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En la sociología y en el análisis político sistémico, la tensión entre integración y diferenciación de la sociedad ha sido una preocupación clásica. En esa línea, y bajo el amparo de la teoría de sistemas sociales de Luhmann, el artículo analiza cómo se puede pensar el vínculo entre ambas a partir de la complejidad social. La conclusión es que no se puede sostener la idea de un orden coherente e in- tegrado completamente bajo un solo principio funcional. La unidad entre complejidad social y diferenciación determina una integración más flexible, segmentada, fragmentada y menos central- mente dirigida. P ALABRAS CLAVE: sociedad compleja, diferenciación funcional, integración, contingencia, selección Complex Society: ¿How Does it Integrate? The tension between integration and differentiation has been a classic concern of both Sociology and Political Systemic Analysis.Along those lines and under the guidance of Luhmann’s Social Sys- tems Theory,this paper analyses the way in which one can formulate the link between integration and differentiation regarding social complexity. It concludes that the idea of a fully coherent and integrated order under a single functional principle cannot be sustained.The unity between social complexity and differentiation determines a more flexible, segmented, fragmented, and less cen- trally guided integration. KEY WORDS: complex society, functional differentiation, integration, contingency, selection 69 RENÉ MILLÁN: Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, México-Distrito Federal. [email protected] Desacatos, núm. 28, septiembre-diciembre 2008, pp. 69-88. Recepción: 21 de noviembre de 2007 / Aceptación: 5 de marzo de 2008 Sociedad compleja: ¿cómo se integra? René Millán

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En la sociología y en el análisis político sistémico, la tensión entre integración y diferenciación dela sociedad ha sido una preocupación clásica. En esa línea, y bajo el amparo de la teoría de sistemassociales de Luhmann, el artículo analiza cómo se puede pensar el vínculo entre ambas a partir de lacomplejidad social. La conclusión es que no se puede sostener la idea de un orden coherente e in-tegrado completamente bajo un solo principio funcional. La unidad entre complejidad social ydiferenciación determina una integración más flexible, segmentada, fragmentada y menos central-mente dirigida.

PALABRAS CLAVE: sociedad compleja, diferenciación funcional, integración, contingencia, selección

Complex Society: ¿How Does it Integrate?The tension between integration and differentiation has been a classic concern of both Sociologyand Political Systemic Analysis.Along those lines and under the guidance of Luhmann’s Social Sys-tems Theory, this paper analyses the way in which one can formulate the link between integrationand differentiation regarding social complexity. It concludes that the idea of a fully coherent andintegrated order under a single functional principle cannot be sustained.The unity between socialcomplexity and differentiation determines a more flexible, segmented, fragmented, and less cen-trally guided integration.

KEY WORDS: complex society, functional differentiation, integration, contingency, selection

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RENÉ MILLÁN: Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, México-Distrito [email protected]

Desacatos, núm. 28, septiembre-diciembre 2008, pp. 69-88.Recepción: 21 de noviembre de 2007 / Aceptación: 5 de marzo de 2008

Sociedad compleja: ¿cómo se integra?

René Millán

INTRODUCCIÓN

H ay desde luego una variada gama de perspec-tivas sobre la complejidad y sobre los proble-mas que le resultan prioritarios1. Este trabajo

está basado en la teoría de los sistemas sociales de NiklasLuhmann que constituye, como se sabe, una de las pro-puestas más reconocidas a principios de siglo2. En diver-sos ámbitos académicos está plenamente aceptado quela perspectiva de la complejidad, y en especial la de la teo-ría de sistemas sociales, ofrece atinados elementos paraelaborar un diagnóstico de las sociedades modernas y delas condiciones en las cuales operan (Berian, 1996). Entérminos generales, ese diagnóstico —si bien con clarosmatices— se puede encontrar en algunos enfoques aca-démicos de la región latinoamericana (Chernilo, 1999;Peruzzotti, 2001; Millán, 1995, 1999). Además, dichodiagnóstico se ha visto reflejado en distintas disciplinas3.No obstante, resta el hecho de que en aquella región lasimplicaciones de una sociedad compleja son todavía po-co conocidas y sus premisas escasamente incorporadasen el análisis de los órdenes sociales contemporáneos.

En dicho marco, este trabajo ofrece una singular inter-pretación sobre las características que imprime la com-plejidad a la sociedad moderna, y sobre los problemasque dicha condición plantea a las “exigencias” de unidado de integración coherente y ordenada de las sociedadescontemporáneas. Abordamos ese problema consideran-do una triple relación: integración-diferenciación social-complejidad. En esa línea, el concepto de complejidad esuna “forma de observación” mediante la cual —y con elauxilio de ciertos adelantos teóricos— se pueden superar

(según asumo) las limitaciones que mostró el tratamientoclásico de la relación entre los estados de modernizacióny los niveles de integración de las sociedades contempo-ráneas que postuló el funcionalismo clásico. Además, pormedio de ese esquema de relaciones es posible mostrarcon toda nitidez la importancia que tiene la complejidaden el análisis de las sociedades modernas y los elemen-tos que, desde la nueva teoría de sistemas, la distinguenradicalmente de sus usos y visiones clásicas porque, enefecto, la noción de complejidad no es nueva. Estimo quemediante el análisis de aquel esquema será posible dese-char arraigados prejuicios sociológicos sobre la teoría desistemas, que surgieron como crítica al funcionalismoclásico y que, en América Latina, han sido incorrecta-mente —y con una actitud intelectualmente perezosa—trasladados a la actual teoría de sistemas, sin que medieuna mínima distinción entre una y otra.

En todo caso, el trabajo sostiene que la complejidadmodifica el peso conceptual de la noción de integraciónde la sociedad. En principio, esto es resultado de que lasociedad compleja se caracteriza por no estar en posibi-lidad de articular todos los sistemas de manera simultá-nea y “encadena” bajo una lógica o sentido. Como resul-tado de la complejidad, la sociedad se integra de manerasegmentada y mediante procesos altamente selectivos, yno —como se sostenía— como un todo social ordenadoy coherente. Se integra, en definitiva, sin un centro y sinun vértice que la ordene en todo y por todo. Para dar ve-racidad a ese objetivo procedo de la siguiente manera. Enprimer lugar describo los postulados clásicos que deter-minaron el eje conceptual diferenciación-integración y tra-to de indicar sus limitaciones. Para ello será útil la teoríade la modernización y el supuesto de la adecuación delsistema social. En segundo lugar describo cómo la teoríade sistemas —y en especial el concepto de diferenciaciónsocial elaborado por Luhmann— nos permite tratar deotra manera aquel eje conceptual a partir del nuevo sen-tido que adquiere la noción de complejidad social. Entercer lugar realizo una síntesis de las características de lasociedad compleja e indico en ella sus rasgos sustantivos.En esa descripción entiendo a la diferenciación y a la com-plejidad como elementos constitutivos del orden social.

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1 Para un buen análisis de distintas perspectivas véase Molina (2005);también Morin (1995) y Prigogine (1983).2 Es de reconocerse la pertinente y atinada tarea de traducción y recons-trucción teórica que ha realizado Javier Torres Nafarrete sobre el pen-samiento de Luhmann.3 Por ejemplo, para el uso del concepto de diferenciación en la gober-nación véase Luis Aguilar (2006); para un análisis que en México in-corpora la teoría de sistemas complejos de Luhmann en el derechovéase Fix Fierro y López Ayllon (2002); para un análisis sociopolítico delcambio en México, René Millán (2008); para una perspectiva teóricadel derecho, De Giordi (1998); para la teoría democrática, Danilo Zolo(1992); para una discusión epistemológica, Pedro Sotolongo y Car-los Delgado (2002).

INTEGRACIÓN SOCIAL: LA PREMISA CLÁSICAY SUS PROBLEMAS

En el seno de la teoría social siempre ha existido una ten-sión entre los procesos de modernización y las capacida-des del orden social para integrarse ordenadamente dadosesos procesos. Como se sabe, esa tensión mostró que exis-tían claros déficits en la interpretación de las relacionesentre modernización e integración. Las limitaciones ana-líticas se manifestaron en distintos planos y ámbitos4.Gruesa y teóricamente, sin embargo, la principal debili-dad fue la excesiva correspondencia que las visiones tra-dicionales —y clásicas— establecieron entre la moderni-zación y las formas de integración de las sociedades. Laexigencia de niveles altos de correspondencia sobrecar-gó conceptualmente las expectativas sobre la aparente ca-pacidad de las sociedades modernas para dar coherenciay mejor integración a las dinámicas sociales y sistémicas.A la premisa tradicional que —con su carga fuertementenormativa— postuló que ante una mayor moderniza-ción debía darse un adecuado nivel de integración, se pue-de anteponer otra que reconoce que la modernizaciónpropicia dimensiones de desintegración que son consus-tanciales al orden que estimula y estabiliza5.

