Rodriguez Hernandez, A. - Pequeñeces

76
Pequeñeces 1

description

Poesia

Transcript of Rodriguez Hernandez, A. - Pequeñeces

Pequeñeces

1

Pequeñeces

2

Antonio Rodríguez Hernández

Pequeñeces…

(Tras la sombra de Pessoa)

Enero 1999

Pequeñeces

3

Se autoriza la duplicación y distribución de este libro siempre que

no se altere el contenido de su texto, se haga mención expresa al nombre

del autor y su contenido no se use con fines lucrativos.

El autor te ofrece el resto de su obra en:

http://perso.wanadoo.es/arsdarh

http://www.elrodri.es.vg

Dibujo portada: © Joaquín Molina MuliternoDiseño gráfico : © A. Rodríguez Hernández

"Pequeñeces…” © A. Rodríguez Hernández -2001Reg. Prop. Intelectual: Murcia Num: 5.802 (22/03/2001)

Pequeñeces

4

Prólogo--------------------------------------

Cuando en el año 1993 alguien tuvo el acierto de regalarme el libro de EditorialHiperión titulado Noventa poemas últimos (1930-1935) del portugués FernandoPessoa, traducido y prologado por Ángel Crespo, no pude imaginar, ni por asomo, elimpacto que su lectura habría de producir en mi incultura poética. Lector esporádico de alguna que otra novela cuya popularidad despertase en mí lacuriosidad de su lectura, la poesía era algo extraño y lejano en aquel mundo mío dominadocompletamente por la técnica y la informática. No hubo nunca en él un hueco para lalectura, y mucho menos, para la creación poética. Más por cumplir con el compromiso del regalo que por inclinación propia comencé, sinninguna convicción, su lectura.Conforme avanzaba en ella fui quedando, poco a poco, atrapado por la musicalidad deuna lengua como la portuguesa - el libro es una edición bilingüe portugués-castellano -cuya lectura y comprensión no es en nada difícil para un castellano-parlante y más cuandoal lado de cada poema figura su traducción. Allí, entre sus hojas me encontré con un Pessoa al final de su vida - ya presentido - ycon prisa en escribir todo lo mucho que aún deseaba dejar escrito. No sé muy bien si fue su tristeza, su aceptación del sino ya intuido o el coraje que brotaentre sus versos pero lo cierto es que despertó en mí una atracción insólita y absorbenteque me hizo tragarme literalmente el libro. Entre aquellos versos encontré el valor imprescindible y la necesidad creativa imperiosade ponerme a la faena de abrir mi alma ante la curiosidad de un extraño. Poema traspoema, bajo la sombra del Maestro, fui degranando versos y más versos, amontonandotristezas, avivando monotonías, descubriendo fidelidades, enterrando sueños... Hoy, casi siete años después, he recopilado todos - casi todos - aquellos pequeñospoemas míos y los vuelvo a descubrir con toda su etérea levedad, breves, sencillos,esclavos de rima y con esa carga de inocente atrevimiento y frescura de toda "óperaprima". Queden todos estos poemas como mi humilde homenaje al Maestro en su Centenario,cuya celebración en Lisboa en el año 1988, propició que alguien adquiriera para mí aquellibro que, poco tiempo después, habría de despertar la conciencia poética en mí.

A. Rodríguez Hernández.

Pequeñeces

5

"Dios no tiene unidad... ¿Cómo la tendré yo?"

(24-08-1930.- Fernando Pessoa)

Pequeñeces

6

1

Algunas veces medito a solas

si basta pensar al sentir,

si es mejor quedarse o ir...

o vivir a merced de las olas.

Si amo soñando, cuando despierto

no sé si es cierto.

Si amo sin soñar, al final no sé

si en verdad amé.

No sé qué es mejor si amar... o no amar,

si despertar a medio sueño

o sentirme de ti el dueño

y nunca despertar.

Pequeñeces

7

2

Nada llego a comprender

ni sé si tú eres de veras...

Tampoco te puedo creer,

no sé si eres sincera...

¡Cuándo lo llegaré a saber!

¡Ay! Entre la ficción de tu alma

y el mentir de tu corazón

tan sólo el pensar me da calma

cuando veo una flor sin razón

floreciendo sin apenas causa.

En realidad no hay diferencia.

El amor, amor da sin querer.

También sin querer se piensa

y lo que en el amor es florecer

en el pensar sólo es conciencia.

Pequeñeces

8

3

Tus ojos cuajados en flor

y tus labios color cereza

son el aval de mil promesas

para quien persigue tu amor.

Es el cenital esplendor

de tu cuerpo femenino

y tu espíritu escondido

lo que alborota mi alma,

lo que juega con mi calma

y me hace sentir perdido.

Y el conjunto de tus cosas...

con el tiempo juega en azar.

Me siento más brasa que llama

cuando mi interior te clama:

¿Cuándo cortaré yo tu rosa?,

¿cuándo navegaré en tu mar?

Pequeñeces

9

4

Entre mi amor y mi sueño,

entre yo y lo que hay en mí,

pasa como un río de fuego

desde aquel día en que te vi.

