SINCRONÍA 2005 Elvia Vega Ad Sor Juana

19
SINCRONÍA Primavera 2005 Análisis del Discurso aplicado a la Carta Atenagórica de Sor Juana Inés de la Cruz. Parte II Elvia Vega Llamas Universidad de Guadalajara. Guadalajara, Jal., marzo de 2004 Como lo propusimos en la primera parte , en esta segunda nos orientaremos hacia las condiciones de producción y recepción del discurso Carta Atenagórica escrita por Sor Juana, utilizando para ello a dos autores de la escuela francesa de análisis del discurso: Michel Foucault, específicamente en lo que se refiere a los mecanismo de control que ejercen las instituciones sobre los discursos emitidos y sobre los individuos que los emiten; y Michel Pêcheux, para revisar lo referente a las formaciones discursivas, sociales e ideológicas que se impactan en los discursos así como las ideas que se forman sobre sí, sobre los otros y sobre los objetos de que hablan los individuos que emiten un discurso. a). Michel Foucault 1. Los mecanismos de control de los discursos y los individuos.

Transcript of SINCRONÍA 2005 Elvia Vega Ad Sor Juana

SINCRONA Primavera 2005

Anlisis del Discurso aplicado a la Carta Atenagrica de Sor Juana Ins de la Cruz. Parte IIElvia Vega LlamasUniversidad de Guadalajara.Guadalajara, Jal., marzo de 2004

Como lo propusimos en la primera parte, en esta segunda nos orientaremos hacia las condiciones de produccin y recepcin del discurso Carta Atenagrica escrita por Sor Juana, utilizando para ello a dos autores de la escuela francesa de anlisis del discurso: Michel Foucault, especficamente en lo que se refiere a los mecanismo de control que ejercen las instituciones sobre los discursos emitidos y sobre los individuos que los emiten; y Michel Pcheux, para revisar lo referente a las formaciones discursivas, sociales e ideolgicas que se impactan en los discursos as como las ideas que se forman sobre s, sobre los otros y sobre los objetos de que hablan los individuos que emiten un discurso. a). Michel Foucault1. Los mecanismos de control de los discursos y los individuos.Foucault en El orden del discurso considera que la produccin de los discursos, en toda sociedad, est a la vez controlada, seleccionada y redistribuda mediante una serie de procedimientos de exclusin cuyos objetivos son conjurar los poderes y los peligros de la materialidad discursiva; por esto, clasifica dichos procedimientos en dos tipos: externos e internos. Entre los primeros encontramos los tabes, los rituales de las circunstancias y los derechos exclusivos de quien habla. Lo prohibido es el ms familiar y evidente de los mecanismos de exclusin externa: el sujeto sabe que no se puede hablar de todo, que no se tiene derecho a decirlo todo en cualquier circunstancia. Dentro de esta misma clasificacin de procedimientos externos de control del discurso, Michel Foucault asegura que en nuestros das la sexualidad y el deseo de poder son las ms apretadas regiones que se desarman en los discursos. Aqu, el poder del saber o control del saber es primordial para que una institucin excluya a los individuos, decidiendo lo que es verdadero y lo que es falso.Respecto a los procedimientos de control interno del discurso, hay segn el mismo autor, tres modos de excluir y conjurar los peligros y el azar mismo. Son el autor, el comentario y la disciplina. Cuando un autor firma sus discursos se puede mantener vigilado(1). El comentario tiene que ver con la intertextualidad; con los discursos que alimentan otros discursos; as se sabr de dnde proceden las ideas; o de qu modo han sido tratadas ideas anteriores "...lo nuevo no est en lo que se dice, sino en el acontecimiento de su retorno" (Foucault, M.,1980: 24).La disciplina es el tercer modo de exclusin interno. Para que haya disciplina debe haber posibilidad de formular indefinidamente nuevas proposiciones explica Foucault. Una disciplina no contiene jams todas las proposiciones posibles sobre sus temas, por eso supone la posibilidad de construir nuevas. S, pero siguiendo las reglas de un estrecho juego, insiste Foucault.Foucault