Soñar no cuesta nada

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Marina López Monte Ávila Editores Latinoamericana Soñar no cuesta nada

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Novela-guión realizada para Monte Ávila Editores, Caracas.

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Marina López

Monte Ávila Editores Latinoamericana

Soñar no cuesta nada

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1a edición, 2004

Fotografía de portada

Belleza, 1981YURI VALECILLOS

Colección personal

© MONTE ÁVILA EDITORES LATINOAMERICANA C.A., 2004Apartado Postal 70712, Caracas, VenezuelaTelefax: (58-212) [email protected]

Hecho el Depósito de LeyDepósito Legal Nº xxxxxxxxxISBN xxx-xx-xxxx-x

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OJOCOLOCAR los correspondientes

Es cri bir es un in ten to de otor garcier ta exis ten cia a los fe nó me nos pa sa je ros.

PAUL VA LÉRY

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Personajes

ANA SANDOVAL: Está sentada en la cama. por la venadel brazo derecho está pasando el suero.Aparenta unos cincuenta años; tiene cuarenta ytres. Alta, y a pesar de su enfermedad «cáncerterminal» , conserva gran parte de su peso. Ensu ojo derecho tiene un tumor que le imposibi-lita ver. Tiene tres hijos.

ÁNGELA SANDOVAL: Hermana de Ana, la atiendecuando llega de visita. Es morena de cuaren-ta y cinco años, delgada y tiene dos hijos. Suvestimenta es holgada, el tapaboca es indis-pensable.

OSCAR FREITEZ: Cura y amigo de Ana. Cincuenta años,pelo canoso blanco, ojos marrones, usa lentes.Su sotana baila en la delgadez de su cuerpo.

ROSA CRESPO: Madre de Ana. Setenta y dos años, gor-da, bonachona, amorosa, con una sonrisa a florde labios. De mirada dulce, y rica en el lengua-je refranero. Usa ropas alegres y coloridas.

EFRAÍN SANDOVAL: Padre de Ana, hombre y mayor deedad, cabellos con pocas hebras de plata.Moreno, usa una montura de lentes color negro,

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con un diálogo muy fluido y bien acentuado.Muy educado y poco cariñoso. Muere en losaños ochenta. Viene a la tierra a buscar a su hijaque agoniza. Su vestimenta es blanca.

GUMERSINDA CRESPO: Abuela de Ana, mujer septua-genaria, de pequeña estatura, delgada. Miradaseca, autoritaria, dominante. usa lentes redon-dos y pequeños, cabellos largos y canosos.Muere en los años sesenta, y disputa con su yer-no Efraín, con quien se quedará su nieta Ana almorir. Usa ropa suelta y blanca.

REINALDO CHAVIEL: Esposo de Ana. Hombre de esta-tura normal. 43 años, aparenta un carácter fuer-te, y sonríe poco. Usa lentes, cabello ondulado,y asoma algunas hebras de plata. Intelectual,poeta. Comparte con su esposa trabajos socia-les e ideales políticos.

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Escenografía

(Una pequeña sala, forma parte del salón principal. Enella se encuentra una cama clínica, a los lados unas me-sas de noche con algunas medicinas, en otra mesita, estáel radio reproductor, a un lado de la cama una bombo-na de aire, y un paral donde cuelga un suero. En el cen-tro de la pared se encuentra un cuadro del doctor JoséGregorio Hernández.Al final de la cama se encuentra la silla de ruedas queen ocasiones es utilizada por la enferma, y un parabán,que la protege de las visitas, cuando sus familiares lecambian sus vestimentas u otras necesidades.En la parte anterior (proscenio): Una pequeña sala deestar, donde Ana recibe pocas visitas. En ella se en-cuentran dos sofás, una mesa de centro y un revistero).

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Escena I

(Una luz gris azulada envuelve la pequeña y conforta-ble habitación. Ana se queja. Los dolores son conti-nuos. Su hermana revisa la entrada del líquido en lahumanidad de su hermana que se encuentra incómo-da. Procede a colocarle almohadas detrás del cuerpohasta que quede sentada. La enferma, con sus manos,trata de agarrar una de sus pesadas piernas. Su her-mana Ángela la ayuda).

ÁNGELA (Le acaricia el rostro): !Mi amor trata decerrar los ojos para que descanses!

ANA (Sin mirarla): ¡Llevo tres meses descan-sando!

ÁNGELA (Con ternura): Lo sé, Anita. ¡Y cómo tehas recuperado!

ANA (Mira sus piernas y sonríe a medias):¿Te acuerdas de aquel suplemento quetraía las comiquitas de Trucutú?

ÁNGELA: ¡Ah, vaína vieja, claro que me acuerdo!¿Por qué?

ANA: ¡Porque así de gordas están mis piernas!

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(Ambas sonríen).ÁNGELA: ¡Y hay que ver como camina ese carajo!ANA (Suelta una fuerte risa): ¡Coño, herma-

nita, me oriné!ÁNGELA (Sin dejar la sonrisa): No te preocupes

negrita, voy en busca de tus pañales.ANA (sonríe): ¡Pendeja!

(Ángela le hace una reverencia y sale).

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Escena II

(Ana queda sola en escena. Oye ruidos y con gran difi-cultad divisa una pequeña luz que viene del techo.Escucha una voz).

EFRAÍN (En off): ¡Hija! ¿Me escuchas? ANA (Presta atención): ¿Quién es?EFRAÍN (En off): ¡Bueno... No quiero que te asus-

te mi presencia, soy...ANA (Interrumpe mientras sonríe): ¡Ay, ya sé,

Manuel, déjate de hablar como papá ysal de ahí, hermanito!

EFRAÍN (En off):¡No, no, no soy tu hermano!¡Soy yo, tu padre!

ANA (Trata de incorporarse en la cama):¿Papá?

EFRAÍN (En off). (Con ternura): ¡Si quieres meregreso por donde vine!

ANA: ¡No quédese!EFRAÍN (En off): ¡Bueno, es que no quisiera mo-

lestarte!ANA: ¡Papá, usted no me molesta, lo que pasa es

que no me acostumbro todavía a la idea de

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que me salga. ¡Usted está muerto!EFRAÍN (En off): Ya me has visto otras veces.ANA: ¡La primera vez que se apareció de vai-

na no me morí!EFRAÍN (En off): ¡Te pido otra vez perdón, pero

si estás indispuesta vengo otro día!ANA (Con angustia): ¡Por favor quiero verlo!EFRAÍN (En off): ¿Eso quieres hija?ANA: Sí.EFRAÍN (En off): ¡Será un verdadero placer.

Aquí voy!

(La pequeña sala queda iluminada, por segundos, unaluz gris azulada alumbra el rostro de Efraín. Alto, cabe-llos negros con pocas hebras de plata. Sus rasgados ygrandes ojos negros escudriñan la mirada de su hija).

EFRAÍN: ¡Dios te bendiga Ana!ANA: ¡Papá!EFRAÍN: Quería saber otra vez de ti. Quiero de-

cirte que estoy contigo ANA: Lo sé, gracias.EFRAÍN: Si no me sientes, es porque Gumersinda

tiene una vigilia día y noche cerca de tucama.

ANA: !Mamá vieja!EFRAÍN: !Sí, tu abuela!ANA: ¿Dónde está?EFRAÍN: Salió un momento y aproveché.ANA: ¿Qué aprovechó?EFRAÍN: Ella no quiere que te visite.ANA: ¿Por qué?EFRAÍN: Dice que tenemos que esperar que tu nos

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llames.ANA: (Con dificultad se incorpora en la cama,

su padre le coloca almohadas detrás dela espalda). ¡Gracias papá!

EFRAÍN: ¡Para servirte hija!ANA: ¿Usted dice que los llame? Pero... Y

¿cómo? Si ustedes están muertos...Y sesupone que están en el cielo.

EFRAÍN: (Se anima): ¡Yo soy tu ángel y comuni-carse con nosotros es fácil!

ANA ¿Fácil? Dígame el método para patentar-lo.

EFRAÍN: ¡No es obligado, si tu quieres..! ANA (Mirada desconfiada): ¿Y para que los

quiero?EFRAÍN (Mirada fija): Para conversar de nuestras

cosas... De tu futuro. (Oye ruidos). ¡Hijatengo que irme. Regresaré, y no digasque me viste. Adiós!

ANA (levanta los brazos): Espere papá, no sevaya.

(Efraín desaparece en la oscuridad lateral).

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Escena III

(Ángela entra a la pequeña habitación. Trae en sus ma-nos un bolso que coloca sobre la cama. Lo abre y proce-de a sacar algunas prendas íntimas. Ana trata de ver amedias los pasos que da su hermana, ve como se dirigea la mesita de noche y coloca en su mano una pastilla decada frasco, toma la jarra de agua y vacía el líquido enun vaso hasta la mitad, lo trae y se lo entrega).

ANA (Triste): ¿Qué te pasa hermanita?ÁNGELA: Nada.ANA: ¿Te hice algo?ÁNGELA (Abraza a su hermana, y le da besos): No

mi negra, es que me siento mal cuando tedejo sola mucho tiempo. (Animada).¡Bueno, ahora mi señora a tomarse la pas-tilla y ojalá que no pasemos otra noche defarra!

ANA (Sonríe): ¿Qué estás diciendo, loca?ÁNGELA: ¡Bueno, que tú eres la que tomas y yo

paso la pea. (Imita a un borracho).Cabeceando muerta de sueño.

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ANA (Risas): ¡Cooño, como se ve que mi conversa-ción es fastidiosa. Eso que trato de con-versar de lo que te gusta, el teatro, lamúsica! ¡Y no me digas que no te gustanmis chistes! Porque bastante nos hemosreído con las vainas que nos hacía papá...por decirte algo.

ÁNGELA (Entre risas, interrumpe): ¡Está bien, túganas, pero es que pareces un político enplena campaña! (Risas fuertes, su her-mana tose). ¡Coño, perdona hermanitano fue mi intención. (Le da a tomaragua). Hablando como los locos. ¿Se teapareció algún Ángel?

ANA (Disimula): ¿Por qué lo dices?ÁNGELA: Simplemente, porque me pareció oír vo-

ces... Que sepa aquí estamos tú y yo, siuna sale la otra queda sola ¿No es así?

ANA (Con burla): ¡Ay, Ángela, estas igual quemamá, las carcome la curiosidad!

ÁNGELA: ¿Qué te pasó con mamá?ANA: ¿Viste, curiosa? (Risas). Bueno, pasó

que el día que saliste a comprar mis me-dicinas mamá se quedó conmigo.Entonces le pedí que me trajera una ta-cita de café, y al regresar me encontrómeditando... Ahora presiento que sufrepor mi, a lo mejor cree que estoy loca(Llora. Trata de levantarse de la cama).¡Yo la comprendo! (Extiende las manossobre la cama). ¿Dónde estás mamá?(Pausa, grita). !Bendición mamá!

