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REVISTA IBEROAMERICANA DE EDUCACIÓN. N.º 58 (2012), pp. XXX-XXX (1022-6508) - OEI/CAEU 1 MONOGRÁFICO / MONOGRÁFICO

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  • REVISTA IBEROAMERICANA DE EDUCACIN. N. 58 (2012), pp. XXX-XXX (1022-6508) - OEI/CAEU

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    MONOGRFICO / MONOGRFICO

  • La OEI no se responsabiliza de las opiniones expresadas en los artculos firmados ni comparte necesariamente las ideas

    manifestadas en los mismos. Igualmente, no mantiene corres-pondencia con los autores de trabajos no solicitados.

    Prohibid

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    El cuerpo en la escuela / O corpo na escolaRevista Iberoamericana de Educacin (monogrfico) / Revista Ibero-americana de Educao (monogrfico)N. 62Mayo-Agosto / Maio-AgostoMadrid / Buenos Aires, CAEU - OEI, 2013279 pginas

    Revista cuatrimestral / Revista quadrimestral

    EDITACentro de Altos Estudios Universitarios (CAEU) Organizacin de Estados Iberoamericanos para la Educacin, la Ciencia y la Cultura (OEI)Bravo Murillo, 38. 28015 - Madrid, Espaa / Tel.: (34) 91 594 43 82Paraguay, 1510. C1061ABD - Buenos Aires, Argentina / Tel.: (5411) 48 13 00 [email protected]: 1022-6508Depsito Legal: BI-1094-1993Ilustracin de cubiertas: asenmac.com Informtica y Telecomunicaciones

    TEMAS / TEMASeducacin fsica; sociologa de la educacin; deportes y valores; educacin corporaleducao fsica; sociologia de educao, desportos e valores, educao do corpo

    OEI, 2013

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    mos, a Experiencias e innovaciones, a artculos de Opinin, entre otras secciones, que puedan servir de referencia u objeto

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  • Consejo de RedaCCin / Conselho de RedaoDirector / Diretor: Alejandro TianaSecretario Tcnico / Secretrio Tcnico: Hugo Camacho MuozEquipo de redaccin / Equipe de redao: Deborah Averbuj, Mara Kril, Andrs Viseras, Perla Youngerman Traductores / Tradutores: Mirian Lopes Moura, Patricia Quintana Wareham, Nora Elena Vigiani Asesor de edicin / Assessor de edio: Roberto Martnez

    Consejo asesoR / Conselho assessoRJoaquim Azevedo, Universidade Catlica Portuguesa (Portugal)Daniel Filmus, ex ministro de Educacin, Ciencia y Tecnologa (Argentina)Andoni Garritz, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, director de la Revista Educacin QumicaDaniel Gil, Universidad de Valencia (Espaa)Jos Antonio Lpez Cerezo, Universidad de Oviedo (Espaa)lvaro Marchesi, Secretario General de la OEI, Universidad Complutense de Madrid (Espaa)Miquel Martnez y Martn, Universidad de Barcelona (Espaa)Antonio Moncls Estella, Universidad Internacional Menndez Pelayo-Campo de Gibraltar (Espaa) Sylvia Schmelkes, Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados, CINVESTAD (Mxico)Flavia Terigi, Universidad de Buenos Aires (Argentina)Amparo Vilches, Universidad de Valencia (Espaa)

    Comit CientfiCo / Comit CientfiCoAntnio Manuel guas Borralho, Universidade de vora, Portugal. Teresita Alzate Yepes, Universidad de Antioquia, Colombia. Mara Jos Bautista-Cerro Ruiz, Universidad Nacional de Educacin a Distancia (UNED), Espaa.Jorge Bonito, Universidade de vora, Portugal.Elsa Piedad Cabrera Murcia, Facultad de Educacin, Pontificia Universidad de ChileLuis Augusto Campistrous Prez, Universidad Autnoma de Guerrero, Mxico. Mara Clemente Linuesa, Universidad de Salamanca, Espaa. Mara Inmaculada Egido Glvez, Universidad Autnoma de Madrid, Espaa. Isabel Patricia Espiro Barrera, Universidad Santo Toms, Chile. Paulo Celso Ferrari, Universidade Federal de Gois, Brasil. Manuel Ferraz Lorenzo, Universidad de La Laguna, Espaa. Eduardo Lautaro Galak, Universidad Nacional de La Plata, Argentina.Isabel Mara Gallardo Fernndez, Universidad de Valencia, Espaa.Mara Teresa Gmez del Castillo, Escuela de Magisterio Cardenal Spnola, Espaa.Viviana Lzara Gonzlez Maura, Universidad de La Habana, Cuba. Begoa Gros, Universitat Oberta de Catalunya, Espaa.Agustn de la Herrn Gascn, Universidad Autnoma de Madrid, Espaa.Gregorio Jimnez Valverde, Universidad de Barcelona, Espaa. Juan Jos Leiva Olivencia, Universidad de Mlaga, Espaa. Mrcia Lopes Reis, Universidade Paulista, Brasil. Mara del Carmen Lorenzatti, Universidad Nacional de Crdoba, Argentina. Valentn Martnez-Otero Prez, Universidad Complutense de Madrid, Espaa.Hctor Monarca, Universidad Autnoma de Madrid, Espaa.Mara de la Villa Moral Jimnez, Universidad de Oviedo, Espaa. Wiliam Moreno Gmez, Universidad de Antioquia, Colombia. Juan Vicente Ortiz Franco, Fundacin Universitaria Los Libertadores, Colombia.Ondina Pena Pereira, Universidade Catlica de Brasilia, Brasil. Rafael Prez Flores, Universidad Autnoma Metropolitana, Mxico.Carmen Nieves Prez Snchez, Universidad de La Laguna, Espaa. Maria Eveline Pinheiro Villar de Queiroz, Ministrio da Educao, Brasil.Alicia Mnica Pintus, Ministerio de Educacin, Argentina. Enric Prats, Universidad de Barcelona, Espaa. Jos Quintanal Daz, Universidad Nacional de Educacin a Distancia, Espaa. Francisco Ramos Calvo, Loyola Marymount University, EE.UU. Celia Rosa Rizo Cabrera, Universidad Autnoma de Guerrero, Mxico. Marta Ruiz Corbella, Universidad Nacional de Educacin a Distancia (UNED), Espaa.Jos Armando Salazar Ascencio, Universidad de La Frontera, Chile. ngel San Martn Alonso, Universidad de Valencia, Espaa. Maria Cecilia Snchez Teixeira, Universidade de So Paulo, Brasil. Teresa Sancho-Vinuesa, Universitat Oberta de Catalunya, EspaaMarco Silva, Universidade Estcio de S, Brasil. Liliana Soares Ferreira, Universidade Federal de Santa Maria, Brasil. Joan Andrs Traver Mart, Universidad Jaime I, Espaa. Fabiane Adela Tonetto Costas, Universidade Federal de Santa Maria, Brasil. Pablo Valds Castro, Instituto Superior de Tecnologa y Ciencias Aplicadas, Cuba. Rosa Vzquez Recio, Universidad de Cdiz, EspaaMara Jess Vitn de Antonio, Universidad Autnoma de Madrid, Espaa. Cleci Werner da Rosa, Universidade de Passo Fundo, Brasil.

  • SUMARIO / SUMRIOMONOGRFICO: El cuerpo en la escuela MONOGRFICO: O corpo na escola

    Coordinador: Wlliam Moreno

    PresentacinApresentao

    Juliana Telles de Castro e outros, Violncia em aulas de Educao Fsica: corporalidade, docncia e formao

    Gustavo Gonzlez Calvo y otros, Relatos autobiogrficos sobre a incompetencia motriz aprendida de un docente novel de Educacin Fsica y sus posibilidades autoformativas

    Gianfranco Ruggiano, escolarizacin del cuerpo y de los cuerpos

    Claudia Ximena Herrera Beltrn, Castigos corporales y es-cuela en la colombia de los siglos XIX y XX

    Claudia Mallarino Flrez, Cuerpos escolares y cuerpos so-ciales: una historia de encuentros y desencuentros

    Raumar Rodrguez Gimnez, Educacin del cuerpo y polticas educativas: de la formacin superior al patio escolar

    William Moreno Gmez, Fotoetnografa educativa: una ruta para comprender la cultura corporal escolarizada

    Diana Milstein y Hctor Mendes, cuerpo y escuela. Dimen-siones de la poltica

    REVISTA IBEROAMERICANA DE EDUCACIN REVISTA IBERO-AMERICANA DE EDUCAO

    Nmero 62. Mayo-Agosto / Maio-Agosto 2013

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  • Sumario / Sumrio

    Antonia Olmos Alcaraz y Mara Rubio Gmez, Corporalidad del buen estudiante: representaciones de gnero, raza, etnia y clase social en la escuela espaola

    Juan E. Pchin, Cmo construye varones la escuela? Et-nografa crtica sobre rituales de masculinizacin en la escena escolar

    Alberto Moreno Doa, Carlos Calvo Muoz, Silvia Lpez de Maturana Luna, Aprender en y desde la motricidad humana: educacin, escuela y mediacin pedaggica

    Emerson Luis Velozo e Jocimar Daolio, O skate como prtica corporal e as relaes de identidade na cultura juvenil

    Teresa Ontan Barragn, Marco Antonio Coelho Bortoleto y Erminia Silva, Educacin Corporal y Esttica: Las Actividades Circenses como contenido de la Educacin Fsica

    Marlen Campos Vidal y Carol Vargas Garca, Nocin corprea y abuso infantil. Una propuesta pedaggica desde la educacin fsica escolar

    Concepcin Snchez Blanco, Pobreza, alimentacin y juego en la educacin infantil

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  • EL CUERPO EN LA ESCUELAO CORPO NA ESCOLA

    M O N O G R F I C O

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    MONOGRFICO / MONOGRFICO

    PRESENTACIN

    El consenso, por lo menos en la retrica poltica y acadmica, sobre el deber ser educativo en la regin es evidente y generalizado:

    [...] la educacin debe ser un eje central de las polticas de desarrollo tendientes a alcanzar la cohesin y la inclusin social []; su influencia es determi nante en la salud, el nivel de ingresos, la movilidad social, la igualdad entre hombres y mujeres o la conservacin del medio ambiente (Gentili y CamaCho, Presentacin del Monogrfico rie n. 61/2013).

    Pero preguntmonos ahora por las condiciones dramticas (polticas y pedaggicas) de despliegue del cuerpo en el da a da de la escolarizacin: qu se hace, cmo se hace, cmo se proyecta el cuerpo desde la base edu-cativa escolar.

