Revista Vida Nueva 4

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Del 10 al 16 de abril de 2010. Núm. 2.702 · 4 e 124664 A FONDO África mía, África nuestra Del 29 de enero al 11 de febrero de 2012. Núm. 4 • $60.00 • ISSN en trámite TAPACHULA Y CHALMA Migrantes y peregrinos de la PAZ HORACIO NAVA REZA. Campeón de los 50 km de caminata “Yo rezo durante la competencia” PLIEGO Recordando a Pablo VI en el 50 º aniversario del Vaticano II

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Del 10 al 16 de abril de 2010. Núm. 2.702 · 4 e

124664

A FONDO

África mía, África nuestra

Del 29 de enero al 11 de febrero de 2012. Núm. 4 • $60.00 • ISSN en trámite

TAPACHULA Y CHALMAMigrantes y peregrinos de la PAZ

HORACIO NAVA REZA. Campeón de los 50 km de caminata

“Yo rezo durante la competencia”

PLIEGORecordando a Pablo VI en el

50º aniversario del Vaticano II

HORACIO NAVA REZA. Campeón de los 50 km de caminata

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6 MARIO DE GASPERÍN 6 JUAN RUBIO 15 LAURA JUÁREZ 19 FRANCISCO PORRAS 45 PABLO D’ORS

▶SUMARIO

Ciencia y fe: Seminario Interinstitucional en ChapingoLa universidad pública y técnica prueba que razón y fe no están en universos distintos

Académicos abrieron su investigación al diá-logo en torno a temas de la sociedad moderna y su interacción con la fe. Pág. 18

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5Editorial

7La columna del director: Arrieros somosJoseph Ratzinger: El Papa que visitará México

8A fondoEl necesario tránsito hacia una Iglesia adulta. Relevo generacional del clero en África

14Iglesia en México“Logro histórico”: reconocimiento de la UPM ante el Vaticano

23PLIEGOConciencia, renovación y diálogo en la Iglesia. Recordando a Pablo VI en el 50º aniversario del Vaticano II Eduardo de la Hera Buedo

32En vivo¿Por qué adoptamos?

34Iglesia en el MundoEn tiempos de crisis, respeto a la persona

42EntrevistaHoracio Nava Reza, campeón de caminata en los pasados Juegos Panamericanos

44CulturaUn Cervantes para la antipoesía

47CineEn un mundo mejor

48Libros

49Creación literaria y Poesía

50Al vueloTherese Mabulayi, fundadora de la ONG congoleña ASAM para discapacitados

29/01/2012-11/02/2012 NÚMERO 4

Motivos para adoptar“Dios encomendó a esta familia un reto in-usual: el de asumir que no lograría tener descendencia. Sin embargo, nos concedió una oportunidad maravillosa: la de lograr trascendencia”

VN México reproduce el testimonio que Ga-briela Legorreta escribió tras su experiencia de adopción. Pág. 32

Oportunidad para servirLejos de derrotarse, Therese Mabulayi, empezó un apostolado para luchar por los derechos de las personas con discapacidad. Pág. 50

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REVISTA VIDA NUEVA, AÑO 1, N° 4, enero - febrero 2012, es una publicación quincenal editada por PPC Editorial, S.A. de C.V., con domicilio en Magdalena N° 211, Colonia Del Valle, Delegación Benito Juárez, México, D.F., C.P. 03100, Tel.: 10878400 ext. 438. Fax: 10878400 ext. 301. Lada sin costo: 01800 2008400, www.revis-tavidanueva.mx. Editor responsable Jorge Eugenio Trasloheros Hernández, Reserva de Derechos al uso Exclusivo N° 04-2011-072509195700-102. ISSN en trámite. Certificado de licitud de título y contenido No.15348 de fecha 6 de octubre de 2011, otorgado por la Comisión Calificadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Se-cretaría de Gobernación. Permiso SEPOMEX PP09-1850. Impresa en México por Editorial Impresora Apolo, S.A. de C.V., con domi-cilio en Centeno 150 local 6, Col. Granjas Esmeralda, Delegación Iztapalapa, México, Distrito Federal C.P. 09850. Tel. 5445-0470, este número se terminó de imprimir el 20 de enero de 2012 con un tiraje de 1, 000 ejemplares. Las fotografías y los artículos firmados que aparecen en Vida Nueva, así como las opiniones vertidas en estos, son responsabilidad exclusiva de los autores, no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.

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Ante la Emergencia Alimentaria en la Sierra TarahumaraEs de conocimiento público que el Estado de Chihuahua y, más en concreto, la Sierra Tarahumara, se encuentra en una situación delicada debido, entre otras cosas, a la ausencia de lluvia o a lo tardío de ellas.El Gobierno, la Iglesia, el Empresariado Chihuahuense y algunas ONG y fundaciones se están organizando con gran sentido de humanidad y solidaridad para apuntar soluciones ante lo que nosotros, la Iglesia, llamamos “Emergencia alimentaria” para no caer en sensacionalismos ni sentimentalismos tranquilizadores.En algunos medios de comunicación han salido notas con títulos como “los tarahumaras se suicidan por el hambre”… Noticias así nos parecen irresponsables y sensacionalistas, pues esconden la verdad y atraen la mirada hacia el mundo indígena de una forma irreal y perjudicial a su cultura. En tal cultura y experiencia de fe no cabe el suicidio porque siempre le encuentran sentido a la vida aún en las circunstancias difíciles. Es un pueblo que resiste y lucha por ser autosufi ciente y, ante la emergencia, sale a buscar lo necesario para vivir sin desesperación alguna. No esperan sentados, sino que caminan para buscar el alimento para que su pueblo siga vivo.Sin minimizar el problema ni llevarlo a la exageración, y debido a las innumerables preguntas que se me han hecho, apunto mi visión de las cosas y algunas pistas que, como pastor, puedan iluminar a quienes se sienten solidarios con sus hermanos tarahumaras y mestizos pobres de la Sierra.1. Es innegable el momento difícil que ya trae rezagos desde décadas por no haber afrontado la situación con seriedad y

con visión de futuro. El mundo indígena ha sido olvidado y las promesas de fuentes de trabajo a largo plazo han sido sólo palabras bonitas por intereses partidistas y asistencialismos interesados. Aún hoy, en muchos sectores, se mira al indígena de arriba hacia abajo, como si fuesen objeto de lástima. Esto es un grave pecado, porque no hemos dejado que ellos sean sujetos de su historia. La emergencia se extiende no sólo al mundo indígena sino, también, a muchos mestizos pobres.

2. Tal crisis, nada nueva, si se afronta con sentido de solidaridad y organizadamente, se transformará en una oportunidad para hacernos más humanos y más hermanos. Los pobres nos pueden humanizar siempre que los veamos como hermanos y aprendamos de ellos.

ALGUNAS PISTAS ANTE LOS RETOS1. La asistencia ante la crisis es importante. Pero da vergüenza que nos quedemos en proyectos meramente asistenciales. La

solución no está en repartir cobijas o despensas (aunque esto es necesario hoy), sino en pensar en un futuro donde ellos mismos (indígenas y mestizos pobres) puedan ser productores de su mismo sustento.

2. En la Sierra se requieren espacios públicos para la convivencia sana de tantos jóvenes y adultos. Se requiere una mayor organización en el campo de la salud comunitaria.

3. Es importante que los proyectos sean consultados por las autoridades indígenas, desde dentro y desde su cultura. Que sean proyectos, repito, no partidistas. Ante la situación emergente, la humanidad y la inclusión real en la nación está sobre los intereses de partido.

4. Que los apoyos de ahora estén bien organizados (la caridad también se planea) para que lleguen a los que más necesitan. Que no exista quien reciba menos o más por afi nidad o preferencias de los donantes o repartidores. Los que ayudan han de saber a quién dirigirse y pedir que se les dé cuenta de lo aportado.

5. No es hora sólo de criticar, sino de aportar; de apreciar y solidarizarnos con quienes se aventuran a ir a sus hermanos para darles no sólo lo material sino el pan espiritual y sus mismas vidas.

6. El mundo indígena merece todo nuestro respeto y nuestros deseos de aprender de ellos. Es más lo que nos dan que lo que les damos. Entrar en su mundo hermoso y misterioso nos lleva a descalzarnos para ir aprendiendo su propuesta de que un mundo más hermano y justo es posible. Más obras sin tanta palabrería y ni tanta publicidad.

7. Para quienes deseen apoyar, sobre todo con recursos económicos, puedo darles los siguientes datos, sin excluir a otros. Lo hago porque son los que conozco:

• P. Hector Fernando Martínez (Vicario General de la diócesis): Tel. 635 4560091. La cuenta es en la IBP Protarahumara, en Banca Santander en Chihuahua, No. 65500560942.

• P. Javier Ávila (Pastoral social): Tel 614 4884166.• Ing. Adrián Aguirre Reyna (FECHAC): 614 4132020 Ext. 108. El Empresariado tiene un Fondo Social en Banamex.• Existe una “Red Serrana” integrada por Iglesia y otras instituciones.

Dejémonos, pues, tocar una vez más y que la voz callada pero fuerte del mundo pobre nos despierte para ver la imagen de Dios en ellos.

+ Rafael Sandoval SandovalObispo de Tarahumara

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▶EDITORIAL

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Libertad de religión: en beneficio de todos

Debemos alejarnos de absurdas confrontaciones para seguir en el camino del encuentro y del diálogo

El proceso de reforma al artículo 24 constitucional, que ya hemos co-mentado en el número tres de Vida Nueva con amplitud, ha generado

la reacción virulenta de los trasnochados jacobinos de siempre; pero también de algunos respetables analistas de la vida nacional. Se trata de personas que se han destacado por su firme defensa de las li-bertades democráticas sobre la base de los derechos humanos. Entre ellos hay quienes interpusieron un recurso ante la Supre-ma Corte de Justicia de la Nación contra aspectos de la reforma política electoral, aprobada en años recientes, por limitar la libertad de expresión en los medios masi-vos de comunicación. Una batalla que al final perdieron, pero que dejó testimonio de su convicción.

Es un misterio por qué analistas ad-mirables en muchos sentidos resbalan, se atoran y desdicen de sus convicciones democráticas al entrar en el terreno del derecho humano a la libertad de religión, haciendo de la reforma constitucional en curso el motivo de sus nada coherentes ata-ques, no obstante ser una reforma bastante moderada e incluso tímida. Como hemos dicho, se trata de un primer paso en un largo camino por recorrer en materia de libertad religiosa, en beneficio de todos y cada uno de los mexicanos.

En sus ataques contra la libertad reli-giosa no tienen empacho en utilizar un lenguaje de persecución y recurrir a lu-gares comunes contra el “clero político” y los “oscurantistas obispos católicos”.

Confunden la libertad de culto con la li-bertad de religión, haciendo violencia a las reglas elementales de la lógica, las cuales dicen que no debe tomarse la parte por el todo. La libertad de religión es mucho más que la libertad de culto. Al final, reducen la promoción de un derecho fundamental a un anacrónico e inexisten-te conflicto entre católicos y liberales, como si el agua no hubiera pasado nunca bajo los puentes.

Bien harían en estudiar un poco la historia de la Iglesia y de nuestro país. Los católi-cos, en México y en el mundo, desde finales del siglo XIX emprendimos un proceso de reflexión sobre la libertad religiosa. Des-de las feroces luchas del siglo XIX y las terribles persecuciones del XX, hicimos nuestro tránsito por el desierto –lugar de encuentro y purificación- hasta llegar a la buena tierra de la libertad religiosa. Nos hemos reconciliado con nuestras más profundas raíces y lo mejor de nuestra teología, como bien explicó el Papa en su discurso del 22 de diciembre de 2005. Para nosotros, fe y libertad van de la mano. La relación de Dios con el ser humano está fincada en la libertad, por lo que vivirla bajo este supuesto es lo más razonable.

No es casualidad que hoy los católicos seamos lo principales promotores de la libertad de religión en el mundo en bene-ficio de ateos, agnósticos y creyentes. Se

trata de una forma de ser Iglesia que ha llevado a no pocos de nuestros hermanos al martirio en Pakistán, Medio Oriente, China y África, o bien a persecuciones de baja intensidad como la vivida en nues-

tra patria por décadas y que gana intensidad en Europa y Norteamérica. El lamentable acoso cultural que hoy pre-senciamos en los medios son remedos de épocas trágicas que nunca deben regresar.

Hay sectores muy respe-tables de la vida intelectual y académica de México que necesitan hacer su propio recorrido hasta comprender que la libertad de religión es un derecho humano funda-

mental infaltable en una auténtica de-mocracia. Podemos no estar de acuerdo en grandes temas, lo que es lógico en una sociedad plural. Sin embargo, no es razona-ble nos quieran privar de nuestro derecho a expresarnos en público y en privado a través de nuestra religión. Bajo cualquier hipótesis, los católicos debemos alejarnos de absurdas confrontaciones para seguir en el camino del encuentro y el diálogo, lo que implica proponer con firmeza el ejercicio de nuestros derechos humanos sin renunciar a nuestra identidad. Quien actúe en contrario atenta contra el sentido común, el Concilio Vaticano II y lo mejor del Magisterio de la última centuria. Los católicos hemos tendido la mano fraterna en señal de amistad y así debe permanecer.

