Rosas y Espinas

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Rosas y Espinas OBRA POETICA

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  • Rosas

    y

    Espinas

    OBRA POETICA

  • Y yo, como esos prticos triunfales

    Que al embate del tiempo se han vencido

    En cuyas herrumbrosas iniciales se ven

    Las telaraas del olvido!

    Pasto, septiembre 1938

    OBRA POETICA

    de

  • ROSAS Y ESDPINAS Obra potica de Luis Felipe de la Rosa

    Ediccion, agosto de 2003

    Prologo: Dr. Jos Flix Castro Compilador: Enrique Herrera Enrquez Impresin y encuadernacin: Graficolor, pasto, Colombia Calle 18 No. 29-67- tel. 7310652

  • PROLOGO..5 HORAS DE DOLOR...9 SOR MELANCOLIA..10 LLORA CORAZON.11 LA RONDA DEL RECUERDO .12 EL ROSAL DE PALESTINA...15 ALLA VAN!.......................................................................................16 EL ARBOL TRISTE.18 CARNE DE PESCADO.19 EL PARIA DE LA METROPOLI20 PRIMAVERA.22 POSTAL23 CONSUMATUM EST FRAGMENTO DEL POEMA LAS MANOS DE JESUS.24 SOLEDAD30 LA MUERTE DEL SOL..31 EN LA CARCEL.32 CANCION DE MIS TRISTEZAS34 CANAS..........35 ABANDONO.36 ESTIGMA37 FLOR DE CARNE.39 PAISAJE40 VIAJE DE AMOR 42 HADA ROSADA..44 FLOR DE NIEVE..46 GOTA DE NIEVE.49 PROLOGO DEL POEMA EL CAMINO DE LA CRUZ A LA TRIBU LOCA..50 EL CAMINO DE LA CRUZ..53 CANCION LEJANA.57 MADRE, PARA ENTONCES..........60 CONFESION..61

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  • TROVA ROMANTICA.....62 A UNA CARTA!.................................................................................63 SUPLICA..65 ELLA..66 RUEGO FUNEBRE.67 FLOR DE ESPINO...68 RAYO DE LUNA .69 EL TORDO..70 FANNY.......71 QUIERO BEBER..72 RIMAS..73 EL CONJURO DE FLORIA..74 LA PARABOLA DEL TIEMPO77 EL GATO NEGRO81 ZARZA ROJA.82 SALMO SONORO..84 RAMILLETE ARABE..86 VASO DE SINCERIDAD..87 NOCTURNO..88 RIEGO DE SANGRE..89 ELEGIA DEL FENIX92 IMPLACABLE94 HOJAS QUE CAEN.95 LAS VICTIMAS DEL GOLGOTA..96 FLOR DE CASTIDAD.98 Por qu?.........................................................................................99 TUS OJOS.100 IMPLACABLE.101 ORACION A JESUCRISTO..102 CANTICO DE LA TARDE .105 CANAS..106 GITANA.107 ROSAS DE ENERO..108 PROCUSTES109 RUTH............110

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  • PROLOGO

    Luis Felipe de la Rosa naci en pasto el 19 de septiembre de 1887.

    El colegio de San Felipe Neri y la Universidad de Nario prestan los

    bancos para su educacin. Durante su trayectoria por el primero, en

    1906, pblica sus versos iniciales en la revista oriente que

    redactan estudiantes bondadosos comandados por Javier

    Santacruz. Cinco aos ms tarde fundo, en compaa de Nicols

    Hurtado, un peridico humorstico: El Alfiler. Y al ao siguiente

    redactan los seminarios El Cabo Simn y Pepito Pulga, en cuyas

    pginas patriticas censura la mala administracin de entonces.

    Eran los primeros veinte aos de juventud rebelde, pasional y

    ambiciosa. Sueos dorados se apoderan del periodista. En el

    descanso del estudio y en las noches solitarias, se deleita con la

    lectura, fabrica castillos de quimeras y anhela entrever la cpula de

    la fama, como aquellos grandes que le precedieron en el tiempo.

    Sabe lo indispensable de una obra en la tierra, para no llorar en la

    vejez, por el tiempo perdido. Medita, tornase intranquilo, inquieto,

    con un carcter que no es el suyo. Piensa en la patria y en sus

    profundos problemas. Escribe, le canta al paisaje, al amor, al dolor,

    funda peridicos y convoca tertulias literarias. Por esto lo persiguen.

    Pero como las autoridades carecen de pruebas para procesarlo,

    inventa en su boca una serie de blasfemias. Lo encarcelan. Entonces

    el poeta escribe desde el calabozo su poema en la crcel.

    Y una maana de diciembre de 1916 emprende viaje al ecuador.

    Antes de cruzar el Carchi deja escrita esta verdad:

    la ignara estupidez, la plebe estulta,

    Nunca vera el carmn de mis mejillas

    S que la envidia con tesn me insulta

    Pero s que me insulta de rodillas

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  • Das ms tarde llega a Cuenca, pobre, abatido. All da a conocer el

    camino de la cruz, y las puertas de la sociedad y de la prensa se le

    abren de par en par. En 1917 compone su hermosa cancin

    lejana. Y al ao siguiente emprende viaje al Per. En enero de

    1918 llega a Lima y en Abril sigue a Chile, donde su inspiracin

    recibir en jornadas sucesivas, el laurel de vencedores. En 1919, una

    institucin de aristocrticas damas abre un concurso entre los

    poetas de amrica, para premiar el mejor canto. Y es el trovador

    nariense quien en la noche del 27de septiembre de aquel ao

    asciende a la escalinata del Teatro Unin Central, de Santiago, para

    recibir el premio por su poema El Conjuro de Floria.

    Con motivo del Da de la Raza, en los Juegos florales del Ateneo de

    Aconcagua, un jurado calificador coloca en el pecho del poeta La

    Flor Natural, ganada en batalla dura, con su canto La Parbola del

    Tiempo.

    En Santiago se codea con Caupolicn Montalba, Vctor Domingo

    Silva, Vicente Huidobro, Jacobo Danke, Alejandro Galaz y es

    admirado por Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Carlos Prendez

    Saldias y Pablo de Rokha. Entre coros litrgicos une su destino a

    Elena Ros, la compaera de su vida.

    En Chile permanece once aos. Pero a la pureza de la ilusin le llega

    tambin su tarde triste. El trovador desdoble su vida entre jugosos

    placeres, re de ella y la espera en la espera en la madrugada de los

    viedos. La vida le acepta el desafo, se le enfrenta con su mscara

    trgica, le hunde sus garfios y se entabla el combate. El poeta lucha

    intilmente. Ella sale victoriosa y como trofeo de la ganancia le

    arranca los pies.. Tres operaciones dolorosas en Chile y una

    posterior en Pasto dan como resultado la amputacin de ambas

    piernas. Sin embargo, el poeta no desmaya. El dolor antes que

    deprimirlo lo fortalece. Levanta las manos ante el Cristo que preside

    su alcoba y le dice: Seor y Dios mo! T vas podando mi cuerpo

    para que fructifique abundante cosecha espiritual para la vida

    eterna, bendito seas! Me has quitado los pies, que tal vez me

    acercaban al precipicio, pero me dejas el raciocinio para

    comprenderte, el corazn

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  • Para amarte, y estas manos para que te escriban ese himno que

    jams te escribieron, siendo como eres T, la inspiracin, la

    musicalidad, el verso!

    En 1929 regresa a Pasto. La Asamblea de Nario lo declara hijo

    dilecto y el consejo Municipal lo condecora con Medalla de Oro.

    Despus dirige la Biblioteca de Nario, lleva la vocera en una curul

    del Consejo de Pasto, y escribe para peridicos y revistas sus

    poemas eternos, hasta cuando la muerte lo arrebate para

    conducirlo definitivamente al trono de la historia.

    Luis Felipe de la Rosa perteneci a su poca y por ende fue un

    atentico representante de ella. De all que su escuela haya sido la

    romntica. No otra cosa poda esperarse de un temperamento

    como el suyo, bao de saudade, cuyas carnes haba quemado el

    destino irnico. Hijo de una raza castigada duramente en el pasado,

    nacido en una tierra de volcanes, donde la sencillez se pinta en la

    choza del labriego y el pecho erguido de la ciudad. Por aquella era,

    adems, el romanticismo venia repicando en todos los campanarios

    de los grupos artsticos. Jos Eusebio Caro en Ocaa, arboleada en

    el Cauca, Gutirrez Gonzales y Epifanio Meja en Antioquia, Pombo

    en Bogot, Jos Joaqun Ortiz en Tunja, Diego Falln en el Tolima,

    Belisario Pea, Candelario Obeso, Digenes Arrieta, Joaqun

    Gonzales Camargo, Adolfo Len Gmez, Diego Uribe y Julio Flrez,

    desbordaban su mundo potico a los pies del dolor y la muerte,

    mientras el modernismo de Silva empezaba a probar suerte en el

    mundo de las letras.

    En las tantas madrugadas que acompaan al periodista, de la

    imprenta al hogar, Luis Felipe de la Rosa ve desbordados ptalos de

    juventud, inteligencias obnubiladas, organismos destruidos,

    corazones pervertidos, hogares arruinados. Mediante las quejas que

    llegan a su oficina de redaccio9n oye que el trmino de la semana

    esposos alcohlicos cambian el hogar por el tugurio tabernario,

    mientras una mujer y unos hijos muerden solitarios su infortunio.

    Entonces escribe lo que habra de aprender con uncin las gentes

    del terruo el camino de

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  • La cruz recorre devotamente todas las puertas Narienses. Se recita en las noches de luna, en el verano de los campos, en los paseos, en las fiestas, en los momentos de tristeza, acompaado a ratos por el clamor de una guitarra, como un llamamiento de angustia contra el desenfreno y a la bohemia.

    En Cuenca, en Lima, en Santiago, en Via del Mar, evoca a la patria distante y en las ondas del espacio enva su mensaje filial. Por la ausencia de los pilares grises y las macetas de geranios que sobre el patio de su lar crecen compone Madre para entonces. En cancin lejana describe con el umbral de su adolescencia, el arco azul del volcn Galeras, el bambuco de las montaas y el fresco arrayan de los caminos.

    Un 20 de Julio de 1926, Luis Felipe siente como nunca que la patria vibra en sangre. En la soledad playera, lanza desde Valparaso el eco de su voz en el pico de las golondrinas mensajeras. Quien lea Zarza roja encontrara ese engranaje de lgrimas que brota del hijo ausente.

    En La parbola del tiempo esta la odisea de su vida. Los sueos, las locuras de juventud, sus vuelos de emocin, las riberas de los mares que lo condujeron al sur, el amor, la riqueza, la gloria, la fama y los placeres.

    Ya en el atardecer de su vida, el poeta presiente la voz de Dios. Humildemente se inclina a sus plantas y entre el refugio del balcn a cuya sombra nos hallamos, pide el manto de la misericordia celestial. As lo deja entrever en su Oracin a Jesucristo.

    Y en la tarde de enero, a las dos y media, Dios se lo llevo. El poeta se extingui como Oscar Wilde, encerrado en las cuatro paredes de su cuarto querido. Por lo trgica, su vida se asemeja a la de Nietzsche, o kleist, o kierkergaard, o hlderlin, o Poe, o Becquer, o silva, o Barba Jacob, solamente que a diferencia de ellos Luis Felipe muere besando los pies de un crucifijo.

    Desde su casa fue conducido en hombros del pueblo a la morada final.

