Selección de Textos

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 1 CÉSAR VALLEJO Considerando en frío, imparcialmente...  Considerando en frío, imparcialmente, que el hombre es triste, tose y, sin embargo, se complace en su pecho colorado; que lo único que hace es componerse de días; que es lóbrego mamífero y se peina... Considerando que el hombre procede suavemente del trabajo y repercute jefe, suena subordinado; que el diagrama del tiempo es constante diorama en sus medallas y, a medio abrir, sus ojos estudiaron, desde lejanos tiempos, su fórmula famélica de masa... Comprendiendo sin esfuerzo que el hombre se queda, a veces, pensando, como queriendo llorar, y, sujeto a tenderse como objeto, se hace buen carpintero, suda, mata y luego canta, almuerza, se abotona... Considerando también que el hombre es en verdad un animal y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza... Examinando, en fin, sus encontradas piezas, su retrete, su desesperación, al terminar su día atroz, borrándolo... Comprendiendo

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  • 1

    CSAR VALLEJO

    Considerando en fro, imparcialmente...

    Considerando en fro, imparcialmente,

    que el hombre es triste, tose y, sin embargo,

    se complace en su pecho colorado;

    que lo nico que hace es componerse

    de das;

    que es lbrego mamfero y se peina...

    Considerando

    que el hombre procede suavemente del trabajo

    y repercute jefe, suena subordinado;

    que el diagrama del tiempo

    es constante diorama en sus medallas

    y, a medio abrir, sus ojos estudiaron,

    desde lejanos tiempos,

    su frmula famlica de masa...

    Comprendiendo sin esfuerzo

    que el hombre se queda, a veces, pensando,

    como queriendo llorar,

    y, sujeto a tenderse como objeto,

    se hace buen carpintero, suda, mata

    y luego canta, almuerza, se abotona...

    Considerando tambin

    que el hombre es en verdad un animal

    y, no obstante, al voltear, me da con su tristeza en la cabeza...

    Examinando, en fin,

    sus encontradas piezas, su retrete,

    su desesperacin, al terminar su da atroz, borrndolo...

    Comprendiendo

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    que l sabe que le quiero,

    que le odio con afecto y me es, en suma, indiferente...

    Considerando sus documentos generales

    y mirando con lentes aquel certificado

    que prueba que naci muy pequeito...

    le hago una sea,

    viene,

    y le doy un abrazo, emocionado.

    Qu ms da! Emocionado... Emocionado...

  • 3

    Nmina de huesos

    Se peda a grandes voces:

    -Que muestre las dos manos a la vez.

    Y esto no fue posible.

    -Que, mientras llora, le tomen la medida de sus pasos.

    Y esto no fue posible.

    -Que piense un pensamiento idntico, en el tiempo en que un cero

    permanece intil.

    Y esto no fue posible.

    -Que haga una locura.

    Y esto no fue posible.

    -Que entre l y otro hombre semejante a l, se interponga una

    muchedumbre de hombres como l.

    Y esto no fue posible.

    -Que le comparen consigo mismo.

    Y esto no fue posible.

    -Que le llamen, en fin, por su nombre.

    Y esto no fue posible.

  • 4

    SALUTACIN ANGLICA

    Eslavo con respecto a la palmera, alemn de perfil al sol, ingls sin fin, francs en cita con los caracoles, italiano ex profeso, escandinavo de aire, espaol de pura bestia, tal el cielo ensartado en la tierra por los vientos, tal el beso del lmite en los hombros. Mas slo t demuestras, descendiendo o subiendo del pecho, bolchevique, tus trazos confundibles, tu gesto marital, tu cara de padre, tus piernas de amado, tu cutis por telfono, tu alma perpendicular a la ma, tus codos de justo y un pasaporte en blanco en tu sonrisa. Obrando por el hombre, en nuestras pausas, matando, t, a lo largo de tu muerte y a lo ancho de Un abrazo salubrrimo, vi que cuando comas despus, tenas gusto, vi que en tus sustantivos creci yerba. Yo quisiera, por eso, tu calor doctrinal, fro y en barras, tu aadida manera de miramos y aquesos tuyos pasos metalrgicos, aquesos tuyos pasos de otra vida. Y digo, bolchevique, tomando esta flaqueza en su feroz linaje de exhalacin terrestre: hijo natural del bien y del mal y viviendo talvez por vanidad, para que digan, me dan tus simultneas estaturas mucha pena, puesto que t no ignoras en quin se me hace tarde diariamente, en quin estoy callado y medio tuerto.

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    Ande desnudo, en pelo, el millonario!

    Desgracia al que edifica con tesoros su lecho de muerte!

    Un mundo al que saluda;

    un silln al que siembra en el cielo;

    llanto al que da trmino a lo que hace, guardando los comienzos;

    ande el de las espuelas;

    poco dure muralla en que no crezca otra muralla;

    dse al msero toda su miseria,

    pan, al que re;

    hagan perder los triunfos y morir los mdicos;

    haya leche en la sangre;

    adase una vela al sol,

    ochocientos al veinte;

    pase la eternidad bajo los puentes!

    Desdn al que viste,

    cornense los pies de manos, quepan en su tamao;

    sintese mi persona junto a m!

    Llorar al haber cabido en aquel vientre,

    bendicin al que mira aire en el aire,

    muchos aos de clavo al martillazo;

    desndese el desnudo,

    vstase de pantaln la capa,

    fulja el cobre a expensas de sus lminas,

    majestad al que cae de la arcillla al universo,

    lloren las bocas, giman las miradas,

    impdase al acero perdurar,

    hilo a los horizontes porttiles,

    doce ciudades al sendero de piedra,

    una esfera al que juega con su sombra;

    un da hecho de una hora, a los esposos;

    una madre al arado en loor al suelo,

    sllense con dos sellos a los lquidos,

    pase lista el bocado,

    sean los descendientes,

    sea la codorniz,

    sea la carrera del lamo y del rbol;

    venzan, al contrario del crculo, el mar a su hijo

    y a la cana el lloro;

    dejad los spides, seores hombres,

  • 6

    surcad la llama con los siete leos,

    vivid,

    elvese la altura,

    baje el hondor ms hondo,

    conduzca la onda su impulsin andando,

    tenga xito la tregua de la bveda!

    Muramos;

    lavad vuestro esqueleto cada da;

    no me hagis caso,

    una ave coja al dspota y a su alma;

    una mancha espantosa, al que va solo;

    gorriones al astrnomo, al gorrin, al aviador!

    Lloved, solead,

    vigilad a Jpiter, al ladrn de dolos de oro,

    copiad vuestra letra en tres cuadernos,

    aprended de los cnyuges cuando hablan, y

    de los solitarios, cuando callan;

    dad de comer a los novios,

    dad de beber al diablo en vuestras manos,

    luchad por la justicia con la nuca,

    igualaos,

    cmplase el roble,

    cmplase el leopardo entre dos robles,

    seamos,

    estemos,

    sentid cmo navega el agua en los ocanos,

    alimentaos,

    concbase el error, puesto que lloro,

    acptese, en tanto suban por el risco, las cabras y sus cras;

    desacostumbrad a Dios a ser un hombre,

    creced... !

    Me llaman. Vuelvo.

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    TRASPI ENTRE DOS ESTRELLAS

    Hay gentes tan desgraciadas, que ni siquiera

    tienen cuerpo; cuantitativo el pelo,

    baja, en pulgadas, la genial pesadumbre;

    el modo, arriba;

    no me busques, la muela del olvido,

    parecen salir del aire, sumar suspiros mentalmente, or

    claros azotes en sus paladares!

    Vanse de su piel, rascndose el sarcfago en que nacen

    y suben por su muerte de hora en hora

    y caen, a lo largo de su alfabeto glido, hasta el suelo.

    Ay de tnto! ay de tan poco! ay de ellas!

    Ay en mi cuarto, oyndolas con lentes!

    Ay en mi trax, cuando compran trajes!

    Ay de mi mugre blanca, en su hez mancomunada!

    Amadas sean las orejas snchez,

    amadas las personas que se sientan,

    amado el desconocido y su seora,

    el prjimo con mangas, cuello y ojos!

