Separata Estilo Internacional
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interna-estilo
cional
Lucas Chaires
Tipografía 1
Cátedra Gonzalez
Sesma, Manuel
Tipografismo
Paidós Iberoamérica S.A
Barcelona 2004
Práctico Nº 3
Separata
FADU | UNL
01 de julio de 2011
Licenciatura en Diseño
de la Comunicación Visual
Serían dos los centros de enseñanza centroeuropeos, con proyectos curriculares similares aunque diferenciados, lo que se sucederían en la generación de lo que también se conoce como «Estilo Suizo»: la Gewerbeschule de Basilea (Suiza) y elHoschule für Gestaltung de Ulm (Alemania Occidental).
En un artículo publicado en la revista Ulm, en 1965, Gui
Bonsiepe compara constantemente el programa y los objetivos
del Instituto de Ulm con los de la Bauhaus, sabiéndose
herederos de sus enseñanzas, pero con la visión de una nueva
sociedad en la que la industria y, sobre todo, las tecnologías de
la comunicación han cambiado drásticamente.
Al mismo tiempo, redefine el diseño como «comunicación
visual», puesto que centran sus estudios en las técnicas y los
medios de comunicación modernos, tales como el cine, la
televisión, los sistemas de impresión masiva y lo que llaman las
«industrias de la comunicación».
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El consumo siempre ha sido la base sobre la que reconstruir
una economía, y fundamentalmente aquellas que han sufrido
avatares de una guerra que ha dejado vacías las arcas
estatales. El sistema empresarial se apresurará, a finales
de la década de 1940, a aceptar cualquier medio que estimule
el consumo; así proliferaran las agencias de publicidad, los
talleres de cartelismo y las ventas –copia, pirateo y rediseño-
de tipos.
Por otro lado, la destrucción de las fábricas de tipos en Europa
durante la Segunda Guerra Mundial supuso el tener que
empezar prácticamente de cero en muchos países.
Este hecho, junto con las fundiciones americanas intactas,
forzó a los fabricantes europeos a producir tipos a toda prosa
para competir con los diseños comerciales que empezaban a
dejarse ver en el Viejo Continente. Por esta razón, los tipos
europeos producidos durante los años de posguerra care-
cían en su mayoría de suficiente interés desde el punto de
vista artístico o expresivo, pues estaban pensados para el
consumo rápido y la recuperación inmediata del mercado.
El «estilo», en estos casos, suele estar a caballo entre las
recre-aciones nostálgicas de fuentes decimonónicas, el
diseño de usos vulgares para uso corriente –texto corrido,
titulares, publicidad polivalente…-, y los caracteres de fanta-
sía para disfrazar con un aire lujoso, de glamour, cualquier
impreso con tal de sobrestimar comercialmente el producto.
De la misma manera que las vanguardias reaccionaron
contra la decadencia de la sociedad europea de principios de
siglo xx, el Estilo Internacional surge como contraposición a
este caos estilístico de los años cincuenta, retomando
curiosamente argumentos similares a los que ya desarrollara
la Bauhaus, aunque eliminando el carácter didáctico de la
libre experimentación y creando una aún más rígida
normativa con el fin de hacer del diseño una disciplina
científica que no diera lugar a interpretaciones estéticas, ni
que hiciese vislumbrar mínimamente cualquier rastro de
expresividad individualista, por lo a-funcional. A su vez, el
eclecticismo de los años sesenta, el diseño pop y la psicodelia
serían respuestas al Estilo Internacional.
Philipp B. Meggs, como muchos otros historiadores del
diseño, localizan las raíces del Estilo Internacional en De Stijl,
la Bauhaus y la Nueva Tipografía. De hecho sus proge-
nitores, Theo Ballmer y Max Bill, estudiaron tipografía en la
Bauhaus, y conservaron el principio filosófico de alcanzar la
claridad, antes que un estilo individualista, en la comuni-
cación impresa. Y otro de sus teóricos, Gui Bonsiepe, llega a
establecer el principio oficial de la historia del diseño en 1919,
cuando Walter Gropius inaugura la Bauhaus.
