Sexto Empírico contra el signo

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ANÁLISIS DE ARGUMENTOS FILOSÓFICOS 1 Sexto empírico, Bosquejos pirrónicos (s. II d.C.). Adaptación de la versión de Roger Verneaux 1. TEXTO … según las afirmaciones de nuestros adversarios, el signo es inconcebible. Porque, según dicen, es relativo y revela la cosa significada a la que es relativo. Pero, si es relativo a la cosa significada, debe necesariamente ser conocido al mismo tiempo que ella, como el lado derecho y el izquierdo, arriba y abajo, etc., y si revela la cosa significada debe necesariamente ser conocido antes que ella, para que, una vez conocido, nos lleve a la idea de lo que hay que conocer por medio de él. Es pues imposible concebir una cosa que no puede ser conocida antes que otra cosa y que debe ser conocida necesariamente antes que ella. Por tanto es imposible concebir una cosa relativa a otra que revele aquello con lo que está relacionada. El signo, dicen, es relativo a la cosa significada y remite a ella. Así pues es imposible concebir el signo. (…) Ahora demostraremos que puede haber algún signo, a fin de presentar la fuerza igual de las razones opuestas. Los discursos que se aducen contra el signo significan algo o no significan nada. Si no significan nada, ¿cómo pueden afectar a la existencia del signo? Si significan algo, hay un signo. Además, las razones aducidas contra el signo son concluyentes o no lo son. Si no son concluyentes, no demuestran que no haya signo. Si son concluyentes, puesto que la demostración es una especie de signo que revela la conclusión, habrá un signo. De donde se razona así: si hay algún signo, hay un signo; si no hay ningún signo, hay un signo porque eso se prueba por medio de una demostración, que es un tipo de signo. O hay un signo o no lo hay; por tanto hay un signo. A este argumento se opone este otro: si no hay signo, no hay signo; si hay un signo, según la concepción que los dogmáticos tienen del signo, no hay signo. Porque el signo del que hablamos, concebido como relativo a alguna cosa y que revela la cosa significada, no existe, como hemos demostrado. O hay un signo o no lo hay; por tanto no hay un signo. Así, como se aportan razones igualmente verosímiles en pro y en contra de la existencia del signo, no debemos afirmar más lo uno que lo otro.

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Análisis del argumento contra el signo de Sexto Empírico con las técnicas del Methodus Argumentandi

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ANÁLISIS DE ARGUMENTOS FILOSÓFICOS

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Sexto empírico, Bosquejos pirrónicos (s. II d.C.). Adaptación de la versión de Roger Verneaux

1. TEXTO

… según las afirmaciones de nuestros adversarios, el signo es inconcebible. Porque, según dicen, es relativo y revela la cosa significada a la que es relativo. Pero, si es relativo a la cosa significada, debe necesariamente ser conocido al mismo tiempo que ella, como el lado derecho y el izquierdo, arriba y abajo, etc., y si revela la cosa significada debe necesariamente ser conocido antes que ella, para que, una vez conocido, nos lleve a la idea de lo que hay que conocer por medio de él. Es pues imposible concebir una cosa que no puede ser conocida antes que otra cosa y que debe ser conocida necesariamente antes que ella. Por tanto es imposible concebir una cosa relativa a otra que revele aquello con lo que está relacionada. El signo, dicen, es relativo a la cosa significada y remite a ella. Así pues es imposible concebir el signo. (…) Ahora demostraremos que puede haber algún signo, a fin de presentar la fuerza igual de las razones opuestas.

Los discursos que se aducen contra el signo significan algo o no significan nada. Si no significan nada, ¿cómo pueden afectar a la existencia del signo? Si significan algo, hay un signo. Además, las razones aducidas contra el signo son concluyentes o no lo son. Si no son concluyentes, no demuestran que no haya signo. Si son concluyentes, puesto que la demostración es una especie de signo que revela la conclusión, habrá un signo. De donde se razona así: si hay algún signo, hay un signo; si no hay ningún signo, hay un signo porque eso se prueba por medio de una demostración, que es un tipo de signo. O hay un signo o no lo hay; por tanto hay un signo.

A este argumento se opone este otro: si no hay signo, no hay signo; si hay un signo, según la concepción que los dogmáticos tienen del signo, no hay signo. Porque el signo del que hablamos, concebido como relativo a alguna cosa y que revela la cosa significada, no existe, como hemos demostrado. O hay un signo o no lo hay; por tanto no hay un signo. Así, como se aportan razones igualmente verosímiles en pro y en contra de la existencia del signo, no debemos afirmar más lo uno que lo otro.