África mía, África nuestra

Frente al cansino cristianismo europeo, el Papa ha puesto como ejemplo la alegría del ca-tolicismo africano para escán-

dalo de unos y molestia de otros más. Sí, África, el continente de la miseria, de la corrupción, donde la administra-ción eficiente de los recursos es una utopía de otro planeta, atacado por diversas, donde la paz se gana cada día al precio de la valentía casi temeraria,

donde ser cristiano pude costar la vida en no pocas regiones.

Justo aquí se desarrolla una Iglesia jo-ven, vibrante, llena de esperanza. Una catolicidad compuesta, como cualquier otra, por pecadores de a de veras que bus-can la gracia de Dios. La diferencia es que en la búsqueda y el encuentro se verifi-ca la característica esencial de la Nueva Evangelización: el gozo y la alegría del encuentro con Cristo. No es casualidad que

sea considerada por el Papa como “el pulmón espiritual de la humanidad”. Ha llegado el momento de no pensar más en ésta como una Iglesia infantil, recién nacida, a la cual sólo puede verse desde una ramplona caridad, con carita de ternura por los pobres “negritos”. No más. A los ojos del Papa alemán se levanta, jovial, como ejemplo a seguir desde la intimidad de la fe. Esta es ya el África mía, el África nuestra.

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Al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de

la República Federativa de Brasil ante la Santa Sede, el Papa Benedicto XVI le dijo:

1°. Que agradecía a la presidenta Dilma Rouseff la disponibilidad de su gobierno de apoyar la XXVIII JMJ, que se celebrará en Río de Janeiro, en 2013.

2°. Que se alegraba de las buenas relaciones que han existido entre Brasil y la Santa Sede, desde el momento de su independencia. Recordó la celebración de la primera misa en 1500, “el aprecio por los valores familiares y la defensa de la vida humana en todas sus fases” del pueblo brasileño, así como su fe llena de tradiciones cristianas y cuyo “símbolo de identifi cación mundial” es la estatua del Cristo Redentor, que bendice a la nación.

3°. Que el acuerdo fi rmado entre ambas partes en 2008 no contiene privilegios para la Iglesia católica ni “supone una afrenta a la laicidad

del Estado”, sino que da “carácter ofi cial y jurídico a la independencia y colaboración de ambas realidades”.

4°. Que la doctrina de la Iglesia es ésta: “La comunidad política y la Iglesia son entre sí independientes y autónomas en su propio campo. Sin embargo, ambas, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social de los mismos hombres” (Gaudium et spes, 76).

5°. Que la “sana laicidad” (porque hay también una enferma) no debe considerar la religión como simple sentimiento individual reducible al ámbito privado, sino como una realidad organizada, social y pública.

6°. Que corresponde al Estado garantizar la posibilidad del libre ejercicio del culto de cada confesión religiosa, así como de otras actividades culturales, educativas y caritativas, que no contradigan la moral o el orden público.

7°. Que estas actividades eclesiales no son sólo iniciativas asistenciales, humanitarias, ni sólo educativas concretas, sino que “incluyen sobre todo el crecimiento ético de la sociedad” y su apertura a la trascendencia; así la religión ayuda a crecer a la sociedad en humanidad.

8° Que el campo de la educación es de importancia capital. El prestigio de las instituciones educativas de la Iglesia es “reconocido por toda la sociedad”; pues, la verdadera educación incluye una faceta social, abierta a la trascendencia, lo que constituye “un valor necesario para la formación de la persona”.

9° Que la enseñanza religiosa “no se puede reducir a una genérica sociología de las religiones, pues no existe una religión genérica, aconfesional”. Por eso, “la enseñanza religiosa confesional en las escuelas públicas no lastima la laicidad del Estado”, sino que

garantiza el derecho de los papás a escoger la educación de sus hijos.

10°. Que la Iglesia “no puede ni debe sustituir al Estado. Pero tampoco puede ni debe quedarse al margen de la lucha por la justicia” (Deus caritas est, 28); por lo cual, “siempre se mostrará feliz de contribuir a la asistencia a los más necesitados, ayudándolos a librarse de su situación de indigencia, pobreza y exclusión”, es decir, a recobrar su dignidad y sus derechos humanos fundamentales.

Esto fue lo que el Papa Benedicto XVI dijo, aquí en apretada síntesis y glosa, al señor Embajador de Brasil el 31 de octubre de 2011. Se requiere la lectura del texto mismo, que nos puede ayudar a esclarecer ideas, corregir desviaciones, superar ideologías e irnos preparando para entender lo que (quizá) el Papa nos va a decir ahora que venga a visitarnos.

MARIO DE GASPERÍN GASPERÍN. Obispo Emérito de Querétaro

▶LA PUERTA DE LA FE

JUAN RUBIO. Director Vida Nueva España

El Concilio, ¿obsoleto?

Roma, 19 de octubre de 1962. En un convento de Via delle Mura Angeliche, el Mater Dei, se reunían, convocados por el obispo de

Maguncia, 25 obispos y teólogos franco-alemanes. No estaban de acuerdo con el esquema presen-tado por la Secretaría General del Concilio. “Se trata de una operación de limpieza intelectual en los muros de la escolástica”, dijo el P. Chenu. Había que desmantelarlo. Unos pedían redactar un esquema nuevo; otros eran más cautos, solo reformarlo. Jacobinos y girondinos a las puertas del Vaticano. Todos querían cambios, pero por vías distintas. Lo primero que había que hacer era clausurar solemnemente el Vaticano I, disuelto en medio de una tormenta estival mientras Garibaldi

asediaba Roma. Tampoco se trataba de realizar el sueño de Pío XII cuando, a � nales de los 40, quiso convocar un concilio para encauzar las reformas bíblica, litúrgica, catequética y ecuménica. El sín-drome de Lampedusa: “Cambiar todo para que todo continuase igual”. Jacobinos y girondinos buscaban un cambio más copernicano. Tuvo que llegar el nuevo Papa, Montini, para facilitar el trasvase. Fue entonces cuando el Concilio cambió de rumbo. En aquel cónclave se encontraban obispos como Volk, Ancel… y teólogos como Congar, Chenu, Daniélou, De Lubac, Küng, Schillebeeckx y el joven Joseph Ratzinger, consultor del prelado de Colonia, Frings. Este era el núcleo duro conciliar. Pasó la efervescencia posconciliar y entró el miedo

al sincretismo doctrinal, al relativismo moral, al aggiornamento, a las teologías pactistas con el mar-xismo, a la liturgia desacralizada. Miedo a diluirse. Siempre el miedo. Vuelven tradiciones caducas y se entierra el espíritu que movió el cambio. Las consti-tuciones y decretos duermen el sueño de los justos; apenas se estudian. ¿Evolución o involución? Lo que diga el Papa. El Concilio es el Papa. Un año por delante. No faltarán agoreros ultramontanos que arremetan contra aquella reforma. No vendría mal volver a los textos y al espíritu. Hoy, se sabe muy poco de él. En librerías de viejo se venden ejemplares por cinco euros. Y aquella tarde de otoño romana será estudiada en los anales. No sé si con alegría, con nostalgia o como anécdota histórica.

El Papa le dijo…

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Benedicto XVI visitará México. Me parece nece-

sario comprender quién es este hombre cuya importancia en la Iglesia de los últimos cincuenta años es innegable y, por la densidad histórica vivida, lo será en el futuro. Para tal � n sacaremos prove-cho de la agenda que él mismo ha trazado para la Iglesia en el 2012.

El año en curso estará mar-cado por dos acontecimientos que serán decisivos para el rumbo de la Iglesia en el futu-ro próximo, parte importante del rico legado de Benedicto XVI y, en cierta forma, culmen de la trayectoria teológica y pastoral de Joseph Ratzinger.

El primero. En su carta apostólica “Porta Fidei” (La puerta de la Fe), el Papa con-vocó a la Iglesia a celebrar el cincuentenario del Concilio Vaticano II con un año de ora-ción y re� exión, de octubre de 2012 a octubre de 2013. Su preparación ha dado ini-cio y se han librado ciertas orientaciones de la Congre-gación para la Doctrina de la Fe. Deben ser entendidas como invitación a la imagi-nación evangélica y no como instructivo para abrir cajas de cereales. Como siempre, en Ratzinger, oración, re� exión y acción son unidad que gana coherencia por Cristo, con él y en él. El segundo. Ha convo-cado a una asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos para tratar el tema de la “nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana”. Ambos aconteci-mientos apuntan a consoli-dar un modo de ser Iglesia impulsado decididamente por el Concilio Vaticano II. Pues-

to en perspectiva histórica, constituyen la con� rmación de una serie de transforma-ciones vividas por la cato-licidad en el último siglo y medio. Digamos, desde poco antes del ponti� cado de León XIII, desde los tiempos de la conversión del beato John H. Newman, por ponerle tiempo y nombres signi� cativos.

Autoridad en la IglesiaLa riqueza y oportunidad

de las convocatorias son ma-yúsculas y tienen muchas líneas de interpretación. No obstante, quiero re� exionar sobre lo que implica para el ejercicio de la autoridad en la Iglesia, el futuro del Concilio Vaticano II y la concreción de la nueva evangelización. Ante la imposibilidad de agotarle en una sola entrega, iremos arriando las re� exiones por el camino.

Contra lo que dice la con-seja ilustrada dentro y fuera de la Iglesia, la autoridad je-rárquica sacerdotal está muy lejos de haberse desarrollado como un poder único ejercido por un Papa autárquico. Se-ría difícil encontrar un mo-mento así en dos mil años

de historia. Por el contrario, el caminar de la Iglesia está marcado por la presencia de una autoridad ejercida desde la tradición, por el sucesor de san Pedro, cabeza de la Iglesia, en comunión con el colegio episcopal. Se trata de parte importante de la tradición apostólica, fuente de legitimidad sacramental y potestativa.

Estamos ante la forma ori-ginal de ejercer la autoridad en la Iglesia. Pedro es cabeza indiscutida, en comunión con el colegio de los apóstoles. Así, quienes hoy pretenden un Papa sometido a una espe-cie de parlamento eclesiástico mundial o, por el contrario, unos obispos sin participa-ción ni responsabilidad, dejan de lado parte sustantiva de la historia de la Iglesia, por lo que hierran en el intento.

La fuerte autoridad del cole-gio episcopal ha sido la menos atendida por los historiadores de cualquier signo, inclui-dos los católicos. Su forma constante y más acabada es la tradición sinodal ejercida desde los tiempos apostólicos a través de concilios ecuméni-cos, generales y provinciales,

sínodos generales y diocesa-nos, sin dejar de considerar nuevas formas nacidas al calor del siglo XX, como las Conferencias Episcopales la-tinoamericanas.

Esta forma original de ejer-cer la autoridad ha sido muy dinámica a lo largo del tiem-po. Cuando el equilibrio se ha roto, las consecuencias han sido graves llegando incluso al cisma. El concilio Vaticano II le dio nuevo impulso. For-taleció la � gura del Papa y también la del colegio episco-pal, al impulsar la celebración constante de sínodos genera-les ordinarios para tratar los más distintos temas como, ahora, la nueva evangeliza-ción. Los ejemplos de este tipo de asambleas se multiplican desde la época de Paulo VI. Pues bien, Ratzinger fue uno de los teólogos más notables del concilio y, después, como arzobispo, prefecto y carde-nal, ha impulsado esta forma de conducir a la Iglesia. No sólo en su larga trayectoria ha tenido oportunidad de participar en múltiples sí-nodos, también como Papa los ha convocado sin empa-cho para diversas materias y regiones del mundo, sin con-tar los muy numerosos que se han celebrado a nivel local y que, al � nal, han contado con el “� at” del sucesor de san Pedro en con� rmación de la comunión de la Iglesia.

Nada más lejos de Benedic-to XVI que la imagen creada de un hombre autoritario e in-transigente. Joseph Ratzinger, en su trayectoria teológica y pastoral, ha sido uno de los grandes impulsores de esta forma original de ejercer la autoridad dentro de la Iglesia.

▶LA COLUMNA DEL DIRECTOR JORGE E. TRASLOSHEROSDirector Vida Nueva México

JORGE E. TRASLOSHEROSDirector Vida Nueva México

Joseph Ratzinger: El Papa que visitará México

“ARRIEROS SOMOS”

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JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO

tránsitoEl necesario

hacia una Iglesia adultaRelevo generacional del clero en África

Prefiere no dar su nom-bre, así que llamémosle padre Vicente. Durante

sus 30 años de trabajo pastoral en Uganda, pasó por siete pa-rroquias rurales, y la mayor de sus satisfacciones se producía cuando llegaba el día de entre-gar la institución al clero dio-cesano, un ritual que señalaba el cumplimiento de la misión. En la última de las parroquias donde trabajó el padre Vicente había 40 sucursales, que el mi-sionero visitaba al menos una vez cada tres meses, en moto o en bicicleta, por caminos a menudo intransitables. Pocas semanas antes de volver a Espa-ña llegó su sustituto: un sacer-

ha crecido más el número de católicos (que ha pasado de ser del 13% al 17% de la población africana) y el de sacerdotes. Según el Anuario Pontificio de 2010, los sacerdotes en África han crecido en un 33%. Si en Europa los seminarios cierran, en África no dan abasto para acoger a tantos jóvenes como piden entrar en ellos. Las mis-mas estadísticas revelan que los seminaristas africanos se incrementan cada año en un 3,6%, mientras que en Europa disminuyen a un ritmo del 4%. Donde antes había obispos, vi-carios episcopales y párrocos europeos, ahora los puestos de responsabilidad en diócesis y

dote africano recién ordenado. Hoy las cosas han cambiado mucho en aquella parroquia. El nuevo párroco solo visita los centros principales, y una vez al mes pasa una semana en la capital, según dice para reponerse y visitar a amigos. A los feligreses –campesinos y pescadores pobres– no les ha gustado el cambio de estilo de trabajo, pero todos saben que de nada serviría quejarse.

