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Secuencia. Revista de historia y ciencias
sociales
ISSN: 0186-0348
Instituto de Investigaciones Dr. José María
Luis Mora
México
Macías, FIavia Julieta
Guerra, instituciones y debates políticos en la Argentina de los inicios de la organización Nacional
Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales, núm. 69, septiembre-diciembre, 2007, pp. 137-160
Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora
Distrito Federal, México
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F Iauia ] ulieta Mtlcías
Licenciada en Historia por la Universidad Nacional de Tucumán, diploma de Estudios Avanzadosen Historia por la Universidad Complutense de Madrid y rnagisrer en Historia Iberoamericana pore! Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de Madrid, bajo la dirección de la doctoraMónica Quijada. Actualmente becaria doctoral de! CONICET y doctorando por la Universidad Nacional de la Plata, Buenos Aires, bajo la dirección de la doctora María Celia Bravo. Entre sus publicaciones se cuentan "Esferapública, moralidad y mujeres de la elite. la Sociedad de Beneficenciaen Tucumán (1860- I920)" en colaboración con A. Landaburu y M. E. Fernández, Tucumán,1998; "Guardia Nacional, ciudadanía y poder en Tucumán, Argentina (1850-1880)", RevistaComplutense deHistoriadeAmérica, núm. 27, 2001, Madrid, y "Ciudadanía armada, identidad nacionaly Estado provincial. Tucumán entre 1854 y 1870" en Hilda Sabato y Alberto Lerrieri (comps.),La política en la Argentina del siglo XIX. Armas, votos y voces, FCE, Buenos Aires, 2003.
Resumen
Este artículo analiza e! pape! de la guerra en e!proceso de organización constitucional argentinoy sus influencias en la configuración del discursopolítico republicano y nacional. Específicamente, se estudian las justificaciones elaboradas entorno a la guerra como instancia fundacional de
la nación y de su organización constitucional apartir de lR52 y en qué medida las formulaciones discursivas legitimantes de la vía armadamodelaron el discurso político, republicano y
nacional.
Palabras clave:Guerra, const itución, legalidad, legitimidad, república.
Fecha de recepción:marzode 2006
Fecha de aceptación:noviernbre de 2006
War, Institutions and Political Debatesin Argentina at the Beginning
of the Organization of the N ation
FlaviaJulieta Macias
BA in History from the Universidad Nacional de Tucumán, Diploma in Advanced Srudies inHistory from rhe Universidad Complurense de Madrid and MA in Latín American Hisrory fromrhe Madrid Board ofScienrific Research, under rhe supervision of Dr. Mónica Quijada. Currenrlya docroral scholarship holder from CONrCET and doctoral srudent at the Universidad Nacional dela Piara , Buenos Aires, under the supervision ofDr. María Celia Bravo. Publicarions include "Esfera públ ica, moralidad y mujeres de la elite. La Sociedad de Beneficencia en Tucumán (18601920)" (in coUaborarion with A. Landaburu and M. E. Fernández), Tucumán, 1998 ; "GuardiaNacional, ciudadanía y poder en Tucumán, Argentina (1850-1880)", Revista Complutense deHistoriadeAmérica, núm . 27, 2001, Madrid, and "Ciudadanía armada, identidad nacional y Estado provincial, Tucumán entre 1854 y 1870" in Hilda Sabato and Alberro Lettieri (comps.), La j7o{ítüa enlaArgentinadelsiglo XIX. Armas, votos y VOCl!S, FCE, Buenos Aires, 2003.
Abstraet
This arricle analyzes the role of war in the process of Argenrina's const itucional organizationand irs influences on the shaping of Republican and nariona! political discourse. It specifically studies the jusrifications given for war as a
founding elernenr of the narion and irs consritutional organizarion in 1852 as well as the exrenrro which the discursive formulae that legitimized the armed way shaped Republican and National politica! discourse .
Key words:War, consritution, legaliry, legirirnacy, rep ublic.
Final submission:March 2006
Acceprance :November 2006
Guerra, instituciones y debates políticosen la Argentina de los iniciosde la organización N acional*
Flavia} ulieta l\1acías
En los últimos años, la historiografíapolítica latinoamericana ha comenzado a revalorizat la perspectiva mi
litar como una óptica de análisis para detecrar las estrategias de construcción y lasfuentes de legitimidad de los nuevos Estados nacionalesdurante el siglo XIX. Estosavances sostienen que en el proceso de reformulación de la soberanía en beneficiodel Estado nacional, las instituciones militares y la "guerra"! desempeñaron unpapel relevante tanto en la construccióny en el fortalecimiento de las nuevas comunidades políticas decimonónicas posrevolucionarias como en los procesos deconfiguración de la ciudadanía y de la
" Parte de esta invest igación se realizó con unabeca conjunta de la Fundación MAPFRE-Tavera (Madrid , España) y de la Fundación Carolina (Madrid ,España). entre los meses de octubre de 2002 y marzode 2003. Agradezco los aportes y sugerencias de MartaIrurozqui, Mónica Quijada, Marta Bonaudo y María Cel ia Bravo.
1 En términos generales la "guerra" se entiendeaquí com o un "tipo" de violencia que expresa la continuación armada de un conflicto pulít ico. Se coincidecon Umberro Gori en la inexistencia de un conceptounívoco de "guerra" y se adscribe a la propuesra deconceprualizar históricamente la mencionada 110Z. Enesa dirección se desarrolla el presente trabajo. Para unanálisis del concepto de "guerra" véase Bobbio, Mateucci y Pasquino, Diccionario, 1983, t. 1, pp. 737-744.
identidad nacional.f En el marco de laproblemática señalada y concentrándoseen el caso argentino, este artículo analizael papel de la guerra en el proceso de organización constitucional y sus influenciasen la configuración del discurso políticorepublicano y nacional. Específicamente,se estudian las justificaciones elaboradasen torno a la implementación de la misma, en relación con la organización constitucional de la confederación a partir de1852 yen qué medida las formulacionesdiscursivas legitimantes de la vía armadamodelaron el discurso político, republicano y nacional. Este primer avance se realiza a través del análisis de las proclamasemitidas por Justo José de Urguiza. Elmismo, como gobernador de la provinciade Entre Ríos, lideró el pronunciamientoy la batalla de Caseros de 1852, hechosque marcaron no sólo la culminación delsistema confederalliderado por el gobernador bonaerense Juan Manuel de Rosas,sino también el inicio del proceso de orga-
2 Véase Murilo de Carvalho, Desenvolvimiento,1994, y "Dimensiones", 1999, 1'1'.321-371 ; Peralta,"Miro", 1999, pp. 231-252; Heroández, "Origen".1989; Hébrard , "Patr icio", 2002, pp. 429-462; lrurozqui, "Bautismo", 2003, pp . 115-152; Bravo, "Política", 2003, pp. 243-259; Macfas, "Ciudadanía",2003, 1'1'.137-153 , YCansanello, Stíbditos, 2003.
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nización constitucional de la república. Eltriunfo del mandatario entrerriano en lamencionada batalla dio paso a la etapadeliberativa del proceso, organizándoseel soberano Congreso Constituyente. En elmarco de los debates en torno a las variables consideradas como promotoras, legitimanres y a su vez sostenedoras del nuevoorden político, la "guerra" adquirió unpapel central.
"LEGALIDAD", "LEGITIMIDAD"
Y GUERRA EN EL DESMANTELAMIENTODEL "ORDEN ROSISTA"
A partir de 1831, la solución institucionaladoptada para las provincias rioplatensesfue la creación de una confederación quehasta la sanción de la Constitución de 1853elaborada y promulgada luego de la caídade Rosas, se sostuvo sobre la base de losprincipios del Pacto Federal de 1831. 3
3 El Pacto Federal de 1831 se mos traba como elfundamento contracrual de la llamada ConfederaciónArgentina hasta el Acuerdo de San Nicolás de 1852con miras a la organización nacional que se plasmaríaluego en la Constitución de 1853. En el arrículo J,
las provincias signatarias expresaban su voluntad depaz, unión y amistad, reconociendo redprocamente sulibertad e independencia, representación y derechos.Por otra parte, el pacro abría la posibilidad de un mayor avance en el terreno de la unificación al prever lareunión de un Congreso General Federativo que debería consultar la seguridad y engrandecimiento general de la república, su crédito interior y exterior yla soberanía, liberrad e independencia de cada una delas provincias . El pacto concebía una alianza entendidacomo provisoria (aunque duraría 20 años), y reconocíala libertad e independencia de cada tilla de las provincias signatarias. A su vez delegaba en una ComisiónRcprcsenrariva la concertación de la paz y de la guerray la organización de la fuerza militar necesaria en casode guerra. En este sentido, se planteaba entre las pro-
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Este último había sido elaborado a partirde la firma de las provincias litorales deSanta Fe, Entre Ríos y Buenos Aires conel objetivo de desmantelar la Liga Unitariaintegrada por las provincias del Interior(Córdoba, San Luis, SanJuan, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca y LaRioja) y liderada por el general José MaríaPaz (gobernador de Córdoba) . El derrocamiento del frente unitario determinó lareestructuración de las relaciones inrerprovinciales rioplatenses sobre la base delmencionado pacto y de tendencias confederativas." La convocatoria a un congreso
vincias una clara relación en pie de igualdad dondecada una conservaba casi totalmente sus atribucionesmilirares (derecho a poseer ejércitos y declarar la guerra interna) así como sus prerrogativas políricas y económicas. Tanto el objetivo de convocar a un Congresocomo la proyección de la Comisión Representativafueron frenadas por las presiones de la provincia deBuenos Aires, con lo cual las provincias rioplatenses,luego de ser vencida la Liga Unitaria, se reorganizaron bajo una tenue estructura confederal, asumiendola delegación de las relaciones exteriores el gobernador de Buenos Aires (sobre esto último volveremosmás adelante), Chiaramonre, "Federalismo", 1993,pp. 91-93.