En el nivel de la generalización teórica, los supuestosde la visión clásica fincaron equivocadamente una obli-

gada unidad conceptual entre modernización e integra-ción. Lógicamente se sobreentendió que, de no darseesa unidad, la modernización generaría desintegración,concretada como desorden generalizado6. La integra-

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4 Las fatigas para encontrar —en no pocos casos— líneas inmediatasde continuidad entre cambios democráticos y calidad de la política, en-tre bienestar social y mejor convivencia de la diversidad cultural o ét-nica, entre mayor escolaridad y reducción clara de la violencia social,son sólo algunos de los ejemplos que hablan elocuentemente de pro-mesas no cumplidas de la modernización. La relación entre moderni-zación y eficiencia de los gobiernos también mostró dificultades. Enesta línea, por ejemplo, Putnam (1994) introdujo la noción de capitalsocial (y la cultura cívica vinculada con él) para explicar el mejor de-sempeño de los gobiernos locales en Italia porque —ante su evidentey generalizada democratización— la modernización no daba para ana-lizar el desempeño diferenciado de los mismos.5 Por ejemplo, indicar una correlación del tipo “a más integración, másmodernización” resulta, al menos, complicado desde el punto de vistade la pluralidad cultural o multicultural; particularmente si la afirma-ción tiene un sentido cultural-normativo. Resulta menos amenazante sitiene un sentido de inclusión de derechos fincados a partir de distincio-nes étnicas. Entonces, la integración requeriría del ejercicio de diferen-cias; es decir, de planos culturales “no integrados” al ethos cultural ge-neral y estandarizado de una sociedad. Esas posibilidades de distincióndeberían además ser aceptadas socialmente y garantizadas en términosjurídicos.

6 Algunos estudiosos latinoamericanos han insistido en que la diferen-ciación produce fragmentación social con graves efectos en la cohesiónsocial y en la integración. En esta última línea, varios autores han consi-derado que hay una especie de dilema en los procesos de moderniza-ción. Nora Rabotnikof (1993: 82) sintetiza con claridad esa posición:

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ción, entonces, era la premisa de todo orden social. Du-rante décadas, el implícito de que sin integración hay unarelación dicotómica entre orden y modernización pre-dispuso a la teoría y al sentido común. En contraste, creoque hoy contamos con otros instrumentos que nos per-miten remontar las limitaciones de la noción tradicionaly analizar de otra manera el aparente dilema del orden quela modernización entraña. Una premisa que asuma de ma-nera más relativa el peso de la integración podría ayudara resolver el dilema anterior.

Si resulta plausible que, con esa nueva premisa, las li-mitaciones de la visión clásica pueden ser establecidasen otros términos, entonces una noción fuerte de com-plejidad será efectivamente un punto de partida para di-señar una nueva forma de observación de los problemasde integración de los órdenes sociales. O con mayor cla-ridad: sería una premisa más adecuada para el análisisde las sociedades de hoy que aquella que ponía el centroen la integración. En eso, según entiendo, está el núcleode las sociedades complejas. Para dar cierta solvencia a es-ta proposición atiendo con más detenimiento el trata-miento analítico a que dio lugar la premisa tradicional ylo que he llamado su déficit interpretativo.

Hay una variada gama de enfoques para el análisisde los estados de modernidad, así como para el es-tudio de los procesos de modernización. Una sólida ylarga tradición disciplinaria ha relacionado estrecha-

mente la modernización con los procesos de diferencia-ción social7. Sociológicamente, ha sido un concepto clavepara la disciplina, sobre el cual todavía hoy se presentandesarrollos teóricos y discusiones8. No sólo ha estadopresente en el ámbito sociológico —en el que destacandesde luego múltiples usos9—, sino en el análisis polí-tico mismo. En los dos ámbitos, el concepto ha perma-necido sostenidamente vinculado —si bien bajo carac-terísticas diversas— a los procesos de modernización y alos problemas de integración de la sociedad. En térmi-nos de razonamiento teórico, la lógica tradicional que haprivado es la siguiente: la modernización acrecienta ladiferenciación (o a la inversa), y con ello se altera el esta-do de la integración de la sociedad que precedía al mo-mento de dicho incremento, por lo que la integraciónmisma debe ser ajustada. El nivel de ajuste determina laprofundidad, ritmo y conflicto del cambio; empero, tam-bién la calidad de la modernización y de sus relacionessocioculturales porque éstas no pueden presuponerseestables ante tal cambio10.

Ese razonamiento analítico es añejo y cuenta con gran-des notables. Tras identificar la diferenciación con la divi-sión social del trabajo, Durkheim se preguntó cuál podríaser el elemento que podía mantener unida a la sociedaddado el constante avance de ésta. Como ya se sabe, res-pondió que esto podría ser posible mediante una parti-cular forma de solidaridad correspondiente a una estruc-tura social más diversificada y heterogénea. Sin embargo,

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“En América Latina estaríamos asistiendo a procesos de moderniza-ción inevitables, con fuertes rasgos excluyentes que ponen en peligrola integración normativa de la sociedad. La utopía de fundar esa inte-gración en el mercado se ha evaporado y este fracaso se evidencia nosólo en los riesgos de desintegración social sino en una ‘demanda desentido’ que crece a medida que se transforman valores y formas de vi-da. En esa demanda no está en juego sólo la relación entre régimenpolítico y condiciones económicas sino la autoimagen de la sociedad.La pregunta es: ¿cómo defender algún sentido de lo colectivo frente alos procesos de atomización y diferenciación que lleva consigo lamodernización y el desarrollo? Si la modernidad es entendida comorenuncia a las garantías trascendentes, como afirmación de la auto-producción del orden, como ruptura con todo fundamento no creadopor la acción humana, entonces, a las ‘demandas de sentido’, que tradi-cionalmente se asocian con los procesos de modernización, parecensumarse, en el caso de América Latina, aquellas que surgen de unamodernización traumática y excluyente a las que se hace frente desdeuna modernidad normativa o cultural insuficientemente desarrolla-da”. El razonamiento es heurísticamente fértil, pero según mi juiciotiene un límite claro. No discute la problemática de la relación entre elsentido plural y singular de la “demanda de sentido”.

7 En el pensamiento sociológico, esa relación está presente en Durk-heim en su conocido análisis sobre la división del trabajo social; enParsons, en su libro sobre las sociedades modernas (1982) y en otrosensayos teóricos (Robertson y Stanley, 1991); en Weber (1987), en sucélebre escrito sobre el desarrollo del capitalismo; en el mismo Ha-bermas, no obstante que él la traduce, en un segundo nivel de análi-sis, en la dicotomía integración sistémica-integración social (1986); ydesde luego, en casi toda la obra de Luhmann.8 Para un análisis, véanse Jeffrey C. Alexander y Paul Colomy (1990);Manuel Herrera Gómez y A. Jaime Castillo (2004).9 En ciertas corrientes del marxismo, por ejemplo, significa división ycompetencia de clases; en otras, división del trabajo. En la versión fun-cionalista clásica, en una parte se orienta a la diferencia de roles y, enotra, a la de funciones. Véase Parsons (1981), en especial el capítulo V.En ciertos usos comunes de la academia se menciona como diferen-ciación de grupos.10 Para un análisis de por qué la modernización de las sociedades esconsiderada como el cambio social de mayor envergadura, consúlteseen Gallino (2000) la voz modernización.

la respuesta no pudo conciliar las dinámicas sistémicas(como el incremento del mercado) con los imperativosnormativos (como el desarrollo adecuado de derechos)11,por lo que, al final, la solidaridad como concepto clave dela integración social no pudo sostenerse.

En la línea de la preocupación durkheimiana, Parsonsasumió que, a mayor grado de diferenciación de fun-ciones, era necesario un mecanismo de generalizaciónsimbólica para garantizar (en el nivel del sistema social)unidad y adecuación de sus partes. De esa manera, lanoción de integración se colocó en dos sentidos. En uno,fue considerada como exigencia cumplida por la propiadiferenciación; en otro, se introdujo como un contra-con-cepto, como un referente lógico-analítico para funda-mentar la idea de unidad del sistema, pero sin que el con-cepto fuese cabalmente definido.Y sin embargo, resultabaimprescindible. Bajo esas condiciones surge, como ha in-dicado Luhmann (1985: 12),

[…] la pregunta de cómo es posible la integración en lossistemas sociales que se han diferenciado. Porque aunqueuna unidad esté pensada como diferenciada, tiene que serreconocible como unidad; es decir, tiene que mostrar laintegración de sus componentes.

De este modo, teóricamente la integración cumplíauna función de contraste con la diferenciación; y, analí-ticamente, operaba como un requisito funcional del sis-tema: mostrar la complementariedad de las partes, la uni-dad, más que la diferencia.

En el pensamiento político el concepto de diferencia-ción se comprende como diferenciación estructural12. És-ta es considerada una variable del desarrollo político yde la modernización13, pero no se asimila a dichos pro-cesos. Por diferenciación estructural se entiende básica-mente la proliferación de nuevas estructuras políticas;

en consecuencia, se contemplan también las modificacio-nes de las relaciones entre las distintas estructuras, nue-vas y anteriores. El término estructura política coincidecon el de institución política14. También aquí la diferen-ciación ha sido relacionada con la integración y ademásestá vinculada con la institucionalización. No obstante,los tres conceptos son distintos. La razón de esa distin-ción radica en la necesidad de diferenciar entre el planode las transformaciones y el de la adaptación del siste-ma, con objeto de dar espacio analítico al primer tipo deprocesos. En la medida en que la multiplicación de es-tructuras políticas puede alterar el orden de relacionesentre las existentes y requerir adecuación con las nuevas,se precisa de cierto nivel de acoplamiento para lograr con-gruencia en todo el mapa de estructuras y “orientarlashacia una lógica unitaria” de funcionamiento. Esta faseconstituye el momento de la integración política (Morli-no, 1985: 64). La institucionalización15 coadyuva sus-tancialmente a que el sistema político que se diferenciaadquiera estabilidad y posibilidad de persistir; pero, encuanto tal, la institucionalización es un concepto (y unmomento) distinto de la proliferación de estructuras.

