Rudolf Steiner - El Cristianismo Y Los Misterios De La Antigüedad

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    ELCRISTINISMOYLOSMISTERIOSDEL NTIGUEDD

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    RUOLFSTEINER

    ELCRISTINISMOYLOSMISTERIOSDEL NTIGEDD

    ED ITORIALRUOLFSTEINERGuipzcoa, 11 1.0MADRID -20 Espaa)

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    Ttu lo original DasChristentumalsmystischeTatsa-cheunddieMysteriendesA ltertumsTraductores JuliaHernndezSansyRafaelM artn -A rta joPortada W. Roggenkamp 1976by RudolfSteinerVerlagAG. Dornach-Suiza(8. edic in) 1984EditorialRudolfSteiner,S.A. Madrid Reservados todoslosderechosparaEspaaylospasesde hablahispana

    I. S.B.N.: 84-85370-09-0Depsitolegal: M. 5.783-1984Imprime:GrficasValencia, S. A.LosBarrios, l. PolgonoIndustrial aboCalleja.Fuen labrada Madrid).

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    PREFACIO A LA SEGUNDA EDICIONALEMANA DE 191El Cristianismo como Hecho Mstico es como titul su

    autor esta obra cuando hace ocho aos r.euni en ella lcontenido de unas conferencias pronunciadas por l en1902. Con este ttulo se quiso poner de relieve el carcterpeculiar del libro que no iba a ser una simple exposicinhistrica del contenido mstico del Cristianismo sino unadescripcin de su gnesis sobre la base de una concepcinmstica. a tesis subyacente es que en la gnesis delcristianismo concurrieron determinados hechos espiritua-les que nicamente pueden ser abordados desde unaperspectiva semejante. Slo a travs del propio contenidodel libro podr apreciarse claramente que con la expre-sin concepcin mstica el autor no se refiere a algoque se apoya ms en vagas intuiciones emotivas que enrazonamientos estrictamente cientficos. Hoy en da exis-ten amplios crculos en los que se concibe lo mstico enel primer sentido y debido a ello muchos lo consideranun aspecto de la vida anmica del hombre ajeno enconsecuencia a la autntica ciencia. En el presentelibro la palabra mstica ser entendida como expresinde un fenmeno espiritual cuya verdadel a naturalezasolamente podr ser aprehendida s el conocimiento de

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    aquel brota de las fuentes de la vida espiritual misma.Aquellos que rechacen el conocimiento que emana de talesfuentes no sern capaces de establecer vnculo alguno conel contenido de esta obra. Slo quienes conciban lamstica de modo que en ella pueda imperar l mismaclaridad que se d en los fenmenos de las cienciasnaturales slo tales personas sern capaces de aceptarque aqu se explique de una forma mstica el contenidomstico del Cristianismo. Porque en este libro no solamen-te es importante el fondo sino tambin y sobre todo lasvas de conocimiento que se han seguido en su elaboracin.

    En nuestra poca actual son muchos los que rechazanrotundamente esta clase de mtodos de conocimiento. Losconsideran contrarios a l verdadera ciencia. Y en estecaso se encuentran no slo aquellos que pretenden unavalidez absoluta para determinada interpretacin del mun-do acorde con sus propias ideas basada en el autnticoconocimiento de las ciencias naturales sino que en lmisma disposicin se hallan tambin aquellos otros queprofesando el Cristianismo desean reflexionar sobre lnaturaleza del mismo. El autor de esta obra parte de lconviccin de que los logros alcanzados por las cienciasimponen l necesidad de elevarse al nivel de una msticaautntica. Este punto de vista pondr de manifiesto quecualquier otra actitud frente al conocimiento est encontradiccin con todo lo que ofrecen dichos logros.Algunos pretenden aplicar determinados mtodos de co-nocimiento con un carcter totalmente excluyente porcreer que con ello se asientan sobre el terreno firme de lasciencias naturales; resulta sin embargo que con talesmtodos no se pueden abarcar ni siquiera las consecuen-cias de esas mismas ciencias.Slo aceptarn este libro los que estn dispuestos a

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    admitir que una apreciacin correcta de nuestro portento-so conocimiento actual de la naturaleza es perfectamentecompatible con l verdadera mstica.Mediante lo que aqu se denomina conocimiento ms-tico en este libro se quiere mostrar de qu forma elmanantial del Cristianismo dispuso sus propias condicio-nes de existencia sobre los Misterios de los tiemposprecedentes. En esta mstica precristiana se extiende elterreno en el que como una semilla de forma indepen-diente germinar el Cristianismo; este punto de vistahace posible comprender ste en su esencia independienteaunque su desarrollo se contemple partiendo de l msticaprecristiana. De no considerarse as l cuestin sera muyposible que no llegara a captarse ese carcter independien-te que hemos subrayado y se creyera que el Cristianismono fue otra cosa que un mero desarrollo ulterior de algoque ya exista en l mstica precristiana. Muchos contem-porneos nuestros han cado en este error cuando alcomparar el Cristianismo con las concepciones precristia-nas han llegado a l conclusin de que las ideas cristianasno eran ms que una continuacin de las precristianas. Elpresente libro trata de mostrar cmo el Cristianismopresupone l mstica primitiva anterior al igual que elgermen vegetal presupone su suelo. o que se propone esresaltar l esencia del Cristianismo precisamente en sucarcter peculiar a travs del estudio de su gnesis sinpretender en modo alguno borr r tal peculiaridad.

    El autor se permite mencionar aqu un hecho que leproduce profunda satisfaccin y es que este enfoque de lnaturaleza del Cristianismo ha encontrado eco en unhombre notable que en el mejor sentido de l palabra haenriquecido l cultura de nuestro tiempo con sus valiosasobras sobre l vida espiritual de l humanidad. Se trata

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    deEdouard Schur autor de Los Grandes Iniciados.Schursehalla tan compenetradocon elpuntodevistaex-puestoenelpresentelibro quelm ismohaemprendidosutraduccin al francs con el ttulo de Los M isteriosAntiguos y los Misterios Cristianos. Por cierto quecomo sntoma del actualanhelo por comprender l natu-raleza del Cristianismo en un sentido como el aquexpuesto cabe aadir que l primera edicin ha sidotraducida a otras lenguas europeas adems dealfrancs.lpreparar esta segunda edicin el autor no haencontrado motivo alguno para modificar nada esencial;porelcontrario seha limitadoaampliarloquehaceochoaos escribi. Ha intentado asimismo dar a algunosaspectos mayor precisin y detalle de loque fue posibleentonces. Por urgencias de trabajo el autor lamentable-mente se vioobligado a dejar transcurrir unlargo lapsode tiempo entre el momento enque seagot l primeraedicin y l aparicin deesta segunda.Mayo de1910.udolfStener

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    PUNTOS DE VIST

    El pensamiento cientfico ha trastornado de arribaabajo la vida conceptual de los tiempos modernos. Cadav z s hace ms dificil hablar de las necesidades espiri-tuales y de la vida del alma sin tener en cuenta losconceptos los descubrimientos de la ciencia. Bien sverdad que existe todava buen nmero de hombres quesatisfacen tales necesidades sin permitir que esas gran-des corrientes surgidas de la ciencia perturben la esferaen que s mueven sus espritus. Pero aquellos queperciben l latido del tiempo en las arterias de este siglono pueden incluirse en dicha categora. Las ideas proce-dentes de la ciencia s aduean de los cerebros con unacreciente rapidez: y l s siguen en ello a su pesar loscorazones a menudo desanimados y temerosos. Lo msinquietante no est en la cantidad de las mentes cauti-vadas sino en l hecho de que en l pensamiento queemana de los progresos cientficos existe una fuerzaintrnseca que proclama a todo hombre atento losiguiente: l futuro pertenece a este modo de pensar. Yano s puede hablar con ligereza ni burlarse del groseromaterialismo de la ciencia en unos tiempos en queextensas capas populares han sido conquistadas por este

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    gnero de pensamiento, como por un poder maglCOEsta situacin no cambiar por el hecho de que ciertasindividualidades comprendan cmo la autntica ciencia,por s misma, ya ha superado, desde hace tiempo, lasuperficial doctrina de la fuerza y la materia del mate-rialismo. Ms atencin merecen quienes declaran conaudacia que sobre la base de las ideas cientficas escomo habr de construirse una nueva religin. Portriviales y superficiale s que estas ideas puedan parecer aquien conozca la profundidad de las necesidades espiri-tuales del ser humano, no tendr ms remedio quetenerlas en cuenta porque a ellas se dirige la atencindel presente y todo hace pensar que este inters no harsino aumentar en el futuro prximo.Pero otra clase de gente que reclama nuestra conside-racin son aquellos en quienes los intereses del coraznse han quedado rezagados con respecto a los de sucabeza. No pueden sustraer su intelecto a los conceptosde la ciencia. El peso de las pruebas les resulta aplastan-te. Pero tales conceptos no pueden colmar las necesida-des religiosas de su alma: tan desoladora resulta laperspectiva que ofrecen. Es que acaso debe el almahumana ascender, en alas del entusiasmo, a las cimas dela belleza, la verdad y la bondad tan slo para ser luegoarrojada a la nada, como si se tratara de una pompa dej bn segregada por el cerebro? Este sentimiento pesaopresivamente sobre multitud de espritus que se sientenincapaces de desligarse del yugo del pensamiento cien-tfico. Tales personas hacen lo imposible por ignorar ladiscordia que late en su interior. Incluso se consuelandicindose que la plena claridad en estos asuntos es algoque le est vedado al alma humana. Piensan cientfica-mente en tanto que as lo exigen la experiencia de los12

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    presionadospo r el pensamiento cientfico aunque pien-sen incluso que no procedenas.Todo esto sera descorazonador si verdaderamente elpensamiento cientfico nos obligara a aceptar la profe-sin de fe de muchos de sus ms recientes profeta s. Ytodava ms desolador para aquel que basndose en elcontenidode la ciencia ha llegadoal convencimientodeque el modo de pensar de dicha ciencia es vlidotambin para su propia esfera y que sus mtodos sonincuestionables. Porque un hombre as convencido sever obligado a decirse: ya podis batallar sobre tlocual cuestin de detalle escribir volumen tras volumenacumularmiles de observaciones sobre la lucha po r laexistencia ysu insignificancia as como sobre la omni-potenciao laimpotenciade la seleccinnatural;elhecho es que pese a todo la ciencia natural en s semueve en una direccin determ inada que con crecientefuerza arrastrar consigo lageneralidadde losespritus.Pero las exigencias de la ciencia son verdaderamenteaquellas que pretenden algunos de sus representantes?Elcomportam ientodeestosmismosrepresentantesprue-ba que no es as.O es que acaso arwiny Haeckelhabran hechojams sus grandes descubrimiento s sobre la evolucinde la vida si en lugardeobservarla vida yla estructurade los seres vivos se hubieran encerrado en un labora-torio para realizar experimentos qumicos sobre tejidosseccionadosdel organismo de un animal?Habra podi-do yelldescribirel desarrollo de la corteza terrestresien vez de examinar los estratos de la Tierra y susmateriales se hubiera contentado con analizar las pro-piedades qumicas de un gran nmero de piedras?Tratemos pues de caminar tras las huellas de estos4

