Siete Dias Para Una Eternidad - Marc Levy

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    ucas y Zofia saben que el Bien y el Mal son una sucesin de infinitos detalles que tarde o temprano inclinan la bala

    cia un lado o a otro, que incluso el ligero aleteo de una mariposa en cualquier parte del mundo puede producir un hura

    miles de kilmetros de distancia. Ambos, emisarios de Dios y el Diablo en la Tierra, conocen las dificultades a que de

    frentarse para desempear la ardua misin que les ha tocado en suerte: librar la batalla definitiva, sabedores de que c

    no de sus pequeos gestos influye en el destino de todo el planeta.

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    Marc Levy

    Siete das para una eternidad

    ePub r1 .0

    S h a m m a e l 1.11.13

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    El azar es la forma que adopta Dios para pasar inadvertido

    JEAN COCTEAU

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    A Manine y a Louis

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    Al principio, Dios cre el cielo y la tierraY atardeci y amaneci

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    Agradecimientos

    Nathalie Andr, M. R. Bass, ric Brame, Frdrique, Kamel Berkane, Antoine Caro, Philipajoux, Valrie Dijian, Marie Drucker, M. P. Fehner, Guillaume Gallienne, M. C. Garot, Philipuez, Sophie Fontanelle, Katrin Hodapp, M. P. Leneveu, Raymond y Danile Levy, Lorraine Levaniel Manca, M. Natalini, Pauline Normand, el instructor IFR Patrick Partouche, J. M. Perboegen Tell, Manon Sbaz, Zofia y el sindicato de cargadores de la CGT del puerto de Marsel

    Marie Le Fort, Alix de Saint-Andr, por su maravilloso libro La verdad sobre los ngeles, Nicatts, Leonello Brandolini y Susanna Lea y Antoine Audouard.

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    Primer da

    ucas, tendido en la cama, mir el pequeo piloto del busca, que parpadeaba frenticamente. Cerrbro y lo dej a un lado. Era la tercera vez en cuarenta y ocho horas que lea aquella historia, y cordaba ninguna lectura que le hubiera hecho disfrutar tanto.

    carici la tapa con la yema de los dedos. Ese tal Hilton estaba a punto de convertirse en su auvorito; se alegraba de que un cliente se lo hubiera dejado en el cajn de la mesilla de noche de aque

    abitacin de hotel. Tom de nuevo el volumen y lo lanz con gesto decidido hacia la maleta abieue estaba al otro lado del cuarto. Mir el reloj, se desperez y se levant de la cama. Vamos, arrien marcha, se dijo, de buen humor.Frente al espejo del armario, se hizo el nudo de la corbata,

    uso la chaqueta del traje negro, recogi las gafas de sol de la mesita que estaba junto al televisor ys guard en el bolsillo superior. El busca que llevaba sujeto a una trabilla del pantaln continuabrando. Empuj con un pie la puerta del armario y se acerc a la ventana. Apart el visillo grisc

    inmvil para observar el patio interior; ni un soplo de brisa se llevara la contaminacin que invaparte baja de Manhattan y se extenda hasta los lmites de TriBeCa[1]. Sera un da caluroso.

    ucas le encantaba el sol, y nadie mejor que l para saber lo nocivo que era. Acaso no permroliferar toda clase de grmenes y de bacterias en las tierras que padecen sequa? Acaso no era pue la Guadaa para separar a los dbiles de los fuertes? Y la luz se hizo, musit mientescolgaba el auricular. Pidi a recepcin que le prepararan la cuenta; deba interrumpir su viajeueva York. Despus sali de la habitacin.

    Al final del pasillo, desconect la alarma de la puerta que daba a la escalera de incendios.

    Al llegar al patio, sac el libro antes de deshacerse de la maleta tirndola a un gran contenedorasura y se adentr a paso ligero en el callejn.Mientras caminaba por aquella calle mal pavimentada del SoHo, Lucas observaba con deleite

    alconcillo de hierro forjado que slo resista la tentacin de desplomarse gracias a dos roblonxidados. La inquilina del tercer piso, una joven modelo de pechos excesivamente bien formadentre insolente y labios carnosos, se haba tendido en la tumbona sin sospechar el peligro, lo qa una situacin perfecta. Al cabo de unos minutos (si la vista no lo engaaba, y no lo engaa

    unca), los roblones cederan y la belleza se encontrara tres pisos ms abajo con el cuerestrozado. La sangre que fluira desde su oreja por los intersticios de los adoquines subrayara

    rror pintado en su semblante. Su bonito rostro conservara esa expresin hasta que escompusiera dentro de una caja de pino, donde la familia de la seorita la habra metido antes epultarla bajo una lpida de mrmol y unos cuantos litros de lgrimas intiles. Una insignificanci

    que dedicaran como mximo cuatro lneas mal redactadas en el peridico del barrio y queostara un juicio al propietario del inmueble. Un responsable tcnico del Ayuntamiento perdera mpleo (siempre hace falta un culpable) y uno de sus superiores, tras llegar a la conclusin de queccidente podra haber sido un autntico drama si el balcn hubiera cado sobre algn transennterrara el asunto. Despus de todo, haba un Dios en el mundo, y se, en definitiva, era

    erdadero problema de Lucas.El da habra podido empezar maravillosamente bien si en el interior de ese bonito piso no hubi

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    onado un telfono y si la idiota que en l viva no hubiera dejado su mvil en el cuarto de bao. stpida cabeza de chorlito se levant para ir a buscarlo; decididamente, tena ms memoria un Mue el cerebro de una modelo, se dijo Lucas, decepcionado.

    Lucas apret las mandbulas y los dientes le rechinaron al mismo tiempo que los frenos amin de la basura que se diriga hacia l chirriaban, haciendo temblar la calle. El ensamblaetlico se desprendi con un crujido seco y ntido de la fachada y empez a caer. Un trozo

    arandilla hizo aicos el cristal de una ventana del piso de abajo. Un diluvio de vigas de hie

    xidadas habitculos subterrneos de colonias de bacilos del ttanos estaba descendiendo hapavimento. La mirada de Lucas se ilumin de nuevo: un afilado larguero de metal caa hacia el suuna velocidad vertiginosa. Si sus clculos resultaban exactos, y siempre lo eran, no haba na

    erdido. Cruz despreocupadamente la calzada, obligando al conductor del camin a reducirelocidad. La viga atraves la cabina del camin de la basura y se clav en el trax del conductorehculo dio un terrible bandazo. Los dos basureros que iban encaramados en la plataforma traseravieron tiempo de gritar: uno fue engullido por la boca de la caja e inmediatamente triturado por sandbulas, que seguan funcionando, imperturbables; el otro fue proyectado hacia delanteerriz, inerte, en el suelo. El eje delantero le pas por encima de una pierna.

    En su carrera, el Dodge choc contra una farola, que sali despedida por los aires. Los cabctricos, ya pelados, tuvieron la ocurrencia de ponerse a dar coletazos y meterse en el agua sucia royo. Un haz de chispas anunci el tremendo cortocircuito que afect a toda la manzana de casos semforos del barrio se quedaron, en seal de duelo, ms negros que el traje de Lucas. Ya se olejos el ruido de las primeras colisiones de vehculos en los cruces, abandonados a su suerte. En

    terseccin de las calles Crosby y Spring, el choque del camin descontrolado con un taxi amariue inevitable. Al ser golpeado de travs, el yellow cabse empotr en la tienda del Museo de A

    Moderno. Otra obra de arte para su escaparate, murmur Lucas. El eje delantero del camin

    ubi encima de un coche aparcado; los faros, ahora ciegos, apuntaban hacia el cielo. El pesaamin se retorci entre ruidos de chapa desgarrada, antes de tumbarse de lado, vomitar las tonelade detritus que llevaba en las entraas y dejar la calzada cubierta por una alfombra de inmundicias. struendo del drama consumado sigui un silencio mortal. El sol prosegua tranquilamente corrido hacia el cenit; el calor de sus rayos no tardara en volver pestilente la atmsfera del barrio

    Lucas se ajust el cuello de la camisa; le horrorizaba que le sobresalieran los picos por encimachaqueta. Contempl la magnitud del desastre. Apenas eran las nueve en su reloj y, al final, esta

    mpezando un da esplndido.

    La cabeza del taxista descansaba sobre el volante y accionaba el claxon, que sonaba al mismempo que la sirena de los remolcadores en el puerto de Nueva York, un lugar precioso cuando hauen tiempo, como ese domingo de finales de otoo. Lucas se diriga hacia all, desde donde elicptero lo trasladara al aeropuerto de LaGuardia. Slo faltaban sesenta y seis minutos para qespegara su avin.

    l muelle 80 del puerto mercante de San Francisco estaba desierto. Zofia colg despacio el auricuel telfono y sali de la cabina. Entornando los ojos a causa de la luz, contempl el malecn

    nfrente. Un enjambre de hombres trajinaba alrededor de gigantescos contenedores. Los conducto

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    e las gras, encaramados en sus respectivas barquillas, dirigan un delicado ballet de plumas queuzaban sobre un inmenso carguero con destino a China. Zofia suspir: aun poniendo la me

    oluntad del mundo, no poda hacerlo todo sola. Tena muchos dones, pero no el de la ubicuidad.La bruma ya cubra el tablero del Golden Gate, cuyos pilares apenas sobresalan de la densa nu

    ue invada progresivamente la baha. En cuestin de instantes, la actividad portuaria tendra qaralizarse por falta de visibilidad. Zofia, preciosa con su uniforme de oficial encargada deeguridad, contaba con muy poco tiempo para convencer a los capataces sindicados de que ordena

    etenerse a los cargadores que trabajaban a destajo. Ojal hubiera sabido enfadarse! La vida de ombre debera tener prioridad sobre unas cuantas cajas cargadas deprisa y corriendo. Pero ombres no cambian as como as; de lo contrario, no habra habido necesidad de que ella estuvil.

    A Zofia le gustaba el ambiente que reinaba en los muelles de carga. Siempre tena muchas cosue hacer. Toda la miseria del mundo se daba cita a la sombra de los antiguos puertos francos. Lagabundos se instalaban all, apenas protegidos de las lluvias otoales, de los vientos helados queacfico arrastraba hacia la ciudad al llegar el invierno y de las patrullas de polica, poco amigas dentrarse en ese universo hostil en cualquier estacin.

    Manca, ordneles que paren!El hombre corpulento fingi no haberla odo. Estaba anotando el nmero de matrcula de

    ontenedor, que se elevaba hacia el cielo, en un gran bloc de notas que mantena apoyado contraentre.Manca, no me obligue a p resentar una denuncia! Use la radio y ordene que dejen de traba

    a! insisti Zofia. La visibilidad es inferior a ocho metros, y sabe perfectamente que debeaber tocado el silbato en cuanto ha bajado de diez.

    El capataz Manca firm la hoja y se la tendi a su joven ayudante. Con un gesto de la mano,

    dic que se alejara.No se quede aqu, est en una zona peligrosa. Cuando una carga se suelta, no perdona.S, pero no se suelta nunca. Manca, me ha odo? insisti Zofia.No tengo una mira lser en los ojos, que yo sepa! mascull el hombre, rascndose una orePero su mala fe es ms precisa que cualquier telmetro! No intente ganar tiempo. Cierre e

    uerto ahora mismo, antes de que sea demasiado tarde.Hace cuatro meses que trabaja aqu y nunca haba bajado tanto la productividad como desde

    egada. Va a encargarse usted de alimentar a las familias de mis compaeros cuando acabe

    mana?Un tractor estaba acercndose a la zona de descarga. El conductor no vea prcticamente nada yorquilla frontal evit p or los pelos chocar contra una batea.