No entiendo por qué existe

este río que corre en mí,

río que caprichoso y triste

marca el principio de mi fin.

Lo libero de sus cárceles

y fluye sereno y tranquilo,

baja besando los márgenes

de ése su lecho que yo habito.

Espejismo de río mío que baja

en su propio cauce que soy yo.

Si ya duermo… fluye y pasa

y si despierto... ¡ya pasó!

Pequeñeces

10

5

Mirando en tu rostro veo

rubor de pertenecer

y en tus ojos leer creo

una razón de querer...

Si en mí mismo pensase

recordando lo que siento

mi rubor tambien llegase

a asomarse desde dentro...

Y no es difícil descubrirlo,

sólo basta pensar al sentir.

Siempre vuelvo a sentirlo

si clavas tu mirada en mí...

Es como canto de viento,

como brisa en la enramada,

sin apenas movimiento

como una canción callada...

Pequeñeces

11

6

Con amores voy jugando

en esos días que aún... sueño,

y siempre revivirlos pretendo

luego cuando despierto.

Pero de aquí a poco, pienso,

todo esto se debe de acabar...,

entro hacia al fin de mi tiempo,

la edad prohibida para soñar.

Mas lo que siempre hice, haré

desde hoy hasta que llegue mi fin...

¡Yo mismo quiero seguir siendo!

aunque dude si soy feliz...

o infeliz.!

Pequeñeces

12

7

Quise huir de la melancolía

y no supe hacer apenas nada.

¿Qué cosa de hacer podría?

Hiciera cual fuera, errada.

En soledad el final te viene

en brazos de la desilusión...

¡Da igual a quien sólo tiene

que escuchar su corazón!

Ya no me queda sino morir.

¿Qué otra cosa hacer podría?

También tras el atardecer...

¡tristemente muere el día!

Pequeñeces

13

8

La vida lucha y perdura

con sus ilusiones al pasar

y con cada ilusión figura

el instante de un soñar.

Si dejas que la vida prosiga

entre sueño y sueño... ¡pasó!

Pero es necesario que siga.

No es que continua: ¡duró!

¡Ay! La cruel elección consiste

en escoger justo al final

entre los sueños que ayer tuviste

o la vida... ¡que es un pasar!

Pequeñeces

14

9

Si crees que todo es falso...

¡ya todo falso te será!

Si sin ilusión tu vida pasa,

de tu nada... ¡nada saldrá!

No es lo mismo desear

una cosa o no con fe,

si luchas puede llegar,

si no... ¡pasará tal vez!

Que la ilusión de vivir

es ponerle ilusión a la vida.

Muere la ilusión que nace...

¡igual que la no tenida!.

Por eso es mejor soñar

que no amanecer en vela,

la noche en blanco pasa

y el día... ¡lo mismo llega!

Pequeñeces

15

10

Te he echado de menos hoy.

He llegado y tú no estabas.

He visto que me faltabas

y como ave sin nido estoy.

Se ha roto en mí el paisaje,

se ha quebrado mi azul,

triste está de la reina el paje

porque hoy... ¡me faltas tú!

¡Ay! En aquel tren que te llevó

viajera, con él, marchó mi alma

dejando al aire un son que canta

que sin alma y sin ti... !estoy yo!

Pequeñeces

16

11

A veces, estás a mi lado y medito

que harías si supieras mi ansiedad.

Yo, soñando, de ti querría lo infinito.

Luego despierto y maldigo el soñar.

Tú, con tu presencia me mortificas,

sabes encender mi fuego al pasar.

Vuela mi imaginación libre y rica,

piensa... ¡pero no te lo puedo contar!

Contigo anhelo abrazos muy lentos

que en mis sueños bien se ven...

¡Ay! ¿Te deseo en mis pensamientos?

No lo sé...

¡ y lo sé muy bien !

Pequeñeces

17

12

Ya no busco en ti pasión

ni tu ternura, por falsa,

tampoco quiero un amor

que en su tibieza interior

se eche el soñar en falta.

Porque... al tenerlo tendría

todo lo que no quise tener.

Como a nadie te amé un día.

Veneró tu amor el alma mía

y adoró el altar de tu querer.

Pero siempre que vuelvo a soñar

caigo en el mismo ensueño:

Tú presides ese altar

y yo te vuelvo a amar

aunque me maldiga luego.

Pequeñeces

18

13

Lo que tu amor me dio

se lo llevó luego consigo,

pero aquello que me negó...

vivirá siempre conmigo.

Si con mis errores y celos

va mi plegaria que sube...

¿Me ha de reprochar el cielo

la inconsciencia que tuve?

Lo que no acerté en vida

pagándolo estoy en muerte.

Vivo náufrago a la deriva

entre el desamor...

¡y el no verte!

Pequeñeces

19

14

¡Ay! ¿El amor es vida o es muerte?

¿Quién lo sabe?... ¿el enamorado?

Quizás sea esa la única suerte

que el destino me ha otorgado.

Dudas si, para mí, fue vida o herida,

si Dios me destinó a que amara

o a que amor jamás encontrara

en el oscuro discurrir de mi vida.