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    grandes investigadores que s alzan como gigantes enlos avances de la ciencia moderna. Y as siguindolasaplicaremos a las regiones superiores de la vida espiri-tual los mismos mtodos que ellos han utilizado en lestudio de la naturaleza. Entonces ya no creeremoshaber comprendido la esencia de la divina tragediaHamlet con slo decir que un maravilloso procesoqumico ha convertido cierta cantidad de alimento en lacitada tragedia. De la misma manera que un investiga-dor de la naturaleza no creer haber comprendido lafuncin del calor en la evolucin de la Tierra simple-mente por l hecho de haber estudiado su accin sobrel azufre en l interior de una retorta. Tampoco unverdadero cientfico tratar de comprender la estructura

    del cerebro humano a base de examinar l efecto de lapotasa lquida sobre un pequeo fragmento del mismosino que s preguntar cmo en l transcurso de lostiempos s cerebro ha ido surgiendo a partir de losrganos de animales inferiores. Cabe por tanto afirmarque aquel que desee investigar la naturaleza del esprituno puede sino aprender las ciencias naturales. Basta conque haga en su terreno 1 mismo que ellas hacen en lsuyo pero ante todo no debe dejarse extraviar poraquellas doctrinas a las que ciertos representantes de laciencia quieran someterle; su investigacin dentro delcampo espiritual debe seguir la misma disciplina queellos emplean en l plano de 1 fisico; no tiene sinembargo por qu recurrir a las opiniones que loscientficos s forjan en relacin con l mundo espiritualopiniones que resultan condicionadas por una forma depensar surgida del estudio de fenmenos exclusivamentefisicos.Slo s procede de modo cientfico si s estudia l

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    devenir espiritual del hombre con la misma ingenuidadcon que el cientfico observa el mundo sensible. Qududa cabe que de esta manera nos vemos conducidos aun mtodo de observacin que, por tratarse del mbitoespiritual, se diferencia del mtodo relacionado estrictamente con las ciencias naturales en la misma medidaque el enfoque de la geologa se diferencia de la fisicapura y la investigacin biolgica del anlisis de leyespuramente qumicas.

    Los mtodos superiores a los que se hace precisorecurrir, si bien no son los de las Ciencias Naturales,estn en perfecta concordancia con stas. Ello permitemodificar y corregir desde un punto de vista diferenteciertas opiniones unilaterales de la investigacin cientfica: pero prolongndola, no atentando contra ella. Slocon mtodos de esta clase nos es posible penetrarrealmente en movimientos espirituales, cual es el casodel Cristianismo o de otras concepciones religiosas. Suaplicacin provocar la oposicin de numerosas personas que creen pensar cientficamente; y sin embargo serperfectamente conforme con la autntica concepcin delas ciencias naturales.l investigador del espritu se elevar igualmente porencima de una crtica meramente histrica de losdocumentos, debido precisamente a la actitud espiritualque se ha formado en la observacin de los procesosnaturales. Para la exposicin de una ley qumica serade escaso valor describir los alambiques, retortas yprobetas que han servido para su descubrimiento. En lamisma lnea, carece de valor el tratar de interpretar losorgenes del Cristianismo, delimitando las fuentes histricas en que beba el evangelista Lucas o aquellas otrasde las que fue extrada la revelacin oculta El Apo- 6

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    calipsis de S. Juan. o es escrutando minuciosamenteel origen histrico de los documentos como se llegar acomprender algo sustancial acerca de las ideas conteni-das en los escritos de Moiss o en las tradiciones de losiniciados griegos. Estas ideas slo han encontrado en losmencionados documentos una expresin externa. lhombre de ciencia que se propone investigar la natura-leza humana no se interesa tampoco por la manera enque naci la palabra hombre, ni por su desarrollolingstico ulterior. Se atiene a la cosa en s no a lapalabra en la que sta halla su expresin. As pues, enlo que atae al estudio de la vida espiritual, habremosde ocuparnos del espritu, y no de sus documentosexternos.

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    LOS MISTERIOS Y U S BIDURIAlgo as como un velo misterioso cubre la manera enque satisfacan sus necesidades espirituales aqullos queen el seno de las civilizaciones antiguas buscaban una

    vida religiosa ms profunda un conocimiento mscompleto que los que ofreca la religin popular. iintentamos saber cmo colmaban dichas necesidadesnos vemos conducidos a la penumbra de rituales miste-riosos. Toda persona que encontraba dicha satisfaccinse ocultaba durante algn tiempo la luz pblica. Com-prendemos en seguida por qu la religin popular nopoda darle lo que su corazn anhelaba. Al igual que elpueblo el aspirante a los misterios reconoca la existen-cia de los Dioses pero se daba cuenta de que las ideaspopulares acerca de ellos y las imgenes que de estosDioses daban los cultos no desvelaban la gran incgni-ta de la existencia. El iba en pos de una sabiduracelosamente guardaba por una comunidad de sabiossacerdotes. Su alma anhelante buscaba refugio en esacomunidad. i los sabios le hallaban maduro era admi-tido por ellos en lugares ocultos a los profanos y pasoa paso le conducan hacia un conocimiento superior.Lo que aprenda entonces lo que le ocurra en eltemplo se mantena velado a los no iniciados. Durante

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    uncierto tiempopareca habersido sustradoa la vidaterrestreytransportadoaunmundoocultol Ycuandoreaparece a la luz del d tenemos ante nosotros unapersonadistinta,completamentetransformada;unapersonalidad que no halla palabras lo suficientemente sublimesparaexpresarcuansignificativoh sidoloqueha vivido. Noslo en un sentido simblico, sino enelms real de los sentidos, experimenta la sensacin dehaber pasado po r la muerte , despertando a una vidanuevaymselevada.Al propiotiempoel iniciadosabecon certeza que nadie que no haya pasado po r unaexperiencia similar podr verdaderamente comprendersuspalabras.Estoes lo que les acontecaaaquellos que se iniciabanen losmisterios, a loscuales les era transm itida laquintaesencia de la sabidura oculta que, fuera delalcancedel pueblo, proyectaba luz sobrelosmsgrandes problemas. Esta religin oculta de los elegidoscoexista juntamentecon la religin popular. Desde el

    puntode vista histrico, sus orgenes se pierden en lanochedelostiempos. Hastadondealcanzaelsaber,noslaencontramospo rdoquierentrelospueblosantiguos,cuyos sabios hablan de los misterios con el mayorrespeto. Qu se ocultabaenellos? Qu les eradesveladoalos quese iniciabanenellos?El enigma se vuelve an ms.impenetrable- desde elmomentoen que advertimos que los antiguos tambinconsiderabanlosmisteriossiemprecomoalgopeligroso.El camino que conduca a los secretos de la existenciaEnel presente libroveremosindistintamenteutilizadoslos trm inos: in iciado, nefito, adepto, mysto.. En cuanto al significadohistricodeesteltimo. vaselaob radeEdouardSchur:Losgrandesinic iados.Mxico, 1970.)N. d T.

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    pasaba por un mundo de terrores y ay de aqul quetratara de alcanzarlos indignamente Traicionar un secreto de los misterios confindoselo a un no iniciado erael mayor de los crmenes. Al traidor se le castigaba conla muerte y la confiscacin de sus bienes. Sabemos queal poeta Esquilo se le acus de haber revelado en elteatro algn secreto relacionado con los misterios. Slopudo escapar a la muerte refugindose en el templo deDionisios y demostrando, ante el tribunal, que l jamshaba sido iniciado.Lo que los antiguos dicen acerca de estos secretos essignificativo y a la vez equvoco. El iniciado estabapersuadido de que cometera un gran pecado diciendolo que saba y que no menor sera el pecado del que, noestando iniciado, lo escuchase. Plutarco habla del terrorde los nefitos y compara su estado con la preparacinpara la muerte. Un modo especial de vida deba prece-der a la iniciacin. Tena por objeto proporcionar alespritu el dominio sobre la sensualidad. A ello habrande contribuir el ayuno, la vida en soledad, las mortifi-caciones y unos determinados ejercicios anmicos. Lascosas a las que el hombre se halla ligado en la vidaordinaria tenan que perder todo valor para l. Toda laorientacin de su vida emocional y afectiva deba trans-formarse radicalmente.

    o cabe abrigar dudas acerca del sentido de talesejercicios y pruebas. La sabidura que se ofreca aliniciado nicamente poda producir su efecto sobre elalma si, previamente, l- haba transmutado su mundosensorial inferior. El nefito era introducido a la vidadel espritu. Deba contemplar un mundo superior. Perono habra podido tomar contacto con ste de no ser porlos ejercicios y las pruebas previas. Y justo este contacto

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    era condicin indispensable para la iniciacin. Es preci-so que quien quiera tener un pensamiento correctoacerca de estas cosas posea experiencia sobre los hechosntimos de la vida cognoscitiva. Ha de sentir que existendos tipos diametralmente opuestos de relacin con loque ofrece el conocimiento superior. El mundo querodea al hombre es en primer trmino su mundo real.Toca oye y ve sus fenmenos. Llama reales a stosporque los percibe mediante sus sentidos. Y reflexionasobre dichos fenmenos con el fin de esclarecer lasrelaciones que existen entre ellos. Aqullo que por elcontrario surge dentro de su alma no le parece enprincipio que sea real en el mismo sentido. Sonsimplemente meros pensamientos e ideas. Lo msque llegar a ver en ellos sern imgenes de larealidad sensible. En s mismos no tienen realidad: no seles puede tocar ni oir ni ver.Pero existe otro tipo de relacin con el mundo.Dificilmente podr entenderlo quien est apegado a esarealidad antes descrita. Aparece en ciertas personas enun momento dado de su vida. Para ellas toda relacincon el mundo sufre una inversin. Consideran verdade-ramente reales a las imgenes que surgen en la vidaespiritual de su alma. Y asignarn slo un orden inferiorde realidad a lo que los sentidos oyen tocan sienten yven. Saben que no pueden prob r lo que afirman. Sabenque no pueden hacer otra cosa que n rr r sus nuevasexperiencias. Y que en cuanto a sus relatos se encuen-tran frente a su interlocutor en las mismas condicionesen que se halla un hombre que ve respecto a un ciegode nacimiento al narrarle lo que su ojo percibe. Comu-nican sus experiencias ntimas confiando en que entorno suyo haya otras personas que pese a tener an22