    La intencin es loable, pero el consenso recoge tambin voces significativas que hablan de la ampliacin de una brecha profunda entre el cuerpo en la escuela soada y el cuerpo en la escuela vivida. En una escue-la que promueve un cuerpo diferenciado y jerarquizado, entre los saberes disciplinarios y los indiscriminados de la conformacin poltica, tica y esttica, se puede estar produciendo y reproduciendo un modo de ser corporal fragmentado.

    Como en lo social, en la escuela (satlite de los cuerpos en ejercicio preformativo), el cuerpo no est exento de atenciones interesadas. Ella existe para darle perfil y en esa accin mltiple a veces ruda, a veces sutil se reflejan diversos deseos.

    En el cuerpo escolarizado, que se desea educado, muchos quisieran sacar partido, concretar su parte. Se impone as, con relacin al cuerpo que asiste a la escuela, una cierta filantropa, pero tambin un cierto rendimiento positivizado que debe revisarse. De hecho lo est siendo, y, en razn de ello, el presente monogrfico se dispone a la divulgacin de una parte significativa de la produccin acadmica que apuesta de diversas maneras y desde dife-rentes territorios (geogrficos, acadmicos, investigativos y disciplinares) a los procesos comprensivos de aquellas condiciones regionales bajo las cuales se est dando la intervencin del cuerpo en la escuela.

    En los diagnsticos y en las revisiones investigativas, en las confi-guraciones y reconfiguraciones de la poltica pblica del sector educacional

  • Presentacin

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    y cultural regional, en particular en el pensamiento que se constituye sobre la cintica de la cotidianeidad del cuerpo en la escuela, se reflejan polticas, pedagogas y didcticas especficas que vienen siendo problematizadas y que requieren ser visualizadas y debatidas de cara a la recomposicin situada de una poltica pblica y una mediacin pedaggica. All se agitan los marcos de una seleccin cultural pertinente (currculo), inclusiva, con equidad y de cobertura con calidad, donde estn contempladas la calidad de vida, la dignidad, los derechos y la sostenibilidad medio ambiental.

    Las prcticas y los dispositivos corporales escolarizados que se instalan desde la tradicin (a prueba de reformas), as como aquellos emer-gentes (que se conectan con los actuales cambios y transformaciones del contexto social y educacional), requieren de una descripcin rigurosa, de debate y comprensin.

    El cuerpo y la cultura somtica escolar (ambiente para su promocin selectiva y productiva) se convierten en territorios en disputa. Al lado de las formas tradicionales y reverdecidas de intervencin pedaggica, la poca, desde sus propios deseos y representaciones de lo corporal, despliega nue-vos mitos y estereotipos, nuevas metforas que referencian los procesos de curricularizacin del cuerpo. Se impone una seleccin de cultura corporal escolar no ingenua. Con el cuerpo en la escuela se redefinen procesos de produccin, clasificacin, enmarcacin, expresin, regulacin, comunicacin y gestin formativa y con-formativa que deben ser reconocidos crticamente.

    No es escaso el inters que hay en la regin por pensar la corpo-ralizacin escolar. Cuestiones tales como la pobreza, la discriminacin, la sexualidad, lo emocional, la virtualidad, el matoneo, el atropello a los dere-chos, las tribus urbanas, la inseguridad, la medicalizacin, la heroizacin, el hacinamiento, el maltrato, el trabajo infantil, la accidentalidad, la higiene, la deportivizacin, la ludotecnologa, los esteticismos consumistas, la hetero-designacin abusiva, la disciplina, la competencia, el alistamiento juvenil, la implicacin del espacio escolar en el conflicto social, la estanda-rizacin, el desplazamiento, la vulnerabilidad, el acoso, la malnutricin, la militarizacin, las condiciones salvajes de la urbanizacin y el mercado nos obligan a pensar problemticamente las condiciones de los escolarizados y los sentidos de la educacin de la niez y la juventud. La cuestin de estar o no de cuerpo presente en la escuela depende de condiciones dramticas que ponen en cuestin las estrategias de gestin y los currculos.

    La convocatoria fue amplia: cuerpo de las disciplinas (desde la pedagoga y la didctica, desde la antropologa, la nutricin y diettica, la sociologa, la psicologa, la historia, la poltica, la esttica, el deporte, la educacin fsica, las artes, el juego); cuerpo historizado, curricularizado (en

  • PRESENTACIN

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    la escuela, en las educaciones, en el espacio-tiempo escolar, en la ciudad, para el trabajo); cuerpo subjetivado (como infancia, mujer, varn, masculi-nidad, genero, sexualidad); cuerpo intersubjetivado (con relacin a la clase social, raza, etnia, cultura juvenil, cosmovisiones tnicas); cuerpo objeti-vado (disciplinado, corregido, controlado, higinico, moralizado, patritico); cuerpo acogido en las diversas educaciones (pblicas, privadas, en lo social, en lo urbano, en lo rural).

    La respuesta de la comunidad acadmica colm las expectativas. Se pudo constatar que hay una tradicin significativa de trabajo sobre la cuestin del cuerpo en la escuela que requiere encontrar superficies para su divulgacin.

    Este nmero temtico tiene un lmite, por lo que fueron seleccio-nados quince trabajos; buena parte de los restantes sern publicados con el consentimiento de los autores en otros espacios que posee la Revista Iberoamericana de Educacin para la divulgacin acadmica.

    El monogrfico est compuesto por cuatro grupos de trabajos que describimos a continuacin.

    El primer grupo se interesa por asuntos que conectan la competicin, la competencia corporal y la violencia corporal con la cuestin de la formacin del profesorado. El trabajo de Juliana Telles, Alexandre Fernndez, Marcus Taborda y Fbio Machado, equipo investigador de la ufsC y de la ufmG, ambas de Brasil, sostiene que uno de los ms grandes desafos de la es-cuela pblica es la presencia en su interior de distintas formas de violencia; este grupo se detiene, a travs de los estudiantes de prctica universitaria supervisada (registros de cuadernos de campo y relatoras), en la experiencia de la educacin fsica (ef) en el nivel de la enseanza fundamental, inten-tando comprender los sentidos y alcances de distintas formas de violencia que parecen incrementarse en esta disciplina escolar que ofrece una mayor exposicin corporal y niveles altos de competitividad. El segundo trabajo de este grupo, realizado por Gustavo Gonzlez, Jos Ignacio Barbero, Nicols Bores y Lucio Martnez, miembros de un colectivo de docentes investigadores de la Universidad de Valladolid, Espaa, se basa en una investigacin que aborda los relatos autobiogrficos de un maestro de educacin fsica novel como base para la (auto)formacin profesoral permanente. El mbito de esta asignatura es utilizado como medio para que el iniciado, a partir de su propia reflexin, capte rasgos de su identidad, lo que le permite captar el efecto que sobre l ejerce la cultura corporal hegemnica.

    Un segundo grupo de trabajos se caracteriza por su inters en as-pectos histricos acerca de la educacin del cuerpo. Gianfranco Ruggiano,

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    docente investigador del Instituto Superior de Educacin Fsica (isef-UdelaR), Uruguay, y miembro del Grupo de Polticas Educativas y Polticas de Investi-gacin (Gpepi) del mismo pas, presenta desde una aproximacin histrica un interesante aporte para el debate sobre las condiciones del cuerpo en la escuela. Para l, toda revisin acerca del lugar que el cuerpo ocupa en lo escolar se ve imposibilitada para llegar a significar un cuestionamiento profundo, en tanto problematizacin real, seria y sistemtica de los postulados que fundamentan las intervenciones del cuerpo escolarizado. Desde la Universidad Pedaggica Nacional, Colombia, rastreando fuentes de finales del siglo xix y principios del xx, Claudia Ximena Herrera, acadmica con amplia trayectoria en la his-torizacin del cuerpo escolarizado, se adentra en el asunto del castigo escolar como prctica inseparable de la escolarizacin; interroga una prctica que se direcciona como tecnologa de gobierno, gestin del dolor, expresin de un biopoder, punicin que a travs de su despliegue disciplina, educa y regula a la poblacin infantil y juvenil. El tercer trabajo de este grupo corresponde a Claudia Mallarino, profesora en la Maestra en Educacin de la Universidad de San Buenaventura, Colombia, e integrante del grupo de investigacin Educacin y Desarrollo Humano (Giedh), quien se interesa por las discursi-vidades de la corporalidad escolarizada, preguntndose por las condiciones histricas de existencia de los saberes acerca del cuerpo, su lugar y sus modos de produccin. Subraya la necesidad de interrogar a la naturaleza corporal de la propuesta educativa, comprendiendo la poltica que regula la escuela, el papel que cumplen los agentes y los criterios de la curricularizacin, ruta necesaria para desconfigurar los obstculos y reconfigurar voces heterogneas y resonantes, fuerzas coaligadas, prjimas-prximas, emergencia de nuevos cuerpos que se empeen en valorizar la potencia del saber vivo. Por su parte, Raumar Rodrguez, docente de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin y del Instituto Superior de Educacin Fsica de la Universidad de la Repblica (UdelaR), Uruguay, se centra en las formas discursivas que adopta la educacin del cuerpo, dando continuidad a un proceso investigativo histrico de largo aliento que se interesa por las condiciones en las que se presenta en Uruguay la relacin entre la educacin fsica escolar y el depor-te. A partir de esto, el autor revisa y problematiza documentos clave de la poltica educativa nacional para entender en contexto asuntos cruciales tales como la obligatoriedad de la educacin fsica, la configuracin del currculo que forma a los profesionales del campo y, en general, el reconocimiento problematizador de los discursos sobre la educacin del cuerpo.

    Un tercer grupo de trabajos aborda desde la investigacin etnogrfica asuntos relacionados con la intersubjetividad. Desde el grupo de investigacin PES (Prcticas Corporales, Sociedad, Educacin-currculo) de la Universi-dad de Antioquia, Colombia, William Moreno, a partir de una experiencia investigativa etnogrfica sensible situada en las escuelas urbanas del Valle de Aburr, presenta particularidades de una herramienta investigativa, la

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    fotoetnografa, que permite hacer aproximaciones descriptivas y compren-sivas a los compromisos (motriz, esttico, tico y poltico) que definen los interjuegos de la conformacin etnocorporal escolarizada. Diana Milstein profesora e investigadora de la Universidad Nacional de La Matanza (unlam) y Hctor Mndes, profesor de la Escuela de Innovacin de la Universidad Nacional de Santiago del Estero (uCse), ambas de Argentina, basndose en un enfoque etnogrfico, abordan el juego que despliegan los actores sociales (docentes, alumnos, madres, vecinos) en las escuelas primarias de zonas populares argentinas; as, leyendo el cuerpo inscripto y marcado por el orden escolar y social, se interesan por la dimensin poltica y micropoltica de la relacin cuerpo, escuela y sociedad en tiempos de crisis social. En tercer lugar se ofrece un trabajo de Antonia Olmos, profesora en el Departa-mento de Antropologa Social de la Universidad de Granada, Espaa, y Mara Rubio, investigadora del Instituto de Migraciones de la misma universidad, quienes presentan un producto asociado a una investigacin que aborda las trayectorias de xito y fracaso del alumnado inmigrado de nacionalidad extranjera en Espaa. Etnografa que se propone estudiar la construccin de la corporalidad del buen estudiante partiendo de las percepciones que se poseen de los alumnos en funcin de las clasificaciones realizadas por el profesorado sobre marcadores como el gnero, la raza, la etnia y la clase social. Cierra este grupo de trabajos el de Juan E. Pchin, docente e investigador, becario posdoctoral del ConiCet e investigador del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Gnero de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina. En los marcos de la construccin normativa y del activismo poltico de los ltimos tiempos, su trabajo articula las pedagogas queer y feministas para facilitar los procesos comprensivos de los dispositivos culturales y las tecnologas institucionales que guan los procesos de masculinizacin.

