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    Soja 2018

    Informe de Actualización Técnico en línea Nº 12 - Septiembre 2018 ISSN 2469-2042 Director EEA Marcos Juárez: Ing. Agr. Tolchinsky, Marcelo

    Comisión de Publicaciones:

    Coordinador: del Pino, Andrés / Miembros: Kloster, Andrés; Soldini, Diego; Cazorla, Cristian; Descarga, Carlos; Gadbán, Laura; Podversich, Ramiro; Conde, Belén; Ghida Daza, Carlos; Gudelj, Olga; Ghione, Celina.

    Autor

    Fuentes, Francisco H.; Vissani, Cristian A.; Carrió Alejandro J.; Salines Luis A.; Soldini Diego O.; Distefano, Silvia G.; Lenzi, Lisandro G.; Flores, Fernando; Balbi, Emilia Balbi; Maury, Mariana.Cuniberti, Martha y Herrero, Rosana; Lenzi, Lisandro y Gadbán, Laura C.; Gadea, Guillermo.; Zorzin, José Luis; Buffa, José Felipe; Pagnan, Luis; Errasquin, Lisandro; Bertram, Juan; Sanchez, Martín; Videla Mensegue, Horacio; Fernández, Daniel ; Giménez, Fernando;Bollatti, Pablo ; Mir, Leticia; Chialvo, Eugenia; Berra, Omar, Macagno, Susana, Pronotti, Mariela; Mansilla, Gustavo; Ghida Daza, Carlos A.; Daniele, Carolina; Capello, Martín

    Diagramación:

    Callegari, Olga

    [email protected] INTA EEA Marcos Juárez

    CC. 21 – 2580 Marcos Juárez - Córdoba - Argentina

    Tel.:- fax (54 3472) 425001

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    INDICE

    Control químico del Trips del Poroto (Caliothrips phaseoli) en el cultivo de soja 4

    Problemática de la baja proteína de la soja

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    Estrategias de manejo de las enfermedades de soja

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    Panorama sanitario de la soja Campaña 2017/2018

    19

    Comportamiento de cultivares de soja frente al síndrome de la muerte súbita. Actualización campañas 2012/13 a 2017/18

    22

    Enfermedades de fin de ciclo y aplicación de fungicidas foliares en distintos estadios reproductivos de la soja. Campaña 2017/18 en Marcos Juárez

    32

    Pulverización selectiva: una tecnología para aumentar la eficiencia y reducir costes económicos y ambientales.

    38

    Estrategias en el control de malezas en el cultivo de soja

    43

    La productividad del agua como variable clave para acortar brechas productivas en la región pampeana sub-húmeda argentina

    51

    Productividad y calidad de la soja en la zona Núcleo-Sojera Campaña 2017/18

    56

    Calidad industrial de cultivares de soja de los grupos de madurez II-III corto al VIIL-VIII. Campaña 2016/17

    63

    Soja. resultado económico proyectado para el ciclo 2018 /19 en el sudeste de Córdoba

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    Control químico del Trips del Poroto (Caliothrips phaseoli) en el cultivo de soja

    Flores, Fernando; Balbi, Emilia Balbi; Maury, Mariana. INTA EEA Marcos Juárez

    [email protected]

    Palabras clave: soja – plagas – trips

    Después del algodón, la soja es el cultivo que sufre los mayores ataques de plagas animales, principalmente de insectos. Cuando se analiza la problemática de las plagas insectiles del cultivo de soja, surge una larga lista de especies fitófagas que están presentes en diferentes áreas productivas de nuestro país. Los mismos difieren en el tipo y capacidad de daño, época de ataque y susceptibilidad a los insecticidas utilizados para su control.

    La siembra directa, en virtud de sus notables ventajas frente a otras formas de cultivo, favoreció la aparición y difusión de otras plagas, asociadas a suelos no-roturados entre los que se destacan los trips. Si bien se pueden encontrar diferentes especies en el cultivo de soja la principal especie dañina reportada es el trips del poroto “Caliothrips phaseoli” que se desarrolla en las hojas donde realiza parte de su ciclo.

    Estos insectos afectan estructuras como cloroplastos y estomas, alterando así la fotosíntesis y respiración de las plantas, y como consecuencia pueden disminuir el rendimiento de los cultivos que atacan. Las ninfas y los adultos se alimentan del mismo modo y prefieren sectores protegidos de la radiación solar. Las heridas causadas en las hojas pueden ser una vía de entrada de agentes causales de enfermedades (hongos, virus, bacterias). Las plantas atacadas se reconocen por la presencia de pequeñas manchas cloróticas en la cara inferior de las hojas, junto con otras manchas oscuras de sus excrementos. Estudios de parámetros fisiológicos demuestran que el daño ocasionado disminuye significativamente la fotosíntesis, la conductancia estomática y la tasa de transpiración.

    El daño de C. phaseoli es variable en función de la abundancia poblacional, estado fenológico del cultivo, grupo de madurez, espaciamiento entre hileras y condiciones climáticas que afectan el desarrollo del cultivo, reportándose pérdidas de rendimiento que varían entre 10 y 25 % (Gamundi et al. 2005; 2006). Los mismos autores (2009) encontraron diferencias entre 230 y 1682 Kg/ha en función del momento de control químico con respecto a un testigo libre de insecticidas sembrado con cultivar de GM IV concluyendo que el momento de mayor susceptibilidad frente al ataque de esta plaga es a partir de R3 y que aplicaciones posteriores a R 5,5 no tienen influencia significativa sobre el rendimiento. Massoni y Frana (2010) reportaron

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    diferencias de 900 kgs/ha en un cultivar de GM IV coincidiendo el nivel máximo de infestación con un estado fenológico de R5. Gamundi et al (2006) concluyen que el daño de trips disminuyo el área foliar por planta, numero de folíolos por planta y la superficie del folíolo que se tradujo en disminuciones del IAF cuando se produjeron las mayores densidades de trips conforme a diferentes tratamientos realizados.

    En Argentina Flores (2016) determinó que no se han liberado cultivares comerciales que expresen algún tipo de resistencia (antibiosis, no-preferencia o tolerancia) frente a estos insectos, por lo que concluyó que en el mejoramiento genético no se tiene en cuenta la selección de características que aporten mejoras para enfrentar los daños causados por esta plaga. El mismo autor estudiando las dinámicas poblacionales determino que los trips pueden realizar 1 o 2 ciclos biológicos durante el período crítico del cultivo siendo los cultivares de ciclos más cortos los que pueden ser infestados más rápidamente y los que menor potencial de tolerancia poseen en relación a aquellos de ciclos más largos.

    Para el manejo de esta especie es fundamental el monitoreo continuo de los cultivos además de las condiciones ambientales que favorecen el desarrollo de sus poblaciones ya que en menos de 2 semanas las ninfas pueden completar su ciclo sobre el cultivo. La detección de los adultos sobre las hojas y su nivel poblacional es un buen indicio sobre la magnitud de las poblaciones de ninfas que pueden desarrollarse. Los ataques se desarrollan inicialmente desde el tercio inferior y progresan en altura de ocurrir más de una generación sobre el cultivo.

    Para el control químico de estos insectos se deben tener en cuenta las características de registro de distintos insecticidas (adultos o ninfas) además de las condiciones ambientales ya que las mayores infestaciones se dan en condiciones ambientales generalmente desfavorables para un control químico aceptable.

    Materiales y métodos

    La evaluación de esta plaga y la decisión de su control de manera general se realiza de forma subjetiva teniendo en cuenta la observación de su presencia, y de la sintomatología del daño que producen. Por su pequeño tamaño, y disponibilidad de tiempo requerida, no se realiza el conteo de los mismos así como se hace para otras plagas ya que la unidad muestral es el foliolo y no el metro lineal que es lo que se toma como referencia para decisiones de manejo de orugas o chinches.

    En la campaña 2017/18 se realizaron dos ensayos para evaluación de control químico de trips en el cultivo de soja. La conducción del primer Ensayo fue realizado según las conclusiones reunidas en conjunto sobre la toma de decisión luego del muestreo realizado en la jornada de campo realizada en la EEA Marcos Juárez el 03/03/2018. Sobre un lote sembrado el 20/12/2018 en estado fenológico R4 se realizó una reunión a campo y en función de las distintas observaciones de técnicos divididos en grupos se determinaron distintos tratamientos en función de las plagas presentes siendo el foco principal la densidad de trips ya que los niveles poblacionales de orugas fueron bajos.

    Los tratamientos consistieron en bistriflurón 10 % (200 cc/ha), clorantaniliprole 20% + bifentrin 10 % (30 + 200 cc/ha) y lufenuron 5% + profenofos 50 % (300 cc/ha). Además, se evaluó la dinámica de trips en una parcela sin aplicar a lo largo del ensayo.

    El segundo ensayo consistió en la utilización de productos que corrientemente se recomiendan para el control de trips. Se sembró una soja de Grupo IV el 02/12/2017 y al momento de la expresión máxima del nivel poblacional de trips se encontraba en R 5. Los tratamientos consistieron en clorpirifos 48 % (800 cc/ha), abamenctina 1,8 % (200 cc/ha), bifentrin 10 % (200 cc/ha), dinotefuran 70 %( 85 g/ha). La aplicación fue con mochila con un volumen de 120 lt/ha y con pastillas de cono hueco.

    Resultados y discusión

    Los resultados de eficacia de productos a los 3 DDA (días desde aplicación) pueden ser observados en el gráfico 1 teniendo en cuenta el conteo de ninfas cada medio folíolo.

