo de tal magnitud que rara vez se les permite

la oportunidad para ese tipo de concentración sin

interrupciones.

Como padres y cuidadores, ¿cómo podemos encon-

trar maneras creativas de dar a los niños más silencio

y espacio? En las escuelas, algunos maestros se paran

en la puerta del aula con una bolsa, confiscando por el

tiempo que dura la clase todos los teléfonos y tabletas,

a fin de que los niños puedan concentrarse. Otros

envían a casa cartas a los padres solicitando reducir

el tiempo de entretenimiento después de las horas de

s u n o m b r e e s h o y60

Page 70: Su Nombre Es Hoy

escuela. Señalan que los niños tienen más probabili-

dades de hacer sus tareas y dormir bien en la noche.

Explican que, al absorber menos violencia, son menos

propensos a las peleas, altercados, el acoso y la intimi-

dación en la escuela.

Sé de otros que han negociado con la administra-

ción de su escuela eliminar el uso de la tecnología en

el salón de clases, una batalla cuesta arriba ahora que

las computadoras han llegado a considerarse indispen-

sables. Pienso que esos maestros tienen un argumento

bien fundado: puesto que los niños pasan muchas

horas en sus casas pegados a distintas pantallas, ¿se

beneficia en algo su educación o bienestar físico si la

escuela se asegura de que hagan lo mismo durante el

día? Si el resultado es inquietud, conducta agresiva y

falta de concentración, ¿se están logrando las metas de

la escuela?

En Los Altos, California, los hijos de los ejecutivos

de las grandes compañías tecnológicas de Google,

Apple y Hewlett-Packard asisten a la escuela Waldorf.

El periódico New York Times informa:

Las principales herramientas de enseñanza en la

escuela son todo menos alta tecnología: plumas y

papel, agujas para tejer y en ocasiones lodo. No se

encontrará una computadora. Nada de pantallas.

Capítulo 4 • Salir de la pantalla 61

Page 71: Su Nombre Es Hoy

Nada de esto se permite en el salón de clases, la escuela

desaprueba su uso incluso en el hogar.

En todo el país las escuelas se han apresurado

en dotar de computadoras a sus salones de clases,

y muchos legisladores dicen que sería una tontería

no hacerlo. Pero un punto de vista contrario puede

encontrarse en el mismo epicentro de la economía

tecnológica, donde algunos padres y educadores

tienen un mensaje: las computadoras y las escuelas

no se mezclan...

La maestra Cathy Waheed, ex ingeniera en compu-

tación, trata de hacer el aprendizaje irresistible y a la

vez predominantemente tangible. El año pasado les

enseñó a los niños fracciones pidiéndoles que cortaran

alimentos: manzanas, quesadillas y un pastel o torta;

en mitades, cuartos y dieciseisavos. «Durante tres

semanas —dijo— comimos aprendiendo fracciones.

Cuando hice suficientes fracciones con las rebanadas

del pastel para que todos comieran, ¿crees que me

pusieron atención?»…

Paul Thomas, un antiguo maestro y actual profesor

asociado de educación en la Universidad Furman

dice lo siguiente: «La enseñanza es una experiencia

humana. La tecnología es una distracción cuando lo

que se necesita es aprender a leer, escribir, contar y

pensar críticamente»…

s u n o m b r e e s h o y62

Page 72: Su Nombre Es Hoy

Y cuando los promotores de dotar a los salones

de clases con tecnología dicen que los niños nece-

sitan tiempo en las computadoras para competir en

el mundo moderno, los padres en la escuela Waldorf

responden: ¿cuál es la prisa, si ahora resulta tan fácil

adquirir esas destrezas?3

Si los ejecutivos en el mundo de la alta tecnología

eligen una escuela que protege a sus hijos de las

computadoras, otros padres y maestros necesitan escu-

char eso. Pero aun si las escuelas no están dispuestas a

desechar su venerada tecnología, existen programas al

aire libre que pueden hacer maravillas en la confianza

de los niños. En ocasiones, todo lo que los niños nece-

sitan es una oportunidad para descubrir por sí mismos

que el mundo real es más interesante que el mundo

virtual. Laurie Rankin, quien trabaja con el programa

«Big Brothers, Big Sisters» (Hermanos mayores,

Hermanas mayores), cuenta esta historia:

Estaba dirigiendo una caminata en las montañas de

Catskills, tuvimos un clima excelente y una buena

participación. Recuerdo particularmente a Lance,

de 13 años, quien llegó con sus audífonos puestos,

escuchando música ruidosa y agresivamente me dijo:

«Yo no quiero estar aquí». Le respondí: «¡Gracias por

acompañarnos!». Su hermana menor, Jess, de 11 años,

Capítulo 4 • Salir de la pantalla 63

Page 73: Su Nombre Es Hoy

era tranquila y tímida. Cuando pasamos por grandes

peñascos junto al sendero del bosque, le sugerí tratar

de escalar las rocas. Tímidamente me respondió: «No,

no puedo hacer eso». Yo seguí animándola y, final-

mente con mi ayuda, se trepó muy cuidadosamente

en la cima de una roca. Casi se mantuvo de pie, pero

luego, un tanto asustada, se bajó con una gran sonrisa

en su rostro.

Noté que Lance estaba observando. Nos detu-

vimos en la próxima roca y esta vez Jess subió hasta

la cima y en tono triunfal alzó sus brazos arriba de su

cabeza. Lance deslizó los audífonos sobre su cuello y

le recomendó que tuviera cuidado. Pero en el próximo

montón de rocas, Lance estaba escalando con su

hermana, y le sugirió que se tomaran de las manos,

asegurando sus pies y celebrando juntos el triunfo en

la cima.

Fue magnífico ver a este equipo de hermanos ganar

confianza ese día. Las tensiones que pudieron sentir

en otros momentos de sus vidas, como leer un texto

en voz alta en clase o discutir una mala acción con

un adulto, se harían más ligeras porque conquistaron

algunas rocas.

El año siguiente, la primera persona en salir de la

camioneta fue Lance. No había audífonos a la vista.

No podía esperar a mostrarme lo que tenía en su

s u n o m b r e e s h o y64

Page 74: Su Nombre Es Hoy

mochila: algunos guantes para que los niños se los

pusieran cuando escalaran las rocas y una cuerda en

caso de que tuvieran miedo. El muchacho agresivo del

año pasado fue reemplazado por un joven que ahora

era un líder del grupo.

No todos vivimos tan cerca de bosques y arroyos

como desearíamos. Pero los maestros creativos pueden

hacer mucho con poco. Dana Wiser, un amigo mío,

recuerda cómo la maestra de su hija encontró una

manera de darles a sus alumnos espacio en blanco

durante el día:

Cuando mi hija Mary estaba en primer grado, tuvo

suerte de tener una maestra sabia con respecto a

los niños y la naturaleza. Ella animaba a cada niño

a adoptar uno de los árboles que rodeaban el patio

de juegos de los niños. El «árbol-mascota» de Mary

era un sicómoro, fuerte y alto, y de un ancho que

le permitía esconderse detrás. Cada niño estudió el

árbol adoptado, dibujando sus hojas y el diseño de su

corteza. El tiempo tranquilo con sus árboles mascotas

fue muy especial, y cuando algo del día en la escuela

le molestaba a Mary, todo lo que tenía que hacer era

visitar su sicómoro para recibir consuelo de su fuerza

y reconfortarse con su sombra. Luego amaría todos los

árboles, especialmente los sicómoros, toda su vida; más

Capítulo 4 • Salir de la pantalla 65

Page 75: Su Nombre Es Hoy

que eso, algo del poder sanador de la naturaleza vive en

su corazón como un regalo de su árbol mascota.

El espacio en blanco y la naturaleza pueden ser sana-

dores para los niños con problemas. Pero, como la

mayoría de los remedios, funcionan mejor si se toman

de manera preventiva. Podemos hacer cambios con

anticipación antes de que las cosas lleguen a una

situación desesperada. ¿Puedes estar sin un televisor?

Miles de familias lo hacen, con resultados alentadores.

Habiendo crecido sin televisión, me resulta más fácil

dejarla fuera de mi casa, evitándoles a nuestros niños

la propaganda que incansablemente les informa, entre

otras cosas, de lo último en la avanzada tecnología que

«tienen que tener».

Si varias familias cercanas optaran por estar libres

de pantallas, podría convertirse en una corriente de

opinión pública. Los niños podrían jugar juntos y los

adultos no se sentirían como si fueran los únicos al

margen de los tiempos.

En mi casa, como en muchas, las computadoras

son solo herramientas para que los adultos hagan

su trabajo; no las usamos para entretenimiento. Mis

hijos solo aprendieron a teclear en la escuela secun-

daria, cuando sus trabajos finales fueron lo bastante

extensos para justificar el esfuerzo. Los padres pueden

s u n o m b r e e s h o y66

Page 76: Su Nombre Es Hoy

apoyar la investigación de sus hijos, ayudándoles en las

búsquedas de Internet si son necesarias, pero también

yendo juntos a la biblioteca e intercambiando libros.

Es una excelente oportunidad para señalar que en la

Internet cualquiera puede decir cualquier cosa, pero

eso no significa que sea verdad.

Las noticias del mundo deben ser parte de la educa-

ción de un niño, pero no necesitan estar acompañadas

de imágenes gráficas. Ya es bastante duro para noso-

tros como adultos procesar el dolor y sufrimiento

que vemos en las noticias todos los días, sin volvernos

insensibles o dejar que se endurezcan nuestros cora-

zones. Si los adultos dedican el tiempo para leer sobre

los acontecimientos de actualidad o escuchar la radio

pública, podemos tratar temas difíciles en una manera

que respete la edad y la comprensión del niño. Esto

puede dar la ocasión para una discusión más extensa

sobre el sufrimiento en el mundo y lo que podemos

hacer para aliviarlo.

La clave, por supuesto, es nuestro propio tiempo.

En nuestras sobrecargadas vidas como adultos, no

estamos seguros de tener tiempo para trabajar y

jugar juntos con nuestros hijos, o sentarnos con

ellos y hablar acerca de las noticias. En la escuela, los

plazos del fatídico plan de estudios pueden impedir

Capítulo 4 • Salir de la pantalla 67

Page 77: Su Nombre Es Hoy

que los maestros lleven a sus niños a relacionarse con

los árboles.

Aun así, cuando pensamos en las alternativas, vale

la pena hacer el tiempo, y hacerlo ahora. Solo tenemos

juntos estos pocos años. La sociedad puede lamentar

una epidemia de adolescentes perdidos, cínicos, inca-

paces de sentir compasión o empatía. Pero, si los

espíritus de los niños no son guiados y protegidos por

los que están cercanos a ellos, ¿qué podemos esperar?

Es hora de que hagamos un escrutinio de todos

los ingeniosos aparatos en nuestra propia vida que

todos consideran ahorradores de tiempo. Cuando

nos sentamos y mandamos mensajes de texto en la

banca del parque de juegos mientras nuestros hijos

juegan solos, ¿el tiempo de quién estamos ahorrando?

Cuando enviamos un correo electrónico más, leemos

un artículo más, jugamos un nivel más del videojuego

mientras los niños están alrededor, les estamos

diciendo que otra cosa es más importante que ellos.

Podemos hablar todo lo que queramos sobre las adic-

ciones tecnológicas de los niños, pero el problema

comienza muy cerca del hogar.

Pongamos a un lado nuestros teléfonos inteligentes

y sintonicemos con las maravillas vivientes y palpi-

tantes que nos están esperando para que las miremos

s u n o m b r e e s h o y68

Page 78: Su Nombre Es Hoy

y les prestemos atención. Apaguemos la máquina,

tomemos de la mano a nuestros hijos y mostrémosles

que el mundo real es un lugar fascinante.

Capítulo 4 • Salir de la pantalla 69

Page 79: Su Nombre Es Hoy

Capítulo 5

Niño materialDonde esté tu tesoro,

allí estará también tu corazón.

J e s ú s d e N a z a r e t

En una época en la cual el dólar ha exten-

dido su maleficio por todos los rincones de la vida

pública y privada, el peligro más insidioso para los

niños puede ser la lente económica a través de la cual

los vemos. Mientras los aspirantes a padres debaten las

cargas, riesgos o responsabilidades de invertir en los

niños, las otras partes están calculando las ganancias y

los beneficios.

En otras palabras, el mismo materialismo que

engendra tal hostilidad hacia los niños también les da

la bienvenida con los brazos abiertos cuando tienen

dinero para gastar. Las leyes laborales pueden haber

eliminado a los niños de la fuerza de trabajo en el

71

Page 80: Su Nombre Es Hoy

mundo occidental, pero nuestra generación tiene su

propia forma de esclavitud que es igual de efectiva:

el descubrimiento del niño como consumidor. No

contentos con saquear los bolsillos de los adultos

para alimentar la economía, los publicistas han descu-

bierto en los niños el mercado más lucrativo de todos.

Los niños y adolescentes de hoy son los blancos más

fáciles y los aduladores más convincentes, y han sido

exitosamente aprovechados para tironear de las fibras

sensibles de sus padres hasta conseguir lo que quieren.

Las empresas que fijan su mirada en los niños antes

de que hayan aprendido a hablar están incurriendo en

nada menos que abuso infantil. Los estudios demues-

tran que hasta que cumplen los ocho años, la mayoría

de los niños ni siquiera pueden diferenciar entre la

charla promocional de un vendedor y un cuento.1 La

propaganda nos divide a los padres de nuestros hijos.

Llega ahí primero, robándonos la oportunidad de ser

guardianes y protectores. En lugar de eso, estamos

tratando de ponernos al día, e intentando disuadirlos

de algo que escucharon de una fuente convincente. Los

padres que contradicen el mantra de «cómpralo ahora»

encaran a hijos que los acusan de ser mezquinos y no

entenderlos. ¿Cuántas veces hemos escuchado «todo el

mundo lo tiene» o «todo el mundo lo hace»?

s u n o m b r e e s h o y72

Page 81: Su Nombre Es Hoy

Los comerciantes han encontrado cientos de

maneras de desacreditar a los padres y explotar la

tendencia natural del niño a rebelarse en contra de las

mismas personas cuya dirección más necesitan. Pero

en lugar de ellos, ¿la autoridad de quién están acep-

tando? ¿Debe una compañía decirle a tu hijo quiénes

deben ser sus amigos, o cómo deben vestirse, hablar,

actuar y pensar?

Desafortunadamente también las escuelas pueden

volverse conductos para las empresas. En distritos de

todo del país, los incentivos financieros como compu-

tadoras, libros de texto digitales, equipos deportivos

y máquinas expendedoras, se están usando para

convencer a los directores para que firmen contratos

con las grandes empresas de renombre que obtienen

los derechos exclusivos para comercializar sus

productos entre un público joven y cautivo.

A pesar del hecho de que millones alrededor del

mundo crecen en una pobreza extrema, la mayoría

de los niños en las regiones desarrolladas de Europa

occidental y Estados Unidos tienen mucho más de lo

que necesitan. Estamos criando una generación que

solo puede calificarse de niños malcriados. Pero no le

echemos toda la culpa a la constante dieta de comer-

ciales. Este problema tiene raíces más profundas.

Capítulo 5 • Niño material 73

Page 82: Su Nombre Es Hoy

Los niños malcriados a menudo son el resultado

de padres malcriados: padres que insisten en salirse

con la suya, y cuyas vidas se estructuran en torno a la

ilusión de que una gratificación instantánea produce

felicidad. Los niños son consentidos no solo por una

sobreabundancia de comida, juguetes, ropa y otras

cosas materiales. Es tan fácil consentirlos simplemente

al cumplirles sus caprichos. ¿Cuántas madres están

agotadas gastando toda su energía para mantenerse al

día con las demandas de sus hijos, cediendo solo para

mantenerlos tranquilos?

Evidentemente, una cosa es satisfacer los deseos

del niño. Crear un hogar —un lugar de amor y

seguridad— es un asunto muy diferente. Desgracia-

damente, muchos padres hoy carecen de un sentido

de lo que esto significa. Están «demasiado ocupados»

para pasar tiempo con sus hijos. Algunos están tan

preocupados por sus empleos o sus actividades de ocio

que aun cuando ven a sus hijos al final de un largo día,

no tienen energía para estar con ellos. Pueden estar

sentados en la misma habitación —incluso en el mismo

sofá— pero sus mentes están en otra parte.

Si culpamos a los medios de comunicación por el

egoísmo de nuestros hijos, pasamos por alto la codicia

en nuestros corazones. Nuestros hijos pueden ver

s u n o m b r e e s h o y74

Page 83: Su Nombre Es Hoy

cuánto dinero y tiempo gastamos en nosotros mismos.

La mejor manera de ayudarlos es confrontando

nuestra propia obsesión con las cosas y mirar hacia

afuera, hacia ellos y hacia los demás.

En su libro, Making Grateful Kids, Jeffrey J. Froh y

Giacomo Bono señalan una solución:

Si hubiera una nueva droga maravilla en el mercado que

hiciera que los niños se comportaran mejor, mejoraran

sus calificaciones, se sintieran más felices y evitaran

las conductas peligrosas, muchos padres en todo el

mundo estarían dispuestos a vaciar sus cuentas banca-

rias para adquirirla. Asombrosamente, tal producto

realmente existe. No está regulado por la FDA [Admi-

nistración de drogas y alimentos de EE. UU.], no tiene

malos efectos secundarios, es absolutamente gratis y

está disponible para cualquier persona en cualquier

momento. Esta cura milagrosa se llama gratitud.2

¿No resulta extraño que entre más regalos recibe un

niño, es más raro escuchar gracias? Como padres y

maestros, necesitamos redescubrir y guiar a nuestros

niños de vuelta al concepto de que «menos es más».

Esto implicará creatividad. Conozco a un padre que

dedicó tiempo con su hijo de seis años, explicándole

que su familia había caído en el engañoso truco de

algunas compañías que solo quieren ganar dinero.

Capítulo 5 • Niño material 75

Page 84: Su Nombre Es Hoy

Desafió a su hijo a mirar en toda su habitación y sacar

todas las cosas que hubiera conseguido a causa de un

comercial. ¡Luego el papá fue a la sala de estar e hizo

lo mismo! Al niño le quedó una cama, una mesa y una

silla. El papá resultó con un cuarto vacío, y mucho

más tiempo con su hijo.

Otra familia simuló que estaban viajando a Cali-

fornia en una enorme carreta antigua, y tenían que

deshacerse de todas las cosas que no fueran indispensa-

bles. Si los padres e hijos se unen contra la propaganda

comercial ya han ganado la batalla más grande.

Una de las mejores maneras de fomentar la gratitud

es conectarse con otras personas que no han sido tan

bendecidas materialmente. No resulta útil tratar de que

un niño valore su comida generalizando: «Los niños

de África se mueren de hambre». Dudo que un comen-

tario como ese haya convencido a un niño exigente

con la comida. Pero si una familia o un salón de clases

mantienen una correspondencia amistosa con un niño

en Uganda, quizá financiando su educación, de repente

todo cobra sentido. Visualizar los obstáculos que

algunos niños valientes deben superar para siquiera

comer una vez al día o recibir una educación puede

dejar una impresión —y construir una amistad— que

dure toda la vida.

s u n o m b r e e s h o y76

Page 85: Su Nombre Es Hoy

Existen otros puntos de contacto. Algunas fami-

lias tienen una práctica de «juguete recibido, juguete

compartido»; si llega un juguete nuevo, otro deja

la casa y se regala a alguien que lo necesita. Pero el

aprendizaje sobre la gratitud tiene que ir más allá de

juguetes y cosas materiales. Servir como voluntario

en un comedor comunitario, especialmente durante

los días festivos como el de Acción de Gracias, puede

ayudar a que los niños entiendan el significado del

agradecimiento.

Los padres no deben temer hacer algo drástico. Se

necesita tomar una decisión de cierta magnitud para

contrarrestar el mensaje dominante de «busca ser el

número uno». Nuestra sociedad ha estado por tanto

tiempo tan inmersa en él que hacer pequeños cambios

aquí y allá no será suficiente para revertir la tendencia

o ayudar a tu hijo.

Hattie Garlick, una madre británica, documentó

su experiencia familiar luego de que decidieron ya no

gastar más dinero en productos para sus hijos durante

un año. Después de seis meses en el experimento,

escribió lo siguiente:

Comencé a ver que una falta de confianza en mí misma

estaba detrás de muchos de mis gastos. Mi esposo

y yo no tenemos ningún familiar cercano a nuestra

Capítulo 5 • Niño material 77

Page 86: Su Nombre Es Hoy

casa, a una hora de camino. Sin el consejo y apoyo de

familiares a quienes recurrir, había veces que me sentía

temerosa, incompetente y sola.

Era una presa fácil para los vendedores de pro-

ductos. Recuerdo haber estado parada en la sección

de bebés de una tienda de departamentos agitando a

mi bebé que gritaba con dolor de cólicos, mis ojos y

mi mente borrosa por un arco iris de productos color

pastel que prometían «tranquilizar» y «consolar» a mi

hijo irritado, que yo no había logrado calmar. Agotada

y desesperada por hacer lo apropiado, había sucum-

bido ante la idea de que no era lo suficientemente

buena por mí misma. Para ser una buena madre, nece-

sitaba todos esos accesorios: móviles educativos que

tocan las sonatas de Beethoven, clases de lenguaje de

señales para bebés y purés elaborados en fábrica...