¿Quieres que te desvele mi misterio?...

Renuncié a ese amor que había en mí

y me llevaré en secreto al cementerio

la triste historia de aquel que no viví.

Pequeñeces

20

15

Me encuentro azorado y confuso

vagando entre tú y tu desamor.

Mi corazón lucha y se trastorna

con tu perpetua contradicción..

Ya dudo de todo en lo que creía

y aún sigo sin saber lo que es...

A cada instante mi fe cambia

y ¡aún no sé qué de ti creer!

Regalo mi fe a los que no saben

que eres tú como araña que está

en la sutil tela que para ellos tejes

y en la que sus amores ahogarás.

Pequeñeces

21

16

Hoy quiero serme sincero,

no quiero que me ate nada,

deberes... ni de amor quiero

ni halagos, que no me agrada.

Si encadené mi pensamiento

con todo aquello que amé

dudo ahora de lo que siento...

¡se hundió mi truncada fe!

Exhortaré a mi alma errante

a continuar a solas mi camino,

a cerrar los ojos y alejarme...

siempre fiel a mi destino!

Pequeñeces

22

17

Sólo guardo en mí lo vivido.

No me pregunto ya quien soy.

El resto... no lo quiero y olvido.

Entre el olvido y lo vivido voy.

Apenas leo en mis recuerdos.

No reconozco a quien hay allí.

Tampoco lo intento, es cierto,

sólo son turbia agua para mí.

Te tuve entonces y te perdí.

Pensé que tú me amabas...

Pero tú otra cosa pensabas...

¡Quizás tuvo que ser así...!

Pequeñeces

23

18

Ya todos mis sueños han muerto.

Todos mis anhelos se han ido.

Retomaré los días de mi vida

viviendo un cuento muy cierto

de final ya conocido.

...¡Preparé la despedida!

Mi corazón tanto imaginó, ¡soñó tanto!

¡Tantos anhelos hubo en él...!

Ahora se ha quedado aterido,

aguardando en sus días el encanto

de un amor al que serle fiel...

Aquí está... ¡frío, vacío!

Pequeñeces

24

19

Soy aquel que a tu puerta

insistentemente llama...

¿Acaso no te das cuenta

del sentir de mi alma?

¿No ves que yo te velo

hasta la madrugada

con el extraño desvelo

de quien no vela nada?

A veces no sé si lo sabes

o si presumes de sordera...

¿He de estar aquí afuera...

hasta que mi tiempo se acabe?

(Seguiré velando a tu nada...

¡en mi eterna madrugada!)

Pequeñeces

25

20

Escuchando, entre la enramada,

oigo la voz del viento que parece

hablarme de ti con sus palabras

pero, si presto oído, desaparece...

Es como si el viento tuviera miedo

de que en su murmurar se le entiende.

Baja quedo, su voz en el arboledo,

para... y algunas hojas se desprenden.

Te hacen creer que vuelve el viento

aquellas hojas que se van cayendo,

pero miras y te das cuenta al momento

que caen muertas, que...

¡están mintiendo!

Pequeñeces

26

21

Empujado el mar por el viento

ruge la ola en su golpear...

así golpeas tú mi pensamiento

sin que te pueda yo parar.

¿Será, acaso, porque he buscado

un amor en el que creer

y no la locura en que me tienes

sin poderte comprender?

Ruge el mar al empuje del viento

y no intenta la huida por eso...

¡Encadenado tienes mi pensamiento

como el mar en el aire preso!

Pequeñeces

27

22

Amor que durmió en mi vivir

y que el recuerdo me devuelve...

¿Por qué tu volver me trastorna

como si el tiempo nada fuese?

¿Por qué con tu volver me traes

tan sólo desilusión?

¿Por qué no te marchas y a cuestas

te llevas mi corazón?

Viejo es y... ¡sin amor tanto tiempo!

¡Es tan lento y pesado su latir...!

¡Llévatelo! ¡Si ya no lo echaré en falta

en lo que me queda por vivir!

Pequeñeces

28

23

Duermo y por mí siento

como si fuera llover...

¡Oigo en mi pensamiento

mil lágrimas caer!

De tu amor estoy preso.

Oigo llover y no miento.

Despertarme no puedo

pero el llover es cierto.

Y es que verdaderamente...

¡añoro tanto tu amor!

Mientras, suavemente,

...llueve en mi corazón.

Pequeñeces

29

24

Me buscas y no respondo,

pero no me siento culpado

porque ya no correspondo

con ése que tú has amado.

Cada cual a su aire miente

y yo ya... ¡ni sé lo que siento!

Tu no eres ya quien me pienso.

Dos son ya... ¡tanta gente!

Es mejor dejarlo sosegar

y no pensar en nosotros.

Amores no quiero encontrar...

¡ni que me encuentren otros!

Pequeñeces

30

25

Cuando yo sueño - y algunas veces sueño -

ignoro si en realidad amo. Ya no sé

si en verdad amo - sí, creo que sí amo -

o si sueño para creer que en verdad amé.