    Finalmente el cuarto grupo est compuesto por cinco trabajos que se interesan por cuestiones relacionadas con la mediacin pedaggica y las didcticas de la educacin corporal. En el primero se presenta un interesante aporte de un colectivo de educadores chilenos de las univer-sidades de la Serena y Catlica de Valparaso, ambas de Chile, quienes, interesados en la complejidad educativa y en la crisis de la escolarizacin, se adentran en el asunto de la mediacin pedaggica en los marcos de la motricidad humana, los contextos informales y los conocimientos prcticos construidos por los propios nios. En segundo lugar, Emerson Luis Velozo, profesor del Departamento de Educacion Fsica da Universidad Estadual do Centro-Oeste (uniCentro), y Jocimar Daolio, profesor de la Facultad de Educacion Fsica de la Universidad Estadual de Campinas (uniCamp), ambas de Brasil, presentan un estudio etnogrfico de las prcticas de un grupo de skatistas de Lisboa (Portugal). Su objetivo es significar las relaciones que se dan entre esta prctica social y corporal con el trabajo pedaggico escolar

  • Presentacin

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    en los contextos de los procesos de construccin identitaria. Teresa Ontan, estudiante de Doctorado de la Facultad de Educacin Fsica de la Universidad Estatal de Campinas (uniCamp); Marco Antonio Coelho, profesor de la misma universidad, y Erminia Silva, profesora de la Universidad Estatal Paulista (unesp), Brasil, presentan una investigacin que avanza sobre el potencial pedaggico de una prctica corporal que viene ganando un importante espacio social en los pases de la regin: las actividades circenses, que rompiendo fronteras, ahora son abordadas como contenido de educacin corporal que conecta intereses de la educacin fsica y la educacin esttica y artstica. En un cuarto trabajo, Marlen Campos, profesora de Educacin Fsica y Magster en Educacin de la Universidad Austral de Valdivia, Chile, y Carol Vargas, profesora de Educacin Fsica del Colegio Santa Marta de la misma ciudad, muestran resultados de un estudio cualitativo que se interesa por las condiciones existenciales de nias residentes en el Hogar del Nio que tienen en comn haber sido vulneradas en sus derechos. Del estudio sale una propuesta que se basa en el re-conocimiento de las nias por medio de actividades vinculadas al juego cooperativo, juegos circenses, danza y disci-plinas como el yoga y el reiki. Finalmente, Concepcin Snchez, profesora de la Facultad de Ciencias de la Educacin de la Universidad de A Corua, Espaa, presenta un estudio que parte de una investigacin-accin llevada a cabo en un centro pblico. En el mismo se cruzan asuntos de la cultura alimentaria, el juego infantil y el cuidado corporal, y plantea, en el marco de los derechos de la infancia, una interesante discusin sobre la conexin que se establece con relacin a la alimentacin entre las prcticas familiares, profesorales, estudiantiles, gubernamentales y no gubernamentales. En este ltimo grupo, contextos informales, skate, actividad circense, abuso infantil, cultura alimentaria en contextos de crisis econmica, son algunos de los disparadores que plantean un necesario reposicionamiento didctico para los procesos de intervencin pedaggica de lo corporal.

    William Moreno G.

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    MONOGRFICO / MONOGRFICO

    APRESENTAO

    O consenso, pelo menos quanto retrica poltica e acadmica, sobre o dever ser educativo na regio evidente e generalizado:

    [...] a educao deve ser um eixo central das polticas de desenvolvimento tendentes a alcanar a coeso e a incluso social []; sua influncia determinante na sade, no nvel de salrios, na mobilidade social, na igualdade entre homens e mulheres ou na conservao do meio ambiente (Gentili e CamaCho, Apresentao do Monogrfico rie, n. 61/2013).

    Mas perguntemo-nos agora pelas condies dramticas (polticas e pedaggicas) de exposio do corpo no dia a dia da escolarizao: o que se faz, como se faz, como se projeta o corpo na base educativa escolar.

    A inteno louvvel, porm, o consenso recolhe tambm vozes significativas que falam da ampliao de uma brecha profunda entre o corpo na escola sonhada e o corpo na escola vivida. Em uma escola que promove o corpo diferenciado e hierarquizado, entre os saberes disciplinares e os indiscriminados da conformao poltica, tica e esttica, pode estar se produzindo e reproduzindo um modo de ser corporal fragmentado.

    Como no social, na escola (satlite dos corpos em exerccio pr-formativo), o corpo no est isento de atenes interessadas. Aquela existe para lhes dar perfil e nessa ao mltipla s vezes, grosseira, s vezes, sutil refletem-se diversos desejos.

    Do corpo escolarizado, que se deseja educado, muitos quiseram tirar partido, concretizar sua parte. Impe-se assim, com relao ao corpo que assiste escola, certa filantropia, mas tambm certo rendimento po-sitivizado que deve ser revisado. E de fato est sendo, e, devido a isso, o presente monogrfico dispe-se divulgao de uma parte importante da produo acadmica que aposta de diversas maneiras e de diferentes territ-rios (geogrficos, acadmicos, pesquisadores e disciplinares) pelos processos compreensivos daquelas condies regionais sob as quais est se dando a interveno do corpo na escola.

    Nos diagnsticos e nas revises investigadoras, nas configuraes e reconfiguraes da poltica pblica do setor educacional e cultural regional, em particular no pensamento que se constitui sobre a cintica da cotidia-nidade do corpo na escola, refletem-se polticas, pedagogias e didticas

  • Apresentao

    REVISTA IBERO-AMERICANA DE EDUCAO. N. 62 (2013), pp. 13-18 (ISSN 1022-6508)

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    especficas que vm sendo problematizadas e que requerem ser visualizadas e debatidas em face da recomposio situada de uma poltica pblica e de uma mediao pedaggica. A se agitam os mbitos de uma seleo cultural pertinente (currculo), inclusiva, com equidade, e de cobertura com quali-dade, onde se contemplem a qualidade de vida, a dignidade, os direitos e a sustentabilidade meio ambiental.

    As prticas e os dispositivos corporais escolarizados que se instalam a partir da tradio ( prova de reformas), assim como aqueles emergentes (que se conectam com as atuais mudanas e transformaes do contexto social e educacional), requerem uma descrio rigorosa, de debate e compreenso.

    O corpo e a cultura somtica escolar (ambiente para sua promoo seletiva e produtiva) convertem-se em territrios em disputa. Ao lado das formas tradicionais e renovadas de interveno pedaggica, a poca, a partir de seus prprios desejos e representaes do corporal, desdobra novos mitos e esteretipos, novas metforas que referenciam os processos de curricula-rizao do corpo. Impe-se a seleo de uma cultura corporal escolar no ingnua. Com o corpo na escola se redefinem processos de produo, clas-sificao, incluso, expresso, regulao, comunicao e gesto formativa e con-formativa que devem ser reconhecidos criticamente.

    No escasso o interesse que h na regio por pensar a corporali-zao escolar. Questes tais como a pobreza, a discriminao, a sexualidade, o emocional, a virtualidade, a dominao pela violncia, as tribos urbanas, o abuso de direitos, a insegurana, a medicalizao, a heroicidade, o amon-toamento, os maus-tratos, o trabalho infantil, a acidentalidade, a higiene, a esportividade, a ludo tecnologia, os esteticismos consumistas, a hetero-designao abusiva, a disciplina, a competncia, o servio militar juvenil, a implicao do espao escolar no conflito social, a estandardizao, o deslo-camento, a vulnerabilidade, o acossamento, a m nutrio, a militarizao, as condies selvagens da urbanizao e o mercado nos obrigam a pensar com preocupao nas condies dos escolarizados e no sentido da educao da infncia e da juventude. A questo de estar ou no de corpo presente na escola depende de condies dramticas que pem em questo as estratgias de gesto e dos currculos.

    A chamada foi ampla: corpo das disciplinas (explicaes da peda-gogia e da didtica, da antropologia, da nutrio e diettica, da sociologia, da psicologia, da histria, da poltica, da esttica, do esporte, da educao fsica, das artes, do jogo); corpo historiado, curricularizado (na escola, nas educaes, no espao-tempo escolar, na cidade, para o trabalho); corpo sub-jetivado (como infncia, mulher, varo, masculinidade, gnero, sexualidade); corpo intersubjetivado (com relao classe social, raa, etnia, cultura

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    juvenil, concepes do mundo tnicas); corpo objetivado (disciplinado, corrigido, controlado, higinico, moralizado, patritico); corpo acolhido nas diversas educaes (pblicas, privadas, no social, no urbano, no rural).

    A resposta da comunidade acadmica correspondeu s expecta-tivas. Foi possvel constatar que h uma tradio significativa de trabalho sobre a questo do corpo na escola que requer encontrar superfcies para sua divulgao.

    Este nmero temtico tem um limite e por isso foram selecionados quinze trabalhos; boa parte dos restantes ser publicada com o consentimento dos autores em outros espaos que a Revista Ibero-americana de Educao possui para a divulgao acadmica.

    O monogrfico est composto por quatro grupos de trabalhos que a seguira descrevemos.

