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SECCIÓN G ENERAL RELACIONES 97, INVIERNO 2004, VOL. XXV

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Este artículo analiza los festejos que se llevaron a cabo en la ciudad dePuebla de los Ángeles por la celebración del nacimiento, en 1708, delpríncipe heredero al trono, Luis I. Se estudia con particular énfasis laprocesión organizada por los comerciantes más importantes de la ciu-dad, y el carro triunfal que fue la pieza central de la fiesta. En esteanálisis es posible observar que la elite poblana incorporó a la festivi-dad una serie de aspectos simbólicos polivalentes, que le permitieronmanejar una multiplicidad de mensajes para afirmar su identidadcomo europeos, y comentar la crisis desatada por la Guerra de Suce-sión, la legitimidad del gobierno borbónico, y la autoridad del repre-sentante del rey en la localidad.

(Puebla de los Ángeles, Luis I, Borbones)

RTE EFÍMERO, ESPECTÁCULO, Y LA REAFIRMACIÓNDE LA AUTORIDAD REAL EN PUEBLA DURANTEEL SIGLO XVIII: LA CELEBRACIÓN EN HONORDEL HÉRCULES BORBÓNICO

Frances L. Ramos*UNIVERSIDAD DE TEXAS EN AUSTIN

En julio de 1708, la ciudad de Puebla de los Ángeles, México, celebró elnacimiento del Luis I, hijo de Felipe V y primer heredero de la dinastíaborbónica al trono de España. La celebración tuvo lugar durante la Gue-rra de Sucesión por el trono español (1702-1713), y forzó a las elites dela segunda ciudad novohispana en importancia a enfrentarse con el pro-blema de la legitimidad del gobierno Borbón. Ocho años antes, Carlos IIhabía muerto sin heredero directo, con lo que transmitió la corona al

A

* [email protected] [email protected] Quiero agradecer al programaFullbright-Hays para la investigación de tesis doctoral en el extranjero, así como al pro-grama de becas para doctorandos del Consejo Internacional para la Investigación enCiencias Sociales por el apoyo que hizo posible la realización de este artículo. Asimismo,agradezco a Patricia Díaz Cayeros, Sandra Laudardale Graham y Russel Lohse por suscomentarios y sus ánimos.

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nieto de su media hermana y del hombre que había sido, hasta épocasrecientes, el peor enemigo de España: Luis XIV, rey de Francia. Austria,Inglaterra y las Provincias Unidas se coaligaron para impugnar esta su-cesión, y abismaron a Europa en una guerra. Las elites políticas y socia-les poblanas, interesadas indudablemente en la continuidad del sistema,vieron en el nacimiento de Luis I una fuente de legitimidad de Felipe Vy, por lo tanto, una causa gloriosa que celebrar. Pero si bien tomaron unaposición en la lucha para legitimar la transición del gobierno de losHabsburgo al de la casa de Borbón, los poblanos encaraban otros pro-blemas que les resultaban más inmediatos. En los albores del siglo XVIII,Puebla había experimentado el final de su edad de oro para entrar en unperiodo de declive económico e inestabilidad política. Hacia 1708, el ca-bildo de la ciudad enfrentaba una significativa disminución en el núme-ro de sus miembros, una deuda impagable y, lo que era peor, se encon-traba bajo la mira de la corona que intentaba reformar las prácticascorruptas de la elite gobernante. Además, mientras se recuperaba de ladesestabilización causada por el hambre y las epidemias de la décadade 1690, la elite poblana vivía continuamente bajo la amenaza de unestallido social. Es en este clima de incertidumbre que el cabildo de laciudad organizó las fiestas para celebrar el nacimiento del príncipe he-redero, y los cuatro capitanes de los batallones de comerciantes comisio-naron la hechura de un carro triunfal como parte de una procesión festi-va muy elaborada.

La celebración se realizó durante cuatro días, a mediados de julio, ydurante todo ese tiempo hubo misas en honor del nacimiento real en elconvento franciscano, en el convento dominico, y en la catedral.1 El ca-bildo realzó la conmemoración con juegos pirotécnicos, y solicitó a los

estudiantes universitarios de la ciudad, comunidades indígenas,gremios, y a los comerciantes y propietarios de las tiendas de cacao dela ciudad, que organizaran mojigangas.2 Por invitación del cabildo, loscuatro capitanes del batallón cabalgaron por las calles en compañía de400 jinetes uniformados. Al centro de la multitud que desfiló se colocóel impresionante carro triunfal con una fortaleza completa de dos cuer-pos con torres, pendones, emblemas y ocho lienzos dedicados a la infan-cia de la mitológica figura de Hércules.3

A través de la ceremonia en honor del nacimiento real, los diseñado-res y los patronos de la procesión correspondiente al regimiento, expre-saron una variedad de mensajes sobre la identidad de la elite, la dispu-ta por la sucesión dinástica y, particularmente, la crisis local de Puebla.A principios del siglo XVIII, Hércules representaba la Virtud y la Fuerza,pero también funcionaba como un símbolo polisémico pues representa-ba tanto a la Monarquía hispánica, como a la defensa del status quo, ladefensa de la fe católica, la sujeción y la Clemencia.4 Pascual Pérez, el

1 Jacinto Bernardez de Rivera, Sermon que en accion de gracias ofrecio â Dios, y à su Pu-rissima Madre el Convento de las Llagas de Nuestro Seraphico Padre S. Francisco de la ciudad dela Puebla de los Angeles [...], México, Viuda de Miguel de Ribera Calderon, 1708; AlonsoGil, Oración panegyrica que en la celebridad que en acción de gracias por el felis nacimiento denuestro señor, y Principe hizo el convento de N.P.S. Domingo de la Puebla [...], Puebla, , Im-prenta de Diego Fernández de León,1708; José Gómez de la Parra, Famosos Triumphos yvictoriosos tropheos [. . .] en honor de la Immaculada Concepción de Maria SS. N. S. su titular,para dar gracias a Dios N.S. por el feliz Nacimiento de su Alteza [. . .], Puebla, Oficina de D.José Pérez, N.d.

2 “Propuesta del Señor General para las fiestas que se han de hacer para el nacimien-to del príncipe Don Luis I, 3 de enero de 1708”, Archivo Municipal de Puebla, microfilmde la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia (en adelante BNAH-AMP), Actas deCabildo (en adelante AC) 36, ff. 14v.-19v. La BNAH microfilmó las minutas del cabildo po-blano en la década de 1970, y desde entonces el archivo municipal cambió la paginación,de tal manera que los números de folio de los documentos originales actualmente no secorresponden con los del microfilm.

3 Antonio de Heredia, Elogio genethliaco, festivo Peán, que en un carro triumphal en lasfiestas, con que esta Muy Noble, y Cesárea Ciudad de la Puebla de los Angeles, celebró el feliz na-cimiento de nuestro príncipe... Puebla, Imprenta de D. José Pérez, 1709. Francisco de laMaza extractó parte de la descripción impresa en La mitología clásica en el arte colonial deMéxico, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1968, 142-146. Víctor Mín-guez comentó brevemente acerca del carro en Los reyes distantes: imágenes del poder en elMéxico virreinal, Castelló de la Plana, Publicacions de la Universitat Jaume I, 1995, 54.Antonio de Heredia hace referencia a los patronos que comisionaron el carro triunfalsimplemente como los “capitanes del batallón.” No obstante, queda claro que estos capi-tanes pertenecían a la elite poblana y servían en el Regimiento del Comercio de Puebla.Véase Lyle N. McAlister, The “Fuero Militar” in New Spain: 1764-1800, Gainesville, Uni-versity of Florida Press, 1957, 93.

4 Véase Gothard Karl Galinsky, The Heracles Theme: The Adaptations of the Hero inLiterature from Homer to the Twentieth Century, Totowa, New Jersey, Rowan and Littlefield,1972.

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civilidad a la vez que manifestaron la afinidad de la elite poblana con laalta cultura europea. Cuando eran usados en la procesión del CorpusChristi, los carros triunfales simbolizaban la victoria de Cristo sobre laherejía. Pero en este caso, el carro simbolizaba también la victoria deEspaña sobre la infertilidad, la victoria de Felipe V sobre aquellos quedudaban de su legitimidad, la derrota de los rebeldes dentro de la pe-nínsula, así como la victoria de la Iglesia católica sobre los protestantesinfieles aliados con los Austria. En su búsqueda por legitimar la dinastíaborbónica, los diseñadores del carro dieron una importancia particularal papel jugado por Francia en la guerra, y se esforzaron en comunicarque el nacimiento de Luis I anunciaba una nueva era de paz para Euro-pa. Lo que es más, el carro combinaba las referencias a los enemigoseuropeos de la Corona con una advertencia a los potenciales rebeldespoblanos. Los capitanes del batallón del comercio querían verse congra-ciados con el alcalde mayor, cuyas recientes reformas los habían afecta-do adversamente, y así le dedicaron el carro. Los organizadores de lafestividad utilizaron el nacimiento de Luis I para comunicar una seriede mensajes que unían el contexto europeo con el contexto local, ten-diendo un puente entre el Viejo y el Nuevo Mundo.

ESPAÑA Y PUEBLA EN 1708

La Guerra de Sucesión de España comenzó formalmente en mayo de1702, cuando la Alianza Austriaca declaró la guerra a España. LeopoldoI de Austria nutrió la esperanza romántica de reintegrar los dominioshispánicos al Sacro Imperio Romano, una unidad que no se había vistodesde el reinado de Carlos V en el siglo XVI. Inglaterra y las ProvinciasUnidas temían la creciente influencia de Francia como resultado de lasucesión, y se aliaron a Austria por esta razón fundamentalmente. En1705, Valencia y Cataluña se rebelaron contra la Corona, y la AlianzaAustriaca adquirió el control de amplios espacios territoriales en estasprovincias. Durante la primera fase de la guerra, Luis XIV dirigió la de-fensa a través de embajadores y generales franceses en el frente. Estoañadió leña al fuego, y levantó las sospechas por parte del enemigo deque, a pesar que en el codicilo de Carlos II se prohibía la anexión de Es-

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pintor de los ocho lienzos del carro, hizo la crónica de las aventuras deinfancia del héroe, y proporcionó una alegoría de la guerra. El primerlienzo encerraba un poema de celebración por el nacimiento del héroemientras que los otros siete contenían imágenes: el segundo representa-ba a Hércules estrangulando a la serpiente enviada por Juno –la esposade Júpiter– para asesinarlo. En el tercero Juno intentaba destruir a Hér-cules con hechizos y cantos, en el siguiente se representó a Juno dormi-da sobre una nube mientras que Mercurio colocaba al niño para beberde su pecho. El quinto lienzo mostraba a Quirón, maestro guerrero, un-giendo al infante con aceite. El sexto representaba a la ninfa Galatis con-vertida en una comadreja por desobedecer las órdenes dadas por Junode asesinar al niño. En el séptimo, Amaltea, la nodriza de Júpiter, era re-presentada lanzando flores al cielo en celebración del nacimiento de Hér-cules. En el lienzo final, Alcmene, la madre de Hércules, sacrificaba unares en honor a Júpiter. En la parte de arriba de cada una de las pinturashabía un mote en latín, y debajo de ella un poema, ambos concebidospor el intelectual local, Antonio de Heredia, autor también de una des-cripción de la fiesta que fue dada a la imprenta. Llena de celos porqueJúpiter concibió a Hércules con una mujer mortal, la diosa Juno hizosuya la misión de acabar con el niño. Según la versión de Heredia sobreel mito, Mercurio –el numen– o el diplomático, protegió a Hércules detodos los atentados de la diosa humillada. Varios actores permanecieronalrededor del carro para representar las aventuras pueriles del héroe.Como todos los espectadores estaban informados para comprenderlo,Hércules simbolizaba a Luis I, Juno a la Alianza Austriaca, y Mercurio aLuis XIV.