Pero serían dos los centros de enseñanza centroeuropeos,
con proyectos curriculares similares aunque diferenciados, lo
que se sucederían en la generación de lo que también se
conoce como «Estilo Suizo»: la Gewerbeschule de Basilea
(Suiza) y el Hoschule für Gestaltung de Ulm (Alemania
Occidental). Por un lado, la Escuela Profesional de Max Bill se
basa en la idea de que el artista debe utilizar las ciencias
exactas, mientras el cientificismo del HfG de Ulm, dirigido por
Tomás Maldonado, se preocupa más por la preparación
práctica con fines industriales y de la producción en masa, y
ambos frente a la Bauhaus de Gropius (de la que se suponen
herederos), basada en un modelo de conjunción artística y
técnica.
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44.45.
Frutiger, Adrian, «Prefacio», en Ruder, Emil, op. Cit. Bonsieppe, Gui, «Education for visual design», Ulm, nº 13-14,
marzo de 1965, recogido en Bierut y otros, Looking closer 3. Classic writings on graphic design.
y ulmbasilea
Por un lado, la Escuela Profesional de Max Bill se basa en la idea de que el artista debe utilizar las ciencias exactas, mientras el cientificismo del HfG de Ulm, dirigido por Tomás Maldonado, se preocupa más por la preparación práctica con fines industriales y de la producción en masa, y ambos frente a la Bauhaus de Gropius (de la que se suponen herederos), basada en un modelo de conjunción artística y técnica.
diseño
característica principal de la estética moderna.
de individualidad, pero dinámico en un sentido universal. Sin embargo eran
ciencia, de la misma forma en que el diseño está relacionado con las artes».
artista: «El artista interpreta. El diseñador no hace de intérprete. El diseñador
dirige sus esfuerzos hacia la mejora inmediata del entorno humano. El artista
muestra cómo afecta este mundo al individuo. Hasta ahora el arte ha sido el
área arquetípica de la experiencia estética».
Además, los principios de la retórica griega fueron revisados y adaptados al
escribe con las mismas formas retóricas, modos y expresiones que cuando
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se habla, pero que es necesario distinguir aquellas formas que son portadoras
lenguaje visual, equiparándolo con el lenguaje hablado. Defendían que se
Sin embargo la figura del diseñador no era en absoluto equiparable con la del
de gran importancia a la manera en que el diseño está relacionado con la
reconocían la afinidad y procedencia del campo artístico: «La escuela de Ulm
conscientes del aspecto «humanístico» de la tipografía en la vida diaria, y
respectivos razonamientos, y el resultado fue un resultado tipográfico carente
El instituto de Ulm también demandaba a sus estudiantes que explicasen sus
del signo y la estructura propia del mismo se configuraría como la
signos y los símbolos con sus usuarios. Este repliegue sobre la esencialidad
en un conjunto estructural; y la pragmática, el estudio de la relación de los
estudio de cómo se conectan los signos y símbolos entre sí y se ordenan
el estudio del significado de los signos y los símbolos; la sintáctica, el
la semiótica en su currículum. La semiótica tenía tres ramas: la semántica,
el instituto de Ulm fue un paso más allá en el campo científico e introdujo
Mientras que el método suizo se construía sobre principios matemáticos,
científico
entre sus características semánticas» dejando de lado las sintácticas.48
de dos tipos de signos cuya efectividad comunicacional depende de la tensión
mensaje vérbico-visual: «La figura retórica visual/verbal es una combinación
de significado y las que simplemente tienen una función articuladora del
46. 47.48.
Ibídem. Ibídem. Bonsieppe, Gui, «Visual/Verbal rhetoric», Dot Zero, nº 2, Nueva York,
1966, recogido en Bierut y otros, Loking closer 3.