4 José Carlos Chiaramonre advierte {:O SllS rrabajos las diferencias que se perciben entre el concepro defederación y confederación para el caso argentino. Según el historiador, la palabra federación utilizada porlos políticos y militares del momento era algo máscercano a los "artículos de confederación" de las amiguas trece colonias nortearnericanas de 17H1, que a laConstitución federal de 1878. Es decir, que lo predomi nante en el federalismo rioplarense habría sido algosimilar a aquella experiencia de organización políticaindependiente de las trece colonias norteamericanascuya inadecuación para el desarrollo de la nación fuede inmediato percibida y criticada por los que se propusieron reemplazarla con una forma federal más aptaa la emergencia de una nación unida y fuerte. Véase,por ejemplo, ibid., y Chiaramonte, Ciudades, 1997.
FLAVIA JUlIETA MACiAS
constituyente al que debían asistir representantes de los diferentes estados provinciales se mostraba como uno de los artículos salientes del Pacto de 1831, aunqueeste principio fue resistido o más bien"constantemente postergado" por uno delos gobernadores más poderosos de las provincias litorales que asumiría la delegaciónde las relaciones exteriores de la confederación,]uan Manuel de Rosas. Para el gobernador bonaerense, el orden político establecido a partir de 1831 debía garantizarno sólo la pacificación interna," sino el desarrollo de los principales intereses de suprovincia, es decir, el predominio del sector mercantil-fanadero porteño, del queformaba parte. En este sentido es que Rosas, haciendo uso de sus atribuciones e influencias como primer mandatario provincial y delegado de las relaciones exterioresde la confederación, buscó y logró inhibirla creación de un sistema político que sesituara por encima de las soberanías provinciales y que pudiera impulsar la redistribución de los beneficios del puerto yde la aduana bonaerenses.
A pesar de las circunstancias económicas mencionadas, las cuales expresaban lastensiones entre "librecambio" y "proteccionismo" desarrolladas en el Río de la
5 La guerra de independencia desarrollada duranretoda la década de 1810 así como la politización delas facciones militares y de los ejércitos libertadores residuales generaron la presencia de nuevos actorespnlíricos , la "milicia" y los "comandantes" que luegode sus funciones en la guerra buscaron articularse a lapolítica mediante pronunciamientos militares y revoluciones, insertándose de esta manera en el procesode configuración de una nueva dirigencia posrevolucionaria. Véase Halperin, Revolución, 2002.
6 Salvarore, "Consolidació n", 1998, pp. 365-379.
Plata,7 la necesidad y urgencia de generaruna legitimidad posrevolucionaria quecontuviera a la arraigada guerra civil y garantizara la articulación interprovincial asfcomo la continuidad y estabilidad de losgobiernos locales, llevó a que las provincias confederadas confiaran el liderazgorosisra más allá dc lo expresado en los pactos interprovinciales. En este sentido, lasatribuciones dc Rosas como encargado delas relaciones exteriores, y la consolidaciónde una noción de "orden político" queademás de los principios republicanos yconfederales incorporados" se asociaba conla ausencia de la guerra civil, permitieronal mandatario (en coordinación con losgobiernos provinciales) ejecutar accionespolíticas que iban más allá de sus jurisdicciones y que se vinculaban a garantizar lapax interna. A su vez, la incorporación delprincipio de "unanimidad" tuvo importancia central ya que el mismo se articulaba con la consolidación de un "orden"político legítimo. La existencia de una"única" opinión imperante en todos losniveles del universo político que debíaprovenir de la "voluntad libre y espontánea de los ciudadanos", garantizaba no
7 En la tramitación del Pacto de 1831 , chocaronla ptovincia de Corrientes ubicada en la región dellitoral argentino, con la provincia de Buenos Airespor la tentativa correntina de incorporar al mismogarantfas de una política económica proteccionista(adversa al librecambio propugnado por Buenos Aires)y de pronta organización constitucional y nacionalque permitiese resolver los decisivos problemas de lapropiedad de las rentas de la aduana de Buenos Airesy de la libre navegación de los ríos interiores Paranáy Uruguay. Chiaramonte, "Federalismo", 1993, p.92 . Sobre la posición correntina, véase Chiararnonrc,Mercade,.es,1991.
"Véase Chiararnonre, "Federalismo", 1993.
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sólo la atenuación de la "incertidumbreelectoral",sino el control de la deliberacióny de la formación de grupos divergentescon posibilidades de acceso a la arena polftica." En ese sentido, "unanimidad", "legitimidad" y "orden político" adquirieronuna íntima relación y sirvieronpara justificar la implementación de estrategias decarácter coercitivo utilizadas por Rosaspara garantizar la cohesión de la opiniónen su provincia y en las del interior. Estasúltimas "debían unirse a su hermana mayor en la persecución de la causa federal,la tranquilidad social y el imperio de laley" , lO Este sistema de carácter coercitivoestuvo estrechamente ligado a la utilización de la "fuerza física" que se legitimóen tanto garantizara una rápida acciónfrente al surgimiento de focos divergentespromotores de la tan temida "anarquía". I I
Losgobernadores provincialesse encargaron de demostrar su apoyo a Rosas mediante el control institucional de la provincia, especialmente de la legislatura, yaque esta última no sólo poseíaatribucionesdeliberativas, sino que era la encargada deelegir al gobernador provincial y de delegar las relaciones exteriores de la provin-
9 Véase Myers, Orden, 2002, p. 25; Ternavasio,Revolución, 2002, especialmenre cap. 8.
10 Salvatore, "Consolidación", 1998, p. 33H.1I La "anarquía" se asociaba al desorden en tanro
representaba la existencia de grupos opositores imbuidos de un repudiable "espíritu de partido" al quese atribuía la guerra, el facciona1ismo de los años veinte y la ausenc ia de un "orden pol ítico". En este contexto la "violencia" no sólo se materializó a t ravés dela "guerra federal", sino mediante ejecuciones y asesinatos públicos implementados como estrategias paragarantizar la adhesión de los individuos al nuevo "orden". Sobre el "terror" en el periodo de Rosas véase,ibid.
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cia.12 Para atenuar la guerra civil y la aparición de focos divergentes, se avanzó en laconformación de ejércitos provincialesfuertemente controlados por los ejecutivoslocales. Estos debían monopolizar las voluntades de los comandantes locales y lasacciones de los cuerpos de milicias, evitando de esta manera revoluciones armadas y asegurándoseel control de los instrumentos represivos para hacer frente a losactores divergentes. 13 Por lo tanto, la con-
12 La Legislarura Provincial se consideraba la legítima depositaria de la "soberanía del pu eblo" de laprovincia. Sus atribuciones, entre otras eran las deelegir al ejecutivo provincial, delegar las relacionesexteriores, debatir y votar leyes. Estas institucioneslegislarivas, en tanto expresión más acabada de la incorporación p or parte de las provincias rioplatensesde l principio de la división de poderes estuvieron casieclipsadas por el gobernador durante las décadas de1830 y 1840, situación generalizada en todas las provincias rioplatenses. Esto se materializó, por ejemplo,mediante la delegación en sus respectivos gobernadores de "facultades extraordinarias" y de la "sumadel poder público". Véase Ternavasio, l<mi",ión, 2002.
13 A pesar de los recursos implementados porRusa s para mantener el "orden" interno duran te susegundo mandato en la provincia de Buenos Aires(1835-1852), se desarrollaron recurrenres campañasmilirares que mediante conspiraciones , rebeliones ybloqueos navales buscaban desarticular su liderazgo.Entre estos sucesos de orígenes diversos se destacaronel confli cto con Berón de Astrada, la conspiración deMaza, la Rebelión del Sur, la Coali ción del Norte, lainvasión de Lavalle, la guerra con Bolivia, el bloqueofrancés y la intervención anglo-francesa. A pesar de SllS
inrenciones , todos esros desafíos expresados en términos militares resu ltaro n a la pos tre no exitosos debido, entre Otras cuestiones, a la falta de cooperaciónde la población con los ejércitos "libertadores", a lasdisputas de poder dentro de l campo unitario, y a laimpericia militar de algunos de sus principales genemies, situaciones que afianzaron los gobiernos provinciales adi cros al rosismo y al "orden" liderado por el
FLAVIA JULlETA MACiAS
formidad generalizada de esta peculiar forma de republicanismo':' se vinculaba engran medida a la inestabilidad política, ala situación de inminente guerra civil ya las garantías de "orden" y de continuidaden el poder que el liderazgo del mandatario bonaerense y sus estrategias de acciónpolítica podían ofrecer a los gobernadoresprovinciales.
