Rivalidad Padre e Hijo

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Rivalidad padre e Hijo Una situación más frecuente de lo que pueda creerse, es la que llamaremos: la rivalidad entre padre e hijo. Algunos padres, tal vez se indignarían si se les dijera que en un determinado momento, sienten “celos” de un hijo. Los sentimientos, en general se rigen por motivos que a la razón se le escapan, tanto en sus vertientes positivas como en las otras; y tienen la característica singular de que suelen ser mutuos. Los celos, son un sentimiento bajo el cual mientras el niño tiende a sentirse rival del padre en relación a la madre, el padre puede llegar a sentirse rival del hijo en la vida. Con frecuencia la situación aparece desde muy temprano, y el padre puede sentir, subjetivamente, que el hijo le quita la mujer. Si la rivalidad está establecida, el hijo tiende a proceder por la vía de la figura contraria, es decir, a hacer otra cosa que la que el padre pretende o predica. Y, forma parte de la función del padre, entender que tal contradicción puede representar para el hijo, una manera de afirmar su personalidad. Corresponde al padre, actuar con una tutela comprensiva de las actitudes filiales; tanto que actitudes que tal vez desaprueba debe entenderlas como pasajeras; y que el riesgo está en que suele ser la intolerancia paterna la que las perpetúa. Un aspecto importante de la función del padre, consiste en obrar de modo que comprenda que el hogar no es solamente la casa de los padre en donde viven los hijos; sino que también es la casa del hijo. El lugar en el que debería vivir bajo sensaciones de seguridad y apoyo; donde se pueda sentir libre y respetado. Una de las expresiones de lo que llamamos rivalidad paterna, la encontramos cuando el padre critica todos los actos de su hijo, y pretende someterlo mediante recomendaciones continuas a un modelo determinado. Esta encrucijada, se vuelve más notable hacia el momento de la adolescencia, cuando por motivos físicos y psicológicos, el hijo tiende a adoptar rasgos singulares de conductas; modales que tal vez, representen una forma de protesta contra la rutina del hogar mientras busca una posición propia y original. Estaría bien que los padres entendieran la legitimidad de dicha rebeldía, valorándola no por su apariencia, sino por el intento psicológico y moral que pretende. Si dicha comprensión falta, y los padres tienen una marcada tendencia a ejercer una autoridad directa de prohibiciones, la cotidianeidad puede volverse difícil

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Rivalidad padre e Hijo

Una situación más frecuente de lo que pueda creerse, es la que llamaremos: la rivalidad entre padre e hijo. Algunos padres, tal vez se indignarían si se les dijera que en un determinado momento, sienten “celos” de un hijo.

Los sentimientos, en general se rigen por motivos que a la razón se le escapan, tanto en sus vertientes positivas como en las otras; y tienen la característica singular de que suelen ser mutuos. Los celos, son un sentimiento bajo el cual mientras el niño tiende a sentirse rival del padre en relación a la madre, el padre puede llegar a sentirse rival del hijo en la vida. Con frecuencia la situación aparece desde muy temprano, y el padre puede sentir, subjetivamente, que el hijo le quita la mujer.

Si la rivalidad está establecida, el hijo tiende a proceder por la vía de la figura contraria, es decir, a hacer otra cosa que la que el padre pretende o predica. Y, forma parte de la función del padre, entender que tal contradicción puede representar para el hijo, una manera de afirmar su personalidad. Corresponde al padre, actuar con una tutela comprensiva de las actitudes filiales; tanto que actitudes que tal vez desaprueba debe entenderlas como pasajeras; y que el riesgo está en que suele ser la intolerancia paterna la que las perpetúa.

Un aspecto importante de la función del padre, consiste en obrar de modo que comprenda que el hogar no es solamente la casa de los padre en donde viven los hijos; sino que también es la casa del hijo. El lugar en el que debería vivir bajo sensaciones de seguridad y apoyo; donde se pueda sentir libre y respetado.Una de las expresiones de lo que llamamos rivalidad paterna, la encontramos cuando el padre critica todos los actos de su hijo, y pretende someterlo mediante recomendaciones continuas a un modelo determinado. Esta encrucijada, se vuelve más notable hacia el momento de la adolescencia, cuando por motivos físicos y psicológicos, el hijo tiende a adoptar rasgos singulares de conductas; modales que tal vez, representen una forma de protesta contra la rutina del hogar mientras busca una posición propia y original.Estaría bien que los padres entendieran la legitimidad de dicha rebeldía, valorándola no por su apariencia, sino por el intento psicológico y moral que pretende. Si dicha comprensión falta, y los padres tienen una marcada tendencia a ejercer una autoridad directa de prohibiciones, la cotidianeidad puede volverse difícil y hasta desagradable.Por su parte, sabiendo lo que le espera al llegar a casa, es probable que el hijo n o encuentre la hora de volver a casa y se demore o simplemente, se queda por ahí.Estas circunstancias acontecen de tal manera, que los padres no se dan cuenta que la casa se ha convertido en un lugar inhóspito e incompatible con el estilo de vida que el hijo está buscando. Si estas situaciones desagradables se prolongan, el joven intentará escapar como sea, o bien afirmándose en su rebeldía; o mostrándose exageradamente introvertido; o buscando un trabajo que lo aleje de su hogar y en algunos casos, una salida nada aconsejable como puede ser un matrimonio prematuro, no siempre exitoso.

