SE CUMPLEN OCHENTA AÑOS JAUME HILARI, EL...

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1 SE CUMPLEN OCHENTA AÑOS JAUME HILARI, EL PRIMER SANTO DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA INMOLADO EN EL MONTE DE LA OLIVA DE TARRAGONA, EL 18 DE ENERO DE 1937 FRANCESC BASCO GRACIÀ

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SE CUMPLEN OCHENTA AÑOS

JAUME HILARI, EL PRIMER SANTO

DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

INMOLADO EN EL MONTE DE LA OLIVA

DE TARRAGONA, EL 18 DE ENERO DE 1937

FRANCESC BASCO GRACIÀ

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“En diversas ocasiones he recordado la necesidad de custodiar la memoria de los mártires. Su testimonio no

debe ser olvidado. Ellos son la prueba más elocuente de la verdad de la fe, que sabe dar su rostro humano

incluso a la muerte más violenta, y manifiesta su belleza aún en medio de atroces padecimientos. Es preciso

que las Iglesias particulares hagan todo lo posible por no perder el recuerdo de quienes han sufrido el

martirio”. (San Juan Pablo II, 11 de marzo de 2001).

“Yo quisiera avanzar en la perfección; cada día dar un paso adelante y lo más rápido posible... Quisiera ser santo. No es imposible, ya que otros han llegado y soy consciente de que Dios lo quiere. Estoy seguro. Esta es la obsesión de mis pensamientos... Quisiera rezar mucho. Tengo necesidad de rezar. Veo muy claro que sin la plegaria no se puede dar un paso.” (Sant Jaume Hilari) “El día que sepáis abandonaros a Dios sin reserva, estaréis en un mundo nuevo, como me pasa a mi mismo; gozaréis de la paz y la tranquilidad que no habéis disfrutado en los días más felices de vuestra vida...” (Sant Jaume Hilari)

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DOCTOR MIQUEL ALEU

TESTIGO EXCEPCIONAL EN LA INMOLACIÓN DE SANT JAUME HILARI

El doctor Miquel Aleu Padreny, de 96 años de edad, presenció la inmolación de Sant Jaume Hilari (Manuel Barbal Cosan) en el Monte de la Oliva de Tarragona, la tarde del 18 de enero de 1937, en su calidad de médico forense sustituto. El titular, doctor José Maria Vives Salas, había sido quemado vivo en la Era del Eume, donde hoy se halla situada la Plaza Imperial Tarraco (entonces carretera Valls), el 28 de julio de 1936. Por su cargo debía asistir a los fusilamientos oficiales, visitar a los presos y practicar la autopsia a las víctimas de las fusilamientos oficiosos. Controlaba todo lo referente a la forensía de Tarragona, y se convirtió en testigo obligado de las ejecuciones. Contaba entonces 26 años de edad. Comenta que presenciarlas era muy desagradable. Del 18 de julio de 1936 a primeros de septiembre del mismo año perdió nada menos que trece kilos de peso, a causa del estrés que le producían estas situaciones límite. (En la imagen, el doctor Miguel Aleu en su casa de Rambla Nova y uno de los documentos que le enviaba el comisario de la Generalitat para acudiera a presenciar los fusilamientos, “sin excusa ni pretexto”). - ¿Quién le informó sobre la ejecución de Jaume Hilari, Hermano de las Escuelas Cristianas? - Fue muy especial. La mañana del día 18 de enero de 1937 recibí un oficio del Comisario de Orden Público de la Generalitat de Tarragona, en el que me decía que a las quince horas (tres de la tarde) me personara en las tapias del cementerio de la ciudad, sin excusa ni pretexto alguno, para prestar un servicio oficial. Es decir, para presenciar una ejecución. Yo lo encontré muy extraño porque siempre se consumaban de madrugada. Al llegar al cementerio me encontré con los dos Guardias de Asalto, que me acompañaban en estos actos. Juntos emprendimos el camino hacia el Monte de la Oliva, pequeña elevación junto al cementerio. Nos situamos en el último recodo, junto al antiguo Portal Negre, situado a unos 25 m. de la cascada de agua, donde tenían lugar las ejecuciones. Pregunté a los guardias a quien ajusticiaban. Me comentaron que les habían dicho que era el superior o alguno de los gordos del convento de los Hermanos de Cambrils. - ¿Cómo empezó todo? - De pronto, dos o tres coches pararon en la carretera de el Pont d’Armentera, en la misma esquina del cementerio, frente a la entrada del camino de la Oliva. Del primer coche se apeó un guardia, seguido del reo y de otro guardia. Del segundo descendieron unos ocho o diez hombres armados, precedidos del jefe del pelotón, Antón Barras, de la policía de Orden Público de la Generalitat de Tarragona. La comitiva se encaminó hacia el zic zac del Monte de la Oliva.