    Jos Flix Castro

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  • HORAS DE DOLOR

    Cuando lloran las aves sus congojas

    En triste acento, bajo el sauce sombro,

    Parece que dolindose las hojas

    Se marchitan e inclinan sobre el rio.

    Bajo el viento en la lgubre enramada

    Cuando siente el murmullo funerario,

    Y el penar y la queja abandona

    Los lleva en su ala a nido solitario.

    Pero ay! Cuando yo sufro, sufro y lloro

    Bajo los mudos frondos del dolor,

    No oye el viento la splica que imploro,

    Ni la plegaria el ngel de mi amor.

    Y cuando el corazn mustio se hunde

    En las tumbas del ltimo latido,

    En las sombras el suspiro se confunde

    Y se oculta en las grietas del gemido.

    Y vivo as: cual ave desbandada

    Buscando el nido que amo con delirio,

    Buscndote en mis sueos, mi adorada,

    Buscndote en mis noches, blanco lirio!

    Pasto, 1905

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  • SOR MELANCOLIA

    Cuantas veces siguiendo, monja ma

    Tu rastro que perfumas de azahares

    Postrada te encontr ante los altares,

    Con esa tu ritual melancola.

    Rogando con piadosa reverencia,

    Como cirio carnal, al nazareno,

    Te cure esa tristeza que es veneno

    Y que es lepra mortal de la conciencia.

    Entonces, cuanto quise, al contemplarte

    Con dolorosa faz y honda pupila,

    Ante el Cristo llorar, y as, mirarte.

    Bajo ese rbol de amor que amor estila,

    Cuanto quise tambin a ti rogarte,

    Cures el mal que a tu desdn me afila.

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  • LLORA CORAZON

    Este nudo que inclemente

    Estrangula mi garganta,

    Esta pena que es tanta,

    Este luto permanente,

    Son acaso el estertor

    De un pensar que ya me deja,

    O es la nueva queja

    De un retoo del dolor?

    Puede un alma enamorada

    Pasar desapercibida

    Si el cielo de su vida

    Se va una nube rosada?

    Puede acaso una mujer

    En su fino sentimiento,

    Hermanar con el tormento

    Los recuerdos del placer?

    Llora, llora en tu rigor,

    Corazn tan destrozado,

    Que tan solo has quedado

    Marchito rosal en flor,

    Por la triste ingratitud

    De aquel que se fue dejando

    Mis tiernos ojos llorando

    Y muerta tu juventud.

    Llora, llora en tu rigor

    Y aunque llores sangre a pozos,

    Mo le niegues los sollozos

    Al que vive en tu interior

    Porque siempre has de adorar

    En tus muertas devociones

    El alma de las canciones

    Del que no podr olvidar.

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  • LA RONDA DEL RECUERDO

    Alljunto al discreto pen de la ribera

    De un lago transparente dormido en el boscaje

    Bajo un soberbio encaje

    Que de los robles tiende la grata enredadera,

    En su tapiz de trbol, de csped y de grama,

    Aquella!...la hermanita del junco y la retama,

    Estaba silenciosa

    Jugando con los ptalos de una encarnada rosa.

    All tambin un bardo muy joven y bohemio

    (De aquellos de la traza ms tpica del gremio)

    Silbaba, rasgueando su clara mandolina,

    Las notas de una dulce, pausada cavatina.

    Dos garzas oro y nieve, los cuellos encarnaban,

    El viento iba soplando su quena en la totora,

    Los pjaros charlaban;

    En los ardientes pechos las almas destrenzaban

    El sueo de la hora

    El sol se desplomaba detrs del viejo monte

    Baando con su tinta purprea el horizonte,

    Cuando el bohemio plido, confuso, pensativo,

    A su adorada bella se dirigi furtivo

    Y un sculo de fuego

    Sello sobre sus labios que se quemaron luego

    Y ella le dijo: -tente! Yo s que tu caricia

    Es obra del demonio que impele tu codicia

    Si manchas mi decoro,

    Es esta la vez ltima que salgo del aprisco

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  • No sabes que el domingo comulgo en San Francisco?

    Veras! No me perdona ni el buen fraile Helidoro

    Ms en la tarde aquella,

    Borradas las palabras de la trivial querella,

    Surgieron las promesas, juraron sus amores.

    Y el bardo se encenda mirando en la doncella

    Los ojos turbadores!...

    Callaron un momentorieron largo rato,

    Pero ay! En esa escena

    Yo pongo un punto negro que corte su relato.

    Si el lnguido bosquejo

    De aquel feliz enlace

    Mi espritu envenena,

    No s lo que yo siento llegando al desenlace!...

    Hoy busco la playa, sus verdores,

    Los pjaros, sus trinos;

    Los xtasis divinos!...

    El lago, sus primores!

    Y solo encuentro en ella la realidad ms triste.

    Ya nada, nada existe!...

    En el nativo suelo que esconde la distancia,

    La ingrata que el despecho labro con su inconstancia,

    La novia postrimera

    Que su cario inmenso juraba en la ribera,

    Busco la perfumada quietud del monasterio

    Y es hoy rosa bendita del santo cautiverio!

    Cuando ferviente ora,

    La imagen del bohemio tal vez la asusta, y llora!

    Tal vez en la tristeza del claustro sus pasiones

    Se avivan al recuerdo de aquella noche oscura

    Que al pie de sus balcones

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  • Con ntima ternura,

    Canto por la despedida sus trovas de romero;

    Se acomod el sombrero

    Bebi el ultimo trago

    Y con un gesto aciago

    Sigui por el camino

    La huella solitaria que le trazo el destino!

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  • EL ROSAL DE PALESTINA

    I

    Al vago resplandor de su linterna,

    Caminaba una noche el buen Jess,

    Solo, por el breal de la cisterna

    Que refresco a la tribu de Emas.

    Jos, su viejo padre carpintero,

    Y su madre, cual El, deidad en flor,

    A las puertas del lbrego sendero

    Esperaban al hijo del Seor.

    Cuando llegaba ya, despus de tanta

    Tristeza por la va, holl un zarzal,

    Y hubo una espina que rasgo su planta.

    Cuentan que al punto, en el fragoso erial

    Que bendijo la sangre sacrosanta,

    De aquella espina revent un rosal.

    II

    Cuando muri Jess, crucificado,

    En la tremenda soledad del monte

    Copiabas en el gris del horizonte

    La amarga pena del rosal del prado

    Hallndole una vez, ya decrecido,

    Marala ms dbil de Magdala Lo beso con temor, pues fue tan mala,

    Y lo acerco hasta el seno arrepentido.

    Entonces, muda, lacerada y yerta,

    Meditando en aquel que en la colina

    Prometi regresar en hora incierta.

    Consagro el rosal de palestina

    En cada flor una esperanza abierta

    Y un agudo pensar en cada espina.

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  • ALLA VAN!...

    Es tan grande en algunos la tristeza,

    Y as como el pensar tan grande el duelo,

    Que en plena juventud ven su cabeza

    Cual florero glacial, mata de hielo!

    Tienen semblantes de infinito hasti

    Que nos traducen hondos sentimientos;

    Algas flotantes que en invierno frio

    Las sacuden las ondas y los vientos.

    Con el despecho que la faz estampa

    La convulsin del alma combatida,

    Cruzando van por la penosa pampa

    El lodazal inmenso de la vida.

    Miradlos! Solo llevan en la frente

    Los surcos polvorientos del pasado

    Nufragos son mirando en la corriente

    Las tablas del bajel!despedazado!

    Viajeros son de los remotos yermos,

    Hospedados a orillas de un mar muerto,

    Y tal vez como yo viajan enfermos

    tras la amarga semilla del desierto; Buscando prisioneros del tormento,

    La redentora paz de los santuarios

    All van! Un miraje macilento

    Se vislumbra a travs de sus calvarios.

    All van! Cual los graves ermitaos

    De las melenas blancas, desgreadas,

    Meditando en los viejos desengaos

    Y pensando en las sombras, sus amadas!

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  • All van!...por la ruta del abismo

    Ansiosos de la esfinge, negra y dura,

    A hundirse en la caverna del mutismo

    Y a vivir en su noche siempre oscura!

    Oh! No toquis la dolorosa herida

    De los que van por la quietud estable,

    Que si la pena es cncer que intimida,

    Es el sepulcro cncer implacable!

    Y allcuando nosotros ya bajemos

    A llenar nuestras fosas silenciarias,

    Satisfechos entonces los veremos,

    Mientras tanto dejadlos!, son los parias.

    Pasto, 1907

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  • ARBOL TRISTE

    En el rincn de una calleja antigua

    Hay un rbol doliente y haraposo

    Cuyo ramaje a la pared contigua

    Cae como en demanda de reposo.

    Yo le visto crecer. Lleno de orgullo

    Miro de arriba la mundana escoria Y abri a las tempestades su capullo

    Como soberbio smbolo de gloria.

    Ya ms de treinta inviernos han pasado

    Y en esa intil armazn mendiga

    Que a la pared se abate, no ha quedado

    Ni la ingrata presencia de una hormiga

    Qu dolorosa infinidad me enlaza

    A la suerte del rbol desvalido?

    No s. No se y al observar su traza, Se me arranca del alma un alarido.

    De noche, cuando voy hacia mi pieza

    Por la calle infeliz de aquel anciano,

    Parece que moviendo la cabeza

    Me dice con ternura: Adis, hermano!

    Pasto, 1907

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  • CARNE DE PECADO

    Marchaba ante una escolta de embozados

    Que al lazareto cruel la conducan

    Cuando me vio pasar; y sus caldeados

    Labios, por el placer desfigurados

    Ante el ltimo adis as decan:

    No me olvides jams! Yo fui rosa

    Que embelleci tu ser, tu linfa santa

    Ay! Ruega que en mi marcha dolorida

    La muerte, esa enlutada poderosa

    Venga a decirme con piedad levanta!

    Y se fue con los rgidos soldados

    Que al lazareto cruel la condujeron,

    Ms al decirle adis! Sus empaados

    Ojos en mi recuerdo eternizados

    Esa lepra de mi alma ya no vieron.

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  • EL PARIA DE LA METROPOLI

    ! Hermano! me dijo muy tierno el mendigo

    Que en amplia alameda su mano tenda-,

    La vida sauda perversa conmigo,

    Me dio como gua

    La estrella ms triste del hada fortuna,

    Y marcho por una

    Orilla de lgrimas! Que duro castigo! Ay, dame un pedazo de pan, de alegra!

    Desnudo, cansado, cado a la vera

    Del vasto paseo el hombre temblaba.

    Los coches bajan rosando la acera,

    La gente pasaba

    mi albergue es un parque de ramas mohosas

    Que en noches lluviosas

    Negras y largas

    Protege en silencio mi sueo muy breve

    Qu noches amargas,

    Las noches de nieve! Las autos cruzaban. Rodaba el tranva.

    La gente paseaba, charlaba, rea

    Mi amparo es la playa desierta de un rio

    De turbia, de inmensa, de sorda corriente Que tarde, las tardes del clido esto,

    Debajo de un puente!

    -20-

  • As dijo el pobre, cado a la vera

    Del vasto paseo. Los coches bajaban

    Rozando la acera.

    Y todos pasaban!

    Toque mis bolsillos, halle una moneda.

    La di ese momento,

    Cedilla contento

    Al hombre que en amplia, lujosa alameda

    Su mano tenda.

    Cave el sentimiento;

    Hurgue muy al fondo mi arcn de alegra

    Y hui del mendigo Si yo tambin sigo

    Del mismo lucero la cauda sombra!

    Si yo tambin marcho rendido por una

    Orilla de lgrimas, en busca de oro

    Que ya mucho tiempo robme del alma

    La adversa fortuna!...