Entre los padres existe un sentimiento predomi-

nante de que, con clases costosas y entretenimiento

por doquier, dejar simplemente que tu hijo juegue

afuera con un palo se percibe como pereza o, peor aún,

indiferencia. Pero con los meses, hemos descubierto

que la mayoría de las actividades que disfrutamos

haciendo juntos son de hecho gratuitas: cocinar, cuidar

el jardín, buscar comida, incluso juntarnos con los

vecinos para tomar café y «lecciones de música» (todos

traen los instrumentos que tengan, o incluso solo ollas

y sartenes, y hacemos sonar fuerte la música)...

s u n o m b r e e s h o y78

Page 87: Su Nombre Es Hoy

Resulta que mi hijo Johnny está encantado de

pasar horas construyendo algo con una simple caja

de cartón, pero solo se entretiene unos minutos con

un juguete nuevo. Ahora nos estamos dedicando a

los renacuajos y las verduras en el jardín, y Johnny lo

toma realmente en serio. Cuando llegan sus abuelos

los lleva afuera a observar los pájaros y mariposas y a

hablar sobre cómo crecen las plantas.3

Los niños no ven los beneficios materiales de la misma

manera que los adultos. De mi infancia en América

del Sur, recuerdo a un visitante que nos preguntó a

mis hermanas y a mí si era duro vivir de manera tan

simple. Mirando al extraño me preguntaba si estaba

loco. ¿Duro? ¿Qué quiere decir? No podría imaginar

una infancia más feliz. Pero ahora entiendo el funda-

mento de nuestra felicidad. En lugar de cosas, mis

padres nos dieron tiempo y atención todos los días.

Sin importar qué tan agitado era su horario de activi-

dades, cada mañana trataban de comer con nosotros el

desayuno antes de que fuéramos a la escuela. La idea

de reunirnos como familia, para comer o simplemente

terminar juntos el día ha quedado en el camino. Aun

si lo deseamos, los horarios en conflicto y los largos

recorridos al trabajo con frecuencia lo hacen impo-

sible. Pero sin importar la razón, son los niños los

Capítulo 5 • Niño material 79

Page 88: Su Nombre Es Hoy

que salen perdiendo, y no estoy convencido de que

siempre se trate de una necesidad económica.

Aunque mis padres trabajaban largas horas, hacían

el esfuerzo de juntarnos a todos y reagruparnos al

final del día. Nuestra generación necesita recuperar

este concepto de cimentar una familia para darles a los

hijos un fundamento. Requiere el sacrificio de ambos

padres, pero los resultados hacen que valga la pena.

En mis viajes por el mundo, me he asombrado de

encontrar que en algunos de los lugares más empo-

brecidos de la tierra, en África, América del Sur y el

Oriente Medio, también se da la devoción más grande

hacia la familia y los niños. Esos lugares carecen de

todas las ventajas materiales que damos por sentado en

los sectores desarrollados de Occidente. Las tasas de

mortalidad infantil son altas, el agua está contaminada,

el alimento es escaso y las medicinas están siempre

restringidas, si acaso están disponibles. Los juguetes

son palos o latas, la ropa es andrajosa, los bebés no

tienen cunas ni sillas. Sin embargo, en ninguna parte

he visto sonrisas tan radiantes, abrazos tan cariñosos o

un gran afecto de esa clase entre padres y adolescentes,

ancianos y niños pequeños.

¿Qué hay en las casas lujosas de nuestro propio

país, donde cada necesidad material está más que

s u n o m b r e e s h o y80

Page 89: Su Nombre Es Hoy

apropiadamente atendida, que deja a nuestros hijos en

una condición tan diferente? Puede ser la falta de algo

por lo cual vivir y trabajar, más allá de un auto mejor o

una casa más grande.

No voy a idealizar la pobreza. Existen muchísimos

niños pobres en el «mundo desarrollado», desde los

campos de inmigrantes en la Florida y California

hasta los guetos de Nueva York y el East End de

Londres. En esos lugares, y en muchísimos otros, a

los niños se les niegan las necesidades más básicas, por

no hablar de las trampas adicionales que la mayoría

de nosotros sentimos que merecemos. La privación

da lugar a la negligencia y el abuso. Esos niños están

en mis oraciones diariamente, y su sufrimiento es un

juicio sobre una sociedad donde muchos otros niños

tienen una sobreabundancia asfixiante. Creo firme-

mente que el bienestar de un niño o niña no depende

de su acceso a la riqueza material, sino del conoci-

miento de que son amados.

La Madre Teresa, después de una visita a Nortea-

mérica, señaló que jamás había visto tanta abundancia

de cosas. Pero añadió que tampoco nunca había

visto «tanta pobreza de espíritu, soledad y rechazo…

Esa es la peor enfermedad en el mundo de hoy, no la

Capítulo 5 • Niño material 81

Page 90: Su Nombre Es Hoy

tuberculosis o la lepra… Es la pobreza que surge de la

falta de amor».

¿Qué significa dar amor a un niño? Muchos padres,

especialmente aquellos cuyos trabajos los mantienen

alejados de sus familias por días o incluso semanas

enteras, tratan de superar los sentimientos de culpa

trayendo regalos a casa. Aunque sean bienintencio-

nados, olvidan que lo que sus hijos realmente quieren,

y necesitan, es tiempo y atención, un oído atento y una

palabra de aliento.

En el fondo, todo padre sabe que criar a un hijo

implica más que mantenerlo. Es raro el padre o la

madre que no admite de inmediato que debe dedicar

más tiempo a sus hijos. Mi padre dijo con frecuencia

que invertir en el tiempo que pasas con tus hijos es

más importante que invertir en tu cuenta bancaria.

Obviamente, es imposible vivir sin dinero y bienes

materiales, y cada familia debe tener quien la sostenga,

así como sus planes para el futuro. Pero en última

instancia es el amor que damos a nuestros hijos, y no

las cosas materiales, lo que permanecerá con ellos para

toda la vida. Y eso es algo que todos muy fácilmente

olvidamos con el incentivo de un sueldo más alto o un

mejor trabajo.

s u n o m b r e e s h o y82

Page 91: Su Nombre Es Hoy

Dale, un buen amigo, trabajaba para una de las

firmas de abogados más grandes del mundo. Aunque

una vez ganó más dinero durante un año de lo que

mucha gente ganaría en toda su vida, su sueldo y su

prestigio significaban poco para su familia, quizá

porque nunca estaba en casa para disfrutarlo con ellos.

Las excusas no daban resultado, ni con su esposa ni con

sus hijos, así que más que aferrarse a su posición, Dale

decidió tratar de escuchar. Pronto había escuchado lo

suficiente y decidió que solo había una cosa por hacer:

dejar la firma de abogados. Como él lo cuenta:

Un colega y yo íbamos rumbo a casa, manejando una

camioneta repleta, después de una reunión de niños

exploradores. Mientras los niños jugaban y reían en

los asientos traseros, se aclaró la garganta y abordó un

tema difícil.

«Dale, estás cometiendo un gran error al dejar la

firma de abogados. ¿Comprendes eso?» Se refería

a mi decisión de dar un aviso de renuncia con seis

meses de anticipación—. «No se trata de que puedas

hacer lo que tú quieras —prosiguió—, tienes cinco

hijos. Tienes el deber de darles la mejor vida posible y

enviarlos a las mejores universidades a las que puedan

ingresar. Estás eludiendo tu deber». Dejé que pasaran

unos instantes… Finalmente, le respondí:

Capítulo 5 • Niño material 83

Page 92: Su Nombre Es Hoy

«No fue mi idea. Nunca tuve la intención de reducir

a menos de veinte horas por semana. Mis hijas me

suplicaron que renunciara». Era verdad. Durante

los últimos dos años había combinado 20 horas por

semana como abogado con una cantidad igual de

tiempo sirviendo a hombres que estaban muriendo de

sida y cáncer. Esto fue un cambio dramático de mi vida

como un abogado que vivía en los aviones, abriendo

cuentas en todo el país y trabajando de 80 a 90 horas

por semana. Pero, cuando empezó la guerra en Iraq,

mi trabajo legal de medio tiempo explotó de repente y

pronto ya estaba otra vez en mi horario anterior.

Después de seis semanas en este retroceso, mi hija

desapareció de la escuela: sencillamente no estaba ahí

una tarde cuando fuimos a recogerla. La buscamos por

más de dos horas y finalmente llamamos a la policía.

Más tarde un amigo la encontró caminando sola

sobre una carretera, estaba llorando. Su explicación

fue simple: «Papá, cuando te ibas todo el tiempo, no

importaba. Pero ahora que me he acostumbrado a que

estés aquí ya no puedo soportarlo. Quiero que dejes

de ser un abogado».

Primero traté de que mi hija mayor hiciera entrar

en razón a su hermana menor, pero no resultó. Ella

estaba totalmente de acuerdo con la menor. Luego

lo puse todo por escrito para que lo meditaran, para

s u n o m b r e e s h o y84

Page 93: Su Nombre Es Hoy

mostrarles qué tan duras serían las consecuencias

económicas: pagar por su propia ropa, auto, gasolina,

seguros, anuarios, fiestas de graduación, universidad,

viajes, etc. No importó. Mis hijas me querían a mí.

Mi colega estaba deteniendo la camioneta en un

semáforo en rojo.

«¡Mira —dijo con impaciencia—,estás evadiendo tu

responsabilidad!»

Pasaron algunos momentos antes de que yo conclu-

yera la discusión. Parecía muy importante terminar

rápido. Estaba enfocado en un grupo de árboles que se

negaban a caer en línea, se resistían a ser controlados,

se rehusaban a ser cortados y procesados en la tritura-

dora empresarial.

«No estoy de acuerdo —le dije suavemente—. No

estoy de acuerdo. Y apuesto que, en lo profundo de tu

corazón, tú tampoco lo estás».

Capítulo 5 • Niño material 85

Page 94: Su Nombre Es Hoy

Capítulo 6

Acciones, no palabrasNo te preocupe que tus hijos

nunca te escuchen.

Preocúpate de que siempre

te están observando.

R o b e r t F u l g h u m

La mayoría de nosotros sabe lo que es

bueno o malo para los niños. Desafortunadamente,

hay un abismo entre saber lo que quieres para tu hijo

y ser capaz de garantizar que él o ella actúen como

corresponde. Resulta claro que en muchos hogares no

se está cruzando ese abismo.

Cuando niños y adolescentes se involucran en la

subcultura gótica, las pandillas, las relaciones sexuales

o las drogas, no están ciegos ante todos los riesgos. En

la mayoría de los casos, padres y maestros han hecho

numerosos llamamientos en favor de su futuro, su

salud y su capacidad de contribuir a la sociedad de una

87

Page 95: Su Nombre Es Hoy

manera positiva. Pero los niños no son tontos. Según

su opinión, si lo que a sus padres realmente les importa

son sus calificaciones, entonces se rebelan.

Como dice la sabiduría convencional, la angustia

adolescente es «solo una etapa». Los adolescentes

siempre se han irritado bajo la autoridad de los padres,

y siempre lo harán. Sin embargo, cuando la rebeldía

se convierte en un estilo de vida, no podemos restarle

importancia. Necesitamos mirar más a fondo. ¿Contra

qué se están rebelando los niños de hoy tan enérgica-

mente, y por qué?

Para mí, la respuesta es simple: hipocresía. La

palabra es ciertamente fuerte; puede parecer incluso

cruel sugerir que hay padres que crían a sus hijos para

actuar de una manera mientras al mismo tiempo hacen

lo contrario. Pero la dura verdad es que esto pasa y en

muchísimas formas. Consideremos este angustiante

desahogo de una estudiante en Texas A&M que se

sintió obligada a explicar, después de una masacre

escolar, por qué pensaba que las cosas se habían

«vuelto tan malas»:

Déjame decirte esto: estas preguntas no me repre-

sentan solo a mí, sino a una generación entera que

está luchando por crecer y encontrarle sentido a

este mundo.

s u n o m b r e e s h o y88

Page 96: Su Nombre Es Hoy

¿Por qué la mayoría de ustedes mintió cuando

hicieron el voto de «hasta que la muerte los separe»?

¿Por qué se engañan a sí mismos creyendo que, a

largo plazo, el divorcio es mejor para los niños?

¿Por qué nos permiten que miremos películas

violentas, pero esperan que mantengamos algún tipo

de inocencia infantil?

¿Por qué nos permiten pasar cantidades ilimitadas

de tiempo en internet y todavía se sorprenden de

nuestro conocimiento sobre cómo fabricar bombas?

¿Por qué tienen tanto miedo de decirnos «no»

algunas veces?

Llámennos como quieran, pero estarán sorpren-

didos sobre cómo fallamos en encajar en sus nítidas y

pequeñas categorías… Ahora es el tiempo de cosechar

lo que han sembrado.1

Aun cuando estas preguntas son acusatorias, creo que

cada una es válida y de vital importancia para que las

consideremos. Muchas de las cuestiones que plantean

son demasiado complejas para responderlas en pocas

palabras, pero todas ellas tocan una inquietud central:

la percepción generalizada entre los jóvenes adultos de

que los mayores son un fraude.

La hipocresía asoma su cabeza en los comienzos de

la paternidad, pero aparece principalmente en formas

Capítulo 6 • Acciones, no palabras 89

Page 97: Su Nombre Es Hoy

muy sutiles. En ocasiones está arraigada en la confu-

sión que surge cuando un niño escucha una cosa en

la escuela y otra en la casa, una directriz de un padre

y una segunda del otro, una serie de pautas en un

salón de clases, y otra serie completamente distinta

en el próximo. En otros casos se origina de la simple

incoherencia: un niño acaba de aprender una lección o

una regla, solo para descubrir a su padre quebrantán-

dola, haciendo una excepción o justificándose. Todo

esto es por lo general bastante inofensivo.

El verdadero problema surge —y esto está más

extendido de lo que uno podría pensar— cuando a

los niños se les enseña «haz lo que digo, no lo que

hago». Al decirles esto, medio bromeando, en una

situación tras otra, ellos gradualmente aprenden que

nunca hay nada tan negro o blanco que siempre sea

bueno o malo, al menos no hasta que hagan una deci-

sión equivocada en el momento equivocado. Cuando

eso sucede, reciben el castigo por su falta de juicio. Y

siempre considerarán injusto el castigo.

Como padre, sé qué tan difícil resulta ser consis-

tente; y, por el contrario, lo fácil que es enviar señales

confusas sin siquiera darnos cuenta. Habiendo acon-

sejado a cientos de adolescentes durante las últimas

cuatro décadas, también conozco lo sensibles que son

s u n o m b r e e s h o y90

Page 98: Su Nombre Es Hoy

los jóvenes adultos a los mensajes contradictorios y a

los límites inconsistentes, y cuán fácilmente rechazarán

ambos como signos claros de hipocresía de los padres.

Pero también he aprendido cuán rápidamente se puede

resolver la peor batalla cuando somos lo suficiente-

mente humildes para admitir que nuestras expectativas

no fueron claras o fueron injustas, y cuán rápido la

mayoría de los niños responden y perdonan.

Al reflexionar en las maneras en que los niños

imitan con frecuencia a sus padres —en acciones, acti-

tudes, características del comportamiento y rasgos

de la personalidad— mi abuelo, el escritor Eberhard

Arnold, señaló que los niños son como los baróme-

tros. Ellos claramente graban cualquier influencia y

presión que les afecta actualmente, ya sea positiva o

negativa. Felicidad y seguridad, generosidad y opti-

mismo con frecuencia se reflejarán en los niños en el

mismo grado que son visibles en sus padres. Lo mismo

sucede con las emociones negativas. Cuando los niños

notan ira, temor, inseguridad o intolerancia en un

adulto —especialmente si ellos son el blanco— no

pasará mucho tiempo antes de que comiencen a actuar

de la misma manera.

En Los Hermanos Karamazov, el personaje de

Dostoievski, el padre Zossima, nos recuerda que

Capítulo 6 • Acciones, no palabras 91

Page 99: Su Nombre Es Hoy

esta sensibilidad de los niños es tan grande que la

formamos aun sin saberlo, y nos aconseja considerar

el efecto de todo lo que decimos, y especialmente de

todo lo que hacemos, en su presencia:

Todos los días y a todas horas… cuida que tu imagen

sea decente. Pasas ante un niño pequeño, pasas

con actitud rencorosa y palabras blasfemas, con un

corazón iracundo, quizá no has notado al niño, pero

él te ha visto, y tu imagen indecente e indigna puede

quedarse en su indefenso corazón. Tú no lo sabes, pero

es posible que hayas sembrado una semilla de maldad

en él, y ésta podría crecer… todo porque no cultivaste

en ti mismo un amor activo, benévolo y diligente.2

A diferencia de los niños en la época de Dostoievski,

los niños de hoy están expuestos a un bombardeo

constante de imágenes y expresiones cuyo efecto

combinado puede ser mucho mayor que el de los

adultos más interesados en sus vidas inmediatas.

Dada la condición de nuestra cultura, que socava a los

padres en todo momento, criar niños es un trabajo

duro. Pero a pesar de todos nuestros esfuerzos, la

mayoría de nosotros estamos lejos de los modelos que

deberíamos ser.

La violencia por ejemplo. Todo el mundo está

preocupado por ella, y todo el mundo está de acuerdo

s u n o m b r e e s h o y92

Page 100: Su Nombre Es Hoy

en que es mala para los niños. ¿Pero qué es lo que

alguien realmente está haciendo al respecto? Desde las

salas del Congreso hacia abajo, casi nada. Los polí-

ticos discuten sobre el control de armas ¿pero acaso se

toman acciones decisivas? Mientras tanto la avalancha

de tiroteos escolares continúa, generando todavía

más imitadores.

En varias ocasiones he tenido el privilegio de acon-

sejar a familias de las víctimas. Naturalmente, ellos

necesitan tiempo para hablar y llorar cuando atra-

viesan por su dolor y confusión, sin tener que lidiar

con el análisis y asesoramiento. Pero inevitablemente

nuestra conversación girará en torno a las causas

fundamentales de la violencia escolar. La novelista

Barbara Kingsolver, escribiendo sobre este tema señala

las contradicciones en nuestros intentos de responder

a la violencia:

No hagamos insignificante una horrible tragedia,

fingiendo que no podemos encontrarle sentido. «Sin

sentido» suena como «sin causa» y no requiere acción.

Después de un apropiado intervalo de consternadas y

nerviosas muestras de condolencias, podemos volver

a las cosas como de costumbre. Se necesita valor para

admitirlo: este acontecimiento tiene pleno sentido.

Capítulo 6 • Acciones, no palabras 93

Page 101: Su Nombre Es Hoy

Los niños toman como modelo la conducta de los

adultos, en cualquier escala que esté a su disposición.

Los nuestros están creciendo en una nación en la que

los hombres más importantes e influyentes —desde los

presidentes hasta los héroes de las películas— resuelven

problemas matando gente. Es totalmente predecible

que algunos muchachos desesperados por admira-

ción e influencia recurran a las armas y las bombas.

Y no es de extrañar que haya sucedido en un barrio

de clase media; la violencia institucional está precisa-

mente en los hogares de los suburbios. No señales con

demasiada fuerza el rap de la pandilla en la casa de tu

hermano hasta que hayas examinado el Pentágono en

el tuyo. [Estas tragedias] surgen directamente de una

cultura que está fuerte y orgullosamente arraigada en

los tiroteos globales. Esa cultura somos nosotros.

Puede ser perfectamente claro para usted que los

nazis, los marines y Terminator maten por razones

diferentes. Pero, como cada padre sabe, los niños son

buenos para ignorar o ver directamente a través de las

sutilezas que les inventamos.

Esto es lo que ven: matar es una herramienta glori-

ficada para castigar y controlar. Los estadounidenses

que no la apoyan son ridiculizados. Sin embargo,

seamos realistas, la mayoría de los estadounidenses

cree que el derramamiento de sangre es necesario para

s u n o m b r e e s h o y94

Page 102: Su Nombre Es Hoy

mantener nuestro estilo de vida, aunque esto signifique

correr el riesgo de pérdidas ocasionales: los civiles

ametrallados, el hombre inocente condenado injusta-

mente a la pena de muerte.

[...] En una sociedad que adopta la violencia, esto es

lo que «nuestro estilo de vida» ha llegado a significar.

Hemos enseñado a nuestros hijos de mil maneras, a

veces con banderas y a veces con carcajadas, que los

tipos malos merecen morir.3

Evidentemente, la manera en que tratamos la violencia

no es solo un fenómeno social o político, sino algo que

tiene sus raíces en la sala de cada hogar. Los niños la

ven en la pantalla, o la experimentan de manos de aque-

llos que deben ser sus protectores. Pero la cuestión aquí

no es simplemente la violencia. Sin importar el vicio o

la virtud, es totalmente inútil tratar de educar un niño

al respecto siempre y cuando nuestros actos y palabras

permanezcan en contradicción. Como afirma el psicó-

logo Carl Jung: «Si hay algo que deseamos cambiar

en el niño, primero debemos examinarlo y ver si no es

algo que se podría cambiar mejor en nosotros mismos».

