Índice

INTRODUCCION............................................................................................................................1

HISTORIA......................................................................................................................................3

ARQUITECTURA.......................................................................................................................6

ESPACIOS AL INTERIOR Y EXTERIOR.................................................................................9

VIDA COTIDIANA...............................................................................................................14

UBICACIÓN.............................................................................................................................19

El palacio negro (antecedentes)..............................................................................................19

Actualmente...........................................................................................................................20

FUNCIONALIDAD...................................................................................................................22

Idea Penitenciaria...................................................................................................................22

Bases Generales Para El Reglamento De La Penitenciaria O Código Penitenciario...............24

Régimen Del Primer Periodo..................................................................................................26

Descripción del sistema implantado en la penitenciaría de México “lecumberri”.................27

PRINCIPALES PROBLEMAS PENITENCIARIOS.................................................................35

CONCLUSIONES:....................................................................................................................36

Referencias Bibliográficas.........................................................................................................39

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INTRODUCCION Comenzaba el siglo XX, y con él resplandecían la paz y el progreso, logrados durante la dictadura del Porfiriato, grandes construcciones anunciaban la llegada de la modernidad de México, los últimos avances en la ciencias punitivas en este país ,con la inauguración de 1900 El sistema penitenciario es un sistema celular donde se plantea su origen de este centro de readaptación fue construido durante el mandato de Porfirio Díaz con el fin de dirimir los problemas sociales de México, con las ideas de Jheremy Bentham, este sistema fue muy conocido a nivel mundial, el llamado “Palacio Negro de Lecumberri” se creo con la idea de que era un nuevo sistema que iba a cambiar el problema de reclusión en México.

Diversas investigaciones se han elaborado tratando de responder el por qué no funcionó este sistema penitenciario. El diseño de esta prisión tiene cierta semejanza al de una estrella, con la finalidad de obtener una mayor visión y tratar de evitar la fugaz, que era una de las problemáticas mas frecuentes en las cárceles de la época

Los presos resguardados en esta edificación eran tratados de las formas más inhumanas por la represión que se manejaba comúnmente desde el área administrativa. La creación de la prisión de Lecumberri fue diseñada para permitir el desalojo de la prisión de Belem, los presos fueron desalojados y resguardados en la nueva penitenciaria

Se le consideraba como una cárcel, preventiva y correccional, el sistema penitenciario implementado fue el sistema celular y tenía un nivel de seguridad propio del panóptico diseñado por el ya mencionado Jheremy Bentham.

El funcionamiento como penitenciaría llega a su fin el 1 de Agosto de 1976, siendo director el Dr. Sergio Ramírez García, con un servicio de 76 años de uso carcelario.

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HISTORIA DEL PALACIO NEGRO

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H I S T O R I A

Resulta importante el contexto socio-político y cultural contemporáneo a la época del proyecto arquitectónico y sistema penitenciario del centro de reclusión que nos ocupa.

El país era presidido por el General Porfirio Díaz y las edificaciones construidas en la época eran, en su mayoría, de estilo francés. Existían diversos grupos subversivos que se proclamaban ya en contra del régimen de Díaz y de los que muchos integrantes estuvieron recluidos en este lugar.

En este tiempo la ciudad de México contaba únicamente con la prisión de Belén y resultaba insuficiente pues a fines del siglo XIX contaba ya con medio millón de habitantes por lo que era determinante reestructurar el sistema carcelario además de la construcción de un nuevo edificio que albergara a tal cúmulo de reclusos.

En 1885 empezó a construirse una nueva prisión, en los llanos de San Lázaro, entonces periferia de la ciudad. La construcción duró 15 años y tuvo un costo de 2 y medio millones de pesos.

La penitenciaria fue inaugurada el 29 de septiembre de 1900, asistieron a la ceremonia el general Porfirio Díaz Presidente de la República y sus ministros. Al comenzar nuestro siglo la penitenciaria

se consideraba el centro carcelario más moderno de America Latina.

Al Ing. Antonio Torres Torija se le encargó el proyecto arquitectónico. El diseño encomendado se basó en la ideología de los panópticos (Bentham), el nombre expresa que su utilidad esencial es la facultad de ver desde un punto central todo cuanto se hace en el interior de un edificio o cárcel, y que recíprocamente desde cada celda pueda verse dicho punto central. Con ello se buscaba asegurar, arquitectónicamente, una visibilidad general de

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Reclusos en formados para “El Rancho” en la cárcel de Belén

todo lo que sucedía en el interior del edificio. Además, como se menciona a detalle en otros capítulos de la presente investigación, se idealiza la imposición del Sistema Celular.

La penitenciaría albergó a ambos sexos hasta 1954, año en que se puso en servicio la cárcel de mujeres. Con este hecho la cárcel de Lecumberri quedó sólo para varones.

Durante el sexenio del presidente José López Portillo (1976-1982) se inauguraron nuevos reclusorios, lo que permitió que se desalojara la cárcel de Lecumberri. Concluye la historia del palacio negro el 27 de agosto de 1976 al ser clausurado por su ultimo director, el Dr. Sergio García Ramírez, y actualmente es sede del archivo general de la nación (AGN) donde se alberga toda la historia de nuestro país.

El edificio donde ahora se encuentra el Archivo General de la Nación fue la Penitenciaría del Distrito Federal, conocido como Palacio de Lecumberri. Este edificio fue remodelado en 1977 cuando se decretó el cambio de uso del inmueble.

Se menciona muchas veces Lecumberri, muy poca gente conoce el lugar o ha tenido curiosidad por saber o investigar mas de este. Ripstein nos muestra la ultima faceta de Lecumberri como cárcel antes de convertirse en el archivo general de la nación.

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ARQUITECTURA

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ARQUITECTURA

A mediados del Siglo XIX y debido al ineficiente sistema carcelario de nuestro país, el arquitecto Lorenzo de la Hidalga presenta el proyecto para la construcción misma que elaborada por el Ingeniero Antonio Torres Torija y la construcción por parte del Ingeniero M. Quintana, su primer director fue el prestigioso jurista Miguel Macedo. El proyecto y la propia edificación en comento fueron claramente influenciados por la corriente de arquitectura ecléctica francesa.

En lo general el proyecto contemplaba un solo conjunto de cuerpos radiales, así como la separación de las oficinas administrativas, siendo éstas la fachada principal, que era perpendicular al eje central del conjunto, rodeando todo por un muro.

En 1881 se encargó el desarrollo del proyecto a una comisión compuesta por los señores. José M. del Castillo Velasco, José Yves Limantour, Miguel S. Macedo, Luis Malanco y Joaquín M. Alcalde, además de los generales José Ceballos y Pedro Rincón Gallardo, D. Agustín Rovalo y los ingenieros Antonio Torres Torija, Remigio Sáyago y Francisco de P. Vera. Esta comisión desarrollaría el Sistema Auburn, o como lo conocemos Sistema Celular basado en esencia en el aislamiento nocturno y el trabajo con la finalidad de que los presos no se “contaminen entre sí”

Acontinuación se enlistan una serie de características en cuanto a la construcción y edificación de esta penitenciaria:

El ingeniero Antonio Torres Torija se encargó del proyecto arquitectónico.

El diseño

encomendado se basó en los panópticos (Bentham)

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Después de un estudio se decidió utilizar un predio conocido como “la cuchilla de San Lázaro”, propiedad de un español de apellido Lecumberri.

La cárcel se construiría en el terreno ubicado en la prolongación de la calle del mismo nombre.

El 9 de mayo de 1885 se iniciaron los trabajos de cimentación del edificio en la parte destinada para los hombres.

En 1887 se concluyó la cimentación bajo la dirección del general. Miguel Quintana; en 1892, por el fallecimiento del mencionado general, se encomendó la dirección al ingeniero y arquitecto Antonio M. Anza, quien prosiguió con la obra hasta la terminación del primer piso.

El edificio emplearía el acero como principal material ya que el sitio de emplazamiento exigía que se diera gran profundidad a los cimientos e incluso que el piso se construyera sobre bóvedas internas.

La obra se terminó en la fecha comprometida y fue entregada el 24 de enero de 1896.

La planta diseñada por el Ing. Torres Torija para el palacio de Lecumberri siguió los ejemplos clásicos de las penitenciarías del siglo XIX, como el de la Santé de París y el de Filadelfia en Estados Unidos.

Consideraba un pequeño patio dentro del cuerpo principal, en donde se localizaban la dirección y los juzgados antiguos y un gran conjunto con forma de estrella formada por siete crujías de distintas longitudes; la más pequeña de 49 metros de largo y la mayor de 121 metros.

El total de las celdas construidas fue de 886 y en el centro de la estrella se ubicó una torre de vigilancia que contenía los tanques para almacenar agua.

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Si bien se terminó la construcción de la penitenciaría a fines de 1897, su inauguración se aplazó por la imposibilidad de conectar con el Gran Canal del Desagüe.

El edificio tuvo un costo de $2’396,914.84 de esa época.

Terminado el edificio y dotado de cuanto necesitaba, se realizaron también las reformas legislativas que exigía el funcionamiento del sistema adoptado y la expedición del Reglamento General de Establecimientos Penales del Distrito Federal.

