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SABIO, AUTOR E HISTORIADOR. CATEGORÍAS ATRIBUTIVAS Y PARALELAS A CID E HAMETE BENENGELI EN EL TEXTO DEL QUIJOTE Santiago A. López Navia Introducción Denominamos categorías paralelas a Cide Hamete Benengeli a aquellas mar- cas que aparecen en el mismo lugar que podría aparecer el propio Cide Ha- mete con su nombre propio. Estas marcas, estas categorías paralelas, desarro- llan determinadas funciones, a veces compartidas con la categoría autoríal y recursiva que es el mismo Benengeli, a veces distintas.! Por otra parte, se encuentran en una situación narrativa igualmente definida, en tanto que son, según se puede verificar con toda claridad, voces de la narración u objeto de las voces de la narración. Hemos seleccionado como categorías paralelas dos que, a nuestro enten- der, lo son claramente: «autor» -como sinónimo de «primer autor» o autor por antonomasia- e «historiador» y sus correspondientes sinónimos, que oca- sionalmente se manifiestan mediante etiquetas como la de «coronista».2 Por lo que respecta a «sabio», lo entendemos como una categoría atributiva de Cide Hamete, precisamente porque se aplica a él con intenciones connotativas orientadas, claro está, a significar su trascendencia. Estudiamos el valor de estas categorías sin trazar una frontera discrimi- 1. Desde nuestro punto de vista. Benengeli realiza ¡as siguientes funciones en el texto del Quijote: estructuración y ordenación del relato, autoría de la historia del Quijote, garantía de la veracidad de dicha historia, esclarecimiento de puntos oscuros, seguimiento de los personajes, crítica o reflexión de carácter moralizante y elemento lúdico dentro de un juego metarrecursivo. 2. No entendemos entre las categorías paralelas a Cide Hamete Benengeli la de su presunto despla· zamiento sobre la frase "dice la Historia». Como se verá más adelante, una de ¡as categorías paralelas a Benengeli es, precísamente, la de historiador y, por lo tanto, seguidor y transcriptor -dimensiones que definen el significado de la condición de autor- de una historia, y no necesariamente creador de ella. La historia que continúa Benengeli comenzó a ser seguida por el segundo autor desde las fuentes imprecisas y los denominados «anales de la Mancha», y desde este punto de vista debe de ser previa a Benengeli. Otra cosa es que entendamos la historia como el resultado de la actividad de cronista de Benengeli, en cuyo caso, y en clarísima relacÍón con el uso de la etiqueta en los libros de caballerías clásicos, la frase es funcionalmente paralela al autor ficticio. Para el estudio de la frase «dice la Historia», cfr. R.S. Willis, The Phalllom Chaplers 01 the Quixote. Nueva York, 1953. 211

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SABIO, AUTOR E HISTORIADOR. CATEGORÍAS ATRIBUTIVAS Y PARALELAS

A CID E HAMETE BENENGELI EN EL TEXTO DEL QUIJOTE

Santiago A. López Navia

Introducción

Denominamos categorías paralelas a Cide Hamete Benengeli a aquellas mar­cas que aparecen en el mismo lugar que podría aparecer el propio Cide Ha­mete con su nombre propio. Estas marcas, estas categorías paralelas, desarro­llan determinadas funciones, a veces compartidas con la categoría autoríal y recursiva que es el mismo Benengeli, a veces distintas.! Por otra parte, se encuentran en una situación narrativa igualmente definida, en tanto que son, según se puede verificar con toda claridad, voces de la narración u objeto de las voces de la narración.

Hemos seleccionado como categorías paralelas dos que, a nuestro enten­der, lo son claramente: «autor» -como sinónimo de «primer autor» o autor por antonomasia- e «historiador» y sus correspondientes sinónimos, que oca­sionalmente se manifiestan mediante etiquetas como la de «coronista».2 Por lo que respecta a «sabio», lo entendemos como una categoría atributiva de Cide Hamete, precisamente porque se aplica a él con intenciones connotativas orientadas, claro está, a significar su trascendencia.

