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    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Sistema de Informacin Cientfica

    Heraclio BonillaSENDERO LUMINOSO EN LA ENCRUCIJADA POLTICA DEL PER

    Nmadas (Col), nm. 19, 2003, pp. 58-65,

    Universidad Central

    Colombia

    Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Nmadas (Col),

    ISSN (Versin impresa): 0121-7550

    [email protected]

    Universidad Central

    Colombia

    www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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    NMADAS58

    SENDERO LUMINOSOEN LA ENCRUCIJADA

    POLTICA DEL PER

    Heraclio Bonill

    Este artculo est destinado al examen de las peculiari-

    dades de la violencia en el Per mediante el anlisis de laexperiencia de Sendero Luminoso. En funcin de ese ob-

    jetivo, el trabajo contiene tres partes. En la primera se co-loca la violencia de los ochenta en una perspectiva histrica

    que la hace comprensible. En la segunda, se describe y seanaliza el ascenso y el ocaso de Sendero. En la tercera, a

    manera de conclusin, se exploran las alternativas polti-cas del Per actual y el lugar de la subversin armada.

    This article examines the peculiarities of violence in

    through the analysis of the experience of the guermovement Shining Path. The article is divided in three p

    In the first one the eighties violence is presented perspective that makes it comprehensible. In the sec

    one the rising and falling of Shining Path is describedthe third one, as a conclusion, the current poli

    alternatives and the place of armed subversion in Peruexplored.

    Palabras clave: Per, Sendero Luminoso, violen

    aos ochenta, conflicto armado.

    * Profesor Asociado de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogot. Docten la especialidad de Historia Econmica por la Universidad de Pars y doctorad

    Antropologa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima). Provisitante en las principales universidades de Amrica Latina, Europa y los Es

    Unidos. E-mail: [email protected]

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    NMADA

    En la ltima semana de agos-to de 2003 la prensa extranjera yla peruana dieron cuenta del trmi-

    no del trabajo y de la entrega desus resultados a las principales au-

    toridades peruanas por parte de laComisin de la Verdad, constitui-

    da hace un par de aos por el go-

    bierno de transicin presidido porValentn Paniagua. Los integrantes

    de esta Comisin recibieron elencargo de averiguar las causas

    y las consecuencias de la trgi-

    ca experiencia vivida por el Peren las tres dcadas finales del si-glo XX, particularmente aquella

    caracterizada por el enfrenta-miento entre las fuerzas del or-

    den y la subversin encabezadaspor Sendero Luminoso (SL) y el

    Movimiento RevolucionarioTpac Amaru (MRTA). La

    prensa resalta que las tres con-clusiones ms importantes alu-

    den a la responsabilidad de las

    fuerzas armadas y de los subver-sivos, en una proporcin mayor

    por parte de los ltimos; a quelas vctimas fueron mayormen-

    te campesinos indios proceden-tes de los departamentos ms

    marginados del sur del Percomo Ayacucho, Huancave-

    lica, y Apurmac; y que fueron69.280 los muertos como con-

    secuencia de esta violencia. Sal-vo la evaluacin del nmero de

    las vctimas, que triplica los es-

    timados que en su momento se hi-cieron, las otras conclusiones noofrecen mayores sorpresas a quie-

    nes desde los ochenta se interesa-ron por el fenmeno de Sendero

    Luminoso. Lo anterior en modo al-guno significa que se cuente con

    una explicacin convincente de

    este grupo y de sus acciones, pese ala existencia de una densa y des-

    igual literatura que incluso cre en

    en perspectiva el curso ante

    su experiencia nacional. Rimportante dar cuenta de a

    de los componentes de ese rio si se quiere reemplazar l

    dota por una explicacin pde los dilemas y de la trage

    envolvieron a gran parte de

    blacin peruana. En trminnmicos, para empezar por

    obvio y reconocible, Pert comparten el penoso

    gio de tener las poblacion

    miserables del hemisferiocin irreversible en el mplazo. Otra dimensin

    nuevo escenario se hallsituacin de los partidos

    cos. Estos aparecen en principios de la dcada d

    con el establecimiento dtido Civil, el cual traduce

    camente los intereses plutocracia asociada a la

    tacin del guano de la

    desde entonces se han dcado tanto en nmero c

    significacin. Cronolgite, los de mayor presenc

    ron y todava algunos son eAprista (1924), el Partido

    ni sta (1928), Accin P(1956), el Partido Popula

    tiano (1966), una escisiservadora de la Dem

    Cristiana. A stos habagregar Per Posible, del

    presidente Alejandro To

    las agrupaciones ad-hoc lidecomienzos de los noventa poVargas Llosa (Libertad) y A

    Fujimori (Cambio 90). En ltradicin latinoamericana

    partidos reproducen de manla cultura poltica de la reg

    el sentido de que son peque

    culos de notables congregatorno a un caudillo y en c

    reccin las bases, si es que

    el Per una especialidad acadmi-

    ca: la Senderologa...