ÁNGELA (La abraza): !Cálmate Ana, todos en

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esta vida sufrimos… Pero igual reímosy disfrutamos al lado de nuestros seresqueridos!¡Ya está bueno de curiosear, pues!(Levanta el rostro de hermana). ¿Quieresque te cambie las pantaletas?

ANA: Todavía no, hermanita... Estoy como lasviejas, orinándome a cada rato, pero estepañal aguanta como tres meadas más.

(Ángela no termina de cambiar la ropa interior de suhermana, y comienza a saltar por todo el espacio delescenario, y se sienta en el piso a reír con gran es-truendo.)

ÁNGELA (Sollozos de risa): ¡Ay, hermanita meoriné!

ANA (Se queja): ¡Ángela, mira que la que mequejo soy yo... No puedo reírme tanto...Me ahogo!

(Ángela se limpia el rostro con las manos, y procede alevantarse del piso. Camina hacia la cama, abraza a suhermana y la calma).

ÁNGELA: ¡Coño, Ana, perdona, pero es que tú di-ces unas vainas! Y no quiero más chis-tes, ¿Okey? !Es por tu bien!

ANA (La observa. No distingue su rostro):¿Ángela, te maquillaste un solo ojo?

ÁNGELA: ¡Negra, como me voy a maquillar unsolo ojo!

ANA (Gime): !Es que no te veo el otro! ¿Y tu

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nariz? ¡No veo tu nariz!ÁNGELA (Le toma la mano, y la coloca en su ros-

tro): ¡Aquí están mis ojos, y aquí está minariz! ¿Te das cuenta que no me faltanada?

ANA: Estás enterita.ÁNGELA: ¡Bueno, ya regreso y voy a traerte el té

de malojillo!ANA (Con fastidio): ¡No, no quiero, tú y tu

malojillo me tienen obstinada! (Trata deincorporarse). ¿Qué hora será?

ÁNGELA (Preocupada, no quiere decir la hora.Canta): ¡Es la hora del Cinzano!

ANA: Ja,ja,ja, ¡Naaa guará! Esa propaganda síes vieja! (Recuerda y canta). ¿Y cuál esla hora de Cinzano?

ÁNGELA (Sigue el juego): ¡Es la hora que marcael reloj!

(Ambas mujeres ríen).

ANA (Temerosa, se aferra a su hermana):¡Ángela no juegues conmigo. Tenemosla noche encima, y por aquí no ha pasa-do ese tren que me lleva a dormir... Asoñar!

(Con gran paciencia, Ángela ayuda a su hermana a sen-tarse en la cama. La abraza y besa su cabeza).

ÁNGELA: ¡Está bien, si no quieres dormir no lo ha-gas! (Con ternura). ¡Pero déjame que tetraiga el té!

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ANA (Poesía): !Amor con malojillo!ÁNGELA (Alegre): ¿Y eso?ANA (Sonríe. Turbada): ¡Es que me has ato-

sigado tanto de ese monte que me he vis-to obligado a escribir. ¡Amor conmalojillo! (extrae debajo de la almoha-da un papel lee). !Y dice así!

Un abrazo natural limpiodetiene el mal abre la miradasuscita un nuevo viajela paciente carga su cuerpo con afectospara recibir la inyeccióncon el dolor agarrado por los cachos.Los médicos y sus paramédicosordenan aislamientonada de manos agarradas y besossólo pastillas, transfusionessuero en las venaslejos los alientos.Ella que se conocesabe de memoria lo que vivepide nombres, familias amigospresencia, música hojas y raíces.Con su varita mágica en el sueñose fuga hasta el Caribe, Mérida, La Concordialos caminos de su neblina eterna.La ciencia luce desconcertadaatinan a decir ¡Qué paciente tan fuerte!La verdad verdadera les extrañasólo el amor, ese grande amoren el filo de la alegríala multiplica en vida

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sigue jugando con el tiempocomo lo ha hecho y lo seguirá haciendopor los siglos de los siglos. AMOR.en guarapo de malojillo.

(Ángela aplaude hasta rabiar, la abraza y la besa. lloraen silencio).

ÁNGELA (Seca sus lágrimas): !Esa eres tú, miamor, una gran mujer con alma de poe-tisa. (Con emoción). Ese poema cruzaráfronteras te lo aseguro. Sigue así negri-ta, sigue escribiendo...

ANA (Con una débil fuerza): !Bueno, cama-rada, esa será la herencia que legaré a mifamilia.

ÁNGELA: ¡Ay sí! (Imita a una viejecita). !Señorabogado, ¡Gi,gi,gi! Quiero la herenciaque dejó mi hermanita Ana, ¡Gi,gi,gi!¡Bueno, yo también dejaré una herencia!

ANA: ¡Ay, artista, no me vengas a salir con laguerra de las galaxias!

ÁNGELA (Ríe): !Nada de eso, lo mío será escribirun libro anecdotario de nuestra familia¿Qué te parece?

ANA (Ríe): Sería interesantísimo, porquemamá ocuparía la mitad…

ÁNGELA (Interrumpe. Ríe): !Y tú la otra!ANA (Evocando): Pero... ¿Y quién mejor que

tú para interpretar ese papel? ¡Ah!Recuerdo que para salir a jugar a la ca-lle, tú me decías que te diera un golpepara, así correr detrás de mí y vengarte.Pero de mentira, porque en alguna calle

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nos revolcábamos de la risa. (Ríe). ¿Y teacuerdas el día que salimos a escondidasde papá?

ANA (Ríe. Interrumpe): ¡Eso se repetía a diario!ÁNGELA: Claro, no había otra manera de jugar en

la calle... Bueno, lo cierto es que ese díanos sentamos a la orilla de la pequeña ca-rretera para ver pasar todo tipo de ruedas.(Ríe. Transición). ¡Ay, me oriné!

ANA (Risas): !Continúa loca... Pero cámbiatede pantaleta, porque estás mas meadaque chicharra viajera!

(Ambas mujeres sueltan sendas carcajadas. Ángelasale).

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Escena IV

(Ana queda sola en la habitación).

ANA (Pausa. Grita): ¡Bendición mamá!

(Se oye una voz).

ROMELIA (En off): ¡Dios te bendiga, mi amor!

(Ana sonríe ante la respuesta de su madre. Su hermanaentra en escena. Trae una bandeja con té de malojillo).

ÁNGELA: ¡Porsia!

(La luz tenue de la habitación va dando paso a una luzfuerte sobre la cama de Ana. Le ofrece té).

ANA (Busca la figura de Ángela, y no la dis-tingue, se desespera): ¡Háblame herma-na, sigue hablándome, y no me dejes

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sola!ÁNGELA (La abraza): ¡No te preocupes mi amor,

aquí amaneceré contigo, pero eso si, nomás cuentos!

ANA (Con rabia): ¡Entonces nada de cerrarlos ojos! ¡Huelga de sueño contigo, Ana!

ÁNGELA (Desconfiada): ¿Me prometes que sícontinuo, no te vas a reír como loca?

ANA (Levanta el brazo): ¡Lo juro, pero eso si,el cuento va con sus respectivas accio-nes! ¿Okey?

ÁNGELA (Corre por todo el escenario): ¡A qué nome alcanzas, Ana!

(Moviéndose ágilmente hacia el proscenio, Ángela sesienta frente al público. En el fondo del escenario, apa-recen dos figuras de trajes y cabellos blancos. Sus ros-tros casi no se vislumbra).

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Escena V

GUMERSINDA: ¿Qué hace esa niña, y por qué corre tan-to?

EFRAÍN: Esa niña como usted le dice, ya es unamujer y es su nieta.

GUMERSINDA: ¿Cuál de ellas? EFRAÍN: Ángela.GUMERSINDA: ¡La recuerdo! EFRAÍN: Ella entretiene a su hermana recordando

sus juegos de infancia.GUMERSINDA: Ángela siempre fue una rebelde, y su

hermana aprendió rápido. Siempre he di-cho que esos juegos son peligrosos y máspara niñas como ellas. (Incómoda).¡Bueno, Efraín ¿Y cuánto tiempo vamosa durar aquí?

EFRAÍN: Lo necesario.GUMERSINDA: Dígale a Ángela que nos urge conversar

con su hermana.EFRAÍN (La mira): ¿Qué se ha creído señora

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Gumer? Si usted quiere ver a Ángelamuerta de un patatús, vaya y se le colo-ca de frente a ver qué pasa. Tenga pa-ciencia y deje que pasen a mejor vidacomo lo hicimos nosotros.

GUMERSINDA: ¡Caramba, a mi me extraña que su pa-ciencia ahora no tenga límite, porquebastante hizo correr a la gente de estacasa con su impaciencia, en especial amí!

EFRAÍN (Interrumpe): ¡Ay señora Gumer, ustedestá hablando de la época cuando las lon-ganizas se vendían a locha. Vamos a de-jar que ellas terminen su cuento y así nosreímos un poco! ¿No cree?

(Ana en medio de su risa oye murmullos cerca de sucama).

ANA (Interrumpe): ¿Ángela, oyes algo?ÁNGELA (Presta atención): ¿Cómo qué, herma-

nita?ANA: ¡Así como murmullos!ÁNGELA: ¡Ay, no hagas caso. Nosotros tenemos

ángeles que de vez en cuando nos vienena echar vaina ¿Continuamos, negrita?

ANA: ¡Déle que son pasteles!

(Ángela camina de nuevo al proscenio y comienza a mi-rar de un lado hacia otro. En el fondo del escenario ycerca de la cama de la enferma. Efraín y Gumersindadiscuten).

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GUMERSINDA (Transición): ¿Usted oyó lo que dijo esatripona?

EFRAÍN (Sonríe): ¡Una gracia!GUMERSINDA (Alterada): ¡Ya le voy a dar su tate quie-

to para que respete!(Avanza hasta el centro del escenario, y el hombre va trasde ella).

EFRAÍN: ¡Hey señora Gumer! ¿Para dónde va? Yafalta poco para hablar con mi hija, dejela angustia!

GUMERSINDA: Nada de eso. Con Ana hablaré yo. Segúnel Señor, soy la más indicada y usted losabe muy bien.

EFRAÍN: Yo no voy a discutir con usted. Ademásmi hija no es ningún objeto de subastapara ver quién pide más por ella. ¡Quéva!

(El hombre se sienta en un ala del escenario, y contem-pla el juego de su hija. La abuela queda al fondo y la mu-jer continúa con el juego).