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Antes de iniciar el segundo recodo, el pelotón de fusilamiento se desvió entre los pinos y fue a colocarse junto a la margen baja del camino. El desnivel del ribazo estaba salvado por una pared de más de un metro. Junto a ella se colocaron, pues, los milicianos vestidos con un mono azul, armados con fusiles. Apoyaron sus armas sobre el mismo muro, a la espera de la orden. El jefe del piquete se puso en el rellano de la fuente, mientras el reo fue colocado a unos tres metros del jefe del comando, cerca de la cuneta de la carretera.

- ¿Qué impresión le causó el hermano Jaume Hilari? - Iba silencioso. Era alto y flaco; usaba gafas de metal, llevaba un vestido de pana rayada, de “pageset”, con una gorra gris oscura y una bufanda liada al cuello. Los guardias me indicaron que el reo era muy sordo. Parecía hallarse ausente o no ser consciente del trance por el que estaba pasando. Con las manos juntas y los dedos entrelazados sobre el pecho, parecía en actitud orante, con la vista puesta hacia el cielo. Fue un momento impresionante; todos los ojos estaban clavados en la misteriosa víctima. Unos segundos inolvidables para quienes lo vivimos.

- ¿Y luego...? - El jefe del comando da la orden de ¡fuego!, respondida al instante por una ráfaga de fusilería. Jaume Hilari no se movió; permaneció en pié y con la misma actitud orante. Parecía no haberse enterado de nada. Ni un gesto de espanto; ni un ademán de emoción. Continuaba inmerso en su plegaria. Al ver que no caía,- ante lo insólito del caso -, el jefe del piquete, a toda prisa, ordenó cargar de nuevo las armas para disparar. Resuena la segunda orden de ¡fuego!, a la que sigue otra descarga. Dispararon, pero no todos a la vez; se pusieron nerviosos... La víctima hizo un gesto de dolor, pero siguió en pié. Esto no quiere decir que alguna bala le tocara, pero lo hacían en zonas que no eran vitales; no eran mortales de necesidad. Pero él seguía rezando. El desconcierto cundió entre el piquete. Al ver que no caía, los milicianos se dispersaron entre los pinos y algunos abandonaron el arma. Ante la desbandada, el jefe del pelotón se acercó al reo, que permanecía inmóvil, y le disparó a quemarropa uno o dos tiros a la cabeza; y el mártir se desplomó. El jefe del piquete, Antón Barras, se dirigió a mi, y me dijo: “Escucha, ¿por qué no caía este podrido?” Para salir del paso, yo le contesté, impresionado y vacilante: “Porque, como estaba sordo no oía los disparos”.

- Cuando usted le hizo la autopsia, ¿qué heridas halló en el cadáver? - En el examen del cadáver observé que el hermano no caía porque las balas que alcanzaron su cuerpo lo hicieron en zonas que no eran vitales. Sólo los disparos del jefe del pelotón eran mortales de necesidad. - ¿Cómo se recibió la noticia en la ciudad? - Algunos de los presentes en la ejecución contaron lo que le digo y se comentaron los hechos. Uno de los miembros del piquete contó al doctor Martí, médico de CAMPSA, lo ocurrido, y le dijo: “Aquel hermano que han fusilado hoy nos ha dicho: “¡Morir por Cristo es vivir, muchachos!” “Yo no pude

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dispararle – añadió - y apunté a otra parte”. Se comentaron también las palabras de un soldado de raza mora, de los Regulares de África, destinado en Tarragona. Decía que, en su país, (Marruecos) cuando se condena a un hombre a muerte, si la cuerda se rompe o las balas no aciertan, ya se ha cumplido la sentencia. Alá no ha querido que muera y no persisten en su intento. Lo mismo tenían que haber hecho con Jaume Hilari. No volver a cargar los fusiles ni rematarlo.