Con frecuencia la causa fundamental del abismo

entre nuestras palabras y acciones sencillamente es la

pereza. Esta puede ser una palabra fuerte, y a ninguno

de nosotros le gustaría aplicarla a sí mismo. Pero

Capítulo 6 • Acciones, no palabras 95

Page 103: Su Nombre Es Hoy

debemos preguntarnos. Cuando somos confrontados

por una crisis en la vida de uno de nuestros hijos,

¿tomamos el camino más fácil, respondiendo con

enojo o quizá con una consecuencia inmediata, y luego

lo olvidamos hasta la próxima vez que suceda?

Quizá estamos ocupados, agobiados o simplemente

cansados. Pero los niños pueden percibir la deshones-

tidad en esta respuesta automática. Si un hijo o hija

pone a prueba nuestros límites, puede estar tratando

de encontrar un límite seguro para apoyarse. Aunque

la tendencia a conformarse con la solución menos

dolorosa a un problema es una característica humana

normal, rara vez es un enfoque saludable en la crianza

de los hijos.

La sola idea de que la crianza de los hijos es un

«problema» resulta negativa. Después de todo, criar

a los niños que traemos al mundo debe ser un privi-

legio. Pero cada vez son menos los padres que ven

nuestras responsabilidades inherentes en términos

positivos. Como resultado, la paternidad ya no es un

deber natural, sino una obligación que el gobierno

debe forzar a los hombres a cumplir; la maternidad es

a la vez atacada y vista como el sacrificio supremo; y

amar a tu hijo se considera un arte o una habilidad que

requiere de un entrenamiento especial.

s u n o m b r e e s h o y96

Page 104: Su Nombre Es Hoy

Desde las revistas sobre paternidad y maternidad a

los libros populares, la sabiduría es la misma: los niños

pueden ser lindos, pero criarlos es una tarea ingrata.

Por eso las revistas siempre recomiendan a las parejas

escaparse solos, en vacaciones o largos fines de semana,

para cenas románticas iluminadas con velas. Ni

preguntes dónde caben los niños en esos planes, pues

rara vez caben; lo cual es triste, porque en realidad

son las horas que pasas con tus hijos cuando están

creciendo las que más tarde se destacan como algunas

de las más felices de tu matrimonio. En cuanto a las

luchas, sacrificios y momentos difíciles, son simple-

mente igual de formativos. Los recuerdos felices son

solo eso —felices— pero son las pruebas y dificultades

las que verdaderamente fortalecen las relaciones.

¿Por qué tratamos de esquivar las partes difíciles en

la crianza de los hijos, ciegos ante las maneras en que

podrían ayudarnos a crecer? Clare, miembro de mi

iglesia, dice:

Probablemente es porque nuestra generación real-

mente nunca maduró. Muchos de nosotros todavía

estamos buscando al compañero perfecto, el auto

ideal o alguna otra clase de felicidad difícil de

alcanzar. No sabemos lo que es hacer sacrificios, dar

Capítulo 6 • Acciones, no palabras 97

Page 105: Su Nombre Es Hoy

desinteresadamente en formas que nunca serán reco-

nocidas. No estoy segura qué estábamos esperando.

A veces le damos la vuelta a un asunto difícil, simple-

mente porque nos sentimos demasiado cansados para

confrontarlo. En otras ocasiones, nuestra renuencia

está vinculada a la culpa: ¿Por qué ser duros con nues-

tros hijos cuando hemos cometido los mismos errores?

O ¿cómo podemos darles consejos claros cuando

nuestras propias vidas y relaciones no son claras? Esa

manera de pensar raramente tiene consecuencias inme-

diatas, pero al final de cuentas nos pasará la factura.

Bea, una conocida, da un ejemplo conmovedor:

Tuve una amiga, Kate, que intentó suicidarse tres veces

en la escuela secundaria. Su familia siempre la llevó

corriendo a la sala de emergencias, para que le lavaran

el estómago (cada vez que ingirió pastillas), al poco

tiempo estaba de vuelta en la escuela. En realidad,

nunca la ayudaron… Los padres de Kate se habían

divorciado años atrás, y luego cada uno se volvió a

casar, y ninguna de las dos parejas realmente la quería.

Ella representaba un recordatorio constante de su

pasado, y querían seguir adelante con sus vidas. Kate

no encajaba dentro de sus planes.

¿Cuántos niños no encajan en los planes de la gente

que les dio la vida? Directo al punto, ¿qué tan a

s u n o m b r e e s h o y98

Page 106: Su Nombre Es Hoy

menudo nos ponemos a nosotros mismos y a nuestros

deseos de «felicidad» y «realización» por encima de las

necesidades de nuestros hijos?

El sexo es otro ámbito donde hasta los padres más

bienintencionados confunden a los niños, si no con

hipocresía entonces al menos con mensajes contradic-

torios. Al igual que la violencia, el sexo es una de las

mayores preocupaciones de cada padre, y una de las

que más se habla. Pero en medio de toda la preocu-

pación acerca de qué decir a nuestros hijos e hijas,

cómo decirlo y cuándo, muchos de nosotros estamos

olvidando lo más importante: el poder de nuestras

acciones. Hasta que comencemos a vivir nuestras

convicciones —hasta que exijamos de nosotros

mismos las mismas cosas que exigimos de nuestros

hijos— todos nuestros intensos esfuerzos en modelar

integridad serán en vano.

Lo que pasa por estructura familiar hoy puede

satisfacer a los adultos en la relación (al menos por

un tiempo). Si nunca han sido testigos de un matri-

monio estable y fiel, los padres no pueden tener bases

sobre las cuales formar sus propios compromisos, y

no pueden estar conscientes del enorme impacto que

su conducta a la deriva tendrá en sus hijos, quienes

anhelan estabilidad.

Capítulo 6 • Acciones, no palabras 99

Page 107: Su Nombre Es Hoy

Estadísticamente, la separación y el divorcio han

sido durante mucho tiempo los resultados más proba-

bles del matrimonio. Pero nunca son los incidentes

legales de una sola vez que aparentan. Por esa razón

—sin importar qué tan «necesario» pueda resultar el

divorcio— necesitamos mirarlo a través de los ojos de

un niño, que puede ser afectado, emocional y psicoló-

gicamente, por el resto de su vida.

Aun así, es cruel condenar a las parejas que se divor-

cian. Como dice Anne, una amiga inglesa cuyo padre

se fue cuando ella era una niña, «los adultos en crisis

están desesperados, y hacen lo que deben». Aunque

Anne reconoce que los niños generalmente llevan la

peor parte de las consecuencias, señala que también los

adultos pagan. Y nos recuerda que el dolor causado

por el divorcio no tiene que ser el final de la historia:

Tuve una madre muy buena, e incluso después de que

tomó la decisión de divorciarse (la única opción que

ella vio), fue fiel a mí. Sacrificó las alegrías de la mater-

nidad y trabajó tiempo completo para mantenerme, y

su lealtad me sacó adelante. Me dio sus mejores años,

21 de ellos.

Sí, el divorcio siempre marca a ambos en la pareja,

y si tienen hijos los marca todavía más a ellos. Pero

en mi propia vida sé que la decisión de mi madre, de

s u n o m b r e e s h o y100

Page 108: Su Nombre Es Hoy

poner mis necesidades antes que las suyas, fue lo que

me salvó. Me dio la oportunidad de recuperarme.

Todavía estoy «en el proceso», pero sé que llegará la

sanidad total y la plenitud.

Sin la resistencia mostrada por cada niño que supera

los obstáculos de la hipocresía y los fracasos de los

adultos, la crianza sería de hecho un desafío desalen-

tador. Historias como las de Anne nos muestran que

no importa cuán tentador pueda ser desesperarse ante

los errores del pasado, aun el peor padre o madre tiene

derecho a la esperanza.

Malcolm X, abordando la cuestión de las deficien-

cias de los padres, y recordándonos la fuente de esa

esperanza, escribió una vez:

Los niños nos enseñan una lección que los adultos

debemos aprender: no avergonzarnos de fracasar, sino

levantarnos e intentarlo otra vez. La mayoría de los

adultos tenemos tanto miedo, somos tan cautelosos,

tan «seguros» y por lo tanto tan retraídos y rígidos…

Por esa razón muchos humanos fracasan. La mayoría

de los adultos de mediana edad se han resignado

al fracaso.4

Aunque mi llamado a la honestidad y la acción en este

capítulo está dirigido principalmente a los padres, de

Capítulo 6 • Acciones, no palabras 101

Page 109: Su Nombre Es Hoy

ninguna manera estas cuestiones terminan cuando

un niño se sube al autobús escolar. De hecho, como

muchos maestros han experimentado, la vida en el

hogar, sea estable o inestable, hace sentir su presencia

en cada niño y en cada salón de clases. Con frecuencia,

cuando la ira y rebeldía se lanzan contra nosotros

como maestros, debemos recordar que somos el para-

rrayos, no el objetivo. Requiere enorme paciencia

amar a un niño que ha perdido sus modales debido a

circunstancias fuera de nuestro alcance.

Sandy Miller es una educadora que ha tenido un

profundo impacto en la vida de muchos niños. La he

conocido y he trabajado con ella por casi tres décadas.

Humilde y apacible defensora de los niños, particular-

mente de los atribulados y de bajo rendimiento, ella

rutinariamente dedica horas trabajando con padres y

maestros buscando maneras innovadoras de ayudar

a cada niño. Aunque a veces ha sido difamada por

sus convicciones, ella considera su trabajo más una

vocación que un empleo. Cuando le pregunté cómo

ayudaba a su personal a trabajar con niños difíciles,

respondió:

Siempre le he dicho al personal que esos niños están

en un estado de trauma y que se acerquen a ellos

partiendo de eso. Algo ha pasado en su vida. Piensen

s u n o m b r e e s h o y102

Page 110: Su Nombre Es Hoy

de dónde vienen esos niños y el hecho de que proba-

blemente vieron algo en su vida que los traumatizó.

Han sido testigos de crueldades, crímenes, golpizas,

quizá una muerte, y están tan traumatizados que no

pueden manejarlo. Estos son los niños a los que real-

mente debemos prestarles atención. Están clamando

por ayuda, actúan de esa manera porque no pueden

expresar lo que sienten y tienen temor de nosotros. En

realidad ellos tienen miedo de este ambiente estructu-

rado y seguro porque no conocen algo mejor. Ruego a

todos los maestros de nuestro equipo: conozcan a los

estudiantes que se sientan frente a ustedes. No traten

de enseñarles inmediatamente, no hasta que entiendan

cuál es su trasfondo, con qué clase de experiencias

están llegando. Traten de entender qué les duele a

fin de que podamos ayudarlos a trabajar en eso aquí,

porque si ustedes no lo hacen, ¿quién lo hará?

Esa es una pregunta desafiante: Si no ayudamos a

nuestros hijos, ¿quién lo hará? Vienen a mi mente las

palabras del teólogo Ravi Zacharias:

Lo que tenemos que entender más que cualquier otra

cosa es que si nuestros niños y jóvenes no escuchan

nuestra voz, escucharán la de alguien más. Hoy en

día, los múltiples caminos al corazón y alma de una

persona son demasiado numerosos para rebatirlos

Capítulo 6 • Acciones, no palabras 103

Page 111: Su Nombre Es Hoy

porque invaden la imaginación y violan la razón a

edades en las que la gente joven es más vulnerable.

Entre más jóvenes son, más desatinados se vuelven,

haciendo más difícil la operación de rescate. No espere

a que cumplan los 16 o 17 años, sino comience cuando

son pequeños a enseñarles cómo pensar las cosas. El

pensamiento crítico es el mejor regalo que podemos

darles. No quiero decir pensamiento usado para

criticar, sino pensamiento para aprender cómo evaluar

la verdad.5

Ese es el corazón de todo. En nuestra época de

relativismo, todavía existe tal cosa como la verdad.

Tenemos que comenzar por ser honestos con noso-

tros mismos sobre la división en nuestros corazones,

sobre la apatía que nos impide abordar un problema

de frente. Luego necesitamos poner nuestras palabras

y acciones en línea con nuestros ideales. No debemos

avergonzarnos si requiere cierto trabajo duro. Si los

niños están observando nuestra lucha, también verán

el resultado. Quizá no recibamos las gracias por todos

nuestros esfuerzos. Las recompensas vendrán cuando

nuestros hijos crezcan para responder a sus propios

desafíos y vuelvan su mirada hacia nosotros con

respeto y comprensión.

s u n o m b r e e s h o y104

Page 112: Su Nombre Es Hoy

Capítulo 7

Guía para crecerAntes de que tuviera hijos, tenía seis teorías

sobre cómo criarlos;

ahora tengo seis hijos y ninguna teoría.

J o h n W i l m o t , C o n d e d e R o c h e s t e r

Disciplina es probablemente la palabra más

malentendida en el vocabulario de la enseñanza y la

crianza de los hijos. No se trata de control, represión

o coerción, de hecho esas acciones son lo contrario de

la verdadera disciplina. Entonces, ¿qué es? Al final no

es más que guiar a los niños a elegir lo bueno sobre lo

malo. Puede incluir consecuencias, pero nunca debe

implicar crueldad o castigo corporal.

Todos los niños necesitan límites, y tienen que ser

guiados hasta ellos una y otra vez. Esta es una tarea

noble y el resultado final serán adultos maduros y

confiables. A través de los siglos, la disciplina ha

105

Page 113: Su Nombre Es Hoy

formado a las mejores mentes científicas y religiosas.

Ahora es nuestro turno de guiar a los niños en la

misma dirección.

La verdadera disciplina es un acto de amor, no de

ira. Toma en cuenta la disposición interior del niño.

Como decía mi abuelo: «Criar a los hijos significa

ayudarlos a convertirse en lo que ya son en la mente

de Dios».

Así fue como mis padres nos criaron a mis

hermanas y a mí, y agradezco a Dios por la disci-

plina que recibí. Nos dieron una relación de amor y

confianza mutua que permaneció intacta hasta el final

de sus vidas. Por supuesto, estaba basada en mucho de

una corrección a la antigua, incluyendo fuertes repri-

mendas paternales si por casualidad nos escuchaba

contestarle a nuestra madre.

Los insultos y las burlas eran inaceptables en

nuestra casa. Al igual que los niños en cualquier lugar,

a veces nos reíamos de los adultos cuyas peculiaridades

los hacían destacarse, como nuestro vecino Nicolás

que tartamudeaba, y Gunther, un bibliotecario de

la escuela que era extremadamente alto. Pero aun si

esas personas no se daban cuenta del ridículo tras

sus espaldas, a nuestros padres no les parecía nada

gracioso. Ellos no toleraban la crueldad.

s u n o m b r e e s h o y106

Page 114: Su Nombre Es Hoy

Aun así, cuando merecíamos un castigo, a veces

recibimos un abrazo en lugar de eso. En una ocasión

cuando tenía ocho años, hice enojar tanto a mi

padre que sintió que no tenía opción sino darme una

nalgada. Mientras esperaba que cayera su mano, lo

miré y, antes de saber lo que estaba haciendo, le dije

sin pensar: «Papá, lo siento mucho. Haz lo que tengas

que hacer, pero sé que todavía me amas». Para mi

sorpresa, él se inclinó, me abrazó y me dijo con una

ternura que salió del fondo de su corazón: «Christoph,

te perdono». Mi pedido de disculpas lo había desar-

mado por completo.

Este incidente siempre ha permanecido vivo en mi

mente, pues me hizo comprender cuánto mi padre me

amaba. También me enseñó una lección que nunca

he olvidado, una que aproveché al tratar con mis

propios hijos años más tarde: no tengas miedo de

disciplinar al niño, pero en el momento que sientas

que está arrepentido, asegúrate de que hay un perdón

inmediato y completo de tu parte. Un abrazo perdo-

nador de mamá o papá, especialmente en momentos

cuando el niño sabe que merece una consecuencia,

puede cambiar totalmente el panorama. Como en la

naturaleza, cuando el sol irrumpe a través de las nubes

en la tormenta, el saber que las fallas de uno han sido

Capítulo 7 • Guía para crecer 107

Page 115: Su Nombre Es Hoy

perdonadas es probablemente la experiencia más grati-

ficante de la infancia.

Al disciplinar a un niño, precipitarse para tomar

acción con frecuencia causa remordimiento después.

Vale la pena tomarse el tiempo para pensarlo bien,

pues hay mucho en juego. Pregúntate cómo puedes

llegar al corazón de tu hijo o hija de manera que pueda

reconocer su error. Si logras esto ya has ganado la

batalla y la recompensa será grande. La escritora y

consejera familiar Dorothy Law Nolte lo expresa bien:

Si los niños viven con crítica, aprenden a condenar.

Si los niños viven con hostilidad, aprenden a pelear.

Si los niños viven con el ridículo, aprenden a ser

tímidos. Si los niños viven con vergüenza, aprenden

a sentirse culpables. Si los niños viven con estímulo,

aprenden a tener confianza. Si los niños viven con

tolerancia, aprenden a ser pacientes. Si los niños viven

con elogios, aprenden a apreciar. Si los niños viven

con aceptación, aprenden a amar. Si los niños viven

con aprobación, aprenden a valorarse. Si los niños

viven con honestidad, aprenden a ser veraces. Si

los niños viven con seguridad, aprenden a tener

fe en sí mismos y en los demás. Si los niños viven

con amistad, aprenden que el mundo puede ser un

lugar amigable.1

s u n o m b r e e s h o y108

Page 116: Su Nombre Es Hoy

Estoy indeciso acerca de aconsejar a los lectores en

estas páginas sobre cómo guiar y disciplinar a sus hijos

en casa; después de todo, cada niño tiene un conjunto

único de fortalezas y debilidades, promesas y desafíos,

al igual que los padres. Quizá lo mejor es seguir la

sabiduría de Janusz Korczak, un destacado pediatra

cuya historia se detalla más adelante en este capítulo.

Él escribe:

Tú mismo eres el niño que debes aprender a conocer,

criar y sobre todo instruir. Pretender que otros te den

las respuestas es como pedirle a una mujer extraña

que dé a luz a tu bebé. Hay lecciones que solo pueden

surgir de la propia experiencia, del propio dolor, y son

las más valiosas. Busca en tu hijo la parte desconocida

de ti mismo.2

Hablando de lecciones que «nacen del dolor», mi

esposa y yo recibimos varias en el proceso de criar

ocho hijos. Como la mayoría de los padres, probable-

mente es seguro decir que si tuviéramos la oportunidad

de hacerlo de nuevo, hay bastantes cosas que haríamos

en forma distinta. Algunas veces supusimos injus-

tamente malos motivos, en otras ocasiones tuvimos

una venda sobre los ojos; un día fuimos demasiado

indulgentes; al día siguiente, demasiado estrictos. Sin

embargo, aun así aprendimos varias lecciones básicas.

Capítulo 7 • Guía para crecer 109

Page 117: Su Nombre Es Hoy

Los niños pueden ser increíblemente obstinados,

como habrá experimentado cualquier persona con

un niño de dos años. Mantenerse firme y constante a

menudo resulta exasperante. Es más fácil dejar pasar

las cosas. Pero cualquiera que prefiere la comodidad

al esfuerzo de una obediencia demandante descubrirá

que a largo plazo el problema crecerá más y más.

Considere la historia de un general británico que

dirigió su caballo hasta la esquina de una calle una y

otra vez, hasta que la terca yegua dio la vuelta de la

manera que le había enseñado. «Nunca te rindas hasta

ganar la batalla», dijo el general después de 19 veces,

cuando el animal finalmente dio la vuelta como él

deseaba. A pesar de lo frustrante que este incidente

podría haber sido, la lección que contiene es vital.

La perseverancia es uno de los grandes dones

que podemos dar a nuestros hijos. Ellos la captarán

cuando les ayudemos a aprender a escuchar y seguir

instrucciones, a seguir intentando cuando los resul-

tados son insatisfactorios. De esta manera práctica

podemos modelar la fuerza de voluntad, un rasgo de

supervivencia en el mundo actual. Los adolescentes

que no han adquirido esta virtud están en gran

riesgo cuando les llega el momento de salir y probar

algo nuevo.

s u n o m b r e e s h o y110

Page 118: Su Nombre Es Hoy

Cuando criábamos a nuestros hijos, también apren-

dimos el valor de inculcarles la honestidad desde los

primeros años. Cuando un niño está consciente de

haber hecho algo malo, pero no hay consecuencias,

descubre que puede salirse con la suya. Resulta terrible

que un niño reciba ese mensaje. Cuando son pequeños

la cuestión puede parecer insignificante y una pequeña

travesura. Pero puede tener repercusiones en el futuro.

El viejo dicho, «niños pequeños, problemas pequeños;

niños grandes, problemas grandes», es bastante fácil

de ignorar, pero contiene una gran verdad. Un niño de

seis años puede hurtar galletas; a los 16 puede robar en

tiendas o abusar del alcohol. Y aunque la voluntad de

un niño pequeño pueda guiarse con relativa facilidad,

a un adolescente rebelde solo se le pueden jalar las

riendas con el más enérgico de los esfuerzos.

