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RIDIÓCESIS DE ADAAARA

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del encuentro con cristo a la misión

aRQUIDIÓCESIS DE GUADALAJARA

PRESENTACIÓN

TEMA 1 ENCONTRARSE CON CRISTO Y SER ENVIADOS

TEMA 2 SER ENVIADOS PARA LA COMUNIÓN FRATERNA

TEMA 3 ENVIADOS A PRACTICAR LA COMPASIÓN

TEMA 4 FORMARNOS POR LA PALABRA PARA ANUNCIAR Y VIVIR LA PALABRA

TEMA 5 SER ENVIADOS PARA TRANSFORMAR NUESTRA SOCIEDAD

CLAUSURA DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES

INDICE5

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PRESENTACIÓN

En el marco del Jubileo extraordinario de la Misericordia convocado por el Papa Francisco, y en el contexto de nuestro proceso pastoral que llevamos en la Arquidiócesis de Guadalajara, contando ya con nuestro VI Plan de pastoral, cuyo objetivo es “Impulsar la nueva evangelización mediante el

anuncio del kerigma a todos y la formación integral permanente, para fortalecer nuestras comunidades eclesiales y nuestro pueblo en Cristo tenga vida”, teniendo claras nuestras líneas comunes de acción pastoral, y en el trabajo de detectar las exigencias que nos plantea la Vida nueva en Cristo, la Vicaría de Pastoral ofrece el subsidio para los ejercicios espirituales de la Cuaresma 2016 con el tema: “La vida en Cristo, de la Misericordia a la Misión”, con la finalidad de contribuir a la renovación de nuestra vida en Cristo desde su misericordia, para poder ser nosotros mismos signos eficaces de su misericordia en la misión por seguir haciendo presente el Reino de Dios en nuestra sociedad.

Este subsidio nos ofrece cinco temas y una propuesta para la clausura de los ejercicios espirituales:

- Tema 1: “Encontrarse con Cristo y ser enviados”

- Tema 2: “Ser enviados para la comunión fraterna”

- Tema 3: “Enviados para practicar la compasión”

- Tema 4: “Formarnos por la palabra para anunciar y vivir la palabra”

- Tema 5: “Ser enviados para transformar nuestra sociedad”

- Clausura de los ejercicios espirituales: “Misa votiva de la Divina Misericordia”

Conscientes de la urgencia de una Nueva Evangelización, que requiere como condición esencial, una novedad en su ardor y este ardor a su vez exige la conversión personal y pastoral 1, deseamos que la vivencia de estos ejercicios espirituales de cuaresma, sean una experiencia fuerte de la misericordia de Dios en orden a una conversión y donación siempre más total a Cristo y a la Iglesia, haciendo eco de las palabras del Santo Padre Francisco que en el número 17 de la bula Misericordiae Vultus nos dice: “La Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios”.

1 Cf. VI PLAN DIOCESANO DE PASTORAL n. 57.

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E


TEA ENCNTRARSE CN CRIST SER

ENIADS

Objetivo

Caer en la cuenta de que sólo el encuentro con Cristo Jesús nos mueve evangelizar.

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Material sugerido: - una imagen de Jesús, que se vea alegre y un Cirio. - Se puede hacer el canto: “Tu estas aquí” de Jesús Adrián Romero

- Crear un buen ambiente dando la bienvenida a los participantes

ORACIÓN INCIAL

Señor, Dios de la paz, Tú que creaste a los hombres para ser herederos de tu gloria, te bendecimos y agradecemos porque nos enviaste a Jesús, tu Hijo muy amado. Tú hiciste de Él, en el misterio de su Pascua, el realizador de nuestra salvación. La fuente de toda paz, el lazo de toda fraternidad. Te agra-decemos por los deseos, esfuerzos y realizaciones que tu Espíritu de paz suscita en nuestros días, para sustituir el odio por el amor, la desconfianza por la comprensión, la indiferencia por la solidaridad. Abre todavía más nuestro espíritu y nuestro corazón para las exigencias concretas del amor a todos nuestros hermanos. Para que seamos, cada vez más, artífices de la paz. Acuérdate, oh Padre, de todos los que luchan, sufren y mueren para el nacimiento de un mundo más fraterno. Que para los hombres de todas las razas y lenguas, venga tu Reino de justicia, paz y amor. Amén.

I. VER CON LOS OJOS DEL PADRE

Cada día, entre los cristianos, es más clara la necesidad que tenemos de encontrarnos con Jesucris-to viviente en su Iglesia. Y no solo encontrarlo, sino que se convierta en el centro de nuestras reflexiones y el camino para nuestra acción pastoral.

El Sexto Plan Diocesano de Pastoral de nuestra Arquidiócesis dice con claridad, como resultado del trabajo pastoral de toda la comunidad diocesana que hay un hecho que engloba la vida de la liturgia en nuestras comunidades, dice que la fe se celebra como mero ritualismo y sacramentalismo (PDP No. 33) y entre las causas enumeradas están que:

• las celebraciones litúrgicas son mal preparadas,• se tiene una participación pasiva de las comunidades,• hay sacerdotes que no motivan a la participación,• no hay disposición para la celebración,• impuntualidad, vestimenta inadecuada, distracción, etc.

Para ver lo que sucede en nuestra comunidad podemos compartir estas tres preguntas, que vale la pena comentar, sabiendo que la experiencia de cada uno puede enriquecer a todo el grupo, por lo que hemos de escuchar con respeto y atención a quien hable:

1. ¿Cuándo fue tu primer encuentro significativo con Jesús?2. ¿Qué medios has empleado para mantenerte en su seguimiento?3. Si no has tenido un encuentro significativo con Jesús: ¿Qué es lo que te ha impedido encontrarte con Él?

Se le da el tiempo necesario para enriquecernos con las respuestas.

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Ejercicios cuaresmales 2016


II.JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO

En los evangelios podemos leer numerosos encuentros de personas con Jesús. Encuentros que a la inmensa mayoría provocó una verdadera transformación. Tan solo por mencionar algunos: El encuentro que Jesús tiene con Zaqueo (Lc 19, 1-10); El encuentro de la Samaritana (Jn 4, 6-42); El encuentro con Mateo (Mt 9,9-12). Aunque no todos los encuentros terminaban con esa transformación y seguimiento que Jesús esperaba. (Mt 19, 16-22; El así llamado ‘Joven rico’).

Es bueno recordar lo que nos dice el documento de los Lineamenta para la asamblea especial del Sínodo de los obispos de América en su número 6: “Así deberían acercarse a Cristo los hombres y mu-jeres de América: no para teorizar sobre Él, ni para observarlo como espectadores neutros, sino para encontrarse con Él, en las propias circunstancias de sus vidas, en sus compromisos familiares y profe-sionales, en su proyectos, en sus dudas y debilidades. De tal encuentro, si saben dialogar con Él y abren su corazón a la escucha de la Palabra de Dios, saldrán transformados discípulos suyos.

El encuentro es siempre con Jesucristo muerto y resucitado. Con Cristo que ‘en su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre’. Con Cristo que “trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre” Nada de lo huma-no le es extraño, ninguna situación de alegría o sufrimiento, de pobreza o de trabajo, ninguna legítima aspiración humana le es ajena. Él caminaba al lado de cada hombre y de todos los hombres y los acom-pañaba en todas las vicisitudes históricas. Se identifica con los más pequeños de entre los hombres y ha muerto en la cruz para librar a la humanidad del pecado y del mal.

a) Jesucristo es la misericordia del Padre. Jesús nos perdona y nos envía a ser “pescadores de hombres” (Lc 5, 1-11).

Y nos podemos preguntar ¿por qué se da todo lo anterior que hemos dicho en el encuentro con Cristo? Y es que en Jesús está presente la misericordia del Padre. Él es el rostro de Dios, que se manifiesta con una misericordia que no tiene medida ni fin. Sin embargo, con el encuentro que se tiene con Jesús no se puede seguir viviendo con las mismas actitudes, todo cambia. Pero dicho cambio no es una respuesta como a algo que está de moda, es consecuencia de tener el perdón de Dios que luego nos impulsa a llevar su noticia, nos hace “pescadores de hombres” (Se puede leer, si se cree conveniente, Lc 5, 1-11)

b) Su Padre hace salir el sol sobre justos e injustos.