    Amado sea aquel que tiene chinches,

    el que lleva zapato roto bajo la lluvia,

    el que vela el cadver de un pan con dos cerillas,

    el que se coge un dedo en una puerta,

    el que no tiene cumpleaos,

    el que perdi su sombra en un incendio,

    el animal, el que parece un loro,

    el que parece un hombre, el pobre rico,

    el puro miserable, el pobre pobre!

    Amado sea

    el que tiene hambre o sed, pero no tiene

    hambre con qu saciar toda su sed,

    ni sed con qu saciar todas sus hambres!

    Amado sea el que trabaja al da, al mes, a la hora,

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    el que suda de pena o de vergenza,

    aquel que va, por orden de sus manos, al cinema,

    el que paga con lo que le falta,

    el que duerme de espaldas,

    el que ya no recuerda su niez; amado sea

    el calvo sin sombrero,

    el justo sin espinas,

    el ladrn sin rosas,

    el que lleva reloj y ha visto a Dios,

    el que tiene un honor y no fallece!

    Amado sea el nio, que cae y an llora

    y el hombre que ha cado y ya no llora!

    Ay de tnto! Ay de tan poco! Ay de ellos!

  • 9

    LOS MINEROS SALIERON DE LA MINA

    Los mineros salieron de la mina

    remontando sus ruinas venideras,

    fajaron su salud con estampidos

    y, elaborando su funcin mental

    cerraron con sus voces

    el socavn, en forma de sntoma profundo.

    Era de ver sus polvos corrosivos!

    Era de or sus xidos de altura!

    Cuas de boca, yunques de boca, aparatos de boca (Es formidable!)

    El orden de sus tmulos,

    sus inducciones plsticas, sus respuestas corales,

    agolpronse al pie de gneos percances

    y airente amarillura conocieron los trstidos y tristes,

    imbuidos

    del metal que se acaba, del metaloide plido y pequeo.

    Craneados de labor,

    y calzados de cuero de vizcacha,

    calzados de senderos infinitos,

    y los ojos de fsico llorar,

    creadores de la profundidad,

    saben, a cielo intermitente de escalera,

    bajar mirando para arriba,

    saben subir mirando para abajo.

    Loor al antiguo juego de su naturaleza,

    a sus insomnes rganos, a su saliva rstica!

    Temple, filo y punta, a sus pestaas!

    Crezcan la yerba, el liquen y la rana en sus adverbios!

    Felpa de hierro a sus nupciales sbanas!

    Mujeres hasta abajo, sus mujeres!

    Mucha felicidad para los suyos!

    Son algo portentoso, los mineros

  • 10

    remontando sus ruinas venideras,

    elaborando su funcin mental

    y abriendo con sus voces

    el socavn, en forma de sntoma profundo!

    Loor a su naturaleza amarillenta,

    a su linterna mgica,

    a sus cubos y rombos, a sus percances plsticos,

    a sus ojazos de seis nervios pticos

    y a sus hijos que juegan en la iglesia

    y a sus tcitos padres infantiles!

    Salud, oh creadores de la profundidad...! (Es formidable.)

  • 11

    PEDRO ROJAS

    Sola escribir con su dedo grande en el aire: Viban los compaeros! Pedro Rojas, de Miranda de Ebro, padre y hombre, marido y hombre, ferroviario y hombre, padre y ms hombre, Pedro y sus dos muertes.

    Papel de viento, lo han matado: pasa! Pluma de carne, lo han matado: pasa! Abisa a todos compaeros pronto!

    Palo en el que han colgado su madero, lo han matado; lo han matado al pie de su dedo grande! Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas!

    Viban los compaeros a la cabecera de su aire escrito! Viban con esta b del buitre en las entraas de Pedro y de Rojas, del hroe y del mrtir!

    Registrndole, muerto, sorprendironle en su cuerpo un gran cuerpo, para el alma del mundo, y en la chaqueta una cuchara muerta. .

    Pedro tambin sola comer entre las criaturas de su carne, asear, pintar la mesa y vivir dulcemente en representacin de todo el mundo. Y esta cuchara anduvo en su chaqueta, despierto o bien cuando dorma, siempre, cuchara muerta viva, ella y sus smbolos. Abisa a todos compaeros pronto! Viban los compaeros al pie de esta cuchara para siempre! Lo han matado, obligndole a morir a Pedro, a Rojas, al obrero, al hombre, a aqul que naci muy nin, mirando al cielo, y que luego creci, se puso rojo y luch con sus clulas, sus nos, sus todavas, sus hambres, sus pedazos.

  • 12

    Lo han matado suavemente entre el cabello de su mujer, la Juana Vsquez, a la hora del fuego, al ao del balazo y cuando andaba cerca ya de todo.

    Pedro Rojas, as, despus de muerto, se levant, bes su catafalco ensangrentado, llor por Espaa . y volvi a escribir con el dedo en el aire: Viban los compaeros! Pedro Rojas. Su cadver estaba lleno de mundo.

    MENTIRA

    Mentira. Si lo haca de engaos,

    y nada ms. Ya est. De otro modo,

    tambin t vas a ver

    cunto va a dolerme el haber sido as.

    Mentira. Calla.

    Ya est bien.

    Como otras veces t me haces esto mismo,

    pero yo tambin he sido as.

    A m, que haba tanto atisbado si de veras

    llorabas,

    ya que otras veces slo te quedaste

    en tus dulces pucheros,

    a m, que ni so que los creyeses,

    me ganaron tus lgrimas.

    Ya est.

    Mas ya lo sabes: todo fue mentira.

    Y si sigues llorando, bueno, pues!

    Otra vez ni he de verte cuando juegues.

  • 13

    PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA

    Me morir en Pars con aguacero, un da del cual tengo ya el recuerdo. Me morir en Pars -y no me corro- tal vez un jueves, como es hoy, de otoo.

    Jueves ser, porque hoy, jueves, que proso estos versos, los hmeros me he puesto a la mala y, jams como hoy, me he vuelto, con todo mi camino, a verme solo.

    Csar Vallejo ha muerto, le pegaban todos sin que l les haga nada; le daban duro con un palo y duro

    tambin con una soga; son testigos los das jueves y los huesos hmeros, la soledad, la lluvia, los caminos...

  • 14

    VICENTE HUIDOBRO

    Ella

    Ella daba dos pasos hacia adelante Daba dos pasos hacia atrs El primer paso deca buenos das seor El segundo paso deca buenos das seora Y los otros decan cmo est la familia Hoy es un da hermoso como una paloma en el cielo Ella llevaba una camisa ardiente Ella tena ojos de adormecedora de mares Ella haba escondido un sueo en un armario oscuro Ella haba encontrado un muerto en medio de su cabeza Cuando ella llegaba dejaba una parte ms hermosa muy lejos Cuando ella se iba algo se formaba en el horizonte para esperarla Sus miradas estaban heridas y sangraban sobre la colina Tena los senos abiertos y cantaba las tinieblas de su edad Era hermosa como un cielo bajo una paloma Tena una boca de acero Y una bandera mortal dibujada entre los labios Rea como el mar que siente carbones en su vientre Como el mar cuando la luna se mira ahogarse Como el mar que ha mordido todas las playas El mar que desborda y cae en el vaco en los tiempos de abundancia Cuando las estrellas arrullan sobre nuestras cabezas Antes que el viento norte abra sus ojos Era hermosa en sus horizontes de huesos Con su camisa ardiente y sus miradas de rbol fatigado Como el cielo a caballo sobre las palomas.

  • 15

    MONUMENTO AL MAR

    Paz sobre la constelacin cantante de las aguas Entrechocadas como los hombros de la multitud Paz en el mar a las olas de buena voluntad Paz sobre la lpida de los naufragios Paz sobre los tambores del orgullo y las pupilas tenebrosas Y si yo soy el traductor de las olas Paz tambin sobre m.

