Romero - Breve Historia Contemporánea

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Breve historia , ontemporanea e laArgentina

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todo sobre la historia argentina contemporánea

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Breve historia,ontemporaneae laArgentina

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BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEADE LA ARGENTINA

SECCIÓN OBRAS DEHISTORIA

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M¡'IXICl) - Altt~ENTIN/\ - nl(/\~IL - COLOMBIA - O-liLE - ESPAÑAEST/\I"\( );'; UNII)()S I1E ;\1"1(:1\1<;/\ - PEIl.L"J- VENEZUELA

FONDODECULTURA ECONÓMICA

v-

BREVEHISTORIACONTEMPORÁNEADE LA ARGENTINA

LUIS ALBERTO ROMERO

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IMPRESO EN ARGENTINA - PlUNTE/) IN AnCriNTINI1Hecho el depósito quemarca In ley 11.723

Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier mediode impresión o digital,en forma idéntica, extractada omodificada, en castellano o en cualquier otro idioma,sin la autorización expresa de la editorial.

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ISBN 978-950-557-393-6

© 2001, FONDO DE CUr:WRAECONÓMICA DE ARGENTINA S.A.El Salvador 5665; 1414 Buenos [email protected] I www.fce.com.arAv.Picacho Ajusco 227; 14200 México D. F.

Para ANA y JOSÉ LUIS

Primera edición, 1994Segunda edición arnpl iada, 2001Décirnorercera reimpresión, 2007

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n Nl'gllnda edición incluye un nuevo capítulo, referido a los diez años delId,'nl'c Menem, y una versión en parte diferente del epílogo. ¿Por qué

·'_"_J_'.·'"rlo?Creo que un libro, una vez publicado, es para el autor un caso cerra­V¡"L' su vida, es leído, envejece; lo más que se puede esperar es que lo hagan dignidad, Pero hay ocasiones -por cierto felices- en que el autor debeIII1Ir ligado a su libro, y asumir el riesgo de que se le transforme en una

la por entregas,lin i-src caso se conjugan dos circunstancias, Por una parte, su amplia utili­h111('11 cursos básicos de historia, donde estoy convencido de que el presente

1n1U1'dlllro debe ser tratado; por otra, la próxima publicación de su traducción1I'IIfll1l1 Inglesa, y un pedido explícito del editor para que se incluyeran estos

dh 11Il11~ d iez años. Ambas razones, contingentes pero de peso, me llevan a es­rlhh 1111 capítulo nuevo sobre el período que acaba de cerrarse.l ''''11 que los argentinos estamos en condiciones de examinar en con­

IUI\III ,'SI'oS diez años de la presidencia de Menem, y discutir cómo los in-11111 11 liS en el relato más general de la historia argentina contemporánea; al

In "II~,csrnmos en mejores condiciones que cuando yo terminé la versiónnll'l (¡ 11': escribí las últimas líneas unas semanas antes del Pacto de Olivos,Irlllll"IIIIII:la que confirma la inutilidad de los historiadores para los diag­(\.1 h (IN de corto plazo.l '1111 respecto a los diagnósticos de plazo más largo, estoy menos discon-

111111', ( .rco que escribiría de manera un poco diferente -pero sólo un poco-11 111'(11 rlo sobre la reconstrucción democrática presidida por Raúl Alfonsín,n 111111)11) al prefacio y al epílogo -salvo matices- descubro que no tengo..ti" 'illlil':mcialmente nuevo que decir. Hoy me parece que en 1993 quizás111"" dl' excesivo pesimismo, pero ese tono me resulta adecuado para el

1\1' /000, PUl' lo demás, las preguntas, las dudas, las incertidumbres y las1 II~IIN I'l'Ilwrnnzasson las mismas,"IIIIIl'Vtl cnpírulo tiene los problemas que acarrea el referirse a algo muy

1'111 lmo. Al mlrur csrn época, me falta la ternura y condescendencia que me11I~I,1I11111, IS I'l'ríud9s pasados, aun los que viví intensamente: sé que detestar

'}

Prefacio a la segunda edición

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1I

"11111 exposición sintética de la historia de la Argentina en el siglo XX noI\l' propuesto --como suele ser común en este tipo de libros- ni probar unani rampoco encontrar aquella causa única y eficiente de un destino

íunul singular y poco afortunado; sólo se trata de reconstruir la historia,'ja, contradictoria e irreductible, de una sociedad que sin duda cono­

top' icns más brillantes, que se encuentra hoy en uno de los puntos másIN dt' su decurso, pero cuyo futuro no está -confío- definitivamente cerra­IIIN cuestiones en torno de las que este texto se organiza -preguntas nací­dt· nuestra experiencia, angustiada y desconcertada- son sólo algunas demuchas posibles, y su explicitación da cuenta del voluntario acotamiento1111 Intento de este tipo requiere.

JlI prltner interrogante se refiere al lugar que hoy existe en el mundo paraIj.¡t·ntina-que tan seguramente se ubicó en él hace sólo cien años-, y a la

UflllIlllmdón económica factible para asegurar a nuestra sociedad algunas111' mínimas como un cierto bienestar general, un progreso razonable, una

1 fin mclonalidad. Una pregunta similar se hicieron Alberdi, Sarmiento yftU"'IIt'S hace casi un siglo y medio trazaron el diseño de la Argentina moder-

1"'III,:el diferencia de las circunstancias en que nuestros padres fundadores101muluron, la respuesta no es hoy ni obvia ni evidente. La misma pregun-

• l" lonnula desde una perspectiva más modesta y a la vez mucho menosth.. ¡, lllildll que hace ciento cincuenta años, pues hoy una aurea mediocritas

1111 I"m'r..:eun destino más que apetecible.1'1 ~t'HIIl1JOinterrogante se refiere a las características, funciones e instru­

In' 1111 IN que debe tener el Estado para garantizar lo público, regular y raciona­'hlll 111 vcoucmía, asegurar la justicia y mejorar la equidad en la sociedad.NII.'v'lItll'nt'l!, la pregunta traduce, en un plano mucho más modesto, cues­thllw:-, que nuestra sociedad discutió y resolvió de una cierta manera, haceLI"I ,1 mcdlo sil~lo,proponiendo soluciones que hoy están agotadas o que han.,,1, j dl,lih~'I·:ldllJ.Ttentedescartadas, pero sin que otras las hayan reemplazado.

Iq 11'1"'\'1" lnrcrrogante se refiere al mundo de la cultura y a los intelectua­l.~,y 11 Iw.¡ (·nJtJicí(ln.c~ que pueden estimular la.existeucia de una creación y

Prefacio

30 de diciembre de 2000

algo no es el mejor camino para entenderlo. Afortunadamente, conté con lasegura guía de algunos textos agudos y equilibrados -particularmente los deJuan Carlos Torre y Vicente Palermo- y me beneficié con las sensatas obser­vaciones de Aníbal Vigueta. Con su ayuda resolví buena parte de los proble­mas. Sin embargo, me quedó una dificultad, fácil de advertir si se compara estecapítulo con los anteriores: cómo integrar la dimensión razonablemente expli­cable de la Argentina de esos diez años con aquella otra cuya crónica apareceen muchos libros periodísticos, pero que es difícil de traducir en alguno de losmodelos historiográficos académicos, cómo explicar el "menernaro". Final­mente, encontré mi clave en una obra clásica: la Vida de los doce Césares deSuetonio.

10 BREVE l-lISTQRIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

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111 h' dl't:irse que quien escribe piensa implícita o explícitamente en un lec­"'1 lmpccé (\ escribir este texto pensando en mis colegas, pero progresiva-111' 1111' me di cuenta de que mi lector implícito eran mis hijos, y los de suIlId. rulolcsccntes y niños: los que casi no tienen noticias de nuestro pasado

h1 It '1\ 1 t'. II I siq II jera de los horrores más cercanos, pues nuestra sociedad cada, lllidn menos de su memoria, quizá porque hoy padece de una gran difi­UII,III 11111'11 proyectarse hacia el futuro. En varias partes del texto quise

IllIIflh'l.Ill'lll·C dejar un testimonio, quizás académicamente redundante pero,1\ n ruucnrc necesario, pues sigo convencido de que sólo la conciencia del1'11 Ihlll permltc construir el futuro. En tiempos en que al pesimismo de laI • 1111Hl' HII'III:Irnmbién el del corazón, quiero seguir creyendo en la capacidad." 1"'1 luunhrcs p:tr;1 real izar su historia, hacerse cargo de sus circunstancias y1l1l1~llldt' 111)a sociedad mejor.

• i-sbocé LID esquema de la historia argentina-, y descubrir que poco de11" 1111' era útil hoy. Las preguntas de entonces apuntaban a explicar lasfu" de la dependencia y sus efectos en las deformaciones de la economía~ 111 ~(Jciedad. Las cuestiones relativas a la democracia ya la república na

pun-cfan relevantes, y en general, la política aparecía apenas corno unfl, tll de aquellas condiciones estructurales, o por el contrario, como el11"1 111) condicionado donde, con voluntad y poder, tales condiciones po-r IIIM'l' cambiadas, pues en la conciencia colectiva de entonces la percep-1"'1)di' la dependencia se complementaba con la búsqueda de algún tipo1111I'l'ación.~I' 1 1':11'a, me parece, de un buen ejemplo de lo que es un tópico de nuestro111: 111conciencia histórica guía el saber histórico; éste puede controlarla,III'h,r!a a la prueba del rigor, pero no ignorarla. En períodos anteriores,Ih,lhlt'l1ll!nte el eje de una reconstrucción histórica de este tipo habría sido

11~II 1 l'!) la justicia social y la independencia económica; más atrás aún, enI'lll¡:l'l:SO y la modernización social, o aun en la constitución del Estado y lal 11111. Ciertamente esas perspectivas no desaparecen para el historiador, y.\11 Incorporadas a este relato como lo que en sus tiempos fueron: aspira-

1IUIl''!. Ideologías o utopías movilizadoras. Los problemas a que se referían... ln I.uuhién presentes en las preguntas ele hoy, pero el orden, los encade­n ti1114'111tlS y los acentos son diferentes, como lo atestiguan las preguntas que111",11 tI~·;tneste texto, pues el mundo en que vivimos, cuyos rasgos definitivos!,'IIIIH vislumbramos, es radicalmente distinto no sólo del de hace cien o1111111'111'11 años, sino del de apenas veinte años atrás.

13PREFACIO

u~libro guiado por tales preguntas es á la vez un trabajo de historiador pro­fesional y una reflexión personal sobre el presente. No podría ser de otromodo: todo intento de reconstrucción histórica parte de las necesidades du­das e inte.rrogantes del presente, procurando que el rigor profesional equílí­bre la labilidad de la opinión, pero sabiendo que habitualmente la ecuaciónse desbalancea hacia este último extremo cuanto más cercano está el tema a laexperiencia de quien 10 trata. En verdad, escribir este texto me ha llevado, enbuena part~, a alejarme de un estilo de trabajo más habitual y sumergirmeen mi propia historia yen mi experiencia de un pasado aún vivo.

Tuve una primera comprobación de esto al intentar aprovechar los mn­teriales usados hace veinte tIl10S -cunndo, trabajando con Alejandro Rof-

un pensamiento que sean a la vez críticos, rigurosos y comprometidos, y quecumplan una tarea útil y aprovechable para la sociedad, explicando la reali­dad y proponiendo alternativas. Así ocurrió en la Argentina del Centenario,en la efímera experiencia de la década de 1960 o en la más breve aún delilusionado retorno a la democracia, lo suficientemente cercanas como pararecordarnos que tal conjunción no suele ser ni natural ni fácil.

Todo ello con.fluye en las dos cuestiones más angustiantes, aquéllas dondemás se advierte que nuestro país está hoy en una encrucijada: la de la socie­dad y la de la democracia. ¿Qué posibilidades hay de salvar o reconstruir unasociedad abierta y móvil, no segmentada en mundos aislados, relativamenteigualitaria y con oportunidades para todos, fundada en la competitividadpero taL:nbiénen la solidaridad y la justicia? Todo ello constituyó el legado,hoy mejor apreciado que nunca, que se fue construyendo a lo largo del últi­mo siglo y medio, y cuyo impulso perdura hasta un momento no demasiadolejano, ub~cado quizá veinte años atrás, en que la tendencia comenzó a que­brarse y a mvernr su sentido.

Sobre todo: ¿qué características debe tener el sistema político para asegurarla democracia, y hacer de ella una práctica con algún sentido social? En estecaso, el pasado se nos muestra rico en conflictos, pero no es fácil contabilizaren él demasiados logros, ni siquiera en las épocas de vigencia formal de lademocracia, en las que pueden percibirse, in nuce, las prácticas que llevaron ala destrucción de un sistema institucional nunca del todo maduro, cuya cons­trucción se nos aparece como la tarea de Sísifo. Quizá por eso, el último inte­rrogante es hoy el primero: cuál es el destino de nuestro sistema republicano yde la tradición que lo alimenta. Volvemos aquí a Sarmiento y a Alberdi, a unatarea que ~n.poco ingenuamente considerábamos realizada y cuyos frutos hoyparecen frágiies y vulnerables.

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA12

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Il dl' octubre de 1916 Hipólito Yrigoyen asumió la presidencia de la Ar-11111. Fue una jornada excepcional: una multitud ocupó la Plazadel Con-1 y las calles adyacentes, vitoreando a quien por primera vezhabía sido, por el voto universal, secreto y obligatorio, según la nueva leyelecto-

IIllndonadaen 1912por iniciativa del presidente Sáenz Peña. Luegode lamia, la muchedumbre desató los caballos de la carroza presidencial y

.rrllSIró en triunfo hasta la Casa Rosada, sede del Poder Ejecutivo.Sil victoria, si no abrumadora, había sido clara, e indicaba una voluntadludnnamayoritaria. Visto desde la perspectiva predominante por enton-111 plena vigencia de la Constitución, médula del programa de la Uniónkit Radical, el partido triunfante, se coronaba con un régimen electoral'l'rÁtico,que colocaba al país a la vanguardia de las experiencias de ese

1\'1\ el mundo. La reforma política pacífica, que llegaba a tan feliz térmi­~l' sustentaba en la profunda transformación de la economía y la socie-

1. A lo largode cuatro décadas, y aprovechando una asociación con Granuñn que era vista como mutuamente beneficiosa, el país había crecido de1" espectacular, multiplicando su riqueza. Los inmigrantes, atraídos paraInll1l3formación,fueron exitosamente integrados en una sociedad abierta,ofreció abundantes oportunidades para todos, y si bien no faltaron las

,sicmesy los enfrentamientos, éstos fueron finalmente asimiladosy el con­'''11 predominó sobre la contestación. La decisión de Yrigoyen de modífi­la tradicional actitud represora del Estado, utilizando su poder para me­

dlill' entre los distintos actores sociales y equilibrar así la balanza, parecía"lI'llI' la última arista conflictiva. En suma, la asunción de Yrigoyenpodía

1&'1 rnn:;iderada, sin violentar demasiado los hechos, como la culminaciónh.111. del largo procesode modernización emprendido por la sociedad argenti­nll dl'sdc mediados del siglo XJX.l )1 rn imagen era posible, y muchos de los contemporáneos adhirieron a

,,1111 y actuaron en consecuencia. Yrigoyensemejaba uno de aquellos caudi­IIIIM IlIírharosque se creía definitivamente sepultados en 1880, y tras de él se

1. 1916

15 de octubre de 1993

~gradezco a Alejandro.Katzsu confianzaen que pudiera escribir este libro.Auan Carlos Korol y Ricardo Sidicaro, su lectura atenta y sus observaciones'sólo lamento no hacer sabido aprovechar sus sugerenciasen todos los casos. '

Cu~ndo empecé.~ trabajar en este texto le pedí a Leandro Gutiérrez quecumpliera esa función de lector crítico, y me prometía, como era habitualentre nos?tros, un diálogopoco complaciente y muy fecundo. Siento que no~aya pO~ldoser así, pero estoy seguro de que mucho de su espíritu, agudo,asta ác~do,pero enormemente cálido, está presente en estas páginas pues

con nadie como con él-salvo mi padre- he aprendido tanto de la historia,

BREVE HISTOR[A CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA14

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1 lIacional el monopolio de la fuerza. Algunas cuestiones se dirimieron1.1 f.:lIcrradel Paraguay (1865-1870), y otras inmediatamente después,1C1Il'l'sivamentefueron doblegadas Entre Ríos -gran rival de Buenos

" ln conformacíón del nuevo Estado- y luego la propia provincia porte­n-hclíón fue derrotada en 1880-, que debió aceptar la transformación

,llIdml de Buenos Aires en Capital Federal. El Estado afirmó su poder111.. vastos territorios controlados por los indígenas: en 1879 se aseguró la

sur, arrinconando a las tribus en el contrafuerte andino, y hacia 19111Il'I{) In ocupación de los territorios de la frontera nordeste. Los límiteslall's del Estado se definieron con claridad, y las cuestiones internas seron tujuntemente de las exteriores, con las que tradicionalmente se ha-

1IU':rlmlo:la guerra del Paraguay contribuyó a definir las fluctuantes fron­dI' la Cuenca del Plata, y la Conquista del Desierto, en' 1879, aseguró la

dl' IH Paragonia, aunque los conflictos con Chile se mantuvieron vi­hll'lla por lo menos 1902, y reaparecieron más tarde.•'ll·..dl' IRBO se configuró un nuevo escenario institucional, cuyos rasgos

11111011 largamente. Apoyado en los triunfos militares, se consolidó unrl ¡dI' poder fuerte, cuyas bases jurídicas se hallaban en la ConstituciónIImda en 1853 y que, según las palabras de Alberdi, debían cimentarmunurquía vestida de república". Como ha mostrado Natalio Botana,lI·ah.. allí un fuerte poder presidencial, ejercido sin limitaciones en losn-rritorios nacionales y fortalecido por las facultades de intervenir las

III\'IIIS y decretar el estado de sitio. Por otra parte, los controles institu-11':' del Congreso, y sobre todo la exclusión de la posibilidad de la ree-1, Ilsl~gllrabanque ese poder no derivara en tiranía. Quienes así lo conci-

111 tenfun presente la larga experiencia de las guerras civiles y la facilidad'111t' las elites se dividían en luchas facciosas encarnizadas y estériles. En1M'111 ido, los resultados colmaron las expectativas. Las facultades legales111 reforzadas por una práctica política en la que, desde el vértice del1, :'1' controlaban simultáneamente los resortes institucionales y los polí­Sl' trataba de un mecanismo que, en sus versiones extremas y menos

11m" fue calificado de unicato, pero que en rigor se empleó normalmentey después de 1916. El Ejecutivo lo usó para disciplinar a los grupos

hululcs, pero a la vez reconoció a éstos un amplio margen de decisión enlI'ólll1lo:-;locales. El poder, que se había consolidado en tomo de los grupos

II111fcS del próspero Litoral -incluyendo la muy dinámica Córdoba-,IIIIII'() distintas formas de hacer participar de la prosperidad a las elites del"1 h11', pnrrtcularrncntc a lns más pobres, y asegurar así su respaldo a unh\11 I1IMI leo i11 que, ndcmris, ya no pod Inn enfrentar.

171916

En aquellas décadas previas a 1916, no tan lejanas como para que no se recor­dara la aceleración de los cambios, la Argentina se embarcó en lo que loscontemporáneos llamaban el "progreso". Los primeros estímulos se percibie­ron desde mediados del siglo XIX, cuando en el mundo comenzó la integra­ción plena del mercado y la gran expansión del capitalismo, pero sus efectosse vieron limitados por diversas razones. La principal de ellas fue la deficíen-. te organización institucional, de modo que la tarea de consolidar el Estadofue fundamental: hacia 1880, cuando asumió por primera vez la presidenciael general Julio A. Roca, se había cumplido lo más grueso, pero todavía serequirió mucho trabajo para completarla.\ Lo primero fue asegurar la paz y el orden, y el efectivo control sobre el\ territorio. Desde 1810, y a lo largo de siete décadas, las guerras civiles habíani sido casi endémicas: los poderes provinciales habían luchado entre sí y contraBuenos Aires, incluso después de 1852. Desde 1862, el flamante Estado nacio­

: nal, poco a poco -y con escasa fortuna al principio-, fue dominando y subordi­nando a quienes hasta entonces habían desafiado su poder, y Aseguró para el

La cons trucción

adivinaba el gobierno de los mediocres. La transición política hacia la demo­cracia no era bien vista, y quienes se sentían desplazados del poder manifes­taban escasa lealtad hacia el sistema institucional recientemente diseñado yuna añoranza de los tiempos en que gobernaban los mejores. Por otra parte,la Primera Guerra Mundial, que había estallado en 1914, permitía vislum­brar el fin del progreso fácil, crecientes dificultades y un escenario económi­co mucho más complejo, en el que la relación con Gran Bretaña no bastaríaya para asegurar la prosperidad. Las tensiones sociales y políticas que empe­zaban a recorrer el mundo en la última fase de la guerra, y que se desencade­narían con su fin, también se anunciaban en la Argentina, y alimentabanuna visión dominada por el conflicto. La sociedad estaba enferma, se decía;los responsables eran los cuerpos extraños, yen última instancia la inmigra­ción en su conjunto. Creció así una actitud cada vez más intolerante, que demomento se expresó en un nacionalismo chauvinista.

Ambas imágenes de la realidad, parciales y deformadas, estaban presentesen 1916 y, cada una a su manera, eran producto de la gran transformaciónproducida a lo largo del medio siglo anterior. Por mucho tiempo moldearonactitudes y conductas, modificadas por nuevos datos de la realidad que, in­cluso, corrigieron o rectificaron la imagen de la etapa de la expansión.

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA16

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JlII~il ivos: si los británicos obtenían buenas ganancias por sus inver­u 111 l'omercialízación de la producción local, dejaban un amplio cam-., llc~1l para los empresarios locales, los grandes propietarios rurales, aquedaba reservada la participación mayor en una producción que fue'"da por la infraestructura instalada por los británicos. Los 2.500 km""lslentes en 1880 se transformaron en 34 mil en 1916, sólo un pocoJ" Ins 40 mil que, en su momento máximo, llegó a tener la red argen­IWllllas grandes líneas tr-oncales sirvieron para integrar el territorio y

111 presencia del Estado en sus confines, mientras que otras cubrieronIlfl' la pampa húmeda, posibilitando -junto con el sistema portua-

11,. "1111nsión de la agricultura primero y de la ganadería después, cuando111 hrlrrinicos instalaron el sistema de frigoríficos.

expnnstón requirió abundante mano de obra. El país había venido reci­llllll kludcs de inmigrantes en forma creciente a 10 largo del siglo, perodlo IHHOlas cantidades crecieron abruptamente. Desde el lado de Euro-

1II1~J:Il'i(ín estaba estimulada por un fuerte crecimiento demográfico, lall" hINeconomías agrarias tradicionales, la búsqueda de empleos y el aba-1"11111 tll' los transportes; desde el país se decidió modificar la política

111 j¡ 1 Irad icional, cauta y selectiva, y fomentar activamente la inmigra­LIIII prupaganda y pasajes subsidiados. Pero ninguno de esos mecanismos

"idl' efectivo si, simultáneamente, no hubiera crecido la posibilidad deIruhujo, Los inmigrantes demostraron una gran flexibilidad y adap-

11 1111' coudiclones del mercado de trabajo: en la década de 1880 se con-tlll'll las grandes ciudades, en la construcción de sus obras públicas y lau ¡,'tiI urbana, pero desde mediados de la década siguiente, al abrirse

[.1I¡dlHlcs en la agricultura, se volcaron masivamente al campo tanto\"'11 üm para instalarse en forma definitiva como quienes viajaban anual-

1'1I11111':1hajar en las cosechas. Este fenómeno -posíbílitado por la bara-d IIIN pllsajes y por los salarios locales relativamente altos- explica en1" 1111'1'1(' diferencia entre los inmigrantes llegados y los efectivamente

1": vnrrc 1880 y 1890 los arribados superaron el millón, y los efectiva­I,.dklillos fueron unos 650 mil, cantidad notable para un país cuya po­I 1IIIIdilhll los dos millones. En la década siguiente, luego de la crisis de-" IIIVIIIIÓ la llegada y los que retornaron fueron, año a año, más de los

1I"~llhlll\, pero el ritmo se restableció en la primera década del siglo xx,1 1111, Nilldlls positivos superaron el millón.IHIIIIIIIl'ilín activa de la inmigración fue sólo un aspecto del conjunto de

"Iudl',· ,(111' e] Esrado, lejos de la prescindencia del supuesto "modelo libe­Iti, ~1I111dk'lllIU'il csrirnulnr el crecimiento económico, solucionando los cue-

191916

Aunque en 1880 estaban delineadas, en sus rasgos básicos, las institucionesel Estado -el sistema fiscal, el judicial, el admínístrativo-, en muchos casos

eran apenas esbozos que debían ser desarrollados. Escaso de instrumentos ymedios para la realización de muchas de las tareas más urgentes, como educar ofomentar la inmigración, el Estado se asoció inicialmente con sectores particu­lares, pero a medida que sus recursos aumentaron, fue expandiendo sus propiasinstituciones, y llegó aadquirir consistencia y solidez mucho antes que la socie­dad. Ésta, en pleno proceso de renovación y reconstitución, careció inicial­mente de la organización y de los núcleos capaces de limitar su avance.

Deliberada y sistemáticamente actuó el Estado para facilitar la inserciónde la Argentina en la economía mundial y adaptarse a un papel y una fun­ción que -se pensaba- le cuadraba perfectamente. Ese lugar implicaba unaasociación estrecha con Gran Bretaña, potencia que venía oficiando de me­trópoli desde 1810. Limitados al principio a lo comercial, esos vínculos seestrecharon luego de 1850, por la gran expansión de la producción lanar -laprimera organizada sobre bases definidamente capitalistas- y la contemporá­nea profundización de la industrialización de Gran Bretaña, convertida yaen el taller delmundo. Por entonces se profundizaron las relaciones comercia­les y se anudaron las financieras, especialmente por el sólido aporte británicoal costo de la construcción del Estado. Pero la verdadera maduración se pro­dujo luego de 1880, en la era del imperialismo. Por entonces, Gran Bretaña-dueña indiscutida del mundo colonial- empezaba a afrontar la competen­. ia de nuevos rivales -Alemania primero, y luego Estados Unidos- y el mun­a entero fue dividiéndose en áreas imperiales, formales o informales. En elJ omento en que se consolidó la asociación con Gran Bretaña, la metrópoliJntraba en su madurez, ciertamente sólida pero también poco dinámica. In­'rpaz de afrontar la competencia industrial, se refugió en su Imperio y susmonopolios, y optó por las ganancias aseguradas por inversiones privilegia­das, de bajo riesgo y alta rentabilidad.

En la Argentina, entre 1880 y 1913 el capital británico creció casi veinteveces. A los rubros tradicionales -comercio, bancos, préstamos al Estado- seagregaron los préstamos hipotecarios sobre las tierras, las inversiones en em­presas públicas de servicios, como tranvías o aguas corrientes, y sobre todolos ferrocarriles. Estos resultaron extraordinariamente rendidores: en condi­ciones ciertamente privilegiadas, las empresas británicas se aseguraron unaganancia que garantizaba el Estado, quien también otorgaba exenciones im­positivas y tierras a los costados de las vías por tenderse.

En etapas posteriores se subrayaron persistentemente estos problemas, perolos contemporáneos vieron más bien en la conexión angloargentina sus as-

BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DELA ARGENTINA18

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1".., buscando en cada caso la crema de la ganancia, sin fijarse defini­'", \'11 ninguna y procurando no inmovilizar el capital: a las agrope­_,' lll:regaron luego las inversiones urbanas -rierra, construcciones- e•l." industriales. Así, a partir de la tierra se constituyó una clase ern­I IlIlccntrada·y no especializada, una oligarquía, que desde la cúspide

.1"b,Iun conjunto amplio de actividades.1III\\Iiciones estimularon también la conducta especulativa de losIp....Los inmigrantes que durante la expansión agrícola se convirtie­

" ,111«ndurnnos y disponían de un capital limitado, prefirieron alquilartr, .. illll11-o extensiones importantes de tierra antes que adquirir definitiva-

111111p: irccla más pequeña: especuladores trashu mantes jugaron sus cartas._ ,1I\,I~1 di' 1rabajo intenso, con mínimas inversiones fijas, quizá premia­"'1 II11n'obuenas cosechas, para volver a repetir la apuesta en otro campo1.,,1,1.

'1 I ',1primcn1etapa, este comportam iento altamente flexible perm itió apro­, ,.1 uulxirno los estímulos externos y posibilitó un crecimiento verdade-111,','~pL·ctacular. Desde 1890 la expansión de la agricultura fue conti­\ rl l :II11pOse llenó de chacareros y jornaleros. Entre 1892 y 1913 seIIl'lkl-' 1:1producción de trigo, de la cual la mitad se exportaba. En ese" 1.1"exportaclones totales se multiplicaron cinco veces, mientras que

h"I"!llndones lo hicieron en proporción algo menor. Al trigo se agrega-,1111111:y el lino, y entre los tres cubrieron la mitad de las exportaciones;,11""111,[unto a la lana, comenzó a ocupar una parte cada vez más irnpor-

1,1\unu-, sobre todo a partir de 1900, cuando los frigoríficos empezaron1"11 t.u hllda Gran Bretaña carne vacuna congelada o enlatada. Por en-1 .., ,,11;111111'había sido desplazado de Buenos Aires hacia el sur, y lo reern-11'01 1·1Vilt'UI10mestizado con las razas británicas Shorthom y Heresford.

\ I l"'las de la guerra, la Argentina era uno de los principales exportadores"11..1.,,. dl' cereales y carne."1 1",.,!.IIl:lI) .ins de los socios extranjeros fueron elevadas -a través de losl' .11 tlll·s y friJ-(nríf'lcus,del transporte marítimo, de la comercialización o111101111hunicuto-, también lo fueron las del Estado, provenientes funda-111.111111'1111'de impuestos a la importación, y las de los terratenientes, quie­.11111:",1;11'vvntnjus comparativas con respecto a otros productores del mun­

'. "1'1.111111pUl' dcsrinnr una porción importante de éstas al consumo. ElloId" .11'11purlv 1:1rn.umltud de los gastos realizados en las ciudades, que unos

V ,,11,¡ '1" 1Il'II1'I11'lll1 en embellecer imitando a las metrópolis europeas, pero11\' 11 Il'j 1111111di Iplk:tuor fue muy importante. El Estado las dotó de los rnoder-

, 1vh 111:1 .ll· l1iHiem: (l de rrunspnrrc, nsf CilIT'\O de avenidas, plazas y un

Z l1916

llos de botella y creando las condiciones para el desenvolvimiento de los em­presarios privados. Particularmente, entre 1880y 1890esta acción fue inten­sa y definida. Las inversiones extranjeras fueron gestionadas y promovidascon amplias garantías, y el Estado asumió el riesgo en las menos atractivas,para luego transferirlas a los privados cuando el éxito estaba asegurado. Enmateria monetaria se aceptó y estimuló la depreciación, en beneficio de losexportadores, y hasta 1890 al menos, a través de los bancos estatales, se ma­nejó el crédito con gran liberalidad. Sobre todo, el Estado se hizo cargo de loque se llamó la "Conquista del Desierto", de la que resultó la incorporaciónde vastas extensiones de tierra apta para la explotación que fueron transferi­das en grandes extensiones y con un costo mínimo a particulares poderosos ybien relacionados. Muchos de ellos ya eran propietarios y otros lo fueron.desde entonces, pero esta acción estatal resultó decisiva para la consolida­ción de la clase terrateniente. La tierra luego se compró y vendió amplia­mente, aunque su espectacular valorización hasta 1890-debída al cálculo defuturos beneficios asegurados por la expansión que se iniciaba- redujo el cír­culo de posibles adquirentes.

Aunque beneficiarios de la generosidad del Estado -que por otra parteellos mismos controlaban-, los terratenientes de la pampa húmeda manifes­taron una gran capacidad para adecuarse a las condiciones económicas ybuscar el máximo posible de ganancias. En el Litoral, donde escaseaba elganado y la producción podía trasladarse fácilmente por los ríos, se inclina­ron por la agricultura; allí donde la tierra era barata, optaron por la coloniza­ción, que la valorizaba, pero cuando el valor aumentó prefirieron el sistemade arrendamiento. En la provincia de Buenos Aires perduró la gran propie­dad indivisa y la explotación del lanar, hasta que la instalación de los frigorí­ficos hizo rentable la explotación del vacuno refinado con las razas inglesas ydestinado a la exportación. Entonces, las necesidades de praderas artificialesestimularon la colonización agrícola: las tierras se destinaron alternativa­nente a cereales, forrajes y pastoreo, con lo que la agricultura se asoció defi­nitivamente con la ganadería.

Esta combinación resultaba la más adecuada para las condiciones especí­ficas de entonces. La calidad de las praderas aseguraba altos rendimientoscon escasas inversiones; por otra parte, las condiciones del mercado mun­dial, extremadamente cambiantes e incontrolables desde este lejano sur, hu-

\

cían conveniente mantener la flexibilidad para elegir, cada año, la opciónmás rentable. Parecía más razonable mantener la tierra unida para conservartodas las opciones y encarar explotaciones 111(lSbien extensivas. Como 11:1Ipropuesto Jort:!cF. Sabnto, los empresarios se hnbiruaron ,1 rotar por diversas

BREVE I-IlSTOR1ACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTlNAio

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1.<1fisonomía de Tucumán, y sobre todo la de Mendoza, donde lasupuso la incorporación de importantes con.tingentes inmigrato-

",lIdifkaron sustancialmente, quizá contra lo que hubieran indicadodl' la división internacional del trabajo -el azúcar tucumana siern­

murho más cara que la que podía importarse desde Cuba- pero de., un la pauta de ganancia rnonopólica y de asociación entre el Estado

-"""''''Irios que caracterizó toda la expansión finisecular.tunll) del Estado se conformó un importante sector de especuladores, in­

rlIIN y f1nancistas cercanos al poder, que medró en concesiones, présta­luihlbll;, compras o ventas, especialmente en la década de 1880,cuando

1 It'YI'(,)r6 masivamente crédito a través de los bancos garantidos, LosIIIím'\Is atribuyeron a esta fiebre especulativa la crisis de 1890,que fre-

1111.1dí-rada el avance espectacular de la economía. Pero las causas eranIIlldllSy resultaron recurrentes. La estrecha vinculación de la economía1¡IIII la internacional la sensibilizó a sus fluctuaciones cíclicas, como

1" 11"¡du en 1873. El fuerte endeudamiento convertía el servicio de la1I'''la en una carga onerosa, solventada con nuevos préstamos o con

111 d,,1comercio exterior, y ambas cosas se reducían drásticamente en los'" dl' crisis cíclica, generando un período más o menos prolongado dela crisis internacional de 1890 tuvo la particularidad de desencadenar-

1.. Algl'lIt ina y de arrastrar con ella a uno de los más importantes inversores1111: lit banca Baring. En lo inmediato tuvo efectos catastróficos, sobre

pu" hiN pequeños ahorristas, pero al concluir con el ciclo especulativo urba-t.a dl'!'llda de 1880alentó otras actividades, y particularmente la agricultu­"l1lpl'Z(~por entonces su expansión importante.1IlIIliJll'lIci()L1 masiva y el progreso económico remodelaron profunda-1II lill('kdad argentina, y podría decirse que la hicieron de nuevo. LosIIIIH'S de habitantes de 1869 se convirtieron en 7,8 millones en 1914,

.. ' IltlSIUO período, la población de la ciudad de Buenos Aires pasó deIIlIllulhltantcs a 1,5 millones. Dos de cada tres habitantes de la ciudad

111111IIj¡'I\l:; en L895,y en 1914, cuando ya habían nacido de ellos mu-1111111' tll'J!I'ntinos, todavía la mitad de la población de la ciudad era1I'Ii" Lit muvnrfa fueron los italianos, primero del norte y luego delsur,

.1"""'1111\ h,s españoles, y en menor medida los franceses. Pero llegaron111111'1. de Indas partes, aunque en contingentes pequeños, al punto que

1l~1I 1'11 nllcnos Aires como en una nueva Babel. Como señaló José1t11l1l1'1I1, la nuestra fue una sociedad aluvial, constituida por sedimen­

"\11,1'11 1;1qlll' los extranjeros aparecían en todas partes, aunque natural-111 11.1,'11 la miamu proporción.

231916

c,onjunto de edificios públ~coso,ste~tosos y no siempre de buen gusto, Los par} )ticulares construyeron residencias igualmente espectaculares, palacios o peti~hOtels, El ingreso rural sedifundió en la ciudad multiplicando el empleo y genJrando a su vez nuevas necesidades de comercios, servicios y finalmente de inl¡dustrias, pues en conjunto las ciudades, sumadas a los centros urbanos de laszonas agrícolas, constituyeron un mercado atractivo. El sector industrial alcan­zó una dimensión significativa y ocupó a mucha gente. Algunos grandes establecimientos, como los frigoríficos, molinos y algunas fábricas grandes, elabo­raban sus productos para la exportación o el mercado interno. Otro grupo deestablecimientos importantes, textiles o alimentarios, suministraba productoelaborados con materia prima local, y un extenso universo de talleres, general­mente de propiedad de inmigrantes afortunados, completaba el abastecimien­to del mercado interno. Este sector industrial creció asociado con la economfaagropecuaria, expandiéndose y contrayéndose a su ritmo y nutriéndose de ca­pitales extranjeros, aunque a través de los bancos los terratenientes locales oquienes controlaban el comercio exterior pudieron agregar la inversión indus­trial al conjunto de sus opciones.

El grueso de estos cambios se produjo en el Litoral, ampliado con la incor­poración de Córdoba, y se acentuó la brecha secular con el Interior, incapazde incorporarse al mercado mundial. No llegaron allí ni inversiones ni inmi­grantes, aunque sí el ferrocarril, que en algunos casos, al romper el aislamientode los mercados, afectó algunas actividades locales. En cambio, hubo mayore,gastos realiz,adospor el Estado nacional, que sostuvo en parte la administracióy la educación. Pero sobre todo pesó el atraso relativo, y las diferencias cadvez más manifiestas entre la vida agitada de las grandes ciudades del Litoralla de las somnolientas capitales provinciales. \

Hubo algunas excepciones. En el norte santafesino una empresa inglesa,expansiva y depredadora a la vez, constituyó un verdadero enclave para laexplotación del quebracho. Pero las excepciones más importantes se produ­jeron en Tucumán primero y en Mendoza después, en tomo a la producciónde azúcar y de vino. Ambas prosperaron notablemente para abastecer a losexpansivos mercados del Litoral, merced a la reserva de estos productos he­cha por el Estado, que los rodeó con una fuerte protección aduanera. Fue elmismo Estado quien permitió el despegue inicial de esa industria regional,construyendo los ferrocarriles y financiando las inversiones de los primerosempresarios de ingenios y bodegas. En ambos casos hubo razones de equili­brio político general, pero más inmediatamente pesaron las relaciones queimportantes empresarios de las nacientes industrias -Ernesto Tornquist en I.nazucarera y Tiburcio Bencgas en'la vitivinícol;:t- tenían en las más altas csfc-

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA22

Page 13: Romero - Breve Historia Contemporánea

111 dmule más ampliamente se desarrollaron las formas de solidari­IllIdas por los militantes contestatarios. Pero l~ mayoría obtuvo al

1"1111 éxito dentro de la "aventura del ascenso". Este consistía gene­,'11 llegar a tener la casa propia, y quizá un pequeño negocio o tallerplopio. Sobre todo, el camino pasaba por la educación de los hijos:h 111primaria permitía superar la barrera idiomática que segregaba ai 111 secundaria abría las puertas al empleo público o al puesto de

, dignlls y bien remunerados. La universitaria, y el título de doctor,I~I\'I' 11l;íJ.licnque permitía ingresar a los círculos cerrados de la sociedadhh Se trata sin duda de una imagen con mucho de convencional,1" ,11'111"1 ir de las experiencias de los triunfadores, e ignorando la de

I'IN, 1'ero de cualquier modo, estas aventuras del ascenso fueron lo"IIII'llll' importantes como para plasmar una imagen mítica de hon­• y Imga perduración, y para constituir las amplias clases medias,

Vrurales, que caracterizaron de forma definitiva nuestra sociedad.11111111,lu que se constituyó fue una sociedad nueva, que permaneció,11111'1 iernpo en formación, en la que los extranjeros o sus hijos estu-1'll'~I'llles en todos los lugares, los altos, los medios y los bajos. FueVtk-xihlc, con oportunidades para todos. Fue también una sociedad1I1duhlemente: por una parte, el país modernizado se diferenció del

" n.ullclonal: por otra, la nueva sociedad se mantuvo bastante tiempo.1" las clases criollas tradicionales, y las clases altas, un poco tradi-1"'1"11 en buena medida también nuevas, procuraron afirmar sus dife­

"'''1111\1'10 de la nueva sociedad.11101/,1.'1\ In nueva sociedad los inmigrantes se mezclaban sin reticen­

UI1 1.. '1 rrtollos y generaban formas de vida y de cultura híbridas, las111t,1"cnpnccs de acoger sin reticencias a los extranjeros ricos o éxito­'11'1'1("11rrndicionales, afirmaban su argentinidad y se creían las due­I 1',11:0 111 que los inmigrantes habfan venido a trabajar. No todos sus1111';11'11(;¡1l riqtn...za antigua, pues entre ellos había muchos advenedizos111\111:"l', )lll() se decía entonces, y ni siquiera todos tenían verdadera-

1111111'::1. 1\ Igul1o:)lo lograron con medios dudosos, gracias a los favores,,1. 1, Y,uros "penas podían conservar lo que llamaban la "decencia".1.. ,1.." 1,111\:-1,frente a la masa de extranjeros, manifestaron una cierta11111 d,' rvrrnrsc, de recordar sus antecedentes patricios, de ocuparse delit 1I1oJ¡IN y 111 prosapia, y quienes podían, de hacer gala de un lujo y osten­

I '1111' qIIÍZ,;) HIIS modelos europeos consideraran vulgar y chabacano-1'"11 111111\'111'I:,s diferencias. ESH función cumplían los lugares públicos

111'1111111'1<\.",corno la Ópcru, I'ulcnno o la calle Florida, y sobre todo el

251916

Al Interior fueron pocos, con excepción de lugares como Mendoza. En elLitoral, muchos fueron al campo, y la mayoría se instaló precariamente, co­mo arrendatarios. Los chacareros y sus familias fueron protagonistas de unasacrificada y azarosa empresa. Quizá porque estaban dispuestos a prosperar enpoco tiempo, a sacrificarse y arriesgar su escaso capital en una apuesta muyfuerte, prefirieron vivir en rudimentarios e inhóspitos ranchos, sin las como­didades mínimas, prestos a abandonar el lugar cuando el contrato vencía.Como todos los inmigrantes, se jugaron al ascenso económico rápido, quealgunos lograron y muchos no. A la larga, los primeros, o sus hijos, se integra­ron a las clases medias en constitución; los segundos probablemente mar­charon a las ciudades o se volvieron. Lo que es seguro es que unos y otroscontribuyeron a las gruesas ganancias de terratenientes y casas comercialesexportadoras, que se asociaban a los beneficios de los chacareros, pero sinparticipar de sus riesgos.

Al principio la mayoría iba a las ciudades, pues allí estaba la más ampliademanda de trabajo. Las grandes ciudades, yen primer lugar Buenos Aires,se llenaron de trabajadores, en su mayoría extranjeros pero también crio­llos. Sus ocupaciones eran muy diversas y su condición laboral heterogé­nea: había jornaleros sin calificación, a la busca cada día de su conchabo,artesanos calificados, vendedores ambulantes, sirvientes y también obrerosde las primeras fábricas. En cambio, muchas de sus experiencias eran simi­lares: vivían hacinados en los conventillos del centro de la ciudad, próxi­mos al puerto donde muchos trabajaban, o del barrio de la Boca. Padecíandifíciles condiciones cotidianas: la mala vivienda, el costo del alquiler, losproblemas sanitarios, la inestabilidad en los empleos y los bajos salarios, lasepidemias y los problemas de mortalidad infantil, todo lo cual conformabaun cuadro muy duro, del que al principio muy pocos escapaban. Era todavíauna sociedad magmática yen formación. Los extranjeros eran además ex­traños entre sí, pues ni siquiera los italianos -una denominación en ciertomodo abstracta, que englobaba orígenes díversos-, separados por los dife­rentes dialectos, podían comunicarse entre ellos. La integración de sus ele­mentos diversos, la constitución de redes y núcleos asociativos, y la defini­ción de identidades en ese mundo del trabajo fue un proceso lento.

Muchos de los inmigrantes, impulsados por el afán de "hacer la América"y quizá volver ricos y respetables a la aldea de donde habían salido misera­bies, concentraron sus esfuerzos en la aventura del ascenso individual, o m;ísexactamente familiar. Quienes no lo lograron o fracasaron después de algúnéxito inicial-y no volvieron a la patria- permanecieron dentro del conjuntode los trabajadores, permanentemente renovado con los nuevos llegados. Fin-

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y I~gftimos, capaces de discrepar y de acordar, y el unicato, querlhuido a la consolidación del régimen y a la eliminación de las

ulIIfrontaciones, reveló sus limitaciones para canalizar las propuestas1tlt' una sociedad que se estaba constituyendo y diversificando, y en,1"llIIrrollaban intereses variados y contradictorios.

, y organizar esa sociedad en formación, según sus definidas con­uvcrca del progreso, y generar en ella el consenso necesario para las

trnnsformaciones que se estaban desarrollando fue quizá la preocupa-11'111 de la elite dirigente. El panorama que se presentaba ante sus

,h,,'llImente inquietante: una masa de extranjeros, desarraigados,1" solidarios, sólo interesados en lucrar y en volver a su terruño,

111 1" Indignación de quienes, como Sarmiento, habían visto otrora11\l1I1~"I('I(1l1 el gran instrumento del progreso. Por otra parte, en el

ti,. dar forma a esa masa, apareció un conjunto de competidores irn­: 111 Iglcsla en primer lugar, aunque en el Río de la Plata su influen-

111111 1111 menor que en el resto de Hispanoamérica; las asociaciones deIlvldlllh.:sextranjeras, Y particularmente la italiana, y luego los gru-

"h lIS l'Imtestatarios, y sobre todo los anarquistas, que ya esbozaban'l', Imcs populares un proyecto de sociedad definidamente alternad­h' 11 ellos, ese Estado todavía débil presentó combate y triunfó. Pro­"11' fue extendiendo su larga mano -ciertamente visible- sobre la

,1111111) para controlar su organización cuanto para"acelerar los cam­,lsl'I~lIraranel progreso buscado.

I"v"s dI' Registro Civil y de Matrimonio Civil, inspiradas en la legis­III111WII más progresista, impusieron la presencia del Estado en los

In"" IllIp(irtantes de la vida de los hombres -el nacimiento, el casa­,111 1l1l11!rrC-, hasta entonces regulados por la Iglesia. Posteriormente,tI, 111 dl'l Estado se reforzaría en la regulación de la higiene, del traba-

111"'1' IIltlll con la ley de Servicio Militar Obligatorio que, alllegar a la,1" I'dad, colocaba a todos los hombres en situación de ser controla-

1.. Iplllllldns y Rrgentinizados. Pero en la década de 1880 el gran instru-11111' 111 «Iucncton primaria, y hacia ella se volcaron los mayores esfuer­,1,1<1'1:(1111:\ I,cy1.420 de 1884, fue laica, gratuita y obligatoria. Despla-

11,111111I1blll(lcsin como a las colectividades, que habían avanzado muchoI 11'111'111', el Estado asumió toda la responsabilidad: con la alfabetiza­"_111111:.11111:1 instrucción básica común para todos los habitantes, y a la

1 11111'111111'1(111 Ynncíonallzación de los niños hijos de extranjeros, que si111_ 111111,11l'~ f¡liaban, Sil pasado en alguna región de Italia o España, apren-

111 111 ,Oljl'lll'llI11\1(': éste se remontaba a Rívadavia o Belgrano.

271916

cl~b, exclusivo ya la vez educador: el Jockey, fundado por Carlos Pellegrini yMIguel Cané para constituir una aristocracia vasta y abierta, "que compren­da a todos los hombres cultos y honorables".

Esos mismos hombres se reservaron el manejo de la alta política. Éstafue una actividad de "notables", provenientes de familias tradicionales, de­centes y educados, aunque no necesariamente ricos, pues en la políticaabundaron los parvenus, que harían allí su fortuna. El sistema institucionalera perfectamente republicano -aunque diseñado para mediatizar las deci­sio,ne~ más importantes y alejarlas algo de la "voluntad popular"-, pero lasp~actlcas electorales de la época, y sobre todo la fuerte injerencia del go­ble~~ en cada uno de sus pasos, tendían a desalentar a quienes quisieranparticipar en esa competencia. En la cúspide del sistema político, la selec­ción del personal pasaba por los acuerdos entre el presidente, los goberna­dores y otros notables de prestigio reconocido. En los niveles más bajos, lac0ll_lpetencia se daba entre caudillos electorales, que movilizaban maqui­nanas aguerridas, capaces -con la complicidad de la autoridad- de asaltaratrios y volcar padrones. El sistema -estigmatizado luego por la oposiciónpolítica- descansaba sobre una escasa voluntad general de participación enlas elecciones. Alejada de los grandes procesos dernocratizadores de las socie­dades occidentales, la constitución de la ciudadanía fue aquí lenta y trabajo­sa. Particularmente, pesó el escaso interés de los extranjeros por nacionali­zarse y participar de las elecciones, perdiendo algunos privilegios y garan­tías inherentes a su condición de tales,·y esta situación inquietó incluso alos espíritus más lúcidos de la elite dirigente, preocupados por asentar lasbases consensuales del régimen político.

Quizá la característica más notable y perdurable de ese régimen haya sido Infalta de competencia entre partidos políticos alternativos y su estructuraciónen torno de un partido único, cuyo jefe era el presidente de la República. ElPartido Autonomista Nacional era en realidad una federación de gobernado­res, cabezas de "situaciones" provinciales, y el presidente usaba sus atribucio­n~s institucionales para disciplinarlos, mezclando confusamente lo que era pro­pIO del Estado con lo más específicamente político. Ausentes los mecanismosde alternancia, raquíticos los espacios de discusión pública amplia, los confl ic­tos se negociaban en círculos reducidos, entre la Casa Rosada y el Círculo d~'Armas, la redacción de un diario y los pasillos del Congreso. El sistema cmeficaz cuando se trataba de diferencias en torno de convicciones comunes-como ocurrió a lo largo de la década de 1880- pero reveló sus debilidadescuando las discrepancias se hicieron más serias, a partir de 1890. Quedó clnn Ientonces que en el régimen político no había lugar 1)l1rApartes con inrcrcsc«

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uh-ncia las tensiones y la violencia, a la que desde la sociedad"1' respondió con los primeros episodios del terror blanco y con

11.11\:1 ley de Defensa Social.11.\ dI' la pompa de la celebración, una honda preocupación por el111 nación invadía los espíritus más reflexivos, ganados por un pesi­u-nte. Utilizando los modelos de la sociología positivista, y combi­

"'11 la historia y la psicología social, se diagnosticó que la sociedad111U1.Retomando la tradición reflexiva de Sarmiento o Alberdi,

111 l'llsayos profundos, balances descarnados y propu~stas, como los111II10IquínV. González en El juicio del siglo,Agustín Alvarez en Ma­

pu'tl/tI¡:Ítl p()lítica,Carlos Octavio Bunge en Nuestxa América, José Ma:~aM,'p,1 vn Las multitudes argentinas o Ricardo Rojas en La restauraClOn

1.1. l'urtc de los males se atribuían a la misma elite, su conformismoIIlnllldnno de la tradición patricia y la conciencia pública. Pero el11al lid cuestionamiento era el cosmopolitismo de la sociedad argen-Id,llb por la masiva presencia de los inmigrantes y dirigida por quie-111 buscado su inspiración en Europa. Todos los conflictos sociales yIlIdl1 cuestionamíento a la dirección de la elite tradicional, podíanIn!. :1los malos inmigrantes, a los cuerpos extraños, a los extranjeros

"", incapaces de valorar lo que el país les había ofrecido.11I,1~allá de estas manifestaciones extremas, preocupaba la disolución

.. 1 unclonal que algunos ubicaban en la sociedad criolla previa al alud11h IYotros, más extremos, filiaban polérnicamente en la ruptura conínn hispana. Si bien esta última posición era cuestionada por quienes11"lll'iilndoesta tradición con la intolerancia y el atraso, en cualquierd¡hlljl'\ en la conciencia de la elite la imagen de unas masas torvas ydl'l'Ilij!adasde todo vínculo, peligrosas, que acechaban en las sombras

IItllllllllempezando a invadir los ámbitos hasta entonces reservados a los,1, 1.1purria. En respuesta, algunos adhirieron al elitismo aristocratizante'1.1puesto de moda el uruguayo José Enrique Rodó con su Ariel. Otros111la soluciónde cada Linode los problemas en alguna de las fórmulas de1111'1'(:1social, incluyendo las que había ensayado en Alemania el canci-~IlHII·I'k. Pero la mayoría encontró la respuesta en una afirmación pelé-\' 1l'II'Irica de 1:1 nacionalidad: la solución era subrayar la propia raigambreilI):l'nriniz<lra esa masa extraña, y a la vez disciplinarla. Desde princi­

,It- 1111(111,Ysin eluda inspirado en el clima europeo de preguerra, empezó a1111111111'IIn nacionalismo chauvinista, que José María Ramos Mejía, desde111,,1'111N:I 'i1H1:l1 de Educación, intentó inculcar a los niños de la escuela1111111'11~IIS pr:ÍGl'ic:lscoridinnus, y que tuvo su apogeo en los festejos de

291916

El Centenario de la Revolución de Mayo fue la ocasión que el país, alegre yconfiado, tuvo para celebrar sus logros recientes. La asistencia de la InfamaIsabel de Borbón, tía del rey de España, y del presidente Montt de Chile,indicaban que las hostilidades externas, viejas o nuevas, pertenecían al pasa­do. Intelectuales, políticos y periodistas, como Georges Clemenceau, EnrienFerri, Adolfo Posada o Jules Huret, dejaron, cada uno a su manera, testirno­nio del espectacular desempeño de la República, al igual que el poeta RubénDaría, que escribió un Canto a la Argentina algo pomposo. Atestiguando l,lcarácter aluvial de nuestra sociedad, cada una de las colectividades extranjc­ras honró al país y a sus espectaculares logros con un monumento alusivo,cuya piedra fundamental se colocó apresuradamente ese año. Pero el uiscu1'­so oficial, vacío, hueco y conformista, apenas alcanzaba a disimular la 011':1.cara de esta realidad: una huelga general, m:1S virulenta aún que la del :1(11)anterior-cuando coincidió con el asesinato del jefe de Policía a manos de I11Ianarquista-, amenazó frustrar los festejos, y una bomba <':1,1el TCHITO Colt'1I1

Tensiones y transformaciones

Aunque la elite fue constitutivamente cosmopolita, crítica de la herenciacriolla o hispana y abierta a las influencias progresistas de las metrópolis, tuvoa la vez una temprana preocupación por lo nacional, tanto para afirmar suidentidad en el país aluvional como para integrar en ella a la masa extranjera.La elite patricia, que se sentía consustanciada con la construcción de la patria,se ocupó de dar forma a una versión de su historia, como lo hizo BartoloméMitre, que era a la vez una autojustificación. Con las mismas preocupacio­nes, discutieron sobre qué cosa era el arte, la música o la lengua nacional.Sobre estos y otros temas se hablaba tanto en los círculos y tertulias privadascomo en los periódicos y en sus redacciones, quizás en la cátedra universitariao en el Congreso. Algunos incluso escribieron libros, que editaban en Europa.Si no hubo muchos grandes creadores, en cambio constituyeron un grupo deintelectuales que, sin especialización profesional, contribuyeron muy eficaz­mente a moldear las ideas de su clase. Conocieron todas las corrientes euro­peas, y de cada una de ellas hubo una versión local: realismo, impresionismo,naturalismo ... Pero la que más se adecuó a su filosofía espontánea de la vidafue el positivismo, en su versión spenceriana, por su valoración de la eficien­cia y el pragmatismo, del orden y el progreso, en todo adecuados a una socie­dad que por entonces -llegando al Centenario de la Revolución de Mayo- sedefinía por su optimismo.

BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA28

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Idnrfa en 1916, al asumir el nuevo presidente, el diagnóstico opti­Il'llp"do de 1910.

'U" preocupaciones provenían de la emergencia de tensionesll"mandas y requerimientos diversos, generalmente expresadosVII ilvnru, provenientes de los diversos actores que se iban defi-

m ...dldll que la sociedad se estabilizaba y diversificaba. Las tensio­...run del Interior tradicional, de existencia aletargada, sino de

d'IU\llIkas del Litoral. En el ámbito rural, una primera manifesta­,. tiu- la de los chacarero s de Santa Fe, protagonistas de la pri-

11111IIll1grfcola, entre quienes abundaban los propietarios, Se cam­"1111 n .vuntura económica crítica -derivada de la crisis de 1890-'11t'l11 poi ítica del Estado, que por entonces eliminó el derecho de

11'1 11 votar en las elecciones municipales. En el mismo año seI u'\'lIlul'i(m de la Unión Cívica, y en los siguientes los colonos

'11 IIIIS reclamos -elímínación de un impuesto gravoso y dere­h IJ'I1'11 los municipios- a los de los radicales. Colaboraron con

'" u-vuluclón de Santa F'e de 1893, donde los "colonos en armas"_111'11'111\' los suizos- desempeñaron un papel importante, para sufrir

r 1''''N'''m gubernamental y los efectos de un clima general adverso"111 ,

,dlll ~Igll¡ente, bastante posterior, estalló en 1912 y tuvo por acto-1111111de los arrendatarios que habían protagonizado la notable ex-

"I,'ah'm de la región del Litoral, los esforzados chacareros que alIlI'qlll't'as empresas familiares, y con enorme sacrificio, pudieron a,,'1111' y t;onsolidar su posición, aunque siempre atenazados por pre­

ruuuu-utes: la de los terratenientes, que ajustaban periódicamente,dll"', l'St hnulados por la creciente demanda de tierras originada en111Iwalllr¡o permanente, Y la de los comercializadores, una cadena••hll 1'11 el bolichero del lugar y terminaba en las grandes empresas

111111'1,nlllll) Oreyfus o Bunge y Born. En épocas de buenos precios,I""IO~ pmlCan mantener un aceptable equilibrio, pero la caída de los1IIII'IIIIIl'illllllle!;en 1910 y 1911, en épocas en que los arriendos se111 IIII()~,hlz« crítica la situación, Por otra parte los chacareros ya

" IlIu h I I':.kes en el país, se habían nucleado y delineaban los que eran~I", AHí, en 1912 realizaron una huelga, negándose a levantar lal' IIII'IIIIHque los propietarios de tierras satisficieran ciertas condicio­

,,1111,11111. I1llls largos, rebajas en los arriendos, y otras cosas, como elJI' 1111111:111'111' llhrcmcnte la maquinaria para la cosecha o a criar ani­

&1111111''''1h'OH, ~filnroen el CASO de los colonos santafesinos como de los

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1910, cuando las patotas de "niños bien" se complacían en hostilizar a cual­quier extranjero que demorara en descubrirse al sonar las notas del Himno.

A partir de esta percepción de una enfermedad en la sociedad, ratificadpor la cotidiana emergencia de conflictos y tensiones de la más variada índole, se dibujaron. ~os actitudes en la elite dirigente. Algunos optaron por unaconduc~a conciliadora, haciéndose cargo de los reclamos de la sociedad yproponiendo reformas. Otros, en cambio, mantuvieron una actitud intransi­gente, que apeló al Estado para reprimir cualquier manifestación de de~con­tento ,y, no satisfechos por un apoyo que por otra parte no se retaceaba, seorganizaron para actuar por su propia cuenta.

Algunos motivos de preocupación se adivinaban en la marcha de la econo­mía, pese a que en,lo~ primeros años del siglo la Argentina realizó lo más espec­tac~lar de su crecimiento. Un renovado empuje migratorio hizo que en 1914casi se alcanzaran los 8 millones de habitantes, duplicando la cifra de 1895. Elárea ~ultivada alcanzó el récord de 24 millones de hectáreas y el país llegó a serel pnmer produc~or mundial de maíz y lino, y uno de los primeros de lana,carne vacuna y tngo. Buenos Aires -que exhibía orgullosa su subterráneo- S('

convirtió en la primera metrópoli latinoamericana, Sin embargo, las crisis de1907 y 1913, y después de dos años de depresión motivados por la guerra de losBalcanes, recordaban la vulnerabilidad de ese crecimiento, La relación exter­na se ,estaba hacie~do más compleja, tanto por la acrecida participación til'Francia y Alemania en el comercio y las inversiones como por la presenciacada ~e~más agresiva de Estados Unidos en el área de los servicios públicos y 111electricidad, y sobre todo en los frigoríficos. Su dominio de la técnica del ehi.ll~d,o enfriado, le permitió ganar posiciones en el mercado externo y, tras suce­SIVOS acuerdos por las cuotas de exportación, llegó a controlar las tres cuartaspart~s ?el comercio de carnes con Gran Bretaña, aunque los ingleses siguieronadministrando el flete y los seguros, Eran los primeros anuncios de una rclu­ción triangular, mucho más compleja que la anterior, que se profundizó cuaruk I

la industria local empezó a demandar máquinas, repuestos o petróleo, surnlnis­trad~s,~or Estado~ Unidos, o cuando se popularizó el uso del automóvil, y qu«requmo un manejo de la política económica bastante más delicado y preciso,Pero esos pr?blemas quedaron postergados por el mucho más acucioso plantea­~o por,la Pnmera Guerra Mundial, que desorganizó los circuitos comerciales yfinancieros, retrajo las nuevas inversiones, provocó un fuerte encarecim icn 111

de la s~b~istencia y dificultades en muchas industrias, aunque benefició a nqiu-11asactividades, corno la exportación de carne en latada, destinadas al abnsrec imiento de los beligerantes. Aun cuando se viera en esto el efecto de una Cll­

vuntura breve y acotada a In duración del conflicto bélico, lo cierto es qlll'

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Id.ld sindical constituyó en definitiva un actor de presencia y re­nu.uu-ntvs. No alcanzaba sin embargo a expresar otras inquietudes

1,y pnrt lcularmente de quienes preferían intentar el camino delnll'" qlll' unir su suerte a la del conjunto de los trabajadores. Se111111"pl'i(lll nrractlva y relativamente realizable, en una sociedad1,.1'11' l'fa uhlcrtn y fluida. El logro de una posición económica era11111 1'~ll'III'i:dl1lenteindividual, pero el reconocimiento social y laId" 11I'1·l·dl'ra los reductos que las clases tradicionales mantenían

11,1 1111 problema colectivo, que se expresó en términos políticos,1,,1 ~t,,~ni) ngoraran las cuestiones en juego.

1111.1 lit MI ku diseñado por la elite, eficaz mientras la nueva sociedad1"1 1'111'1\1:1, l'IHPCZ(>a revelar sus debilidades apenas nuevos actores

Idlld, segregada y contestataria, motivo de la más seria preocu­~ IUNl's dirigentes, no fue la única que se constituyó entre los

urhnnos. Progresivamente se fue dibujando un sector de obreros1", gl'lleralmente con una educación básica, decididos a afín­f. y en muchos casos ya argentinos. Entre ellos, y también entreJ1C1Jllllml!s ya integrados a la sociedad urbana, encontraron su

Mil 1IIIISI:lS,que a diferencia de los anarquistas ofrecían, con unnu IClllalque emotivo, una mejora gradual de la sociedad en la1IIIH's últimas resultarían el producto de una serie de pequeñas.h-híun lograrse en buena medida por la vía parlamentaria,

lnl 11.1111111a los trabajadores a que se nacionalizaran. Los socialistas.klllIW buenos resultados electorales en las ciudades a partir deh~1l ,'11 1904 de Alfredo L. Palacios como diputado por Buenos11111111~II, no tuvieron éxito en encauzar las reivindicaciones es­

d 11110 t rulmjadores que, cuando no siguieron a los anarquistas,11 III~lIindicalistas. Éstos tuvieron particular predicamento entreMII'mills, como los ferroviarios o los navales, y también entre lost "11110 los socialistas, eran partidarios de las reformas graduales,",,'u'sahan de la lucha política y los partidos y centraban su estra-

1.. 111' 1t'1Il. específicarnente gremial. Unos y otros contribuyeron1 d,'~pll(\S de 1910- a encauzar la conflictividad hacia veas refor­IIl.'lllnlJ' terrenos de contacto y negociación con el Estado, donde

11\,"I'SI' una actitud más conciliadora, expresada en el proyectod,' Inspiración bismarckiana, propuesto en 1904 por el ministrol j¡ 1I1:~lík'zy elaborado con la colaboración de los dirigentes poltti­l"u'~lsIIIS,y en la creación del Departamento Nacional del Traba-

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arrendatarios pampeanos llama la atención el contraste entre la moderaciónde los reclamos +que ni cuestionaban los aspectos básicos del sistema ni pro­ponían alianzas con los jornaleros rurales- y la violencia de la acción en elcaso de los colonos de Santa Fe, o la madurez organizativa de los arrendata­rios, que iniciaron un importante movimiento cooperativo y constituyeronuna entidad gremial: laFederación Agraria Argentina. Desde entonces, que­daron constituidos como un actor, que permanentemente reclamó y presio­nó a los terratenientes y a las autoridades.

En las grandes ciudades -sobre todo Buenos Aires y Rosario-la definiciónde las identidades fue más compleja, y el resultado menos unívoco, pero deco~secuencias más espectaculares. Entre los sectores populares, la heteroge­neidad cultural y lingüística fue superándose en la experiencia cotidiana tILoafrontar las duras condiciones de vida, que estimularon la cooperación y bconstitución de todo tipo de asociaciones: mutuales, de resistencia, gremiales,en torno de las cuales la sociedad popular comenzó a tomar forma. Por al niparte, la convivencia permitía la espontánea integración de las tradicionesculturales y el surgimiento de formas híbridas pero de una vigorosa creatividad,como el tango, el sainete o el lunfardo, donde confluían los elementos criollosy los muy diversos aportados por la inmigración. .

Sobre esta elaboración espontánea se propusieron influir tanto la Iglcsh:como las grandes asociaciones de colectividades y sobre todo el Estado, qurco.mbinó coacción con educación. Pero su gran instrumento, la escuela rll'lblíca, chocó en esta primera etapa con una masa de trabajadores adultos,ana.lfabetos, casi impermeables a su mensaje. Esto dejó un ancho campo tll'acción para otro campo alternativo, proveniente de intelectuales contcsrntarios, y particu~a:mente de los anarquistas. Ellos encontraron el lenguu]«adecuado para dirigirse a una masa trabajadora dispersa, extranjera, segregada, que para actuar en conjunto necesitaba grandes consignas movilizadone.,como la de deshacer la sociedad y volver a rehacerla, justa y pura, sin pnrrnnes y sin Estado. La huelga general y el levantamiento espontáneo eran IPNinstrumentos ima~irlados para integrar a esta masa laboral fragmentada, )'para hacer más eficaz la lucha por las reivindicaciones específicas de c:1I111uno de los gremios, que los anarquistas encauzaron eficazmente. Frente 111anarquismo el Estado galvanizó su actitud represora, y la ley de Residencia di'1902 autorizaba incluso la expulsión de los más díscolos. En un juego d,·desafíos recíprocos, la agitación social, que comenzó hacia 1890, se ¡¡glldi~11hacia el 1900 y culminó con las grandes huelgas de 1910, momento ele :1)11'

geo de la agitación de masas y del motín urbano -nunque la organ iz¡¡ci(ll1 1111

alcanzó un desarrollo siruilru--, y tnrnhién de la represión.

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTTNA32

Page 18: Romero - Breve Historia Contemporánea

IUllt'sque recorrían la sociedad, que expresaban su creciente com-1" ,¡II\I klnd de voces legítimas que buscaban manifestarse, resulta­l..h·lIlas y amenazantes de lo que intrínsecamente eran, por la es­hlnd d,' los gobiernos para darles cabida y encontrar los espacios de, IIIh'l'lImlns. Desafiados por la forma extrema de sus rnanifesta­h"I< dirigentes optaron por una respuesta dura: acusar a minorías

&J,.", IIIH icer, reprimir, y también mantener y salvaguardar los privi-1 11 ,'!oh 1 el presidente Manuel]. Quintana, que sucedió a Roca yl h-vunrnrntento radical de 1905. Esa postura se hizo cada vez me­lit· 1111sólo por la magnitud de la impugnación global sino por las

11111 dlrlj.lcntes y la creciente conciencia de su ilegitimidad, que deri-,llvj,j¡ mcs y debilitaron su posición, permitiendo el avance de quie-1I11,lhallpor la reforma. El pasaje de Pellegrini ~ ese bando, al fin de1'II,~¡dcncia de Roca, fue decisivo, lo mismo que la determinación1111'Fij.llleroaAlcorta, que asumió en 1906, de usar todos los ins-

.. d,·lllIldcr para desmontar la maquinaria armada por Roca y posí-1') IO la elección de Roque Sáenz Peña. Las peores armas del viejoIIIt'IIlIl puestas al servicio de una transformación que, al hacerseIt", III'glll1lentosdel radicalismo, pretendía volver más transparente,111 Irll Incorporando el conjunto de la población nativa a la prácticala III'Ojl\It'SI'il del sufragio secreto, según el padrón militar, tendía a"1'11"1' Injerencia del gobierno en los comicios, mientras que el ca­IWIII,,r!o del sufragio -que Sáenz Peña tradujo en el enfático impe­"Il )111"1':1 el pueblo votar!"- apuntaba a incorporar a la ciudadanía a.1" Itl'nll' que, pese a la prédica de radicales y socialistas, no maní-

1I1111111:il\l:':1I1\entcmayor interés en hacerlo.1111111'111 11', la reforma electoral establecía la representación de mayorías

'il'glíll la proporción de dos a uno. Quienes diseñaron el proyecto"I'~P"'I¡IIl\l'llrl! convencidos de que los partidos que representaran losItildkl!lllales ganarían sin problema las mayorías, y que la representa-

11111111111'111qlll'dmí:l para los nuevos partidos -sobre todo la UCR y quizás

1M' lH'gu]¡a así al eventual establecimiento de un sistema de par­..ltt·rrmran y compartieran las responsabilidades, e identificán­Nllt ¡¡'111, exigía la remoción total de un régimen que, a su vez, seItllldll sobre la base del unicato. Ciertamente la abstención elec-

111 Ill:ís clara expresión de la incapacidad del régimen políticoII h 's reclamos de la sociedad- facilitó al principio su gestión

1111es, pero a la larga la condena moral resultó cada vez más

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hicieron oír sus voces. En 1890 seprodujo una primera fractura, pues una disi­dencia surgida dentro mismo de lossectores tradicionales -encabezada. por Injuventud universitaria- encontró insospechado eco en la sociedad, golpeadapor la crisis económica. Es significativo que los principales dirigentes de I()~nuevos partidos -Leandro N. Alem, Hipólito yrigoyen, ]uan B. Justo, Lisandn Ide la Torre- hayan luchado juntos en el Parque. El golpe afectó al régimenpolítico, profundamente dividido, que durante tres o cuatro años zozobró, incapaz de encontrar una respuesta adecuada a un desafío que progresivamentese fue haciendo más definido, Hacia 1895, luego de un par de revolucionessofocadas, y por obra de Carlos Pellegrini, la "gran muñeca" política del réglmen, se recuperó el equilibrio, que consolidó el general Roca cuando alcanzoen 1898 la presidencia por segunda vez, Quedó sin embargo un residuo nureabsorbido: el Partido Socialista, volcado hacia los trabajadores, y la Uni(1I1Cívica Radical, un movimiento cívico a la búsqueda de su público.

Pasada la agitación política, el radicalismo subsistió durante unos años t'1I

estado de latencia. En 1905 intentó un levantamiento revolucionario, cfvir«pero también militar, que fracasó como tal aun cuando tuvo un enorme eft'l'to propagandístico, sobre todo porque estalló en momentos en que el ré,:1men político otra vez se veía aquejado por una profunda división, origlnu.luen la ruptura ocasional entre sus dos cabezas, Roca y Pellegrini, pero (jlll

revelaba discrepancias más hondas. Así, pese al fracaso revolucionario y 11 II1dura represión afrontada, la UCR comenzó a crecer, a conformar su red dicomités y a incorporar a sectores sociales nuevos, que hacían sus primeraexperiencias políticas: jóvenes profesionales, médicos, abogados, comcrcluntes, empresarios, y en las zonas rurales muchos chacareros, todos los cuuh»integraban el mundo de quienes habían recorrido exitosamente los prinu-u«tramos del ascenso, pero encontraban cerradas las puertas para el ejcrck 1,Ipleno de una ciudadanía que tenía, junto con su dimensión especfficarncur.política, otra que implicaba el reconocimiento social.

El programa del radicalismo -centrado en la plena vigencia de la Glil~titución, la pureza del sufragio y una cierta moralización de la función 1\11

blica- expresaba esos intereses comunes, limitados pero precisos. A pi ir: 11 I

do los principios preconizados, la UCR, al igual que el Partido Social 1:1111,

tuvo una Carta Orgánica y una Convención, aunque siempre se rcspl'II" I11preeminencia de los dirigentes históricos, la mayoría nacidos a 1"v idll Iii Ilítica en 1890 en el Parque. Sobre todo, tuvo un arma poderosa 11111'11 1'1\

(rentar a lo que con éxito denom inaron "el régimen", que era "fnlnz y d,creído": "la causa" se definía por su intransigencia, es decir, la nel~¡III"1111cualqu ier tipo de transacción o ac, uerdo, rraducidn en In nbstcnción l'IVI 11'

BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DELA ARGENTINA34

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1 Iuc presidente entre 1916 y 1922, año en que lo sucedióAlwllr. En 1928 fue reelegido Yrígoyen, para ser depuesto por1111111ar pi 6 de septiembre de 1930. Pasarían 59 años antes deti· ,·kCI·O transmitiera el mando a su sucesor, de modo que,'11 que las instituciones democráticas comenzaron a funcio-1', n-sulraron a la larga un período excepcional.

1,," dll~ vmn radicales, y habían compartido las largas luchas del'" 1'lI'~identes eran muy diferentes entre sí, y más diferentes aún

In, ~I'I1I'S que de ellos se construyó. La de Yrigoyen fue contradic­Irrll1dpio: para unos era quien -roda probidad y rectitud- veníahllllll1lininso régimen y a iniciar la regeneración; hubo incluso1, l' 11I como una suerte de santón laico. Para otros era el caudilloJ"ll1a~Il~Il,expresión de los peores vicios de la democracia. Al­l{ll 1111' identificado, para bien o para mal, con los grandes presi-1 III n1~:in1l!n,y su política se asimiló con los vicios o virtudes de

,11"1111111'); l:0I110 fueran sus estilos personales, uno y otro debieronhll1:'\ problemas, y sobre todo el doble desafío de poner en pie

" 111.. 111ucioncs democráticas y conducir, por los nuevos canales111 11111 y negociación, las demandas de reforma de la sociedad,

1111,,11111 dt' algllna manera había asumido.11,11 11'111rdiirmlsta no era exclusiva de la Argentina: en el Uruguay111111h le I 1 lesdc 1904 el presidente Batlle y Ordoñez, así como desde

:\ 1111r( I Alcssandri en Chile. En México, con alternativas muchoh il", In revolución estallada en 1910 y consolidada en 1917 había

111 11\11111 11wure una profunda transformación del Estado y la sociedad,11111 1111111< movlrnientos reformistas, como el APRA peruano, aunque'" ,1 I 1111111; Ir, conmovieron a algunos de los regímenes oligárquicos o

'1111' "" gcner::!1predominaban en América Latina. En todos tos11I hllll' 11; .k- pnrriclpación política se relacionaban con mejoras en la.tI 1,1'1d¡~1illl tlS sectores sociales. Ese mandato y esa voluntad refor-

os gobiernos radicales, 1916~1930

el Partido Socialista-, que de ese modoquedarían incorporados y compartirfnnlas responsabilidades. Tal convicción se fundaba en la simultánea decisión delgrupo reformista de modificar sus propiasprácticas políticas, desplazar las mnquinarias electorales que hasta entonces habían operado -representadas nrquetípicamente en el mítico Cayetano Ganghi, un caudillo de la Capital portador de una valija repleta de libretas cívicas- e incorporar a la contiendapolítica en cada lugar a figuras de lasuficiente envergadura social e intelecruulcomo para atraer a sus electores espontáneamente y sin necesidad de trampnsSe trataba, en suma, de erradicar la política criolla y constituir un partido di'"notables", favorecido sin duda por la obligatoriedad del sufragio, que ayudnrfua romper el aparato de caudillos hasta entonces dominante.

Aprobada la ley en 1912, las primeras elecciones depararon una fUCI'II'sorpresa para quienes habían diseñado la reforma: si bien los partidos tr.ultcionales ganaron en muchas provincias -donde los gobiernos encontraron 1I

forma de seguir ejerciendo su presión-, los radicales se impusieron en S:lIll,lFe y en la Capital, donde los socialistas obtuvieron el segundo lugar. La 11l'111

pectiva del triunfo arrastró a mucha gente al radicalismo, que en esos años Iol

convirtió en un partido masivo, constituyó su red de comités y de caudillo- ,se empapó de muchos de los mecanismos de la política criolla. Hipólito YIIgoyen, un misterioso dirigente que nunca hablaba en público, pero inc.uisnble en la tarea de recibir a los hombres de su partido, se convirtió en un I(dllde dimensión nacional. Para enfrentarlo, los grupos tradicionales, que ya ('111

pezaban a ser denominados conservadores, intentaron organizar un pnrt l.1"orgánico, de dimensión nacional Como el radical, sobre la base de los dislllItos grupos o "situaciones" provinciales. Lisandro de la Torre -fundador d" 1111

partido "nuevo", la Liga del Sur de Santa Fe- fue el candidato de lo ,!Ih

emblemáticamente se llamó el Partido Demócrata Progresista. Pero el l-Xltlldel proyecto era cada vez más dudoso, y muchos dirigentes, encabezados 1'1"el gobernador de Buenos Aires Marcelino Ugarte, reticentes al proveen 1 d.la reforma política, y mucho más ante un dirigente profundamente 11"1'1111como De la Torre, prefirieron plantear su propia alternativa. DiviJiduN 1"conservadores, los radicales -que también afrontaban sus propias divisu 111"

se impusieron ajustadamente, en una elección que, en 1916, inaugural»: 11111

etapa institucional y social sustancialmente novedosa.

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11111111Iucrtcrnente simbólica y declarativa el gobierno radical pu­,INllrlgim,les y acordes con las nuevas expectativas, pero no

"11'11111'I'1lIlI1dodebió enfrentar problemas más concretos, como los.11 111~lIricJ:\d la Primera Guerra Mundial. Las condiciones socia­fllllI 1llIlpllc:lJas en el momento de su estallido, se agravaron luego111,11h's Ik,l comercio exterior y de la retracción de los capitales: en"', ~IIIIi(11" inflación, el retraso de los salarios reales -los de los

Jluhlh 111>lncluso sufrieron rebajas- y la fuerte desocupación. La gue-11I,INt'Xptirtnciones de cereales, y particularmente las de maíz, y en

,,,,"h,~IIJ:I:IV()la situación ya deteriorada de los chacareros y tambiénlI,h'll ni. SI'conformó así un clima de conflictividad que se mantuvo1I1~l"IVlIll' mlcntras las condiciones fueron muy adversas para los", Ih'll11I"l.: empezó a manifestarse plenamente desde 1917, apenas11101Ill.IIII'Sl'CIl la economía signos de reactivación. Se inició enton­

"1,, III"VI'pero violento de confrontación social que alcanzó su mo-111",111011111'1'11J919 y se prolongó hasta 1922 o 1923. Esa ola de con-

1M dt'II¡¡fl,¡,lllIhl1de mnncrn parecida en todo el mundo occidental,

Crisis social y nueva estabilidad

111111 había venido creciendo desde 1898, cuando la guerra de1.. !IINI' fuerte de su expansionismo, y conducía por oposición a

,1" 1I1).!líntipo de identidad latinoamericana. En esta actitud los11I1l1I1l'S se mezclaban con los más avanzados y progresistas. José1111 "M'I'irorde profunda influencia, había identificado en Ariel a

111 1111\ 01 materialismo, contraponiéndolo al espiritualismo his-1,Yrlj.¡llycnse unió a quienes -poniendo distancia del cosmopo­" encontraban esa identidad en la común raízhispana, míen-

"llIllt\~IIlcron el filibusterismo depredador de los yanquis del másI..III( 1,discreto y civilizador, de los británicos. En otros árnbi­

"h"III11'I'il'nnismose vinculó con las ideas socialistas, como en el,,·1 \ l~af'IC,que en 1924 escribió Lapatria grande. La postulación1,IIIt11uuncricana militante contra el agresor fue reforzada por la

M"XIlIIIIII: en 1922, con motivo de la visita del mexicano José)11'11' lnueníeros y otros intelectuales progresistas impulsaron unaIltlllI'l'k:lI1u,que recogía los motivos del antiimperialismo tam-1'11(11J'() movimiento de dimensión latinoamericana: la Reforma

I.C lS GOBIERNOS RADICALES, 1916-1930 39

mista, que sin duda caracterizó al radicalismo, y que había surgido en el procca 1de expansión previa, hubo de desarrollarse en circunstancias. marcadamentedistintas e infinitamente más complejas de aquellas en que ambos se imaginaron. laPrimera Guerra Mundial, particularmente, modificó todos los datos di'la realidad: la economía, la sociedad, la política o la cultura. Enfrentado COIIuna situación nueva, no resultaba claro si el radicalismo tenía respuestas 11,siquiera, estaba preparado para imaginarlas.

La guerra misma constituyó un desafío y un problema difícil de resolverInicialmente Yrigoyen mantuvo la pol-ítica de Victorino de la Plaza, su amecesor: la "neutralidad benévola" hacia los aliados suponía continuar con 1,1abastecimiento de los clientes tradicionales, y además concederles crédlu»para financiar sus compras. En 1917 Alemania inició, con sus temibles slIhmarinos, el ataque contra los buques comerciales neutrales, empujando :11.1guerra a Estados Unidos, que pretendió arrastrar consigo a los países latinenmericanos. La Argentina había resistido tradicionalmente las apelaciom«del panamericanismo, una doctrina que suponía la identidad de inrerea«entre Estados Unidos y sus vecinos americanos, pero el hundimiento de 111'~barcos mercantes por los alemanes movilizó una amplia corriente de opinlunen favor de la ruptura, que era impulsada por los estadounidenses y entuxlu»tamente apoyada por los diarios La Nación y La Prensa. Las opiniones ',1

dividieron de un modo singular: el Ejército -cuya formación profesional \'1\1germana- tenía simpatías por Alemania, mientras que la Marina se alil1l':!h.1por Gran Bretaña. La oposición conservadora era predominantemente 1'111'turista, al igual que la mayoría de los socialistas, aunque en abril de 1917 ~I

produjo entre ellos una escisión que, siguiendo a la Unión Soviética, ndllillllal neutralismo. Los radicales estaban muy divididos en tomo de estn l'III'~tión, que prefiguraba futuras fracturas, y dirigentes destacados como Le:111111do Mela o Alvear se manifestaron en favor de Inglaterra y Francia, mit.!IIII¡1Yrigoyen, casi tozudamente, defendió una neutralidad que, si no lo cncui]taba con los aliados europeos, lo distanciaba de Estados Unidos: Yrl¡(llyl11tuvo varias actitudes de hostilidad hacia ese país: en 1919 ordenó '1111' 111111nave de guerra saludara el pabellón de la República Dominicana, 0<':111'11111por los marines norteamericanos, yen 1920 se opuso al diseño que el i1lf'~1dente Wilson había hecho de la Liga de las Naciones. También, h:lhfll pII Iclamado al12 de octubre -aniversario del viaje de Colón- como D(a 11(·l.Raza, oponiendo al panamericanismo la imagen de una Hispanoamértru '1111excluía a los vecinos anglosajones.

Fue una decisión de fuerte valoz simbólico, que entroncaba en una St'III¡lliIIidad social difusa en sus formas pero hondamente .mnigada. El st:nlll,d\.:III1'

BREVEHISTORlA CONTEMPORÁNEA DELA ARGENTINA38

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U I~ Il), tuando la~a huelguística llegó ~ su culminación. En1\'" Lit, una huelga en un establecimiento metalúrgico del ba­NlIl'va Pompeya, se produjo una serie de incidentes :io.l~ntos

_1:11111,'1'as y la Policía, que abandonó la pasividad y repnrruo ~onImuertos de ambas partes y pronto la violencia se generalizó.

,1,. [neves revueltas no articuladas, espontáneas y sin objetivos111 'lile durante una semana la ciudad fuera tierra de nadie,

f.11 n hu encaró una represión en regla ..Contó con la colabora­d,'l'ivilcs armados, organizados desde el CírculoNaval, que .se

P'I"",~lIir a judíos y catalanes, que identificaban con "maxímalis­IIIII~.'Iuduvía por entonces el gobierno pudo apelar a sus con­'1111 1:ti isrns y los dirigentes de la FORA para acordar el fin ~~ ladi' Vnscna, así como para negociar el cese del largo y pacíficoIIIIIIIIII:íncamente mantenía el gremio marítimo. . ~Trl1'-lica -así se la llamó- galvanizó a los trabaJa~ores de la ~..

",.111,,1 país. Lejos de disminuir, el número y la intensidad de las .;1:unron a lo largo de 1919: infinidad de n:ovimientos fueron \~~t,~I'"r 1rnbajadores no agremiados, pertenecientes a l~s más va- ~~,h,~ Industriales y de servicios, entre quienes la consigna de 19- :,:Jluvudubu a la identificación y unificación. Estos movimientos e-.j

'1111 1111 nuevo pico de las movilizaciones rurales. Los chacare- .:11,,, pl)r la Federación Agraria Argentina mantenían desde 1912 , I

¡II illllcs por las condiciones de los contratos, encararon nuevas I'~I;!"lIlmlt,s por las difíciles condiciones creadas por la guerra. S~Y/_\\

"'"111111 'idi(, con la de los jornaleros de los campos y de los pueblos " J

.rlnu-urc movilizados por los anarquistas, aunque los chacareros 'dll"I,'m;iRrsc de ellos con claridad. Pese a que los radicales ha-I ,hllll'ol1 ellos en 1912, el gobierno fue poco sensible a sus re~la-

1') 1'1, ucusundo a los "maximalistas", encaró una fuerte represión.1"1') 111111'''::1una inflexión_enla.política gubernamental hacia estos

de plLlLCSC1. Hasta entonces, una actitud algo benévola y tole­"1',11)111 la de la no utilización de los recursos clásicos de la repre-

11\ lo I .J,' Iropus, los despidos, la contratación de rompehue~ga~-: ha-1" JI:1111 ampliar el espacio de manifestación ~e la c~nfllctlvldad1.. y ""1'1' cquilibmr la balanza, hasta entonces slstemátlcam~nt~ fa­h,,, 11I111'(1I1~S, Probablemente en la acción d~ Yrigoyen se ~ombma-1 \ 1'11 muclu) de cálculo político, una actitud mas sensible a los.,10 1"It,s y 111111 ldca del. papel arbitral que debía asumir:l ~tado, y

111I1N11111, l'ero csn [lIlCV" actitud estuvo lejos de rnaterializarse en

41Ios GOBIERNOS RADICALES, 1916-1930

recogiendo los ecos primero de la revolución soviética de 1917 y, luego, de Ill~movimientos revolucionarios que estallaron, apenas terminó la guerra, en A kmania, Italia y Hungría. La impresión de que la revolución mundial era inrnlriente operó en cierta medida como ejemplo para los trabajadores, pero muchomás lo hizo como revulsivo para las clases propietarias. La revolución se mezchcon la contrarrevolución, y entre ambas hirieron de muerte a las democracialiberales: en medio de la crisis de valores desatada en la posguerra, éstas flll'

ron ampliamente cuestionadas por distintos tipos de ideologías y de movlmientas políticos, que iban desde las dictaduras lisas y llanas -corno la CSIIIblecida en España en 1923 por el general Primo de Rivera- hasta los nucvo«experimentos autoritarios de base plebiscitaria, como el iniciado en Italin i-n1922 por Benito Mussolini, cuyas formas novedosas ejercieron una verd.uh­ra fascinación.

Las huelgas comenzaron a multiplicarse en las ciudades a 10 largo de 191'1 \1918, impulsadas sobre todo por los grandes gremios del transporte, la Fedl'lilción Obrera Marítima y la Federación Obrera Ferrocarrilera, cuya fuerza 1--1

incrementaba por su capacidad de obstaculizar o paralizar el embarque de 11cosechas, un recurso que usaron y dosificaron con prudencia. Conducidos 1"11el grupo de los sindicalistas, que dirigían la FORA del IX Congreso (para disl 111guirla de la FORA del v, anarquista), tuvieron éxito en buena medida por 1.1

nueva actitud del gobierno, que abandonó la política de represión lisa y 11:11111 \obligó a las compañías marítimas y ferroviarias a aceptar su arbitraje. Colru 1dieron así una actitud sindical que combinaba la confrontación y la ncgl,dllción y otra del gobierno que, mediante el simple recurso de no apelar 11 1I1

represión armada, creaba un nuevo equilibrio y se colocaba en posición !11

árbitro entre las partes. Los éxitos iniciales fortalecieron la posición de 11I 1" '11 \sindicalista, cuyos afiliados aumentaron notablemente en los años siguiCllll'NI\que impuso su estrategia de confrontación limitada. No obstante, la prcdh,pl'sición negociadora del gobierno no se manifestó en todos los casos y -sq.(líll 1, 1señalado David Rock- parecía dirigirse especialmente a los trabajadores di' 11Capital -potenciales votantes de la UCR,en un distrito en el que ésta t!irlllllluna dura confrontación con los socialistas-, pero no se extendía ni harlll 1,1,sindicatos con mayoría de extranjeros ni a los trabajadores de las provinc!n .1,Buenos Aires. Así, la huelga de los frigoríficos de 1918 fue enfrentada COII 1"tradicionales métodos de represión, despidos y rompehuelgas, que tal1llli\'11 ,

aplicaron en 1918a los ferroviarios, cuando su acción traspasó los Ifll1il('sd,'I.prudencia y amenazó el vital embarque de la cosecha.

Tanto lossindicalistas como el gobierno transitaban por una zonu tlt' \'\1111librio muy estrecha, que la propia dinámica del conflicto terminó por ('hlll/."

40 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

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tnpU'SilS extranjeras. Conservadores y radicales'coincidieron yn "'N tramos iniciales -su presidente, Manuel Carlés, fluctuó"111 re ambospartidos- y el Estado le prestó un equívoco apo-

1" Poi ida, Lo más notable fue la capacidad que la Ligademos­IIIlmhilis para movilizar vastos contingentes de la sociedad,

.IIN sectores medios, para la defensa del orden y la propiedad y'"11 d\auvinista del patriotismo y la nacionalidad, amenazadaíóu I'XI'r::tnjera,También fue notable su capacidad para organi­, dI' "brigadas", que asumían la tarea de imponer el orden a

1111'11111muy activas en el medio rural-, y para presionar al go-I'llIh,,¡'lcmente tuvo muy en cuenta la magnitud de las fuerzas

" 1IIIIIll de la Liga cuando a lo largo de 1919 imprimió un giro,IlIlvll, 1I su política social."'11(111111 nuevo impulso y un argumento decisivo, aunque to- ".':;1,rllnt ra la democracia: voluntaria o involuntariamente, y ri-i 1"ISO de subvertir el orden. Desde entonces, cobraron forma

"'ndcnclBs ideológicas y políticas que por entonces circulabanrlll,1mundo de la contrarrevolución. La Ligaaportó losmoti­y 1" patria, Los católicos combinaron el pensamiento social

nllllll'rir con la izquierda- con el integrismo antiliberal, que ern­"" a través de los Cursos de Cultura Católica y cristalizómás

vlxtu Criterio,fundada en 1928, Jóvenes intelectuales, cómo losIr.. ustu,difundieron lasideas deMaurras yLeopoldo Lugonespro­

lit "la hora de la espada".,Sin duda había discordancias eny 1111menores -Lugones era declaradamente anticristiano-, pero""I",lm 11 su auditorio, que probablemente no tomaba demasiadoh" dl' lo que ora pero recogía en todas ellas un mensaje común:

" 1,1 movilización social y la crítica a la democracia liberal.1IIIIIIle ihicrno de Alvear, en 1922, tranquilizó en parte a las clasesI 11 Il\ayorfavolvió a confiar en las bondades de la democracia

Mil" 111,jll.'I'Oel nuevo discurso siguió operando en ámbitos rnargi-,IIII~uinro, fueron otras poderosas instituciones las encargadas de.lIlll'lIl't'fuerzaal nuevo movimiento, unificar sus acciones, do-

1, .alt Ill\hllld,y también reclutar sostenedores más allá de los propiosr'llph'wrllls, La LigaPatriótica se dedicó al "humanitarismo prácti-

1 .11 "Iq escuelas para obreras y movilizando a las "señoritas" de la11111Mllcho más importante fue la acción de la Iglesiaque en 1919,1.11' l.i crlsls,organizó la Gran Colecta Nacional, destinada a movi­I h 11'~l' ill\j1rcslnllnr :t los pobres.Ese afio fueron unificadas todas las

instrumentos institucionales, pese a la manifiesta voluntad negociadora di'Lasdirecciones sindicales.Losavances realizados a principios de siglo, cuundo se creó el Departamento de Trabajo o se propuso el Código del Trabajo,no secontinuaron, y el PoderEjecutivo no supo idear mecanismos másori¡:1nales que la recurrencia -igual que en 1850- a la acción arbitral del jefe d.Policía, responsable desde tiempo inmemorial de los problemas labornh-,Tampoco el Congreso asumióque debía intervenir en los conflictos urbaru I~,

considerándolos una meracuestión policial, aunque sí lo hizo con los chncureros: en 1921 sancionó una ley de Arrendamientos que tenía en cuenrn lamayoría de sus reclamos acerca de los contratos, y que sin duda contribuyo-junto con un retomo de la prosperidad agrícola- a acallar los reclamos di'quienes, cada vez más, se definían como pequeños empresarios rurales.

Luegode la experiencia de 1919, y fuertemente presionado por unos SVI

tores propietarios reconstituidos y galvanizados, el gobierno abandonó SIl

veleidades reformistas y retomó losmecanismos clásicosde la represión, "hlllllcon la colaboración de la LigaPatriótica, que en 1921 alcanzaron inclusoa l..Federación Marítima, el sindicato con el que Yrigoyen estableció vínculo­más fuertes y durables. Por entonces, y por diferentes razones, la ola huelgllil,tica se había atenuado en las grandes ciudades, aunque perduraba en ZllIloI

más alejadas y menos visibles: en el enclave quebrachero que La Forl'NI,dhabía establecido en el norte de Santa Fe, en el similar de Las Palmas l'l I IChaco Austral, o en laszonas ruralesde la Patagonia, En esos lugares,los ;1111'

nimos e impredeciblesefectos de la coyuntura económica internacional, 111'

ducidos por empresas voraces e incontroladas en acciones concretas en 1'1'1

juicio de los trabajadores, hicieron estallar entre 1919 y 1921 fuertes 11111\'1mientos huelguísticos.El gobierno autorizó a que fueran sometidos rncdluntsangrientos ejercicios de represión militar que alcanzaron justa celcbrkhucomo en el caso de la Patagonía, .

La experiencia de 1919 tuvo profundos efectos entre los sectores j)1'I1I'II

tarios. Derrotados en 1916, conservaron inicialmente mucho poder insthucional-que Yrigoyenfue minando en forma paulatina- y todo su rlldl'l NI!

cíal, pero estaban a la defensiva, sin ideas ni estrategia para hacer frcnu- 11 1111

proceso político y social que les desagradaba pero que sabían legitiru.ulo p.ulademocracia. En 1919, los fantasmas de la revolución social los dcspcrnu..nbruscamente: laLigaPatriótica Argentina, fundada en las calientes j(Wl)lh1"de enero, fue la primera expresión de su reacción. Confluyeron en 1,1111 1,.gruposmás diversos:laAsociación. del Trabajo -una institución pru runul 'il"suministraba obrerosrompehuelgas-, los clubes de elite, como el J()(:kl')l, 111círculos militares-la Liga se orgunizó en. el Círculo Navnl-, () los l'l'IIII'I'1'11

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111111 pnrte, entre quienes podían presentarse como conducto-1111len ro, los que propiciaban dicha subversión -los anarquis­

~III 11l1ll1ll1istas-sólo tenían una influencia marginal e ínfima.y urientaciones más fuertes correspondían a la corriente de~" y a los socialistas, y ambos bregaban tanto por reformas

un orden social que aceptaban en sus rasgos básicos, como, so­"IH 'In! rar los mecanismos y los ámbitos de negociación de los,. ~llIdkolistas, reacios a la acción política partidaria, apostaron

11'lItre los sindicatos y el Estado, un camino que ya habla sidoIt, 1,1 Estado antes de 1916 y que, retomado por Yrigoyen, debióII'n In convulsión de 1919, aunque ciertamente se mantuvo

1,1, pal'il reaparecer en forma espectacular al fin de la Segunda1,11.

1SI11101 isra -fundado en 1896 y de una fuerza electoral conside-111'11111 - estaba también lejos de posturas de ruptura. De acuerdo(11Il IlIs líneas dominantes en Europa, el socialismo era visto co­

,,'.11 y perfeccionamiento de la democracia liberal, como laH 111 lit: una modernización que debla remover obstáculos tradi­"Il' ellos, los socialistas subrayaban lo que llamaban. la "política111'1111'englobaban, junto al conservadurismo tradicional, al radi­'1"1' ~l' opusieron con fuerza, El Partido Socialista tuvo escasarUllI arraIgar en los movimientos sociales de protesta: algunos éxi­

~1II1 "al'lIreros de la Federación Agraria no compensaron su escasí-11111' 1, IS gremialistas, que aunque votaran a los socialistas prefe­" III~sindicalistas. El socialismo apostó todas sus cartas a las elec­,,"1,'1 en la Capital un importante caudal de votos, con el queilll~;tlllente con los radicales, pero a costa de diluir lo que quizás

111•• u-clnmos específicos de los trabajadores dentro de un conjunto,111, .lcuumdas, que incluía a los sectores medios. Esto dejaba libre

'11 'jll ¡¡:qllÍl!rda,por el que compitieron diversos grupos, sobre todorlllll','I',n de la guerra y la revolución soviética. Pacifistas, partida-11'111'1'11 Internacional y de la Unión Soviética confluyeron final-,11 '111'1 h 1" Comunista, que durante los años veinte tuvo escasísimo

11' l'IISl'...:h(1 muchas simpatías entre los intelectuales, Pero otrasI '''IIII'l'slstHs,de alguna manera emparentadas con el leninismo,

'" 1'11 el :lntiimpel'ialismo de esa época y en el pensamiento de la, IIIIVI'rslraria,

11" 1,llllIlasnpostaron ('1 1('1 acción legislativa ya la posibilidad de crear"'loIll";ll "'1 ~mbitll de representación. Pero había en el partido una

instituciones católicas que actuaban en la sociedad -con tendencias y 11111

pues:as dlversas- dentro de laUnión Popular Católica Argentina, un ejéu Ito laico c~mandado unificadamente por los obispos y los curas párrocos, quhnes orgaruzaron una.guerra en regla contra el socialismo, compitiendo palnma palmo en la creación de bibliotecas, dispensarios, conferencias y obras dfomento y caridad, tareas éstas en las que los activistas reclutados en los al"círculos sociales adquirían la conciencia de su alta misión redentora. Sinmmáticamente, la Iglesia -cada vez más reacia a las instituciones dernocnulcas- clausuraba la posibilidad de crear un partido político. El Ejército, fillllmente, que había sido organizado desde principios de siglo sobre bases CSIIII

tamente profesionales, empezó a interesarse en la marcha de los asuuupolíticos, quizá molesto por la forma en que Yrigoyen 10 empleaba para ¡dlll.o cerrar la :,álvula del control social, y quizá también preocupado por L,IIque ~l presidente hacía de criterios políticos en el manejo de la institurb mLo cierto es qu~ la desconfianza a Yrigoyen fue creando las condiciones I!lithacerlo receptl~o a las críticas más generales al sistema democrático, '1"con fuerza creciente se escuchaban en la sociedad.

El antiliberalismo que nutre todas estas manifestaciones resultó eficur 1 11

mo arma de choque, como discurso unificador y como bandera de colld'lllI

Pero la re.constitución de la derecha política no se agotó en esto. No l'S\ 1'1'1ba a nadie que no podía volverse a 1912, que el mundo había canil-l. ..I,mucho desde la Gran Guerra, y que era necesario volver a discutir curil \'I,ll'lugar de la Argentina, qué papel debía cumplir el Estado en los conlll, 1,

sociales, c?mo podían articularse los distintos intereses propietarios, y 11111

chas cuestiones más, acerca de las cuales el gobierno de Yrigoyen no pllll'

d~maslado urgido en aportar soluciones novedosas. La Liga Patnóricu ,ti

11lZÓ congresos donde representantes de los más diversos sectores dbl'lIlll 11

sobre todo esto, y también lo hicieron a través de las publicaciones dl'l tl.111seo Social Argentino o en la Revista de Economía Argentina, que /\"'111111Bunge f~ndó en.191~. Una Argentina distinta requería ideas nUl:VIIII,\ese sentido la dISCUSiónfue intensa. Es posible, incluso, que en l'Hl' 1 Ialgunos jóvenes militantes del Partido Socialista -con una sólida flil'lI.II'lede raigambre m~rxista en c~estiones económicas y sociales- pensnrn 11' 1I limarcos del partido eran demasiado estrechos.

¿Hasta qué punto e ran justificados los terrores de la derechn? 1.11 111.1 ,

huelg.as, que culminó entre 191 7 y 1921, había sido formidable, Pl'l'Il III I1 "

ba guiada por un propósito expl Icito de subversión del orden, sino qlll'" 1"saba, de manera ciertamente violenta, la magnitud de los reclnmus 111'111111111

dos durante un largo perfodo de dificultades de la Arucntiuu has!'1I1'1111111"

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'''lIi/ü'Il, TicBis o El Hogar. En los años siguientes a la guerral•I\llwlw; semanales -un género entre sentimental y tenue­

mh-ntrux que las necesidades culturales o políticas más ela-1.1l'1has primero por las ediciones españolas de Sempere yIlIh'I'IIS de Claridad o Tor. En una sociedad ávida de leer,

_ ..,,","- l'r:1I1 vehículo eficaz de diversos mensajes culturales yIhululum también por las bibliotecas populares o las confe-

1"11111 para entretenerse. Otros buscaban capacitarse .paramuh Iplt's oportunidades laborales nuevas, pero otros muchos1'"lpiarsc de un caudal cultural-tan variado que incluía des-1 '11'111Ikvsky- que hasta entonces había sido patrimonio de la

11,,,,,,, !luís establecidas.di' 111cultura letrada forma parte del proceso de movilidad

ti 1111,' ~lIricdad que era esencialmente expansiva y de oportu­,1,> ,,1111 eran esos vastos sectores medios, en cuyos miembros

Ir." III~n-sultados de una exitosa aventura del ascenso: los cha-1.111", 'lile se identificaban como pequeños empresarios rura­nll~rumcrclantes o industriales urbanos, de entre quienes

1Illllllldl'S nombres o fortunas importantes. Junto a ellos, una111" profesionales, maestras o doctores, pues ese título siguió... 1'1,'111, en la segunda o quizá la tercera generación, de esta

ll"l> 1.. liirtuna no podía separarse del prestigio.'''1 1:1 Universidad constituyó un problema importante para,1\ .'\plIlIsión, y la Reforma Universitaria -un movimiento que

"11m vn 1918 y se expandió por el país y por toda América"'"' .')(prl'~i6n de esta transformación. Las universidades, cuyo,

hlllll' crn formar profesionales, eran por entonces socialmen­.. , ,11 1.'111 lc.uucnre escolásticas. Muchos jóvenes estudiantes qui-

11111 PI11'1'1:IS, pnrticipar en su dirección, remover las viejas camari-1.,'1. 11I\~IIlIII:nr criterios de excelencia académica y de actualiza­", y vincular la Universidad con los problemas de la sociedad.,'''1lid 1:1111 il fue muy intensa y coincidió con lo más duro de la,"1", I(JlH Y 1922, al punto que muchos pensaron que era una,"1'~di' uquélln. Otros advirtieron que se trataba de un reclamo

1,,11 1l'11I1'lllisf':Ui recibieron el importante apoyo de Yrigoyen, logra­""~ I liSOS que se incorporaran representantes estudiantiles al go-

11. uulvcrsldudcs, que se desplazaran a algunos de los profesoresIlhrll'~y tllIC tic introdujeran nuevos contenidos y prácticas. Tam­

"1111111un prngmmn de largo plazo, que desde entonces sirvió de

4711'0..;( IOBlERNOS RADICALES, 1916-1930

incapacidad casi constitutiva para establecer alianzaso acuerdos, y aunqiuimpulsaron algunas reformas legislativas no lograron dar forma a una fUt'111

política vigorosa, capaz de equilibrar a la derecha reconstituida o, siquicru,de precisar los puntos centrales delconflicto que seavecinaba. Su otra apuestafue -a largo plazo- la ilustración de la clase obrera que, según suponían, •esclareceríaen el contacto con laciencia. De ahí suintensa acción educadl'ra, a través de centros, bibliotecas, conferencias, grupos teatrales y corales Vla Sociedad Luz. La difusión de ciertas prácticas en losgrandes centros urhnnos atestigua adecuadamente los cambios que -superada la crisis social- ,'o,taban experimentando los trabajadores y la sociedad toda.VEI fin de la lucha gremial intensa, la reducción de la sindicalización y 11

debilitamiento de la Unión Sindical Argentina dan testimonio de la atcnuución de los conflictos sociales. LaUnión Ferroviaria, fundada en 1922 y 1'1111

vertida en cabeza indiscutida del sindicalismo, expresó el nuevo tono di' l.acción gremíal: un sindicato fuertemente integrado, férrearnente dirigid. " 11forma centralizada, negoció sistemática y orgánicamente con las autorl.ludes, descartó la huelga como instrumento y obtuvo éxitos sustanciales. PIII

su parte, el Estado manifestó la voluntad de avanzar en una legislación SI)\ 1,11-sancionada en su mayoría durante la presidencia de Alvear- que SUpOIl(11 •la vez el pleno reconocimiento del actor gremial: propuesta de regfllll'lIl'jubilatorios para empleados de comercio y ferroviarios, regulación del. rl'll"l'jo de mujeres y niños y establecimiento del! Q de Mayo -convertido CIl 1111conciliador Día del Trabajo- como feriado nacional.