Casos así están lejos de ser anecdóticos, y reflejan que el relevo generacional del clero en África no está exento de tensio-nes y situaciones incómodas. Hablamos del continente don-de durante la última década

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hace casi cien años, mientras que en Angola y Mozambique, a pesar de que sus Iglesias han celebrado ya su quinto centena-rio, apenas hay curas locales, y sus primeras ordenaciones tuvieron lugar en los años 70 (con algunas realizadas en los 60, con cuentagotas). Además, en muchas diócesis africanas hay un verdadero vacío gene-racional: uno se encuentra con pocos misioneros y muy mayo-res, seguidos de una generación de curas africanos de poco más de 30 años a los que faltan mo-delos de referencia.

Variedad de situacionesEn cuanto a las relaciones

entre misioneros y clero afri-cano, suelen darse tres situa-ciones bastante diferenciadas, que pueden incluso coexistir dentro del mismo país: en primer lugar, hay diócesis de primera evangelización en las que la mayor parte del clero es expatriado. Este es el caso de Rumbek, en Sudán del Sur. Su

congregaciones religiosas han pasado al clero local. ¿Cómo tiene lugar este tránsito?

Todo depende de quién nos responda y de en qué lugar nos encontremos. El sacerdote cha-diano Celestin Ngoré –que rea-liza estudios en España– alerta que “hay que tener cuidado con afirmaciones muy generales, como decir que ‘los curas afri-canos son así’, porque pueden incluso sonar ofensivas”. El he-cho de que África tenga más de mil millones de habitantes repartidos en 54 países obliga a matizar bastante las cosas y, dentro de la misma Iglesia católica, hay situaciones muy distintas: la Iglesia no funciona de la misma manera en países como Congo o Burundi, con una mayoría de católicos, que en otros –como los del Sahel– don-de estos son una minoría. Y por lo que se refiere al clero, hay también fuertes contrastes: en países como Uganda, las prime-ras ordenaciones sacerdotales de clero nativo se remontan a

obispo, el comboniano italiano Caesar Mazzolari, trabaja con más de 20 sacerdotes misione-ros y solo dos curas diocesanos sudaneses. Y, ojo al dato: su diócesis refleja el cambio ope-rado hoy en las congregaciones misioneras por lo que se refie-re a su personal. En Rumbek trabajan hoy juntos misione-ros procedentes de Argentina, Portugal, España, los Estados Unidos, México, Nigeria, Togo o India. Ni que decir tiene que, en situaciones así, con el clero dio-cesano en minoría, las relacio-nes entre misioneros y locales suelen ser buenas y apenas hay tensiones, sobre todo si no hay una nacionalidad dominante entre los misioneros.

Tampoco suele haber fric-ciones cuando se invierten los términos y nos encontramos con una diócesis con una gran mayoría de clero local y una presencia minoritaria –casi testimonial– de misioneros, que tal vez se ocupan de alguna parroquia o de algún trabajo es-

pecializado –muy a menudo de tipo administrativo– encomen-dado a ellos por el obispo. La diócesis de Masaka (Uganda), por ejemplo, suele tener unas 20 ordenaciones sacerdotales al año. En una situación así, el misionero no está realmente presente porque “le necesiten”, sino para recordar a todos que la Iglesia es universal.

La mayor parte de las situa-ciones de tensión entre misio-neros y sacerdotes africanos suele darse en diócesis donde ambos grupos están repartidos a partes iguales. Es la crisis de la adolescencia eclesial, con rebeldías y desconfianzas mu-tuas. Basta que los expatriados defiendan una posición para que los curas africanos defien-dan lo contrario. Y si hay erro-res entre el clero local, es muy probable que la reacción de los misioneros sea suspirar y que-jarse: “¿No te lo decía yo…?”.

Tensiones de este tipo pue-den elevarse al máximo cuando llega el momento de elegir a

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El fenómeno es real y constatable desde hace varios años: el número de misioneros extranjeros, que trabajan en los llamados países de misión, disminuye a pasos agigantados. Los misioneros de los años 60 y 70 vuelven a sus países

de origen, fatigados, enfermos o cargados de años. Muy pronto les seguirán los pocos que aún quedan. Todos vuelven con la perspectiva de un horizonte vocacional de sustitución casi nulo. Los misioneros al estilo clásico tocan a rebato, anunciando el fi nal de una época, mientras que las residencias de las congregaciones misioneras en Europa y América se llenan de misioneros que vienen a sus países de origen a disfrutar en paz los últimos años de sus vidas.Esta disminución de misioneros extranjeros puede parecer, a pri-mera vista, una catástrofe para la obra misionera de la Iglesia. Pero no es un fracaso; es, más bien, misión cumplida. Si miramos las estadísticas, la disminución del número de misioneros está compensada por el crecimiento del número de sacerdotes tanto diocesanos como religiosos y el aumento considerable del cristia-nismo, por ejemplo, en África. Se da la paradoja de que el número de los misioneros disminuye, pero el de los sacerdotes y el de los cristianos aumenta.Cuando, a fi nales de los años 50 y comienzos del 60, la mayoría de los países africanos accedió a la independencia, los sacerdotes nativos eran una minoría. Por ejemplo, a mi llegada a Burkina en enero de 1968, los Misioneros de África (Padres Blancos) éramos más de 200, el doble numéricamente de los sacerdotes nativos. Ahora, al cabo de cincuenta años, el número de misioneros se ha reducido considerablemente, y apenas representan un centenar, mientras que los sacerdotes y religiosos nativos sobrepasan el millar. Algo parecido ocurre con el porcentaje de cristianos, que ha pasado del 3% al casi 30% en el mismo período de tiempo.La actividad misionera estuvo orientada al anuncio del Evangelio y a la formación de una Iglesia local cristiana, abierta a la univer-salidad, pero también autosufi ciente, tanto en lo cultural como en lo religioso. Pero la relación de las nuevas Iglesias con respecto a las Iglesias madres de Europa y América es todavía, en parte,

Los misioneros disminuyen, la misión progresa

de dependencia cultural y económica. Es un proceso que requiere tiempo y madurez evangélica, aprecio mutuo y una solidaridad hu-milde y alejada de paternalismos. No todas las estructuras legadas por la Iglesia misionera son compatibles con las sensibilidades y posibilidades de las nuevas Iglesias. Les toca a ellas buscar las soluciones que corresponden a su propia cultura.Las congregaciones religiosas consideran el fenómeno de la dismi-nución de los misioneros con optimismo y esperanza, pero no exento de incertidumbres y problemas. En Europa, la sequía de vocaciones es probablemente irreversible. En África y América, sin embargo, las vocaciones a la Vida Religiosa y al sacerdocio son numerosas. En tiempos no muy lejanos, la respuesta de las congregaciones misioneras a los posibles candidatos era más bien negativa. La incorporación de los nativos a las congregaciones misioneras era algo excepcional. El motivo era muy sencillo: había que favorecer el desarrollo de las Iglesias locales. Ahora, la tendencia generalizada es dar cauce, en el seno de las congregaciones misioneras, a las vocaciones nativas. Los motivos no son egoístas. No se trata de asegurar la supervivencia de la institución, ni tampoco de permitir a las viejas generaciones una vejez tranquila. Se trata más bien de dar cauce a la vocación misionera de los jóvenes nativos, atraídos por el particular carisma de las diferentes congregaciones misioneras: Javerianos, Combonianos, Misioneros de la Consolata, Espiritanos, Misioneros de África (Padres Blancos), etc. Pero es un reto difícil. La convivencia y el trabajo de misioneros provenientes de países y culturas diferentes requiere sacrifi cios y capacidad de diálogo, que no se consiguen fácilmente. La experiencia vivida nos muestra que, a pesar de las inevitables difi cultades, estamos en el buen camino.Los misioneros de corte clásico están llamados probablemente a desaparecer. Pero la misión de la Iglesia continúa. El mundo cambia. Las congregaciones religiosas se adaptan a los cambios del mundo. Aceptando la interculturalidad entre sus miembros, las congregaciones misioneras están llamadas a ser el prototipo de un mundo nuevo, en donde es posible vivir y amarse a pesar de las diferencias de raza, sexo y religión.

Agustín Arteche Gorostegui, M. Afr.

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▶ ▶un nuevo obispo. Baste como muestra el botón de la dióce-sis ugandesa de Lira, allá por 1989, cuando falleció su obis-po Caesar Asili. El clero esta-ba entonces repartido a partes iguales entre misioneros ma-yoritariamente italianos y sa-cerdotes de la etnia Lango, casi todos ellos menores de 40 años. Unos y otros intentaron influir al entonces nuncio Karl Josef Rauber sobre quién sería el candidato más idóneo, y –muy especialmente– sobre quién no debía serlo. Eran años en los que murieron más de diez sacerdotes jóvenes en rápida sucesión –de sida, comentaban por lo bajo los expatriados–. La tensión llegó a tal punto que el Vaticano optó por una solu-ción de compromiso: nombró a Joseph Onyango, un cura de etnia Lango pero perteneciente a otra diócesis. Al estar fuera del conflicto, se esperaba que no hubiera descontentos.

Las aguas se calmaron por poco tiempo. Pronto se supo que el nuevo obispo tenía va-rios hijos. Y quienes acudían a su despacho se encontraban con un hombre ausente, a quien le costaba tomar decisiones y que abusaba del alcohol. Final-mente, en 2007, fue obligado a dimitir. Contra todo pronóstico, el Vaticano nombró obispo al italiano Giuseppe Franzelli, un comboniano italiano que había trabajado anteriormen-te en Uganda, aunque en otra diócesis. Desde entonces, el clima que se vive hoy en Lira es mucho más sereno.

Probablemente, el caso más extremo ha sido el ocurrido en junio de 2009 en la República Centroafricana. Allí el Vaticano obligó a dimitir a dos obispos por tener mujer e hijos. La tensión subió tanto durante aquellos días que los sacerdo-tes centroafricanos llegaron a amenazar con ir a la huelga, tras acusar a los misioneros de

estar detrás de las denuncias. Hacía años que las relaciones entre ambos grupos estaban enrarecidas, y tal vez por eso desde Roma habían optado por curarse en salud y nombrar a un nigeriano como nuncio en el país. El hecho de ser africano no le salvó de ser el blanco de las iras de los curas centroafri-canos que, curiosamente, le apodaron “le nègre”. Casos similares han tenido lugar en otros países, en particular de África Occidental: el año pasa-do, el Vaticano obligó a dimitir a los arzobispos de Cotonou y Parakou, ambos en la República de Benín, a monseñor Ansel-me Sanon, en Burkina Faso. Y lo mismo ha ocurrido este año con el obispo de Pointe-Noire (Congo Brazzaville) y con el de Benin City, en Nigeria, este último de nacionalidad irlandesa. Detrás de todos es-tos casos había situaciones de concubinato y de desvío de fon-dos. “En Benín esto creó situa-ciones muy dolorosas, porque

además los obispos enviaban a las parroquias vistas como más importantes a los curas de su círculo de amigos”, comenta el misionero Rafael de Marco, de la Sociedad de Misiones Africa-nas, quien reconoce que, “con esta política del Vaticano de tolerancia cero hacia los abu-sos, hay esperanza de que las cosas cambien”.

Sacerdocio y poderSin llegar a casos tan dra-

máticos, muchas dificultades del relevo generacional en las diócesis africanas se deben a causas más cotidianas. “El problema es que cuando los misioneros dejan una parro-quia en manos del clero local, falta planificación”, afirma Cos-mas Lam, un laico ugandés que durante los últimos 20 años ha trabajado en oficinas de la Iglesia. “Los expatriados que se van no suelen dar informa-ción a los nuevos curas sobre las fuentes de financiación de los proyectos, puesto que sus

bienhechores apoyaban a su amigo misionero, no a la Iglesia africana”. Lam, que fue prime-ro delegado de la Conferencia Episcopal para la Pastoral Ju-venil y, posteriormente, trabajó en la Comisión Justicia y Paz, lamenta que “a los misione-ros les ha faltado involucrar a los laicos en la gestión del trabajo, y por eso la gente ve que se construyen edificios y se pagan becas… y, cuando llega el cura africano con los bolsillos vacíos, sus feligreses se quejan de que no hace las cosas como su predecesor”.

Pero un tema más espinoso tiene que ver con la relación entre sacerdocio y poder, algo que hace saltar chispas en un contexto cultural como el afri-cano. Mal encarriladas van las cosas cuando al cura se le ve con los atributos del jefe. Así lo expresó hace años en la revista teológica AFER el Padre Blan-co Wolfgang Schonecke, quien durante varios años trabajó en el Departamento de Pastoral

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del AMECEA (las conferencias episcopales de África del Este): “En ningún lugar del mundo se celebran las ordenaciones sacerdotales con tanto boato como en África, y de este modo se da la señal de que el cura es un jefe absoluto a quien nadie puede cuestionar”.

La misma formación en los seminarios africanos contribu-ye a alimentar este concepto de cura-jefe absoluto. Durante décadas, a Roma le ha preocu-pado la poca espiritualidad que se respira en muchos de ellos. Con el acento puesto en lo aca-démico y regidos por superiores que temen tomar decisiones drásticas, muchos seminaristas terminan por creer que el sacer-docio es un derecho más que un don, y que, una vez admitido al seminario, nada ni nadie puede impedir al candidato el acceso a las Sagradas Órdenes. Descu-brir la verdadera personalidad de los aspirantes es el mayor dolor de cabeza de quienes se encargan de su formación.

