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Staff

Directores: Pablo Bulcourf (UBA / UNQ) / Arturo Fernández (CONICET)

Secretario de Redacción: Augusto Reina Comité Académico

Arturo Fernández Miguel De Luca

Luis Aznar Cristina Díaz Walter Cueto Silvia Robin

María Inés Tula Gastón Mutti

Martín D’Alessandro Nélida Archenti Gloria Mendicoa Gustavo Dufour Pablo Bulcourf

ISSN 1852-3978

Reflex: revista de análisis, reflexión y debates en ciencia política es una publicación digital dedicada al análisis y debates en Ciencia Política. Editor: Pablo Bulcourf. Mail: [email protected] La responsabilidad por el contenido artículos es exclusiva de los respectivos autores.

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Índice

Número 6 – volumen 2

Artículos

“El origen y la naturaleza de la personalización de la política”

Martín D’Alessandro

………………………………………………........……6

“Prolegómenos a una concepción ampliada de la ciudadanía en Bogotá: de la demagogia de los derechos a la libertad

positiva”

Sergio Ángel Baquero

…………………………………………………...…...19

“Formas de inserción de los indígenas en la globalización”

Nastassja Rojas Silva

………………………………………………….…….32

“Interdiscursividades y disputas por la hegemonía en la Argentina de fines de los años ´80. Construcciones y debates público

mediáticos en dos referentes político-institucionales clave”

Hernán Fair

………………………………………………….….…39

Dossier “500 Años de El Príncipe”

“Comentarios breves sobre la antropología filosófica de Maquiavelo. A quinientos años de El Príncipe”

Gastón Mutti

…………………………………………………...…...59

“Ciencia (de la) política y filosofía de la praxis. Releyendo a Maquiavelo con prismas gramscianos a 500 años de su libro

viviente”

Hernán Ouviña

………………………………………………….…….66

“Maquiavelo y la ciencia del Estado: sus aportes a las políticas públicas a quinientos años de El Príncipe”

Nelson Cardozo

………………………………………………….….…77

Reseñas

“El oficio de político” Manuel Alcántara Sáez

Por Ramiro Gamboa

……………………………………………………...…89

“El Estado en América Latina: continuidades y rupturas” Mabel Thwaites Rey (editora)

Por Pablo Bulcourf

……………………………………………………..…92

“Revuelta Obrera y Masacre en la Forestal. Sindicalización y violencia empresaria en tiempos de Yrigoyen

Alejandro Jasinski” Por Marianela Milanés

……………………………………………………..…96

Editorial ……………………………………………..…….....4

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Maquiavelo y la ciencia del Estado: sus aportes a las políticas públicas a quinientos años de El

Príncipe

Machiavelli and the state's science: contributions to public policy at five hundred years of The Prince

“En los asuntos de Estado, los males que nacen si se les reconoce con antelación (lo cual no es dado sino a una prudente); pero cuando por no haberlos reconocido se les deja crecer de forma que llegan a ser de dominio

público, ya no hay remedio posible”.

Nelson Dionel Cardozo

Resumen El objetivo de este artículo es profundizar las reflexiones sobre los aportes de Nicolás Maquiavelo al campo de la ciencia política, específicamente al área de las políticas públicas. Para ello, se parte de la idea que la filosofía del florentino representa más que una ruptura con la matriz de pensamiento clásica, sino que define el ámbito de la acción pública, y cuáles son los principales elementos para el análisis de las políticas. De esta manera podemos ver cómo la obra de este autor inaugura muchos de los elementos más de cuatro siglo más tarde serán tomados por las denominadas “ciencias de las políticas” en la Segunda Posguerra. Palabras clave: Maquiavelo- Políticas Públicas- Estado - Gobierno

Summary The aim of this paper is to deepen the reflections on the contributions of Niccolo Machiavelli to the field of political science, specifically the area of public policy. To do this, we start from the idea that the philosophy of the Florentine represents more than a break with classical thought matrix, it defines the scope of public action, and what are the key elements for policy analysis. In this way we can see how the work of this author inaugurates many of the more than four hundred years later will be taken by the so-called "policy science" in the Second Postwar. Keywords: Machiavelli-State-Public Policy – Government

Docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Investigador de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Profesor UADE- UMET. [email protected]

