RIBLA 5-6-Perdonanos Nuestras Deudas

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    EDITORIAL

    La Deuda Externa deteriora, da tras da, las condiciones de vida de los pueblos latinoamericanos.

    Acelera el empobrecimiento. Implica la muerte prematura para un nmero cada vez mayor de nios.Resulta en menos escuelas, en menos viviendas, en fin, en menos vida para los pobres.

    Y la resistencia est aumentando. Los movimientos populares estn cuestionando el origen y el

    automatismo de esta deuda. Ya alcanzan, en algunos lugares, una significativa movilizacin de la

    sociedad contra esa expoliacin sistemtica.

    Y las Iglesias se vienen mostrando solidarias con los clamores del pueblo que, sin jams ser

    preguntado, fue endeudado. Fueron realizadas, y estn programadas, consultas para el estudio del

    asunto. Y sectores importantes de las Iglesias han asumido una posicin de denuncia proftica contra

    el pago de la Deuda Externa.

    Por ello, este nmero 5-6 de la Revista de Interpretacin Bblica Latinoamericana est dedicado a

    esta cuestin de la Deuda Externa. Sus artculos fueron escritos desde la perspectiva de los

    empobrecidos y en sintona con todos los que, en la lucha por la vida, se solidarizan con los

    masacrados por el endeudamiento. De hecho, en estas circunstancias, imparcialidad significa

    parcialidad junto a los desheredados!

    Los diversos artculos muestran que, evidentemente, no se trata de apelar al concordismo, de

    yuxtaponer los tiempos bblicos a los nuestros. Insisten en las diferencias. Sealan las especificidades

    de la cuestin de la deuda en el contexto de la Biblia. An as, y respetando las diferencias, el saldo es

    positivo: los diversos artculos de este nmero alcanzan a inspirar nuestra prctica actual en relacin

    a la Deuda Externa.

    En el inicio se ha colocado una meditacin bblica, justamente sobre el Padre Nuestro: Perdnanos

    nuestras deudas (Paulo Lockmann). En la oracin ms pronunciada, en la oracin de nuestro da-a-

    da, pedimos y nos comprometemos con la lucha contra la lgica de las deudas.

    Siguen tres ensayos que abordan la temtica a la luz de momentos del Antiguo Testamento, uno del

    inicio de la historia del pueblo, Salomn y los trabajadores (Carlos A. Dreher), y otro de una fase ms

    avanzada, pos-exlilica, La deuda en la reforma social de Nehemas (Jos Severino Croatto).

    Y el mismo autor nos abre una hendidura hacia el mundo circundante, al brindarnos unas notas

    sobre Deuda y justicia en textos del Antiguo Oriente.

    Entre el Antiguo y el Nuevo Testamento se sita el artculo sobre La lucha contra la deuda externa:

    crtica proftica o apocalptica? (Jung Mo Sung). Este llama la atencin sobre las diferencias entre la

    perspectiva proftica y la apocalptica.

    La apocalptica tambin es el nfasis del primero de los artculos ms volcados al Nuevo Testamento.

    El estudio sobre Apocalipsis 18 lleva por ttulo El juicio de Dios contra las transnacionales (Dagoberto

    Ramrez Fernndez). En el ambiente de los evangelios se sita el ensayo de Jos Crdenas Pallares:

    Reino de Dios o reino del dinero. Y, por ltimo, tenemos un anlisis del propio Imperio que es el teln

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    de fondo de la palabra de Jess sobre el dinero, y que es el blanco de la crtica apocalptica: El

    Imperio y los pobres en el tiempo neotestamentario (Nstor O. Mguez).

    Destacbamos que el presente nmero de RIBLA tiene una meditacin en su comienzo. Esto

    evidencia el contexto pastoral del cual brot la temtica, y a partir del cual este nmero fue

    elaborado. Con este nfasis tambin concluimos: La deuda externa y los nios. Nuestros hijos e hijasson tan buenos como los de ellos (Nancy Cardoso Pereira y Luis Torres).

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    CONTENIDO

    EDITORIAL 2

    PERDNANOS NUESTRAS DEUDAS 5

    Una meditacin sobre la oracin: Una forma de lucha y resistencia a la opresin

    Paulo Lockmann

    SALOMN Y LOS TRABAJADORES 12

    Carlos A. Dreher

    LA DEUDA EN LA REFORMA SOCIAL DE NEHEMAS. Un estudio de Nehemas 5:1-19 21

    Jos Severino Croatto

    DEUDA Y JUSTICIA EN TEXTOS DEL ANTIGUO ORIENTE 31

    Jos Severino Croatto

    LA LUCHA CONTRA LA DEUDA EXTERNA: CRTICA PROFTICA O APOCALPTICA? 36

    Jung Mo Sung

    EL JUICIO DE DIOS A LAS TRANSNACIONALES. Apocalipsis 18 44

    Dagoberto Ramrez Fernndez

    REINO DE DIOS O REINO DEL DINERO 63

    Jos Crdenas Pallares

    EL IMPERIO Y LOS POBRES EN EL TIEMPO NEOTESTAMENTARIO 74

    Nstor O. Mguez

    LA DEUDA EXTERNA Y LOS NIOS. Nuestros hijos e hijas son tan buenos como los de ellos 87

    (Una experiencia)

    Nancy Cardoso Pereira y Luis Torres

    LA LECTURA DE LA BIBLIA 97

    Carlos Mesters

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    PERDNANOS NUESTRAS DEUDAS

    Una meditacin sobre la oracin: una forma de lucha y resistencia a la opresin

    Paulo Lockmann

    I. Introduccin: el Padre Nuestro en el marco de las formas de oracin del mundo judaico

    Es interesante comenzar subrayando que la experiencia de la oracin en el mundo judaico es, antes

    de todo, una experiencia comunitaria, pues, un judo, incluso cuando oraba solo, lo haca en la

    condicin de miembro del pueblo de Dios (Sal. 35, 18; 111, 1). Esto nos permite ver cmo podemos

    ser arrancados de una tradicin bblica de piedad que engendra compromiso comunitario y

    transformacin, hacia una experiencia de oracin que es individualista y profundamente desligada de

    los problemas de la comunidad. En el mundo judaico, cuando la oracin era una splica individual,

    profun-damente ntima, el Dios invocado era el Dios de los padres, el Dios de la comunidad: ... Se

    acerc el profeta Elas y dijo: Seor, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel... (1R. 18, 36; 1R. 8, 22; 2

    R. 19, 15).

    La tradicin de la oracin como experiencia comunitaria de compromiso, se propag en la vida de la

    Iglesia Primitiva , tanto en el culto pblico (1Cor. 11,4-5; 14, 13-16) como en las reuniones menores

    (Mt. 18,19-20). En este texto de Mateo, Jess liga una promesa especial con la oracin comunitaria;

    esto sin dejar de considerar la oracin individual, pero que segua siendo al Dios de la Iglesia

    (comunidad). La experiencia de la comunidad de Jerusaln, muestra que la experiencia de la oracin

    comunitaria fue el medio de resistencia a la violencia y a la opresin proveniente ora de las

    autoridades judaicas, ora de Herodes (Hch. 12, 4-5).

    Pensando ms objetivamente en las formas de oracin del mundo judaico, tenemos que resaltar la

    forma que en la poca de Jess, era la ms usual. O sea, el Shem: Escucha, Israel, el Seor, nuestro

    Dios, es el nico Seor (Dt. 6,4). Esta forma introductoria deuteronmica, vena acompaada de una

    confesin de fe histrica del memorial de liberacin del yugo del Faran: ... cuida de no olvidarte del

    Seor, que te sac de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre... (Dt. 6,12). As, la oracin era

    una invocacin al Dios liberador, y aunque tengamos que reconocer que los crculos farisaico-

    rabnicos donde tales formas de oracin proliferaban, no eran reconocidos precisamente por una

    prctica liberadora, debemos, no obstante, rescatar del interior de estas formas de oracin el

    potencial de justicia y liberacin que ellas tienen. Podemos decir que esto fue exactamente lo que

    hizo Jess con el Padre Nuestro. De acuerdo con Jeremas (1), al comenzar por la invocacin, el Padre

    Nuestro depende literariamente del Qaddish, antigua oracin sagrada aramea. Con ella se cerraba el

    oficio en la sinagoga en tiempos de Jess. Casi podemos afirmar que Jess transforma esta oracin,

    el Qaddish, conocida del pueblo, y le da un contenido nuevo de compromiso, como veremos en lo

    que sigue.

    II. El Padre Nuestro en el marco de la tradicin de Mateo y de Lucas

    En la estructura del evangelio de Mateo, el Padre Nuestro se inserta en la unidad literaria llamada el

    Sermn del Monte, que es el primer discurso de los cinco existentes en este evangelio. No podemosdecir que sus tres captulos son un resumen del evangelio, como quieren algunos exegetas, pero s

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    que en las peticiones del Padre Nuestro, estn sintetizados los elementos fundamentales de la

    prctica de Jess en el evangelio de Mateo.

    Es interesante destacar que la unidad donde se encuentra la oracin del Seor, tiene una

    introduccin profundamente inserta en lo cotidiano judaico: el Sermn del Monte presenta a Jess

    como maestro y como profeta. El comentario de Strack y Billerbeck nos advierte sobre el hecho deque ya la introduccin (5,1) respira un estilo narrativo y tipolgico judaico, donde al retirarse con los

    discpulos, Jess imita una prctica rabnica. Los rabinos se retiraban frecuentemente a lugares

    aislados con vistas a ensear a sus discpulos (2). Al subir al to oros (el monte), se subraya claramente

    una tipologa con el xodo, con Moiss. Queda as claro el potencial de liberacin y de compromiso

    que encierra todo el Sermn del Monte, incluido el Padre Nuestro.

    Ya en el evangelio de Lucas tenemos una versin corta con cinco peticiones, sin especificar el lugar

    geogrfico en que la misma es presentada. El contexto es el de los discpulos queriendo aprender a

    orar, seguido de una parbola sobre el deber de orar con perseverancia, mientras en Mateo se

    inserta en una polmica con los fariseos, como, dicho sea de paso, todo este evangelio.

    Las diferencias entre las dos introducciones pueden ser explicadas por la diversidad de las

    comunidades productoras de los textos. Por un lado, la comunidad judeo-cristiana de Mateo, donde

    la gran mayora conoca varias formas judaicas de oracin y saba orar. Por otro lado, la comunidad

    de Lucas, donde una significativa parcela proceda del mundo no judo y la oracin del Padre Nuestro

    se dirige principalmente al crculo catequtico. La peticin: ... ensanos a orar... (11, 2), expresa

    esto muy bien.

    Adems, en Lucas se pide por el perdn de los pecados, en tanto que en Mateo se usa la expresin

    deudas, lo que ofrece mayores posibilidades para la lectura que deseamos hacer a la luz de nuestrocontexto latinoamericano. Deuda es nuestra cuestin. Pasemos, entonces, a una lectura

    comprometida de la versin del Padre Nuestro de la comunidad de Mateo.