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    Gráfico N° 1. Eficacia en el control de ninfas de Caliothrips phaseoli a los 3 días desde aplicación

    Un aspecto importante del control químico es observar la evolución de la plaga en el tiempo ya que hay productos con buen control inicial (volteo) y baja persistencia, otros que se comportan de manera inversa, y otros en los cuales su eficacia es baja o el estadio blanco de la plaga es en otro momento del ciclo biológico (adultos).

    En el gráfico 2 se puede observar como fue el efecto de control químico sobre ninfas a lo largo de las diferentes evaluaciones a los 4, 12, 18 días desde la aplicación.

    Gráfico N° 2. Densidad poblacional de trips según diferentes tratamientos

    Los productos que actúan como reguladores de crecimiento en general no tienen acción de

    volteo y su efecto es observado en el tiempo a medida que los insectos necesitan pasar a un estado posterior en su desarrollo ya sea como ninfas o su efecto sobre adultos alterando parámetros biológicos. En el presente trabajo el bistriflurón logró bajar las densidades poblacionales de trips a valores similares al producto de mejor control inicial y persistencia (lufenuron + profenofos) a los 18 días desde su aplicación. Esta combinación de activos que resultó más eficaz asegura la acción de volteo del fosforado más el efecto de un regulador comentado anteriormente, coincidente con los observado por Gamundi et al. (2006), trabajo en el cual las mayores dosis de dicha mezcla proporcionaron los mejores controles y mayor rendimiento a densidades poblacionales altas. La elección de combinación de clorantaniliprole + bifentrin respondió a la opción de uno de los grupos de técnicos que consideraron en función de las plagas presentes como la mejor recomendación. Al momento de muestro las poblaciones de orugas se encontraban en bajos niveles poblacionales y la evaluación de trips se realizó de manera subjetiva. Tal como se puede esperar por ser un piretroide, y según la

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    descripción del marbete, el bifentrin está recomendado para el control de adultos al ser observados sobre el canopeo. Los valores de densidad medidos a lo largo del ensayo prácticamente no difieren de la dinámica de trips que se evaluó en el testigo sin aplicar.

    El gráfico N° 3 representa los valores de eficacia de los distintos productos evaluados en el segundo ensayo a las 48 hs desde la aplicación. Los valores de trips promedio en la parcela sin aplicar representaron a más de 70 ninfas por folíolo por lo que las eficiencias de control bajas dejan un remanente de ninfas que persisten en su daño sobre las hojas. La evolución de la plaga en el tiempo es representada en la figura N° 4. Los valores de densidad de larvas a los 6 días desde la aplicación no variaron en gran magnitud de los valores registrados a las 48 hs independientemente del producto aplicado. A los 12 días desde aplicación se observa una abrupta caída en todos los tratamientos incluido el testigo, esto indica que gran parte de la población finalizó su ciclo sobre las hojas arrojándose al suelo para empupar. Estos valores difieren a los encontrados por Perotti et al (2006) cuando se compara la eficiencia de control de clorpirifos ya que con densidades menores obtuvieron valores cercanos al 90 % para diferentes ensayos a igual tiempo de muestreo desde la aplicación usando la misma dosis de activo/ha.

    Gráfico N° 3. Eficacia de control químico sobre ninfas de trips a las 48 hs desde aplicación

    Gráfico N°4. Número de ninfas en medio foliolo a los 2, 6 y 12 días desde la aplicación

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    15

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    30

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    Conclusiones

    La evaluación de trips y sus daños prácticamente es desconocida a nivel profesional y su decisión de control se realiza de manera subjetiva en la mayoría de las circunstancias.

    Cuando se asesora para el control de esta plaga existe un desconocimiento sobre el registro de productos y en qué momento del ciclo son efectivos.

    La efectividad de los productos para el control de ninfas depende de las características de los mismos y su correcta aplicación.

    Las condiciones del cultivo (hídrico y nutricional) y ambientales al momento de la infestación son las que condicionan la mayor o menor pérdida de rendimiento en función del momento del ciclo del cultivo en que ocurre la infestación.

    En la campaña 17/18 las infestaciones de trips ocurrieron en sojas de siembra tardía que se encontraban desde R4 en adelante desarrollando un solo ciclo dentro del período crítico del cultivo.

    Bibliografía

    Gamundi, J.C.; Perotti, E., Molinari, A.; Manlla. A.; Quijano, D. 2005. Evaluación del daño de trips Caliothrips phaseoli (Hood) en soja. Para mejorar la producción Nº 30, 71-74p. INTA Oliveros.

    Gamundi, J.C.; Perotti, E.; Molinari, A. y J.Diz. 2006. Control y evaluación de daños de Caliothrips phaseoli (Hood) en cultivos de soja. 77-80p.INTA Oliveros.

    Gamundi, J y Perotti, E. 2009. Evaluación de daño de Frankliniella schultzei (Trybom) y Caliothrips phaseoli (Hood) en diferentes estados fenológicos del cultivo de Soja. Para Mejorar la Producción Nº 42 INTA Oliveros. Pág 107 a 111.}

    Massoni, F.A.; Frana, J.E. Evaluación del daño de trips, mosca blanca, y arañuela, sobre el rendimiento del cultivo de soja. Campaña 2008/2009.

    Perotti, E.; Gamundi, J. C. y Molinari, A. 2006. Control de trips Caliothrips phaseoli y arañuela Tetranychus sp. En cultivos de soja. Para mejorar la producción Nº 33. 72-76p. INTA Oliveros.

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    Problemática de la baja proteína de la soja

    Cuniberti, Martha y Herrero, Rosana INTA-EEA Marcos Juárez,

    [email protected]

    Palabras claves: soja, calidad, proteína

    Caída de la proteína

    La baja proteína de la soja argentina es un tema de preocupación para la industria, exportación y para la cadena de la soja en general, por las posibles pérdidas en la exportación de harina proteica y de poroto, por el bajo valor de la proteína que se viene dando en las últimas cosechas.

    Las condiciones ambientales en llenado de grano son fundamentales en la expresión de la cantidad de proteína que se correlaciona inversamente con rendimiento. Años húmedos favorables a la formación de mayor número de granos y altos rindes o años con estrés calórico e hídrico en formación de granos que se interrumpe el llenado completo del grano en forma temprana y por lo tanto la síntesis de proteína, son indicadores de baja proteína en los granos.

    El contenido de aceite suele subir con el mayor rendimiento o mantenerse en los valores esperados en años de estrés, dando valores altos para la soja de nuestro país. En la cantidad de aceite juega un papel muy importante la luminosidad y días soleados en llenado de granos, haciendo que el aceite normalmente tienda a subir con los rindes altos, salvo en años donde el llenado de granos se da con días nublados y escasa luminosidad haciendo que caiga la concentración de aceite en el grano.

    El Profat (proteína+aceite) por lo tanto varía en función de la cantidad de proteína y aceite de cada año y de cada región sojera. Este parámetro es de importancia para la industria porque cuando cae la proteína se compensa con la mejor producción de aceite.

    Debido a la problemática de la baja proteína se debió modificar la base de comercialización para la harina de soja de origen argentino, bajando la base de 47% a 46,5% con penalidad de 1 punto y la tolerancia de 46% a 45,5% con penalidad de 2 puntos. Además el complejo sojero debe bajar la humedad de 12,5% a 10%, con una disminución de 2,5% menor a la base para concentrar la proteína, tanto en harina de soja como en poroto. Esto trae pérdidas económicas y problemas de logística en la carga, transporte y descarga de mercadería por ser muy seca y fina, además del aumento de salmonellas, micotoxinas, etc.

    Estas pérdidas se trasladan al productor que recibe un precio menor, a la industria que disminuye su capacidad de molienda y al país por disminución de las primas de harina argentina implicando una caída importante en los ingresos por exportación, como primer exportador mundial de harinas proteicas.

    De acuerdo al relevamiento a cosecha en acopios y cooperativas de la Zona Núcleo Sojera que viene realizando desde hace 21 años el personal del Laboratorio de Calidad Industrial y Valor Agregado de Cereales y Oleaginosas del INTA-EEA Marcos Juárez, Cba., se puede observar cómo viene cayendo la proteína en forma sistemática año tras año, mientras que el aceite se mantiene en niveles altos (Cuadro 1).

    En soja de 2ª por el atraso en la fecha de siembra (al sembrarse después del trigo) en relación a soja de 1ª, en general se produce un aumento marcado en la proteína por una caída en el rendimiento.

    El relevamiento efectuado en los dos momentos de cosecha durante 17 años, permiten observar una diferencia en promedio de 1,4% de proteína a favor de soja de 2ª.

    Como Argentina no clasifica su producción por calidad, una medida para atenuar la baja proteína de soja de 1ª sería mezclarla con soja de 2ª, permitiendo así incrementar el valor proteico de los conjuntos generales. De allí también la importancia de incrementar el área sembrada con trigo, no solo por la sustentabilidad del sistema agrícola sino también por la posibilidad de mejorar el nivel proteico de la soja que va a procesamiento y exportación. Reemplazaría o complementaría a la soja que se suele importar de Paraguay con este fin.