reconoce un tercer grupo de procedimientos de control y exclusin, orientado principalmente hacia los sujetos que producen los discursos. El ritual, uno de ellos, define la cualificacin del individuo para hablar. Las sociedades de discurso son organismos de control cuyo cometido es vigilar los discursos secretos para preservar su existencia y evitar las ms mnimas discrepancias de quienes los utilizan.Las doctrinas, un medio ms, aparentemente opuestas a las sociedades de discurso, (porque ponen a difusin lo que pudieran ser secretos, dogmas por ejemplo), "denuncian a la vez al sujeto que habla y al enunciado", dice Foucault en el mismo texto. La religin catlica instaura, desde el primer momento de la conquista, su rgano de ejecucin y represin con prelados y frailes controlados a distancia por el Papa mediante la famosa bula de 1522, conocida como la Omnmoda. Unos aos despus, el Santo Oficio se establece como maquinaria formal de la religin catlica, lo que la convierte en el aparato hegemnico dominante durante el perodo de la colonia en la Nueva Espaa. (Ver R. Greenleaf, 1981).Hacia finales del siglo XVII la religin catlica no slo se ha apoderado de hogares y almas, sino del mismo palacio virreinal, a la salida de los virreyes, dice Fernando Bentez en su libro Los demonios del convento (1985).Esta es la batalla que le toc librar a Sor Juana. El agobio del poder religioso contra la voluntad de saber(2) en un individuo que no cualifica, en primer lugar, por su gnero, y eso es lo que ms impacta su obra; toda su actitud vital era regida por su verdadera pasin: el saber, explica Octavio Paz en Las trampas de la fe. La religin catlica en la Nueva Espaa controla no slo costumbres y creencias, sino el saber y la vida misma. La rgida estructura de jerarquas, exclusivamente masculina, se organiza bajo el ms hermtico de los sistemas. Cualquier individuo que no se ajuste a su circunstancias ser susceptible de ser excludo en cuanto sujeto capaz de sustentar un discurso, y castigado por la pretensin de "alterar" su orden. Nadie ms que ella misma es capaz de autorizar cualquier conocimiento y nadie ms tiene derecho de juzgar lo que se asegura es de origen divino. Sor Juana ser gravemente juzgada por su atrevimiento al escribir un ensayo que, de forma categrica, destruye los argumentos de un insigne varn, para la iglesia; ser juzgada por su pasin por el saber(3) que no concuerda con su condicin de mujer, por pretender incursionar en un espacio para los hombres, sujetos ya a las estrictas reglas del aparato religioso; por el modo, la forma de cuestionar los discursos del Padre Vieyra, y peor quizs, por los implcitos que se adivinan herticos al hablar de la Biblia misma (un tema al que tratar en otra parte).Aunque lejos de Europa, la poetisa no debi estar tan lejos de las noticias, como piensan muchos autores. Francisco Fernndez del Castillo en su compilacin Libros y libreros en el siglo XVI (1982), explica la manera y la, incluso, rapidez, con que los contrabandistas introducan los libros prohibidos por la iglesia a la Colonia, los cuales "se vendan como pan caliente", pero con discretsimo cuidado, entre los vidos intelectuales de la poca. Rene este autor en su texto, abundantes testimonios de juicios y castigos por parte del Santo Oficio contra los que posean tales libros, tachados de herticos y peligrosos. Octavio Paz sospecha que Sor Juana debi ocultar muchos de esos libros en su biblioteca personal. Esta es una importante consideracin que explicara gran parte de las ideas liberales, escpticas y humanistas implicadas en toda su obra. Sor Juana ha ledo a Erasmo, y conoce aunque lo critique, a Lucero.El propio arzobispo Aguiar y Seijas, famoso en la poca por su misoginia y sus mtodos de redencin del pecado, una vez que adquiri el poder del Arzobispado de la ciudad de Mxico, debi mandar revisar, y quizs quemar muchos de estos libros de la celda de la monja, comenta tambin Octavio Paz. Al no poder acceder a escuelas y universidades de su tiempo, la poetisa recibe el conocimiento directo