    III. El Padre Nuestro: una lectura posible del texto de la comunidad de Mateo

    1. Estructura de la oracin del Padre Nuestro en Mateo

    a) Introduccin-Exaltacin: Mt. 6, 9b

    Padre nuestro que ests en los cielos

    b) Primera peticin: Mt. 6, 9c

    ... santificado sea tu nombre

    c) Segunda peticin: Mt. 6, 10a

    ... venga tu Reino

    d) Tercera peticin: Mt. 6, 10b

    ... hgase tu voluntad

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    e) Cuarta peticin; Mt. 6,12

    ... El pan nuestro de cada da danos hoy

    f) Quinta peticin: Mt. 6, 12

    ... perdnanos nuestras deudas, as como nosotros perdonamos a nues-tros deudores

    g) Sexta peticin: Mt. 6, 13a

    ... no nos dejes caer en tentacin

    h) Sptima peticin: Mt. 6, 13b

    ... lbranos del mal

    i) Conclusin-confesin de fe: Mt. 6, l3c

    ... pues tuyo es el Reino, el poder y la gloria para siempre. Amn

    2. Comentario del texto de la oracin

    a) Padre nuestro que ests en los cielos

    No vamos a desarrollar todas las cuestiones de Dios como Padre-Pater-Abba, por considerar que,

    primeramente, no es nuestra intencin trabajar un enfoque preponderantemente literario, sino

    histrico-liberador; segundo, que ya existe una infinidad de estudios exhaustivos sobre el tema; cito,

    por ejemplo, el trabajo de Joaqun Jeremas (3).

    En tanto, cabe decir que en el mundo judaico se esperaba que una oracin se iniciara con una

    afirmacin del tipo en que la Soberana de Dios fuese exaltada. Una de las convicciones ms

    significativas acerca de Dios, era su dominio sobre el mundo y la historia. El Dios de la experiencia de

    la piedad judaica, es el Dios que crea, que ve, que oye, que se conmueve, que se encoleriza con la

    injusticia y la opresin. Al decir: ... que ests en los cielos, el judo no afirmaba un Dios distante,

    pero s soberano, que todo lo ve, todo lo oye, y que acta en la vida de su pueblo; prueba de esto es

    la naturaleza de las peticiones que siguen a esta exaltacin. No cabe en esta oracin la interpretacin

    de un Dios distante, ausente. El Dios-Padre del Seor Jess, es un Dios presente.

    Dios es Padre. Esta afirmacin, que no era muy comn en el Antiguo Testamento, pas a tener desde

    la sinagoga un uso ms corriente, siendo asimilada por el judasmo-cristiano. Aunque fuese una

    expresin metafrica, indicaba el cuidado que Dios tiene con su pueblo, aunque tambin el tipo de

    relacin que l desea ver entre nosotros, una relacin de hermanos, igualitaria, horizontal.

    b) Primera peticin: ... santificado sea tu nombre

    Esta peticin puede ser encontrada tambin en Lucas, y designa la sumisin al gran Seor, que es

    Dios. Es asimismo un circunloquio, contenido en el nombre de Dios, en las diferentes formas que

    encontraron para designarlo.

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    Cmo se santificaba el nombre de Dios? En primer lugar, es Dios mismo quien santifica su nombre,

    pues sus grandes hechos son los que designan su obra y quin El es. As, las diferentes formas de su

    nombre cualifican su Seoro y Soberana. De este modo, porque el Seor es grande y grandes son

    sus obras, cabe a su pueblo, guardar, honrar su nombre. Esto significa obedecerlo, alabarlo,

    confiando en su fidelidad y providencia. Como l acta con el derecho y la justicia, santificar su

    nombre es actuar en justicia, como El acta. Is. 48 traza una ilustracin interesante. All el profeta

    denuncia a aquellos que juran por el nombre de Dios, los que invocan al Dios de Israel, pero no segn

    la justicia y la verdad (Is. 48,1).

    Hoy podemos encontrar comportamientos como ste. Personas, instituciones, gobiernos, que no

    santifican el nombre de Dios. Por el contrario, usan el nombre de Dios para mistificar, engaar,

    escondiendo detrs del nombre del Seor de la Justicia, intereses que nada tienen que ver con su

    enseanza. Como, por ejemplo, cuando el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos coloca en

    sus billetes de dlar la expresin: En Dios confiamos. Quieren hacer pensar a los otros pueblos,

    principalmente a los ms pobres: vean!, el dlar es la moneda de Dios. Vean!, como tenemos

    riquezas, fue bendicin de Dios. Ser que piensan que no sabemos que ellos robaron inmensos

    territorios de Mxico? Hay una visible mistificacin ideolgica en la expresin contenida en los

    billetes del dlar. Una violencia contra la peticin de Jess, en la oracin que nos ense. Usar el

    nombre de Dios, significa antes que todo compromiso con la justicia, con el pobre, con la viuda, con

    el hurfano. No es por acaso que el dlar es una verdadera divinidad que, para sobrevivir, bebe el

    sudor y la sangre del pueblo de Amrica Latina.

    c) Segunda peticin: ... venga tu Reino

    Lo mismo, sin que se pueda encontrar con frecuencia en el Antiguo Testamento, la idea de Dios como

    Rey es conocida. Al final, Israel era una sociedad teocrtica (I Sm. 8, 7). Durante el Exilio, este idealdel reinado de Dios se fortaleci. Las promesas de Dios, por medio de los profetas, se tomaron

    motivo de temas escatolgicos y mesinicos. El Mesas vendra y reinara, no nicamente sobre

    Israel, sino sobre las naciones. El dominio de Dios pasa a ser un ideal expresado en diversas

    oraciones. Dios, a travs del Mesas, traera un nuevo tiempo; el Shalom de Dios, finalmente

    ocurrira.

    As, es fcil entender cmo la comunidad de Mateo pasa a anhelar la venida del reinado de Dios, la

    segunda venida de Jess. Su experiencia frente a la dominacin del Imperio Romano era

    extremadamente angus-tiante. Por ello, la salida era resistir e insistir diciendo en oracin: ... venga

    tu Reino. La oracin no expresaba apenas una esperanza espiritual, sino la superacin de undominio econmico que les tomaba el fruto de su trabajo. Las formas de impuesto de la tierra e

    individual, amenazaban seriamente la vida de la comunidad judaico-cristiana de Mateo. Mt. 10, 17-

    18, expresa la situacin de persecucin y explotacin que el pueblo viva; el estilo de vida de esta

    comunidad desinstalada, con su fuerza de trabajo disminuida, dado que muchos artesanos y

    agricultores dejaban sus labores para anunciar la venida del Reino de casa en casa, de ciudad en

    ciudad. Con esto se transformaban en deudores de impuestos, en perseguidos y sujetos a ser

    convertidos en esclavos. Vindola de este modo, la peticin adquiere otro significado.

    Debemos subrayar todava que Jess fue acusado de querer ser Rey, y sobre su cruz escribieron: Rey

    de los Judos. Ciertamente, tanto las circunstancias de la muerte de Jess, el Mesas, como su

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    mensaje sobre el Reino de Dios, hacan esta peticin mucho ms relevante para la comunidad

    primitiva.

    Cuando deseamos reflexionar sobre el Reinado del Mesas Jess, tenemos mucho sobre qu pensar.

    Decir, venga tu Reino, es tambin empearse para que se vaya para siempre el reino de la mentira y

    de la opresin, es compromiso proftico como fue el de la comunidad de Mateo, es pagar el preciode una vida desprendida y comprometida.

    d) Tercera peticin: ... hgase tu voluntad

    La voluntad de Dios, su propsito, puede ser conocido a travs de su revelacin en la Escritura, en

    todas sus tentativas por reconciliar a los seres humanos con sus principios de paz, amor y justicia.

    La armona de la relacin expresada en la historia de la creacin; el equilibrio y justicia con que Dios

    crea el hombre, la mujer y nuestro universo; el Shalom como paz y relaciones justas, son ideales de

    Dios revelados desde la creacin. De esta manera, no es de extraar que la oracin tenga una

    expresin: hgase tu voluntad. El contexto vivido por la comunidad de Mateo, era de soberanos y

    dominaciones que no cumplan la voluntad del Dios Justo; la opresin, la violencia contra el pobre,

    los esclavos, eran negaciones de la voluntad de Dios. Por ello se exhortaba a la comunidad cristiana

    para que fuese un signo de la voluntad y el propsito de Dios. En esto se encuadran varias de las

    exigencias del Sermn del Monte. Lo mismo que el famoso dicho de Jess: Porque os digo que, si

    vuestra justicia no excede en mucho a la de los escribas y fariseos, jams entraris en el Reino de los

    Cielos (Mt. 5, 20).

    La voluntad de Dios es que se cumpla su Palabra. El cumplimiento de la Palabra de Justicia, pasa por

    la prctica y predicacin de la Iglesia. Dnde estn nuestros valores? A quines somos fieles?

    Pues, donde est tu tesoro, ah estar tambin tu corazn. El respeto al mensaje de la Iglesia en

    Amrica Latina, ser tanto mayor cuanto puedan verla viviendo tal mensaje. Esto es, en resumen,

    hacer la voluntad de Dios. Pues ha de significar no hacer la voluntad de esta sociedad capitalista,

    voluntad dominada por el lucro y el inters personal, aunque estos cuesten la vida de muchos. Ya la

    voluntad de Dios es vida para todos. Finalmente, no fue as que El cre? Veamos en las otras

    peticiones, lo que concretamente es la voluntad de Dios.

    e) Cuarta peticin: ... el pan nuestro de cada da danos hoy

    Es difcil decir esta peticin si sabemos que vivimos en un pas, en un continente, donde millones no

    tienen, muchas veces, ni un pan viejo para comer; donde los nios comen tierra, por la absolutanecesidad de tener algo en el estmago.

    La voluntad de Dios, ahora, asume un aspecto concreto: el que todos tengan pan. Jess, al alimentar

    a la multitud, practic el ideal de Dios: alimento para todos.

    El derecho a la alimentacin es un ideal de Dios para todos. Cuando la comunidad primitiva comenz

    a sentir la actuacin del Espritu de Dios en su medio, los primeros sntomas fueron: partan el pan

    de casa en casa (Hch. 2, 42). 0, todava: ... ningn necesitado haba entre ellos (Hch. 4, 34).

    Hoy, la Iglesia tiene que empearse para en su accin misionera, promover hechos que propicien el

    pan, promover la conciencia y conversin en medio de la sociedad, con vistas a disminuir la gravedad

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    del pecado del capitalismo que tenemos entre nosotros, el cual arrebata el pan de la boca de

    muchos.

    f) Quinta peticin: ... perdnanos nuestras deudas

    Mateo utiliza aqu la expresin afeilmata = deudas, a diferencia de Lucas que usa amartia =pecados. La expresin afeilmata significa, en el mundo greco-romano, deuda en el sentido

    pecuniario, o sea, cuando se toma un prstamo y no se puede pagar. Asimismo, quien no pagaba el

    impuesto debido al Estado, se converta en un afeilonti = deudor.

    Segn un estudio literario de comparacin de lenguaje, podemos afirmar que la expresin afeilonti

    era del conocimiento general del pueblo, pues designaba a alguien marcado, a un posible esclavo. En

    efecto, ser un deudor, en una sociedad esclavista como la romana, era motivo suficiente para ser

    esclavizado.