Hubo otros casos parecidos al de Jaume Hilari... El doctor Aleu cuenta la peripecia de mosén Francisco Company, profesor del Seminario Pontificio. - Lo apresaron junto con otros sacerdotes para ejecutarlos. Se los llevaron fuera de la ciudad. Y, según la versión de un ex monaguillo suyo, que se convirtió en uno de sus verdugos, explicaba, mofándose, que el sacerdote les preguntó si lo llevaban a matar. Al contestar que sí, pidió a sus verdugos que antes le dejaran rezar. Consintieron, pero con la condición de que lo tenia que hacer cantando. Entonces se puso de rodillas, con los brazos en cruz y entonó el Credo. Mientras cantaba el popular “Crec en un sol Déu...”, sus verdugos se ensañaron con su cuerpo, disparando con sus fusiles a los brazos y las piernas de la víctima. Acribillados los brazos, prosiguió cantando hasta que las numerosas heridas le rindieron, cayendo herido al suelo, pero no muerto. Al acabar de cantar el Credo le preguntaron: “¿Ya estás listo?”; él contestó que sí. Entonces, le tiraron a bocajarro y le provocaron un gran boquete en el pecho. Esto confirmaba lo que yo había visto en la autopsia. Yo no vi cuando lo martirizaban; pero oí como lo contaba uno de los que le mató. Sus horrorosos sufrimientos se presumen de la autopsia que hice al cadáver, que presentaba numerosas heridas de bala.

- ¿Cuántas ejecuciones presenció usted como forense? - Yo presencié once ejecuciones oficiales en la época republicana del Frente Popular. Pero hubo muchas más muertes oficiosas que tuve que certificar en el cementerio. Los milicianos iban a buscar en sus casas a los sacerdotes, religiosos y seglares sospechosos (Gente de misa que olía a cera, decían), o los sacaban de los barcos –prisión anclados en el puerto de Tarragona, y los ejecutaban en las cunetas de las carreteras o en las tapias de los cementerios. En los primeros tiempos, yo, por orden judicial, tenia que practicar la autopsia a todos los cadáveres, junto con otro médico. Pero protesté porque aquello era u una carnicería innecesaria. Y propuse suplirla por un examen exterior, porque era evidente que habían muerto fusilados, por disparos con arma de fuego. - Fueron momentos terribles. Usted tuvo que pasarlo muy mal... - Si, pero cuando lo pasaba peor no era en el cementerio haciendo autopsias; fue cuando me llamaban a casa o me encontraba con los familiares de las víctimas. Era una situación terrible; y lo que más me afectaba. Desde el 18 de julio de 1936 hasta primeros de septiembre perdí trece kilos de peso, a causa del estrés que me provocaba mi trabajo. En la ciudad todos nos conocíamos. Y veías allí un amigo, un conocido muerto, acribillado a balazos, sin poder hacer nada por él más que la autopsia. Una vez me paró en la Rambla una persona a la que habían fusilado un hermano. Mientras hablábamos vino uno de la CNT; y dijo a mi interlocutor: “¿Todavía estas vivo? Tienes suerte que no llevo un

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arma...” Ya no volví a verlo más; se escondió... Al cabo de un par de días, a la altura del colegio de las Teresianas, me encuentro con el familiar de otro asesinado. Y me dijo: “Tengo miedo; estoy amenazado”. Vino uno de la UGT preguntando; le explicó su problema. Entonces el de la UGT le dijo: “Sosiégate, hombre, que nuestro sindicato velará por ti”. Al día siguiente ya estaba muerto. Era una situación terrible.

