Sesión 8 - Paper - Balardini, Sergio (2000). Jóvenes e identidad en el ciberespacio

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Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105115264009 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Sergio Alejandro Balardini JÓVENES E IDENTIDAD EN EL CIBERESPACIO Nómadas (Col), núm. 13, octubre, 2000, pp. 100-110, Universidad Central Colombia ¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista Nómadas (Col), ISSN (Versión impresa): 0121-7550 [email protected] Universidad Central Colombia www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Sistema de Información Científica

Sergio Alejandro Balardini

JÓVENES E IDENTIDAD EN EL CIBERESPACIO

Nómadas (Col), núm. 13, octubre, 2000, pp. 100-110,

Universidad Central

Colombia

¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista

Nómadas (Col),

ISSN (Versión impresa): 0121-7550

[email protected]

Universidad Central

Colombia

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NÓMADAS100

JÓVENES E IDENTIDADEN EL CIBERESPACIO

Sergio Alejandro Balardini*

El cielo sobre el puerto tenía el color de una pantalla detelevisor sintonizado en un canal muerto1

* Director Proyecto Juventud. FLACSO - Argentina.

Numbers allow us to comprehend the magnitudeof a non-constrastable fact: the number of

internet users increases every day. We areconvinced that we are facing the emergencygenerated by a new phenomenon ofsocialization, which leaves its impression ongroups of young people. Cyberspace is anew frontier that represents something verysimilar to the coveted “freedom” of

nocturnality culture. They feel as free at night as they doin cyberspace.

Las cifras nos ofrecen la dimensión de un hecho incon-trastable, el número de conectados a internet crecea diario. Estamos convencidos de hallarnosfrente a la emergencia de un nuevofenómeno socializatorio que deja su im-pronta en contingentes de jóvenes. Elciberespacio es la nueva frontera que re-presenta algo muy parecido a la “libertad”codiciada de la cultura de la nocturnidad.Así como se sienten libres en la noche, se sienten libresen el ciberespacio.

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Así comienza Neuromante,la famosa obra literaria de WilliamGibson, candidata a integrar todocanon de las letras que se precie demoderno. ¿Qué hay de clave en lametáfora? Que los cielos grises ad-quieren sincronía tecnológica. Pro-bablemente, digital. Una texturasimilar a la que vemos desplegarsebajo ese cielo.

Un nuevo fenómenosocializatorio emerge ennuestros días, y es nece-sario comenzar a indagar-lo2 . Las implicancias delimpacto de las nuevastecnologías comunica-cionales, a través del sur-gimiento de un espaciode interacciones al quedenominamos ciberes-pacio3 , en el que vemosemerger múltiples “co-munidades virtuales”4 ,nos lleva a reconocer laimportancia de iniciar unareflexión dirigida a aque-llos aspectos que conside-ramos nodales en y para eldesarrollo de los adoles-centes. Más allá de diver-sidades regionales, lascifras nos revelan un he-cho incontrastable, los jó-venes son un contingenteextenso entre el crecientenúmero de conectados ainternet5 .

En la base del estudio queorigina esta reflexión, hemos utili-zado una metodología de aproxi-mación etnográfica, entendiendopor ello “los actos de observar di-rectamente el comportamiento deun grupo social y producir una des-cripción escrita sobre el mismo”6 .Para realizar este trabajo, nos he-

mos suscripto e ingresado en dife-rentes ambientes del ciberespacio,en particular, “grupos de interés”y chats. Los “grupos de interés” es-tán constituidos a partir de listasde correo a las que suscriben aque-llos que –se supone-, comparten uninterés temático que da origen ala existencia de la lista y en las que

los jóvenes suelen participar acti-vamente. Los chats, por su parte,son salas virtuales al modo delivings en las que las personas se“juntan” a conversar.

Por otra parte, se aprovecha enel estudio un análisis de los com-portamientos observados en una lis-

ta de correo que específicamentegeneramos para debatir el mayofrancés. Es decir, se incluye la ob-servación y análisis de comporta-mientos en diversos ambientesvirtuales.

Vale especialmente, para estetrabajo, subrayar el comentario de

Robin Hamman7 “los inves-tigadores que usan métodosetnográficos en el ciberes-pacio son confrontados condiversos problemas diferen-tes de aquellos probables aencontrar en la inves-tigación off-line”. Efectiva-mente, no fueron pocas lasdudas que tuvimos y deci-siones polémicas quetomamos.