ÁNGELA (Evoca): Ana. ¿Te acuerdas del hombrede la bicicleta?

ANA (Risas): ¡Claro que sí!ÁNGELA (Evoca. Sentada en el piso): ¡Se volvió

loco cuando le pregunté por la rueda desu bicicleta!

ANA (Evoca. Risas): Y el pobre hombre tepreguntaba. ¿Qué tiene? ¡Y hasta volteóla bicicleta patas arriba!

ÁNGELA (Risas): ¡El hombre estaba tan arrecho,

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que no me atrevía a decirle que la ruedaestaba dando vueltas!

ANA (Risas): Pero se lo dijiste, y tuvimos quecorrer porque el carajo nos persiguió portodo el vecindario.

(Ambas mujeres ríen. La anciana, furiosa, se desplazahacia su yerno).

GUMERSINDA: ¿Usted piensa quedarse aplastado ahí,sin hacer nada?

EFRAÍN: ¿Y por qué me ofende?GUMERSINDA (Con sarcasmo): ¡Muy bonito, resulta

que usted es el único ofendido cuandoesas niñas dicen groserías!

EFRAÍN (Sonríe): ¡Ah! ¿Usted lo dice por esaspalabrotas!

GUMERSINDA: ¡Palabrotas no, groserías!EFRAÍN: Yo las utilizaba de vez en cuando, en algún

chiste!GUMERSINDA (Explaya los ojos): ¿Usted?EFRAÍN: ¡Ah, caramba señora Gumer, uno comete

errores en la vida! GUMERSINDA: ¿Ah sí? ¡Bueno, bastantes palizas reci-

bieron las niñas por esos errores que co-metían! ¿Y, a usted quien lo corregía?

EFRAÍN: ¡Ay señora Gumer, eso eran otros tiem-pos! ¡Deje que esas muchachas disfrutenahora de mi ausencia!

GUMERSINDA (Eleva la mirada hacia arriba, y se per-signa): ¡Quién lo comprende!

(La anciana en un eterno murmullo se separa de su yer-no, y camina hacia el fondo del escenario para seguir

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oyendo la conversación que tienen sus nieta).

ANA (Tose): ¿Y qué otra cosa pasó ese día,Ángela?

(La risa escandalosa de Ángela motiva a su hermana quetímidamente ríe).

ÁNGELA (Frente al público): Ese día pasó un ata-rantado en un camión, y para más vainasin dientes y con los cabellos como ga-llo en gallera. (Levanta los cabellos).!Así de crispados, y el carajo era tuertode los ojos! (Voltea la mirada hacia lacama. Risas). ¿Y qué nos dijo?

ANA (Ríe): !Dilo tú que me estoy orinando!ÁNGELA (Sentada, voltea el cuerpo frente al pú-

blico): ¡Aquel hombre sacó parte de sucuerpo por la ventanilla del camión, ydesgañitándose nos dijo... Adiós feas!(Haciendo memoria, mira hacia el pu-blico). ¡De la risa no nos podíamos pa-rar de aquel tierrero!

ANA (Interrumpe... Risas): !Y nunca falta lachismosa que le fue con el cuento a papá,y cuando éste llega al sitio nos encuen-tra con la cabeza enterrada, comiendotierra, y sin podernos levantar de la risaque nos causó aquel tuerto! !Ah, mundo!¡Llevamos una candanga de palos, quequedamos como zoquetitas de gallera!

ÁNGELA (Se pone de pie y camina lenta hacia lacama): ¡Basirruque! ¡Estás imitando a

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mamá. O...ANA (Ríe): ¡No, sólo te recuerdo algunos de

los refranes de ella para cuando vayas aescribir tu famoso libro! (Evoca). ¿Sabesuna cosa hermanita?

ÁNGELA: ¿Qué será?ANA (Pausa. Animada): ¡El tiempo que no

conversábamos! Bueno. Ahora la nochees larga y creo que tienes muchas cosasque contarme ¿No? (Sin esperar res-puesta). ¿Llegaron mis hijos?

ÁNGELA: Sí Ana, están cenando. ¿Quieres que teprepare algo?

ANA (Se desespera): !Ay, sí, qué hambre!(Transición. Grita). ¡Bendición mamá!Ángela, antes de irte coloca el cassette deMaelo, ese que me regaló Franz Ortiz!¿Y qué será de la vida del negro? No haportado por aquí, ¿es qué él cree que segobierna solo?

(Ana ríe).

ÁNGELA (En el umbral de la puerta): ¡Ay, se meolvidó decirte que ayer estuvo de pasa-dita, y te dejó otra poesía de las tantasque te ha escrito! ¡Y como tú eres sumusa!

(Ángela sale).

ANA (levanta ambos brazos en señal de fas-tidio): ¡Qué bello. Es como si fuera mi

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hijo!

Escena VI

(La luz del escenario se torna gris azulado. El padre deAna está sentado en uno de los laterales del escenario,y divisa a la abuela que camina hacia el lecho de la en-ferma. El hombre se coloca a distancia de las mujeres).

GUMERSINDA: ¡Ana!ANA (En voz alta): ¿Otra vez usted?GUMERSINDA (Se coloca las manos sobre los oídos):

¿Por qué me gritas? ¡Tú me llamaste!ANA (Se excusa): ¡Perdone mamá vieja, no

quise gritarle, pero es que no veo la razónde sus visitas!

GUMERSINDA: Lo dices por tu padre, ¿Verdad? (Vozatropellada).Yo se lo he dicho, que no tefastidie. Él sabe muy bien que yo soy tuángel, la que está guiándote, la que tecuida...

ANA (Interrumpe): ¡Mire mamá vieja, ustedhace muchos años que nos dejó, peroigual la quiero, pero papá fue el padreideal, el modelo! (Llora). ¡Bueno, miHéroe!

GUMERSINDA (Con vergüenza): ¡Mire nieta, yo no qui-se decir nada malo de tu padre, pero soyel ángel que he estado en vigilia a raíz detu enfermedad...

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ANA (Con rabia): ¡Qué ángel ni que ochocuartos, hace poco vino Papá y se mepresentó como mi ángel, hoy usted, y fal-ta que mañana lo haga mi tío, el otro y elotro! (Llorosa). ¿Y entonces, será qué nome van a dejar en paz?

(Desde el lateral del proscenio se levanta el hombre, ycamina hacia el lecho de su hija).

EFRAÍN: ¡Oiga lo que le dice mi hija, no la atosi-gue. No es justo que juegue con sus sen-timientos, ella tiene todo el derecho aelegir sus ángeles, y usted no tiene porqué denigrar de mi persona, porque es-tamos en igualdad de condiciones!

(La enferma apenas puede vislumbrar las figuras de supadre y su abuela que, en bajo tono discuten su destino.A duras penas se incorpora en la cama, y con los brazosen alto).

ANA: ¡Hey, hey. ¿Qué les pasa? ¡Yo todavía es-toy viva, y es posible que me sienta bien,aunque no lo esté! (Mira hacia el frente).!Yo muero y vuelvo a la vida... ¿Ustedesdurante su enfermedad le preguntaron almédico, cuanto tiempo les quedaba devida?

GUMERSINDA (La consuela): ¡No siga nieta, eso le hacedaño!

ANA: ¡Déjeme, que eso me anima a seguir vi-viendo... Y yo si pregunté, pero me dio

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igual lo que me dijo porque no me quie-ro ir! (Con rabia). ¡Yo quiero seguirabriendo puertas, ver la luz! ¿Entiendeneso?

EFRAÍN (Triste): Sí, entiendo y todo es posible,pero también tienes que enfrentar estarealidad... !Por eso estamos a tu lado,para que no se te haga más difícil estemomento!

ANA (Voz suave, pero enérgica): ¡Estoy cons-ciente de esa realidad, papá, y espero unamargo final, pero no cuando digan us-tedes, sino cuando yo lo decida!

GUMERSINDA: No, Ana, tú no decides tu vida, arriba hayalguien que decide por nosotros.

ANA (Grita): ¡Mentira, nadie decidirá por mí!¡Existe una Justicia terrenal y allí mequejaré, y así me esté muriendo, protes-taré!

EFRAÍN (Severo): ¡Cállese, ni en juego hable así!¡Tengo muchos años sirviéndole a miseñor y no me quejo!

ANA (Con dolor): ¿Y usted cree que es justolo que el Señor está haciendo conmigo?¡Lo siento papá, no tengo derecho a su-frir, como tampoco mi familia!

GUMERSINDA (Interrumpe, con animo): Mi amor, él teda tiempo para pensar... para el arrepen-timiento...

ANA: ¡Lo siento, mi tiempo no ha vencido, quie-ro seguir viviendo, y no tengo de que arre-pentirme... Yo lo he dado todo, soy buenahija y ustedes lo saben, buena esposa y con

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muchos sacrificios he levantado a mis hi-jos. ¿Y sabe una cosa? ¡Dígale a su Señorque voy a seguir luchando, y si tengo queenfrentarme a él lo haré, y no voy a per-mitir que me venza!

EFRAÍN (Se persigna): Hija, ¿Qué dices?ANA: ¡Lo que oyó papá, y les agradezco que

me dejen sola!¡Váyanse, Váyanse!

A DUO: ¡Volveremos mi amor... Volveremos!

(La luz del escenario se torna por segundos en un grisplomo y da paso a una luz amarilla suave. La música deMaelo no ha dejado de sonar. La enferma se desesperalanza las almohadas al piso con su mano derecha des-prende la goma que está sujeta a una aguja por dondepasa líquido a la vena. Con sus manos toma una piernay la coloca fuera de la cama, igual hace con la otra yqueda sentada a la orilla de la cama).

ANA (Con ansiedad, mira hacia arriba):¡No suplicaré para que calmes mi do-lor! Tengo mucho ánimo para domi-narlo, para seguir en esta tierra, y si deverdad tienes poder, concédeme no sercobarde...

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Escena VII

(Transición. Se divisa la figura de Ángela detrás delbiombo que separa la cama de la enferma del pequeñorecibo. Por momentos la bandeja con la comida estuvoa punto de caer al piso al oír la conversación de su her-mana con alguien. Se desplaza hacia el centro del esce-nario, deja la bandeja en la mesita de centro, y caminahacia la cama tarareando la canción).

ÁNGELA (Alegre): Esa música está divina negra…(Se asombra al ver la postura de su her-mana, y se apresura hacia ella). ¿Miamor, qué te pasó? ¡Aquí cómo que huboun terremoto!

ANA (Con rabia): ¡Todavía no ha pasado nadahermanita!

ÁNGELA (Extrañada): ¡No te entiendo!ANA (Mira a su alrededor con inquietud): Tú

si me entiendes. Te voy a explicar.