«la información sin retórica es un sueño imposible»
Dicha retórica estaba por supuesto reglada, y al diseñador
tipográfico sólo se le permitía una serie de recursos
visuales limitados a los puramente estructurales como el
estilo y cuer-po en los caracteres y sus combinaciones, y el
espaciado entre letras y líneas, además del color. La
palabra podía llegar a distorsionarse hasta la ilegibilidad
por un exceso de efectividad visual, en cuyo caso debía
ser repetida íntegramente dentro del contexto.
Por otra parte hay que tener en cuenta que el diseño era
considerado como un servicio a la sociedad, y que por
tanto el diseñador debía tener conciencia moral de su
profesión, pero siempre ligada a los parámetros de la
economía y el comercio, aunque entendiendo el diseño
como producto cultural: «Una educación sobre el diseño
debe enfrentar la mente del estudiante hacia su
responsabilidad social e inmunizarlo contra las tenta-
ciones de considerar la producción y la distribución de
bienes y servicios exclusivamente como una cuestión de
negocios. El diseñador visual es responsable de la cultura
visual de la sociedad en cuyo sistema comercial es un
medio y no un fin».
Así, frente al diseño publicitario, que Bonsiepe define
como «comunicación persuasiva», plantea un redirec-
cionamiento de la creatividad tipográfica hacia la
“comunicación no persuasiva”: «El mundo de los sistemas
de señales de tráfico y los displays para máquinas, el
mundo de la comunicación para fines educativos, el
mundo de la representación visual de los hechos cien-
tíficos, ofrecen muchas oportunidades y desafíos al
diseñador visual» .
Esta concepción mecanicista estaba directamente unida
el cientificismo de Ulm, pero a su vez era una forma de
venerar los sistemas industriales y la era mecánica, lle-
vando las últimas vanguardias hasta hacerlas despren-
derse de sus dependencias artísticas y de cualquier resto
de métodos artesanales.
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El diseño de la modernidad manifestó así una fe ciega en
su origen técnico, que sin embargo propició el asen-
tamiento definitivo del elemento tipográfico en la comuni-
cación visual, y el cénit de las tipografías de palo seco
como una categoría ya madura de la paleta tipográfica.
Con la descripción teórica y práctica de los recursos y
figuras retóricas del lenguaje, y la afirmación de que «la
información sin retórica es un sueño imposible», los
diseñadores de la Modernidad abogan por la utilización de
la tipografía «desnuda y muda» en la publicidad con el fin
de reforzar el mensaje, sin tener que echar mano de
recursos plásticos que se encontrarían más cerca de la
expresividad artística que de la «comunicación visual». Se
trataba por tanto de una forma de provocar imágenes -
figuras- mentales a través de la lectura del texto que,
combinado con imágenes fotográficas, proporcionasen
una inmediatez de comprensión aunque eliminando en
todo lo posible la capacidad expresiva o evocadora de la
forma de la letra. De hecho, la publicidad contemporánea
se basa en estos principios de retórica visual formulados
por Bonsiepe.
Se podría decir, por tanto, que lo que intentamos definir
como tipografismo fue desterrado de las producciones de
la Modernidad, y en concreto de las influenciadas por las
ense-ñanzas de la Escuela de Ulm. Sin embargo ésta
sería precisamente la característica principal –por no decir
única- del tipografismo moderno: el hecho de que las
formas de las letras, de palo seco -frías, enjutas, univer-
salistas, funcionales-, y su disposición estructurada en una
retícula, planificada con fines puramente legibles – quizás
con algún guiño dinamizador o algún juego visual que re-
fuerce el mensaje del texto, pero sin florituras-, les confiere
entidad propia.
científicodiseño
49. 50.
Bonsieppe, Giu, Education for Visual Design, op. Cit. Ibídem.
51.52.53.