La inauguración de la Penitenciaría se llevó a cabo el 29 de septiembre de 1900 por el general Porfirio Díaz, y su gabinete.

De los años 1908 a 1910 se realizaron trabajos de ampliación en el área de celdas de las crujías: “B”, “C”, “D”, “E” y en los talleres del lado sur.

La penitenciaría albergó a ambos sexos hasta 1954, año en que se puso en servicio la cárcel de mujeres. Con este hecho la cárcel de Lecumberri quedó sólo para varones.

A lo largo de 76 años, el palacio de Lecumberri fue escenario de aconteceres sociales y políticos; vivió las crisis que se sucedieron en México a lo largo del siglo XX: la Revolución Mexicana, la guerra cristera y movimientos sindicales, políticos y sociales. En sus paredes fueron plasmadas obras pictográficas de varios artistas, entre quienes sobresale Siqueiros, que dejó testimonio de su estancia en el que en su tiempo fue conocido como “Palacio Negro”.

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ESPACIOS AL INTERIOR Y EXTERIOR (Relacionados con áreas e internos)

El diseño del edificio estaba basado en el concepto del “panóptico” ideado por Jeremías Bentham, según el cual todas las celdas, organizadas en crujías que formaban los siete brazos de una estrella, eran vigiladas fácilmente desde un punto central.

Descripción del Proyecto del edificio. Una vez determinado el número de reos que el cuerpo principal del edificio debe contener, así como el número de mujeres y menores destinados a los departamentos contiguos, se fijaron las dimensiones de cada parte del proyecto de Penitenciaria, el espesor y la altura de los muros, la extensión de cada celda, taller, escuela, patio, etc. Insertamos en seguida una breve descripción del edificio tal como se está construyendo, y para la cual hemos aprovechado los datos que tomamos en el terreno al visitar las obras, completándolos con las abundantes noticias y explicaciones que el señor director general don Miguel Quintana, tuvo la bondad de darnos, exponiéndolas con la claridad y precisión científicas que distinguen a tan ilustrada persona.

El edificio tiene la fachada al poniente, ocupando esta una longitud de 292 m; la distancia entre los ejes de los torreones del centro es de 150m; el frente del departamento de mujeres, situado paralelamente al sur del cuerpo principal del edificio, e incluyendo la latitud del camino de ronda, tiene 70m; igual longitud se dará al frente del departamento de menores, situado al costado, norte del edificio, comprendiendo también el camino de ronda.

El edificio afecta la forma de un rectángulo con 292 metros en los lados oeste y este, así es que comprende una superficie de más de 7.5 hectáreas; se divide en tres grandes departamentos completamente separados entre sí, comunicándose solo por los patios o

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plazas de armas; el departamento central corresponde a los hombres, el del sur a las mujeres y el del norte a los menores de diez y ocho años.El muro de circunvalación del frente está interrumpido en un espacio central de 72m en la parte que corresponde a la fachada, sustituyéndole una reja de hierro, en cuyo centro esta la única puerta de entrada a la Penitenciaria; en cada ángulo del edificio hay un torreón circular compuesto de tres pisos, y cuya altura permite vigilar las partes más altas, especialmente el camino de ronda.Las paredes que forman estos torreones tienen 17 metros de altura desde la parte baja del cimiento hasta su cima, 2 m de espesor en el cimiento y un metro de espesor desde el piso general.Los muros de las crujías de las celdas tienen 2 metros de espesor en el cimiento y 80 centímetros al nivel del piso general; la altura y espesor de las paredes de talleres, patios y demás construcciones, varían según el objeto a que se destinan.Frente a la reja de hierro, y mediando una plaza de armas espaciosa, se encuentra el cuerpo de administración, compuesto de tres pisos y con el numero de departamentos bastante a satisfacer todas las necesidades y servicios; el piso bajo esta destinado a las oficinas principales, el segundo y tercero a las habitaciones de los empleados superiores, a la biblioteca, telégrafo, archivo y salón de visitas. Las habitaciones del director, económico y medico, son amplias, de manera que estos puedan vivir con su familia en la Penitenciaria; la entrada a estas habitaciones se encuentra en la plaza de armas en los costados del cuerpo saliente del edificio.A uno y otro lado del cuerpo de administración, y formando el resto de la fachada, se hallan dos departamentos de dos pisos; el piso bajo de cada uno está destinado a almacenes del servicio y a las dependencias del tercer periodo y de prisión, y los pisos segundos, a los depósitos para materiales y artefactos construidos en la Penitenciaria.Tras del cuerpo de administración, siguiendo la entrada general, se encuentra el departamento del tercer grado de prisión que precede a la libertad preparatoria. Se compone de noventa y seis celdas, distribuidas en dos alas o crujías de dos pisos que parten del eje del edificio en dirección perpendicular al eje. En la entrada hay cuatro locutorios en la parte baja, dos para cada ala, los cuales son salas sin rejas, en virtud de que los presos gozan en este departamento de cierta libertad otorgada a su enmienda y corrección. En este departamento se encuentran también los pasillos de comunicación, corredores de vigilancia, escaleras, patios con fuentes y estanques, comedor, escuelas y talleres.Siguen a este departamento, y colocadas a uno y otro lado del edificio, la cocina y panadería comunicando a un amplio patio con fuente, y a las despensas, leñeros, harineros, elevadores para los alimentos y demás dependencias.En la extremidad interior de la entrada general que se forma de una calzada de 7m de anchura y sembrada de arboles, existe el torreón central donde se encuentra el altar para las prácticas religiosas, dispuesto de manera que los presos del tercer grado pueden asistir a ella sin alejarse de sus departamentos.El departamento del segundo periodo de prisión se compone de cuatro alas o crujías de dos pisos, comprendiendo cada una 72 celdas. Están comunicadas con sus respectivos talleres y escuelas, construidos en los espacios que dejan las alas entre si, y provistos de

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estanques colocados en el centro de los patios y rodeados de asientos para baños. Los patios tienen pasillos de comunicación con fuentes y árboles para separarlos de las crujías contiguas.Las cuatro alas parten del cuerpo central, dos en dirección paralela del cuerpo central, dos bajo un ángulo de 45° de la línea que va del centro a las extremidades del departamento del tercer periodo.Para la mayor vigilancia de los talleres y escuelas se adopto la siguiente disposición; el muro anterior a la fachada tiene una altura de 3 metros, 80 centímetros y de él parten machones que sostienen el techo hasta 5 metros de altura; así es que hay un espacio descubierto 2 metros, 10 centímetros de alto; por él, y desde los corredores, cuya altura es igual a la del muro, los vigilantes pueden observar el interior del taller o escuela y reprimir con oportunidad cualquiera sublevación de los presos. Los corredores comunican con escaleras situadas en el exterior de talleres y escuelas.

El departamento del primer periodo de prisión se compone de tres alas de crujías de dos pisos, comprendiendo cada una ciento diez y seis celdas. Este departamento no tiene mas dependencia que dos patios de ejercicio, limitados por un muro de 6 metros de altura y 90 centímetros de espesor, de forma circular y cuya circunferencia es de 115 metros 50 centímetros.Cada uno de estos patios contiene 28 compartimentos en forma de trapecio circulares, en los que pueden hallarse a la vez 28 presos sin que tengan comunicación entre si; para esto se les dispuso del siguiente modo: partiendo de un torreón circular de 5 metros 20 centímetros de diámetro exterior, sigue un ambulatorio circular de 3 metros de anchura, limitado por un muro de 4 metros de alto y 40 centímetros de espesor; en este se hallan las puertas de entrada de cada compartimento destinado al ejercicio de los presos; los compartimentos están separados por muros de 40 centímetros de espesor y de 4 metros a 6 metros de altura, los cuales siguen la dirección de los radios, convergiendo del muro exterior, que forma la circunferencia, hacia el centro donde se encuentra el torreón. En el segundo piso hay un corredor volado para la vigilancia.En la parte más ancha de cada compartimiento existe un cobertizo para que el preso disfrute de sombra o se guarezca en caso de lluvia, hay además, un pequeño estanque para baños, lavaderos para aseo del preso y lavado de su ropa. A los patios de ejercicio circundaban espacios sembrados con fuentes para separarlos de las crujías contiguas.

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Este departamento está limitado por un muro circular que se aísla por completo de los departamentos situados en el fondo del edificio; este muro tiene una puerta que comunica a la enfermería con el resto de la prisión. En todos los departamentos las celdas son iguales y tienen 3 metros 60 centímetros de largo, 2 metros 10 centímetros de ancho y 4 metros 20 centímetros de altura; cada celda tiene llaves de agua, con inodoro y tubo, sirviendo a la vez de desagüe.Las ventanas tienen exteriormente una pantalla a 55 para evitar la comunicación de los presos. Las puertas de las celdas tienen 60 centímetros de anchura, y al abrir se quedan detenidas y afianzadas en el barandal del corredor cuya anchura es de 55 centímetros; de esta manera el preso solo puede caminar en dirección determinada pues la puerta le impide el paso para todos los presos con solo abrir una puerta, la cual se afianza al barandal por picaportes especiales de golpe.Las alas se edifican según el sistema de construcción convergente, empleado en Madrid, y cuyos planos trajo a México el señor general Ramón Corona. El número de celdas es mayor que el señalado como número máximo de panados que la Penitenciaria debe contener.En el departamento del primer periodo de prisión hay 348 celdas, en el segundo 288 y en el tercero 96; esta distribución se funda en que todos los presos deben pasar por el primer periodo, que en el segundo estarán los que observen buena conducta, y en el tercero los reos permanecerán solo de 3 a 6 meses; de manera que en departamento del primer grado el numero de celdas debe ser mayor que en el segundo, y mayor en este que en el tercero, lográndose con distribución anterior que haya siempre celdas disponibles.