Consecuentemente, la diferenciación —como es fáciladvertir— entraña el problema de la capacidad del sis-tema para regularse y adaptarse. Almond y Pawell (1970)consideran, por ejemplo, dos funciones básicas que mo-dulan esa capacidad: la extractiva y la regulativa. La pri-mera está orientada a obtener recursos humanos y ma-teriales; la segunda se entiende como control (mayor omenor) sobre el comportamiento de grupos e indivi-duos. El punto central es aquí una especie de dinámicade incremento, ya que la diferenciación aumenta tambiénla capacidad del sistema para lograr su adaptación y con-duce esa función hacia la integración general.

Dicha dinámica procede más o menos así: la diferen-ciación afirma la autonomía de las estructuras políticas16

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11 Para una clara exposición de este punto, véase Habermas (1986, ca-pítulo V, párrafo 3).12 Apter (1965) fue de los primeros en considerar la diferenciaciónestructural en relación con los problemas que plantea la transforma-ción del sistema político dada su expansión. También Huntington(1982) usa el eje diferenciación-cambio.13 Para un análisis crítico de la relación entre desarrollo político, moder-nización y diferenciación, véase Pasquino (1975).

14 Véase Leonardo Morlino (1985: 63). En lo que sigue me baso en él,especialmente en el párrafo 2.2 del capítulo 2.15 Por institucionalización se entiende, siguiendo a Huntington (1982:23), el proceso por el cual las organizaciones y los procedimientoslogran valor y estabilidad.16 Además de la autonomía de los subsistemas, Almond y Pawell (1970)consideran importante para el desarrollo político la secularización cul-

(que Almond y Pawell llaman subsistemas); es decir, deaquellas estructuras especializadas (partidos, gruposde presión, mass media y otros) que formulan demandas.La proliferación de éstas acrecienta la complejidad del sis-tema político, por lo menos en relación con el momen-to anterior cuando la cantidad de estructuras o institu-ciones políticas era menor. A esta nueva complejidad sepuede responder con un aumento de la capacidad ex-tractiva y de regulación con objeto de mantener el ordenpolítico. El aumento de la capacidad del sistema (en susdos funciones anteriores) es, al mismo tiempo, un indi-

cador de complejidad; se orienta a mantener un mejorcontrol del entorno económico y social. Tenemos así queal incremento de complejidad en el sistema —en este ca-so, político— corresponde (o tiende a corresponder) unaumento de complejidad en las funciones, precisamenteporque éstas pueden lograr más eficiencia diversifican-do y especializando las estructuras sobre las que se basan(por ejemplo, en el ámbito electoral o académico).

Si los argumentos anteriores han sido claros, se com-prenderá que en esta línea de pensamiento la diferencia-ción estructural es una variable vinculada con el desarro-llo o la modernización política, a la que deben acompañarprocesos de institucionalización y ajustes en la integra-ción para que el sistema logre una mayor capacidad depenetración y de control en los ámbitos social y econó-mico y, consecuentemente, aumenten sus posibilidades depersistencia (Morlino, 1985: 69). El esquema tradicionaldemanda entonces (lógica y conceptualmente) un aco-plamiento de tiempos y funciones sobre la base de unaaltísima exigencia de integración de la sociedad o del sis-tema social en su conjunto. Esa exigencia establece otras:un altísimo nivel de adecuación y congruencia en el com-portamiento y orientación de cada una de las funciones delsistema, así como una elevada capacidad de adaptación desus elementos singulares y del sistema en su conjunto. Esdecir, el esquema demanda un alto nivel de complemen-tariedad entre las funciones que las partes del sistemacumplen. La complementariedad entre las funciones, dehecho, asegura la unidad del sistema social como tal.

La exigencia anterior expresa y delimita la zona de in-consistencias presente en las difundidas reflexiones so-bre el vínculo entre modernización e integración. Las crí-ticas políticas a esta visión extremadamente integradorason bien conocidas, así como los adjetivos en los que seha apoyado. Esas críticas, en no pocas ocasiones, son sin-gulares: afirman su objeción tanto al plano funcional co-mo a la capacidad de adaptación y estabilidad del sistema,pero dejan casi intacta la noción de integración, que repre-sentan —de cualquier modo— como una exigencia pa-ra una sociedad “coherente y mejor”17. Analíticamente,

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17 Como ha señalado Perozzoti (2001: 23): “Más allá de las obvias dife-rencias, los estudios estructural-funcionalistas y neomarxistas compar-

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tural; la entienden alegremente como la formación de comportamien-tos racionales, analíticos y empíricos en la acción política.

lo que sorprende es el hecho de que de una noción fuer-te de integración se desprendan las mismas consecuen-cias conceptuales que de las críticas que en apariencia larechazan. Las críticas reclaman, en efecto, complemen-tariedad de funciones y subsistemas como en un todoregido por una unidad.

DIFERENCIACIÓN SOCIAL: SUS FORMAS E INTEGRACIÓN

En reflexiones más contemporáneas, la cuestión de la di-ferenciación18 ha sido elaborada con otro parámetro y conotras consecuencias para la integración. En el terreno so-ciológico, Luhmann la ha dotado de una novedosa dimen-sión19 que procede, como se sabe, de una perspectiva fuer-temente sistémica y comunicacional20. En esa perspectiva,la diferenciación de la sociedad se entiende básicamentecomo diferenciación sistémica; se ocupa, por tanto, de ladistinción entre sistemas y entornos. Entre otras cosas, esosignifica que tanto la forma en que estructuralmente seencuentran diferenciados los sistemas, así como los tiposde procesos o relaciones que ellos mantienen con los en-tornos, están en el centro de la preocupación de la pers-pectiva con que se observa a la sociedad compleja. En esehorizonte, y en virtud de la arquitectura de la teoría de sis-

temas sociales, conviene tener en cuenta la distinción entreel concepto general de diferenciación de la sociedad y suforma21.

Escuetamente, el primero se entiende como un pro-ceso mediante el cual el sistema sociedad se divide inter-namente, como un proceso en el que se forman sistemasdentro de los sistemas. Es un recurso social que se apli-ca a sí mismo22. Al formarse un sistema, se delimita delentorno y, precisamente por medio de esa distinción, seconstituye. Para el sistema parcial así formado, su entor-no es todo lo que el sistema de referencia —en este caso,el sistema social en conjunto— comprende, a excepciónde tal sistema parcial23. Para éste, la diferenciación delsistema social se presenta como externa, pero él formaparte del entorno interno de aquél. En el entorno de lossistemas están presentes, entonces, otros sistemas, los cua-les se observan como tales entre sí; pero también se en-cuentran dispuestos eventos, acontecimientos, intereses,oportunidades de relación, dimensiones temporales y,sobre todo, comunicaciones. De esa manera, se produceuna doble distinción entre sistema y entornos externose internos, que establece la base sobre la cual la sociedadse reconstruye; es decir, incluye esas diferencias. La ope-ración puede repetirse en los sistemas parciales, por loque ellos también forman entornos internos (Luhmann,1993, 1998).

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ten matrices funcionales similares que sobredimensionan las capacida-des integrativas-adaptativas de los sistemas sociales, así como tambiénla compatibilidad funcional de los subsistemas societales”. Por lo de-más, es claro que justo en este ámbito de compatibilidad (por ejemplo,entre política y economía) se coloca el problema de la justicia y la in-clusión social para no pocas corrientes de pensamiento social. Lo quePerozzoti llama compatibilidad, yo lo indico como complementariedaden las funciones.18 Para un análisis de las distintas posiciones teóricas, véase Daniel Cher-nilo (1999). El autor postula la posibilidad de los medios simbólicos decomunicación para sostener la integración, entendida ésta en su di-mensión solidaria y sistémica.19 Como hemos hecho con los otros autores y corrientes, retomaremostambién a este autor en términos muy esquemáticos y simplificados.Sin embargo, le dedico más espacio pues constituye nuestra referenciaprincipal en este capítulo y en la elaboración del texto, como hemos in-dicado. Debo advertir —desde ya— que retomo de Luhmann lo que esútil para nuestros fines.20 Sobre la ruta que Luhmann sigue hacia la perspectiva de la comuni-cación, y no de la acción, así como de las similitudes entre ambos con-ceptos, véase Stichweh (2001).

21 Mientras la teoría, según creo, puede ser explicada con mayor facili-dad mediante la distinción de esos dos términos, no me ha sido posibleresolver la dificultad con el lenguaje.22 “[…] podemos concebir la diferenciación del sistema como una re-producción, dentro de un sistema, de la diferencia entre un sistema y suentorno. La diferenciación es así entendida como una forma reflexivay recursiva de la construcción de sistemas. Repite el mismo mecanis-mo, usándolo para amplificar sus propios resultados” (Luhmann, 1998:73). Los sistemas se delimitan comunicativamente; no establecen ba-rreras físicas, sino comunicacionales, pero además, el sistema es tam-bién una forma de observar.23 Que un sistema sea enunciado como tal —como subsistema o sis-tema parcial— depende de la unidad de referencia; si se toma comoreferencia el sistema social, el político aparece como subsistema o sis-tema parcial. No obstante, si la unidad de referencia es este último, apa-rece entonces como sistema, y el de partidos, por ejemplo, sería unsubsistema. Sólo el sistema sociedad no tiene una unidad de referen-cia superior. Dicho esto, usaré libremente el vocablo sistema y esperoque sea comprensible en el contexto. Lo anterior se aplica también enlos apartados que siguen.