    Vamos, aprtese. No ve que molesta?No soy yo quien molesta, es la niebla. Lo nico que t iene que hacer es pagar de otra form

    s cargadores. Estoy segura de que sus hijos se alegrarn ms de ver a su padre esta noche que obrar la prima del seguro de defuncin del sindicato. Dese prisa, Manca, dentro de dos minuamito una demanda judicial contra usted, e ir personalmente a los tribunales. El capataz mirofia antes de escupir en el agua. Se da cuenta? No se ven ni sus escupitajos! dijo ella.

    Manca se encogi de hombros, empu el walkie-talkie y se resign a ordenar el cese general

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    s actividades. Al cabo de un instante sonaron cuatro toques de bocina e inmediatamente se paralidanza de gras, elevadores, tractores y todo cuanto poda moverse en los muelles y a bordo de

    argueros. A lo lejos, en lo invisible, la sirena de niebla de un remolcador respondi al cese dectividad.

    Si seguimos parando tantos das, este puerto acabar por cerrar.No depende de m que llueva o haga sol, Manca. Yo me limito a evitar que sus hombres

    aten. Y no ponga esa cara, odio que estemos enfadados! Vamos, le invito a un caf y unos huev

    vueltos.Puede mirarme todo lo que quiera con sus ojos de ngel, pero se lo advierto, en cuantosibilidad llegue a diez metros, lo pongo todo en marcha otra vez.En cuanto pueda leer el nombre de los barcos en el casco. Venga, vamos!El Fishers Deli, la mejor taberna del puerto, ya estaba abarrotada. Siempre que haba niebla, l

    argadores se reunan all para compartir la esperanza de que el cielo se despejara y permitiera erder el da. Los ms veteranos estaban sentados al fondo de la sala. De p ie, en la barra, los jvee mordan las uas mientras trataban de distinguir por las ventanas la proa de un barco o la pluma na gra, primeros indicios de una mejora del tiempo. Tras las conversaciones de compromiso, tode ponan a rezar con un nudo en el estmago y el corazn en un puo. Para esos obreolivalentes, que trabajaban tanto de da como de noche sin quejarse jams del xido y de la sal qe les calaban hasta en las articulaciones, para esos hombres que ya no sentan las manos, cubiere gruesos callos, era terrible volver a casa con slo el puado de dlares de la garanta sindical enolsillo.

    En el bar haba un estruendo de cubiertos que entrechocaban, de vapor que sala silbando deafetera, de cubitos extrados de las bandejas Los cargadores, sentados en grupos de seis en ancos de escay, intercambiaban pocas palabras por encima del estrpito.

    Mathilde, la camarera de figura frgil, con un corte de pelo estilo Audrey Hepburn y una blusa chy, llevaba una bandeja tan cargada que las botellas parecan mantenerse en equilibrio por arte agia. Con el bloc de pedidos en el bolsillo del delantal, iba y vena de la cocina a la barra, del bas mesas, de la sala a la ventanilla del friegaplatos. Para ella, los das de bruma espesa er

    gotadores, pero dada su soledad cotidiana, los prefera a los tranquilos. Con sus generosas sonrisus miradas de reojo y sus rplicas mordaces, siempre acababa por levantar un poco la moral a ombres. La puerta se abri, ella volvi la cabeza y sonri; conoca perfectamente a la chica qstaba entrando.

    Zofia, mesa cinco! Date prisa, casi he tenido que subirme encima para guardrtela. Ensegus traigo caf.Zofia se sent en compaa del capataz, que continuaba refunfuando.

    Llevo cinco aos diciendo que instalen un alumbrado de tungsteno. Con eso ganaramos porenos veinte das de trabajo al ao. Adems, esas normas son una idiotez. Mis muchachos pued

    urrar perfectamente con una visibilidad de cinco metros, son todos profesionales.Por favor, Manca, los aprendices representan el treinta y siete por ciento de sus efectivos!Los aprendices estn aqu para aprender! Nuestro oficio se transmite de padres a hijos

    qu nadie juega con la vida de los dems! El carn de cargador se gana a pulso, y sirve igual ha

    uen o mal tiempo!

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    El rostro de Manca se dulcific cuando Mathilde los interrumpi para servirles, orgullosa depidez que haba llegado a alcanzar.

    Huevos revueltos con beicon para usted, Manca. T, Zofia, supongo que no quieres comada, como de costumbre. De todas formas, te traer un caf con leche, aunque tampoco te omars En fin, el pan, el ketchup, aqu lo tenis todo.

    Manca, con la boca ya llena, le dio las gracias. Mathilde le pregunt a Zofia, con voz vacilantesa noche tena algn compromiso. Zofia le respondi que pasara a buscarla cuando terminara

    abajar. La camarera, aliviada, desapareci en el tumulto del local, cada vez ms lleno. Desde el fone la sala, un hombre bastante corpulento se dirigi hacia la salida. Al llegar a la altura de su mesa,etuvo para saludar al capataz. Manca se limpi la boca y se levant para hablar con l.

    Qu haces por aqu?Lo mismo que t. He venido a comer los mejores huevos revueltos de la ciudad.Conoces a nuestra oficial de seguridad, la teniente Zofia?No tenemos el placer de conocernos lo interrumpi Zofia, levantndose.Entonces, le presento a mi viejo amigo el inspector George Pilguez, de la polica de S

    rancisco.La joven le tendi la mano al detective, que estaba mirndola, sorprendido, cuando el busca q

    ofia llevaba sujeto al cinturn comenz a sonar.Me parece que la llaman dijo Pilguez.Zofia examin el aparatito que llevaba en el cinturn. El piloto luminoso no paraba de parpade

    obre el nmero siete. Pilguez la observ sonriendo.Los suyos llegan hasta el siete? Entonces es que su trabajo debe de ser muy importante. L

    uestros no pasan del cuatro.Es la primera vez que se enciende ese piloto contest ella, desconcertada. Disclpenm

    ero tengo que dejarlos.Se despidi de los dos hombres, le hizo una sea a Mathilde, que no la vio, y se abri cam

    acia la puerta a travs de la multitud.Desde la mesa donde el inspector Pilguez haba ocupado su lugar, el capataz grit:

    No conduzca demasiado deprisa! Ningn vehculo est autorizado a circular con usibilidad de menos de diez metros!

    Pero Zofia no lo oy. Mientras iba corriendo hacia su coche, se subi el cuello de la cazadora iel. Nada ms cerrar la portezuela, hizo girar la llave de contacto y el motor arranc de inmediato.

    ord oficial empez a recorrer los muelles con la sirena en marcha. A Zofia no pareca molestarlepacidad de la niebla, cada vez ms intensa. Circulaba por aquel decorado espectral deslizndontre las patas de las gras, sorteando alegremente los contenedores y las mquinas paradas. astaron unos minutos para llegar a la entrada de la zona de actividad mercantil. En el puesto ontrol disminuy la velocidad a pesar de que, con el tiempo que haca, seguramente haba va liba barrera de rayas rojas y blancas estaba levantada. El vigilante del muelle 80 sali de la garita, p

    result imposible ver nada. Uno no vea ni su propia mano. Zofia suba por la calle Tercordeando la zona portuaria. Despus de atravesar todo el barrio chino, la calle doblaba por fin hacentro de la ciudad. Zofia conduca, imperturbable, por las calles desiertas. El busca son de nue

    Hago lo que puedo! protest en voz alta. No tengo alas y adems hay limitacin

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    elocidad!Apenas haba terminado de pronunciar la frase cuando un enorme rayo difundi un halo de l

    ulgurante en la bruma. Sigui un trueno de una violencia increble, que hizo temblar los cristalesdas las casas. Zofia abri los ojos como platos, sobresaltada, y apret un poco ms el acelerada aguja se movi ligeramente hacia la derecha. Aminor la marcha para atravesar la calle Market (o se distingua el color de los semforos) y se adentr en Kearny. Ocho manzanas separaban anofia de su destino, nueve si se resignaba a respetar el sentido de circulacin de las calles, cosa q

    n duda alguna hara.Una lluvia torrencial desgarraba el silencio en las oscuras calles, gruesas gotas se estrellabontra los cristales haciendo un ruido ensordecedor, los limpiaparabrisas resultaban intiles ppartar el agua. A lo lejos, tan slo la punta del ltimo piso de la majestuosa torre piramidal dransamerica Building asomaba por encima de la densa nube negra que cubra la ciudad.

    rrellanado en su asiento de primera clase, Lucas disfrutaba contemplando por el ojo de buey aqspectculo diablico pero de una belleza divina. El Boeing 767 daba vueltas sobre la baha de Srancisco, a la espera de una hipottica autorizacin para aterrizar. Lucas, impaciente, tamborilon los dedos sobre el busca que llevaba colgado del cinturn. El piloto nmero siete no cesaba arpadear. La azafata se acerc a l para decirle que lo apagara y pusiera el respaldo en posicertical, porque el aparato estaba realizando la maniobra de aproximacin.

    Pues djense de aproximaciones y tomen tierra de una puta vez! Tengo prisa!La voz del comandante son a travs de los altavoces: las condiciones meteorolgicas en tie

    an relativamente difciles, pero la escasa cantidad de queroseno que quedaba en los depsitos bligaba a aterrizar. Pidi a la tripulacin que se sentara y le indic a la jefa de cabina que se dirigie

    puesto de pilotaje. A continuacin colg el micro. La expresin forzada de la azafata de primase mereca un Oscar: ninguna actriz del mundo habra sabido desplegar la sonrisa Charlie Broue ella plantific en la comisura de sus labios. La anciana que estaba sentada al lado de Lucas, y qa no era capaz de controlar su miedo, lo agarr de la mueca. A Lucas le divirti la humedad de ano y el ligero temblor que la agitaba. Una serie de sacudidas, a cual ms violenta, zarande

    arlinga. El metal pareca sufrir tanto como los pasajeros. A travs del ojo de buey, se podan vscilar las alas del aparato, al mximo de la amplitud prevista por los ingenieros de Boeing.

    Por qu han llamado a la jefa de cabina? pregunt la anciana, al borde del llanto.

    Para que se tome un trago con el comandante contest Lucas, radiante. Asustada?Ms que eso, dira yo. Voy a rezar por nuestra salvacin!Ni se le ocurra! Es usted afortunada, as que conserve esa angustia. Es buensima para

    alud! La adrenalina lo limpia todo. Es el desatascador lquido del circuito sanguneo, y adems habajar al corazn. En estos momentos est ganando dos aos de vida! Veinticuatro meses de aboratis no son como para despreciarlos, aunque, por la cara que pone, los programas no deben de ada del otro mundo.

    La pasajera tena la boca demasiado seca para contestar y se enjug unas gotas de sudor deente con el dorso de la mano. Se le haba acelerado el corazn, le costaba respirar y una multitud

    strellitas le nublaba la vista. Lucas, divertido, le dio unas palmadas amistosas en la rodilla.