A partir del pronunciamiento del gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, en mayo de 1851 se inició el camino de la recuperación de la legalidadconfederal preexistente manifestada esencialmente en el Pacto de 1831. El pronunciamiento señaló la necesidad de reivindicar la soberanía de las provincias cuya"libertad" y "espontaneidad" se vieron manipuladas por el mandatario bonaerenseen el marco de un sistema calificado como"tiránico". A su vez, el gobernador de Entre Ríos se manifestó como opositor a lagestión de Rosas por el "avasallamiento"de los pactos interprovinciales, por su posrura frente a la declaración de una constirución nacional, por los frenos impuestosa la libre navegación de los ríos interioresParaná y Umguay y por el manejo exclusivo que Buenos Aires hacía del puertoy de los ingresos de la aduana. Sobre labase de los fundamentos mencionados yen uso de sus facultades ordinarias y extraordinarias otorgadas por la legislatura provincial;'? asumiéndose como fiel inrérprete y ejecutor de los deseos del "puebloentrerriano" y destacando además el apoyode países como Brasil y Uruguay, Urquizase pronunció en contra del gobernador bo-
gobernador bonaerense. Salvacnre, "Consolidación",1998, pp. 365-379.
14 Myers,Orden, 2002.l' Véase nota 12.
naerense retirándole la delegación de lasrelacionesexteriores otorgada tiempo atráspor la legislatura entrerriana. La Sala deRepresentantes ratificó el pronunciamiento emanado desde el poder ejecutivo provincial, devolviéndose a la provincia elpleno manejo de sus atribuciones soberanas. La"declaración solemne" proclamadapor el gobernador elIde mayo de 1851aseguraba que
es voluntad del pueblo entrerriano reasumirel ejercicio de las facultades inherentes a suterritorial soberanía delegada en la personadel excelentísimo señor gobernador y capitángeneral de Buenos Aires para cultivo de lasrelaciones exteriores y dirección de los negocios generales de paz y guerra de la Confederación Argentina, en virtud del Traradodel Cuadrilátero de las provincias litorales[...1que una vez manifiesta así la libre voluntad de la provincia de Entre Ríos, quedaesta en aptitud de entenderse directamentecon los demás gobiernos del mundo, hastatanto que congregada la asamblea nacionalde lasdemás provincias hermanas, seadefinitivamente constituida la república.!"
El pronunciamiento implicó así retomar por parte de la provincia el manejototal y exclusivo de su soberanía. Sin embargo, la implementación de la violenciase evidenció como un componente indisociable del pronunciamiento institucional.La declaración de la guerra al gobernadorde Buenos Aires se justificó en tanto erauna "cruzada contra la tiranía", y en esesentido, una vía de reivindicación no sólode la soberanía del "pueblo" entrerriano
16 Declaración solemnedel gobernadorde EntreRíos]usro]osé de Urquiza, 1 de mayode 1851, enBosch,Presencia, 1953, pp. 75-76.
LA ARGENTINA DE LOS INICIOS DE LA ORGANIZACiÓN NACIONAL 143
sino también de la inherente a "los pueblos" rioplarenses.!" Estas argumentaciones que justificaban la guerra emprendidaiban más allá del principio jurídico quepermitía la declaración de la misma deuna provincia a otra, articulándose con unanoción de "patriotismo" sostenida no sóloen referentes provinciales, sino en un sentido de "confraternidad" interprovincialque justificaba también las acciones armadas de los beligerantes en términos morales. Esto actuó en concordancia con laintencionalidad del primer mandatarioentrerriano de lograr en los soldados unaacción militar conducida no sólo por lealtades personales (fidelidad al jefe militar)y locales (el Estado provincial), sino poruna causa considerada común a "los pueblos" de la confederaeiónY Así, se resal-
17 La referencia a un gobierno de tipo tiránicoactuó como fundamento legitirnanre para el uso de lasarmas en los pronunciamientos institucionales de lasprovincias rioplatenses en la primera mitad del sigloXIX. Se articulaban aquí interpretaciones "morales"del u", de la violencia materializada en la guerra aunque, como se verá más adelante , la guerra no sólo sejustificó por sus causas (la tiranía) y sus objetivos (lalibertad), sino sobre todo por sus efectos, esto es elpacto constitutivo que esencialmente termina por legit inlaf la guerra y la victoria armada. Para LUl análisisde la historia ele la evolución "moral" de la guerra entérminos reóricos desde e! be/11I1J1 j1lJt1lm pasando porla raison d'état y por el concepto de la "guerra comocrimen" véase Bobbio, Mareucci y Pasquino, Diccionario, 1983, t. 1. Sobre la relación entre revoluciónarmada y tiranía, la clásica obra de Hobbes, Leviathan,
1982.18 En el marco del imaginario políriro-mil itar
desarrollado en las provincias durante la primeramitad del siglo XIX, el servicio armado de los habitantes era entendido como un deber en relación con el Estado provincial, considerándose como un "traidor ala patria" a aquel que no cumpliese o desertara de las
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taban en sus discursos referentes "nacionales" en clave fraternal:
es tiempo ya de apagar el fuego de la discordia entre los hijos de una misma revolu
ción ~a revolución de mayo de 1810], herederos de una misma gloria y extender un
denso velo sobre los pasados errores para uniformar la opinión nacional contra la verda
dera y única causa de todas las desgracias,
atraso y ruina de los pueblos confederados
del Río de la Plata.'?
Laexaltación discursiva de Rosas comoun enemigo común también buscó otorgar a la guerra un sentido aglutinante . Asu vez, la articuló con una concepción moral de servicio de armas donde el soldadodebía mostrarse como un individuo "comprometido" no sólo con la reivindicaciónde las libertades y la soberanía de su provincia, sino con la recuperación de las leyescomunes a "los pueblos hermanos" oprimidos por la "tiranía". En ese sentido, Urquiza expresaba:
milicias. A su vez, se dejaba entrever una noción depatriotismo que no sólo se expresaba bajo parámetrosde tipo local (el Estado provincial) sino también detipo personal. El jefe militar O gobernador desarrollaba un papel central en el proceso de convocatoria militar y de mantenimiento de la lealtad de los milicianos, sosrenido sobre la base de un fuerte liderazgopersonal, que no sólo se sustentaba en estrategias coactivas. Constantemente, se exaltaban los comportamientos "paternales" y "bondadosos" del jefe militar,que se combinaban con su valentía y su "amor a lapatria", virrudes que debían aprender e internalizar los"habitantes en armas" de la provincia.
19 De creto de Urquiza por el que suprime en suprovincia e1lema "mueran los salvajes unitarios" poniendo en su lugar "mueran los enemigos de la organización nacional", 1 de mayo de 1851, en Bosch,Presencia, 1953,pp. 76-77.
FLAVIA JULlETA MACíAS
So ldados: bien promo pisaréis la orilla occi
dental del Paraná, proclamando la libertad
y la sobe ranía d e los pueblos argentinos, que
al oír el eco de los clarines del Ejército Grand e, d espenarán del let arg o y os sal udará ncomo a sus liberradores.s?
Desde los d iscursos de Urquiza entonces, el pa triotismo en clave fraternal, la"valent ía", el "respe to por la ley" y la reivind icación de un pasado común plasmado en la revolución de mayo de 18 10 yen los posterio res pactos interprovinciales,se evide nciaron como com portamientosinherentes al "soldado" integrante del ejército liber tador y como referentes aglutinantes para pro mover la "unánime" oposición de las provincias frente a Rosas. Eneste sentido, la re tórica confi gurada entorno a la guerra también buscó justificarla como espacio de configuración y de promoción de referentes patri óticos-militaressuperadores de lo local, que intentabanactuar como herramientas homogeneízantes de las voluntades de los soldados y delas provincias en beneficio del procesode organización const itucional de la repú blica.2 1 Por último, la guerra también sejustificó como estrategia que "armonizaríaa los espíritus en favor de las práct icasconsti tuc ionales" y de la organización dela república, ya que resuci taría a la "g ran
20 P roclama dirig ida por Urquiza a los soldadosdel ejército al em prender la campaña contra Rosas,19 de diciembre de 1851, en ibid., pp. 110-111.
2 1 Para el caso de Bolivia del sig lo XIX, Marr aIruro zqui analiza el pape l de la revolución y de la violencia como espacios de reformulación de las lealtadescorporativas indígenas en beneficio de la "ciudadanizaci ón" de los m ismos y de la construcción y aprendizaje de la identidad nacional. Véase Irurozqui, "Baut ismo", 2003, pp . 115-152.
nación " que "veinte años ha gemido bajoel pesado yugo de la tiranía del dictador elelos argentinos" . En este sentido, la declaración de la gue rra al gobernador bonaerense se just ificó por sus causas, porsus objetivos y también por sus posiblesefectos, esto es la declaración de una consti t uc ión nacional para las provinciasconfederadas.22
Urquiza buscó reproducir su pronunciamiento en toda la confederación aludiendo a su capacidad de in terpretar lasnecesidades de "libertad" y de recuperación de la sobe ranía no sólo por parte del"pueblo entrerriano" sino de "los p ueblos"de la confederación. Para promover estecomportamient o instit ucional en el restode las unidades políticas, el mand atarioinició un a importante campaña de desprestig io de la gestión del go bernador bonaerense. Mediante proclamas, cartas personales a los go bernadores y circulares alas leg islatu ras, Urquiza remarcó "la traición de Rosas a la confianza de los pueblossim ulando ideas constitucionales y pr incipios de confraternidad inrerprovinciales",como se resalta en la proclama dirigida ala "Confederación Argentina" durante el25 de mayo de 185 1:
R osas ha co nvert id o en cenizas esa ca rta inmortal deposi taria de vuestros de rechos y de
vuestras preciosas l ib er t ad es . En vuestrasm an os está dar vid a con un sop lo a estos polvos sag rados, que test ificab an la muerte deun a na ción, pero la nación se resucit ad a l
zz Sobre la relación entr e "despotismo", "guerra"y "constitu ción", véase adem ás de la clásica obra deH obbes, Leviathan, 1982, el análisis de Bobbio , Teo.-fa.r, 1987, cap. VIII, especialrnenre pp. 100-102. Sobreesto volveremos más adelante.
