Márgenes Recorridos - Leonel Delgado Aburto

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--- Textualidadesde la Naci6n en el Proceso Cultural Vanguardista Introducci6n La tarea de construir una continuidad dentro de la litera- tura nicaragiiense, ha estado relacionada con las laboresde in- venci6n de la naci6n como "comunidad imaginada" . El poder cultural de la generaci6nde Vanguardia,surgida en Granadaentre las d6cadasde los veinte y treinta del presentesiglo, los sefiala como el grupo intelectual rector de muchos aspectos de esta ar- dua constituci6n de la continuidad literaria nacionalista. Es sintomdtica, a esterespecto, la propuesta que Julio Valle-Castillo hace en 1993: Ha llegado la hora de la ecuanimidad, la hora de tor- nar el rostroatr6sobjetivamente para detectar los pun- tos de partida y reconstruir la continuidad literaria de Nicaragua; trabajo que, reveladoramente, Io comen- zaron los vanguardistas, pensamos en ciertosensayos de Luis Alberto Cabrales y Pablo Antonio Cuadra. ( Poetasm odem i stas 2I). Es caracteristico, este llamado, por su fijaci6n en paradigmas tradicionales, tanto en la propuesta critica como en la periodizaci6n invocada.Segrinesta convocatoria, la "conti- nuidad" existede hecho, y s6lorequiere, para hacerse evidente, la ecuanimidad critica, con lfmites nacionalistas. Adem6s, se deja testimonio claro que esa continuidad comienza con los vanguardistas, lo que puedeestimulaq en la historia literaria, una fijaci6n,o fetichismo, en un per{odo especifico, es deci4 la histo- ria del Movimientode Vanguardia. Porotra parte, no se considera la continuidad literaria como construcci6ncultural o ideol6gica.

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    Textualidades de la Naci6n en el ProcesoCultural Vanguardista

    I n t roducc i6n

    La tarea de construir una continuidad dentro de la litera-tura nicaragiiense, ha estado relacionada con las labores de in-venci6n de la naci6n como "comunidad imaginada" . El podercultural de la generaci6n de Vanguardia, surgida en Granada entrelas d6cadas de los veinte y treinta del presente siglo, los sefialacomo el grupo intelectual rector de muchos aspectos de esta ar-dua constituci6n de la continuidad literaria nacionalista. Essintomdtica, a este respecto, la propuesta que Julio Valle-Castillohace en 1993:

    Ha llegado la hora de la ecuanimidad, la hora de tor-nar el rostro atr6s objetivamente para detectar los pun-tos de partida y reconstruir la continuidad literaria deNicaragua; trabajo que, reveladoramente, Io comen-zaron los vanguardistas, pensamos en ciertos ensayosde Luis Alberto Cabrales y Pablo Antonio Cuadra.( Poetas m odem i s tas 2I).

    Es caracter ist ico, este l lamado, por su f i jaci6n enparadigmas tradicionales, tanto en la propuesta critica como enla periodizaci6n invocada. Segrin esta convocatoria, la "conti-nuidad" existe de hecho, y s6lo requiere, para hacerse evidente,la ecuanimidad critica, con lfmites nacionalistas. Adem6s, se dejates t imon io c la ro que esa cont inu idad comienza con losvanguardistas, lo que puede estimulaq en la historia literaria, unafijaci6n, o fetichismo, en un per{odo especifico, es deci4 la histo-ria del Movimiento de Vanguardia. Por otra parte, no se considerala continuidad literaria como construcci6n cultural o ideol6gica.

  • M i r g e r l e s R e c o r r i c l o s

    En realidad, Ia objetividad invocada' en las labores de l'^

    historiografia literaria, pl""isu' para-llegar a ser aI menos aproxr-

    mada, plantearse la constituci6n de Ia continuidad literaria en si'

    como discu.ro. na"-a', tiene que replantear la metodologia de

    eualuaci6,t cr(tica, los periodos' concepto de literatura y estlate-

    eias del discurso t"or.i"o, critico e historiogr6fico, asi como la

    iegionalizaci6n cultural que tomar6 como marco '