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    Si cierra los ojos muy fuerte, y se concentra, por supuesto, ver la Osa Mayor.Rompi a rer. Su vecina haba perdido el conocimiento y la cabeza le cay sobre el reposabrazpesar de las violentas turbulencias, la azafata se levant. Agarrndose como pudo a l

    ortaequipajes, avanz hacia la mujer desvanecida. Sac un frasquito de sales del bolsillo del delanabri y se lo puso a la anciana inconsciente bajo la nariz. Lucas la mir, todava ms divertido.Tenemos que disculpar a la abuela por no mantener el tipo, porque hay que reconocer que

    iloto no se anda con chiquitas. Parece que estemos en la montaa rusa. Oiga, dgame una cosa

    uedar entre nosotros, se lo prometo Esto de aplicarle a ella su remedio de vieja, es para curaral con el mal?Lucas no pudo reprimir otra carcajada. La jefa de cabina lo mir, indignada. A ella no le pare

    ada divertida la situacin y as se lo hizo saber.Una sacudida proyect a la azafata hacia la puerta de la cabina. Lucas le dirigi una amp

    onrisa y abofete sin contemplaciones a su vecina. sta se sobresalt y abri los ojos.Vaya, ha vuelto con nosotros! Menudo viajecito!, eh? Se inclin hacia su odo y susur

    : No se avergence. Mire a su alrededor, estn todos rezando, qu ridculo!La mujer no tuvo tiempo de contestar. Entre el ruido ensordecedor de los motores, el avi

    cababa de tomar tierra. El piloto invirti el impulso de los reactores y el agua azot violentamentearlinga. Finalmente, el aparato se detuvo. Los pasajeros aplaudan a los pilotos o juntaban las manara dar las gracias a Dios por haberlos salvado. Lucas, exasperado, se desabroch el cinturn eguridad, alz los ojos al cielo, mir el reloj y se encamin hacia la puerta delantera.

    a lluvia haba arreciado. Zofia aparc el Ford junto a la acera que bordeaba la torre y baj la visel parabrisas para dejar a la vista una pequea insignia con las siglas CIA. Sali corriendo bajo

    haparrn, rebusc en los bolsillos y meti en el parqumetro la nica moneda que encontr. Despuuz la explanada, pas por delante de las tres puertas giratorias por las que se acceda al vestburincipal del majestuoso edificio piramidal y lo rode. El busca vibr de nuevo y Zofia alz los ocielo.Lo siento, pero el mrmol mojado es muy resbaladizo! Todo el mundo lo sabe, salvo qui

    s arquitectosEn el ltimo piso de la torre, muchas veces decan en broma que la diferencia entre los arquitec

    Dios era que Dios no se consideraba arquitecto.

    Zofia avanz junto a la pared del edificio hasta llegar a una placa de un color ms claro y apona mano sobre ella. En la fachada se desplaz un panel. La joven entr e inmediatamente el paolvi a su sitio.

    ucas haba bajado del taxi y caminaba con paso decidido por la explanada que Zofia haba dejars haca unos instantes. En el lado opuesto de la misma torre, apoy la mano sobre la piedra, igue ella. Una placa, en este caso ms oscura que las dems, se desliz y Lucas entr en el ala oeel Transamerica Building.

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    ofia no haba tenido ninguna dificultad para acostumbrarse a la penumbra del corredor. Sicodos ms adelante, accedi a un amplio vestbulo con las paredes de granito blanco desde el queevaban tres ascensores. La altura hasta el techo era vertiginosa. Nueve globos monumentales, tode tamaos diferentes y colgados de cables cuyos puntos de sujecin no se vean, difundan una palina.

    Cada visita a la sede de la Agencia era para ella una fuente de asombro. Decididamente, msfera que reinaba en aquel lugar era inslita. Salud al conserje, que estaba detrs del mostrad

    se haba levantado.Buenos das, Pedro, cmo est?El afecto de Zofia por el que vigilaba desde siempre el acceso a la Central era sincero. Todos l

    cuerdos que tena de su paso por las ansiadas puertas estaba asociado a su presencia. Acaso noeba a l el clima apacible y tranquilizador que, pese al intenso trnsito, reinaba en la Entrada de

    Morada? Ni siquiera los das de gran afluencia, cuando cientos de personas se agolpaban en uertas, Pedro permita el desorden y los empujones. La sede de la CIA no habra sido la misma presencia de aquel ser ponderado y atento.Mucho trabajo ltimamente dijo Pedro. La esperan. Si desea cambiarse, debo de tener

    ave del vestuario en alguna parte. Un segundo Se puso a rebuscar en unos cajones y murmu: Hay tantas! A ver, dnde la he puesto?

    No tengo tiempo, Pedro! dijo Zofia, caminando apresuradamente hacia el prtico guridad.

    La puerta acristalada se abri. Zofia se dirigi al ascensor de la izquierda, pero Pedro le seon un dedo la cabina exprs del centro, la que llevaba directamente al ltimo piso.

    Est seguro? pregunt ella, sorprendida.Pedro asinti con la cabeza al tiempo que las puertas se abran y el sonido de una campan

    botaba en las paredes de granito. Zofia se qued paralizada unos segundos.Dese prisa, y que tenga un buen da le dijo l con una sonrisa afectuosa.Las puertas se cerraron tras ella y la cabina se elev hacia el ltimo piso de la CIA.

    n el ala opuesta de la torre, el nen del viejo montacargas chisporroteaba y la luz fluctu unegundos. Lucas se ajust la corbata y se estir la chaqueta. Las rejas acababan de abrirse.

    Un hombre vestido con un traje idntico al suyo se acerc inmediatamente para recibirlo. S

    rigirle la palabra, le seal con gesto adusto los asientos de la sala de espera y volvi a sentaetrs de su mesa. El perro pastor con aspecto de cancerbero que dorma atado a sus pies levant rpado, se lami los belfos y cerr de nuevo el ojo. Un hilo de baba cay sobre la moqueta negra.

    a recepcionista haba acompaado a Zofia hasta un mullido sof y le ofreci las revistas extendidobre una mesa de centro. Antes de regresar a su mostrador, le asegur que no tardaran en iruscarla.

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    n el mismo momento, Lucas cerr una revista y consult su reloj. Eran casi las doce de la maae desabroch la correa y se lo puso al revs para no olvidar ponerlo en hora cuando se marchalgunas veces, en la Oficina, el tiempo se detena, y Lucas no soportaba la falta de puntualidad.

    ofia reconoci a Miguel en cuanto apareci al fondo del pasillo, y el rostro se le ilumin en el acl cabello gris siempre un poco enmaraado, las patas de gallo que le alargaban las facciones y aqresistible acento escocs (algunos afirmaban que lo haba copiado de sir Sean Connery, del que noerda ninguna pelcula) le daban un aire elegante que la edad no alteraba. A Zofia le encantaba

    orma que tena su padrino de pronunciar las eses, pero todava le chiflaba ms el hoyuelo que seormaba en la barbilla cuando sonrea. Desde su llegada a la Agencia, Miguel era su mentor, su eterodelo. l haba acompaado todos sus pasos a medida que haba ido subiendo los escalones derarqua y siempre se las haba arreglado para que en su expediente no figurase nada negativo.

    uerza de pacientes lecciones y de atenciones abnegadas, siempre haba realzado las valioualidades de su protegida: la gran generosidad de Zofia, su ingenio y la vivacidad de su alma sincompensaban sus legendarias rplicas, que a veces sorprendan a sus compaeros. En cuanto aorma en ocasiones poco ortodoxa que tena de vestirse, all todo el mundo saba perfectamenteesde haca mucho tiempo, que el hbito no hace al monje.

    Miguel siempre haba apoyado a Zofia porque, desde el mismo momento de su admisin, la haentificado como un miembro de elite, y siempre se haba esforzado para que ella no se enteraadie se habra atrevido a discutir sus puntos de vista; se le reconoca por su autoridad natural,rudencia y su devocin. Desde la noche de los tiempos, Miguel era el nmero dos de la Agencia

    razo derecho del gran Jefe, a quien all arriba todo el mundo llamaba Seor.Miguel, con un expediente bajo el brazo, lleg a la altura de Zofia, que se levant para darle

    eso.Me alegro de verte. Has sido t quien me ha mandado llamar?S, bueno, no exactamente. Espera aqu dijo Miguel. Vendr a buscarte.Pareca tenso, cosa impropia de l.

    Qu ocurre?Ahora no, ya te lo explicar ms tarde. Y t, hazme el favor de tirar ese caramelo antes de

    La recepcionista no le dej tiempo para acabar su consejo; lo esperaban. Se adentr en el pasillaso rpido y volvi la cabeza para tranquilizar a Zofia con la mirada. A travs del tabique, ya s fragmentos de la enconada conversacin que se desarrollaba en el gran despacho.Ah, no, en Pars no! Estn continuamente en huelga Sera demasiado fcil para ti, h

    anifestaciones casi a diario No insistas Llevan as mucho tiempo, en consecuencia dudo qayan a cambiar ahora para complacernos.

    Un breve silencio anim a Miguel a levantar la mano para llamar a la puerta, pero interrumpiesto al or la voz del Seor aadir en un tono ms fuerte:

    Asia y frica tampoco!

    Miguel acerc los nudillos a la puerta, pero su mano se detuvo a unos centmetros porque la v

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    olvi a subir de tono, y esta vez retumb hasta en el pasillo.Texas ni hablar! Por qu no en Alabama, ya puestos?Hizo otro intento con el mismo xito, aunque la voz se haba apaciguado.

    Qu te parece aqu? Despus de todo, no es mala idea Nos evitar desplazamientiles, y con el tiempo que hace que competimos por este territorio Voto por San Francisco!

    El silencio indic que haba llegado el momento. Zofia sonri tmidamente a Miguel mientras ntraba en el despacho del Seor. La puerta se cerr tras l y Zofia se volvi hacia la recepcionista.

    Est nervioso, no?S, desde la salida del sol occidental contest la chica sin comprometerse.Por qu?Aqu oigo muchas cosas, pero aun as no estoy al corriente de los secretos del Seor

    dems, ya conoce las normas: no puedo decir nada. No quiero perder el puesto.A costa de grandes esfuerzos, consigui guardar silencio algo ms de un minuto. Luego aadi:

    Esto que quede entre nosotras, pero le puedo asegurar que no es el nico que est tenso. RafGabriel se han pasado toda la noche occidental trabajando, y a la hora del crepsculo orient

    Miguel se ha reunido con ellos. Debe de tratarse de algo muy grave.A Zofia le diverta el extrao vocabulario de la Agencia. Aunque era posible pensar en horas

    quel lugar, cuando cada huso del globo tena la suya? Cada vez que ella haca algn comentanico, su padrino le recordaba que la proyeccin universal de las actividades de la Central y versidades lingsticas de su personal justificaban determinadas expresiones y otros usos. Estarohibido, por ejemplo, ut ilizar nmeros para identificar a los agentes de Inteligencia. El Seor haegido a los primeros miembros de su directiva nombrndolos, y la tradicin haba perdurado. Ptimo, unas reglas sencillsimas, muy alejadas de las ideas preconcebidas que se tenan en la Tiercilitaban la coordinacin operativa y jerrquica de la CIA. Siempre se identificaba a los ngeles p

    n nombre.Porque as era como funcionaba desde la noche de los tiempos la casa de Dios, tambin llama

    ENTRAL DE INTELIGENCIA DE LOS NGELES.

    l Seor caminaba arriba y abajo con las manos cruzadas tras la espalda y el semblante preocupae vez en cuando, se detena para mirar por las grandes ventanas de la habitacin. Abajo, el grue

    olchn de nubes impeda entrever la ms mnima parcela de tierra. La inmensidad azul bordeaba

    entanal de dimensiones infinitas. Lanz una mirada enfurecida a la mesa de reuniones, que cubrastancia en sentido longitudinal. El desmesurado tablero se extenda hasta el tabique del despacontiguo. El Seor se volvi hacia la mesa y apart una pila de expedientes. Todos sus gestelataban la impaciencia que intentaba controlar.