Una proporción semejante se ha establecido en los departamentos destinados a mujeres y a menores de 18 años.Como se indico anteriormente, las crujías de los departamentos del primero y segundo periodo, convergen al pabellón central, que es un gran torreón de vigilancia desde donde

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se pueden observar cada departamento; en el existe el altar para las prácticas religiosas que pueden ser vistas por los reos de todos los departamentos; los del primero y segundo periodo las ven por un postigo, entreabriendo la puerta de su celda, y los del tercero, en la calzada de entrada. Rodea al torreón un pasillo en el que desembocan los 8 tránsitos que dividen a las construcciones en forma de trapecios circulares, las cuales están separadas de las crujías por un campo de distribución en forma de polígono de 16 lados; estas construcciones sirven para locutorios, sacristía, elevadores, escaleras, despensas y otras dependencias de cocina y panadería; dese el segundo piso del torreón se vigilan todas las azoteas.En el fondo del edificio, hacia el oriente, y por completo aisladas para la buena higiene, se hallan las enfermerías; la que se destina a presos del segundo y tercer periodo tiene dos salas separadas entre sí, anexo un departamento para baños; la enfermería para el primer grado de prisión contiene 18 celdas; se conservo esta forma, porque al primer periodo le distingue la absoluta incomunicación.

VIDA COTIDIANALa vida de los presos era muy mortificada, se cuentan historias sobre aquellos presos que fuero a caer a Lecumberri, siempre es impactante leer una noticia, pero más aún, leer artículos escritos por alguien desconocido, esta persona relata la vida de muchos presos y a continuación les contaremos:Los famosos del ‘Palacio Negro’Los criminales más violentos de los últimos 90 años estuvieron ahí, en Lecumberri, donde la historia de Goyo Cárdenas, Alfredo Ríos Galeana o El Pelón Sobera son recordados por los sobrevivientes que hoy esperan el final de su vida desde la cárcel de Santa Martha

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Tras asaltar y asesinar al hijo de un funcionario de Holanda, Raymundo Moreno y su hermano Francisco, de 23 y 22 años, a quienes se conocía como Los Burreros , fueron recluidos en 1967 en Lecumberri, y debido a su mal comportamiento, pleitos y homicidios, fueron considerados como reos incorregibles.Pancho, el mayor, fue asesinado en el penal de Santa Martha y Mundo vengó su muerte con las de otros tres que cooperaron en el homicidio de su consanguíneo. Hoy permanece en la cárcel y ya hasta perdió la cuenta de los años que debe.En la penitenciaría de la ciudad de México, mejor conocida como la cárcel de Lecumberri, pues fue construida sobre un predio que era propiedad de una añeja familia que llevaba ese apellido, Raymundo conoció a algunos de los más afamados delincuentes.En el año de su ingreso, el asesino serial que conmovió al país y al extranjero, Gregorio Cárdenas, ya llevaba casi 25 años en una celda de la Crujía D, destinada a los homicidas.El más célebre de los delincuentes del Distrito Fedral y del país, Goyo o Goyito, como lo llamaba su abogado, Eduardo D. Casasús, dio muerte e inhumación clandestina a cuatro mujeres, tres de ellas "callejeras" y la otra, su novia. Los cuerpos los enterró en el jardín de la casa ubicada en Mar del Norte 20.Aunque en Lecumberri había otros multiasesinos, como Higinio Sobera de la Flor, conocido como El Pelón Sobera, ninguno causó tal revuelo como Cárdenas, el de la colonia Tacubaya, debido a su preparación e inteligencia.Películas, artículos, notas y hasta ovaciones de diputados causó el hombre que durante su juicio fue encontrado como demente e ingresado al manicomio durante cinco años, aunque había quienes aseguraban que sólo fingía estar trastornado.En su declaración aseguró que odiaba a las mujeres, debido a la infidelidad de su esposa, pero luego afirmó que llevaba una bestia dentro que lo hacía cometer las atrocidades de matar a sus víctimas, luego ultrajarlas y enterrarlas clandestinamente en su propia casa donde mantenía un laboratorio.

Algunas voces de la década de los 40 aseguraban que cuando mataba a las jóvenes, al mismo tiempo las violaba, pues disfrutaba de los espasmos finales de esos cuerpos; otras decían que trabajaba en una fórmula para devolver la vida y que las desafortunadas muchachas fueron sus conejillos de indias.

Otro de los hombres que aún permanece vivo y que conoció en carne viva los estragos del llamado Palacio Negro de Lecumberri, es Rubén Chacón Fernández, también preso en la penitenciaría de Santa Martha Acatitla.

Cuenta que en 1963, fecha en la que fue trasladado de la prisión de Villa Obregón al llamado Palacio Negro, las visitas podían ingresar a las celdas.

Cuando él llegó, Goyo Cárdenas era toda una celebridad y causaba expectación y morbo entre los visitantes que trataban de verlo, mientras él leía, escribía o simplemente atendía su puestecito de dulces que le dejaron tener en la cárcel.

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Delitos multiplicadosEn la cárcel de Lecumberri eran varios los hombres cuya maldad enchinaba la piel por los horrores que cometieron, pues en muchas ocasiones eran mayores que los del propio Goyo.Ese fue el caso de un multi asesino apodado El Sapo, de quien con el tiempo, el dominio público multiplicó sus delitos, y ya no se sabe si mató a 150 o a 300.Entrevistado en su celda, Rubén Chacón, quien hace 45 años fue acusado de homicidio y sentenciado a pasar dos décadas tras las rejas, para luego regresar a Santa Martha por violación tumultuaria, recuerda que en Lecumberri no tenía canas, era fuerte y portaba su uniforme azul; lo mismo fue castigado junto con otros en el famoso apando, donde pasaban varios días, que en solitario en las celdas conocidas como Las jaulas.Cuando él llego a esa prisión, habían pasado nueve años desde que el famoso Higinio Sobera de la Flor pisó este mismo lugar. El 11 de marzo de 1952, tan sólo por un incidente de tránsito, en el cruce de Insurgentes y Yucatán, asesinó de varios tiros al automovilista Armando Lepe Ruiz. No conforme con ello, huyó, se refugió en un hotel del Paseo de la Reforma y a pocas horas de su primer crimen, cometió otro, el de Hortensia López.Fue capturado y con ello terminó su vida de dispendio, pues gustaba acudir a cabarets de moda donde acudían las grandes estrellas de la época del cine de oro.Tras 15 años, Los Burreros se sumaron a la población penitenciaria de la histórica prisión y, como muchos, constataron las torturas que se acostumbraban en el inmueble inaugurado en 1900, durante el régimen del hombre que amaba los palacios y el estilo francés: Porfirio Díaz.

"Nos hacían lavar piedras picudas, entre las que se estancaba el agua; varios se hirieron, les cayó gangrena y les tenían que amputar piernas o pies", dice el sobreviviente de aquel entonces.

La cisterna de donde sacaban el agua para preparar el rancho (alimentos), así como el café de garbanzo que se servía por las mañanas y noches con un bolillo semihomicidio, también era utilizada para castigar a los mal portados.

En su interior, los reos tenían que pararse de puntas para que el agua no les llegara a la nariz, y luego eran obligados a correr en círculo hasta que los custodios se cansaban de reírse, relata Raymundo.

Lo mismo vivieron los integrantes de un peligroso grupo delictivo que a finales de los 30 trascendió con el nombre de La banda del automóvil gris.

El jefe de la banda, Manuel Cota, alias El Viejo, no fue detenido, pero sí su hijo Proto, quien salió igual a su papá, dedicado a los asaltos con saña, por lo que se les atribuían varias muertes.

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Conocido como El Cachorro, Proto logró huir de la entonces moderna prisión, luego de que con sus secuaces, limó los barrotes de la enfermería.

Para 1957 fue inaugurada la penitenciaría de Santa Martha Acatitla, donde fueron trasladados los hombres que ya purgaban sentencias en Lecumberri; entre ellos iban Los Burreros y Ramón Mercader, El asesino del piolet. Sus manos acabaron con la vida de nada menos que León Trotsky.

Purgó en total una sentencia de 19 años y nueve meses de prisión, y durante su estancia en este lugar fue considerado como un hombre tranquilo.

Dos años después de que se inauguraron los reclusorios Norte y Oriente, y Lecumberri iba vaciándose, se conoció el nombre de otro de los célebres delincuentes de los últimos 90 años.

El 6 de octubre de 1978, Gilberto Flores Alavez asesinó a machetazos a sus abuelos: Gilberto Flores Muñoz, director de la Comisión Nacional de la Industria Azucarera y ex gobernador de Nayarit, y María Asunción Izquierdo, famosa escritora.

