Sidney, esa diva

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24 horas en... Zaragoza El alternativo barrio de la Magdalena, arte en la lonja renacentista y copas en el Tubo Una ruta nada británica Europa se esconde en Londres: ‘pastéis’ portugueses, un bar polaco, ‘goulash’ y más Una ciudad playera y amable. La Ópera convertida en un icono popular. Una ciudad playera y amable. La Ópera convertida en un icono popular. Un viaje relámpago hasta Australia en el que el buen rollo compensa el ‘jet lag’ Un viaje relámpago hasta Australia en el que el buen rollo compensa el ‘jet lag’ 5 Sidney, esa diva Sidney, esa diva 10 Balneario para un estudio biométrico Trato de deportista de élite en Las Caldas Villa Termal a las afueras de Oviedo 8 www.elpais.com/elviajero La Ópera de Sidney, obra del arquitecto danés Jorn Utzon. / Bob Stefko El Viajero 09.03.12 El Viajero 09.03.12 Número 698 Número 698

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Artículo sobre sydney en el viaje de El Pais

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12 EL PAÍS EL VIAJERO 09.03.12

24 horas en...Zaragoza

El alternativo barriode la Magdalena, arteen la lonja renacentistay copas en el Tubo

Una rutanada británicaEuropa se escondeen Londres: ‘pastéis’portugueses, un barpolaco, ‘goulash’ y más

Una ciudad playera y amable. La Ópera convertida en un icono popular.Una ciudad playera y amable. La Ópera convertida en un icono popular.Un viaje relámpago hasta Australia en el que el buen rollo compensa el ‘jet lag’Un viaje relámpago hasta Australia en el que el buen rollo compensa el ‘jet lag’

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Sidney, esa divaSidney, esa diva

10Balneario para unestudio biométricoTrato de deportista deélite en Las Caldas VillaTermal a las afuerasde Oviedo

8www.elpais.com/elviajero

La Ópera de Sidney, obra del arquitectodanés Jorn Utzon. / Bob Stefko

El Viajero 09.03.12El Viajero 09.03.12Número 698Número 698

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Ariadna Cantis

Viajar a Australia es someterse atodos los tópicos imaginables delviajero: un insuperable jet lag trasun viaje de más de 30 horas de

vuelo con dos escalas, una en Londres pa-ra cambiar de aeronave y una escala técni-ca en Singapur (uno de los aeropuertosmás grandes del mundo, en el que suspasillos de amplias dimensiones enmo-quetados con motivos florales están flan-queados de tiestos de flores naturales queparecen artificiales), para aterrizar literal-mente al otro lado del mundo.

Llegar a una ciudad desconocida en lamañana de un domingo supone recorrersus calles vacías, solo alteradas a las puer-tas de algún after. Una llegada melancóli-ca en la que desde el taxi buscamos refe-rencias, la postal tantas veces imaginada,sin encontrarla. Un pequeño hotel nos re-cibe con las puertas abiertas y las habita-ciones no disponibles hasta las 15.00, loque aumenta el mal humor.

Día 1Después de un pequeño descanso, nos lan-zamos a la calle para conocer Sidney. Op-tamos por un recorrido a pie desde KingCross en dirección al Real Jardín Botáni-co, bajando por una calle donde se insta-lan las tiendas de alquiler de caravanas,coches transformables en casitas rodantesextensibles o ampliables, una completaoferta para la visita de jóvenes surferos omochileros del mundo que se adentran enel territorio australiano utilizando el estilocámping como única posibilidad de aloja-miento. Tras atravesar una serie de peque-ños parques llegamos al Botánico, dondeen uno de sus lados nos sorprende por suubicación una piscina al borde del mar.Desde allí observamos la ciudad, rodeadade sinuosas y múltiples entradas de mar,una auténtica ciudad paisaje cuidada, ver-de y hermosa.