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(Pausa). Ángela, siéntame en la silla deruedas.

ÁNGELA (Tono jocoso): ¡Ay, es que no he comi-do! (Sonríe).¡Mentira, negrita, con gusto lo haré!

(Ana sonríe. Ángela busca la silla, la abre, y con difi-cultad coloca a su hermana sobre la silla).

ANA (Se queja): ¡Esta cama… Y esos ángelesme tienen la piedra afuera!

ÁNGELA (Se persigna): ¡Ay negra, eso es malo,con los ángeles no se juega!

ANA (Con rabia): ¿Y quién te ha dicho que es-toy jugando? ¡Yo lo que estoy es arrechacon ellos!

ÁNGELA: ¡Una no se arrecha con los ángeles!ANA: Claro que sí. ¿Cómo es posible que quie-

ran decidir por mi vida? ¡Una enfermano toma decisiones! ¿Qué te parece?

ÁNGELA: Tranquila.ANA: ¿Tranquila? Ellos deciden cuando nos

hospitalizan, cuando agravamos, y has-ta andan detrás de una para ver cuandopelamos gajo, (Llora). sin importar lossentimientos. (Seca las lagrimas). ¡Y esono es nada hermanita, porque, cuandogritamos pidiendo descanso, paz y dig-nidad... (La mira). ¿Sabes lo que recibi-mos? Infusiones, transfusiones y hastaun aparato para el corazón...

ÁNGELA (Con vergüenza): ¡Yo no sé...ANA (Con ternura): ¡No, mi negra, me refie-

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ro a los ángeles! Ustedes son mi familia,que cada día me da calor y eso es sufi-ciente para mí! ¿Y sabes lo que voy a ha-cer ya?

ÁNGELA (Aturdida): ¡Ni idea!ANA (Alegre): ¡Me voy a devorar toda la co-

mida, y si quieres salir un rato hazlo por-que quiero meditar! Eso sí, cierras elbiombo porque no quiero visitas.

(Ángela hace un gesto afirmativo con la cabeza y proce-de a darle de comer a su hermana, de vez en cuando co-rre por todo el escenario con la cucharilla en la mano).

ÁNGELA (Imita a un tren): ¡Chu, chuuu, cuchu,cuchu, cuchu!

ANA (Recibe la comida risas): ¡Pendeja, estásmuy vieja para la gracia!

(Ambas mujeres ríen y se hacen carantoñas. Ángela ter-mina de darle el último sorbo a su hermana y procede arecoger los utensilios. Deja a la enferma en la silla deruedas).

ANA (Desde adentro. hace una pausa):¡Bendición mamá!

ROSA (En off): ¡Dios te bendiga mi amor!ANA: Tengo sueño...ÁNGELA (Asombrada. Sonríe): ¡Duerme, pues!ANA: No me gusta, pero el cuerpo... Me obliga..

(Ana se duerme).

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Escena VIII

(Entra Rosa. Ángela se le adelanta).

ÁNGELA: ¡Estoy agotada!ROSA: ¿Cómo la ves? ¿Está malita, verdad?ÁNGELA: Saca alegría de todas partes. ¡A pesar del

dolor!ROSA (Llora): ¡Acabo de hablar por teléfono

con el Padre Freitez, y me dijo que yaviene!

ÁNGELA: ¡La presencia de Freitez será gratifican-te para Ana!

ROSA: ¡Ojalá se acuerde del Padre, porque yami negrita tiene el cerebro esguarilaito!

ÁNGELA (Triste): ¡ Y eso es lo más triste mamá,que, tan grave como se encuentra, aúnmantiene una impresionante memoria!(Camina hacia la anciana, que está sen-tada y coloca sus manos sobre los hom-bros de ella). ¡No crea que es fácilcompartir y entenderla!

ROSA: Lo sé.ÁNGELA: Anoche lloraba pidiendo perdón. Dice

que se siente culpable, y que leavergüenza que sus hijos la vean así y le

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preguntaba ¿Por qué? Y no sabía qué res-ponderme. ¡Ay, mamá ya no sé qué ha-cer!

ROSA: ¿No será que tiene contacto con el dia-blo?

ÁNGELA: ¡Zape, Dios la bendiga!ROSA: ¡Bueno, yo lo digo por la cantidad de

señas que hace con los brazos y los de-dos, como sí estuviera llamando a al-guien!

ÁNGELA: (Extrañada). ¿Y usted la vio?ROSA: ¡Ah pues, ese fue el día que saliste a

comprar su medicina y...

(Luz al fondo del escenario se oyen murmullos. Ana sedespierta).

ANA: ¿Ángela, estás ahí?

(Ángela avanza en dirección a la figura de la enfermasentada en la silla de ruedas).

ÁNGELA: ¡Si mi amor, mira quién está aquí!

(Ana, escudriña la figura de su madre).

ANA (Alegre): ¡Ay, si es Manomedia, bendi-ción! ¿Y por qué no había venido?

ROSA (Abrazos y besos): ¡Dios te bendiga hija.No he podido salir de la cocina. Es queestoy haciendo unas empanaditas!

ÁNGELA (Interrumpe): ¡Y yo estoy anotada parados! ¿okey?

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ROSA: ¡Está bien, (A la enferma). Hija, ahoraregreso!

Escena IX

(Luz en el centro del escenario. La enferma en silla deruedas y su hermana sentada en un sofá. Tiene en susmanos un papel).

ANA: ¿Qué estás leyendo?ÁNGELA (Suspira): ¡Ay es un poema que te envía

el poeta Franz! ¿Quieres que lo lea?ANA: Sí. !Y con vehemencia!ÁNGELA: ¡Bueno vamos a ver si me sale... Se lla-

ma ¡Abrir y Cerrar de Ojos! Y dice: Parala negra Ana Sandoval.

Cielo en su propia sombraaparecimiento de la lunapocos la verán.Su forma se desata para el necesitadopara la mujer en la espera del rayo fugaz.Quienes la reconocenestán en el silencio salpicado de polvo,flotan en las callescomo arroyos de rápida corriente,se van con ella hacia la clavedel abrir y cerrar de ojos

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donde palpita el secreto deseodel infortunio pasajero.

Franz Ortiz Castañeda

ANA: ¡Qué profundidad ha puesto Franz en eseabrir y cerrar de ojos! Hay una forma, unsilencio... Pero yo sigo ahí sin poder ce-rrar los ojos. !Como quisiera tomar esetren que dices tú que existe!

ÁNGELA (Se levanta del asiento y camina hacia suhermana): ¡Ay hermanita solamente us-tedes los poetas se entienden. Por su-puesto, hacen llorar a una también!

ANA (Pausa): ¿Sabes Ángela? Meditando evo-qué la época cuando salíamos a patinar,

ÁNGELA (Evoca. Alegre): ¡Ahhh, las famosas mi-sas de aguinaldos!

ANA: ¡Ajá, eso!ÁNGELA (Con entusiasmo): Dime ¿Qué recuerdas?ANA (Media sonrisa): Las salidas a escondi-

das de papá. Los patines los dejábamosla noche anterior en el porche, y entre lasmatas para no hacer bulla al salir. En lavereda tres, nos esperaban los compañe-ros y algunos se burlaban de mí porquerodaba con un solo patín (Risas). ¡Unavez intenté colocarme los dos, y no séquién me empujó, lo cierto es, que fui aparar a un poste de electricidad que devaina no me partió en dos!

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(Ángela lanza senda risotada y toma por ambos lados lasilla de ruedas, y comienza una carrera por todo el es-cenario. Su hermana emite risas nerviosas).

ÁNGELA (Sin dejar de correr jadea): ¿Ana tieneshambre?

ANA (Risas): ¡Sí!ÁNGELA: ¡Entonces dale... A buscar comida!

(La risa de Ángela es fuerte y ella hace un corto reco-rrido por el escenario. Lleva a la enferma que emite ri-sitas apagadas. La mujer deja de rodar la silla de ruedashasta quedar frente al proscenio).

ANA (Simula tener algo sobre sus piernas):¡Encontré un frasco de leche en la puer-ta de la casa de la señora Lolita! ¿Y tú?

ÁNGELA (Simula un paquete apretado a su pe-cho): ¡ Tuve que esconderme y esperarque el panadero dejara los panes en casade las Rodríguez! (Señala algo). ¡Y aquíestán!

(Ángela coloca la supuesta bolsa de panes en la mesitade centro, y va hacia la enferma. Ésta le entrega el fras-co y lo lleva a la mesa. Allí se encuentran algunos va-sos. La mujer toma el frasco y llena dos vasos delsupuesto líquido, introduce la mano en la bolsa y extraeuna canilla de pan. Hace un simulacro de corte de pan,camina y le entrega a la enferma. Ella también come).

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ANA (Emite susurros): ¡Uhhhh, qué olor tanrico emana este pan!

ÁNGELA (Simula comer): ¡Claro, son ricos porqueson los primeros que salen! ¿Y qué medices de la leche?

ANA (Hace que toma): ¡Ujjj. Cremosita!

Escena X

(Luz hacia el lateral del escenario. Aparece el padreFreitez vestido con su habitual sotana y un pequeño mo-rral; lo acompaña Rosa. Ángela suelta lo que supuesta-mente tiene entre sus manos, y va a su encuentro).

ÁNGELA (Besa en la mejilla): ¡Hola padre Freitez,échenos la bendición! ¿Cómo estás?

FREITEZ (Hace la señal de la cruz): ¡Dios las ben-diga, bueno, después de una intensa jor-nada me dije: Voy para casa de la negraa ver como está! (Mira a la señoraRosa). ¡Y me perdonan la hora!

ANA (Sonríe): ¡Nada de eso, tú eres bienveni-do a cualquier hora en esta casa!

FREITEZ: Gracias negrita. Te traigo una grata no-ticia.

ANA: ¿Cuál?FREITEZ: ¡Tu plan de comunidades fue aprobado,

y, ya se están beneficiando las familiasde los cerritos!

ANA: ¡Que bueno! (Al padre). ¿Ese proyectose puede extender hacia otros barrios?

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FREITEZ: ¡Claro que sí, se los entregué a variosconcejales y lo van a discutir en la pró-xima sesión! (Procede a registrar su mo-rral, y saca un suéter). ¡Y esto te lo envíauna vecina del barrio!

ANA: ¡Que bello! Un minutos antes y me lo hu-biese llevado.

FREITEZ (Extrañado): ¿Llevado, para dónde? ANA (Al padre): ¿Sabes que estamos llegan-

do de las misas de aguinaldo?

(Ángela cruza miradas con el padre que no deja de son-reír, y con su madre que tiene los ojos desorbitados, y laboca abierta).