A modo de ejemplos:a) cómo encontrar “en lí-nea” los parámetros de lapoblación del estudio; b)decidir si depender exclu-sivamente de las entrevis-tas “en línea” o realizarentrevistas presenciales“fuera de línea”; c) el ca-rácter de la presencia delobservador en los ambien-tes virtuales, cuyo anoni-mato lo convierte enpotencialmente transpa-rente y desaperc ibido,pero, también, que le per-mite la simulación de per-sonalidades diferentes a la

“auténtica”, pudiendo generardiferentes inputs en los ambien-tes en los que inscribe su presen-cia. Y finalmente, como sugiereHamman, d) los malentendidosfrecuentes causados por la ausen-cia de gestos físicos observablesen el texto escrito de los ambien-tes virtuales.

Juan Carlos Cervantes O., 1993

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Para el caso que nos ocupa, enrelación al primer punto (a), dire-mos que la población objeto delestudio fueron adolescenteshispanoparlantes de entre 14 y 20años, aunque, es probable, se hayaincluido una gama etárea más am-plia de sujetos. Lo dicho, en la me-dida en que no siempre pudoidentificarse la edad –tanto comootras características- de los partici-pantes de los ambientes virtuales y,asimismo, en que resulta imposiblesu comprobación en última instan-cia. Se pretendió abarcar una po-blación que incluyera una cifrarepresentativa de varones y muje-res, de allí la elección de los am-bientes. Los “grupos de interés”relevados, incluyeron comunidadesde intereses diversos, entre ellos:musicales, de series de TV y decibercultura, los que fueron elegi-dos por su carácter transnacional ytranscultural. Esta elección permi-tió ingresar en ciberambientes conmayoría de jóvenes de ambos sexos.También suscribimos a listas de in-tercambios de mensajes de alumnosde escuelas secundarias. En cuantoa los chats en los que ingresamos(como ingresando a una sala deconversaciones) se trató de dos ti-pos: i) espacios gestados desde laslistas de correo temáticas; ii) gené-ricos, en los que la misma “charla”es el sostén del relacionamiento sindepender o constituirse a partir deun tema de interés grupal. En to-dos los casos, el uso del potencial,es indicativo de las limitaciones im-puestas por las características téc-nicas inherentes a un estudio comoel propuesto. Es decir, virtualmen-te no podemos conocer cabalmen-te la edad, sexo y número depersonas participantes en estosciberespacios8 , si bien el tiempo desuscripción a las listas del estudio –

unos tres años en ciertos casos- nosofrece fuertes indicios.

En cuanto al punto referido alas entrevistas (b), debemos decirque relevamos cuestionarios ad-hoca través de dos modalidades: i) on-line, haciéndolos circular por listasde correo; y, ii) presencial, a travésdel contacto con cibernautas encibercafés9 .

En referencia al carácter denuestra participación en los ámbi-tos en los que nos ins(sus)cribimos(c), hemos recurrido a dos formasde observación participante: i) re-ceptiva, como observadores de losintercambios de terceros; ii) ac-tiva, participando en algunosintercambios en procura de lavisibilización de ciertos procesosocultos y estimulando la genera-ción de outputs. Un ejemplo deello, podría ser la participación encanales de chat privados a los quesólo se puede acceder a través deuna solicitud personalizada. Otro,el envío de material producido alas listas.

En cuanto a los malentendidosa los que Hamman se refiere (d),son propios de toda comunicacióntextual sin referencia física, por locual su incidencia está, de algúnmodo, siempre presente, si bien re-ducidos, en parte, por la prolifera-ción en los mensajes de iconos querepresentan emociones.

Por todo lo antedicho, se debeconsiderar a este un trabajoexploratorio, dadas las dificultadesde la tarea emprendida. De todosmodos, creemos pertinentes las re-flexiones que ofrecemos, las que, dealgún modo, representan la síntesisde nuestras observaciones.

De resultas de nuestro traba-jo, proponemos el abordaje de unaserie de cuestiones emblemáticas alas que consignamos especial aten-ción. Sugerimos en consecuencia,revisar los siguientes aspectos vin-culados estrechamente a la vidaadolescente y afectados por las di-námicas del ciberespacio:

· El proceso de construcciónde identidad y la ciber-grupalidad;

· El desarrollo de relacionesmúltiples y efímeras, y pro-fundas y articuladas.

· El desarrollo de la autono-mía de los padres, el senti-miento de libertad y elsurgimiento de nuevas posi-bilidades expresivas;

· El acceso a información glo-bal en un escenario multi-cultural.