Sin embargo, el carro hacía más que proveer una definición de enemi-gos o aliados. La festividad sirvió como un espacio en el que los organi-zadores intentaron condensar y, en palabras de un académico moderno,“unificar una rica diversidad de significados”.5 Mediante la celebracióndel nacimiento de Luis I con construcciones efímeras típicas de las cere-monias públicas europeas, y habiendo seleccionado el tema del amadí-simo héroe romano Hércules, los capitanes del batallón afirmaron su

5 David Kertzer, Ritual, Politics, and Power, New Haven, Yale University Press, 1988,11. “unify a rich diversity of meanings”.

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rio contribuían en mantener informados a los poblanos. El 3 de enero de1708, más de dos meses antes de que arribara la real cédula que lo anun-ciaba, el cabildo recibió noticias del exitoso nacimiento del príncipe he-redero. En una carta fechada el 25 de agosto de 1707, el marqués de Me-jorada le comunicó la noticia al gobernador y capitán general de las IslasCanarias, quien inmediatamente le escribió al alcalde mayor de Vera-cruz, el que a su vez informó al de Puebla.11 A pesar de encontrarse enla periferia del imperio, las condiciones sirvieron para acortar la distan-cia entre Puebla y España, y para mantener informados a los poblanos.

Poco tiempo después de la muerte del último monarca Habsburgo,los vecinos principales de Puebla expresaron su consternación ante elinminente conflicto por venir. Para la ceremonia de jura del rey prepara-da para Felipe V en 1701, el cabildo de Puebla montó un esmerado es-pectáculo que incluyó un tablado sobre el cual el alférez real de la ciu-dad dirigió el juramento de lealtad al nuevo rey Borbón de España. Eltablado dejó al descubierto la intranquilidad de los notables poblanosrespecto a la crisis de sucesión y su preocupación sobre la legitimidaddel nuevo rey: sus motivos grecorromanos equiparaban al rey ascen-dente con Marte, el dios romano de la guerra, sugiriendo así que FelipeV tendría que pelear para defender el imperio español.12 En su oraciónfúnebre en honor a Carlos II, el canónigo de la catedral, José Gómez dela Parra, intentó mitigar las posibles dudas respecto a dónde se encon-trarían las lealtades de Felipe V: el sermón comparaba al rey con Cristoquien, como hacía notar el canónigo, no era conocido como Jesús de Be-lén por su lugar de nacimiento, sino como Jesús de Nazaret, por el lugardonde fue criado y educado.13 Las inquietudes de la elite poblana res-

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paña a Francia, las dos potencias intentarían la unión para buscar el do-minio de Europa.6

Los poblanos no pudieron evitar encontrarse de lleno frente a la cri-sis. En 1705, la Corona ordenó a los gobiernos municipales a lo largo delimperio que hicieran una contribución monetaria para la guerra contrael “infiel”, y Puebla no fue la excepción.7 En marzo de 1707, el duque deAlbuquerque, virrey de la Nueva España, pasó por Puebla rumbo a Ve-racruz a la inspección del puerto para la defensa de la colonia.8 El 10 demarzo de 1707, el alcalde mayor anunció que, de entonces en adelante,Puebla poseería una sala de armas. Pero si bien hacía tiempo que los re-gidores habían deseado establecer una armería en la ciudad, la decisiónhabía derivado de las exigencias de la guerra. Como Puebla se encontra-ba en el cruce de caminos entre el puerto de Veracruz y la capital virrei-nal, era necesario que contase con un arsenal y reserva de armas paradefender el interior de la colonia en caso de invasión.9

La posición geográfica particular de Puebla no sólo la hacía un pun-to estratégico para la defensa militar, sino que también la había conver-tido en la tradicional puerta de entrada para los bienes venidos de Es-paña, para la gente y las noticias que arribaban del Viejo al NuevoMundo.10 Al ser Puebla un eje tan importante, seguramente el grueso dela población española se mantendría enterado de los más recientesacontecimientos. Las redes de relaciones de las elites a lo largo del impe-

6 Henry Kamen, La Guerra de la Sucesión en España (1700-1715), traducción de EnriqueObregón, Barcelona, Ediciones Grijalbo, 1974 (1969).

7 Mandamiento para el donativo de Su Magestad, 13 de julio de 1706, AMP, AC 35, f.437r-437v.

8 Carta de Su Excelentísima en que avisa estará en esta ciudad el día doce del corrien-te, 7 de marzo de 1707, AMP, AC 35, ff. 505v-506v.

9 Para la sala de armas, 10 de junio de 1707, AMP, AC 35, ff. 516r-517r.10 Para un estudio detallado de la migración a Puebla desde una ciudad española du-

rante el siglo XVI y los albores del XVII, véase Ida Altman, Transatlantic Ties in the SpanishEmpire: Brihuega, Spain and Puebla, Mexico, 1560-1620, Stanford, Stanford University Press,2000. Para referencias respecto a que la migración española fue constante a lo largo delsiglo XVIII, véase Miguel Ángel Cuenya Mateos, “Migración y movilidad espacial en el si-glo XVIII. El caso de la ciudad de Puebla. Una visión a través de los registros matrimonia-les”, en Francisco Javier Cervantes, (ed.), Las dimensiones sociales del espacio en la historia dePuebla (XVII-XIX), Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2001, 9-66.

11 Propuesta del Señor General para las fiestas que se han de hacer para el nacimien-to del Príncipe Don Luis I, 3 de enero de 1708, AMP-BNAH, AC 35, ff. 14v-15v.

12 Ambrosio Montoya y Cárdenas Ponce de León, Diseño festivo del amor. Obstentivamuestra de la lealtad, acclamacion alegre con que la muy noble, augusta imperial ciudad de la Pue-bla de los Angeles en el dia diez de Abril del año de 1701 juro por su Rey, y señor natural al In-vinctissimo Señor D. Phelipe V..., México, Imprenta de los Herederos del Capitán Juan deVilla Real, 1702, pp. 7r-7v.

13 José Gómez de la Parra, Grano de trigo fecundo de virtudes en la vida, fecundissimo porla succession en la muerte..., Puebla, Herederos del Capitan Juan de Villa-Real, 1701, 37.

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A la vez que asimilaban la crisis sobre el ascenso al trono de FelipeV, los poblanos encararon otros problemas de origen local. En la décadade los años de 1690, los habitantes de Puebla experimentaron una de-vastadora hambruna, inflación, y dos epidemias que llevaron a la muer-te a miles de personas.18 La década de 1700 no trajo consigo la liberaciónde los problemas de la década anterior. En agosto de 1707, lluvias to-rrenciales golpearon la ciudad y destruyeron el puente sobre el río Ato-yac. Como si no fuera suficiente, durante los meses inmediatamenteanteriores a la fiesta, varios temblores sacudieron la ciudad repetida-mente, y se propagó el tifus.19

Varias pugnas por el control político y jurisdiccional sirvieron de te-lón de fondo para las celebraciones reales. En 1697, el gobierno munici-pal perdió el privilegio para la colecta de la alcabala, o real impuestopor ventas. Durante la mayor parte del siglo XVII, quienes controlaban elmunicipio se habían beneficiado del privilegio del manejo de los im-puestos para excluirse a sí mismos y a sus allegados del pago de la alca-bala. Cuando, endeudado, el cabildo no pudo afrontar más el pago dela alcabala, la Corona colocó a Juan José de Veytia y Linaje como super-intendente de la Alcabala.20 En 1699, Veytia y Linaje se convirtió en al-calde mayor de Puebla y con este puesto obtuvo el título de teniente deCapitán General, dándosele así autoridad directa sobre las milicias de laciudad. Pronto llegó a tener una variedad de empleos, incluyendo el desupervisor del monopolio de azogue de la Corona, y supervisor del co-mercio con el Pacífico, y sus esfuerzos concienzudos por promulgar re-formas golpearon al status quo. En su primer año como superintendentede la Alcabala, Veytia incrementó los ingresos en 350%, y asestó un cer-tero golpe al poder de los regidores de la ciudad, a quienes obligó élpersonalmente a redimir un préstamo de 10 mil pesos para la entradadel virrey conde de Montezuma, que ellos se habían comprometido a

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pecto al recibimiento del que sería objeto Felipe V reflejaban las de losburócratas novohispanos de alto nivel, quienes tomaron medidas paracontener influencias desleales y contagiosas al interior de la colonia. En1706, el duque de Albuquerque, virrey de la Nueva España, mandóencarcelar a varias personas acusadas de ser desafectos, o indiferentes,a Felipe V.14 En enero de 1707, el alcalde mayor de Puebla anunció que acualquiera que pronunciara comentarios peyorativos sobre el rey se lecortaría la oreja derecha.15

Dado que la monarquía hispánica había sido maldecida con durezapor décadas, la Corona interpretó las noticias del embarazo de la reinaMaría Luisa como un signo del favor de Dios y de la inevitable victoriade Felipe V.16 Las elites seculares y eclesiásticas de Puebla también rela-cionaron el nacimiento del príncipe con la problemática guerra. En juliode 1707, la ciudad exaltó la gravidez de la reina con una novena marca-da por letanías, rogativas u oraciones pidiéndole protección a Dios, yuna procesión diaria. En la procesión principal de la decimocuarta con-memoración que salió desde la catedral, los regidores de la ciudad y ca-balleros principales llevaron bajo palio una imagen de la virgen de laDefensa.17 Dada la apremiante situación de la monarquía los poblanosno perdieron la esperanza de que, además de guardar por la madre y elhijo, la Virgen de la Defensa protegería a los súbditos españoles duranteel curso de la guerra.

14 Véase, por ejemplo, “El fiscal con Alberto de Rada y Oreña, alcalde mayor de Te-peaca y Tecali, sobre ser desafecto al rey Felipe V”, 1708, Archivo General de Indias (enadelante AGI), Escribanía 190A.

15 El duque de Albuquerque al Cabildo de Puebla, con una nota de Juan José deVeytia y Linaje, México, 28 de enero de 1707, AMP, Reales Cédulas 10, f. 191r-191v.

16 En una real Provisión, el duque de Albuquerque instruyó que no se debería “dila-tar un punto este consuelo universal a los vasallos que tan fielmente lo son del rey nues-tro señor por estas ciertas premisas de próxima sucesión [...] como para que en continuasrogativas pedimos a su Divina Magestad el felíz [y] dichoso alumbramiento de la reina”.Razón de lo que se hizo con la noticia de estar en cinta la reina, 23 de julio de 1707, AMP,AC 35, f. 527r.