    Oh dulce tesoro

    Mi cofre de calma!

    Pasto, 1907

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  • PRIMAVERA

    Fragancia en el jardn. Bajo el romero

    La sotana del chorro cristalino;

    Y en la cerca trivial del inquilino

    El sonoro preludio del jilguero.

    Inquieta, jubilosa la vacada

    En el amplio tapiz de la dehesa;

    Y en la montaa espesa,

    Como un himno de amor, la fogarada.

    Pasa ante el rabadn la grey lanuda

    Con satisfecho modo hacia el ribazo;

    Y arqueando el espinazo

    El jumento pirrnico estornuda

    El astro resplandece en el roci.

    Cosas de mocedad cuanta la brisa;

    Y hay miel en la sonrisa

    De la encrespada fucsia del boho.

    Espontaneo verdor tiene el rastrojo

    Donde la suerte del jayn prospera Y en este corazn -Quien lo creyera!-

    Solo renace el importuno abrojo!...

    Pasto, 1907

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  • POSTAL

    T conoces lo cruel de mi herida

    Y conoces mi pena secreta

    Llevo en mi alma del dolor la saeta

    Que me hace odiosa y eterna la vida.

    Y solo anhelo en mi ruta de abrojos

    Para inundar mi fnebre amargura

    Una gota de miel de tu ternura,

    Y un rayito de cielo de tus ojos.

    Pasto, 1907

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  • CONSUMATUM EST

    FRAGMENTO DEL POEMA LAS MANOS DE JESUS

    Ya las turbas sacrlegas, inquietas

    Por ver morir al justo,

    Hasta la cima del calvario adusto

    Lo han llevado. Oh, Seor! Con que secretos

    Miradas, que te inmolen, tu permites

    En la sangrienta cumbre

    De aquese el ms infame de los montes?

    Oh! Tus hondos designios soberanos!

    Acaso anhelas que tu cruz alumbre

    Hasta los ms lejanos horizontes;

    Que te muestren tus brazos extendidos,

    Cuando all ests clavado y moribundo,

    Abrazando los trminos del mundo!...

    Quin sabe si t quieras con delirios

    De amor y de martirios,

    Consolar hasta el polvo de los huesos

    Del triste Adn, progenitor del hombre

    Con tu sangre lavndole su nombre!...

    All tienen ya en la cruz desnudo,

    Tendido y plido y sin ms escudo.

    Ay! Que su amor inmenso!

    La plebe rugeel cielo esta suspenso!... Se oye un golpe tremendo, sordo, rudo!...

    La mano que bendijo ya est abierta,

    El hombre la clavo!

    Viendo que mana,

    Por la honda herida cruel, calienta grana.

    Desplomase Mara viva y muerta

    -24-

  • Oh Juan, y Magdalena, y Berenice!

    Si sois piadosos, no dejis que el hierro

    A tan augusta madre martirice Pero Qu es esto? Cruje hasta el madero

    All un prfido soldado

    La otra mano ajusta al agujero

    Y en l la fija con el clavo fiero.

    Hace igual con sus pies,

    Y ya enclavado

    Queda Cristo, sujeto y desangrante,

    En medio de la turba delirante Oh, Seor! Oh, Seor!

    Cmo te plugo

    As entregarte a tan feroz verdugo?

    Ay! Como el ngel

    Que venci a luzbel

    En la regin celeste

    No desciende belgero, y a este

    No lo hunde ahora por deicida cruel?

    All arriba, asomado entre las nubes

    Esta el gran capitn con sus querubes,

    Que en atnitos, mudos escuadrones

    Contemplan del Dios-Hombre las pasiones,

    Miguel, el capitn esclarecido,

    No sufre ms y exclama: al arma prestos!

    Y vuelan los celestes serafines,

    Haciendo resonar el dolorido

    Clamor de unas trompetas y clarines.

    Se postran ante el trono del eterno,

    Y su licencia piden

    Para el punto arrojarse hasta la tierra

    Y lanzar las deicidas al averno

    Con sus armas ignferas de guerra.

    El padre est en silencio, la justicia,

    Que el a su diestra tiene,

    Como ellos, quebrantar la cruel malicia

    -25-

  • Quisiera; mas aqu tambin interviene

    La fiel misericordia

    Y hablo a los ngeles, por l mandada;

    Capitn de los bravos escuadrones!

    Justo es nuestro clamor y vuestro bro.

    Para llevar flamgeras legiones

    De ngeles, en castigo al hombre impo.

    Que sus crmenes graves son, lo veo

    Desde aquel da del edn, precipito,

    En que el primer culpable fue proscrito,

    Si ante el padre la culpa fue tremenda,

    Y por ella cerraronse los cielos

    Para el hombre no tenga ya recelos

    La justicia, pues sube ya la ofrenda,

    La nica infinita y suficiente,

    Del Hijo, que por l esta muriente.

    Oh! Si Miguel! Guardad la noble espada,

    La justicia de Dios est pagada,

    No veis que el hijo ya tendi sus brazos

    Para brindarle al mundo sus abrazos?

    Dijo as: y el arcngel, obediente,

    Mando a los serafines y querubes

    Tributar sus honores solamente,

    Al Hijo-Rey, dispersos por millares,

    En las orbitas altas y en las nubes,

    Y en las cimas y vientos y en los mares.

    ****************

    En tanto, abajo, horrible cancerbero

    Del hades escapado, torvo ruge

    Levantan el madero

    Los sayones, y el leo tiemblan y cruje

    Clavndose en el tajo de la pea

    -26-

  • Cmo se abren sangrando aquellas llagas!

    Como la Madre, con horror las mira,

    Enclavada en la cruz con siete dagas!

    Como bebe el dolor en esas venas,

    Y muerde aquellos miembros soberados!

    Como punzan la frente esas espinas,

    Y quebrantan los clavos esas manos

    ..

    Sin fuerzas para verte en el martirio,

    Perdname, Seor, que no te mire,

    Oh! Djame en la roca hundir mi frente,

    Antes de ver que expire

    Tu acongojado corazn doliente!

    Quiero llorar por tus pupilas muertas!

    Quiero llorar por esas manos yertas!

    Oh! Se desploma el cielo o es el mundo

    Que estalla con fragor en lo profundo

    Rompiendo los abismos de sus senos?

    Por qu rayos, relmpagos y truenos,

    Locas las nubes con pavor se agrupan

    Y hasta las cimas del calvario ocupan?

    Es que ya Dios, Seor del universo,

    Al exhalar su postrimer gemido

    Da enorme voz: Ya esto est cumplido!

    Y los vientos, con mpetu diverso,

    De los mbitos cncavos llegaron

    Y el suspiro en sus alas se llevaron.

    Ya oscura la mirada que fulga,

    Llego la noche y apagose el da La cabeza al doblar sobre sus hombros,

    Cayeronse mil muros en escombros;

    De sbito las rocas se quebraron

    Y los mares fatdicos se irguieron;

    Los cimientos del monte vacilaron;

    Las rocas de las tumbas se partieron

    Y a la vida sus muertos arrojaron

    -27-

  • Porque su Rey ha muerto.

    El rostro con sus alas en cubierto,

    Los ngeles le rinden sus honores;

    Porque Dios ha muerto, las alturas

    Apagan de sus astros los fulgores,

    El templo secular rasga su velo

    Porque el Seor ha muerto!...

    Y ya viendo sus prfidas locuras,

    Escribas, Fariseos y soldados,

    Reptiles son que van corriendo a oscuras,

    Aturdidos, y mudos, y asombrados

    Buscando de ese monte las roturas,

    As van los deicidas recelando

    Las maquinas del orbe descompuestas

    As corren atnitos bajando

    Del lbrego calvario por las cuestas.

    *****************

    Envueltos quedan en obscuras nieblas,

    Tres patbulos trgicos erguidos,

    Relmpago que horadan las tinieblas

    Las tres cruces alumbran en la cima;

    Dos mseros jirones,

    Dos muertes ignominias, dos ladrones,

    A entre ambos lados de Jess ostentan:

    Y el inocente ajusticiado pende

    De la ms alta cruz!

    Junto a ella estn

    De pie Mara, y Magdalena, y Juan,

    Ya cerca de su ocaso,

    El sol se enciende

    Cual lmpara de lumbre funeraria

    Que vela a su Seor; y su bermejo;

    Extrao disco enorme es un reflejo

    -28-

  • Del rostro ensangrentado de Jess,

    All en la cumbre

    Vuelta al occidente,

    Con su sagrada victima pendiente

    Erguida esta la cruz.

    Yerguese all la artista de los tiempos!

    Atrs, flotan cenizas de vestigios

    De los ms viejos, fabulosos siglos;

    Bajo esos brazos trgicos y abiertos

    Las naciones antiguas,

    Ciudades y desiertos,

    Sienten su sombra

    Y hasta acaso suean

    Esperanzas ambiguas.

    De Cristo en la frente,

    Florecidas le ofrende occidente

    Sus mil generaciones,

    Que el lvaro tendrn

    Por sus pendones.

    Y ms all de montes y de mares,

    A travs de las brumas, que romnticas

    Besan las olas lejanas y atlnticas

    Ornada de palmeras y pinares,

    Y envuelta en el cedal de sus arcanos,

    Descubrese una tierra en cuyas lomas

    Siempre verdes, revuelan las palomas

    Mensajeras de amor,

    Hasta sus manos

    All Mara, y Juan, y las mujeres,

    Las ms piadosas almas doloridas,

    Las oyen en sus hondos padeceres

    Como arrullan, volando las heridas

    De aquellas manos

    De Jess dormidas

    -29-

  • SOLEDAD

    Se va acercando presuroso el da

    En que debo partir, partir de nuevo

    Y no saber Seor si en la lejana

    Habr reposo a la quietud que llevo.

    Qu triste va perdindose el sendero

    Entre la sombra que a caer empieza.

    En dnde desgarro peregrino

    Has de clavar ya muda tu cabeza?

    Qu mano juntara en la negra ahora

    Lirios del valle fnebres hinojos

    Y al esplendor en el confn la aurora

    Ha de cerrar con lgrimas tus ojos?

    Silencio por doquier. Ms en la ruina,

    Atroz que me dejo flagelo

    Me consuela una pobre golondrina

    Que veo cruzar desesperada el cielo.

    -30-

  • LA MUERTE DEL SOL

    Rojas nubes encendidas

    Por el sol

    Van cayendo lentamente

    Hasta el seno del ocaso.

    Las penumbras de la noche

    Se adelantan y se sienten

    En las frondas Y las flores han musitado

    Sobre el manto de la noche

    Van surgiendo las estrellas,

    Las estrellas siempre dulces,

    Siempre hermosas, siempre bellas

    Y las nubes, las rojizas nubes lentas

    Que acudieron presurosas

    Al entierro majestuoso

    Del monarca de la luz.

    Ya se vuelven blancas, puras,

    Con su triste vestidura

    Y detienen su carrera

    En el palio siempre azul.

    Coansaca (Nario), 1910

    -31-

  • Con motivo de una prisin por blasfemia

    EN LA CARCEL

    Seguir con mi diosa incertidumbre

    O adorar mas bien mi fatalismo?

    Sern los escalones de mi cumbre,

    O ser mi descenso hacia el abismo?

    Yo no lo s, mas siento que retumba

    Algo que en mi interior nunca descansa;

    Aydame! Seor, me vuelvo tumba;

    Una tumba sin F, sin Esperanza!

    Oh muros! Que a los viejos criminales

    Contemplis renegar tras tus cerrojos

    Si os preguntan despus... muros brutales,

    Sd testigos del llanto de mis ojos.