Estudiamos el valor de estas categorías sin trazar una frontera discrimi-

1. Desde nuestro punto de vista. Benengeli realiza ¡as siguientes funciones en el texto del Quijote: estructuración y ordenación del relato, autoría de la historia del Quijote, garantía de la veracidad de dicha historia, esclarecimiento de puntos oscuros, seguimiento de los personajes, crítica o reflexión de carácter moralizante y elemento lúdico dentro de un juego metarrecursivo.

2. No entendemos entre las categorías paralelas a Cide Hamete Benengeli la de su presunto despla· zamiento sobre la frase "dice la Historia». Como se verá más adelante, una de ¡as categorías paralelas a Benengeli es, precísamente, la de historiador y, por lo tanto, seguidor y transcriptor -dimensiones que definen el significado de la condición de autor- de una historia, y no necesariamente creador de ella. La historia que continúa Benengeli comenzó a ser seguida por el segundo autor desde las fuentes imprecisas y los denominados «anales de la Mancha», y desde este punto de vista debe de ser previa a Benengeli.

Otra cosa es que entendamos la historia como el resultado de la actividad de cronista de Benengeli, en cuyo caso, y en clarísima relacÍón con el uso de la etiqueta en los libros de caballerías clásicos, la frase sí es funcionalmente paralela al autor ficticio. Para el estudio de la frase «dice la Historia», cfr. R.S. Willis, The Phalllom Chaplers 01 the Quixote. Nueva York, 1953.

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Santiago A. l~ópez Navia

natoria entre el Quijote de 1605 y el de 1615, con la intención de abordar el problema desde una perspectiva global.

Análisis de las categorías atributivas y paralelas «sabio», «autor» e «historiador»

"SABIO»: CATEGORÍA ATRIBUTIVA

El concepto de «sabio>, previo a la aparición textual de Benengeli

Sabemos que en los ochó primeros capítulos del Quijote de 1605, pre­vios a la aparición nominal de Cide Hamete, don Quijote especulaba sobre la posible existencia de un sabio que, según lo normal en el mundo caballe­resco, debería estar pendiente de sus pasos y de la elevación de sus haza­ñas a la esfera de la historia. En otros momentos, también la especulación de los personajes se dirige a este sabio, tratando de explicarse, cuando me­nos, quién pueda ser y cuál es la ascendencia ejercida sobre ellos desde el plano de lo mágico. De esta manera, el propio don Quijote llega a supo­ner que el nombre que le da su escudero Sancho en determinado momento -«Caballero de la Triste Figura»- es una filtración de las intenciones del sabio en cuestión:

[ ... ] el sabio a cuyo cargo debe de estar el escribir la historia de mis hazañas, le habrá parecido que será bien que yo tome algún nombre apelativo, como lo tomaban todos los caballeros pasados [ ... ]3

Con esto, no sólo se reafirma el estatuto teleológico del sabio a distancia, sino que el protagonista concibe, en su invención, un paralelismo entre el autor y la historia a través de Sancho, a quien dice don Quijote:

[ ... ] el sabio ya dicho te habrá puesto en la lengua y en el pensamiento ahora que me llamases el Caballero de la Triste Figura [ ... ].4

Igual especulación, pero con distinto contenido, es la que el protagonista basa sobre futuribles acontecimientos, cuando declara:

[ ... ] y podría ser que el sabio que escribiese mi historia deslindase de tal ma­nera mi parentela, que me hallase quinto o se sto nieto de rey.5

Este hecho se sitúa en medio de una amplia invención fantástica que de­sarrolla don Quijote en el capítulo veintiuno de la Primera Parte de la obra, contexto que supone una auténtica recreación del mundo caballeresco con sus ingredientes más significativos. Una vez hecha esta relación fantástica, en donde muy bien podríamos ver las andanzas de un caballero prototípico, el protago-

3. l. 19. Citamos el texto por la edición de Martín de Riquer, Barcelona, Planeta. 1980. 4. lbíd" I. íd. 5. Ibíd" 1, 21.

