Si Este Discurso Parece Demasiado Largo Para Leído de Una Vez

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Si este discurso parece demasiado largo para leído de una vez, puede dividirse en seis partes: en la primera se hallarán diferentes consideraciones acerca de las ciencias; en la segunda, las reglas principales del método que el autor ha buscado; en la tercera, algunas otras de moral que ha podido sacar de aquel método; en la cuarta, las razones con que prueba la existencia de Dios y del alma humana, que son los fundamentos de su metafísica; en la quinta, el orden de las cuestiones de física, que ha investigado y, en particular, la explicación del movimiento del corazón y de algunas otras dificultades que atañen a la medicina, y también la diferencia que hay entre nuestra alma y la de los animales; y en la última, las cosas que cree necesarias para llegar, en la investigación de la naturaleza, más allá de donde él ha llegado, y las razones que le han impulsado a escribir. ( 5 ) El Discurso del método consta de un breve prefacio y seis partes. La primera parte se ocupa de la ciencia de su tiempo; hay que observar que, pese a ser una obra filosófica, no carece de elementos autobiográficos, y precisamente en esta primera parte Descartes constata la decepción que le causaron, en general, sus estudios en el colegio de los jesuitas de La Flèche, a excepción de las enseñanzas matemáticas. Para Descartes, ninguna de las materias que se estudiaban en su tiempo se interesaba en la búsqueda de la verdad. O eran un pasatiempo placentero, como la literatura o la retórica, o bien tenían un fin práctico, como las disciplinas técnicas. Y las diversas filosofías, contradiciéndose unas a otras, mostraban no haber llegado a su objetivo. Sólo las matemáticas, gracias al rigor de su método, presentaban absoluta certeza. La matemáticas, sin embargo, no se aplicaban a la investigación de lo real. Y esta consideración es la que determina su proyecto filosófico, que no es otro que evitar las especulaciones sin sentido y los razonamientos sin fundamento; en lugar de ello, es preciso encauzar la razón por los deseados caminos del rigor y del buen hacer metodológicos que caracterizan a las matemáticas,

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Si este discurso parece demasiado largo para leído de una vez, puede dividirse en seis partes: en la primera se hallarán diferentes consideraciones acerca de las ciencias; en la segunda, las reglas principales del método que el autor ha buscado; en la tercera, algunas otras de moral que ha podido sacar de aquel método; en la cuarta, las razones con que prueba la existencia de Dios y del alma humana, que son los fundamentos de su metafísica; en la quinta, el orden de las cuestiones de física, que ha investigado y, en particular, la explicación del movimiento del corazón y de algunas otras dificultades que atañen a la medicina, y también la diferencia que hay entre nuestra alma y la de los animales; y en la última, las cosas que cree necesarias para llegar, en la investigación de la naturaleza, más allá de donde él ha llegado, y las razones que le han impulsado a escribir. (5)

El Discurso del método consta de un breve prefacio y seis partes. La primera parte se ocupa de la ciencia de su tiempo; hay que observar que, pese a ser una obra filosófica, no carece de elementos autobiográficos, y precisamente en esta primera parte Descartes constata la decepción que le causaron, en general, sus estudios en el colegio de los jesuitas de La Flèche, a excepción de las enseñanzas matemáticas.

Para Descartes, ninguna de las materias que se estudiaban en su tiempo se interesaba en la búsqueda de la verdad. O eran un pasatiempo placentero, como la literatura o la retórica, o bien tenían un fin práctico, como las disciplinas técnicas. Y las diversas filosofías, contradiciéndose unas a otras, mostraban no haber llegado a su objetivo. Sólo las matemáticas, gracias al rigor de su método, presentaban absoluta certeza.

La matemáticas, sin embargo, no se aplicaban a la investigación de lo real. Y esta consideración es la que determina su proyecto filosófico, que no es otro que evitar las especulaciones sin sentido y los razonamientos sin fundamento; en lugar de ello, es preciso encauzar la razón por los deseados caminos del rigor y del buen hacer metodológicos que caracterizan a las matemáticas, disciplina a la que el propio Descartes realizó aportaciones decisivas. De este modo esta primera parte es a un tiempo una autobiografía intelectual y una revisión, con conclusiones deprimentes, de la ciencia de su tiempo.

La segunda parte (escrita probablemente en un principio como introducción a La geometría) quiere poner remedio a esta situación de las ciencias proporcionándoles una metodología, un fundamento firme, unos cimientos indiscutibles para cualquier mente racional. Su método será la duda, pero su objetivo será muy diferente del de la duda escéptica. Si el escéptico duda para permanecer en la duda, Descartes dudará (o fingirá dudar) para alcanzar justamente lo contrario: la certeza, la ausencia de posible error, el fundamento seguro. Es esta duda metódica radical la que le llevará al establecimiento de un nuevo método simple y claro.