    Oh muros! Que a !os viejos prisioneros

    Miris languidecer entre cadenas,

    Si os preguntan despus muros groseros

    no les neguis contar mis hondas penas.

    Un lucero cruzando el firmamento...

    Y rozando mi sr una ala negra...

    Aqu en el alma algn presentimiento,

    Mi espritu est enfermo, ya no alegra!

    -32-

  • y soy como la frgil trinitaria

    Que a la luz del crepsculo agoniza;

    Escchame, Senor!, es la plegaria

    De este labio tan yerto, sin sonrisa!

    T lo sabes muy bien que ya contigo

    Mi viacrucis moral! Oh Dios Supremo!

    Que en mi vida jams yo te maldigo

    Que en mi vida jams de t blasfemo.

    Y aun cuando soy como rebelde loto

    Que en la charca del mundo se agiganta,

    T lo sabes, Seor, soy tu devoto

    Porque as me enseo mi madre santa.

    Oh! Mancebo Rab que el monte asirio

    Tambin te vi llorar, mi buen judo,

    No me dejes morir... soy como el Sirio,

    Que arde en la soledad de un claustro fro.

    y si caigo... que en noches misteriosas,

    Cuando el stro se extingue y todo muere,

    Los grillos, las cadenas, las esposas,

    Me canten la cancin del Miserere;

    Que en la paz de estos negros calabozos

    Los fantasmas que pueblan el Santuario,

    Oficien mi velorio, y fervorosos,

    Eleven hasta Dios algn Rosario;

    Y despus, que ebria sucumba,

    La torpe sociedad que me patea;

    Ser la crcel mi gloriosa tumba,

    S de la crcel brotar la idea.

    Pasto: 1912

    -33-

  • CANCION DE MIS TRISTEZAS

    Cuando en el ruido dela turbia incauta

    Distingo que se arrancan del santuario

    El ay! Conmovedor del campanario

    Y el eco moribundo de una flauta;

    Cuando en mis largas noches de desvelo

    El graznido de un bho me amedrenta,

    Cuando un rayo de luna amarillento

    Por mi alcoba se cierne con recelo;

    Cuando el raudo compas del aguacero

    Y al abatido son de una guitarra

    Entona la cancin que lo desgarra,

    Cansado de beber, algn trovero;

    Oh! Seor cuando el ciego pordiosero

    Grita y solloza en el portn avaro,

    Llevando por consuelo el desamparo

    A trueque de su llanto lastimero!;

    He dicho en mis adentros, iracundo:

    Madito sea vivir tan miserable!

    Hasta cundo has de ser siempre implacable,

    FORTUNA de los hurfanos del mundo?

    Hasta cundo, por Dios, si ya no hay medio

    De apartes del ser este abandono,

    Y el despecho tenaz que es un encono

    Corrosivo del alma, sin remedio.

    Pasto, 1913

    -34-

  • CANAS

    Y para que vivir? Si tormente

    Alguno me dir, tal vez maana

    Cuando arruga este mi pobre frente:

    Que mozo tan cobarde, cuanta cana!

    COBARDE! S, pero ante quien no siente

    Ni comprende jams que esta tristeza

    Arrugas, nada ms, deja en la frente,

    Y canas, nada ms, en la cabeza.

    COBARDE! Y desafiando en mis prisiones

    Esa ira cascabel de los bandidos!

    Si!, cobardes los viejos paredones

    En que suelen colgar los blancos nidos

    COBARDE! Las cenizas soadoras

    En que estallan las intimas angustias COBARDE! Las ancianas vividoras

    En que suelen dormir las aves mustias

    Pensad, oh necios de medula oscura,

    Que en frentes turbulentas y quemadas,

    Las canas solo son la sepultura

    De ilusiones que mueren congeladas!

    Oh canas en mi frente prematuras,

    Oh canas destrozadas, blancas canas,

    Contadles a los hombres que son duras

    Mis noches de dolor, noches tiranas!

    Pasto, 1913

    -35-

  • ABANDONO

    Cuando trinan las aves son congojas

    All en el saucedal yerto y sombro,

    Doblarse he visto las calladas hojas

    Hacia el cauce letal del turbio rio;

    Y he visto que en sus rimas ha batido

    Ligero el viento sus aleves galas;

    Para llevar hasta el desierto nido

    La nota del dolor, entre sus alas.

    Pero ay! Cuando yo canto, cuando yo imploro,

    Cuando muero a travs de mi lirismo,

    Ni el viento escucha mi pensar. Mi lloro,

    Y nadie mi clamor, todo es lo mismo!

    Si siento el corazn que mustio se hunde

    En los tumbos del ltimo latido,

    En sombras el suspiro se confunde,

    Y en las sombras se pierde hasta el gemido.

    Y vivo as! Como ave desbandada

    Que huye del monte y emigro al vaco!

    Y vivo as! Vida abandonada

    Que en busca de calor solo halla frio!

    Pasto, 1913

    -36-

  • ESTIGMA

    Con el mirar ya turbio

    Y con el ser marchito

    Pasando el tiempo la encontr en el flanco

    De un castillo feudal. En el suburbio:

    Semejaba como INRI del delito-

    Una estatua esculpida en mrmol blanco.

    En los harapos de su pobre manto

    Algo quiso ocultar ms fue imposible:

    Le vino un paroxismo

    Y una lluvia de llanto,

    Al golpe horrible

    De tener que encontrarse con mi mismo!

    Cruzo, como el relmpago, en mi mente,

    El recuerdo de su memoria,

    Y toda nuestra historia

    La vi ligeramente.

    Fue la negra traicin de su pasado.

    Sello con sangre en las dobladas hojas,

    Y por eso la vi tornarse en rojas

    Sus mejillas, escombros del pecado!...

    -perdname, grito, si he sido ingrata,

    Mi crcel es atroz no te da pena?

    Un ente en la conciencia, me envenena,

    Y este nio es el hombre, que me mata!

    ****************

    -37-

  • Pasado el tiempo un torvo presidiario

    Llevaba en sus espaldas una caja

    Mortuoria al camposanto:

    En ella una mujer, y por sudario,

    Por nica mortaja,

    El desteido manto!

    Pobre mujer desventurada y loca,

    Loca mujer que mi pensar provoca!

    Cay su carne impura,

    Su conciencia tambin cay llagada,

    Ser desvergonzada

    En el caos de su misma sepultura?

    Pasto, 1913

    -38-

  • FLOR DE CARNE

    Oh Seor!, esa pobre magdalena

    Su pecho triste sin cesar golpea,

    Y dice que ha perdido una azucena

    Mejor que las del mar Galilea

    Oh Seor!, esa pobre magdalena.

    Porque mi madre estaba sin comer

    -me dice- que cambio con su azucena

    El oro de un infame mercader!

    Perdnala Seor!, que tuvo pena

    Porque su madre estaba sin comer

    Que llora mucho, que su llanto amarga

    La vejez de su madre, y que la llena

    De una tristeza pertinaz, muy larga!

    Perdn, Seor, para esa magdalena

    Que llora mucho, que su llanto amarga!

    Por hambre es que tuvo que vender,

    -me lo ha dicho, Seor, con onda pena,

    Pero que jura no volverlo hacer Perdnala!, Seor, que su azucena,

    Por hambre es que la tuvo que vender.

    Pasto, 1913

    -39-

  • PAISAJE

    Ya sobre el ras dela menuda arcilla

    Que lame turbulento el hondo Nilo,

    Un viejo cocodrilo

    vido en su troncal se despereza;

    Hay en la ardiente, igualitaria orilla

    Un tinte de simblica tristeza!

    Las hondas bajan repasando en coro

    El tierno despedir de las laderas,

    Es tanto que en el glauco sicomoro

    Solas estn dos aves mensajeras.

    La tribu errante de lejana villa

    Nunca pone la planta en esta orilla

    En que abrevar espanta el fiel camello;

    El agua es tersa, transparente, clara,

    Pero dibuja entre su fondo un sello

    De la tristeza inmensa de la Sahara.

    Sobre un pen de felpa ensombrecido

    Una avestruz est guardando el nido Y all a lo lejos de la azul barranca,

    Como endecha de amor, mahometana,

    Rumora en su rumor el agua blanca

    Al son de una trovera musulmana.

    De pronto, hay un gemido

    Que aterra en la llanuraes el graznido De aquel incauto habitador risueo,

    Que por aguardar el nido

    Cayo en profundo sueo!...

    -40-

  • Y se fueron las aves mensajeras,

    Y el agua en su rumor, sigui cantando,

    Mas las peladas y hmedas laderas

    En el paisaje, estn,

    Rememorando!

    Pasto, 1913

    -41-

  • VIAJE DE AMOR

    Ven, ven, la barca espera! Ya la densa

    Neblina su cedal de bruma, tiende

    Y al hondo mar en su quietud inmensa

    No conturban las ondas ni la espuma.

    Que nos importa si maana ladra

    A nuestra espalda el can de la protervia,

    Cuando yo s que cuando ms taladra

    Un indigno Mi ser crezco en soberbia!

    Deja que los que nos odian nos persigan,

    Que enconen su dolor, que hagan alarde

    De su calumnia vil, que nos maldigan!

    Pero ven, ven, por Dios! Que se hace tarde.

    No vaciles ms: olvida el huerto,

    El florestal, la hamaca, la palmera:

    El mar est tranquilo y en el puerto

    Una barca no ms mucho te espera!

    Huyamos! nuestro amor ser el piloto

    Y el viento nos dar con que rememos:

    Que!, no me escuchas?, tiemblas?, es que has roto

    El pacto con la fe?, no nos queremos?

    Amor!, Qu tienes miedo? Corre, avanza!

    Despoja de tu ser tanta penumbra,

    Y piensa que ser nuestra esperanza

    Luz aural que nuestra noche alumbra!

    -42-

  • Sigamos por la senda de otra arena

    El fulgor de una estrella matutina,

    Hasta dar donde no haya ms verbena,

    Hasta dar donde no haya tanta espina!

    Ven, ven la barca espera! Ya la densa

    Neblina tiende su cedal de bruma,

    Y al hondo mar en su quietud inmensa

    No conturban las ondas ni la espuma.

    Oh! Ya contigo aunque reviente el trueno,

    Roja la tempestad, se hincha la ola;

    Sigue, una vela t, yo con el freno,

    Solos los dos en nuestra barca sola!

    Pasto, 1914

    -43-

  • HADA ROSADA

    Princesita, soberana

    Oh! T, fresca, linda, pura

    Adorable miniatura

    De oro, rosa, y porcelana.

    Dime, sin gesto de enojos:

    En qu pas encantado

    Que reina hubo reinado

    Con el primor de tus ojos?

    Llego a blandir caballero

    Por clavel ms encendido

    Que el de tu labio pulido

    Su clara hoja de acero?

    Princesita, soberana

    Oh! T, fresca, linda, pura

    Adorable miniatura

    De oro, rosa, y porcelana.

    Si en tu jovial gallarda

    Divino rasgo se aprecia,

    De espuma naciste en Grecia,

    De sol en Andaluca!

    Infante de veste grata

    Que en los pinceles de enero

    Retozas con el arquero

    Del fino carcaj de plata.

    -44-

  • Tesoro, miel y ventura,

    Oh! Flor, la ms consentida;

    Rayo que alientas la vida

    Para sufrir su tortura.

    Por el milagro de armio

    Que surge, surge triunfante

    Entre la blonda flamante

    Y el mbar de tu corpio.