El resultado, a menudo, deja mucho que desear. Muchos se quejan de que África produce hoy bastantes sacerdotes con poco celo apostólico, sin orden en su trabajo pastoral y que con demasiada facilidad se ausen-tan de sus parroquias. A esto se añade la precariedad económi-ca que muchos sufren. No es raro que un cura africano gane el equivalente a 70 u 80 dólares al mes. Poco dinero para perso-nas que, además, suelen sufrir la presión de innumerables fa-miliares que acuden a ellos con toda clase de necesidades. La única salida es encontrar un puesto de enseñanza, llegar a hacer estudios en el extran-jero, donde se pueden conse-guir bienhechores, luchar por alcanzar un puesto en alguna parroquia más rentable –gene-ralmente en la ciudad–, o tener acceso a la gestión de proyectos en los que se mueven buenas

cantidades de dinero, entrando en terrenos que no raramente rayan la corrupción. “La falta de transparencia económica y rendición de cuentas es una dificultad seria a la hora de apo-yar a diócesis africanas muy necesitadas de todo”, comenta un miembro de la Comunidad de San Egidio con largos años de experiencia en varios países africanos.

Por el entendimientoCuando ocurren situacio-

nes como estas, no es raro que quien tiene la autoridad tema intervenir. Si el obispo o el su-perior es del mismo clan, o si hay situaciones de tensiones étnicas entre el clero, es mejor no salpicarse. Y no digamos nada cuando el mismo obispo tiene un historial comprome-

tedor (generalmente, en temas que se refieren al celibato o a una mala gestión económica) y el tema es de dominio públi-co. Pero, como ocurre con todo conflicto, cada bando solo ve una parte del problema, y del lado de los sacerdotes africa-nos a menudo se acusa a los misioneros de tapar sus propios trapos sucios, de actitudes pre-potentes y de querer imponer criterios que poco tienen que ver con las culturas africanas. En circunstancias así, trabajar por el entendimiento es una tarea difícil. Los Misioneros de África, del cardenal Lavigerie, tuvieron siempre como política abrir las puertas de sus comuni-dades a sacerdotes diocesanos africanos para ofrecerles una mejor introducción al trabajo pastoral y crear buenas relacio-

nes. Políticas así contribuyen a tender puentes y preparar el relevo de forma adecuada.

Otra cuestión que enrarece el ambiente tiene que ver con el número de sacerdotes africanos que marchan al extranjero a realizar estudios y que nunca regresan, atraídos por puestos pastorales en “pastos más ver-des”. En abril de 2001, Propa-ganda Fide envió una carta a todos los obispos del mundo en la que lamentaba que diócesis muy necesitadas de países de misión perdieran a buena parte de su clero atraídos por mejores condiciones de vida en Europa o Norteamérica y pedía que se pusiera fin a esta práctica. A juzgar por los resultados, no parece que se hayan puesto mu-cho en práctica las recomenda-ciones de esa instrucción.

CAMBIO DE TENDENCIA

También en el seno de las propias congregaciones misioneras, la situación de su personal está cambiando. El caso más emblemático es el de los Misioneros de África (Padres Blancos), que el año pasado eligieron a su primer superior general africano, el padre Richard Baaworb, natural de Ghana. Prácticamente todos los institutos misioneros tienen hoy un número creciente de miembros procedentes de países de este continente. Según datos oficiales de 2010, de los 155 estudiantes combonianos profesos, dos terceras partes son africanos. La misma tendencia se observa con otros institutos como los Javerianos, los Misioneros de la Consolata o la Sociedad de Misiones Africanas, y con muchas otras congregaciones como los Salesianos, los Asuncionistas o los Jesuitas.

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El pasado 2 de enero, al despuntar el primer día hábil del año, desde Te-cún Umán, poblado fronterizo entre

Guatemala y México, más de doscientas personas partieron decididas a caminar 300 kilómetros. Salieron temprano de la Casa del Migrante que la Iglesia gestiona y que dirige el Padre Ademar Barilli, C. S. –italiano de nacimiento y de corazón migrante-. Así iniciaba la “Caminata para la Defensa y Dignidad de los Migrantes”.

Ramón Verdugo, Rubén Figueroa y El-vira Arellano, voceros de la “Caminata”, dieron una conferencia de medios ya en la parte mexicana, en Tapachula, donde informaron a la opinión pública de este nuevo esfuerzo, proveniente de la socie-dad civil y de miembros de la Iglesia, para llamar la atención a las autoridades del país y poner fin a la violencia contra los migrantes: “estamos solicitando el respeto de todos los derechos humanos a los mi-grantes provenientes de Centroamérica”, y agregan en su pliego petitorio: “exigimos la desaparición del Instituto Nacional de Migración, la protección a defensores de Derechos Humanos, la eliminación de visas para migrantes que crucen el territorio mexicano y combate frontal a la explo-tación sexual y laboral de niños centro-americanos”.

La “Caminata para la Defensa y Dig-nidad de los Migrantes” se une a otros esfuerzos semejantes, como la caravana “Paso a paso hacia la paz”, que partió de Guatemala en julio pasado y reunió a va-rias madres centroamericanas con sus hijos que se encontraban detenidos en México. Otro ejercicio de protesta fue la

marcha de las “Madres centroamericanas en busca de sus desaparecidos en tránsito por México” de noviembre pasado, la cual recorrió varias ciudades mexicanas claves para los migrantes buscando a sus hijos desaparecidos.

En Tapachula, la Caminata hizo una visita a la casa del migrante dirigida por los padres escalabrinianos, donde agrade-cieron a la congregación su solidaridad y apoyo a “nuestras hermanas y hermanos que sufren en su camino hacia los Estados Unidos”. Cabe señalar que el Padre Flor María Rigoni, C.S., director de la Casa del Migrante en Tapachula, fue galardonado hace cinco años con el premio Nacional de Derechos Humanos, por su labor a favor de los migrantes. Sin embargo, como el mismo padre Flor María afirma, “la situación no ha mejorado para quienes cruzan la frontera buscando mejores condiciones de vida”.

Hostigamiento a defensoresEsta Caminata, a la que se unieron ob-

servadores de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, se lleva a cabo en un contexto de franco hostigamiento contra defensores de los derechos de los migrantes en el país. Por ejemplo, el Padre Alejan-dro Solalinde, director del albergue Her-manos en el Camino en Ixtepec, Oaxaca,

fue detenido el pasado 31 de diciembre y encarcelado unas horas en el poblado de Nuevo Santiago Tutla, del municipio de San Juan Mazatlán Mixe, en Oaxaca. Tuvo que intervenir la policía estatal para que fuera liberado. El Padre Solalinde ya había sido detenido “por error” – o como “un mensaje”, señala el propio padre – en agosto pasado por parte de policías del Estado de Puebla. En ese momento se le acusó de transportar armas largas. A las pocas horas de su detención fue liberado. De igual manera, fue denunciado y pre-sentado ante el Ministerio Público por el delito de “abandono de persona y omisión de auxilio” por parte de un migrante gua-temalteco que actuaba bajo el auspicio de funcionarios del INM. Esta acusación se da presuntamente como venganza por parte de los funcionarios por las denuncias de abusos a las que han sido señalados.

Hay que recordar que el 29 de junio del año pasado la CNDH emitió un comuni-cado urgente en el que señalaba que “la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los migrantes es extrema, sobre todo, ante casos de secuestro en los que se viola su dignidad personal y los derechos inherentes a ésta. El hecho afecta no sólo a las víctimas, sino también a sus familias y comunidades. Se trata de un delito que

Caminata por los migrantesFue un nuevo esfuerzo de la sociedad civil y la Iglesia para llamar la atención de las autoridades

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Actualmente, algunos economistas, tanto nacionales como extranjeros, se preguntan por qué

México no ha crecido signi� cativamente en los últimos años a pesar de la apertura y las reformas de los años ochenta y noventa. Gordon Hanson, en un artículo académico traducido para la revista Nexos, reporta que el PIB per cápita de México ha crecido alrededor del 1% anual, lo cual es bajo al compararnos con otros países de América Latina. Hay varias explicaciones propuestas por Hanson y otros autores, por lo que el debate continúa. Algunas de ellas son un pobre funcionamiento del mercado crediticio, una baja calidad de la educación, y la existencia de monopolios en sectores clave. En esta columna, abordaremos algunas de estas hipótesis y sus implicaciones de política, lo cual puede ayudarnos a evaluar nuestras opciones para las elecciones de julio próximo. Por el momento, quisiera hacer dos observaciones generales.La primera observación es que todo aspecto económico tiene una dimensión de corto plazo, por ejemplo, cómo suavizar las altas y bajas del ciclo económico; y otra de largo plazo, en este caso, cómo contribuir a un crecimiento sostenido, cuyos bene� cios alcancen al mayor número posible de mexicanos. Es importante darse cuenta de que puede haber un dilema entre las políticas que parecen aminorar los efectos de una recesión y aquellas que están alineadas con el objetivo de un mayor crecimiento de largo plazo, y es inevitable elegir.La segunda observación es que necesitamos estar conscientes, por mucho que nos invada la nostalgia, de que el mundo no es el mismo de antes, por lo que querer replicar nuestro pasado estatalista y proteccionista no es ya una opción viable. Es necesario estar muy atentos al contexto actual y poner toda nuestra creatividad al servicio de la caridad en la verdad, que es “la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad”, como nos recuerda Benedicto XVI.

¿Por qué México no crece más?

“VENTANA ABIERTA”

LAURA JUÁ[email protected]

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atenta directamente contra el derecho a la seguridad pública. Vulnera, además, los derechos humanos de los migrantes a la libertad, a la legalidad, a la seguridad jurídica, a la integridad, a la seguridad personal y, en algunos casos incluso, el derecho a la vida”. Por ello, muchas ca-sas y albergues se encuentran en grave riesgo – la mayoría de ellas dirigidas y sostenidas por agentes de pastoral de la Iglesia–. En los últimos meses el albergue “Casa Belén, Posada del Migrante, Frontera con Justicia” de Saltillo, dirigida por el Padre Pedro Pantoja ha tenido ataques muy concretos de delincuentes, quienes amenazan y extorsionan.

El 9 de enero la caravana, que caminaba por la carretera de la costa sur de Chiapas, llegó a Mapastepec. Ahí, 12 migrantes se desprendieron del grupo y fueron llevados por funcionarios del INM a Tuxtla Gutiérrez para que hicieran una denuncia contra los voceros de la Caminata, con las mismas acusaciones que hicieron contra el Pa-dre Solaline: de “abandono de persona y omisión de auxilio” (averiguación previa GO7/1C16/2012). Si bien, hasta la fecha no ha prosperado la denuncia, se trata nuevamente de una expresión de ataque contra defensores, donde las autoridades del INM participan.

En tanto la caravana se aproximaba a la población de Arriaga en Chiapas, el 9 de enero, policías federales y autoridades de migración desalojaron violentamente a un grupo de familias de guatemaltecos que se encontraban en la franja fronteriza

aledaña al Ejido Nuevo Progreso, del muni-cipio de Tenosique, Tabasco. En los hechos fueron detenidas 71 personas; con golpes y amenazas fueron subidos en vehículos y camionetas. Cuando el párroco del lugar, Tomás González Castillo, fraile francisca-no, se apersonó en las o¤ cinas de la PGR para saber el paradero de las personas detenidas, se le informó que él también estaba detenido, acusado de “trᤠco de personas” de acuerdo con la averiguación previa AP/OGCAPZNO/XIV/042012. Horas después, fue liberado. Cabe resaltar que Fray Tomás es director del Centro de Dere-chos Humanos Usumacinta y había pedido hacía cinco días ayuda a las autoridades federales a ¤ n de que se respeten los de-rechos humanos de las familias guatemal-tecas ahí desplazadas recientemente. De hecho, él había programado acompañar a la Caminata, sin embargo le fue imposible porque este grupo de guatemaltecos le solicitaron su presencia dado el temor que tenían de ser deportados.

Impacto causadoLa Caminata “Todo por ellos”, después

de ocho días de haber iniciado en Tapa-chula y haber logrado nuevamente poner luz al tema de migrantes, llegó a su ¤ n un poco anticipadamente, pues si bien se programaba llegar a Ixtepec, en Oaxaca, se detuvo en la Casa del Migrante “Hogar de la Misericordia”, en Arriaga, Chiapas. Al concluir el trayecto, los voceros evalua-ron esta protesta a¤ rmando: “En los 300 kilómetros que caminamos, la gente nos aplaudió, escuchó y lanzó vivas, otros nos insultaron, pero logramos el objetivo de llamar su atención. Logramos visibilizar el fenómeno de trata y explotación sexual de los menores de edad. Nuestros pies tienen llagas, nuestra piel está curtida por los rayos del sol, pero nuestro corazón está feliz por el impacto que logró causar”.