Más allá de las coyunturas y de las revulsiones, la sociedad argentina VI

nía experimentando cambios profundos, que maduraron luego de la glll'll.t ,que explican este apaciguamiento. Aunque luego del conflicto se rearuuh , I1inmigración, la población ya se había nacionalizado sustancialrnenn-. 1..,hijos argentinos ocuparon el lugar de los padres extranjeros, las asociad"fI' ,de base étnica empezaron a retroceder frente a otras en las que la gcnu-, 1"1.1distinción de origen, se agrupaba para actividades específicas y la "Cllt'IlI"'1I

nacional", que tanto preocupó en el Centenario, empezó a desdibuj:II'*" I Iacción sistemática de la escuela pública había generado una sociedad ti 11'11,mente alfabetizada, y con ella un público lector nuevo, quizá no dl'llIwdlld..

entrenado pero ávido de materiales. Crecieron los gra.ndes diarios, COII 111111

tipos y rotativas; en 1913 Crítica, que respondía a ese nuevo públlc«, y 111,1

vez lo moldeaba, revolucionó las formas periodísticas, 'Y otra vez lo hiz» 11t''!1 h1928 El Mundo. Las variadas necesidades de informac.ión y entrCFl'llllllh,1t11lfueron satisfechas por los nlagazines, que siguieron la huellA de Cams 'Y ( :"1,tas y culminaron en LeolJlán, o un arnplio espectro de :revistas espt.:t:l:I'lblldll,

BREVEHISTORlA CONTEMPORÁNEA DElA ARGENTINA\

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-IIO¡ IlIillllfi'loil'ilCloncsfue la constitución de un mundo intelectual y11 , .1111 h Illl' l'SfUVOImpulsado por la creciente demanda cultural de la.11 1111'"11Il11 fOl'l.l1:l de funclonnmicnto que le era propia. Como ha

Unll rh-rta holgura económica, y la progresiva reducción dehlllll que junto al domingo empezó a incluir el "sábado

,,11 lempo libre disponible. Ello explica el éxito de biblio-In' y lecturas, pero también el desarrollo de una gama muyIliIril llenarlo.1I"J.lmloa su apogeo ya hacia 1910.En las ciudades las salas

11111111 en el centro como en los barrios, y los grandes acto­j" l'nrmvicini, fueron quizá las primeras figuras que goza­

I"rldnd indiscutida. Después de la guerra, los gustos se desli-11111111 suiuete a la nueva revista, con "bataclanas" y con can­Ihll' .lcflultivamente aceptado por la sociedad, y despojado

" "" IlIigL:nprostibulario. El tango-canción y el fonógrafo hl­hl,lIl dI.:los cantantes, mientras las partituras, junto con los

111, 1" nflncaron en las casas de clase media. Por entonces se'h Imlde Enrique Delfina, Enrique Santos Discépolo y Car­

lit 11 ..111 embargo sólo alcanzó su consagración popular en la, ,11ruvés de las películas que filmó en el extranjero. El cine

I'I!I) ejerció una fuerte atracción; las salas proliferaron en las,,,11111a popular que se estaba acuñando, quizá marcadamente

Ik IIlgunos nuevos elementos universales.\'1'" medios de comunicación multiplicaban su influencia 50-di' vida y sobre las actitudes y valores de esta sociedad expan­"¡"'I'ilrllll sobre la sensibilidad deportiva, asociada desde prin­

'1111111110actitud vitalista y con las concepciones higiénicas y el1, ji'" kili y el aire libre, que desde la elite se habían ido difun-111u ,,'.111(1. La creación de clubes deportivos fue una de las formas.1,,1Impulso asociacionista general. Progresivamente, algunas

1".11'"NI' unnsformaron en espectáculos masivos, que los mediosh11I1'11iycctaban desde su ámbito local originario hacia todo el

'1 '1" I1msrlruvó la Liga Profesional de Fútbol, y de la mano de la""",1 I'Sl'I'ila, los clubes de fútbol porteños agregaron un nuevo

.. ti "'111 ¡fira<.:Íónnacional, quizá tan fuerte como los símbolos pa­"01 lit' l lipólito Yrigoyen. La tendencia a la homogeneización de

, I 11 11111)\1de una cultura compartida por sectores sociales diver-"1',11111 dio'IIn proceso igualmente significativo de diferenciación

bandera a la actividad política estudiantil, un espacio que desde enromsirvió de antesala para la política mayor. El reformismouniversitario fue, 1que una teoría, un sentimiento, expresión de unmovimiento de apeusocial e intelectual que servíade aglutinante a las ideologíasmás diversas.ide el marxismo al idealismo, peroque se nutrió sobretodo del antiimperinl 1Mlatinoamericano, todavía difuso,y de la misma revolución rusa, con su al1l'1ción a las masas. Se vinculó con otras vertientes latinoamericanas, ere.ununa suerte de hermandad estudiantil, e inyectó Un torrente nuevo y viuillos movimientos políticos progresistas.

Pero además, expresaba algunas tendencias hacialas que la nueva ~O('it'l

'era particularmente sensible. Apesar de que, avanzando en la década ele 111los movimientos sociales contestatarios estaban en declinación, y de 1111tfuerte movilidad social desalentaba los enfrentamientos de clase por enrt 1111dominantes en Europa, hubo en esta sociedad una fuerte corriente refonnConfluyeron en ella diversas experiencias de COOperacióny cambio -lll'sdlde los chacareros aglutinados en sus cooperativas a las de las socied.uh- ,fomento en los nuevos barrios urbanos=que se alimen:taron con las corrk-rudel pensamiento social y progresista de Europa y dieron el tono a una ;ll'l iIreflexiva y crítica acerca de la sociedad y sus problerri.~s.Esta actitud NI' hplasmando en una cierta idea de la justicia social, probablemente alimcnuu 1,su vez desde fuentes ideológicas más tradicionales -como la de la Iglcsin 1'!igualmente preocupadas por la necesidad de adaptar las instituciones 11 11sociedad en cambio. Se trataba de una idea aún itnprecisa, que no all'lIlI "concretarse en una representación política eficaz, pero que circulaba 1111111,11en el mundo de los trabajadores. Ellos mismos, influidos por la rnovilkhul 1cial y por las imágenes que ella creaba, se identificaban cada vez en 1110 1~edi,da con aqu~l sector segregado de la sociedad que, a principios dI' I'¡~Inquietaba a los intelectuales. No era fácil distinguir, fuera del tr(lI1:IJII,,1obrero ferroviario de un empleado, o a su hija de una maestra, En 1111'1:111111ciudades, y en las áreas rurales prósperas, se estaba constituyendo una ~"( I,1Imás caracterizada por la continuidad que por los cortes profundos,

<¡-La aspiración al ascenso individual ya la ~eforma soci~ son sólo 1111111'1'11(O de esa nueva cultura que caracteriza a estos sectores popu lares, l'llIlI' ti'bajadores y medios. Los cambios en las formas de "Vida estaban I1lndl'1111It11nuevas ideas y actitudes, que resultaron perdurables. El acceso n 111vlvh 11,1..propia cambió-la-ídea del hogar y ubicó a la mujer - liberada de la ohlll:11I111'1de trabajar- en el centro. de la familia, que pronto se reun iría I.:n11111111di Iaparato de radio. Por un movimiento cornplernenr rio, las hiJm; ilNllllllllllj Itrabajar, en una tienda o en una oficinA, a esrudinr, y rurnhlén :111I1I1t'1\'\ It 11'

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llllllprometidos con los préstamos a Europa, de modo que el flujohmudo a la situación económica general. El país experimentó

111 h IS efectos de la coyuntura europea: vivió una fuerte crisis entre7 I "l' recuperó entre ese año y 1921, especialmente porque regulari-

111 de guerra, sufrió entre 1921 y 1924 el sacudón de la reconver­n-rra, y conoció un período de tranquilidad durante los "años do-1929, que sin embargo bastó para dar el tono general al período.

Ipal novedad fue la fuerte presencia de Estados Unidos que, aquípartes del mundo, ocupó los espacios dejados libres por los países

n mavor o menor medida derrotados en la guerra. La expansiónde Estados Unidos en la década de 1920 se manifestó en primer

un fllerte impulso exportador de automóviles, camiones y neumáticosqtll' 1:1Argentina se convirtió en uno de sus principales clientes-, fonó-I'I4l1l1s, maquinaria.agrícola y maquinaria industrial. Para asegurar suen un mercado tentador, y saltar por sobre eventuales barreras aran-

1"" grandes empresas industriales -General Motors, General Electric,entre otras- realizaron aquí inversiones significativas, que al princi­lnnron sólo a armar localmente las piezas importadas. También avan­, lns empresas de servicios públicos -electricidad y tranvías- como

111 y como proveedoras, particularmente de los Ferrocarriles del Esta-ünlcos que por entonces crecieron. A diferencia de las inversiones bri-

V salvo en el caso de la maquinaria agrícola, las norteamericanas noIII a generar exportaciones, y con ellas divisas. Como por otra partelhludes de colocar nuestros productos tradicionales en Estados Uni­n-motas -pese a algunas expectativas iniciales- esta nueva relación

un fuerte desequilibrio en la balanza de pagos, que se convirtió en unInsoluble.

uim parte, la vieja relación "especial" con Gran Bretaña se sosteníahll"l's mínimas: las compras británicas de cereales y carne, que los britá­rllJ.lllban con los beneficios obtenidos por la venta de material ferrovía­

lIulll~n, textiles, y con las ganancias que daban los ferrocarriles y otrasIS de servicios. Sus insuficiencias eran cada vez más evidentes: los

bll"\)S eran caros, Gran Bretaña no podía satisfacer las nuevas deman­dl,l consumo y el capital británico era incapaz de promover las rransfor­h 1111'S que impulsaba el norteamericano. Pero, a la vez, la Argentina ca­Id,' compradores alternativos, particularmente para la carne, sobre todol(or; de 1921. Hostilizados de modo creciente por los norteamericanosYII antes de la guerra los habían desplazado de los frígorfficos-Ios britá-

1'10 plldfnn presionar sobre el. gobierno argentino con volcar sus compras a

Les GOBIERNOS RAItICALES, 1~1I;-1930v (CV

Con la Primera Guerra Mundial-mucho más que con la crisis de 1930- termi­nó una etapa de la economía argentina: la del crecimiento relativamente fácilsobre rumbos claros. Desde 1914 se entra en un mundo más complejo, de manejo más delicado y en el que el futuro era relativamente incierto, al punto dpredominar las dudas y el pesimismo, que sólo en algunos círculos se transfor­maba en desaffo para la búsqueda de nuevas soluciones.

La guerra puso de manifiesto en forma aguda un viejo mal: la vulnerabili­dad de la economía argentina, cuyos nervios motores eran las exportaciones,el ingreso de capitales, de mano de obra, y la expansión de la frontera agraria.La guerra afectó tanto las cantidades como los precios de las exportaciones, einició una tendencia a la declinación de los términos del intercambio. Lasexportaciones agrícolas sufrieron primero el problema de la falta de transpor­tes, pero acabado el conflicto se planteó otro más grave y definitivo: el excesode oferta en todo el mundo, y la existencia de excedentes agrícolas permanen­tes, que impulsóa cada gobierno a proteger a sus agricultores. Más profunda fuela caída de lasexportaciones ganaderas luego de 1921. Durante la guerra huborepatriación de capitales, pero al finalizar ésta fue evidente que los tiempos delflujo fácil y automático habían terminado, pues los inversores de Gran Bretañay los demás países europeos no estaban ya en condiciones de alimentarlo. Sulugar fue ocupado por los banqueros norteamericanos, como Morgan, que tam-

L~ecememí« en un murul" triangular

puntualizado David Viñas, a diferencia de los "gentlemen-escritores" de fines desiglo, los artistas y escritores sesintieron profesionales, y algunos lo fueronplenamente. Tuvieron sus propiosámbitos de reunión -cafés, redacciones, ga­lerías y revistas- y sus propios criterios para consagrar el mérito o abominar dela mediocridad. Desde 1924 BuenosAires tuvo una "vanguardia'Uiconoclastay combativa: ese año Pettoruti trajo el cubismo, Emest Ansermet introdujo lamúsica impresionista y se fundó la revista Martín Fierro, que en tomo de laestética ultraísta nucleó a muchosde los nuevos escritores, ansiosos de criticara los viejos. Otros muchos abrazaron la consigna del compromiso social y lautopía del comunismo, y entre ambos grupos -tdentíficados con Florida y Boe­do- se entabló una aguda polémica. Los puntos de coincidencia y los intercam­bios eran probablemente más que los de oposición, pero lo cierto es que losintelectuales empezaron a practicar por entonces un nuevo estilo de discusiónen el ~ue la realidad local resultaba inseparable de la de Europa, Estados Uní­dos y [a propia Unión Soviética, quizá más idealizada que conocida.

BREVE HISTORlA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA50

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'.,

111 fiebre aftosa, decidió prohibir cualquier importación de la( lran Bretaña esgrimió una amenaza similar, logrando de losIS hacendados la aceptación de que la vuelta al bilateralismo11 solución, para ellos y para el país. La Sociedad Rural invi;óringir en general la presencia norteameric~~a en la e.con~rD1a,l'IlIlsigna de "comprar a quien nos compra, 10 que implicaba

hu; importaciones y las inversiones británicas y hacer pagar sustlll\junto de la sociedad. .

(mes relacionadas con la agricultura despertaban menos preo-pese a que, como consecue'ncia de la crisis gan~dera, hubo un

vuelco hacia esa actividad. La frontera agropecuana pampeana seen 50 millones de hectáreas; la agricultura creció en ella enorme­

,"r corno su papel en las exportaciones. Se inició entonces un largo"l' estabilidad, una suerte de meseta sin el crecimiento espectacular

1 también sin los problemas y el estancamiento posteriores a 1940.(m se proyectó en esos años hacia las zonas no pampeanas~ en las

M"llierno, impulsado por el ministro Le Bretón, encaró. una vigorosadl' colonización que absorbió los excedentes de población rural paro­

""r como nuevos contingentes migratorios. Así entraron en produc­ZIlIlU frutícola del valle del Río Negro, la yerbatera de Misiones y,

tmlll, la región algodonera del corazón del Ch~co, qu~ habrí~ de tener.ia decisiva en el futuro crecimiento de la mdustna textil.

ohscrvadores no se engañaban acerca de esta calma, pues para todosvisibles los límites que suponía tanto un mercado mundial cada vezIdl como el fin de las ventajas comparativas naturales, por el cierre deni agropecuaria y el encarecimiento de la tierra. A eso se suma~a la

dl' inversiones, salvo en la mecanización de la cosecha, que solucionó-ma de la reducción en la mano de obra disponible, sobre todo por la

progresiva de los migrantes "golondrinas". La p~uta de co~d~c­hncía preferible mantener la liquidez del capital y oscilar e~t~e dístin­

Ir,,"¡llí lidades de inversión, acuñada en la etapa anterior ~ amplificada p~rdlvl'lsificación de la economía -que hasta entonces habla lmpulsado efi­

uc el crecimiento-, dejó de cumplir esa función en las nuevas condi­lI''Ilkl mercado mundial. Tulio Halperin señaló esa conciencia incipien­

,l., 1,IS males y, a la vez, la escasa propensión a hacer algo para enfrentarlosp.llll' de una sociedad que, en cambio, empezaba a interesarse en la cues-

, Industrial.I ji 1(1le1T<1 había tenido efectos fuertemente negativos sobre la in~ustria'Il' h:lhfa constituido en la época de la gran expansión agropecuana: de-

53LOS GOBIERNOS RADICALES, 1916-1930

los países del Cornmonwealth, una alternativa por otra parte reclamada plll

quienes quer~an introducir a Gran Bretaña en el nuevo mundo del protcicionismo.

En suma, como ha subrayado Arturo O'Connell, la Argentina era parude un triángulo económico mundial, sin haber podido equilibrar las difercntes relaciones. Manejarse entre las dos potencias requería un arte del que 1,1gobierno de Yrigoyen pareció escaso, mientras que el de Alvear fue, al r¡;~pecto, más imaginativo y sutil, aunque tampoco encontró la solución a In'problemas de fondo, que probablemente no la tenían. Pero además, se requrría un arte especial para enfrentar las situaciones de crisis, cuando los COII

flictos entre las partes se exacerbaban y las pérdidas se descargaban en ltl~actores más débiles: los productores locales, o quienes trabajaban para ellosDesde 1912 se había conocido este tipo de tensiones en la agricultura; desde1921 se manifestaron en un punto mucho más sensible y que afectaba a intvreses más poderosos: la ganadería.

Gracias a las ventas de carne enlatada, los años finales de la guerra fuenu Iexcelentes, beneficiándose no sólo los ganaderos de la zona central sino l(l~de las marginales, y hasta quienes criaban ganado criollo. La situación cambió bruscamente a fines de 1920, cuando los gobiernos europeos, que habfunestado haciendo stock, cortaron sus compras, y los precios y volúmenes SI'

derrumbaron. Las mayores pérdidas fueron sufridas por los ganaderos de hiN

zonas más distantes, mientras que quienes poseían las tierras de invernada \'suministraban el ganado fino para ser enfriado -y para el que se conservó UIlII

cuota- lograron sortear en parte las dificultades. La crisis -que terminó di'definir la diferenciación entre criadores e invernadores- desató conflicronque en épocas de bonanza se disimulaban, frente a los cuales el gobierno dt,yrigoyen reaccionó tarde y mal. En 1923, por presión de los criadores y CI)l t

el respaldo del presidente Alvear, el Cohgreso sancionó un conjufito de kYl'l!que los protegían, en desmedro tanto de los consumidores locales como di''105 frigoríficos. La oposición de éstos y de sus voceros políticos -los socialls­tas- fue de escasa Significación, pero la resistencia de los frigoríficos result l'demoledora: interrumpieron sus compras y en pocos meses obligaron al 1.(11'

bierno a suspender las leyes sancionadas.El episodio probó el enorme 6der de los frigoríficos, y.de los grandes

ganaderos directamente asociados con el os, nfirmado !loelldespués. En los primeros años de la posguerra los ganaderos se ilusionnroncon la posibilidad de colocar sus productos en Estados Unidos -lo que 1111biera solucionado al menos en parte el problema de la balanza desfavoruble-, pero a fines de 1926 el gobierno ele aquel pafs, con el argumento .k-l

BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA52

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lrusrradodebate fiscal ejemplifica las dificultades para constituir un siste­.k-mocrárico eficiente, en el que laspropuestas pudieran discutirse racio­ucnte y donde losdistintos poderes se contrapesaran en forma adecuada.n-forma electoral de 1912proponía a la vezampliar la ciudadanía, garan­r su expresión y asegurar el respeto de las minorías y el control de laIón. En ninguno de estos aspectos los resultados fueron automáticos, orlera satisfactorios. Respecto de la participación electoral, la masade in­

,"I~I'ilntessiguió sin nacionalizarse, de modo que los varones adultos que no\'111 uhan eran tantos o más que los que podían hacerlo; esta cuestión sólo se",,,"lvi6 de manera natural, con el tiempo y el fin de la inmigración. PeroIl1clllsO entre tos posibles votantes la participación no fue masiva: en 1912

Difícil construcción de la democracia

casos, los gastosdel Estado aumentaron respectoanteriores, pero sobre todo su composición difirió sustancialmen­

léndose la parte de inversiones en beneficio de los gastos de admi­, donde los empleados públicos pesaban fuertemente.

cualquier caso, era claro que el Estado debía buscar otra forma de fi­IIUS gastos. Inspirándose en reformassimilares emprendidas en Fran­

InJdnterra,y rigoyen propuso en 1918 un impuesto a los ingresosperso-ElCongreso prácticamente no lo trató entonces, ni en 1924, cuandoinsistió en la idea. En cambio, hubo un amplio debate en aquellosdonde se estaban discutiendo las cuestiones del futuro y Alejandroentusiasta sostenedor de la idea, le consagró un amplio espacio en ladeEconom(a Argentina. Se trató de una discusión elevada y principis-

mde se analizaban las cuestiones de libertad, equidad y justicia socialrur entonces se debatían en Europa. Es posible que allí se generara elnsoque luego llevó a su rápida aprobación en 1931, luegoyade la crisis

111 carda de Yrigoyen. Pero por entonces las razonesdel bloqueo parla­lirio fueron más pedestres: los opositores se negaban a cualquier legisla­que diera al presidente más recursosque, según suponían, se volcarían

lt1l'nestereselectorales.

pendiente en buenamedida de materias primas o combustibles importados,no pudo aprovecharlas condiciones naturales de protección creadas por elconflicto. Pero aper.a, éste concluyó, comenzóuna sostenida expansión, quese prolongó hasta 1930, caracterizada por la diversificación de la producciónque alcanzó así a nuevaszonas del consumo. Los contemporáneos atribuye~ ¡

ron en buena medidaestos cambios a la ~levaci9ILd~10saforos aduaneros,e~taote_cidap_o!:__!\!vearen 1m pero probablemente fueron lasva citadasinversiones norteamericanas el principal factor de esa expansión, que alentótambién a inversoreslocales. Entre otros casos similares, Bunge y Born, laprinci~al casa exportadorade granos, i~staló por esosaños la fábrica de-Rill­turas AIba,_y en la decaª-(!_§i~~textil Grafa. En buena medida, las'nuevas industrias se equiparon con maquinaria norteamericana. Mientraséstos trataban de conquistarsimultáneamente un mercado apetecible y partede las divisas generadaspor las exportaciones a Gran Bretaña, los sectorespropietarios locales comenzaron a deslizarsehacia una actividad que parecíamás dinámica que las tradicionales. Por entonces, el tema de la índusrríempezó a instalarse en el debate, y constituyó el eje del discurso del málúcido buceador de la economía argentina de entonces, Alejandro Bungeinspirador de la r~formaarancelaria de Alvear. Esposible, como ha planteado Javier Villanueva, que en escala limitada' tal reforma apuntara a alenta-rnediante alguna traba al comercio- las inversiones norteamericanas siaumentar los conflictos con Gran Bretaña, preocupada tanto por el destínde las divisas como por la creciente competencia en algunos rubros de suanti~uo n~gocio,.y~articularmente los textiles. De este modo, la incipienJecorriente industrialista agregóun nuevo elemento al debate central sobre lasrelaciones entre nuestro país y sus dos metrópolis, y de momento al menos,quienes vislumbraban en el crecimiento industrial el camino del futuro care­cieron de pesopara imponer sus convicciones. La propia Unión Industrial sesumó al grupo de los partidarios de "comprar a quien nos compra", una fór­mula que, por otra parte, había sido acuñada por el embajador británico.. Ni la cuestión agraria ni la industrial estaban en el centro de la preocupas

ción de los gobernantes, mucho más angustiados por los problemas presupuestarios.Laguerra había puesto en evidencia la precariedad del financia­miento del Esta~~~~~p~~dc:Jbásicamente en los ingre;;-~-~i'~Ad~anay en losirÍlpUgtos'ind;üectosy respaldado por lossucesivospréstamos externos. Todoello"'-se-refll:ljcrfoefteinenteen los ct6S"Períodosde crisis, y coincidió con eladvenimientode la administración radical, que por diferentes motivos debíaencarar gastoscrecientes. El gobierno de Yrigoyennecesitó primero recursopara su política social y luego para la amplia distribución de empleos públí-

ssLOS GOBIERNOS RADICALES. 1916-1930BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA54

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dl'mostró una preocupación muy moderna por adecuar sus ofertas amtes demandas de la gente. Quizá la expresión más acabada de su

klnd fue su capacidad para suministrar una identidad política nacio­prlmera y la más arraigada, en un país cuyos signos identificadoreseran todavía escasos. Pero esa modernidad se asentaba en elernen-tradicionales: toda la compleja organización institucional pesaba

frt'nte al liderazgo de Yrigoyen, y en la identificación de sus seguidores,1 se fundía con su figura. Caudillo silencioso y recatado, que se mos-

"",m y que jamás hablaba en público, empezó luego a estimular unalit' culto a su persona: el país se llenó de sus retratos, de medallones, decon su imagen, en los que la gente identificó al presidente con uno un mesías.

Purtído Socialista también tenía una organización formal y cuerpos orgá­y además tenía un programa, pero carecía de dimensión nacional, pueslogró algún arraigo en Mendoza, Tucumán o Buenos Aires, casi toda su

estaba concentrada en la Capital. Allí, gracias a la penetración elesu redros, y a su éxito en ofrecer una alternativa de control al gobierno, cam­

pnlrno a palmo con el radicalismo y lo venció a menudo. El Partido De­IProgresista, por su parte, arraigó entre los chacareros del sur de Santa

de Córdoba, así como en la ciudad de Rosario; junto con los temas agrarios1116 los de la limpieza electoral, y tuvo un cierto peso en la Capital. Los

kllls de derecha sólo se constituyeron en el nivel provincial; aunque el1Conservador de la provincia de Buenos Aires ejerció un liderazgo re­

Il"ido,y pudieron ponerse de acuerdo para las elecciones presidenciales, noUC'Wlí a estructurar una fuerza nacional est~ble)luiz,á por~lIe tradicionalmen-lito se había logrado a través de la autoridad presidencial.En las elecciones nacionales, la UCR obt ~o algo menos de la mitad de losIS,aunque en 1928, cuando yrigoye ue plebiscitado, se acercó al 60%.~'lInservadores reunidos obtuviera entre el 15% y el 20% y los socialis­

... entre e!5% y el 10%, con excep ón de 1924 -el año de la mayor absten­hIn - en que ascendieron al 14o/c.Los demócratas progresistas tuvieron unavolucíón similar, aunque con cifras algo menores. Así, la UCR fue en reali­,I"d el único partido nacional, y sólo enfrentó oposiciones, fuertes pero Loca­l,.", en cada una de las provincias, incluyendo grupos escindidos de su tronco,1II1t10 el bloquismo sanjuanino o ellencinismo mendocino.

La participación, finalmente, arraigó y se canalizó a través de los partidos,I I litiO lo testimonian las cifras de 1928 y la intensa politización previa de.. !dll la sociedad, que finalmente estaba haciendo uso de la democracia. Pero,'11 enrubio el delicado mecanismo institucional, que también es propio de las

-quizá por efecto de la novedad- alcanzó e! 68% en todo el país, pero er¡seguidacayó a algomás del50%, tocando fondo en 1924, con eI40%; sólo erí1928-con la elección plebiscitada de Yrigoyen- repuntó espectacularmen­te, con valores quedesde entonces se mantuvieron, en torno de! 80%.

Concedida, antes que conseguida, la ciudadanía se constituyó lentamen­te en la sociedad. Las múltiples y diversas asociaciones de fines específicosque la cubrieron -desde las fomentistas urbanas hasta las cooperativas rura­les- contribuyeron a la gestación de experiencias primarias de participacióndirecta, y al desarrollo de las habilidades que, por otra parte, la política re­quería: hablar y escuchar, convencer, ser convencido, y sobre todo acordar.También contribuyeron a otra experiencia importante: la gestión ante lasautoridades, la mediación entre las demandas de la sociedad y el poder polí­tico. Funciones similares cumplieron los comités o centros creados por lospartidos políticos, que fueron cubriendo densamente la sociedad a medidaque la práctica electoral se convertía en rutina. En 'buena medida funciona­ban al viejo estilo: un caudillo repartía favores -ranto mayores cuanto másdirecta fuera su conexión con las autoridades- y esperaba así poder influir enel voto de los beneficiados. Los radicales, naturalmente, pudieron expandir,gracias al apoyo oficial, esta red cliente lar que de todos modos ya habíanconstituido en el llano. El propio gobierno utilizó los comités para desarro­llar algunas políticas sociales masivas, que aunque tenían claras finalidadeselectorales apuntaban a una nueva concepción de los derechos ciudadanos:la carne barata, o carne "radical", y también el pan o los alquileres. En ciertomodo -sobre todo entre los socialistas- apuntaban a la educación y a la inte­gración del ciudadano y su familia en una red de sociabilidad integral: capa­citación, entretenimiento, cultura ... Pero en todos los casos contribuyeron adesarrollar las capacidades políticas. En ese ambiente se formó el nuevo ciu­dadano, educado y consciente de sus derechos y de sus obligaciones, y pro­gresivamente se fue revelando la dimensión política de todas las actividades,de modo que gradualmente la brecha entre la sociedad y e! Estado se fuecerrando.

El crecimiento de los partidos da la medida del arraigo de la nueva demo­cracia. La Unión Cívica Radical fue el único que alcanzó la dimensión delmoderno partido nacional y de masas. Templado en una larga oposición, ycoristituído para enfrentarse al régimen, pudo funcionar eficazmente aun le­jos',del poder. Basado en una extensa red de comités locales, se organizó esca­lon adamente hasta llegar a su Convención y su Comité Nacional; una cartaorgánica fundamentaba su organización, y su doctrina era, ni más ni menos,la de la Constituciérn, como gustaba de subrayar Yrigoyen. Pero además ell ,

57LOS GOBIERNOS RADICALES, 1916-1930BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA56

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misión, la "reparación", para la que había sido plebiscitado, yeso loaba por encima de los mecanismos institucionales. Quizá por eso el

11" empezó a ser deificado por sus seguidores. Más allá del contenido111 reparación, lo cierto es que los mecanismos democráticos difícilmente

arraigar en ese clima de permanente avasallamiento autoritario.&. curioso que quienes se convirtieran en custodios de la pureza institu­

fueran aquellos que, en otras ocasiones antes y después, manifestaronaprecio por dichos mecanismos. Lo cierto es que tanto conservadoresradicales disidentes -encabezados por el hábil Vicente Gallo- se hicie-

fuertes en la defensa del orden institucional, y lo hicieron enconada­,junto con socialistas y demoprogresistas, y hasta salieron a la calle, enlado año 1918, para reclamar por sus fueros. De ese modo, mientras ellsmo y su caudillo hacían una contribución sustancial a la incorpora­

ciudadana a la vida política -en un estilo tradicional y moderno a lafullaban no sólo en el afianzamiento sino en la puesta en valor ante la

del sistema institucional democrático.Sáenz Peña, Alvear se benefició de la máquina montada, que en

canónicamente y con escasa oposición. Es posible que su elec­y¡.¡¡"",,,.,,...apuntara a limar asperezas con unos sectores opositores cuya

""....,Jll1J ....'Gl. Pero Alvear avanzó mucho más en ese camino. En susentó un yrigoyenista, el ministro de Obras Públicas. Limitó la

empleos públicos y aceptó las funciones de control quelGlll'I\L<:;J~lLCle correspondían al Parlamento, cuyas relaciones cultivó

todo, no dispuso intervenciones federales por decreto. Elréaccionó en primer término, pues la distribución de peque-

empleos públicos era la principal herramienta de los caudillos locales: ellar" Yrígoyen fue contrapuesto al "oligárquico" Alvear. Pero además Al­

HC fue apoyando en quienes en distintas ocasiones se habían opuesto a'yen o habían cuesti~nado sus métodos, y los seguidores del viejo caudillo

111111 formaron una corriente cada vez más hostil al gobierno. A fines de, Alvear pareció inclinarse decididamente por el grupo opositor, al norn­ministro del Interior a Vicente Gallo, quien junto con Leopoldo Mela1l'zaba la corriente denominada antipersonalista. La división del radica-I se profundizó: en 1924presentaron listas separadas y pronto constituye­

, dos partidos diferentes. La disputa verbal fue muy intensa: unos eran "ge­xos", por su obediencia incondicional al jefe, y otros, "contubernistas",

111 una nueva y afortunada palabra, que calificaba los acuerdos entre losI[u-rsona listas, conservadores y socialistas. El ministro Gallo quiso recu­r 11 It)tl viejos y probados métodos para desplazar ~ los yrigoyenistas: dar ern-

59LOS GOBIERNOS RADICALES, 1916-1930

democracias, no llegó aconstituirse plenamente, y la responsabilidad le CUPO(a todos los actores.

La reforma electoral preveía un papel importante para las minorías, decontrol del Ejecutivo desde el Congreso. Esa relación, que de algún modopodía remitirse a las prácticas institucionales anteriores, se mezclaba conotra nueva, que debía aprenderse, entre el presidente y la oposición. Si bienlas relaciones del gobierno con los sectores tradicionales no fueron malas alprincipio -cinco de los nuevos ministros eran socios de la Sociedad Rural-,las que mantuvo con la oposición política fueron desde el principio difíciles.y rigoyen comenzó su gobierno con un Parlamento hostil, al igual que la ma­yoría de los gobiernos provinciales, y buena parte de su estrategia se dirigió (1

aumentar su escueto poder. Para ganar las elecciones, usó ampliamente elpresupuesto del Estado, repartiendo empleos públicos entre sus "punteros",aunque en Buenos Aires la competencia con los socialistas lo llevó a emplearmétodos más modernos. En 1918 logró obtener la mayoría en la Cámara deDiputados, pero la clave seguía pasando por el control de los gobiernos pro­vinciales, decisivos a la hora de votar. No vaciló en intervenir las provinciasdesafectas, organizando luego elecciones en las que triunfaban sus candida­tos, y así su poder aumentó considerablemente, aunque nunca logró afirmar­se en el Senado, y tropezó con dificultades imprevistas en Diputados, dondelos legisladores opositores empezaron a encontrar aliados en muchos radica­les que no aceptaban los métodos del presidente.

Yrigoyen planteó un conflicto con el Congreso desde el primer día de sumandato, cuando descartó la tradicional ceremonia de la lectura del mensa­je, y envió una breve comunicación, que leyó un secretario. Simbólicamen­te, desvalorizaba al Congreso y desconocía su autoridad, del mismo modoque 10 hizo todas las veces que aquél, por la vía de la interpelación, intentó ,controlar sus a~t~s: el ~residente y sus ministros no sólo no asistieron sino (que le negaron mjerencta en los actos del Ejecutivo. Este cortocircuito insti­tucional fue más evidente aún con las intervenciones federales. Durante losseis años se sancionaron diecinueve, y sólo Santa Fe no fue intervenida nun­ca. Sólo en cuatro ocasiones se solicitó una ley parlamentaria para intervenirprovincias administradas por radicales, en las que había que terciar en con­flictos internos. En quince ocasiones se hizo por decreto, ignorando al Con­greso, para eliminar gobi~rnos adversos y "dar vuelta" situaciones provincia-Iles. El método, en nada diferente al de [uárez Celman o Figueroa Alcorta, fUL'exitoso: en 1922el oficialismo sólo perdió en dos provincias.

Si Yrigoyen reiteraba prácticas muy arraigadas, que otros retornarfnn luc­go, su justificación era novedosa: el presidente debía cumplir un mandato y

BREVE H1STORIA CONTEMPORÁNEA DELA ARGENTINA58

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"pelado en 1924, en unas conferencias que el Ejército editó parad~' sus oficiales, y que La Nación ya había difundido en aquellal..nadhesión manifiesta del general José Félix Uriburu, que acababan retiro, permitía sin duda alentar esperanzas de un golpe militarIr, y esa era la oferta que desde los grupos nacionalistas se hacía a

tuclavía indecisa entre la vieja República liberal y las promesas de lanacional ista.

de los nacionalistas con las Fuerzas Armadas eran exage-ime cuando no había una crisis social que justificara, como en

n-visión de los principios institucionales en los que habían sido sóli­educados. Si las Fuerzas Armadas experimentaron malestares va­

el gobierno de Yrigoyen, todo se solucionó en el período si­Bajo la conducción del general Justo, ministro de Guerra, se habían) adecuadamente, y grandes edificios junto con grandes maniobrasdado al Ejército una buena visibilidad social. El presidente Alvear .. sensible a los plantees del grupo de los ingenieros militares, preo­

desde la Primera Guerra Mundial por la cuestión de las "dependen-. En 1927 se creó la Fábrica Militar de Aviones, y desde 1922un

Enrique Mosconi, presidía Yacimientos Petrolíferos Fiscales, creadoIyl!ncuando su período ya expiraba. Bajo la dirección de Mosconi -

I):unl que Justo era ingeniero militar- la empresa se expandió en la.ión y,gracias a la construcción de su refinería en La Plata, avanzó en

interno, poblando el país con sus característicos surtidores. Peroy al calor de la expansión del automóvil, también crecie­

gmndes empresas privadas: la británica Shell y la norteamericanaOil, que actuaba en Salta, de modo que la competencia empezó a

Ir al petróleo en un tema de discusión pública.Fuerzas Armadas, y particularmente el Ejército, estaban ocupando un

, udn vez más importante en el Estado, y en la medida en que definíanpropios, se convertían en un actor ~olítico de con~i,deración. ~a~n­

rilas estaban asediadas por propuestas diversas: la relación de sus oficia­"ti la derecha liberal tradicional era estrecha, así como era sólido el,,11111alismo inculcado por el general Justo, pero también eran estrechas

vuuulactones con la Liga Patriótica, y fuerte la interpelación que llegabah lS nuevos ideólogos nacionalistas. La vuelta al gobierno de Yrigoyen

IIIIIIiz6viejos resquemores -por su tendencia a manejar los ascensos con, un-rios del comité- y sin duda polarizó a los oficiales, como al país todo.I ~i,:nificHtivamente, en las elecciones del Círculo Militar de 1929 s.eINP In lista del general Mosconi, contra otra simpatizante con la OpOSI-

61. LOS GOBIERNOS RADICALES. 1916-1930

pleos a los partidarios e intervenir gobiernos provinciales adversos, pero Al.vear noquiso abandonar hasta tal puntosus principios. En julio de 1925 fracu­só en elCongreso un proyecto de Intervención a Buenos Aires, que era clavepara laestrategia de Gallo,y éste renunció al ministerio. .

Desde entonces Alvear quedó en el medio del fuego cruzado entre anti­personalistas -que sólopudieron arraigar firmemente en Santa Fe- y los yri­goyenistas, que hicieron una elección muy buena en 1926y ganaron posicio­nes en un Congreso convertido en ámbito de combate de las dos facciones.La polarización fue extrema, sumándose al grupo antiyrigoyenista sectoresprovinciales disidentes, como el lencmismo mendocino o el cantonismo san­juanino, de fuerte estilo populista, sólo unidos con sus socios por el odio nijefe radical.

La derecha conservadora estaba por entonces totalmente volcada a impe­dir el retorno de Yrigoyen, en quien veía encamados los peores vicios de 1:1democracia: ya lo presentaban como el agitador social, ya como el caudilloautoritario, ya simplemente como la expresión de la chusma tosca e incom­petente. Tal imagen era presentada, con diversos matices, por La Nación o UIPrensa y,para un público más popular, por Crítica, convertida en centro de lacampaña antiyrigoyenista. De momento, su oposición no suponía un cues­tionarniento del régimen político, pues estaban decididos a jugar la cartaelectoral, reuniendo en un gran frente a toda fuerza hostil al caudillo, inclu­yendo al grupo de socialistas que, encabezado por Antonio de Tomaso y Fe­derico Pínedo, acababa de separarse del viejo partido para formar el Partid, ISocialista Independiente. .

A diferencia de 1916, la derecha política estaba segura de sus objetivos,del apoyo que tenía entre las clases propietarias, pero empezaba a manifestarse una ambigüedad acerca de los medios: si la carta electoral fallaba -empzaba a pensarse- habría que jugar otra que, de una u otra manera, terminarncon un régimen democrático que no aseguraba la elección de los mejores. [1"favor de esa postura actuaban distintos grupos políticos e ideológicos ql,l'\aunque minoritarios, habían contribuido a la nueva galvanización de la eh:recha. Desde La Nueva República, fundada en 1927, los jóvenes maurrasi.j­nos, como los hermanos Rodolfo yJulio Irazusta o Ernesto Palacio, descargaban sus baterías contra el sufragio universal y la democracia oscura, que de­bía ser reemplazada por la seguradirección de un jefe, rodeado de una elite ylegitimado plebiscitariamente. Pronto la Liga Republicana que formaron su­lió a la calle, aun cuando quedó claro que eran incapaces de revivir las movi­lizaciones de 1919. Una "marcha sobre Roma" era impensable, de modo qu.­los ojos sevolvieron hacia las Fuerzas Armadas, a l.asque Leopoldo Lugoncs 1

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA60

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• 111rn que afectaba más directamente sus relaciones con los sectoreshIS. Invitada por el presidente, vino al país una misión comercial, encabezada por lord D'Abemon. El acuerdo firmado estableció fuertes

comerciales a los británicos, asegurándoles el suministro de mate-IIIN ferrocarriles del Estado, así como un arancel preferencial a la sedaa cambio de la garantía de que seguirían comprando la carne argenti­Irutado, que suponía importantes concesiones sin un beneficio claro,11 Yrigoyen solidarizado con la corriente, fuerte entre la elite, de robus-

lila relaciones bilaterales con Gran Bretaña, en desmedro de las nuevasmios Unidos,I esta coincidencia no bastaba frente a la exacerbación del conflictol. Lanzado a conquistar el último baluarte independiente -el Senado­

apeló a los clásicos mecanismos: amplio reparto de puestos públi­\ lo cual saldaba su deuda con el aparato partidario, fiel durante los

d,' IIbstinencia- e intervención a gobiernos provinciales adversos: estaIlIrt') a Santa Fe, baluarte antipersonalista, a Corrientes, y sobre todo al:la y San Juan, donde se desató un largo conflicto institucional acerca

nprobacíón de los diplomas de los senadores ya electos. En esas provin­,hmde ya se habían registrado episodios de violencia, se agregó uno nue­Iasesinato de Carlos Washington Lencinas, el caudillo mendocino, enIl II I en el que la intervención federal apareció comprometida.f)l probable que la oposición, abrumada por los resultados electorales, ya

desesperado de desalojar a Yrigoyen por métodos institucionales, y noinra en su real significación las consecuencias inmediatas de la crisis eco­lcu mundial, estallada en octubre de 1929. La caída de las exportaciones y

I"'11m de los fondos norteamericanos afectaron a las empresas ferroviarias yrtllmas, vinculadas con el comercio exterior, y también al gobierno. La fuer-1"llación, las reducciones de sueldos y los despidos se reflejaron inmediata­

""'Ilh' en los resultados electorales: en marzo de 1930, y con el apoyo de la"1" ",Il'i(ín toda, los socialistas independientes derrotaron en la Capital tanto akllll:ldicales como a los socialistas, y en otros puntos el gobierno también re­,,, IlI'di6.Sin embargo, a esa altura todas las voces de la oposición, desde Cr(tica.. 111 l.lga Republicana o los estudiantes universitarios reformistas, clamaban1'"1 la caída del gobierno, La senilidad atribuida al presidente y su incapacidad1'11111 dar respuestas rápidas a la crisis, así como la pública lucha por su sucesión1'1111'1.' el vicepresidente Enrique Martínez y el ministro de Interior, Elpidio

, h1I1ZI~lcz-,daban un nuevo y contundente argumento a los opositores.LiI~discusiones giraban acerca de si se buscaría una solución institucional

"NI St' upelarfn a una intervención militar; si con el nuevo gobierno se inten-

63LOS GOBIERNOS RADICALES. 1916-1930

I?esde 1926 la ?pinión se polarizó en tomo de la vuelta de Yrigoyen, y la díscu­sión se propago a todoslos ámbitos de la sociedad. El yrigoyenismo, impulsadoP?r una cam~da ~e nuevos dirigentes, desarrolló ampliamente su red de comí­tes y fortal~cló la Imagenmítica del caudillo. Aunque tradicionalmente yrigo­yen se hab~a ,negado a identificar su "causa regeneradora" con cualquier pro-

,- grama explíclramem- definido, en esta ocasión utilizó, junto con la consignade derrotar al "c?ntubemio", la bandera de la nacionalización del petróleo. Setrataba de una sItuación CUt'I'Oa dur . idencis ,pues urante su primera presi encia el temano le había preocupado mayo '. l, , " rmente, mientras que os mayores avances en esalínea debían atnbulrse, sin duda, a la administración de Alvear. Pero -cornoempezaba ~ descubrirse- en la democracia de masas las consignas son eficacespor la cantidad de motivos ideológicos que logran reunir. En los años anterio­res e.1proble~a petrolel'O se había instalado en la discusión pública, la re-sencia extranjera era asociada 'L'Ó ' Y P. con su manlleStacl n más agresiva: la norreame-ncana de la Standard Oil La ba d d 1 . 1" ", , . n era e a naCLOnaización coincidía con.Iaprédica de los sectores militares preocupados por asegurar la autarguradeÍ paísrespecto de los recursos estráté . ---.::___.'-1 b L '- - -= - -- U. glCOS,se vmcu a a con la nueva y ruerte hostílí-d~d de los sectores terratenientes hacia Estados Unidos, a partir del con-flIcto de las carnes y enraizab f l . , .. ' a ina mente en un sennrruento antmortea-rnerrcano de más larga data, que asociaba unívocamente la metrópoli del nor-te con el "imp~rialisrno", ,Pero sobre todo, da la impresión de que de algunama~era el petroleo apareCla como la panacea que aseguraría la vuelta a la pros-pendad una fuente de rentas t b d 11'" an a un ante que con e as podna asegurarse ala vez la prosperidad de los sectores propíetanos, del Estado y de la sociedad~ue, de un modo u otro, obtenía sus recursos de ambos. Es difícil saber cuántomflu_vóesta bandera -ciertamente moderna- en la campaña y cuánto una ad­hesióri mu~ho más personal al viejo caudillo, Lo cierto es que su victoria de1928 fue tnpl~~ent~ notable: por la cantidad de gente que participó, por losvor,os que recibió Y~lgoyen, que rondaron el 60%, y por haber sido obtenidacasi desde el llano, sin la bendición presidencial.

El proyecto de nacionalización, aprobado por la Cámara de Diputados sedetuvo en el Senado, 'Y hasta tanto lograra resolver la cuestión, Yrigoye~ se

La vuelta de Yrigoyen

c~órl.,Quien se, perfilabacomo la cabeza natural de ella, el general Uriburu,dUl~La sus, ~~CI~~es desde el Jockey Club, y en realidad carecía de sólidoarraigo en un Ejercito cuya conducta era todavía un enigma.

BREVEHISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA62

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qll~el país ocupaba en el mundo y des~tó un~ serie. de conflictos'11Il' en ocasiones se manifestaron con violencia. QUle~ g~bernara

"" podía conformarse con las antiguas fórmulas y debla l~ventarImaginativas. Si además pretendía gobernarlo ~emocráttcame,n­

'l1ll' encontrar las formas institucionales de res.olLlc~ónde ~osconfllc~lundo los espacios de representación y de dlSCUSI?r:',as! como l~s

IN estatales de regulación, y en ambos aspectos el déficit de la~admi­radicales fue grande. Estas cuestiones, tanto ~ más ,qu~las vtncu~a-

111 democracia institucional, dominaron el penado SigUiente,

taría una reinstitucionallzación según los moldes tradicionales o si había lle­gado la ocasión de laNueva República, inspirada en alguno de los modelosque por entonces ofrecíaEuropa. Probablemente la elite oscilara entre am­bas soluciones, una alentada por los dirigentes políticos y por el grupo demilitares que segu ía algeneral Justo y otra por los ideólogos nacionalistas querodeaban al general Uriburu. Sólo cuando ambos jefes se pusieron de acuer­do, pudo producirse elgolpe de Estado, e16 de septiembre de 1930. La resis­tencia de las instituciones fue casi nula -el día anterior, Yrigoyen había pedi­do licencia en su cargo-, pero también las fuerzas movilizadas por los suble­vados fueron escasas, y su grueso estaba constituido por los bisoños cadetesdel Colegio Militar. Igualmente escasa fue la movilización a favor del presi­dente caído, que poco antes casi había sido plebiscitado.

La indiferencia con que fue acogido el fin de una experiencia institucio­nal sin duda importante obliga a una reflexión acerca de su consistencia. Enbuena medida, el proceso de democratización completó la larga etapa de aper­tura y expansión de lasociedad iniciada cinco décadas atrás y aparecía comosu coronación natural: la incorporación creciente de sectores sociales cadavez más vastos a los beneficios de la sociedad establecida, que más allá de lacrisis de 1917-1921 caracteriza a este período, supuso finalmente una am­pliación de la ciudadanía, inducida al principio desde el Estado pero final­mente asumida por la sociedad, como 10 testimonia el espectacular aumentode la participación hacia el final del período.

Pero a la vez era necesario traducir institucionalmente ese proceso, poneren marcha las prácticas requeridas y arraigarlas de tal modo que su ejercicioresultara natural, y aquí los gobiernos radicales no lograron avanzar lo suficien­te como para que esas instituciones aparecieran para la sociedad como un valorque debía ser defendido. Podría decirse que el radicalismo no logró desprender­se de las prácticas corrientes en el viejo régimen -aquellas estigmatizadas conuna expresión muy gráfica: el unicato- y subordinó el desarrollo de las nuevasprácticas a las exigencias de la antigua costumbre. Por su parte, una oposicióna menudo facciosa hizo poco por hacer semejar la enconada lucha política a undiálogo constructivo entre gobierno y oposición, e hizo mucho menos por de­fender a ultranza unas instituciones de las que las clases propietarias desconfia­ron desde el principio.

El balance no estaría completo si no se agregara que democracia y radica­lismo advinieron en el preciso momento en que las circunstancias propiciaspara su florecimiento c.arnbiaban bruscamente, por más que la sociedad tar­dara en percatarse de ello. La Primera Guerra Mundial cambió sustancial-

, mente losdatos del funcionamiento de nuestra economía, puso en cuestión

6SLOS GOBIERNOS RADICALES, 1916-193064 BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

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67

idumbre era común a todos los sectores que habían concurrido ar ,,1 gobierno de Yrigoyen e interrumpir la continuidad institucional.

te coincidían en este primer objetivo, y se solidarizaban con el-1 cuando perseguía a los dirigentes radicales, dejaba cesantes a los

eudos públicos nombrados por el gobierno derribado o investigaba fan­",m, corrupciones. La mayoría también apoyaba la política de mano duraIt"da con el movimiento social: la intervención en los puertos ~&-'aunnr allí el control sindical, las deportaciones de dirigentes anarquistas

llllllltnistas -perseguidos por la nueva Sección Especial de la Policía-, y11 el fusilamiento del "anarquista expropiador" Severino di Giovanni.

Prlll en rigor -ya diferencia de 1919-, en 1930 la m_qvilización social eraI ,l~a, la Depresión paralizaba la contestación, y las direcciones sindicales,'" usnmente identificadas con la institucionalidad democrática, habían he­

&. "11 poco para defenderla. Éste no había sido el objetivo desencadenante de1" u-volución, como tampoco lo fue la crisis económica mundial, ausented,·1 debate y cuyas vastas consecuencias parecían no advertirse todavía.

Regeneración nacional o restauración constitucional

PI lernbre de 193.0el general José Félix Uriburu asumió como presi­svlsional y el 20 de febrero de 1932 transfirió el mando al general1'. Justo, que había sido electo, junto con el doctor Julio A. Roca, en

del año anterior. En el ínterin, el gobierno provisional había rea­elección de gobernador en la provincia de Buenos Aires, el 5 de

l()31, en la que triunfó el candidato radical Honorio Pueyrredón, yunulada. El episodio muestra la incertidumbre en que se debatió elI provisional, vacilante entre la "regeneración nacional" o la restau­

~unstitucíonal.

III. La restauración conservadora,1930,1943

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cnpltalizar la oposición al gobierno, tenía la debilidad de la escasapartidaria fuera de la Capital y de Santa Fe, así como el conocido

hUlItl de sus candidatos. En noviembre de 1931, y en una elecciónl' escandalosa, la fórmula encabezada por Justo obtuvo un triunfo) file aplastante y permitió que la oposición ganara el gobierno de111 y una respetable representación parlamentaria.

institucionales estaban' salvadas y la revolución parecía haberiun puerto seguro. En el Congreso hubo un oficialismo y una opo­Ml' desempeñó prolijamente y fue reconocida como tal, quizá por-

y 111ros sabían que no competían realmente por el poder. La absten-1pesaría luego, pero de momento constituía una ventaja, pese al

Ul' atención que pudo significar el multitudinario acompañamiento.1 íuneral de Hipólito Yrigoyen, muerto en julio de 1933.

r el oficíalismo no fue una tarea sencilla. Justo procuró equili­icipación de las distintas fuerzas en su gobierno, aunque fue noto­

ia hacia los partidos conservadores, que sin embargo consti-11I:1s sólida base. Sólo uno de sus ministros -el de Obras Públicas,I provenía de esas filas, aunque otros dos -el canciller Carlos Saa­IIIS y el ministro de Hacienda, Horacio Hueyo- de alguna manera

üm el ese tronco. Los antipersonalistas tuvieron dos ministerios -Leo­,ltI en Interior y el santafesino Simón de Iriondo en Educación yy los socialistas independientes uno: Antonio de Tomaso, ul\t dekm; más respetados por Justo, y el único de origen plebeyo, fue mi-Agricultura.

11 que el Partido Socialista Independiente pronto declinó electoral­y se disolvió, sus dirigentes, y particularmente De Tomaso y Federicocumplieron un papel fundamental en la estructuración de la alianza y

~lrll\Hción de lo que se llamó la Concordancia parlamentaria, así comollt~l'J10de las principales políticas del gobierno. Los partidos oficialistas'." Ins elecciones utilizando técnicas muy conocidas, sobre las que habíaII~JII experiencia acumulada, que combinaban el apoyo de la autoridadnulnrmente los comisarios- con el sistema del caudillismo, y explotabanItlples colusiones entre ambos. Mientras los radicales mantuvieron suIl'iün, la aplicación de estos mecanismos sirvió principalmente para diri­

ION ronflictos en el seno del ofícialísmo, pero desde 1935 se usó para blo­t 1,1 camino al partido conducido por Alvear. La ciudad de Buenos Airesexpuesta a la opinión pública- se vio libre de ellos, y siempre ganó allí lalón; en la provincia de Buenos Aires, en cambio, se practicaron las for­

II1:ÍI, groseras del fraude, que un gobernador, Manuel A Fresco, calificó de

71I.A RESTA,URACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943

desde los más tradicionales de Buenos Aires hasta los más liberales de Oildaba o Mendoza , El radicalismo antipersonalista, su competidor en el freen formación, se había desgranado luego de que muchos retornaran al vie].tronco, dirigido ahora porAlvear. El Partido Socialista Independiente s6111podía ofrecer una base sólidaen la Capital, y también un grupo calificado didirigentes. Este conglomerado se unió tras la figura del general Justo, pero sinsuperar sus diferencias, alpunto de que lo apoyaron con dos candidatos fIvicepresidente d ístintos.

Justo' -pieza central en esta alianza- podía presentarse como un militarcon vocación civil, pero sobre todo como quien contaba con el respaldo delEjército. Desde e16 de septiembre libró una guerra sorda con Uriburu por l'1control de los mandos principales, y salió triunfante. Su más fiel sostén,el coronel Manuel A. Rodríguez, no sólo mandaba Campo de Mayo sino quefue electo presidente del Círculo Militar, lo que atestiguaba el estado de ánirno predominante en la institución. Los oficiales eran reclamados por díferentes grupos de activistas: los radicales, embarcados en conspiraciones, 101,nacionalistas, igualmente activos, y los adeptos a Justo, que unían las banderas del constitucionalismo con las del profesionalismo; pero en el grueso J(.ellos predominaba todavía la desconfianza hacia la política y una posturabásicamente profesional, que inclinó la balanza en favor de Justo.

La mayor dificultad estaba en los radicales, que habían resurgido como (·1ave Fénix luego de la victoria de abril de 1931 y del retorno de Marcelo tll'Alvear quien, con la bendición de Yrigoyen, reunificó el partido. Tampocoentre los radicales estaban claras las opciones, pues muchos apostaban a 111carta electoral y otros a derribar al gobierno provisional, con un movirnienrncívico-militar. Los numerosos oficiales radicales conspiraron, y el gobiernoutilizó las conspiraciones para desarmar a su más temible opositor político.En julio de 1931 estalló en Corrientes una revolución, encabezada por l:1coronel Pomar, que fue rápidamente sofocada permitiendo al gobierno detc­ner o deportar a la plana mayor del partido. Pese a ello, la Convención pro­clamó la candidatura presidencial de Alvear, que el gobierno vetó aduciendode modo especioso a la vez razones constitucionales y de seguridad. Los radiocales volvieron entonces a su antigua táctica de la abstención, sin abandonarlos intentos de conspiración, y dejaron el campo libre a la candidatura tll'Justo, que incluso pudo presentarse como un término medio entre la dictadu­ra de Uriburu y el extremismo subversivo de Alvear.

En la elección denoviembre de 193110enfrentó únicamente una coalicióndel Partido Socialista y el Demócrata Progresista, que proponían a dos prestí­giosos dirigentes: Lisandro de la Torre y Nicolás Repetto. Aunque eventual.

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA70

Page 36: Romero - Breve Historia Contemporánea

de 1931 -poco antes de que Justo sucediera a Uriburu- se estable­a los réditos, según un antiguo proyecto de Yrigoyen, siste­

te vetado hasta entonces, pero que en el nuevo clima de la crisisllanos de un gobierno confiable- fue aceptado sin discusión por lospropietarios. Las finanzas públicas dejaron de depender exclusiva- '

d" los impuestos a las importaciones o de préstamos externos. Suma­drástlca reducción inicial de gastos, hacia 1933 el gobierno habíaequilibrar su presupuesto.

én de 1931 fue el establecimiento del control de cambios, median­l·l gobierno centralizaba la compra y venta de divisas. Originaria-

rlW una medida para enfrentar la crisis y asegurar la disponibilidadr"go de la deuda externa, pero pronto se vio que constituía un pode­rumento de política económica: desde el gobierno podían estable­irldades para el uso de divisas, y esto era una cuestión que preocupa-

""1,, a los distintos sectores internos sino, particularmente, a los dosuspirantes externos a disponer de ellas: Gran Bretaña y Estados Uni­noviembre de 1933, una sustancial reforma estableció dos mercadosl¡ uno, regulado por el Estado, administraba las divisas provenien-

!AA exportaciones agropecuarias tradicionales, mientras que en el otrohan y vendían libremente las originadas en préstaIl)fs recibidos oucíones no tradicionales, como las industriales: Pasa el primero, lahín fue mínima, aunque se estableció una diferencia del 20% entrede compra y el de venta. El Estado se hizo de una importante masa dey sobre todo pudo decidir sobre su uso. Asf estableció una serieudes para vender las divisas que controlaba: el servicio de la deuda

Na la primera; luego, atender las importaciones esenciales, y en ter­Inn las remesas de las empresas de servicios públicos, como las ferro­En el segundo mercado se negociaban las escasas divisas restantes,

r"fll la importación de bienes de consumo como para atender al equi-11de las empresas.izando sobre el control de las finanzas, en 1935 se creó el Banco, cuya función principal era regular las fluctuaciones cíclicas de la

nuuu-raria, evitando tanto una excesiva holgura como la escasez, asírunt rolar la actividad de los bancos privados -que participaban de su11111-, sobre todo en el manejo de sus créditos. El Instituto Moviliza­Inversiones Bancarias asumió la liquidación ordenada de los bancos'.~por la crisis. También para atenuar los efectos de las crisis cíclicas"d.,r " los productores locales, se comenzó a regular la comercializa­

LI,·la producción agropecuaria. Utilizando los fondos provenientes del

73LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943

La eficacia del gobierno debía quedar demostrada, ante la sociedad en general y particularmente ante las clases propietarias, por su capacidad para eufrentar la difícil situación económica. La Depresión, que se venía manifcstando desde 1928, persistió hasta 1932, golpeando duramente a lo que -pes\'a los cambios de la década anterior- era hasta entonces una economía abicitao Cesó el flujo de capitales, que tradicionalmente la había alimentado, \'muchos incluso retornaron a sus lugares de origen. Los precios internacionules de los productos agrícolas cayeron fuertemente -mucho más aún que l'lI

la crisis de 1919-1922- y aunque el volumen de las exportaciones no deseendió, los ingresos del sector agrario y de la economía toda se contrajeron fLl~'1ternente. Como el gobierno optó por mantener el servicio de la deuda extcina, mucho más gravosa por la disminución de los recursos corrientes, debk­ron reducirse drásticamente tanto las importaciones como los gastos tldEstado, cuyo déficit pasó a convertirse en un problema grave.

Por otra parte, el díslocamíento de la economía internacional, ya anunciado en la década anterior, era cada vez mayor. En la crisis, los países centrales utilizaron su poder de compra para defender sus mercados, asegurar el.pllII"de las deudas y proteger las inversiones. Gran Bretaña se refugió en el prorrcionismo comercial y constituyó un "área" de la libra, defendida por el conuulde cambios primero y por la inconvertibilidad de la moneda después. Idént ¡ca camino tomaron Alemania y Francia, y finalmente Estados Unidos, qlllen 1933 declaró la inconvertibilidad del dólar. Era un mundo distinto, q'"requería una política económica nueva e imaginativa. La adoptada ínlclulmente -por Uriburu y por Justo al principio de su gobierno- se había lírul 111do a las medidas reactivas clásicas, y sólo incursionó tímidamente por nruvos caminos; a mediados de 1933, con la designación como ministro de III1cienda de Pineda -con quien colaboró Raúl Prebisch-, se avanzó por 1111

rumbo másnovedoso, delineándose dos tendencias que habrían de penluuulargamente: la crecien, 1:e intervención del Estado y el cierre progresivo d.· 111economía. También ot:Ia, menos duradera pero de mayor trascendencia l'll 11'inmediato: el reforzam, iento de la relación con Gran Bretaña.

intervención y cierre económico

patriótico, diciendo laque seguramente muchos pensaban. Quizá sea significa'tiva la estigmatización por la sociedad de estas prácticas, en el fondo muy trn­dicionales, que revelahasta qué punto la cultura democrática había empezadoa arraigar en la sociedad.

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA72

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Il 11Ira rama, igualmente insatisfecha, antes ~u~ pro~undizar laIn anterior. A esto concurrieron factores de distinto tipo. Como

Jnr~l'Sábato y Jorge Schvarzer, la vie~a diná~ica de los s.e~t~re~lll' diversificación en distintas actlvLdades sm atarse defínitívaencontró en la industrialización sustitutiva un nuevo campo,nentó posteriormente con la inversión inmobiliaria. Por otranación de un mercado cerrado y algunas pocas grandes ern-

Itlln rama o actividad tomó poco relevante la presión ~or la ~a-11el menor precio. Lo eran, en ~ambi(i),las reglas de Ju~go qu~

ndo, ya fuera por la vía de los aranceles o del tipo de.camblO. ASI,1) industrial abrió un nuevo campo de negociaCLón entre loserarios y el Estado.

hhIS en el sector agropecuario fueron menos notables, sobre tod?, pampeana. La ganadería siguió retrocedie~do res?ecto de la agn­h:llal que en la década anterior. La producción agncola no decayó,rrumbe de los precios, aunque la situación de los productores seIIl'llsiblemente, en especial la de los más pequeños, y se ~ueron delr

In,. condícíones del éxodo rural, visible luego del comle~zo de. a( luerra Mundial. Hasta entonces, las exportaciones de maiz ,crecle-1en los años centrales de la década -aprovechando un penodo de

1:, d Unidos- lo que influyó tanto en el equilibrio f~cal como" ista os , 1 dlvn prosperidad de la economía entre 1934 y 1937, a punto, e quen,se manifestaron en el estímulo a la industria Y la construccL~n. El

"'I~S importante se produjo fuera del área pampeana, donde crecLe~orulrlvos industriales orientados al mercado interno, Y muy especia -Idel algodón, que desde 1930 se consumía casi ínte~ramen.te, "' elrudo el nordeste se extendió la ocupac.ión de nuevas tler~s, 111lcla~~

"~l'iIlh~anterior, y se constituyó un amplio sector de pequenos produI 'U' lentes de un sector comercial e industrializador muy concentra-Url'ln , 1 . li ióI ié ' el Estado intervino para regular a comercia LzaCLn.

11111' -n aqut , d111111)1'\, la crisis y las respuestas de índole coyuntural hablan cre.a o ~na

di' 1"l1l1dicionesnuevas que hacían muy difícil el reto~o a la situación, l'odía discutirse si el equilibrio y la relativa prospendad que se adv~r-

, I 1936 _y que se manifestaba en una reactivación de la protesta S111-1111 11 . '1 h lanteado1 llt:hfa atribuirse a esos cambios o stmp emente -como a.p1111 ( )'Connell- a una transitoria prosperidad de las exportaciones- ,Pero

,11'11" de la economía, la intervención del Estado y un cierto crecírruentorlnl parecían datos sobre los que no se podía retornar.

I A RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943 75

control de cambios, la Junta Nacional de Granos aseguró un precio míniunpara los productores rurales, evitándoles tener que vender en el peor 11111

mento. La junta Nacional de Carnes apuntó al mismo objetivo, aunque lirnltada al escaso sector del mercado que escapaba a los frigoríficos extranjero­El sistema se extendió también a productos extrapampeanos como el alg(ldón y el vino.

Por ese camino, el Estado fue asumiendo funciones mayores en la activldad económica, y pasóde la simple regulación de la crisis a la definición dI"reglas de juego cada vez más amplias, según un modelo que teorizó el economista británico John Maynard Keynes y que empezaba a aplicarse en todo l·1mundo. A la vez, el conjunto de la economía fue cerrándose progrestvamen­te a un mundo donde también se dibujaban, con nitidez creciente, áreas rel:»tivarnente cerradas. Era todavía una tendencia incipiente, impulsada por fac­tores coyunturales, pero que se fue afirmando progresivamente, y estimulómodificaciones que finalmente la harían irreversible.

La más importante tuvo que ver con la industria, cuya producción co­menzó a crecer en el marco de la crisis, y siguió haciéndolo luego de la recu­peración de la segunda mitad de la década. Con la prosperidad de las décadasanteriores se había constituido en el país un mercado consumidor de impor­tancia. El cierre creciente de la economía, los aranceles y la escasez de divisascreaban condiciones adecuadas para sustituir los bienes importados por otrosproducidos localmente, sobre todo si la producción no exigía una instalaciónfabril muy compleja o si ya existía una base industrial, que podía ser utilizadamás intensamente. Ésta se había extendido en la década de 1920 y siguióexpandiéndose, sobre las mismas líneas, luego de 1930.Creció mucho el sec­tor textil, pero también la mayoría de las actividades volcadas al consumo:alimentos, confecciones y productos químicos y metálicos diversos. Los gran­des capitales, vinculados hasta entonces en forma predominante a las activi­dades agropecuarias para la exportación, acentuaron su orientación hacia Inindustria. El más importante grupo exportador, Bunge y Born, que ya teníaotras industrias, instaló en 1932 la empresa textil Grafa, precisamente en larama por entonces más dinámica. Lo mismo hicieron otros grupos económi­cos tradicionales, como Leng Roberts o Tornquist -que combinaban activi­dades agropecuarias Con industriales o financieras-, y también nuevos inver­sores extranjeros: sigrr ificativarnente, a mediados de la década de 1930 seinstalaron tres grandes empresas textiles norteamericanas, Anderson Clav­ton, ]antzen y Sudamtex:, y en seguida Ducilo, dedicada al hilado sintético.

La sustitución de importaciones ofrecía el atractivo de un mercado exis­tente "i cautivo, y una ganancia rápida. Una vez satisfecho, era más con ve-

74 BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

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Estos cambios sefueron produciendo gradualmente, sin suscitar grandes dl~cusiones ni polarizaciones. En cambio, la cuestión de la relación con GI'IIBretaña -que sevenía debatiendo desde la década anterior- resultó mue]más controvertida. Presionada por el avance de Estados Unidos, y en el milica de la crisis desatada en 1930, Gran Bretaña optó por reconcentrarse enImperio, fortalecer sus vínculos con las colonias y dominios y acotar en elhla presencia estadounidense. A la vez, en un contexto mundial de restriccinnes financieras, sepropuso defender sus antiguos mercados y salvar sus ingrrsos provenientes de préstamos o inversiones antiguas. No todos los objetivoseran compatibles, de modo que al establecerse las prioridades había un 111111

gen considerable para la negociación. En 1932, la Conferencia Imperial 1111

Ottawa inclinó la balanza hacia los miembros del Commonwealth, quienutendrían preferencia en las importaciones británicas. Entre otras medidas, foI

decidió reducir en un tercio las compras de carne congelada argentina, qUlpodía reemplazarse por la de Australia, yen un 10% la enfriada, tornarulnpara esto como base las compras de 1932, ya muy bajas. Se trataba de 1111

punto extremadamente sensible para la Argentina, quizá no tanto por MIimportancia económica intrínseca como por la magnitud de los intereseconstituidos en torno de la exportación de carne: productores, frigoríficos y

\ empresas navieras eran capaces de presionar fuertemente sobre el gobierno\ A la vez, el gobierno argentino poseía un arma también decisiva: la polftk fl

arancelaria y el control de cambios permitían discriminar las importaciotmy regular el monto de las divisas que serta utilizado para pagar el servicio de 1Ideuda británica, para seguir comprando productos británicos o para rernhhas utilidades de las empresas británicas instaladas en la Argentina. En ""ontexto de escasez de divisas, y con fuertes demandas de los intereses ('11

nerciales norteamericanos, el punto se convertía en sumamente imporuuurara Gran Bretaña.En 1933 una misión encabezada por el vicepresidente Julio A. Roca nC1l11

ció en Londres las condiciones para el mantenimiento de la cuota argentina d.carne. Ello era vital para asegurar la credibilidad del gobierno entre los diverso­sectores ligados a la actividad pecuaria, y en este aspecto obtuvo un éxito 1'1,11

tivo: se mantendrían las condiciones de 1932, y se consultarían eventunh­reducciones posteriores que fueran necesarias. No logró gran cosa en su segundo objetivo: aumentar la participación de los productores locales en el conu.dde lasexportaciones, de modo de negociar en mejores términos con los friw 111ficos.El patado, fi.r:-mado por Roca y el ministro británico Runclman, lirnirl~Id--_ .

cupo que podría ser manejado por frigoríficos nacionales, entre lospreveía que podría existir uno de tipo cooperativo, sin fines de lucro.de eso, Gran Bretaña se aseguró de que la totalidad de las libraspor este comercio se emplearían en la propia Gran Bretaña: en el

In deuda, en la importación de carbón, material ferroviario o textilesque se establecía un tratamiento arancelario preferencial- y en lade utilidades de empresas británicas. A la vez, se estipulaba un "trata­

benévolo" para esas empresas, que estaban sometidas a múltiples difi-Se trataba sin duda de una gran victoria para los británicos: a cambio1l1l,U~11CUde la participación argentina en el mercado de carnes -un

en el que los empresarios británicos eran el socio principal- se asegu­cobro de los servicios de sus antiguas inversiones y el control de partesIvas de un mercado interno amenazado. Los norteamericanos, por su

.""Llllllll<1''''U,," con los aranceles y con el uso de las divisas, retrocedieronmercado, aunque luego contraatacaron realizando inversiones indus-que saltaban la barrera arancelaria. La tendencia al bilateralismo con

insinuada en 1929 con el Tratado D'Abernon, quedó amplia­nn ifícada.

to benévolo" apuntaba a reflotar empresas británicas en di­las ferroviarias y las de transporte urbano. Los ferrocarriles esta­

por gastos fijos muy altos, una reducción genesal de su activi­creciente competencia del transporte automotor, estimulado por la

construcción de caminos iniciada en 1928 y mantenida con vi­Justo. El camión solía llevarse la parte más apetecible del negocio dey 11 la vez estimulaba las importaciones de automotores, repuestos y

de origen norteamericano. El tratado aseguró a las empresas queenviar sus ganancias, pero éstas fueron mínimas a lo largo de toda laAlgo parecido ocurría con la empresa Anglo de tranvías de Buenosipletaria también de la primera línea de subterráneos-, víctima de

de los taxis colectivos, más rápidos y eficaces. El "tratamien­ial" consistió en la creación de una Corporación de Transporte

lad de Buenos Aires, que despertó la indignación general sin lograrque los colectiveros se incorporaran a ella y cesaran con su corn-

111, En ambos casos, se trataba de empresas que habían dejado de ser,... y que, por otra parte, no habían hecho las inversiones necesarias1I1Iwrvarsu peso, de modo que el "tratamiento preferencial" sólo bus­

IUlIll'nrm algunas ventajas monopólícas y dilatar su ineludible deterio­,,1 cual los directivos empezaron a trazar una nueva estrategia: ven-

111 E~tado.

La presencia británica

LA RESTAURACiÓN CONSERVADORA, 1930·1943 77BREVEI-lISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA16

Page 39: Romero - Breve Historia Contemporánea

11 respuesta de los ministros Duhau y Pineda. En lo más violentotlls sesiones cayó asesinado el senador electo Enza Bordabehere,de bancada de De la Torre, a quien iba dirigido el disparo, a ma­

h, nnbre de acción vinculado con Duhau. El debate terminó abrup­In resolución. El gobierno perdió mucho ante la opinión y, sobre

ibó que la etapa más fácil de su gestión había terminado. ~n.l?sy con vistas a las elecciones presidenciales, la OpOSLCLon

sus filas. .se apoyaba en los reclamos de un sector de ganaderos, ~e ~aTo­

Inhido dar una amplitud política mayor a su reclamo, esgrimiendonro capaz de polarizar, contra el "imperialismo" y la "oligarq~ía",sensibilizada por el avance, en cierto modo grosero, de los inte­

leos. La argumentación se reconocía en la tradición socialista y-en Manuel Ugarte o en Alfredo Palacios-, pero también en la

lntelectuales provenientes de las clases tradicionales y movilizadosEn 1934 los hermanos Rodolfo y Julio Irazusta -ganaderos entre­

, vereranos del nacionalismo antirradical- publicar~n LI~ libro de1~1Argentina y el imperialismo británico, en el que historiaban una

'IUl' juzgaban perjudicial desde sus comienzos, allá por 1810; res~on­innto a los británicos como a la clase dirigente loca~~ncandlladaismo y ciega a los verdaderos intereses nacionales. A ella con­

la figura de Rosas, expresión de los intereses auténtican:ent~ na-V11 la vez de una forma de gobierno dictatorial no contaminada por

corruptor.vu uru.a...,,·0,)< de la figura de Rosas ya había empezado en la décaday !!l' desarrolló intensamente en los años treinta, tant? en medios hi~­'IS como políticos. Servía para identificar tanto a quienes eran mOVI­

t rechazo de la influencia británica como a los que veían al liberalismoprincipal enemigo. Allí confluyeron naturalmente el nacional.ismo

11',1 y sobre todo las nuevas corrientes del catolicismo, para quienespresentaba no el antiimperialismo sino la tradi:ión hispana de u~auutoritaria, jerárquica y católica, que contraponían a la contempo~a­uuplda por el liberalismo, el protestantismo, el jud~ísmo y e.l.marxls­

", orcarniento de las clases dirigentes y la Iglesia católica -rnanifiesto en,dl'N jornadas del Congreso Eucarístico de 1934- ~r~ó el e~pacio.para laill de estas ideas, que empezaban a revertir el tradicional liberalismo dehrd argentina.

79LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943

Pese a que los beneficios no eran parejos para todos los involucrados, c,ltratado de Londres fue apoyado por los diversos grupos propietarios: cuando sediscutió en e!Congreso, la oposición más consistente fue la del Parrldo Socialista, preocupado por las repercusiones que estos arreglos tendría"sobre los consumidores locales. Sin embargo, casi de inmediato afloraronlos conflictos entre los distintos intereses: los frigoríficos, los ganadero,"invernadores", quesuministraban la carne para el enfriado y habían COIIservado casi intacta su cuota en el mercado británico, y el grueso de !(I"criadores", que debían optar entre la exportación de carne congelada dI'menor calidad, la Venta a los invernado res o el consumo interno, Los grandes invernadores, más estrechamente vinculados con los frigoríficos, se expresaban a través de la Sociedad Rural; los criadores organizaron la Conícde ración de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAI'),vocero de sus intereses sectoriales. En el acalorado debate, no se discutleron tanto los términos del tratado como la forma en que los frígorffíc.»habrían de manejar los precios internos, las ventajas relativas de uno~ productores y otros, y la posibilidad de que los productores participaran en Sil

regulación a través de un frigorífico corporativo, utilizando la cuota (h'!15% que el tratado les reservaba. En 1933 se sancionó la ley que establecfuuna Junta Nacional de Carnes, destinada a intervenir de manera limitaduen la regulación del mercado, y se disputó intensamente por la cornposlción de su directorio. Dos años después se produjo el episodio más especrucular del debate.

En 1935 el senador por Santa Fe Lisandro de la Torre, que ya había manlfestado reservas ante el tratado de Londres, solicitó una investigación sohn­el comercio de las carnes en el país y las actividades de los frigoríficos. LII~senadores oficia listas reconocieron la existencia de abusos importantes pe Irparte de los frigoríficos, de precios excesivamente bajos pagados a los PI'( Iductores, prácticas rnonopólicas, evasión de impuestos y reluctancia ante 1II

investigación. De la Torre fue más allá, y unió el ataque a los frigoríficos cununa embestida muy fuerte contra el gobierno. Propietario rural él mismo, j'

dirigente de una sociedad rural santafesina, De la Torre había sido candid.unpresidencial en 1916 contra Yrigoyen y en 1932 contra Justo, y era por CII

tonces la figura destacada de la oposición parlamentaria de socialistas y dI'rnoprogresistas. Denunció que Losfrigoríficos, protegidos por las autorídadcs,no pagaban impuestos, ocultaban sus ganancias y daban trato preferencinl ualgunos ganaderos influyentes, corno-el propio ministro de Agricultura, Lul«Duhau, que había sido presidente de la Sociedad Rural. Fue una intervención espectacular, que duró varios días, atrajo la opinión pública y susclt.

BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA78

Page 40: Romero - Breve Historia Contemporánea

Pese a sus éxitos enlo económico, el régimen presidido por Justo fue vistointensidad creciente- como ilegítimo: fraudulento, corrupto y ajeno alos intreses nacionales. Si hasta 1935 el gobierno había avanzado sin grandestiempos, desde esafecha se hicieron evidentes los signos de una creciente 1111

vilización social y política.En julio, el prestigioso general Ramón Malina había elogiado en fon

pública la presidencia de A1vear, y poco después hizo un reclamo por la vigencia de la soberanía popular y de elecciones libres, que recibió el entusta apoyo de la Federación Universitaria. Cuando en 1937 fue pasado a reriuhubo una importante manifestación de apoyo, en la que hablaronPalacios y el propio Alvear. '• En octubre de 1935 los trabajadores de la construcción de Buenos Aiconducidos por dirigentes comunistas, iniciaron una huelga que duró más,noventa días; en losbarrios de la ciudad se manifestó una amplia solidariy en enero la CGT realizó una huelga general de dos días -la única de la dér 1

da- al cabo de la cual los huelguistas obtuvieron la satisfacción de una pnusustancial de sus demandas. El saldo más importante fue, quizá, la constlución de la Federación Obrera Nacional de la Construcción, uno de los simlcatos más importantes y combativos del país. En 1936 se efectuaron muclhuelgas, al igual que en 1935 y 1937, coincidiendo probablemente COtt 1reactivación económica. En ese año la Confederación General del Traba]cuya dirección se había reconstituido con predominio de socialistas y COIIIInistas, celebró el! Q de Mayo con un acto conjunto de los distintos parrl.hde oposición: radicales, dernoprogresístas, socialistas y comunistas adhlt'lron a los reclamos de los trabajadores, fustigaron a los "herederos del () ,septiembre" y reclamaron por la libertad y la democracia. Por primera vez 1esa fecha, se cantó el Himno Nacional, y 'Marcelo T. de Alvear fue elouír«como "un obrero auténtico de la democracia nacional".

En 1936 la Unión Cívica Radical, que el año anterior había levantadoabstención electoral, triunfó en las elecciones de diputados en algunos (11·1,principales distritos -Capital, Santa Fe, Mendoza, Córdoba- y alea nzl'1mayoría en la Cámara de Diputados; en Córdoba, además, triunfó su c:III,11dato a gobernador, Arnadeo Sabattini. Quizá para compensar, el gohicuintervino la provincia de San ta Fe, gobernada por el dernoprogresistn L,11 111

no Malinas, y avakS el desembozado fraude con el que Manuel Fresco 1\111

en la provincia de Bu.enos Aires. Un "manifiesto de las derechas", que I'\'dlll

tó Pineda, alertó c.ontra el resurgimiento de las "masas ciegas" y 1:1 IlItliI I

111, desplazada en 1930, y justificó el "fraude patriótico", que desde~I).!obierno utilizó sistemáticamente en favor de los partidos oficia,la única excepción de la Capital.d6n del gobierno se dirigió también hacia el nuevo sindicalismolu Ley de Residencia fue aplicada en 1937 contra los principales

de la construcción, comunistas de origen italiano deportados a lalIta. A la vez, se aprobó en el Senado una ley de Represión del Comu­fue bloqueada por los diputados. Para equilibrar el aglutinarnientoque reclamaban por la democracia, Justo abrió un poco el juego a

nacionalistas que hasta entonces había relegado: así, el gobernador) hacer fe pública de militancia fascista y los oficiales nacionalistas,

..... " ..,;)con los nuevos éxitos del Tercer Reich, pudieron hacer campa-[íhertad entre los cuadros del Ejército. Se decía que el coronel JuanMlllina, acólito de Uriburu en la creación de la Legión Cívica, cons­mtrn Justo, quien sin embargo lo promovió a general.

drn'chas habían convocado a un "frente nacional", contra el Frentelllll' se esbozaba. Las denominaciones no eran caprichosas, pues losAlineamientos y polarizaciones que se estaban dando en el mundoen los conflictos locales, alertaban fuerzas adormecidas, suministra­lJ:nus y banderas, definían a los indecisos y ayudaban a delinear

alianzas. ...entupo de los opositores al gobierno fue muy importante el cambio

del Partido Comunista, que en marzo de 1935, adoptando rápi­las nuevas orientaciones del Comíntern, había abrazado la consig­

rente Popular. En los años anteriores, con la consigna de "lucha dera clase", los comunistas habían combatido por igual a los nazis y

Va los partidos socialdemócratas, a quienes estigmatizaban como losisos enemigos del proletariado, pero desde 1935 se lanzaron a im-

111 unidad de los "sectores democráticos" para enfrentar el nazifascis-rllkando las consignas y prácticas que pudieran irritar o atemorizar a''1 progresistas y democráticos de la burguesía. Con tal programa, eny ,'1\ España integraron, junto con socialistas y partidos radicales de''''IIIJIlS frentes populares que ganaron las elecciones de 1936. Aun­IIIIIIad6n local no era exactamente igual, el gobierno de la Concor­h,,' hlcntificado con el enemigo universal, y el reclamo de un frenteI y democrático sirvió para cerrar filas entre sus opositores.

" 111 Guerra Civil española, cuyo impacto en la Argentina fue enor-11\'111 11111':1definir más claramente aún los campos. No sólo se dividió la

~IIIIII colectividad ele españoles sino la sociedad argentina toda, proli-

Un Frente Popular frustrado

81LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943BREVEH1STORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA80

Page 41: Romero - Breve Historia Contemporánea

.(tividad se prolongaba naturalmente fuera de los ámbitos inte­cm infinidad de publicaciones populares y conferencias, por obralo grupo de militantes de la cultura, que frecuentemen~e t~~­de la política, sobre todo a medida que el clima de pola.nzaclOníendo. Había en todo este movimiento una tendencia fuerte

de los problemas de la sociedad, la crítica y la propuesta de solu-tl'rnativas para cuestiones especfficas: la educación, la salud, lan~raria, la condición de la mujer. Aunque en muchos aparecelaa la Unión Soviética, se trata más bien de un modelo de SOCle­Izada racionalmente antes que de una incitación a la toma vio­

I poder. Lo que predomina es el espíritu reformista y la convocato-lli quienes coinciden en la aspiración al progreso, la libertad, la¡rI y una sociedad más justa. .de esas preocupaciones están presentes en la Confederación Ge-

Trabajo, máxima representación de los obreros organiz.ad?s. La CGTnucído en 1930, uniendo a los grupos sindicalistas y sOClaltsta~hasta

separados. Sus primeros años fueron azaroso~: la du~a re~reslón gu­ical, aunque dirigida a anarquistas y comunistas, dlsu~dLade cual­

Ilcdón demasiado militante, que por otra parte estaba leJOSde las m-de los dirigentes, predominantemente "sindicalistas"; la fuerte

provocada por la crisis restaba capacidad de movili:ación, peseno faltaban motivos: los salarios cayeron fuertemente, Y solo en 1942

el nivel de 1929.1933, la recuperación económica y la reorientación indu.strial ern-

a hacerse notar. La desocupación fue gradualmente absorbida, y ern-I,'ntamente el movimiento de migrantes de las zonas rurales hacia los

centros urbanos, atraídos por el nuevo empleo industrial. En Buel:osI hasta mediados de la década este crecimiento se radicó en los b~rnos

"rlc..:osde la ciudad para ir luego engrosando progresivamente el cmtu­IIlIhurbano. Entre las organizaciones gremiales seguían do.minando ~osulcs sindicatos del transporte y los servicios: la poderosa Unión F~rrovla-"11 primer lugar -verdadero ejemplo de organización-:-, .la Fraternldad, demnquinistas de trenes, la Unión Tranviaria, los municipales, los em~lea­tilO comercio. Pero poco a poco fueron creciendo los grupos de trabaJad~­de las nuevas industrias manufactureras o de la construcción; allí los diri­nll'S comunistas tuvieron éxito en organizar sindicatos que agruparan losIIIlguos oficios por ramas de industria: metalúrgicos, textiles, madereros,alimentarios .!..entre los cuales dominaban los trabaJad~res. ~e la carne- y111 .hl'c todo obreros de la construcción. Con más de 50 mil afiliados, la Fede-

83LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA. 1930-1943

ferando colectas, COmitésde ayuda, manifestaciones y peleas en cualquierámbito compartido porpartidarios y adversarios de la República. En las derechas, la Guerra Civilintegró a conservadores autoritarios, nacionalistas, fllofascistas y católicos integristas en una común reacción contra el liberalis­modemocrático. Enelcampo contrario, terminó de soldar el bloque de solí­daridades que iba desde el radicalismo hasta el comunismo, pasando porsocialistas, demoprogresistas, los estudiantes de la Federación Universitaria,los dirigentes sindicales agrupados en la CGT y un vasto sector de opiniónindependiente y progresista, que también incluía figuras del liberalismo con­servador. Sal va éstos, probablemente eran los mismos que en 1931 habíanapoyado la Alianza Civil de De la Torre y Repetto, pero lo cierto es que 1:1España Republicana, y la convicción de que las democracias se aprestaban adar una batalla final contra el fascismo, creaba un polo de solidaridad e iden­tificación mucho másatractivo y movilizador.

Una parte importante de ese arco se asentaba en el mundo intelectual,cuya politización se acentuó en la segunda mitad de la década. La ReformaUniversitaria, con su ideología genéricamente antiimperialista, democráticay popular, empezaba a penetrar en la política: algunos de sus principales diri­gentes se incorporaron a los partidos -josé Peco, al radical; Alejandro Korn yJulio V. González, al socialista; Rodolfo Aráoz Alfara, al comunista- y otrostuvieron militancia independiente, como Deodoro Roca y Saúl Taborda. Si­milar combinación de lo académico y lo político, desde una perspectiva pro­gresista, se encuentra en el Colegio Libre de Estudios Superiores -una suertede Universidad popular- fundado en 1930, orientado tanto a los temas dealta cultura como a la discusión de las cuestiones políticas, económicas ysociales. La misma combinación se encuentra en la revista Claridad, dedica­da al ensayo, la crítica y los temas políticos, que fueron ocupando un espaciocreciente. Claridad, que además editaba diversas colecciones populares deliteratura y ensayo, reunió a muchos de los intelectuales y escritores que ha­bían militado en el grupo Boedo, y que habían definido una opción por el"arte comprometido"; entre ellos, Leónidas Barletta creó en 1931 el Teatrodel Pueblo, donde por 20 centavos podía verse a lbsen, Andreiev o Arlt. Esemismo año, los herederos de Florida, partidarios de la renovación estética yde la "creación pura", se nuclearon en la revista Sur, fundada por VictoriaOcampo. Es sígníftcatí vo que ambos grupos se alinearan -aunque con distin­to entusiasmo- en el bando de los defensores de la democracia.

La instalación de a.lgunas editoriales creadas por emigrados españoles-Losada, Emecé y Sudamericana, entre ellas- multiplicó la actividad delmundo intelectual y a:J:'tfstico y dio trabajoa escritores, traductores y críti-

82 BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

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dr 111 Unión Ferroviaria condujo a fines de 1935 -en el marco de una..indical creciente- a una renovación radical de la conducción de" un peso mayor de los dirigentes gremiales firmemente alineadosido Socialista; a la vez, permitió el ingreso progresivo a la conduc-

llls comunistas, cuya fuerza sindical era creciente. Unos y otros im­d acto del 1Q de Mayo de 1936, con la participación de los partidosque debían integrar el Frente Popular. Esa coincidencia no se repi-19.39 incluso se separaron socialistas y comunistas, divididos cuando

r"l:tó con Hitler. Por entonces, la agitación sindical estaba merman­dlficultades del Frente Popular eran crecientes.

pieza clave del frente era la Unión Cívica Radical. El levantamientonhstención electoral, en 1935, había sido impulsado por los sectores

.íliadores del partido, que rodeaban a Marcelo T. de Alvear. Conpeso en la Cámara de Diputados y en el Concejo Deliberante, el radi-1 contribuyó a mejorar la imagen de las instituciones, cuya legitimi-

Ir hallaba fuertemente cuestionada, así como a convalidar algunas de lasmes más controvertidas, como la renovación de las concesiones eléc­de la Capital, una medida que, según probó una investigación poste­

"portó al partido una generosa gratificación. Pero la vuelta a la luchaka también aumentó las posibilidades de manifestación de los gruposavunsados del radicalismo, nutridos de jóvenes veteranos de la militan­universitaria y que reivindicaban una tradición yrigoyenista. Sabattini,( :,'1rJoba, sostuvo un programa muy innovador en lo social, y en la Capi-11111 opositores a Alvear constituyeron una tendencia fuerte, que criticó elornlismo conciliador de los dirigentes, mientras que el grupo de Forja,lruido en 1935, comenzó a definir una línea más preocupada por los

nacionales. El propio Alvear oscilaba entre ambas corrientes: jefeurul de los conciliadores, sus propuestas de 1937, cuando compitió en la. .íón presidencial, recogían mucho del discurso progresista y de izquierda

.fln con el esbozado Frente Popular.En esa ocasión sólo lo acompañó formalmente el Partido Comunista,

rlll's el socialista se hallaba en franca competencia con e! radical. Hasta1')H; los socialistas habían tenido una fuerte representación parlamenta­rln, que se redujo drásticamente con el retorno electoral de los radicales.Simultáneamente, mejoró su situación en el campo gremial, con la nuevadlrccción de la CGT, pero en 1937 sufrió la escisión de un grupo de militan­"'S Jisconformes con la anquilosada elite dirigente: muchos de quienes porentonces integraron el Partido Socialista Obrero pasaron luego al Partido(:Ilffiunista, y este conflicto, profundizado en 1939 luego de la firma del

85LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943

ración Obrera Nacionalde la Construcción era hacia 1940 el segundo scato, detrás de laUniónFerroviaria, que rondaba los 100 mil.

Adormecida en los años inmediatamente posteriores a la crisis, la activdad sindical resurgióhacia 1934 y creció mucho en los años siguientes hast1937, acompañando al ciclo económico. Los dirigentes sindicales de entonces -comandados porlos ferroviarios- mantuvieron la tendencia gestadala década anterior dedeslindar sus reclamos gremiales de los planteos polítlcos más generales, y esto valió incluso para muchos que pertenecían al Parrldo Socialista. Gradualmente obtuvieron algunas mejoras, pero concedida,en forma parcial yaplicadas a regañadientes. Los ferroviarios pudieron salvarsus empleos a pesar de la crisis, pero a costa de una reducción salarial. Loaempleados de comercio lograron una ley que establecía la licencia por enfcr­medad y la indemnización por despido pero fue vetada por e! presidente] usruen 1932, aunque luego fue sancionada. La jornada de trabajo se redujo pro­gresivamente, especialmente por la generalización paulatina del "sábado in.glés", y en algunas actividades se instrumentaron siste~as de jubilación, pe­ro en ningún caso existieron las vacaciones pagas.

El Estado no ignoró ni los reclamos ni la importancia °deeste actor social. Elpresidente Roberto M. Ortiz, que había sucedido a] usto en 1938, no sólo manotuvo buenos contactos con los ferroviarios sino que procuró formarse entreellos una base de apoyo, interviniendo activamente en sus conflictos internos.El gobernador Fresco fue más allá; siguiendo las prácticas de! Estado fascistaitaliano, declaró que su objetivo era armonizar el capital y el trabajo. Al tiern­po que reprimía duramente a los comunistas, legalizaba los sindicatos y utiliza­°ba el poder arbitral del Estado para proteger a los trabajadores. Más discreta­mente, el Departamento Nacional del Trabajo -que realizó una notable tareade recopilación de información- fue extendiendo gradualmente la práctica delconvenio colectivo y del arbitraje estatal; sus frutos se aprecian en la cantidadde huelgas resueltas por algún tipo de transacción.

Entenderse directamente con uno de los actores principales de la socie­dad formaba parte de la estrategia general del Estado intervencionista y diri­gista y, a la vez, coincidía con la tendencia de sus dirigentes a reducir elespacio de la política partidaria y de las instituciones representativas, comoel Congreso. ReconOcer la importancia del Estado y hacer de él su interlocu­tor principal constituía también una tendencia muy fuerte entre los dirigen­tes sindicales. Esta tendencia -denominada "síndicalísta"- fue criticada porquienes, desde los paytidos políticos opositores, empezaron a dar prioridad él

los reclamos democrá.ticos y al enfrentamiento político con e! gobierno, ypresionaron para alinear en él a las organizaciones sindicales. Un conflicto

BREVEH1STORlACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA84

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mundial que se desencadenó en septiembre de 1939 cambió gra-111' el panorama político, reacomodó los distintos grupos internostllllt! acercó posiciones entre los radicales y algunos sectores conser­

y planteó nuevas opciones, Pero las diferentes alte~~tivas no sek-ron ni recortaron en forma definida a los actores políticos, de mo-

1'11 1l)1! afias iniciales de la guerra los alineamientos fueron confusos yIorlos,

111illll'l' impacto lo produjo sobre las relacion~s co~erciales y econórní­t lum Bretaña y Estados Unidos, El progresivo cierre de los mercados

La guerra y el "frente nacional"

burgo, la corriente que desde 1936 había hecho de la dem~crac,iatil' convergencia contra los herederos de septiembre se habla af:r­hlén en un proceso más específico de la sociedad, La democracia,en 1912, había arraigado lenta y progresivamente en la sociedad,

Ul' asociaciones de distinto tipo, destinadas a canalizar hacia laslos reclamos de sus diferentes sectores, contribuyó a la vez a la

de los ciudadanos, al desarrollo de los hábitos y prácticas de parti­ni ejercicio de los derechos, La tarea docente realizada P?r e;1,am-lmiento intelectual y político de corte progresista y de izquierdan moldear a los "ciudadanos educados" característicos de esta dé­irnente fue un proceso desigual, mucho más visible en las grandes

que en las zonas rurales, pero no por eso menos r~al, y capaz ,depese a las restricciones que desde el Estado se pusieron a la VIda

pnrtídaria, y a su desnaturalización por las prácticas f~~ud~l,entas.partídos no supieron canalizar y dar forma a esa movilización de­I encontrar el punto de acuerdo entre ellos y adoptar una posiciónrente opositora: quienes debían enfrentar categóricamente al go­

optaron por las transacciones, y contribuyeron a un pr~­dl'Nrreimiento ciudadano: las banderas de la regeneración democráti-

rasado a miembros del mismo régimen, Pero en ver~Sld, des,d~ eln mtribuyó en mucho a esa descalificación de los partidos políticos

) sistema representativo: mientras la política quedaba asociada""lIde, el Estado encaraba la negociación de las cuestiones de gobíer­

I1I11(!ntecon los distintos actores de la sociedad -los sindicatos, los¡t;, las Fuerzas Armadas, la Iglesia y hasta las asociaciones civiles­Ial Congreso y a los partidos políticos,

87LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943

pacto nazi soviético, comp licólas alianzas de un Frente Popular por entonces cada vez más problemático,

La consigna de lademocratización, despojada de sus aristas más radicallzadas, resultó tentadora para gruposdel oficíalismo, preocupados por la legltimidad del régimen y espoleados por disputas internas crecientes, En 193'1el presidente Justo pudo imponer a sus partidarios la candidatura presidencial de Roberto M. Ortiz, de origen radical antipersonalista como él, pcrudebió aceptar para lavicepresidencia a un representante de los grupos COI1

servadores más tradicionales: el catamarqueño Ramón S, Castillo, Para eufrentar la candidatura de Alvear se recurrió sin disimulos a procedimienufraudulentos que -según Pinedo- hacían "imposible catalogar esas elecciones entre las mejores ni entre lasregulares que ha habido en el país", A Orrlle resultó más difícil que a justo mantener el equilibrio con los grupos conscivadores de su partido, y menos aún con los nacionalistas, fuertes en la calle yen el Ejército, A la vez, le atrajo la posibilidad de acercarse al radicalismo,con el apoyo de Alvear, Ortiz sepropuso depurar los mecanismos electoralesy desplazar a los dirigentes conservadores de sus principales bastiones, El!febrero de 1940 intervino la provincia deCatamarca -de donde provenía l'lvicepresidente- y al mes siguiente hizo lo mismo con la de Buenos Ain.'~cuando el gobernador Fresco se aprestaba a transferir el mando a Albert:Barceló, el ejemplo más conspicuo del caudillismo fraudulento y gangsterllEse mes, los radicales triunfaron en las elecciones de diputados y consolida Iron su predominio en la Cámara, d

Pero cuando todo parecía Conducir al triunfo de esta versión del progruma de la democratización, oficialista y de derecha, aunque también apoyad"inicialmente por el Partido Comunista, la enfermedad del presidente 01'1110 obligó en julio de 1940 a delegar el mando en el vicepresidente Castillu,Aunque trató de resistirse a su sino, finalmente debió renunciar definitivumente, luego de presenciar cómo Castillo deshacía todo lo construido en plllde la democratización, A fines de 1940, en las elecciones provinciales, VIII

vieron a usarse los peores métodos fraudulentos, En octubre de 1941, y pl'llbablemente por presión de losmilitares, Castillo disolvió el Concejo Dellberante de la ciudad de BuenosAires, sin despertar con esta medida mayor.«resistencias, Así, el intento de democratización iniciado en 1936 se desm«ronaba a fines de 1940, Estefrac.aso sin duda tenía que ver con el cambio di'la coyuntura internacional que lo había alimentando: los frentes popular.«habían sidoderrotadas en Espafi_ay en Francia, el nazismo acumulaba tri 111 I

fas militares contundentes en el inicio de la guerra, la Unión Soviérlc I

desertaba del campo ~ntinazi, y la guerra generaba alineamientos difercnrt-s.

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEADE LA ARGENTINA86

Page 44: Romero - Breve Historia Contemporánea

Ide una operación compleja, que modificaba los términos de latriangular, proponiendo una vinculación estrecha con Estados Uni­

) apuntaba a una inserción sustancialmente distinta de la Ar­en la economía mundial. Requería de una firme orientación por par­

) y de un desarrollo mayor de sus instrumentos de intervención.debía movilizar el crédito privado, orientándolo hacia inversionesplazo, entre ellas las industriales. Las exportaciones de productosrndos se beneficiarían con sistemas de reintegros, leyes contra el

y una intensa promoción del intercambio.royccto fue aprobado por el Senado, con mayoría oficialista, pero lade Diputados no lo trató. Como señaló J. J. Llach, su fracaso fueuntes que económico. Los radicales, que eran la mayoría y no tenían

de fondo a la propuesta -incluso retomaron luego partes de ésta-,dccídído bloquear cualquier proyecto oficial como una forma de re-

11 la nueva orientación fraudulenta del gobierno de Castillo. Pinedosolucionar el problema entrevistándose con Alvear, pero no logró

..._, al jefe radical, e incluso debió renunciar por ello al ministerio. Eldemocrático", que reclamaba un compromiso diplomático más es-

11'I1l1 Estados Unidos, no advirtió las ventajas de este plan, que suponíatllllrH del férreo bilateralismo con Gran Bretaña. Tal situación revela lo

IN que por entonces eran los alineamientos.l.n otra dimensión del triángulo -la diplomática- marchaba por carriles

les. Desde 1932, con Roosevelt, Estados Unidos había modificadoínlmente su política exterior, al menos en sus formas: la clásica del

ne" fue reemplazada por la de la "buena vecindad"; Estados Unidosuhn a estrechar las relaciones bilaterales, y en el marco del panamerica-1, n alinear detrás de sí al "hemisferio". Esto era particularmente difícilla Argentina: el comercio bilateral-vieja aspiración de los productores

argentinos- estaba obstaculizado por la oposición del llamado "farmk", es decir, los intereses agrarios competidores de la Argentina. La subor­

&llnlll'ilínera igualmente difícil de aceptar para un país que todavía aspiraba.. 111111 posición independiente y hasta hegemónica en el Cono Sur, y queIrndlcionalmente se había opuesto a la dirección norteamericana, contrapo­"h'ndo a la fórmula "América para los americanos", del presidente Monroe,In tll· "América para la humanidad", es decir, estrechamente vinculada con[iuropn, .

Norte, que sin duda se haría más gravoso a medida que fuera ere­Wl·tor industrial y aumentara la demanda de máquinas, repuestos o

89LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943

europeos -provocado por los triunfos alemanes- redujo drásticamenteexportaciones agrícolas, pero encambio aumentaron mucho las ventascarne a Gran Bretaña, tanto enfriadacomo congelada. Como a la vez dismlnuyeron l~ impo~taciones de origenbritánico, la Argentina empezó a teru­con el Remo Unid,un importante saldo a su favor; en 1939, un acuerdoentre el ~anco Central y el Bancode Inglaterra estableció que las libras pI"manecenan bloqueadas en Londres durante la contienda, y que, concluidnésta, se aplicarían asaldar las deudaspor compras de productos británicos (l.'repatriar títulos de ladeuda. Porotra parte, aprovechando las dificultades l'll

todo el comercio internacional, y una suerte de "vacío de poder" regional, ~I'empezaron a exportar a países limítrofes productos industriales: las ventas dItextiles, confecciones, alimentos y bebidas, calzado y productos químicos accntuaron el crecimiento industrial iniciado con la sustitución de importacio­nes y el país empezó a tener saldos comerciales favorables, incluso con Estados Unidos.