    Por tu apacible realeza,

    Por tu mirada sencilla,

    Por tu inocente mejilla

    Y por tu rara belleza.

    Canta su canto sonoro

    Me leve alondra sagrada.

    T eres el hada rosada

    Que vi en mis sueos de oro!

    -45-

  • FLOR DE NIEVE

    No te puedo olvidar, le dije un da,

    Vuelve a mi triste corazn la calma,

    No prolongues ms tiempo mi agona,

    Y disipa esa noche negra y fra

    Que extendi sus tinieblas sobre mi alma!

    Ella me oy sin parecer turbada

    Por aquella explosin del sentimiento.

    Volvi luego su faz idolatrada

    Y fijando en mi rostro su mirada

    As me dijo con tranquilo acento.

    Hay una flor que teme los ardores,

    Flor misteriosa que a nacer se atreve

    De la noche polar en los horrores,

    Y que al volver del sol los resplandores

    Queda su cliz convertido en nieve.

    As mi corazn que nunca tierno

    A los gemidos del amor responde,

    Y en sus fibras anida un frio eterno Es flor del polo que formo el invierno

    Y a las caricias de la luz se esconde.

    Y juntando la burla a su desvi,

    Luego aadi: tu corazn me ama?

    Arrncalo a tu pecho ya que es mo

    Tal vez consiga disipar mi hasti

    Al contemplar el fuego que lo inflama!

    -46-

  • Yo entonces loco, desgarre mi pecho

    Y arrnqueme la entraa palpitante.

    Toca, mujer, le dije en mi despecho,

    El fuego que arde en el jirn desecho

    De este afligido corazn amante!

    Ella sonriose al escuchar mi ruego,

    Miro aquel nido de amor y el llanto,

    Lo tomo entre sus manos, pero luego

    Sinti la llama del oculto fuego,

    Y a mis pies lo arrojo, llena de espanto!

    Recog de la tierra exange y yerto

    Aquel despojo de mi amor nefando;

    Lo vi un instante, desgarrado, abierto Y luego cual si fuese un nio muerto

    Abrime el pecho y lo guarde llorando!

    II

    Tiempo despus el genio y la fortuna

    Agitaron sus alas en mi frente,

    Y a la plida luz de la blanca luna

    Volvila a ver hermosa cual ninguna

    Mas tambin cual ninguna indiferente!

    Entonces deslumbrante de riquezas,

    Ofrecile diamantes, oro, perlas Rend a sus pies laureles y grandeza;

    Y ella cual siempre con fatal dureza

    Rechazo con desdn mis resplandores!

    Al ver entre los dos tan hondo abismo,

    Rugi en mi corazn odio salvaje,

    Y de rabia en in ciego paroxismo,

    Te odio! Le dije y al instante mismo

    Vibro en mi labio vengador ultraje!

    -47-

  • Mas despus de lanzar enloquecido

    Aquella frase rpida y aleve,

    Quede por la venganza confundido,

    Pero ese ultraje que irrogue atrevido

    Fundi en su corazn toda la nieve!

    La vi entonces que ansiosa y conmovida

    Clavo en mis ojos su mirada ardiente

    Luego se me acercoy al fin vencida, Como paloma por la flecha herida

    Cayo en mis brazos y beso mi frente.

    III

    Ms; ay! Que un imposible sin embargo

    Eres Oh amor!, sus anhelantes ojos

    No se fijan en m, veo en sus rojos

    Labios la mueca del desdn amargo.

    Mas, que importa? No el lbrego letargo

    El triunfo esperare de mis antojos,

    Ella me oir, le rogare de hinojos,

    La lid es recia, pero el tiempo es largo.

    Y si todo es en vano, si en la lucha

    Caigo vencido al fin; si en mi agona

    Ni mi postrer adis siquiera escucha.

    Si el combate es de una hombre y de una estrella

    Oh que dulce frucion la frucion ma!

    Morir de amor, pero de amor por ella!

    -48-

  • GOTA DE NIEVE

    Llevar dentro del pecho una esperanza

    Que nunca, nunca a reanimar alcanza

    Lo que en el alma deja combatido,

    Y en cambio soportar, ao tras ao,

    Por el peso brutal del desengao,

    El nimo abatido!

    Beber el dulce y espumante vaso

    Que una ilusin nos brinda a cada paso

    Con caricias de lubrica mujer,

    Para luego despus mirar trocadas

    En espinas punzantes, afiladas,

    Las rosas del placer.

    Esperanza, ilusin. Mujer impura!

    Opio del corazn, deidad futura,

    Torpe embriaguez del pensamiento enfermo.

    No vuelvas atentar, prfida loca!

    Si en el yermo la paz nunca sofoca,

    No vuelvas a mi yermo!

    Pasto, 1914

    -49-

  • PROLOGO DEL POEMA EL CAMINO DE LA CRUZ

    A LA TRIBU LOCA

    Oh, vosotros, los que por un momento vais a consagrar el tesoro de vuestras

    mentes al estudio reflexivo de esta mi fnebre leyenda que, tiempo ha, he

    guardado enterrada en la secreta sepultura de un cuaderno ya muy viejo,

    bajo las monotonas de este epitafio melanclico: EL CAMINO DE LA

    CRUZ.

    Oh, vosotros que a travs del smbolo desesperado de estos versos

    neurastnicos que escrib en horas de soledad y desconsuelo, inspirado, tal

    vez, en negras desconfianzas, encontris un paralelo terrible que os recuerda

    algo propio, algo que llevis ntimamente refundido en las lobregueces de vuestra propia conciencia, dentro de ese cofre misterioso que suele a veces,

    en los ratos de amargura y despechos, pesar inmisericorde sobre los clavos

    despiadados de esta ruda corona de espinas que llevamos en contorno del

    santo crucifijo de nuestro pobre corazn, y que llamamos la tristeza;

    Oh, vosotros, los que, como aquel protagonista que vais a contemplar en las

    estancias de mi poema doloroso, llevis toscamente victimada el alma por las

    diarias rajaduras del espln y el desengao;

    Vosotros, los que, filosficamente comprendis el dualismo de la senda; los

    que creis en esa lucha perpetua del bien con el mal, los que no dudis de la

    victoria implacable de este sobre aquel, sabris otorgarme la razn de

    aquella idea que dejo intencionalmente oculta en los cendales de mi rima

    -50-

  • Remontando el pensamiento a las pocas sombras de aejas tradiciones,

    vendris a convenir en que hoy, como ayer, bajo este mantn senil del

    firmamento, hay una severa constelacin de soles misionada a guiar los

    pasos de los hombres hacia el punto final de sus inquebrantables

    predestinaciones, por eso cuando habis recorrido las etapas de lo arcaico,

    que cuentan los borrosos pergaminos con derroche de episodios cuasi

    mitolgicos, no os habris sorprendido al encontraros con un viejo melenudo,

    cuyo lituo agorero este marcado la trayectoria luminosa de una estrella, feliz

    o desgraciada, que ha irradiado en las albas de la cuna de un infante;

    Yo he credo siempre en las tiranas de un horscopo inflexible;

    La silueta incolora del alma del destino, as como me aterra, me consuela a

    veces:

    Y tengo para m, que el plomo que mato a Jos Asuncin Silva, as como el

    tosigo de Manuel de Acua, nunca tuvieron por emanacin la fuente

    vergonzosa de un capricho criminal que pudo ser elstico a las

    determinaciones de una sana voluntad; no, mi conocimiento es pleno de

    evidencia, y estoy seguro que ese instante negro que contuvo para siempre las

    pulsaciones liricas de aquellos espritus de artistas que bebieron tanta luz en

    los pezones de la aurora, no tuvo otro siniestro origen que el dedo imperativo

    con que les demarco la mano del destino un punto infortunado.

    Los ajenjos de Verlaine, las desventuras, las afrentas de Wilde, la noche

    miserable de Lamartine, las hieles de Leopardi, de donde provinieron?...

    No son las alegras del burges y el sibarita, ni las tristezas del hurfano y el

    paria; encontradas al acaso en este inmenso laberinto de la vida,

    El oro de la opulencia o la miseria del andrajo, cualquiera de ellos ser,

    desde la cuna hasta el sepulcro, el

    -51-

  • Invariable compaero del que ha nacido para hallar en su camino rosas o

    para ver entre su ruta espinas;

    De aqu que no extrao mirar que un alma intelectual, poseda de los

    amargos principios que acabo de anunciar, persiga en los soportes del

    alcohol el refugio consolador de una esquiva tranquilidad que nunca lo

    acompaa;

    De aqu que un cerebro turbulento y pensador, enferm, tal vez, de agona y

    desesperanzas, se endilgue sin temor a escanciar en los bancos de un tugurio

    tabernario las copas del veneno que lentamente ha de cortar la hebra

    tormentosa de la existencia trgica.

    No pretendo con lo dicho hacer la apologa del vicio: yo lo detesto, lo

    abomino y lo combato;

    Es el alcohol el mimado primognito de la perfidia y el delito

    Que piense, quien sienta, quien lleve las entraas desgarradas por secretos

    mordedores, nunca acerque hasta sus labios la copa del licor efervescente,

    que, con sonrisas de necia pecadora, lo arrastra en su demencia a las acres

    hondonadas de la ignominia, la desgracia, el deshonor.

    La crcel, el manicomio o el suicidio, he aqu esta espantosa triloga al final

    de las intemperancias de una noche de alcohol;

    Oh, no busquis como remedio a vuestro mal el toxico del vino!, pensad en

    la tristeza alcohlica, vosotros, los que habis llegado hasta el umbral del vicio;

    Y recordad con devota reverencia esta angustiosa epifonema que aleteo

    desesperante en la frase vibradora de Edgard Allan Poe, aquel vencido

    soador de Baltimore: !que enfermedad habr comparable al alcohol!.

    Cuenca (ecuador), 1917

    -52-

  • EL CAMINO DE LA CRUZ

    Las cuatro de la maana.

    Ella, la dulce abrigadora de su lecho

    Entristecido por las sombras de la

    Angustia, el silencio y la tragedia Pensativa y plida, reclinada sobre un

    Divn de su pulcro dormitorio, velaba

    El sueo de los hermosos pequeuelos Cuando l, abri trasnochador,

    Abri la puerta de la alcoba, y entro

    Ella le deca:

    Por qu con furor al vicio

    De la champaa, el ajenjo y la morfina,

    Si entorpecido el juicio

    Vas caminando con inmensa ruina

    Del negro bodegn al precipicio?

    Por qu ya tantos soles te amanecen

    Empapando en ginebra tus dolores

    Si nunca se adormecen;

    T, que sabes muy bien que los licores,

    Enemigos del alma, te embrutecen?

    Por qu el pueril y enloquecido empeo

    De brindarles, cobarde a sus tristezas

    Un vaso de beleo,

    Si con bochorno en tu desgracia empiezas

    A rodar con los vrtigos del sueo?

    -53-

  • Por qu no advierten tus quemadas sienes

    Marchitas en estpidas orgias,

    Los mltiples desdenes

    Con que te han de mirar todos los das,

    Quienes te encuentren ebrio en los andenes?

    Por qu en tus oprobiosas borracheras

    Te arrastras sin pudor en bacanales

    De impdicas rameras,

    Y cambias con tu honor y tus caudales

    La amistad de las sucias taberneras?

    Por qu tu sien en la embriaguez olvida

    Que por tus vicios el dolor devora

    El alma enflaquecida

    De esta mujer que te ama y que te adora,

    Con tus hijos retoos de mi vida?

    Por qu ya nunca en tu cerebro hospeda

    El ritmo de virtud con que tejiste,

    Como un hilvn de seda,

    La estrofa de esperanzas que me distes

    Al encontrarnos ay! En mi vereda?

