CUERPOS EXILIADOS Lo “propio” y lo “extraño” en la cultura visual contemporánea
Slaby, Elítes en Los Márgenes Imágenes de Lo Propio y Lo Otro
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Transcript of Slaby, Elítes en Los Márgenes Imágenes de Lo Propio y Lo Otro
“I Jornadas Interdisciplinarias de Jóvenes Investigadores en Ciencias
Sociales” IDAES
| UNSAM
Mesa de trabajo: Estudios sobre Élites: actores, escenarios e instituciones
Autor: Cecilia Marina Slaby
Pertenencia institucional: Universidad de Buenos Aires- Facultad de Filosofía y
Letras
mediante la presente autorizo la publicación del presente trabajo en actas
online en la página web del IDAES.
ELÍTES EN LOS MÁRGENES: IMÁGENES DE “LO PROPIO” Y “LO
OTRO”
Construcciones visuales nominativas de los “subordinados”
Cecilia Marina Slaby
Universidad de Buenos Aires
Introducción
A través del arte se reproducen modelos, estereotipos y ficciones orientadoras
de lo social que reafirman y confirman determinados marcos interpretativos. El análisis
de los espacios de dominio desde la historia del arte, retoma y recurre al análisis e
interpretación de procesos sociales y políticos. A partir de estas premisas, nos
proponemos revisar las construcciones que hicieron visibles o invisibles a una sociedad
como la “incaica” durante el Siglo XIX focalizándonos en la representación de las
elítes. Analizaremos la serie de empapelados panorámicos de la Serie “Les Incas”
confeccionados por la manofactura Dufour y Leroy (1826) que fueron exportados hacia
América. Su análisis nos permitirá indagar sobre la construcción de escenarios donde
superiores y subordinados entran en conflicto.
Nuestra reflexión se inscribe dentro de la temática sobre cómo las imágenes y las
tecnologías visuales se mueven a través de las fronteras que separan las diferentes
culturas y clases. Intentaremos reexaminar cómo las ideologías políticas se entrecruzan
con las imágenes para repensar el problema político de la representación.
Construcciones visuales nominativas
Los empapelados panorámicos de la serie “Les Incas” confeccionados por la
prestigiosa manufactura de Joseph Dufour, eran objetos cotidianos que se ubicaban en
los salones o comedores. Pertenecían a la vida pública de la familia burguesa
metropolitana tanto centroeuropea como norteamericana: eran la expresión pública de
su imágen. Según Henri Clouzot1, en 1826 Joseph Dufour publica esta serie que
comprendía veinticinco paneles en los que se ilustran diversos momentos de “la vida del
imperio incaico”2. De acuerdo a Odile Nouvel-Kammerer3, la publicación de “Los
Incas” es anterior, datando de alrededor de 1818, habiendo sido presentada en 1819 en
la Exhibición Industrial Francesa de París. La inspiración iconográfica de estas obras se
basa en el libro de Jean Francois Marmontel (1723-99) “Los Incas o la destrucción del
imperio del Perú” que relata la conquista de Pizarro en 1531.
Esta producción nos interesa especialmente ya que no forma parte del legado
de las “bellas artes” ni de la colección museográfica lejana al pueblo, sino que formaba
parte de la vida cotidiana de muchas familias que convivian, las significaban y se
involucraban con ellas todos los días. Al principio fueron las miembros de las élites
europeas quienes consumieron este tipo de representaciones, pero pronto se difundieron
hacia los sectores más acomodados de las recientes naciones americanas. El gusto y la
moda por lo “exótico”, requería la presencia de un “otro” para permitir la identificación.
Además, estas obras plantean el problema de la relación con el espacio, ya que
introducen el exterior al interior de la pieza y a un sujeto comprometido espacialmente
con estos objetos, que lo rodeaban en 360 grados. Relacionándose así, con las nuevas
formas de visualidad propias de las primeras décadas del Siglo XIX donde se producen
grandes cambios en el consumo visual. Es por ello que Brenda Lanctot señala
que“Durante la primera mitad del siglo XIX, las luchas por definir y legitimar nuevas
formas de poder político coincidían con la emergencia de un nuevo régimen visual en
el mundo occidental”4. Como han estudiado en nuestro medio Ana Maria Telesca5 y
Vicente Gesualdo6, estos empapelados se generan en el mismo momento en que se estan
difundiendo las fantasmagorías, cosmoramas, dioramas, polioramas, silforamas,
diafanoramas y vistas estereoscópicas.,
Al mirar la serie podemos ver personajes blancos, altos, de facciones estilizadas
1 CLOZOT, Henri, Le Papier Peint en France du XVII au XIX Siècle, 1931. 2 Esta serie es posterior al primer gran éxito en ventas de la compañía Dufour titulado “Sauvages de la Mer Pacifique” donde se “mostraban” los viajes que realizó James Cook entre 1772 y 1779 en Tahití, Nueva Zelandia, Australia, Hawaii y diversas islas de los Mares del Sur. 3 ODILE NOUVEL-KAMMERER, French Scenic Wallpaper 1795-1865, 2001. 4 LANCTOT, Brenda El gabinete óptico de la ideología: visualidad y política en la época de Rosas (1829-1852) Vol. 7, No. 1, Fall 2009, 91-110 www.ncsu.edu/project/acontracorriente. Pág. 94 5 TELESCA, Ana María y AMIGO, Roberto, L“ a curiosidad de los porteños. El público y los temas de las vistas ópticas en el estado de Buenos Aires (1852-1862),”en Historia de la Fotografía. Memoria del V Congreso de Historia de la Fotografía en la Argentina, Buenos Aires, 1997 6 GESUALDO, Vicente. "Los salones de 'vistas ópticas': antepasados del cine en Buenos Aires y el interior." Todo es historia 21.248 (1988): 70-80.
y con posturas elegantes similares a los retratos europeos de la época. Los “incas” estan
semidesnudos vistiendo cortos atavíos realizados con hilos y plumas, posando en el
marco de una naturaleza exhuberante, pletórica, fecunda y diversa, con un cielo límpido
frente a un mar calmo. Mediante una organización compositiva equilibrada, se destacan
el uso de colores complementarios que ayudan a generar una idea de paradisíaca
armonía.
El colectivo indígena lejos de presentar fragmentos étnicos diferenciados, se
presenta como una idealizada comunidad uniforme y carente de conflictos.
Encontramos una aculturación de ropajes, objetos, insignias y emblemas, siendo el
grabado europeo el inspirador del trazo de las telas, de los elementos arquitectónicos y
decorativos, todos derivados de modelos occidentales. Sin duda estamos ante la
construcción simbólica de un territorio “andino” totalmente ajeno a los referentes reales,
cuestión que se relaciona directamente con el marco espacio-temporal de la producción
de dichas obras.
Son los tiempos en los que Hegel señala a América como el continente de la
nostalgia para todos los europeos hastiados del Viejo Mundo. Recordemos que en la
corte y en los salones franceses del Siglo XVIII y SXIX se dió un auge de América
latina, favorecido por la moda de lo exótico y primitivo que había traído Jean Jacques
Rousseau. En un plano popular la geografía andina tenía eco a través de la publicación
de enciclopedias geográficas y de revistas de información general. Pero como dice
Horacio Capel7 la curiosidad del gran público por los países exóticos se refleja sobre
todo en empresas de periodismo ilustrado.
Los empapelados de la serie analizada fueron muy populares y se
difundieron ampliamente siendo exitosas mercancías de exportación, conformando la
decoración interior de la alta burguesía capitalista. Sin duda no se trató de una moda
casual ni inocente ya que ayudaron a fomentar una imagen del mundo.
7 CAPEL, Horacio, Institucionalización de la geografía y estratégias de la comunidad científica de los geogrados, en Geocrítica Nro 8 , Barcelona, Marzo, 1977.
1. Historic American Buildings Survey, Laurence E. Tilley, Photographer April, 1958
WALLPAPER IN SOUTHWEST PARLOR - Eliza Ward House, 2 George Street, Providence, Providence
County, ir
Recordemos que desde el Siglo XVIII hay una mirada especial sobre América y
especialmente sobre los Andes, que se reformula en el Siglo XIX. S on los tiempos de
Alzire au les Americains de Voltaire -estrenada en París en 17368, de las piezas teatrales
L´Indianne Amoreause de Du Rochas, de la ópera ballet Les indes galantes (1735) de
Jean-Philippe Rameau, de las obras de Robert Howart The indian Queen, de la novela
de Marmontel Les incas, entre muchas otras que compartían el romanticismo y su
fascinación por los “indígenas”. A todo este caudal se podría agregar el aporte de los
viajeros del Siglo XVIII, como Frezier (con dos ediciones de su Voyage a la Mer du
Sud, la de 1717 y la de 1734); como Jorge Juan y Antonio Ulloa (traducidos al francés
en 1752). Y es por ello que tanto los grabados de los desnudos de los “indios” entre
plantas tropicales hechos por Abrahan Brunias como los empapelados aquí analizados,
forman parte de este contexto donde el mito del buen salvaje se reactualiza. Pero es
sobre todo a partir del viaje de La Condamine (cuya Relation abreguée apareció en
1745) que el área de “los andes” se conformó como una zona especial para la
especulación histórica y filosófica.
Decoración interior entre “lo propio” y el “otro”
Durante el Siglo XIX la casa se constituye como un espacio de la familia que
enmarca su pertenencia y se instala como punto de reunión. Al respecto Peter Burke
sostiene que: “En Europa podemos considerar la gran casa como un símbolo del ser,
especialmente del ser colectivo, la familia.”9 Como núcleo básico de toda sociedad, la
casa se constituyó en el emblema por excelencia del paradigma moral y se comienza a
8Alzire ou les américains se estrenó por primera vez en París, el 27 de enero de 1736. El texto tuvo inmediatas ediciones en París, Amsterdam, Londres y poco después en Viena. 9 BURKE, Peter, “La historia social y cultural de la casa' Historia critica N 39, Bogotá, Septiembre Diciembre 2009, Pág. 14.
pensar como un dispositivo que genera límites entre las prácticas y los cuerpos.
Los objetos que analizamos se enmarcan en una organización habitacional que
divide los espacios. Según Robin Evans la división de la casa en dos dominios
diferenciados a partir del binomio público-privado “es apropiada para una sociedad
que encuentra desagradables las carnalidades, que ve al cuerpo como un recipiente
para el alma y el espíritu, y en la cual la privacidad es habitual.”10. Tanto desde el
desarrollo arquitectónico como decorativo se implementa un marco de regulación de las
actividades, en relación a la moderna definición de la privacidad. La simbiosis entre
familia tradicional y vivienda comenzó a fijarse de manera sistemática conviertiendóse
así en el elemento central del pensamiento higienísta junto con discursos provenientes
de la “salud moral”.
En este marco se inscribe la utilización de los empapelados siendo su origen
relativamente reciente ya que se inició en el siglo XVIII. Pero en “ En el siglo XIX, la
pintura y el papel pintado obedecían ya a preferencias y modas generadas por una
industria tan activa como próspera y que uniformizaba estilos y colores.”11 La
exportación a través de grandes buques permitió que en lugares distantes las élites
compartieran imaginarios visuales similares. Es en este punto donde vemos que son las
minorías privilegiadas a ambos lados del Atlántico las que están intentando definirse a sí
mismas: están eligiendo un mismo universo plástico como marco de referencia. No es
simplemente una moda decorativa, es una definición de anhelos, es una forma de
legitimación y confirmación de su status social.
Pero los empapelados no estaban solos, formaban parte de un universo mayor, ya
que como señala Michel Perrot “Objetos y bebelots invadieron no sólo la alcoba sino la
totalidad de la vivienda, que se convertía, así, en galería, museo y templo familiar a la
vez.”12
El estar a la moda, el aparentar, el ser “elegante pero moderno” se instaló
fuertemente como marca de las clases más acomodadas. En la elección de cada época
podemos intentar vislumbrar ciertas ideas, a simple vista inocentes, pero cargadas de
sentido si profundizamos la contextualización. En este sentido vale la pena tener
presente que las fuentes iconográficas para la realización de los bocetos de estas obras
se relacionan con un profundo choque epistemológico. Es por ello que no debemos
olvidar que estos empapelados estarían formando parte de la iconografía acerca de la
10 Evans, Robin, Robin, 'Figures, Doors and Passages”en Translatios of drawing to building and other essays, Londres, 1997. Pág. 75 11Michel Perrot, Historia de las alcobas, Mexico, Fondo de cultura Económica, 2011 Pág. 5.
12 Ibid. Pág 60.
“inmadurez” de América. Según Antonello Gerbi, la tesis de la “debilidad” o inmadurez
del continente americano nace con George Louis Leclerc, Conde de Buffon a mediados
del Siglo XVIII. Ya que para Buffon los pocos y débiles indígenas del Nuevo Mundo no
han podido dominar la naturaleza hóstil, no han sabido vencer y sojuzgar las fuerzas
vírgenes y enderezarlas a su utilidad:
“En lugar de hacer algo por el desarrollo de las especies animales y el mejoramiento de las razas domésticas, el hombre mismo ha permanecido vencido sujeto al 'control' de la naturaleza, ha seguido siendo un elemento pasivo de ella, un animal de tanto- apenas primus inter pares.”13
Por otra parte la serie panorámica “Les Incas” muestra la construcción simbólica
de un territorio “andino” totalmente idealizado. Robert Sack14 entiende la territorialidad
como la base del poder y examina este concepto en relación a las motivaciones y
estratégias de un individuo o de un grupo para alcanzar, influenciar o controlar recursos
a través de la delimitación y el mando sobre áreas específicas.
Pero también en ellos podemos ver a las élites incaicas representadas con
muchos elementos de diferenciación y parafernaria distintiva. Sin embargo, los
referentes iconográficos no pertenecen al área cultural representada, pero el rigor
histórico poco importaba y poco importa a los consumidores. Quienes se rodeaban y
siguen rodeando de estos empapelados pueden ser pensados desde las categorías
estudiadas por Gaetano Mosca y Vilfredo Pareto. En relación a esto, nos parece
fundamental al analizar esas obras acercarnos a la conceptualización realizada por Carl
Wright Mills acerca de las “élites de poder”. Este autor toma como elementos
principales los orígenes sociales y educativos comunes que generan una unidad en la
conciencia de clase. A ese planteo podemos agregar que dentro de éstos hay un universo
visual común, que permite una cooperación al interior y persistencia en el poder. Sin
lugar a dudas, las élites necesitan elementos de diferenciación, demostración y
plasmación de su lugar en el conjunto social. Y las imágenes forman un recurso
ineludible a la hora de esa manifestación.
En este planteo, es útil remarcar que el estudio de las élites ocupa un lugar
crucial en el campo de encuentro de todas las ciencias sociales y es un concepto
inseparable de la noción de poder e imposición de ciertos interéses en función a las
relaciones no igualitarias de dominación-subordinación. Este campo de estudio se
relaciona con la noción de estratificación social y sus implicancias. Pero por sobre todo, 13 GERBI, Antonello, La disputa del nuevo mundo, Fondo de Cultura Económica, México, 1982, Pág. 11 14 Ver: SACK, Robert David, Human Territoriality: Its theory and history, Cambridge University Press. 1986
esta noción no puede ser esquivada al abordar asuntos como la representación. Es por
ello que Juan Fernando Badía nos recuerda que: “(...) la noción de élites es por fuerza
un hecho polémico, que suele ir acompañado de tensiones y conflictos sociales. De ahí
que no deba pasarse por alto la proyección de las élites en el terreno ideológico”15
Queremos por lo tanto, hacer especial hincapié en esta proyecciones ideológicas a partir
de los sistemas plásticos.
Hoy en día son nuevamente las élites las que necesitan demostrar su prestigio
social y diferenciarse visualmente con estas obras. La Serie “Les Incas” creada por la
manufactura Dufour es vendida en la actualidad y son los decoradores de interiores
contemporáneos los que satisfacen las demandas de estos grupos. En la feria del año
pasado en Palm Beach, la especialista en comercialización de estos productos Carolle
Thibaut-Pomerantz vendió un panel de la manufactura Dufour $5.000, mientras que los
grupos fueron vendidos entre $12.000 a $50.000 USD. Pero una panorámica completa
esta actualmente cotizada en el mercado a $200.000 dólares estadounidenses. Como
señala Carolle Thibaut-Pomerantz, en una nota periodística, incluso a ese precio son
"muy asequible en relación con otras obras de arte"16. Desde esa óptica el arte es
pensado entonces como parte del “sistema de exclusión” que esgrime un discurso sobre
la superioridad. Demostrando de esa manera que la reproducción simbólica de estas
élites es propiciada por un imaginario que legitima las jerarquías y las asimetrías
sociales.
A modo de conclusión
Los empapelados panorámicos de la Serie “Les Incas” pueden pensarse a partir
de entramados históricos y los procesos culturales complejos. Falta mucho por trabajar
y reflexionar sobre este importante legado cultural que se reactualiza con cada
reimpresión. Lo realizado hasta aquí, constituye tan sólo un primer esfuerzo por
acercarnos a la problematización de este conjunto.
Por ahora, podemos indicar que en estas obras se presentan “lo propio” del
hombre y de “lo otro” como instancias de enunciación. Son representaciones que
plantean situaciones fronterizas en cuanto a la identidad, el mundo y las relaciones
interétnicas. Sin duda se trata de construcciones visuales nominativas de los
“subordinados” y sus relaciones de poder.
Son los “indios” los que estan (in) visibilizados, imaginados y marginados, es 15 BADIA, Juan Fernando, Las élites, Revista espanola de la opinion publica, Centro de Investigaciones Sociologicas, No. 43, Jan. - Mar., 1976 , Pág 10 16 Ver: http://www.departures.com/articles/carolle-thibaut-pomerantz. Consulta: Abril de 2013
por ello que nunca esta demás recordar que“Indio fue la palabra inventada para
designar y sobre todo, excluir, al integrante de la sociedad sojuzgada, al sobreviviente
de una de las tremendas hecatombres de la humanidad”17
En un marco panorámico y cotidiano se plantean utopías, paraísos perdidos,
buscados y anhelados de las élites a ambos lados del Atlántico. Son los grupos
minoritarios tanto de América como de Europa quienes siguen consumiendo esta
“indianidad” como ficción, donde el “otro” se materializa, se inventa, se visualiza como
potencia y como simulacro de lo imposible.
Cecilia Marina Slaby
Abril de 2013
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“I Jornadas Interdisciplinarias de Jóvenes Investigadores en Ciencias Sociales”
IDAES | UNSAM
8, 9 y 10 de mayo de 2013
Campus Miguelete 25 de Mayo y Francia, San Martín, Provincia de Buenos Aires
Mesa 8. Estudios sobre Elites: actores, escenarios e instituciones Coordinadores: - Juan Branz - Romina Malagamba - Luisina Perelmiter Ponencia: ¿De burguesía agraria a burguesía terrateniente? Los problemas del acceso a la tierra, antes y después de la revolución. 1755-1820 Santiago Rossi Delaney CEICS Publicación autorizada
Este trabajo se propone indagar la política desarrollada por los gobiernos revolucionarios
respecto al problema de la tierra durante la primera década a partir del análisis de decretos,
las cantidades de títulos de tierras otorgados por el Estado, y la superficie que abarcaban esas
tierras dadas en propiedad, con el objetivo de comprender si efectivamente hubo una
voluntad consciente por parte del Estado revolucionario de avanzar sobre el problema y, por
otro lado, si esa acción estuvo orientada a acelerar la creación de una clase terrateniente en la
región. Para ello, previamente, deberemos indagar algunas de las características de la
propiedad y usufructo de la tierra durante la colonia, para tener un panorama de la situación
previa sobre la que actuaron los gobiernos independientes, y a su vez, para tratar de
comprender la naturaleza social de la figura del terrateniente y si corresponde caracterizar con
este concepto a los hacendados de la campaña bonaerense.
Ocupación y propiedad de la tierra durante el período colonial
La idea de una pampa dominada por una “oligarquía terrateniente”, herencia del período
colonial, tiene una larga historia y se remonta a fines del siglo XIX como mínimo. Desde las
obras tempranas de Cárcano1, Oddone2 y Levene3 entre otros, esta caracterización ha pasado
casi al sentido común y subyace en la mayoría de las propuestas políticas de distintas
corrientes del variado arco intelectual. En los ’80, la historiografía “moderna” negó la
existencia de una clase terrateniente a partir de los resultados de los censos que arrojaba una
dispersión de la propiedad. La conclusión que se sacó es que esas unidades pequeñas
representaban una economía campesina. Y, si no había terratenientes, dicen estos
historiadores, no había explotación.
Ambas corrientes historiográficas comparten el mismo prejuicio: intentar definir a una clase
por el grado de concentración de la propiedad, antes que por las relaciones sociales de
producción. Estrictamente, la figura del terrateniente ha cambiado a lo largo de la historia:
hay terratenientes esclavistas, feudales y capitalistas. Por lo tanto, el concepto en sí no nos 1Cárcano, Miguel Ángel: Evolución histórica del régimen de la tierra pública, 1810-1916, Eudeba, Buenos Aires, 1972. 2Oddone, Jacinto: La burguesía terrateniente argentina. Buenos Aires, Ediciones Libera, 1967. 3Levene, Ricardo: Historia de la nación argentina: desde los origenes hasta la organización definitiva en 1862, El Ateneo, 1962.
dice mucho. Por otro lado, esta categoría no depende del grado de concentración de la tierra,
sino del acceso a ella. De la misma forma, la existencia de una clase terrateniente no implica
que no existan las relaciones de explotación.
La principal característica de un terrateniente es la de reproducir su existencia
fundamentalmente a partir de la apropiación de renta, la cual emerge de la propiedad sobre un
bien que es no reproducible y toma diferentes formas a lo largo de la historia. Sin embargo,
para que exista tal clase, se necesita de un pleno desarrollo de la capacidad de
monopolización de la tierra por parte de una clase social, lo cual implica la exclusión de su
acceso a otros grupos de la sociedad. Sin embargo, durante el régimen colonial, la tierra era
realenga, es decir, propiedad del Rey. El fundamento último de la propiedad residía en
España. El derecho feudal, por su parte, obstaculizaba la posibilidad de obtener títulos de
propiedad, aunque algunos podían constituirse en una excepción.
En términos jurídicos, la compilación de la legislación promulgada por los monarcas
españoles conocidas como la Recopilación de Indias (1640) “organizó la propiedad agraria
sobre la base de que todas las tierras en América pertenecían al Estado como único
propietario.”4 Esta disposición atañe a la soberanía del Estado sobre la tierra pero no como
propietario de derecho privado, de allí que en muchas partes de América se respete la
propiedad comunitaria de los indios. Lo que se sostiene es la facultad de la Corona sobre las
tierras baldías, las cuales pueden ser otorgadas a particulares mediante mercedes reales.
Conquistadores, virreyes, gobernadores, audiencias, cabildos e intendentes estuvieron en uno
u otro momento autorizados a conceder mercedes en nombre del Rey.
Los datos de los partidos de Chascomús, Ranchos y Monte nos muestran que el traspaso de la
tierra pública a manos privadas durante la colonia se realizó fundamentalmente a partir de
mercedes reales. En Chascomús (que durante el siglo XVI pertenecía a la jurisdicción de
Magdalena), se entregaron 10 mercedes reales, pero en casi todas estas la posesión no fue
reafirmada por la ocupación efectiva, de manera que hacia fines del siglo XVIII no hubo
reclamos de derechos de dominio. A principios del siglo XIX únicamente los dueños de dos
terrenos pudieron ejercer el derecho de propiedad que devenía de una merced. Las 67.743
hectáreas que abarcaban todas estas mercedes representaban apenas el 10% del total de la 4Mariluz Urquijo, José María: El régimen de la tierra en el derecho indiano, Editorial Perrot, Buenos Aires., 1978, p. 22.
tierra otorgada en la jurisdicción delimitada para estos partidos. La tierra más grande
otorgada fue de 6.588 hectáreas en Monte, el 4,2% de la superficie del partido.5
Por su parte, el proceso de ocupación de la tierra pública en Mercedes (Guardia de Luján)
confirma que el otorgamiento de mercedes reales fueron la modalidad más antigua de acceso
a la tierra, pero fueron pocos los actos de ocupación efectiva hasta mediados del siglo XVIII,
en este sentido, fue una minoría respecto a la posterior entrega de enfiteusis una vez
consolidada la revolución. Durante la colonia se entregaron dos mercedes reales principales,
la más grande medía una superficie de 2 leguas de frente por 1 legua ½, ambas sobre los
márgenes del Río Luján, las cuales fueron subdivididas en una ocho fracciones de 0,75 leguas
promedio. En comparación, que entre los años 1837 y 1839 el Estado cedió a los particulares
a través de enfiteusis 19,93 leguas (53821, 8 hectáreas) en 15 operaciones, una gran
diferencia.6
No obstante, la escasa adquisición de propiedades en los estudios de caso analizados no debe
llevar a pensar una inexistencia del acceso a la propiedad individual de la tierra. Azcuy
Ameghino, en base al Censo de Hacendados de 1789, dio cuenta de la existencia de 265
“propietarios” en los partidos de Magdalena, Areco y Pilar, quienes ocupaban un total de
291.297 varas de frente (150 Leguas cuadradas aproximadamente). 7 Sin embargo, el censo
no aclara si hubo acceso al título de propiedad, parcial o total, de las tierras ocupadas.
Banzato da cuenta también del acceso a títulos de propiedad durante la colonia. En el período
1755-1809 fueron entregados 199 títulos, en su mayoría por la vía de denuncias y litigios, en
distintos partidos de la campaña bonaerense. Volveremos sobre estos datos los más adelante.
Se puede ver entonces una tendencia al crecimiento de la propiedad individual, con un
correlato en las transformaciones del Derecho Indiano. Lo cual se observa en los pleitos entre
los individuos que apelan a los derechos de comunidad, contra aquellos hacendados que
pretenden ejercer su dominio personal. Esto se plasma en la contradicción doctrinaria jurídica 5Banzato, Guillermo: La expansión de la frontera bonaerense. Posesión y propiedad de la tierra en Chascomús, Ranchos y Monte. 1780-1880, Editorial Universidad Nacional del Quilmes, Bernal, 2005, p. 45. 6Barcos, María Fernanda: “Los sistemas de acceso a la tierra en Mercedes (Guardia de Luján): pueblo, ejido y campo. 1745-1830”, en Anuario del Instituto de Historia Argentina “Emilio Ravignani” n°7, 2007, Universidad de Buenos Aires, edición digital, p. 11-15. 7Azcuy Ameghino, Eduardo: La otra historia. Economía, estado y sociedad en el Río de la Plata colonial, Imago Mundi, Buenos Aires, 2002, p. 169-170.
en donde se comienza a prohibir a las comunidades afectar el interés de terceros. Las palabras
de José Manuel Pérez Castellano son bastante gráficas:
“Se dirá que los pastos son comunes. Sí, son comunes, pero lo son para los caminantes que
van y vienen […] con tal de que no hagan daño en las huertas y sembrados; pero no son
comunes para que se tome nadie la facultad […] en heredad que no es suya, diaria y
habitualmente”. 8
Los hacendados, entonces, antes de la revolución, no parecen haberse constituido en
terratenientes. Era más bien la Corona, junto a las órdenes eclesiásticas,9 quien ostentaba ese
título. No obstante, esta situación va a cambiar progresivamente.
El avance de la obtención de derechos de propiedad después de la revolución de 1810, en
comparación con el período colonial, resulta significativo: en primer lugar, la adquisición de
tierras mediante moderada composición, reglado por la Réal Cédula de 1754, implicaba la
legalización de la ocupación de hecho de tierras realengas practicada por un particular. Este
sistema nace a partir de las penurias financieras del Estado y tienen un inequívoco carácter
fiscal, es decir que aquellos que ocupaban tierras hace tiempo, a través de un pago al Estado,
podían comenzar los trámites para el traspaso de los derechos.10 En este sentido, pareciera ser
que funcionó como un sistema de transición entre la colonia y el período revolucionario,
como efecto del contexto de fuerte déficit fiscal que sufría el Estado colonial, producto de su
agotamiento estructural. En los partidos de Chascomús, Ranchos y Monte las denuncias
comenzaron a partir de 1770, pero los 40 campos que fueron obtenidos en propiedad por este
método antes de que se reemplazaran todos los sistemas por la enfiteusis, a pesar de haber
sido exigidos antes de 1810, fueron entregados recién luego de esa fecha.
La cantidad de hectáreas entregadas mediante el sistema de moderada composición, entre
1898 y 1822 en los partidos nombrados, fueron 258.311,7; las donadas durante el Directorio
en 1818-1822, 101.017.18 ha; las de la enfiteusis Rivadaviana en 1822-1840 fueron 42.049,5
ha; y las ventas de tierras durante el período de Rosas en 1836-1839, a cantidad de 36.063,0,
8Mariluz Urquijo, José María: op. cit., p.134. 9El carácter terrateniente de las órdenes religiosas durante el período colonial merecen un trabajo aparte que excede el marco de esta ponencia. 10Idem., p. 61.
si bien el total de todas estas no superan las de la composición, se caracterizan por
otorgamientos de grandes cantidades en una menor cantidad de tiempo. Por último, los
sucesivos gobiernos desde 1857-1880 entregaron 50.951,7 hectáreas en estos tres partidos.
Claramente, la generalización de los derechos de propiedad se consolida mucho después de la
revolución. Este contraste entre una escasa adquisición de derechos de propiedad durante el
período colonial y un crecimiento vertiginoso luego de la revolución se comprueba, con
matices, en los últimos estudios de los partidos de San Nicolás, Dolores y Azul.11
Los datos de los distintos estudios de caso analizados no permiten aseverar la difusión de
derechos de propiedad durante la colonia, pero tampoco nos permite negar la por completo la
existencia de propietarios privados. Esto se debe a que estamos en sociedades en plena
transición. Lejos de constituir una “clase terrateniente” antes de la revolución, los hacendados
no parecen apoyarse en la acaparación de tierras. En realidad, el hecho de que durante la
colonia el usufructo de la tierra se entregue a partir de mercedes, las cuales no garantizan del
todo el título y la ocupación efectiva, da cuenta de cómo el hacendado no posee el monopolio
sobre la tierra. Si la propiedad no se encuentra generalizada, la posibilidad de retener
arrendatarios y pequeños productores que paguen un canon o la captación de agregados que
trabajen a cambio de una parcela se vuelve muy difícil de sostener ya que estos, al no existir
derechos y obligaciones, pueden en determinadas circunstancias no solo abandonar la unidad
productiva u ocupar una propia, sino incluso reclamar los pastos para sus ganados, de allí los
infinitos litigios. Desde el sur de Santa Fe hasta el norte de Buenos Aires, la tierra es de quien
puede garantizar su ocupación. La fortaleza de los hacendados se apoya más bien en la
capacidad de acumular ganado (la mercancía que permite la obtención de una ganancia) y de
las condiciones para poner en movimiento la producción (aloamientos, pulpería, dinero para
adelantar salarios, armas para defender la tierra). Es la explotación de mano de obra la que
hace posible la producción de ese ganado, la cual, en las contabilidades de estancia, parece
componerse en su mayor parte por peones libres contratados y sometidos a relaciones
sociales de producción asalariadas.12 11Garavaglia, Juan Carlos: “La propiedad de la tierra en la región pampeana bonaerense: algunos aspectos de su evolución histórica (1730-1863)” en Fradkin, Raúl y Garavaglia, Juan Carlos (editores): En busca de un tiempo perdido. La economía de Buenos Aires en el “país de la abundancia” 1750-1856, Prometeo Libros, Buenos Aires, 2004. 12Amaral, Samuel: Producción y mano de obra en el Buenos Aires colonial. La estancia de Clemente López Osornio. 1785-1795, Editorial Tesis, Buenos Aires, 1989.