Sigue un sinuoso recorrido entre árbo-les de grandes dimensiones, hasta que lle-gamos a un pequeño mirador en el que las

parejas se hacen la foto de boda. Al fondo,la Ópera de Sidney. Es un momento mági-co en el que la escala del edificio es menorde lo que esperamos, y nos sorprende laforma en la que la gran obra se instala enel paisaje y en el perfil arquitectónico de laciudad. El paseo bordea el agua hasta quellegamos a las puertas de la gran Ópera.Antes descubrimos una terraza con vistasal puente de Sidney, en la que descansa-mos, mesas y sillas estratégicamente colo-cadas para observar y ser observado mi-rando hacia el barrio más antiguo de laciudad: The Rocks.

Las dos playas de Sidney, una al norte yotra al sur, son Manly y Bondi. A la prime-ra se accede en barco desde el puerto, y aBondi, en autobús urbano. Para el primerdía, el trayecto en barco es una opciónsugerente, un viaje de 20 minutos que nospermite ver la Ópera desde el agua y enten-der así cómo el Jardín Botánico hace lasveces de zócalo verde de la ciudad. Al lle-gar a Manly, se accede a la gran playacaminando entre surferos de todas las eda-des, deportistas, bicicletas y niños, un au-téntico desfile de bañadores y chanclashasta llegar a la bahía donde la arena seconvierte en perfecto soporte para unasiesta en la que no sabemos qué hora es,dónde estamos ni adónde vamos… Inten-tamos inútilmente no calcular la hora deMadrid.

De regreso a la ciudad por la tarde, laÓpera iluminada desde el agua nos dejasin palabras. Imaginamos los largos añosde su construcción, los desvelos de su au-tor, el arquitecto danés Jorn Utzon, y unahistoria plagada de enfrentamientos bruta-les que se han convertido en tan legenda-rios como el propio edificio. La estructurade su cubierta, de complejas formasgeométricas, brilla con los últimos rayosde sol y dibuja la imagen icónica de laciudad: la espectacular silueta formadapor bóvedas de diferentes tamaños cubier-tas de azulejos de color blanco brillante.

El día termina en la AMP Tower, latorre de comunicaciones de 309 metrossituada en pleno distrito de negocios delcentro y desde la que se ve el atardecer

sobre la ciudad. Proyectada por DonaldCrone y construida entre los años 1974 y1981, es una pieza esbelta en acero sus-tentada por finos cables. La noche empie-za a caer y visualizar la ciudad desde arri-ba nos ayuda a entender su dimensión; lavista alcanza aquí los 85 kilómetros dehorizonte, una ciudad de baja densidadconstruida en una bahía-puerto naturalrodeada de infinitas pequeñas bahías.Junto a la plataforma hay dos restauran-tes, un café en la parte superior y unatienda de souvenirs con canguros de pelu-che y bumeranes de todos los tamañosimaginables.

Día 2Para el segundo día dejamos la visita al Par-que Olímpico, situado a 30 minutos en tren.Comenzamos una caminata en busca deThe Brick Pit Ring, un anillo que forma par-te de un centro de interpretación ambientalque intenta dejar atrás el pasado minero dela zona. Formado por una pasarela aérea,ofrece una panorámica al aire libre, a 20metros por encima del cráter inundado. Deahí se extraía el material para la fabricaciónde gran parte de los ladrillos que posterior-mente construyeron la ciudad de Sidney. Laestructura circular, que se sostiene sobre co-

Sidney, esa divaSidney, esa diva

Manly y Bondi,en biquiniSidney baila al son del paisaje y de sus dos playasde amistoso nombre. Visita al edificio de la Óperay caminata por un anillo verde con vistas a la bahía

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José Carlos Capel

Q uienes llegan hasta este res-taurante no son viajeros ex-traviados en las llanuras de

Castilla. O se trata de clientes habi-tuales o de simples aficionadosque siguen el rastro de recomen-daciones concretas. Desde la Na-cional VI a la altura de Benavente(Zamora), tomando la salida deVillalpando es preciso atravesarmás de 15 kilómetros de rutas so-litarias. Parajes de Tierra de Cam-pos donde abundan los cerealesy la caza. Ningún rasgo externode este trasnochado mesón ayu-

da a intuir la calidad de sucomida. La carta existe, pe-ro no se muestra. Los clien-tes aceptan las sugerenciasdel jefe de sala que cantaespecialidades sin anunciarcuál es su coste. Cuandopor fin llegan hasta la mesalos primeros platos, las ex-pectativas se confirman. Po-cos lugares en España tra-tan la caza y los escabechesde manera semejante. Refi-namiento que se fundamen-ta en la envergadura profe-sional de su joven patrón,Luis Alberto Lera, en cuyocurrículo figuran periodosde aprendizaje junto a JuanMari Arzak, Hilario Arbelai-tz, Abraham García y SergiArola.