    Todo esto est viejo! Viejo y polvoriento! Quieres que te diga lo que pienso? Que esandidatos estn decrpitos! Cmo quieres que ganemos as?

    Miguel se haba quedado junto a la puerta y avanz unos metros.Todos son agentes seleccionados por su ConsejoEso, hablemos de mi Consejo! Menuda falta de ideas! Siempre repitiendo las mism

    arbolas El Consejo ha envejecido! Cuando eran jvenes, tenan miles de ideas para mejorar

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    undo, pero ahora casi estn resignados.Pero no han perdido sus cualidades, Seor.Yo no las cuestiono, pero mira en qu situacin nos encontramos!Su voz se haba elevado, haciendo temblar las paredes de la estancia. Lo que ms tema Mig

    an los accesos de clera de su jefe. Eran rarsimos, pero hasta entonces sus consecuencias habdo devastadoras. Bastaba mirar por la ventana el tiempo que haca en la ciudad para adivinar de qumor estaba en ese momento.

    Las soluciones del Consejo han hecho progresar realmente a la humanidad en los ltimempos? prosigui el Seor. No hay motivos para echar las campanas al vuelo, verdad? A easo, nuestra influencia ser menor que el simple roce del ala de una mariposa, la Suya y la Maadi, sealando la pared del fondo de la habitacin. Si los eminentes miembros de mi asambubieran demostrado un poco ms de modernidad, no tendra que aceptar un reto tan absurdo! Pe

    apuesta ya est hecha, as que necesitamos algo nuevo, original, brillante y, sobre todo, creativHa empezado una nueva campaa, y lo que est en juego es la suerte de esta casa, qu demonios!

    Se oyeron tres golpes en el tabique que separaba el despacho de la estancia contigua. El Seir la pared, irritado, y se sent en un extremo de la mesa. Luego mir a Miguel con expresialiciosa.Ensame lo que llevas bajo el brazo!Su fiel adjunto se acerc, confuso, y dej ante l una carpeta de cartulina. El Seor la abri y pa

    s primeras hojas. La mirada se le ilumin, y las arrugas de la frente revelaban el creciente inters cue lea. Pas el ltimo separador y examin atentamente la serie de fotografas adjuntas.

    Rubia, abstrada en una calle del viejo cementerio de Praga; morena, corriendo por los canalesan Petersburgo; pelirroja, atenta bajo la torre Eiffel; con el pelo corto en Rabat, largo y suelto oma, rizado en la plaza de Europa de Madrid, ambarino en las callejuelas de Tnger. Y siemp

    ncantadora. De frente o de perfil, su rostro era sencillamente angelical. El Seor seal con expresiquisitiva la nica foto en la que Zofia llevaba los hombros descubiertos; un pequeo detalle habrado su atencin.

    Es un dibujo se apresur a decir Miguel, cruzando los dedos. Un diminuto par de ana coquetera sin importancia, un tatuaje Un poco moderno quiz? No importa, se puede borr

    Ya veo que son unas alas mascull el Seor. Dnde est? Cundo puedo verla?Est esperando fuera.Pues hazla pasar!

    Miguel sali del despacho y fue a buscar a Zofia. Por el camino, le hizo una serie comendaciones. Zofia iba a reunirse con el gran Jefe, y el acontecimiento era lo bastante excepcioara que su padrino se pusiera nervioso si se encontrase en su lugar Zofia deba comportaurante toda la entrevista. Se limitara a escuchar, salvo si el Seor haca una pregunta y no dabaismo la respuesta. Estaba prohibido mirarlo a los ojos. Miguel hizo una pausa para recobrariento y prosigui:

    Recgete el pelo y mantente erguida. Ah, y otra cosa: si tienes que hablar, acaba todas ases diciendo Seor. Miguel mir a Zofia y sonri. Olvida lo que acabo de decirte y s isma. Al fin y al cabo, es lo que prefiere. Por eso he propuesto tu candidatura, y no me cabe du

    e que tambin por eso l ya te ha elegido. Estoy agotado, ya no tengo edad para esto.

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    Elegido para qu?Ahora lo sabrs. Vamos, respira hondo y entra, es tu gran da Y tira ese chicle de una vezZofia no pudo evitar hacer una reverencia.

    on su rostro profundamente marcado, sus manos sublimes, su corpulencia y su voz grave, Dios s impresionante an de lo que ella haba podido imaginar. La joven desliz discretamente el chi

    asta colocarlo debajo de la lengua y sinti que un indescriptible estremecimiento le recorraspalda. El Seor la invit a sentarse. Puesto que, segn su padrino (saba que as era como llamabMiguel), Zofia era uno de los agentes mejor cualificados de su Morada, se dispona a confiarle

    isin ms importante de la Agencia desde su creacin. La mir e inmediatamente ella baj la cabeMiguel te entregar los documentos y las instrucciones necesarios para el perfecto desarro

    e las operaciones, cuya responsabilidad ser exclusivamente tuyaNo poda cometer ningn error y tena el tiempo contado para lograr el objetivo: siete das.Demuestra imaginacin, talento. Por lo que s, posees innumerables aptitudes. Ah, y debes

    umamente discreta. Tambin s que eres muy eficaz.Bajo su direccin, ninguna operacin haba expuesto tanto a la Agencia. A veces, ni siquiera

    ismo saba cmo se haba dejado arrastrar hasta el extremo de aceptar aquel increble reto.Aunque s, creo que lo s aadi.Teniendo en cuenta la gravedad de lo que haba en juego, slo informara a Miguel y, en caso

    ecesidad extrema o de falta de disponibilidad por su parte, a l. Lo que el Seor iba a revelarle aho deba salir nunca de all. Abri el cajn y puso ante ella un manuscrito en el que haba dos firml texto detallaba las disposiciones de la singular misin que la esperaba:

    Las dos potencias que rigen el orden mundial no han dejado de enfrentarse desde la noche de los tiempos. Anteevidencia de que ninguna llega a influir de acuerdo con su voluntad en el destino de la humanidad, cada unaellas se declara neutralizada por la otra para lograr la realizacin perfecta de su visin del mundo

    El Seor interrumpi a Zofia en su lectura para comentar:Desde el da en que la manzana se le qued atravesada en la garganta, Lucifer se opone a q

    eje la Tierra en manos del hombre. No ha parado de intentar demostrarme que mi criatura no gna de ello.

    Le indic que continuara y Zofia retom la lectura:

    Todos los anlisis polticos, econmicos y climticos indican que la Tierra se est convirtiendo en un infierno.

    Miguel le explic a Zofia que el Consejo haba rebatido esta conclusin prematura de Luciduciendo que la situacin actual era el resultado de su rivalidad permanente, la cual supona un freara la expresin de la autntica naturaleza humana.

    Era demasiado pronto para pronunciarse; lo nico seguro era que el mundo ya no funcionaba men. Zofia prosigui:

    La nocin de humanidad difiere radicalmente segn el punto de vista de uno u otro. Tras eternas discusion

    hemos aceptado la idea de que el advenimiento del tercer milenio debera consagrar una era nueva, libre de nuestantagonismos. De norte a sur, de este a oeste, ha llegado el momento de sustituir nuestra convivencia forzada

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    un modo operativo ms eficaz

    Esto no poda seguir as dijo el Seor. Zofia observaba los lentos movimientos de las manue acompaaban su voz. El siglo veinte ha sido demasiado duro. Adems, al ritmo que van osas, vamos a acabar por perder del todo el control, tanto l como Yo. Y eso es intolerable, est ego nuestra credibilidad. La Tierra no es lo nico que existe en el universo; todo el mundo me mos lugares santos estn llenos de preguntas, pero la gente encuentra cada vez menos respuestas.

    Miguel miraba el techo, incmodo. Tosi, y el Seor invit a Zofia a seguir.

    Para garantizar la legitimidad de aquel a quien incumba regir la Tierra en el transcurso del prximo milenio, hemos lanzado un ltimo reto cuyos trminos figuran descritos a continuacin:

    Enviaremos entre los hombres, durante siete das, al que consideremos nuestro mejor agente. El que resulte mcapaz de arrastrar a la humanidad hacia el bien o hacia el mal obtendr la victoria para su bando, preludio defusin de nuestras instituciones. El poder para administrar el nuevo mundo corresponder al vencedor.

    El manuscrito estaba firmado por Dios y por el Diablo.Zofia levant lentamente la cabeza. Quera leer de nuevo el texto desde el principio p

    omprender el origen del documento que tena en las manos.Es una apuesta absurda dijo el Seor, un tanto confuso, pero lo hecho, hecho est.La joven mir el pergamino. El Seor comprendi el estupor que delataban sus ojos.

    Considera este escrito una clusula de mi testamento. Yo tambin me hago viejo. Es la primez que estoy impaciente, as que arrglatelas para que el tiempo pase deprisa aadi, mirando pventana. Pero no olvides lo limitado que es Siempre lo ha sido, sa fue mi primera concesin

    Miguel le hizo una sea a Zofia: haba que levantarse y salir de la habitacin. Ella obedecmediatamente. Al llegar a la puerta, no pudo evitar volverse.

    SeorMiguel contuvo la respiracin. Dios volvi la cabeza hacia Zofia y el rostro de sta se ilumin.

    Gracias dijo.Dios le sonri.

    Siete das para una eternidad Confo en ti!La mir salir de la habitacin.Ya en el pasillo, Miguel empezaba a respirar con normalidad cuando oy que la voz grave

    amaba. Dej a Zofia, dio media vuelta y entr de nuevo en el despacho. El Seor frunci

    ntrecejo.El trozo de goma que ha pegado debajo de la mesa es de fresa, verdad?No cabe duda de que es de fresa, Seor respondi Miguel.Otra cosa. Cuando haya terminado su misin, te agradecer que te encargues de hacer que

    uite ese dibujito del hombro antes de que a todo el mundo le d por ponerse uno. Nunca se estalvo de las modas.

    Por supuesto, Seor.Una pregunta: cmo sabas que la elegira?Porque hace ms de dos mil aos que trabajo con usted, Seor!