Ruder, Emil, Manual de tipografía. Ibídem.En este sentido véase también Warde, Beatrice, op. Cit.
Es decir, el tipografismo moderno se definirá por su ausencia de intención expresiva y
por el carácter funcional de la letra, algo que ya se había intentado incluso hasta en la
Nueva Tipografía, sin conseguirlo del todo. Esta huida de lo artístico es lo que le hace
darse de bruces a cada paso contra la plasticidad propia, de una fuerza demoledora,
en la que el intento por contener la energía visual hace que ésta se desborde. Esta
energía contenida es la que estallaría en manos de Wolgang Weingart, la «oveja
negra» de Basilea.
De hecho nada que escape al control directo del diseñador y que se encuentre fuera
de los parámetros previstos en el proyecto pertenecen al mismo, llegando incluso a ser
considerados como errores. Para diseñadores como Emil Ruder, que sería profesor
de la Escuela de Basilea, «los resultados producidos por la espontaneidad y el azar de
hecho contradicen la naturaleza de la tipografía que está basada en la claridad y en
proporciones precisas» . Ningún detalle que pueda considerarse accesorio ha de
perturbar la persona-lidad de la letra, lo que en muchos casos tiene como resultado
una tipografía del todo inservible incluso para propósitos modernos, debido a su
extrema rigidez.
Esto se debió a que la tipografía moderna renunció a su herencia histórica para
reinventarse a partir de nuevos códigos relacionales que permitían generar formas y
variaciones teóricamente infinitas.
Sin embargo Ruder defendía «la disciplina, la serenidad y la objetividad» como «las
principales características de la tipografía ahora y en el futuro, ya que su naturaleza
misma queda determinada en gran parte por su dependencia técnica y de la
funcionalidad» . Este precepto casi militar obedece a los órdenes básicos de la
legibilidad y simplicidad que, al limitar las opciones tipográficas y restringir los
parámetros creativos, obligan al diseñador a ir a lo esencial. Y esta esencialidad de la
tipografía, del objeto impreso, no era otra que la legibilidad, fuera de lo cual carecía de
sentido.
Por otro lado esto les permitió, según su concepción, alcanzar el ideal utópico de la
«escritura neutra, ajena a toda consideración nacional», ya que las asociaciones que
se podían establecer entre diferentes tipografía con el lenguaje de su país de origen
(Garamond con el francés, Bodoni con el ita-liano, Caslon con el inglés, etc.) limitaba
su uso por supuestas «restricciones estéticas». Además, según esto la paleta tipo-
gráfica que cabía utilizar era necesariamente muy pequeña, ya que la simplificación
era el resultado de la evolución tecnológica, y la dispersión de esfuerzos iba en contra
de tal progreso.
La universalización de la escritura pasaba entonces por la limitación de las opciones,
renunciando al valor cultural de la creación tipográfica en aras de la funcionalidad. Se
reconocía así el atractivo que encierran las formas singulares de las grafías que nos
resultan ilegibles por el desconocimiento del idioma que encierran , pero se advertía
que se debía al hecho de no reconocer lo realmente importante: el mensaje y el texto,
por lo que se impone el carácter visual o incluso artístico, algo que no debería suceder
nunca en uno lecturable.
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Debido a todo esto, las investigaciones en cuanto al desa-
rrollo de nuevos tipos se encaminaban hacia la economía
–visual y de medios-. En la Escuela Suiza, Emil Ruder daba
clases de tipografía en las que se experimentaba con el con-
traste, las texturas y la escala que ofrecían las Univers,
aunque se centraban en desarrollar tipografías destinadas a
la lectura, en las que la legibilidad y la funcionalidad del tipo
eran los parámetros fundamentales. Armin Hofmann, otro de
los profesores de la Escuela de Basilea, desarrolló una
filosofía basada en el lenguaje elemental del punto, la línea y
el plano, y sustituyó la dependencia pictórica del diseñador
con la armonía dinámica de los elementos tipográficos.