    He aqu el molde lleno de trizaduras del destino El molde de la venganza Con sus frases iracundas despegndose de los labios He aqu el molde lleno de gracia Cuando eres dulce y ests all hipnotizado por las estrellas

    He aqu la muerte inagotable desde el principio del mundo Porque un da nadie se pasear por el tiempo Nadie a lo largo del tiempo empedrado de planetas difuntos

    Este es el mar El mar con sus olas propias Con sus propios sentidos El mar tratando de romper sus cadenas Queriendo imitar la eternidad Queriendo ser pulmn o neblina de pjaros en pena O el jardn de los astros que pesan en el cielo Sobre las tinieblas que arrastramos O que acaso nos arrastran Cuando vuelan de repente todas las palomas de la luna Y se hace ms oscuro que las encrucijadas de la muerte

    El mar entra en la carroza de la noche Y se aleja hacia el misterio de sus parajes profundos Se oye apenas el ruido de las ruedas Y el ala de los astros que penan en el cielo Este es el mar Saludando all lejos la eternidad Saludando a los astros olvidados Y a las estrellas conocidas.

    Este es el mar que se despierta como el llanto de un nio El mar abriendo los ojos y buscando el sol con sus pequeas manos temblorosas

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    El mar empujando las olas Sus olas que barajan los destinos

    Levntate y saluda el amor de los hombres

    Escucha nuestras risas y tambin nuestro llanto Escucha los pasos de millones de esclavos Escucha la protesta interminable De esa angustia que se llama hombre Escucha el dolor milenario de los pechos de carne Y la esperanza que renace de sus propias cenizas cada da

    Tambin nosotros te escuchamos Rumiando tantos astros atrapados en tus redes Rumiando eternamente los siglos naufragados Tambin nosotros te escuchamos

    Cuando te revuelcas en tu lecho de dolor Cuando tus gladiadores se baten entre s

    Cuando tu clera hace estallar los meridianos O bien cuando te agitas como un gran mercado en fiesta O bien cuando maldices a los hombres O te haces el dormido Tembloroso en tu gran telaraa esperando la presa. Lloras sin saber por qu lloras Y nosotros lloramos creyendo saber por qu lloramos Sufres sufres como sufren los hombres Que oiga rechinar tus dientes en la noche Y te revuelques en tu lecho Que el insomnio no te deje calmar tus sufrimientos Que los nios apedreen tus ventanas Que te arranquen el pelo Tose tose revienta en sangre tus pulmones Que tus resortes enmohezcan Y te veas pisoteado como csped de tumba

    Pero soy vagabundo y tengo miedo que me oigas Tengo miedo de tus venganzas Olvida mis maldiciones y cantemos juntos esta noche Hazte hombre te digo como yo a veces me hago mar Olvida los presagios funestos Olvida la explosin de mis praderas Yo te tiendo las manos como flores

  • 17

    Hagamos las paces te digo T eres el ms poderoso Que yo estreche tus manos en las mas Y sea la paz entre nosotros

    Junto a mi corazn te siento Cuando oigo el gemir de tus violines Cuando ests ah tendido como el llanto de un nio Cuando ests pensativo frente al cielo Cuando ests dolorido en tus almohadas Cuando te siento llorar detrs de mi ventana Cuando lloramos sin razn como t lloras

    He aqu el mar El mar donde viene a estrellarse el olor de las ciudades Con su regazo lleno de barcas y peces y otras cosas alegres Esas barcas que pescan a la orilla del cielo Esos peces que escuchan cada rayo de luz Esas algas con sueos seculares Y esa ola que canta mejor que las otras

    He aqu el mar El mar que se estira y se aferra a sus orillas El mar que envuelve las estrellas en sus olas El mar con su piel martirizada Y los sobresaltos de sus venas Con sus das de paz y sus noches de histeria Y al otro lado qu hay al otro lado Qu escondes mar al otro lado El comienzo de la vida largo como una serpiente O el comienzo de la muerte ms honda que t mismo Y ms alta que todos los montes Qu hay al otro lado La milenaria voluntad de hacer una forma y un ritmo O el torbellino eterno de ptalos tronchados

    He ah el mar El mar abierto de par en par He ah el mar quebrado de repente Para que el ojo vea el comienzo del mundo He ah el mar De una ola a la otra hay el tiempo de la vida De sus olas a mis ojos hay la distancia de la muerte

  • 18

    ALTAZOR

    PREFACIO

    Nac a los treinta y tres aos, el da de la muerte de Cristo; nac en el Equinoccio, bajo

    las hortensias y los aeroplanos del calor.

    Tena yo un profundo mirar de pichn, de tnel y de automvil

    sentimental. Lanzaba suspiros de acrbata.

    Mi padre era ciego y sus manos eran ms admirables que la noche.

    Amo la noche, sombrero de todos los das.

    La noche, la noche del da, del da al da siguiente.

    Mi madre hablaba como la aurora y como los dirigibles que van a caer. Tena

    cabellos color de bandera y ojos llenos de navos lejanos.

    Una tarde cog mi paracadas y dije: Entre una estrella y dos golondrinas. He aqu

    la muerte que se acerca como la tierra al globo que cae.

    Mi madre bordaba lgrimas desiertas en los primeros arcos iris.

    Y ahora mi paracadas cae de sueo en sueo por los espacios de la muerte.

    El primer da encontr un pjaro desconocido que me dijo: Si yo fuera dromedario

    no tendra sed. Qu hora es? Bebi las gotas de roco de mis cabellos, me lanz

    tres miradas y media y se alej diciendo: Adis, con su pauelo soberbio. Hacia

    las dos,

    aquel da, encontr un precioso aeroplano, lleno de escamas y

    caracoles. Buscaba un rincn del cielo donde guarecerse de la lluvia.

    All lejos, todos los barcos anclados, en la tinta de la aurora. De pronto, comenzaron

    a desprenderse, uno a uno, arrastrando como pabelln jirones de aurora

    incontestable.

    Junto con marcharse los ltimos, la aurora desapareci tras algunas olas

    desmesuradamente infladas.

    Entonces o hablar al Creador, sin nombre, que es un simple hueco en el vaco,

    hermoso como un ombligo.

    Hice un gran ruido y este ruido form el ocano y las olas del ocano.

    Este ruido ir siempre pegado a las olas del mar y las olas del mar irn siempre

    pegadas a l, como los sellos en las tarjetas postales.

    Despus tej un largo bramante de rayos luminosos para coser los das uno a uno; los

    das que tienen un oriente legtimo o reconstituido, pero indiscutible.

    Despus trac la geografa de la tierra y las lneas de la mano.

    Despus beb un poco de coac (a causa de la hidrografa).

  • 19

    Despus cre la boca y los labios de la boca, para aprisionar las sonrisas equvocas,

    y los dientes de la boca, para violar las groseras que nos vienen a la boca.

    Cre la lengua de la boca que los hombres desviaron de su rol, hacindola aprender

    a hablar... a ella, ella, la bella nadadora, desviada para siempre de su rol

    acutico y puramente acariciador.

    Mi paracadas empez a caer vertiginosamente. Tal es la fuerza de atraccin de la

    muerte y del sepulcro abierto.

    Podis creerlo, la tumba tiene ms poder que los ojos de la amada. La tumba abierta

    con todos sus imanes. Y esto te lo digo a ti, a ti que cuando sonres haces pensar

    en el comienzo del mundo.

    Mi paracadas se enred con una estrella apagada que segua su rbita

    concienzudamente, como si ignorara la inutilidad de sus esfuerzos.

    Y aprovechando este reposo bien ganado, comenc a llenar con profundos

    pensamientos las casillas de mi tablero:

    Los verdaderos poemas son incendios. La poesa se propaga por todas partes,

    iluminando sus consumaciones con estremecimientos de placer o de agona.

    Se debe escribir en una lengua que no sea materna.

    Los cuatro puntos cardinales son tres; el sur y el norte.

    Un poema es una cosa que ser.

    Un poema es una cosa que nunca es, pero que debiera ser.

    Un poema es una cosa que nunca ha sido, que nunca podr ser.

    Huye del sublime externo si no quieres morir aplastado por el viento.

    Si yo, no hiciera al menos una locura por ao, me volvera loco.

    Tomo mi paracadas, y del borde de mi estrella en marcha me lanzo a la atmsfera

    del ltimo suspiro.

    Ruedo interminablemente sobre las rocas de los sueos, ruedo entre las nubes de la

    muerte.