    Miguel cerr la puerta a su espalda. Cuando el Seor estuvo solo, se sent en un extremo de

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    rga mesa, mir fijamente la pared que tena enfrente y carraspe para anunciar con voz clarauerte:

    Estamos a punto!Nosotros tambin! contest en tono burln la voz de Lucifer.

    ofia esperaba en una salita. Miguel entr y se acerc a la ventana. A sus pies, el cielo esta

    espejndose; unas colinas emergan de la capa nubosa.Date prisa, no tenemos tiempo que perder, debo prepararte.Se sentaron alrededor de una mesa redonda, en una esquina. Zofia hizo partcipe a Miguel de

    quietud.Por dnde tengo que empezar una misin como sta, padrino?Partes con cierta desventaja, querida Zofia. Miremos las cosas de cara: el mal se ha vue

    niversal, y casi tan invisible como nosotros. T juegas en posicin de defensa, mientras quedversario es el que ataca. Primero tendrs que identificar las fuerzas que l coaligue contra ocaliza el lugar donde va a intentar operar. Quiz sea conveniente que lo dejes actuar primeroespus combatas sus proyectos lo mejor que puedas. Hasta que no lo hayas neutralizado, ndrs oportunidad de poner en prctica un gran plan. Tu nica baza es el conocimiento del terrenasualmente, han escogido San Francisco como teatro de operaciones.

    ucas, balancendose en la silla, acababa de leer el mismo documento ante la mirada atenta de residente. A pesar de que los estores estaban bajados, Lucifer no se haba quitado las oscuras gafe sol que ocultaban su mirada. Todos sus allegados saban que la ms tenue claridad le irritaba

    os, quemados mucho tiempo atrs por una intensa radiacin.Rodeado de los miembros de su gabinete, que se haban sentado alrededor de la mesa

    roporciones desmesuradas (se extenda hasta el tabique que separaba la inmensa sala del despacdyacente), el Presidente comunic a los miembros del Consejo que se levantaba la sesin. El grupncabezado por el director de comunicacin, un tal Blaise, se dirigi hacia la nica puerta de salida.residente se qued sentado y le hizo una sea a Lucas indicndole que se acercara. Cuando estuvu lado, lo invit a inclinarse hacia l y le murmur al odo algo que nadie ms oy. Una vez fuera espacho, Blaise se reuni con Lucas y lo acompa hasta los ascensores.

    Por el camino, le entreg varios pasaportes, dinero y un manojo de llaves de coche, y agelante de sus narices una tarjeta de crdito de color platino.Cuidado con las notas de gastos! No abuse!Con un gesto rpido y brusco, Lucas se apoder del rectngulo de plstico y renunci a estrech

    mano ms pegajosa de toda la organizacin. Blaise, acostumbrado a ello, se frot las palmas conpantaln y escondi torpemente las manos en los bolsillos. Disimular era una de las especialidad

    el individuo que haba alcanzado ese puesto, no por competencia, sino por toda la trapacera ypocresa que el deseo de ascender puede producir. Blaise felicit a Lucas y le dijo que habilizado toda su influencia para favorecer su candidatura. Lucas no concedi el menor crdito a s

    alabras; consideraba a Blaise un incompetente, al que haban confiado la responsabilidad de

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    omunicacin interna exclusivamente por razones de parentesco.Lucas ni siquiera se tom la molestia de cruzar los dedos cuando prometi informar regularme

    Blaise de los progresos de su misin. En el seno de la organizacin para la que trabajaba, engaar medio ms seguro de que disponan los directores para perpetuar su poder. Llegaban incluso

    entirse entre s para complacer al Presidente. El responsable de comunicacin suplic a Lucas qdijera lo que el Presidente le haba susurrado al odo. ste lo mir con desprecio y se despidi.

    ofia le bes la mano a su padrino y le asegur que no lo decepcionara.Le pregunt si poda confiarle un secreto. Miguel asinti con la cabeza. Tras un instante

    acilacin, la joven le confes que el Seor tena unos ojos increbles, que nunca haba visto nada tzul.

    A veces cambian de color, pero no puedes decirle a nadie lo que has visto en ellos.Ella lo prometi y sali al pasillo. Miguel la acompa hasta el ascensor. Justo antes de que

    uertas se cerraran, le susurr en un tono de complicidad:Le has parecido encantadora.Zofia se sonroj. Miguel fingi no haberse dado cuenta.

    Para ellos, este reto quiz no sea sino un maleficio ms, pero para nosotros es una cuestinupervivencia. Todos confiamos en ti.

    Unos instantes despus, Zofia cruz de nuevo el gran vestbulo. Pedro ech un vistazo a antallas de control: haba va libre. La puerta camuflada en la fachada volvi a deslizarse y Zoali a la calle.

    n el mismo momento, Lucas sala por el otro lado de la torre. Un ltimo rayo atraves el cielo ajos, por encima de las colinas de Tiburon. Lucas par un taxi, el vehculo se detuvo ante l yven mont.

    En la acera de enfrente, Zofia corra hacia su coche; una agente de trfico estaba ponindole uulta.Buenos das, qu tal est? le dijo Zofia a la mujer de uniforme.La polica volvi lentamente la cabeza a fin de asegurarse de que Zofia no estaba burlndose

    la.

    Nos conocemos? pregunt la agente Jones.No, no creo.La agente, dubitativa, mordisqueaba el bolgrafo observando a Zofia. Arranc la multa del bloc.

    Y usted? Est bien? dijo mientras la colocaba bajo el limpiaparabrisas.No tendr por casualidad un chicle de fresa? pregunt Zofia, apoderndose del papel.No, de menta.Zofia rechaz cortsmente el paquete que le ofreca y abri la portezuela del coche.

    No quiere negociar la multa?No, no.

    Sabe que, desde principios de ao, los conductores de vehculos oficiales tienen que pagar

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    ultas de su bolsillo?S dijo Zofia, lo he ledo en algn sitio. Despus de todo, es bastante lgico.En el colegio se sentaba siempre en la primera fila? pregunt la agente Jones.Francamente, no me acuerdo Ahora que lo dice, creo que me sentaba cada vez en un sitio.Est segura de que se encuentra bien?Esta noche habr una puesta de sol esplndida, no se la p ierda. Debera ir a verla en fami

    esde Presidio Park, el espectculo ser magnfico. La dejo, tengo muchsimo trabajo dijo Zo

    ubiendo al coche.Cuando el Ford se alej, la agente not que un ligero estremecimiento le recorra la espalda. uard el bolgrafo en el bolsillo y sac el telfono mvil. Dej un largo mensaje en el buzn de ve su marido. Le pregunt si poda empezar el servicio media hora ms tarde; ella hara todoosible por regresar ms temprano. Le propona dar un paseo por Presidio Park a la cada del sera excepcional, se lo haba dicho una empleada de la CIA! Aadi que lo quera y que, desde qnan horarios distintos, no haba encontrado el momento de decirle lo mucho que lo echaba enos. Unas horas ms tarde, mientras haca unas compras para un picnic improvisado, ni se d

    uenta de que el paquete de chicles que haba metido en el carrito no era de menta.

    ucas, atrapado en los embotellamientos del barrio financiero, hojeaba una gua turstica. Pensaraue pensara Blaise, la envergadura de su misin justificaba un aumento de sus notas de gastos, odo que le dijo al conductor que lo dejara en Nob Hill. Una suite en el Fairmont, el famoso hoteljo de la ciudad, sera perfecta. El vehculo tom la calle California a la altura de Grace Cathedra

    vanz bajo la majestuosa marquesina del hotel hasta detenerse delante de la alfombra de terciopojo con ribetes dorados. El mozo de equipajes intent hacerse con su maletn, pero l le lanz u

    irada que lo mantuvo a distancia. Sin dar las gracias al portero, que haba empujado la pueratoria para que pasara, se acerc al mostrador de recepcin. La recepcionista no encontrabastro de su reserva. Lucas levant la voz y tach a la joven de intil. Inmediatamente aparecisponsable del servicio. Le tendi a Lucas una llave magntica y, en un obsequioso tono clienfcil, se deshizo en disculpas, esperando que una habitacin de categora suite superior le hicividar las ligeras molestias causadas por una empleada incompetente. Lucas tom la tarjeta y pid

    ue no se le molestara bajo ningn concepto. Hizo ademn de ponerle discretamente un billete enano, que imaginaba igual de hmeda que la de Blaise, y se dirigi apresuradamente hacia el ascens

    l responsable de la recepcin dio media vuelta con las manos vacas y cara de enfado. scensorista pregunt amablemente a su radiante pasajero si haba tenido un buen da.Y a ti qu te importa? repuso Lucas, saliendo de la cabina.

    ofia aparc el coche junto a la acera. Subi la escalera de entrada de la casita victoriana situadaacific Heights, abri la puerta y se cruz con su casera.

    Me alegro de que hayas vuelto de viaje dijo la seora Sheridan.Pero si slo he estado fuera de casa desde esta maana!

    Seguro? Crea que anoche no estabas. Bueno, ya s que sigo metindome en lo que no

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    mporta, pero no me gusta que la casa est vaca.Volv tarde y usted ya estaba durmiendo. Tena un poco ms de trabajo que de costumbre.Trabajas demasiado. A tu edad, y con lo guapa que eres, deberas pasar las noches con

    migo.Tengo que subir a cambiarme, Reina, pero pasar a verla antes de marcharme, lo prometo.La belleza de Reina Sheridan no se haba ajado con el tiempo. Tena una maravillosa voz, dulce

    rave, y su mirada luminosa delataba una vida intensa de la que slo conservaba los buen

    cuerdos. Era una de las primeras mujeres que haban recorrido el mundo como reporteras. Laredes de su saln oval estaban cubiertas de fotos amarillentas, de rostros del pasado qestiguaban sus numerosos viajes y encuentros. All donde sus colegas haban tratado de fotografexcepcional, Reina haba captado lo corriente porque tena lo que para ella era ms preciado

    portunidad del momento.Cuando las piernas le impidieron viajar, se retir a su casa de Pacific Heights. All haba nacido

    e all haba salido el 2 de febrero de 1936, el da que cumpli veinte aos, para embarcar en arguero con destino a Europa. Ms adelante haba regresado y vivido su nico amor, durante xcesivamente breve perodo de felicidad.

    Desde entonces, Reina haba vivido sola en aquella gran casa, hasta el da que public un anunor palabras en el San Francisco Chronicle. Soy su nueva compaera de piso, haba dicho Zofonriendo, cuando apareci en su puerta la misma maana que sali el anuncio. Aquella actitecidida haba seducido a Reina, de modo que su inquilina se haba mudado esa misma noche y, conanscurso de las semanas, haba cambiado la vida de una mujer que actualmente reconoca alegrae haber renunciado a su soledad. A Zofia le encantaba terminar la velada en compaa de su caseuando no llegaba demasiado tarde, distingua a travs del cristal de la puerta de entrada el rayo z que atravesaba el recibidor; as era como la seora Sheridan formulaba siempre su invitacin. C

    excusa de asegurarse de que todo iba bien, Zofia asomaba la cabeza por la puerta. Sobre la alfomaba un gran lbum de fotos abierto, y en un cuenco finamente cincelado trado de frica, unozos de bizcocho. Reina esperaba sentada en su silln, frente al olivo plantado en el patntonces Zofia entraba, se tumbaba en el suelo y empezaba a pasar las pginas de uno de bumes de viejas tapas de piel que abarrotaban las estanteras del saln. Sin apartar jams la mirael olivo, Reina comentaba una por una las ilustraciones.

    Zofia subi al primer piso, hizo girar la llave de sus habitaciones, empuj la puerta con un pieej el llavero sobre la consola. Se quit la chaqueta en la entrada, la camisa en el saloncito y

    antalones mientras cruzaba el dormitorio. Entr en el cuarto de bao y abri al mximo los grifosducha; las tuberas comenzaron a hacer ruido y no pararon hasta que Zofia dio un golpe seco enave. El agua se desliz por sus cabellos. Por la pequea claraboya a travs de la cual se vean jados que descendan hasta el puerto, entraba el sonido de las campanas de Grace Cathedral, q

    nunciaban las siete de la tarde.Las siete ya! exclam.Sali del cuarto de bao, que ola agradablemente a eucalipto, y volvi al dormitorio. Abri

    opero y se qued dudando entre un jersey ajustado sin mangas y una camisa demasiado grande pla, unos pantalones de algodn y sus viejos tejanos. Al final opt por los tejanos y la camisa y

    ubi las mangas. Se colg el busca del cinturn y se dirigi a la entrada mientras se calzaba un

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    apatillas de deporte dando saltitos para no tener que agacharse. Tom las llaves, decidi dejar entanas abiertas y baj la escalera.