17 Razón de lo que se hizo con la noticia de estar en cinta la reina, 23 de julio de 1707,AMP, AC 35, f. 527r.

18 Juan de Villa Sánchez y Francisco Javier de la Peña, Puebla sagrada y profana: Informedado a su muy ilustre ayuntamiento el año de 1746 (facsímile), Puebla, Benemérita Universi-dad Autónoma de Puebla, 1997, 39.

19 Propuesta del Alcalde Mayor, 13 de agosto de 1707, AMP, AC 35, f. 528r.20 Gustavo Rafael Alfaro Ramírez, “La lucha por el control del gobierno urbano en la

época colonial. El Cabildo de la Puebla de los Ángeles, 1670-1723”, tesis de maestría iné-dita, Universidad Nacional Autónoma de México, 2000, 169.

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miembros del cabildo, adquirían una mayor responsabilidad al momen-to de organizarlas. Si bien para 1708 el cabildo había experimentado unaaguda disminución en el número de sus miembros, una deuda impaga-ble, y conflictos con el alcalde mayor, los regidores intentaron cumplircon sus responsabilidades para con el monarca, manteniendo así el espe-rado nivel de decencia. En este contexto, decencia significaba el actuarde acuerdo con su posición social o, en de alguna forma, comportarsecon civilidad. Centrando la discusión en Francia y Alemania, el sociólo-go Norbert Elias ha argumentado que durante la primera época del pe-riodo moderno, civilidad significaba actuar de acuerdo a los dictados dela etiqueta de la corte, una manera de proclamarse a sí mismo comomiembro de los más altos peldaños de la sociedad.23 Al planear una ce-remonia pública, la elite gobernante de Puebla se esmeraba en proveerel requerido nivel de ostentación ya que la decencia lo demandaba así.24

La elite gobernante de Puebla se esforzaba por expresar su decenciamediante el atractivo de las diversiones propias de las ceremonias pú-blicas en España: mascaradas, simulacros de batallas, torneos y corridasde toros. Para organizar la mascarada de los indígenas de la ciudad enhonor de Luis I, el cabildo español envió representantes para hablar conel gobernador indio, que representaba al cabildo indígena paralelo den-tro de la ciudad. Bosquejaron planes para que los indios de Puebla sevistieran como chichimecas, y para soltar animales domesticados en laplaza principal para el regocijo de los espectadores.25 Tener a los in-dios de Puebla, hablantes de náhuatl que en su mayoría eran descen-dientes de los tlaxcaltecas y cholultecas, imitando a los indios salvajesdel norte, debe haber tenido como intención lograr una diversión bufa,

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pagar. Al poco tiempo de haber asumido Veytia el cargo de alcalde ma-yor, varios de los regidores renunciaron, mientras que otros simplemen-te cesaron de asistir a las sesiones del cabildo.21

Otros miembros de la elite poblana pronto se volvieron contra Vey-tia. Poco después de asumir el puesto de supervisor de alcabala, se dis-tanció del regidor Pedro de Jáuregui y Bárcena, quien esperaba hacersecargo de la supervisión de la colecta. El regidor tenía dos hermanos queservían en el capítulo catedralicio, Juan de Jáuregui y Bárcena y Antoniode Jáuregui y Bárcena. Según algunos, al apropiarse Veytia de la posi-ción de Pedro de Jáuregui llevó a toda la familia del regidor a ponerseen su contra. Pedro Nogales Dávila se convirtió en obispo de Puebla enoctubre de 1708, pero Antonio de Jáuregui, como archidiácono de la Ca-tedral de Puebla y obispo electo de Caracas, continuó disfrutando unconsiderable manejo de influencia sobre el cabildo catedralicio, y en1710 incluso incitó un pleito contra Veytia, quien anteriormente habíasido nombrado Consejero Honorario del Consejo de Indias.22 Conside-rando que hacia julio de 1708 Puebla no había tenido un obispo resi-dente, es altamente probable que los hermanos Jáuregui dominasen lasopiniones de los demás miembros de la catedral. Como pugnaban pordarle sentido a la Guerra de Sucesión de España y a los desastres natu-rales que las desbordaban, las elites citadinas se sumergieron en la con-troversia política creándose divisiones entre ellas. Fue justo entre estecontexto problemático e incierto que los poblanos celebraron el naci-miento del primer príncipe Borbón en España.

LA IDENTIDAD POBLANA Y LAS FIESTAS PARA EL PRÍNCIPE

Las ceremonias reales en Puebla reflejaban de manera característica elprestigio de los hombres principales de la ciudad, los mismos que, como

21 Ibid., 171, 176-180.22 Para la enemistad entre los hermanos Jáuregui y Veytia, véase: “Juan Joseph Fer-

nández y Veytia al Consejo de Indias”, 27 de marzo de 1723, AGI, México, 835, f. 873-956v.;y AGI, México 846, Juan Joseph de Veytia y Linaje al Consejo de Indias, 10 de enero de1711, sin foliar.

23 Véase Norbert Elias, The Civilizing Process: Sociogenetic and Psychogenetic Investiga-tions, trans. Edmund Jephcott, Oxford, Blackwell Publishers, 2000 (1939). Versión en es-pañol: El proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, traducciónde Agustín García Cotarelo, Madrid, Fondo de Cultura Económica de España, 1987, 384p., (Sección de Obras de Sociología).

24 Para referencias de cómo el cabildo planeaba sus ceremonias públicas de acuerdoa los dictados de la decencia véase “Libro que contiene los Patronatos de esta muy noble,muy fiel, y leal Ciudad de la Puebla de los Angeles [...]”, 1769, AMP, Libros Varios 20

25 Máscara de los Naturales, 3 de enero de 1708, BNAH-AMP, AC 36, f. 18r-18v.

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Cuando el portero del cabildo requirió dinero para luminarias, velas ynuevas ropas para las festividades, el regidor Francisco Torija Ortuñocontestó que debería tomar todo el dinero que necesitase del cofre den-tro de la sala de cabildo. Cuando los maceros expresaron que sus ropaseran viejas e indecentes y solicitaron dinero para nuevos vestidos, el re-gidor sugirió de nuevo que tomaran el dinero del cofre del cabildo. Elescribano de cabildo, sin embargo, apuntó que como no había dinero enel cofre, las sugestiones de Torija constituían una sarcástica negativa aaprobar los gastos.30

Empero, el dinero no representaba el único obstáculo del cabildo.Desde el comienzo de la organización, los concejales pusieron muchoénfasis en la realización de un simulacro de batalla consistente en ochocuadrillas, cada una mandada por uno de los más ilustres miembros dela ciudad. Varios evadieron el compromiso posiblemente porque el ca-bildo ya no reunía el respeto que antes solía tener, o porque los ochocaballeros carecían de una razón para complacer a los regidores ahoraque el alcalde mayor controlaba las alcabalas. Además, los comandantesde cuadrilla debían asumir los costos del evento, y los planes pronto sedeshicieron.31 Cuando Veytia, quien había pasado varias semanas enAcapulco, volvió a Puebla y le preguntó al cabildo acerca de la justa yla mascarada, los regidores le explicaron que los planes habían fracasa-do por razones financieras y porque una ola de tifus y repetidos temblo-res de tierra los habían dejado debilitados, temerosos y desalentados.32

El fracaso del cabildo por llevar a término sus propios planes refle-jó la manera en que se había reducido su poder.33 Los capitanes de bata-

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equiparando a los chichimecas con los propios animales que soltarían.26

Más todavía, los principales del ayuntamiento deben haber intentadoque la procesión de chichimecas representase el triunfo de la monarquíahispánica sobre los elementos del desorden. En el siglo XVI, las tribuschichimecas resistieron tenazmente la civilización española, pero en elsiglo XVIII todos habían sido absorbidos por otros grupos indígenas yhabrían quedado totalmente “domesticados”.27 Incluso en esta celebra-ción en apariencia criolla, el cabildo sin embargo declaró sus raíceseuropeas; en la España del siglo XVII, las procesiones del Corpus Christisolían incorporar gente vestida como “salvajes”, no sólo para el diverti-mento de los espectadores, sino como una referencia al triunfo de Cristosobre los gentiles.28

A pesar del deseo de los regidores de expresar su civilidad, estos setoparon con varios impedimentos. En el siglo XVII el cabildo representa-ba a una fuerte oligarquía terrateniente y comercial, y controlaba lasalcabalas de la ciudad. Por lo tanto, las ceremonias del cabildo refleja-ban el poder municipal y el orgullo de sus regidores.29 Sin embargo, elcabildo de 1708 no guardaba ningún parecido con el del siglo XVII.Cuando el alcalde mayor anunció el nacimiento del príncipe, los regido-res declararon su buena disposición para organizar la ceremonia, perohicieron notar a la vez que sus recursos limitados representaban un obs-táculo. Varios meses más tarde, la necesidad de organizar las festivida-des con poco dinero creó un clima de tensión al interior del cabildo.

26 A la fecha, no existe un estudio detallado sobre las comunidades indígenas dePuebla de los Ángeles. De acuerdo con Fausto Marín Tamayo, los indios de Calpan,Huejotzingo y la Mixteca también se establecieron en los barrios indígenas de la ciudad.Véase La división racial en Puebla de los Ángeles bajo el régimen colonial, Puebla, Centro deEstudios Históricos, 1960.

27 Véase David Frye, Indians into Mexicans: History and Identity in a Mexican Town,Austin, University of Texas Press, 1996.

28 Carolyn Dean, Inka Bodies and the Body of Christ: Corpus Christi in Colonial Cuzco,Durham, Duke University Press, 2000, 12.

29 Rosalva Loreto López ha hecho también notar como las celebraciones públicas dela ciudad reflejaban el prestigio del poderoso cabildo de Puebla. Véase “La fiesta de laConcepción y las identidades colectivas, Puebla (1619-1636)”, en Clara García Ayluardoy Manuel Ramos Medina, (eds.), Manifestaciones religiosas en el mundo colonial americano,México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1997, 233-252.

30 Petición de Joseph de Sumaya/Petición de Bacilio de Linares, 7 de julio de 1708,AMP, AC 36, 58v.

31 Representación del Señor Justicia Mayor/Representación que hacen los Republica-nos acerca de la cuadrilla, 29 de febrero de 1708, BNAH-AMP, AC 36, ff. 32v-34v.