    Encuentro a la Virgen sentada en una rosa, y me dice:

    Mira mis manos: son transparentes como las bombillas elctricas. Ves los

    filamentos de donde corre la sangre de mi luz intacta?

    Mira mi aureola. Tiene algunas saltaduras, lo que prueba mi ancianidad.

    Soy la Virgen, la Virgen sin mancha de tinta humana, la nica que no lo sea a

    medias, y soy la capitana de las otras once mil que estaban en verdad

    demasiado restauradas.

    Hablo una lengua que llena los corazones segn la ley de las nubes comunicantes.

    Digo siempre adis, y me quedo.

    mame, hijo mo, pues adoro tu poesa y te ensear proezas areas.

    Tengo tanta necesidad de ternura, besa mis cabellos, los he lavado esta maana en

    las nubes del alba y ahora quiero dormirme sobre el colchn de la neblina

  • 20

    intermitente.

    Mis miradas son un alambre en el horizonte para el descanso de las golondrinas.

    mame.

    Me puse de rodillas en el espacio circular y la Virgen se elev y vino a sentarse en mi

    paracadas.

    Me dorm y recit entonces mis ms hermosos poemas.

    Las llamas de mi poesa secaron los cabellos de la Virgen, que me dijo gracias y se

    alej, sentada sobre su rosa blanca.

    Y heme aqu, solo, como el pequeo hurfano de los naufragios annimos.

    Ah, qu hermoso... qu hermoso.

    Veo las montaas, los ros, las selvas, el mar, los barcos, las flores y los caracoles. Veo

    la noche y el da y el eje en que se juntan.

    Ah, ah, soy Altazor, el gran poeta, sin caballo que coma alpiste, ni caliente su

    garganta con claro de luna, sino con mi pequeo paracadas como un quitasol

    sobre los planetas.

    De cada gota del sudor de mi frente hice nacer astros, que os dejo la tarea de bautizar

    como a botellas de vino.

    Lo veo todo, tengo mi cerebro forjado en lenguas de profeta.

    La montaa es el suspiro de Dios, ascendiendo en termmetro hinchado hasta tocar

    los pies de la amada.

    Aquel que todo lo ha visto, que conoce todos los secretos sin ser Walt Whitman,

    pues jams he tenido una barba blanca como las bellas enfermeras y los

    arroyos helados.

    Aquel que oye durante la noche los martillos de los monederos falsos, que son

    solamente astrnomos activos.

    Aquel que bebe el vaso caliente de la sabidura despus del diluvio obedeciendo a las

    pajamas y que conoce la ruta de la fatiga, la estela hirviente que dejan los

    barcos.

    Aquel que conoce los almacenes de recuerdos y de bellas estaciones olvidadas.

    l, el pastor de aeroplanos, el conductor de las noches extraviadas y de los

    ponientes amaestrados hacia los polos nicos.

    Su queja es semejante a una red parpadeante de aerolitos sin testigo.

    El da se levanta en su corazn y l baja los prpados para hacer la noche del reposo

    agrcola.

    Lava sus manos en la mirada de Dios, y peina su cabellera como la luz y la cosecha de

    esas flacas espigas de la lluvia satisfecha.

    Los gritos se alejan como un rebao sobre las lomas cuando las estrellas duermen

    despus de una noche de trabajo continuo.

    El hermoso cazador frente al bebedero celeste para los pjaros sin corazn.

  • 21

    S triste tal cual las gacelas ante el infinito y los meteoros, tal cual los desiertos sin

    mirajes.

    Hasta la llegada de una boca hinchada de besos para la vendimia del destierro.

    S triste, pues ella te espera en un rincn de este ao que pasa.

    Est quiz al extremo de tu cancin prxima y ser bella como la cascada en libertad

    y rica como la lnea ecuatorial.

    S triste, ms triste que la rosa, la bella jaula de nuestras miradas y de las abejas sin

    experiencia.

    La vida es un viaje en paracadas y no lo que t quieres creer.

    Vamos cayendo, cayendo de nuestro cenit a nuestro nadir, y dejamos el aire

    manchado de sangre para que se envenenen los que vengan maana a

    respirarlo.

    Adentro de ti mismo, fuera de ti mismo, caers del cenit al nadir porque se es tu

    destino, tu miserable destino. Y mientras de ms alto caigas, ms alto ser el

    rebote, ms larga tu duracin en la memoria de la piedra.

    Hemos saltado del vientre de nuestra madre o del borde de una estrella y vamos

    cayendo.

    Ah mi paracadas, la nica rosa perfumada de la atmsfera, la rosa de la muerte,

    despeada entre los astros de la muerte.

    Habis odo? se es el ruido siniestro de los pechos cerrados.

    Abre la puerta de tu alma y sal a respirar al lado afuera. Puedes abrir con un suspiro

    la puerta que haya cerrado el huracn.

    Hombre, he ah tu paracadas, maravilloso como el vrtigo.

    Poeta, he ah tu paracadas, maravilloso como el imn del abismo.

    Mago, he ah tu paracadas que una palabra tuya puede convertir en un parasubidas

    maravilloso como el relmpago que quisiera cegar al creador.

    Qu esperas?

    Mas he ah el secreto del Tenebroso que olvid sonrer.

    Y el paracadas aguarda amarrado a la puerta como el caballo de la fuga

    interminable.

    CANTO II

    Mujer el mundo est amueblado por tus ojos

    Se hace ms alto el cielo en tu presencia

    La tierra se prolonga de rosa en rosa

    Y el aire se prolonga de paloma en paloma

  • 22

    Al irte dejas una estrella en tu sitio

    Dejas caer tus luces como el barco que pasa

    Mientras te sigue mi canto embrujado

    Como una serpiente fiel y melanclica

    Y t vuelves la cabeza detrs de algn astro

    Qu combate se libra en el espacio?

    Esas lanzas de luz entre planetas

    Reflejo de armaduras despiadadas

    Qu estrella sanguinaria no quiere ceder el paso?

    En dnde ests triste noctmbula

    Dadora de infinito

    Que pasea en el bosque de los sueos

    Heme aqu perdido entre mares desiertos

    Solo como la pluma que se cae de un pjaro en la noche

    Heme aqu en una torre de fro

    Abrigado del recuerdo de tus labios martimos

    Del recuerdo de tus complacencias y de tu cabellera

    Luminosa y desatada como los ros de montaa

    Iras a ser ciega que Dios te dio esas manos?

    Te pregunto otra vez

    El arco de tus cejas tendido para las armas de los ojos

    Te hablan por m las olas de pjaros sin cielo

    Te habla por m el color de los paisajes sin viento

    Te habla por m el rebao de ovejas taciturnas

    Dormido en tu memoria

    Te habla por m el arroyo descubierto

    La hierba sobreviviente atada a la aventura

    Aventura de luz y sangre de horizonte

    Sin ms abrigo que una flor que se apaga

    Si hay un poco de viento

    Las llanuras se pierden bajo tu gracia frgil

    Se pierde el mundo bajo tu andar visible

    Pues todo es artificio cuando t te presentas

    Con tu luz peligrosa

    Inocente armona sin fatiga ni olvido

  • 23

    Elemento de lgrima que rueda hacia adentro

    Construido de miedo altivo y de silencio

    Haces dudar al tiempo

    Y al cielo con instintos de infinito

    Lejos de ti todo es mortal

    Lanzas la agona por la tierra humillada de noches

    Slo lo que piensa en ti tiene sabor a eternidad

    He aqu tu estrella que pasa

    Con tu respiracin de fatigas lejanas

    Con tus gestos y tu modo de andar

    Con el espacio magnetizado que te saluda

    Que nos separa con leguas de noche

    Sin embargo te advierto que estamos cosidos

    A la misma estrella

    Estamos cosidos por la misma msica tendida

    De uno a otro

    Por la misma sombra gigante agitada como rbol

    Seamos ese pedazo de cielo

    Ese trozo en que pasa la aventura misteriosa

    La aventura del planeta que estalla en ptalos de sueo

    En vano trataras de evadirte de mi voz

    Y de saltar los muros de mis alabanzas

    Estamos cosidos por la misma estrella

    Ests atada al ruiseor de las lunas

    Que tiene un ritual sagrado en la garganta

    Qu me importan los signos de la noche

    Y la raz y el eco funerario que tengan en mi pecho

    Qu me importa el enigma luminoso

    Los emblemas que alumbran el azar

    Y esas islas que viajan por el caos sin destino a mis ojos

    Qu me importa ese miedo de flor en el vaco

    Qu me importa el nombre de la nada

    El nombre del desierto infinito

    O de la voluntad o del azar que representan

    Y si en ese desierto cada estrella es un deseo de oasis

    O banderas de presagio y de muerte

  • 24

    Tengo una atmsfera propia en tu aliento

    La fabulosa seguridad de tu mirada con sus constelaciones ntimas

    Con su propio lenguaje de semilla

    Tu frente luminosa como un anillo de Dios

    Ms firme que todo en la flora del cielo

    Sin torbellinos de universo que se encabrita

    Como un caballo a causa de su sombra en el aire

    Te pregunto otra vez

    Iras a ser muda que Dios te dio esos ojos?