Y te lo cuento así, con esa sinceridad,

de quien sueña sintiendo estar amando.

Como no sé si sueño mintiendo o de verdad,

continuaré igual... ¡soñando e ignorando!

Pequeñeces

31

26

La luz de tu paisaje me hacía daño.

El brillo de tu sol acabó por herirme.

En el río de mi noche me abandoné...

flotando ingrávido sin llegar a hundirme.

¡Qué grande es ser un correr de agua!

¡Qué hermoso es sentirse una corriente!

Dejarse arrastrar sin peso ni esfuerzo.

No duele ni ata aquello que no se tiene.

Qué fácil es ser feliz sintiéndote caudal...

¡Saber que eres tú el que se va yendo...!

Tan sólo mis sueños me van por delante.

Sólo sueños son y yo... ¡los voy siguiendo!

Pequeñeces

32

27

Contemplo mi discurrir callado

y no siento al destino moverlo.

¡Dios mío! No sé si soy feliz,

ni aún siquiera si deseo serlo.

Mi paisaje continua callado

sin que lo estremezca la brisa.

Ahora quiero pensar en todo

aunque ya todo se me olvida.

Anhelos íntimos y risueños,

recreo del alma adormecida...

¡Para qué haría yo de mis sueños

el único fin de mi vida!

Pequeñeces

33

28

No quiero realizar mis sueños...

Los quiero por siempre tener.

¿Para qué quiero yo sueños

que pueda con la mano coger?

Los sueños que mi alma añora

son de los que no debiera tener,

pero luego llega el alba e ignora

lo que en sueños llegó a poseer.

Si me pides que recuerde, yo haría

versos para decirte que yo no sé...

Tú, acompáñame en mi noche fría

y yo, sueño a sueño,... ¡te los contaré!

Pequeñeces

34

29

Yo sé que, en mí, la tristeza

se parece en realidad

a las aguas de un río

que constantemente van...

Allí fluye serenamente

con su pena dentro de mí,

llevada corriente abajo

por estas aguas sin fin.

Pero quiero tener guardada

una sola ilusión en mí

que no pueda ser arrastrada

por el río de mi vivir.

¡Buscaré para el alma mía

un amor que en mi vida sea

todo ilusión, todo alegría

y sin que la tristeza se vea!.

Pequeñeces

35

30

Al borde de tu camino mueren

mis sueños resecos como hojas.

Noche a noche de mí llueven,

aunque inertes ni se mueven,

si tú, lluvia otoñal, no los mojas..

Huéspedes en mi pensamiento

mi deseo encienden pecando.

No hay en mí ni en lo que siento

ningún otro afán ni sentimiento.

Mis sueños sólo son... ¡hojas volando!

Yo sé que esas hojas no sienten

en ellas la pena dolorosa y rotunda

que por entre mis sentidos asciende...

porque sueños son, pero consienten

esta amargura en mí... ¡tan profunda!

Pequeñeces

36

31

Soy de ti un evadido.

Desde que te conocí

vivía en ti recluido,

preso de ti,... ¡pero huí!

Siempre la misma reja,

siempre el mismo lugar,

bajo el mismo carcelero...

¿no me había de cansar?

A pesar de lo que digas

mi alma ya no te busca.

¡Ojalá que no vuelvas

a ser mi prisión nunca!

Tú eres para mi, cárcel,

contigo mi yo es no ser.

Siempre seguiré huyendo

para, a tu cárcel, no volver.

Pequeñeces

37

32

Delirio de luces y sombras

que apenas se dejan entrever...

¡Si hasta el cielo se asombra

cuando canto a tu querer!.

Gozo de albor y hermosura

que tinieblas en luz torna

y venciendo a la negrura

acompasa ritmos sin forma.

- ¡Y todo esto por mi alegría!

Grité al mundo el feliz hecho

y le regalé la esperanza mía

que yo amorosamente traía

reventada contra el pecho.

Pequeñeces

38

33

Lo que separa el vivir de la muerte

nunca nadie lo entenderá...

ni tampoco cómo el amor y la suerte

nos manejan con su azar.

Pero sea o no sea influencia maligna

la que de todos ellos sufrí...

marcada quedó mi alma por el estigma

de los amores que viví.

Pequeñeces

39

34

A veces me pregunto, es cierto,

que le pasó a mi vivir...,

es real, estoy despierto

pero... ¿logré ser feliz?

Mi no soñar, algunas veces,

me llevó a una fría lucidez:

Mandó mi razón con creces,

acobardó mi ilusión tal vez.

Quizás sea mejor en este mundo

el que no soñar busque la gente,

nacer y así, clara y llanamente,

buscar el sobrevivir... y punto.

Pequeñeces

40

35

En esas interminables horas

de torpe y lento pasar

arrullada por el viento...

Dime... ¿a quién esperas?

Mientras el frío se agolpa

contra el gélido cristal

arropada por el fuego...

Dime... ¿en quién piensas?

Cuando entornando los ojos

dejas tu mente volar

en acariciantes sueños...

Dime... ¿a quién nombras?

Y cuando tu alma se altera

en arrebolado vendaval

y jugando al amor juegas...