32 Propuesta del Señor Alcalde Mayor, 5 de mayo de 1708, AMP, AC 36, f. 43f-43v. Paraser precisos, el tifus causó que muchos poblanos sufrieran de intensos dolores entre lascostillas. Mezclado con los temblores, resultó que los regidores estaban “tan temerososcomo gastados y los ánimos con total descaecimiento [...] ”

33 Los documentos financieros de 1708 no reflejan que el cabildo haya gastado dineroen la organización de un torneo. Los registros detallados sin embargo hacen mención alos tablados y los vestidos para el portero y los maceros. Es entonces posible que el cabil-

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Posiblemente los poblanos buscaban manifestar una manera de serdistinta durante sus diversas actuaciones públicas. La historiadora delarte Nancy Fee ha argumentado que a través de los emblemas de los ar-cos triunfales en la Puebla del siglo XVII, las elites “elogiaban Españacomo una fuente de autoridad cultural y política y promovían y aban-deraban la ciudad de Puebla como la maravilla española privilegiadadel Nuevo Mundo”.35 Para las celebraciones en honor de Luis I, la ciu-dad también subrayó con elocuencia su “europeidad”. En el sermónque dio en el convento franciscano de la ciudad, Jacinto Bernárdez deRivera se refirió a Puebla como “la antigua y noble casa” de los “másfieles héroes” de la colonia.36 La comparsa también celebraba la conex-ión de la ciudad con Europa. Los capitanes de milicias donaron artícu-los tan lujosos como paños de Flandes y tisú, una apreciada tela france-sa bordada con hilos de oro y plata, como testimonio de su inclusiónentre el mundo atlántico de las elites.37 Los organizadores de las festivi-dades intentaron contrarrestar una imagen de provincialismo comisio-nando a los principales artistas de la ciudad para diseñar el carro triun-fal. Antonio de Heredia, autor de la poesía y la descripción impresa delcarro, estudió medicina en la Universidad de México y era ampliamenterespetado por sus habilidades literarias. Pascual Pérez, el creador de lasimágenes de Hércules, pintó lienzos para la iglesia de San José en Pue-bla, el Colegio del Espíritu Santo, la iglesia del Carmen, el templo de laConcordia. Aunque los académicos juzgan en la actualidad sus obrascomo algo mediocre, Heredia se refería a él como el “Zeuxis de nuestrosiglo”.38

Fee ha argumentado que durante las ceremonias de entradas de vi-rreyes en Puebla en el siglo XVII, las elites trataron de hacer invisible la

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llones representaban a la elite comercial de la ciudad y, sin lugar a du-das, la eficiente exacción de impuestos de Veytia los debió afectar; peroal contrario que el cabildo, ellos no habían sufrido una crisis tan aguda.Sin tomar en cuenta la forma en la que los capitanes de milicia veían aVeytia por ello, cabe recordar que él había servido como lugartenientedel virrey y, en consecuencia, había supervisado los batallones en Pue-bla. Los capitanes comprendieron por supuesto que habían obtenido elrespeto del alcalde mayor. Pero no dudaron en dedicarle el carro en suhonor, con el objeto de acrecentar su favor y suavidad en el cobro de laalcabala. Cualesquiera que hayan sido los motivos subyacentes en la or-ganización de la comparsa, en su celebración los capitanes de miliciassubrayaron su propia importancia como grupo al interior de la ciudad.No obstante, su mascarada posiblemente no reflejaba exclusivamente elsentido que de sí mismos tenían, sino el de las elites de la ciudad en suconjunto.

La elite poblana se consideraba a sí misma como la más europea deentre todas las ciudades del Nuevo Mundo. En el siglo XVI, la Audienciade México fundó Puebla como una ciudad para conquistadores españo-les, de quienes la Corona esperaba que trabajasen la tierra por sí mis-mos, permaneciendo separada de las comunidades indígenas de los al-rededores. Si bien Puebla fue inmediatamente habitada por indígenas ytrabajadores africanos, prevaleció el mito de Puebla como la “ciudad deespañoles”. Para mediados del siglo XVIII, los vecinos de otras ciudadesde la colonia reconocían la diferencia entre ellos y la gente de Puebla. Enla década de 1770, circulaban ampliamente en la ciudad de México sáti-ras anónimas que se burlaban de los poblanos. En 1794, el comisario dela Inquisición en Querétaro descubrió una sátira que criticaba a los po-blanos, entre otras cosas, por su carencia de una conciencia criolla.34

do haya seguido adelante con su propia mascarada. Véase Cuenta de 1708, AMP, Cuentasde Propios, vol. 1, ff. 51-68v.

34 Expediente formado con motivo de haverse remitido el comisario de Querétaro unpapel titulado Relación verídica que hace de la Procesión del Corpus, AGN, Inquisición1321, Expediente 10, ff. 48r-74v; Expediente formado con motivo de un papel satíricocontra los poblanos valiéndose en el sagrado texto de la Doctrina Cristiana y protesta dela fe, AGN, Inquisición 1156, Expediente 10, ff. 280r-297r.

35 Nancy Fee, “La Entrada Angelopolitana: Ritual and Myth in the Viceregal Entry inPuebla de los Angeles,” en The Americas 52, núm. 3 (1995), 284.

36 Jacinto Bernardéz de Rivera, op. cit., p. A1r. “Antiguo noble solar de fidelissimosHeroès!”

37 Antonio de Heredia, op. cit., pp. A2-A4.38 Enrique Cordero y Torres, Diccionario Biográfico de Puebla, vols. 1-2, Puebla, Centro

de Estudios Históricos, 1972, 322, 527-28; Manuel Toussaint, Pintura Colonial en México,México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1990, 123.

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existencia de una celebración indígena organizada de manera paralela.El carpintero había adquirido el derecho para realizar corridas de torosen la plaza principal de la ciudad durante tres días, acordando que él sequedaría con los beneficios. El 13 de octubre pidió al cabildo la exten-sión del periodo por otros tres días, y declaró que comenzaría a realizarlas corridas el jueves 17 y no el día anterior dado que había escuchadoque era el día en que el gobernador indígena quería realizar su ceremo-nia de entrada en la ciudad.42 Lo anterior sugiere que, a pesar del eurocentrismo de las elites poblanas, los indígenas principales de la ciudadorganizaban sus propias ceremonias públicas de manera independiente.

Toda vez que la elite comercial ignoraba la contribución cultural delas comunidades indígenas, su mascarada subrayaba su afinidad con laalta cultura europea. Los inmigrantes a la ciudad celebraban de la formaen la que estaban acostumbrados de manera natural: utilizando carrostriunfales similares a los que habían conocido en España. Aunque es di-fícil determinar si los organizadores encontraron inspiración en graba-dos, libros festivos o pinturas, resulta claro que tomaron prestado amplia-mente un corpus de símbolos europeos derivados del mito de Hérculesque conocían bien. El entusiasmo por Hércules se había extendido porEuropa durante los siglos XVI y XVII. La mitología grecorromana conside-raba en realidad seis figuras diferentes de Hércules, aunque todas ve-nían a acrisolarse en un único héroe que, durante sus viajes por Europa,había establecido una serie de linajes reales, incluyendo el borgoñés y elde los Habsburgo austriacos y españoles.43 Los Habsburgo españoles re-clamaron para sí una propiedad especial del mito de Hércules, ya queuno de sus mayores trabajos –la captura de la res del rey Gerion– se su-pone que sucedió en el sur de la península. Los reyes hispanos y los no-bles del siglo XVI se favorecieron con la idea de ser descendientes deHércules, y muchas familias acomodadas poseían pinturas y tapices delhéroe, e incorporaron su figura a la arquitectura palaciega. Los cronistasbajo medievales y de los inicios de la era moderna afirmaron que duran-

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presencia de los indígenas, o al menos, de ignorarlos en las descripcio-nes impresas que iban hacia España. La autora concluye que la elite po-blana se apoyó mucho en el mito de Puebla como ciudad europea.39 Unfenómeno paralelo ocurrió en la capital virreinal de Perú, donde las eli-tes enfatizaron su identidad europea a través del arte festivo típico deAndalucía, degradando la cultura indígena de la región.40 Al igual queLima, Puebla fue fundada en un territorio que no había sido habitadopreviamente por comunidades indígenas, y constituía una especie depágina en blanco en las mentes de las elites. De la misma manera queen las descripciones impresas sobre las entradas virreinales del sigloXVII, las escritas sobre festividades de 1708 no hicieron mención de la po-blación indígena o las castas que habitaban la ciudad.

Lo que es más, las actas de cabildo no reflejan el hecho de que los in-dios poblanos participaran abiertamente en las ceremonias públicas.Antes que eso, las actas describen fundamentalmente a los indígenassirviendo con funciones auxiliares, como la limpieza de las calles, laconstrucción de los arcos floridos, o actuando como músicos callejeros.Esto contrasta con la ciudad de México donde, como han subrayado losinvestigadores, las relaciones sobre las entradas de virreyes, ceremoniasde jura y Corpus Christi enfatizaron la participación de los indígenasnativos y la incorporación de su iconografía en los trabajos de arte efí-mero.41 Más todavía, la falta de reconocimiento de la participación in-dígena en las actas del cabildo poblano puede ser consecuencia más dela visión de las elites sobre su propia hispanidad, que un reflejo realde la participación de los indígenas. Para la jura del rey preparada paraLuis I en 1724, por ejemplo, los concejales no describieron ningún planpara que los indígenas de la ciudad organizaran su propia celebración.No obstante, una solicitud de un maestro carpintero hace mención de la

39 Nancy Fee, op. cit., pp. 300-320.40 Rafael Ramos Sosa, Arte festivo en Lima Virreinal (siglos XVI-XVII), Sevilla, Junta de

Andalucía, 199241 Véase Solange Alberro, “Barroquismo y criollismo en los recibimientos hechos a

don Diego López Pacheco Cabrera y Bobadilla, virrey de Nueva España, 1640: un estu-dio preliminar,” en Colonial Latin American Historical Review 8, núm. 4, 1999, 443-460; yLinda Curcio, “Saints, Sovereignty and Spectacle in Colonial Mexico”, tesis doctoralinédita, Tulane University, 1993.

42 Petición de Antonio de Arteaga sobre que se concedan tres días más de toros, 13de octubre de 1724, BNAH-AMP, AC 40, f. 310v.

43 Jonathan Brown y J. H. Elliot, A Palace for a King: The Buen Retiro and the Court ofPhilip IV, New Haven, Yale University Press, 1980, 157-160.

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paña a Puebla, y establecido un bastión de civilización en una tierra he-terodoxa y desordenada.

HÉRCULES TRIUNFANTE: LUIS I Y LA GUERRA DE SUCESIÓN DE ESPAÑA

Aunque la mascarada de Puebla en honor a Luis I reflejaba la maneraen la que las elites se percibían a sí mismas y a su ciudad, sus organiza-dores no perdieron de vista el propósito fundamental de la celebración:la legitimación de la monarquía gobernante en España. En la década de1710, los poblanos debían enfrentarse al reciente fin de casi dos siglosde gobierno de la casa Habsburgo y una guerra sobre la sucesión de lamonarquía. En este periodo de incertidumbre política, los súbditos deEspaña se regocijaron con el nacimiento de un heredero al trono. Duran-te la lectura del sermón en el convento franciscano de la ciudad, JacintoBernárdez de Rivera comparó a los poblanos con los “Ángeles de Beth-lehem”, que dan gracias por el nacimiento de Jesús “Príncipe soberanodel cielo cuyo nacimiento ha sido deseado por tanto tiempo”, y se pre-guntaba “cuantas eran las ruinas, que se esperaban si no naciera”.49 Apesar de la relación consanguínea con el último rey Habsburgo, FelipeV carecía de autoridad por haber nacido fuera de España, y por ser elnieto del monarca francés. Muchos tenían razones para temer la influen-cia de Luis XIV sobre el nuevo rey: España dependía completamente delapoyo militar de Francia, y antes de 1709 todas las decisiones eran to-madas en Versalles, no en Madrid.50 En el sermón leído en el conventodominico de Puebla, Alonso Gil reconoció la importancia de contar conun príncipe nacido en territorio español, pues aunque Felipe V había as-cendido legítimamente al trono, así se erradicaba cualquier duda acercade su “legítima pocesión” del título real.51 El canónigo José Gómez dela Parra hizo eco de esta opinión en el sermón de acción de gracias en lacatedral de Puebla. Citando el Evangelio de San Lucas, utilizó las pala-bras de Cristo “El que conmigo no está, es mi contrario” para argumen-

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te sus viajes por Iberia, el héroe creó linajes, erigió las columnas en el es-trecho de Gibraltar, y fundó ciudades como Cádiz y Sevilla en Andalu-cía.44 Hércules se volvió popular entre los autores y escritores emblemá-ticos de los siglos XV, XVI y XVII, e incluso inspiró un libro de emblemasdedicado completamente a sus aventuras.45 El héroe representaba laasimilación de la civilización española, una cultura que los poblanosnutrieron con cuidado en América.