    Es imposible dar cuenta de cadauna de las dimensiones implicadas

    en el fenmeno de Sendero en tanpocas pginas. El lector interesado

    podr consultar la literatura espe-

    cializada, de manera que aqu seintenta, de modo muy breve, colo-

    car esa experiencia en un contextohistrico ms amplio, subrayar lascaractersticas de Sendero y de sus

    acciones, y sugerir algunas reflexio-nes sobre los escenarios de la pol-

    tica peruana en el corto plazo.

    El escenario peruano en la lti-

    ma dcada del milenio pasado eramuy nuevo, muy extrao y, cierta-

    mente, indito cuando se observa

    Adolfo Bravo, La ltima noche de la Pola, 1989,leo, detalle. Villa de Guaduas

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    no tienen mecanismo alguno de

    expresin. Esta profunda crisis mo-ral y poltica fue utilizada en 1968

    por un grupo de funcionarios civi-les del Gobierno Revolucionario de

    las Fuerzas Armadas (GRFA), paraproponer la extraa tesis delno par-

    tido, y a la que tambin aludi

    Fujimori bajo la acusacin departidocracia como pretexto para

    violentar la vida constitu-cional del pas el 5 de abril

    de 1992.

    A la situacin anteriordeben aadirse los cam-

    bios en el orden simbli-co provocados por las

    medidas que tom en suprimera fase el GRFA de

    1968. El sistema colonialen el Per sacraliz la des-

    igualdad y la injusticia. Lanaturaleza religiosa de ese

    orden, la posibilidad de

    dar satisfaccin slo demanera segmentada a las

    demandas ms urgentesde fracciones de las clases

    populares, y la inexisten-cia de canales institu-

    cionales en la mediacindel conflicto, crearon en

    este contexto una parado-ja muy significativa: la

    apariencia de una socie-dad pacfica y tranquila,

    resignada a su suerte, pero

    que en el fondo, y este erasu reverso, anidaba furiasy explosiones que estalla-

    ban en circunstancias propiciascon una extremada fuerza. El so-

    cilogo francs Francois Bourri-caud (1970) document en su

    clsico libro sobre el Per su per-

    plejidad frente a la violencia querevestan las huelgas de los mine-

    ros del Cerro de Pasco; poco ms

    tarde, su colega Henri Favre (1972)

    discuta los correlatos psicolgicosde la interiorizacin de esta frustra-

    cin expresados en fiestas y prcticasautodestructivas de los campesinos

    indios.

    Los fundamentos de esta estruc-

    tura sufrieron profundos cambiosen el curso de la segunda mitad del

    siglo XX, particularmente en el con-texto de las movilizaciones campe-

    sinas de la dcada de los sesenta,cuando sus protagonistas, adems

    de reivindicar su derecho a las tie-

    rras expropiadas, comenzaron acuestionar la legitimidad del orden

    gamonal. En vastas regiones del in-

    NMADAS

    terior peruano este proceso cu

    n con un golpe contundente cdo la reforma agraria de Vel

    produjo en 1969 el desalojo de mentos importantes de la clase

    minante, quienes desde el vrde las sociedades regionales art

    laron social y moralmente tal o

    namiento en este siglo. No pocos los casos documentado

    expresin de tristezlamentos de los camp

    nos indios frente a la

    pulsin de sus patroas como la nostalgilas capas ms antigua

    proletariado minero la expulsin de los g

    gos de la direccin dcompaas norteame

    nas que explotaban ebre en la sierra cen

    (Bonilla, 1970).