    Con relaci6u a este fltimo aspecto' a partir de los sesenta

    el estudio de la cultura comeuz6 a mostrar un cambio significati-

    vo. Por ejemplo,Ios paradigmas criticos se auxiliaron de los fac-

    tores socioecon6mi"o" pu'J"*pli"ur "el proceso cultural contem-

    por5neo d" C""t'o"*e"ica" (Sergio Ramirez' Balcanes 13)' De

    esa manera, se opuba estrat6gicamente por un espacio

    ":t^'1""regional, elecci6n que parece tener mucha

    pertenencla' soDre

    todo en nuestros ai"". ii'embargo, resulta evidente que hasta

    hoy, el discurso dominante en la critica e historiografia literaria

    nicaragiiens", '"it"'u "onstantemente

    los valores nacionales lite-

    rarios propuestos po' to' vanguardistas' Es decir' expone sus fun-

    damentos, insistiendo en una "reconstrucci6n" de Ia continui-

    dad.Valle-Castillo afirma que el verdadero valor

    de Ia van-

    guardia es "haber ratificado y irofundizado la modernidad esen=

    cial que habfa atran"udo "oti

    modernismo" ("Hacia el b6rbarosagrado" l3), es decir, establece uua continuidad' "la continui-

    dad de la modernidad", como la llama 6l mismo (rbtd 14)' Sin

    embargo, ""t" "'itiJJttoi";u

    establecido cu6nto de "continuidad

    en la contemporaneidad"'-y' tob'" todo' "continuidad en Ia tra-

    dici6n", emana a"ip.a"t cultt"al vanguardista'-En general' la

    critica de la vanguu'diu "u"ional'

    ha amalgamado t'1f ,-'utttu

    los conceptos de modernidad' contemporaneidad y tradici6n ' para

    reiterar una sola continuidad' AIli donde los impulsos radicales

    iniciales r,u,. p"raiJo en anticipaci6n del futuro y negaci6n de la

    tradici6n (Cf' Reszler I2)' para regr-esar a una concepci6n signada

    Ott f" "orrti""iduJ 1"o""t"ty"tJo

    'onuevos" modelos est6ticos

    Leone l De lgado Abur t

  • Mdrgenes Recor r idos

    cos que impulsarian las propuestas vanguardistas:

    Nuestro movimiento... es dinamizado por dos fuerzas.Una: nacionalizar. Dos: Hacer un empuje de reacci6ncontra las roidas rutas del siglo XIX. Mostrar una lite-ratura nueva (ya mundial). Regar su semilla. (PabloAntonio Cuadra, "Dos perspectivas" 5l).

    La hip6tesis de partida de los vanguardistas determinabaque las transgresiones a una porosa idea de naci6n ("las roidasrutas del siglo XIX") debian terminar, aun6ndose a esta finaliza-ci6n las apropiaciones est6ticas de la modernidad vanguardistacosmopolita:

    El poeta tendrd que tener su coraz6n en la verdaderaNicaragua de la Colonia, mientras sus poemas espe-culan, con ese fondo, en las formas modernas en bus-ca de un recipiente apropiado o adaptable al almanacional. (Pablo Antonio Cuadra, "Hacia nuestra poe-sia vern6culi' 521.

    Las elites del siglo XIX, como dice Amelia Mondrag6n,habian abierto Centroam6ri ca" a|mundo civilizado... [entendien-do] que el crecimiento de las j6venes naciones deberia procurar-se en la adopci6n de instituciones de tipo europeo." ("El iniciode la novela" 89). En cambio, la elite juvenil vanguardista empe-zaba por especular con formas nuevas, aunque el 6nfasis inicialfuera est6tico, de articular la apefiura nacional a la globalidad.Estas formas nuevas de apertura, no dejaron de tener unaobjetivaci6n social y politica.

    En este sentido, los vanguardistas proclamaron una dis-continuidad elitista politica, tan empapada de nueva y profundaconciencia, como la discontinuidad est6tica que proponian.La"Oda a Rub6n Dario" de Jos6 Coronel Urtecho "nacionalizaba"

    Leonel Delgado Aburto

    gestos po6ticos de la modernidad literar-ia norteamer.icana y fian-cesa, imponiendo un evidente hiato en la continuidad modernista/vanguardista. Las formas retomadas de la riteratura internacio-nal, necesitaban asumi4 para su inscripci6n como nicaragiien-ses, la modernidad junto a la realidad cultural nacional. i. a"hacer notar que las prioridades no eran las mismas

    "r, 1"" pro_

    puestas est6ticas modernistas. por otra parten el proyecto poiirr-co-cultural de los granadinos, muy influido po. Lr pensamientoconservador de moda en Fi"ancia', impricaba regresar radicarmentea una primigenio estado colonial rectorado por una elite, es decir,ellos mismos, y en el que no resultan o.una generaci6n libre yalegre" (Pablo Antonio Cuadra, ..Dos perspectivas,,), sino todolo contrario.

    El propio Coronel Urtecho aludiendo a un fingido jovenh6roe de novela, dice en un articulo de 1930:

    ...Somos los pobres habitantes de una tierra salvajedonde la mayoria es una horda de humanidad muyrebajada... Aqui nos iremos consumiendo en una ve,jez sin paraiso... Las costumbres modernas que vanentrando sin las compensaciones de l. prospeiidad ydel dinero, extinguirdn en menos de un siglo a las fa_milias blancas de Nicaragua... (Coronel, .,ZQue es sermoderno?" 24).