Los hechos se registraron en la avenida de Las Palmas, en Lomas de Chapultepec, por lo que causó una gran curiosidad que un joven adinerado y estudiante de Derecho hubiera cometido tal atrocidad y cambiara los lujos por los sinsabores de la cárcel. Culminó su sentencia en el Reclusorio Oriente.

En Lecumberri, recuerda Raymundo Moreno, conoció a Paco Sierra y a Alberto Sicilia Falcón, aunque no sabía bien a bien qué los hacía sobresalir del resto de los presos.

El primero de ellos había sido un exitoso cantante, barítono, de 26 años, que tenía amoríos con la llamada Tiple de hierro, Esperanza Iris. Francisco Sierra fue recluido por participar en un fraude a una compañía de seguros.

Sicilia Falcón, de nacionalidad cubana, era uno de los narcotraficantes más exitosos de los 70 y 80.

Era un hombre dadivoso con el resto de los reos que siempre estaban dispuestos a hacerle mandados; su galanura lo hacía parecer artista de cine y hasta se le vinculó sentimentalmente con Irma Serrano, La Tigresa, así como con Dolores Olmedo.

Protagonizó una de las fugas más sensacionales de Lecumberri, comparada con la de del extranjero Kaplan, que en sólo unos segundos se colgó de una cuerda que le lanzaron desde un helicóptero que llegó hasta esa prisión.

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El 26 de abril de 1976, Sicilia -junto con Luis Antonio Zúccoli, Alberto Hernández Rubí y José Egozzi Bejar- se evadieron por un túnel de más de 40 metros de largo cavado durante varias noches.

Fue reaprehendido y llevado a la penitenciaría de Santa Martha, para luego ser trasladado al penal de La Palma, de donde salió en 1999.

Una década antes, apareció en escena otro de los grandes delincuentes quien incluso fue considerado el enemigo público número uno Alfredo Ríos Galeana. Ex militar de la Brigada de Fusileros Paracaidistas y ex policía del Batallón de Radio Patrullas del Estado de México (Barapem), se volvió delincuente en 1981 al desaparecer dicha corporación. Ríos Galeana conformó una banda con la que asaltó innumerables bancos y mató a varios policías, pero también secuestró y asesinó a comerciantes y empresarios. Dos fugas tuvo en su haber: la del Centro de Readaptación Social del Estado de Hidalgo, en 1983, donde estuvo sólo unos meses, y la de Santa Martha, mucho más espectacular. Diez personas, entre ellas tres mujeres, arrojaron una granada de mano contra la rejilla de prácticas del juzgado 33, donde era procesado. En 2005 fue detenido en Estados Unidos, en South Gate, cerca de California, donde tenía una nueva esposa y tres hijos, además de que se hizo cristiano y su vida era relajada. Ahora se encuentra en el penal federal de La Palma y varios de sus delitos han prescrito, los testigos murieron y los bancos han desaparecido.

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UBICACIÓN

El palacio negro (antecedentes)El Palacio de Lecumberri se encuentra ubicado al noreste de la Ciudad de México, en la Delegación Venustiano Carranza. El edificio fue originalmente construido como penitenciaria y actualmente es sede del Archivo General de la Nación.

Dirección: Ave. Ing Eduardo Molina 113, Colonia Penitenciaría Ampliación, Delegación Venustiano Carranza

Localización Venustiano Carranza, Ciudad de México Bandera de México

Uso(s) Prisión

Archivo General de la Nación

Coordenadas 19°26′11″N 99°06′47″O

El edificio tiene su fachada al poniente, ocupando esta una longitud de doscientos noventa y dos metros; la distancia entre los ejes de los torreones del centro es de 150 metros; el frente pertenecía al departamento de mujeres, situado paralelamente al sur del cuerpo principal del edificio, e incluyendo la latitud del camino de ronda, tiene 70 metros, igual longitud presenta al frente del departamento de menores, en total comprende una superficie de 7.5 hectáreas.

En la imagen se puede observar cómo es que la ubicación de la Penitenciaria se encontraba alejada de la población, después de un estudio se decidió utilizar un predio conocido como la cuchilla de San Lázaro, que fue propiedad de un español de apellido Lecumberri. La cárcel se construiría en el terreno ubicado en la prolongación de la calle del mismo nombre. Misma que contaba con un amplio territorio para cumplir con todos sus fines de alojar a internas de otras prisiones.

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ActualmenteCómo llegar

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FUNCIONALIDAD

Idea PenitenciariaDiscurso pronunciado en la ceremonia inaugural de la penitenciaria de México, por el presidente del Consejo de Dirección del mismo establecimiento Lic. D. Miguel S. Macedo

Señor Presidente:

Señores:

Se organiza un grupo humano, una sociedad, por rudimentaria que sea su estructura y surge de su seno el delito, cuyos orígenes, si volvemos la vista hacia el pasado, parecen confundirse con los del hombre mismo, como si el hombre y el delito fueran dos seres unidos por la naturaleza con férrea e indestructible cadena.

… la ciencia cree haber encontrado y formulado la leyes que rigen el delito considerando como mero fenómeno natural, y por boca de los indiciados en sus misterios nos anuncia que las tendencias criminales se trasforman, pero no se suprimen (Maury), que en determinado ambiente social a de cometerse determinado delitos, ni uno más ni uno menos (Ferri) que resultan como consecuencia necesaria de su organización (Quetelet), que la actividad destructora del delito es proporcional a la actividad jurídica, productora y conservadora, unida a la cual constituye todo el contingente de la actividad humana (Poletti).

… la eternidad del mal y de los labios se escapa con angustia suprema el supremo lamento de la humanidad, encerrado en esta fórmula: ¡será eterno el delito!...azuzado sin cesar por la necesidad de su propia conservación, de su defensa a cada delito contesta contactos represivos cuya evolución comienza en la defensa a cada ataque; es decir a cada delito contesta con actos represivos cuya evolución comienza en la defensa individual y pasando por la defensa familiar, de un grupo y más tarde por la venganza social, se eleva por ultimo a represión tranquila y serena, como función del poder público, como justicia. La reacción perdura tanto como el ataque y el derecho consta al crimen “como consta el eco al grito y dolor al golpe”.

A lado de la función propiamente punitiva del Estado surge su función preventiva, mas eficaz y poderosa, aunque menos aparente; y así la lucha contra el delito, sin tregua ni término, como toda lucha contra las fuerzas naturales, continúa por dos senderos distintos, pero convergentes: la represión y prevención.

A las transformaciones del delito, que en general del violento pasa al artero y que cambia de rumbo y de forma a cada variación de las condiciones sociales, tiene que corresponder una modificación de las instituciones preventivas represivas, para que la defensa sea siempre adecuada y proporcional al ataque. Y las variaciones deben ser tan propias cuanto profundas al pasar el estado social por periodos de rápida evolución cuando rompe el equilibrio social y se cambian los usos y costumbres, como acontece

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hoy… que para adoptar nuevas formas de vida activa y culta tenemos que romper con apresuramiento los moldes de nuestra vida pasada. Y si para todos los pueblos el problema penal reviste caracteres de suma dificultad, nos lo agrava a los mexicanos la circunstancia de estar compuesta nuestra sociedad de elementos heterogéneos separados entre sí por un abismo, en cuanto a sus condiciones de cultura intelectual y moral así como su estado material y económico.

En tales circunstancias se inaugura esta penitenciaria ¿Qué será lo que de ella debamos esperar? ¿Será, como algunos lo creen, la panacea del delito, la piedra filosofal que en el orden moral trueque en el oro exquisito de la virtud del cieno corrompido del vicio y del crimen? ¿o, será acaso, como piensan los pesimistas, un esfuerzo vano y estéril que en nada altera las condiciones de la actividad criminal y permitirá que el delito siga su marcha, cruelmente invasora y triunfal y que continúe la prisión degradando a los hombres, como la cárcel en común y sin régimen?. Ni lo uno ni lo otro: la experiencia, fría y serenamente interpretada, enseña la impotencia al par que la necesidad de la institución penitenciaria, la cual, si impotente como panacea, es empero elemento necesario de combate, de que la sociedad no debe ni puede prescindir en la lucha contra el delincuente. Esta penitenciaria no podrá devolver siempre al seno de la sociedad a sus reclusos convertidos en hombres virtuosos; pero no será tampoco un foco de corrupción moral que exalte las maléficas tendencias de los delincuentes, ni un antro de dolor, de miseria, de infamia y de horror que provoque la espantosa inversión moral de atraer sobre la cabeza del criminal el sentimiento de la piedad publica, retirándola de la cabeza de la víctima, única que la merece ante la justicia.

Esa piedad hacia el delincuente, explicado ya que no justificada por los dantescos horrores de todas las prisiones hasta los principios del siglo, de muchas en el curso de él y de algunas todavía hoy, ha causado males sin cuento, relajando la acción represiva de la sociedad. Pero esta prisión no causara tal efecto; aquí se elaborara la corrección del delincuente corregible, y encontrara segregación y sufrimiento, sin infamia ni horror, el incorregible; ella será siempre y para todos fórmula de la suprema ley moral de que el ataque artero o violento al derecho produce, como consecuencia necesaria el mal que comienza en las suaves sanciones del orden civil y llega hasta la privación de la libertad y aun de la vida, en las ásperas cimas de la criminalidad.