    Esta noche volver tarde. Nos veremos maana. Si necesita cualquier cosa, llmeme al busde acuerdo?

    La seora Sheridan mascull una letana que Zofia saba interpretar perfectamente. Algo omo: Trabajas demasiado, hija. Slo se vive una vez.

    Y era verdad. Zofia trabajaba continuamente en la causa de los dems, sin descansar, sin ha

    quiera una pequea pausa para comer o beber, pues los ngeles no necesitan alimentarse jams. Puy generosa e intuitiva que fuera, Reina no poda imaginar absolutamente nada de lo que a la propofia le costaba llamar su vida.

    odava se oa el sptimo toque de las pesadas campanas. Grace Cathedral, en la cima de Nob Huedaba enfrente de las ventanas de la suite de Lucas. ste chup con deleite un hueso de polastic el crujiente cartlago y se levant para limpiarse las manos en las cortinas. Se puso

    haqueta, se mir en el gran espejo que destacaba sobre la chimenea y sali de la habitacin. Bajajestuoso tramo de escalera que conduca al vestbulo y le dirigi una sonrisa burlona a cepcionista, que agach la cabeza en cuanto lo vio. Bajo la marquesina, un botones pamediatamente un taxi y Lucas se subi sin darle propina. Le apeteca un bonito coche nuevo y

    nico lugar de la ciudad donde encontrarlo un domingo era en el puerto mercante, pues quedabuchos modelos aparcados despus de que los hubieran desembarcado de los cargueros. Le dijoxista que lo llevara al muelle 80 All podra robar uno que satisficiera sus gustos.

    Deprisa, se me hace tarde! le dijo al taxista.El Chrysler enfil la calle California hacia la parte baja de la ciudad. Le bastaron apenas si

    inutos para atravesar el barrio de los negocios. En todos los cruces, el taxista intentaba usar el be notas y renunciaba a hacerlo refunfuando; todos los semforos se ponan en verde y le impednotar el destino de la carrera, tal como la ley le obligaba a hacer. Cualquiera dira que lo hacenropsito, mascull en el sexto cruce. Por el retrovisor, vio la sonrisa de Lucas al tiempo queptimo semforo le daba paso libre.

    Cuando llegaron a la entrada de la zona portuaria, un denso vapor sali por la rejilla del radiad tras unos estertores, se par.Slo me faltaba esto! exclam el taxista.

    No le pago la carrera dijo Lucas en un tono cortante. No hemos llegado a destino.Sali y dej la portezuela abierta. Antes de que el taxista pudiera reaccionar, un giser de agxidada que escapaba del radiador levant el cap del coche.

    La junta de la culata, to! Ya puedes despedirte del motor! grit Lucas mientras se alejabAl llegar a la garita, le ense al guardia una placa de identificacin y la barrera de rayas rojas

    ancas se levant. Camin con decisin hasta el aparcamiento. All vio un Chevrolet Camescapotable que le pareci sublime y cuya cerradura forz sin dificultad. Se sent al volante, escogna de las llaves del llavero que llevaba colgado del cinturn y unos segundos despus arranvanz con el coche por la calle central sin sortear ninguno de los charcos que se haban formado

    s baches; de este modo, consigui salpicar todos los contenedores que haba a ambos lados y ha

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    ue las matrculas resultaran ilegibles.Al final de la calle, puso el freno de mano de golpe; el coche patin de lado hasta detenerse a un

    entmetros de la cristalera del Fishers Deli, la taberna del puerto. Lucas se ape, subi los trscalones de madera de la entrada silbando y empuj la puerta.

    La sala estaba casi vaca. Normalmente, los obreros iban a tomar un trago despus de una larrnada de trabajo, pero aquel da trataban de recuperar las horas perdidas a causa del mal tiempsa noche acabaran muy tarde, aunque deban resignarse a dejar las mquinas a los equipos de noc

    ue no tardaran en llegar.Lucas se sent a una mesa y mir a Mathilde, que estaba secando vasos detrs de la barra. ven, azorada por su extraa sonrisa, acudi enseguida a tomarle nota. Lucas no tena sed.

    Algo de comer? pregunt la camarera.Slo si ella lo acompaaba. Mathilde declin amablemente el ofrecimiento; tena prohib

    entarse en la sala durante el horario de trabajo. Lucas dispona de todo el tiempo del mundo, no teambre y se propona invitarla a otro lugar, pues se le pareca terriblemente vulgar.

    Mathilde se senta incmoda, ya que el encanto de Lucas distaba mucho de dejarla indiferente. quella parte de la ciudad, la elegancia abundaba tan poco como en su vida. Desvi la mirada mient

    la observaba con sus ojos difanos.Es usted muy amable murmur. En ese momento oy dos breves toques de claxon.

    uedo, precisamente esta noche he quedado para cenar con una amiga. Es ella la que acaba de tocaaxon para avisarme. Tal vez en otra ocasin.

    Zofia entr jadeando y se acerc a la barra, donde Mathilde, recuperado el aplomo, ocupaba uevo su puesto.

    Perdona, llego tarde, pero es que he tenido un da de locos dijo Zofia, sentndose en burete.

    Una decena de hombres pertenecientes a los equipos de noche entraron en el establecimientoue contrari mucho a Lucas. Uno de los cargadores se detuvo a la altura de Zofia y le dijo quencontraba encantadora sin uniforme. Ella le agradeci el cumplido y se volvi hacia Mathivantando los ojos al cielo. La atractiva camarera se inclin hacia su amiga para pedirle que mirscretamente al cliente de la chaqueta negra que estaba sentado al fondo de la sala.Visto. Olvdalo!Ya estamos! murmur Mathilde.Mathilde, tu ltima aventura estuvo a punto de costarte la vida, de manera que si esta v

    uedo evitar que te metas en algo peorNo s por qu dices eso.Porque lo que he visto es peor.Y se puede saber qu has visto?Una mirada deliberadamente turbulenta.Oye, oye, no dispares tan rpido! Ni siquiera te haba odo cargar el revlver!

    Tardaste seis meses en desintoxicarte de todas las mierdas que tu barman de OFarrell[2]tegenerosidad de compartir contigo. Quieres desaprovechar tu segunda oportunidad? Tienes

    abajo, un sitio donde vivir, y ests limpia desde hace diecisiete semanas. Es que quieres rechora?

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    Mi sangre no est limpia.Ten un poco de paciencia y tmate la medicacin.Ese tipo parece de lo ms simptico.S, como un cocodrilo delante de un solomillo!Lo conoces?No lo haba visto en mi vida.Entonces, por qu haces ese juicio tan apresurado?

    Confa en m, tengo un sexto sentido para estas cosas.Zofia se sobresalt al or la voz grave de Lucas y notar su aliento en la nuca.Ya que haba quedado en pasar la velada con su deliciosa amiga, sea generosa y acepte u

    vitacin comn a una de las mejores mesas de la ciudad. En mi descapotable cabemerfectamente los tres.

    Tiene usted mucha intuicin: no hay nadie ms generoso que Zofia dijo Mathilde, confiann que su amiga se adaptara a la situacin.

    Zofia se volvi con la intencin de darle las gracias y despedirlo, pero qued inmediatamerapada por los ojos que la miraban. Los dos se miraron largamente, incapaces de decir nada. Luctent hablar, pero de su garganta no sali ningn sonido. Escrutaba en silencio las facciones

    quel rostro femenino tan turbador como desconocido. Ella, que se haba quedado sin una gota aliva en la boca, acerc una mano a la barra y busc a tientas algo de beber. Un cruce de gestrpes hizo volcar el vaso, que rod por la barra de cinc, cay al suelo y se hizo aicos. Zofia

    gach para recoger con precaucin tres trozos de cristal; Lucas se inclin con intencin de ayudarecogi cuatro ms. Cuando se incorporaron, siguieron mirndose.

    Mathilde los haba observado a ambos y dijo, irritada:Voy a barrer!

    Qutate el delantal y vmonos. Es tardsimo repuso Zofia apartando la mirada.Salud a Lucas con un gesto de cabeza y arrastr sin contemplaciones a su amiga hasta la calle.

    egar al aparcamiento, apret el paso. Despus de haberle abierto la puerta a Mathilde, subioche, arranc y sali como una exhalacin.

    Pero qu te pasa? pregunt M athilde, desconcertada.A m? Nada de nada.Mathilde hizo girar el retrovisor central.

    Mrate la cara y reptemelo.

    El coche circulaba deprisa por el puerto. Zofia abri la ventanilla y un aire helado invaditerior del vehculo. Mathilde se estremeci.Ese hombre es terriblemente grave murmur Zofia.A ver, los conozco altos, bajos, guapos, feos, delgados, gordos, peludos, imberbes, calvos

    ero graves, la verdad, me has dejado de una pieza.Entonces, confa en m. Ni yo misma s cmo calificarlo. Es un hombre t riste, y parece

    ormentado Nunca habaPues con lo que te gustan las almas en pena, es el candidato perfecto para ti. Seguro q

    cabas con una pequea herida en el ventrculo izquierdo!

    No seas custica!

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    Desde luego, esto es el mundo al revs. Te pido una opinin imparcial sobre un hombre que arece que est para comrselo, t ni siquiera lo miras pero lo pones de vuelta y media, y cuando pn te dignas volver la cabeza, clavas los ojos en los suyos como una ventosa que quisiera desembozlavabo de mi cuarto de bao. Y despus de todo eso, resulta que no tengo derecho a ser custica.T no has notado nada, Mathilde?

    S, ya que insistes, que ola a p erfume Habit Rouge, y como slo lo venden en Macys [3], ea que eso era ms bien una buena seal.

    No te has dado cuenta del aspecto tan sombro que tena?Mathilde se ajust la parka en torno al cuello y respondi:

    Bueno, vale, llevaba una chaqueta un poco oscura, pero de corte italiano y de cachemir de slos!No me refiero a eso.Quieres que te diga una cosa? Estoy segura de que no es de los que se ponen calzoncil

    orrientes y molientes.Mathilde sac un cigarrillo y lo encendi. Baj su ventanilla y expuls una larga columna

    umo que sali por la abertura.Puestos a morir de una neumona! exclam. En fin, perdona que insista, pero halzoncillos y calzoncillos.

    No has escuchado ni una sola palabra de lo que he dicho! repuso Zofia, preocupada.Te imaginas qu corte para la hija de Calvin Klein ver el nombre de su padre escrito en let

    andes cuando un hombre se desnuda delante de ella?Lo habas visto antes? pregunt Zofia, imperturbable.Quizs en el bar de Mario, pero no puedo asegurrtelo. En aquella poca, las noches que v

    aro eran bastante escasas.

    Pero eso se ha acabado, lo has dejado atrs dijo Zofia.T crees en la sensacin de dj-vu?Es posible. Por qu?Hace un momento, en el bar, cuando se te ha escapado el vaso de las manos, he tenido

    nsacin de que caa a cmara lenta.Tienes el estmago vaco. Voy a llevarte a cenar a un restaurante asitico repuso Zofia.Puedo hacerte otra pregunta?Claro.