    En la oracin se dice que Dios nos debe perdonar, como tambin nosotros perdonamos a nuestros

    deudores. Queda claro un fuerte compromiso. Dios perdona nuestros pecados, nuestros errores, y

    el medio es que como nos hemos convertido a l, hemos conocido su misericordia y amor

    perdonador, tenemos de la misma manera que perdonar. Pero, qu tenemos que perdonar? Todo,

    principalmente las deudas que no permiten vivir a las personas y, por el contrario, las tienden a

    tomar esclavas nuestras.

    Esta es la situacin que se ha generado con la deuda de los pueblos del Tercer Mundo, la llamada

    deuda externa que ha convertido a millones de trabajadores en verdaderos esclavos. Tenemos que

    producir dlares con la sangre y el dolor de los trabajadores para pagar una deuda de la que ni vimos

    el dinero, y que adems es impagable, pues sus intereses son el medio por el cual la deuda puede

    seguir siendo cobrada, y de esta forma, mantener la dominacin. Hoy , al rezar el Padre Nuestro, no

    debemos pensar nicamente en el alivio que precisamos para nuestra conciencia culpable, sino

    tambin en las formas de encontrar alivio para los trabajadores que aplastados por la deuda externa,

    no alcanzan el mnimo de condiciones de salud, educacin y alimentacin para ellos y sus familias.

    Una deuda as, tiene que ser cancelada.

    Vemos de este modo que hacer la voluntad de Dios es declarar el Ao del Jubileo, es cancelar las

    deudas. Es urgente que los pueblos del Tercer Mundo puedan gozar de este perdn de las deudas;

    slo as la voluntad de Dios ser hecha en la tierra como en el ciclo. Por consiguiente, rezar el Padre

    Nuestro es saber bien lo que significa ser deudor.

    g) Sexta y stima peticiones: ... no nos dejes caer en tentacin, mas lbranos del mal

    Voy a comentarlas juntas pues, ciertamente, para la comunidad de Mateo ellas fueron una unidad al

    estar profundamente ligadas.

    Caer en tentacin es arriesgarse a desobedecer a Dios. Es no obrar en la verdad y justicia del

    Evangelio, de la Palabra. Es usar de recursos oscuros para aprovecharse y dominar. Dentro de la

    tica del mundo capitalista, lo verdadero es obtener ventaja, es dominar, es sobrepasar a los otros.

    En consecuencia, caer en tentacin es dejarse dominar por los propios intereses, irrespetando los

    del prjimo, los de la comunidad. Esto acarrea el mal, que es la dominacin de una persona o un

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    grupo sobre la mayora, trayendo lucro y beneficio para esta minora o persona, en detrimento del

    bien de todos.

    Lo correcto es pensar como Jess, o como la comunidad de Mateo viva el cristianismo. Era una

    comunidad que daba de beber a los ms pequeos, o de comer; sus miembros no pensaban en s

    mismos, sino en el otro. As pues, huir de las tentaciones es tener un proyecto de vida volcado hacialos otros, los que sufren, por cuanto con ellos se identifica Jess: ...cuanto hicisteis a uno de estos

    hermanos mos ms pequeos, a m me lo hicisteis (Mt. 25, 40).

    (1) Jeremas. J. O Pai-nosso: a orao do Senhor . Edies Paulinas, So Paulo, 1979, pg. 39.

    (2) Strack und Bilerbeck. Kommentar Zum Neuen Testament aus Talmud und Midrasch: Das

    Evangelium nach Matthaus. Berlim. 1922.

    (3) Jeremas, J. Abba: Vandenhoeck e Ruprecht. Gttingen, 1966.

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    SALOMN Y LOS TRABAJADORES

    Carlos A. Dreher

    I. La monarqua tributaria israelita

    La monarqua israelita surgi, ya bajo Sal, dentro de los moldes del Modo de Produccin Tributario.

    Con el pretexto de la defensa eficaz contra los filisteos, se cre la necesidad de un pequeo ejrcito

    regular y permanente. Y el primer Estado no debe realmente haber pasado de esto: un rey y un

    pequeo grupo de mercenarios.

    El excedente de produccin necesario para garantizar la manutencin de este estado emergente, fue

    alcanzado mediante la revolucin tecnolgica representada por la introduccin del buey como

    animal de traccin del arado en la agricultura israelita. La nueva tcnica suministraba el soporte

    econmico al reinado. Las condiciones para una produccin ms all de las necesidades de la

    comunidad estaban dadas, permitiendo el surgimiento de una elite no productiva que asumiera el

    servicio de la guerra. Un contrato entre el rey y el pueblo regulaba el derecho del rey (cf. I Sm. 8,

    11- 17, a pesar de la discusin sobre su real contexto histrico), segn el cual, a cambio de su servicio

    de defensa (cf. 1 Sm. 8,20), el monarca adquira el derecho al tributo en la forma de productos o de

    leva.

    Sin embargo, la tributacin no parece haber incidido con mucha intensidad sobre la poblacin

    israelita en los primeros tiempos. Los campesinos empobrecidos (cf. 1 Sm. 22,2; 25, 10) deben haber

    tenido su origen ms bien en el desequilibrio econmico interno causado por el enriquecimiento de

    los propietarios de bueyes, quienes consiguieron marginar crecientemente los endeudados. El

    todava pequeo aparato estatal, consigue mantenerse con base en el saqueo aplicado los enemigos

    vencidos, pese a las restricciones que le son fijadas por las prescripciones clticas (cf. I Sm. 15).

    Incluso bajo David, estas condiciones se mantienen. Su poltica expansionista le permite mantener la

    corte con el botn de guerra y con el tributo impuesto los pueblos subyugados (II Sm. 8. 1-14; 10, 19;

    12,26-31). Tal situacin matiza la tributacin de los propios israelitas, al mismo tiempo que justifica la

    existencia de la monarqua. La necesidad de un rey aparentaba ser concreta en cuanto el ejrcito

    estuviera en actividad. El servicio a ser prestado por el monarca no era puesto en duda.

    No obstante, sera ingenuo pensar que la tributacin no incidiese ya en este tiempo sobre losisraelitas. Despus de todo, entre los funcionarios de la corte davdica se encontraba un

    administrador de los trabajos forzados (II Sm. 20, 24). Exista ya, pues, una practica de leva. Por otro

    lado, el censo levantado por David (II Sm. 24; 1 Cr. 21), tan duramente criticado, ciertamente debe

    haber tenido un objetivo tributario en relacin a la poblacin de su reino.

    Con todo, nada de eso habr sido tan duro y tan pesado como lo que se abati, especialmente sobre

    las tribus norteas, en el reinado salomnico. La protesta de estas tribus contra el pesado yugo y la

    dura servidumbre a ellas impuestos (IR. 12, 4 passim), y que las llevaran a la separacin, nos da

    cuenta de eso. Y tal tributacin excesiva, con toda certeza, tiene su origen en el endeudamiento

    externo generado por Salomn, en funcin de sus intensas actividades arquitectnicas, entre ellas laconstruccin del templo, y de la promocin del comercio internacional en su momento.

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    II. El reinado de Salomn

    Salomn, como su propio nombre ya parece indicar, subi al trono en un perodo de paz. David, su

    padre, pondr fin a cualquier amenaza que sus vecinos pudiesen representar para Israel y Jud. Los

    subyugar a todos, anexando los territorios de unos, sometiendo a otros al vasallaje, o incluso

    convirtindose en su rey, como en el caso especfico de Amn. Asumir la soberana sobre toda Siria-Palestina, tomndose en el sucesor del imperio egipcio en aquella regin.

    La ausencia de guerra colocaba al sistema tributario en crisis. La necesidad que llevara al

    surgimiento de la monarqua, no exista ms. No teniendo servicio a prestar a la poblacin, el rey se

    vea en la contingencia de ver cuestionado su derecho al tributo: qu hacer para mantener el

    poder?

    Un nuevo servicio, distinto del anterior, restablecera la relacin contractual entre el rey y el pueblo.

    A cambio del derecho al tributo, Salomn ofrecera obras pblicas en torno a la religin. El templo

    de Jerusaln emerga como cobertura ideolgica para el sistema tributario. El rey construira la casapara Dios; el pueblo garantizara la mano de obra y la subsistencia para la corte.

    De esta forma, el trabajo de la construccin del templo sustentar a la monarqua salomnica. Y,

    mientras construye la casa de Dios, Salomn tendr tiempo para fortalecer su propio ejrcito real, un

    mecanismo eficiente de represin que le garantizar la explotacin de sus sbditos.

    Es interesante notar que el propio deuteronomista, normalmente tan celoso en hacer ver los

    deslices reales, cae en la trampa. El templo le ofusca la crtica. Apenas despus de la inauguracin del

    santuario consigue sealar la idolatra de Salomn, consecuencia de sus mltiples casamientos con

    mujeres extranjeras. (cf. 1 R. 11, 1-8). Pero hasta ah. El texto bblico no escatima elogios a su

    sabidura y a la grandeza de sus actividades arquitectnicas, con la excepcin quizs de los dos

    captulos iniciales de IR., en los cuales no se omiten la eliminacin sumaria o el exilio de los

    opositores del nuevo rey.

    Aparte de estas resistencias iniciales, as como de algunos problemas con pueblos otrora sometidos

    por David (I R. 11, 14-25), Salomn parece haber tenido xito con su estratagema. No parece haber

    encontrado oposicin popular durante su gobierno, a no ser la frustrada tentativa de revuelta

    emprendida por Jeroboam (I R. 11,26-28.40). Si bien el texto de IR. 12 nos permite vislumbrar que el

    tributo impuesto al pueblo, principalmente a las tribus del norte, fue visto como muy duro, la

    relacin contractual fue respetada durante el reinado de Salomn. El templo y el ejrcito le

    garantizarn. el trono. Recin su muerte dio ocasin para que un nuevo contrato fuese propuesto

    por los israelitas a su sucesor. Normalmente, la muerte de un rey inestabiliza el sistema.

    III. Salomn, el constructor

    Las actividades arquitectnicas de Salomn no se restringirn al templo. El texto bblico nos habla de

    la construccin de otras innumerables obras. As, IR. 7, 2-7 se refiere a la Casa Bosque del Lbano,

    bastante ms grande que el propio templo, dotada de un Prtico de las Columnas (v. 6) y de la Sala

    del Trono (v. 7). Adems de sta, el mismo captulo nos informa de la construccin de una morada

    real y de una casa para la hija de Faran, una de las esposas de Salomn (y. 8).

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    Estas construcciones eran hechas de piedras, y su revestimiento interno de madera de cedro. Sobre

    las piedras somos informados de que eran trabajadas, talladas a la medida y emparejadas. Las

    enormes piedras utilizadas para el cimiento medan entre 10 y 8 codos, esto es, entre 4, 5 y 3, 6

    metros de largo (v. 10).

    Para la conclusin de las obras del templo fueron necesarios 7 aos (1 R. 6, 38); para los palacios, 13aos (IR. 7, 1). El total de 20 aos para estas construcciones es atestiguado tambin en 1 R. 9, 10.