LA AR GENTINA DE LOS INICIOS DE LA ORGANIZACiÓN NACIONAL 145
prime r g riro de sus hijos, para reivindi carsu honor ultrajado.P
A través de la util ización de estos términos, se buscó también promover la articulación de las voluntades de los gobernadores provinciales al avan ce m ilitarcontra Rosas. En una carra de Urquiza algobe rnador rucum ano Celedonio Guriérrez, el m andatario ent rerriano afirmaba,
Me asiste la más p lena confia nza de que valorando vuest ra excelencia en su verdaderocarácter el esp íritu y tendencia de esta cruzada de civilización y de libertad contra elenemigo común de roelas las glori as americanas, armonizará con ella su política proporcionando al heroico pueblo que le ha confiado su suerte una opo rtu nidad brillante deadqui rir los verdaderos tít ulos de la gloriar "
Sin em bargo, la proyección y asimilación de las proclamas y cartas del mandatario ent rerriano chocaron con dificultadesvinculadas a la arraigada creencia en elorden rosista por parte de las provinciasconfederadas. A excepción de la vecin aprovincia de Corrientes, el resto de las provincias respondieron de inmediato material izan d o en la fig ura de Urquiza laimage n del "traidor " y del "salvaje un itario" a quien se le acusaba de originar la"anarquía" y la "guerra civil" en la confederación. En consecuencia, tant o su pronunciami ento como la organización de laofensiva armada fueron considerados comoexpresiones facciosas inherentes a los gru-
23 Bosch, Presencia, 1953, pp. 83.2' Carta de Urqui za al gobernador de Tucumán
Celedonio Gu ti érrez, sin lugar, d iciembre de 1851, enArchivo H istórico de Tucumán, Sección Ad mini strativa (en adelant e AHT, SAl, vol. 71, f. 572.
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pos divergentes y, por lo tamo, promotores de la anarquía. M ás tarde, Urguiza manifestar ía que:
Mi mi sión no era la resurrección de l espíritude partido , sino la observancia del pacto nacional argentino celebrado por las p rovincias rodas de la confederación (en 18 31), sostenido por el pronunciamiento unísono delos pueb los, y sant ificado con la victor ia ycon la sangre de los hi jos de la repú blica.P
Sin embargo, la acción del gobernadorentrerriano fue calificada por las legislaturas provinciales como un "crimen de lesapatria", con lo cual no dudaron en oponerse a la marcha de la guerra, manifestandosu incondicional apoyo a Rosas a través deleyes, decretos y ejércitos. En contrapuntocon el discurso urquicista, la guerra federal se reivindicaba como la "guerra leg ítima" en detrimento del ernp rendi rnienroarmado liderado por el gobernaclor entrerriano , al que se calificaba de "anárquicoy FdCcioso".z6 En consecuencia, Urquiza fuedesconocido por los gobiernos provincialescomo gobernado r de su provi ncia, declarándosele el "ostracismo legal" y atribuyéndosele calificativos como "traidor", "salvaje" y "unitario". Esta condena, de fuertesconnotaciones morales, se manifestó a través de leyes y decretos de las diferenteslegislatu ras provinciales como la ley declarada y promulgada por la Sala ele Representantes de la provincia de Tucumán el 8de noviembre de 1851:
25 Proclama de U rqui za a la Confederaci ón Argem ina, 17 de marzo de 1852 en Bosch, Presencia ,1953, pp. 123-L24.
26 AHT, SA, vol. 71, fs. 461 , 538 Y552.
FLAV IA J ULlETA MACiAS
en atención a que el vándalo salvaje unitarioUrquiza ha quebrado con público escándaloel tratado de 4 de enero de 1831 que formala alianza federativade las provincias de la república, con tendencias a desconocer la autoridad suprema nacional, que dignamenteejerce el esclarecido general don Juan Manuel de Rosas, seledeclara reo dealta tt"aició71a lapatria quedando tantoélcomo sus sostenedoreslos salvajes unitarios fueradelamparo dela ley;en todos los actos públicos de la provincia nose dará otra denominación al traidor Urquizaque el merecido oprobioso dietado de locotraidorsalvajeunitario desconociéndolo porconsiguiente en el carácter de gobernador ycapitán general de la digna provincia deEntre Ríos; se declara crimen de lesa nacióntodo pacto o tratado que celebrase o hubiesecelebrado el loco traidor salvaje unitario Urquiza con el titulado gobierno de Montevideo, los salvajes unitarios y el pérfido antiamericano gob ierno del brasil .:"
La violencia del lenguaje manifestadaen las contundentes declaraciones de laSala de Representantes de la provincia deTucumán se vinculaba con una prácticadiscursivacomún en periodos de Rosas quefuncionaba como estrategia deslegitimadora en términos legales pero, sobre todo,morales de la oposición política. A su vez,las provincias norteñas manifestaron suoposición a los planes urquicistas por vincularlos no sólo con una actitud rebelde,facciosa y por lo tanto "anárquica", sinocon la contemporánea amenaza armada liderada por el comandante tuc':!mano exjliado en Chile, Crisóstomo Alvarez. Elmismo formaba parte de los llamados"emigrados" que, en tanto actores vinculados a la política y a la vida militar provin-
27 [bid., f. 456. Cursivas mías.
cial y regional , habían sido obligados aabandonar sus provincias natales por considerárselosopositores al federalismo rosistao Los avances de los emigrados desdeChile se vinculaban a las proyecciones yalcances de la importante campaña paragenerar una "opinión pública" favorableiniciada por Urquiza con el apoyo de losescritosde Domingo Faustino Sarmiento.LH
Sin embargo, la ofensiva de los emigrados fue interpretada por los gobernadores del norte como una afrenta planeaday liderada militarmente por el propio Ur-
2H Urquiza, privilegiando la búsqueda de apoyoinstitucional y político, había escriro a Sarmiento encargándole reforzar su tarea persuasiva respecro de losgobiernos confederados, si bien el gobernador seguiríaarbitrando la iniciativa armada y el avance del ejércitoaliado: "Puede usted asegurar a los pueblos y a loshombres individualmente que la base de la revolL1
ción que he promovido [...] es hacer cumplir lo mismoque se sancionó el I de enero de 1831, esto es que sereúna el Congreso nacional federativo y que dé la carta consti tucional sobre las bases que el tratado establece [...] En este sentido [...] es absolutamente indispensable que se hable a los hombres y a los pueblosseparando toda otra opinión pública, toda otra formade gobierno , porque el sistema federal está sancionadopor los pueblos y sellado con su sangre [...] La sanciónde las provincias es lo que únicamente necesito,porguelos otros recursos los tenemos en las provincias que hemos iniciado la revolución, a más de que no me fulmnaliados porque el odio a Rosas es universal en Américay Europa l...] Trabaje y escriba en el sentido que leindico; procure el voto de los pueblos y la acción déjemela a mí en esta parte." Carta de Justo José de Urquiza a Domingo Faustino Sarmiento, 23 de juniode 1851, en Bosch, Presencia, 1953 , pp . 93-94. Estapropuesta de Urquiza generó una importante tensióncon Domingo Faustino Sarmiento quien, más que liderar una campaña para generar una "opinión pública"favorable, se proponía detentar un importante puestomilitar en el "Ejército Grande", Sobre esta cuestiónvéase Sarmiento, Campaña, 1957.
LA ARGENTINA DE LOS INICIOS DE LA ORGANIZACiÓN NACIONAL 147
quiza para sofocar a las provincias adictasal régimen resista." En consecuencia, seapoyó al ejército rosista esgrimiendo argumentos como los manifestados por elgobernador de Catamarca:
el pueblo de Caramarca se compromete acontribuir a sellar con su sangre y la de suscompatriotas sus compromisos solemnes queligan a laprovinciade Catarnarca con lacausa de la confederación, su integridad e independenc ia.?"