Es lógico que, tras supe-rar el relevo generacional,El Mesón del Labrador, que fun-dara Cecilio Lera en 1973, toda-vía en activo, se haya convertido

en un enclave gastronómico deenvergadura. Un lugar en plenanaturaleza, rodeado de viñas y

huerta propia. Éxito queconsigue con solo inter-pretar las tradiciones culi-narias castellanas en cla-ve contemporánea. Leraconvierte en platos refina-dos recetas de base popu-lar que presenta con lagrasa justa, puntos decocción medidos y ciertosentido estético. Vistosi-dad a la que contribuyela modernidad de su vaji-lla y la cristalería, dos as-pectos que chocan con elresto. Según la tempora-da, se abastece de lo me-jor del repertorio de lacaza menor de la zona,perdices rojas, liebres, co-dornices, conejos y picho-nes, los mismos que ani-dan en los palomares. Ytambién de pollos de co-

rral del entorno.De entrada entusiasma el chi-

charro (jurel) escabechado, fra-

gante y con el punto de acidezjusto. Equilibrio que se repite enla ensalada de codorniz y conejocon sus menudillos escabecha-dos. Dos bocados excelentes.“Utilizo un vinagre normal de lazona”, asegura Lera. “Cuanto me-jor sea el vinagre, peor puede serel escabeche. Si tiene demasiadafuerza, desfigura el sabor de lascarnes. Los escabeches deben re-sultar suaves porque los saboresse concentran con el reposo”. Detoda la cocina cinegética de estacasa hay dos especialidades in-soslayables, la perdiz roja estofa-da, con toques centroeuropeos,con col y castañas, que hace año-rar viejos sabores perdidos. Y,por supuesto, el pichón guisadoa la castellana, con un juguilloreducido. Ahora, todavía en tem-porada, vale la pena el plato dehuevos escalfados con trufas deSoria. O las manitas de corderoguisadas con patatas. De postre,tarta de queso y helados caseros.Tampoco desmerece el vino de lacasa, de cosecha propia.

10Nomenclátor: Puntuación de 0 a 10 Buena relación calidad / precioC Establecimiento con encanto A Entorno ecológico

Doctor Corral, 27. Castroverde deCampos (Zamora). Teléfono: 980

66 46 00. Cierra: martes. Internet:www.restaurantelera.com. Precios: en-tre 35 y 50 euros por persona. Ensaladade escabechados de caza menor, 17.Pollo de corral, 17,50. Tarta de queso, 6.

10 10

Refinamiento en escabecheEL LABRADOR-LERA, caza y recetas castellanas en Tierra de Campos

Dormir

Fernando Gallardo

Querido viajero: ¿alguna vez lehan hecho una prueba de es-fuerzo? ¿Le han medido la

elasticidad muscular, los niveles

de resistencia física? Si la respues-ta es negativa, su próximo viaje de-be ser al balneario de Las Caldas,cerca de Oviedo, donde se acabade implantar el Instituto de VidaSana y el espacio ecotermal Aqua-

xana como parte de una históricavilla termal recuperada para el tu-rismo de salud. Un equipo médicoconvierte la estancia en una expe-riencia única de control biométri-co, es decir, de respuesta corporalal esfuerzo: potencia, tamaño, elas-ticidad, nivel de grasa...