    Las actividades, sin embargo, no paran ah. De acuerdo con 1 R. 9, 15 ss., Salomn realiz obras de

    terraplenaje este debe ser el significado de la palabra Mil ; edific los muros de Jerusaln;

    restaur' y fortific diversas ciudades, modernizando sus muros y puertas. Organiz tambin

    ciudades de aprovisionamiento, con el fin de guardar all los productos recibidos en tributo. Adems

    de ello, al introducir carros de guerra en su ejrcito, precis' proveer diferentes ciudades, distribuidas

    por todos sus territorios, con caballerizas y guarniciones para las tropas.

    I R. 9, 26-28 nos informa asimismo acerca de la construccin de una ciudad portuaria en el Golfo deAcaba, adems de una flota de navos mercantes. No por ltimo, I R. 11, 1-8 nos da cuenta de la

    construccin de santuarios paganos, destinados a los cultos practicados por las mujeres del harn.

    Con todo, aparte de que la noticia es controvertida, toda vez que remonta al deuteronomista, no nos

    es posible establecer si se trata de santuarios mayores, o apenas de altares menores cercados por

    un lmite sagrado.

    El nmero de obras, el tiempo de construccin y el tamao de las piedras, nos permiten imaginar el

    inmenso trabajo humano necesario para edificar todo este esplendor. Las grandes obras sacrifican de

    cualquier manera al pueblo. En el sistema tributario ellas ponen en movimiento la leva: el trabajo

    forzado, impuesto a los sbditos o a sus hijos, al que el rey, por contrato, tiene derecho.

    No nos proponemos detallar aqu la leva bajo el reinado de Salomn. En todo caso, una lectura de 1

    R. 5, 27-32 (texto hebraico) puede satisfacer nuestra curiosidad. Eventuales dudas en relacin a la

    veracidad de la leva impuesta a los israelitas mismos, que podran ser sugeridas por la informacin

    de I R. 9, 20-23, segn la cual solamente los extranjeros habran sido sometidos a los trabajos

    forzados en tanto que los israelitas nicamente integraran el ejrcito, caen por tierra frente a la

    rebelin descrita en IR. 12. El pesado yugo y la dura servidumbre all referidos (vv. 4,9, 10, 11,

    14), evidentemente confirman los hechos. Es la dureza de la leva la que lleva a la reivindicacin de su

    ablandamiento, y a la posterior separacin en dos reinos.

    No obstante, mucho ms importante es que fijemos nuestra atencin en otro hecho. Las actividades

    arquitectnicas promovidas por Salomn, generaron una serie de necesidades que no podan ser

    suplidas slo por el trabajo y por la produccin del pueblo de la tierra. El templo y las otras

    construcciones exigan materiales y mano de obra calificada, provenientes del exterior. Y ah

    comienza la historia de la deuda externa israelita.

    IV. Importaciones, deudas y tributacin

    Un personaje de relieve en las construcciones salomnicas es, desde el inicio, Jiram de Tiro. Rey de la

    importante ciudad portuaria fenicia, Jiram detenta el monopolio de la madera de cedro. Adems de

    eso, dispone de mano de obra especializada para los objetivos de Salomn (cf. I R. 5, 32; 7, 13 s;

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    pero, tambin, ya en II Sm. 5, 11!). No por ltimo, es dado al comercio internacional, facilitado por

    su conocimiento de la navegacin, el cual traspasar al rey de Israel (cf. 1 R. 9, 26-28; 10, 11.22).

    Una vez que la construccin del templo es proyectada, Jiram entra en escena (IR. 5, l5ss). Es a l que

    Salomn enva mensajeros, comunicndole de primera mano su empresa. Al mismo tiempo, le

    solicita la materia prima necesaria: cedros del Lbano (v. 20). Ms adelante somos informados dequeJiram le proveer tambin madera de ciprs (vv. 22, 24). en la cantidad deseada por Salomn.

    Es interesante que Salomn pida tambin que trabajadores sidonios, esto es, fenicios, siervos de

    Jiram, corten la madera, porque no dispone de operarios que sepan hacerlo. Siervos de Salomn

    acompaarn la tarea, sin embargo es claro que sern necesarios especialistas fenicios, cuyo salario

    ser pago por el rey de Israel.

    El contexto parece indicar que la madera se destina solamente a la construccin del templo. No

    obstante, textos subsecuentes nos informan que ms madera de cedro se hizo necesaria para otras

    construcciones, entre ellas la Casa Bosque del Lbano (7, 2s) y la Sala del Trono (7, 7), ciertamenteun anexo al edificio anterior. Aparte de stas, seguramente otras obras referidas en ese captulo

    habrn utilizado el mismo material.

    Es difcil evaluar cunta madera habr importado Salomn del Lbano. Pero, ciertamente, pag bien

    caro por ella y por el servicio fenicio especializado. IR. 5,23 nos indica que el contrato entre los

    monarcas previa que Salomn suministrase a cambio de la mercadera y de la tcnica, provisiones

    para la casa de Jiram, conforme ste desease. Tales provisiones, productos del campo, eran la nica

    riqueza israelita. No haba otra manera de pagarlas importaciones. De la tierra del campesino saldra

    un tributo mayor, destinado a pagar la deuda externa.

    El texto bblico nos da cuenta de los montos de la deuda. De acuerdo con IR. 5, 25, Jiram reciba 20

    mil cargas de trigo y 20 cargas de aceite de oliva molida, cada ao. No hay informacin sobre por

    cuntos aos se extendi la operacin.

    Se discute el valor de una carga. Las interpretaciones varan entre 350 y 450 litros . Si tomamos la

    media de 400 litros , obtenemos 8 millones (!) de litros de trigo y 8 mil litros de aceite

    proporcionados al rey de Tiro, anualmente. La pequea cantidad de aceite, en comparacin con los

    8 millones de litros de trigo, llama la atencin. Las traducciones griegas emprendern dos tentativas

    de correccin del texto hebreo, modificando una vez el nmero para 20 mil cargas, y otra para la

    dcima parte de la carga, lo que dara, entonces, apenas 800 litios. Pareciera que la explicacin de la

    cuestin se encuentra en la calidad del aceite. Se trataba de aceite de oliva molida, esto es, no

    prensadas o aplastadas, y, por tanto, de primera calidad. Imagnese, entonces, la cantidad de

    aceitunas necesarias para conseguir 800 litros de aceite de oliva molida! Cunto ms si re trataba

    realmente de 8 mil litros!

    Para tener una idea ms clara del significado de tales cantidades y del peso de tal tributacin sobre la

    poblacin campesina, es importante prestar atencin a otra situacin: el abastecimiento de la corte

    salomnica. Noticias al respecto nos son dadas en 1 R. 5, 2-3.

    Conforme a este texto, el abastecimiento diario de la corte constaba de 30 cargas de flor de harina y

    60 cargas de harina comn (v. 2). Tenemos ah el equivalente a 12 mil litros de harina especial y 24mil litros de harina comn. Tomando como base una ao lunar de 355 das, tendramos las cuantas

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    de 4 millones 260 mil litros de flor de harina, ms 8 millones 520 mil litros de harina comn, o sea, un

    total de 12 millones 780 mil litros de harina suministrados anualmente a la corte. Con base en este

    clculo, el traspaso anual de cereal a Jiram corresponda a poco menos de dos tercios del

    aprovisionamiento anual de la corte.

    Es claro que el palacio no viva nicamente de harina. El texto nos informa tambin sobre elconsumo diario de carne de toda manera, un lujo en Israel, compuesto de diez bueyes cebados,

    veinte bueyes de pasto, cien cameros, aparte de los venados, las gacelas, los ciervos y las aves

    cebadas, de los cuales no disponemos del nmero (v. 3). Segn Ne. 5, 17s, 150 hombres eran

    alimentados por Nehemas diariamente con un buey y seis ovejas, ms algunas aves. Con base en

    este dato, podrase suponer que la corte de Salomn, si realmente consuma todo eso, abarcara de

    tres mil a cuatro mil quinientas personas, toda vez que los nmeros que se refieren a los animales

    son entre veinte y treinta veces mayores que los apuntados por Nehemas. Si aadimos a este

    consumo la harina, la corte habr sido mucho mayor.

    Sea como fuere, el campesinado israelita se encontraba en la difcil situacin de sustentar dosconsiderables aparatos estatales. Y, sin duda, en las condiciones dadas de la tierra cultivable, el

    sacrificio de pagar tales tributos, junto al suministro de mano de obra para la leva, ha de haber sido

    ingente: un verdadero pesado yugo y una dursima servidumbre (cf. I R. 12).

    Para recaudar tal tributo, el aparato estatal salomnico contaba con una eficiente administracin.

    Una lista bastante antigua, que, remonta con certeza a la poca del propio Salomn, nos presenta el

    cuerno de funcionarios de la corte real. Se trata de 1 R. 4,1-9. En la primera parte (vv. 1-6) nos son

    presentados los principales jefes de Salomn, o sus ministros. Seguidamente, el texto nos

    proporciona una relacin de doce intendentes o gobernadores colocados por el rey sobre todo Israel.

    Su funcin era proveer el mantenimiento para el monarca y su casa. Cada mes, uno de losintendentes era el responsable del abastecimiento de la corte. De esta forma, el nmero de doce

    garantizaba el suministro real a lo largo del ao (y. 7). Tal suministro consista de los productos

    referidos en 1 R. 5, 2-3, que comentamos antes, proporcionados diariamente.

    Queda la duda sobre la cuestin de si tales gobernadores eran tambin los responsables de la

    recaudacin de los productos entregados a Jiram. Hipotticamente, la deuda externa podra haber

    sido pagada con parte de lo que se entregaba a la corte. Sin embargo, no parece probable que la casa

    real se desprendiese de casi dos tercios de sus beneficios. Por otro lado, 1 R. 5, 8 nos informa que los

    intendentes tambin provean cebada y paja para los caballos y los animales de traccin del ejrcito,

    segn los mismos moldes con que abastecan a la corte. Parece probable, entonces, que cuidasen delas dems necesidades de recaudacin, como.en el caso del rey fenicio.

    Cada uno de estos gobernadores estaba colocado sobre un distrito, cuyas jurisdicciones se indican en

    1 R. 4, 8-19. Llama la atencin el hecho de que estas referencias geogrficas remitan nicamente al

    territorio de Israel, esto es, de las tribus del norte. No hay ninguna referencia a localidades de la

    tribu de Jud.

    En cuanto a este aspecto, existe mucha discusin entre los exegetas. Algunos estiman que la

    referencia a la tribu de Jud debe haber existido, si bien la parte correspondiente de la lista se habra

    perdido (cf. asimismo la nota de la Biblia de Jerusaln sobre este pasaje). No obstante, el nmerodoce pareciera indicar que la lista es, de hecho, completa (cf. v. 7). Y la secuencia del texto nos

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    presenta realmente doce intendentes al frente de doce distritos. Aparentemente, pues, la tribu de

    Jud la tribu del rey! estaba eximida del pago del tributo.

    El relato sobre la separacin de los dos reinos, confirma tambin ese hecho. I R. 12, 16 nos relata la

    decisin separatista de los israelitas. No hay ninguna alusin a insatisfaccin por parte de los

    judatas. Estos parecieran haber aceptado a Roboam como su nuevo rey, ya desde el principio.

