SOLIS- reseña de Modernidad, Pluralismo y Crisis de Sentido

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    Rev. Filosofa Univ. Costa Rica, XLII (106-107), 75-82, Mayo-Diciembre 2004

    Abstract. Identity, that is to say, sense-

    constructing process shows a high level of

    complexity in its historical realization as well as

    in the analytical discourses that are required for

    interpreting it. Peter Berger and Thomas Luckmann

    do their part in Modernidad, pluralismo y crisis desentido. This article presents a dialogue and acritical discussion with the authors and tries to

    point out some untaken roads for understanding

    identitary processes.

    Key words: Modernity, identity, senseconstructing processes.

    Resumen. Identidad, es decir, construccin

    de sentido, se muestra sumamente compleja tanto

    en su concrecin histrica como en la mediacin

    discursiva-analtica que intenta interpretarla.

    Peter Berger y Thomas Luckmann hacen lo suyo

    en Modernidad, pluralismo y crisis de sentido. El presente artculo constituye un intento por

    recoger la discusin, dialogar crticamente conlos autores y sealar vas no abordadas para la

    comprensin de los procesos identitarios.

    Palabras clave: Modernidad, identidad,construccin de sentido.

    Introduccin

    Hemos querido aprovechar este espacio aca-

    dmico para recoger algunas de los planteamien-tos fundamentales de Berger y Luckmann en su

    Mario Sols

    Reflexiones en torno a la produccin de sentidoen el mundo moderno: una lectura de

    Modernidad, pluralismo y crisis de sentidode Peter Berger y Thomas Luckmann

    ltimo trabajo conjunto, a saber, Modernidad, pluralismo y crisis de sentido. Bsicamente,intentaremos presentar los lineamientos genera-les de su argumentacin y recuperar la preocupa-cin medular, la tan asumida crisis de sentido enla modernidad. A partir de ello, nos proponemosabordar un asunto especfico: el lugar tericode dichas nociones que estn a la base de la dis-cusin sobre la identidad y la herencia sociolgi-ca (o analtico-social) de la que los autores parten

    y en la que los autores han montado su trabajoconjunto e individual.La lnea de anlisis de Berger y Luckmann

    es clara: ambos socilogos son hijos del espa-cio analtico llamado sociologa fenomenol-gica (o fenomenologa social) que abra Schutzen la segunda mitad del siglo XX con su obraFenomenologa del mundo social (1932).1 Suobra clsica,La construccin social de la reali-dad(1967), apareci como un intento por recogerlos aspectos fundamentales de la obra de Schutz

    juntamente con la herencia de grandes (y dismi-les) pensadores como Durkheim, Marx y Mead.El trabajo de estos autores se enmarca dentrode la sociologa del conocimiento (tal y comoel mismo subttulo de la obra lo corrobora) y suriqueza consiste en intentar integrar o articularcategoras de anlisis de lo micro (como lopresenta la tradicin fenomenolgica e indirec-tamente la del interaccionismo simblico, y queva tomando forma con otras nuevas tendenciascomo la etnometodologa) con el anlisis de lo

    macro (cuyas categoras apuntan a fenmenossociales ampliados).

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    Tenemos, pues, un intento por trabajar a lavez con las estructuras objetivas (histricas) delo social y con los elementos propios de la teorassubjetivistas que dan lugar a la configuracin del

    mundo en las experiencias vitales y en los espa-cios del mundo de la vida (materializadas en lacotidianidad). Este esfuerzo se muestra comouna constante en muchos de los trabajos poste-riores de los autores (que acercan los problemasde la sociologa del conocimiento a los de lasociologa de la religin) No nos correspondeaqu retomar puntualmente La construccinsocial de la realidad, ni los trabajos que ambosautores escribieron y publicaron por separadodurante los siguientes veinticinco aos2, sinoque hemos de considerar ese nuevo trabajo con-

    junto, que refleja el mismo anhelo de antao:dar cuenta del mundo social a partir de sujetos,en consideracin de estructuras y, ahora, a la luzde las discusiones en torno a la modernidad.