La construcción de laidentidad y lacibergrupalidad

Para los adolescentes que nave-gan por la red, el ciberespacio lesofrece nuevas alternativas y lespermite procesar con nuevas herra-mientas aquellas perennes pregun-tas existenciales, entre filosóficas yreligiosas, que en aquel tiempo en-frentan, como ¿quién soy yo?, ¿quéquiero hacer con mi vida?, ¿quéquiero ser? A partir de interaccionesfrecuentes y complejas, los ambien-tes virtuales, tanto el correo elec-trónico, como las listas y el chat, setransforman en un «espacio psico-lógico” en el que los adolescentesse reconocen juntos, aunque enuna modalidad de encuentro dife-rente a la presencial. Por “espacio

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psicológico” entendemos, un am-biente compartido en el que lossujetos construyen conocimientos ydesarrollan subjetividades más alláde tareas específicas. El aula esco-lar, por ejemplo, podría llegar aconstituir un espacio psicológico.En este caso, el ambiente que secomparte, posee la cualidad centralde su virtualidad, que dehecho imprimeuna distan-cia sobre loreal, ya seaafirmándo-lo, ya sea des-mintiéndolo.En estos am-bientes, hemosvisto como pue-de llegar a crear-se una relaciónemocional muy in-tensa en los gruposde interés, y nutridasreferencias persona-les entre miembros deun grupo que no seconocen presencial-mente. Sin embargo,esto parece suceder sola-mente entre aquellos quese “conocen” y desarrollansu relación a través de lared, a diferencia de entrequienes, aún participandofrecuentemente de estos am-bientes, ya mantenían una re-lación de tipo presencial.

Estas relaciones, en las que noestá ausente el misterio y la idea-lización, los lleva a esperar con an-siedad el próximo encuentrovirtual, el inminente mensaje elec-trónico, como antes sucedía conuna llamada telefónica esperada, y,aún antes, la llegada del cartero por-tador de la misiva singular. O, des-

de siempre, la conocida espera enun bar, hasta que alguien ingresepor la puerta y se siente a nuestramesa. De manera similar, no sonpocos los adultos que afirman ha-ber desarrollado conversacionesy diálogos másprofundos

después demucho tiempo en su

vida, a través de este medio10 .

Un ambiente privilegiado deeste tipo de interacciones son los

salones o salas de charla11 (cha-trooms), de asistencia frecuente porparte de muchos adolescentes. Aúnmás, la mayoría de los chats genéri-cos han sido apropiados por ellos.En un chat, los sujetos se comuni-can entre sí en «tiempo real», igualque en los programas de mensajeríainstantánea12 . En estos ambientes,todos los miembros del grupointerconectado están sentadosfrente a sus computadoras almismo tiempo, escribiendo ensu teclado los mensajes queenvían a otros, y leyendo losmensajes enviados por losotros en sus pantallas. Estegrupo es un grupo real y novirtual, cuya particulari-dad es que se constituyeen el ciberespacio y noen un terreno presen-cial. Hablamos, enconsecuencia, de ungrupo real, de inter-acciones reales, me-diatizadas por la red.Howard Rhein-go l d 1 3 expresaque los miembrosde una comuni-dad virtual sejuntan parahacer on-linetodo lo queotros hacenen el mun-do físico.La difere-ncia evi-

dente, es que losmiembros de las comunida-

des virtuales interactúan, algunasveces en forma exclusiva, a travésde textos en las pantallas de suscomputadoras.

Dos hechos relevantes, segúnnos parece, marcan la diferencia

Sergio Rosales Medina

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con el mundo presencial-real en re-lación a la identidad en la red. Elprimero, hace a la dotaciónidentitaria que la red pareciera dara quienes se asocian en sus ambien-tes. Parece clave el hecho de quelas relaciones surgidas en la red es-timulan la creación de cierta “ima-gen de halo” que actúa a modo deemblema que se porta, del mismomodo que cierta vestimenta, y otrosaspectos expresivos. Este plusidentitario otorgado por la condi-ción de cibernauta parece operaren el plano presencial-real al punto que ciertasrelaciones nacidas en lared parecieran estar fuer-temente permeadas poresta circunstancia. Másallá de la desilusión deciertos encuentros realesque contradicen las ex-pectativas generadas y laconfirmación de otrosentre quienes descubrenalgo más que interesescompartidos, pareceengendrarse un tercertipo de encuentros en elque resulta definitorio elaspecto identitario surgi-do al calor del ambientevirtual.

El segundo hecho, esque en estos grupos (quepueden ser de charla o listas de co-rreo) los adolescentes –en rigortambién los adultos- pueden inven-tarse, y de hecho lo hacen, toda cla-se de roles, identidades e historias,cambiando su nombre, edad, o in-cluso su género. Y aquí aparece elciberespacio constituido en un es-cenario privilegiado para la explo-ración y experimentación de lasque hablaba Erikson, como prácti-cas esenciales de un período de la

vida, en el que se juega la construc-ción de la propia identidad. Es de-cir, que el proceso de tramitaciónde la identidad del sujeto, puedeahora encontrar en el ciberespacioun terreno fértil para la experimen-tación y el juego de roles de los ado-lescentes. Para éstos, por ejemplo,crean y seleccionan iconos que re-presentan su identidad, denomina-dos “avatares”. Por lo común,suelen tener un avatar principal yotros secundarios, según necesidad.Algo semejante a desarrollar un yo