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    cerrados sus ojos espirituales puedan incrementar suentendimiento conceptual gracias al vigor de tal narracin. Porque ellos tienen fe en la Humanidad y deseanabrir en ella los ojos del espritu no pueden sino ofrecerlos frutos que su espritu ha cosechado; el que los demslos vean depender de si son capaces de comprender loque un ojo espiritual ve. Hay en el hombre algo que enprincipio le impide ver con los ojos espirituales. Por depronto no est preparado para ello. El es lo que es enfuncin de sus sentidos; y su intelecto no es ms queintrprete y juez de stos. Mal cumpliran los sentidossu funcin si no insistieran en la veracidad e infalibilidad de sus aseveraciones. Un ojo no sera un buen ojosi desde su perspectiva no afirmase la absoluta realidadde sus percepciones visuales. El ojo tiene razn; y nodeja de tenerla por el hecho de que exista el ojoespiritual. Este slo nos permite observar los objetospercibidos por el ojo fisico bajo una luz superior. No seniega nada de lo que ha sido visto por el ojo fisico. Peroun nuevo resplandor hasta entonces no percibido irradia de todas las cosas. Se sabe entonces que lo queperciba anteriormente era tan slo una realidad inferior. Se sigue viendo la misma realidad; pero inmersa enalgo superior en el Espritu. Ahora se trata de saber sisentimos y vivimos aquello que vemos. El que slo seacapaz de experimentar sensaciones y sentimientos vivosen relacin a lo fisico nicamente ver el mundosuperior como una especie de Fata Morgana es deciruna mera imagen creada por la propia fantasa. Con ellodesmuestra que sus sentimientos se orientan exclusivamente hacia el mundo fisico. Sus manos no encuentransino el vaco cuando tratan de captar las formas delEspritu. Cuando quiere acercarse a ellas stas retroce-

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    den. Porque son meros pensamientos; l los piensa; noviv enellos. osonmsque imgenes msirrealesquesueos fugaces. Surgen ante l como pompas de jabn cuando se enfrentan a su realidad; desaparecen anteaquella o tra compacta y slidamente construida reali-d ad que le comUnIcan sus sentidos. oocurre lomismoconquien hamodificado sus sensaciones ysentimientosrespecto a la realidad. Para ste dicha realidad habr perdido su solidez absoluta y su valor incuestionable.Sus sentidos y sus sentimientos no por eso tienen queatrofiarse. Lo que sucede es que empiezan a dudar desu absoluta au toridad dejando espacio para algo dife-rente comenzando el mundo del Espritu a dar vida aese espacio. En este punto surge una posibilidad quepuede ser terrible: que l hombre pierda la sensacin yel sentimiento de la realidad inmediata sin que o tra nueva se ab ra ante l Se siente entonces como suspen-dido en l vaco. Se siente como sin vida. Los antiguosvalores han desaparecido sin que en su lugar le hayannacido otros nuevos. Tanto el mundo como el hombrehan dejado de existir paral Pero esto no es slo unameraposibilid ad. Enalgnmomento se convierte en unhecho para todo aquel que busca el conocimiento supe-rior. Llega un punto en el cual el Espritu le hace verque todo lo vivo es muerte.Yano se halla entonces enel mundo sino que est debajo de l en el

    submundo.Est atravesando el Hades. Feliz l si no zozobracuando antel naceunmundonuevo. El hombrepereceo renace metamorfoseado sintindose otro. En esteltimo caso tendr ante s un nuevo sol y una nuevatierra. Elmundoentero hab r renacidopara ldel fuegoespiritual.He aqu cmo describan los iniciados lo que haba24

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    sido de ellos debido a los Misterios. Menipo relata queviaj a Babilonia para que los sucesores de Zarathustrale condujeran al Hades y le acompaaran de vuelta.Dice que en sus recorridos cruz a nado la ran Agua;que atraves el fuego y el hielo. Cuentan los adeptosque eran atemorizados por una espada desenvainada yque, entonces, corra la sangre. Estas palabras puedenser comprendidas cuando uno conoce las etapas deltrnsito entre el conocimiento inferior y el superior,cuando se ha experimentado cmo la materia slida ysensible se derrite convirtindose en agua. Uno se quedasin suelo. Todo cuanto antes se senta como vivoaparece como muerto. El espritu, atravesando la vidasensible igual que una espada traspasa un cuerpo caliente, ve correr la sangre de la sensualidad.Pero nace una nueva vida, emergiendo del Hades. Elorador Arstides habla de ello:

    Cre que estaba tocando al dios, sintindole acercarse; me hallaba entre despierto y dormido; mi espritu eratan liviano que ningn hombre que no haya sidoiniciado podra hablar de eso ni entenderlo.

    Esta nueva existencia no est supeditada a las leyes dela vida inferior. El devenir y el perecer ya no les afecta.Todo lo que se diga de lo Eterno no es sino sonidovano y humo a menos que se base en 1 que relatanquienes han atravesado el Hades. Los iniciados tienenuna nueva visin de la vida y de la muerte. Slo a partirde ahora se sienten autorizados para hablar de inmortalidad. Saben que los que hablan de inmortalidad sintener el conocimiento de los iniciados que pasaron porlos Misterios hablan de algo que no entienden. Elno-iniciado no hace sino atribuir la inmortalidad a algoque obedece a las leyes del devenir y del parecer.

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    Los adeptos no desean solamente adquirir la onvi - in de que el ncleo de la vida es eterno, pues deacuerdo con la concepcin de los Misterios, una conviccin semejante carecera de todo valor. Porque, segnstos, lo eterno no est presente como realidad viva enel no-iniciado. En el supuesto de que ste hablase de loEterno, hablara de la Nada. Ahora bien, lo que losadeptos buscan es precisamente lo Eterno mismo. Primero deben despertar lo Eterno en ellos mismos; sloentonces estn legitimados para hablar de ello. Esto eslo que d su verdadero significado a la dura afirmacinde Platn: se hundir en el fango quien no haya sidoiniciado y slo aqul que ha pasado por vivenciasmsticas entra en la eternidad. Es asmismo en estesentido como nicamente pueden comprenderse las palabras del fragmento de Sfocles: Bienaventuradosaquellos que entran en el reino de las sombras habiendosido iniciados. Slo ellos viven. A los dems les esperamiseria y sufrimiento.

    No se describen, en verdad, peligros l hablar de losMisterios? Y no es robarle a un hombre felicidad,incluso lo mejor de su vida, el conducirle al umbral delHades? No es terrible la responsabilidad en que seincurre l hacerlo? Pero a pesar de todo debemos eludiresa responsabilidad? Estas son las preguntas que eliniciado haba de plantearse. El opinaba que la relacinentre su saber y el alma popular era similar a la relacinexistente entre la luz y la obscuridad. Sin embargo, enesta obscuridad habita una felicidad inocente, y eliniciado pensaba que no se deba perturbar innecesariamente esta felicidad. Porque qu habra ocurrido, enefecto, si el iniciado hubiera traicionadO su secreto?Habra transmitido palabras y nada ms que palabras.6

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    Pues en ninguna parte hubiera encontrado las sensacio-nes y sentimientos que habran extrado el Espritu deestas palabras. Para ello habra sido necesario la prepa-racin los ejercicios las pruebas; as como un cambiocompleto en la vida de los sentidos. Sin todo sto sehabra precipitado al oyente en el vaco y en la nada. ele habra privado de lo que constitua su felicidad sinhaber podido darle nada a cambio. Cabra decir inclu-so que no se le hubiera podido quitar nada pues laspalabras solas no habran sido capaces de cambiar suvida emocional. El slo hubiese podido sentir y viven-ciar como realidad las cosas percibidas por sus sentidos.o se le podra haber proporcionado ms que unterrible presentimiento que destruira sus fuerzas vita-

    les y esto se hubiera considerado un crimen. Semejanteactitud ya no puede tener plena vigencia en lo que serefiere a la adquisicin del conocimiento espiritual dehoy da. Este es hoy conceptualmente comprensible de-bido a que la Humanidad moderna dispone de una facultadconceptual de la cual careca la antigua. En nuestrosdas pueden existir hombres que adquieran un conoci-miento del mundo espiritual a travs de su propiaexperiencia; pero tambin puede haber otros que seancapaces simplemente de comprender esas experienciaspor va intelectual. A la Humanidad antigua le faltabaesta facultad conceptual.La antigua sabidura de los Misterios era como unaplanta de invernadero que requiere ser cultivadacuidada en un espacio cerrado. Quien la traslade a laatmsfera de las ideas cotidianas la expondr a unambiente vital en el que no le ser posible prosperar. emarchitar desvanecer frente al corrosivo juicio de laciencia y la lgica modernas. Despojmonos pues por

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    un tiempo, de la erudicin obtenida a travs del microscopio y el telescopio; olvidemos la mentalidad que lasciencias nos han imbuido; purifiqumonos las toscasmanos, demasiado ocupadas en disecciones y experimentos, para poder penentrar en el templo puro de losMisterios. Para ello se necesita una autntica ingenuidad.En primer lugar, 1 ms importante para el adepto esla disposicin de nimo con la que se acerca a aquelloque percibe como lo ms elevado: las preguntas acercade los enigmas de la existencia. Precisamente en nuestros tiempos, en que slo se quiere aceptar como conocimiento lo cientfico, se hace dificil creer que, en lo queatae a las cosas ms elevadas dependamos ni ms nimenos que de una disposicin de nimo; con lo que elconocimiento se convierte en un fenmeno ntimo de lapersonalidad. Sin embargo, as es para el iniciado quea uno le den la solucin del enigma del Universo Y quele sea ofrecida en forma ya elaborada Una respuesta asle parecera al iniciado algo que no pasara de ser msque palabra vana y hueca, si la persona no sale alencuentro de tal respuesta en la forma adecuada. Lasolucin no es nada, se desvanece, si el sentimiento nose inflama con el fuego especial que es necesario. Queuna Divinidad se acerque a t Ella puede ser todo onada. Ser nada, si sales a su encuentro con el estado denimo con el que te enfrentas a los asuntos de la vidaordinaria. Ser todo, si t ests preparado, afinadQ),para ella. Lo que la Divinidad sea en s misma es algoque no te concierne. Lo importante es si te deja igualque como te encontr o si hace de t otro hombre.Ahora bien, esto depende nicamente de t. Es precisoque una determinada educacin, un desarrollo de lasfuerzas ms ntimas de tu personalidad te hayan prepa-28