    El libro

    Modernidad, pluralismo y crisis de sentido

    es un texto pequeo que consta de siete captulos

    y cuya primera edicin en espaol fue publicadapor Paids en 1997.3 Ya desde el primer captulolos autores marcan la cancha: explcitamenteplantean su objetivo, a saber, identificar lascondiciones generales y las estructuras bsicasdel sentido de la vida4, a partir de generalidadesantropolgicas. La primera afirmacin categricaque nos encontramos seala la va o el caminode acceso a la reflexin sobre la modernidad yel sentido: El sentido (Sinn) se constituye en laconciencia humana: en la conciencia del indivi-

    duo que est individualizado en un cuerpo vivo(Leib) y ha sido socializado como persona5. Esaconciencia es siempre conciencia de algo, esdecir, se constituye por su objeto intencional yaparece en un espacio (y conjunto) experiencialdeterminado. El nfasis de los autores en el restodel texto estar puesto en ese elemento concien-cia, ms que en su lugar de gestacin, el cuer-po vivo y socializado, es decir, en la vivenciade s y con los otros. Esa conciencia de algo(que se predica de cualquier forma de conciencia)

    se dice de modo particular respecto del sentido enel tanto ste es definido puntualmente como una

    forma algo ms compleja de conciencia con unacaracterstica bsica: tener siempre un punto dereferencia6. Esa referencia es un hecho, un acu-mulado de experiencias que se articulan en la eje-

    cucin de las acciones, un hecho de conciencia.Berger y Luckmann sostienen que la consti-

    tucin de sentido ha de interpretarse a partir delas aprehensiones subjetivas (su fundamento) y laobjetivacin del sentido subjetivo en la vida social(accin social). Tenemos entonces dos elementosconstitutivos de sentido: los que proceden dela subjetividad inmediata (esos estratos mssimples del sentido creados en la experienciasubjetiva de una persona7 y los que proceden dela objetivacin del sentido subjetivo (estrato supe-rior y estructura compleja) en la accin social.Los autores hacen uso de una serie de categorasmuy llamativas (unas provenientes directamentede su mentor: Alfred Schutz, otras reconstrui-das), a saber, depsitos de sentido, comunidadde sentido, islas de sentido, importacin de sen-tido, entre otras. Una de esas categoras centraleses la de acervo social del conocimiento, queencuentra su gnesis en la constitucin subjetivadel sentido8 y que contiene el material del cualaparecern el sentido objetivado y las institucio-nes de sentido tales como las iglesias. De estemodo, se habla de sentido socialmente objetivadoy procesado que son mantenidos en depsitosde sentido y administradas (materializadas) eninstituciones sociales.

    Aqu es cuando se aterriza a espacios socio-histricos y culturales especficos en la discusingeneral sobre identidad. Hablamos (un tanto ir-nicamente) de los espacios de la modernidad. Laambigedad de la nocin de modernidad se hace

    patente, pues algunas veces remite a una formade experiencia, otras veces a lo macroestruc-tural social y otras a una conciencia epocal.El problema bsico, como veremos luego, es queesa multivocidad del trmino modernidad nopermite anclarse en la discusin sobre la pro-duccin de sentido, o permite relacionar dichasvariables de un modo altamente aleatorio. Entodo caso, los autores dejan la doble imagen demodernidad como un fenmeno macrosocial apartir de la nocin de estructura social moderna

    en tanto estructura descentrada frente al carctercentralizado de la vida premoderna. Todo esto

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    REFLEXIONES EN TORNO A LA PRODUCCIN DE SENTIDO EN EL MUNDO MODERNO

    para resaltar el hecho de que en la modernidadse hace latente el fenmeno del pluralismo comocorolario de la descentralizacin de la vida (sen-tido, accin social). La pregunta bsica que plan-

    tean los autores tiene que ver precisamente con lasupuesta crisis de sentido que se cierne sobrelas sociedades modernas, plurales, descentradas.