principal y algunos “yoes” acceso-rios para circunstancias que loameriten. Es evidente que la posi-bilidad del anonimato estimula alos adolescentes a crearse distintaspersonalidades y experimentar conellas, del mismo modo que muchosadultos admiten que les permitediscutir sobre asuntos que evitaríantratar en la vida “real” con su“propia” identidad. Para los adoles-centes, la experimentación y explo-

ración, en el proceso de construc-ción de su identidad, resultan ele-mentos centrales y la flexibilidad –yseguridad- que les ofrecen los am-bientes virtuales, previsiblementeoperará luego en el mundo “real”.

Por otra parte, durante la ado-lescencia el sentimiento de perte-necer a un grupo es esencial en elproceso de construcción de la pro-pia identidad. El ciberespacio, lesofrece, en este sentido, la posibili-dad de conocer un número ilimita-

do de personas y gruposcon los que interactuar.Pueden dejar un grupo yrápidamente integrarse aotro o constituir uno nue-vo generado por ellosmismos. Las posibilidadesse ensanchan en un hori-zonte abierto. La tecno-logía del ciberespacio lespermite constituir todaclase de grupos y los ado-lescentes se apropian deella generando gruposacordes a sus necesidadese intereses, lo que en bue-na medida equivale a de-cir, del proceso dedesarrollo de su identi-dad. Las listas de discusiónlos chats, en este sentido,se configuran comociberbarrios habitados

por cibertribus. Y allí también lasemociones juegan fuerte, llegandoa la expulsión de aquellos miem-bros del grupo que no respetan susreglas o disputando con otros gru-pos por la primacía en su compe-tencia. En los grupos, por otraparte, que a diferencia de los chatsgenéricos, suelen estar asociados auna temática o interés que les daorigen y sentido, es bastante habi-tual encontrar una distribución de

“Joven...”, New York, 1966. Diana Arbus

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tareas orientadas a satisfacer a susmiembros tanto como a darle rele-vancia al grupo en cuanto tal.

Lo particular, en los ambientesvirtuales, es que, generalmente, estadivisión del trabajo es producto dela propia actividad desarrollada porsus miembros y no está dada, a con-tramano de lo que por lo comúnsucede en el mundo real, por jerar-quías previas. De esta manera, al-guien que se inscribe en un grupoya existente, con una comunidadvirtual relativamente es-table, puede a partir de laintensidad de sus inter-acciones, pasar a ocuparun lugar de relevancia enel mismo.

Otra característica deestos espacios virtualeses que en ellos no hay te-rritorialidad geográficaque defender, sino que ladefensa de la cibertribu,de su identidad, sueleestar vinculada a su per-tinencia y calidad. Porqué tal lista y no otra re-presenta mejor y/o másauténticamente ciertosintereses, parece poderresponderse a partir deuna lógica valorativa enla que lo meritocráticoasciende varios peldaños.

Por otra parte, a través de suparticipación en los cibergrupos,los adolescentes buscan generarnuevas amistades, experimentan-do intensamente con nuevas re-laciones, tanto del propio sexocomo del opuesto. Es bastantecomún que aquello que comien-za como una ciberrelación avan-ce hacia encuentros presenciales.Por ejemplo, los grupos de inte-

rés, en muchos casos, generan“convenciones” que utilizan comoexcusa para un encuentro presen-cial. Y muchos jóvenes arreglancitas para “conocerse” luego de untiempo de intercambios virtuales.Del mismo modo, algunos de susmiembros suelen visitarse en susvacaciones, cuando las distanciasentre ellos son grandes y la rela-ción que se construyó los empujaa conocerse más. Por lo que he-mos podido ver, ya que no siem-pre estos encuentros se dan a

conocer, el grupo y la participa-ción en él tiende a fortalecersetras la reunión presencial, mien-tras que las relacionesinterpersonales en ocasiones seafirman y, en otras, desaparecen.Las expectativas puestas en unareunión grupal pueden derivarseentre diversos sujetos, pero en losencuentros individuales no hayderivación posible, abriendo paso,en ocasiones, al choque14 .