En la parte material y visible de esta obra, y más aun en el espíritu que a de vivificarla para que sea una institución social y no solamente un edificio, fructifican los esfuerzos de más de medio siglo y muchas generaciones le han dado su contingente, aunque no lo veamos aquí material y corpóreo, por que haya quedado esparcido, sea en otros puntos del espacio, sea en proyectos, iniciativas y disposiciones legales que la agitación política impidió realizar. Ella marcara una etapa en la historia de las instituciones penales de nuestro país: aquí por vez primera va a implantarse un régimen completo, orientado hacia la corrección moral y que abarque todas las fases de la vida del hombre a quien la justicia a declarado delincuente, desde la celda que a de ocupar y la alimentación que a de recibir, hasta sus comunicaciones con el mundo exterior. Coincidiendo con esto, se hace hoy el primer ensayo de organización, también sistemática y completa, de todos

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los establecimientos penales del Distrito y se integra así la obra de represión carcelaria, que sin eso habría de quedar necesaria e inevitablemente mutilada.

Feliz vos, señor presidente, bajo cuyos auspicios se implanta tal reforma; bastara ella para haceros merecedor de la gratitud de los pósteros, aunque no tuvierais otros meritos ni mas altos títulos a la vida inmortal de nuestra historia. También vosotros señor ministro de Gobernación y señor Gobernador de Distrito, sos acreedores de una felicitación…

FUNCIONALIDAD

Se pensó que el acomodo arquitectónico del “panóptico” permitiría vigilar desde el centro de la estrella todas las crujías, ahora galerías y se tendría un buen control sobre los acervos. Las crujías y celdas a su vez permitirían el acomodo, resguardo y consulta de lso fondos documentales.

En un principio fue una cárcel con un sistema penitenciario de punta.

Bases Generales Para El Reglamento De La Penitenciaria O Código Penitenciario.

Autoridad de expidió el reglamento, Secretaria de Gobernación a ella le encomienda la ley de organización de ministros, el ramo de cárceles haciéndolo emanar del Presidente de la Republica. Fundamento Constitucional.

DIRECCION DE LA PENITENIARIA

La dirección administrativa y penal debe ser confiada al director, sin someterlo a mas autoridad que el gobierno de Distrito, aún solo en los asuntos de suma importancia y dejándole siempre facultades amplias. Los nombramientos de los empleados, contratos sobre provisiones para los presos y sobre sus artefactos o productos debe corresponder al director. La única manera de que un establecimiento dé buenos resultados, es ponerlo en manos de una persona a quien se le hace responsable del mal éxito y de abusos que se cometan así como resultados favorables; así mismo le otorga facultades para prevenir todo desorden. Para elegir el director se debe buscar un gran empeño para cumplir los deberes y una moralidad intachable, con dotes de inteligencia y ciencia en el ramo del derecho penitenciario y penal, tomando el cargo con honor Jeremias Bentham ecribia “Constrirme el edificio y m convertiré en carcelario”.

GASTOS DE LA PENITENCIARIA

Los gastos de la administración de la penitenciaria manutención de los presos, etc, conviene que sean a cargo del Tesoro Federal y no de cuenta del ayuntamiento de México

HIGIENE PERSONAL

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Tienen como obligación diaria de lavarse la cabeza, brazos, pies y peinarse; así como bañarse y lavar su ropa al menos una vez a la semana. El lavado de ropa lo hacen los presos mismos, para evitar a la administración gastos innecesarios y para hacerles el hábito de cuidar su limpieza personal.

PREMIOS

Solo concedidos por los profesores de las escuelas, los jefes de los talleres y los celadores superiores de cada departamento; concediéndose al interno derecho de apelar al director siempre que sienta que su calificación es injusta. Como premios deben emplearse principalmente el paso de periodo o clase inmediata superior. La introducción de comida del exterior también debe considerase como premio de acuerdo a lo penal de Italia, resultando de seguidos y comprobados actos de buena conducta del interno. No debe permitirse el colchón en la cama más que cuando se observe buena conducta del interno y lo adquieran con producto de su trabajo; así mismo con los muebles que no sean necesarios para los presos.

CASTIGOS

No deben existir castigos corporales, debe procurarse que solo sean castigos morales. Las agravaciones de la pena de acuerdo al art 95 del Código Penal, a excepción de la multa, pueden ampliarse con muy buen fruto, y debe autorizarse su uso como medida disciplinaria que puedan aplicar los empleados superiores de la Penitenciaria, para las faltas lesivas, pues las de alguna gravedad deben ser castigadas siempre con el retroceso a periodos o casos anteriores.

DIGNIDA DE LA PERSONA

Debe vigilarse el no rebajar la dignidad de la persona, sino por el contrario enaltecerla cuando sea posible, en consecuencia se prohibirá a los empleados hablar al preso de tú.

CUSTODIA

La custodia de la penitenciaria conviene que sea confiada a una guardia especial, formada y organizada de una manera análoga a la gendarmería municipal, sin que se recurra a las fuerzas del ejército permanente en tiempos normales, a menos de que haya o se tema una perturbación de paz

VIGILANCIA

Los celadores de la penitenciaria no den a conocer su proximidad o su ausencia a fin de que el preso no tenga jamás la seguridad de no estar vigilado o de no poder ser sorprendido.

ARCHIVO

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La penitenciaria tendrá un archivo especial que contenga: un ejemplar del retrato de cada preso, proceso judicial, historia de su conducta en la institución y demás piezas que señalen los reglamentos.

Régimen Del Primer Periodo

El primer periodo de la alimentación de los presos debe ser necesario para no alterar su salud. Durante los tres primeros meses no debe darse ni permitirse al preso ningún trabajo cualquiera que sea, a menos de que espontáneamente lo solicite, pero si pasando este tiempo no lo solicita, debe imponérsele un trabajo monótono que ofrezca poco atractivo y de mucho tiempo.

Prisión belga en palabras del director Mr. Stevens “castigar y luego curar”, la moralización de los reos seael objeto de la pena, el trabajo es obligatorio para los condenados. El trabajo es la salvación del interno sobre todo cuando obtiene su libertad, “es preciso hacerlo desear y no imponer.

A su llegada a la prisión el reo es encerrado en una celda, sin trabajo y se le deja sumergido en la ociosidad cierto tiempo, lo cual se vuelve insoportable al poco rato, se espera a que el mismo pida el trabajo y comprenda todos sus beneficios. Si pasado el tiempo no pide el trabajo se le impondrá, pero en la prisiones celulares esto a pasado pocas veces.

La privación del trabajo por tres meses parece irregular por que el minimo de permanecer en el primer periodo es de dos meses, sin embargo, no hay en esto irregularidad, porque siendo necesarios doce premios para pasar al segundo periodo y no pudiendo ser obtenido por pura buena conducta; es decir sin trabajr; mas que tres premios mensuales, el preso que no trabaje no podrá salir del primer periodo sino en cuatro meses.

MORALIZACIÓN

Debe favorecerse la relación con los sacerdotes reconocidos y bien conceptualizados en su culto, y con otras personas de notoria capacidad, honradez y eficacia, que hayan demostrado con ejemplos su benevolencia y caridad con los desgraciados.

El directos estimara uno de sus deberes poner en practica todos los medios convenientes y adecuados para servir o crear en los criminales el ser moral, cuya perversión los ha llevado al crimen, engendrar en las almas las nociones del bien, ensanchando, a este efecto los limites de la inteligencia y los buenos sentimientos del corazón.

INSTRUCCIÓN

La instrucción primaria es obligatoria, de la institución no puede salir ningún penitenciado sin saber leer, escribir y contar. En el primer grado de la prisión en que cada preso debe estar absolutamente incomunicado, no debe dársele instrucción alguna

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porque, o seria necesario pagar numerosos profesores, o se violaría la regla de incomunicación.

La enseñanza debe hacerse exclusivamente en el segundo periodo, aun cuando decimos que es obligatoria, no debe entenderse que creemos conviene que se imponga al preso por medio de la coacción o violencia física, el único medio para obtener resultados es el de estimulo-recompensa y no con los castigos físicos. El reo es libre de acudir a la escuela o no pero para pasar al tercer periodo es necesario saber leer, escribir y las cuatro primeras reglas aritméticas.

En el tercer periodo la instrucción es industrial, comprender nociones de dibujo lineal y de ornato; así como nociones de mecánica y química aplicada a las artes, de modo que no adquirir el conocimiento es una falta al reglamento y motivar la retención.

OFICIOS

Canteros, moldeadores de obras de hierro, talabarteros, tejedores, carpinteros, alfareros, sastres, impresores, zapateros, fundidores y herreros, y para los presos inhábiles se podrán las labores de escobas, cestas, jarcia, y cualesquiera otras que no necesiten grande fuerza física.

PASE DE UN PERIODO A OTRO

Es por parte de premios el pase de uno a otro periodo concedido al preso por dedicación al trabajo, en la escuela y buena conducta, en general en cuanto al aseo, obediencia, etc.

1er periodo: mayor número de premios es de ser de seis; tres po trabajo y tres por conducta.