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    rado, para que se encienda y brote aquello que unaDivinidad puede encender y hacer brotar en t. Tododepende de como acojas t lo que te es ofrecido.Plutarco nos ha dejado dicho algo acerca de estaeducacin ; habla del saludo que dirige el adepto a laDivinidad que se aproxima a l Porque el Dios saludaigualmente a cada uno de nosotros que se acerca a El,con las siguientes palabras: Concete a t mismo que,ciertamente, no es de menor categora que la frmulacorriente Salud . Pero nosotros contestamos a la Di-vinidad T eres , para afirmar que el saludo, el nicoque corresponde a la Divinidad, y slo a ella, es el delSER. Porque, en efecto, el hombre, nosotros mismos,dentro de nuestra limitacin fisica, no participamosverdaderamente de ese ser, sino que toda naturalezaperecedera, situada en el centro entre nacimiento ymuerte, no ofrece sino una apariencia, una dbil eincierta intuicin de s misma. Si nos esforzamos porcomprenderla mediante el intelecto, ocurrir lo mismoque sucede cuando el agua es sometida a una fuertepresin, debido a la cual el agua se estanca; con lo queel objeto al que rodea se pudre. Porque el intelecto, encuanto persigue la representacin demasiado clara decada una de las eventualidades y cambios a los que estsometido el ser, se desva, unas veces hacia el origen deste y otras hacia su fin, y no puede aprehender nadaduradero, nada que tenga autntica existencia real. Deacuerdo con el pensamiento de Herclito, no nos pode-mos baar dos veces en el mismo ro. No es posibletampoco captar un ser mortal dos veces exactamente enel mismo estado; ya que por la violencia y rapidez del

    2 Plutarco. Obras Morales Sobre la Inscripcin E I en Delphos.9

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    movimiento, todo se destruye y se restaura, nace ydesaparece viene y pasa. Por esta razn, aquello que seencuentra en pleno devenir nunca puede alcanzar el serverdadero porque nunca sale de su status nascendi, nise para jams; sino que su metamorfosis comienza ya enel grmen, que forma un embrin y despus, un nio,un adolescente, un adulto, un hombre maduro y unanciano, por cuanto que las etapas y edades sucesivasson continuamente anuladas por las que le siguen. Deaqu que resulte ridculo tener miedo a una muerte enparticular, siendo as que ya hemos muerto de mltiplesmaneras y que seguimos muriendo. Porque, como siguediciendo Herclito, no slo la muerte del fuego es elnacimiento del aire, y la muerte del aire da lugar alnacimiento del agua, sino que todo esto puede observar-se, ms claramente incluso, en el caso del hombremismo. El hombre maduro muere cuando se convierteen viejo, l joven al convertirse en adulto, el adolescenteal entrar en la juventud y el nio al pasar a la adoles-cencia. Lo de ayer es morir en lo de hoy; lo de hoymuere en lo de maana. ada permanece ni es nico;por el contrario, nos transformamos en mltiples cosas,mientras la materia anda rodando alrededor de unaimagen, de una forma comn. En efecto, si furamossiempre idnticos a nosotros mismos Cmo podramosdeleitarnos hoy con cosas distintas a las de ayer, amary odiar, admirar o reprobar cosas diferentes, cambiarnuestra manera de hablar, entregarnos a otras pasiones?Cmo sera todo esto posible si no adquiriramos otrafigura, otras formas y otros sentidos? Porque sin cam-bio, nadie puede acceder a un estado diferente, y quiencambia ya no es el mismo. Y con no ser ya el mismo yano se es, sino que uno se cambia de un estado de ser a30

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    otro diferente. Es la percepcin de los sentidos la quenos seduce pa ra tomar la apariencia como si fuera elser verdadero ya que elconocimiento de ste escapa anuestro alcance.Plutarco se califica con frecuencia a s mismo deiniciado. Lo que nos hadescrito es la condicin propiade la vida del iniciado. La clave de la sabidura que elhombre adquiere permite que su espritu vaya dndosecuenta del carcter de apariencia engaosa en queconsiste la vida sensible. Todo lo que los sentidosmuestran como lo existente lo real sehalla sumergidoen la corriente del devenir. Y lo que sucede con todaslas dems cosas del mundo as sucede tambin con elhombre mismo. Ante los ojos de su espritu lmismosedesvanece; la integridad de su ser sedesmenuza enfragmentos en manifestacionesefmeras. lnacim ientoy la muerte pierden su significacin caracterstic a y seconviertenen simples momentosdeaparicin ydesaparicin l igual que ocurre con todos los restantesfenmenos de la vida. Lo que esde ndole superior nopodr ser hallado en las relaciones del devenir y elperecer. Slo puede encontrarse en lo autnticamenteduradero en aquello que contempla lo pasado y prevlo por-venir . La percepcin de aquello que comprendeas elpasado y el futuro corresponde a un grado mselevado de conocimiento. Es elEspritu que semanifiesta en yatravsdel mundode los sentidos. otienenada que ver coneldevenir sensible. Ni nace ni pereceen la forma en que lo hacen los fenmenos sensoriales.Quien vive exclusivamente en elmundo de los sentidoslleva dentro de selEspritu en forma oculta; quien ha reconocidoel carcterde aparienciadel mundo sensibleposeeelEspritu dentro de scomo realidadmanifiesta.

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    El quealcanzaesta perspectiva ha desarrolladoen s unnuevo rgano. Ensu interiorha sucedido algo parecidoa lo que en una plan ta que contando tan slo con elverdede sus hojas se ve enriquecidaconel brotede unaflor multicolor. Es verdad que las fuerzas que dan origen a la flor se hallaban ocultas en la p lan ta conanterioridad pero slo cobran realidad con el hechodel florecimiento. Del mismo modo las divinas fuerzasespiritualesse encuentranocultas enelhombreque slovive a travsde los sentidos; ynicamentese to rnan unarealidad manifiesta en el iniciado. Su expresin est enla transformacinque se operaen la personadel mystocuyo desarrollo ha aadido algo nuevo a sumundo. Elmundo sensible haba hecho de l un hombre do tadode sentidos abandonndole luego a smismo. La natu-raleza hab a cumplido sumisin. Lo que ella era capazde hacerconlas fuerzas existentesenel hombrelo habaconsumado. Pero estas fuerzas no se agotan con ello.Como hechizadas yacen en el hombre meramente na-tural enesperade su liberacin. opueden romperelhechizo po r s solas; semarchitany se desvanecen en laadasi el hombre no se hace cargo de ellas para

    desarrollarlas si no deja que despierte a una verdaderaexistencia aquello que escondido dorm ita en su inte-rior. La Naturaleza evoluciona desde lo imperfectohacia lo perfecto. Desde lo inanimado co

    nduce a losseres a lo largo de una serie de estadios a travs detodas las formas vivientes hasta llegar al hombre sensi-ble. Este abre los ojos en susensibilidadyse descubre as mismo como un ser sensible real y cambiante. Peroadems percibe tambin dentro de s las fuerzas dedonde esa realidad sensible ha surgido. Esas fuerzas noson lo que cambia sino que por el contrario son las32

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    que dan origen a lo cambiante. El hombre las lleva ens como signo de que en l vive algo ms que lo quepercibe con los sentidos. Aquello que gracias a ellaspuede llegar a ser todava no es. Entonces el hombresiente que en l se ilumina algo que ha creado todoincluido l y siente que ese algo ser lo que le dar alaspara realizar una actividad creadora de orden superior.Este algo est dentro de l exista antes de su aparicinfsica y subsistir despus de sta. En virtud de ese algoel hombre lleg a la existencia y sin embargo sercapaz de aprehenderlo y de tomar parte en su actividadcreadora. Tales son los sentimientos que vivan en elantiguo mysto despus de la iniciacin. Senta lo Eternolo Divino; y su accin haba de tomar parte en esadivina actividad creadora: bien poda decirse a s mismo:He descubierto en m un Yo superior que trascien-de los lmites de mi existencia sensible; exista antes demi nacimiento y existir despus de mi muerte. EsteYo ha estado creando desde toda la Eternidad yseguir creando eternamente. Mi personalidad fsica esobra suya. Porque me h incorporado a s; acta dentrode m: soy parte de l. Lo que yo sea capaz de crear apartir de ahora ser de orden superior a lo sensible. Mipersonalidad no es sino un instrumento al servicio deesa fuerza creadora de ese componente divino que hayen mi interioL

    Es as cmo el iniciado viva su propia divinizacin.Los iniciados a esa fuerza que resplandeca en ellos lallamaban su verdadero espritu. Ellos mismos eranproducto de ese espritu. Como si hubiera penetrado enellos un nuevo ser tomando posesin de sus rganosas les parecera su nuevo estado. Era un ser que sehallaba entre ellos como personas sensibles y la todo-poderosa fuerza csmica la Divinidad.

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    Este verdadero espritu suyo buscaba el adepto. Sedeca a s mismo: He llegado a ser hombre en el marcode la grandiosa Naturaleza. Pero sta no ha acabado sutarea. Es a m a quien corresponde su consumacinpero no en este tosco reino de la Naturaleza a la que mipersonalidad fisica pertenece. Lo que haba que desarro-llar en este terreno ha sido desarrollado. Por eso he desalir de ese reino y continuar edificando en el reino delos espritus a partir del punto en que la Naturaleza seha parado. Debo crearme una atmsfera vital que no seencuentre en la Naturaleza exterior. Esta atmsfera vitalles era preparada a los adeptos en los templos de losMisteri.os. All se les despertaban las fuerzas que dormi-taban en ellos para ser transformadas en fuerzas crea-doras de una superior naturaleza espiritual. Esta trans-formacin era un proceso delicado. No poda resistir larudeza ambiental de la vida ordinaria. Pero una vezcumplido su objetivo el iniciado se haba convertido enuna roca cimentada sobre lo eterno estando ya encondiciones de resistir todas las tempestades. Ahorabien saba que no deba comunicar directamente a losdems las experiencias que haba vivido.Plutarco declara que en los Misterios se halla la msprofunda explicacin acerca de la verdadera naturalezade los dimones. Y Cicern al referirse a los Misteriosobserva: Cuando son explicadas y conducidas confor-me a su significacin se reconoce ms fcilmente lanaturaleza de las cosas que la de los dioses 3 Estasafirmaciones desmuestran que acerca de la naturaleza delas cosas los adeptos reciban revelaciones que estaban