Relaciones múltiples yefímeras, y profundas yarticuladas

Para muchos, la enorme canti-dad de relaciones que puede esta-blecerse vía internet y la fugacidady transitoriedad como característi-cas de la gran mayoría de ellas, ha-bilita un espacio relacional de bajogrado de compromiso y poca pro-fundidad. Sin embargo, hay eviden-cias de que esto no se aplica entodos los casos. Hemos visto que

las personas desarrollanamistades duraderas en elciberespacio y, como di-jimos anteriormente, enocasiones las viven comomás profundas e intere-santes que las de sus vi-das “reales”. Por otrolado, hay que señalar que,en muchos casos, se pro-longan y combinan con suvida “real”. Como sostie-ne Sherry Turkle, cadavez más se observa queexiste un continuo entreel mundo virtual y el real.Por tanto, estamos frentea un nuevo modo de re-lación, que permite lacontinuidad de espacios,tanto como su disconti-nuidad. En la red hay ve-locidad y cambio, perotambién permanencia y

sistematicidad.

Por otra parte, la posibilidad decontactar a individuos y generaremociones no es ajena a la cuestiónde la sexualidad. En este aspecto,el ciberespacio facilita a muchos elavanzar hacia el “primer paso”, tan-to como encontrar personas conorientación sexual similar. Además,sin dudas Internet impacta en la so-ciabilidad de la sexualidad actual

“Esposos...”, New York, 1965. Diana Arbus

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al permitir el acceso a informaciónque antes estaba en pocas manos yvedada a muchos. Finalmente, ennuestro trabajo no hemos podidorelevar en profundidad la cuestióndel llamado cibersexo, en la medi-da en que resulta un tema cuyoabordaje requiere instrumentos es-pecíficos en virtud de su compleji-dad, dado su carácter sensible. Sinembargo, es evi-dente que el sexoestá muy presenteen la red, tanto entérminos estrictos,referido a los web-sites y ambientesvirtuales generadoscon tal propósito,como en sentidoamplio, en todaslas interaccionesimplicadas. Loschats genéricos sonejemplo de ello,con permanentesinterpelaciones detono sexual. Encuanto a las comu-nidades virtualesgeneradas a partirde grupos de inte-rés o afinidad, eshabitual el desarro-llo de relaciones demayor intensidadafectiva entre algu-nos de sus miem-bros, lo cual puedeinferirse, tanto porel grado de interactividad sosteni-do, como por los comentarios mu-tuamente elogiosos girados algrupo. En este punto, el desplieguede conocimiento e información y,el lenguaje utilizado, están consi-derados, por los propios ciber-nautas, como los elementos queconcitan su admiración inicial y por

los que resultan eventualmente se-ducidos, despertándoles su interéspor tal o cual persona. En este sen-tido, estas comunidades, tantocomo otros espacios sociales, per-miten el establecimiento de nuevasrelaciones que pueden devenir envínculos amorosos. Llegados aquí,compartimos las conclusiones deSusana Finquelievich en el sentido

de que las experiencias recogidasnos señalan que una vez estableci-da una relación con cierta intensi-dad, la misma no permaneceeternamente online, en la mayoríade los casos, y en tanto las distan-cias en juego no lo impidan. En estecaso, los encuentros cara a cara (oF2F, face to face), se convierten en

momentos clave en los cuales se de-fine la continuidad o no de larelación.

Por otra parte, el auge de fo-ros de encuentro con la finalidadde propiciar relacionamientos, yel desarrollo exponencial de ser-vicios afines, sean estos pagos ogratuitos, ha originado nuevos

mercados en In-ternet15 . Es evi-dente, la presenciade un fuerte estí-mulo al despliegueimag ina t i vo , sibien presente entoda fantasía se-xual, en la medidaen que ambientesvirtuales proclivesa la simulación,poco y nada la li-m i t an . En e s t ecampo, los invo-lucrados pueden irdesde la enuncia-ción de caricias ybe so s v i r t u a l e shasta la consuma-ción virtual delacto sexual cuyoobjeto no es otroque la obtenciónde sa t i s f a cc iónfísica.

Laautonomía

de los padres, elsentimiento de libertad

y el surgimiento denuevas posibilidades

expresivas

Bien lo sabemos, los adolescen-tes y los jóvenes desean ser cuanto

“Joven...”, New York, 1996. Diana Arbus

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antes independientes, ganar en au-tonomía, y hacer su propio caminosin interferencia de los adultos. Perosi, por un lado, se trata de la aven-tura de salir a explorar nuevos mun-dos, por el otro aparece el temor adejar una identidad infantil, unacasa y un hogar seguros. El cibe-respacio es, desde esta perspectiva,un terreno favorable a sus aspira-ciones, en la medi-da en que pueden“virtualizar” su sali-da a otro(s) mun-do(s), haciéndolaefectiva en un mun-do virtual –perono irreal-, permi-tiéndoles diluir, enparte, sus temores.En definitiva, pue-den aventurarse almundo desde supropia habitación ysin salir de su casa.