    Segn Berger y Luckmann, el pluralismoes hoy un valor y una virtud ilustrada, que seexpresa, por ejemplo, en principios tico-polti-cos como la tolerancia (luego dirn democraciay mercado). Ese pluralismo supone tambin hoyuna diferenciacin clara de esferas de la vidasocial, en las que se constituyen cdigos yvalores de accin (sentido) que se dicen solo ensu particularidad. Hay, por ello, comunidadesde vida (que son comunidades de sentido) indi-vidualizadas tanto respecto del mbito en el quese mueven (la poltica, la economa, la cultura, lareligin) como respecto de los otros mbitos quele circundan. Ese carcter descentrado (pluricn-trico) de la vida moderna permite pensar, segnlos autores, en crisis de sentido al colapsar cier-to tipo de orden omnicomprensivo, universal,omnipresente y encontrarnos ahora hurfanosen el mundo (o del mundo). Que la modernidadest marcada por un proceso de secularizacin (ode segmentacin y atomizacin de comunidadesde fe) constituye uno de los signos del procesode descentralizacin expresado en la disolucinde esa forma de centralizacin por excelencia, asaber, la religin.

    Posteriormente, los autores sealan de modopuntual que el pluralismo no establece sino unaserie larga de alternativas 9 y, paradjicamente,sostienen que un ejemplo de esto lo tenemos en

    las instituciones madre de la sociedad moderna(en su pluralismo selectivo), a saber, la economade mercado y la democracia. Sobre esto diremosuna palabra en su momento. Luego de tal aseve-racin, Berger y Luckmann refuerzan esa idea deque hoy existen nuevas instituciones para la pro-duccin y transmisin de sentido (industria delconocimiento, medios de comunicacin, muchasformas de psicoterapia, etc.) y, con ello, sostienenque no hay una crisis general de sentido sino unacrisis latente de sentido10.

    Hay esferas institucionales bsicas (por sualcance poltico y cultural, como el Estado y la

    iglesia respectivamente) que marcan una diferen-ciacin de actos, tanto respecto de dichas esferas(cuyas instituciones son el producto del sentidoobjetivado, ligado a sus funciones especficas)

    como de los esquemas subjetivos de interpreta-cin de la vida (Cap. 6). Esas esferas instituciona-les bsicas no constituyen un centro, sino un espa-cio ms de accin y de produccin de sentido, enel que convergen una serie ampliada de peque-as comunidades de sentido. A estas habra queapoyarlas (desde el sector privado mercado y elpblico el Estado) en tanto instituciones inter-medias (entre las esferas bsicas de sentido y lavida cotidiana experimentada e interpretada sub-

    jetivamente) para que no se radicalicen y para queprotejan los pequeos mundos de la vida11.

    Los autores sealan finalmente la impor-tancia de la comunicacin en todos los procesossubjetivos y objetivos de produccin de sentidoy remarcan su tesis de la necesidad de fortalecerlas instituciones intermedias (con races localesprofundas) para lo que podramos llamar un equi-librio moderno de sentidos. Habra que recon-ciliarse, como nos lo dicen los autores, con lasconsecuencias negativas del pluralismo y la dife-renciacin estructural a travs de ese equilibriode sentidos, como mecanismo de orientacin delhombre moderno.