La vida, las palabras, los gestos, los milagros, todo lo que hizo Jesús nos habla con claridad de lo que Dios hace por todos y por cada uno de nosotros. “Para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos” (Mt 5, 45).

Ante este trato de Dios a todos nosotros, movidos por el encuentro con Cristo, se da el llamado a la conversión que no es otra invitación sino a encontrarse, a escuchar, a acoger y recibir sin condiciones a una persona, Jesucristo.

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La conversión implica aceptar el mensaje de vida que se convierte en fundamento para orientar y reorientar las dimensiones del ser y del quehacer que se muestra en frutos concretos (Mt 7, 17-23; Lc 6, 43-45) de manera que teniendo un cambio total e integral, llamemos Padre a Dios y hermanos a los demás.

c) Jesús nos mueve a evangelizar. Evangelii Gaudium (259. 264)

El Papa Francisco, en su exhortación apostólica ‘La alegría del Evangelio’ (259) nos dice cómo hay que ser evangelizadores en ‘Espíritu’ y aclara: “quiere decir evangelizadores que se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo”, y recuerda: “En Pentecostés, el Espíritu Santo hace salir de sí mismos a los Apóstoles y los transforma en anunciadores de las grandezas de Dios, que cada uno comienza a entender en su propia lengua. El Espíritu Santo, además infunde la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia (parresía) en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contratiempo”. Y pide el Papa Fran-cisco en este mismo número: “Invoquémoslo hoy, bien apoyados en la oración, sin la cual toda acción corre el riesgo de quedarse vacía y el anuncio finalmente carece de alma. Jesús quiere evangelizadores que anuncien la Buena Noticia no solo con palabras sino sobre todo con su vida que se ha transfigurado en la presencia de Dios”.

El Papa, hace una invitación muy interesante en el número 264… Si no sentimos el intenso deseo de comunicarlo, necesitamos detenernos en oración para pedirle a Él que vuelva a cautivarnos. Nos hace falta clamar cada día, pedir su gracia para que nos abra el corazón frío y sacuda nuestra vida tibia y superficial… La mejor motivación para decidirse a comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor, es adentrarse a sus páginas y leerlo con el corazón. Si lo adoramos de esa manera, su belleza nos asombra, vuelve a cautivarnos una y otra vez. Para eso urge recobrar un espíritu contemplativo que nos permita redescubrir cada día que somos depositarios de un bien que humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva”

III.ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO

No hace falta que hablemos mucho. Ya sabemos por todo lo que sucede a nuestro alrededor que las palabras ahora sufren de un carente acompañamiento de obras. Que no sea así con nosotros. Tenemos un Dios misericordioso y ahora que estamos en el Año de la Misericordia, tenemos, como dice la Bula ‘Misericordiae vultus’: “…podemos realizar la experiencia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales… ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debil-itado y silenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos” (MV 15)

Jesús en su evangelio nos presenta las obras de misericordia que a su vez se convierten en un parámetro para darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos. Nos podríamos fijar tan solo en una, en este tema. Dice una de las obras de misericordia espirituales “Perdonar la ofensas”, y podemos comentar tres preguntas:

1. ¿He experimentado profundamente el perdón de parte del Señor?

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2. ¿Qué es lo que más te llamó la atención del tema?3. ¿A qué te compromete el contenido del tema?

Se puede intercambiar con el grupo escuchando a varios participantes.

IV.CELEBREMOS COMUNITARIAMENTE

Encendemos un cirio o una luz para decir la siguiente oración. (De ser posible que todos tengan la oración en una hoja o se puede proyectar y así tener los dos coros)

“Creemos en Dios que no se cansa de nosotros” (IRUREM. Los Otros Credos. Ed. Dabar 2000)

CORO 1 Creemos en Dios que no se cansa de Nosotros; que aunque lo olvidemos, Él vuelve. Creemos en Dios que nos llama, nos ayuda, Nos perdona, quiere lo mejor para nosotros Creemos en Dios, que nos ayuda a recuperar la alegría.

CORO 2 Creemos en Dios, que critica lo que está mal hecho Y nos empuja para ir haciendo las cosas bien. Creemos en la Iglesia, comunidad de hombres, Siempre atentos a la vida, preocupados por la fe De los hermanos. Creemos en la Iglesia, que con sus defectos e Imperfecciones necesita convertirse constantemente.

CORO 1 Creemos en el Espíritu, que cada mañana Nos invita a empezar de nuevo. Creemos en el Espíritu que nos ayuda a superar Nuestras limitaciones humanas. Creemos en el Espíritu que nos da fuerza y nos ayuda A vivir en el amor y por amor.

TODOS Creemos en la buena noticia de Jesús, que Nos impulsa a una renovación en profundidad. Amén.

Se puede cantar, si se cree oportuno, el canto de “SOIS LA SEMILLA”.

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TEA SER ENIADS PARA A CNIÓN

RATERNA

Objetivo

Profundizar en la conciencia de que el amor fraterno es el signo privilegiado de que somos discípulos de Jesús.

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ORACIÓN INICIAL

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía, Señor, tu Espíritu y todo será de nuevo creado, y se renovará la faz de la Tierra. Oh Dios, que haz instru-ido e iluminado el corazón de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, haz que este mismo Espíritu nos haga gustar y amar el bien y siempre nos llene de gozo tus consuelos divinos, por Jesucristo, Nuestro Señor, Amén.

V. Espíritu Santo fuente de luz.

R. Ilumíname.


Si consideramos que el ser humano es un ser social por naturaleza también hay que decir que no ha sido fácil lograr la comunión. Ya desde Abrahán, la convivencia entre su parentela fue conflictiva (Gen 13,7-0). Más tarde, al constituirse Israel en pueblo, desde la división del territorio por tribus (Num 26,52-56), las relaciones sociales no fueron fáciles ni dentro de la comunidad judía y menos aún con los pueblos vecinos. A pesar de que el Pueblo de Israel, iluminado por la Biblia (Gn 1,26), consideraba que todo ser humano es “imagen y semejanza de Dios” y, por tanto, con una altísima dignidad, se constatan las clases sociales: esclavos, dueños prestamistas, jornaleros, forasteros o emigrantes, jefes, pobres, ex-tranjeros, transeúntes, viudas y huérfanos (Ex 21-22). ¿También en nuestros ambientes, donde se habla tanto de igualdad y derechos, constatamos que hay clases sociales o castas? ¿En qué lo notamos? En nuestra comunidad ¿hay personas que son consideradas como “desecho”, que estorban? ¿Cuáles?

En el Nuevo Testamento, concluye la teocracia de Israel considerada como una realidad terrena para dar paso a la idea de Reino de Dios en un sentido más espiritual, cuya realidad no consisten en límites geográficos sino en valores y actitudes. Dios se dirige a todos y a cada uno de los hombres, pues el cristianismo no es un pueblo socialmente organizado al modo de los pueblos de este mundo, sino que otorga la primacía de la persona sobre la colectividad.

Jesús enseña que se debe superar la discriminación entre judío y gentil (Mt 5,43-47), entre amigo y enemigo (Lc 6,27-36). Asimismo, la fórmula de comportamiento en las relacionespersonales: “Tratad a los hombres como queréis que ellos os traten a vosotros” (Lc 6,31). ¿Entre no-sotros hay discriminación de personas?

El Señor nos invita a descubrir y vivir esta vocación humana fundamental. Y esto es más urgente cuanto más vacíos de humanidad sufrimos. Muchas veces nos damos cuenta de que somos incapaces de “sentir” con el otro, de participar con verdad (y no de fachada o por conveniencia) tanto de sus dolores como de sus alegrías. Y, por otra parte, lamentamos la misma incapacidad de los demás respecto a no-sotros. Los hombres debemos concebir nuestra vida como don gratuito para los demás. ¿Hay indiferen-cia en nuestra sociedad e incluso dentro de nuestras familias? ¿En qué lo notamos? ¿Hemos pensado que la indiferencia frente al otro o sus problemas es ya una discriminación y una falta a la caridad?

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Una característica propia del cristianismo es amar. El amor de Dios alimenta y fortalece nuestra vida espiritual y nos dispone y capacita para el encuentro con el otro. El amor da identidad a la vida cris-tiana. Sin embargo se constata en nuestra sociedad “la pérdida de nuestra identidad cristiana, por lo que urge promover la cultura de la vida en la sociedad fomentando los valores del Evangelio” (VI Plan 28).