A pesar de la necesidad de consecuencias, no son

suficientes por sí mismas. La disciplina implica más

que agarrar al niño en el acto y castigarlo. Mucho más

importante es educar su voluntad hacia el bien, lo cual

significa apoyarlo cuando él elija el bien sobre el mal,

o como decía mi madre «ganarlo para el bien». Tal

afirmación no tiene nada que ver con la manipulación;

el propósito de criar a los hijos nunca puede ser única-

mente hacerlos obedecer. En lugar de eso, nuestra meta

Capítulo 7 • Guía para crecer 111

Page 119: Su Nombre Es Hoy

debe ser siempre ayudarlos hacia la confianza que les

capacita para explorar la vida, pero conociendo sus

límites. Esa es la mejor preparación para la vida adulta.

Un entrevistador le preguntó en una ocasión al

escritor Anthony Bloom qué parte de su formación

resaltaba más claramente en su memoria. Él respondió

simplemente:

Hubo dos cosas que mi padre dijo que me impresio-

naron y han quedado grabadas toda mi vida.

Una fue esta. Recuerdo lo que me dijo después de

un día de fiesta: «Estaba preocupado por ti». Yo le

dije: «¿Pensaste que había tenido un accidente?».

Me respondió: «Eso no habría significado nada…

Pensé que habías perdido tu integridad».

Luego, en otra ocasión me dijo: «Recuerda siempre

que si vives o mueres no importa. Lo que importa

es para qué vives y por qué estás dispuesto a morir».

Estas dos cosas fueron el trasfondo de mi educación.3

Bloom tuvo la suerte de tener un padre que le inspiró

integridad más que tratar de enseñársela, una dife-

rencia importante. A veces desconfiamos de un niño

o percibimos malos motivos en su conducta, lo cual

puede debilitarlo al dudar de sí mismo. Criticar y

corregir constantemente a un niño lo desanimará de

igual manera. Peor aún, le quitará la mejor razón que

s u n o m b r e e s h o y112

Page 120: Su Nombre Es Hoy

tiene para confiar en ti: su confianza en que será enten-

dido y perdonado, y que lo dejarán volver a empezar.

Sin duda es importante, cuando un niño ha sido

deshonesto, llegar a los hechos de lo sucedido y

animar al niño a encararlos. Pero casi nunca es bueno

averiguar sus motivos, y siempre es malo presionarlo

para que confiese. Después de todo, para empezar

pudo ser nada más que vergüenza o remordimiento lo

que provocó que el niño se evadiera de algo mediante

verdades a medias y, si se le presiona, puede tener

tanto miedo de las consecuencias que dirá una mentira

descarada. ¿No hacen eso también los adultos, por las

mismas razones?

Naturalmente, todos los niños necesitan corrección

con regularidad. Pero si reaccionamos con demasiada

fuerza, el propósito último de la corrección —ayudar

al niño a comenzar de nuevo— se ve ensombrecido

por la propia disciplina. Es mejor darle al niño el bene-

ficio de la duda.

Con toda seguridad, ser amigo y compañero además

de padre requiere el doble de paciencia y energía. Pero,

como Dale —el abogado que renunció a su trabajo

para ser padre— ha señalado, existen pocas cosas tan

gratificantes:

Capítulo 7 • Guía para crecer 113

Page 121: Su Nombre Es Hoy

Cuando pienso sobre esto, resulta que es más fácil

vivir con hijos que te temen que con hijos que te aman,

porque si tus hijos te temen, cuando llegas a casa ellos

se van. Se dispersan, van a sus habitaciones y cierran

la puerta, y tú les facilitas las cosas abarrotando sus

cuartos llenos de computadoras, equipos de sonido y

todo lo demás. Pero si tienes hijos que te aman, ¡no te

los puedes quitar de encima! Se cuelgan de tus piernas,

te jalan los pantalones, llegas a casa y quieren tu aten-

ción. Te sientas y están todos encima de tus piernas. Te

sientes como un gimnasio ambulante en medio de la

jungla. También te sientes amado.

La disposición a ser vulnerable es una parte importante

de ser padres. Pocas experiencias nos acercan tanto a

nuestros hijos como las ocasiones en que reaccionamos

en forma exagerada, nos damos cuenta en el momento

y les pedimos perdón. Cada día debe ser un nuevo día,

el pasado debe quedar completamente perdonado. No

importa por lo que estén atravesando, siempre deben

sentir la seguridad de que estamos listos para actuar

por ellos: no estando nerviosamente encima de ellos,

sino firmemente a su lado.

Obviamente, cada familia tiene sus altibajos, sus

momentos difíciles y sus dramas embarazosos. No hay

nada tan complejo como la relación entre un padre y

s u n o m b r e e s h o y114

Page 122: Su Nombre Es Hoy

un hijo. Pero tampoco hay nada tan hermoso. Y a eso

tenemos que aferrarnos cada vez que lleguemos a una

situación en que se nos agota la paciencia. Como dice

el psicólogo Theodor Reik: «Un romance nos falla

y también las amistades, pero la relación de padres e

hijos, menos ruidosa que todas las demás, permanece

indeleble e indestructible, la relación más fuerte sobre

la Tierra».

Después de los padres, la relación de mayor

influencia es a menudo la de un maestro y un niño.

Siempre he sentido que los maestros tienen el trabajo

más difícil y más gratificante en el planeta. Para citar a

Carl Jung:

Uno mira hacia atrás con aprecio a los maestros

brillantes, pero con gratitud hacia aquellos que impac-

taron nuestros sentimientos. El plan de estudios es

una materia prima muy necesaria, pero el calor es el

elemento vital para la planta en crecimiento y para el

alma de un niño.

Nunca he conocido a nadie que no tenga una historia

que contar sobre un maestro que impactó su vida

poderosamente. Maureen, editora y madre de tres

hijos, me dijo que ella recuerda a su maestro de

segundo grado como un pilar fundamental en su vida.

Capítulo 7 • Guía para crecer 115

Page 123: Su Nombre Es Hoy

En la clase nosotros éramos como una estampida

salvaje que ningún maestro podía controlar. Richard

Wareham, ya en sus 60 años y a punto de retirarse, fue

llamado para ver qué podía hacer.

Cuando nuestro grupo trató de aprovecharse de

este abuelo, nos jaló las riendas rápido, y lo hizo sin

levantar la voz ni mandarnos con el director. Lidió

con los conflictos desde un ángulo inesperado. Si

dos niños estaban peleando, les asignaba limpiar los

extremos opuestos de una ventana de la escuela. De

un momento a otro, los enemigos pasaron de mirarse

furiosamente a reírse tontamente y sincronizar el

movimiento de sus trapos sobre el vidrio.

Si había rumores de amotinamiento en la clase,

Richard se anticipaba echando su pañuelo al aire.

Sabíamos que mientras estuviera en el aire estábamos

autorizados para gritar en grupo. Pero en el momento

que tocara el piso debía haber absoluto silencio. Cual-

quiera que no pudiera o no quisiera dejar de hacer

ruido terminaría en el césped de la escuela desente-

rrando dientes de león. Otros mecanismos para liberar

la presión incluían carreras con mapa y brújula, obser-

vación de pájaros, construcción de una casita rústica y

la creación de una compleja ruta de obstáculos.

Pero su legado más grande fue su amor y respeto

por cada niño. Una vez me reprendió severamente por

s u n o m b r e e s h o y116

Page 124: Su Nombre Es Hoy

una broma que (para variar) yo no cometí. Yo estaba

enojada y al borde de las lágrimas ante su alegato.

Él escuchó mi versión de la historia, se disculpó por

su error, y señaló que en la vida la gente puede con

frecuencia malinterpretar o criticar tus acciones. «Si

están equivocados —me dijo— no arremetas contra

ellos. Levanta la cabeza y sigue haciendo lo que es

correcto. Demuéstrales, no les digas». Yo tenía siete

años en ese momento, pero nunca lo he olvidado.

Más que un maestro, Richard fue un instructor de

adiestramiento para aprendices de maestros y un

consejero para padres. Mientras luchaba contra el

cáncer, dedicó tiempo a escribir algunos de sus descu-

brimientos esenciales en la enseñanza, los cuales han

circulado a través de muchas familias y aulas de clase.

Escribió esto:

A cada niño se le debe enseñar, en casa y en la escuela,

algunos valores simples que le ayuden en toda su vida.

Esos valores no pueden ser sustituidos por programas

de alto rendimiento ni por refuerzos positivos como

excursiones especiales, golosinas o favores. Tampoco

podemos esperar que esos valores aparezcan repenti-

namente de la nada cuando el niño está en la escuela

preparatoria. Nuestra oportunidad de enseñar esos

valores se da en la casa, el jardín de niños, la escuela,

Capítulo 7 • Guía para crecer 117

Page 125: Su Nombre Es Hoy

cada día, en cada situación, y no existen dos situa-

ciones iguales.

No. Un claro, firme y rotundo «no». A fin de que un

niño experimente el valor del «no», tiene que saber

que eso significa: sin discusión, sin quejas, sin alterna-

tivas, sin tonterías. Cuando se dice «no», ¡eso es lo

que significa!

Ven. Este es mi punto de partida. «Ven» tiene

el sentido de «venir», de lo contrario ni siquiera

podemos reunirnos. Si no hay un encuentro, los niños

rápidamente tomarán su propio camino y encontrarán

caos y confusión a su alrededor. Una experiencia

donde nos reunimos se comparte y aprecia por todos.

Escucha. La atención es una bendición especial. Si un

niño ha adquirido el derecho a ignorarte, no prestarte

atención y volverse hacia otra cosa de su elección, la

brecha generacional ya ha comenzado y tu contacto

de corazón a corazón tendrá que ser ganado de nuevo.

Habla cuando quien escucha esté a tu alcance.

Quietud. Hay momentos cuando mi corazón se

complace al escuchar trece niños todos hablando al

mismo tiempo. ¡Un maestro o padre puede aprender

mucho de varios temas paralelos! Pero los niños

necesitan experimentar momentos de quietud, y la

satisfacción de estar ocupados en silencio, a solas.

s u n o m b r e e s h o y118

Page 126: Su Nombre Es Hoy

Esto es de especial importancia para los niños hiperac-

tivos cuya «programación» aumenta más y más hasta

que no puede apagarse, y ya nada concentra su interés.

Espera. Hay mucho de espera en la vida, a veces

poco, a veces mucho más. Les enseñamos impa-

ciencia cuando no ayudamos a los niños a esperar

pacíficamente.

Cuidado. Debemos ayudar a los niños a ser responsa-

bles en todo lo que hacen. Esto incluye trabajo, juego,

cuidado del equipo y la ropa, las relaciones con otros,

el respeto y mucho más. Realmente podemos esperar

responsabilidad de ellos.

Para mí, la breve lista de Richard contiene mucha sabi-

duría. Su respeto por el espíritu de la niñez lo inspiró

a querer lo mejor de cada uno de los niños a su cargo,

por lo que su enseñanza se convirtió en un legado para

su futuro. Sin duda, esta es una tarea enormemente

difícil cuando un maestro se enfrenta con estudiantes

problemáticos y rebeldes. Aun así, servimos como

señales para dirigirlos hacia adelante, en un camino

donde no encontrarán muchos otros guías confiables.

Con frecuencia parece que cada día sale otro titular

destacando la desconfianza y la falta de respeto de

nuestra sociedad hacia los niños. Depende de los

Capítulo 7 • Guía para crecer 119

Page 127: Su Nombre Es Hoy

maestros mantener su pasión y compasión para

enfrentar esas acciones que surgen del temor. Recien-

temente, el New York Times publicó un editorial

llamado «Giving Up on Four-Year-Olds»:

Un nuevo informe publicado por la Oficina de Dere-

chos Civiles del Departamento de Educación [EE.

UU.], examinando las prácticas disciplinarias de las

97.000 escuelas públicas del país, muestra que las polí-

ticas excesivamente punitivas se están usando en todos

los niveles del sistema de educación pública, incluso

contra los niños de cuatro años en preescolar. Esto

debe avergonzar a la nación y obligarla a reconsiderar

las medidas destructivas que están usando las escuelas

contra sus niños y niñas más vulnerables.

Por ejemplo, los estudiantes negros son suspen-

didos en una proporción tres veces mayor que los

estudiantes blancos. A los niños de las minorías con

discapacidades les va peor que a todos; el efecto de la

raza se multiplica cuando la discapacidad entra

en escena...

El hecho de que los niños de las minorías a la edad

de cuatro años ya están siendo suspendidos o expul-

sados de manera desproporcionada es un escándalo.

El patrón de exclusión sugiere que las escuelas están

dando por perdidos a esos niños y desisten de ellos

cuando apenas están dejando los pañales. Eso va en

s u n o m b r e e s h o y120

Page 128: Su Nombre Es Hoy

contra de la misma misión de la educación inicial…

Daña a los niños emocionalmente a una edad en que

son incapaces de absorber las lecciones de esta forma

de castigo. Y pone a esos niños en mayor riesgo de

quedar rezagados, abandonar la escuela o verse

permanentemente involucrados con el sistema de

justicia juvenil.4

Resulta desastroso que los niños de cualquier edad

sean señalados por su raza o su discapacidad. En todo

caso, sus condiciones de vulnerabilidad así como su

juventud deben suscitar paciencia y cuidado adicional.

En algunas escuelas, los problemas de comportamiento

que solían ser tratados por maestros y consejeros

de orientación ahora están siendo manejados por la

policía. Niños pequeños están siendo suspendidos

o removidos a la fuerza de las instalaciones esco-

lares simplemente por hacer un berrinche o por ser

rebeldes. Esto también es un ataque contra la infancia.

¿Debería tener un niño de cuatro años una hoja de

antecedentes penales siguiéndole durante sus años de

escuela, diciéndole que es un delincuente hasta que se

convierta finalmente en uno? Demasiados jóvenes de

nuestro país están siendo puestos tras las rejas porque

aquellos que deben cuidarlos se han dado por vencidos

demasiado pronto. ¿Qué dice esto de una sociedad

Capítulo 7 • Guía para crecer 121

Page 129: Su Nombre Es Hoy

cuando sus políticos responsables apuestan por el

fracaso de la próxima generación y nadie protesta?

¿Qué dice esto de la manera en que vemos a los niños,

cuando permitimos que los guardianes de su futuro los

expulsen antes de que puedan siquiera escribir

sus nombres?

Evidentemente, una discusión comprensible de

estos problemas está más allá del alcance de este libro.

Pero sin duda la conciencia es el primer paso, y hablar

en la esfera pública es otro. Estas tendencias solo

pueden ser revertidas por una acción popular.

Al principio en este capítulo me referí a Janusz

Korczak, cuyos escritos sobre los niños son admirados

en toda Europa. Korczak fue un maestro judío polaco,

médico y autor de libros cuya abnegada devoción a los

huérfanos en el gueto de Varsovia le valió el título de

«Rey de los niños». Nunca se cansó de recordar a la

gente cómo se sentía ser un niño en un mundo adulto

y enfatizaba la importancia de educar a los niños no

«de la cabeza» sino «del corazón».

La insistencia de Korczak sobre lo que llamó

«permanecer con el niño» no fue solo un principio.

El 6 de agosto de 1942, cuando 200 huérfanos bajo su

cuidado fueron detenidos y cargados en trenes que se

dirigían a las cámaras de gas de Treblinka, Korczak

s u n o m b r e e s h o y122

Page 130: Su Nombre Es Hoy

rechazó a última hora la oferta de sus gentiles amigos

que habían arreglado su escape y prefirió acompañar

a los niños a su cargo en el viaje que los llevaría a

su muerte.

Pocas historias de devoción son tan conmovedoras

como la de Korczak. Nuestras circunstancias pueden

ser diferentes, pero a pesar de la distancia entre su

época y la nuestra, demasiados niños en el mundo hoy

día sufren por falta de semejante guardián: un adulto

que los lleve de la mano y se quede con ellos, pase lo

que pase. Y así para nosotros, quienes vivimos en un

tiempo de relativa paz y prosperidad, las últimas pala-

bras registradas de Korczak no solo nos recuerdan su

heroísmo, sino que se destacan como un reto a cada

uno de nosotros que ha cuidado de un niño: «No dejes

niños enfermos en la noche —dijo— y no los dejes en

un momento como este».

Capítulo 7 • Guía para crecer 123

Page 131: Su Nombre Es Hoy

Capítulo 8

En honor a los niños difíciles El niño perdido llora, pero sigue

atrapando luciérnagas.

Y o s h i d a R y u s u i

En una cultura repleta de oportunidades

para competir es bastante fácil encontrar reinas adoles-

centes del pop, prodigios académicos y precoces

jóvenes ejecutivos y empresarios.

Pero existen otras historias que no siempre se

convierten en noticias. Son las historias de los discapa-

citados en su desarrollo, los desertores escolares y

los delincuentes juveniles. Existe el dolor silencioso

de los obesos, los torpes y los lentos. También la

epidemia de los hiperactivos, los medicados y los

deprimidos. Así que muchos niños carecen de espe-

ranza, no necesariamente porque haya algo malo en

ellos, sino sencillamente porque se les ha hecho

sentir que son perdedores.

125

Page 132: Su Nombre Es Hoy

Nunca antes la infancia ha sido una travesía tan

solitaria y triste para tantos niños. Uno podría casi

decir que la infancia misma ahora es vista como una

etapa sospechosa en el desarrollo humano. Niños

de todas las edades están siendo censurados, en

el patio de recreo y en la clase, simplemente por

comportarse como niños. A menudo diagnosticados

con «problemas» que antes se consideraban rasgos

normales de la infancia —impulsividad y entusiasmo,

espontaneidad y audacia— millones de niños están

siendo diagnosticados como hiperactivos y drogados

hasta la sumisión. Por supuesto, me refiero al uso

generalizado de Ritalín, Adderall y otros medica-

mentos similares, y a la fascinación pública con la

medicina como la respuesta a todos los problemas.

Y Ritalín es solo un medicamento de los muchos

que ahora se están usando para controlar y reprimir

a los niños; igualmente preocupantes (e incluso más

tóxicos) son los antidepresivos, los estabilizadores del

estado de ánimo y los antipsicóticos que también se

están prescribiendo a los niños.

Los medicamentos recetados pueden ser apropiados

para ciertas condiciones específicas. Pero en vista de la

explosión del diagnóstico (Estados Unidos tiene el 5%

de la población mundial y el 85% del uso de Ritalín)1

s u n o m b r e e s h o y126

Page 133: Su Nombre Es Hoy

cabe preguntarse si no se están usando en exceso.

Demasiados niños la reciben como primera opción,

en lugar del último recurso. Una vez que comienzan

a tomarla, con frecuencia siguen con ella. Y cuando

los niños reciben medicamentos recetados corren el

riesgo de convertirse en adictos de por vida. Muchas

escuelas requieren programas de diagnóstico para el

trastorno por déficit de atención con hiperactividad en

niños y adolescentes, generando incluso más ventas de

la droga.

Críticos como Peter Breggin sostienen que a

menudo el ADHD (desorden de hiperactividad y

déficit de atención, por sus siglas en inglés; TDAH,

trastorno por déficit de atención con o sin hiperacti-

vidad, por sus siglas en español) es nada más que una

defensa contra el exceso de estructuración, un reflejo

natural que solía llamarse desahogarse, liberar el

exceso de energía o, alternativamente, un síntoma de

varias necesidades emocionales insatisfechas. Breggin,

pediatra, escribe:

La gente llama a drogas como Ritalín un regalo del

cielo para los problemas emocionales y de comporta-

miento… pero pienso que la manera en que se están

usando en exceso es absolutamente horrorosa. Cuando

el Instituto Nacional de Salud [EE. UU.] me pidió

Capítulo 8 • En honor a los niños difíciles 127

Page 134: Su Nombre Es Hoy

participar como analista científico sobre los efectos de

esos fármacos… revisé la literatura importante y me

di cuenta de que cuando se les da a los animales, dejan

de jugar, dejan de ser curiosos, dejan de socializar

y cesan de intentar escapar. El Ritalín hace buenos

animales enjaulados… estamos haciendo buenos niños

enjaulados. Está muy bien hablar de que se necesita

toda una aldea para criar un niño, pero en la práctica

estamos actuando como si pensáramos que solo se

necesita una píldora.2

Sigue siendo motivo de controversia si el TDAH es

o no un diagnóstico válido; hay quienes lo presentan

como una enfermedad diagnosticable; mientras que

otros dicen que con demasiada facilidad describe casi

a todos los niños normales. Pero la mayoría de los

padres y maestros que lidian con él diariamente no

dudarían en describirlo como desafiante y agotador.