2do periodo: este número puede aumentarse hasta nueve: tres por trabajo, tres por conducta y tres por aplicación escolar.

Un reo condenado a un año de prisión, debe permanecer en este periodo dos meses que forman la sexta parte de su condena y por lo mismo, solo deben exigírsele doce premios para pasar al segundo grado. Para pasar del segundo al tercer, el numero de premios debe ser tantas veces nueve, que son los que pueden obtener mensualmente, cuantos meses haya de permaneces el reo como mínimo en ese grado.

LIBERTAD PREPARATORIA

Esta no debe ser pedida a los tribunales directamente por el preso, cuando este se haya echo acreedor de la libertad preparatoria el director le comunicara al tribunal respectivo, y este aviso surtirá los efectos de solicitud.

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Descripción del sistema implantado en la penitenciaría de México “lecumberri”

El primer punto de consideraciones fue el de elegir entre los diversos sistemas penitenciarios conocidos, cuál debería adoptar la junta como base de sus labores.

Las instrucciones que se habían recibido del gobierno, no eran las de formar un proyecto sujetándolos estrictamente a las disposiciones del código penal vigente; no se les pedía un edificio que hubiera de someterse a la legislación actual, sino un edificio que sin subalternarse más que a las necesidades sociales, correspondiera a las exigencias de la época y estuviese a la altura de los progresos alcanzados por la ciencia penitenciaria, en los países más civilizados y que caminan a la cabeza de la humanidad, en resumen, la visión no ha sido la de proyectar tomando una base ya existente, sino la de proponer, tanto en el orden legislativo como en el administrativo.

Los sistemas penitenciarios conocidos pueden reducirse a lo siguiente:

1.- De comunicación continúa entre los presos o de prisión en común;

2.- De comunicación durante el día e incomunicación durante la noche o de Auburn;

3.- De incomunicación absoluta o de aislamiento total cuyo tipo es el adoptado en Filadelfia.

4.- De la separación constante de los presos entre si y comunicación de ellos con los empleados de su prisión. Con los sacerdotes de su culto y con otras personas capaces de moralizarlos, cuyo sistema es el actual adoptado por nuestro código,

5.- El sistema irlandés o Croffon, cuya base fundamental es el paso sucesivo del reo por los diversos grados en que se divide la pena. Según la conducta que observa y la enmienda que en él se produce comenzando por tratársele con una severidad que va desapareciendo a medida que la pena va produciendo saludables efectos en el espíritu del preso o agravándose cuando este se muestre refractario a la corrección

1.- Prisión en común:

El primero de los sistemas enumerados, esta ya definitivamente juzgado y condenado en el terreno de la ciencia, especialmente en México donde una larga y dolorosa experiencia ha demostrado, con no interrumpida constancia, todos los funestos resultados que este sistema produce en la práctica, así pues la junta no necesita entrar en grandes razonamientos para fundar su opinión en este punto. Para Livingston ningún otro sistema le iguala, y así lo da a entender muy claramente con estas notables palabras: “el vicio es mas contagioso que la enfermedad muchos males del cuerpo no se comunican ni aun por el contacto; pero no hay un solo vicio de los que afectan el alma que no se pegue por la comunicación constante”.

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2. Sistema Auburn :

Este segundo sistema que consiste en la comunicación de los presos entre si durante el día, y la incomunicación de ellos durante la noche, cuyo sistema planteado en las prisiones del estado de Nueva York, entre las cuales son de fama universal las de Auburn y de Sing-Sing, adolece de los mismo defectos que la prisión en común aunque en menor grado.

La circunstancia que hace desde luego inadmisible el sistema de comunicación continua, es la de que estando los presos en contacto durante la noche, la falta de trabajo que los distraiga y las dificultades naturales para una vigilancia nocturna eficaz, hacen que ese contacto sea por extremo intimo, formando entre los criminales vínculos indisolubles y haciendo nacer asociaciones de ideas siempre convergentes a la inmoralidad y al delito.

La circunstancias de no consentir la comunicación durante la noche, ha permitido al sistema de Auburn competir durante largos años con los demás sistemas.

El Estado no debe investigar cual es el medio de que el servicio de un ramo determinado de administración le cueste menos o le produzca mas, sino cual es el medio para hacer más perfecto ese servicio; la policía pudiera ser gratuita si se pudiera en manos de los criminales; y la administración de la justicia podría ser una fuente de riqueza, en vez de una carga que es hoy, sino se impusieran penas corporales sino puramente pecuniarias, la monstruosidad de estas conclusiones hace comprender el inmenso peligro que se corre de llegar a lo absurdo, pretendiendo resolver en este terreno las cuestiones sociales.

La mayor o menor suma que el erario cueste un sistema penitenciario, es cuestión muy secundaria, que jamás debe preocupar ni al legislador ni al estadista aunque si debe considerarse la economía al buen éxito en la represión de los delitos, ya en cuanto a la corrección del delincuente, ya en la intimidación de la pena debe producir. El floreciente estado de las rentas publicas nos permite creer que hoy más que nunca es justa y exacta nuestra manera de pensar, considerando que el más costoso de los sistemas penitenciarios jamás será caro, si con él se obtienen los resultados apetecidos, y que el mas económico seria siempre caro, sino llena el fin de reprimir los delitos. En materia de tan vital importancia para el bienestar y progreso de la sociedad, como las cuestiones penales, lo único que se debe consultar son las necesidades sociales, como las necesidades penales, lo único que se debe consultar son las necesidades sociales y los medios que para llenarlas aconseja la ciencia, si hay los recursos necesarios para poner en práctica esos medios, deben emplearse desde luego; y si los recursos faltan la administración no debe detenerse por eso, sino proporcionárselos por cuantos medios estén a su alcance; pero sin dejar de satisfacer amplia y cumplidamente las necesidades públicas, pues de lo contrario, el malestar y la preocupación se hacen sentir inmediatamente en el orden social. En esta materia, las consideraciones de posibilidad deben desaparecer ante las consideraciones del deber, y estas, son las que de una manera absoluta deben prevalecer al decidir las cuestiones.

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Hay que hacer lo que se debe hacer, aplicar el mejor sistema y no lo que fácil y cómodamente se puede hacer.

Se reconoce entonces que la economía del sistema Auburn no debe ser tomado en consideración como circunstancia que por sí sola lo haga preferible a los demás sistemas, como tampoco hace aceptable siquiera el régimen absoluto de prisión en común, pasamos a ocuparnos de examinar el sistema en sí mismo.

Como se ha indicado ya, se cree que la comunicación de los presos si tienen que producir el contagio de los vicios y de las inclinaciones perversas. La regla del silencio establecida por el sistema de Auburn para el trabajo, y en general para todos los actos que los presos ejecuten en común, es un medio más ilusorio que real, según ha demostrado la práctica: pues por mas empeñosa que sea la vigilancia, no llega a impedir nunca que se establezca entre los reos una activa e intima comunicación, ya por medio se signos, ya por medios de cartas, a simplemente conversaciones en voz baja, para las que se aprovechan hábilmente los momentos de ausencia o distracciones de celador.

La circunstancia de establecer en este sistema la regla del silencio, hace comprender con toda claridad que la reunión de los presos tiene por principal objeto el evitar dificultades administrativas y que no se emplea como un medio para obtener la corrección y moralización del delincuente, pues es obvio que si se prohíbe a los presos que se comuniquen entre sí, objeto de la regla del silencio, no puede ser por otra causa que por la de creer inconveniente esa situación.

Si el sistema de Auburn es replanteado menos severo que el de aislamiento absoluto, es porque en la práctica no existe como en la teoría, la incomunicación de los presos durante los acto que ejecutan en común, si así fueran, es decir si se consiguiera impedir eficazmente toda comunicación, el sistema de Filadelfia seria benigno a comparación al de Auburn, pues este este el simple hecho de que el preso viera a sus compañeros, lo agravaría y haría más penoso, condenándolo a ser como una sombra en medio de un grupo de seres humanos, pero como se ha dicho ya, la regla del silencio es en la practica una utopía si se le considera como un medio de impedir que se comuniquen los hombres que están sujetos . la experiencia ha comprobado siempre e invariablemente, nuestro acierto y si tratáramos de fundarlos en hechos indiscutibles, no tendríamos más que recordar la suma frecuencia con que se imponen castigos disciplinarios a los presos por infracciones a esa regla, sucediendo algunas veces que en largos periodos de tiempo no pasa un día sin que haya necesidad de imponer algún castigo, lo cual es por sí mismo un inconveniente de suma trascendencia para la disciplina y el principio de autoridad, a cada instante atacados y violados (González, 2000)

No obstante la gravedad intrínseca de estos inconvenientes, la junta no quiere concédele grande importancia, ni fundar exclusivamente en ellos su resolución de no adoptar el sistema de Auburn, tal vez los inconvenientes señalados pudieran haberse desaparecer, o al menos atenuarse, por medio de un prudente y sabia reglamentación, peor lo que no puede modificarse de manera alguna, sin convertir el sistema en otro diverso, es su uniformidad, su monotonía, el más grave y radical de sus defectos, colocando el preso

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en una situación que el no puede modificar, porque su pena es igual, durante todo el tiempo que permanezca en la penitenciaria, desde el primero hasta el último día.