La familia es la pequeña célula de la sociedad, es y debería ser escuela de valores humanos y cris-tianos sin embargo ha dejado de formar en estos valores indispensables y se constata una pérdida de la unidad familiar, un estancamiento en el desarrollo humano y cristiano. Ha venido a menos la comu-nicación efectiva y afectiva, engrosando la brecha que nos lleva al individualismo. “El individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los vínculos familiares” (EG 67). ¿Cómo es la comuni-cación, base de la comunión, en nuestras familias? ¿Preferimos estar comunicados con personas reales, o conectados con amigos virtuales? ¿Cuánto tiempo dedicamos al diálogo, a la comprensión, a la convi-vencia entre los de la casa?

Hoy más que nunca se experimenta esa ausencia del otro creando nuevos vacíos, nuevas periferias existenciales. Las relaciones humanas se han debilitado y se ha dado paso a buscarse sin sentirse, co-municarse sin diálogo, amarse sin extrañarse. Por lo que “sentimos el desafío de descubrir y transmitir la mística de vivir juntos, de mezclarnos, de encontrarnos, de tomarnos de los brazos, de apoyarnos, de participar de esa marea algo caótica que puede convertirse en una verdadera experiencia de fraterni-dad, en una caravana solidaria, en una santa peregrinación. Salir de sí mismo para unirse a otros hace bien. Encerrarse en sí mismo es probar el amargo veneno de la inmanencia y la humanidad saldrá perd-iendo con cada opción egoísta que hagamos” (EG 87).

II. JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO

El amor fraterno es un signo privilegiado y es garantía de que amamos a Dios; es un signo privi-legiado de que somos discípulos de Jesús. “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros” (Jn 13,34). El amor fraterno implica relacionalidad. Sólo me perfecciono con mi relación con Dios y con el otro se-mejante a mí. Los otros son importantes para mí porque me ayudan a ser mejor a través de su compañía, consejos, correcciones, etc. pues entre más sólidos sean los vínculos en la relación interpersonal más fuerte será la fraternidad construida por ambas partes.

“Dar un testimonio de comunión fraterna que se vuelva atractivo y resplandeciente para que todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis” (EG 99).

Jesús vino a revelarnos el amor del Padre y nos lo comunica con su vida. La vida de Jesús evidencia su estrecha relación con el Padre y su estrecha relación de amor con sus hermanos, pues somos hijos en el Hijo. Esta comunión filial con el Padre alimenta su amor fraternal entre los hombres. Jesús ama a su prójimo con el mismo amor con que ama a su Padre. La experiencia de la relación con su Padre la vive

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también en sintonía con la relación con las personas. Análogamente se podría decir que a partir de su encarnación – pasión – muerte y resurrección no se puede hablar en Jesús de su amor al Padre sin su relación de amor con cada ser humano, prueba de ello es su resurrección, en la que resucita con su Cuerpo, la Iglesia por medio del bautismo y de la eucaristía; todo cuerpo está unido a la cabeza y toda cabeza tiene necesariamente un cuerpo, como Cristo resucitado tiene su Cuerpo que es la Iglesia.

“Como el soplo vital del hombre baja a través de la cabeza a vivificar los miembros, así el Espíritu Santo llega a los cristianos a través de Cristo. Cristo es la cabeza, el cristiano es el miembro. La cabeza es una, los miembros son muchos: cabeza y miembros forman un solo cuerpo, y en este único cuerpo hay un solo Espíritu. Espíritu que se encuentra en plenitud en la cabeza y es participado por los miembros. Así pues, si hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, quien no esté en el cuerpo no puede ser vivificado por el Espíritu, como dice la Escritura: “Quien no tiene el Espíritu de Cristo no le pertenece” (Rom 8,9). En efecto, quien no tiene el Espíritu de Cristo no es miembro de Cristo: en un cuerpo el soplo vital es uno. En el cuerpo no puede haber un miembro muerto, y viceversa: fuera del cuerpo no hay miembros vivos. Nosotros nos convertimos en miembros con la fe y con el amor somos vivificados. Con la fe bautismal recibimos la unidad, con la caridad recibimos la vida. El bautismo nos une, el cuerpo y la sangre de Cristo nos vivifican. Con el bautismo nos convertimos en miembros del cuerpo; con el cuerpo de Cristo partic-ipamos en su vida”2 .

Quien quiera estar unido a Cristo lo estará sólo si está unido a su propio Cuerpo. De ahí que la comunión con los demás miembros del único Cuerpo de Cristo será uno de los más grandes retos que la vida cristiana nos exige. Por ello es necesario asumir la espiritualidad de comunión como cimiento e inspiración de toda nuestra acción pastoral como lo señala la 2ª Línea de acción de nuestro VI Plan Diocesano de Pastoral (n. 110).

La espiritualidad de comunión fortalece la comprensión y el afecto fraterno, la solidaridad y la subsidiaridad, la corresponsabilidad, la conciencia y el agradecimiento de las cualidades del herma-no, de las cuales Dios se vale para evangelizar. El cometido de toda la Iglesia de ser “casa y escuela de comunión” porque con todas sus acciones hace presente el Reino de Dios, que es comunión con Dios y comunión con los hermanos.

¡Cómo deseo que los años por venir estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios! (MV 5). Trabajar por la fraternidad es asumir la responsabilidad que conlleva el decir que “yo amo a Dios”. Y sólo somos signo creíble cuando amamos, cuando practicamos la misericordia, pues “la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia (MV 10).

Ejemplo de hecho lo tenemos en la primera Comunidad cristiana: “Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón” Hch 2,46).

2 Cf. HUGO DE SAN VICTOR, De Sacramentis Christianae Fidei, II, 2, en PL 176, cols. 415-417 y recapitulado en lectio divina para cada día del año, 12, Ferias del Tiempo oridinario, 144-145.

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III. ACTUAR CON LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO:

“En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn 13, 35). Con este imperativo moral nos sentimos interpelados y enviados para la comunión fraterna.El amor fraterno construye vidas, las orienta y les da sentido. Para ser creíbles debemos construir nue-vamente los puentes y los que están construidos debemos fortalecerlos.

Hay mucha gente que pide, que grita que le ayuden a vivir. Ayudar a vivir a alguien es un signo de misericordia y de comunión fraterna.Los medios espirituales privilegiados que nos ayudan a fortalecer las virtudes teologales, las virtudes humanas y cristianas son la oración, recibir frecuentemente los sacramentos de reconciliación y comu-nión, el examen de conciencia, la dirección espiritual, el ayuno, la abstinencia, la limosna, el rezo del san-to rosario, la práctica de las obras de misericordia tanto espirituales como corporales, etc. nos fortalecen el espíritu, alimentan nuestra fe e impulsan nuestra caridad.

Además de los medios espirituales serán necesarios también la ayuda de las ciencias humanas: psicología, sociología, etc. que son un recurso, un medio muy valioso para el desarrollo integral de la persona. En ocasiones el tener las herramientas psicológicas adecuadas nos ayudan a ser mejores per-sonas y, por tanto, mejoran nuestras relaciones humanas.Muchas de las fracturas de la convivencia humana pueden superarse, con la ayuda de Dios y con los me-dios adecuados para nuestro crecimiento humano. De ahí que se vuelve esperanzador el poder manejar nuestras emociones y sentimientos porque harán nuestra vida más agradable y amigable. El poder ser más pacientes, tolerantes, abiertos, sinceros, etc. a través de una comunicación asertiva ayudan a vivir la fraternidad y la comunión.

Así es como se forma el discípulo de Cristo: a los pies de Jesús, escuchándolo, haciéndole pregun-tas, contemplándole, practicando las obras que Él hizo, perfeccionando nuestras relaciones humanas.

Somos discípulos creíbles y fraternos cuando practicamos las obras de misericordia, tanto corpo-rales: 1. Dar de comer al hambriento. 2. Dar de beber al sediento. 3. Dar posada al necesitado. 4. Vestir al desnudo. 5. Visitar al enfermo. 6. Socorrer a los presos. 7. Enterrar a los muertos. Como las obras es-pirituales: 1. Enseñar al que no sabe. 2. Dar buen consejo al que lo necesita. 3. Corregir al que está en el error. 4. Perdonar las injurias. 5. Consolar al triste. 6. Sufrir con paciencia los defectos de los demás. 7. Rogar a Dios por vivos y difuntos.