    La gran transfor

    cin capitalista quefuerzas armadas apu

    laron en 1968 fue en sentido doblemente

    completa. En trmeconmicos disloc

    economa, en consoncia con su modelo n

    pitalista ni comunique termin potencia

    las deficiencias de cuno, y en trminos so

    les no pudo llenar el

    co que haba producEstaban as reunidacondiciones para dar

    cimiento a aquello que el anplogo Jos Matos Mar (19

    calificaba como desborde polar. Las expresiones de este

    borde que en esencia no es

    una delicada metfora para dnar el impresionante caos socia

    Per son mltiples y atraviesa

    Jos Mara Espinosa, Policarpa Salavarrieta, 1855, leo/tela.Museo Nacional

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    conjunto de la cultura popular (el

    achoramiento y la msica chi-cha), la religin (Sarita Colonia

    y las vrgenes lloronas), el lengua-je y los smbolos, la sustitucin del

    orden y la civilidad, por el elo-cuente postulado del slvese

    quien pueda, para no mencionar

    las prcticas polticas como las deSendero Luminoso, que convirtieron

    al Per de los ochenta en un cen-tro de curiosidad mundial. Se pue-

    de discutir, ciertamente, si este

    llamado desborde traduce la crea-tividad peruana o, ms bien, el l-mite alcanzado por la impotencia y

    la desesperacin. Y es este el con-texto en el que Sendero Luminoso

    aparece y acciona.

    Sendero Luminoso (SL) fue elresultado de la escisin, en 1971,

    del Partido Comunista Bandera Roja,as como de su inicial anclaje re-

    gional e institucional: Ayacucho y

    la Universidad San Cristbal deHuamanga. En la constitucin de

    SL desempe un papel importan-te Abimael Guzmn Reynoso, el

    presidente Gonzalo, filsofo gra-duado en la Universidad San

    Agustn de Arequipa con una tesissobre Kant, y un reducido grupo de

    profesores y estudiantes (Degregori,1988). Movimiento de inspiracin

    maosta, fortalecido por la prolon-gada estada de Guzmn en China,

    busc su nativizacin resaltando al-

    gunos aspectos del pensamiento deJos Carlos Maritegui, para termi-nar convirtiendo en un primer mo-

    mento al espacio universitariocomo su centro de accin. No era

    en ese sentido muy distinto a losotros grupos de izquierda radical,

    aunque s lo era la frontal oposicin

    de SL a las huelgas generales y a lastomas de tierra, es decir a las ac-

    ciones de protesta popular en con-

    tra de las medidas del gobierno mi-

    litar de la segunda fase.

    Pero la hegemona de Senderoen la universidad fue muy breve: en

    1975 sta se redujo a la Facultad deEducacin, para abandonar la uni-

    versidad un ao ms tarde a fin de

    enviar a sus cuadros a trabajos deproselitismo tanto en la regin como

    en otros lugares del pas, al tiempoque el ncleo dirigente continuaba

    con el proceso de construccin del

    partido. Que Ayacucho (rincn delos muertos en quechua) haya sidola cuna de SL no es, desde luego,

    una coincidencia. Se trata de unade las regiones ms deprimidas del

    Per, con una universidad reabiertadesde 1959 que pronto se convirti

    en un centro de atraccin de estu-diantes con races campesinas muy

    recientes y de difusin cultural muyavanzada; todo aquello en el marco

    de un aislamiento que intensific la

    prdica ideolgica. Pese a su reco-nocida parquedad en trminos de

    pronunciamientos, la difusin enenero de 1988 de las bases de discu-

    sin del PCP en las pginas de ElDiario, su principal vocero, permite

    conocer lo esencial de sus propues-tas, as como las lneas directrices de

    su accin. Para Guzmn, el Percontemporneo es una sociedad feu-

    dal y semicolonial en el cual sedesenvuelve un capitalismo buro-

    crtico, entendindose como tal el

    capitalismo que genera el imperia-lismo en los pases atrasados, atadoa la feudalidad que es caduca y so-

    metido al imperialismo que es la l-tima fase del capitalismo (El Diario,

    Lima 8 de enero de 1988).

    La construccin de la repbli-

    ca popular de nueva democracia nopoda sino resultar de una violenta

    guerra revolucionaria conducida

    por el ejrcito guerrillero p

    Sus acciones estaran encama la conquista militar de bas

    de el campo a la ciudad, doestableceran atravesando

    de sangre, comits popularecampo y movimientos revol

    rios de defensa del pueblo en

    dades, a cargo de comisarioconcreciones del nuevo est

    conjunto de comits popconstituye la base de apoy

    conjunto de bases de apoyo

    collar que arma la repblicalar de nueva democracia. Eceso se encuadra dentro

    guerra prolongada, la cuaprende tres etapas:

    (...) la primera es el perodo

    la ofensiva estratgica del

    migo y la defensiva estrat

    nuestra. La segunda ser el

    rodo de la consolidacin e

    tgica del enemigo y de nue

    preparacin para la ofensiva

    tercera ser el perodo de ntra contraofensiva estratgi

    de la retirada estratgica del

    migo (...) (Ibid).