FREITEZ: ¿De las misas?ANA: Ajá ¿Y sabes lo qué conseguimos?FREITEZ: (Sin dejar de sonreir). ¿Qué consiguie-

ron?

(Ambas mujeres se miran y ríen).

ANA: ¡No lo conseguimos! Nos cogimos elpan en casa de las Rodríguez, y la lechese apareció en la casa de la señora Lolita.

ROSA (Sin salir de su asombro): ¿Ustedes ro-baron…

FREITEZ (Con su natural sonrisa interrumpe):¡Robar pan y leche en las misas de agui-naldo, no es pecado!

(La anciana se persigna).

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ANA: ¡Claro que no, eso se llama hambre!

(Todos ríen).

ÁNGELA (A su madre): ¿Mami, qué opinas tu? ROSA (Atraganta su voz): ¡Nada hija! Es me-

jor que vaya a buscar el café y las empa-naditas. (En off): ¡Naa... guará, pobreFreitez.

(Sale Rosa, y el padre Freitez recorre con su mirada elcaminar lento de la anciana).

FREITEZ (En voz baja): ¡Van a montar alguna obrade teatro?

(Las mujeres cruzan miradas y sonríen).

ANA: ¿Recuerdas esas misas de aguinaldo?FREITEZ (Amplia sonrisa): ¡Y cómo no las voy a

recordar! Si después de dar la misa delgallo y escondido de Monseñor, meponía mis patines y recorría la placita.¡Después disfrutaba con los muchachosdel sabroso pan y la cremosita leche!

ANA: ¿Dónde la robabas?

(La escandalosa risa de Ángela retumba por todo el es-cenario. Su hermana apenas muestra una cálida sonri-sa. El padre ríe sin comprender los motivos. Ángela seacerca a su hermana).

ÁNGELA: ¡Freitez, te pedimos mil perdones!

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FREITEZ (Risueño): ¿Por esa risa? ¡Si la mía espeor!

ÁNGELA: ¡No es eso, es por nuestro comporta-miento en las misas!

FREITEZ (Sonríe): ¡Dejaban a los vecinos sin pany leche!

Escena XI

(Entra la anciana y trae una bandeja con empanadas yun pequeño termo con café que hace juego con las tazasy el envase de azúcar).

ROSA: (Sirve el café). ¡ Ya me decía que el pa-dre Freitez necesitaba una tacita de café!

(Le ofrece empanadas).

FREITEZ (Se excusa): ¡Vengo lleno porque acabode cenar, pero eso sí, me gustaría que medejara el cafecito!

(Todos ríen).

ANA: ¿Ángela vas a cenar aquí?ÁNGELA (Se excusa): ¡Ay negrita si no me nece-

sitas, entonces me voy a la cocina conmamá! (Le guiña un ojo). ¿Todo bajocontrol?

ANA: ¡Todo bajo control! (A la anciana).Mami. ¿Llegó mi marido?

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ROSA: Sí, está cenando.ANA: Dígale que lo espero. ¡Bendición!ROSA: Eso le diré mi amor. ¡Dios te bendiga!

Escena XII

(Las mujeres se despiden del padre Freitez y salen de es-cena. El padre lleva a la enferma en la silla de ruedashacia el lateral del escenario. Busca una silla que colo-ca frente a Ana y se sienta).

FREITEZ (Coloca los brazos sobre los hombros dela enferma): ¡Que bien te veo, Anita!

ANA (Con desgano): ¡Eso es lo que ves en mí,por fuera!

FREITEZ: No, negra, lo que veo en ti es esa volun-tad de seguir con nosotros y eso es lo másimportante.

ANA: ¡Me cuesta!FREITEZ: No dejes que muera esa alegría de vivir

que tienes, como tampoco permitas quetus amistades se alejen. Acéptalas comosiempre lo has hecho.

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ANA: ¡Algunas personas no quieren aceptarmetal como estoy! Por eso no tengo miedoa la soledad. No es el morir sola lo queme aturde. Es la tortura que puede darteel dolor y que provoca arrancarte los ca-bellos. A una ya no le sale bañarse a dia-rio. ¡Es como si dejaras de ser humano!

FREITEZ: ¡Eso se llama sentido de la dignidad. Túarrastras esa fuerza de querer mantener-la todo el tiempo!

ANA: Estás equivocado, Freitez, la dignidadtuve que cambiarla por un sufrimiento,que también perdió su significado. Asícomo también ha desaparecido en misesquemas la creencia de que el sufri-miento en la tierra será recompensado enel cielo. ¡Por favor!

FREITEZ: ¡Siempre hay esperanzas Anita, no de-caigas!

ANA: ¿Y tú crees que yo he perdido las espe-ranzas? ¡Pregúntale a mi médico, las ve-ces que lo he invitado a pasar laspróximas navidades con mi familia.(Mueve con lentitud la silla de ruedas).¡Pero me veo ridícula haciendo invita-ciones a priori!

FREITEZ (Se levanta y camina): ¡Yo siento granadmiración por ti negra, porque no es laprimera vez que desafías a la muerte…

ANA (Interrumpe, con violencia): ¡Pero sien-to rabia, arrechera de que esto me estésucediendo a mí!

FREITEZ: ¡Es que eso me puede suceder a mí tam-

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bién, y uno, negra, no puede ir contra losdesignios de Dios!

ANA (Con rabia): ¿Y por qué no, si me estápermitiendo morir tan joven?

FREITEZ (Pausa): ¿En estos momentos aceptaríasla unción?

ANA (Con poca visibilidad lo observa): ¿Lossantos óleos?

FREITEZ: Sí.ANA (Se reacomoda en el asiento): ¡Sí, acep-

to!

(La luz cae sobre la escena. El padre levanta la sotanay extrae del bolsillo de su pantalón un pedazo de algodóny un pequeño frasquito que contiene aceite. Arrastra lasilla y queda frente a ella. Unta el aceite al algodón, sepersigna. La enferma lo imita. El padre toma con unamano las de Ana, y con la otra, procede con el algodón,a hacer la señal de la cruz sobre su frente. Reza una ora-ción en voz baja).

FREITEZ (Con una mano sobre la frente de la en-ferma): ¡Señor te rogamos con fe que estéscon nosotros congregados en tu nombre,y que a nuestra hermana Ana por tu mise-ricordia la custodies benigno...

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Escena XIII

(La luz del lateral del escenario se torna gris casi apa-gada, dando paso hacia el centro del mismo, una luzblanca. Aparecen Efraín y Gumersinda).

GUMERSINDA (Mira hacia el padre Freitez ): Los tiem-pos sí han cambiado ¿verdad?

(El padre Freitez continúa con sus rituales).

EFRAÍN: ¿Por qué lo dice?GUMERSINDA: ¿Es qué usted no ve como le hacen la ex-

tremaunción?EFRAÍN: ¡Ay, señora Gumer los tiempos han cam-

biado, ahora se le dice unción de los en-fermos, y no es necesario que estéacostado. ¿Eso es lo que quiere decir,verdad?

GUMERSINDA: ¡Como siempre, queriendo sabérselastodas. Aquí era educador, pero allá todossomos iguales y nos guiamos por el úni-co maestro que es nuestro Señor!

EFRAÍN: ¡De eso no tengo la menor duda. Lo quepasa es, que uno nunca pierde su condi-

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ción de docente! ¿Usted no ve comoagradece mi Señor, que alfabetice a tan-tas almas ignorantes que llegan al cielo?¡No crea, eso es un laborioso trabajo!

GUMERSINDA: ¡Ay sí, me va a hacer derramar lágrimas!(Pausa). ¿Y cuánto tiempo se lleva...(Duda). Lo que usted dice? Ya la niñadebe estar cansada.

EFRAÍN: Caramba, usted si está olvidadiza. ElPadre termina en estos momentos deorar, y, Bueno... Consuela a la hija quellora.

GUMERSINDA: ¡Está malita! ¿Verdad? ¡Ya le quedapoco tiempo para llevármela!

EFRAÍN (La mira severamente): Con usted novoy a seguir discutiendo, y ya estoy can-sado de decirle que mi hija no es un ob-jeto ¡Se irá con los dos cuando el Señorlo designe. (Siente voces). Discreciónseñora Gumer, que alguien se acerca.

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ESCENA XIV

(El esposo de Ana, Ángela y su madre Rosa hacen su en-trada al escenario. Los dos ancianos se retiran haciaotro lateral del proscenio, atentos a la entrada de los vi-sitantes).

ÁNGELA (Levanta el rostro y olfatea algo en elambiente): ¡Ay, mami, aquí huele comoa esos viejitos que no se bañan!

GUMERSINDA (Con rabia camina hacia los visitantes):¡Qué falta de respeto de esa tripona, yale voy a dar una pescozá para que no seagrosera!

EFRAÍN (La retiene por un brazo): ¡Deténgaseseñora Gumer, no lo dice por nosotros,acuérdese que la muerte ronda este ho-gar!

(Regresa al sitio).

GUMERSINDA: ¡Sí, pero eso no le da derecho a ofendera los mayores!

ROSA: ¡Ah mundo hija Ángela, si lo dice pormí, yo estoy bañadita!

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ÁNGELA: ¡Perdona mami, fue un olor fugaz!

(Ángela sonríe al Padre que se acerca con Ana en sillade ruedas. El esposo de Ana se acerca y la besa leve-mente en los labios. Extiende la mano hacia el padre).

REINALDO: ¿Cómo estás Freitez. ¡Tiempo sin verte!FREITEZ: ¡Muy bien. Y... ¡Bueno…! ¡Caminando

para llevarle aliento al más necesitado!REINALDO: Así es. (Pausa). Freitez, Ana y yo quere-

mos hablar contigo! ANA: ¡Y dale con la cantaleta!REINALDO: Nada de cantaleta Ana, para mí es im-

portante lo que tengo que decir...FREITEZ (Interrumpe): ¿Qué es tan importante?ANA (A Freitez): ¡Quiere casarse por la igle-

sia! ¿Qué te parece?FREITEZ (Sonríe): ¡Maravilloso! ¿Cuándo los

caso?ANA: ¡Hey, esperen, que aquí la que tiene que

casarse soy yo! (A Reinaldo). ¿O no?REINALDO (Cariñoso): ¡Claro que sí, mi amor! ¡Es

tu decisión!

(La madre de Ana camina hacia ella y la abraza).

ROSA: ¡Ay, hija, me sentiría feliz si te llegas acasar por la iglesia!

ÁNGELA (La enferma llora. Su hermana se acer-ca y la acaricia): ¿Qué pasa hermanita?

AN (Se separa con suavidad): ¡Nada, sim-plemente que este matrimonio no estabadentro de mis planes!

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ÁNGELA (La mira): ¿Es obligado?

(Luz en el lateral del proscenio. Gumersinda y Efraín).