    Reflexiones sobre lo dicho

    El tema del sentido

    Partimos del supuesto de que el tema delsentido desde el anlisis social es el tema de laidentidad. La categora identidad, como es de

    suponer, se dice desde distintos lugares dis-cursivos y aparece en una serie casi infinita deestudios, que van desde el arte (literatura, msica,arte plstico) y la filosofa12 hasta las cienciassociales (pinsese en la abundante referencia adicha nocin, sea desde la psicologa o la antropo-loga). Preguntarse por el ser-s-mismo (en suacepcin ms amplia) es efectivamente una cons-tante antropolgica, como bien lo dicen los auto-res, y la pertinencia de esa pregunta universalen nuestro contexto sociohistrico es todava ms

    urgente. Hay que recalcar, sin embargo, que lapregunta, planteada desde las ciencias humanas y

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    desde la filosofa social es fundamente tico-pol-tica, por lo que ese ser-s-mismo se compren-de y, mejor an, se construye en la accin social.Hemos de pensar en identidad como valor, empe-

    ro ella ha de entenderse en la interaccin social (ala vez institucionalizada y vivencial), como hechosocial. Hablamos de identidad, ms no la identi-dad esttica, sustantiva, sino la identidad proceso,construccin intersubjetiva, concrecin histricaque adquiere su materialidad en institucionessociales y prcticas de vida. Castells define dichoconcepto del siguiente modo Por identidad, enlo referente a actores sociales, entiendo el pro-ceso de construccin de sentido atendiendo a unatributo cultural o un conjunto relacionado deatributos culturales, al que se da prioridad sobreel resto de las fuentes de sentido13. Remitir lanocin de identidad a procesos, que no son sinoprocesos sociohistricos, constituye una raznnecesaria en el anlisis social14. Sealar, adems,que el anlisis identitario desde el discurso filos-fico-social pasa necesariamente por el mbito dela cultura, tanto en su sentido ms amplio (comoproduccin humana, accin humana creadora)como en su carcter de visin de mundo taly como lo sugiere Castells equivale a ubicaruno de esos elementos bsicos para el estudiode la construccin identitaria. Decir visin demundo es tambin pertinente en tanto marcael espacio de lo representacional (smbolo, actosocial) como factor fundamental (no nico) delfenmeno identitario. Ese es precisamente ellado fuerte de los planteamientos de Berger yLuckmann respecto del sentido: su ser represen-tacin (conciencia compleja), que, como intenta-remos mostrar posteriormente, queda hurfano

    (o manco) una vez que aborda sin dar cuenta desu hacerse en la interaccin social. Sostenemosque la nocin de identidad (construccin desentido) ha de decirse en su acontecer, en suterrenalidad en su concrecin histrica micro,como materia prima de la representacin.Consideramos que el mundo de la representa-cin se concreta en las interacciones subjeti-vas contextualizadas en el tiempo y el espaciosocial, que da lugar a una institucionalizacin(acumulado histrico de sentido) de las mismas.

    De este modo, mbito de la cultura, contextuali-zacin espacio-temporal, carcter relacional (que

    supone una intersubjetividad) han de aparecer enla reflexin sobre el sentido, sobre la identidad.

    Frdric Debuyst resulta sugerente respectode una nocin de identidad que parta de tales

    elementos, segn es posible ver en su textoAmrique Latine: espaces de pouvoir et identits

    collectives. En primer lugar, el autor presenta laidentidad como una nocin relacional que tieneefectos tanto en el imaginario como en los con-tenidos culturales y en las condiciones mate-riales de existencia: Lidentit est une notionrelationnelle: elle repose sur un jeu de miroirentre la vision de soi-meme (de son in-group dansses traits spcifiques) et une vision de autresCes identifications sappuient sur des contenusculturels, transmis et intrioriss, cest- dire surun univers de sens de reprsentations portant surla destine, les oeuvres et les relations internes dugroup, mais aussi sur less condigtions matriellesdexistence.15

    En segundo lugar explica Debuyst la iden-tidad gira en torno a dos ejes fundamentales,a saber: el eje de la temporalidad y el eje de laespacialidad. El primero ...comprend un tempslong-historique, present dans la mmoire, ete untempos court, vec dans des expriences et tra-

    jectoires de vie.16 El segundo dfinit le positio-nnement et la mobilit des acteurs sociaux dansdes ensembles gegraphiques, ainsi que dans lesstructures sociales et conomiques, les institutio-ns et organisations, qui dfinissent les champsde pouvoirs17. Identidad como produccin desentido, como proceso (y no como esencia), comoconstruccin sociohistrica con ejes espaciales ytemporales e identidad como expresin material ysimblica de procesos de individuacin y sociali-

    zacin son la serie de constantes que correspondeentender, explicar e interpretar desde el anlisisque quiera dar cuenta de lo real-social histrica-mente concreto.