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    Cuadro 1. Calidad Industrial de la Soja en la zona Núcleo-Sojera. Campañas 1997/98 a 2017/18

    Campaña Proteína Aceite Prot. + Ac. Granos Verdes

    (% sss) (% sss) (% sss) (%)

    1997/98 39.3 22.8 62.1 -

    1998/99 39.1 22.6 61.7 -

    1999/00 39.5 22.3 61.8 -

    2000/01 39.7 23.2 62.9 -

    2001/02 38.9 23.3 62.2 -

    2002/03 38.4 22.8 61.2 -

    2003/04 38.0 22.5 60.5 2.9

    2004/05 38.0 22.0 60.0 2.0

    2005/06 38.5 22.9 61.4 3.4

    2006/07 37.9 23.3 61.2 2.0

    2007/08 39.0 23.0 62.0 3.0

    2008/09 39.4 23.3 62.7 8.8

    2009/10 38.6 22.7 61.3 3.7

    2010/11 39.1 22.7 61.8 6.6

    2011/12 38.3 22.2 60.5 4.1

    2012/13 37.1 22.1 59.2 1.7

    2013/14 37.2 21.7 58.5 0.8

    2014/15 37.3 23.9 61.2 1.7

    2015/16 37.4 24.4 61.8 1.7

    2016/17 36.6 23.3 59.9 0.8

    2017/18 34.6 23.4 58.0 4.1

    Promedio 21 años

    38.2 22.9 61.0 3.2

    Manejo del cultivo por parte del productor

    Para atenuar la caída en la proteína, desde el inicio de la campaña sojera el productor debe priorizar actividades aplicando criterios que permitan cuantificar los resultados económicos que hacen a rendimiento y calidad. La elección del cultivar es lo primero a tener en cuenta cuando se piensa en sembrar. Se debe elegir variedades genéticamente superiores en cantidad de proteína, si se prioriza este factor, que hay disponibles en el mercado.

    Aplicar estrategias de manejo que hagan un uso más eficiente del agua, una correcta combinación de fecha de siembra y grupo de madurez, que permitirán utilizar en forma más eficiente los recursos ambientales (Herrero et al, 1999; Cuniberti et al., 2015).

    El cultivo de soja presenta mayor demanda de nutrientes por tonelada de grano producido que el resto de los cultivos (Yamada, 1999). En términos medios, para la producción de cultivos de soja de 4.000 kg/ha de rendimiento se requieren aproximadamente 320 kg/ha de nitrógeno (N), 32 kg/ha de fósforo (P), 132 kg/ha de potasio (K), 28 kg/ha de azufre (S), además de la provisión adecuada de agua y otros nutrientes esenciales para el normal crecimiento de las plantas. Las formas de abastecimiento de los requerimientos de N son variadas, pudiendo provenir tanto del suelo por mineralización de la materia orgánica como del aire a partir del proceso de fijación biológica (Barraco, 2005).

    En soja no es recomendable la fertilización con N ya que afecta negativamente e inhibe la fijación biológica (FBN), no siendo una práctica recomendable en condiciones de buen manejo de la inoculación, mientras que la fertilización con P y S la estimulan (Cuniberti et al, 2014b).

    En la región pampeana se han determinado aportes de N por FBN del orden del 30-70% de las necesidades totales de N del cultivo, dependiendo del nivel de fertilidad nitrogenada del

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    suelo y las características climáticas de la estación de crecimiento. Por lo tanto, la inoculación eficiente de las semillas, junto con una adecuada nutrición son prácticas indispensables para una correcta provisión de N en los cultivos de soja (Cuniberti y Herrero, 2013). La soja no es como el trigo que fertilizando con mayor contenido de nitrógeno se puede lograr subir la proteína.

    Como el ambiente no se puede controlar, para mejorar la proteína se debe partir por mejorar la genética para este carácter, generando variedades estables en distintos ambientes para alta proteína. Luego a nivel de campo de productor, la genética debe ser acompañada de un adecuado manejo del cultivo para potenciar el nivel proteico de la soja argentina.

    Interacción genotipo-ambiente

    Existe interacción genotipo-ambiente sobre el contenido de aceite y proteína, a pesar de que los valores relativos entre diferentes variedades no muestran variaciones ante diferentes índices ambientales. Herrero et al. (2009) y Cuniberti et al. (2011 y 2014a) realizaron estudios para estimar la importancia relativa de los años, grupos de madurez, distintas regiones y sus interacciones, en los contenidos de proteína y aceite de la soja en Argentina.

    Se evaluaron 20.000 muestras de soja de Grupos de Madurez (GM) II-IIIc al VIII, pertenecientes a ensayos de la Red Nacional de Evaluación de Cultivares (RECSO) desde la campaña 2005/06 a la 2009/10. Con el objeto de ver si los resultados de las interacciones se repetían con nuevos cultivares, se actualizó el estudio con 30.000 muestras de 7 cosechas, desde la 2009/10 a la 2015/16 (Herrero et al., 2017). Se analizaron los componentes de variación para las 12 campañas evaluadas que tuvieron incidencia en la expresión de las variables proteína y aceite. Primeramente se consideraron las REG I (Norte) y REG II (Pampeana Norte) y los GM IV L, Vc, VL, VI, VII y VIII. Luego, se observaron los componentes de variación de las REG II y REG III (Pampeana Sur) y los GM II-IIIc, III L, IV c y IV L. Finalmente y dado que el GM IVL es el único común a todas las REG, se lo analizó individualmente.

    Las conclusiones de estos estudios realizados sobre 50.000 muestras en toda el área sojera fueron las siguientes:

    Tanto en proteína como en aceite las variaciones ambientales fueron considerablemente superiores a las variaciones genéticas o sus interacciones, que indicaron una fuerte influencia ambiental.

    En proteína, el mayor porcentaje de variación fue explicado por el ambiente, LOC(a*REG), con un promedio de 57 % de la variación sobre 50.000 muestras en los 12 años estudiados.

    En aceite, el porcentaje de variación más importante estuvo dado también por el ambiente, con un 39% de la variación total explicado por la interacción LOC (a*REG).

    La región explicó el 25% en promedio de la variación total de aceite en 12 años para las tres situaciones evaluadas.

    La variación genética representó en promedio sólo el 13 % de la variación total en proteína y el 11,5 % en aceite.

    Aunque el efecto de la genética en la expresión de proteína y aceite pareciera un valor menor, la incidencia en la concentración de ambos parámetros es significativa, con diferencias importantes entre variedades.

    En rendimiento el efecto genético es menor aún, alrededor del 5% y las diferencias de rindes entre cultivares es notoria.

    Proteína – Variedades destacadas en la RECSO

    En la comercialización se mezclan todas las variedades perdiendo su identidad, sin tener en cuenta la calidad, diluyéndose el efecto del cultivar destacado en uno y otro parámetro. La industria demanda mayor proteína para la producción de harinas proteicas Hi-Pro y Súper Hi-Pro. En el gran cultivo los niveles de proteína promedio rondan del 34-39%, siendo algo superior en soja de 2ª en relación a soja de 1ª, dificultando lograr valores superiores al 40,5% para estos usos específicos (Cuniberti et al, 2014a). Para cumplir adecuadamente este requerimiento se debería clasificar la soja argentina por nivel de proteína.

    Durante 3 años consecutivos se destacaron en proteína en los ensayos de la RECSO las siguientes variedades: SP 3x1, HO 3890, NS 4313, SRM 4370, TJs 2249, NS 4955, SY 4x6 IPRO, NS 4619 IPRO, NS 5019 IPRO, LDS 5.6 y NS 7209 IPRO, signo de genética favorable a la mayor concentración de proteína en grano en relación a las otras variedades presente en los ensayos.

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    Variedades en campo de productores

    En el muestreo realizado por el personal del Laboratorio de Calidad en lotes de productores de la Provincia de Córdoba en la campaña 2017/18, las variedades con contenidos proteicos superiores a 38% en algunos ambientes fueron: DM 4212 STS (39,5, 38,3%), NS 5019 IPRO (38,7%), CZ 4505 STS (38,6%), Nidera NA 5009 RG (38,3%) todas destacadas desde la campaña 2014/15 y LDC 5,3 (38,6%) (Cuniberti et al, 2015a, 2016a y 2017a).

    En la campaña 2017/18 se dieron menores valores promedios en el contenido de proteína en todas las zonas consideradas, dado en gran parte por efecto del estrés hídrico y calórico que influyó en un llenado deficiente afectando tanto en rendimiento como en proteína, comparada con campañas anteriores.

    Los criaderos muestran una gran dinámica en la generación de nuevas variedades y los productores las adoptan rápidamente cuando ven las ventajas comparativas.

    Las variedades más frecuentes según el relevamiento realizado en la campaña 2017/18 se pueden observar en el gráfico 1, (Cuniberti et al., 2016a, 2017a y 2018a).

    Gráfico 1. Variedades más frecuentes en el muestreo de campo de productores de la Provincia de Córdoba. Campaña 2017/18.

    En general el productor tiene predilección por variedades de alto rinde y alto aceite, a pesar de existir en el mercado variedades de buen rendimiento y alto contenido proteico (Cuniberti et al, 2014b, 2015a; 2016, 2017a, 2018b).

    Necesidades de la industria

    La expansión de la demanda mundial de harina de soja está acompañada por una intensificación de los requerimientos nutritivos, lo que implica que los consumidores se están volviendo más estrictos en cuanto al tenor proteico que debe poseer la harina que se comercializa. Contrariamente, en nuestro país se viene verificando una caída en el tenor proteico de la soja, que dificulta la obtención y el procesamiento de harinas de gran calidad.

    A nivel internacional, existen dos tipos de harinas de soja comercializables, las llamadas HiPro y Low Pro. La primera contiene mayor nivel de proteína y menor nivel de fibra, por lo que es adecuada para la alimentación de cerdos y aves. La Low Pro se caracteriza por mayores contenidos de fibra y menores de proteína, por lo que puede ser utilizada para la alimentación de animales rumiantes, como ganado vacuno o cerdos adultos, que poseen un sistema digestivo capaz de asimilar mayor cantidad de fibra. La harina Low Pro surge del proceso original de molienda de soja.