    Esta "vejez sin parafso" resulta compatible con la bris_queda radical de una esencia "coloniar". En esta brisqueda, elpapel decisivo, hegem6nico, es el del conquistador/

    "olorro,.,rrr_que incluye, segfn lo articulan posteriormente en su literatura,un elemento subalterno de etnicidad indfgena. hra Joaquin pa_sos "en el ojo del viajero nuestra conciencia (subconciencia de-bi6ramos llamarla) nacional, tiene una llama vivida de i'ter6s.De aquf se desprende todo el valor de Nicaragua,,. (..Los viaje_ros en Nicaragua" 259-260).

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    El mismo autor invita a estudiar la Colonia, la 6poca ideal,oocon los viajeros" para encontrar "la verdadera tradici6n nicara-giiense." ("Nuestra respuesta" 69). Esta aproximaci6n o identi-ficaci6n con el viajero (que tuvo hondas repercusiones en la poe-s(a del propio Pasos) presupone' alavez, un punto de vista de"familia blanca", segfn la expresi6n de Coronel, familia herede-ra del conquistador, el colono y el viajero. Segfn Miguel AngelHerrera "los c6digos ocultos del inconciente colectivo de la so-ciedad nicaragiiense", son imprevistamente revelados en la lite-ratura de los viajeros; al mismo tiempo que (las) cr6nicas de los.,travelogues' han contribuido al desarrollo de la historiografiacomo parte constitutiva del discurso oficial y legitimadora del ejer-cicio del poder de las elites, no solamente como inventarios patri-moniales sino tambi6n como la pintura que les otorga identidad.(Herrera,l998).

    Envejecidos prematuramente' al invocar una tradici6ncolonial, Ios vanguardistas textualizaban ese inconciente (osubconciente, segfn la expresi6n de Joaqufn Pasos) colectivo,proyectando una naci6n desde la letra, y con la mirada del viaje-ro para darle sentido al inventario de significantes muertos osubsumidos en la "subconciencia" socio-cultural. Esto lleva apensar en aquel primer tomo de la "Historia social de la literatu-ra nicaragiiense" -proyecto de lleana Rodriguez-, intitulado Pn-mer inventario del invasor' y en el que ya se sugeria que en lostextos de la dominaci6n colonial (los de los viajes de conquista yrelatorias de colonos) habia o'caracteristicas seminales que ibana desanollarse a lo largo de nuestra formaci6n hist6rica, que ibana determinar formas de ver y pensar que florecieron a partir deldesarrollo de los estados nacionales" . (Primer inventario12)'

    Huy que pensar, al hablar de la"vejez sin esperanzd' delgrupo vanguardista de sus inicios, no tanto en torpeza senil, sinoen formas in6ditas de asumir y usar el saber. Afirmar que lasamalgamas ejercitadas por los vanguardistas en g6neros e impul-sos est6ticos destinan "los g6neros, las formas y funciones al ser-

    Leonel Delgado Aburto

    vicio de la poesia" (Valle-Castillo, "La prosa de un joven,' 43),es no comprender que esas amalgamas tendian a potenciar layalidez de los "viajes subjetivos" por el dmbito del viajero/ colo-no, es decir, el juego por la hegemonia intelectual de una nacio-nalidad en proceso de invencj6n. La preeminencia de la poesfafacultaba las labores de esta elaboraci6n de la subjetividad comonaci6n, que implica representar y sostener una autoridad desdela letra. sin erirbargo, visto que el cuerpo social se concibi6 tam-bi6n como misterio, caverna o dialeoto (Pablo Antonio Cuadra,EI nicaragrtense l0l-102), hay una conciencia acabada de ladiferencia entre los g6neros textuales: articulo periodistico, no-vela, cuento, ensayo, investigaci6n antropol6gica, estudio hist6-rico. se trata de un proceso de constituci6n de un poder curturalcentral, y no de una actitud o'al servicio de la poesia',.

    En uno de sus primordiales manifiestos, los vanguardistasafirmaban que "(este) trabajo [de la Anti-academia nicaragiien-se] comprender6 dos movimientos: el de investigaci6n y el decreaci6n...". ("Ligera exposici6n" 48). Nada m6s divorciado delproyecto cultural vanguardista, en efecto, que la ..anarquia de lasensibilidad", de origen romdntico/liberal, y de la que habla Co-ronel como conelato de la anarquia politica, temidas ambas comoelementos de la destructividad de las masas y la democra cia. ooLaconducta rom6ntica - afirma Coronel -, como la posterior anar-quia de la sensibilidad, no penetraron en el pueblo hasta que noe mp ez6 I a a narqu ia poli ti c a" (C,orcnel, R efluiona %).