En este sentido, el problema del “terrateniente” y el tamaño de la tierra no es lo que
verdaderamente importa para entender las características de los hacendados, si no el carácter
de la explotación sobre la que se apoyan. Esta concepción es la utilizada por Marx, por
ejemplo, cuando critica las ideas de Proudhon respecto a la economía política:
“En resumen, la tierra, en tanto en cuanto proporciona interés, es tierra capital, y, como
tierra capital, no da renta, no constituye la propiedad del suelo. La renta es un resultado de
las relaciones sociales en las que se lleva a cabo la explotación de la tierra. No puede ser
resultado de la naturaleza más o menos sólida, más o menos duradera de la tierra. La renta
debe su origen a la sociedad y no al suelo.”13
Si ponemos eje en las relaciones sociales, observamos que los hacendados, antes de ser
“terratenientes”, forman parte de la burguesía agraria, una clase social que en este momento
se encuentra en plena gestación, pero que puja por su desarrollo frente al atraso que impone
el colonialismo español. Esta va a ser la que luego, en mayo de 1810, va a tomar el poder y,
a partir de allí, sentar las bases estructurales del desarrollo capitalista en el Río de la Plata.
La acción de los primeros gobiernos revolucionarios frente al problema de la tierra:
nueva legislación, otorgamiento de títulos y superficie entregada 1810-1820 Ahora bien, una revolución burguesa no termina con la toma del Estado, como muchos
suponen. Con ese hecho, recién comienza. Una vez en el poder, la clase revolucionaria debe
crear una sociedad a su imagen y semejanza. Para ello, debe romper una serie de relaciones y
crear otras. Este proceso suele llevar décadas y no está exento de contramarchas, producto de
la evolución económica y de la lucha de clases.
Una de esas tareas es redefinir quiénes van a ser expropiados y quiénes van a ser los nuevos
propietarios de los principales medios de producción. En el Río de la Plata, como en
cualquier sociedad precapitalista, el principal medio de producción era la tierra, a la que se le
sumaba el ganado.
13Marx, Karl: Miseria de la filosofía, Editorial Gradifco, 2007.
Como dijimos previamente, durante el régimen colonial, la tierra era realenga, propiedad del
Rey. Luego de la Revolución de Mayo, esto comenzó a cambiar. No obstante, cuando la
mayoría de los historiadores tratan el problema, ponen el foco en el proceso que se abre con
las medidas llevadas a cabo por Rivadavia a través de la enfiteusis, avanzada la década de
1820, y las entregas de tierras realizadas por el rosismo.
A continuación, veremos cómo ya en la década de 1810 aparecen elementos importantes que
dan cuenta de una clara tendencia por partes de los gobiernos revolucionarios de intentar
llevar a cabo reformas y transformaciones en el régimen de la tierra.
En un contexto social de transición y de cambio estructural, el Estado tuvo un papel
trascendental. A partir de la toma del poder en 1810, se pudo empezar llevar a cabo las
modificaciones institucionales necesarias para liberar el desarrollo de las fuerzas productivas.
En la primera década, la revolución tuvo que hacer frente a una importante guerra para
consolidarse. No obstante, no dejó de avanzar en aquellos puntos nodales que suponen las
transformaciones burguesas.
Las primeras medidas respecto al problema de la tierra fueron de carácter exploratorio. Antes
de actuar, el Estado revolucionario pretendía recabar toda la información posible con la
intención de, posteriormente, intervenir sobre esa realidad. De allí la inspección de los fuertes
de frontera, decretada el 15 de junio de 1810, en donde se pretendía
“averiguar el estado de las poblaciones y ganados, los medios de reunirlos en pueblos, la
legitimidad con que se ocupan los terrenos realengos, con todos los demás ramos anexos a la
policía y mejora de nuestros campos; que manifieste si los pueblos de la campaña tienen
ejidos y cómo se los podría proporcionar; cómo se podrán dar los terrenos realengos, con
utilidad de la Real Hacienda, sin las trabas hasta ahora usadas”. 14
Como vemos, se hace explícito que uno de los objetivos de esta investigación, realizada por
el funcionario y coronel Pedro Andrés García (de quien hablaremos más adelante), es el de
otorgar a privados los terrenos “realengos”. Estos, a partir de la revolución, ya no se
encontraban a disposición de las autoridades coloniales, sino del gobierno revolucionario. 14 Registro Oficial de la República Argentina (RORA): Documento (Doc.) n° 37 - Inspección de los fuertes de frontera, Buenos Aires, 15 de Junio de 1810, t. 1, p. 36.
Otra medida significativa fue la orden para la realización del plano topográfico de la
provincia de Buenos Aires. En este decreto se afirma que la elección de agrimensores para la
sistematización de los datos geográficos y estadísticos
“tiene por objeto repartir gratuitamente a los hijos del país, suertes de estancia,
proporcionadas, y chacras para la siembra de granos, bajo un sistema político que asegure el
establecimiento de poblaciones y la felicidad de tantas familias patricias, que siendo víctimas
de la codicia de los poderosos, viven en la indigencia y en el abatimiento, con escándalo de la
razón y en perjuicio de los verdaderos intereses de Estado”.15 Esta intención de otorgar la tierra pública, en títulos de propiedad a particulares, tomó entidad
nacional cuando la Asamblea General de año XIII facultó al Poder Ejecutivo a vender las
fincas del Estado “bajo cualquier respecto que sea, enajenándolas del modo que crea más
conveniente al incremento del erario”.16 Se infundía así a la propiedad la plenitud de sus
movimientos y otorgaba al Estado la facultad de enajenar las tierras públicas, siendo ésta la
primera disposición general sobre campos fiscales. Se proclamaba y afirmaba la idea
principal de que el poder público no debía retener para sí la propiedad fiscal, insinuando la
venta en beneficio del Estado como norma para la distribución de tierra.
El problema de la tierra se encontraba tan presente, que hasta se observa en las disposiciones
para la fundación de pueblos, las cuales tenían como premisa garantizar la repartición de los
terrenos en propiedades. Por ejemplo, el artículo 1° de este decreto plantea que
“la figura cuadrada (de una chacra o estancia) es preferida a la semicircular, porque se puede
dividir más fácilmente en suertes iguales y regulares, resultando de aquí menos confusión de
límites para lo sucesivo, y más comodidad en las subdivisiones de las propiedades, y
últimamente porque de esta suerte quedará uniformado este pueblo al plan general de
poblaciones de campaña, y repartimiento de tierras de labor que se haya aprobado por el
gobierno”. 17
15RORA: Doc. n° 358 - Plano topográfico de la Provincia, t. 1, p.177. 16RORA: Doc. n° 440 – Facultando al Poder Ejecutivo para vender las fincas del Estado, t. 1, p.205. 17RORA: Doc. n° 284 - Disposiciones generales sobre fundación de pueblos, t. 1, p. 284.
Por su parte, el gobierno de Pueyrredón (1816-1819) se ocupó de disponer y reglamentar el
repartimiento de tierras con motivo de la extensión de fronteras, lo cual requería del
asentamiento de pobladores cerca de la línea de fortines. A estos, para asegurar la ocupación,
se les debía dar ciertas garantías, como por ejemplo, la defensa frente a los ataques de los
indios y la seguridad de que esas tierras no les serían expropiadas, otorgándoles el título de
propiedad. Al mismo tiempo, los pobladores debían cumplir con obligaciones, como
mantener en actividad las unidades productivas.18
Es más, también se pretendía otorgar títulos de propiedades a aquellos pobladores situados
fuera de la línea de frontera Se consideraba necesario transformarlos en propietarios, teniendo
en cuenta que, en un futuro, la línea de frontera se extendería hasta sus asentamientos.19 De
allí que el congreso constituyente, en 1817, haya resuelto “facultar al Director Supremo para
la adjudicación en propiedad de las tierras a las pobladores de la nueva demarcación,
procediendo en ella conforme a derecho, y sin perjuicio de las reglas que en adelante haya de
prescribir el Congreso”.20
Obviamente, esta política no quedaba circunscripta solo a Buenos Aires. A partir de una
solicitud del gobernador de Cuyo al congreso constituyente, pidiendo facultades para repartir
los terrenos baldíos de aquella provincia, se decidió extender la cesión de terrenos a Jujuy,
Salta, Santiago, Catamarca, Córdoba, entre otras, facultando al Ejecutivo para el
repartimiento de terrenos del Estado y solicitando que solo algunos terrenos se dieran
gratuitamente.21 Es decir, el gobierno revolucionario pretendía expropiar las tierras realengas
de todo el espacio que deseaba controlar.
Por último, es menester resaltar la trayectoria del arriba citado Pedro Andrés García,
funcionario solicitado por los sucesivos gobiernos revolucionarios para encabezar acciones y
elaborar diagnósticos sobre los problemas rurales.22 Lo más destacado de su carrera abarca la 18RORA: Doc. n°1246 - Adjudicando terrenos en la nueva línea de frontera, a los que quieran poblarlos, mediante determinadas condiciones, t. 1, p. 480. 19RORA: Doc. n° 1270 - Pobladores fuera de la nueva línea de fronteras, t. 1, p. 487. 20RORA: Doc. n° 1070 - Concesión de tierras en la línea de fronteras., t. 1, p. 417. 21RORA: Doc. n° 1380 - Forma en que debe hacerse el reparto de las tierras públicas, t. 1, p. 535. 22Véase Gelman, Juan: Un funcionario en busca del Estado. Pedro Andrés García y la cuestión agraria bonaerense, 1810-1822, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires, 1997.
primera década revolucionaria, encontrándose entre sus actividades más importantes el haber
sido convocado en 1810 para dirigir una expedición a Salinas, con el objetivo de estudiar los
terrenos. En 1812 se le encargó el estudio en detalle de la situación de la campaña. Fue él
quien dirigió la elaboración de las estadísticas de esos años referidas a la población, así como
la delineación de planos de los partidos. En 1814, se lo comisionó para preparar un proyecto
de fronteras, el cual se actualizó en 1816. En 1819, Saavedra, Comisionado Directorial de la
campaña, lo convocó como asesor. Lo importante es que una de las preocupaciones más
grandes de García era la excesiva cantidad de pobladores que ocupaban terrenos realengos sin
disponer de títulos de propiedad. Frente a esto, recomendaba una serie de medidas que
consideraba urgentes y necesarias. La primera era mensurar las tierras de la campaña de
manera exacta. La segunda, dividirlas y repartirlas entre sus pobladores. La tercera, formar
los poblados de la campaña para que la población se reuniese en ellos y se habituase a la
civilización. La cuarta, que se estableciesen las nuevas líneas de frontera con la seguridad
adecuada. Todas las propuestas que realizó tendían a un solo fin: consolidar al Estado y
convertir a los pobladores en propietarios. Es decir, desarrollar una clase burguesa en el agro.
En este sentido, observamos que para los primeros gobiernos revolucionarios era muy claro y
evidente que la tierra realenga debía ponerse en manos del Estado revolucionario y luego
enajenarla a los privados. Similares medidas debían tomarse con las tierras en manos
indígenas: conquistarse y entregarse en propiedad privada.
Hasta aquí, el Estado se adjudicó la propiedad de las tierras de la corona española, lo que
constituye una expropiación de primera magnitud. Veamos, ahora, cómo la revolución
avanzó en esa apropiación privada a través de la entrega de títulos.
Un título de propiedad, antes y después de la revolución, se podía conseguir a través de
diversos mecanismos: la moderada composición (consistía en reconocerle a un poblador la
ocupación de tierras realengas, estableciéndose así la base jurídica para otorgarle un título de
propiedad a futuro), el remate, las donaciones, el amparo, la venta directa, las denuncias y los
litigios. Para darnos una idea del cambio que implicó la Revolución de Mayo en el régimen
de la tierra, observaremos los datos extraídos de los Expedientes de Solicitudes de Tierras, en
particular, el otorgamiento de títulos desde 1755 hasta 1822 en los partidos de Cañuelas,
Chascomús, La Matanza, Lobos, Magdalena, Mercedes, Monte, Navarro, Ranchos, San
Vicente, y el Sur del Salado.23
Mediante el examen de estos expedientes, podemos observar que en el período que va desde
1755 a 1809, es decir, durante el régimen colonial, se otorgaron en el conjunto de los partidos
citados 199 títulos, primando la entrega a partir del mecanismo de denuncias, con 80 títulos
entregados entre 1781 y 1809. Por otro lado, en la primera década revolucionaria, de 1810 a
1822, se entregaron 287 títulos de propiedad, primando las donaciones, con 91 títulos
entregados. Esto quiere decir que en tan solo doce años los gobiernos revolucionarios
entregaron 88 títulos más que en los cincuenta y cuatro años del período que corresponde al
régimen colonial del cual se disponen datos. Esto nos da que del total de títulos entregados en
todo el período 1755-1822, es decir 486 títulos, un 40,1% fueron entregados durante el
período colonial, mientras que el 59,9% restante fue entregado en la primera década
revolucionaria, aunque en menos de la mitad de tiempo. Por último, un elemento llamativo a
tener en cuenta es que durante la colonia no figura ningún otorgamiento de títulos a partir de
la venta directa, mientras que en la década revolucionaria podemos encontrar tres casos. Si
bien son pocos, la diferencia debe ser resaltada.
Ahora bien, para tener una idea de la cantidad de tierra otorgada, si bien no contamos con un
relevamiento de datos en hectáreas del total de los títulos entregados, sí disponemos de los
datos de los partidos de Chascomús, Ranchos y Monte para el período 1798-1822.24
Si trazamos un recorte ateniéndonos a estos tres partidos, en primer lugar vemos que se
entregaron, a partir de los mecanismos de moderada composición, remates y donaciones en el
período 1798-1822, 78 títulos, 38 en Chascomús con 197.013,9 has.; 28 títulos en Ranchos
con 139.500,9 has. y 12 títulos en Monte, con 141.037,2 has., sumando un total de 78 títulos,
abarcando una extensión total de 477.552 has para el período dicho.
No obstante, si hacemos una separación entre antes de 1810 y después, vemos qué de estas
cantidades totales, durante la primera década revolucionaria hasta 1822, se entregaron en
23Banzato, Guillermo: “La herencia colonial. Moderada composición y remates en Buenos Aires, 1780-1822” en Blanco, Graciela y Banzato, Guillermo: La cuestión de la tierra pública en Argentina. A 90 años de la obra de Miguel Ángel Cárcano, Prohistoria ediciones, Buenos Aires, 2009. 24Banzato, Guillermo: Ocupación y acceso a la propiedad legal de la tierra en la región nordeste del río Salado: Chascomús, Ranchos y Monte, 1780-1880, Universidad Nacional de la Plata, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Tesis Doctoral.
Chascomús 37 títulos con 176.763,9 has.; en Ranchos 25 títulos con 113.683,5 has.; y en
Monte 6 títulos con 93.433,5 has.; dando un total de 68 títulos, que abarcarían una extensión
total de 383.880,9 has.
En este sentido, comprobamos nuevamente que el grueso de los títulos fue entregado después
de la Revolución de Mayo, a lo que se agrega que también que una mayor cantidad de tierra
otorgada a particulares en ese período. Del total de tierras entregado en estos tres partidos de la
campaña porteña durante el período 1798-1822, 93.671 fueron entregadas durante el
régimen colonial y 383.880 fueron entregadas en la primera década revolucionaria. Esto nos
da un 19,6% del total para el primero y un 80,4% para la segunda.
Las diferencias son notables. Se confirma, de este modo, la escasa voluntad por parte del
régimen colonial de avanzar en la entrega de la tierra pública a particulares. Si bien hay un
movimiento que se dirige en ese sentido, el proceso se corporiza fuertemente una vez iniciada la
Revolución de Mayo. Fueron los sucesivos gobiernos revolucionarios quienes avanzaron, en
primera instancia, hacia un importante proceso de transformación de la propiedad de la
tierra, acelerando la entrega de terrenos y títulos a particulares por diversos medios.
Con la información obtenida, podemos realizar una afirmación simple, pero importante:
durante la primera década revolucionaria se llevaron a cabo medidas respecto al problema de la
tierra, basadas en primer lugar en la apropiación por parte del Estado revolucionario de toda
la tierra pública. Esta era “propiedad del Rey” y sujeta al Derecho Castellano, pero se la
expropió para otorgarla progresivamente a particulares por diversos medios.
Si bien es claro que este proceso de entrega de tierras se acelera tiempo después, el inicio de la
transformación podríamos ubicarlo en los inicios de la revolución misma, no solo por las
medidas políticas y decretos pronunciados en estos años, sino también por las cantidades de
hectáreas entregadas en distintos partidos de la campaña.
En este sentido, el Estado creado por la Revolución de Mayo, a pesar de los inconvenientes
de la guerra de independencia y las disputas políticas internas, llevó a cabo una política de
transformación del régimen de la tierra. Su objetivo fue el establecimiento de una burguesía
terrateniente, que impulsara la acumulación de capital. Meta que no dependía de la simple
evolución de la economía, hizo falta la organización política y la violencia de clase para
llevarla adelante.
I Jornadas Interdisciplinarias de Jóvenes Investigadores en Ciencias
Sociales
IDAES/UNSAM Nombre y apellido: María Victoria López
Pertenencia institucional: IDACOR - CONICET/UNC
Mesa: Estudios sobre elites: actores, escenarios e instituciones
Título: Asociaciones de elite en Córdoba a fines del siglo XIX, entre distinción social y
“alta cultura”
Correo electrónico: [email protected]
Autoriza publicación: sí
Resumen
Este trabajo propone un análisis comparativo de algunas asociaciones de la elite en
Córdoba a fines del siglo XIX. A partir de una selección de casos que incluye
asociaciones culturales, recreativas y profesionales, trabajamos con una grilla de datos
comunes (años de creación, desaparición y actividad; miembros fundadores y socios;
criterios de ingreso; sedes; presencia pública) y con la comparación (cuando posible)
de las listas de socios, con el objetivo de reconocer las diferencias que existen entre
ellas más allá de su parentesco en tanto asociaciones de elite, con numerosos
miembros en común. Efectivamente, este conjunto de asociaciones reunió, en
diferentes momentos, a un discreto conjunto de miembros de la elite que pertenecía
simultáneamente a más de una o bien circulaba por ellas, pese a los esfuerzos de los
contemporáneos por marcar ciertas diferencias entre ellas. Mediante esta comparación
pretendemos avanzar sobre la hipótesis de que, mientras que muchos miembros de la
elite participaban de prácticas de sociabilidad distinguida, genéricamente orientadas a
la distinción, sólo algunos podían realmente acceder a ciertas prácticas de “alta
cultura”, y con distintos grados de integración. Así, se delinearía una zona de parcial
superposición entre una lógica social y una cultural-intelectual.
1
Introducción
La Guía General de Córdoba del año 1899 destinó un capítulo a las sociedades
cordobesas en el que marcaba que el “espíritu de asociación” estaba poco desarrollado en la
ciudad (a excepción de las agrupaciones religiosas) y que, por eso, numerosas asociaciones
tenían una vida precaria y breve. Según Vagliente (2004), entre las asociaciones
socioculturales del periodo 1850-1880 fueron pocas las que superaron los 5 años de
existencia; podemos suponer que esa tendencia se mantuvo más o menos igual en la década
siguiente. A pesar de ello, se sostenía en la Guía, algunas asociaciones lograban alcanzar una
vida prolongada y estable: entre ellas estaban el Jockey Club, el Club Social, la Sociedad de
Beneficencia y otras asociaciones de caridad, la Sociedad Unión y Progreso, el Ateneo, el
Club de Gimnasia y Esgrima, el Club de Residentes Extranjeros y otras asociaciones mutuales
y de extranjeros.1 Pese a que algunas de las mencionadas no tuvieron una larga vida (el
Ateneo, por ejemplo, comenzó su lenta extinción al año siguiente), el movimiento asociativo
en conjunto ha sido considerado un indicador de la conformación y consolidación de una
esfera pública moderna. En la ciudad de Córdoba entre 1850 y 1930 se crearon más de mil
asociaciones, de distintas fisonomía, duración y tamaño, pero que en conjunto muestran un
movimiento creciente y sostenido (Vagliente, 2010).
En esta ponencia proponemos un análisis comparativo de un conjunto de asociaciones
de la elite en Córdoba en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. Se trata de
asociaciones formales que se dieron sus propios estatutos o reglamentos, en algunos casos
obtuvieron el reconocimiento oficial en la forma de personería jurídica, fijaron sus objetivos,
establecieron cuotas de ingreso y mensuales, tuvieron cierta presencia pública, etc. Los casos
elegidos son: la Sociedad Literaria Deán Funes (1878-1883) y el Ateneo de Córdoba (1894-
1913), entre las culturales; el Club Social (1871 hasta la actualidad) y el Jockey Club (1887
hasta la actualidad) entre las recreativas; el club político-cultural El Panal (1887-1890);
finalmente, el Centro de Ingenieros (1899) y el Círculo de la Prensa (1898), entre las
profesionales.2 Las primeras concentraban las actividades y los objetivos
considerados “culturales”, aunque el componente social no desaparecía (en tanto
también realizaban eventos como bailes y banquetes); las recreativas concentraban el ocio,
en algunas deportivo, y la figuración social (los mencionados bailes y banquetes, también
organización de paseos, veladas, etc.); las profesionales exhibían, a diferencia de las
demás, un preciso recorte
1 Guía General de Córdoba, Aveta, Padilla y Cía.,1899, p. 84. 2 Algunas de las asociaciones abarcan todo el periodo de nuestra investigación e incluso lo trascienden, mientras que otras no; interesa su convivencia y parcial superposición entre fines del siglo y los primeros años del XX.
2
societario y un cierto carácter gremial y, por último, incluimos al Panal como club político-
cultural de breve pero significativa vida en la ciudad.
A partir de esta selección de casos, trabajamos con una grilla de datos comunes (años
de creación, desaparición y actividad; miembros fundadores y socios; criterios de ingreso;
sedes; presencia pública) y con la comparación (en la medida de lo posible) de las listas de
socios, con el objetivo de reconocer las diferencias que existen entre ellas más allá de su
parentesco en tanto asociaciones de elite, genéricamente orientadas a la distinción, con
numerosos miembros en común. Efectivamente, este conjunto de asociaciones reunió, en
diferentes momentos, a un discreto conjunto de miembros de la elite que pertenecía
simultáneamente a más de una o bien circulaba por ellas, pese a los esfuerzos de los
contemporáneos por marcar ciertas diferencias entre las asociaciones. Mediante esta
comparación pretendemos avanzar sobre la hipótesis de que, mientras muchos miembros de la
elite participaban de prácticas de sociabilidad distinguida, genéricamente orientadas a la
distinción, sólo algunos podían realmente acceder a ciertas prácticas de “alta cultura”, y con
distintos grados de integración. Así, se delinearía una zona de parcial superposición entre una
lógica social y una cultural-intelectual. Esta ponencia es parte de una investigación doctoral,
en curso, sobre sociabilidad de elite, prácticas de “alta cultura” y poder simbólico en Córdoba
entre 1870 y 1918. Además de funcionar como mecanismos de construcción de la distancia
social, esas instancias y esas prácticas fragmentaron internamente a las elites, delimitando una
fracción específicamente intelectual o cultural dentro de la elite social definida por criterios
socioeconómicos más amplios. Nuestro proyecto de investigación se organiza a partir de tres
conjuntos de indicadores que funcionan a la vez como micro objetos de investigación y
delimitan conjuntos empíricos específicos: a) asociaciones significativas para la coagulación
de un universo de sociabilidad de elite y “alta cultura”, sean culturales, recreativas,
profesionales o político-culturales; b) formaciones de artistas e intelectuales y revistas
culturales; c) un repertorio de prácticas y espacios de interacción social y ciertos consumos
específicos. Trabajamos aquí sobre el primero de ellos.
Asociacionismo en Córdoba
Para la elite en Córdoba, como para sus pares en el resto del país, el asociacionismo
era una práctica extendida, sustentada en un “habitus asociativo” (Vagliente, 2010: 205)
confirmado por la plurimembresía y la consiguiente cantidad de miembros en común entre las
asociaciones. Los estudios reconocen tradicionalmente un “despertar” del asociacionismo
3
(especialmente de tipo político) con la revolución de 1810, paralelo al progresivo desarrollo
de una esfera política; un segundo resurgir tras la caída de Rosas -Vagliente (2010) habla de
un “boom” asociativo en Córdoba a partir de 1852, en comparación con décadas anteriores- y
un enfriamiento de los motivos políticos hacia las décadas de 1880 y 1890, momento de
estabilización institucional y política, en favor de un asociacionismo más orientado a la
sociabilidad amable, la cultura y la recreación.
Para el periodo 1850 - 1930, el mismo autor propone analizar el movimiento
asociativo delimitando una serie de subcampos asociativos y analizando su crecimiento por
separado; demuestra que el subcampo sociocultural fue uno de los que más creció en la
década de 1880, mientras que en todo el periodo de su estudio los subcampos sociocultural,
recreativo y profesional crecieron sostenida aunque lentamente.3 El subcampo
político, sostiene, es en numerosas ocasiones transversal a los anteriores y por eso lo
incluimos aquí (el caso del club juarista El Panal).4 Además, propone distinguir entre la
finalidad primaria de las asociaciones (su “objeto social fundamental”) de las finalidades
múltiples que pueden tener, siempre secundarias respecto de la anterior, y, por último, a estas
finalidades de, simplemente, las actividades realizadas por la sociedad (Vagliente, 2010).
Entre distinción social y “alta cultura”
La Sociedad Deán Funes fue fundada en 1878 por un grupo de estudiantes
universitarios y se proponía, en primer lugar, “fomentar el cultivo de la Literatura y las
Ciencias”, en segundo “fundar una Biblioteca pública y un periódico puramente científico-
literario” y tercero, “tener los diarios y periódicos nacionales y extranjeros como también
otras publicaciones útiles y amenas”.5 El primero de ellos es el de mayor
generalidad, mientras que los demás son objetivos de orden “práctico” que sugieren la
existencia de una biblioteca y salón de lectura. Para ser socio activo se requería, entre otras
cosas, presentar una solicitud avalada por dos socios y, en caso de ser aceptado, donar una
obra a la biblioteca, pagar una cuota de ingreso de $2 y una mensual, repetir la donación
de obras cada año y, especialmente, “presentar por orden de turno una disertación científica
o literaria sobre un
3 Si bien Vagliente, el autor que hasta ahora venimos siguiendo, habla de un subcampo asociativo “sociocultural”, preferimos considerarlo sencillamente “cultural” (o “cultural-intelectual”, según los casos) dado que el componente social genérico se halla en todas las asociaciones. 4 Por otro lado y a partir de nuestros intereses, nos llama la atención la ausencia de un subcampo asociativo específicamente artístico; por el momento, pensamos que posiblemente los intereses y vocaciones artísticos hayan tenido o bien sus instituciones propias -muy tempranamente en el caso de la música- o bien su escasa diferenciación cultural no haya producido más que efímeras formaciones -el caso de la literatura-. 5 Reglamento de la Sociedad Deán Funes, Imprenta Rivas, 1878, Córdoba.
4
tópico de su elección”. Esta era la principal actividad de la sociedad y su reglamento
establecía que las conferencias, dadas por los socios y luego comentadas en cada Asamblea,
no podían versar sobre religión ni política. Sus miembros eran mayormente estudiantes
universitarios, entre los que se reconocen a varios de una generación que tendría, pocos años
después, roles principales en la política local y nacional. La sociedad tuvo su semanario
llamado “El Pensamiento” en el que se publicaban, según Cárcano, su director, “versos,
acrósticos, sonetos, epitalamios y odas” (era para él “desesperante la fiebre del mal verso y
del peor soneto”) y crónica social, sección que llegaba a ocupar gran parte de la publicación.
De frecuencia semanal, “el periódico adquirió bastante circulación, particularmente entre
manos femeninas. En las casas de familia, los domingos lo esperan con curiosidad y simpatía,
y a veces con temor y angustia” (1965: 42). La Universidad fue clave en los primeros años de
vida de la Sociedad, a través de la figura del rector Manuel Lucero en tanto les proveyó apoyo
y prestó sus salones para las reuniones de la sociedad. Nos consta su existencia hasta 1883,
pero a partir de allí su extinción no es clara; aparentemente, tras una conferencia que desató
gran conflicto, la Universidad le retiró el permiso para sesionar en su casa lo que generó que
no sesionara más.