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2. ANÁLISIS. En el texto pueden distinguirse tres partes. En la primera se exponen las razones en contra de la existencia del signo; en la segunda las razones a favor de su existencia; y en la tercera, sopesando unas y otras se recomienda la suspensión del juicio sobre la cuestión tratada. Para argumentar que la noción de signo es incoherente se parte de la definición de signo del oponente. Eso asegura que la premisa será aceptable para las partes. Sexto Empírico ha distinguido antes dos clases de signos: los signos conmemorativos y los signos indicativos.

Se llama signo conmemorativo a un signo que, habiendo sido observado manifiestamente al mismo tiempo que la cosa significada, cuando se presenta a nuestros sentidos, por oscura que sea la cosa, nos induce a recordar lo que se ha observado al mismo tiempo que él, aunque no se presente abiertamente a nuestros sentidos: así ocurre con el humo y el fuego. El signo indicativo (o revelador), según dicen los dogmáticos) es aquél que no ha sido observado manifiestamente al mismo tiempo que la cosa, pero que, por su propia naturaleza y constitución, indica aquello de lo que es signo, como los movimientos del cuerpo son signos del alma.

La argumentación que estamos analizando trata pues del signo indicativo. El signo (indicativo), se dice, es relativo y revelador de lo significado. Se intenta demostrar entonces que esas dos características son incompatibles. La analogía con otros términos relativos (derecha-izquierda, arriba-abajo) mostraría que signo y significado solo pueden entenderse en su relación mutua, y por tanto a la vez. Por el contrario, para que el signo revele o remita a la cosa significada, tiene que ser anterior a ella. El garante de esta última inferencia es expresado por la frase “para que, una vez conocido, nos lleve a la idea de lo que hay que conocer por medio de él”. La idea es que si x es conocido por medio de y, entonces y es conocido antes que x; esto es, el conocimiento del signo es un requisito previo del conocimiento de la cosa significada. Se seguiría entonces que el signo debe ser conocido antes y a la vez que la cosa significada, y por tanto que “es imposible concebir el signo”. Ahora bien, dadas las asunciones iniciales, lo que se seguiría es que no hay signos según la definición dada. Para concluir que no hay signos, sin más, hay que aceptar que si no se dispone de una definición satisfactoria de signo, el legítimo concluir que no hay signos.

La segunda parte está formada por dos argumentos unidos por el conector “además”, que indica que Sexto considera que el primer argumento es suficiente para establecer su conclusión, de manera que el segundo argumento es citado y no usado de forma efectiva. El primero de estos argumentos parte de la argumentación del primer párrafo tomada como discurso para plantear un dilema. Ese discurso significa algo o no significa nada. Si significa algo, existen signos, y si no significa nada, no se ha puesto en cuestión la existencia de signos. En el primer caso Sexto asume que un signo es cualquier cosa que significa; en el segundo que la

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carga de la prueba le corresponde, en esta ocasión, a quien duda de la existencia del signo. Esto es, usa un argumento ad ignorantiam: mientras no haya ninguna razón para dudar de su existencia, puede mantenerse que existen signos. Adviértase a este respecto que Sexto dice “ahora demostraremos que puede haber signos”. El segundo argumento es similar al primero, pero se apoya en la noción de argumentación concluyente y no en la de discurso. Se parte también de un dilema: el argumento del primer párrafo es concluyente o no lo es. Si no lo es, no hay razón para cuestionar la existencia de signos, y Sexto concluye su existencia por medio de un argumento ad ignorantiam. Si es concluyente, prosigue, existen signos porque la demostración es una especie de signo. Aparentemente el supuesto de que el argumento del primer párrafo es concluyente no desempeña ningún papel en el desarrollo del segundo cuerno del dilema, puesto que un argumento es un tipo de signo, tanto si es concluyente como si no lo es. No obstante, Sexto dice que la demostración es un tipo de signo porque revela la conclusión, y en tal caso puede alegarse que sólo las demostraciones concluyentes revelan su conclusión, y por tanto pueden considerarse signos.

La locución “de donde se razona así” introduce una reformulación de una argumentación previa. Aunque podría tratarse del argumento inmediatamente anterior, que recurre a la noción de argumento concluyente, parece más bien que es una reformulación de toda la argumentación a favor del signo. Esta impresión se ve reforzada porque en el párrafo siguiente recapitula la argumentación en contra del signo, siguiendo el mismo patrón que en la reformulación de la argumentación opuesta. Presentar las razones a favor y en contra de la existencia del signo siguiendo un mismo patrón argumental sugiere, como concluye Sexto, que tienen el mismo peso y por tanto procede suspender el juicio con respecto a la cuestión tratada. Como veremos más adelante, en realidad el paralelismo buscado por las paráfrasis finales de los argumentos a favor y en contra de la existencia de signos es un tanto forzado.