Un rasgo atrac-tivo de la redinternet para losadolescentes es queno vislumbran quela red esté contro-lada por el gobier-no, la escuela, lospadres, es decir,por la autoridadencarnada por losadultos. Para ellos,el ciberespacio es lanueva frontera querepresenta algomuy parecido a la libertad que ima-ginan en su cultura de lanocturnidad16 . Así como se sientenlibres en la noche, se sienten libresen el ciberespacio. En la noche, losadultos parecen desaparecer y de-jar el terreno a los jóvenes. Algosemejante perciben que sucede en

el ciberespacio cuando lo recorren.En un caso es el tiempo –la noche-que aleja a los adultos, en el otro,es el espacio –la ciberplataforma -,pero también podríamos decir quelos separa la tecnología. En defini-tiva, como expresa Peter Eio, pre-sidente de Lego Systems, “porprimera vez en la historia de la hu-manidad, una nueva generación

está capacitada para utilizar la tec-nología mejor que sus padres”17 .

Por otra parte, el ciberespacioles ofrece a los adolescentes todaclase de oportunidades para satis-facer sus necesidades expresivas,que vemos traducirse en la inven-

ción de nuevos términos, que danforma a un vocabulario emergenteasentado en un universo simbólicoreferenciado en el mundo virtual ylas nuevas tecnologías. En ocasio-nes asistimos a salas de chat reple-tas de iconos e imágenes queconstituyen un nuevo idioma designos, y refuerzan códigos de gru-po inaccesibles para los adultos. De

hecho, gracias aello, logran eludirmuchos posiblesmalentendidos delos que los adul-tos no siempre es-capan. Así hansurgido, los “emo-ticones”, signos queexpresan emocio-nes y que preten-den complementara la palabra escritaacompañándola ensustitución de lagestualidad ausen-te en el texto.

A d e m á s , l acomputación y lanavegac ión porinternet les ofrecenun terreno propiciopara el desarrollode sus capacidadeslógicas, técnicas ycreativas. La utili-zación de procesoslógicos y no mági-cos se hace más pre-sente, al igual que

la actividad multitarea (multitas-king) y la perspectiva hipertextualde secuencias lógicas no lineales. Lared es tecnología de hard y soft condiagramas de flujos lógicos perma-nentes. Es la hora del brainware.Como señala Julio Orione “(...) Seha dicho, despectivamente, que

Central Park, New York, 1963. Diana Arbus

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internet es diversión. Enhorabuenaque nazcan nuevas formas de diver-sión. Pero es mucho más: es un ca-mino para que los chicos seacerquen al conocimiento y es unaherramienta para enseñarles a pen-sar. No conviene cerrar los ojos aesto”18 . Es así que la proporción dejóvenes y adolescentes creativos ycreadores que diseñan y construyenherramientas informáticas interac-tivas es sorprendente, tanto comola explosión de páginas web (y soft)desarrolladas por adolescentes ypreadolescentes. El famosobuscador Yahoo, elsistema operativoLinux, el programa demensajería instantáneaICQ y el polémicoNapster fueron todosdiseñados y creados poradolescentes. La historiade la empresa Apple esmuy expresiva al respecto.

Acceso ainformación globalen un escenariomulticultural

Por otra parte, en su viaje ha-cia el conocimiento de nuevosmundos, las necesidades de infor-mación para los jóvenes son rele-vantes. Y, en este sentido, tambiénla red les ofrece un universoinimaginado siquiera para la gene-ración anterior. En los ambientesvirtuales que visitamos, hemos po-dido observar la ingente cantidadde información que los adolescen-tes “arrojan” sin solución de conti-nuidad. Sin embargo, estainformación no siempre puede com-probarse y, en algunos casos, resul-tó claramente falaz, sin que sus

emisores tomaran debida cuenta deello. La información se encuentra–y circula- libremente en internet,lo que motiva el surgimiento detemas derivados para el debate: ellibre acceso a la información, lacalidad de la misma y su pertinen-cia. Porque en internet está todo,lo que incluye información relevan-te para el desarrollo de la ciudada-nía juvenil, como ayudas deorientación vocacio-nal y para la

formaciónprofesional, la protec-

ción frente a las relaciones sexua-les, el aborto, etc., pero también,pornografía, drogas, métodos de in-fligir violencia, y tanto más. Frentea este panorama, surge una nuevatarea, la de preparar a los jóvenespara filtrar, seleccionar y procesarla información, a diferencia de ayer,cuando se trataba de salir a buscar-la ya que, frecuentemente, eraescasa. Ahora la información des-

borda y los adolescentes participandel flujo activamente.