    En este planteamiento se vuelve evidente la contradic-ci6n entre fines est6ticos modernos y teleologia social colonialis-ta o monista. Es deci4 las formas est6ticas buscadas por losvanguardistas, aspiraban a la singularidad moderna. pero la con-cepci6n ut6pica nacionalista (vinculada tambi6n a cierto con-cepto de Estado), idealizaba una situaci6n arm6nica entre for-mas est6ticas y sociales, figurada en la etapa colonial ..nacio-nal'n. Esta contradicci6n propici6, alavez,que los vanguardistaspasaran, sin mayor violencia, de impugnar a inaug;urar tradicio-

  • M 6 r g e n e s R e c o r r i d o s

    nes letradas, volvi6ndolas nacionalistas. Adem5s, esta incohe-rencia entre modernidad y estado cerrado, "colonial", tenia unaexplicaci6n sociocultural. Si bien la modernidad artistica occi-dental propici6la exacerbaci6n de la individualidad (Cf. Reszler;7-B) en el caso de Centroam6rica, como bien explica AmeliaMondrag6n, las formas vanguardistas estuvieron exigidas de unadefinici6n de lo nacional. De ahi que, si bien se presentabancomo alegatos en favor de experiencias sui gdnerisque desdecianla unidad abstracta de la experiencia nacional, en la mayoria delos casos les fue imprescindible adoptar discursos en los que dealguna manera se intentaba reconstruir el contenido de lo nacio-nal que, aun cuando para dichas formas ya estaba basado enoposiciones y contradicciones, lograba restaurarse ya fuera en elmito o en la promesa de una unidad final de tipo simb6lico. ("Li-teratura y literaturas" l5).

    Esas oposiciones y contradicciones hacen pensar en cier-tas desgarraduras espirituales de los vanguardistas, provocadastanto por su conformaci6n ideol6gica como por su distancia conrespecto al resto de la sociedad y el Estado. Es decir, con respec-to a la diversidad social y cultuml, y con relaci6n a las posibilida-des politicas como miembros- de las clases dirigentes conserva-doras desplazadas del poder'. Entre estas desgarraduras o con-flictos espirituales figuran, ademds de la angustia por la "vejezsin esperanza" de las riltimas "familias blancas", el pesar porqldesvanecimiento de ulta "cultura verdadem" (colonial) o el dise-fro de un otro 6tnico, concebido desde el 6ngulo del descubridor/viajero/ conquistador/ intelectual. Cuando, por ejemplo, PabloAntonio Cuadra reinselta la imagen de Rub6n Dario en el proce-so cultural constitutivo de la literatura nacional, tautologia estavez de la literatura vanguardista, encuentra que [sin] 6l no hu-bi6ramos encontrado lo nacional sino lo provinciano y folkl6rico:no hubi6ramos descubiefiosino que nos hubi6ramos sumergidoen la caverna y el dialecto (Pablo Antonio Cuadra, El nicara-gtiense I0I- 102, 6nfasis del autor).

    L e o n e l D e l g a d o A b u r t o

    Como comentario al temor a la caverna y lo dialectal, esnotorio que los vanguardistas parecian rehuir desde entonces elencuentro con "los monos de San Telmo"o, quienes, en su ven-ganza de reve la r ser en rea l idad n i f ros , impon ian uncuestionamiento 6tico a la postura del descubridor/ viajero/ es-critor. O, por otro lado, estaban poco preparados para revelar eldialecto d"e la montafla, que es "algo mds que una inmensa este-pa verde"', escenario de invenci6n de una nacionalidad diferen-te que revelaria para bien o para mal las dicotomias hombre/ fun-dador/ dominador - nrujer/ montafra/ dominada, de su conforma-ci6n (Cf. Addis, "Representaciones femeninas"; y Yridice, I986)o la capacidad de las clases medias universitarias provincianaspara elaborar discursos desde la misma porosidad y precariedadde su situaci6n econ6mica que los abria hacia, y ubicaba en,unas m6s volubles "clases populares"".

    G6neros y d iscurso de l mest iza je

    Como demuestra Julio Ortega, formulaci6n nacional yreformulaci6n gen6rica est6n intimamente ligadas en diversos mo-mentos del desarrollo hist6rico y literario hispanoamericano ("h.-maci6n nacional" 139). Es decir , que, en el caso de losvanguardistas nicaragiienses, junto a la conciencia en el uso delos g6neros y formas, los desplazaban, a su vez, a la articulaci6nde una "nueva nacionalidad". Si bien la norma del modernismohispanoamericano, y de gran parte de las ades modernas "es lalibertad y la orgia creadora individual" (Valle-Castillo, Poetasmodenistas 47), lo particular de nuestros vanguardistas es quesometieron la subjetividad al'ogran relato" de la nacionalidad,inventado e inventariado en parte por ellos mismos.