    Y cayo, enmudecida ente el fracaso

    Del corazn!... estaba desmayada

    Sobre un cojn de raso

    Las lgrimas nublaron su mirada

    Y entre su ambiente se extendi el ocaso!

    Entonces el borracho y tambaleante,

    Alzo con estupor, junto al lecho

    Que amaba en otro instante,

    Un copa fatal y con despecho

    La lleno de un narctico asfixiante.

    -54-

  • Pero tembl! Los parpados despiertos

    De unos ojos profundos y expresivos

    Estaban medio abiertos Y pens en los horrores de los vivos

    Y en el silencio horrible de los muertos

    -Yo brindo, dijo, por la vieja Grecia;

    Por el miraje azul, por el aroma

    Del alma de lutecia,

    Por los polvosos mrmoles de Roma;

    Por los cielos de Atenas y Venecia;

    Por el hado espectral de los ungidos

    En la caverna abrupta de los recios

    Dolores escondidos,

    Por los que el mundo agobia con desprecios

    Por mirarlos vivir siempre cados!

    Por el mal que a mi espritu provoca

    Con un cincel que enfurecido empua

    Contra mi muerta roca,

    Por el adis de Silva, y por Acua, Me voy, con el veneno entre mi boca!

    Y con siega actitud aquel demente,

    Iba a cortar su vida infortunada,

    Rabioso y maldiciente,

    Cuando una breve manecita helada

    Le arrebato la copa, dulcemente.

    Era una chica de color de cera,

    Miniatura vivaz, flor de montaas

    Abierta en primavera,

    Quien, rasgadas de pena las entraas,

    A su padre le hablo de esta manera:

    -55-

  • -no bebas ms! Tu trgica bebida

    Se ha robado mi pan amor bendito!

    Mi madre est dormida No quieres despertarla, padrecito,

    Porque suele llorar entristecida!-

    *****************

    La tarde se apagaba en las sabanas

    Quemaba el sol con invisible tea

    Las cspides lejanas;

    Y en la capilla de la blanca aldea

    Doblaba el sacristn en las campanas.

    Moribunda la luz de una buja

    Iluminaba el pulcro dormitorio

    De aquella muerte fra

    Mientras el ebrio, en el divn mortuorio,

    Ante el cortejo fnebre dorma!

    Cuenca (ecuador), 1917

    -56-

  • CANCION LEJANA

    Ayer!, ayer no ms, cuando en la cuna

    de aquellas cintas y de aquel bordado

    mir, al fulgor de la primera luna,

    el arco azul de mi volcn amado;

    Cuando escuchaba el yarav piadoso

    del gorrin que madruga en mis montaas;

    cuando en la huerta me sent dichoso,

    bajo el fresco arrayn, chupando caas;

    Cuando engaaba al ogro de la escuela

    para turbar la paz del casero,

    ganarme al cuidador de la cancela,

    coger las moras y vadear el ro;

    Cuando mi corazn era tan solo

    un capullo vernal, sin una herida

    abierta a la acritud, ajeno al dolo

    y a todas las torpezas de la vida,

    Yo no pens que en el extrao suelo

    por donde van los que el dolor despea

    un buitre se hallara en cada cielo

    y un escorpin audaz en cada brea... .

    Nunca pude creer que en los mezquinos

    senderos, que con lgrimas ardientes

    han hollado los pobres peregrinos,

    tambin tendra que apretar mis dientes...-

    -57-

  • Hoy que tan lejos de mi patria canto;

    hoy que mi cara juventud se estrena

    en la lucha fatal...; hoy que mi llanto

    corre tambin por despiadada arena,

    No acierto a definir: si en esta cruda

    soledad en que el nimo declina,

    ser mejor alimentar la duda

    o abatir de una vez la propia ruina?...

    Silencio de panten!... La noche finge

    una caverna cruel, antro que esconde

    la forma espeluznante de la esfinge

    que preguntme, con sarcasmo: -A dnde?...

    Y sin poder lanzar ni una palabra

    que ms all de mi existencia vibre,

    mi lengua torpe en su conflicto labra

    esta ruda cancin, de tono libre.

    Yo s que sta comarca legendaria,

    cuyo blasn en su eminencia esplende,

    a pesar de la rima estrafalaria,

    en estas horas mi cantar entiende.

    Yo he sido un bebedor; pero de linfas

    con que se embriaga la princesa Anemia,

    el citaredo plido y las ninfas...

    Oh, Castalia feliz! Oh, mi bohemia!

    Y quiero a la mujer. Soy el poeta de la desolacin... Soy un proscrito!;

    pero busco unos senos de violeta

    y unos labios que ignoren el delito...

    -58-

  • y voy pasando as, como gitano

    de grave faz, por mi camino estrecho.

    No me erredra la sorna del enano...

    S que a la cima he de llegar, derecho!

    Mas siento un mordedor que me destroza,

    que me habla de Chapal, de Catambuco,

    de la amada gentilde aquella choza...

    y es cuando rasgn por aqu un bambuco.

    Del Guitara hacia el Plata, voy siguiendo

    tras un lucero que me va engaando,

    con mi alma, triste, el corazn latiendo,

    la frente al sueloy el sudor goteando.

    Qu duro es caminar!... Morder la pena,

    llorar en un estero silenciario,

    dormir en el zagun de casa ajena,

    para encontrar despus slo un calvario!

    Mirar desde el peasco de la ausencia

    el alma fiel de la cerrada historia...

    Y slo por cumplir esta demencia

    de ver sobre la sien gajos de gloria!

    Recibir desde lejos un pedazo

    de alguna carta que el invierno viola

    y saber que ese msero retazo

    es de la vieja inconsolable... y sola!

    No es esto ser varn? es ser atleta

    de fuerte puo y altivez romana;

    es cincelar mi excntrica silueta

    en el marfil de una cancin lejana!...

    Cuenca (Ecuador): 1917

    -59-

  • MADRE, PARA ENTONCES

    Oh! Cuando tras mi penosa historia,

    De mi recuerdo en pos, llegue la asceta,

    La amarga soledad a la memoria

    Y viejecita t, ya quede escueta

    Y sola mi heredad, y en mi cabaa

    Ni una flor, ni un capullo en la maceta!

    Cuando del tiempo la inflexible araa

    Teja tu vida su ruinoso manto

    Y en tus pupilas urda telaraa;

    Cuando desnudo y seco mi amaranto

    No guarde en su follaje un solo nido

    Ni escuche en su ramaje un solo canto!

    Cuando la lluvia, el pramo, el olvido,

    Con inclemencia en mi sepulcro azoten

    Y de mi losa mi nombre hayan barrido;

    Cuando ya los gusanos todo agoten

    En mi noche final!viejecita buena!

    Remoja las ortigas que all broten!...

    Cultiva en tu llanto mi verbena;

    (Planta que nunca me dar el ocaso):

    Ella ser, de mi infinita pena,

    Ultimo verso que pondr en mi acaso.

    Cuenca (ecuador), 1917

    -60-

  • CONFESION (Smbolos)

    Oh! Madre, Seora del monte Carmelo,

    Yo soy el levita de un templo de luto,

    Que soy fatigado llevando un camello

    Al pozo bendito del padre Jacob.

    La voz de mi madre se qued en Damasco

    Mas ay! A tu ermita yo vuelvo, Seora,

    Dejando mi huerto de olivos cercado;

    Pues vengo de Tarsis en pos de San Juan.

    Si mucho he pecado bebiendo el almbar

    Que da las manzanas del rbol judo,

    Mi vida, Seor, se acaba mordida,

    As cual la carne del plido Job.

    Verdad que en mi mente borraron los libros

    Consejos de lumbre del Magno Profeta

    Por esto, Seora, torcido el camino,

    Me hallo, sin quererlo, la noche en Babel.

    Ms vuelvo a tu ermita del monte Carmelo,

    Yo, el loco rapsoda del pecho de luto

    Recibe, Seora, mi joven camello

    Que machar a la fuente del padre Jacob.

    -61-

  • TROVA ROMANTICA

    Guardo un joyero resplandeciente

    Como estrella noche de Oriente,

    Mo, muy mo, de gran valor!

    Tengo un alczar, fieros mastines,

    Y en el boato de mis jardines

    La maravilla de un ruiseor.

    Aunque me inflame sangre andaluza,

    Ante el encono de la gentuza

    Marcho tranquilo como don Juan

    Soy caballero de armas de oro,

    Seor de Indias: pues soy el moro

    Que vencen al bravo Caupolicn

    Solo una chula muy avispada

    Que ha poco tiempo cas en Granada

    Con un mocito bobalicn

    Turbarme pudo Que linda era! Y vio cautiva mi gloria entera

    En el gafete de su jubn

    Nada me importa la necia grita.

    Yo s que tengo, musa bendita!

    Perlas y flores, dicha sin par.

    Y s que siempre con mi vihuela

    Renace el alma de enorme escuela

    En el estilo de mi cantar.

    -62-

  • (Tuya -oh, mi bella-

    Que dejaste tu lmpara

    Encendida en el crepsculo

    De mi corazn)

    A UNA CARTA!

    Vieja carta, calavera

    Enterrada en mi cartera;

    Muda y sola, desteida,

    Que me finges

    Las esfinges,

    Carta noble, literal,

    Que trajiste frescas rosas,

    Que contaste lindas cosas

    Cuando fuiste excarcelada

    De la celda perfumada

    De su caja de cristal

    Fina carta que doblaron

    Dulces manos, que cerraron

    Leves dedos de marfil Amuleto,

    Esqueleto

    De mi Abril!

    Dnde guardo tus despojos?

    Vieja carta, que unos ojos

    En silencio repasaron;

    Que unos labios furtivos

    Tus diez puntos suspensivos

    Abrazaron

    -63-

  • Ven a mi alma! Donde estn

    Caras ruinas, insepultas.

    Ven; y ocultas

    La tristeza de tu idioma Carta aroma

    De Ceiln!

    No te rasgues, calavera

    Inhumada en mi cartera!

    Fina carta, que doblaron

    Dulces manos; que cerraron

    Leves dedos de marfil.

    Amuleto,

    Esqueleto

    De mi Abril!

    -64-

  • SUPLICA

    Cavacava, que yo quiero

    Descansar de mi dolencia

    Enterrado en mi existencia

    Peroya sepultero.

    Y si aquella nia triste,

    Viene a mi tumba a llorar

    Cuntale que me viste

    Como en loco sollozar.

    Y tambin, dile, sincero

    Que la amabatantotanto

    Que me manta mi quebranto.

    Yo versepultero.

    -65-

  • ELLA

    Cuando a travs de la niebla espesa

    De los inviernos mudos

    Mires golpear con su bordn de nudos

    Una anciana mujer hacia mi huesa,

    Llvela, enterrador, llvela al foso

    En que descansa la siniestra caja

    Y en voz, pero muy baja,

    Le cuentas mi secreto pavoroso!...

    Ensale mi cruz, las toscas piedras

    Que abriguen mis despojos

    Y djala llorar sus tiernos ojos Harn nacer en mi contorno hiedras.

    Pero tenle piedad! Nunca permitas

    Que largas horas el dolor taladre

    Sus entraas benditas;

    Pues Ella, enterrador, ser mi madre!

    Cuenca (Ecuador), 1917

    -66-

  • RUEGO FUNEBRE

    Ay! No cierres, Seor sepultero,

    De aquel jardn la complicada puerta,

    Que mi dolor ser ms llevadero

    Si t la dejas para siempre abierta!