IV. CELEBREMOS COMUNITARIAMENTE

Cada participante comparte con alguien lo agradecido que nos estamos al sentirnos escuchados, valorados, comprendidos, amados y la grande riqueza que descubrimos en el corazón del otro cuando nos comparte de su riqueza interior.

Se termina este momento de encuentro interpersonal tomándose de las manos y elevándolas al Cielo mientras se canta la oración del Padrenuestro.

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E


TEA ENIADS A PRACTICAR

A CPASIÓN

Objetivo

Cultivar la conciencia de que los discípulos de Jesús podemos ir haciendo crecer el Reino de Dios en nosotros… cuando practicamos la compasión misericordiosa.

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I.VER CON LOS OJOS DEL PADRE

Después de saludarnos cálidamente y ofrecer creativamente nuestra reunión al Señor, recordamos los compromisos del día de ayer. Luego leemos este hecho:

Ema era una joven ciega que se odiaba a sí misma, y a todo el mundo, por ser ciega.Odiaba a todos, menos a su novio que la quería mucho.

Un día consiguió un par de ojos sanos. La operaron y pudo ver.Al salir del hospital, ya restablecida, su novio Omar, llevando un hermoso ramo de rosas y el anillo de

compromiso, le preguntó si se casaría con él.Ella le respondió que no, porque al mirarlo se dio cuenta que él era ciego.

Omar, muy triste, la comprendió y se despidió de su vida.En su partida le dejó esta nota: Tan solo te pido que cuides muy bien mis ojos… pues te los regalé y ahora

son los tuyos. Te amo.

En silencio rogamos al Señor que nos regale el don de la valentía de Omar para Sentir Compasión y el pundonor para Actuar como él, ante las necesidades de los que sufren.

En esta nuestra sociedad, tan lastimada por tantas heridas que la tienen como ciega… (por la injus-ta desigualdad económica, por la corrupción política, por la manipulación cultural, por la religiosidad desligada de la vida…), hacemos falta hombres y mujeres creyentes capaces de testimoniar nuestra Fe con acciones valientes.

Luego nos hacemos estas preguntas para responderlas entre todos:

¿Qué te parece este hecho? ¿Qué te llama más la atención? ¿Lo que hizo Ema? ¿Lo que hizo Omar? ¿Por qué?

¿En tu comunidad conoces casos como este? ¿Cómo has reaccionado Tú? ¿Cómo han reaccionado los demás?

¿Qué es para ti la compasión? ¿Cómo se manifiesta? ¿Es posible hoy ser compasivos?


Nos preparamos para escuchar la Palabra del Señor, cantando: “TU PALABRA ME DA VIDA”. Hacemos la Lectura de LUCAS 10, 29 – 37. (Ojalá todos tengamos el texto) Al terminar guardamos silencio. Y canta-mos: “EL QUE ESCUCHA MI PALABRA…”

Leemos otra vez el texto muy despacio. Y subrayamos lo que nos toque el corazón, para compartir-lo con los hermanos y hermanas. Pueden ayudarnos estas preguntas:

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¿En tu camino de cada día te has encontrado con gentes que sufren: postradas, enfermas, pobres, humilladas, solas, golpeadas, abandonadas a su suerte, sin que nadie se ocupe de ellas? ¿Puedes poner algunos casos que suceden en tu comunidad?

¿Qué has hecho? ¿Pasas de largo o das un rodeo como el sacerdote y el levita? Ellos iban dispuestos a atender las funciones de su mundo religioso. ¿Te pareces a ellos?

¿Quién era aquel hombre samaritano que aparece después? ¿Qué hizo él? ¿Puedes resumir los pasos que dio y las actitudes que tuvo para hacerlo? ¿Se te antoja ser como él?

¿Qué hacía Jesús ante los sufrimientos de los demás? ¿Recuerdas otros hechos suyos?

Si Jesús le dijo al Maestro de la Ley: “¡Vete y haz tú lo mismo!” ¿Crees que también te lo dice a Ti? ¿Qué sientes ante esta invitación? ¿Qué siento yo? ¿Qué sentimos todos?

¿Nos hemos preguntado en serio alguna vez: quién es mi prójimo?

¿Nos atreveríamos a vivir pendientes de los sufrimientos de los demás para aliviarlos?

¿Tú y Yo, Nosotros… qué podemos hacer en nuestra comunidad?

Comentarios para interiorizar

Esta parábola le sale a Jesús del corazón… cuando camina por Galilea, atento al dolor de los que sufren. Quiere enseñarnos a todos a caminar por la vida llenos de compasión.El sacerdote y el levita, que pertenecen al culto religioso del templo, al ver al herido cierran sus ojos y su corazón. Ocupados en su piedad religiosa no se detienen. Se van a cumplir con sus funciones sagra-das. Su preocupación no son los que sufren.

Aparece luego por el camino un viajero desconocido. Ni siquiera pertenece al pueblo elegido, mucho menos al culto religioso del templo. Nada se puede esperar de él. Al ver al herido algo pasa en su corazón. Se conmueven sus entrañas. Se acerca a él y… Con esta parábola Jesús provoca a sus seguidores y de manera muy directa a los dirigentes religiosos de ayer y de hoy.

A nosotros también. Todos los que formamos ahora su Iglesia, somos llamados por Jesús a mani-festar alegre y eficazmente nuestros compromisos con los que sufren física y moralmente. Solo la COM-PASIÓN puede hacernos seguidores CREÍBLES de Jesús.

El mundo globalizado y manipulado en que vivimos, con sus potentes y múltiples tentáculos, nos ha adoctrinado con sus paradigmas de dominio y de poder. Nos ha hecho insensibles al sufrimiento de los demás y nos ha condenado a seguir reproduciendo esos comportamientos egoístas.

Por eso nuestra mayor tentación es vivir lejos del mundo real donde la gente lucha, trabaja y

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sufre, aparentando santidad. Si el culto sagrado y nuestras prácticas religiosas nos alejan de los que sufren, no somos discípulos de Jesús, sino de los dioses del mundo.La compasión misericordiosa a veces la reducimos a un sentimiento sensible para tranquilizar nues-tra conciencia. A veces ayudamos a los necesitados como por no dejar, creyendo que somos virtuosos. Pero nos engañamos.

Algunos de nosotros todavía creemos que Dios es la causa del sufrimiento que hay en el mundo. Otros creemos que El permite que nosotros suframos y que eso es bueno para nuestra salvación. Pero Jesús nos revela que Dios sufre con nosotros. Esta es la novedad maravillosa. Dios no es indiferente a nuestro sufrimiento. Dios sufre con el que sufre. Y nos habla desde las víctimas inocentes para mover-nos a la compasión.

La compasión misericordiosa es la única actitud evangélica del corazón que nos lleva a actuar eficazmente ante el sufrimiento de los demás.

Nosotros pertenecemos a Jesús y al Dios de la Vida. Queremos ser SAMARITANOS, sin discrimi-nar a nadie, sin dar rodeos ante los que sufren, sin dejar de ayudar a los que padecen heridas físicas, morales o espirituales.

Nosotros, sus seguidores, sus discípulos, sus misioneros, podemos colaborar con él en su proyec-to del Reino, ayudándole a construir un mundo nuevo, más justo y más humano para todos como alter-nativa ante el Imperio que genera muerte.

Jesús nos enseña que Dios, Padre Suyo y Padre Nuestro, tiene entrañas de madre. El actúa con ternura y compasión ante el sufrimiento de todos, especialmente de los más desprotegidos.

Para acrecentar el Señorío de su Reinado, la fuerza que nos impulsa es la Compasión Misericor-diosa.

El pueblo judío actuaba conforme al código de la ley expresado en Levítico 19,2: “Sean santos porque yo, el Señor, su Dios, soy santo”. Tenía la imagen de un Dios que ama a su pueblo y es fiel a su alianza, pero que rechaza a los paganos, maldice a los pecadores y aparta a los impuros.

Al Maestro de la ley, anclado en este código, sólo le interesaba saber a quién tenía obligación de amar y a quién excluir para heredar la vida eterna y lograr su propia salvación egoísta. A él no le interesaba conocer el sufrimiento de los demás porque no estaba dispuesto a aliviarlo. No conocía la Compasión. A él no le dolía la aflicción de los demás.