No hay duda que el diagnóstico del TDAH alimenta

una industria de mil millones de dólares de psiquia-

tras, terapeutas del comportamiento y fabricantes de

fármacos. Pero también es cierto que cada vez más

niños están exhibiendo cotidianamente una conducta

que es tan perjudicial que sus padres y maestros

recurren a los doctores en busca de ayuda porque no

pueden conseguirla en otra parte.

s u n o m b r e e s h o y128

Page 135: Su Nombre Es Hoy

Teniendo en cuenta el número de niños que hoy

luchan por encontrar una base estable, necesitamos

encontrar un nuevo enfoque para la intervención

temprana. Sé que para los padres es un alivio saber que

las dificultades de su hijo son reconocidas y enten-

didas. A veces identificar el problema es el comienzo

para conseguir ayuda. En otras ocasiones, resulta

práctico poner a los niños brillantes y capaces en aulas

de niños con necesidades especiales y lento aprendi-

zaje. El creciente número de diagnósticos hace difícil

incluso para los maestros más dedicados determinar

los dones y limitaciones de cada niño.

Si somos mal informados al pensar que la conducta

destructiva de los niños siempre representa algún tipo

de enfermedad, y les damos medicamentos que son

potencialmente peligrosos, entonces estamos eligiendo

el camino más fácil. En lugar de eso, podríamos consi-

derar nuestros hogares y escuelas y reconocer qué

tan frecuentemente nuestros afanes y materialismo

impiden que los niños encuentren paz interior y esta-

bilidad emocional. Sara Barnett, trabajadora social,

cuenta esta historia:

Cuando trabajaba en una clínica de pacientes externos,

los padres solían llevar a sus hijos con una queja gené-

rica como: «No sigue las instrucciones», o «Hace

Capítulo 8 • En honor a los niños difíciles 129

Page 136: Su Nombre Es Hoy

demasiados berrinches». Hay una etiqueta que se le

puede dar a esos niños, se llama «trastorno de compor-

tamiento perturbador», lo cual significa simplemente

que se comportan mal o no siguen las indicaciones.

Parte de un tratamiento basado en evidencia para

este trastorno se llama «terapia interactiva padre-hijo».

La primera parte de la terapia requiere que el padre

pase cinco minutos al día jugando con su hijo. ¡Cinco

minutos al día! Muchos padres no están dispuestos, y

escuché una extensa lista de excusas de por qué no era

posible. Una de las razones principales para dejar ese

trabajo, después del nacimiento de mi hija, fue que no

pude comprender cómo un padre no podía pasar cinco

minutos al día con su hijo.

Clínicamente hablando, el comportamiento pertur-

bador tiene su origen en la carencia de un apego

adecuado con los padres. No vas a escuchar a tus

padres si no hay diálogo. Ellos piensan: «¿Por qué

debería escuchar tus indicaciones? No significan nada.

No tienes ningún poder sobre mí». Les explicaría esto

a los padres y dirían: «Sí, sí, sí». Pero no quieren hacer

el trabajo; quieren traerme a sus hijos para que yo lo

resuelva. Es doloroso.

Existen muchas causas de la inestabilidad de los niños.

Aunque no las podamos resolver todas al mismo

tiempo, tenemos algo que decir en nuestra propia

s u n o m b r e e s h o y130

Page 137: Su Nombre Es Hoy

familia o salón de clases. Así que comencemos por ahí.

Incluso cinco minutos al día es un comienzo. Revertir

la tendencia seguramente no será fácil. Pero mien-

tras más lo dudemos, más niños crecerán luchando

bajo una pesada carga. Tener etiquetada esa carga

no siempre ayuda a hacerla ligera; de hecho puede

provocar que los padres, maestros y hasta compañeros

respondan a la etiqueta en lugar del niño.

Tenemos que ayudar a cada niño a hacer lo mejor

con lo que tiene, mientras respondemos a sus desafíos

específicos. Aprendamos de la historia de Kyle, como

la cuenta Irene, su madre:

Kyle tenía seis años cuando fue diagnosticado con el

TDAH. Cuando leímos la lista de síntomas, sabíamos

que lo describía bien: se distraía con facilidad,

tenía dificultad para jugar tranquilamente, hablaba

demasiado, tenía problemas para esperar su turno,

respondía abruptamente antes que se completara la

pregunta, era impulsivo, se retorcía, era inquieto, se

mecía al estar sentado, tenía problemas para concen-

trarse; todo eso era Kyle. Pero, ¿eso significaba que

tenía una discapacidad? Nos preguntábamos quién

había definido esos misteriosos límites entre la norma-

lidad y la discapacidad.

Kyle nació prematuro, era un niño dormilón que

apenas abría sus ojos. A los tres meses despertó y

Capítulo 8 • En honor a los niños difíciles 131

Page 138: Su Nombre Es Hoy

comenzó una vida intensa. Pataleaba en su cuna a

menos que se le diera un nuevo juguete o móvil. Nunca

se acurrucó con un animal de peluche y no le gustaba

sentarse en las piernas. Comenzó a dar sus primeros

pasos a los nueve meses y estaba corriendo al primer

año. Cuando se le daba un rompecabezas, lo tiraba y lo

volvía a armar rápidamente usando las dos manos.

Palabras y frases completas fluían de su boca como

catarata. Siempre estaba ocupado, metiéndose en todo,

y apropiándose de los juguetes de otros niños. En el

cuidado infantil, su maestro nos dijo «Si no estoy un

paso adelante de Kyle, él está dos pasos adelante de

mí». A los tres años, corría delante de su grupo y se

trepaba en un árbol muy alto para explorar la casita del

árbol, mientras su maestro lo buscaba por todos lados.

Siempre corriendo, saltando o trepando, se rompió la

clavícula en dos ocasiones.

En el primer grado se rebeló contra la rutina del

horario escolar. Se portó mal y quebrantó las reglas.

No tenía muchos amigos. Se sentía frustrado. Nosotros

estábamos frustrados. Parecía que no importaba lo que

intentáramos, nada funcionaba. Excepto estar afuera.

Los fines de semana, Kyle pasaba horas observando

insectos o trepando árboles y sentándose en las ramas

mirando los pájaros. Descubrió nidos y comenzó

a coleccionarlos, aprendiendo diferentes formas de

s u n o m b r e e s h o y132

Page 139: Su Nombre Es Hoy

pájaros. Escuchando grabaciones, memorizó sus

cantos y en los paseos de la familia él podía identificar

a los pájaros correctamente, incluso antes de verlos.

El verano traía la alegría de dormir afuera en el

patio trasero, haciendo fogatas, asando malvaviscos,

durmiendo a la intemperie bajo millones de estrellas.

Su padre le ayudó a hacer un pequeño bote, y pasaron

horas navegando por torrenciales aguas. Debimos

haber recorrido cientos de kilómetros en caminatas y

bicicleta, solo para acompasar el ritmo de Kyle.

Pero el otoño siempre llega. Kyle tuvo que regresar

al salón de clases, el exceso de estimulación, las

demandas. Decidimos tomar acción. Trabajando con

sus maestros y nuestro doctor familiar, se nos ocurrió

una estrategia.

Comenzamos por descongestionar su habitación y

el área de su escritorio en la escuela. Sacamos muchas

pinturas, juguetes, libros y juegos, dejando espacio

para nidos de pájaros, conchas de mar y trozos de

madera. Bajamos el tono de la combinación de colores

en su habitación, quitando todo lo brillante y apli-

cando en su lugar colores pastel.

Hicimos un recorte en las actividades: en las tardes

después de un ocupado día de escuela, llegábamos a

casa para relajarnos leyendo en la casa del árbol o en el

sofá, en lugar de jugar a la pelota. Ya no aceptábamos

Capítulo 8 • En honor a los niños difíciles 133

Page 140: Su Nombre Es Hoy

todas las invitaciones a las casas de otra gente.

Amablemente les decíamos que ya teníamos planes,

para no herir los sentimientos de nadie, ¡pero nuestros

planes eran estar tranquilamente en casa!

Si se acercaba un cumpleaños o excursión de

campamento, no le avisábamos con demasiada antici-

pación, pues esa expectativa no valía la pena el exceso

de entusiasmo. Mantuvimos un horario regular en

la medida de lo posible, la misma rutina cada día.

Hicimos un pacto de darle estímulo positivo cuando

lograra algo, en lugar de negativo cuando no lo hiciera

(aun cuando el último ocurriera más seguido). En

resumen, tomamos la vida día a día, paso a paso, lo

cual es en realidad la forma en que viven los niños.

Al final, la naturaleza siempre fue la medicina más

efectiva. Un día de invierno, él estaba sentado tran-

quilamente, alimentando a un pájaro carbonero con

su mano abierta. Un visitante de la escuela le preguntó

cómo había domesticado al pájaro. Su sabio maestro

comentó: «Kyle no domesticó al pájaro, el pájaro lo

domesticó a él».

A todos los padres que están luchando por ayudar a

su hijo excepcional a encontrar la ruta hacia adelante,

solo sigan caminando, y no dejen de amar. Kyle prosi-

guió una exitosa carrera en ciencias de computación.

Está felizmente casado y tiene dos hijos pequeños.

s u n o m b r e e s h o y134

Page 141: Su Nombre Es Hoy

Recientemente ha comprado una casa completa, con un

gran patio trasero lleno de árboles, para que sus hijos

descubran su lugar en la naturaleza como él lo hizo.

La familia de Irene tuvo suerte: su doctor familiar y la

escuela estaban motivados para trabajar con ellos como

equipo en favor de Kyle. Si tan solo eso ocurriera con

cada niño. Quizá los consultorios de los doctores

y terapeutas deberían poner un letrero: «Cualquier

diagnóstico debe ser visto solo como una ayuda para

entender los desafíos que este niño enfrenta, para

descubrir la mejor manera de apoyarlo a él o ella».

Cada niño tiene dificultades, pero si conducen a la

realización o al desastre depende mayormente de

nosotros los adultos —una responsabilidad enorme—.

Eso puede ayudarnos a considerar cuán difícil resulta

definir a un niño como «normal». ¿Existe tal cosa? En

lugar de categorizar la anormalidad a una temprana

edad, podríamos estar liberados para enfocarnos en las

raíces del cambio: ambientes más saludables, expecta-

tivas menos rígidas, una enseñanza más flexible.

Cuando era niña, Temple Grandin fue diagnosti-

cada como profundamente autista. A fuerza de puro

valor, junto con el apoyo de su madre y un visionario

profesor de ciencia, se convirtió en una científica,

profesora, autora, inventora e incansable activista

Capítulo 8 • En honor a los niños difíciles 135

Page 142: Su Nombre Es Hoy

en favor de los niños que aprenden de manera dife-

rente. En una charla titulada: «The World Needs All

Kinds of Minds» (El Mundo Necesita Toda Clase de

Mentes), Grandin respondió a la tendencia cultural

que presupone que en la educación todos deben entrar

en un molde:

El autismo es un espectro muy amplio y su diagnós-

tico no es preciso. Es un perfil de comportamiento,

una serie de rasgos… La mitad es ciencia, y la otra

mitad son las contiendas de los doctores en torno a las

mesas de conferencias. Existe otro término, trastorno

de comunicación social, el cual dicen que es diferente

del autismo. También está el «trastorno de desarrollo

generalizado, sin más especificaciones». ¿Qué es

eso? Los niños reciben las etiquetas de síndrome de

Asperger, TDAH o, Dios no lo quiera, desafiante por

oposición, ese es el peor. Cualquier niño se va a volver

desafiante por oposición si no está motivado.

Tenemos que mostrarles a los niños que hay cosas

interesantes por ahí para motivarlos. Distintas clases

de mentes tienen que trabajar juntas. Me preocupa

mucho que nuestro sistema educativo esté olvidando a

los pensadores visuales, a los pensadores matemáticos.

Las cosas se están volviendo demasiado verbales… Las

escuelas están eliminando el pensamiento visual y las

clases prácticas. Ya no examinan la aptitud mecánica.

s u n o m b r e e s h o y136

Page 143: Su Nombre Es Hoy

El aprendizaje práctico fue lo que me salvó. Los niños

«raros, cerebritos» son la creatividad del futuro…

Me preocupa que este país se esté comiendo su

semilla educativa.3

Grandin llegó a señalar que de acuerdo con el marco

de referencia actual para el diagnóstico, genios como

Mozart, Tesla y Einstein probablemente serían diag-

nosticados con alguna forma de autismo. Después de

todo, Einstein no habló hasta que tenía tres años.

Einstein es uno de mis héroes, no tanto por su

genialidad científica sino por su sabiduría y humildad.

Con frecuencia habló del verdadero aprendizaje:

«No soy ni muy inteligente ni especialmente dotado.

¡Solo soy muy pero muy curioso!» En otras dos

ocasiones, escribió:

Lo importante es no dejar de cuestionar. La curiosidad

tiene su propia razón de ser. Uno no puede evitar ser

curioso cuando contempla los misterios de la eter-

nidad, de la vida, de la maravillosa estructura de la

realidad. Es suficiente si uno trata de comprender un

poco este misterio cada día. Nunca pierdas esa santa

curiosidad. A veces me pregunto: ¿cómo sucedió

que yo iba a desarrollar la teoría de la relatividad? La

razón, creo, es que un adulto normal nunca deja de

pensar sobre los problemas del espacio y el tiempo.

Capítulo 8 • En honor a los niños difíciles 137

Page 144: Su Nombre Es Hoy

Estas son cosas en las que ha pensado desde niño. Pero

mi desarrollo intelectual fue retrasado, como resul-

tado yo comencé a preguntarme sobre el espacio y el

tiempo solo cuando ya había madurado.4

Einstein habla de sentirse fuera de sintonía con las

expectativas. Cada familia, cada clase, tiene ese niño

que tiende a presionar los límites o llevar las cosas

«demasiado lejos», que es embarazosamente honesto,

que siempre está en problemas. Es ese niño sobre el

que cada maestro se desconcierta más y cada padre

pierde más el sueño. No importa qué tan natural sea

el fenómeno, ser un inadaptado nunca es fácil. Janine,

una mujer que sufrió señalamiento y rechazo durante

años, dice:

Aun cuando era una niña muy pequeña siempre le dije

a la gente exactamente lo que pensaba, aunque esto

rara vez fue apreciado. Si alguien tenía una mancha en

la cara, si cojeaba o respiraba ruidosamente o tenía un

tic nervioso, yo siempre lo señalaba. Si veía un adulto

que parecía deprimido, le preguntaba qué le pasaba. Y

por supuesto, siempre me regañaban.

Estoy agradecida de que gran parte de mi infancia

es ya un vago recuerdo, pero no puedo olvidar la

sensación de ser una inadaptada: siempre en problemas

y siempre acusada de crear problemas. En la escuela,

s u n o m b r e e s h o y138

Page 145: Su Nombre Es Hoy

una exclusiva y privada, robé, engañé y mentí. Me

encerré en mí misma demasiado, y cuando me sentí

acosada podía ser mala. Pero también era muy inse-

gura. No sirvió de nada que fuera etiquetada desde el

principio, especialmente por un maestro en particular,

como aquella de la que tenían que cuidarse. Esa repu-

tación me siguió dondequiera que iba, y ayudó a la

gente a suponer que yo siempre me iba a comportar

mal. Todos los maestros sustitutos en la escuela fueron

advertidos: «Cuidado con ella, por eso se sienta en la

primera fila». Mentía para evitar problemas, luego me

descubrían y mentía más.

Para el momento en que dejé la escuela primaria, me

había rendido a mí misma. ¿Por qué no? Nadie más

parecía creer en mí. Aunque frustrada, me endurecí

contra cualquier emoción y me convertí en una piedra

ambulante. No pude llorar durante años.

Mirando hacia mi infancia ahora, estoy segura que

no fue sin culpa. Probablemente fui una niña difícil

en muchos aspectos. Pero ¿debería una niña sentirse

alguna vez abandonada o marcada hasta el punto de la

desesperación? ¿No es el derecho de cada niña sentir

que alguien cree en ella, y que las cosas de hecho

pueden cambiar?

Aunque las tribulaciones de una mujer como Janine

pudieran parecer insignificantes comparadas con el

Capítulo 8 • En honor a los niños difíciles 139

Page 146: Su Nombre Es Hoy

abuso físico y sexual, no lo son. Como muestra su

historia, el peso de una etiqueta negativa puede ser tan

imposible de llevar para un niño. En cualquier caso,

el sufrimiento emocional de un niño nunca es insigni-

ficante. Debido a que son tan vulnerables, y debido a

que dependen de los adultos que les rodean, los niños

son, en mi experiencia, mucho más sensibles a la crítica

de lo que uno podría suponer, y se les puede dañar

mucho más fácilmente. Y aun si su olvido natural

y su sorprendente capacidad de perdonar alivian a

la mayoría de los niños de mucho de lo que podría

agobiar a un adulto, hay algunos cuya confianza en

sí mismos puede ser destrozada por una acusación

injusta, un comentario hiriente o un precipitado error

de juicio.

Cada vez que juzgamos a un niño, fracasamos en

verlo como una persona completa. Es cierto, puede

ser nervioso, tímido, obstinado o violento; podemos

conocer a sus hermanos y sus antecedentes, o pensar

que reconocemos sus rasgos familiares. Pero eso es un

estereotipo. Enfocarse en un aspecto del niño, espe-

cialmente uno negativo, es ponerlo en una caja cuyos

lados pueden no corresponder a la realidad, sino solo a

nuestras propias expectativas. Y al clasificarlo como un

resultado olvidamos que su destino no fue puesto en

s u n o m b r e e s h o y140

Page 147: Su Nombre Es Hoy

nuestras manos. También puede limitar su potencial y

por tanto la persona en que se convertirá.

Comparar niños —sean los nuestros o los de otras

personas— resulta tan malo como etiquetarlos. Por

supuesto, todos los niños son diferentes. Algunos

parecen tener todos los golpes de suerte, mientras

que otros tienen un momento difícil simplemente al

afrontar la vida. Un niño regularmente trae a casa cali-

ficaciones perfectas, mientras que otro siempre está en

el fondo de la clase. Otro es talentoso y popular, mien-

tras que otro más, sin importar cuánto se esfuerce,

siempre está en problemas. Los niños deben ser

educados para aceptar estos hechos. Pero como padres,

y educadores, también debemos hacer nuestra parte

y evitar mostrar cualquier favoritismo y comparación

de nuestros niños con los demás. Por encima de todo,

debemos abstenernos de obligarlos a convertirse en

algo que su carácter único y personal nunca les

permitiría ser.

Las habilidades de un niño nunca deben ser repri-

midas o ignoradas. Pero también hay peligros en

fomentarlas demasiado. El elogio debe estar basado

en el trabajo duro y el mejoramiento, no en los dones

inherentes del niño. No es tarea pequeña guiar a un

niño que se ha hecho demasiado consciente de sus

Capítulo 8 • En honor a los niños difíciles 141

Page 148: Su Nombre Es Hoy

talentos, y cuando esto es el resultado de la adulación,

resulta todavía más difícil. A esto se añade una exage-

rada noción de valor propio, casi siempre adquirida a

expensas de otros, y el resultado es un hijo que puede

tener grandes dificultades en relacionarse con sus pares.

Sucede lo mismo con la atención extra y el sutil

favoritismo dado a los niños cuyo atractivo físico,

sonrisas alegres y personalidades llevaderas les

permiten deslizarse a través de la infancia. Mi abuelo

señaló que tales niños cargan con una «maldición

dorada»: la peligrosa ilusión de que, debido a que

todo y todos les favorecieron en la infancia, el mundo

adulto les tratará de la misma manera.

Como padres y maestros, podemos también

confundir niños «buenos» con los simplemente

«fáciles». Criar un niño bueno es una meta dudosa

en primer lugar, porque la línea entre inculcar inte-

gridad y generar moral es muy fina. Como el educador

Thomas Lickona ha señalado, meterse en problemas

puede ser una parte vital en la formación del carácter

del niño:

Usted quiere alentar la obediencia, pero no quiere

reprimir la independencia. Sabiamente se ha dicho que

cada niño debe tener la confianza de portarse mal en

ocasiones. Es importante darles a los niños espacio

s u n o m b r e e s h o y142

Page 149: Su Nombre Es Hoy

para que sean menos que perfectos… La muchacha

que es un «angelito» cuando era niña no necesaria-

mente será un adulto independiente y con iniciativa.5

Si bien la alabanza excesiva puede perjudicar a un

niño «bueno», las comparaciones negativas que dejan

al otro un sentimiento de que es «malo» pueden ser

totalmente devastadoras. Esto es porque en la medida

en que comparamos las cualidades del niño «malo»

con las del «bueno», atamos su autoestima a su capa-

cidad de mantenerse al nivel de otra persona, y por

tanto lo atrapamos en un ciclo interminable de frustra-

ción y dudas sobre sí mismo.

Como padre, a menudo pienso en las simples

palabras de Korczak: «Estoy convencido de que hay

diez veces más de bueno que de malo en un niño, y

en cuanto a lo malo, podemos esperar y ver». Como

orador en escuelas, he compartido las siguientes pala-

bras, escritas por un grupo de estudiantes, con un

sinnúmero de niños. Para mí, expresan en el lenguaje

de los niños todos los mensajes positivos que pueden

perderse en la lucha por «solo pasar el día»:

Eres muy especial. En todo el mundo, no hay nadie

como tú. Desde el principio del tiempo, nadie ha

tenido tu sonrisa, tus ojos, tus manos, tu cabello. Nadie

posee tu voz, tu escritura, tu manera de comunicarte

Capítulo 8 • En honor a los niños difíciles 143

Page 150: Su Nombre Es Hoy

con los demás. Nadie pinta como tú, ni tiene tus

gustos. Nadie ve las cosas como tú las ves. Nadie jamás

se ha reído o llorado exactamente como tú.