de los libros, lo que le permite en cierto modo no ser tan controlada en su saber como en el caso de quienes reciban educacin en su tiempo, una educacin en la que prevaleca la verdad impuesta por el grupo de poder. As, adems de la locura que despiertan en ella las artes, y en especial, las letras, Sor Juana ingresa, despreciando tabes, rituales y privilegios, en uno de los ms puros asuntos para varones: teologa.Sor Juana se arriesga y cruza el mar, como canta en uno de sus villancicos, atravesada por una gran voluntad de acceder a lo que considera lo verdadero; no la verdad que pretende justificar lo prohibido; sino "... una verdad que sera riqueza, fecundidad, fuerza suave e insidiosamente universal...", en palabras de Foucault en El orden del discurso.Sor Juana ataca y se defiende con la Biblia y con las palabras de los santos doctos San Agustn, Santo Toms y San Juan Crisstomo, entre otros. Con estos discursos crea nuevos discursos, que en sus condiciones retornan peligrosamente hacia su propio autor Los argumentos del Padre Vieyra se desploman con sus argumentos, las divinas palabras adquieren significados menos rgidos, los imponentes discursos teolgicos de patrsticos y escolsticos se hacen susceptibles de ser 'defendidos'. Ella pretende recrear el mtodo teolgico al sobreponer la razn al dogma mismo. Ya se veran los peligros que estaba invocando(4).Sor Juana firma sus textos, que aparecen enunciados desde el yo, con arrogancia y gusto por lo que descubre. Aunque se discute mucho sobre la intencionalidad de los autores, en La Carta Atenagrica es posible insistir sobre el hecho de que la poetisa escribe consciente e intencionalmente, lo cual no significa que no pudiera temer las consecuencias de sus acciones, al contrario, las sabe, las espera. Sor Juana levanta su discurso sobre la teologa. En ella ofrece nuevas proposiciones, que naturalmente tendera a controlar la disciplina teolgica.Pero, en qu afecta a la disciplina que una mujer cuestione y ofrezca nuevas proposiones? Acaso no haba habido santas mujeres que explicaban las divinas palabras? S, pero por "revelaciones divinas", inmersas en el dogma absoluto donde no hay nada qu cuestionar, slo "sentir" la presencia del amado en el misticismo puro; como Santa Teresa, que no es precisamente su cnon de comportamiento. Sor Juana no tena una fe semejante, su entrada al convento fue una necesidad, ella lo dice explcitamente en la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz. Su actitud, mucho ms profana que beata (hay que leer toda su obra), jams la llevara a un estado similar.Los dos primeros mecanismos de exclusin que seala Foucault se recrean en el tercero, pues es imposible separar al sujeto enunciante de su propia enunciacin: quien controla al discurso controla al individuo y viceversa. Llena de signos que acusan al individuo en su cualificacin para hablar, est la Carta Atenagrica: llena de palabras, de gestos, comportamientos y circunstancias que lo denuncian y que retan todos los rituales impuestos:" Probado el que Cristo no se ausent no sirve la prueba de la Magdalena para esta conclusin"; "Aprieto ms"; " Prubolo" ; "Qu forma de argir es sta? (...) El Santo propone en gnero; el autor responde en especie. Luego no vale el argumento"; "quitadas las primeras basas (...) cae en tierra el edificio de las pruebas (...) saliendo flaco el fundamento"; etc.En la escala ltima de la jerarqua religiosa catlica, una simple monja no puede estar calificada para hablar. Slo que Sor Juana no es cualquier monja; mucho antes de serlo, era ya una mujer famosa en la corte y luego lo sera tambin en el convento. Con su saber y su arte "sorprenda a propios y extraos", dice Nez de Miranda. Las cartas que reciba de enconados intelectuales no slo del pas, sino desde el Per por sus fuertes crticas a la represin de las mujeres, lo comprueban.Su voluntad de verdad la califica como sujeto que puede hablar. La califican sus conocimientos de filosofa, aritmtica, geometra, astrologa, fsica, msica, lenguas, etc.; la califican tambin las