    Eran, por tanto, las tribus del norte las que cargaban con el mantenimiento de la corte salom6nica,

    adems del pago de la deuda externa debido al proveedor de madera y mano de obra especializada,

    el fenicio Jiram de Tiro.

    V. El comercio internacional por va martima

    El contacto con Jiram de Tiro, abri otras perspectivas al rey Salomn. Conocedor de los mares, dado

    a la navegacin, el rey de Tiro mantena amplios contactos comerciales con pueblos del

    Mediterrneo. Sus navos llegaban al norte de frica y hasta Espaa. Bajo su gobierno, la expansinmartima de los fenicios lleg a su apogeo.

    Aparentemente deslumbrado con la intensa actividad comercial emprendida por su proveedor de

    madera, Salomn dispuso imitarlo. De acuerdo con 1 R. 9, 26, construy navos en Esyn-Guber,

    ciudad portuaria construida o, al menos, reformada por l para esta finalidad especfica, situada en

    el Golfo de Acaba. El versculo siguiente hace mencin directa de los servidores de Jiram,

    conocedores del mar, que habran navegado con los servidores de Salomn. Con certeza, fueron

    tambin estos especialistas fenicios los responsables de la construccin de las naves. Por lo que

    sabemos, lo mismo en tiempos posteriores, Israel no domin los conocimientos de la navegacin y

    la construccin naval (cf., por ejemplo, 1 R. 22, 49).

    Excavaciones arqueolgicas confirman la existencia de la ciudad portuaria y concluyen que de. no

    haber sido fundada por el propio Salomn, cuando menos habra sido ampliada en su poca para la

    finalidad propuesta. Se trat de un emporio comercial en el borde martimo, equipado con

    depsitos para el almacenamiento de mercaderas. A partir de aqu, con los navos all armados con

    ms madera importada y tripulados por servidores de Salomn y por marineros fenicios, se inici una

    intensa actividad mercantil por los mares del sur.

    Pese al monopolio real salomnico, el comercio dependa totalmente de los especialistas fenicios,

    tanto en la armazn como en la navegacin. Esto , por s solo, ya habr incrementado el monto de la

    deuda con Jiram. Adems, ciertamente, habr intensificado la tributacin sobre el campesinado.

    Despus de todo, Israel no dispona de otra mercadera para los intercambios comerciales, que no

    fuera los productos agrcolas. Aceite, vino y cereales, habr sido el material de trueque utilizado por

    Salomn para conseguir los artculos que codiciaba.

    El objetivo de los navos era llegar a Ofir. No podemos localizar esta tierra con mayor precisin, a no

    ser que debi estar situada entre la India y la costa centro-occidental de frica. Su existencia, sin

    embargo, es confirmada por una estela encontrada en Tel-Qasile, en el permetro de la actual Tel

    Aviv , en la cual consta la inscripcin oro de Ofir para Bet-Horon.

    Es importante que all se buscara oro, que no exista en Palestina. El oro de Ofir es alabado como untipo especialmente precioso de este metal en otros pasajes del Antiguo Testamento (cf. Is. 13, 12; S1.

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    45, 10; Jo. 28, 16). Y la cantidad de este buen oro trado por la flota de Salomn, es realmente

    asombrosa. I R. 9,28 nos habla de 420 talentos. Tomando como base la equivalencia aproximada de

    35 kilogramos por talento, llegamos a la cuanta de casi 15 mil kilogramos! Aunque tal volumen

    pueda representar una exageracin, queda siempre la fuerte impresin deque mucho oro debe

    haber sido importado.

    Esta impresin es confirmada por otros dos pasajes posteriores. I R. 10, 11 retorna el tema del oro

    trado de Ofir, aadiendo tambin la importacin de madera de sndalo y de piedras preciosas. Ms

    adelante, 1 R. 10, 22 nos informa que de Tarsis se traa, oro y plata, marfil, monos y pavos reales! Si

    bien la mencin de Tarsis (Espaa) parece secundaria, toda vez que es improbable que Salomn

    tambin navegase por el Mediterrneo, controlado por los fenicios, el oro y los artculos de lujo son

    recordados como propios de la poca salomnica. Adems, no es imposible que el comercio

    mediterrneo haya ocurrido a travs del propio Jiram de Tiro.

    Por otro lado, la mencin del oro, junto con el marfil y otros metales, es constante en los relatos

    sobre la poca. De mucho oro se habla en la construccin y decoracin del templo (I R. 6, 2Oss. 28.35; 7, 48ss). Se habla de oro que le habra trado la reina de Sab (10, 10), adems de afirmar que el

    peso del oro que cada ao llegaba a Salomn era de 666 talentos (10, 14), con los cuales se habran

    fabricado diversas piezas artesanales (10, 16-2 1).

    Evidentemente, no todo este oro es resultado de importaciones. Como veremos ms adelante, una

    parte podra haber sido obtenida con la reventa de otros artculos a pueblos vecinos (cf. 10, 15. 29).

    Sin embargo, la mayor parte, cualquiera que sea el monto real, provena de intercambios comerciales

    por va martima.

    VI. Carros de guerra y caballos

    Adems del oro y de otros artculos de lujo mencionados arriba, otra mercadera merece ser

    destacada. Se trata del equipamiento militar, ms precisamente de carros de guerra y de caballos. I

    R. 10, 28s nos da la noticia de que Salomn importaba caballos y carros de guerra. Los primeros

    procedan de Cilicia (Asia Menor); los segundos, de Egipto.

    La propia noticia, que tiene todo para ser autntica y remontar a la crnica real, nos habla de una

    transaccin de importacin y exportacin. Los comerciantes del rey se encargaban de traspasar la

    mercadera blica a hititas y sirios. Esto concuerda con el hecho de que Palestina representaba el

    emporio de los intercambios comerciales del Antiguo Oriente. Es muy posible que en talestransacciones se obtuviese buena parte del oro atribuido a Salomn.

    Interesante, no obstante, es la observacin de que esta mercadera era traspasada a sirios e hititas

    por el mismo precio de compra. El pasaje es, sin duda, textualmente difcil. Tomado tal como est, en

    todo caso no permite contar con lucro en la transaccin.

    En este caso, no existe manera de evitar la pregunta acerca de cmo Salomn y sus comerciantes

    conseguiran la plata necesaria para adquirir el equipamiento para el propio ejrcito real. Cada carro

    costaba al tesoro real 600 siclos de plata y cada caballo, 150 siclos. Al peso aproximado de 11,4

    gramos por ciclo, cada carro costaba cerca de 6, 8 kilogramos de plata y cada caballo 1, 7 kilogramos .

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    La referencia al nmero de mil cuatrocientos carros y doce mil caballos contenida en 10, 26, es un

    tanto dudosa. Si bien, por un lado, los nmeros parecen exagerados, por otro, no existe una clara

    correspondencia entre carros y caballos. En todo caso, no hay duda sobre el hecho deque Salomn

    hay/a equipado considerablemente al ejrcito israelita con tales armas modernas. Y, sin duda

    tambin, habr tenido necesidad de conseguir, a travs de la tributacin de sus sbditos, productos

    en cantidad suficiente para trocarlos por plata, destinada a pagar el precio de la mercadera.

    VII. Soberana nacional amenazada

    Madera de cedro, mano de obra especializada, caballos y carros de guerra, oro y artculos de lujo,

    incluso monos y pavos reales, ciertamente dan mucho brillo y esplendor a la corte y cargan de

    elogios al rey. El supera en riqueza y en sabidura a todos los reyes de la tierra (IR. 10,23). No

    obstante, todo este brillo y esplendor exige tambin un enorme sacrificio de parte de los

    trabajadores. Todos ellos cargan con el fausto de la corte: son obreros en las construcciones de las

    obras pblicas, en la armazn de los navos, en el servicio militar y martimo; son campesinos que

    mantienen la corte, el ejrcito, las levas de trabajadores, con los productos de sus campos; son

    campesinos que producen las mercaderas para el intenso comercio exterior. Ningn beneficio les

    alcanza. Hasta el mismo Dios, que antes deambulaba de tribu en tribu, ahora est fijo en Jerusaln,

    en una casa controlada por el rey. Lo que les queda es pagar las deudas interna y externa. Y sufren

    yugo pesado y dura servidumbre.

    Al final de su gobierno, Salomn haba elevado a Jerusaln a una situacin envidiable. La rica ciudad

    resplandeca. Por otro lado, pocas veces antes de la dominacin extranjera, Israel habla sufrido tanta

    pobreza como en su tiempo. La deuda externa llegaba a los lmites de 1o extremo. La poblacin

    entregaba mucho ms del excedente para pagarla.

    Ni as consigui pagarla del todo. Y de ah que la deuda externa min la soberana nacional! 1 R. 9,

    11 nos refiere que Salomn habra entregado a Jiram de Tiro nada menos que veinte ciudades de la

    regin de Galilea. Probablemente se trat de ciudades localizadas a lo largo de la frontera, prximas

    a la baha de Aco. Los motivos para esta cesin de territorio no estn suficientemente claros en el

    texto. El v. 11 nos permite pensar que las ciudades fueron dadas a Jiram como pago por su

    suministro de madera y oro. De acuerdo con el v. 14, en cambio, ms parece que las ciudades fueron

    vendidas o presentadas como garanta de un emprstito en oro 120 talentos que no se consigui

    restituir.

    Sea cual sea la interpretacin correcta, no hay por qu dudar que el territorio haya sido cedido a

    Jiram. Y esto, evidentemente, refleja la situacin econmica catica en la cual se encontraba el reino.

    La dependencia econmica en relacin a los fenicios es incontestable. El deslumbramiento de

    Salomn por sus mercaderas y por su cultura, lo llev a entregar a los fenicios aceite, trigo e incluso

    ciudades.

    VIII. Pero la resistencia se articula

    Toda esta opresin, la explotacin y la expropiacin causadas por la sustentacin de la corte y por el

    endeudamiento externo, no habrn pasado desapercibidas para el pueblo israelita. Y, ciertamente,

    habrn despertado resistencia y anhelo deliberacin. Tengo como cierto que una serie de textos

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    bblicos que pueden remontar al perodo salomnico, expresan la insatisfaccin popular. No

    pretendo abordarlos aqu, sin embargo es justo que se les mencione.

    Entre ellos debern constar 1 Sm. 8, 11-17, el as llamado derecho del rey, segn el cual toda la

    poblacin se toma, finalmente, esclava del monarca. Tambin los textos atribuidos al Jhavista en el

    bloque temtico del xodo (Ex. 1-14), se incluyen ah. La opresin descrita en Ex, 1,11; 2,11s; 5, habrciertamente identificado de manera velada la opresin salomnica con la esclavitud en Egipto.

    Finalmente, Dt. 17, 14-17, el texto que busca limitar los derechos del rey, evitando que multiplique

    caballos (ejrcito), mujeres (acuerdos e intercambios comerciales internacionales) y mucho oro y

    plata, parece brotar igualmente de aquella primera experiencia asustadora.

    No obstante, la resistencia no consigui lograr una articulacin popular clara mientras Salomn

    gobern. La nica excepcin es la frustrada tentativa de golpe emprendida por Jeroboam (1 R.