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Introducción La reflexión sobre el llamado ―arte de gobernar‖ se remonta tanto a los antiguos pensadores orientales, tales como Confucio y Lao-Tsé, quienes en su obra mencionan como debe ser el buen gobierno del Estado. Así mismo, los trabajos de los clásicos helénicos de Platón y Aristóteles darán origen a la filosofía política occidental con sus reflexiones sobre las constituciones de las polis. Sin embargo, estas cavilaciones fraguaban la noción de profesión de la sabiduría, las virtudes y el deber ser, con la praxis que correspondía tener al político en la conducción de los asuntos públicos. La imbricación entre la ética y la política, propia de la tradición clásica, quedará atrás y dará paso a una nueva ciencia del Estado. Con la aparición hace quinientos años de un breve libro escrito en una desnuda prosa en idioma toscano irrumpe la filosofía política moderna. Nicolás Maquiavelo (1469-1527), en ese momento un funcionario apartado del servicio civil, despojado de la ampulosidad vetusta del latín, soltará el lastre de la filosofía política clásica y producirá el viraje de la idea de virtud desde estos atributos morales, hacia la noción de efectividad en las políticas y en la mantención de poder. He aquí una de las bisagras que permiten iluminar la reflexión maquiaveliana, ya que se abre todo un campo de discusión acerca de la manera en que los gestores pueden llegar a mejores intervenciones, siendo dicho interrogante la espina vertebral de la obra que analiza este artículo. Esta pregunta acerca de ―cómo hacer mejores políticas‖ y su abordaje mediante un conocimiento racional será también el origen de la ―ciencia de las políticas‖ que se expandirá en el siglo XX. Al separarse el componente moral y religioso de la acción política, se habilita una serie de cuestiones que desplazan el eje desde la ética hacia la racionalidad de tipo instrumental. No es casual, que ese componente racional de la actividad humana enfatice el elemento teleológico de intervención estatal. En la modernidad ya no será un buen gobernante el que sigue los preceptos éticos dictados por la axiología, sino aquel que mediante el conocimiento erudito de la historia y el accionar de sus grandes personajes, seleccione alternativas y tome las mejores decisiones. De esta manera sostiene ―un hombre que quiera hacer en todos los puntos profesión de bueno, labrará necesariamente su ruina entre tantos que no lo son. Por todo ello, es necesario a un príncipe, si se quiere mantener, que aprenda a poder ser no bueno y a usar o no e esta capacidad en función de la necesidad‖ (Maquiavelo, 1999: 83). Ética y política, quedan así divorciadas, inaugurando el realismo político maquiaveliano que dará paso al estudio de los fenómenos del poder en un Estado moderno. El Renacimiento y el contexto de El Príncipe A partir del siglo XII, es posible hallar los albores del denominado Renacimiento Italiano, de la mano de las ciudades-estado que iban acrecentando su poderío económico. A diferencia de lo que venía gestándose en el resto del Europa, que tendía a la reducción de la unidad política, -como en Inglaterra, Francia y España, que se iban constituyendo bajo la forma de estados nacionales y potencias imperiales-, vemos que la Península Itálica se encontraba en un proceso de grandes divisiones, que se tradujeron en complejas alianzas entre los Estados de Italia y las potencias extranjeras que disputaron las denominas Guerras Italianas durante los siglos XV y XVI. En medio de este conflictivo escenario, se da el pasaje desde la sociedad feudal a la moderna, que tuvo como principales actores a los grandes comerciantes durante el siglo XIII, que se constituyeron en la ―burguesía mercantil‖ que menciona Max Weber, propia de las primeras fases de este nuevo modo de