    Tengo en voz tuya para toda defensa

    Esa voz que sale de ti en latidos de corazn

    Esa voz en que cae la eternidad

    Y se rompe en pedazos de esferas fosforescentes

    Qu sera la vida si no hubieras nacido?

    Un cometa sin manto murindose de fro

    Te hall como una lgrima en un libro olvidado

    Con tu nombre sensible desde antes en mi pecho

    Tu nombre hecho del ruido de palomas que se vuelan

    Traes en ti el recuerdo de otras vidas ms altas

    De un Dios encontrado en alguna parte

    Y al fondo de ti misma recuerdas que eras t

    El pjaro de antao en la clave del poeta

    Sueo en un sueo sumergido

    La cabellera que se ata hace el da

    La cabellera al desatarse hace la noche

    La vida se contempla en el olvido

    Slo viven tus ojos en el mundo

    El nico sistema planetario sin fatiga

    Serena piel anclada en las alturas

    Ajena a toda red y estratagema

    En su fuerza de luz ensimismada

    Detrs de ti la vida siente miedo

    Porque eres la profundidad de toda cosa

    El mundo deviene majestuoso cuando pasas

  • 25

    Se oyen caer lgrimas del cielo

    Y borras en el alma adormecida

    La amargura de ser vivo

    Se hace liviano el orbe en las espaldas

    Mi alegra es or el ruido del viento en tus cabellos

    (Reconozco ese ruido desde lejos)

    Cuando las barcas zozobran y el ro arrastra troncos de rbol

    Eres una lmpara de carne en la tormenta

    Con los cabellos a todo viento

    Tus cabellos donde el sol va a buscar sus mejores sueos

    Mi alegra es mirarte solitaria en el divn del mundo

    Como la mano de una princesa soolienta

    Con tus ojos que evocan un piano de olores

    Una bebida de paroxismos

    Una flor que est dejando de perfumar

    Tus ojos hipnotizan la soledad

    Como la rueda que sigue girando despus de una catstrofe

    Mi alegra es mirarte cuando escuchas

    Ese rayo de luz que camina hacia el fondo del agua

    Y te quedas suspensa largo rato

    Tantas estrellas pasadas por el harnero del mar

    Nada tiene entonces semejante emocin

    Ni un mstil pidiendo viento

    Ni un aeroplano ciego palpando el infinito

    Ni la paloma demacrada dormida sobre un lamento

    Ni el arco iris con las alas selladas

    Ms bello que la parbola de un verso

    La parbola tendida en puente nocturno de alma a alma

    Nacida en todos los sitios donde pongo los ojos

    Con la cabeza levantada

    Y todo el cabello al viento

    Eres ms hermosa que el relincho de un potro en la montaa

    Que la sirena de un barco que deja escapar toda su alma

    Que un faro en la neblina buscando a quien salvar

    Eres ms hermosa que la golondrina atravesada por el viento

    Eres el ruido del mar en verano

  • 26

    Eres el ruido de una calle populosa llena de admiracin

    Mi gloria est en tus ojos

    Vestida del lujo de tus ojos y de su brillo interno

    Estoy sentado en el rincn ms sensible de tu mirada

    Bajo el silencio esttico de inmviles pestaas

    Viene saliendo un augurio del fondo de tus ojos

    Y un viento de ocano ondula tus pupilas

    Nada se compara a esa leyenda de semillas que deja tu presencia

    A esa voz que busca un astro muerto que volver a la vida

    Tu voz hace un imperio en el espacio

    Y esa mano que se levanta en ti como si fuera a colgar soles en el aire

    Y ese mirar que escribe mundos en el infinito

    Y esa cabeza que se dobla para escuchar un murmullo en la eternidad

    Y ese pie que es la fiesta de los caminos encadenados

    Y esos prpados donde vienen a vararse las centellas del ter

    Y ese beso que hincha la proa de tus labios

    Y esa sonrisa como un estandarte al frente de tu vida

    Y ese secreto que dirige las mareas de tu pecho

    Dormido a la sombra de tus senos

    Si t murieras

    Las estrellas a pesar de su lmpara encendida

    Perderan el camino

    Qu sera del universo?

  • 27

    PABLO NERUDA

    XVIII

    Tupac Amaru (1781) Condorcanqui Tupac Amaru, sabio seor, padre justo, viste subir a Tungasuca la primavera desolada de los escalones andinos, 5 y con ella sal y desdicha, iniquidades y tormentos. Seor Inca, padre cacique, todo en tus ojos se guardaba como en un cofre calcinado 10 por el amor y la tristeza. El indio te mostr la espalda en que las nuevas mordeduras brillaban en las cicatrices de otros castigos apagados, 15 y era una espalda y otra espalda, toda la altura sacudida por las cascadas del sollozo. [94] Era un sollozo y otro sollozo. Hasta que armaste la jornada 20 de los pueblos color de tierra, recogiste el llanto en tu copa y endureciste los senderos. Lleg el padre de las montaas, la plvora levant caminos, 25 y hacia los pueblos humillados lleg el padre de la batalla. Tiraron la manta en el polvo, se unieron los viejos cuchillos, y la caracola marina 30 llam los vnculos dispersos.

  • 28

    Contra la piedra sanguinaria, contra la inercia desdichada, contra el metal de las cadenas. Pero dividieron tu pueblo 35 y al hermano contra el hermano enviaron, hasta que cayeron las piedras de tu fortaleza. Ataron tus miembros cansados a cuatro caballos rabiosos 40 y descuartizaron la luz del amanecer implacable. Tupac Amaru, sol vencido, desde tu gloria desgarrada sube como el sol en el mar 45 una luz desaparecida. Los hondos pueblos de la arcilla, los telares sacrificados, las hmedas casas de arena dicen en silencio: Tupac, 50 y Tupac se guarda en el surco, dicen en silencio: Tupac,

    y Tupac germina en la tierra.

    ALTURAS DE MACCHU PICCHU

    I

    Del aire al aire, como una red vaca, iba yo entre las calles y la atmsfera, llegando y despidiendo, en el advenimiento del otoo la moneda extendida de las hojas, y entre la primavera y las espigas, lo que el ms grande amor, como dentro de un guante que cae, nos entrega como una larga luna.

    (Das de fulgor vivo en la intemperie de los cuerpos: aceros convertidos al silencio del cido:

  • 29

    noches desdichadas hasta la ltima harina: estambres agredidos de la patria nupcial.)

    Alguien que me esper entre los violines encontr un mundo como una torre enterrada hundiendo su espiral ms abajo de todas las hojas de color de ronco azufre: ms abajo, en el oro de la geologa, como una espada envuelta en meteoros, hund la mano turbulenta y dulce en lo ms genital de lo terrestre.

    Puse la frente entre las olas profundas, descend como gota entre la paz sulfrica, y, como un ciego, regres al jazmn de la gastada primavera humana.

    II

    Si la flor a la flor entrega el alto germen y la roca mantiene su flor diseminada en su golpeado traje de diamante y arena, el hombre arruga el ptalo de la luz que recoge en los determinados manantiales marinos y taladra el metal palpitante en sus manos. Y pronto, entre la ropa y el humo, sobre la mesa hundida, como una barajada cantidad, queda el alma: cuarzo y desvelo, lgrimas en el ocano como estanques de fro: pero an mtala y agonzala con papel y con odio, sumrgela en la alfombra cotidiana, desgrrala entre las vestiduras hostiles del alambre.

