Sentencias Malditas

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SENTENCIAS MALDITAS Por que la muerte acecha, hay momentos de dolor que nos opacan las vida, pero son los sentidos de un final para un principio sin forma..... somos, seremos y existimos en medio de la mortalidad de lo terreno

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SENTENCIAS MALDITAS

Por que la muerte acecha, hay momentos de dolor que nos opacan las

vida, pero son los sentidos de un final para un principio sin forma.....

somos, seremos y existimos en medio de la mortalidad de lo terreno

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LO QUE NOS AGOBIA

Hay un hecho en cada quien y una historia en cada vida, de estos

transeúntes seres, en donde, no nos hallamos en el encuentro

convirtiéndonos participes de las vehemencias que nos hacen

pequeños y nos vamos en la tierra solitaria de los sueños perdidos

como unos conformistas, atados a lo inútil sufrimiento y a lo

postrero de nuestra incansable sed por vivir en esta inerme

cotidianidad que nos ahoga.

¿Cuáles penas nos agobian?

Los pecados que se esconden en las disculpas

O los pecados de los otros que nos atraviesan...

Somos culpables del dolor del prójimo

Allí esta la muerte en el escritorio

¿quién peca?

El que sufre ó el que muere y deja el sufrimiento

Somos todos culpables

en este desencantado mundo que nos agobia

¿quién peca?, el que ofende y te lleva a una respuesta a la ira

o la ira que te lleva a lastimar al ofensor y los que le rodean

Todos somos culpables

y las piedras no son suficientes para lapidarnos

el sinsabor del amor, pues el amor ya está escondido

en nuestros muñecos de color de la primera infancia,

Ya estamos huraños y resentidos después de la inocencia

no hay presencia del encanto del amor

lo hemos transfigurado en la pena, el dolor y la ira

¿quién peca?

ya no importa...

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Todos hemos cerrado las puertas del cielo

y solo una mirada conmocionada se cierne en nuestro rostro

La venganza, sabios de ciencia inconformes, desesperados

Mataron, la noble humanidad del amor

porque la falta de compasión... nos volvió malditos

bendecidos por la venganza, frustrados por la vida.

No apaciguaremos las llamas, somos llamados al dolor

hemos de pecar siempre

y no podemos parar las penas

porque las penas nos dieron la mortalidad

Soy un pecador noble

que aprendió a amar en la oscuridad de la ofensa

Me confieso

he pecado y soy culpable

Tan culpable como aquellos que me amaron y me provocaron

Tan profano como aquellos que fueron leales y me traicionaron

Tan mundano como aquellos que purificaron la palabra

Y maldicieron la vida

¿Cuáles penas nos agobian?

¡La verdad!

le temo a la verdad... no soy perfecto

y la inmortalidad no me pertenece

Poema concurso internacional Poesía

Comandante Zorita Madrid – España

Versión 2002

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LA BALADA DEL FRACTRICIDA

Veo las miradas del horror conjugadas con las silenciosas palabras del

conformismo, todos se lamentan de los duros golpes que encarcelan la

vida y la dignidad, y solo unos pocos mártires han hecho reaccionar a

los entes apacibles, aquellos que les recorre la sangre de sus hermanos

en sus pies, solo queda la angustia de aquel que empuñó armadura

para sosegar al que ocasionó el padecimiento.

No hay cansancio para el dolor

inerme hasta el alma,

cual se conjuga en el interior

con luchas del ideal cambio

Aquí, ¡empuño la muerte!

Somos granos de arena, seres insignificantes

ensalzamos por la ira, la angustia y la venganza

Soy el dueño de la muerte...

¿Para que la muerte?

Si no hay un respiro, ¡un sentido!

Doblegados en un mundo desechable

Eh aquí, un bastardo ... sin gloria

¿Cuánta sangre debe correr?

Toda, ¡toda!, y la fuerza está perdida

Aquí, el puñal de fiereza ciega

marchitará los seres lastimeros

dolorosos de sus cortas vidas.

Mientras, atravieso en segundos

el último halo de humanidad.

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sin marchitarme por las sufridas lágrimas

de quienes entierran sus vástagos,

criaturas, caídas en la incursión

tormentosa de nuestra guerra

¡¡los malditos inocentes

tienen que morir!...¡morir!

¿Por qué el sombrío destino de la contienda?

Ahh... en nuestra miel y el sabor del infierno

pues, si no hay fuerza

el poder está perdido

Somos los condenados, hemos de ser...

la belleza de la perdición

y el desencantó la nobleza

porque ya las lágrimas están secas

y nada importa.

Lo hemos perdido todo, miserables

Creamos el veneno para la ira de nuestros hijos.

“He aquí la muerte nuestra salvación”

no asesinamos... solo extinguimos la debilidad

de los que sueñan,

soy futuro de los dioses terrenos

y el sacrificio de lapidar el sacro

Alabada sea la venganza

porque de ella será la paz del dolor

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Alabada sea la ira

porque de ella será la justicia del tormento

¿Qué podemos hacer?

Si el veneno del enojo nos contaminó

la dignidad del amor

Y no hay pecado

Hemos justificado la destrucción

no hay infancia, ni pureza,

solo queda un suspiro perdido

de lo que fue nuestra compasión.

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EL CÁNTICO DE LAS VOCES

Y LA CONTRADICCIÓN

Hay momentos cotidianos en donde las palabras, ni las vivencias

rutinarias bastan para sentir el fuego de la vida, nos damos

cuenta de la fragilidad del ser y la facilidad de morir sin sentido

como granos de arena en un desierto de almas perdida, pero al

final si tan solo levantáramos la voz en este vasto momento de

existencia... solo así, tal vez seamos.

I

Somos seres del universo

Gotas de cristal en la tierra...

Somos, espíritu de la carne

sangre del cuerpo, sal del sinsabor...

Somos vida de lo inerte

luz de la existencia, esencia del ser...

Somos, todo y nada

Insignificantes y grandes...

Somos, el destino mismo

la humanidad agotada, granos perdidos...

Somos, los que existimos y debemos vivir

En medio del silencio de las causas perdidas.

II

Creo...

En la vida verdadera,

aunque las campanas martillen,

un réquiem por aquellos

tiempos del olvido.

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Creo...

En la luz del espíritu

aunque las metrallas

silencien las castas vidas

en fronteras espirales.

Creo...

En la amistad sincera

aunque los hipócritas

falseen las palabras limpias

por suciedades palaciegas.

Creo...

En la esperanza

aunque los vacíos apremien

turbulencias de angustia,

en soledades inquietas.

Creo...

En el amor

Aunque los hombres odien

y prostituyan los ideales

ahogando la dignidad.

Creo...

En tu ser

Aunque las dudas te inunden,

y la desconfianza marchite

la promesa de tu amor.

Creo...

Y creeré en mi existencia,

aunque parezca ser nadie

y las lágrimas viertan

su néctar de tristeza.

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Y en el amargo sabor

de las criaturas humanas

Destruidas una por otra,

con su oscura mano yerta

yo creo y creeré en la verdad.