La novedosa situación confirmaba las expectativas de muchos: los carn­bios creados por la crisis de 1930 se profundizaban y la vuelta a la norrnnlí­dad, es decir, a la situación existente antes de la crisis, se hacía cada vez m:bremota. Entre los sectores empresarios comenzaron a discutirse distintas é11.ternativas, sin que se definieran claramente ni intereses ni alineamienro,fijos. Las exportaciones tradicionales parecían tener pocas perspectivas en ellargo plazo, pasada la coyuntura de guerra que beneficiaba a los ganaderos,pero en cambio las exportaciones industriales, y en general la expansión til'este sector, tuvieron perspectivas promisorias. En cualquier caso, esas alter­nativas implicaban aumentar la intervención del Estado en la regulacióneconómica, y también un cierre mayor de la economía locaL. En noviembre de 1940 Pmedo, designado ministro de Hacienda por Cas­tillo, formuló ~na .evaluación lúcida de este nuevo escenario y una propuestaaudaz y desprejuiciadn, Su Plan de Reactivación Económica proponía, comosalida a las dificultades generadas por la guerra, insistir en la compra de lascosechas por parte del Estado, para sostener su precio, ya la vez estimular Inconstrucción, pública y privada. capaz de movilizar muchas otras activida­des; sobre todo, remarcaba la importancia de estimular la industria: si el co­mercio exterior seguía siendo la e<rueda maestra" de la economía, estas otrasactividades, "ruedas menores", C:ontribuirían al equilibrio generaL Pinedoadvenía el problema de una ecorxomra excesivamente cerrada en sí misma yproponía esti~nularlas industrias <'naturales", que elaboraran materias primaslocales y pudieran exportar a los países vecinos y a Estados Unidos. Por esavía, a largoplazo, la A._ rgentina habría de solucionar un déficit comercial con

BREVE HISTORIA OlNTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA88

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lo entraran en guerra fue cambiada por una simple "recomenda­In la férreaoposición del canciller argentino Enrique R~izG~iña~reemplazadoa Roca. Para EstadosUnidos estaban en Juegomte-

ttlcos, pero sobre todo una cuestión de prestigio,y respondió con_ ....sulias: la Argentina fue excluida del programa de rearme de sus

In guerra -mientras Brasil era particularmente be~~ficiado- y losicráticos, opositores al gobierno, empezarona recibir fuerte apoyo

[nda. . . e

I~'que se agrupaba en torno de las consignas democráticas y ruptu--zó a crecer, engrosado ahora por los comunistas -nuevamentede combatir al nazifascismo- y por conspicuos conservadores, co­I y el generalju'sto, a quienes la opción entre el fascismoy l~~emo~

1m llevaba a alinearse con sus antiguos adversarios. La Comisión d.eión de Actividades Antiargentinas, creada por la Cámara de Di­

Iol' dedicó a denunciar la infiltración nazi, y en una serie de actosse proclamó simultáneamente la solidaridad con Estad~sUni?os yión al fraude. En esa caracterización de amigosy enemigos, cierta-

IIlmplificadora,predominaban las necesidades=-= y p,olí,ticas.~lIde Castillo no necesitaba simpatizar con los nazis-un adjetivo apli­

con amplitud- para aferrarsea la neutralidad. Bastaba co~ manten~r lade una tradición política del Estado-otrora sostenida por yngo­

Vxurnarle alguna lealtad a los tradicionales sociosbritánicos, que veían.¡"rma cómo, con motivo de la guerra, EstadosUnidos avanzaba sobrel\hllllos baluartes. Pero había además una razón política clara: los ruptu­

que asumían la bandera democrática, condenaban sim~lt~neamenterno fraudulento; quienes se mantenían fieles a él-y resisnan la tran­

h'n que proponían otros, como Pinedo o ]usto- encontraban ~n el ~eu-11111111 una buena bandera para cerrar filasy enfrentar a susenemigos.Estosruda vez más entre los políticos, por lo que Castillo optó por buscarI entre los militares. , .

( 'ustilloseguíaaquí la tradición de susantecesores.Justo cultivó ~losmÜI-uurnentó los efectivos bajo bandera, construyónotables edificios,como

Ministerio de Guerra, que eclipsaba a la mismísimaCasa Rosada, pero a la"1' propusodespolitizarla institución, acallar la discusión interna y mante­

n. I d equilibrio entre las distintas facciones. Sobre todo, logró mantener el"1111 (ll de losmandossuperiores,loque obligóa sussucesoresa ap,oyarseen ,losh. 11IIIm.!S de Justo.Ortiz encontró un ministro fielen el generalMarquez,quienhll' Ik'rribadopor un escándalo-sobre la compra de tierras en El Palomar-:-que1I',,(a como destinatario final a su presidente. Castillo a su vezdebió designar

91LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943

Losgobernantes de la década del treinta persistieron en ese rumbo tr"dcional, y en las sucesivasconferencias panamericanas hicieron todo lo pON!blepara poner obstáculosal alineamiento.En 1936, en la celebrada en Buinos Aires -a la queconcurrió Roosevelt, transportado por un crucero diguerra-, una enmiendade últimomomento impuesta por el canciller Saavrdra Lamas relativizóuna declaración sobre consulta entre gobiernos en c;\~11

de agresión extracontinental, en la que los norteamericanos habían puestomucho empeño; en1938el cancillerJoséMaría Cantilo desairó a suscolegaabandonando sorpresivamente la reunión de Lima antes de la firma de 111declaración final.

La neutralidad encaso de guerraeuropea también era una tradición :11

gentina. Su adopción en 1939 -una medida lógica, pues permitía seguircomerciando con los tradicionales clientes- no fue objetada por Estados Unl­dos, que propuso precisamente esapolítica común en la reunión de Cancille­resde Panamá en 1939.Por entonces, el gobiernodeOrtiz procurabaacercarsea Estados Unidos, en el contexto de su política democratizadora, y lo mismohizo el primer canciller de Castillo, ]ulio A. Roca, que acompañó la gestiónde Pineda. Pero progresivamente la guerra se impusoen lasdiscusiones ínter­nas y empezóa revivir losagrupamientosde la opinión que asociabanel apoyoa losaliadoscon la reivindicación de la democracia y el ataque al gobierno.EIIjunio de 1940 se constituyó Acción Argentina, dedicada a denunciar las acti­vidades de los nazisen el país y la injerencia de la embajada alemana. En ellaparticiparon radicales, socialistas,muchos intelectuales independientes ymu­chos conspicuosmiembros de la oligarquía conservadora. Acción Argentinase diferenciaba del antiguo Frente Popular por la presencia de estos recientesconversosa los valores de lademocracia, lo que reflejaba las perplejidades ydivisionesde quienes hasta entonces habían apoyado al gobierno de la Con­cordancia. También, por dos ausencias conspicuas: el Partido Comunista,que a consecuencia del pactoHitler-Stalin había optado por denunciar porigual a ambosimperialismos, y el grupo de radicales opositores a la conduc­ción de Alvear,entre quienesdescollaban losmilitantes de Forja, muy acti­vos en denunciar,al igual quelos comunistas, el carácter interimperialista dela guerra.

Elpanoramacambió sustancialmente en la segundamitad de 1941. En ju­nio HitlerinvadiólaUnión Soviética yen diciembre los japoneses atacaron (1

los norteamericanos;Estados Unidos entró en la guerra y procuró forzara lospaísesamericanosa ac.ompañarlo_En enero de 1942 se reunió en Río de [anei­ro la ConferenciaConsultiva de Cancilleres, y nuevamente la oposición ar­gentina frustrólosplaanes nortearrriericanos:la decisiónde que todos lospaíses

BREVE HISTORIA Ca-JTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA90

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rllte campo, el nuevo nacionalismo compartía el terreno ya trabajadoft'fi,rmismo progresista de izquierda, y ambos podían coincidir en distin­IS, Con el nacionalismo tradicional de derecha se encontraba en otro,: el del revisionismo histórico, donde la condena a Gran Bretaña y suslocales derivaba en una reivindicación de la figura de Rosas hecha ende valores diversos y antitéticos, desde la emancipación nacional has­

Integrismo católico. En esa plasticidad radicó precisamente la capaci-dl' esta corriente para arraigar en una sociedad cuya preocupación portl'I11:1S nacionales se manifestaba de muchas otras maneras. En la litera­

sobre todo la difundida a través de publicaciones periódicas de ampliaadón- Lostemas rurales o camperos solían traer la contraposición entre

ínn-rior nacional y el litoral gringo, o entre el mundo rural y criollo y el, urbano y extranjero. Los temas históricos, donde la presencia del Res­ir era frecuente, abundaban en los folletines, y también en exitosos ra­

ItIUS, como Chis/JazoS de tradición, ávidamente consumidos.

pero pujante sensibilidad nacional no se limitaba al Ejército.una idea definida y precisa, se trataba de un conjunto de senti­

e ideas esbozados, presentes en vastos sectores de la socie­Ilos no podía deducirse una ideología en sentido estricto -pueshmes divergentes y hasta antagónicas-, revelaron una gran ca­iuible en parte al empeño de los militantes de algunas de sus

parciales más definidas, para disolver antiguas polarizaciones yAsí, cuando todo parecía conducir al triunfo del Frente Popular,nacional" se comenzó a dibujar como alternativa.

de ese sentimiento nacional eran antiguas, pero en tiempos más1m¡ habían abonado las corrientes europeas antílíberales, de Maurras

I y con ellas había empalmado una Iglesia católica fortalecida en elSobre esta base había operado el nuevo nacionalismo, antíbritáni­, inicial de los Irazusta siguieron el de Scalabrini Ortiz sobre losI y en general toda la prédica del grupo Forja. En esta nueva infle-

enemigos de la nacionalidad no eran ni los inmigrantes, ni la "chus­'rrttica", ni los "rojos", sino Gran Bretaña y la oligarquía "entreguis­nntiimperialismo resultó un arma retórica y política formidable, ca­onvocar apoyos a derecha e izquierda, como lo demostró en 1935de la Torre: la consigna antiimperialista empezó a ser frecuente enrsos de políticos radicales o socialistas, como Alfredo Palacios, desindicaLes y de intelectuales, que empezaron a encarar desde esa

lvn el análisis de los problemas nacionales y muy particularmente los

93LA RESTAURACiÓN CONSERVADORA, 1930.1943

ministro de Guerra a otro iusaa, el general Tonazzi, pero se dedicó a cultla losjefes y a colocarprogresivamente en los mandos a enemigos del ex rdente. Bajo su gobierno se crearonla Dirección'General de Fabricacioneslitares -cuyo primer dírecjor fueel coronel Savia- y el Instituto GeográlhMilitar, impulsando así el.avance de las Fuerzas Armadas sobre terrenosamplios que los específicos. Durante su gobierno, la presencia de los militmfuecada vez más vsíble, así Comola sensibilidad del presidente a las opiníoty presiones de los jefesmilitares, Rápidamente, las Fuerzas Armadas se consutuyeron en un actor político.

Un elemento central del nuevo perfil militar fue el desarrollo de una CllIIciencia nacionalista. El terreno había sido preparado por el nacionalisuuuriburista, difundido por un grupo minoritario pero activo, de dentro y fm'lde la institución. Eraéste un nacionalismo tradicional, antiliberal, xenófolxyjerárquico. La guerra cambi6las preocupaciones. Predominaba en el Ejérclto, tradicionalrnenra influido por el germanismo, un neutralismo viscernPero además veían que el equilibrio regional tradícional se alteraba por tapoyo de Estados Unidos a Brasil y la exclusión de la Argentina de los programas de rearme. La solución debía buscarse en el propio país, y así la gueestimuló preocupaciones de tipo económico, pues la defensa requería de equlpamiento industrial, y éste de insumas básicos. Desde mediados de lael Ejército había ido montando distintas fábricas de armamentos. Desde 1941ya través de la Dirección de Fabricaciones Militares, se dedicó a nrf"l'Tlf"l'"

industrias, como la del acero, que juzgaban tan "natural" como la alimentoria, e indispensable para garantizar la autarquía.

Los militares fueron encadenando las preocupaciones estratégicas con 11,1\institucionales y políticas. Lag,uerra demandaba movilización industrial y ésrua su vez, un Estado activo y eflciente, capaz de unificar la voluntad nacional.Los ejemplos de Italia y Alemania lo demostraban fehacientemente, y así 1"repetían los periódicos apoyados por la embajada alemana, como El Pampercn I

Crisol. También era importante el papel del Estado en una sociedad que segurumente sería acosada en la posgLlerra por agudos conflictos: la reconstitucióndel Frente Popular, las banderas rojas en los mítines obreros y la presencia CII

las calles del Partido Comunista parecían signos ominosos de ese futuro, y parnenfrentarlo se requería orden y paz social. Ese ideal de Estado legítimo y fuerte,capaz de capear las t:ormentas de la guerra y la posguerra, poco se parecía nlgobierno tambaleant:e y radicalmente ilegítimo del doctor Castillo. Ya desde1941 hubo militares que empezaron a conspirar, mientras otros empujaban ;¡

Castillo por la senda del autoritarismo. Desde diciembre de 1942, cuando re­nunció elministro T<Jnazzi, la deliberación se extendió en el Ejército.

BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA92

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ente la Concordancia triunfó en las elecciones legislativas. Po­'¡¡!lfi'Hohabía clausurado el Concejo Deliberante y establecido elalt io, e ignoraba ostensiblemente a la Cámara de Diputados. No111 ( :ul1cordancia enfrentaba el grave problema de la elección de sul :astUlo se inclinó finalmente por el senador Robustiano Patrónroso empresario azucarero salteño y figura destacada del Partido

Nacional, en una opción de sentido discutido, que muchos inter-como un seguro cambio de rumbo en la futura política =r= y

aún más a sus partidarios.alianzas políticas, que se sentían débiles, empezaron a cultivar a los

limes, esperando que las Fuerzas Armadas ayudaran a desequilibrarlón trabada y a fortalecer un régimen institucional cada vez máslvando a los militares, Castillo contribuyó a debilitarlo aún más. Lospor su parte, se sumaron al nuevo juego y especularon con la candi-

lll.1 nuevo ministro de Guerra, el general Pedro Pablo Rarnírez. Por su1,," jefes militares discutieron casi abiertamente todas las opciones, y

111 grupos golpistas de diversa índole y tendencias, entre los cuales seuna logia, el Grupo de Oficiales Unidos, que reunía a algunos corone­

rrlls oficiales de menor graduación. Muchos apostaban ~ la ruptura delInstitucional, sin que se perfilara el sujeto de la acción. Esta finalmente.ndenó, cuando Castillo pidió la renuncia al ministro Ramírez, EI4 de

dl' 1943el Ejército depuso al presidente e interrumpió por segunda vez ell'mstitucional, antes aun de haber definido el programa del golpe, y nila figura misma que lo encabezaría.

La preocupación por lo nacionalse manifestó, finalmente, en intelectles y escritores. Tresnotablesensayos expresaron intuiciones profundas sulel "ser nacional"ydieron elnarco a una amplia reflexión colectiva. En 1<) IRaúl Scalabrini Ortíz publicó El hombre que está solo y espera; el hombre"Corrientes y Esmeralda" amalgamaba las diferentes tradiciones de un 1de inmigración, sedefinía porsus impulsos, intuiciones y sentimientos,anteponía a cualquier elaboración o cálculo racional, y -recordando a 01'1ga y Gasset- construía con ellosuna imagen de sí mismo y de lo que pOIllegar a ser, que juzgaba más valiosa que su propia realidad. Para Edua .Mallea, tal amalgama era dudosa; observaba la crisis del sentido de argentlndad, particularmente entre laselites, ganadas por la vida cómoda, el facilmo y la apariencia, y renunciantes a la espiritualidad y las preocupacimás profundas sobre el destino de la comunidad. En Historia de unaargentina, aparecida en 1935, contraponía esa "Argentina visible", a otra "invisible", donde las nuevas elites, de momento ocultas, se estaban forman.en una "exaltación severa de la vida". Ezequiel Martínez Estrada era nradicalmente pesimista, y veía a la colectividad argentina presa de un desrlno fatal, originado en la misma conquista. En Radiografía de la pampa, que Mpublicó en 1933, señaló la escisión entre unas multitudes anárquicas, qtacumulaban el resentimiento originario del mestizo, y ciertas elites europclzantes e incapaces de comprender esta sociedad y encarnar en ella un sistende normas y principios sustentado en creencias colectivas. Estospor develar la naturaleza del "ser argentino", inquiriendo en clave onca por los elementos singulares y esenciales de la sociedad y la cultura, aUIque entroncaban en preocupaciones comunes de todo Occidente, eranduda la expresión intelectual de esta nueva inquietud común por endefender o constituir lo "nacional".

La fuerza de esta corriente nacional, que en el caso de la guerra se indina1

ba por el neutralismo, tardó en manifestarse. De momento, el grupo de lospartidarios de la ruptura con el Eje iba ganando nuevos adeptos, especial­mente entre los grupos conserVadores. Sin embargo, en pocos meses los prin­cipales dirigentes del bloque democrático murieron: en marzo de 1942,Al­vear: en los meses siguientes, el ex presidente Ortiz -con cuyo hipotético Iretorno aún se especulaba- y el ex vicepresidente Roca, y en enero de 1943.Agustín P. ]usto, qu Ien seperfilaba como el más firme candidato a encabezaruna fórmula de acuerdo con los radicales. Encontrar candidatos no era fácil,ya la vezla posible victoria el~ctoral parecía más que dudosa, a medida queel gobierno retornaba sin emp acho a las prácticas fraudulentas: a fines de1941 el conservador RodolfoW:loreno ganó en la provincia de Buenos Aires

95LA RESTAURACIÓN CONSERVADORA, 1930-1943BREYEHISTORJACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

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ilución del+ de junio fue inicialmente encabezada por el general Raw­quien renunció antes de prestar juramento, y fue reemplazado por el

Pedro Pablo Ramírez, ministro del último gobierno constitucional.xllo es expresivo de la pluralidad de tendencias existentes en el grupo

u-lonario y de su indefinición acerca del rumbo a seguir, más allá deídir en la convicción de que el orden constitucional estaba agotado y

In proclamada candidatura de Patrón Costas no llenaría el vacío de po­cxlstente. El nuevo gobierno suscitó variadas expectativas fuera de las_I....!I~ Armadas, pues muchos concordaban con el diagnóstico, y además

IIIwrnhan algo del golpe, incluso los radicales; sin embargo, se constituyó.Il'xclusivamente con militares, y el centro de las discusiones y las decisio­

nl'I! esruvo en el Ministerio de Guerra, controlado por un grupo de oficialeslIf~al\izado en una logia, el Grupo de Oficiales Unidos (oou), en tomo delmlnlsrro de Guerra Farrell.

La emergencia

Imilitar que asumió el4 de junio de 1943 fue encabezado sucesi­PIr los generales Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro J. Farrell. El coro­Domíngo Perón, uno de sus miembros más destacados, logró conci­

I movimiento político en tomo de su persona, que le permitióelcccíones de febrero de 1946, poco después de que su apoyo popu­

en una jornada por demás significativa, el17 de octubre decompletó su período de seis años y fue reelecto en 1951, para ser

, por un golpe militar en septiembre de 1955. En estos doce años enIn figura central de la política, al punto de dar su nombre al moví­~IUC lo apoyaba, Perón y el peronismo imprimieron a la vida del paíslIustancial y perdurable.

IV. El gobierno de Perón,1943..1955

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en las Naciones Unidas, que empezaban a constituirse. Al mismorur iguales razones, liberalizó su política interna. Los partidos oposi­

la retirada lisa y llana de los gobernantes y la entrega delCurte Suprema, último vestigio de la legalidad republicana, y sella­

para las elecciones que veían próximas: la Unión Democráticad repudio de la civilidad a los militares y la total adhesión a losde los vencedores en la guerra. El frente político, que incluía a co­socíalistas y demoprogresistas, y contaba con el apoyo implícito deconservadores, estaba animado por los radicales, aunque un impor­Irdel partido, encabezado por el cordobés Amadeo Sabattini, recha-

_.~ ..ní., "unionista" y reclamó una postura intransigente y "nacional",a algunos interlocutores en el Ejército, adversos a Perón. Esa

no prosperó, y la Unión Democrática fue definiendo su frente y susen junio de 1945 un Manifiesto de la Industria y el Comercio repudia­

social del gobierno. En septiembre de 1945, una multitudina­de la Constitución y de la Libertad terminó de sellar la alianza

pero también social, que excluía a la mayoría de los sectores obreros,animadores del Frente Popular.[ército, presionado por la opinión pública y ganado por la desconfían­mel sindicalista, forzó su renuncia el8 de octubre, pero no encontróativa: el general Ávalos, nuevo ministro de Guerra, y la oposición

nhica especularon con varias opciones pero no pudieron definir nin­uerdo. En medio de esas vacilaciones un hecho novedoso volvió ael equilibrio: una multitud se concentró el! 7 de octubre en la PlazaI reclamando por la libertad de Perón y su restitución a los cargos que

Los partidarios de Perón en el Ejército volvieron a imponerse, el coro-"'hl(1 a la multitud en la plaza y volvió al centro del poder, ahora como

oficial a la presidencia.LtI decisivo de la jornada de octubre no residió tanto en el número de los_",'L""UU" -quizás inferior al de la Marcha de la Constitución y de la Líber­,1" septiembre- cuanto por su composición, definidamente obrera. Su emer-

111 coronaba un proceso hasta entonces callado de crecimiento, organiza­y politización de la clase obrera. La industrialización había avanzado sus-ivnmente durante la guerra, tanto para exportar a los países vecinos cuantosustituir las importaciones, escasas por las dificultades del comercio y tam­P' Ir el boicot norteamericano. Lo cierto es que la ocupación industrialI crecido, y que la masa de trabajadores industriales había empezado alsar con migrantes rurales, expulsados por la crisis agrícola. No fue unlmicnto visible, pues a menudo se desarrolló en la periferia de las grandes

101ELGOBIERNO DE PERÓN, 1943-1955

mo para rechazarlas o enfrentar al gobierno, so pena de perder el apoyo detrabajadores. Los sindicalistas adoptaron lo que] uan Carlos Torre llamó II

estrategia oportunista: aceptaron el envite del gobierno sin cerrar las pUCl1a la "oposición democrática".

Tampoco las cerraba el propio Perón, dispuesto a hablar con todos"sectores de la sociedad y la política, desde los radicales hasta los dirigernde las sociedades de fomento, y capaz de sintonizar con cada uno el discutadecuado, aunque dentro de una constante apelación a "todos los argenunos". A sus colegas militares les señalaba los peligros que entrañabaposguerra, la amenaza de desórdenes sociales y la necesidad de un Esnufuerte que interviniera en la sociedad yen la economía, y que a la vez ascuurara la autarquía económica. En el Consejo Nacional de Posguerra que COI

tituvó, insistió en la importancia de profundizar las políticas de seguridudsocial, así como de asegurar la plena ocupación y la protección del trabajo,ante la eventual crisis que pudieran sufrir las industrias crecidas con la guenuA los empresarios les señaló la amenaza que entrañaban las masas obrcn«desorganizadas y el peligro del comunismo, que se veía avanzar en EUrop11Ante unos y otros se presentaba como quien podía canalizar esa efervesccncia, si lograba para ello el poder necesario. Pero los empresarios fueron de~confiando cada vez más del "bombero pirornaníaco" -según la feliz imagende A. Rouquíé- que agregaba combustible a la caldera, hasta el límite de NIJ

estallido, y al mismo tiempo controlaba la válvula de escape. Progresivamci Ite, las agrupaciones patronales fueron tomando distancia de Perón y de 11política de la secretaría, mientras éste paralelamente acentuaba su identlfcación con los obreros, subrayaba su prédica anticapitalista y desarrollabnampliamente en su discurso los motivos de la justicia social. A la vez, S(·

fueron reduciendo las reticencias de los dirigentes sindicales, quienes encontraban en los partidos democráticos un eco y un interés mucho menor que 111demostrado por el coronel Perón.

La oposición democrática, que para definir su propia identidad había encontrado en el gobierno militar un enemigo mucho más adecuado que el viejorégimen oligárquico, empezó a reconstituirse a medida que el avizorado fin dI'la guerra hacía más difícil Laintransigencia del gobierno. La liberación de Pa­rís, en agosto de 1944, dio pie a una notable manifestación claramente antigu­bernamental y desde entonces un vigoroso movimiento social gan.ó la calle yrevitalizó los partidos políticos. El gobierno mismo estaba en retirada: en mur­zo de 1945, y ante la inminencia del fin del conflicto, aceptó el reclamo di'Estados Unidos --donde una nueva conducción en el Departamento de Estadnprometía una relación más fácil- y declaró la guerra al Eje, condición para S('I

BREVEHISTORiA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA100

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J.:llbierno que había perseguido al comunismo y establecido la en-rt-li¡.:iosa.

Democrática incluyó a los partidos de izquierda pero -por la im­de los radicales intransigentes- excluyó a los conservadores, que

resignarse a apoyarla desde fuera o pasarse calladamente al bando deuno hicieron muchos, movidos por la vieja rivaLdad con e! radicalís-cundídatos -josé P. Tamborini y Enrique Mosca- provenían del riñónlucción alvearista del radicalismo. Su programa era socialmente pro­tunto quizá como e! de Perón-, pero su impacto quedó diluido por ela apoyo recibido de las organizaciones patronales. Sin embargo, para

y para las masas que esta coalición movilizaba, lo esencial pasabaddí..·nsade la democracia y la derrota del totalitarismo, que había sucedí­cierto modo prolongado al gobierno fraudulento. Así se había pensadoka en los últimos diez años, con la segura convicción de que, en elec­llhres, los adalides de la democracia ganarían.I el país había cambiado, en forma lenta y gradual quizás, aunque el"'""''''''-''' de esas transformaciones fue brusco y espectacular. Perón asu-

rlt'nnmente el discurso de la justicia social, de la reforma justa y posible, asólo se oponía el egoísmo de unos pocos privilegiados. Estas actitudesarraigadas en prácticas igualmente consistentes, se venían elaborando

diez o veinte años anteriores, lo que explica el eco suscitado por lasis de Perón, que contrapuso la democracia formal de sus adversarios aicracía real de la justicia social, y dividió la sociedad entre el "pueblo"

"ollgarquía". Un segundo componente de estos cambios, las actitudes na­listas, emergió bruscamente como respuesta a la intempestiva interven­en la elección del embajador norteamericano Spruille Braden, quien rea­

el virulento ataque del Departamento de Estado contra Perón, acusa-41,· ser un agente del nazismo, respaldó públicamente a laUnión Democrática.respuesta fue contundente: "Braden o Perón" agregó una segunda y decisivalnomia y terminó de configurar el bloque del nacionalismo popular, capazenfrentar a lo que quedaba del Frente Popular.El 24 de febrero triunfó Perón por alrededor de 300 mil votos de ventaja,

ILIlllvalentes a menos del 10% del electorado. Fue un triunfo claro pero nohnunador, En las grandes ciudades, fue evidente el enfrentamiento entre los

,rllndes agrupamientos de trabajadores y los de clases medias y altas, pero enI resto del país las divisiones tuvieron un significado más tradicional, vincu­IlIdo al peso de ciertos caudillos, al apoyo de la Iglesia o a la decisión de"·,'Iores conservadores de respaldar a Perón. Perón había ganado pero el pe­runismo estaba todavía por construirse.

103EL GOBIERNO DE PERÓN, 1943·1955

ciudades, como Rosario,La Plata o Buenos Aires, pero sobre todo porque n\1

trataba de un actor social cuya presencia fuera esperada, ni siquiera paraobservador tan sagazcomo Ezequiel Martfnez Estrada, que lo ignoró en su VI'I

sión de 1940 de La cabeza de Goliat. Pero allí estaban, cada vez más cornpacuen tomo de unos sindicatos de fuerza acrecida, cada vez más enrusiasrnadicon la política de Perón,y finalmente cada vez más inquietos por su renuncluEn el marco de sus organizaciones, y encabezados por sus dirigentes, quieuetodavía no habían despejado todas sus dudas respecto del coronel, marcharonel 17 a la Plaza de Mayo, el centro simbólico del poder, materializando unreclamo que en primer lugar era político pero que teníá profundas consecucndas sociales. Decidieron la crisis en favor de Perón, inauguraron una nuevaforma de participación, a través de la movilización, definieron una identidad yganaron su ciudadanía política, sellando al mismo tiempo con Perón un acucido que ya no se rompería. Probablemente algunos de esos significados no flll'

ron evidentes desde un principio -muchos creyeron ver en ellos a los sectorrsmarginales de los trabajadores, la "chusma ignorante" o el "lumpenproleruriado"- pero paulatinamente se fueron revelando, al tiempo que una imagenmítica y fundacional iba recubriendo y ocultando la jornada de octubre re~

Con las elecciones a la vista, Perón y quienes lo apoyaban se dedicaron iI

organizar su fuerza electoral. Los dirigentes six:dicales, fortalecidos por la m~).vilización de octubre, decidieron crear un partido político propio, el Laboris­ta, inspirado en el que acababa de triunfar en Inglaterra. Su organizaciónaseguraba el predominio de los dirigentes sindicales, y su programa ~'ecogrildiversos motivos, desde los más estrictamente socialistas hasta los vincula­dos con el dirigismo económico y el Estado de bienestar. En el nuevo partido,Perón era, nada más o nada menos, el primer afiliado y el candidato presi­dencial, una posición todavía distante de la jefatura plena que asumiría lue­go. Quizá para buscar bases de sustentación alternativas, o para recoger apo­yos más amplios fuera del mundo del trabajo, Perón promovió una escisiónen el radicalismo, la ucn-Iunta Renovadora, a la que se integraron unos po­cos dirigentes de prestigio, de entre quienes eligió a Jazmín Hortensia Quija­no -un anciano y pintoresco dirigente correntino- para acompañarlo en litfórmula. Las relaciones entre laboristas y radicales renovadores fueron rna­las: aquéllos preterid Ian que el corone! Domingo Mercante, que había secun­dado a Perón en la Secretaría de Trabajo, lo acompañara en la fórmula, perodebieron conformarse con colocarlo como candidato a gobernador de la pro­vincia de Buenos Ai res. Apoyaron también a Perón muchos dirigentes con­servadores de segunda línea, y sobre todo lo respaldaron el Ejército y la Igle­sia, que en una pasto ral recomendó, con pocos eufemismos, votar por el can-

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA102

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bloqueadas en Londres durante la guerra y las inversiones británi­as en el país. La magnitud de las deudas británicas -la Argentina

IIn acreedor menor- hacía impensable el pago de las libras. La pési­ión de las empresas ferroviarias, la descapitalización y obsolescen­

la pérdida general de rentabilidad hacían conveniente para los británi­'Mrl"'r"'" de ellas. Luego de una larga y compleja negociación, se

la compra de los ferrocarriles por un valor similar a las libras bloquea­un acuerdo sobre venta de carne, que sería en lo sucesivo pagada enonvertibles. Tras la retórica nacionalista que envolvió esta operación

como parte del programa de independencia económica y cele-con una gran manifestación en la Plaza de Mayo- se trataba sin dudaéxito británico, frente a un país que no tenía mejor opción. La crisislera británica de 1947 y el abandono de la convertibilidad de la libraIn con la única ventaja importante obtenida.

r cereales fue cada vez más difícil, y vender carne, cada vez menosmte. La consecuencia fue una reducción de la producción agropecua­vada también por otros aspectos de la política económica- que sede un crecimiento sustantivo de la parte destinada al consumo

), El lugar en el mundo que tradicionalmente tenía la Argentina, co­productor privilegiado de bienes agropecuarios, fue haciéndose menos

tivo y esto contribuyó a definir las opciones -econórnicas y políti-411ela guerra había planteado.

LlI Segunda Guerra Mundial, la crisis de los mercados y el aislamiento,liado por el boicot norteamericano, habían contribuido a profundizar el, de sustitución de importaciones iniciado en la década anterior, que,

éndose más allá de los límites considerados "naturales" -la elaboraciónmaterias primas locales-, avanzó en el sector metalúrgico y otros. Una ern­

típica, Siam Di Tella, que había comenzado elaborando máquinas deIr y surtidores para YPF, creció notablemente con las heladeras, a las que

uiés sumó ventiladores, planchas y lavarropas. En algunos casos se exportór¡t(ses vecinos, que también padecfan la falta de los suministros habituales;111 ros, se fabricaron localmente los productos importados ausentes: se adap-111 los modelos y los procedimientos, con ingenio y quizá de manera impro­

hllldH y poco eficiente, y se usó intensivamente la mano de obra, lo que suma­~ll ;l las dificultades para incorporar maquinarias hizo que los aumentos depnxlucción implicaran caídas en la productividad laboral. Creció así, junto a111" empresas industriales tradicionales, una amplia capa de establecimientosmedianos y pequeños, y aumentó en forma notable la mano de obra industrial,llIJl' se nutría de la corriente de migrantes internos, cada vez más intensa.

105EL GOBIERNO DEPERÓN, 1943-1955

El nuevo gobierno nuntuvo la retórica antinorteamericana, que elaboró lue¡!1Ien la doctrina de la "terceraposición", distanciada tanto del comunismo COIllII

del capitalismo, peroestableció relaciones diplomáticas con la URSS, e hizo 111posible para mejorar susrelaciones con Washington. Por presión de Perón, yvenciendo las reticencias de muchos antiguos nacionalistas que lo habían acompañado, el Congreso aprobó en 1946 las Actas de Chapultepec, que permitfunel reingreso a la comunidad internacional, y al año siguiente elTratado Interumericano de Asistencia Recíproca, firmado en Río. En el mismo lugar donde,cinco años antes, el paísmanifestara plenamente su independencia diplomárlca, el canciller Juan Arillo Bramuglia se limitó en la ocasión a plantear difl'rencías menores. Pero la hostilidad norteamericana, alimentada por viejas ru­zones económicas -la competencia de los granjeros- y motivos políticos m:í~recientes, no disminuyó, y Estados Unidos siguió dispuesto a hacer pagar a laArgentina por su independencia durante la guerra. El boicot fue sistemático,El bloqueo a armamentos e insumas vitales no pudo mantenerse en la posgue­rra, salvo en algunos casos, pero el comercio exterior era vulnerable. Las expor­taciones industriales a los países limítrofes, que habían crecido mucho durantela guerra, empezaron a retroceder ante la competencia norteamericana. Ln~exportaciones agrícolas a Europa --que entraba a la paz literalmente hambrien­ta- fueron obstaculizadas por Estados Unidos, restringiendo los transportes ()vendiendo a precios subsidiados. La apetencia de los países maltrechos por laguerra era demasiado grande para que esto impidiera las ventas, pero en rigorninguno de ellos poseía ni productos para intercambiar ni divisas convertiblesque el país pudiera usar para saldar sus compras en Estados Unidos, de modoque en estos años excepcionales la Argentina cosechó beneficios modestos. En1948 se lanzó el Plan Marshall, pero Estados Unidos prohibió que los dólaresaportados a Europa se usaran para importaciones de la Argentina. Ya desde1949 las economías europeas se recuperaron, Estados Unidos inundó el merca­do con cereales subsidiados y la participación argentina disminuyó drástica­mente. Para el gobierno quedaba la esperanza de que una nueva guerra rnun­dial restableciera la situación excepcional de principios de los años cuarenta, yen verdad no faltaban indicios en ese sentido, como la crisis de Berlín o 1"guerra de Corea, que estalló en 1950. El acotamiento del conflicto, y la rápidarespuesta norteamericana para impedir una alteración del mercado mundial,acabaron con la última esperanza.

Gran Bretaña no aceptó las presiones norteamericanas para restringir suscompras en la Argen "t:ina. Además de la carne, estaban en juego las libras

Mercado interno y pleno empleo

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA104

Page 52: Romero - Breve Historia Contemporánea

'O Central, del poderoso Instituto Argentino de Promoción del Inter­, (IAP1) y del Consejo Económico Social, fue durante tres años el c?n­de la economía. La política del Estado -dotado como se verá de 111S­

tos mucho más poderosos- apuntó a la defensa del sector industrial, y a su expansión dentro de las pautas vigentes de protección y

.d, Éste recibió amplios créditos del Banco Industrial, protección adua-rura eliminar competidores externos y divisa~ a~quir.i~as a t.ipospre~ere~­pllra equiparse. Además, las políticas de redistribución de ingresos hacia

_'t"r,~~trabajadores contribuían a la expansión sostenida del consumo. EnIn~ular período, la alta ocupación y los salarios en alza traieron aparejadaexpansión de la demanda y una inflación cuyos niveles empezaron a ele­pero a la vez ganancias importantes para los empresanos.

En suma, Perón había optado por el mercado interno y por la defensapleno empleo. Se trataba de una verdadera "cadena de la felicidad", queI financiarse principalmente por la existencia de una abundante reser­

tll' divisas acumulada durante los prósperos años de la guerra, y quenltió en la posguerra un acelerado, desenfrenado y con frecuencia pocolente equipamiento industrial. Desafiando las leyes de la contabilidad,

(:1111 la esperanza puesta en una nueva guerra mundial, en esos años selí en el exterior mucho más de lo que entraba. Por otra parte, el IAPI

el comercio exterior y transfirió al sector industrial y urbanoInJ.lrl'SOSprovenientes del campo, mediante la diferencia entre los precios"'J.lmlos a los productores y los obtenidos por la venta de las cosechas en elxrcrtor. Era un golpe fuerte al sector agropecuario, al que sin duda ya no se

Ctlllsideraba la "rueda maestra" de la economía, o al que quizá se suponía.'I'IIZ de soportarlo todo. Los productores rurales pade:ían tall_lbién por la

fnltu de insumas y maquinarias -para las que no habla cambia preteren-1: lul-, el congelamiento de los arrendamientos, que afectó el ciclo naturalLit' recuperación de la fertilidad de Latierra, y el costo más alto de la manod,' obra, debido a la vigencia del Estatuto del Peón. Todas estas razones"~lIdizaron la caída de la superficie cultivada, al tiempo que el aumento d~lcunsumo interno -reflejado en el trigo', y sobre todo en la carne- reducíauún más las disponibilidades para la, exportación. . .

La política peronista se caracterizó por un fuerte impu~so a la partictpa­l'i(m del Estado en la dirección y regulación de Laeconorma; desarrolló ten­dencias iniciadas en la década anterior, bajo las administraciones conserva­doras, pero las extendió y profundizó, según una corriente de inspiraciónkevnesiana difundida en muchas partes durante la posguerr~, A la vez~hubouna generalizada nacionalización de las inve:siones extranjeras, particular.

107EL GOBIERNO DE PERÓN. 1943-1955

El fin de la guerra y la conclusión de esa suerte de "vacío de poder" en 1,1mundo, que había permitidoel crecimiento de sectores industriales margina Ir,como el argentino, plan.teabadistintas opciones. Abandonada definitivamcnte la idea de una vueltaa la "normalidad" previa a 1930 o a 1914, quienesestaban vinculados conlosgrupos empresarios más tradicionales, ubicados tantoen el sector exportador como en el industrial, adoptaban las ideas planteadaspor Pinedo en 1940: estimular las industrias "naturales", capaces de producheficientemente y de competir en los mercados externos, asociarse con Estad.1\Unidos para sustentar su crecimiento, ya la vez mantener un equilibrio entreel sector industrial y elagropecuario, del cual debían seguir saliendo las divisa,necesarias para la industria. La opción era dífícil, no sólo por la necesidad dl'recomponer una relación con Estados Unidos que estaba muy deteriorada, asfcomo de procurar firmemente recuperar los mercados de los productos agropc­cuarios, sino porque suponía una fuerte depuración del sector industrial, elirni­nar el segmento menos eficiente crecido durante Laguerra al amparo de 1"protección natural que ésta generaba, y afrontar a la vez los costos de unadifícil absorción de la mano de obra que quedaría desocupada. Una segundaalternativa había sido planteada por grupos de militares durante la guerra, yrecogía tanto motivos estratégicos de las Fuerzas Armadas como ideas que arrai­gaban en el nacionalismo: profundizar la sustitución, extenderla a la produc­ción de insumas básicos, como el acero o el petróleo, mediante una decididaintervención del Estado, y asegurar así la autarquía. La imagen de la UniónSoviética -que, más allá del comunismo, se había convertido en un Estadopoderoso- está presente en esta propuesta, y en la subsecuente retórica de losplanes quinquenales. Pero, igual que en la Unión Soviética, esto implicaba unenorme esfuerzo para la capitalización, restricciones al consumo y probable.mente una "generación sacrificada".

Perón venía participando de estas discusiones, que él mismo promovió enel Consejo de Posguerra constituido en 1944. Su solución fue ecléctica y tarn­bién novedosa, y tuvo en cuenta principalmente los intereses inmediatos delos trabajadores, que constttuían su apoyo más sólido. La inspiración autárqui­ca de los militares se dibuja en el Primer Plan Quinquenal, que debía servirpara planificar la economía pero se limitó a una serie de vagos enunciados, ytambién en la constitución de la empresa siderúrgica estatal SOM1SA, que sinembargo todavía seguiría casi en proyecto diez años después. La presencia delsector industrial crecido en la guerra se advierte en su primer equipo económi­ca, a cuya cabezaestaba Miguel Miranda, un fabricante de envases de hojalata,secundado por Raúl Lél..gomarsino, un industrial del vestido, y asesorado porJosé Fíguerola, un dest~<:8do técnico español. Miranda, nombrado presidente

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA106

Page 53: Romero - Breve Historia Contemporánea

nación de lo conseguido y lo concedido es reveladora de la comple­establecida entre los trabajadores y el Estado. Los términos en que

hnhfa desarrollado hasta las elecciones enseguida se modificaron radi­después del triunfo. Justificándose en la innumerable cantidad deentre laboristas y radicales renovadores, Perón ordenó la disolución

distintos nucleamientos que lo habían apoyado, y entre ellos el PartidoI a través del cual los viejos sindicalistas aspiraban a conducir una

política autónoma, solidaria con Perón pero independiente. La deci­~lIC culminaría en la creación del Partido Peronista- fue al principio

pero en definitiva sólo Cipriano Reyes, el dirigente de los frigoríficosse enfrentó con Perón, ganándose una enconada persecución. Poco

en enero de 1947, Perón eliminó de la dirección de la CGT a Luis Gay,gremialista e inspirador del Partido Laborista, y uno de los propulso­

d Iproyecto autónomo, y lo reemplazó por un dirigente de menor cuantía,así [a voluntad de subordinar al Estado la cúpula del movimiento

1, Nuevamente, no hubo resistencias: probablemente para el grueso dernlhajadores la solidaridad con quien había hecho realidad tantos benefí-Importaba más que una autonomía política cuyos propósitos, en ese con-1, no resultaban claros.

Pero a la vez, la organización obrera se consolidó firmemente. Como harada Louise Doyon, la síndicalización, escasa hasta 1943, se extendió

a los gremios industriales primero y a los empleados del Estadoalcanzando su máximo hacia 1950. La ley de Asociaciones Profesio­

aseguraba la existencia de grandes y poderosas organizaciones -un sin-o por rama de industria y una confederación única-, con fuerza paraiciar de igual a igual con los representantes patronales, pero a la vez

de la "personería gremial", otorgada por el Estado. Las orienta­les y demandas circulaban preferentemente desde arriba hacia abajo, y la

't ¡I,conducida por personajes mediocres, fue la responsable de transmitir las'vas del Estado a los sindicatos y de controlar a los díscolos. Similar fue

1.. función de los sindicatos respecto de las organizaciones de base: controlar,uchlcar el espacio de acción autónoma, intervenir a las secciones demasiadoInquietas; a la vez, se hicieron cargo de funciones cada vez más complejas,tunro en la negociación de los convenios como en las actividades sociales, ydebieron desarrollar una administración especializada, de modo que la fiso­IU unía de los dirigentes sindicales, convertidos en una burocracia estable, sediferenció notablemente de la de [os viejos luchadores. En la base, la acción

El Estado peronista

109EL GOBIERNO DE PERÓN. 1943-1955

mente de empresas controladas por capital británico, que se hallaba en plcnuproceso de repatriación; se adjudicó a esto una gran importancia simbólica,expresada en la fórmul, de la Independencia Económica, solemnemente proclamada en Tucumánel9 de julio de 1947. A los ferrocarriles se sumaron 111'1

teléfonos, la empresa degas y algunas compañías de electricidad del interior,sin afectar sin embargo a la legendaria CADE que servía a la Capital. Se dl«fuerte impulso a Gas delEstado, construyendo el gasoducto desde ComodoroRivadavia, a la Flota Mercante -a la que se incorporaron las naves del exten­so grupo Dodero- y a la incipiente Aerolíneas Argentinas. El Estado avanzóincluso en actividades industriales, no sólo por la vía de las fábricas militaressino con un grupo de empresas alemanas nacionalizadas, que integraron elgrupo DINIE. Pero la reforma más importante fue la nacionalización del Bano ¡

Central. Desde él se manejaba la política monetaria y la crediticia, y tam­bién el comercio exterior, pues los depósitos de todos los bancos fueron na­cionalizados, y al Banco Central se le asignó el control del ixn.

Así, la nacionalización de la economía y su control por el Estado fueronuna de las claves de la nueva política económica. La otra -y quizá la primera­tuvo que ver con los trabajadores, con el mantenimiento del empleo y con laelevación de su nivel de vida. Esto tenía probablemente rafees políticas másimportantes que las eConómicas: el terror a las posibles consecuencias socia­les del desempleo, el recuerdo de la crisis de la primera posguerra -de [a quePerón mismo tuvo una experiencia directa, cuando participó en [a represiónde los amotinados de Vasena- así como la misma experiencia europea deentreguerra, y también de posguerra, debe haber influido no sólo en el diseñopolítico más general sino en el privilegio, en materia de política económica,de la salvaguardia del empleo industrial primero y de la redistribución de losingresos después. Pero a la vez, la justicia social sirvió para el sostenimientodel mercado interno. Entre 1946 y 1949 se extendieron y generalizaron lasmedidas sociales lanzadas antes de 1945. Por la vía de las negociaciones co­lectivas, garantizadas por la ley, los salarios empezaron a subir notablemente.A ello se agregaron las vacaciones pagas, [as licencias por enfermedad o [ossistemas sociales de med icina y de turismo, actividades en las que los sindica­tos tuvieron un importante papel. Por otros caminos, el Estado benefactorcontribuyó decisivameri t:e a la elevación del nivel de vida: congelamiento delos alquileres, establecimiento de salarios mínimos y de precios máximos,mejora de la salud pública -la acción del ministro Ramón Carrillo fue funda­mental-, planes de vivienda, construcción de escuelas y colegios, organiza­ción del sistema jubilat<:>rio, y en general todo lo relativo al campo de laseguridad social.

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA10tl

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nnhres de la pareja gobernante. Sobre todo, practicó la acción direc­básicas -organizaciones celulares del partido- detectaban los

[culares de desprotección y transmitían los pedidos a la Fundaciónrur otra parte, la propia Eva Perón recibía co~idianamente, .Sinfatiga,

nente caravana de solícitances que obteruan una máquina de co­(ama en el hospital, una bicicleta, un empleo o una pensión quizá, unI siempre. Eva Perón resultaba así la encarnación del Estado benefac­

, que a través de la "Dama de la Esperanza" adquiría ~~ di­personal y sensible. Sus beneficiarios no eran exacta~e~te lo mismo

trabajadores: muchos carecían de la protección de sus sindicatos, y todoal Estado y a su intercesora. Los medios de difusión macha~aronmente sobre esta imagen, entre benefactora y reparadora, replicada

r"r la escuela, donde los niños se introducían a la lectur~ con "E~ita meLa experiencia de la acción social directa, ~uma~a al rel~erado ~lscur~o

_,,,u'u, terminaron constituyendo una nueva identidad social, los humil-,'lile completó el arco popular de apoyo al gobierno. .

1'rw'1Il una concepción que se desarrolló más ampliamente a medida que trans­los años el Estado debía vincularse con cada uno de los sectores de la ., que era considerada como una comunidad y no como .lasuma de indi­

''', y aspiraba a que cada uno de ellos se organizara y cor:stLtuyera ~u repre­Ión corporativa. Con mayor o menor fortuna, aspiro a org~ntzar a los

reuniendo en la Confederación General Económica a todasn'presentaciones sectoriales, así como a los estudi~~tes univer~itarios o a loseslonales. Intentó también, con cautela, redefinir las relaciones con lasles corporaciones tradicionales. Con la Iglesia existió un acuerdo básico,

Nl' tradujo en el poco velado apoyo electoral de 1946:El gobierno ~eronista"IIVO la enseñanza religiosa en las escuelas, y concedió la conducción de lasíversldades a personajes vinculados con el clericalismo hispanófilo. Reservólugar importante en el ceremonial público a los altos prelados, como mon­

nl,r Copello, e incorporó a su elenco político a algunos sacerdotes, como e!rlldrc Benítez, confesor de Eva Perón, o el padre Virgilio Filippo, fogoso curarMn>co del barrio de Belgrano, que. cambió ~l púlpito por un~ banca en ell '1IIlgreso.Fue sin embargo una relación algo distante: un grupo Importante del'l'll'siásticos -entre ellos, monseñor Miguel D'Andrea-, preocupados por el111111.rítarismo creciente, se alineó firmemente en el lado de los opositores; otroslnmcntaron la renuncia de Perón a las consignas nacionalistas, y otros muchosmiraron con reservas algunos aspectos de la política democratizadora de ~asu-luclones sociales, como por ejemplo la igualación de derechos entre hiJOS"nnturales" y "legítimos".

111ELGOBIERNODEPERÓN. 1943-1955

sindical conservó una gran vitalidad, por obra de las comisiones internas ""fábrica, que se ocuparon de infinidad de problemas inmediatos referidos a 111condiciones de trabajo, negociaron directamente con patronos y gerentes, yestablecieron en la fábrica un principio bastante real de igualdad. En 11.,primeros años, hasta 1949, las huelgas fueron numerosas, y se generaron 111

impulso de las reformas lanzadas desde el gobierno, para hacerlas cumplir 11

extenderlas, con la convicción por parte de los trabajadores de que se ajustaban a la voluntad profunda de Perón.

Éste, sin embargo, se preocupaba por esa agitación sin fin y procuraluiprofundizar el control de! movimiento sindical. Los gremialistas que lo acorn­pañaron inicialmente fueron alejándose, reemplazados por otros elegidos pOI

e! gobierno y más proclives a acatar sus indicaciones. Las huelgas fueronconsideradas inconvenientes al principio, y francamente negativas luego: SI'

procuró solucionar los conflictos mediante los mecanismos del arbitraje, y ensu defecto se optó 'por reprimirlos, ya sea por mano del propio sindicato o cll'la fuerza pública. Desde 1947 Eva Perón, esposa del presidente, se dedicódesde la Secretaría de Trabajo -el lugar dejado vacante por Perón- a cumplirlas funciones de mediación entre los dirigentes sindicales y el gobierno, faci­litando la negociación de los conflictos con un estilo muy personal que com­binaba la persuasión y la imposición.

La relación entre Perón y el sindicalismo -crucial en el Estado peronista­fue sin duda compleja, negociada y difícilmente reducible a una fórmula sim­ple. Pese a la fuerte presión del gobierno sobre los sindicatos y a la decisiónde controlar su acción, éstos nunca dejaron de ser la expresión social y polí­tica de los trabajadores. Desde la perspectiva de éstos, el Estado no sólo faci­litaba y estimulaba su organización y los colmaba de beneficios, sino quecreaba una situación de comunicación y participación fluida y hasta familiar,de modo que estaban lejos de considerarlo como algo ajeno. El Estado pero­nista, a su vez, tenía en los trabajadores su gran fuerza legitimadora, y losreconocía como tal; y no de un modo retórico o abstracto, sino referido a susorganizaciones y a sus dirigentes, a quienes concedió un lugar destacado.

Pero a la vez, el Estado peronista procuró extender sus apoyos a la ampliafranja de sectores populares no sindicalizados, con quienes estableció una co­municación profunda, aunque de índole diferente, a través de Eva Perón y dela fundación que llevó su nombre. Financiada con fondos públicos y aportesprivados más o menos voluntarios, la Fundación realizó una obra de notablemagnitud: creó escue las, hogares para ancianos o huérfanos y policlínicas; re­partió alimentos y regalos navideños; estimuló el turismo y los deportes, a tra­vés de campeonatos infantiles o juveniles de dimensión nacional, bautizados

110 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

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I ocurrió en 1949 con Ricardo Balbín, y la discusión parlamenta-"ludida recurriendo al "cierre del debate", especialidad del diputado

l. En 1951, una modificación del sistema de circunscripciones-diagramado por Román Subiza, secretario de Asuntos Políti­o al mínimo la representación opositora en la Cámara de Dipu-

El avance del Ejecutivo llegó también al "cuarto poder": con recur­rsus, el gobierno formó una importante cadena de diarios y otra deque condujo desde la Secretaría de Prensa y Difusión, administradaAlejandro Apold, a quien la oposición solía comparar con el doc­

hbels. Losdiarios independientes fueron presionados de mil mane-1t:~Sde papel, restricciones a la circulación, clausuras temporarias,IS, y en dos casos extremos -La Prensa y La Nueva Provincia, en

la expropiación. La reforma de la Constitución, realizada en 1949,con la última y gran salvaguardia institucional al autoritarismo yó la posibilidad de la reelección presidencial. Dos años después,

iembre de 1951, Juan Domingo Perón yJ. Hortensia Quijano fueronIIIS, obteniendo en la ocasión -cuando votaron por primera vez las

alrededor de las dos terceras partes de los sufragios.1 Perón, tan importante como afirmar la preeminencia del Ejecutivod resto de las instituciones republicanas fue dar forma al heterogéneomro de íuerzasque lo apoyaba, proveniente de diferentes sectores, conIonesdiversas,y muchas veces nutrido de cuadrosy militantes sin expe­la ni formación política. A todo ello había que darle un disciplinarniento

'rwllnizaciónacordes con los principios políticos más generales del peronís-y udemás evitar tanto los conflictos internos como la posibilidadde que

ran y transmitieran tensiones y demandasdesde la basede la sociedad.ello recurrió a un método muytradicional, ya practicado por Roca,Yrigo­y [usto: el usode la autoridad del Estadopara disciplinar lasfuerzaspropias,

111111 novedoso, la utilización de su liderazgopersonal e intransferible-com­Ido con su esposa-, que se constituyó naturalmente pero que luego fueladosamenrealimentado por lamaquinaria propagandística.En el Congre­l'crón exigió de cada diputado o senador una renuncia en blanco, como

111"' 111ría de su disciplina. El Partido Peronista, creado en 1947, adoptó unaUr~i1Il¡zllcióntotalmente vertical, donde cadaescalón se subordinabaa la deci-111'11 del nivel superior, hasta culminar en el líder, presidente del país y del1'1111 ido, con derecho a modificar cualquier decisión partidaria. Se trataba de111111 versión local del célebre Führerprinzip alemán, pero su aplicación fue me-111 I~ dramática: el Partido -manejado por el almirante Teisaire- se limitó aIIIHilniznr las candidaturas y Perón, a arbitrar en loscasosdifícileso a mencio-

113ELGOBIERNO DE PERÓN, 1943-1955

Con respecto a lasFuerzasArmadas, aunque Perón recurrió habitualmcnte a oficiales para desempeñar funciones de importancia, se cuidó inicialmente tanto de inmiscuirseen su vida interna como de darles cabida ínstirucional en el gobierno. Sobre todo, procuró conservar la identificación esrnblecída en 1943 entre las FuerzasArmadas y un gobierno del que se querfncontinuador: el 4 de junio, "olímpico episodio de la historia", siguió siendoun fausto fundador; temas centrales del gobierno, como la independenciueconómica, la unidad nacional y el orden, y sobre todo la imagen de UIl

mundo en guerra donde la neutralidad se traducía en la "tercera posición",sirvieron para consolidar un campo de solidaridadescomún, alterado sin em­bargo por el estilo excesivamente plebeyo que los militares veían en el go.bierno, y sobre todo por lapresencia, acción y palabra, difícilesde aceptar, dt'la esposa del presidente.

Según la concepción de Perón, el Estado, ademásde dirigir la economía yvelar por la seguridad del pueblo, debía ser el ámbito donde los distintosintereses sociales, previamente organizados,negociaran ydirimieran suscon­flictos. Esta línea -ya esbozadaen la década de 1930- se inspiraba en mode­los muy difundidos por entonces, que pueden filiarse tanto en Mussolini co­mo en el mexicano LázaroCárdenas, y rompía con la concepción liberal delEstado. Implicaba una reestructuración de las instituciones republicanas, unadesvalorización de los espaciosdemocráticos y representativos y una subordi­nación de los poderes constitucionales al Ejecutivo, lugar donde se asentabael conductor, cuya legitimidad derivaba menos de esas instituciones que delplebiscito popular.

Paradójicamente, un gobierno surgido de una de las escasas eleccionesinobjetables que hubo en el país recorrió con decisión el camino hacia elautoritarismo. Así, en 1947 reemplazó a la Corte Suprema mediante unjuicio político escasamente convincente. Utilizó ampliamente el recursode intervenir las provincias; en muchos casos -en Santa Fe, Catamarca,Córdoba, entre otros-, y en la mejor tradición argentina, lo hizo para resol­ver cuestiones entre sectores de su heterogénea cohorte de apoyos. Pero enun caso, en Corrientes, y sin que mediara conflicto alguno, lo usó paradeponer al único gobernador no peronista elegido en 1946. Una ley acabóen 1947 con la autonomía universitaria, estableciendo que toda designa­ción docente requería de un decreto del Ejecutivo. El Poder Legislativo fueformalmente respetado -el corpus legislativo elaborado en esos años fueabundante- pero se lo vació de todo contenido real: los proyectos se prepa­raban en oficinas de Lapresidencia, y se aprobaban sin modificaciones; losopositores fueron acusados de desacato, excluidos de la Cámara o desafora-

BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DELA ARGENTINA112

Page 56: Romero - Breve Historia Contemporánea

1" se dirigía la propaganda masiva, que saturaba los medios ~e co­-utílizados por primera vez en forma sistemática- y tambl~n l.a

El régimen tuvo una tendencia definida a "peronizar" todas :as l~:t~­y a convertirlas en instrumentos de adoctrinamiento. Sena dlfl~tlla eficacia de estos mecanismos, que se traducían en un sufragion fl'l.vorde Perón o de los candidatos por él indicados.In forma más característica y singular de la política de masas eran lasIones y concentraciones. Realizadas en días fijos -1 Q de Mayo, 17

y en ocasiones especiales -cuando había que celebrar algo oalguna decisión política-, conservaban mucho del pathos d~safiante,

y contestatario de la movilización fundadora del perorusmo, pe­Izado y atemperado, más en memoria y potencia que en acto. Ya nomténeas sino convocadas, con suministro de medios de transporte;y encuadradas, hasta incluyeron controles de asistencia., Sobre to­

jornadas festivas, despojadas de elementos de enfrentamiento real,cun la metafórica "oligarquía" o "antipatria", que expresaban antes lade la nación que de sus conflictos: en la "fiesta del trabajo" -se~ú~ el1verbo de Osear Ivanissevich, ministro de Educación y vate oflclal­.nrtl ....r ••C "unidos por el amor de Dios", se reunían "al pie de la bande­

ISlmta".En rigor, este proceso no era nuevo y la lenta transición de lacombativa a la festiva se inicia en la década de 1920. En rigor tarn­

I la tradición contestataria era recordada y mantenida tanto por Perón" sobre todo, en las palabras ásperas, llenas de furor plebeyo y desafíou de Eva Perón.

1 renovar el pacto fundador entre el líder y el pueblo, las grandes ~o~­raciones cumplían un papel fundamental en la legitimación plebisci­del régimen, que era considerada mucho más importa~te ~ue la elec­, Además, eran el momento privilegiado en la constitución de una

ut ldad, que resultaba tanto trabajadora y popular como .peronista. T~doiruba el momento privilegiado de la recepción del discurso del hd~r

,,,1 ilpelar>desde el "balcón" a los "compañeros", incluía tanto una defi-1,11'111 de su lugar, más allá de las pasiones y de los conflictos, como del deuu-nes lo apoyaban y aceptaban su dirección -la patria, el pueblo, los tra­

hnllldores-, y de los enemigos, calificados como la antipa~ria y, c~~o ta~e~,1 luidos del sistema de convivencia, pues "a los enerrugos, III Justicia.tlvln Sígal y Eliseo Verón han señalado la incorporaci~n .definitiva a la

rult ura política popular de dos elementos difícilmente ~slmtl~bles a la tra­dki(m democrática más clásica: la verticalidad y el faccLOnahsmo, conver­Ildtls desde entonces en valores políticos.

nar simplemente quiénesdebían ser electos. La organización se modificórias veces y, como mostróAlberto Ciria, los organigramas, cada vez más cmpiejos, acentuaron la verticalidad. Finalmente, el Partido fue incluido derudel movimiento, jUntocon el Partido Peronista Femenino -que organizó F\Perón- y la COT, a lasórdenes del jefe supremo, a quien se subordinabanComando Estratégico y los Comandos Tácticos.

Además de esta terminología militar, la organización incluía un elernenrevelador: en cada nivel se integraba la autoridad pública ejecutiva respecuva -intendente, gobernador o presidente-, con lo cual quedaba claro, y puero por escrito, que movimiento y nación eran considerados una misma COSII

Lo que inicialmente fue la doctrina peronista se convirtió en la DoctrinaNacional, consagrada en esos términos por la Constitución de 1949, CIIIIarticulaba tanto al Estado como a la comunidad organizada. Estado y movlmiento, movimiento y comunidad confluían en el líder, quien formulaba 1,doctrina y la ejecutaba, de manera elástica y pragmática, con su arte de COIl

ductor que aunque personal e intransferible podía ser enseñado a quieru:asumieran los comandos subordinados. Se combinaban aquí las tradicionesdel Ejército, donde la conducción es un capítulo fundamental del mando, yla de los modernos totalitarismos que, en su versión fascista, sin duda irnpn-­sionaron a Perón.

Esta retórica el:a sin duda ajena a la tra?iciÓn política principal del paf \liberal y democrática, aunque su emergencia no puede resultar absolutamente extraña si se recuerda lo que fueron anteriormente las prácticas concretasni la identificación del partido con la nación, ni la marginación del Congrcso, ni la identificación entre el jefe del Estado y el jefe del partido oficial era:novedades absolutas. Por otra parte, si el peronismo segó sistemáticamentelos ámbitos de participación aut~noma, ya fue~?n est~s p,~rtidari~s, sindic~~les o civiles, y tuvo una tendencia a penetrar y peroruzar cualquier espac«de la sociedad civil, no es menos cierto que encarnó y concretó un vigorosísima movimiento dernocratizador, que aseguró los derechos políticos y sOci"}le~de vastos sectores ha~ta ento~ces al marge~, culminan?O con el estableci\miento del voto feme nino y la instrumentación de medidas concretas panasegurar a la mujer un lugar en las instituciones. Los conceptos más tradicionales de democracia no alcanzan a dar cuenta de esta forma, muy moderna,de democracia de mas as.

Esta singular forma de democracia se constituía desde el Estado. Los di­versos actores que coanformaban su base de sustentación eran consideradoscomo "masas",es decá.r, un todo indiferenciado, cuya expresión autónoma oespecífica no era valicxsa, y que debía ser moldeado, inculcándole la "doctri-

115EL GOBIERNO DE PERÓN, 1943-1955BREVE HiSTOR[ACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTlNA114

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del discurso político y, sobre todo, los encendidos ataques a la(a" no se correspondían con una conflictividad social real ni mu­IS con una guerra social, como parecía desprenderse de aquéllos.

mcn peronista no atacó ningún interés fundamental de las clasestrndtcionales, aunque algunos segmentos de ellas pudieran verse afee­rur la política agropecuaria. Las instituciones que expresaban losinte­orpcratívos de los propietarios -la Sociedad Rural, la Unión Industrial

no se opusieron públicamente al gobierno, e incluso aceptaron dís­cuoptaciones. Hubo sí, nuevas incorporaciones de empresarios exito­sobre todo de quienes supieron aprovechar vinculaciones y prebendashacer jugosos negocios. En el imaginario social ocupó un lugar impor­el "nuevo rico", el parvenu, que se mezcló con otros nuevos integran­tina elite dirigente que, ciertamente, era mucho más variada que la

lor a 1945: los sindicalistas ocuparon puestos visibles, junto con unacarnada de políticos, deportistas o artistas. Las clases medias tradi­es tuvieron quizá más motivos de queja, especialmente quienes goza­

LIt'rentas fijas, reducidas por la inflación, o quienes perdieron sus em-estatales. Pero en cambio se nutrieron de nuevos y vigorosos contin­llegados por las vías más tradicionales de la sociedad argentina: laprosperidad económica de los trabajadores, y la educación de sus

pues una de las características salientes de estos años fue la forrnida­expansión de la matrícula en la enseñanza media y la no menos notable

Ión de la universitaria.11111 migraciones internas habían venido modificando profundamente launía de los sectores populares. En ellas, la crisis de la agricultura pam-

111 operó tan fuertemente como la oferta de trabajo industrial, y estabili­ésta, fue la mera atracción de la vida en las ciudades, que reflejaba los

Ilesos de modemización y aparición de expectativas y aspiraciones nue­generalizadas por la radio y el cine. Durante los años finales de la décadatreinta y el período de la guerra predominaron los rnigrantes de las zonas

mpeunas- más cercanas y luego se incorporaron los provenientes del Inte­rlur Irndlcíonal, con quienes se construyó la imagen social del "cabecita ne-1'"". Con ellos se expandieron los cinturones de las grandes ciudades -el'hllll Buenos Aires, Gran Rosario, Gran Córdoba- donde se repitió una his­tntlu social ya conocida: el lote modesto, la casita precaria, construida por1'¡Hlt'S -con la novedad de los planes sociales de vivienda- y el esfuerzo socie-11I11t I para urbanizar el lugar.

Un conflicto cultural

117EL GOBIERNO DE PERÓN, 1943-1955

¿Hasta qué punto esto fue responsabilidad exclusiva del peronismo? 1"oposición terminó ocupando el lugar asignado en este sistema. La derrota dI'1946 desarticuló totalmente el proyecto de la Unión Democrática =últirua

, figuración del Frente Popular- y enfrentó a los partidos opositores con UIIII

cuestión difícil: desdedónde enfrentar a Perón. Los socialistas, apartados dI'toda representación política, mantuvieron su caracterización de "naaífascísmo", denunciaron losavances hacia el autoritarismo y consideraron que 1"prioridad era acabar con el régimen; los grupos de socialistas que intentabanuna postura más comprensiva hacia los trabajadores que habían adherido 111peronismo no lograron quebrar la sólida y ya anquilosada estructura partidnria. Algo similar ocurrió en el Partido Comunista: hubo un período de accrcamiento y simpática comprensión, por la vía de las organizaciones de trabajadores, que culminó con la expulsión de los dirigentes que la propiciaron,Los conservadores sufrieron el cimbronazo de una cantidad de dirigentes qUI'se "pasaron", pero finalmente se reconstituyó, en una línea de oposición fron­tal, fundada en la defensa de la legalidad republicana.

En el radicalismo el proceso fue más amplio. La derrota de 1946 abrió elcamino a la renovación partidaria y una coalición de intransigentes renovn­dores y sabattinistas, críticos de la estrategia de la Unión Democrática, des­plazó a los "unionistas" que venían del tronco alvearista. En 1947, en la Con­vención de Avellaneda, el Movimiento de Intransigencia y Renovación ha­bía formulado sus principios, que transformaban sustancialmente el programaradical, hasta entonces ambiguo e impreciso. El MIR, sin renunciar a la defen­sa de la Constitución y de la República, combatió al peronismo desde unaposición que se presentaba como más progresista, tanto en lo social como enlo nacional, y lo hizo Con más soltura a medida que el régimen, por las exi­gencias del gobiemo, fue abandonando sus posiciones iniciales más avanza­das. Mientras el grupo unionista optaba por el desafío frontal y especulabacon un golpe militar, los intransigentes discutieron en el Congreso cada unode los proyectos gubemamentales, coincidieron a veces, y señalaron objecio­nes fundadas y atendibles en muchos casos. En el grupo de los cuarenta ycuatro diputados, presidido por Ricardo Balbín y Arturo Frondizi, se formótoda la dirígencia radical posperonista. Pero no llegaron a constituirse enuna verdadera oposición democrática, en parte porque entre muchos de ellosel faccionalismo era también muy fuerte, pero sobre todo porque la mayoríaperonista no estaba dispuesta a convertir al Congreso en un lugar de debate,e incluso a tolerar que fuera una tribuna de los disidentes con la DoctrinaNacional. Todos los recursos se usaron para acallar sus voces y, finalmente,para ubicarlos en la posición que previamente se les había asignado.

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DELA ARGENTINA116

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lodo lo referente al mundo del trabajo, y a la misma dignidad inhe­tuvo un significado central, reforzado por el papel de la instituciónexcelencia -el sindicato- en innumerables ámbitos de la vida, labo-

I"horal, pues de la mano del sindicato los trabajadores tanto asegura­como accedieron al turismo o al deporte, Los trabajadores se inte-

111 nación de la mano del Estado y a la vez se incorporaron a la sociedadde cuyos bienes acumulados aspiraban a disfrutar, con prácticas

ylI desarrolladas por quienes, en épocas anteriores, habían seguido elrfllCCSOde integración. '

facilitó el acceso a dichos bienes, Al fuerte estímulo a la educa­Icularmente en el nivel medio- se agregó la protección y promoción

díversas actividades culturales: conciertos y representaciones teatrales apopulares, apertura del Teatro Colón a actividades más variadas, y una

prurccción a la industria cinematográfica, que se sumaron al crecimien-1 de la radiofonía. El Estado distribuía, y el público recibía, junto con, una dosis masiva de propaganda, La mayoría de los diarios Y todas

IS fueron manejados, directa o indirectamente, desde la Secretaría dey Difusión, El agudo Enrique Santos Discépolo o el mediocre Américafueron las voces de una propaganda oficial que también desbordaba en

",llItos deportivos de Luis Elías Sojit, y que finalmente se instaló en las, cuando La razón de mi vida, el libro de Eva Perón, fue establecido

I n-xto obligatorio,1IIEstado facilitaba el acceso a la cultura erudita, pero sobre todo distri­cultura "popular", que incluía mucho de lo folclórico tradicional-como

rllllrnn expresar Antonio Tormo o Alberto Castillo- y mucho de comer­Pero en conjunto, distribuía en el imaginario de la sociedad los modelos

tnlcs y culturales establecidos, de la misma manera que, décadas antes, louu hecho la revista El Hogar: eso es lo que se veía en el cine de los teléfo­"' blancos, con.su imagen convencional de las clases tradicionales, tal co­

n1l1 IlIs podía encarnar Zully Moreno, o en los libros escolares, donde lostruhnjndores eran representados en su hogar, sentados en. un sillón, con sacoy" irhata y leyendo el diario, Distribuía también una cierta visión de la tradi­, 11111 nacional, manifiesta en la preocupación por develar el mítico ser nacio-1I,a1 que debía unificar a la comunidad, Curiosamente, para este movimiento1III{IInRvez surgido del nacionalismo, esa tradición se encarnaba en primer1111:lIr en San Martín, el Libertador -el centenario de su muerte fue profusa­mente conmemoradc--, que prefiguraba al segundo Libertador, y luego -cons­picuamente ausente Rosas- en la más clásica tradición liberal, la de Urquiza,Mlrrc, Sarmiento y Roca, con cuyos nombres fueron bautizadas las líneas de

li9ELGOBIERNO DE PERÓN. 1943-1955BREVE HISrORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

La novedad de estahistoriasión de la sociedad srgentí ' fiquelProblongab,ael secular proceso de eXI

1 tna, ue a rusca m ió dpopu ares a ámbitos visibl ' corporacl n e los secnd l es, antenormente vedad Má 11

ca opa ítico, el 17deoctubreti irnbó]¡ os, sa ádesusigllld ue sun o ICOprecisaos y protegidos pore[ Estado' mente por eso, Estimllmica novedosa, los sectores perolrusta, Y, aprovechando una holgura eco:d d [ popu ares se mcorpor [a ,a a política, Compraron Izad aron a consumo, a la ry algunos las "motonetas" q rOlPI,adsy ca za os, Y también radios o he

[ , ue e 1 er se encargaba d 'por e pais, gracias a [osplanes d turi , e promocIOnar, Viajare

, , e unsrno social Y acc di 1 1esparCimiento y diversión . h d ' e leron a os ugares I[ ,aprovec an o la gener l' ió d [

Y aun e asueto sabatino total [ d a IzaCI n e sábado ingl, Ide fútbol, las plazas y parques p~r; a gunos e ellos, Se llenaron las canchmLa Enramada- donde la m' , ' ec l .iórlc Retiro Ylos lugares de baile -COIIIII1, b l usica 10 e Ó1'1carecordab 1 " idIta a a asunción de la nue S b d a a Vieja I entidad y (;wld va. o re to o fue l ci 1e aquellos años, Invadieron la c' d d ' '1 ron a eme, a gran diversíünE', 1 IU a , me uso el ce t IJercieron p enamenr- una ci d danr n ro, Y o usaron tod, 1

d IU a anta SOCialq ló fna a con la política, ' ue naci mtunamente fusio

El reconocimiento de la existencia del 'nuevos derechos estuvo asociad 1 p,ueblo trabajador y el ejercicio dI'ti id l o con a acción del Estad Ía i "ue una I ea e ave Y Constitutiva tanto del dí o, y a jusncra sociaella la doctrina llamada "J'UStl''1'" IScursodel Estado -que derivó dl'

, cla tsta - como de la id idse constituía. Los materiales de 'd h nueva I enn ad social qUI'dé d esta I ea se abfan ido e dca as anteriores, tanto por b di' conrorman o en las d(l,\

d d Ora e as expenencias d lcomo e iversas fuentes discursivas del " e os sectores popularosTodo ello había decantado ,s~cla/¡smo a la doctrina de la Iglesíal en una percepción rací I t ,

as injusticias de la sociedad if ,lona y emotiva a la vez de, -rnam resta tanto en un di d Alf 'CIOScomo en una película de Tit M 11 ' iscurso e redo Pala-l ,la ere 0- unida a ióso ucionar sus aspectos más ísíbles una accr n racional para

ibles e í VISI es, para alcanzar m ' , ,ro post es e mmediatas en las 1Es d ejoras, quiza modestas pe-d d nrí ' que e esta o benefa t ' 1,a pnncipal y la propia organiz ió d los : e or tenía a responsabili_Situación ancílar, Lo singular h ac~ n de os ll1teresados era relegada a un'][a combinación de esta riue - a su ra~a o con justeza José Luis Romero- fue

va concepCIón con 11verdaderamente constitutl'v de la soct d aque a otra más espOntánea yd l a e a sacie ad arge ti de a movilidad social. La acció d 1Es d n ina mo erna: la ideologíaindividual del ascenso sino n e b ta o no sustituía la clásica aventura[ bstá " que aporta a el empuJ'ó ' , , 1 1 li . eos o staculos mas grues, n mictat, a e lmmación deos, para que los mecaní d' ,empezar a funcionar.La j usticí , 1 ' isrnos tra ícionales pudierande integración de la soc ied d la SOCia,venta a completar así el proceso seculartorno de ella fue a la Vc:= ob argennna, y la identidad que se constituyó en

Z o rera e mregranv A dif .a, Ilerencia de In:; décadas

118

Page 59: Romero - Breve Historia Contemporánea

l ncovunrura externa favorable en la que surgió el Estado peronista, comenzó11 invertirse hacia 1949: los precios de los cereales y las carnes volvieron a sunorrnalidad y los mercados se contrajeron, mientras que las reservas acumu-

Crisis y nueva política económica

blenes y excluir al pueblo. Se trataba de una definición pre~i~aI~h" sobre todo ético, pero socialmente muy difusa, y perrruttaviolento ataque discursivo -particularmente en la voz plebeya. con escasas acciones concretas en contra de los supuestosla "oligarquía encerrada en sus madrigueras". lnvers~mente,ón, la resistencia a las prácticas políticas del perorusrno se

con la irritación ante la forma peronista del proceso de dernocra-1111: hubo en ellos mucho de reacción horrorizada frente a la lll~a­de los espacios antaño propios, y mucho de ira a~te la pérdidaa y el respeto, que juzgaban producto de las ~~dldas del~~gó­

I'l'Mlmen.Su respuesta fue, junto con el ataque a~reglme~, la rídicu-d"IIJarvenu, tanto del nuevo rico como del humilde habitante urba­

de manejar con destreza los instrumentos de la nue~a cultura onder sus claves, y a menudo encandilado con sus manifestacionesiales.

Jos configuraciones culturales antagónicas y excluyentes, que semutuamente pero que compitieron por la significación de un campo

, En torno de Eva Perón se libró un combate de ese tipo. Confronta­versiones antagónicas e igualmente estilizadas, frente a las cuales el, personaje se fue esfumando: como ha mostrado Juli~Taylor, a la ~ama

f.llperanza se contrapuso la Mujer del Látigo, dos versiones de l~ mismade la mujer y de sus funciones, elaborada por las clases me~las, de la

unos y otros pretendían apropiarse. Más visible aún ~ue la d~sputa ende la imagen de los "descamisados", que en la práctica a~u,dlaal a~tode los dirigentes de sacarse el saco en las ceremonias oficiales, qUl;á

lucir sus camisas de seda. Originariamente, como el sansculotte frances,u-rrn todo el prejuicioso desprecio de la gente d~ecente fr~nte a un comen­hu-sperado: pero del otro lado, en lugar de una l~a~en d.lferente que cam-

1 . términ os del conflicto asumiendo la propia identidad obrera, huboI os f ió dnsunción positiva del descamisado, una apropiaci~n y resigni icaci n e

1t1la~endel otro, como si el conflicto cultural se librara en el campo yanizado por los sectores tradicionales.

121ELGOBrERNO DE PERÓN, 1943-1955

l... , "ti, ..11 III'S nacionalizados. Ese momento fundacional se sepamlm1" "111'1' 1'1Ir un pasadonegro y ominoso, de una densidad tal que el pcn11111 .,111 perder su arraigo en la tradición- podía exhibir plenamente ~II1I1l'1I~h)nfundadora y revolucionaria, legitimada en un futuro en consnck in. Un pasado negro y un presente rosa, un antes y un ahora, erunelementos centrales que organizaban los textos y discursos peronistas.

Esa construcción discursiva, y la forma elegida de difundirla, notanto de verdaderos intelectuales como de mediadores un poco rnilitann­otro poco obsecuentes. Ciertamente, pese al apoyo disponible, la crear]intelectual y artístLcafue escasa en el medio oficial, donde pueden reconhupocas figuras _notables:el filósofo Carlos Astrada, los escritores Leopoldo Mrechal y Mana Granata, el poeta Horacio Rega Malina. Los mejores intclutuales y creadores críticos e innovadores convivieron, junto con los clt­antigua cultura establecida y un poco caduca, en instituciones surgidasmargen del Estado, y animadas por un cierto fuego sagrado: Ver y EstilllillAmigos d~ la ~úsica, el Colegio Libre de Estudios Superiores, que funcioll.\como Universidad alternativa, y la revista Sur, donde el esteticísmo COSnllI

polita y apolítico hacía las veces de una ideología opositora. Quizá lo 11111

noved~,~o de esto~ año~,en m~teria de creación cultural haya sido el auge tll'lteatro independíenr-", cultivado por artistas no profesionales, donde encentró terreno adecuado una renovada producción nacional-a partir de /,'/puente, de Carlos Gorostiza, estrenada en 1949- que contrastó con la chatumrepetitiva de los grandes teatros comerciales o estatales.

El peronisrno había surgido, en los años de la guerra y la inmediata posgucrra, en el marco de un fuerte conflicto social, alimentado desde el mismo Esta.do. Con el correr del tiempo, derivó por una parte en un fuerte enfrentamíenn,político, que separaba al oficialismo de la oposición, y por otra en un conflícroque, más que social, era cultural. El Estado había trabajado mucho para encu.i­drar los conflictos sociales en una concepción más general de la armonía dcclases, la comunidad de intereses y la negociación, que él arbitraba, y a la vezhabía desplazado el conflicto al campo del imaginario de la sociedad.

Fue un conflicto cultural, inflnitamente más violento que el existenteentre los intereses sociales básicos, el que opuso lo "oligárquico" con lo "po­pular~. Lo popular combinaba las dimensiones trabajadora e integrativa, ycarecia de aquellos componentes clasistas que, en otras sociedades, se mani­fiestan en una cultura cerrada y centrada en sí misma. No se apoyó en unmodelo cultural ~iferente del establecido sino en una manera diferente y másamplía de apropiarse de él, de participar de algo juzgado valioso y ajeno. Enesa perspectiva, la oligarquía -fría y egoísta- era quien pretendía restringir elll

IIUI \'IIIlSTnIU/\ CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINAI ti

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In l'scasa electricidad y los deficientes transportes, sobr: t~­ió el Estado había abandonado, En las fábrí-l:lIya renovacl n , b '

l••incentivos que derivan de la competencia, habla,n su Sl~-

rrlllluctivos ineficientes y costosos. Finalmente, llamduIst~lad d b Y el peso de os sa anos..Ita proporción e mano e ora,

IL ularrnente alto y difícil de reducir debido a la al~~ oc;p~­rtc capacidad sindical de negociación, La expansión e ainicialmente compensara los costos salariales altos, ~ab(a

fl'¡:to dinarnizador, de modo que el problema comenzó a serlos empresarios, , ió 11,;lftica económica apuntó a esos problemas, Se ~es:nngl e'rial y el uso de las divisas, y se dio ,una nueva ~n~ndad a la~

Iludes y sobre todo a las industrias de bienes de capital. ,el p~oyec... 11 de SOMlSA fue reactivado y se procuró iniciar la f~bncaclón de

1 tivos de trabajo -piedra angulary aurornóviles. Los contratos ca ec , " d 1955Ila sindical- fueron congelados por dos año~, A pnnclp~os e d I

'1 empresarios y sindicalistas para discutir las cuestlo:,es, ~ a• y afloraron los temas que preocupaban a aquéllos: la l~e~lclení

1" 111'1110de obra, el poder excesivo de los delegados de fabnca, e'1 1 1 También afloró una sorda inquietud gremial, expre-

II e os unes, 1; , ia d 1 ' , n1 ívindicación de la política originaria e régimen y enarre en a rervi 11d

" 1 1" de 1954 cuidadosamente aca a as11 huelgas, como a meta urgica ,,hlll'iplinada prensa oficial. ,hi imo uso sus mayores esperanzas en algo que desde ento~ces sena

IIlll'l!~tral~e las políticas económicas: la concurren~ia ~edc~p;.~ales/r

's, que emp,ezaron a ser imagin~do~ por unos :0r;_: ; ~~; ~l ~~~~e:n~I1rlls como el caballo de Troya e a econorrua. ,c; 1 d R dícación de Capitales: pese a establecer importantes111110 una ey e al, d 'nlos respecto de repatriación de utilidades o reenvío e ganancla~~~~:I una modificación fundamental respecto de los ~ostuladlos de lad

' " Est ocurrió en e marco e unah-uela económica y la tercera posición. o 1'(

1),'" reconciliación con ESlta-cldosUdnidos'lj9a5104n~d~I~0~:!r~~~y~~:~sfd~~t~-n C en Guatema a on e en ,1',:,llIz_o~e:l:ntuSiasta recibimiento al hermano del presidente Eísenhower.

, olítica comenzaron a concretarse algunos proyectos,11l" marco de esta Pide 1955, la FlAT italiana se interesó en. ad arían plenamente uego ''1"1 ma ur '1' ,,' ó una acería en Campana,

trurrures, autos y motores; otro ifabri ita lana mici la Kaiser instaló en Cór-B di , para fa ncar camiones y

111Mercedes enz se ra ICO '1 bs 1 t en Estados Unidos, Lo más im-""hu una planta de autornóvi es, ya o so e a

123ELGOBlERNO DE PERÓN, 1943-1955

ladas, consumidas con poca previsión, se agotaron, La situación ernpues el desarrollo de la industria, quizá paradójicamente, hacía al puldependiente de susimportaciones: combustibles, bienes intermedios ,acero o papel, repuestos y maquinarias, cuya falta dificultaba el descnv,miento de la industria y provocaba, finalmente, inflación, paro y des,hción, Los primeros signos de la crisis llevaron en 1949 a la caída de NIMiranda, reemplazado por un equipo de economistas profesionales -el 11

zado por Alfredo Górnez Morales- que se encargó de iniciar los ajustes.medidas no evitaron que, tres años después, la crisis del sector externorepitiera, agravada por dos sequías sucesivas, En ese duro invierno de 19111,

gente debió consumir un pan negruzco, elaborado con mijo, faltó la C;II'I

los cortes de luz fueron frecuentes, También en ese invierno murió Eva 1rón, uno de los símbolos de la prosperidad perdida,

Precisamente en 1952 el gobierno adoptó con firmeza un nuevo rumleconómico, ratificado luego en el Segundo Plan Quinquenal, mucho mríspecffico que el anterior, que debía tener vigencia entre 1953 y 1957, Para l'l',cir la inflación, se restringió el consumo interno: fueron eliminados subsidu 1\

distintos bienes de uso popular, se estableció una veda parcial al consumo t

carne 'y se levantó el congelamiento de Íosalquileres; además, Perón hizo 1111

apelación a la reducción voluntaria y consciente del consumo, de sorprendente efecto, Por otra parte, se proclamó la "vuelta al campo": el IAPI, maneja].por un "ministro liquidador", invirtió su mecanismo y empezó a estimular ah,productores rurales Con precios retributivos, al tiempo que se daba prioridarl nla importación de maquinaria agrícola, Esta política, cuyos efectos no llegan 11Ia ser apreciables, apuntaba a aumentar la disponibilidad de divisas para seguhimpulsando el desarrollo del sector industrial, clave para todo el andamiaje dl'lperonismo.

Por entonces, el estancamiento industrial era evidente, En los años anre­riores, y al amparo de una amplia política proteccionista, había proliferadoun extenso se~tor de medianos y pequeños establecimientos, en general muypoco eficientes, que subsistía de alguna manera al amparo de las grandesfábricas y de sus elevados precios, Las ramas de alimentos y de textiles, queencabezaran el crecimiento, habían llegado al límite de sus posibilidades decrecimiento, Otras ramas, como la metalúrgica, la de electrodomésticos, cau­cho, papel o petroquírnica, tenían todavía amplias posibilidades en el merca­do interno, pero se encontraban trabadas por diversas limitaciones, El prin­cipal problema del sector industrial era su reducida eficiencia, oculta por 1"protección y los subsidios que por distintas vías recibía del Estado, Las causaseran varias:a la rnaqu maria obsoleta se sumaba el.deterioro de los servicios,

122 BREVEI-lISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

Page 61: Romero - Breve Historia Contemporánea

con los militares siguieron a un avance inicial del régimenítuctón, ante la que al principio había mantenido una cierta

El general Franklin Lucero, nuevo ministro de Ejército, se"linar apoyos entre los oficiales -creció el escalafón, los ascensosy hubo variadas prebendas para jefes y oficiales- y también en­

les, beneficiados con el derecho al voto -hasta entonces, unalos colocaba en el nivel de los irresponsables-, el uso de uni-

11 los oficiales y un sistema de becas para educar a sus hijos, a lola posibilidad de "abrir los cuadros" y permitir su ascenso al

uficiales. Todos estos beneficios, que suponían también el incre-11111 rivalidades y suspicacias internas, apuntaban a lograr un corn-

mlts pleno por parte de quienes debían ser un componente centralidad organizada.

solicitado puso en evidencia todas las reticencias y dudasmen -no ya el presidente constitucional- suscitaba entre los mili­

preguntaban acerca de la solidez de un orden proclamado, pero ba-111 agitación popular permanente; se indignaban ante avances fla-del autoritarismo, como la expropiación del diario La Prensa, y sesobre todo con Eva Perón, su injerencia en los asuntos del Estado y

liar estilo. La proclamación de su candidatura a la vicepresidencia, en1Abierto del ]usticialismo del 22 de agosto de, 1951, a la que ella

h~días después, fue sin duda difícil de tolerar. Estos y quizás otrosdieron el espacio mínimo para la acción de grupos de oficiales deci-

11 derribar a Perón, vinculados con aquellos políticos opositores embar­yll en la misma ruta. El 28 de septiembre de 1951 el general Benjamín

encabezó un intento, notoriamente improvisado y fácilmente so'1, Si bien se puso de manifiesto la firme posición legalista del grueso del110, también constituyó un llamado de atención para un régimen queentonces no había tropezado con oposición consistente alguna. Perón

wechó la intentona -que calificó de "chirinada"- para establecer el esta-d" guerra interno y mantenerlo hasta 1955. Con ese instrum~n~o se ded~,11 depurar los mandos militares de adversarios, sospechosos, tibios ~ vact­,'s. A la vez, en plena campaña electoral, restringió aún más la acción de

h,lo polítlcos opositores y obtuvo un aplastante triunfo en noviembre de ese""11, en las primeras elecciones con sufragio femenino: logró el 64% de losVIlIIlS, la totalidad de los senadores y el 90% de los diputados, gracias a lasvenrajas del sistema de circunscripciones.

111111:11111' 1',,' el pmyectopetrolero: en 1954 el gobierno firmó con unnd,,11I SllImlard Oilde California un contrato de explotación de 40 mil IIII'IIS en la provincia de Santa Cruz, con amplios derechos. Se trataba di'medida que desafiaba convicciones hondamente arraigadas -e inclusod¡~posición de la Constitución de 1949- y que suscitó un amplio deban­blico, por lo que Perón prefirió enviarlo al Congreso para su ratificación.fue discutido ,t~nto por la oposición -Arturo Frondizi publicó por enn 11

P~tr61eo y pO~Ulca-como por sectores del propio peronismo, cuya voz Ivisible fue el jovendiputado ]ohn William Cooke, y no negó a ser ratific:, Lo~ logros de lanueva política económica fueron modestos: se reduj«inflación y se reequílíbro la balanza de pagos, pero no se apreciaron carrilmás sustanciales en el agro y la industria. Ciertamente, esa política maroun rumb~ nuevo, que en sus líneas básicas anticipaba la de los gobicnposperorustas, pero su aplicación fue moderada y tuvo en cuenta la neceskde resguardar la situación de los sectores populares, lo que en cierto senil,resultó poco compatible con la ortodoxia económica que la inspiraba: nirecurrió a la devaluación -el gran instrumento con el que posteriormenreoperaron rápidas y sustanciales transferencias de ingresos entre sectores- I

se redujo el gasto público, que en buena medida subsidiaba a los secromasalariados. En ese sentido, esta nueva política económica se mantenía drutro de la tradición peronista.

Los c,omien,zosde la crisis económica fueron acompañados de importuntes ma~ufestacI01:es de disconformidad entre dos de los principales apoyt 1\

del régimen, los sindicatos y el Ejército, cuya solución implicó un avanceel camino del autoritarismo, Hacia 1948 el Estado había logrado estabilizacontrolar el fr,ente gremial, pero desde el año siguiente las huelgas, aumenores en numero, fueron más duras y con una veta creciente mentetora. En 1949, en dos ocasiones fue la FOTIA, que nucleaba a los trabajadoazucareros de Tucumán; finalmente fue declarada ilegal y se intervino el sidícato. Luego fueron los bancarios, los gráficos y los ferroviarios, a fines dI1950 y principios de 1951. Estas últimas constituyeron un fuerte desafío alrégimen, por su visibilidad imposible de ignorar y porque ocurrieron al mar­gen de la complaciente e ineficaz dirección del sindicato; los trabajadores,golpe,ados por la,polrtíca de hacer menos costosos los ferrocarriles, siguierona antiguos gremialistras opositores, y su voluntad ni siquiera pudo ser torcidapor Eva Perón, que j Ligósu prestigio recorriendo patéticamente los talleresferroviarios y reclamando a "sus" trabajadores solidaridad con Perón. Éstefinalmente optó por aplicar una dura represión: prisión a los dirigentes rebel-!des y movilización militar a los obreros.

IIHIMIIISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LAARGENTINAl' , 125EL GOBlERNO DE PEPÓN. 1943-1955

Page 62: Romero - Breve Historia Contemporánea

dl' la oposición fueron reducidos al mínimo, en la prensa ,yen el Par~a­donde el doctor Cámpora, presidente de la Cámara de DIputados, pro­In superioridad de la obsecuencia sobre la consecuen~ia, ,

por esa vía el régimen marchaba hacia el t?talltansmo, ~rocura­-aunque con menor consecuencia+ reconstrurr un es-

de convivencia con los opositores, empezando por un objetivo I~íni­reconocimiento recíproco. Encontró alguna recepción en los partidos,

quienes su situación en los bordes mismos de la ilegal~dad generabadifíciles de soportar, Algunos de sus dirigentes se anllnaro~ ,aacer­

nI gobierno y dialogar: la respuesta que encont~aron fue tan cálida co­la crítica de sus compañeros reluctantes. Pnmero fue, en 19,51,'una

lsta secreta del conservador Reynaldo Pastor. Luego, un ofrecimiento1 de un grupo de dirigentes del Partido Comunista, e~cabezado por

José Real, que propuso integrarse a un Frente Popular ~mdo, pero cho­el sólido anticomunismo peronista. Finalmente, a fines de 1952, fue

"_tur~,nl"\ dirigente socialista, Enrique Dickmann, quien negoció c~n ~e­In liberación de presos políticos socialistas y la reapertura del pen6dlc~

para ser de inmediato expulsado del partid,O,Con ~poyo ofi­Díckmann fundó el Partido Socialista de la RevolUCIón Naclon~t, que

disidentes varios de la izquierda, con el que Perón proyectó infruc-_'¡Il<O'L"" dividir al socialismo.Este tenue comienzo de una apertura -no declarada por ninguna de laspartes- terminó bruscamente en abril de 1953: durante una concentra­y mientras hablaba Perón, estallaron en la Plaza de ~ayo bo~bas colo­por grupos opositores lanzados al terrorismo y munerOl: var~as per~o­

La respuesta fue en la misma clave violenta: grupos perorustas incendia­la Casa Radical, la Casa del Pueblo socialista y el [ockey Clu~, centro[emático de la ambigua y ubicua "oligarquía"; la Policía, llama~l;amenteva, tornóse activa para impedir el incendio del ~iari~ ~ N~l?n. A esaosión de terror administrativo siguió una amplia e tn~lscnmma~a de­ión de dirigentes y personalidades opositores, que incluía desde RIcardo

hín hasta Victoria Ocampo. Pero en la segunda mitad del año el régimenublandó y aceptó liberar a los presos siempre que los partidos l? pidieran ylloranasí prueba de reconocimiento al régimen, conducta que, dlscretamen­

'''. siguieron los partidos menores. En dic~em,br~, finalmente, una ley d~Ml1l11istíapermitió liberar a la mayoría. Al ano slgu.I,ente, 19~4, la convocatorln :1 elecciones para designar vicepresidente -Quíjano habl~ muerto apenasn-electo- llevó a montar nuevamente el escenario y la maqumana elect?r,al:el almirante Teisaire -que administraba el partido- derrotó con la tradicio-

127EL GOBIERNO DE PERÓN, 1943-1955

Perón inició su segundoperíodo visiblemente consolidado por el nuevo peconómico, que parecía tener éxito, la victoria sobre rebeldes milítarcssindicalistas y el espectacular triunfo electoral. Hasta la muerte de Evita, ~Iduda un golpe muy duro para el régimen, fue ocasión para unos funeralconvertidos en singularmanifestación plebiscitaria. El fin de la etapa revolúcionaria -visible en lanueva política económica y en la normalización de l ••relaciones con EstadosUnidos, y también simbolizado por el trágico aC:1II1,miento de la voz másdura del régimen- podía hacer presuponer una marchahacia la pacificación política y una relación más normal con los que discntían, en el marco de un cierto pluralismo. Pero había otras fuerzas que ernpujaban al mantenimiento y acentuación del rumbo autoritario: el propio tll'senvolvimiento de la maquinaria puesta en marcha, que avanzaba inexorublernente sobre las zonas no controladas, y la poca predisposición p<ll ,

reconstruir los espacios democráticos por parte de muchos de los opositores,jugados a la eliminación del líder.

En los tres años finales de su gobierno Perón tuvo una conducta errática,Fue evidente la dificultad para llenar el vacío dejado por la muerte de EVII

Perón: tanto en la Fundación, como en el nuevo Partido Peronista Femenino 11

en la misma CGT se advirtió un manejo burocrático y una pérdida de iniciativa,Perón mismo pareció perderla, manifestó cierto cansancio y menor concentra-.ción en el trabajo y la conducción política; pasó mucho más tiempo en 111residencia de Olivos y se dedicó a exhibirse rodeado por las adolescentes drla Unión de Estudiantes Secundarios, instaladas en la misma residencia, 0:1

encabezar desfiles juveniles en motoneta -la última novedad en sustitución Lkimportaciones---, luciendo un llamativo gorrito de béisbol.

La Unión de Estudiantes Secundarios (UES) era precisamente una de IaHnuevas manifestaciones de esa vía autoritaria, que procuraba encuadrar todoslos sectores de la sociedad en organizaciones controladas y "peronizadas". L:,máquina plebiscitaria, perfectamente organizada, producía regulares y previsi­bles convocatorias a la plaza. Se avanzó en la "peronización" de la administra­ción pública y la educación, con la exigencia de la afiliación al partido, 1:,exhibición del "escudito" o el luto por la muerte de Eva Perón, la donación dL'sueldos para la fundaciÓn y todo tipo de manifestaciones celebratorias del lídery su esposa,cuyos nornbres fueron impuestos a estaciones ferroviarias, hospita­les, calles, plazas, ciudades y provincias. La "peronización" llegó a las FuerzasArmadas: hubo cursos de adoctrinamiento justicialista, y las promociones yselección de jefes obedecieron desembozadamente a razones políticas. Los es-

Consolidación del autoritarismo

BREVEHISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA126

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un grave error, y la señal de que ese hábil político -tan capaz deel campo propio como de explotar las "debilidades del adversario­ido muchas de sus capacidades.

im unidad Organizada -o, más modestamente, la peronización de lasmes de la sociedad- era un proyecto con una dinámica propia, eje-

ror un conjunto de funcionarios, que ya marchaba independiente­de Lavoluntad o el arte conductivo del líder. El Ejército, al principio

en su independencia y profesionalidad, había sucumbido en suy las voces disconformes eran cada vez más fuertes. Pero la Iglesia,

que Inicialmente se había establecido un acuerdo mutuamente conve-Na irreductible a él, y por eso potencialmente enemiga, máxime cuantonnpleja institución tenían un lugar no despreciable viejos enemigosmen -identificados con la oposición- y nuevos disidentes, quejosos

aspectos de la nueva política, como el abandono de las consignas'"""11'" ,,~. El Estado peronista y la Iglesia empezaron a chocar en unadl' campos específicos. La Iglesia era sensible a los avances de aquél en

1de la beneficencia, a través de la Fundación, y en el de la educación;ni desagrado por el creciente culto laico del presidente de la Nación y suse agregaba la preocupación por los avances del Estado en la organiza­

d" los estudiantes secundarios, en un contexto de sombrías sospechas deIón. Al gobierno lo turbaba la conspicua intromisión de la Iglesia

política, con la Democracia Cristiana, y la más solapada en el campolul que, desde el punto de vista del régimen, resultaba francamentersiva,

l conflícto estalló en septiembre de 1954, cuando en Córdoba cornpitie­dos manifestaciones celebratorías del Día del Estudiante, una organizadale IS católicos y otra por la UES. En noviembre Perón lanzó su ataque con­In Iglesia, el enfrentamiento pareció enfriarse en seguida, pero se agudizódlclcmbre, luego de la multitudinaria procesión en Buenos Aires en el díaIn Inmaculada Concepción. El ataque mostró la verticalidad alcanzada enIparato político oficial: todos a una, con escasas disidencias, descubrierontremendos vicios de la Iglesia. Aunque se intentó limitarlo a "unos pocos

, fue un ataque feroz, asombroso para una sociedad que desde 1930retrocedido tanto en su aprecio por los valores del laicismo. Se prohi­

IlIn las procesiones, se suprimió la enseñanza religiosa en las escuelas, senulu]o -en una ley en vías de aprobación referida a otra cuestión- una

upreslva cláusula que permitía el divorcio vincular, se autorizó la reapertu­'" dc' I()~prostíbulos y se envió un proyecto de reforma constitucional paraIrJlllrar la Iglesia del Estado. Muchos sacerdotes fueron detenidos y los perió-

129EL GOBIERNO DE PERÓN, 1943-1955

¡La fundación del Partide-, Demócrata Cristiano marcó el comienzo del con­flicto entre Perón y la Iglesia, que rápidamente llevó a su caída. Pese a quehabía múltiples razones, :no era un conflicto inevitable; dejarse llevar a él fut'

La caída

nal amplitud a Crisólogo Larralde, uno de los más destacados dirigentes JI'intransigencia radical.

Por entonces el radicalismohabía definido su perfil, encontrando un (¡gula de oposición posiblea un régimen que giraba simultáneamente al COlI

servadurísrno y al autoritarismo. Al igual que los otros partidos, los radical.debían soportar, desdel946, una dura división interna. Los unionistas, hell'deros del alvearismo y la Unión Democrática, estaban totalmente jugadosla abstención, la ruptura total y el golpe militar, y los sabattinistas de Córdnha se habían plegado aesa línea. El grupo de Intransigencia y Renovación,en cambio, insistió desdeel comienzo en la lucha institucional e ideológíc l.y siguió haciéndolo pese a la reducción casi total de los espacios. En 19'i4ganó definitivamente el control del partido, cuando Arturo Frondizi alcanr«la presidencia del COmité Nacional. Acusado de "rojo" por sus enemigo"internos, Frondizi había definido una imagen original de político intelectual,reforzada por la publicación de su libro Petróleo y poUtica. Con él, había lanzado la propuesta de combatir al peronismo desde lo que éste tenía de nuíMprogresista, y sin renunciar a la crítica institucional, reivindicar la reformaagraria y el antiimperialismo, tema que los contratos petroleros habían tornado urticante.

Puede especularse sobre la sinceridad de esta propuesta y la posible emer­gencia de una clase pOlítica renovada. Pero ciertamente, en 1954 se ubicahn-como lo ha señalado Félix Luna- en el cuadro general de una cierta reaper­tura del debate público, que coincidía con un envejecimiento del régimen yde su líder. Por entonces, la revista Esto Es practicaba un periodismo abiertoque se distinguió de la monótona apología de la prensa oficial; el periódicoDe Frente, de john William Cooke, pareció introducir en el peronismo uninesperado debate interno, que en ese movimiento verticalista no reconocfuantecedente alguno; las revistas Imago Mundi y Contorno abrían una alterna­tiva cultural y mostraban un renovado interés por la actualización del mun­do intelectual. Ese año, la fundación del Partido Demócrata Cristiano pare­cía indicar -como ha dicho Tulio Halperin- que la Iglesia se sumaba a eS!':1visión en cierto modo P6stuma del régimen envejecido.

BREVE I-IISTDRIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA128

Page 64: Romero - Breve Historia Contemporánea

IIl' lo autorizó. Por entonces, Perón había concluido que la posibi­.h.'ir un espacio para la discusión democrática que lo incluyera eraEl 31 de agosto, luego de presentar retóricamente su renuncia, con­última vez- a los peronistas a la Plaza de Mayo, denunció el fraca­

oncilíación y lanzó el más duro de sus ataques contra la oposición:uno de los nuestros, afirmó, caerán cinco de ellos.cunto del cisne. Poco después, el 16 de septiembre, estalló en Cór­sublevación militar que encabezó el general Eduardo Lonardi, un• oficial, conspirador de 1951. Aunque los apoyos civiles fu~ronespecialmente entre los grupos católicos, las unidades del Ejército

ron fueron escasas. Pero entre las fuerzas "leales" había poca vo­Ul' combatir a los sublevados. A ellos se sumó la Marina en pleno,11 amenazó con bombardear las ciudades costeras. Perón había perdido

la iniciativa y tampoco manifestó una voluntad de defender­íendo todos los recursos de que disponía; sus vacilaciones coincidie~tilla decisión de quienes hasta ese momento habían sido sus sostenes en1, que sobriamente decidieron aceptar una renuncia dudosamente pre-

, El 20 de septiembre de 1955 Perón se refugió en la embajada dey el 23 de septiembre el general Lonardi se presentó en Buenos

(limo presidente provisional de la Nación, ante una multitud tanIsa como las reunidas por el régimen, pero sin duda distinta en suIlIición.

dicos se llenaron de'denuncias públicas y comentarios groseros sobre lallducta y moralidad de prelados y sacerdotes.

La defensa de la Iglesia no fue menos eficaz y demostró su poder ('1

institución, en una sociedad que sin embargo no se caracterizaba por su dI'ción, Atacada por los medios de comunicación monopolizados por el gnlno, inundó la ciudad con todo tipo de panfletos, mientras sus asociacklaicas, y particularmente la Acción Católica, movilizaron sus cuadros, cru:sados por los opositores, que encontraron finalmente la brecha en el régimenno se sintieron inhibidos por la tonalidad clerical, nacionalista e integrista \predominaba en la acción eclesiástica. El8 de junio, el día de Corpus, se elbró una multitudinaria procesión; el jefe de Policía -Iuego se demostró- 11quemar una bandera argentina y acusó de ello a los opositores católicos. Elde junio se produjo un levantamiento de la Marina contra Perón.