    O primeiro se interessa por assuntos que conectam a competio, a competncia corporal e a violncia corporal com a questo da formao do professorado. Neste grupo, o trabalho de Juliana Telles, Alexandre Fernndez, Marcus Taborda e Fbio Machado, equipe pesquisadora da ufsC e da ufmg, ambas do Brasil, defendem que um dos maiores desafios da escola pblica a presena em seu interior de diferentes formas de violncia; este grupo se detm, atravs dos estudantes de prtica universitria supervisada (registros de cadernos de campo e relatrios), na experincia da Educao Fsica (ef) no ensino fundamental, a fim de compreender sentidos e alcances de diferentes formas de violncia que parecem incrementar-se nesta disciplina escolar que oferece uma maior exposio corporal e nveis altos de competitividade. O segundo trabalho, realizado por Gustavo Gonzlez, Jos Ignacio Barbero, Nicols Bores e Lcio Martnez, membros de um coletivo de docentes pesquisadores da Universidade de Valladolid, Espanha, baseia-se em uma pesquisa que aborda os relatos autobiogrficos de um professor de Educao Fsica novel como base para a (auto)formao professoral permanente. O contexto desta matria utilizado como meio para que o iniciado, a partir de sua prpria reflexo, capte traos de sua identidade, o que lhe permitir captar o efeito que sobre ele exerce a cultura corporal hegemnica.

    Um segundo grupo de trabalhos relaciona-se por seu interesse em aspectos histricos sobre a educao do corpo. Gianfranco Ruggiano, do-cente pesquisador do Instituto Superior de Educao Fsica (isef-UdelaR), Uruguai, membro do Grupo de Polticas Educativas e Polticas de Pesquisa (Gpepi) do mesmo pas, a partir de uma aproximao histrica, apresenta uma interessante colaborao para o debate sobre as condies do corpo na escola. Para ele, toda reviso sobre o lugar que o corpo ocupa no espao

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    escolar se v impossibilitada a significar um questionamento profundo, como aprofundamento do real, srio e sistemtico dos postulados que fundamentam as intervenes do corpo escolarizado. Da Universidade Pedaggica Nacio-nal, Colmbia, rastreando fontes de finais do sculo xix e princpios do xx, Claudia Ximena Herrera, acadmica com ampla trajetria na historizao do corpo escolarizado, adentra-se no assunto do castigo escolar como prtica inseparvel da escolarizao; interroga uma prtica que se direciona como tecnologia de governo, gesto da dor, expresso de um biopoder, punio que atravs de seu desdobramento disciplina, educa e regula a populao infantil e juvenil. O terceiro trabalho deste grupo corresponde a Claudia Mallarino, professora na Mestria em Educao da Universidade de San Buenaventura, Colmbia, e integrante do grupo de pesquisa Educao e desenvolvimento Humano (Giedh), que se interessa pelas discursividades da corporalidade escolarizada, perguntando-se pelas condies histricas de existncia dos saberes sobre o corpo, seu lugar e seus modos de produo. Sublinha a ne-cessidade de interrogar a natureza corporal da proposta educativa, compreen-dendo a poltica que regula a escola, o papel que cumprem os agentes e os critrios da curricularizao, rota necessria para desconfigurar os obstculos e reconfigurar vozes heterogneas e ressoantes, foras coligadas, prximas, emergncia de novos corpos que se empenham em valorizar a potncia do saber vivo. Por sua parte, Raumar Rodrguez, docente da Faculdade de Humanidades e Cincias da Educao e do Instituto Superior de Educao Fsica da Universidade da Repblica (Udelay), Uruguai, centra-se nas formas discursivas que a educao do corpo adota, dando continuidade a um processo de pesquisa histrico de longo alcance que se interessa pelas condies nas quais, no Uruguai, apresenta-se a relao entre a educao fsica escolar e o esporte. A partir disto, o autor revisa e problematiza documentos-chave da poltica educativa nacional para entender assuntos cruciais, tais como, a obrigatoriedade da Educao Fsica, a configurao do currculo que forma os profissionais do campo e, em geral, o reconhecimento problematizador dos discursos sobre a educao do corpo.

    Um terceiro grupo de trabalhos aborda, a partir da pesquisa etno-grfica, assuntos relacionados com a intersubjetividade. No grupo de pesquisa pes (Prticas Corporais, Sociedade, Educao-currculo) da Universidade de Antioquia, Colmbia, William Moreno, a partir de uma experincia de pes-quisa etnogrfica sensvel situada nas escolas urbanas do Vale de Aburr, apresenta particularidades de uma ferramenta pesquisadora, a fotoetnogra-fia, que permite estabelecer aproximaes descritivas e compreensivas aos compromissos (motriz, esttico, tico e poltico) que definem os interjogos da conformao etnocorporal escolarizada. Diana Milstein, professora e pesqui-sadora da Universidade Nacional de La Matanza (unlam) e Hctor Mndes, professor da Escola de Inovao da Universidade Nacional de Santiago do Estero (ucse), ambas da Argentina, baseando-se em um enfoque etnogrfico,

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    abordam o jogo que desdobram os atores sociais (docentes, alunos, mes, vizinhos) nas escolas primrias de zonas populares argentinas; assim, lendo o corpo inscrito e marcado pela ordem escolar e social, interessam-se pela dimenso poltica e micro poltica da relao corpo, escola e sociedade em tempos de crise social. Em terceiro lugar se oferece um trabalho de Antonio Olmos, professora no Departamento de Antropologia Social da Universidade de Granada, Espanha, e Mara Rubio, pesquisadora do Instituto de Migraes da mesma universidade, as quais apresentam um produto associado a uma pesquisa que aborda as trajetrias de sucesso e fracasso do alunado imigrado de nacionalidade estrangeira na Espanha. Etnografia que se prope estudar a construo da corporalidade do bom estudante, partindo das percepes que se possuam sobre os alunos em funo das classificaes realizadas pelo professorado sobre marcadores como o gnero, a raa, a etnia e a classe social. Encerra este grupo de trabalhos o de Juan E. Pchin, docente e pesquisador, bolsista ps-doutotal do conicet e pesquisador do Instituto Interdisplinar de Estudos de Gnero da Faculdade de Filosofia e Letras da Universidade de Buenos Aires (uba), Argentina. Nos mbitos da construo normativa e do ativismo poltico dos ltimos tempos, seu trabalho articula as pedagogias queer e feministas para facilitar os processos compreensivos dos dispositivos culturais e das tecnologias institucionais que guiam os processos de masculinizao.

    Finalmente, o quarto grupo est composto por cinco trabalhos que se interessam por questes relacionadas com a mediao pedaggica e as didticas da educao corporal. No primeiro se apresenta uma interessante contribuio de um coletivo de educadores chilenos das universidades da Serena e Catlica de Valparaso, ambas do Chile, que, interessados na com-plexidade educativa e na crise da escolarizao, adentram-se no assunto da mediao pedaggica no mbito da motricidade humana, os contextos informais e os conhecimentos prticos construdos pelas prprias crianas. Em segundo lugar, Emerson Luis Velozo, professor do departamento de Edu-caao Fsica da Unviersidade Estadual do Centro-Oeste (unicentro) e Jocimar Daolio, professor da Faculdade de Educao Fsica da Universidade Estadual de Campinas (unicamp), ambas do Brasil, apresentam um estudo etnogrfico das prticas de um grupo de skatistas de Lisboa (Portugal). Seu objetivo chamar a ateno para as relaes que se estabelecem entre esta prtica social e corporal com o trabalho pedaggico escolar nos contextos dos processos de construo identitria. Teresa Ontaon, estudante de Doutorado da Facul-dade de Educao Fsica da Universidade Estatal de Campinas (unicamp), Marco Antonio Coelho, professor da mesma universidade e Erminia Silva, professora da Universidade Estatal paulista (unesp), Brasil, apresentam uma pesquisa que avana sobre o potencial pedaggico de uma prtica corporal que vem ganhando um importante espao social nos pases da regio: as atividades circenses que, rompendo fronteiras, agora so abordadas como

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    contedo de educao corporal ao conectar interesses da educao fsica e da educao esttica e artstica. Em um quarto trabalho, Marlen Campos, professora de Educao Fsica e de Mestrado em Educao da Universidade Austral de Valdvia, no Chile, e Carol Vargas, professora de Educao Fsica do Colgio Santa Marta da mesma cidade, mostram resultados de um es-tudo qualitativo que se interessa pelas condies existenciais de crianas residentes no Hogar del Nio, que tm em comum terem sido vulneradas em seus direitos. Do estudo sai uma proposta que se baseia no re-conheci-mento das crianas por meio de atividades vinculadas ao jogo cooperativo, atividades circenses, dana e disciplinas como a ioga e o reiki. Finalmente, Concepcin Snchez, professora da Faculdade de Cincias da Educao da Universidade da Corunha, Espanha, apresenta um estudo que parte de uma pesquisa-ao levada a cabo em um centro pblico. No mesmo se cruzam assuntos de cultura alimentcia, brincadeiras infantis e o cuidado corporal, e suscita, no contexto dos direitos da infncia, uma interessante discusso sobre a conexo que se estabelece em relao alimentao entre as prticas familiares, professorais, estudantis, governamentais e no governamentais. Neste ltimo grupo, contextos informais, skate, atividades circenses, abuso infantil, cultura alimentcia em contextos de crise econmica, so alguns dos disparadores que suscitam um necessrio reposicionamento didtico para os

    processos de interveno pedaggica do corporal.

    William Moreno G.

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    MONOGRFICO / MONOGRFICO

    VIOLNCIA EM AULAS DE EDUCAO FSICA: CORPORALIDADE, DOCNCIA E FORMAO1

    Juliana Telles de Castro *Alexandre Fernandez Vaz ** Marcus Aurlio Taborda de Oliveira ***Fbio Machado Pinto ****

    SNTESE: Uma das questes mais importantes a desafiar as prticas pedaggicas nas escolas pblicas brasileiras a violncia, em distintas formas de manifestao. Espao em que tradicionalmente a palavra tem menos valor que a abordagem contingencial, na disciplina curricular de Educao Fsica um conjunto de particularidades aparece, em grande medida, pela maior exposio do corpo, se comparada a outras atividades pedaggicas, mas tambm pelo carter competitivo de suas prticas. No presente trabalho, apresentamos uma investigao cujo objetivo foi pesquisar a dinmica das aulas de Educao Fsica nos anos iniciais do ensino fundamental em uma escola pblica da periferia de Florianpolis, sul do Brasil, ministradas por estudantes universitrios durante seu es-

    1 O artigo resultado parcial do programa de pesquisa Teoria Crtica, Racionalidades e Educao (III), bem como do projeto Documentao, sistematizao e interpretao de boas prticas pedaggicas nos processos de educao do corpo na escola, ambos financiados pelo cnpq. Uma verso preliminar do texto foi apresentada publicada nos respectivos anais do IV Colquio Internacional Educao e Contemporaneidade, Itabaiana, Sergipe, ufs, 2010. (Castro; Pinto, 2010). Os autores agradecem ao professor Cludio Valdez Santana, professor da escola em que o trabalho foi realizado, pela valorosa colaborao. A Lisandra Invernizzi, Gisele Carreiro Gonalves, Lara Beatriz Fuck e Fernanda Cristina Campos da Rocha, vai um agradecimento pelas leituras e comentrios sobre o texto.