Dime... ¿a quién amas?

Pequeñeces

41

36

Lloras, amor, porque viste

llorar a mi amor también.

Te miro y me siento triste

y tu llorar me sienta bien.

Volemos juntos hacia donde

nos guía nuestra imaginación,

estrella cuyo fulgor esconde

la poesía... ¡de la sinrazón!

¿Qué importa el bien o el mal

si tan sólo una cosa es cierta?...

Que somos capricho del azar,

juguetes... ¡como hojas muertas!

¡Ay! ¡Qué pena que la poesía

sólo nos sirva para soñar...!

Buscando está mi alma, todavía,

...un poema para cantar.

Pequeñeces

42

37

Pienso que...

lo que separa el vivir de la muerte

nunca nadie lo entenderá...

ni tampoco

como el amor y la suerte

nos manejan con su azar.

Pero sea o no sea influencia maligna

la que de todos ellos sufrí...

marcada quedó mi alma por el estigma

de los amores que viví.

Pequeñeces

43

38

Me viene un sueño en mis noches

como un broche de ilusión,

como una música, como un son...

También hay un rostro en mi noche.

El mismo rostro que el sueño tiene.

Es el rostro de alguien que viene

con su amor arrasando y se coloca...

por encima del bien y el mal.

No sé si absurdo... ¡o natural!

No me importa porque en mis sueños

la oigo y mi alma la deja entrar

como viento que besa el mar.

(...como viento que besa el mar).

Pequeñeces

44

39

Con ilusión, una vez, escribí un libro

cantando en él todo lo que yo amé.

Esperaba que, al ser por ella leído,

con sus páginas viviera mi querer.

Se puso mi alma sus mejores trapos,

soñando el éxito que otros tuvieron...

¡Pero sólo se vestía con los harapos

que mis pobres poemas le dieron!

¡Soñaba ser príncipe y acabé mendigo!

Algún día aprenderé a conocer la gente

y llegar a tener, entre el ondulante trigo,

el humilde estar de la espiga inteligente.

Pequeñeces

45

40

Formas parte de mi vida, soy el viento

que pasea tu cuerpo, orla tu pelo...

¡Siempre estás en mi pensamiento!

¡Ser tu viento es lo que anhelo!

Cantarte a ti, con tierna euforia,

del cielo y el aire que hay en mí

sus cuentos, sueños y memorias...

¡Es que yo quiero ser así!

¡Ay! Este mundo es lo que amamos.

Buscaré amor porque yo existo.

Hay amor aunque no lo veamos.

Hay amor, aunque yo...

¡no lo haya visto!

Pequeñeces

46

41

Quizás el amor sea otro esfuerzo perdido,

sea creer en un sueño, es decir: ¡otro sueño!

Porque basta un momento sin estar dormido

para que el corazón cese de ser su dueño.

¿Quién me dice que el dolor callado y quedo

no sería en mi verdad lo único consciente

y no ese amor, afán perpetuo de mi mente,

que me mantiene el corazón aterido y preso?

¡Qué más da ! Quizás miente quien lo dice...

Acaso...

¿No crearé yo amor cuando amor necesite?.

Pequeñeces

47

42

¡Ay!. Al fin recupero la calma...

De esperar, ya no espero nada.

Por fin se me sosiega el alma...

Marca el ritmo de la madrugada

el arrastrado latir de mi corazón

con la conclusión ya aceptada

de renunciar... ¡a toda ilusión!

Pequeñeces

48

43

Tú crees que es la soledad

lo que a mí me tiene triste...

y no me hace ni bien ni mal

porque mi soledad no existe.

Yo, en mí, a nadie necesito

ni busco dias de rosas y vino.

A solas canto, a solas grito...

y de mis versos hago camino.

¿Crees aún que es la soledad

lo que a mí me tiene triste...?

¡Cómo goza a solas mi corazón

con este bien que tú le diste!

Pequeñeces

49

44

Contigo estaba soñando...

¿Podría por alguien cambiarme?

Soñaba tu mano en la mía

y se estremeció mi carne.

Se sonrojó mi pensamiento

y tan sólo por pensar en ti...

Tu conoces mis sentimientos,

¿qué más te puedo decir?

De pronto, apretaste mi mano

volviendo tu mirada hacia mí...

¿Querría por alguien cambiarme

si tú... me miras así?

Pequeñeces

50

45

¿Qué hay en tu amor que me agita

en vez de hacerme reposar?

¿Por qué lo que en mi habita

es, más que un bien, un pesar?

¿Qué extraña inconsciencia,

qué absurda premonición

amenaza mi yo sin violencia

cuando me recreo en tu visión?

Entre existir y lo que es mi vida,

entre quien era yo y quien soy,

sólo estás tú, que eres la herida

que no para de sangrarme hoy.

Aún creo,loco de mí, en tu regreso

para que seas tú luz en mi bruma.

En el tunel de mis sueños te espero

porque sin ti no tengo...

¡luz alguna!

Pequeñeces

51

46

Aquello que me atrae de ti

en mi pecho vivo está:

Son esas pequeñas cosas

que contigo siempre van.