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nista pasa a suponer una probable ascendencia regia, en la distancia del tiempo pero no en los posibles límites de la historia,

En otra ocasión, don Quijote supone que el sabio es un colaborador per­sonal de los personajes de la historia:

¿Sabes de qué estoy maravillado, Sancho? De que me parece que fuiste y ve­niste por los aires [.,.] por lo cual me doy a entender que aquel sabio nigromante que tiene cuenta con mis cosas y es mi amigo (porque por fuerza le hay, y le ha de haber, so pena que yo no seria buen caballero andante), digo que este tal te debió de ayudar a caminar, sin que tú lo sintieses.6

Dentro del vuelo fantástico de don Quijote, observarnos que: 1. Siente al sabio nigromante «que tiene cuenta con mis cosas» no sólo

en el sentido de «tener cuenta» con la narración e investigación histórica de su andadura, sino en tanto partícipe o coadyuvante de sus movimientos, con lo cual la figura del sabio, desde este presupuesto hipotético de la inventiva del protagonista, se integra en el área de los personajes, o cuando menos roza los límites de esta área,

2. La percepción y la pericia vigilante del sabio son condiciones que defi­nen la esencia misma del estatuto ortodoxo de un caballero andante, bien en­tendido que estas condiciones se conjugan con otras que no son ahora objeto de nuestro interés, El mismo Don Quijote intuirá que el sabio sigue la histo­ria con intención de divulgarla con fidelidad:

Yo te aseguro, Sancho -dijo don Quijote-, que debe de ser algún sabio en­cantador el autor de nuestra historia: que a los tales no se les encubre nada de lo que quieran escribir.7

y también el protagonista remitirá al sabio autor de su historia la res­ponsabilidad probable de haber trastocado la verdad de la misma y de sus personajes, después de que Sancho le relata la invención de su pasada entre­vista con Dulcinea, grosera y polvoriente frente a la imagen delicada y dulce que cuadra con la monomanía de don Quijote:

[ ... ] y así, temo que en aquella historia que dicen que anda impresa de mis hazañas, si por ventura ha sido su autor algún sabio mi enemigo, habrá puesto unas cosas por otras, mezclando con una verdad mil mentiras [ .. ,]. 8

Pero si las anteriores especulaciones permanecían en su propio terreno, en alguna ocasión la hipótesis cede terreno ante la seguridad:

y ¡cómo -dijo Sancho- si era sabio y encantador, pues (según dice el ba­chiller Sansón Carrasco, que así se llama el que dicho tengo) que el autor de la historia se llama Cide Hamete Berenjena!9

6. Ibfd .. l, 31. 7. Ibfd., !l, 2. 8. ¡bid" n, 8. Aquí la palabra «autor» figura como atributo de «sabio. y no al revés, según CI'CO.

9. ¡bid., n, 2.

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Samiago A. López Navia

Lo que antes formaba parte de las suposiciones de los personajes -par­ticularmente de don Quijote- sobre el sabio encantador, pasa a ser evidencia con la revelación de la existencia de uno, con nombre propio, árabe por más señas, y para mayor garantía de su estatuto de sabio y de encantador.

La categoría atributiva «sabio» nada tiene que ver con las voces de la narración, en el sentido de que penetra en el mundo de los personajes como uno más que se supone coadyuvante u oponente, según las circunstancias. Des­de la etiqueta de «sabio», Benengeli no toma la palabra como entidad litera­ria activa, sino que es un objeto de las voces textuales, concretamente de las voces de los personajes, y es considerado, principalmente, como uno de los componentes que integran el mundo literario que inspira al protagonista.

"Sabio» como atributo de Cide Hamete Benengeli

Lo propio de la etiqueta que estamos analizando es que funciona como un elemento sintagmáticamente añadido a Cide Hamete o como un atributo ligado a su nombre. Leemos así los dos siguientes ejemplos:

Cuenta el sabio Cide Hamete Benengeli [ ... ]; 10

-Desa manera, ¿verdad es que hay historia mía, y que fue moro y sabio el que la compuso?ll

"AUIDR»: PRIMERA CATEGoRíA PARALELA

Recurso de carácter lúdico

Del mismo modo que Benengeli es objeto de un juego en el que el narra­dor se complace en confundirnos en lo tocante a su veracidad y puntualidad, la categoría paralela que ahora estudiamos recibe el mismo tratamiento:

Si a ésta [la historia) se le puede poner alguna objeción cerca de su verdad, no podrá ser otra sino haber sido su autor arábigo, siendo muy propio de los de aquella nación ser mentirosos [ ... ] y si algo bueno en ella faltare, para mí tengo que fue por culpa del galgo de su autor, antes que por falta del sujeto. 12

Como vemos, sujeto a la crítica del narrador, el autor es tildado de sospe-choso de mentira debido a su condición racial, juego que se repitirá; y a él, por esta razón, se le achacan, motejado de «galgo» como buen moro, los posi­bles fallos de la historia en claro contraste con otros momentos de encendido elogio de su puntualidad.