La diferenciación acontece de esa manera porque lossistemas sociales necesitan tiempo para identificar pro-blemas, procesar información y elaborar decisiones; asi-mismo, porque precisan de delimitaciones, de límites quelos constituyen para responder a los entornos cuya com-plejidad es siempre mayor que la de ellos. Si no tuvieranlímites, la complejidad del entorno los desvanecería; sino hubiese distinción con el entorno, no existiría sistemaalguno. Sólo mediante esas delimitaciones es posible tra-tar, responder de manera selectiva (por lo tanto, más omenos ordenada) a la multiplicidad de eventos que ocu-rren simultáneamente en la sociedad y que presentan elperfil de una complejidad desordenada. La diferenciaciónes, entonces, una técnica estructural para responder a lacomplejidad del entorno y resolver problemas de tiem-po, ya que todos los sistemas sociales tienden a elaborardecisiones. Por ello, es función de la diferenciación so-cial incrementar y diversificar las posibilidades de selec-ción de dichos sistemas (Luhmann, 1998: 73).

Si no se selecciona no se puede atender nada porque notodo puede ser atendido simultáneamente. Si la selecciónen el vínculo con los entornos no fuese necesaria supon-dría que la complejidad de estos últimos (sus posibilida-des de variación, de surgimiento de acontecimientos y decomunicaciones) sería siempre menor a la de los siste-mas parciales: estaría contenida en ellos. Sería como pre-suponer —en otro plano— que una institución concentramás oportunidades de variación o elección que el hori-zonte del mundo en el que ella se encuentra inscrita. Si seadmite la diferencia de complejidad entre entorno y sistema,se puede comprender entonces que, por razones de tiempoy de selección, la diferenciación duplica, dentro del sistemasocial (y dentro de cada subsistema), esa distinción.

La sociedad, consecuentemente, se expande hacia den-tro24. Sin embargo, esta expansión no significa —comoen el funcionalismo— una partición del todo (sistema) en

partes (subsistemas); significa que cada subsistema o sis-tema parcial (económico, político, jurídico) reconstruyeel sistema general (sociedad) a partir de su propia y es-pecífica diferencia con el entorno. Sólo a partir de esa(propia) diferencia se puede comprender, observar, des-cribir la unidad del sistema sociedad. Por tanto, se admi-te una mayor cantidad de observaciones: por ejemplo, elsistema económico no tiene por qué aceptar sin más ladescripción del sistema político, ni éste la de aquél. Es poreso que ninguno se ve, en línea de principio, en la nece-sidad de hacer propias las múltiples premisas —comu-nicaciones y demandas— que están presentes en el en-torno. De hecho, cada sistema parcial tiende a reconstruirla totalidad, la unidad de la sociedad a partir de su propiadiferencia. Un sistema social que acepta esa pluralidadde observaciones (simultáneas y distintas) está constre-ñido a describirse de manera policontextual y fragmen-tada. Por tanto, se ve obligado a la reflexión: a observarsemediante una observación de observaciones. La repre-sentación de la unidad del sistema comprensivo (general)es entonces una observación de segundo orden. De otra ma-nera, no se tendrían condiciones para romper la lógicadel problema que subyace en todo postulado de unidaden ámbitos diferenciados: cómo es posible reconstruir,describir, totalmente el sistema social a partir de sus dife-rencias parciales internas25.

La forma de la diferenciación designa el vínculo, el enla-ce entre sistemas. Más precisamente: la forma en que ellosse hallan dispuestos según el tipo de relaciones que man-tienen. Relaciones de igualdad o desigualdad pautan lavinculación entre sistemas26. Cuatro formas son identifi-cables27: 1) la disposición segmentada trata los sistemas co-

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24 “Un sistema en el que se forman otros sistemas se reconstruye me-diante una ulterior distinción entre sistema y entorno. Visto desde elsistema parcial, el resto del sistema omnicomprensivo, ahora, es entor-no. El sistema total se presenta, entonces, ante el sistema parcial comounidad de la diferencia entre sistema parcial y entorno del sistema par-cial. En otras palabras, la diferenciación del sistema genera entornosinternos del sistema” (Luhmann, 1993: 281).

25 Es en ese sentido que hoy ningún partido puede hablar en nombrede toda la “sociedad”, aunque las tentaciones de hacerlo son todavíamuy grandes para los partidos organizaciones civiles y algunas “gran-des personalidades”.26 La estructura de relaciones de una específica forma de integraciónse distingue “[…] por el modo como se trazan los límites entre los sis-temas parciales y sus entornos al interior de la sociedad. [Es] el resulta-do de la combinación de dos diferencias fundamentales: a) la diferenciasistema/entorno; b) la diferencia igualdad/desigualdad” (Corsi y Epo-sito, 1996: 59).27 Estas formas no son consecutivas, no representan estadios que sesuceden. Véanse Luhmann (1998, cap. II), y Luhmann y De Georgi(1993, cap. 4).

mo iguales y éstos se diferencian a partir de la descenden-cia (clanes, por ejemplo). Así, dicha sociedad mantieneuna distinción tenue entre sistemas y entornos (por ejem-plo, entre sociedad y familia); 2) la diferenciación de tipocentro y periferia admite, en ese eje, la desigualdad entresistemas precisamente porque el desarrollo de la sociedadse finca en una buena cantidad de segmentos sociales quetienen como referencia el centro (por ejemplo, Estado-or-ganizaciones; monarca-sistema militar); 3) la sociedad es-tratificada se caracteriza por la desigualdad de rango en-tre sistemas (por ejemplo, entre poder político y trabajo;noble y plebeyo). La razón de tal desigualdad se halla enla estructura misma del orden y mediante ella se confor-ma. De ese modo, los subsistemas deben ordenar susfunciones y comunicaciones necesariamente en relacióncon la coherencia de rango social que la estructura marcade manera jerárquica. En la sociedad estratificada “el pro-blema estructural es que […] la identificación de los sub-sistemas requiere una definición jerárquica de sus entor-nos en términos de rango o de igualdad-desigualdad”(Luhmann, 1998: 77); 4) a diferencia de las tres formasanteriores, la diferenciación funcional admite condicio-nes de igualdad y de desigualdad entre los sistemas.“Lossistemas de funciones son iguales en su desigualdad: deaquí su rechazo a asumir como premisas de sus relacionesrecíprocas todas las premisas que se formulen en el ámbi-to de la sociedad entera” (Luhmann y De Georgi, 1992:288). En tales circunstancias, los sistemas parciales man-tienen un nivel mayor de autonomía entre sí y respecto delos entornos; por tanto, sus funciones no se hallan orde-nadas armónica y complementariamente en relación conalgún orden jerárquico: no requieren de una coherenciade rango. En este postulado se encuentra una de las carac-terísticas principales de la sociedad compleja.

La sociedad moderna (y democrática) está funcional-mente diferenciada y es, por ello, compleja. La preemi-nencia funcional indica que un sistema se forma y orien-ta para el cumplimiento de una función específica. Paracada sistema parcial, esta función es prioritaria y está con-cebida como central. La función se refiere a un problemaparticular de la sociedad que (en cuanto tal) puede ser tra-tado con múltiples posibilidades. Por eso, la función noes un presupuesto de estabilidad, como estableció el fun-

cionalismo. Lo anterior significa que, aunque refiriéndo-se a la sociedad, la función se realiza en el ámbito in-terno de cada sistema y no en su entorno. Para realizarlase requiere entonces un código y un programa28, a fin deprocesar la información y orientar la comunicación. Deesa manera, los sistemas pueden establecer criterios paraorientarse selectivamente respecto del entorno, pautar sureferencia (a otros sistemas) y estabilizar sus relaciones.

