Santuario05

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Lección 5 para el 2 de noviembre de 2013

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Lección 5 para el 2 de noviembre de 2013

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¿Le han perdonado una multa por manejar indebidamente?

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¿QUÉ ES PURIFICACIÓN?Eliminación de las impurezas o

imperfecciones de una cosa.

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El concepto bíblico del pecadoPecado:

Hay muchas teorías

Transgresión de

la ley.

El concepto bíblico es más amplio.

No se limita a un hecho

Marcos 7:21-23

El pecado está en mi propia naturaleza

Romanos 6:23/

Efesios 2:1-5

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La ley ceremonial distinguía entre tres tipos de pecado:

Transgresión involuntaria: Un pecado cometido sin darse cuenta.

Pecado deliberado: Un pecado cometido sabiendo que se está pecando.

Pecado de rebelión: Un pecado cometido por rebeldía contra Dios.

No existía ningún sacrificio que se pudiera ofrecer por un pecado de rebelión. Sin embargo, si existía un arrepentimiento sincero, Dios estaba dispuesto a perdonar incluso los pecados de rebelión, como los cometidos por Acab (1R. 21:27-29) o Manasés (2Cr. 33:12-13)

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El pecador arrepentido debía presentarse en el Santuario con una víctima.

El tipo de víctima dependía del tipo de pecado, el cargo del pecador y su capacidad económica.

Así, la víctima podía ser desde un becerro hasta un par de palominos (hasta se llegaba a aceptar una ofrenda de harina)

La víctima debía cargar con la culpa del pecador para que éste fuera perdonado.

Dios mismo es el que ha cargado sobre sí, en la cruz, con el pecado de toda la humanidad.

“quien llevó él mismo [Jesús] nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1ª de Pedro 2:24)

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“Y pondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda de la expiación, y la degollará en el lugar del holocausto” (Levítico 4:29)

En el momento de imponer las manos, el pecador confesaba sus pecados (Lv.16:21)

De esta forma, la culpa era transferida del pecador a la víctima.

Inmediatamente después, el pecador mismo debía matar a la víctima.

Al confesar nuestros pecados, Jesús carga con nuestra culpa y somos tan responsables de su muerte como el soldado que le clavó.

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¿Si Cristo no había muerto en los tiempos del santuario, eran perdonados los pecadores?

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E.G.W. (Sings of the Times, 15 de julio de 1880)

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El pecador no podía llevar directamente ante Dios la culpa de su pecado. Por ello, la transfería a la víctima y de ésta era transferida al sacerdote, el cual la llevaba ante la presencia de Dios (en el Lugar Santo)

Cuando no llevaba directamente la sangre (como vimos antes), el sacerdote debía comer la carne de la víctima. De esta manera, al entrar en el Lugar Santo, cargaba el pecado y lo presentaba ante Dios.

Jesús, además de morir por nuestros pecados, los cargó sobre sí y los presenta por nosotros ante el Padre, en el Santuario Celestial.

“Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6)

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“Cristo puede salvar hasta lo último porque siempre vive para

interceder por nosotros. Todo lo que el hombre tiene la posibilidad

de hacer por su propia salvación es aceptar la invitación: “El que

quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis

22:17). No hay ningún pecado que pueda cometer el hombre para el

cual no se haya hecho provisión en el Calvario. De esa manera la

cruz, con fervientes exhortaciones, continuamente ofrece al

pecador una expiación completa” E.G.W. (Mensajes selectos, tomo 1, pg. 403)

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“JAH, si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado” (Salmos 130:3-4)

“El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:19)

Por su gran misericordia, Dios ideó una manera para que, sin desvirtuar su justicia, el pecador pudiese obtener el perdón.

Lamentablemente, no todos gozarán de la gracia salvadora de Dios. El perdón de Dios no es barato ni automático. Involucra la lealtad. Los que han experimentado su gracia responden del mismo modo. Así como Dios “se deleita en misericordia” (Miq. 7:18), llama a su remanente a “amar misericordia” (Miq. 6:8). Su pueblo imitará el carácter de Dios. Su vida reflejará su amor, su compasión y su bondad.