Evidentemente, la guerra también seentendía como "criterio final de victoriapolítica".3! En consecuencia, Urquiza seapresuró a escribir al primer mandatariotucumano, para manifestarle su desvinculación respecto de la invasión preparadapor Crisóstomo Alvarez al norte argentinoasí como su respeto por las autonomías provinciales y por la legalidad confederal enel marco de su "cruzada contra la tiranía":
Estimado compatriora [...] debo declararlemuy francamente que muy distante estoyde invadir la jurisdicciónde los excelentísimos gobiernos de las provincias confederadas,pues lo que buscode elloses la cooperación parriótica con que deben propender ahacerdesaparecer de la escena pública al verdadero salvajeunitario Juan Manuel de Rusas para que al fin la nación argentina se
29 Véase carta de Nazario Benavides a Celedoni oGutiérrez. SanJuan, 31 de diciembre de 1851 enAHT, SA, vol. 71, f. 598.
30 Cartadelgobernador de Catamarca al de Tucumán. Catamarca, diciembre de 1851 en ibid., f.559.
31 Hobbes, Leviathan, 1982 ; Bobbio, Teorias,1987, cap. Vlll .
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constituya por el sistemaque han proclamado los pueblos.F
Así, la reivindicación de la legalidadconfederal, la "tiranía" y la posibilidad de"const it u ir la república" fueron los argumentos utilizados por Urquiza no sólopara justificar discursivamente su pronunciamiento institucional y la guerra, sinopara promover una posición "unánime"de las provincias frente a los mismos.
Las noticias del éxito de Urquiza enCaseros, proclamado el 3 de febrero de1852, tardaron en llegar a las provinciasdel norte, lo cual permitió al gobernadorde Tucumán Celedonio Gutiérrez organizar la campaña en contra de CrisóstomoÁlvarez, que se resolvió en beneficio delmandatario tucumano. Sin embargo, eltriunfo urquicista puso fin al gobierno deRosas, e incitó a los gobiernos del norte atomar postura frente al nuevo liderazgoconfederal. Si bien el orden rosista comenzaba a desmoronarse, la endeble unidadde las provincias debía mantenerse hastala reunión del Congreso Constituyentepara organizar la nación y así otorgar sentido y legitimidad a la guerra ganada. Parainsertar el proceso en un marco de legalidad, las salas de representantes de todaslas provincias de la confederación comenzaron a deponer sus antiguas actitudes enbeneficio de Urquiza quien, como nuevojefe de la confederación hasta que se reuniera el soberano Congreso Constituyente,aceptó y promovió la continuidad de lamayoría de los gobernadores provincialesprovenientes de la etapa rosista, quienessecundaron el proceso constitucional ini-
.\2 Cuartel general deRosario, 29 dediciembre de1851, en AH"-, SA, vol. 71, f. 585 .
FLAVIA JULlETA MACiAS
ciado por el primer mandatario entrerrianoY En palabras de Celedonio Gutiérrez,
la república se encuent ra hoy sin una autoridad caracrerizada que represente a la naciónen sus relaciones con los demás Estados delmundo. Tal situación representa dificultadesque además de perjudicar los asuntos interiores del país daña nuestros intereses nacionales[...] El infrascrito ha creído que el ilustre U rquiza siendo el jefe más respetable de la confederación y reuniendo la calidad de gobernador y capitán general de una provinciaque goza de ventajas locales de los ríos quebañan sus costas para hacer fácil la residenciade los ministros extranjeros es el llamadopor estas circunstancias y la de merecer laconfianza de sus compatriotas a desempeñaresta elevada misión nacional.f"
Dado el manifiesto apoyo de las provincias, Urguiza trató de mamener ciertacoherencia con los fundamentos dc su"cruzada contra el despotismo en beneficiode la organización de la república" y reivindicó las instancias legales e institucionales como medios para solucionar losconflictos intcrprovinciales y la actual situación de la confederación. En este sentido, la promoción discursiva de un espíritu no sólo "fraterno" sino también"conciliador", se constituyó en estrategiaclave para garantizar tanto la configuración de una "genuina" unidad de opiniónfrente a su emprendimiento "revolucio-
33 Para el caso específico de las provincias delnorte argentino consultar el trabajo ya citado de Bravo, "Política", 2003, pp, 243-259.
34 Carta del gobernador de Tucumán CeledonioGutiérrez a la Sala de Representantes de la provincia.Tucumán, 23 de marzo de 1852 en AHT, SA, vol. 72,fs. 386-387.
nario" como la pacificación imcrna. La"fusión partidaria", el "olvido a los agravios", el "buen trato al vencido" y el respeto por las leyes se erigieron en valuartede su discurso político:
Conciudadanos: la libertad de los argentinosha procl amado el olvido general de los agravios, la unión de los partidos políticos y ental caso vosotros cumplisteis coa un gratodeber en segundar eficazmente esta respetable insinuación. La patria reclama de vosotros lo mismo que la religión prescribe y larazón aconseja: fraternidad estrecha entre loshijos de la gran familia argentina, olvidarlos agravios es el deber del patriota y delcristiano. Si así lo hacéis habréis cooperadopor vuestra parte a la organización y a la dicha de nuestra parria'?
Evidentemente, si bien se mantuvo elprincipio de "unanimidad" como fuentede legitimidad del nuevo "orden" políticoen construcción, los parámetros de configuración y supervivencia de la misma presentaron destacables matices respecto delos principios manifestados por Rosas.Para este último, la anarguía derivaba del"espíritu de partido" claramente atribuidoa las facciones opositoras. Consideradacomo forma de atentación contra la "unanimidad", el "aniquilamiento" de la oposición política se asumía como lícito e incluso aconsejable. En contrapunto conestos principios, las nociones de "fraternidad" asociada, al concepto de patriotismoy al de "conciliación" como se señala enel fragmento recién citado se articularon ala fórmula de "fusión partidaria" lanzadapor Urquiza, para atenuar el faccionalismopolítico en las provincias, los conflictos
r tu«; fs. 315-316.
LA ARGENTINA DE LOS INICIOS DE LA ORGANIZACiÓN NACIONAL 149
del periodo de posguerra y las divergenciasinrerregionales. Sin embargo, la violenciareformulada bajo las claves del "terror" alestilo rosista se proyectó al periodo posterior a Caseros, materializándose en saqueos, asesinatos y ejecuciones públicas,muchos de ellos liderados por el propioUrquiza. En este sentido, y tal como loexpresa Ricardo Salvatore,
Santos Lugares, ahora ocupado por el ejércitoaliado, parecía a su vez un sitio de terror y de
concertación política. Allí Urquiza negociaba con los liberales porteños la transición
hacia un sistema d e libertades públicas y hacia un proceso constituyente. Pero allí también se ejecutaban a ex oficiales rosisras, asícomo a muchos soldados aliados que se ha
bían pasado a las fuerzas de Rosas antes de
Caseros. En los caminos entre Santos Lugares, Palermo y la ciudad, los visitantes podían ver, como el símbolo del fin de una era ,
cadáveres colgados de los árboles. Algunosde los visitantes, cuentan los contemporáneos, se cubrían el rostro. 36
Con el objetivo de mantener en pie alas instituciones existentes, Urquiza convocó a todos los gobernadores provincialesa una reunión en San Nicolás de los Arroyos. Esta iniciativa dio paso a la reunióndel soberano Congreso Constituyente donde se debatieron tanto la estructura institucional del futuro Estado nacional comosus instancias fundacionales . En ese contexto de debate, la "violencia'"? como ins-
36 Salvatorc, "Consolidación ", 1998, p . 379.37 En este caso "violencia" se tom a en el sentido
de "fuerza" y puede asociarse , como se ha venidoviendo, tanto a actos revolucionados armados quepretenden impugnar un gobierno o a acciones de gobierno que pretenden conservar las insri tuciones y
150
trumento político y su materialización através de la guerra y de las "revoluciones"ocuparon un lugar central. ¿Cómo configurar un "orden" político devenido de la"guerra">; ¿cómo justificar un hecho dearmas como estrategia fundacional de lanación?
"GUERRA", "ORDEN POLÍTiCO"Y "CONSTITUCIÓN" EN LOS DEBATES
DEL CONGRESO CONSTITUYENTE
En el acuerdo surgido a partir de la reunión de San Nicolás de los Arroyos se fijócomo prioritaria la declaración de unaConstitución nacional, para lo cual se dispuso que los diputados se constituyeranen "diputados de la nación" gozando deplenos poderes para la elaboración de lacarta magna, dejando de lado su papel de"apoderados" de las provincias detentadodurante la etapa anterior." El mencionadoacuerdo no sólo volvió sobre la vieja cuestión de la "representación nacional" o
sus gobernantes frente a actores diverge-nn-s. En amboscasos, y como se ha venido refiriendo y se referirátambién, el problema de la "legitimidad" respectodel uso de la "violencia" para conservar o torcer eldestino político ocupa un lugar central.
j X "el Congreso sancionará la Co nstitución nacional a mayoría de sufragios; y como para lograr esteobjeto sería un embarazo insuperable que los diputados trajeran instrucciones especiales que restringieran SllS poderes, queda convenido que la elecciónse hará sin cond ición ni restricción alguna, fiando a laconciencia, al patriotismo y al saber de los diputadosel sancionar con su voto 10 que creyesen más justo yconveniente, sujetándose a lo que la mayoría resuelvasin protestas ni [edamos". Artículo (," del Acuerdnde San Nicolás de los Arroyos citado en Chiaramonte,"Federalismo", 1993, pp. 126-127. Si bien no es objetivo de esre trabajo profundizar sobre esta problemática , para un análisis de la misma véase ibid.