Son esas pequeñas cosas

que viven en el corazón

sin que a notarlas llegue

ni las reconozca el amor.

Son como si fueran olas,

vivas sin razón de ser,

ténue silencio, sin ruido...

sólo rumor de atardecer.

Pequeñeces

52

47

Pienso que

como en la vida y la muerte...

( El amor es como una canción

que te cantan al oído.

Es un extraño sentido

que sólo advierte el corazón.

Es el alma viviendo de ilusión.

Y... ¡juramos amor eternamente!

Pero llega un día y, de repente,

alguien se nos cruza en la vida

y cae la ilusión malherida

tras el cristal de la mente. )

también en el amor

es necesaria... ¡la suerte!

Pequeñeces

53

48

Sólo quiero y busco paz...

al final de mi atardecer.

No quiero sueños, ni penas,

ni sufrir con qué querer.

¡Sería tan bueno no amar

y luego descansar de nada!

Quizás mañana yo sea feliz...

¡si hallo otro amor mañana!

Esa esperanza me ayudaría

a desterrar tu amor de mí

y yo, con tu olvido, buscaría...

flores nuevas en otro jardín.

Pero ahora, mientras tanto,

¡ni siquiera yo sé el por qué!...

pero mi alma llora sin llanto

y no la escucha quien yo sé...

Pequeñeces

54

49

Nada, nada en el amor acontece

al que nunca nada amó.

Pienso: mi corazón... ¿ lo conoce ?

¿quién amor le dio?

¿Recuerdos?: ninguno aparece.

Mi vida... ¡tan fugaz pasó!

El tiempo cruelmente oscurece,

si alguna vez brilló, mi yo.

Pero el orgullo... ¿nunca enmudece?

¿Es el amor sólo ficción?

Mi alma esperandolo enloquece...

¡Qué vacío está mi corazón!

Pequeñeces

55

50

Hay un invisible aroma en mi tarde,

(Eres como aire...

que habla, mira y pasa.)

destellos de negra seda en tu pelo

(Eres como fuego...

que tiembla, brilla y abrasa.)

y un rumor de lluvia en mi noche

(Eres como agua...

que cae, llora y empapa.)

que vela contigo... ¡todos mis sueños!

(Eres como tierra...

que chispea

al roce puro del alba.)

Pequeñeces

56

51

Ya casi no recuerdo los rasgos de tu cara.

Sólo me queda de ti una imagen desvaída,

apenas sin rostro, difuminada, casi olvidada

y con una sonrisa entre adivinada y vaga.

Pienso: ¿dónde estará ahora nuestro amor?

¿por qué apenas recuerdo ya tus ojos?

¿cómo han podido, Dios mío, poco a poco,

perder mis oídos la melodía de tu voz?

¿de qué nos sirvieron tantos juramentos?

¿quién recuerda ya esos días luminosos?

¿en verdad supimos ser ambos generosos?

¿qué se hizo de todos nuestros proyectos?

Pero aquellos sentimientos... ¿dónde están?

¿es posible que se perdieran para siempre?

Quizás los guarda el tiempo en su vientre...

¡junto a los amores muertos de los demás!

Pequeñeces

57

52

Porque no sé si tú me escuchas,

poemas al aire escribí...

y aunque no hay señas ni nombres

supieron llegar hasta ti.

Pero no llevan ocultos matices

ni esconden oscuro sentir,

sólo gritan a los cuatro vientos

aquello que siento por ti.

Ellos te hablan de mis sueños,

llevan... ¡de mi amor el morir!

y te cuentan, estrofas al viento,

historias de ti y de mí.

Pero nunca hallaron respuesta

ni consuelo a su pedir

quizás tú quieras..., pero no debas,

contestar a mi sentir.

Pequeñeces

58

53

Cierro los ojos. Ante el mar

de mi soledad pretendí...

navegar en el bajel de tu amor.

¡Simulacro de un vivir!

Y bogaba poco a poco

puesto rumbo a mi sentir

en un mar de espumas y reflejos...

¡peregrinando hacia ti!

Mas, un golpe de viento

deshizo en niebla de ausencia

el impulso del candor erguido

que regalaba mi insolencia...

Por la borda de nuestra cobardía

cayo tu amor y, con él, el mío

y ahora... son dos soledades

bañandose del mismo olvido.

¡Ante el mar de mi soledad, pretendía...!

Pequeñeces

59

54

Ya no estás tú.

Aquí y allí pregunto: ¿eh?

Nada veo. Estoy ciego. Muero.

En el centro de mi soledad

has clavado un puñal de celos.

Hora a hora, ...día a día,

siento brotar dentro de mí,

- despacio y sin voluntad -

todo aquello que me unió a ti.

Se escapó de mí tu sombra,

cruzó despacio mi pecho...

y ahora mi cuerpo, sin tus manos,

es... ¡una soledad al acecho!

Has clavado un puñal de celos

en el centro de mi soledad.

Nada veo. Estoy ciego. Muero.

Aquí y allí pregunto: ¿ eh?

Pero... ¿dónde estás tú?