Junto al enorme caudal de in-formación en danza, también las re-laciones que se establecen sonaltamente diversas. El ciberespaciole ofrece la oportunidad a los ado-lescentes de encontrarse con pares–e impares- de diversos lugares del

mundo. En los chats la composi-ción por default es internacionaly, por definición, multicultu-ral. Las oportunidades paraadvertir las diferencias cultu-rales, y las preguntas y comen-tarios sobre la propiarealidad suelen ser habitua-les en los ambientesvirtuales, efectuando fre-cuentes comparacionesentre los sistemas de es-tudio y sus posibilida-des, las característicasde la vida familiar y loshechos culturales másexpresivos, menoshabitualmente sur-gen menciones a lapolítica, en la enor-me mayoría de loscasos para su des-calificación. Po-demos afirmarque la presencia

en los ambientesvirtuales de individuos con

diferentes capitales culturales lespermite a los adolescentes enrique-cerse y resignificar su propio espa-cio. Para estos jóvenes, las normasde su entorno sociocomunitario,pierden la dimensión universal quepudo tener para sujetos socializadosen un mundo cerrado que no les per-mitía visualizar otras posibilidadesde ser y desarrollarse. Al mismotiempo, este hecho les abre la puer-ta a un mundo de elecciones queavanza otro paso más hacia la cons-trucción de un individualismo connoción de radicalidad y relatividad.

“. . . with a souven ir dog”, New Orleans, 1964. Diana Arbus

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URL: www.jovenes_en_el_ciberespacio.com

Para terminar, diremos que, ennuestra experiencia, los adolescen-tes conectados hacen un uso inten-so e integral de internet. Sonquienes masiva y efectivamente ha-bitan el ciberespacio, mientras, encambio, los adultos utilizarían laautopista informática para obtenerdatos e información con un perfilmás utilitario. Los más jóvenes, encambio, se juntan para conversar,enviarse mensajes e información detodo tipo, intercambiar músicas, ju-gar on-line, y, por supuesto, ha-cer nuevas relaciones. Puededecirse que, al igual que en lavida “real”, los adultos bus-can principalmente estar in-formados y los adolescentessentirse a gusto, pero la rea-lidad es bastante más com-pleja. De hecho, muchosjóvenes procesan a dia-rio información dispues-ta en la red y muchosadultos hacen un usolúdico de internet.Podemos afirmarque existe un con-tinuo entre la vidaon-line y la vida off-line, sin bien con posibili-dades en algunos casos potenciadas,que de una discontinuidad de com-portamientos en los sujetos.

Los adolescentes que intentareflejar el estudio, son casi en su to-talidad estudiantes de nivel secun-dario o terciario-universitario, declase media o media-alta con con-sumos culturales transterritoriales(música, cine, seriales, cómics) quese hacen evidentes en la generaciónde las comunidades virtuales en lasque comparten sus gustos e intere-

ses comunes. En este sentido, es sig-nificativa la presencia en sus consu-mos de la programación televisivainternacional que muchos compar-ten a través del cable. Sin embar-go, frente a la pregunta de en quéocupaban antes el tiempo que ahoradedican a comunicarse por la red,la respuesta más habitual es: vertelevisión. Lo que supone, por unaparte, un desplazamiento de un

medio pasivo a un me-dio interactivo

y ,por otra, unorden de prioridades queno relega el estudio o las activida-des deportivas o productivas.

La inmensa mayoría de estos jó-venes se conecta a internet desde suhogar, que es desde donde suelen na-vegar cómodamente; eventualmen-te lo hacen desde cibercafés u otrosespacios públicos y, los de mayoredad, también desde su trabajo.

En cuanto al género de loscibernavegantes, se repite el hechode ser los varones quienes más ha-bitan el ciberespacio en una pro-porción que ronda entre las dosterceras y tres cuartas partes de losmiembros de las salas de chat gené-ricas y los grupos de interés, si bien,en estos casos, el tema de referen-cia del grupo preconfigura la parti-cipación. En cuanto al carácter dela participación, las mujeres, sien-do menos numerosa su presencia,son tan o más activas que los varo-

nes, hecho que se evidencia enel rol que asumen de

generadoras decontenido y enuna alta interac-

tividad.

Por otra parte, eléxito entre los ado-lescentes, de los espa-

cios de chat y losprogramas de mensa-jería instantánea, mani-

fiestan su búsqueda denuevas relaciones, sus ne-cesidades expresivas y sus

ansias de participar en gru-pos de interés que se con-

vierten en comunidadesvirtuales (cibertribus) de lasque son miembros activísimos.

Sin embargo, contrario sensu aciertas voces, no parecen ser in-dividuos aislados ni adictos a la

red, sino claramente integrados asus entornos presenciales-reales.