Del mismo modo, la condición racial del moro autor volverá a ponerse en contra de su credibilidad, según leemos en las impresiones de don Quijote, transmitidas por el narrador:

10. lbíd., 1, 15. 11. lbid., n, 3. 12. [bid., l. 9.

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["'] pero desconsolóle pensar que su autor era moro, según aquel nombre de Cide; y de los moros no se podía esperar verdad alguna, porque todos son embe­lecadores, falsarios y quimeristas. l3

El juego sobre el autor consiste, en otra ocasión, en mantener la ambi­güedad y el misterio sobre las líneas de continuación de la historia. En el largo final del Quijote de 1605, se nos dice que el autor no ha podido hallar noticias de la tercera salida del protagonista; se nos informa a propósito de su condición de «historiador», concediéndosele la categoría de «fidedigno», y finalmente se pide la misma atención y el mismo crédito para la historia que se concede a los libros de caballerías, que son objeto de crítica al final de la Primera Parte de la obra, en justa correspondencia con el final de la Segunda, tal y como leemos al final del capítulo n, 74, en donde el autor declara el mismo objetivo.

Este recurso de mantenimiento de expectativas, que apreciábamos a la vista del comentario del narrador sobre la actitud del autor ante su historia, enlaza con la declaración de los personajes, ya en la Segunda Parte, sobre la continuación de la misma:

y por ventura -dijo don Quijote-, ¿promete el autor segunda parte? -Sí prometes -respondió Sansón-; pero dice que no ha hallado ni sabe

quidn tiene, y así estamos en duda si saldrá o no; y así por esto como porque algu­nos dicen: "Nunca segundas partes fueron buenas» L .. ] se duda que no ha de ha­ber segunda parte (u.].

-y ¿a qué se atiene el autor? -A que -respondió Sansón- en hallando que halle la historia, que él va

buscando con extraordinarias diligencias, la dará luego a la estampa, llevado más del interés que de darla se le sigue que de otra alabanza alguna. 14

Esto conecta con lo que antes hemos mencionado, es decir, la declaración de incapacidad asumida por el narrador para continuar la historia en el capí­tulo I, 52, final del Quijote de 1605. He aquí un ejemplo de la labilidad narra­tiva del texto, que nos sugiere las siguientes reflexiones:

1. Sabemos por evidencias textuales que Cide Hamete Benengeli soporta la responsabilidad de la autoría de esta Segunda Parte, pues leemos en n, l, al mismísimo comienzo del Quijote de 1615:

Cuenta Cide Hamete Benengeli, en la segunda parte desta historia ( ... ].15

2. En n, 4, tal y como hemos transcrito con anterioridad, los personajes se preguntan por la Segunda Parte, y lo más curioso es que están, según lo visto anteriormente, dentro de la Segunda Parte propiamente dicha.

3. De alguna manera, pues, se nos muestra una autoría paralela a la ig­norancia de que la misma existe. Los personajes especulan sobre una parte

13. lbíd., n, 3. 14. lbíd., n, 4. 15. ¡bid., n, l. El subrayado es mío.

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aún inexistente en el transcurso original de los hechos que sirven de base a la historia que constituye el texto de la Segunda Parte del Quijote, que, sin embargo, el autor ya ha construido. ¿Entonces?