    * Membro do Ncleo de Estudos e Pesquisas Educao e Sociedade Contempornea (Ced/ufsC/CnPq). Bolsista de Iniciao Cientfica CnPq, Brasil.

    **Professor do Programa de Ps-graduao em Educao e Programa de Ps-graduao Interdisciplinar em Cincias Humanas, da ufsC. Coordenador do Ncleo de Estudos e Pesquisas Educao e Sociedade Contempornea (Ced/ufsC/CnPq). Pesquisador CnPq. Florianpolis-SC.

    ***Professor do Programa de Ps-Graduao em Educao e Incluso Social e do Programa de Ps-Graduao Interdisciplinar em Estudos do Lazer, ambos da Universidade Federal de Minas Gerais, Brasil. Coordena o nuPes Ncleo de Pesquisas sobre a Educao dos Sentidos e das Sensibilidades. Pesquisador do CnPq.

    ****Professor Adjunto III CED/UFSC. Supervisor da disciplina de Estgio Supervisionado em educao fsica escolar I e II (men/Ced/ufsC). Membro do Ncleo de Estudos e Pesquisas Educao e Sociedade Contempornea (Ced/ufsC/CnPq), Florianpolis, SC. Brasil.

    Artculo recibido: 14/05/13; evaluado: 16/05/13 - 30/05/13; aceptado: 30/05/13

  • Violncia em aulas de Educao Fsica: corporalidade, docncia e formao

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    tgio supervisionado. Por meio da anlise de fontes que incluram relatos em cadernos de campo e relatrios produzidos pelos prprios estagirios, emergem resultados referentes ocorrncia de violncia durante as aulas de Educao Fsica: de um lado, o hbito dos alunos de substituir a ret-rica pela altercao corporal na resoluo de conflitos; e de outro, o uso da intimidao e da pedagogia da ameaa pelos estagirios, em meio s tentativas desenfreadas de manter o domnio das turmas.

    Palavras-chave: Educao Fsica; prtica de ensino; violncia escolar.

    Violencia en las aulas de educacin Fsica: corporalidad, docencia y FormacinSNTESIS: Una de las cuestiones ms importantes que desafa las prcticas pedaggicas en la escuela pblica brasilea es la violencia, en sus distintas manifestaciones. Al ser un espacio en el que tradicionalmente la palabra tiene menos valor que el abordaje contingencial, en la Educacin Fsica aparecen un conjunto de particularidades propias a esta disciplina curri-cular. stas sobrevienen, en gran medida, a causa de la mayor exposicin del cuerpo en comparacin a otras actividades pedaggicas, y tambin por el carcter competitivo de su prctica. En este artculo presentamos una investigacin cuyo objetivo fue estudiar la dinmica de aula en Educacin Fsica durante los aos iniciales de la educacin obligatoria en una escuela pblica del extrarradio de Florianpolis, sur de Brasil. Esta investigacin fue llevada a cabo por estudiantes universitarios durante sus prcticas tuto-radas. A partir del anlisis de fuentes, que incluyen relatos en cuadernos de campo e informes producidos por los propios internos, emergen resultados referentes a la aparicin de la violencia durante las clases de Educacin Fsica: Por un lado, el hbito de los alumnos a sustituir la retrica por el altercado corporal en la resolucin de conflictos; y por el otro, el uso de la intimidacin y de la pedagoga de la amenaza de la parte de los internos durante las tentativas enrgicas de mantener el control de las clases.

    Palabras clave: Educacin Fsica, prctica de la enseanza, violencia escolar.

    Violence in the classrooms oF physical education: corporeality, teaching and trainingABSTRACT: One of the most important issues to challenge the pedagogical practices in Brazilian public schools is the violence in each different forms. Physical Education is a school discipline in that the word traditionally doesnt have much value and where contingency approach dominates. The great exposure of body if compared to other school activities and its competitive character add something more to violence potential. In this paper, we present an investigation whose aim was to investigate the dynamics of Physical Education classes in pubic primary school on the outskirts of Florianopolis, southern Brazil, taught by college students du-ring their supervised training. Through the analysis of sources as reports on field notebooks and reports produced by the trainees, results emerge regarding the incidence of violence during Physical Education classes: on the one hand, the habit of students to substitute rhetoric for altercation body conflict resolution, and the other, the use of intimidation and threat by the trainees, amid rampant attempts to keep the domain classes.

    Keywords: Physical Education; Teaching Training; School Violence.

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    1. INTRODUO

    A violncia em suas distintas formas de manifestao uma das questes mais importantes a desafiar as prticas pedaggicas nas escolas pblicas brasileiras. Frequentemente presente como coao e no uso da fora fsica ou moral, a violncia escolar desestrutura representaes sociais muito evidentes em nossa sociedade, como aquela que associa a infncia ideia de inocncia, ou a que v a escola como refgio da paz e lugar de proteo (luCinda; nasCimento; Candau, 2001).

    Espao em que tradicionalmente a palavra tem pouco valor na disciplina curricular de Educao Fsica (ef), a violncia aparece de forma singular, em grande medida pela maior exposio do corpo durante as aulas, se comparada a outras atividades pedaggicas, mas tambm pelo carter competitivo da maior parte das suas prticas, fruto, inclusive, da sua prpria trajetria histrica, uma vez que ideias como desenvolvimento da fora, da energia, da vontade estiveram e esto entre as principais justificativas para a sua estabilizao curricular.

    No presente trabalho, apresentamos resultados de uma investigao cujo objetivo foi pesquisar a dinmica de aulas de ef nos anos iniciais do ensino fundamental em uma escola pblica da periferia de Florianpolis, sul do Brasil, ministradas por estudantes universitrios durante seu estgio su-pervisionado2. Por meio da anlise de fontes que incluem relatos em cadernos de campo e relatrios produzidos pelos estagirios, analisamos resultados referentes ocorrncia de violncia durante as aulas de Educao Fsica.

    Recorremos com frequncia a uma noo que, para os fins a que a destinamos, permanece em desenvolvimento, que corporalidade. Nascida como uma reao tradio da disciplina que se voltava estritamente para a motricidade humana, esta noo pretende recolocar o corpo em sua intei-reza no centro de debate sobre as possibilidades da sua educao. Se a sua dimenso orgnica no deve ser negligenciada, reconhece-se que o corpo e suas expresses so construes histricas. Da que a sua plasticidade poderia representar uma nova forma de conceber as prticas desenvolvidas em aulas de Educao Fsica nas escolas brasileiras. A corporalidade, como uma noo descritiva, ajuda, ento, a entender distintas prticas de educao do corpo na medida em que pode ser entendida como a expresso criativa e cons-ciente do conjunto das manifestaes corporais historicamente produzidas, as quais pretendem possibilitar a comunicao e a interao de diferentes

    2 A orientao geral do estgio segue as diretrizes desenvolvidas pela equipe do Ncleo de Estudos e Pesquisas Educao e Sociedade Contempornea (Vaz; sayo; Pinto, 2002).

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    indivduos com eles mesmos, com os outros, com o seu meio social e natural (taborda de oliVeira; oliVeira; Vaz, 2008).

    Podemos indagar outras maneiras de afetar os corpos que no se restrinjam ao movimento corporal. Na escola contempornea, a explorao pelo trabalho, o consumo de drogas, a discriminao em todos os seus ma-tizes, entre outros aspectos da vida social, podem, portanto, ser objeto das preocupaes dos professores escolares e dos formuladores de propostas pedaggicas. Nessa gama de temas passveis de serem tratados nas aulas de Educao Fsica, a violncia parece ter um lugar privilegiado, seja porque uma marca da prpria organizao social do Brasil, seja porque por meio do seu enfrentamento talvez possamos melhor compreender o que permanece como resduo da natureza no dominada em ns. Al-la condio de tema em nossas aulas pode significar indagar, inclusive, em que medida o corpo pode ser educado, uma vez observado como outro que no se submete pas-sivamente aos imperativos da (com)formao.

    O texto se divide em algumas partes. De modo a dar visibilidade a uma experincia particular que impe cuidados a toda forma de generalizao, descreveremos, primeiramente, a regio que abriga a escola e a conjuntura do campo de estgio analisado. Em seguida, apresentamos os trs momentos que compe a disciplina de estgio supervisionado: a observao das aulas de ef, a elaborao do plano de ensino e o perodo de interveno nas tur-mas. Perscrutamos episdios de violncia nas aulas e chegamos a algumas consideraes finais.

    2. O CAMPO DE ESTGIO

    O Macio do Morro da Cruz, regio em que se encontra o campo de estgio, comeou a ser ocupado ainda no final do sculo xix, com a chegada de escravos libertos cidade de Florianpolis, ento chamada de Nossa Senhora do Desterro (Henning, 2007). Quase um sculo depois, na gesto do governador Celso Ramos (1961-1965), a incurso intensifica-se ao ser criado o 1 Plano de Metas do Governo Estadual, que visava o incremento da infraestrutura urbana, com a implementao de bancos, universidades e empresas em Santa Catarina (dantas, 2007).

    exemplo da capital do pas, Rio de Janeiro, e de um amplo ciclo de reformas observadas nas principais cidades brasileiras, nos primeiros anos do sculo xx, Florianpolis passou por intensas transformaes urbanas. Alm da construo de redes de gua, da abertura de avenidas e do fornecimento de iluminao pblica com o uso de energia eltrica, o discurso de modernidade

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    exigiu uma ampla poltica sanitria e o embelezamento da cidade. Crianas rfs foram recolhidas das ruas, com a expectativa de se evitar que aumen-tasse a prostituio, e a populao de baixa renda foi deslocada das regies centrais da cidade: cortios, casas simples de pedreiros, marceneiros e de lavadeiras foram demolidos para dar lugar a praas e prdios pblicos, como convm a uma capital (dantas, 2007, p. 124). Ademais, segundo Dantas (2007), em decorrncia de investimentos macios no setor agroindustrial e da abertura da economia nacional ao capital estrangeiro no final do sculo xx, pequenos agricultores de todo o Estado de Santa Catarina comearam a ter dificuldade para obter crdito e as prticas migratrias para Florianpolis se tornaram constantes.

    Concomitante redefinio de espaos sociais no centro da cidade e ao crescente xodo rural, a populao excluda daquele processo de moder-nizao (ou includa em sua contraface) passou a ocupar morros e periferias, como foi o Macio. Com rea total de 2,1 milhes de metros quadrados, dos quais 675 mil metros configuram ocupao humana, estima-se que 8% da populao absoluta da capital ocupe o local (Vigolo, 2013). Os moradores distribuem-se em 17 comunidades, vivendo em precrias condies de higiene, sob os riscos ambientais da ocupao das encostas e envoltos na violncia financiada pelo narcotrfico (dantas, 2010).