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DIAGRAMA

En contra del signo.

El signo (indicativo) es relativo a la cosa significada y la revela

↓ deducción ↓ deducción

El signo revela la cosa significada El signo es relativo a la cosa significada

izquierdo es relativo a derecho, arriba es relativo abajo, etc.

↓ si x es conocido por medio de y, entonces y es conocido antes que x

≈ El conocimiento del signo precede al conocimiento de la cosa significada

El signo no puede conocerse sin la cosa significada

Izquierdo no puede entenderse sin derecho, arriba no puede entenderse sin abajo, etc…

↓ adjunción El conocimiento del signo precede y es simultáneo al conocimiento de la cosa

significada ↓ reductio

No existen signos (indicativos)

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A favor del signo.

Los discursos que se aducen contra el signo significan algo o no significan nada

además

Los argumentos contra el signo son concluyentes o no son concluyentes

Los discursos que se aducen contra el signo significan algo

Los discursos que se aducen contra el signo no significan nada

Los argumentos contra el signo son concluyentes

Los argumentos contra el signo no son concluyentes

↓ probar es significar

la demostración concluyente revela su conclusión

↓ definición

↓ si algo significa, es un signo

No hay razón para afirmar que no existan signos

No hay razón para afirmar que no existan signos

Existen signos

↓ ad ignorantiam Una demostración concluyente es un signo

↓ ad ignorantiam

Existen signos Existen signos Existen signos

Existen signos Existen signos

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A favor de la suspensión del juicio.

El signo es relativo a la cosa significada y la revela

↓ deducción

↓ deducción

Puede demostrarse que no hay signos

El signo revela la cosa significada El signo es relativo a la cosa significada

↓ la demostración es un signo

↓ si es demostrable que p, p

↓ si x es conocido por medio de y, entonces y es conocido antes que x

↓ signo-significado ≈ arriba-abajo

Hay signos No hay signos El conocimiento del signo precede al conocimiento de la cosa significada

El signo no puede conocerse sin la cosa significada

↓ reductio ↓ adjunción

No puede demostrarse que no haya signos

El conocimiento del signo precede y es simultáneo al conocimiento de la cosa significada

↓ ad ignorantiam ↓ reductio

Hay signos No hay signos

¿Hay signos?

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3. EVALUACIÓN.

Análisis contextual. El título de esta obra se ha traducido en ocasiones como Hipotiposisis Pirrónicas; “hipotiposis” significa notas o apuntes y el adjetivo “pirrónicas” hace referencia a Pirrón de Elis, considerado el fundador de la escuela escéptica. Las hipotiposis son un tratado de introducción a la filosofía escéptica, escrito en una época temprana del desarrollo intelectual de Sexto Empírico.

El texto analizado plantea, como muchos otros argumentos escépticos, un problema general de coherencia entre su contenido y la actitud de su autor. Si una argumentación concluyente es un tipo de signo indicativo, ¿cómo hay que entender una argumentación que lleva a suspender el juicio con respecto a la existencia de signos indicativos, y por tanto de argumentos concluyentes? Una forma común de explicar la diferencia entre el razonamiento teórico y el razonamiento práctico es decir que el primero tiene que ver con el cambio, o no cambio, razonado de creencias, mientras que el segundo tiene que ver con el cambio razonado de planes e intenciones. Así, el razonamiento teórico se relaciona con la creencia y el razonamiento práctico con la acción. Cuando el dogmático (por usar la terminología escéptica) argumenta que existen signos, realiza un ejercicio de razonamiento teórico. ¿Razona teóricamente el escéptico cuando aboga por la suspensión del juicio? Esto es, ¿es la suspensión del juicio, la epojé, un tipo de creencia? No hay que olvidar que para los escépticos antiguos la suspensión del juicio es una etapa para alcanzar la paz mental o ataraxia. Podría pues defenderse que cuando el escéptico recomienda suspender el juicio, está abogando por un curso de acción, y no por la adopción de una creencia. El razonamiento teórico y el razonamiento práctico difieren además con respecto a la suspensión del juicio. Cuando se razona prácticamente son permisibles ciertas elecciones arbitrarias que no lo son cuando se razona teóricamente. Si hay que elegir entre varias cosas igualmente aceptables, puede ser racional elegir una arbitrariamente e irracional no hacerlo. Pero si la elección se plantea entre creencias igualmente aceptables, la elección arbitraria no es racional; lo racional es suspender el juicio. Recomendar con carácter general la suspensión del juicio es poner en cuestión el valor del razonamiento teórico, pero no del práctico, puesto que a menudo no es posible abstenerse de actuar. Ahora bien, ¿se puede separar la creencia y la acción de forma tajante? El escepticismo antiguo fué acusado con frecuencia de apraxia, es decir, de que no se puede actuar sin creencias. La respuesta de los escépticos era que su capacidad de pensar e investigar dependía del aprendizaje de conceptos, un proceso que no comporta el asentimiento, y que por tanto la capacidad de razonar no viola la suspensión del juicio.