Difícilmente la génesis del levantamiento se encontrara en este conflhto, pues la Marina era la más laica y liberal de las tres fuerzas, pero los golptas -oficiales y políticos opositores- encontraron aquí su ocasión. El proyl'lto de los marinos -verdaderamente descabellado- consistía en bornbanhla Casa de Gobierno para asesinar a Perón; su ejecución, totalmente dcl'\\1tuosa, culminó en el bombardeo y ametrallamiento de una concentración I

civiles reunida en la Plaza de Mayo para apoyar a Perón, que causó 1I1H

trescientas muertes. La intentona fracasó rápidamente y el Ejército dernosuotra vez su fidelidad a las instituciones legales. Como en 1953, la primerreacción del régimen fue el terror administrativo: grupos visiblemente irnpunes incendiaron la Curia metropolitana y varias iglesias de la Capital.

También, como en ocasiones anteriores, esta explosión de furia fue seglllda de una actitud conciliadora de Perón que, aunque triunfador, había pcnlldo mucho de su libertad de maniobra, y en cierto modo era prisionero de NI

salvadores militares. Súbitamente, concluyeron los ataques a la Iglesia, qlmolestaban profundamente a la mayoría de los jefes militares. Se ensayó ul\!.renovación de los cuadros dirigentes, excluyendo a los personajes más CllII

flictivos y convocando a otros con mayor aptitud para el diálogo, y se llanu.a la oposición a negociar. Perón declaró solemnemente que dejaba de ser eljefe de una revolución y pasaba a convertirse en el presidente de todos 111(,

argentinos. Los dirigentes opositores fueron· invitados a abrir un debate r,1 Iblico, utilizando los medios de prensa del Estado, incluyendo la cadena nucional de radiodifusión, a través de la cual pudo oírse a Arturo Frondizi invltar al gobierno a volver a la senda republicana y formular, con sobriedad, (111)verdadero programa de gobierno alternativo. Otros dirigentes pudieron 11:11blar, pero al socialista Alfredo Palacios -que reclamó la renuncia del prcsl

ELGOBIERNO DE PERÓN. 1943-1955 131BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA130

Page 65: Romero - Breve Historia Contemporánea

133

.I~uiente de la victoria -si no antes- se advirtió la heterogeneidadque había coincidido para derribar al presidente Perón. El gene­

ardo Lonardi encabezó el nuevo gobierno, que se presentó comomal para indicar su decisión de 'restaurar el orden constitucional.Ipor los grupos católicos -lo más activo y también lo más reciente

nposición- y por militares de tendencia nacionalista, el jefe de laIón Libertadora proclamó que no había ni vencedores ni vencidos

uró establecer acuerdos con las principales fuerzasque habían soste­It I'erón, particularmente los sindicalistas. En su opinión, el proyecto

1y popular que aquél había fundado seguía teniendo vigencia, siem-que fuera convenientemente depurado de sus elementos corruptos o

hles. Losdirigentes sindicales se mostraron contemporizadores conNRO, aunque en muchas barriadas obreras -en Avellaneda, Berissoy

rlo- hubo manifestaciones espontáneas 'contra los militares. Pero losídnrios de Lonardi compartían el gobierno con representantes de losIN nntiperonistas más tradicionales, respaldados por la Marina, la mástlgénea de las tres FuerzasArmadas, cuya voz expresaba el vicepresi­, contraalmirante Isaac F. Rojas. En el Ejército, luego de una lucha, seIsleron los partidarios de una política de abierta ruptura con el derriba­r~gímen peronista. El 13 de noviembre, apenas dos meses después de

ludo, Lonardi debió renunciar, y fue reemplazado por el general PedroAramburu, más afín a los sectores liberales y antiperonistas, rnien­

Rojas se mantenía en la vicepresidencia.Hlepisodto puso rápidamente de manifiesto la complejidad de la herencia,pcronismo. La fórmula con la que se había constituido aquel movimientotoritario, nacionalista y popular, nacido en las excepcionales condicio­de la guerra y la inmediata posguerra- ya había hecho crisishacia 1950.;K111 el mundo empezó a normalizarse, y Perón mismo inició en 1952 una

irientación sustancial de sus políticas para adecuarse a las nuevas circuns­lt:j¡as. Las características de su movimiento, .lasfuerzassocialesque lo apo-

v. El empate, 1955..1966

Page 66: Romero - Breve Historia Contemporánea

'liarse a este mundo del capitalismo reconstituido, el liberalismo y1<'1, no bastaba con restaurar el orden constitucional y acabar con

~..de un régimen que se filiaba en los autoritarismos de entreguerra.modernizar y adecuar la economía, transformar el aparato pro­

Luego de 1955,en la Argentina la apertura y la modernización fueronompartidos, pero las herramientas de esa transformación generaronla polémica entre quienes confiaban en el capital extranjero y quie-la tradición nacionalista que había alimentado el peronismo, o des-

la izquierda antiimperialista, desconfiaban de él. Las discusiones, quelas dos décadas siguientes, giraron alrededor de cómo atraerlo o de

irrolarlo. Algunos sectores empresariales locales descubrieron las ven­ln asociación, pero otros, crecidos y consolidados al amparo de la pro­estatal, y que se sentían seguras víctimas ya fuera de la competencia o"l' la protección, aspiraron a ponerle trabas, y encontraron eco no sólo

nucionallstas o las izquierdas, sino en la mayoría de las fuerzas políticas.empresarios, nacionales o extranjeros, coincidían en que cualquier""',,,'-,''',,,debía modificar el estatus logrado por los trabajadores duran­

r"lIlnismo. Como ya lo habían insinuado al final del régimen peronista,10 a revisar su participación en el ingreso nacional y también a ele­

productividad, racionalizando las tareas y reduciendo la mano de obra.Implicaba restringir el poder de los sindicatos, y también el que los tra­uvs, amparados por la legislación, habían alcanzado en plantas y fábri­

f~l'~ortar los ingresos y recuperar la autoridad patronal eran los puntoslll'S de una actitud más general contra la situación de mayor igualdadI lograda por los trabajadores, la peculiar práctica de la ciudadanía en

IIl' había fundado el peronismo; en esa actitud se combinaban las exigen­lI,' cierta racionalidad empresarial con resentimientos más generales yIS confesables, pero ciertamente fuertes en muchos de quienes se habían

IJ,lmlncontra Perón.AlIllf se encontraba el mayor obstáculo. Como ha señalado Juan Carlos, se trataba de una clase obrera madura, bien defendida en un mercado

trubnjo que se acercaba a la situación de pleno empleo, homogénea y conclara identidad social y política. Esto resultó decisivo, debido a la indiso­

,!l' identificación de los trabajadores con el peronismo, fuerte antes del,I~ 'i, pero definitivamente sellada después de esa fecha. En un sentido gene­, la exclusión del peronismo de la política --que se prolongó hasta 1973-pura los vencedores de 1955 el requisito para poder operar esa transfor­

'"II1'I{lI:l en las relaciones de la sociedad, y a la vez la fuente de las mayoresrhllculrndes. Entre las fuerzas sociales embarcadas en la transformación, que

135EL EMPATE, 1955-1966

.)~o yab~~ y que él mismohabía movilizadoy constituido, le~n enedecididamente el nuevo rumbe Caído Perón esas mismas fuerzas Se cat~eron en un oDstácülolnsalvable para los 'intentos de sus sucesores, '11declaraban querer reconstruir unaconvivencia democrática perdida hadamucho tiempo, pero también seproponían -con menos claridad- reordeusustancialmente la sociedad y laeconomía.

En 1955 ese reordenarnientoera estimulado y hasta exigido por un mU11Ique, concluida la etapa de la reconstrucción de la posguerra y ya en plcGuerra Fría, planteaba desafíos novedosos. Las consignas de la RevoluckLibertadora en favor dela democracia coincidían con las tendencias polítkde Occidente, donde lademocracia liberal-práctica y bandera- dividía dl"lmente las aguas con el Este totalitario. Al igual que en la Argentina peronistu,en Estados Unidos y en Europa losEstados intervenían decididamente, onh­nando la reconstrucción económica y organizando los vastos acuerdos enruempresas y trabajadores. Pero ese despliegue del welfare state -el.Estado ínn-tvencionista y benefactor- acompañó a una integración y liberalización de Inrelaciones económicas en el mundo capitalista, En 1947, los acuerdos rnonet iIrios de Bretton Woods establecieronel patrón dólar y los capitales volvieron 1

fluir libremente por el mundo. Las áreas cerradas fueron desapareciendo y 111

grandes empresas comenzaron a instalarse en los mercados antes vedados. Parnlos países cuyas economías habían crecido hacia ad'entro y cuídadosamerueprotegidas, como los latinoamericanos, yen particular la Argentina, el FondoMonetario Internacional-un ente financiero que en el nuevo contexto tUVI'un enorme poder- propuso políticas llamadas "ortodoxas": estabilizar la milneda abandonando la emisión fiscal, dejar de subvencionar a los sectores "artlficiales", abrir los mercados y estimular las actividades de exportación tradicio­nales. No obstante, progresivamente empezó a formularse una política alterna­tiva, elaborada sobre todo en elámbito de la Comisión Económica para ArnéricuLatina (CEPAL): los países "desarrollados" podían ayudar a los "subdesarrollu­dos" a eliminar los factores de atraso mediante adecuadas inversiones en IONsectores clave, que éstos acompañarían con reformas "estructurales", como 1:1reforma agraria. Desde entonces, la receta "monetarista'' y la "estructuralisra"compitieron en la opinión y en las políticas. Podía pensarse que ambas estrate­gias eran en última instancia complementarias, pero en lo inmediato teníancorolarios políticos muy diferentes: mientras que la primera llevaba a revitali­zar los viejosaliados, los sectoresoligárquicos, quizá las 'dictaduras, la segundaimpulsaba cambios profu.ndos: una "modernización" de la sociedad que se co­ronaría con el establecit'Xliento de democracias estables, similares a las de lospaíses desarrollados.

BREVE HISTORIA Cü:HEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA114

Page 67: Romero - Breve Historia Contemporánea

El general Aramburu, que encabezó el gobierno provisional hasta 1958, ¡ISII

mió plenamente la decisión de desmontar el aparato peronista. El PartkPeronista fue disuelto y se intervinieron la CGT y los sindicatos, puestoscargo de oficiales de las Fuerzas Armadas. Una gran cantidad de dírígenrr­políticos y sindicales fueron detenidos, sometidos a un prolijo escrutinio plll

comisiones investigadoras y finalmente proscriptos políticamente. La admlnistración pública y las universidades fueron depuradas de peronistas y se controlaron férreamente los medios de comunicación, que en su mayoría estabnuen manos del Estado. Se prohibió cualquier propaganda favorable al peronrno, así como la mera mención del nombre de quien, desde entonces, empezóser designado como el "tirano prófugo" o el "dictador depuesto". Por un decto se derogó la Const i ~<¡''9. , '

Estapolíticafü'e]~.~.a:ldada:-ma:sivamente por la Marina, convertida elbastión del antiperoz-nsmo, pero SUSCitódudas y ClMSlOnesen el Ejércindonde muchos oficiales habíaan acompañado a Perón casi hasta el últimomomento. Las discrepancias era.tre los antiperonistas de la primera hora y tll'la última se agravaron por un J;lroblema profesional -la reincorporación de

Libertadores y desarrollistas

dados de baja en los últimos años por razones políticas-, y lassc hicieron enconadas. El 9 de junio de 1956 un grupo de oficialesorganizó un levantamiento; contaba con el apoyo de muchos gru­y aprovechaba un clima de descontento y movilización gremial.lo reprimió con desusada violencia, ordenando el fusiLami.ento

IS civiles 'y de los principales jefes militares, incluyendo al ge~era[Valle. Se trató de un inusitado hecho de fría violencia, que dio la

de la tajante división que desde el gobierno se planteaba entre pero- .y untíperonistas. Desde entonces, las depuraciones de ~f¡ciale.sfueron

y poco a poco el grupo más decididamente antíperomsta -Ios_ fue ganando el control del Ejército. Quienes sobrevivieron ,se ade­rñpidamente a las nuevas circunstancias y abrazaron el credo h.beral yrñtico por entonces dominante, al que agregaron LID nuevo anticornu-11 tono con la vinculación más estrecha del país con Occidente.militares se propusieron compartir el gobierno con los civiles y trans­lo tan pronto como fuera posible. Proscripto el peronismo, se ilusiona­

una democracia limitada a los democráticos probados, se presenta-lino continuadores de la tradición de Mayo y de Caseros -Perón fuericamente comparado con Rosas-, y convocaron a los partidos quertían el "pacto de proscripción" a integrar la Junta Consultiva, unade Parlamento sin poder de decisión, presidida por, el vicepresidenteEl acuerdo incluía todas las tendencias del frente civil, con excepcióncomunistas, desde las conservadoras hasta las más progresistas. E~tasdominaron en las universidades, pese a que el ministro de Educación

IIn católico tradicionalista, pero pronto se enfrentaron con el gobierno1 éste propuso autorizar la existencia de universidades privadas, segúnandaba la Iglesia.

En política económica hubo una parecida ambigüedad. R~úl, P.rebisch,11m de la CEPAL, elaboró un plan que combinaba algunos pnncipios de la

doctrina con un programa más ortodoxo de estabilización y liberaliza- ~. Ésta fue la Línea seguida, aunque con vacilaciones y dudas. Los instru- _

que el Estado tenía para intervenir -el IAPl o elmanejo de los depósi- - c.,

hnncarios+ empezaron a ser desmontados. Se devaluó el peso y el sector ...J

ario. recibió un importante estímulo, con lo que se confiaba equilibrar lasutas externas. Se aprobó el ingreso de la Argentina al FMI y al Banco

undial, y se obtuvo la ayuda de estos organismos para los problemas ~ásmediatos, lo que les permitió dar al país sus contundentes recomend~clo­, No hubo en cambio una legislación clara sobre el capital extranjero,

lIya concurrencia -ya planteada por Perón- siguió despertando dudas. La

no habían terminado de definir sus objetivos, primacías y alianzas, y las ,guas, que conservaban una importante capacidad de resistencia, se PI'( huna situación que Juan Carlos Portantiero definió como de "empate",longado hasta 1966,

Tempranamente aparecía un conflicto entre la modernización y la di'cracia, una dificultad para conciliar las dos exigencias principales del mili

de la posguerra. Peroen lo inmediato no se lo interpretó así. La propucstuproscribir al peronismo, que rápidamente se impuso en el gobierno de la Rllución Libertadora, sedecidió 110 tanto en nombre de la racionalidad capitnlta como en el de [aregeneración democrática que el mundo alentaba. EII

denuncia del totalitarismo peronista se había unido un conjunto vasto y 111rogéneo de sectores, que íncialrnente al menos también coincidieron el!diagnóstico de que el peronismo como tal era inadmisible, pero que los 111

guas peronistas, luego de un período de saneamiento, se redimirían y POlI!volver a ser admitidos a la ciudadanía. La proscripción del peronismo, y COII

[a de los trabajadores, definió una escena política ficticia, ilegítima y consrlttivamente inestable, que abrió el camino a la puja -no resuelta- entre Lasgr:llldes fuerzas corporativas.

137EL EMPATE, 1955-1966BREYEHISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTiNA136

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no ser negado, aunque reservándose cierto poder de veto. Pe-11 reunir a todos cuantos aceptaran invocar su nombre, alentán­

a unos contra otros, para reservarse así la última pala­negociación. Aprendió una nueva técnica de conducción y

lrublernente.Il'Ihicrno y las fuerzas políticas que lo apoyaban, el "pacto de pros­plullteaba un problema para el futuro, mediato o inmediato: qué ha­peronismo. Algunos aceptaron la exclusión sine die, confiando-vaga­lllll' la "educación democrácica" -tal el nombre de una nueva mate-

~._____,.--- 1: O . b~"rllcla media- termmaría surtiendo su erecto. tras aspira an ay redimir a los peronistas, y los más prácticos, sencillamente a reci- .1 electoral, y a través de él a "integrarlos". Las distintas opcionesa todas las fuerzas políticas. En la derecha, optaron por acercarse al,algunos de los viejos nacionalistas y los conservadores "populares".(erda, la política represiva del gobierno libertador apartó pronto a

dl' un bloque antiperonista en el que hasta entonces habían convividoenemigos naturales. Su misión era dirigir a la clase obrera y ésta eray no dejaba de serlo, lo que planteaba un serio problema a quienes

creyendo en la naturaleza burguesa o aun fascista de ese movimiento.Idll Socialista se dividió en 1956 entre quienes se mantenían fieles a la

ant lperonista y ~e vincularon cada vez más con los grupos de derecha, ycreyeron que el partido debía construir una alternativa de izquierda

11111 trabajadores, más atractiva que la del peronismo. Algunos íntelectua­Ul' la izquierda o del nacionalismo popular, se identificaron con el peronis­mlcntras que para muchos otros, el radical Arturo Frondizi empezó a re­ntur una alternativa atractiva.

PI ascenso de Frondizi en la Unión Cívica Radical provocó su ruptura.11' antes de 1955 los intransigentes convivían con dificultad con los unio-liS y sabattinistas, más cercanos a los grupos golpistas y conspirativos.urés de la caída de Perón el radicalismo se dividió: quienes seguían aardo Balbín se identificaron con el gobierno libertador, mientras que Ar-

1\Ir1l Frondizi eligió la línea de acercamiento con el peronismo, basándose enl uudtcíonal programa nacional y popular del radicalismo, así como en su

,,'tlst.itutiva oposición a las "uniones democráticas" - Para atraer a los pero­tll~lilS,reclamó del gobierno el levantamiento de las proscripciones y el man­n-nlmiento del régimen legal del sindicalismo. En noviembre de 1956 -cuandoI,IN "lecciones presidenciales eran cosa remota- la UCR proclamó la candida­Ilira presidencial de Frondizi, lo que aceleró la ruptura, y el viejo partido sedividió en dos: la UCR Intransigente y la UCR del Pueblo.

139EL EMPATE, 1955-1966

1'1111111 1I social fue más definida. Combinando eficiencia y represión, IIU'~ Y J....!'crente.sempezaron a recuperarautoridad en las plantas. Las ("1'11

1 1,II1CS colectivas fueron suspendidas, y en el marco de una fuerte crisl; I

ca en 1956, los salanos reales cayeron fuertemente en 1957.AIl íse encuentra una de lasfuentes de la firme resistencia de los trab,l

res.Algunos se limitaron a cantar la Marcha Peronisra en los estadios dl' Io a escribir en las paredes "Perón vuelve". Pero también las huelgas 11nume~osas y comb~tivas, s~bretodo en 1956, y fue frecuente el sabor; IJI' ,terronsmo, con rudirneritanos artefactos de fabricación casera. Sindicalluterroristas adherían en el fondo a estrategias divergentes y hasta enfrennpero en el clima de lacomún represión que sufrieron unos y otros estas digencias no afloraron. La política de los vencedores, exitosa entre otros sel'l,de la sociedad, que abandonaron su militancia peronista, logró en camhiu ..dar definitivamente la identificación entre los trabajadores y un peronqu~ de momento tenía más de sentimiento que de movimiento orgánico,vanaron los elementos básicos de su ideología: el nacionalismo popular )'idea del papel arbitral y benefactor del Estado. Como en la década anterior,se trataba de una doctrina revolucionaria o subversiva, pero se hizo más drlllldament~ obrera;. la nostalgia del paraíso perdido implicaba a la vez una uru!,1que sO~la~aterlaltz,~rse en la expectativa del retorno de Perón, imagínu,en un avión ~egro : Como ha señalado Daniel James, simplemente aspluban.a unfunclonamlento normal y correcto de los mecanismos capitalistuque incluían el Estado benefactor y la justicia social. Sólo que, confrontad; I 1'" ,

aspiración con un contexto tan sustancialmente adverso, terminaba generando una reacción dura y di.ffcilmente asimilable. Ésta fue la primera novedad d,1peronisrno e~ .la era de.l a!:tiperonismo. La otra fue el surgimiento de una el! ',1de nuevos dirigentes sindicales, formados no en la cómoda tutela del Smlil"sino en las duras. luchas de esos años, y por ello mucho más templados para ( Icombate. El gobiemo libertador hizo lo posible por desplazarlos, pero frac;1)11 ,

por com~leto y debiÓ.resignarse a tolerarlos y a que progresivamente ganarnnlas elecciones en los sindícatos que se normalizaban. En septiembre de 1957 ~\reunió el Congreso Normalizadoj- de la CGT y los peronistas, nudeados en [;11'62 Organizaciones, accedieron a su control, aunque compartiéndolo con algllnos núcleos independientes.

Proscripto el peronismo, estas organizaciones sindicales asumieron simultánearnente la represen tación gremial y la política y fueron desde ento ' .1 " ' ncc s,a columna verte?ral" del movil:lliento. Desde su exilio -en Asunción, el-racas, Santo Domingo y finalme nte en Madrid- Perón conservaba todo Sil

poder simbólico, pero en lo cone:. reto debió dejar hacer y tolerar las desolu-.

I\IO:VE IIISTORIACDNTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINAI '"

Page 69: Romero - Breve Historia Contemporánea

7'Además de trazar el prospecto de un país en crecimiento

la retórica, deliberadamente imprecisa, servía para justifi-nrlma,aas maniobras tácticas del presidente. Se legitimaba así a los

icos que encabezaba Rogelio Frigerio -supuestamente repre­de la "burguesía nacional"- así como el pacto con Perón y elacuerdo

. La confianza en la eficiencia de este programa justifica­iones a otros ~ poder", en ~uestiones juzg~~a~ se-

como a ~ en el camPQae=lil-e~, y a los mlht~,sin embargo se aspiraba a desarrollar una tendencia adicta,,) --------~

y..desarrollis ta.,..'llnIlILV político del presidente incluía una tendencia a inclinarse porInción táctica con las grandes corporaciones, y consecuentemente

valoraCión de la escena política, que acababa de ser formalmente. ES cierto que los partidos -yen particular la UCR del Pueblo­

Itoo.'nrr,n un rechazo a priori de cualquier cosa que hiciera un presidentetorta con~deraDaJ.'R'~sí como escaso ~ci~_por las institu­

y poca fe en el valor de la contínuidad.ínstirucicnal, alde especular con la posibilidad de un golpe militar, Pero el estilo polí­Frondizi y su grupo -convencidos de la verdad intrínseca de sus pro­era de por sí poco inclinado a la discusión programática, la persua­

In búsqueda de acuerdos políticos, ni siquiera en el ámbito de sus pro-idarios.

nuevo gobierno tenía amplia mayoría en el Congreso y controlaba lade las gobernaciones, no obs~anteloSl§~ poder era claramente

lo. Los votos eraQ(2_restados,y lalruptura con Perón sus seguidores eral"ibilidad muy real. Las Fuerzas Arma as no simpatizaban con quienroto e compromiso e la proscripción, ganando con los votos peronis-

y dl'sconfu¡.ban tanto de los antecedentes izquierdistas de Fron~izi com~reciente conversión hacia el capitalismo progresista. Los p_arudospolt­escasamente interesados en la legalidad constitucional, no llegaban aIfInílrüñafed desegurícfad para lasinsuñícLOnes, yelpropio R.ª.Ilido, dirigido desde la presidencia, era incapaz-d€-cyalqu.kr_iniciativa a~l. Quizá por ,eso Frondizi apostó a obrar con prontitud, mientras pu­

hacerlo libremente, e introducir en forma inmediata cambios tales quetij,(uraran una escena más favorable. Un a~e salarios del 60%,umnistía y el levantamiento de las proscripc~argo noIlIfan-;¡ a Perón ni al Partido Peronista-, así como la sanción de la nuevatll' Asociaciones Profesionales, casi igual a la de 1945, que la Revolución

llu-rtudora había derogado, fueron parte de la deuda electoral. Frondizi asu-

En 1957, acosado por dificultades económicas y una creciente oposicsindical y política, elgobierno provisional empezó a organizar su retiro ycumplir con el compromiso derestablecer la democracia. Se convocó Uf

Convención Constituyente, enparte para legalizar la derogación de la COItitución de 1949 y actualizar el texto de 1853, yen parte para auscultar IIresultados de la futura elección presidencial. Perón ordenó votar en blano 1

.esos votos -alrededor del 24%- fueron los más numerosos, aunque ciertumente muchos menosde los queel peronismo cosechaba cuando estaba en r]gobierno, y casi igualesa los de laUCR del Pueblo, que era el partido oficiallataoEn tercer lugar, a no mucha distancia, se colocó la UCR Intransigente. 1,1Convención resultó un fracaso y se disolvió luego de introducir enmiendusmenores -una ampliación del artículo 14; 'que incluía el derecho de huelgn ,pero las enseñanzas de los resultados electorales fueron claras:' quien atrajera a los votantes peronístas tenía asegurado el triunfo, siempre que el peronismo siguiera proscripro. Esta condición era garantizada por el gobiern«libertador.

Arturo Frondizi se lanzó al juego, ciertamente riesgoso. Con un discursumoderno, referencias claras a los problemas estructurales del país y una propuesta novedosa, que llenaba de contenidos concretos los viejos principiosradicales, nacionales ~es, se había convertido sin dificultades en 111arternatlva para las füerzas progresistas y para un sector amplio de la izquicr, da. Su vinculación con Rogelio Frigerio introdujo un sesgo importante en Sil

discurso, al subrayar la importancia del desarrollo de las fuerzas productivas yel papel que en ello debían cumplir los empresarios, La maniobra más audazconsistió en ~ ~11 el propio Perón su apoyo electoral, a cambio delJuturo levantamiento de las proscripciones. La orden de Perón fue acatadn

.........-salvo por unos 800 mil reluctantes- y Frondizi se impuso en las eleccionesdel 23 de febrero de 1958, con algo más de 4 millones de votos, contra 2,1millones que obtuvo Ricardo Balbín.

Frondizi presidió el gobierno entre mayo de 1958 y marzo de 1962. En 1:1,nueva versión de su programa -que decepcionaba a sus seguido~ iz-Íquierda- Frondizi aspiraba a renovar los acuerdos, de raigambre peronistn, I~os y los trabaj adores; éstos eran convocados a abandonarsu actitud hostil e integrarse y compartir, en un futuro indeterminado, losbeneficios de un d.esarrollo econ ómico imEulsado p~r ~l ca.EitaL~xtranjero, {Esta retórica incorporaba el novedoso tema de desarrollo, asociado con lasinversiones extranjeras, y lo unf a a la condena del viejo imperialismo bri­tánico. Todas las fuerz as del país moderno eran convocadas a unirse en lacomún oposición a los intereses, locales y foráneos, forjados en la etapa

141ELEMPATE, 1955-1966BREVE HISTORIA ConEMPoRÁNEA DE LA ARGENTINA140l

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de Estabilización puso fin a una precaria convivencia entre ely los sindicatos peronistas, que hasta entonces habían apreciadoKubernamentales como el fin de las proscripciones y, sobre todo, laiciaciones Profesionales, que establecía el sindicato único y el des­

rur planilla. Pero los efectos de la política de estabilización y la dure­'1m' el gobierno reprimió las protestas, a partir de la huelga del Frigo-laundro de la Torre de enero de 1959, pusieron a los sindicatos en pie

Las huelgas se intensificaron en los meses siguientes, y luego recru-1 sabotaje. El gobierno respondió interviniendo los sindicatos y ern­al Ejército para reprimir -según lo establecía el plan CONLNTE5-, al

411e los empresarios, aprovechando la recesión, despedían a los cua­combativos de cada planta.

11'\01959 fue un punto de inflexión. La intensa ola de protesta sindicala la caída de Perón concluyó con una derrota categórica. La raciona­laboral pudo avanzar libremente, mientras que en los sindicatos se

klnba un nuevo tipo de dirección, menos comprometida en la luchay más preocupada por controlar las complejas estructuras sindica­

incluso a la corrupción o al matonisrrio para acallar las disi­Reconocieron que no podían sostener una lucha frontal y se dedica-

nuis pragmáticamente, a golpear -sobré todo al gobíerno-, para en se­negociar. Augusto Vandor, jefe del sindicato metalúrgico, fue la figuraipnl y arquetípica de esta nueva burocracia sindical, especializada enistrar la desmovilización, con paros generales duros de palabra pero

combativos y negociaciones permanentes con todos los factorespuder. En momentos en que se debilitaba en el terreno de la negociación·(tkamente laboral, estenuevo sindicalismo adquirió una enorme fuerza

In escena política.Esa fuerza provenía de la persistencia de un problema político pendiente

Insoluble -la proscripción peronista-, pero sobre todo del fuerte hostiga­h'nro que el gobierno sufría a manos de los ~es. Éstos vieron con

onfíanza el triunfo de Frondizi y se dedicaron a vigtíal'lo, y en particular'Ilntrolar sus relaCicmes con los peronistas. Se dividieron según sus diferen­opiniones acerca de cuánto debía haber de respeto a las institucionesisrftucionales y cuánto de presión corporativa, que tomaba la forma de

ilnnteo" al presidente para que adoptara ~~terminada. medida. La MarjIlli._

lt' más homo~en su rechazo a la Q_olíticapresidencial, pero en el Ejérci-1I d\ lmi~ faccionalismo creci;n!e gue amp!TficabaIas-<:!_ivisionesante- -

I~. ELgobierno intentó alenta;- en el Ejército una tendencia ciüelQ apoya­pero cuando el conflicto estallaba fue incapaz de sostener a sus eventuales- .

mió personalmente loque llam61a"~~", esto es, la negPl~ con compa:~íasextranjeras de la exploración y puesta en explotaciónlas reservas, y simultáneamente anunció la ~ara el funckmiento de universidades no estatales, lQ_~eneró un 'profundo d~att'tre los defensores dela enseñanza "laica" y los de la "libre", en su mavi--E_at6licos.En los cálculos del presidente ambos debates -ef d~lpetróleo yde la enseñanza- acabarían neutralizándose.

El meollo de la política eccoorníca fueron las leyes de radicación de (1

tales extranjeros y depromoción industrial, sancionadas antes de que tennara 1958. Por ellas se aseguraba a los inversores extranjeros libertad Iremitir ganancias y aun para repatriar el capitaL ~establecía un régtm~ial a las i.~versiones en sectores juzgados clave para la nueva etapadesarrollo: la slaerurgia, la petroquímica, celulo5a;auromotrizj e.!!~rgía,yruralmente el petróleo, al que todos los diagtOsticosseñalaban como el t

yor c~elIo de botella del crecimient~ ind~st ial. Habría trato preferencíal imateria de derechos aduaneros, créditos, un uestos, suministro de energfncompras del Estado, así como en la protección arancelaria del mercadotodo ello manejado Conun alto grado de díscrecionalídad, ~anifiestomente en los contratos petroleros, que el presidente negoció en forma persoiy secreta. Los resultados de eSj5!_polític.aJueron.nQt es: las ínversiones \'~tranjeras, de alreded~ de 20 millones de dólares en 1957, subiero :s l"

1959, y 100 ~ás en los dos años siguientes. La producción de acero y autumotores creció de modo espectacular y casi se llegó al autoabastecimiento (

....petróleo.La fuerte expansión hizo probablemente más intensa la crisis cíclica tri!.'

~l-las anteriores fueron las de 1952 y 1956-, anunciada a fines deT958p'lluna fuerte i~fl~~ión y dificultades serias en la balanza de pagos-En dícíernbnde 1958 se pidió ay~da al FMI y se lanzó un Plan de Estabilización, cuya recenrecesiva se profundizó en junio de 1959, cuando Frondizi convocó al Ministerio de E.cono.112.ía al ingeniero Álvaro Alsogaray. Se trataba de uno de 1Ivoceros principales de lasc(;mientes liberales y a¡;liZ¿ un ortodoxo progrande-devaluación, congelamiento de salarios y supresión de controles y regula.ciones estatale~ cuyas consecuencias fueron una fuerte pérdida en los íngrc­sos de los trabajadores y una desocupación generalizada. Esta segunda políti­ca, liberal y ortodoxa, era cont:t:adictoria con la desarrollista inicial, que SI'

filiaba en las propuest:as estructLJralistas, pero en cierto modo córnplemenm­ba y reforzaba sus efectos. Sin embargo, su adopción marcó el final de 1IIilusión integracionista y puso en evidencia la necesidad de enfrentar el obs­táculo sindical.

EL EMPATE, 1955-1966 143BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA142

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lil' esta alternativa, a la que el sindicalismo era profundamente reacio,que el peronismo empezaba a ser trabajado por unafuene.renova­ilógica. Pero el deseo general de los dirig~ntes era ley~ntar la abs­concurrir a elecciones y..-I:.e.C.UPf!xaLeSp.ac.lOSen las legls1.a.turas,..la

Ipnlidades y las provincias,_y el mismo Perón debió aceptarlo. Lo de­muchos caudillos provinciales, que suponían que no serían vetados

klll militares, y lo querían particularmente los sindicalistas, dueños de l.aestructura formal existente en el peronismo. A_través de las 62 Orga11l­es dominaron el..aparato electoral y pusieron sus hombres a la cabeza

,..---;-:--,..-----.-'T'Z'::-::-l'l-:-r:r.::1l-:r:;::e~sl::1II-=:.l';::-mismo de las elecciones, habían ganado laInterna: el peronismo era el movimiento obrero. y éste a su vez era sución sindical, que encabezaba administraba a r.\ e plano nacional, un triunfo peronista seguía siendo inadmisible paranes habían suscripto en 1955 el tácito pacto de proscripción, incluyendo

propio .Emndizi, quien antes de las elecciones declaró que.: frent~ a lIDelpoder Pero llildie quena asu-

r los costos de la proscripción y el gobierno,ylentado por algunos éxitos-rorales corrió el riesgo de enfrentar al peronismo_en..ele.cciones abiertas.

I IH de m~rzo los candidatos peronistas ganaron ampliamente en Lasprinci­rllll's provincias, incluyendo el distrito~lave de Buenos Aire.s. En. ~os~gita­,llIs dras siguientes fronpizi hizo lo imposible ...para",capeat=-L.a-stGlaG1Gn:~"hu' las provincias donde habían triunfado los peronistas, quienes_se..mostra­r,'11 muy prudentes, cambió todo su gabinete y encargóa Aramburu unaIIwdiaci6n con los partidos políticos, que se negaron a respaldarlo y se decla-

, la marcha del proceso polít!s&..'i-electoral acercaba al débilde Fro~dizi a su catástrofe final. Las elecciones de 1960, con eLproscripto, habían mostrado que sus votos seguían siendo decísi­Ih~de oscilaciones menores entre el oficialismo y la principal opo­elecciones de principios ...de 1962 debían seu.D"ª..s_ri_e_sgosas,pues

de elegirse gobernadores pr.S>vinciaLes.Para enfrentarlas con mayo­Idades,Frondizi despidió a principios de 1961 a Alsogaray ya To­

.'"''~I..r·''''' dio por terminada la estabilización, adoptó una Rolítica so­xible y se lanzó a la ardua tarea de enfrentar electoralmente a los~ proscripción no podía mantener sin riesgo de que éstos apo­

eunlquiera de sus enemigos.en otras ocasiones, se esbozaron distintas alternativas, según hu­

o no. Una de ellas, la que generaba más preocupación, era

partidar ios. A lo largo de los casi cuatro años de su presidencia, Fnusoportó treln~ y dos "pTanteos" miITfares;-algunos eXigían cambio:; l'l'línea política y otros estaban destinados a ganar terreno en Lapropia il)/'IIción. ~En junio de 1959 llegó a la Comandancia en ]dl'Ejército Carlos Severo Toranzo Montero, el más duro de los jefes anti¡unistas, que durante dosaños ejerció una tutela pretoriana sobre el preskk-rFue el período del ministerio de Alsogaray y del Plan CONINTES, y sin duditépoca de mayor represión social y política.

. -tas telldenClaSfJletorianas de las Fuerzas Armadas terminaron de cristzar con la Revolución Cubana, El triunfo de Fidel Castro de 1959 había N

releJ:.).Fakpm demócratas y liberales, pero hacia 1960 su acercamientobJoql,e soc~lista dividió profundamente las agua§. Las izquierdas':v~i1;1I11ante la cuestiQn__de.lP.eronismo, encontraron en el apoyo a la algo Icj:1Iexperiencia cubana un campo de coincidencias Q!_opicio:a principios de 1%el socialista Alfredo Palacios _ganó IIna banca de senador en la Cap_ital fHrizando las fuerzas progresistas y de izquierda. El anticomunismg, en camhhprendió fuertemente en la derecha, en el líberaljsmo antiperonista y tarnhh­en la Iglesia, América Latina y la Argentina entraban en el mundo JI' Iguerra fría y los militares, duramente interpelados por sus colegas n.or~IlH.ricanos, asumieron con decisión una postura anticomunista q':le, so pretcxnde la seguridad interior, venía a legitimar el pretorianismo. Los militares as!!ciaton..con el comur:\ismo tanto al peronismo como al grupo que orientahuRagelia Frigerio o a los estudiantes universitarios. En momentos en que ESIIIdos Unidos em ezaba a reclamar alineamiento y solidaridad contra Cuba, 111"milLtares encontraron otro espacio para presionar a ron izi. El presidenu-,que había p..,dheridocon entusiasmo a las consignas de la ...é\.Uan.z.a_paral'1.Progreso del presidente Ke~1nedy, era reacio.a condenar a Cuba, así como 11

perder cierta libertad de maniobra internacional que le brindaba la existencia de una alternativa socialista en el continente. Algunos tibios gestos dI'índependencía.horrorígaron §I. Losmilitares y al frente antiperonista y antíco

........muni.s.ta: el acuerdacon el sospechoso presidente orasileño lanio uadros CIIabril de....l961jsu entrevista con Ernesto Guevara, a la sazón ministro de 1)_

dustrias de Cuba en agosto de ese año, y sobre todo la abstención argentinaen la Conferencia de Cancilleres de Punta del Este, que' expulsó a Cuba elesistema interameri~no. El hecho de que los ministros de Relacioneuxt •

_riores que acompaña~n tales medidas fueran notorios dirigentes conserv. •dores como Adolfo Mugica o Miguel Ángel Drcano no amilanó a l~ mil.tares, que presionaron duramente al presidente hasta que. un mes después.d 'la abstención, el gobiemo rompió relaciones con Cuba.

145EL EMPATE, 1955-1966BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA144

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go.al

147EL EMPATE,p55-Jr§.q-y

!Muchos de quienes habían acompañadÓ a Frondizi en su último tramodearon al presid~nte GUido,:, a l~f§g~üt;~ por él represcnru,buscando negociar una ªl!~matlva polítíca que de alguna manera tuvicrucuenta a los peronistas. Pero apenas tres meses después, los militares, qh-at?ran asumido po;Completo su función tutelar, impusieron' un gabillldéfinidamente antiperonista. La crisis política y la crisis económica7ícll.coincidieron y se P~nclaron mun~~do lugar a ;;-;dldas errátlrEn un fugaz ministerio de quince días, F~de..ricQ_Pinedo-dispusouna espcc I ,1

cular devaluación, que f.aY..me.c:ióen general a los grupos agropecuarios y 1'1,

particular a sus amigos, según Sedijo! En seguida fue reemplazado por Álv:llt1I Alsogara~, quie~ repitió su recet::J.,es~abi~izadorajque esta vez.golpeó ademu.é!1 sect?r ll1du.s~nal loc~l, que habla ~cldo durante el período 4ondJ9sr;¡,

La inestabilidad polltlca de esos meses de 1962 reflejaba sobre todo las ól'lniones contrastantes de los distintos sectores de las Fuerzas Armadas dueño­no asumidos del poder. Mientras que los grupos de ofi'~l-es antip~:stas ll1:i~duros controlaban el gobierno y seguían buscando una salida basada en UIIII

infinita fuga hacia adelante +la proscripción categórica del peronísmo I

una posición altemativa empezó a dibujarse en el Ejército. Se constituyó entomo de los jefes y oficiales del arma de Caballería, que mandaban los regi­mientos de blindados y el estratégico acantonamiento de Campo de Mayo,Reflejaba en parte una competencia profesional interna pero sobre todo unnapreciación diferente sobre las Ventajas y costos de una participación tan di.recta del Ejército en la conducción política. El grupo de Campo de Mayo des-

I'c~~rí~ que el co~to pagad~ por ello -la exac~r.Qa_ción~ciosa, la división del,EJerc,to, su crec~ente deblhda~ <:mte otras fuerzas- era demasiado alto y que,convenía refugiarse en uñlI-actirt::td-másprescindente, que en términos políti­cos significaba un a~nto- mayor a las aut~€-s-constituciQnales...Asr,!ellegalismo esgrimido era en realidad, antes que una manifestación de creen­cias cívicas, una expres ión de est:ricto profesionalismo. Creían además que laasociación de peronism e,conCOQunismo era siinplista y exageraday que, dada

Crisis y nUevointento constituciondl -

raron totalmente indiferentesante la suerte del presidente y. deLsist~III.1titucional mismo. Esta era laseñal que los militares esperaban, y el .'marzo de 1962 deRl!,Sierona F~, quien conservó la serenidad COIlIIIo[ganiza~' Sil ~~em~~r el pres~nte >kL~02 José ~a G JI",salvar as! un JIrón deInstltuclonalidad. - - I

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINAl46

Page 73: Romero - Breve Historia Contemporánea

había intentado aplicar los recursos de la Ley'de Asociaciones, parailUw..~~~~~~~~·Ull""""dcll:;Ó), especialmente en elltlanejo de los

internas, con la esperanza de que surgiera unate de dirigentes que rompiera el monolitismo peronista. Los sindi-

1I11 respondieron con un Plan de Lucha que consistió en la ocupaciónmada, ,entre mayo y junio de 1964, de 'D._mil fábricas, en una opera­que involucró a, casi 4 millones de trabajadores, realizada con una

. . desbordes _niamenazªs a la Qrr>Pied~, y desmon-con igual celeridad y pulcritud. Aungue desde la de~h.ª- ...v:lesde laic~se quiso ver en esto el comienzo de un asalto al sistema, fue sóloexpresión, de rara perfección, de la emategia impulsada gor Vandor,de obtener los máximos frutos con una movilización controlada y

ringída. Tal despliegue estaba ~do en parte a obten.er concesio~I gl,bierno -particularmenre el fin dela presión sobre los sindicatos-

raron en esta modalidad, tachada de irrealista e ineficiente,escaso aprecio que en la sociedad argentinaexistía por las far­icas e institucionales.económica tuvo un perfil muy definido, dado por un grupo deO:«14L

fuerte influencia de la CEPAL. Los criterios básicos del populismo~_U:u~b..t9 hereaaba del viejo programa de los intransi-

les ~nfasis en el mercgdo internoJ_p..clftiC..~ distribuc,i6B,combinaban con elementos keynesianos:

muy activo en el control y en la planificación económica. El gQ:además de la coyuntura favorable que ~i"tió....ala..cri$isde...;;.;.;;;~;..:,

re~ industrial y particularmente de dos años de bue-es. Los i!!g~jnSLrábajadores se elevaron y el Congreso

Il'Y de...S.alarioMínimo. El gobierno controló los Nl!cios...y avanzón en algunas áreas c;nflictivas, como ¡-;Comercialización de lostos. Frente al capital extranjero.isin hostilizarlo, procuró reducirmalídad de las medidas de promocjón. Un caso especial fueron lospctrOleros;-que l'i:al5ían-srdoUncaballito de batallaen la lucha-con­izi, y-que-fnero~ anulados y renegociados.

política economica y soclal intentaba desandar parte del camino se-1.I~'""JlJI~" de 1955 y despertó enconadas resistencias entre los sectores­............~~,expresadas tanto por los voceros desarrollistas, que se queja­In falta de alicientes a la inversión extranjera, como sobre todo por losI que reaccionaban contra lo que juzgaban estatismo y demagogia, yII,P'1UCt.L1 por los avances de los sindicatos y la pasividad del gobierno

149EL EMPATE, 1955-1966

pero a la vez jugaron la_ ~arm- "'tLca,negociando su participaciónfrente, ~n compe.teneia ca avez más evidente con Perón. Las negociachpo terrrunaron bien:cuando Perón PLoclamó candidat9_a-Vi'cente S(Lima, un veterano político cons~~bía acercadaperonismo, s~ apart6el grueso de la uc transjgen!e~ién otros gIll_!)...enores,al be e-qUe el gobierno vetaba la fórmula, apelando a ladón proscriptiva delperonismo de 1955.I Así se llegó a juliode 1963en una situación muy parecida a las elecck II

de 1957. Los .~ronistas ~taF--efl.-hlanco, pero una ¡u:Q.,p-orciÚIIsus votos effilgr~~idato__deJa...u~lo, Arturo Illq~ien ~on el m~los sufragios obtuvo la primera ~~oria, y\luego la I

minación en el C~!Q:E~l-;-.p.robal5[emente haya influido en ese aplsorpresivo la-presentaci..ó~o candidato del general Aramburu, que c¡,1

\ ba siendo ~~stulado des~e 1958 ~a.ra distinto _!il?~de alte~ti~s, y que cld~ su posición en términos decididamente antiperonistas. .

¡ Arturo.lllia gobernó entre octubre de 1963 y junio de 1966. Esta segumlexperiencia constitucional posperonista se inició con peores perspectivas qlll'

la primera. Las principales fuerzas corporativas, incapaces por el rnomeruude elaborar una alternativa a la democracia constitucional, habían hecho 1111

alto pero estaban lejos de comprometerse con el nuevo gobierno. El partk]nganador, la UCR del .~ueblo, había obtenido una magra parte de los sufragios,y si bien tenía la mayoría en el Senado, sólo controlaba algo más de la rninulde las gobernaciones, y no tenía mayoría en la Cámara de Diputadosdomh-,debido al sistema de voto proporcional, estaba representado un amplio c.~pectro de fuerzas políticas. A diferencia de Frondizi, el nuevo gobierno radl­calle dio mucha más importancia al Congreso y a la escena política derno­crática, tanto por auténtica convicci6n como por su escasa propensión ti

capacidad para negociar con las principales corporaciones. La vida parla.mentaría tuvo más actividad y brillo, pero el radicalismo no logró estructural'allí una alianza consistente, ni tampoco c0Il.!l2.rometerauténticamente a lasfl!.erza~políticas en la defensa de' la institucionalidad. - - -_-

Arturo IITia~un político c¿'rdobés de la línea sabattinista, no era la fígurnmás destacada d~ su partido, y es probable que su candidatura derivara de laescasa fe en el triunfo de los principales dirigentes. Dentro del abanico detendencias del radical ismo,tenía simpatías por las posiciones más progresis­tas, pero debió negociar con k)s otros sectores, que ocuparon posiciones im­portantes en su gobier-no. S'!_presidencia se definió por el respeto de las nor­~Ia decisión de ncs abusar de los poderes presidenciales yla volunt;d deno exacerbar los confL ictosy_buscar que éstos decantaran naturalmente. Las

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA148

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entre ~ . aquél se imponía eno electoral y éste en el sindical. Quizá por eso Vandor haya desear­

momento el escenario electoral, dirigiendo sus pasos hacia los gran­ircs corporativos.l:lIcrzas Armadas no miraban con demasiada simpatía el gobierno demde tenían predicamento los derrotados militares colorados- pero se

de hacer'planteos o el Ejército, la prioridad del:-:-::...,....==-=-::::-7.,-;:t;:;-r;::g;:::ru~p·ode oficiales de Caballería que lo rodeaba.

reconstrucción de la institución, :1es~ab~ecimiento del orden y la ?iS-\\r, largamente quebrados en los anos siguientes a 1955, y la consolida- \

de la autoridad del comandante. Más 9.Y_~de. respeto- a las institucionesírucionales, se trataba de la convicción de que, dadas las.car.acterísticascscenapoTítiCa,'é'úaIquier interverición parcial provocaría divisiones

lusas. Progresivameñte, las Fuerzas Armadas no hablaron más que a tra­de sus comandantes en jefe, y de entre ellos Onganía fue adquiriendo una1lI~(a ~cional. En 1965, en una reunión de jef~~de E!ército americ~nosWcst Point, manifestó su adhesión a la llamada doctflna..d~a..seg:undadional": las Fuerzas Armadas, apartadas de la competen~a estrictamente

ttn'~~·,.,ñ sin embargo la garantía de los valores supremos de la naciona­, y deb(arl~!~d9_.é[email protected] ...amenaz~~ parti~ularmente

f,ur.la..subver~ón comunista. Poco después completó esto enun~tando -estawz en el Brasil donde los militares acababan de deponer al presidente Gou­lnrt= la doctrina de las "fronteras ideológicas", que en cada país dividía a lospmtidiuios de los valores occiden~ cristianos de quienes querían subver-11J'lo~alores centrales no ~te~democráfíco _quehabía sido la bandera de los mJlitares luego de 195 -, o que revela Ul~~am­hit> no sólo interno sino internacional: la era inaugurada por el presidente

\:)---- .

pero sobre todo ahacer verque éstos constituían un actor ínsoslavnhlreal peso en cualquier negociación seria, esto es, la que mantuvicr.mlos militares, los elllpresarios y el mismo Perón.

EL v~ovecha a as al dominio de los sindicatos ybién de las organizaciones políticas del peronismo, para actuar sirnulmaltemativamente enlos dosfrentes y practicar su arte de la negociación,primer semestre de1964, y alentados por un eventual levantamientoproscripción, los sindicatos encabezaron una reorganización del Partid. I hcíalista -nuevo nombre del Peronista-, que realizaron a su estilo, puesafiliacióCJ relativamente bajales permitió un perfecto control. Esto los 1'111

vando a un enfrentamiento creciente con Perón, amenazado en su lídc:La disputa entre ambos no podía superar ciertos límites, pues ni Perón JlIprescindir de los sindicalistas más representativos ni éstos podían reneisuliderazgo simbólico de Perón, La competencia consistió en un tironeo }1nnente, en el que Vandor fue ganando posiciones. A fines de 1964 la dirigl'llocal organizó el retomo de Perón al país, una provocación al gobierno y qulal propio Perón, de envergadura similar a la de una presentación el~étoral, ,pon~a sobre el tapete los ~actos tácitos de proscripción. El ~-RetullSUSCitÓuna gran expectativa entre los peronistas y ~ fanPerón tomó un avión, pero antes de que el gobierno se viera obligado a dcchqué hacer, las autoridades de Brasil lo detuvieron y enviaron de nuevo a E~Iña. No está claro quién perdió más con este resultado, si el gobierno, Vandotel propio Perón -los acontecimientos posteriores hicieron irrelevante el balnnce-, pero lo cierto es que Perón estaba dispuesto a jugar sus cartas para evlcualquier acuerdo que 10 excluyera. Por entonces empezó a cobijar y alenuu 1Ilos incipientes sectOres críticos de la dirección sindical e inclinados a una plllítica más dura, o incluso a seguir la senda de la Revolución Cubana.

La principal preocupación de Perón se hallaba en 'el campo electoral, donde podía competir mejor con Vandor. En marzo de 1965 se realizaron las ele.ciones de renovación parlamentaria. El gobierno proscribió al Partido Justicínlista pe~ronlstas a presentarse tras rótulos menos conflictivo."como laU~n Popu~, controlados or el sindicalismp vandorista o por cal!dillos provinciales-''fi:eOperon.istas'', que interpretaban e manera muy ampliay flexible el liderazgo de~~~os resultados fueron buenos para el peronismupero no aplastantes, pues sulTlando todos los segmentos obtuvieron alrededordel 3M9 de los votos - Lograron constituir un fuerte grupo parlamentario, queencabez~ Vando a, y empezaron a prepararse para las elecciones di'1967, en lasque-COlrloen 1962-se competiría por los gobiernos de provincia.Si Vandor imponía sus candidatos en las principales p\ovincias y lograba reu-

" "

151EL EMPATE, 1955·1966BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA150

l'

Page 75: Romero - Breve Historia Contemporánea

El programa que en 1958 sintetizó de manera convincente Arturo Frondexpresaba una sensibilidad colectiva y un conjunto de convicciones e 11sio~es co~partidas acer~a de la modernización económica. En parte (odebla surgir de la promoc16.n planificada por el Estado d 1. ., . ,y e una renova( I

técnica y científica hacia la cual de 1955 en adelante se volcaron mucluesfuerzos.-.Así surgieron el Instituto Nacional de Tecnolo ' A

" . !I gla gropecu.u(lNTA), de incidencia importantísima en su campo y el . . fl1--·- . , menos In uycrunsntuto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) La in ti . - básl, . . ves 19aclOn Sil l'Yla. tecnol~glc: ~ueron promovidas desde el ~sejo Nacional de Invest ¡gaciones Cientffícas y Técnicas creado en 1957 O de d 1 C .. , N. " s e a omlSlon iIcional de Energía Atómica que frecuentemente act a ---:--.-- .. - ' ...... u ron asoclados C\111las unlversld~des. El Consejo Federal de Inversiones debía regular las deslgualdades regionales mientras que el ConseJ'o Nacíonal d D 11 1_ e esarro o, crem l'e!l:_l963'-asumiría la planificación global y la elaboración de planes nach I

na les de desarrollo. En suma, un conjunto de institúciones debían poner en~ovimie~to: planificadamente, la palanca de la inversión pública, la cieu-era y la tecl'l!.ca. - -- _

Pero. la mayor f~ estaba puesta en los capitales :.~tranjeros. Estos llegaroien cantidades relativamente considerables entre 1959 y 1%1 1 ~. . juego s_eretr:,-jeron, hasta qu~ en 1~67se produj~ un segundo impulso, aUnque en él pesa-ron mucho las .mve~s~ollesd.e c::ort<2...Pl?!o.Pero su influ'encia excedió larga­mente lade las ll1VerSIOnesdirectas. Los inversores tuvieron una gran capaci­da? para ~provechar I.os mecal:lis~~ internos de capitalización, ya sea de 'créditos del Estado o slJ:nplemente del ahorro partícula q iuzzab

-. o • r, ue Juzga a conve-mente .cana,l,zarsea tra. vésde 1as eme!'esas extranjeras. También se insta~;.l.-ron pOI lavta de la corra prao la asociación con emoresas nací 1 .

. - -_._ '. t:' lona es existen~es~ ~ompra, ~ slmplement~ por la concesión de patentes o-;;a~ I

influencia se noto en loa transformación de los servicios o en las formas de

-los supermercado~ fueron al principio lo más característi­ral en una modificación de losbábi~de consumo, estimulada

podfa llegar a verse y apetecerse a través de la ~levisión. La presen­del idioma inglés atestigua elgrado de ad~tación a los estiloi

que iiICanzó la vid~ económica:'"" - = ~_.'"primeros años su efecto fue traumático. En la industria, las fiue­petróleo, acero .. celulosª,_petro~ímica_) automotores- crecieron

...,_,c- .. -::.- por efectos de la promoción y aprovechando la existencia~~~~~~~ , mientras queTas que habían liderado el creci­

la et:wa ,gnterior -texti 1, calzadQ, y-ª,un....ele.c..trQ..Qomésticos-seo retrocedieron, en parte porque St¿ mercado se habla saturado o

~~= .....,y en parte también porque debían competir con nuevoscomo fue el caso del hilado sintético, que lo hizo con el algodónde los textiles. Por otro lado, aumentó la concentración, sobre

In industria, modificando la estructura relativamente dispersa here­la etapa peronista. En las ramas nuevas, donde pesaron los capitalesIS,esto se debió a la magnitud de las inversiones iniciales requerí­

como a las condiciones mismas de la promoción estatal, que coníón de los automotores garantizaban esa concentración. En las activi-antiguas, tradicionalmente dispersas, y en un contexto de contracción,empresas con mayor capacidad de adaptación lograron, gracias a un

1 () a una asociación ventajosa, crecer a expensas de otras.suma, se creóuna brecha entre un sector moderno y eficiente de la(a, en progresiva.exIllinsión, ligado a la inversión Oal consumo de losde mayor capacidad, y otro tradicional, más bien vinculado al consumo

" que se estancaba. La brecha ~ ver con la presencia de empres~asociación con ellas, de modo que para muchos ~iGs.

la experiencia fue negativa. Lo fue, sobre todo, para mu-111 de los trabajadores. El empleo industrial tendió a estancarse, sin que elnto en las nuevas empr~s compensara la pérdlda en ras tra-aicionales, y

dcrcríoraron los ingresos de los asalariados por razones tanto económicas'" políticas: un mayor desahogo empresarial en el mercado de trabajo, debí­u IIISfrutos de la racionalización y la contracción, se sumaba a un recorte enrupacidad de negociación de las organizaciones sindicales, sobre todo en ellro específico de la empresa y la planta. Así, la participación relativa de

uplrnl y trabajo en el producto bruto interno varió sensiblemente, revelando~,«Insistencia de la fase acumulativa que se había puesto en marcha: la por­,¡¡',n de los asalariados cayó aproximadamente del 49% derpsIen 1954 -picomáximo de la etapa peronista- a140% hacia 1962.

La economía entre la mode~lzación y la crisis

153EL EMPATE, 195í-1966BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINAI I~

Page 76: Romero - Breve Historia Contemporánea

I

\

dlcz años que siguieron al fin del peronismo, la economía no s610sustancialmente sino que, en conjunto, creció, aunque pro­

e menos de lo que se esperaba. En el sector industrial, esto fue elde un promedio entre el crecimi~nto de los sectores nue,vosde los cuales tenían un ciclo de maduración largo- .YJ.a.rerracción

iQnales. En el sector agrícola empezaron a sentirse algunos efec­incentivos cambiarías ocasionales, de las mejoras tecnológ~as .

• lWi...pr:u;....e.I-:~~..u-p.u.( grupos de empresarios innovadores, o de ladifusión de los tractores, producidos por plantas industriales recién­

instaladas. Sin ser espectaculares, los resultados permitieron queio niveles de 1940, antes del co-

"'ll'll\..c·\"'IRaJ~g·l:...r.Ea:.Un""c¡'¡'oJ.J.noJ:1t""'ra:L.c..!.c~il...ól;!,n~.~H;!.!u~b~o!::t~a_:rn:::'biénalgunas mejoras relativas en

rcio exterior/Todo ello fue la base de una etapa de crecimientosostenido pero moderado, sustentado principalmente en el merca­rno, iniciada en los años del gobierno de Illja, que se prolongaría

mediados de la década siguiente. Percep.lible_.~stancia, esta bo­relativa permaneció oculta a los contemporáneo~, cuya perspectiva, dominada por los ciclos de._expansifu.Ly...cD..n.tI.íJ&~iólh..yJasviolentasque los separaban.crisis esrallaton con regularidad cada tres años -19..52.,_L25..6...l.2?9,2.66-~y fueron puntualmente seguidas por políticas llarl)adas c\g_es­

Desde un punto de vista estrictamente económico, expresa-as limitaciones que desde 1950 experimentaba el país para un creci­

nro sostenido. La expanslón.-del-seetor industrial ~ del co~~cia,l (y des interno .dep..eR4ícf-~"rt\Üítliff6 ~iíi~'7fe las

Isas con las q insu necesarios para mantenerlo en moví-too Éstas eran provistas por un sector agropecuario con escasas posibi­

de expandirse, que afront,ba difíciles condiciones en, l~s mercadosndiales y que era habitualmente usado, a través de las políticas cambia­y de precios relativos, para solventar al sector interno. De ese modo,

,do crecimiento de éste significaba un aumento de las importaciones ymcluía en un déficit serio de la balanza de pagos. El endeudamiento ex­io, creciente en la época, y la necesidad de cumplir con los servicios,

Rwcg~lba un elemento adicional a la crisis y un motivo de interés para losurtccdorea y sus azentes. Los planes de eSl:ab¡!izac;iÓQ.,_guerecogían la nor-

:\1

1962 una devaluación del 80%- y en parte por razones políticasxuno cuan;:k) el goblerno de Ilfu a uló los contratos petr -,en las empresas la actitud contraria de canso idar los privilegios

155EL EMPATE, 1955.L966

El efecto traumático debíacompensarse con otro renovador más ftllpersistente, que sinembargo se relativizó bastante. Aun en el caso d,actividades modernas, los irwersoresnuev9~debíar} moverse en un COI!IIde características singulares \' arraigadas: ~~ fábricas heredado I

etapa peronista se caracter izabapor su escala pequeña, alta integracióncal, elevados costos Y escasa preocupación por la competitividad. Eral!bien grandes talleres que verdaderas fábricas modernas. Las empresas mu-particularmente lascle autolUotores- tuvieron que ade~{;ar su tecnolo)'sus formas de organizaci6n aestas realidades, de las que no pocnan-aesclIlderse, de modo que -corno estudió Jorge Katz- su eficiencia fue mucho i

~.es..de-e·figeFh Muchas empresas vinieron a aprovecluucrema de un mercado protegido y largamente insatisfecho, antes que a 1'1'1

zar una instalación de riesgo con perspectivas de largo plazo. Tallo que I11

trió con, las 21 terminales de automotoresl\,~~Á:¡~~cnl~&~en 1965. Pero aunque teman planes de largoarcance no estuviero~ dispuestas a sacrifíc.uprotección concedida, que lesgarantizaba el dominio del mercado local pilas egndenaba a limitarse a él.

En esos años lasocledad ar~ntina, dominada por la problemática ti,desarrollo~ la dependencia ~ el imperialismo, dis1Y}3ómucho más la magllttud y destino de las ganancIas de estas empres~ que su aporte -ciertarncnnrelativo- a la modernización y compeil'tividad de la economía y particul.umente del sector industrial. Lo cier.to....es_quUQ§_fapitalesextranjeros COI1II1

bu_yer~na mantener algunos de los mecanismos. básicos, tal c~abrllllc.Qnformado en ros_,ª.5,ºLll~~ reforzado en la gue~_y'la posguerra. Silhorizonte siguió siendo el mercado interno,- yaf ig;:;-alque sus ante~eSOl'III,nacionales, no fue prioritario alcanzar acá una eficiencia que les permiticrucompetir en mercados externos, a los que abastecían desde otras filiales, salva con estímulos específicos. Atraídos con regímenes de promoción, pugnuron por mantener las situacioJ.1_esd~l2rivilegio y hasta extenderlas, y asl-junto con las empresas nacionales que pudieron seguirlos en esa línea- COII

tribuyeron a fortalecer la injerencia de un Estado que debía garantizar J;.~ventajas especiales., Pese a que el gobierno había desarrollado una serie de organismos de plu­nificación, sus políticas depromoción no tuvieron en cuenta cuestiones cln­ve, como cuándo dejar de pror'nover, para estimular la competitividad, o 1;1

forma decompatibilizar lasnec.esidades fiscales con la promoción, que gene­ralmente consistía en la exenci, ón de impuestos. Sobre todo, fue una políticaerrática: hubo ,bruscas_oscila<.:ianes, determinadas en parte por la capacidadde presión de cada uno delos iznreresados -como cuando el ministro Pinedo,

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINAl54

Page 77: Romero - Breve Historia Contemporánea

'/

If

económica introdujo algunos cambios profundos en la socie­dio nuevo impulso a transformaciones que venían de antaño,

~III efectos potencialmente conflictivos de aquéllas no se manífes­La fuerte.mígracíón.del.campo a la ciudad, que caracterizó

In realidad formaba parte de una tendencia iniciada en la décadaen parte el lugar de origen: de las tradicionales zonas pampea­

'" Incrisis agrícola había completado su obra de expulsión, se déspla­tradicionalmente pobres del nordeste y el noroeste, golpeadas ade­

rllillide sus economías regionales, como el algodón o el azúcar. Taro­_.'I1I'1',n las de los países limítrofes. Siguieron llegando al Gran Buenosm esos años, con el 36% de la población total, alcanzó el pico de surelativo, pero también a otros grandes centros urbanos, entre losque

d!-lipuntarCórdoba.In mayor novedad estuvo en la forma de incorporación a las cíuda­

.lWrus·tftGU. que había sido la gran vía durante la década pero-----,__-'"Ianc6 y alln retro~ VuJygruue..GG\:IJ3ade-per-la-GGR.str.uq:;i6npúblicas, a cargo de grandes empresas, y también la construcción,dominada por el pequeño ernpresario-, que junto al pequeño co-

V algunas actividades de servicios absorbieron a los migrantes ínter­a los contingentes de bolivianos, paraguayos o chilenos, cuya

contribuyó a ampliar la masa de trabajadores....ra s610 la posibilidad del empleo, en general precario, lo que movili­IUIirnlgrantes, sino también el deseo...dedisfrutar de los atractivos de la

urbana, y en ese sentido las migraciones forman parte del proceso social"'''I',,,-.nrin expansiva, de permanente incorporación a los benéficos del

" reforzado por la difusiQ_n_de_lascomunicaciones, y particularmenteisión. El resultado fue un teDÓmeno, muy común en toda América

na, de la nu-eva marginalidad: un cinturón de "villas miserias" en lasciudades y sus alrededores, donde se combinab.C!I1,ge manera.sor­

nte para los observadores, casas de lata y antenas de televisión.El mundo de los trabajadores urbanos experimentó cambios profundos. Elu-ro de asalariados industriales se mantuvo estable, y en consecuenciale', importancia relativa. Fueron en general víctimas de las políticas so­

Inlt·s regresivas que dominaron en estos años, salvo durante el período de111111, Blinque los cambios económicos produjeron una gran dispersión de losInJ.(fl·sos y claras ventajas en favor del sector de los trabajadores de empresasmodernas. Los sindicatos organizaron ima eficaz resistencia y se anotaron

rnat iva estánda~del FondoMonetario Internacional-a quien SI'

en la ernergencn., consistían en primer lugar en una fuerte devnhIU,eg~ en Rolít~ rece~as -suspensión de créditos, parali;d61l I

publtcas-, que r~d.lIus""'t..L.r¡I..c:I·au...I_~Jlldmf>ortaciones, hasta recuperar el equilibrio perdido, creando las 1"1

es para un nuevo crecimiento.~a~a. uno de ~stoS ~iclosde avance, detención y nuev va . I

de justificar el difundido pesirrusmo rca e futuro de la econoiinscribía en el Contexto dela puja por el ingreso entre los distintos H('¡

que~~ su vez formaba parte de la puja política más general, pues alpolttico correspondía un empate económico. En una negociación elllri~ partes, los .beneficiados y perjudicados cambiaban en forma perm.nast como las altanzas y los enfrentamientos. En las fases ascendentes 11111

reses de empresarios y trabajadores industriales podían coincidir, a' CIIIIIlos sectores exportadores: esta coíncídencía, que fue una de las bases,alianza peronista, explica el margen de negociación logrado por los shutos luego de 1955. Otras veces -yen estos años fue más frecuente-los ensarios aprovecharon la cOyuntura para capitalizarse intensamente. U'IIcrisis y la devaluación había en primer lugar una traslación de ingreso,sector urban~ al rural, pero también de los trabajadores a los empresmpues los salanos reales retrocedían ante la fuerte inflación. También slIlperder las ~~presas chic~s a manos de las grandes, y en esas COyuntLlI'II~concentración de la propiedad avanzó a saltos.

En sum.a, la crisis potenció la puja por el ingreso entre aquellos secncon capacidad Corporativa para negociar y creó la posibilidad de aprochar una coyuntura, un cambio de las reglas del juego, producidas desdepod:r, y quedar~e Con la parte del otro. Se trataba de un juego en el que I

habla r~gl~s raCiOnales y previsibles, ni un sector capaz de imponérseln,otro ..SI bien la acción a_era_de~ ban desde ;JI~Jg)~utéRom~s sino_Q...ue-est.aba-a-disposición..d.e....q!!ien~Ptl~arlo un Instante, y u.tilizar]o para sacar el mayor provecho posible. Hu""entre los sectores propietarios quienes advirtieron las posibilidades que ofr«cía un f~ncionamient~ tan. anormal para los parámetros del capitalismo ydescubrieron as tao e... a_m iscip ina. Hubo otros b' .. . . . -~-- _ , en cam 10, CUy.rN~eJores pOSibIlIdades estaban en e establecimiento del orden y la racionahda? y empez~ron a reclarraar la presencia, en el poder político, de quienpudiera cumplir esa tarea.

157EL EMPATE, 1955-1966BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

Las masas de clasemedia

156

Page 78: Romero - Breve Historia Contemporánea

. lLL.Wltii~""1*;ss.tigl,o:J-y~~~~~~~de~unaQ~llldQ,o la.i_rr!cuenta-IJ , ' no aseguraban por

hmes de di lf -dose 'y'se nufriéro'o-de--r- r .' ' n iversiticanI poder ...Las e_ites sl~Ulero_ , -,bi d~venidos dirigentesm.ilitares -con frecuencla tam len ,

, - , l' articular mente exitoso-Y hasta alg!J!l g~mLa_lsta P " íbtlíd d de la-. d - os fue la emergencla y visi l 1 aIIrm:ter(stlcO e estos an , , el se ubicaban entre laslI"r llamados ej~, que seg~n su 111V, 'nde la modernizaciónlas medias. Eran por una parted ~ ebxpredsleoser Inane]'adas po~ los

1 resas e]a an.. ,>J'" _. - --'

l,l signo de que ~~~p b manos d~ funcionarios expertos,familias fundadoras y pasa an a , :1 C - o tales fueron glo- .1 fi . d a cultura internaClonaL. om ,IIl' lcacl~ e un .-.- p' bién aparecieron como la nue-

1 , - _:.. :I:~adel=&S erotam l d 11II1l) :l.eroe~·· "'1 exhibición agresiva e aI l OCO"rastacuero , pOl a - .l l' I>arvenu, un p 1 ' ., de los signos del estatus.rllr lo que era juzgado como a usurpaclon .

d 1 iseria de la moderruzaclón ..In gran eza y a mise da f t bles sobre todo en las gran-. 1- f as de vi a ueron no a , ,1105 en as orm , e 'al una actitud más flexi-La píldora anticonceptlva, yen gen I ...' dif ó la'-d - _ -'TTys6I5re las relaciones famllLares, rrro 1 lC

las con uc.tas sexua e 1 cambios refle] aron sólo mí-b 'eres aunque ta esl'ntr:~o~ ~ Y, dUk davía pacata y tradicionalista- los que se

-en una socie a ,to centrales El voseo empezó a imponerse en¡mllluciendo en los paises . . ió d términos tomados de la

:...I:n~, 1 conversaclón se nutn e ,l'lIl'~O y, a d 1 ' nes de los sectores medíos. que

lufll y del psicoan.álisis, una e as pasto ídades psicoanalí-" A' de las mayores comUl1l

en Buenos tres unla d L ndo los cam.bies-en-el-cat1SU-1 I d A l ' al gue en e resto e mu ", - fll' I!HIn O. _lgU - 1- J.'¡- . ·l~n-social.Era signi ícativo

1 claves en a_uLIe:renClae1;) ,

'z~ tar.r - díf ia de sus anteceso~.uieJa__pn-opu lares a 1 erenc - _- , b 11,," nll~'vos sectores P , - _- -la-casa-propia -sun o ousieran.sus espefanzas enmlrae e sig o no P . 1 1 . or en parte porque aquélla se__'-:¡l'd dial sino en e te evis , 1Hk~la mOVlll a soc -~l ' lar combinación de_p acer

d . 1 bleen parte por a s~ -1ti)~r:I.:ca " . __ Lo. ,Lo ~l:e--rtser,yy luego el aparato e ec-" ue 1}:OPOt=GlerrclUCf"el Le --rt , I 1inro y preStlgLO 1 I días fue el automóvi o que. 1 t Entre as c ases me , - 1) () a motocic e a. -----r:-<:é los libros entrarán en e

. ilusiones pero tamOlen .-'-'sus expectatlvas e . los b stsellers come~arán a constituir una

Iln del consumo masivo, y os ~--

n-neta. "ó homogeneización del consu-d . lsaban la expanSl n y[l1Il:rzasp.o erosas impu -' 1 é icas del arkering,_pero, la propa antia as t cm

'"": \:¡ producClón en masa, d "ón de las relaciones so-. " . ~ la emocratlzaCl,.1I11!llén tendenCias mas ~ro 1 . . cadicionalmente considerados comol 11Ih-~ y 111 acceso general,lzado a ltencsJ. ,

L59EL EMPATE, 195í,t966

buenos tantos en lapuja distributiva, los suficientes como para no \descolocados ante susbases, y contribuyeron a mantener la homogcide la c~~se obrera, s_indicalizaday~ta.Ef ~ se nmre los obreros de la construcción, y sobre todo entre los.rrabajadoncuenta propia, _ligadosa los'servicios o al pequeño.comercio.jju expincorrespondía todavía a las necesidades de la economía, y antes que d('pleo disfrazado, se trataba detrabajo complementario, normalmente Inerado , aunque precario y carente de la protección sindical. El sector d,d~~W'Q.r.w8as,_que ~ precisamente cuando el E.s.t,adode bicrrenunciaba a algunas de sus responsabilidgqes, comenzó a constituir, pnslVamente, una de lasfuentes de te~ón dela.sociedad.:

Nuevos contingentes engrosaron el impreciso pero bien real sector diclases medias, prolongando y culminando el proceso secular de expansión,versificación y movilidad de la sociedad. Pero esta apreciación global inchimportantes cambios internos, que matizan fuertemente su sentido. SegL1I1análisis de Susana Torrado, lospeqgeños empresanos manufactureros.se 1'1',

jeron drásticamente por obra de la concentración índustrial, y aunque aumu~óél!t.º~nero dc:~er~~~s, en conjunto los s~ore~ medios .!u~9n(111fueron menos numerosos. Creció en cambio el número de los asa~()~ I

clase media, presentes en todos 10Ssectoresae la economía y especialmente rla in..dustria,donde las nuevas empresas demandaron técnicos y profesional"

Su presencia puso de relieve el papel decisivo que en esta etapa sigllh\teniendo la educación, la vía de ascenso por excelencia de los sectores 1111

dios. Consolidada la primaria, se prolongó la expansión de la enseñanza medlu,cuya matrícula creció en forma espectacular en la década peronista, y IUl'JI"la universitaria, donde se empezaron a plantear los problemas de la masivldad. Viejas y nuevas expectativas confluían en este crecimiento: la tradiclunal búsqueda del prestigio anej o al título, el deseo d~~ través d,las nlleva§ cagerJ:ls- en-el pro~de modernizaCi'<fn.de la 5!sonQ!llía y de 1.1ciencia; y.luego, también, el.deseo d~ incorporarse a uno dejos f~tek('tuales y políticos más,agivos. Pero la mecánica tradicional empezaba a revelar 'fallas: [os egresados universitarios aumentaron mucho más rápidamenll'que los empleos=uno de lossign.os de la debilidad de la modernización anunciada- mientras que, progresivamente, se producía una pérdida de valor d\'los tít:ulo~¡n.9r_ejempl:o, para~eter:ffiil'ladas posiciones no bastaba::ya-~i debachi llerAquí también. empezaba a anunciarse uno de los focos de tensiónde la nueva sociedad.

Entre lasdases_illtas, loscam lJios completaron los anunciados en la déca­da pe:moista. Pese a la caída d~ I régimen odiado, las viejas clases altas nI)- -_-

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINAI ~8

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es antiperonistas -y entre ellosquienes habían logrado identi­con el rigor científico cuanto con las corrientes estéticas y de

" de vanguardia- pasaron a regir las instituciones oficiales y el1.. cultura todo, dominado por lapreocupación de la apertura y la

. Viejos grupos, como el Colegio Libre de Estudios Superiores, orelevancia, desplazados por nuevas instituciones y muchas, ve- I

por las escisiones internas. Las vanguardias artísticas se con­en el Instituto Di Tella, combinando bajo el amparo de una ern­entonces pujante y modernizada laexperimentación con la pravo-

Quienes animaban esa experiencia -yen particular Jorge Romerouhan convencidos de recrear en Buenos Aires un verdadero centrotonal del arte, y si el diagnóstico quizás era excesivamente optimis­

es que, como pocas otras veces, la creatividad local se vinculódd mundo. Ubicado en el centro mismo de la ciudad, en la llamada

loca", y cerca de la Facultad de Filosofía y Letras, el Di Tella seen punto de referencia de otras corrientes, emergentes y mediana­

cuntesratarlas, pero ciertamente provocativas, como el hippismo.prlncipal foco de la renovación cultural estuvo en la Universidad. La

en 1955 de José Luis Romero como rector de la de Buenos Aires,respaldo del poderoso movimiento estudiantil, marcó el rumbo de los

,nos siguientes. Estudiantes e intelectuales progresistas se propusieronier lugar "desperonizar" la Universidad -esto es, eliminar a los gruposes y nacionalistas, de ínfimo valor académico, que la habían domina­la década anterior- y luego modernizar sus actividades, acorde con lairmación que la sociedad toda emprendía.

'gtín la utopía del desarrollo dominante, la ciencia debía convertirse en';1de la economía, lo que planteó un largo debate acerca de las priori­ciencias básicas, que trabajaran según los estándares internacionales,

tt"l"Ilología aplicada, mirando los problemas específicos de nuestra econo­y atendiendo a la formación del personal calificado que ésta podía reque­Frente a la vieja Universidad profesional surgió una nueva; orientada a la

111 ,g~~la Jl~icª, la agron~~ía..o--la-G0l~pu¡:~C--i0nilas ~aculta­dril se nutrieron con laboratorios y científicos con dedicación exclusiva a lanllcí'íanza e investigaci6n, y los egresados marcharon masivamente a corn-r1"I:,rsuformación en el exterior. Incluso las viejas carreras cambiaron: larunomía ~a1::-¡-óí1de-empresas -escuela de ejecutivos- empeza­run :1 reemplazar la vieja formación de los contadores-públicos.

La Universidad y la renovación cultural

161EL EMPATE, 1955·1966

p~si.eja&-Gl~tas. Todosconsumieron muchos más productos nisos.En cada ciudad, el viejo "centro"perdió importancia, y losnuevosc~e...esparGieron por tocioslos barrjQs.;_e_lkanse cónvirtió en 1'1~ y, en su aspecto al menos, las ciudades aparecieron habltRdn~vastas masas de clases [email protected] jgan_holllogeneizaba todo e inrique las <iife¡:eflcias-,<;~le.Lcristalizaran en apariencias fijas, generaba de hudiato un movimiento inverso: larecurrencia a marcas exclusivas y caras, \bles en etiquetas conspicuas, querá idamente era absorbido bU~-tl--gar..J.zacióIl..!~esas etiquetas. Así, frente a la homogeneízacíónlas .apariencias, ~ascl~ los se~tores altos ~e la socicestimulados por una polanzaclon creciente ae los mgresos, buscaron f¡1I"originales de diferenciación a través de una exclusividad que debía carnlpermanentemente de referencias, antes de que la vulgarización las atrnp:Saber encada.círcunstancía Cl.!:!é~~lo que marcaba esadifere_!l.~ia.,_y~ocl·1momento en que lo in se convertía en out, y lo distinguido en mersa o cm-según el curioso código del humorista Landrú-, pasó a ser u~ncla :1pll

ciada y el tema de los más leídos semanarios. -Uno de-ellos-Pnmerc Plana, cUmpli6 una funci6n esencial en [a eduru

ci6n de [os nuevos sectores medios y altos. Apareció en 1962, para servir dvocero a los grupos que empezaban a nuclearse detrás del general Onganfu yde la evanescente fórmula del "frente". Pero además -o quizá precisamenupor eso- asumió con entusiasmo y una cierta ingenuidad la tarea de difundir[a modernidad entre unos lectores que, gracias a la profusión de claves p.uniniciados que su lectura demandaba, debían ser ellos mismos una minorfn,reclutada entre las nuevas capas profesionales y los ejecutivos eficientes. PI'ra ellos se revelaban los secretos de lo qye debía.sagel'se-soDrélÓ1CIimodl!1na' , lasutr~as de la ciencia o la nueva literatura latinoamerlcu­ha,-cuyo-bonrrrrecibi6 un decisivo impuls<),áSf _C_9ffiO de tcdo.aquello CUyl1

consumo marcara la diferencia. En otro registro, unpersonaje de historieruq¡Jeiba a conquistar la inmortalidad -Mafalda, _ge Quino- expres6 toda otragª-!!la del imaginario-de-las clases-medias, combinando [a ilusi6n del auto -unmodesto Citroe~--:-y de las breves vacaciones anuales _cpnlas preocupacionespor el pacifismo, la ecología o [a democracia, comunes a la ola de disconfor--- -- --mismo y renovación que se insinuaba en el mundo. Quizá por eso Mafaldaalcanz6 difusión i~~al, V pese a expresar una sensibilidad tan distin­ta, coincidió con Primera Plana en mostrar cuán cerca del mundo estaba elpafs por entonces.

BREVE HISTORIA CO~TEMPORÁNEADE LAARGENTINA160

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trataba, sin embargo, de una islacon voluntad de encierro. Míen­nuban en ella~ultitud de pr~~IloHÜeas-qu~ ~uego se trans­debate de la sociedad, laUriivéis ad-se preocupo mtensamente,

nn éxito desigual, por la extensión de sus actividades a la sociedadrll'mplo, más exitoso de ello fue Eudeba, la editorial fundada por la

de Buenos Aires y organizada primero por Arnaldo Orfila Rey'~;'::~~;:¡::--::r:::::-::::;r;I-;:torialesmexicanas de honda influencia en elIntelectual, el Fondo de Cultura Económica y Siglo XXI- y luege porívncow, que recreó en la década del sesenta los grandes poyectos

populares de los años treinta y cuarenta. L_<Lsingularde Eudebanmbinación de pollica d.e-v-e-a-tas-agFesi\(qy novedosa, -libros muyl~S .ca~les- puesta al servicio de la difusión ~e 10más) en el~s ciencias. Sus tiradas -vendió 3 millones de

emr~t959y1"%2- muestran tanto la realidad de la ampliaciónlector como el decisivo papel de la Universidad y su editorial

mforrnarlo.l'stc·polo de modernidad concentrado en la Universidad empezaronIfi.'starse tensiones crecientes. El valor absoluto de la ciencia univer­presente en las díscusiones sobre ciencia básica o te~nolo.gía- fue

mndo a la luz de las necesidades nacionales. Se debatió pnmero eltumiento de muchos grupos de científicos porlW1aaciOñes interna,'S~[\-estarvi1Tctlladas-C01ygranaes empresas, como la Fun--Ford, o con los mismos gobiernos- sUQ.oniendo 9.~e tal fi~?.!:lcia,

11 orientaba las investigaciones en una d_~~ión irrelevante o direc­contraria-a los intereses del púe_1iloy_l~.l;laci.9_rl!_J¿~ªJ.!i s~pª~ó al

IlnarruentOCfeló; paradigmas científicos mismos, postulando una ma­"nacional" de hacer ciencia, diferente de la que se identificaba con losfllS internacionales de dominación, y a la larga se cuestionaría la nece­misma de la ciencia. El llamado a mirar al país, o a Latinoamérica,

roncaba con la cuestión del compromiso de los intelectuales con su reali­IIn viejo debate -lo habían animado en los años de 1920 los partidari~s

I\llcdo y Florida- que encontraba nuevos motivos. Si bien el comprorru­"ra un valor compartido entre el conjunto de los intelectuales progresis­

que no vacilaban en manifestarse masivamente en f~vor de la e.ubalída-, había quienes cuestionabaoJa slIpIJesta.ne.uttalidad..de l~_clen­defendida por los"cientificistas"- e insistían.en su carácter siempre

!lit iratlvo. UñaCliscusi6ii' similar plantea ban en el campo artístico quienes-srionaban la frivolidad y falta de compromiso del Di Tella y c..:'ntrapo,

nhlll por cjcmp~o el teatro realista eleRoberta Cossa o Gennán Rozenma-

163EL EMPATE. 195\-1966

En las ciencias sociales -unaidea de por sí moderna- la modernizarasoció con dos nuevas carreras:psicología y sociología. En la escuela fuporG ino Germani, la teoría dela modernización, fácilmente integrable t •

deldesarrollo económico y hastacon el marxismo, constituía a la vez lIll \nóstico y un programa, mutuamente potenciados: las sociedades marchtodas por un camino similar, delo tradicional a lo moderno, y la ciencia Icaba el camino para que la Argentina recorriera esas etapas y por esa \'111incorporara al mundo. La sociologíasuministraba a la vez una filosofía .1historia, un vocabulario -frecuentemente malas traducciones del inglés- y \signos de modernidad, y una vastacamada de nuevos profesionales, que plhdedicarse al marketing o a las relaciones industriales eri las empresas, o (1 II

jar en los distintos organismos de planearniento e investigación desarrolhpor el Estado. Antes de que lossubocupados o desocupados predominarantreellos, IQssociólogos constituyeron, con psicólogos, economistas, cienrtlhy técnicos [;;austriales todaUrl.'a-eehertede nuev0s-secrores-n:rédi~dl'"~--~--~ -----_ ,la modernización y consumí ores ¡¿fivi egia os e Susproductos.

Desde 1955, la Universidad se gobernó según los principios de la RefiuUniversitaria de 1918, verdadera ideología de estudiantes e intelect~~ Igresistas: aLttonomfa ygobierno tripartito de profesores, egresados y alunuuDesde el comienzo, ...sos relaciones con los gobLe.rnos..fue.tG~as yruptura se produjo cuando el presidente Frondizi decidió autQIiz.ar..las-tJnisidades privadas -eufemísticamente llam~igualdad de con.llci¡)~QJas_deLEstado. El debate de 1958 ~D.tr.elos...putida¡:iosdela CII'.Iñ~~'libr~"_-básicamente 10'SITgadosa la Iglesia- y Iª "laica" -que nuclcul ..todo el arco liberal y progresista-~n.o..tabk_a.unque la m:~~'Mdaadel aplly'Ia "la laica" no logró cambiar la determinación de Frondizi de entregar l' Ibotín a uno de los factores de poder que reconocía. La confrontación -rCIII'

vada posteriormente en los reclamos por mayor presupuesto- mostró C(lIIl1'

la Uníversidad se c~.tía_en un polo crítico no sólo del gobierno sino ditendencias ~a~a vez más fuert~s~la sociedad y la poThica, y a la vez córno »procesaba internamente-ese cuestionamiento,-político pero no partidario l'preocupado por mantener -más allá de los avatares de la política nacionalel arco de las solidaridades progresistas: en primer lugar la fe en la ciencia. yluego la confianza en el progreso de la humanidad, ejemplificado en la .unplia solidaridad despertada por la Revolución Cubana. En ese sentido, y gr:1das a su autonomía, la Univers idad se convirtió en una.l'isla democrática"en un país que lo era cada ~éZ r:t:LerlOsy -I~ que es peor- que.cceta.cada.vcz·men.o&en-J:a:aemQg?.fi~,de mod<l que la defensa misma de la "isla" éontribuyó a consolidar las solidaridades internas.

BREVE HISTORIAtXlNTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA162

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las ilusiones en la Alianza delI dejaron paso a las de la de~ia! que lospero &!1bordinandolas raíces_del atraso a situaciones políticas, fr~la opción era una alianza nacional para la liberación. Este populis­

.sectores cristianos que, releyendo los evangelios enpopular, se interesaron en dialogar con el marxismo, mientras que el

vinculó estasc-orrientes-eon-seetores del nacionalismo, tarn- 'en ~o proceso de revisión. De Hemandez Arregui -cuyo libro La

de la conciencia nacional fue clave en esta amalgama- a José Maríaintelectuales nacionalistas incorporaron el marxismo -en su vertiente

crudamente economicista- rehaciendo un camino que, en sentido opues­recorrido Rodolfo Puiggrós yJorge Abe lardo Ramos, autores de otros

Ilhrus de enorme influencia: Historia crítica de los partidos polfticos y Revolu-'V mntrarrevolución en Argentina. A su vez, las izquierdas revisaron su ínter­¡(In liberal de la historia -en la que Rosas encamaba el feudalismo yivia el capitalismo--- y empezaron a releerla a la luz del revisionismo, un

1r\11 que les permitía, al final, asignar al peronismo un lugar legítimo en el'SIlde la humanidad.

In nrnalgamg fue difíciLy la polémica intensa. La Revolución Cubana -enInjí)llyotodos coiQG,idie¡;Qr:l.-tuvo la virtud de resumir la mayoría de esosIidllS,_Mostraba a Amé~al Latina alzada _grotra el imperialismo, sobreI luego de la expansu5n e a guerrilla en Venezuela, Colombia y Perú, yh" a una revalorización cultural que iba desde las fuerzas telúricas hasta

"nncvanovela". La conexión estrecha entre marxismo y~evolución, quedl'~diblljaba al contemplar los grandes partidos europeos o la propia UniónIVh1,lea, se manifestaba con toda su fuerza en Cuba. Antes de que se extra­¡III de ella recetas políticas especfficas, Cuba consagró la idea misma de

La radicalización de lossectores progresistasy la formación de una nueva iquiu-cuya trayectoria han reconstruido Osear Terán ySilvia Sigal- tuvo en la UIversidad su ámbito privilegiado antes de partir, luego de 1966, hacia desrlmás amplios. Pero hasta esa fecha su penetración en otros círculos fue es.-los gremiales estaban celosamente custodiados por un sindicalismo siern¡hostil- y fue en la Universidad y susd~s dond.dQsjntelec..t1lales constnl)!1ron y reconstruyeron sus interpretaciones y sus discursos, que posterionnL'1Iencauzarían en una amplia gama de .9pciQDespolíticas.

La ruptura entre el sector más progresista de los intelectuales y sus aliad,más conservadores del frente antiperonista, anunciada desdéantes de 19'1\cristalizó casi de inmediato, por obra dé la política antipopular y represivadel gobierno libertador, y sobre todo por, una suerte de culpa ante la incoruprensión de unas mayorías populares cuya persistencia en el peronismo, 1111"

allá de la acción del aparato estatal, quedó demostrada en las elecciones di1957. Desde Sur hasta el Partido Socialista, las agrupaciones y partidos ti'"habían cobija~ta sufrierorfTc5Cm1iplYtI-c:-fractlll'i1La atracción que ejerció Frondiz¡en~ogresistasi'fiClependientes y uunentre militantes de los partidos de izquierda tradicionales obedecía a ti111proponía la apertura al peronismo sin renunciar a la propia identidad; tll

debía al enérgico tono antiimperialista -un valor por entonces en alza-, ysobre todo a la modernidad y eficacia que informaba su estilo político, lI'lIcombinaba las ilusiones de la época con las tentaciones, más propias de Ill~intelectuales, de acercarse al poder sin pasar por los filtros de los partidos. 111desilusión, que sobrevino prontcs , inició una etapa de reflexión, crítica y ti illcusió n que culminó en la formac:::..iónde la ccnu~'.

Se formómirando al PSJo.n,i§.~ primero, y luego a la Revolución Cubana,Se ca:racterizópor la espectacular -eexpansión del marxismo, ftrerI:tecle las creen

La política y loslímites de la modernización

se era marxista o no se lo era, Dentro de él, las variedades eran---=--la ortodoxia stalin' ., ente a nuevas fuentes doctrina-cuvo- ugar central se mantuvo por sus tesis so re e lmperialismo,

mmsci, Trotsky, Mao, de las que sederivaban todas las interpretacio­les -desde condenar al peronismo hasta abrazarse con él-, legiti­

n un Marx que daba para todos. Paralelamente, se .expandió elismo, recogiendo una ola mundial que partía de los~

.... 1'#l~c::J.UH de la posguerra, seguía con los países del Tercer Mundo,con la guerra de Argelia y culminaba con la incipiente lucha de

todo lo cual parecía anunciar la inminente crisis de los imperios. Lacon su equivalente brasilefio Juscelino Kubitschek,

cher-que ternatizaban las perplejidades de las clases- medias--añfé ell~.=-CGn el teatro del a~surdode la_umanzana loc~

Por entonces, y pese al VOlutltarismode los núcleos modernizadores,realidad nacional no hacía sinOlnostrar la superficialidad de los cambios,como el vigor de las resistencias que esos cambios despertaban en la socle,tradicional. Pero, sobre todo, fueel giro a la izquierda de buena partenúcleo progresista el que revelóla imposibilidad de mantener los acucen losque esa experiencia se habíafundado,

165EL EMPATE. 195i-1966BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEADELA ARGENTINA164

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trataba" sinde una ~ a mitad de ca~o ent~l~

. . ninguno de los actores tenía a fuerzar en su favor la situación, pero podía vetar eficazmente cualquier

IVII que lo excluyera.'('~ romper el empate emp_efaron a multip[ic~se~-Ilc~a_un_obs.tác~n..eLco.mbat.@-¬ eftt:fa...U.n_~ista imagin~ez_más_amenazador_ Si habían lle­ltir~ grueso del sindicalismo peronista.era d~ momento res­

l·n'eamruoJo.:,e1añ-ensef.ieI:eaQo-en la Universidad, desde donde selit fascinar al peronismo; se alarmaban por la atra~ió~ que ejercía laión Cubana y les horrorizaba el cuestionarniento de los valores tradi-de la_s..Q~_ieqady la convivencia, pues en el fondo la libertad sexual,ución y el arte de vanguardia les parecían distintos aspectos de undesafío a los valores occidentales y cristianos, .reacción que iba de lo político a lo Q@.¡ral y de.ahí..aJos..ámeites-más­~,_.~

IIIS,encontró amplio eco en la socie.cl~s;l,_revelandoque los avances de la'imdón no eran tales, Era alimentada desde los sectores más tradicionales

Illbia, de gran predica~ento ent.re·_militares.y.empresarios. Para el catoli,I integrista, el cuestionamiento de losvalores s ntivos.de la sociedad -la~ I~~~- arrancaba con la Revolución Francesa-cuan-

nll (~-, y supon~a un~conden~ del ~u~do moaemo,Y en ~~dI' Ill_Qemocraciali~l, asi como una reivindicación de la sociedad orgaru-¡I,donde los auténticos intereses sociales estuvieran directamente represen- <,

" iI través de sus corporaciones. Esta postura ultramontana resultaba bien "IJ.lida por quienes, por otros motivos, enco~aD en.el escenario democrátí-ysuscar~iñ salidatas raíces del.~~orden económico ~ reclamaban un1I1() fuerte, con capacidad para o nar la ""Vída econóñiiCa,Q~inar a sus _

Ik.lnre;-SUerar los bio ueos ara a altemativa e iciente.~te¿¡amabanf1llí" nutoridad y orden, unos con tradición y Qtros con~cia. .

'i~eestaidea,cnvu[gada desde los más diversos ámbitos, empezóUp~ípido aglutil:~!IlÜ::.nt().Ele-I~e-r.zas..Q.lLC,,_como se advertía, habían tomado la

JI

167EL EMPATE, 195H966

revolución, la convicción de que, pese a sus pesadas determinaciones, h.Iidad era plástica y que la acciónhumana organizada podía modiftcurln~~n, cuya posibilidadera reforzada por su necesidad hístórf ",una cuestión Qolítica,_ que s~er._y postergaba o)subol'llotras cu:sti?~es C~e.cimie~~~fi( "modernlzaclO cultural. Para lavertiente nacionalista, el sujeto de esm ,formación seguía sie ,n claveromántica, el pueblo, mientras que 1'.izquierda lo era el trabajador, detrás de quien, como ha dicho con a¡~1Terán, no se vislumbraba todavía al guerrero.

Efectivamente, a nuev . oieE((a odavía no tenía claro uba con avidez al peronismo, alentaba sus variantes uras)!'-algunos mllhtes sindicales, o [ohn William Cooke, que venía de una larga residencl ICuba-, especulaba con su vuelco a la izquierda, y empezaba a jugar con d"sas alternativas: el ~ -que privilegiaba la_ac.Qé~_de masas-, l.1-quisrno -que buscaba constituir un polo de poder a través d~rt'lTar=:;o--el "entrismo"!_. decidido aganar al peronismo desde adentro. Nestaba defin~66, salvo el~a-vefinás categÓriCOde'la 11'111

ción liberal y democrática. Para la nueva izquierda -que no separaba los pllcipios más generales de la inmediata experiencia argentina- la_..del-1'l.Elcl"lhera apenas una forma, las libertades individuales una farsa, e ilusionarse (1

e as era s6 o encubrir la opre . -----.o.... En realidad, nadIe tema ~a fe en la democracia, ni siguiera los p.tidos políticos que debían defenderla. Ciertamente se trataba de una demou~ y ~ escasa~egltffi:t:h::lad,pero los interesados directos en su super vivencia y mejora 1: dieron:9~sin lucha, hasta que el final anuncuulullegó. Si las izquieraas creían que se trataba de un opio burgués, el frondiclsnuprefería apostar a la ~fi<:iencíatecnocrática mientras que los radí~LPIII~Y- sus aliados no yacila~n, enocaslones, _>u..p . un Me militar a 1111

gobi~l!IQ_q~a demasiado el juego a los peronistas. Estos - os mCI\(1responsables, dada suexcIusi6n fluctuaban en la apuestaa.la$ elecciones U;I 1I1negociación directa con los factores de poder. La derecha, por su parte, 111'

~aba organizar un partido c~paz de h..e..ceratr~ intereses alronJunll 1

de la sociedad, en parte por [osproblemas ya crónicos de estas fuerzas, que s(lll,funcionaron eficazmente cuando se las articuló desde el poder, y en parte PI)I

que, en elseno mismo de los sectores propietarios, subsistían los conflictos y 1111

se había llegadoa conformar una 1:Jropuesta que fuera válida para todos ellos, ymucho menospara un sector maY-<:>ritariode la sociedad.

~~s sectores más concentradcs , de la economía, en los que el capital ex­tranjero tenía un-peso deélslvo;s ce-movlan con mas comodidad en la escena

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEADE LA ARGENTINA166

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in consenso acompañó al golpe del 28 de junio de 1966: los gran­ircs empresarios y también los medianos y pequeños, la mayoría deIdos políticos -con excepción de los radicales, socialistas y comu­y hasta muchos grupos de extrema izquierda, satisfechos del fin dell'racia "burguesa". Perón abrió una carta de crédito, aunque reco­"desensillar hasta que aclare", los políticos peronistas fueron algoplícitos y los sindicalistas se mostraron francamente esperanzados yrieron a la asunción del nuevo presidente, especulando con la per­la del tradicional espacio para la negociación y la presión, y quizá

1"" posibles coincidencias con un militar que -como aquel otro- ponía10 en el orden, la unidad, un cierto paternalismo y un definido anti-

nlsmo.crédito amplio y variado tenía que ver con la indefinición inicial

IlIs diversas tendencias que coexistían en el gobierno. El estado mayor1"" grandes empresas -el establishment económico- tenía interlocutores"IS en muchos jefes militares. Otros -sobre todo los que rodeaban alul Onganía- se nutrían en cambio de una concepción mucho más tra­

íonul, derivada en parte del viejo nacionalismo pero sobre todo de lastrinas corporativistas u organicistas que se estaban abriendo paso entre laa derecha. Las contradicciones profun~as~f9!1'__orativistas y libera'

(que ni creígn __en laslibertades índividuales ni en el liberalismo econórni­IllrlOdoxo) se disimulaban en una red de co!!.ta~ sQfLaJ~-e.ideas mezcla­

, 1e]idas en la Escuela de Economíade la.:.Un~ver~i~di=.atólica,_elli$iJu'1 ¡[l' Ciencias Políticas de la Universidad del Salvador o en los cursillos de

111 iundad qué la Iglesia ~-lanzada a la conquista de los grupos dirigentes yhit para disimular las diferencias- orgar.. izaba para militares, jóvenes ern­-snrlns II "tecnócratas de sacristía".

VI. Dependencia oliberación,1966--1976

restauración constitucional comoun interludio que permitiera retnuque había empezado a esbozarseen 1962. El gobierno de Illia fue coruh:por ineficiente por Primera P~lUL,vocero de este"grupo, ya en septieuilu

- _. --1963, un mes antes de que el nuevo presidente asumiera, y desde enula propaganda s~-ensañó con él. Objetivos distintos peronocontradkll-la efideFlci-aT'el-orderl,Tamodernización y hasta el_"destino ~rath

confl~~Ja-G-l:ítica_ª1 gobierno y en una propuesta definida, de mil

algOVaga como corresponde auna propuesta política, como el "carnhl«estructuras" que se entendía serefería a las políticas. Esta idea fue sisrctca mente desarrollada por un elenco de propagandistas, muchos de elh l~

presamente contratados para ello, dedicados a desprestigiar.al.gohierno, ysistema político en general, 1a exaltar la figura de Onggnía.e-quien p;IM\

(e'tiro a fines de 1965-, modelo de efi_ciencia per~obre todo, "últim...r1:1nativa de-orden y autoridad,", como escribía Mariano Grondona en Pl';1Plana. Durante los seis meses finales del gobierno de Illia se tenía la irn¡sión de que buena parte del país -que "estaba en eLgo p~ emprendía,~mulo alguno, c.smpacienci.e._ycon confianza, el camino qu~f;1 1I

redención. Q_l!Jenesno participaban de esa fe parecían en cambio compuuel diagnóstico, a juzgar por sus m(ni[;os intentos para defender el sisruinstitucional que se derrumbaba. El 28 de junio de 1966 los comandantes ,jetédepusieron a Illia y-entregaron la presidencia al genernCOnganía. Concaída de la democracia limitada terminó el empate, las opciones se definhron y los conflictos de la sociedad, hasta entonces disimulados, pudicndesplegarse plenamente.

El ensayo autoritario

168 BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEADE LA ARGENTINA

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rcuparecieron los grupos t:~adicional(s.19-"§',cl~lf.~f§. YJ!utorita­predÜrÍlinadq ~nte~ de 1 955.

se extendió a las manifestaciones más diversas de las nuevaslimo las fllinif~ldas-o <:;1 pé19 largo, expresión de los males que, -

eran la antesala del cornunismo: el amor libre, la pornogra-l. Al igual que en el caso de laUniversidad, venía a descubrirseIras de la sociedad coincidían con el diagnóstico de los milita­

acerca de los peligros de lamodernización intelectual y<:onde usar la autoridad para extirpar los males .

IS de autoridad se repitieron en ámbitos elegidos arbitrariamente, _visible era la generosidad del Estado, o su debilidad frente a lase

corporativas. Antes de que se hubiera definido una política econó­Iccdió..a.J:educiLdrásticamente..eLpersonal en-la-administración

en algunas empresas del Estadoccomo los ferrocarriles, y se re~lizómodificación de las condiciones de trabajo en los puertos,

los costos. Otra medida espectacular fue el c.L~[r~de la mayoríanios azucareros en la provincia de Tucumán, que venían siendo

subsidiados, ~~n el propósito de racionalizar la producción. Enf..'~ISOSla protesta sindical, que fue intensa, resultó acallada con vio-

V liibien no se derogó la ley de Asociaciones Profesionales -se tratabaI principal de la disputa entre corporativistas y liberales- se-sancio­

dl' Arbitraje Oblígatorio, que condicionaba la posibilidad de iniciar. Poco quedaba de las esperanzas de los sindicalistas, 'rudamente gol­por la política autoritaria. En febrero de' 1967 lanzaron un Plan deI que recordaba elJ'lan de Lucha mont~do contrª-l!lia:_Pero en la1 tropezaron con una respuesta muy fuerte: despidos_masivos,. retir~smetía sindical, intervenciones a los sindicatos y el us~ de todos losque la' ley le daba al EStado-para-co-ntralar al grerníalisrno díscolo: El

tuvo por otra parte escasa repercusión y la ~:_b~ó reconoc:_.rsu derro­itul y suspender las medidas.iihi~rruLhabía encontrado la fórmula política adecuada para operar la

Ireestructuración de la sociedad y la econQmía. Con la clausura de la esce-política y la corporativa había puesto fin a la u'a sectorial, dejando des­Irat o al sin ica ismo van orista, protagonista principal de ambas esce­y hasta al propio~, que se tomó unas vacaciones políticas. Acallado

unlquicr ámbito de expresión de las tensiones de la sociedad, y aun delasmlsmas opiniones, podía diseñar sus políticas con tranquilidad,_sin u..r,gencias1" revolución no ti~né plazos, Sedecra- y con un instrumento estatal pode­

rus!) en sus manos.