    3 Ver Plutarco: De la decadencia de los orculos; Cicern: Dela naturaleza de los Dioses.34

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    porencima de las que la religin popular era capaz deofrecer. Vemos desde luego que tan to los dimonesesdecir los seres espirituales como los propios diosesrequeran una explicacin. Serecurra pues a entidadescuya naturaleza era superior a la de los dimones y losdioses.y esto era consustancial a la sabidura inicitica. Elpuebloserepresentabaalosdiosesydimonesenforma

    de imgenes enteramente tomadas del mundo de lossentidos y de la realidad material. No resultara des-concertante para elin iciado aceptarlaeternidaddetalesdioses despus de haber penetrado en la esencia de loEterno? Cmo podra ser eterno aquel Zeus de laimaginacin popular que apareca revestido con losatributos propios de un ser mortal? Para los iniciadosestabaclaroqueel hombrellegaasuvisinde losdiosesdemaneradistinta que a la representacinde las demscosas. Un objeto del mundo exterior me fuerza aformarme de l una idea bien determ inada. En contra-posicin con ello la formacin de conceptos acerca delos dioses lleva elsello de libertad e incluso de arbitra-riedad. F a lta la coaccin del mundo exterior. Elpensa-miento nos ensea que para aquello que nos imagina-mos acerca de los dioses no existe controlexterno. Estoocasionaal hombreunalgica inseguridad. Comienzaaconsiderarseas mismoel creadorde suspropiosdioses.y llega a preguntarse incluso: Qu me autoriza a men mimundo de representaciones a ir ms all de larealidad fisica? A este gnero de reflexiones tena queaplicarse el nefito. En este punto se le presentabandudas justificadas. Obsrvese podaquiz pensar-todas las representaciones que sehacen de los dioses.Acaso no se parecen a las criaturas con que nos

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    encontramos en el mundo sensible? No se los h creadoel hombre para s mismo poniendo o quitando simplemente estas o aquellas cualidades que corresponden a lanaturaleza de los seres del mundo sensible? El hombreprimitivo que ama la caza crea un cielo en el que secelebran las ms deliciosas caceras celestes. Y el griegotraslada al Olimpo personajes divinos cuyos modelospodan encontrarse en la bien conocida realidad griega.

    El filsofo Jenfanes 575-480) llam la atencinsobre esto con irrebatible lgica. Sabemos hoy que losantiguos filsofos griegos, de hecho, dependan de lasabidura de los Misterios. Partiendo de Herclito,demostraremos esto en detalle. As pues, 1 que afirmaJenfanes puede tomarse sin ms como la conviccin delos mystos. Dice:

    Los hombres se imaginan a los dioses creados a suimagen; deban tener sus sentidos, su voz su cuerpo.Pero si los bueyes y los leones tuvieran manos, ysupieran servirse de ellas para pintar y modelar comolos hombres, pintaran las formas de los dioses ymodelaran sus cuerpos tal como estn constitudos lossuyos propios. Los caballos crearan dioses con formade caballo, y los bueyes con forma de bueyes.

    Partiendo de tal punto de vista, el hombre puedellegar a dudar de todo 1 divino. Puede apartar de stoda la mitologa y no creer en otra realidad que aquellaque le viene impuesta por la percepcin de los sentidos.Pero el iniciado no se convirti en un escptico de estaespeCie Porque comprenda que hacerlo sera parecidoa que una planta dijera: mis flores de colores son ftilesy vanas porque con mis hojas yo ya he alcanzado miplenitud; 1 que con ellas pueda aadirse no es ms queuna apariencia engaosa. Pero tampoco el adepto36

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    poda quedarse estancado en unos dioses as creadoslos dioses populares. Si la planta pudiera pensar com-prendera que las fuerzas que crearon sus hojas verdesestaban tambin destinadas a originar flores multicolo-res. Pero no descansara hasta haber investigado dichasfuerzas para podercontemplarlas. Heaqu la actituddeliniciado paracon los dioses populares. El no los negabani los declaraba vanos pero saba que eran creacionesdel hombre. Las mismas fuerzas el mismo elementodivino que acta en la Naturaleza operan tambin enel iniciado. Y crean en l las representaciones de losdioses. El quiere cap tar esa fuerza que crea los dioses.Notiene parecidocon los dioses populares; es superior.Tambin Jenfanes lo pone de relieve:

    Hay un Dios superior a todos los dioses yal hombre.Su cuerpo no es como el de los mortales y menostodava su pensamiento.Este Dios era el de los Misterios. Poda calificrselede un Dios oculto. Porque se crea el hombremeramente sensorial no poda encontrarle en partealguna. Dirige tu m irada hacia fuera hacia las cosasexteriores a t: nada encontrars de divino. Ejercita tu intelecto: podrs comprender las leyes segn las cualeslas cosas nacen ymueren. Pero tu razn no te mostrarnada que sea de ndole divina. Impregna tu fantasa desentimiento religioso: sers capaz de crear imgenes deseresque teparecerndioses perotu propiarazn te lasdesbaratar al demostrarte que tu mismo las creaste ypara colmo con material adquirido del mundo de lossentidos. En la medida en que observes las cosas exte-riores en calidad de criatura in teligente tendrs quenegar la existencia de Dios. PorqueDios no existe para

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    tus sentidos ni para tu razn que son los que te explicanlas percepciones sensibles. Dios se encuentra hechizadoen el mundo y para encontrarle t necesitas de supropia fuerza. Esa fuerza es la que t tienes quedespertar dentro de ti. Tal es la enseanza que reciba elnefito en la antigedad. Y entonces comenzaba p r lel gran drama csmico que le iba a devorar vivo. Eldrama consista nada menos que en la liberacin delDios hechizado. Dnde est Dios?. Esta era la pre-gunta que bulla en el alma del nefito. Dios no estpero la Naturaleza s que est. Es pues en la Natura-leza donde tiene que ser hallado. Porque en ella haencontrado una tumba encantada. Las palabras Dioses el Amor eran entendidas por el adepto en unsentido superior. Porque Dios ha lleado este amor almximo. El mismo se ha entregado en infinito amorderramando su Ser; fragmentado a S Mismo en lamultiplicacin de las cosas de la Naturaleza; stas viveny El no vive en ellas: reposa en ellas. Es en el hombredonde El vive y el hombre a su vez es capaz de sentirla vida de Dios en su interior. Mas p r que El lleguea ser conocimiento consciente ha de liberar este cono-cimiento creando. El hombre vuelve ahora su miradahacia adentro. Lo divino acta en su alma como unafuerza creadora oculta todava sin existencia manifies-ta. Hay en esa alma un lugar sagrado donde la divinidadhechizada puede volver a la vida. El alma es la madre ca-paz de concebir lo divino que de parte de la Naturaleza sele ofrece. Si se deja fecundar por sta elalma d r a luza lo divino que nace del matrimonio del alma con laNaturaleza que dejar de ser por tanto lo divinooculto p r ser lo divino revelado. Posee vida vidaperceptible que se mueve entre los hombres. Es el38

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    Espritu deshechizado en el hombre retoo del Diosencantado.Puedequenoseael GranDiosque era es yser pero spuede ser conside rado en cier to sen tido unarevelacin suya. El adreperm anece ensilencio enlo recndito . A l hombre le ha nac ido el H ijo de su propia a lm a. El conoc im ien to m stico cons ti tuye portanto un p roceso real en el devenir csm ico. E s elnac im ien to de un vstago de la D iv in idad . Es unacontec im ien to tan real como cua lqu ie r otro fenm eno natural sibien tiene lugar enunplanosuperior.El gransecreto del in ic iado rad ica enquees l mismo qu ien redime por su propia ac tiv idad creadora a su vstagodivino y quep rev iam en te tiene que prepararseparapoderdescub rir a esevs tago d iv ino creadoporl.A unno-in ic iado lefa lta sensibilidadparaconel Padredeese vs tago .Porqued icho Padredescansa sumidoenun encantamiento. El vs tago aparece como nacidovirg inalmente . Como si el alma lo hubiera alumbradosin haber s ido fecundada . Mientras que todas sus restantescriaturas las ha rec ib ido del mundo de lo s sentidos. All se ve y se palpa al Padre que tiene v ida sensible. Unicamente elvstago de Dios es concebidod irec tam en te porelocu lto yeternoDios-Padremismo.

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    LOS S BIOS PREPL TONICOS L LUZDE L S BIDURI DE LOS MISTERIOS

    A travs de numerosos hechos podemos comprobarque la filosofia griega descansaba sobre el mismo substrato espiritual que la sabidura mistrica. Slo llegaremos a comprender a los grandes filsofos si nos aproximamos a ellos con la disposicin espiritual que hemosadquirido de la observacin de los Misterios. on quveneracin habla Platn en el Fedn de las doctrinassecretas:es muy posible que quienes nos instituyeron losmisterios no hayan sido hombres mediocres, y que, lcontrario, hayan estado en lo cierto l decir desdeantiguo, de un modo enigmtico, que quien llega profano y sin iniciar l Hades se hundir en el fango,mientras que el que all llega purificado e iniciadohabitar con los dioses. Pues, al decir de los quepresiden las iniciaciones, son muchos los que llevan el

    tirso, pero pocos los verdaderos entusiastas. Y stos, enmi opinin, no son otros que los que se han dedicado ala filosofa en el recto sentido de la palabra. Por llegaryo tambin a ser uno de ellos, no he escatimado esfuerzoa lo largo de mi vida, sino que me afan de todo corazn.}

    Slo puede hablar as de los Misterios quien hasupeditado su propia bsqueda del saber a la disposi-4

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    cin anmica originada por la iniciacin. Y no hay dudade que una luz resplandeciente ilumina las palabras delos grandes filsofos griegos cuando stas son consideradas desde una perspectiva de los Misterios. La relacin de Herclito de Efeso 535-475 a. C.), con losMisterios se ve confirmada por una tradicin segn lacual sus pensamientos son un sendero intransitablepor el que, quien pretenda penetrar sin haber sidoiniciado, no encontrar otra cosa que tinieblas y lobreguez; en cambio, dichos pensamientos aparecern msbrillantes que el sol p r quien llegue hasta ellosconducido por un iniciado. Y si a propsito de su librose cuenta que fue depositado por l en el templo deArtemisa, ello quiere decir que slo los iniciados erancapaces de comprenderlo. Herclito fue llamado eloscuro porque solamente mediante la clave de losMisterios se poda arrojar luz sobre sus concepciones 4

    Herclito llega hasta nosotros como una personalidadllena de gravedad para con la vida. Se aprecia claramente en sus rasgos, si uno es capaz de recordarlos, que eraportador de un ntimo conocimiento del cual saba queno era susceptible de explicacin mediante palabras,sino que el valor de stas quedaba limitado al de merassugerencias. De este convencimiento surge su clebreafirmacin: Todo fluye, que Plutarco explica as:No nos baamos dos veces en el mismo ro, ni nosencontramos dos veces a un mismo ser mortal. Por suviolencia rapidez, las aguas se dispersan se junt n no

    4 Ver la obra de Edmund Pleiderer Die Philosophie des Heraklitvon Ephesos im Lichte der Mysterien Idee, Berln, 1886

    En este libro se encuentran reunidos todos los documentos histricos en torno a la evidente relacin de Herclito con los misterios.42

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    sentim iento.El conocimientodel E terno devenircarecede valor en tan to no anule nuestro apego al devenirtemporal. A esta necesidad de trascender el amor a lavida, que nos empuja hacia lo transitorio , se refiereHerclito cuandodice:

    Cmopodramosafirmardenuestravidacotid ianaque somos, si desde el pun to de vista de lo E ternosabemosquesomos no somos?