    En este contexto, fue s

    camente elocuente que lasnes pblicas de SL come

    colgando perros en los poLima, en clara alusin a su

    cio por la revisionista dirigenna, as como por la quema

    nforas en la plaza pbl

    Chuschi el 17 de enero decomo un rechazo al procestoral en curso y en circuns

    en que la izquierda peruanse preparaba para participa

    fue el inicio de una vorgialcanzara dimensiones aluc

    aos ms tarde, al avanzar S

    conquista de las bases, bael campo, para establecer

    liberadas.

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    La expansin militar de SL du-

    rante 1980 y 1982 en las regionesde Ayacucho y Apurmac, en el sur

    peruano, fue rpida y cont con elrespaldo de fracciones importan-

    tes de la poblacin rural y urbana.Basta mencionar la multitud casi

    30.000 personas que acompa

    al fretro de Edith Lagos, una jo-ven dirigente senderista muerta en

    combate el 3 de septiembre de1982 (Gorriti, 1990: 381). Los tes-

    timonios y las escasas

    investigaciones permitenenumerar algunas de lasrazones del xito inicial

    de esta expansin. Laprimera, y la ms obvia,

    el olvido y la postracinsecular de aquellas regio-

    nes por parte del Estado.A estas razones de estruc-

    tura debe aadirse laeficacia de las tcticas uti-

    lizadas por Sendero para

    captar la simpata de loscampesinos. Ronald Berg

    (1986-1987: 165-196)en el estudio de campo

    realizado en la comuni-dad de Pacucha, en An-

    dahuaylas, entre agostode 1981 y noviembre de

    1982, encontr que SLhaba logrado captar la

    adhesin diferenciada delos campesinos, la cual se manifes-

    taba ya sea en simpata o en apo-

    yo tanto pasivo como activo, alutilizar las tensiones nacidas de lareforma agraria y aplicar una jus-

    ticia campesina que otorgaba sa-tisfaccin a los agravios frente a la

    incompetencia y la corrupcin delos funcionarios locales. Pero tam-

    bin, de manera significativa, sus

    acciones le ganaban el inmediatorespaldo de uno de los bandos en

    conflicto, al colocar un nuevo ele-

    mento en las ancestrales disputas

    inter o intracomunales.

    Pero incluso en los aos inicia-les de la expansin de Sendero en

    estas regiones de Ayacucho y deApurmac ni todos sus campesinos

    fueron captados, ni el reclutamien-

    to estuvo exento de brutalidades.Por esta razn, un problema que an

    se debate es saber si quienes se com-prometieron de manera activa con

    SL en estas regiones eran autnti-

    cos campesinos. En un artculo pio-

    nero, Henri Favre (1984: 3-27)sealaba que en 1981 comunida-des de zonas bajas como Huanca-

    sancos eran ms susceptibles deadherirse a SL, en la medida en que

    sus campesinos eran los ms deshe-redados. En cambio, comunidades

    de altura como Lucanamarca, mu-

    cho ms indgenas, eran ms pro-pensas a reaccionar contra SL en

    respuesta a su estrategia de asfixiar

    los mercados locales, obligand

    las comunidades a practicar agricultura de autosubsisten

    Esta imposicin cortaba a las conidades de altura sus vnculos

    el mercado, forzndolas a restacer lazos de dependencia con las

    munidades de abajo, de quiene

    haban emancipado poltica y nmicamente en el pasado rec

    te. De ah que Favre concluyalas races de SL se encuentran e

    sector masificado, ino

    nico, y no integradque su revuelta es llos parias contra toda

    clases de la sociedad

    En cualquier casosimpatas ni rechazos

    irrevocables en un texto de guerra abie

    sobre todo cuando latervencin directa

    ejrcito hizo tamba

    estos sentimientos. mismos casos de Hu

    casancos y de Lucamarca en la provinci

    Vctor Fajardo (Aycho), ilustran los m

    dos utilizados por SL mantener esos apoy

    para sancionar las dfiliaciones. El 3 de a

    de 1983 un centenasenderistas ingresaron a esos

    blos y luego de juicios popula

    sumarios dieron muerte a 45 coneros de Lucanamarca y a 35Huancasancos, hecho que marc

    inicio de castigos ejemplares cmtodo para obtener el recl

    miento o, cuando menos, la diencia de los campesinos.