La forma de la diferenciación funcional acentúa enton-ces la autonomía de cada sistema parcial y determina elmodo como se vinculan entre sí y con el entorno. Éstosse refieren autorrefiriéndose, ya que sólo así pueden —conel soporte de los códigos funcionales— estructurar más omenos estable y momentáneamente sus transaccionese intercambios (comunicaciones) ante la multitud de ne-xos, informaciones, enlaces e interdependencias presentesen el entorno. Es decir, la autorreferencia posibilita volveraccesibles sus alternativas y su reproducción29; es necesa-ria dada la “desordenada complejidad” del entorno. Estosignifica que deja de haber una correspondencia causal en-tre entorno y sistema. En el entorno no sólo hay —comohe dicho— otros sistemas que se autorrefieren, sino múl-tiples eventos, oportunidades de relación entre sistemaso de negación, temporalidades, interacciones, certezas,azares, la estandarización de lo normal y lo contingente, ymiles de comunicaciones desordenadas y simultáneas.“Los entornos no tienen claramente límites definidos, si-

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28 Los códigos se estructuran de manera binaria (poder-no poder, jus-to-injusto, verdadero-falso); facilitan esquematizaciones para el trata-miento de la información y, por ello, permiten regular la transmisiónde prestaciones de los sistemas. Una prestación es lo que cada subsis-tema puede aportar a otros o al entorno. Cada subsistema tiene uncódigo que puede, además, cambiar. En la medida en que los códigosson binarios, introducen una indeterminación y se requiere del pro-grama, es decir, de reglas de decisión para su orientación.29 Un sistema es autorreferencial en tanto produce por sí mismo los ele-mentos que lo constituyen. Los sistemas son además autopoiéticos yrealizan una clausura operacional. Aunque este concepto es más com-plicado, para nuestros fines basta con presentar la siguiente cita: “[…]la autopoiesis es un principio de formación del sistema que tiene el ca-rácter de alternativa: o existen o no existen los respectivos sistemas parala economía, para el derecho, para la política […]. Pero la pregunta so-ciológicamente más interesante es ésta: ¿cuánta expansión hacia den-tro produce así la sociedad? Es decir, ¿cuánta monetarización, cuántoquehacer jurídico, científico, político, puede producir y soportar? ¿Cuán-ta expansión al mismo tiempo (o más bien, por ejemplo, sólo moneta-rización)?” (Luhmann, 1993: 346).

no sólo horizontes que implican posibilidades futu-ras” (Luhmann, 1998: 72). En esas condiciones, la corres-pondencia entre sistema y entorno se configura comoun conjunto indeterminable de interdependencias, lo cual,en apariencia, acentúa la mutua dependencia. No obs-tante, por un lado, la interdependencia múltiple es inde-terminable e imprecisa; por el otro, hace imposible unacoordinación, un empalme punto por punto entre to-das las interdependencias internas de la sociedad; es de-cir, las del entorno y el sistema (Luhmann, 1987: 89). Entales condiciones, el supuesto de la complementariedadestructural entre sistemas se diluye.

Las interdependencias, entonces, no se pueden ordenarbajo algún primado funcional (economía, política, ley)ni bajo ningún centro o vértice (Estado, partidos). Estollanamente significa que la coordinación general del siste-ma social se vuelve difícil o improbable. La diferenciaciónimposibilita que las relaciones intrasistémicas, y la deéstos con el entorno, sean dispuestas en un solo criteriode acción o de orientación. Los empalmes normalmentese realizan únicamente en la medida en que determina-das comunicaciones funcionan en sus propios paráme-tros: la comunicación política como comunicación po-lítica, por ejemplo. En otros términos: la autorreferenciay la autonomía incrementan el grado de indiferencia delos sistemas frente al entorno en general.

Sin embargo, puede ocurrir (y ocurre) que la circulari-dad de la autorreferencia se interrumpa. Dicha interrup-ción es una externalización, en tanto cuestiona la maneracomo el entorno se expresa en el sistema. Tales externa-lidades se presentan por eventos particulares (por ejem-plo, la presencia de personas específicas, movimientos odesastres). Típicamente, empero, son producto de la pro-pia diferenciación de la sociedad y de los sistemas. Ahídonde las relaciones intrasistémicas ocurren bajo la ló-gica de una doble autorreferencia (una de cada sistema)se tiene una doble circularidad, y ésta constriñe a una ex-ternalización diferente para cada tipo de relación intra-sistémica. La autorreferencia y la externalización articulanel modo como cada sistema presenta su comunicación osus intercambios con el ambiente o entorno (Luhmann,1987: 93). En la relación administración y política, porejemplo, el Derecho cumple esa función de externaliza-

ción al regular determinadas relaciones. La externalizaciónno es, por tanto, sinónimo de subordinación; permite re-gulaciones y articulaciones en la doble circularidad, perono reduce la autonomía funcional de los sistemas. Si seentiende el razonamiento, es factible comprender porqué la forma de la diferenciación determina el modo derelación de los sistemas y qué consecuencias tiene parala integración.

La moderna sociedad diferenciada se articula median-te sistemas parciales que cumplen funciones distintas(desiguales), lo que efectivamente aumenta las interde-pendencias; pero por eso mismo las relaciones aparecencomo indeterminadas, diluyentes de los acoplamientos es-tructurales (prefijados). Al diluirse éstos, las posibilidadesde integración son más amplias, pero menos pre-deter-minadas y estables. La desigualdad en la especificación decada función acrecienta efectivamente las interdependen-cias y hace, por así decir, más urgente la necesidad de in-tegración de las partes de un sistema. Sin embargo, comose relajan entre ellas las correlaciones fijas y las comple-mentariedades estructurales, se amplía también su posi-ble campo de integración. Un sistema que está basado enla diferenciación funcional puede, por ello, soportar unamayor heterogeneidad estructural.

En términos más concretos: hay ciertamente comple-mentariedades estructurales en las sociedades diferen-ciadas en la relación entre sistemas funcionales. Por ejem-plo, la democracia presupone la economía monetaria yun sistema jurídico diferenciado; pero en conjunto “lasimplicaciones estructurales […] son más escasas, más es-casas las determinaciones recíprocas de sistemas y am-bientes, por lo que la complejidad de la sociedad es másalta” (Luhmann, 1983: 216). En el marco de la teoría desistemas y la complejidad hay pues un vínculo estrechoentre la diferenciación funcional y los modos de integra-ción. Mediante ese vínculo se define de otra manera elproblema de la integración.

En principio, la forma de diferenciación ciñe la formade integración, por lo que no son conceptos opuestos. O,en otros términos: la diferenciación funcional no amena-za la integración, sino que da cuerpo a una nueva forma so-bre la base de una menor complementariedad estructuraly mayor complejidad social. En un primer y sustancial ni-

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vel, la diferenciación entiende la integración en la relaciónentre sistemas parciales y, consecuentemente, la distinguede la relación con el entorno, particularmente los hom-bres. A esta dimensión se alude con el concepto de inclu-sión (Luhmann: 1994), el cual designa el modo como sonincluidos los hombres en los sistemas y sus prestaciones:como trabajador, elector, usuario, paciente, estudiante,ciudadano30. La consideración de la integración en el ho-rizonte de los sistemas tiene su origen (¿es preciso repe-tirlo?) en que deben su existencia al hecho de que estable-

cen límites respecto de su entorno externo y del entornointerno de la sociedad que resulta de esa diferencia. La in-tegración, entonces, designa el “grado de libertad de lossistemas parciales”; por tanto, en sí no connota ningúnestado superior o menor a la desintegración. No es un va-lor. Ni mucho menos, como pensaba el funcionalismoclásico, un imperativo normativo.

La integración diferenciada no se realiza tampoco envirtud de un acoplamiento funcional plenamente orde-nado o dirigido por un vértice, sino mediante innumera-bles conexiones del sistema y de los entornos. Éstos seintegran y se desintegran. La condición de integración noconnota un vínculo respecto de una perspectiva de unidadni de obediencia de los sistemas parciales. En definitiva,la integración en sentido estricto no significa la unidad delsistema sociedad encarnada en el propio sistema sociedad.

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30 En este nivel se entiende la relación entre construcción de ciudada-nías e integración, frecuente en el análisis de algunos estudiosos latino-americanos o de otras latitudes. Ciertamente, el grado y forma de inte-gración de los sistemas tiene efectos en los grados y formas de inclusión.En este sentido, consúltese Habermas (1986, cap. VIII: 1.3).

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No es una función de reconstrucción, de totalizaciónefectuada desde la perspectiva de los sistemas parcialesen referencia a un eje ordenador claro y preciso (Estado,sistema político, administración pública). Significa sóloque la forma de la integración ordena la comunicaciónentre los sistemas. Ciertamente, en las relaciones inter-sistémicas se comprenden sólo fragmentos de la sociedad(por ejemplo, en los vínculos entre educación y políticano está comprendida toda la sociedad). Esa fragmenta-ción posibilita observar (desde un sistema) a otro comopresente en el entorno y, por tanto, obliga a una auto-descripción de la sociedad, a reconstruirla —como indi-cábamos— mediante la observación de observaciones eintroducir un referente de unidad31. No obstante, estaoperación es distinta a la totalización del orden social. Laintegración no es una garantía de la unidad (coherentey orgánica) de la sociedad y tampoco de una perfecta in-clusión social. La representación de la reconstrucción uni-taria —si la hay— es una operación de segundo orden.

En resumen, la lectura sistémica de la diferenciaciónpermite —si la exposición ha sido clara— modificar lasexigencias que el funcionalismo estableció en el planode la integración. Instituye otro vínculo conceptual entreambos conceptos. Escuetamente, el vínculo puede ilus-trarse así: la diferenciación funcional acrecienta la autono-mía de los sistemas parciales y, simultáneamente, la com-plejidad de los entornos, de manera tal que no se da unempalme punto por punto entre sistema y entorno. Talcondición reduce la complementariedad estructural y se li-mitan las posibilidades de una coordinación general por unvértice o cualquier otra instancia. No existe una orienta-ción compartida entre sistemas, por lo que la función decada uno no está en relación con un supra-sistema quela ordena y conduce. Ciertamente, la diferenciación fun-cional —dada la complejidad del sistema que acarrea—dispone, en los entornos, fuertes posibilidades de inno-vación, pero sobre todo de conflicto. Profundiza proble-

mas de control. Sin embargo, todo eso no se expresa comoun punto de quiebre teórico, como una dicotomía entrediferenciación e integración, tal como lo plantea la teo-ría tradicional de la modernización y como lo sustenta-ba el funcionalismo clásico.