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producción capitalista. El epicentro del cambio serán las prósperas ciudades de Siena y Florencia1, en la región de la Toscana donde podrá verse fuertemente en las elites la transición desde la sociedad medieval a la moderna, que luego se expandirá al resto del continente europeo. Sin embargo, será un rasgo no capitalista de esta fuerte clase de comerciantes lo que dará impulso al renacimiento cultural italiano: la institución del mecenazgo. Con ello, en vez de reinvertir el excedente para generar nuevos beneficios, muchas familias acomodadas de los ricos burgos de la península protegerán a talentosos artistas para que puedan desarrollar su creatividad. Así en el arte se verá un redescubrir de la estética, los signos pictóricos y escultóricos de las obras clásicas. En el plano de la pintura se busca la inspiración en las formas helénicas antiguas, abandonando la bidimensionalidad propia de la pintura medieval, perfeccionándose la técnica del óleo cayendo en desuso el realce en dorado, la utilización de la luz, la perspectiva, la proporción y el equilibro en las composiciones. En lo que respecta a los motivos, se alternan temas de la mitología clásica con los religiosos; siendo los principales exponentes de este movimiento Miguel Ángel, Rafael, Tiziano, Leonardo da Vinci, Sandro Botticelli, Piero Della Francesca y Perugino. En el plano de la escultura se retoma la expresividad, movimiento, elasticidad y centralidad de las figuras humanas, en una búsqueda de reproducir las proporciones exactas de los cuerpos recurriendo a estudios anatómicos. En el plano de la música de profundiza la teoría musical haciéndose cada más compleja la polifonía, el contrapunto y la creación de nuevos instrumentos como las flautas de pico y la viola da gamba. Durante este período, es que se produce la revolución literaria de la mano del idioma toscano, cuando varios autores dejan de escribir en latín, francés y provenzal, y comienzan a producir en lenguas vernáculas. La Divina Comedia, de Dante Alighieri, será considerado una de las primeras obras escritas en el italiano moderno. La notoriedad de autores como Bocaccio, el poeta Petrarca y Maquiavelo, ayudarán a desarrollar el idioma toscano que luego pasará a ser la lengua de la Italia unificada siglos más tarde. Todos estos acontecimientos marcan un cambio de época y una nueva forma de concebir el mundo. La matriz teocéntrica que había regido la cosmología medieval de corte religioso en la Edad Media, dará pasó al cuño antropocéntrico y humanista, en donde se colocará a la labor humana en el centro de la reflexión y el pensamiento. Así ―es a partir del Renacimiento que lo político tratará de redefinirse por fuera de la subordinación que en el medioevo había tenido a las cuestiones teológicas. Y lo haría de la mano de Maquiavelo cuando éste, en su libro El Príncipe, separa la actividad política de la religión (hasta el momento muy ligadas por el poder eclesiástico en la Edad Media) al secularizar el Estado, arguyendo que la primera nada tenía que ver con la moral o los valores, sino con el logro y retención del poder‖ (Bulcourf y Vázquez, 2007: 265). Esto tendrá hondas repercusiones en la filosofía política y en el modo en que se pensará la acción pública, ya que no será el obrar divino lo que gobernará la política, sino que se deberá a los hombres, los cuales estarán dotados de razón, carácter, juicio, virtudes y vicios. La historia es escrita por seres humanos, con errores y aciertos. El gran enigma entonces es pues, qué hace a los hombres

1 Es interesante preguntarnos el por qué el Renacimiento es mucho más fecundo en Florencia,

económicamente inferior a Siena. Evidentemente no podemos explicar esto bajo un criterio economicista sino recurrir a los factores políticos y culturales. En Florencia predominaban las familias Gibelinas partidarias del Emperador y más proclives a aceptar los cambios y una concepción secular. En cambio, en las segundas, ejercían mayor influencia las familiares güelfas cercanas al papado y más conservadoras. Vemos así, como un posicionamiento político tiene una afinidad selectiva hacia el cambio y el otro es mucho más conservador y rígido. De esta manera es como “Lujo y Capitalismo” se amalgaman en una época de transición entre dos cosmovisiones del mundo (Sombart, 1979).