Pequeñeces

60

55

Un amor me trajo el viento

aguardando la claridad

luego... el día se lo llevó presto,

¡otro viento me lo traerá!

Mentira fue su breve sino

como el más nocturno beso

que nace... y se desprende

¡sin ver de su dueña los ojos!

Otro amor me trajo el viento

al abrigo del silencio

luego... una palabra lo mató,

¡ay! ¡palabra de sangre y fuego!

De pronto se oyó mi nombre

entre tanto amor y desamor.

No, no me lo trajo el viento...

¡vi los labios donde nació!

Eras tú. Nada más.

Eras tú. Nada menos.

Y... ¡me basta con eso!

Pequeñeces

61

56

Te veo pasar ajena, presurosa,

la vista baja, como perdida,

y al cruzarnos sorprendida,

apenas una sonrisa esbozas.

¿Cómo puedes sonreír, pienso,

y continuar así, indiferente,

tu caminar entre esa gente

sabiendo ya lo que yo siento?...

Saco a mi cara una sonrisa

tan vacía, forzada y hueca

que apenas, ¡estúpida mueca!,

dibujarla puedo con vida...

Y ahora que lo pienso mejor

quizás a ti te pase igual

y sea nuestro destino fatal

que te rías... ¡como me río yo!

Pequeñeces

62

57

Debe de ser que el atardecer

más lejanas hace las cosas.

Son más tranquilas, calmadas

y si quieres... ¡más ociosas!

Al calor del sur sesteo

viendo juguetear la brisa.

Apenas mueve la arboleda...

¡No, no parece tener prisa!

Me entretengo en ver caer

de vez en cuando alguna hoja...

que baja bailando al compás

de ocultas y sosegadas notas.

A mis pies cae una de ellas

siguiendo al viento devota.

Va y vuelve, una y otra vez...

bailando una danza nerviosa.

La reconozco con la mirada.

¡Es la misma que antes vino!

¿me traerá de ti un recado?...

¿querrá indicarme tu camino?...

Pequeñeces

63

58

Es toda una sorpresa de ver...

Tiene el pelo rubio oscuro,

ojos azules, blanca la piel,

con labios de sonreír puro

y no muy alta como mujer.

Tiene la edad justa y te juro

que da gusto pararse y ver

su cuerpo medio maduro.

Tiene los senos que parecen

hechos para la madrugada...

en esos días que amanecen

con el alba de amor cuajada.

El resto de su cuerpo, blanco,

curvo en palmo espaciado,

con sus salientes y flancos

y en su relieve..., ¡apretado!

¡Ay! apetece como un velero...

Tiene del mar... !un no sé qué!

¡Qué daría yo por un crucero!...

¿Cuándo en ella me ahogaré?...

Pequeñeces

64

59

Campo desnudo.

Cielo en gris...

De febrero la tarde

enardecido escogí.

(Gris como mi tiempo

apenas vivido y ya agotado).

Campo desnudo.

Cielo en rojo...

El diciembre de mi vida

sangrante arroyo.

(Dolor sin tu aliento,

sin valor y sin sentido).

Campo desnudo.

Cielo en azul...

Añoro tu perdido mayo,

su alba y tu luz.

(Cantaré para tu recuerdo

este postrer saludo).

Campo desnudo.

Ya no hay cielo en mí...

Pequeñeces

65

60

Para quien quiera escuchar

escribo poemas en el aire.

No hay frases, sólo viento.

No hay palabras que decir.

Y sin matices escondidos.

Y sin ocultos sentidos.

Gritando expresamente

lo que quieren decir.

Sensaciones ahogadas antaño.

Poemas a medio olvidar.

Versos lanzados al viento

hablando de ti y de mí.

Y a veces el eco responde

con ironía y desencanto.

Indiferencia, olvido, adiós

sólo son...

¡otras formas de morir!

Pequeñeces

66

61

Tristeza - marchamo

de mi vida - .¡Tristeza!

Yo te brindo mi muerte.

Los días grises que me regalas...

te los cambio a ciegas

por un futuro inerte.

No moveré un solo dedo

ni tan sólo... ¡un pensamiento!

No, no forzaré mi suerte.

Como regalo te dejo lo mejor

de mi deleite - irreal,

sin formas - ardiente.

Y como reproche - insolencia

despectiva -, el hondo negror

de mi hastiada mente.

¡Contigo... soledad y hastío!

¡Contigo... hastío y soledad!

Yo te saludo Tristeza...

¡compañera!

Pequeñeces

67

62

Olvido

es distancia del alma.

Temblor de labios, de voz

y cuando te fuiste...

¡llorar de rabia!

(Olvido es a distancia

como la ceniza al fuego).

Distancia

es olvido para el alma.

Para el temblor, vive la voz

y con la distancia...

¡vuelve la calma!

En amores

a la muerte se le llama...

¡olvido!

Pequeñeces

68

63

Mi alma es un barco antiguo

ajeno a la rosa de los vientos,

clara luna, bandera y ancla

navegando con un lento ritual.