Con respecto a la función paterna, si bien en un aspecto se cumple directamente, se realiza de manera muy influyente por intermedio de la madre y con ella. El cariño que el niño siente por su madre, proviene de su propia experiencia, pero la consideración que por ella tenga, estará vinculada al trato que el padre le otorgue.

Cualquier niño percibe, sin saberlo, y como una actividad funcional y formativa, los modos en que los padres se relacionan entre ellos; es decir, si son afectuosos; si hay un respeto personal mutuo; si son solidarios, etc. No se trata de un tema menor sino de todo lo contrario; podemos decir que en muchos casos es una situación normal y fluida; pero en no pocos ejemplos, esa imagen marca ecos dramáticos en el devenir del infantil sujeto.

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Sería aconsejable que un niño perciba de manera muy definida, que lo que hace la madre, lo que ella decide y dispone, cuenta con el apoyo y la aprobación del padre. Y además es en la vida cotidiana, donde la madre inviste y atribuye de un modo potencial y definitivo la autoridad paterna. Sin embargo, la intervención del padre, es bueno que esté reservada para ocasiones especiales; quiero decir, para algunas situaciones en que la madre necesite un refuerzo de su autoridad. Es decir, que la capacidad de decisión y fortaleza del padre, debería sentirse en la casa sin acritud ni temor, pero sin recurrir a él frente a cada situación; esto es, que podría operar como un recurso que apoye la autoridad materna, que suele sentirse continuamente y por ello, está sujeta a los riesgos de toda acción que se realiza con mucha asiduidad, es decir, que en algunas oportunidades se disminuye su nivel de eficacia.

La sexualidad y sus peligros

Los adolescentes por su impetuosidad e inexperiencia, constituyen un grupo de riesgo. Los tiempos han cambiado, y el que les toca vivir no es nada fácil.Nuevas enfermedades de transmisión sexual como el SIDA, embarazos no deseados, adicciones, son tan solo algunas de las cuestiones que preocupan a los padres. Pueden adoptarse diferentes posiciones a fin de afrontarlos, ya sea según la moral de la familia o su adaptación a los cambios que se viven. Para algunos la mejor solución es la abstinencia, pero para otros pueden aceptar con más espontaneidad que los adolescentes deben vivir sus propias experiencias. Lo cierto es que debemos tener presente que toda prohibición produce aumento del deseo, siempre es así, y si se niega la realidad sexual de los hijos, o se calla, por censura o pudor, los jóvenes llevarán a cabo sus experiencias de alguna u otra forma, totalmente abandonados de protección. La verdadera protección no es prohibir, sino informar. Ellos deben aprender a tomar las previsiones adecuadas en cada situación, ésta será la mejor manera de cuidarlos. La práctica sexual y las relaciones de riesgo que se repiten sin protección, son síntomas de problemas emocionales, es el reflejo de un estilo de vida llevada al límite. Los adolescentes que asumen estos riesgos tienden a repetirlos en otras facetas de su vida y necesitan ayuda; en primer lugar de su familia. Si como padre sientes que te resulta difícil manejar la situación, puedes consultar con un profesional que los ayude, a ti y a tu familia, a situar los fallos y a encontrar soluciones adecuadas para el caso. Asumir la elección sexual es una de las definiciones más complicadas de este momento de la vida. Es frecuente que un adolescente dude de su identidad sexual, como también lo son los acercamientos exploratorios entre adolescentes del mismo sexo, particularmente entre los más jóvenes. Estas dudas forman parte de su búsqueda, de las incertidumbres que siempre produce lo nuevo o lo desconocido. Es esencial estar a su lado en esta búsqueda, pero sobre todo, que sea el hogar el sitio privilegiado en el que se dialogue con total libertad. La ignorancia, los prejuicios y los miedos, no ayudan en absoluto a la angustia con la que un adolescente afronta sus propias preguntas.

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La adolescencia

Etapas de la adolescencia

La adolescencia, esos años desde la pubertad hasta la edad adulta, se pueden dividir a groso modo en tres etapas: adolescencia temprana, generalmente entre los 12 y 13 años de edad; adolescencia media, entre los 14 y 16 años de edad; y adolescencia tardía, entre los 17 y 21 años de edad. Además del crecimiento fisiológico, de estos años se pueden extraer siete tareas clave de desarrollo intelectual, psicológico y social. El propósito fundamental de estas tareas es formar la propia identidad y prepararse para la edad adulta.