Jesús nos ha revelado a Nosotros, su Nuevo Pueblo, una imagen distinta de Dios que es Padre Mi-sericordioso, que abre sus brazos a todos los seres humanos. El Código de la Alianza de Amor se expre-sa en Lucas 6, 36: “Sean compasivos como su Padre es compasivo”.

En este contexto, el sentido profundo de esta parábola es CAMINAR COMO EL SAMARITANO: con

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los ojos abiertos y el corazón disponible para ayudar de verdad y con amor a los necesitados.

Esta es la conversión personal y pastoral que necesitamos. Aproximarnos más a las personas que vamos encontrando en el camino para hacernos prójimos

unos de otros y ofrecernos amistad fraterna y ayuda solidaria. Lo demás son palabras, cuentos, teorías bonitas y buenas intenciones.

Cuando nos atrevamos a actuar así, repicarán las campanas de la alegría de Dios en nosotros. Cuando encontremos el coraje de vivir así… saldremos de nuestra vida mediocre y gris para hacer mar-avillas y milagros de verdad.

De aquí en adelante no demos rodeos ante los que nos resultan molestos e incómodos. No apre-suremos el paso para no toparnos con los que nos agobian con sus problemas, penas y sinsabores. No digamos “estoy muy ocupado” para justificar nuestra huida ante las personas que nos necesitan.

Todos somos compañeros de viaje. Todos somos frágiles. Todos nos necesitamos unos a otros. Si todos nos hacemos samaritanos y vivimos atentos a nuestros sufrimientos para aliviarlos, descubrire-mos un gusto y un sentido nuevos en nuestras vidas. Y según Jesús, recibiremos aquí el ciento por uno y después heredaremos la Vida Eterna.

III.ACTUAR CON LA FUERZA DEL ESPÍRITU SANTO

La 5ª Línea de Acción de nuestro VI Plan Diocesano de Pastoral nos dice: ASUMIR EL COMPROM-ISO DE SOLIDARIDAD Y SALIDA A LAS PERIFERIAS EN EL ESPÍRITU DEL DISCÍPULO MISIONERO .3

Hoy el sufrimiento tiene muchos rostros en este nuestro mundo desordenado y dividido por la injusticia. Ríos de rostros anónimos abatidos por la violencia, el narcotráfico, la desnutrición, el aban-dono, la pobreza, la ignorancia, la corrupción, la falta de salud, de vivienda y de trabajo bien remuner-ado…en tantas periferias geográficas: colonias marginadas , barrios olvidados, cinturones de miseria, centros de salud obsoletos e insuficientes, grupos de indigentes, de inmigrantes, de desempleados…

También el sufrimiento tiene rostros muy conocidos en las periferias existenciales de nuestras propias comunidades: hombres y mujeres alcoholizados, jovencitas y jovencitos inducidos a la droga y a la prostitución, madres solteras, gentes en depresión, ancianos abandonados, personas desorienta-das en cuanto a su género, obreros injustamente despedidos, familias desintegradas…

En el número 113 de nuestro VI Plan Diocesano de Pastoral 4, se nos pone de manifiesto que el Papa Francisco invita a toda la Iglesia Misionera a “salir de la propia comodidad y a atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio” (EG 20).

También el número 34 señala un Hecho Englobante muy significativo: Una pastoral social que

3 VI Plan, Diocesano de Pastoral, p. 1044 Cf. VI Plan Diocesano de Pastoral, p. 104

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poco incide en la promoción de la persona y en la transformación de la realidad, inspirada en la Doctri-na Social de la Iglesia .5

Y ante este vacío, el Reto nos ilumina: Potenciar los niveles asistencial, promocional y transfor-mador de la pastoral Social, desde la doctrina social de la Iglesia.

Leamos detenidamente estos números. Y ojalá nos animemos a actuar.Finalmente nos reunimos en grupos pequeños para buscar juntos un compromiso real que nos acer-que como samaritanos a los que más sufren en nuestra comunidad.Puede ayudarnos, si no lo hemos hecho antes, repartir copias con las OBRAS DE MISERICORDIA y reci-tarlas pausadamente entre todos y llevarnos la tarea de aprenderlas y de ponerlas en práctica:

Las obras de misericordia espirituales:

1) Enseñar al que no sabe. 2) Dar buen consejo al que lo necesita. 3) Corregir al que está en el error. 4) Perdonar las injurias.5) Consolar al triste. 6) Sufrir con paciencia los defectos de los demás. 7) Rogar a Dios por vivos y difuntos.

Las obras de misericordia corporales:

1) Dar de comer al hambriento. 2) Dar de beber al sediento. 3) Dar posada al necesitado. 4) Vestir al desnudo. 5) Visitar al enfermo. 6) Socorrer a los presos. 7) Enterrar a los muertos.

Es interesante también descubrir aquí en nuestra comunidad, en toda la Iglesia Diocesana, y en la misma Sociedad Civil, los muchos espacios de servicio que tenemos. Enumeremos algunos.


Podemos terminar compartiendo nuestros compromisos, ya todos reunidos, ante una imagen de Jesucristo el Señor y proclamando nuestra fe con velas encendidas:

CREEMOS EN NUESTRO PADRE DIOS, COMPASIVO Y MISERICORDIOSO.

5 Cf. VI Plan Diocesano de Pastoral, p.38

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CREEMOS EN JESUCRISTO, NUESTRO HERMANO MAYOR, QUE NOS TRANSFORMA

EN HOMBRES Y MUJERES NUEVOS, CAPACES DE ALIVIAR EL SUFRIMIENTO.

CREEMOS EN EL ESPÍRITU SANTO QUE NOS IMPULSA A APROXIMARNOS SOLIDARIAMENTE

A LOS MAS DESPROTEGIDOS.

CREEMOS EN MARÍA NUESTRA MADRE QUE NOS ACOMPAÑA Y NOS ALIENTA EN NUESTRA ENTREGA GENEROSA.

CREEMOS EN LA IGLESIA, LA COMUNIDAD DE SAMARITANOS, EN LA QUE JESÚS SIGUE VIVO

Y NOS ENSEÑA A TRANSFORMAR EL MUNDO EN SU REINO DE AMOR.

CREEMOS EN LA GRACIA DE LOS SACRAMENTOS QUE NOS LIBERAN DEL MAL Y NOS DAN VIDA

PARA COMUNICARLA ALEGREMENTE A LOS QUE SUFREN.

CREEMOS, QUE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE, ESTÁ LA CASA DEL PADRE, QUE NOS ESPERA CON SUS BRAZOS ABIERTOS,

PARA VIVIR ETERNAMENTE FELICES EN SU CORAZÓN.

Terminamos cantando “IGLESIA MISIONERA”, y nos invitamos a seguir participando.

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Objetivo

Despertar y alimentar la conciencia de ser Iglesia que se forma en la escucha orante, atenta y vivificante de la Palabra de Dios para que, mediante actitudes misericordiosas de la Palabra encarnada, podamos hacer presente el Reino de Dios.

TEA RARNS PR A PAARA

PARA ANNCIAR IIR A PAARA

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Material sugerido: Libros que se propone tener a la mano son la Sagrada Escritura y el VI Plan Di-ocesano de Pastoral. Además una imagen de Jesús crucificado y otra de la Virgen de Guadalupe, una vela, cartulinas, marcadores, papelitos y plumas. También tener algunos recortes de la vida ordinaria sacadas de revistas o fotografías. Este día conviene que le demos mucho realce a los signos; que el espacio esté decorado de forma especial conforme a nuestros recursos: flores, manteles, la luz, etc. cuidando el orden y la belleza del lugar, que sea un lugar acogedor. De manera especial hay que buscar ser atentos y acogedores con los que participan por primera vez, que sientan que son bienvenidos y que verdaderamente nos da gusto que compartan con nosotros los ejercicios.

ORACIÓN INICIAL

Encendemos la vela junto a la imagen de Jesús y de María. Dejamos ahí mismo un espacio para colocar la Palabra de Dios. Mientras encendemos la luz cantamos: “El Señor es mi luz y mi salvación” o “Señor, tú que brillas en las tinieblas”.