~ Así, de momento privaronlas coincidencias. Era necesario reor¡:.1I_Estado, hacerlo fuerte, con autoridady recursos, y controlable desde /111

r.ar~_~n_9_s-1.era la con.dición de un .:~ord~namiento econÓln.ko que I

tr~dlclOnale~ herrarnienras keynesianas para romper los bloqueos d,,1

~

mlento·_Eara 0.t~9S, er~ la.~ondiciónde LII} reordenam'iento de la SOC/('I

s~s maner~s de ~rganrzaclon yrepresentaciÓñ, que liquidara l¡:isf6fl1l11les.r del 1.lberahsmo, Juzgadasnefastas, y creara las bases para otras ,es, orgánIcas y jerárquicas.) •

ri ,~a primera fa~ del nuevo gobierno se caracterizó por un "shock illlll.~ . Se proclamo el comienzo de una etapa revoludonaria, .y a la Ce "

cien se-le adosó un Estatllt~ de la Revolución. ArgenÚHa, por el cual jigeneral Juan Carlos Onganla, presidente designado por la ]unta de O

.jantes, que se mantuvo en el poder hastajun~o de 1970. Se disolvió cl l-mento ~l_pre.s.idente conc~ntró en sus manos los dos poderes- y jambk-u?artldo~ polítIcos, cuyos bIenes fueron confiscados y vendidos, para l',

.~ar lo ln:eversible de la clausura de la vida política. Los mill 'es ru]~Ieronc.!,llda-ª.9~am~~p~rt~os de las d..!:,S.illi?nes~líticas~=n I ,

tl~nes de segundad se Ir::stltucionalizó la representaci n e las armas 1'111.via de sus Comandantes. Los rn'm"ist . Tt . ;'d a'-' - --

<1 enes ueron le UCl· o.sa C111CO, y Sl' ,~na s~~r~ de Estado Mayor de la Presidencia, integrado por los Consejo,eg!J.rt 'ª-l--I?~s-ª.rro!!.ºSc.onómico y_Ci~oc.iay.Técnjc~ pues en la nueva \ I

cebPcló.nel~~.s~mientolec<;>nómico y la investígacíon cientffica se conshra an ll1SUmos'de-la-seguridad nacional.. , Unificadas I.~sdecisiones, ;"co~enzó a encorcerar la sociedad. La re!"~~~~?el comu~lsmO +uno de los temas que .!!!.líaa_.tog_Q§j,ossectQtes_gol,_ . : se ~xtendló a todas aqueHas expresiones del pensamiento crítico, ,als1d~ncla o hasta de dif~rencia. l;lblan<;:0 pr.incipaLJ.\Jela llr_:¡!.yersidau,1111luc ~lsta como el lugar típico de la infilt.r_~ión, la cuna del com~isln( 1 1Idugar de propagación .de todo tipo d;-doctrinas dísolvenres y elfoco :111. eSQtden"!"puesse consIderaba qLle las ll!anifestaciones en reclamo de ll1:1ylI,presupuesto eran un caso de gi~~ . . b . L . ._. - -. '.¡:n - vrmasra su versrva. as universidades fUerl)11ll1tr:g~s y se acabó con su ~~t,:,!)omía académíca. Er29 de juUo de 19M,~n t Úo~ _e~e los bastonesJarg~s", la policía irrumpió.en algunas faculnnl,«

, . e a n1versldad de Buenos !\ires y apaleó a alumnos y profesores. A esl.lmpromptu, grave, simbólico y Premonitorio, siguió un movimiento' 1ta t d d d -.. IInpl ,. n e e renUncias e__ocentes. Ñuchos de ellos continuaron con sus tral111JOSen..eLextetior y otros procUJ::"aron trabajosamente reconsrruír, subtcmirecole ente, las redes ínrelecroale, s y académicas, por lo general en espack»,reco eros que , I . 6

' a guien compar -con las catacumbas. Mientras tanto en hl

.'DEPENDENCIA O LIBERACIÓN, 1966-1976BREVE HISTORIACONTEMPORANEA DE LA ARGENTINA 171

1 '10

Page 85: Romero - Breve Historia Contemporánea

En cambio, la lista de perjudicados fue amplia. A la cabeza estaban los~!e(~~~:.=:.~_. si 'bien se los e~ a la modernización y tecnificación -a-.\!"i upuntaba el t<:tn ido impuesto a la"renta potencial"- se sintieron perjudi-

)S,

poderosos instrumentos de intervención estatal fueron utilizadosel nivel de la actividad econ6mica y estimular a los sectorest

ml1s eficientes. No, hubo re stricción monetaria ni creditjcia, Las. 'del Estado fueron considerables, particularmente e_nobras públi­

hidroeléctric~El C~, que debía solucionar el Juert;......"""""'......_, puentes sobre el Paraná, caminos y accesos a la Capital, asumó un i-;-p~lso similar de la construcción privada. Las exporta­

n" rradicionales fueron beneficiadas con reintegros de impuestos aImportados. Se estimuló la eficiencia general de la economía me-

una reduccíón.Eíertamente selectiva, de los aranceles y Laelimina­uhsidíos a economías regionales; como la azucarera tucumana o ia