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Análisis material. Los argumentos en contra del signo parten de la definición estoica del signo indicativo para mostrar que es incoherente. Ese planteamiento comporta una determinada distribución de la carga de la prueba. Cuando se presentan los argumentos en contra de la existencia del signo indicativo, se asigna al dogmático la carga de proporcionar una definición coherente del signo indicativo. Solo así puede concluirse que no hay signos indicativos de la inadecuación de la definición examinada. Cuando se presentan los argumentos a favor de la existencia del signo, la carga de la prueba recae sobre el escéptico: si no hay razones para negar la existencia de signos indicativos, hay signos indicativos. Además, Sexto considera comúnmente aceptado que los términos correlativos solo pueden entenderse conjuntamente, puesto que no da ninguna justificación de esa aserción. En cuanto a la isostenia de los argumentos a favor y en contra de la existencia del signo indicativo, puede observarse que el primero no contiene premisas, mientras que el segundo parte de la definición estoica del signo indicativo. El segundo es pues vulnerable a las objeciones de un modo en que no lo es el primero. Esa premisa no podría reemplazarse por un supuesto sin alterar significativamente el razonamiento, puesto que lo que entonces podría concluirse por medio de una reductio es que el signo no es relativo y revelador de la cosa significada. Para poder concluir de ahí la inexistencia de signos, hay presuponer que esa es, pese a todo, una definición adecuada de signo.

Análisis lógico. Los garantías usados en la argumentación de Sexto Empírico son de dos tipos: epistémicos y semióticos. Los garantías epistémicos son:

- Si x es conocido por medio de y, el conocimiento de y precede al conocimiento de x.

- Los términos correlativos sólo pueden entenderse a la vez. La aplicación del primer garante presupone que, en el caso del signo indicativo, la cosa significada sólo es conocida por medio del signo, como los estados mentales sólo serían conocidos por los movimientos del cuerpo según el ejemplo de Sexto. Del segundo ya hemos dicho que lo considera lo bastante obvio como para que no haya que justificarlo. Los garantías semióticos son:

- Todo lo que significa algo es un signo.

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- La relación entre las razones y la conclusión de un argumento concluyente es análoga a la que se da entre el signo indicativo y la cosa significada.

El primero parece acorde con la célebre definición de signo de Peirce: “algo que está para alguien en lugar de algo en algún respecto o capacidad”. En cuanto al segundo y más discutible, podrían aducirse en su favor expresiones como “los estados mentales son inferidos de los movimientos corporales”. Sin embargo, no parece que, hablando con propiedad, los movimientos corporales sean premisas de las que se extrae como conclusión un estado mental. La analogía argumento/signo permite parafrasear la argumentación en contra de la existencia de signos indicativos como una argumentación en contra de la existencia de argumentos, convirtiendo la discusión sobre el signo indicativo en una discusión sobre el argumento concluyente.

En un argumento, las premisas o razones son relativas a la conclusión y la establecen

↓ deducción ↓ deducción

La conclusión es conocida por medio de las premisas del argumento

Las premisas son relativas a la conclusión

↓ si x es conocido por medio de y, entonces y es conocido antes que x

↓ los relativos solo pueden entenderse a la vez

El conocimiento de las premisas precede al conocimiento de la conclusión

Las premisas no pueden conocerse sin la conclusión

↓ adjunción El conocimiento de las premisas antecede y es simultáneo al conocimiento de la

conclusión ↓ reductio

No existen argumentos Si, como dice Toulmin, los calificadores indican la fuerza conferida a la conclusión por los garantías usados, la comparación de la fuerza de los argumentos opuestos puede abordarse como una discusión de los cualificadores que admiten sus respetivas conclusiones. Si no puede demostrarse que no hay signos, la conclusión más plausible es que por lo que sabemos, podría haber signos indicativos. Pero si pùede mostrarse que el enunciado “el signo es relativo a la cosa signficada y la revela” es contradictorio, solo una cautela excesiva llevaría a concluir que por lo que sabemos, el signo podría no ser relativo a la cosa significada y revelarla. El segundo argumento parece, por consiguiente, más fuerte que el primero. No obstante, más fuerte no quiere decir más sólido. Cuando se concluye que no hay signos se acepta el aserto “el signo es relativo a la cosa significada y la revela”, mientras que

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cuando se concluye que podría haber signos no se asume premisa alguna. Así las cosas, podría mantenerse que los dos argumentos son igual de sólidos y procede suspender el juicio.