FLAVIA JULlETA MACiAS
"mandato imperativo", sino que avanzó encuanto a las attibuciones de un poder central en formación donde a Urquiza se leatribuyeron, de manera provisoria, el manejo de las relaciones exteriores, la representación de la soberanía, la conservaciónde la indivisibilidad nacional y el mantenimiento de la paz interior. Considerandode vital importancia la concentración delmanejo de la "fuerza física" en beneficiodel iniciado proceso político, se le confirióen teoría el mando de rodas las fuerzasmilirares provinciales, que pasarían a serconsideradas como partes integrantes delejército nacional en íormación.é" En definitiva, este acuerdo marcó un claro cambiode orientación política donde la solucióninstitucional buscada para el Río de laPlata se acercó mucho más a la estructurade un Estado federal con una soberaníamayor a las particulares de lasforovinciasque a la de una confederación. o
U na vez firmado el pacto por los gobernadores y recurriendo a los principiosconfederales convenidos en 1831 se reunieron las respectivas salas de representantes provinciales para observar las conclusiones del mismo. La única provincia queno aceptó los principios planteados por elacuerdo fue Buenos Aires, donde se manifestaban posturas encontradas frente a lasestrategias implementadas por Urquiza
39 Este poder central, más que expresar al "Estadocentralizado" triunfante luego de Caseros,demostrabala voluntad de centralización existente en el proyectonacional que no llegó a concretarse hasta la décadade 1880. Sobre el problema del fortalecimiento delpoder central en la Argentina, véase Botana, "Federalismo", 1993, pp . 224-263, YOszlak, Formación,
1997.4 0 Chiaramonte, "Federalismo", 1993. Sobre el
problema del federalismo en Argentina a partir de1852 véase Botana, "Federalismo", 1993.
para promover la organización nacionalluego de la guerra. Los liberales porteñosque apoyaban el proceso iniciado en Caseros veían en las acciones desarrolladas porel general entrerriano la decisión de manejar la gobernación bonaerense y de declarar a la provincia capiral de la repúblicafederalizando de inmediato su territoriopara controlar desde allí el proceso de organización nacional. Una vez convocadoslos gobernadores a San Nicolás, el gobernador bonaerense López y Planes, colocadoen la primera magistratura mediante presiones ejercidas por Urquiza, asistió a lamencionada reunión sin apelar al consentimiento de la sala, ya que temía su rechazo.Si bien la legislatura repudió la actitudde López y Planes amparándose en losprincipios del pacto de 1831, decidió debatir los artículos del acuerdo. En estecontexto, gran cantidad de ellos fueronrechazados, especialmente aquellos en losque se especificaba que la~ provincias participarían con igual número de diputadosen el soberano Congreso Constituyente,lo cual disminuía radicalmente las influencias de Buenos Aires en el mismo. La renuncia del gobernador propietario asícomo la asunción de Urquiza como gobernador provisorio desencadenaron un levantamiento cívico-militar que culminó conla separación de Buenos Aires, que no envió diputados al Congreso Constituyentey que se organizó como Estado autónomoy soberano declarando su propia constitución."!
.[ 1 Buenos Aires se reintegró a la república en1861. Sobre las 'J ornadas de Junio de 1852", la revolución del 11 de septiembre del mismo año y eldesarrollo ele la política en Buenos Aires durante laetapa de secesión, véase Lettieri, República, 1998, y
Bonaudo, Estado, 1998, t. 4.
LA ARGENTINA DE LOS INICIOS DE LA ORGANIZACiÓN NACIONAL 151
A pesar de los mencionados sucesos ysin contar con la presencia de los diputados por Buenos Aires, el soberano Congreso Constituyente inició sus sesiones conel objetivo de declarar una constituciónque conciliara las posiciones provinciales.Según el abogado y pensador Juan Bautista Alberdi, cuyos escritos fueron de decisiva influencia en el proceso de elaboracióndel pacto constitutivo, la declaración deuna constitución implicaba sentar las basesde forma armónica y equilibrada del juegopolítico interprovincial, impregnado hastaahora de un fuerte autonomismo local entensión con tendencias unitarias manifestadas en los intentos constitucionales delos años 1819 y 1826. Para el pensador,una "fórmula mixta" de gobierno plasmada en una constitución escrita representaría la superación "legal" de las inestablesformas de unión confederales desarrolladashasta el momento. Así, aseguraba que sedebía elaborar una propuesta política en laque participaran a la vez la "unidad" yla "confederación", la "nacionalidad" y el"provincialismo", "los intereses de todos"y los de cada uno, y esto haría al país "unidad" y "federación" al mismo tiempo. Esdecir, que las claves de un genuino "ordenpolítico" no sólo residían para Alberdi enla confección de una constitución nacionalsino en la combinación que esta efecruaraentre "federalismo" y "centralismo't.V En
42 De esta propuesta se deriva el "federali smo liberal" como base de sustentación política del nuevoEstado. La clave de! sistema residía en las caracrerísricas del "poder central". El mismo se encontrabaconstituido por un presidente con amplios pederespero equilibrado a su vez por un peder legislativo integrado por dos cámaras donde se encontraban representadas todas las provincias, ya sea de forma igualitaria (Senado) n proporcional (Cámara de Diputados).A su vez, las provincias seguían conservando algunos
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consonancia con el debate en torno a estosprincipios, el clima de tensión y de inminente guerra civil que rodeó la labor delCongreso influyó en las discusiones preliminares que discurrieron en primera medida sobre la legirimidad del cuerpo legislativo, la proyección de su obra y la conveniencia o no de dictar una constituciónbajo las inestables circunstancias.
la "plenipotencia" y la soberanía delos poderes otorgados a los diputados porel voto de "los pueblos", así como la "unánime" voluntad atribuida a las provinciasde declarar una constitución nacional expresada luego de la guerra a través de suslegislaturas que reactivaron los principiosdel pacto de 1831, asociadas al Acuerdode San Nicolás se esgrimieron como losprimeros fundamentos de tipo institucional que actuaron como variables legitirnantes de la reunión constituyente.¿Cómo se asociaron la guerra y el procesodeliberativo posterior? Evidentemente, lanecesidad de proyectar el apoyo de las legislaturas provinciales implicó la elaboración de una retórica que iba más allá de lalegalidad manifestada en los pactos y dela soberanía de "los pueblos" y de sus representantes. La "guerra" se había manifestado como instancia fundacional del proceso constituyente, y en tal caso, la mismadebía justificarse y articularse al proceso deorganización nacional. En este sentido, elCongreso se pronunció de la siguientemanera:
El Congreso, obligado por la naturaleza de
sus graves tareas a meditar sobre el destino
rasgos de su tradicional autonomía. Sobre el pensamiento de Alberd i en tomo a la conformación del Estado nacional véase Halperin , Nación, 19H2; Botana,Tradición, 1984, y Orden, 1994 (esrudio preliminar).
FLAVIA JULlETA MACiAS
d e las sociedad es y de sus revolucion es se ha
im buid o de la id ea d e que las revo luciones
só lo son legít imas cua ndo salvan las ideas,
los pueblos, sus intereses esen ciales, la honraentre ellos y los d erechos que la human idad
em ancip ada p or el crist ian ism o ha afirmado
por la civilización. Nuestro lúgubre pasado
antes de mayo de 1851 justifica una revolución , si hay alguna que pueda ser necesaria.V
Com o primera medida entonces, laimplementación de la violencia materializada en la guerra se justificó en clave revolucionaria, entendiendo a la "revolución"no como un "cambio estructural a la francesa", sino como el "retorno" al procesode conformación de una nueva comunidadpolít ica nacional posterior a la revoluciónemancipadora de 1810 el cual había sido"truncado" por la "tiranía" rosista. La impugnación revolucionaria a la "tiranía" seinició con un acto institucional, el pronunciamiento de mayo de 1851, Yse proyectóe hizo efectivo medi ante la utilización dela fuerza. Si bien la toma de las armas erauna atribución provincial de base jurídica,la ut ilización de las mismas se justificóaquí en términos morales en tanto expresaba el "compromiso" ineludible de "lospueblos" con la defensa de su soberanía yde las "provincias hermanas" y con el proyecto constituc ional plasmado en el Pactode 1831 y "ultrajado" por la "tiranía" rosisea. En ese sent ido, a Urquiza se le atribuyó el papel de "héroe libertador", quienmás allá de sus intereses indi viduales oprovinciales supo leer y entender las necesidades y la voluntad de las pro vinciasrioplatenses, utilizando las armas en virtudde la misma y en beneficio del cumplimiento de las leyes preexistentes. Los di-
43 Ravignani , Asambleas, 1937, pp. 548-549.
putados estaban dispuestos a promover elprograma propuesto por el gobernado rentrerriano por considerarlo como uno delos "más esclarecidos varones que no haosado dar a los pueblos su programa escrito por la punta de la espada victoriosa,sino tomándolo de ellos y de su voluntadnacional, elevando a pr incipio y realidadla idea y sent imiento de la nación." 44
Estas primeras justificaciones relacionadas con el emprendirnienro armado ysu relación con la promoción de un "ordenpolítico" implicaron importantes tensionesen los debates del sob erano CongresoConstituyente: ¿hasta qué punto podíaadmitirse que las "revoluciones" y la "guerra" rediseñaran el lenguaje republicanoy cívico e impulsaran un nuevo "ordenpolítico" que buscaba sostenerse sobre labase de una constitución y de los princi-
44 Esta retórica config urada en tomo a la "revo luci ón" y a sus connotacio nes m ilitares conrribuy ó amodificar los comportam ientos y funciones considerados inh erentes a los represen tantes de la repúbl ica.Si bien los d ip utados no de jaban de referirse a suscompromisos con "los pueblos", los mismos se consideraban, paralelame nte, como los responsables de la"defensa del ordeo interno de la nación" y de la "civilización" entendiendo q ue si bien su "comba te" contrala anarquía anteponía a la ut ilización de la violencia la irnplemenración de "la fuerza moral de las I (~
yes", los mismos, corno muestra de su heroicidad y patr ioti smo, eran capaces de "empuñar las armas y darla vida por su patria" en beneficio del "bien común ".A pesar de la persistencia de cierras am bigüedadesen el conceptO de patriot ismo, comen zó a modelarseun concepto de ciudadan ía articulado a la naci6n entérm inos polít icos y mi litares. Estas nociones comen zarían a utilizarse en el periodo posterior a Caserospara leg it imar y afianzar el proceso de reorien raci ónde las lealtades polít icas y mi lita res en beneficio de laconstrucción nacional. Fragmento del discurso leídopor el pres idente del Coogreso en momentos de suiosralación. tu«; p . 413.