Es seguro que al extinguir su condena un delincuente que la ha sufrido en penitenciaria de sistema Auburn, no habrá adquirido el saludable horror con que el hombre honrado debe ver el delito; sino que todo resultado obtenido por el tratamiento penal se reducirá al temor de la pena, lo cual es, con toda evidencia insuficiente. Para los hombres que no aborrecen el delito por convicción, sino que se limitan a temer la pena, todo se reduce a comentar los delitos de manera que se pueda eludir la pena: lo más que de ellos pueda esperarse es que se conduzcan bien mientras no se les presente ocasión de delinquir, quedando impunes; pero es inconmensurable la distancia que estos hombres separa del hombre de bien sincero, y la sociedad, no puede depositar en ellos confianza alguna.

El sistema Auburn, como todos los sistemas de prisión uniforme, desconoce o al menos no se le da toda la importancia que debiera, el gran principio de poner en juego el aniño del preso, por una parte el temor, y por la otra la esperanza. Ideado en la época que pueden llamarse de nacimiento para la ciencia penitenciaria, natural es que los defectos que en él se observan, sean más de omisión que verdaderos inconvenientes, si un no se hubieran ideado otros sistemas, acaso adoptara la junta el de Auburn, pero cuando hay otros más perfectos y que parecen mejor para llenar sus objetos, seria injustificable aceptar en el último cuarto del siglo, lo que constituyo el sumo progreso para los últimos años la centuria anterior.

Quizá por las razones que se han expuesto, en las penitenciarías inglesas de Petonville y Mill Bank , nos e ha adoptado en toda su plenitud y determinadamente el sistema que examinamos, sino los sistemas a que conducen las diversa ideas en que el señor gobernados quiso que se inspirasen.

La junta ha desechado el sistema de Auburn no tanto porque sus defectos intrínsecos lo hagan malo sino porque existen ya sistemas mejores.

3. Sistema de Filadelfia,

Cada individuo se trasformara, necesariamente, en el instrumento de su propia pena: la consciencia misma del encarcelado vengara a la sociedad. Así se paraliza el proceso de corrupción; ninguna ulterior contaminación se podrá recibir o comunicar. El prisionero se verá obligado a reflexionar sobre los errores de su vida (Dario Melossi, 2008)

Más racional que los anteriores y en consecuencia con mejores ventajas, el sistema de incomunicación total o de aislamiento absoluto merecería por parte de la junta un examen detenido.

El aislamiento absoluto en los que se hace vivir al preso en este sistema, da una gran severidad a la pena y produce un mayor rigor, de manera que la pena es inminentemente ejemplar e infunde gran temor lo cual no se puede negar que constituye una cualidad, puesto que la primera y más importante de las condiciones que las penas deben llenar, aunque no la única, es la intimidación.

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Peor en cuanto a la corrección del delincuente, el sistema no ofrece por desgracia, las mismas ventajas, pues siendo uniforme, es decir, no dividiendo la pena en diversos grados, adolece del mismo defecto del de Auburn que, como antes se ha expuesto, condena al preso en una situación en que impera la fatalidad y en la que no hay estímulos para huir del vico y entrar en la senda de la virtud.

Presenta además el gran inconveniente de someter al preso a una vida que por el aislamiento y por todas las demás condiciones, no merece otro calificativo que el de artificial, pues nada tiene de común ni de semejante ni con la vida social, a que el hombre esta llamado por naturaleza, esta circunstancia es la que en concepto de la junta hace inadmisible el sistema para su implementación en Lecumberri.

Para formar hombres que en sociedad se conduzcan honradamente, no puede haber medio más inadecuado que el aislamiento y la soledad, pues aun suponiendo que por ese medio se llegara a incautar en su espíritu las máximas de las más pura moralidad, nunca se podría estar cierto de que al colocárseles en diferentes circunstancias, obrarían conforme a los preceptos que se les había inculcado, prueba palpitante de esta verdad son los numerosos ejemplos que todos hemos presenciado, de jóvenes educados con el mayor esmero y con un gran rigor en el aislamiento, y que mientras permanezca en los claustros del colegio y bajo el inmediato cuidado del padre, que los conduce de la mano en todos los actos de su vida, su conducta es ejemplar, peor en el momento en que abandona el colegio o la casa paterna, y entran de lleno a la vida social. Son víctimas de su inexperiencia y sucumbe bien pronto en medio del tumulto del mundo, arrastrándolo por pasiones que no sabe dominar.

Por tanto la junta no cree que en el aislamiento puedan formarse hombres honrados capaces de resistir las tentaciones del mundo, y no cree tampoco que la buena conducta encerrado en su celda pueda ser una prueba de que se conducirá bien en sociedad; u por esto, así como por la pequeñez de los estímulos que se ofrece al presos para su corrección, no cree admisible el sistema de Filadelfia, aunque reconoce su superioridad efectiva sobre los sistemas de prisión en común y de Auburn.

Las condiciones de raza y de carácter del pueble mexicano han sido también consideradas para fundar esta resolución, pues la junta que para aceptar una institución extranjera no basta que haya producido buenos resultados en el país en que fue creada, y que es necesario un estudio especial para investigar los resultados probables que producirá su aceptación en México. Si varían el carácter, las costumbres, el grado de ilustración y en general, lo que constituye el modo de ser de un pueblo, es indudable que varían también los resultados de una institución pues a diversas premisas y a diversos datos tiene que corresponder diversa conclusión.

El gen ero de vida que ese sistema da en la penitenciaría a los condenados, no se separa tanto de la vida común y ordinaria en Pensylvania, como se separaría en México, cuyos habitantes son por temperamento hábiles de impresiones, de ardiente expresión y carácter expansivo: el mexicano no resiste la monotonía porque ama constantemente la

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novedad, y el aislamiento largo y el silencio, será para él una pena enorme a causa de haber vivido siempre en la expansión y en la libertad.

Condenar a un mexicano a pasar diez años en una celda, sería tanto como condenarlo a la enfermedad, a la locura o a la muerte, sin lograr que cambiase el orden de sus ideas; pues al volver al seno de la sociedad se encontraría en condiciones de carácter tan diversas de los demás de sus compatriotas, que se hallara irrevocablemente segregado a ellos.

El gran pensador Víctor Hugo que el alma en un sufrimiento continúo por mucho tiempo, se altera en sus elementos de bien, se deforma, como se deforma un pie encerrado continuamente por mucho tiempo en un calzado apretado, los notables publicistas. M. Maurice y el marqués de Rochefoucauld Liancounrt, dicen: “se cree que es necesario encerrar en la prisión solitaria al criminal por varios años, para que por la sujeción se repliegue y entre en sí mismo. ¿y qué querréis que ese criminal encuentre en su interior?, la obligación rigurosa del aislamiento y silencio es nociva al físico del condenado y nada provechosa para su moral, los médicos y los administradores más distinguidos de las penitenciarias, con esa obligación insufrible, confiesa que ella produce la debilidad del sistema digestivo, la disposición al idiotismo y la extinción o maligno trastorno de la inteligencia, ninguna ley ninguna disposición tiene derecho de imponer la reclusión celular absoluta, la sociedad debe preservarse, poner fuera de la posibilidad de dañar a aquel que ha sido culpable y que parece un peligroso.

Lam silenciosa austera Filadelfia puede muy bien encerrar a sus hijos en celda de sepulcral tranquilidad; pero México, la ciudad florida y risueña por excelencia, no puede hacer otro tanto, sin desconocer las condiciones naturales de sus habitantes. Es decir se debe considerar las características de los pobladores pues las penitenciaria y su sistema deberá adaptarse a estas.

Por tanto se puede afirmar que el sistema Filadelfia es poco adecuado para México, en razón de la radical diferencia de costumbres e inclinaciones, etc. entre el pueblo de Pensilvania y el pueblo del Distrito Federal, sin embargo la junta considero que aun y cuando la penitenciaria debiera ser exclusivamente para indios, no podrían adoptarse un sistema basado en el rigor y en la dureza, pues en el fondo el indio es dócil, y para dejarse conducir es innecesario el rigor y la crueldad. El infortunio que pesa sobre él desde hace casi cuatro siglos, lo ha vuelto receloso y desconfiado, pero basta un proceder humano franco y sincero, para despertar en el los buenos sentimientos. La diferencia de clima debe también tomarse en consideración. En un país donde el invierno es severo y largo, el encierro se aproxima algún tanto a las condiciones normales de la vida ordinaria, pero en un país en que las condiciones naturales impulsan al hombre a ponerse en contacto intimo con la naturaleza, y en donde todo parece preparado para la vida en pleno sol y aire libre, una reclusión severa tiene que ser diametralmente opuesta a la manera de vivir.

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Sistema del código penal mexicano establecido para la penitenciaria de Lecumberri

De la misma manera que hemos visto ya que el sistema de Auburn es preferible al sistema de prisión en común y que el de Filandelfia es superior a ambos, debemos convenir en que le sistema de nuestro código es más perfecto aun que todos los anteriormente expresados.