La integración no es el concepto que regula o adaptala diferencia, o las tensiones, entre modernización y dife-renciación. O mejor: entre orden social y niveles de com-plejidad que ese orden puede sostener o alcanzar. La in-tegración no es una premisa suficiente para el orden. En lassociedades complejas, designa sólo la manera comolos sistemas comunican, el modo como se tratan: jerár-quicamente o como iguales. Los problemas de orden,control y coordinación (en el nuevo esquema de la teo-ría de sistemas) se expresan como un problema de desni-vel de complejidad entre sistema y entorno. Dicho de otramanera: las modernas son sociedades diferenciadas, pero,a diferencia de las perspectivas tradicionales, no se poneel acento en la diferenciación de funciones, sino de siste-mas. Mientras que para la visión tradicional el conflictoy el orden se hallan en la línea de la adecuación entre di-ferenciación e integración, en la nueva perspectiva los pro-blemas de orden y conflicto se encuentran precisamenteen la relación entre sistema y entorno. Esto significa que elorden no se realiza, por así decirlo, mediante la capacidadde adecuar la integración: se realiza en la distinción entreentorno y sistema por la manera en que esa distinciónreduce y acrecienta simultáneamente la complejidad.Y esa operación está regida por el vínculo estrecho entrela forma de la diferenciación que una sociedad sume ylos gradientes de complejidad que puede alcanzar.

DIFERENCIACIÓN: COMPLEJIDAD SOCIAL Y SELECTIVIDAD

La complejidad que un sistema social puede alcanzar de-pende de la forma de su diferenciación. Una sociedad seg-mentada tiene, por ejemplo, menos posibilidades de al-canzar una complejidad semejante a la de una sociedaddiferenciada por sistemas funcionales y autónomos. Losniveles de complejidad determinan también la manera co-mo se comunican, relacionan y vinculan los sistemas con

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31 Así, por ejemplo, por haber sido diferenciada internamente, la uni-dad del sistema político “debe introducirse adicionalmente en el siste-ma mediante una autodescripción, con el fin de que quede a disposi-ción como punto de referencia para el procesamiento autorreferencialde las informaciones. Esa función la cumple el concepto de Estado”(Luhmann, 1991: 458).

los entornos. De hecho, a partir de ese vínculo es que lacuestión de la complejidad es considerada en la teoría desistemas. Clásicamente, el problema se plantea así: si elentorno es siempre más complejo que el sistema, ¿en quécondiciones puede éste sostener relaciones con aquél demanera estable? La pertinencia de la pregunta se revela sise considera la definición clásica de complejidad. Comoha dicho Luhmann:

Desde el punto de vista formal, el concepto de complejidadse define […] mediante los términos de elementos y rela-ciones. El problema de la complejidad queda, así, caracte-rizado como aumento cuantitativo de elementos: al aumen-tar la cantidad de elementos que deben permanecer unidosen el sistema, aumenta en proporción geométrica la can-tidad de las posibles relaciones, y esto conduce, entonces,a que el sistema se vea obligado a seleccionar la maneracomo debe relacionar esos elementos. Por complejo se de-signa […] aquella suma de elementos que, en razón de unalimitación inmanente de capacidad de enlace del sistema,ya no resulta posible que cada elemento quede vinculadoen todo momento (1996: 185).

Formalmente, esta definición acentúa dos aspectos dela concepción tradicional de complejidad: aumento de ele-mentos y limitaciones en la capacidad de relacionarlostodos. Para la concepción tradicional, esos dos aspectosregulan la relación entre sistema y entorno. Por definición,el entorno es más complejo (tiene más elementos y rela-ciones) que el sistema. Como el sistema no tiene la varie-dad de elementos suficientes frente al entorno (requisityvariety), Ashby (1972) considera que no se puede respon-der punto por punto a los estímulos que éste le plantea.En consecuencia, el sistema desarrolla una propensión areducir la complejidad en el sentido de que incrementa sucapacidad de rechazo, de ser indiferente frente a los re-querimientos del entorno. Reducir complejidad presu-pone dos actitudes: 1) el sistema reacciona igual frente adatos distintos (como en los trámites burocráticos), o 2)a un mismo estímulo el sistema reacciona de manera dis-tinta según el estado en que se encuentre (como el trata-miento a demandas recurrentes de salarios).

Tales tipos de reacciones se hallan inscritos en el mode-lo input-output que se extendió en cierta literatura hasta ladécada de 1960. La idea es que —ante la imposibilidad

de embonar punto por punto— el tiempo permite al sis-tema reaccionar (de vez en vez) a los procesos, demandas,eventos presentes en el entorno. Se presupone entoncesque el tiempo facilita que se puedan “ordenar en línea”la variedad de estímulos que provienen del entorno, yque esa jerarquía se encuentra determinada, sin más, porel entorno mismo. Con ello se asumen dos supuestosaltamente improbables: de un lado, las prioridades (ex-pectativas) del entorno tendrían una estructura coheren-te y jerarquizada; de otro, las prioridades del entorno y delsistema (las expectativas de ambos) estarían empalma-das y dispuestas en la misma dimensión temporal. El sis-tema (aunque indiferente) admitiría —sin más— los estí-mulos del entorno y el alineamiento temporal en que lospresenta. O a la inversa: el entorno admitiría los outputsdel sistema como una reacción adecuada, sea ésta unarespuesta estandarizada o de variación. Dicho modelo—éste sí típicamente funcionalista— asume que el siste-ma tiene, a priori, la capacidad para lograr la sincroniza-ción de los diferentes tiempos. No responde por qué, defacto, algunos eventos son atendidos y otros no. Es decir,no asume de manera fuerte la selectividad del sistema.

La versión de la nueva teoría de sistemas radicaliza otrosdos aspectos de la complejidad: cantidad de relacionesy selectividad. Si se piensa que la cantidad de aconteci-mientos, procesos, eventos, conflictos, desacuerdos enel entorno son innumerables, “de inmediato se cae en lacuenta de que cada organismo, cada máquina, cada for-mación social, tiene siempre un entorno que es más com-plejo, que ofrece más posibilidades que las que el sistemapuede escoger, procesar, legitimar”(Luhmann, 1996: 185).Tal exceso de posibilidades, de relaciones posibles, obli-ga al sistema a seleccionar y, de esa manera, se vuelve com-plejo32. En este sentido, complejidad es selectividad obli-

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32 “Cuando se piensa en complejidad, dos conceptos diferentes vienena la mente. El primero se basa en la distinción entre elementos y rela-ciones […]. La cantidad de relaciones posibles deviene demasiado gran-de respecto de la capacidad de los elementos para establecer relaciones[…], pero toda operación del sistema que establece una relación tieneque elegir una entre muchas —la complejidad impone la selección—.Un sistema complejo surge sólo por selección. Esta necesidad de se-lección cualifica los elementos, es decir, da cualidad a la pura cantidad”(Luhmann, 1998: 26).

gada. El sistema opera selectivamente tanto en los proce-sos que realiza como en las estructuras que constituye:“siempre hay otras posibilidades que se pueden seleccio-nar cuando se intenta lograr un orden. Justamente por-que el sistema selecciona un orden, él mismo se vuelvecomplejo, ya que se obliga a una selección de la relaciónentre sus elementos” (Luhmann, 1996: 185). Lo que que-da ordenado bajo esa selección podría ser ordenado deotra manera.

Sin embargo, aquí orden no tiene una dimensión holís-tica: no todos los elementos se hallan vinculados, ni to-das las relaciones posibles se han realizado o hecho efec-tivas. Todo el sistema no embona con todo el entorno.En segmentos específicos se disponen ordenamientos envirtud de la selección, ya que sin ella la complejidad essólo disponibilidad desordenada. Quien quiere sostener

y llevar a término una conversación requiere excluir elresto de las comunicaciones que se dan en el entorno,sea éste el vecindario o el mundo. En agrupamientos so-ciales de cierta escala, nadie comunica con todos, ni todoscomunican con él. Del mismo modo, no todos los ele-mentos de un sistema se relacionan con todos: se efec-túan posibilidades de selección. Ello supone que la com-plejidad plantea la existencia de un umbral a partir delcual se da un drástico límite en la capacidad de relaciónde los elementos de un sistema. Entonces, la distinción cla-ve se da entre sistemas que tienen posibilidades de relacionarpor completo la totalidad de sus elementos y los que tienensólo posibilidades de relacionarlos selectivamente (Luhman,1996: 186). Para los segundos, se entiende que, cuandoalgunos elementos se enlazan, los acoplamientos entresistemas ocurren selectiva y segmentadamente.