El resto de las instalacionescumple con una función específi-camente hotelera, fragmentada ini-cialmente en dos edificios de dis-tinta categoría, el Gran Hotel y elEnclave, que la realidad del merca-do ha acabado imponiendo comoun espacio único. Comunicadospor una pasarela, ambos guardansus propias características, aun-que comparten todos los servicios.El primero, de corte clásico, es fru-to de la rehabilitación del balnea-rio inspirado en los principios dela Ilustración asturiana, con su ca-sino, sus manantiales naturales a40 grados y su portentosa casa de

baños, diseñada en 1776 por el ar-quitecto Ventura Rodríguez. Hoyconserva de valor la fachada, losgrandes ventanales, el salón de losEspejos —que es el lugar donde sesirve el desayuno con buena no-ta— y, por supuesto, los espaciosabovedados de la villa termal. Unorden geométrico establecido ha-ce dos siglos para zambullirse contoda comodidad en la hidrotera-pia. Las habitaciones, distribuidasen tres plantas, son igualmente

confortables. Si bien ninguna se sa-le del guión comercial preestableci-do del manierismo decorativo:aquí un dosel, allá una lámpara detela, un biombo de molduras neo-clásicas y una bañera de patas.

El segundo edificio, de sesgocontemporáneo, surgió sobre lasruinas del hotel de pobres de lacaridad y el cine anexo. Nada rese-ñable en sus habitaciones, salvoque todas aseguran el confort deuna instalación moderna y adop-tan el mismo programa de interio-rismo descomprometido que el deuna cadena funcional. Afortunada-mente, las vistas a la sierra del Ara-mo infunden paz y gozo al hués-ped, ya bastante sorprendido du-rante su visita al cuarto de bañopor la línea cosmética Xana, de di-seño y producción propia, basadaen la singularidad asturiana de lasidra y las manzanas verdes. Soninigualables.

Nomenclátor: Puntuación de 0 a 10 Buena relación calidad / precioC Establecimiento con encanto

Categoría: cuatro estrellas. Dirección: Las Caldas, s/n. Oviedo (Astu-rias). Teléfono: 985 79 87 87 (hotel) y 985 79 87 70 (balneario). Inter-

net: www.lascaldasvillatermal.com. Instalaciones: garaje, jardines, salón, 13 salasde reuniones (1.600 personas), bares, restaurante; instalaciones termales El Manan-tial y Aquaxana. Habitaciones: 78 dobles en el Gran Hotel y 77 dobles en el hotelEnclave. Servicios: algunas habitaciones adaptadas para discapacitados, no admiteanimales. Precios: desde 160 la doble con circuito spa, desayuno e IVA incluidos.

Comer

PAN 4 AMBIENTE 5

CAFÉ 4 SERVICIO 7

BODEGA 6 COCINA 6

ASEOS 5 POSTRES 6

El Labrador-Lera, en Castroverde de Campos (Zamora).

ARQUITECTURA 7

DECORACIÓN 6

ESTADO DE CONSERVACIÓN 9

CONFORTABILIDAD HABITACIONES 7

ASEOS 7

AMBIENTE 8

DESAYUNO 7

ATENCIÓN 9

TRANQUILIDAD 8

INSTALACIONES 8

7,5

Valoración

Piscina del Balneario Real Las Caldas y habitación del Gran Hotel, uno de los dos alojamientos de Las Caldas Villa Termal, en Oviedo. / Marcos Morilla

c

6

Análisis biométricoLAS CALDAS VILLA TERMAL, uncomplejo del siglo XVIII en el valle del Nalón

Valoración

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“El 25 de enero de 1788, el capitán Ar-thur Phillip ancló y se adentró unos 10kilómetros hasta Port Jackson en buscade agua dulce. En la tierra que rodeabael diminuto riachuelo que encontró, fun-dó la nueva colonia penal británica. Elpuerto de Sidney, actual Port Jackson,es hoy el anfiteatro natural de una ciu-dad de más de 4,5 millones de habitan-tes. Cuarenta mil años antes del viaje dePhillip llegaron los aborígenes a la ciu-dad. Sin embargo, sus refugios de corte-za se desintegraron hace mucho, dejan-do solo sus pinturas rupestres y sus

montículos de conchascomo prueba de su es-tancia. Las primerascasas de madera delos colonos europeos