Después del canto podemos sentarnos y leemos pausadamente Jn 1,1-5. Dejamos un momento de silencio y luego seguimos leyendo Jn 1,9-10. Dejamos otro momento de silencio y terminamos leyendo Jn 1,14. Repetimos interiormente la frase que más nos haya tocado el corazón. La oración inicial se concluye con el canto: “Tu Palabra me da vida”.


Este momento lo podemos realizar de dos formas, como mejor se acomode a cada comunidad.

La primera forma es hacer participar activamente a los asistentes. Se forman dos grupos y a cada uno se les pide lo siguiente:

• Leer atentamente y reflexionar el n. 29 del VI Plan (primer grupo) o el número 32 (segundo gru-po).• Compartir qué se entendió de lo que está escrito. Preguntar sobre palabras que consideremos importantes o que no entendamos. • Compartir brevemente qué hechos, de los que están descritos en el Plan, los estamos viviendo en nuestra pequeña comunidad o en nuestra parroquia y cómo los experimentamos. Conviene compartir estas experiencias de lo que está escrito y elegir algunas imágenes que expresen lo que hemos compartido.• Escribir en el centro de una cartulina el hecho englobante que nos tocó reflexionar. Alrededor del hecho colocamos las imágenes o dibujos que reflejen lo que reflexionamos. Si no hay fotos o imágenes podemos escribir palabras.

Se dedican unos minutos a compartir todos juntos lo que trabajó cada grupo.

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La segunda forma es que una sola persona exponga los números señalados del VI Plan (29 y 32). Dé espacio a un momento de compartir experiencias vividas de lo que se está exponiendo. Conviene lanzar la pregunta: ¿Cómo se manifiesta en nuestra comunidad esta realidad que nos dice el Plan?Después de compartir hay que poner a la vista de todos los retos que nos plantean los hechos engloban-tes de estos números, podemos ponerlos en una cartulina:

• Fortalecer la piedad popular, promoviendo el itinerario formativo del discípulo misionero.• Ofrecer una formación integral y permanente a los agentes de pastoral.

Es interesante que ambos retos nos hablen de formación que debe tener tres características: inte-gral, permanente y progresiva (al decir que hay un itinerario).

II.JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO

Los significados de la palabra formación son varios, pero vamos a profundizar en uno: “Es un proceso educativo que supone la adquisición de conocimientos, actitudes, habilidades, sentimientos y destrezas que permiten cumplir con un perfil ideal”. Hablando de la formación cristiana, el perfil ideal de la formación del discípulo misionero es Jesucristo. Como Jesús debemos formarnos, conforme a sus criterios, siguiendo sus principios, asumiendo sus valores, experimentando su vida, actuando como él. Por eso nos llamamos cristianos, es decir, otros cristos. Para que sea auténtica formación cristiana debe tener las tres características que mencionábamos líneas arriba: integral, permanente y progresiva y debe tener un centro: Jesucristo.

El Evangelio de San Juan en su prólogo, que hemos ya leído en la oración, nos dará la pauta de re-flexión. Cabe aclarar que cuando Juan habla de la Palabra se está refiriendo a Jesucristo, el Hijo eterno de Dios, que se ha encarnado para salvarnos. Si Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre, entonces él que es la Palabra será también Palabra que encarna la misericordia.

La palabra es algo esencial en la comunicación. Con ella podemos identificar y expresar nuestras ideas, sentimientos, experiencias, etc. además por medio de la palabra, en sentido inverso, podemos acoger las ideas, sentimientos y experiencias de los demás y hacerlas nuestras. La palabra comunica y también puede crear comunión pues crea sentimientos de empatía y simpatía. Por ese gran sentido que tiene de crear comunión, San Juan utiliza la imagen de Palabra para referirse a Jesucristo el Hijo de Dios. Además porque puede ser Palabra que sale de Dios y llega a nuestro corazón para permanecer ahí y hacernos capaces de pensar, hablar, actuar conforme a esa Palabra que es Cristo.

En el prólogo de su Evangelio, san Juan nos enseña que la Palabra es creadora, es vida, es luz (Jn 1,1-5.9). Esta Palabra, nos dice el Evangelio, se encarnó y comenzó a vivir entre nosotros, haciéndose uno de nosotros (Jn 1,14). La Palabra, el Hijo de Dios, tiene un poder creador maravilloso: en el mo-mento de la creación basta que Dios hable, diga su Palabra, para que exista lo que Él quiere que exista. La Palabra da luz porque hace posible el entendimiento, la razón; a través de la Palabra encarnada, que habla nuestro lenguaje, podemos entrar en contacto con Dios. Por la Palabra, por Jesucristo podemos tener vida: “He venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn 10,10). Vamos a recordar ahora

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algunas vivencias de Jesús en donde se nos manifiesta que su Palabra es poderosa y vivificante:

+ Anuncia y hace presente el Reino de Dios con autoridad (Mc 1,22).+ Perdona los pecados y cura a los enfermos (Mc 2,1-12).+ Expulsa el poder del mal, derrota a Satanás (Mc 9,20-27).+ Llama a la conversión y a su seguimiento (Mc 2,13-14).+ Reprende y calma tempestades (Mc 4,35-41).+ Da vida, sus palabras están llenas de vida (Mc 5,35-42; Jn 6,68).

¡Qué poderosa Palabra es Jesús de Nazaret! Pero él quiere que su Palabra esté viva en medio de nosotros y que siga actuando con el mismo poder, a través de nuestras palabras de discípulos misioner-os, por eso quiere formarnos. Su Palabra está viva en nosotros por medio de su Espíritu Santo. Por eso debemos formarnos para que la Palabra actúe en nosotros y con nosotros permanezca. Si estamos uni-dos a Jesús, la Palabra encarnada, nuestra voz transmitirá su Palabra, nuestra voz será eco que cura a los enfermos, expulsa el mal, llama a la conversión, reprende con caridad, da vida.

Lejos de Jesús nuestras palabras quedan vacías y sin poder de dar vida, sino muerte, porque fuera de Jesús nuestras palabras ofenden, denigran, sobajan. Sólo si dejamos que la Palabra, Jesucristo, se encarne en nosotros a través de nuestra formación integral y permanente, nuestras palabras quedarán identificadas con la Palabra, que es él. Por eso debemos pensar en nuestra formación cristiana no sólo como ir a la escuela a aprender conocimientos o doctrinas, sino como una experiencia de compartir la vida, toda la vida de Jesús. Formación integral que pueda ayudarnos a crecer en todos los aspectos de nuestra vida para ser mejores personas, tengamos mejor trato con los demás, seamos más sensible frente a sus necesidades, seamos más misericordioso; en una palabra, ser cada vez más como Jesús.

La formación es permanente porque no puede ser intermitente, un día sí y otros no. Además, nunca podremos pensar que se trata de algo que se termina, porque nunca llegaremos a ser plenamente como el Señor, siempre tendremos que crecer más y más, hasta alcanzar su estatura en el momento en que resucitemos con él, después de nuestra muerte. Pero mientras estamos aquí, debemos de no cansarnos de crecer en él. Y es progresiva porque comienza con lo pequeño y poco a poco va creciendo; el que sea progresiva evita que caigamos en la ansiedad y en la desesperación, conscientes de que nos falta mucho, pero vamos caminando; que es importante el pasito que estamos dando en este momento porque es el que permitirá que demos el siguiente, sin desanimarnos si no somos perfectos o caemos, como tampoco sin engreírnos porque comenzamos a notar transformaciones en nuestra vida.

En este año de la misericordia podemos pensar que se trata de irnos formando con Jesús para que él se vaya engendrado en cada uno de nosotros y así pueda revelarse en nuestras obras de misericordia. Solamente desde esta perspectiva tiene sentido nuestra formación, para que alcancemos lo que nos hemos planteado, en comunión y participación, en nuestro objetivo diocesano: “que nuestro pueblo en Cristo tenga vida”. Para actuar con misericordia necesitamos también valernos de la palabra humana que expresa y hace actual la Palabra divina. Podemos pensar cuánto bien nos haría la Palabra de Dios encarnada en nuestro corazón:

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+ Qué importante es la sana comunicación, que se realiza por medio de las palabras. Es mi-sericordia el dialogar, el escuchar, el dejar que la palabra del otro encuentre eco en nuestro corazón; Que nuestras palabras sean luz y vida, que sean creativas y no palabras de muerte ni de juicio ni de conde-nación. Hablar con la Palabra de Dios es bendecir, decir bien de Dios, de la creación, de nosotros mismos, de los demás. Hablar bien de todo y todos.