    No: por los corredores, aire, mar o caminos, quin guarda sin pual (como las encarnadas amapolas) su sangre? La clera ha extenuado la triste mercanca del vendedor de seres, y, mientras en la altura del ciruelo, el roco desde mil aos deja su carta transparente sobre la misma rama que lo espera, oh corazn, oh frente triturada entre las cavidades del otoo. Cuntas veces en las calles del invierno de una ciudad o en un autobs o un barco en el crepsculo, o en la soledad ms espesa, la de la noche de fiesta, bajo el sonido

  • 30

    de sombras y campanas, en la misma gruta del placer humano, me quise detener a buscar la eterna veta insondable que antes toqu en la piedra o en el relmpago que el beso desprenda.

    (Lo que en el cereal como una historia amarilla de pequeos pechos preados va repitiendo un nmero que sin cesar es ternura en las capas germinales, y que, idntica siempre, se desgrana en marfil y lo que en el agua es patria transparente, campana desde la nieve aislada hasta las olas sangrientas.)

    No pude asir sino un racimo de rostros o de mscaras precipitadas, como anillos de oro vaco, como ropas dispersas hijas de un otoo rabioso que hiciera temblar el miserable rbol de las razas asustadas.

    No tuve sitio donde descansar la mano y que, corriente como agua de manantial encadenado, o firme como grumo de antracita o cristal, hubiera devuelto el calor o el fro de mi mano extendida. Qu era el hombre? En qu parte de su conversacin abierta entre los almacenes de los silbidos, en cul de sus movimientos metlicos viva lo indestructible, lo imperecedero, la vida?

    III

    El ser como el maz se desgranaba en el incansable granero de los hechos perdidos, de los acontecimientos miserables, del uno al siete, al ocho, y no una muerte, sino muchas muertes llegaba a cada uno: cada da una muerte pequea, polvo, gusano, lmpara que se apaga en el lodo del suburbio, una pequea muerte de alas gruesas entraba en cada hombre como una corta lanza y era el hombre asediado del pan o del cuchillo, el ganadero: el hijo de los puertos, o el capitn oscuro del arado, o el roedor de las calles espesas:

    todos desfallecieron esperando su muerte, su corta muerte diaria: y su quebranto aciago de cada da era como una copa negra que beban temblando.

  • 31

    IV

    La poderosa muerte me invit muchas veces: era como la sal invisible en las olas, y lo que su invisible sabor diseminaba era como mitades de hundimientos y altura o vastas construcciones de viento y ventisquero.

    Yo al frreo vine, a la angostura del aire, a la mortaja de agricultura y piedra, al estelar vaco de los pasos finales y a la vertiginosa carretera espiral: pero, ancho mar, oh muerte!, de ola en ola no vienes, sino como un galope de claridad nocturna o como los totales nmeros de la noche.

    Nunca llegaste a hurgar en el bolsillo, no era posible tu visita sin vestimenta roja: sin auroral alfombra de cercado silencio: sin altos enterrados patrimonios de lgrimas.

    No pude amar en cada ser un rbol con su pequeo otoo a cuestas (la muerte de mil hojas) todas las falsas muertes y las resurrecciones sin tierra, sin abismo: quise nadar en las ms anchas vidas, en las ms sueltas desembocaduras, y cuando poco a poco el hombre fue negndome y fue cerrando paso y puerta para que no tocaran mis manos manantiales su inexistencia herida, entonces fui por calle y calle y ro y ro, y ciudad y ciudad y cama y cama, y atraves el desierto mi mscara salobre, y en las ltimas casas humilladas, sin lmpara, sin fuego, sin pan, sin piedra, sin silencio, solo, rod muriendo de mi propia muerte.

  • 32

    V

    No eras t, muerte grave, ave de plumas frreas, la que el pobre heredero de las habitaciones llevaba entre alimentos apresurados, bajo la piel vaca: era algo, un pobre ptalo de cuerda exterminada: un tomo del pecho que no vio al combate o el spero roco que no cay en la frente. Era lo que no pudo renacer, un pedazo de la pequea muerte sin paz ni territorio: un hueso, una campana que moran en l. Yo levant las vendas del yodo, hund las manos en los pobres dolores que mataban la muerte, y no encontr en la herida sino una racha fra que entraba por los vagos intersticios del alma.

    VI

    Entonces en la escala de la tierra he subido entre la atroz maraa de las selvas perdidas hasta ti, Macchu Picchu. Alta ciudad de piedras escalares, por fin morada del que lo terrestre no escondi en las dormidas vestiduras. En ti, como dos lneas paralelas, la cuna del relmpago y del hombre se mecan en un viento de espinas.

    Madre de piedra, espuma de los cndores.

    Alto arrecife de la aurora humana.

    Pala perdida en la primera arena.

    sta fue la morada, ste es el sitio: aqu los anchos granos del maz ascendieron y bajaron de nuevo como granizo rojo.

    Aqu la hebra dorada sali de la vicua a vestir los amores, los tmulos, las madres, el rey, las oraciones, los guerreros.

  • 33

    Aqu los pies del hombre descansaron de noche junto a los pies del guila, en las altas guaridas carniceras, y en la aurora pisaron con los pies del trueno la niebla enrarecida, y tocaron las tierras y las piedras hasta reconocerlas en la noche o la muerte.

    Miro las vestiduras y las manos, el vestigio del agua en la oquedad sonora, la pared suavizada por el tacto de un rostro que mir con mis ojos las lmparas terrestres, que aceit con mis manos las desaparecidas maderas: porque todo, ropaje, piel, vasijas, palabras, vino, panes, se fue, cay a la tierra.

    Y el aire entr con dedos de azahar sobre todos los dormidos: mil aos de aire, meses, semanas de aire, de viento azul, de cordillera frrea, que fueron como suaves huracanes de pasos lustrando el solitario recinto de la piedra.

    VII

    Muertos de un solo abismo, sombras de una hondonada, la profunda, es as como al tamao de vuestra magnitud vino la verdadera, la ms abrasadora muerte y desde las rocas taladradas, desde los capiteles escarlata, desde los acueductos escalares os desplomasteis como en un otoo en una sola muerte. Hoy el aire vaco ya no llora, ya no conoce vuestros pies de arcilla, ya olvid vuestros cntaros que filtraban el cielo cuando lo derramaban los cuchillos del rayo, y el rbol poderoso fue comido por la niebla, y cortado por la racha.

  • 34

    l sostuvo una mano que cay de repente desde la altura hasta el final del tiempo. Ya no sois, manos de araa, dbiles hebras, tela enmaraada: cuanto fuisteis cay: costumbres, slabas radas, mscaras de luz deslumbradora.

    Pero una permanencia de piedra y de palabra: la ciudad como un vaso se levant en las manos de todos, vivos, muertos, callados, sostenidos de tanta muerte, un muro, de tanta vida un golpe de ptalos de piedra: la rosa permanente, la morada: este arrecife andino de colonias glaciales.

    Cuando la mano de color de arcilla se convirti en arcilla, y cuando los pequeos prpados se cerraron llenos de speros muros, poblados de castillos, y cuando todo el hombre se enred en su agujero, qued la exactitud enarbolada: el alto sitio de la aurora humana: la ms alta vasija que contuvo el silencio: una vida de piedra despus de tantas vidas.

    VIII

    Sube conmigo, amor americano. Besa conmigo las piedras secretas. La plata torrencial del Urubamba hace volar el polen a su copa amarilla.

    Vuela el vaco de la enredadera, la planta ptrea, la guirnalda dura sobre el silencio del cajn serrano. Ven, minscula vida, entre las alas de la tierra, mientras -cristal y fro, aire golpeado - apartando esmeraldas combatidas, oh agua salvaje, bajas de la nieve.

    Amor, amor, hasta la noche abrupta, desde el sonoro pedernal andino,

  • 35

    hacia la aurora de rodillas rojas, contempla el hijo ciego de la nieve.