Nadie más en el mundo tiene tu singular conjunto

de habilidades. Siempre habrá alguien que es mejor en

una cosa o la otra. Cada persona es superior que tú en

al menos un sentido. Pero nadie en este mundo tiene

tu combinación específica de talentos y sentimientos.

Y debido a eso, nunca nadie podrá amar, caminar,

hablar, pensar o actuar exactamente como tú.

Cualquier cosa que es rara o única tiene un valor

enorme, y es lo mismo contigo. No eres un accidente:

Dios te hizo con un propósito especial. Dios te dio

una tarea y un propósito que nadie más puede hacer

tan bien como tú. De los mil millones de solicitantes,

solamente uno está calificado. Solo uno tiene la

correcta combinación de lo que se requiere: y ese

eres tú.6

Dondequiera que leo esas palabras a los niños, es

hermoso ver la respuesta. Se les recuerda que sus vidas

tienen significado, independientemente de sus fallas o

sus luchas.

Con frecuencia es difícil para los padres ver los

beneficios de haber criado un hijo difícil, incluso

cuando el resultado es positivo. Para algunos, el dolor

y el daño simplemente han sido demasiado grandes;

s u n o m b r e e s h o y144

Page 151: Su Nombre Es Hoy

para otros, la sensación de alivio es tan grande que,

una vez que la batalla ha terminado, ni los padres ni

el hijo lo vuelven a mencionar. Pero por extraño que

parezca, creo que entre más desafiante sea el niño,

más agradecidos deben estar los padres. En todo caso,

los padres de niños difíciles deberían ser envidiados,

porque son ellos, más que los demás, quienes se ven

obligados a aprender el secreto más maravilloso de la

verdadera paternidad y maternidad: el significado del

amor incondicional. Un secreto que permanece oculto

para aquellos cuyo amor nunca ha sido probado.

Si damos la bienvenida a la posibilidad de criar un

niño problemático con estas cosas en mente, comen-

zaremos a ver nuestras frustraciones como momentos

que pueden despertar nuestras mejores cualidades. Y

en lugar de envidiar la facilidad con la cual nuestros

vecinos parecen criar al hijo perfecto, recordaremos

que los infractores de las normas y los niños que

muestran sus cuernos a menudo se convierten en

adultos autosuficientes e independientes, más que

aquellos que nunca han probado sus límites. En pala-

bras de Henry Ward Beecher, el reformador social

del siglo xix, abolicionista y predicador: «La energía

que hace a un niño difícil de manejar es la energía que

posteriormente lo convierte en un gerente de la vida».

Capítulo 8 • En honor a los niños difíciles 145

Page 152: Su Nombre Es Hoy

Y aun si las tribulaciones de nuestra propia infancia

nos dejan vacilando en aceptar semejante visión

positiva, siempre podemos apartar nuestra mirada

de nosotros mismos y ponerla en nuestros hijos. Al

amar y ser amados por ellos siempre redescubriremos

el poder de perdonar, la importancia de dejar atrás el

pasado y el optimismo que nace de la esperanza.

El perdón es necesario docenas de veces al día. No

importa cuántas veces un niño se meta en problemas,

nunca pierdas la fe en él. Etiquetar a un niño al decirle

que no tiene esperanza significa ser tentado por la

desesperación, y en la medida en que la desespera-

ción es falta de esperanza, también es falta de amor. Si

verdaderamente amamos a nuestros hijos, es posible

que a veces nos llevemos las manos a la cabeza en señal

de desesperación, pero nunca vamos a abandonarlos

o renunciar a ellos. Dios les dio a los hebreos no

solo la Ley de Moisés sino también maná, el pan del

cielo. Sin esa clase de pan, es decir, sin calor humano,

humor, bondad y compasión, ninguna familia puede

sobrevivir.

En lugar de callar a los niños que nos avergüenzan,

en lugar de reprimir a los que no se adaptan, en lugar

de analizar a los que tienen problemas y sacar conclu-

siones sobre su futuro como delincuentes, necesitamos

s u n o m b r e e s h o y146

Page 153: Su Nombre Es Hoy

darles la bienvenida a todos tal como son. Al

ayudarnos a descubrir las limitaciones de la «bondad»

y el aburrimiento de la conformidad, ellos pueden

enseñarnos la necesidad de ser genuinos, la sabiduría

de la humildad, y la realidad de que en la educación y

en la crianza de los hijos, como en cualquier otra cosa,

nada bueno se gana sin luchar.

Capítulo 8 • En honor a los niños difíciles 147

Page 154: Su Nombre Es Hoy

Capítulo 9

Descubriendo la reverenciaCuando un niño va por el camino,

una compañía de ángeles va delante

de él proclamando: «Abran paso a

la imagen del Santo».

D i c h o h a s í d i c o

En una sociedad agobiada por un sinnúmero

de problemas, los peligros mayores para los niños son

evidentes: pobreza, violencia, abandono, enfermedad,

abuso y otros innumerables males. Pero ¿qué puede

hacer cualquiera de nosotros para superarlos? En

un ensayo sobre la cuestión de la renovación social,

Hermann Hesse sugiere que el primer paso es reco-

nocer su causa fundamental: nuestra falta de reverencia

por la vida.

Toda falta de respeto, toda irreverencia, toda dureza

de corazón, todo desprecio no es otra cosa que matar.

Y es posible matar no solo lo que está en el presente,

149

Page 155: Su Nombre Es Hoy

sino también lo que está en el futuro. Con solo un

poco de ingenioso escepticismo podemos matar buena

parte del futuro en un niño o un joven. La vida está

esperando en cualquier lugar, floreciendo por doquier,

pero solo vemos un mínimo de ella y pisoteamos gran

parte con nuestros pies.1

Hesse señala algo que pone en peligro a los niños

más que cualquier otra cosa en el mundo actual. La

irreverencia por los niños impregna casi todo en una

cultura que glorifica el sexo y la violencia a costa de la

inocencia y la ternura. Aunque nadie es inmune ante

esta destructiva tendencia, las mayores víctimas son

siempre los niños. Con frecuencia parece que no se les

da la oportunidad de crecer en absoluto, son lanzados

a la vida adulta antes de que sus corazones sean

capaces de distinguir entre lo que es bueno y lo que es

fascinante. Terminan imitando lo peor de la conducta

de los adultos sin saber lo que están haciendo. Puede

ser que no hayan madurado, pero tampoco son real-

mente niños.

Diane Levin, defensora de los niños, destaca la

fuente de gran parte de esta contaminación:

Después de una semana de vacaciones escolares, una

maestra realizó una reunión de grupo con niños de seis

s u n o m b r e e s h o y150

Page 156: Su Nombre Es Hoy

y siete años en su clase. Cuando les pidió compartir su

actividad favorita en sus vacaciones, todos los niños

dieron un ejemplo de los medios digitales. Para los

niños, fue jugar videojuegos, a menudo violentos. Para

las niñas, fue principalmente ver a las jovencitas entre

las actuales intérpretes populares femeninas. Cuando

la maestra les preguntó a los niños qué hubieran

hecho en sus vacaciones si no hubieran tenido ningún

aparato con pantalla para usar, la miraron fijamente sin

comprender...

Una disminución de las habilidades sociales puede

aumentar cuando se combina con el mensaje de los

medios de comunicación: de violencia, agresión,

conducta mal intencionada, así como de sexo, sexua-

lización y énfasis en la apariencia. La cultura de los

medios frecuentemente promueve una visión estereo-

tipada de que, para las niñas, la base de las relaciones

es la forma en que se ven y las cosas que tienen, en

lugar de su conexión con los demás. Esa misma cultura

mediática enseña a los niños a juzgarse a sí mismos y

a otros según lo fuertes que son, cuán independientes

y dispuestos a pelear, no por su conexión positiva

con los demás. En cierto sentido, tanto niños como

niñas se convierten en objetos. La objetivación de uno

mismo y los demás hace mucho más fácil actuar en

forma negativa e insensible en las relaciones.2

Capítulo 9 • Descubriendo la reverencia 151

Page 157: Su Nombre Es Hoy

Cuando los niños sienten que están siendo tratados

como objetos, ¿por qué no deberían responder en

consecuencia? Es como si todo lo que es maravilloso,

único y milagroso de cada vida se redujera al mínimo

común denominador: el género. Sin un claro sentido

de sí mismos, no pueden tener ningún aprecio de

quiénes son ni cómo llegaron a ser lo que son. Luego

se les alimenta con una interpretación nueva y perversa

de lo que significa ser hombre o mujer.

Esto promueve la formación de camarillas, las

cuales a menudo conducen al acoso y la intimida-

ción. Los niños tienden a asumir una falsa hombría, la

arrogancia del macho que oculta (al menos para ellos

mismos) la cobardía colectiva. Las camarillas de las

niñas pueden resultar igualmente dañinas por su exclu-

sividad y presión cruel para conformarse. Peor aún,

estos niños son prematuramente agobiados con

la sexualidad adulta.

Shaina, madre de una adolescente, aborda esta defi-

nición corrupta de la niñez femenina:

Cuando la última reina adolescente debutó en la televi-

sión, mi hija tenía once años. Yo trabajaba hasta tarde

y rara vez tenía tiempo de ver la televisión y evaluar

el mensaje positivo de la serie. Pero todas las mamás

de las amigas de mi hija me aseguraban que era buena

s u n o m b r e e s h o y152

Page 158: Su Nombre Es Hoy

onda, no se vestía como prostituta, cantaba canciones

con letras que cualquier padre aprobaría, tenía una

excelente relación con su padre, etc. Dejé que mi hija

abordara ese tren, sin estar segura de que pudiera

mantenerla fuera.

Cuando mi hija estaba usando los trajes, entonando

las canciones, bailando como en la serie, analizando sin

parar cada programa con sus amigas, la fama atrapó a la

joven intérprete. Desapareció en una ráfaga de cargos

por drogas, fotografías comprometedoras, sobornos

y mentiras. Cuando volvió a aparecer, se había rein-

ventado a sí misma con la apariencia, el sonido y la

actuación de una ramera. Y estaba arrastrando con ella

a todas sus «chicas buenas», que la adoraban.

Me dolió por ella tanto como por mi propia hija.

No debería haber estado en un escenario a los doce

años de edad. Sus padres no deberían haberla puesto

ahí, y yo no debí haber dejado que mi hija viera eso.

La fama se come a los niños, sin disculpas ni explica-

ciones. No existen buenos modelos en esos escenarios,

se convierten en bombas suicidas, arrastrando con

ellos a todos los espectadores.

Así que muchas características de nuestra «avanzada

civilización» parecen empeñadas en destruir el espíritu

de la infancia. Ya sea el materialismo, los medica-

mentos recetados, la estandarización escolar,

Capítulo 9 • Descubriendo la reverencia 153

Page 159: Su Nombre Es Hoy

los dispositivos tecnológicos, o el sensacionalismo

degradado que pasa por entretenimiento, todos perju-

dican a los niños.

Creo que al nacer todos los niños son portadores

del sello de su creador. Su pureza e inocencia es un

gran regalo. Una vez que se pierde, no se puede reem-

plazar. Más todavía, debe ser guardado como un tesoro

que nadie tiene derecho a destruir.

Si vamos a proteger la inocencia en un niño, nece-

sitamos limpiar nuestros propios corazones de la

contaminación. La autora Magda von Hattinberg dijo

una vez:

Siempre siento que mantenemos nuestra infancia ence-

rrada adentro, en un armario oculto. La llevamos con

nosotros, y la vemos con mayor claridad en aquellos

momentos en que somos capaces de sentirnos apasio-

nadamente receptivos a los niños. Creo que algunas

personas han sepultado su infancia, o han hecho

algo terrible: la han asesinado. Estos son los tristes

personajes que uno ve pasando con indiferencia o

remordimiento ante una carita inocente y pequeños

bracitos abiertos.3

Nuestra respuesta ante el encuentro con un niño debe

ser nada menos que la reverencia. Quizá debido a que

la palabra suena anticuada, su verdadero significado se

s u n o m b r e e s h o y154

Page 160: Su Nombre Es Hoy

ha vuelto confuso. Reverencia es más que solo amor.

Incluye un aprecio por las cualidades que tienen los

niños (y que nosotros hemos perdido), una buena

disposición para redescubrir su valor y la humildad

para aprender de ellos.

Reverencia es también una actitud de profundo

respecto, como lo expresó mi abuelo en las siguientes

palabras:

Son los niños quienes nos conducen a la verdad. No

somos dignos de educar ni siquiera a uno de ellos.

Nuestros labios son impuros, nuestra dedicación no

es sincera. Nuestra veracidad es parcial; nuestro amor

está dividido. Nuestra bondad no es sin motivos.

Nosotros mismos todavía no estamos libres de

desamor, codicia y egoísmo. Solo los sabios y santos,

solo aquellos que se presentan como niños delante de

Dios, son los que realmente sirven para vivir y trabajar

con niños.4

Pocos nos atreveríamos a considerarnos sabios o

santos. Pero esa es exactamente la razón de por qué la

base de la educación debe ser no solo conocimiento y

comprensión sino también reverencia. En la novela de

Erich Maria Remarque, The Road Back, escrita poco

después de la primera guerra mundial, hay un pasaje

que ilustra esta creencia de una manera inolvidable.

Capítulo 9 • Descubriendo la reverencia 155

Page 161: Su Nombre Es Hoy

El que habla es Ernst, un veterano de guerra en las

trincheras:

Llega la mañana. Voy a mi clase. Ahí se sientan los

pequeños con los brazos cruzados. En sus ojos todavía

está el tímido asombro de sus años infantiles. Me

miran con tanta confianza, con absoluta credibilidad;

de repente siento un espasmo en el corazón.

Aquí estoy ante ustedes, uno de los cientos de miles

de hombres arruinados a los que la guerra destruyó

toda creencia y casi todas las fuerzas. Aquí estoy ante

ustedes, y veo cuánto más vivos, cuánto más arrai-

gados en la vida están ustedes que yo… ¿Les diré que

en veinte años ustedes estarán resecos y paralizados,

sus impulsos más espontáneos estarán atrofiados y

comprimidos sin piedad dentro del mismísimo molde?

¿Debería decirles que todo aprendizaje, toda cultura,

toda ciencia es nada más que una repugnante burla,

siempre y cuando el género humano haga la guerra

en nombre de Dios y la humanidad con gas, hierro,

explosivos y fuego? ¿Qué debo enseñarles entonces,

pequeñas criaturas que son las únicas que han quedado

sin mancha durante los años terribles?

[...] ¿Debo decirles cómo quitar el seguro de una

granada de mano, cómo lanzarla mejor a un ser

humano? ¿Debo mostrarles cómo apuñalar a un

hombre con una bayoneta...? ¿Debo demostrarles

s u n o m b r e e s h o y156

Page 162: Su Nombre Es Hoy

cómo apuntar mejor con un rifle hacia un corazón vivo,

ese incomprensible milagro del pecho que respira?

Parado ante ustedes, un hombre culpable, conta-

minado, que solo puede implorarles que siempre

permanezcan como son, nunca permitan que se abuse

de la luz radiante de su infancia para encender una

llama de odio. En sus frentes todavía sopla el aliento

de la inocencia. ¿Cómo entonces debo presumir ense-

ñarles? Detrás de mí, todavía persiguiéndome, están

los años sangrientos. ¿Cómo puedo entonces aventu-

rarme entre ustedes? ¿No debo convertirme primero

en niño otra vez?

Siento un calambre que se extiende en todo mi ser,

como si fuera a convertirme en piedra, como si fuera a

desmoronarme… «Niños —les digo con dificultad—

ya se pueden ir. Hoy no habrá clases».

Los pequeños me miran para asegurarse de que no

estoy bromeando. Asiento una vez más. «Sí, así es:

vayan a jugar hoy, todo el día. Vayan y jueguen en el

bosque, o con sus perros y gatos, no necesitan regresar

hasta mañana».5

Si se intenta hacer algo similar en un aula real, uno

sería cuestionado, si es que no lo despiden. Pero el

punto, como Remarque deja claro, no es el incidente

mismo. Lo que es significativo aquí es que el corazón

de un hombre fue tocado por un espíritu que nuestra

Capítulo 9 • Descubriendo la reverencia 157

Page 163: Su Nombre Es Hoy

época ha perdido por completo. Él reconoce, cuando

encara la inocencia y vulnerabilidad, la honestidad y

espontaneidad, que la única respuesta apropiada es

la reverencia.

Comprender la reverencia puede cambiar nuestra

percepción del mundo y nuestra tarea en él. Esta

simple palabra puede ayudarnos a mantener nuestras

vidas libres de enredos que pueden arrastrarnos hacia

el fondo. Sabiendo que gente joven está observando

todos nuestros movimientos, podemos ser modelos de

integridad y respeto. Podemos vestirnos en una forma

que exprese nuestro valor interior, en vez de degra-

darlo. En lugar de bombardear a los niños pequeños

con información explícita sobre la sexualidad y la

reproducción, podemos dejarlos crecer a su propio

ritmo en la comprensión de lo que significa un ser

humano, y responder preguntas con honestidad y

sencillez a medida que vayan surgiendo.

Podemos modelar relaciones saludables. Aprendí

la importancia de esto de mis propios padres, que

podrían estar en desacuerdo muy abiertamente entre

ellos, pero siempre terminaban el debate con risas

y abrazos. Vi que mi padre no se avergonzaba de

mostrar ternura y que la gentil guía de mi madre

estaba respaldada con enorme valentía. Su matrimonio,

s u n o m b r e e s h o y158

Page 164: Su Nombre Es Hoy

construido con fidelidad y respeto, fue un ejemplo

para todos los que los conocieron.

Una vez que tengamos reverencia por cada vida,

también tendremos compasión y enseñaremos a otros

su valor. Aun el niño más endurecido y distante puede

aprender empatía, y es maravilloso ver cuando sucede.

Eso es lo que Mary Gordon descubrió cuando fundó

Roots of Empathy (Raíces de empatía), un programa

que lleva bebés a los salones de clases, con extraordi-

narios efectos para reducir el acoso escolar, y fomentar

una mayor comprensión y solidaridad. Ella escribe:

Darren fue el niño de mayor edad que tuve en una

clase de Roots of Empathy. Estaba en octavo grado y

había sido retenido dos veces. Era dos años mayor que

los demás y comenzaba a salirle la barba. Yo sabía su

historia: su madre fue asesinada ante sus ojos cuando

tenía cuatro años de edad y desde entonces había

vivido en varios hogares de crianza. Darren parecía

amenazante porque quería que supiéramos que era

duro, tenía rapada la cabeza, se había dejado una colita

de caballo en la parte superior y tenía un tatuaje en la

parte trasera de la cabeza.

La instructora del programa de Roots of Empathy

estaba explicando al grupo sobre las diferencias de

temperamento. Invitó a una joven madre que estaba

Capítulo 9 • Descubriendo la reverencia 159

Page 165: Su Nombre Es Hoy

de visita en la clase con Evan, su bebé de seis meses,

a compartir sus pensamientos sobre el temperamento

de su bebé. Al unirse a la discusión, la madre le dijo al

grupo que a Evan le gustaba mirar hacia afuera cuando

estaba en el portabebés, que no quería acurrucarse con

ella, y cuánto deseaba que él fuera un bebé más tierno.

Cuando la clase terminó, la madre preguntó si alguien

quisiera probar el portabebés, verde y adornado con

un brocado rosa.

Para sorpresa de todos, Darren se ofreció a

probarlo, y cuando los otros estudiantes se apresu-

raron a prepararse para el almuerzo, él se ajustó las

correas. Luego preguntó si podía poner a Evan. La

madre estaba un poco preocupada, pero le entregó al

bebé, y él puso a Evan dentro mirando hacia su pecho.

Ese sabio bebito se acurrucó justo ahí, y Darren lo

llevó a una esquina tranquila y se balanceó hacia atrás

y hacia delante, con el bebé en sus brazos por varios

minutos. Finalmente, regresó al lugar donde la madre

y la instructora los estaban esperando y les preguntó:

«Si nadie te ha amado jamás, ¿creen que todavía podría

ser un buen padre?»

Aquí se había sembrado una semilla. Este

muchacho, que ha visto cosas que ningún niño debería

ver, cuya joven vida ha sido marcada por el abandono,

quien ha luchado a la edad de 14 con un mínimo

s u n o m b r e e s h o y160

Page 166: Su Nombre Es Hoy

recuerdo de amor, ha visto un rayo de esperanza.