    Nuestra lectura Modernidad, pluralismo ycrisis de sentido, nos deja la imagen de unasobredeterminacin del sentido en tanto represen-tacin (forma de conciencia) respecto del sentidoen su proceso constitutivo, en su materialidad,lo cual sera impropio para el anlisis identitario.Efectivamente, la preocupacin de los autores

    se enmarca dentro del discurso analtico de laconfiguracin social del sentido, empero con un

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    REFLEXIONES EN TORNO A LA PRODUCCIN DE SENTIDO EN EL MUNDO MODERNO

    cierto sesgo fantasmal. No basta con discutir elsentido (representacin/valor) de la vida desde smismo, es decir, en tanto representacin. Ha dedarse cuenta de las condiciones generales (luga-

    res histricos, lugares sociales, la interaccinsocial espacio-temporal e intersubjetiva, el carc-ter de los procesos de adquisicin y acumulacinde valores, conceptos, etc.) en las que toma formael sentido. Sentido se dice de muchos modos y,para el caso del anlisis filosfico-social, cree-mos que su decir ha de expresarse en su lugarconcreto, en y desde la accin social.

    De este modo, el punto de referencia (objetode estudio, lnea de accin terica) no es el signi-ficado (aunque lo incluye) sino la materializacininteractiva. Dicha materializacin es tambina la vez fsica (espacio-temporal) y simbli-ca; no obstante, como hemos dicho, el anlisissocial encuentra su especificidad en el carcterrelacional concreto y sus sentidos, ms que enlos sentidos del carcter relacional18. Digmoslode modo ms directo: el anlisis sociolgico (untipo de filosofa-social) hace su lectura de losprocesos de produccin de sentido con un nfasisparticular: la interaccin social, y su objeto deanlisis lo constituyen los lugares de relacin,los niveles de relacin, los agentes interactuan-tes, juntamente con los mbitos de sentido (en suexpresin semitica).

    De todo lo anterior partimos para sea-lar la ambigedad que se hace manifiesta en

    Modernidad, pluralismo y crisis de sentido.Si definimos sentido como una forma mscompleja de conciencia, habra que internarseen el mundo de las representaciones para darcuenta de l. Estaramos, pues, en el universo

    discursivo (epistemolgico y cuasi-ontolgico)del signo, de la significacin, de los contenidosde conciencia. Si partimos de una definicin msabierta de sentido en la que se incluyan la con-crecin histrica intersubjetiva, nos encontrara-mos con un discurso ms complejo que requerirasu instrumental analtico y metodolgico corres-pondiente. Si leemos sentido con el nfasisparticular que hemos venido sealando, a saber,en la concrecin relacional intersubjetiva, se hacenecesario la especificacin del instrumental para

    el trabajo emprico-analtico y una clara delimi-tacin de los alcances (y del carcter) de dicho

    trabajo. Creemos que Berger y Luckmann no dancuenta de tales lmites y distinciones del anlisissobre modernidad y crisis de sentido.