EFRAÍN: ¡Claro que no!GUMERSINDA (Distraida, trata de mirar a Ana): No,

qué, ¿Señor Efraín?EFRAÍN: ¡Bueno, que si mi hija no quiere casarse

por la iglesia que no lo haga!GUMERSINDA (Explaya los ojos voz alta): ¡Quéé!

¿Usted sabe lo que está diciendo?EFRAÍN: ¡Ella tiene razón! ¿Por qué tienen que

ponerla en tres y dos? ¡Por eso es que es-toy de acuerdo con Ángela!

GUMERSINDA: ¡Otra loca más!EFRAÍN: ¡Mire que lleva su sangre!GUMERSIND (Altiva): ¡Más de Sandoval que de

Crespo! (Escudriña los ojos de Efraín).Mire señor Efraín me corto un…(Pausa). Mechón de pelo, si Ángela noestá en todo esto.

EFRAÍN: ¡Ana tiene su propia personalidad!Además es terca.

GUMERSINDA: ¡Ah, pero Ángela vuela! Ojalá la acon-seje bien, para que mi nieta se case y pue-da ir limpia al cielo.

EFRAÍN: ¿Qué le pasa señora Gumer? ¿Acaso mihija es la excepción?

GUMERSINDA: Usted siempre llevándome la contraria.(Señala con el dedo). ¡Oiga! Mi nietaestá hablando.

ANA: ¡Está bien, me casaré por la iglesia...Pero con una condición!

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Page 52: Soñar no cuesta nada

(Todos cruzan las miradas).

REINALDO (Mira a la enferma): ¿Cuál? ANA: ¡Quiero casarme en traje de novia!

(La madre de Ana se desvanece. Reinaldo busca una si-lla y ayudan a sentarla. Ángela abanica a su madre yaprueba la decisión de su hermana).

REINALDO: ¿En traje de novia?ANA: Sí.REINALDO: ¡No puede ser...ANA (Con desdén): ¡Entonces no hay boda! ÁNGELA (Con sarcasmo): Perdóname cuñado, es

su decisión.REINALDO: Sí, pero... (Pausa larga). ¡Sería muy

complicado para Ana colocarse ese tra-je!

ANA (Sonríe): !Figúrate, una novia en silla deruedas que avanza hasta una iglesia cer-cana para casarse!

(Ángela no soporta lo que dice su hermana y arranca areír por todo el escenario. Con timidez el padre Freitezla imita. Ana y su madre apenas sonríen, Reinaldo ob-serva con cierta seriedad).

ÁNGELA (Se excusa): ¡Perdón cuñado...Continúa!REINALDO: Es que... (Pausa). ¡La iglesia no es el

problema!ANA: ¿Y? ¿Hay otro?REINALDO: No, bueno sí. (Pausa). ¿Por qué tiene que

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ser en traje de novia? ROSA (Levanta la mirada): Sí. ¿Y por qué en

traje de novia?REINALDO: ¡Es que Ana no debe casarse en traje de

novia!ÁNGELA (Interrumpe): ¿Y por qué no?REINALDO: ¡Bueno... Porque, ya nuestros hijos están

grandes, y...(Ana avanza en la silla de ruedas donde está su marido).

FREITEZ (Enfrenta a la enferma, y la hace retro-ceder): Por lo que dices no te preocupesReinaldo. He casado varias novias enesas condiciones.

REINALDO (Disimulando su asombro): ¿Hasta en si-lla de ruedas?

ANA (Lo mira): ¿Te acompleja andar con tumujer en silla de ruedas?

REINALDO (Se disculpa): ¡No mi amor, es la inco-modidad para ti al desplazarte hacia laiglesia!

FREITEZ (Frases amables. interrumpe): Nada deeso Reinaldo. Si no hay inconvenientelos puedo casar aquí.

ÁNGELA (Animada): ¡Eso! (Con timidez mira a suhermana). ¡Si la negra no tiene proble-mas!

ANA: Yo no tengo problemas.REINALDO: ¡Yo sí!ÁNGELA (Camina hacia el hombre): ¿Qué te pasa

Reinaldo?REINALDO (Enérgico): ¡Bueno! Es que quiero un

matrimonio normal.

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ANA: ¿Y es anormal que Ana Sandoval se caseen traje de novia?

REINALDO: No, Pero...

(Ana rueda la silla y queda frente a su marido. Tiene losojos vidriosos).

ANA: ¡Mira Rei!, la iglesia no estaba en nues-tros planes cuando nos casamos por ci-vil. ¿Por qué, ahora?

(El cura camina hacia la enferma, le besa el pelo y lalleva en su silla de ruedas hacia el centro del escenario).

FREITEZ: ¡Mujer, estoy emocionado por lo quequiere tu marido! ¡El matrimonio por laiglesia es lo que llamamos los cristia-nos!, ¡La fe en la vida!

ANA: Es que yo no digo lo contrario. Lo quesucede es que nuestra posición ante laiglesia cambia ahora y yo pregunto: ¿quépasó?

(Reinaldo guarda silencio. El cura mira a la anciana yÁngela evade la mirada. El padre con su ingenua sonri-sa voltea la mirada hacia la enferma).

FREITEZ: Negra... ¡Dios guía nuestros pasos, nosofrece caminos. (Pausa). Como ser hu-mano nos equivocamos, siempre anda-mos rodando!

ANA: ¿Equivocarnos? (Enérgica). ¿Será que

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Dios ha equivocado su camino? FREITEZ (Hace la señal de la cruz): ¡Ana. Dios es

omnipotente! ANA (Interrumpe): ¡Sé, que lo puede todo!

(Llora). !Yo elegí un camino... Pero enese camino se cruzó el Señor para con-ducirme... Hacia otros caminos!

REINALDO: ¡Mi amor no te mortifiques! (Pausa).¡Ahora es diferente!

ANA (Sonrisa sarcástica): ¿Diferente? Ah, sí,diferente… !Es que olvidé por momen-tos mi metástasis, y mi pronto viaje a lacasa del Señor...

(Ángela abraza a su madre. Hace esfuerzos en conso-larla sin que se entere su hermana. El padre mira conansiedad a Reinaldo, que camina hacia su esposa).

REINALDO: (Interrumpe). ¡Perdón mi amor!(Pausa). ¡No es mi Intención herirte...Créeme!

ANA (Lo interrumpe, y le toma la mano):¡Perdóname tú! (Dirige la mirada a to-dos). ¡Ustedes me han tenido mucha pa-ciencia, y les estoy agradecida!

(Reinaldo está emocionado la besa en los labios. El pa-dre, la madre de Ana y su hermana se acercan y la be-san. El esposo de Ana cruza miradas con todos. Fija lavista en su mujer).

REINALDO: ¡Negra, no hay problemas... Usa tu trajede novia, y pon la fecha para la boda! Y

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gracias... ¡Por nuestros hijos que se sien-ten orgullosos de su madre. ¡Estás tanllena de energía y viveza!

(El hombre se inclina hacia la enferma, y con ambas ma-nos le toma el rostro y la besa levemente en la mejilla.Se separa y le extiende el brazo al padre para despedir-se con un apretón de mano y camina hacia la puerta).

ANA (A su esposo): Espera. ¿No quieres oír lafecha de la boda?

(El hombre regresa hacia su mujer).

Reinaldo: (Extrañado). ¿Cuándo?ANA (Voz profunda): ¡Ya!FREITEZ (Con asombro): ¿Ya?

(Efraín y Gumersinda perplejos ante la decisión de Ana).

GUMERSINDA (Boquiabierta): ¿Ya?EFRAÍN (Alegre Aplaude): ¡Esa es mi hija!GUMERSINDA (Atónita): ¿Y el traje?

(El anciano atento a lo que hablan sus hijas).

EFRAÍN (Sin mirarla): ¡Ay, señora Gumer, sepone cualquier trapo! (Le hace señas).Oiga lo que dicen.

ANA (Con rabia transición): ¡Si, ya... Ya re-cibí los santos oleos! ¿No?

FREITEZ: ¡Anita, la unción es un sacramento comotodos... Eso es gratificante, porque con-

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cede el perdón de los pecados, y tambiéntu curación espiritual! Así como tú la pe-diste, Ángela en una oportunidad tam-bién lo hizo.

ANA (La mira): ¿Tú?ÁNGELA (Lágrimas): ¡Esa gracia me la confirió

Freitez antes de mi operación FREITEZ: Con toda humildad la recibiste...ANA (Mira a todos): ¡Yo también la recibo

con humildad... Antes de morir!FREITEZ (Animado se acerca a la enferma):

Bueno... ¿Qué le pasa a la novia? (Lamira). ¡No te dejes dominar por esos ma-los pensamientos. Domínalos tú a ellos!(A la anciana), señora Rosa. ¿Me per-mite su teléfono?

ROSA (Entre lágrimas): ¡Venga por aquí!FREITEZ: Voy a llamar a la casa parroquial, para

que envíen mis pertenencias... ROSA (A su hija): Ángela, voy a buscar el traje.

(El Padre Freitez y la anciana, salen. Reinaldo se acer-ca a su mujer).

REINALDO (Amoroso): ¡Mi amor podemos espe-rar!...

ANA: ¡No hay tiempo!REINALDO (Animándola): Pero... Si tiempo es lo

que sobra.ANA (Mirada vidriosa): ¡Para ti, mi amor!

¡Anda busca tu traje!

(El hombre la mira. Presiente algo malo. Divisa la figu-

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ra de su cuñada, que llora en silencio. Se sobrepone).

REINALDO: ¡Como tú digas negra. Voy en busca deltraje...

Escena XV

(En el lateral del proscenio, se encuentra Efraín yGumersinda).

EFRAÍN: Vamos a esperar señora Gumer. ¡Ya lahija está más cerca de nosotros!

GUMERSINDA: Es verdad, usted muy pocas veces seequivoca. ¡Esperemos!

(Se oscurece el lateral. Ángela camina hasta la mesi-ta de noche, donde se encuentra el pequeño reproduc-tor, y procede a colocar una música antiestrés. Desdeel centro del proscenio Ana oye la música y llora en si-lencio. Su hermana camina hacia ella. Ana se coloca

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frente al proscenio).

ÁNGELA (Contempla el rostro de la enferma): ¿Lapasaste bien negrita? (Insinúa). ¡Ay,¿Cómo que no te gusta la música? Buenosi quieres te coloco el cassette de RubénBlades! ¿Quieres mi amor?

ANA (Con fastidio de espalda a su hermana):¡Ya Ángela, deja esa música!

ÁNGELA (Preocupada): ¿Pasa algo? El matrimo-nio... !Bueno, sí quieres no te casas, esono es obligatorio!