también desaparecie-ron”, explica David Neus-

tein, profesor de diseño y arquitecturaen Sidney. “Así, la arquitectura más anti-gua de Sidney se encuentra en el barriode The Rocks. Son edificios de ladrillo obasta arenisca, la mayoría de finales delsiglo XIX, que imitaban el estilo georgia-no británico, con galerías y porches aña-didos para proteger puertas y ventanasdel sol australiano. El contraste de susseñoriales fachadas con la vegetaciónsubtropical de eucaliptos, palmeras, he-lechos y jacarandas moradas es uno delos grandes placeres estéticos de Sid-ney”.

“Durante 60.000 años y hasta hace 250,los aborígenes cazadores y recolectoresdesarrollaron una manera espiritual e in-telectual de habitar el territorio. Eranuno con la que llamaban su madre tierray con su padre cielo, su abuela luna y suabuelo sol”, explica el arquitecto austra-liano Peter Stutchbury. “Los colonosblancos importaron una forma de ocupa-ción radicalmente distinta: los asenta-mientos eras sedentarios, se desarrolla-ron patrones urbanos y se introdujo unestilo de vida con orígenes de distinta

naturaleza. El gran pintoraustraliano Lloyd Reesdijo una vez que nues-tro país nunca seríacomo América, por-

que el paisaje no lo per-mitiría. Igual que los abo-

rígenes, los nuevos australianos están de-sarrollando finalmente un respeto porlas cualidades que definen nuestro país.El arquitecto contemporáneo Robin Bo-yd fue de los primeros en proponer unacercamiento climático y territorial a lavivienda. Más recientemente, Glenn Mur-cutt ha sido reconocido internacional-mente por comprender y respetar lascualidades de lugar y diseño. Sus edifi-cios han animado la discusión sobre cuáles la manera más sensata de habitar estatierra”.

“Durante las llamadas Olimpiadas Ver-des del año 2000, el mundo se enamoróde Sidney... Pero siempre es interesantever qué pasa cuando se acaba la fiesta”,opina Daniel Ryan, profesor de arquitec-tura sostenible en Sidney. “El ParqueOlímpico de Sidney es el lugar donde laciudad asume su paisaje industrial y supasado militar. En una parte había uncampo de pruebas para bombas: allí si-guen los búnkeres, camuflados bajo lahierba (como si se tratase de un tejadoverde), mostrando cómo se puede es-conder un edificio en el paisaje”. Entre

las intervenciones de ar-quitectura sostenibleque hay dentro delParque Olímpico, Da-niel Ryan destaca el

mirador de los Naufra-gios (Shipwreck Out-

look), del estudio Neeson Murcutt. “Esuna intervención ingeniosa que usa te-lescopios y espejos de tráfico para otearlos barcos hundidos en la costa”, dice.“El Brick Pit Ring Walk, del estudio deDurbach Block Jagger, transforma unode los escenarios más potentes del par-que: es una pasarela construida sobreuna antigua mina de extracción de arci-lla. El pozo, hoy anegado, es uno de losúltimos refugios de dos especies de ra-nas en peligro de extinción, pero no ha-ce tanto fue uno de los escenarios de lapelícula Mad Max”.

lumnas en V de acero, tiene una circunferen-cia que traza la totalidad de la superficie delantiguo pozo sobre el que hunde sus pilo-tes. El paseo-anillo nos lleva 10 minutos, yhay tramos orientados al sureste con vistas ala bahía de la ciudad. Se trata de un buenejemplo de construcción en un enclave frá-gil, una obra de la oficina de arquitecturaaustraliana Durbach Block Jagger.

Seguimos caminando y, a 15 minutos dedistancia, llegamos al borde de la bahía Ho-mebush Bay, donde podemos disfrutar deuna de las primeras obras de Rachel Neesony Nick Murcutt, hijo fallecido del gran arqui-tecto australiano y premio Pritzker Glenn

Murcutt. La pequeña intervención consisteen un mirador de barcos hundidos: un pavi-mento de ladrillo y un pequeño muelle me-tálico donde sentarse a contemplar la bahía,un proyecto cuidado y sensible en el que semezclan elementos náuticos con objetosinesperados.