    El 20 de diciembre de 198presidente Fernando Bela

    Terry, de Accin Popular, luego

    Annimo, Policarpa, talla/madera, s. XIX. Museo 20 de Julio. Bogot

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    asesinato del director de la filial de

    Ayacucho de la Casa de la Culturadel Per, decidi finalmente auto-

    rizar la participacin de las fuerzasarmadas en la represin de SL y, por

    consiguiente, su ingreso a Ayacu-cho. As aparece el segundo actor

    en el escenario de la violencia en

    el Per, luego del regreso pactadoa sus cuarteles en 1979. Las accio-

    nes de los militares estuvieron ins-piradas en la doctrina de la guerra

    interna, es decir, la misma que fue-

    ra utilizada en el Cono Sur durantelos largos aos de dictadura de esospases, y con las consecuencias que

    son ampliamente conocidas. Por lomismo, no fue una sorpresa para

    nadie la rutinaria proliferacin dedenuncias de violacin de los de-

    rechos humanos. En la medida enque la mayor parte de las vctimas

    de estos abusos eran campesinosindios, y en virtud del conocido

    racismo que impregna la sociedad

    peruana, la opinin pblica muypronto se habitu a leer con indi-

    ferencia noticias sobre muertes ydesapariciones. El Ministerio del In-

    terior evalu en su momento en 22mil los muertos producidos en el

    marco de este enfrentamiento en-tre 1980 y 1992, mientras que los

    costos de los recursos materialesdestruidos durante esa dcada as-

    cendieron a 22 mil millones de d-lares, monto equivalente al valor

    total de la deuda externa del Per

    de esos aos. La Comisin de la Ver-dad, como se seal al comienzo,cifra en cambio el aniquilamiento

    en 69.280 muertos. Y es que en1992 la violencia en el Per no era

    slo un fenmeno circunscrito a unvillorio aislado de los Andes, sino

    que estuvo presente en casi todo el

    territorio nacional, y su evidenciams clara fue la multiplicacin de

    las provincias declaradas en emer-

    gencia: de siete en 1982 a 60 a fines

    de 1990. Por otra parte, si el volu-men de vctimas traduce el des-

    calabro de una sociedad, puedencompararse esas cifras, 22 o 69 mil,

    con los 166 muertos producidos enel contexto de las movilizaciones

    campesinas desde 1958 hasta 1964.

    El nico precedente conocido enlos Andes sobre un desastre de

    esta magnitud lo constituyen lascien mil vctimas, entre realistas

    y rebeldes y sobre una pob lacin

    total de milln y medio, que oca-sion la rebelin de Tpac Amaruy lo s Kata ri en 1780 (Cornb li t,

    1970:1).

    El conocimiento de la compo-sicin social de SL encuentra en el

    trabajo ya sealado de Favre unaimportante apoyatura inicial: SL

    halla su sustento en las fraccionesms desarraigadas de la poblacin

    peruana, tanto rural como urbana.

    Otra contribucin importante aeste conocimiento fue la de Denis

    Chvez de Paz (1989). Al analizarlos expedientes de los inculpados por

    terrorismo encontr que su edadpromedio era de 26 aos; 16 % eran

    mujeres; solteros 70%, y migrantes76.5%, de los cuales un 58% pro-

    vena de las provincias ms pobresdel pas, y pese a que el 35.5% te-

    nan educacin universitaria, stoseran pobres o muy pobres. Y es que

    un joven al terminar la educacin

    secundaria sabe que sus oportuni-dades de ingreso a la educacin su-perior son reducidas y, si ingresa,

