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Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal
Sistema de Informacin Cientfica
Heraclio BonillaSENDERO LUMINOSO EN LA ENCRUCIJADA POLTICA DEL PER
Nmadas (Col), nm. 19, 2003, pp. 58-65,
Universidad Central
Colombia
Cmo citar? Fascculo completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista
Nmadas (Col),
ISSN (Versin impresa): 0121-7550
Universidad Central
Colombia
www.redalyc.orgProyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
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NMADAS58
SENDERO LUMINOSOEN LA ENCRUCIJADA
POLTICA DEL PER
Heraclio Bonill
Este artculo est destinado al examen de las peculiari-
dades de la violencia en el Per mediante el anlisis de laexperiencia de Sendero Luminoso. En funcin de ese ob-
jetivo, el trabajo contiene tres partes. En la primera se co-loca la violencia de los ochenta en una perspectiva histrica
que la hace comprensible. En la segunda, se describe y seanaliza el ascenso y el ocaso de Sendero. En la tercera, a
manera de conclusin, se exploran las alternativas polti-cas del Per actual y el lugar de la subversin armada.
This article examines the peculiarities of violence in
through the analysis of the experience of the guermovement Shining Path. The article is divided in three p
In the first one the eighties violence is presented perspective that makes it comprehensible. In the sec
one the rising and falling of Shining Path is describedthe third one, as a conclusion, the current poli
alternatives and the place of armed subversion in Peruexplored.
Palabras clave: Per, Sendero Luminoso, violen
aos ochenta, conflicto armado.
* Profesor Asociado de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Bogot. Docten la especialidad de Historia Econmica por la Universidad de Pars y doctorad
Antropologa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima). Provisitante en las principales universidades de Amrica Latina, Europa y los Es
Unidos. E-mail: [email protected]
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NMADA
En la ltima semana de agos-to de 2003 la prensa extranjera yla peruana dieron cuenta del trmi-
no del trabajo y de la entrega desus resultados a las principales au-
toridades peruanas por parte de laComisin de la Verdad, constitui-
da hace un par de aos por el go-
bierno de transicin presidido porValentn Paniagua. Los integrantes
de esta Comisin recibieron elencargo de averiguar las causas
y las consecuencias de la trgi-
ca experiencia vivida por el Peren las tres dcadas finales del si-glo XX, particularmente aquella
caracterizada por el enfrenta-miento entre las fuerzas del or-
den y la subversin encabezadaspor Sendero Luminoso (SL) y el
Movimiento RevolucionarioTpac Amaru (MRTA). La
prensa resalta que las tres con-clusiones ms importantes alu-
den a la responsabilidad de las
fuerzas armadas y de los subver-sivos, en una proporcin mayor
por parte de los ltimos; a quelas vctimas fueron mayormen-
te campesinos indios proceden-tes de los departamentos ms
marginados del sur del Percomo Ayacucho, Huancave-
lica, y Apurmac; y que fueron69.280 los muertos como con-
secuencia de esta violencia. Sal-vo la evaluacin del nmero de
las vctimas, que triplica los es-
timados que en su momento se hi-cieron, las otras conclusiones noofrecen mayores sorpresas a quie-
nes desde los ochenta se interesa-ron por el fenmeno de Sendero
Luminoso. Lo anterior en modo al-guno significa que se cuente con
una explicacin convincente de
este grupo y de sus acciones, pese ala existencia de una densa y des-
igual literatura que incluso cre en
en perspectiva el curso ante
su experiencia nacional. Rimportante dar cuenta de a
de los componentes de ese rio si se quiere reemplazar l
dota por una explicacin pde los dilemas y de la trage
envolvieron a gran parte de
blacin peruana. En trminnmicos, para empezar por
obvio y reconocible, Pert comparten el penoso
gio de tener las poblacion
miserables del hemisferiocin irreversible en el mplazo. Otra dimensin
nuevo escenario se hallsituacin de los partidos
cos. Estos aparecen en principios de la dcada d
con el establecimiento dtido Civil, el cual traduce
camente los intereses plutocracia asociada a la
tacin del guano de la
desde entonces se han dcado tanto en nmero c
significacin. Cronolgite, los de mayor presenc
ron y todava algunos son eAprista (1924), el Partido
ni sta (1928), Accin P(1956), el Partido Popula
tiano (1966), una escisiservadora de la Dem
Cristiana. A stos habagregar Per Posible, del
presidente Alejandro To
las agrupaciones ad-hoc lidecomienzos de los noventa poVargas Llosa (Libertad) y A
Fujimori (Cambio 90). En ltradicin latinoamericana
partidos reproducen de manla cultura poltica de la reg
el sentido de que son peque
culos de notables congregatorno a un caudillo y en c
reccin las bases, si es que
el Per una especialidad acadmi-
ca: la Senderologa...