conversaciones de las "bachilleras" con intelectuales de la poca, entre ellos el mismo Obispo de Puebla. No espera tampoco la poetisa a que una sociedad de discurso la autorice para hablar. Sobrepasa as este otro enorme mecanismo de control: grupos clericales, de juristas del Santo Oficio, de arzobispados y administraciones, de monjas y civiles, de clero regular y secular. Grupos cuyo cometido es vigilar y preservar de cualquier discrepancia los discursos que ya han establecido y por los que se mantienen fuertemente ligados.Pero si una sociedad de discurso prohbe, las doctrinas dan esa aparente libertad al individuo al abrir al pblico sus secretos, sus dogmas. En esa ilusin los individuos quedan doblemente aprisionados: en cuanto sujetos enunciantes y en cuantos sus enunciaciones; de manera que cuando el sujeto ha dicho uno o varios enunciados inadmisibles a esa "apertura", el sujeto es excludo, denunciado, rechazado o acusado de hertico. Slo hay para el individuo dos caminos: la ortodoxia o la hereja(5). Despus de la publicacin de La Carta Atenagrica, en la que Sor Juana, hace ms teologa natural que dogmtica; por expresar que lo mejor que Dios hace por los hombres es no hacer nada (los beneficios negativos); por centrarse sobre todo en la Biblia; por expresar lmites tan extensos en su concepto de libre albedro; fue sometida a una serie de represiones y amenazas. Entre ellas, acusaciones por parte del Santo Oficio. As lo expresa en la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz. b). Michel Pcheux1. Formaciones sociales, ideolgicas y discursivas.Para Pcheux los discursos siempre estn asociados, alineados con los modos de produccin econmicos, sociales, polticos e ideolgicos dominantes. El modo de produccin social y poltico de la Nueva espaa en el siglo XVII es monrquico-religioso. Los centros de control estn en Espaa y el Vaticano. En la Colonia, el virreinato y el alto clero, cada uno con sus rganos de represin, gobiernan pasando por alto, muchas veces, las rdenes de los imperios centrales. El poder de las dos autarquas de la Nueva Espaa era tan grande, que lleg a haber verdaderos pleitos entre ambos por la jurisdiccin de territorios y bienes de los ciudadanos .La estructura de clases sociales de la Nueva Espaa es especial. Las mezclas raciales conforman un verdadero mosaico contrastante de colores y castas. All conviven los espaoles puros, en quienes reside el mayor poder y riqueza: latifundistas, mineros, comerciantes; los criollos, algunos adinerados; los mestizos, los indios, los mulatos, los esclavos negros en las ms miserables condiciones; all se dan cita oleadas de esperanzados inmigrantes y de abundantes vagabundos y pordioseros en busca de caridad. La religin catlica es una superestructura que establece instituciones e impone su ideologa. Iglesias, escuelas y universidades, sociedades econmicas, sociedades de intelectuales, y toda clase de organizaciones se rigen por sus prcticas e ideas alienadoras. Sor Juana oscila entre la enajenacin y su propia representacin del mundo. En el fondo de sus cuestionamientos y osadas afirmaciones queda implcito el valor y la necesidad de Dios, la duda misma. Todos los grupos que encabeza la religin en su tiempo, empezando por la propia religin aplicaran los mecanismos de control que seala Foucault para cualquiera de sus fieles que se otorgue el derecho de requerir y reflexionar sobre los fundamentos de tal podero.En esta parte tanto Pcheux como Foucault coinciden, pues ambos sealan los peligros de los discursos y los procedimientos inmediatos de control por parte de las hegemonas(6).En lo que a las formaciones discursivas se refiere diremos que La Carta Atenagrica, o La Crisis de un sermn(7), es el ttulo que recibe un texto escrito contra un famoso ensayo sobre las finezas de Cristo cuyo autor es el padre Vieyra (telogo portugus, de la Compaa de Jess), por Juana de Asbaje Ramrez y Santillana, ms conocida como Sor Juana Ins de la Cruz, monja, poeta e intelectual del convento de San Jernimo, nacida en Nepantla, estado