Una solución feliz parece ser la siguiente: el autor nos tmnsmite, mediante el diálogo de los personajes, las dudas que en un momento determinado mos­tmron éstos respecto a la Segunda Parte de la historia. Como quiem que ésta está escrita por Cide Hamete Benengeli a posteriori, se entiende que el autor pudo averiguar en su momento que sus propios personajes se plantearon el problema de la continuidad de la historia, que el autor mismo no había aún hallado según la declaración de aquéllos. De momento parece coherente que a lo largo de todo el Quijote de 1605 no se nos hable de la circulación impre­sa de la historia, pues sólo en la Segunda Parte tenemos noticia, según las revelaciones de Sansón Carrasco, de la existencia impresa de la Primera. Y re­calcamos de la existencia impresa, no de la existencia en sí, pues ya en 1, 9 se nos revela la del manuscrito en el que se recoge la historia de don Quijote, perdida en el capítulo inmediatamente anterior.

Con todo, surge la eterna pregunta en el estudio de la narmtología del Quijote: ¿recurso o descuido? ¿Engaño a los ojos o error de composición en la obra, demasiado rica en detalles como para tenerlos todos en cuenta? ¿Jue­go demasiado complejo, contradictorio en sí mismo? Y en todo caso, ¿juego conscientemente contmdictorio?

Como apoyo de lo que hemos dicho anteriormente, aducimos una revela­ción de Sancho, planteada en los siguientes ténninos:

Atienda ese señor moro. o lo que es, a mirar lo que hace; que yo y mi señor le daremos tanto ripio a la mano en materia de aventuras y de sucesos diferentes, que pueda componer no sólo segunda parte, sino ciento. Debe de pensar el buen hombre, sin duda. que nos dormirnos aquí en las pajas [ ... ] si mi seflor tornase mi consejo, ya habíamos de estar en esas campañas deshaciendo ag¡'avios yende­rezando tuertos. como es uso y costumbre de buenos andantes caballeros. 16

O lo que es lo mismo:

1. Que no puede haber historia sin que los personajes la hagan. 2. Que los personajes irán dando al autor pautas progresivas pam cons­

truir la historia, lo que refuerza la consideración de que Benengeli es autor de la historia a poste rio ri: no existe contmdicción por más que el aparente paralelismo autor-Segunda Parte inexistente la quiera tmer de la mano de la especulación de los personajes.

3. El personaje resulta sel~ ahora, gamntía de que la historia existirá. Léase, si no, la declaración final de la voluntad de Sancho en el sentido de "hacer» aventuras y, por consiguiente, material para la historia.

Pero continuemos con el juego. Más adelante, en la Segunda Parte de la historia, leemos más dudas del narmdor sobre la ausencia de aclaración del

16. [bid .• n, 4.

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referente por parte del autor, que no nos dice si las labradoras, que Sancho convertirá en Dulcinea y cortejo, vienen sobre pollinos o pollinas. No deja de resultar curioso que el narrador destaque una ausencia de puntualidad al res­pecto de detalles tan pequeños y tan faltos de trascendencia, con lo cual se entiende aún más el objetivo lúdico de la observación a propósito de las fal­tas de exactitud en la transmisión de los datosP El narrador nos explica una actitud por defecto, y cada cual extrae sus consecuencias.

Ahora bien: también en su palabra el narrador nos manifiesta que el autor es merecedor de credibilidad por razón de su minuciosidad en la transcrip­ción de los detalles. Si bien en alguna ocasión el autor parece obrar por de­fecto, en otras cumple su misión con creces, hasta el punto de que el traduc­tor decide omitir tantos pormenores por el bien de la historia:

Aquí pinta el autor todas las circunstancias de la casa de don Diego, pintándo­nos en ellas lo que contiene una casa de un caballero labradOl- y rico; pero al traductor desta historia le pareció pasar estas y otras semejantes menudencias en silencio; porque no venían bien con el propósito principal de la historia [ ... ].18

He aquí que el traductor se convierte, a despecho del autor primero, en juez de los factores pertinentes para la historia, determinando lo que, inde­pendientemente de las previsiones de su responsable, es o no susceptible de ser contemplado en la descripción que traduce.