- ¿Cuando llegaron los de Franco usted también ejercía como forense? - Gracias a la amistad de mi padre con el jefe de la Sanidad Militar de las tropas de Franco, me destinaron oficiosamente como soldado médico a los juzgados. Por este motivo tuve que hacer de forense otra vez y presencié los primeros fusilamientos. Protesté ante los mandos de los nacionales, y ordenaron a los médicos militares que se encargaran de este cometido. Yo continué como médico forense y de las prisiones de Tarragona.

- ¿Cómo ha influido en su vida la experiencia con Jaume Hilari? ¿Pensaba que podría llegar a la santidad? ¿Le ha ayudado en algo? ¿Ha recibido algún beneficio espiritual? - Yo vi como lo ejecutaban; nada más. Después actué como testigo de lo que había presenciado. He besado el anillo de Pío XI, Pío XII y Juan Pablo II, este último tres veces, con motivo de la beatificación y canonización de Jaume Hilari. De Juan Pablo II guardo una anécdota muy curiosa. Le comentaban la vida del santo en mi presencia, y entendió que yo era quien le había matado. El Papa se sorprendió; no paraba de mirarme. Yo intervine para decir que no era su verdugo sino el forense que presenció y certificó su muerte. Entonces el rostro del Papa cambió. La tertulia sigue. El doctor Aleu es un conversador ameno e incansable; cuenta los hechos al detalle, con nombres y apellidos. Tiene una memoria excepcional y dibuja como un gran artista. Se emociona cuando narra escenas de persecución, dolor y muerte. Nos explica su azarosa vida y la de su familia durante y después de la guerra. Varias veces salvó la vida de milagro; pero logró sobrevivir a los terribles acontecimientos que tuvo que soportar ante el dominio del Frente Popular en Cataluña. Le interrumpo, y le digo: “Doctor Aleu; esto que me cuenta es un milagro...” El sonríe y calla… Se escapó de la checa Tamarita de Barcelona. Fue jefe de evacuaciones del Ejército republicano. La lluvia de bombas que caían cerca no le mella; la gente moría destrozada a su lado; él seguía milagrosamente vivo e ileso. Algo inexplicable... Y lo sigue estando a sus 96 años de edad, con una cabeza lúcida y una memoria envidiable. Ha sido y es un trabajador infatigable. “Doctor Aleu, con lo que usted ha pasado, su vida parece haber sido un milagro continuo…” Él calla, se arremolina en su sillón, me mira y sonríe bondadosamente. Esta entrevista también cambió mi vida…

Fancesc Basco Gracià.

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Periodista. (Esta entrevista está publicada en el libro “SANT JAUME HILARI, EL PRIMER SANT DE LA GUERRA CIVIL”. La reproducimos con motivo del 80 Aniversario de su muerte.

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NOTA: El doctor Miquel Aleu nació el año 1910; falleció en Tarragona la madrugada del 15 al 16 de octubre de 2011, a los 101 años de edad. Sus restos mortales recibieron sepultura el 17 del mismo mes en el cementerio donde él realizó la autopsia a tantos cadáveres de personas fusiladas. En poco más de dos años, en la ciudad de Tarragona fueron recogidos y trasladados al cementerio 343 cadáveres, con indicios inequívocos de muerte violenta. De ellos, 194 eran personas residentes en la ciudad y 149 no residentes, hallados en distintos puntos de término municipal, todos con heridas por arma de fuego. De estos últimos, 62 cadáveres corresponden a personas que no pudieron ser identificadas y fueron trasladas al cementerio para “poblar” las fosas comunes. Durante el mismo periodo, en la provincia de Tarragona hubo que lamentar 2.751 asesinatos por arma de fuego. Una auténtica carnicería, a la que hoy se corre un tupido velo.

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“Dios me abre el Cielo; no me importa morir” (Sant Jaume Hilari)

UNA VIDA DEDICADA A LA

EDUCACIÓN CRISTIANA DE LOS NIÑOS.