    FragmentosdeHerclit o, nm . 81.

    HadesyDionis iossonunosoloyelmismo,diceeno tro de los fragmentos. Dionisio s, el dios de la alegravital, de la germinacin y del crecimiento , a quien sededicaban las fiestas dionisacasera,pr Herclito,elmismo queHadeseldio sde ladestruccin. Unicamenteaquelquevealamuerteenlavidaylavidaenlamuerte,y en ambas lo Eterno, tr ascendindolas, ser capaz dever a su verdadera luz los defectos ycualidades de laexistencia. Entonces, hasta las imperfecciones mismasencuentran su justi ficacin, ya que lo E terno habitatambin en ellas. Slo desde el pun to de vista de lalim itadavidainferio rsenosaparecencomota lesim per-fecciones:Elcumplim ientodesus deseos noeslomejorpa ra el hombre: la enfermedad vuelve ms dulce lasalud, el hambre haceapreciarla saciedad,yel trabajoel descanso. El m ares, a la vez, el aguams pura yms impura, adecuada y saludable pr los peces,impropia y perjudicial pr los hombres. Lo queHerclito quiere aqu resaltar, enprimert rm ino, noesla fugacidaddelascosasterrenas, sinoelesplendorylamajestadde lo Eterno. Herclito arremetivehemente-mente con traHesodo, Homeroylos dems eruditosde44

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    la poca. Quiso censurar su manera de pensar, quesolamente se fijaba en lo perecedero. No quera msdioses provistos de cualidades tomadas del mundo efi-mero. nopodaconcederlasupremacaaunacienciaquese dedicabaainvestigar las leyesdeldeveniryde la muertedelascosas.Paral loEternohablaa travsdelo transitorio. Y paradesignar a este elemento Eternosevaledeunprofundosmbolo:Laarmonadelmundose vuelve hacia s mismacomo la de la lira yel arco.Cuntaprofundidadhayenestaimagen Launidadsealcanza a travs de la tendencia a disociarse de lasfuerzas yla armonizacindelospoderesdivergentes. Ysi no, no hay ms que ver cmo las distintas notasmusicales se oponen una a la o tra y sin embargo,juntas, consiguen la armona. Aplicado esto al mundoespiritual, tendremosel siguientepensamientodeHer-clito: Los inmortales son mortales, y los mortales,inmortales.Losunosvivendelamuertedelosotros,losotrosmuerendelavidade losunos. El hombrecontraesu deuda ms grande cuando con su pensamiento seadhierealo transitorio.ConellosedesvadeloEterno,yde esta forma la vida se convierteen unpelig ropa ral. A sta le debe todo cuanto le sucede. Pero talesaccidentes pierden su aguijn si el hombre deja deatribuiralavidaunvalorabsoluto.Enta lcasorecobrasu inocencia. Es como si, desde la seriedad de losproblemas de su vida, pudiera retornar a la infancia.Con cunta seriedad se toma el adulto muchas cosasconlasqueel niose lim itaajugar El verdaderosabiose vuelvecomounnio. Lascosasserias contempla-dasala luzde lo Eterno,pierdensuvalor. Entonceslavidase to rnajuego.Po relloHerclitodice: Laeterni-dades unniojugando, es el reinodel nio. Enqu

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    consiste pues la deuda primordial? En tomarse conabsoluta seriedad cosas que no la merecen. Dios se haderramado a s mismo en el mundo de los objetos. Elque acepta stos prescindiendo de Dios los toma enserio como tumbas de Dios. Debera jugar con lascosas como un nio y en cambio aplicar su seriedad adeshechizar el elemento Divino que dormita encantadoen ellas.

    La contemplacin de lo Eterno abrasa y consume laimagen ilusoria que ordinariamente el hombre se hacede las cosas. El espritu disuelve los pensamientos queen nosotros suscita el mundo sensible; los hace fundirse.Es un fuego devorador. Aqu tenemos el significadotrascendente del pensamiento de Herclito cuando diceque el fuego es la sustancia primordial de todas lascosas. Por supuesto que dicho pensamiento debe tomarse en primer trmino en el sentido de una simpleexplicacin fsica de los fenmenos del universo. Perono se comprender a Herclito si no se le considera en unsentido similar a aquel con que Filn reflexionabaacerca de las leyes de la Biblia:

    Hay gente que toma las leyes escritas nicamentecomo meros smbolos de las doctrinas espirituales eindaga concienzudamente stas despreciando las leyesmismas. Desapruebo este proceder pues deberan pres-.tar atencin a ambas cosas; al conociminto del sentidooculto y a la observancia del sentido obvio.Especular sobre si Herclito entenda por Fuego unfuego fsico o si era para l un smbolo del Espritueterno que disuelve y restaura las cosas es tergiversar

    Filn filsofo que vivi en los primeros aos del cristianismo.46

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    su pensamiento. El quera decir las dos cosas yningunade ellas. Porque para l el Esprituviva tambinen elfuego ordinario. Y la fuerza que acta fis icamente es lam isma que en un plano superior vive en el alm ahum ana lamismaquefundeen sucr iso lel conocimien-to sensorial pa ra extraer de ello la visin de lo Eterno.Precisamente Herclito se presta con facilidad a sermal interpretado. El considera la guerra com o el padrede las cosas. A hora bien solamente el padre de lascosas pero no de lo Eterno. Si no se dieran contradic-ciones en el mundo si faltaran en l los intereses msdiversos yantagnicos el m undo del devenir el m undo de lo transitorio no exis tira . Pero lo que se pone demanifiesto a travs de este antagonismo lo que subyaceen l no es la guerra sino la armona. Precisamente porexis tir guerra entre todas las cosas el espritu del sabioha de pasarporstas como si fuera una llama ponien-do arm ona entre ellas. As desde esta perspectivaresplandece uno de los grandes pensamientos de la.sabidura de Hercli to. Qu es el hombre como indi-viduo? Y es desarrollando tal pun to de vista comoHerclito obtiene su respuesta . El hom bre es una com-bin acin de aquello s elemento s antagnicos en los cua-les se ha derram ado la Div inidad. As se encuentra l as mismo percibiendo en su interior al Espritu Esprituque procede de lo Eterno. Pero pr l este Espritu nace de la lucha de los elemento s entre s pero estemismo Espritu debe tambin apaciguar los elementos.En el hombre la fuerza creadora de la N aturalezasobrepasa sus propios lm ites. La misma fuerza nicauniversal es laquecreel antagonismo ylaqueorig inla mezcla de los elementos; y la que despus sabiamen-te haderesolverel conflicto . Heaqu la eternadualidad

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    que vive en el hombre, el perpetuo antagonismo entre 1temporal y 1 eterno. Por virtud de 1 eterno el hombreha llegado a ser algo enteramente definido singular,a partir de esta singularidad debe l crear algo denaturaleza superior. Es dependiente e independiente, yaque slo puede participar en el Espritu eterno, que lcontempla, en la medida en que lo permita la mezcla deelementos que ese Espritu eterno ha efectuado en l Yprecisamente por esto, el hombre est abocado a darforma a 1 Eterno a partir de 1 temporal. El Esprituacta en l, pero 1 hace de una manera peculiar,actuando sobre la base de 1 temporal. Constituye unacaracterstica del alma humana el hecho de que algo denaturaleza perecedera pueda actuar, acrecentarsederrochar vitalidad, como si se tratara de algo eterno.Esto le hace asemejarse, al mismo tiempo, a un Diosa un gusano. Por esto el hombre ocupa un lugarintermedio entre Dios el animal. El impulso que obraen l, como una fuerza de progresivo crecimiento y desuperacin, pugnando por abrirse paso, es su elementodemnico 6 Herclito hace una rotunda referencia aeste hecho al decir: El Daimon del hombre es sudestino (Daimon es considerado aqu en sentido grie-go; en sentido moderno deberamos decir Espritu). As,para Herclito, 1 que vive en el hombre se extiendemucho ms all de lo puramente personal. La persona-lidad concreta es el vehculo de 1 demnico, unelemento que no est confinado entre los lmites de lapersonalidad y para quien la muerte y el nacimiento de

    6 El tnnino demonaco tiene entre nosotros un sentido negativodel que careca el concepto Daimon entre los griegos. De ah quenos parezca preferible emplear el adjetivo demnico para designartodo lo relativo a Demon o Daimon. (N. de los T.)48

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    lo personal carecen de importancia. Qu tiene que vereste daimon con algo como el elemento personal queperece? .La personalidad humana constituye para lodemnico slo una forma de manifestarse. Quien hadescubierto a su Daimoncomienzaa contemplarlo quese halla ms all de s mismo hacia atrs y haciaadelante . El hecho de experimentar en uno mismo lodemnicoconstituyeunapruebadesu propiaeternidad.ya no debe atribuir a su demon la vocacinde llenarsu personalidad como si fuera su nicafuncin. Porqueesta personalidad es tan slo una de tantas formas enque lo demnico se m;lnifiesta. El daimon no puedeencerrarse en una sola personalidad pues tiene poderpara an imarmuchasotras capacidadpara transformar-se de una personalidad en otra. La gran nocin de lareencarnacin bro ta po r s sola como algo natural delas premisas de Herclito. Y no slo el concepto sinotambinlaexperienciadeesta reencarnacin.El concep-to no hace ms que preparar la experiencia. Quienadquiere consciencia del elemento demnico que haydentro de l no lo percibe como algo que se halla en unestado inocente y virginal: lo encuentra do tado ya depropiedades.Dedndeprovienenstas?Aqusedebeque yo poseaunasdeterm inadasaptitudesnaturales?Sedebe al hecho de que ya otras personalidades habancolaborado anteriormente en la modelacin de mi dai-mono Y si debo presumirque sumisin no se agota enmi actual personalidad qu ocurre con el trabajo queyo realizo en l? Ocurre que yo llevo a cabo una laborpreparatoriaen favor de unapersonalidad futura. Entrela unidad csmica y yo se interpone algo que metrasciende pero que no es todava de la misma natura-lezaquelaDivinidad. Loquese sitaentrelaDivinidad