    Para arribar a la HiPro se incorpora un proceso de descascarado previo del poroto, que al eliminar la cáscara favorece la concentración del contenido proteico. La industria aceitera nacional en las últimas campañas viene realizando esfuerzos para producir harinas con un valor de proteína cercano al 46%, de manera de soportar el menor descuento posible por calidad de acuerdo a los actuales estándares que rigen en el comercio mundial de la harina.

    Aun así, nuestro país estaría en el límite mínimo de porcentaje de proteína en harinas para exportación. Una alternativa para alcanzar ese valor cuando la materia prima local no lo brinda, ha consistido en la importación de soja de Paraguay, que se caracteriza por un mayor tenor

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    proteico. También ayudará a frenar la caída en la proteína de la soja argentina, el incremento en la superficie sembrada con trigo que permite hacer soja de 2ª que presenta mayor contenido de proteína que la soja de 1ª.

    Si este proceso de pérdida de calidad continúa habrá dos consecuencias negativas: a) un problema real de corto plazo, los descuentos de precio aplicados por los importadores por la menor calidad proteica de la harina, que reducirán el valor de nuestras exportaciones; b) un posible problema mayor en el largo plazo, la pérdida de participación de Argentina en el mercado mundial de harina de soja, desperdiciando sus ventajas comparativas.

    Para enfrentar estas problemáticas, en nuestro país se deben impulsar proyectos biotecnológicos que apunten a genotipos cuyo objetivo principal sea el aumento del nivel de proteína sin afectar el rendimiento y mejorar el manejo del cultivo. Como la influencia ambiental es muy grande en su expresión, la genética juega un rol importante para no descuidar este parámetro.

    Se debe ser cauteloso al proponer bonificaciones y rebajas por nivel de proteína, ya que termina siendo el productor quién pague las consecuencias de la caída de la proteína. Además de la elección del cultivar y buenas prácticas de manejo del cultivo, no es mucho lo que puede hacer para revertir esta tendencia, ya que el resto depende en alto porcentaje del ambiente que es un aspecto no controlable por el productor.

    Bibliografía Consultada

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    http://agrolluvia.com/wp-content/uploads/2010/06/NUTRICI%C3%93N-Y-FERTILIZACI%C3%93N-EN-SOJA.pdfhttp://agrolluvia.com/wp-content/uploads/2010/06/NUTRICI%C3%93N-Y-FERTILIZACI%C3%93N-EN-SOJA.pdf

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    Estrategias de manejo de las enfermedades de soja

    Distéfano, Silvia; Lenzi, Lisandro y Gadbán, Laura C. INTA, EEA Marcos Juárez. [email protected]

    Palabras clave: soja – enfermedades – manejo

    Puede definirse como manejo de la enfermedad a las acciones que mantienen el nivel de enfermedad por debajo del umbral de daño económico. Las acciones pueden ser dirigidas hacia una sola enfermedad o a todas las enfermedades que amenazan al cultivo y pueden o no ajustarse a un sistema supervisado o aún a un sistema integrado de control. En un sentido general, manejo integrado se refiere o se aplica al manejo coordinado de las enfermedades en un ambiente agrícola, integrando todas las técnicas de manejo, cada una de las cuales tiene a su vez su propio potencial de control.

    El manejo de enfermedades es un conjunto de métodos diseñados para habilitar al productor a vivir con ellas en sus cultivos, sin mayores pérdidas de cosecha en cuanto a cantidad y calidad, en el marco de la sostenibilidad y proporcionando el máximo beneficio económico.

    El estudio de los síntomas, las causas y los mecanismos de desarrollo de las enfermedades de las plantas son de gran utilidad debido a que permite el diseño de métodos de control. Estos varían de una enfermedad a otra dependiendo del tipo de patógeno, del hospedante, y de la interacción entre ambos. La mayoría de los métodos de control se utilizan para proteger a las plantas antes de que se enfermen y a grandes rasgos se pueden distinguir: prácticas culturales, resistencia genética, control químico y biológico.

    La ejecución de un programa eficiente de manejo de las enfermedades basado en los principios de control de las mismas (exclusión, erradicación, protección, evasión, resistencia genética) permitirá la reducción de pérdidas por debajo del umbral económico de daño.

    Algunas de las estrategias tienden a reducir o excluir la cantidad de inóculo inicial, lo cual es la medida más eficaz para el manejo de patógenos monocíclicos (aquellos que completan un ciclo de patogénesis en una estación de cultivo). Los métodos de control incluyen la rotación de cultivos, eliminación de hospedantes alternativos, tratamientos de suelo o semillas, fecha de siembra, sistema de labranza, entre otros.

    Para el caso de patógenos policíclicos, que tienen más de una generación durante la misma estación de cultivo, deben utilizarse estrategias que preferentemente reduzcan la tasa de incremento de la enfermedad, como el empleo de resistencia no específica, protección química, fecha de siembra, modificación de prácticas culturales, etc.

    Métodos de control que excluyen el patógeno

    Estos métodos se basan en el hecho de que al mantener alejada la planta del patógeno no se produce enfermedad. Se menciona la cuarentena e inspección, y el uso de semilla libre de patógenos. La exclusión puede ser de utilidad cuando un patógeno no existe, no puede sobrevivir entre cultivos o no está presente en un área y tiene pocas probabilidades de ser introducido a través de la diseminación por el viento.

    Los patógenos pueden entrar a través de semilla infectada o contaminada, por lo que una forma efectiva de prevenir el ingreso de microorganismos portados por las semillas es la utilización de semilla certificada libre del patógeno. Semillas libres de patógenos pueden ser producidas en regiones o áreas aisladas libres del patógeno. Las semillas pueden también ser tratadas con funguicidas o bactericidas.

    Métodos de control que erradican o reducen el inóculo del patógeno

    Estos métodos incluyen algunas prácticas culturales como rotación y secuencia de cultivos, control de plagas y malezas, sistema de labranzas, mejoramiento de las condiciones de crecimiento de las plantas y saneamiento.

    Rotación

    La rotación es el método no químico más efectivo para limitar la población de patógenos en el suelo. Su eficacia dependerá de la secuencia de cultivos, la duración del período entre

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    cultivos y del tipo de patógeno. Muchos patógenos persisten en los restos de cultivos o en el suelo donde se ha sembrado un cultivo susceptible. El periodo de persistencia es muy variado. Cuando el patógeno es un habitante del suelo, o sea que produce formas de resistencia o tienen una vida saprofítica que le permite sobrevivir durante más de 5 o 6 años, la rotación de cultivos no constituye una práctica eficaz. Por el contrario, el control mediante la rotación de cultivos es eficaz y en algunos casos completo cuando se trata de patógenos que son invasores del suelo, es decir que sobreviven únicamente sobre plantas vivas susceptibles o durante el tiempo que persistan los residuos del hospedante, como sustrato durante su existencia saprofítica.

    La rotación puede hacerse con cultivares resistentes o cultivos que reduzcan la acumulación de inóculo. Ejemplos incluyen rotación con cultivares resistentes para el control del nematodo del quiste y podredumbre marrón del tallo y rotación con sorgo o algodón para reducir la severidad de la podredumbre carbonosa.

    La rotación de cultivos favorece una selección negativa del patógeno, dando el tiempo suficiente para que los antagonistas residentes del suelo destruyan biológicamente al inóculo del patógeno.

    Los efectos beneficiosos de la rotación resultan no sólo en la disminución de la población de los patógenos del suelo sino también en el mejoramiento de la estructura del suelo, la conservación y uso más eficiente del agua y la mejor utilización de nutrientes.

    Control de malezas y plagas

    El control de plagas es importante ya que los insectos de suelo representan una amenaza al cultivo en cualquier fecha de siembra. O sea, que además de las pérdidas directas que ocasionan, originan daños parciales que constituyen vías de entrada para el ataque de distintos microrganismos.

    Las malezas que se desarrollan en el cultivo o en las proximidades no sólo constituyen hospedantes de distintos patógenos donde incrementan el inoculo o sobreviven, sino que también afectan el microclima del cultivo y consecuentemente favorecen el desarrollo de las enfermedades. Asimismo al competir con el cultivo por el agua, espacio y nutrientes aumentan la probabilidad de stress, predisponiendo el mismo a enfermedades asociadas con esta situación, además de interferir con los tratamientos fúngicos de protección al cultivo.

    Si bien es de fundamental importancia el control de las malezas, debe conocerse la interacción de los herbicidas con los patógenos presentes, las malezas y el resto de la microflora del suelo ya que algunos productos afectan el desarrollo de las enfermedades o el control, al interactuar con otros plaguicidas. Así por ejemplo, la trifluralina y metribuzin incrementan la germinación de esclerocios y número de apotecios/esclerocio de Sclerotinia sclerotiorum en ensayos de laboratorio. A su vez la atrazina y simazina tienen un efecto detrimental sobre los esclerocios de este patógeno, causando una germinación carpogénica anormal.

    Sistemas de labranza

    Durante muchos años en la región pampeana argentina los suelos han presentado un acelerado proceso de degradación en sus propiedades físicas, químicas y biológicas produciéndose graves problemas de erosión y pérdidas de rendimiento. Estos hechos fueron el resultado de intensos laboreos de suelo sin protección superficial, del monocultivo y de un alto consumo de nutrientes sin reposición posterior. Estos sistemas de labranza tradicionales eran recomendados inclusive para el control de algunos patógenos ya que reducen la población de los mismos al inactivarlos por incorporación a capas profundas del suelo o por exposición al calor o sequía en la superficie del suelo.