    descubre que su ttulo universita-rio carece de valor para obtener un

    empleo satisfactorio en el sector p-blico o privado, y que l no tiene

    ningn lugar en el sistema. De ah

    su propensin a enrolarse en la sub-versin: para destruir un sistema

    que no les sirve, o por la convic-

    cin de que la subversin es

    nal de movilidad potencial

    Tambin en 1970 en Huallaga empez a surgir u

    gin relativamente prsptravs del cultivo de la coca. L

    peridad de la zona estuvo es

    mente asociada a la expansconsumo de cocana en los

    Unidos, y tuvo como resulincremento de las reas sem

    las cuales pasaron de 28 mil

    reas en 1980 a 211,000 e(Tarazona-Sevillano, 1992Inicialmente, en esta regin

    tores principales eran los cdores, los narcotraficant

    polica encargada de la repy las relaciones entre ellos

    conflicto debido a la incomlidad de sus intereses. Estas

    nes fueron explotadas por Sluego de incursiones inic

    principios de los ochenta,

    una slida presencia arm1985. La tctica seguida

    para ganar el respaldo acproductores y traficantes,

    sencia de una poltica cohpor parte del gobierno, era

    extrema simpleza. Bastabproteger a los productore

    vigilancia policiaca y de lassiones de los traficantes,

    traficantes de las autoridadeteccin que ciertamente re

    lucrativas ganancias por la

    raleza del negocio.

    Subversin y contrasub

    fueron inicialmente las fueryas acciones, al operar so

    volcn, expandieron la violeconjunto de la sociedad p

    Pero los resultados de esa

    cia se retroalimentaron y teron produciendo un inmens

    Entre las diversas expresione

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    NMADAS64

    violencia/consecuencia que

    deviene en violencia/escena-rio deben mencionarse los

    denominados desplazados,autnticos parias rurales que

    forman parte de guetos ubica-dos en el campo y en la ciu-

    dad, como consecuencia del

    xodo que emprendieron paraescapar de las acciones de SL

    o del ejrcito (Coral, 1986:77-84). El nmero de estos

    desarraigados ha sido calcula-

    do en 200 mil (Kirk, 1991:42).Una situacin similar ocurrecon las rondas; porque ellas no

    slo sirvieron para protegercampesinos y reparar agravios,

    sino que tambin fueron ins-trumentos del gobierno y de

    las fuerzas armadas en la luchacontra la subversin. Y si bien

    la entrega de armas puede sertil para una legtima defensa,

    en el clima social y poltico del

    Per de entonces fue imposi-ble garantizar que esas rondas

    armadas, con su peculiar concep-cin de la justicia, no emprendieran

    un arreglo de cuentas con adversa-rios que tenan poco que ver con la

    subversin, sobre todo cuando con-taron con dirigentes como el cle-

    bre Comandante Huayhuaco, uncontrabandista y traficante convic-

    to. As se levanta otro escenario paraque la guerra contra la subversin

    se convierta en una guerra campesi-

    na. O en una guerra civil y criminal,cuando desde el poder y con respal-do de la derecha, se organizan ver-

    daderas bandas paramilitares, comoel comando Rodrigo Franco nom-

    bre de un lder aprista asesinado porSL para colocar bombas o asesinar

    a dirigentes de la izquierda, o cuan-

    do el nombre de Sendero es usadocomo coartada en la ejecucin de

    crmenes corrientes.

    En la noche del 12 de septiem-bre de 1992 se cerr la primera par-

    te de este drama cuando AbimaelGuzmn y otros importantes miem-

    bros de la direccin de SL fueronapresados por la Direccin Nacio-

    nal contra el Terrorismo (Dincote).Este hecho pali el autntico gol-

    pe de estado cometido por Fujimorial disolver el Congreso y el Poder

    judicial cinco meses antes y fue usa-

    do para prolongar su gobierno has-ta el 2000. Para el gobierno, paragran parte de la opinin pblica, y

    para muchos analistas, el encarce-lamiento de Guzmn y de su cama-

    rilla, as como la de Vctor Polay yotros dirigentes del MRTA, signifi-

    caba el cierre definitivo de una d-

    cada de oprobio, de sangre y dedolor. Que ese optimismo era pre-

    maturo lo dice y lo desmiente lo

    ocurrido en el Per desde

    entonces. Estos ltimos ademostraron de manera c

    tundente que el gobiernocombati a SL era igualm

    te capaz de cometer crmsemejantes o mayores, m

    tras que la accin de va

    grupos que reivindicannombre de SL sugiere que

    manera demencial de prcar la poltica est lejos de

    aparecer. Y es que ms all

    la alucinacin de quienes cibieron su nacimiento, la versin, con prescindencia

    nombre que adopte, segcontando con la adhesin

    una poblacin hundida emiseria, y proclive a la pr

    ca de algn iluminado y etico mesas.

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