ANA (Voltea la silla y queda de perfil): ¡No,no, eso no es... Pero si pasa, pero noalgo sino mucho! Es la llegada de misángeles.

ÁNGELA (Con asombro): ¿Ángeles?ANA (Triste sonrisa): Sí, es un hecho. Tú mis-

ma me has encontrado hablando conellos. No digas lo contrario, porque mehaces preguntas insinuantes y siempre tevacilo. ¡Pero ahora sí te diré que papá ymamá vieja me visitan! (La hermana ca-mina y queda de frente con los ojos lle-nos de lágrimas). ¡Como lo oyes, y hastase pelean, para ver quién se queda con-migo!

ÁNGELA (La abraza): ¡No te preocupes mi amorque de ahora en adelante no te dejarésola! (La mira). ¿Qué se creerán ellos?¡Ah! ¿Qué ya estás lista y por eso te vie-nen a buscar? (Se levanta del asiento ycamina con los brazos en alto alrededor

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del proscenio. Gime). ¡Pues se equivo-caron. Ana Sandoval tiene vida para mu-chos años, y sigue, y seguirá oyendo unpájaro cerca de su ventana!

ANA (Con emoción la interrumpe): ¡Hey es-pere camarada, usted puede decir cosaslindas de mi persona, gritar al mundoque Ana Sandoval está viva, pero… ¿Aquién engañas? ¡Gracias hermana, uste-des han sido una barrera luchando con-tra esta enfermedad pero ahí está,carcomiendo mi cuerpo y minando pocoa poco mi espíritu! (Señala el ojo iz-quierdo). ¡Aquí tengo cáncer! ¿Por quécrees que no duermo? (Mirada al frente.Llora). Cuánto no daría por esperar esetren que tú dices, para soñar cosas bellas.

ÁNGELA (Con pena): !Mi amor no te mortifi-ques...!

ANA (Con voz poética): No me interrumpa ca-marada! ¿Tú sabes que una vez tuvecomo un sueño? O algo parecido, eracomo de madrugada y me encontré derepente en la cama con mi marido.¡Quería continuar allí, pero no pasónada!

ÁNGELA (Con emoción): ¡Dormiste negra, y sim-plemente soñaste!

ANA (Con un dejo de tristeza): !Soñar nocuesta nada! Lo cierto es que mis sueñosson una realidad. Que no puedo caminar,que llega la noche y me quedo en tinie-blas. ¡Y ese bendito tren, que debe estar

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accidentado y no se consiguen repues-tos!

ÁNGELA (La anima): !Pero no te desanimes ne-gra, acuérdate el día que estabas en el tú-nel. Tú ibas de pasajera en ese tren...

(La interrumpe. Pausa. Ana evoca...).

ANA: Aparecí dentro de un túnel.ÁNGELA: ¿Oscuro? ANA: ¡Había mucha luz y flores de diferentes

colores. Era bellísimo, y no pude verquiénes me llevaban, tampoco podíamoscontinuar porque unos hombres vestidosde presos nos impedían seguir! (Llora).Uno de ellos me dijo que no podía mirarhacia atrás... !Pero miré, y apareció unacarretera! (Siente frío, tiembla. Ángela laarropa). No podía dejar de ver esa ca-rretera. En esos momentos la sentíacomo si fuera mi vida. (Llora). ¡Meaferré a ella... Era así, como si anduvie-ses en ese tren con la vista puesta hacialo que dejas atrás, y que no lo puedes de-jar de ver porque es tú vida!

ÁNGELA (Con gran ternura): !Qué grande ereshermanita, y qué impresionante esesueño!

ANA (Voz patética): ¡Dale con los sueños!Acuérdate dónde desperté después. Enuna clínica, y con más cables que un pos-te de luz, y los médicos corriendo, enbusca de donantes de sangre para Ana

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Sandoval!ÁNGELA (Interrumpe Hace una transición):

¡Negrita te voy a llevar a la cama!¿Quieres una manzana?

(Ana aprueba con un gesto, Ángela se anima, toma la fru-ta recién lavada, la pela, le hace algunos cortes, lo colo-ca en un plato, y procede a entregarle poco a poco la fruta.Ella come algo; no quiere más. Se incorpora a medias...).ANA (Coloca la cabeza sobre la almohada):

!Bueno, ahora es cuando nos sobratiempo!

ÁNGELA (Sorprendida): ¿Para qué?ANA: ¡Bueno, para que me cuentes! Ya es su-

ficiente tanta metralla camarada. Ahorale toca a usted. Vamos, eche para afuerasus cuentos, pero sin tantas fantasías,¿Está bien?

ÁNGELA (Sonríe, hace una transición y evoca):¡Es que no son fantasías, es como una re-alidad... O algo parecido! (Camina pen-sativa hacia el lateral del proscenio).¡Aquel día transitaba por un camino depiedras... Oía cañones de salva que au-paban a un personaje que se acercaba ha-cia la acera donde me encontraba...Aquellas voces estaban más cerca! ¡Vivami General! Mis enaguas se atascaron enaquel maraño de piedras desprendidasquizás por el transitar de las carretas, ymi pobre vestido fue despojándose porbandas, y dejando al descubierto aquellablanca y pudorosa ropa interior...

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(Ángela sin dejar de contar su historia, camina hacia suhermana que duerme plácidamente, y con una sonrisasale).

Escena XVI

(Rosa y Reinaldo están sentados cada uno en los sillo-nes coloniales ubicados en un pasillo contiguo a la co-cina. El hombre viste de frac negro, y una flor en el ojal.La anciana lleva traje sastre de un gris claro. En unsillón está el traje de novia con sus accesorios. A su ladose encuentra la sotana del Padre Freitez).

REINALDO (Mira el traje de novia): Me siento cul-pable Rosa.

ROSA (Extrañada): ¿Por qué hijo?

(El hombre se levanta del asiento y lentamente caminadonde se encuentra el traje de novia).

REINALDO (Acaricia el vestido): Porque forcé a lanegra a tomar esta decisión... Y fue tandrástica.

ROSA (Interrumpe): ¿Tú dices por lo rápido?REINALDO: Sí eso, y siento miedo... Su mirada me

anuncia, que el Tren que espera está cer-ca.

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ROSA (Con interés): ¿Cuál tren, Reinaldo?REINALDO (Con rabia seca una lágrima): ¡No me

haga caso Rosa. No me haga caso!

(Entra el Padre Freitez).

FREITEZ: ¿Llegaron mis pertenencias?ROSA (Va hacia el mueble): Sí, aquí están, y

dijo que no le trajo los zapatos porque nolos encontró.

FREITEZ (Mira sus zapatos y sonríe): ¡Son losúnicos... Y los cargo puesto! (AReinaldo). ¿Rei, me das una ayudita?

REINALDO: Sí... Soy un poco torpe, pero te ayudaré.

(Ángela llega. Está nerviosa, viste unos pantalones decorte clásico negros, un saco estilo Blazer verde botellay zapatos de tacón altos del mismo color del saco. Llevaen sus manos un adorno de rosas rojas).

ÁNGELA (A su madre): Mami, me di una esca-padita para buscar el traje. ¿Lo tieneslisto?

ROSA (Lo toma entre sus manos): Sí, mi amor,aquí llevas el velo también... Pero, ¿Y elneceser?

ÁNGELA: Lo lleva Reinaldo. (A su cuñado).¡Apúrate Rei!

REINALDO: ¿Y por qué yo? ¿No dicen que el noviono puede ver a la novia?

ÁNGELA (Con nostalgia): ¡Ella quiere que su ma-rido la vista!

REINALDO (Aturdido): ¡No, yo no...

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(El padre se le acerca, y le da palmadas por el hombro).

FREITEZ (Con cariño): ¡Hoy es un día muy her-moso para Ana, Reinaldo, porque aceptóal Señor... Y debemos sentirnos felices!

(Reinaldo se abraza al padre y llora).REINALDO: ¡Soy un cobarde... Y no puedo afrontar

esta situación!

(Con lágrimas en los ojos, Ángela se acerca a su cuña-do).

ÁNGELA: ¡Yo te comprendo pero, no quiero vertellorar delante de ella... No te lo perdo-naría, son muchas las horas que he pasa-do a su lado peleando con las lágrimas!

ROSA (Llora): ¡Es tan difícil explicar esta gua-randinga!

(Reinaldo se desprende del padre, seca sus lágrimas ytoma el neceser).

REINALDO (Sonríe): Tienes razón cuñada... Que sealo que Dios quiera. (A Ángela). ¡Vamos...Vamos, que la negra nos espera!

(Reinaldo y Ángela salen).

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Escena XVII

(La enferma voltea su cuerpo hasta quedar boca arriba.Levanta los brazos y hace una serie de señas con los de-dos. La luz del escenario se torna de un gris azulado.Hay humo. Hace una transición y aparecen las figurasde los ancianos).

ANA (Coloca los brazos sobre su rostro): ¡Nopapá no quiero ese camino... Es oscuroy me puedo perder!

EFRAÍN (La motiva): ¡No hija, irás conmigo aga-rrado de la mano y no te soltaré. No tepreocupes que esa oscuridad no existe!

GUMERSINDA (Mirada severa): ¡Efraín no la confunda,deje que ella elija el verdadero caminode la felicidad! (Se acerca a la enferma).

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Hija, he sido tu ángel y vengo del cami-no donde las flores juegan con sus néc-tares y perduran en el tiempo.

ANA (Agobiada. Llora. Interrumpe): ¡Noquiero que critique a mi papá, él no eli-gió ese camino, pero le aseguro mamávieja que lo aceptó con mucha humil-dad… A usted también la quiero, pero nodeseo irme!

GUMERSINDA: ¡Hija, estoy esperando, falta poco! ANA (Angustiada): ¿Poco? EFRAÍN (Con ternura): No te mortifiques hija. Tú

tienes mucha voluntad para afrontar estetrance, y recuerda que la última palabrala tiene nuestro Señor ¡Estoy contigoAna!

(Oscuridad en el cuarto).

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Escena XVIII

(Luz en un lateral del escenario. Ángela y Reinaldo ca-minan a la cama de la enferma. Oyen voces. Quedan de-lante del biombo. Ángela se sienta en el piso, donde coloca el traje y losaccesorios. Tapa los oídos con sus manos, no desea es-cuchar la conversación que tiene su hermana con los án-geles. Llora. Reinaldo con las manos en los bolsillos oyecon atención las voces que provienen del cuarto. Luzfuerte sobre la cama de la enferma. Los ancianos estánfrente a ella).

ANA (Ojos vidriosos): Papá levántame de lacama ¡Quiero tocar piso!

EFRAÍN (Sonríe): ¡Cómo tu digas hija!