LA ARGENTINA DE LOS INICIOS DE LA ORGANIZACiÓN NACIONAL 153
pios de la civilización y del progreso?; ¿podía dictarse la "carta magna" en un contexto en el que las armas aún se mostrabancomo un recurso habitual en el desarrollode la vida política de las provincias confederadas? El planteamiento de estas cuestiones en el seno del Congreso no sólo implicó discusiones sobre la legitimidad yalcances del proceso político iniciado apartir de la batalla Caseros, sino tambiénsobre las formas y alternativas consideradas apropiadas para la configuración delEstado nacional.
Según Zuviría, diputado por la provincia de Salta, eran los comportamientos"civilizados" y "morales" de los puebloslos que debían constituirse en fuentes depromoción del nuevo "orden" político.Por lo tanro, Zuviría destacaba como necesidad prioritaria para la elaboración dela constitución la "completa pacificaciónde la república". Si bien el diputado nobuscaba desacreditar la labor de Urquizani desconocer la "voluntad unánime de lospueblos" manifiesta en el pacto de 1831 yen el Acuerdo de San Nicolás frente aldictado de una constitución, él mismodescreía que estos hechos fueran suficientespara promover un nuevo "orden" políticoen un contexto en el que "guerra" y "política" aún seguían íntimamente vinculadas. A su vez, no sólo descreía de la guerracomo productora de "orden, civilizacióny progreso", sino que rechazaba el argumento sostenido por algunos diputadosque atribuían tanto a la constitución comoa las instituciones la capacidad de pacificary reformular las conductas sociales y políticas preexistentes cuando aún la guerracivil y el faccionalismo seguían vigentes yse habían trasladado al centro del procesopolítico en ciernes. En definitiva, se cuestionaba, en primer lugar, la articulación
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entre un proceso político-militar de tiporevolucionario y las instancias consideradas como fundacionales de una naciónconstitucionalmente organizada e integrada por "ciudadanos". A su vez, y en esecontexto, se ponía en duda la capacidadregeneradora de costumbres atribuida tanto a la Constitución nacional como a lasinstituciones republicanas/" Evidentemente, Zuviría aún asociaba elliclerazgourquicista y el proceso revolucionario iniciado con su pronunciamiento con costumbres derivadas del caudillismo y delfaccionalismo político de la primera mitaddel siglo XIX, que según el diputado obstaculizaban la moralización de las instituciones, la libre y espontánea manifestación de la voluntad de "los pueblos" y laarticulación de los mismos en el marco de
45 "aún no ha acaecido entre nosotros un cambio
de gobierno que quizá no haya sido sino de personas,no de ideas, principios ni costumbres qllE no cambianen un día; cuando en el acro, atribuyendo los malespasados a esas personas, y no a causas reales, petmanentes y ligadas a intereses de otro orden, se ha convocado a un Congreso para que dictase una Constitución quizás sin más variantes que los motivosprominentes que han servido de causa o pretexto a larevolución a que debe su origen. ¿Y qué ha resultadode esta aberración... ? ¿Ni qué otra cosa podía resultar de consriruciones que como dictadas a consecuencia de W1a revolución, viene a ser el eco de ella elresultado genuino del principio o partido victoriosoy no de la nación que se compone de vencedores, vencidos y neutrales? ¿Qué de una obra nacida del focode las pasiones en ebullición y sin el "poyo de esaaquiescencia general de los espíritus sobre la que nose puede conrar en medio de conmociones políticas,ni aun después de ellas sin dar treguas a la calma quesólo se obtiene después de corrido algún tiempo guepasó la tempestad? ¿Ni cómo suponer esa calma en lospueblos cuando sus mismos conductores participandel fuego de la revoluc ión de que han nacido aguequizás deban su existencia)" lbid., p. 471.
FLAVIA JULlETA MACiAS
la comunidad nacional, superadora de losintereses localistas y de las lealtades personales:
triunfando del dicrador, no hemos triunfadode la dictadura. Aún pesan sobre nosotrosla dicradura de los vicios [...] del crimen yde la corrupción [...] de la anarquía y de laguerra civil [...] la dictadura de la fuerza armada que a falta de otros medios moralesdecide entre nosotros de todo nuestro ser sucial y político; la dictadura en fin de la crisisy de la situación a cuyo nombre callan todaslas leyes y se legitiman todos los abusos yexcesos [...] pero sobre nosotros la más atrozde las dictaduras [...] hablo de sangre, de eseespíritu de guerra y de exterminio que se haapoderado de nosotros hasta no creer posiblela solución de un problema político, social yeconómico si no es por el ministerio del cañón y de arroyos de sangre. ¿Y después de loque ha pasado y pasa a nuestra vista, la solacaída del dictador [luan Manuel de Rosas]servirá de suficiente base para elevar sobreella un trono digno de la Constitución política de la república sin consideración a suactual estado?46
Según el diputado salteño, el emprendimiento urquicista y sus consecuenciasreactualizaban los actos de violencia y el"espíritu de partido" derivados de las costumbres políticas del periodo rosista. Asu vez, la iniciativa armada se desestimabacomo parte integrante de un proceso de"civilización y progreso". En este contexto,una constitución difícilmente podía garantizar la pacificación de las relaciones interprovinciales considerándose además quemás que las revoluciones armadas eran "lascostumbres públicas civilizadas" conquis-
46 lbid., p. 473.
tadas de tiempo en tiempo las promotorasdel "orden moral" necesario para la configuración de un "orden" político."? Si laconstrucción republicana respondía a unaprendizaje práctico y progresivo de losprincipios de la "civilización" y del "progreso", Zuviría aseguraba que la tarea delegalización de las relaciones interprovinciales y del Estado nacional como una instancia previa y a su vez promorora de laasimilación del nuevo orden se reducía asimples aplicaciones teóricas consttuidassobre la base de sistemas políticos que habían funcionado en países extranjeros yque en consecuencia distaban de respondera las necesidades rioplatenses.?"
Esta posición que descartaba comoapropiado "constituir la república" bajolas referidas circunstancias, despertó fuertes oposiciones en el seno del Congreso.En primer lugar, Zavalía, diputado por laprovincia de Tucumán, consideraba queCaseros había expresado por primera vezla conjunción de voluntades de "gobernantes y gobernados" actuando esto comoprincipal impulso y fundamenro del proceso de organización nacional. A su vezargumentó que dadas las circunstancias,los años de guerra civil y los fracasadosintentos constitucionales, pueblos y gobiernos se mostraban "dóciles" ante las
47 lbid ., p. 474.4" "La ciencia del legislador no está en saber los
principios del derecho constitucional y apli carlos sinmás examen que elde su verdad teórica; sino en combinar esos mismos principios con la naturaleza y peculiaridades del país en que se han de aplicar [...]; estáfinalmente en saber juzgar y combinar todas las pretensiones e intereses discordantes de los pueblos queconstituyen esa sociedad l~ ..] Empíricos políticos siempre hemos querido aplicar remedios prontos y heroicossin examen de la calidad de ellos y del estado del paciente." [bid, p. 470.
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resoluciones del Congreso y del directorprovisorio, y propensos a aceptar los principios "conciliadores" promovidos desdelas autoridades políticas confederales, promoviéndose desde aquí la necesaria "unanimidad" de opinión que daría paso exitosamente a la organización nacional. Apesar de los ejemplos europeos resaltadospor el diputado por Salta, Zavalía consideraba que las "repúblicas vecinas, de idéntico origen, con costumbres, religión, idioma y tradiciones análogas, suministrabanuna experiencia más digna de examinarsee imirarse.t'"?
La exaltación del ejemplo de las repúblicas americanas no sólo sirvió para reforzar el argumento en beneficio de lapronta organización nacional. Tambiénayudó a resaltar las funciones pedagógicasque se consideraban atribuibles a la Constitución nacional, considerada como elmedio más poderoso de pacificación y deperfección para "los pueblos" y de formación de los "buenos ciudadanos'I?" Sobrela base de estas argumentaciones y sosteniéndose que los años de "anarquía" noeran sino producto de la ausencia de unaconstitución nacional, se avanzó sobre elproceso de organización de la república,al que se consideró inmerso en una dinámica política propiamente "americana"que se sostenía sobre las experiencias delos países vecinos . En este sentido, laConstitución fue asumida como estrategiapedagógica, pacificadora y articulanre, enun clima en el que la guerra civil aún predominaba en las costumbres políticas provinciales. Una vez elaborada la Constitución, pasó a ser considerada como
49 lbid, p. 481.50 lbid, p. 480.