    En lo que se refiere a la jerarquizaci6n de g6neros ysaberes, que daban cuerpo al cat6logo conservador de la consti-tuci6n/ instituci6n de la nacionalidad, los vanguardistas estabanpensando en: l) la discursividad esencialista (cerrada) de lo po6-tico;2) la "mismidad nicaragiiense", id6ntica desde Nicarao a

    l 0 l l

  • M 6 r g e n e s R e c o r r i d o s

    Dario, sin las sacudidas y zigzagueos que impone la etnicidad ydem6s subalternidades, incluidas las clasistas. De ahi su fijaci6nen la Colonia y su evidente objetivo: buscar una nacionalidadestable, m6s allS de las guerras civiles (tesis central en Coronel,Rellexionesl. Una nacionalidad sin zozobras.

    Por tanto, los dos discursos que estructuran el canon pri-mordial de los vanguardistas, mejor, que sirven de fundamentos alos otros g6neros - puntos de referencia y escala de valores - sonla poesia y la historia. La primera porque podia internarse"liricamente", es decir, subjetivamente, en los ocultos significantesde lo popular y lo nacional, retomados del folklore,la historia, laantropologia o la vida cotidiana, para volverlos a un significado,resitu6ndolos en una invenci6n de cultura nacional conservado-ra. La segunda, es decir, la historia, porque urgia una reescritura'con un sentido teleol6gico, que la salvaguardara de las desgra-cias de la guerra civil, las "amenazas democrriticas" y Ias trans-gresiones extranjeras al Estado naci6n (entre las que se contabala intervenci6n directa de tropas de los Estados Unidos.)

    [Nuestrd sistema [artistico y de pensamiento]... tiene comoenemigos muchas pemiciones y obst6culos, a los que tiende adestruir; pero tambi6n posee bases conciliadoras, idearios deverdad ejemplares (...) El principal de ellos es la religi6n cat6li-ca, firme sustent6culo de verdad. (hsos, "Nuestra respuesta" 69).

    Estas afirmaciones de Joaquin Pasos dan el tono a laspol6micas de los vanguardistas con los intelectuales del "viejoorden", herederos de una tradici6n de pensamiento preferente-mente liberal'. Afirmar la novedad (artistica, ademds, del "evan-gelio" nacionalista) y descartar la "attarquia" (politica y est6ti-ca), he ahi las bases conservadoras de la nueva propuesta. "ffan-teamos] las formas modernas y pretendemos una reacci6n inte-gral nicaragi.iense"o dir6 Joaquin Pasos (Pasos, "Respuesta a donPedro Joaquin Cuadra" 9l).

    El sistema escol6stico de pensamiento, "moderno siem-pre" y "moderno en su antigiiedad" (Pasos, "Nuestra respuesta"

    Leone l De lgado Abur to

    70), sustentarfa la discursividad esencialista del discurso van-guardista, relativizando, a la vez,la apertura hacia lo global. Y sibien el grupo granadino "desde el punto de vista noseol6gico,realiz6 muy poco" (Arellano, "El Movimiento de Vanguardia"72), su insistencia po6tica ejercit6 el viaje por un entramado so-cial y cultural conflictivo que debian articular en t6rminos sim-ples y arm6nicos. Ubicarse en el mundo - dilema de las elitesnacionales - era, para los vanguardistas, da^r cuenta de una iden-tidad, "universali zarse" al estilo de Dario'0. Defensa de un sitioen la globalidad/ universalidad, y coherencia/ disciplina del cuer-po social. De ahi sus temores a diluirse en el suefro imposible (decorte liberal) de,regresar a una americanidad previa a la coloni-zaci6n espafiola", reafirmando la Colonia, o de permitir a lasclases subalternas el ejercicio de poderes a los que habia condu-cido - err6neamente, segfn los granadinos -,las ideas liberales.

    Asi pueso la persistencia de la diferencia 6tnica y racial,los llev6, por un lado, a fundamentar como uno de los ejes deci-sivos de la cultura nacional y la nacionalidad, el mestizaje.Correlatos importantes de este eje decisivo eran la "lengua nica-ragiiense" y el punto de vista de viajero, que ellos crefanuniversalista, pero que estaba empapado de ascendente criollista.