    No la cierres, por Dios! En la medrosa

    Noche que guardo, mi deseo vehemente

    Ser sentir que a mi siniestra fosa

    Alguien acuda apresuradamente

    No las cierres, Seor!, ira mi amada

    A hablar conmigo en furtiva clave:

    Mas, al ver que la puerta est cerrada,

    No ha de volver jams. No le eches la llave!

    -67-

  • FLOR DE ESPINO

    S que violento arrancara el destino

    La vida intil a que estoy ligado

    Y que esta carne ruina del pecado- Ha de llenar un hoy del camino

    Y que hallaran mi rastro peregrino

    Seres que nunca mi semblante vieron,

    Amigos falsos que al pasar me hirieron

    Y amigas nobles que me dieron vino

    Pero yo s que brotara un espino

    Del negro punto que me brinde calma,

    En cuya rama el pjaro de mi alma

    Ha de soltar su jubiloso trino!...

    -68-

  • RAYO DE LUNA

    Y cuando ya las rosas del volumen

    En que te di mi corazn ardiente

    Principien a caer y no perfumen

    Las lentas horas que el reloj te cuente,

    Enmudecida, lnguida, ojerosa,

    Bajo un rayo de luna penitente!...

    Cuando ni la dormida mariposa,

    Bella como el ensueo acariciado,

    Que sorprendi mi mano temblorosa

    En la dorada red de tu bordado,

    Te mueva a meditar que entre la dura

    Sombre del panten habr llorado!..

    Cuando ni el arroyuelo que murmura

    Del jardn en la honda torrentera,

    Ni el viento, que dir por la hendidura

    De tu balcn mi suplica postrera,

    Te recuerden, mujer, mujer querida!

    Que junto a Dios tu trovador te espera

    Entonces, al mirarte desvalida

    En esas horas que el reloj te cuente,

    Yo he de volver, por animar tu vida,

    En un rayo de luna penitente!..

    -69-

  • EL TORDO

    De tarde en tarde se deja

    Ver en la copa ya vieja

    De un ciruelo de alcor,

    Con sus patitas quebradas

    Un pjaro trinador.

    Hay veces que en el ciruelo

    Desata su ritornelo

    Al viento crepuscular;

    Y hay veces que deprimido

    Su tierna copla de olvido

    Apenas hace escuchar

    Es el ave desolada

    Que guarnece la ramada

    Del pomito de oro y miel

    Un tordo iluso, sin suerte,

    Que en largo viaje de muerte

    Solloza por su laurel!

    De los suyos perseguido

    Se fue dejando su nido

    Su dulce nido sin par.

    Por eso que en el ciruelo

    Hay ratos que sin consuelo

    Se entrega al pobre a llorar.

    Espejo del caminante

    De la huella espeluznante,

    Oh! Pajarillo, a los dos,

    En lo triste y en lo raro,

    En el negro desamparo

    Que iguales nos hizo Dios!

    -70-

  • FANNY

    Paso por la playa la bella corista

    Luciendo su traje de color de amatista

    Y un ramo de rosas de t.

    Que ojera tan honda de aquella criatura!

    Que ojera!... sera tan solo pintura?

    No es raro; mas yo no lo s.

    Paso muy de prisa mirando el escao,

    La cifra y el musgo del viejo castao

    Que un tiempo su sombra nos dio

    Que pie tan pulido! Que labios tan rojos!

    Paso por mi lado torciendo los ojos

    Y el guante de seda mordi.

    Al bar del teutonia le dije al cochero-

    Del joven, pudiente, gentil chacarero

    Que estaba en el blanco portal

    Es hora? Marchamos. Le pido presteza,

    Bailamos un shimmy, bebemos cerveza

    Y luego a la Quinta Normal.

    Se fue de la plaza la bella corista

    Luciendo su coche, su nueva conquista

    Y el ramo de rosas de t.

    Que ojera tan honda de aquella criatura!

    Desvelo? Dolencia? Tan solo pintura?...

    Qu diablos? Si yo no lo s.

    -71-

  • Verlanie, que horrible esta la noche

    QUIERO BEBER

    Quiero beber, pero beber del vino

    Aejo, turbio, acibarado, ardiente

    Que dio la Francia al pensador divino,

    Para poder dormir tranquilamente

    De la vida falaz ya nada espero:

    Trepe cantando, descend de luto

    Y me quede a la vuelta del sendero,

    rbol cado sin verdor ni fruto!

    Quiero beber, pero beber del vino

    Aejo, turbio, acibarado, ardiente

    Que dio la Francia al pensador mohno,

    Para poder dormir tranquilamente

    En vano atento el horizonte exploro

    Desde la soledad negra y brava!...

    Y para que! Si la mujer que adoro,

    Voluble estrella, se me esconde hoy da

    Quiero cortar en el sopor de un trago La hebra ruin que mi piedad resiste Pero qu hago, Seor, pero que hago

    Si tengo el alma, como nunca, triste!

    -72-

  • RIMAS

    Cun veloces mis aos se van pasando,

    Dejndome en el alma solo hojarascas!

    Yo soy como la pluma que van llevando

    Los recios torbellinos de las borrascas.

    Cmo se van mis sueos, desvanecidos,

    Porque ya mis pomares no reverdecen!

    Yo soy como los troncos envejecidos

    Cuyas ramas exanges jams florecen.

    Es por eso que el vino de mis canciones

    Nunca lleva el deleite de la ambrosia

    Son por eso, mis versos acres florones

    Del jardn de mi novia Melancola!

    -73-

  • EL CONJURO DE FLORIA

    Premiada en Chile, en 1919

    Este era un monje abad, plido siervo

    Del ara del Seor, era un sombro,

    En cuyo fondo vigilaba un cuervo

    De garra funeral su enorme hasti!

    Sonmbulo de forma silenciosa,

    Vagaba por el claustro solitario,

    Mientras su mano lvida y huesosa

    Desgranaba las cuentas del rosario.

    Junto al alfeizar de la reja muda

    De la ventana de la celda triste,

    Velaba el monje, entre la sombra cruda,

    Hilando a solas, lo que ya no existe

    Suspensa la mirada en los cipreses

    Del fnebre jardn del monasterio,

    Hurgando sus pretritos reveses,

    Era el guardin solemne del misterio.

    Toco una vez, en el invierno oscuro,

    La campana claustral de la abada,

    Floria la pordiosera del conjuro

    La vecina del barrio en otro da!

    Y le dijo al portero tantas cosas: Y al hermano contole tantas penas

    Que al ruego en sus palabras dolorosas,

    Era como un sahumerio de verbenas!

    -74-

  • Recogi el entrecejo, cabizbajo,

    Torno la espalda el pudoroso lego;

    Y, flexible ante el franco desparpajo,

    espera, -dijo- tu demanda entrego

    Un instante despus, la tarde umbra

    Copiaba en su estoicismo un hondo emblema,

    La lluvia por los olmos se escurra Y era el silencio un bblico anatema!

    En la sala desnuda y polvorosa,

    Oraba el monje ante el ritual breviario

    Mientras su mano lvida y huesosa

    Desgranaba las cuentas del rosario.

    -Seor, le dijo el monje, traigo el alma

    Engarzada en un cruento sacrificio!

    Y esta fe que en mi pecho ya no ensalma,

    Se helo con los carmbanos del vicio!...

    Y voy rondando por los acres cienos Del escarnio, la afrenta y los temores,

    Bebiendo los fatdicos venenos

    Del nfora carnal de mis dolores!

    Seor, Seor! Mi corazn perjuro

    Te implora, por piedad, por San Antonio,

    La bendita limosna del conjuro

    Para el que tengo adentro mi demonio!

    Y el monje en la penumbra silenciosa,

    Oraba ante el infolio del breviario,

    Mientras su mano lvida y huesosa

    Desgranaba las cuentas del rosario.

    -75-

  • Mujer, -le dijo- tu miseria es grave

    Y es tan negro tu lgamo infinito!

    Decid: amo con el candor del ave,

    Alguna vez, tu corazn contrito?

    -Yo ame, Seor, como la austral gaviota

    En sus playones speros y viejos,

    Mas el amado de mi historia rota,

    Cuentan las gentes que muri muy lejos!

    Una garra interior el cuervo aciago

    Rasgo el moje la vestidura herida -Y bien, repuso con acento vago,

    Decid: Cul es tu nombre?... desvalida.

    Cerr los ojos y cubri su frente;

    Y, al querer descubrir la bruma historia,

    Sus labios contestaron solamente:

    -Seor, los hombres me llamaban Floria.

    Fruncindose del monje el ceo duro,

    Su mano improviso la cruz santsima

    Y, al decirle: mujer, yo te conjuro Se le arranco una lgrima tristsima.

    Un instante despus, la noche airada

    Copiaba en su ascetismo un hondo emblema

    Nadie en la sala y en el claustro nada Era el silencio un bblico anatema

    En la paz de la celda, solitario,

    Hablaba el monje en la febril memoria

    Suspensa la mirada en el rosario

    Y el alma suspendida en la de Floria

    -76-

  • LA PARABOLA DEL TIEMPO

    Laureada en Chile, 1920

    pues bien! se dijo apostrofando al cielo, Con tonos recios y rebeldes modos,

    En su pasado espln, aquel mozuelo

    Que todos vieron, pero a flor de suelo,

    Y que befaron y agredieron todos.

    Pues bien!: si del renombre necesita

    Este poco de vida transitoria;

    Si ante el placer un lauro me acredita,

    Escribir una estrofa, nunca escrita,

    Y entre mi verso enredare la gloria!

    Y alguien hablole: -Mozo el oro encierra

    El vino de salud. ser minero,

    Dijo, mi acero chispeara en la tierra;

    La roca, el aluvin, la virgen sierra,

    Sus arcas me abrirn. Tendr dinero!

    Y si el humano bienestar consiste

    En la fruicin de amar, si verse amado

    Compensa el dao de dolor que embiste,

    Ha de cantar, en mi ramaje triste,

    Alguna alondra azul ser adorado!

    Glorias, oro y mujer, sabio consejo,

    Contra este can que el corazn me muerde!

    Que vuelva mi tristeza, pero en viejo:

    Yo he de obsequiarla un bcaro de aejo

    Para que brinde por su viejo verde!

    -77-

  • As dijo apostrofado al cielo

    Con tonos recios y rebeldes modos,

    En su pasado espln, aquel mozuelo

    Que todos vieron, pero a flor de suelo,

    Y que befaron y agredieron todos.

    Una maana de impaciencia amarga,

    Alzo la frente y contemplo las cumbres;

    Tendi la vista hacia la lnea larga

    De su horizonte cruely ato su carga, Su fardeln de rudas pesadumbres

    Y se march, con su hembra, la locura

    Que cosas dulces le confi al odo:

    Y se fue de aventura en aventura,

    Gano la orilla, lbrega y oscura

    Y se embarc en la nave del olvido.

    Atrs quedaban juventud y ensueos; Horas alegres y alboradas rosas;

    Llanos, jardines, crmenes risueos

    Donde ensayaron los primeros sueos,

    En vuelos de emocin, sus mariposas.

    El mar, soberbio, turbulento, grave,

    Sacudi sus henchidos torbellinos,

    Y cargo del novel la ilusa nave

    Que viajaba al azar, con un quien sabe

    En pos de los inciertos vellocinos

    Y lo llevo muy lejos. Las riberas

    De los mares del sur, plenos de garzas,

    Alentaron sus ntimas quimeras

    Y fueron las mejores compaeras

    De aquel errante segador de zarzas

    -78-

  • Y despus, a pesar de su perverso

    Mal que la vida le enseo, inclemente;

    A despecho del sino, siempre adverso,

    Logro enredar en la ilusin del verso

    Un destello inmortal para su frente.