    Hay, pues, una distincin de doble cara

    que queremos hacer explcita a partir de estaaproximacin a los autores y al texto en cuestin,Por un lado, ese referente material-empriconecesario para el anlisis social (sea ste microo macro) con el que ha de contarse siempre parala comprensin de los fenmenos sociales, queadquieren su materialidad en la interaccinsocial. Los autores parecen olvidar este elementoal montarse sobre el anlisis del anlisis, esdecir, sobre el sentido como forma de concienciaen su ser forma de conciencia de modo inde-pendiente. Este es el aspecto terico-metodolgi-co de la aproximacin al tema del sentido que haquedado dbil en su trabajo. Por otro lado, existeuna vaguedad al tratar el sentido cuando ellosmismos no dan cuenta de esa distincin bsicadel mismo como producto de un espacio socialmicro y subjetivo y otro macro, estructural,objetivo, y, peor an, cuando, al hablar de sentidoobjetivo (acumulado histrico) niegan el carcterplural de la modernidad que han intentado defen-der. Para esto nos sirve de ejemplo su alusin ala democracia y la economa de mercado. Losautores sostienen lo siguiente: Dos institucio-nes centrales de la sociedad moderna impulsanesa transicin desde la posibilidad de eleccinhasta la obligacin de escoger: la economa demercado y la democracia. Ambas se fundan enla agregacin de decisiones individuales y ellasmismas fomentan un proceso continuo de elec-cin y seleccin.19 Este es el corolario patticode una confusin en los lmites y alcances de

    un discurso o de su mal utilizacin. Otra vez,sentido se dice desde muchos lugares y de distin-tos modos, mas hay que saberlos diferenciar.

    Finalicemos este segmento con una ltimaobservacin: el tema del sentido (de la identidad),cuando se revisa en su acontecer histrico, nose puede decir independientemente del elementodominacin en la interaccin social. El carctertensional de las relaciones humanas en todos losmbitos de la realidad social no es un secreto, ytal factor ha de ser considerado con seriedad en

    el anlisis social. La lista de autores que sea-laban tal factor humano constitutivo es larga,

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    podra comenzar con Marx y Weber, pasandopor Nietzsche hasta llegar a Foucault y Bourdieu,para citar los autores ms cercanos y representa-tivos. Castells mismo lo sealaba tambin cuan-

    do aluda a esa pluralidad tensional que ha dereconocerse para el estudio sobre las identidades.El autor lo dice del siguiente modo: Para unindividuo determinado o un actor colectivo puedehaber una pluralidad de identidades. No obstante,tal pluralidad es una fuente de tensin y contra-diccin tanto en la representacin de uno mismo,como en la accin social20.

    El detalle de la modernidad

    Queremos ahora sealar brevemente algunoselementos de la nocin de modernidad que losautores tocan someramente y cuyo ingresoal anlisis sobre el sentido que hemos hechosinnimo de anlisis identitario constituye esedetalle que cuenta.

    La modernidad puede ser entendida comoese gran escenario sociohistrico en el quese inscriben (perciben, sienten) los individuos ycolectivos (al menos en Occidente) y cuyo rasgo

    fundamental, para nuestros efectos, radica ensu carcter organizativo/comprensivo racional,pluricntrico y autorreferencial. La definicinque hace Marshall Berman de la modernidadnos permite explicar el primer elemento de laanterior alusin a la modernidad: Hay una formade experiencia vital la experiencia del tiempoy del espacio de uno mismo y de los dems, delas posibilidades y los peligros de la vida quecomparten hoy los hombres y mujeres de todo elmundo de hoy. Llamar a ese conjunto de expe-

    riencias la modernidad21

    .La segunda parte de esa caracterizacin mspuntual de la modernidad la podemos encontrar,entre otros, en el texto de Josetxo BeriainEstadode bienestar, planificacin e ideologa. En suanlisis sobre reconstruccin de significado yreproduccin social en sociedades complejas,el autor sostiene que la modernidad pluralizainstituciones, roles y estilos de vida, cosmovisio-nes y estructuras de plausibilidad... La moderni-dad transforma el destino en decisin... y crea

    una nueva situacin en la que seleccionar y elegir

    devienen imperativos22. Junto con esto, Beriain,arguye que tal mundo de significaciones socia-les en la modernidad conforma una estructurasimblica compleja (racionalizada) que se ve

    amenazada por los procesos de racionalizacinsistmica: econmica, administrativa y organi-zacional, y en esta tensin entre el mundo de lavida y sistema inhabita la validez del conceptode representaciones colectivas23.