de Mxico, en 1641. La Carta, que trata asuntos teolgicos, es dirigida a una tal Sor Filotea de la Cruz, pseudnimo que le dio por usar al Obispo de Puebla, Manuel Fernndez de Santa Cruz para establecer correspondencia con la monja jernima. Octavio Paz y Daro Puccini se cuestionan sobre la fecha en que La Carta fue escrita. En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, escrita y fechada en marzo de 1691, Sor Juana dice que se tard unos das en contestarle al publicador de La Carta (que en el prlogo de la misma se reprende que ste la reprende severamente por escribir sobre esa clase de asuntos, an cuando el mismo se lo mand), el Obispo de Puebla. De donde Octavio Paz supone que La Crisis de un sermn debi ser escrita un ao antes, y Daro Puccini, haciendo otras cuentas, encuentra que el mismo texto debi escribirse hacia finales de 1689.2. Formaciones imaginarias: En esta parte de su propuesta de anlisis, Pcheux seala la importancia del enunciante en la produccin y captacin de sentido de los discursos. El hablante, dice, se sita en "el interior de una relacin de fuerzas que existe entre los elementos antagonistas de un campo dado" (Pcheux, M. 1969:41). Todo lo que diga o prometa depende del contexto en que enuncia. Destaca tambin su habilidad para prever o imaginar lo que piensa el oyente a partir de su propia situacin de enunciante, mediante un proceso que el autor denomina anticipaciones o formaciones imaginarias, al parecer, propias de todo proceso discursivo:... lo que funciona en los procesos discursivos, es una serie de formaciones imaginarias que designan el lugar que A y B atribuyen cada uno a s mismo y al otro, la imagen que ellos hacen de su propio lugar y del lugar del otro. (M. Pcheux, 1969: 48).En la Carta Atenagrica podemos reconocer los lugares de A y B, atendiendo a las estructuras de las formaciones sociales; y a lo que cada sujeto piensa o imagina de s mismo:A: Sor Juana. Literata, intelectual, mujer, monja.B: 1. Sor Filotea de la Cruz, admiradora de la monja (el Obispo de Puebla). 2. El padre Vieyra, telogo portugus de la compaa de Jess, (retrico, no est en Mxico). 3. La iglesia. 4. Los hombres, que con slo serlo se creen sabios. 5. El Santo Oficio. 6. Las mujeres, las monjas. 7. Los pilares de la iglesia, retrico, (San Agustn, Santo Toms, San Juan Crisstomo). 8. Los intelectuales de su poca. 9. La sociedad en general. 10. Dios mismo, su majestad, (retrico).R: La discusin de la poetisa sobre las finezas de Cristo dadas por el padreVieyra. Su defensa de los doctores de la iglesia y de s misma. Su conclusin sobre la fineza mayor de Cristo: los beneficios negativosEl gnero expositivo supone un pblico abierto al que se pretende demostrar una verdad que se cree universal, pero en realidad se dirige a un auditorio selecto, pues no cualquiera tiene acceso a esa clase de discursos. La Carta tiene adems un punto de vista muy personal por el ataque dirigido a B (Vieyra es soberbio, como casi todos los hombres de su tiempo). El saber no tiene color ni gnero, dira A.I (A) Sor Juana piensa de s: Que puede decir algo ms que los telogos. Que debe aparentar que escribe por mandato. Que sus estudios la capacitan y autorizan para hablar. Que tiene pruebas suficientes para rebatir el sermn de Vieyra, por discurso,por razn. Que sus afirmaciones le causarn problemas, pero como confiesa, con halago y con temor en la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz,su inteligencia y arte no sabe "si Dios se los dio en prenda o castigo".I (B) Sor Juana piensa de ellos: Que Vieyra ostenta una inteligencia y unas razones que no posee (sus fundamentos son flacos). Que el obispo la est incitando a continuar lo que ya haban discutido en una de esas bachilleras. Que los hombres creen que la inteligencia deviene por el sexo. Que la sociedad de su tiempo es injusta. Que deberamos todos imitar la sabidura y humildad de los grandes y las grandes mujeres: San Jernimo, Santa. Paula, Sto. Toms, San Agustn, San Juan Crisstomo. Que se debera reconocer el valor de grandes mujeres: Judith, Dbora, Esther, etc. De su propia argumentacin en la Carta Atenagrica podran sustraerse ideas sobre lo limitado y celoso de Dios, del hecho de parecer que no fuera clara su necesidad o existencia, si lo mejor que hace por los hombres es no hacer nada: beneficios negativos; o que por tan perfecto se basta a s mismo, y no queda claro para qu necesita del ser humano. I (R) Sor Juana piensa del referente: Que las finezas de Vieyra no tienen fundamento. Que tienen razn los tres pilares de la iglesia. Que es difcil explicar a Dios porque parece incongruente: "Pues, Seor, qu necesidad hay de que vos los apartis? Ellos no estn separados y enemistados?...No lo entiendo; porque qu nuera no aborrece a su suegra, qu criado no es necesario enemigo de su dueo? Pues qu necesidad hay de separarlos si ellos ya lo estn? se es el mayor aprieto del precepto". Que el hombre tiene finezas que Dios siendo Dios no puede tener: "...Esto es lo que le falt a la Pasin de Cristo"; o antes, "... los justos hacen finezas que Cristo no hizo por ellos, como es resistir a las tentaciones...". Que Cristo, nacido de madre pura, era impecable y por eso no sufri como los hombres de la tentacin por delectacin, slo por sugestin: "...que es una tentacin extrsenseca y que estaba lejos de su mente y no le poda inclinar, ni hacer guerra ninguna". Que si Dios ostenta de su poder y perfeccin, y como dice el profeta David, "que Dios es Dios y Seor porque no necesita de nuestros bienes..." De su propia argumentacin en la Carta Atenagrica podran sustraerse ideas sobre lo limitado y celoso de Dios, del hecho de parecer que no fuera clara su necesidad o existencia, si lo mejor que hace por los hombres es no hacer nada: beneficios negativos; o que por tan perfecto se basta a s mismo, y no queda claro para qu necesita del ser humano. Aunque Sor Juana trata de justificar siempre qu quiere Dios del hombre, no queda al lector claro para qu est Dios, pero s queda claro que de todos modos debemos creer en l.I (A). B reconoce que A es aguda e inteligente, pero es mujer. Que es peligrosapor sus razonamientos para el Santo Oficio, la teologa y para todo el aparato religioso. B sociedad slo mira una mujer, que debera estarcasada o recluda en el silencio de un convento.I (R). Atendiendo a las reacciones, a la misma publicacin de la Carta, y al ttulo que l mismo le dio:B (el Obispo) piensa al respecto del referente que Vieyra se equivoc. QueSor Juana tiene razn pero que exagera en eso de los beneficios negativos. Que en su discurso se descubren implcitos herticos (las limitaciones de Dios?).En el fondo Sor Juana hizo volver los ojos a todos, no slo hacia el mito de la inteligencia masculina (en el sermn de Vieyra), sino sobre los puntos negros de la Biblia, sobre los que todo catlico ha dudado ms de una vez, y que la doctrina religiosa encubre con la fe ciega, temas que acusaban ya los protestantes. La crisis de un sermn es en realidad la crisis de todos. Qu motiv a Sor Juana a escribir La Carta, a sabiendas de lo que poda ocurrir? Su discurso descubre una situacin de fuerte tensin poltico-religiosa y social. Esta situacin de presin y reprensin es corroborada por sus propias palabras en la Respuesta a Sor Filotea.El visible ataque con saa contra Vieyra, y contra todos los hombres necios; el mencionar constantemente las grandes mujeres de la historia; la defensa que hace de los doctores de la iglesia, y su defensa misma como mujer que tiene derecho al saber, pues se ha preparado para hacer teologa; las ideas escpticas sobre la Biblia; el decir que escribe por mandato; etc., nos permiten imaginar el contexto real que la poetisa estaba viviendo: un cansancio extremo, fastidio por la agresin y ganas de contestar con todos los argumentos y con crticas abiertas (hay demasiadas ironas y burlas en el texto). Y esto, siguiendo los trminos de R. Robin, es un indicio del punto de rompimiento o coyuntura que la anima a escribir despreciando los peligros.Octavio Paz, analizando ese contexto histrico, supone que una de las posibles