Durante esos momentos de contacto con el afecto

incondicional del bebé, un muchacho ha captado la

imagen de sí mismo como padre que va en contra

de una infancia de desamor. El bebé pudo haber

cambiado la trayectoria del futuro de este joven al

permitirle ver la humanidad en sí mismo.6

Podemos hablar sobre la compasión. Pero es más

probable que sea verdadera cuando servimos como

voluntarios con nuestros hijos en un comedor popular

o en las olimpíadas especiales, o cuando los llevamos a

visitar un centro para ancianos o un hospital. Entre más

frecuentes sean las visitas, mayor comprensión crecerá

en el corazón de nuestros hijos. En lugar de reaccionar

con miedo o con lástima, ellos responderán con sus

corazones, y el respeto vendrá después. Lena, maestra y

escritora, cuenta las experiencias de su familia:

No tiene que ser complicado, pero es muy importante

mostrar a los niños cómo tratar a todos con respeto. Si

no se lo muestras, no importa cuántas veces se lo digas.

Cuando vivíamos en México, solía trabajar en los

asentamientos de las colinas fuera de la capital, entre-

gando medicinas a la gente enferma y visitándoles. Un

día mis hijos no tenían escuela y los llevé conmigo.

Cada vez que nos deteníamos en la casa de alguien,

Capítulo 9 • Descubriendo la reverencia 161

Page 167: Su Nombre Es Hoy

nos querían dar algo, una lata de refresco o un jugo

embotellado. Los niños podían ver que nuestros

anfitriones nos ofrecían lo mejor que tenían y lo reci-

bieron con aprecio.

Quiero que mis hijos sean capaces de tratar a cada

persona, no importa qué tan rico o pobre sea, con

dignidad y respeto. Hay un dicho en México: «Mejor

es tener amigos que dinero». Ahora mis hijos pueden

ver la verdad en eso.

Hoy día incluso los niños pequeños escuchan sobre

muchos acontecimientos amenazantes, desde el terro-

rismo y la guerra hasta el calentamiento global y el

hambre generalizada. Todo esto puede hacer temeroso

a un niño. Aquí la simple fe de un niño en el poder del

bien —que el amor y la compasión son más fuertes

que el odio y la indiferencia— puede transformar

rápidamente este temor en confianza y un deseo de

hacer algo por los demás. He encontrado esta fe en los

niños de todo el mundo, independientemente de su

religión. Pero los padres necesitan fomentarla. Cuando

les decimos a nuestros hijos que el Dios que hizo el

mundo ama a cada uno de ellos de manera personal,

les damos una profunda seguridad de que, pase lo que

pase, nunca están solos.

s u n o m b r e e s h o y162

Page 168: Su Nombre Es Hoy

Como pastor, creo que aunque Dios y Jesús sean

«ilegales» en los salones de las escuelas públicas, los

maestros nunca deben tener miedo de vivir su fe,

aun sin palabras, y dejar que guíe sus interacciones

diarias con los niños. Podemos reconocer y proteger

la chispa de lo eterno que vive en cada uno de ellos, el

alma única que necesita nuestra reverencia y respeto,

sin importar cuán difícil o infeliz pueda ser el niño.

La propia fe del niño debe ser respetada y afirmada.

Si ellos creen que Dios lo ve todo, que su ángel de la

guarda vela por ellos, o que Jesús es su amigo, esto

puede ayudarles a soportar las presiones que inundan

nuestra cultura.

Hay otra esfera en la vida que debe ser presen-

tada al niño con gran reverencia. Para mí, el misterio

del nacimiento y la muerte solo se pueden expresar

en términos de eternidad. Esto no solo se debe a mi

formación, puesto que mis padres vivieron su fe más

que hablar de ella. Más bien, se debe a las ocasiones en

mi propia vida en que algo mucho mayor que las pala-

bras podía sentirse claramente por medio de alguien

que nunca dijo una palabra. He visto cómo aun la vida

más breve puede transformar a todos aquellos que

están a su alcance.

Capítulo 9 • Descubriendo la reverencia 163

Page 169: Su Nombre Es Hoy

Mi pequeña hermana Marianne murió cuando yo

tenía seis años. Nuestra familia había esperado su

llegada con gran ilusión. Ella nació después de una

labor de parto muy difícil de mi madre durante más

de 60 horas y sufrió una insuficiencia cardiaca casi

mortal. Fue milagroso que sobreviviera el parto en

un hospital de una primitiva aldea en Paraguay. Pero

la pequeña estaba gravemente enferma y solo vivió

24 horas. Debido a que vivíamos lejos del hospital y

como yo tenía solo seis años, nunca pude ver, tocar o

sostener a mi pequeña hermanita. Aun así, he sentido

esta pérdida toda mi vida. Con el tiempo, se ha

vuelto todavía más importante para mí recordar que

Marianne fue —y es— una parte real de mi vida y mi

familia. Aunque ella estuvo aquí en esta tierra solo por

un día, siempre será mi hermana.

Años más tarde, experimenté este vínculo con el

cielo aún más claramente a través de otra niña, mi nieta

Stephanie Jean, quien permanecerá en mi corazón por

el resto de mi vida. Cuando Stephanie nació, supimos

de inmediato que era una niña muy especial con graves

anormalidades. Fue diagnosticada con Trisomía 13, un

trastorno genético caracterizado por una esperanza de

vida muy breve. La mayoría de los infantes que nacen

con este trastorno mueren en cuestión de pocos días.

s u n o m b r e e s h o y164

Page 170: Su Nombre Es Hoy

Stephanie tuvo tres hermanas y un hermano. Se

esforzaron por comprender que sus padres no iban

a traer a casa a la pequeña saludable que todos anhe-

laban, sino a una bebita extremadamente discapacitada

que no viviría mucho tiempo. Oramos constantemente

que se hiciera la voluntad de Dios en su vida, y que

comprendiéramos el significado de su nacimiento.

Como abuelos, experimentamos la maravilla de

abrazarla casi a diario. Stephanie vivió durante cinco

semanas y, cuando llegó el momento, murió en paz. En

el funeral no podíamos creer la cantidad de personas

que asistieron. Todos habían escuchado de su naci-

miento y diagnóstico, y les afectó profundamente.

Querían participar en la última expresión de amor por

una niñita que en cierto modo pertenecía a todos.

Vino gente de todos los vecindarios y más allá:

trabajadores de la construcción, los maestros y

compañeros de sus hermanos, personal ejecutivo del

condado, personal de la policía local y otros de la

comunidad de las fuerzas del orden. Cuando se estaba

cavando a mano su pequeña tumba, todos estos amigos

y vecinos quisieron tomar turnos, como un inolvidable

gesto de reverencia. Fue extraordinario como en poco

tiempo esta pequeña niña había tocado e influenciado

las vidas de tantas personas.

Capítulo 9 • Descubriendo la reverencia 165

Page 171: Su Nombre Es Hoy

Mi nieta no ha sido olvidada. Ella es como un rayo

de luz del cielo que continua obrando en la gente y

cambiando sus vidas. Mi esposa y yo todavía agrade-

cemos que Dios la diera a nuestra familia y a todos los

que conoció.

Hay muchos otros como Stephanie. Para mí, cada

niño es parte del plan de Dios, y Él no comete errores.

Cuando un niño está discapacitado, su vida adquiere

un significado especial. Dondequiera que encontremos

esos niños, necesitamos prestar atención. Tienen cosas

sorprendentes para enseñarnos acerca de la confianza y

el amor incondicional.

En una época en que a la gente a menudo se la

evalúa en términos de su valor, inteligencia o atractivo,

existen muchos que no son queridos ni apreciados.

Pero si verdaderamente amamos a los niños, les

daremos la bienvenida a todos. Como dijo Jesús,

«cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como

este, a mí me recibe».

Cuando era adolescente varias veces tuve el privi-

legio de encontrarme con Dorothy Day, la legendaria

pacifista que fundó el Catholic Worker (Movimiento

del Trabajador Católico), y participar en algunas discu-

siones que hacían reflexionar. En sus días bohemios,

Dorothy había tenido un aborto, pero varios años

s u n o m b r e e s h o y166

Page 172: Su Nombre Es Hoy

más tarde dio a luz a su hija Tamar, y fue inspirada a

escribir: «Aun la más endurecida, la más irreverente,

se impresiona por el formidable hecho de la creación.

No importa cuán cínicamente o casualmente el mundo

pueda tratar el nacimiento de un niño, sigue siendo

espiritual y físicamente un evento extraordinario».7

El nacimiento de Tamar cambió la vida de su madre, y

de hecho, cada niño tiene tal poder de transformación.

Esto es tan cierto tanto del bebé que nació muerto

como del niño que muere joven.

Ya sea que creamos o no en un Dios amoroso,

todos podemos mostrar amor y respeto hacia los

niños bajo nuestro cuidado. Esto a su vez despertará

su propio sentido innato de reverencia, tanto para

ellos como individuos únicos como para otros, igual

de valiosos e incomparables. Solo entonces podrán

comprender verdaderamente su propósito y responsa-

bilidad en el mundo.

Capítulo 9 • Descubriendo la reverencia 167

Page 173: Su Nombre Es Hoy

Capítulo 10

El mañana llegaSolo hay dos legados perdurables que

podemos esperar darles a nuestros hijos.

Uno de ellos son las raíces; el otro, las alas.

H e n r y W a r d B e e c h e r

No hay nada como la alegría de ver crecer

a tus hijos, de experimentar el desarrollo de sus

personalidades y preguntarte en qué se convertirán.

Pero siempre y cuando tengamos niños encomen-

dados a nuestro cuidado, no podemos olvidar que las

demandas que nos hacen deben ser contestadas en el

presente. Su nombre es hoy. Lo que los niños necesiten

en la forma de guía, seguridad y amor, lo necesitan

ahora. Porque muy pronto llegará el momento en que

tengan que volar por su cuenta, y entonces no habrá

manera de retenerlos.

169

Page 174: Su Nombre Es Hoy

Kahlil Gibran ilustra esta poderosa verdad:

Ustedes son el arco desde el que sus hijos

como flechas vivientes son impulsados hacia adelante.

El arquero ve el blanco en la senda del infinito,

y los doblega con su poder

para que sus flechas puedan ir veloces y lejanas.

Dejen alegremente que la mano del arquero

los doblegue;

pues así como Él ama la flecha que vuela,

así también ama el arco que permanece estable.1

¡Cuán intensamente cada flecha viviente anhela viajar

«veloz y lejana»! Cuán duro debe trabajar cada padre

para mantenerse como un arco estable. No es poca

cosa cuidar incluso solamente a un niño, guiarlo a

través de aquellos primeros años formativos, navegar

en las tempestades de la adolescencia, y dirigirlo hacia

las responsabilidades de la edad adulta. Al parecer hay

peligros en todas partes. Al tratar de mantener su arco

firme, aun los padres más dedicados pueden verse a sí

mismos titubeando demasiado en los extremos de una

dirección o de otra.

Ed, un consejero escolar, dice que entre los adoles-

centes con los que ha trabajado, los que se desvían más

lejos y más rápido de los valores de sus padres son los

s u n o m b r e e s h o y170

Page 175: Su Nombre Es Hoy

que fueron sobreprotegidos y nunca se les dio la opor-

tunidad de volar:

Nick, un hombre joven, jugaba con sus padres mien-

tras estaba en la escuela preparatoria: era un niño

modelo, educado y amable. Pero deberías haberlo

visto una vez que dejó el hogar: bebía demasiado,

estaba obsesionado con el sexo y era completamente

incapaz de controlarse.

Cara, otra estudiante, sentía que a sus padres no

les importaba mucho ella como persona, sino sola-

mente en la medida en que era el reflejo de ambos.

Cara mantuvo su rebeldía en secreto la mayor parte

del tiempo, pero aun entonces estaba furiosa. Estaba

convencida que nunca alcanzaría el ideal de la chica

«agradable», y entre más estrictos eran con ella, más

insolente se portaba. Al final, se escapó para reunirse

con otros familiares en California, y dejó claro que no

quería tener más contacto.

En ambas situaciones, debido a que sus padres les

negaron la oportunidad de cometer errores, todo

esfuerzo por criarlos exitosamente terminó triste-

mente. En el caso de Nick, el patrón es clásico: el niño

esmeradamente pulcro se sometía mientras tuviera

que hacerlo, pero una vez que las circunstancias lo

pusieron fuera del control de sus padres, no había

Capítulo 10 • El mañana llega 171

Page 176: Su Nombre Es Hoy

nada que pudieran hacer, y tampoco había algo que él

pudiera hacer, puesto que carecía de un fundamento

sobre el cual mantenerse. Con Cara el problema era

también familiar: al olvidar que su hija era una persona

por derecho propio, sus padres parecían actuar más

con posesión que con genuina preocupación, y termi-

naron batallando con las justificables protestas de una

hija que se negaba a ser su propiedad.

¿Cuál es la alternativa? Para ponerlo simplemente:

libertad. Según mi abuelo «No es la sobreprotección de

los adultos ansiosos, sino la confianza en un cuidado

vigilante más allá de nuestro poder lo que le da al niño

un instinto seguro en situaciones peligrosas. En la

libertad radica la mejor protección para un niño».2

Libertad no significa licencia para hacer lo que uno

quiere. Después de todo, somos libres de conducir en

sentido contrario a la circulación, pero ¿a qué costo?

El deseo juvenil por independencia es bastante natural,

pero a los niños se les debe enseñar que siempre

viene con las responsabilidades correspondientes.

No darle ninguna dirección incluso al adolescente

más maduro es pedir problemas. Como muestra la

siguiente anécdota de mi amiga Jean, también resulta

contraproducente:

s u n o m b r e e s h o y172

Page 177: Su Nombre Es Hoy

Fui criada en un hogar muy permisivo. Esto fue inten-

cional de parte de mis padres. No estaban de acuerdo

con lo que sentían era una manera represiva, la forma

en que fue criada mi madre, y decidieron ser muy dife-

rentes con sus hijos.

Mi padre quería que yo supiera que «no había tal

cosa como la verdad absoluta» y él aborrecía a la gente

que era cerrada o de mente estrecha. Un vez ilustró

este punto de esta manera: Si se construye un nuevo

puente conectando Brooklyn y Manhattan, será fabu-

loso para la gente que maneja sobre el puente, pero

desastroso para aquellos que tienen que renunciar a

sus hogares para hacerlo posible. Todo es relativo,

bueno para alguna gente, malo para otra.

La manera en que se aplicaba a mi vida era

que yo podía hacer lo que quería. Mi padre dijo:

«Cuando toques la estufa, sabrás lo que es el calor.

Tú aprenderás sobre la vida a partir de tus propias

experiencias».

No se esperaba que hiciera nada en la casa. Mi madre

a menudo se quejaba de lo desordenada que estaba mi

habitación, pero nunca se hizo nada para cambiarlo.

Recuerdo la vez que anuncié que me iba de la casa y mi

padre dijo: «Muy bien, te ayudaré a empacar».

Estoy segura que tuve algunas experiencias mara-

villosas en mi niñez; es simplemente que la idea de

Capítulo 10 • El mañana llega 173

Page 178: Su Nombre Es Hoy

la inocencia infantil no era tenida en alta estima en

nuestra casa. Si llegaba tarde o no quería volver a casa

en la noche, estaba bien… Para el tiempo que era una

joven adulta había experimentado de todo lo que se

me cruzó en el camino.

Aunque muchos adolescentes podrían considerar un

ambiente tan indulgente como el hogar ideal, Jean

dice lo contrario. De por sí tímida y extremadamente

vergonzosa, la ausencia total de límites o fronteras

solo agudizó sus sentimientos de inseguridad y la

hizo deprimirse:

La verdadera alegría era algo desconocido para mí.

Estaba vacía por dentro, y desesperada por encontrar

algo a qué aferrarme. Ahora, como madre de adoles-

centes, tengo grandes dificultades para ayudarlos. No

quiero el mismo vacío para ellos. Siento su necesidad

de directrices claras, pero con frecuencia soy simple-

mente incapaz de dárselas. Todavía estoy buscando yo

misma esa base o fundamento. Es como si estuviera

permanentemente sobre arena movediza.

Evidentemente, la crianza de los hijos suele ser un

acto de equilibrio, y resulta fácil errar en el lado de la

permisividad como en el lado del autoritarismo. Para

citar nuevamente a mi abuelo:

s u n o m b r e e s h o y174

Page 179: Su Nombre Es Hoy

Algunos hijos son criados de una forma increí-

blemente libre y son, según mis estándares,

extremadamente insolentes y mal portados. Pero

pienso que demasiada libertad es mejor que el temor

servil que hace que los padres de un niño sean los

últimos a los que él acuda… Felices aquellos niños que

tienen una madre en la que pueden volcar sus cora-

zones y siempre cuentan con su comprensión, y un

padre en cuya fuerza y lealtad están tan confiados que

buscan su consejo y ayuda toda su vida. Mucha gente

anhela ser tales padres para sus hijos, y podrían serlo si

solo tuvieran suficiente sabiduría y amor.3

No sé qué hubiera hecho sin la confianza que mis

padres nos dieron a mis hermanas y a mí, incluso

cuando sé que muchas veces los frustramos o los

decepcionamos. Más que distanciarse de nosotros

por esos incidentes, o tomarlos de manera personal,

mis padres los usaron en ocasiones para profundizar

nuestra relación. Mi padre solía decirnos —y esto

siempre se ha quedado grabado en mí— «Prefiero vivir

confiando y ser traicionado que vivir un solo día con

desconfianza».

No hay nada que acerque más íntimamente a un

padre y a su hijo que esa lealtad. Y cuando recuerdo

a los maestros que más influyeron en mi vida, veo el

Capítulo 10 • El mañana llega 175

Page 180: Su Nombre Es Hoy

mismo patrón. Su reconocimiento de lo que estaba

afectándome interiormente —incluso cuando no podía

expresarlo— y su comprensión de una obra en marcha,

me acercó a ellos en confianza y seguridad. Yo hubiera

hecho cualquier cosa por ellos.

Es raro que los niños no puedan ser alcanzados

en algún nivel; si no es por escucharlos y tratar de

comprender la razón de su silencio, rebeldía o aflic-

ción, al menos reconociendo su sufrimiento. Las reglas

y prohibiciones rara vez ayudan. Tampoco las largas

conversaciones, los interrogatorios y los intentos para

hacer que el niño hable. Pero el respeto siempre está a

la orden, porque casi siempre inspira a su vez respeto.

Bárbara, una amiga de Gran Bretaña, recuerda:

Una vez, cuando estaba realmente desanimada y

confundida, papá se tomó el día libre del trabajo y me

llevó a un largo paseo por el bosque, después del cual

comimos ya tarde el almuerzo en una posada. Él no

trató de hacerme hablar y ciertamente tampoco intentó

darme ninguna clase de consejo. Simplemente pasamos

juntos el día. Pero nunca olvidaré ese día. Realmente

me hizo sentir especial en mi interior.

Algún tiempo después atravesé por un periodo de

verdadera depresión, y él compró dos entradas para

una obra en un teatro de Londres. Solo éramos él y

s u n o m b r e e s h o y176

Page 181: Su Nombre Es Hoy

yo… Recordando después de todos estos años, estoy

segura de que realmente nunca supo cuánto ni por

qué sufría tanto en mi interior. También estoy segura

de que nunca supo lo mucho que esas dos acciones

todavía significan para mí.

Para cada niño y adolescente, el amor es la seguridad

más grande que podemos darles. Como muestran

los recuerdos de Bárbara, ni siquiera necesitan

verbalizarse.

Aunque a veces, cuando se trata de la formación

del carácter, las palabras son valiosas. Los mejores

maestros son los que impulsan a los niños a preguntar

«¿Por qué?» y «¿Qué puedo hacer?» Nunca antes ha

sido más poderosa la presión hacia la uniformidad en

nuestra sociedad. Todos están usando la misma ropa,

comiendo en las mismas cadenas, leyendo las mismas

revistas, mirando los mismos programas, hablando

de los mismos escándalos de los famosos, los mismos

desastres, los mismos acontecimientos políticos. Se

nos ha hecho sentir que somos dueños de nosotros

mismos, pero ¿todavía es posible pensar por nosotros

mismos? Friedrich Foerster advierte:

Sin un ideal de carácter personal que nos fortalezca,

caemos presa con demasiada facilidad de nuestros

instintos sociales: esto es, nuestro temor a la gente,

Capítulo 10 • El mañana llega 177

Page 182: Su Nombre Es Hoy

nuestra ambición, nuestro deseo social de complacer,

y todos los demás instintos de las masas. La vida de

grupo, el tráfico de personas, la organización colectiva,

y la fuerza y expresión de la opinión pública se han

vuelto cada vez más grandes; mientras la organización

de la vida interior y personal se ha vuelto cada vez más

débil, y el verdadero individuo está sofocado en medio

de todo el individualismo.4

Si estamos verdaderamente comprometidos a

formar niños como individuos —a criar mujeres y

hombres jóvenes que tengan la fuerza para desafiar

la opinión popular— necesitamos creer en ellos. Los

niños que hacen más preguntas son los más adelan-

tados. Y nosotros mismos podemos acompañarlos

preguntando:«¿Por qué? ¿Por qué las cosas son como

son, y cómo podemos cambiarlas?»