Es imposible dar cuenta de cadauna de las dimensiones implicadas
en el fenmeno de Sendero en tanpocas pginas. El lector interesado
podr consultar la literatura espe-
cializada, de manera que aqu seintenta, de modo muy breve, colo-
car esa experiencia en un contextohistrico ms amplio, subrayar lascaractersticas de Sendero y de sus
acciones, y sugerir algunas reflexio-nes sobre los escenarios de la pol-
tica peruana en el corto plazo.
El escenario peruano en la lti-
ma dcada del milenio pasado eramuy nuevo, muy extrao y, cierta-
mente, indito cuando se observa
Adolfo Bravo, La ltima noche de la Pola, 1989,leo, detalle. Villa de Guaduas
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no tienen mecanismo alguno de
expresin. Esta profunda crisis mo-ral y poltica fue utilizada en 1968
por un grupo de funcionarios civi-les del Gobierno Revolucionario de
las Fuerzas Armadas (GRFA), paraproponer la extraa tesis delno par-
tido, y a la que tambin aludi
Fujimori bajo la acusacin departidocracia como pretexto para
violentar la vida constitu-cional del pas el 5 de abril
de 1992.
A la situacin anteriordeben aadirse los cam-
bios en el orden simbli-co provocados por las
medidas que tom en suprimera fase el GRFA de
1968. El sistema colonialen el Per sacraliz la des-
igualdad y la injusticia. Lanaturaleza religiosa de ese
orden, la posibilidad de
dar satisfaccin slo demanera segmentada a las
demandas ms urgentesde fracciones de las clases
populares, y la inexisten-cia de canales institu-
cionales en la mediacindel conflicto, crearon en
este contexto una parado-ja muy significativa: la
apariencia de una socie-dad pacfica y tranquila,
resignada a su suerte, pero
que en el fondo, y este erasu reverso, anidaba furiasy explosiones que estalla-
ban en circunstancias propiciascon una extremada fuerza. El so-
cilogo francs Francois Bourri-caud (1970) document en su
clsico libro sobre el Per su per-
plejidad frente a la violencia querevestan las huelgas de los mine-
ros del Cerro de Pasco; poco ms
tarde, su colega Henri Favre (1972)
discuta los correlatos psicolgicosde la interiorizacin de esta frustra-
cin expresados en fiestas y prcticasautodestructivas de los campesinos
indios.
Los fundamentos de esta estruc-
tura sufrieron profundos cambiosen el curso de la segunda mitad del
siglo XX, particularmente en el con-texto de las movilizaciones campe-
sinas de la dcada de los sesenta,cuando sus protagonistas, adems
de reivindicar su derecho a las tie-
rras expropiadas, comenzaron acuestionar la legitimidad del orden
gamonal. En vastas regiones del in-
NMADAS
terior peruano este proceso cu
n con un golpe contundente cdo la reforma agraria de Vel
produjo en 1969 el desalojo de mentos importantes de la clase
minante, quienes desde el vrde las sociedades regionales art
laron social y moralmente tal o
namiento en este siglo. No pocos los casos documentado
expresin de tristezlamentos de los camp
nos indios frente a la
pulsin de sus patroas como la nostalgilas capas ms antigua
proletariado minero la expulsin de los g
gos de la direccin dcompaas norteame
nas que explotaban ebre en la sierra cen
(Bonilla, 1970).