Este vínculo clave con la Universidad es uno de los rasgos que la Sociedad Deán
Funes tiene con el Ateneo de Córdoba, fundado en 1894. Esta asociación, por su parte,
establecía que su objetivo era “el Cultivo de las Ciencias las Bellas Letras y las Bellas Artes”,
y esta amplitud efectivamente se verifica en las actividades que realizaba. En sus años más
activos (desde su creación hasta 1902), el Ateneo realizó numerosas conferencias, tres
importantes exposiciones de pintura que fueron acompañadas por concursos, veladas literarias
y conciertos musicales y un polémico homenaje a Rubén Darío en ocasión de su visita a
Córdoba en 1896, entre otras cosas. Tuvo su propia biblioteca e intentó repetidas veces, sin
éxito, publicar una revista. Si bien fue fundado por universitarios (especialmente vinculados
al derecho pero también ingenieros y médicos) prontamente incorporó a artistas (músicos,
pintores y “hombres de letras”), sacerdotes y funcionarios. Quizás uno de sus rasgos más
interesantes para este trabajo sea la existencia de precisos criterios de ingreso, que definían
claramente un perfil intelectual para sus miembros, empezando por los universitarios: según
sus Estatutos, eran socios activos del Ateneo, en primer lugar, los catedráticos de la
Universidad y del Seminario Conciliar; en segundo, las personas nombradas por la Junta
según sus méritos intelectuales o artísticos; y, en tercero, los aspirantes que presentaran un
trabajo ante la Junta para ser admitidos. Sus diversas sedes reflejan sus múltiples relaciones:
comenzó a funcionar en el Salón de Grados de la Universidad y luego el Club Social le prestó
5
por dos años tres de sus salones, declinando la oferta de alquiler del Ateneo, hasta que en
1896 obtuvo su propio local, que acondicionó gracias a una subvención recibida del estado
provincial. Llegó a tener 133 miembros, reuniendo a un heterogéneo conjunto de la elite
letrada masculina; de los cuales al menos 5 habían pertenecido a la Deán Funes. Otro punto en
común entre esta Sociedad y el Ateneo era la capacidad (o la voluntad) de reunir a individuos
de posturas ideológicas diferentes, bajo la apelación a una “alta cultura”, más claramente
universitaria en la primera, universalista en el segundo, que servía para borrar las diferencias
que en otros planos los dividían.6
Las asociaciones culturales definían un perfil para los socios, tácito en el caso de la
Sociedad Deán Funes o explícito en el del Ateneo, que establecía un recorte dentro del
universo de la elite. Este es uno de los puntos que las diferencia de las recreativas, que al
menos en principio no fijaban criterios y apuntaban a la elite en general. El Club Social fue
creado en 1871 con los objetivos de “cultivar los vínculos de amistad entre los habitantes de
la ciudad; fomentar el espíritu de asociación y proporcionar a las personas que lo componen
entretenimientos cultos y honestos”.7 Así, participa de la noción epocal de sociabilidad como
rasgo a ser cultivado entre ciudadanos civilizados y “decentes”. Al momento de su creación,
el Club era un “espacio recreativo, político y social de una elite que sabe que no puede dejar
de contar con un sitio de encuentro para las redes familiares de la notabilidad” (Vagliente,
2010: 206). Sus principales actividades eran bailes, banquetes y homenajes; también realizaba
exposiciones artísticas y conferencias literarias.8 La diferencia en este punto con el Ateneo
radica en el diferente carácter de estas actividades: en el Ateneo las exposiciones iban
acompañadas de concursos, con jurados de pintores reconocidos, premios y gran participación
de la incipiente crítica de arte; mientras que las conferencias intentaban alcanzar cierta
regularidad y proponerse como tribunas abiertas a las más diversas cuestiones, no sólo
literarias. Del mismo modo, el Club también contaba con una biblioteca,9 pero además
destinaba en su local una sala a garçoniere [sic], “una sala agradable con mueblaje apropiado,
cuadros y otros adornos (…) especialmente para punto de reunión ordinaria del elemento
joven”, una toilette para las damas, salón de billares con mesitas y juegos, salón de lectura y 6 El Ateneo de Córdoba fue el objeto de nuestra tesis de licenciatura, por lo que contamos con una base de información más amplia y por eso en ocasiones funge de término de comparación con las otras asociaciones. Sobre el Ateneo, López 2009. 7 Reglamento del Club Social, Establecimiento Tipográfico Rivas, 1876, Córdoba. 8 “Dar los bailes, conciertos y recibos autorizados por el presupuesto” figuraba entre las obligaciones que el Reglamento fijaba para el Directorio del Club. Reglamento del Club Social, art. 7°, inc. 4°. Las exposiciones y conferencias eran ocasionales o bien integraban el programa de las fiestas fijas (25 de mayo y 9 de julio). 9 En el Reglamento de 1876 no hay menciones a una Biblioteca, pero en el de 1878 se establece que cada socio al ingresar debe donar una obra a la biblioteca y que es atribución del Directorio designar un socio como bibliotecario (Arts. 4°, 14° y 29°).
6
salón de tertulia, además de contar con su propio restaurante y café, atendidos por empleados
del Club (y no por damas de sociedades benéficas, como ocurría en el Ateneo).10 Si bien no se
establecían explícitos requisitos de ingreso, todo aspirante debía ser presentado por un
miembro del Club y aceptado por la asamblea de miembros en votación secreta; así como
debía abonar un monto único de $25 en calidad de inscripción y una cuota mensual de $3. La
importancia de la selección de los socios y asistentes se refleja en las formas de elaboración
de listas de invitados (no socios) a las fiestas del Club que establecía su Reglamento.11 Llegó a
tener 464 socios en 1905.12
El Jockey Club, por su parte, era una asociación recreativa dedicada al ocio deportivo.
Existía en la ciudad la crianza de caballos de carrera y se realizaban carreras desde
aproximadamente 1881, pero la actividad era escasa. Por ese motivo y creyendo en la
“necesidad del caballo de carreras para vigorizar el proceso de las industrias del campo”
(Cárcano, 1926: 126) se creó en 1887 y por iniciativa estatal el primer Jockey Club de la
ciudad, combinando el “interés de productores” con la “pasión de sportmen” de sus primeros
asociados. Este fue, según las memorias de Cárcano, el embrión del Jockey “actual”, es decir,
existente en 1926. Se registra otra fundación, ahora sí por parte de un grupo de particulares,
en 1897, con el similar objetivo de fomentar la “refinación de la raza caballar” para lo cual
realizaban carreras en un hipódromo contratado a tal efecto. Realizaban sus reuniones en los
altos del Hotel Victoria y, hasta que se dictara su propio reglamento, seguiría en todo el del
Jockey Club de Buenos Aires.13
La diferencia entre las asociaciones culturales y las recreativas, además de revelarse en
la existencia de criterios de ingreso y en las actividades, era también remarcada en la
percepción de los contemporáneos; el presidente del Ateneo declaraba:
Quien creyera que los Ateneos son asociaciones de hacer fiestas, publicar versos o leer composiciones
frívolas y vanas, ve un lado superficial de las cosas y se engaña en el hecho. Si tal fuera no estarían
10 Los Principios, 13/7/1900. Aunque excede nuestro periodo de estudio mencionamos que a fines de la década del '20 el Club Social remodeló por completo sus instalaciones, poniéndolas al nivel de los mejores clubes porteños (Vagliente, 2010). 11 En su Reglamento de 1878, ligeramente diferente del de 1876, se establecía: “Todo socio tiene entrada libre y sin necesidad de invitación especial a los bailes, conciertos y otras fiestas...”; “Los socios tienen derecho a presentar a las reuniones del Club a sus Sres. Padres, hermanas y señoritas solteras que habiten bajo un mismo techo”; “Todo socio tiene derecho a presentar al Club a señores o familias transeúntes [de paso por la ciudad]. La presentación se hará por escrito al presidente, quien podrá admitirla (...)”; eran atribuciones del Directorio “Invitar a los bailes del Club a los padres de familia que no sean socios” y “Reunirse con el objeto de hacer la lista de invitación para las familias cuyo representante no sea miembro de este Club, no pudiendo en ningún caso delegar este deber en otra comisión especial ni tampoco convidar a otras familias que las designadas en la lista referida”. Reglamento del Club Social, Establecimiento Tipográfico Rivas, 1878, Córdoba. 12 Memoria del Club Social, Los Principios, 2/7/1905. 13 Los Principios, 8/12/1897. Es interesante notar que la historia institucional del Jockey Club presentada por la asociación en su página web no registra interrupciones desde 1887 a la actualidad. Falta profundizar en el trabajo de archivo sobre este caso, pero lo incluimos en tanto sigue siendo útil para la comparación propuesta.
7
nuestros primeros hombres en sus filas; nuestras ilustradas autoridades no se habrían dignado
protegerlas, y la prensa unánime no le habría tributado su caluroso aplauso. (…) está aquí reunida
nuestra crema social, los doctores de la casa de Trejo, las autoridades de la Provincia y los dignos
representantes de nuestro clero.14
La “crema social”, los universitarios, el poder político y el religioso, sin embargo, pertenecían
tanto a unas como a otras, como miembros de la elite que tienen espacios comunes,
compartidos. Lo interesante es la diferencia que el presidente del Ateneo intentaba marcar
para su asociación, oponiendo frivolidad versus espiritualidad.
Respecto a los clubes recreativos como el Social, por último, interesa señalar que no
eran políticamente neutrales como se pretendían el Ateneo y la Sociedad Deán Funes; tras el
ascenso del juarismo, los hombres de la oposición
se refugian desilusionados en el hogar y sólo se ven en el Club Social que frecuentan porque se
sienten cómodos, ya que la mayoría de sus asociados le dan ribetes de entidad opositora , lo que
determina a la elite del gubernismo local a constituir otro centro social con distinta orientación
política: ‘El Panal’, que no tarda en adquirir elegante resonancia por el buen gusto y lujo con que se lo
constituye [y donde] con asistencia de lo mejor del mundo oficial y familias de altas personalidades
metropolitanas y provinciales, se realizan fiestas que por su fausto, brillo y distinción, superan a
cuantas de esplendor ha visto la sociedad cordobesa (Sánchez, 1968: 212, las cursivas son nuestras).
Como vemos, un club político como el Panal no descuidaba aspectos sociales y recreativos.
Claramente ligado a la situación política provincial, se creó en 1887 para promover las
aspiraciones políticas de Marcos Juárez casi sin realizar actividades de este tipo y pronto se
convirtió en el centro social de la elite ligada al oficialismo (juarista) del momento; como
éste, no sobrevivió a la crisis del '90, que lo alcanzó “en plena reconstrucción de su palacio”
(Sánchez, 1928: 118). La oposición denunciaba que el Panal “no tiene Estatutos, ni
Directorio, ni Presidente, ni Secretario, ni Tesorero, ni cosa que le valga”.15 Según Vagliente,
una alta cuota de ingreso para conformar un fondo importante de dinero y manejos de las
inversiones sin control alguno eran lo principal en el Panal, que funcionaba en cierta forma
como una institución crediticia (informal) del oficialismo. Simultáneamente, era también una
asociación que organizaba bailes de carnaval, banquetes, “espléndidos lunchs” y tenía café y
restaurante propios (Vagliente, 2010: 288); algunos indicios sugieren que tenía asimismo una
nutrida biblioteca (Agüero, 2010). No es nuestra intención profundizar en los aspectos
políticos del Panal sino en estos rasgos que lo emparentaban con las demás asociaciones de
nuestro recorte, es decir, su costado mundano y ligado a la sociabilidad distiguida.
14 Discurso del presidente del Ateneo, Dr. Moyano Gacitúa, Los Principios, 25 de mayo de 1897. 15 El Porvenir, 23 de mayo de 1888, citado en Vagliente, 2010: 288.
8
Por su parte, el principal rasgo de las asociaciones profesionales es, por supuesto, su
recorte societario y sus objetivos de carácter “gremial”. Las consideradas en esta ocasión
tienen la particularidad, además, de haber nacido muy cercanas al Ateneo. El Círculo de la
Prensa fue una sociedad de relativamente larga duración que expresó cierto esfuerzo de
profesionalización por parte de escritores, críticos y periodistas reunidos en torno a su oficio
común. El Círculo se reunió por primera vez en el local del Ateneo, a partir de una
convocatoria de un periodista del diario La Patria en junio de 1897. Concurrieron a esa
reunión un grupo de aproximadamente veinte periodistas, “algunos viejos veteranos […] y
otros, jóvenes recién iniciados en la ingrata como noble tarea del periodismo”, entre los que se
puede encontrar a miembros de diarios contrincantes, algo que sugiere cierto esfuerzo
“gremial” de trascender las diferencias ideológicas.16 Se puede reconocer en los inicios del
Círculo cierta convivencia de figuras y roles entre el periodista, el crítico y el escritor-artista
que, viviera o no de las letras, definía su figura pública a partir de esa actividad (Halperin,
1998). Asimismo, estaban presentes algunos elementos de una incipiente ideología de artista
(Altamirano-Sarlo, 1997) que aunaba los reclamos corporativos, la aspiración al
reconocimiento -tarea “ingrata” pero “noble”- y la reflexión sobre la propia actividad.
El Centro de Ingenieros, por su parte, se creó en 1899 y se incorporó al Ateneo en
1901 como una sección autónoma dentro de él. En ese momento, la de los ingenieros
constituía una profesión relativamente nueva ya que, mientras que la Facultad de Ciencias
Físico-Matemáticas había sido creada en 1876, la Escuela de Ingeniería -dependiente de esa
Facultad y dedicada a la formación de Agrimensores, Arquitectos e Ingenieros Civiles- lo
había sido en 1880 (Grupico, 1999). El vínculo que se estableció entre estas dos asociaciones
fue fundamentalmente de tipo práctico (al momento de la incorporación del Centro, era
precisamente un ingeniero el presidente del Ateneo), en el que el primero parece haber
buscado sostén institucional y una plataforma para la publicidad en el segundo. Pese a eso, el
diferente carácter de cada institución se mantenía: la universalidad del Ateneo contrastaba con
la especificidad del Centro de Ingenieros, cuyo recorte profesional parece haber ofrecido, a la
larga, un punto más sólido de partida. Pese a que por esos años el Ateneo ya comenzaba a
experimentar su decadencia, que en los próximos años sólo se agudizaría, al momento de
16 Los Principios, 29/06/1897. La comisión provisoria para redactar los estatutos del Círculo quedó compuesta por José Manuel Eizaguirre (ateneísta y redactor de Los Principios y La Prensa), José Bianco (ateneísta y redactor de La Libertad), Andrés Saviche (también de La Libertad), Augusto Cáceres (de La Patria) y Luis Santillán Vélez (de Los Principios), y fueron elegidos presidentes honorarios Pablo J. Rodríguez (ateneísta) y Carlos Bouquet. Los vespertinos La Patria (fundado en 1893) y La Libertad (1890) estaban asociados, respectivamente, al partido autonomista nacional y al radicalismo, mientras que el matutino Los Principios (1894) era el órgano de difusión del Club Católico. Por otro lado, La Prensa (1869) era uno de los “grandes diarios” porteños.
9
surgimiento del Centro de Ingenieros era aún una asociación con cierto peso en la cultura
local, por lo que éste, un esbozo de especialización, halló en él un soporte para su despliegue.
Tras la desaparición del Ateneo, aparentemente, el Centro de Ingenieros siguió funcionando
en forma independiente.17
Si bien avanzar en el trabajo de archivo sobre cada uno de los casos elegidos permitirá
profundizar la comparación y refinar nuestros argumentos, creemos que esta primera
aproximación al universo seleccionado nos permite defender la hipótesis propuesta. El trabajo
de comparación de listas de socios (no incluido aquí por razones de extensión) permite
graficar la plurimembresía y la circulación de una elite restringida (poco más de 200 nombres)
entre estas asociaciones entre 1878 y 1905; la mayoría de ellos era miembro de al menos dos
y muchos pertenecían a dos y a tres, siendo Cárcano el único que perteneció a cuatro
(Sociedad Deán Funes, Club Social, Jockey Club y Panal; es sorprendente su ausencia en el
Ateneo). El Club Social, al que podemos considerar una muestra de la elite en general, tuvo
más de 400 socios en 1905; mientras que el Ateneo presenta un recorte compuesto por 133
miembros que delimitan la porción intelectual de esa elite; parece una relación verosímil (una
proporción entre ambas entidades, no necesariamente cantidades precisas; sabemos que los
socios más activos y comprometidos en la vida del Ateneo eran aproximadamente veinte).
Reflexiones finales
En su estudio sobre el círculo burgués en la Francia del siglo XIX, Agulhon advierte
que en un estudio histórico la clasificación de asociaciones no debe guiarse por una lógica
actual sino intentar desentrañar las funciones cumplidas por ellas en su momento; y debe
reconocer, además, que “la diferencia de funciones nunca es absoluta, la separación nunca es
completa, entre el fin oficial de una asociación y la función difusa de la sociabilidad” (2009:
112). Esa función difusa de sociabilidad es lo que las asociaciones consideradas en este
trabajo tienen en común, es decir, que tienen por objetivo genérico el fomento de los vínculos
intraelite y la distinción social del grupo respecto de la sociedad en general (incluso las
profesionales, con su defensa de cuestiones “gremiales”). Pero algunas de ellas, además, se
orientan hacia diversas formas de una “alta cultura” que, en el giro de siglo, atraviesa por un
proceso de especialización del cual las asociaciones profesionales consideradas, nacidas en o
17 Como dijimos, la disolución oficial del Ateneo ocurrió recién en 1913, pero a partir de 1902 ya no realizó ninguna actividad. Otro Centro de Ingenieros, existente en la actualidad, fue fundado en noviembre de 1911; puede pensarse que entre éste y el que se unió al Ateneo en 1901 existe alguna relación genética, pero es una hipótesis que aún no podemos defender con datos precisos. Sobre ambas asociaciones profesionales, ver López, 2010.
10
de las grietas del Ateneo, son una buena muestra. A ellas no acceden todos los miembros de la
elite por su sola pertenencia de clase, sino que requieren una especificación en virtud de
intereses y prácticas intelectuales. Las diferencias no sólo se plasman en los criterios de
ingreso sino que en ocasiones son más sutiles y tácitas; esas diferencias pueden no ser tantas
ni demasiado de fondo, pero lo que nos importa es que para los contemporáneos
efectivamente existían. Sea en términos universalistas como en el Ateneo o en términos
disciplinares precisos como en las asociaciones profesionales, la “alta cultura” de las elites
encuentra espacios societarios para su cultivo; y la decandencia del primero hacia 1900 es
paralelo al ascenso de las segundas, mostrando que la “alta cultura” o bien se especifica o bien
se expande por fuera del mundo asociativo formal. Efectivamente, son las formaciones de
artistas e intelectuales y las revistas culturales los espacios de sociabilidad cultural-intelectual
más activos a medida que avanza el siglo XX. La revista Athenas, heredera en cierto sentido
del Ateneo pero ya muy diferente a él, es un buen ejemplo de ello que integraremos también a
nuestro estudio.
Bibliografía citada
-Agüero, Ana Clarisa (2010): Local/Nacional. Córdoba: cultura urbana, contacto con Buenos
Aires y lugares relativos en el mapa cultural argentino (1880-1918), Tesis de Doctorado en
Historia, UNC, Córdoba (mimeo).
-Agulhon, Maurice (2009): El círculo burgués. La sociabilidad en Francia, 1810-1848, Siglo
XXI, Buenos Aires.
-Altamirano, Carlos y Beatriz Sarlo (1997): “La Argentina del Centenario: campo intelectual,
vida literaria y temas ideológicos”, en Ensayos argentinos. De Sarmiento a la Vanguardia,
Ariel, Buenos Aires.
-Cárcano, Ramón J. (1926): En el camino, Sociedad de Publicaciones El Inca, Buenos Aires.
- (1965): Mis primeros ochenta años, Pampa y Cielo, Buenos Aires.
-Grupico, María José (1999): “Por la senda del progreso: los ingenieros cordobeses a
principios del siglo XX”, en Carlos S. A. Segreti. In Memoriam, tomo I, Centro de Estudios
Históricos “Profesor Carlos S. A. Segreti”, Córdoba.
-Halperin Donghi, Tulio (1998): “Intelectuales, sociedad y vida pública en Hispanoamérica a
través de la literatura autobiográfica”, en El espejo de la historia. Problemas argentinos y
perspectivas latinoamericanas, Editorial Sudamericana, Buenos Aires.
11
-López, María Victoria (2009): Elite letrada y alta cultura en el giro de siglo. El Ateneo de
Córdoba, 1894-1913, Tesis de Licenciatura en Historia, UNC, mimeo.
- (2010): “Instituciones, asociaciones y formaciones de 'alta
cultura' en el giro de siglo cordobés: entre universalismo y especialización”, en
Agüero, Ana Clarisa y García, Diego (edits.): Culturas interiores. Córdoba en la
geografía nacional e internacional de la cultura, Ediciones Al Margen, Córdoba/La
Plata.
-Sánchez, Emilio E. (1968): Del pasado cordobés en la vida argentina, Biffignandi
Editores, Córdoba.
-Vagliente, Pablo J. (2004): “La ‘explosión asociativa’ en Córdoba entre 1850 y
1880: la conformación de su esfera pública”, en Cuadernos de Historia, Serie Ec.
y Soc., Nº 6, CIFFyH-UNC, Córdoba.
- (2010): Sociedad Civil, Cultura Política y Debilidad
Democrática. Córdoba, 1852-1939, Tesis Doctoral, UNC (mimeo).
“I Jornadas Interdisciplinarias de Jóvenes Investigadores en Ciencias Sociales”
IDAES | UNSAM
Mesa 8. Estudios sobre Elites: actores, escenarios e instituciones Ponencia: “El desarrollo de las elites porteñas en las nuevas instituciones
comunales (2011-2013). Un estudio de caso desde una perspectiva de género.”
Naso, Candela Melisa (Facultad de Ciencias Sociales – Universidad de Buenos Aires)
-Se autoriza la publicación del presente trabajo-
Introducción
Este trabajo, enmarcado en el proyecto UbaCyT “Liderazgo presidencial y política
partidaria en Argentina: nación y provincias (1983-2007)”, tiene como objetivo el
estudio de las carreras políticas de las mujeres electas dentro del nuevo sistema
institucional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: la comunas.
Entendemos que el puesto de comunera o juntista puede ser un primer paso para
desarrollar una carrera política y un lugar desde donde se comienzan a tejer redes de
poder para acceder a cargos mayores.
El objetivo del trabajo es analizar cómo fueron reclutadas las comuneras para sumarse a
las listas de candidatos, en qué consiste su labor actual dentro de esta nueva institución
y cuáles son las variables que inciden en que éstas tengan más o menos oportunidades
de crecer políticamente.
Hipótesis
La hipótesis que se pretende poner a prueba es que las carreras políticas de las
comuneras de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (a partir de ahora, CABA) varían
de acuerdo a la influencia de ciertas cuestiones: el contexto institucional en el cual se
estén desarrollando y las motivaciones y aspiraciones propias de las comuneras.
En este sentido, las carreras políticas de las comuneras se desarrollarán en los espacios
en donde haya normativa que impulse la participación femenina, como por ejemplo en
el ámbito más legislativo que en el ejecutivo; pero también influirá el perfil político de
la persona a la hora de trazar la carrera política. Hemos conceptualizado este perfil
analizándolo desde el punto de vista de las motivaciones y aspiraciones de las
comuneras (en el sentido de si se guían por vocación o por ambición).
Las comuneras con un perfil más técnico, con formación universitaria especializada o
con experiencia laboral anterior en la administración pública es probable que prefieran
desarrollar su carrera política en el ámbito ejecutivo del gobierno y en la burocracia; en
cambio las comuneras con un perfil político más tradicional, que se formaron como
políticas a partir de la militancia, es probable que tengan una ambición progresiva que
las lleve a desarrollarse en ámbitos legislativos donde la negociación política que se da
precisa de un comportamiento menos tecnicista.
Objetivos del trabajo � Objetivo principal:
Analizar el surgimiento, el desarrollo y las perspectivas a futuro de las carreras políticas
de las comuneras de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Objetivos secundarios
1. Comprender qué condiciones del contexto institucional (Junta Comunal y
partidos políticos) en donde actúan las comuneras influyen en su carrera política
y de qué modo se ejerce esa influencia
2. Conocer cuáles son las aspiraciones y motivaciones de las comuneras en su
trabajo actual y para su desarrollo político futuro
3. Identificar diversos perfiles políticos de las comuneras y analizar cómo influyen
en su carrera política
4. Describir las funciones de las comuneras durante su trabajo diario e informar
acerca de los proyectos u actividades que llevaron a cabo (poniendo énfasis en si
realizaron actividades con perspectiva de género).
Marco Teórico
Los estudios recientes sobre carreras políticas apuntan a que éstas se diseñan en base a
aspiraciones y motivaciones personales de los políticos pero también teniendo en cuenta
los espacios institucionales que les permiten (o no) desarrollarse.
Tomamos, desde esta perspectiva, los análisis realizados en el marco de la “Teoría de la
Ambición” de Schlesinger que postula que "Muchos factores inciden sobre el cálculo
que los políticos hacen sobre su carrera. Entre ellos (...) factores de tipo contextual
(institucional) y de tipo personal (individual). Entre el primer grupo de variables se
supone que las características institucionales generan "oportunidades políticas" para el
desarrollo de las carreras, incidiendo éstas sobre la orientación de la ambición política.
Esta "Teoría de la Ambición" asume que la estructura de oportunidades políticas moldea
las ambiciones de los políticos. Es decir, afecta sus preferencias respecto a retirarse,
quedarse e incluso a aspirar a un cargo mejor" (Freidenberg 2011: 161).
Analizaremos, entonces, el desarrollo de las carreras políticas de las comuneras o
juntistas electas en 2011 en la Ciudad de Buenos Aires teniendo en cuenta dos aspectos:
por un lado el aspecto institucional, la dimensión espacial y objetiva y, por el otro, una
dimensión más individual y subjetiva que tendrá en cuenta las motivaciones y
aspiraciones personales de las candidatas.
En lo que se refiere al aspecto institucional, nos hemos enfocamos en el análisis de las
normas que afectan a las mujeres en sus oportunidades de acceder a un cargo dentro de
la Junta.
En el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la misma no cuenta con una ley de
cupo (a diferencia de otras provincias que sancionaron una ley de cupo provincial), por
lo que la CABA aplica el cupo femenino nacional (del 30 por ciento).
Con respecto a los partidos políticos como contexto institucional dentro del cual las
comuneras actúan, la ciencia política los ha estudiado desde todos los ángulos. Aquí
retomaremos las perspectivas que estudian en las formas de seleccionar candidatos y lo
relacionaremos con las prácticas políticas que se dan en su interior.
Las formas de seleccionar a los candidatos dentro de los partidos pueden ser varias.
Tomamos la siguiente tipología de reclutamiento político, que se forma a partir de
interacción de las siguientes variables (Alcántara 2012):
1) reclutamiento estatal � combina un esquema burocrático (con reglas
institucionalizadas) con un escenario centralizado (las decisiones se toman a nivel
nacional)
2) reclutamiento personalista � combina pautas centralizadas con una fórmula procesal
de patronazgo (los líderes partidarios imponen a sus peones)
3) reclutamiento autogestionado � es fruto de una ubicación de poder descentralizada
(las decisiones se dan a nivel subnacional) y un procedimiento burocratizado
4) reclutamiento caciquil � combina lo descentralizado con el patronazgo
Con respecto a la dimensión individual y subjetiva que se centra en las ambiciones y
motivaciones de las comuneras, nos parece adecuado utilizar para el análisis los
conceptos clásicos de la Ciencia Política de “vocación” y “ambición”.
Comenzaremos definiendo la “ambición”. Según la Real Academia Española, ésta es
“deseo ardiente de conseguir poder, riquezas, dignidades o fama”.
En lo que respecta a la ambición, Schlesinger afirma que los políticos pueden tener una
“ambición discreta” (cuando ocupan un cargo por un período determinado y después se
retiran de la política), una “ambición estática” (cuando buscan mantenerse en el puesto
que tienen por largo tiempo) y una “ambición progresiva” (cuando aspiran a cargos más
importantes que el que ocupan en un momento determinado).
Analizaremos entonces si la ambición política de las comuneras es estática, progresiva o
discreta utilizando como indicador una pregunta que nos indique si en su futuro
pretenden acceder a un puesto superior, permanecer en su puesto o dejar la política.
De entre las que tengan una “ambición progresiva”, observaremos si pretenden acceder
a puestos legislativos o ejecutivos. Como se ha dicho en estudios de campo (Caminotti,
Rotman, Varetto 2011) las mujeres tienden a tener una ambición progresiva en el
ámbito legislativo ya que saben que tendrán más posibilidades de acceder a esas
instancias porque hay ley de cuotas.
El otro impulso que motiva la construcción de una carrera política es la “vocación”.
Los indicadores que tomaremos de “vocación” serán los años de militancia y si el
objetivo que las comuneras definen como principal está más relacionado con poner en
práctica sus ideales que con acceder a cargos superiores en su carrera (lo cual
interpretaremos como un signo más de ambición que de vocación).
También nos resulta interesante investigar en qué posición estaban las comuneras antes
de acceder a su cargo.
Observaremos, entonces, si las comuneras, antes de acceder a su puesto trabajaban en la
administración pública, si solo militaban o si no tenían relación con la política.
Estos datos, además de ayudarnos a entender sus carreras políticas, nos indicarán
también qué perfiles tienen. Esta diferenciación entre perfiles se basa en el clásico
análisis weberiano (1919) que diferencia entre el político y el funcionario, el técnico.
Metodología
Siendo esta una investigación cualitativa de carácter exploratorio, hemos realizado
entrevistas individuales en profundidad para interpretar cuáles son los motivos que
impulsan a las mujeres a acercarse a estas instancias políticas locales.
Análisis de los datos
Antes de iniciar el análisis de datos, quisiéramos aclarar al lector que la identidad de las
comuneras entrevistadas ha sido mantenida oculta a pedido de las entrevistadas.
Análisis descriptivo: área de especialización y funciones de las comuneras
El objetivo de esta parte de la investigación es poder realizar una descripción de las
funciones de las comuneras, las actividades que han realizado y las áreas en las que
trabajan.
En este sentido, hemos indagado acerca de las áreas en que cada una trabaja.
Observamos en este caso que las comuneras no fueron asignadas a las áreas en las que
por lo general suelen trabajar las mujeres (entendiendo que suelen trabajar en áreas
relacionadas con la educación, la salud, la cultura y lo social). Muchas conducen las
áreas de Educación, Cultura y Desarrollo Social pero también hay otras que fueron
asignadas a áreas en las que no suelen trabajar las mujeres como Seguridad, Higiene y
Gestión. Podemos pensar, a partir de esta distribución de áreas en los casos analizados,
que en el ámbito comunal no existe la discriminación según género en este tema.
Con respecto a los proyectos realizados, resulta importante señalar la queja de la
mayoría de las comuneras acerca de la imposibilidad para llevar adelante actividades
debido a la falta de presupuesto asignado a la comuna y debido a que el Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires aún no ha traspasado la mayoría de las competencias a los
comuneros.
La mayoría de las actividades que han realizado consisten en reuniones con actores
sociales de la comuna o vecinos independientes para proyectar planes para el futuro.
Con respecto a esto, una de las comuneras entrevistada, perteneciente a la alianza
Proyecto Sur, ha señalado la diferencia entre la labor que realizan las comuneras del
oficialismo y la que realizan las comuneras de la oposición, identificando que las
comuneras pertenecientes al partido del oficialismo actúan como nexo entre el gobierno
central y el territorio, facilitando los recursos ministeriales.