PABLO ROMO CEDANO

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Chalma: Los tesoros de la feEl Santuario del Santo Señor de Chalma ocupa el segundo lugar de importancia por el número de peregrinos, detrás de la Basílica de Guadalupe

Chalma, Estado de México, lugar que recibe a miles y miles de peregrinos en cualquier época del año, no impor-

ta el clima, puede hacer un calor intenso que abraza la piel y que agota, o de pronto, sentirse azotado por ráfagas de viento que levantan enormes polvaredas e impiden la visión. En temporada de lluvias caen grandes aguaceros y relámpagos, por lo que es necesario sortear los caminos; en invierno las heladas son tan fuertes que duelen los pies al caminar. Nada de eso detiene al peregrino, la fuerza de la fe lo acompaña en todo momento. Las distancias son enormes, más la ilusión de llegar y pos-trarse de rodillas ante la imagen querida deshecha cualquier idea de frustración.

El cronista del Municipio de Ocuilan, Alberto Gómez del Campo, relata que “en sus casi cinco siglos de existencia, el Santo Señor de Chalma ha ocupado un lugar muy especial en la fe de los mexicanos; desde su milagrosa aparición en el siglo XVI, la imagen es venerada con tanta devoción que ninguna incomodidad fue nunca pretexto para dejar de ir a Chalma”.

El Santuario tiene el segundo lugar de importancia en la República Mexicana por el número de visitantes, solo un paso atrás de la Basílica de Guadalupe en el cerro del Tepeyac. El Señor de Chalma ha figurado en un plano principal dentro de la fe cristiana en México. En 1683, la imagen fue trasladada 144 años después al recién construido Santuario, sin sufrir daño alguno –ya que el clima en la cueva donde apareció era húmedo y no tenía sufi-ciente ventilación, estaba constantemente expuesto al humo de las velas y de copal que los fieles le ofrendaban—, siendo ésta su primera revelación y milagro. Era tal la afluencia de peregrinos que muy pronto dejó de ser suficiente el espacio. Por tal motivo, fray Diego Velázquez de la Cadena comenzó a erigir el nuevo templo debajo de la cueva, en el fondo de la cañada.

FestividadesComo no existe fecha exacta de su

aparición, se fijaron distintos días de ce-lebración. Actualmente, las ferias más importantes son (entendiéndose por fe-ria a la fiesta que dura ocho días, más o menos, en las que los peregrinos duer-men en Chalma y sus cercanías, asisten a misa todos los días, compran artesanías religiosas y las llevan a la iglesia para

que sean bendecidas): entre el 23 y 26 de diciembre, las fiestas de Navidad; la fiesta de Reyes, la cual comienza el 1 de enero, a ella llegan miles de devotos después de una larga jornada a escuchar misa, a que les bendigan las imágenes religiosas, y agradecerle los favores que de sus manos han recibido; y sobre todo, a pedirle al Señor de Chalma vida y salud para que el siguiente año vuelvan a encontrarse. El día tres de enero, la peregrinación que llega del Municipio de Ocoyoacac cami-na desde la “capillita” por la “Calle del Perdón”, portan trozos de caña de azúcar como báculos y también para repartir a los que vienen por el camino, lo que oca-siona un bonito espectáculo mientras van bajando. El día cuatro, trasladan a Chalma tres imágenes del Señor de la Cañita que proceden del mismo municipio, los cuales dan representación a los Reyes Magos. En esta misma fecha, la Delegación de Milpa Alta sale en peregrinación al Santuario de Chalma. Son tres días de camino, cuatro

de estancia y tres de regreso; hombres, mujeres y niños de distintas edades inician el largo recorrido desde sus cinco barrios y12 pueblos a caballo, en bicicleta o a pie. La localización geográfica de Chalma tiene características singulares, ya que se en-cuentra entre cerros y barrancas. Un río de aguas cristalinas recorre entre constantes

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zigzagueos la orilla de la Iglesia. El camino de la Sierra del Ajusco, por donde pasa esta peregrinación, es una vereda con grandes dificultades; la tierra es áspera y húmeda, la gente cuenta sus experiencias pasa-das y la promesa o manda por la que van, avanzan con la esperanza de cumplirla, el cansancio no se nota, siguen caminando. En una columna enorme que no se alcanza a ver dónde inicia y dónde termina, van los cargadores de retablos, estandartes, nichos e imágenes. Es asombroso mirar cómo cambian cada hora: sin detenerse un momento, se quitan el mecapal donde se sujeta el nicho y el cargador en turno lo recibe caminando al parejo, los coheteros toman la delantera para ir anunciando el cambio. Algunos peregrinos cantan, otros rezan y varios meditan, existe un momento en el que con todas las mentes unidas en fervor forman un ambiente de misticismo.

La tercera fiesta del calendario litúrgico es la del Primer Viernes y tiene su origen (al parecer de fray Joaquín Sardo, padre de la Orden de San Agustín, que fue prior del Santuario de Chalma a principios del siglo XIX) en el día que se pasó el Señor de Chalma al primer templo: el 5 de marzo de 1683, un viernes primero de Cuaresma. La cuarta feria es la de la Semana Santa, fiesta de los trabajadores y de los estudiantes que en esos días están de vacaciones; en ella, se cargan las cruces y los Cristos de casas o negocios para que se bendigan en el templo. A la quinta fiesta se le conoce como “feria de mayo”. En ésta, los peregri-nos bajan las cruces que se hallan en los cerros cercanos y las llevan al atrio de la iglesia, a la “Plaza del Danzante” o en el barrio “Las guitarras”, para restaurar los maderos y soportar los climas tan cam-biantes. Lavan y cambian sus sábanas, se adornan con flores y se danza frente a ellas. El jueves siguiente se les vuelve a subir, no sin grandes esfuerzos, a sus respectivos cerros y se celebra una misa en la “Cruz de los Milagros”.

La sexta feria, que corresponde al pri-mero de julio, fue ideada para que los ha-bitantes de Chalma y Chalmita rindieran honores y gracias al Santo Cristo, ya que ellos trabajan en todas las celebraciones. Muchas personas consideran esta fecha como el cumpleaños del Señor de Chalma. Una séptima fiesta es la que se hace en agosto, el 28 es día de San Agustín y de ahí nace la celebración. Esta Orden es la que tiene en custodia al Señor de Chalma, así que los sacerdotes que viven en el Santua-rio, los integrantes de la orden agustina y el Reverendo Padre Provisional son los protagonistas del festejo y convierten la celebración de carácter religioso. Es una de las fiestas con mayor antigüedad y acuden

bastantes peregrinos desde hace más de 200 años. Participan entre muchos más los pueblos del Ajusco, Culhuacán, Iztapalapa, Chalco, San Andrés Mixquic y todos los barrios de Xochimilco, los cuales llevan sus muy coloridos jaripeos.

La última feria es la del 29 de septiem-bre, día en que se festeja a San Miguel Arcángel, patrono del Santuario. Se orga-niza una mojiganga que inicia en Chalma y termina en Chalmita; incluye un recorrido de carros alegóricos con escenas bíblicas que representan los habitantes de los dos pueblos y los llamados “güitos” (jóvenes disfrazados) que introducen un carnaval en el que se premia al mejor disfraz. Al frente de la caravana llevan la imagen del Arcángel San Miguel, el mismo que se encontraba en la “Cueva de la Aparición”.

A Chalma, pueblo bendecido y elegido por Cristo, seguirán llegando peregrinos para reír, llorar, dar gracias, pedir favores ofrecer y cumplir mandas, prometer y vol-ver el próximo año. Es una tradición, es costumbre, fe, devoción y creencia.

MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ

El Divino Señor de la Cueva

En el año de 1539, los sacerdotes agustinos fray Nicolás de Perea y fray Sebastián de Tolentino, que estaban cumpliendo la misión de evangelizar a los nativos de

Ocuilan, Chalma y Malinalco, se enteraron de que en la barranca mayor de Chalma existía un centro ceremonial antiguo, así que se dirigieron a la cañada en donde se hallaba la cueva de gran tamaño y en la que se realizaban rituales paganos, con el fin de destruirla. Al llegar, frailes, autoridades civiles e indígenas del pueblo quedaron sorprendidos. El milagro se había realizado, por el suelo se hallaba hecho pedazos el ídolo representante de las creencias pasadas y en un altar de piedra se encontraba una imagen de Jesús crucificado. El Cristo que encontraron era moreno y de apariencia doliente. Los frailes lo llamaron la “Sagrada Imagen del Divino Señor de la Cueva”.

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▶IGLESIA EN MÉXICO

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En el Colegio de Posgraduados, Insti-tución de Enseñanza e Investigación en Ciencias Agrícolas, ubicado en el

municipio de Texcoco, México, se realizó el Seminario Interinstitucional Ciencia y fe. En dicho seminario, académicos de las instituciones participantes abrieron su investigación al diálogo con otras disci-plinas en torno a temas estructurales de la sociedad moderna y su interacción con la fe. En este evento participaron 23 ins-tituciones diferentes, con un total de 180 personas. Entre las instituciones organiza-doras estuvieron la Universidad Pontificia de México (UPM), Colegio de Posgraduados (CP), Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), Universidad Autónoma de Chapingo (UACH), Universi-dad Panamericana, Universidad Anáhuac (Sur y Norte), Universidad Iberoamericana, Universidad Intercontinental (UIC), Centro de Investigación Social Avanzada (CISAV), la Sociedad Mexicana de Ciencias Artes y Fe (SMSAF) y la Universidad Nacional

Ciencia y fe: Seminario Interinstitucional en Chapingo

Autónoma de México (UNAM). Estos se-minarios nacen en la UPM y son fundados por los doctores Alberto Anguiano García, Carlos Casas García, Juan José Blázquez, presbíteros, y por el Dr. Ronald Ferrera-Cerrato, del Colegio de Posgraduados. Este encuentro fue un gran paso en el diálogo entre hombres de ciencia y de fe. Por otra parte, llama la atención este seminario celebrado en instituciones que van a la vanguardia en la enseñanza y la inves-tigación, por su apertura a otro tipo de conocimientos. Desafortunadamente, “no hay tolerancia, ni siquiera de cultura, en muchas instituciones que se precian de alta cultura, entre ellas las universidades”, dijo Ferrera-Cerrato. Sin embargo, ver a investigadores de alto nivel y hombres de fe profunda compartiendo espacios llena de esperanza no sólo en nuestro país, sino en muchas partes del mundo. Al respecto, el director del proyecto Genoma Humano, Francis Collins, en 2007 había declarado: “Muchos científicos, como yo, creen en

Dios, pero en general hemos estado más bien callados acerca de nuestras creen-cias”. Los temas del diálogo versaron sobre el origen de la vida. Éste se abordó desde el Big Bang (Dr. Omar López Cruz, Coor-dinación de Astrofísica, INAOE), Gaia (Dr. Ronald Ferrera-Cerrato, CP), Simbiosis y Evolución (Dra. Luciana Raggie, UNAM), Filosofía y Teología (Dr. Alberto Anguiano García, UPM). Los comentarios globales estuvieron a cargo del Dr. Evandro Agazzi, presidente de la Academia Internacional de Filosofía de la Ciencia.

Diálogo que busca la verdadAl preguntarle al Dr. Ferrera-Cerrato el

porqué del avance en el camino del diálogo entre instituciones y personas dedicadas a la ciencia y a la religión, respondió: “por-que en estas instituciones se encuentra una sociedad de investigadores cultos, que no tienen ideas fruto de la ignorancia”. Además recordó: “el hombre es un binomio cuerpo-espíritu, esto lo compromete a ser libre integralmente y a crear los canales de la convivencia universal”. Se progresa en el diálogo cuando, conscientes de los límites de nuestro conocimiento en torno al origen de la vida, compartimos lo que vamos descubriendo y seguimos en bús-queda de la verdad.

La ciencia tiene mucho qué decirnos sobre cómo pudo ser nuestro origen. Sin embargo, la fe lleva continuamente al hom-bre a preguntarse sobre ese origen y el fin trascendental como sentido de su vida. De-cía Collins: “Evidentemente, necesitaremos de la ciencia para que nos ayude a resolver muchos de nuestros problemas. Pero una aproximación puramente materialista, desprovista del aspecto espiritual de la humanidad, nos empobrecerá”.

Aún son pocos los investigadores que se animan a profesar su fe y demostrarnos que ésta y la ciencia no se contraponen. Hemos de hacer una visión retrospectiva y reconocer que hombres como Galileo Galilei (1564-1642), Gregorio Mendel (1822-1844), Luis Pasteur (1822-1895), y actualmente Francis Collins (1950), entre muchos otros, han sido investigadores de gran talla que han demostrado con su vida y obra que la fe y razón son, como decía el Beato Juan Pablo II: “como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad”.

PBRO. SALUSTIO SANTAMARÍA ROMERO

Investigadores de alto nivel y hombres de fe profunda tumban un mito cultural

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“EL VASO DE AGUA”

FRANCISCO [email protected]

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Desde el anuncio o� cial de la visita, varios sectores sociales, asocia-ciones religiosas y organizacio-

nes civiles constatan, en comunicados y mensajes, que los mexicanos –no sólo los católicos— querrán escuchar al Papa que decidió visitarlos en medio de una crisis de seguridad, violencia y criminalidad generalizada cuyos adjetivos se tornan superlativos. Aún más, la visita tendrá un carácter continental pues la Iglesia en América comparte los retos e ideales de la Misión y la Nueva Evangelización que la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (CELAM) expresó en Aparecida, Brasil, en 2007. El presidente de la Conferencia del Episcopa-do Mexicano (CEM), Mons. Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla, expresó sintéticamente: “El anuncio abre para la comunidad católica de México, de América, y personas de buena voluntad, un tiempo de gozo en la esperanza por la llegada del Vicario de Cristo”.