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    y yo es mi daimon. As como mi hoy no es sino elproductodemi ayer, ymimaanaserel productodemihoy, delmismomodo,mividaesel frutodeunavidaanterior yserel fundamento de o traposterior. Por lomismo que el hombre mortal, m irando hacia atrs,contemplainnumerablesayeres y haciaadelante,incon-tables maanas, as el alma del sabio percibe muchasvidas en su pasadoyotras tantasen lo porvenir . Hoyhagousodeaquellospensamientos yaptitudesqueayeradquir. No ocurre as en la vida? No entran loshombresenel horizontede la existenciadotadosde lasmsdiversascapacidades?Dedndeprovieneta ldiver-sidad? Procede acaso de la Nada? Nuestras cienciasnaturaleshacenalardede haberdesterradola nocindemilagro de nuestra interpretacin de la vida orgnica.David Friedrich Strauss en su obra La antigua y laNueva Fe) considera como una gran conquista denuestros tiempos el hecho de que no concibamos ya aunser perfectamenteorgnico, perfectamente acabado,como surgido milagrosamente de la nada. Nosotrosconcebimos la perfeccin si podemos explicarla comoundesarrolloapartirdelo imperfecto. Laestructuradeunsimiodejade serunmilagrosi se consideraque susantepasadoseran peces primitivosquegradualmentesefueron transformando. Dignmonos admitir , pues, co-mo razonable en el dominio del esptitu lo que nosparecelegtimoenel mbitode lanaturale za. Entoncescabe preguntarse: Debe un espr itu perfecto tener losmismosantecedentesqueunoimperfecto?Hade tenerun Goethe las mismas condic iones previas que unhotentote?Losantecedentesdeunmonosontandistin -tosalosde unpezcomolosdelespritudeGoethealosde un salvaje. El linajeespiritualde unGoethees muy50

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    diferente al linajede un espritu salvaje. El espr itu , aligual que el cuerpo, es el resultado de un procesoevolu tiv o. El espritudeGoethecuentaconmsantepasados queelespritudeunsalvaje. Tomemosladoctrinade la reencarnacin en este sentido, yya no la encontraremos acientfica.Porel contrario, seremos capaces de interpretar aquello que uno se encuentra en elalma,ynoconsideraremos milagroaquelloquenosvienedado. Si yo s escribir lo debo al hecho de haberloaprendido. oexiste nadie que, tomandoporprimeravez una pluma, pueda, sinms, ponerse a escribir. Ysin embargo, hayquienes consideranla aparicindeungeniocomoalgomilagroso. Peronoes as; tambinesta condici ngenialtienequeseradquirida:ha deaprenderse. Y cuandosurge en una persona reconocemos lapresencia de lo espir itual. Peroesteelementoespir itualtambin ha aprendido, a su vez, adquiriendo en unavida p r e e d e n t ~ lo queen o tra posterioraparececomosaber .Es en este sentido, ysolamente en ste, como Hercli to y otros sabios griegos conceban la idea de laeternidad. Pa ra ellos, en ningncaso se tra tabade unacontinuidadde lapersonalidadinmediata. Considrenseaesterespecto cie rtos versosde Empdocles 490-430a.deC..Sobreaquello squesloaceptan la realidaddadacomosi se t ra ta ra dealgomilagroso,dicelosiguiente:Mentecatos son porque sus pensamiento sno v nlejos. quienescreen que loque no ha sido puede llegar a ser;o que algo puedaperecery desaparecer por comple to.E s im posible que de la nada surja algo a l existe ncia ;ascomoes imposibletambinqueloque es perezca completamente.Porque all donde e lser sea re legado all seguir siendo.Aquellos que saben no creernjams que los hombres s lo son

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    mientras dura l llamada vida con sus alegras sus penasy que no eran antes de nacer y que nada sern despus de morir.La cuestin de si en l hombre exista algo que fuerade naturaleza eterna ni siquiera fue planteada por elsabio griego; se limi a preguntarse en qu consista eseelemento eterno y de qu modo poda el hombre con-servarlo cultivarlo dentro de s aba por hecho que

    el hombre es una criatura intermedia entre lo terrenallo divino. La posible existencia de una Divinidad que sehallase fuera ms all de lo terrenal ni siquiera eratomada en consideracin. Lo divino vive en el hombreslo que de forma humana: es la fuerza que impulsa alhombre a hacerse cada vez ms divino. Unicamentequien as piense puede expresarse como Empdocles:Cuando abandonando tu cuerpo te remontes hacia el libre tert sers un dios inmortal escapado de l muerte.

    Desde esta perspectiva qu puede hacerse en favor deuna vida humana? Puede ser iniciada en el crculomgico de lo Eterno. Porque esa vida humana disponede unas fuerzas que la simple vida natural no desarrolla.esta vida podra transcurrir desaprovechada si dichasfuerzas permanecieran inactivas. Abrir cauces a estasfuerzas asemejando as al hombre a lo divino tal fueprecisamente la misin de los Misterios y tal fue tam-bin la tarea que se impusieron los sabios griegos. Eneste sentido podremos comprender la afirmacin dePlatn:

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    Quien llega profano sin iniciar al Hades se hundiren el fango mientras que el que all llega purificado einiciado habitar con los dioses.

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    Se trata aqu de una concepcin de la inmortalidadcuyo significado est comprendido dentro del Universo.Todo cuanto emprende el hombre para despertar loEterno dentro de s est dirigido a enaltecer el valorexistencial del mundo. En su actividad de conocer no esun espectador ocioso del universo que se limite atomarse una imagen de todo aquello que tambin sin lexistira. Su poder de conocimento constituye una fuer-za superior una potencia natural creadora. El Espritucuyo relmpago brota dentro de l es algo divino quecon anterioridad se hallaba hechizado en su interior yque sin el conocimiento activo del hombre permanece-ra en estado de letargo a la espera de algn otro que lorescatase de su encantamiento. As pues la personalidadhumana no vive en s misma y para s misma sino quevive para el mundo. Contemplada desde esta perspecti-va la vida excede con mucho de la existencia individual.Dentro de esta concepcin podemos entender frasescomo aquella de Pndaro en que ofrece su visin de loEterno: Bienaventurado aquel que ha penetrado losMisterios y ha descendido seguidamente bajo la tierrahueca porque l conoce el final de la vida y conocetambin el comienzo prometido p r Zeus.

    Se comprenden las expresiones altivas y el carctersolitario de sabios como Herclito que podan afirmarorgullosamente de s mismos que muchas de las cosasles haban sido reveladas ya que ellos no atribuan suconocimiento a su propia personalidad efmera sino alDaimon eterno que habitaba en ellos. Precisamene suorgullo tena como necesario contrapunto un sello dehumildad y una modestia que se reflejan en las siguientespalabras: todo conocimiento acerca de las cosas perece-deras se halla en un fluir perpetuo al igual que esas

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    cosasmismas. Herclito llama

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    es acortada, segn cierta proporcin numrica, nacen siempre otros

    sonidos distintos. La tonalidad de los sonidos puede ser expresada enproporciones numricas. La fsica expresa tambin las relaciones de los

    colores por medio de nmeros. Cuando dos cuerpos se combinan para

    formar una sola sustancia siempre sucede que una cantidad

    perfectamente determinada de uno de ellos -cantidad que en adelante

    quedar expresada de una vez por todas en nmeros- se unir siempre en

    la misma proporcin con una determinada cantidad del otro.El punto de mira de los pitagricos se centraba en las leyes de la

    medida y del nmero que se hallan en la Naturaleza. Las figuras

    geomtricas desempean tambin un papel similar en sta. La

    astronoma, por ejemplo, es matemtica aplicada a los cuerpos celestes.

    Algo que vino a ser verdaderamente importante para la vida ideolgica

    de los pitagricos fue el hecho de que el hombre, por s solo,

    exclusivamente a travs de operaciones espirituales, descubriese las

    leyes de los nmeros y de las figuras y que cuando seguidamente

    observ la Naturaleza, las cosas obedecan a esas leyes que l, por s

    mismo, haba descubierto dentro de su alma. El hombre, por s mismo,

    concibe la idea de la elipse y establece sus leyes. Y los cuerpos celestes

    se mueven conforme al sentido de esas leyes que l ha establecido

    (naturalmente, no se trata aqu de los puntos de vista astronmicos de los

    pitagricos. Lo que de stos se dice, puede decirse tambin de los

    copernicanos, en el aspecto que en este punto nos interesa). De esto se

    desprende, como inmediata consecuencia, que las actividades del alma

    humana no constituyen algo separado del resto del mundo, sino que enellas se expresa aquello que, como orden sujeto a leyes, est presente en

    todo el universo. Los pitagricos se decan: Los sentidos muestran al

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    hombre los fenmenos fsicos, pero no el orden armnico al que estn

    sujetos. El espritu humano debe descubrir este orden armnico

    en primer lugar en s mismo, si pretende hallarlo en el mundo

    exterior. El sentido profundo del mundo, es decir, la ley eterna a

    la que necesariamente obedece, se manifiesta en el alma

    humana, y en ella se convierte en una realidad presente. Es en

    el alma donde se revela el sentido del mundo. Este sentido no

    se encuentra en lo que vemos, omos y tocamos, sino enaquello que el alma saca a la luz desde sus profundos arcanos.

    Las leyes eternas yacen ocultas en las profundidades del alma.

    Si descendemos hasta lo profundo del alma, encontramos lo Eterno.

    Dios, la eterna armona csmica, est en el alma humana. El elemento

    anmico no est circunscrito a la substancia corporal que est

    encerrada en la piel. Porque lo que en el alma nace son nada menos

    que las leyes segn las cuales giran los mundos en el espacio celeste.