    11,26-40). A la par de la cobertura ideolgica dada por la construccin del templo a todos estos

    desmanes, aquel fuerte y bien aparejado ejrcito habr funcionado como elemento de represin. Si

    no fuesen esos dos factores templo y ejrcito, ni el esplendor de la corte ni el endeudamientoexterno habran llegado a tal punto; tal vez ni habran existido. Al final, en cuanto la corte nadaba en

    el lujo y la riqueza, sustentando incluso el mismo palacio fenicio, los campesinos empobrecan,

    viendo desaparecer su producto en la mesa del rey y en las transacciones comerciales con el exterior.

    Consecuentemente, no fue casual el hecho de que las tribus del norte, las ms seriamente

    explotadas en ese perodo, rompiesen con Jerusaln despus de la muerte de Salomn (1 R. 12). El

    trabajo forzado y la recaudacin exagerada de productos del campo, hablan trastornado la

    armona. Dura fue la servidumbre, pesado fue el yugo (12, 4ss). O las cosas cambiaban, o no habra

    acuerdo entre Israel y la casa real de Jud.

    Presuntuosamente, Roboam subestim la reivindicacin del norte. Pretendi ser todava ms voraz

    que su padre. Tiene que cuidar de s mismo (12, 16). Israel no aceptaba ms pagar la deuda contrada

    por la casa real para atender su buena vida. Y, sin la misma fuerza de conduccin que el padre,

    Roboam vio su reino reducido a Jud.

    IX. Bibliografa

    A lo largo de este estudio me dej acompaar por diversos autores, recurriendo a ellos para dirimir

    dudas y aclarar detalles. Evit las notas bibliogrficas, pero apunto ahora la bibliografa. Base para elanlisis de 1 R. 3-11 es todava el comentario de Martn Notli, Knige 1, 1- 16 en: Biblischer

    Kommentar Altes Testament, v. 9/1, Neukirchen, 1968. Del mismo autor utilic Historia de Israel,

    Barcelona, 1966, junto a John Bright, Historia de Israel, So Paulo, 1978, adems de Jorge Pixley,

    Historia sagrada, historia popular, San Jos, Editorial DEI-CIEETS, 1989. La discusin sociolgica se

    bas principalmente en Franois Houtart, Religio e modos deproduo pr-capitalistas. Por ltimo,

    debo mencionar que ya abord el tema, aunque desde otra perspectiva, en: Estudos Bblicos, v. 11,

    Petrpolis, 1986, en un articulado titulado O trabalhador e o trabalho sob o reino de Salomo.

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    LA DEUDA EN LA REFORMA SOCIAL DE NEHEMAS. (Un estudio de Nehemas 5:1-19)

    Jos Severino Croatto

    El texto de Neh. 5, poco aprovechado a nivel querigmtico, es de una gran riqueza teolgica, que

    aflora de su ncleo socio-poltico y econmico. Por un lado, se puede comparar la accin del

    gobernador de Jud, Nehemas, con las reformas sociales de Urukagina de Lagas (rey sumerio del

    siglo XXV a.C.) o de Ammisaduqa, penltimo rey de la gran dinasta babilnica (c. 1830-1531), cuyo

    mximo exponente fuera Hammurapi (1). Por el otro, nos recuerda las proclamaciones de los reyes

    de Mesopotamia sobre gestos de justicia en favor del pueblo (Nabucodonosor 1; ttulos y eptetos

    que los reyes se daban a s mismos) 2). En tercer lugar, el lector de la Biblia no deja de sentir la

    contraposicin entre Neh. 5 y I Sm. 8: aqu se describen las prcticas opresivas de los reyes (imitados

    por los gobernadores y jefes de Jud de la poca persa); all se destaca la administracin diferente

    del gobernador Nehemas.

    Pero aparte de estas comparaciones, si se mira el texto de Neh. 5 desde la situacin actual del Tercer

    Mundo, el tema de la deuda surge de l con un relieve que no tiene sin esa ptica, y de hecho no lo

    tuvo en los comentarios bblicos tradicionales. A primera vista, parece que hay una dispersin de

    temas. Y de hecho, la crtica literaria puede mostrarnos que los vv. 14-18 son de otra mano (el

    hebreo del v. 14a supone que le preceda otro texto). Adems, la presentacin del caso en los vv.

    1-5, expone diversos abusos en el interior de la comunidad juda del siglo V.

    El texto mismo, sin embargo, se mueve sobreabundantemente en el nivel econmico, trasladndose

    aqu y all al poltico, al social y al ideolgico, construyendo una cadena-de-sentido sobradamente

    clara; en ese nivel econmico de base, la pluralidad de figuras y conjuntos figurativos (en sentido

    semitico) pueden concentrarse, creemos, en el ncleo semntico de la deuda. Por su parte, la

    agrupacin de los temas en torno a un proyecto econmico-social resulta ms visible por la

    estructura manifiesta del texto.

    Vamos a proceder de la manera siguiente: comenzaremos con una descripcin del texto para poner

    de relieve algunos de su rasgos; luego veremos cmo sobresale el tema de la deuda y un proyecto de

    reforma, destacando algunos temas nuevos; entonces ser el momento de presentar la estructura

    manifiesta del texto total para visualizar sus relaciones internas; por ltimo, haremos un registro de

    los lexemas segn las instancias econmica, social, poltica e ideolgica en que se mueven. Las

    conclusiones tocarn la cuestin de nuestra relectura del pasaje de Neh. 5.

    I. El texto y su contenido

    Neh. 5 tiene un lugar redaccional (nivel de la composicin del libro actual); literariamente, este

    pasaje corta la narracin del conflicto con Samballat, iniciado en 2:10 y que (con algunos otros

    cortes) pasa de 4:17 a 6: 1ss. El contexto del captulo 5 es indefinido; desde el punto de vista

    narrativo, uno lo esperara en algn punto del captulo 7. El redactor quiso de cualquier manera,

    segn se puede entrever, situar la reforma de Nehemas antes de la solemne lectura de la Ley (8-10),e incluso de la dedicacin de las murallas, demorada hasta 12:27ss.

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    Los vv. 1-5 exponen la situacin de crisis de la comunidad juda (de Jerusaln solamente?). La queja

    no es por una dominacin externa (como en 9:36s), sino entre hermanos (v. 1); tampoco entran en

    escena los samaritanos. Todo sucede entre una comunidad de judos que, el texto supone, estn

    divididos socio-econmicamente. La opresin interna est expresada por tres locutores (portavoces

    del pueblo y sus mujeres, cf. v.. 1a) (3). Unos sealan que sus familias son numerosas (4) y no tienen

    qu comer; otros, que deben empear los medios de produccin primarios (campos y vias) y

    secundarios (casas) para conseguir alimento. Es una primera forma de endeudamiento. Los terceros

    dicen que deben pedir prestado dinero para el impuesto del rey (5). Se introduce, la nica vez, el

    factor de la dominacin externa, implacable como se sabe. Los ricos podan pagar tales impuestos,

    pero los pobres deban someterse a una nueva deuda para pagar la del tributo imperial. Es posible

    que el v. 4b (sin concordancia), quiera aclarar que la forma de pago del prstamo era la entrega de

    campos y vias.

    Este estado de pobreza y endeudamiento obliga a las familias a autodestruirse: los deudores deben

    entregar a sus hijos e hijas como esclavos (v. 5a), hecho que se da sobre todo con las mujeres (comp.

    I Sm. 8:13) (6). No hay manera de evitarlo; para colmo, los familiares dados en esclavitud deben

    trabajar en campos y vias que ya fueron empeados.

    Son notables las semejanzas y diferencias entre Neh. 5 y I Sm. 8:11-17. Por un lado, se parecen las

    practicas de orden econmico que se refieren a la agricultura, y la esclavizacin de personas; sin

    embargo, se diferencian en que frente a los procesos de endeudamiento de Neh. 5, en 1 Sm. 8 se

    establecen las reglas de la expropiacin de los medios de produccin y el trabajo forzado de los

    sbditos en los dominios del rey, adems de la tributacin en especie. La situacin de la comunidad

    juda post-exlica es, por tanto, de penuria diferenciada: hay personas con muchas deudas (internas y

    externas), para cuyo pago slo pueden entregar sus bienes de produccin, sus viviendas, hasta el

    extremo de tener que dar sus hijos como esclavos para que trabajen para otros. Crculo infernal que

    impide toda salida. Se manifiesta el sistema econmico-poltico, refrendado jurdicamente, que es

    generador de pobreza e injusticias y que profundiza las diferencias sociales.

    El v. 6, en el que Nehemas empieza a hablar en primera persona, sirve de transicin. El v. 7 identifica

    por primera vez a los actores del desequilibrio social, que pertenecen al plano poltico y

    administrativo: los nobles-notables (hrini) y los oficiales (s e gnm, cf. acdico sakun). En adelante,

    sern los destinatarios concretos del discurso de Nehemas. El v. 8 establece una interesante

    comparacin que nos da un dato desconocido por otras fuentes: Nehemas recuerda a sus

    interlocutores que los hermanos judos que haban sido vendidos a otros pases, fueron

    comprados luego y por eso estn ahora en Jud. Si la expresin no es retrica, indica que los

    repatriados del exilio provenan tanto del edicto de Ciro como del esfuerzo de sus hermanos que los

    compraron con dinero. Ahora bien, la crtica del gobernador pone a la vista la incoherencia de la

    prctica actual de volver a vender a aquellos hermanos otrora comprados. Irnicamente, ahora

    seran vendidos al mismo Nehemas y colaboradores, quienes volveran a comprarlos. El versculo es

    interesante porque el lxico de compraventa es el eje sobre el que discurre toda la comparacin.

    Desde el punto de vista ideolgico, tales actitudes son contrarias al temor de Dios (y a sus leyes) y al

    buen nombre que l merece entre los pueblos (v. 9b).

    La reforma de Nehemas, expresada como propuesta ms que como decisin perentoria, est

    sealada en los vv. 10-12a. Sobre ella volveremos en el pargrafo siguiente.

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    Los vv. complementarios 14-18 retoman a un pasado reciente, para indicar dos prcticas muy

    diferentes, que ya no se refieren a la opresin al estilo de los abusos de los vv. 1-5, sino a la

    sensibilidad social de Nehemas frente a la dureza de sus antecesores en los cargos. Nehemas no

    solfa usar su derecho al pan del gobernador (v. 14), mientras que lo exigan sus antecesores,

    agregando otras condiciones (v. 15) que resultaban en una forma de opresin del pueblo. El ejemplo

    del propio Nehemas es profundizado en el v. 16 (no se apropi de campos) y en el 17, en el que l

    recuerda que todos los gastos del personal corran por cuenta propia y no del pan del gobernador.

    El captulo termina con una jaculatoria (v. 19, y cf. 3:36s; 6:14; 13:14.22.29.31b).