PreparativosLa ocasión lo amerita. Iglesia y autori-

dades civiles trabajan a marchas forzadas en la organización, logística e infraestruc-tura para recibir al Papa, a su comitiva y a los 400 mil � eles que se calcula podrían participar en el principal acto del viaje: la misa multitudinaria en el Parque Bicen-tenario, municipio de Silao, Guanajuato, a los pies del Cerro del Cubilete, donde se levanta el Santuario nacional de Cristo Rey, “desde el que se abraza espiritualmente al entero país”, como el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi. La CEM también se organiza para que � eles de todas las 92 jurisdicciones eclesiásticas del país puedan contar con boletos para participar en esa celebración eucarísti-ca. Se alistan proyectos de voluntariado, acondicionamiento de templos y casas de religiosas, transporte y alojamiento. Mons. Víctor René Rodríguez Gómez, secretario general de la CEM, adelantó que la tesorería

del organismo ya inició una campaña en todas las diócesis del país para que los � eles cooperen económicamente en los gastos de la visita del pontí� ce.

La Arquidiócesis de León remoza su ca-tedral, sus vitrales y campanas, incluso alista las vestiduras que habrá de usar el Santo Padre; la ciudad acondiciona la Casa del Conde Rul y el colegio que habrá de servir de habitación al Papa, se reparan vialidades, remodelan estacionamientos y se preparan protocolos de atención a los peregrinos y turistas, pues los hoteles de la localidad ya registran reservaciones del 70% de sus habitaciones. Según in-formaciones periodísticas, la visita papal tendrá un costo de 3 millones de pesos para la municipalidad de León, aunque en infraestructura paralela se ha calculado algo más de 100 millones de pesos; con todo, el alcalde leonés, Ricardo She� eld Padilla, estimó que la visita de Benedicto XVI a Guanajuato en marzo traerá una derrama de más de 250 millones de pesos.

En resumen, la visita del Santo Padre a México llega en medio de una gran ne-cesidad y es, en sí misma, una gran opor-tunidad.

FELIPE DE J. MONROY GONZÁLEZ

Benedicto XVI en MéxicoIglesia y autoridades civiles trabajan en la organización e infraestructura para recibir al Papa en marzo

El reciente mensaje de Benedicto XVI con motivo de la Jornada Mundial de la Paz, titulado

Educar a los jóvenes en la justicia y la paz, me ha hecho pensar en el cambio que se requiere en la manera en que usualmente pensamos. En efecto, muchas de las situaciones de violencia e injusticia que limitan nuestra capacidad para vivir en paz podrían disminuir si cada uno de nosotros respetáramos la dignidad de nuestros semejantes.Lo cierto es que a lo largo de nuestras vidas nos educamos para muchas cosas, pero a veces no sabemos cómo ser instrumentos para la paz. Ante la presencia de la injusticia respondemos con indiferencia, cobardía o violencia, muchas veces porque no tenemos ni el conocimiento ni las habilidades para procesar el con� icto de buena manera. Ante el menor de los problemas causado por los otros, reaccionamos con lógicas que privilegian el ganar sobre el perder, el poder sobre el diálogo, mi persona sobre las otras. Como no sabemos trabajar en equipo, tampoco sabemos cómo construir en conjunto soluciones a los problemas que nos afectan a todos. Aprender a generar y mantener condiciones de paz es algo indispensable, si queremos ser una sociedad viable hoy.El cambiar de manera de pensar no es algo fácil: nuestra experiencia con� rma que es algo semejante a quitar o dejar de utilizar un miembro de nuestro cuerpo (Mateo 5, 29-30). Sin embargo, también la experiencia nos con� rma que Dios no niega su ayuda a quien se la pide. Educar para la paz requiere que pensemos en términos de paz, es decir, no solamente con criterios de falta de violencia, sino también considerando las condiciones de desarrollo equilibrado de nuestras sociedades. Para educar en la paz es necesario educar en la cooperación, superando los cálculos de costo-bene� cio que parecen estar presentes en todos lados, para abrirse a la lógica de la gratuidad y la construcción conjunta.

Para educar en la paz

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▶IGLESIA EN MÉXICO

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A 30 años de su reapertu-ra, la Universidad Pon-tificia de México (UPM)

celebra este 2012 algo más que su aniversario. Se trata de un reconocimiento jurídico que el Papa Benedicto XVI ha hecho a la institución. Los motivos: el papel histórico del centro edu-cativo en la vida de la nación mexicana desde su fundación en 1553 y los logros que realiza la universidad en materia de docencia, investigación y divul-gación como auténtica heredera de la Real y Pontificia Univer-sidad de México.

El reconocimiento papal fue comunicado por el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la Edu-cación Católica del Vaticano, al cardenal Norberto Rivera Carrera, en su calidad de Gran Canciller de la universidad de los obispos mexicanos. La congregación enumera, en una carta firmada el 25 de julio de 2011, las causas históricas y académicas que elevan a las Facultades Eclesiásticas Mexi-canas (nombre oficial de la UPM ante la Santa Sede hasta antes del reconocimiento) a dignidad de institución universitaria, católica y pon-tificia con todos los derechos y obligaciones de esta personalidad jurídica.

La Universidad Pontificia de México re-cibe así la venia para que la Santa Sede la reconozca en dos hechos: que es heredera legítima de la Real y Pontificia Universidad de México (fundada en 1553 por el Regio Patronato de la Corona Española para la Nueva España y en disposición y adhe-sión al Papa a través de la Bula Ex superan dispositionis de 1595); y que sus actuales cuatro facultades de grado cumplen con los requisitos para erigirse entre las uni-versidades católicas del mundo moderno.

El sacerdote Alfredo Próspero Vargas Alonso, rector de la UPM, explica los al-cances de este reconocimiento jurídico: “Es un logro histórico. La UPM ha teni-do un reconocimiento de programas de licenciatura y de maestría por parte de la Secretaría de Educación Pública; pero canónicamente aún no se le restituía esta

personalidad jurídica ante las autoridades eclesiásticas. En lo inmediato la universi-dad podrá aparecer en el Anuario Pontificio como Universidad Pontificia de México, como universidad católica, con esta do-ble valencia: con el documento Sapientia christiana para las facultades eclesiásticas y el documento Ex corde Ecclesiae para la universidad católica. Pero además, nos da certeza de que somos herederos de aquella universidad del siglo XVI, que nuestros grados académicos tienen toda la fuerza del reconocimiento por parte de la Con-gregación para la Educación Católica, y que nuestros profesores y autoridades son reconocidos en ese mismo tenor”.

El Cardenal Grocholewski manifiesta en su argumentación histórica sobre la herencia de la actual UPM de la Real y Pon-tificia de México: “Desde la Bula Ex superan dispositionis del Papa Clemente VII del 7 de octubre de 1595, la Real Universidad de México, fundada en 1553, fue reconocida

como institución cuya compe-tencia dependía directamente del Sumo Pontífice. De ahí que las Facultades que la integraban y los títulos otorgados gozaran del privilegio del reconocimien-to pontificio. Posteriormente, por muchos años y a pesar de los cambios políticos e ideoló-gicos del Estado Mexicano de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la Universidad si-guió gozando de la benevolencia del Romano Pontífice.

Altibajos y reaperturaSe podría afirmar que por

algo más de trescientos años, con diversos altibajos, existió la Universidad Pontificia de Méxi-co”. Sin embargo, como fruto de la persecución político-religiosa de los años veinte y treinta, y de las nuevas disposiciones del Papa Pío XI en la Constitución Apostólica Deus Scientiarium de 1931, la UPM se vio obligada a cerrar sus puertas.

Con el cardenal Miguel Darío Miranda, arzobispo de México, se reinició en los años sesenta, con el nombre de Facultades Eclesiásticas Mexicanas. En 1981, la Conferencia del Epis-

copado Mexicano solicitó formalmente su reapertura, concretándose un año después. Actualmente, la UPM tiene cuatro faculta-des (Filosofía, Teología, Derecho Canónico y de Ciencias y Humanidades), con ellas, junto con criterios de identidad católica, interdisciplinariedad, investigación y di-vulgación, la institución educativa puede ser nombrada universidad católica. “Por tanto –escribe el Cardenal Grocholews-ki-, al no existir ningún documento del Romano Pontífice por el cual se suprimía la Universidad primigenia y habiéndose alcanzado las condiciones necesarias, esta congregación reconoce desde ahora a las Facultades Eclesiásticas Mexicanas y a la Facultad de Ciencias y Humanidades como Universidad Católica, pudiendo usar, según las leyes eclesiásticas, el nombre que le fuera otorgado desde su erección canónica, a saber: Universidad Pontificia de México”.

FELIPE DE J. MONROY GONZÁLEZ

“Logro histórico”: reconocimiento de la UPM ante el Vaticano

Se le asigna jurídicamente el estatus de universidad católica

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Fue una nota a dos voces. Mientras la Santa Sede informaba el pasado 4 de enero que el Santo Padre había “acep-

tado la renuncia al oficio de Auxiliar de la Arquidiócesis de Los Ángeles presentada por el Obispo Gabino Zavala, en conformi-dad con los cánones 411 y 401, párrafo 2, del Código de Derecho Canónico”, Mons. José H. Gómez, arzobispo de la diócesis más poblada de Estados Unidos, escribía la primera de sus dos cartas para dar a conocer “una información triste y difícil”, señalando que “Monseñor Gabino Zavala, Obispo Auxiliar para la Región Pastoral de San Gabriel, me informó a principios de diciembre que es padre de dos hijos adolescentes menores de edad, que viven con su madre en otro estado”.

La información corrió como reguero de pólvora. No era para menos. La Arquidió-cesis de Los Ángeles ha estado involucrada los últimos diez años en escándalos de índole sexual, por parte de sus miembros. Este caso es un eslabón más. Considere-mos la importancia de la Arquidiócesis en Estados Unidos. Más de 11 millones de habitantes. La diócesis más poblada: casi 4 millones y medio de católicos, lo que repre-

senta un 40%, uno de los porcentajes más altos en el país. Su población católica es predominantemente latina. Mons. Zavala nació en el estado de Guerrero, en México, aunque fue criado desde pequeño en Los Ángeles. Consideremos también el trabajo pastoral del que fuera Obispo Auxiliar. Uno de los tres obispos latinos que ha tenido la Arquidiócesis de Los Ángeles. Defensor de inmigrantes y promotor de una reforma migratoria. Férreo opositor de la pena de muerte, lo que le valió un premio nacional en 2004. Asesor de movimientos por los derechos de los trabajadores…Todo un caso, pues.

Respuesta de la IglesiaEmpero, la manera de actuar ha sido

diferente. La primera carta de Mons. Gómez así lo señala: “El Obispo Zavala también me dijo que presentó su renuncia al Santo Padre en Roma y ésta ha sido aceptada. Desde entonces, no ha ejercido su minis-terio y vivirá privadamente”. Y no sólo eso, “la Arquidiócesis ha ofrecido asistencia espiritual y económica a la madre y los niños, y en el futuro ayudará a los niños con sus gastos educativos. La identidad de

Renuncia obispo auxiliar de Los ÁngelesMons. Gabino Zavala reconoce que tiene dos hijos adolescentes

la familia no es pública y quiero respetar su derecho a la privacidad”.

¡Desde que Mons. Zavala anunció a su arzobispo la situación que guardaba hasta la aceptación de la renuncia no pasó ni siquiera un mes, incluyendo las fiestas de Navidad y Año Nuevo! Dos días después de la primera carta, Mons. Gómez escribió una segunda el 6 de enero para dar mayor luz a sus fieles y a los católicos del orbe ente-ro. “Les escribo porque en este momento difícil en la vida de nuestra Iglesia local, es comprensible que nos sintamos decep-cionados, confundidos y posiblemente enojados. Comparto con ustedes algunos de estos sentimientos”.

Al tiempo que invita a que “recemos los unos por lo otros, y por todos aquellos afec-tados por esta situación”, explica que “la Iglesia es humana, pero es también divina, y Jesús prometió estar con su Iglesia hasta el fin de los tiempos, nutriéndonos con su Palabra y sus sacramentos, y guiándonos con el Espíritu Santo”.

Ante estos hechos que indudablemente dañan a la Iglesia, una y otra vez yo pre-fiero seguir llamando santa a mi Iglesia, evocando las palabras de Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI, en su libro Introducción al cristianismo: “la palabra santa no se refiere en primer lugar a la santidad de las personas, sino al don divino que regala la santidad en medio de la maldad humana… El símbolo no dice que la Iglesia es santa porque todos y cada uno de sus miembros sean santos… La santidad de la Iglesia consiste en que, por pecador que sea el hombre, Dios tiene el poder para hacerla santa… La Iglesia es la incesantemente santificada por él, donde se hace presente la santidad del Señor entre los hombres”.

FERNANDO MENDOZA J.

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Mons. José Gómez: “Una noticia triste”

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PLIEGO

EDUARDO DE LA HERA BUEDODelegado de Ecumenismo de la Diócesis de Palencia

CONCIENCIA, RENOVACIÓN Y DIÁLOGO EN LA IGLESIA

Recordando a Pablo VI en el 50º aniversario del Vaticano II

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Un camino que sigue abierto

Las tres palabras tienen que ver con la Iglesia: toma de conciencia de lo que ya es la Iglesia (y de lo que está llamada a ser con más empeño); renovación y reforma permanentes, promovidas por el Concilio (en el que él tuvo desde el principio de su ministerio puestos los ojos); y diálogo (ad intra y ad extra) o “coloquio”, tal y como él llama al diálogo. La palabra “coloquio”

introduce un matiz familiar y cercano, importante, porque es muy difícil dialogar desde fuera.