    Esta situación se fue revirtiendo a través de la creciente utilización de los sistemas conservacionistas, los cuales tienden a preservar el recurso suelo, disminuyendo y/o deteniendo ese proceso de degradación. Tales prácticas reducen la temperatura del suelo, conservan su humedad y dejan residuos de cultivo en superficie. Estos factores por si mismos pueden incrementar, disminuir o no tener efecto sobre el desarrollo y potencial de la severidad de una enfermedad dependiendo del patógeno causal de la enfermedad.

    Enfermedades que se ven favorecidas por temperaturas de suelo bajas y alta humedad pueden constituirse en un mayor problema en estos sistemas conservacionistas que aquellas, cuyo desarrollo se ve favorecido por suelos secos y altas temperaturas, tal es el caso de la podredumbre de raíz y tallo (Phytophthora sojae).

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    Asimismo hay patógenos que se ven favorecidos por condiciones de alta fertilidad de suelo y alta humedad edáfica lo cual es común encontrar en suelos trabajados en sistemas conservacionistas. Un ejemplo lo constituye Fusarium tucumaniae, agente causal del síndrome de la muerte repentina.

    En general, estos sistemas implican remociones nulas o mínimas del suelo y la mantención de residuos de cultivo en superficie como cubierta de protección, lo cual favorece la supervivencia de aquellos patógenos que se perpetúan en dichos residuos. Esto traería aparejado un incremento en la cantidad de inóculo disponible en las sucesivas campañas, agravándose en el caso de monocultivo.

    Control biológico

    Existen en áreas determinadas, los llamados suelos supresores en los que el patógeno no puede desarrollarse debido a que ese suelo contiene microorganismos antagónicos al patógeno o bien porque las plantas atacadas por el patógeno han sido inoculadas en forma natural con microorganismos antagónicos antes o después de que haya ocurrido el ataque del patógeno. Se han encontrado en estos suelos supresores distintos tipos de microorganismos antagónicos entre los que se mencionan los hongos Trichoderma, Penicillium y Sporodesmium y las bacterias de los géneros Pseudomonas y Bacillus

    En algunas enfermedades de las plantas los métodos de control se basan en la realización de distintas actividades que permitan evadir al patógeno, ya sea haciendo que el hospedante permanezca libre de éste, o de que logre pasar su etapa susceptible antes que el patógeno lo infecte.

    Modificación de prácticas culturales

    Las prácticas culturales que permitan una adecuada disponibilidad de nutrientes y pH balanceado, con un correcto manejo del agua y control de malezas, evitando una excesiva densidad de plantas, sembrando semillas de buena calidad en una cama de siembra adecuada, son medidas efectivas para reducir el daño ocasionado por muchas enfermedades. Estas prácticas disminuyen el estrés favoreciendo un desarrollo vigoroso y sano de las mismas.

    El manejo del agua es de gran importancia, fundamentalmente en enfermedades radiculares o aquellas que su diseminación es favorecida por la presencia de una película de agua, como el caso de las podredumbres por Pythium y Phytophthora. A su vez déficits de agua predispone a pérdidas causadas por nematodos, podredumbre carbonosa y podredumbre marrón del tallo.

    La fecha de siembra o la combinación de ésta con el grupo de madurez del genotipo seleccionado, afecta el desarrollo de las enfermedades atenuando algunas o incrementando otras. Por ejemplo, siembras de primavera de cultivares de ciclo corto en la región pampeana, favorecen el escape a la podredumbre húmeda del tallo por S.sclerotiorum. Sin embargo como estos cultivos maduran en épocas de temperaturas elevadas y alta humedad están más predispuestos a la infección de patógenos que afectan las semillas.

    Densidad y espaciamiento son aspectos a tener en cuenta ya que puede predisponer el cultivo a determinadas enfermedades por el microclima que se crea bajo la canopia del cultivo. Esto último a su vez, está relacionado con el hábito de crecimiento del genotipo, de la época de siembra y de la zona de cultivo. En las últimas campañas, Sclerotinia sclerotiorum ha incrementado su prevalencia en lotes de la región pampeana central debido al aumento de la densidad de plantas y a los menores espaciamientos.

    La profundidad de siembra también influye en el desarrollo de patógenos. Siembras profundas y condiciones ambientales adversas (alta humedad edáfica y bajas temperaturas) predisponen el cultivo al daño de damping-off. Como consecuencia es necesario condiciones óptimas en la cama de siembra y calidad de la semilla, que permitan una rápida germinación y emergencia de la misma.

    Protección de las plantas contra el patógeno

    Los métodos más comunes que se utilizan para proteger directamente el cultivo del ataque de patógenos incluyen el control químico (tratamiento de semillas y aplicación en el follaje) y algunos métodos de control biológico. Algunas de estas técnicas reducen la cantidad inicial de inóculo y otras la tasa de incremento de la enfermedad

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    Tratamiento con fungicidas curasemillas Esta práctica es necesaria especialmente cuando se dan situaciones específicas que

    reducen la velocidad de germinación y emergencia de las plántulas debido a que la semilla permanece más tiempo en el suelo, expuesta a microorganismos que causan el deterioro o la muerte de las plántulas. Entre éstas se mencionan: suelos con baja disponibilidad hídrica, mala calidad de semillas debido a problemas de infección o contaminación con patógenos, o siembras que se realizan bajo condiciones adversas de baja temperatura y/o alta humedad.

    A su vez, el tratamiento de semillas con fungicidas sirve como medida preventiva para evitar la introducción y diseminación de organismos en áreas aún no infectadas

    Aplicación de fungicidas en el follaje

    Los fungicidas aplicados al follaje se usan en general para aumentar el rendimiento y mejorar la calidad de la semilla a través del control o reducción de la incidencia de algunas enfermedades como antracnosis, tizón del tallo y vaina, mancha marrón, mancha púrpura de la semilla, mancha ojo de rana, etc. Condiciones ambientales propicias para el desarrollo de patógenos durante los primeros estadíos reproductivos de R1 a R5 (temperaturas superiores a 25 ºC y alta humedad ambiental) son causantes de mermas en los rendimientos y pérdidas de calidad de semilla. Consecuentemente la aplicación de fungicidas foliares que protejan el cultivo durante estos estadios permitirá mejorar la calidad y cantidad del producto obtenido

    Entre las recomendaciones para el manejo de las EFC se incluye el uso de cultivares resistentes y/o tolerantes, tratamientos de semillas y prácticas culturales como la rotación de cultivos, pero la aplicación foliar de fungicidas es la más comúnmente utilizada. Los productos usados con mayor frecuencia se encuentran dentro de los grupos de los bencimidazoles, triazoles, estrobilurinas y más recientemente las carboxamidas. En los últimos años, se ha difundido la utilización de mezclas de fungicidas debido a la posibilidad de ejercer mejor control frente a la aparición conjunta de EFC y disminuir los riesgos de generación de resistencia a través de la acción combinada de diferentes moléculas químicas. Sin embargo, no hay un claro entendimiento respecto a la necesidad y al momento ideal de la aplicación de fungicidas. Las aplicaciones innecesarias incrementan los costos de producción, el riesgo de resistencia y el riesgo de impactos negativos sobre el ambiente.

    Frecuentemente los fungicidas se aplican considerando el estadio fenológico del cultivo, entre R2 y R5, con el objetivo de “proteger” las hojas involucradas en la generación del rendimiento. Este criterio considera sólo al hospedante, y las respuestas del rendimiento suelen ser erráticas. Para la mancha marrón (S. glycynes), un criterio sugerido es aplicar cuando la enfermedad se observa en el 25% de la altura total de la planta, entre los estadios R2 y R5, considerando además otros factores, como el espacio sin cobertura entre surcos y las características climáticas del año (Ivancovich, 2009). Este criterio toma en cuenta la fenología del hospedante y sólo a uno de los patógenos. Carmona et al (2015) proponen un sistema de puntuación para decidir el momento de aplicación para control del conjunto de EFC, que considera el estado de desarrollo del cultivo, la presencia de las enfermedades y distintas características del ambiente, principalmente las precipitaciones acumuladas y su intensidad entre R3 y R5.

    Resistencia a las enfermedades

    El uso de cultivares resistentes, aunque es el método más eficiente y confiable para el manejo de enfermedades, no siempre es aplicable ya que a veces, el nivel de resistencia es inadecuado o no existe para algunas de las enfermedades más importantes. En este último caso deben emplearse distintas estrategias de manejo cultural de la enfermedad. En este sentido existen cultivares resistentes a distintas razas de Phytophthora, al cancro del tallo del sur (Diaporthe aspalathi) o a “mancha ojo de rana” (Cercospora sojina). Para el síndrome de la muerte repentina (Fusarium tucumaniae) existen cultivares que presentan un mejor comportamiento frente a la enfermedad,

    El uso de la resistencia genética es la alternativa más económica y práctica al alcance del productor, para disminuir las pérdidas ocasionadas por enfermedades.

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    Bibliografía

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    Panorama sanitario de la soja Campaña 2017/2018

    Distéfano, Silvia; Lenzi, Lisandro y Gadbán, Laura C. INTA, EEA Marcos Juárez. [email protected]

    Palabras clave: soja – sanidad – enfermedades

    La magnitud y gravedad de las enfermedades en general depende del grado de compatibilidad existente entre el hospedante (cultivo), el patógeno involucrado y el ambiente (temperaturas de aire y suelo, tipos de suelo, precipitaciones, humedad relativa, prácticas de manejo, etc.) y estas interrelaciones pueden ser modificadas con distintas prácticas introducidas por el hombre.