    Com um dos ideb3 mais baixos do municpio de Florianpolis, a escola em que foi realizada a experincia aqui analisada contava com 285 alunos e funcionava em dois turnos: no perodo matutino atendia turmas do segundo ao quinto ano, no vespertino, estudantes de todo o ensino fundamental.

    A maior parte dos professores se encontrava em regime de contra-tao temporria4: dos vinte e seis docentes da escola, somente seis eram do quadro permanente. Como resultado, tem-se uma grande rotatividade de professores, o que acaba por prejudicar o desenvolvimento de projetos coletivos e de longo prazo. Como lembra Laterman (2000), a rotatividade docente dificulta a formao de equipes de trabalho, contribuindo para a precariedade da oferta da educao como um servio pblico de qualidade.

    3 O ndice de Desenvolvimento da Educao Bsica (ideb) foi criado pelo Instituto Nacional de Estudos e Pesquisas Educacionais Ansio Teixeira (ineP), em 2007. Remete tentativa de reunir num s indicador dois conceitos que dizem respeito qualidade da educao: fluxo escolar e mdias de desempenho nas avaliaes. Calcula-se o indicador a partir dos dados sobre aprovao escolar, obtidos no Censo Escolar, e de mdias de desempenho nas avaliaes do ineP, denominadas Saeb quando para as unidades da federao e para o pas e Prova Brasil quando para os municpios (ineP, 2010).

    4 Os professores temporrios so contratados por perodo determinado de tempo, enquanto os professores efetivos so concursados e possuem vnculo permanente.

  • Violncia em aulas de Educao Fsica: corporalidade, docncia e formao

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    A escola contava com parque infantil, ptio, ginsio esportivo, sala de apoio e um prdio de dois pisos, este com secretaria, salas da direo, do orientador pedaggico, dos professores, de artes, de aulas, banheiros para os alunos, para os professores, cozinha, refeitrio, almoxarifado da ef, laborat-rios de informtica climatizados e auditrio equipado com sistema de som.

    A manuteno e a limpeza dos ambientes eram precrias, em especial as das salas de aula e as do ginsio. Este, ainda que houvesse sido recentemente construdo, possua traves de futsal e tabelas de basquete construdas com material de muito baixa qualidade, em rpido processo de deteriorao, o que dificultava ou mesmo impedia seu uso. Alm disso, havia goteiras que impossibilitavam as prticas em dias de chuva por vezes at nos dias que se seguiam e banheiros e vestirios que tinham sido abandonados pela administrao. Situaes como essa so, por elas mesmas, ilustrativas do que aqui analisamos, pois o descaso da sociedade e dos governos com as oportunidades educacionais das novas geraes j exemplo claro, na forma da negligncia, de violncia. Ademais, para Cardia (1997, p. 56), tais situaes so um convite disseminao da violncia, na medida em que o descuido [...] sugere uma terra de ningum, uma terra sem dono que pode ser ocupada por aquele que tem fora e coragem para faz-lo.

    3. O ESTGIO SUPERVISIONADO

    O estgio supervisionado disciplina capital na formao do futuro docente, pois alm de possibilitar contato mais estreito com a realidade de ensino, permite que o estudante, h anos no curso, descubra-se no lugar de professor. Nas recentes tentativas de redefinir a formao dos professores escolares no Brasil, o Estgio se configura como tempo e lugar de insero no universo de problemticas da escola, tentativa de oportunizar ao futuro professor um re/conhecimento da sua dinmica cotidiana.

    No curso de licenciatura em ef da Universidade Federal de Santa Catarina (ufsC), constam duas disciplinas de estgio supervisionado: o Es-tgio Supervisionado em ef Escolar I, na sexta fase de curso5, e o Estgio Supervisionado em ef Escolar II, na stima, ambas com 252 horas-aula. A experincia aqui tratada aconteceu no primeiro deles. Naquele ano de 2009, como ainda hoje, o Estgio se materializava em trs momentos distintos (Vaz; sayo; Pinto, 2002).

    5 A Licenciatura em ef da ufsC prev oito fases que totalizam, no mnimo, quatro anos de curso.

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    No primeiro deles aconteceram aulas tanto na universidade, como na prpria escola na qual aconteceria o estgio, para que aos poucos fosse conhecido o futuro campo de interveno. Os estagirios passaram a frequentar os ambientes escolares (salas de aula, sala de professores, refeitrio, ptio, banheiros, entre outros) e a aprender as normas internas da instituio, estivessem elas explcitas nos regulamentos ou implcitas s relaes. Nas seis semanas que compuseram esse perodo, procuraram resgatar o acmu-lo terico e prtico das fases anteriores, explorar as propostas de ensino e problematizar a ef na escola pblica a partir da observao minuciosa da sua estrutura.

    J no segundo momento, por duas semanas6, aulas de ef na escola foram observadas e sistematicamente registradas7. Para que se ampliasse o conhecimento sobre o ambiente de trabalho, os estagirios passaram a tomar nota de outros tempos e espaos da escola, como o recreio, a sala dos professores e as conversas com os funcionrios no incio da manh. Com materiais e reflexes at ento explorados, foi construda a proposta de interveno. Em busca de uma dinmica mais efetiva de trabalho, os sete estagirios que cursavam a disciplina foram divididos em dois grupos. Um deles, com quatro alunos, acompanhou as turmas do segundo e do terceiro ano do ensino fundamental, enquanto o outro, com trs alunos, permaneceu junto ao quarto e ao quinto ano. das prticas do primeiro grupo de estagi-rios que nos ocupamos.

    O ltimo, com durao de oito semanas, correspondeu ao perodo de interveno propriamente dito8. Os estagirios se organizaram de modo a se experimentarem como professores de trs turmas: duas do segundo e uma do terceiro ano. Os alunos tinham de seis a nove anos de idade e cada uma das turmas contava com cerca de vinte alunos. Seja como professor ou ao registrar em cadernos de campo, as aulas dos demais colegas, cada estagirio participou de trs aulas de ef por semana. Deste modo, todas as aulas contaram com a presena de, no mnimo, dois universitrios: um a ministrar e o outro a observar a aula. Destaque-se que todas as aulas tambm

    6 Optou-se por um curto perodo de observao das aulas ministradas pelo professor de ef da escola para que houvesse menos constrangimento desgaste nas relaes, uma vez que no fcil ser observado por um longo tempo, bem como para que se pudesse ampliar o perodo interveno nas turmas.

    7 Os registros da disciplina de Estgio Supervisionado em Educao Fsica foram produzidos por uma das autoras do presente trabalho, Juliana Telles de Castro, e por seus colegas Bianca Natlia Poffo, Cludio Cherem Garcia e Tiago Fernandes, que gentilmente permitiram que utilizssemos parte do material por eles elaborado.

    8 importante ressaltar que alm de ministrarem quantidade reduzida de aulas, os estagirios atuaram em nmero menor de turmas, em comparao com o professor de ef da escola, responsvel por muitas ao mesmo tempo.

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    contaram com o acompanhamento do professor de ef da escola e do profes-sor ou da monitora da disciplina de Estgio Supervisionado. Com o trmino da interveno, os estagirios tiveram mais duas semanas para concluir o relatrio, na forma de artigo. A reflexo sobre a prtica pedaggica, todavia, ocorreu durante todo o semestre.

    3.1 AS AULAS DE EDUCAO FSICA

    As aulas de ef observadas tinham cinquenta minutos de durao e frequncia de trs vezes semanais. Aconteceram tanto no ptio e no ginsio da escola, como na sala de apoio, em dias de chuva. Dentre os materiais disponveis para as aulas podemos citar bolas, cordas, cones e arcos. Segundo relato do professor de ef, observa-se tanto o excesso de alguns dos materiais de ef, como a falta de outros. De acordo com a coordenao da escola, a dis-tribuio de equipamentos adquiridos via projetos de apoio do governo federal nem sempre compatvel com as necessidades da instituio (observe-se que a escola, mesmo sendo estadual, parece no contar com recursos desta origem). Por exemplo, h a disponibilizao de flutuadores de espuma para natao em escolas que no tm piscina. Essa prtica parece denunciar as formas pouco rigorosas e at arbitrrias que assume a gesto da educao pblica no Brasil, uma vez que o estado que financia a escola pouco investe para conhecer as suas reais necessidades. Consequentemente, salta aos olhos o tema da gesto dos recursos destinados educao pblica, uma vez que o exemplo sugere que recursos so consumidos sem qualquer planejamento, diagnstico ou acompanhamento.

    Cabe observar que o professor de ef responsvel pelas aulas no disponibilizara o plano de ensino da disciplina para a coordenao pedaggica da escola, tampouco para nossa equipe, ainda que tenha afirmado t-lo em casa. Entre os contedos previstos, compunham as aulas brincadeiras como pega-pega9, morto-vivo10 e a galinha quer pr11, componentes do repertrio

    9 escolhido um comandante, que virado de frente para os alunos dar os comandos morto, quando quiser que todos se agachem e vivo quando quiser que todos fiquem de p. Quem errar sai da brincadeira. Ganha a brincadeira a ltima criana que restar.

    10 Um dos alunos escolhido para comear pegando, enquanto os demais devem tentar no ser apanhados. Quem for tocado primeiro pelo pegador, assume seu lugar.

    11 Escolhe-se um aluno para comear e os demais sentam em crculo. Quem est em p deve segurar um objeto, como um leno, e correr em volta da roda enquanto os outros cantam a msica A galinha quer pr, s no pode dizer nem para o vov nem para a vov. Bota um, bota dois, bota trs...at dez. Antes que a cano acabe a criana que est correndo deve colocar o objeto atrs de qualquer uma das crianas que esto sentadas e continuar correndo. Quando aquela quem tem o objeto atrs de si perceber que foi escolhida, deve segur-lo e correr atrs da outra criana para tentar peg-la antes que ela d uma volta no crculo e sente-se no seu lugar.

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    de jogos tradicionais no Brasil. No entanto, verificamos grande insistncia dos meninos12 em jogar futebol e das meninas para pular corda, o que sugere que esse modelo fazia parte do cotidiano escolar antes de ser interrompido pela presena dos estagirios13.

    As atividades que envolviam a ao de correr ou que eram acom-panhadas de msica pareciam encontrar maior aceitao entre os alunos, enquanto aquelas em que se exigia que ficassem parados por muito tempo ou que obedecessem a um grande nmero de regras, geravam com mais frequncia disperso e mesmo conflagraes corporais.