Seguimiento del personaje

En el centro del capítulo 1, 16, leemos del arriero que duerme en la venta que:

[ ... ] era uno de los ricos arrieros de Arévalü, según lo dice el autor desta his­toria que deste arriero hace particular mención. porque le conocía muy bien. 19

El narrador, pues, nos explica qué dice el autor sobre el arriero. Pode­mos, así, apreciar que Benengeli, bajo su etiqueta de autor. posee un conoci­miento particular de sus personajes. Este grado de dominio, por medio del conocimiento, se extiende al carácter sensible de un Sancho Panza que llora al ver partir a su señor hacia la malograda aventura de los batanes:

Destas lágrimas y determinación tan honrada de Sancho Panza saca el autor desta historia que debía de ser bien nacido, y. por lo menos, cristiano viejo.2o

Del mismo modo, el autor sigue distintamente a don Quijote, cuyas acti­tudes exageradas le prejuician en el sentido de temer por la credibilidad de

17. [bid., TI, 10. 18. Ibid., TI, 18. 19. Ibíd" 1, 16, 20. [bíd., 1, 20, Sancho. más adelante, manifestará su satisfacción V conformidad con el tratamiento

de que ha sido objeto por parte del autor: «[ ... ] me ha dado gusto qu~ el autor de la historia haya ha­blado de mí de manera que no enfadan las cosas que de mí se cuentan» (Ibid.,I1, 3). Sí le enfadarán a Sancho, en cambio, los improperios que figuran en torno a él en el ralso QuiJote de Avellaneda, como dcclard en el mornento oportuno'

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su historia. Conocemos este hecho por el estilo indirecto y por la posterior explicación del narrador sobre la actitud del autor:

Llegando el autor desta grande historia a contar lo que en este capítulo cuenta, dice que quisiera pasarle en silencio, temeroso de que no había de ser creído; porque las locuras de don Quijote llegaron aquí al término y raya de los mayores que puedan imaginarse, y aún pasaron dos tiros de ballesta más allá de las mayo­res. Finalmente, aunque con este miedo y recelo, las escribió de la misma manera que él las hizo, sin añadir ni quitar a la historia un átomo de la verdad, sin dárse­le nada por las objeciones que podían ponerle de mentiroso.21

Con lo anterior, volvemos a saber de la intencionalidad del autor sobre la historia, basada en un propósito de fidelidad y exactitud en la transcrip­ción de los hechos. Pero igual que el autor se resiente por la indiscreta y poco creíble fonna de comportamiento de su caballero, otras veces exalta, en intervención directa, su persona y sus hazañas:

¡Oh fuerte y sobre todo encarecimiento animoso don Quijote de la Mancha, espejo donde se pueden mirar todos los valientes del mundo, segundo y nuevo don Manuel de León [ ... ). ¿Con qué palabras contaré esta tan espantosa hazaña, o con qué razones la haré creíble a los siglos venideros? [ ... ]. Tus mismos hechos sean los que te alaben, valeroso manchego; que yo los dejo aquí en su punto, por faltarme palabras con que encarecerlos.22

De forma que lo que antes eran palabras para dar a la luz hechos poco dignos de crédito, ahora es falta de palabras para encarecer las aventuras que, a costa de ser magníficas, son también irrepetibles.

El autor roza la historia

[ ... ] según lo dice el autor desta historia que deste arriero hace particular mención, porque le conocía muy bien, y aun quieren decir que era algo pariente suYO.23

Éste es el segundo momento de un fragmento que transcribimos con an­terioridad, y en él tiene lugar el posible emparentamiento de un personaje con el autor. El autor, pues, desciende a la categoría metahistórica, pues lo percibimos adscrito a un estatuto que roza a otro personaje de la historía, por aproximación. Sometido a las presunciones de las fuentes indefinidas (<<quieren decir»), el autor penetra un poco más en los límites del mundo de

,""us creaciones, con lo cual su estudio se hace tan interesante como resbaladiw.

La categoría «autor» como atributo de Benengeli

La categoría «autor» aparece en ocasiones no conlO voz de la narración o como objeto de las voces del texto, sino como atributo de Benengeli:

2 L ¡bid., n, 10. 22. ¡bid, n, 17. 23. ¡bid., 1, 16.

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Sabio, autor e historiador

Cuenta Cide Hamete Benengeli, autor arábigo y manchego [ ... ].24

En este caso, y en todos los casos en los que la palabra «autor» desarro­lla esta función atributiva como aposición al nombre propio del moro, se en­cuentra en la misma situación narrativa que Benengeli y asume sus mismas funciones.