chaqueña. También aquí los ~xitos globales fueron notab.kJ: .9!:.bruto, sosteniendo la tendencia de los años anteriores, laen general baja=aunque las~~.!n!fl!:!H..fiQQe~crearon bo]::.llU"'-V'-, los salarios no cayeron notablemente y la inver~

~~~b-"""="'~:::::"~' aunque concentrada en obras públicas, ~ hubo ~..... '<::lIl,U inversor privado sostenido, de modo que hacia 1969 el crecí­

parecía alcanzar su techo.sector más concentrado -predctninantemenre extranj~.(O- resultó e[¡'cnefic;,ia[!Q.de esta política, que además de estabilizar, apuntaba a

profundamente el mundo empresario y a consolidar de modoívo los cambios esbozados desde 1955, Muchas de las emQresas insta­en la época d~~~~ron_por entqflces a pro~ucir a pl~!lq:además hubo compras de empresas nacionales por parte de extranjeras e­

en bancos o tabacaleras- de manera que la desnacionalización de la......~ __se hizo más manifiesta. ~in renunciar a las ventajas de los regíme~

con que se instalaron, estas-empresas se beneficiaron contunción de estabilidad, en la cual podían hacer pesar sus ventajas en

,_plage~~o y_ra~. Las grandes obras púb~rean~en esta etapa generalmente solucionaban sus problemas de t,ransporte o

a la vez que ~-ªpan .Q.P.,ort!IDidaclesatractivas para las que ernpeza-11 operar como c_o~istas del Estado, un rubro llamado a crecer consi-

, aunque seguía siendo elevada para los niveles de los paísescuentas del Estado estaban equilibradas, lo mismo que la ba-

~t:;n los seis primeros meses,y más allá de aquellas acciones espnlares, 9:9-se habí~d?ptaª~ rumbo claro en materia e~ºn.ómic(l piequipo designado ~de orientación vagamente social cristiana~ estabade conformar al establishmenLEl cordlicto s~-resol~ió en Ji~i~mbre J,'en favo~rde Tos~lIamados liberales,El general más afín a ello;' J~lio Als.-hermano de Alvaro- fue designadocomandante en jefe del Ejércit;, yberr Krieger Vasena, ministro,de Eco~omfay_ fra~~·o.S;trataba de UII

nomista surgido del riñón mismode los grandes grupos empresarios, concelentes conexiones con lo~centros financieros internacionales y de Cill

dad técnica reconocida, Kriegerocupó el centro del gobierno -su influese extendía a los ministerlqs deObras Públicas y de Relaciones Exterknpero debió seguir 'e;-frentándo; con los-grupos corporativistas, que se Icentraron en e.l1yfinisteri9 de lnterior -donde se manejaba @. educ.utema clave para l~ !gl~~_i?"":y la Secretaría General de la Presidencia .. El plan de Krieger Vasena, lanzado en marzo de 1967 coincidiendo el 111

debacle de la cGl:;apuñtaba en primer término a superar la crisis di 1-menos aguda que la de 1962-1963-, ya lograr una estabilizacíón prolmda que elirñinara una',de las causas de la puja sectoriaL Más a largo plazo,proponía ra<:ional~ el funcionamiento de la economía toda}; facilitar 11111

desempeño 4e l~.Lem_pres~s~s_efic~e~~~ cuya imP'o;iciÓn sobre el conhto acabaría definitivamente, en este terreno, con empates y bloqueos.

Contaba para ello con las P2der~~ _hel:l~~1!.tas de. un Est~cioperl'en hnado en sus orientaciones in_tervencionistªs. En el caso de la inflaciónrecurrió a la illJtoI.idad_es.~atalpara regular las grandes variables, asegurar I

período prolongado de estabilidad y desalentar las expectativas mflacuurias: Sometidos los sindicatos, se 'congetaron 10s.ia1aÚas por dOs~, 111d~_lInmódico aument~, y se ~spenQieron las ne~oéiaciones colectivas, Tilllb~en se congelaron tanfas de Servicios públicos y comb~tihles,_~t"hlCiÓ un ª-f.u~rdo<!e_preclo~on las_el!lP.resaslíderes. El déficit fiscal se redilcon las racionalizaciones de personal y ·una recaudación más estricta, IWI'sobre todo porque se estableció una fuerte devaluación del 40% y una retvnción ~ilar sobre las exportaciones agropecuarias. Con esta medida, la 111

importante en lo inmediato, se logró a la vez m;reglar las cuentas del Estadll,evitarel alza de [osalimentos, Impedír que la devaluación fuera aprovechad.por los sectores rurales y asegurar un período prolongado de estabilidad C:1I11

biaria, ~eforzado Sl_r_préstam,?_::"~e~ F.~mdQ.MonetariQ_y..uualrr!l?..o..rm_ntel'llr~ente ~ inv.~i0E.~s ele~rto plazo. Todo ello permitió establecer el mcrrudo libre de cambios. En lo inm~diato, los éxitos de esta política de estabi 1iZIIcíó n fueron notables: a medié:3dos de 1969 la inflación se había reducirlu--~ - -

DEPENDENCIA O LlBERACIÓN, 1966-1976 173BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA171

Page 86: Romero - Breve Historia Contemporánea

,."tallido ocurrido en Córdoba en ~yo _de ~96? vino precedido de ~itestas estudiantiles en dive~iversidad~ de pr.QYi.n.sj_~--en Córdoba(',ooe5rudianre, Santiago Pamp¡llón-, y de una fuerte ~callA'lrdoba centro industrial donde seconcentraban las principales fábricasIIl1tOt~ot~res.Activismo estudiantil y obrero -componentes principales de,,1i1 agitadv; que se iniciaba- se conjugaron el 29 de mayo de 1969.!&.22I11 realizó una huelga geH~r:lly gruposde estudiantes y obreros -con aportes

IIsivusde las fábricas automotrices- gg~~:m!U~Jcentro de la ciuda~, donde seIIIII(¡ mucha otra gente. !::a fortísima lep-r~sión RoliciaI generó un vi,ole,ntonírcntamíenrs» hubo i?arricada,s,Q,ogueraspara combatir los gases lacnmo~e­hlll' y asaltos fI negocios, nunque no pilla]e. La multitud, que controló vanas

La primavera de los pueblos

el tradicional núcleo vandorÍSEa, carente de espacio para su polí­llamados "particip~cion!~a.s" , ¿¡;puestos a aceptar las reglas del j.ue-us por el régimen y a asumi.r sufunción de expresión corporativa,

del de comunidad. En ellos centra-rodeaban a O~íª;_qJpduida la' reestructuE~n

eraQosTbIe.iniciarel "tiempo ~iaL con el apoyo deUVILll<;;"L~ - Esta corriente, con representación en el Ejérci­

sofire todo por su cercanía a la presidencia, se sumó a otra ah­por las p_rotestas cada '(~z más gen,erillesde lag~!=-ieda4·Los sectores

ernn fácilmente ~ucllados..ppr.lQ§jcl~Jni.1.itaresJ y también los secto­[ll\presariádQ nacioDal" capaces de tocar una fibra toda~ía sensi~le en

te a la política económica imperante hay otra altemativa, decían: §_un desarrollo más nacional, alg~unás pcmmar y r~lásjusto. ,IN csta~ ;o~es, poco orquestadas todavía, pusieron en teJ;lsi6_nla reta-

. el nte y su ministro ~conom(a. A mediados de año,tres ~omandan~ ~li~SQga¡;a.y -cons­

~~-=:~_;"'-rr":"-an-dro La~se de momento menos definido. L~~o::_. :::;:;;salieron a defender_a Krieger Vasena, comenzaron a que-

dd exce§ivo autOl~itarismo d;- Onganía, de sus veleídades-eorporatívts­Rutoritarias, y empezaron a pensar en una salida política, para la que sefll el general Aramburu y hacía su aporte el nuevo delegado personal deJorge Daniel Paladino. Cuando en mayo.de 1969 e~ta~16el breve pe~.C!¡SO .~ovi~iento de_protesta;:Si C;Er?~~azo-, el único capltal de Onga­mito der orden, se desvaneció,

- ""7- ._

175DEPENDENCIA O LIBERACIÓN, 1966-1976

cados por Loque considerabanun despojo: Lasfuertes retenciones a LaeXItación. Los sectores ~.!!.sa[ios. nacionales _qu;-h;cfa~h- ~ voz a rde laConfederaci6n Gen_eraIEcon6mica- se quejaban de.falta_del?rotet'ly se lament,aban de la desnacionalizaci6n. Economías provinciales enrr- Tucumán, Chaco, Misiones, habían recibi(k; verdaderos máiá~ al Sil

mirs~ protecciones tradi.cionales.La lista de m~ittech;s 7"~e~ompl;(abfl (1

amplios sectores medios, pequdicados de formas varias desde la 1---- ........_.., '.de los algu~tereS_!lfbanos hasta el ava~~n,!:c=e:.~d:!:e::...;::lo:::.s~:J;-''::::~~~~8..L.J.¡:l..,\.I..IJ,JI.IIIIcializ?-¿iÓn mi~ori~, y natu[alm~~te con trabajadore~.

La nuevjly-olítica modificaba profundamente los equilibrios -cambianpero estabLes..:-ae""Taetapa delempate, y volcaba la balanza en favor de 1I

grandes empresarios. La utilizaci6n del más tradicional de los instrumentode política '~coñ6mica -la transferencia de ingresos del sector rural tradirnal al ~ec:tol. ur_ka~- operaba de un modo nuevo: en lugar de alimentaréste por la vía del mayor consumo de los trabajadÓres-yj~ expansión lidmercado Interno -chtSi¿aeñÍas alianzas distribucionistas entre empresarh ,.y trabaj adores- lo hacía por laexpansi6n de la demanda autónoma: inversln~,exportaciones no tradicionales: y uñavañceeñla~tituci6n deimplIItaciones, Como ha señalado Adolfo Canitrot, se trataba del proJ$~propilly específico de la gran ~~l~~uesía,que sólo en estas círcunstancias sociales l'políticas podía ser ptopuest~stenido por quienes gustaban de llaman"~er~.s, era en realidad una política que si bien '!s:hica5':lFf'ü!:iCioñes (j¡.IJ~s.tadQb~nefaqQC, conservaba y aun.expandía ~s del Estado in!S.r~ncionls~ i Jo_s~mpr~sarios querían rel}.,unéiara·~ PQd~a palañ.fa, ni los militares hubieran aceptado el achique de aq-~ellas partes del Estado con las quemás fácilmente se identificaban: las empresas militares orientadas de una 11

otra manera a la Defensa y las mismas e'!!!p'~,sª-sdel&tado, que con frecuencia eran llamados a administrar. En estos años la expansi6n del Estado parvocía perfectamente _f~ci02aJ 5:~ la r~n¿~~ión dS cagitalismp., pe!'!Iprobablemente-no se ocultaban a sus beneficiarios los peligros potenciales dt,conservar activa una herramienta tan poderosa.

A lo largo de 1968 empezaron a notarse los primeros indicios del fin de 1:1pax romana. En marzo, un grupo de ~calistas contestata.!iqs, encabezadospor Raimundo ~, dirigen te gráfico de orientación social cristiana, .ganóla coriducción de la CGT, aunqUe de mmeaTato los dirigéntes más tradicionales':l't:-"':::> __ .,--, •la dividieron. Pero a_l~larlf?":!~._12~~lCl:.cQI de los Argentinos --en torno de 1;1cual se reunieron activistas de tcxlo tipo- encabezó un movimienJ.Q_~~1que el gobiemo PU?O controE-!:~o~bin~do ~e.!!.~as_ Y -~frecimientos. Sr:lemergencia contestataria ~~iCl_a dos grup~ de dirigentes hasta ese momento

BREVE HISTORJACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA17i

Page 87: Romero - Breve Historia Contemporánea

ícalísmo nacional, tanto en susobjeli,:,os como en sus métodos.I~lsettmtraba a negociar los salarios y afirmaba su control en laión, la cooptación y el matonismo, los nuevos dirigentes gTe­el acento en la honesÜdad,la_democracia interna yJa .aten-

pr~~s de la planta. .ilizaoión que escapaba a los límites y cQQtrolesde las burocracias ¡ 1

Y 1Il~ de demandas novedosoiue~on configurando un3ndica-llar, circunscripto al principio a los centros industriales nuevos

: hacia 1972, a las zonas más tradicionales deLGran Buenosentonces mejor controladas por el aparato gremial puesto en

En ese ámbito era posible pasar.de las reivindicaciones concretas a"IIlH~~~ ~nás amplio de las relaciones sociales y de la misma pro-Los sindicalistas de SITRAC y SITRAM -los sindicatos de la automotrizJt' SMATA, el gremio de los mecánicos, en Córdoba, fueron espontá­l' "clasistas" antes de que el cúmulo de militantes de izquierda, de lastus más variadas, que se congregó en tomo _d~ellos le diera a estauna CíefiniéTóILIDás_extellS.a:I'ero además, er~ una 'acción gremialntetransgresora, al borde de la "violencia", que incluía ocup~~ionesas~_ Y con una gran capacidad pa.ra movilizar alla sociedad, sobre todo en las ciudades, donde la fábrica ocupaba un

muy visible, y cuando en un paro activo los trabajadores salían a la calleIl':mdo a la solidaridad.entonces, ya muchos salían a la calle. Poco después ~el._C?~dobazohu- r

rlslldios similares en Rosario -el Rosariazo- y en Cípolléttl, en la zonaIndel Valle rlel Río-Negro; los episodios se repitieron luego en Córdoba

~71, en Neuquén yen General Roca, y adquirieron una ma,gnitud notableMl'ndoza en julio de 1972. La misma agitación se ad_v~rtt_aen las zonas

sobre todo en las no. pampeanas, como el Chaco, Misiones o Formosa,Il' arrendatarios y colonos, presionados por los desalojos o los bajos precios"I~odón o la yerba, se organizaban en las Ligas Agrarias. Las explosionesnas se prolongaron en manif~..taclones..caUej_eras.Ja las que se sumab~n loslluntes universitarios ~rmanente estado de ebullición, y en accionescotídíanas de reclamo en barrios o villas de emergencia. Estas formas ori- :

ínnlcs de protesta -que recordaban l~cfurores'.~Q§_ffi.o.ti_nes_prci~leo" eran desencadenadas por algún episodio ocasional: _u~..!!!!puest.o.J\lJl_au­n",mllde tarifas, un funcionario particularmente,desafortunado, Qero.exprj;!sa::.hllll IIn elescontento profundo y un conjunto de demandas que, puesto que elJllldl'r autoritario había cortado los canales establecidos eleexpres~ón, s.emani­h'~llIhiln en espaciossociales rccóndltos, en villas, barrios o peqLle~s Ciudades,

177DEPENDENCIA O LIBERACIÓN, 1966-l976

horas el casco central dela ciudad,no tenía consignas ni organizado..u:scatos, partidos o centros estudiantiles fueron desbordados por la acciónse co~portó con rara eficacia,dispersándose y reagrupándo.se.-Finalmcl'h~ine-el-Ejétrito, con Uamativa_<klllOJa,y recuperó el control, salvo ennos reductos -como el barriouniversitario del Clínicas- donde francorínn]jaquearon a los militares un díamás, mientras los manifestantes reaparecfunlos suburbios, armando barricadaso asaltando comisarías. Lentamente, dde mayo se_~es.taQ_le.cióel orden. Habían 11!.l}ert_S'_e.ntreveiñÍ:e y_treintn pin~~,unas qu~n~~~as fueron heridas y otras trescientas detenidas ....Cense] I 1"

Guerra condenaron a losprincipales dirigentes sindic,ales -corno Agustín 'l.ca- en quienes se hizo caer la responsabilidad .:

Como acción de masas, ~!.C¿o!'dobazosólo puede ser comparado CllII

Semana Trágica de 1919, o con el f7 'a~octubre, con 1~-ªiferenCia de L[UI'

este último caso la policía apoyó y custodió a los trabajadores. Como ésrc,el episodio fundador de una ola de movilización social que se prolongó h19.75. Por eso, ~u."y'alo~simbólicofue enorme, aunque de él se hicieron lelllras diversas, desde el poder, desde las estructuras sindicales o políticas l'XIrentes o desde la perspectiva de quienes, de una u otra manera, se ídentllhhan con la movilización popular y extraían sus enseñanzas de la jorn:Pero cualquiera fue.!~la interpretación, un punto era indudable: el eneml¡'1de la gente que masivamenre salió a la calleerael poder autoritario, dendel cual se adivinaba la prese!lcia multif9D!).~apital.

La q_la~~ m:>v~.izac_iónsocial que inauguró el Cordobazo s~ expresó d.maneras diversas~na de ellas fue un nuevo activi§_l!l,?_siQdi~fll,,,qllese mil111festó primero en la zona de Rosario o sobre todo en C~rdoba, donde se de~111caban las plantas de las grandes empresas establecidas luego de 1958, es[1l'cialmente las automotrices. ~on obreros estab¡es, especializados y relativamente bien pa¡50s,los confl ictos no se limitaron a lo salarial-donde se agotalmel sindicalismo tradicional- y se extendieron a las condiciones dejrabajo, 111"ritmos.jos sistemas de incentivos, las clasificaciones y categorías. Estas CLll:S

tiones, vitales para las grandes empresas, lo eran sobre todo para las automotric~s, que después de una instalación masiva e improvisada debían afronrur,desde 1965, un duro proceso de racionalización, de modo que los motivos tll'conflicto e~.an~ermanentes. Esas mismas ,em~resas -em~eñadas en debilirur !~l control sindical- habían logrado autorización del gobierno para negocianparticularmente sus convenios de trabajo +eludiendo el convenio nacionale incluso para crear sindica tos por planta, como ocurrió con las de Fiat. in j_

cialmente esto debilitó a las organizaciones sindicales, pero a la larga permi­tió que surgieran conducciones con orientaciones marcadamente diferentes

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA176

Page 88: Romero - Breve Historia Contemporánea

_ .........,,"'"de Praga- había dejado hacíaya mucho tiempo de encamarChina y su Revolución Cultural proclamaban la posibilidad de

-a-la v~z náCi~nal y ant;~utorit~rio. 1a imagen del presidentecomo la d~'Fidel C;str~, ~scila¡;; ~r~- el mundo socialista y un

-cuyos representantes se congregaron en 1965 en la Conferen-inental de La Habana- cada vez más volcado a la izquierda, en elexpresiones nacionales del socialismo podían encontrar un carn-- ----de reconocimiento y acción. ,

~iñór.rGa:carrffif,~matetOsjpPrCrospectosdela Alianza para el Progreso y el• las democracias habían quedado definitivamente archivados, lQ.~~

bien-delimitados: si para el poder autoritario el desarrollo era unla se~ur:ld,!dnacio~al, para quienes loenfrentaban la'única alternativa

era la revolución, que conduciría a la liberación. Cuba 5-0ns­un cjem lo'funqar.n~, no tanto por la propia experiencia -de'Ia queIdapoco- como por su papel activo en lo que sus enemigos llamaban la

de la revolución. La acción del Che Guevara en Bolivia mostrólidades y límites del "foco" revolucionario, pero sobre10do su muerte

Imagen que recorrió el mundo- die origenal símbolo más_fue.n~_de.quie-1I••)h,,,,.I',,,,n-.d~.J,maU otra manera, por la liberación. En el mismo frente,

por el enemigo, se alineaban las guerrillas urbanas del Brasil o del Uru­-los románticos Tupamaros-, los partidos marxistas chilenos que llevaron

Allende a la presidencia por la vía electoral, o militares nacionalis­y r;liYlli!i~:cQÓJ.o_.e:Ll~(:Ü.iY!f!.noTorre~,. el p~r"l~meñoTorrijos o el pe~ano

"""'\."l...u.I.XJ:I~A.U.Hasta la Iglesia, tradicional baluarte de los sectores oligár­IS, se sumaba, al menos en parte, a esta primavera. Al calor de los cambiosucionales introducidos primero por Juan XXIll, y por el Concilio Vaticano

R~II:tede-la Iglesia latinoamericana hizo una lectura singular ~~,susrestas. En 1967 los obispos del Te'ocerMúndo, encabezados por el brasile-

HeW;; Camara, proclamaron su preocupación prioritaria por los pobresiles, y no s610de espíritu-, así como la necesidad de comprometerse activa­

en la reforma social y asumir las consecuencias de ese compromiso. Estaquedó parcialmente legitimada cuando en 1968 se reunió en Medellín,

111 la presencia del Papa, la Conferencia Episcopal Latinoamericana.Y,na..~·()logíade la liberación" adecuó <:1.tradici~n~l_mensaje.g~ la.Iglesía.a los

conflictos de la fióra, y 1aál1rmación de que~taviolencia "de abajo" era conse­Icncla d¡la violencia "de arriba" autorizó a franquear el límite, cada vezmás

eiiire la denuncia y la acciÓn. Éseera el camino que ya había seguidorl sacerdote y guerrillero colombiano Camilo Torres, muerto en 1966, figuratun emblemática como la del.Che Guevara ,

179DEPENDENCIA O L1BERAaÓN, 1966-1976

.Y ~.mergían poniendo en.!llovi'!li~nto:extensas y difu~as...redes_de..solidillSurgdas de cuestiones que hacíana la vida cotidiana antes que labor:dl'vlvlenda~ el.agu.a, la salud-, movilizabana sectores mucho más vastos qlll

ob_r.ero~nd I~alizados:_de~ores ocaslonal_§.no agremiados ydl'\1regidos,hasta sectores medios cuyapartIcipación era uno de los datos ITI11"vedosos, y qU,es~ manifes~aba t.ambiénen las huel~[~laesrros y profi-«empleados públicos, tuncionario, judiciales, o en los loei<out de pequeño- I

merciantes e industriales.

~e t.§~aba.E!e-un ~,oromúltiple, heterogéneo pero unitario, regido por Ilógtca de la agregac IOn, al que sesumaban las voces de otros intereses 111dos, como los grandes productores rurales o los sectores nacionales del l'presariado. Uno.s y otros se legitimaban recíprocamente y conforrnarm¡i!naginario ~cial sorprendente, una verda-dera-' pI:rñi.avera deTo;;~lehll"que fue creciendo .Y.~do confianza -hasta madurar plenamente en ]'-)'1 ,a medida que descubría la c1e15ThCla"d de Suadversario, por entonces íncapnz ,l.encont~ar la ~e~puesta adecu~da. Según una visión común, que progreslvumente iba definiendo sus perfiles y simplificando los matices, todos los mili,d~ la s?ci~dad se concentraban en un punto: el poder autoritario y los gn'l"'rmnoruanos que lo apoyaban, responsables directos y voluntarios de todns \cada una de las formas de opresión, explotación y violencia de la sociedadFrente a ellos se alzaba el pueblo, hermandad solidaria y sin fisuras, que NI

.ponía, en ~ovimiento para derrotarlos y resolver todos los males, aun los muprofunaos, pues la realidad toda parecía ser transparente y lista para ser tran»formada por hombres y mujeres impulsados a transitar el camino entre Inreivindicaciones inmediatas y la imaginación de mundos distintos. CULíll'~'eran estos mundos y cómo se llegaba a ellos eran cuestiones que empezaban 1Idiscutirse en otros ámbitos.

No e~aºifí~H encontrar por eutences en todo el mundo señales confirmntarias. ~e esa primave.ra. Los vastos acuerdos sociales que habían presidido ~,I

. largo'cldo de prospendad posterior a la Segunda Guerra Mundial estaban agt l.tándose, como se adve~:ía en la ola de descontento que reco~:I:~aa la sociedad,y sobre todo ;n, la rebelión de su grLlpo más sensible, los estudiantes. S.eexpresóen Praga, México o Berkeley, y cuLminó en París en mayo de 1968, clamandocontr~ el autoritarismo f por el poder de la imaginación. La expresión m.isnotona del poderautoritario -el imperialismo- trastabillaba visiblemente frentea la ola de movimientos emancipa t:orios: la sorprendente capacidad de resis­tenci~ del p~eb.lo,de Vietnam ~Ost::ró la imagen derrot~da de un gigante que,ade,mas, debla lidiar en su propio fr~nte interno con estudiantes, negros y unaSOCIedadenteraque reclamaba sus d.erechos. Si la Unión Soviéti.ca -develado-

BREVE HISTORIA CONfEMPORÁNEADE LA ARGENTINA178

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y también las cuestiones ecológicas o alimentarias, ~ue preocupa­de Roma. Mientras Perón iba sintonizando, de ese cumulo de ele­

te. que mejor cuadraban a su papel de jefe de iglesia: obligado.a sermuchos, quienes en la Argentina lo proclamaban su líder sel.e,cClona­

elementos que mejor se adaptaban a su propia percepción de laSilvia Sigal y Eliseo Verón encontraron en esta capacidad para. la "lec­

" una explicación del espectacular crecimiento de quienes la, y también la raíz del hondo drama que siguió. ,. .nuevos portadores, y a falta de quien legitimara una .umca ortodoxl~,

resultó permeable a múltiples discursos, provementes ~elc~toh­t"I nacionalismo, del revisionismo histórico y también de la izquierda,

1 en la medida en que ésta iba resolviendo sus perplejidades a~te loWilliam Cooke llamó el "hecho maldito". Definida como se VIOpor

I'l"volucionaria, y admitido el hecho de que los trabajadores -elementopara la construcción del socialismo- eran irrevocablemente .p~ro­

buena parte de las corrientes de izquierda aceptó profesar .la religión,con sinceridad y otros con reservas de conciencia, para fusI~narse con

peronista", esperando ser reconocidos como su v~nguardla. No fue­: la experiencia del Cordobazo vitalizó a las comente.s que, en una

_.,.~",,, más clásica, confiaban en las posibilidades de la acción de las ma-l "1" b" 1 bl"rrivilegiaron a c ase por so re e pue o. . .

lPl que optaron por el peronismo terminaron de redondear su revisiónca y de encontrar el lugar que ese movimiento ocup,aba en el gr~n) de construcción del socialismo, Algunos que proveruan d~l ma~ls-

.omo Jorge Abelardo Ramos y Rodolfo Puíggrós- y otros del naCl~nahsmo1 Juan José Hemández Arregui, Arturo [auretche o}osé Man~ ~osa­

por crear -al menos a los ojos de quienes los lelan- una via ínter­donde las exigencias del socialismo se complementaban con las= la, . nacional, un tema al que tanto aportaban el viejo nacionahsm~

1c11eninismo. Al igual que la política, la historia se leyó en clave maru­, y se buscó descifrar, tras el ocultamiento de la "histor~a ofic.ial", el re­

soterrado de las luchas populares por la nación y la liberación, en lasato d peronismo prolongaba la acción de las montoneras fede~ales, Rosas ~

Yrl).loyen. En otras versiones, la "línea" incorporaba act~r~s diversos: unos",mfan al general Roca y otros a los anarquistas o socialistas. Pe:~ t~dos(1lIllpartían la convicción -expresada COn fuerza y fortuna por el revisten Imohllllúrico- de que había una línea, que separaba la historia en dos bandoshll'll,~dliables y eternamente enfrentad os, que culminaba con el enfrenta-1111"l1tO entre el poder iUlrurimrio y el pi.reblo peronista.

181DEPENDENCIA O LIBERACIÓN, 1966-1976

Esta tendencia tuvo rápidamente expresión en la Argentina. Desde 1los religiosos que se reunieron en el Movimiento de Sacerdotes del '1Mundo, y los laicos que lo acompañaban, militaron en las zonas más 1'1particularmente las villas deemergencia, promovieron la formación di"nizaciones solidarias e impulsaron reclamos y acciones de protesta, qucluían huelgas de hambre: Su lenguaje evangélico fue haciéndose 1'11

mente político.l:a violel1ciade abajo -decían- se legitimaba por la injuetsocial, que también era una forma de violencia. La solidaridad con el pi-cuyo rostro, a diferencia delos "clasistas", veían más bien en los maruhdesprotegídos que en los trabajadores industriales sindicalizados-i llevnhnvirablernente a identificarse con lo que era su creenci~. básica: el peron~os sacerdotes tercermundistas facilitaron la incorporación a la políticula militancia de vastos contingentes de jóvenes, educados en los col!religiosos y formados inicialmente en el nacionalismo católico. Asumla solidaridad y el compromiso con los pobres, y también el peronismo,aunque entraron en contacto con ideas provenientes de la izquierda, CIU

nuando la tendencia al "diálogo entre cristianos y marxistas", conservanuna fuerte impronta de su matriz ideológica original.

Por esa y otras vías; comingéñtes de jóvenes se incorp_9rarOfl_rápidamcl1l"n activismo cuyo perfil resultaba irreconocible _p.aramuchos. La tradicu ulítica universitaria cambió de forma y de se~tido Tu~e que-e~poder ,11111

. ario destruyó la "isla democrática"que se había construido desde 1955, cn lueeraposibteé6ñ15iñailaexcel"encia académica con la militancia, y el Cl UII

!omiso con algún distanci~miento crítico frente a las opciones concretas, Dl'~1"ntes de 1966 ambos términos se hallaban en fuerte tensión, pero fue la rcpuIón la que tronchó lo mejor de ese pensamiento crftico o lo lanzó a una acrlviad totalmente subordinada a la política -una ciencia que diera puntualmcnuuenta de la "dependencia" y contribuyera de modo directo a la liberacíón-, y

I zambulló directamente en la acción a los disidentes, al punto de que las univesidades, cada vez más descalificadas desde la perspectiva académica, se fueronconvirtiendo en centros de agitación y de reclutamiento.

Para muchos, y muy especialmente para los jóvenes sin experiencias poi (,1cas anteriores, ejerció una atracción muy fuerte el peronismo, proscripto y n­istente, donde encontraban el mejor espacio para la contestación. Del peronisrno pasado ypresente -y del propio Perón- podían derivarse muchas imágl'es~y losnuevos militantes ta~bién construyeron una, En su exilio de Madrid,

X algo apartado de los problem.as cotidianos, el líder había ido actualizando Sil

~éliscurso, incluyendo temas vaxtos que iban desde De Gaulle y el europefsmohasta el tercennundismo -que 21soc ió con su tercera posición-, la dependencí: I!

BREVE HISTORlACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA180

Page 90: Romero - Breve Historia Contemporánea

) todo nevaba a interpretar lapolítica :o~ la lógica de la r~e~a~, , - - -:- - adecuaron a esta loglca pnvaron en e e ~te qUienes mejor se .' .",' 1.. t S e imnrimieronsu seltoa la movllizaClon popu arolVISa 'el' h bí .d sin mayor tras-. íones guerrilleras a lan surgl o - .,"orgaruzacl . ' b

d 1 - d 1960 al calor de la expenencla cu a-l ' . io e os anos e , d d111- a pnncip d G . en Boll'via pero su ver a ero. 1 ción e uevara ,fl'aCtiVaron con a ac I . ' 1 vicción de que no

cultivo fue la experiencia autontadna DYadceo1n967-yen el ámbito. , llá d 1 acción arma a. es

manvas mas a e a . d d'lstl'ntos grupoS: las Fuer-d d 1 . o fueron surgien o

iler a o e perol1.1sm- -. d 1 F . s Armadas RevolucionariasP . D 'camlsa os as uerzaerorustas, es . .'6 hacia 1970 las dos que tuvieron

Fuerzas Armadas de Llberacl n, y .' tó-l . ión Montoneros surgida del mtegnsmo ca. a orgamzacl ' . d l

.' 'eronista, el Ejército Revolucionano e,naclOnaLLstaY devenIda p k ~1P rtido Revolucionario de los(ERP), vinculad~ al grupo tro.ts.. ista e 1 a id iblíca fue el secuestro. f . 1d aCllUlento a a VI a pu .ores. Su acta o acta e n d 1970 por obra de Montoneros.

nato del general Arambur1u, en lUa~o ~ d d de·'Garín a pocos kilórne-" " a pequena CIUa ,

Llcspuéslas FAR coparon hi , . lo mismo con La Calera, enl C . 1 1 Montoneros icieronLll' a apitat, y os h 1973 los actos de violencia fueron en

Iba. Desde entonces, Y asta , ,- -laridad Aunque su sentidotanto en número como en espectacu ." de las

h (an que ver con el eqUlpamlentosiempre era claro, mue os ten '1 édi -o Otros comolos copamien-di o maten a me ic . ,izaciones: armas, mero, d d ban la impotencia del Esta-. d oder que esnu aeran demostraciones -~,p , , .,,, reparto entre los pobres, al. d "exproplacLOn y -y no faltaron acciones el' ' s procuraban insertarse en

, H d E ches casoS as accione110 Robín oon. n mu '. .em lo secuestrando empresa-ronflictos sociales ,y profund~~~llo:.'l'~:nels es~ectacular fueron los asesi-o gerentes en medío de unab g t A gusto'Vandor -aunque sus au-

A b u ha Ia muer o uos: antes que ram lues J ' Alonso otro dirigente sindical destacad?,no se revelaron- y uego osfue '. dos un importante empresano

1972, casi simultáneamente, er~~ asesina. 1de alta graduaClon. , dllano y un genera , d las explicaciones y significaCIones eEl caso de Araml::u~ re~ne, t? as 1- f silamientos de 1956, caída en

. a -o ]ustlCla- por os u .t'sta pracnca: ver:ganz. lado or los peronistas, pero también liqui-IIn dirigente particularmente °ld ~ l'tl'ca que los grupos libera1es ve-

. de una a remanve po I 1lindón -stncto sensu- dO' Ciertos contactoS entre osnían preparando ante el desgasbte ed1nga~la'-d-e Onganía hicieron 11ensar

M miem ros e equipO(Iirigentes o.nto~~eros~d '1 d lievaron a algunos a reflexionar tem-en una consplraclOn des e e po er y - ,,. dpranamentc sobrl! el cm;Íc~l!rm:~nirlllat jvo de la Vla arma a.

183DEPENDENCIA O LIBERACIÓN, 1966,1976

El pero,nismo había sidoenla posguerrae]ámbito para unaprirncrug~n(~ü!_delpueblo -en el ~Qntex"to'ae-laindustrializaciórr, la..burguesfnnal, el Estado nacionalista-y lo sería para una segunda emergencia, I

preparaba, dondeel c:_ontextolle~aría a redefinir las banderas htstórluucia la emancipación del imperialism;;y al-socialismo. Podía discutirse yocurría- sobre quiénes eran losaliados del pueblo, integranjes del frcnucional, y a~n sobre qu¿¿o~a-era.ésepUé1ílo·,~~ el que algunos encontrulla clase obrera segura y orgullosay otros a los miserables oprimidos, ncrvdos de una guía paternal y autoritaria. En el ámbito de la izquierda yactivismo, urgido por explicar el fenómeno presente de la movilizaciónpular masiva, estas discusiones fueron intensas. Pero por sobre ellas privoexigencia de la acción, queen el nuevo contexto -tan distinto en ese Sl!111al clásico de la izquierda- tenía total prioridad sobre la reflexión.

La revolución era posible. Así lo mostraban Cuba, el Cordobazo y I,H I

vili;ción"s~ci:Ú, tan intensa como carente de dire?;cioi].y programa. En«trarlos en la acción misma fue la pretensión del.nuezc acnzísma.La altcntivademocrática ¿:!esprestjgiada par~ ~C?~viei~~.'!}i!.itan~esy carente de semhlnpara los más jóvenes- estuvo totalmente ausente de las discusiones. La izquh I

da ofreció una lectura clásica de la movilización y sus posibilidades, a través dll"clasísmo" sindical, "fuertesobre todo en Córdoba. En 1971 SITRAC-SITRAM pn'pusieron un programa que debía reunir a toda la izquierda, convertida l'll

vanguardia del proletariado más consciente, pero descubrieron quejos trahnjadores no estaban dispuestos a acompañarlos en una pJpplJeslJi que, cuesriunando lásretaciOñes 'socTalesy lapropiedad~ d~sbordaba ampliamente I\)~límites reivindicativos de sus reclamos. Al ig~al que con anarquistas y radl.cales a principios désíglo, los trabajadores de Córdoba seguían a los clasistasen lo gremial, pero en política continuaban siendo peronistas.

En cambio los discursos políticos predominantes, que mezclaban elemen­tos' delmarxismo revolucionarj.o con otros del nacionalismo o el cajolícismotercermundista, se nutrieron en la experiencia de la primavera, potenciaronel imaginario popular y lo reforzaron y legitimaron con referencias teóricas,Aunque cortaran la realidad y la sociedad de distintas maneras, todos ellos 1..

dividían tajantemente en dos, campos enfrentados: amigos y enemigos. Laclave de la opresión, la injusticia y la entrega se encontraba en el poder,monopolizado por unos pocos =-nacionalistas y trotzkistas legitimaban estavisión conspirativa-, y así como todo era posible desde el poder, el fin únicode la acción política era su cap t:ura. La falta de condicione's y posibilidadesreales podfa s.~suplida con la vCJluntad,y en primer ll--lgarcon la violencia, Inque era abonado desde el lenini.. smo, el guevarismo o el fascismo. Por uno 11

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA181

Page 91: Romero - Breve Historia Contemporánea

lización popular fue identificándose cada vez más con el peronismo ypropio Perón, que hacia 1971 había llegado a ocupar en la política

una posición casi tan central como la que tenía cuando era presi­Impotentes y desconcertadas, las FuerzasArmadas fueron advirtiendo

buscar una salida al callejón en que estaban metidas. En retirada,negociar sus términos con diversas fuerzas sociales y políticas, y en

con Perón mismo, Pese a que el calvario era inevitable, los carni­hles eran varios,

111 manera, Onganía inició la búsqueda. En mayo de 1969 su autoridadmió tanto por la impotencia frente al desafío social cuanto por lasiones del Ejército para reprimirlo. Sintió también el impacto en el

conómica, donde se produjo una apresurada salida de capitales extran­V una reaparición de las expectativas de inflación, Onganía intentór lns dificultades con modificaciones menores -sacrificó a Krieger Va­V 11) reemplazó por un técnico de menor perfil pero parecida orienta­y una apertura más decidida a "lo social", particularmente con la CGT y

dirigentes "participacionistas". Pero el clima había cambiado: los sindi-111 eran menos dóciles y los empresarios manifestaban abiertamente sumfranza por los escarceos populistas. Un sector hasta entonces sacrifica­h IS productores rurales- elevó su protesta y man tuvo un duro entred icho"'S frigoríficos extranjeros, aparentemente protegidos por el gobierno.mía estaba cada vez más aislado de las Fuerzas Armadas, pero se benefi-

di' Sil indecisión y perplej ídades. Había grupos que querían probar la víanncionalísmo, y quizás el populismo, mientras que los liberales dudabann- una dictadura más extrema o la negociación de la salida política, ern­i que se asociaba con el nombre del general Aramburu. El 29 de mayo de

7l), a un año exacto del Cordobazo, Ararnburu fue secuestrado y pocos díaslIlt:S se encontró su cadáver, Muchos scispecharon, con algún fundarnen­IjIlC ciertos círculos que rodeaban al presidente estaban de alguna manera

hnpltcudos. Lo cierto es que el episodio despejó las dudas de los militares: ar111ll'iplns de junio de 1970 depusieron a Onganfa y designaron un presiden-

Militares en re~rada

la salida poI ítica y el retorno de Perón, se volcaron a la organira­ilización de esos y otros sectores, en barrios, villas, universidadesIr medida, en sindicatos, a través de la Juventud Peronista, que

nublernente.

185DEPENDENCIA O LIBERACiÓN, 1966-1976

.Ent~'etodas la~o~'~anizaci~neshabía grandes diferencias teóricas y pollapero privaba un esptríru cornur; Todas aspiraban a transformar la moví!'

. espontánea de la s?~i~dad en Unalzamiento generalizado, y todas coincl,en una cultura polmca que retomabay potenciaba la de los grupos de izqda, pe~oque de alguna manenrtomaba la de sus adversarios. La lógica ti:x~luslón -esa Constante de lapolítica en el siglo xx- era llevada ba~lnúltimas consec~encias: ,~I~nemigo-!acayos del imperialismo, Ejércill'oCll~a~lór:-=-debla ser anlqUllado,Las organizaciones eran la vanguardia dimovdlzaClon popular, cuya representación consistía en la acción viok-,~a unidad, el orden, la jera~qufay la disciplina eran -igual que en el Ejér:Igual ~ue en el Cuerpo soclalltnaginado por la Iglesia y los corporattvlqlos. atnbutos de la ?rganizaci6n armada. La violencia no sólo se justifh ,po~ la del adversano: era glorificada COmo la partera del orden nuevo, latrtbutos. d~l verdadero militante. eran, el.heroísmo y la disposición" 111

muer:e gloriosa y r~dentora'"camino de la verdadera trascenae~'ellllos héroes de la patna amada . Como ha señalado Juan José Sebre]¡ .G " l 1,no l'uev,ar~ VIVOsm? su cadáver el faro de quienes, desde orígenes diverso-

por dlStmtos caminos, coincidían en vivar a la muerte.Ta~_revelad~r,de la cultur~ política de la sociedad era que un amplio ):111

po de Jovenes hiciera del asesmato un arma polrtíca ca 1 e ,. , , _ ' mo a rorma en qlll' Iresto de la socled~d lo recibía, con una mezcla de simpatía por la jusrk 1I~on~ulnada, de satIsfacción por haber golpeado duramente al enemigo ()d.mtrt~a, en muchos casos, por las verdaderas razones de crímenes que no M

ten~1l1aban de entender, pero de cuya razonabilidad, ya fuera ética o tácti, 11nadie dudaba, Esa simpatía general irreflexiva y boba ( ,h' " como pronto se ver .1,dIZO,de momento que cualquier propuesta de represión sistemática estuvioruestmada al fracaso.

Del cúmul~ d~ Organizaciones guerrilleras, fue Montoneros la que 111eJIIIse adecuó, al clima del país, y la que fÜeabsorbiendo a casi todas las otras, CIIII

la excepcl6n del ERP. Fueron ellos los que prtvilegíaron e térrni b I1 ' n errnmos a so 1I11l'ja accl61~ y los que menos se sentían atados por tradiciones o lealtades polütcas ,prevIas, l~ que ~es permitió fll.ncionar con plena eficiencia como apanuumilitar, También trIunfaron, dent:l'O del peronismo en l difí '1 'de la " -, " , a I ICI competenclIle a lectura estrategIca de Perón ganando espacíos pa ió <" . . , para su aCCI n aut0l1l1ma, ya la vezel reconocimiento del líder que también h bt d irid.-' " " ' a la a qUlrI o ma~:~tría en el arte de utilizar sus dos manos" E· t bié - e ' _. " , .' lan arn I n, por su 10rmaClOnybtrad¡clón, los menos orientados al1!l0vim'iento obrero y los más propensos 11uscar S'lJ . apoyos l' , , - -

s YSu egltlmaclo n en los amplios sectores marginales culrl-vados por [os sacerdotes tercermu~distas Desde '1971 a' I I l'. provee 1aron e e rmu

BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA184

Page 92: Romero - Breve Historia Contemporánea

y ofrecían a la sociedad la posibilidadde una convivencia polí­. El documento incluía también algunas definiciones sobre políti­m~deradamente nacionalistas y distribucionistas, que perrni-

posteríor acercamiento tanto de laccr como de la c~:' las organiza­y empresaria, que por su parte acordaron también un pacto de

mínimas.rrglmíento del sindicalismo organizado y de los partidos polítiCO:>separte a la apertura del juego por un gobierno que busc~ba ~u sa,hda,unentalmente a la emergencia social, que en forma indirecta losha y a la vez los convertía en posibles mediadores. Leving~ton resul­Je manejar el espacio de negociación que se estaba abriendo. EraII por el establishment económico -a quien el gobierno, cultivando

nacionalista, calificaba de "capitalismo apátrida"-, y estaba en­I ron los partidos políticos, con quienes no quería negociar, c?n la

hnsra con los "empresarios nacionales". Los jefes militares apreciaronvíngston era tan poco capaz corno Onganía de encontrar la salida, yen marzo de 1971 se produjo una nueva movilización de masas en¡-el "viborazo", donde las organizaciones armadas se hicieron clara­presentes- decidieron su remoción y su reemplazo por el general La­quien por entonces aparecía como el único jefe militar con enverga-

p"lftica para conducir el difícil proceso de la retirada. . .marzo de 1971 Lanusse anunció el restablecimiento de la actividadn partidaria y la próxima convocatoria a elecciones generales, subord~- ',f'llnembargo a un Gran Acuerdo Nacional, sobre cuyas bases hablai negocíando con los dirigentes de La Hora del Pueblo. Finalmente, lasIN Armadas optaban por dar prioridad a la salida política y con ella11IIn a reconstruir el poder y la legitimidad de un Estado cada vez máslo. Mientras la cuestión del desarrollo quedaba postergada, seguía sien­.1 uclnnte la de la seguridad, que los militares ya no podían garantizar. Las

n-pnncias sobre cómo enfrentar a las organizaciones armadas y a la pro­socíal eran crecientes y anunciaban futuros dilemas: mientras se creó

hu-ro antisubversivo y tribunales especiales para juzgar a los guerrilleros,lS sectores del Estado y las Fuerzas Armadas iniciaron una represión

1: secuestro, tortura y desaparición de militantes, o asesinatos a mansal-, '1I1l0ocurrió con un grupo de guerrilleros detenidos en la base aeronaval, Iu-lcw en agosto de 1972. Similares vacilaciones había con la p.olfti~a11I1I'lIllicu,hasta que se optó por renunciar a cualquier rumbo y se d,sol~lóMinlsrerio de Economía, repartido en secretarías sectoriales que se confía­

"," u n-prcsentantcs de cada una de lasor-ganlzactones corporativas. ASÍ, en

187DEPENDENCIA O LIBERACIÓN, 1966-1976

te-manda tario de la Junta deComandantes, que se reservaba la au ",l'para intervenir en las principalescuestiones de Estado-. El designado hI general Roberto Marcelo Levingston, figura poco conocida y a la saz(lII

.l...J;.nte del país. _Levingston, que gobernó hastamarzo de 1971, reveló tener ideas pnll'

muy diferentes de las del general Lanusse, figura dominante en la ]UIl~I',acordes con las del grupo, minoritario pero influyente, de oficiales nach»listas. Designó ministro de ObrasPúblicas y luego de Economía a Aldorrer,destacado economista de tendencia cepalina, que había ocupado Clljlt

durante la administración de Frondizi. Ferrer se propuso reeditar la f(írll'nacionalista y populista, en losmodestos términos posibles luego de las 1"1'11formaciones de los anteriores diez años. Un ministro de Trabajo de ex"cien peronista negoció con la CCTy hubo un impulso salarial distribuck utaoSe protegió a los sectores nacionales del empresariado, por la vía del,~ito y d~ ~oscontratos d: ~as,~~presas del Estado~ompre argentino" yargenrinizacíón del cre~lto SIntetizaban esa política, qtrízá-modesta 111'1

ori~inal en ~ contex;lus :strategas confiaban en que, en un plazo qllestimaban t!n -ebafi81ij co anos, se crearían las condiciones para una salidIpolítica adecuada y una democracia "auténtica". Levingston confirmó la II1ducidad de los "viejos" partidos y alentó la formación de otros "nuevos", yquizá de un movimiento nacional que asumiera la continuidad de la transf II

mación, para lo que agitó vagas consignas antiirnperialistas e intentó atnu- 1políticos de segunda línea de los partidos tradicionales, junto con dirigen"de fuerzas políticas menores. La aspiración a movilizar al "pueblo" desde 1,1gobierno militar resultaba ingenua, pero de cualquier modo fue el prinu­reconocimiento formal de la necesidad de una salida política.

Convocándola a negociar, el gobierno reflotó la alicaída COToLos díriis-ntes sindicales, presionados por demandas sociales crecientes y la inflad, 11

que había reaparecido, y estimulados por la reapertura del espacio de presióncreado por la debilidad del gobierno, lanzaron en octubre de 1970 un plan dIlucha que incluyó tres paros generales, no contestados por el gobierno. L,I~partidos tradicionales, por su parte, con el aliento del general Lanusse, t.uubién reaparecieron en el escenario. A fines de 1970 la mayoría de ellos (ir""1un documento, La Hora del Pueblo, cuyos artífices fueron]orge Daniel Pulndino, delegado personal de Perón, y Arturo Mor Roig, veterano político r.ullcal, y que fue la base de su acc ión conjunta hasta 1973. Allí se acord ..h"poner fin a las proscripciones eLectorales y asegurar, en un futuro gobiernoelec to democráticamente, el resJ;_Jeto a las minorías y a las normas constí 1'11

cionales. Radicales y peronistas deponían las armas que tradicionalmcnu-

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA186

Page 93: Romero - Breve Historia Contemporánea

~randes problemas del mundo, comolos ecológicos, y evitó cual­_,,,,,,<:1 urticante. Finalmente, orgarüzó su combinación electoral:[ustícialista de Liberación, con una serie de partidos menores, al, la fórmula presidencial: Héc tor]. Cámpora, su delegado perso­

Solano Lima, un político conservador que desde 1955 acom­a los peronistas.

mantuvo su juego pendular, entre laprovocación y la pacificación.constituía un desafío a los políticos de La Hora del Pueblo y so~resíndtcalístas, a quienes excluyó de la negociación, y un aval al alan del movimiento, que ya rodeaba a Campera y le dio a.la campa­un aire desafiante. "Cámpora al gobierno, Per6n al poder", su

_1'1I111,IUd el carácter ficticio de la representación política, por lo queser una suerte de transacción entre los partidarios de la salida elec­

'lulcnes la desdeñaban, en pro de laspropuestas de libera~ión nacio­rudicales, con la candidatura de Balbín, aceptaban el tnunfo pero-

111 futuro papel de minoría legitimadora, mientras que a derecha esurgieron otras fórmulas de escasa significación. La Juventud P~r~~

1el tono a la campaña electoral, que permanentemente rozó los lími­lu" acuerdos de garantías entre los partidos y constituyó una verdadera

'Ión de la polarización de la sociedad contra el poder militar.&:lImase prolongó luego del triunfo electoral del 11 de marzo de 1973I el peronismo triunfó con casi el 50% de los votos- hasta e! 2.5 ?e

.Ij,luiente, fecha de la asunción de Cárnpora. Ese día memorable aSl~t1e-1 presidente chileno Salvador Allende y el cubano Os~aldo Dortlc?s.1" advocación de las dos experiencias socialistas de! connnente, la socie­ivlllzada y sus dirigentes escarnecieron a los militares, transformando laen huida, y liberaron de la cárcel a los presos políticos condenad?s por

dt' subversión. Las formas institucionales fueron salvadas por una mme­Il'Y de amnistía dictada por el Congreso. Para muchos, parecía llegada ladt,l "argentinazo". Otros, más cautamente, tomaban nota del relevo deherti ordenado por Perón, luego de que este dirigente amenazara con la'i(m de "milicias populares". Esos y Otros diagnósticos -pues todo eramente posible aquel 25 de mayo- pasaban por los designios, sec~etos

I..in duda geniales, de Perón, identificado como e! salvador de la nación.hll' fenómeno, sin duda singular, de ser a la vez tantas cosas para tanto~,

que ver con la heterogeneidad del movimiento peronista y con la deci­, y habilidad de Perón para no desprenderse de ninguna de sus ,parte~.Pero1111'S- que eso: como ha escrito José Lui s Romero, la figura simbólica de111, tina y muchas el la vez, había llegado a reemplazar a su figura real. Para

139DEPENDENClA O LlBERACI6N, 1966-1976

un contexto de inflación desatada,fuga de divisas, caída del salarl: Idesempleo, agravado por la olageneralizada de reclamos, el tironeo SI'Ise instaló en el gobierno mismo,presto a conceder lo que cada uno 111'-1

Para el gobierno, el centro de la cuestión estaba en el Gran AIINacional (GAN), que empezó siendo una negociación amplia y se CIlIt\

en un tironeo entre Lanusse y Perón, bajo la mirada pasiva del rViol..propuesta inicial del gobierno contemplaba una condena general de 1:1versión", garantías sobre la política económica y el respeto a las nOJ'llI¡1rnocráticas, y que se asegurara a las Fuerzas Armadas un lugar instinu hen el futuro régimen, desde donde tutelar la seguridad. Pero lo principalacordar una candidatura presidencial de transición, para la que el pI'general Lanusse se ofrecía. Algunos de los puntos, sobre el programa l'l 1'1mico y las normas democráticas, ya habían sido establecidos en La 1-11)(11Pueblo. Asegurar el lugar institucional de las Fuerzas Armadas era impo ;11dado el clima del momento. Losotros dos puntos -la condena de la ~III,\sión y el acuerdo de la candidatura- tenían que ver principalmente ("(lit

táctica de Perón.En noviembre de 1971 Perón relevó a Paladino -que había nego,

hasta entonces los acuerdos con los radicales y militares- y lo reernpluzú IHéctor J. Cárnpora, cuya principal virtud era la total subordinación a 111 \luntad del líder exiliado. Perón se propuso conducir Lanegociación sill Inunciar a ninguna de sus cartas. Como además se hacía cargo del clima SIII

y político del país, no resignó su papel de referente de la ola de desconu-rusocial ni renunció al apoyo proclamado por buena parte de las organiziu lones armadas. Más aún, las alentó y legitimó permanentemente y, cuand.u1972 se organizó la Juventud Peronista, incluyó a su dirigente más nOIOll,1Rodolfo Galirnberti, en su propio Comando estratégico. Al mismo tiCIIII'"alentó a La Hora del Pueblo y organizó su propio GAN, el Frente Cívico tiLiberación Nacional, con partidos aliados y luego la CGT-CGE. En vcrdrulnad ie sabía a dónde quería llegar Perón.

Lanusse planteó al principio que el Acuerdo era condición para las ('1"ciones, pero progresivamente tuvo que reducir sus exigencias, vista la illll'1'sibil idad de obligar a Perón a negociar. En el mes de julio de 1972, y l'IlIl

vencido de que nada podía esperarse de Perón, Lanusse optó por asegurar 11,condición mínima: que Perón no sería candidato, a cambio de su propia :111111

proscripción. Tácitamente, Perón.. aceptó las condiciones. En noviembre di1972 regresó al país, por unos p<:)cos días. No trató con el gobierno pl'll'

dialogó con los políticos y particularmente con el jefe del radicalismo, Ril'llIdo Balbín, sellando el acuerdo deQ:J.ocrático. Cultivó su imagen pacifícadour,

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEADE LA ARGENTINA188

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Para sus protagonistas, las raíces de eso fl'h II b s COn ICtOS sin d d . la a an en una economía exaspe 'u a VIOentos, NI" rante por su sucesión deClones, de promesas no cumplidas C. arranques y den-u, d d y IfustraclOnes acnmu] d S·VIsto es e una perspectiva más a..--.. ,. . d . a as. m embarl!'"l id d .....p la -y sin uda mejor d 'ca arm a es, todavía no imaginad 1973 1 a a por posten()I'I'~

d as en - a economr del oaíesempeño medianamente satisfa.' h la e pais tuvo 11111975 ctono, que se abría d 1, Y que no justificaba los prora -<. . l' e prolongar h;ISIIIf ' vStlcos apoca ípucos aantaslas de la Argentina potencisa ' unque tampocn 111/1

Lomás notable fue el crecimie"-"t di', , .,._ o e sector agropecua .revlrtlendo el largo estancamientc. ,1'10 pampeano, qtll'd 1 - y retroceso antenor se' . ., .e Os anos sesenta y se prolongó h._ lcomí 111lCIOa pnncipi(llj

asta e comienso de los h Eoc enta. n esl'I))1

1973: un balance

el mundo se encontraba en condiciones de transformar alde su necesidad de alimentos endemanda efectiva, y se abrieron

para los granos y aceites argentinos, particularmente en losistas -que purgaban el fracaso de su agricultura- y en los que

disfrutando de los buenos precios delpetróleo o comenzaban su ere­I industrial.ir agrario pampeano se transformó sustancialmente, así como diver­modernos en el interior tradicional, como el Valle del Río Negro. El

promovió el cambio de diversas maneras -hubo créditos y subsidiosinversiones, y una acción sistemática deIINTA- aunque no cambió suIpolítica de transferir recursos a laeconomía urbana, que se mantu­

apenas algunas modificaciones en losmétodos. Pero lo decisivo fueronde la modernización general de la economía, La fabricación local dey cosechadoras, y también silos y otras instalaciones, permitió una

total de la tarea y cambios sustanciales en las formas del alrnace-L'I transporte. Las empresas agroquímicas -en general filiales de grandes

extranjeras- introdujeron las semillas híbridas: a principios de la dé,LJL' 1970se obtuvieron éxitos espectaculares con el maíz, y luego con eluran(fero, el girasol, el trigo y la soja. Posteriormente fueron los plaguici­herbicidas, y finalmente los fertilizantes sintéticos. En la organización denación fueron introduciéndose criterios empresariales modernos, faci­

~.. por una flexíbilízación del sistema de arrendamientos y la incorpora-ala explotación de empresarios que no poseían tierra. Hacia 1985,puntode esta onda expansiva, la superficie cultivada en la región pampeana seextendido en alrededor del 30% respecto de 1960, sobre todo por con­de explotaciones ganaderas en agrícolas, pero la productividad de la

se había duplicado y la de la mano de obra cuadruplicado.FSl'<l verdadera revolución productiva permitió el crecimiento de las ex,adanes de granos y aceites, mientras que los mercados para la carne con­uron estancados o en retroceso. También crecieron las exportaciones in­riales: maquinaria agrícola, máquinas herramienta, automotores, produc­siderúrgicos y químicos pudieron competir en los países vecinos,uvcchando a veces las oportunidades de la Asociación LatinoamericanaLibre Comercio. Así, poco a poco la fuerte constricción que el sectorterno representaba para el conjunto de la economía se fue atenuando, el

Impacto de las crisis cíclicas disminuyó y el margen para el crecimiento in­,IIISIrial aumentó. La fase traumática dejó Lugar a una expansión suave y sos­"'Il!lln,'que arrancó de los años de la presidencia de Illia y se mantuvo pese aION cambios de gobierno y n los avatares de las políticas económicas.

todos,Perón expresaba un sentimiento eneral de ri , ,dereacción contra la recientee' ,g, e tl~O na~lonahsta y PlllParaalgunos -peronistas de siellJx~:ne,ncl~d~ desnaclonallzación y privlba en el líder histórico que c p ,smdlcallstas y políticos- esto se CIl(

, ,amo en 1945 t '1 'buida por el Estado protector), if ,raena a antIgua bonaruu, I

, , muru lCente, Para otro 1 á' ,actlvlstas de todos los pelajes, p , , S -lOS m s joveru«,Mundo, que eliminaría a los tra'derondera el I,~er revolucionario del "llores e su propio "la liberación, nacional o social iand movlmlento y condu, It1 .potencíar, o las posíb ilíd d dnversamente otros ericarnand 1 1 1 a es e su pi

, oe ancestral antí ísmo d lveían en Peron a quien descabe' d Icomunlsmo e movirnu-zanacon to a la ene ' '1'

subversión social, más peligrosa y di na de e ~g~anecesana a hidrn dtradicionales banderas peronista pg xtermínj-, en tanto usurpulj¡medias o altas, quizá los más recie~te~a otros, muchos -sectores de las del pacificador, el líder descarnado d ~~c~bndore~,de sus virtudes- Per(li1ponía el "argentino" al "peronista" e am ~Iones, el león herbívoro" que indad, realizar la reconstrucción y ,capa~ e enlcauzar los conflictos de la SI UI • 1 " encammar a país por la ' delnacía la Argentina potencia" El f vta el creCUnll'1I!la del carisma de Perón fue ~u enó'_lldendosorprendente de 1973, la mallll, , 'capacI a para sacar a 1 Imsatlsfechos, mutuamente exclu d a uz tantos al1lwl." d ventes pero to os encamo d •grtim¡ ad en el anciano líder que Íví I a os con aigun.,, vo via a país El 11 d dVOtomasivamente contra los mí]¡ l' e marzo e 1973e11ib lItares y e poder autorir .

1 an para no volver. Pero no VOt' 1 d n ano y creyó (JIII' ti. o por alguna e estas o' dcontenidas en la fórmula ganador . PClOnes, to as 1'11,,,

bié a, S1110 por un espacio so . I tr .I n militar, en el que los conflíc¡ t d Ia d bí ., .Cla, po ItlCOy 1':1111os o avía e tan dmmlrse.

DEPENDENCIA O LIBERACIÓN, 1966,1976BREVE HISTORIA CON '

TEMPORANEA DE LA ARGENTINA 191190

Page 95: Romero - Breve Historia Contemporánea

~I .... ~,...~ conservaron su eficacia en ladefensa de sus representados, aun­",,,",,,,"'e,,, esto no valió para la masasin duda vasta de trabajadores

1lU11~<111"',:1U'J~1de donde provenían muchos de los Protagonistas de lasformas de protesta social.ín 1973 esa expansión ya se acercaba a los límites de la capacidad

que por falta de una importante inversión privada no había creci-Il.-li,UU.1CllLC. La fuerte conflictividad social, sústentada en un ciclo de

y de elevación de las expectativas, no podría ser satisfecha conil redistribución, según la fórmula histórica del peronismo. Pero estacontenía otros elementos apreciados por quienes depositaban su feuna regulación estatal mayor de las relaciones entre las partes, y un

ml~samplio para los excluidos en la mesa de la negOciación. En suma, laiva para la paz social pasaba al Estado.al declamado liberalismo de los sectores propietarios, desde 1955 nodisminuido ni los atributos del Estado ni su capacidad para definir lasdel juego. Por allí pasaban grandes decisiones, corno la transferencia

.... ·,.."',,.,,c del sector exportador agrario al industrial, pero también otrasespecíficas, a través del uso del crédito subsidiado, la promoción, las

de empresas estatales o los contratos de las obras públicas. Para lostodo ello representaba la posibilidad de ganancias más fáciles y

que las derivadas de mejorar la eficiencia o la competitividad, asíde pérdidas igualmente fáciles y rápidas, de modo qUeel control de sus"as era una cuestión vital.

Pero ni ellos ni nadie controlaban plenamente el conjunto de sus estruc­crecidas a veces por agregación y escasamente subordinadas a una úni­

YlIlllntad ejecutiva. La experiencia del general Onganía -la más sistemáticaponer en pie lo que Guillermo O'Donnell llamó el "Estado burocrático

_ muestra esas dificultades aun para las Fuerzas Armadas, proclí-n identificar su propia estructura institucional con la del Estado. Los otros

corporativos -los lobbies empresarios, los sindicatos, la Iglesia-, pro­mistas principales de la puja sectorial, solían concluir sus conflictos en

_, ... ~'''co bloqueos recíprocos, como el logrado por el sindicalismo ante losentes de reducir la dimensión del Estado benefactor. El sorprendente po-r conservado por el sindicalismo después de 1955 mueStra otro aspecto deEstado incontrolable: las frecuentes alianzas entre dos competidores

triales y gremialistas, por ejemplo- para sacar beneficio a costa de unero o de la comunidad toda.Beneficios inmediatos podían traer aparejadas complicaciones futuras. A

trnvés de la reiterada convocatoria a los sindicalistas para participar de la

193DEPENDENCIA O LIBERACiÓN, 1966-1976

Como mostraron Gerchunoffy Llach, el producto industrial creció enmasostenida luego de la grancrisisde 1963, sin ningún año de retroceso I1975.Parte de ese crecimiento corresponde a la maduración de muchas dIinversiones realizadas luego de1958,pero también contribuyó a él untovariado de empresas nacionales,de ramas dinámicas o vegetativas, gnuo medianas, que repuntaron luegode soportar el primer impacto de la inMIción de las empresas extranjeras: algunas captaron un segmento dinámico yexplotado del mercado, otras crecieron a costa de la competencia, apovadu­unamayor eficiencia, pero tambiénpor un sostenido crecimiento del meru«interno, que dio nueva vida a lossectores más tradicionales como el texrll,de alimentos o el de electrodomésticos. Las empresas nacionales, luego dI'frir una fuerte depuración, se adecuaron a las nuevas condiciones, acomodansus posibilidades al espacio que le dejaban las grandes empresas extranjeiabsorbieron lo que podían de losnuevos socios o encontraron formas de :1

ciación, como el uso de patentes y licencias o el suministro de partes parograndes plantas de montaje. Simultáneamente, aprovecharon un terreno cm Ique se movían con facilidad: el usode los créditos subsidiados o de los mecunlmas de promoción del Estado. En un proceso que Jorge Katz denominó d"maduración", aumentaron su escala -las fábricas reemplazaron a los tallen­y luego hicieron un esfuerzo para hacer más eficiente su organización y ~II'procesos. Este impulso a la racionalización -que requirió de muchos ingenhros, administradores y ejecutivos en general, corazón de los nuevos sectou«medios- fue común por entonces a las empresas nacionales y a muchas de 111

extranjeras, como las automotrices, que en su instalación se habían aparr.ulude las normas de functonamienr-, de sus matrices. Los efectos de estas polítiurse advirtieron en las reacciones de los trabajadores y en su creciente sensihll]dad a los problemas de las plantas.

Al igual que la agricultura, la industria se modernizó y se acercó, COlll11

nunca antes y después, a los estándares internacionales. Como se señaló, ~II

crecimiento se relaciona en parte con los procesos de concentración y depuración, y también con el aumento de la inversión del Estado, las compras tI.las empresas públicas o las nueVas obras de infraestructura, o la expansión dI'un sector consumidor pudiente, dispuesto a cambiar su automóvil cada lit I~.años. Pero también, invirtiendo la tendencia iniciada en 1955, hubo un en'cimiento del mercado interno debido al aumento del empleo industrial Vsobre todo de la construcción, jL1nto con una recuperación en los ingresos d"los asalariados. La tendencia de la fase traumática se invirtió y su participu­cióm en el producto se elevó -Cc:m excepción de los agitados años de 1971 y1972- hasta superar el 45% del PSI.Más allá de las políticas racionaliaadorns,

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEADE LA ARGENTINA

Page 96: Romero - Breve Historia Contemporánea

1~demayo de 1973 asumió el gobierno el presidente Héctor J, Cámpora y10 de junio retornó al país Juan Domingo Perón. Ese día, cuando se habíaI"I-Ir~gllc.loen Ezeiza una inmensa multitud, un enfrentamiento entre gru­I~ nrmudos de distintas tendencias del peronismo provocó una masacre, El

íuctores reales de poder, Los sectores propietarios se sentían mu­xlamente expresados por sus. organizaciones corporativas, Los

por su parte, que podrían haber estado interesados en laJl' un ámbito específicamente político, no encontraron para elloión ni voceros entre los actores políticos, ni mucho menos entre

ivos.crucial para el destino de la experiencia que se iniciaba en 1973

donde la voluntad popular se expresó tan libre y acabada­I cn 1946. La ola de movilización, que estaba llevando el enfren­

.udal a un punto extremo, contenía en sus orígenes un importanteJl' participación, visible en cada uno de los lugares de la sociedad"l'stuba, desde una sociedad vecinal a un aula universitaria o una

Prn 1 sus elementos potencialmente democráticos se cruzaban concultura política espontánea -acuñada en largos años de autoritaris­icracia fingida- que llevaba a identificar el poder con el enemigo y

a menos que se lo "tomara", para reprimir a su vez al enemigo,1,IS partidos políticos carecían de fuerza o de convicción para ha­entre ellos, los activistas formados en las matrices del peronismo, el

1 o la, izquierda tendieron a acentuar y dar forma a esta culturay a incluirla -corno se vio- en la lógica de la guerra, Así, no fue

quv las organizaciones armadas se insertaran en el movimiento popu-h1M harrios, en las fábricas, en el movimiento estudiantil, llenando unlit'debía ser ocupado. Los Montoneros, particularmente, tuvieron unarapacidad para combinar la acción clandestina con el trabajo de!l', que realizaron a través de la Juventud Peronista. Pero al hacerloeron un sesgo en el desarrollo del movimiento popular: lo encuadra-

1.. sometieron a una organización rígida, cuya estrategia y tácticas serhnn en otras partes, y eliminaron todo lo que la movilización tenía dei1nco,de participativo, de plural. Convertida en parte de una máquinaITa, la movilización popular fue apartada de la alternativa democráticala n dar en otro terreno el combate final.

puja, los sectores subordinados tuvieron desde 1945 1 ' 1I' . a gun acceso; 1a sus ciecísíones. Durante elgobierno de Perón d I' , su po er y su VII 111

controlar a cualquier fuerzasocialo política aseguró la disciplina, 1)11955, la conducción vandoristade los sindicatos fu 1, e para os emprcsm hgarantta de la desmovilización de los trabaJ'adores y di' I' e a negOCI:1C"11pre,poslble, La ruptura de eseequilibrio luego de 1966, la fuerte mnvl]socíal y el desborde de cualquier instancia medl'adora' I Id d d ' aSI como FI 111a emostrada por los militarespara Custodiar el poder In t Id " , os raron l' Ie que porciones Importantes de los resortes del Estadod ' cayeran CI!udosas. QUienes en 1973 confiaron su .suerte a Peró b

11. espera an '1111capaz, como en 1945, de controlar la movilización social ya 1 ' 1,

"

, , a vez rup mar a quienes, como aprendices de hechiceros apelara 1 '" , n en a PU):!1 ,ranva a su capacidad de presión Unos y otros debían ser izad1, ' organiza os y,

p inados en el Estado mismo, El acuerdo entre la CGE ldibui 1 f y a CGT CIIII"I ujar ~ igura del pacto social y la gran negociación entre las rintlcOrporacIOnes, p I

" En 1973 podía vislumbrarse un futuro para la escena ca ' IP , rporanva, CI1 11) erón habla demostrado saber manejarse con soltura S b l I

(

,o re a escena l 1crática, en cambio, había muchas más dudas pese a la l' , espectacu ar eXf1l'1era electoral de marzo, Los partidos políticos que debían 1' ,. I ocupar a no "slasmaban mayormente, El Partido ]usticialista apenas exisn l 'l la en e conjunr«

/

o que.se llamaba, un poco eufemísticamente el Movimienm p. ó' , ',y er n I1l1ll1 ,1consideró como otra cosa que una fachada Los restante 1 d' " , , ' s, uego e tanto tI;po de inactividad o de actividad sólo parcial eran un con)' t d dí I

(, ., un o e trece 11

anquílosadas, verdaderas claques vacías con pocas ideas y, 'con muy escusn ¡pacidad para representar los intereses de la sociedad La H d 1P bl' , ' ora e ue o, '1'curnplíó un Importante papel eh la salida electoral no llegó a t' I' , , ,cons 11'111espacIO de dISCUSIóny negociación reconocido' más allá d Id' I¡ l ' ,e os acuer os In I

les, Perón sólo la uso como eSCenario para mostrar a la s ied d f'I ' , OCIe a su ISOI1II1I1IrPaClflCadora,ya lo sumo para garantizar el respeto de las form '1. " as constrtuc '11111\ es, El resto de lospartidos, empezando por la Unión Cívica Radical, parríclu I

~'Ton del embeleso general con Perón o se sintieron abrum d 1 l I I" " a os por a cu pn ( l' I

~

'proscnpclón y se limitaron a aceptar sus términos renuncI'and d d"fu ' , o e entra all 1111, nción de control y alternativa.. La idea misma de democraci d . ' ,

ti' ió 1" de los í a, e represcmnl' 1 CI n po inca e os Intereses sociales de negociación prirn Í á b' I'tr d ' . , ero en e am 1ro I I"{ ca a partido y luego en los espacios políticos comunes de ca tír ió I' , , ns I UCI n en 1',' trva del poder, tenía escaso pres-':igio en una sociedad larga Id mente acosturn )111

a a que cada una de sus partes I:Jegociara por separado con el d '1d " , " po erconsrllllo, La política parecta una 6cclc.Sn que servía para velar la d d Ie ver a era negm' u

195.DEPENDENCIA oLIBERACIÓN, 1966-1976BREVE H1STORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

La vuelta de Per6n

194

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cuyos rasgosbásicosno se pensaba modificar.No había en él nadauna orientación hacia el "socialismonacional", y tampoco un

huscarnuevos rumbosal desarrollodel capitalismo.Como en 1946,para pilotearlo a un empresario exitoso, en este caso ajen~ al

José BerGelbard, jefe de la Confederación General Económl~a,nueleaba la mayoría de las empresasde capital básicamente nacio-objetivos, acordes con los cambios ya consolidados en la estruct~ra

del país, eran fuertemente intervencionistas Y en menor m~~lday distribucionistas, Y no implicaban un ataque directo a rungu-

Intereses establecidos.ndo las tendencias de la década anterior, se esperaba apoyar el ere-de la economía tanto en una expansión del mercado interno -se-

trnJición de los empresariosque apoyaban a ambospartidos mayorita­en el crecimiento de las exportaciones. Las perspectivas de las

iones tradicionales eran excelentes: muy buenos precios y _posi~ili­acceder a nuevos mercados, como laUnión Soviética¡ la naclOnahza­

drl comercio exterior apuntaba a asegurar la transferencia de parte deal sector industrial, aunque a la vezse cuidó mucho de preser­

Ingresosde los sectores rurales,cuya productivida~~e.quiso increme.n­mnanco alicientes ycastigos.Uno de ellos-Ia posibilidadde expropiar

sin cultivar,_incluidoen el proyecto de ley agraria- desencade~ó aun fuerte conllicto. Pero sobre todo se trató de continuar expandlen­exportaciones industriales a través de convenios especiales, como el

con Cuba para vender automóviles y camiones. ,empresas nacionales, que también deberían participar de los ben~fl­

de las exportaciones, fueron respaldadascon líneas especial:s ~e créditoel mecanismo del compre argentino en las empresas pubhcas.;paramayor eficiencia y control, éstas se integraron en una Corporación de

.......r••lIl~sNacionales. Por otra parte, se apoyó especialmente a algunosgran-proyectos industriales, de "interés nacional", mediante importantes su~­"iones.Muchos resortes pasaban por las manos del Estado: el manejornlizadodel crédito y también el control de precios, fundamental para la

ftll:a de estabilización.Pero además,el Estadoaumentó considerablemente¡.:astosa través de obras sociales e incrementó el número de emyl~ados

S't1hl leos yde empresasdel Estado; contribuyó así a activar la econormamter­nll. aunque a costa de un déficit creciente.

La clave del programa residía en el pacto social, con el que :e procurabaIIUllldoparel problema clásicode la economía, ante el c~a~hablan fracasadoIUN sucesivosgebi.ernosdesde 1955:la capacidad de losdistintos sectores,ern-

197DEPENDENCIA O LIBERACiÓN, 1966-1976

13de julio Campera y el vicepresidenteSolano Lima renunciaron; 11el titular del Senado, asumióla presidencia el de la Cámara de Di",RaúlLastiri, que era yerno deJoséLópezRega, el secretario privado dt,ya lavez ministro de BienestarSocial. En septiembre se realizaronlaselecciones y la fórmula Perén. Perón, que el líder compartió con suIsabel(née María EstelaMartínez)alcanzóel 62% de losVotos.El!!I di'del afio siguiente murió Peróne Isabel lo reemplazó, hasta que fue c!l'I"por los jefes militares el 24 demarzo de 1976. Los tres años de laexperiencia peronista, verdadera'menteprodigiosospor la concentrad "'acontecimientos y sentidos, clausuraron-de manera desdichada y tcru­sa- toda una época de la historiaargentina.

Es difícil saber en qué momento de su exilio Perón dejó de versemismocomo el insobornable jefede la resistencia, dispuestoa desbarauntentaciones provenientes del poder,y se consideró el destinado a pilotuuvasto proyecto de reconstrucciónque asumió como última misiónde Sll vPuede dudarse, incluso, de si se trató de una decisión deliberada o si n:NI

arrastrado por circunstancias incontrolables aun para su inmenso talento Irico. Lo cierto es que, puesto en el juego, armó su proyecto -parecidodistinto al de 1945- sobre tres bases:un acuerdo democrático con lasfUl"políticas, un pacto social con los grandes representantes corporativos y 111

conducción más centralizada de su movimiento, hasta entonces despleuuen varios frentes y dividido en estrategias heterogéneas. Paraque funcioruuPerón necesitaba que la economía tuviera un desempeño medianamente ~II

tisfactorio -Ias expectativas eran buenas- y que pudiera reforzarseel pnd.,del Estado, tal como lo reclamaba la mayoría de la sociedad. Éste era ""punto débil: losmecanismose instrumentos estaban desgastadosy resultarnnineficaces, y el control que Perón podía tener no era pleno, pues las Fuer.:«Armadas se mostraban reticentes, pese a la rehabilitación mutua que se ((111

cedieron con Perón: el gobierno, finalmente, resultó corroído por la forrnulnble luchadesencadenada dentro del movimiento. Así, una de las premisasd,su acción fallóde entrada. El pacto social funcionó mal casi desde el princlpio y terminó hecho añicos, mientras que el pacto democrático, aunque fUI!cionó formalmentebien yse respetaron los acuerdos, finalmente resultó irrrlevante puesno sirvió ni para constituir una oposición eficiente ni para Sil

ministrar deporsí,cuando losor.ros mecanismosfallaron,el respaldonecesark1para el mantenimientodel gob iemo constitucional.

El Programade Reconstruc.cíon y Liberación Nacional, presentado el)mayo de 1973,pesea la cances ión al clima de época que había en su título,consistía en un intento de sup erar las limitaciones al crecimiento de unu

BREVE HISTORIAOJNTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA196

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hayan firmado los acuerdos, sin mucha convicción, esperandodel tiempo trajera condiciones mejores. Pero ~obre todo, s~ dJs,no podían asegurar que sus miembros cumpher~~ .10 acor a o.rios -y muy en especial los chicos o medianos, dlftctlment.e ~on-

encontraron muchas maneras de violarel pact.o: desabas~eclmlen~-ios, mercado negro, exportaciones clande~tmas; .tambl~n halla

de manifestar su escaso entusiasmo: la inversión privada fue

le magra. . Ino se hallaba cómoda y a gusto con un ~obi~mo perorusta c.on eIn su táctica clásica de golpear y negociar S111 compromebtetds~,la• , . N ól P ó debía su al' marsabían manejar cabalmente, o s o er n _• 'es lo apoyaban sino que los sindicalistas carecían deipre- a quienes io apoyaoan, I '

instrumentos y objetivos para cogobernar. P~r otra ,parte, a.mOVL-dl' los trabajadores, que los ponía en jaque, les ImpedL~negocLa.rconJlI triunfo electoral avivó las expectativas de la sociedad y dL~un(mulo a la "primavera de los pueblos"; en las fábricas, s~ tradujo enllzudo incremento de las reivindicaciones y en un esul? d~ lucha

luía ocupaciones de plantas, que rebasó las direcciones s~dLca~e~a~Imó la autoridad de los gerentes y patrones. Antes e qu

11I1~esguerrilleras llegaran a tener un papel a~t.ivo"~egú~ ~~anl~,ar­, las fábricas estuvieron, por obra de la movilización S111 icat, en

d,' rebeldía". " lari1u mnvoría de los casos esa movilización concluía con ventaja~ sa ana-

IIlS o encubiertas, lo que aumentaba la amenaza sobre los dirigentesl'~ obllgados a atarse al pacto. Perón se dedicó a fort~lec~,los; ~esde

, u'1país los halagó de mil maneras distintas, rervm ican o, suIrIIO . lá dios SUTI-Illíhlica, amenazada por la izquierda peronista, y remst~ ,an~, d 1-nrc en el centro mismo del movimiento. Una modLfLca~LO~e a

Asociaciones Profesionales reforzó la centralización de los sll1d~cat~s~1" I (,1 poder de sus autoridades y prolongó sus m~daro.s~ de mo o q111 enfrentar el desafío antiburocrático, per~ no I~PldLOqu~ recla~a~

1M Iunvocatoria a paritarias y exigieran periódicos ajust.es salanal~sd V~od., 11110 Y otro lado, el pacto se fue desgastando ante la I~pote~c~a e as"h"les. El propio gobierno, que había congelado las tadrifals9P7u4bltcas,tu-

. ió odujo en marzo e ,con unahlh'I(o~ en una renegociact n, que se pr . . ., E.1121.1 ~tl'lll!ralde aumentos que no satisfizo a nadl,e. La PtJ~.co~~mu~iaza de11111:,1\:1'6nconvocó a una concentración masiva en a istoncaI ,,;Ir:III1:ít.icmnente pidió a las partes disciplina y amena~ó con renun­, [1111' 111 (dtirn,~ aparición en público antes de su muerte,

peñados en la puja distributiv3,para frenarse mutuamente. Mientras ( 1,había fracasado en su intentode cortar el nudo con la pura autoridad, Irecurría a la concertación, un mecanismomuy común en la tradición t'I

pero además fácilmente filiableen su propia concepción de la comunhganizada. El Estado debía disciplinara los actores combinando persiautoridad. Hubo concertaciones sectoriales y una mayor, que las suh«todas, suscripta por la CGE y laCGT, que estableció el congelamiento d.precios y la supresión por dos añosde las convenciones colectivas o pnrhEsto era duro de aceptar para elsindicalismo y fue compensado con ut I Irdiato aumento del 20% general en los salarios, muy distante sin embarg, 11.expectativas generadas por el advenimiento del gobierno popular.

Los primeros resultados de este programa de estabilización fueron I'~Itaculares. La inflación, desatada con intensidad en 1972, se frenó humente, mientras que la excelente coyuntura del comercio exterior peusuperar la angusriante situación de la balanza de pagos y acumular un Isuperávit, y las mejoras salariales y el incremento de gastos del Estadn I

mulaban el aumento de la actividad interna. Por esa vía, se llegó prmestar cerca de la plena utilización de la capacidad instalada. Pero desdlciembre de 1973 comenzaron a acumularse problemas. El incremento del ,sumo hizo reaparecer la inflación, mientras que el aumento del precio tlt'l,tróleo en el mundo -que ya anunciaba el fin del ciclo de prosperidad diposguerra- encareció las impOrtaciones, empezó a complicar las cuenrus Iternas e incrementó los costos de las empresas. Finalmente, el Mercado (mún Europeo se cerró para las carnes argentinas. Se trataba de una ,',cíclica habitual, pero su resolución clásica estaba vedada a un gobierno '11había hecho de la "inflación O" una bandera y que sabía que una devalu.« '11tropezaría con fuertes resistencias. El pacto social debía servir para enconi 1

la manera equitativa y razonable de repartir los mayores costos, pero 1,11, l.glarnentaciones cada vez más frondosas a las que se apeló, que se cumplk-nescasamente, no sólo revelaron las dificultades de la persuasión sino las ( 1Icien tes falencias del Estado para hacer valer su autoridad. Así, antes de '1"el gobierno popular hubiera cumplido un año, estaba nuevamente planu-m],en forma abierta la lucha sectoria.I, cuyas condiciones, sin embargo, ex ist(11"desde el mismo comienzo de esta experiencia populista.

Los actores del pacto social demostraron escasa capacidad y poca voluntad para cumplirlo. La CGE, investida de la delegación global de los empn-snrios, los representaba mal, y aun a sus instituciones primarias, que en muclu I

casos habían sido forzadas a encu adrarse en ella, de acuerdo con las concvpciories organicistas de Perón. Es Probable que en muchos casos, por las nI1"

DEPENDENCIA O LIBERACiÓN, 1966-1976 199BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

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renunciaron, los aumentos fueron homologados y devorados por laen sólo un mes. En medio de una crisis económica galopante, el

) entró en su etapa final.en tomo del pacto social fue paralela a la que se libró en el seno

involucrando al gobierno y hasta al mismo Estado, y sobreiendo la suerte del movimiento popular. Esa lucha estaba implícita

equfvocas relaciones entre Perón y quienes, alrededor de MontonerosPeronista, constituían la llamada "tendencia revolucionaria"

ismo. Hasta 1973, unidos en la lucha común contra los militares, nilos otros tenían interés en hacerlas explícitas. Perón cimentaba suen su ~apacidad de incluir a todos los que invocaran su nombre,

IlIs jóvenes revolucionarios hasta los sindicalistas, los políticos provin-111:15 conservadores o los grupos de choque de extrema derecha. Suin de enfrentamiento con quienes lo expulsaron del poder consistía

Izar a los jóvenes, ya los sectores populares que ellos movilizaban, pararlos, y a la vez para presentarse como el único capaz de contenerlos.Mentido, repetía su estrategia de 1945 del "bombero piromaníaco".mroneros y la ]uventud Peronista aprovecharon su proclamada adhe-

• Perón para insertarse más profundamente en el movimiento popular yde su espectacular crecimiento luego de 1973, cuando la sociedadpareció entrar en una etapa de rebelión y creatividad. En la culturaa de estos sectores, masivamente incorporados al peronismo, podíaniccrse dos grandes concepciones. Una de ellas se apoyaba en la viejahín peronista, nacionalista y distribucionista, alimentada durante laexclusión por la ilusión del retomo del líder, y con él, mágicarnente, de

buenos tiempos en 10s que la justicia social coronaba el ascenso indivi­Quienes permanecieron fieles a lo que sin duda era la capa más profun­

y 1i1~lidade la cultura política popular adherían al viejo estilo político,ulturlo, faccioso, verticalista y visceralmente anticomunista. La otra, me­precisa, arraigó en una parte importante de los sectores populares, perorudo en quienes se agregaron tardíamente al peronismo, e incorporó la

t, 11 radical de la sociedad, condensada en la consigna "liberación o de-lencia", Ambas concepciones, en un contexto de guerra, se definieron

1I insignas de batalla: la "patria peronista" o la "patria socialista". Los Mon­ros, que aspiraban al principio a encamar a ambas, terminaron ídentífí­IN con la segunda, mientras el sindicalismo y los grupos de extrema dere­NI' convirtieron en abanderados de la primera.JlI triunfo de 1973 acabó con los equívocos dentro del peronismo y abrióIIH'ha por In conducción real y simbólica del movimiento y del pueblo.

201DEPENDENCIA O LIBERACiÓN, 1966-1976

En la segunda fasedel gobierno peronista, los actores cambiaron de '.,tegiay la puja recuperó sus formas clásicas. En la CGT se impusieron los 1'1darlos de la negociación dura, en la mejor tradición vandorista, encanprecisamente por su sucesor entre los metalúrgicos, Lorenzo Miguel.Per6n -alrededor de cuya figura simbólica todas las fuerzas concertaron 1tregua tácita- se lanzóa construir una base propia de poder, rodeada d,grupo de fieles, de escasatradición en el peronismo, que encabezaba la t'),1

ña y siniestra figur~ deJosé López Rega, a quien apodaban "el Brujo" P(II

gusto por las prácticas esotéricas. Pese a que Isabel se dedicó a parodi.ufórmulas y gestos dellíde'r muerto para capitalizar su herencia simbólicupolítica se apartó totalmente de la que aquél había trazado en sus ÚII'II:11años ..l~abel se propuso homogeneizar el gobierno, colocando a amigos l' Icon~lcl~~ales en los puestos clave y rompiendo una a una las alianzas qlhabla te) Ido Perón, que en el futuro esperaba reemplazar por otras nucc.on .los .militar~s ~ ~mpresarios. En algunos de esos propósitos, Isabel)' 1,sindicalistas coincidieron. Así, provocaron la renuncia del ministro Gell»u.y, aprovechando los mecanismos de la nueva Ley de Asociaciones y de 1.. 1 'fde Seguridad, desalojaron sistemáticamente a las cabezas del sindicalisumopos.ito~: Raimundo .Ongaro, Agustín Tosco y Renée Salamanca perdicunsus sindicatos y la agitación gremial disminuyó considerablemente en 1.9'/1

Pero básic~~ente se enfrentaron alrededor de los restos del pacto sod,,1~n 1975.1a ~nsls económica urgía a tomar medidas drásticas, que termlnu~lan d.e liquidarlo: los problemas de la balanza de pagos eran muy graves, 11mflaclón estaba desatada, la puja distributiva era encarnizada y el Estad"estaba totalmente desbordado. En ese contexto, el gobierno debió acceder .1

l~ trad.icio~al deman?a de la CGT y convocó a paritarias, de modo que .1ajuste mmmente debla realizarse en el momento mismo en que éstas SI" l'll

contraban discutiendo los ajustes salariales, lo que generó una situación Ir,manejable. A fines de marzo, la mayoría de los gremios había acordado 1111

mentas del 40%; el 2 de junio, el nuevo ministro de Economía, CeleSI'Íll1IRodrigo, del equipo de López Rega, provocó' un shock económico al decklhuna devaluación del 100% y un aumento de tarifas y combustibles simiiar isuperior. El "rodrigazo" echó por tierra los aumentos acordados; los sindirulistas volvieron a exigí r en las paritarias y los empresarios concedieron -<..:1 111llamativa facilidad- aumentos que llegaban al 200%. La presidenta deckll«no homologados y generó una masiva resistencia de los trabajadores, qlll'

culminó en movilizaciones en la Plaza de Mayo y un paro general de 'horas. El hecho era notable porque, contra toda una tradición, la CGT ene ..beza ba la acción contra un gobierno peronista. Isabel cedió, López Regn y

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA200

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ración en la Plaza de Mayo, lugar de la representación mítica delunstituían la expresión del poder popular y el ámbito donde el.líderIlIs impulsos del pueblo. En el c1imade movilización y enfrentamiento

la vieja fiesta popular dominguera se transformó en una demos­de fuerza, donde las vanguardias debían exhibir su capacidad para orga-

.1 pueblo y.convertirlo en una máquina de gue~a lanzada a la luchaotras falanges igualmente organizadas. Los manifestantes se encolurn­disciplinadamente'y competían por loslugares más vi~ibles o más ~erca~líder, los carteles o las consignas. En cada una de esas Jornadas se hb~aba

real como el 20 de junio de 1973, en Ezeíza, donde ante dos millo­personas'reunidas para recibir a Perón se peleó a tiros p.or los espacios, o

tll' mayo de 1974, cuando los militantes de la Tsndencía se enfrentaron111 competidores y con el mismo Perón y luego abandonaron la Plaza dedejándola semivacía.multénemente, la guerra de aparatos se desarrolló bajo la terrible for~a

"'rrorismo, yen particular de los asesinatos, que podían ser, en propo~clónestratégicos, justicieros o ejemplarizadores. Montoneros se dedicó a

r personajes conspicuos, como José Rucci, secre~ario ge.neral de l~ CGTimportante en la estrategia de Per6n con los sindicalistas, asesmad?

días después de la elección plebiscitaria de Perón. Contra ellos se co~st~-litro terrorismo, con aparatos parapoliciales -nutridos de matones sindi­cuadros de los grupos fascistas del peronismo y empleados a sueldo del

lsrerio de Bienestar Social- que operaban con el rótulo de Acción Antic~~isra Argentina, o más sencillamente Triple A. Los asesinatos se multipli­\ y cobraron víctimas en personas relativamente ajenas al combate, peroservían para demostrar el poder de cada organización.Finalmente, la competencia se desenvolvió en el ámbito del discurso. Losmroneros habían hablado en nombre de Perón pero, como han mostradoI y Verón, en el peronismo no cabía más que un solo enunciador, aunque'ra infinitos traductores, más o menos traidores. Maestros en esa traduc­

h'ln cuando Per6n estaba en Madrid, los Montoneros debieron enfrentarseIInl.,1problema de un líder vuelto al país que, abandonando su cultiv~da am­hiJ.lilcdad,empezaba a hablar inequívocamente, recordando la ortodoxia pero­"¡"tll, que poco tenía que ver con la "social ista" y denun,ci~do a los "apresura­,h IS" e infiltrados. Desde el 20 de junio el conflicto era publico, pero durante un'11" I los Montoneros lograron soslayar la definición: mientras concentrabanIlIlb su artillería en los "traidores", ajenos al peronismo, reinterpretar~n hastad, IIlJc era posible la palabra de Perón, sostenían que se trataba de desvíos ~ura­mente tácticos, muestras de la genialidad de un líder que no los desautonzaba

Otros grupos revolucionarios no tuvieron los dilemas de los MOntOIWl1trotskista Ejército Revolucionario del Pueblo, la otra gran organizach 111

mada, no creía ni en lavocación revolucionaria del peronismo ni en 1.1mocracia misma, de modo que, pasada la breve tregua de 1973, fácil"retomó la lucha en losmismos términos que contra los militares. Otras 111revolucionarias dentro del peronismo nunca habían contado con el p,apoyo de Perón, y estaban dispuestas a una guerra larga y de posiciones, 111

que la victoria electoral de 1973 era apenas una etapa y una circunsuuuPara Montoneros, que había crecido identificándose plenamente con 1'1'1y elperonismo, el triunfo de marzo abría una lucha decisiva por el conrn 11.poder y del discurso peronista, ambos indivisibles, y concentraron to.lu»energías en dominar a ambos, expulsando a los enemigos "infiltrados y 11

dores" -una amplia categoría en la que cabían los políticos, las organizn.nes sindicales, los empresarios y los colaboradores directos de Perón- ynando para su causa al propio Perón, presionado a ratificar la imagen ljlll'

él habían construido y que el propio Perón había alentado.A principios de 1973, empujados por la euforia electoral y estirnuhuh

por el espacio que les había abierto el propio Perón -quien marginó dI' I1listas electorales a los sindicalistas- los militantes de la Tendencia se 11111 1ron a ocupar espacios de poder en el Estado, quizá suponiendo que el plldllreal estaba al alcance de la mano. Aliados o simpatizantes suyos ocupuluuvarias gobernaciones -incluyendo las claves de Buenos Aires, Córdoba y MI'"doza-, dos o tres ministerios, las universidades, que fueron la gran base ,1,movilización de la Juventud Peronista, y muchas otras instituciones' y de¡1111tamentos gubernamentales. Pero pronto se restablecieron las relaciones d,fuerza reales. A partir de la renuncia de Cárnpora, el 13 de julio de ese ;11h'1una a una perdieron las posiciones ocupadas. Primero fueron los rninistcri, IEn enero de 1974, luego de que el ERP realizara un ataque importante conuuuna guarnición militar en la provincia de Buenos Aires, Perón aprovcclu I

para exigir la renuncia de su gobernador, y poco después promovió un goll"palaciego contra el de Córdoba; la operación siguió después de su muerte, "11

julio de 1974, cuando cayeron los gobernadores restantes: así como rnucl \'I~sindicalistas disidentes, y las universidades fueron entregadas para su depuración a sectores de ultraderecha.

Desplazada de lasposiciones de poder en el gobierno, la Tendencia revolucionar ia se lanzó a la lucha de aparatos, en competencia con el sindicalisnu I ycon los gruposde derecha que rodeaban a Perón. Se trataba de demostrar.'eh­diversas maneras,quién tenía más poder, quién movía más gente y quién pegOlba más duro.Dentro de la tradición del peronismo, la movilización callejera y

203DEPENDENCIA O LIBERACiÓN, 1966-1976BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA202

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le puso plazos -corno tantas veces habían hecho antes los militar~s-,que la crisis económica y la política sumadas consumaran su deterioro

su reemplazo. .de la renuncia de López Rega y Rodrigo, una alianza de políticos y

ístas ensayó una salida: ltalo Luder, presidente del Senado, reernpla­ft"ernel:lte a Isabel y se especuló con que el cambio fuera definitivo, ~or

o juicio político. Antonio Cafiero, un economista respetado y b~:nlonado con los sindicalistas, intentó capear la crisis pero la inflación

a la que se sumaba una fuerte recesión y desocupación, hicieronrestablecer el acuerdo entre gremialistas y empresarios. El Congre­

de quien se esperaba que encontrara el mecanismo para remover a latampoco pudo reunir el respaldo necesario, El retorno de Isabel a

presidencia clausuró la posibilidad y a la vez agra~6 la,crisis política que,a la económica, creó una situación de tensión Insoportable y u~a

anticipada de cualquier salida. Muchos peronistas se con~e~cle­de que la caída de Isabel era inevitable, y pensando en el futuro prefirieron

divisiones, acompañándola hasta el fin, el24 de marzo de 1976, ~uan­los comandantes militares la depusieron y arrestaron. Como en ocasiones

, el grueso de la población recibió el golpe con inmenso alivio y

205DEPENDENCIA O LIBERACIÓN. 1966-1976

explícitamente, elaboraron lateoría del "cerco" o el "entorno" que impe.Peron conocer la verdadera voluntad de su pueblo, y se aferraron a la inde una "Evita montonera" quedebía legitimar su ortodoxia en losmismos del peronismo. El 12deMayo de 1974 se llegó a la ruptura: al abm (1

naruna Plaza de dondeel propio Perón los expulsaba, renunciaban a habl.unombre del Movimiento. Reaparecieron una vez más, apenas dos mesespués, en los fantásticos funerales' de Perón, y luego pretendieron asumirherencia, fundando elPartido Peronista Auténtico, sin mayor éxito: la mise había roto y sólo losseguían los militantes.

Pronto optaron porvolver a la vieja táctica y pasaron a la clandesrmkln.lHubo más asesinatos, secuestros espectaculares para mejorar sus finanzas -el dJorge Born les reportó 60 millones de dólares-, intervención en conflictos si"dicales, donde la fuerzaarmada era usada para volcar en favor de los trabajadores las negociaciones con los patrones, y acciones militares de envergadur.i,pero fracasadas. En esecamino los siguió el ERP, que desde 1974 había ínstalndoun foco en el monte de Tucumán. Contra ambos creció la represión clandesrlna, que se cebó sobre todo en quienes -intelectuales, estudiantes, obreros, militantes de villas o barrios- habían acompañado la movilización pero no pudieron pasar a la clandestinidad. Desde febrero de 1975, el Ejército, convocadopor la presidenta, asumió la tarea de reprimir la guerrilla en Tucumán. El genucidio estaba en marcha.

Por entonces, el gobierno peronista se acercaba a su final. El "rodrigazo''había desatado una crisis económica que hasta el final resultó imposible lit,dominar: inflación galopante, "corridas" hacia el dólar, aparición de los me­canismos de indexación y, en general, escasas posibilidades para controlar 111coyuntura desde el pod~r. La crisis económica preparó la crisis política. EIIjulio de 1975, ni las Fuerzas Annadas ni los grandes empresarios -a cuyoapoyo había apostado Isabel- hicieron nada para respaldar a la presidenta, 11

quien ya miraban póstumamente. Los empresarios cedieron con facilidad iI

los reclamos de los sínd icalistas, como si se complacieran en fomentar el caosde la economía. Rotos los acuerdos que había construido Perón, los grandesempresarios se separaren¡ de la CGE y atacaron decididamente al gobierno,Hasta entonces, los mil itares se habían acomodado a los distintos climas delgobierno, sin enfrentar lo: con Cámpora practicaron el populismo y confra­ternizaron con la Juveruud Per<Jnista; con Perón tuvieron a su frente a unprofes ional apolítico, y con Isabel a otro que simpatizaba con los grupos dere­chistas del régimen. Per-o luegode julio, cuando López Rega cayó en desgra­cia, comenzaron a prepararse paza el golpe. El general Videla, nuevo coman­dante en jefe, al tiempo quese rxegaba a respaldar políticamente al gobierno

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

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207

marzo de 1976 la Junta de Comandantes en Jefe, integrada por elJorge Rafael Videla, el almirante Emilio EduardoMassera y el briga­

Ramón Agosti, se hizo cargodel poder, dictó los instrumentosdel llaraado Proceso de ReorganizaciónNacional y designó presiden­Nación al general Vídela, quien además continuó al frente del Ejér­a 1978.

IIllti económico de 1975, la crisisde autoridad, las luchas facciosasy lapresente cotidianamente, la acción espectacular de las organizacio­lleras -que habían fracasadoen dos grandes operativos contra uni­

militares en el Gran Buenos Aires y Forrnosa-, el terror sembrado porA, todo ello creó las condiciones para la aceptación de un golpe de

Ique prometía restablecer el orden y asegurarel monopolio estatal de la, La propuesta de los militares -quienes poco habían hecho para impe­, el caos llegara a ese extremo- iba más allá: consistía en eliminar deIproblema, que en su diagnóstico se encontraba en la sociedad mismaynaturaleza irresoluta de susconflictos. Elcarácter de la solución provee­pudía adivinarse en lasmetáforas empleadas-enfermedad,: tumor, extir-

h'n, cirugía mayor-, resumidas en una más clara y contundente: cortar111 espada el nudo gordiano.

f.1 rajo fue en realidad una operación integral de represión, cuidadosa­Il' planeada por la conducción de las tres armas, ensayada primero en1I111:1n-donde el Ejército intervino oficialmente desde 1975- y luegoeje­..dn de modo sistemático en todo el país. Así lo estableció la investigaciónltzuda en 1984 por la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Perso­InCONADEP, que creó el presidente Raúl Alfonsín, y luego la Justicia, que

lJ.:lí H los militares implicados y condenó a muchos de ellos. Los mandos11111If'CS concentraron en susmanos toda la acción y los grupos parapolicia­di' distinto tipo que habían operado en los años anteriores se disolvieron

El genocidio

VIL El Proceso, 1976..1983

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era raro que participaran jefes de alta responsabilidad. La torturaduración indefinida, se prolongaba en la psicológica: sufrir simula, .ilamiento, asistir al suplicio de amigos, hijos o esposos, comprobarlos vínculos con el exterior estaban cortados, que no había nadieerpusiera entre la víctima y el victimario. En principio la torturaarrancar información y lograr la denuncia de compañeros, luga­

_ ... l.."'ll ....o, pero más en general tenía el propósito de quebrar la resi~,dd detenido, anular sus defensas, destruir su dignidad y su personali­

-hos morían en la tortura, se "quedaban"; los sobrevivientes inicia-detención más o menos prolongada en alguno de los trescientoscentros clandestinos de detención -los "chupaderos"- que funcio­

en esos años y cuya existencia fue reiteradamente negada por las auto-)Se encontraban en unidades militares -la Escuela de Mecánica de lalCampo de Mayo, los Comandos de Cuerpo- pero generalmente ~n/

policiales, y eran conocidos con nombres de macabra ~antaslajel Vesubio, la Cacha, la Perla, la Escuelita, el Reformaton,o, Pues \

l Pozo de Banfield ... La administración y control del rnovumento delrllo;me número de centros da idea de la complej idad de la ~per~ción y \cuntidad de personas involucradas, así como de la ,determmaclón ~e- \

para mantener su clandestinidad. En esta .etapa final ~e ~u calvano, \imprecisa, se completaba la degradación de las víctimas, a me-

I lila 1 heridas y sin atención médica, permanentemente encapuchadas o I

rudas", mal alimentadas, sin servicios sanitarios. Muchas de~enidas ern- \as dieron a luz en esas condiciones, para ser luego despojadas de sus

'''1 de los cuales en muchos casos se apropiaban sus secuestradores. No es1 que, en esa situación verdaderamente límite, algunos secuestra.dos \aceptado colaborar con sus victimarios, realizando tareas de serVICIOo

nupnñándolos para individualizar en la calle a antiguos compañeros, to-I libres. Pero para la mayoría el destino final era el "traslado", es decir,

,'jlocuci6n. , .(~sra era la decisión más importante y se tomaba en el mas alto niveldon al, como la jefatura de cada uno de los cuerpos de Ejército, después

1111análisis cuidadoso de los antecedentes, potencial utilidad o "recupera,hllidad" de los detenidos. Pese a que la Junta Militar estableció la pena deI1l1ll'I'tC, nunca la aplicó, y todas las ejecuciones fueron clandestinas. A vecesIIIO¡ cadáveres aparecían en la calle, como muertos en enfrentamientos o in'"'111 os de fuga. En algunas ocasiones se dinamitaron pilas enteras de cuerpo:,1Il1l10 espectacular represalia a alguna acción guerrillera. Pero en la mayonadI' los casos los cadáveres se ocultaban, enterrados en cementerios como per-

o sesubordinaron aellos. Lastres armas se asignaron diferente~ ZII'

responsa?ili~ad y hastamantuvieron una cierta competencia para dl'llIlmayoreficacia, 10 quedio a laoperación una fisonomía anárquica y 1:11'

que,Sin embargo, no implicó acciones casuales, descontroladas o irrl'I<J"bIes,y lo que pudo haber de etlo formó parte de la concepción genc.nlhorrenda operación.

La plani.ficación general y la supervisión táctica estuvo en manos dIm~ altos n¡~e~es de conducción castrense, y los oficiales superiores 111'denaron participar personalmente en tareas de ejecución, poniendo liv Ive el carácter institucional de la acción y el compromiso colectivo. b,I, Ines bajaban, por la cadena de mandos, hasta los encargados de la ejel'1I1los Grupos de. ~areas -integrados principalmente por oficiales jóvem-., Ia~~unos sU,b?flclales: policías y cíviles-, que también tenían una Or¡:11I

CIO~especffíca. L,aejecución requirió también un complejo aparato adlillltratlvo, pues de~la darse cuenta del movimiento +entradas, traslados )1

das- de un conjunto muy numeroso de personas. Cada detenido, dl'l;d,moment~ en que era considerado sospechoso, era consignado en una Ih1.un expedienre, ~e.~ac~a un seguimiento, una evaluación de su situación \tomaba una decisión fmal que correspondía siempre al más alto nivel 1111111L~ represión fue, en Suma, una acción sistemática realizada desde el ESII"

Se trató de una acción terrorista, dividida en cuatro momentos prinll,les: el secuestro, la tOrtura, la detención y la ejecución. Para los seCUl'.~111cada grupo de operaciones -conocido como "la patota"- operaba prefcn-u¡mente de noche, en l~s do~icilios de las víctimas, a la vista de su familia, 11"e~ muchos casos ~ra incluida en la operación. Pero también muchas dl'I, 11clone~ fueron. realizada., en fábricas o lugares de trabajo, en la calle, yalglll"'te~ paIses ve.cmos, con la col~botación de las autoridades locales. La 01'1.,,1cíón se reallzaba con autos SIn patente pero bien conocidos -los fatfdl. MI"F 1 des" h ,1. a con ver es -:' mue o despliegue de hombres y armamento pesado, t',111I

bmando el anorumaro con la Ostentación, todo lo cual aumentaba el hllSI11

do efecto aterrorizador. Al seCUestro seguía el saqueo de la vivie d ' ., ,. d . n a, pel 11ciona .0 posteriormenrs, cuando se obligó a las víctimas a ceder la propil-dlldde ~~s inmuebles, con todo lo cual se conformó el botín de la horrenda (lll(raciori,

El destino primero del secuestrado era la tortura, sistemática y prolommda L ". "1" b . " ¡" a picana, e su rnarino -mantener sumergida la cabeza en un 1'('( Iprento con agua- y las V-iolaciot'les sexuales eran las formas más comunes; 1..

sumaban otras que corn.binaba[! la tecnología con el refinado sadismo dl'lpersonal especializado, puesto a.. l servicio de una operación institucional di'

209EL PROCESO, 1976-1983BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA208

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, , ciones de la República, sino que fuerondesaparecieron las mstitu , , 'bll'ca de opiniones y su mis-

" la confrontación pu ibidautontanar_nente ivid d olítica roda quedaron prohi lOS,, Los partidos y la a~t,lvIda p , 1, se sometió a los medios de

los sindicaros y la activida gdremla'l ier mención al terrorismo' ' e impe ía cua qUI ,

• tina explícita censura, qu 1 1 f on vigilados, Sólo quedo' .' . inte ectua es uery sus víctimas, y artistas e , tamizado de habitantes,l Estado, dirigiéndose a un conJuntóodaosmotivos tradicionales de la' brumador retom

dblcurso, masivo ya, lió hasta sus últimas y horrorosas con-nolítica argentina y los desarrob podía incluir a cualquierl' , d lf ites orrosos, quelas, El adversano - e irn 'á id " sin derecho a voz o aI 1 " bversíón ap tri adisidente- era e no ser, a su inad Contra la violencia no sedí . ía ser extermina a,in, que po la y mere~ " rídica y consensual, propia de un

en favor de una a t~rndatdlvdaJU itíca sino de un orden que era,d a socie a emocra I ,republicano y e un, ' Sn violenta y autoritaria,ad, otra versión de la mlsmaCelcuaclOdoslos espacios donde los indi-

b ió l ' dad roda ausura d lterror cu n a socie ',. á lios cada uno que ó so o epodían identificarse en c~lectlvos m s ~~~oci~dad inmovilizada y sin

ante el Estado aterrorizador, yJen Uc di la cultura del miedo,ha señalado uan arra - ió

j¡'mse impuso -como , 1 terior -por una combínaci nt y emigraron a ex '1'

)6 no aceptaron es o '1 se refugiaron en un eXI lal' ' y profesiona es- o ,e de razones po meas icosoracti ndo el mimetismo aI ' domésticos, prac icah Ir en ámbitos reco eros, casi I ger La mayoría aceptó el' " vo ver a emer ,ra de la brecha que perrrunera dí ignorar de la represión con1 , if ó lo poco que no po al, d

rrso estata , justi IC ,,, . f ió en la deliberada ignorancia ed 1 " . algo sera , o se re ugiarJ.:l1mento e pOI bl sin embargo fue una suerteI ' d t dos Lo más nota e, , ,1IIll' sucedía a a vista e o d 1 ' , estatal traducida en el propio'" '1' ión e a aceren ,usunción e mtema IzaCI " di' o La sociedad se patru-1 vigilancia e vecm 'rol en la autocensura, en a 'G '11 o O'Donnell, asombrado' , 11 ó d 1<.apos ha escnto Ul erm

H sf misma, se en e , d I f '1' a la vestimenta o lascreen-d á ' e -des e a ami la ,It 1111conjunto e pr eneas qu izad en ella estaba el autoritaris-1 ban lo profundamente arraiga o que• reve a , b

Ique el discurso estatal potencia a, , entusiasmo ni adhesión explí­FI gobierno militar nunca logró despertar .lc , tentó a mediados de 1978,, iuntod 1 ' dad pese a que o m, "

cltn en el conjunto e a socie , di Id Fútbol y las máximas jerarquíasb 1C onato Mun la e u d' uundo se cele ró e ampe ina obtuvo el título, y a fines e esel dí donde la Argentma o f l '" ..íxricron a os esta lOS bi " nto chauvinista, poco a to para' d I ás tur io sentirme..(\u cuando, agitan o e m l b paslvidad.pero le alcanzó para enea-el '1 Só o o tuvo, ll ,111 Iciar una guerra con 11 ofund su prospecto- habrían de e irrunarrur 1:11; transformaciones profunc as que =en:

sonas desconocidas, quemados en fosas colectivas que eran cavad¡¡,~I'propias víctimas antesde serfusiladas, o arrojados al mar Con bl,111cemento, luego de ser adormecidos con una inyección. De ese nu ,.1..hubo muertos sino "desaparecidos".

Lasdesapariciones se prodUjeron masivamente entre 1976 y 197H, ,1nio sombrío, y luego se redujeron a una expresión mínima. Fue un VL'I,

genocidio. La comisión que las investigó documentó nueve mil ca« ¡r"

indicó que podía haber muchos otros no denunciados, mientras que l:r~¡nizaciones defensoras de los derechos humanos reclamaron por 30mil,parecidos. Se trató en su maYoría de jóvenes, entre 15 y 35 años, A 1IIIpertenecían a las organizaciones armadas: el ERP fue diezmado entre 1\111976, y a la muerte de Roberto Santucho, en julio de ese año, poco qlll'd,\la organización. La organización Montoneros, que también experimenl("!1tes bajas en sus cuadros, siguió operando, aunque tuvo que limitarse H :11 ,

nes terroristas -hubo algunos asesinatos de gran resonancia, como el ck-lde la Policía Federal- desvinculadas de la práctica política, mientras Sil\ Iducción y cuadros principales emigraron a México, Lo cierto es que CIIIIIla amenaza real de las organizaciones cesó, la represión COntinuó su 111:11\ 1Cayeron militantes de organizaciones políticas y sociales, dirigentes grcrules de base, con actuación en las comisiones internas de fábricas -al,:III"empresarios solían requerir al efecto la colaboración de los responsahl-, 1111litares-, y junto con ellos militantes políticos varios, sacerdotes, intelccu¡ Iles, abogados relacionados con la defensa de presos políticos, acrlvísm, tiorganizaciones de derechos humanos, y muchos Otros, por la sola razón lIl' IIparientes de alguien, figurar en Una agenda o haber sido mencionados eu 1111,1

sesión de tortura, Pero más allá de los accidentes y errores, las víctimas (11'ron las queridas: con el argumento de enfrentar y destruir en su propio I'VII!

no a las organizaciones armadas, la operación procuraba eliminar todo :1, 11visrno, toda protesta SOcial-hasta un modesto reclamo por el boleto escol.n ,toda expresión de pensamiento crítico, toda posible dirección política d'"movimiento popular que se había desarrollado desde mediados de la dé<.::¡d"anterior y que entonces era aniquilado, En ese sentido los resultados fuen 111exactamente los buscados,

Las víctimas fueron muchas, pero el verdadero objetivo eran los vivos, ("conjunto de la sociedad que, ant~s de emprender su transformación pro(llllda, debía ser controlada y dominada por el terror y la palabra, El Estado ,\,1'

desdobló: una parte, c1an.destina "Y terrorista, practicó una represión sin r(',~ponsables, eximida de reSponder al?s reclamos, La otra, pública, apoyad:ll'llun orden jurídico que ella misma estableció, silenciaba cualquier otra V( '::,

EL PROCESO, 1976-1983

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

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. Esa transformación fue conducida por José Alfredo Martínez de Hoz 11

trode Economía durante loscinco años de la presidencia de Videla. ('1a,sumió, debía enfrentar una crisis cíclica aguda -Inflación desatada¡síón, probleI?as en la balanza de pagos-, complicada por la crisis pllllJsocial y el fuerte desafío de lasorganizaciones armadas al poder del E~I'lId,represión inicial, que descabezó la movilización popular, sumada a 1I1l11

tica anticrisis clásica-más o menos similar a todas las ejecutadas desde 1permitió superar la coyuntura, Pero esta vez las Fuerzas Armadas y [os ~I'Ir~s del establishment que las acompañaban habían decidido ir más lejos. lndiagnóstico, la inestabilidad política y social crónica nacía de la impot

/ del poder político ante los grandes grupos corporativos -[os trabajadon«

! ganizados pero también los empresarios- que alternativamente se enfn­ban, generando desorden y caos, o se combinaban, unidos por una 1,

I peculiar, para utilizar en beneficio mutuo las herramientas poderosas drltado intervencionista y benefactor. Una solución de largo plazo debía lbiar los datos básicos de la economía y así modificar esa configuración Si 1I

Y política crónicamente inestable, No se trataba de encontrar la fórmulacrecimiento -pues se juzgaba que a menudo allí anidaba el desorden- Slllil

del orden y de la seguridad. Invirtiendo lo que hasta entonces -de Perllll

Per6n- habían sido los objetivos de las distintas fórmulas políticas, se hu ,solucionar los problemas que la economía ponía a la estabilidad pol ít il'1I ,era necesario a costa del propio crecimiento económico.

Según un balance que progresivamente se imponía, cuyas implicachuuha puesto en evidencia Adolfo Canitrot, el Estado intervencionista y 1ll'11I

factor, tal como se había const:ituido desde 1930, era el gran responsable IhIdesorden social; en cambio, el mercado parecía el instrumento capaz de diciplinar por igual a todos los actores, premiando la eficiencia e impidklldlllos malsanos comportamientos corporativos. Este argumento, que conu 1 I

verá llegó a dominar en losdisc:::ursosyen el imaginario, oscureció lo que (11' ,

~n definitiva, la solución de fOl:1do: al final de la transformación que con.h I

JO Martfnez de Hoz, el poder económico se concentró de tal modo en 1111

conj unto de grupos ern.presarioes, trasnacíonales y nacionales, que la puja l'UI

La economía imaginaria: la gran transformación

negociación ya no fueron siquiera posibles. Esta transformaciónde fuerzas impersonales y automáticas: requirió de unadel Estado, para reprimir y desarmar a los actores del

va, para imponer las reglas que facilitaran el crecimiento dey aun para trasladar hacia ellos, por la clásica vf~ del.Estado,

conjunto de la sociedad que posibilitaron su consolidación.ión de esa transformación planteaba un problema político, que ha•Schvarzer: la conducción económica debía en primer lugar du­un tiempo suficientemente prolongado, y luego crear una situa­

mlt'! allá de su permanencia, fuera irreversible. El ministro de Econo­,mpo permanecieron durante cinco años: la irreversibili?ad de laque crearon se manifestó inmediatamente después de su salida, cuan­

ires intentaron cambiar algo el rumbo y fracasaron rotundamente.de Hoz contó inicialmente con un fuerte apoyo, casi personal,isrnos internacionales y los bancos extranjeros -que le permitió

vRrlas situaciones difíciles- y del sector más concentrado del esta­económico local. La relación con los militares fue más compleja,por sus profundas divisiones -entre las armas y au~ entre facciones­

en apoyos, críticas o bloqueos a su gestión, yen parte porentre ellos tenían muchas ideas y concepciones que en el plan del

debían ser cambiadas, y con las que (Uva que encontrar algún puntol.Fue una relación conflictiva, de potencia a potencia. Los milita­

que el descabezamiento del movimiento popu~ar, la eli~inación,mnJes instrumentos corporativos y la fuerte reducción de lo~ ingresosIl"l'tores trabajadores debía equilibrarse, por razones de segundad, conn-nlmiento del pleno empleo, de modo que la receta recesiva más('staha descartada. También tenían los militares una visión más tradi­LIt,la cuestión del Estado, o al menos de la parte de él que aspiraban aIIr en beneficio personal o corporativo. Pero muchos de los que acepta­propuesta básica de eliminar la participación del Estado en la transfe­"l' ingresos exigieron en cambio la supervivencia de las empres~s esta­J.{l'ncra[mente conducidas por oficiales superiores- y l~ expansión del1'"lhlico, lo que también bloqueó la clásica receta recesrva y supuso a.la1111 fracaso en el plan del ministro. Las relaciones con los empresanos'l'" fueron fáciles, debido a la cantidad de intereses sectoriales que de­"l'r afectados; para imponerse, fue decisiva la inflexibilidad del minis­IIl1lda a su capacidad de predicador, mostrando la tierra prometida alde In travesía del desierto, con una segurid ad mayor cuanto más,la rea­paree fa desmentir sus pronósticos. Pero su arma de triunfo principal fue

definitivamente los conflictos de la sociedad, y cuyas primeras COI

cías -la fiebre especulativa-contribuyeron por otra vía a la atomizach 111sociedad y a la eliminación decualquier posible respuesta.

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DELA ARGENTINA 213EL PROCESO, 1976-1983212

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n plazo fijo por unos pocos días o ensayar alguna otra martingala......,""'.'''; junto con el alud de productos importados de precio mfni­

los fenómenos salientes de esta transformación profunda y pro­nte destructiva.

tnlllsformación se completó con [a llamada "pauta cambiaria", unade importancia adoptada en diciembre de 1978, poco después de qued Vídela fuera confirmado por la Junta Militar por tres años en laia, aventando amenazas sobre la estabilidad del ministro. El gobier­

una tabla de devaluación mensual del peso, gradualmente decrecien­llegar en algún momento a cero. Se adujo que se buscaba reducir lay establecer alguna previsibilidad, pero como la inflación subsistió,

se revaluó considerablemente respecto del dólar. La adopción de lacumbiaria coincidió con una gran afluencia de dinero del exterior, ori­en el recicla miento que los bancos internacionales debían hacer detres generados por el aumento de los precios del petróleo, que en 1979in a subir notablemente. El flujo de dólares -origen del fuerte endeu­

$

ito externo- fue-común en toda América Latina y en muchos paísesTl'rcer Mundo, pero en la Argentina lo estimuló la posibilidad de tomar­y colocarlos sin riesgo aprovechando las elevadas tasas de interés ínter­pues el Estado aseguraba la estabilidad del valor con que serían recom-IS. Pero la "tablita" -tal el nombre popular de la pauta cambiaria- nopura reducir ni las tasas de interés ni la inflación, en buena medida por

Incertidumbre creciente a medida que la sobrevaluacíón del peso anticipa­una futura y necesaria gran devaluación. Mientras se constituía la base de,1"IIJa externa, esta "bicicleta" se agregaba a la "plata dulce" y los "impar,

IN coreanos" para configurar la apariencia folclórica de una modificaciónal de las reglas de juego de la economía.

Sil verdadero corazón se hallaba ahora en el sector financiero, donde semccntraron los beneficios. Se trataba de un mercado altamente inestable,11'101 la masa de dinero se encontraba colocada a corto plazo y los capitales

r"dr¡¡n salir del país sin trabas, si cambiaba la coyuntura, de modo que, antest¡IW 1<1 eficiencia o el riesgo empresario, allí se premiaba la agilidad y la espe­rulación. Muchas empresas compensaron sus fuertes quebrantos operativosll,n ganancias en la actividad financiera; muchos bancos se convirtieron enl'l rcntro de una importante red de empresas, generalmente endeudadas cont,lIos y compradas a bajo precio. Muchas empresas tomaron créditos en dóla­U'S, los emplearon en reequiparse o los colocaron en el circuito financiero, ypara devolverlos recurrieron a nuevos créditos, una cadena de la felicidadque, como era previsible, en un momento se cortó.

EL PROCESO, 1976-1983IIIWVE HISTORIACONTEMPO '

RANEA DE LA ARGENTINA

.d~lrc-olocado durante varios años 1 "r .hllkJad tal que sóloera po bl a ~ econornm en una situación di'1 SI e seguir avanzand ' dlOto, so riesgo de una catást r . d o, guia os por el"1 rote; cuan o esto dejó d {¡, laC'on ye endeudamiento yah bí e uncronar, a ~'I" '1 a tan creado los m ' d fISC'pinamiento y Control. ecan¡smos e inhll.

, Lasprimeras medidasdel equipoministeri [ "!nmer afio, no dieron id d Iba, que cubneron largarntl', , ea e rurn o futuro Lue de í ,pnnclpales sindicatos "1 " . go e Intervel1lr la el" vIh' ' reprImir a os militante' _ . "

c as fábricas, suprimir las ne . , s, Intervemr mllttannen't

t l gOClaclonescolectivas y híb! 1 honge aran los salarios por tres l pro I ir as udl:'''.meses con o que -dada 1 f "ayeron en términos reales aIred d 'd 1 400 a ortísima infh

it y lasempresas acumular lo q e 01 e ~, El Estado pudo superar Sil I, ue sumado a los crédi

Otorgados permitió superar la ce" íclí LtOSexternos rápida"Desde mediados de 1977 _ISLSCICI~aSin desocupación,

y a medIda que 'la ca d iócomenzaron a plantearse las gr d e n UCCIn se afil'llllllan es rerorrnas q .normas básicas con que h b~ r, ' ue supusIeron trastorna,

c. a la runclOnado la A . d dma nnanciera acabó can una d 1 h . rgentma es e 1930, La 1'1,1.

. d ' e as erramlentas del Esr d 1rencla e Ingresos entre sectore ' l 1" # a o para a tnutencia de crédito a tasa .s, a regu ación de la tasa de interés la 10,

s negat,vas y la distrib 'ó d 'normas y prioridades fijadas par l _ . id d UCL11 e este subsidio SIOJ"U,

as autor¡ a es Prof dí d °mo que ya operaba desde 1975 Íiber l ' un Izan o un mecn'd.l 'fi . d ,se I eró a tasa de inr -é- ,pro I eración e bancos e' t't· f el s, se autol'lZci1..

, l LOS lUCIOnes mancieras d' if-tltU Osy valores indexad d do ri " y se tversi tcaron lasOrlO",,,l os e to o tipo ernind 1 Es

a os depósitos a plazo fijo prefer'd '1 ah oS'p0r e tado, se suma ,"11clima altamente especul t'· l I os por os ornstas- de modo que en 111'

a IVO, a competencia . 1 1 'rés, y con ella la inflación que leout mantuvo a ta as tasas de illlld ' e equ IpOeconómi á'pu o o quiso reducir. En la nuev . ca pr ctIcamente nLJIl¡"

. , a operatona se mantVieja concepción: el Estadogar"' t· b 1 uva una norma til' 111d ,. 1 Iza a no so o los títul . ,epOSItos a p azo fijo to mados a t lib os que ermna sino III~

, asa I re por entidad . d dque ante una eventual qUiebra de" 1 ~ 1d . es pnva as, e Il1l1d, Ibinación de liberalizació l' . o ~la e epósíro a los ahorristas. Esta corn

n, e ImlnaClón de c 1mecanismo que llevó prOnto atad Lsí antro es y garantía generó 111'

L d o e Sistema a la ruina\ . a segun a gran mod íficacíór-, fue la a er ..¡/elImmación de los meca»: l' . P tura económica y la progresivl'1, 1 . 111SmosClaSICOS de ió 1

jca, vigentes desde 1930 S d', proteccl n a a ProdUCCión 10_, - e ISQJlnuyeron [os a 1espareJa y selectiva y c::. . rance es, aunque en fOl'llli'

1 . ' omo PDstenormente se ó [ be peso, la industria loe al d b' - f agreg a so revaluaci(1I1e ID en rentar la ca .l·na masa deproductos i,...,..._t d d . mpetencl8 avasallan te dI'

......por a CJs e precio ínf L f bano a toda la poblaciór:.. ue d uno. a le re especulativ:,

,q p ara efender el valor de su salario dehr:,

115

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1 ' "real" hubo un giro total respecto de las políticasa a economía , . fen las décadas anteriores. El valor asignado al mercado interno ll;

1 Y se reclamó prioridad para las actividades en las que ~lpais[as comparativas y podía competir en el mercado mundl~l.. ~l

dl' proteger la industria -a la que se achacó su falta de competinvi-n-emplazado por el del premio a la eficiencia, y fue. abandonada la

'llll' el crecimiento económico y el bienestar de la s?cledad se asocia­In industria. Se trataba de un cuestionamiento Similar al d~l resto1capitalista, pero la respuesta local fue mucho más destructiva que

tlva. f . 1trurcgía centrada en el fortalecimiento del sector manciero, a aper-,'mlcudamiento y -como se verá- el crecimiento de algunos .grupos'11 en distintas actividades, no benefició particularment~ a ninguno

acrumlessectores de la economía. Por el contrario, Mar~mez ~e Hoz, conflictos con todos, aunque no encontró ningun~ resls.tenCla~on­El sector agropecuario se encontraba en 1976 en situación óPtl~a:su formidable expansión productiva en momentos en que se abrían

uu-rcados, particularmente el de la Unión Soviét.ica, afe~ta~a por el1 cerealero norteamericano, al tiempo que el gobierno elírnínaba las

hmes a la exportación. Pero la sobrevaluación de; ~eso llevó a l~s pro­'1 una pérdida de ingresos y a una situación critica, que culminó en

II)H 1, Los ingresos del sector agropecuario pampeano, que en etapasm-s subsidiaban a la industria, en la ocasión se trasladaron al sector

I ' és de él a la compra de dólares o de artículos importados.i-ro y a trav d' ... d 1 debacle cambiaria los volvió a colocar en buenas con IC10-

" (1I,1l''I o a d' 1 s pro111 llloJificación de las condiciones en los merca os internaciona e -

MI crisis. d . fri 11"lt la pérdida de su tradicional protección, lain ustn~ s~ 10 a comp~-111 d(' los artículos importados, que se sumó al encareclml~nto del crédi­

I,t ~HJlresi6nde la mayoría de los mecanismos de p~omocl~n y la reduc­, dl,l poder adquisitivo de la población. El producto industrial cayó en los

'1111; cinco años alrededor c1e120%,y cambién la mano de ob.raocupada.11 has plnnrns fabriles cerraron y en conjunto el sector experimentó una

La economía real: destrucción y concentración

financiero, la deuda externa ocupó su lugar como mecanismo

217EL PROCESO, 1976-1983

El momento llegóa principios de 1980. Mientras la economía imdel rnercado finandero rodaba hacia la vorágine, la economía real nj"baoLas altas tasas de interés eran inconciliables con las tasas de benel 1,modoque ninguna actividad era rentable ni podía competir con la C:i(

ción. Todas las empresas tuvieron problemas, aumentaron las quiebr.«,acreedores financieros, que comenzaron a ver acumularse los créditosbrables, buscaron solucionar susproblemas captando más depósitos, (,1,do asíaún más la tasade interés, lo que ponía en evidencia las consecurde garantizar los depósitos ya la vez eliminar los controles a las instinn tifinancieras. En marzode 1980, finalmente, el Banco Central decidió 1111

bra del banco privado más grande y de otros tres importantes, que" 1111

eran cabezas de sendos grupos empresarios. Hubo una espectacular ce 111

bancaria, que el gobierno logró frenar a costa de asumir todos los pasivolos bancos quebrados, que en un año llegaron a representar la quinta Idel sistema financiero.

El problema financiero se agravó a lo largo de 1980, y.desde en 111111

hasta el fin del gobierno militar la crisis fue una constante. En marzo de l 'debía asumir el nuevo presidente, general Roberto Marcelo Viola. SI' \lumbraba que Martínez de Hoz dejaría el ministerio, y con él cesaría 111gencia de la "tablíta", prenunciada por una masiva emigración de divisn«,gobierno debió endeudarse para cubrir sus obligaciones -la deuda pühlhempezó a sumarse a la privada- y finalmente tuvo que abandonar la park]cambiaría sostenida. A lo largo de 1981, y ya con la nueva conducción ,"11nómica, el peso fue devaluado en un 400%, mientras la inflación recrudecl.lllegaba al 100% anual. La devaluación fue catastrófica para las empresas 1'11deudadas en dólares y el Estado, que ya había absorbido las pérdidas del sls!!ma bancario, terminó en 1982 nacionalizando la deuda privada de las empnsas, muchas de las cuales lospropios empresarios ya habían cubierto con sl"ldas de dólares no declaradas.

La era de la "plata dulce" terminaba; probablemente muchos de sus bcm­ficiarios no sufrieron las consecuencias del catastrófico final, pero la soclrdad toda debió cargar con las pérdidas. La suba de las tasas de interés ,'11Estados Unidos indicó la aparición de un fuerte competidor en la captaciúnde fondos financieros. En 1982. México anunció que no podía pagar su deuduexterna y declaró una moratoria. Fue la señal. Los créditos fáciles para III~

países latinoamericano s secortaron, mientras los intereses subían espectacu­larmente, y con ellos el monto de la deuda. En 1979, ésta era de 8.500 millo­nes de dólares; en 1981 superaba los 25 mil y a principios de 1984 los 45 mil.Los acreedores extemcs¡ come :112arOna imponer condiciones. Deshecho vi

BREVE I-IISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA216

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recesión hicieron descender dramáticamente tanto la ocupaciónalnrío real. En vísperas de dejar el poder, los gobernantes militaresexhibir en este campo ningún logra importante.I la burbuja financiera se derrumbó, quedó en evidencia que la prin­

de la brutal transformación había sido -junto con la deudauna fuerte concentración económica. A diferencia del anterior pro­

elmcentración, entre 1958y 1963, el principal papel no correspondió aextranjeras. No hubo en estos años nuevas instalaciones de irn­

y en cambio algunas grandes empresas se retiraron, y otras vendie­ucrivos, aunque se reservaron el papel de proveedoras de partes y de

1, como en el caso de algunas de lasfábricas de automotores. A dfe-,ll' veinte años atrás, el mercado interno, en franca contracción, resulta,

mente atractivo; por otra parte, para estas empresas cuya ventaja resi­la posibilidad de planificar su actividad a un plazo mediano o largo noImanejarse en forma eficiente en un medio altamente especulativo, enImi decisiones diarias significaban grandes ganancias o grandes pérdidas

los empresarios locales tenían ventaja. Lo cierto es que, junto conrrasnacionales, crecieron de modo espectacular unos cuantos grandeslocales, directamente ligados a un empresario o una familia empresarialIS, como Macri, Pérez Companc, Bulgheroni, Fortabat, o trasnacionales

l 1In fuerte base local como Bunge y Born o Techint, Así, el establishmentiico adquirió una fisonomía original.algunos casos esto fue el resultado de la concentración en una rama de

Idm:l,que coincidió con la reestructuración y racionalización de la pro,y el cierre de plantas ineficientes. Así ocurrió con el acero, .Y tam­

con los cigarrillos, una actividad donde tres empresas extranjeras reu­lI\ toda la actividad, Pero los casos más espectaculares fueron los de losunerados empresariales, que combinaron actividades industriales, de

Ido, comerciales y financieras, tanto por una estrategia de largo plazodlvcrsificación y reducción del riesgo Como -en el contexto fuertemente-ulativo- por la búsqueda de distintos negocios de rápido rendimiento.grupos que crecieron contaron habitualmente con un banco o una insti-1(111 financiera que les permitió manejarse en forma rápida e independ ien-1'11 el. sector donde, por unos años, se obtuvieran las mayores ganancias;) muchos de los grupos que hicieron del banco el centro de su actividaduirccieron luego de 1980.Sobrevivieron los que capitalizaron sus bene­

"'8 comprando empresas en dificultades. con las que constituyeron los con­uuerndos. Lo decisivo fue, sin embargo." establecer en torno de alguna de~empresas una relación ventajosa con e l Estado.

verdadera involución Lo más e 1d ' ' grave fue que a reestructuración ele 111 ,1'ad, en lugar de ,meJorar la eficienciasupuso, como planteó Jorge Kili.

verdadera regresión. los sectOresmás antiguos ' f" 1l' e me retentes, corno l'ye deconfecciones, fueron barridospor la corn tenci 1. 'pe encia, pero tamOllol1t~ron muy gol~eados aquellos nuevos, como el metalmecánico o el 1,1. ,ruco, que hablan progresado Ilotablemente E' n momentos en que ,'11campos se producía en el mundo un avance tecnológico notable, la 1~uerz:a la Argentina, que se había reducido en los veinte año.'1nares, V? VIOa ensanc~a:se de manera irreversible. Las ramas inJuNIIque crecieron y s~ benefICIaroncon la reestructuración fueron sobre 11111..que elaboraban bienes intermedios: celulosa siderurgia al "mi ól " urruruo, pct Hica, petr ea cemento qu 1 ', , ' ,e emp ean tntensamente recursos Ilallll-mlOeral de hierro, carbón, madera- y tienen un efecto dinamizador illlmucho menor que las anteriores. Las escasas empresas dedíc d'd el d 1 a as a esr;¡,~,11

VI a, es, suma a~ a as automotrices, se beneficiaron de los regímenes dt, Imocíon establecidos antes de 1975 y que el nuev g b'b' " ' o o ierno mantuvo, y 1,ién de una protección arancelaria ad hoc, en el caso del papel de diarilll'

los automotores. Proyectadas en un tiempo en q e ' , 1' u se SUpOl1laque e 1'1\ tmIento industrial se iba a profi dl , .d '" Un izar, estas empresas se encontraron lillll!as par la dimensión del mercad', 1o mtemo, y en muc lOScasos se con V i!'llt,Iten exportadoras.

Si bien el sector industrial perdió mucha mano de b l coní1 ' Ida ra, en e conjum.»a economla a esocupación fue escasa tal como la conduc ió '1' Ih bí 'd l ".' CI n rm 11:11a la requen o a mllllStro, Hubo transferencias de trab ' d 1. d l d aja ores, en a 1'11111"casos e as gran es empresas +con más posibill'dades' de red' "1 b 1 hací l ucir sus (0'11 ..a ora es- acra as medianas y p - de la í d ', 'h b h . equenas, y e a m ustria hacia los SI'I \'1CIOS. u o muc os trabajadores b'

, id d que cam iaron su empleo asalariado pUl l.aC~lvI a bPor cuenta propia. La mayor expansión se produjo en la consuu,clan y so re todo en las obrasp 'bl' l b'd u teas: e go lema se embarcó en UIl:!S,'I h: grandes proyectos, algunos relacionados con el Campeonato Mundinl ti,

Futbo,l y otros con ~l mejoramiento de la infraestructura urbana, corno 111autopistas ~e la Capíral, aprovechando los créditos externos baratos. EIl 11)pnmeros anos el gobierno, hizou........fu ' , ." . ..., es erzo Slstematlco para mantener los S:dilnos baJOS,pese a ,lae~casa deSocupación: hubo una fuerte caída del s:ll;¡r!1Ire~l y de la partlcl~aclón del in.greso personal en el producto, que pasó dt'l45 YcJ en 1974 al 25 YcJ en 1976, {:Jara subir al 390/ en 1980 P _1bi 70 , al entonces t'go terno permitió una rn_ayorlibe t d 1 b ' d ' ,dí , . . r a a os tra aja ores para pactar sus cuntetone-s, pero sin la presenCIa sindical lo que estimuló el a 1 Idíferen--: , , ' e umento le :tl,erenCtas entre actividades y e:.npresas. A partir de 1981 1 .',', l. ' ,'1, a CIISIS, ,1111 11

EL PROCESO, 1976,1983BREVE HISTDRIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA 219218

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La reducción de funciones de l Estado, su conversión en "subsidiario", 111uno de lospropósitos más firmemente proclamados por el ministro Mnn uude Hoz, recogiendo un argume:r:tto que circulaba con fuerza creciente CII 1, '1 l.,el mundo capitalista, donde est:aban en plena revisión los principios dellil'l"

Achicar el ESl:ado·y silenciar a la sociedad

y benefactor, constituido en la Argentina, sucesivamente, en1945. Tradicionalmente defendido por los sectores rurales, el libe­

nunca había encontrado eco ni entre los empresariosbeneficiarios del apoyo estatal- ni entre los militares, en quie-

mucho la impronta del estatismo y la autarquía. El ministro obtu­victoria argumentativa cuando logró ensamblar la prédi­

antisubversiva con el discurso contra el Estado, e incluso con­lcUIL"ULU. Un Estado fuerte y regido democráticamente resultaba

ISO instrumento si estaba, aunque fuera parcialmente, en manos depopulares, como lo mostraba la experiencia peronista¡ pero aun

mocrático, generaba inevitablemente relaciones espurias entre gru­y sindicatos, lo que por otra vía llevaba al mismo resulta­

historia de las últimas cuatro décadas ofrecía abundantes ejemplosargumento, que implícitamente terminaba encontrando la raíz dellos trabajadores -el gran obstáculo para lo que se estimaba un fun­

lento normal de la sociedad- en el desarrollo industrial, artificial y) por la sociedad a través del Estado. La panacea consistía en reern-

In dirección del Estado por la del mercado -automático, limpio, im­, que mediante la racional asignación de recursos, de acuerdo conia de cada uno, destruiría toda posibilidad de colusión entre cor­

cs. Paradójicamente, el ministro se propuso utilizar todo el poderIn para imponer por la fuerza la receta liberal y redimensionar al

mismo.buena parte de la política de Martínez de Hoz entre 1976 y 1981,Iel gobierno militar pudo operar Con escasas resistencias, tuvo como

1 desmontar los instrumentos de dirección, regulación y control deunía que se habían construido desde 1930: el control de cambios, laión del crédito y la tasa de interés, y la política arancelaria, Cuando

del ministro declinó, y el gobierno todo se vio sumido en unacorrespondíó a los acreedores externos la vigilancia v.presión sobre losrnos para que mantuvieran la política de apertura y liberalización. Co­