Sentimos aquí los estímulos de Sidneycomo ciudad-puerto y ciudad-paisaje, cons-truida en un paraje excepcional y con diver-sos arquitectos que han intervenido en ellade forma sostenible y cuidadosa. Recorrerlaha sido una experiencia arrebatadora.» Ariadna Cantis es arquitecta y comisaria in-dependiente de exposiciones de arquitectura.

Peter StutchburyArquitecto

Lecciones delos aborígenes

Daniel RyanEcoarquitecto

De ‘Mad Max’ arefugio para ranas

David NeusteinProfesor de arquitectura

Casas señorialesy subtropicales

De izquierda a derecha, tren monorraílcon la torre AMP al fondo, dique mirador deRachel Neeson y Nick Murcutt y pasareladel estudio Durbach Block Jagger en el par-que olímpico. / D. Armand / B. Boardman

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Cómo ir» Emirates (www.emirates.com), con una esca-la en Dubái, ida y vuelta a Sidney desde Ma-drid por 1.262 euros.» British Airways (www.britishairways.com),con una escala en Londres, por 1.314 euros.» Qatar (www.qatarairways.com), con dos esca-las —en Doha y Melbourne—, por 1.317 euros.

Visitas» Ópera de Sidney (www.sydneyoperahouse.com; 0061 292 50 72 50). Se puede recorreren una visita guiada, desde 22,50 euros (com-prando con antelación a través de Internet).

Información» Turismo de Australia (www.australia.com).» Oficina de Turismo de Sidney (www.sydney.com). También para reservas hoteleras.

Guía

Andrés Jaque

La Ópera de Sidney está a la cabeza deuna serie de edificios que, como elCentro Pompidou de París o el Mu-seo Guggenheim de Bilbao, forman

parte del imaginario cotidiano de buena par-te de la población mundial. El arquitectoJorn Oberg Utzon fue el autor de la propues-ta que ganó el concurso de ideas que laregión de Nueva Gales del Sur convocó en1955. Utzon desarrolló el proyecto con laayuda de un gran equipo de arquitectos y encolaboración con el ingeniero Ronald Jen-kins, socio de la consultoría Ove Arup andPartners. En 1966, siete años antes de lainauguración, y siete años después del co-mienzo de las obras, Utzon dimitió, tras per-der la confianza de las autoridades de laregión, y fue sustituido por un equipo forma-do por Peter Hall, Lionel Todd, David Little-more y Ted Farmer. El edificio, por dentro ypor fuera, es ahora el espectacular resultadode las colaboraciones de todos ellos, perotambién de sus conflictos. Y así como que-dó, ha sido el escenario de todo tipo de es-pectáculos performativos, también de se-cuencias inolvidables de Buscando a Nemo,de Los Simpson o de Misión imposible 2.

Su silueta, cuatro décadas después de suconstrucción, ha servido para identificar ala ciudad en los logos de eventos tan dispa-res como la Jornada Mundial de la Juventud2008 con Benedicto XVI o el Mardi Grassgay y lésbico de Sidney. La Ópera no es solola herencia de los hallazgos formales de ar-quitectos como Bartning, Finsterlin, Luc-khardt o Mendelsohn, ni solo la recupera-ción de las plataformas de numerosos ar-quetipos históricos; es sobre todo la res-puesta a la necesidad de representar al paísoceánico como una sociedad civil bien ave-nida, económicamente activa, tecnológica-mente audaz, simpática, sana y verde. Unpropósito que el visitante podrá descubririncluso en la posición que el edificio ocupaen la ciudad, en un pequeño cabo en elcentro de la bahía de Jackson: BennelongPoint. Como si fuese la guinda de un urba-nismo que, pese a la apariencia seudohippyde parte del diseño urbano y de la ofertahostelera, favorece que los poderes econó-

micos y algunos de los tejidos residencialesmás caros del planeta ocupen en exclusivala línea de costa, esponjados en una red deexuberantes espacios naturales.