El abordaje de cuestiones de género por las comuneras y el Consejo Consultivo
De los casos analizados, 4 comuneras no realizaron actividades relacionadas con el
género y 5 sí realizaron.
Los proyectos realizados por las comuneras centrados en cuestiones de género fueron el
dictado de charlas y talleres sobre violencia de género, la realización de un festival por
el día internacional de la no-violencia y una maratón bajo la consigna “no a la violencia
de género” y el recorrido de las calles quitando los papeles de oferta sexual junto a los
vecinos.
Se ha indagado también con respecto a la labor del Consejo Consultivo Comunal (CCC)
con respecto al género. A partir de los testimonios observamos que en algunos casos el
CCC ha realizado actividades con respecto al género. La mayoría de ellas estaban
centradas en la violencia de género y la trata y se realizaron bajo la forma de charlas y
talleres.
Motivaciones de las comuneras para abordar/apoyar un proyecto
Para indagar sobre las motivaciones a la hora de abordar/apoyar un proyecto,
preguntamos quién tenía más peso a la hora de demandar un proyecto de su parte, si los
vecinos o los referentes de su partido. Consideramos que las comuneras que privilegian
actuar bajo la línea política que les indican sus referentes partidarios están más
concentradas en crecer políticamente dentro del partido (por lo que intentan complacer a
sus referentes) y las que privilegian las demandas de los vecinos (cuando estas se
contraponen con la línea política del partido) pueden llegar a perder oportunidades de
ascender dentro del partido. De las comuneras entrevistadas 6 dijeron privilegiar las
demandas de los vecinos, 2 de sus referentes y una de ambos.
Modo de acceso a la candidatura
En este punto encontramos necesario hacer una diferenciación de este proceso según
partido/alianza ya que en cada uno se dio de forma diferente. En el PRO (el partido
gobernante de la CABA) el modo de acceso a la candidatura fue a través de una reunión
de referentes del partido a nivel de la Ciudad (con esto me refiero a que no eran
referentes comunales). Cada referente elegía a personas de su confianza en las comunas
y después las colocaba en el espacio de la lista que le correspondiera (lo que se decidía a
partir de una negociación); no hubo internas ni ningún proceso formal de elección de los
candidatos.
Un proceso similar se dio para el Frente para la Victoria. En este caso, la cantidad de
comuneros que le correspondía poner a cada referente estaba prefijada. Los referentes
que tomaron esa decisión fueron los tres que disputaban por ser candidatos a jefe de
gobierno (o sea, Filmus, Tomada y Boudou) y los referentes de la organización
kirchnerista La Cámpora, que por ser la organización de la presidenta tiene esa
prioridad. En este sentido, según una comunera del FPV “hubo una comisión en la cual
se acordó, más o menos, un 30 % para cada uno de los candidatos dentro del partido.
(…) Cada uno de los candidatos hacia adentro cerró ciertas necesidades (…) para que
cada espacio político, en un conglomerado tan grande, tuviera su respuesta positiva”.
Podemos concluir, entonces, que los modos de acceso a las candidaturas en estos casos
se encuadran en la categoría que Alcántara (2012) ha definido como “reclutamiento
caciquil”, que combina una ubicación de poder descentralizada (las decisiones son
tomadas a nivel provincial) con una formula procesal de reclutamiento de patronazgo (el
reclutamiento se da por negociación entre líderes que imponen a sus personas de
confianza).
En el caso de la alianza Proyecto Sur, las comuneras fueron seleccionadas en dos
instancias. En una primera instancia fueron seleccionadas dentro de su partido y en una
segunda instancia cada partido de la alianza negoció con los demás para imponer a sus
candidatos. En el caso de las comuneras entrevistadas, ambas pertenecen al Partido
Socialista Auténtico. Al interior de este partido los candidatos fueron seleccionados por
asambleas con varias listas en la que votaron los afiliados y militantes comunales del
partido. Esos candidatos elegidos tuvieron que competir en una segunda instancia con
los candidatos de otros partidos de la alianza, pero en este caso la decisión de quién era
designado finalmente candidato se tomó por una negociación informal interna en una
mesa chica, no por elecciones.
Este modo de seleccionar candidatos combina una forma descentralizada + burocrática
(porque se decide por asamblea) en una primera instancia; en esta instancia Alcántara lo
ha denominado “reclutamiento autogestionado”. Pero en la instancia de decisión
definitiva (la segunda) se realiza una “reclutamiento caciquil” similar al que se da en el
PRO y el FPV.
Mot ivos p ara ser ele gida como candidata: “t ener t errit orio” o “t ener
contac tos” Consideramos que dos cuestiones que son tomadas muy en cuenta por
los que toman esa decisión son “tener territorio” y “tener contactos”. Con “tener
territorio” nos referimos a haber militado durante mucho tiempo en esa comuna,
conocerla y tener relaciones con los actores políticos y sociales que interactúan en
ella. Con “tener
contactos” nos referimos a tener conexiones políticas con referentes del partido de nivel
nacional o provincial que provoquen que te seleccionen como candidato. Para conocer
cómo se daba esta situación en las comunas, preguntamos a las comuneras qué
consideraban que era más importante para ser seleccionada como candidata: si tener
fuertes relaciones con líderes partidarios de jerarquía nacional o provincial o si tener
militancia y conocer el territorio. Ante esta pregunta la mayoría de las entrevistadas
contestaron que lo primero era lo más determinante. Únicamente 2 comuneras
contestaron que era más importante “tener territorio”.
Consideramos que estas dos variables no son mutuamente excluyentes sino que varias
veces se complementan, aunque es importante entender cuál de las dos pesa más a
cuando los candidatos no cuentan con ambas sino que solo con una.
En el ámbito local podríamos pensar que conocer la comuna y haber militado en ella
tendría que tener peso ya que el puesto de comunero implica una relación estrecha con
el territorio pero a través de los testimonios conocemos casos en los que los candidatos
no había hecho política en el territorio antes de acceder a su puesto. Esto se da sobre
todo en el caso del PRO que, a diferencia de los otros partidos, no tiene una militancia
tradicional en el territorio. Son llamativos los casos de dos comuneras que accedieron a
la candidatura una por haberse desempeñado en la administración pública y otra por
haber dejado un curriculum en un local del partido (sin haber militado ni haber estado
afiliada antes al partido). Estos son casos de mujeres que se sumaron a la política muy
recientemente y tienen un perfil más técnico por lo que la militancia y el conocimiento
político del territorio no tiene tanta importancia en su caso.
Perfiles de las comuneras
A partir de las entrevistas podemos identificar dos perfiles de las comuneras: por un
lado, algunas tienen un perfil político tradicional, que identificamos como el de una
persona que ha militado, que tiene formación política y que tiene como objetivo llevar a
la práctica las ideas y valores de su partido (su ideología). Remitimos, en este sentido, al
marco teórico y al concepto de “vocación”.
Por otro lado, hay comuneras que tienen un perfil técnico. Esto implica que no han
tenido mucha militancia, por lo general suelen provenir de trabajos en la administración
pública o de universidades en donde aprenden las cuestiones técnicas de la política y la
gestión. No dan tanta importancia a las ideologías tradicionales (muchas veces no se
enmarcan dentro de ninguna), aunque esto no significa que no tengan valores propios
que llevan a la práctica.
Militancia, formación técnica y antecedentes laborales en la Administración Pública
En los casos de las comuneras entrevistadas, la mayoría militaba en el partido del que
fue candidata desde antes de su elección. Sin embargo, hay dos casos de comuneras del
PRO que no tenían militancia tradicional en el partido: una no había militado ni
participado nunca en un partido y la otra no militaba pero sí trabajaba en una secretaría
del partido. Observamos en estas comuneras un perfil más técnico que político.
Es importante destacar que en la mayoría de los casos las comuneras no tienen
formación técnica universitaria (por haber estudiado carreras relacionadas con la
política): de todas las entrevistadas solo 3 de ellas tienen formación universitaria en ese
sentido. Más allá de esto, todas tienen formación técnica dada por haber trabajado en la
administración pública. Las funciones que han ejercido en la administración pública van
desde funciones de asesoría en la Legislatura a cargos de gestión dentro de ministerios.
Consideramos el haber trabajado en la administración pública como una condición que
puede darse tanto en los perfiles políticos como en los perfiles técnicos. Depende del
puesto y de la función que este implique que el trabajo en la administración pública
provea únicamente de conocimientos técnicos o que, al contrario, provea de una
experiencia de negociación política.
Motivaciones de las comuneras
En este sentido, podemos dividir las respuestas obtenidas en 2 grupos: por un lado las
comuneras que respondieron aludiendo a motivaciones personales como gustos (les
“gusta” ejercer ese puesto político, les “gusta” ayudar a la gente) e intereses (les
“interesa” participar del proceso de la descentralización), y por otro lado las comuneras
que no tenían una motivación personal para postularse al cargo y que fueron
seleccionadas por su grupo o por sus referentes, muchas veces tomando ese puesto en
contra de sus preferencias o sin habérselo planteado como objetivo.
En el plano de la construcción de una carrera política, suponemos que una actitud más
activa e interesada en la consecución de puestos políticos puede generar más
oportunidades de crecer.
Ambición: aspiraciones a futuro de las comuneras
Todas las comuneras entrevistadas deseaban continuar participando en política luego de
la finalización de su mandato. La diferencia surgía entre las comuneras a las que les
gustaría acceder a puestos superiores en el futuro y las que preferían ser reelectas en su
puesto. De las entrevistadas, la mayoría preferirían pasar a un puesto superior si se diera
la posibilidad, pero tres de ellas preferirían mantenerse en su puesto.
Con respecto a las comuneras con ambición progresiva, nos resultó interesante
preguntarles si preferirían trabajar en el poder ejecutivo o en el legislativo. Antes las
preguntas realizadas la mayoría de las entrevistadas respondieron que preferirían
desempeñarse en el ejecutivo antes que en el legislativo. Esta aspiración no se
corresponde con la realidad antes enunciada en la que las mujeres entran más en el
legislativo que en el ejecutivo, pero resulta importante conocer sus aspiraciones para
tenerlas en cuenta a la hora de pensar un sistema político más inclusivo.
Vocación
Tomamos como indicadores de vocación tener una militancia activa y tener como
objetivo principal poner en práctica ideas y valores propios (la ideología). La vocación
constituye un indicador de un perfil político tradicional.
En este sentido, se les pidió a las comuneras que describan en pocas palabras su
ideología y que se ubiquen en un espectro ideológico que iba desde la derecha, pasando
por la centro-derecha, en centro y la centro-izquierda, hasta la izquierda.
Observamos que, a la hora de expresar su ideología, las comuneras con perfiles políticos
expresaron su ideología relacionándola con un partido o con ideologías políticas de gran
tradición tanto en la Argentina como en otros países del mundo. Estas comuneras se
autodefinieron como “socialista”, “peronista”, “anticapitalista”, “antiimperialista”, etc.
En otros casos (que identificamos como los de las comuneras con perfiles más técnicos)
respondieron aludiendo a valores y no a una ideología concreta. Algunos ejemplos son
comuneras que respondieron a esta pregunta: “la libertad”, “el cambio”, “estar al
servicio del otro”, etc. Incluso ante la situación de tener que ubicarse en el espectro
ideológico entre derecha e izquierda algunas comuneras dudaron antes de definirse.
Conclusiones
Las carreras políticas de las comuneras en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires varían
de acuerdo a varios factores. De acuerdo a lo analizado a lo largo del trabajo
entendemos que, a nivel institucional, las mujeres tienen suficientes oportunidades de
integrarse a la Junta Comunal, el órgano ejecutivo de la comuna, por la existencia de
cuotas de género. Otra variable institucional, en este caso referida a los partidos
políticos, que condiciona su carrera es el modo en que se seleccionan a las candidatas
para acceder a los cargos. De acuerdo a la información relevada a partir de entrevista en
profundidad, concluimos que para los dos partidos más votados en las últimas
elecciones para comuneros (o sea, el Frente para la Victoria y el PRO) los modos de
acceso a las candidaturas se encuadran en la categoría que Alcántara (2012) ha definido
como “reclutamiento caciquil”.
En el caso de la tercer alianza que tiene comuneros en la Ciudad, Proyecto Sur,
observamos una combinación de una ubicación de poder descentralizada y una fórmula
de reclutamiento burocrática (porque se decide por asamblea) en una primera instancia
(en esta instancia Alcántara lo ha denominado “reclutamiento autogestionado”). Sin
embargo, en una segunda instancia (cuando los partidos disputan qué candidatos
impondrán dentro de la alianza) el tipo de reclutamiento es “caciquil”, o sea, similar al
que se da en el PRO y el FPV.
Con respecto a la influencia de las variables subjetivas, observamos que las comuneras
tienden a tener una ambición progresiva ya que aspiran a ocupar puestos superiores en
un futuro; se confirma en este sentido nuestra hipótesis de que los cargos comunales
funcionan como una plataforma de lanzamiento para comenzar a tejer alianzas políticas
para alcanzar en un futuro posiciones de jerarquía nacional o provincial.
Con respecto al segundo indicador de esta variable subjetiva, la vocación, observamos
que algunas comuneras no accionan guiadas por los objetivos típicos de los políticos
tradicionales como sería llevar adelante sus proyectos políticos según una ideología sino
que tienen un perfil más técnico, en el que la ideología no ocupa un rol preponderante.
Estas comuneras se han integrado a la política hace poco, han militado poco tiempo o
nada y su formación no es política sino que está relacionada con un saber técnico
universitario o proveniente de experiencia laboral en la administración pública.
En estos casos se confirma nuestra hipótesis con respecto a que estas comuneras
prefieren orientar su carrera hacia espacios ejecutivos de gobierno y hacia puestos en la
burocracia ya que es para trabajar en esos espacios para los que están preparadas.
En lo que se refiere a las comuneras con perfil político tradicional, habíamos considerado que
estas comuneras tenderían a querer desarrollarse en ámbitos legislativos donde la negociación
política que se da precisa de un comportamiento menos centrado en lo técnico. Sin embargo, los
resultados nos demuestran que la mayoría de ellas prefieren desempeñarse en el ámbito ejecutivo
antes que en el legislativo porque consideran que el ejecutivo es el único lugar desde donde se
pueden sacar adelante proyectos que tengan un impacto concreto en la realidad; esto se relaciona,
en el caso de la CABA con prejuicio que las comuneras tienen sobre el accionar de la Legislatura
porteña ya que consideran que las decisiones se toman por atrás y que se les pedirá resignar sus
valores e ideas políticas.
Bibliografía
Alcántara Sáez, Manuel (2012) El oficio de político .Capítulo I, parte IV: El animal político
tiene mente y se mueve en el seno de instituciones. Editorial Tecnos. España, Madrid.
Caminotti, Mariana, Santiado Rodman y Carlos Varetto (2011) “Carreras políticas y
oportunidades “generizadas” en la Provincia de Buenos Aires, Argentina (1983-
2007)”, en Revista PostData, Vol. 16, nº2
Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sancionada el 1 de octubre de
1996
Freidenberg, Flavia (2011) “Presentación”, en Revista PostData, Vol. 16, nº2
Jones, Mark, Sebastián Saiegh, Pablo Spiller y Mariano Tommasi (2000) “Políticos
profesionales y legisladores amateurs: el Congreso argentino en el siglo XX”, presentado
en la Conferencia Anual de la Sociedad Internacional de la Nueva Economía Institucional.
Tubingen, Alemania.
Ley N° 1.777, sancionada el 01/09/2005 por la Legislatura de la Ciudad de Buenos
Aires, promulgada por el decreto nº1.518/005 del Poder Ejecutivo de la Ciudad el
04/10/2005 Weber, Max (1919) “La política como vocación” en El político y el científico, Madrid, Editorial
Alianza
“I Jornadas Interdisciplinarias de Jóvenes Investigadores en Ciencias Sociales” IDAES | UNSAM
Autor: Juan Gabriel Flores Pertenencia institucional: Centro de Estudios e Investigaciones en Ciencias Sociales – Universidad
de Buenos Aires (CEICS – UBA)
Mesa número 8: Estudios sobre Elites: actores, escenarios e instituciones
Autorización de publicación: Sí
¿Burguesía o elite? Los hacendados coloniales a partir del estudio de Antonio Rivero de los Santos (1762-1802)
Juan Gabriel Flores
CEICS-UBA
El presente trabajo tiene por objetivo realizar un acercamiento hacia la definición social del
“hacendado-comerciante” del Río de la Plata tardo-colonial. Nuestra intención consiste en problematizar,
a partir de la evidencia hallada, la caracterización de “elite” atribuida al hacendado colonial rioplatense
por la historiografía académica. Aquí analizaremos tanto el ciclo social vivido por Antonio Rivero de los
Santos, su asentamiento y avecindamiento en Buenos Aires, así como su vinculación con otros
comerciantes, estancieros y sus negocios.
Las elites y clases
La autoproclamada “renovación historiográfica” que ha predominado desde los años ’80 en
Argentina ha encarado los estudios sociales de este tipo con el concepto de “elites”, atendiendo a un
criterio subjetivista. La concepción de la existencia de una “elite” entendida como un grupo de notables
que se ve y es visto con legitimidad para ejercer la conducción de una sociedad implicó una ruptura con
la indagación de los sujetos colectivos en tanto “clase”. El temor a las determinaciones sociales y
económicas del materialismo histórico –mal comprendida por los historiadores “renovadores” como una
simplificada relación entre comportamiento y estructura social- llevó a la historiografía a plantear que la
clase dominante colonial no se trataría sino de una elite compuesta de “actores sociales” enmarcados en
redes de alianzas familiares y amistades que les permitiría mantener un patrón diversificado de inversión.
Así las relaciones sociales se volvían aleatorias y las familias/empresas adquirían un perfil polivalente,
modificando su perfil económico ante cada coyuntura y readaptándose ante la apertura de nuevas
oportunidades del mercado internacional tras la Revolución. De este modo, hacendados y comerciantes
monopolistas se integraban a un mismo grupo social. En esta concepción, la misma Revolución se habría
producido en ausencia de motivaciones sociales en disputa, borrando de este modo la existencia de las
fuerzas sociales organizadas en torno a un proyecto revolucionario o a la defensa del orden feudal. La
revolución sería de este modo, un reacomodamiento y “transformación” de las mismas “elites”1.
Otro aspecto de importancia en los estudios de los hacendados y comerciantes entendidos como
elite en general, es el análisis de las jerarquías estamentales –menos rígidas que las de otras regiones-
como constructor de sujetos colectivos. La “sociedad menos renovada que su economía” de Halperin
Donghi2 se trasladó a los trabajos que analizaban la campaña, sugiriendo que las líneas de demarcación
1 Halperin Donghi, Revolución y Guerra, formación de una elite dirigente criolla, Siglo XXI, 1972 2 Ibid. Pág. 52
estamental se anteponía a las clases aún no conformadas en un período de transición, como si en el
Antiguo Régimen no existieran determinaciones materiales analizables3.
Del mismo modo, este rechazo a la idea de un conflicto de clases entre hacendados y
comerciantes primero en términos corporativos y luego revolucionarios, hizo a los autores caer bajo un
enfoque empirista al momento de analizar la comprensión de estas figuras históricas. De este modo, pese
a la erudición y documentación presente en sus trabajos, los autores no pudieron acceder a una instancia
de análisis científico y conceptual por fuera de los conceptos epocales4. La fundamentación radicaba en
que utilizar las etiquetas “fijas” y “estáticas” ó “meramente descriptivas” no era fructífero para analizar la
realidad social, debiéndose en cambio, atender a los “nexos” y “relaciones que articulan a la clase”. Así
para estos autores se vuelve importante conocer “cómo se ve esta sociedad y como nombra y clasifica a
sus componentes” en el marco de una sociedad de Antiguo Régimen, donde las clases no estarían
“plenamente configuradas”5.
Por su parte, en los estudios de campaña, Garavaglia y Jorge Gelman han trazado la descripción
de una sociedad dinamizada por la movilidad social y carente de una definición social: así la sociedad se
podía dividir en “pastores”, “labradores”, “agricultores” y “hacendados”. Pero como admitía el propio
Garavaglia, “las líneas sociales que separan a estas figuras sociales tienen siempre límites muy difusos en
sus fronteras. Como no era sencillo marcar una línea estricta entre pastores y agricultores, no será fácil
establecer una frontera entre estos agricultores y los hacendados”6. En efecto, el mismo Garavaglia
admite las deficiencias del puro empirismo presente en su trabajo. El problema es que si los conceptos
utilizados no pueden establecer un criterio de definición social que remarque las diferencias entre sujetos
sociales históricos, claramente lo único que podemos hacer es dudar de ellos. De lo contrario, con un
mismo concepto podríamos estar señalando dos objetos distintos. Siendo así, el propio Garavaglia
precisaba en un pequeño apartado algunas cuestiones metodológicas:
“Podríamos haber inventado una complicada clasificación en función de los montos medios por
unidad productiva, pero ¿qué valor tendría realmente esto? El lector tendría así el reflejo obvio: separar
en forma tajante a los actores sociales en grupos claramente estancos, es decir, ¡casi como si fueran
‘clases sociales’!”
Estamos entonces ante otra cuestión: la malcomprensión del concepto de “clase”. En primer
lugar, porque una clase en un sentido marxista no hace alusión a una división social necesariamente
“estanca”. La complejidad de la realidad material puede ser analizada a partir del pasaje de una clase
social a otra sin ningún problema. Entender entre qué clases se efectúa ese pasaje es el asunto a revisar.
3 Mayo, Carlos. Op. Cit. 233-235 4 Garavaglia, Juan Carlos, Pastores y Labradores, Ediciones de la Flor, 1998. 5 Fradkin, Raúl. “¿Estancieros, hacendados o terratenientes? La formación de la clase terrateniente porteña y el uso de las categorías históricas y analíticas (Buenos Aires, 1750-1850)”, en Bonaudo, Marta y Pucciarelli, Alfredo (comps.): La problemática agraria, CEAL, Buenos Aires, 1993, t. I 6 Garavaglia, Juan Carlos, Op. Cit. Pág. 316.
Del mismo modo, aplicar el concepto de clase en el análisis no implica que en determinados momentos
de agilización de transformaciones estructurales, encontremos clases en descomposición y clases en
gestación. Es una incógnita por qué estos autores consideraron que esta noción de “estatismo” era
atribuible al materialismo histórico. Por otro lado, que las clases –modernas- no estén para el período
“plenamente configuradas” no implica ausencia de determinación material.
Es cierto, sin embargo, que el materialismo histórico propone una “tajante” definición social.
Como ya dijimos, toda definición social debería ser tajante. De otro modo, no habría “definición” alguna.
El problema es que en ningún momento las clases deberían ser definidas por el “monto medio” de las
unidades productivas. Más bien, la clave de definición social debería radicar en la comprensión de las
relaciones sociales de producción. En efecto, es la forma en que la sociedad se organiza para producir -
determinando las formas de reproducción social y material de sus partes- el criterio de división social que
pregona el materialismo histórico. Aquí precisamente, se defiende su implementación como principio de
inteligibilidad del universo presente en la sociedad tardocolonial rioplatense.
En resumen, la idea que nos presenta la renovación historiográfica es que todo “hacendado-
comerciante” sería parte de la “elite colonial”. Con el fin de revisar esta caracterización, hemos decidido
partir del análisis de uno de sus más opulentos representantes: Antonio Rivero de los Santos. El estudio
de caso adquiere así una importancia fundamental para la comprensión de una clase, como sujeto
colectivo. No se aísla en si mismo sino que se conecta con otros sujetos colectivos de la colonia. Aquí
veremos el problema de la reproducción social de Rivero. Hasta el momento, dos autores se ocuparon de
indagar acerca de la figura de Rivero de los Santos. Emir Reitano ha dado cuenta de la testamentaria y la
riqueza de Rivero, haciendo hincapié en su aparente opulencia y señalando que se trataba de un
“comerciante absentista” con una estancia que oficiaba de fuente “alternativa de ingresos”7. De todos
modos, por tratarse de un estudio de la totalidad de la comunidad portuguesa en general, no ha ahondado
en un estudio comparativo entre la faceta mercantil y la faceta ganadera de Rivero. Juan Carlos
Garavaglia, por otra parte, ha dedicado un estudio cuantitativo reducido al complejo estanciero “Los
Portugueses”, sin hacer mención de sus conexiones mercantiles8. De este modo, no se pudo avanzar hacia
una comprensión integral de sus formas de reproducción social. Este trabajo intenta completar este vacío.
Antonio Rivero de los Santos y el avecindamiento
Si observáramos superficialmente las actividades de Rivero de los Santos, podríamos definirlo
como un sujeto perteneciente a la elite porteña. En efecto, negocios diversificados, inversiones varias y
7 Emir Reitano, Los portugueses del Buenos Aires tardocolonial: inmigración, sociedad, familia, vida cotidiana y religión. Tesis de doctorado, Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación [Disponible en http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.237/te.237.pdf ] Pp. 208-209 8 Garavaglia, Juan Carlos, "Tres estancias del sur bonaerense en un periodo de. 'transición' (1790-1834)." en Maria Mónica Bjerg y Andrea Reguera, Problemas de Historia agraria. Nuevos debates y perspectivas de investigación, Instituto de Estudios Histórico Sociales, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. 1995
alianzas familiares (con los Escalada, familia importante de Buenos Aires) serían motivo suficiente para
comprender al propietario de la estancia Los Portugueses como un representante de la “elite” en tanto
“hacendado-comerciante” absentista. Sin embargo, nos parece que debemos ser más cautos al sostener
tamaña declaración y encarar un estudio que desnude cuál es el determinante de la reproducción social de
Rivero como sujeto. Nuestra hipótesis es que el traslado de Rivero hacia Buenos Aires habría redefinido
su condición de clase social, transformándose en un burgués. Analicemos entonces cuidadosamente el
ciclo social vivido por nuestro personaje.
Antonio Rivero de los Santos era un comerciante portugués originario del vecindario de
Villanueva de Gaya, ciudad de Oporto. Gracias a la testamentaria legada, en Colonia de Sacramento
conocemos que Rivero formó una compañía comercial con Juan Teijeira Pinto, otro comerciante
portugués residente en Río de Janeiro9. La misma compartía pérdidas, ganancias y deudas.
Aparentemente, Rivero y Teijeira comerciaban no sólo con otros comerciantes portugueses sino también
con comerciantes de Cádiz. Más allá del conocimiento de los montos de unas deudas y de un giro
comercial de cueros, no tenemos mucha información acerca de los mecanismos de comercialización y
estrategias de reproducción del mentado Rivero en esta primera fase.
En 1762, Rivero tuvo un cambio fundamental en su trayectoria social. En efecto, el asedio de las
flotas españolas sobre Colonia de Sacramento (hasta entonces en manos portuguesas) producido en
octubre bajo la orden de Pedro de Cevallos, en el marco de la Guerra de los Siete Años, marcó un
momento bisagra. Al respecto, en 1775, ya desde Buenos Aires, Antonio Rivero solicitó una carta de
naturaleza que le permitiera ser tratado como un “natural del Reino de Castilla”. Así debió dar testimonio
de cómo operó su traslado y asentamiento en Buenos Aires, rigiéndose por las capitulaciones declaradas
tras la batalla. Para ello debió otorgar un Juramento en manos del Señor Auditor de Guerra y, de este
modo, se le concedió la facultad para el libre transporte y se le aseguró que se lo trataría como a cualquier
español natural.10 Otra condición para ser aceptado en Buenos Aires fue la paga de un tributo por única
vez en 1763. Pablo Beruti –funcionario de la Real Hacienda-, al respecto, certificó dicha paga por el valor
de 13089 pesos y 4 reales. Dicha suma conformaba el 46% exigido a todo portugués con pretensión de
trasladarse. Por lo cual, el total de riqueza propiedad de Rivero al momento de la conquista española de la
Colonia de Sacramento ascendía a los 28786 pesos y 7,5 reales, según consta de la tasación oficial. Así,
parece que unos meses después Rivero arribó a Buenos Aires con una suma de 15697 pesos. Se trata de
una acumulación previa, aparentemente generada en la esfera de la comercialización.
Por otra parte, por orden del gobernador Pedro de Cevallos, Rivero fue nombrado en 1762 como
“Vecino” principal y alcalde de barrio, logrando un aparente reconocimiento en la ciudad y el Cabildo de
Buenos Aires. Sin embargo, no podemos dejar de señalar que se trata de un cargo menor en el Cabildo.
9 AGN, Sucesiones 7777 10 AGN IX, 35-3-3
Incluso sus titulares muchas veces debían desembolsar una suma para costear su ejercicio, razón por la
cual era bastante común que intentaran escapar de sus obligaciones.
Tenemos más datos sobre el proceso de avecindamiento de Rivero. Manuel Alfono le había
vendido el 27 de marzo de 1770 una casa ubicada en el barrio de San Juan por la suma de 4000 pesos11.
Luego, encontramos otra compra-venta de propiedades vendidas a Rivero por don Manuel Rodriguez
Sarcedas12. Este último parece ser un personaje sumido en la quiebra y sujeto a numerosas dependencias.
Por lo tanto, en 1770 encontramos a Sarcedas vendiendo sus propiedades: el 14 de marzo Rivero compra
una de ellas en 5 mil pesos. Otra propiedad vendida por Sarcedas sería una quinta con obrajes de cuatro
cuadras, ubicada en el ejido de la ciudad de Buenos Aires.
En 1775, Rivero declaró ya haberse asentado “con toda su familia y bienes muebles en esta
Capital [donde procedió] a comprar haciendas de campo, como son estancia, chacra y quinta, y casa en el
Pueblo”. Tras las insistencias, el Rey finalmente a través de una Real Cédula del 6 de mayo de 1776
concedió a Rivero la tan solicitada carta de Naturaleza y los derechos correspondientes, convirtiendo a
Rivero en “natural” de los Reynos de Castilla. De este modo, Rivero adquiría el permiso para vivir,
comerciar y obtener encomiendas y oficios, gozando de este modo de libertades, prerrogativas e
inmunidades. También estaba habilitado para obtener empleos, tratar y contratar sin que se le ponga
embarazo alguno13. Efectivamente, lo que encontramos aquí es la necesidad de un hacendado portugués
de acudir a una autoridad Real para solicitar el permiso contratar y efectivizar negocios, con el fin de
apuntalar los niveles de acumulación. Para 1790, Rivero posee en su haber un patrimonio tasado en
66092 pesos (incluyendo estancia, casa en la ciudad, géneros)14.
En su morada ubicada en la ciudad de Buenos Aires, Rivero tenía una tienda con géneros varios.