razones que motivaron a Sor Juana a escribir La Carta se debi a la situacin de tensin poltica reinante en ese tiempo. Al Obispo Fernndez de Santa Cruz, amigo de la poetisa, corresponda el cargo del arzobispado de la ciudad de Mxico. Por razones que no son claras, desde Madrid es designado para el puesto, el arzobispo de Michoacn, Aguiar y Seijas, quien mediante el apoyo de los jesuitas, vena a poner orden a los excesos y malos manejos en las administraciones de los conventos y arzobispado de la ciudad de Mxico. Desde su llegada, el arzobispo, famoso por su misoginia y por predicar la doctrina del silicio, quiso prohibir las actividades mundanas de Sor Juana. Las reprensiones y castigos debieron animar a la monja a responder de ese modo. Octavio Paz supone que Fernndez de Santa Cruz, molesto por la designacin del jesuita, incit a Sor Juana a escribir La Carta, para que desde su condicin de mujer humillara al misgino arzobispo, que adems era fantico del padre Vieyra: "ms imprudente que Ajmatova Sor Juana intervino en el pleito entre dos prncipes y fue destrozada" (O. Paz, 1982: 526 y 527).Creo con Octavio Paz que el ataque a Vieyra, por parte de Sor Juana, es redirigido al arzobispo Aguiar y Seijas. Pero me parece exagerada la idea de uso y sacrificio que implican sus ideas. En ninguna parte de La Carta Atenagrica, ni en la Respuesta a Sor Filotea y menos an la Carta a su confesor se puede ver invalidez de la monja para decir lo que quiere y defenderse, o incapacidad para preever consecuencias; aunque s hay un gran tono de reproche por la publicacin de la carta sin su permiso. En el siglo XVII, dice Fernando Bentez en su libro Los demonios del convento, el gran enemigo era el cuerpo humano en general. Para Aguiar y Seijas, el de las mujeres, en particular. El nico medio para desterrar al demonio de la carne y toda tentacin era la flagelacin. Dice este autor, que haba conventos en los que esta prctica era una verdadera carnicera. El nuevo arzobispo haba llegado para desterrar 'vicios' y fiestas en conventos y monasterios, que al parecer vivan en un cierto relajamiento. El convento de las jernimas no fue la excepcin. Al final de sus das el retraimiento, amargura y soledad, anexados a sus propias dudas y culpas, y a los "dulces" consejos de su confesor Nez de Miranda, al que reta y rechaza como confesor en su ltima carta, anexados tambin el caos que el viva el pas: hambre, peste, inundaciones, levantamientos, y muy en especial la partida de los virreyes, etc., al quedarse sin apoyo en ese mundo que no se abrira, debi someterse a las sabidas penitencias para la salvacin de su alma y apur el paso hacia la muerte(8). Se piensa que despus de la escritura de la Respuesta a Sor Filotea y unos Ejercicios devotos, no escribi ms, lo cual puede ser falso dice Octavio Paz, pues el deseo de su confesor era dar una imagen de beatitud que encubriera la bizarra de la monja, por lo que sospecha que a su muerte debieron ser destrudos muchos de sus escritos, incluyendo los que escribiera despus de esto en la soledad de su celda, ignorando reprensiones. La carta al confesor es prueba de un carcter en verdad indomable.Todo eso debi acabar con los nimos de un alma extenuada de sola lucha, dir D. Puccini (1996).NOTAS[1] esta medida de control se impuso en la edad media, luego de la profusa circulacin de escritos sin autora que mantena en el anonimato a sus autores quienes podan permanecer libres de las consecuencias que resultaran por plasmar sus discursos.[2] Pasin que le llev a solicitarle a su madre para que le mudase el traje y poder ingresar a la universidad, como lo confiesa en su autobiografa (Respuesta a Sor Filotea de la Cruz)[3] Aunque Ludwig Pfandl slo ve en la monja envidia de virilidad que es producto de su emasculacin, propio de mujeres intersexuales que odian al macho por el frustrado deseo de querer ser igual a l. (Pfandl, L.1983: 99)[4] Entre envidias y reprensiones, dice en su autobiografa, se le haba prohibido continuar con sus estudios, pero ella encontraba, sin necesidad de libros, todas las explicaciones sobre la manera y el orden en que las cosas estn hechas en la naturaleza, observndolas. Similar al mtodo clsico, sola estudiar, analizando, diseando planes de objetos posibles observables, medibles, clasificables, etc.