Recomiendo a aquellos viajeros que sesientan atraídos por la arquitectura de laÓpera que no dejen de participar en unavisita guiada al interior del edificio. Hay va-rias programadas cada día, a cargo de acto-res de las compañías que trabajan allí. Lasvisitas transcurren con cierta celeridad, asíque propongo tres palabras clave para explo-rar, durante el tiempo que duran, las inten-ciones que dirigieron el diseño:

CLARIDAD. Es probablemente la palabraque más repetía Utzon en sus explicacionessobre la tectónica de la obra. La estructurageneral, las secundarias, los cerramientosde vidrio y los panelados interiores de made-ra laminada se yuxtaponen sin taparse. Des-de cualquier punto del edificio será posiblepercibir simultáneamente todas las capasque lo componen. Esto no solo se da en elencuentro de materiales, sino también en lapercepción simultánea de elementos y siste-mas de muy diferentes escalas. La superes-

tructura de hormigón armado de los frag-mentos esféricos convive con las capas detapicería morada o con las costillas de aceropintadas en rojo de los cerramientos de vi-drio. Algo que provoca una amable sensa-ción de legibilidad y transparencia construc-tiva.

ESTRATIFICACIÓN. El solar es una pe-nínsula, lo que obliga a concentrar los ac-cesos de público, personal y mercancíasen el extremo sur, el punto en el que laÓpera queda conectada con la red de reco-rridos peatonales del borde de la bahía ycon las vías de tráfico rodado. El proyectoresponde a esta complicación con una se-gregación en altura de las circulaciones.Trasladando el acceso de vehículos a labase de la gran plataforma y haciendo as-cender al público asistente a los espectácu-los a una inmensa plataforma elevada pormedio de una escalinata que deja fechadoel edificio en la era previa a la solidaridadcon las personas con discapacidades físi-cas. Algo que hace del proyecto uno de losmás respetables primeros ejemplos de lasarquitecturas de tráficos rodados escondi-

dos bajo grandes espacios peatonales.Una lógica que incluso hace que, en otramuestra de cómo los tiempos han cambia-do, camerinos, almacenes, salas de ensayo ycuartos técnicos queden hacinados en unlaberinto poco cuidado de cuartos sin luznatural, incluidos, como un material de relle-no, en el zócalo de la edificación.

ANILLOS. Lo que sí es inigualable, y bienvale las 20 horas de vuelo desde las antípo-das, es la secuencia de aproximación alinterior de las salas. Una sucesión de ani-llos que se inicia con el ascenso a una plata-forma en la que el paisaje de bellos espa-cios naturales y de las presencias del poderfáctico rodea al visitante a escala territo-rial. Sigue con el paisaje interior de losintersticios que quedan entre los fragmen-tos esféricos de la superestructura, las cos-tillas rojas de los cerramientos de vidrio yel exterior de las salas. Y finalmente el en-cuentro con los interiores de las diferentessalas, pensados como bomboneras, conuna materialidad aterciopelada que excitala vista, pero sobre todo el tacto.» Andrés Jaque es arquitecto.

Canto a un país audazLa Ópera de Sidney, cuya construcción fue un foco de tensiones, es hoy la metáfora de Australia

Sidney, esa divaSidney, esa diva

JAVI

ERBE

LLO

SO

La Ópera de Sidney, inaugurada en 1973 y proyectada por el arquitecto danés Jorn Oberg Utzon, aloja cinco salas con una capacidad conjunta de más de 5.500 espectadores. / Andrew J. L. Holt

Parque Olímpicode Homebush

10 km

Rockdale

BlacktownManly

Hornsby

Ryde

Botany BayCabo de Banks

Port Jackson

Oc

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Pa

cíf

ico

Playa de Bondi

The Brick Pit RingPlaya de Manly

Zonaampliada

Real JardínBotánico

KingCross

Ópera de Sidney

The Rocks

AMP Tower

CircularQuay

SydneyHarbourBridge

HydePark

DarlingHarbour

Acuario

EastSydney 500 m

Parlamento

Catedral

Aeropuertode Sidney

Sidney(AUSTRALIA)

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