    No tienes nunca fro?Por qu lo dices?Porque tengo la sensacin de que soy una esquimal. Por lo que ms quieras, sube

    entanilla!El Ford circulaba en direccin a la antigua chocolatera de la calle Ghirardelli. Tras unos minu

    e silencio, Mathilde conect la radio y contempl la ciudad. En el cruce de la avenida Colombus yalle Bay el puerto desapareci de su vista.

    Tendra la amabilidad de retirar la mano para que pueda limpiar la barra?

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    El dueo del Fishers Deli haba sacado a Lucas de su ensimismamiento.PerdnHay cristales debajo de su mano. Se va a cortar.No se preocupe por m. Quin era?Una chica atractiva, cosa que no abunda por aqu.S, por eso me gusta tanto el barrio repuso Lucas con la misma sequedad. No

    ontestado a mi pregunta.

    La que le interesa es mi empleada? Lo siento, pero no doy informacin sobre el personendr que volver y preguntrselo usted mismo; maana a las diez estar otra vez aqu.Lucas dio un puetazo sobre la barra de cinc. Los fragmentos de cristal saltaron por los aires y

    ropietario del establecimiento dio un paso atrs.Su camarera me importa un comino! Conoce a la chica que se ha ido con ella? dijo LucasEs amiga suya y t rabaja en la seguridad del puerto. Es lo nico que le puedo decir.Lucas le arrebat al hombre el pao que llevaba colgando de la cintura del pantaln y se frot c

    la palma de la mano, que no presentaba ni un solo rasguo. Luego lo arroj al cubo de la basura qstaba detrs de la barra.

    El patrn del Fishers Deli frunci el entrecejo.No te p reocupes, to dijo Lucas, mirando su mano intacta. Es lo mismo que andar so

    scuas, t iene truco. Todo tiene un truco.A continuacin se dirigi hacia la salida. Una vez fuera, se quit una esquirla que se le ha

    uedado entre el ndice y el pulgar.Se encamin hacia el descapotable, se inclin por encima de la portezuela y quit el freno

    ano. El coche que haba robado se desliz lentamente hacia el borde del muelle y cay al mar. uanto la rejilla del radiador se sumergi en el agua, una sonrisa casi tan intensa como la de un ni

    umin el rostro de Lucas.Para l, el momento en que el agua entraba por la ventanilla (que l siempre tena la precaucin

    ejar entreabierta) e inundaba el vehculo era un momento de puro goce. Pero lo que ms le gustaan las burbujas que salan del tubo de escape justo antes de que cesara la combustin; estallaban superficie con un blup-blup irresistible.

    Cuando la muchedumbre se congreg para ver cmo desaparecan los faros traseros del Camn las turbias aguas del puerto, Lucas ya caminaba lejos de all con las manos en los bolsillos.

    Creo que acabo de encontrar una perla nica murmur mientras se alejaba. Se

    ndiabladamente raro que no ganara.

    ofia y Mathilde estaban cenando frente a la baha, ante el inmenso ventanal que daba a la caeach. Nuestra mejor mesa, haba precisado el matreeuroasitico, con una sonrisa que dejabaescubierto absolutamente toda su prominente dentadura. La vista era magnfica. A la izquierda,olden Gate, orgulloso de sus ocres, rivalizaba en belleza con el Bay, el puente plateado construin ao antes. Delante de ellas, los mstiles de los veleros se balanceaban suavemente en el pueeportivo, protegidos de la violencia del oleaje. Caminos de grava dividan las extensiones de csp

    ue llegaban hasta el borde del mar. Los paseantes nocturnos los recorran disfrutando de la agrada

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    mperatura de principios de otoo.El camarero deposit sobre la mesa dos ccteles de la casa y un plato de pan de gambas.

    Regalo de la casa dijo, mientras les daba sendas cartas.Mathilde le pregunt a Zofia si era cliente habitual. Le pareca demasiado caro para una mode

    mpleada pblica. Zofia respondi que el dueo las invitaba.Le has perdonado alguna multa?Le hice un favor hace unos meses. En realidad, fue una insignificancia repuso Zofia, un tan

    onfusa.Tus insignificancias me resultan un poco sospechosas. Qu clase de favor le hiciste?Zofia haba visto al propietario del establecimiento una noche en los muelles de carga. Camina

    or all en espera de que le autorizaran a retirar de la aduana un envo de vajilla procedente de ChinLa tristeza de su mirada haba atrado la atencin de Zofia, que haba temido lo peor al ve

    clinarse al borde del agua salobre y quedarse mirndola fijamente un buen rato. Entonces se habcercado a l y entablado conversacin; el hombre haba acabado contndole que su mujer quebandonarlo despus de cuarenta y tres aos de matrimonio.

    Qu edad tiene su mujer? pregunt M athilde, intrigada.Setenta y dos aos.Y hay gente que a los setenta y dos aos piensa en divorciarse? pregunt Mathil

    primiendo con mucho esfuerzo la risa.Si tu marido lleva cuarenta y tres aos roncando, es una idea en la que puedes pensar muy

    enudo. Yo dira que incluso todas las noches.Y uniste de nuevo a la pareja?Lo convenc de que se operara prometindole que no le haran ningn dao. Los homb

    oportan tan mal el dolor fsico!

    Crees que se habra tirado de verdad?Ya haba tirado la alianza!Mathilde levant la mirada y se qued fascinada por el techo del restaurante, totalmente decora

    on vidrieras de Tiffanys que daban a la sala cierto aire de catedral. Zofia, que comparta su opinisirvi un p oco ms de pollo.

    Su amiga, intrigada, se pas una mano por el pelo.Es verdad esa historia de los ronquidos?Zofia la mir y no pudo contener la risa.

    No!Ah! Entonces, qu celebramos? pregunt Mathilde levantando la copa.Zofia le habl vagamente de un ascenso que le haban comunicado esa misma maana. No,

    ambiara de destino y tampoco le subiran el sueldo, pero no haba que reducirlo todoonsideraciones materiales. Si Mathilde tena la amabilidad de dejar de rerse, quiz pudiera explicaue algunas tareas aportan mucho ms que dinero o autoridad: una forma sutil de realizaciersonal. El poder que uno adquira sobre s mismo en beneficio y no en detrimento de ems poda resultar muy gratificante.

    As sea! dijo Mathilde, riendo.

    Desde luego, ta, est claro que contigo todava me queda mucho por pasar repuso Zo

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    ontrariada.Mathilde sostena la botella de sake para llenar los dos vasos cuando, en cuestin de segundos

    emblante de Zofia se transform. sta asi a su amiga de la mueca y prcticamente la levant della.

    Sal de aqu! Corre, ve hacia la salida! grit.Mathilde se qued paralizada. Los clientes de la mesa contigua, igual de sorprendidos, miraro

    ofia, que vociferaba girando sobre s misma, como al acecho de una amenaza invisible.

    Salgan todos, salgan lo ms deprisa que puedan y aljense de aqu, rpido!Todos la miraban, dudosos, preguntndose qu demonios estaba sucediendo. El gerente del loe acerc a Zofia con las manos juntas, en un gesto de splica, para que la joven a la que considerana amiga dejara de perturbar el orden de su establecimiento. Zofia lo agarr enrgicamente por ombros y le suplic que hiciera evacuar la sala de inmediato. Le pidi que confiara en ella, que uestin de segundos. Liu Tran no era ningn sabio, pero su instinto nunca le haba fallado. Dio dalmadas secas y pronunci unas palabras en cantons que bastaron para animar un ballet amareros decididos. Los hombres con chaqueta blanca tiraron hacia atrs de las sillas de omensales y guiaron con presteza a stos hacia las tres salidas del establecimiento.

    Liu Tran permaneci en medio de la sala. Zofia lo arrastr del brazo hacia una de las salidas, pse resisti al ver a Mathilde, petrificada a unos metros de ellos. La joven no se haba movido.Yo saldr el ltimo dijo Liu, en el mismo momento que un ayudante de cocina apareca en

    omedor corriendo y gritando.Inmediatamente se produjo una explosin de una violencia inusitada. La onda expansiva hizo c

    monumental araa, que se estrell contra el suelo. El mobiliario pareca ser aspirado a travs ran ventanal, cuyos cristales pulverizados se diseminaban por la calzada. Miles de esquirlas rojerdes y azules llovan sobre los escombros. El humo gris y acre que inundaba el comedor se elev

    spesas columnas por la fachada. Al rugido que acompa al cataclismo, sucedi un silencsfixiante. Abajo, Lucas, despus de aparcar, subi la ventanilla del coche que haba robado una hontes. Le horrorizaba el polvo y todava ms que las cosas no sucedieran como l haba previsto.

    Zofia apart el aparador macizo que le haba cado encima. Se frot las rodillas y pas por encime un trinchero volcado. Observ el desorden que haba a su alrededor. Bajo el armazn de la grmpara, desprovista de todos sus adornos, yaca el restaurador respirando con dificult

    ntrecortadamente. Zofia se precipit hacia l. El hombre gema, destrozado por el dolor. La sangflua a sus pulmones y, cada vez que inspiraba, le comprima un poco ms el corazn. A lo lejos,

    renas de los bomberos se propagaban por las calles de la ciudad.Zofia le suplic a Liu que resistiera.No tiene usted precio dijo el anciano chino sonriendo.Ella le tom la mano. Liu estrech la suya y se la acerc al pecho, que silbaba como un neumt

    inchado. Pese a su estado, sus ojos eran capaces de leer la verdad. Hizo acopio de sus ltimuerzas para murmurar que, gracias a Zofia, no senta ninguna inquietud. Saba que, sumido enueo eterno, no roncara. Ri, lo que le provoc un acceso de tos.

    Qu suerte para mis futuros vecinos! Le deben mucho!Un flujo de sangre brot de su boca y le resbal por la mejilla para ir a fundirse con el rojo de

    fombra. La sonrisa se le congel.

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    Creo que debera ocuparse de su amiga, no la he visto salir.Zofia mir a su alrededor, pero no vio ni rastro de Mathilde ni de ningn otro cuerpo.

    Junto a la puerta, bajo la vitrina dijo Liu, tosiendo de nuevo.Zofia se incorpor. Liu la retuvo asindola de la mueca y clav los ojos en los suyos.

    Cmo lo ha sabido?Zofia contempl al hombre; los ltimos rayos de vida escapaban de sus iris dorados.

    Lo comprender dentro de unos instantes.

    Una inmensa sonrisa ilumin el rostro de Liu y todo su ser se apacigu.Gracias por esta muestra de confianza.sas fueron las ltimas palabras del seor Tran. Sus pupilas se contrajeron hasta hacerse

    equeas como la punta de una aguja, parpade y su rostro se abandon sobre la palma de la mae su ltima clienta. Zofia le acarici la frente.

    Perdneme por no acompaarlo dijo, apoy ando suavemente en el suelo la cabeza inerte staurador.

    Se levant, apart una pequea cmoda que estaba patas arriba y se dirigi hacia el gran mueolcado. Empuj con todas sus fuerzas para levantarlo y descubri a Mathilde, inconsciente, con ran trinchante de patos clavado en la pierna izquierda.