    As, las aseveraciones del autor respecto dela modernidad a partir de su estructura simblicay su institucionalizacin pluricntrica (descen-tralizada), funcionalmente diferenciada arrojanluz sobre los ncleos analticos que habra queabordar en el anlisis identitario, Beriain nos pre-senta un anlisis de la modernidad en ese sentidomacro, sin dejar de lado la vivencialidad (y mate-rialidad vivida, concrecin histrica) que suponela vida moderna. De este modo, es posible tratarel tema de la modernidad a partir de esas dos ver-tientes: la estructural (que se mueve en el ritmode un objetivismo) y la interactiva (que toma laforma de un anlisis subjetivista y asentado enuna teora de la accin social situada). La moder-nidad ha de ser leda entonces en su ser mundoinstituido de significado en la interaccin socialy en su sedimentacin histrica materializada enaparatos como el Estado o los modos y relacionesde produccin de la vida material.

    Lneas finales

    Estas breves consideraciones sobre moder-nidad intentan mostrar los ngulos desde losque se puede sealar y utilizar dicha nocin. Loimportante, sostenemos, es que se diferencie cada

    una de esos ngulos, y que su uso corresponda altipo de anlisis que se realiza. Segn nuestra lec-tura,Modernidad, pluralidad y crisis de sentidomuestra cierto descuido y poca rigurosidad al res-pecto, y se hace ms patente con el tratamiento dela categora de sentido. Construccin de sentidono se dice en el vaco social, sino dentro de unmarco de referencia colectivo-institucionalizado,que funciona, responde y corresponde a cdigosde accin. Los autores nos dejan sin referenteconcreto en el tanto sus reflexiones se quedan en

    la variable modernidad, que, dejada sola, es

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    casi metafsica. Sin ese descender a concrecio-nes histricas puntuales, respecto de las cuales sepuedan tener lugar las estrategias investigativaspropias de las ciencias humanas, que es desde

    donde parten ellos, su labor analtica adquiereuna volatilidad improcedente. Consideramos quela propuesta analtica de sentido desde su dis-tincin dual, es decir, en tanto sentido objetivado(que admite las nociones de reservas de sentido,comunidad de sentido, etc.) y en tanto senti-do constituido subjetivamente (en los espaciosinmediatos de la interaccin social) permitedar cuenta de dicho fenmeno social (macro ymicro) de constitucin de sentido. Empero talcosa tiene sentido una vez que se sostengan enestudios emprico-analticos concretos y con sucorrelato macroestructural sincronizado. Elloes, como es de suponer, el carcter general desu empresa, mas eso no basta para construir unaserie de categoras que parecen ms un castillo dearena o una pirmide de cartas que una estructuraemprico-analtica propia de cientficos sociales.

    Insistiendo en el eje de nuestra reflexin,hemos de recordar que construccin nos remitea la idea de proceso, y que no puede tener lugarsolamente en momentos o fases de la con-ciencia individual (subjetiva) sus presupues-tos tendran esta caracterstica de concienciaindividual sino que supone la interaccin, laintersubjetividad y, por ello, supone a los otros(el colectivo y un sentido objetivo de las accionessubjetivas... el otro generalizado en lenguaje deMead). Estudiar los procesos identitarios signi-fica, pues, darle seguimiento a la construccinde sentido localizado. Hacer tal cosa implicadar cuenta de los factores (sus especificidades,

    su orden, su acontecer) que intervienen en lainteraccin subjetiva. Se hace patente la necesi-dad de internarse en los espacios de interaccinel lugar fsico y representacional de los gruposo microsociedades que se quieran estudiar, demodo tal que el acontecer ritual, la divisinde autoridad y mando, los papeles que se jueganen los momentos de interaccin, el discurso y loslugares de discursos de los mismos encuentren