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tomar las mejores decisiones, con qué deben valerse para llegar a las mismas, y en qué medida dependen de la virtud o de la fortuna los acontecimientos que le suceden a estos. La teoría política moderna, inaugurada por el pensamiento de Nicolás Maquiavelo, siendo su obra cúlmine El Príncipe2, introducirá en medio de los debates que transitaba la Italia de su tiempo, preguntas que hasta el día de hoy la ciencia política continua realizándose. Interrogantes tales como qué es el poder y cuáles son sus límites; los alcances de la acción humana; qué atributos debe tener un buen gobernante; de qué manera se deben tomar las decisiones públicas; cómo es posible medir la efectividad de las intervenciones estatales; o para qué los políticos realizan programas, son algunas de las punzantes cuestiones que nos ha sembrado el florentino y que atraviesan el estudio de las políticas públicas hasta nuestros días. Así podemos ver, que uno de los aportes del toscano a la ―ciencia de las políticas‖ ha sido la definición y recorte del objeto de estudio, delimitando a la política como ese ámbito propio de la acción de los gobiernos. De esta manera, ya es plausible perfilar una idea de ―ética pública‖, con reglas propias, diferentes a la de la moral que le permiten al príncipe mantenerse en el poder. Maquiavelo nos muestra claramente, cuáles son aquellas virtudes que hacen al gobernante ser amado por el pueblo, y cuáles lo convierten en una persona odiada. Maquiavelo como funcionario público: la reflexión producto de la praxis Uno de los elementos importante que se puede ver en la biografía de Nicolás Maquiavelo es la vinculación entre gestión pública y la reflexión sobre el arte de gobernar. Como menciona en la introducción a la obra que nos convoca sostiene en la dedicatoria a Lorenzo de Médici, ―no puedo hacerle mejor ofrenda que darle la facultad de poder en brevísimo plazo de tiempo aprender todo aquello que yo he conocido y aprendido a lo largo de tantos años y con tantas privaciones y peligros‖ (Maquiavelo, 1999: 32). He aquí una de las claves para poder comprender la manera de construir el conocimiento sobre el Estado que tenía el florentino: la experiencia en tanto fuente de acumulación de saberes. Pero vale decir que este conocimiento no es la simple experiencia puesta en práctica en el quehacer diario y rudimentario de la administración pública, sino que por el contrario, reconoce que en la toma de decisiones y la solución de los problemas públicos (tanto de índole política como de naturaleza técnica) éste debe ser un insumo central para el buen administrador gubernamental. Maquiavelo, había tenido una experiencia como funcionario de la República de Florencia, en dos grandes áreas: militar y diplomacia. En el primer ámbito, se desempeñó en el cargo de ―Nueve de la Milicia‖, la agencia que tenía competencia en el reclutamiento de las milicias de ciudadanos, más allá de las tropas mercenarias y auxiliares, que eran usadas en las guerras en las que se encontraba envuelta la ciudad. Nuestro autor se desenvolverá en se puesto desde 1507 hasta 1912, cuando será apartado de la función pública. Producto de esta experiencia bélica surgirá su tratado militar Del arte de la Guerra, escrito en 1832 en donde expondrá las reflexiones que surgirán fundamentalmente –como acostumbraba a decir- de la observación de los ejemplos modernos y antiguos. Dentro de los primeros, verá que el Estado Nación se basará en el reclutamiento forzoso de los

2 Cimentada en las reflexiones primigenias de Marsilio de Padua y Guillermo de Ockam encontramos en

Maquiavelo un despegue sustantivo expresado en sus obras Discorsi sopra la prima deca di Tito Livio, Del Arte de Guerra) y centralmente en el Príncipe .

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ciudadanos varones en actividades militares, y dentro de los segundos traerá el ejemplo de la Roma Imperial con todo su poderío bélico. Por lo tanto, tal y como lo desarrolla en el El Príncipe, en los capítulos XII a XIV, menciona que son las mejores tropas para la defensa del Estado las propias, afirmando que ―las mercenarias y auxiliares son inútiles y peligrosas y si uno tiene apoyado su Estado sobre armas mercenarias, jamás estará firme y seguro, porque estas tropas carecen de unidad, son ambiciosas, sin disciplina, desleales‖ (Maquiavelo, 1999: 72). Producto de su experiencia en la gestión militar comenzará a ver que todo Estado moderno debe asegurarse la defensa a partir de un solo tipo de tropas, las propias, basadas en el reclutamiento de ciudadanos, viendo como uno de los elementos de la estatidad es garantizar el monopolio de la violencia por parte de una estructura permanente defensa. La expropiación a los particulares (mercenarios) de esta potestad, será un elemento central para garantizar el orden al interior dentro de un territorio delimitado, al mismo tiempo que permitirá también la capacidad de externalizar su poder dentro de un sistema interestatal. Justamente, a partir de la experiencia en la campaña militar contra Pisa, cuya heroica defensa de los ciudadanos de esta última hizo fracasar las acciones militares, se inauguran las reflexiones sobre la superioridad de las tropas nacionales, al mencionar que ―sin armas propias, ningún principado se encuentra seguro, antes bien: se halla totalmente a merced de la fortuna, al no tener virtud que lo defienda de la adversidad‖ (Maquiavelo, 1999: 80). La otra gran experiencia en la función pública ha sido la actividad diplomática, como embajador en la Romaña, Roma, Perugia, y sus misiones a Francia y Alemania. De su trayectoria en las tierras galas verá como se ha podido reducir a la unidad la dominación en un territorio, hecho que le generará su escrito Ritratti delle cose Della Francia, en donde hace referencias al poderío franco en el año 1510. ―Recuerda y hace notar en ellas el poder de Francia cada vez mayor a consecuencia de su gran centralización, resultante a su vez de haberse unido y sometido a la corona las diferentes provincias y barones‖ (Villari, 1953: 132). Estas reflexiones lo hacen contrastar, el escenario galo con la situación de la Península Itálica y Alemania3, que se encontraban en condiciones similares, en un estado de fragmentación territorial, bajo el dominio de diversos señores y en una imposibilidad de constituir una unidad política más centralizada, que se convierta en una potencia europea. Así, vemos que en El Príncipe, reclama en su último capítulo ―Exhortación a ponerse al frente de Italia y liberarla de los bárbaros‖, que debe realizarse un proceso de unificación de la región en un Estado-Nación moderno, tal y como veía en la poderosa Francia, ya constituida una gran potencia política y militar. Por ello menciona que la base para poder lograr la unificación es efectuar una modernización de los ejércitos. Así, vemos que la principal área de intervención en donde se debe efectuar la reforma es en la gestión de la defensa nacional, porque constituye un elemento central para la constitución de la nueva unidad política. De esta manera menciona, que ―es necesario con anterioridad a cualquier cosa, como verdadero sostén de toda empresa, proveerse de tropas propias, porque no puede haber soldados más fieles, ni más auténticos ni mejores. Y aunque cada uno de ellos sea bueno, todos juntos resultarán mejores cuando se vean mandados por su príncipe, honrados y sostenidos por él. Es necesario, por tanto, formar este ejército para poder con la virtud italiana defendernos de los extranjeros‖ (Maquiavelo, 1999: 122). Más allá de la