Estos son, precisamente, los tres grandes capítulos de la encíclica Ecclesiam Suam, su primera encíclica programática, aparecida en el Ferragosto romano de 1964, con un tema único: los “caminos de la Iglesia”3. Y estas son, también, las tres grandes líneas de fuerza que compendian el primer gran discurso que el papa Montini dirige a la asamblea conciliar (y al mundo entero) en la solemne apertura de la segunda sesión del Vaticano II, casi un año antes de que apareciera la encíclica. El documento papal ve la luz un 6 de agosto de 1964. Y la apertura de la segunda sesión conciliar fue un 29 de septiembre de 1963 (casi un año antes). Se pueden poner en paralelo para ver las coincidencias, no casuales, entre la encíclica y el trascendental discurso de apertura de la segunda sesión del Concilio, solo tres meses después de la elección de Montini como papa4. Todo un programa pastoral.

En torno a estos tres quicios (conciencia de lo que está llamada a ser la Iglesia, renovación y diálogo) quisiera yo que girara este Pliego de Vida Nueva. ¿En qué momento de estas tres grandes propuestas (“conciencia eclesial”, “renovación o reforma eclesiales” y “diálogo ad intra y ad extra” nos encontramos hoy día? ¿Qué tareas, a mi juicio, quedan pendientes todavía después del Vaticano II?

I. TOMAR CONCIENCIA DE LO QUE ESTÁ LLAMADA A SER LA IGLESIA

La Ecclesiam Suam (1964) se subtitula así: Los caminos de la Iglesia. Más exactamente: Sobre los caminos que la Iglesia católica debe seguir en la actualidad para cumplir su misión.

Esto de los “caminos” a Pablo VI le gustaba mucho, puesto que su visión del hombre, su concepción humanista, era la misma de Gabriel Marcel (y de

INTRODUCCIÓN

En la ciudad de Brescia (en el norte de Italia) se encuentra el Instituto Pablo VI, un centro de recogida de datos sobre la persona del papa Montini. En Brescia se respiran aires montinianos por todas partes. Brescia, como se sabe, es la patria norteña de Pablo VI, donde él nació y recibió su formación juvenil. Aunque, para ser más exactos, él nació a ocho kilómetros de Brescia, en el pueblo de veraneo de sus padres, Concesio.

Pues bien, a la ciudad de Brescia se dirigía, el domingo 8 de noviembre de 2009, el papa Benedicto XVI para honrar la figura de este gran Papa que fue Giovanni Battista Montini. En la plaza llamada así, de ‘Pablo VI’, en el atrio de la catedral, bajo una lluvia intensa y un cielo gris, el papa Ratzinger, a quien precisamente Montini en su momento había ordenado obispo, se refirió a él como un “apasionado de la Iglesia”.

Es verdad. Si por algo se puede resumir la vida de Pablo VI, es por esto mismo: por haber sido “un apasionado de la Iglesia”. Recogía en este contexto Benedicto XVI una cita del propio papa Montini: “Podría decir que siempre he amado a la Iglesia (…), y que por ella, no por otra cosa, me parece haber vivido. Pero quisiera que la Iglesia lo supiera”1.

“¿Qué se puede añadir a palabras tan altas e intensas?”, decía el papa Ratzinger en Brescia. “Solo quisiera subrayar esta última visión de la Iglesia pobre y libre (…)”, añadía el Papa actual. Y decía también: “Pablo VI dedicó todas sus energías al servicio de la Iglesia, siendo lo más conforme posible a su Señor Jesucristo, de modo que, al encontrarla, el hombre contemporáneo pudiera encontrar a Jesús, porque de Él tiene necesidad absoluta”2.

Conciencia, renovación, diálogo: estas son las tres palabras claves, elegidas por Pablo VI para expresar sus “pensamientos dominantes” –como él los define– al comenzar su ministerio.

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Desde el comienzo de su ministerio, Pablo VI sentó

ya las bases de lo que quería para la Iglesia: conciencia,

renovación y diálogo. Cuando nos disponemos a celebrar el cincuentenario de la apertura del Concilio Vaticano II, cuyas sesiones

él mismo continuó tras la muerte de Juan XXIII,

recordaremos aquí su figura y revisaremos hasta qué

punto se ha cumplido o no esa triple propuesta suya a lo largo del último medio

siglo de andadura eclesial.

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otros muchos pensadores del momento): el ser humano lo es en tanto que “caminante” (homo viator). Así pues, ¿cuáles son los caminos de la Iglesia? ¿A qué está llamada la Iglesia por voluntad de Cristo? ¿Qué se espera de ella? ¿Hacía qué metas debe tender, si quiere ser fiel a su Maestro y Señor? ¿Qué caminos debe recorrer, sin apearse ni un segundo?

La Iglesia está llamada a ser una familia: el “Pueblo del encuentro”

Una familia se construye por la comunión fraterna, por el encuentro gozoso de todos sus miembros en un mismo pueblo o una misma congregatio. La familia de Jesucristo se construye por la aceptación de la Palabra de Dios, por compartir unos mismos sacramentos (y muy especialmente la Eucaristía), y por obedecer a aquellos pastores que Cristo ha puesto al frente de su grey.

La Iglesia está llamada a ser un Pueblo del encuentro. Es el nuevo Pueblo de Dios en continuidad con el Pueblo de Israel. Pueblo elegido. Pueblo de la alianza. Pueblo de los grandes destinos. No es que Pablo VI se prodigue demasiado en utilizar la imagen bíblica del “Pueblo de Dios”. Al menos, en la Ecclesiam Suam no aparece apenas, pero sí aparece el término bíblico congregatio (ES, 24). Y, sobre todo, aparece, “cuerpo de Cristo”. Y aunque en el n. 38 de la encíclica hace alusión de paso a la Iglesia como Pueblo de Dios, fue sobre

todo el Vaticano II el que, en Lumen Gentium –como es sabido– empleó más esta imagen de la Iglesia como Pueblo: pueblo del éxodo, pueblo peregrino, pueblo del encuentro entre todos los ciudadanos del Reino de Dios, plebs Dei, según lo que dice la Primera carta de Pedro: “Los que antes erais no pueblo, sois ahora pueblo de Dios…” (1 Pe 2, 10).

El Pueblo de Dios es uno. Pastores y fieles pertenecen a la misma familia. No hay compartimentos estancos en esta comunidad o familia llamada Iglesia. Pablo VI insistía mucho en lo que él llamaba el senso della Chiesa, que no es otro que el sentido de pertenencia a la misma familia. Pastores y fieles, dentro de un mismo e idéntico Pueblo, deben sentirse corresponsables. En una palabra, vivir la comunión eclesial es una exigencia que toca a todos: a la jerarquía y al laicado5.

Después de que, una vez votada en el aula conciliar, se aprueba la Lumen Gentium, Pablo VI empleará el título de Pueblo de Dios referido a la Iglesia con bastante profusión. No antes, para no influir en los padres conciliares.

Así pues, en la Iglesia, los términos “pueblo del encuentro”, “congregatio”, “familia”, “comunión” le son familiares a Pablo VI. La palabra “encuentro” le gustaba mucho y la usaba ampliamente y en diversas direcciones:

1. Encuentro de la Iglesia, nuevo Pueblo de Dios, con el Pueblo de la antigua Alianza, el Pueblo judío. La

Iglesia se ve a sí misma en línea de continuidad con el Pueblo de Israel. San Pablo hablará del “nuevo Israel” (cf. Flp 3, 5; Ef 2, 12; Rm 9, 6.31). Cristo, derribando fronteras, “ha hecho de los dos pueblos uno solo” (Ef 2, 14). Pienso que, en el capítulo este de las relaciones Iglesia-Pueblo de Israel se ha profundizado bastante en los últimos años. A pesar de los altibajos en el diálogo interreligioso con los judíos, sin embargo, hemos llegado a niveles importantes de relación y compenetración. A Pablo VI se deben algunas de las primeras aproximaciones en el diálogo interreligioso con los judíos6.

2. Los cristianos, discípulos del Señor, viven un encuentro entre sí y con sus pastores. Unas Iglesias particulares se encuentran con otras. Y todas, con la Sede de Pedro. Dice Lumen Gentium: “Dentro de la comunión eclesial, existen legítimamente las Iglesias particulares con sus propias tradiciones, sin quitar nada al primado de la Sede de Pedro. Este preside toda la comunidad de amor, defiende las diferencias legítimas y, al mismo tiempo, se preocupa de que las particularidades no solo no perjudiquen a la unidad, sino que más bien la favorezcan” (LG, 13).

3. Todos realizamos, en comunión, encuentro profundo con Cristo Jesús, Maestro y Señor, único Pastor y ‘Episcopus plebis Dei’, como proclama bellamente el mosaico del arco que separa el presbiterio del resto del templo en la basílica de Santa Maria Maggiore de Roma (siglo V). Por eso, el leitmotiv que, en su primera parte, repite constantemente la encíclica Ecclesiam Suam es este: “Iglesia, únete más a Cristo; redobla tu fidelidad a Él. Así es como podrás profundizar mejor en el conocimiento de ti misma”.

Visita de Benedicto XVI a Brescia en 2009

Pila donde se bautizó a Pablo VI en Concesio

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la unidad de los cristianos. Y él lo encontró en lo de Ecclesia, communio (“Iglesia, comunión”).

Pero, con esta definición de Iglesia, no solo se habrían dado pasos hacia la unidad tan urgente de los cristianos, “para que el mundo crea” (Jn 17, 21); sino que también –le parecía al Papa– se habrían cambiado la óptica y el punto de mira de la Iglesia en su relación con la sociedad y el mundo. Nunca más una Iglesia de condenas o anatemas, sino una Iglesia fiel a Cristo, testimoniándole a Él en el día a día. Y también una Iglesia comprensiva, misericordiosa, dialogante con el mundo de su tiempo.

Esta “comunión fraterna”, según Pablo VI, hay que irla trabajando en los siguientes niveles de Iglesia:

▪ En primer lugar, entre los propios fieles, en el seno de cada una de las Iglesias. La Iglesia es comunión de fieles, encuentro de hermanos.

▪ En segundo lugar, entre las Iglesias particulares o locales. La Iglesia es una comunión de las Iglesias esparcidas por el mundo (y habrá que hacer comunión o encuentro, primero y ante todo, con las que están más cerca). De tal manera que debemos tomar conciencia de la Iglesia universal a partir de las Iglesias locales en las que cada uno vive su fe. Porque, efectivamente, “las Iglesias particulares están formadas a imagen de la Iglesia universal”. Y solo “en ellas y a partir de ellas existe la Iglesia católica, una y única” (LG III, 23).

▪ En tercer lugar, la comunión fraterna se realiza en la comunión de los obispos entre sí, y con el Obispo de Roma. La Iglesia es una comunión de obispos. De aquí surge la colegialidad y la sinodalidad (aspectos en los que, a mi juicio, se debe seguir profundizando y yendo cada vez más lejos). Hacer caminos juntos: esto es precisamente la sinodalidad. El papa Juan Pablo II, en la encíclica Ut Unum Sint, decía que el “obispo de Roma pertenece a su colegio [al colegio de los obispos] y ellos son sus hermanos en el ministerio” y “lo que afecta a la unidad de todas las comunidades cristianas forma parte obviamente del ámbito de preocupaciones del primado” (UUS, 95). Y añadía: “Estoy convencido de tener al respecto una responsabilidad particular, sobre todo al constatar la aspiración

introducir serias fisuras y divisiones en el Cuerpo de Cristo. Claro, que la llamada a la “comunión” tampoco debe servir para imponer una sola voz, una misma sensibilidad y una ausencia de diálogo en todo aquello que sea opinable y objeto de debate. Mucho menos, para volver a la vieja tentación del “ordeno y mando”.

Si los cristianos (tanto los católicos entre sí como en sus relaciones con los otros cristianos, aún “no en perfecta comunión”) encuentran en el misterio de Cristo la raíz de su comunión, tendrán que hacer un esfuerzo por remitirlo todo a Él. Este razonamiento evita un “eclesiocentrismo” exagerado y, por supuesto, una excesiva e imperiosa polarización centrista en la Iglesia católica romana, como existió en otros tiempos. Es, precisamente, en Cristo –o sea, en la unión de los miembros a la cabeza y de los sarmientos a la vid– donde los cristianos encontrarán la unidad plena de comunión, que urgentemente necesitan, para testimoniar el Evangelio. Pero siempre –insisto– con la mirada puesta en Cristo y no en los “intereses” de ninguna de las Iglesias cristianas, que, como dice Christian Duquoc, siempre serán “Iglesias provisionales”7.

Le parecía a Pablo VI que, si se buscaba “un concepto o definición más pleno de Iglesia” –primer objetivo que él trazó para el Concilio–, se habría dado un paso importante de cara a

Llamada a ser “comunión de vida”Este descubrimiento del misterio

de Cristo en el corazón de la Iglesia conduce a descubrir que también la Iglesia “es misterio”. Es precisamente “misterio de comunión y de unidad”. La comunión en la Iglesia es ya una realidad, pero también es un reto, un permanente desafío, sobre todo frente a la división.

Hoy, como entonces, existe ese resquebrajamiento en el interior de la propia Iglesia católica, y todavía no disfrutamos de la perfecta unidad de comunión entre todas las otras Iglesias cristianas. El papa Montini partía teológicamente del único Maestro y Señor; de la única cabeza que da unidad al cuerpo (cf. LG, 7); de la única cepa de cuya comunión viven los sarmientos de la vid (cf. Jn 15, 1-5; LG, 6), para llevarnos después a descubrir la unidad de la Iglesia. Una Iglesia diversa en sus miembros, de estilos variados, aunque en armonía y compenetración por el amor.