+ Qué importante es la palabra para pedir y ofrecer el perdón. Qué sanadora esta palabra “per-dón” cuando es dicha con el corazón. También cuando con nuestra palabra ofrecemos ánimo al decaído, al pusilánime. Cuántas palabras de aliento necesitan nuestros jóvenes que ven un futuro amenazante; cuántas palabras de cariño necesitan nuestros adolescentes para que no se refugien en los “amorcillos” engañosos del alcohol, la droga, el sexo. Cuántas palabras de amor necesitan nuestros niños para que crezcan en la confianza en sí mismos porque saben que detrás siempre estará una voz que les dice que los ama incondicionalmente. Cuántas palabras de amor necesitan nuestros matrimonios, nuestras fa-milias para que sea ahí donde se viva la misericordia de forma muy especial.

+ Cuántas palabras de atención necesitan nuestros enfermos, cuánta necesidad tienen los an-cianitos de expresar sus palabras y de que encuentren alegría al ser escuchados, pues ellos son los que nos transmiten las grandes enseñanzas de la vida. Qué importante son las palabras en nuestra convi-vencia cotidiana. Qué necesaria son las palabras amables que corrigen con oportunidad, palabras que no amenazan sino advierten, palabras que hacen reflexionar y cambiar el rumbo. Qué bien nos hacen las palabras cuando son eco de la Palabra encarnada de Dios, porque no es palabra vacía, sino es palabra que se hace oración, palabra que se hace acción, caridad, misericordia.

La palabra que escuchamos, decimos, pensamos, oramos es misericordia cuando lo hacemos en el nombre de Dios y cuando hacemos que la Palabra eterna de Dios, su Hijo Jesucristo, esté más cerquita de todos nosotros los seres humanos. Fijémonos cómo nuestro VI Plan en su sexta línea nos dice la im-portancia de que la Palabra siempre viva de Jesús sea acogida, vivida y compartida por medio de un len-guaje comprensible, significativo y testimonial (VI Plan 114). Ese lenguaje es la palabra que pensamos, la palabra que decimos, la palabra que compartimos, la palabra que testificamos con la vida; la palabra más elocuente en la evangelización, que a todos nos gusta y a todos nos entusiasma, es AMOR.

III.ACTUAR ECLESIALMENTE BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO

Para que los ejercicios espirituales rindan el fruto deseado, debemos hacer vida lo que hemos re-flexionado. Es importante dejar un momento de silencio para reflexionar ya no tanto en los contenidos, sino en las personas concretas que necesitan nuestra palabra de aliento, ánimo, enseñanza, consejo, perdón, consuelo, corrección, atención, de oración, etc.

¿Quién está necesitado de mi palabra que encarna la Palabra de Dios? Podemos hacer una lista de las personas que necesiten y qué palabras le podemos decir o transmitir aunque sea sin palabras humanas sino de forma testimonial con gestos o símbolos (flores, chocolates, globos, visita, abrazos, comida....).

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E


Objetivo

Tomar conciencia de que una auténtica fe, siempre implica un gran deseo de transformar el mundo.

TEA SER ENIADS PARA TRANSRAR

NESTRA SCIEDAD

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ORACIÓN INICIAL:

• Padre nuestro y ave María.• Invoquemos la acción del Espíritu Santo sobre nosotros:• Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor.Envía tu Espíritu Creador y renueva la faz de la tierra.Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo;haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.• Sant. 2, 14-18.• Breves comentarios espontáneos.


Estamos celebrando nuestros ejercicios espirituales de cuaresma, en el contexto del año jubilar de la misericordia. En estos días hemos estado reflexionado en el llamado que Dios nos ha hecho para enviarnos a ser sus testigos.

- ¿Qué es lo que más ha llamado tu atención de lo que hemos compartido?- ¿Cuáles crees que han sido las principales exigencias que Dios nos ha hecho a través de estas reflexiones?

Hoy queremos profundizar en la verdad de que Dios nos envía a transformar nuestra sociedad, ya que nuestra fe no puede ser encerrada en la sacristía. Así nos lo recuerda el Papa Francisco en su exhort-ación apostólica Evangelii Gaudium:

Ya no se puede decir que la religión debe recluirse en el ámbito privado y que está sólo para preparar las almas para el cielo.Nadie puede exigirnos que releguemos la religión a la intimidad secreta de las personas, sin influencia alguna en la vida social y nacional, sin preocuparnos por la salud de las instituciones de la sociedad civil, sin opinar sobre los acontecimientos que afectan a los ciudadanos… Una auténtica fe siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra.

Si bien «el orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política», la Iglesia «no puede ni debe quedarse al margen en la lucha por la justicia». Todos los cristianos, también los Pastores, están llamados a preocuparse por la construcción de un mundo mejor (EG 182-183)

- ¿Qué nos parece esta enseñanza del Papa Francisco?- ¿Crees que haya personas en nuestra comunidad que piensen que nuestra fe no tiene nada que ver con nuestra vida ordinaria?- ¿Por qué crees que piensen así?

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- ¿Qué consecuencias nos trae esta forma de pensar?

Nuestro VI plan Diocesano de Pastoral nos señala algunos hechos englobantes que nos señalan la urgencia de una transformación de nuestra sociedad.

Se propone hacer tres equipos de trabajo para que como equipo, reflexionen en el hecho engloban-te que se les asigne, para luego compartir en plenario sus reflexiones.Trabajo en equipos:

Equipo 1

En cuanto al escenario económico se nos señala como hecho englobante: “Desempleo y empleo mal remunerado.” Lo que nos plantea como Reto: “Educar y promover la solidaridad desde las parro-quias y demás instancias”.

Se nos señalan como causas: Un sistema manipulado por sindicatos corruptos. Falta de honestidad de muchos patrones. Escasas fuentes de trabajo y falta de oportunidades para todos. Falta de capac-itación adecuada. Somos un país maquilador.

Las consecuencias de este hecho englobante son: Pobreza en grandes sectores de la población. Migración que trae desintegración familiar. Constantemente disminuye el poder adquisitivo de las may-orías. Búsqueda de dinero fácil en actividades ilícitas. Delincuencia. Rompimiento del tejido social. Cada vez se dan más casos de depresión.

Esto marca las siguientes tendencias: Aumento de la pobreza. Crecimiento del crimen organizado. Descomposición del tejido social. Crecimiento del comercio informal.

- ¿Se sigue dando esta realidad en nuestra comunidad?- ¿Por qué crees que se da esta realidad si la mayoría de los mexicanos nos decimos católicos?- ¿Qué consecuencias nos trae esto?

Equipo 2

En cuanto al escenario Político se nos señala como hecho englobante: “Ambiente de corrupción y falta de conciencia ciudadana”.

Lo que plantea como reto: Educar desde la familia en la participación ciudadana a la luz de la Doc-trina Social de la Iglesia

Se nos señalan como causas: Apatía de los católicos para comprometerse en el campo político y social.

Decepción en el pueblo ante la gestión de los políticos que sólo piensan en sus intereses perso-nales y de partido. Democracia aparente e incipiente. Ignorancia en el campo político. Falta de valores.

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Deficiente administración pública. Partidismo. Falta de formación y conciencia política.

Las consecuencias de este hecho englobante son: Pérdida de confianza en las autoridades. Pesi-mismo. Mal gobierno. Impunidad.

Las tendencias son: Aumento de la apatía y mediocridad social. Aumenta la violencia en la socie-dad. Gobierno deslindado de la sociedad. Riesgo a que se pierda el Estado de Derecho.


Equipo 3

En cuanto al escenario Laicos se nos señala como hecho englobante: “En general no se tiene con-ciencia de su identidad y misión en la Iglesia.”

Esto nos plantea como reto: Que todos los agentes, laicos y presbíteros, tomemos conciencia de la identidad y misión del laico y la necesidad de su formación y acompañamiento, reconociendo en él su protagonismo transformador en la sociedad.

Las principales causas de esto son: La falta de formación en su identidad y misión: ser fermento del Reino en el mundo. Protagonismo exclusivo de los consagrados. No hay conciencia del compromiso del sacerdocio bautismal. Saturación de actividades intraeclesiales de muchos agentes laicos.