    El ambiente en la presente campaña se caracterizó por temperaturas máximas medias por encima de lo normal para los meses de verano. En cuanto a las temperaturas mínimas medias fueron levemente inferiores a lo normal, motivo por el cuál la amplitud térmica fue mayor. Las escasas lluvias durante los meses de enero, febrero y marzo, sumadas a la demanda atmosférica por altas temperaturas, provocaron además un fuerte descenso de la napa freática. A principios de la campaña la napa se encontraba cerca de la superficie (entre 1 y 1,2 m de profundidad), mientras que al final los valores superaron los 3,50 m de profundidad. Recién durante el mes de abril se registraron abundantes precipitaciones, generando recarga de agua del suelo.

    En general, la implantación del cultivo en la zona fue buena registrándose en algunos lotes, problemas de “damping off” por hongos habitantes naturales del suelo, entre ellos, Phytophthora sojae, Rhizoctonia solani y Fusarium spp. En la mayoría de los casos no se realizó resiembra de lotes debido a que la incidencia de plantas afectadas fue baja.

    Ascochyta, Phyllosticta, y Alternaria fueron los patógenos detectados en foliolos con muy bajas incidencias y severidades. Es de destacar que se presentaron muchos daños en foliolos por exceso de temperatura y falta de precipitaciones, como también en varios lotes se registraron síntomas de quemado en foliolos en estratos medios y superiores, similares a la sintomatología producida por Phyllosticta pero provocados por bacterias de los géneros Curtobacterium y Pseudomonas.

    A partir de finales de enero, en sojas de primera comenzó a manifestarse el síndrome de la muerte repentina en algunos lotes pero con incidencias generalmente bajas. Esta enfermedad, causada por un hongo de suelo del genero Fusarium (F. tucumaniae), infecta sólo la raíz y sus

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    Precipitaciones y temperaturas mínimas, medias y máximas Campaña 2017/2018

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    síntomas foliares de clorosis y necrosis internerval son causados por toxinas traslocadas al follaje.

    El manejo de esta enfermedad se basa en la utilización de cultivares parcialmente resistentes. Todos los años los cultivares participantes de la RECSO son evaluados en un lote con presencia de este hongo, y su comportamiento es caracterizado considerando los datos de las últimas campañas. (Lenzi et al., 2018).

    Dentro de las llamadas “enfermedades de fin de ciclo”, la más relevante tanto en sojas de primera, que se como las de segunda, en estadios vegetativos, fue la mancha marrón (Septoria glycines) con bajos niveles de severidad. A partir de enero, y hasta finales de febrero su progreso fue lento debido a las escasas precipitaciones y altas temperaturas registradas. En general pocos lotes llegaron al umbral de aplicación de fungicidas foliares (20% de altura de la planta) por lo cual en la mayoría de ellos no se registraron importantes incrementos de rendimiento

    Una de las patologías registradas en los últimos estadíos reproductivos, fue el “tizón de la hoja” por Cercospora kikuchii, cuyos primeros síntomas se dieron hacia mediados de marzo progresando rápidamente en severidad hacia fines de dicho mes. Los niveles de incidencia en plantas en algunos lotes fueron del 100%, pero con severidades que generalmente se mantuvieron de bajas a moderadas. Se considera a Cercopora kikuchii como el agente causal de esta enfermedad y de la mancha púrpura de la semilla, aunque recientemente se ha reportado la presencia de otras especies asociadas con estos síntomas (Cercospora flagellaris y Cercospora sigesbeckiae) (Albu et al, 2016).

    La mancha ojo de rana (MOR) (Cercospora sojina) se hizo presente hacia mediados de febrero y se mantuvo con muy bajos niveles de incidencia y severidad hasta cosecha, debido a la falta de condiciones predisponentes para su progreso.

    En algunos lotes también se detectó la presencia de podredumbre húmeda del tallo (Sclerotinia sclerotiorum). Las precipitaciones registradas durante los últimos días del mes de diciembre, el achicamiento del distanciamiento entre surcos y las altas densidades de plantas, ocasionaron en algunos lotes un gran desarrollo vegetativo. Esto generó condiciones de alta humedad y temperaturas frescas favorables para el desarrollo de esta enfermedad afectando a cultivares de grupos de madurez cortos, que en general escapan a esta problemática.

    Por otra parte, también se detectó hacia finales de la campaña una alta prevalencia de cancro de tallo (Diaporthe phaseolorum. Las plantas afectadas presentaban hojas necrosadas. En la parte inferior del tallo, usualmente en alguno de los primeros nudos resultaban visibles lesiones marrón rojizas en el punto de inserción de ramas y pecíolos. Estas lesiones se extiendían longitudinalmente dando lugar a cancros de color castaño rojizo, en la mayoría de ellos difusos y con ausencia de picnidios. Al abrir las plantas las médulas totalmente tomada, con la típica coloración marrón

    En el mundo, esta enfermedad es causada por dos variedades del hongo Diaporthe phaseolorum. Durante la campaña 1996/1997 el cancro del tallo del sur de los EEUU (Diaporthe phaseolorum var meridionalis Syn. Diaporthe aspalathi) causó importantes pérdidas de rendimiento, especialmente en las provincias del norte argentino, que con la posterior incorporación al mercado de cultivares con genes de resistencia su prevalencia e intensidad disminuyó rápidamente. El cancro del tallo del norte de los EEUU (Diaporthe phaseolorum var caulivora Syn. Diaporthe caulivora) fue citado por primera vez en nuestro país en 2001 y desde entonces, se ha observado en diferentes áreas, principalmente en la provincia de Buenos Aires, con distintas incidencias y severidades, siendo el sur de esta provincia la que presentó las mayores incidencias (hasta 70%).

    La incidencia de plantas dentro de los lotes evaluados en el sudeste de la provincia de Córdoba, fue de 1% hasta un 30%. Hasta el momento los aislamientos de plantas enfermas recolectadas han resultado positivas al cancro del norte de EEUU: Diaporthe caulivora, sin embargo, es probable que Diaporthe aspalathi (cancro del sur) también esté presente. Frente a esta problemática, en la localidad de Corral de Bustos (provincia de Córdoba) se evaluaron los cultivares de GM IV C, IV L y VC. Los cultivares que presentaron los menores índices de incidencia fueron: ACA 4220 IPRO, MS 4,0 IPRO, SY 4x1 RR, DM 40R16 STS, AW 4326 IPRO, CZ 4908 IPRO, DM 4612 RR, SY 4x9 RR, ACA 4949 IPRO, CZ 4,97 RR, HO 4919 IPRO, ACA 4660 RG, AW 4736 IPRO, DM 46R18, Bioceres 4,91, 47 MSO1 STS, SPS4x4 RR, ID 13-152, CZ 5407 IPRO, NS 5258 RR, SRM 5037 RR, LDC 5.3, SY 5x1 RR, DM 50i17, DM 53i53, GYT 5300 RR, 50 MSO1 STS, CZ 5107 y ACA 5350 GR .

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    Colletotrichum sp y Phomopsis sp se observaron en tallos y vainas cuando el cultivo llegó a madurez.

    Las lluvias abundantes de abril produjeron un retraso en la cosecha, y la calidad de la semilla cosechada resultó dañada en muchas regiones agrícolas. El poder germinativo (PG) promedio en la zona pampeana antes del temporal fue de 89%, según datos del Mapa de Calidad de Soja relevados por la Asociación de Laboratorios Agropecuarios Privados (ALAP). Pero luego del evento climático esa cifra descendió a 81%.

    En las muestras de semilla recolectadas y analizadas luego de este temporal, se encontró especialmente Fusarium sp y en menor medida Phomopsis sp y Cercospora kikuchii,

    Tal como ocurrió la campaña pasada, las muestras recibidas con mayor frecuencia se basaron en plantas y/o foliolos con distintas sintomatologías provocadas por fitotoxidad de herbicidas, fungicidas, y/o aceites o coadyuvantes, debido al difícil control de malezas tolerantes y/o resistentes y a la aplicación de productos en momentos inadecuados.

    Las proyecciones climáticas mencionan la probabilidad de un año “Niño” para la campaña 2018/2019, por lo tanto para reducir pérdidas importantes de rendimiento a causa de enfermedades en el cultivo de soja se sugiere:

    - Seleccionar cultivares con buen comportamiento frente a las principales enfermedades detectadas en la región y en el lote a sembrar.

    - Analizar la calidad de las semillas a utilizar y realizar el tratamiento de las mismas con fungicidas curasemillas.

    - Realizar siembras con densidades y espaciamientos adecuadas para evitar el vuelco. - Monitorear el cultivo periódicamente, y una vez alcanzado el umbral de alguna de las

    enfermedades denominadas de “fin de ciclo”, seleccionar el adecuado fungicida y realizar aplicaciones oportunas.

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    Formento Norma, Mainez. 2018. Boletín fitopatológico N° 52 - Soja. INTA Paraná. https://inta.gob.ar/sites/default/files/inta_boletin_fitopatologico_52_soja_2018.pdf

    Lago, María Elena. 2018. Enfermedades vasculares en soja.INTA Oliveros. https://inta.gob.ar/documentos/enfermedades-vasculares-en-soja Lenzi, L., Conde, B.; Fuentes, F., Distéfano, S.; Gadban, L.; Carrio, A.; Bernardi, C.; Salines, L.