(Los ancianos proceden a levantar a la enferma).

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ANA (Mira hacia arriba): ¡Señor dame valorpara no ser cobarde!

GUMERSINDA (Emoción): ¡El Señor no permitirá quesufras, él está con nosotros protegién-donos!

ANA (Tiembla. Voz en un hilo): ¡No mamávieja, así nos esté acompañando Dios, lamuerte siempre es desagradable!(Llora). Es un acontecimiento aterradorterrible!

(El padre de Ana sostiene a su hija que está de pie.Tiembla).

EFRAÍN: ¿Quieres sentarte, hija?ANA: ¡Sí, me siento cansada! (a su padre).

¡Creo que llegó mi hora! ¿Verdad papá?EFRAÍN (Animándola): ¡Yo diría que tu hora va a

continuar, porque tus hijos seguirán tuspasos!

ANA: ¡Tiene razón, ese proyecto que AnaSandoval se propuso, será la herenciaque legaré a mis hijos!

GUMERSINDA: ¡Nieta usted ha logrado una gran meta...EFRAÍN (Interrumpe, con dulce voz): ¡Y qué más

le puede pedir usted a la vida, si levantóuna bella familia, ayudó a los suyos, y alos demás!

ANA (Voz apagada): ¡Tenía que dar lo mejorde mi, papá!

EFRAÍN (Sonríe, la acaricia): ¡Por eso te admiro,y doy gracias a nuestro Señor por esa

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buena vida que te ha dado...GUMERSINDA (Interrumpe): ¡Señor Efraín, ya es hora

de irnos!ANA (Con angustia): ¿Y ustedes se marchan?GUMERSINDA (Con ansiedad): ¿Lo deseas?ANA (Débil voz pero firme): ¡No, no se mar-

chen... Espérenme! (Llama). ¡Ángela...Ángela!

(Ángela oye la voz de su hermana. Seca sus lágrimas.Toma lo que tiene en el piso, se levanta y junto a Reinaldocaminan hacia la cama, y quedan frente a la enferma).

ÁNGELA (Risa nerviosa. enseña el traje):¿Quieres vestirte?

ANA (Susurra): Sí. (A Reinaldo). ¡Mi amor,hoy me siento feliz porque vamos a rom-per una vieja tradición!

(Reinaldo toma en brazos a su mujer y la coloca en lasilla de ruedas).

REINALDO: ¿Qué tradición negra?ANA (Voz débil): ¡Que el novio no puede ver

a la novia antes de llegar al altar! ¡Ahorame verás hasta las pantaletas!

(Ángela ríe y llora. Su risa es nerviosa. Camina hacia elbiombo y lo rueda a un lado de la cama. Luz fuerte, de-jando al descubierto la habitación).

ÁNGELA (Transición): Aja déjame quitarte prime-ro la camisa... A ver, ya está (Risas). ¡Ayque tetas más bonitas!

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ANA: ¡Pendeja, pero será la postiza!REINALDO (Hace que cierra los ojos): ¡Yo no veo

nada!ÁNGELA: ¡Pero sí tocas!

(Ángela sonríe, y Ana se queja. Reinaldo toma el vesti-do de novia que permanece colgado sobre el biombo.Transición). REINALDO (A Ángela): Vamos a vestirla.

(Reinaldo y Ángela levantan el vestido, y logran pasar-lo por la cabeza de la enferma).

ÁNGELA: ¡Negrita, pasa la mano por esta manga!ANA (Se queja): ¡Ay, espera, esa parte me due-

le! ¡Hermanita si no me han quitado lagoma del suero!

(Reinaldo y Ángela se miran).

ÁNGELA: ¡Estás loca. El médico no lo ha decidi-do!REINALDO (La mira): Cuñada. ¡La lógica te indica,

que el brazo no entra sino sacas la goma!ANA (Voz suave pero firme): Con o sin lógica,

quien decide aquí soy yo. ¡Quítame esemartirio de una buena vez y termina devestirme, que ya es tarde.

(La hermana retira la goma del brazo de la enferma, yjunto con su marido terminan de vestirla).

ÁNGELA: Lista mi negra. (Al esposo). Cuñaíto, y,

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¿Qué te parece la novia? ¿Verdad queestá bella?

REINALDO (Voz entrecortada): ¡Preciosa, y me sien-to feliz, porque quiso vestirse de novia...Y lo logró!

ANA (Sonríe a medias): ¡Adulantes!

(La hermana rueda a la enferma hacia el centro del es-cenario. Se devuelve hacia la cama y regresa con el ne-ceser, y lo abre).

ÁNGELA (Procede a maquillarla): ¡Te falta pin-tarte la boca! (A Reinaldo). Rei. ¿Puedesdecirle al padre, y a la familia que la no-via está lista?

REINALDO: ¡Está bien!

(Sale Reinaldo, y Ángela continúa maquillando a su her-mana).

ÁNGELA: ¿Negrita, te doy un espejo para que veaslo bella que estás quedando?

ANA (Dejo de fastidio): ¡Ay no, nada de espe-jos, termina de una vez con este teatro!(La mira. Pausa). ¿Sabes Ángela? Yooigo desde muy lejos el sonido de untren.

ÁNGELA (Queda con el pincel de labios en alto):¿Te pican los ojos? ¿tienes deseos debostezar?

ANA (Interrumpe): ¡Nada hermanita, yo loque empiezo a ver es ese camino de flo-res de que tantas veces me has hablado!

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ÁNGELA (Lágrimas en lo ojos): ¡Es el sueño quete vence. Estás en la parada por dondepasará ese tren, que te llevará a soñar porese bendito camino de flores que tantossacrificios te ha costado¡ (TransiciónLlora). ¡Quedaste preciosa negrita, aho-ra regreso, voy a buscar tu bouquet derosas!

(Sale Ángela. Oscurece el escenario).

Escena XIX

(Luz fuerte en el escenario. Ana está sentada en la sillade ruedas frente al público. Aparecen los ancianos,Efraín el padre de la enferma de saco y pantalón negro,una camisa blanca y una corbata azul marino, y la abue-la con un traje sastre color gris plomo).

EFRAÍN (Sonríe): ¿Está viendo señora Gumer lo hermo-sa que está mi hija?

GUMERSINDA (Con orgullo): ¡Claro, Efraín, tiene el li-naje de los…EFRAÍN (Interrumpe): ¡Nada de linajes señora Gumer,ella seguirá siendo Ana Sandoval! (Se coloca frente a laenferma y hace una reverencia). ¿Señorita me permiteconducirla hasta al altar?

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ANA (Profundo miedo, aprieta el ramo de rosas que tie-ne entre sus manos): ¡Sí, papá!

(El anciano agarra los pasamanos de la silla de ruedasdonde esta sentada su hija, y la conduce hacia el lateraldel escenario).

EFRAÍN: Ahora hija, vamos hacia el altar a entre-garte a tu novio... y a Dios. Ahora em-pieza una nueva vida para ti. (En vozalta). ¡Y mañana sales al mundo!

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Escena XX

(Una luz suave cae en el lateral del escenario. Músicacelestial de fondo. Se divisa la figura del Padre Freitez.De frente al padre, y diagonal con el público están losnovios. Ángela aprieta entre sus manos una cartera yuna cámara fotográfica. A su lado está Rosa, qué, conlágrimas en los ojos, no deja de mirar a la novia.Desde otro lateral los ancianos observan con atenciónla ceremonia).

FREITEZ (Levanta el brazo y hace la señal de lacruz): ¡En el nombre del Padre, del Hijoy del Espíritu Santo Amén! Hoy nos en-contramos reunidos esta bella familia,para presenciar el casamiento de

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Reinaldo Chaviel y Ana Sandoval. (Sedirige al novio). Reinaldo Chaviel.¿Aceptas por esposa a Ana para querer-la y amarla hasta que la muerte los sepa-re, y como lo manda la Santa Católica yApostólica Iglesia Romana?

REINALDO: ¡Sí, acepto!FREITEZ: ¿La recibes como esposa y mujer? REINALDO: ¡Sí, la recibo!FREITEZ (Se dirige a la enferma): Ana Sandoval.

¿Aceptas por esposo a Reinaldo paraquererlo y amarlo hasta que la muerte lossepare, y como lo manda la SantaCatólica y Apostólica Iglesia Romana?

ANA: ¡Sí, acepto!FREITEZ: ¿Lo recibes como esposo y marido?ANA: ¡Sí, lo reciboFREITEZ: (Levanta la mano haciendo la señal de

la cruz). ¡Quedan unidos en matrimonio!(Sonríe). ¡Pueden besarse!

(La enferma voltea la angustiosa mirada hacia su pa-dre. El anciano le sonríe. Reinaldo se acerca a su mujer,y besa levemente sus labios. Ángela y su madre abrazana Ana. Lloran. Surgen efectos de luces, humo y apenasse oye la canción del Ave María).

ANA (Ojos vidriosos Transición): ¡Ángela,acompáñame!

ÁNGELA (Llora con ternura): ¡Vete tu sola her-manita que yo algún día te alcanzaré!

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(Le entrega una cartera). ¡Toma, es miregalo!

ANA (lágrimas en sus ojos): ¡Mi cartera!¡Mejor regalo no pude haber recibido!

ÁNGELA (Abrazándola. llora): ¡Tú mereces lomejor, hermanita! (pausa). Voy a rezar...

ANA (Levanta los brazos en la dirección don-de se encuentran los ancianos. Ellos ca-minan hacia Ana. Voltea el rostro haciasu hermana): ¡Ángela acaba de llegar mitren... Ahora si puedo decir qué... (Jadea.Hace una pausa). ¡Soñar no cuesta!

(Ana muere).

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Escena XX

(Una luz fuerte se posa sobre el cuerpo inerte de AnaSandoval. La hermana y madre se le acercan y besan sufría mejilla. Su esposo y el padre lo imitan, y se retiranhacia la penumbra del fondo del escenario. Su padre yabuela se acercan a la novia. Efraín extiende su mano yésta la recibe con cierto temor. Ana se levanta de la si-lla de ruedas con ayuda de los ancianos. Ana camina portodo el escenario del brazo de su padre. La abuela llevala cola).

EFRAÍN (Con emoción): ¡Qué bella estás hija,serás la novia más envidiada del cielo!

GUMERSINDA (Con un erguido caminar lleva entre susmanos el velo de su nieta): ¡Señor Efraínusted si es frasquistero, ¿Quién le dijo

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Este libro se terminó de imprimiren noviembre 2004,

en los talleres de XXXXXXXXsituados en la calle XXXXX,

edificio Xxxxxxx, piso 2, local A, Xxxxxxxe,Caracas, Venezuela.

Impreso en papel Tamcreamy.