Finalmente, nunca antes la so-ciedad se vio involucrada en cam-bios tan vertiginosos que afectaransu estructura económica y produc-tiva, a la par que su cultura. Elprogreso tecnológico ya no da des-canso y la brecha entre generacio-nes pareciera pronunciarse. Casi

Central Park, New York, 1962. Diana Arbus

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no hay tiempo para adaptarse a unatecnología que ya otra ha ocupadosu lugar. En pocos años, la red haconstituido una ciberósfera en laque cada vez más individuos estáncomprometidos. Una vez más, lasestructuras culturales y sus agenciasde socialización sufren mutacionesque impactan sobre los sujetos. Sinlugar a dudas, este impacto generaun nuevo diferencial entre aquellossocializados por dentro y fuera desu entorno. Ya sean de una mismao de diferentes generaciones. Entodo caso, los adolescentes y losniños conectados, han entrado enrelación con una nueva y podero-sísima agencia socializatoria quemodelará en ellos.

Citas

1 Gibson, William; 1984.2 Recomendamos en internet el site:

“Adolescents in Cyberspace”. También,“La vida en la pantalla. La construcciónde la identidad en la era de internet” deSherry Turkle. 1997.

3 Término usado por primera vez por W.Gibson en la obra mencionada para des-cribir sus mundos virtuales.

4 Howard Rheingold (1993), define a lascomunidades virtuales como “conforma-ciones sociales que emergen de la Redcuando un número relativamente eleva-do de personas mantienen estas discu-siones durante un tiempo prolongado yconforman redes de amigos personales yprofesionales en el cyberespacio”.

5 Según Jupiter Communications, en Es-tados Unidos son 11.1 millones de ado-lescentes (13-18 años) que actualmenteutilizan Internet y se prevé que serán 16.6millones en el año 2002. Cita en “Datosen la Web”.

6 Marshall, Gordon (Ed.) The ConciseOxford Dictionary of Sociology. Oxford:Oxford University Press, 1994.

7 “A aplicação da metodologia de Etnográ-fico no estudo do cibersexo”. 1997.

8 De hecho, hay programas de simulaciónque representan personas virtuales. Portanto, en el límite, podríamos haberinteractuado con software inteligente.

9 En el cibercafé que se instaló en “La casade los estudiantes” de la Federación Uni-versitaria de Buenos Aires, en cuyo dise-ño e idea participamos activa yfundacionalmente.

10 “Muchas de las relaciones que se estable-cen a través de Internet comienzan comoamistades o contactos profesionales, y sebasan completamente en la comunica-ción escrita. A medida que las conversa-ciones se desarrollan, se produce unacomprensión profunda de los pensa-mientos y sentimientos de la otra perso-na, lo que algunos llaman la parte másimportante de una relación”. SusanaFinquelievich; 1998.

11 Nos referimos, con el término “salas dechat” a los espacios virtuales que simu-lan constituir un ámbito para la conver-sación entre los sujetos. Se trata pues,de un espacio público, aunque bien po-dría ser un living, en donde las personasse juntan a desarrollar una conversación.Sólo que, en este caso, las personas sehallan en lugares físicos diferentes y elsitio físico es reemplazado por un sitiogenerado en el ciberespacio.

12 Los más famosos, el ICQ de Mirabilis y elInstant Messenger de AOL.

13 «Virtual Community». Citado por RobinHamman. Introduction to Virtual Com-munities Research and CybersociologyMagazine. Issue Two.

14 “La CMC vuelca la importancia de la pri-mera impresión, de la apariencia física a lacapacidad de comunicación”... “¿Quéocurre cuando la imagen «real» de estapersona no coincide con la imagen pre-concebida?”. Susana Finquelievich; 1998.

15 Susana Finquelievich; 1998.16 Margulis, Mario. 1994.17 Cita en “Los hijos de la tecnología serán

40 millones en el año 2003”, BárbaraCelis. En: Datos en la Web.

18 “Al construir una página, (...) por ejem-plo, hay que definir categorías. Y hay quejerarquizarlas... por medio de diversosordenamientos lógicos: árboles, secuen-cias lineales, espirales, solapamientos,intersecciones, etcétera. Diseñar la pági-na requiere afinar los conceptos de espa-cio-tiempo (...). Después habrá que po-ner los links. ¿Qué mejor oportunidadpara entender qué son las relaciones y lasinterrelaciones, lo unívoco y lo biunívo-co? Tendrá que pensar en equivalencias.(...) También deberá poner en juego losconceptos de causalidad y determina-ción. Cada clic habrá de tener determi-nado efecto, y hay que saber cuál y porqué. Poco a poco, el joven realizador delsitio irá construyendo una imagen inter-na de todos estos aspectos y, al cabo de latarea, habrá incorporado un conjunto

de conocimientos de la mayor importan-cia para su formación intelectual”.“Internet da lecciones prácticas de filo-sofía” en diario Clarín, Suplemento In-formática. Miércoles 10 de mayo de 2000.

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