La tasación de 1790 posee una lista detallada de los acreedores de Rivero durante el cuidado de la tienda
con su yerno, Felipe de Escalada. En esa lista, muchos se declaran como “estancieros” o “mercachifles”,
sentando la posibilidad de que Rivero se encargue de habilitarles insumos y mercancías necesarias para la
producción y para la comercialización15. Además, gracias a algunos expedientes, sabemos que Rivero
habría comerciado aguardiente, yerba, ponchos o algodón en el comercio urbano. Rivero además tendría
vínculos con comerciantes atados a giros comerciales en el interior del virreinato. Conocemos algunos de
ellos gracias a expedientes y cartas. Tales son los casos de Nicolás de la Torre –un giro de géneros a
Paraguay-16 ó Manuel Abarrategui –Mendoza-17. Otro contacto mantuvo Rivero en 1777 con el
11 AGN, Protocolos Notariales Rn°6, 1770 12 AGN, Protocolos Notariales Rn°6, 1770 13 AGN IX, 35-3-3 14 Si tomamos la trayectoria de Diego de Agüero como ejemplo de referencia, la riqueza de Rivero aunque no fuera menor, se encontraba rezagada de la de los comerciantes feudales. Agüero en su momento más álgido sumaba un patrimonio de 100 mil pesos. 15 AGN, Sucesiones 7777 16 AGN IX, 36-5-4 17 AGN IX, 39-2-1
monopolista Diego de Agüero18. Es así que, en este caso, tenemos a Petrona, esposa de Agüero en un
giro comercial vinculado con el propio Rivero. Petrona (que está en Chile), le entregó al padre [Julián
Gregorio de Espinosa] "la plata que me debía entregar Antonio Rivero de los Santos, de la factura que le
fié que importaba 1647 pesos 6 reales y quisiera que me mandases la cuenta hecha, a ver lo que me toca
de mi comisión, porque ni aún eso me ha entregado mi padre porque esta tan sumamente ocupado que no
he querido decirle que haga la cuenta".19
La estancia de Rivero de los Santos
El primer dato certero que tenemos sobre la ocupación de la estancia en Samborombón es que
Rivero en 1763 obtiene ganados y casa en dicha región mediante el cobro de una deuda contraída por el
difunto Francisco Rivero Lima. Para 1771, Rivero vendería ganado a una compañía, como la de José
Suárez y Manuel González. En efecto, Rivero les habría vendido once mil reses a razón de seis reales por
cabeza, setenta y ocho caballos sanos a razón de dos pesos, treinta y un caballos a ocho reales, sesenta y
dos yeguas a tres reales por cada una, cuarenta redomones a diez reales cada uno, nueve potros a seis
reales cada uno, treinta y tres bueyes a cuatro pesos cada uno20. La suma total ascendía a 9030 pesos y 6
reales. Estos datos desmienten claramente a Garavaglia cuando mencionara que Rivero habría
conseguido su ganado a partir de la percepción de diezmos en la década del ’80.21
¿Por qué Rivero vende tanto ganado a la compañía? Debemos comprender que la estancia se
ubicaba en lo que en esa época constituía una región fronteriza. Mantenerse allí demandaba protección y
una inversión muy alta, tal vez más de lo que Rivero podía costear. En efecto, la producción de ganado en
una escala de once mil vacunos aproximados22 requería de una extensión de tierra muy amplia y una
capacidad de control del ganado esparcido, para lo cual se necesitaba una cantidad de dinero suficiente.
Sin embargo, el nivel de acumulación de Rivero no parece alcanzar dicho nivel. En otras palabras, las
condiciones sociales de la producción de ganado en la campaña porteña no permitían en 1771, una
producción en tamaña escala. Rivero se vio forzado por las limitaciones impuestas al desarrollo agrario
capitalista. Debió entonces reducir en lugar de ampliar su escala de producción, para así poder adecuarse
a los límites que el precario Estado colonial afrontaba para la expansión y el control de la campaña.
Otro dato proveído por la transacción que figura en el Registro de Escribanos refiere al grado de
ocupación de las tierras que el mentado Rivero tendría para el año 1771. En el momento que hablaba de
los bienes de la transacción mencionada, Rivero dijo al pasar:
18 Para un estudio detallado del rol de Agüero en la Revolución de Mayo, como representante de la contrarrevolución, véase Schlez, Mariano. Dios, Rey y Monopolio, Ediciones RyR, 2009. 19 Carta de Petrona de Gregorio Espinosa a Diego de Agüero, 10 de octubre de 1777, Museo Histórico Nacional (Montevideo), Archivo Diego de Agüero. 20 AGN, Protocolos Notariales Rn° 6, 1771 21 Garavaglia, Juan Carlos, Op. Cit. 22 Tenemos que dudar si efectivamente se trata de once mil vacas las vendidas a la compañía. Podemos suponer que se trataba de ganado esparcido, razón por la cual, puede tratarse hasta de un número impreciso.
“todo lo referido se halla en la Estancia que tengo establecida y poblada en el paraje llamado
Samborombón inmediato a la Isla de todos los Santos, en tierras realengas a que no tengo otro
derecho que el estar allí posesionado”23
Es decir, en 1771, Rivero ya estaba asentado en la campaña sin detentar por ello la propiedad de
las tierras que ocupaba. Para 1786, sabemos que Rivero denunció una serie de tierras fronterizas ubicadas
en Chascomús, expandiendo los límites de su ocupación y buscando consolidar un derecho de propiedad.
Por este motivo, debió litigar con un grupo de ocupantes precarios, la mayoría de ellos, milicianos
instalados por Vértiz en 178024. Para 1789 y 1790, en el curso de otros dos litigios por tierras, Juan de
Almeyra –procurador de Rivero- exhibió los títulos en cuestión, por lo cual podemos sostener que Rivero
ya era efectivamente un propietario reconocido por el Estado. ¿Cómo accedió a la propiedad de la tierra?
Por la moderada composición y compra, un trámite costoso pero implementado sistemáticamente desde
1790. Así lo indicaba Almeyra en la solicitud de una licencia para que Rivero porte armas en su estancia,
con el fin de hacer frente a los “barbaros indios”: “mi parte ha poseído muchos años ha la estancia con
conocimiento de ser realengo su terreno, hasta las circunstancias presentes que admitido a moderada
composición se le tiene despachado el correspondiente título”.25
Otro dato para agregar es que en el transcurso desde el ’63 hasta el año ’75, Rivero construyó en
plena campaña y con sus propios recursos todo un fuerte de contención a los indígenas y resguardo de la
Guardia, llamado el fuerte del Zanjón, ubicado a orillas de Samborombón26. Aparentemente, todas las
autoridades de la frontera tendrían conocimiento de esto: el Sargento Mayor de Caballería don Francisco
González y los tenientes don Francisco Balcarce, don Francisco Ulibarri y don Vicente Pereira. Estos tres
últimos oficiaron de testigos de Rivero, afirmando que las Guardias se alojaban allí cuando fuera
necesario. Al respecto, atendamos al testimonio de Vicente Pereira:
"En obedecimiento del Superior Decreto, que antecede debo expone a VS que me consta hizo el
suplicante el fuerte que llaman de Samborombón a sus expensas, por haber presenciado el trabajo de dha
casa que se hacía por sus esclavos, peones asalariados; y juntamente me consta sirve la casa de abrigo
a la Guardia que se asienta en aquel puesto, por las muchas y repetidas veces que en mi estancia situada
en el camino del que de la Ciudad se hace a dho paraje SanBorombón, se han dado los caballos
necesarios a muchos de dha Guardia. Septiembre 7 de 1775"27
A partir del testimonio podemos entonces percibir el hecho de que Rivero ya poseía esclavos y
contrataba asalariados en la campaña. Por lo tanto, es claro que su estancia registra actividad, incluso en
23 AGN, Protocolo de Escribanos Rn°6, 1771 24Banzato, Ocupación y acceso a la propiedad legal de la tierra en la región nordeste del Salado: Chascomús, Rancho y Monte, Tesis de Doctorado, UNLP, FAHCE, 2002 25 AGN IX, 31-4-8 26 AGN IX, 35-3-3 27 AGN IX, 35-3-3
un momento previo a la creación del Virreinato y a la sanción del Reglamento de Libre Comercio que tan
determinante fue para el crecimiento exponencial de la ciudad de Buenos Aires.
Gracias a la testamentaria de 1790, tenemos conocimiento detallado del inventario de la
estancia28. La tasación muestra en primera instancia, la existencia de una edificación –la casa- con más de
un pozo de balde29, un horno de hacer pan, un techo de tejas, corrales hechos de postes de ñandubay –
como es frecuente-, un oratorio y una pulpería. Asimismo, se especifica el precio del ganado y el costo de
los esclavos. Las medidas generales de la estancia, según la fuente, completan 41850 has tasadas en 2906
pesos y 2 reales. Tomando en cuenta los casos analizados en otras regiones del Río de la Plata, “Los
Portugueses” se trataba de uno de los complejos estancieros más grandes de la campaña.
En materia de equipamiento, la estancia cuenta con instrumentos de labranza. Sin embargo, no se
deduce qué nivel de producción agrícola había allí30. Respecto al resto de los ganados, el tasador
contabiliza –con el acompañamiento de algunos vecinos- 7450 pesos y 2 reales entre las cabezas de
ganado, la acción de la marca y las marcas. También hay un número significativo de caballos, yeguas,
burros hechores, ganado ovino y la presencia de producción de mulas. Pero la predominancia ganadera
corresponde al vacuno, habiendo 2860 cabezas de vacuno marcado y otras 359 cabezas sobre las 500
terneras que aparentemente habían sido entregadas a su hijo, Liborio Rivero de los Santos en función de
su servicio de administración de la estancia. Así, encontramos puntualizadas las siguientes cifras:
Tasación del ganado de la estancia de Rivero de los Santos, 1790.
Cantidad Pesos Reales Vacuno 3219 4023 Lecheras 25 100 Bueyes 72 360 Burros 17 21 3 Equinos 1478 1166 4 Mulas 41 82 Ovejas 410 76 7
Fuente: AGN, Sucesiones 7777
Por otra parte, en lo que hace a la mano de obra, encontramos en 1790, 13 esclavos (12 hombres y
una mujer con un bebé), un número aparentemente muy por encima de la media de mano de obra forzada
en las estancias, si tomamos como válidos los cálculos de Carlos Mayo (cuatro esclavos por estancia31).
Estos están tasados en 5746 pesos, representando entonces aproximadamente un 25% del valor total de la
estancia. Asimismo, encontramos que dos de ellos pueden oficiar de capataces.
Ya en 1805, unos años después de la muerte de Rivero, otra tasación realizada nos muestra un
poco más la complejidad alcanzada en el orden productivo: el complejo se dividía en tres formaciones
28 AGN IX, Sucesiones 7777 29 Al respecto, señala Carlos Mayo, que sólo una cuarta parte de las estancias contaban con un pozo de balde. Véase Mayo, Carlos. Estancia y Sociedad en la Pampa, Biblos, 1995. Pág. 42. 30 Liborio se encargaba de la agricultura personalmente por lo que las cuentas no se encontraban en las sucesorias. 31 Mayo, Carlos. Op. Cit., Pág 41
bien definidas con su propio capataz. La estancia nos acerca cifras que hablan de un claro crecimiento del
stock ganadero. En total tenemos 13685 vacas tasadas en 12077 pesos, divididas en sistemas de dos o tres
rodeos por estancia. Del mismo modo, se encuentran precisadas las manadas de ganado equino según el
carácter de su pelaje. El número total asciende a 3554 unidades tasadas en 1897 pesos. Sigue habiendo
ganado vinculado con tareas agrícolas y ganado mular.
Tasación del ganado de la estancia, 1806
Tipo de ganado Cantidad Pesos Reales Vacuno 13685 12077 5 Equino 3554 1897 3 Mulares 171 286 Ovinos 800 50 Bueyes 39 156
Fuente: estimación personal en base a AGN, Sucesiones 7776
Respecto a la mano de obra, podemos considerar algunas cifras que exceden al período aquí
tratado. La estancia de Rivero debió desembolsar entre 1802 y 1812, un aproximado de 14791 pesos en
gastos de mano de obra, siendo éste el principal rubro entre los gastos de la estancia. Estos gastos
incluyen jornales así como mercancías varias compradas para abastecer la mano de obra. Además, entre
1807 y 1812 la estancia debió contratar un número de 109 peones, distribuidos en 12 mil jornadas
laborales. De ese total de 12 mil jornadas, un 63% debió ser cumplida por los peones, mientras el restante
37% por los esclavos. En efecto, son los gastos en mano de obra el rubro predominante en las salidas
totales de la estancia. Por otra parte, al parecer la importancia sustantiva de los peones –como mano de
obra asalariada- demostrarían el proceso de gestación de nuevas relaciones sociales.
Por otro lado, el desafortunado hecho de no exhibir José Rubio –el administrador general de la
testamentaria- el libro de cuentas de 1790-1802 no nos impide conocer aunque sea superficialmente la
importancia del rubro en los negocios de Rivero. En base a un expediente comercial al cual hemos
accedido, sabemos que Rivero estableció en 1785 un vínculo con Francisco Alonso Valdés, comerciante
de Buenos Aires, a su vez conectado con el Comercio de Cádiz. Entre otras cosas que mencionaremos
más adelante, se destaca el hecho de que Rivero comerciaría mediante Alonso –que viajaría
inmediatamente a Cádiz- un stock de “2250 de cueros vacunos al pelo” en un negocio que esperaban les
diera de ganancia la suma 5035 pesos32. Tenemos también alguna información sobre las compañías
establecidas por Rivero. Por ejemplo, para 1802 sabemos que estableció una compañía con su procurador
Juan de Almeyra para abastecer el presidio con ganado. Asimismo, sabemos que Rivero –como otros
criadores de la campaña porteña- vendería mulas a una compañía integrada por su hijo, ocupándose
aquella de la venta mular en Salta y Santa Fe para la invernada.
32 AGN IX, 30-9-8
¿Qué nivel de producción mercantil destinada al abasto de Buenos Aires se desarrollaba en la
estancia en esta época? Aunque no podemos saberlo con exactitud, dada la ausencia de datos sistemáticos
para el período que aquí tratamos, sí podemos inferir algunas cuestiones. Aquí adjuntamos un cuadro
donde hemos sistematizado cifras por período y rubro de venta tras la muerte de Rivero (1802-1809).
Consideremos que se trata de años dificultosos para el comercio: las guerras se encontraban a la orden del
día y muchas veces incluso debía abrirse el puerto al comercio con navíos extranjeros:
Ventas de ganado y cueros de la estancia (1802-1809)
Año Producto Pesos Reales 1802-1806 5237 Vacunos 12460 4,25 1803 307 Mulas 614 1802-1806 2790 Cueros 3713 5,5 1806-1809 2881 Vacunos 6387 4 1806-1809 27 Mulas 54
Total 23229 5.75
Fuente: estimación propia en base a AGN IX, Sucesiones 7777
Desagreguemos el primer valor en cuestión y tomemos únicamente los datos inmediatos a la
muerte de Rivero: allí encontramos que entre el 2 de marzo de 1802 y el 28 de febrero de 1803, la
estancia registró una venta de 1426 cabezas por el valor de 3666 pesos y 2 reales. Considerando que para
el abasto como para el autoabastecimiento, se suele apartar alrededor de un 10% del stock (de lo
contrario, se vería en problemas la reproducción del ganado a largo plazo), podemos suponer que la
estancia tenía para esta fecha un número aproximado de 14 mil vacas, cifra que parece mantenerse
estable para 1805, pero que implica un crecimiento sustantivo si consideramos las 3219 presentes en
1790. Por otro lado, si tomamos en términos comparativos la venta de 2790 cueros por 3713 pesos
durante el período 1802-1806, parece que el rubro de venta de ganado en pie predominaba en esta
estancia. Así la expansión productiva no parecía estar necesariamente atada al mercado internacional,
jugando el mercado local un papel fundamental.
A modo de cierre: preguntas para comprender a una clase
¿Cómo podemos definir socialmente a Rivero? Ya hemos planteado nuestros reparos
metodológicos al concepto de “elite”. En efecto, si nos colocamos desde una perspectiva materialista, no
parece que podamos igualar a Rivero con cualquier comerciante monopolista. Para aseverarlo
deberíamos, en primer lugar, señalar desde un perfil comparativo qué grado de importancia tenía la
estancia respecto de los giros comerciales en la reproducción de Rivero como sujeto. No importa aquí si
Rivero habitaba efectivamente la estancia o era “absentista” porque se dedicaba a comerciar en la ciudad:
una relación social no se define necesariamente por el aspecto presencial. En segundo lugar, tenemos que
preguntarnos qué tipo de relaciones sociales explican cada una de las actividades en cuestión. Para ello,
encarar la comprensión de las relaciones de clase en las estancias de Rivero se vuelve una tarea
fundamental. Lo es también encontrar qué tipo de limitaciones imponía el régimen colonial y monopólico
a la expansión de dicha actividad.
Aquí hemos dado cuenta de la expansión productiva de la estancia de Rivero. En efecto, Los
Portugueses se encontraba en franco crecimiento en términos de stock ganadero y organización
productiva. Hemos percibido la trayectoria de un Rivero que inicialmente debía reducir la escala de su
producción, adecuándose a las limitaciones del Estado colonial para garantizar el control de la región. El
mismo hacendado vería unos años después multiplicar crecientemente su stock y complejizar la
estructura productiva.
Del mismo modo, hemos percibido cómo desde 1763, Rivero explotaba un buen número de mano
de obra. Es por esto que podemos entender a Rivero como un sujeto perteneciente a una “clase
explotadora”. En efecto, Rivero no es productor directo de valor sino propietario de los medios de
producción. En tal sentido, el grueso de su ganancia correspondería a trabajo no retribuido a peones y
esclavos asentados en su estancia. Hemos precisado algunas cifras para el período de 1802-1812,
demostrando la primacía del rubro de gastos en mano de obra dentro de los gastos totales de la estancia.
Del mismo modo, serían los mismos peones aquellos que cumplieran un rol determinante en la estancia si
contabilizamos su incidencia en la totalidad de jornadas laborales. Estas jornadas no se insertan en ningún
tipo de régimen de encomiendas ó turnos rotativos de trabajo forzado. Serían las fuerzas del mercado las
que coaccionarían a los peones a concurrir a la estancia de Rivero a intercambiar su fuerza de trabajo por
jornales y especies. Además parece claro que más allá de la diversificación de los giros comerciales, entre
los mercados aprovechados por Rivero, predominaba el abasto de Buenos Aires. Por otro lado,
deberíamos indagar si el sistema de comercialización urbana del ganado establecido mediante la
instalación de corrales –con mecanismos de control propiciados por el Cabildo- recortaba la ganancia de
Rivero ó, si como dicen algunos autores, ya se veía presionado por la “libre oferta y demanda”33.
Ahora bien, ¿esto implica que Rivero como “explotador” era parte de la clase dominante?
Aunque uno tienda a pensar que por su opulencia, sus alianzas familiares o sus nexos comerciales lo
fuera, un análisis de la estructura material de la colonia nos podría sugerir que la expansión de esta
frontera ganadera capitalista se encuentra supeditada al viejo orden feudal en términos de clase. El libre
desarrollo de todas las potencialidades de Rivero como burgués se encuentra trabado por el régimen
monopólico que desde la circulación y con prerrogativas reales, extrae una ganancia extraordinaria. Un
estudio realizado a partir del caso de Diego de Agüero nos ha demostrado la existencia de una clase
comerciante feudal que encontraba allí su principal forma de acumulación34. No parece este ser el caso de
Rivero. Los giros comerciales presentados en este artículo parecen tener un lugar secundario en términos
33 Cuesta, Martín. “Precios y Mercados en Buenos Aires en el siglo XVIII” en América Latina en la Historia Económica, Vol. 14, Nº 2, 2007, julio - diciembre 2007y Dupuy, Andrea, “El estanco de carne y su crisis en Buenos Aires colonial desde una visión comparativa: del monopolio a la libre competencia”, en Revista Brasileira de Historia, San Pablo, vol. 30, nº 60. 34 Schlez, Mariano. Op. Cit.
de valor y reproducción social. Rivero requería además la mediación de comerciantes gaditanos
para exportar cueros a Cádiz. Hemos visto los casos de mediación de las compañías acreedoras
como de comerciantes vinculados (como Francisco Alonso Valdés). Los tipos de giros comerciales
realizados por su cuenta parecen ser cualitativamente diferentes a los llevados a cabo por los
monopolistas como Agüero. Rivero, en efecto, no comparte un lugar dominante en la sociedad porteña
con los monopolistas. Más bien, parecen tener intereses contrapuestos aunque puedan (y deban)
convivir por un tiempo.
Además, podemos observar las distintas fases del asentamiento de Rivero y la necesidad de
acceder a las prerrogativas e inmunidades necesarias para consolidar sus negocios como burgués:
la necesidad de obtener una carta de naturaleza conferida por el Rey ó las constantes solicitudes y
litigios establecidos para adquirir y defender la propiedad de los territorios ocupados –
recordando que inicialmente no eran otra cosa que tierras realengas- son instancias que Rivero debe
afrontar y resolver si quiere consolidarse y apuntalar su nivel de acumulación. Se trata de obstáculos
propios del orden feudal para la acumulación capitalista.
En efecto, ni a una elite ni a una clase dominante. Rivero pertenecía a una clase explotadora
bajo condiciones subalternas en el nivel social y político: la burguesía. Por supuesto que comprendida
en un momento embrionario, de gestación de nuevas relaciones sociales en el marco de
transformaciones agilizadas por las revoluciones burguesas.
Bibliografía:
Banzato, Ocupación y acceso a la propiedad legal de la tierra en la región nordeste del Salado:
Chascomús, Rancho y Monte, Tesis de Doctorado, UNLP, FAHCE, 2002
Emir Reitano, Los portugueses del Buenos Aires tardocolonial: inmigración, sociedad, familia,
vida cotidiana y religión. Tesis de doctorado, Universidad Nacional de La Plata, Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación
Fradkin, Raúl. “¿Estancieros, hacendados o terratenientes? La formación de la clase terrateniente
porteña y el uso de las categorías históricas y analíticas (Buenos Aires, 1750-1850)”, en Bonaudo,
Marta y Pucciarelli, Alfredo (comps.): La problemática agraria, CEAL, Buenos Aires, 1993, t. I
Garavaglia, Juan Carlos, "Tres estancias del sur bonaerense en un periodo de. 'transición' (1790-
1834)." en Maria Mónica Bjerg y Andrea Reguera, Problemas de Historia agraria. Nuevos
debates y perspectivas de investigación, Instituto de Estudios Histórico Sociales, Facultad de
Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. 1995
Garavaglia, Juan Carlos, Pastores y Labradores, Ediciones de la Flor, 1998
Halperin Donghi, Tulio, Revolución y Guerra, formación de una elite dirigente criolla, Siglo XXI, 1972
Mayo, Carlos. Estancia y Sociedad en la Pampa, Biblos,
1995. Schlez, Mariano. Dios, Rey y Monopolio, Ediciones
RyR, 2009
I Jornadas Interdisciplinarias de Jóvenes Investigadores en Ciencias Sociales IDAES | UNSAM Mesa de trabajo N° 8 [email protected] Estudios sobre Elites: actores, escenarios e instituciones Matías David López - CONICET / IICom-UNLP Correo: [email protected] Se autoriza su publicación en las Actas. Título: Producción cultural, “elites culturales” y espacios de exhibición. Una aproximación a las experiencias en la ciudad de La Plata.
Resumen
Este trabajo es una primera aproximación que busca indagar en la configuración de un nuevo ciclo
de experiencias en la organización del campo cultural en La Plata, tomando específicamente la
conformación una nueva escena de exhibición y circulación de producciones culturales en las artes
visuales. Se analizan los casos de lugares y espacios alternativos que en los últimos dos años han
proliferado por la ciudad. Se los analizarán teniendo presenta sus propuestas de producción de
muestras, sus guiones curatoriales, los vínculos que tejan entre productores-gestores y sus
relaciones con los ámbitos institucionales. A su vez, nos preguntaremos si en la actualidad estos
espacios culturales de exhibición sean los “lugares de vida”, de entreteje de relaciones, los que
propician los encuentros y las apuestas de ciertas “elites culturales”, así como los lugares donde
pueden seguirse las “batallas de ideas” y algunas disputas de posiciones en el campo cultural.
Palabras clave
Escena cultural - nuevas elites culturales - campo intelectual – formaciones
Introducción
Este trabajo se pregunta por la existencia de una nueva escena cultural en la ciudad de La Plata a
partir de la emergencia de nuevos ámbitos de presentación y exhibición de producciones culturales,
específicamente de producciones visuales. Los otros interrogantes que guían este trabajo serán
¿cómo es la construcción da las propuestas en cuanto a la agenda y curaduría? ¿Qué lugar le
asignan al espectador en esos nuevos espacios? ¿Qué vínculos tienen con los espacios
institucionales-estatales dedicados a la promoción de los artistas y cuál es su posicionamiento sobre
estos?
Primero se realizó un revelamiento de espacios culturales y se contabilizaron aproximadamente
unos veinte que tienen como una de las características en común haberse creado en los últimos años
-desde el 2010 muchos de ellos-. De este total seis experiencias fueron tomadas para el análisis, se
trata de los casos de: Casa C’est la vie, Galería Mal de Muchos, Librería y Galería Siberia, Club
Galería Cösmiko, Galería del club Alborada y las muestras organizadas por Síntoma Curadores,
esta última experiencia tiene como particularidad de que no “es” ni posee un “lugar” propio, sino
de una propuesta curatorial que va “moviéndose” por diferentes espacios, aunque la mayor parte de
sus muestras se realizaron en el Club Alborada.
Siguiendo una perspectiva metodológica principalmente cualitativa, en cuanto a las técnicas y
herramientas de recolección de datos y fuentes, se llevó adelante un trabajo de campo que consistió
en el acopio de materiales gráficos (catálogos, postales, afiches), un registro fotográfico, la
confección de un cuaderno observaciones de las muestras y exhibiciones realizadas en todos los
espacios, además de observaciones a otras prácticas cotidianas desarrolladas allí, se produjo una
serie de entrevistas a organizadores y participantes de los espacios culturales y, por último, un
seguimiento de archivo virtual de sus sitios web, blogs y espacios en redes sociales.
Los espacios, una aproximación
Comenzaremos por definirlos como espacios culturales para poder conceptualizarlos desde una
terminología que no limite al conjunto de las experiencias que se analizará. Por eso, preferimos no
utilizar los términos “galerías” ni “espacios de arte” (aunque sean dos de los más usados por las
propias experiencias). En ese sentido, se propone utilizar y adoptar la palabra “culturales” como
adjetivo por el “de arte”. A su vez, se le agregará de exhibición para sumar una característica que
puede distinguirlos de otros espacios culturales que también tienen importancia en la ciudad (sea
por caso los centros culturales y sociales, galpones culturales, etc.), experiencias que no entrar para
el análisis en los propósitos de este trabajo. Además, se los entenderá como espacios emergentes ya
que se trata de ámbitos generados recientemente –todos datan en su constitución de la última
décadas o de años recientes-, pero sobre todo por proponer y poner en escena una nueva camada o
generación de productores culturales –en el dibujo, la pintura, el graffiti, el grabado, la música y la
producción audiovisual- que conformarían un nuevo escenario cultural, integrado por prácticas de
gestión cultural, circuitos de exhibición y consumo y redes de afinidad.
Estos espacios culturales emergentes de exhibición –por todo lo anterior no sólo entendidos como
espacios físicos para juntarse (y muchas veces amontonarse)- quizás sean el modo de organizar
cierta intelegestsia cultural contemporánea en la ciudad y de engendrar sus propios (micro)climas.
En este momento quizás sean estos espacios culturales –como en otros momentos fueron las
“revistas culturales”- los “lugares de vida”, de entreteje de códigos, relaciones y amistades -pero
también por eso mismo, de manifestación de exclusiones-, los que propician los encuentros y las
apuestas, así como los lugares donde pueden seguirse las “batallas de ideas” y disputas de
posiciones en el “campo cultural”. Además, son los lugares desde donde trazar el mapa de las
sensibilidades (intelectuales, culturales, artísticas, relacionales, etc.) de este momento presente.
Ahora bien, a quienes integran y participan de estos espacios podríamos identificarlos como una
nueva “elite cultural”, pero con una sustancial diferencia respecto de lo que se podría llamar “elites
dirigentes”, porque son dentro del aparato institucional-estatal local y provincial quienes ocupan
allí posiciones subordinadas. Los gestores/organizadores/participantes de los espacios culturales no
integran un gabinete de ministros ni forman parte de la construcción y decisiones de las políticas
culturales en el municipio, la universidad o la provincia. Sin embargo, si muchos de ellos trabajan e
integran estas maquinarias –pudimos relevar que varios son docentes, no-docentes y estudiantes
universitarios, empleados estatales en ministerios e inclusos en dependencias ligadas a “la cultura”
como teatros y museos, datos con los que se pueden identificar ciertas formaciones educativas,
rasgos profesionales y accesos culturales-(1) pero sin poder desarrollar una articulación política,
por lo que serían procesos paralelos antes que imbricados. Entonces, se trata de actores que
cumplen un rol subordinado en el andamiaje estatal-institucional pero que consideramos “toman la
posta” y “llevan la delantera” en la gestión y producción cultural en la ciudad, porque generan eventos
culturales de pequeña y mediana escala de relevancia para circulación y movimiento de producciones y
experiencias, de productores y participantes/espectadores. Entonces podríamos hablar de la emerngencia de
una “nueva élite cultural” que se empodera por fuera de las instituciones formales de las que muchas veces
forman parte.
A su vez, no podemos encontrarlos como actores importantes dentro del “mercado comercial del
arte” (2) aunque existan intentos incipientes de generar un “mercado de arte joven o emergente”.
En este sentido, son espacios que se predisponen cada vez más –con pequeñas tácticas y
herramientas de comercialización- a “vender obra”.
Sin embrago, si bien estos espacios –todavía- no son actores destacados y sistemáticos en la
valoración económica-comercial de obras, si podemos afirmar con son actores fundamentales en la
valoración y legitimación simbólica-cultural (Bourdieu, 2007) de producciones y productores
emergentes, constituyendo así un capital simbólico diferencial para estos. Pero entendemos que se
desarrolla una “sinergia” común: los espacios legitiman a ciertos productores y producciones, estos
productores legitiman a los espacios al buscar o aceptar mostrar sus producciones allí y los
asistentes/participantes/espectadores/consumidores legitiman a los productores y los espacios
culturales.