    El haz de la linterna del bombero barri el suelo; se oa el crujido de sus pasos al pisar lascotes. Se acerc a las dos mujeres e inmediatamente sac el emisor-receptor de la funda qevaba colgada al hombro para comunicar que haba encontrado dos vctimas.

    Slo una! lo corrigi Zofia.Mejor dijo un hombre que vesta americana negra y escrutaba desde lejos los escombros.El jefe de bomberos se encogi de hombros.

    Debe de ser un agente federal. Ahora llegan prcticamente antes que nosotros cuando

    roduce una explosin refunfu, colocando una mascarilla de oxgeno sobre el rostro de Mathi. Tiene una pierna fracturada aadi, dirigindose a un miembro de su equipo que se ha

    unido con ellos. Est inconsciente. Avisa a los servicios paramdicos para que la evacunseguida. Luego seal el cuerpo de Tran. Y ese de all cmo est?

    Demasiado tarde! respondi el hombre trajeado desde el otro extremo de la sala.Zofia tena a Mathilde entre los brazos y trataba de ahogar la tristeza que le ataba un nudo en

    arganta.Toda la culpa es ma. No tendra que haberla trado aqu. M ir el cielo por la ventana he

    icos; el labio inferior le temblaba. Otra vez no! Poda conseguirlo, iba por buen camiabamos acordado dejar pasar unos meses antes de tomar una decisin. La palabra hay qumplirla!

    Los dos camilleros que se haban acercado a ella le preguntaron, desconcertados, si se encontraen. Zofia los tranquiliz con un simple gesto de la cabeza. Le ofrecieron oxgeno, pero lo rechantonces le rogaron que se apartara; ella retrocedi unos pasos y los dos hombres colocaron

    Mathilde en una camilla y se dirigieron de inmediato a la salida. Zofia avanz hasta lo que quedael ventanal sin apartar los ojos del cuerpo de su amiga, que desapareci en la ambulancia. Lrbellinos de girofaros rojos y naranjas de la unidad 02 se fundieron con el sonido de la sirena que

    ejaba hacia el hospital M emorial de San Francisco.

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    No se sienta culpable. Estar en el peor lugar, en el peor momento, es algo que puede sucedecualquiera. Es el destino!

    Zofia se sobresalt. Haba reconocido la voz grave de la persona que intentaba consolarla de odo tan torpe. Lucas se acercaba a ella frunciendo el entrecejo.Qu hace usted aqu? pregunt la joven.Crea que el jefe de bomberos ya se lo haba dicho contest l, quitndose la corbata. Y como todo parece indicar que se trata de una explosin de gas normal y corriente en

    ocina o, en el peor de los casos, de un delito, el amable agente federal podr irse a su casa y deabajar a los policas. Los terroristas no tienen ningn motivo para cazar patos a la naranja!La voz tan cascada como hosca del inspector de polica haba interrumpido su conversacin.

    Con quin tenemos el honor de hablar? pregunt Lucas en un tono irnico que delatabaritacin.

    Con el inspector Pilguez de la polica de San Francisco le respondi Zofia.Me alegro de que esta vez me haya reconocido! dijo Pilguez, haciendo caso omiso de

    resencia de Lucas. Si tenemos oportunidad, me encantara que me explicara el numerito de eaana.No quera que tuviramos que decir en qu circunstancias nos conocimos contest Zofia

    a sabe, para proteger a Mathilde. Los chismes se difunden ms deprisa que la bruma en los muellConfi en usted dejndola salir antes de lo previsto, as que le agradecera que hiciera lo mis

    onmigo. En la polica, el tacto no est forzosamente prohibido. Dicho esto, en vista del estado dehica, tal vez habramos hecho mejor dejando que cumpliera su pena.

    Bonita definicin del tacto, inspector! dijo Lucas, despidindose de los dos. Atravesbertura donde yacan los restos de la monumental doble puerta cuyo traslado desde Asia habostado una fortuna y, ya desde la calle, le dijo a Zofia antes de montar en su vehculo: Lo sien

    or su amiga.El Chevrolet negro desapareci unos segundos ms tarde en el cruce con la calle Beach.Zofia no poda aclararle nada al inspector. Tan slo un terrible presentimiento la haba empuja

    insistir para que todos salieran del local. Pilguez le coment que sus explicaciones resultaban nto superficiales, teniendo en cuenta el nmero de vidas que acababa de salvar. Zofia no tena nas que aadir. Quizs haba percibido inconscientemente el olor de gas que escapaba por el falcho de la cocina. Pilguez protest: en los ltimos aos, los casos enrevesados en los que hafluido de una u otra manera el inconsciente tenan una desagradable tendencia a perseguirlo.

    Avseme cuando haya acabado la investigacin. Necesito saber qu ha pasado.El inspector la autoriz a marcharse. Zofia fue a buscar su coche. El parabrisas estaba rajado yarrocera marrn recubierta de un polvo gris absolutamente uniforme. De camino hacia urgencias,uz con varios coches de bomberos que continuaban acudiendo al lugar del siniestro. Estacionord, atraves el aparcamiento y entr en el edificio. Una enfermera acudi a su encuentro yform de que estaban atendiendo a Mathilde. Zofia le dio las gracias y se sent en uno de

    ancos vacos de la sala de espera.

    ucas toc dos veces el claxon con impaciencia. El guardia, sentado dentro de la garita, puls

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    otn sin apartar la mirada de la pequea pantalla; los Yankees iban ganando por bastante diferenca barrera se levant y el Chevrolet avanz con las luces apagadas hasta el borde del muelle. Lucaj la ventanilla y tir el cigarrillo. Puso la palanca del cambio de marchas en punto muerto y sael vehculo con el motor encendido. Apoyando un pie en el parachoques trasero, dio justo mpulso necesario para que el coche se deslizara hacia delante y cayera al agua. Contempl la esceon las manos en jarras, encantado. Cuando la ltima burbuja de aire hubo estallado, dio media vue

    camin alegremente en direccin al aparcamiento. Un Honda verde oliva pareca espera

    recisamente a l. Forz la cerradura, levant el cap, arranc la alarma y la arroj lejos. Se instalontempl, con escaso entusiasmo, el interior de plstico. Sac el manojo de llaves y escogi la queareci ms adecuada. El motor arranc de inmediato con un sonido agudo.

    Un japons verde, lo que hay que ver! mascull mientras quitaba el freno de mano.Lucas mir el reloj; al ver que iba con retraso, aceler. Sentado en una plataforma de amarre,

    agabundo llamado Jules se encogi de hombros mientras miraba alejarse el coche. Un ltimo bluri en la superficie.

    Saldr de sta?Era la tercera vez que la voz de Lucas la sobresaltaba esa noche.

    Espero que s respondi ella, mirndolo de arriba abajo. Quin es usted exactamente?Lucas. Lo siento y me alegro a la vez dijo, tendindole la mano.Era la primera vez que Zofia notaba el peso del cansancio. Se levant y se acerc a la mquina

    af.Quiere uno?No tomo caf contest Lucas.

    Yo tampoco dijo ella, contemplando la moneda de veinte cntimos mientras la haca girar hueco de la mano. Qu hace aqu?Lo mismo que usted. He venido a ver cmo est su amiga.Por qu? pregunt Zofia, guardndose la moneda en el bolsillo.Porque tengo que redactar un informe y, de momento, en la casilla vctimas he puesto la c

    As que vengo a verificar si debo corregir la informacin o no es necesario. Me gusta hacer lformes el mismo da; me horroriza el retraso.Saba que no andaba desencaminada!

    Debera haber aceptado mi invitacin a cenar. Si lo hubiese hecho, ahora no estaramos aqu.Ya entiendo por qu ha dicho antes lo del tacto. Es usted un experto en la materia!Tardar en salir del quirfano. Un trinchante de patos causa muchos destrozos cuando se cl

    n un muslo humano. Van a necesitar horas para coser todo eso. Me permite que la lleve aafetera de enfrente?

    No, no se lo permito.Como quiera. Esperaremos aqu. Es ms desagradable, pero si lo prefiere En fin qu

    amos a hacer!Estaban sentados uno de espaldas al otro desde haca ms de una hora cuando el cirujano apare

    or fin al final del pasillo. No hizo chascar los guantes de ltex (los cirujanos tenan la costumbre

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    uitrselos al salir del quirfano y echarlos a los cubos dispuestos a tal efecto). M athilde estaba fue peligro: la arteria no se haba visto afectada, el escner no mostraba ninguna seal de traumatismaneal y la columna vertebral estaba intacta.

    Mathilde tena dos fracturas no desplazadas una en una pierna y la otra en un brazo yaban dado unos puntos de sutura. Estaban escayolndola. No poda descartarse que hubiera alguomplicacin, pero el mdico era optimista. No obstante, deseaba que permaneciera en repobsoluto durante las siguientes horas. Le pidi a Zofia que avisara a sus allegados de que no se

    ermitira recibir ninguna visita hasta la maana siguiente.Eso est hecho dijo ella. Soy la nica.Le dio a la responsable de la planta el nmero de su busca. Al salir, pas por delante de Lucas

    n dirigirle una mirada, lo inform de que no tendra que hacer un tachn en su informe. Lueesapareci. Lucas la alcanz en el aparcamiento desierto mientras ella buscaba las llaves.

    Si pudiera dejar de sobresaltarme, le estara muy agradecida dijo Zofia.Creo que hemos empezado con mal pie dijo Lucas en voz baja.Empezado qu? replic Zofia.Lucas dud antes de responder:

    Digamos que a veces soy un p oco directo en mi lenguaje, pero me alegro sinceramente de qu amiga haya salido de sta.

    Bueno, por lo menos hemos compartido algo hoy. No hay nada imposible! Y ahora, si tieneondad de dejarme abrir la puerta

    Y si furamos a compartir tambin una taza de caf? Por favorZofia permaneci en silencio.

    Lo borro! prosigui Lucas. Usted no toma y yo tampoco. Qu le parece un zumoaranja? Justo aqu enfrente los hacen buensimos.

    Por qu tiene tantas ganas de beber algo conmigo?Porque acabo de llegar a la ciudad y no conozco a nadie. He pasado tres aos muy solo

    ueva York, lo que no tiene nada de original. La Gran M anzana me ha vuelto poco elocuente, p estoy decidido a cambiar.

    Zofia inclin la cabeza y escrut a Lucas.Est bien, volver a empezar dijo ste. Olvide Nueva York, mi soledad y todo lo dem

    o s por qu tengo tantas ganas de tomar algo con usted. En realidad, me da igual tomar algo o e lo que tengo ganas es de conocerla. Ya est, le he dicho la verdad. Sera una buena accin por

    arte decir ahora que s.Zofia mir el reloj y dud unos segundos. Luego sonri y acept la invitacin. Cruzaron la callentraron en el Krispy Kreme. El pequeo local ola a pastas recin hechas; una bandeja de buuecababa de salir del horno. Se sentaron junto a la cristalera. Zofia no comi nada, pero mir perplejucas, que engull siete buuelos con azcar glaseado en menos de diez minutos.

    Por lo que veo, de todos los pecados capitales, la gula no le ha traumatizado lo ms mnimojo en tono jocoso.Todo eso de los pecados es ridculo repuso l chupndose los dedos, trucos de mon

    Un da sin buuelos es peor que un da con sol!

    No le gusta el sol? le pregunt Zofia, sorprendida.

  • 8/13/2019 Siete Dias Para Una Eternidad - Marc Levy

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    Pues claro! Me encanta! Produce quema