La gran transfor
cin capitalista quefuerzas armadas apu
laron en 1968 fue en sentido doblemente
completa. En trmeconmicos disloc
economa, en consoncia con su modelo n
pitalista ni comunique termin potencia
las deficiencias de cuno, y en trminos so
les no pudo llenar el
co que haba producEstaban as reunidacondiciones para dar
cimiento a aquello que el anplogo Jos Matos Mar (19
calificaba como desborde polar. Las expresiones de este
borde que en esencia no es
una delicada metfora para dnar el impresionante caos socia
Per son mltiples y atraviesa
Jos Mara Espinosa, Policarpa Salavarrieta, 1855, leo/tela.Museo Nacional
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conjunto de la cultura popular (el
achoramiento y la msica chi-cha), la religin (Sarita Colonia
y las vrgenes lloronas), el lengua-je y los smbolos, la sustitucin del
orden y la civilidad, por el elo-cuente postulado del slvese
quien pueda, para no mencionar
las prcticas polticas como las deSendero Luminoso, que convirtieron
al Per de los ochenta en un cen-tro de curiosidad mundial. Se pue-
de discutir, ciertamente, si este
llamado desborde traduce la crea-tividad peruana o, ms bien, el l-mite alcanzado por la impotencia y
la desesperacin. Y es este el con-texto en el que Sendero Luminoso
aparece y acciona.
Sendero Luminoso (SL) fue elresultado de la escisin, en 1971,
del Partido Comunista Bandera Roja,as como de su inicial anclaje re-
gional e institucional: Ayacucho y
la Universidad San Cristbal deHuamanga. En la constitucin de
SL desempe un papel importan-te Abimael Guzmn Reynoso, el
presidente Gonzalo, filsofo gra-duado en la Universidad San
Agustn de Arequipa con una tesissobre Kant, y un reducido grupo de
profesores y estudiantes (Degregori,1988). Movimiento de inspiracin
maosta, fortalecido por la prolon-gada estada de Guzmn en China,
busc su nativizacin resaltando al-
gunos aspectos del pensamiento deJos Carlos Maritegui, para termi-nar convirtiendo en un primer mo-
mento al espacio universitariocomo su centro de accin. No era
en ese sentido muy distinto a losotros grupos de izquierda radical,
aunque s lo era la frontal oposicin
de SL a las huelgas generales y a lastomas de tierra, es decir a las ac-
ciones de protesta popular en con-
tra de las medidas del gobierno mi-
litar de la segunda fase.
Pero la hegemona de Senderoen la universidad fue muy breve: en
1975 sta se redujo a la Facultad deEducacin, para abandonar la uni-
versidad un ao ms tarde a fin de
enviar a sus cuadros a trabajos deproselitismo tanto en la regin como
en otros lugares del pas, al tiempoque el ncleo dirigente continuaba
con el proceso de construccin del
partido. Que Ayacucho (rincn delos muertos en quechua) haya sidola cuna de SL no es, desde luego,
una coincidencia. Se trata de unade las regiones ms deprimidas del
Per, con una universidad reabiertadesde 1959 que pronto se convirti
en un centro de atraccin de estu-diantes con races campesinas muy
recientes y de difusin cultural muyavanzada; todo aquello en el marco
de un aislamiento que intensific la
prdica ideolgica. Pese a su reco-nocida parquedad en trminos de
pronunciamientos, la difusin enenero de 1988 de las bases de discu-
sin del PCP en las pginas de ElDiario, su principal vocero, permite
conocer lo esencial de sus propues-tas, as como las lneas directrices de
su accin. Para Guzmn, el Percontemporneo es una sociedad feu-
dal y semicolonial en el cual sedesenvuelve un capitalismo buro-
crtico, entendindose como tal el
capitalismo que genera el imperia-lismo en los pases atrasados, atadoa la feudalidad que es caduca y so-
metido al imperialismo que es la l-tima fase del capitalismo (El Diario,
Lima 8 de enero de 1988).
La construccin de la repbli-
ca popular de nueva democracia nopoda sino resultar de una violenta
guerra revolucionaria conducida
por el ejrcito guerrillero p
Sus acciones estaran encama la conquista militar de bas
de el campo a la ciudad, doestableceran atravesando
de sangre, comits popularecampo y movimientos revol
rios de defensa del pueblo en
dades, a cargo de comisarioconcreciones del nuevo est
conjunto de comits popconstituye la base de apoy
conjunto de bases de apoyo
collar que arma la repblicalar de nueva democracia. Eceso se encuadra dentro
guerra prolongada, la cuaprende tres etapas:
(...) la primera es el perodo
la ofensiva estratgica del
migo y la defensiva estrat
nuestra. La segunda ser el
rodo de la consolidacin e
tgica del enemigo y de nue
preparacin para la ofensiva
tercera ser el perodo de ntra contraofensiva estratgi
de la retirada estratgica del
migo (...) (Ibid).