Cösmiko se define como “galería de arte::club de amigos”. Muchas de las actividades que realizan
se vinculan con algunas de la escena cultural alternativa porteña: recitales de Fauna, Chancha Vía
Circuito, Rosario Blefari, Sara Hebe, exposiciones de integrantes del steet art de Buenos Aires
como Pum Pum, Nerf y Malatesta o talleres de autogestión teatral. También se observa una
articulación con la galería de arte “Fiebre” –ubicada en la Galería Patio del Liceo, Recoleta- en
donde CSMK ha realizado muestras con artistas platenses en el circuito porteño (“Ataque
platense”). Los productores que más promueve son: Activaciön Monastér, Agua Helada, Felina
SuperHeroína, Juan Rux (Festín Mutante), Valentino Tettamanti, Vic (Victoria Galeano) y
Tormenta, entre otros. Las principales actividades del espacio son la peluquería “Corte Salvaje”,
algunos talleres y eventos como fiestas, obras de teatro y muestras. En abril de 2012 Cösmiko se
mudo de casa pero no de barrio; ubicado desde ese momento en una casa antigua en calle 70
esquina 10, compone junto con el Espacio Tormenta y el Espacio de Felina SuperHeroína un nuevo
pequeño polo de producción cultural en la zona sur-este de la ciudad. Robertito y Leandro los
organizadores de Cösmiko –que a su vez integran al colectivo Activaciön Monastér- plantean que
su propuesta:
“Surge en sí por el tema que había muchísima gente pintando y por ahí no había espacios en La
Plata en donde mostrar que fueran alternativos, había galerías más académicas o para otro
tipo de artistas. Y como galerías jóvenes no había y surgió así, invitar a esos artistas a hacer
muestras. Cada un mes se cambian las muestras y cada artistas hace a su antojo lo que quiera
hacer”.
“Nos gusta darle la habitación para que puedan llegar a tunearla como quieran, que no sea
solamente colgar un cuadrito o una foto, darle libertad en la composición.”
“Nos gusta lo que invitamos. La variedad, la cuestión cósmica, en el sentido de las variedades,
de que todo conviva (…) La idea del nombre es el de la convivencia de que cada uno es un
mundo, un universo y de la convivencia de todo eso.”
A su vez, la denominación de Cösmiko además de galería es la de “Club”. La idea de combinar la
galería y con forma de club surge de la idea de que un club es un espacio “más social”. “La idea
inicial era asociar a la gente que viene con una acreditación, ponele una cuota por año, y después
tenías beneficios”. Plantea que seguramente en algún momento reactiven esa propuesta y formen
legalmente un club. La forma de funcionamiento del espacio es además de los dos responsables,
una red de amistades y afinidades que hacen posible las actividades.
Mal de muchos es una propuesta que integra una tienda de ropa y accesorios (o de “conceptos y
cosas para la vida” como enuncia su slogan) y un espacio de galería. Ubicada en un antiguo local
en el centro de la ciudad -49 e/ 4 y 5-, la galería busca generar una propuesta propia construyendo
una agenda de exposiciones, muestras y pequeños recitales. Algunos de los productores que han
pasado con sus muestras son: Luxor, Una muñeca rusa, Santi Casiasessino, Tormenta, Corina
Arrieta y soyGarbíncompraMiscuadros, Felina SuperHeroína y Valentino Tettamanti, entre otros.
Las recientes actividades que inauguraron el 2013 fueron el festejo de aniversario de Una Muñeca
Rusa y continuó con la muestra “Solo viento sin viento” compuesta por dibujos, video e instalación
de Daniel Lorenzo. En cuanto ha algunas de las bandas que realizaron recitales –tanto como fechas
propias como en el marco de alguna de las muestras- fueron: 107 Faunos, Las Culebras, Javi Punga
y Matías Tanco. Además en muchos eventos hubo espacio para DJs y VJs como Cristian
Carracedo.
“La galería surgió en el mismo momento en que surgió el proyecto de Mal de Muchos, la tienda con
la galería incluida. (…) Pienso a Mal de Muchos como un concepto”.
“[los criterios] tienen que ver más que nada con buscar particularidades, gente que tenga una obra
propia, cosas que no vengan de lo académico (…) Puede ser un colectivo de artistas que genere algo
interesante. Pero me gusta eso, la gente que va abriéndose el camino, que creo que es lo que hago yo
también. Cuando abrí no tenía ningún antecedente claro de lo que estaba haciendo. Había centros
culturales pero no tenía en mente a nadie con quien compararme, más aun sentía que iba
improvisando y armando las cosas así, aprendiendo a hacer lo que estaba haciendo, no tenia un
referente claro (…) Sabía que era algo muy personal, eso sí, de entrada. Sabía que no era un centro
cultural, quería plantearlo de otra forma, tenía sus particularidades (…) yo sentía eso que la gente
que exponía ahí estaba como en mi casa.”
A su vez, la apuesta del espacio es generar muestras y otras actividades que apunten a lo
experimental. En relación a esos momentos de espectación Verónica afirman que “eran muy
amenos, bastante íntimos y eso a la gente le gustaba. Creo que es una característica del lugar que la
gente va y se encuentra (…) Las inauguraciones siempre tienen algo de que hacen que no sean
aburridas, que pase algo copado, que la gente se encuentra y conversa (…) que se producía diálogo
y eso no lo había vivido en otro lado, no digo que no suceda, a mí no me había pasado. (…)
Siberia es una galería y librería de “arte y diseño” que se encuentra en un pequeño local de
diagonal 79 e/ 6 y 55. Abrió sus puertas en el año 2011 pero con otra identidad: “Isla” era el
nombre que utilizó hasta casi la primera mitad de 2012 en la que esa sociedad –comercial y
afectiva- se terminó. A partir de ese momento el local cambia de nombre y se pasa a llamar
“Siberia”. Tiene un acento marcado en la venta de libros de arte y literatura (cine, fotografía,
plástica, ensayo, cuento, etc.) que lo distingue de otros espacios culturales y lo acerca a los ámbitos
literarios y las editoriales independientes. En palabras de Magdalena, gestora del espacio:
“Se perfila como galería de lleno, con artistas que laburen, generar proyectos específicos para el
espacio, que en esos espacios interactúen varias personas, porque para mi una de las cosas re
fundamentales es el trabajo en equipo, es muy re zarpado, aprendes un montón (…) es para mi algo re
valioso. (…) Vas aprendiendo un montón de cosas de otro, y uno también brinda eso que sabe.”
“Esto se perfila un poco entre lo que es el dibujo y la pintura y por el espacio de pequeño y mediano
formato, me parece que es la línea que sigue el lugar. Que también esta bueno que vaya modificando, a
veces pienso que estaría bueno que venga alguien y punge todo así gigante y ya fue. Y me encanta
cuando pasa eso, a pesar que sea en la línea del dibujo y la pintura, me re interesa cuando pasa.”
“Lo que intento que acá ocurra es que estemos siempre en diálogo con gente de otro lugar. Eso me
parece re valioso. Porque cuando he organizado cosas que viene gente de Capital o de otro lugar, la
gente de La Plata no viene a visitarlo, es bastante selectiva la ciudad en eso me parece.”
C’est la vie abrió sus puertas en agosto de 2011 en una casona antigua –construida hace más de
150 años- compuesta por terraza, múltiples espacios y techos altos; se encuentra en la calle 55 e/ 4
y 5. La idea es que sea un “casa de cultura” que funcione toda la semana. Como dice una de las
cartillas de presentación: “Un centro cultural: útero que estimule, nutra y ramifique la necesidad
creadora por las calles y las mentes, el concepto de C´est la vie vino a darnos cuerpo y cerrar el
círculo”. Durante los días de semana en espacio se desarrollan diferentes talleres de yoga, teatro,
crónica periodística y fotografía, literatura, graffiti, guitarra y canto. Pero además se realizan ciclos
de lectura y pequeños recitales de música en vivo de bandas y solistas. Además, se plantea como un
espacio para muestras y exposiciones permanentes de pintura y fotografía. En 2012 abrió una
cafetería. Para desarrollar las actividades que se emprenderán desde el 2013, C´est la vie se asoció
con el grupo de gestores culturales “Medio Limón”. En abril de 2013 se abrió un espacio de
distribución y venta de libros y revistas de editoriales independientes gestionado por “Malisia
distribuidora y estantería”. Se plantea como objetivo promover espacios de construcción artísticos
orientados al intercambio y el encuentro, por lo que la casa esta abierta a recibir todo tipo de
propuestas. En ese sentido, siempre se está pendiente de la incorporación de nuevos talleres y
propuestas de eventos. Así, la apertura a variados proyectos artístico-culturales es una de sus
características, ya que incorpora muchas y variadas actividades. “El corazón grande como una
casa”, el título de una jornada que se realizó con el objetivo de reponer dinero y herramientas que
fueron robadas en los últimos días de 2012, puede ilustrar el concepto que busca el espacio para
con quien se acerque, que pueda sentirse como en su casa.
“A qué lugar iría yo, a que lugar me gusta ir a mí, qué es lo que quiero cuando voy a un espacio, la
idea surgió de ahí. (…) me gustan los lugares donde conversan un montón de disciplinas a la vez,
donde poder ir a ver un montón de cosas. Donde no específicamente vayas a ver una banda, o una
exposición, o ver uno que actúa. (...) a y mi particularmente no me gustan los lugares llenos de
gente” [risas]
“Quedo ‘la casa’, ‘me voy a la casa’ (…) Es una casona cultural, la idea que sea la casa de todos.
También pasa eso, como que la propuesta es re abierta que la gente venga y proponga qué hacer en
el espacio. Siempre la pregunto eso a las personas ¿cuál es tu idea?”
Alborada es un club y espacio cultural ubicado en 58 e/ 10 y 11 en el que se desarrollan
actividades como Kun fu, diversos talleres y se encuentra la biblioteca popular “Florencio
Ameghino”. Fundado hace 94 años, se encuentra en estas instalaciones desde 1950. Desde el 2011
una nueva Comisión Directiva decidió generar cambios en el espacio e invitó a jóvenes productores
culturales de la ciudad para brindar espacios para talleres y eventos culturales y artísticos. Ese año
se llevaron adelante los encuentros “La Pantufleta refrescante” en los que se desarrollaron
intervenciones de graffitis en el patio y paredes internas y externas del club, exposiciones y bandas
en vivo. En 2012 se realizó en encuentro “ZigZag” que tuvo dos eventos previos (denominados
“Me gusta”) que también acercaron al espacio a diferentes productores –graffiteros, muralistas,
dibujantes, músicos, entre otros- locales, regionales e internacionales.
Para Lucas, integrante del Club –que además es productor de “pintura callejera” conocido como
Luxor- que se dedica a las actividades culturales, la idea de la Galería surgió porque:
“No había espacios para la plástica. La idea era explotar la plástica, no sólo lo musical. (…) La
Alborada es un espacio interesante, que hay que apostar y que no tienen límites. (…) Necesitamos
manos, que eso se alivió un poco el año pasado [2012] cuando los chicos [Síntoma curadores]
hicieron las movidas que me parecieron muy buenísimas, pero ellos vinieron como gente invitada,
necesitamos gente del lugar que quiera ponerse algo al hombre y de una forma seria, creo que eso es
lo que faltaría. Después el balance lo vi bárbaro, positivo, de no tener nada, de no tener un espacio
en la Alborada para que se pueda exponer se hicieron muestras super interesantes (…) Se logró
hacer algo.”
“[La diferencia con otros lugares de muestras] es el club. Hay que lograr que la Alborada sea como el
club de antes. El club es abierto y popular. Me aburre algo que sea raro.”
“Por ahí lo que tiene la Alborada es que las cosas explotan, viene gente y después no, quizás esa sea
la dinámica del espacio. (…) El lugar es grande, somos pocos y cuesta activar. Creo que la gente no
activa los espacios como antes, por convicción, quiere tener algo, no es por la convicción de apostar
a eso. Por ahí es muy romántico lo mío, pero bueno es una forma de ver la vida”.
Síntoma curadores surgió a finales de 2011 como una iniciativa que busca reprensar el espacio de
la curaduría y la exposición de las producciones culturales. En su página de Facebook se anuncia
que “indaga sobre los dispositivos de exposición y comunicación de las producciones simbólicas”.
En este tiempo lleva organizadas siete muestras, la mayor parte de estas fueron en el espacio de
galería del club Alborada y la primera muestra en la que aportaron fue “Caminates” de Luxor,
aunque como grupo Síntoma curadores su primer intervención fue en junio de 2012 con la muestra
“Copias fallidas de una imagen mental” de José Fraire. Realizan un trabajo minucioso de
seguimiento de la producción de los productores que eligen, generando charlas, entrevistas y
devoluciones para escuchar y luego proponer. Se busca en este proceso construir un “guión
curatorial” para proponer cómo esa producción “es leída” y se insertará dentro del campo cultural.
En ese sentido, Chempes y Daniel comentan sobre las propuestas y operatorias que realizan desde
Síntoma:
“Estamos pensando que la obra, la producción tiene que ser leía (…) hay que distinguir las líneas y
flujos que nos interesa resaltar para el guión que queremos armar, una parte nos va a interesar de lo
tuyo, no sos vos, es una parte que queremos leer. Y no lo queremos leer porque sí, sino porque vamos
a espacios, vamos a lugares y nos parece que tiene que hablar con eso, con ese lugar donde quiere
incidir. Y a su vez, se da en un lugar físico concreto donde tenes que hablar con todo eso que tenes
alrededor. Entonces no es que desde tal teoría vos construir, sino que poner en juego las teorías en
función de tu querer hacer, de tu operación sobre la realidad. Por eso es que tenemos un aparato tan
ecléctico (…) a su vez, que no crea tanto en la teoría sino, que crea en la acción en la realidad, que
ponga a funcionar las teorías en función de la realidad que quiera operar”.
“Síntoma básicamente es una cuestión de ethos, de una voluntad de incidir sobre campo cultural, en
el cual nosotros estamos vivos, estamos trabajando (…) el dispositivo mismo, toda la forma de
abordar ese dispositivo es Síntoma. Es algo que en algún punto piensa la manifestación de algún tipo
de estructura.”
“El síntoma como lo que expresa el otro y trabajar un poco a partir del síntoma que el otro muestra,
y no ir a la enfermedad. Nos interesa un montón la crítica de obra y un trabajo más prolongado con
una discusión super profunda de por qué estas haciendo esto. Pero nuestra idea de síntoma era
‘bueno, corrámonos de ahí, trabajemos con lo que ya esta, con lo que esta saliendo, con lo que se
ve’”.
Entonces, se busca desde Síntoma generar dispositivos de comunicación -de discurso y
enunciación- para leer e interpretar diferentes líneas y flujos que tienen las producciones que
seleccionan buscado discutir en el campo cultural.
Realizando una síntesis de lo relevado, podemos afirmar que en relación a la constitución de los
espacios, se encuentra una marcada recurrencia de espacios privados –incluso algunos articulados
con ciertos locales de comercios-, en donde todos estos pagan alquileres y los gestores buscan
“ganarse la vida” con esos emprendimientos, es decir entendidos como su trabajo. La excepción
encontrada es La Alborada al tratarse de un club, es decir formalmente es una asociación civil sin
fines de lucro que se organiza mediante una Comisión Directiva y asociados, a su vez no paga
alquiler ya que es tiene un espacio propio. A su vez, se encontró que se trata de pocas personas
encargadas de la organización en cada espacio, muchas veces sostenidos por colaboraciones y
apoyos de amigos y conocidos. “Somos pocos en todo”, afirmó uno de los gestores.
En relación a la construcción de actividades cada vez más se dan espacios para pensarlas y
organizarlas entre gestores y productores de forma articulada, buscando en algunos casos, construir
criterios y pautas que encarrilen las actividades hacia cierto nivel profesional.
Por otra parte, muchos de los gestores consultados sostienen como idea posible, pero no
concretizada hasta ahora, la importancia de “generar lazos más estrechos entre espacios
emergentes”. Además, afirman que la legitimidad es necesaria y que principalmente esbrindada por
la gente que asiste a las muestras y eventos. En ese sentido, todos reconocen la importancia del
posicionamiento y la legitimidad para el desarrollo de las propuestas:“hay que posicionarse ante
unos otros”.
¿Nueva elite cultural?
Ya mencionamos anteriormente que los que los gestores y productores estarían componiendo –al
menos como propuesta analítica- una “nueva elite cultural”. Pero, la propuesta no es delimitar a
actores individuales, sino más bien a un conjunto de actores, prácticas y representaciones. En este
sentido, se puede encontrar ciertos círculos, circuitos de espectadores/consumidores de los bienes
culturales, pero sobre todo de experiencias que promueve esta nueva elite cultural; en particular,
públicos que se habituaron a inauguraciones, muestras y exposiciones “de arte” (pinturas,
ilustraciones, fotografías, instalaciones, dibujos), así como propuestas musicales y literarias, que
cada vez más abundan en la ciudad, formando estos espectadores/consumidores también parte de
esa elite.
Entonces una elite cultural gestora-productora-espectadora que está inserta –y quizás busque el
monopolio- en la producción, acceso, uso y administración de bienes simbólicos. Quizás los
(próximos) desafíos que se están buscando es que ese circuito de espectadores-consumidores no
sean sólo los integrantes de la propia elite cultural (del propio “sector”), ampliar y ensancharlo a
otros “sectores”. Si bien hoy es el principal “consumidor” o público de muchas de las actividades y
eventos que se realizan en estos espacios emergentes tienen como principal destinatario a actores
que integran a la propia elite cultural –grupos e individuos que forman parte de redes de relaciones,
afinidades, amistades y complicidades- hay algunos intentos de salir “más allá”, de ampliar a los
destinatarios y apostar a nuevos públicos-espectadores.
Si bien el componente mayoritario –que podemos inferir por las descripciones dadas por os actores
implicados y por las diferentes observaciones en el trabajo de campo- de esta “elite” puede ser
compuesta por jóvenes, en su mayoría universitarios (estudiantes y/o docentes), en una franja
etaria que va entre los 18 a 40 años aproximadamente, no hay que descartar que sujetos que no
integran la categoría “joven” ni tampoco se encuentran en ese corte etario, sobre todo pensando en
años mayores, también forman parte de esta nueva elite productora y consumidora de sus propios (o
cercanos) bienes y producciones culturales.
Entonces, aunque hay un importante componente en los eventos y actividades de hacerlos para “los
mismos de siempre”, “para los amigos y cercanos”, para un “nosotros” delimitado, a la vez hay un
entendimiento de que hay que subir y ampliar las apuestas.
Formación, más allá de lo institucional
Uno de los interrogantes de este trabajo se refiere a cuál es la visión que los gestores de espacios
culturales emergentes tienen sobre las instituciones. En este sentido, nos parece importante poner la
mirada sobre lo que hacen y proponen las instituciones, sobre todo las ligadas a la cultura y las
artes. En las entrevistas y conversaciones encontramos en la mayoría de los casos por un lado,
cierto rechazo y por otro, cierta decisión de ignorar o no tener en cuenta a lo que en esos lugares se
desarrolla y propone. Sin embargo, se observaron algunos matices que, por ejemplo, enfatizan
sobre quienes están buscando activar dentro de esas instituciones ciertas apuestas renovadores.
“Considero que están muy venidos a menos los museos. Acá en general, el Provincial de Bellas Artes
recién hace un mes inauguró una muestra copada en todo el año, como tristísimo. El papel que
desarrollo el MACLA muy mal, esto todo muy venido a menos. De hecho yo soy una trabajadora del
museo y veo la desidia y la decadencia que hay en lo que es presupuesto, la gente que labura, y es
muy difícil, como que no hay una adecuación a la realidad, al momento que se esta viviendo, dónde
están los jóvenes hoy en esos espacios, los que estaban en el Microespacio los sacaron a la mierda,
que onda.”
“Son arcaicos, no miran hacia fuera, no saben lo que está pasando. (…) En esos lugares hay otro
circuito de artistas que ya están metidos dentro del circuito, que ya están legitimados –no estoy
diciendo que no sean buenos en lo que hacen- pero es eso, son parte de una especie de mainstreim
platense. (…) Cuando voy al Pasaje [Dardo Rocha] me da una sensación de abandono, todas esas
salas grandes vacías, las obras están paradas ahí, como a la deriva. No se como son las políticas
culturales de ellos, cómo es que manejan el lugar y cómo seleccionan a quien expone.”
“Sí, son como diferentes circuitos y depende de quien los maneje, hay gente más fresca.”
“[vamos] muy de vez en cuando. Al Pasaje [Dardo Rocha] este año no fui nunca (…) No son espacios
que nos interese mucho, siempre lo que ofrecen es muy aburrido. Es otra propuesta, como distinta.”
Así, teniendo presente esta situación en relación a las instituciones dedicadas a la cultura, podemos
reflexionar sobre cuál seria la posición que estarían ocupando los nuevos espacios culturales. Por lo
pronto, consideramos que son ámbitos “de relevo” y presentación de productores y producciones,
espacios que toman riesgos y apuestan por expresiones jóvenes, algunas experimentales, que están
realizando cierta renovación –quizás también produciendo un cambio- en el circuito de
muestras/exposiciones. Reproducimos algunas de las palabras que se pudieron recoger de las
entrevistas y que puede ser clave para pensar en este punto, tanto en relación a lo institucional, la
legitimidad en un campo y a su vez, lo que generan estos espacios, más que muestras, experiencias
colectivas:
“Por eso creo que también existen estos espacios y que cobran tanta potencia. Y se nota porque las
muestras se sostienen, porque estoy segura que a todos les llevan carpetas, creo que a todos les debe
a haber pasado lo mismo, que llegas a un punto que vos tenés que decir ‘no tengo más lugar’, ‘este
año no se puede’”.
“Creo que ocupan un poco el lugar que no pueden ocupar las instituciones, de darle el lugar a otro.”
“Lo que me parece re valioso y creo que seria algo buenísimo como proyecto de estos espacios que
son emergentes, que tienen para ofrecer espacios pero a la vez se sostienen con otras cosas (…) es
que podamos generar unas redes, unos lazos mas estrechos, donde sea una fortaleza. (…) hay que
aprovechar que todo fue emergiendo, que todas estas cosas fueron cobrando vida y se fueron
posicionando y fueron ganando sus espacios y es re valioso porque a nosotros no nos legitima nadie.
Te autolegitimas vos, el otro, los que vienen, porque no hay nada, porque no somos museo, no somos
institución, no dependemos de nada. Entonces en algún lado tienen que haber algo que te… le digo
legitimar porque es una palabra que tiene un poco ese valor. Yo considero que la legitimación la
tenemos a través de la gente que viene y que nos ayuda a sostener esto, esa es nuestra gran ganancia,
es lo único que te sostienen y que te mantiene en pie, porque un espacio así no puede conseguir un
subsidio…”
“Son más que una muestra, se genera un evento.”
“(…) creo que es un logro, en los últimos tiempos, lograr que la gente tenga ganas de ir [a
inauguraciones]. Haber logrado que sea… a ver, no divertido en el sentido como ir de joda, pero un
poco sí, que es algo divertido, es una propuesta que podés hacer, algo que puede convocar a gente
que no necesariamente es artista, eso antes no pasaba. No digo que sea la obra de… es como algo
que se generó de a poco en la ciudad, el hecho que es una alternativa más de algo para hacer y antes
por ahí no se tenía en cuenta”.
“(…) Nosotros, me parece que, aterrizamos al campo por A, B o C ya validados, por cierto sector
con el que estamos operando; y la ausencia de otros competidores, si se quiere, nos da una facilidad
total (…) pero lo que hace falta es incidir (…). El plan de minima es que esto sea el piso de todo lo
que pasa el La Plata y empecemos a discutir otras cosas, nosotros vamos por esa, que la de minima
sea ésta, no la de máxima. Que no es ir a colgar el cuadrito, ya quedo pasado… en algún punto ya se
empieza a generar la demanda.”
Por esto entenderemos a estas nuevas propuestas como parte de una “formación”, atendiendo a la
conceptualización aportada por Raymond Williams, “las formaciones son más reconocibles como
tendencias y movimientos conscientes (literarios, artísticos, filosóficos o científicos) que
normalmente pueden ser distinguidos de sus producciones formativas. (…) estas son articulaciones
de formaciones efectivas mucho más amplias que de ningún modo pueden ser plenamente
identificadas con las instituciones formales o con sus significados y valores formales, y que pueden
ser positivamente opuestas a ellas” (Williams: 2009, 153). En este sentido, podríamos entender que
estos espacios culturales emergentes de exhibición expresan –incipientemente- otro movimiento
cultural junto con otras prácticas y experiencias ligadas a la música, la literatura y la producción
editorial independiente, que busca renovar la escena cultural local, la organización de la producción
cultural.
Se plantearon algunos conceptos como el de “nueva elite cultural” y el de “formaciones” para
caracterizar y distinguir a los espacios culturales y los actores implicados en ellos. ¿Podemos
pensar en disputa por la supremacía cultural?. Al menos, desde la literatura clave en este sentido –
de Gramsci a Bourdieu- sabemos que en un campo compuesto por actores en posiciones
diferenciadas siempre hay una pelea por la definición legítima, en este caso, al estar inserto en el
campo intelectual (4), una “lucha” por la nominación de la cultura legítima. Así, lo que se discute,
y se pone en disputa, es más que “arte”, es más que “producción artística”, más que “experiencias
estéticas”. Para el actual momento ¿Se podría plantear que hay una disputa por nominar y organizar
la producción cultural en la ciudad?. En todo caso, se tendría que trazar esa disputa atendiendo a
ciertas situaciones estructurales (en relación por un lado, a las políticas culturales nacionales, al
desarrollo y posición de la producción cultural en las sociedades capitalistas contemporáneas, así
como al desarrollo de los circuitos de arte y cultura, constituidos y emergentes, tomando momentos
históricos presentes y pasados). Tener en cuenta esas situaciones, esos campos de fuerzas –no para
caer en un determinismo, pero si para entender que tienen un poder estructurante en las prácticas y
representaciones- serviría para poder describir y analizar de forma más adecuada las diferentes
posiciones de los actores y sentidos puestos en juego.
¿Podemos plantear a estas prácticas, espacios y apuestas como configuradores de un accionar
político, como un “desacuerdo” que puja por un nuevo “reparto de lo sensible” –en términos
propuestos por Rancière (2007)- en el campo de la producción cultural?. Y en todo caso, qué sería
“lo sensible” que se busca en estas experiencias. Por ahora nos quedamos con esos interrogantes.
Así, sin pretender cerrar el análisis en este trabajo aproximativo, consideremos que se está
constituyendo un “campo de interlocución” en el que determinados actores y prácticas, que
comparten códigos de lectura e interpretación, se ponen a gestionar, producir y consumir
producciones culturales, obras y experiencias, “cultura en movimiento”, “cultura viva”; a generar
eventos y pequeños acontecimientos que renuevan la organización de la cultura en la ciudad,
construyendo y fortaleciendo cierto “circuito alternativo” –de gestores, productores y espectadores-
en el que se plantean apuestas y visiones ligadas con la autogestión, la independencia y lo
emergente en la producción cultural. Pero además, con ciertas ideas de profesionalización,
legitimidad y disputa de sentidos.
Por esto, consideramos que ni la noción de “subcultura” ni la de “tribu urbana” parecen las
adecuadas para nominar estas experiencias, por lo que preferimos utilizar la categoría de “escena
cultural” que integra y se pone en diálogo con un tipo específico de “formación” cultural.
Notas
(1) Si bien mayormente encontramos cierta reivindicación a la formación en oficios y talleres, así como a la formación
de la propia práctica, en el hacer cotidiano, -como, por ejemplo, en la producción y gestión de eventos-, también existen
entre los actores recorridos por instituciones educativas formales. Así, en relación a las carreras universitarias y
terciarias que cursaron o concluyeron los entrevistados encontramos: museología, diseño industrial, artes plásticas
como dibujo y grabado, escenografía, historia del arte.
(2) Situación similar a las nuevas editoriales independientes y autogestivas en relación el “mercado editorial” de libros
y revistas.
(3) Además de estos espacios, en el relevamiento se encontró que existen otros lugares como: Cocina de Arte de En eso
estamos, El Tallercito, El Hormiguero, Piso uno arte y diseño, Vendrás alguna vez Espacio Cultural, Rotisería artística
-espacio de Felina SuperHeroína-, Residencia Corazón, Taller Naranja, Zule arte+taller, La Catrina Galería Taller y
Mercadito de obra, Casa 8, Azul un Ala, Taller del Caleidoscopio, Casa Flotante dedicados, en su mayoría, al
desarrollo de talleres, cursos y espacios de producción.
(4) Se hablará de campo intelectual, atendiendo que el “campo artístico”, que podría ser la categoría empleada, lo
integra. En este sentido, consideramos que plantear las cuestiones que aquí se trabajan solo como parte del “campo
artístico” o el “campo del arte” lo limitaría.
Bibliografía
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Nueva Visión. Williams, Raymond (2009 [1977]). Marxismo y literatura. Buenos Aires:
Ed. Las Cuarenta.
Entrevistas Verónica y Florencia (Mal de muchos), Leandro y Robertito (Cösmiko), Chempes y Daniel (Síntoma Curadores), Lucas (Alborada), Natalia (C´est la vie) y Magdalena (Siberia). Fuentes virtuales Siber
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1
Elites. Organización y socialización en clave sociológica.
Luis Ernesto Blacha
(CEAR-UNQ/CONICET)
1.- Presentación
Las teorías modernas de las elites promueven una conceptualización “realista”
de la sociedad, a la que identifican como compuesta por dos clases: una minoría
gobernante y una mayoría gobernada, que se inspira en Henri de Saint Simon.1 El
fundamento del orden social se relaciona con la organización del grupo gobernante, tal
como sostienen Gaetano Mosca, Vilfredo Pareto y Robert Michels.
Este abordaje se complementa con la perspectiva sociológica de Carl Wright
Mills, quien identifica a la socialización de las clases gobernantes como fundamento de
su posición de privilegio. Los ámbitos administrativos, las instituciones educativas y el
tiempo de ocio consolidan y actualizan las interacciones de los miembros del grupo
gobernante que fundamentan y potencian las relaciones de poder y su asimetría.
El propósito de esta breve presentación es caracterizar a las clases gobernantes,
subrayando dos aspectos centrales de su constitución: su organización y socialización.
Se propone un abordaje sociológico que analice y ponga en valor “la clase política“ de
Mosca, “las élites” de Pareto y Michels, así como la “élite del poder” de Wright Mills.
Por último, se promueve el dialogo de estas perspectivas con la sociología figuracional
de Norbert Elias, los habitus del enfoque culturalista de Pierre Bourdieu y el biopoder
disciplinar de Michel Foucault.