Podemos ayudar a los niños a encontrar una causa

a la que puedan dedicar su energía. Cuando les ofre-

cemos la oportunidad de dar de sí mismos y crecer

más allá de sí mismos, comprenderán que de hecho

tienen algo que aportar. Se darán cuenta, como Victor

Frankl lo expresó, que la cuestión a preguntar no es

«¿Cuál es el significado de mi vida?» sino «¿Qué pide

la vida de mí?»5 El mundo tiene una enorme necesidad

del cambio que ellos pueden aportar.

s u n o m b r e e s h o y178

Page 183: Su Nombre Es Hoy

Criar niños conscientemente, pero dándoles

libertad; protegiéndolos, pero animándolos al autosa-

crificio; guiándolos, pero preparándolos para navegar

contra la corriente; todas estas paradojas se unen en el

siguiente relato.

Cuando Uwe Holmer tenía 14 años, en 1943, el

patriota adolescente era miembro activo de la juventud

local de Hitler. Un día su madre encontró en su habi-

tación un ejemplar de The Black Corps, la revista de

la SS. Cuando Uwe llegó a casa, ella dedicó tiempo a

hablarle y suplicarle que nunca se uniera a la SS.

«Pero, mamá, ellos son los soldados más fuertes.

Pelean hasta el final», le dijo. «Sí, y son los que

disparan contra los judíos y los presos políticos. ¿Esa

es la clase de organización por la que quieres vivir y

morir?», replicó su madre.

Uwe nunca olvidó su pregunta ni la expresión de

su rostro. Un año después, cuando Alemania estaba

desesperada en demorar la derrota, el ejército comenzó

a aceptar a muchachos de 15 años para el servicio

militar. Todos los cientos de muchachos en la división

de la juventud hitleriana de Uwe se ofrecieron como

voluntarios en la SS. Uwe se negó. El líder del grupo

lo llamó y le ordenó unirse; sus documentos fueron

completados de antemano para que los firmara. Aun

Capítulo 10 • El mañana llega 179

Page 184: Su Nombre Es Hoy

así Uwe se negó. Luego fue humillado frente a toda la

división y todos sus privilegios fueron revocados, pero

se mantuvo firme. Como dijo posteriormente: «Estoy

agradecido con mi madre… Su valor al confrontarme

fortaleció mi convicción para vivir por lo que sabía

que era lo correcto».

Después de la guerra, en Alemania Oriental, Uwe

se casó, llegó a ser pastor y fundó una comunidad

cristiana para adultos epilépticos y mentalmente

discapacitados. Durante años, los Holmer sufrieron

repetidamente el hostigamiento debido a sus acti-

vidades pastorales, especialmente bajo el gobierno

comunista de Erich Honecker. Sin embargo, después

de la caída del muro de Berlín en 1989, cuando

Honecker renunció a su cargo como uno de los

hombres más odiados de Europa, fueron Uwe y su

esposa quienes recibieron al déspota enfermo, a pesar

de las amenazas de muerte y las constantes y fuertes

protestas afuera de su casa.

Para mí, lo más sorprendente de la historia de Uwe

es su estricto apego a los hechos. Sí, él tuvo las agallas

para desafiar a la autoridad en una época y lugar donde

la desobediencia a menudo le costaba la vida a un

hombre. Años más tarde, malentendido y ridiculizado,

resistió a la opinión pública en defensa de un fugitivo

s u n o m b r e e s h o y180

Page 185: Su Nombre Es Hoy

destrozado que no tenía adonde ir. Pero las acciones

de Uwe dicen mucho, tanto del poder de su formación

como de su heroísmo. Y mirando más detenidamente

la fuente de su valor, no vemos destrezas militares, lo

que vemos es amor, el de su madre y el de él mismo.6

Sin amor, la teoría educacional más sólida es inútil,

al igual que la filosofía más comprobada sobre la

crianza de los hijos. Janusz Korczak tiene una visión

sombría de los enfoques teóricos:

Ningún libro, ningún médico es un sustituto de la

propia contemplación sensible y las observaciones

cuidadosas. Los libros con sus fórmulas ya elaboradas

han entorpecido nuestra visión y disminuido nuestra

mente. Al vivir de las experiencias, investigación y

opiniones de otra gente, hemos perdido nuestra propia

confianza y no somos capaces de observar las cosas

por nosotros mismos. Los padres deben encontrar

lecciones no de los libros, sino del interior de

sí mismos.7

Este simple pensamiento debe resonar en todos los

padres y maestros. El plan de estudios más tenazmente

organizado de nada servirá para un niño que se siente

perdido, olvidado o rechazado. En cambio, el acto de

amor y confianza más pequeño puede ayudar a un

niño a atravesar el terreno más difícil.

Capítulo 10 • El mañana llega 181

Page 186: Su Nombre Es Hoy

Solamente en Estados Unidos existen miles, posible-

mente millones, de niños que no reciben la ternura que

cada uno merece. Quien vaya a dormir con hambre,

solo y con frío, aunque viva en la casa de los padres

que lo concibieron, sabe poco del amor y de la verda-

dera paternidad. A esto hay que añadir la cantidad de

niños a quienes se les niega ese amor debido al cruel

ciclo de pobreza y crimen que ha encerrado al padre o

a la madre o a ambos tras las rejas.

Los daños que muy a menudo afectan la vida fami-

liar pueden provocar que la gente sea fatalista sobre

la forma en que son las cosas. Pero ¿por qué deben

estos pesimistas tener la última palabra? Dorothy

Day escribe:

La sensación de inutilidad es uno de los mayores

males de la época… La gente dice: «¿Qué puede hacer

una persona? ¿Cuál es el sentido de nuestro pequeño

esfuerzo?» No pueden ver que solo podemos poner

un ladrillo a la vez, dar un paso a la vez; podemos

ser responsables solo por una acción del momento

presente.8

Esto trae a mi mente una imagen. Un cuarto oscuro

lleno de gente, cada uno sostiene una vela apagada.

Alguien entra con una vela prendida y comienza

a encender las velas de los más cercanos a él. Cada

s u n o m b r e e s h o y182

Page 187: Su Nombre Es Hoy

persona enciende la vela de otra, compartiendo la

luz. En cuestión de segundos, todo el cuarto está

resplandeciendo.

Para mí, esta imagen refleja lo que los maestros

hacen año tras año sin grandes alardes ni reconoci-

mientos. Encienden velas que muy pronto se dispersan

fuera de su vista. Un buen maestro se preguntará

sobre el destino de cada luz, o dirá una oración para

que en algún lugar todavía esté brillando. Tenemos

que confiar en que esas luces sigan viajando hacia el

exterior, y que cuando una vela se apague, alguna otra

extienda su propia luz para prenderla nuevamente.

Los padres pueden observar varias velas fuera de su

vista. Los maestros se apartan de las luces de un año, y

alistan su flama para el próximo. Esto implica enormes

reservas de fuerza y amor.

Estoy envejeciendo, mi vida está llegando a su fin,

pero todavía tengo el gran deseo de usar las fuerzas

que me restan para ayudar a cualquier persona a mi

alcance, especialmente a los niños. Trabajando en

escuelas por más de 40 años, y aconsejando a muchas

familias en problemas, así como a veteranos y presi-

diarios, he visto mucha tragedia y necesidad humana.

Muy a menudo, las raíces de este sufrimiento comen-

zaron en la infancia.

Capítulo 10 • El mañana llega 183

Page 188: Su Nombre Es Hoy

En algunas de las situaciones más desesperadas, he

visto a gente destrozada levantarse para resolver el

pasado, pedir perdón por el dolor causado y a su vez

perdonar el daño que les han hecho. Con frecuencia,

luchan arduamente para perdonarse a sí mismos. A

través de los años, es asombroso ver cuánta gente

valiente ha superado la violencia, el abuso o el alcoho-

lismo y les ha dado a sus hijos lo que no les fue dado

a ellos.

Pero por cada historia con un final feliz, hay otra

de desastre. Es como si nuestros brazos no fueron

lo suficientemente fuertes para poner a salvo a esta

gente, por más que tratamos de hacerlo. Sin duda ellos

pudieron haber sido puestos a salvo mucho más fácil-

mente cuando eran niños, si hubiera llegado alguien

para hacerlo.

Si tan solo con una fracción de nosotros estuvié-

ramos dispuestos a comprometernos con nuestra

energía y tiempo para ayudar a un niño en peligro,

muchos podrían salvarse. Como cada obra de amor,

aun la más pequeña, el acto más insignificante nunca

será en vano. Tan pequeño como pudiera ser en sí

mismo, junto con otros tiene el poder para cambiar

el mundo.

s u n o m b r e e s h o y184

Page 189: Su Nombre Es Hoy

De todo lo que podría definir la infancia, una cosa

es segura: es el lugar de reunión de los primeros y

más imborrables recuerdos de la vida, el marco inalte-

rable para todas las experiencias que nos acompañan

a través de la existencia. Por tanto, al final de cuentas,

la tarea de criar a los hijos no es solo cuestión de una

paternidad y maternidad efectivas, y mucho menos de

visiones, teorías o ideales educativos. Se trata, primero

y ante todo, del amor que les damos, el cual tiene el

poder de despertar más de lo mismo, aun en los años

por venir. Como Dostoievski nos recuerda en las

páginas finales de Los Hermanos Karamazov:

Debes saber que no hay nada más noble, más fuerte

y más sano para la vida en el futuro que algún buen

recuerdo, especialmente el recuerdo de la infancia,

del hogar. La gente te habla grandes cosas sobre la

educación. Pero algunos buenos y sagrados recuerdos

preservados desde la infancia, son quizá la mejor

educación. Porque si un hombre tiene solo un buen

recuerdo que queda en su corazón, aun ese puede

apartarlo del mal… Y si lleva muchos recuerdos

semejantes en su vida, estará a salvo por el resto de

sus días.9

Capítulo 10 • El mañana llega 185

Page 190: Su Nombre Es Hoy

Sobre el autor

Muchas personas han encontrado valiosos

consejos de parte de Johann Christoph Arnold, galar-

donado autor con más de un millón de ejemplares de

libros impresos, en más de 20 idiomas.

Destacado conferencista y escritor sobre matri-

monio, crianza de los hijos, educación y senectud,

Arnold es pastor principal del Bruderhof, movimiento

de comunidades cristianas. Junto con su esposa Verena

ha aconsejado a miles de personas y familias durante

más de 40 años.

187

Page 191: Su Nombre Es Hoy

El mensaje de Arnold ha tomado forma a partir de

encuentros con grandes pacificadores como Martin

Luther King Jr., la Madre Teresa, Dorothy Day, César

Chávez y Juan Pablo II. Junto con Steven McDonald,

un oficial de policía paralítico, Arnold comenzó el

programa Breaking the Cycle (Rompiendo el ciclo),

trabajando con estudiantes en cientos de escuelas

públicas preparatorias para promover la reconciliación

a través del perdón. Este trabajo también lo ha llevado

a zonas de conflicto, desde Irlanda del Norte y Ruanda

hasta el Oriente Medio. Muy cerca de su casa, sirve

como capellán en el departamento de policía local.

Arnold nació en Gran Bretaña en 1940, hijo de refu-

giados alemanes, pasó sus años de infancia en América

del Sur, donde sus padres encontraron asilo durante

la guerra; y emigró a Estados Unidos en 1955. Él y su

esposa tienen ocho hijos, 44 nietos y un bisnieto. Todos

viven en la zona norte del estado de Nueva York.

s u n o m b r e e s h o y188

Page 192: Su Nombre Es Hoy

Reconocimientos

Docenas de personas ayudaron en la

producción de este libro. Doy las gracias especial-

mente a mi esposa Verena, quien incansablemente

leyó y releyó el manuscrito, página tras página. Sin su

talento para la captura de errores que todos los demás

pasaban por alto, hubiera sido un libro inferior.

Agradezco a mis secretarias, investigadores, editores

y correctores: Emmy Maria Blough, Hanna Rimes,

Maureen Swinger, Else Blough, Trevor Wiser, Rhonda

Johnson, Derek Zimmerman, y Sara Winter.

Finalmente, quisiera expresar mi aprecio a todos los

que me permitieron incluir sus historias personales en

este libro. Se necesita valentía para hablar de tiempos

difíciles. Que la sabiduría que han compartido ayude a

otros a lo largo de su camino.

189

Page 193: Su Nombre Es Hoy

Notas

Capítulo 1: El mundo necesita niños1. Franklin D. Roosevelt: White House Conference on Children in a

Democracy. Washington, D.C., Discurso radial del 19 de enero del 1940.

2. Dr. S. K. Paul, ed.: The Complete Poems of Rabindranath Tagore’s Gitanjali. Texts and Critical Evaluation. Nueva Delhi, India, Sarup & Sons, 2006, 372.

Capítulo 2: El juego es el trabajo de los niños1. James Hughes: Froebel’s Educational Laws for All Teachers. Nueva

York, D. Appleton, 1897, 102.

2. Edward Miller y Joan Almon: Crisis in the Kindergarten. Why Children Need to Play in School. College Park, MD, Alliance for Childhood, 2009, 11.

3. Valerie Strauss: «Kindergarten Teacher: My Job Is Now About Tests and Data – Not Children. I Quit», Washington Post, (23 de marzo del 2014).

4. Maggie Dent: «We Must Stop Stealing Childhood in the Name of Education», Teachers Matter, 1a. edición, 2014.

5. Para más información sobre la educación en Finlandia ver Tom Burridge: «Why do Finland’s Schools Get the Best Results?», BBC World News America, (7 de abril del 2010).

6. Friedrich Froebel: The Education of Man. Nueva York, D. Appleton, 1900, 55.

Capítulo 3: Grandes expectativas1. Katie Hurley: «Stressed Out in America: Five Reasons to Let Your

Kids Play», Huffington Post, (28 de febrero del 2014).

2. Jeff Yang: «Tiger Babies Bite Back», Wall Street Journal, (14 de mayo del 2013).

3. Sitio de internet del escritor y conferencista Paul Tough: http: www.paultough.com/about-paul/qa, How Children Succeed, Q&A: «How did writing this book affect you as a parent?»

190

Page 194: Su Nombre Es Hoy

4. Friedrich Foerster: Hauptaufgaben der Erziehung. Friburgo, Alemania, Herder, 1959, trad. por Plough Publishing House.

5. Jessica Lahey: «Why Parents Need to Let Their Children Fail», Atlantic, (29 de enero del 2013).

6. Naomi Schaefer Riley: «Dads: The Antidote to Helicopter Parent-ing», New York Post, (5 de mayo del 2014).

7. Jane Tyson Clement: No One Can Stem the Tide. Selected Poems. Nueva York, Plough Publishing House, 2000, 39.

Capítulo 4: Salir de la pantalla1. Graeme Paton: «Infants Unable to Use Toy Building Blocks Due

to iPad Addiction», Telegraph, (30 de mayo del 2014).

2. Kim John Payne: Simplicity Parenting. Using the Extraordinary Power of Less to Raise Calmer, Happier, and More Secure Kids. Nueva York, Ballantine Books, 2010, 173.

3. Matt Richtel: «A Silicon Valley School That Doesn’t Compute», New York Times, (22 de octubre del 2011).

Capítulo 5: Niño material1. Sobre estadísticas de la mercadotecnia en los medios ver D.G.

Singer & J. L. Singer, eds.: The Handbook of Children and the Media. Thousand Oaks, CA, Sage, 2000, 375–393.

2. Jeffrey J. Froh y Giacomo Bono: Making Grateful Kids. The Science of Building Character. Templeton Press, 2014, extracto de la descripción del libro.

3. Hattie Garlick: «Successful Parenting Without Spending Money: a Mother’s Story», Telegraph, (5 de agosto del 2013).

Capítulo 6: Acciones, no palabras1. Marcy Musgrave: «Generation Has Some Questions», Dallas

Morning News, (2 de mayo de 1999).

2. Fyodor Dostoyevsky: The Brothers Karamazov. Nueva York, Random House, 1950, 383. Existen varias traducciones y versiones al español de Los Hermanos Karamazov, publicadas por editoriales españolas e hispanoamericanas. Aunque el traductor ha consultado varias, decidió usar su propia versión de las citas en inglés. En adelante, a menos que se indique lo contrario, se ha traducido del

Notas 191

Page 195: Su Nombre Es Hoy

inglés las citas de las obras que han sido previamente traducidas al español.

3. Barbara Kingsolver: «Either Life is Precious or It’s Not», Los Angeles Times, (2 de mayo de 1999).

4. Malcolm X: The Autobiography of Malcolm X. Nueva York, Ballantine Books, 1987, 411.

5. Trent Toone: «Ravi Zacharias Discusses the Bible, His Life, Fami-lies, and Religious Freedom», Deseret News, (18 de enero del 2014).

Capítulo 7: Guía para crecer1. Dorothy Law Nolte: Children Learn What They Live: Parenting to

Inspire Values. Workman Publishing, 1998, vi. Hay trad. al español: Dorothy Law Nolte y Rachel Harris: Cómo inculcar valores a sus hijos. Los niños aprenden lo que viven. Barcelona, Plaza & Janes, 19992. Además, existen varias traducciones del poema, que han circulado por diversos medios y en distintas versiones.

2. Betty Jean Lifton: The King of Children. The Life and Death of Janusz Korczak. Nueva York, St. Martin’s Press, 1997, 80.

3. Anthony Bloom: Beginning to Pray. Mahwah, NJ, Paulist Press, 1970, 5.

4. The Editorial Board: «Giving Up on Four-Year-Olds», New York Times, (26 de marzo del 2014).

Capítulo 8: En honor a los niños difíciles1. Para las estadísticas sobre el uso de Ritalín ver: http://www.pbs.

org/wgbh/pages/frontline/shows/medicating/drugs/stats.html.

2. Tomada de una entrevista de Peter Breggin con el epidemiólogo Michael Savage, publicada en NewsMax.com. (29 de marzo del 2000).

3. Video en YouTube: Temple Grandin: «The World Needs All Kinds of Minds».

4. Carl C. Gaither y Alma E. Cavazos-Gaither, eds.: Gaither’s Dictio-nary of Scientific Quotations. Nueva York, Springer, 20122, 483, 1956.

5. Thomas Lickona: Raising Good Children. Nueva York, Bantam Books, 1994, 125.

s u n o m b r e e s h o y192

Page 196: Su Nombre Es Hoy

6. Steven McDonald, detective del Departamento de Policía de la ciudad de Nueva York y orador en el programa de Breaking the Cycle, presentó por primera vez este documento «You Are Very Special» (Tú eres muy especial) a nuestro personal. El texto original fue escrito por un grupo de estudiantes.

Capítulo 9: Descubriendo la reverencia1. Herman Hesse: Vivos Vocos, (marzo de 1919), traducida y citada

por Eberhard Arnold en Salt and Light. Nueva York, Plough Publishing House, 1997, 48.

2. Diane Levin: Beyond Remote-Controlled Childhood. Teaching Young Children in the Media Age. Washington DC, NAEYC, 2013, 16, 37. Derechos reservados © 2013 National Association of the Education of Young Children®. Reimpreso con permiso.

3. Helen Handley y Andra Samelson, eds.: Child: Quotations about the Delight and Mystery of Being a Child. Nueva York, Penguin Books, 1990, 74.

4. Eberhard Arnold: Children’s Education in Community. Nueva York, Plough Publishing House, 1976, 13–14.

5. Erich Maria Remarque: The Road Back. Fawcett Publishing, 1998, 252–255.

6. Gordon, Mary: Roots of Empathy. Changing the World, Child by Child. Toronto, Thomas Allen Publishers, 2005, 5–6.

7. Stanley Vishnewski, comp.: Dorothy Day. Meditations. Newman Press, 1970, 10.

Capítulo 10: El mañana llega1. Kahlil Gibran: The Prophet. Eastford, CT, Martino Fine Books,

2011, 26. Existen varias traducciones y ediciones de El profeta en español. La cita se ha traducido y cotejado con algunas de ellas.

2. Eberhard Arnold: Children’s Education in Community. Nueva York, Plough Publishing House, 1976, 23.

3. Eberhard Arnold, de una carta sin fecha (probablemente de octubre de 1908?) a su prometida Emmy von Hollander, trad. por Plough Publishing House.

4. Friedrich Foerster: Hauptaufgaben der Erziehung. Friburgo, Alemania, Herder, 1959, trad. por Plough Publishing House.

Notas 193

Page 197: Su Nombre Es Hoy

5. Viktor Frankl: The Doctor and the Soul: from Psychotherapy to Logotherapy. Vintage, 1986, xxi.

6. La historia de Uwe Holmer ha aparecido en libros, revistas y en Internet. Las citas directas fueron traducidas de Thomas Lack-mann: «Beim Abschied umarmten wir uns» (una entrevista con Uwe Holmer), Der Tagesspiegel, Beilage Weltspiegel Nr. 16860.

7. Janusz Korczak: Loving Every Child. Wisdom for Parents. Nueva York, Workman Publishing, 2007, 1.

8. Dorothy Day: From Union Square to Rome. Preservation of the Faith Press, 1938, 127.

9. Fyodor Dostoyevsky: The Brothers Karamazov. Nueva York, Random House, 1950, 938.

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Otras obras del autor publicadas por Plough Publishing House

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En busca de paz

Setenta veces siete

Porqué importan los niños

Dios, sexo y matrimonio

La riqueza de los años

www.plough.com