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    Comportamiento de cultivares de soja frente al síndrome de la muerte súbita. Actualización campañas 2012/13 a 2017/18

    Lenzi, Lisandro; Conde, Maria B; Fuentes, Francisco; Distéfano, Silvia; Gadban, Laura; Carrio, Alejandro; Bernardi, Clarisa; Salines, Luis

    [email protected]

    Palabras clave: soja - enfermedades – muerte súbita

    Introducción

    El síndrome de la muerte súbita (SMS), es una enfermedad presente en los principales países productores de soja (Wrather et al., 2001). En Argentina se encuentra actualmente en todas las regiones sojeras (Distéfano et al., 2006). Se identificaron, hasta el momento, cuatro especies de hongos del genero Fusarium causantes de esta enfermedad. En nuestro país, la especie predominante es F. tucumanie, seguida por F. virguliforme, aunque también se detectaron F. crassistipitatum y F. brasiliense (O´Donnell et al., 2010). Estos hongos habitan el suelo donde sobreviven como micelio en restos de raíces o rastrojos, o en forma de clamidosporas por varios años. Infectan únicamente las raíces, pero generan toxinas que al ser traslocadas a las hojas pueden ocasionar clorosis y necrosis internerval, defoliación prematura y muerte de las plantas. Los síntomas foliares generalmente se observan en los estadios reproductivos del cultivo y la enfermedad comúnmente se presenta en manchones, debido principalmente a la distribución desuniforme del hongo en el terreno. El SMS es muy afectado por las condiciones ambientales. Se considera que es favorecido, entre otros factores, por alta humedad edáfica y temperaturas moderadas, y por la presencia del nemátodo del quiste (Heterodera glycines). Suele ser más severa en siembras tempranas, en años frescos y lluviosos, en lotes con riego, y en suelos compactados o mal drenados. Las pérdidas de rendimiento en lotes de producción con alta incidencia de esta enfermedad en general son del orden del 5 al 15%, aunque se han informado pérdidas superiores al 80% en casos puntuales (Roy et al., 1997; Scherm et al., 1998; Westphal et al., 2008).

    En Argentina, no hay fungicidas disponibles para el control del SMS, y las rotaciones de corto plazo no son efectivas. En lotes severamente afectados se recomienda mejorar el drenaje, disminuir la compactación, controlar el nematodo del quiste, y atrasar la fecha de siembra para evitar sembrar en suelos frescos y muy húmedos, pero la principal herramienta para el manejo del SMS es el uso de cultivares de soja parcialmente resistentes, ya que no hay genotipos con resistencia completa (Gibson et al., 1994; Roy et al., 1997; Westphal et al., 2008). En los cultivares parcialmente resistentes, se manifiestan los síntomas, pero con menor incidencia y/o severidad que en los más susceptibles. La caracterización del comportamiento de los genotipos es dificultosa dado que su respuesta al SMS puede variar entre localidades y/o años, el desarrollo de los síntomas foliares es muy afectado por las condiciones ambientales y el patógeno presenta distribución agregada en los lotes, por lo que es necesario realizar evaluaciones en distintos ambientes (Gibson et al., 1994; Njiti et al., 1996; Iqbal et al., 2001)

    El objetivo de este trabajo fue evaluar el comportamiento frente al SMS de los cultivares participantes en las últimas seis campañas de la Red Nacional de Evaluación de Cultivares de Soja (RECSO).

    Materiales y Métodos

    Durante las campañas 2012/13 a 2017/18, se evaluó el comportamiento frente al SMS de los cultivares participantes de la RECSO, en un lote con infestación de F. tucumaniae del Dpto. Marcos Juárez, Córdoba, situado 7 km al sur de la localidad de Inriville (Lat. S 33°00‟ y Long. O 62°12‟). Los cultivares se distribuyeron en siete grupos de acuerdo con su grupo de madurez (GM): III, IV corto, IV largo, V corto, V largo, VI y VII-VIII. Cada uno de estos grupos se consideró un experimento diferente, por lo que los resultados son válidos para comparar sólo materiales de un mismo grupo.

    mailto:[email protected]

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    El diseño experimental fue de bloques incompletos con 3 repeticiones. En cada campaña las unidades experimentales fueron parcelas de 2 surcos a 0,52m por 3m. Los ensayos se implantaron en siembra directa, sobre soja como cultivo antecesor. Las fechas de siembra fueron 07/11/12, 13/11/13, 13/11/14, 16/11/15, 06/11/16 y 01/11/17.

    La variable utilizada para comparar los cultivares fue el índice de enfermedad (IE) en el estadio fenológico R6:

    IE: (incidencia x severidad) / 5, siendo la incidencia el porcentaje de plantas de la parcela con síntomas foliares de SMS, y la severidad el porcentaje de área foliar de cada planta afectado por SMS, que se estimó con una escala visual de 1 a 5, siendo 1 hasta el 25 % del área foliar con síntomas, 2 entre 26 y 50 %, 3 entre 51 y 75 %, 4 más del 76 % y 5 100% del área foliar con síntomas (planta muerta por SMS).

    En cada campaña se realizó el análisis de variancia con el IE transformado a Logaritmo (Ln) de(IE+0,5), y la media de cada cultivar se ajustó utilizando un modelo mixto con ajuste espacial entre parcelas, las cuales no se consideraron homogéneas dentro de cada bloque, debido a la distribución desuniforme del patógeno.

    Los cultivares participantes de la RECSO se renuevan anualmente, por lo que no todos fueron evaluados en las seis campañas. En este trabajo se presenta la comparación del IE promedio considerando las seis campañas, de los cultivares evaluados al menos en tres años, o en dos años si participaron en la campaña 2017/18. Las medias ajustadas de Ln(IE+0,5) obtenidas en cada año se consideraron repeticiones de cada cultivar, y se realizó el análisis de variancia conjunto con datos desbalanceados, utilizando un modelo mixto con el que se estimaron las medias de los cultivares por el método de mínimos cuadrados. Las medias de los cultivares se compararon con el test de las diferencias mínimas significativas (LSD) de Fisher (α=5%).

    Resultados

    En los cuadros 1 a 7 se presentan los valores de índice de enfermedad (IE) en cada una de las campañas, la comparación del IE promedio de las seis campañas de cada cultivar, y los valores de IE mínimos y máximos de cada cultivar considerando todas las repeticiones de las campañas en que fueron evaluados.

    En cada GM se pueden diferenciar al menos tres grupos de cultivares en base al test estadístico de comparación de medias: los cultivares que no se diferenciaron significativamente del de menor IE, que pueden considerarse de mejor comportamiento frente al SMS; los cultivares que no se diferenciaron del de mayor IE, que pueden considerarse de mayor susceptibilidad al SMS; y un grupo de cultivares que se diferenciaron tanto del cultivar de menor IE como del de mayor IE, de comportamiento intermedio.

    El SMS está asociado con diversos factores del suelo, principalmente a la presencia de fuentes de inóculo de distribución heterogénea en el lote, pero también con otras variables químicas, físicas y biológicas (Roy et al., 1997; Scherm et al., 1998). Estos factores pueden haber contribuido a la variabilidad observada entre repeticiones en un mismo año y, junto con las diferencias en las condiciones climáticas y en las fechas de siembra,a la variabilidad entre años. Algunos cultivares pueden haber presentado bajos valores de IE en alguna campaña, por ocupar sectores del lote sin inóculo, con menor densidad del mismo, o con otras características desfavorables para el desarrollo de la enfermedad. Por otro lado, la resistencia al SMS depende de varios genes. Los genotipos que acumulan más genes de resistencia en general son más estables en distintos ambientes (Njiti et al., 1996; Iqbal et al., 2001). Las posibles diferencias en el número de genes de resistencia al SMS presentes en los cultivares evaluados, también pudo haber contribuido a la mayor o menor variabilidad en distintas condiciones.

    El promedio de IE, en general, fue mayor entre los cultivares de los GM V a VIII, respecto a los de los GM III y IV. En todas las campañas los síntomas foliares se detectaron al mismo tiempo en cultivares de todos los GM (entre los 75 y los 100 días después de la siembra dependiendo del año), en estadios reproductivos, y el IE se incrementó en el tiempo hasta alcanzar los máximos valores en R6. La duración del ciclo puede actuar como limitante para la enfermedad al disminuir el periodo de tiempo disponible para que se produzcan los procesos necesarios para la manifestación de los síntomas foliares y/o para que ocurran condiciones climáticas favorables para su desarrollo. El efecto de las diferencias en la duración del ciclo puede causar diferencias en el comportamiento frente al SMS no relacionadas con la resistencia genética, por lo que se compararon entre sí únicamente cultivares de GM similar.

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    Esto también puede estar relacionado con las diferencias del comportamiento de algunos cultivares en distintas localidades. Por ejemplo, entre las campañas 2006/07 a 2009/10, A8000RG fue uno de los cultivares más afectados en Marcos Juárez (Lenzi et al., 2010), mientras que en evaluaciones realizadas previamente en Tucumán, donde su ciclo se acorta respecto a Marcos Juárez por la diferencia de latitud, presentó baja incidencia del SMS (Gonzales et al., 2003).

    Debido a la variación en el desarrollo de la enfermedad causada por la interacción de los diversos factores involucrados en este patosistema, no es posible establecer valores fijos de niveles de síntomas foliares para caracterizar la resistencia o susceptibilidad de los genotipos de soja. Los valores de IE deben considerarse en forma relativa y no en forma absoluta, ya que con condiciones más o menos favorables para la enfermedad pueden variar en forma importante. Por ejemplo, cultivares con IE promedio de las campañas 2006/07 a 2010/11 de 0,4 y 5,6, presentaron un IE de 1,7 y de 37,0 en un ensayo realizado en la campaña 2006/07, con pérdidas de rendimiento estimadas de 2% y 30% respectivamente (Lenzi et al., 2007).

    Los resultados de este trabajo corroboran el importante efecto del ambiente sobre el desarrollo del SMS. Los cultivares incluidos en la RECSO por primera vez en la campaña 2017/18 deben evaluarse nuevamente para confirmar su comportamiento. El resto de los cultivares fueron evaluados entre dos y seis campañas. Deben considerarse más “confiables” los datos correspondientes a los cultivares con más años de evaluación.