    El alma no radica en la personalidad. La personalidad no hace sino

    proporcionar el rgano a travs del cual puede expresarse el orden

    que rige el espacio csmico. Hay algo del espritu de Pitgoras en

    las palabras de Gregorio Niceno, uno de los Padres de laIglesia: Se dice que la naturaleza humana es algo pequeo y

    limitado, mientras que Dios es infinito. Y se pregunta cmo lo

    diminuto puede abarcar a lo infinito? Pero quin podra afirmar

    que lo infinito de la Divinidad est encerrado en los confines de

    la carne, como en un recipiente? Porque ni siquiera durante

    nuestra vida la naturaleza espiritual est encerrada dentro de los

    lmites de la carne; y si bien es cierto que la masa del cuerpo se

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    PL TON COMO MISTICOLa significacin que los Misterios tuvieron en la vidaespiritual de los griegos puede apreciarse observando la

    visin que Platn tena del mundo. Slo hay un mediode comprender plenamente a Platn y es situndolo a laluz que irradia de los Misterios. Los discpulos posterio-res de Platn, los neoplatnicos, le atribuyen una ense-anza oculta que l imparta exclusivamente a quieneseran dignos y que se transmita bajo un pacto desilenciO . Su doctrina era considerada tan enigmticacomo l sabidura de los Misterios. El hecho de que sehaya impuganado la autenticidad de la carta sptima dePlatn, carece de relevancia para nuestro propsito.Poco importa si fue l mismo u otra persona quien seexpres de esta manera sobre la disposicin fundamen-tal que se refleja en la mencionada carta; lo que simporta es que esta disposicin parte del ncleo mismode la concepcin del mundo de Platn. En la carta sedice lo siguiente:

    Lo que s puedo decir acerca de todos los queescribieron y escribirn como si supiesen cual es elobjeto de mi bsqueda, bien por haberlo oido de m ode otros, bien por haberlo inventado ellos mismos: queen ningn caso se les debe d r crdito. Desde luego una

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    faceta histrica de este personaje sino el carcter deScrates tal como aparece a travs de Platn. Su amora la Verdad que le llev a la muerte santifica la personade Scrates. Muri como slo un iniciado es capaz demorir p r quien la muerte no es otra cosa que unmomento de la vida como cualquier otro. Fue hacia lamuerte como hacia otro acontecimiento ms de suexistencia. Se comport de tal modo que ni siquiera ensus amigos se despertaron aquellos sentimientos que escorriente sentir en estas ocasiones. En el Dilogo sobrela inmortalidad del Alma Fedn se expresa as:

    Por cierto que al estar yo all me sucedi algoextrao. Pues no se apoderaba de m la compasin enla idea de que asista a la muerte de un amigo; tart felizse me mostraba aquel hombre en su comportamiento yen sus palabras; tan tranquila y noblemente mora quese me ocurri pensar que tampoco descenda al Hadessin cierta misin divina y que al llegar all iba a teneruna dicha cual nunca tuvo otro alguno. Por esta raznno senta lstima como pareca natural al asistir a unacontecimiento luctuoso pero tampoco placer como siestuviramos entregados a la filosofa tal como acostum-brmos; yeso que la conversacin era de este tipo.Sencillamente haba en m un sentimiento extrao unamezcla desacostumbrada de placer y de dolor cuandopensaba que de un momento a otro aqul iba a morir.

    y el moribundo Scrates instruye a sus discpulosacerca 4e la inmortalidad. La persona que experimentala futilidad de la vida ofrece en estas circunstancias unaprueba totalmente diferente que cualquier lgica y ra-ciocinio pueden ofrecer. Es como si no hablara un serhumano pues ste slo est de trnsito sino como sifuera la Verdad Eterna misma la que hablaba valindo-se de una personalidad perecedera en la que se hubiese

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    albergado. All donde lo temporal se desvanece en lanada se crea la atmsfera propicia para que en ellapueda resonar lo Eterno.En este dilogo no omos pruebas en el sentido de lalgica sobre la inmortalidad. Toda la conversacintiene como finalidad conducir a los amigos al puntodonde puedan percibir lo Eterno: entonces ya no nece-sitarn pruebas. Porque para qu vamos a demostrara alguien que est viendo una rosa roja que la rosa esroja? Qu objeto tiene demostrar que el espritu eseterno a aqul cuyos ojos han sido abiertos de modoque puede ver ese espritu? Experiencias vivencias heaqu lo que resalta Scrates. Ante todo vivencias de lasabidura misma. Qu quiere aqul que aspira a lasabidura? Quiere liberarse de lo que los sentidos leofrecen en la observacin cotidiana quiere buscar elespritu en el mundo sensorial. No constituye sto algocomparable a la muerte? En opinin de Scrates esmuy posible en efecto que pase inadvertido a los demsque cuantos se dedican por ventura a la filosofia de lamanera adecuada no aspiran a otra cosa que a morir y aestar muertos. Y si esto es verdad sera sin dudaabsurdo el que durante toda su vida no pusieran su celoen otra cosa sino sta y el que una vez llegada seirritasen con aquello que desde tiempo atrs anhelabany buscaban. Para corroborar esta opinin Scratespregunta a uno de sus amigos:

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    Te parece a t propio del filsofo el interesarse porlos llamados placeres por ejemplo de la comida labebida? Y de los placeres del amor? Y qu dire-mos adems de los cuidados del cuerpo? Te pareceque los considera dignos de estimacin un hombresemejante? As por ejemplo. la posesin de mantos

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    calzados distinguidos los restantes adornos del cuerpo.Te d la impresin de apreciarlos o despreciarlos salvoen lo que sea de gran necesidad participar de ellos? Yno te parece que en su totalidad la ocupacin de unhombre semejante no versa sobre el cuerpo sino alcontrario en estar separado lo ms posible de l enaplicarse al alma? En resumidas cuentas: he aqucmo se manifiesta el filsofo en primer lugar: desligandoel alma de su unin con el cuerpo con diferencia atodos los dems hombres.

    A este respecto Scrates tiene algo ms que decir: quela aspiracin a la sabidura tiene de comn con lamuerte el hecho de que aparta al hombre de lo corporal.Hacia qu se vuelve pues entonces? Se vuelve hacia loespiritual. Pero puede pedirle al Espritu lo mismo quereclama de los sentidos? Scrates se expresa as sobreeste punto:

    y qu decir sobre la adquisicin misma de la sabidura? Es o no un obstculo el cuerpo si se le tomacomo compaero en la investigacin? Quiero d

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    mos plenamente en ellos dejan de equivocarnos cuandoa ellos les oponemos la razn pensante y sometemos sustestimonios al juicio de sta. Pero cmo podra la raznpensante emitir un juicio sobre lo que los sentidosmanifiestan si en ella no viviera algo que. est porencima de la percepcin sensorial? Por lo tanto lo quedecide en nosotros acerca de la verdad o falsedad de lascosas es algo que se opone al cuerpo fisico y que porconsiguiente no se halla sometido a sus leyes. Antetodo no puede estar sujeto a las leyes del nacer yperecer porque ese algo contiene la verdad dentro de s.Ahora bien la verdad no puede tener un ayer ni un hoy;ni siquiera puede ser una cosa hoy y otra maana comolos objetos sensibles. Luego lo verdadero en s mismo

    ~ t i n que ser algo eterno. En la medida en que el filsofose aparta de lo sensible y perecedero para volversehacia lo verdadero se acerca asimismo a un elementoque vive en l. En tanto en cuanto nos sumerjamos enel Espritu viviremos plenamente en la verdad. Enton-ces lo que de sensible h y nuestro alrededor no estarya presente tan slo en su forma sensible ... Y no haraesto de la manera ms pura aqul que fuera a cada cosatan slo con el mero pensamiento sin servirse de lavista en el reflexionar y sin arrastrar ningn otrosentido en su meditacin sino que empleando el meropensamiento en s mismo en toda su pureza intentarcaptar cada una de las realidades sola en s misma y entoda su pureza tras haberse liberado en todo lo posiblede los ojos de los odos y por decirlo en pocaspalabras de todo el cuerpo convencido de que steperturba el alma y no le permite entrar en posesin dela verdad y de la sabidura .. Y no se da el nombre demuerte al desligamiento y separacin del alma con el64

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    cuerpo? Pero el liberar el alma segn afirmamos espues la aspiracin suma constante y propa tan slo delos verdaderos filsofos y la ocupacin de los mismosestriba precisamente en eso mismo en la liberacin delalma del cuerpo... sera ridculo p r tanto que unhombre que se ha preparado durante toda su vida aestar lo ms cercano posible a la muerte se rebele luegocuando le llega sta? En realidad los que verdadera-mente buscan la sabidura anhelan la muerte y entretodos los hombres son ellos a quienes la muerte resultalo menos temible.Scrates basa tambin toda moral superior en laliberacin del alma con respecto al cuerpo. Aquel quenicamente sigue lo que su cuerpo le dicta no es un servirtuoso. Quin es valiente? se pregunta Scrates.Valiente es quien no se somete a su cuerpo sino quienobedece las exigencias de su espritu an cuando staspuedan poner en peligro su cuerpo. Y quin es unhombre moderado? No significa ser moderado el nodejarse excitar por los deseos sino mostrarse mesuradoe indiferente ante ellos lo que conviene nicamente aaqullos que descuidndose en extremo del cuerpoviven entregados al amor a la sabidura? En opinin deScrates lo mismo sucede con todas las virtudes.Entonces Scrates pasa a caracterizar el conocimien-to que se obtiene a travs de la razn inteligente. Ques en definitiva conocer? Sin duda alguna llegamos alconocimiento mediante la formacin de juicios. Puesbien: yo me formo un juicio sobre un objeto cualquiera;p r ejemplo cuando me digo: esto que est delante dem es un rbol. Cmo llego a hacer esta afirmacin?Solo puedo hacerla si ya s de antemano lo que es unrbol. Es preciso que recuerde la representacin que yo

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    me he hecho de un rbol. Un rbol es una cosa sensibley p r lo tanto cuando recuerdo un rbol recuerdo unobjeto sensible. Yo digo de una cosa que es un rbolcuando se parece a otras que yo he percibido anterior-mente y de las cuales yo s que son rboles. El recuerdome proporciona el conocimiento. El recuerdo me permi-te hacer comparaciones dentro de la multiplicidad de lascosas iguales me formo un juicio y digo: estas dos cosasson iguales. Ahora bien en la realidad jams se dan doscosas que sean exactamente iguales; en ninguna parte sepuede encontrar la igualdad ms que de una formarelativa. De donde se desprende que la idea de igualdadsurge dentro de m sin que exista en la realidad sensible.Esta idea me ayuda a formarme un juicio del mismomodo que el recuerdo tambin me ayuda a formarme unjuicio ayudndome a conocer. As como un rbol mehace recordar otros rboles as dos objetos considera-dos en una determinada relacin me recuerdan la ideade la igualdad. Por consiguiente en m aparecen pensa-mientos como recuerdos que no provienen de la realidadsensible. Todos aquellos conocimientos que no proce-den de esta realidad tienen su fundamento en pensamien-tos de este gnero. Toda la matemtica se basa en estetipo de pensamiento. Mal gemetra sera quien no fuesecapaz de establecer relaciones matemticas ms que conaquello que puede ver con sus ojos y tocar con susmanos. As pues tenemos pensamientos que no tienensu origen en la naturaleza efmera sino que brotan delEspritu. Y son precisamente tales pensamientos los quellevan impreso el sello de la eterna verdad. Lo que l