buena parte de los militares eran reacios a que el Estado se desprendieraempresas de servicios públicos o de aquellas otras ligadas con sus crite­

dl' autarquía, la política fue en ese terreno menos directa, combinandodescalíftcacíón genérica -se afirmaba que el Estado las administra iriefi­n-mente- con su deliberada corrupci6n y destrucción: los mejores cua­de su administración fueron alejados por los bajos sueldos, se toleró todoIde colusiones con los dirigentes sindicales, y las bajas tarifas que se esta-leron creman un desastre financiero, agravado posteriormente por la re-

En los años en queMartÍllez de Hoz condujo la economía, el bl[izó irriportan tes obras públicas -desde autopistas a una nueva CI.:IlIIlII

trica atómica- para las que contrató a empresas de construcción (l "

ni~ría~ Por otra parte, las empresas del Estado adoptaron como 1''''pnvatrzar parte de susactividades, <;ontratando con terceros el surnlnequipos -como con losteléfonos- O la realización de tareas, como h I~11las tareas de :xtracción, y entorno de esas actividades se constituveu '11nas de las mas poderosas enlpresas nuevas. Las empresas contratisra« 1

tado s~ benefici~~on primero con las condiciones pactadas y luegl' Imecanismo de ajustar los COstosal ritmo de la inflación que, dada 111tud de ésta y las dificultades del gobierno para cumplir puntualmen n: I 1

compromisos, terminaba significando un beneficio mayor aún que 1,1obra misma. Otras empresas aprovecharon los regímenes de promoch 111,

a~~que en gener:l se redujeron, continuaron existiendo para proyecto­ClftCOS,Esos reg.lmenes POSibilitaban importantes reducciones impu.,1tavales para créditos baratos, seguros de cambio para los créditos en dimono~o!ización del mercado interno, decisivo en el caso del papel dl' .ho surrurustro d~ e.nergía a bajo costo, muy importante para las accrfufábnc~ de.al~mtnlo. De ese modo muchos grupos empresarios, a mentid"expertencta Impo.rtante en el campo, podían constituir su capital COI\ 1mas aportes propios.

Esta política im~l~caba notables excepciones respecto de las polfrírusg~nerales. en beneficio de empresarios específicos, y era el resultado lIr 1

cídades también esp~cíficas ~~ra negociar con el Estado, obtener veruu]«los COnt~~tos,rnecarusmns adiCionales de promoción, concesiones en los 111 1dos por mayores costos", todo lo cual era el resultado de nuevas fnl'ltlll_colusión de intereses. Gracias a ellos, estos grupos pudieron crecer sil I Igas, al amparo del Estado, y en un contexto general de estancamiento. 1\.rnularon una fuerza tal, que en el futuro resultaría muy difícil revcnhc?n~iciones en que actuaban, y junto con los acreedores extranjeros Si' uvrrtte ron en los nuevos tutores del Estado.

niEL PROCESO, 1976-1983BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA220

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ilegal fue corroyendo y c~rro~pi~n~o. al conjunto de las insti­Estado y a su misma orgaruz.acicn jurídica.. estión oscura era dónde residía realmente el poder, puesra cu id '1' t a1 t adición política del país era fuertemente presi encta ISa, y

11 rde mando fue siempre uno de los principios de las Fuer_zasIn autoridad del presidente -al principio el pnmero entre sus ~a~es,

, . ltó diluida y sometida a permanente escrutiruo yslquiera eso- resu I 1por los jefes de las tres armas. ElEstatuto del Proceso y as ~c.tasuiles complementarias -que suprimieron el Congreso, ~~pUlalOn

rohibieron la actividad política- crearon la ]unt,a Militar, cony P ara designar al presidente y controlar una parte importante de,cr~ las atribuciones respectivas de una y otro no quedaron ,t?ta.l-I f ás bien el resultado del cambiante equilibrioHII, ..." ...o, y ueron m , .T. bién se creó la Comisión de Asesoramiento Legislativo, para. iam le d d que obede-1 r le es integrada por tres representantes e ca a arma, . ,

liS ~e ~usmandos, de modo que dicha comisión se convirtió en unaI nás de los acuerdos y confrontaciones. Cada uno = los cargos':11: desde gobernadores a intendentes, así como el manejo de las em~

~IdEstado y demás dependencias, fue objeto del reparto entre ~s ~u~r1uleues los ocupaban dependían de una doble c~de,na de man os. ~

~ I A de modo que el conjunto pudo asimilarse a la anarquiay l e su rma, l duntes que a un Estado cohesionado en torno de po ero .'misma anarquía existió respecto de las normas leg,al~s quet ,~!OPl~

d b Como demostró Enrique Groisman, existió con USIn sonu se a a. d lamentosnaturaleza -se mezclaron sin criterio leyes, ecretos y.reg, ,-,qulÓn las dictaba y sobre su alcance. Hubo una notona retlce.ncla a11'11' sus fundamentos, y en ocasiones hasta se mantuvo en ~ecleto sul:xistencia. Se prefirieron las normas legales omnicompre~sLv~~, y ha­

lmcnte se otorgaron facultades amplias a los órganos de ap~caclOn" pe­mris se toleró su permanente violación o inc~~~lt~le~to. ontamm:~

rur l!1 Estado terrorista clandestino, todo el edificio JundLcohdbelal~e?u, d 1 ue prácticamente no LL o Imitesresultó aSI afecta o, a punto q d '

. l ei , d 1 de que funcionó como potesta ornru-Ilativos para e eJerCICIO e po r, ,., 'bl'.dll del robernante, La corrupción se extendió a la administración pu ica,

g dos los rnei elementos: los criterios de arbitrarie-II que fueron aparta os os mejores id1', .. . sumidos por los funcionarios inferiores, converti os en peque-ucron as in catoacid d .. trolar.11 uurócratas sin control, y a la vez S111 capacI a ~a[,acon . , d _

F" suma la Reorganización no se [imit ó a supnrrur los ,me~aI1l~mos .e1I nír:klls< ~(.lnstitllcion¡tlcs o n alterar pro-fundamente las mstuuciones re-

currencia sistemática a créditos externos. La llamada privatizadollca, realizada sin control ni reglllaciónalguna, permitió crecer a SIII'

competidores privados -C011 frecuencia sus directivos eran pucsru- I1Ide lasempresas públicas- y capacitarlos en un negocio en el cunl l.iestatal les transfería Sularga experiencia. Así las empresas de serv le I,,_entonces relativamente eficientes, se deterioraron, se endeudaron ~ron para hacer crecer a las Contratistas privadas, mientras que por 1'1, •el Estado se hacía cargo de infinidad de empresas y bancos qUl'h"ul.obra de su política económica,

Se trataba de una manera parado] ica de achicar el Estado. El 11

liberalizador ejerció una verdadera dictadura sobre la economía, ce "11

con una unidad de criterio que contrastaba con la anárquica fragllH'l1Idel poder militar. La libertad demercado se construía por la fuerza, y 1,lencia era la ultima ratio. Pero si ése era el verdadero objetivo, los rVHllhfueron no sólo magros sino hasta exactamente contrarios. Antes que 1",1lar la eficiencia, el Estado premió a los que sabían obtener de él dl","tipos de prebendas, por mecanismos no demasiado diferentes de los iflhabía criticado, aunque naturalmente el actor sindical había sido elhuhNi siquiera mejoró la eficiencia del Estado en el campo que le era inu (11

e intransferible: la recaudación y asignación de recursos fiscales. P(,Ii!' '.proclamada aspiración a lograr el equilibrio presupuestario, central d,la perspectíva adoptada para Contener la inflación, el gasto público cn-r 1,1forma sostenida, alimentado primero Con la emisión y luego con el end"",miento externo. Una parte importante tuvo como beneficiario direcu , IIFuerzas Armadas, que se reequiparon con vistas al conflicto con Chlh- 1"mero y con Gran Bretai'ia por las Malvinas después, y otra también CllIWI,

rabIe Se destinó a programas de obras públicas de dimensión faraónica, 1,espacios para las negociaciones espurias se multiplicaron debido a qlll'tres Fuerzas Armadas se repartieron prolijamente la administración del ji.,IIdo y la ejecución de las obras públicas, multiplicando las demandas de n'llllsos. Se gastaba por varias ventanillas a la vez, sin coordinación entre 1'11 "+un aspecto más de la falta de unidad de conducción política-, lo que SI"'I"

do a la inflación, que tornaba imprevisible lo que efectivamente cada 1111.1

recibirfa, hizo borrosa la misma existencia de un presupuesto del Estadl).El Estado se vio afectado de forma más profunda aún. El llamado Pn ¡('l"'I'

de Reorganización Nacional supuso la coexistencia de un Estado terrorlNl1Iclandestino, encargado de la repIesión, y otro visible, sujeto a normas, l'SIII

blectdas por las propias autoridades revolucionarias pero que sometían HII~

acciones auna cierta jurid icidad. En la práctica, esta distinción no se 111<11)111

BREVE HISTORIACDNTEMPORÁNEA DELA ARGENTINAEL PROCESO, 1976,1983

• 11., ...

Page 111: Romero - Breve Historia Contemporánea

con Chile, que preludió la guerra deMalvinas, también promovidaCuando pasó a retiro, Massera montó una fundación de estu­

kas, un diario propio, un centro de promoción internacional enpartido -de la democracia socia 1- yhasta un fantástico staff integra­iembros de las organizaciones armadas secuestrados en la Escueladey que, en lugar de ser ejecutados, accedían a colaborar en los pro­

rlllíticos del almirante.a era sin duda mucho más compleja, pero poco manifiesta. El grupoy Viola fue avanzando gradualmente en el control del poder, pero

de 1978Massera se anotó un triunfo cuando logró que se separaranIones de presidente de la Nación y de comandante en jefe del Ejérci­a que Vide la fue confirmado como presidente hasta 1981 y Viola locorno jefe del Ejército. El desplazamiento de Menéndez fue un triun­

de Videla, aunque poco después Viola pasó a reti.ro y lo reern-en el mando del Ejército el general leopoldo Fortunato Galtieri. Enhre de 1980 Vide la pudo imponer en la Junta de Comandantes la'Ión de Viola como su sucesor, pero a costa de una compleja negocia-

'IIIC auguró el prolongado jaqueo a que sería sometido el segundo presi­lid Proceso.suma, podría decirse que la política de orden empezó fracasando conipias Fuerzas Armadas, pues la corporación militar se comportó deindisciplinada y facciosa, y poco hizo para mantener el orden que

misma pretendía imponer a la sociedad. A pesar de eso, durante cincolograron asegurar una paz relativa, como la de los sepulcros, debido alisa capacidad de respuesta del conjunto de la sociedad, en parte gal­o amenazada por la represión y en parte dispuesta a tolerar mucho de

,hlcrno que, luego del caos, aseguraba un orden mínimo. Sólo hacia elli,,1 período de Videla, estimulados por el descontento que generó laeconómica, así como por las crecientes dificultades que encontraba

ihlcrno militar y sus fuertes disensiones intestinas, las voces de protes­llIllavfa tímidas y confusas, comenzaron. a elevarse.1:~latransición del silencio a la palabra varió según los casos. Los empre­'s apoyaron al Proceso desde el comienzo, pero a la distancia. Pese a las-ldcncías generales -sobre todo en lo relativo a la política laboral- ha­

dl'Nconfianzas recíprocas: los militares atribuían a los empresarios partela responsabilidad del caos social que se habían propuesto modificar, y''', por su parte, divididos en sus intereses, no eran capaces de formularI1uciones o reclamos claros y homogéne os. Aquellos empresarios especí- .Il'IlI'C beneficiados ruduvfn no constituían un grupo orgánico, instiru-

publican as, como había ocurridocon los regímenes militares anteriou­de dentro mismo se realizó unaverdadera revolución contra el Esnu]n,tanda la posibilidad de ejercer incluso aquellas funciones de regulmcontrol que, según las concepciones liberales, le eran propias.

La fragmentación del poder, las tendencias centrífugas y la ,111111

derivaban de la escrupulosa divisióndel poder entre las tres fuerzas, 111to de no existir una instancia superior a ellas que dirimiera los coullnpero también de la existencia dedefinidas facciones en el propio Ej"'1donde con la represión surgieron verdaderos señores de la guerra, quno reconocían autoridad sobre sí. En tomo de los generales Vide la y-su segundo en el Ejércitc--, seconstituyó la facción más fuerte, IX""distaba de ser dominante. Estosjefes respaldaban a Martínez de Hoz 1

criticado por los militares más nacionalistas, que abundaban entre Itllo I

dros jóvenes- pero reconocían la necesidad de encontrar en el futuro ,1

na salida política; mantenían comunicación con los dirigentes de los 1"dos políticos, que se ilusionaban creyendo ver en ellos al sector más 1'1zadoy hasta progresista de los militares, quizá porque reconocían la necv«de' regular de alguna manera la represión.

Otro grupo, cuyas figuras más preeminentes eran los generales LlIlBenjamín Menéndez y Carlos Suárez Mason, comandantes de los cucrj H'Ejército III y 1, con sede en Córdoba y Buenos Aires, a los que se asad" ',1general Ramón]. Carnps, jefe de la Policía de la Provincia de Buenos Al, ••figura clave en la represión, afirmaban que la dictadura debía contimuudie, y que la represión -que ejecutaban de manera especialmente sanguhría- debía llevarse hasta ~usúltirnas consecuencias. En conflicto perrn.uu-rcon el comando del arma -con Videla y sobre todo con Viola- Menén.k­insubordinó de hecho varias veces -en ocasión del conflicto con Chih-1978 estuvo a punto de iniciar la guerra por su cuenta- yen forma explf 11una vez, en 1979,que forzó su.retiro.

El tercer grupo lo constituyó la Marina de Guerra, firmemente dirl)lldpor ~u comandante Emilio Massera, quien confiando en sus talentos I1tlll'lcos se propuso encontrar una salida que legitimara popularmente al Pr\1l'j .1ya la vez lo llevara a él mismo al poder. Massera --que desde la Escucln .1.Mecánica de la Armada ejecutó Una parte importante de la represión y n"Il,1sus méritos en esa tenebrosa com petencia- desarrolló siempre un juego 1""pio; jaq ueó a Videla, para acotar Su poder, y tomó distancia de Martfncz 01,Hoz. Se preocupó por encontrar banderas para lograr alguna adhesión P'II"'lar al gobierno: el Campeonato .tv1undial de Fútbol-disputado en el p:lrH \'11

1978,y cuyaorganización fue pre esidida por el almirante Lacoste- y lucw II1

nsEL PROCESO, 1976·1983BREVE HISTORIA CO~TEMPORÁNEADE LA ARGENTINA224

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inles se hicieron más frecuentes e intensas; el30 de marzo de 198~onvocó, por primera vez desde 1975,a una movilización en la Plal~), que el gobierno reprimió con violencia: hubo 2 mil detenidos enAires y un muerto en Mendoza.ilén la Iglesia modificó su comportamiento a medida que el régimenempezaba a dar muestras de debilidad, Inicialmente tuvo una actitudlente, y a la vez el gobierno estableció una asociación muy estrechaobispos, asegurándoles importantes ventajas personales. La jerarquía(ca -con algunas conspicuas excepciones, como el obispo de La Río­lellí, probablemente asesinado- aprobó la asociación que en sus ex­

l:S públicas los militares hacían entre terrorismo de Estado y virtudesIS, calló cualquier crítica, justificó de manera poco velada la llamadauclón de la subversi6n atea, y hasta toleró que algunos de sus rniem­

pnrrtciparan directamente en ella, según denunció y probó la CONADEP.progresivamente esta respuesta inicial, que revelaba el triunfo del sec­.ul más tradicional, fue dejando paso a otra más elaborada, influida porración conservadora impuesta a la Iglesia romana por el nuevo papa

Pablo Il. Revisando sus anteriores posiciones, que habían alentado el,110 de los sectores progresistas y particularmente de los tercermundis­

In Iglesia se propuso renunciar a la injerencia directa en las cuestiones's o políticas y consagrarse a evangelizar y volver a sacralizar una socíe­

que se había tornado excesivamente laica. En 1979 el Arzobispado cons­el equipo de pastoral social, para reconstruir el vínculo entre Iglesia yadores, siguiendo el ejemplo del sindicato polaco Solidaridad, y estre­

relaciones con sindicalistas como Ubaldini. También se ocupó de losu-s, para captar y organizar los brotes de nueva religiosidad, manifiestos

1111'1 concurridas peregrinaciones a pie a Luján, y llenar el lugar vacante poriparición de los activistas que tan intensamente lo habían ocupado en 1

III)OS anteriores. Las preocupaciones por las cuestiones morales o por la I

ja se extendían hacia los derechos de las personas,' desde la vida hasta el {\IjO, Ytambién por las políticas: el documento "Iglesia y comunidad na- ~uil", de 1981, afirmó los principios republicanos, indicó la opción de la, 11 por la democracia, su apartamiento del régimen militar y su vincula-1 con los crecientes reclamos de la sociedad. .El más' notable de ellos fue el de los derechos humanos. En medio de loterrible de la represión, un grupo de madres de desaparecidos -forma con

qlle comenzó a denominarse a las víctimas del terrorismo de Estado- em­a reunirse todas las semanas en la Pla za de Mayo, marchando con la

ll'Za cubierta por IIn pañuelo blanco, reclamando por la aparición de sus

cio~alilado y con voz propia. Lasvoces corporativas -la Sociedad HIIIUnión lndustrial- criticaban aspectosespecíficos de las políticas el'l"ca~ que los afectaban, y algunosgenerales como la elevada inflaclúu,ma; alláde eso carecían de unidady fuerza para presionar corporativa"y solo empezaron a hacerlo cuandoel régimen militar di'o a la "d bilíd ' vez, SI!!I..~ liad y de disposición a la apertura. El general Viola, buscando 11

distancia de la política de Martínez de Hoz, convocó especfficarncnn- .1voceros de los grandes sectores empresariosy los integró en su gabincr.la participaci6n conclu~ó, con sucaída, y desde entonces los emprl'/':IImuy golpe~dos por la CriSIS, fueron integrando con creciente entu:¡Í;l1iI1I11frente Opositor.

•. El movimiento sindical recibió duros golpes. La represi6n afectó a I(I'¡tstas ~e base ya muchos dirigentes de primer nivel, que fueron encaro-hu

La~ princlpales fá~ricas fueron .ocupadas militarmente, hubo "listas nq:.ala mantener alejados a los,activistas, y control ideológico para los aspinue~pl~o. La CGT y la mayona de losgrandes sindicatos fueron interven ¡lit. ,upnmleron el derecho de huelga y las negociaciones colectivas y los ~lJldj,tos fueron separados del manejo de las obras sociales. Privados casi de (11111

;(' nes, reducidos c?mo c~nsecuenc.ia de los cambios en el empleo, que IIIt I

" sobre tod~ a los industriales, los sIndicatos hicieron oír poco su voz.r+-+""'<' ~~,gobledrno mantuvo una mínima comunicación con los sindicnlhl

SI Im,ita a a la conformación de la delegación que anualmente dI 1c~ncurnr a la asamblea, ~e la Organización Internacional del Trabuj IGme~ra. Esto les p.ermltl6 una cierta actividad y algún espacio paru I

n~nclar en el extenor la~ duras condiciones de los trabajadores y, pOI I

via, para plantear al gobierno Cuestiones acerca de salarios 'h 1 '" , convcn I(I~ ,ue ~as. Los s.mdlcallstas se agruParon, de manera cambiante, en dos 11'11

~en~las: los,dlalogUlstas y los COlnbativos. En abril de 1979, cuando 1"1,~reslón habla menguado algo, los combativos realizaron un paro gencrul .lfrotes.ta, que los dialoguistas no acataron, y que concluyó con una 1'111'11

[~presI6n y prisión para la mayoría de los dirigentes que lo encabezan 111, \

I I,nes de 1980, los dirigenres más Combativos reconstituyeron la ccr y 1'11~Ler~nd~omo sSecreltaUrbLogleneral a Un miembro poco conocido de un peqlllno sin .Icato: aú a dini. En 1981, aprovechando la mayor tolcnuu 11¡del gobierno, la COT realizó una nueva huelga general con ca I. , , nseCUC11I'11

2~¡[ar~s a la de 1979, yen el mes de noviembre una marcha obrera h;llliliglesia de,S~ Cayetano -patrono de los desocupados-, reclamando "pilll,

faz y trabaJo. Por entonces, sus quejas se unían a las de otros secrun«(amo los estudiantes o algunos grupos de empresarios regionales. Las IIth,1 '

227EL PROCESO, 1976·1983BREVE HJSTORIA.COI~TEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA226

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1980 los dirigentes del Proceso discutían la cuestión de la salida polí-Ll'S preocupaba la crisis económica, el aislamiento, Laadversa opinión

ional-en la que pesaban cada vezmás los reclamos por los derechosque el gobierno intentaba minimizar tachándolos de "campaña

"_, y sobre todo los enfrentamientos intestinos, que a la vezhan los acuerdos necesarios para la salida buscada. Las disidencias semanifestado públicamente con la designación de Viola -a la que se

la Marina-, se agudizaron en el largo período que medió hasta su asun-en marzo de 1981, y maduraron cuando fue evidente la decisión. delI presidente de modificar el rumbo de la política económica.Ila procuró aliviar la situación de los empresarios locales, golpeados

111 crisis financiera y la violenta devaluación de la moneda -el Estado secargo de parte de sus deudas- y a la vez trató de concertar la política

lea, incorporándolos al gabinete. Tomó contacto con distintos poll­los "amigos" del Proceso- y discutió con ellos las alternativas para unaunl y lejana transición, pero no logró organizar ningún apoyo consis­ni tampoco atenuar la crisis económica desencadenada por la violentaunción del peso y la acelerada inflación. Lo hostigaban los sectores que1\ rodeado a Martínez de Hoz, y distintos grupos militares lo acusaban

"'Ita de firmeza en la conducción. A fines de 1981, una enfermedad dedio la ocasión para su derrocamiento y reemplazo por el general Lea­I Fortunato Galtieri, que retuvo su cargo de comandante en jefe delito, modificando así la precaria insti tucionalidad que los mismos jefes

limes habían establecido.( lalrieri, un general que a diferencia de Viola era poco ducho en política, se

I'Ócomo el salvador del Proceso, eldirigente vigoroso capaz de conducir-11 una victoria que por entonces parec[a remota. En la formación de esa

-n había sido decisiva su reciente estancia en Estados Unidos, donde fuehuuncnte cultivado por miembros de la administración de Reagan -que en1lmhfa sucedido a Carter-, preocupados por encontrar aLiadosparasu corn­, política exterior. Galtieri se manifestó dispuesto a alinear categórica­lit' :11país con Estados Unidos, y a apoyarlo en la guerra encubierta que,ha en América Cenrrnl. El pafs contribuyó por entonces con asesores y

La guerra de Malvinas y la crisisdel régimen militar

de derechos humanos- fueron formando un corO que a princi-1982 era difícil de ignorar.

hijos. Al pedir cuentas, combinando lo dolorosamente testimonial t

ético, en .nombre de principios como la maternidad, que los milluupodían cuestionar ni englobaren la "subversión", atacaron el centrodel discurso represivo y empezarona conmover la indiferencia de 101dad. Pronto, las Madres de PlazadeMayo -víctimas ellas mismas de la Isión-se convirtieron en la referenciade un movimiento cada vez 111 hplio )'fueron instalando una discusiónpública, fortalecida desde el l' Ipor laprensa, los gobiernos y lasorganizaciones defensoras de los dl'lIlhumanos, Desde fines de 1981 losmilitares se vieron obligados a dar:respuesta a un tema que pretendían archivar sin discusión, y aunque enral coincidieron en que la cuestión debía darse por concluida, mosudiferencias y contradicciones queagudizaron sus anteriores disensiones ypliaron un poco más la brecha por la que la opinión pública, largaracallada, comenzaba a reaparecer.

Este clima empezó a insuflar algode vida a los partidos políticos, a losqlrégimen militar había prohibido el funcionamiento público. La veda plllhimpuesta en 1976, congeló la actividad partidaria y a la vez prorrogó lar.Igencias que, carentes de impulsos vitales, tuvieron una actitud escas.uiucrítica. La prohibición política terminó de hecho en 1981. Los disperse»pos de derecha fueron convocados para constituir una fuerza política ofictulpor el propio gobierno, que ensayó su apertura política, mientras peronlstnradicales entablaban conversaciones con otros partidos menores que culmuron, a mediados de 1981, con la Constitución de la Multipartidaria, inl'l'ltl,por el radicalismo, el peronismo, y otros partidos: el desarrollismo, la den« 11

cia cristiana y los intransigentes. Esta organización no tenía mayor vil':dhque la escasa de los partidos que la integraban. Se trataba de organizachanquilosadas y escasamente representativas, cuyos dirigentes eran los rniMlIlIde 1975. Ricardo Balbín, el veterano político radical que animó este inu-utmurió en 1981 -su entierro convocó la primera gran manifestación callejera¡esos años-, poniendo más en evidencia la vacancia de dirección del incipk-iumovimiento. Los partidos se comprometían a no colaborar con el gobien 11 I !una salida electoral condicionada ni a aceptar una democracia sometida I1

tutela militar. Se trataba de un aCUerdo mínimo, revelador de las dificult 111 1,para pl.antear alternativas políticas que movilizaran la opinión. Pero tall\hlt 11ellos, progresivamente, fueron elevando su tono, se reclamaron los únici ).~dtpositar íos de la legitimidad política, e incorporaron las protestas de empn'l,1Irios y sindicalistas o las vinculadas Con los derechos humanos, aunque cuiduudo de dejar abierta la puerta para 'Llna salida concertada. ] unto con las 111111

voces -sindicalistas, empresarios, es tudiantes, religiosos, intelectuales, y sllllll

229EL PROCESO, 1916-1983BREVE HISTORIA Co.WEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA228

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puedan dispuestos a dirimir la cuesti~n ~~r las armas cua~do, casi ~nminuto, decidieron aceptar la rnedación del Papa, por intermedio1Sarnoré. A fines de 1980, el Vaticano comunicó reservadamen-

'puesta, que en lo sustantivo mantenía lo establecido en el laudo, yel, argentino -imposibilitado tanto de rechazarla com_ode ac~~tar­por dilatar la respuesta y retomar la situación de activa hostilidad

l'n~onces había cobrado forma definida entre los militares y sus al~i­corriente de opinión belicista, que arraigaba en una veta del.n~Clo­\ argentino y se alimentaba con vigorosos.sent~mie~tos.cha~vmLstas.fantasías largamente acuñadas en el imaginano hL:tónco, de. la-la "patria grande", los "despojos" de los que el pais habla sido

_ se sumaban a la nueva fantasía de "entrar en el Primer Mundo"una política exterior "fuerte", Todo ello se sumaba al ya tradicional

ismo militar y a la ingenuidad de sus estrategas, ignorantes de los da­nu\s elementales de la política internacional. La agresión a Chile, bl~,

por la mediación papal, fue desplazada hacia Gran Bretaña~ el trad~­imperio, que se suponía viejo y achacoso. Ya en 197?, la Man~a habla

cndo la propuesta de ocupar las islas, vetada por Vídela .y VIOla, qu.e')apenas Galtieri asumió la presidencia, La idea era sencilla y atraen-

l.ucgo del golpe de mano, que presentaba pocas dificultades, se contaba,_1 apoyo norteamericano y la reluctante reacción de Gran ~retaña, que[mente admitiría la ocupación, a cambio de todas las concesiones y ca m­""dones necesarias. En ninguna de las hipótesis entraba la posibilidad de

J.tllcrra. 1111 2 de abril de 1982, las Fuerzas Armadas desembarcaron y ocup.a~o~ asinas, luego de vencer la débil resistencia de las esca~as tropas británicas.

lu-cho sorprendente para casi todos, suscitó un amplio apoyo: la gente se111', es'pontáneamente en la Plaza de Mayo, y volvió a hacerlo, en formaitudinaria, allí y en las capitales provinciales, cuando fue convocada, ~ala después, en ocasión de la visita del secretario de Es~ado l:~rteamenca,

1Alexander Haigh. Ese día el presidente Gal tieri tuvo la satisfacción de ar:ngar1u multitud desde el histórico balcón. Todas las instituciones de la socl:da?uh-ctividades extranjeras, clubes deportivas, asociaciones cultural~~ sindi­I1St partidos políticos- manifestaron suadhesión sin ~eserva. Los dlr~~entes

I"tlrlicos viajaron, junto con los jefes militares, p~ra aSl~tIr: la aSU?ClOndel'''U'VIl gobernador militar de las islas, general Mano Benjamín Menende~, y a111 Imposición de su nuevo nombre a sucapital, Puerto ~tan.ley, rebauttza~~~ IIII,H) Puerto Argentino. Los dirigentes dela CGT, que hablan Sidofuertemente

231EL PROCESO, 1976.1983

arrnamenrros y obtuvo deEstados Unidos, junto con una cálida adhesión I.11.a1,el levantamiento delas sanciones que la administración anterk 11

'impuesto al país por lasviolaciones a los derechos humanos. Probabh-rfue allí cuando Galtieri concibió su destino de conductor de la Argeru iI111cia el mundo de las grandespotencias, el Primer Mundo, donde el país _ 1111gido porsu poderoso aliado- podría jugar el juego de los grandes.

Designado presidente, Galtieri se lanzó a la política activa e intento,rma más enérgica y personal queViola, armar un movimiento en el 11111

"amigos políticos" sustentaran supropio liderazgo, mientras anunciaba vmente, sin fechas ni plazosprecisos, la futura institucionalización" Enc: 111'1\conducción de la economía a Roberto Alernann, destacado economlsruestablishment, quien rodeado de buena parte del equipo de Martínez lk 1retornó a la senda inicial, y de acuerdo con las nuevas circunstacias CI"\'11I

por la crisis y la deuda, definió sus prioridades en torno de "la desinfln.[sic), la desregulación y la desestatización", En lo inmediato, la recesiónagudizó, y con ella las protestas de sindicatos y empresarios; para el 1111

plazo, anunció un plan de privatizaciones, particularmente del subsuelo, 11"uscitó resistencias incluso en sectores del gobierno. Así, el ímpetu de ( i 11

. tieri chocó pronto con resistencias cada vez más enconadas, con voces ('1101

vez más altisonantes, y hasta con movilizaciones callejeras, como la lanzml ..por la COT el30 de marzo de 1982,

Fue en ese contexto cuando se concibió y lanzó el plan de ocupar las bh.Malvinas, que aparecía como la solución para los muchos problemas del 11'1ierno. La Argentina reclamaba infructuosamente a Inglaterra esas islas lbdl

1833, cuando fueron ocupadas por los británicos. En 1965 lasNaciones Unhluhabían dispuesto que ambos países debían negociar sus diferencias, pero 1IIbritánicos poco habían hecho para avanzar en el sentido de los reclamos arM\'11tinos, coincidentes con las tendencias generales del mundo hacia la descol. 1111

zación. Existía, pues, un reclamo nacional unánime en su fondo, aunque no ('11

las formas y medios para lograrlo. Desde la perspectiva de los militares, 111111

acción militar que condujera a la recuperación de las islas permitiría unificar 11

las Fuerzas Armadas trasunobjetiva común y ganar, de un golpe, la cuestioi \:1

\ da legitimidad ante una Sociedad visiblemente disconforme.Una acción militar tendría una segunda ventaja: posibilitaría enconrnu

una salida al atolladero que había creado la cuestión con Chile por el c:1I1¡,1Idel Beagle .En 1971, lospresidentes Lanusse y Allende habían acordado SOIlIl'

ter a arbitraje la cuestión de la poses ión de' tres islotes que dominan el paso Pllj

aquel canal, que une losoc.éanos At:lántico y Pacífico. En 1977, el laudo nrhl.trallas otorgó a Chile, y el gobiert:1o argentino lo rechazó. En 1978, arnlu 111

BREVE HISTOIUA CO~rEMPoRÁNEA DELA ARGENTINA230

Page 115: Romero - Breve Historia Contemporánea

11la cuestión se resolvería por mediode una negociación, de modoinglesa no sólo resultó inesperada sino improcedente. Esta,

lli, por medio del general Haigh, secretario de Estado, trató de en-una salida negociada y una fónnula transaccionaL Propuso una reti­ítur argentina y una administración tripartita conjunta con Estadosque permitiera restablecer las negociaciones. Ambas condiciones

para el gobierno argentino sise le agregaba el compromiso aI de reconocimiento británico de lasoberanía sobre las islas -cosahie para los británícos-, pues el gobierno militar, dispuesto a transaríer otro tema, no podía aparecer resignando aquello que había pro'como su objetivo fundamental. Sólo así la operación podía ser pre­corno una victoria ante la sociedad y ante la multitud que se reuniría

rlllzal cuya magia ya habían experimentado los militares. En los térrni­que ellos mismos habían planteado laoperación, cualquier otro resul­uivalía a una derrota. Así, los gobernantes argentinos quedaron apre­

por la movilización patriótica que ellos mismos habían lanzado, y losrruJcntes debieron ceder ante las voces de los más exaltados.

iendo un objetivo imposible, el gobierno argentino fue víctima deamiento diplomático creciente, que resultaba agravado por sus anti­

pecados, pues quienes le habían reprochado las violaciones a los dere­humanos consideraron, con razón, que esta aventura bélica, si resultaba

significaría convalidar todo su desempeño anterior. El envío desindicalistas y políticos al exterior para explicar la posición ar-

lila no sirvió para modificar esto, y en muchos casos le dio a sus oposito-111 tribuna donde, defendiendo los intereses nacionales, hacían conocer

crfricas al gobierno.El gobierno militar había intentado presionar a Estados Unidos utilizan­h IS mecanismos de la Organización de Estados Americanos, y sobre todoTratado Interamericano de Asistencia Recíproca, que anteriormente Esta­Unidos había empleado para alinear tras de sí a sus vecinos en sus con­lli contra el Eje o contra Cuba. Los países latinoamericanos mantuvie­KIIrespaldo a la Argentina, pero la resolución que votaron a fines de abrillo suficientemente amplia y general como para no implicar un compro-

¡!lO militar. Luego de un mes de intentar infructuosamente convencer a lalIa Militar, y en momentos en que empezaba el ataque británico a las islas,Iudos Unidos abandonó su mediación; el Senado votó sanciones econórni­n la Argentina y ofreció a Gran Bretaña apoyo logístico. Cada vez más

111110, el gobierno argentino buscó aliados imposibles -los países del TercerMllndn, la Unión Soviéricn y husr» Cuba- que lo alejaban definitivamente

reprimidos apenas tresdías atrás tratar d '. .ción de un eventual apoyo I obí on e dIferenciar su adhesi(1I1I

a go lema pero est d' . "explicar. Elgobierno '1' h b' ~ a . Ist.mclOn no l'liImiitar a la obtenIdo u b l' .tificarse con una reivind' ací de Ía sor-í na ca a Vlctona políriril,ll. ICc: Ion e a sociedad .' bsentimiento alimentad d' , que arraiga a en un 1'1'

" ' e O por una tra icíonal c Ir l' , ,antlLmperialista que yaparecí hí d u ura po inca naclIlllIl11. ' laare iva a pero ',.bién había captado lase '1 resurgto vigorosameru¡

, rormas puen es y su rfici Ise manifestaban el tor h " pe icia es en .que esos seruhn, pe C aUVll11Smocon 1 btriunfalismo y el belicismo ac " ti que se mezc a a, así corno I Idi , ntlco - ue sorprende ' .le discutiera la licitud d I di nte que practlGlIllt'll1I

, e os me lOS- revelador d desíconvicciones políticas que otrora habtan sid ' e, una esmregm, 1, litciedad que había festeJ'adoel tri e . o mas sólidas y profuod.«, I ,F ' b 1 f1unlOargentmo en el C Mut o ahora se alegraba de habe d ampeonaro 111hilo". rgana o una batalla y c 1 . ,

era se disponía a avanzar si era '1" on a misma Inl:lllIl'1' ,necesano 'iacia una g e S" {' Imi Itares habrían saldado s s d dI' u rra. I trtun '¡¡ 1:111e U eu as con ' d d 1 I 'una mayor libertad para que se a socie a ,a so o precio de Ct )111

b expresaran voces no' dargo, cuando se apartaban del lih f , 1 regimenra as, que Slll,d I reto o ICIa -por e' 1 1ano de la política ecol'Ó ' lib 1 I jernp o rec amando cl n], mica I era y a ad ió d "rra"- eran fácilmente d t d OpCI n e una economrn dt'escar a as.

La reacción fue sorprendentemente d .cífístas perdieron la discus'ón 'r . lila en Gran Bretaña, donde 1111,1

I Y tnunraron los se t áencabezados por la prirn.era m ini M c ores m s conserv: u1,.,. , I Istra argarer Th 1 1 'mt1ltares aspiraba a utí]¡ '. ate rer, que a Igual qlll l.

Izar una victona militar oa Iidarse tmente. De inmediato se al' tó fu para canso I arse Inrl'l!ld . IS una erza naval de ' . ,os portaavIones y contingentes 1 d ImportancIa, que IIH 11

de Tareas se había reunido Ia iPlarAae e~embarcoj el17 de abril la hll"len a is a scenston en 1A lán . " ,

marcha hacia las Malvinas' en to de las t ' e t tICO,e II1ICI:dllll'sión, dentro de la cual se arscarr rno el as ~slasse declaró una zona de cxt lu

Gran Bretaña obtuvo ráPidam~~~u~aqU;~~fu.erzaenemiga,pea, que se sumó a lassanciones ec ó • so 1, andad de la Comunidad EIII ..

y el apoyo del Consejo de Seguri~~ ~Icfs ~pu~stas por ~lCommonwl';dtl,resolución declarando a la A g t· a e, ,as aciones Unidas, que votó 1111 1h r en tna nación agres bl' dostilidades y al retiro de las tro El d ora y o igan o al cese dl,l¡,británicos apenas era con.trapesad paso 1fa. eroso b~oque que apoyaba ;1 1.1darlo en lo declarativo pe d o por e a.tmoamencano, ampliamente SI 111ro e pOC:opeso mílír dí 'la Unión Soviética y poz- la acrin rd latí ar, por una isranre simparü, d.

e L....... re anvarnenn, id: d .norteamericano, que intentaba medo equi rstante el gObll'l'Ill1S· aldos consí lar entre sus dos aliados.

111 re sp os consiste ntes yaQn ígnora d1 ' l' ' n o sus reglas el bi 'l'se anzo a Juegogrande el -el Primer- M . . e, go lema In111111

undo, suponiendo que, luego del hecllll

EL PROCESO, 1976·1983BREVE HISTORIA CONTEMPOR ', ANEA DE LA ARGENTINA m

232

Page 116: Romero - Breve Historia Contemporánea

Ita agudizó la crisis del régimen militar, planteada desde el.d.escalabroicro de 1981, e hizo públicos los conflictos hasta entonces dLsLn:ula,dos., de la responsabilidad de la derrota -que unos a otros se atribuían­

rlvió provisionalmente achacándola a los jefes operativos, aunque luegoIna la luz fallas más sustanciales, que involucraban a los altos mandos;

mente el informe de una comisión investigadora, presidida por un gene-I1\lIyprestigíoso, responsabilizó a la propia Junta Militar y la llevó a un111 que, posteriormente, concluyó en la condena a los comandantes. En.lo

las tres fuerzas no se pusieron de acuerdo sobre el sucesor de Galtíe­y uunque el Ejército pudo imponer a Su candidato, el gen~~alReinaldo Bíg­

, la Marina y la Aeronáutica se retiraron de la Junta Militar, creando unaión institucional insólita: un presidente designado por el comandante en

del Ejército. Quizá hubiera sido el momento para que un ~ig~roso rnovi-h'nro civil desplazara a las Fuerzas Armadas, pero tal movimiento estaba

IN de existir, y el designado presidente logró afirmarse gracias a ~ co~sen~oilmo de las fuerzas políticas para un programa de reinstitucionaltzacl.ón SIIl

'11 definidos. Pasado el momento m.ás agudo de la crisis, se produjo unaumposición interna, se renovaron los comandos de la Armada y la Aero­

nltlll ka y se reconstituyó la Junta.l.n salida electoral propuesta sirviópara calmar los reclamos de las fu:rzHs

11111ft icas. Pero el gobierno se proponía negociarla y asegurar q~lesu retiraclu1111 :wrfa un desbande, Se intentó lograr el acuerdo de los partidos para unaII'l'k' de cuestiones, fururus y pm:tdus: la política econón:'\Íca, la presencia

por última vez a la gente reun.idaen la Plaza de Mayo, y. dos ~~asllegó el papa Juan Pablo Il, en partepara compensar .suanterior vtsita

en parte, quizá, para prepararlos ánimos ante la ínmínenrederro­de que finalizara su breve estada, comenzó el ataque final a Puertodonde se había atrinchera.do lamasa de las tropas. La desbandaday la rendición, prácticamente incondicional, se produjo el 14 de

74 días después de iniciado el conflicto, que dejó más de 700 ~uert~s oidos y casi 1.300 heridos. Los gobernantes convocaron al día siguten­

pUl'blo a la Plaza de Mayo.. sólo para reprimi,r en for~na.extremadame~t~11 ti aquellos que, convencidos por losmedíos de dLfusL?nde que la VlClitaba cercana, no podían ni entender ni admitir la rendición. Por enton­¡,(eneralesexigían a Galtieri su renuncia.

de lailusión de entraral Primer Mundo. Mientras tanto, la batalla 111111acercaba inexorablemente.

En los últimos días de abril la Fuerza de Tareas británica, que hahfudo a la zona de Malvinas, recuperó las islas Georgias. El 1Q de mayo \ "1zaron los ataques aéreosa lasMalvinas, y al día siguiente un submarinu lnico hundió al crucero argentino General Belgrano, ubicado lejos de 111 1de batalla, con lo quela flota argentina optó por alejarse definitivameunfrente de combate. Siguió luego un largo combate aeronaval: la avllllargentina bombardeó la flota británica y le causó importantes daños, Iyendo un blanco perfecto de un misil teledirigido sobre el crucero Shdlque de alguna manera compensó el hundimiento del Belgrano, pero lu.

detuvo ni logró impedir que las islas quedaran aisladas del territorio (1

nental. En ellas, los jefes militares habían ubicado cerca de 10 mil soldlh~en su mayoría bisoños -por algún motivo, se prefirió destinar la tropue~tren~da a la ft'o~t~ra con Chile-, escasos de abastecimientos, sin t:qlllnr medíos de movtIldad, y sobre todo sin planes, salvo resistir. En nllll

Aires, la figura del Alcázar de Toledo, su heroica resistencia y la posihllhde que se produjera algún cambio en el equilibrio de fuerzas en el nuuuocupó el imaginario de los militares. En las islas, en cambio, sometidas I I

demoledor ataque de artillería y aviones, las dudas fueron trocándosedesmoralización.

Un cambio similar se dio en la opinión pública, demorado en parte 11111

t~tal manipulación de las informaciones, que además llegaban a un plílllhdispuesto a creer que la Argentina estaba ganando la guerra. En medio I

clima triunfalista empezaron a aparecer voces críticas: algunos hablabun ,"nombre de Estados Unidos y reclamaban contra una guerra y un alineamh-nro ~~nposi~l~s;otros, desde la izquierda, exigían profundizar los aspu lileantiirnperialistas del conflicto y atacar a los representantes locales d\' 1,,,agresores, En los actos de la CCT por el 1Q de Mayo volvieron a alzarse Ii.voces agrias, mientras que dentro del radicalismo, cuya conducción ()(l1 1IIIh~bía acep~ado m~samente los términos de la cuestión puestos por el n"bierno , Raul Alfonsín , que dirigía el sector opositor, propuso la constiturh 111

de un gobierno civil de transición, que encabezaría el ex presidente Illia. A~I,entre protestas crecien.tes por la falta de información, el tema del país 1111'1"1

de la guerra se Instaló en laoparuón pública, y reafirmó a los militares cu 1I

convicción inicial: no había otra salida que la victoria.El 24 de mayo los ngleses desembarcaron y establecieron una cabecera di

puente en San Carlos. E129 se libró un combate importante en el Prado dlllGanso, donde varioscientos deargentinos se rindieron. EllO de junio 0.1111\'11

235EL PROCESO, 1976-1983BREVE HISTORLACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

La vuelta de la democracia

234

Page 117: Romero - Breve Historia Contemporánea

Iniestra de la que hasta entonces pocos habían querido enterarse.'ll1dicio~es, el intento de recomponer las antiguas alianzas, que ,ha­

al último gobierno de las FuerzasArmadas, difícilmente hubierafmctificar.

de un largo letargo, la sociedad despertaba, y encontraban nuevala voces que nunca se habían acallado, como la de los mili~antes de

defensoras de los derechos humanos, y muy especialmentede Plaza de Mayo. Su incontrastable manera de desafiar el poder

lIe combinaba con una forma original de activismo, más laxa y menosque las tradicionales, que no inhibía otras pertenencias. Las ~ar­los jueves, con escasa concurrencia en los años duros"de la represión,

luego de la guerra de Malvinas en nutridas marchas po: laque identificaban con eficacia al enemigo con la :nuerte, Las organlz~­Jc derechos humanos no sólo colocaron la cuestión de los desaparecí­el centro mismo del debate, poniendo a los militares a la defensiva,

quc impusieron a toda la práctica política una dime,n~ión ética, u~ sen­del compromiso y una valoración de los acuerdos básicos de la socle,dad".¡'''I'''a. de las afiliaciones partidarias que, en el contexto de las experien-Interiores, era verdaderamente original. , 'medida que la represión retrocedía y perdía legitimidad el discurso re?re­tan eficaz para Laautocensura-, empezaron a constituirse protagol1l~tasde distinto tipo, algunos nuevos y otros que habían podido ~~brevlvlr

La crisis económica generó motivos legítimos y movl[¡zadore~:elevados, los efectos de la indexación, la elev~ción de los alqui­

(l las deudas impagas dejadas por una quiebra bancaria, y al reclamar yilízarse cuestionaban tanto la política económica como ,la clausura de .10len. En otros casos era todo un pequeño fragmento de SOCiedad-u~ barrio,pueblo- el que se organizaba sobre la base d~,sol~darid~~es amplias tantoreclamar -quizá con violencia, como en los vecmazos del Gran Buenos'1 fines de 1982- como para buscar una solución a sus problemas al mar­

d~ las autoridades, bajo la forma de cooperativas, asociacione~ de fomento1":lIs de amas de casa. La nueva actividad de la sociedad se manifestaba tam­

en los campos más diversos: los grupos culturales, com~ los que en Teatr?..nl'l'nll organizaron desde 1980 la demostración de una Vital ~ultura no ofi­

convertida en verdadero acto político, los jóvenes que animaban .gru~ostrabajo en las parroquias, los que nutrían. las ~ultitudinarias peregnnaclo:n Luján o los gigantescos recitales deroe.k nacional, que a s~ maI_leratamresultaban actos políticos. El activismo renació en las un~ver5ldades, al

11' de los reclamos contra los cupos deingreso o el arancelamlento, y en las

institucional de las FuerzasArmadas en el nuevo gobierno, y sobre tod¡I'garantía de que no se investigarían ni actos de corrupción o enrique '!tI,tos ilíc!tos ni responsabilidades en lo que los militares empezaban a 11:11"guerrasucia", con un eufemismo comparable al de "desaparecidos", 1'111

tonces, todo ello empezaba a ser hecho público de manera casi sensac il11ta por una prensa que había decidido olvidar la censura, Las aspirachmilitares se incluyeron en una propuesta, presentada en noviembre de Iy rechazada por la opinión pública en general y por los partidos, que elIIcaron poco después a unamarcha civil en defensa de la democracia, L:Itencia fuemasiva y, caside inmediato, el gobierno fijó la fecha de elecch IIpara fines de 1983, aunque siguió buscando lo que constituía su ob),'11fundamental: clausurar cualquier cuestionamiento futuro al desempeñusado de los militares. Un documento final debía clausurar el debate SOhl'I'desaparecidos, con la afirmación de que no había sobrevivientes y tll' qtodos losmuertos habían caído cornbatlendo, una ley estableció una aurorunnistía, eximiendo a los responsables de cualquier eventual acusación.

Quizá la dirigencia política se hubiera avenido a un acuerdo que irnplh Ira correr un telón sobre el pasado y asegurar una transformación no trauunítica del régimen militar en otro civil, pero lo impidió tanto la movilizarh 111cada vez más intensa de la sociedad como la propia debilidad de las FII('I '..Armadas, corroídas por la creciente conciencia de su ilegitimidad y por MItpropios conflictos internos. Quienes estaban al frente del gobierno y 11l')!lIciaban la reinstitucionalización eran incapaces de controlar el aparato rcpnsivo que habían montado -el que cobró algunas nuevas víctimas, que 1:1 11IIciedad, sensibilizada, registró con horror- y aun de asegurar que no scrfuuderrocados por algún grupo de oficiales, porque de hecho las Fuerzas A 1'111 1das habían entrado en estado deliberativo, tanto acerca del pasado como d, Ifuturo. Los militares debían enfrentarse con la evidencia de su fracaso ClIIIIIIadministradores de un país desquiciado y como conductores de una glll'llllabsurda, que los había llevado a luchar contra los que querían sus aliados y 11

unirse con un Tercer Mundo del que siempre habían desconfiado. Dehf:1I1contemplar cómo sus ant:iguos aliados -Ios grandes empresarios, la lglcsln,Estados Unidos-, ganados por un.a nueva fe democrática, renegaban de 111'1

antiguos acuerdos, o cómo los otrora disciplinados jueces llevaban a los 11I

bunales a oficiales acusados de distintos actos de corrupción. Sobre tod",debían enfrentarse con u oa sociedad' que, después de años de ceguera, ~I'

enteraba de la existencia de vastos enterramientos de personas desconorldas, con seguridad víctim<3S de la represión, de centros clandestinos de Lll'tención, de denuncias realizadas vor ex agentes, todo lo cual revelaba 111\11

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA 137EL PROCESO, 1976-1983236

Page 118: Romero - Breve Historia Contemporánea

I incluyendo los que tenían que ver, nás allá de la democracia, COD

república. Fue precisamente ese conocimiento vago y aproximati­permitió que se encabalgaran en la nueva ilusión quienes nunca

crefdo en ella, sobre todo los que estaban abandonando rápidamente) del Proceso. Pero se la aprendió con intensidad, y se la puso enpronto. La afiliación a los partidos políticos -luego de que el gobier­

definitivamente la veda- fue tan masiva que uno de cada tres, pertenecía a un partido. Las movilizaciones en defensa de la demo-

recordaron por su número a las de diez años atrás, pero a diferencia deno eran ni fiestas ni ejercicios para la toma del poder sino la expre­tina voluntad colectiva, el mostrarse yel reconocerse como integran­la civilidad, Esa diferencia se expresó también en los lugares de con­-ión elegidos: junto con la tradicional Plaza de Mayo, la de la Repúbli-

Cabildo o los Tribunales, indicador éste del papel central que, según sedebía cumplir la Justicia.

afiliación masiva transformó a los partidos políticos, Hubo un ampliode participación y se animaron los comités o unidades básicas, donde

_"nrr'ln a volcarse las demandas de la sociedad. También se renovaron losIS dirigentes, y se incorporaron los que en los últimos años habían milita­organizaciones juveniles o estudiantiles, como en el caso de la Coordina-rndical, así como muchos intelectuales, que trajeron a la política nuevos-muchos surgidos de las inquietudes que estaba planteando la sociedad,

~'ide la experiencia de las sociedades democráticas más avanzadas- y tam­fllrmas más modernas de plantearlos. Los viejos cuadros dirigentes se vie­desafiados por otros que desde los márgenes habían planteado posiciones

... r'".n!''!,n!'''''de modo que la renovación fue amplia e integral.las transformaciones del peronismo fueron notables, pues el viejo movi­iro, siempre en tensión con la democracia, se convirtió en un aceptableIdo. La cuestión del verticalismo, que había signado su existencia, quedóida por la notoria falencia del vértice -Isabel Perón sólo ocupó simbo-

amente la presidencia-, y la estructura partidaria pudo también absorber asecrores con fuerte organización corporativa, como los sindicalistas. Lasnas participativas fueron adoptadas para regular la competencia interna,

h'" modernos temas y preocupaciones democráticas, que nunca habían sidoluerte del movimiento, aparecieron en forma razonable, La renovación,

.111 embargo, no fue completa: los viejos caudillos provincianos siguieronnumrcnlendo un lugar importante, al igual que los dirigentes sindicales, Elnu-rnlrirgico Lorenzo Miguel-el sucesor de "andar, a quien los militares re­hahilitaron (1 principios de 1983- volvió a -conducir las 62 Organizaciones,

EL PROCESO, 1976·1183BREVE HISTORIA CON .TEMPORANEA DE LA ARGENTINA

fábricas y lugares de trabajod dinternas y a reaparecerla p ~ ~n ~ emlpezar?~ a r~constituirse las con

De al 1 r ctica e a participaCión sindicalguna manera, a sociedad e ' b ' '

enemigo común algo menos l' xpenmenta a una nueva prirnnv,, pe 19roSOpe ' íbldaridad y alentaba unao iaacíó ro aun rerru e, est.imulaba l.,

rgaruzac¡ n y una ' , d 1resultados concretos Nue 1 accion e a que se espl", vamente, os conflictos d 1 1id dtransparentes y posible la sol ió dIe a rea 1 a apllll

res de buena ~oluntad seo U~l ba e os problemas, si los hombres y 11rganrza an en una fue '

rencia de la anterior prima 1 h rza consrsrenrs. Pero l', d vera, no só o abía un re dí 1d 1era o e cualquier forma 1 d d . pu la tata e ti vi.

la posibilidad de encontr:~ a a e guerrla,=también menos conflnn 1Iuna gran so ución úrii di 1 dmenos seguridad de que el li , ,Ica, ra ica y ef n 1I

amp la conjunto de de d 1ran un gran protagonista ' , man as p anteadas ddllmucho tiempo el "p'uebl'un acto,r UOlCOde la gesta, como lo había sidu, o peronísra" P , ,pertar de la sociedad se e ' reClsamente los límites de esu-das.J ' ncontraron en la díficult d .as, mtegrarlas, darles Continuidad ducí a ~al~ agreg~r las cI"1I

te políticos, y tra ucirlas en termmos especfficn¡

En alguna medida, su integración d bí d 'sindical, que fue intensa' los s' d' lis [a arse también en la movilizal

1 ' 10 tea istas sacaron la g 1 11rec amar contra la crisis eco ómí f ente a a ca l' Ide 1982 y 1983 hubo una s ~ md[ca y en avor de la democracia, A lo 11u. 1 ene e paros generales b d hera es, en las que se destaca y a un antes uelglls I. ron, por su nueva y aguer 'd '1' '1mios estatales, Pero en Ve d di' d" n a rru rtancia, o,~HItr a , os sm [caltstas '

recuperación del control de l indi , pusieron sus esfuerzos ('" 1os SIO reatos l11tervenidos 1" Ique negociaron con el gobierno bí d ' a norma izndl"'"

. com 111ano la presió 1 do.Eestrategia concurrieron lo d d n y e acuer o, E.,. tib s os gran es nucleamjan divididos, más bien por ra á' lentos en que se enC01I11IIB '1 zones t eneas la cornb t' drasu, que encabezaba Saúl Ub Id' ' ',a rva COT e In 1'1111

acción movilizadora fue perdienda 1111,y'fl,a,td1egocladoraCOT Azopard(l, ~1111 o espec¡ ter ad y confl ' l l 1

genera pOr aquello que concentraba las ma o ' ,uyo en a uc 1:1 11111de la democracia. y res duslOnes: la recuperad""

La,democracia fue en primer lugar una ilusión: .zada sin esfuerzo por una So ' d d ' la tierra prometidn, (11('1111

ele a que muy poc dhnos y opciones planteados l "l~ o antes, a ería a los tél'lld, . por os rru itares Luego d 1 d bl dcnsis económica y la derrota '1' 1 d . e . o e sacu ón di' 111

mi itar, a emocracia ' Ipara superardesencuentros fr" aparecía como a 11:1111, Y UStraclones no sol dconvrvenct , política sino t: bíé 1" o crean o una fórrnul» d,

arn [ n so uc[onando cad d 1concretos. Varias décadas s' , a uno e os problcnmsd ' , In una práctica real hací 'apren rzaje, de las reglas de 1" an necesano un I1IH'\l11

Juego, y también de sus vi' "a ores y pnncrptos 1I1:lk

239.' 1M

Page 119: Romero - Breve Historia Contemporánea

discurrieron por los cauces corp oratbos y prescindieron de los partí­su expresión o negociación. De esemodo, el crecimiento de losno supuso una eficaz intennediación Y negociación de las demandasicdad. ,ítuación, sin embargo, no preocupaba demasiado, pues la sociedadIldhiriendo con entusiasmo a una democracia que entendía.como la(11 de la civilidad, Las formas de hacer política del pasado reciente -laI~cncia de las facciones, la subordinación de los medios a los ~ines,ión del adversario, el conflictO entendido como guerra- dejaban

111 rus en las que se afirmaba el pluralismo, los acuerdos sobre formasIlIhordinación de la práctica política a la ética. Celebrando la nove­I rigor, hacía seis décadas que se había dejado de la~o este Juegonírlco- se valoró y hasta sobrevalor61a eficacia de este instrumento.

c;tlldarlo, nutrirlo y fortalecerlo, se puso sobre todo el acento en elnsu alrededor de las reglas y en la acción conjunta para la defensa ~el1. Quizá por eso se postergó una dimensión esencial de l.a práctica11: la discusión -civilizada y plural- de programas y opciones, ~uerlumente implican conflictos,'ganadores y perdedores, y se cO,nflOeny la capacidad de la civilidad unida para solucionar cualquier pro­

. Esta combinación de la valoración de la Civilid,ad c~,n un f~er~e1mismo derivó en un cierto facilismo, en una especie de democracia, uséptica y conformista. ,

Lt ,..problemas derivados de esto se verían más adelante. ~e momento" la[dad vivió plenamente su ilusión, y acompañó al candidato que_mejorI~ l'se estado de ánimo colectivo. El peronisrno encaró su campana cO,n

1 del viejo estilo, convocando a la liberación contra la dependenciatun poca convicción que uno de sus candidatos, en un revelador lapsus,

I\'II\.:{' en un discurso público la opción positiva- y apeló a lo peor del"U'l' del movimiento para denostar a Su adversario. Raúl Alfo~sín, ~n,hlo, ganó su candidatura en la UCR primero, y las elecciones presidencia­lill'go, apelando en primer lugar a la Constitución, cuyo Preámbulouurnente escuchado por primera vez por muchos de sus Jóve~~s adhe­,':-'_era un "rezo laico". Agregó una apelación a la transformacl?n de, lah-daJ, que definía como moderna, laica, justa y colaborativa Esngm,a,tlzófl1gimen, aseguró que se haría justicia COn los responsables y denu~c.lO enudvcrsarios sus posibles continuadores, por obra del pacto entre militares

IIll1dicalistas. Sobre todo aseguró que la democracia podía resol~er no ~óloI'n ihlcmas de largo plazo -los cincuenta años de decadencia- S1110 satls~a-111 enorme masa de demandas acumuladas y prestas a plantearse, La socie-

rama gremial del peronismo, y graciasa su control de las afiliaciom- 1ocuparla presidencia real del partido.Detrás de él ganaron espaci. l~ 11tantes caudillos sindicales de trayectoria poco clara, como Hermlnl..sias, que alcanzó la candidaturaa gobernador de la provincia de BUI'I""r~s. La candidatura apresidente recayó en Ítalo Luder, un jurista dI' 1"gro pero con escaso poderreal enel partido, que debía expresar el cqullentre las nuevas y viejas tendencias internas, pero que no pudo d1hlldesconfianza que el peronismo despertaba en sectores importantes di' l.ciedad.

El radicalismo se renovó por impulsode Raúl Alfonsín, que en 197! 1creado el Movimiento de Renovación y Cambio para disputar el lidl'l,Ricardo Balbín. Durante el Proceso se distinguió del resto de los polítio 1",

criticó a los militares conmucha energía, asumió la defensa de deten id,1', 1tlCOSy el reclamo por losdesaparecidos y evitó envolverse en la euforln ,1guerra de Malvinas. Desde el fin de la guerra su ascenso fue vertiginoso, dItanda en la puja interna a los herederos de Balbín. Hizo de la dernocn« 1Ibandera, y la combinó Conun conjunto de propuestas de modernbacíou.hsoci~dad y el Estado, una reivindicación de los aspectos éticos de la polflhu,n discurso ganado~, ~nuydistinto del tradicional radical, que atrajeron 111,tido una masa de afiliado, y simpatizantes,

Radicales y peronistas cosecharon amplios apoyos y dejaron poco v:>, ',11para otros partidos. A la derecha, siguió siendo difícil unificar fuerzas d"sas, muchas de las cuales se habían comprometido demasiado con el Pi'(111como para resultar atractivas. El ingeniero Alsogaray constituyó un 11111

partido, la Unión del Centro Dernocrático, que empezó a beneficiarse ~'I 111

impulso mundial hacia las concepciones ortodoxa mente liberales, 1)('11'

cosecha mayor la haría años después. La izquierda padeció tanto por la direpresión, de los años del Proceso como por la desactualización de SllS "1'

puestas, muchas de las cuales fueron tomadas por el radicalismo alfonsilll,,1aunque el Partido Intransigente logró reunir un amplio espectro de sillll"lllzanres, en buena medida nostálgicos de la política de 1973., Ali~entados por la movilización de la sociedad y por esta segunda ylll'l

cible primavera de lospueblos, sin embargo los partidos tuvieron dificulunhpara dar plena cabida a las múltip les demandas y al deseo de particípm-l..n,que fue diluyéndose lentamente o se mantuvo al margen de ellos, COIII" 111

las organizaciones de derechos hUfl:1anos, cada vez más intransigentes en lll, I

demanda que los partidos íntentab an traducir en términos aceptables P;II'IIIIjuego político. La misma dificultad se manifestó respecto de los inl'l'l'!'lllsociales más estructurado s, como L -os sindicales ° los empresarios, cuyas d,

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA 241EL PROCESO, 1976-1983240

Page 120: Romero - Breve Historia Contemporánea

24,

presidente, Raúl Alfonsín, asumió ellO de diciembre de 1983 ya una concentración en la Plaza deMayo; para marcar las continui­

y las rupturas con la tradición política anterior, desechó los"históricosde la Casa Rosada y eligió los del Cabildo. Como en 1916, la mul­

que se volcó a las calles sentía que la civilidadhabía alcanzadoel poder.Ise pusode relieve no sólo la capacidad de resistencia de los enemigosIS vencidos, sino la dificultad para satisfacerel conjunto de demandas

'anlo tipo que la sociedad había venido acumulando y que esperaba verItasde inmediato, quizáporque a la clásica imagendel Estado providen­sumaba la convicción -alimentada por el candidato triunfante- de que

retorno a la democracia suponía la solución de todos los problemas.Pl'rO éstos subsistían, y sobre todo los económicos, aunque en la campañatoral se habló poco de ellos. Más allá de susproblemas de fondo, la eco­Cnse encontraba desde 1981 en estado de desgobierno y casi de caos:

ón desatada, deuda externa multiplicada y con fuertes vencimientoslatos, y un Estado carente de recursos, sin posibilidad de atender a losreclamos de la sociedad, desdela educación o la salud a lossalariales

'IIIS mismos empleados, y aun con una fuerte limitación en su capacidad1dirigir la crisis.Esa incertidumbre acerca de la capacidad del gobierno democrático setendía a los otros campos, donde lospoderes corporativos -los militares, la

Illlt'sia, los sindicatos- habían demostrado tener una enorme fuerza. Pero",,1 tudas ellos habían quedado comprometidos con el régimen caído, o sal­plrudos por su derrumbe, y se encontraban. a la defensiva. Sus viejassolidari­dudes estaban rotas y faltaba un centropolítico que articulara susvoces, deIIII,do que debieron mantenerse a laexpec-tativa, sumándose al coro de ala'hnllZ(ls a la dernocracia restaurada y rindiendo homenaje al nuevo poder de-

La ilusión democrática

VIII. El impulso y su freno,1983-1989

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

dad le creyó y el radicalismo, (0[\más de la mitad d Idamente al peronismo ue or . e os votos, super,ción nacionaL Una aj~q, P ,prdlmeravez en su historia perdía '"1,1

gna prOluna y sustantivadente, envolvió a Susseguidores 1 .' aunque un poco 11"por un momento olvidó á t Yoble guna medida a toda la civilkh«],margen de maniobra te~u nI OSproeb~asquedaban pendientes y lI'" I

rua e nuevogo ierno.

242

Page 121: Romero - Breve Historia Contemporánea

en su frente de apoyo, o privilegiar las soluciones consensuadas,con los poderes establecidos, lo que implicaba postergar los pro­

\)UC requerían definiciones claras. El gobierno eligió en general la pri­pero debió aceptar la segunda cuando algunos fuertes golpes lelos límites de su poder. No obstante, hasta 1987 el gobierno mm­

Iniciativa, buscando caminos alternativos y presentando ante cada con-nucvas propuestas, que Alfonsín sacaba-decían muchos observadores­

la galera de un mago.rl diagnóstico de la crisis, los problemas económicos parecían por en­menos significativos que los políticos: lo fundamental era eliminar el

y encontrar los modos au ténticos de representación de la vo­ciudadana. El gobierno atribuyó una gran importancia, simbólica yIn política cultural y educativa, destinada en el largo plazo a remover

que anidaba en las instituciones, las prácticas y las conden-en la difundida imagen del "enano fascista". Coincidiendo

deseos de la sociedad de participación y de ejercicio de la libertad dey de opinión, largamente postergada, las consignas generales fue­

modernización cultural, la participación amplia y sobre todo el plura­y el rechazo de todo dogmatismo.este terreno se avanzó inicialmente con facilidad: se desarrolló un pro­de alfabetización masiva, se atacaron los mecanismos represivos que

en el sistema escolar y se abrieron los canales para discutir conteni-y formas -a veces puestas en práctica can una alta dosis de utopismo y

lo que debía culminar en un Congreso Pedagógico que, comocien años atrás, determinaría qué educación quería la sociedad. En el)de la cultura y de los medios de comunicación manejados por el Esta­

In libertad de expresión, ampliamente ejercida, permitió un desarrolloI de la opinión y un cierto "destape", para algunos irritante, en las for­y cn los temas. En la Universidad y en el sistema científico del Estadoieron los mejores intelectuales y científicos, cuya marginación había ca­

en 1966. Aunque en muchas universidades los cambios no fueronivos, en otras, como la de Buenos Aires, hubo profundas transfor­

Iones. Estas instituciones, que debieron resolver el problema planteadoun masivo deseo de los jóvenes de ingresar a ellas, se reconstruyeron, la base de la excelencia académica y el pluralismo, alcanzando en algu­rasos niveles de calidad similares a losde su época dorada a principios de

dl~~ndade 1960.Además de volver a la vida académica, los intelectuales se incorporaron apolftica, y la política se intelectualizó. Su presencia fue habitual en los

245EL IMPULSO Y SU FRENO,l983-1989

mocrátíco. El adversario político principal del radicalismo goberruuuperonismo, vivía una fuerte cris~ interna, latente desde antes de la drl Ipero agudizada luego de lo quefue, en toda su historia, la primera d. Ielectoral. Mientras el sindicalismo peronista se separaba de la conduupartidaria y ensayaba supropia estrategia para enfrentar los embates ddbierno, el peronismo político buscaba sin éxito definir su perfil, atacrlmdesde la derecha o la izquierda, odesde ambos lados a la vez, como lo hlll hl

senador Saadi.El poder que administraba elpresidente Alfonsín era, a la vez, gr:1111111

escaso. El radicalismo había alcanzado una proporción de votos sólo l'

parable con los grandes triunfos plebiscitarios de Yrigoyen o Perón, y'l'mayoría en la Cámara de Diputados, pero había perdido en el interku Idicional y no controlaba la mayoría del Senado, Si el liderazgo de Alfil!en su partido era fuerte, la UCR constituía una fuerza no demasiado hOIgénea, donde se discutieron y hasta se obstaculizaron muchas de las illl,tivas del presidente, quien prefirió rodearse de un grupo de intelectual,"técnicos recientemente acercados a la vida política, y de un grupo mdl,juvenil, la Coordinadora, que avanzó con fuerza en el manejo del parrid«del gobierno, Fuerte en la escena política, el radicalismo no tenía en (1111'

bio -más allá de las adhesiones que inicialmente cosecha todo triunfad, "muchos apoyos consistentes en el ámbito de los poderes corporativos, 11"territorio donde sus adversarios peronistas se movían en cambio con IlIdfluidez. El Estado -que debía librar sus combates contra esos poderes y 111que el gobierno no controlaba totalmente- carecía de eficiencia y aun d,credibilidad para la sociedad.

Pero cuando asumió el gobierno, el presidente Alfonsín tenía detrás dI' ,una enorme fu~rza, cuya capacidad era aún una incógnita: la civilidad, ídcnuficada toda ella, más allá de sus opciones políticas, con la propuesta de COII"truir un Estado de derecho, al cual esos poderes corporativos debían somercu« ,y consolidar un conjunto de reglas, capaces de zanjar los conflictos de '"111manera pacífica, ordenada, transparente y equitativa. Era poco y muchfsinmse trataba de una identidad política fundada en valores éticos, que subsumía 1".intereses específicos de sus integrantes, en muchos casos representados pnx Isamente por aquellas corporaciones, pero que en elentusíasmo de la reCUpl'111ción democrática quedaban postergados. Mucho más aún que los gobernantes,la civilidad vivió la euforia y la ilusiéín de la democracia, poderosa y "boba" " 111vez. Con estos respaldos,en cierto sentido fuertes y en otros débiles, el prl'sldente debía elegir entre go lJemar ac; tivamente, tensando al máximo el polo lkla civilidad, loque implicaba confro::ntar con intereses establecidos y aun inrro

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA244

Page 122: Romero - Breve Historia Contemporánea

l'I compendio de los males del siglo:la droga, el terrorismo, elr' unografía.I~t leo, centrado en los valores de lademocracia, la paz, los dere­,,,,la solidaridad internacional y la independencia de los estados,

"llIl'rvicio de una reinserción del país en la comunidad interna­reclentemente había censurado y hasta aislado al régimen mili­la oveja negra se convirtió en el hijo pródigo; los éxitos en este

.IIIIU.·~"·reos en la gran popularidad alcanzada por el presidente endel mundo, fueron utilizados para afianzar y fortalecer las

democráticas locales, todavía precarias. Con esos criterios selas principales cuestiones pendientes, con Chile por el Beagle y(\r,..ruña por lasMalvinas. En el primer caso, el laudo papal, que loshuhfnn considerado inaceptable pero sin atreverse a rechazarlo, fue"'11110 la única solución posible por el gobierno democrático, quen'firmar los valores de la paz y eliminar una situación de conflictomantener vivo el militarismo. Para doblegar las resistencias in ter,

"probación -nutridas en el tradicional nacionalismo y en un reluc-llctsmo- se convocó a un referéndum popular no vinculante qued amplio consenso existente para esa solución pacífica e inrnedia­

IINr, la aprobación por el Senado -donde el peronismo tenía la mayo­I"",r()por el mínimo margen de un voto. En el caso de las Malvinas,111 torpeza militar había llevado a la pérdida de lo largamente ganadoínlón pública internacional y en las negociaciones bilaterales, tarn-recuperó terreno: las votaciones en las Naciones Unidas, instando a

11 la negociación, fueron cada vez más favorables, incluyeron a las¡"s potencias occidentales y aislaron al gobierno británico. Sin ern-

1" expectativa de que ello sirviera para convencerlo de la convenien-tllkim una negociación que incluyera de alguna manera el tema de la,(a resultó totalmente defraudada.Il'iaua con otros países que acababan de retornar a la democraciaUly,Brasil, Perú-, la Argentina se propuso mediar en el conflicto en

nuunérica, y sobre todo en la cuestión de N icaragua. Se trataba de apli-1m principios éticos y políticos generales, y también de evitar los riesgos

IIIS que podía acarrear uno de los episodios finales de la Guerra Fría .n-pundo con Estados Unidos, pero aprove-chando su buena voluntad ha­III~democracias restauradas, logró que finalmente se alcanzara una solu-1 n-lurlvarnente equ itativa. Actuando con independencia, dialogando conpolrSl'Sno alineados, reivindicando losprincipios pero absteniéndose de losvuuunicnros mris cluros -por ejemplo, constituir un "club de deudores"

medios de comunicación Alfio ' .. . nsm recurrió a ellosnanas técnicos y su d' , como aseSOll'lI1I, rscurso, quetraducía 1 l' .micos elaboraban resultó m d e~ c ave po inca lo ljlll' I..e, o erno, complejo y profu den el mundo se esperab d dl n o, a ton" I I 'na e unesta ista No ti 1"compañero en ese canlino fue el eroni' ue.e Unt~o -su IlIlI_política adquirió brill. p sta AntoniO Ca6ero- y II1 I

El . o y, en menor medida, profundidad.punto culmmante de estamode . .

la ley que autorizaba eldi '. rnuacton Cultural fue la ap"I,I" ..IvorclOvLncular_ t b'

referida a la patria potestad ca id un erna ta u- y posrcrl.»demización de las relaciones fa:~rtI a, que completaba el ProYlTltl1sensiblemente atrasada respect Idlarles,campo e~1el que la Argellllllld · . o e as tendencias mundl 1 " Irvorcio fue sancionada ri '. d la es. ~:I ,~a p LnClplOSe 1987 1 d bsa discusión. Los sectores más t di . ' uego e .una reve PI'II!oponerse no sólo con 1 ra. icionales de la Iglesia católicn 1111, 1

, os mecanIsmos habít Id'manifestaciones -la Virgen de L'á f I ua es e presIón sino I1por el alto grado de consenso ex' U) n ah sacada a la calle- que rl'ilt I

ístente a rededor d lentre sectores católicos preoc dos cuí e a nueva norrnn, "d ,upa os quizá por las . ,e una práctica ya habl't al e . consecuenCiaS (;1111

u n sus propios círc 1 E b'movilizó con éxito alrededor d l C u os. n cam 10, 1" '1111resaba directa y profundamente ongre~o Pedagógico -cuestión que I1privada- defendiendo p dó' .e, por su uerte participación en la Cdlll

ara Jlcamente ca tel pluralismo y la libertad de ca . . ' n ra un supuesto avance (nClenCla.

La Iglesia, que en 1981 se había def ídhacer la crítica de su íntima rela'ó ru 01 por. la democracia -nllnqlltI d el n con e gobierno '1' tinan o hacia una creciente hostilidad al bí ~I Itar- ue cVIII".miento del régimen dern.ocrático' g~ l.e~o radical y a un CII,',~II,injerencia en el área clave de l mls~o. e I~ntaba lo que juzga]», HII '"dí . a ensenanza privada 1 ió d 1IVorClOy el tono en generallai d Id' ' a sanci n e :1 1, y. , . Co e lScurso Cultural . I lInStitUCIonesy medios del Estad F determ: que circu a ):1 1'1"br: . o. ue etermmanre u bi 1ClO tnterno del episcopado local 1 . . n cam 10 en e "'1"

impresa a la Iglesia por el papa]u~~~~~l~ ~e~sl~o.fue la orientación 1(1''''

integridad de la comunidad católica ue t ',ecldl~o a dar una batall., 1'"'cultural. Ese combate asr i 'do ,1q b' erua precisamente su ceru 1'11 C'II

, .....rru po r os o ISpO I 1permitió empezar a reconstruir su arco de .s o.ca es más conservadnl'l"',deseosos de volver. Enfre...-.tdo d, soltdandades con otros intcgriN'",

...., a s e manera crecient 1 b'-el presidente respondió enérgl'ca e con e go terno r"dltd menee en un tern 1 1 "cas eunobispo queade..-,.,'se .. poa asoplntoncsl",111I. ' ...."a ra V' lcano cast

ISla,que paulatinamente e rnpezaba d .. ' rense-, estos sectores de 1" '111,1\nsor social, con un disc:.llrsode cI::l a bol~mar en ella, asumieron el P:llll,lll,

~- <irn ate en el que la democracia -Ul'dllll

247EL IMPULSO Y SU FRENO, 1953-1989BREVE l-JJSTORJA CG.IJTEMPORÁNEA DE LA ARGENTIN/\246

Page 123: Romero - Breve Historia Contemporánea

En el terreno cultural yen el de las relaciones exteriores el gobierno 1111pudo avanzar con relativafacilidad, pero el camino se hizo más ernpinack 1, Iafrontó los problemas de las dos grandes corporaciones cuyo pacto hal'l,.nunciado en la campas, electoral: la militar y la sindical. En ambos 11'11'pronto quedó claro que el poder del gobierno era insuficiente parn (111ambas a aceptar sus reglas.

El grueso de la sociedad, que había empezado condenando a los 1111111por su fracaso en la guerra, se enteró de manera abrumadora de aquelh.hasta entonces había preferido ignorar: las atrocidades de la represión, pltl

en evidencia por un alud de denuncias judiciales, por los medios de conu 11111ción y, sobre todo, por el cuidadoso informe realizado por la Comisión N:hnal sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), constituida por el gO¡'¡"11111

lresidida por el escritor Ernesto Sabato, cuyo texto, difundido masivnuuo~ el título ~e=:más, resultó absolutamente incontrovertible, ílllll Iuienes querían justifica} a los militares. En la sociedad se manifestann, iI

nas confusiones y ambigüedades: ¿eran culpables de haber hecho la gUl'll.IMalvinas, o simplemente de haberla perdido?; ¿eran culpables de haber 11111rada, o simplemente de haber torturado a inocentes? Pero la inmensa I1l:lyllllos repudió masivamente, se movilizó y exigió justicia, amplia y exh:IIIMIIIquizás un Nuremberg.

La derrota en la guerra de Malvinas, el rotundo fracaso político, las "11 Isiones entre las fuerzas, los propios cuestionamientos internos, que afc« 1 1111,11,la organización jerárquica, todo ello debilitaba la institución militar, ljlll' ,hlembargo no había sido e.:xpulsada del poder. Como se repetía por enroru Ien la Argentina no había habido una toma de la Bastilla. Pronto, la sol i"lIIldad corporativa de los militares se reconstituyó en torno de lo que rcivhu]]caban como su éxito: la victoria en la "guerra contra la subversión". 1\('\'1111zaron la condena de la sociedad, recordaron que su acción contó con 1;, {'IIIIIplacencia generalizada, incluso de los políticos luego sumados al coro d\, 11,detractores, y a lo sumo estaban dispuestos a admitir "excesos" propios d.una "guerra sucia".

La corporación militar y la sindical

ídente Alfonsín había estado, en los años del Proceso, entre losdefensores de los derechos humanos, y había hecho de ellos

durante la campaña, en la que también fustigó durament~ a ~aón militar. Sin duda compartfa los reclamos generalizados de justi­se preocupaba también de encontrar la manera de subordinar l:s

Armadas al poder civil, de una vez para siempre. Para ello pro~oruadistinciones, lógicas pero difíciles de ser admitidas por .la s~cle~ad

separar el juicio a los culpables del juzgamiento a la I~S.tl~ucLon,y seguiría siendo parte del Estado, y poner lí~nite a aquel ]UlCIO,des­, responsabilidades y distinguiendo entre quienes d~eron las ?rdenes

eran al genocidio, quienes se limitaron' a cumplirlas y quienes s,ecometiendo delitos aberrantes. Se trataba de concentrar el ~as~L­

lns cúpulas y en las más notorias bétes noiresy aplicar al resto el cnte~'loobediencia debida. Sobre todo, el gobierno confiaba ~n que las.propias

Armadas se comprometieran con esta propuesta, intermedia entredas de la civilidad y la postura dominante entre los militares, que

m d " .la crítica de su propia acción y procedierana su epuracion, ca~tl-a los máximos culpables. Para ello, se procedió a reformar el Códlg?ida Militar, estableciendo una primera instancia castre~s~ y otra ci­

IIl' dispuso el enjuiciamiento de las tres primeras Juntas MllLtares.,a l~ssumó la cúpula de las organizaciones armadas ERP (de hecho exnngui-Montoneros. .trataba de transitar un difícil camino entre dos intransigen~l~s. Elcontratiempo sobrevino cuando se hizo evidente .que los ~uhtares

a revisar su acción y a juzgar a sus jefes: a fin del ano 1984,se sentían los primeros remezones en los cuarteles, los tribunales

proclamaron la corrección de lo actuado por las Juntas, y_ enton­III~causas judiciales fueron pasadas por el Ejecutivo a los tribunales

; en abril de 1985, en un clima mucho más agitado aún, c?menz~ el111 público de los ex comandantes. El juicio, que duró hasta, fin de ~no,1116 de revelar las atrocidades de la represión, pero mostro una ciertahin de militancia de la civilidad, mientras las organiza,ciones d~fenso­,Il' los derechos humanos hacían oír una voz cada vez mas dura e mtran­

c. Comenzaron a escucharse otras voces, hasta entonces prudente-1111' silenciadas, que defendieron la acción de los militares y reclamaronumnlstfa. A fin de 1985, poco después de que el gobierno ganara lasclones legislativas, se conoció el fallo, que cond~nó. ~ los ex corr:~n­II~'S, negó que hubiera habido guerra alguna que JustIflcal:a su acc LOl:,inJ~" i6 en tre las res1"\t "~s;lhiIidndcs de cada uno de ellos, y dispuso con ti-

para negociar la deudaexterna- el gobierno mantuvo una buena 11Icon el norteamericano, que respaldó con firmeza las instituciones dl'II"ticas, cortando cualquier vinculación con militares nostálgicos, y apll~"\go los diversos intencosde estabilización de la economía.

149EL IMPULSO Y SU FFENO,1983-1989BREVE HISToRIACON 1l:.MPORÁN EA DE LA ARGENTINA248

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amotinados asumieron las cons ígnas del nacionalismo fascistizante,formas de acción verdaderamente subversivasdel orden militar, mo­R las bases -es decir, a los oficiales debaja graduación- y proclamán-1 la conducción del auténtico Ejército nacional.a ellos, la reacción de la sociedad civil fue unánime y masiva. To­

..... """'1,.,,0 políticos y todas las organizaciones de la sociedad =patrona-1I1... lL<O", culturales, civiles de todo tipo- manifestaron activamente suorden institucional, firmaron un Acta de Compromiso Democtáti-incluía desde las organizaciones empresarias a los dirigentes de iz­y rodearon al gobierno. La reacción masiva e instantánea permitióU..l'Jl1'O" o ambigüedades, y cortó toda posibilidad de apoyo civil a

inados. La civilidad se movilizó, llenó las plazas del país y se mantu-Vigilia durante los cuatro días que duró el episodio, Muchos de ellosdispuestos a marchar sobre Campo de Mayo. La tensión del poloen el fondo era el gran respaldo del gobierno- fue máxima, Alean­

parar un ataque directo a la institucíonalidad, pero no fue suficientelos militares se doblegaran ante la sociedad. Aunque el motín susci­adhesiones explícitas entre los militares, en el fondo todos acorda-

In sus camaradas "carapintadas": ninguno de ellos estuvo dispuesto aun tiro para obligarlos a deponer su actitud.

las cuatro tensas jornadas hubo muchas negociaciones, pero és­He concretaron hasta que Alfonsín -quien presidía la gran concentra-

dvlca de la Plaza de Mayo- no se entrevistó con los amotinados enI de Mayo. Se llegó a un extraño acuerdo, El gobierno sostuvo que

11) que ya había decidido hacer -lo que sería la ley de Obediencia Debí,qlll' exculpaba masivamente a los subordinados- y los amotinados noieron ninguna condición y aceptaron la responsabilidad de su acción.purn todos apareció como una claudicación, en parte porque así lo pre­m tanto los "carapintadas" amotinados como la oposición política,

11I1 quiso asumir ninguna responsabilidad en el acuerdo, Pero pesó mu­nuts el desencanto, la evidencia del fin de la ilusión: la civilidad erapuzde doblegar a los militares. Para la saciedad, era el fin de la ilusión de

ul'lllocracia. Para el gobierno, el fracasode su intento de resolver de mane­,ltglla el enfrentamiento del Ejército con la sociedad, y el comienzo de un

1 y desgastante calvario.l~lÍmparativamente, el combate con la cozporación sindical, que tuvo re­

)rudos similares, fue mucho menos heroico. El poder de los sindicalistas,murado en parte al final del gobierno mili tar, se hallaba debilitado por la"'Ila electoral del pcronismo -en cuya cor'uiucción los dirigentes sindica-

EL iMPULSO Y SU FRENO,1983·1989BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTI NA

~uar la acción penal contra los dern ' .

1usticia había certificad 1 b as responsables de las opcnu h,abra descalificado cualqO,a a er~afnte conducta de los jefes Jl,l I

d uier jusri icación y lo '1' h bs¡ometi os a la ley ci '1 ' s rru itares a (all IVI -c1rcunstancia absolese sentido fue un fal! '1 utamente excepci(IIIi.1

I o ejernp ar Pero no cl b 1te entre la sociedad y la Insnr : , '1' ausura a e problelllll 1'1 ,

D I UClOnrru itar sino leahí en más, laJusticia' ió acn ' que o manten (:1, sigui activa dando C' l ' l 'eras contra oficiales de dí , ,UISO a as mu tlpl,".,l isnnta graduación citánd lconvu síón interna delas F A das.v o os y encaus;ílld,,!.uerzas rma as y m ' 1tuvo un nuevo eje' ya b ,uy espeC1amente del l·

l ' . no se trata a tanto de l ivindí ,a srtuación de los citad Íos i a rervrn 1caC1ónglobo" 1I, ospor os Jueces oficiales d dse consideraban los responsabl ' l', e menor gra uaci(~II"

1 es S1110os ejecutores di' d,no, por su parte, inició un lar d e o Imputa o, Iq flll ' , go y esgastante intento d,a a accíon Judicial para a ' e acotar y pone I

1 'SI contener ese clima de fr d 1:os cuarteles, alimentauo por l'd id on a que rertlll'II1111

una so I an ad hori t 1 d btructura jerárquica. Se tratab d decí , zon a que es ordnl1dIb d a e una eCISlónpolrn , é 'asa a en un cálculo de fu d I ica, ru nca ni JIIId erzas que emostró ser b .

za a sucesivamente en las le II d astanrs ajustado, 1111111

bida. La primera, sancionadaYaes1:'amda a1s9d8ePUnto Final y de Obedielll h.I l unes e 5 ponía 1"meses a as citaciones jud' , 1 d ' un imite temporal didí reta es, pasa o el cual ya h b 'le acompañó al gobiern 1, " no a na otras l1lH':VII~Iib loen a sanción de esta lId 1lera, por ser partidario d ' ey: a erec la, perol iI I, l s e una amntstía complet . lme uyendo al peronismo d a, os sectores progJ'('~Es, 1: renova or por no ca gtos JUeron altos, y sus resulr d " , r ar con sus costos p'lllIh •

'1 1 a os termmaron siendo dso o se ogro un alud de citacr'o . dí . l contrapro ucenl('/',Il· nes Ju icia es yen)' u" ,a igerar el problema lo ag dí 1cramlentos, que en 1111'111u Izaron, .En ese Contexto se llegó al episodio d S

oficiales, encabezado por el tenl e emana Santa de 1987. Un grlll'"d M entente coronel Aldo R'

po e ayo, exigiendo una sol " Ir , lCO,se acuarteló en ( "ucron po ruca a la ió dI' ,en general, una reconsideració d 1 d cuesn n e as crracr, 1111

d n e a con ucta del EJ'é' ' , , ,mente con enado. No se tr t b de los rf , retro, a su JUICIOj¡ 1I11 I, a a a e os tIpICOSleva tamí dres C111cuentao sesenta año 1 f n amrentos e los :11111'11,

d " s, pues os o iciales amotin d '01' en constItucIOnal sino que I dí l' a os no cuestlon:lhlll 1II

d e pe tan a gob1emo q lucíma e un grupo de oficiale: T: ' ue so ucionara el 111'111,111, s. atnpoco tuvreron a díf . devantamlentos anteriores el Id d ' erencia e todos aqIH'II".normalmente eran losmo t:'o fdesp¡ao. 1e sectores de la sociedad civil 11111h res e os go pes C íonab . I

ve emencia, la propia con.<!ucción d I Eié .. uestlona an en cambio, y " '11sus responsabilidades en los s b d' e d J rcito: los generales que desc:llv¡d'illtla derrota en Malvinas yd IU ~r tna os, y que además eran respons:,hl;"¡.I,

e a entre "d I ' " ,ga e pars a los intereses extl':1njl'llI ,

251250

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no sindicalizados, como los jubilados, pero también hicieron alían­los empresarios, la Iglesiay los grupos de izquierda. Los reclamos fueronoherentes -Inclufan desde las aspiraciones más liberales del establish­

Konómico hasta pedidos de ruptura con el Fondo Monetario- pero seen un común ataque contra el gobierno, que incluyó en algún mo­

de exaltación el reclamo de que "se vayan".( 'OT no rehusó participar en las instancias de concertación que abrió el

pero lo hizo con elestilo que había desplegado exitosamente entreV 1973: negociar y golpear, conversar y abandonar la negociación conirtazo", lo cual permitió unir y galvanizar las fuerzas propias, que enuspectos presentaban profundas diferencias. Saúl Ubaldini, dirigentepequeño sindicato y secretario general de la CGT, fue la figura caracte­de esta etapa, no sólo por su peculiar estilo, adecuado para sellar el

de alianzas del mundo del trabajo y la pobreza, sino sobre todo porque sufuerza propia lo convertía en punto de equilibrio entre las distintas

_I•..•••.~~en que se dividía el sindicalismo.El gobierno, que abrió permanentemente los espacios para el diálogo y la

pero sin discunr los lineamientos de la política económica,resistir bien el fuerte embate sindical, pese a los inconvenientes que

lftcaba para la estabilización económica, en tanto contó con el apoyorente de la civilidad y la escasa presión de otras fuerzas corporativas. La

lira de distintos frentes de oposición, y muy particularmente el militar,ilsaron al gobierno a una maniobra audaz: concertar con un grupo im­

de sindicatos -los "15", que incluían a los más importantes de lalvldad privada y de las empresas del Estado- y nombrar a uno de sus diri­les en el cargo de ministro de Trabajo. El acuerdo era transparente y casi

e incluía la sanción del conjunto de leyes que organizaba la activi-sindical -de asociaciones profesionales, de convenciones colectivas, deIS sociales, controladas por los sindicatos- en términos similares a los de

75. A cambio de esas importantes concesiones, el gobierno -que sacrifica­principios enunciados largamente- obtenía poco: una relativa tregua 50-

ínl, pues la oposición sindical quedó profundamente dividida, y un eventual'yo político, que en rigor nunca se concretó. Quizá también, un respaldome al embate de la corporación militar, que no debía darse por descorita­

J". Luego de la victoria del peronismo en la elección de septiembre de 1987,,,1 gobierno prescindió de su ministro-sindicalista, pero mantuvo los compro­",isos. Con la nueva legislac ión, el poder de la corporación sindical quedabaph-nnmente reconstituido y la ilusión de la civilidad democrática de sorne­Il'f'los a sus reglas se dcsvnn .. era.

les teníanun peso importante- y en general por el repudio de 1., Stu Ilas viejas prácticas de la corporación, que habían aflorado durante 1111

ña, a lo que debía sumarse la profunda división existente entre los dillPor otra parte, su situación era institucionalmente precaria: buenn fla legislación que normaba la acción gremial había sido barrida pOI dmen militar; muchos sindicatos estaban intervenidos, y en otros lus dtes sólo tenían títulos provisionales, o mandatos prorrogados desde 1I1modo que la normalización electoral debía ser inmediata.

El gobierno se propuso aprovechar esa debilidad relativa, así COIlII'tipaldo de la civilidad que, según juzgaban, debía incluir sectores no tibies de trabajadores, cuya voluntad participativa se manifestaba c1ar:1I11

y se lanzó a democratizar los sindicatos, para abrir las puertas a un ('NI

más amplio de corrientes. El ministro Mucci -un veterano sindjc:"L~I"origen socialista- proyectó una ley de normalización institucional de 1"dicatos que incluía el voto secreto, directo y obligatorio, la represenuu-ümlas minorías, la limitación de la reelección, y sobre todo la fiscalizacto¡ d.comicios por el Estado. Se trataba de un desafío frontal, ante el cual ~(' 11caron todas las corrientes del peronismo, gremial y político: en lU;1I l'

1984 la ley fue aprobada en la Cámara de Diputados, pero el Senado 1,chazó, por un único pero decisivo voto. De inmediato el gobierno arrut 1deras, puso a funcionarios más flexibles al frente de la negociación crugremialistas y acordó con ellos nuevas normas electorales. A rnedín.l«1985 se habían normalizado los cuerpos directivos de los sindicatos, y 11111que las listas de oposición habían ganado algunos lugares, en lo esencu.l Iviejas direcciones resultaron confirmadas.

El impulso civil y democrático había experimentado un temprano y ti"",contraste ante el poder sindical reconstituido, que apoyándose en las crl'll. 11

tes dificultades económicas se enfrentó sistemáticamente con el gobíern. '. 1'11tre 1984 y 1988, cuando decidió concentrar su atención en la campaña ell'l ",

ral, la CGT organizó trece paros generales COntra el gobierno consrírucf 1"111

c~fra que .c?ntrastaba con la escasa movilización en tiempos del anrerior J "bierno militar, Salvo el breve período posterior a junio de 1985, cuarukr : Igobierno obtuvo un respaldo importante de la sociedad para su plan eC0I1,"'1I1ca, convalidado en la excelente elección de noviembre, la presión de I:i 1IIIfue intensa. Se apoyó en las indudables tensiones sociales generadas pi 11 II1

inflació~ -que llev~ba a una permanente lucha por mantener el salario rcnI \os comienzos del ajuste del sector estatal, que movilizó particularmente :1 1"empleados públicos, pero su carácter fue dominante mente político. Los si,,"1calistas lograron expresar de mariera unificada el descontento social, e inrq:1111

253EL IMPULSOy SU FRENO, 1983-1989BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA252

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En lalesnftrategias~guida ante el podersindical se habla optado iniclulupor e e rentarruento, desdeñando la posibilidad d I, la cri , e concertar COIIIclones a a cnSlSeconómica, En verdad aunque al ' " ,~, pnncipio pareciomenos urgente que los problemas POlíticos,esta cuestión era extrema.te grave, La inflación, desatada desdemediados de 1982 b'.'l' d d 1 ,esta a mstinu nIza a, y to os os actores habían incorporado a sus á' 1, id b v pr eneas e SUPUl:SIIIImcern um re y la especulación, incluso para defender mod t ' ']unto con el déficit fiscal y la deuda externa que seg , ~s id 11111', 1 ' uta crecien o, 1111rutan a parte más visible del probleIua que se prol b

d d,onga a en una ccou,

estanca a esde principios de la déc d da e i f1 bl l

a a, cerra a e me iciente y fuera-unvu nera e en o externo en la que b 1, ' escasea an os empresarios dispIII"II'1Iarnesgar y apostar al crecimiento y donde los grupos eco órni .,~centrados q é d l Es d n micos mru 1 •, ue a trav s e ta o ab 'b' d dh bf al Sallan recursos e to a la sud 1a ian canzado la posibilidad de bloquear los intentos d d I'bl' hi , que es e e 11,"pu ICOse icreran para modificar su situación,Pese a que el flujo de capitales Se había cortado desde 1981 1, I

exte ' íend l ' .1 I 1rna segura crecien o por a aCumulación de int l I1 f d l d I ereses, a punto \ l' '1a 10 e a écada duplicaría con eX.ceso los valores de 1981 l Esque en 1982 había asumido la deuda de los partic 1 . ' y eb ~I:II

d' " u ares, carga a CIIII

pago e unos serVICIOSque insumían b de sus íC' uena parte e sus mgresos corrll'llll'iertarnente, esas obligaciones se refinanciaban con f ' I

drecuencia, pero "1

cuan o se contaba con la buena voluntad del Fond M .: 1'1 b" , " o onetaIlO nl"l'I''''cionai, que a carn lO exigta la adop ió d lf . ,CI n e po tticas onentadas princlpn]mente a aumentar la capacidad inmediata de pago di" E'II'd e os servicros. "11 Io, a su vez, afrontaba un déficit creci~nte cuyo erige lei "1bi ' n ejano quiza pi" II

u icarse -como afirmaban sus críticos libera1es- el) I itud d Id

' , a magnLtu e "p:1111to e serVICIOSsociales crecido en épocas de may b Idi' " or onanza, pero Sil litto o en a mas reciente calda espectacular de sus daci Id 1 recau aciones, en e 1'1'"e os pagos al exterior y en la magnitud de las s b ' d Iibí 1 u venciones e touo 111'11

que reci tan os sectores empresarios ligados a él en e " l'd debí rorma parasttana. '~,Imasa e gastos ebía afrontarse con recaudaciones e b' id I, fl ' , la i di naJa, coml as pUl' 1110 aCLOny a in isciplina de los con l::ribuyentes, sin crédito externo ni iIterno -todo el mundo transformaba h d '1 Ib 1 d

sus a orros en o ares- y sin gr.uul«o sas e recursos acumulados de do d 1

1 hbí id 1 d :t::l e tomar os, como en otros ticrnp, 1

o a tan Sl o os exce entes del ce> ' ,iubilaci El rnercro exterior o los de las cajas di IJU 1 aciones. problema, que en lo i di " ,, . , :nme lato repelCUtla en una ínflacloupermanente que distorsionaba las ccmdiciones de 1 - e Ia economia, arccru 111

la propia capacidad del Estado para gobernar efectivamente lay la sociedad misma,

la distancia la necesidad de encarar soluciones de fondo puede resultaren el momento pareció necesario subordinarlas a las necesidades de

de un sistema democrático todavía débil y de un Estado másEl nuevo gobierno y muchos de quienes lo acompañaron considera', no crear divisiones en el campa de la civilidad, que constituía su

'P()yo~ y evitar al conjunto de la poblacióll los costos de una reformala, cuya necesidad, por otra parte, no parecía evidente, sobre todo side los rumbos elegidos chocaba con tradiciones sólidamente arraigadasde los deberes y funciones del Estado, Por otra parte, si esas reformasde tener un sentido democrático, equitativo y justo, sólo serían viablespoder estatal fuerte y sólidamente respaldado,

el primer año del gobierno radical, la política económica, orien­pllr el ministro Grinspun, se ajustó a las fórmulas dlrigistas y redístribu­clásicas, similares a las aplicadas entre 1963y 1966, que en sus rasgoses el radicalismo compartía con el peronismo histórico, La mejora deuneraciones de los trabajadores, junto con créditos ágiles a los empre­medios, sirvió para la reactivación del mercado interno y la moviliza­de la capacidad ociosa del aparato productivo, La política incluía elrol estatal del crédito, el mercado de cambios y los precios, y se cornple­ron importantes medidas de acción social, como el Programa Alímen-I Nacional, que proveyó a las necesidades mínimas de los sectores más'li,Con todo ello, no sólo se apuntaba a mejorar la situación de los sec­medios y populares, sino a satisfacer las demandas de justicia y equidad

1111, que habían sido banderas en la campaña electoral. Tal política conci­In uctíva oposición de distintos sectores empresarios, que esgrimieron lasumas del liberalismo contra lo que denominaban populismo e interven-

mismo estatal, pero también la resistencia de la CGT, en este caso de raízInldamente política, lo que hizo fracasar los intentos de concertación queparte de la estrategia del gobierno,

Éste debió afrontar a la vez un juego de pinzas de los dos grandes actoresItplll'é-ltivos-unídos para el ataque- y una puja desatada por la distribuciónlngreso, agudizada por la fuerte inflación, Todo ponía de manifiesto la

I""IIl'iciencia de una política que no tomaba en cuenta la radical transforma,,h 11\ (le las condiciones de la economía luegode 1975,el deterioro del apara,111 prnductivo y su incapacidad para reaccionar- eficientemente ante los est í-1111111)1) de la demanda, la magnitud del déficit fiscal y de la deuda externa,, '01) éstn se osciló entre dos caminos, que ref'lejaban ambos el espíritu del

\

El P~nAustral

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que el plan no afectara específicamente a ningún sector de la socie­hubo caída de la actividad ni desocupación, que tradicionalmentelave de los planes de estabilización, pero tampoco se afectó a losempresariales, incluyendo a los que medraban con el Estado, cuyosfueron en general respetados. El ajuste fiscal fue sensible pero nolos salarios de los empleados estatales fueron congelados más es­que los del sector privado, pero no hubo despidos; la recauda-

Iró sobre todo como consecuencia dela reducción fuerte de la infla­....... rI, .... a algunos impuestos excepcionales, pero no hubo drásticas re­

en los gastos del Estado. Los acreedores externos se sentíanlli tanto por la manifiesta intención delgobierno de cumplir los corn­como por la augurada mejora de las finanzas estatales, y sobre todo

(Irme apoyo que el plan recibió tanto del gobierno norteamericanode las principales instituciones económicas internacionales.trataba del "plan de todos", quizá la más pura de las realizaciones de lademocrática: entre todos, con solidaridad y sin dolor podían solucio­

Ins problemas más complejos, aun aquellos que implicaban choques demás profundos. El gobierno obtuvo su premio en las elecciones par­

dl' noviembre de 1985: apenas seis meses después de estar el país al borde, logró un claro éxito electoral que significaba el apoyo general de laa la política económica. La novedad estaba, sin embargo, en que en

general, las cuestiones económicas habían pasado al primerde modo que en lo sucesivo, éxitos y fracasos se medirían por ellas,placidez duró poco. Ya desde fines de 1985 se advirtió la vuelta inci­de la inflación, que el gobierno debió reconocer en abril de 1986 con

y ajuste parcial. Influyeron en parte las dificultades ere­en el sector externo, debido al derrumbe de los precios mundiales de

reales como consecuencia de decisiones políticas de Estados Unidos,IIll'ctó tanto los ingresos del Estado como de los productores rurales, Sel·1 aflojamiento de la disciplina social que requería el plan, sensible auler intento de modificar los precios relativos. Renacieron las pujasmrtivas, que realimentaron la ínflacíón: la COT, embanderada contra el-lurniento salarial, que afectaba sobre todo a los empleados estatales, y

rinnresarlos, liderados por los productores rurales, que se movilizaron contrarungelarniento de precios. Curiosamente, ambos coincidían en un recla­rurnún contra el Estado. La reaparición tan rápida de los viejos proble-indicaba que, en el fondo, nada había cambiado demasiado, El plan,para la estabil ización rápida, no preveía cambiar las condiciones de

lo, () lntenraba hacerlo con njusrcs que n-o supusieran ni dolores ni con-

impulso democrático de la horapero resultaron igualmente íncon.hSe trató de lograr la buena voluntadde los acreedores, con el "I'¡¡IIIIque las jóvenes democracias debían ser protegidas, y se los amena "constitución de un "club de deudores"latinoamericano, que repud i:11;1 l.en conjunto.

A principios de 1985, cuando la inflación amenazaba desbonhuhiperinHación, la conflictividad social se agudizaba y los acreedon-, "hacían sentir enérgicamente sudisconformidad, el presidente Alftlllldllplazó a su ministro de Econolllía por Juan Sourrouille, un técnico 111

mente acercado al radicalismo, que lo acompañó casi hasta el ('¡'I,Igobierno. Para formular su plan de acción, el ministro necesitó ('11,,1 I

meses, que fueron terriblemente duros para el gobierno, pues al dcsr. 1111

la eC?I~Omíase sumaba la movilización de la COT con su plan de Itlcll 1,los dlStlOtos sectores empresarios y sus voceros políticos, particularun-¡usogaray y el ex presidente Frondizi, y sobre todo la agitación militar, 1 "

peras del inicio del juicio a las Juntas. A finesde abril, la civilidad, CI'"

da a la Plaza d~ ~ayo para d~fender al gobierno y desbaratar un puslhl" iIde Estado" re,clbló. el anuncio del inicio de una "economía de gucn.i",anuló los últimos intentos de concertación. El 14 de mayo de 19/)'3, 111mente, se anunció el nuevo plan económico, bautizado como PI;:¡n1\11 ,

Su objetivo era superar la COyuntura adversa y estabilizar la econuuuael cort~ plazo, ~e modo de crear las condiciones para poder proyecuu "formaciones m.as pro~ndas, d~ reforma o de crecimiento. Aunquc 1~1I11'

estaban. enunciadas, S111duda Incluían desalentar las conductas eSpl'( 111vas, estimuladas por la inflación, e impulsar a los actores económíco, 1111

acciones orientadas a la inversión Productiva y el crecimiento. Per. 1 1,1g.ente er~ detener la. i~flación. Se congelaron simultáneamente precios,nos y tanfas de serVICIOSpúblicos, se regularon los cambios y tasas de ¡III!Ise suprimió la emisión monetaria para equilibrar el déficit fiscal-In ( litponía ~sumir una rígida disciplina en gastos e ingresos-, y se elimin:II~"" 1,~eca~lsmos de indexación desarrollados durante la anterior etapa dI' Idínílación y responsables de su mantenimiento inercial. Símbolo del ini, j¡"

una nueva etapa, se cambiaba la. moneda y el peso era reernplazado 1"11 I Iaustral.

~laborado por un equipo técnico de excelente nivel pero ajeno ,':111111 .1partido gobernante como a Cualquiera de los grandes grupos de inITn~:"11plan se sustentaba exclusivamen t:e en el respaldo del gobierno, de indi'll"valor, y en su capacidad para SUscitar apoyo en la sociedad. Rápid:1I1H'III'logró frenar la inflación, y así s~ ganó ese apoyo general, para lo cuul 111'

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nente el gobierno radical sólo había sido tolerado por las grandes cor­Iones -en rigor, el candidato peronista hubiera satisfecho mucho más

a las Fuerzas Armadas y a la Iglesía-, de modo que debía respal­en su poder institucional. Pero allí también su apoyo era limitado, par­

en el Congreso: la mayoría que tuvieron los radicales en la Cá­de Diputados hasta 1987se contrapesaba con la mayoría relativa de losisras en el Senado, donde un grupo de representantes de partidos pro­

lules desempeñaban el beneficioso papel de árbitros inconstantes. Así,lh IN grandes partidos tenían en el Congreso -que era el corazón del siste­democrático- la posibilidad de vetarse recíprocamente, y como no había

) acuerdos previos sobre cómo se conduciría el proceso político, queIl' dudaba en calificar como transicional, fue más difícil aún llegar a ellosulo cada partido procuraba desempeñar con eficacia sus respectivos pa­Je ofícíalísrno y oposición,

FSla situación planteaba un problema para el gobierno, necesitado de unApoyo institucional en la resolución de los problemas de la crisis, y

rhlén para el proceso, todavía frágil, de institucionalización de la derno­liI. A menudo, al gobierno se le planteó la opción de gobernar efectiva­

nrc, desplegando su voluntad política pero tensando las cuerdas del siste­lnstitucional, o tratar de concertar las distintas opiniones y llegar a acuer­que, al costo de soslayar problemas y opciones, fortalecieran el sistema

INI Irucicnal. Tironeado por dístootas tradiciones políticas, el gobierno radi­nl u.lopró, mlenrrns pudo, 1I11fl su.-erte de vía media entre ambas alternativas.

ka reducción de sus gastos,Pero este intento nació sin la fuerzacapaz de sustentarlo, sobretodo luego de la derrota electoral de

de 1987. En noviembre, los gremialistas se alejaron del gabine­conflictos entre sindicalistas y empresarios se sumó la dificultaddivididos en sectores deintereses contrapuestos, para proponercomún de acción. El peronismo, sobre todo, apuntando con nue­ismo a las elecciones presidenciales de 1989, se negó a respaldarcuyo costo social era evidente. De ese modo, la proyectada recen­con las corporaciones, que supuso un fuerte deterioro de la ima­gobierno radical ante lacivilidad, no rindió tampoco los frutos'I! en el terreno económico, donde la inestabilidad y la sensaciónde gobernabilídad fueron crecientes,

flictos. Se intentó reactivar la inversión extranjera, especialmenu- 111

petrolera -el presidente Alfonsín anunció este plan en Houston, 1 "1las grandes empresas petroleras-, y también se esbozaron planes dt' •fiscal más profunda, privatización de empresas estatales y desregulm hllleconomía. Todo ello chocaba con ideas y convicciones muy firmes L'II l.dad, arraigadas tanto en el peronismo como en el propio partido gohl'lde donde surgieron bloqueos a estas iniciativas. Sobre todo, cunlquíestos rumbos hubiera significado, a diferencia del Plan Austral, en""con alguno de los fuertes intereses constituidos, O gravar al grueso dl' 11dad con los costos de la reforma. A medida que se hacía más clara In IH'"de encarar soluciones de fondo, el gobierno radical descubría que sus 111apoyo eran más tenues.

Quizá por eso a principios de 1987, cuando se volvía a agudizar la I 1"

tividad social, el gobierno decidió recostarse en los grandes grupos el 111"vos a los que en un principio había acusado y combatido. En m0l11V1111I,que un sindicalista, propuesto por un conjunto de los más Imporranrcscatos, se hacía cargo del Ministerio de Trabajo, un grupo de funcíomuj ..las grandes empresas ligadas a los contratos estatales fue convocado 1'111 •rigir las empresas públicas y un político radical de militancia en las n~,"ciones rurales era nombrado secretario de Agricultura. Se renunciaba 111ño de controlar las corporaciones, se cerraba la etapa de la ilusión del 1"1'minio del interés público, y volvían a dominar los intereses partículnulos distintos sectores de la sociedad, y entre ellos, naturalmente, los dímás poderosos. Ventajas e inconvenientes de la nueva poiítica se bnhllllron: la tregua social lograda tuvo como contrapartida el bloqueo que 111" Itintas corporaciones imponían a políticas que las pudieran afectar. EIlIIII'rios y sindicalistas dejaron de estar de acuerdo, sobre todo cuando éHlt", hgraron la sanción de la legislación gremial que acababa con las expecuuhde flexibilizar las relaciones salariales. Pero, por otra parte, cuando en 111"de 1987 los militares desafiaron el poder civil, por primera vez desde J t) l( 11uencontraron ningún apoyo en la sociedad. En cierto sentido, la insrituch 1111

lidad democrática estaba salvada, a costa de la posibilidad de una refoflllll dla economía encarada democráticamente.

En julio de 1987 el gobierno encaró un nuevo plan de reformas, '1111contó con el aval de. los principales organismos externos -particulal'lllt'lillel Banco Mundial, cuya política empezó a distanciarse de la del FMI- Y"I". procuró conciliar la necesidad del aj uste del Estado con los intereses tll' 1IIgrandes empresarios. Una reforma impositiva más dura y profunda dt,I,I"acompañarse de una política de privatización de empresas estatales y dI

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La apelación a la civilidad

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siguió utilizando esamovilización, convocándola en ocasiones a lade Mayo o al referéndumpara resolver situaciones difíciles, como la re­

del Senado a aprobarel tratado por el Beagle, o el cúmulo de ame­que se cernía en las vísperasdel Plan Austral. Pero, sobre todo, trabajó

IIIfIlUienlceen su educación, en la constitución de la civilidad como actormaduro y consciente. Para la movilización callejera -un estilo polí­

con el de lasgrandes jornadas de diez años atrás-la Coor­era insustituible, peropara esta otra labor necesitó del apoyo de un

unte conjunto de intelectuales, convocados para asesorarlo en diver­res e instancias. Éstosle suministraron los insumos de ideas, reelabo­

y volcadas con singular pericia por un dirigente que -como ha puntua­lCarlos Altamirano- estaba convencido de que el único gobierno legí­eru el que se basaba en el convencimiento de la sociedad por medio de

racionales.fims(n le propuso los grandes temas y las grandes metas. La lucha con-

ti autoritarismo y por la democratización cubrió la primera fase de su, pero desde el Plan Austral, y sobre todo luego del triunfo electoral

iernbre de 1985, su discurso se orientó hacia los temas del pacto derno-1, la participación y la concertación, y hacia la nueva meta de la rno­telón, un concepto que incluía desde las estructuras institucionaleslos mecanismos de la economía, en los que las cuestiones de la reforma

E..rudo, la apertura y la desregulación aparecían formulados en el contex­~l' la democracia, la equidad y la ética de la solidaridad. Tales temas seIfestaron en una serie de reformas concretas, que sucesivamente propu-

1" reforma del Estado, el traslado de la Capital al sur, la reforma constitu­, no concretadas pero con las que logró mantener la iniciativa en la

pública. En todos ellos subyacía una inquietud común: la conver­la de distintas tradiciones políticas detrás de un proyecto democrático yrnizador común. También una tentación: la articulación de esas tradi­en un movimiento político que las sintetizara y que, con referencia a

unrecedentes del yrigoyenismo y el peronismo, comenzó a denominarsetercer movimiento histórico.JlOlle planteo, que nunca llegó a explicitarse plenamente, hizo rechinarl'sl ructura del partido gobernante, que llevaba cuatro décadas comba­lilo el movimientismo: de Perón, de Frondizi, de la corporacion smdi-

1, de algunos sectores em Ilresarios. Pero, sobre todo, la apelación a lawlltzación de la civilidad, sumada al fuerte protagonismo presidencial,h6 dudas sobre su relaci cin armónica con el proceso de ínstítucíonalt­~"~Ildemocrática. D~'1(11lel cqu ilibrio de fuerzas y el reparto de posiciones

Los grandes apoyos del gobierno se encontraban en el radicalisrm 1, yamplio conjunto de la civilidad que directa o indirectamente lo habfu Idado. Se trataba de un actor político mucho más inestable que aquél peropor las peculiares circunstancias de la crisis del régimen militar, tenfn Irmente ungran poder. La Unión Cívica Radical había sido tradicionalnu-rgran partido de la civilidad, y el que contaba con mayores antecedentes \"cidades para organizarla y galvanizarla. En realidad, se trataba de un 1'1complejo y fragmentario, en el que coexistían variadas tendencias y d'lIl1representaban múltiples intereses, a menudo de peso local o regional, 11_

cual daba un gran mosaico, difícil de unificar.Desde 1983 Raúl Alfonsín estableció un fuerte liderazgo, sobre tor] 1I

talizando en el interior del partido el gran apoyo que había ganado 1"civilidad. Su agrupación interna, el Movimiento de Renovación y 011-que fundó en 1972, cuando disputaba la conducción con Ricardo B:IIIera poco más que una red de alianzas personales, a la vez eficaz y poco CI 1I

tente cuando se trataba no ya de ganar elecciones internas sino de Prtll"a la sociedad grandes líneas programáticas. Más notable fue la acción ,1,grupo de dirigentes jóvenes, provenientes en su mayoría de la militanclnversitaria, que integró la Junta Coordinadora Nacional, o simplemcnn"Coordinadora". Surgido hacia 1968, el grupo arrastraba en sus ideas y 11

dos de acción mucho de la experiencia que culminó en 1975: confluenrlntradiciones socialistas y antiimperialistas, sentido de la militancia org:ílll. ..la disciplina partidaria, fe en la movilización de las masas. Volcados en l'a la vida partidaria detrás de Alfonsín, aportaron algunos elementos id,'1gicos a su discurso, pero sobre todo una gran capacidad para la organizuck '11la movilización de esa civilidad que estaba constituyéndose en actor p(11(, hya la que Alfonsín convocaba con el programa de la Constitución. T:III1I,aportaron cuadros eficaces, tanto para la lucha partidaria como para la lid,,,nistración del país, y en ambos campos sobresalieron por su disciplinn,eficacia y también su pragmatismo, en el difícil arte de tejer alianzas y ('11

ejecución de políticas que sólo genéricamente podían filiarse en los C0I1I!'11

dos programáticos originales. La Coordinadora ganó mucho poder, y Sll~, Hresistencias internas, en un contexto de disputa partidaria en el que 111 11111

dad, difícil y precaria, sólo podía mantenerse gracias a la conducción. (111'11

yen cierto modo caudillesca, de quien era a la vez presidente de la Nucf 111 ydel partido.

El pacto entre Alfonsín y la civilidad se selló en la notable campaña ,,1, ,toral de 1983, en sus grandes actos masivos y en la fe común en la dcnuu mcia como panacea. Consciente de que allí residía su gran capital pul (1h "

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Al competir con la fuerza gobernante en el terreno de la opinión pú­, los partidos y las instituciones, izquierdas y derechas -con la s.alv~­de grupos extremos y minoritarios- contribuyeron a reforzar la instt­ínnalidad. Algo similar ocurrió con el peronismo después de una eta­inicial de vacilación. Inmediatamente después de las elecciones de3, y en medio de un gran desconcierto y de profundas divisiones, pr~-inaron quienes -encabezados por el dirigente de Avellaneda Herrni-

I Iglesias- quisieron combatir al gobierno desde las, ~iejaS posi~io~es-lonalistas de derecha, y alentaron el acuerdo de políticos y sindicalis­peronistas con los militares y con quienes, como el ex presidente ~ron­I se habían convertido en sus voceros. En ese contexto, se opusieronlI~uerdo con Chile y fueron categóricamente derrotados en el plebísci­Progresivamente fue articulándose dentro del peronismo una corri~n­opuesta -la renovación- que combatió duramente con la conducción

1, al punto de que en 1985 se dividió el bloque de Diputados, hastaa fines de ese año conquistó la preeminencia en el partido. El pero­

smo renovador -cuyas principales figuras eran Antonio Cafiero, Carlos, José Manuel de la Sota y el gobernador de La Rioja, Carlos ~e-se proponía adecuar el peronismo al nuevo contexto democrático,

It.",..r~"'r<:p en el discurso de la civilidad y agregarle el de las demandastradicionalmente asumidas por el peronismo, compitiendo desde

izquierda de su propio terreno con el gobierno, a quien acompañar~nincluso en temas como el plebiscito sobre el Beagle. Cuando se produjo111 crisis militar de Semana Santa de 1987, el comportamiento de los diri­Nl.'ntes renovadores fue impecable: manifestaron una solidaridad total ~on111 institucionalidad democrática y respaldaron sin condiciones al gobier­no. No sólo inscribían al peronismo en el juego democrático, sino que, final­mente, parecían crear la condición de éste: la posible alternancia entre par­Iidos competidores y copartícipes.

aunque pudo aspirar a convertirse en la tercera fuerza, que arbitrararadicales y peronistas. Mucho más rotundo fue su éxito ideológico, so~re

11medida que la crisis económica ponía de relieve la necesidad de solucío-de fondo. No es seguro que el liberalismo las tuviera, pero en cambio dispo­tic recetas fáciles y atractivas, y de una aguda capacidad para señalar losdel estatismo y el dirigismo. Compitió con éxito con el alfonsinismo enucación de la civilidad, y hasta reclutó adeptos en el propio partido

institucionales, el gobiemo debió a menudo elegir entre atenerse cs!1Imente a lasnormas republicanas, lo que en muchos casos hubiera llcvn.una concertación tal queimplicaba renunciar a los objetivos prognucos, o combinar aquel apoyo,de naturaleza más bien plebiscitaria, 1'1111

amplio margen de autoridad presidencial que las normas y los anteccdvruacordaban, y así presíonaral Congreso desde la calle, pasarlo por alto, II1I

tar quizás a la Justicia. Envarios casos, el gobierno de Alfonsín avanzo Ieste camino, pero sus sólidasconvicciones éticas lo frenaron pronto, y l'ello, moderaron una voluntad política que, contra Maquiavelo, se nC).!:lI"convertir en razón suprema.fÍ Las frágiles bases de supoder residían en la coherencia y tensión dI'

ívllidad que lo había consagrado presidente. Sus limitaciones pasaban Ifidelidad al pacto inicial, construido en torno del principio del bien \ún, pronto corroído por el resurgimiento de los intereses sectoriales, 1"11rimada de nuevas cuestiones, no contempladas inicialmente, como la ('11

< ómica, y por la emergencia de nuevas alternativas políticas, que lo privuuue la iniciativa discursiva. Éstas surgieron a izquierda y derecha, pero SIII'II .todo de un perorusmo renovado.

Un heterogéneo conjunto de fuerzas provenientes de la izquierda y dI' 1,experiencia de 1973se nucleo en torno del Partido Intransigente (PI), cot \ \111

programa que se ubicaba en el mismo terreno que el del alfonsinism, I l.defensa de los derechos humanos, la reivindicación de la civilidad y la dC1111I

cracia- aunque agregaba consignas nacionalistas y antiimperialistas, aplh 11

das a la cuestión de la deuda externa. Inicialmente esta fuerza aspiró -de I11I ,

manera ya conocida en la izquierda- a capitalizar la prevista disgregación .h lperonismo, pero luego se dedicó a señalar la infidelidad del gobierno al 11111

grama primigenio y a radicalizar las consignas de los derechos humanos, I11

tiempo que el antíimperia lisrno le permitía sintonizar con aquellos secrundel sindicalismo que levantaron la bandera del repudio a la deuda extvrnuNo lograron sin embargo Constituir un polo alternativo: el PI se disgregó y Ituabsorbido por el peronismo renovado.

A la derecha, e intentando también aprovechar el debilitamiento dI' 1,bipolaridad de 1983,creció la Unión del Centro Democrático, fundada plllÁlvaro Alsogaray, el veterano mentor de las ideas liberales. Esas ideas, IIIH'gozaban de un gran predícarnento en el mundo, en el contexto de la crisis dl,1bloque sovieético y el del Estado de bienestar, fueron traducidas aquí de 11111\

manera novedosa y atractiva por un partido que encontró en el contexto lirla democracia la fórmulade la popularidad, particularmente entre los j(l\l('

nes. Su éxit-o electoral fue ~elativo -no logró afirmarse más allá de la C:lpl

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El año 1987fue decisivo para elgobierno de Alfonsín. El episodio dina Santa representó la culminación de la participación de la civllfmáxi~o d~ tensión que se podíaalcanzar, y al mismo tiempo la evid¡.11Isu lImItaCión para doblegar un factor de poder igualmente tensad, I

Pascua de 1987 concluyó definitivamente la ilusión del poder iliminuln~emocracia. Además, y ya embarcado en la negociación con los dl~1l~ter~ses que había~n sobre.vividoal embate civil-militares, empresnrl •• ,d~ca,llstas-, Alfonstn perdió la exclusividad del liderazgo sobre la civilSI bien .10s competidores de derecha e izquierda cosecharon algo, [as IllIlVI

ganancias fueron para el peronismo renovador. En un clima de dererüu..nómico a~Lldizado y ~e infl~ci6n creciente, las elecciones de septicmlu19~7 les dieron un tnunfo SIno categórico, claramente importante: (,1 ,calismo perdió la mayoría en la Cámara de Diputados, y el control di' l'la~ go~ernaciones, con excepci6n de dos, Córdoba y Río Negro, únÍlV, ttntos, Junto con la Capital Federal, donde logró triunfar.

E~gobierno sintió fuertemente el impacto de una derrota que cuest 11111

su misma legitimidad y su capacidad de gobernar, y desde entonces h¡¡SI,1

tras~asó el gobierno, en julio de 1989, las dificultades para su gestión liJo 11

creclent~s, ,hasta llegar a convertirse en un calvario. El plan econom¡« I

zado en JulIOy completado en octubre le dio un momentáneo respiro, 111.1todo po~~ue la oposición p~ronista aceptó compartir la responsabilidad ¡ 11

aprobación de los nuevos ImpUestos necesarios para equilibrar las l:IIt'''Idel Estado. Pero no acompañó al gobierno en las transformaciones de I~11 10

como el programa de privatización de empresas estatales de mod )dibilid d di' ( '1"'ere I I I a e a nueva orientaci.ón fue escasa y los signos de la crisi '_ rinfl . , d d S 111111: ación, incapac~ a p~ra afrontar los pagos de la deuda- pronto 1'<'::11'111

clero,n. En el propio partido, alzaron sus voces los disconformes con la \ 1111d,ucclón de Alfonsín, quien rápidamente propuso como candidato pr<.:sld, 11cial para 1989 al gobernador de Córdoba, Eduardo Angeloz, provenicnu- dlos sectores más tradicionales y escasamente identificado con las tendeur 111del alfonsinismo.

, La cuestión militar, no cerrada en abril de 1987, tuvo dos nuevos l'l'l,oo.dIOS,en parte porque la situación de los oficiales seguía irresoluta, pero SI.I'IItodo porqu~ los activistas militares estaban dispuestos a aprovechar la dvl 0111

dad d~l gobierno. En ene~~ ,de 1988 el teniente coronel Rico, jefe de ;111'" Ialzamiento, huyó de su pnsron y volvió a sublevarse en un lejano regilllil.1111Ien el nordeste.A diferencia del afi_o anterior, la movilización civil fue 1111111

también el respaldo militar a los sublevados resultó escaso: Ricopor el Ejército y, luego de un breve combate, se rindió y fue

lado en un establecimiento penal.de 1988 hubo una nueva sublevación, encabezada por el coronelque como Rico pertenecía al selecto grupo de los "héroes de las, y a quienes todos sindicaban como el verdadero jefe de los "cara­. Seineldín se sublevó en un regimiento en el límite mismo de la

y reclamó una amplia amnistía y una reivindicación de la institu-Corno en Semana Santa, se comprobó que el grueso del Ejército, ylemente porciones importantes de las otras armas, compartían sus ideas,han a reprimirlo y hasta hacían suyo su programa. Como en Semanay pese a que los amotinados terminaron en prisión, el resultado final

. Desde el punto de vista del gobierno, quedaba claro que noa conformar ni a la civilidad -que lo encontraba claudicante- ni a

cíales, cuyos reclamos pasaban de la "amplia amnistía" al indulto a los1d1'II~a(1()sy la reivindicación de la lucha contra la subversión. En defínití­hnMa fracasado el proyecto de reconciliar a la sociedad con las Fuerzas

. Aquélla se sentía totalmente ajena a las inquietudes de los "cara­, y aun quienes tradicionalmente habían apelado a los militares

laban su actitud subversiva y el nacionalismo fascistizante que esgri­Éstas, por su parte, se encerraban en reivindicaciones absolutamente

irativas, pues la demanda de su rehabilitación se sumaba a novedososreos salariales que mostraban cómo la crisis del Estado también los había

a ellos.En enero de 1989 un grupo terrorista, escaso en número, pobre en recur-nlslado y trasnochado, asaltó el cuartel de La Tablada en el Gran Buenosy el Ejército encontró la ocasión para realizar una aplastante dernostra­de fuerza, que culminó con el aniquilamiento de los asaltantes. El rece­

[miento que recogió por la acción fue el primer indicio del cambio deirldades y valores en la opinión pública. Podía anticiparse que a la larga,

cuestión militar abierta se solucionaría con la reivindicación de los milita­l'l olvido de los crímenes de la "guerra sucia" y el entierro de las ilusionesla civilidad, aunque tocaría dar el gran paso de amnistiar a los jefes conde­IlIsal gobierno que siguió al doctor Alfonsín.La cuestión política tampoco se cerró satisfactoriamente para la civilidadicrática. Luego de la elección de septiembre de 1987 creció la figura de

nonio Cafiero, gobernador de Buenos Aires, presidente del Partido [usti-tnlisra y jefe del grupo "renovador", que se perfilaba como candidato de su

1'111 I ido y, probnblcmcntc, sucesor de A lfonsfn. En muchos aspectos, Cafiero

Elfin de la ilusión

EL IMPULSO YSU FRENO, 1983-1989BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEADE LA ARGENTINA 165264

Page 132: Romero - Breve Historia Contemporánea

posible que, con esas alternativas, fuera inevitable el triunfo del candi­opositor, según una dínánica muy propia de las democracias consolida­en las que las dificultadsde la sociedad engrosan la cuenta de los geber­

Pero faltaba el ingrediente final, que transformó una posible transi­ordenada en otra catastrófica. En agosto de 1988 el gobierno lanzó unplan económico, quedenominó "Primavera", con el propósito de lle-

n las elecciones con la inflación controlada, pero sin realizar ajustes queenajenar la voluntad de la población. Al congelamiento de precios,

y tarifas -aceptado aregañadientes por los representantes empresa­se agregó la declarada intención de reducir drásticamente el déficit1, condición para lograrel indispensable apoyo de los acreedores exter­mucho más remisos que antes. En condiciones políticas muy distintaslas de 1985, el plan marchó de entrada con dificultades: la predisposi­de' los distintos actores a mantener el congelamiento fue escasa, losen los gastos fiscales fueron resistidos, la negociación con las principa-

entidades externas marchó muy lentamente, y los fondos prometidos lle-10 con cuentagotas; en cambio lo hicieron los capitales especulativos,aprovechar la diferencia entre tasas de interés elevadas y cambio fijo,

"",.,nr1n con retornar en cuanto se anunciara la amenaza de una devalua­Se trataba, en suma, de una situación explosiva, que reposaba exclusi­te sobre la confianza existente en la capacidad del gobierno para rnan­

r la paridad cambiaría. En diciembre de 1988 ocurrió el episodio de Sei-In, al que siguió una aguda crisis en el suministro de electricidad y, pocoés, el asalto al cuartel de La Tablada. Por entonces Domingo CavaLlo,

economista afiliado al justicialismo, había recomendado al Banco Mun­l y al Fondo Monetario que limitaran sus créditos al gobierno argentino.

ambas instituciones anunciaron que no lo seguirían respaldando,, el edificio se derrumbó. El 6 de febrero de 1989 el gobierno anunció laluación del peso -que devoró la fortuna o los ahorros de quienes no

leron retirarse a tiempo- e inició un período en que el dólar y los preciosvertiginosamente y la economía entró en descontrol. Luego de lar­

períodos de alta inflación, había llegado la hiperinflación, que destruyóvalor del salario y la moneda misma y afectó la misma producción y circu­'hin de bienes.En ese clima se votó el14 de mayo de 1989. El Partido [usticialista obtuvorotundo triunfo y Carlos Nenem quedó consagrado presidente. La fechatraspaso debía ser ellO de diciembre de ese año, pero pronto fue evidente

n- el gobierno saliente no e:: staba en condiciones de gobernar hasta esa fe­hn, máxime cuando el cnnd idnto triunfante rehusó toda colaboración para

y los renovadores habían remodelado el peronismo á imagen y Seml'JIIII..alfonsinismo: estricto respeto a la institucionalidad republicano, 1"111tas modernas y democráticas, elaboradas por sectores de inteiectuuh- I

tanciamiento de las grandes corporaciones y establecimiento de IIll

mínimos con el gobierno para asegurar el tránsito ordenado entre \IIHI

sidencia y otra.Quizás eso los perjudicó frente al candidato rival dentro del peronl-uu

gobernador de La Rioja, Carlos Menem, también .enrolado en la "1'1'111ción" pero cultor de un estilo político mucho más tradicional. MCllI'11Imostró una notable capacidad para reunir en torno suyo todos los SCgllll'l

del peronismo, desde los dirigentes sindicales, rechazados por Cafieru, Iantiguos militantes de la extrema derecha o la extrema izquierda de 111:1.setenta, junto con todo tipo de caudillos o dirigentes locales desplazado­los renovadores. Como ha dicho Ricardo Sidicaro, se trataba de unntielite", que hería la sensibilidad de la civilidad democrática. Con esn- 1..rogéneo apoyo, explotando su figura de caudillo tradicional para díferci Hse de sus rivales moder:nizadores, y sin necesidad de formular propuc-« 1

programa alguno, ganó la elección interna, y en julio de 1988 quedó l'III

grado candidato a Presidente. En los meses siguientes extendió y perfcci 1"1su fórmula. Tejió en privado sólidas alianzas con los grandes intereses l'0'l~

rativos: importantes empresarios, como el grupo Bunge y Born, dirigenu-v,la Iglesia, altos oficiales de las Fuerzas Armadas, incluyendo los "caraplutdas". Pero en público apeló al vasto mundo de "los humildes", a quicru-,dirigió con un mensaje casi mesiánico, formulado con un despliegue CSl'I'l11 Igráfico que lo hacía aparecer como un santón, y en el que la "revolu. 11'11productiva" y el "salariazo" prometidos prenunciaban la entrada en la 111'11de promisión. Si en el voluntarismo se acercaba al estilo de.Alfonsín, t(ld., 1.1demás lo diferenciaba, al tiempo que testimoniaba la realidad de una 1111"\.'

sociedad, dominada por la miseria y la marginalidad, en la que este ripo ddiscursos resultaba mucho más eficaz, En suma, nadie sabía qué haría eXiI"111mente el candidato peronista en caso de resultar triunfante, pero estaba ehuuque sería pragmático y poco apegado a compromisos programáticos.

Angeloz, su competidor, criticó a Menem aprovechando el temor tilll

despertaba en muchos pero también trató de captar al electorado que crirf "ba en Alfonsín sus facetas más progresistas. Por ello, acentuó los aspectos .11su programa que lo acercaban a las propuestas liberales, y mientras Mcru-mprometía volver al paraíso de la distribución, Angeloz anticipaba un reC"II'de la beneficencia estatal, que simbolizaba en un lápiz rojo dispuesto <l mcl 11I1

todo gasto innecesario,

267EL IMPULSO y SU FRENO, 1983-1989BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA266

Page 133: Romero - Breve Historia Contemporánea

269

)no era la crisis,sino su violencia yespectacularidad.Para enfrentarla,una receta genérica, que a lo largode la década del ochenta se había)en el sentido común de economistas ygobernantes de todo el rnun­

tlttar la apertura de las economías nacionales, para posibilitar suacle­Inserción en el mundo globalizado, y desmontar los mecanismos delI interventor y benefactor, tachado de costoso e ineficiente. En el casoArgentina, y de América Latina en general, esas ideashabían decanta-n l·lllamado Consenso de Washington; las agencias del gobierno norte­rlrnno y las grandes instituciones internacionales de crédito, como elI Monetario Internaciora.al y el Banco Mundial, transformaron estaslbs en recomendaciones C) exigencias, cada vezque venían en ayudade

Nllbiemos para solucionar l-os problemas coyunturales del endeudamien~

Ajuste y q-eforma

Julio de 1989 el presidenteRaúl Alfonsín entregó el mando al electoSnúl Menem. Se tratabade la primera sucesión constitucional desdede la primera vez,desde1916, que un presidente dejaba el poder al

opositor: todo hablabade la consolidación del régimen dernocrá­rblícano restablecidoen 1983.Pero su trascendencia quedó oscure-

una formidable crisis:lahiperinflación, desatada en abril, seprolon­agosto; en julio la inflaciónfue del 200%, y en diciembre todavía seen el 40%. Mientras todo el mundo convertía sus australes en dó­

IInrposde gente desesperadaasaltaron tiendas y supermercados, y ladejó variosmuertos.Con un Estado en bancarrota, moneda licuada,

Inexistentes yviolencia social, quedó expuesta la incapacidad que en............ ¡..n tenía el Estado para gobernar y hasta para asegurarel orden. Lo

que tenía que resolver el nuevo presidente era cómo recuperar losIS del gobierno.

IX. La grantransformación,1989..1999

la transición. A fines de mayo la hiperinflación tuvo sus prillll'll"dramáticos: asaltos y saqueos a supermercados, duramente repl'llllhJ¡después, Alfonsín renunció, para anticipar el traspaso del gohk,,"',concretó el 9 de julio, seis mesesantes del plazoconstitucional. Lu 1111983 se había invertido, y quien había sido recibido como la eXjlll'~regeneración deseada se retiraba acusado de incapacidad y de cl:1I1,111

268 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEADELA ARGENTINI\

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dos dimensiones: de riesgoy oportunidad. Para Menem el riesgo eracomo Alfonsín, devoradoen la vorágine de un Estado en desinte­La oportunidad: la Conmociónsocial era tan fuerte, había tanta ne­de orden público y estabilidad, que la medicina hasta entonceS re­resultaría tolerable y hasta apetecible. Así lo han señalado, en aná-

minosos, Juan Carlos Torre y Vicente Palermo. Por otra parte, esaera del agrado de lasinstituciones internacionales de crédito y del

grupo de gurúes que lasasesoraba, es decir, de las fuerzas capaces deo calmar las aguas de lacrisis.emprender el camino hacia el ejercicio efectivo del poder, Menem

f.(:marsesu apoyo. Un punto tenía a su favor: su incuestionable volun­Itica. Sin embargo, susantecedentes resultaban más que dudosos: ha­