    Pues bien!, -se dijo- si el renombre es mo,

    Sobre mi triunfo labrare un tesoro!

    Luego vendr el amor. Amor tardo!

    Es la mujer un pjaro de esto

    Que hay que seguirlo con cimbel de oro!...

    Subi a las cimas yermas y nevadas;

    Bajo a las hoyas de macizos bancos;

    Cavo en las cordilleras desoladas;

    Y recogi riquezas sepultadas

    En rocas, aluviones y barrancos.

    Transcurrieron los aos, con su corte

    De luto, de amargura y desengaos;

    Y, sin hallar para su hiel deporte,

    Medito en el amor, por polo norte,

    En la gran inquietud de sus engaos!

    Busco unos labios, de dormidos besos;

    Hallo unas manos, de inefables roces;

    Y amo unos ojos, pillos y traviesos,

    Que, provocando en su pasin excesos,

    Le rindieron la bestia de sus goces

    Pero todo pas: gloria y mujeres,

    El oro infiel y la fortuna rara

    Y, al aorar su fama y sus placeres,

    Solo en el alma se encontr alfileres

    Y solo arrugas se sinti en la cara.

    -79-

  • Una tarde, a la sombre de la vida,

    Sentse, triste, y contemplo su espejo:

    Sus lgrimas chorrearon sin medida,

    Al mirarse la cien encendida

    Y al verse intil y abatido y viejo!

    Este es el cuento que narrme un da,

    En las tierras del sur, el tiempo adusto,

    Cuando le pregunto mi Hipocondra

    Si en su libro sapiente se enconda la

    Ciencia de curarme este disgusto!...

    Desde entonces flaquearon mis anhelos

    De cabalgar mi potro de aventura Y he cifrado mis ltimos desvelos

    En mi cita solemne con los hielos

    De la noche sin fin la sepultura.

    Desde entonces venero a mi tristeza;

    Y, cuando todo en mi palidece;

    Cuando la angustia a flagelarme empieza,

    Yo se bajar, humilde, la cabeza

    Y se dejar al corazn que rece

    Si me hallis por las plazas, ambulante,

    Alegre, pensativo o demacrado,

    Dejadme, que yo marcho a cada instante,

    Con un poco de risa en el semblante

    Y una lanzada antigua en el costado!

    -80-

  • EL GATO NEGRO

    Premiada en Chile, 1926

    Guarda este bello talismn me dijo-

    Si quieres ser feliz. Tmalo. Es una

    Prenda del Hada que mi amor bendijo.

    Guarda, mi bien, esta ilusin moruna!

    Era un gatito negro, primoroso!

    Lo bordaron sus dedos en peluche Finsimo, del Asia!... Yo, nervioso,

    Lo escond en la gaveta de un estuche.

    Junte a la de ella mi febril cabeza,

    Pensando en algo que mi entraa roe

    Y me quede suspenso en la tristeza

    De ese cuento fatal de Edgard Poe

    Oh, la suerte!... la suerte fementida

    Quitome luego a mi princesa rubia Desde entonces yo cruzo por la vida

    Como el beduino el arenal de Nubia

    De noche, cuando busco su retrato,

    Aqu dentro de m!, sin luz ni calma, Solo encuentro la imagen de ese gato

    Dormido sobre el tmulo de mi alma!

    -81-

  • ZARZA ROJA

    Caravana del dolor!... Taciturnas golondrinas

    que arribis a los peones de las mrgenes marinas

    con el ala desgarrada por el brego polar,

    si pasasteis por la Villa que traz Lorenzo Aldana

    bajo el cielo ms precioso de la tierra americana

    que vocablo percibisteis en el muro de mi hogar?

    Una noche, ya borrosa, de callado novilunio,

    por recndito anatema que pesara en mi infortunio,

    me perd en las soledades de la cruda proscripcin...

    Desde entonces, aves trmulas, en el alma, desde entonces

    vengo oyendo los plaidos incesantes de unos bronces,

    duros... sordos... lentos... largos...! son plegarias de panten!

    Yo tambin, como vosotras, fatigado aventurero

    que pasea por el mundo la clorosis de Ahservero,

    he temblado... y he sufrido lo que lengua no os dir.

    En las brbaras arenas de la ruta de mi vida

    no hay abrojo que no sepa de mi planta adolorida!...

    Compaeras emigrantes, nuestra suerte dnde est?

    Si pasasteis en mi villa, unas tardes de verano,

    si dormisteis en la torre de su templo franciscano,

    si en mi calle suspirasteis al gemir de un rondador;

    si sentisteis la dulzura del jilguero en la alcaparra,

    si una cntiga escuchasteis, al comps de una guitarra,

    qu trajeron vuestras alas para el mustio rimador?

    Y qu visteis en el patio de mi vieja casa umbrosa?

    Reverdece todava, con la grata zarzarrosa,

    el naranjo, que mi madre cultivaba con afn?

    Canta an en sus ramajes olorosos el curillo que en la calma de otro tiempo me enseaba el caramillo?...

    Frondas, tintes, aves, frutos, que mis ojos no vern!

    -82-

  • Oh mis aos de bohemia...! Turbia poca insensata!

    Adorada, que embrujaste mis crislidas de plata!

    Cantinero, que me diste agrio zumo en tu alcohol! ...

    Caro Valle del Galeras, extendido en mi amargura,

    dulce tierra, que miraste mi noctmbula figura,

    desdeada y abatida, bajo el rayo de un farol ! ...

    Quien pudiera en este da de abrasado sentimiento

    recorrer los horizontes como el guila y el viento!

    Quin pudiera en un instante a la patria regresar!

    Golondrinas, la distancia, la penumbra de la ausencia,

    los azares, la injusticia, la ruindad de la existencia,

    si a sufrir me han amoldado, no me inducen a olvidar

    !Frescos yacen en las cajas de la bveda que escondo

    aqu dentro... muy obscuro, muy horrible, muy al fondo,

    los despojos que me quedan de una huella de pavor...

    Yo los beso con ternura; los abrigo con mis rosas

    y mis lilas; enguirnaldo con mi musgo sus baldosas

    y sus sombras ilumino con mi lmpara de amor.

    Cuando el tedio de las horas en mi cuarto me encarcela;

    cuando el rostro de mi madre en la sien se me revela;

    cuando alla en mi silencio la espantosa adversidad;

    cuando tiendo la mirada hacia el lmite lejano

    y me quedo enmudecido en la playa del ocano,

    con el tul de los recuerdos amortajo mi orfandad...

    Caravana del dolor! Taciturnas golondrina

    que parts de los peones a las mrgenes marinas

    con el ala desplegada al combate del cicln;

    si pasarais por el ciclo de la tierra colombiana,

    visitad mi viejo muro... y esparcid en su ventana

    estos versos, estos versos, que yo hall en mi corazn.

    Valparaso (Chile), 1926

    -83-

  • SALMO SONORO

    Oye, adorable infantina

    De vieja corte pagana,

    Miniatura soberana

    Plena de gracia divina.

    Dime, sin aire de enojos,

    De qu pas encantado

    Robaste el cristalizado

    Cromo que fulge en tus ojos?

    En qu pradera fragante,

    En que rosal encendido

    Hallaste el broche pulido

    De tu boquita incitante?

    Oye, adorable infantina

    De brava corte pagana

    Dime, t no eres hermana

    De la bella bizantina?

    Si en tu frgil contextura

    Severa lnea se aprecia,

    No siendo t de la Grecia,

    De dnde eres, criatura?

    Pero al mirar la sonrisa

    Que va rasgando tu labio,

    El trovero, en su resabio,

    Teje esta copla concisa:

    Gallardo botn de dalia

    En bcaro alabastrino

    Eres; tu rasgo latino

    Seria gloria de Italia

    -84-

  • Rayo de sol que desmaya,

    Perla de lmpido oriente,

    Ondina serenamente,

    Adormecida en la playa

    Novia de mrbido seno

    Hija del prncipe Rubio

    Llevas ardiendo el Vesubio

    De tu barro nazareno.

    Oye, adorable infantina

    De vieja corte pagana,

    Miniatura soberana

    Plena de gracia divina.

    Deja que en tu albo corpio

    Cante mi alondra sagrada.

    T eres el Hada Rosada

    Que vi en mis noches de nio

    Delicia, ensueo, ventura,

    Copo de grana en la rueca,

    Fascinadora mueca,

    Linda manzana madura!

    Por tu silueta ondulante,

    Por tu perfil de Dalmacia,

    Por la virtud de tu gracia

    Y por tu garbo elegante;

    Por tu apacible realeza,

    Por tu mirada sencilla,

    Por tu inocente mejilla

    Y por tu rara nobleza,

    Trina su canto sonoro

    Mi leve alondra sagrada.

    yelo, y cntalo, hada,

    En tus palacios de oro.

    -85-

  • RAMILLETE ARABE

    Abr mis ojos a la luz de la primavera

    En colombiano suelo; y mis gloriosas

    Estirpes de geranios y de rosas

    Son del pas donde el Ardor impera

    Mi alfanje, mi blasn y mi bandera

    Guardan cifras de hazaas fabulosas Y tengo un carro azul de mariposas

    Para llevar mi dama donde quiera!

    Sabes? Jams ante el vaivn declino

    Porque poseo el tesoro de Aladino:

    Mi voluntad, poder en la jornada

    Y ya que con tus pbulos claveles

    Me diste el nctar en las horas crueles,

    Nos vamos!... Oh, mi cngara soada!

    -86-

  • VASO DE SINCERIDAD

    Si un hondo cario me trajo de lejos,

    Si fue una locura mi bella ilusin,

    Bendito mil veces el Dios de mis viejos

    Que diome, benvolo, un gran corazn!

    Aplausos y honores?... hoy nada me importa.

    Llegue donde quise mi tienda plantar.

    Qu ms ambiciono? La vida es tan corta!

    Y ya ni siquiera poner a cantar.

    Me inquieta, me aflige que mezclen mi nombre

    En luchas odiosas. Subrayo al decir:

    Ignoro la intriga Y yo soy el hombre Que nunca en la calle podr combatir

    Dejadme lo exiguo. Coged lo ms ancho.

    Me gustan las normas de vida frugal:

    Detesto ese busto redondo de Sancho

    Y adoro la efigie del flanco inmortal!

    Yo quiero que nadie perturbe la calma,

    La calma que trenzo mis sueos de ayer!...

    Que gloria ms grande, la gloria del alma

    Sin tedio, sin ansias de ser o no ser!...

    -87-

  • NOCTURNO

    Saln desierto, cancel desnudo

    Grises pilares del corredor,

    Ventana donde clave mi escudo

    Jams vencido

    Jardn nutrido

    Con el sustento de un gran dolor!...

    Lechuza parda, que el ojo enciendes

    Sobre la urna de aquel reloj;

    Araa negra, que en tu hilo prendes

    Con desencanto

    En el retrato

    Del abuelito que nos dej!...

    Guirnalda seca: tis rasgado,

    Tierra trada desde el panten,

    Decid que nada, nada ha menguado;

    Que todo existe

    Bajo la triste

    Seal que guarda mi corazn

    Cirios del ter; fronda hechizada,

    Viento que gimes, alrededor,

    Contad que el alma de espln cargada

    Llevo en la vida!

    Sombra querida,

    Yo soy el viejo trasnochador!...

    -88-

  • RIEGO DE SANGRE

    Premiada en Bogot, 1934