Su libro de 1965, Graphic Design Manual, era un manifiesto
de los principios elementales. Pero estos desarrollos venían
motivados más por la exploración que por la experimentación,
ya que el propósito natural de la tipografía era la función
comunicativa.
Sin embargo podemos hablar de tipografía suiza como de
expresividad funcional, ya que la creación formal es indiso-
ciable en la composición tipográfica, en tanto que comuni-
cación visual. El propio Ruder reconoce que la tipografía tiene
dos aspectos diferentes – su «finalidad práctica» y la expre-
sión de «un lenguaje artístico formal» – que están determi-
nados por la época, y señala las obras venecianas del siglo
XVI como una «época privilegiada en la que forma y función
se alían en un armonioso equilibrio».
Este equilibrio entre forma –lecturabilidad- y función
–legibilidad- se hacía imprescindible, ya que la «exuberancia
barroca» de la primera relega a un segundo plano la se-
gunda, como sucedía en el Futurismo y el Constructivismo del
período de la Bauhaus. Sin embargo las composiciones
visualmente débiles no invitan a la lectura, con lo que se
pierde la función principal de la tipografía. Es por esto que el
propio concepto se fisura al abrir el campo a la variación y,
como en la Nueva Tipografía, el tipografismo se evidencia en
el juego de letras, palabras y grupos de texto que se
conforman en una especie de danza, en «elementos perfec-
tamente legibles dentro del espacio», que «son al mismo
tiempo figuras que se mueven por el escenario del papel». 54
De esta manera, diseñadores de información «suiza» como
Paul Rand, Herb Lubalin, Bradbury Thompson y otros, alcan-
zan un estilo personal en el que se desvinculan ligeramente
de los esquemas modernos que concebían la palabra y la
imagen como una dualidad irreconocible. Y aunque mezclan-
do planteamientos modernos con otros artísticos y particu-
lares, abren el camino a la Posmodernidad, aunque con la
losa de la legibilidad aún a sus espaldas.
En el caso de Lubalin la reunión de la iconocidad verbal sigue
aún los pasos racionalistas y estructuralistas de la
Modernidad, pero crea un juego semántico en el que el lector
ha de implicarse directamente para descubrir la palabra en la
imagen y viceversa. De esta forma proporciona un significado
visual a un concepto aunque sin recurrir de forma abierta a la
generación de un elemento formal. A estos juegos tipográ-
ficos, que le harían mundialmente conocido, los definió como
tipogramas, y en ellos evidencia la fuerza de cada carácter.
La misma palabra, «traducida» en caracteres diferentes,
proporciona mensajes distintos y tiende a provocar emocio-
nes: «Pienso que las palabras pueden convertirse en
imágenes, y crear así una reacción emocional definitiva en el
espectador o el lector. Mother and Child procede de este
análisis; siempre me han dicho que la reacción emocional
frente a esta creación sobrepasa largamente lo que podría
haber provocado cualquier otra expresión gráfica».
Estos resultados fueron la confirmación de la muerte de unas
enseñanzas que degeneraron en un manierismo eclecticista,
por la pérdida del componente expresivo frente a una norma-
lización castradora en la que un exceso de limpieza funcional
se convierte en asepsia esterilizadora, lo que generó produc-
ciones mediocres.
Quizá se piense que una reacción contemporánea al diseño
moderno fueran el Pop Art y el diseño psicodélico –como los
carteles de Victor Moscoso, por ejemplo-, pero dichos movi-
mientos no fueron más que ejercicios de mercadotecnia y
modas superficiales de consumo juvenil impuestos desde
Estados Unidos, antes que verdaderos experimentos en
busca de un nuevo lenguaje visual. La rebelión por apariencia
siempre ha sido un pozo de vacuidad.
tipografíala nueva
54. Frutiger, Adrian, « »,en Ruder, Emil, op., Cit.Prefacio
interna-estilo
cional