En la exposición de motivos del código el señor Martínez de Castro describe al sistema en los mismos términos que ya se ha hecho: separación constante de los presos entre sí, y comunicación de ellos con los empleados de la prisión, con los sacerdotes de su culto y con otras personas capaces de moralizarlos.

Sin embargo, así expuesto, no se encuentra diferencia apreciable entre este sistema y el de Filadelfia, pues también en el último se admite la comunicación del preso con los sacerdotes de su culto, y sin alteración radical, pueden ampliarse algo mas las comunicaciones moralizadoras. En lo que, a Juicio de la Junta, consiste en el verdadero mérito del sistema del código, es en la modificación del sistema de Filadelfia por medio del indulto y de la libertad preparatoria, como medios para acortar la duración de la pena, en premio de la buena conducta, como otro estimulo para obtener la regeneración del preso y así llegar a una verdadera readaptación social.

Dicho sistema fue aceptado legalmente en México en 1869, sin embargo el sistema ha parecido a la junta incompleto e insuficiente, por tanto se toma en cuenta un nuevo sistema denominado Irlandés o Croffon, donde se maneja una división de la pena en cuatro periodos, clasificación según la mayor severidad, y basados en el doble principio de ofrecer premios a la buena conducta y a la enmienda y de amenazar con castigos la perseverancia en el delito o en la inmoralidad. Es decir es un sistema que basado en principios coloca al delincuente entre el placer y el dolor y pone en juego ambos móviles, temor y esperanza.

Por lo tanto se considera que le sistema mexicano y el Irlandés son buenos pero por si solos carecen de funcionalidad para cumplir con la finalidad de la penitenciaria por lo que se llega a la conclusión y al acuerdo de combinar ambos sistemas donde se hallara la solución exacta al problema. Por lo que se considera al estado mexicano que se ha colocado en una situación de altura a la del estado actual de la civilización y se creía con posible convicción que adoptar como base a la Penitenciaria mexicana ese sistema, será un nuevo timbre de honra y nuevo progreso para México.

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PRINCIPALES PROBLEMAS PENITENCIARIOS (Palacio negro)

Originalmente planeado para albergar una población de 800 varones, 180 mujeres y 400 menores de 18 años. Contaba con 804 celdas, talleres, enfermería, cocina y panadería. Tenía un área de Gobierno, sección de Servicio médico y Salas de Espera. Las crujías tenían celdas para un solo preso con cama y servicio de sanitario. En cada crujía existía una celda de castigo con puertas sólidas que tenían una mirilla. Se regía por un Consejo de Dirección que hacía las veces de Jefe Inmediato de todas las áreas. En 1908 se dio autorización para ampliar la construcción en donde originalmente tenía una capacidad para 996 internos y en el año de 1971 tuvo una población aproximada de 3800 internos.

La sobrepoblación originó la mayor de las promiscuidades, desatención jurídica a los casos de los internos, pésima alimentación, corrupción en todos los niveles. Situaciones que deja de manifiesto el autor Franco Sodi en su nota "Por qué fracasé en la penitenciaría", y que Sergio García Ramírez anota en su libro "El Final de Lecumberri", Derivado de las historias macabras que contaban los presos a sus familiares y amigos, con el tiempo los capitalinos aunaro el adjetivo "Negro" llamándolo El Palacio Negro de Lecumberri. (Bedoya, 1997) La penitenciaria albergó a ambos sexos hasta el año de 1954, en que se puso en servicio la cárcel de mujeres. "Los presos comienzan a protestar por el traslado porque se hablaba de que Lecumberri sería el modelo de control carcelario, y pensaban que iba a ser más imposible cualquier fuga. Aunque poco a poco se fue transformando el concepto de cárcel, las condiciones de vida en estos lugares de encierro eran muy parecidas a las de hoy, afirma el especialista: "Son las mismas condiciones de vida que tenemos ahora: corrupción, hacinamiento, fugas, motines. Es la misma historia estos eran los principales problemas como los motines, corrupción, fugas de reos muy importantes, La cárcel de Lecumberri funcionaba como prisión preventiva y   cárcel general,   estaba sobrepoblada, en cada celda “de tres metros y medio de largo por dos y medio de ancho, llegaron a vivir hasta 15 o 18 internos, Era un sitio insalubre, los baños tenían agua por horas y cuando llegaba debido al uso excesivo no podían limpiarlos, había toda clase de fauna nociva, la extorsión era lo cotidiano se pagaba por la renta de las celdas, los objetos que los presos recibían de afuera, por favores de los celadores, la luz, la limpieza, la vigilancia. (ramirez, 1979)

Para cada crujía había un día en específico para las visitas que se realizaban en un galerón de 80m x 60m a su alrededor se ponían vendedores ambulantes; muchos de los familiares de los reos llevaban lo necesario para pasar ahí todo el día, así el espacio era insuficiente y los custodios tenían que   dividir en grupos a los visitantes (Antonio,2001). La visita conyugal se realizaba en las carpas, las crujías estaban dividas de acuerdo al delito cometido, los ladrones por otro los violadores en otra área. La sobrepoblación era diez veces más para lo que se tenía contemplado

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CONCLUSIONES:

Los espacios de los internos, según la época, y la información acerca de la cual se tenía sobre el sistema penitenciario, era la idónea, pero hoy podemos ver que, la distribución no era buena, además por lo que leímos, no se contaba con áreas como las que hoy tienen, por ejemplo psicología y sobre todo Criminología.

La vida cotidiana de los presos, se basaba en la mayoría en hacer nada, porque aunque existían los talleres no eran y hasta hoy no son forzados para trabajar, además se vivía muy decadente, soportaban a enfermos, homosexuales, y sobretodo que en algún tiempo estuvieron revueltos hombres y mujeres y menores de 18 años, todo esto era un caos existencial; la sobre población fue lo que hizo más atormentador este lugar.

La cárcel de Lecumberri era un modelo a seguir por el tipo de construcción y el sistema penitenciario implementado, sin embargo lo que atrofió, como en todos los reclusorios, fue el hacinamiento y la sobrepoblación, así como problemáticas de índole política que atentaban a la dignidad humana.

Nuevos modelos carcelarios han surgido desde la reconstrucción del llamado Palacio Negro, sin embargo el diseño preestablecido ya por Jeremy Bentham garantizaba la vigilancia total de los reclusos y de esta manera la óptima realización de las tareas encomendadas tanto como a internos como a personal colaborador de la institución

Es así como el desentendimiento a la evolución del sistema carcelario y a la negligencia de las autoridades en cuanto a los recursos que debieran ser otorgados y los fines apócrifos con los que se encarcelaba (secuestraba) a personajes políticos, Lecumberri dejó de ser funcional e insuficiente y el Dr García Ramírez decidió cerrar este establecimiento.

La existencia del inmueble resulta trascendente en la historia penitenciaria mexicana por los ideales establecidos en su construcción y también sirve como experiencia por los errores de los que se puede aprender por el sistema que se dejo de implementar principalmente por negligencia.

La instauración de esta institución penitenciaria tiene como objetivo regresar a la sociedad un hombre útil, en base al sistema penitenciario filadelfico, de esta manera obtener una buena reinserción social para el excelente funcionamiento comunitario.

La base primordial de esta readaptación social es el trabajo y el hábito de responsabilidad, basado en un régimen religioso. El centro penitenciario de Lecumberri fue organizado en función al respeto de la dignidad humana, se le respalda la orden y disciplina con una corrección humanista, pues como lo menciona el mismo discurso son parte de nuestro colectivo y ante todo merecen un trato digno, a pesar de esto es conocido el mal éxito del penal, pues a saber por los documentos históricos y relatos de los mismos internos, esta prisión no

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tardo en desvanecerse de la visión que se tenía planificada, quedó en absoluta deficiencia funcional y estructural.

Fue el primer centro de reinserción social moderno en México, estructurado en todo su contexto en base a el panóptico de Jeremy Betham así como la ideología Italiana.

La instauración de esta institución penitenciaria tiene como objetivo regresar a la sociedad un hombre útil, en base al sistema penitenciario filadelfico, de esta manera obtener una buena reinserción social para el excelente funcionamiento comunitario.

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ELABORADO POR

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Referencias BibliográficasAntonio. (2001). de belem a lecumberry pensamiento social y penal. mexico: archivo

general de la nacion.

Bedoya, J. R. (1997). Palacio negro delecumberr y universidades del cirmen. Mexico: J,R Bedoya 2000.

Dario Melossi, M. P. (2008). Carcel y fabrica . México: Siglo XXI.

EL UNIVERSAL. (S/R de S/R de S/R). Recuperado el 13 de SEPTIEMBRE de 2012, de EL UNIVERSAL: http://www.eluniversal.com.mx/ciudad/79683.html

González, D. S. (2000). Lecumberri Penitenciaria de la Ciudad de México. México: Archivo General de la Nacion.

ramirez, s. g. (1979). el final de lecumberry. ciudad de virginia: porrua.

http://www.agn.gob.mx/guiageneral/imag_lecumberri3.htm

Lecumberri: Un Palacio lleno de historia. Secretaría de gobernación, México 1994 Págs.

• http://es.wikipedia.org/wiki/Palacio_de_Lecumberri

• http://www.reclusorios.df.gob.mx/penitenciarismo/arquitectura/fortalezas.html

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