3 Como podemos ver, a la luz de la historia tanto Italia como Alemania, fueron los últimos países de

Europa en constituirse como Estados-Nación modernos, hacia la década del 60 del siglo XIX, impulsados por el liderazgo del Piamonte y de Prusia, respectivamente que como sostenía el toscano “se colocaron al frente” de proceso de unificación ejerciendo la conducción del proceso de reducción a la unidad política.

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importancia de la conducción y del liderazgo, se advierte también una idea de Nación muy fuerte, en donde quedan delimitados aspectos no materiales de la estatalidad, tales como la pertenencia y la idea de una idiosincrasia en común que coloca una noción de comunidad política, es decir un ―nosotros‖ opuesto a los ―extranjeros‖ (bárbaros). Debe recordarse que hacia comienzos del siglo XVI, Italia se hallaba en una compleja situación, tensionada por un lado por las potencias extranjeras (como la Corona de Aragón y Francia) y las disputas entre los principados civiles y los Estados Pontificios, -estos últimos bajo el mando de la Iglesia Católica-, los cuales se encontraban permanentemente en Guerra entre sí. Estos conflictos bélicos fueron conocidos como ―Las Guerras Italianas‖ durante el período entre 1494 y 1559 en donde se vieron involucradas las ciudades-estado italianas, los Estados Pontificios, y las potencias extranjeras de España, Francia, el Sacro Imperio Romano Germánico, Inglaterra y la República de Venecia. A continuación se ilustra el mapa político de la península itálica hacia 1500.

Mapa de Italia hacia 1500

Como puede advertirse en el mapa agregado más arriba, Italia tenía un territorio muy fragmentado entre las Repúblicas, los reinos, los Estados Pontificios y los territorios en manos de potencias extranjeras, en virtud de lo cual es entendible por qué al toscano le preocupa tanto la unificación del país. No obstante ello, llama la atención la temprana idea de nacionalidad presente en Maquiavelo, en donde puede advertirse la noción de un pasado y un destino en común –pese a todas las diferencias culturales que había en la península en ese momento-, al mismo tiempo que ya aparece la idea de una Italia, muy importante para generar la cohesión dentro de un territorio, y es lo que debe recuperarse por parte de quién conduzca el proceso de unificación. De esta manera, el elemento no material aparece bajo el concepto de un Estado actuando ―para la nación‖ (O‘Donnell, 2003), y como tal debe recurrir a esa idea para cimentar la legitimidad en las intervenciones. Siguiendo este

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razonamiento, vemos que uno de los principales aportes de Maquiavelo al enfoque de las políticas públicas, es que avizoró de manera clara y precisa cual era la nueva unidad política de la modernidad: el Estado-Nación. Se advierte uno de los elementos más destacados que seguirá siendo dominante en el análisis de políticas hasta los años 70: la importancia de las intervenciones públicas que irradian desde un centro político dotado de legitimidad. Por ello, vemos que ya se puede advertir como una precondición para la efectividad de las políticas públicas un abordaje top-down, es decir, una concepción de la toma de decisiones y de la implementación descendente de los programas públicos. Esto es conteste y concordante con la condición elitista que deposita en la política y la toma de providencias, en donde aparece una desconfianza natural por el pueblo, y enfoca el eje de la reflexión en los aspectos relativos a las elites políticas.