En este contexto, fue s
camente elocuente que lasnes pblicas de SL come
colgando perros en los poLima, en clara alusin a su
cio por la revisionista dirigenna, as como por la quema
nforas en la plaza pbl
Chuschi el 17 de enero decomo un rechazo al procestoral en curso y en circuns
en que la izquierda peruanse preparaba para participa
fue el inicio de una vorgialcanzara dimensiones aluc
aos ms tarde, al avanzar S
conquista de las bases, bael campo, para establecer
liberadas.
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La expansin militar de SL du-
rante 1980 y 1982 en las regionesde Ayacucho y Apurmac, en el sur
peruano, fue rpida y cont con elrespaldo de fracciones importan-
tes de la poblacin rural y urbana.Basta mencionar la multitud casi
30.000 personas que acompa
al fretro de Edith Lagos, una jo-ven dirigente senderista muerta en
combate el 3 de septiembre de1982 (Gorriti, 1990: 381). Los tes-
timonios y las escasas
investigaciones permitenenumerar algunas de lasrazones del xito inicial
de esta expansin. Laprimera, y la ms obvia,
el olvido y la postracinsecular de aquellas regio-
nes por parte del Estado.A estas razones de estruc-
tura debe aadirse laeficacia de las tcticas uti-
lizadas por Sendero para
captar la simpata de loscampesinos. Ronald Berg
(1986-1987: 165-196)en el estudio de campo
realizado en la comuni-dad de Pacucha, en An-
dahuaylas, entre agostode 1981 y noviembre de
1982, encontr que SLhaba logrado captar la
adhesin diferenciada delos campesinos, la cual se manifes-
taba ya sea en simpata o en apo-
yo tanto pasivo como activo, alutilizar las tensiones nacidas de lareforma agraria y aplicar una jus-
ticia campesina que otorgaba sa-tisfaccin a los agravios frente a la
incompetencia y la corrupcin delos funcionarios locales. Pero tam-
bin, de manera significativa, sus
acciones le ganaban el inmediatorespaldo de uno de los bandos en
conflicto, al colocar un nuevo ele-
mento en las ancestrales disputas
inter o intracomunales.
Pero incluso en los aos inicia-les de la expansin de Sendero en
estas regiones de Ayacucho y deApurmac ni todos sus campesinos
fueron captados, ni el reclutamien-
to estuvo exento de brutalidades.Por esta razn, un problema que an
se debate es saber si quienes se com-prometieron de manera activa con
SL en estas regiones eran autnti-
cos campesinos. En un artculo pio-
nero, Henri Favre (1984: 3-27)sealaba que en 1981 comunida-des de zonas bajas como Huanca-
sancos eran ms susceptibles deadherirse a SL, en la medida en que
sus campesinos eran los ms deshe-redados. En cambio, comunidades
de altura como Lucanamarca, mu-
cho ms indgenas, eran ms pro-pensas a reaccionar contra SL en
respuesta a su estrategia de asfixiar
los mercados locales, obligand
las comunidades a practicar agricultura de autosubsisten
Esta imposicin cortaba a las conidades de altura sus vnculos
el mercado, forzndolas a restacer lazos de dependencia con las
munidades de abajo, de quiene
haban emancipado poltica y nmicamente en el pasado rec
te. De ah que Favre concluyalas races de SL se encuentran e
sector masificado, ino
nico, y no integradque su revuelta es llos parias contra toda
clases de la sociedad
En cualquier casosimpatas ni rechazos
irrevocables en un texto de guerra abie
sobre todo cuando latervencin directa
ejrcito hizo tamba
estos sentimientos. mismos casos de Hu
casancos y de Lucamarca en la provinci
Vctor Fajardo (Aycho), ilustran los m
dos utilizados por SL mantener esos apoy
para sancionar las dfiliaciones. El 3 de a
de 1983 un centenasenderistas ingresaron a esos
blos y luego de juicios popula
sumarios dieron muerte a 45 coneros de Lucanamarca y a 35Huancasancos, hecho que marc
inicio de castigos ejemplares cmtodo para obtener el recl
miento o, cuando menos, la diencia de los campesinos.