    Oh, Wilkamayu de sonoros hilos, cuando rompes tus truenos lineales en blanca espuma, como herida nieve, cuando tu vendaval acantilado canta y castiga despertando al cielo, qu idioma traes a la oreja apenas desarraigada de tu espuma andina?

    Quin apres el relmpago del fro y lo dej en la altura encadenado, repartido en sus lgrimas glaciales, sacudido en sus rpidas espadas, golpeando sus estambres aguerridos, conducido en su cama de guerrero, sobresaltado en su final de roca?

    Qu dicen tus destellos acosados? Tu secreto relmpago rebelde antes viaj poblado de palabras? Quin va rompiendo slabas heladas, idiomas negros, estandartes de oro, bocas profundas, gritos sometidos, en tus delgadas aguas arteriales?

    Quin va cortando prpados florales que vienen a mirar desde la tierra? Quin precipita los racimos muertos que bajan en tus manos de cascada a desgranar su noche desgranada en el carbn de la geologa?

    Quin despea la rama de los vnculos? Quin otra vez sepulta los adioses?

    Amor, amor, no toques la frontera, ni adores la cabeza sumergida: deja que el tiempo cumpla su estatura en su saln de manantiales rotos, y, entre el agua veloz y las murallas, recoge el aire del desfiladero, las paralelas lminas del viento,

  • 36

    el canal ciego de las cordilleras, el spero saludo del roco, y sube, flor a flor, por la espesura, pisando la serpiente despeada.

    En la escarpada zona, piedra y bosque, polvo de estrellas verdes, selva clara, Mantur estalla como un lago vivo o como un nuevo piso del silencio.

    Ven a mi propio ser, al alba ma, hasta las soledades coronadas. El reino muerto vive todava.

    Y en el Reloj la sombra sanguinaria del cndor cruza como una nave negra.

    IX

    Aguila sideral, via de bruma. Bastin perdido, cimitarra ciega. Cinturn estrellado, pan solemne. Escala torrencial, prpado inmenso. Tnica triangular, polen de piedra. Lmpara de granito, pan de piedra. Serpiente mineral, rosa de piedra. Nave enterrada, manantial de piedra. Caballo de la luna, luz de piedra. Escuadra equinoccial, vapor de piedra. Geometra final, libro de piedra. Tmpano entre las rfagas labrado. Madrpora del tiempo sumergido. Muralla por los dedos suavizada. Techumbre por las plumas combatida. Ramos de espejo, bases de tormenta. Tronos volcados por la enredadera. Rgimen de la garra encarnizada. Vendaval sostenido en la vertiente. Inmvil catarata de turquesa. Campana patriarcal de los dormidos. Argolla de las nieves dominadas.

  • 37

    Hierro acostado sobre sus estatuas. Inaccesible temporal cerrado. Manos de puma, roca sanguinaria. Torre sombrera, discusin de nieve. Noche elevada en dedos y races. Ventana de las nieblas, paloma endurecida. Planta nocturna, estatua dc los truenos. Cordillera esencial, techo marino. Arquitectura de guilas perdidas. Cuerda del cielo, abeja de la altura. Nivel sangriento, estrella construida. Burbuja mineral, luna de cuarzo. Serpiente andina, frente de amaranto. Cpula del silencio, patria pura. Novia del mar, rbol de catedrales. Ramo de sal, cerezo de alas negras. Dentadura nevada, trueno fro. Luna araada, piedra amenazante. Cabellera del fro, accin del aire. Volcn de manos, catarata oscura. Ola de plata, direccin del tiempo.

    X

    Piedra en la piedra, el hombre, dnde estuvo? Aire en el aire, el hombre, dnde estuvo? Tiempo en el tiempo, el hombre, dnde estuvo? Fuiste tambin el pedacito roto de hombre inconcluso, de guila vaca que por las calles de hoy, que por las huellas, que por las hojas del otoo muerto va machacando el alma hasta la tumba? La pobre mano, el pie, la pobre vida... Los das de la luz deshilachada en ti, como la lluvia sobre las banderillas de la fiesta, dieron ptalo a ptalo de su alimento oscuro en la boca vaca? Hambre, coral del hombre, hambre, planta secreta, raz de los leadores, hambre, subi tu raya de arrecife hasta estas altas torres desprendidas?

  • 38

    Yo te interrogo, sal de los caminos, mustrame la cuchara, djame, arquitectura, roer con un palito los estambres de piedra, subir todos los escalones del aire hasta el vaco, rascar la entraa hasta tocar el hombre.

    Macchu Picchu, pusiste piedra en la piedra, y en la base, harapos? Carbn sobre carbn, y en el fondo la lgrima? Fuego en el oro, y en l, temblando el rojo gotern de la sangre? Devulveme el esclavo que enterraste! Sacude de las tierras el pan duro del miserable, mustrame los vestidos del siervo y su ventana. Dime cmo durmi cuando viva. Dime si fue su sueo ronco, entreabierto, como un hoyo negro hecho por la fatiga sobre el muro. El muro, el muro! Si sobre su sueo gravit cada piso de piedra, y si cay bajo ella como bajo una luna, con el sueo! Antigua Amrica, novia sumergida, tambin tus dedos, al salir de la selva hacia el alto vaco de los dioses, bajo los estandartes nupciales de la luz y el decoro, mezclndose al trueno de los tambores y de las lanzas, tambin, tambin tus dedos, los que la rosa abstracta y la lnea del fro, los que el pecho sangriento del nuevo cereal trasladaron hasta la tela de materia radiante, hasta las duras cavidades, tambin, tambin, Amrica enterrada, guardaste en lo ms bajo en el amargo intestino, como un guila, el hambre?

    XI

    A travs del confuso esplendor, a travs de la noche de piedra, djame hundir la mano y deja que en m palpite, como un ave mil aos prisionera el viejo corazn del ovidado! Djame olvidar hoy esta dicha, que es ms ancha que el mar, porque el hombre es ms ancho que el mar y que sus islas, y hay que caer en l como en un pozo para salir del fondo

  • 39

    con un ramo de aguas secretas y de verdades sumegidas. Djame olvidar, ancha piedra, la proporcin poderosa, la trascendente movida, las piedras del panal, y de la escuadra djame hoy resbalar la mano sobre la hipotenusa de spera sangre y silicio. Cuando, como una herradura de litros rojos, el cndor furibundo me golpea las sienes en el orden del vuelo y el huracn de plumas carniceras barre el polvo sombro de las escalinatas diagonales, no veo la bestia veloz, no veo el ciego ciclo de sus barras, veo el antiguo ser, servidor, el dormido en los campos, veo el cuerpo, mil cuerpos, un hombre, mil mujeres, bajo la racha negra, negros de lluvia y noches, con la piedra pesada de la estatua: Juan Cortapiedras, hijo de Wiracocha, Juan Comefro, hijo de estrella verde, Juan Piesdescalzos, nieto de la turquesa, sube a nacer conmigo, hermano.

    XII

    Sube a nacer conmigo, hermano. Dame la mano desde la profunda zona de tu dolor diseminado. No volvers del fondo de las rocas. No volvers del tiempo subterrneo. No volver tu voz endurecida. No volvern tus ojos taladrados. Mrame desde el fondo de la tierra, labrador, tejedor, pastor callado: domador de guanacos tutelares: albail del andamio desafiado: aguador de las lgrimas andinas: joyero de los dedos machacados: agricultor temblando en la semilla: alfarero en tu greda derramado: traed a la copa de esta nueva vida vuestros viejos dolores enterrados. Mostradme vuestra sangre y vuestro surco, decidme: aqu fui castigado, porque la joya no brill o la tierra no entreg a tiempo la piedra o el grano: sealadme la piedra en que casteis

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    y la madera en que os crucificaron, encendedme los viejos pedernales, las viejas lmparas, los ltigos pegados a travs de los siglos en las llagas y las hachas de brillo ensangrentado. Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta.

    A travs de la tierra juntad todos los silenciosos labios derramados y desde el fondo habladme toda esta larga noche como si yo estuviera con vosotros anclado, contadme todo, cadena a cadena, eslabn a eslabn, y paso a paso, afilad los cuchillos que guardasteis, ponedlos en mi pecho y en mi mano, como un ro de rayos amarillos, como un ro de tigres enterrados, y dejadme llorar, horas, das, aos, edades ciegas, siglos estelares.