    II. Las deudas y el proyecto de Nehemas

    La acusacin de Nehemas a los nobles-notables y oficiales, en el v.7, constituye un eje-de-sentido

    especial. En primer lugar, porque sintetiza a nivel literario y redaccional el informe de los desrdenes

    sociales sealados en los vv. 1-5 . Y en segundo lugar, por su contenido, que se reduce al tema de la

    deuda: una deuda impone cada uno de vosotros sobre su hermano. El texto hebreo usa dos veces

    el lexema ns' prestar (con inters), en los dos extremos de la frase, como para enfatizar la idea:

    mass' ns e ' m. No hace falta, como hacen muchos comentaristas y traductores, cambiar na'

    (prestar) por ns' (cargar), una metfora que globaliza la situacin de los vv. 1 -5 (Biblia de

    Jerusaln: Qu carga impone cada uno de vosotros a su hermano!). No hay apoyo textual para ese

    cambio. Por lo dems, en 1-5 no se trata de expropiaciones (cf. Is. 5:8) ni de trabajo forzado para el

    rey (I Sm. 8:11-17), sino de hipotecas de todos los bienes (campos, viedos, casas) para conseguir

    comida (v. 2) y para pagar la deuda al imperio persa (v. 4); en otras palabras, se contrae una deuda

    para comer y para pagar otra deuda. Recuperar los bienes hipotecados exige pagar las deudas. Ycmo se pueden pagar en este crculo vicioso de endeudarse para pagar deudas? El extremo de la

    situacin consiste en pagar mediante la entrega de los hijos (fuerza de trabajo joven) como esclavos

    (v. 5b), cuyo trabajo no remunerado tiene un equivalente en dinero (Dt. 15:18). Slo la llegada de un

    ao sabtico (lb. vv. l2ss.) poda traer la liberacin de los esclavos.

    La propuesta de Nehemas est expresada en los vv. 10-12a, y se desarrolla en tres partes:

    a) Nehemas reconoce que tambin l y su gente prestaron dinero y cereales; no obstante, anticipa

    su gesto de dejar esta deuda (10b); el cohortativo del verbo dejar indica una voluntad decidida.

    b) A sus interlocutores les exige (un imperativo reforzado con la partcula -n') la devolucininmediata (hoy) de los campos, viedos, olivares (este trmino se aade ahora) y casas (v. 11a).

    Este inciso se refiere al v. 3.

    Se trata de una real condonacin de deudas, porque eran bienes tomados en prenda por dinero

    prestado. Sin embargo, como los pobres tambin haban pedido prstamos en dinero para pagar el

    tributo al rey persa (v. 4a), Nehemas reclama de los acreedores que los condonen (v. 11b). El texto

    hebrero contiene un detalle que generalmente no es observado, si bien puede tener un gran inters

    para nosotros: qu significa (hsib) m e 'at hakkesep...? El verbo m e ' at es el constructor de me'

    cien; la propuesta de modificar el texto en massa' t (deuda-prstamo de) tiene sentido, pero no

    base; peor es la sugerencia, basada en los LXX (ap tou argurou), de convertir m e ' at (de/deentre) para traducir: y parte del dinero. Nehemas pedira as una condonacin parcial, mnima ta l

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    vez. Lo mismo entienden quienes traducen el texto actual por una centsima (parte) del dinero

    (Biblia de Jerusaln, en nota). Estas interpretaciones generosas suponen que perdonar algo de una

    deuda, ya es un gran gesto. Por qu no entender el texto como suena: devolvedles hoy sus

    campos, sus viedos, sus olivares y sus casas; y el ciento (por uno) del dinero... que les habis

    prestado? No hay ningn caso conocido en que me' a signifique la centsima (parte), aunque

    algunas veces es multiplicativo: cien veces (cf. Qo. 8:12; Pr. 17:10). Ser una frmula retrica el

    ciento por uno (cf. Le. 8:8) en nuestro pasaje? O se puede entender como una propuesta de

    mxima, que implica la restauracin de las personas afectadas por la pobreza del endeudamiento?

    El devolver el ciento (por uno) es una forma de invertir los trminos del enriquecimiento previo de

    los acreedores. El texto, adems, agrega al dinero los rubros trigo, vino y aceite, todos bienes de

    consumo, apropiados por los acreedores tal vez durante mucho tiempo. No tiene sentido entonces

    que Nehemas les pida que devuelvan el ciento (por uno) del dinero y de los bienes de consumo

    producidos por las tierras empeadas (vv. 3-4)? La devolucin as es satisfactoria, y cubrira el

    deterioro acaecido desde el momento de hacerse las hipotecas, permitiendo a su vez a los deudores

    su propio proceso productivo. El texto dejara entender que los acreedores se han enriquecidosobradamente; y seala con claridad que pueden econmicamente hacer lo que Nehemas les

    reclama.

    c) Los oficiales acreedores responden: devolveremos (nsb, retomando los trminos de la

    propuesta, v. 11a)... y no reclamaremos... (v. 12a). Cumplieron luego su palabra? Fue slo una

    promesa de ricos para salir del paso? Nehemas, en todo caso, se asegura jurdica y religiosamente de

    la ejecucin de la promesa, comprometiendo por juramento a los sacerdotes que haran cumplir lo

    prometido (v. 12b), si no es que el juramento no es pedido a los mismos interesados (7). El contexto

    es de alianza (comp. Esdras 10:3-5, esp. el v. 5: la frase es la misma que en nuestro pasaje). Ahora

    bien, en la realizacin de alianzas era costumbre incluir un rito simblico de disuasin de todatransgresin (comp. Jr. 34:18-20): en este caso, el gesto consiste en sacudir los pliegues (los

    bolsillos) del manto (cf. el smbolo y su explicacin en el v. 13).

    A todo esto, no debemos olvidar que estamos en plena asamblea popular: vv. 7b y 13b. Un asunto

    que interesa al pueblo que trae la queja (v. 1a), no se resuelve en la intimidad de los poderosos. El

    discurso crtico de Nehemas se desarrolla en asamblea (vv. 8-11), lo mismo que la promesa de los

    acreedores (v. 12a) y la toma del juramento (v. 1 2b- 1 3a). La mencin de la asamblea (vv. 7b y 13b)

    sirve de inclusin a esta parte central del captulo.

    Qu significa la conclusin del v. 13b: hizo el pueblo segn esta pa-labra? La expresin parece

    referirse al cumplimiento de una promesa (cf. y. l2b: Esdras 10:5b). El pueblo era el que levant la

    queja y no el incri-minado. O la frase es general, y est diciendo que el pueblo hizo la misma cosa,

    es decir, el gesto simblico de sacudirlos bolsillos del manto? Habra sido un gesto impresionante,

    visual y auditivamente (8).

    La gravedad de todo este asunto est en que una comunidad de hermanos ha sido herida. Veremos

    en IV la relevancia del lexema hermanos. La situacin apuntada en los vv. 1 -5 no es de ayuda

    mutua, de asistencia de los ricos en favor de los necesitados, sino de aprovechamiento de aqullos a

    costa de stos. La riqueza engendra ms pobreza en forma de deuda. Contra esta perversin

    previene Lv. 25:35-55, en una serie interesante de leyes que empiezan si tu hermano se

    empobrece.... Se prohben el inters, la usura y el tratamiento de esclavo hacia los hermanos que

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    deben trabajar para pagar deudas. Nehemas va ms lejos an, pidiendo una condonacin generosa y

    restauradora.

    III. La estructura manifiesta de Nehemas

    Un texto comunica no slo por las palabras y frases, sino tambin por la posicin de las mismas

    dentro de un todo cerrado. Este comentario se refiere al texto diagramado que se adjunta. El vocablo

    pueblo sirve de inclusin tanto entre los vv. 1-13 (ya observada) como entre 1 y 19

    (temticamente, entre 1 y 18b). El centro de la narracin es ocupado por los acreedores, no

    obstante el marco de la misma indica que el pueblo es el referente principal, el que es oprimido

    (situacin inicial del relato) y el que resulta beneficiado por las decisiones tomadas (situacin final).

    El cuadro de situacin (vv. 1-5+6) contiene varias inclusiones que lo cierran: el clamor (1 y 6); los

    hermanos explotadores (v. 1b) son nuestros herma-nos, de la misma carne (5a); nuestros hijos

    numerosos y carecientes (v. 2) son iguales que los hijos de aqullos, sin embargo son esclavizados(v. 5). La secuencia es hermanos-hijos-hermanos-hijos.

    El resultado es: nuestros hijos/hijas son esclavos de sus hermanos. Situacin sta que tiene su

    causa en el orden econmico, muy destacado en estos versculos. A nivel estructural, el lector debe

    leer tres veces el con-junto nuestros campos y nuestras vias (vv. 3a.4b.5b), que se relaciona con el

    hambre, con la deuda externa individual (en el centro) y con el trabajo de esclavos. Mirado el texto

    as de cerca, produce un impacto retrico notable. Es un texto compacto y macizo (9).

    La situacin expresada en A es contrapuesta por la breve conclusin de A'. Todo lo que hice por este

    pueblo supone cumplido el trmite para revertir la situacin, dato que no es narrado en el texto.

    Por eso la importancia de este final de contrapunto.

    Consideremos B y B'. B (v. 7) especifica por primera vez a los causantes de la crisis social, que no son

    los ricos en general, sino las autoridades polticas que colaboran con Nehemas. En B' se vuelve a

    mencionar a los oficiales de otrora (10), que no se comportaban como los de ahora (B). B y B' se

    oponen, por tanto. Esta relacin de oposicin queda subrayada por el vosotros del v. 7 frente al

    ellos/yo de 17-18.

    La reprensin de Nehemas contra los oficiales actuales se profundiza en C (v. 8), creando una

    oposicin entre nosotros (compradores) y vosotros (vendedores). En C', la crtica a funcionarios

    anteriores que tambin haban oprimido al pueblo (v. 15a) se contrapone con el propio ejemplo deNehemas en una administracin bastante larga (vv. 14.15b-16). Este juego de suboposiciones (en C')

    se expresa as:

    a gobernador (Nehemas): no com el pan del gobernador (14)

    b gobernadores (anteriores): oprimieron al pueblo (de varias formas) (v. 15)

    b' sus servidores: tambin opriman al pueblo (v. 15a b )

    a' yo (Nehemas): no hice de esta manera (15b); no adquir campo alguno (16).

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    B-C, como conjunto, destaca ejemplos opuestos, lo mismo que B'-C', slo que la segunda vez se

    refiere al pasado como testimonio en favor de Nehemas.

    La relacin entre D y D' os ms bien lexemtica: pa1abra=cosa/hacis' (v.9a) se reflejan

    quisticamente en hizo/esta palabra del v. 13b. En D' (vv. 12b- 13) el vocablo haddbar hazze

    aparece tres veces.

    Los vv. 10-12a constituyen el centro del captulo y el programa de reforma propiamente dicho. En E

    y E' se expresan dos locutores diferentes: el nosotros de Nehemas y sus colaboradores (E, v. 10),

    quienes tambin haban prestado dinero y trigo pero desisten de cobrar la deuda, precede y motiva

    el nosotros devolveremos de los actuales abusadores de las necesidades del pueblo (E', v. 12a).