El 20 de diciembre de 198presidente Fernando Bela
Terry, de Accin Popular, luego
Annimo, Policarpa, talla/madera, s. XIX. Museo 20 de Julio. Bogot
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asesinato del director de la filial de
Ayacucho de la Casa de la Culturadel Per, decidi finalmente auto-
rizar la participacin de las fuerzasarmadas en la represin de SL y, por
consiguiente, su ingreso a Ayacu-cho. As aparece el segundo actor
en el escenario de la violencia en
el Per, luego del regreso pactadoa sus cuarteles en 1979. Las accio-
nes de los militares estuvieron ins-piradas en la doctrina de la guerra
interna, es decir, la misma que fue-
ra utilizada en el Cono Sur durantelos largos aos de dictadura de esospases, y con las consecuencias que
son ampliamente conocidas. Por lomismo, no fue una sorpresa para
nadie la rutinaria proliferacin dedenuncias de violacin de los de-
rechos humanos. En la medida enque la mayor parte de las vctimas
de estos abusos eran campesinosindios, y en virtud del conocido
racismo que impregna la sociedad
peruana, la opinin pblica muypronto se habitu a leer con indi-
ferencia noticias sobre muertes ydesapariciones. El Ministerio del In-
terior evalu en su momento en 22mil los muertos producidos en el
marco de este enfrentamiento en-tre 1980 y 1992, mientras que los
costos de los recursos materialesdestruidos durante esa dcada as-
cendieron a 22 mil millones de d-lares, monto equivalente al valor
total de la deuda externa del Per
de esos aos. La Comisin de la Ver-dad, como se seal al comienzo,cifra en cambio el aniquilamiento
en 69.280 muertos. Y es que en1992 la violencia en el Per no era
slo un fenmeno circunscrito a unvillorio aislado de los Andes, sino
que estuvo presente en casi todo el
territorio nacional, y su evidenciams clara fue la multiplicacin de
las provincias declaradas en emer-
gencia: de siete en 1982 a 60 a fines
de 1990. Por otra parte, si el volu-men de vctimas traduce el des-
calabro de una sociedad, puedencompararse esas cifras, 22 o 69 mil,
con los 166 muertos producidos enel contexto de las movilizaciones
campesinas desde 1958 hasta 1964.
El nico precedente conocido enlos Andes sobre un desastre de
esta magnitud lo constituyen lascien mil vctimas, entre realistas
y rebeldes y sobre una pob lacin
total de milln y medio, que oca-sion la rebelin de Tpac Amaruy lo s Kata ri en 1780 (Cornb li t,
1970:1).
El conocimiento de la compo-sicin social de SL encuentra en el
trabajo ya sealado de Favre unaimportante apoyatura inicial: SL
halla su sustento en las fraccionesms desarraigadas de la poblacin
peruana, tanto rural como urbana.
Otra contribucin importante aeste conocimiento fue la de Denis
Chvez de Paz (1989). Al analizarlos expedientes de los inculpados por
terrorismo encontr que su edadpromedio era de 26 aos; 16 % eran
mujeres; solteros 70%, y migrantes76.5%, de los cuales un 58% pro-
vena de las provincias ms pobresdel pas, y pese a que el 35.5% te-
nan educacin universitaria, stoseran pobres o muy pobres. Y es que
un joven al terminar la educacin
secundaria sabe que sus oportuni-dades de ingreso a la educacin su-perior son reducidas y, si ingresa,
descubre que su ttulo universita-rio carece de valor para obtener un
empleo satisfactorio en el sector p-blico o privado, y que l no tiene
ningn lugar en el sistema. De ah
su propensin a enrolarse en la sub-versin: para destruir un sistema
que no les sirve, o por la convic-
cin de que la subversin es
nal de movilidad potencial
Tambin en 1970 en Huallaga empez a surgir u
gin relativamente prsptravs del cultivo de la coca. L
peridad de la zona estuvo es
mente asociada a la expansconsumo de cocana en los
Unidos, y tuvo como resulincremento de las reas sem
las cuales pasaron de 28 mil
reas en 1980 a 211,000 e(Tarazona-Sevillano, 1992Inicialmente, en esta regin
tores principales eran los cdores, los narcotraficant
polica encargada de la repy las relaciones entre ellos
conflicto debido a la incomlidad de sus intereses. Estas
nes fueron explotadas por Sluego de incursiones inic
principios de los ochenta,
una slida presencia arm1985. La tctica seguida
para ganar el respaldo acproductores y traficantes,
sencia de una poltica cohpor parte del gobierno, era
extrema simpleza. Bastabproteger a los productore
vigilancia policiaca y de lassiones de los traficantes,
traficantes de las autoridadeteccin que ciertamente re
lucrativas ganancias por la
raleza del negocio.