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En los tipos de sistemas mencionados en segundo lu-gar (como los diferenciados por funciones), la compleji-dad adquiere, entonces, otras características. La posibilidadde “sincronizar la complejidad” (es decir, de coordinar lostiempos del entorno y del sistema) se vuelve un problemay no una capacidad a priori del sistema. El problema sur-ge debido a la asunción de que los elementos y procesostienen distintas temporalidades.Además, dada la variedaddel entorno, el sistema no tiene tiempo: requiere de ope-raciones y diferenciaciones para generarlo. La selectividady la temporalidad provocan, entonces, que en la compleji-dad se consideren la cantidad de elementos, su tipo, selec-ciones y relaciones posibles, así como el tiempo específicode la racionalidad de procesos y elementos de un siste-ma. Existe, pues, una idea multidimensional y cualitativade la complejidad. De ese modo, un sistema —y desdeluego un evento— puede ser más complejo que otro enuna dimensión y serlo menos en otra. Un sistema puedetener más elementos; otro, más relaciones entre ellos omás posibilidades de cambio (Luhmann, 1996: 188). Ladicotomía, entonces, no es simple-complejo: toda sociedadtiene niveles de complejidad. La diferencia se establece de-bido a los gradientes de complejidad de una sociedad yal hecho de si ella es (o no) selectiva y en qué grado.

El tipo de complejidad selectiva nos representa un or-den contingente, con marcadas dificultades para el cálcu-lo y la racionalidad social. En principio, la abundanciade relaciones posibles dificulta que se pueda determinar(calcular) qué tipo de selección realizará un sistema. Lacomplejidad es, entonces, una situación de falta de infor-mación, de apremiante requerimiento de la misma. Cier-tamente, los sistemas realizan observaciones, distinciones,para generar información; pero como todos los sistemasrealizan esa operación —a partir de sus estructuras y dis-tinciones con el entorno— es preciso asumir que la socie-dad (y los eventos) admiten distintas descripciones, cons-tituciones diversas de información. El problema, entonces,es cómo dar soporte a la idea de que una parte del siste-ma (una instancia o una observación) puede tener máscapacidad que el sistema todo para calcularlo y raciona-lizarlo, particularmente cuando cada sistema, por su au-tonomía, trata de optimizar su propia perspectiva y no ladel entorno, desordenada y múltiple. En estas condicio-

nes, complejidad y contingencia encuentran un vínculo ín-timo. La primera aparece como exceso de posibilidades ydeficiencia de información; la segunda, como incremento dela posibilidad de que lo calculado ocurra de un modo dis-tinto de lo esperado.

La complejidad selectiva define también cómo se reali-za el vínculo entre entorno y sistema. Los sistemas se dife-rencian para lidiar con la alta complejidad; esa diferencia-ción significa que en el interior del sistema se integra unanueva distinción de sistema-entorno y, con ello, se am-plían las posibilidades de observación, relación y empal-me33. Con esta operación —regida por modelos de selec-ción— los sistemas están más capacitados para respondera las irritaciones que el entorno les plantea: acrecientan suselectividad y autonomía. La autonomía define la líneaentre irritabilidad e indiferencia del sistema34; la selecti-vidad demarca provisionalmente qué comunicaciones yqué información puede ser procesada por sus estructu-ras, porque sólo bajo esa condición el sistema reacciona.Al generarse ulteriores diferenciaciones, nuevas distincio-nes, se opera una dinámica de reducción e incremento decomplejidad. Al diferenciarse el derecho de la moral, porejemplo, se reduce complejidad porque le es permitidoa aquél no responder ante la irritación de aquélla; es de-cir, no enlazar todos los imperativos morales con los ju-rídicos. Y esa condición de desvinculación afirma la au-tonomía del derecho y sus posibilidades de relación conotros aspectos (como entre derecho y estados afectivos:así es como los divorcios se hacen posibles). Estas nue-vas conexiones elevan la complejidad.

En otros términos, al diferenciarse el sistema jurídico—para continuar con el ejemplo—, éste delimita un cam-po de selectividades posibles: no tiene que atender todoevento, digamos político, moral o económico. Al diferen-ciarse delimita un entorno; en ese marco amplía sus po-

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33 “Con todo eso […] se abastecen nuevas posibilidades de empalme[…] no se trata de una justicia mayor […]. No se trata de alcanzar launidad. Racionalidad del sistema significa someter a prueba una dis-tinción […] entre sistema y entorno” (Luhmann, 1996: 202).34 “Autonomía significa que sólo desde la operación del sistema se pue-de determinar lo que es relevante y, sobre todo, lo que es indiferente.De ahí que el sistema no esté condicionado a responder a todo dato oevento que provenga del medio ambiente” (Luhmann, 1996: 118).

sibilidades de empalme con ciertos elementos que ahoraaparecen como distintos (como el tratamiento jurídico—y no económico— del derecho a la expresión libre).Entonces, al constituirse como sistema, instituye nuevoselementos, forma su complejidad. Al mismo tiempo, lanueva distinción entre sistema y entorno que la diferen-ciación trae consigo es colocada en alguna parte de lasociedad. Está dispuesta como entorno para otros siste-mas y ello incrementa la complejidad del sistema socie-dad: se hallan a disposición otros enlaces, otras oportu-nidades no actualizadas o realizadas. Más opciones estándisponibles, más posibilidades de conexión; asimismo,más exigencia de selección. La diferenciación sistémicapor funciones —al elevar la complejidad de cada siste-ma— eleva la del entorno, pero realiza operaciones dereducción de la misma para procesar comunicaciones yestímulos. Esta paradoja se resuelve por la capacidad deselección. Al incrementarse la selectividad, se eleva tam-bién la capacidad de cada sistema de admitir más acusa-damente estados de irritabilidad ante su entorno (por-que no todo tiene que ser atendido) pero de indiferenciaante el contexto general.

Así, la diferenciación abre escenarios contingentes enel ambiente general de la sociedad. Al mismo tiempo, in-crementa localmente las oportunidades de racionalizacióndel vínculo entre sistema y entornos inmediatos especí-ficos, aunque no garantiza que eso pueda darse en el pla-no del sistema social. La operación de selectividad de lossistemas, y sus funciones, no actúa como agencia de racio-nalidad del sistema todo. Y, ciertamente, ello debilita lasposibilidades de coordinación social. La complejidad, enconsecuencia, no prejuzga la existencia de una instanciao centro capaz de ordenar —en todo y por todo— al sis-tema social. Admite, sin embargo, que hay instancias conmayor capacidad que otras en sus efectos de ordenamien-to (como el sistema político respecto al científico).

SOCIEDAD COMPLEJA E INTEGRACIÓN:UNA SÍNTESIS

Según he indicado, la diferenciación social —en especialla forma funcional— incrementa los gradientes de com-

plejidad, y ésta, las exigencias de selectividad35 en la co-municación entre sistemas y entornos. El triple vínculoentre diferenciación, complejidad y selectividad rompedefinitivamente con la idea de un sistema social coheren-temente integrado, en el que cada parte “trabaja” paracomplementar la tarea de los otros componentes, bajouna orientación general. La fragmentación, el empalmesegmentado es ahora una condición del orden, productode la complejidad social. La integración cobra entoncesuna nueva dimensión y un nuevo estatus analítico. Es unestatus más relajado porque la sociedad compleja tienecaracterísticas distintas a los órdenes sociales que diseña-ron las teorías clásicas y sus premisas. El grupo de argu-mentaciones desarrolladas debería permitirnos indicar,en un nivel más adecuado, cuáles son los rasgos princi-pales de lo que podemos llamar sociedades complejas ycuál es su forma de integración36. En lo que sigue debeentenderse que se considera a la diferenciación —y a lacomplejidad misma— como elementos constituyentesde aquellas sociedades. En ellas:

• No existe primado funcional. Las sociedades complejasson funcionalmente diferenciadas y, entre otras cosas,eso significa la inexistencia de un primado funcional. Ladiferenciación conlleva la especificación funcionalde manera tal que cada sistema realiza una función queatiende un problema particular de la sociedad y sóloeso. Con ello, la sociedad compleja renuncia a la multi-funcionalidad de los sistemas y sus funciones (y enton-ces el administrativo no puede suplir al judicial, porejemplo). Con la especificación, cada sistema se asumecomo relevante y tiende a ser tratado como igual a par-tir de su diferencia. No hay entonces las condicionespara asumir el primado funcional de ningún sistema;ninguno es más importante que los otros: la tarea de lapolítica no debe estar por encima de la educativa. Todos

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35 “La complejidad es el exceso de posibilidades […] o sea la diferenciaentre la cantidad de posibilidades potenciales y la cantidad de las mis-mas actualizadas. En este sentido, la complejidad significa necesidadde selección” (Zolo, 1992: 224).36 Al hacerlo me apoyo en Danilo Zolo (1992: 17-34), pero no lo sigopaso por paso. Me apoyo también en Millán (1995, 1999) y, desde lue-go, en Luhmann.

los sistemas reivindican sus funciones como condiciónde imprescindibles y centrales para el orden social. Lossistemas no pueden ser, entonces, jerarquizados.

• La complementariedad estructural decrece. Dado que enel ámbito de la diferenciación por funciones los siste-mas son más autónomos, no priva una coherencia en-tre las funciones, ni una orientación estandarizada y ge-neral. Del mismo modo, las diferencias temporales entresistemas se afirman; la arritmia sistémica deviene unacondición central. En segundo lugar, la reducción de lacomplementariedad advierte acerca de la dificultad demantener una integración fuerte e indica una versióndébil de la misma. Esto es condición para operar en unambiente más flexible y complejo.