    A ocorrncia de ofensas, ameaas, empurres, tapas, socos e chutes entre os alunos era constante, afetando o desenvolvimento das aulas:

    Ao fazer uma roda, para que a atividade pudesse ter incio, a Estagiria 1 d uma das mos para a aluna M. e a outra para o aluno B. Ao ver a estagiria dando a mo para B., M. olha para B. com uma expresso de desgosto no rosto e fala para: ui professora, voc vai dar a mo para esse perebento? A Estagiria 1 olha para o aluno, e em seguida para M. e responde: no vejo por que no, somos todos iguais aqui M.. Nesse instante, a estagiria precisa sair da roda e fala para M.: M., d tua mo para o B.. A menina recolhe a mo e diz: no professora, ele de outra raa (Dirio de Campo, 26 de outubro de 2009).

    Xingamentos e ameaas como filho da puta e vou te matar foram constantes durante a aula (Dirio de Campo, 04 de setembro de 2009).

    Mais uma vez atos de violncia estiveram presentes durante a aula, como foi o caso da agresso do aluno K. ao colega V. (Dirio de Campo, 23 de setembro de 2009).

    Logo que os alunos chegaram ao ginsio, houve disperso, brigas e M. foi encontrada no cho, chorando bastante. Quando perguntamos o que tinha acontecido, a aluna respondeu que havia levado um chute na barriga, do aluno K. Nisso, M. levanta-se e senta-se na

    12 Destaque-se que as turmas que observamos no eram divididas por gnero. 13 Este parece ser um dos grandes problemas dos estagirios no cotidiano

    das escolas, na medida em que o mpeto em oferecer aos alunos uma ampla gama de experincias corporais no raramente se choca com a inrcia da tradio, o que pode colocar em xeque at mesmo a autoridade do professor. Ilustrativo deste problema foi a situao observada em outra escola pblica, desta vez na cidade de Curitiba, tambm no momento de estgio supervisionado. Indagado pelo supervisor dos estagirios por que no permitia a sua presena nas suas aulas, um professor prontamente respondeu: Esses meninos vem aqui e ensinam uma srie de coisas que depois eu vou ter que fazer tambm! Entre o desafio de oferecer aos seus alunos experincias significativas a partir da mobilizao da sua corporalidade, o professor optava por manter-se na sua zona de conforto de uma prtica pela prtica centrada no modelo esportivo.

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    arquibancada. K. se aproxima da menina e diz que no bateu nela, e em seguida pede desculpas. A aluna K. fala que ir contar para o seu irmo sobre o ocorrido e que ele ir bater em K. A partir desse momento os outros alunos tambm comeam a brigar e decide-se encerrar a aula (Dirio de Campo, 17 de setembro de 2009).

    Os episdios de hostilidade pareciam naturalizados pelos alunos, e qui, pelo professor, que procurava intervir somente em alguns dos casos, ao repreender, ameaar ou castigar14 os envolvidos. De acordo com Abramo-vay e Rua (2003), mesmo aqueles que no se envolvem diretamente com a violncia so capazes de relatar inmeras ocorrncias de agressividade no ambiente escolar, e essa proximidade por si s j contribui para banalizar o comportamento violento.

    3.2 A ELABORAO DA PROPOSTA DE INTERVENO

    A manifestao da violncia, protagonista nas aulas de ef, foi questo central ao elaborarmos a proposta de interveno. Como subsdio, recorremos aos pilares para a Educao propostos pela unesCo15 e propusemos como tema um conjunto de brincadeiras populares.

    So quatro os pilares indicados no Relatrio da Comisso Inter-nacional sobre a Educao do sculo xxi, da unesCo: aprender a conhecer, aprender a fazer, aprender a viver junto e aprender a ser16. Todavia, em funo do diagnstico feito das aulas de ef, os estagirios fizeram a opo de se

    14 Configuravam entre os castigos mais comuns: impedir que o aluno participasse de uma (ou mais) atividade da aula e a ordem para que este se dirigisse sala da coordenao. Em algum grau essas tambm podem ser tomadas como atitudes de violncia, na medida em que o professor gerencia o conflito com o uso abusivo da sua autoridade. A ideia de resilincia aqui perde o sentido, uma vez que no existe a tentativa de acordos pactuados para a soluo dos conflitos, permanecendo a lgica do mais forte, fsica ou simbolicamente.

    15 Organizao das Naes Unidas para a Educao, a Cincia e a Cultura foi fundada em 16 de novembro de 1945 para acompanhar o desenvolvimento mundial e buscar solues para os problemas que desafiam nossas sociedades. Busca promover a cooperao internacional entre seus 193 Estados Membros e seis Membros Associados nas reas de educao, cincias, cultura e comunicao (about, 2013).

    16 O pilar aprender a conhecer tem alicerce no prazer em descobrir e parte do princpio de que como no temos como conhecer tudo, o mais importante sabermos os meios para alcanar os conhecimentos desejados. J o aprender a fazer pontua sobre a necessidade de a educao associar a tcnica com a aplicao de conhecimentos tericos. Por fim, o aprender a ser refere-se capacidade que o mundo atual exige das pessoas, de se ter uma postura tica, haja vista que o pessoal interfere no destino coletivo (souza, 2008). Para mais detalhes consultar: Educao um Tesouro a Descobrir. Relatrio para a unesCo da Comisso Internacional sobre a Educao para o Sculo xxi. 1996.

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    ocupar majoritariamente de um deles, o aprender a viver junto. Considera-do de grande importncia em processos educativos nos dias atuais, o pilar ressalta o valor de se aprender a viver em sociedade e preconiza atividades que enfoquem a afetividade, a comunicao, a cooperao, a coletividade, a interao, o reconhecimento do outro e o respeito s diferenas (souza, 2008), tudo isso muito importante em uma sociedade profundamente violenta.

    Para as aulas de ef os estagirios propuseram brincadeiras que julgavam ser capazes de fomentar melhor relacionamento entre os alunos, isto , atividades que prezassem o trabalho em equipe e pelo contato corporal livre de hostilidade e de prtica discriminatrias diante do outro.

    3.3 A ATUAO EM EPISDIOS DE VIOLNCIA

    No perodo de interveno do estgio, foram empregadas pelos estagirios duas estratgias perante as ocorrncias de violncia durante as aulas de ef: retirar da aula os protagonistas ou dialogar sobre as suas aes.

    O aluno A. ficou sentado no ginsio, apenas observando a aula de ef, pois agrediu uma colega logo que a turma chegou ao local (Dirio de Campo, 28 de agosto de 2009).

    Mais uma vez o aluno J. foi agressivo com os demais e precisou ser retirado da aula. O Estagirio 1, que estava apenas observando a aula, perguntou-lhe porque tinha agido daquela forma. J. pediu desculpas e o estagirio frisou a importncia de uma mudana de atitude do aluno. J. ento exclamou: eu vou fazer o que o professor pedir, deixa eu voltar. O estagirio pediu que ele comentasse o que havia falado para ele com a Estagiria 2, res-ponsvel pela aula. O aluno J. conversou com ela e foi novamente inserido nas atividades (Dirio de Campo, 25 de setembro de 2009).

    O aluno L. deu um soco no rosto do colega W., aps W. pegar o chinelo de L. e jog-lo para longe. Ao perceber o que tinha ocorrido, o Estagirio 2 chamou L. para uma conversa. O estagirio afirmou que existem outras formas de reagirmos a situaes como essa e destacou a importncia do dilogo na resoluo de conflitos (Dirio de Campo, 17 de setembro de 2009).

    Ao mediar casos de violncia, muitas vezes o professor de ef da escola optava por privar tais alunos de participar de suas aulas, talvez a nica forma que vislumbrava para minimamente seguir com a prtica. Por vezes, os estagirios reproduziram tal procedimento para impedir que os demais alunos da turma fossem prejudicados e, tambm, porque foi o recurso que lhes pareceu possvel para que a aula tivesse continuidade. Assim como Gomes e

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    Fonseca (2005), entretanto, consideramos que apenas retirar os alunos das aulas no resolve a situao e implica em duas dificuldades: a inexistncia de postura formativa por parte dos professores/estagirios e a impossibilidade dos professores/estagirios e dos alunos refletirem sobre o ocorrido. Ou seja, para o que o acontece nas aulas possa ser incorporado como experincia, no se pode abrir mo da dimenso dialgica e compreensiva que subjaz todas as formas de vida social, mesmo em relao a prticas de violncia, que se dirigem majoritariamente a outro.

    Ademais, a adoo de formas punitivas sem a precedncia do dilogo e das tentativas de entendimento de situaes de violncia correm o risco de contribuir para sedimentar e/ou naturalizar aquelas prticas, na medida em que se adota uma postura meramente reativa e no reflexiva. Pensar que a violncia emerge em situao de conflito significa implicar os alunos no seu enfrentamento e na sua resoluo, de modo a tentar faz-los compreender que as prticas violentas so apenas uma possibilidade de viver em sociedade, estando longe de ser a melhor. Ao apenas punir os alunos, alimentamos o circuito da violncia na medida em que impedimos o acesso reflexo sobre uma determinada situao, reflexo mediada pela atitude dialgica entre aquele que sofre e aquele que pratica o ato violento.

    nesse aspecto que a corporalidade se desloca de uma perspectiva e exercitao fsica, marca da rea de ef, para outra onde as manifestaes corporais emergem na sua radicalidade existencial. Se conseguirmos admitir que somos capazes de atitudes violentas, se reconhecermos que as prticas violentas se fundam em relaes assimtricas de poder, que ela implica a prevalncia de nossos impulsos mais arcaicos contra o primado da razo e do entendimento, ento a violncia, expresso que da ordem do corpo, passar a ser um aspecto central do ensino da Educao Fsica nas nossas escolas. Se, ainda, tivermos a capacidade de refletir sobre a violncia como um dos traos mais marcantes da sociedade brasileira, talvez tenhamos uma chance de melhor prepararmos nossas crianas e jovens no apenas para rejeit-la e combat-la, mas para, consequentemente, atuar na vida pblica em termos mais eficazes e edificantes.

    Em nossa perspectiva o

    conjunto de prticas corporais do homem, sua expresso criativa, seu recon-hecimento consciente e sua possibilidade de comunicao e interao na busca da humanizao das relaes dos homens entre si e com a natureza estamos chamando de corporalidade. A corporalidade se consubstancia na prtica social a partir das relaes de linguagem, poder e trabalho, estruturantes da sociedade. (taborda de oliVeira, 1998, p. 131).

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    Adotado o entendimento de que a violncia se funda em relaes assimtricas de poder e tem seu lcus privilegiado nos corpos dos indivduos que a praticam ou que dela so vitimas, parece pouco que professores se limitem a punir, em exerccio arbitrrio de poder, aqueles alunos envolvidos em situaes violentas, sem que faam qualquer esforo para faz-los en-tender que a vida que muitos deles levam e reproduzem nas escolas uma vida de extrema violncia.