•• ".,<-111II, largamente la gobernación de La Rioja, pero de un modo tanico que casi era un gobernador absentista. En cambio, lo rodeaba un

1más que dudoso de aventureros y arribistas. En la campaña electoralel "salariazo" y la "revolución productiva", según el más tradicional

peronista, ese que por entonces procuraban modificar los "renovado­En suma, con él parecía retornar el viejo peronismo.

pronto sacrificó buena parte del bagaje ideológico y discursivoUl1"JLI,LU, Menem fue fiel a lo más esencial de éste: el pragmatismo. En

ro copernicano, anunció en forma apocalíptica que era necesaria unaImayor sin anestesia", se declaró partidario de la "economía popular

JI, abjuró del "estatismo", alabó la "apertura", proclamó la necesi-y hondad de las privatizaciones y se burló de quienes "se habían quedado45". Empresarios, banqueros y gurúes dudaban: ¿su conversión era sin­o sólo un expediente para zafar de la crisis? Admitiendo su sinceridad,Imantener a raya a quienes, desde cada uno de los bastiones privile­quisiera volver a las antiguas prácticas? Urgido por ganar esa confían-

extender su escaso margen de maniobra, Menem apeló a gestos casiidos: se abrazó con el almirante Rojas, se rodeó de los Alsogaraye hija-, y confió el Ministerio de Economía sucesivamente a dos ge­del más tradicional de los grupos económicos -Bunge y Born-, quese decía traía un plan económico mágico y salvador. Para demostrarhlad, Menem lanzó frases napoleónicas, pero sobre todo buscó conven­

lllll acciones, categóricas e irrevocables, que debían testimoniar no sólor onvicciones sino su capacidad de gobernar, más allá de presiones y vetosorlnles. Quizá por eso, de entre las muchas formas de aplicar la recetamista, enfrentar los obstá<:ulos, graduar los tiempos, tomar los resguar­rullhrar las transiciones, el.igiÓ la más simple, tosca, brutal. y destructiva.

too Economistas, asesores financieros y periodistas se dedicaron COII ¡l.

dad a difundir el nuevo credo, y gradualmente lograron instalar estos JI'pios simples en el sentido común. Su éxito coincidió con la convic, 11111neralizada de que la democracia por sí sola no bastaba para solucluu.uproblemas económicos.

Según el diagnóstico dominante, la economía argentina era poco ("'1

te debido a la alta protección que recibía el mercado local, y al subsid]«bajo formas variadas, el Estado otorgaba a distintos sectores económíondos los que en la larga puja distributiva habían logrado asegurar su ('11111 ..asistencia. A la ineficiencia productiva, que dificultaba la inserciéu 1"economía mundial globalizada, se sumaba el déficit crónico de un 11..1excesivamente pródigo, que para saldar sus cuentas recurría de mancru ltual a la emisión monetaria, con su consiguiente secuela de inflacltillcuestionaba todo un modo de funcionamiento, iniciado en 1930 y el 11dado con el peronismo. Algunos discutían si la crisis era intrínseca II

modelo, o si se debía al prodigioso endeudamiento externo generado dll"el Proceso, que colocó al Estado a merced de los humores de acrecduuebanqueros. Pero la conclusión era la misma: la inflación y el endeudamh-rque sirvieron durante mucho tiempo para postergar los problemas y tamlpara agravarlos, finalmente habían desembocado en el colapso de 19tN,

La receta que difundían el FMI, el Banco Mundial y los econornisrusprestigio era simple. Consistía en reducir el gasto del Estado al nivel dI'ingresos genuinos, retirar su participación y su tutela de la economía y :lI,'1ta la competencia internacional: ajuste y reforma. En lo sustancial, y:1 hsido propuesta por Martínez de Hoz en 1976, aunque su ejecución t'NIIlejos de estos supuestos. Pero era difícil de aceptar. La resistían todos Inlll,.aún vivían al calor de la protección estatal, incluyendo a los grandes W IIJ'"económicos, partidarios genéricos de estas medidas, pero reacios a accpunen aquello que los afectara específicamente. También las enfrentaron 1111nes -no sin razones-- asociaban las reformas propuestas con la pasada dll ,dura militar. Bajo el gobierno de Alfonsín, en su último tramo, se adrnlrh 1Inecesidad de encarar ese programa: hubo una cierta apertura comercial, l' 111'proyecto de privatizar algunas empresas estatales, que chocó en el Conl:1I I

con la oposición del revitalizado peronismo y la reluctancia de muchos 1111"

cales. La crisis de 1989 allanó el camino a l~s partidarios de la receta n""1Imista: según un consenso generalizado, había que optar entre algún I'ipl!d.transformación profunda o la simple disolución del Estado y la socied.ul,

El nuevo presidente fue uno de los conversos. Formado en el popullsuu.,también para él la hiperinf1ación había tenido una singular virtud educ.u 11'11

l71LA GRAN TRANSFORMACIÓN, 1989-1999BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA270

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No era ni el primero, ni sería ciertamente el último de los asuntos escanda­IONosdel gobierno de Menem. Al calor de las reformas, las privatizaciones y elestablecimiento de nuevas reglas de juego, quienes rodeaban al presidente po­..dan información privilegiada y la posibilidad de impulsar algunas decisionesdl'l gobierno, y las aprovecharon plenamente. Los ministros Eduardo Bauzá yRoberto Dromi y la ingeniera Alsogaray fueron acusados de beneficiarse -y noroca- con las privatizaciones. El diputado José Luis Manzano y Emir Yoma,cuñado del presidente, regenteaban, según se decía insistentemente, un centrodt. tráfico de influencias denominado la "carpa chica". Una frase de Manzano"yo robo para la Corona"- se hizo célebre: mostraba a la vez la vastedad del

mecanismo y la impunidad de sus agentes. El "caso Swift", que estal1ó en di­cícmbrede 1990, se diferenció porque la perjudicada en una operación de chan­IlIje era una empresa norteamericana, que acudió al embajador Todman -unasuerte de procónsul- y movilizó al propio gobierno estadounidense. Menemesrnba cultivando con éxito Sl..lsrelaciones con e! presidente George Bush, y1" Argentina se había alineado firmemente con Estados Unidos, de modo'lile la acción fue efectiva. Hubo una renuncia de todo el gabinete, y una seriedI' rotaciones que a principios de 1991 llevaron al Ministerio de Economía alhusta entonces canciller Dom ángo Cavallo.

cuestiones que las propuestasreformistas solían atender: la mejora dely [a inversión, y algúncriterio de equidad social.

Pese a los fondos que el Estadoobtuvo con las privatizaciones y la mejora enrecaudación fiscal, en los dosprimeros años el gobierno no logró alcanzar la

l15"'IL.aUILllULau. La inflación se mantuvo alta, y los grandes grupos empresarios,pese a que nominalmente apoyabanal gobierno y aún participaban de sus deci­alones, siguieron manejando sudinero de acuerdo con sus conveniencias partí­culares. Quizá por eso no se lamentó la salida del gobierno del grupo Bunge yBorn cuando, a fines de 1989,seprodujo una segunda híperinflación, y nueva­mente hubo saqueos y pánico, aunque se habló mucho menos de ello. ErmanUonzalez, nuevo ministro de Economía, la conjuró con una medida drástica: seapropió de los depósitos a plazofijo y los cambió por bonos ~e largo plazo en

el Plan Bonex. González, un oscuro contador riojano, del círculo másíntimo del presidente, recibió los consejos de los bancos acreedores y de Alva­ro AIsogaray y aplicó una receta conocida: "se sentó sobre la caja", restringió al"'''''''lJ''lV los pagos del Estado y la circulación monetaria. Redujo así la infla­

pero a costa de una fortísima recesión que, al cabo de un año, habíaa deprimir fuertemente los ingresos fiscales. A fines de 1990, con lamía otra vez en estado crítico, estalló el escándalo conocido como

Durante los dos años iniciales, mientras trataban de superar la crisl«, Iinflación y [ainestabilidad, Menem y sus colaboradores directos estuvicnutdando examen ante los "mercados". Lo primero era ganar libertad de He, hIt'y sortear las trabas que limitaron a Alfonsín. Aprovechando el descaluluudel radicalismo, apenas iniciado el gobierno, Menem hizo aprobar p' 11 .,

Congreso dos grandes leyes: la de Emergencia Económica suspendía 11'.1.tipo de subsidios, privilegios y regímenes de promoción, y autorizaiut Idespido de empleados estatales. La Ley de Reforma de! Estado declaro 1..necesidad de privatizar una extensa lista de empresas estatales y delegó en l'presidente elegir la manera específica de realizarlas. Poco después, el (;, 111

greso autorizó la ampliación de [os miembros de la Corte Suprema, con ('Ihl

tro nuevos jueces el gobierno se aseguró la mayoría y aventó [a posibilidad d.un fallo adverso en cualqu ier caso litigioso que generaran las reformas.

Buscando resultados rápidos y espectaculares, el gobierno se conccuuen la rápida privatización de ENTEL, la empresa de teléfonos, y de ACI'IIIIneas Argentinas. Había que demostrar voluntad y capacidad reforrnla«,obtener rápidamente fondos frescos y empezar a solucionar el problema di Iendeudamiento externo. Todo se hizo rápido, de manera desprolija e incluso a contrapelo de otras intenciones declaradas, como fomentar la COIIII"tencia. La ingeniera María Julia Alsogaray fue instruida para concluir l.privatización telefónica antes del 8 de octubre de 1990, fecha del cumplenños de Perón y del suyo. Se convocó a grupos mixtos, integrados por ,'111

presarios locales, operadores internacionales expertos, y banqueros "waportaban títulos de la deuda externa: éstos eran aceptados como parte tipago a su valor nominal, mucho más alto que el de mercado, lo que ernpr 1\

a tranquilizar a los acreedores externos, que cambiaban papeles de dud""cobro por activos empresariales. Se aseguró a las nuevas empresas un Sil

tancial aumento de tarifas, escasas regulaciones y una situación monopólh "por varios años. En términos parecidos, en poco más de un año se hnhfllllprivatizado la red vial, los canales de televisión, buena parte de los felTlll1Irriles y de [as áreas petroleras.

También se proclamó la apertura económica, otro punto fundamenrnl d. ldogma. Pero la reducción de prohibiciones, cupos y aranceles se hizo sin 1111

criterio general, pues [os gobernantes estaban tironeados por dos objcrlvnurgentes y contradictorios: reducir la inflación, siempre rebelde, imporrnn.]productos bara tos, o mejorar la recaudación fiscal, cobrando derechos clev I

dos. En cambio, ante el déficit fiscal, el problema más urgente, no hubo iuubigüedades: se trataba de recaudar más, y rápidamente, aumentando los hupuestos más sencillos -al Valor Agregado y a las Ganancias- sin consídcnu

LA GRAN TRANSFORMACIÓN, 1989-l999 273BI\EVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINAZ7Z

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ortodoxa, con fuerte vocaciónpolítica, que había hecho sus primerascomo funcionario en 1982, cuando estatizó y licuó la deuda extemade

,.n,nT-"''''.'. Cavallo incorporóal gobierno un número import.ant~ de e~~'istas y técnicos de alta capacidadprofesional y escasa expene_ncla .pol!u­lo dirigió de manera coherente y disciplinada, y lo proyect_o a d1versasdel gobierno, que fue colonizando sistemáticamente. Canto con el apo­

del presidente Menern, quizáreticente pero de momento contunde~te,todo a la hora de lidiar con los viejos peronistas. Durante cuatro anos,se potenciaron recíprocamente, combinando claridad e.n el rumbo

intuición política. Así fortalecido, el equipo gobernant~ dejó de estar ade los humores cotidianos de los operadores finanCIeros, los repte­de los acreedores o los capitanes de industria: no rompiero~ con

..... .,ul"o-suescucharon atentamente, pero fijaron un rumbo independ1ente-

de sus requerimientos cotidianos.Cavallo avanzó con firmeza en las reformas, pero las llevó adelante conprolijidad. Se continuó con la venta de las empresas del Estado, pero laClU"""...·JL de las de electricidad, gas yagua incluyó garantías de com~e­

mecanismos de control y hasta venta de acciones a particulares; in­se previó la participación de los sindicatos en algunas de las nuevas

con lo que se ganó la buena voluntad de los gremialistas. YPF, laemblemática de las empresas estatales, fue privatizada, per~ el Estado

conservó una cantidad importante de acciones, y los ingresos obt~11ldoss~des­tinaron a saldar las deudas con los jubilados, lo que atenuó pOSIbles.resIsten­cías. Se encaró la reforma del régimen previsional, cambiand~ sustancIalment.eIIU sentido: en lugar de fundarse en la solidaridad de los actl~os con .lo.spa~­vos cada trabajador pasaría a tener su cuenta de ahorro propia, adml11lstrada

, lli través epor una empresa privada; se esperaba que sirviera para mOVIIzar, a .esas empresas, una importante masa de ahorro interno:Hubo muchas. re~ls­rencías, que se expresaron en el Congreso, y luego de.una l~rg~ negOCIaCIónse decidió mantener en parte el régimen estatal. Similar .c~~tenocontempo­rizador -que se alejaba de la inicial "cirugía sin anestesla - se tuVOcon lareforma de los regímenes laborales, un campo en que el gobierno, enfrenta~ocon los sindicatos', apenas avanzó, y con la desregulación de las obras soc.1a­les, otro tema crucial para los sindicalistas. Con los gobie~~s de las prov.l~­leias se firmó un Pacto Fiscal, 'Para que acompañaran la polmca de reducclOnde gastos!"pero se tuvo una aznplia tolerancia con una s~rie de recurs?s que.csos gobiernos utilizaban para paliar los efectos del ajuste y practicar elc1ientelismo polftico. El más notable fue un sustancioso Fondo de Repara­~ión Hísrorica del Conurban ...o Bonaerense: en términos llanos, el goberna-

Cavallo encaró el programa de reformas de manera más ambiciosa \despegada de empresarios y acreedores. Poco después de asumir, hizo HIIIIII~

trascendente Ley de Convertibilidad. Se establecía una paridad camhhu 111

simbólicamente, un dólar equivaldría a un nuevo "peso", y se prohibfa al 1',Ejecutivo no sólo modificarla sino emitir moneda por encima de las 1"('~l'1

de modo de garantizar esa paridad. El Estado, que tantas veces había t'lIllt

moneda sin respaldo para superar su déficit -lo que finalmente llevaba 11 I

devaluación-, se ataba las manos para convencer de sus intenciones a Il'H "1,'radares", y a lavez renunciaba a su principal herramienta de intervención¡ 11

economía. Una historia de achicamiento voluntario de esa capacidad dl' 1111venir, iniciada bajo Martínez de Hoz y profundizada por el endeudamk-iexterno, culminó con esa drástica medida. A ella siguió otra decisión 11:1mente categórica: la reducción general de aranceles -cayeron a una t~'III'parte de su anterior valor-, que concretaba la tantas veces anunciada apl'l t 111económica y daba fe de la seriedad con que sería encarado el programa rr(lmista. Los resultados inmediatos fueron muy exitosos: terminó la huid" 1111'

el dólar, volvieron capitales emigrados, bajaron las tasas de interés, C<lY",1inflación, hubo una rápida reactivación económica y mejoró la recaudad.fiscal. En ese contexto, y merced al rescate de títulos de la deuda hechos I I

las privatizaciones, al año siguiente se logró el acuerdo con los acreedores Itemas, en el marco del Plan Brady: la Argentina volvió a ser confiable paru 1,inversores.

Este arreglo fue providencial. Pese a la voluntad reformista, no era SCglllOl

que el Estado lograra equilibrar sus cuentas; un poco lo logró por una me], '1,1en la recaudación: los "sabuesos" de la DO! persiguieron hasta a los "ricon \famosos", y todo el mundo debió exhibir su CU!T, el número tributario, l'lIlI

vertido en nuevo documento de identidad. Pero eso no hubiera bastado sI¡1la masade préstamos e inversiones del exterior, que estaban a la búsqueda di'"mercados emergentes", más rendidores que los metropolitanos, por enruuces retraídos. Entre 1991 y 1994 entró al país una masa considerable de dt',11Ires, con los que el Estado saldó su déficit, las empresas se reequiparon y, pe 11

vías indirectas, la gente común incrementó su consumo. Este flujo generuoptimismo y confianza, y disimuló los costos de la reforma: el "ajuste estruc­tural" dejó de parecer penoso, la convertibilidad logró amplio consenso, y l,l Igobierno se impuso holgadamente en su primer compromiso electoral, n fines de 1991.

Entonces el equipo gobernante pudo despreocuparse de la inestabilidad )'de la falta de credibilidad, y encarar con más tranquilidad un nuevo tramo d,',reformas, bajo la conducción del ministro Cavallo, un economista de formu-

275LA GRAN TRANSFORMACIÓN, 1989-1999BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA274

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esos años, el gobierno ensayó algunas medidas paliativas, de cortoaprovechando que losrecursos fiscales podían estirarse aumentando

uleudamien Los criterios para distribuir esos excedentes de caja fue­poco equitativos: ni siquieraen esta etapa de relativa holgura hubo en el

verdadera preocupación por atenuar sostenidamente los costos so­de la gran transformación.. Un poco, los sectores populares se benefi­con el aumento de distintos programas sociales, cuyos efectos sin em­se diluyeron por la mala administración y la orientación c!ientelística.

Atenuó la apertura económica, para atender las protestas más fuertes; así,,UUOUlla automotriz recuperó casi todos sus beneficios tradici.onales. Los

exportadores, perjudicados por un peso sobrevaluado -nadie consi­que la convertibilidad pudiera ser siquiera corregida-, recibieron sub­

, reintegros y compensaciones fiscales. Los afectados de mayor enverga­las empresas que habían sido contratistas del Estado, recibieron el pre­

mayor: participar en condiciones ventajosas de las privatizaciones.Por entonces los sectores empresariales ya podían advertir los límites de la

Inlltol:m:iCIIJn,mucho más eficaz en la destrucción de lo viejo que en la cons­ión de lo nuevo. Una parte de las empresas -las más grandes, las que

ínn acceso más fácil a los créditos- se había reestructurado eficientemente;embargo, sus posibilidades de exportar e integrarse eficientemente en el

IIrl¡:aalO global estaban restringidas por la sobrevaluación del peso -encade­a un dólar que por entonces se revaluaba-, que encarecía sus costos. Ya

podían influir sobre el precio de los servicios o los combustibl~s, que antesfijaban con criterios políticos, pero sí podían tratar de reducir los cost~sriales, que en términos comparativos eran elevados, aunque los benefi­

no lo apreciaran. Por los mismos motivos, los estímulos a la importa­eran muy fuertes: el alud de productos extranjeros arrasó con una buenade las empresas locales, V generó un déficit comercial abultado. Tam­crecía el déficit fiscal, entre otras causas por la reaparición de mecanis­

IS de asistencia a los exportadores.La solución estaba, quizá, en una devaluación que hiciera más cornpetiti­

" 111 producción local, pero eso era imposible por definición: la "confianzadI' los mercados" reposaba en 1a convertibilidad, que se iba convirtiendo enun lecho de Procusto. Para sob .revivir día a día, enjugar el déficit y honrar losnmprornisos con l,osncrcedor-cs, fijados en el Plan Brady, eran indispensa-

de varios gobiernos provinciales, pese al rápido auxilio del go­nacional: en Santiago delEstero, Jujuy o San Juan se produjeron lasmanifestaciones públicasy violentas de descontento por el nuevo

dor de la provincia de Buenos Aires dispuso de un millón de dólares 11111para su manejo discrecional.

De ese modo, merced a la feliz coyuntura financiera internacional, I

tras se avanzaba en las reformas hasta un punto en que resultaban irnbles, se atenuaron sus efectos más duros. Vistos en perspectiva, a la luz,J,anteriores y Losposteriores, fueron tres años dorados: el Producto Bruru ,ció sostenidamente, a tasas más que respetables, se expandió el C()II~1I

gracias a sistemas crediticios con cuotas pactadas en dólares, la inflación ,drásticamente -aún podían recordarse las tasas insólitas de 1989 y 1990 II

ció la actividad económica y el Estado mejoró su recaudación y hasta go:,)un par de años de superávit fiscal, en buena medida debido a los ingrcsm Ila privatización de las empresas.

Esta bonanza ocultó por un tiempo los aspectos más duros, y a la Inrl!lImás perdurables, de la gran transformación. El más notable fue el descmpCada privatización estuvo acompañada de una elevada cantidad de desJlhhComo fruto de una larga colusión de intereses entre administradores y silcalistas, las empresas estatales habían acumulado una buena cantídudempleados que, considerados con los nuevos y estrictos criterios gerenclnh-eresultaban excedentes. Los efectos se disimularon al principio, por las illl!,11tantes indemnizaciones pagadas, pero explotaron a partir de 1995. En cur1111. Ilas empresas privadas, la apertura económica colocó a todas aquellas que rurupetían con productos importados en la perentoria necesidad de reducir ~I"costos, racionalizar sus procesos productivos o sucumbir: debido 11 1 ..sobrevaluación del peso, los salarios, medidos en dólares, eran elevados. 1)1'~.1el punto de vista de los trabajadores, y de la histórica tradición del plen. t ('111

pleo, no había alternativa buena. Si las empresas quebraban, dejaban a tod\lllmundo en la calle; si mejoraban su rendimiento, incorporaban maquinarin 1IIIIe

compleja -aprovechando los créditos fáciles- o racionalizaban el trabnj. t,llegaba al mismo punto: trabajadores que sobraban. En este aspecto fue dl'd~1va la flexíbilizacton de las condiciones laborales; se produjo de hecho, y III

posibilitó la baja capacidad de resistencia de las organizaciones sindicales, '1111cuando recurrieron a la huelga fueron ominosamente derrotadas.

El desempleo, que en 1993 superó la línea histórica del 10%, era un ti11 I 11grave, pues se producía en un contexto de expansión económica y en 'l 1

miento global del producto. ¿Qué esperar si se revertía la coyuntura? 01111

sectores eran golpeados por el congelamiento de sus haberes, como los ellll,II'11dos estatales o los jubilados, por el encarecimiento de los servicios púhl ir. 1'1,debido a la privatización de lasempresas, por el cierre de sus establecimienu»,como muchos empresarios pequeños o medianos, o por los cortocircuitos 1I

277LA GRAN 'ffiANSFORMAC1ÓN, 1989-1999BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DELA ARGENTINA276

Page 138: Romero - Breve Historia Contemporánea

Menern combinó la discrecionalidad con un estilo de gobierno más pro'de un príncipe que del jefedeun Estado republicano. A juzgar por quie­lo conocieron en su intimidad, Menem se concentraba en la políticano se interesaba específicamente en ninguna cuestión de la administra­, Trazaba o aprobaba las líneasgenerales y delegaba en sus colaboradoresaspectos específicos, que loaburrían: así, se lo recuerda escuchando la

de algunas cuestiones importantes mientras miraba fútbol o ha'zaPPing con el televisor.Por lo demás, continuó haciendo vida de soltero. Para su sociabilidad

solía usar una suite delAlvear Palace Hotel, cuyo dueño era uno demiembros de su círculo íntimo. Disfrutó al transgredir las convenciones ylas normas policiales: conduciendo una Ferrari Testarrossa que le regala­-no está claro cuál fue la razón-, viajó en dos horas de Buenos Aires a

y recorrió a igual velocidad otros balnearios, en un alocado fin deDespués de la espectacular separación de su esposa, Zulema Yoma, a

que desalojó por la fuerza de la quinta de Olivos, se hizo algo más sedenta­y transformó la residencia presidencial en una verdadera corte, con can­de golf, zoológico, valer, médico, peluquero, profesor de golf, "bufón es­

, y un selecto grupo de cortesanos, compañeros de sus noches insorn­y testigos de sus recurrentes depresiones. A menudo, como los príncipesla Edad Media, recorría el mundo con su corte, a bordo de un avión presi-

dencial digno de su majestad.El comportamiento de este singular vértice de una república semejaba al de

aquellas bandas de guerreros germánicos del.siglo v, instaladas en alguna de lasrrovincias del Imperio romano en extinción. El "palacio" era tanto su casaprivada como la sede del poder público, y similar confusión se daba res~ectoJd erario público, a veces confundido con el botín de guerra. El séquito de1I11crrerosque custodiaban al jefe y estaban prestos para desempeñar cual,quier comisión, tenía orígenes variados: entre los fideles iniciales se confun­dían políticos de provincia, sindicalistas, montoneros reciclados, grupos deIn ultraderecha, conmilitones de Massera y otros de variadas especies, quehabía reunido a lo largo de Su agitada vida nocturna; pronto se sumaronlitros, reclutados entre sus verxcidos, los "renovadores".

La fidelidad se retribuía Con protección e impunidad, hasta donde eraposible. Pero además el jefe, dueño del botín, lo distribuía generosamente:mi fue siempre el verdadero ar ributo del mando. La corrupción, ampliamen­Il' usada para limar resistencias y cooptar adversarios, cimentó un pacto en­tre los miembros del grupo go bernante, tan sólido como el pacto de sangreque unió a los millrurcs duraznre la dictadura. La corrupción se practicaba

279LA GRAN TRANSFORMACiÓN, 1989·1999

Lue~o de electo, mientras se ganaba la confianza de los poderosos, Mencm I

ded.Icó ~ ad~eñarse del poder del Estado, trastocando o subvirtiendo algunas disus mstitucrones. Las dos leyes ómnibus iniciales, destinadas a afrontar la edl,heconómica, le dieron importantes atribuciones, que manejó díscrecíonalmcn Ii

Y la ampliación de la Corte Suprema le aseguró una mayoría segura; la 0111"falló e.n favor de~ Ejecutivo en cada situación discutida, y hasta avanzó jll '1sobre Jueces y Cámaras, mediante el novedoso recurso del per saltum. En l..misma línea de eliminar posibles controles y restricciones, el presidente 11'

movió a casi todos los miembros del Tribunal de Cuentas y al Fiscal Generu]-el prestigioso Ricardo Molinas-, nombró por decreto al Procurador 0('111'

ral de la Nación, redujo el rango institucional de la Sindicatura General d,Empresas Públicas y desplazó o reubicó a jueces o fiscales cuyas iniciativaresultaban incómodas. Más tarde, cuando el Congreso empezó a cuestionmalgunas de su.siniciativas, Menem combinó una cierta disposición a negorüu-como ocurnó con la reforma previsional o las leyes laborales- con una nu«va a~irmación de la autoridad presidencial. Usó ampliamente vetos totales j'

parciales, y Decretos de Necesidad y Urgencia. Llegó, inclusive, a considcrmla posibilidad de clausurar el Congreso y gobernar por decreto. Este aUIl1CIlII'de. la autoridad presidencial, más allá de lo establecido en la preceptiva rcp: Iblícana de la división de poderes, tenía antecedentes en el gobierno dI'Alfonsín -así se aprobó, en su momento, el Plan Austral-, pero en este e:111'1fue ejercida por Menem con asiduidad y discrecionalidad, quizá para rnost 1'111dónde, en su opinión, residía realmente el poder.

Una jefatura exitosa

bles nuevos préstamos. La decisión sobre ellos ya no reposaba en los grolll;

bancos, ni dependía enteramente del aval del Fondo Monetario Intenunnal, instituciones con alguna preocupación económica general: en la 1111

economía, lasmasas de inversiones altamente volátiles dependían de las ll. Isiones de managers de fondos mutuales o fondos de inversión, a la búsquedu,a día, del rendimiento más alto en cualquier rincón del mundo, y desinreu-se~os p~: cualquier política de largo plazo. Factores absolutamente ajenos ti Isiruacion local-como la oscilación de la tasa de interés en Estados Un 1.111,l?s hacía traer o llevar su dinero, yeso les daba una gran capacidad de ji"SIÓn.Cualquier oscilación produciría una cascada de efectos desastrosos, I "realidad, gracias a la convertibilidad había reaparecido la vulnerabilidad ...terior, característica de la economía de cien años atrás.

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEADE LA ARGENTINA278

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to respecto de sus tradiciones.Ciertamente, el peronismo de 1989 ya noel de antes. Luego de la derrotade 1983, y aceptadas las nuevas cond icio­que la democracia planteabas la política, había abandonado progresiva­

sus características de "movimiento", sólidamente anclado en las orga­IlZi1''''l\Jll'_'' gremiales, para convertirse en un partido de forma más conven­mal, con comités, organizaciones distritales y una conducción nacional

por voto directo. Los triunfoselectorales, y el control de gobernacionesIntendencias, permitieron a loscuadros políticos independizarse de las ca­gremiales, de modo que disminuyó el peso de los sindicalistas. Por otra

se atenuó la identífícación-raígal en su cultura política- del peronismoel "pueblo", enfrentado con los"enemigos del pueblo", rubro en el que sebaba a todo no peronista: los enemigos de ayer eran hoy simplemente

versarios, cuando no aliados.Esos cambios no alteraron la solidez de la identidad peronista, ni tampocotradicional criterio de jefatura o liderazgo, aunque es significativo que

-el primero que alcanzó tal condición, luego de Perón- llegara allíuna elección interna. Menem utilizó los recursos sumados de jefe parti­y presidente -en la tradición de Roca, Yrigoyen o Perón-, para mandarun conjunto de dirigentes y cuadros acostumbrados a obedecer; aunque

expresaran sus disidencias, y hasta llegaran al enfrentamiento, rara vez esta­mn dispuestos a romper o -según la colorida frase de Perón- a "sacar los piesplato", A este tradicional principio peronista -el jefe es el que manda-

Menem sumó algunos recursos adicionales: reunió apoyos fuera del rnovimien­tu en la Ucedé del ingeniero Alsogaray, o entre connotados comunicadores.n~iales, muy vinculados al establishment, como Bernardo Neustadt, que lenrganisaron una de sus pocas manifestaciones plebiscitarias, la "Plaza del sí",en abril de 1990.

Por otra parte, Menem sabía comunicarse fácilmente con la gente en ge­neral-más allá de sus identidades políticas-, sin necesidad de montar la com­pleja maquinaria de la movilización callejera: en lugar de hablar en la plaza,Il' bastaba con responder a entrevistas radiales o visitar los programas detelevisión más populares, opinar sobre los temas más diversos y agregar aquíy allá su coletilla política. En ese sentido, señala Luis Alberto Quevedo, conMenem se ingresó plenamente en los tiempos de la videopolítica. Esto ínclu­y,') también una forma de recibir y procesar las demandas específicas de la""dedad, a través de los periodistas y de las.encuestas de opinión; ante esosmensajes, el gobierno solía dar una respuesta rápida e ínconsulta. En suma,Menem demostró que, en última instancia, podría prescindir del peronismoy de sus cuadros,

281LA GRAN TRANSFORMACIÓN, 1989-1999

ostentosamente: "nadie hizo la plata trabajando", declaró el sindícalisrn IBarrionuevo, antesde proponer, como solución a los males del país, "dCjillllfrobar durante dosafias". Era el signo de pertenencia a la cúspide del rtHI.fLuego, la corrupción se normalizó; así como se encontró la manera de eSI'II'1lizar la economía, tarnbién se aprendió a transferir discretamente los reCIII',"públicos a los patrimonios privados. Distintos personajes notables, represrutan tes de los grandes lobbies o iniciadores de una fortuna nueva, tenían a('\ I

so privilegiado a las decisiones del gobierno y destinaban parte de los bt.!Ilt'11cios obtenidos a vastas "cajas negras", cuyo contenido se redistribuía ampll ,mente, según normas -no públicas- de rango y jerarquía.

En suma, técnicamente hablando, el país estuvo gobernado por una band ,Desde principios de 1991 compartió responsabilidades con el profesional H'IIpo de técnicos dirigido por el ministro Cavallo. Eran dos equipos difercnupero complementarios. Menem yCavallo -tan distintos entre sí- armonizan 11 1

y se potenciaron: fue la suma de la arbitrariedad y el eficientísrno, que creció )se desarrolló a costa de las instituciones republicanas. No faltaron conflícru-.Quienes provenían del peronismo histórico, y avizoraban el mundo después diMenem, empezaron a reclamar mayor preocupación por los aspectos socínle­de la transformación, o por aquella cuota de los recursos que manejahnndiscrecionalmente y que el Ministerio de Economía, siempre preocupado PI)I

"cerrar las cuentas", quería recortar, Tuvieron más espacio para protestar y hahta resistir, debido en parte a la preocupación de Cavallo por reducir lildiscrecionalidad, salvaguardar las formas y la seguridad jurídica.

Esa misma preocupación volvió al ministro sensible a los escándalos m;Ífogruesos protagonizados por los hombres y mujeres del presidente. En unuocasión, poco después del Swiftgate, Amira Yema, su cuñada y Directora di'audiencias, fue sorprendida transportando valijas repletas de dólares en hi­lletes; fue la punta del llamado Narcogate, que siguió con el descubrimienrode la estrecha amistad de Amira y Monzer al Kassar, célebre traficante dl"armas que disponía de un pasaporte argentino. El tema entró sólotangencialmente en la órbita de Cavallo, que en cambio en 1994 embistiJfrontalmente Contra el poderoso empresario Alfredo Yabrán, especializad,en servicios postales y allegado al círculo presidencial, Por entonces, a losembates de los "peronístas" sesumaba una competencia cada vez más notorientre los dos padres putativos del "modelo", Sin embargo, hacia fines al\

1994, en plena campaña electoral, Menem aún declaró enfáticamente: "elMingo no se va"; se trataba, claro, de Domingo Cavallo.

El talento político de Menem se manifestó, sobre todo, en su capacidadpara hacer que el peronismo aceptara las reformas y el giro copernicano im-

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DELA ARGENT¡NA280

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, dentro de su política másgeneral de reconciliación, y a fines del añore indultó a los ex comandantes, condenados en 1985, pese a la fuerte

en contra de la medida.Pero Menem no introdujo ninguna1I••• ,.,,~,iA~ sustancial en la conducción del Ejército, como reclamaban los

intadas". En diciembre de 1990, y luego de varias provocaciones,en, con buena parte de losindultados, encabezó un levantamiento,

de manera desafortunada: los sublevados mataron a dos oficia­episodio terminó de definir los campos: Menem ordenó una represión

y -a diferencia de lo quevenía sucediendo desde 1987-10s mandosrespondieron. Hubo entotal 13 muertos y más de 200 heridos; los

fueron juzgados y Seineldín, que asumió toda la responsabili~resultó condenado a prisión perpetua.

Pm:o después asumió el mando del Ejército el general Martín Balza, de1U1I~IUlll descollante ese día, que acompañó a Menern hasta el final de su

o gobierno. Menem encontró un jefe notable, que mantuvo la disci­y la subordinación del Ejército en medio de circunstancias difíciles. Elpuesto militar fue drásticamente podado, en el contexto del ajuste de

limitas estatales, y se privatizaron numerosas empresas militares. En 1994el cuartel de Zapa la murió un conscripto -Omar Carrasco-, víctima de's tratos; el escándalo, cuando Menem preparaba su reelección, culminó

In supresión del servicio militar obligatorio y su remplazo por un sistemavoluntariado profesional. En 1995, sorpresivamente, Balza realizó una crl­de la acción del Ejército en la represión, y afirmó que la "obediencia

no justificaba los actos aberrantes cometidos; se trataba de la prime-11 11rocrític a, y aunque la declaración de Balza no tuvo un eco clamoroso

sus camaradas, contribuyó al comienzo de la revisión de lo actuado

mte el Proceso.Un apoyo similar encontró Menem en la Iglesia, en la figura del cardenaltunio Quarracino, arzobispo de Buenos Aires. Un grupo de los obispos,creció a medida que se agudizaban los efectos del ajuste y la reforma, se

tll vocero del amplio sector de las víctimas y reclamó del gobierno políticassentido social. Quarracino moderó este coro de disconformes, y evitó pro­II\damientos masivos de la Conferencia Episcopal; en cambio, Menern lo

'llllllpañÓ en la defensa de las posiciones más tradicionales, sostenidas por elI'IIpa, como el rechazo del aborto y el "derecho a la vida". Así, Menem sehl:ll aceptar por el grueso de la jerarquía, ciertamente pragmática, si se tienen cuenta su condición de divorciado y su conducta escasamente recatada en

1II1'srinnes que USUAlmente los sectores tradicionales de la Iglesia vigilaron

l 1,It )StIlTIente.

Por atraparte, Menem fue recomponiéndolos. El movimiento "n'll'

se disolvió, y muchos de susdirigentes se incorporaron a la caravana Illt'llI

Antonio Cafiero, en cambio, fue ominosamente derrotado cuando 1'"reformar la Constitución de la provincia de Buenos Aires para ser l' Idebió ceder la presidencia del partido a Menem y la gobemación ¡¡I vil Idente Eduardo Ouhalde, quien construyó en la provincia un poderoso l.desde donde avizorar la sucesión de Menem. Entre los sindícalist II~,

Ubaldíni reivindicó la tradición histórica, dividió la CGT e intentó 11111

los más directamente golpeados por las reformas, como los trabajadore«les o los telefónicos. Pero Menem logró la adhesión de otros sindicalist.t ,advirtieron los beneficios de plegarse a la política reformista, y sobre 11101,1

costos de no hacerlo; muchos dirigentes obtuvieron beneficios persouualgunos gremios como Luz y Fuerza, transformados en organizaciones l'IIII'1

rias, participaron en las privatizaciones. El grueso de los dirigentes Silhlltencabezados por Lorenzo Miguel, mantuvo una prudente distancia, hól~I11 "

probar la solidez de la jefatura de Menem; entonces la acataron.En los comicios de 1991, Menern lanzó al ruedo a nuevos dirigcnu«

gobernadores de Tucumán, Ramón "Palito" Ortega -conocido cantante 1" '1lar- y Carlos "Lo le" Reuternann, famoso automovilista. La elección 1111 Iéxito para el presidente, y convenció a los dudosos de que el peronísmn I1 I

un nuevo jefe. Las reticencias iniciales se apagaron, con excepción de 1111 1queño grupo de diputados, "los Ocho", encabezados por Garlas "Cluu 1..Alvarez, que abandonaron el partido. Fue entonces cuando NÍenem comeu 01

hablar de la "actualización doctrinaria" del peronismo: declaró que se rlplll 101'

de la línea histórica trazada por Perón -aunque aseveró que el líder h,,111I Ihecho lo mismo- y empezó a pensar en la posibilidad de su reelección.

Fuera del peronisrno, la oposición política fue mínima. La Unión (:rllll ..Radical no pudo remontar el descrédito de 1989, yen las elecciones dl' 1'1"1sólo ganó en la Capital Federal, Córdoba, Río Negro, Chubut y Carnuuu. IEn 1993 perdió inclusive en la Capital Federal. En rigor, los radicales 1111

sabían cómo enfrentar a Menern, que llevaba adelante de manera bru rnI 1"'1,1exitosa la política reformista encarada por Alfonsín en 1987; las difercm l»en su ejecución, aunque eran importantes, no alcanzaban para sustenrnr 111'argumento opositor.

En 1990 Menem clausuró el flanco militar. De sus tiempos de campuuuelectoral, cuando recolectaba todos los grupos que podían debilitar al gnhll'lno, le quedaron sólidos contactos con los "carapintadas", y en especial ct 1111'1

coronel Moharned Alí Seineldín. Es probable que conociera y hasta ale.:11111111el levantamiento de fines de 1988. Cumplió con ellos, indultándoios n n,ll'~

283LA GRAN TAA'lSFORMAC1ÓN, 1989-1999BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA282

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Argentina (MTA), peronista disidente de la conducción oficial de la COT, lo­graron coordinar susprotestas con la Marcha Federal, de julio de 1993, y unposterior paro general, al que no adhirió la COTo En diciembre de 1993 seprodujo en Santiago del Estero un estallido: la protesta de los trabajadoresestatales derivó en una pueblada, y fueron asaltados e incendiados edificiospúblicos y viviendas de losmás prominentes políticos. El hecho fue iniciadorde una nueva forma de protesta, a la que el gobierno fue sensible, máximeporque entonces el presidente Menem estaba embarcado en su campaña parala reelección.

Luego del éxito electoral de 1991, Menem comenzó a hablar de la refor­ma constitucional, que 10 habilitara para ser reelecto: "Menem 95" rezabauna propaganda ampliamente difundida. La idea de la reforma, destinadasobre todo a modernizar el texto constitucional-pero sin descartar la cues­tión de la reelección-, había sido lanzada en 1986 por Alfonsín, sin lograrelapoyo del peronismo. Menem trabajó con notable empeño en el proyecto,superó todo tipo de dificultades, soportó en su transcurso un grave problemade salud primero, y la muerte de su hijo en un accidente aéreo después, yconcluyó finalmente logrando su objetivo: ser reelecto.

No le fue fácil. En su partido encontró reticencias de quienes aspiraban asucederlo o de los que buscaban negociar provechosamente su apoyo. Tam­poco fueron fáciles las cosascon el establishment económico, preocupado porlos conflictos que podía generar tal proyecto. Pero el problema principal es­taba en el Congreso: la reforma constitucional debía ser habilitada en ambasCámaras, por dos tercios de los votos. Inmediatamente después de las elec­ciones de 1993, Menem logró la aprobación del Senado, y convocó a unaconsulta popular, no vinculante, con la intención de presionar a los diputa­dos de la UCR, pues el PJ ysusaliados estaban muy lejosde alcanzar allí losdostercios. Simultáneamente, amenazó con hacer aprobar por ley una interpre­tación del texto constitucional que le permitiera esquivar la restricción, queluego la Corte convalidaría. .

La UCR estaba a la defensiva, sin planes y dividida: los gobernadores pro­vinciales, como el cordobés Angeloz o el rionegrino Massaccesi,que depen­dían de aportes del fisconacional, eran proclives al entendimiento, mientrasque Alfonsín se oponía categóricamente. En esa situación, sorpresivarnente,en noviembre de 1993Menem yAlfonsín se reunieron en secreto y acorda­ron las condiciones para facilitar la reforma constitucional: esta habría decontener la cláusula de reelección y una serie de modificaciones impulsadaspor la UCR con ánimo de modernizar el texto y reducir el margen legalpara lahegemonía presidencial. Ést"nseran la elección directa, con ballotage, la re-

285L". U1V", TRANSFORMACiÓN, 1989-1999

k Otro apoyo tanimportante como losanterioreslo obtuvo de los presiden­AEsnorteamericanos.Menem establecióexcelentesvínculos personales COI1

/peorge Bush, losrecreó rápidamente conBillClinton, y pudo acudir a ellos(¡t busca de respaldo.El canciller GuidoDiTella-estableció relaciones que. ~ste denominó "carnales", complementariasdel acuerdo alcanzado con losbancos acreedores.En consecuencia, losembajadoresnorteamericanos opi­naron cotidianamente sobre todo tipo decuestiones internas, la Argentinaabandonó el Movimiento de Países No Alineados,se clausuró el ProyectoCóndor de construcción de misiles, se respaldarontodas las posiciones ínter-\nacionales norteamericanas y se acompañósimbólicamente a EstadosUni­dos en sus empresasmilitares, enviando tropasal Golfo Pérsico y a Yugosla­via. Involucrarse enlas cuestiones de MedioOriente tuvo un precio alto: dos

~

erribles atentados con explosivos, en la Embajadade Israel y en la AMIA,

ede de las instituciones asistenciales judías,probablemente hayan sido con­ecuencias derivadasde aquellas acciones.En el mismoplano, Di Tella inició negociacionescon Inglaterra, dejando

entre paréntesis la cuestión de la soberanía sobre las Islas Malvinas, parasolucionar las nuevasy urgentes cuestiones sobrederechos pesqueros.Con el'mismo espíritu, en 1991 se apresuró a zanjar todas las cuestiones limítrofes'pendientes con Chile, con excepción de dos:sobre Laguna del Desierto hubo

\ un arbitraje internacional, favorable a la Argentina, que Chile aceptó. En~~am~i~, la solución prop~estapara los,Hielos Continentales suscitóuna fuerte~OposLcLón,y el acuerdo final con Chile sólo se firmó en 1999. Durante todo'~tsteperíodo, Menem viajó mucho al exterior y lució su imagen de vencedor,ae la inflación y reformador exitoso. Fue un personaje popular en el mundo,

Pese a ladureza del ajuste,el gobierno enfrentó pocas resistencias organi­zadas. Los canales de mediación más tradicionales -sindicales, políticos,asociativos- estaban fuertemente afectados por la transformación de la eco­nomía y la desmovilización de la sociedad. Los dirigentes sindicales, de in­tensa actividad durante el gobierno de Alfonsín, sólo se movilizaron parudefender suspropios privilegios:en 1992se produjo una tímida huelga gene­ral, en el contexto de lanegociaciónpor la desregulación de las obras socia­lesy las leyes laborales. Huboalgunos incipientes movimientos de resistencia que no llegaron a articularse.Al prine ipio, fueron los trabajadores dt'empresasprivatizadas, queintentaron inútilmente resistir; luego, los trabajadoresestatales,sobre todode lasadrninistrac, iones provinciales, con frecucntes problemaspara cobrar sussueldos,jubilados y docentes. El Congreso dI'losTrabajadoresArgentinos (en), una agrupación sindical que no se ident ¡ficaba con el perorxismo, y luegoel Movim .íento de los Trabajadores de 111

BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEADELA ARGENTINA284

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Allí mismo comenzÓ el declive. Hasta entonces, Menem manejaba la pelea,hien parado en el centro del ring, como los buenos boxeadores. Pero desde elcomienzo de su segundo período perdió la iniciativa. Acosado desde muchoslados -sobre todo del peronista-, sólo alcanzó a parar los golpes, abso~?er lomejor que podía los que recibía y esperar la campana final. Lo paradóiíco dela situación fue que, pana llegar entero, debió jugarse a prolongar la pelea yl'ontlnuar en el cargo otro período más.

En lo inmediato. quizá no se notó. La crisis del "tequila", la primera ad-vertencia seria, fue superada. Pese a la corrida, el sistema banca,rl~ pu~~ sersalvado, aunque a costa de una fuerte concentración y extra~~enzac.LOn,Yretomó una buena parte de los 6 mil millones de dólares que hablan huido enlas semanas iniciales del año. Las empresas pudieron superar los ~roblemasderivados de la sobrevaluaci6n del peso, un poco por la fuerte Calda de lossalarios reales, y otro por la mejora en la productividad lograda p~r ,las másgrandes, las mismas que, a diferencia del común, podían obt~ner factlmentecréditos en el exterior. Aparentemente volvían los buenos nernpos: el Pro:dueto Bruto, que cayó más de un 4% en 1995, se recuperó en 1~96 y avanzocon fuerza en 1997, crecicndD por encima del 8%, Pero en cambio la desocu-

dió (,. ~ nntuv0811Crl'lSp:-tción, definltivl'lI11cnt'c inst lada, no ce I un ápice, y se m, ' ,por debajo del 15%.

Una jefatura decadente

vulnerabilidad de la econenía se manifestó con toda su fuer~a: ~e,prcc.ipi­el déficit fiscal y la recesión,y la desocupación trepó al insólito nivel

18%. El gobierno actuó rápiday eficientemente: hubo una poda presu­reducción de sueldosestatales, fuerte aumento de impuestos, Y unapoyo del FMI Y el Banco Mundial. La economía no se desmoro-

pero la recesión fue prolongada. _' 'En lo inmediato, la crisis ledio nueva fuerza a la campana reelec~Lorusta,Menem pasó a encamar el orden y la estabilidad. En las eleccLOnes deenfrentó a una UCR debilitada y sin confianza, y a una nueva fuerza: el. fruto de la unión entre el Frente Grande y un movimiento apresura­, organizado por el dirigente peronista mendocino José O. Bordón.acompañado por Carlos Ruckauf, derrotó a la fórmu~a Bordón­

, que dejó a los radicales Massaccesi y Storani en un lejano tercerEl triunfo de Menem fuemuy claro: logró prácticamente el 50% de losEl poder del jefe llegó allí al cenit.

287LAGRAN TllANSFORMACIÓN, 1989-1999

ducción delmandato a cuatro años, con la posibilidad de una rcch- ,-pero sin vedar la electividad futura-, la creación del cargo de Jefr d. Ibierno, la designación de los senadores por voto directo, incluyendo 1111

cero por laminoría, la elección directa del Jefe de Gobierno de la CilllhhlBuenos Aires, la creación del Consejo de la Magistratura, para la d.,o,IIUción de losjueces, y la reglamentación de los decretos de necesidad y 111

cia. Con dificultades, Alfonsín logró que la UCR aceptara el acuerdo:mentó sobre el riesgo de una derrota en el plebiscito, sobre la posibiikhnlla división y las defecciones, y sobre los riesgos de una reforma llevada 1101lante por el presidente sin el consentimiento de las fuerzas políticas. En 1<11111

se resignó a lo inevitable, valoró los riesgos de una resistencia a ultranza \' 1,beneficios que podía obtenerse del acuerdo para la modernlnu 1111'institucional.

En las elecciones de abril de 1994, el justicialismo perdió votos, de 11111111

ra moderada, y la UCR sufrió un fuerte drenaje en beneficio del Frente (il,11I

de, que reunió el 12% de los sufragios y se impuso en la Capital Fedl'l.rI w

Neuquén. Integraban la nueva fuerza política, que atrajo el voto de quh iucriticaban el Pacto de Olivos, los peronistas disidentes de Chacha ÁI.VIIIIgrupos socialistas y demócrata cristianos, y militantes de organízacíonc- 111derechos humanos como Graciela Fernández Meijide. En la Convenrl.urque sesionó en Paraná y Santa Fe, los partidos mayoritarios respetarun • 1acuerdo y aprobaron en bloque las coincidencias básicas; Liliana de Riz 1'1111

tualizó que correspondía al Congreso el dar forma legal a las iniciarivue \decidir hasta dónde el conjunto de las reformas atenuaría o no las postbtlhl«des hegemónicas de la presidencia.

A lo largo de 1994, mientras se reformaba la Constitución, ernpezun 111 I

notarse las dificultades que provocaba la suba de las tasas mundiales de illflrés, Por entonces el ministro Cavallo lanzó la llamada Segunda Reforrnn di 1Estado, con nuevas privatizaciones -entre ellas, las centrales nucleares y 1 ICorreo-, y un severo ajuste de las transferencias de fondos a las provinciuFrente a él, los gobernadores y otros sectores del peronismo histórico afinll;1ron que había llegado la hora del reparto, de atenuar el rigor del ajuste y 01,actuar en función de las próximas elecciones. Eduardo Duhalde, que acah:tllllde lograr reformar laConstitución de Buenos Aires para habilitar su n::l'Ivlción, fue una de las voces destacadas en esta campaña de "peronización" d,'1gobierno. El presidente fue totalmente solidario con su ministro, sobre It It " Ial sentirse, a principios de 1995, los efectos de la crisis mexicana del "teqi Ii111"

El gobierno de esepaís devaluó su moneda, y en un clima de mucha Sl'lIsibilidad, hubo un retiro masivo de fondos internacionales de la Argcru ¡IIII.

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEADELAARGENTINA286

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.1l~;"d'.IU"por Eduardo Menern, quedefendían a los laboratorios locales, unpoderoso y generoso con susamigos. La privatización del correo produ­

otro enfrentamiento: según Cavallo, que era partidario de las empresasnorteamericanas, el Congresoestaba haciendo una ley a la medida

Alfredo Yabrán, el ernpresariopostal que manejaba negocios vastos y pocoidos. Respaldado por el embajadory el propio presidente norteamerica­

Cavallo acusó a Yabrán de evasorde impuestos y de mafioso; también acusódos ministros muy cercanos al presidente: eJ de Interior, Carlos Corach, yelJusticia, Elías Jassan, de ampararlo y manipular a los jueces en su favor.CavaUo, furioso, arremetió contratodos. Al hacerlo, instaló definitivamentela discusión pública el tema de la corrupción gubernamental, que creció

Vel~OI~:meJsaLm(~nt:een los años siguientes.Recibió una réplica contundente: susnnbres, y él mismo, fueron acusadosde otros negociados y querellados anteJusticia. Acosado, Cavallo llegóhasta a mencionar al presidente: "no se

a mirarme a los ojos", dijo. Fue el final de la relación: a fines de juliode 1996 Menem lo relevó y lo reemplazó por Roque Fernández, un econo­mista ortodoxo que presidía el Banco Central. Los "mercados" lo aceptaroncon naturalidad y no se conmovieron.

A diferencia de Cavallo, Roque Fernández no tenía pretensiones de polí­tlco, ni tampoco preocupaciones de largo plazo: formado en la ortodoxialiberal, preocupado exclusivamente por ajustar las cuentas fiscales, no se apartóun ápice de esa línea y resistió eficazmente las presiones de todo tipo. Así,ubió sin piedad el precio de los combustibles, elevó el Impuesto al ValorAgregado, que llegó al insólito nivel del21 %, redujo el número de emplea'dos públicos y finalmente realizó sustantivos recortes en el presupuesto. Ade­más, impulsó las privatizaciones pendientes: el correo, los aeropuertos y elBanco Hipotecario Nacional, y vendió las acciones de YPF en poder del Esta­do al accionista mayoritario, la empresa española Repsol. Resolvió todo rápi­damente, con la única preocupación de mejorar los ingresos de caja.

Fernández chocó con resistencias crecientes en el sector político del go­hierno, preocupado por las futuras elecciones. Cada medida de ajuste querequería una ley tuvo que ser arduamente negociada en el Congreso, dondeel ministro fracasó con la legislación sobre flexibilización laboral. Se tratabade una cuestión emblemática para los empresarios y para el FMI, que suscitabafuerte oposición dentro y fuera del peronismo, y sobre todo entre los sindica'listas. A fines de 1996 Menem intentó sortear la resistencia del Congresocon uno de sus Decretos de Necesidad y Urgencia, que sorpresivamentesigno del cambio de los tiempas- fue objetado por la Justicia. En 1997, en

pleno tiempo electoral, Menern <tejó de lado la reforma y pensó en los votan'

289LA GRAN TRANSFORMACIÓN, 1989-1999

Había otro dato inquietante: la deuda externa creció de manera !)()~(I litda, y los 60 milmillones de dólares de 1992 se convirtieron en 100 I1dl In1996. Definitivamente, la economía argentina estaba en terapia intellld\dependía del flujode capitales externos, y del humor de los inversores, 1(11'desde entonces fueen general malo, y mucho peor durante los años en q'lI'derrumbaron varios de los mercados emergentes. En 1995 terminaron l••tiempos de la afluencia fácil de capitales externos y de la consiguiente he111'11ra fiscal; la tendencia dominante fue la restricción, con sus conocidos "Itltos: suba de las tasas de interés, recesión, penuria fiscal y mayores dosl« d"ajuste y reforma. Por ese camino, quedó poco margen para lo que hasrn e11

tonces Menem y su gente, con la tolerancia de los técnicos, habían h,,( 111,eficazmente: distribuir un poco, compensar, acallar quejas, ganar cornnlh Idades. En la nueva coyuntura, los celosos auditores externos ya no lo mlll,ltieron, y su aval era indispensable para obtener la renovación de los crédlu«El gobierno quedó atrapado entre las exigencias de mayor ajuste, para "ccu.ulas cuentas", y los reclamos crecientes de una sociedad que iba recuper.unl«su voz; perdió la posibilidad de diseñar a largo plazo, y se limitó a capea, 1Isituación, día a día.

Quien primero sintió el impacto de la nueva coyuntura fue Cavallo. 1Iministro salió Con éxito de la crisis de 1995. Inició una nueva serie dIprivatizaciones, hizo declarar la emergencia previsional y, básicamente, 'I'~

tringió los fondos transferidos a los gobiernos provinciales, que pasaron 1111'momentos de zozobra; muchos no pudieron pagar los sueldos de sus emph-.,dos, y finalmente se vieron obligados a realizar su propio ajuste, sacrificar le",algunas de sus fuentes de clientelismo: venta de empresas públicas y de hllll

cos provinciales, reducción de las plantas de empleados y transferencia 11 1IINación de sus sistemas jubilatorios. Pero Cavallo quedó en el ojo de la lellmenta, Los dirigentes provenientes del peronismo tradicional se hielen '11

eco del fuerte malestar social, que afectaba sus propias bases electorales; f'c'

clamaron contra una política que ahora juzgaban poco peronista y exccslvnmente apegada a las recetas del Fondo Monetario Internacional, y centrnn JlI

sus baterías en el ministro: a principios de 1996 retacearon la aprobación eltla Ley de Presupuesto y se negaron a aprobar otra, que extendía las atribucl«nes económicas del Ejecutivo.El pato estaba herido.

El conflicto mayor fue el que enfrentó a Cavallo y su equipo técnico el" 1

la "banda" gobernante: el vasto contingente de allegados que rodeaba al jdi·,gestores de negoc íos pococlaros e intermediarios obligados de cualqu ier gn,po de interés particular. Con motivo de la Ley de Patentes Medicinulcx,Cavallo sostuvo la posiciónnorteamericana y chocó con los senadores, VII

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margen siquiera para hacer beneficencia electoral, y debió cerrar su presu­puesto con un déficit tan abultadoque no se atrevió a declararlo. La deudaexterna trepaba por entonces a 160 mil millones, el doble que en 1994.

Constreñido a profundizar elajuste, sin margen para negociar, Menemempezó a sufrir una oposición socialcada vez más activa. Quienes hasta en-tonces habían callado, empezaron a hablar, y las demandas confluyeron y seexpresaron de manera novedosa y efectiva, agitadas incluso por una oposi­ción levantada dentro mismo delperonismo.

1995 fue un año crítico: en variasprovincias hubo manifestaciones vio­lentas encabezadas por empleados públicos que cobraban en bonos de dudo-110 valor; en Tucumán se agregó el cierre de varios ingenios, y en Tierra delFuego el retiro de las fábricas electrónicas, ante el fin del régimen promocional.Al año siguiente, mientras las organizaciones gremiales -la CGT, el MTA yelCTA- finalmente confluían para realizar dos huelgas generales contra la leyde flexibilización laboral y la POlítica económica, la oposición política -elf!RI:PASOy la UCR- impulsó una protesta ciudadana: un apagón de cinco minu­tus y un "cacera lazo", que fue apoyado por entidades de todo tipo, incluidasIns defensoras de derechos humanos. Por entonces cambiaron las autoridades

la Conferencia Episcopal-monseñor Estanislao Karlic, más severo, reern­a Quarracino, complaciente con el Gobierno- y la Iglesia empezó asu voz a las protestas.

Al año siguiente los gremios docentes -la CTERA-, que venían realizandoructuosamente marchas y huelgas, encontraron una nueva forma de ac-

It'ln,que resultó muy eficaz: instalaron una "carpa blanca" frente al Congre­" donde por turnos grupos de docentes de todo el país ayunaban, mientras.lhían visitas y adhesiones, organizaban actos y hacían declaraciones por lalo y la televisión; en suma, constituían una noticia permanente, y sin el

11110 de interrumpir las clases. Algo parecido, aunque en otro tono, fueroncortes de rutas en Cutral Có yTartagal, localidades de las zonas petrolerasNeuquén y Salta, muy afectadas por la privatización de YPF y los despidoslvos. "Piqueteros" y "fogoneros" -que también aparecieron en [ujuy, afee­'s por los despidos del Ingenio Ledesma- interrumpieron el tránsito, in­

ron neumáticos, organizaron ollas populares y reunieron tras de sí a)lIjndores desocupados, a jóvenes que nunca pudieron trabajar, a sus fami-u's y amigos, dispuestos a enfrentar la eventual represión a pecho descu-11', con piedras y palos. Era la mo-vilización de los desocupados, violenta y a larcucia a cualquier tipo de acci -ón organizada. El gobierno a veces apeló

111 jusricia y a la Gendarmería, y entonces hubo violencia, heridos y algúnn, Otras veces negoc,;ió, con los buenos oficios de infaltables curas u

291LA GRAN TRANSFORMACIÓN, 1989-1999

tes: Erman GOnzález, nueva ministro de Trabajo, llegó a un acuerdo con lel~gremialistas, garantizándoles el monopolio sindical en la negociación de 11"

convenios colectivos. La ley así aprobada fue rechazada por los empresarlus,y Femández exigióel veto de algunos artículos. También se opuso categru Icamente a otra leyque garantizaba un fondo de mejoramiento salarial p"I,'los docentes, y rechazó un ambicioso proyecto de construcción de 10mil kilide autopistas, que hubiera significado un rápido descenso de la desocupación, y un buen aumento del déficit. En suma, Fernandez defendió los crinrios del contador, frente a la liberalidad de quienes por entonces estnlmnconsagrados a ganar en las siguientes elecciones. Su tarea se limitaba a dI'! 11que no.

No tenía muchas alternativas, debido a la coyuntura financiera intcrnuciona!. En julio de 1997 Tailandia devaluó su moneda y se desató la crlNI ,cuando en octubre se derrumbó la Bolsa de Hong Kong, los financistas 1111111

ron con desconfianza los mercados emergentes, incluyendo el argentino. 1,1,derrumbes siguieron: Corea, Japón, Rusia, y finalmente Brasil, que devulunsu moneda en los primeros días de 1999. Este fue un golpe duro para 1:1A.gentina, ya afectada por el encarecimiento del crédito y la caída en los Il'ecios de sus exportaciones, e imposibilitada de adoptar la solución devalunu 1111

En los buenos tiempos, Menern y Cavallo habían impulsado la integradl'"acelerada en el Mercosur, sin preocuparse por acordar en cuestiones cotu» 1,política monetaria. En 1995, la apertura del mercado brasileño había sitie'111,1videncíal para la Argentina, que exportó alimentos, petróleo y automorouEn 1997 empezaron a aparecer algunos problemas: los productores de :12111 11

denunciaron que Brasil hacía dumping, e impulsaron una ley arancelruulu 11

importación, que Menem vetó, preocupado por robustecer el Merc()'~III"1 Idevaluación del real, en 1999,contrajo el mercado para las encarecklns I _

portaciones argentinas, y desató una oleada de reclamos de protección, 1111, 11

tras que las empresas más grandes, con mayor libertad de acción, ernpl'~'IIII"1a considerar la posibilidad de trasladarse a Brasil, o al menos subconrrnuu ,.111parte de lo que producían.

La crisis iniciada en 1998 fue más profunda y prolongada que 1" ,h I"tequila", y sin final anunciado. Todo se sumó: aumento de los intereses di l.deuda, escasez y alto costo del crédito, caída de los precios de producu« I ,

porta bies y recesi6n interna. Ese año el PBI retrocedió alrededor del/I,';" \ Iproducción de au t:omotores cayó casi a la mitad. Todo ello profun.ll,« 1..trasnacionalizacióm. variosbancos y empresas fueron comprados por t'1I1J '"raciones multínac icnales o por grandes fondos de inversión, corno ¡: ,1que adquirió las empresas de Yabrán. El gobierno de Menern Ilcg() :1 SIl 11, I 111

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ticias; la aduana paralela, más tolerante que la oficial, y finalmente las coímaspagadas por la empresa norteamericana t8M a directores del Banco Nación.También hubo hechos violentos: la explosiónde la fábrica de armamentos deRío Tercero, que habría borrado las huellasdel contrabando de armas, a costade muchas vidas; los dudosos suicidios deun intermediario en esas ventas y dequien pagó las coimas en el Banco Nación,y el secuestro y tortura de la herma­na del fiscal que investigaba el caso del oro.

Hubo un verdadero "destape", impulsadopor el periodismo indagador yfacilitado por la guerra interna del peronismo. La Policía de la Provincia deBuenos Aires, "la Bonaerense", que en unmomento fue calificada por Duhaldecomo "la mejor del mundo", apareció implicadaen varios casos de corrupci6n:robo de autos, tráfico de droga, prostitución; hasta se probó su participaci6n enel brutal atentado a la AMIA: fue un alto jefe quien suministró el auto usadopara hacer explotar el edificio. Cuando Duhalde inició su depuraci6n, estallóel "caso Cabezas": un periodista gráfico, brutalmente asesinado, cuyo cuerpoapareció en las cercanías de la residencia veraniega del gobernador. "Me tira­ron un cadáver", afirm6 Duhalde, convencido de que había recibido u.na ame­naza mafiosa. Los periodistas mantuvieron viva la cuestión con tenacidad, yDuhalde impulsó la investigaci6n, convencido de que se jugaba en ella su futu­ro político. La investigación lleg6 rápidamente a "la Bonaerense", luego alempresario Yabrán, el hombre misterioso a quien Cabezas había fotografiadocontra su voluntad, y por último al círculo presidencial, y hasta al propio Menem,que al principio defendió a Yabrán. Finalmente, fueron incriminados un oficialde la Policía bonaerense, autor material de la muerte, y el jefe de seguridad deYabrán, su instigador directo; cuando la Justicia pidió su prisión, Yabrán sesuicidó de manera espectacular. Quedaron muchas cosas oscuras, pero dos re­sultaron claras: la corrupción penetraba en todas las instituciones del Estado, ynadie vacilaba ante los medios en la disputa por el poder y los negocios.

Antes del desenlace, en octubre de 1997, el justicialismo sufrió una fuertederrota en las elecciones legislativas. Perdió hasta en sus bastiones: Santa Fe,Entre Ríos y Buenos Aires, donde la esposa del gobernador encabezaba lalista de diputados. El "candidato natural" 1Duhalde, result6 maltrecho; MenemIngolpeó aún más: afirmó que sólo él podía ganar en 1999, y se lanzó abierta­mente a una nueva reelección, pese a que esta vez nadie se mostr6 muy entu­siasmado. Menem jugó varias cartas a la vez: una interpretación caprichosade la Constituci6n por parte de la CoTte, un plebiscito que demandara lareforma constitucional, una presi6n a IDs gobernadores para alinearlos detrásde sí y dejar desamparado a Duhalde: incluso meti6 una quinta columna enel territorio del gobernador, cornprandc-, a algunos de sus fideles. Por enton-

293LA GRAN TRANSFORMACIÓN, 1989-1999

obispos. No había mucho para ofrecer, pero los "piqueteros" solían conn-ntarse con poco: ayuda enalírnentos o ropa, y sobre todo contratos de ernplntransitorio, los "planes Trabajar", con los que se aliviaba la situación.

Este tipo de movillzación tuvo imitadores y se acentuó a medida que avunzaba la crisis: estudiantes que cortaban las calles de las ciudades, o producr«res rurales que realizaban "tractorazos", sumados a algún episodio violento,con ataque y saqueo a losedificios públicos, indicaban un estado de efervescencia generalizado y lareaparición de la política de la calle, como en It,~años setenta, pero esta vezante la televisión, que era el vehículo fundamcntal para que la acción tuviera trascendencia y eficacia, pues la espectacular!dad fue clave en la nueva protesta.

Simultáneamente, el gobierno sumó problemas en su frente interno. I Iresurrección del peronismo histórico, que descubría los problemas del ajusn­y la reforma, se produjo en el momento en que se discutía el cambio tll'liderazgo o, más simplemente, la selección de un candidato presidenciuljusticialista para 1999. En 1995, apenas pasadas las elecciones presidenciales,el gobernador de Buenos Aires, Eduardo Duhalde, anunció que sería cantildato y empezó a desempeñarse como tal: viajó por Europa y Estados Unidos,anunci6 sus planes de gobierno y planteó su voluntad de distinguirse dl'l"modelo" y recuperar las banderas hist6ricas del peronismo. Pese a que 111Constituci6n era clara y categ6rica respecto de la imposibilidad de una nueva elecci6n, la idea que Menem tenía del poder, tan típicamente peronisru,no incluía transferirlo en vida. El presidente lo intentó, un poco por su ¡"ciega en lo que llamaba su destino, y un poco para que no lo dieran P()I'

muerto antes de tiempo. Al principio, lo hizo por caminos oblicuos: alentó 111candidatura rival de Palito Ortega -popular, pese a su desastrosa gesti6n enTucumán-, mantuvo atados a losgobernadores, que dependían de los discrecíonales aportes del Tesoro Nacional, y lanz6 su candidatura informalmente, COII

millones de camisetas, globos y carteles que decfan simplemente "Menem 99".La guerra entre el viejo jefe y quien quería sucederlo pasó de los gestos y

amenazas a los actos contundentes: las buenas maneras democráticas apenasocultaron prácticas más bárbaras, que recordaban a las de los militares, o a I;IS

de las bandas germánicas. En parte, la lucha se desarroll6 en los medios dl'comunicación. Mientras Cavallo continuaba con sus denuncias de negocir l.'ilícitos, otras manos allegaron a losperiodistas informaciones para perjudicar 11

sus ocasionales rivales, y los medioslasdifundieron ampliamente. La profundacorrupción del grupo go be mame se hizo pública: las ventas clandestinas dI'armas a Croacia ya Ecuador, que complicaban a varios ministros e incluso :r!presidente; los negocios de la"mafiadel oro", que realizaba exportaciones f'le-

BREVE HISTORIACONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA292

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chos, y fue la expresión de una nuevay muy modesta primavera. Recogiódistintas aspiraciones de la sociedad,no siempre compatibles: una renova­ción de la política y de los hombres, y la constitución de una fuerza decentroizquierda, alternativa de los dos partidos tradicionales. Sin repudiar latransformación económica producida,puso el acento en los problemas socia­les que generó y en las cuestiones éticasy políticas: la corrupción, el deterio­ro de las instituciones.

La UCR pasó la crisis que arrastraba desde el catastrófico final de la presi­dencia de A lfonsín, logró superar lasdivisiones internas y obtuvo algunoséxitos electorales significativos, sobretodo con Fernando de la Rúa =irnbati­hle candidato porteñc--, electo en 1996primer Jefe de Gobierno de la Ciu­dad de Buenos Aires. Desde 1995 laUCR y el FREPASO concertaron su acciónparlamentaria, luego establecieron un acuerdo en la ciudad de Buenos Aires,y empezaron a discutir los términos de una alianza más formal. No era unararea fácil, por la índole tan diversa de ambas fuerzas. La UCR tenía una largatradición y un sólido aparato partidario, difícil de alinear y ordenar, perotambién a prueba de bruscos cambios de humor; sus militantes no aceptaroncon facilidad ceder lugares a una fuerza sin historia ni organización partidariaformal. Pero primó la convicción de que juntos, UCR y FREPASO, podían ven­cer al justicialismo, mientras que separados la derrota era casi segura. En1997 crearon la Alianza para la Justicia, el Trabajo y la Educación: tales losejes de su programa. Concurrieron unidos en 14 de los 24 distritos electora­les, y obtuvieron un notable triunfo en las elecciones legislativas: en total,superaron al PJ por 10 puntos, se impusieron en distritos claves, como EntreRíos y Santa Fe, y Graciela Fernández Meij ide, dos veces triunfadora en laCapital, venció en la Provincia de Buenos Aires a Chiche Duhalde, la esposadel gobernador.

Mientras el justicialismo se desgarraba en su pelea interna, la Alianzaavanzó con claridad hacia su triunfo en las elecciones de 1999.No le fue fácilllegar a coincidir en la línea del discurso electoral, debido a la c~exist.enciade tendencias francamente divergentes, en ambas fuerzas y en el mterior decada una, aunque finalmente se acordó no cuestionar la convertibilidad, yponer el acento en la recuperación de la equidad social y las institucionesrepublicanas y en la lucha contra la corrupción. José Luis M~chinea, delequipo de Juan Sourrouille y con buenas relaciones con el estabhshm~nt, que­dó a cargo del programa económic-o. La negociación de las candidaturas,aunque compleja, se resolvió exitosaznente, hubo una elección interna abier­ta por la candidatura presidencial, élonde De la Rúa venció ampliam~nte aFernández Meijide, y un acuerdo para el reparto de las principales candidatu-

295LA GRAN TRANSFORMACIÓN, 1989-1999

ces, la oposición, unificada, vislumbraba el éxito electoral para 1999, Pl'lllMenem no atendió aotra cosa que a destruir a Duhalde, arriesgando todo 1,1que el justicialismo había avanzado en su institucionalización partidariaCuando lanzó en LaRioj a un plebiscito por la reforma, Duhalde respondl«convocando a otro enla provincia de Buenos Aires, donde sin duda el presldente sufriría una derrota contundente. En ese punto, los jefes peronistu«abandonaron a Menem: discretamente, lo dejaron solo. Menem desistió entonces de su candidatura, se "autoexcluyó", aunque no del todo convencick H

meses después lo intentó nuevamente, pero esta vez la Justicia declaró que Sil

proyecto era absolutamente ilegal.Menem fracasó, pero logró mantener viva la ilusión casi hasta concluir Sil

gobierno, atenuando el problema del fín de reinado. Además afectó profun­damente a Duhalde, que en la campaña electoral tuvo que acentuar su perfilopositor, y presentar propuestas alternativas, poco creíbles y que no confor­maron a nadie. Por Otraparte, los gobernadores peronistas prefirieron tomardistancia del conflicto y muchos anticiparon las elecciones en sus provin­cias, para no comprometerse con el destino de Duhalde, que no pudo alineardetrás de sí un partido unido y galvanizado. Como en 1983, el peronismollegó a la elección de 1999 sin líder, y perdió.

Desde 1995, fue creciendo el espacio para una potencial fuerza políticaopositora, cuyas modalidades estaban por definirse. A fines de ese año, ypoco después del resonante triunfo presidencial de Menem, el gobierno su­frió tres derrotas electorales: en Tucumán, a manos del general Bussi, unafigura del Proceso; en Chaco, ante los radicales, con el apoyo del FREPASO, yen la Capital Federal, donde la Graciela Femández Meijide, del FREPASO, fueelecta senadora, con el 46% de los votos, superando ampliamente a la UCR yal justicialismo.

Los resultados indicaban varios rumbos posibles. El más novedoso era eldel FREPASO, que tuvo un notable crecimiento electoral. Allí convergían disi­dentes del PJ y la UCR, la Unidad Socialista y otros pequeños grupos prove­nientes de la izquierda o el populismo; gradualmente se agregaron fragmen­tos menos conspicuos de lamaquinaria electoral justicialista. El FREPASO nuncallegó a tener una inserción territorial comparable a la de los grandes partidos,ni tampoco una organización y reglas de discusión y decisión explicitadas.Fue un partido de jefes. Poco después de las elecciones, el candidato presi­dencial José O. Bordón loabandonó; Chacha Álvarez, que tenía gran ca­pacidad para desenvolverse ante los medios periodísticos y definir día a díala línea de la agrupac. ión, quedó como dirigente principal, secundado porGraciela Femández lv1eijide y Aníbal Ibarra. El FREPASO entusiasmó a mu-

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Diezafias de mene mismo han reveladode manera ineq uívaca cuánto se trans­formó el país en el último cuarto de siglo. 1976 es una bisagra en nuestrahistoria. Los cambios sucedidos desde entonces, cuya profundidad quedó dealguna manera disimulada durante la etapa de la ilusión democrática, semanifestaron en la década de 1990: el país de 2000 se parece muy poco aaquel que, en 1916, constituyó un sistema político democrático que corona­ha la expansión de su economía y su sociedad, o a aquel otro que, hacia 1945,asoció el crecimiento de su mercado interno con la promoción de la justiciasocial desde el Estado. Con respecto a sus expectativas, ilusiones y utopías,tampoco se parece al que, comenzando la década de 1960, se ilusionó con lamodernización y vislumbró un futuro prornisorio. En el año 2000, el prospec­to de la nueva Argentina presenta la incertidumbre de un futuro difícil, lareaparición de algunos de los rasgos negativos de su pasado, pero también eleficiente funcionamiento de un sistema político democrático.

En cierto sentido, esos cambios se ubican en la corriente general del mundooccidental. El fin de la Guerra Fría por una parte, y la profunda reestructura­ción económica, impulsada por el salto tecnológico, la ola de ne~liberalismo y10 que se ha llamado la globalización, por otra, provocan la desaparición de loviejo, su difícil sustitución por lo nuevo, y en la transición, incertidumbre,desocupación, miseria. En todas partes el Estado renuncia a dirigir la econo­mía y reduce su función providente y benefactora. En todas partes, también,naufragan los grandes acuerdos sociales forjados en la posguerra y los fuertescrecen a costa de los más débiles. En esta crisis general se manifiestan los doselementos que habitualmente la constituyen: la destrucción de lo viejo, vivi­do por sus contemporáneos corno derrumbe, y la lenta emergencia de lo nue­vo, más difícil de percibir.

¿Cuánto hay de 10 Linoy de lo otro en la Argentina del último cuarto desiglo? Un balance en In mitad ~el cruce de un río turbulento -así se mirarán,

EpílogoLa nueva Argentina

ras y cargos. Álvarezacompañó en la fórmula a De la Rúa, mientras que ~·IIIjusticialismo PalitoOrtega se encolumnó detrás de Duhalde; Domingo CnvlIll.1creó otra fuerza política, Acción para la República, para organizar el vOl"IId.1sector de centro derecha.

En la elección presidencial, De la Rúa y Álvarez obtuvieron un trilllll"claro: eI48,5% delos votos, casi diez puntos más que Duhalde. Al momeutude asumir, la Alianza gobemaba en seis distritos y tenía mayoría en la 0111111

ra de Diputados; el justicialismo tenía amplia mayoría en el Senado y con 1111laba catorce distritos, entre ellos los más importantes: Buenos Aires -11111Graciela Fernández Meijide fracasó ante Carlos Ruckauf-, Santa Fe y 01daba, donde los radicales perdieron por primera vez desde 1983. De la 1\111recibió un poder limitado en lo político y condicionado por la crisis eCO!)11mica. Pronto se agregó la dificultad para transformar una alianza electorai rnuna fuerza gobernante.

296 BREVEHISTORIACONTEMPORÁN EA DE LA ARGENTINA

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Los sectores industrialesde perfil exportador también se han rees­eficientemente, por la vía de la alta concentración y del aprove­

ILU'~L".Vde la asistencia del Estado,que no termina de cesar pese a la[amada liberalización. Ambos sectores suman tres cuartas partes de lasrtaciones, tienen un notable dinamismo pero su incidencia es baja, por

limitados encadenamientos intemos y porque su mayor eficiencia se basamenudo en una drástica reducción de la mano de obra empleada, comorre con la mecanización de [ascosechas.El golpe fue mucho más fuerte paralos empresarios orientados al mercado

tntl'mo, que experimentaron una situacióndarwiniana: algunos se adaptaron yprosperaron, otros sobrevivieron condificultad y un tendal quedó en la lona.Los cambios afectaron tanto a la primitiva industria nacional, surgida en larll.'i¡.,ruerra,como al segmento desarrollado luego de 1958, con fuerte participa­h~nde las empresas multinacionales. Unos y otros crecieron gracias a un rner­liJO interno cautivo y una sistemática asistencia del Estado; sin embargo, enlu'i años anteriores a 1976 ya se habían reducido los efectos perniciosos de estem,xlelo para la eficiencia y la competitividad: como señaló Bernardo Kosacoff,en muchos sectores se había producido el pasaje del "mundo de lo electrome-cñnlco" al "mundo de lo electrónico". Ese desarrollo se frustró con la granapertura económica iniciada en 1976 y completada en 1991; sometidas de gol­fll' n una fuerte competencia -mayor eficiencia, menores costos laborales- sólo""brevivieron algunas empresas, que modernizaron sus procesos productivos.Simultáneamente, hubo una presencia creciente del capital extranjero, que seextendió al campo de los bancos y las cadenas de comercialización, donde lal" mcentración fue muy fuerte. Entre los empresarios locales, pasaron la pruebadnrwiniana los grandes grupos económicos, crecidos sobre todo después de 1976,'lile participaron activamente en la privatización de las empresas del Estado,diversificaron su actividad y hasta se hicieron internacionales.

No es fácil vislumbrar el resultado final de estas transformaciones, que enl.1 discurso de sus promotores habría de servir para restaurar el dinamismocnpitalísta, atrofiado por décadas de intervención estatal, y para producir eln-encuentro entre el interés privado y el interés general. No hay dudas deque las transformaciones han beneficiado a un segmento -pequeño pero sig­niflcativo- de los actores económicos: los "ganadores" triunfaron en toda lalínea: pero eso parece haber generado poco beneficio general, como lo mues­t ra la elevada desocupación. Quienes sustentan un diagnóstico optimistaque al final de la década son menos, y menos entusiastas que al principio­

deben confrontar con dos grandes i mterrogantes, uno estructural y otro refe­rido n los actores.

299LA NUEVAARGENTINA

seguramente, estasdécadas finales del siglo dentro de una centurin ,tener en cuenta laprofundidad de [a crisis, que es diferente en cada 1'111sobre todo la manera singular como se conduce el proceso de reesrn« 11ción. La experiencia de la Argentina en e! siglo XX es [a de Sísifo: Slll'l"dllintentos, que arrancaron con brío y terminaron calamitosamente, I(,JIIlos objetivos que se habían fijado. Al comienzo de la década del I1m'lmuchos pensaron quehabía una nueva oportunidad, que [a otra orilla l','II,II

cerca, a tiro de un esfuerzo grande y definitivo. Diez años después, el ini.'1".gante sigue abierto, pero los pronósticos son más pesimistas y faltos di' 11"sión: quizás otra oportunidad se ha perdido.

Lo que primero impresiona son los cambios en [a economía: las Clll",lhlnes que se debatían apenas un cuarto de siglo atrás nos resultan hoy extruu.iLa apertura de [a economía, y la retirada del Estado, que regulaba, <lS¡~1 1.1 I

participaba directamente, han cambiado las reglas. Otro cambio decisivo h.la estabilidad de precios: hace casi diez años que no se viven aquellos v IIdi "tos tironeas sectoriales, que acompañaban los golpes inflacionarios y '111formaron el sustrato de la historia política. El dato decisivo es sin dllllll IIendeudamiento externo, que crece de manera sistemática desde 1977, IIII~impresiona menos que hace diez años, y ha desaparecido del temario tI(' dieusiones: es evidente que [a deuda externa no se pagará nunca, que el 1 '111

dependerá indefinidamente de la renovación de sus créditos, en rnano« 11.acreedores volátiles y desconfiados, y que, en suma, la Argentina es Uf) 1'111vulnerable. Cumplir con los servicios de [a deuda requerirá de una eficil'l h 11

exportadora que parece remota, y de un ajuste permanente en [os gaS!'IIS," IEstado, una libra de carne reiteradamente exigida por los acreedores, con 1I1que el país no se puede malquistar, so pena de ser declarado insoivcm l' Iingresar en alguno de los círculos del Infierno.

Mientras tanto, la política que inició Martínez de Hoz y remató Cuvull«ha sacudido fuertemente el aparato productivo, La desocupación resalru runnitidez y parece ser ya un dato estructural, pero en otros aspectos el di""I"general de la nueva economía no es claro. Con la convertibilidad -un l'C 11 "

que sostiene y asfixia la vez-la sobrevaluación del peso condiciona l;¡ illll'gración a la economía mundial. Inicialmente ésta se manifestó en el b()()1II dilas importaciones, que golpeó a infinidad de empresarios incapaces de rtuupetir, Más lentamen te, se notó el estímulo a las exportaciones, princlpn]mente en productos agropecuarios, petróleo, gas, rubros en que el país IVld11

ventajas relativas. El principal aporte viene del agro, en plena transfonuución: agroquímicos, semillas híbridadas, mecanización. Al notable creci m Íl'1 1II1

de su capacidad productiva se suma el Mercosur, que abrió un importun!c

BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA298

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80S: las retenciones cambiarias, laernisión monetaria, las cajas de jubilación.,la deuda externa. Solo la situaciónde vulnerabilidad extrema provocada porelendeudamiento externo, y la decisiónde "autoatarse" con la convertibilidadpara calmar las exigencias de losacreedores, pusieron freno a esta tendencia,que sin embargo reapareci6 cadavezque los gobernantes encontraron algúnmargen para [a prebenda, distribuidaahora entre beneficiarios cada vez másSingularizados.

La crítica neoliberal, que circul6por todo el mundo occidental, no soloafectó al Estado dirigista sino al providente, empeñado en el bienestar de lasociedad. En este segundo aspecto, la reducción de gastos acompañó la tenden­cia a interesarse menos por sus funciones sociales: no sólo las específicas delEstado benefactor sino aquellas otras que, según cualquier concepcióndel Estado, son irrenunciables. ElEstado redujo su participación en el desa­rrollo y hasta en el mantenimiento de las obras públicas, la salud, la educa­ción, el sistema jubilatorio, la defensa y la seguridad. Trat6 de transferir laresponsabilidad, a los usuarios, según sus respectivas posibilidades, y de asu­mir solamente la parte destinada a los pobres o indigentes. El principio deque el Estado tiene una función en relaci6n con la equidad y la justicia so­cial, una de las más importantes conquistas de la sociedad argentina en elsiglo xx, fue abandonado.

Pero además, hubo una corrosíon del instrumento mismo del gobierno:durante décadas se produjo una lenta destrucci6n de la maquinaria del Es­tado, realizada desde dentro de él. Sin declaraciones, hubo un empeño sis­temático por alejar a los funcionarios eficientes, desarmar oficinas, perver­tir las normas e instalar la corrupción. En los últimos años quedaron expues­tas, de manera cruda, prácticas largamente instaladas en la administración,que la reducci6n burocrática, al concentrar las facultades decisorias en me­nos manos, hizo todavía más visibles. La gravedad y profundidad de eseproceso es testimoniada por el empeño que pusieron en contrarrestarlo lospresidentes Per6n en 1973 y Alfonsín diez años después, y por su instala­ción en la agenda de las reformas encaradas en los últimos diez años.

El proyecto de la reforma estatal en curso no avanza en la dirección demejorar la eficiencia en aquellas cuestiones que competen irrenunciablementeal Estado. La capacidad para cobrar sus impuestos sigue siendo mediocre; seha avanzado muy poco en el campo de la reforma judicial, las administracio­nes provinciales y el sistema pol ítico en general, donde los costos de su fazlIcita son altos, y los de la faz espuria son incalculables. Donde se avarizó,como en la educación, se eligió el poco recomendable camino de destruir loque había -un ejemplo es la escLJela media- con la ilusión, malograda a mi-

Por una parte, es evidente que la Argentina no puede retomar la rulu al.. ,crecimiento, ni siquiera sobrevivir al ahogo del endeudamiento, sin ml'Jlllllrsus exportaciones; pero no está claro qué lugar hay para ella en el munrl ..qué es lo que el paíspuede hacer mejor que otros, para quién puede han'rI.l.y de qué manera esas actividades pueden tener efectos virtuosos para el ('1111

junto de la economía. No es una duda nueva: se plante6 por primera \'1

entre las dos guerras mundiales, y entonces se resolvió por el atajo del rncn ••do interno protegido; clausurada esa vía, reaparece hoy con toda su agud« ••~or otra parte, losempresarios han sido liberados de [a tutela del Estado, 11'11

siempre denostaron, aun cuando se aprovecharon muy bien de ella. Luego Ih Ibanquete final, con la privatizaci6n de [as empresas públicas, todavía algiu1'"aprovechan los restosdel festín ygozan de distintos tipos de asistencia. ¿Se illlllnarán en el futuro por aquellas conductas reclamadas, por la asunci6n de rie'~II'"y la búsqueda de beneficios por [a vía de la innovaci6n y la eficiencia, o enCIIIltrarán alguna nueva variante de aquellas conductas calificadas como "peJ'VI'Isas"? Es poco probable que esta reconversi6n, de la economía y de las conducru-,sea exitosa si no es orientada por vigorosas polfticas públicas.

Esta posibilidad ha sido descartada con [a versi6n local de [a reforma d,-IEstado, un programa común a todos [os países del mundo occidental, aplk:udo aquí con una característica combinación de urgencia, desprolijidad e /"sensibilidad. En POco tiempo, el Estado ha abandonado casi todos [os reciusos de intervenci6n o regulación económica construidos desde 1930. Renuució a controlar las grandes variables y los instrumentos financieros ljl'"

posibilitan las transferencias intersectoriales; descart6 las políticas de rnImoci6n, los subsidios y también las prebendas sectoriales, se deshizo de 111'1empresas públicas, que después de un proceso de desmantelamiento fuel'lllltransferidas a propietarios privados, con el argumento de la mayor eficiencluy los menores costos fiscales. Pero a la vez, renunci6 en buena medida a controlar el funcionamiento de los servicios públicos. En general, renunció" 111pOSibili?~dmism~ de regular a los actores econ6micos, aun desde una conccpción mrruma del Interés público. En suma, tiró por el desagüe el agua sud, ytambién el niño.

Esta renuncia no seexplica por las razones ideológicas generales: el censenso neoliberal y el éxito de sus predicadores locales; fue sobre todo la constaración de que ya no había más para repartir. Hasta 1930, el Estado redistribuyóparte de los beneficios extraordinarios generados por el sector agropecuano:I~ego de esa f~cha: pese a haber ~on.c1uido el período de prosperidad exccp­cional, repartió mas queantes, distribuyendo asistencia y prebendas a quic­nes pujaban con éxi t:opor ellas, El Estado apeló a distintas fuentes de recur-

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n 1955, pese a su fuerte conflictividad, pero cambió de sentido, de maneraclara y brusca, luego de 1976.

El mundo del trabajo, donde el plenoempleo había sido siempre un datocentral, se encuentra erosionado poruna alta desocupación, que afecta sucorazón: el empleo industrial. El sectorde los trabajadores del Estado, cuyaexpansión compensó durante bastante tiempo la contracción de aqu~l, ~am­hién se redujo drásticamente con la privatización de las empresas publicas.Sólo creció el sector de los trabajadores por cuenta propia, lo que en otrostiempos indicaba un paso en la movilidad ascendent~ y h~y encu~re ladesocupación. Esta ya ha superado ampliamente ellO Yo, se instala firme­mente en torno del 15% y sube en lospicos recesivos por encima del 18%; aella debe agregarse una proporción quizá similar de subocupación. No es unproblema de crisis o coyuntura, sino un dato estructural de la ~conomía;( Losque tienen empleo sufren distintas formasde deterioro, precarización o tra­bajo en negro".

El fin del pleno empleo sacude la identidad trabajadora: la idea del dere­cho al trabajo y de las garantías anexas a él deja lugar a la "[lexibilización" yal empleo estatal concedido como asistencia social. La representación de lostrabajadores sufre una transformación similar: los sindicatos tienen menoscotizan tes y las obras sociales menos recursos; las posibilidades de presló~ opuja corporativa, características de la etapa posterior a 1945, se han reducidoconsiderablemente. Muchos sindicalistas optaron por plegarse a los cambiosy buscan el beneficio personal o el de su organización, que en algunos ca~~sse ha transformado en empresaria; mientras, un segmento m~nor de los diri­gentes, de índole combativa, protesta con energía en la calle pero carece decapacidad para incidir en el lugar de la negociación laboral. .

Paralelamente, se ha consolidado el mundo de la pobreza, nutndo de tra­bajadores precarios, pequeños cuentapropistas, jubilados, desocupados, jóve­nes que nunca tuvieron un empleo, marginales de distinto tipo y un ~ectot"peligroso" cada vez más amplio, que vive con un pie dentro de la legalidad yel otro fuera. Se trata de una identidad social parcialmente superpuesta conla de los trabajadores, que es más atribuida que asumida: se reconoce la exis­tencia de un sector muy amplio -erirre una tercera y una cuarta parte de lapoblación total- que se encuentra por debajo de lo que la misma sociedadacepta como nivel mínimo de consumo. Producto legítimo e indudabl.e de lareestructuración de la economía y el Estado, es hoy un tema de estudio aca­démico, un campo de trabajo pare, numerosas organizaciones no guberna­mentales, y una inquietante realidad, cuando se toma noticia de saq~e.os élsupermercados, cortes de rutas, occapaciones de inmuebles, una mendicidad

303LA NUEVAARGENTlNA

tad de camino, de edificar otra cosa sobre sus ruinas. En suma antes l.1 . f ., , LI 1I"t!cua ~uler a m:naclOn programát.ica lo postulara, el Estado ya resultó inc:lI'"por SI solo de Imponer en la socredad normas racionales y previsibles, 01'11"1tar a lo; a~tores, mediaren sus conflictos o velar mínimamente por los /111,reses p~bllcos. Carente de poder, el Estado dejó proceder a los actores SOl'/I'

les segun su,sfuerzas respectivas, y hasta utilizó sus últimas energías para "1'"yar a los mas fuertes.

. Esta v~sta transformación se apoyó en el llamado neoliberalismo, nueva C"tl'"era colectiva que aquí también logró instalarse en el sentido común de la s()ch.dad. La versión local espobre, se nutre sobre todo de las fuentes manchesterj;¡" ,~y debe poco al. Liberalismooriginario: mucho mercado y poca libertad polfr'k ISu avance ha Sido arroUador desde 1976: en esos años aprovechó la eliIninadllllde otros discursos alternativos, realizada por la última dictadura militar que' .fr . l' ., b ' cuuecuencI~ e Immo.t~m íén a sus emisores. Durante los años de la recuperacüu¡

de~ocrátlca com.pltl.Ócon el discurso de la ética, la equidad y la solidaridllllSOCial,pero la desIlusIón subsiguiente, y sobre todo las dos hiperm' f1' r. ,d " aciones, 1111ron . ecisrvas par~ convencer de que no había alternativa a la propuesta de 1, I'~neoll?erales. ': t~empoque se rompían los grandes acuerdos sociales, explfcir(111

o táCItOS,del ul.tlmo medio siglo, ante el avance liberal cayeron el discurseIdel Estado d~ bienestar y sus valores de equidad y justicia social, y tamoilolllos ~el popu/¡s~o, conexo con él, y de la izquierda, que había propuesto lllll'utopía alternativa.

Durante los decisivos años de la primera mitad de la décad d 1990 .1Iib l' . a e , lneo lera isrno Impuso en la opinión sus propuestas y su agenda de probh-.(~as. ~o.do e,~debate público se redujo a la economía, y toda la economía a Inestabdl?ad . L~ nue~a creencia fue eficaz para la confrontación y para elcontrol ídeológíco. asi se abandonaron ilusiones caras a la socI'edad1 d 1b larí " corm I.a .e .uen sa ano o el pleno empleo, el derecho a la salud, la educación, 1:1Jubdaclón y en general a la igualdad de Oportunidades, garantizada por l'/Estado: Luego de 1995, ante las consecuencias reales de la reforma y el ajus­te~se recuperaron aquellas aspiraciones, pero de manera casi nostálgica, li­mitada por los parámetros del pensamiento neoliberal.. La sociedad difiere Sustancialmente de aquella constituida a finales cid

SigloXIX: d~sde entonces, el largo ciclo expansivo fue conjugando crecimien­to econo~lco, pleno empleo, una fuerte movilidad y una sostenida capaci­dad para Integrar nuevos contingentes al disfrute de los derechos "1,.1" . 1 F ' CIV'es,po iticos y socia es. u:r~n oleadas sucesivas de movilización e integración,

que a~canz~r~nen las UltlOlas décadas del siglo xx incluso a los migrantes elelos paises hmltrofes. La te:D.denciase mantuvo en las dos décadas posteriores

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rrios- donde grupos reducidos viven enun mundo ordenado, seguro, próspe­ro y eficiente.

Igual que en las ciudades, en la sociedad lo público está desapareciendocomo espacio de responsabilidad común, construido y mantenido por la ac­ción solidaria. La educación común enla escuela pública, la salud pública enel hospital, la seguridad pública protegida por la policía, y aun los espac~ospúblicos, las plazas y las calles, que habían estado en el centro de una ~ocle­dad fuertemente integrada, se van erosionando; avanza sobre ellos lo privado-la escuela, la clínica, la seguridad, elbarrio cerradc--, a lo que tienen dere­cho quienes pueden pagarlo. Arrasada la ciudadanía social y afectada la igual­dad civil, la nueva sociedad alienta pocas prácticas que, más allá del actoelectoral, puedan sustentar la democracia.

En el terreno de la democracia el balance es complejo, pues los logrosrecientes no son pocos. El Proceso ayudó a remover algunos elementos nega­tivos de nuestra tradición democrática, como la recurrente tendencia de losactores a considerarse la encamación de la Nación, y a tratar a sus adversa­rios como enemigos de la patria; en su caída, el régimen militar abrió laspuertas a la construcción de un orden democrático fundado en el respetoabsoluto de los derechos h.umanos y la valoración de la pluralidad, la discu­sión y las formas institucionales. Desde diciembre de 1983 el país viene acu­mulando récords: cuatro elecciones preSidenciales y varias legislativas, y trestraspasos presidenciales, todos ellos en favor de candidatos opositores; otrodato significativo: el peronismo ha perdido dos elecciones presidenciales, yuna de ellas mientras ocupaba el gobierno.

También se ha entrado en una suerte de normalidad electoral. En 1983 eldestino del país parecía jugarse en una elección. Existía entonces una granconfianza en la capacidad regenerativa del sufragio; a la distancia quizá resul­te algo ingenua, pero fue fundamental para la reconstrucción de las insti~u­ciones democráticas, cuya legitimidad descansa solamente en esas convic­ciones. Ya en las elecciones siguientes la tensión disminuyó, y desde enton­ces gradualmente el acto electoral genera menos expectativas. Los votantesaprendieron a meditar su decisión, a alternar premios y castigos, y habitual­mente el resultado es definido por un sector fluctuante de votos indepen­dientes. El acto electoral es hoy una rutina, poco apasionante pero segura:nadie duda de la continuidad democrática, y cualquier propuesta alternativa-el golpe de Estado o la movilización revolucionaria- ha desaparecido delescenario.

Indudablemente el fuego sagrado se ha reducido considerablemente: losda-tos básicos de la realidad parecen ínan....ovibles, y el margen para el voluntarlsmo

305LA NUEVAARGENTINA

que crece incesantemente o la proliferación de los niños sin hogar. Fn:11I1a ellos, el Estado emaya tímidamente algunos planes de promoción soclul,que son apenas asistenc í alismo o dientelismo electoral. La percepción dl.1problema es aguda, pero en el fondo se lo encara con un poco de resiguución cristiana, como la del presidente Menem, cuando decía: "pobres 1111brá siempre".

Las clases medias, lo más característico de la vieja sociedad móvil 1

integrativa, han experimentado una fuerte diferenciación interna, particularmente en sus ingresos. Los límites de la clase media están desdibujados¡hoyes difícil saber qué actividades indican pertenencia: a diferencia de 111que ocurría a principios de siglo o en 1950, una profesión o título universirnrio no dice mucho sobre los ingresos, aunque es claro que hay grupos prn(l'sionales enteros, como los docentes o los militares, cuya situación se ha derrriorado en bloque. Se trata más bien de historias personales: algunos logruron incorporarse al mundo de los ganadores, otros a duras penas mantienenla respetabilidad y otros se han sumergido en el mundo de la pobreza; pero 1.'11

conjunto las clases medias han perdido su prestigio. También cambiaron 11111

valores que las estructuraban. En un mundo darwiniano y cambiante, IIIH

clases medias perdieron la capacidad de proyectar su futuro o el de sus hijm.La previsión -una de sus virtudes clásicas- deja lugar a una suerte de vivir nidfa, aprovechando las ocasiones cuando se dan: un viaje al exterior o la nd­quisición de un aparato electrónico. En cambio, desaparece del horizonte dl'expectativas la casa propia, base del hogar burgués.

Vista en su conjunto, la sociedad se ha polarizado. Desaparecidos los ins­trumentos y los canales de negociación y de redistribución, queda claro qu«hay ganadores y perdedores. Un vasto sector se sumerge en la pobreza o Vl'deteriorado su nivel de vida, mientras que "los ricos", un grupo que incluyeuna porción no desdeñable de los sectores medios, prospera ostentosamentey exhibe sin complejos su riqueza, en muchos casos reciente, de modo que 1:11'desigualdades no se disimulan sino que se escenifican y se espectaculariznn.La antigua sociedad, contínua y relativamente homogénea, igualitaria enmuchos aspectos, deja paso a otra fuertemente segmentada, de partes inco­municadas, separadas por su diferente capacidad de consumo y de acceso 1I

los servicios básicos, y hasta por desigualdades civiles o jurídicas. GracíclnSilvestri y Adrián Gorel ik han mostrado en las ciudades -Ias llaman "maqui­nas de dualizar"- un reflejo de estos cambios, que expresan a la vez el con.traste y la exclusión: det:erioro de la infraestructura urbana y de los servicios,crisis del control y el orden público, ruptura del espacio urbano homogéneoy desarrollo de algunos espacios aislados -el sho[Jping,el country, ciertos bu-

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En el mismo sentido, las relacionesentre los poderes se han hecho más fluí­das, Desde 1853, la práctica fue adecuandolos preceptos constitucionales a lasnecesidades del gobierno, y en generalseacentuaron los rasgos presidencialistas.Con la reconstrucción democrática, el cuidado por preservar los derechos decada poder del Estado chocó a menudocon las exigencias de un mundo encambio acelerado, yen particular porla aguda crisis desencadenada al fin delgobierno de Alfonsín. Las urgenciasde la crisis, sumadas a la concepciónpeculiar del mando que tenía Menem, tensaron al límite la relación entre lospoderes: al fin de su primer mandato, lograda la reelección, la (~ep~bli~aparecía amenazada de extinción, avasallada por la voluntad del ¡efe. Smembargo, la sangre no llegó al río: enmomentos significativos, el Congreso yla Justicia marcaron límites al Ejecutivo, la opinión pública se manifestó, yel"jefe" tascó el freno. La reforma constitucional, por otra parte, da pie para unajuste de las relaciones, que equilibre las necesidades del gobierno en tiem­pos de emergencia con las exigencias republicanas de controles, balances ycontrapesos. Como ocurre entre los partidos, entre los poderes parece predo­minar un acuerdo pragmático.

En los años recientes se asistió a un despertar de la sociedad y a unarecuperación de conductas que eran comunes durante la reconstruccióndemocrática y se adormecieron en los años de apogeo de Menem. Fue unanueva "primavera", más modesta que las anteriores, pero indicativa de quela sociedad segura viva. Un dato característico fue el afianzamiento de lamemoria del Proceso: veinte años después, la conmemoración del golpe de1976 se ha instalado en las escuelas del Estado, las organizaciones de dere­chos humanos siguen vigorosas y ha aparecido una brecha legal-la sustrac­ción de ni.ños- que, más allá del Punto Final y el indulto a los ex coman­dantes, permitió retomar la acción penal contra los genocidas. Otro dato esla sistemática acción de los medios de prensa para avivar la discusión sobrela injusticia social, la corrupción, el abuso de poder y la impunidad; por susrazones, en parte profesionales, los periodistas se han hecho cargo de unatarea que los partidos cumplen mal. Por otra parte, comenzaron a producir­se episodios de reacción social; el contraste entre la condena global delmodelo y lo rudimentario de las demandas concretas muestra la abismaldesorganización de la protesta social, pero también la existencia de fuer­zas que quieren manifestarse y ac.tuar, Finalmente, fue significativ~ eldesarrollo del Frepaso, una fuerza política nueva que dio forma al climade disconformidad; su propuesta, débil en lo político y en lo discursivo,alcanzó sin embargo para conforrxiar brevemente un entusiasmo y unavoluntad colectivos,

301LA NUEVAARGENTINA

es reducido. El ajuste y la reforma sólo despertaron resistencias aisladas, \flllno lograron alcanzar una expres ión política. En parte se debe a las transh umaciones de la sociedad, que afectaron las formas clásicas de formación \agregación de las voluntades políticas: hoy son difíciles de imaginar las !'vd,de participación quese iniciaban en una sociedad de fomento o en una coo¡«rativa rural y culminaban en el partido político, o los encadenamientos diprotestas, sociales y políticas, como losque se suced ieron a partir del CordoburoPero en parte también se relaciona con la manera en que se institucionnllrula práctica política desde 1983.

A diferencia de los sindicatos, los partidos políticos gozan de una Silllldexcelente. No son los espacios de discusión, participación y elaboración d,propuestas que se imaginaron en 1983; más simplemente, son organizaclotu­dedicadas a reclutar el personal político y ganar las elecciones: presentar C:1I1didatos, construir su imagen y su discurso, hacerlos populares y colocar :1111gente en disposición de votarlos. En el caso de radicales y peronistas, la fue1'1 ('

identidad política les da una base electoral, importante pero insuficiente: p.u¡Iganar, la máquina partidaria debe atraer el voto independiente. Lo hace (1111los recursos de la política actual: la movilización en la calle, que todavía j)l':.,1durante la transición democrática, importa rm;cho menos que la televisión. I1Ired clientelar sigue cumpliendo una función importante, sobre todo para COII

servar el voto propio, pero la imagen del candidato es decisiva, así corno ,~11

capacidad para interpretar enpalabras o gestos la sensibilidad ocasional tldelectorado; para eso están las encuestas de opinión. Los partidos se hnnprofesionalizado, recurren a asesores de imagen y de discurso, y ya no es ncu­sario el militante que pegue carteles. Luego de las elecciones, los ganadores 1111se sienten particularmente obligados por las cosas dichas en la campaña.

La clase política ha ganado en eficiencia, al precio de distanciarse de SIl',

mandantes, y potencia las tendencias a la desmovilización de la sociedad, 1111como se manifestó en la larga primera parte del período de Menern. Como l'll

todo proceso de construcción democrática, existen aspectos positivos y neg<l,I.vos: el vaso medio lleno o medio vacío, que suele diferenciar a optimistns di'pesimistas. La eficiencia de los políticos, casi despojada de pasiones, faciliru elejercicio del gobierno. Los políticos pertenecen a una misma profesión, tienenproblemas similares, como la retribución por su tarea, y llegan con facilidad :1

entendimientos, que a veces resultan escandalosos. Pero esto facilita los acucr­dos políticos, indispensables para la gestión gubernamentaL En la tradicióndemocrática previa, los acuerdos tuvieron siempre mala fama -eran "espurios",se hacían "a espaldas del pueblo"-, pero hoy se considera que son más útiles yconstructivos que la irreductibilidad facciosa y la negación del otro.

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l. Obras generales y problemas políticos

I.Hasta 1930

La bibliografía que aquí se indica, aunque no exhaustiva, constituye un pun­to de partida para el estudio sistemático de los temas tratados en el texto.Como cualquier selección, supone una opinión acerca del interés o la perti-

nencia de los textos.Se presenta agrupada en cuatro grandes secciones cronológicas, que co-

rresponden cada una aproximadamente a dos capítulos del texto. Cuando laobra abarca más de una sección, sólo se la cita en la primera.

Las obras se presentan agrupadas en cuatro grandes áreas temáticas: obrasgenerales y problemas políticos; problemas económicos; problemas sociales,y problemas culturales e ideológicos. Tal clasificación es sólo aproximativa ylas superposiciones temáticas son muchas, de modo que se ha preferido nomencionar esos títulos.

Dentro de cada sección, las obras aparecen presentadas por afinidad terná-tica sin que, como en el caso anterior, esto implique una clasificación rígida.

Bibliografía

Quien pueda Comparar este entusiasmo colectivo, que culminó con 1.,elección presidencial de De la Rúa, con los de los años setenta u ochenmadver~irá .sin duda sumenor envergadura, y la enorme brecha existente enll'·la aS~lraclón a un cambio y las posi.bilidades de concretarlo, así sea en algUllI1

medida. Esto le plantea algunos dilemas al sistema democrático. Instaladi«en l~ realidad, conscientes del escaso margen de acción que cualquier goblr:no nene hoy, los partidos políticos tienen poca capacidad para dar forma 111descontento, todavía vago, que genera el modelo, y mucha más dificuirndp~a canalizar y procesar los estallidos de protesta social que, sin la contcn~Ión y el encauzamiento político, es posible que se hagan más violentos l'

mc~nducentes a la vez; Hoy los partidos privilegian sus responsabilidades di'gobierno, más que la conquista fácil de votos, quizá porque son conscientede que co~ los votos solamente no podrían sostenerse en el gobiemo. Perncon el re~hsm? sacrifican su reponsabilidad de pensar un país diferente.

Esta situación facilita la normalidad democrática: no hay una oposiciénextraparlamentaria, ni quien quiera "patear el tablero". Pero a la vez va conformando un problema de ilegitimidad, por el debilitamiento de las convlcciones fundadoras. Es probable que algunos datos gruesos de la realidad socialperduren, y ha~ta que se profundicen: desocupación, polarización, marginalidml,en s~ma: des~gualdad. Si bien la democracia se funda sólo en la igualdadpolítlc~, requiere un cierto soporte mínimo de igualdad social, más allá dt'lcual deja de ser creíble: como se decía en 1793, la República no puede lirul­tarse a proclamar la igualdad, debe hacer algo por la igualación real. Hoyno sólo no.lo hace, sino que, por alguna razón, profundiza las desigualdades,Ese eS,:1 nesgoso punto en que está nuestra experiencia democrática, queparadójicamente es exitosa desde el aspecto institucional cuando la socic­dad, que tradicionalmente fue democrática, ha dejado de serlo.

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BREVE HIsrORIA CONTEMPoRANEA DELAARGENTINA318

Page 159: Romero - Breve Historia Contemporánea

321

Balbín, Ricardo, 113, 116, 127,139,140,188, 189, 228,240,260.

Balza, Martín, 283.Banco Central, 73, 108, 216, 289.Banco Mundial, 137,258,267,269,270,

287.Banco Nación, 293.Banegas, Tiburcio, 22.Barceló, Alberto, 86.Barletta, Leónidas, 82.Barrionuevo, Luis, 280.Barrios, Américo, 119.Batlle y Ordoñez, José, 37.Bauzá, Eduardo, 273.Beagle, 247, 26L 263.Belgrano, Manuel, 27.Benítez, padre, 111.Bignone, Reinaldo, 235-242.Blsmark, Otro, 29.

Ansermet, Ernest, 50.anticomunismo, 69,137,144,146-147,

152,169,190.antiperonismo, 136, 138, 164-165.Apold, Raúl Alejandro, 113.Aramburu, Pedro Eugenio, 133-140, 145,

148, 175, 183, 185.Aráoz Alfaro, Rodolfo, 82.Árbenz, 123.Arlt, Roberto, 82.Astorgano, 113.Astrada, Carlos, 120.Ávalos, 101.

Agosti, Orlando Ramón, 207.Alberdi, Juan Baustísta, 17,29.Alern, Leandro N., 34.Alemania, 38, 40.Alemann, Roberto, 230.Alessandri, Arturo, 37.alfabetización, 27-28, 245.Alfonsín, Raúl, 207, 234, 240, 241, 243-

271, 272, 278, 282, 284, 285, 286,295,301,307.

Alianza, 295, 296.Alianza para el Progreso, 165, 179.Allende, Salvador, 179, 189, 230.Alonso, José, 151,183.Alsogaray, Álvaro, 142, 144, 145, 146,

240,256,262,271,273,281.Alsogaray, Julio, 172, 175.Alsogaray, María Julia, 271, 272.Altarnirano, Carlos, 26l.Alvarado, José, 71.Álvarez, Agustín, 29.Álvarez, Carlos, 282, 286, 294, 296.Alvear, Marcelo T., gobierno de, 37, 38,

43,46-62, 70, 71, 80, 85, 86, 89, 90,94.

AMIA,284.anarquismo, 32-33.Andreiev, 82.Angelellí, obispo, 227.Angcloz, Eduardo, 264, 266, 285.

17 de octubre, 97, 101, 118.62 Organizaciones, 138, 145, 151, 239.

"Indice analítico

Page 160: Romero - Breve Historia Contemporánea

FAR (FuerzasArmadasRevolucionarias),183.Farrell, Edelmiro J., 97, 98.Federación Agraria Argentina, 32, 41,

45.Federación Nacional Democrática, 69.Fernández Meijide, Graciela, 286, 294,

295,296.Fernández, Roque, 289.Ferrer, Aldo, 186.Ferri, Enrico, 28.ferrocarriles, 18, 51, 77, 84, 105, 120,

124,171.

153, 156, 158, 174, 193, 197, 199,204,210,213,219,220,221, 225,226,228, 229, 255,256,257, 266,273,299,300.

Entre Ríos, 17.ERP (EjércitoRevolucionario delPueblo),

183, 184,202,204,210,249.Escudé, Carlos, 98.España, 40, 81.estabilidad, 302.establishment, 169, 172, 175, 187, 212,

213,219,230,253,281,285,295.Estado, 15, 16, 18, 19-20,21,22,23,27,

30,32,41,44,45,46,54,55,56,72,73,74,75,77,84,87,88,89,99,107,108,110,111,112,113,114,118,119, 120, 121, 124, 129, 134, 138,149, 152, 154, 156, 162, 167, 170,172,173,174,182,190,191,192,193, 194, 197, 198,200,208,210,212, 213, 214, 215, 216, 220, 221,222, 229, 240, 243, 244, 252, 253,255, 257, 258, 261, 264, 265, 269,270,273,274, 276, 297, 299, 300,301, 302, 303, 304.

Estados Unidos; relaciones con, 30, 38,50,51,52,62,63,76,87,88,89,90,91,98,100,104,106,123,126,144,216, 229, 230,' 233, 234, 236, 247,257,273,278,284.

educación, 25, 27,32,46,98,117,119,129, 142, 158, 245, 246,301, 302,305.

Ejército, 38, 41, 44, 61, 68, 69, 92, 93,95,101,102,114,129,130,133,136,143, 146, 147, 151, 176, 184, 204,207,224,235,250,251,265,283-

Eísenhower, 123.elite dirigente, 26, 27-28, 29, 30, 33,85,

94,117.Embajada de Israel, 284.empresarios, 19,20,22,23,42,88, 1GO,

107,117,123, 135, ~40, 143, 1c:::t7,

De laTorre, Llsandro, 34, 36, 70, 78,79,93,82.

De Tomaso, 60, 71.Delfina, Enrique, 49.Departamento Nacional del Trabajo,33.Depresión, 30, 67, 72.derechos humanos, 227, 230, 233, 237,

249,305,307.desaparecidos, 210, 227, 237.deuda externa, 23, 72, 73,155,215,216,

217, 222, 243, 248, 254, 255, m,288,291,298,301.

DiGiovanni, Severino, 67.Di Tella, Guido, 284.diarios, 38, 46, 60, 113, 119, 125, m,

128,160.Díckmann, Enrique, 127.Díscépolo. 49, 119.Doctrina de la SeguridadNacional, 151.Doctrina Nacional, 114, 116.Dorticós, Osvaldo, 189.Dostoievsky,Fredo, 47.Doyon, Louise, 109.Dreyfus, 31.Droml, Roberto, 273.Duhalde, Eduardo, 282, 286, 292, 293,

296.Duhalde, Chiche, 295.Duhau, Luis, 78, 79.

123íNDICEANALÍTICO

D'Abernon, 63.D'Andrea, Miguel, 111.Daría, Rubén, 28.De Iriondo, Simón, 71.De la Plaza, Vicrorino, 38.De la Sota, José Manuel, 263.

chacareros, 21, 24, 31, 34, 39,41,42,45,47,48.

Chile, 17,37,211,222,224,225,230,231,234,247,263,284.

cine,49, 117, 118, 119.Ciría, Alberto,114.ciudades, 21, 22, 24,32,39,48,49,103,

117, 157, 160, 177,304,305.Clemenceau, Georges, 28.Clinton, Bill, 284.comunismo; comunistas; Partido Co­

munista, 45,50, 80, 81,83, 85, 86,90,91,92,98,99,103,116,127,137,144, 146, 151, 169, 170, 171, 179.

CONADEP, 207, 227, 248.Congreso Pedagógico, 245, 246.CONINTES, 143, 144.Conquista del Desierto, 17, 20.conservadores,36, 38, 43, 57, 60, 69,71,

87,91,94,101, 102, 103, 116, 127,139, 144.

Constitución de 1949, 113, 114, 124,136,140.

convertibilidad, 295, 298.Cooke, john William, 124, 128, 166,

181.Copello, monseñor, 111.Corach, Carlos, 289.Cordobazo, 175-177, 181, 182, 306.Corradi, Juan, 211.Cossa, Roberto, 163.crisis económica, 51,39, 23,63, 72,124,

146, 200, 201, 204, 205, 225, 229,237,238,254, 263,296.

Cuba, 23,39,144,163,165,166,179"197, 233.

Cabezas, José Luis, 293.Cafiero, Antonio, 205, 246, 263, 265,

266,282.Camara, Helder, 179.Campeonato Mundial de Fútbol, 211,

218, 224, 232.Cámpora, Hécror J., 127,188, 189, 190-

202, 195, 196, 202, 204.Camps, Ramón ]., 224.Cané, Miguel, 26.Canitrot, Adolfo, 174,212.Cantilo, José María, 90.carapintadas, 251-252, 265, 266, 282,

283.Cárcano, Miguel Ángel, 144.Cárdenas, Lázaro, 112.Carlés, Manuel, 43.Carrasco, Omar, 283.Carrillo, Ramón, 108.Carter, James, 229.Castillo, Alberto, 119.Castillo, Ramón S., 86, 87-95, 98.Castro, Pídel, 144, 179.Cavallo, Domingo, 267. 273-274, 280,

296. 275, 288, 286, 289, 290, 292,298.

Centenariode laRevolución deMayo,28.CEPAL, 134, 137, 149.CGE (ConfederaciónGeneral Económi­

ca), 111,174,187,188,194,198,204.

Bordabehere, Enza, 79.Bordón, José O., 287,294.Botana, Natalio, 17.Braden, Spruille, 103.Bramuglia, Juan Atilio,104.Brasil, 91, 92, ISO, 151,179,247,290.Bunge y Born, 31, 54,74, 219,266,271,

273.Bunge, Alejandro, 44,54, 55.Bunge, Carlos Octavio, 29.Bush, George, 273, 284.Bussi,Antonio, 294.

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA322

Page 161: Romero - Breve Historia Contemporánea

Machinea, José Luis, 295.Madres de Plaza de Mayo, 228, 237.Mallea, Eduardo, 94.Malvinas¡ guerra de las, 222, 225, 229,

237,240,247,248,265,284,230-235.Manzano, José Luis, 273.

Llach, Juan José, 89, 192.

La Hora del Pueblo, 186-187, 188, 189,194.

La Tablada, 265, 267.Lacoste, 224.Lagomarsino, Raúl, 106.Lanusse, Alejandro, 175, 186, 187-190,

230.Larralde, Crisólogo, 128.Lastiri, Raúl, 196.Le Bretón, 53.Lencinas, W., 63.Lenin, 165.Levingston, Roberto Marcelo, 186-188.Ley de Asociaciones Profesionales, 109,

141, 143, 149, 171, 199,200.Ley de Convertibilidad, 274.Ley de Reforma del Estado, 272.Ley de Saenz Peña, 36.Ley de Salarios Mínimos, 149.Ley de Seguridad, 200.liberalismo, 79, 82, 135, 169, 170, 193,

221,302.Liga Patriótica, 42, 43, 44, 61.Lonardi, Eduardo, 131, 133.López Rega, José, 196, 200, 204, 205.Lucero, Franklin, 125.Luder, Ítalo, 205, 240.Lugones, Leopoldo, 43, 60.Luna, Félix, 128.

Korn, Alejandro. 82.Kosacoff, Bernardo, 299.Krieger Vasena, Adalbert, 172, 175, 185.Kubitschek, 165.

315

Kurllc, Esranislao, 291."1I~Nllr,Monzer al, 280."1HZ, Jorge, 154, 192,218."dI) '!l, [ohu Mavnard, 74."1'IlIIE·dy, .165.

J III'Ues, Daniel, 138.[ussan, Elías, 289.[uuretche, Arturo, 181.Juckey Club, 26,62,127.[uun Pablo 11,227,235,246.[uun XXIII, 179.IlIIlrcz Celman, Miguel, 58.I"NI icialismo, justicialista, Partido justi­

clalista, 118, 150, 194,285,293,295,296.

'1111111 Nacional de Granos, 74.JII.~I(l,Agustín P.; presidencia de, 67, 69.

70,71,72,73,77,78,81,91, 94¡ mi­nlsrro de Guerra, 61, 64.

JIISIO,[uan B., 34.

Iglesias, Herminio, 240, 263.11lía, Arturo, 148, 155-168, 171, 191,

234.Inflación, 39, 156, 172, 186, 198, 201,

205, 214, 215, 216, 218, 220, 222,226, 229, 243, 252, 254, 256, 257,264, 267, 269, 270, 272, 273, 274,276.

Ingenieros, José, 39.Inmigración, 15, 19,21,23-25,27,29,

32,55.Instituto Di Tella, 161, 163.Intelectuales, 28, 43, 45, 48, 49, 50, 82,

87,90, 120, 128, 158, 161, 162, 163,164, 165, 170, 211, 228, 239, 244,245,261.

INTI,152.lntervención a las provincias, 112.lruzusta, Rodolfo y Julio, 43, 60, 79, 93.[tulla, 40, 92.lvunissevich, Osear, 115.

ÍNDICEANALÍTICO

Ibarra, Aníbal, 295.Ibarguren, Carlos, 68.Ibsen,82.Iglesia, 27, 32, 43, 44, 79, 93, 102. 10 1,

111,130,128,129,137,141, l·"',]62,167,169,171,172, 179, V'I,243,246-247,266. 283, 291..

Haígh, Alexander, 231, 233.Halperin, Tulio, 53, 128.Hernández Arregui, 165, 181.hiperinflación, 256, 267, 268, 269, 270, 271,Hutler, Adolfo, 85, 90.huelga, 28,31,32, 40, 41, 42, 44, 46, lill,

110, 123, 124, 138, 140, 143, 171,175, 183; 226, 238, 276, 284, 291.

Huevo, Horacio, 71.Hungría, 40.Huret, [ules, 28.

González, Erman, 273, 290.González, Joaquín V., 29,33.González, Julio v., 82.Gorelik, Adrian, 304.Gorostiza, Carlos, 120.Goulart, 151.GCU (Grupo de Oficiales Unidos) 95,97, I11IGramsci, 165.Gran Acuerdo Nacional (OAN), 187-1MMGran Bretaña; relaciones con, 15, J 6, l/l,

21; 30, 38, 50,51-52,53,63,72, '/1179, 77,87,88,93,98, 104,222, ¿ 11,232,233,247.

Granara, María, 120.Grinspun, Bernardo, 255.Groisman, Enrique, 223.Grondona, Mariano, 168.Grosso, Carlos, 263.Grupo de Tareas, 208.Guerra Civil espafiola, 81, 82.Guerra Fría, 247, 297.Guevara, Ernesto, 144, 179, 183, 1H4,Guido, José María, 146.

Galimberti, Rodolfo, 188, 189.Gallo, Vicente, 59, 60.Galtieri, Fortunato, 225, 229-235.Ganghi, Cayetano, 36.Gardel, Carlos, 49.Gay, Luis, 109.Gelbard, José Ber, 197, 200.Gerchunoff, 192.Germani, Gino, 162.globalizacíón, 297.Goebbels, 113.Golfo Pérsico, 284.golpe de Estado, 64, 95, 116, 128, 131,

168,169,205,207,256,305.Gómez Morales, Alfredo, 122.González, Elpidio, 63.

Figueroa Alcorta, José, 35, 58.Fíguerola, José, 106.Filippo, Virgilio, padre, 111.flexibilización, 303.FMI (Fondo Monetario Internacional),

134, 137, 142, 156, 172, 254, 258,267,269,270,278,287,288.

FORA (Federación Obrera Regional Ar­gentina), 40, 41.

Frente Popular, 81, 85, 92, 93, 99, 103,116.

fraude, 71, 80, 81, 87, 94.Frente Grande, 286, 287.FREPASO, 287, 295,307.Fresco, Manuel A., 71, 80, 81, 84, 86,

99.Frlgerio, Rogelio, 140, 141, 144.frigoríficos, 19,20,21,52,76,78.Frondizi, Arturo; gobierno de, 116, 124,

128,130,139-146,147,148,149,152,162-164,165,173,186,256,261,263.

Fuerzas Armadas, 60-61, 92, 95, 106,112, 126, 136, 141, 144, 146, 151,185, 187, 188, 196, 204, 212, 222,223, 225, 229, 231, 235, 236, 237,250.

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA324

Page 162: Romero - Breve Historia Contemporánea

261,262,263,265-266,267,270,271,280, 281, 282, 284, 288, 292,305,306.

Perú, 165, 247.Petorutti, 50.petróleo, 61, 62, 124, 141-142,149,198,

215,258.Pinedo, Federico, 60, 71, 72, 79, 80, 86,

88,89,91,106,146,154.Plan de Acción, 171.Plan de Estabilización, 142-143.Plan de Lucha, 149, 171.Plan Austral, 254-259, 261, 278.Plan Bonex, 273.Plan Brady, 277.Plan CONINTES, 143, 144.Plan Marshall, 104.Plan Quinquenal, 106, 122.Platón, 47.Poder Ejecutivo, 15-17,42,58,112-113,

278,288,307.Poder Legislativo, 42, 52, 55, 58, 59, 78,

81,87,89,95,104,112,114,116,124,127, 141, 148, 149, 170, 189, 205,223, 247,259,261,264,278,285,289.

Policía bonaerense, 293.Portantiero, 136.Posada, Adolfo, 28.positivismo, 28.Prebisch, Raúl, 72, 137.Primera Guerra Mundial, 16,30, 38,39,

50,64.Primo de Rivera, Miguel, 40.privatización, 222, 258, 264,272,275,

276, 277, 283, 289, 291,299, 300,305,307.

Proceso de Reconstrucción Nacional,207-243.

Programa Alimentario Nacional, 255.Pueyrredón, Honorio, 67.Putggrós, Rodolfo, 165, 181.Punto Final, ley, 250.

Pacto de Olivos, 286.Pacto Fiscal, 275.Palacio, Ernesto, 60.Palacios, Alfredo L., 33, 79, 80,93,118,

130, 144.Paladino, Jorge Daniel, 175, 186, 188.Palermo, Vicente, 271.l'amplllón, Santiago, 175.Pnraguay, 17.P;.lrravicini, Florencio, 49.Partido Autonomista Nacional, 26.Partido Conservador, 57, 69.Partido Demócrata Cristiano, 128, 129.Partido Demócrata Nacional, 69, 95.Partido Demócrata Progresista, 36, 57,

70.l'urtldo Intransigente, 240, 262.Partido Laborista, 102, 109.Partido Peronista Femenino, 114, 126.Purrón Costas, Robustiano, 95.I'nstor, Reynaldo, 127.l'cco, José, 82.1'1'llcgrini, Carlos, 26,34,35.l'erón, Eva; fundación, 110, 111, 114,

115,119,121,122,124,125,126.1"'1'(>0,Isabel, 151, 200,196,204,205,239.l'l'rún, Juan Domingo, gobierno de, 97,

98-131, 133, 134, 135, 136, 137, 138,140, 141, 143,145,148,150~151,167,169, 171, 175, 181, 184, 185, 186,188,189,190,193,194,195-204,244,UH, 282, 301.

PI"'lllllsmo, Partido Peronista, m ovimíen-10, 97, 103, 107-108, 109, 113-114,115, L20, 121, 133, 135, 136, 138,139, 14J, 143, 144, 145, 146, 148,150, L51, 164, 166, 180,18]- 182,183,IH4, 185,186,189-190,194, 195,200,201, 202, 203, 204, 228, 2. 39, 240,HI, 242, 244, 252, 213,2.. SR, 259,

Ortega, Ramón, 94, 282, 292,196.Ortiz, Roberto M., 84, 86, 90,91,94.

327INDlCEANALÍTICO

O'Connell, Arturo, 52, 75.O'Donnell, Guillermo, 193, 211.obediencia debida, 249, 250, 251, //1 IOcampo, Victoria, 82,127.OEA (Organización de Estados 1\ III(',I! I

nos),233.Onganía, Juan Carlos, lA7, 1'i 1, 1(ti'

168,187,193, 198, 169-1~(Í.Ongaro, Raimundo, 174, 200.Orfila Reynal, Arnaldo, 163.organización institucional, 1ó·17, I11Ortega y Gassct, 94.

nacionalismo, nacionalistas, 16, 2'/, ,d64,68, 69, 79, 81, 86,92, 94, C) \, '1'1103, 105, 111, 119, 133, 135, 11/1139, 147, 161, 165, 166, 16'), 1/"181, 182, 185, 186, 190, 197, lPI231,232,247,251,262,265.

Naciones Unidas, 101,230,247.nazismo, 86, 98, 103.neoliberalismo,302.Neustadt, Bernardo, 281.Nicaragua, 247.noche de los bastones largos, 170,

Molinas, Ricardo, 278.Monroe, 89.Montoneros, 183, 184, 195, 201, Ipl

203,210,249.Montt,28.Mor Roig, Arturo, 186.Moreno, Rodolfo, 94.Moreno, Zully, 119.Mosca, Enrique, 103.Mosconi, Enrique, 61.movilizaciones rurales, 41.Movimiento Renovación yCambio. .' h'

260.Mucci,252.Mugica, Adolfo, 144.Multipartidaria, 228.Mussolini, Benito, 40, 68, 93, 112,

Mao, 165, 179.Marechal, Leopoldo, 120.Marina, 38,130,131,133,136,143,147,

224,229,231,235.Márquez, Juan, 91.Martínez de Hoz, José Alfredo, 212~229,

230, 270, 274, 298.Martínez de Perón, María Estela (Isabel),

151, 196,200,204,205.Martínez Estrada, Ezequiel, 94, 102.Martínez, Enrique, 63.Marx, Carlos, 165.Massaccesi, Horacio, 285, 287.Massera, Emilio Eduardo, 207, 224,225,

279.Maurras, Charles, 43, 93.Melo, Leopoldo, 38,59,69, 71.Mendoza, 22, 24, 80.Menem, Carlos S., 263, 266-294, 304,

306,307.Menem, Eduardo, 289.Menéndez, Benjamín, 125, 224, 225,

231.Mercado Común Europeo, 198.Mercante, Domingo, 102.Mercosur, 290, 298.Merello, Tita, 118.México, 37,210,216.migración, interna, 117, 157.Miguel, Lorenzo, 200, 239, 282.militares, 17,62,64,91,92,95,97-103,

106, 112, 125, 126, 130, 131, 133-140, 141, 143, 144, 146, 150-155,167,170,171,175,185,187,190,194, 196, 201, 204, 205, 207-242,243,247,248-251, 249, 258, 264,265,304.

MIR (Movimiento de Intransigencia y li-beración), 116,128.

Miranda, Miguel, 106,122.Mitre, Bartolomé, 28, 119.Molina, Juan Bautista, 81.Melinas, Luciano, 80.

BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA326

Page 163: Romero - Breve Historia Contemporánea

Taboada, Saúl, 82.Tamborini, José, 103.tango, 49.Taylor,Julie,12I.teatro, 49, 119, 120, 163, 164.Teisaire, 113, 127.Terán, Osear, 164, 166.terratenientes, 20, 21, 31.Thatcher, Margaret, 232.Todman, Terence, 273.Tomaso, Antonio de, 60, 71.Tonazzi, 92.Toranzo Montero, Carlos Severo, 144,

145.Tormo, Antonio, 119.Tornquíst, Ernesto, 22.Torrado, Susana, 158.Torre,]uanCarlos, lOO, 135, 199,271.Torres, 179.Torres, Camilo, 179.Torrijos, Alfredo, 179.Tosco, Agustín, 176,200.Triple A, 203, 207.Trotsky, Leon, 165.Tucurnán, 22, 23, 124, 171,204,291-

Ubaldíní, Saúl, 226, 227, 238, 253, 282.UCEDE,281.UES (Unión de Estudiantes Secundarios),

126,129.Ugarte, Maree lino , 36.Ugarte, Manuel, 39, 79.unicato, 17, 27, 35, 64.Unión del Centro Democrático, 240,

262.Unión Democrática, 101, 103, 116, 128.Unión Ferroviaria, 46, 83.Unión Industrial, 54, 117, 226.Unión Latinoamericana, 39.Unión Popular, 147.150.

Sub iza,Román, 113.Swiftgate, 273, 280.

3 2~

Scalabrini Ortiz, Raúl, 93, 94.Schvarzer, Jorge, 75, 213.Sebreli, Juan José, 184.sector agropecuario, 19, 20, 39, 5l·í3,

74,75,99, lOS, 106, 107, 122,137,146,155,172,173,175,177,190,197,217,221,300.

sector financiero, 215,217.sector industrial, 22, 53, 74, 75, 83,87,

88,89, 101, 105-107, 122-124,142,146, 153, 154, 155, 157, 192,197,214,217,218,277,298,303.

Segunda Guerra Mundial, 45, 75, 105,178.

Seineldín, Mohamed AH, 265, 282,283.Semana Trágica, 40-41, 176.Servicio Militar Obligatorio, 27.Sidicaro, Ricardo, 266.Sigal, Silvia, 115, 164, 181.Sllvesrrí, Graciela, 304.sindicatos, sindicales, sindicalismo, CGT,

33,40,45,46,67,80,82,83,84,98,99,102,109-111,114,117,119,124-125,126,135,136,138-139,142,143,145,147,149-150,151,156,157,158,167,169, 17l, 172, 174, 175, 176,177, 182, 185, 186, 187, 188, 194,198, 199, 200, 201, 214, 222, 226,227, 230, 231, 234, 238, 239, 241,243,244,251-253,255,256,257,258,259,281,282,284,291,303,306.

soclalistas: Partido Socialista, 33, 34, 36,38,44,45-46,52,56,57,60,63,70,71,78,80,82,83,84,85,90,99, 116,127,139,164,181,189,197.

Suciedad Rural, 53, 58, 78, 117, 226.SIIJit, Luis Elías, 119.Solano Lima, Vicente, 148, 189, 196.Snurrouille, Juan, 256, 295.SpiVHCOW,Boris, 163.SllIlIn, [osef 85, 90.SllIrani, 287.Su:ln;z Masan, Carlos, 224.

ÍNDICE ANALÍTICO

Saadi, Vicente, 244.Saavedra Lamas, Carlos, 71, 90.Sabato, Ernesto, 248.Sábato, Jorge F. 20, 75.Sabattini, Amadeo, 80, 85, 101.Sáenz Peña, Roque, 15,35,59.Salamanca, Renée, 200.salariazo, 27l.Samoré, 231.San Martín, José de; 119.Sanchez Orondo, Manas, 68.Santa Fe, 31, 32.Santos Díscépolo, Enrique, 49.Santucho, Roberto, 210.Sarmiento, Domingo Faustino, 27, )'1,

119.Sartre, jean Paul, 165.Savia, 92.

Roca, Deodoro 82.Roca. Julio A., 16,34,35,67,76,90,1)1,

94, 113. 119, 181, 281.Rock, David, 40.Rodó, José Enrique, 29, 39.rodrigazo, 200, 204.Rodrigo, Celestino, 200, 205.Rodríguez. Manuel, 70.Rojas, Isaac, 133, 137, 271.Rojas, Ricardo, 29.Romero Brest, José Luis, 161.Romero, José Luis, 23, 118, 161, 189.Roosvelt, Franklin, 89, 90.Rosa, José María, 165, 181.Rosario, 32, 177.Rosas, Juan Manuel de, 68, 79, 119, 1 17,

165,181.Rouquié, A., 100.Rozenmacher, Germán, 163.Rúa, Fernando de la, 295, 296,308.Rucci, José, 203.Ruckauf, Carlos, 287, 296.Ruiz Guiñazú, Enrique, 91.Runciman, 76.

radicalismo, Unión Cívica Radical, 15,34-35,36,37,38,42,45,56,57,59,64, 70, 71, 80, 82, 85, 95, 102, 103,116, 128, 139, 140, 141, 147, 148,166,186-187,188,194,228,234,240,242, 244, 255, 256, 260, 264, 282,285,286,287,295,306.

radios, 113, 117, 119.Rarnírez, Pedro Pablo, 95, 97, 98.Ramos Mejía, José María, 29.Ramos, Jorge Abelardo, 165, 181.Rawson, 97.Reagan, Ronald, 229.Real, Juan José, 127.reformismo, 37, 48, 93.Rega Molina, Horacio, 120.Repetto, Nicolás, 70, 82.represión, 32,34,35,41,42,81,83,108,no. 125, 137, 138, 143, 170, 175,180,184,187,204,207-212,222,223,224, 225, 226, 227, 228, 236, 237,240,248,249,269,291.

Reutemann, Carlos, 282.revistas, 46,50,82,83, 120, 128, 147,

160.Revolución Cubana, 144, 145, 150, 162,

164,165, 167.Revolución Libertadora, 133, 134, 135,

136, 141.Revolución Mexicana, 39.Revolución Soviética, 40.Reyes, Cipriano, 109.Rico, Aldo, 250, 264,265.Riz, Liliana de, 286.Rívadavia, Bernardino, 27. 165.

Quadros, janio, 144.Quarracino, Antonio, 283, 291.Quevedo, Luis Alberto, 281.Quijano, Jazmín Hortensio, 102, 113,

127.Quino; Mafalda, 160.Quintana, Manuel, J., 35.

BREVEHISTORIA CONTEMPORÁNEA DELA ARGENTINA328

Page 164: Romero - Breve Historia Contemporánea

31

V. El empate, 1.955-1966 _ 133Libertadorcs y desarroll istas .. _ 1 36

IV.El gobierno de Perón, 1943-1955 97La emergencia 97Mercado interno y pleno emp leo 104El Estado peronista 109Un conflicto cultural 117Crisis y nueva política económica 121Consolidación del autoritarismo 126La caída _ 128

1II.La restauración conservadora, 1930-1943 · 67Regeneración nacional o restauración constitucional 67Intervención y cierre económico 72La presencia británica 76Un Frente Popular frustrado 80La guerra y el "frente nacional" 87

11. Losgobiernos radicales, 1916-1930 · 37Crisis social y nueva estabilidad 39La economía en un mundo triangular 50Difícil construcción de la democracia 55La vuelta de Yrigoyen 62

1. 1916 , 15La construcción 16Tensiones y transformaciones 28

Prefacio a la segunda edición 9Prefacio 13

"Indice general

YPF, 61, 105, 220.Yabrán,Alfredo, 280, 289, 290, 293.Yoma,Amira¡ Narcogate, 280.Yoma,Emir, 273.Yoma,Zulema, 279.Yrigoyen,Hipólito; gobierno de, 15-36,

37,38,39,41,42,43,44,45,47,49,52,54,55,56,57,58,59,60,61,62,63,64,67,68,69,70,71,73,78,91,99,113,181,244,281.

Yugoslavia,284.

Wilson, 38.Woods, Bretton, 134.

Valle, Juan José, 137.Vandor, Augusto, 143, 145, 149-151,

167, 183, 239.Vasconcelos, José, 39.Vaticano, 231.Velasco, Alvarado, 179.Verón, Elíseo, 115, 181,203.Videla, Jorge Rafael, 204, 207-225, 231.Vietman, 165, 178.Villanueva, Javier, 54.Viñas, David, 50.Viola, Roberto Marcelo, 216, 224-229,

230,231-voto femenino, 114, 125.

Unión Popular Católica, 44.Unión Sindical Argentina, 46.Universidad, Reforma Universitaria, Fe-

deración Universitaria, 39,45,47-48,80,82,98, 112, 137, 117, 142, 158,161-164,167,169,170,171,180,237,245.

Uriburu, José Félix, 61, 62, 64,67, 68,69,70,72, 73, 81, 98.

Urquiza, Justo José de, 119.uRss,38,45, 86,90, 104, 106, 197,232,

233.Uruguay, 37,179,247.

330 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA

Page 165: Romero - Breve Historia Contemporánea

ESfU edición de Brev« hiuoria t:oll~~l/Ipordll~fZd~ /11Argmtinll,.IQ 1."ls Alherro Romero, se terminó oc im primir en el mes de abril de 2007,

en Ins ·f.111t:rcsGr:Hkn,~NlIc,,-,o Olf.1ct, Vid 1444,Cludad AlIr.lnlllflll J,. BII"~IlS Airos, Argentina,Índice analítico , , J21

Bibliografía 101)

EpílogoLa nueva Argentina 2()?

IX. La gran transformación, 1989-1999 2MAjuste y reforma 2ólJUna jefatura exitosa 27KUna jefatura decadente 2H7

VIII. El impulso y su freno, 1983-1989 243La ilusión democrática 24 JLa corporación militar y la sindical 2411El Plan Austral 254La apelación a la civilidad 25')El fin de la ilusión 264

VII. El Proceso, 1976-1983 : 207El genocidio , 207La economía imaginaria: la gran transformación 212La economía real: destrucción y concentración 217Achicar el Estado y silenciar a la sociedad 220La guerra de Malvinas y la crisisdel régimen militar 229La vuelta de la democracia 235

VI. Dependencia o liberación, 1966-1976 169El ensayo autoritario 169La primavera de los pueblos 175Militares en retirada 1851973: un balance 190La vuelta de Perón 195

Crisis y nuevo intento constitucionaL 146La economía entre la modernización y la crisis 152Las masas de clase media , " 157La Universidad y la renovación cultural 161La política y los límites de la modernización 164

332 BREVE HISTORIA CONTEMPORÁNEA DE LA ARGENTINA