    Dadme el silencio, el agua, la esperanza.

    Dadme la lucha, el hierro, los volcanes.

    Apegadme los cuerpos como imanes.

    Acudid a mis venas y a mi boca.

    Hablad por mis palabras y mi sangre.

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    OLIVERIO GIRONDO

    CANSANCIO Cansado. S! Cansado de usar un solo bazo, dos labios, veinte dedos, no s cuntas palabras, no s cuntos recuerdos, grisceos, fragmentarios. Cansado, muy cansado de este fro esqueleto, tan pdico, tan casto, que cuando se desnude no sabr si es el mismo que us mientras viva. Cansado. S! Cansado por carecer de antenas, de un ojo en cada omplato y de una cola autntica, alegre, desatada, y no este rabo hipcrita, degenerado, enano.

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    Cansado, sobre todo, de estar siempre conmigo, de hallarme cada da, cuando termina el sueo, all, donde me encuentre, con las mismas narices y con las mismas piernas; como si no deseara esperar la rompiente con un cutis de playa, ofrecer, al roco, dos senos de magnolia, acariciar la tierra con un vientre de oruga, y vivir, unos meses, adentro de una piedra.

    DICOTOMA INCRUENTA Siempre llega mi mano ms tarde que otra mano que se mezcla a la ma y forman una mano. Cuando voy a sentarme advierto que mi cuerpo se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse adonde yo me siento. Y en el preciso instante de entrar en una casa, descubro que ya estaba antes de haber llegado. Por eso es muy posible que no asista a mi entierro, y que mientras me rieguen de lugares comunes, ya me encuentre en la tumba, vestido de esqueleto, bostezando los tpicos y los llantos fingidos.

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    DIETTICA Hay que ingerir distancia, lanudos nubarrones, secas parvas de siesta, arena sin historia, llanura, vizcacheras, caminos con tropillas de nubes, de ladridos, de briosa polvareda. Hay que rumiar la yerba que sazonan las vacas con su orn, y sus colas; la tierra que se escapa bajo los alambrados, con su olor a chinita, a zorrino, a fogata, con sus huesos de fsil, de potro, de tapera, y sus largos mugidos y sus guampas, al aire, de molino, de toro... Hay que agarrar la tierra, calentita o helada, y comerla comerla!

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    LLORAR A LGRIMA VIVA... Llorar a lgrima viva. Llorar a chorros. Llorar la digestin. Llorar el sueo. Llorar ante las puertas y los puertos. Llorar de amabilidad y de amarillo. Abrir las canillas, las compuertas del llanto. Empaparnos el alma, la camiseta. Inundar las veredas y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto. Asistir a los cursos de antropologa, llorando. Festejar los cumpleaos familiares, llorando. Atravesar el frica, llorando. Llorar como un cacuy, como un cocodrilo... si es verdad que los cacues y los cocodrilos no dejan nunca de llorar. Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz, con las rodillas. Llorarlo por el ombligo, por la boca. Llorar de amor, de hasto, de alegra. Llorar de frac, de flato, de flacura. Llorar improvisando, de memoria. Llorar todo el insomnio y todo el da!

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    NO SE ME IMPORTA UN PITO QUE LAS MUJERES... No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de sorportarles una nariz que sacara el primer premio en una exposicin de zanahorias; pero eso s! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningn pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar pierden el tiempo las que pretendan seducirme! sta fue -y no otra- la razn de que me enamorase, tan locamente, de Mara Luisa. Qu me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? Qu me importaban sus extremidades de palmpedo y sus miradas de pronstico reservado? Mara Luisa era una verdadera pluma! Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el bao, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres... Con qu impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algn paseo por los alrededores! All lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "Mara Luisa! Mara Luisa!"... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte. Durante kilmetros de silencio planebamos una caricia que nos aproximaba al paraso; durante horas enteras nos anidbamos en una nube, como dos ngeles, y de repente, en tirabuzn, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. Qu delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas!

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    Que voluptuosidad la de pasarse los das entre las nubes... la de pasarse las noches de un solo vuelo! Despus de conocer una mujer etrea, puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? Verdad que no hay diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centmetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seduccin de una mujer pedestre, y por ms empeo que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor ms que volando.

    POEMA 12 Se miran, se presienten, se desean, se acarician, se besan, se desnudan, se respiran, se acuestan, se olfatean, se penetran, se chupan, se demudan, se adormecen, se despiertan, se iluminan, se codician, se palpan, se fascinan, se mastican, se gustan, se babean, se confunden, se acoplan, se disgregan, se aletargan, fallecen, se reintegran, se distienden, se enarcan, se menean, se retuercen, se estiran, se caldean, se estrangulan, se aprietan se estremecen, se tantean, se juntan, desfallecen, se repelen, se enervan, se apetecen, se acometen, se enlazan, se entrechocan, se agazapan, se apresan, se dislocan, se perforan, se incrustan, se acribillan, se remachan, se injertan, se atornillan, se desmayan, reviven, resplandecen, se contemplan, se inflaman, se enloquecen, se derriten, se sueldan, se calcinan, se desgarran, se muerden, se asesinan, resucitan, se buscan, se refriegan, se rehuyen, se evaden, y se entregan.

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    QUE LOS RUIDOS TE PERFOREN LOS DIENTES...

    Que los ruidos te perforen los dientes, como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas. Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araa; que slo puedas alimentarte de barajas usadas y que el sueo te reduzca, como una aplanadora, al espesor de tu retrato. Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas; que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte ante los tachos de basura y que todos los habitantes de la ciudad te confundan con un madero. Que cuando quieras decir: "Mi amor", digas: "Pescado frito"; que tus manos intenten estrangularte a cada rato, y que en vez de tirar el cigarrillo, seas t el que te arrojes en las salivaderas. Que tu mujer te engae hasta con los buzones; que al acostarse junto a ti, se metamorfosee en sanguijuela, y que despus de parir un cuervo, alumbre una llave inglesa. Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto, para que los espejos, al mirarte, se suiciden de repugnancia; que tu nico entretenimiento consista en instalarte en la sala de espera de los dentistas, disfrazado de cocodrilo, y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni por un solo instante, de lamerle la cerradura.

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    Y DE LOS REPLANTEOS...

    Y de los replanteos y recontradicciones y reconsentimiento sin o con sentimiento cansado y de los repropsitos y de los reademanes y redilogos idnticamente bostezables y del revs y del derecho y de las vueltas y revueltas y las maraas y recmaras y remembranzas y remembranas de pegajossimos labios y de lo inspido y lo spido de lo remucho a lo repoco y lo remenos recansado de los recodos y repliegues y recovecos y refrotes de lo remanoseado y relamido hasta en sus ms recnditos reductos repletamente cansado de tanto retanteo y remasaje y treta terca en tetas y recomienzo erecto y reconcubitedio y reconcubicrneo sin remedio y tara van en ansia de alta resonancia y rato apenas nato ya rido tardo graso dromedario y poro loco y parco espasmo enano y monstruo torvo sorbo del malogo y de lo pornodrstico cansado hasta el estrabismo mismo de los huesos de tanto error errante y queja quena y desatino tsico y ufano urbano bpedo hidfalo escombro caminante por vicio y sino y tipo y libido y oficio recansadsimo de tanta estanca remetfora de la nusea y de la revirgsima inocencia y de los instintos perversitos y de las ideitas reputitas y de las ideonas reputonas y de los reflujos y resacas de las resecas circunstancias desde qu mares padres y lunares mareas de resonancias huecas y madres playas clidas de hasto de alas calmas sempiternsimamente archicansado en todos los sentidos y contrasentidos de lo instintivo o sensitivo tibio

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    o remeditativo o remetafsico y reartstico tpico y de los intimsimos remimos y recaricias de la lengua y de sus regastados pramos vocablos y reconjugaciones y recpulas y sus remuertas reglas y necrpolis de reputrefactas palabras simplemente cansado del cansancio del harto tenso extenso entrenamiento al engusanamiento y al silencio.