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La primera de las cuatro reglas de su método está en íntima relación con esa "duda metódica": no admitir como verdadera cosa alguna sin conocer con evidencia que lo es, evitando la precipitación; es preciso partir de principios racionalmente evidentes, es decir, claros y perfectamente inteligibles.

Las tres reglas siguientes formulan el cauteloso procedimiento que lleva al conocimiento cierto: dividir los problemas en sus elementos primarios, los cuales se revelarán como verdaderos o falsos (análisis); reunir y organizar ordenadamente los conocimientos elementales así obtenidos para ir ascendiendo poco a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los compuestos (síntesis); enumerar y revisar todas las verdades conocidas para estar seguro de no omitir nada y comprobar si se relacionan las unas con las otras (enumeración y prueba).

1. Describe cómo luego de terminar sus estudios, descubre que tiene más dudas que certezas, aunque valora las ciencias que se enseñan en la escuela, no logra, por medio de ellas separar lo verdadero de lo falso de modo de descubrir un método que le permita caminar con seguridad por la vida. Decide alejarse de su país y de sus libros para estudiarse a sí mismo y descubrir esas verdades.

2. Decide examinar los principios que le habían sido inculcados en su juventud para así descartar los falsos redefiniéndolos y mantener los verdaderos.

Crea para esto el método basado en cuatro preceptos.

1. No aceptar nunca cosa como verdadera que no la conociese evidentemente como tal.

2. Dividir cada una de las dificultades que examinase en tantas partes como fuera posible y como se requiriese para su mejor resolución.

3. Conducir ordenadamente los pensamientos, comenzando por los objetos mas simples y fáciles de conocer para ascender poco a poco, hasta el conocimiento de los más complejos.

4. Hacer en todas partes enumeraciones tan completas y revistas tan generales que estuviese seguro de no omitir nada.

3. Conforma una moral provisoria para moverse en el mundo en el tiempo que le tome analizar sus propias ideas compuesta de tres máximas:

1. Obedecer las leyes y costumbres de su país, conduciéndose en el resto de las cosas por las opiniones más moderadas.

2. Ser lo más firme y resuelto que pudiese en las acciones, y no seguir con menos constancia las opiniones más dudosas.

3. Tratar de vencerse siempre a sí mismo antes que a la fortuna.

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En este capítulo Descartes comienza por dudar de todos los datos entregados por los sentidos y de todos los datos grabados en su memoria. Mientras piensa esto comprende que él mismo que es quien está pensando todo esto, necesariamente debe ser algo. Llega así a su primera máxima: “pienso, luego existo”.

Este pensar es la naturaleza misma del alma humana y es de una naturaleza absolutamente distinta a la del cuerpo y existiría aunque el cuerpo no existiera.

Continúa su razonamiento al darse cuenta que en este pensar duda y que debió haber aprendido a pensar en algo más perfecto que él mismo o sea Dios.

5. Hay ciertas leyes establecidas por Dios en la Naturaleza e impresas en el alma humana de tal modo que no podrían dejar de cumplirse en todo lo que existe.

Todo lo que se sigue de estas leyes lo escribe en un Tratado que no publica para no tener problemas con la creencia aceptada de la época (la Iglesia Católica había quemado a Galileo Galilei pocos años antes)En el Tratado explica, que si en un mundo imaginario Dios dispusiese la materia del modo más desordenado y se aplicaran las mismas leyes se terminarían formando los cielos y la tierra y planetas y cometas, etc.Explica también, en el tratado, el funcionamiento de los cuerpos animado e inanimados, de las plantas, de los animales y, finalmente, de los cuerpos de los hombres.En este capítulo del Método, solo se dedica a enumerar estas cuestiones sin profundizar en ellas.

6. Hay ciertas leyes establecidas por Dios en la Naturaleza e impresas en el alma humana de tal modo que no podrían dejar de cumplirse en todo lo que existe.

Todo lo que se sigue de estas leyes lo escribe en un Tratado que no publica para no tener problemas con la creencia aceptada de la época (la Iglesia Católica había quemado a Galileo Galilei pocos años antes)En el Tratado explica, que si en un mundo imaginario Dios dispusiese la materia del modo más desordenado y se aplicaran las mismas leyes se terminarían formando los cielos y la tierra y planetas y cometas, etc.Explica también, en el tratado, el funcionamiento de los cuerpos animado e inanimados, de las plantas, de los animales y, finalmente, de los cuerpos de los hombres.En este capítulo del Método, solo se dedica a enumerar estas cuestiones sin profundizar en ellas.