    Al respecto Joaquin Pasos afirmaba:

    Usted entiende por nicaragtiense lo indigena, lo nati-vo nicaragiiense. No es asi. El indigena (lengua, reli-gi6n, etcitera, indigenas) no eran nicaragi.ienses. Eranchoro teganos, nagrandanos, o nequecher is , onicaraguaos, pero no nicaragiienses. Nicaragua naci6de la uni6n del espaftol y el indio, sobre este pedazode tierra, y con la victoria en las predominancias deambas razas. Por lo tanto, la lengua nicaragiiense noes la india, sino la espaffola. Mejor arin, la espafiolapredominante con los resabios indigenas: Esta es lalengua vern6cula. ZNo sabe usted d6nde estd nuestra

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  • M6rgenes Recorr idos

    tradici6n? Segrin lo expuesto, Nicaragua' con su ver-dadera

    "."rr"lt viva' vivi6 durante el tiempo de la

    uni6n del espaffol y el indio, es decir, en la Colonia'Estudie usted esa 6poca con los viajeros' y alli tendrdla verdadera tradici6n nicaragiiense' (Pasos' "Nues-tra resPuest i' 69) '

    Estabaseideol6Sicahasidol le, . ,adaaldiscursoof ic ialdel Estado nicaragiiens.D y d" la literatura tt""io"tl"' y ha per-

    manecido en ellos por muchas d6cadas' "(En) el orden literario -afirma Pablo Antonio Cuadra - el aporte indigena tiene un punto

    muerto que produce una singular cicatriz en la fusi6n de culturas

    y en el nacimiento de la literatura nicaragiiense: el indio no tenia

    uerdadera escritura literaria" ("En el umbral de una nueva 6po-ca" 8).

    Esta ausencia, reiterada en un ensayo de 1981, concuer-

    da con la cita anterior de Pasos, que es de 1932: los grupos indi-

    genas o "lo indfgena", como substrato, no logra un lugar en la

    literatura nicaragiiense, sino media para su reconocimiento la

    lengua espafrola, aunque aderezada con "resabios indigenas"'Pur" C.r"drt, ademds, Ias culturas indigenas constituyen un "mis-

    terio cultural [pues] el aporte indio no se elimina sino que quedaen el fondo de nuestra identidad como un reto a desentraf,ar"'

    [una] forma silenciosa y onirica cuya palabra hay que inventar"("En el umbral" 8-9).

    Asi, los representantes de la literatura nacional elaboran'

    segfn Cuadra, "la incorporizaci6n del indio" (ibid 16)' DesdeDario que en su creaci6n continfa Ia originalidad "de nustros

    ancestros chorotegas" (ibidIS),hasta Joaquin hsos que *se in-

    troduce dentro del indio vivo y

  • M S r g e n e s R e c o r r i t l o s

    6poca el "valor universal y permanente" de lo nicaragiiense (fre-llexiones l9). El ideal arm6nico de una sociedad libre de guerrasciviles Yr por tanto, trecesariamente libre de historia partidista, sefigura para Coronel en la sociedad colonial "primordialmente oraly, por lo mismo, predominantemente popular y comunal" (ibidl7), pero en la que la letra figura como elemento fundamental depoder, si bien el propio Coronel no lo proclama. La fijaci6n deestos valores debfa hacerse esencializando la identidad para po-tenciar y subsumir las diferencias, dado que la definici6n de estaliteratura no escapaba de una vinculaci6n fundamental con elEstado (Cf. tesis de Mondrag6n, "Literatura y literaturas")'

    La interrelaci6n letra/ literatura/ discurso hist6rico/ Esta-do, con sus implicaciones de poder por un lado y su eventualpotencialidad de revelar las subjetividades y sus conflictos, re-mite a particularidades del escenario hispanoamericano. Comodice Anderson, el discurso nacionalista/independentista fue pro-pio de las elites criollas desplazadas del poder por los peninsula-res y a la vez demasiado alejadas geogrifica y culturalmente en-tre si como para crear una "naci6n hispanoamericana" fnica(Comunidades9I-99).

    Desgarrados por "la estfpida aberraci6n de la lndepen-dencia" Zno se sintieron los vanguardistas nicaragiienses los

    "pri-meros viajeros coloniales,, o la primerelite

    "criolla" que (al menosidealmente) debi6 asumil este paisaje como propio, es decir, in-ventanclo una naci6n a part i r de " la real idad po6t ica de su natu-raleza, de su tierra y de su asediada historia" (Pablo AntonioCuadra, "En el umbral" l9), pero sin perder el referentetransregional (el desvanecido lmperio espaiiol) que le daba sus-tento?