El gran tronco que recorre la quincuagenaria obra del toscano es justamente, el modo en que se da el recambio entre las elites, las formas en que se llega, se permanece y se pierde el poder; siempre teniendo en cuenta un visión dinámica de este último. Todo ello, bajo la forma de un Estado absoluto, que contrasta con la visión republicana que surge en I Discorsi. Igualmente, podemos atisbar que el proceso de constitución de un Estado-nación moderno, según la visión de Maquiavelo requería la concentración del poder, al menos en un primer momento. De esta manera ―toda la obra estaba dominada por una concepción heroica de la actividad política personal, con el resultado de que la figura heroica del príncipe eclipsaba toda sugerencia de que la actividad política pudiera ser conducida a través de instituciones impersonales‖ (Wolin, 1974: 247). Podemos explicar esto, por la posibilidad de sortear oposiciones y vencer adversarios que plantea un modo de ejercicio de poder personal y con pocas limitaciones. Así, efectividad en la toma de decisiones, enfoque proactivo, y conocimiento experto son la tónica en las políticas que podemos ver en El Príncipe. Las políticas y la importancia de la información para toma de decisiones Otro elemento que merece ser profusamente analizado es la importancia del discernimiento en la selección de alternativas y la toma de decisiones. Siglos antes que Harold Lasswell hablara del conocimiento científico como necesario para las ―ciencia de las políticas‖, el italiano ya mencionaba que la constitución de este nuevo campo del saber era fundamental para dominar la realidad. Aquí podemos ver el nacimiento de la visión secularizada y antropocéntrica, en donde el hombre moderno es capaz de dominar los acontecimientos mediante el saber experto. Tal y como menciona Parsons ―Maquiavelo estaba interesado en el arte del Estado: creía que, mediante el conocimiento de la realidad de la política y el poder, los tomadores de decisiones estarían mejor preparados para controlar los asuntos de Estado y mejor capacitados para lidiar con los problemas. Las preocupaciones de Maquiavelo encuentran una curiosa resonancia en el moderno mundo del arte del Estado‖ (Parsons, 2008: 76). De esta manera vemos, un elemento central en el pensamiento de este autor que es la necesidad de los gestores públicos de contar con información de buena calidad, y una sabia interpretación de la misma. Por lo tanto vemos aquí el primer texto que nos habla del racionalismo en el análisis de políticas públicas4. El buen gobierno, por consiguiente es aquel que comprende los escenarios donde se

4 El racionalismo en políticas públicas intenta sustituir la intuición, la opinión y la experiencia del

decisión por un conjunto de técnicas y métodos precisos que le ayuden a adoptar la mejor decisión. Es una sustitución del proceso de decisiones intuitivo por otro modelo racional.

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desenvuelve la intervención pública y toma decisiones en base a diagnósticos previos, porque ―la nueva ciencia demostró ser capaz de situarse en cualquier posición (…), diagnosticando la situación desde ese punto de vista, enunciando las alternativas y aconsejando las mejores medidas‖ (Wolin, 1974: 218). Pero ello no es suficiente: se precisa también lo que él denomina prudencia, una virtud muy importante, que se relaciona directamente con la capacidad de detectar futuros problemas y darle una rápida intervención para su solución, dado que ―todos los príncipes sabios (…) no solamente han de preocuparse de los problemas presentes, sino también los futuros, tratando de superarlos con todos los recursos de su habilidad; previstos con antelación, se les puede encontrar fácil remedio, pero si se espera a tenerlos encima, la medicina nunca está a tiempo al haberse convertido la enfermedad incurable (…). En los asuntos de Estado, los males que nacen si se les reconoce con antelación (lo cual no es dado sino a una persona prudente); pero cuando por no haberlos reconocido se les deja crecer de forma que llegan a ser de dominio público, ya no hay remedio posible‖ (Maquiavelo, 1999:39). Se advierte en este extracto, una gran confianza en el conocimiento y la capacidad de dominar la realidad, al mismo tiempo que podemos ver que el tipo de soluciones a los problemas públicos que concibe es racional exhaustiva, y no una visión incremental de la acción estatal5. Esta confianza en el poder del conocimiento, deposita un gran énfasis en la racionalidad del Estado. Así, la concepción maquiaveliana del análisis de políticas públicas debe colocarse en un escenario de progresiva racionalización del gobierno y de la política como una actividad en donde se formulan los programas gubernamentales. Aquí vemos en pleno Renacimiento la idea de ―ciencias de las políticas‖ donde el sabio ―se ve como un integrador de conocimiento y acción, por lo tanto, como un especialista en suscitar y dar efecto a toda la racionalidad de la que los individuos y las colectividades son capaces en cualquier momento‖ (Lasswell, 1970: 13). Esta concepción, de tipo racional exhaustiva de las políticas estatales es concordante con un modelo de toma de decisiones centralizado que neutralice a los potenciales actores de veto que puedan oponerse a determinadas decisiones. No obstante ello, también reconoce la existencia de dificultad a la hora de implementar políticas de cambio, registrando que las mudanzas de tipo incremental6 suelen ser menos costosas en términos de la gobernabilidad. Al mencionar la importancia del cambio de la constituciones refiere que ―no hay cosa más difícil de tratar, ni más dudosa de conseguir, ni más peligrosa de conducir, que hacerse promotor de la implantación de nuevas instituciones. La causa de tamaña dificultad reside en que el promotor tiene como enemigos a todos aquellos que sacaban provecho del viejo orden y encuentra unos defensores tímidos en todos los que verían beneficiados por el nuevo. Esta timidez nace en parte del temor de los adversarios, que tiene la ley a su lado, y en parte también de la incredulidad de los hombres, quienes –en realidad- nunca creen en lo nuevo hasta que