Así como la elite poblana vio a Hércules como un civilizador, tam-bién debió ver su propio papel en la periferia del imperio. Una pinturasobre el arco triunfal erigido en Puebla en el año de 1688, dedicado aGaspar de la Cerda, describía al virrey en la forma de un león que emer-gía de una selva en búsqueda de un arco triunfal por el cual pudieseentrar en la ciudad. De acuerdo con Fee, esto “colocaba a Puebla comoun sitio civilizado en medio del dominio de la selva”, y posiblementefuncionó como una “referencia sesgada a la ‘hispanidad’ de Puebla”.46

En el siglo XVIII, el mito de que nobles conquistadores fundaron Pueblase mantenía fuerte, y el historiador del arte Diego Angulo apuntó laexistencia de una relación entre la imagen de Hércules y aquella delconquistador.47 Al dar por sentado que durante sus famosos “trabajos”,y precediendo el establecimiento de asentamientos, Hércules vencía adiferentes monstruos míticos, la comparación entre el héroe y el con-quistador adquiere sentido. Hacia el siglo XVI la figura de monstruoscomo la Hidra, vencida por Hércules durante su segundo trabajo, seconvirtió en una representación de la rebelión y la heterodoxia.48 Al es-coger el tema de Hércules para el carro triunfal, los organizadores quizápensaron en transmitir la manera en la que ellos habían trasladado Es-

44 Diego Angulo Iñiguez, La mitología clásica y el arte español del renacimiento, Madrid,Imprenta y Editorial Maestre, 1952, 65-123; Florencia también reclamó a Hércules comosu patrón y protector. Véase Jean Seznec, The Survival of the Pagan Gods: The MythologicalTraditions and Its Place in Renaissance Humanism, trans. Barbara F. Sessions, Princeton,Princeton University Press, 1972, p. 20.

45 Juan Francisco Fernández de Heredia, Trabajos, y afanes de Hércules, floresta de sen-tencias, y exemplos, Madrid, Francisco Sanz, 1682.

46 Nancy Fee, op. cit., p. 313.47 Ibid.., p. 77.48 Jonathan Brown y J. H. Eliot, op. cit., 160-161.

49 Jacinto Bernardez de Rivera, op. cit., p. A6r.50 Henry Kamen, op. cit., 56.51 Alonso Gil, op. cit., 6.

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“victoria” de Felipe V en haber dado un príncipe legítimo natural deEspaña.

El carro representaba una fortaleza y dos emblemas descansaban so-bre su piso superior reforzando este mensaje de triunfo. Uno de los em-blemas representaba al Hércules Borbón vestido con una túnica con unnudo atado a su falda. En su descripción, Heredia explicó cómo la fir-meza del nudo representaba el reforzado amor que los súbditos españo-les sentían por el monarca, ahora que había dado un príncipe español;el nacimiento, en cierto sentido, “ataba” a la gente con el rey, y al rey fir-memente con España.56 El otro emblema representaba una mano alzadaque protegía un lirio. Como los artistas utilizaban normalmente liriospara representar a la monarquía francesa, el emblema puede leersecomo una indicación de la forma en la que los súbditos españoles defen-derían la Casa de Borbón durante la guerra. Pero también, y como elpoema debajo del emblema explicaba, lis o “lirio” en español, significa-ba “disputa” o “litigio” en latín. Heredia explicó que antes del naci-miento de Luis I, los enemigos de la Corona habían difundido el rumorde que los Borbones habían mentido acerca de la preñez de la reina conla intención de imponerle fraudulentamente a la gente un heredero ile-gítimo. De acuerdo con Heredia, la mano representaba a los seis noblescaballeros franceses y españoles que fueron testigos del nacimiento, quedesmintieron el rumor, y que esparcieron las jubilosas noticias a lo largodel imperio.57

Con objeto de legitimar el cambio de dinastía gobernante, los orga-nizadores no sólo tuvieron que enaltecer el nacimiento del príncipe es-pañol, sino también, ilustrar cómo Luis I se parecía a sus antecesoresHabsburgo. El antropólogo David Kertzer ha destacado la forma en queen los periodos de transición a lo largo de la historia, los gobiernos sehan visto involucrados en una “expropiación simbólica” con objeto detomar prestada la legitimidad del gobierno antecesor, y así asegurarle alpueblo la continuidad política.58 La utilización de Hércules para repre-sentar al príncipe Borbón español demostró ser especialmente oportu-

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tar que el nacimiento del príncipe puso fin a la neutralidad de aquellosque dudaban de la legitimidad del acceso al trono de Felipe V.52 El naci-miento de Luis I, en efecto, invalidaba el reclamo de quienes afirmabanque un extranjero no podía gobernar España.

El carro triunfal reflejó la interpretación de Gómez de la Parra y Gilreferente al impacto de Luis I en la transición del gobierno de los Habs-burgo al de los Borbones. En general, los carros triunfales simbolizabanel éxito, y eran utilizados comúnmente para conmemorar las victoriasmilitares de España, a la vez que como rituales de paso de miembros dela familia real. En Puebla, el carro representó la victoria de Felipe V so-bre aquellos que dudaban de su legitimidad, y Heredia resaltó este temaen su interpretación impresa: “¿Que esperan ya los fanáticos inquietos,y los enemigos rebeldes? Si ven ya nacido el Hércules Augusto, a quienle viene tan justo derecho para el dominio”. Heredia argumentó que conel nacimiento de un príncipe en territorio español, los enemigos de Feli-pe V no podían dudar por más tiempo de su derecho a gobernar.53

Las imágenes del carro proclamaban visualmente este tema central.En lo alto del carro triunfal descansaba un dosel, un palio de rico broca-do utilizado usualmente para cubrir los tronos reales, debajo del cual seencontraba puesto un retrato de Luis I.54 La distancia que separaba Mé-xico de España hacía necesaria la utilización de imágenes de la familiareal para que la gente pudiese identificar, y sentirse más próxima a susgobernantes. A través de la pintura de Luis I, Pascual Pérez presentó alpríncipe heredero ante sus súbditos, y el convento dominico utilizótambién la ocasión para volver a presentar a Felipe V: para el sermón deacción de gracias de Alfonso Gil, los frailes colocaron una pintura delmonarca sentada sobre un trono en el lado derecho del presbiterio.55

Pero como la pintura de Luis I se encontraba sobre un carro triunfal, lagente debe haberle dado más que una profunda significación. Como loscarros triunfales solían llevar al “victorioso”, la pintura anunciaba la

52 José Gómez de la Parra, op. cit., 66-72; cf. Lucas 11:23. “El que conmigo no está, esmi contrario: el que no se junta conmigo, de mi se aparta”

53 Antonio de Heredia, op. cit., p. A554 Ibid., p. A4.55 Alonso Gil, op. cit., sin foliar

56 Antonio de Heredia, op. cit., p. A14.57 Ibid.., pp. A5-A16.58 David Kertzer, op. cit., 42-44.

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como un milagro. En el sermón de acción de gracias leído en el conven-to franciscano, Bernárdez de Rivera comparó a los súbditos españolescon los padres de Juan Bautista y María de Nazaret. Argumentó que asícomo Dios había respondido a las súplicas de estas parejas de terminarcon su esterilidad, había recompensado las plegarias de los súbditos es-pañoles con el nacimiento de Luis I.63 Para el sermón de la catedral dePuebla, Gómez de la Parra utilizo una estrategia discursiva similar. Enun punto comparó a Felipe V con Juan Bautista, quien puso las bases dela Iglesia católica y prefiguró al Salvador, a quien entonces Gómez com-paró con Luis I.64 Al remitirse a comparaciones bíblicas similares, la je-rarquía religiosa poblana explicó el nacimiento como un regalo de Dios,y los diseñadores del carro triunfal de los capitanes de milicias hicieroneco de esta interpretación. Así como Dios engendró a Cristo a partir deuna mujer mortal, Júpiter concibió a Hércules con la mortal Alcmene.Por la simple extensión de las comparaciones, los espectadores podíanconcluir que Dios había prohijado a Luis I, representado como Hércules.

Al comparar a Luis I con Hércules, los diseñadores del carro triunfalequipararon, de manera indirecta, al príncipe con el Salvador. En obrasde arte que datan del siglo XVI, Hércules fue asociado normalmente conJesucristo, pues ambos habían destruido elementos del desorden: Hér-cules venció monstruos, como la Hidra de las múltiples cabezas, y Cris-to destruyó al mal, representado alegóricamente por una serpiente odragón.65 Al principio de la era moderna, las procesiones del CorpusChristi del imperio español incluían comúnmente una tarasca o dragón,a menudo con siete cabezas que representaban los siete pecados capita-les. En el siglo XVII, los diseñadores de los carros para el Corpus Christiataban con frecuencia efigies de dragones cerca de las ruedas, que mu-chas veces hacía referencia a hidras, ilustrando así la manera en la queCristo había pisoteado al mal.66

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no; durante los inicios de la edad moderna el héroe vino a ser un símbo-lo adaptable de la virtud y la fuerza, y muchas casas reales atribuyeronal héroe la paternidad de sus linajes.59 Para el siglo XVI, sin embargo,Hércules vino a ser utilizado principalmente para representar a los mo-narcas españoles, y al comparar a Luis I con el héroe, los diseñadores delcarro imbuyeron de legitimidad al heredero. En el siglo XVI, el sacro em-perador romano Carlos V utilizó una imagen de las columnas colocadaspor Hércules en el Estrecho de Gibraltar como su insignia personal. Loscronistas de los siglos XVI y XVII afirmaron que Carlos V utilizó el símbo-lo, con el mote en latín Plus Ultra, para representar su ampliación delimperio español en las Américas.60 Finalmente, Hércules mismo terminópor representar a los monarcas españoles. Para conmemorar el ascensoal trono de Felipe II, en 1555, Carlos V emitió medallas en las que apare-cía la imagen de Felipe II de un lado, y de Hércules del otro, y en 1569,Hércules figuró de manera prominente en el arco triunfal diseñado porJuan Mal de Lara para la entrada del rey en Sevilla.61 Para el reinado deFelipe IV, comparar al héroe con los reyes españoles se había convertidoen una práctica común; para el Salón de los Reinos del Palacio del BuenRetiro, Francisco de Zurbarán pintó diez lienzos las labores del monar-ca con los Trabajos de Hércules. Dos pinturas en particular, Hérculesseparando las montañas de Cape y Abylla, y Hércules matando al rey Geryon,colocaban al héroe en Iberia, y según el historiador del arte JonathanBrown y el historiador J. H. Elliot, reforzaban “la afirmación de descen-der del antiguo semidiós”.62 Al equiparar al héroe con el nuevo príncipeBorbón, los organizadores lo colocaron en un continuo con sus pre-decesores Habsburgo, e intentaron asegurar al pueblo la continuidad enel gobierno.