    Esta pregunta sin duda implicaria revisar la consistenciapostcolonial de nuestras formaciones socioculturales en la quelos patrones culturales "semiautdrquicos" y caudillescos, en losque el centro de vida era la hacienda, y que dominaron duranteel siglo XIX (Knut Walter, The regimexvii), tienen una influenciadeterminante, incluso hoy dia. En efecto, como afirma Amelia

    l , e o n e l I ) e l g l t l o , \ l r u r . t < r

    1vlonrlrag6rr hasta los. l ros. incuenta y sese' ta cre este sigr. . el( 'o.cepto de auto. idad r le t ipo tracl ic io.al , c ' 'str .ui

  • M6rgenes Recorri t los

    D i c t a d u r a y p o d e r c u l t u r a l v a n g u a r d i s t a

    Pero esta riltima percepci6n los coloc6 en el campo de lasposibilidades politicas, en el sentido de impoler desde el Estadoese sistema ideal y de construir una cultura sustentada ell susvisiones. Como ya ha dicho Beltr'5n Morales "si este grupo"' per-di6 el poder politico [al apoyar a Somoza Garcia], obtuvo a cam-bio un imperecedero poder cultural" (1989: 216).Lo significati-vo de este poder cultural es, entre otras cosas, que enuncia conaquellas radicalidades ideol6gicas de sus inicios, mucho de laintimidad iltelectual/ sentimental de las elites ante un cuerposocial e1 coltradicci6n y, por tanto, sin defiliciones aparentesm6s que aquellas que le brindan esas mismas elites' De ahi tam-bi6n todas las l imitaciones de su invenci6n.

    A mediados de los treinta Somoza Garcia se concibi6 yrepresent6 a si mismo como "un lluevo tipo de lider ("') el fuertecaudillo, el redentor de Nicaragua" (Knut Walter, The rcgime46),y, a la vez, dispuesto a llevar a cabo una ruptura con la priicticapolitica tradicional (ibid44). Su proyecto politico abri6la pers-pectiva de un "dominio hegem6nico [populista] sobre la socie-dad nicaragiiense" (Gould, Oryullo amargoxvi), el cual fracas6,al menos, en su aspecto "obrerista". Sin embargo, el r6gimensomocista ech6 las bases de la "modernidad" sociopolitica nica-ragiiense (Knut Walter, xiv), destacdndose en los juegos de pac-toJ, represiotres, silenciamietrtos, y fidelidades compradas o al-qui ladas por e[ famil iar ismo y el c l ientel isnro'

    Quizd una terrtporal idad trueva se abri6 cotr SomozaGarcia, un ciclo difierente que acab6 pol'l 'epresentar el m6s deci-sivo (al menos por.su duraci6n) en el desarl'ollo politico tricara-giiense del siglo XX. Los vanguardistas se apattaron a la "intimi-Jad pfiblica" de la letr.a, decepcionados porque ese ciclo abiertopo. So-oru no daba en el colonial/ dictatorial que ellos ansiabany por el que lo apoyaron politicamente. La dictadura se movia en

    "f "u-po pragmf^tico de las alianzas y el surgimiento de nuevos

    sujetos politicos'". Su forma de tratar el dialecto era afin m5s con-tundente (si pensamos' por ejemplo, en el uso de la represi6n)

    I -eonel Delgado Aburto

    que e l universal ismo o e l cato l ic ismo pract icado por los ex_vanguardistas desde la cofradia de Escritores cat6ricos del ra-l ler San Lucas.

    En una fecha tan temprana como 1937, uno de los ex_vanguardistas sufria ya el destierro dentro del mismo territorionacional (paradojas de la "nacionalidad"). Manolo Cuadra en suItinerario de Little corn Island, desterrado junto a un c'nnotadolider obrero, revela la imposibil idad de crear una comunidadpolitica, refugi6ndose en la postura "an6rquica,,, aunque gi,n per_der la perspectiva del "teatro noble y eterno de la lucha,' ' ' . F".oManolo cuadra resulta un caso atipico entre los ex-vanguarclistas.Ubicable en las textual idadcs test imoniantes que se abrcn d i rec-tarnente ante la d i r : tadura, y que ar t icu lan e l desaf io de j6venesclc d iversos cst ratos so

  • M5rgenes Recorr idos

    te e id6ntica en todos los ciclos hist6ricos. Esta visita idealista noresulta divorciada del "exteriorismo" y el conversacionalismo delos productos textuales, autorizados para enunciar aquella figu-raci6n ideol6gica y definitoria, y, como dice Mondrag6n, parareescribir Ia historia (Mondrag6n, "Literatura y literaturas" I8)'Desde el idealismo cristiano se busc6la salida o redenci6n paraesta identidad del nicaragilense concebida en gran parte comofatalidad. Por eso los poetas adquirieron un papel

    o'org6nico" derepresentantes trascendentes de la nacionalidad. Asi alegremen-te pudo afirmarse despu6s que "Nicaragua es una repfblica depo"tur,... y una repfblica inventada por la poesia." (Valle-Casti-llo, P*tr" -odemistas4l). Y esta persistencia ha entrado a for-mar parte de la ideologia literaria del pais y de los esfuerzos porinventar una continuidad/ coherencia nacionalista para la litera-tura;