    Conclusiones

    Se identificaron cultivares con distinto comportamiento frente al SMS, algunos de los cuales se diferenciaron entre sí en forma consistente a través de las campañas estudiadas. Esta información es de utilidad para la elección de cultivares en lotes con presencia de la enfermedad; sin embargo, se debe tener en cuenta que el comportamiento de los mismos puede variar entre campañas y/o localidades, según las condiciones ambientales o por diferencias patogénicas entre poblaciones de las distintas especies causantes del SMS.

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    Cuadro 1. Comportamiento de cultivares de soja del GM III frente al síndrome de la muerte súbita en las campañas 2012/13 a 2017/18, en lote con infestación de F. tucumaniae de Inriville.

    * IE Promedio estimado de las seis campañas (2012/13 a 2017/18). Letras distintas indican diferencias significativas entre cultivares. Test LSD 5 % para Ln(IE+0,5) ** Min: valor mínimo de IE del cultivar en todas las repeticiones de las campañas evaluadas Max: valor máximo de IE del cultivar en todas las repeticiones de las campañas evaluadas

    RA349 7,4 4,3 2,1 2,7 1,1 . 3,3 A 0,4 35,0

    SRM3970 5,5 3,3 0,7 . . . 2,5 AB 0,4 16,0

    NS3313 3,8 3,2 1,3 1,9 . . 2,4 AB 0,4 24,0

    FN3.85 5,2 1,9 1,1 1,3 0,5 2,9 1,8 BC 0,0 24,0

    DM3810 1,5 1,8 0,5 1,5 0,3 6,1 1,4 BCD 0,0 32,0

    HO3890 2,1 1,1 0,5 . . . 1,1 CDE 0,2 6,0

    SRM3402 1,1 0,5 0,9 1,7 . . 1,0 CDEF 0,2 37,0

    BIOCERES3.41 . . . . 0,4 1,8 1,0 CDEFG 0,0 2

    BIOSOJA3.90 1,3 1,1 0,3 1,6 0,3 . 0,9 DEF 0,0 1,8

    SY3x7 . 0,7 0,8 0,6 0,6 1,5 0,9 DEFH 0,0 2,8

    SK3.8 2,0 0,3 0,8 . . . 0,9 DEFG 0,0 12,0

    LDC3.7 0,7 1,0 1,1 0,9 0,8 0,4 0,8 DEFG 0,0 3,0

    ACA3939GR 1,8 0,2 0,7 . . . 0,7 DEFG 0,0 12,0

    AS3911 1,5 0,8 0,2 . . . 0,7 DEFGI 0,0 4,0

    NS3220STS . . . 0,5 0,3 1,7 0,7 DEFGJ 0,0 8,0

    SRM3988 . 0,9 0,4 0,6 0,3 1,2 0,7 EFG 0,0 2,0

    ACA3535GR . 0,8 0,9 0,5 0,1 1,1 0,7 EFG 0,0 3,0

    SY3x5 1,9 0,5 0,2 0,6 0,2 1,3 0,7 EFG 0,0 2,0

    LDC3.8STS 1,6 0,5 0,2 0,5 . . 0,6 EFGIJ 0,0 9,0

    SRM3571 . . . . 0,2 1,1 0,6 EFGIJ 0,0 2

    SRM3410 0,6 0,4 0,3 1,2 0,1 1,4 0,6 EFGIJ 0,0 4,8

    TJs2137 0,7 0,5 0,2 1,1 . . 0,6 EFGIJ 0,0 12,0

    DM3815IPROSTS . . 0,1 0,6 0,3 1,1 0,5 EFGIJ 0,0 1,6

    SPS3x1RR 0,3 0,6 . 0,5 0,3 1,4 0,5 EFGIJ 0,0 12,0

    NS3809IPRO . . 0,2 0,4 0,1 . 0,4 FGIJ 0,0 0,4

    DM3312 0,2 0,4 0,5 . 0,1 0,7 0,4 GIJ 0,0 7,2

    DM2200 0,2 0,3 0,6 . . . 0,3 GHIJ 0,0 4,5

    INTAMJ42STS . 0,2 0,4 0,3 0,0 . 0,3 GIJ 0,0 1,2

    NS3215 0,1 0,1 0,8 0,6 . . 0,3 GIJ 0,0 4,0

    SK3.5 0,2 0,1 0,3 . . . 0,2 j 0,0 8,0

    ROSANAINTA3.9STS . . . . 0,0 0,3 0,1 J 0,0 0,8

    ACA 3838 GR . . . . . 3,5 2,8 6,0

    GYT 3900 R . . . . . 3,1 2,0 3,0

    AW 3806 IPRO . . . . . 2,9 1,6 4,0

    33MS01 . . . . . 2,6 1,6 4,8

    38MS01 . . . . . 1,2 0,8 1,6

    CULTIVAR Min** Max**2012/2018*

    Promedio2013/142012/13 2014/15 2015/16 2016/17 2017/18

  • SOJA Actualización 2018 Informe de Actualización Técnica en Línea Nº12

    27

    Cuadro 2. Comportamiento de cultivares de soja del GM IVcorto frente al síndrome de la muerte súbita en las campañas 2012/13 a 2017/18, en lote con infestación de F. tucumaniae de Inriville.

    * IE Promedio estimado de las seis campañas (2012/13 a 2017/18). Letras distintas indican diferencias significativas entre cultivares. Test LSD 5 % para Ln(IE+0,5) ** Min: valor mínimo de IE del cultivar en todas las repeticiones de las campañas evaluadas Max: valor máximo de IE del cultivar en todas las repeticiones de las campañas evaluadas

    FN4.35 8,1 3,2 0,8 3,6 0,7 5,2 2,7 A 0,0 20,0

    NS4313 5,2 3,5 1,0 . . . 2,6AB

    0,4 8,0

    SRM4370 3,3 2,3 1,5 2,5 0,6 4,5 2,2 AB 0,4 28,0

    CZ4306B . . . 3,3 0,7 1,4 1,7 ABC 0,4 6,0

    BIOCERES4.11 . . 1,5 1,5 0,4 2,5 1,6 BC 0,0 3,0

    ASGROW4326IPRO . . . . 0,5 1,4 1,1 BCDE 0,0 2,0

    NS4009 3,4 0,5 0,3 2,0 . . 1,0 CD 0,0 16,0

    SRM4222 1,2 1,7 0,6 0,9 0,4 . 1,0 CDE 0,2 2,8

    DM4214STS . 1,0 0,2 1,1 0,1 . 0,7 DEF 0,0 1,6

    DM40R16STS . . . 0,5 0,4 0,8 0,6 DEF 0,0 1,6

    NS4309 . . . 0,8 0,1 1,0 0,6 DEF 0,0 4,8

    ACA4220IPRO . . 0,4 0,1 0,5 0,5 DEF 0,0 1,6

    DS1410 0,6 0,2 . 0,9 0,1 . 0,4 F 0,0 2,4

    FN4.25 0,8 0,3 0,1 . . . 0,3 F 0,4 2,8

    LDC4.2 0,4 0,2 0,2 . . . 0,2 F 0,2 4,8

    NS 4089 . . . . . 1,6 0,8 3,0

    SY4x1RR . . . . . 0,6 0,8 1,2

    CULTIVAR 2012/13 Min** Max**Promedio

    2012/2018*2013/14 2014/15 2015/16 2016/17 2017/18

  • SOJA Actualización 2018 Informe de Actualización Técnica en Línea Nº12

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    Cuadro 3. Comportamiento de cultivares de soja del GM IV largo frente al síndrome de la muerte súbita en las campañas 2012/13 a 2017/18, en lote con infestación de F. tucumaniae de Inriville.

    * IE Promedio estimado de las seis campañas (2012/13 a 2017/18). Letras distintas indican diferencias significativas entre cultivares. Test LSD 5 % para Ln(IE+0,5) ** Min: valor mínimo de IE del cultivar en todas las repeticiones de las campañas evaluadas Max: valor máximo de IE del cultivar en todas las repeticiones de las campañas evaluadas

    RA458 . . 4,0 8,2 2,0 10,0 6,0 A 1,2 20,0

    NA4990RG 6,7 8,4 5,5 5,6 2,5 9,2 5,9 A 0,6 35,0

    NA4613RG 14,4 5,6 3,5 5,6 2,2 6,3 5,4 AB 0,8 35,0

    SY4x6IPRO . . 3,0 5,4 1,1 9,0 4,3 ABC 0,4 24,0

    DM4913 6,9 6,2 2,2 3,7 . . 4,0 ABCD 1,8 9,6

    VT4994 . . . . 2,2 4,8 4,0 ABCDE 1,2 6,0

    DM4915IPRO . . 2,0 7,8 1,8 2,6 3,5 BCDE 0,4 9,0

    BIOCERES4.91 . . 1,6 3,2 1,2 7,0 3,1 CDEF 0,2 12,0

    SRM4601 6,7 3,5 1,5 . . . 3,0 CDEFG 1,2 40,0

    RA449 3,8 3,6 1,1 3,7 . . 2,5 CDEFGH 0,4 6,0

    CZ4505STS . . 1,6 3,4 1,5 2,5 2,5 CDEFGH 0,4 9,6

    SRM4602 4,8 2,5 1,8 2,3 1,4 . 2,5 DEFGH 0,2 12,0

    ACA4990GR 2,2 2,7 5,2 4,0 0,7 2,0 2,5 DEFGH 0,0 12,0

    DM4712 5,7 3,1 0,8 . . . 2