En el semidivino Hércules la gente podía reconocer al príncipe Bor-bón español. La jerarquía religiosa de Puebla definió el nacimiento

59 Galinsky, op. cit., 185-198.60 Véase Earl Rosenthal, “Plus Ultra, Non Plus Ultra, and the Columnar Device of

Emperor Charles V.”, en Journal of the Warburg and Courtauld Institutes, 34, 1971, 204-228.61 Juan de Mal Lara, Recibimiento que hizo la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla a la

C.R.M. del rey D. Felipe N.S., Sevilla, Junta de Andalucía, 1992.62 Jonathan Brown y J.H. Elliot, op. cit., 160-161.

63 Jacinto Bernardez de Rivera, op. cit., pp. A3r-A3v, A2r.64 José Gómez de la Parra, op. cit., 2-3.65 Diego Angulo, op. cit., 92-95.66 Teresa Gisbert, “Calderón de la Barca y la pintura virreinal andina,” en Iconología

y sociedad: arte colonial hispanoamericano, Congreso Internacional de Americanistas, Méxi-co, Universidad Nacional Autónoma de México, 230-231.

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enemigos de España. El quinto lienzo del carro representaba a Mercuriollevando a Hércules con Quirón, el maestro de la guerra, para que loungiese con un ungüento que lo prepararía “para sufrir las afanes delucha”.70 Sin embargo, no sólo los lienzos de Hércules servían paratransformar al infante en un guerrero, sino también lo hacía la pinturaque descansaba en lo alto del fuerte. De pie sobre la cima del carro, LuisI parecía mantener la vigilancia sobre su territorio. Los 400 jinetes, porturnos, parecían guardar al príncipe. Como el carro mostraba pendonesque representaban a cada uno de los reinos hispánicos, resulta claro quelos diseñadores intentaron que el fuerte representase al imperio, dandoa entender de esa manera que el príncipe y sus legiones leales lo prote-gerían de los ataques enemigos.71

El carro resaltó el papel del príncipe como vencedor del enemigoempleando el tema de los “monstruos”. En la alegoría de Hércules, losmonstruos solían aparecer como elementos del desorden. En 1650, lacatedral de México comisionó la hechura de un carro triunfal que equi-paraba al virrey Luis Enrique de Guzmán con Hércules, afirmando queél terminaría con el periodo de inundaciones de la ciudad, simbólica-mente representado por monstruos.72 Los monstruos, solían utilizarsepara representar “enemigos”, o fuerzas del caos que atentaban contra elstatus quo. El séptimo lienzo del carro representaba a la nodriza de Júpi-ter lanzando flores al aire para celebrar el nacimiento del “domador demonstruos”.73 En un tono similar, uno de los cuatro emblemas que en-galanaban la parte superior del carro, describía a Hércules jugando conla serpiente venenosa que había enviado Juno para asesinarlo. El moteen latín y el poema que rodeaba al emblema se referían a las serpientescomo juguetes del príncipe.74 Más aún, los diseñadores del carro busca-ron persuadir a la audiencia poblana que la casa de Borbón no sólo ven-cería a la Alianza Austriaca, sino también a las provincias rebeldes deCataluña y Valencia. El carro advertía que si los rebeldes no cesaban su

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Como Hércules y Cristo habían realizado actos milagrosos en bene-ficio de la humanidad, el carro triunfal contenía la promesa de que LuisI haría lo mismo por España. El carro, en primer lugar, auguraba que elpríncipe realizaría el milagro de terminar la guerra a través de inspirary unificar a los súbditos españoles. En la dedicatoria del sermón que fueleído en el convento dominico de Puebla, el prior Diego de la Vera defi-nió el papel que le tocaba a Luis I de finalizar la guerra. Relató la mane-ra en la que el duque de Bramante llevó al infante Luis I al campo debatalla para mostrarlo ante los soldados, quienes inmediatamente se en-contraron tan conmovidos que hicieron la promesa de ganar la guerra.Según Vera, esto demostraba cómo el infante vendría a ser “el mediopara que las armas Católicas triunfen de las enemigas”.67 Gómez de laParra también vio en el infante una fuente de inspiración. Describiócómo el duque de Orleáns y capitán de los ejércitos Borbones en Espa-ña, al oír acerca del nacimiento de su sobrino, se dio prisa en restituir laciudad de Lérida al gobierno de la Corona española.68 Al caracterizar aLuis I como el heraldo de la victoria y fuente de motivación, Gómez dela Parra convirtió al infante en guerrero, nuevamente de manera similara Hércules. El canónigo mencionó que, inmediatamente después de unnacimiento, los espartanos colocaban a los hijos varones sobre un es-cudo para indicar sus destinos y, sumándolo para su propósito, queAlcmene colocó a Hércules también sobre un escudo. Como servíacomo fuente de motivación y lealtad, el canónico comparó a Luis con losguerreros recién nacidos que perdieron la vida durante la matanza deinfantes que el rey Herodes había instrumentado contra el Salvador.Para el canónico, Luis I debería seguir la tradición bíblica de los “gue-rreros infantes”.69

Como la jerarquía eclesiástica de Puebla venía representando alpríncipe como una fuente de inspiración, los realizadores del carro tam-bién le atribuyeron al infante el poder de pelear activamente contra los

67 Alonso Gil, op. cit., sin foliar.68 José Gómez de la Parra, op. cit., 33; Lérida, la principal ciudad en la ruta entre

Barcelona y Zaragoza, había caído en manos de la Alianza Austriaca en 1705. HenryKamen, op. cit., 285.

69 José Gómez de la Parra, op. cit., 59-65.

70 Antonio de Heredia, op. cit., p. A10.71 Ibid.., p. A4.72 Francisco de la Maza, op. cit., 77.73 Antonio de Heredia, op. cit., pp. A12-13.74 Ibid.., p. A15.

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lienzo del carro representaba a Amaltea lanzando flores al aire en honordel nacimiento real, y el octavo lienzo describía a Alcmene sacrificandouna res a Júpiter en agradecimiento por el nacimiento de su hijo, porquetodas las cosas buenas vienen del “cielo”.79 Los diseñadores del carro seesforzaron para igualar al príncipe con el Salvador y para caracterizar-lo como campeón de la España católica.

Sin embargo, el carro no pretendía que el heroico Luis I pudiese de-tener él solo la amenaza religiosa. Dentro del discurso del príncipe her-cúleo, los diseñadores del carro aludieron a la importancia de la monar-quía francesa para la España católica. El príncipe nació el 25 de agosto,día de la festividad de San Luis IX de Francia, quien en el siglo XIII habíapeleado tenazmente en pro de la fe católica, incluso dirigiendo dos cru-zadas en Palestina.80 En su sermón en la catedral de Puebla, Gómez dela Parra argumentaba que los descendientes del santo, Luis XIV y Luis Ide España, defenderían su legado durante la guerra.81 El carro reflejabael papel atribuido por el canónigo catedralicio tanto al monarca francéscomo al príncipe heredero español. El ungimiento del príncipe porQuirón, el tema del quinto lienzo, podría haber sido interpretado por laaudiencia católica de Puebla como un bautismo. Heredia especificó queMercurio representaba al piadoso Luis XIV, y los espectadores podríanhaber entendido que él fungía como el padrino de Luis I. El tercer lien-zo representaba a Juno intentando matar a Hércules con hechizos y can-tos, por lo cual Luis XIV, como Mercurio, defendía al niño del ataque deJuno.82 El canónigo caracterizaba la extrema piedad del “CristianísimoRey” como un baluarte contra los protestantes que amenazaban con di-vidir el imperio.83 En la introducción al sermón impreso, el canónigoapuntó que la imagen de un gallo constituía una de las insignias del mo-narca francés, y comparó a Luis XIV con el gallo que cantó la mañana dela crucifixión de Cristo. Así, comparó a la Iglesia Católica Romana con

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guerra contra la Corona el Hércules Borbón los aplastaría. El segundolienzo del carro duplicaba el emblema que describía a Hércules estran-gulando a la enorme serpiente enviada por Juno. De acuerdo con Herre-ra, la serpiente representaba a los enemigos domésticos del príncipe.75

Al interpretar el significado alegórico de los monstruos, Pérez y Herediadieron a entender la manera en la que el heroico príncipe destruiría loselementos del desorden que amenazaban a España.

Los organizadores de la celebración del nacimiento real caracteriza-ron al conflicto por la sucesión como una guerra santa. Junto con los va-rios milagros que se esperaban de Luis I, el carro manifestaba cómo elpríncipe y su familia Borbón dispersarían las fuerzas heréticas que ame-nazaban la fe católica. El carro triunfal personificaba la sensación deansiedad en la que habían caído los poblanos durante esta guerra reli-giosa, y los diseñadores jugaron con la equiparación de Hércules conCristo. El primer lienzo del carro, que simplemente contenía un poema,declaraba que Alcides (otro nombre de Hércules) pisotearía la “HidraAnglicana”, vengando los insultos cometidos contra la Iglesia durantela guerra.76 El segundo lienzo, como se ha anotado, representaba a Hér-cules niño en su cuna estrangulando la serpiente enviada por Juno. Laserpiente, sin embargo, no necesariamente debía representar exclusiva-mente el desorden causado por la deslealtad, sino que también podríaser interpretada como el mal y la herejía. Después de todo, los organiza-dores igualaron al príncipe con el Salvador cuyo nacimiento, como Gó-mez de la Parra afirmó, marcó el fin del reino de Satanás.77

La jerarquía eclesiástica y los diseñadores del carro utilizaron la me-táfora de Cristo para comunicar que Luis I salvaría a España. En sussermones, Gómez de la Parra y Alonso Gil compararon a los poblamoscon la mujer que en el evangelio según San Lucas alzó su voz en agra-decimiento por el nacimiento del Salvador.78 Dos pinturas en el carro pa-recen aludir a este pasaje bíblico, posiblemente con la intención de pro-vocar el reconocimiento de la audiencia católica de Puebla. El séptimo

75 Ibid., p. A7.76 Ibid., p. A6.77 José Gómez de la Parra, op. cit., 61.78 Ibid., 1; Alonso Gil, op. cit., 1.

79 Antonio de Heredia, op. cit., pp. A12-13.80 David Farmer, Oxford Dictionary of Saints, Oxford, Oxford University Press, 1997,

309-310.81 José Gómez de la Parra, op. cit., pp. 3-482 Antonio de Heredia, op. cit., p. A7.83 José Gómez de la Parra, op. cit., 19-20.