    Que Nehemas haya otorgado prstamos en dinero y alimentos (v. 10a) no lo equipara a los otros,

    que se hicieron dueos especialmente de los medios de produccin y de vida (campos... casas). De

    cualquier manera, E y E' muestran dos deseos: una remisin de deudas normales como ejemplo (E),

    y otra de bienes y deudas creadores de injusticia y empobrecimiento. Esta diferencia la pone de

    relieve todo el captulo (opo-siciones entre la crisis provocada por los nobles -notables y oficiales, yel buen ejemplo de Nehemas y su administracin) y, especialmente, la convergencia de E y E' en el

    centro de todo el captulo y del proyecto reformista de Nehemas (X, v. 11). En primer lugar, se exige

    a los hermanos (v. ib) abusadores, la devolucin de los medios de produccin (campos, viedos,

    olivares (11), las viviendas, y luego el dinero y los productos del campo (trigo, vino, aceite) que

    corresponden al primer terceto de campos/viedos/olivares.

    Este versculo central merece algn comentario ms. Aqu no se emplea el vocablo prstamo -deuda

    (mass), ni la expresin condonar las deudas u otra semejante. No obstante, la hipotec acin de

    los campos y. dems bienes es a cambio de dinero o alimentos para subsistir (v. 3). Para recuperare

    los campos, los pobres deben pagar sus deudas; lejos de poder hacerlo, deben vender a sus propioshijos e hijas como esclavos (v. 5). La deuda que s deben pagar es el tributo imperial, para lo cual

    deben contraer nuevas deudas (v. 4, clarsimo!). La deuda internase hace impagable, generndose

    un crculo de endeudamientos. El v. 11 seala adems una irona digna de atencin. Los acreedores

    han prestado a los pobres no slo dinero, sino, tambin trigo, vino y aceite, aquellos productos que

    justamente los campesinos deban producir para-ellos. Pero los producen para los acreedores (que

    tienen los campos en hipoteca o expropiados), quienes se los prestan. Cmo podran devolverlos?

    De ah que si el v. 11 no habla de condonar las deudas sino de devol-ver, es por una razn muy

    honda. Es la nica manera de rehabilitar a los pobres: que tengan sus propios medios de produccin.

    Si stos ya no estn hipotecados, significa que no hay deudas. Tambin el v. 11b indica ms que unacondonacin de deudas: si as fuera, los deudores no deberan devolver dinero y alimentos. En

    cambio, son los acreedores quienes tienen que de-volver estas cosas que ellos mismos dieron en

    prstamo! Cmo se devuelve lo que se presta? Estos bienes fueron dados en prstamo a cambio de

    garantas, hipotecas o expropiaciones, de tal forma que fueron producidos por los mismos que

    ahora los reciben. Son de ellos, y Nehemas les exige que se los devuelvan, y con creces (el ciento

    por uno, probablemente), por el dao provocado y para dar tiempo a que los campesinos

    recomiencen su propio ciclo productivo. Nada extrao, entonces, que este v. 11 est en el centro de

    la estructura manifiesta del capitulo y del proyecto reformador de Nehemas.

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    IV. Los cuatro lados del texto (12)

    No es el caso poner de relieve todos los vocablos o frases que se refieren a las instancias econmica,

    social, poltica e ideolgica. De hacerlo, el lector observara la prevalencia del nivel econmico

    (prstamo-deuda, tributo del rey, pan del gobernador, comprar, vender, campos..., empear-

    hipotecar, prestar, dinero, siclo, etc.) con trminos que recurren en el interior del texto. Loimportante es notar la interrelacin que se teje en el texto entre los distintos niveles. Un ejemplo: el

    hecho de que la clase dirigente de Jerusaln (nivel poltico) preste dinero o bienes de consumo (nivel

    econmico) con hipoteca de bienes de produccin (nivel econmico-jurdico), engendra esclavos y

    pobres (nivel social) en el interior de una comunidad explci-tamente llamada de hermanos (nivel

    ideolgico). En sentido contrario: la memoria de ser una misma carne y el temor de Dios (vv.

    5.9.15b), operan ideolgicamente sobre Nehemas (quien escucha el clamor de los oprimidos) y

    sobre los responsables de la crisis (que son todos de la clase poltica, dirigente), para que condonen

    las deudas y devuelvan los bienes empeados' (nivel econmico) para deshacer las diferencias

    sociales.

    Para distinguir cada una de las instancias, hay que recorrer el texto entero. Ello significa que no son

    independientes entre s, sino que se entre-cruzan para generar el sentido del texto total. Es

    evidente que en la cspide predomina el nivel poltico, ya que la reforma es llevada adelante por

    Nehemas en una instancia de poder como es la de gobernador. De otra manera no se hubiera

    podido hacer una reforma social de base econmica, por cuanto los opresores aunque hermanos

    (v. 1b) pertenecan a una clase social con poder poltico y econmico. Es el caso de hablar de la

    funcin salvfica del poder usado para defender a los oprimidos, que lo son porque otro poder los

    subyuga.

    Para concluir este pargrafo, hay que sealar otro hecho significativo que el texto diceimplcitamente. La iniciativa de Nehemas es slo de un segundo tiempo. El primer actor, el que

    levanta una queja o protesta, es el pueblo (v. 1), incluyendo a las mujeres. El dato es

    sociolgicamente relevante. Se le habra ocurrido a Nehemas hacer la reforma sin ese clamor del

    pueblo? Segn el v. 6, parece que no. Tambin en Ex. 3:7.9, el proyecto de liberacin de Yav sucede

    al grito de los oprimidos. El poder poltico de Nehemas hace posible y viable la reforma, sin

    embargo la iniciativa no viene de arriba sino que surge de abajo. Es un hecho socio-poltico digno de

    atencin. El poder poltico es una mediacin que en este caso sirve para los intereses del pueblo.

    V. Conclusin

    A simple vista, un texto bblico como el de Neh. 5 no parece tan rico. Tal vez por estar donde est

    (una obra poco usada), o porque su contenido parece agotarse en el hecho puntual del pasado. No es

    un texto proftico, ni una ley o cdigo. No obstante, como hecho histrico, al menos en su ncleo,

    es ms sugerente e interrelaciona mejor los distintos niveles o instancias que hemos comentado. En

    normas como las de Dt. 15 no se capta, por ejemplo, la accin popular que presiona sobre las

    instancias polticas en favor de un cambio social.

    A nosotros hoy en Amrica Latina, un texto como el de Nehemas nos sugiere muchas cosas: que el

    grito del pueblo oprimido puede generar cambios; que los opresores tienen el poder de su parte,

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    pero un poder conflictivo, inseguro, caduco; que los pobres de la tierra no tienen miedo de reclamar

    sus derechos; que puede haber una instancia poltica que use el poder para los que no lo tienen, y

    por eso son oprimidos; que el testimonio de los buenos gobernantes es una condicin para pedir

    cambios a otros (recurdese la argumentacin testimonial de Nehemas en los vv. l4ss.). Hay otra

    punta en el texto, que tiene que ver con la temtica de este nmero de RIBLA, a saber, que la

    deuda de los oprimidos forma una cadena sin fin de nuevas deudas, hacindose impagable. Neh.

    5:11 propone cortar por lo sano (condonar todo el peso de la deuda) y algo ms...: rehabilitar al

    oprimido, devolvindole lo que pareca que se le prestaba. No se dice aqu y all que la deuda

    externa latinoamericana ya est pagada con creces, y que los acreedores deberan devolver

    abundantemente lo que aparente-mente prestaron? Neh. 5 da qu pensar...

    Nehemas 5:1-19

    1 Un gran clamor se suscit entre la gente del pueblo y sus mujeres contra sus hermanos judos. 2

    Unos decan: nosotros, con nuestros hijos y nuestras hijas, somos numerosos como para obtener

    grano para comer y vivir. 3 Otros decan: Nosotros tenemos que empear nuestros campos,nuestras villas, y nuestras casas para conseguir grano durante el hambre. 4 Otros decan:

    A

    Hemos pedido prestado dinero para el impuesto del rey, (a cuenta de) nuestros campos y nuestras

    vias. 5 Ahora bien, nuestra carne es como la de nuestros hermanos; como sus hijos son nuestros

    hijos, sin embargo nosotros forzamos a nuestros hijos y a nuestras hijas a ser esclavos, y hay entre

    nuestras hijas las que fueron forzadas; y no podemos hacer nada, pues nuestros campos y nuestras

    vias pertenecen a otros.

    6 Yo me indign mucho al or su clamor y estas palabras.

    B

    7 Tom decisin en mi corazn de reprender a los notables y ofic iales, y les dije: Una deuda impone

    cada uno de vosotros sobre su hermano; luego orden contra ellos una gran asamblea

    C

    8 y les dije: Nosotros hemos adquirido a nuestros hermanos judos que haban sido vendidos a las

    naciones segn nuestras posibilidades, y he aqu que vosotros estis vendiendo a vuestros

    hermanos para que sean vendidos a nosotros!. Ellos callaron, sin encontrar palabra.

    D

    9 Dije entonces: No es buena la cosa que hacis; no debis acaso caminar en el temor de nuestro

    Dios para evitar el desprecio de las naciones, nuestros enemigos?

    E

    10 Tambin yo, mis hermanos y mi gente, les hemos prestado dinero y trigo, pero olvidemos esta

    deuda.

    X

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    11 Devolvedles hoy mismo sus campos, sus vias, sus olivares y sus casas, y el ciento (por uno?) del

    dinero, del trigo, del vino y del aceite que les habis prestado.

    E'

    12 Dijeron ellos: Devolveremos, y no les reclamaremos; haremos exactamente como t dices.

    D'

    Entonces convoqu a los sacerdotes, y les hice jurar que haran segn esta palabra. 13 Luego sacud

    los pliegues de mi manto, diciendo:

    As sacuda Dios a todo el que no mantenga esta palabra, (dejndolo) sin casa y sin sus bienes! As

    sea sacudido y quede vaco!.

    Toda la asamblea dijo: Amn!, y alab a Yav. E hizo el pueblo segn esta palabra.

    a

    14 Adems, desde el da en que (el rey) me orden ser su gobernador en el pas de Jud desde el

    ao veinte hasta el treinta y dos del rey Artajerjes, durante doce aos ni yo ni mis hermanos

    comimos del pan del gobernador,

    C'

    b

    15 en cambio los gobernadores anteriores que me precedieron oprimieron al pueblo, tornando de

    ellos, en concepto de pan y vino, cuarenta siclos de plata;

    b'

    b' tambin sus funcionarios opriman al pueblo;

    a'

    pero yo no obr as, por el temor de Dios. 16 Adems, me esforc en la obra de esta muralla sin

    comprar campos, con toda mi gente all en la obra en forma solidaria.

    B'

    17 A mi mesa se sentaban los judos y oficiales en nmero de ciento cincuenta, sin contar los que

    venan a nosotros desde los pases de alrededor. 18 Cada da se aderezaba un toro, seis ovejas

    escogidas, y aves, y cada diez das, toda clase de vinos en abundancia, pero con todo esto nunca

    reclam el pan del gobernador, porque pesado era el trabajo que agravaba al pueblo.

    A'

    19 Acurdate, Dios mo, para mi bien, de todo lo que hice por este pueblo !.

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    Bibliografa

    1 Ver, en la breve nota aparte, F.R. Kraus, Ein Edila des Knigs Ammi-saduqa von Babylon (Brill,

    Leiden, 1958).

    2 Cf. W.G. Lambeit, Nebuchad