Sant Jaume Hilari (Manuel Barbal Cosán) nació en la localidad de Enviny, en la comarca del Pallars Sobirá (Lleida), el 2 de enero de 1898. A los diez años ingresó en el pensionado de los Padres Paüles de Rialb. A los 13 años ingresó en el seminario de La Seu d’Urgell (Lleida). Una sordera progresiva le impidió continuar los estudios eclesiásticos. En 1917 decidió ingresar en los Hermanos de las Escuelas Cristianas de la Salle y recibió el nombre de JAUME HILARI. En 1918 inició su labor de educador y catequista en Mollerussa (Lleida). También ejerció su misión en Manresa (1923), Oliana (1925), Pibrac (Francia) y Calaf (1934). En diciembre del mismo año fue destinado a la Casa Sant Josep de Cambrils, trabajando como hortelano porque la sordera progresiva que padecía le impedía ejercer su labor docente. El 17 de julio de 1936 salió de Cambrils de vacaciones, en dirección a su tierra natal para estar con la familia. Mientras, estalla la guerra civil y se dispara la persecución religiosa. Se detuvo en Mollerussa y fue acogido primero por la familia Mir y más tarde, por la familia Badía. El 24 de agosto de 1936 es detenido y trasladado a la celda número 31 de la cárcel de Lleida. El 5 de diciembre lo envían a Tarragona, porque constaba

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como residente en Cambrils. Y es encarcelado en el barco – prisión “Mahon”, surto en el puerto. El 15 de enero de 1937 fue condenado a muerte por el Tribunal Popular de Tarragona (un tribunal oficial, creado por la Generalitat de Lluis Companys) porque sabía latín y enseñaba la Religión católica a sus alumnos. Tras el veredicto, su abogado defensor, Juan F. Montañés Miralles, se trasladó expresamente a Barcelona con el objetivo de obtener el indulto del presidente de la Generalitat, en el último momento. El presidente del tribunal, el mismo día y desde Barcelona, ordenó adelantar la ejecución. Cuando el abogado Montañés llegó a Tarragona ya lo habían fusilado. El 18 de enero de 1937, alrededor de las tres y media de la tarde, Jaume Hilari era fusilado en el Monte de la Oliva, tal como ha descrito el doctor Miquel Aleu en la entrevista. (En la imagen, la carta que escribió el santo a su padre y familia al confirmarle la condena el Tribunal Popular de Tarragona). El 29 de abril de 1990, Jaume Hilari Barbal fue beatificado por el Papa Juan Pablo II en la plaza de San Pedro del Vaticano, junto con ocho Hermanos de las Escuelas Cristianas de Turón (Asturias); el Pasionista Inocencio de la Inmaculada; la religiosa María Mercé Prat, de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, y el salesiano, padre Filippo Rinaldi. Asistió a la ceremonia el Arzobispo de Tarragona, Ramón Torrella. El 21 de noviembre de 1999, Jaume Hilari fue canonizado por el Papa Juan Pablo II, en la basílica de San Pedro del Vaticano. Es el primer mártir canonizado de todos los que recibieron esta corona martirial en España con motivo de la Guerra Civil (1936-1939) y la persecución religiosa.

DOCUMENTACIÓN

LES SENTÈNCIES DE MORT ES COMUNIQUEN

I LES EXECUTA EL GOVERN DE LA GENERALITAT

(DOGC núm 29, de 28 de gener de 1937).

El Conseller de Justícia, Rafael Vidiella, resol que “Les sentències de condemnament a mort es comunicaran al Govern de la Generalitat per mitjà del Conseller de Justicia, al qual li’n serà tramesa una còpia autoritzada. El Conseller de Justícia donarà rebut de l’entrega, el qual s’unirà a la causa”. Seguidament que el Tribunal rebi l’acús de rebut de la còpia, notificarà la sentència al condemnat, al efectes del termini de l’apartat i de l’art. 18 del decret del 5 de gener de 1937. “La pena de mort s’executarà pel personal designat a l’efecte i hi assistiran les representacions que l’Autoritat legitima cregui convenient.” (Ordre de la Conselleria de Justícia de 18 de gener de 1937)