Timón que, absorto y ambiguo,

entre golpe y golpe soñoliento

ciñe tras él la noche y el alba

en su torpe y penoso navegar.

Mas, son los vientos invisibles

los que rompen sus amarras

y suenan cantos, que no lo son

cuando mi corazón despierta.

Son esos sueños imposibles

que en mis noches desgarran

la espuma en celo de mi ilusión

con notas que el ritual concierta.

Y las luces oscilan en mi puerto

al compás del ritual que asisto

con cantos que siento alzarse

sobre el rumor del mar que viene.

Mi barco es ya un barco muerto

cuyo funeral en persona he visto.

De tantos sueños ha de olvidarse

que ya duda lo que es y... lo que siente.

Pequeñeces

69

64

En mis noches una imagen vive

presidiendo mis sueños.

Hace tiempo que fijarla pretendo

y la persigo con empeño.

¡Qué labios perfilados en rojo!

Vive en mí como vive la luz

apresada en un lucero.

Cada noche se parece más a ti

a fuer de ser sincero.

¡Qué profundos son sus ojos!

Y es que es tu cara, amor,

la cara que cada noche veo.

Anoche me sonrió suspirando.

¡Es la flor de mi deseo!

Ya ves, fatalmente hacia ti...

¡poco a poco!

Pequeñeces

70

65

Cuerpo de mujer...

Campo de miel.

Sueños de siembra,

de amor... y de fe.

(Canto de cigarra

obsesivamente perseguido).

Cuerpo de mujer...

Campo infiel.

Ilusoria posesión

de agotador... corcel.

(Fijación enfermiza

de nuestro erótico sentido).

Cuerpo de mujer...

Campo de hiel.

Lejanía, ausencia, olvido,

indiferencia... cruel.

(Recuerdo postrer

para un amor ya desvaído).

Cuerpo de mujer...

Agua... ¡y sed!

Pequeñeces

71

66

Dudas de mí en lo que viste,

entre lo que parezco y soy,

no es que yo sea muy triste

pero sí..., triste sí que estoy.

¿Más triste por ser tu poeta...

o por sospechar que estoy loco?

¿O triste por tener completa

la noción de ser para ti tan poco?

Vivo yo como en un carrusel

girando y girando sin verme...

(Te escribo ésto en el papel

por si no quieres creerme...)

Pequeñeces

72

67

En tu cara ojos negros

en tu cara y de azabache.

En tu cara ojos tristes

que saben de soledades.

Brocal son de oscuro pozo,

sin reflejo, impenetrables,

sin brillo en sus retinas,

sin vida que los realce.

Con tus ojos va mi alma

con tus ojos de azabache.

Pequeñeces

73

68

El río baja alegre, pasa.

El árbol se queda, espera.

El río mece el agua, canta.

El árbol escucha, sueña.

El eco, pregón de su canto.

El cielo, su mudo testigo.

(Lo que tu río se cantaba...

¡mi árbol se lo soñaba!)

Pero mi arbol nunca llegó a entender

lo que tu río sentía.

Había en tu río tanta cigarra

como en mi árbol...

¡poesía!

Pequeñeces

74

69

Preguntaba a mi soledad

cuándo, cuándo las aguas de mi vida

retornarían al mar.

Porque baja mi río tan lleno

de lo que no tuvo en vida

que hoy mi alma..., vencida,

desespera en su consuelo.

Por eso, en mi ansiedad,

quiero ir con mi soledad mar adentro

y fundirme como sal.

Dejaré mis ilisiones empacadas,

también igual dejaré mi vida

y sólo en mí llevaré guardada

tu imagen tierna y sentida.

Luego, frente al mar,

te contemplarían unos ojos llorosos

turbios de soledad.

(Preguntaba yo a mi soledad

si en los ojos de la muerte

hay lágrimas como en ese mar...

¡del que jamás se vuelve!).

Pequeñeces

75

Nacido en Totana (Murcia) en 1945, en plena postguerra, pasa suniñez y adolescencia como uno más de su generación, haciendo deldía a día la necesaria escuela de la vida. Desde 1971 vive en la pedaníamurciana de Javalí Nuevo, donde se siente totalmente integrado yaceptado. Empleado de Telefónica, se mueve siempre en un mundodonde la tecnología lo es todo y donde el mundo literario es algodistante y desconocido. En 1990 y por casualidad, se asoma almundo de la poesía quedando atrapado en él.

En 1999, liberado laboralmente por una temprana prejubilación,acomete ya sin reservas su tarea literaria, iniciando su labor derecopilación y publicación de la obra escrita sin olvidar por ello latarea creativa.

En este último tiempo de actividad literaria ha participado en diversosconcursos, obteniendo los siguientes reconocimientos:

Primer Premio de Poesía VII Certamen Literario "La Cárcel"-Totana1999.

Primer Premio de Poesía VIII Certamen Literario "La Cárcel"-Totana2000.

Primer Premio de Poesía A.A.C Ciudad de Alguazas- 2000.

Últimamente ha dado recitales poéticos en diversos locales como "LaPuerta Falsa", Asociación Adecu, etc

Pequeñeces

76

F I N