    Assim, os estagirios adotaram uma segunda medida, que no era utilizada de forma sistemtica nas aulas de ef que haviam observado: o di-logo com os alunos inscritos em episdios de violncia, a exemplo de outras experincias escolares (luCinda; nasCimento; Candau, 2001; laterman, 2000). Segundo Charlot (2002), a violncia ser muito mais provvel na medida em que a palavra se tornar impossvel. Em direo semelhante, para Lucinda, Nascimento e Candau (2001, p. 50), a violncia pode ser concebida como uma forma de dizer com atos o que no se pode dizer com palavras17. Uma passagem de nosso Dirio de Campo pode ilustrar o contraste entre o uso da fala e o exerccio da violncia na resoluo de conflitos:

    O aluno P. saiu do ginsio durante a aula e a Estagiria 1 foi atrs dele. Ela o avistou ao longe e percebeu que uma parte do piso ao seu lado estava molhado. Perguntou-lhe se ele havia feito xixi ali e ele disse vrias vezes que no. A estagiria o chamou para perto, para que pudessem conversar e ele comeou a chorar e a pedir que ela no batesse nele. Ela disse que nunca faria isso e perguntou se ele queria ir ao banheiro, local no qual ele poderia fazer xixi quando estivesse com vontade. Ele disse que sim e saiu em direo ao banheiro sorrindo (Dirio de Campo, 30 de outubro de 2009).

    Para Lucinda, Nacimento e Candau (2002, p. 74), auxiliar no desenvolvimento de um ser social dotado da capacidade de falar, de ex-pressar seus sentimentos atravs da palavra, e no de atos violentos, dotar este ser de eloquncia18, dar voz ao aluno constituem, certamente, papel da escola na difcil tarefa de enfrentar as situaes de violncia (luCinda; nasCimento; Candau, 2001, p. 74). Conversar com os alunos, que, em princpio, parecera aos estagirios uma ao simples, revelou-se tarefa deli-cada. Nem sempre os estagirios souberam como dialogar com os alunos a

    17 Expresso utilizada por Raquel Villardi no 1 Seminrio Pedaggico, promovido pela 3 Coordenadoria Regional de Educao da Secretaria de Educao do Rio de Janeiro, em 1998 (luCinda; nasCimento; Candau, 2001).

    18 Termo utilizado por Raquel Villardi em palestra proferida no 2 Seminrio Pedaggico, promovido pela 3 Coordenadoria Regional de Ensino da sme/rj, para designar o domnio da linguagem - leitura, organizao do pensamento e escrita - em seu registro culto (luCinda; nasCimento; Candau, 2001).

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    respeito dos casos de violncia que permeavam as aulas. Buscavam entender o que acontecera, ouvir o que os envolvidos tinham a dizer e conscientiz-los sobre outras formas de lidar com a situao, como por exemplo, procurar o professor ou um estagirio quando algum colega o ofendesse ou agredisse. preciso reconhecer que mesmo ns professores estamos mergulhados em uma ambincia de violncia cotidiana. Isso torna nossa interveno ainda mais crucial, porm, muito difcil, medida que todos, em maior ou menor grau, estamos inscritos em diferentes circuitos violentos, como procurou demonstrar Theodor W. Adorno (1995) ao refletir sobre aqueles que tm como profisso ensinar.

    O dilogo com os alunos nem sempre se mostrou possvel. Por vezes, os que haviam se envolvido em cenrios de violncia se negavam a conversar com os estagirios, professores ou com o coordenador da escola:

    Logo que a aula acabou os alunos W. e R. comearam a brigar. O Estagirio 2 apartou o conflito e imediatamente W. deixou o ginsio. O estagirio tentou conversar com o aluno R., que ainda estava no local, mas ele no quis lhe falar nada e lhe deu as costas (Dirio de Campo, 18 de setembro de 2009).

    A atividade estava sendo realizada quando o aluno K. comeou a agredir os colegas J. e V. e a aula teve que ser interrompida. Dois estagirios apartaram a briga e K. foi encaminhado sala da coordenao para uma conversa. O coordenador tentou conversar com o aluno, que no lhe respondeu ou pareceu lhe dar ateno (Dirio de Campo, 10 de setembro de 2009).

    Essas situaes talvez ilustrem bem a dificuldade diante da inten-cionalidade de educar os corpos em aulas de ef. Afinal, seria ingnuo supor que algumas palavras poderiam ser responsveis pela radical mudana de atitude de um indivduo diante dos imperativos sociais. O exerccio efetivo de superao das prticas de violncia parece advir de uma reiterao de prticas corporais que permitam uma reflexo qualificada sobre as maneiras como agimos e os motivos pelos quais assim o fazemos. Essa experincia modificada pode emergir do reconhecimento do outro como distinto, portador de necessidades, expectativas e interesses singulares, que no necessaria-mente confrontam os interesses, expectativas e necessidades do interlocutor. Quando se estabelece o confronto e o conflito de interesses, como no caso das prticas esportivas ou no simples atos cotidianos de disputa, ento o momento em que a resilincia pode fazer sua entrada, uma vez que a mediao de conflitos o prprio cerne da convivncia pblica, e a escola tem como funo precpua, como sugere Hannah Arendt (1992), no s proteger os mais novos da violncia do mundo, como prepar-los para atuar na dimenso pblica de maneira a fazer prevalecer o interesse comum. Aqui, talvez esteja localizada uma das possibilidades mais potentes da Educao Fsica como

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    saber escolar, pouco dimensionada ao longo da sua trajetria, e para a qual a noo de corporalidade pode contribuir significativamente, pois, na explo-rao cotidiana dos corpos na escola estaramos diante de uma possibilidade mpar de levar nossos alunos a refletir sobre a misria de uma vida fundada na violncia, sobre as possibilidades reais de super-la ou mitig-la, sobre o sentido de uma vida que perde sentido.

    De qualquer forma, quando os estagirios conseguiram conversar com os alunos, observamos expressiva diminuio nas ocorrncias de vio-lncia, em uma simples relao de causa e efeito. Todavia, apesar de, s vezes, termos identificado certa diminuio na frequncia, os episdios de violncia voltavam tona, o que denota claramente que este no um tema que deva ser tratado burocraticamente em um fluxo temporal determinado, como acontece com frequncia nos planos de ensino tradicionais, uma vez que algo que diz respeito s formas de gesto da vida em sociedade e, como tal, necessitam de exerccio constante, exerccio que mesmo do domnio da convivncia corporal.

    4. CENRIOS VIOLENTOS

    Os sentidos da violncia so contextuais, como mostra, entre tantos outros, Norbert Elias (1977/1979). At recentemente o crime de homens contra as suas esposas, quando justificados pela honra, eram considera-dos atos legtimos. Ainda hoje a violncia contra o indivduo que mata ou estupra, por exemplo, vista por muitos como indispensvel ordem social. Ou seja, a concepo de violncia expressa os valores, o modo de vida e as contradies de cada sociedade (laterman, 2000).

    De forma anloga, no mbito escolar a percepo de violncia modifica-se com o passar dos anos e em funo dos sujeitos em questo. Para Debardieux (1997 apud barroso, 2003), evidente que a violncia ingrediente da educao desde a origem da escola. preciso lembrar que a obedincia e a no contestao da autoridade de outrora, muitas vezes eram obtidas por meio de prticas despticas e coercitivas, traduzidas em punies e castigos corporais. Ao se abordar a corrente violncia entre alunos, todavia, alguns professores revelam certa nostalgia das prticas escolares do passado (rego, 1996). De acordo com Aquino (1996), quase sempre idlica (e fan-tasiosa), esta escola do passado ainda para muitos o modelo almejado. A associao de bom aluno quele que no contesta, no questiona, submisso e passivo, ainda persiste no imaginrio docente, de modo a ocorrer o embate do aluno de hoje, construdo historicamente, as velhas formas institucionais cristalizadas (aquino, 1996).

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    Do mesmo modo, conserva-se a ideia de que conseguir manter o controle dos alunos fator imprescindvel queles que querem ser bons professores (dani, 2008). Ao refletir sobre as aulas ministradas, pudemos constatar no isentos de frustraes ou mal-estar que, em meio s tenta-tivas desenfreadas pelo domnio das turmas, por vezes os estagirios gritavam ou ameaavam os alunos, eram violentos tambm:

    No final da chamada, que realizada no incio da aula, o Estagirio 2 j havia gritado com as crianas duas vezes e perguntou turma se no decorrer da aula precisaria faz-lo mais vezes (Dirio de Campo, 5 de novembro de 2009).

    Trs alunos no queriam participar da atividade19 e a Estagiria 1 perguntou: vamos participar ou vamos para a sala?. Uma das alunas insistiu em no se juntar ao grupo e a estagiria acrescentou: estamos s esperando a L., sem ela o jogo no comea. Mais uma vez a aluna no quis participar e a Estagiria 2, que estava observando a aula, perguntou a L. se ela gostaria de ficar em sala na prxima aula. Desta vez a ameaa surtiu efeito e a aluna L. entrou no jogo (Dirio de Campo, 30 de setembro de 2009).

    A partir deste momento aconteceram mais brigas entre os alunos e a Estagiria 1 decidiu encerrar a atividade e conduzir a turma para a sala de aula. Com a professora de classe da turma presente, pede-se que os alunos no se comportem assim de novo. Acrescenta--se que a partir da aula seguinte, os alunos que insistirem em ser agressivos com os colegas ficaro na sala de aula durante a ef20 (Dirio de Campo, 17 de setembro de 2009).

    A violncia entre os alunos no era, portanto, a nica que merecia nossa ateno durante as aulas. Mesmo com menor frequncia e apenas na forma verbal, ao adotarem a intimidao e a pedagogia da ameaa os estagirios tambm fomentavam episdios de violncia21. Nesse sentido, para Charlot (2002), o problema no fazermos desaparecer da escola a agressividade e o conflito, mas sim cuidarmos para regul-los a partir da no violncia, de uma atitude de resilincia, na medida em que a vida conflito e dilogo. Naturalizar a violncia, no entanto, pode significar o recrudescimento das formas de dominao material e simblica caractersticas da sociedade

    19 A autoexcluso dos alunos durante as de ef era frequente. 20 A ideia partiu da prpria professora de classe, quando os estagirios

    perguntaram-lhe o que poderia ser feito para evitar que situaes como essas voltassem a acontecer.

    21 Mesmo professoras da Educao Infantil justificam que, por vezes, tratam os alunos de forma violenta como consequncia do mau comportamento que eles demonstram (gomes e fonseCa, 2005).

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    brasileira. Parece-nos que a corporalidade abordada nas aulas de Educao Fsica seria uma grande possibil