5 Esa gran confianza en el conocimiento como arma capaz de transformar la realidad y la idea de la

concentración del poder por parte del gobernante lleva tanto a ponderar las soluciones a los problemas de tipo racional-exhaustiva. Sumado a ello, la concepción elitista y centralizada del poder, lo hace pasar por algo la existencia de “perros guardianes” que se opongan a las políticas de cambio, subsumiendo el campo del análisis de las intervenciones, la toma de postura y la implementación, al poder con que cuente el monarca. 6 El incrementalismo tiene como supuesto que cuanto mas novedosa sea una política mas desconocida

serán sus consecuencias y mas complicado será presentarla de una forma convincente así pues difícil de sustentarla con un apoyo político. Las decisiones son fruto de una larga cadena de decisiones precedentes con sus logros y errores correspondientes, ampliando así las capacidades de controlar el error y lograr el triunfo. En esta disciplina esta es la única manera de predecir sus impactos, sus constes y sus beneficios.

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adquieren un firme experiencia de ello‖ (Maquiavelo, 1999: 49). Por lo tanto, hace quinientos años ya podemos encontrar la teorizaciones sobre los ―perros guardianes‖ (Lindblom, 1996) que defienden el status quo, oponiéndose a las mudanzas. Sostiene así que cuando se producen cambios de tipo ―incremental‖ al momento de arribar al gobierno se traen menos costos políticos en términos de pérdida de poder. Esto lo afirma al decir que el recurso no tan oneroso para el príncipe es dejar vivir a los pueblos conquistados con sus leyes imponiéndoles un tributo implantando en ellas un gobierno minoritario que conserve la provincia fiel al gobernante. En El Príncipe vemos también una visión ambigua acerca del rol de los expertos, dado que menciona en el capítulo XXII ―De los secretarios de los príncipes‖ la manera en que debe rodearse el buen gobernante. Así, sugiere que es un punto importante la selección de sus ministros, dado que ―cuando son competentes y fieles se les puede tener siempre por sabio, puesto que ha sabido reconocer su competencia y mantenérselos fieles. Pero cuando son de otra manera hay siempre motivo para formar un mal juicio de él, puesto que su primer error ha sido precisamente elegirlos.‖ El buen político es aquel que además de ser prudente, puede también generar equipos capaces y que al mismo tiempo le profesen lealtad. Pero la importancia que le coloca a mantención en el poder por parte del gobernante hace que surja cierta desconfianza de los ministros. Así, es menester mantenerlos leales dándoles favores pero agrega un último elemento: ―Un príncipe prudente debe procurarse un tercer procedimiento, eligiendo en su Estado hombres sensatos y otorgando solamente a ellos la libertad de decirle la verdad, y únicamente en aquellas cosas de las que les pregunta y no de ninguna otra‖ (Maquiavelo, 1999: 113). Así, el príncipe debe buscar el consejo solamente cuando lo requiere, escuchar, pero la toma de decisiones tiene que realizarla él mismo. Vemos aquí, la visión antropológica negativa que plantea la obra de Maquiavelo, en donde los hombres poseen naturalmente una ambición ilimitada de poder, por lo que la delegación en la toma de decisiones en los ministros es un talón de Aquiles en el gobierno, y por consiguiente, se esboza una lógica ambición de los ministros que precisa ser contenida por el gobernante. Esto da el puntapié para otra nota muy importante en el pensamiento del florentino: la vinculación que hay entre la política (politics) entendida como la lucha por el poder y la acción pública (policy). Para Maquiavelo queda claro que la principal razón por la cual los gobernantes deben proveer buenas políticas (policies) queda supeditada a la permanencia en el gobierno (politics). Aquí vemos nuevamente el componente elitista en la filosofía política del toscano, que será retomado en el siglo XX por las teorías económicas de la democracia y el análisis de políticas públicas que postula que el principal interés de los gestores públicos es el blame avoidance (evitar la responsabilización) y continuar en el poder7. La efectividad de las políticas, por lo tanto es fundamental para que el príncipe no pierda poder en el Estado. Ser virtuoso, es justamente tener la capacidad de hacer frente a la adversidad proveyendo decisiones que solucionen los problemas públicos, dado que ―sin duda alguna los príncipes se hacen grandes cuando superan las dificultades y los obstáculos que se les oponen.‖(Maquiavelo, 1999: 105). De esta manera el accionar de los políticos tiene que ver con la creencia de las elites en que la aplicación de determinadas políticas públicas le será rentable y le permitirá continuar en el gobierno. La virtud del buen príncipe se manifiesta justamente en momentos en que aparecen adversidades, producto de la fortuna, comparando esta última con un río