El valor de la responsabilidad indiscutible sobre la historia se aprecia en observaciones como la siguiente:

Real y verdaderamente, todos los que gustan de semejantes historias como ésta deben mostrarse agradecidos a Cide Hamete, su autor primero [ ... ].25

Finalmente, observamos este atributo en aposición en n, 70, en donde leemos:

[ ... ] y en este tiempo quiso escribir y dar cuenta Cide Hamete, autor desta grande historia [ .. .].

Cide Hamete Benengeli, autor revelado

La etiqueta doble e intercambiable autor-Benengeli nos es revelada me­diante la declaración del personaje Sancho, que delimita la categoría actuali­zándola con la marca formal de la determinación y confirma todas las ante­riores reflexiones que nos conducían a suponer la intercambiabilidad de Cide Hamete Benengeli por «autor» y viceversa:

[ ... ] el autor de la historia se llama Cide Hamete Berenjena.26

Justificación de factores narrativos concretos

En el capítulo tercero de la Segunda Parte del Quijote, el autor es traído a colación y criticado a propósito de la inclusión de la novela del "Curioso Impertinente»:

Una de las tachas que ponen a la tal historia -dijo el bachiller- es que su aUlor puso en ella una novela intitulada "El Curioso Impertinente»; no por mala ni por mal razonada, sino por no ser de aquel lugar, ni tiene que ver con la historia de su merced del señor don Quijote.27

Parece claro que Cervantes está saliendo aquí al paso de la recepción lite­raria de su texto en su propio tiempo. Y es muy cierto que la historia del "CuriOSO» está efectivamente desgajada del decurso central de los aconteci­mientos, a diferencia de la unidad narrativa del "Cautivo», que incide clara­mente en ellos y que no se encaja desde la lectura de un personaje -como

24. ¡bid .. J, 22. 25. ¡bid., 11, 40. 26 ¡bid., 11, 2. 27. lbld .. n, 3.

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el "Curioso»-, sino desde la comunicación de la propia experiencia del capi­tán, que, tras su cautiverio, regresa a su patria.

Por lo que toca a don Quijote, entiende esta inserción como una falta de acierto del autor, de quien dice:

[ ... ] no ha sido sabio el autor de mi historia, sino algún ignorante hablador, que a tiento y sin algún discurso se puso a escribirla, salga lo que saliera [ ... ].28

También en el capítulo tercero de la Segunda Parte se da cuenta de los múltiples errores de composición de la historia que el autor comete en la Primera Parte: hurto del asno de Sancho y destino de los cien escudos halla­dos en la maleta en Sierra Morena. Un capítulo después, el mismo Sancho Panza justificará estas lagunas.29

En otra ocasión, el narrador nos revela la existencia de datos que no figu­ran propiamente en la historia escrita por el autor, pero que fueron desarro­llados por éste sin insertarlos en el texto. Sobre la amistad de Rocinante y del rucio, sabemos que,

[ ... ] el autor desta verdadera historia hizo particulares capítulos della; mas que, por guardar la decencia y decoro que a tan heroica historia se debe, no los puso en ella, puesto que algunas veces se descuida deste su prosu­puesto [ .. .].30

El autor ha dejado muestras escritas desta amistad en otras fuentes, las cuales se cuida mucho de revelar el narrador, en revesando la posibilidad de identificación del núcleo informativo de los datos mencionados:

Digo que dicen que dejó el autor escrito que los había comparado en la amis­tad a la que tuvieron Niso y Euríalo, y Pílades y Orestes.31

Es decir, que hay que localizar este dato dentro de las fuentes indefinidas e impersonales del «dicen», ajenas a la historia propiamente transmitida en el texto manuscrito hallado en 1, 9.

El autor como motivador de reflexión moral del narrador

Tal vez sea esta ocasión la única en la que el primer autor es el causante, con sus reflexiones, de una intervención autónoma del narrador. En los otros casos, el narrador explicaba comentarios ajenos, bien del traductor, bien de los personajes; pero en esta ocasión, es el propio narrador quien desarrolla

28. ¡bid., n, íd, 29. En el capítulo 1I, 4, se produce una crítica al autor sobre lo que no puso, justificando que la

ausencia de datos es únicamente responsabilidad de él, y retomando las partes del texto en que antes figuraba el error. Incluso se considera la posibilidad de elevar al nJismo autor la conveniencia de consi­derar en futuras in1presiones todos los datos {{omitidos».