2.- Elites y organización
La perspectiva “realista” de los teóricos neomaquiavelianos -cuyos representantes
más destacados son Gaetano Mosca (1858-1941), Vilfredo Pareto (1848-1923) y Robert
Doctor en Ciencias Sociales (FSOC-UBA). Magister en Ciencia Política (IDAES-UNSAM). Licenciado en Sociología (FSOC-UBA). Investigador asistente CONICET. 1 Aron, Raymond: Las etapas del pensamiento sociológico, Buenos Aires, Ediciones Fausto, t II, 1996, p.175
2
Michels (1876-1936)- identifica el fundamento del poder con la organización interna de
la clase gobernante. A partir de la constante social “universal”, de una mayoría
gobernada y una minoría gobernante, intentan fundamentar y definir el orden social.
El gobierno de la minoría se justifica por su organización, la cual potencia su
importancia a través de las estructuras administrativas de las sociedades de masas
modernas. Es una clase gobernante que se identifica como elite, el término que
difundirá a escala mundial Vilfredo Pareto y con el cual los franceses designaban a “los
mejores”, es decir, a “quienes, por cualquier razón –quizá muy poco valedera- se
destacan y se sitúan por encima de los demás.”2 Para esta perspectiva, la historia es el
escenario donde surgen y desaparecen los elencos gobernantes que posibilitan la
organización social, en un proceso que se extiende desde las antiguas polis griegas hasta
nuestros días.
El sociólogo y politólogo Vilfredo Pareto, cuya obra influyera en los trabajos del
jóven Talcott Parsons, comparte esta definción de la historia como “un cementerio de
aristocracias”3 y destaca que existen momentos de auge y decadencia en estos grupos
gobernantes. Identifica dos tendencias contrapuestas que conviven en todas las
sociedades humanas: "el instinto por las combinaciones" y "la persistencia de los
conglomerados". La primera es la búsqueda por establecer nuevas relaciones -incluidas
las sociales- mientras que la segunda es un impulso conservador por mantener "las
combinaciones ya formadas".4 A nivel analítico, ambas conforman el orden social y por
este motivo las élites deben mantener un equilibrio entre estas tendencias contrapuestas.
Por tal motivo, el autor subraya la incorporación de nuevos individuos al grupo
gobernante para que éste no pierda las “virtudes” que justifican su posición de privilegio
en la sociedad de referencia. En la práctica, Pareto propone una supremacía de los
“conglomerados” pare explicar el orden social, a la vez que descree de las
transformaciones que cuestionan de lleno el fundamento último del poder.
La propuesta de Pareto se enmarca en la perspectiva neomaquiaveliana, en donde
la legitimidad de los gobernantes queda reducida a la organización interna del grupo y
2 Meisel, James H.: El mito de la clase gobernante, Gaetano Mosca y la elite, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1975 , p. 8 3 Aron, Raymond: Las etapas del. . . , op. cit., p. 184. 4 Agulla, Juan Carlos: Teoría sociológica. Sistematización histórica, Buenos Aires, Ediciones Depalma, 1987, p.226
3
contrasta con la pasividad de la mayoría gobernada, que pareciera estar imposibilitada
de tomar decisiones. Gaetano Mosca es teórico que dentro de esta perspectiva reflexiona
con mayor preocupación sobre el consenso en la relación entre gobernantes y
gobernados. A través del concepto “fórmula política” agrupa al conjunto de valores,
creencias, sentimientos y hábitos comunes que resultan de la historia colectiva de un
pueblo y se corresponde con “una genuina necesidad de la naturaleza social del
hombre, (...) de gobernar y sentirse gobernado, no en base a la fuerza material e
intelectual, sino a un principio moral”5. Es un intento por representar el consenso
popular acerca de lo que es considerado “justo” para una comunidad, en una época
determinada y puede ser interpretado como equivalente del concepto weberiano de
“legitimación”.6 La organización de la minoría también incluye al aparato
administrativo, en el cual influye directa o indirectamente, remarcando la necesidad que
los miembros del grupo gobernante actúen en varios órdenes sociales.
En esta perspectiva “realista”, la democracia es interpretada como el método que
utilizan los distintos grupos gobernantes, a la manera de oligarquías, para dirimir la
competencia por el poder y legitimar su posición gubernamental. Este enfoque es
desarrollado con particular interés por Robert Michels, para quien los gobernantes son
quienes eligen a sus gobernados. Esta afirmación se sustenta en la influencia
determinante de la organización de la clase gobernante en la conformación del
entramado de relaciones intersubjetivas que constituye la sociedad.
Para Michels la oligarquía es parte de la naturaleza humana. En toda organización
social surge, inevitablemente, una “ley de hierro de la oligarquía” donde la minoría
gobernante se diferencia del resto de la sociedad y lucha con todos sus medios
institucionales y sociales para conservar la posición gobernante. El rol del “experto” y
sus “pericias” son interpretadas como un intento de autolegitimación que refuerzan la
organización del grupo. Los líderes aumentan, paulatinamente, sus “atributos”
diferenciándose de las mayorías gobernadas. La “experiencia” y la “pericia” se
convierten en los principales elementos simbólicos que utilizan los gobernantes para
justificar su posición de mando e intentan mostrarse como indispensables para el
mantenimiento del orden social.
5 MOSCA, Gaetano: La clase política, México, FCE, 2002, p. 133 6 Para mayores detalles de la obra de Max Weber ver Bendix, Reinhard: Max Weber, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2000
4
El intento de legitimación de los grupos gobernantes está implícito en su propia
organización de la clase, que origina “la dominación de los elegidos sobre los electores,
de los mandatarios sobre los mandantes, de los delegados sobre los delegadores.”7 Este
es el imperio de la conducción experta de los asuntos políticos que Weber advierte e
intenta modificar, mientras que Michels lo interpreta como una característica ineludible
de las sociedades democráticas modernas. Una conclusión excesivamente pesimista que
pareciera no tomar en cuenta el carácter indeterminado de “lo social” y los efectos
potenciales de la socialización, aún de aquella que se genera en el interior mismo del
aparato burocrático.
3.- La socialización de la elite del poder
La propuesta de Carl Wright Mills se diferencia de la perspectiva
neomaquiaveliana desde la concepción misma de sus fundamentos. Es un abordaje
sociológico, en lugar de la posición cercana a la ciencia política de los teóricos europeos
antes estudiados, en el cual se vinculan la socialización y el poder como parte de la
clase gobernante. Para el sociólogo norteamericano, el estudio de este grupo es
fundamental para comprender la estructura social de pertenencia. Su estudio interpela a
la sociedad norteamericana del New Deal a través de una caracterización de la cúspide
de la pirámide social y teniendo en cuenta al aparato administrativo que potencia las
decisiones políticas.
En relación con los neomaquiavelianos, el foco del análisis se desplaza de la
organización interna como fundamento del orden social a la toma de decisiones
gubernamentales con alcance nacional en donde la socialización de la clase gobernante,
tiene una capacidad explicativa determinante. El fundamento último de la asimetría de
las relaciones de poder será, precisamente, la socialización de los miembros de la “elite
del poder”. Su rasgo característico es la intercambiabilidad de funciones entre sus
miembros a través de los diferentes órdenes de la sociedad, entre los que se destacan
para Wright Mills, el económico, el político y el militar. Esta interacción supone un alto
7 Michels, Robert: Los partidos políticos I. Un estudio sociologico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna, Buenos Aires, Amorrortu, 2008, p.15
5
grado de interdependencia, el cual sólo es posible a través de una profunda
socialización compartida.
Las estructuras administrativas son caracterizadas como espacios de socialización,
que aumentan la intercambiabilidad e interdependencia de los miembros de la clase
política y potencian el alcance de sus decisiones. Wright Mills enfatiza que sólo a través
de las estructuras administrativas que conforman el Estado moderno es posible el
alcance nacional que poseen las decisiones políticas de la elite del poder. Además, se
destaca que no es preciso que cada miembro de la elite sea un hombre que intervenga
de modo personal en todas las decisiones, en tanto los pares se toman en cuenta entre
sí. La ampliación de los instrumentos del poder y su centralización implican que las
decisiones y las consecuencias de pequeños grupos, potencian exponencialmente el
alcance de sus consecuencias. Este accionar coordinado que refleja la asimetría de las
relaciones de poder, sólo es posible a través de la socialización que destaca los orígenes
sociales y educativos compartidos de los miembros de la elite del poder. De esta manera
se articulan las acciones sociales en una misma dirección y se refuerza la organización
interna de la minoría.
La elite del poder no debe confundirse con la aristocracia, ya que no refiere a una
nobleza hereditaria a pesar de los orígenes similares de sus miembros y de la educación
común. La socialización continua y prolongada se posiciona como fundamento de las
relaciones de poder. El espacio social también cobra importancia, al posibilitar que se
articulen las relaciones sociales que vinculan a sus miembros y profundizan sus
interacciones. La socialización internaliza e pautas de comportamiento y normas
sociales que pueden ser interpretadas a través de algunos elementos desarrollados por la
sociología contemporánea.
4.- El poder de la clase gobernante como proceso
La socialización puede ser caracterizada como fundamento de las relaciones de
poder y también como un proceso en continuo dinamismo. El entramado de
interacciones sociales supone un “marco de referencia” que no sólo posibilita las
acciones sociales sino que es el cúmulo de interacciones pretéritas. La sociedad
adquiere un carácter flexible en tanto que permite ciertas interacciones sociales a la vez
que limita otras. Se consolida un “marco de certezas compartidas” que transforma en
6
sociales las acciones individuales. El contexto social adquiere así, gran importancia
explicativa, tal como destaca la sociología figuracional de Norbert Elias (1897-1990).
A través de la identificación de los procesos de psicogénesis y sociogénesis, la
perspectiva figuracional8 no sólo destaca la importancia explicativa del contexto de
interacción social, sino que propone un “desarrollo” paralelo entre la internalización de
la norma social en los individuos y la consolidación de las estructuras administrativas
que resultan en el Estado burocrático y racional moderno. A estos procesos de escala
occidental, el autor los unifica en el “proceso civilizatorio”9 en donde el autocontrol,
los monopolios fiscales y de la violencia legítima por parte del Estado, constituyen un
“marco de referencia” ineludible para comprender la organización de las sociedades
modernas. Estos cambios se observan a nivel colectivo -la "sociogénesis"- como a nivel
individual -la "psicogénesis"- donde la mayor diferenciación de los roles sociales entre
los individuos, aumenta su interdependencia y resulta en un mayor desarrollo sujetivo.10
La interdependencia individuo-sociedad11 subrayada por Elias pareciera limitar
los alcances de la “ley de hierro de la oligarquía” que propone Robert Michels, en tanto
las características subjetivas que este último destaca no supondrían una internalización
de normas sociales sino un mero reflejo de las relaciones de poder imperantes. En la
perspectiva de Michels los gobernados podrían fingir su apoyo a un grupo gobernante
que podría resultar en un rápido debilitamiento del fundamento del orden social si otro
grupo más “efectivo” entra en escena. Las implicancias de la teoría de Elias complejizan
el estudio del poder.
La interacción gobernantes-gobernados supone una relación social, en donde su
propia condición de posibilidad es también, social. La minoría gobernante, sea como
elite o como élite del poder, debe poder dar cuenta de la evolución de estos procesos de
psico y sociogénesis para fundamentar su posición de privilegio. La sociología
figuracional aporta matices a la perspectiva neomaquiaveliana a la vez que refuerza el
8 Weiler, Vera (comp): Figuraciones en proceso, Colombia, Utópica Ediciones, 1998 9 Elias, Norbert: El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, Colombia, FCE, 1997
10 Heinich, Natalie: Norbert Elias. Historia y cultura en Occidente, Buenos Aires, Nueva Visión, 1999
11 Para mayores detalles ver: Zabludovsky, Gina: Norbert Elias y los problemas actuales de la sociología, México, FCE, 2007
7
alcance de las decisiones políticas tomadas por un pequeño grupo gobernante. A través
de la obra de Elias pueden caracterizarse aquellas actualizaciones características de las
relaciones de poder y su influencia de la internalización de las normas sociales como
reflejo de la asimetría propia de ese tipo de interacciones.
Los vínculos de la sociología figuracional con la propuesta de Wright Mills se
establecen en la importancia de la socialización como un proceso de capacitación,
selección y delimitación de los individuos que se produce simultáneamente a la
consolidación de las estructuras administrativas centrales. En ambas perspectivas, la
educación es un espacio de central importancia dentro de la socialización en tanto
supone la incorporación de elementos culturales compartidos en las primeras etapas de
la vida del individuo y su continua actualización. Ambos abordajes otorgan especial
atención al carácter siempre variable de la interacción social que contrasta con la visión
pesimista del “realismo” neomaquiaveliano. Las posibilidades de cambio parecieran ser
más grandes en Elias que en Wright Mills, por el espectro amplio que el primero otorga
a su teoría. La sociogénesis pareciera destacar que siempre debe existir cierta
coincidencia entre el fuero interno subjetivo y el contexto social en el cual actúa. La
sociabilidad como fundamento del orden social potencia su importancia.
El carácter práctico de “lo social” también es un elemento fundamental en la
sociología de la cultura de Pierre Bourdieu (1930-2002). Para el sociólogo francés, los
actores tienen un amplio conocimiento de su entorno de interacción a la vez que son
socialmente constituidos. El abordaje propuesto supone “una Sociología de la cultura
[que] implica una Sociología del conocimiento y a su vez cómo esto es un capítulo -y
no el menor- de una Sociología del poder.”12 A través del concepto de hábitus13 esta
perspectiva denota la interdependencia entre el individuo y la sociedad. Los habitus son
“sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas
predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes.”14
A diferencia de Elias, para Bourdieu los sujetos tienen también un conocimiento
práctico que se consolida socialmente, a la vez que permite actualizar y reproducir a la
12 Scribano, Adrián: Estudios sobre Teoría Social Contemporánea: Bhaskar, Bordieu, Giddens, Hambermas y Melucci, Buenos Aires, Ediciones Ciccus, 2009, p. 64 13 Chauviré, Christiane y Fontaine, Oliver: El vocabulario de Bourdieu, Buenos Aires, 2008
14 Bourdieu, Pierre: El sentido práctico, Buenos Aires, Siglo XXI Argentina, 2007, p.86
8
estructura social. Este sentido práctico no esta preestablecido y potencia los alcances de
la tensión entre “conglomerados” y “combinaciones” que enuncia Pareto. En Bourdieu,
la fórmula política de Mosca adquiere un carácter social en tanto actualiza y reproduce
el fundamento del orden social a través de métodos que van mucho más allá de la
política, como son la educación, la sociabilidad y hasta el “sentido social del gusto.”15
A través de la actualización del orden social, que es también su reproducción,
puede caracterizarse a la sociabilidad y socialización de la élite del poder a la que
refiere Wright Mills. El estudio propuesto para la sociedad norteamericana del New
Deal, es realizado por Bourdieu para el caso francés de la década del ´60, ampliando el
alcance sociológico del estudio y multiplicando sus conclusiones. 16 Bourdieu pareciera
especificar aquellos elementos culturales que internalizan los individuos que van a
formar parte de la “elite del poder” y que permiten la intercambiabilidad de funciones a
la que refiere Wright Mills. Los resultados obtenidos reflejan una sociedad
dinámicamente estable, en donde el orden social se consolida y actualiza sin que los
individuos “sientan” el pesimismo del “realismo” neomaquiaveliano. La internalización
de las normas sociales como fundamento del poder es un aspecto de central importancia
de las interacciones sociales que es destacado en un sentido muy similar al subrayado
por Norbert Elias. Puede caracterizarse a la psicogénesis como “el proceso de
formación y transformación de los habitus a través del tiempo.”17 En ambos enfoques el
actor y el entramado social están mutuamente determinados.
En Pierre Bourdieu la “naturalización” de ciertas prácticas sociales que
conforman los habitus, reemplaza al problema de la legitimación de las clases
gobernantes en la definición weberiana del poder. La teorización de la internalización
de las normas sociales resulta para este sociólogo francés un punto central de su teoría.
Por este motivo es abordado desde diversos “campos” y con elementos de múltiples
disciplinas. 18La interpenetración y la articulación entre los distintos campos es el rasgo
15 Bourdieu, Pierre: La distinción. Criterio y bases del gusto, Buenos Aires, Taurus, 2012
16 Bourdieu, Pierre: La nobleza de estado. Educación de elite y espíritu de cuerpo, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2013
17 Tenti Fanfani, Emilio: “Lecciones sociológicas de Norbert Elias” en Kaplan, Carina V. y Orce, Victoria (coords): Poder, prácticas sociales y proceso civilizador. Los usos de Norbert Elias, Buenos Aires, Noveduc, 2009, p.17 18 Tovillas, Pablo: Bourdieu. Una introducción, Buenos Aires, Quadrata, 2010
9
clave que los define, independientemente de que cada uno de ellos tenga sus propias
normas y códigos. Este concepto se asemeja a la intercambiabilidad de funciones que
realiza la elite del poder teorizada por Wright Mills, en tanto ambos suponen un
elemento constitutivo de las relaciones de poder. La coordinación entre los diversos
ámbitos coloca a la burocracia y a la “nobleza de Estado” en un lugar clave del
entramado social, al ser un medio que regula la asimetría del poder entre gobernantes y
gobernados. El poder es efectivo cuando no es percibido como algo externo a los
individuos, cuando la norma social deviene en autocoacción naturalizada. La “fórmula
política” de los neomaquiavelianos adquiere implicancias sociales desde la
interpelación subjetiva de “lo social”, sus implicancias se multiplican y su
“funcionamiento” es imperceptible. Las posibilidades de cambio se reducen pero no ello
dejan de existir.
La internalización de las normas sociales adquiere un nuevo significado con la
perspectiva disciplinar del poder de Michel Foucault (1926-1984). El poder es “el
juego que por medio de luchas y enfrentamientos incesantes las transforma, las
refuerza, las invierte; los apoyos que dichas relaciones de fuerza encuentran las unas
en las otras.”19 Es omnipresente, en tanto “se está produciendo a cada instante” y, a su
vez, viene de todas partes. Esta continua reproducción del poder, delinea las acciones de
los sujetos, tal como sostienen los habitus de Pierre Bourdieu.
El biopoder supone la politización de los rasgos biológicos fundamentales del
hombre que se inicia en el siglo XVIII en Europa.20 Sus consecuencias se expanden por
la totalidad del entramado social y es “un elemento indispensable en el desarrollo del
capitalismo”21 al proveer el control de los cuerpos individuales en el aparato productivo
de una sociedad. Es una perspectiva que pareciera trascender la propuesta de Norbert
Elias en tanto el poder social produce marcas visibles en los cuerpos de los ciudadanos.
La politización de los cuerpos subraya la interdependencia entre el biopoder y el
surgimiento de la “población” como objeto de gubernamentalidad.22 Esta racionalidad
19 Foucault, Michel: Historia de la sexualidad. 1- la voluntad de saber, México, Siglo XXI, 1999, pp.112- 3 20 Foucault, Michel: Seguridad, territorio, población: curso en el Collage de France: 1977-1978, Buenos Aires, Siglo XXI, 2007, Primera Edición, Segunda Reimpresión, p.15 21 Foucault, Michel: Historia de la…op.cit., p.170 22 Traverso, Enzo: La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX, Buenos Aires, FCE, 2012
10
propia del gobierno tiene como finalidad transformar a la población en sujeto de
necesidades, en las cuales el Estado debe intervenir a través de prácticas e instrumentos.
La población se convierte en “problema económico y político”23 con sus propias
variables, tales como la natalidad, la mortalidad, la fecundidad, la salud pública, la
alimentación, la vivienda. A través de la “población” Foucault pareciera otorgar “un
cuerpo” a la psico-sociogénesis de la perspectiva figuracional.
En el abordaje focaultiano, el Estado adquiere una importancia inusitada en la
conceptualización del poder acuñada por los neomaquiavelianos. Su “realismo”
pesimista es reemplazado por otro más “real”, cuyas prácticas constituyen no sólo
ciudadanos -con sus habitus socialmente diferenciados- sino también “hombres”. Las
relaciones de poder cobran una nueva perspectiva, la de los cuerpos, y el orden social se
internaliza a la vez que se encarna en los ciudadanos. Foucault concibe un Estado con
múltiples funciones, acorde a su omnipresencia, tareas que en parte delinea la elite del
poder Wright Mills. A su vez, la organización del grupo gobernante posibilita estas
múltiples ocupaciones del biopoder que conjugan socialización, organización, psico y
sociogénesis y habitus. En la visión de Foucault el aparato estatal se caracteriza como
una institución de poder que asegura “el mantenimiento de las relaciones de
producción”24 y recoge prácticas institucionales anteriores, las que resignifica y crea, a
su vez, otras que son originales. La tensión entre “conglomerados” y “combinaciones”
de Pareto adquiere nueva dimensión y se enmarca en el trasfondo de la biopolítica.
Michel Foucault comparte con Norbert Elias un carácter latente de lo
“indeterminado” como propio de “lo social”, que se refleja en el proceso dinámico de
socialización. La organización de la clase gobernante como fundamento de las
posiciones de privilegio adquiere límites, a la vez que los individuos que conforman ese
grupo son socialmente consolidados de forma flexible. La gubernamentalidad resulta
un proceso y una sucesión de resultados que se van actualizando y se hacen visibles en
un análisis de largo alcance temporal como el que propone Foucalt. La posibilidad de
cambio social es factible porque en esta recreación permanente se combinan tanto la
disciplina omnipresente y abarcativa de una totalidad, con los dispositivos de seguridad
que incorporan al cambio social como fuente de libertad. Estos controles disciplinarios
23 Íbidem, p.35 24 Foucault, Michel: Historia de la…op.cit., pp.170-1
11
sólo son posibles a través de la expansión del aparato administrativo que refuerza la
organización de los grupos “disciplinarios”.
5.- Reflexiones finales
La interacción gobernantes-gobernados es interpretada como una relación asimétrica
de poder. La perspectiva neomaquiaveliana propone “desnudar” esta situación, a través
de una constante: la minoría gobernante y la mayoría gobernada. La organización al
interior del grupo es el verdadero fundamento de las relaciones de poder, más allá de la
importancia que Gaetano Mosca otorga al consenso. Este “realismo” también destaca la
importancia de las estructuras administrativas en las sociedades de masas modernas.
Las minorías gobernantes y las estructuras burocráticas racionales que conforman el
Estado, delinean el carácter “moderno” de las sociedades de masas. Las implicancias de
las decisiones políticas adquieren dimensiones inéditas con el inicio de la Modernidad.
El incremento de la administración y la “ley de hierro de oligarquía” gobiernan la
versión “realista” de los teóricos neomaquiavelianos pero excluyen a la socialización
como parte constituyente de la vida en sociedad. Esta situación es destacada por Carl
Wright Mills, quien la incorpora al fundamento de las relaciones de poder.
La organización del grupo gobernante se transforma en una forma particular de
socialización, en donde sus miembros intercambian funciones en las distintas cúpulas de
las estructuras administrativas. Las decisiones políticas encuentran en el aparato
burocrático racional el medio idoneo para materializar las decisiones políticas. El poder
adquiere modos directos e indirectos, su fundamento se internaliza en los individuos y
su accionar se complejiza.
Los aportes de la sociología contemporánea permiten dar cuenta de esta
caracterización de la interacción entre gobernantes y gobernados, yendo más allá de la
perspectiva “realista” fundacional de los nemaquiavelianos y rescatando la
complejización de la socialización como fundamento del poder. La interdependencia
entre individuos y sociedad es una constante en los aportes de Norbert Elias, Pierre
Bourdieu y Michel Foucault.
12
El poder adquiere carácter práctico y se transforma en un elemento constituyente de lo social y de
los sujetos cuyas acciones individuales adquieren implicancias sociales. La psico-sociogénesis permite
insertar a las elites en un contexto social interdependiente y en plena constitución. Los habitus como
estructuras estructurantes dan cuenta de la internalización de este contexto y su efectividad como
fundamento del orden social. La gubernamentalidad da cuenta de la influencia del biopoder disciplinar
en la constitución de los individuos a través de prácticas y lógicas concretas de gobierno.
El diálogo entre las perspectivas elitistas clásicas de Pareto, Mosca, Michels y Wright Mills y
la sociología contemporánea revitaliza a ambas perspectivas. Destaca la influencia de las relaciones de
poder como uno de los problemas fundacionales de la sociología y su influencia hasta nuestros días.
Permite subrayar el carácter práctico de “lo social”, la actualización de las relaciones de
poder y cierto grado de indeterminabilidad como propio de la interacción gobernantes-gobernados.
6.- Bibliografía
- Agulla, Juan Carlos: Teoría sociológica. Sistematización histórica, Buenos Aires, Ediciones
Depalma, 1987 - Aron, Raymond: Las etapas del pensamiento sociológico, Buenos Aires, Ediciones Fausto, 1996 - Bendix, Reinhard: Max Weber, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 2000 - Chauviré, Christiane y Fontaine, Oliver: El vocabulario de Bourdieu, Buenos Aires, 2008 - Bourdieu, Pierre: La distinción. Criterio y bases del gusto, Buenos Aires, Taurus, 2012 - Bourdieu, Pierre: El sentido práctico, Buenos Aires, Siglo XXI Argentina, 2007 - Bourdieu, Pierre: La nobleza de estado. Educación de elite y espíritu de cuerpo, Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores,
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Buenos Aires, Siglo XXI, 2012 - Heinich, Natalie: Norbert Elias. Historia y cultura en Occidente, Buenos Aires, Nueva Visión,
1999 - Meisel, James H.: El mito de la clase gobernante, Gaetano Mosca y la elite, Buenos Aires, Amorrortu Editores,
1975 - Michels, Robert: Los partidos políticos I. Un estudio sociologico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna,
Buenos Aires, Amorrortu, 2008 - MOSCA, Gaetano: La clase política, México, FCE, 2002 - Scribano, Adrián: Estudios sobre Teoría Social Contemporánea: Bhaskar, Bordieu, Giddens, Hambermas y Melucci,
Buenos Aires, Ediciones Ciccus, 2009 - Tenti Fanfani, Emilio: “Lecciones sociológicas de Norbert Elias” en Kaplan, Carina V. y Orce, Victoria (coords):
Poder, prácticas sociales y proceso civilizador. Los usos de Norbert Elias, Buenos Aires, Noveduc, 2009 - Tovillas, Pablo: Bourdieu. Una introducción, Buenos Aires, Quadrata, 2010 - Traverso, Enzo: La historia como campo de batalla. Interpretar las violencias del siglo XX, Buenos Aires, FCE, 2012 - Weiler, Vera (comp): Figuraciones en proceso, Colombia, Utópica Ediciones, 1998 - Zabludovsky, Gina: Norbert Elias y los problemas actuales de la sociología, México, FCE, 2007
I Jornadas Interdisciplinarias de Jóvenes Investigadores en Ciencias Sociales
MESA 8: Estudios sobre Elites: actores, escenarios e instituciones Mediadores y representantes políticos territoriales. Acceso al poder y prácticas del personal
político provincial.
Victoria Ortiz de Rozas
IIGG-UBA
1-Introducción
Los partidos políticos parecen ya no ser los principales promotores del debate político y ya no
cautivan largas masas de militantes como en el pasado.
El debilitamiento y desagregación de los partidos políticos y la importancia adquirida por el
espacio público y la comunicación política en los medios de masas supone la transformación de la vieja
“democracia de partidos” en una “democracia de audiencia” o “democracia de lo público” (Manin,
1998; Rosanvallon, 2007).
Katz y Mair (2009) explican que los partidos políticos ya no son los principales intermediarios
entre la sociedad y el estado. Los autores describen la emergencia reciente de un nuevo modelo de
partido, el partido cartel, en el que partidos competidores se convierten en agentes de estado y emplean
los recursos del estado para asegurar su propia supervivencia colectiva. Las bases partidarias y la
burocracia pierden importancia, lo que hace que los partidos devengan partidos de gobierno dejando de
actuar como mediadores entre el estado y la sociedad (Katz y Mair, 1997)
Sin embargo, si bien es innegable que los partidos están compuestos de dirigentes cada vez
profesionalizados y especializados, cada vez menos dependientes de su base militante para el
financiamiento (en gran parte asegurado por las ayudas públicas) y su poder de atracción electoral
(derivado más de la acción de los medios de masas que del trabajo en el terreno militante); ello no
afecta tanto el anclaje social y territorial de los partidos políticos. (Briquet y Massicard,2010)
Los partidos políticos argentinos pueden ser descriptos como partidos de gobierno, en tanto sus
bases y burocracia han perdido relevancia como describen (Katz y Mair, 1997) dejando de ser
mediadores entre el Estado y la sociedad para convertirse en actores integrados al estado (Scherlis,
2009). Por esta razón, se ha considerado que los vínculos entre los actores partidarios son de naturaleza
clientelar (Scherlis, 2009), de modo que los comportamientos mediados por recompensas materiales
ocuparían el lugar de las identidades partidarias.
La creciente imbricación de los partidos y el estado en Argentina ha sido observada desde otras
perspectivas teóricas. Levitsky (2003), que estudia a los partidos como organizaciones, ha observado
cómo el Partido Justicialista ha pasado de ser un “partido sindical” a un “partido clientelar”, en el que
los principales recursos son estatales. Dicho partido pudo adaptarse a los procesos de
desindustrialización y de reforma de mercado de la década de los noventa, gracias a que redefinió sus
relaciones con el trabajo organizado, desmantelando los mecanismos tradicionales de participación
sindical y reemplazando los lazos establecidos con estos con lazos territoriales.
En la visión del Levitsky (2003), las transformaciones sufridas por el Partido Justicialista no
significaron su pérdida de enraizamiento social. El autor incluso muestra cómo la transformación del
partido se da en el sentido de una mayor importancia del territorio en su organización.
El presente trabajo retoma la idea de que la “cartelización” de los partidos no significa
necesariamente que pierden contacto con sus bases sociales y territoriales.
La segunda idea importante, íntimamente relacionada con la anterior, es la relativa al estudio de
relaciones normalmente consideradas clientelares como relaciones de representación política. El hecho
de que los partidos estén crecientemente integrados al estado no supone que los vínculos políticos estén
exclusivamente mediados por la búsqueda de recursos materiales, en una relación desprovista de los
elementos que caracterizan a los vínculos de representación política. Se cuestiona la distinción entre
bienes materiales y bienes ideológicos (Kitschelt y Wilkinson, 2007) que a veces subyace en dichos
análisis.
Incluso cuando todo se trata de bienes materiales, los líderes políticos y los seguidores están
involucrados en una relación de representación política. A partir de los trabajos de Auyero (1997), se
ha cuestionado el vínculo entre mediadores y su base como un mero intercambio de votos por recursos,
involucrando cuestiones relacionadas con la representación política en el vínculo entre los mediadores
políticos y los considerados clientes.