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cerlo inmortal. Heredia y Pérez reconocieron, por lo tanto, que Luis XIV

aseguraba la “inmortalidad” del Imperio español.88 Un emblema con elmote en latín Concordia felix o “feliz unión”, celebraba la unidad queahora existía entre las dos monarquías. Dado que el lirio representaba ala monarquía francesa, las rosas representaban Castilla, y el emblemadescribía una flor de lis creciendo desde el centro de un capullo de rosa.89

En su enfoque sobre la paz, el carro triunfal también se dirigía a lareintegración de los rebeldes españoles al imperio. El tercer emblemadel carro mostraba a Ganímedes, el copero de los dioses romanos, re-gando lirios con un vaso de leche, y el poema expresaba que si bien laleche proveía nutrientes a los súbditos españoles, dicho sustento no de-rivaba de “pechos”, una palabra que significaba tanto el “seno mater-no” como “contribuciones directas”. En su explicación, Heredia expresóque Cataluña y Valencia se lamentaban ahora de haberse rebelado con-tra el rey, pues las fuerzas de ocupación los obligaban a excesivas contri-buciones para sostener la guerra.90 El emblema, por lo tanto, prometíaun mejor futuro para las provincias rebeldes.

El carro buscaba convencer que con el nacimiento de Luis I, las fuer-zas rebeldes vendrían a entender la irracionalidad de sus actos. Hacíaprincipios del siglo XVI, Hércules llegó a representar a la razón. En laIconología de Cesare Ripa (1593), un emblema describe al héroe llevan-do una piel de león que representa la fuerza de la mente y la generosi-dad, y empuñando un garrote que representa la razón.91 El intelectualespañol del siglo XVI, Juan de Pérez de Moya, afirmó que Hércules habíavencido a aquellos que habían sido “rebeldes a la razón” y que como“ferocísimos monstruos” molestan y fatigan a la humanidad.92 En el sex-to lienzo del carro, el artista y el poeta buscaron expresar que con el na-cimiento del príncipe, los reinos rebeldes españoles se darían cuenta del

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un fuerte, afirmando que mientras el gallo cante “estará y permanecerásegura la fortaleza de sus murallas [...]”84 En el mismo tono, los espec-tadores podrían haber interpretado la construcción efímera que repre-sentaba una fortaleza con la Iglesia militante y con la Corona española.De tal forma, el carro daba a entender que el piadoso Luis XIV canaliza-ría la fuerza militar francesa para defender la fe católica.

Mientras que la mascarada celebraba el triunfo de España sobre lainfertilidad, los enemigos internos y externos, y la herejía, el polivalentecarro también veía hacia el futuro y predecía una paz duradera. En susluchas contra el caos y el mal, el Hércules virtuoso representaba la gue-rra justa. Como sea, el héroe también representaba la paz, la unidad y lamisericordia. El arte en la edad moderna temprana frecuentemente des-cribía a Hércules con una espada, simbolizando la victoria, y una ramade olivo, simbolizando la clemencia.85 Las festividades en honor del prín-cipe Borbón jugaron con este aspecto dual de Hércules para afirmar quela unidad reinaría después de la guerra, y los organizadores mostraronespecial preocupación por mantener la paz con Francia. Si bien el mo-narca francés había sido un feroz enemigo de España, Francia aparecíaahora como el aliado incondicional de España. El canónigo Gómez de laParra reconocía la importancia de exaltar al enemigo número uno de Es-paña, e incluso dedicó un sermón a Luis XIV. Argumentaba que, asícomo Cristo había actuado como “Príncipe de la paz”, uniendo judíos ygentiles, Luis I crearía una unión duradera entre España y Francia.86

El carro también sirvió para convertir en su más fiel aliado al que ha-bía sido el más feroz enemigo de España. Para el tercer lienzo del carro,Pérez y Heredia alabaron a Luis XIV por proteger a la Corona española.La pintura describía el intento de Juno de matar al niño con cantos y he-chicerías, mientras que Mercurio, el “custodio vigilante del PatrimonioEspañol”, lo protegía.87 Pérez y Heredia hicieron eco de este mismo temaen el cuarto lienzo del carro, el cual representaba a Luis XIV/Mercuriocolocando al infante para que bebiera del seno de Juno con objeto de ha-

84 Ibid., sin foliar.85 Jonathan Brown and J. H. Eliot, op. cit., 190.86 José Gómez de la Parra, op. cit., 16-17.87 Antonio de Heredia, op. cit., pp. A7-A8.

88 Ibid., pp. A8-A9.89 Ibid., p. A15.90 Ibid., p. A15.91 Gothard Karl Galinsky, op. cit., 198.92 Diego Angulo, op. cit., 69-70. “que la fortaleza de Hércules fué del ánimo y no del

cuerpo, con la cual venció todos aquellos apetitos desordenados, los cuales, siendo rebel-des a la razón, como ferocísimos monstruos turban al hombre de continuo, y le molestany fatigan”.

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ción a las alabanzas al Hércules Borbón, la descripción impresa porHeredia celebraba al Hércules poblano: el controvertido alcalde mayorJuan José de Veytia y Linaje. Heredia mantenía una relación con Veytia,y con aquellos que buscaban su favor; justo un año antes, el contador dela alcabala, Francisco Antonio de Mier, contrató a Heredia para escribirun poema que sería recitado por los oficiales de la aduana en el cum-pleaños de Veytia.96 Si los capitanes de milicia buscaban utilizar las ha-bilidades de Heredia para congraciarse con Veytia, el autor no los de-fraudó. En la dedicatoria de la descripción mostró a la distinguidafamilia del alcalde mayor como descendiente directa del héroe. SegúnHeredia, Veytia mismo merecía el título de Hércules pues, a la par queel héroe, se dedicaba a realizar buenas obras.97

Dados los esfuerzos de Veytia por reformar la recaudación de alca-balas, la decisión de los capitanes del batallón en encomiar sus “buenasobras” resulta inicialmente sorprendente. El riguroso cobro de la alca-bala debe haber acortado los beneficios de estos comerciantes. El histo-riador Gustavo Alfaro ha sugerido que la reforma de la alcabala golpeóy casi desbarató inmediatamente la economía local, dado que muchoscomerciantes cesaron sus actividades mercantiles en la ciudad.98 Aun-que resulta difícil evaluar con precisión el impacto de la reforma de laalcabala sobre el comercio local, no cabe duda que para 1708 muchagente estaba molesta con Veytia. En 1699, antes de recibir la cédula conel nombramiento de alcalde mayor, y mientras trabajaba exclusivamen-te como superintendente de la recaudación de alcabalas, se intensificóun pleito en el cual estaba involucrado uno de los guardias de Veytiahasta llegar a un levantamiento popular. Veytia creyó que el levanta-miento había sido organizado por el cabildo para poder proseguir consus fraudes.99 En 1705, el alcalde mayor fue objeto de un intento de ase-sinato cerca del pueblo de Coronango. A pesar de que el duque de Al-buquerque envió un delegado a la ciudad para realizar investigaciones,

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error de sus actos. Describía a la ninfa Galatis enviada por Juno paraasesinar a Hércules pero que, enamorada de su belleza, rehusó seguiradelante. Para castigar la traición, Juno la convirtió en una comadreja yla condenó a parir por la boca.93 Heredia explicó que Galatis representa-ba a los súbditos rebeldes, quienes a través del nacimiento regio apren-derían a “amar la razón”. El poema correspondiente al lienzo decía:

A Galathis aconsejaJuno, mate el tierno infante.Y ella a la razon amanteHace desayre a la queja:Convirtiola en Comadreja,Porque no dio cumplimientoAl ruego, O furor violentoDe una zelosa passion!Por quitarle la razon,Quitarle el entendimiento.94

Debido a la “celosa” pasión de los aliados de los Habsburgo, no po-dían escuchar la razón. Con este poema, Heredia hizo entender a su au-diencia que sólo una monstruosidad, o un animal incapaz de razonar, serebelarían contra el rey. El lienzo siguiente, sin embargo, representaba ala nodriza de Júpiter regocijándose por el nacimiento del que Herediallamó “el domador de monstruos”, o aquellos que se podían tener por“irrazonables”. En el poema debajo de la pintura celebró “La Paz y lafertilidad”, derivadas del nacimiento.95

HÉRCULES EN PUEBLA

Así como el carro sirvió para legitimar al heredero Borbón al trono es-pañol, y para asegurar a su audiencia la inminente victoria de España yFrancia, también dirigió la atención hacia la crisis local poblana. En adi-

93 Antonio de Heredia, op. cit., pp. A1194 Ibíd., A12.95 Ibid., p. A13.

96 Antonio de Heredia, Loa que se represento a la celebracion de años del muy Illustre SeñorD. Juan José de Veitia Linaje, Puebla, s/f, 1708.

97 Antonio de Heredia, op. cit., sin foliar98 Gustavo Alfaro, op. cit., 185.99 Ibid., 175.

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dad significativa, se antojaba corta en comparación con los 18 329 pesoserogados solamente doce años antes, para la ceremonia de la entradadel virrey conde de Montezuma, en 1696.102 Al recordar, en el poema de-bajo del emblema, que Cataluña y Valencia “sufrían” bajo el yugo de lascontribuciones forzosas que demandaba la Alianza Austriaca, Herediainsinuó que sólo los enemigos imponían impuestos por la fuerza a lagente.103 Aunque la alcabala no tenía en ningún sentido un equivalentecon el pecho directo, parece que la gente utilizaba los términos como si-nónimos.104 Los patronos que comisionaron la hechura del carro podríanno haber aprobado la reforma a las alcabalas, y posiblemente esperabanadvertir a Veytia que el gravamen injusto podía llevar a las comunida-des a la rebelión. En los albores de la edad moderna, se elaboraron ri-tuales para los “ceremoniales de constitución”, o manuales de “comodebe constituirse el estado”.105 La elite mercantil debe haber incorpora-do esta advertencia al carro con la esperanza de obtener alivio de lascargas fiscales. En cualquier caso, por supuesto que el mensaje fue re-gistrado por los regidores y sus aliados del cabildo catedralicio.