Subversin y contrasub
fueron inicialmente las fueryas acciones, al operar so
volcn, expandieron la violeconjunto de la sociedad p
Pero los resultados de esa
cia se retroalimentaron y teron produciendo un inmens
Entre las diversas expresione
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violencia/consecuencia que
deviene en violencia/escena-rio deben mencionarse los
denominados desplazados,autnticos parias rurales que
forman parte de guetos ubica-dos en el campo y en la ciu-
dad, como consecuencia del
xodo que emprendieron paraescapar de las acciones de SL
o del ejrcito (Coral, 1986:77-84). El nmero de estos
desarraigados ha sido calcula-
do en 200 mil (Kirk, 1991:42).Una situacin similar ocurrecon las rondas; porque ellas no
slo sirvieron para protegercampesinos y reparar agravios,
sino que tambin fueron ins-trumentos del gobierno y de
las fuerzas armadas en la luchacontra la subversin. Y si bien
la entrega de armas puede sertil para una legtima defensa,
en el clima social y poltico del
Per de entonces fue imposi-ble garantizar que esas rondas
armadas, con su peculiar concep-cin de la justicia, no emprendieran
un arreglo de cuentas con adversa-rios que tenan poco que ver con la
subversin, sobre todo cuando con-taron con dirigentes como el cle-
bre Comandante Huayhuaco, uncontrabandista y traficante convic-
to. As se levanta otro escenario paraque la guerra contra la subversin
se convierta en una guerra campesi-
na. O en una guerra civil y criminal,cuando desde el poder y con respal-do de la derecha, se organizan ver-
daderas bandas paramilitares, comoel comando Rodrigo Franco nom-
bre de un lder aprista asesinado porSL para colocar bombas o asesinar
a dirigentes de la izquierda, o cuan-
do el nombre de Sendero es usadocomo coartada en la ejecucin de
crmenes corrientes.
En la noche del 12 de septiem-bre de 1992 se cerr la primera par-
te de este drama cuando AbimaelGuzmn y otros importantes miem-
bros de la direccin de SL fueronapresados por la Direccin Nacio-
nal contra el Terrorismo (Dincote).Este hecho pali el autntico gol-
pe de estado cometido por Fujimorial disolver el Congreso y el Poder
judicial cinco meses antes y fue usa-
do para prolongar su gobierno has-ta el 2000. Para el gobierno, paragran parte de la opinin pblica, y
para muchos analistas, el encarce-lamiento de Guzmn y de su cama-
rilla, as como la de Vctor Polay yotros dirigentes del MRTA, signifi-
caba el cierre definitivo de una d-
cada de oprobio, de sangre y dedolor. Que ese optimismo era pre-
maturo lo dice y lo desmiente lo
ocurrido en el Per desde
entonces. Estos ltimos ademostraron de manera c
tundente que el gobiernocombati a SL era igualm
te capaz de cometer crmsemejantes o mayores, m
tras que la accin de va
grupos que reivindicannombre de SL sugiere que
manera demencial de prcar la poltica est lejos de
aparecer. Y es que ms all
la alucinacin de quienes cibieron su nacimiento, la versin, con prescindencia
nombre que adopte, segcontando con la adhesin
una poblacin hundida emiseria, y proclive a la pr
ca de algn iluminado y etico mesas.
BibliografaBERG, Ronald H., Sendero Luminoso
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