Justamente, se realiza un estudio de caso sobre los partidos oficialistas en Santiago del Estero1,
1 Santiago del Estero fue gobernada por el Partido Justicialista desde el retorno de la democracia en 1983 hasta 2004 –con la interrupción de la Intervención Federal entre 1993 y 1995. Durante este período, el justicialismo santiagueño triunfó en todas las elecciones provinciales, si bien las fuerzas políticas opositoras –el radicalismo y sus desprendimientos- tenían una importante presencia territorial ya que gobernaban las dos principales ciudades, Santiago y La Banda. El justicialismo, liderado por Carlos Juárez, sólo dejó la gobernación luego de movilizaciones sociales que culminaron en Intervenciones Federales. En 2005, Gerardo Zamora, dirigente de la Unión Cívica Radical, asumió como gobernador, liderando el Frente Cívico, formado por radicales y dirigentes políticos del peronismo que se fueron incorporando en forma progresiva.
una provincia del norte argentino, cuya estructura socioeconómica gira preponderantemente en torno a
los recursos estatales, lo cual tiene una gran incidencia en la política provincial. En particular, se
estudian las formas de acceso al poder político y las actividades cotidianas de los dirigentes políticos
con cargos electivos una vez en el poder.
El objetivo es reconstruir cuáles son los principales recursos con los que cuenta el personal
político (Aron, 1965), sin presuponer la existencia de un grupo o elite social que ve reflejada su
posición en el campo político. El concepto de categorías dirigentes permite diferenciar la situación en
la que los mismos individuos ocupan posiciones en diferentes campos (económico, militar, político) de
otra en la que estos campos son autónomos, ya que se trata de aquellas “minorías que ocupan
posiciones o cumplen funciones tales que influyen necesariamente sobre el gobierno de la sociedad”,
de forma que este concepto designa una función antes que a un grupo social (Aron, 1965). Dentro de
estas categorías dirigentes, personal político designa “una minoría (centenas o miles de personas) que,
conforme a la fórmula de legitimidad y a la traducción institucional de la misma, se encuentra envuelta
en la competencia por el ejercicio del poder o también una minoría que engloba a los delegados de
aquellos que detentan el poder” (Aron, 1965:13).
En el trabajo se muestra cómo los miembros del partido de gobierno actúan como representantes
políticos territoriales, al tiempo que han accedido al poder gracias a esta condición. En primer lugar se
considera el capital territorial como modo de acceder al poder político, luego las tareas de
representación una vez que los dirigentes territoriales acceden al poder y finalmente el doble carácter
de su tarea de mediación y representación, que involucra tanto a demandas individuales como
colectivas.
2- Ser representante de un territorio o tener capital territorial como requisito para llegar al poder.
Los partidos políticos pueden ser estudiados a través de sus integrantes, que serían así las
"unidades de observación", en el vocabulario de la metodología de la investigación. De modo que al
estudiar y conceptualizar las actividades de sus integrantes, se estarán haciendo interpretaciones sobre
las características de su partido.
Existe gran consenso en la literatura sobre la importancia del reclutamiento de candidatos en el
estudio de los partidos políticos. Los métodos empleados para seleccionar a los candidatos permiten
comprender el funcionamiento interno de los partidos políticos, el comportamiento de los dirigentes
políticos, así como el modo en que se relacionan con los electores y otras instituciones políticas. (De
Luca, Jones y Tula, 2002; Freindenberg y Alcántara Sáez, 2009).
Estudiar los criterios de reclutamiento permite entender en qué sentido son valiosos para el
partido, cuál es su contribución a él. Al mismo tiempo, permite conocer cuál es la fuente de poder del
partido político, cómo establece (o no) sus lazos con la sociedad, cuál es su estrategia para ganar
elecciones.
Uno de los principales hallazgos de nuestro estudio de caso es la indisputada centralidad del
gobernador en la selección de los candidatos. Ser una persona de confianza del gobernador o alguien de
su círculo íntimo es un requisito esencial para llegar al poder. Hemos obtenido esta información a
través del estudio de las formas de reclutamiento para diversos cargos electivos en el período 1999-
2011, a través de entrevistas con los personajes claves capaces de obtener información sobre los
criterios de elección de candidatos, en general personas cercanas al gobernador, y también a los
mismos candidatos2. En este sentido, nuestra evidencia empírica es coherente con estudios anteriores
sobre selección de candidatos en Argentina. Los gobernadores argentinos tienen un rol clave en los
procesos de selección de candidatos, como fue estudiado para el caso de los legisladores provinciales
(Lodola, 2009), los legisladores nacionales (Jones, Saiegh, Spiller y Tommasi, 2002) y los partidos
políticos en la provincia de Salta (Maidana, 2010). Los datos empíricos apoyan la idea de la influencia
decisiva de los gobernadores en las carreras de otros líderes políticos.
Los hallazgos más originales de nuestro trabajo de campo están relacionados con la centralidad
que los líderes territoriales tienen en la política provincial. Incluso si el gobernador es el líder
indiscutido, su performance electoral y la de su partido dependen altamente de los líderes territoriales.
Incluso cuando algunos líderes no son de la total confianza del gobernador, cuando son los líderes
indisputados de su territorio –pueblo, ciudad o departamento- son elegidos para integrar la lista de
candidatos oficial.
Son mayormente conocidos o líderes populares en sus territorios pero quizás no en la provincia
entera. Es una popularidad territorial, construida en relaciones cara a cara y a veces en medios locales,
pero son mayormente líderes que no tienen mucha –quizás ninguna- participación en los medios de
escala provincial.
Se espera que los líderes territoriales sean capaces de traer votos al partido, se supone que
"tienen votos" de un modo en que si son incorporados al partido, éste se va a beneficiar de su capacidad
de influenciar a los votantes.
Se trata de elegir dirigentes provistos de cierto capital político. Detentar cierto capital político 2 Para una descripción y análisis detallado de la evidencia empírica, ver Ortiz de Rozas (2011, 2011a)
significa entonces ser reconocido como competente para el oficio político. Se trata de identificar
aquellas competencias sociales que identifican a quienes ejercen la actividad política y de las que otros
de hallan desprovistos (Bourdieu, 1981). Los capitales movilizados en el oficio político son producto
de las percepciones y representaciones de los diferentes actores, siendo que la elegibilidad para un
cargo político depende de la “percepción por los otros de ciertas cualidades y recursos sociales
escasos” (Offerlé, 2011a:92).
Para identificar quién tiene capital territorial, se toman en cuenta diferentes criterios: los votos
obtenidos en elecciones anteriores, la cantidad de personas susceptibles de ser movilizadas por el
dirigente en actos e incluso en algunos casos, la realización de encuestas3.
La identificación, la clasificación entre quienes son capaces de ganar una elección en un
territorio y quienes no, es previa a la elección misma. El capital territorial es distinguible de los bienes
o recursos materiales a los que pueden acceder en el curso de una elección. Más que bienes materiales,
lo que tienen los líderes políticos son un capital de relaciones personales, de personas de quien se
piensa el dirigente es capaz de incidir en su forma de votar, los que los convierte en líderes
representativos.
Los líderes políticos que logran acceder al poder tienen un capital territorial, producto de una
actividad política continuada. Han logrado encarnar las demandas sociales e individuales existentes en
un territorio determinado y buscar "soluciones" públicas para esas demandas y al mismo tiempo crear
esas demandas, "conseguir cosas" para un territorio determinado sin que esa necesidad haya sido
formulada previamente.
En este sentido es que retomamos la noción de representación como un proceso en dos sentidos
de Ernesto Laclau (2007). La función del representante no es simplemente transmitir la voluntad de
aquellos a quienes representa, sino que el representado depende del representante para la constitución
de su propia identidad; el representante no es un mero agente pasivo, sino que debe añadir algo al
interés que representa.
Desde el mismo inicio de su trayectoria política los dirigentes políticos realizan tareas de
mediación -cuando esas demandas ya están definidas- y de representación -cuando crean nuevas
necesidades o demandas- que involucran a ciudadanos de un territorio determinado y a diversas
reparticiones estatales -locales, provinciales y nacionales-.
Una vez en el poder continuarán realizando tareas similares a aquellas que les permitieron
acceder a un cargo electivo, como se explica a continuación.
3 Para una ampliación de esta conceptualización Ortiz de Rozas (2012)
3- “Acelerar trámites”, “Mover expedientes”. La tarea de los dirigentes políticos una vez en el
poder.
La evidencia empírica sobre el trabajo cotidiano de dirigentes políticos que ocupan distintos
cargos electivos –legisladores provinciales, legisladores nacionales, vicegobernador, concejal,
intendente- muestra que, más allá de la posición ocupada, realizan tareas similares.
Por supuesto, cada posición presenta posibilidades estructurales diferentes para ejercer el rol de
mediador y representante, y la manera en que es ocupado cambia con las diferentes personas que los
ocupan. Las cualidades personales de cada representante inciden en la forma en que ocupa cada
posición, y es por ello que es posible conceptualizar su tarea en los términos de una relación de
representación. Incluso cuando la tarea involucrada implique la circulación de recursos públicos, la
distinción que caracteriza a la noción de representante político se encuentra en la diferente manera de
obtención, utilización y canalización de estos recursos.
Sin embargo, nuestro objetivo en este trabajo es estudiar los aspectos que tienen en común, ya
que el interés principal es profundizar en el rol de mediación política que los miembros del partido
desempeñan. Y ello porque uno de nuestros principales hallazgos es que incluso si cada posición tiene
sus exigencias y particularidades, los roles informales desempeñados por los ocupantes presentan
grandes similitudes.
Gran parte de la tarea cotidiana que los dirigentes políticos estudiados realizan es la de ser
intermediarios entre diferentes ciudadanos o grupos de ciudadanos y diversas reparticiones estatales, en
el nivel local, provincial e incluso nacional. El rol de mediadores principalmente involucra proveer
información y hacer los trámites requeridos para acceder a diferentes beneficios sociales, pero también
canalizar diferentes tipos de demandas relativas a obras públicas en diferentes territorios -o a veces
crear esas demandas donde no existen lo cual implica crear el grupo demandante. En suma, se
transforman en garantes de la circulación de los recursos públicos a los ciudadanos al mismo tiempo
que se construyen a ellos mismos como representantes políticos.
Aunque no ocupen una posición en un ministerio o una secretaria, en ningún organismo en el
que se administra y decide el destino de los fondos públicos, la mayor parte de los líderes políticos
definen su actividad con términos de la gestión de lo público, en particular utilizan la palabra
"gestionar" para definir gran parte de su actividad política cotidiana, la más importante si se quiere.
Esta tarea de "gestión" en general no corresponde con las tareas formalmente implicadas en los
cargos, son tareas "no escritas" en ningún estatuto o regulación y por ello configuran prácticas que
pueden ser conceptualizadas como instituciones informales4.
Son las instituciones no escritas, informales, que sólo pueden ser reconstruidas a partir de la
realización de trabajo de campo, de observación de la actividad de los dirigentes políticos. Y es gracias
a este trabajo de observación que es posible evaluar cómo los dirigentes políticos continúan
desarrollando tareas de representación política una vez que acceden al poder, lejos de aquella imagen
de separación entre sociedad y estado que presupone la transformación de los partidos en partidos de
gobierno.
La rutina de trabajo semanal dice mucho sobre cuáles son las bases de sustentación de un
dirigente político, como el caso de los legisladores provinciales.
Incluso si el edificio Legislativo está en la capital provincial, la mayor parte de los legisladores
provinciales todavía vive en sus ciudades o pueblos natales. Ellos van a la capital para el día de sesión
el martes y tal vez se quedan para el trabajo en comisiones hasta el miércoles o el jueves, y luego
vuelven a casa. Los que permanecen en la capital es porque tienen allí "su gente", porque siempre han
vivido en la capital o han transformado la capital en su territorio de trabajo político.
Se supone que un legislador provincial debe promulgar leyes, al menos es lo que está
establecido en las normas que regulan su actividad. Sin embargo, el trabajo empírico muestra que no
sólo no es la única actividad que desempeña sino que en ocasiones no es la principal.
De alguna manera la evidencia empírica refleja la idea prevaleciente en la opinión pública o el
sentido común ciudadano, que los legisladores no tienen un rol protagónico en la promulgación de
leyes, y que el “poder real” está en manos del gobernador. Una gran parte de los proyectos presentados
son iniciativas del poder ejecutivo provincial. Esto no constituye un secreto en el mundo político
provincial. Es más, tiene sentido si es que el gobernador tuvo que ver en su acceso al cargo. Los
legisladores oficialistas mismos dicen que su tarea es “acompañar al Poder Ejecutivo”, por ejemplo en
relación a la elaboración del presupuesto provincial:
Nosotros aprobamos el presupuesto como lo manda el ejecutivo, no cuestionamos absolutamente nada, por qué, porque tiene que ser así, nosotros debemos responder al gobierno de turno, entonces somos mayoría y debemos aprobar (Diputado provincial)
4 Se parte de una concepción de institución cercana a la del neoinstitucionalismo sociológico, que considera cómo la institución aparece impregnando las formas de hacer y pensar de sus miembros y, en función de sus trayectorias personales y particulares, los individuos realizan inversiones –sus creencias, intereses y recursos- en ellas; transformándolas y reproduciéndolas –si bien nunca de manera idéntica-. (Lagroye y Offerlé, 2010). Se aprehenden las instituciones como “tipificaciones compartidas”, es decir “maneras de pensar, de ser y de hacer en principio individuales y subjetivas, devenidas colectivas y objetivas a causa de su institucionalización” (Di Maggio y Powell, 1997, citados por Lagroye y Offerlé, 2010:47). En el campo de la ciencia política Guillermo O’Donnell (2006) conceptualizó a las instituciones informales como las "pautas regularizadas de interacción que son conocidas, practicadas y regularmente aceptadas (aunque no necesariamente aprobadas normativamente) por agentes sociales que mantienen la expectativa de seguir interactuando conforme a las reglas y normas –formales e informales– que rigen esas pautas" (O’Donnell, 2006: 10).
La pregunta que sobreviene es sobre rol que tienen los legisladores provinciales. La respuesta es
coherente con la génesis de su capital político, ser los representantes de un territorio. Una vez en el
poder responden al territorio gracias al cual llegaron al poder. A pesar de no tener un cargo ejecutivo,
lo que hacen es “gestionar”, solucionar urgencias, problemas, “conseguir cosas” para personas o
colectivos provenientes de su territorio de origen.
La vía legislativa es más lenta que la de acudir directamente a las reparticiones estatales
especializadas. Es por ello que continúan oficiando como mediadores entre los ciudadanos y los
distintos organismos estatales. Nuevamente, ello no constituye algo ilegítimo o problemático para los
legisladores provinciales, que conciben su rol en los términos de gestores sociales:
“La militancia es lo que nos mantiene, el contacto con la gente, y mucho más en el caso de los diputados que somos del interior ellos no te ven que vos has sido designado a lo mejor para ordenar la legislación o los que los vaya a contener legalmente para la función, sino ellos te ven como un actor social, entonces que vos tienes que seguir haciendo la parte de acción social. Para ellos yo soy eso, y me encanta ser eso porque es por lo que yo me he jugado siempre, por la voluntad de la gente y la necesidad de ellos. Entonces, yo voy y alguno me dice “no puedo revocar la piecita, me da una bolsita de cemento”, le doy una bolsita de cemento, “no tengo para comprar una bolsita de alimento”, bueno, todas esas cosas, otras veces viene el problema de que a veces no tienen para viajar, están con los chiquitos enfermos, entonces les conseguimos el turno, lo traemos, que lo vea el médico o le tienen que hacer algún tratamiento largo, vemos cómo le conseguimos la medicación. O sea es la parte social la que nosotros atendemos allá y siempre generando cosas también que le sirvan al pueblo, a lo mejor yo en este caso para el día viernes a través del regimiento de granaderos hemos hecho la conexión que va a ir la biblioteca móvil de San Martín" (Diputada provincial)
Los legisladores provinciales no son los únicos que ofician como representantes y mediadores
de un territorio, más allá de las tareas formalmente cumplidas.
Es también el caso del vicegobernador. Además de sus tareas institucionales como
vicegobernador –por ejemplo asistir a inauguraciones de obras realizadas por el gobierno provincial,
recibir al obispo en nombre del gobierno provincial- realiza otro tipo de tareas en la semana. Dos o tres
veces por semana e incluso los fines de semana dedica su tiempo a recorrer distintos barrios de la
capital provincial. Sucede que ha decidido "desembarcar" políticamente allí. Construir una base política
en la capital – la más importante en términos de población - es visto como un paso previo antes de ser
el candidato por el gobernador.
Sin embargo, en los primeros años de su mandato el vicegobernador no hacía “trabajo político”
en la capital sino los fines de semana en ciudades y parajes en el interior. Él ha accedido al poder con el
capital político de ser un “hombre del interior”, donde fue intendente de su ciudad natal. Sin embargo,
en la última elección municipal "su" candidato –el candidato que él había apoyado- perdió y de este
modo él perdió sus posibilidades de ser al siguiente candidato de gobernador. Al perder una elección en
su ciudad natal había dañado su imagen como un líder territorial.
Por eso ha comenzado a "construir" nuevas bases en otro territorio, la capital. El hecho que él
políticamente "trabaja" en la capital ha traído muchos conflictos con el actual intendente, incluso si él
pertenece al mismo partido político. En este punto es muy importante y revelador para describir
empíricamente en qué consiste este trabajo territorial, de qué modo el vicegobernador disputa al
intendente su propio territorio. Otra vez la respuesta involucra a las tareas de mediación entre las bases
y el gobierno que él integra.
Su “tarea política” consiste en visitar diferentes barrios, hablar con los habitantes y presentarse
–o construirse como- el representante de sus demandas. Más allá de que no le compete como
vicegobernador, éste realiza reclamos al municipio o a la repartición provincial correspondiente
solicitando la construcción de cloacas, el asfaltado, el alumbrado, todo en nombre de los vecinos de los
barrios que visita.
El vicegobernador elige barrios donde los dirigentes políticos “no llegan”, donde todavía no
existen representantes políticos para hablar en su nombre, en general en los barrios periféricos de la
ciudad. Al mismo tiempo construye la diferenciación política con respecto al intendente, intentando
posicionarse como el portavoz de quienes no son tenidos en cuenta por él. Se trata de una estrategia
muy común que desarrollan los dirigentes políticos que buscan disputar el poder político del intendente
de una ciudad, realizar trabajo político en los barrios periféricos, los que presentan mayores déficits en
términos de calidad de vida.
Un integrante de su grupo político explica su tarea: “En los barrios él habla con la gente,
después de tantear la gente yo levanto los temas y vengo y hago notas. Al intendente, al ministerio de
obras públicas o al presidente del Consejo”
En las “notas” a las que se refiere el entrevistado es donde se materializa la tarea de mediación
que ejerce el vicegobernador. Allí se dirige a los organismos correspondientes y hace los pedidos según
las necesidades que pudo identificar en su recorrida por el territorio: cloacas, alumbrado, asfalto, becas
escolares, etc. A este tipo de prácticas es a las que llaman "hacer gestiones".
"Hacer gestiones" y devenir representante de un grupo social enraizado en un territorio son dos
caras de la misma moneda. Como en todo proceso de representación política, también existe la faceta
"ascendente", por la que el representante crea demandas nuevas en un grupo y no se limita a tomar las
ya existentes. Así, hemos observado cómo en las reuniones que mantiene con los vecinos, el
vicegobernador propone nuevos temas en la "agenda" barrial, por ejemplo actividades de capacitación
laboral o la solicitud de subsidios para microemprendedores, en un medio en el que lo que predomina
es la demanda de empleo público.
Las tareas descriptas parecen alejadas de las estipuladas formalmente para el cargo de
vicegobernador. Sin embargo, operan a modo de una especie de “curriculum oculto” que tienen los
diferentes dirigentes políticos que ocupan cargos electivos.
Es el caso de un diputado nacional proveniente de la provincia de Santiago del Estero cumple,
en paralelo a sus tareas propias como legislador, un rol de “acelerar trámites”, “mover expedientes”.
Por ejemplo, para ciudadanos santiagueños que deben hacer trámites en Buenos Aires, por ejemplo en
el ANSES (Administración Nacional de la Seguridad Social). Si existen ciudadanos santiagueños que
ya han tramitado pensiones no contributivas5. Que el pedido se haga por intermedio de un diputado
nacional aumenta sus chances de realizarse con rapidez:
“Claro, por eso, por eso te digo que tenemos nuestros beneficios nosotros. Viene una nota presentada por el
diputado nacional, te fichan por supuesto, saben quién sos y apuran las cosas.” (Diputado nacional)
De este modo, los dirigentes políticos continúan realizando las mismas tareas que los
convirtieron en dirigentes territoriales y les permitieron acceder a un cargo electivo. Con la gran
diferencia de que como representantes consagrados por el voto popular, adquieren nuevas credenciales
que en general los valorizan como interlocutores legítimos para demandar y pedir respuestas a las
diversas necesidades sociales y territoriales.
Como puede desprenderse de lo descrito, gran parte de la tarea política que desempeñan los
dirigentes estudiados consiste en oficiar como mediadores de problemas individuales, "solucionar",
"atender" demandas y pedidos concretos cuyos beneficiarios son personas particulares. Ello parecería
poner en cuestión la conceptualización de esta tarea en los términos de una relación de representación y
parece acercarse al concepto clásico de clientelismo, que supone el establecimiento de una relación de
naturaleza particularista.
Sin embargo, la observación de la actividad cotidiana de los dirigentes políticos estudiados
muestra que otra gran parte de su actividad política gira en torno a temáticas que atañen a grupos
sociales vastos, generalmente inscriptos en un territorio determinado.
A continuación, describimos esta doble naturaleza de la tarea de los mediadores y representantes
políticos estudiados. 5 Beneficio al que se accede principalmente por vejez, invalidez o por ser una madre con siete hijos o más
4-Mediadores y representantes de demandas individualizadas y colectivas
Cuando los líderes políticos hablan sobre su actividad cotidiana siempre emerge una historia de
una persona particular que tuvo un problema y cómo ayudaron a resolverlo (conseguir materiales para
su vivienda, un remedio, un empleo, un cajón para velar a un familiar). Hemos podido observar cómo
mucha gente los busca para pedirles solución de temas personales.
Más interesante aún ha sido observar cómo los mismos dirigentes políticos diferencian entre
temas personales o individuales y temas sociales o colectivos, no tanto como reflexión teórica si no a
los efectos prácticos de dar distintos tipos de respuesta a problemas de diferente naturaleza.
El trabajo de campo ha permitido observar cómo al lado de temas de índole individual o
particular los líderes políticos se ocupan de muchos otros temas que involucran a grupos o personas con
el mismo tipo de necesidades. Los dirigentes políticos encarnan demandas colectivas, generalmente
territorializadas, de las cuales se vuelven sus portavoces. Por ejemplo, si bien muchas veces se ocupan
de "acelerar trámites", "hacer gestiones" para una persona, también lo hacen para diferentes personas
con el mismo tipo de necesidad.
Por ejemplo, una diputada provincial se ocupa -no tanto a título de diputada o en lo que
compete su tarea formal como tal- tanto de la organización de un festival de pesca en su pueblo como
de conseguir un medicamento especial para una niña con problemas neurológicos. Se ocupa de llevar
las tazas y cucharones faltantes en un comedor de su pueblo, pero también de realizar los trámites
necesarios para inscribir a las personas que lo necesitan en un programa para solicitar subsidios para
microemprendimientos.
Otra diputada, una vez que llega al poder, se ocupará de los trámites necesarios para construir
una terminal de ómnibus para su pueblo. Y a su vez, entre sus actividades principales, recordará haber
conseguido una silla de ruedas especial para una niña, a través del ministerio de desarrollo social de la
provincia; así como hacer trámites para que pinten una escuela en su pueblo. Son numerosas las obras
que se han hecho en la ciudad de la que proviene: una escuela, viviendas, pavimentación de rutas,
electrificación, tipos de obras que benefician al pueblo en su conjunto y que podrían llamarse "bienes
colectivos".
En los casos mencionados, son obras que se consiguen gracias a la intermediación de la
diputada ante los organismos correspondientes. Existen otro tipo de acciones que desdibujan el carácter
privado-publico de su tarea, como por ejemplo, hospedar a los policías en su casa particular, para evitar
que estos gasten en hospedaje. En estos casos, la naturaleza del rol de intermediación no es individual
ni particularista pero tampoco puede ser aprehendido a través de la idea universal implicada en la
noción de ciudadanía. Simplificando, podríamos decir que se encuentra en algún lugar "en el medio".
El trabajo empírico nos fuerza a recrear la teoría.
La naturaleza "colectiva" de la tarea de representación de los líderes estudiados es
especialmente visible en los casos en los que éstos se vuelven el eslabón de la cadena necesario para la
implementación de políticas públicas.
Entre las actividades de los dirigentes políticos, es posible encontrar algunas que están
directamente ligadas con la implementación de políticas nacionales o provinciales. Sin tener los
dirigentes la potestad formal de oficiar como mediadores o gestores de estas políticas, muchos
dirigentes desempeñan ese rol.
Entre las múltiples tareas desempañadas, un diputado provincial se ocupó de “hacer los
trámites” necesarios para grupos de mujeres de su pueblo accedieran a la jubilación sin aportes, un
beneficio otorgado por el gobierno nacional, a través de la reforma del sistema previsional en 2005, que
también se conoció informalmente como jubilación “de amas de casa”. 6
La tarea del diputado consistió –y sigue consistiendo, ya que es una tarea permanente- en sacar
el turno para realizar el trámite para un grupo de mujeres provenientes de su pueblo -y alrededores-, las
que luego sólo debían ir a la dependencia estatal correspondiente para firmar la solicitud de la
jubilación sin aportes. “Lo único que hacían era venir esa vez y esperaban cobrar en su casa”. El
diputado les evitaba así tener que estar presentes dos veces. Se trataba sobre todo de mujeres
pertenecientes a sectores de bajos recursos y a su vez de edades avanzadas, mujeres del interior para
quienes incluso pagar los medios para trasladarse a la capital provincial para hacer el trámite es
dificultoso. En ese sentido, la tarea del diputado también consistió en procurar los recursos para
trasladar a las que así se transformaron en beneficiarias de una política pública nacional. Al mismo
tiempo, se facilitó la articulación con el gobierno provincial, que había estipulado un préstamo por el
dinero necesario para iniciar el trámite.
El dirigente político construye así su capital territorial oficiando como intermediario en la
implementación de una política nacional y provincial.
Lejos de tratarse de una excepción, este tipo de actividades son recurrentes. Los dirigentes
políticos ofician como correas de transmisión de la información, transmitiendo sobre las características
y requisitos de distintas políticas públicas que pueden tener como beneficiarios a diferentes grupos de
personas, que en ocasiones incluso desconocen de la existencia de nuevos derechos adquiridos.
6 Esta reforma permitía obtener un beneficio jubilatorio a aquellas personas que tenían la edad requerida para jubilarse pero le faltan años de aportes –que en total son 30-, con derecho al haber mínimo.
Otro ejemplo sobre cómo las actividades informales de los dirigentes políticos están imbricadas
con programas sociales de más largo alcance es el del Banco Popular de la Buena Fe, conocido como el
“banquito solidario”. Se trata de un programa del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación que
comienza en 2004 y consiste en el desarrollo de microemprendimientos individuales con pequeños
créditos otorgables a partir de una garantía solidaria y su implementación se realiza a través de
organizaciones no gubernamentales.
Una diputada ha impulsado la formación de una organización no gubernamental, con la cual ha
podido participar de este programa social. De este modo, en su pueblo de origen promueve la reunión
de grupos de personas que luego tienen la posibilidad de solicitar un crédito y, nuevamente, es la
diputada la que le “hace el trámite”. Es así como va conformando su base territorial, al “conseguir
cosas” para la gente de su pueblo. Y al mismo tiempo garantiza que un programa social nacional se
implemente a lo largo del territorio.
Si se indaga sobre las actividades de los dirigentes políticos por fuera de su cargo formal, es
posible encontrar en muchos casos que encabezan organizaciones no gubernamentales, cooperativas,
sociedades de fomento, a través de las cuales canalizan diversos recursos provenientes de organismos
provinciales y nacionales.
El hecho de que las organizaciones lideradas por los dirigentes políticos no tengan el formato de
organizaciones partidarias apoya la idea del declive de la burocracia partidaria, aquella organización
partidaria por fuera del estado, como lo describe el proceso de transformación de los partidos en
partidos de gobierno. A su vez, muestra la clara imbricación del tejido social con el tejido estatal.
Podría describirse como un partido de gobierno con una profunda imbricación socio-territorial,
vehiculizada por los integrantes del partido, los dirigentes territoriales.
Al mismo tiempo, si estos representantes encarnan no sólo demandas individuales y particulares
sino que a su vez son un eslabón en la implementación de políticas dirigidas a un público amplio, la
caracterización de los vínculos del partido de gobierno como un partido clientelar es susceptible de
cuestionamiento o al menos de revisión. Los partidos, en su nuevo formato, continúan siendo los
representantes de colectivos sociales y territoriales, de un modo que debe ser estudiado empíricamente.
5-Palabras finales
El estudio de las formas de acceso de los dirigentes políticos a los cargos electivos en Santiago
del Estero permite afirmar que uno de los principales requisitos es disponer de capital territorial, ser
mediador y representante político de ciudadanos de un territorio determinado. Una vez en el poder, los
dirigentes políticos continúan oficiando como intermediarios entre los ciudadanos de un territorio y
diversas reparticiones estatales locales, provinciales e incluso nacionales. Se trata en todos los casos de
prácticas y roles que pueden ser conceptualizados como instituciones informales, no necesariamente
asociados a las atribuciones formales de la posición ocupada.
Se desdibuja así simultáneamente la imagen clásica de los mediadores políticos –más cercanos
social y espacialmente a sus bases- y de las elites políticas provinciales –no siempre considerados como
mediadores territoriales.
La evidencia empírica presentada está claramente ligada a una estructura socioeconómica y una
configuración política particular, en la que el rol del estado es central. En ese sentido, el rol que
cumplen los miembros del partido oficialista está claramente signado por estas peculiaridades. En
términos teóricos, sin embargo, las reflexiones presentadas invitan a dimensionar ciertos análisis
generales que visualizan el fin de la inserción social y territorial de los partidos políticos, en un
contexto en el que la exposición y performance de los dirigentes políticos en los medios de
comunicación es muchas veces considerada la única dimensión de análisis relevante. 6-Bibliografía
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