ESTOS SON LOS RESPONSABLES POLÍTICOS

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Ustedes se preguntarán: ¿Quienes constituían el Gobierno de la Generalitat cuando se produjeron estos hechos? Del 17 de diciembre de 1936 hasta el 3 de abril de 1937 fueron estos señores: Presidente: Lluís Campanys (ERC); Conseller primer i Finances: Josep Tarradellas (ERC); Defensa: Francesc Isgleas (CNT); Justicia: Rafael Vidiella (UGT); Cultura: Antoni M. Sbert (ERC). Seguretat Interior: Artemi Aiguader (ERC); Economía: Diego Abad de Santillán (CNT); Proveiments: Joan Comorera (UGT); Sanitat i Assistència Social: Pere Herrera (CNT); Serveis Públics: Josep Juan Domènech (CNT); Treball i Obres Públiques: Miquel Valdés (UGT); Agricultura: Josep Calvet Móra (UR).

COMPANYS COMMUTA PENES DE MORT En data 12 de gener de 1937 (DOGC núm 14, del 14 de gener de 1937), el president Companys signa un Decret pel qual commuta la pena de mort dictada pel Tribunal Popular de Tarragona, en data 24 de desembre últim, per la de reclusió perpètua a Daniel Vallbona i Sanau, Josep Carreras i Pont i Salvador Palau i Costa. En data 15 de gener de 1937 (DOGC núm 17, del 17 de gener de 1937, pag 260), vista la sentència dictada pel Tribunal Popular de Tarragona amb data 25 de desembre últim, el president Companys commuta la pena de mort per la de reclusió perpètua a Josep M. Sunyer i Vaquet, Josep Roca i Sanuan, Joaquim Sunyer i Paladella, Josep Llop i Peris, Josep Roca i Oriol i Josep Llop i Gasull. El dia 26 de gener de 1937, el president Companys commutava a Isabel Segura i Adell la pena de mort imposada pel Tribunal Popular de Tarragona, per la privació de llibertat en camps de treball correccionals. I el mateix dia commutava la pena de mort dictada pel Tribunal Popular de Tarragona per la de reclusió perpètua a Josep Torrens i Grau, Lluis Solé i Grau, Agustí Solé i Grau, Sebastià Roig i Bover, Eduard Bargalló i Peirats, Joan Mercader i Mercader i Josep Martí i Navarro. (DOGC núm. 29, de 28 gener 1937, pag. 422). Como pueden comprobar, al president Companys se le olvidó conmutar la pena de muerte de SANT JAUME HILARI. Acató la sentencia del Tribunal Popular de Tarragona. Saber latín y enseñar la Región católica a los niños era un delito muy grave, castigado con la pena de muerte. Hoy, a todo esto se corre un tupido velo.

ELS TRIBUNALS POPULARS

EREN ORGANISMES OFICIALS DE LA GENERALITAT (DOGC, núm. 289, 15 d’octubre de 1936, pags. 194 a 196)

El Conseller Primer de la Generalitat de Catalunya, Josep Tarradellas, amb el vist-i-plau del Conseller de Justícia, Andreu Nin, signen un Decret, amb data 13 d’octubre de 1936, creant al territori de Catalunya els Tribunals Populars, que entendran en els actes que directament o indirectament hagin coadjuvat a la rebel·lió militar i al moviment feixista i en aquells que per llur índole especial poden conceptuar-se com a contrarevolucionaris.

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Creats els Jurats Populars per a la repressió del feixisme, per Decret de 24 d’agost de 1936, la realitat demostra que llur eficàcia es redueix únicament i exclusivament a judicar els delictes de rebel·lió militar activa realitzats pels comanaments de l’Exèrcit que s’aixecaren el 19 de juliol del 1936. Cal, doncs, limitar llur competència a entendre dels delictes comesos pels militars amb motiu de l’expressada rebel·lió. L’afany de justícia del poble obliga, per altra banda, a crear aquelles institucions que més s’adiguin i millor interpretin els seus sentiments, garanteixin la integritat de les conquestes proletàries i contribueixin a la victòria en la guerra. A aquest fi es dirigeix aquest Decret pel qual es creen els Tribunals Populars per a entendre dels actes que, directament o indirectament, hagin coadjuvat a la rebel·lió militar i al moviment feixista del 19 de juliol de 1936 i imposar les sancions pertinents, d’acord amb la consciència pública, als responsables.