Desarrollo físico

La pubertad se define como los cambios biológicos de la adolescencia. Aproximadamente en la adolescencia media, si no antes, se completa la mayor parte del crecimiento fisiológico de los jóvenes; ya tienen o casi alcanzaron su estatura y peso de adultos y ahora cuentan con la capacidad física de tener bebés.

Desarrollo intelectual

La mayoría de los niños y niñas entran a la adolescencia todavía percibiendo el mundo a su alrededor en términos concretos: Las cosas son correctas o no, maravillosas o terribles. Raras veces ven más allá del presente, lo que explica la incapacidad de los adolescentes jóvenes de considerar las consecuencias que sus acciones tendrán a largo plazo.

Al final de la adolescencia, muchos jóvenes han llegado a apreciar las sutilezas de las situaciones e ideas y a proyectarse hacia el futuro. Su capacidad de resolver problemas complejos y sentir lo que los demás piensan se ha agudizado considerablemente. Pero debido a que todavía no tienen experiencia en la vida, hasta los adolescentes mayores aplican estas destrezas que recién encontraron de manera errática y por lo tanto, pueden actuar sin pensar.

Desarrollo emocional

Si se puede decir que los adolescentes tienen un motivo para existir (además de dormir los fines de semana y limpiar el refrigerador), sería afirmar su independencia. Esto les exige distanciarse de mamá y papá. La marcha hacia la autonomía puede tomar muchas formas: menos afecto expresivo, más tiempo con los amigos, comportamiento polémico, desafiar los límites; la lista puede continuar. Pero aún los adolescentes frecuentemente se sienten confundidos sobre abandonar la seguridad y protección del hogar. Pueden estar indecisos anhelando su atención, solo para regresar al mismo punto.

Desarrollo social

Hasta ahora, la vida de un niño se ha desarrollado principalmente dentro de la familia. La adolescencia tiene el efecto de una roca que cae al agua, ya que su círculo social repercute hacia afuera para incluir amistades con los miembros del mismo sexo, del sexo opuesto, diferentes grupos sociales y étnicos y otros adultos, como un maestro o entrenador favorito. Finalmente, los adolescentes desarrollan la capacidad de enamorarse y formar relaciones amorosas.

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No todos los adolescentes entran y salen de la adolescencia a la misma edad o muestran estas mismas conductas. Lo que es más, durante gran parte de su adolescencia, un joven puede ir más allá en algunas áreas del desarrollo que en otras. Por ejemplo, una chica de quince años de edad puede parecer físicamente un adulto joven, pero todavía puede actuar mucho como una niña ya que es hasta el final de la adolescencia que el desarrollo intelectual, emocional y social empieza a alcanzar al desarrollo físico.

¿Sorprende de alguna manera que los adolescentes se sientan confundidos y en conflicto algunas veces, especialmente considerando la expectativa que la sociedad impone sobre ellos durante seis o diez años o incluso más? Antes de la Segunda Guerra Mundial, solo un aproximado de uno de cuatro jóvenes terminó la secundaria. Era normal que los jóvenes en su adolescencia trabajaran a tiempo completo, se casaran y tuvieran hijos. Actualmente casi tres de cuatro jóvenes reciben diplomas de secundaria, y dos de cinco graduados van a la universidad. “A medida que más y más adolescentes amplían su educación”, dice el Dr. Joseph Rauh, un especialista en medicina para adolescentes desde 1950, “el rango de fechas de la adolescencia se ha ampliado a los veinte”.

Recuerde sus años de adolescencia y posiblemente venga a su mente la frustración por el anhelo de salir adelante por sí mismo; pero todavía depender económicamente de mamá y papá. O bien, luchar por ser usted mismo, pero al mismo tiempo, desear desesperadamente adaptarse a sus compañeros.

La adolescencia puede ser una época confusa para los padres también. Por un lado, deben lidiar a menudo con el comportamiento paradójico de sus hijos. ¿Cómo es posible que el mismo hijo que recibe elogios por salvar la selva tropical, sea regañado constantemente para que clasifique el reciclaje? O bien, que en el transcurso de una hora su hija pueda acusarlo de tratarla “como una bebé” y luego, ¿actuar ofendida porque usted espera que limpie la mesa después de la comida?

Pero más allá de aprender a prever las corrientes cambiantes de las emociones de los adolescentes, los padres pueden luchar con algunas emociones conflictivas de sí mismos. El orgullo que siente cuando ve a su adolescente independizarse puede disminuir con el sentimiento del desplazamiento. Por mucho que pueda aceptar intelectualmente que alejarse de los padres es una parte integral del crecimiento, es doloroso cuando el niño que suplicaba unirse a sus recorridos, ahora raras veces acepta que lo vean en público con usted, y además, solamente si el destino es un mínimo de un código de área de distancia.

Es una tranquilidad saber que sentirse perdido es una reacción normal; que probablemente comparten la mitad de las mamás y papás junto a usted en una práctica de fútbol. Para los pediatras, ofrecer una guía y consejo a los padres es una parte importante y gratificante del día.