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resultado del antes referido proceso "revolucionario", y en ese sentido quedó justificado el hecho de armas. En un discurso,el Congreso se refería a Urquiza de la siguiente manera:
La Constitución señor [...] ha legitimadovuestrarevolución, Las convulsiones de lospueblos, cuando terminanen el traspaso delpoderirresponsable de una manoa otra sonusurpaciones execrables [oo.]También quedáisa cubierto de estamaldición. Lahistoria conpluma mojadaen tinta de oro ha escrito yavuestropronunciamiento del 1 de mayo, lacélebre e inmorral victoria de Monte Caseros,el Acuerdo de SanNicolás de losArroyos yconreciente data laConstitución argentina'"
En consecuencia, la exitosa labor constituyente legitimó los dos términos de larevolución urquicista, esto es el pronunciamiento y el levantamiento armado. En elmarco del Congreso, la guerra se justificóen clave revolucionaria y se legitimó porsus efectos y resultados materiali zados enel pacto constitutivo.
¿Cómo se resolvió en términos constitucionales el problema del manejo de lafuerza en relación con las provincias y conel naciente poder central? Esto necesariamente se vinculó con la redefinición delas soberanías provincia1csen beneficio delEstado nacional, donde la relación entre"legitimidad" y "violencia" se resolvió teóricamente a favor del poder central. Así, lautilización de los instrumentos represivosen proceso de construcción quedó, segúnla constitución, bajo su exclusivo monopo-
51 Discurso dirigido a Urquiza y leíJo por el presidente del Congreso Consriruyenre una vez finalizada su rarea. lbid., pp. 548-549.
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lio para garantizar el mantenimiento delorden int erno y de la soberanía nacional.La "violencia" se mostró entonces comouna estrategia ampliamente utilizada porel poder central y efectivizada a través delejército nacional para reivindicar su soberanía sobre las particularidades provinciales. La violencia estatal y "legítima" sematerializó en las intervenciones federalesa las provincias rebeldes, en la declaraciónde la guerra a los "actores disolventes" y enel avance del proceso de desmilitarizaciónlocal en beneficio de la soberanía nacional.En efecto, el poder central, amparado enla Constitución nacional , buscó extendersu radio de influencia al ámbito provincialno sólo a través de la "fuerza moral de lasleyes", sino mediante la utilización de la"violencia" como atribución legítima yexclusiva. Sin embargo, esto convivió conotro argumento constitucional que vinculaba el uso de las armas con los deberescívicos y bajo ese principio se justificó loque Hilda Sabara denominó como la "violencia no estatal" de los años posteriores.VEl concepto de ciudadano armado derivado del artículo 21 de la Constituciónnacional y la organización de una nuevainstitución militar constituida por los mismos, la Guardia Nacional.P demostró quepara los contemporáneos la utilización delas armas, considerada como una atribución inherente al Estado nacional, no estaba totalmente reñida de la civilidad.54 La
" VéaseSabara, "Ciudadano", 2003." La Guardia Nacional se conformó en el año
1854 y formó parte del ejército nacionalcomo fuerzade reserva.La misma se consti mía por ciudadanos ycada provincia debía contribui r con un número debatallones de la misma al ejército nacional. VéaseMacías, "Ciudadanía", 2003.
'4 Sabato, "Ciudadano", 2003, 1'.150.
implementación de la violencia contra ungobierno considerado despótico, como siguió ocurriendo en los años de la construcción nacional, sepercibió como un "deberderecho" de la ciudadanía, si bien seaceptaba el monopolio de los instrumentosde coerción por parte del poder central.Este compromiso cívico militar expresadoen términos de deber-derecho fue formulado por Mitre en los siguientes términos:
En los pueblos libres el arre de la guerra noes sino el arte de la defensa nacional respectode los extraños y la base del orden y de lalibertad respecto de los ciudadanos. Por locontrario en lospueblos bárbaros la guerra esun elemento de despotismo y de anarquíaperperua. La causa de esta anomalía consisteen los medios diversos que unos y otros emplean para tal efecto. En los pueblos bárbaroses la minoría robusta la que empuñando las
armas impone su yugo al más débil y de entre esta minoría se levanta el más fuerte paradominar la tr ibu o comarca y hacerla servira sus miras ambiciosas. A medida que la asociación progresa surge de ella dos principiosopuestos: el de la barbarie representada porla fuerza bruta y el de la inteligencia nacienterepresentada por la mayoría oprimida. Pocoa poco la inteligencia se vincula a la fuerzamaterial, primero es el monopolio de algunos y por úlrimo el patrimonio de todos.Cuando un pueblo ha llegado a este puntopodéis decir que esrá en el camino de con quisrar sus derechos porque [...J la fuerza esel derecho según en manos de quien esté: sipe rtenece a uno solo es el despotismo, si avarios el privilegio, si a todos entonces es elderecho.Y'
15 Mitre, Obras, 1959,vol. 13, cap. 12.
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CONSIDERACIONES FINALES
La "revolución" liderada por Urquiza secompuso de dos aspectos: uno institucional y otro armado. El primero, implementado desde las instituciones (ejecutivoprovincial y sala de representantes) fue elprimer paso en el proceso de desvinculación con el liderazgo rosisra. Sin embargo,esta acción de tipo institucional no se consideró suficiente. Desde el ejecutivo provincial se promovió una acción armada nosólo con el objetivo de llevar la guerra algobernador bonaerense, sino con el de promover el pronunciamiento de las restantesprovincias confederadas. En este sentido,los discursos de Urquiza "justificaron" laimplementación de la violencia materializada en la guerra no sólo bajo argumentaciones de tipo jurídico, sino mediante lasreferencias a un gobierno de tipo tiránicoy valorizaciones de tipo moral donde lascausas y objetivos de la guerra se vinculaban con un compromiso fraterno del "pueblo entrerriano" con la "liberación" de lasprovincias soberanas del "yugo de la tiranía". Sin embargo, la posterior declaraciónde la Constitución nacional haría el resto.Así, "legitimidad", "violencia" y "ordenpolítico" se articularon en el discurso urquicista mediante argumentaciones queasociaban principios jurídicos con justificaciones revolucionarias que reivindicabanla "soberanía" frente a la "tiranía" y conreferencias de tipo moral que justificabanla guerra emprendida.
El soberano Congreso Constituyentese erigió en escenario de exaltación y debate respecto de las nociones y discursoselaborados en torno a la guerra ganada ysu "legítima" articulación con el procesoconstituyente. Voces discordantes exptesaban la necesidad de un "orden moral"previo al desarrollo de un "orden político"
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y esto significaba la desarticulación delbinomio "violencia-política". Más allá deestas argumentaciones y confiando en lacapacidad pedagógica y pacificadora delas instituciones y de las leyes, la mayoríade los constituyentes consideró , en primerlugar, que la guerra declarada "en beneficio del proceso constituyente" se legitimaba no sólo por sus causas y objetivos,sino esencialmente por sus resultados. Asu vez, la toma de las armas asociada alpronunciamiento institucional y reformulada en clave revolucionaria se legitimabatambién en tanto había retomado un proceso político truncado por la tiranía rasistao Así, la guerra se articuló al discursodel Congreso como instancia fundacionalde la nación constitucional organizada.
En el marco de proclamas inrerpenetradas por referencias "nacionales" y "locales", se hizo notoria la intcncionalidaddiscursiva del primer mandatario entrerriano de lograr en sus soldados una acciónmilitar conducida por un sentido de patriotismo definido no sólo a través de lealtades personales (el gobernador mili tar) ylocales (el Estado provincial), sino tambiénpor principios fraternales, en tanto referentes que contribuirían con la superación delos sistemas de identidades estric tamentelocales. Estos principios comenzaron a remodelar un concepto de patriotismo quede forma lenta y progresiva empezó a adquirir en los discursos rasgos y sentidossuperadores de lo local. Estas nociones cívico-militares procedentes de la "guerravictoriosa" contribuyeron a configurar unconcepto de ciudadanía donde el serviciomilitar adquirió el doble sentido de "deber-derecho" y donde la "violencia" en clave revolucionaria fue interpretada comouna estrategia de acción ciudadana frentea gobiernos considerados despóticos.
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Así, la "violencia" ingresó al plano dela legalidad republicana posterior a Caseros como una atribución inherente, legítima y exclusiva del poder central materializada en el ejército nacional (aun enproceso de formación), en las intervenciones federales y en las acciones militaresfrente a actores disolventes y como un deber y un "ineludible" compromiso "moral", "cívico" e "igualitario" de cada uno delos nacionales con las leyes y las instituciones republicanas. En este sentido, violencia"estatal" y "no estatal'P" convivieron durante el proceso de configuración nacionaldesarrollado hasta 1880 y ambas se legitimaron con argumentaciones de tipo jurídico y en el "compromiso" de los gobernantes y de los ciudadanos con las garantías deperdurabilidad de las instituciones republicanas y de sus leyes.
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