    La pregunta por nuestra condici6n postcolonial quiz6 ten-ga que ver iambi6n con lo que Silvia Rivera Cusicanqui, en refe-rencia a Bolivia, Ilama "un modo de dominaci6n sustentado enun horizonte colonial de larga duraci6n" (Cusicanqui, I3I, cita-do por Mignolo, "Los Estudios Subalternos" 32)' Cuando me-,ro",l" expresi6n textual de una nostalgia coloniaV imperial y sufortuna afdesarrollar (e imponer) una ideologia de la identidad yIa nacionalidad literaria, hace pensar en funcionamientos pocoestudiados en la articulaci6n de las elites intelectuales con losotros grupos (incluidos los subalternos) y el Estado. Esa fortunaquizd no sea tan ajena a la que tuvo la familia Somoza al manejarlos asuntos de Nicaragua por m6s de cuatro d6cadas'

    Dice Knut Walter que "el gran obst6culo que la revolu-ci6n [sandinista] enfrent6 es lo que puede ser llamado el legadopasivo de la era de Somoza" (The regimexiii), es decir, una con-lormaci6n del Estado reaciaa las transformaciones. La ideologfaliteraria de los vanguardistas es similar a ese legado y marca'como aquelo ciertas pautas de comportamiento' en este caso es-pecifico en la pr6ctica intelectual de c6mo asumir la identidad yia diferencia. Es bien cierto que la generaci6n de los sesentallev6 a cabo una nueva propuesta intelectual en la que sobresalia

    L e o n e l D e l g a d o A b u r t o

    una nueva 6tica social (Mondrag6n, "Literatura y literaturas" l7).Sin embargo, la vanguardia y su "ciclo de larga duraci6n", juntoa su idealismo social, impregn6 mucho del proyecto cultural re-volucionario, reclamando incluso su derecho a admi'istrar la iden-tidad desde la "propia originalidad artistica" como hizo pabloAntonio Cuadra ("En el umbral" l9), u orientando el desarrolloartistico del ideal nicaragiiense conomoldes est6ticos preconcebi-dos incluso desde los afios treinta , o ejerciendo el derecho {,ereinterpretar para el canon literario los iiscursos

    "-".g"nt".".Finalmente, la frustraci6n del proyecto cultural revolucionarioevidenci6 la imposibilidad politica de comenzar a construir loque Xavier Alb6llama "una definici6n de nuestra identidad des-de la base" (Alb6, Lggs,citado por Mignolo, ..Los Estudios Sub-alternos" 32).

    C o n c l u s i o n e s

    En los sesenta se inic i6 la cr i t ica de los dogmasfundacionales vanguardistas. Por ejemplo, Beltr6n Morales ex-pres6 dudas sobre afirmaciones excesivamente complacientes quesefralaban la naturaleza antiburguesa y sandinista, de losvanguardistas (Morales ,1989:90-92). Sin embargo, las circuns-tancias sociopoliticas han hecho que la crftica a la vanguardia sedetenga en la variaci6n sobre el mismo tema de la continuidad. oen el rechazo radical. Para efectos de nuestras realidades profun-das, las textualidades vanguardistas pueden revelar en cambioque su "nueva" y acendrada conciencia sobre una comunidad,en la que debian inventar una naci6n, estaba vinculada a la per-sistencia postcolonial de nuestras formaciones socioculturales.AdemSs, que para hacer posibles las bases de su invenci6n de-bieron temer y rechazar lo que concibieron en sus inventarioscomo anarquia, destructividad, dialecto o significante muerto. Esdecir , la otra parte del cuerpo social que vaci la, para losvanguardistas, entre ser reo de una Colonia idealizada, o entre-garse a la anarquia moderna, pero de una modernidad que nollega plenamente (Cf. Coronel, "ZQu6 es sel.modeino?',).

    20 2 l

  • l l lhrgerres [ ter:orr i t los

    Ese rechazo dio en uIr disei to excluyente de la nacional i -dad, del cual debemos retomar las imprevistas revelaciones de laintimidad sociocultural nicaqqgiiense: la hegemonia asincr6nica- mds allS de los tiempotres-- - cle las "fantilias blancas" y losapellidos ilustres de las redes familiares de poder-', sobt'e uncuerpo social culturalmente diverso, y en el que la lucha por elpoder cultural letrado, ha engendrado pasividades discursivas,al mismo t iempo que rebel iones y fugas. Todo eso que vadiversificando y reescribiendo un legado literario ineludible'

    N o t a s

    l . Af rrr lo a la r,onrx, ir la r lel inici6n r le Benetl ict Antlersott (Conttrnfularle:;2! l l .2. Yer Mackenbach, "hoblemas de una historiografia l i teraria", 1999.3. Tomo esta diferenciaci5n