• Las interdependencias entre sistemas aumentan, perode manera segmentada. El incremento de gradientes decomplejidad amplía el horizonte en el que podrían efec-tuarse las interdependencias entre sistemas. La cienciaencuentra hoy más vinculaciones con la economía, porejemplo; pero esa interdependencia es segmentada. Re-sulta difícil determinar con toda precisión, por un la-do, la interdependencia entre ciencia y economía, y, porel otro, advertir simultáneamente las interdependenciasde aquélla con el estado del conocimiento, el desarrolloinstitucional, las políticas gubernamentales, la disposi-ción secular, la estructura de confianza y consumo, laadecuación jurídica, el sistema educativo y los incenti-vos sociales para el comportamiento democrático. Ba-jo esa condición, nadie puede sensatamente concluirque la ciencia está en interdependencia (solamente) conla economía. El carácter múltiple de las interdependen-cias entre sistemas hace que no sean susceptibles de serordenadas bajo ningún primado funcional (economía,política, ley).

• Déficit de coordinación social. Precisamente debido a lamanera como la sociedad compleja se articula y dife-rencia, se presentan considerables problemas de coordi-nación social como una condición estructural y no me-ramente residual. La diferenciación y su especificaciónfuncional, en tanto que fortalece los códigos autorre-ferenciales de cada sistema y en la medida que diluyela complementariedad estructural constituye una socie-dad sin un orden central. La sociedad compleja es una

sociedad sin vértice y sin centro. No registra la presenciade un sistema capaz de coordinarla en todo y por todoy de manera permanente. La coordinación está segmen-tada y altamente contingente (como se ve en el caso dela democracia). Por lo mismo, las exigencias de coordi-nación aumentan drásticamente. Para decirlo de otramanera: en la sociedad compleja no hay instancia, sis-tema, centro o vértice que pueda cumplir una función ge-neral de coordinación, llámese Estado, sistema políticoo partido37. De hecho, la coordinación no constituye unafunción. La contingencia es, por tanto, uno de sus rasgos.

• Múltiples principios de orden. El déficit de coordinaciónindica, en breve, que la sociedad compleja no puede or-denarse de conformidad con un solo principio o crite-rio de orden: sea éste político, la economía o el derecho.Ninguno de ellos, por sí mismo, está en condicionesde modular la complejidad social. Se requieren múlti-ples principios de orden: no solo economía, no sólo po-lítica, no sólo derecho, no sólo ciencia o técnica (Millán,2008), sino todos los que puedan generarse sin que unoprive sobre los otros. La pluralidad de criterios de or-den garantiza mayores grados de libertad y reduce lacontingencia sin disminuir drásticamente la compleji-dad social.

• La sociedad se descentra y se vuelve más heterogénea so-cial y estructuralmente. La condición de diferenciación ycomplejidad descentra a la sociedad porque no puedeser sometida a un solo principio de orden o coordinadarígidamente bajo jerarquías. La variedad de principiosde orden favorece que la vigencia de ordenamientos je-rárquicos se merme. La jerarquía está menos adaptadaal incremento de complejidad. Claramente, un ambienteasí dispuesto propicia —debido a la autonomía de sis-temas— enormes posibilidades de conflicto y, comodijimos, déficits de coordinación. La consecuencia delvínculo entre diferenciación y complejidad facilita la ex-presión activa de la diversidad social y radicaliza la hete-

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37 El mismo Habermas coincide con la idea de una sociedad descentra-da.“Después de que el Estado se ha diferenciado como uno entre mu-chos sistemas funcionales […], no puede ser considerado como la ins-tancia central de control, en la cual la sociedad en su conjunto sintetizasu capacidad de auto-organización” (1987: 361).

rogeneidad estructural entre los sistemas. El conflicto,en esas condiciones, recorre potencialmente al sistemasocial entero. La contingencia, y el conflicto mismo, seincrementan como un rasgo natural de las sociedadescomplejas. De un lado, sin embargo, la diferenciaciónes un recurso para reducir la contingencia porque in-crementa la capacidad de selección de cada sistema; delotro, la articulación segmentada de la complejidad inhi-be la formación de amplios planos de disenso (o con-senso). El conflicto explota con más intensidad pero seg-mentadamente.

• La posibilidad de experiencias diversas se amplía pero seagudiza el carácter inconmensurable de las mismas. Lacomplejidad social —por la posibilidad de conexióny comunicación que supone— “se manifiesta como lavariedad y discontinuidad semántica de los lenguajes,entendimientos, técnicas y valores que se utilizan en ca-da subsistema y sus diferenciaciones ulteriores”; semanifiesta como diferenciación de experiencias. Lacomplejidad es propensa al pluralismo: “en lugar deuna sociedad que carga con […] principios universa-les e inmutables, hay una pluralidad de espacios re-gulados por criterios contingentes y flexibles” (Zolo,1992: 20-21). La sociedad compleja consiente un mayorpoliteísmo moral y político. La sociedad compleja ad-mite una variedad de formas de organización y de pre-ferencias en la elección de manera simultánea. De esemodo, las exigencias de coherencia funcional o socialse reducen. Dicotomías como tradición-modernidad,colectivo-individual, secular-religioso, derecha-izquier-da pueden convivir más flexiblemente.A nadie se le exi-ge ser secular en todo, aunque esa opción es elegible.Del mismo modo, persisten espacios no diferenciados:comunidades, religiones, tradiciones, comportamien-tos políticos.

• Diversificación de ámbitos de selección. Las sociedadesque se complejizan conllevan una diferenciación másclara entre personas, roles y funciones. Mediante eseproceso comportan también la diversificación, el incre-mento de ámbitos donde es preciso ejercer elecciones, deci-siones individuales o colectivas. Al diferenciarse el sistemapolítico dentro de Estados monárquicos, por ejemplo, sepresentan opciones partidarias sobre las que hay que

elegir.Al reglamentarse el sistema político —con la ayu-da de la diferenciación del derecho—, se puede seleccio-nar qué incluye como partido y qué no; quién puedeser considerado elector y quién no.

• La complejidad conlleva diferenciaciones no sistémicas. Lasdiferenciaciones sistémicas favorecen que se dé otrotipo de diferenciaciones no sistémicas (gustos, roles, ter-minologías). Como aquéllas, éstas crean también ma-yores posibilidades de tratamiento social de determi-nados asuntos. Al diferenciarse familia y subjetividad,por ejemplo, se hizo posible que cierta emotividad fue-se tratada como amor pasional y estuviese fincada enelecciones de orden afectivo y bajo el dominio del in-dividuo. Al distinguirse entre corporalidad y género, se

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amplía el horizonte de posibilidades de lo que se pue-de elegir como identidad y, al mismo tiempo, se dis-pone de una nueva dimensión de equidad que debeser tratada socialmente.

En último caso, el grupo de características que apreta-damente he descrito nos señala una sociedad que semuestra regida por tres líneas: diferenciación (funcionaly de otro tipo), sin complementariedad estructural y condéficit de coordinación y altamente contingente. Todosson elementos claves de un orden social complejo y am-plían el horizonte de posibilidades de experiencia quelos sistemas pueden realizar ante los entornos y que losindividuos pueden efectuar en sus distintos ámbitos.

BREVE RECONSIDERACIÓN

La sociedad compleja, tal y como la he precisado, puedeconllevar de inmediato una que otra nostalgia, sobre to-do ante la idea de una sociedad ya no plenamente inte-grada. La noción de integración tiene entre “nosotros”—y en general en otras comunidades académicas— con-notaciones altamente positivas. Se presupone que algobien integrado genera puro consenso y carece de conflic-to. En lo integrado, la diversidad no es tema. Como bienha señalado Luhmann:

Justamente los conflictos son sistemas altamente integra-dos […]. Con el concepto de integración, los sociólogospiensan en una situación agradable, armónica. Cuando to-do está bien integrado, entonces se tiene asegurado el fu-turo, la cooperación, la paz […]. El problema del conflicto esla integración demasiado fuerte de los elementos del siste-ma, que deben movilizar cada vez más recursos para lo-grar el enlace de sus propias operaciones […] (2002: 345).

Como hemos visto, la complejidad de la sociedad mo-derna no está obligada a enlazar simultáneamente todossus elementos: lo hace de manera selectiva y segmenta-da. Eso es producto de una integración menos centrali-zada, menos rígida, que alberga, por tanto, mayor diver-sidad social (demandas, ideologías, religiones, técnicas,criterios, valores, estilos de vida) y más heterogeneidad

estructural (funciones, principios de orden y coordina-ción). La ventaja de la complejidad, por así decirlo, es queno sólo da cabida a ese “desorden social”, sino que mo-difica los términos de la relación entre conflicto y siste-ma. En la línea de una alta exigencia de integración de lassociedades, según premisas clásicas, la innovación socialgenera conflictos que son entendidos como un riesgo ex-traordinario para el sistema. Por contraste, en la comple-jidad —con el apoyo de la diferenciación— el conflictotiene enormes posibilidades de traducirse en innovaciónsocial. La capacidad de mantener abierta la posibilidad,de ampliar los horizontes de innovación es, en efecto, lamejor ventaja que comporta el incremento de los gra-dientes de complejidad.

La diferenciación de la sociedad facilita, en esa línea,mantener las capacidades para reducir e incrementar si-multáneamente complejidad. En ese sentido, evita y se re-siste a la permanente tentación, a la nostalgia de reducirdrásticamente su complejidad (por ejemplo, mediante au-toritarismos), como se resiste a pensar que sólo las so-ciedades de escasa complejidad, bien integradas, son lasque generan ámbitos de libertad y elección más amplios.

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