    su lugar determinado en el anlisis. En segun-do lugar, es igualmente importante el vnculoentre lo que podramos llamar esa terrenalidadprimera (intersubjetiva, microsocial) y la terre-

    nalidad segunda, a saber, los mbitos macrode la existencia social, como la poltica y laeconoma. Dicho tratamiento es, por supuesto,sumamente delicado y habra de trabajarse con lameticulosidad propia de un trabajo analtico quese quiera pertinente, honesto y sustentable.

    Notas

    1. Schutz, por su parte, es deudor de grandes te-

    ricos como Husserl, Heidegger y Weber, entreotros.2. Pensamos, por ejemplo, enEl dosel sagrado y en

    La religin invisible, de Berger y de Luckmannrespectivamente.

    3. El original fue publicado en alemn por VerlagBertelsmann Stiftung, Gtersloh, en 1995.

    4. P. Berger y T. Luckmann,Modernidad..., 30.5. Ibid, 30-31.6. Ibid, 32.7. Ibid, 34.8. Ibid, 35.

    9. Ibid, 86.10. Ibid, 105.11. Ibid, 116.12. Algunas de las reflexiones en torno a la identi-

    dad desde otras disciplinas como las que estamosmencionando ahora, nos sern de utilidad. Porejemplo, desde la filosofa, la distincin quehace Kojve de la nocin de identidad cuandoes usada para referirse a dos regiones distintas:la de la Naturaleza o la de la Historia. Para elprimer orden, la nocin de identidad remitiraa algo que se distingue de todo lo otro y que

    es en tanto que es igual a s misma (ReginNaturaleza, en donde tiene sentido la identi-dad como igualdad). En el segundo orden, elde la Historia, la identidad se dice como proce-so, como movimiento que afirma en el mismomomento que niega: ah tiene sentido la identi-dad como diferencia). cf. Vincent Descombes,

    Lo mismo y lo otro.13. M. Castells,La era de la informacin..., p. 28.

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    MARIO SOLS

    14. No hay que olvidar que desde muchos otrosmbitos discursivos, el tratamiento a la nocinde identidad esta determinado por la idea de unanaturaleza o carcter esencial. El discurso religio-

    so (y teolgico) y diversas corrientes filosficas(metafsicas) se remiten a tal consideracin.15. F. Debuyst, Amrique Latine..., p. 1616. Ibidem.17. Ibidem.18. Un detalle aqu: hablar de una exclusividad tem-

    tica o metodolgica radical en trminos discipli-narios es tan nocivo como el poner todas en unmismo saco. Sostenemos que tanto la tesis de lamultidisciplinariedad indistinta como la de laimpenetrabilidad disciplinaria son inconsisten-tes. Sostenemos tambin que se hace necesario

    tanto la vinculacin de diversas perspectivas deanlisis como la clara distincin de las mismaspara el estudio de lo social. La frontera del vncu-lo y de la particularizacin disciplinaria la mar-car, entre otros, el espacio de accin analtica.

    19. P. Berger y T. Luckmann, Modernidad..., p. 87.Berger aparece en escena (en sus escritos) demodo constante con esa defensa del capitalismoy la democracia a la luz de los Estados Unidos.Dos ejemplos de ello son su texto Pyramids ofSacrifice (1974) y Palabras al tercer mundo:ensayos sobre democracia y desarrollo (1985).

    All el autor muestra su dficit en el anlisis de loreal-social macroestructural con grandes lagunashistricas y de sistemas polticos y econmicos.

    20. Castells,La era de la informacin, p. 28.21. M. Berman, Todo lo slido se desvanece en el

    aire..., p. 1.22. J. Beriain,Estado de bienestar..., pp. 24-25.23. Ibid, p. 35.

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