Les mesures de defensa que es dicten en el Decret van encaminades a protegir i sancionar tots aquells actes que abarquen des dels actes d’espionatge a l’activitat derrotista, passant pels de caràcter terrorista. S’estimen delictius els escorcolls domiciliaris sense obeir ordres de les autoritats legítimes, les denúncies sense fonament per satisfer venjances personals, els augments de preus injustificats, l’especulació, l’acaparament de productes poden considerar-se com a actes contrarevolucionaris dirigits a sabotejar la nova estructuració econòmica. Els Tribunals Populars es compondran d’un president y vuit membres pertanyents a cadascun dels partits polítics i organitzacions sindicals següents: un del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC); un de la Federació Anarquista Ibèrica (FAI); un del Partit Obrer d’Unificació Marxista (POUM); un d’Esquerra Republicana de Catalunya (ERC); un de la Confederació Nacional del Treballs (CNT); un de la Unió General de Treballadors (UGT); un d’Acció Catalana Republicana (ACR) i un de la Unió de Rabassaires (UR). Els membres del Tribunal seran elegits pels partits polítics i les organitzacions sindicals del lloc on es creen Tribunals Populars, amb una llista única composta de setze membres. LA NAVIDAD, LABORABLE A TOTS ELS EFECTES.

(DOGC,núm 360. Divendres, 25 de setembre de 1936, pag. 1164). Tenint en compte las circumstàncies actuals, i d’acord amb el Consell, DECRETO: És declarat hábil a tots els efectes, el día 25 de desembre del mes corrent. Barcelona, 23 de desembre de 1936. El Conseller Primer, Joseph Tarradellas. EL DIA DE REIS TAMBÉ FOU LABORABLE.

(DOGC, núm. 7, Dijous, 7 de gener de 1937, pag. 83)

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Amb data 5 de gener de 1937, el Conseller primer de la Generalitat de Catalunya, Josep Tarradellas, a proposta del Conseller de Justicia, Rafael Vidiella, fa públic un Decret pel qual “es declarat hàbit a tots els efectes judicials, civils, mercantils i administratius, el día 6 de gener ( dia de Reis) d’enguany”. (El Decret es va publicar el día següent a la festa dels Reis, però fou signat amb data 5 de gener). EL CAMBRIO REVOLUCIONARIO.- El cambio revolucionario afectó también al nombre de las calles y de los pueblos. Todos los que llevaban nombres de santos fueron cambiados. Puede comprobarse en el DOGC, con los decretos – ley aprobados los días 1, 7 y 28 de enero, 20 de febrero, 13 y 25 de marzo de 1937, en los que se sustituía el santoral de las denominaciones toponímicas. Otro cambio fue el de las fiestas tradicionales católicas. Por un decreto ley aprobado el 12 de diciembre de 1936 y publicado en el DOCG del mismo 25 de diciembre, el día de Navidad se declaraba jornada laborable a todos los efectos. Otro decreto de 5 de enero de 1937 suprimió el día de Reyes, y se instauró la Setmana de l’infant. El objetivo consistía en hacer desaparecer cualquier vinculación civil con las fiestas instauradas por la Iglesia católica. Como dijo Manuel Azaña, España había dejado de ser católica. Estuvieron a punto de conseguirlo. Esta es la desmemoria histórica que hoy padecemos, auspiciada por autoridades civiles, eclesiásticas y medios de comunicación subvencionados por el poder político. Francesc Basco Gracià. Periodista.

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Carta del adiós de Sant Jaume Hilari a su hermana María.

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El Comisario de Orden Público de la Generalitat en Tarragona,

comunica que el reo ha sido ejecutado. (18 enero 1937).

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Certificado de defunción de Sant Jaume Hilari,

firmado por el Dr. Miquel Aleu. (18 enero 1937).

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Segunda carta dirigida por Sant Jaume Hilari

a su padre y familia, el mismo día de la ejecución.

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