Hayan tenido o no los capitanes de milicias la intención de comuni-car una advertencia velada a Veytia a través de la descripción de cómosufrían los catalanes y valencianos bajo las pesadas cargas fiscales, lasceremonias no contenían abiertos mensajes de subversión. Por el contra-rio, el nacimiento del príncipe proveyó de una ocasión a las elites secu-lar y eclesiástica de la ciudad para reafirmar su autoridad sobre el po-pulacho y los poblanos, para ganar control sobre el incontrolable, enapariencia, entorno natural. Como se ha dicho, Puebla entró al siglo XVIII

con una seria crisis de hambrunas, inflación y epidemias. Mientras lapoblación luchaba por restablecerse, las lluvias torrenciales causaron

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los responsables nunca fueron aprehendidos. El atentado le obligó a au-mentar el número de guardias armados para protegerlo. De entonces enadelante, el alcalde mayor trabajaría bajo un justificable temor a un le-vantamiento popular.100

Sin embargo, Veytia, provocaba no sólo hostilidad sino también te-mor y respeto. Como Veytia gozaba el título de Teniente del Capitán Ge-neral, sólo el virrey tenía más autoridad sobre las milicias de Puebla.Como alcalde mayor, Veytia también servía como el primer represen-tante del rey al interior de la ciudad. Al dedicarle a Veytia la mascara-da, los capitanes de milicia deben haber buscado ganar el favor de estepoderoso burócrata. Si esta era su intención, el desfile de una fortalezapodría haberse referido al reciente intento de asesinato contra Veytia.Después del atentado, Veytia adquirió un gran número de pedreros, oarmas que descargaban piedras. El carro triunfal, con sus troneras paracañones, también conocidos como pedreros, debe haber hecho eco en elalcalde mayor, quien ahora tenía un especial interés en su defensa. Comoen adición a la representación del príncipe, Hércules también represen-taba al alcalde mayor, los capitanes de milicias cabalgando a los ladosdel carro enunciaban así que ellos no sólo defenderían al imperio, sinoal mismo Veytia. Pero más probablemente, los capitanes del comercioesperaban distanciarse de esta forma de los enemigos del burócrata.

Si bien el carro mostraba el apoyo a Veytia, una imagen del carrodebe haber contenido un mensaje velado respecto a las consecuenciasde una excesiva exacción. En el segundo emblema descrito por Heredia,Ganímedes regaba lirios con leche, “dejándolos satisfechos”, pero el ca-rro afirmaba que esta leche no provenía de pechos, recordando a los es-pectadores que los monarcas Borbones españoles confiaban más en lascontribuciones voluntarias que en las forzosas para sostener la guerra.Cuando en 1706 el rey solicitó el donativo, para el sostenimiento de laguerra, el cabildo recaudó la cifra de 850 pesos.101 Si bien era una canti-

100 Ibid., 186-187; Mariano Fernández de Echeverría y Veytia, Historia de la fundaciónde la ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, su descripción y presente estado,Puebla, Ediciones Altiplano, 1962, 164-165.

101 Mandamiento para el donativo de Su Magestad, 13 de julio de 1706, AMP, AC 35, f.437v.

102 Relación jurada presentada por Miguel Vásquez Mellado de los gastos hechos enel hospedaje del Excelentísimo Señor el Conde de Montezuma, 17 de febrero de 1698,BNAH-AMP, AC 20, ff. 268v-283v.

103 Antonio de Heredia, op. cit., p. A15.104 Véase, por ejemplo, el uso de ambos términos en un ataque anónimo contra

Veytia: La Violencia de un poder ejecutado con tiranía, y sentida con suspiros de Dolor,AGI, Audiencia de México 844.

105 Edward Muir, Ritual in Early Modern Europe, Cambridge, Cambridge UniversityPress, 1997, 230.

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labras de Alonso Gil, “una vida tan necesaria”, la gente podía pedirle ala virgen la protección de sus propias vidas, y la de sus familias.108

Pero si los componentes de las ceremonias religiosas no servían paracalmar la inquietud de la gente, la mascarada prometía importantes re-percusiones en el caso de un levantamiento. En las ceremonias reales alo largo del imperio español, las milicias jugaron un papel predominan-te: escoltaban las efigies del rey durante la celebración de las ceremoniasde jura, descargaban sus armas durante las honras fúnebres reales, yacompañaban a los virreyes en sus entradas triunfales. La mascarada enhonor del nacimiento real pertenecía a la milicia del comercio de Pue-bla, cuyos capitanes jugaban papeles protagónicos. Considerando la fa-cilidad con la que los regidores habían fomentado la rebelión de 1699, yel atentado contra la vida de Veytia en 1705, la ciudad parecía a puntodel desorden. La mascarada organizada por los capitanes del batallóndebe haber servido como advertencia a la población de que Veytia y loscapitanes suprimirían la deslealtad. El poema de alabanza recitado alre-dedor del carro durante el desfile se dirigía repetidamente al tema deldesorden refiriendo, por ejemplo, de qué manera Luis I “humillaría” al“Dragón” y vencería a los “monstruos”.109 Mientras que el dragón configura de serpiente estrangulada por Hércules representaba a los infie-les y a los enemigos “domésticos” de la Corona, muy fácilmente podíaleerse que se incluía a todos aquellos inclinados a la deslealtad. En loscapitanes de milicia rodeando el carro, los 400 jinetes uniformados, lafortaleza y los cañones, aquellos súbditos insatisfechos con la situaciónen Puebla podían reconocer lo inútil de una revuelta.

CONCLUSIÓN

Los festejos en Puebla en honor del Hércules Borbón suministró a la je-rarquía municipal y a los capitanes de milicia la ocasión de comunicaruna variedad de mensajes acerca de la identidad de la elite, la legitimi-dad política, y el orden social. Los diseñadores de la mascarada presen-

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inundaciones masivas, fue golpeada por terremotos, y la propagacióndel tifus. Las fiestas por el príncipe deben haber suministrado un pe-queño respiro ante los variados problemas por los que atravesaba la ciu-dad, y una vía para que la gente liberara sus tensiones. Por lo común, laelite colonial española utilizaba las ceremonias públicas como “válvulasde escape”: entreteniendo a las masas, los líderes locales distraían a laplebe y realzaban su legitimidad.106 Más todavía, las ceremonias de na-cimientos regios no funcionaban sólo como pura diversión. Enferme-dades, terremotos y lluvias torrenciales habían castigado a la ciudad, yparecen haber llevado a muchos a pensar que Dios se había disgustadocon Puebla. Cuando los miembros del cabildo informaron a Veytia queno podrían hacer el montaje de la festividad de acuerdo a los planes ori-ginales, le explicaron que a causa de los desastres naturales que le ha-bían sucedido a Puebla, la población debía concentrarse en sostenerrogativas, plegarias públicas para lograr la intervención divina.107 En ju-lio de 1707, los poblanos oraron colectivamente por el exitoso nacimien-to del hijo de Felipe V. Un año después, rezaron a Dios para que conser-vara la salud del nuevo príncipe heredero. Las nueve procesiones enhonor de la gravidez de la reina suministraron a la gente la oportunidadde pedirle a la Virgen de la Defensa éxito en el nacimiento de un here-dero, mientras que simultáneamente pedían que los defendiera a ellos.Un año después, mientras Gómez de la Parra daba su sermón de acciónde gracias en la catedral, las lluvias continuaban cayendo sobre la ciu-dad. Al día siguiente, el convento dominico tuvo su propia misa de ac-ción de gracias seguida de una procesión de la milagrosa Virgen delRosario. Mientras que la gente pedía a Dios preservar lo que era, en pa-

106 Varios académicos han manejado este argumento de “válvula de seguridad” parael estudio de las fiestas. José Maravall y Antonio Bonet Correa popularizaron su uso parala historia de las ceremonias públicas del imperio español. Maravall, Culture of the Baro-que: Analysis of a Historical Structure, trans. Terry Cochran, Minneopolis, University ofMinnesota Press, 1986; y Bonet Correa, “La fiesta barroca como práctica del poder,” en Elarte efímero en el mundo hispánico, México, Universidad Nacional Autónoma de México,1983, 45-78. Para una visión de conjunto de la ceremonia pública en las colonias espa-ñolas en América, véase Ángel López Cantos, Juegos, fiestas y diversiones en la América Es-pañola, Madrid, MAPFRE, 1992.

107 Propuesta del Señor Alcalde Mayor, 5 de mayo de 1708, AMP, AC 36, f. 43f-43v

108 Alonso Gil, op. cit., sin foliar.109 Antonio de Heredia, op. cit., 19, 26.

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ceremonias públicas a gran escala. La mascarada no sólo permitió a laelite poblana retarse a sí mismo como europea, sino también sirviócomo un vehículo a través del cual los vecinos principales intentabaneducar a las clases bajas de la ciudad respecto a la guerra en Europa. Elpueblo bajo probablemente no comprendió muchas de las intrincadasalegorías, pero seguramente se quedó con el mensaje de que la Coronaganaría la guerra contra la diabólica Alianza Austriaca. Dentro de estediscurso sobre la guerra, los descontentos de la localidad probable-mente comprendieron el poder de la casa de Borbón. Si el Hércules Bor-bón podría realizar milagros y vencer monstruos, fácilmente podría di-sipar el desorden al interior de las colonias americanas del imperio.

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taron estos mensajes a través de una simbología multivalente –particu-larmente un carro triunfal con la figura de Hércules–. En el carro-forta-leza, los capitanes de milicias celebraban la recreación –en la existenciamisma de la ciudad– de la victoria de España sobre América, el triunfode España sobre la infertilidad, la victoria de Felipe V sobre aquellos quedudaban de su derecho a gobernar, el inminente triunfo de España so-bre la Alianza Austriaca, y el triunfo de la fe católica sobre el protestanteinfiel. Al comparar al príncipe infante con Hércules (el fundador de ciu-dades, el “domador de monstruos”, “el Salvador”), la elite poblana ex-presó su afinidad con la alta cultura europea, y se caracterizó a sí mismaa la vez como civilizados y civilizadores. Al concentrar la atención en elmito de Hércules, los organizadores también simplificaron la compleji-dad de la Guerra de Sucesión de España para los espectadores po-blanos; y al concentrar la atención en las primeras aventuras del hé-roe,los organizadores comunicaron cómo España vencería a los enemigosinternos y externos, y cómo Luis I y Luis XIV reunirían Europa y pre-servarían la fe católica.

Al expresar el sentido de sí misma de la elite poblana, y al suminis-trar una detallada argumentación respecto a la legitimidad del gobier-no borbónico y la Guerra de Sucesión de España, los organizadores tam-bién dirigían la atención a los problemas locales de Puebla. Al dedicarel carro al controvertido alcalde mayor de la ciudad, y compararlo conHércules, los cuatro capitanes del batallón y Heredia hicieron visibleslos problemas locales en medio de la celebración real. La comparaciónentre Hércules y Veytia articulaba simbólicamente la jerarquía del poderque idealmente debía existir al interior de la ciudad, y posiblementepermitió que los capitanes de milicia, los miembros del cabildo y la je-rarquía eclesiástica hiciesen conocer sus deseos de una manera segura.Los componentes espirituales de la ceremonia deben haber suministra-do confort a la población citadina al haber luchado bajo una serie decontinuos desastres naturales. Dadas las condiciones inestables al inte-rior de la ciudad, los componentes más obvios de la mascarada, comola fortaleza, los cañones, y la presencia de los capitanes a caballo, se pre-sentaron como una advertencia a la potencial plebe subversiva.

La festividad en honor del nacimiento de Luis I ilustra los caminospara conectar el Viejo Mundo con el Nuevo Mundo que brindaban las

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Traducción de Víctor Gayol

FECHA DE ACEPTACIÓN DEL ARTÍCULO: 8 de septiembre de 2003FECHA DE RECEPCIÓN DE LA VERSIÓN FINAL: 19 de septiembre de 2003

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