Por tanto, tal y como vemos, Cervantes tiene a mano con esto la posibilidad de jugar sobre la base de sus propios errores, i01plicando al autor y desarrollando una red de recursos en torno al cuestiona­n1ienro de su propia pericia.

30. lh{d" 1I, 12. 31. ¡bid" n, íd.

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Sabio, autor e historiador

una breve digresión sobre el acierto que tuvo el autor en comparar la amistad de los animales a la de los hombres. Entre otras cosas, esto mismo es lo que dice cuando escribe:

y no le parezca a alguno que se anduvo el autor algo fuera de camino en haber comparado la amistad des tos animales a la de los hombres; que de las bestias han recibido muchos advertimentos los hombres y aprendido muchas co­sas de importancia

«HISTORIADOR»: SEGUNDA CATEGORÍA PARALELA

Atributo de Cide ¡¡ame te

Del mismo modo que las dos anteriores categorías han funcionado, en ocasiones, como atributos de Benengeli, la etiqueta "historiador» viene a inscribirse en la misma función:

Cide Hamete Benengeli fue historiador muy curioso y puntual [ ... ].33

Como observamos, el núcleo del atributo está reforzado por dos adjetivos tan significadores de mérito como «curioso» y «puntual», que nos recuerdan el gusto de Benengeli por el detalle y la precisión regularmente observados, excepción hecha de algunos contextos. Más adelante se nos habla del,

[. .. ] sabio y atentado historiador Cide Hamete Benengeli34

En este caso, «sabio» aparece no de forma independiente de "historia­don>, es dech~ en tanto sustantivo, sino en función adjetiva, constituyendo, junto con «atentado)}, un grupo adjetivo múltiple respecto de «historiador», junto al cual, y en sus mismas funciones, aparece su sinónimo «coronista,,:

Entra Cide Hamete, coronista desta historia [ ... ].35

El historiador sometido al juicio de sus persoywjes

En el capítulo n, 2, en medio de la justificación de los errores de la Pri­mera Parte, Sancho declara que:

[ ... ] e! historiador se engañó, o ya sería descuido de! impresor.36

De esta manera, Sancho se distancia de la posibilidad de que el lector piense que la culpa de las precariedades en la exactitud de la historia sea de los personajes, que salen al paso, por boca del escudero de don Quijote, para aclarar que siguieron realizando hechos que el historiador no transcri­bió oportw1amente.

32. ¡bid., n, íd. 33. ¡bid., 1, 16. 34. ¡/>íd.,!, 27. 35. [bid., n, 27. 36. lInd., n, 2.

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Page 12: Santiago A. López Navia Introducción · resco, debería estar pendiente de sus pasos y de la elevación de sus haza ... Este recurso de mantenimiento de expectativas, que apreciábamos

Santiago A. López Navia

Marca estructuradora del relato

También desde su categoría de historiador, Benengeli deja y toma el hilo del relato para cambiar de tema en virtud de la estructuración de las unida­des narrativas y en función de su voluntad ordenadora de éstas, única que rige el transcurso de los acontecimientos y marca fronteras entre ellos. Al fi­nal del capítulo n, 46, se nos dice del protagonista que,

[ ... ]le sucedió otra aventura más gustosa que la pasada, la cual no quiere su his­toriador contar ahom, por acudir a Sancho Panza, que andaba muy solícito [ ... ].37

* * *

Al final de nuestro trabajo queda la duda de quien intenta seguir las huellas de Cide Hamete Benengeli en cualquiera de sus manifestaciones. El investiga­dor de este recurso juega la carta de la imprecisión, riesgo insoslayable cuando se estudia un elemento narrativo definido en su propia naturaleza por la impre­cisión misma que late en cualquier creación al servicio del divertimento litera­rio. Pero queda también la satisfacción de haber participado, siquiera por apro­ximación humilde, del seguimiento de las huellas de un valor que atesora secretos tal vez todavía no vislumbrados. Ojalá el tiempo y la inspiración sean instrumentos válidos para seguir en el camino.

37. Ibíd .. n. 46.

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