7 Anthony Downs, plantea que las elites políticas buscan convencer a los electores de que las políticas

son deseables en tanto soluciones a los problemas que aquejan a la sociedad, por lo que el principal objetivo por el cual los políticos buscan proporcionar políticas públicas es para obtener réditos electorales.

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torrencial, diciendo que ―ella muestra su poder cuando no hay virtud organizada y preparada para hacerle frente y por eso vuelve sus ímpetus allá donde sabe que no se ha construido los espigones y los diques para contenerla‖ (Maquiavelo, 1992: 117). Comentarios finales Estas breves reflexiones han intentado iluminar algunos de los aspectos más destacados que El Príncipe ha hecho al campo de las políticas públicas, los cuales fueron retomados siglos después por diversos autores. El corrimiento del velo de la tradición clásica permitió ver como era el proceso de las políticas dentro de Estado moderno, y por consiguiente abrió la discusión sobre la importancia de tomar buenas decisiones que lleven a intervenciones efectivas. Los elementos que han sido parte de los axiomas del policy analysis a lo largo del siglo XX pueden encontrarse en el pensamiento filosófico del florentino. Sin lugar a dudas el pensamiento político de Maquiavelo, vio como nunca la naturaleza del proceso de selección de alternativas, toma de medidas, puesta en marcha e impactos de las intervenciones públicas. Ya se pueden rastrear elementos tales como la fragorosa discusión entre racionalismo e incrementalismo; la relación entre elites y masa a la hora de la toma de decisiones; lo simbólico en tanto fuente de legitimidad de la política, entre otros elementos que hemos mencionado más arriba. Vale decir, que la construcción de este pensamiento tiene una estrecha relación con la praxis en la función pública, como el propio Maquiavelo lo explicita. El conocimiento práctico que trae el desempeño de funcionario nos proporciona junto con el manejo de los ejemplos antiguos y modernos una guía de referencia. Así, usando el razonamiento analógico es posible hacer un diagnóstico de la situación antes de la toma de decisiones. Queda inaugurada la discusión aún no saldada entre información y políticas públicas, y cuáles son los límites del conocimiento a la hora de las intervenciones estatales. Maquiavelo se muestra como buen hombre moderno optimista sobre la capacidad de la razón y el conocimiento cual asa para dominar los acontecimientos. Pero al mismo tiempo, por tener un buen manejo de los sucesos de la historia reconoce que la virtud debe reconocer las limitaciones de los procesos de cambio. Huelga mencionar que la riqueza de esta obra excede lo expuesto en este artículo, pero muestra que muchos de los postulados que fueron asumidos durante el siglo XX con la constitución del campo de la administración pública -que surgió hacia finales del siglo XIX e irrumpió en la segunda posguerra junto con la nueva racionalidad del Estado de Bienestar-, nos muestra la vigencia del pensamiento político de Nicolás Maquiavelo. Más allá de ser un brevario de consejos para el gobernante, esta obra sigue siendo ardorosamente debatida, profundamente inquietante y sin lugar a dudas unos de los escritos políticos más importante en la historia de la civilización occidental. Bibliografía BLANCO, Emilio (2013) Maquiavelo y el Príncipe. Ariel, Buenos Aires. BRION, Marcel (1977). Maquiavelo. Siglo Veinte, Buenos Aires.

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