Las consecuencias que se nos señalan son: Que el laico siga sin asumir su papel como protagonista en la vida de la Iglesia y de la sociedad. Falta de compromiso en la vida cristiana, especialmente en la re-percusión social de la misión del laico. Distraerse en su misión. Grupos herméticos, sin acoger a nuevos integrantes, anquilosados en lo que les toca: dinosaurios.

Esto marca las siguientes tendencias: Una Iglesia sin liderazgos sociales que impacten la vida so-cial. Un laicado sin incidencia en la vida eclesial y social.


Plenario: Compartimos nuestra reflexión.


• Lc. 10, 25-37.- Subraya la frase que más haya llamado tu atención.

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- ¿Qué admiras de Jesús en este texto?

Jesús describe la situación del asaltado: La desgracia de este viajero es triple: (1) le roban todas sus pertenencias (literalmente “lo desnudaron”); (2) lo golpean brutalmente dejándolo en grave situ-ación (literalmente “medio muerto”); y (3) lo abandonan a su suerte en un lugar descampado, en medio del desierto, sin posibilidad de ayuda inmediata.

Ayudar a este hombre implica: (1) poner en riesgo la propia vida, ya que detenerse es exponerse al mismo peligro y (2) ser capaz de cambiar los planes personales de viaje (¡en pleno desierto!). El tipo de compromiso que exige la ayuda a este hombre se sale de lo habitual.Los dos primeros viajeros pasan de largo el hecho es que ellos “ven”, pero cuando se percatan de lo que implica el ayudarlo optan por seguir en su comodidad personal se desvían un poco (“pasar por el otro lado de la vía”; hoy: “cambiar de acera”) y pasan de largo.

- ¿Hay personas en nuestra comunidad con estás necesidades?, ¿por ejemplo?- ¿Qué nos cuesta más, ponernos en riesgo o cambiar nuestros planes?- ¿Hemos actuado como estos dos personajes?

Hacia un amor concreto: ¿Cómo hacerse prójimo?. El problema no es sólo “quién” es mi prójimo sino “cómo” es que me hago prójimo. Es aquí donde Jesús nos invita a observar cuidadosamente las acciones del samaritano. Todo lo que él hace está movido por la “misericordia”: Siete gestos concretos:

(1) Se acercó.(2) Vendó sus heridas, curándolas con aceite y vino.(3) Lo monto sobre su propia cabalgadura.(4) Lo trasladó a una posada.(5) Cuidó personalmente de él.(6) Pagó la cuenta de la primera noche de posada y dejó un anticipo (que es suficiente para muchos días) para los nuevos gastos que va a implicar su cuidado.(7) Se mostró disponible para seguir respondiendo por él.

Notemos cómo la ayuda tiene tres momentos:

(1) Asistencia inmediata (las acciones No.1-2-3).(2) El cuidado más de fondo (Las acciones No.4-5-6) en vista de la total recuperación.(3) La responsabilidad permanente (la acción No.7): el samaritano espera volver a verlo y está dispuesto seguir con la mano tendida si fuera el caso. El buen samaritano no es un asistencial sta, él se compromete con la recuperación total.

- ¿Tenemos en nuestra comunidad estas tres formas de ayudar a nuestros hermanos necesitados?- ¿En cuál debemos tener mayor empeño?

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III.ACTUAR CON LA FUERZA DEL ESPÍRITU

Es así como uno se hace prójimo: con hechos concretos, no sólo con palabras. Se trata de “hechos” que le duelen al que los hace. Si el samaritano se hubiera contentado con acercarse y le hubiera dicho al herido que estaba desangrándose: “lo siento mucho”, “Que Dios lo bendiga”, u otras frases similares que acostumbramos decir a la hora de las emergencias, su intención de ayuda no serviría de nada.

Jesús dice claramente que en la práctica del mandato del amor lo que importa es el “hacer”: “Haz tú lo mismo”. Este “hacer” consiste en la “práctica de la misericordia”, de la cual no se necesitan más lec-ciones que las ya dadas por la praxis del samaritano.

El Papa Francisco nos propone, para este año de la misericordia, el poner en práctica las 14 obras de misericordia, como una forma concreta para cumplir esta invitación de Jesús: “Haz tú lo mismo.”Vamos recordando juntos las 7 obras de misericordia corporales: (dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enter-rar a los muertos.)

- ¿Cuál crees que debamos poner en práctica con mayor urgencia en esta cuaresma?- ¿Con quién, cuándo, dónde, con qué…?

Recordemos las 7 obras de misericordia espirituales: (dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y por los difuntos.)

- ¿Cuál crees que debamos poner en práctica con mayor urgencia en esta cuaresma?- ¿Con quién, cuándo, dónde, con qué…?


• Padre nuestro y ave María.• Hagamos juntos la oración de la madre Teresa de Calcuta:

“Señor, cuando tenga hambre, dame a alguien que necesite comida.Cuando tenga sed, mándame a alguien que necesite bebida.Cuando tenga disgusto, preséntame a alguien que necesite consuelo.Cuando esté pobre, ponme cerca de alguien necesitado.Cuando alguien me falte, dame la ocasión de alabar a alguien.Cuando esté desanimado, mándame a alguien a quien tenga que darle ánimos.Cuando sienta la necesidad de comprensión, mándame a alguien que necesite la mía.Cuando tenga necesidad de que me cuiden, mándame a alguien que tenga que cuidar.Cuando piense en mi mismo, atrae mi atención hacia otra persona”.

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E


• Pidamos por las necesidades de nuestra comunidad. (Se pueden hacer peticiones espontáneas)

• Terminemos pidiendo perdón a Dios…Perdón, Señor…

- Por mi apatía e indiferencia ante los demás…- Por las veces que no te busco en los que tengo junto a mí…- Por las veces que mi fe en ti no condiciona mi vida…- Por las veces que me olvido de verte en el que sufre…- Por tener una fe conceptos y no de vida…- Por no ser cercano y solidario con el otro…- Por no tener misericordia y compasión…- Por ignorar al otro…- Por pasar de largo ante la necesidad del otro…- Por las veces que mi fe no la muestro con gestos y actitudes…- Por la fe sin obras…

• Padre nuestro y ave María

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CASRA DE S EERCICIS ESPIRITAES

OBJETIVO

Presentar a Dios nuestra acción de gracias por habernos permitido vivir la experiencia de estos ejercicios espirituales, para que tomando conciencia de su Amor Misericordioso, asumamos nuestro compromiso de proclamar su misericordia en nuestra vida diaria.

Conviene recordar a las personas que han realizado sus ejercicios que: “Se concede indulgencia ple-naria al fiel cristiano que practique ejercicios espirituales al menos durante tres días íntegros6 .

Se sugiere que para la misa de clausura de los ejercicios espirituales el sacerdote utilice el esquema de la Misa Votiva de la Divina Misericordia (Nueva edición del Misal Romano, páginas 1114 y 1115).

6 PENITENCIARÍA APOSTÓLICA, Manual de Indulgencias. Normas, Concesiones y principales oraciones del cristia-no, Coeditores Litúrgicos, Barcelona 2007, 71.

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E


ESQUEMA PARA LA EUCARISTÍA DE CLAUSURA DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES (MISA VOTIVA “DE LA DIVINA MISERICORDIA”)

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, cuya misericordia es incalculable e infinito el tesoro de su bondad, aumenta, benigno, la fe del pueblo a ti consagrado, para que todos comprendan con verdadera claridad con cuánto amor fueron creados, con qué sangre redimidos y con qué Espíritu reengendrados. Por nuestro Señor Jesucris-to, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe benignamente, Señor, nuestras ofrendas y conviértelas en el sacramento de la redención, memorial de la Muerte y Resurrección de tu Hijo, para que, por la eficacia de este sacrificio, poniendo siempre nuestra confianza en Cristo, lleguemos a la vida eterna. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Concédenos, Dios misericordioso, que, alimentados con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, bebamos confiadamente en la fuente de la misericordia y nos mostremos más y más misericordiosos con nuestros hermanos. Por Jesucristo, Nuestro Señor.

Para las lecturas se proponen los siguientes textos:

Primera Lectura: Hechos de los Apóstoles 2,42-47; o 1ª Carta del Apóstol San Pedro 1,3-9.Salmo responsorial: 117, 2-4,22-27;Evangelio: Juan 20, 19-31

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