[5] Estas doctrinas vinculan a los sujetos a ciertos tipos de enunciacin y como consecuencia les prohibe cualquier otro, efectuando una doble sumisin, la de los sujetos que hablan y la de los discursos al grupo, cuando menos virtual, de los individuos que hablan. (M. Foucault, 1980:38)[6] En el discurso ideolgico, que para constiturse, se impregna del contexto social e histrico que lo circunda, las preguntas del qu, el quin, el cmo, etc., se pueden responder en relacin estrecha con lo que Foucault llama mecanismos de control ideolgicos: el qu decir se relaciona con los tabes o palabras prohibidas, el cmo, con los rituales de circunstancia y privilegios exclusivos del que habla, el cundo y el a quin con las doctrinas y sociedades de discurso, etc.[7] Este es el ttulo que Sor Juana da a la carta.[8] Benassy-Berling pinta en su texto Humanismo y religin en Sor Juana Ins de la Cruz (1983), no las calamidades que descubren los historiadores , sino siguiendo a los intelectuales cmodos del tiempo de la poetisa, una relativa calma y tranquilidad a finales del siglo XVII. Lo que puede ayudar a comprender su vida artstica, no la intelectual. Si como resalta el humanismo de la poetisa, ignora las condiciones y los lamentables sucesos ocurridos, era imposible que por su mismo humanismo permaneciera impasible ante las masacres de indios y negros y los humillantes autos de fe. Bibliografa:ARIAS CANAL, Fredo (1972) Intento de Psicoanlisis de Juana Ins. Mxico. Frente de Afirmacin Hispanista A.C.BENASSY-BERLING, Marie-Ccile (1983) Humanismo y religin en Sor Juana Ins de la Cruz. Mxico. UNAM. BENITEZ, Fernando (1992) Los demonios en el convento. Sexo y religin en la Nueva Espaa. Mxico. Nueva Era.BENVENISTE, Emile (1979) Problemas de Lingstica General I y II. Mxico Siglo XXI.DE LA CRUZ, Juana Ins sor (1989) Obras completas. Mxico. Porra.FERNADEZ DEL CASTILLO, Francisco (1982) (Compilador) Libros y libreros en el siglo XVI. Mxico. FCE.FOUCAULT, Michel (1980) El orden del discurso. Barcelona. Tusquets. GREENLEAF, Richard E. (1981) La Inquisicin en la Nueva Espaa. Siglo XVI. Mxico. FCE.HAIDAR, Julieta y otros (1982) La democracia en el discurso parlamentario mexicano : tensiones y contradicciones. Pp:339-381HAIDAR, Julieta y Lidia Rodrguez Alfaro (1996) Funcionamientos del poder y de la ideologa en las prcticas discursivas, en "Dimensin Antropolgica", Ao 3, Vol. 7. Mxico. I.N.A.H. HAIDAR, Julieta (1998) "Anlisis del discurso", en Galindo Cceres (coord). Tcnicas de Investigacin en en sociedad, cultura y comunicacin. Mxico. Conaculta. MAINGUENEAU, D. (1976) Introduccin a los mtodos de anlisis del discurso. Buenos Aires. Hachette.MARCELLESI, J. B. y BERNARD GARDIN (1978). Introduccin a la sociolingstica: La lingstica social. Madrid. Gredos.OLERON, Pierre (1983) Largumentation. Montreal. Presses Universitaires de France.PAZ, Octavio (1982) Sor Juana Ins de la Cruz o las trampas de la fe. Mxico. Seix Barral.PAZ, Octavio (1951) Homenaje a Sor Juana Ins de la Cruz en su Tercer Centenario(1651-1695). -http://www.dartmouth.edu/-sorjuana/Commentaries/Paz/Paz.htmlPECHEUX, Michel (1969) Hacia el anlisis automtico del discurso. Madrid. Gredos.PUCCINI, Daro (1997) Una mujer en soledad. Sor Juana Ins de la Cruz, una excepcin en la cultura y la literatura barroca. Mxico. FCE.PFANDL, Ludwig (1983) Sor Juana Ins de la Cruz la dcima musa de Mxico. Su vida. Su poesa. Su psique. Mxico. UNAM.ROBIN, Regine (1976) Discours politique et conjoncture, en Lanalyse du discours. Montreal. Centre Educatif et Culturel.VAN DIJK, Teun A. (1980) Estructuras y funciones del discurso. Mxico. Siglo XXI.VAN DIJK, Teun A. (1980) Texto y contexto: Semntica y pragmtica del discurso. Madrid. Ctedra.WEINRICH, H. (1974) Estructuras y funciones de los tiempos del discurso. Madrid. Gredos.