Las consecuencias de este proceso, llamado“cristocéntrico”, me parecen trascendentales para el camino hacia la unidad de los cristianos y para una labor de profundización en la comunión eclesial, tan necesaria hoy en todos los ámbitos y manifestaciones de la Iglesia católica.

Es verdad que la “comunión” no está reñida con la “diversidad”, siempre que esta no sirva de pretexto para

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Pablo VI con el entonces cardenal Wojtyla

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ecuménica de la mayor parte de las comunidades cristianas y al escuchar la petición que se me dirige de encontrar una forma de ejercicio del primado que, sin renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva” (Ibid.). Y en el n. 96 pedía una ayuda no retórica: “Tarea ingente que no podemos rechazar y que no puedo llevar a término solo…”. Parece un ejercicio de humildad. Por aquí pueden abrirse todavía caminos inexplorados.

▪ Y finalmente, en cuarto lugar, la comunión eclesial en cuanto tal, según el papa Montini, constituye el modelo de comunión entre pueblos y naciones. No que el mundo deba configurarse a imagen y semejanza de la organización eclesial, no; sino que, mediante la Iglesia, el mundo de todos los tiempos debería ser invitado permanentemente a ser familia solidaria, pueblos hermanados, comunidades vivas en camino. Pablo VI hacía suyo el texto de los profetas de la Vieja Alianza: “Como estandarte levantado, como señal orientadora de pueblos y naciones” (Cf. Is 11, 12; 5, 26; Jr 5, 15-17; 6, 22-30). Son imágenes elocuentes y significativas. Pablo VI las emplearía repetidas veces, al igual que lo hace el Vaticano II para hablar de la Iglesia como signo o señal de universal comunión (SC, 2)8.

¿No les parece a ustedes que, después de esta visión de la Iglesia (Iglesia-familia, Iglesia-comunión de vida, Iglesia-pueblo del encuentro), aún queda mucho camino abierto (camino ecuménico y camino misionero)? Por cierto, habrá que seguir profundizando en la exhortación apostólica postsinodal Evangelii Nuntiandi de Pablo VI, documento que sigue siendo ampliamente citado, y sobre

el que volverán una y otra vez, a buen seguro, los obispos en el próximo Sínodo ya anunciado sobre la Nueva Evangelización de los pueblos.

Un camino abierto, para nuestras Iglesias locales y para nuestras parroquias. Una parroquia, hoy, no puede ser ya por más tiempo un mero centro administrativo o burocrático de lo religioso, sino una verdadera comunidad de comunidades misioneras, abiertas, con el mensaje de Cristo siempre a punto. Parroquias aglutinadoras, unificadoras de distintos movimientos o grupos eclesiales vivos y activos, dinámicos y evangelizadores. Precisamente, en esta hora secular del mundo, un mundo descristianizado, convertido ya en auténtico terreno de misión.

II. RENOVAR Y REFORMAR LA IGLESIA

Toda la segunda parte de la Ecclesiam Suam está dedicada al tema, tan querido por Pablo VI, de la renovación y reforma de la Iglesia9.

¿Renovar o reformar?La palabra “reforma”, todavía

hoy, parece que a algunas personas (especialmente, entre los católicos) les evoca conflictos de otras épocas (por ejemplo, los del siglo XVI con la Reforma protestante). Pablo VI no eludía la palabra “reforma”, a la que siempre quería dar su justo significado dentro de la Iglesia católica10. En la encíclica la empleó, al menos, hasta seis veces, y en su magisterio posterior volvió sobre ella en innumerables ocasiones.

Pero permítaseme una observación, aunque solo sea de paso: en la redacción de la encíclica –que, según se sabe, él hizo en italiano–, usa el término “reforma”, distinguiéndolo del de rinnovamento, o su equivalente latino renovatio. Pues bien, curiosamente, la palabra “reforma”, en la encíclica, fue siempre traducida al latín por renovatio, y no por la que me parece que correspondería mejor al original, salido de su pluma, y que sería reformatio.

Me parece, pues, que en la versión más oficial latina de la encíclica no se respetaba un matiz que sí aparecía en la versión italiana que Pablo VI había redactado. Probablemente, alguien posteriormente quiso “suavizar”, en la “versión oficial latina”, una expresión que podría haber sonado, en los piadosos oídos de algunos católicos (o miembros de la Curia, tal vez), a música estridente o excesivamente fuerte. ¿Qué duendes, sin duda bien intencionados, pero probablemente más papistas que el papa, se infiltraron en la última redacción de la Ecclesiam Suam para

Dando la salida al Giro de Italia (1974)

Testigo de la llegada a la luna (1969)

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▪ En tercer lugar, se sitúan –lejos de romanticismos estériles– los enamorados de la Iglesia. Son los que aman a la Iglesia como es: divina y humana, misteriosa y contingente, sublime y defectuosa, carismática e institucional. Cree el Papa ver a la Iglesia “perfecta en el pensamiento de Cristo (cf. Ef 5, 27), pero perfectible en nuestra experiencia y deseo”13. No es necesario evadirse hacia el sueño de una Iglesia meramente carismática, exenta de instituciones u organizaciones humanas. Como veremos enseguida, solo hay una Iglesia. Y esta es carismática e institucional, invisible y visible. Del amor a la Iglesia surge el deseo de la renovación personal –la de sus miembros– y el de la reforma de sus estructuras e instituciones. Del amor a la Iglesia, del fervor y de la entrega, surge la Iglesia misma.

Por tanto, la visión que algunos han dado de Pablo VI como la de un reformista conservador o como la de un maquillador de rostros eclesiales, para que todo continúe siendo igual, no se corresponde al ímpetu renovador que este Papa imprimió a la Iglesia de Cristo.

III. DIALOGAR PARA CONSTRUIR

Pablo VI creía en el diálogo. Es por lo que lanza una propuesta en la Ecclesiam Suam, que mantendría siempre en pie a lo largo de su pontificado. Son sus famosos círculos de interlocutores:

1. La Iglesia, “experta en humanidad”, quiere dialogar con los hombres de cada época, allí donde estén, y en la situación que se encuentren. Apostar por el diálogo es sentarse a escuchar, dejarse interpelar, provocar respetuosamente, y formular respetuosamente muchas preguntas.

2. La Iglesia establece un círculo más cercano de interlocutores, el de los que creen en Dios, los que han abrazado algunas de las grandes religiones monoteístas: hebreos, musulmanes, los seguidores de las grandes religiones afroasiáticas. ¿En qué momento nos encontramos en lo que se refiere al diálogo interreligioso?

3. El diálogo con las Iglesias y comunidades cristianas, todavía separadas o no en perfecta comunión. Mucho camino se ha hecho desde

Montini clasificaba o dividía en tres las actitudes que cabe adoptar frente a la Iglesia: la indiferencia, la crítica (que puede ser destemplada o constructiva) y el enamoramiento12 (no se entienda en sentido romántico).

▪ En primer lugar, estarían los indiferentes. Los llama el papa Montini “vagabundos en el desierto del misterio”. Son los que no se preocupan por la cuestión religiosa. Piensan que la “cuestión religiosa” es una cuestión menos importante, apenas tiene relieve. Hoy, aparentemente, muchos andan por aquí. Consideran, tal vez, que la fe se ha ido difuminando en la sociedad. O que es algo tan íntimo y subjetivo, que no es necesario vivirlo dentro de ninguna comunidad eclesial. Y mucho menos con repercusiones en la esfera de lo público…

▪ En segundo lugar, estarían los críticos: estos pueden ser positivos, unos; negativos, otros. Actitud esta muy de moda. Quizá más todavía en tiempos del papa Montini, con toda la contestación postconciliar. Cree ver el Papa –como decimos– dos categorías distintas de crítica: positiva, una; negativa, la otra. Los críticos positivos se orientan hacia la verdad. Contemplan la Iglesia en toda su profundidad. La quieren más bella, más acorde con las enseñanzas de Jesús. Hubo en la historia grandes “reformadores”, que, sin salirse de la Iglesia, la impulsaron hacia una presencia de Cristo más viva y eficiente en medio del mundo.

enmendarle al mismísimo Papa su clara intención reformista?

Cualquiera que sea la explicación que se quiera dar, lo que nos interesa, sobre todo, es dejar claro aquí que, efectivamente, Pablo VI distinguía en la encíclica –y todavía más en su posterior magisterio– entre renovación y reforma, dando un matiz más general y de conversión interior a la palabra renovación y dejando, en cambio, el término reforma, que nunca rehusó, para cuando se hablara de cambiar algunas estructuras de la Iglesia o modificar el Código de Derecho Canónico.

Creo honestamente que todavía no se han extraído todas las consecuencias prácticas que, para el ecumenismo, no menos que para el diálogo con el mundo de nuestros días, encierra este principio de los Padres de la Iglesia: Ecclesia semper reformanda.

Como ya dijimos, en la Ut Unum Sint, el papa Juan Pablo II pediría, andando el tiempo, sugerencias, aportaciones, propuestas y ayudas para reformar el modo concreto de ejercer el Primado de jurisdicción en la Iglesia. Así parece desprenderse de esta pregunta que es un ruego: “La comunión real, aunque imperfecta, que existe entre todos nosotros, ¿no podría llevar a los responsables eclesiales y a sus teólogos a establecer conmigo y sobre esta cuestión [la “cuestión del ejercicio del Primado”] un diálogo fraterno, paciente, en el que podríamos escucharnos más allá de estériles polémicas, teniendo presente solo la voluntad de Cristo para su Iglesia, dejándonos impactar por su grito ‘que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado’ (Jn 17, 21)?”11.

Una Iglesia amada, antes que pensada y criticada

Pablo VI amaba, primero; y estudiaba, después. Por este orden. Esta fue su norma. La practicó con las personas, y la hizo realidad con el misterio de la Iglesia. No rechazaba la crítica a la Iglesia, cuando se hacía desde el amor. Pero pedía una Iglesia amada y servida en sus arrugas y defectos de madre…

Precisamente, desde el amor que él profesaba a la Esposa de Cristo y, tal vez, simplificando un poco, el papa

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Con el ortodoxo Atenágoras en Jerusalén

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Juan XXIII hasta Benedicto XVI, pasando por Pablo VI, el Concilio Vaticano II y Juan Pablo II. Quanta est nobis via?, se preguntaba Juan Pablo II en la Ut Unum Sint (UUS, III).

4. El diálogo dentro de la propia Iglesia católica romana. Diálogo que a Pablo VI le llevó, entonces, por la “calle de la amargura”, y que –a mi modo de ver– sigue siendo un gran reto, un desafío aún hoy día, en que vemos grupos, sectores y bloques enteros de Iglesia enfrentados, reticentes, un tanto atrincherados en las propias posiciones.

¿Estamos en la etapa del postdiálogo?

En el décimo aniversario de la muerte de Pablo VI (celebramos el 33º aniversario el 6 de agosto de 2011), se reunieron –bajo los auspicios de la Scuola di formazione teologica di Bassano del Grappa– estudiosos del pensamiento, de la figura y obra del papa Montini. Fue un encuentro provechoso14. Monseñor Giuseppe Colombo, prestigioso teólogo, presidente de la Facultad Teológica de Italia Septentrional, habló del sensus Ecclesiae (del sentido de la Iglesia) en Pablo VI. La opinión de Colombo era, entonces, la siguiente: “(…) No es fácil volver al tiempo del diálogo, hoy que vivimos en el tiempo del postdiálogo”15. Después de la caída de los muros de la Guerra Fría, se opina, más que se dialoga. La pasión por el diálogo parece cosa de tiempos pasados. Tiempo gris el nuestro. Tiempo

de opiniones. Todas iguales. Todas respetables. Opiniones confrontadas, a veces pretexto para la polémica. En este contexto histórico, a Colombo le parecía que la Ecclesiam Suam corría el riesgo de pasar por la encíclica de los años 60: los años en los que el diálogo era una necesidad vivida y compartida. El choque o confrontación de las ideologías así lo requería. Pero, ¿qué ocurre hoy, cuando las ideologías parecen haber desaparecido? ¿Estamos en la época de proclamar certezas? ¿No es necesario ya contrastar verdades?

Algunos creemos que es necesario recuperar el talante, el estilo, en el que está escrita la Ecclesiam Suam: el de la humildad de los pastores de la Iglesia que se sientan a dialogar con el mundo de hoy, con creyentes y no creyentes, además de buscar entendimiento con los hijos de la Iglesia, y, en el caso de los obispos, con los hermanos en el episcopado. Así lo ha entendido, de cara a los no creyentes, Benedicto XVI, quien ha promovido el foro conocido como el Atrio de los Gentiles.

Recuperar el estilo dialogante como una permanente actitud de Iglesia

Pablo VI había roto ya con el viejo modelo de Iglesia y había apostado por otros modelos como los del teólogo de Friburgo Charles Journet. Él mismo se mostraba dispuesto a ir aggiornando la vieja eclesiología.

He aquí, por tanto, un papa que se sienta, como un discípulo, a escuchar

y preguntar (que esto es el diálogo) con todos los miembros de la Iglesia. Y también con aquellos que, fuera de la Iglesia, la contemplan como un referente importante en medio de los conflictos y problemas del mundo postmoderno.

¿Buenas intenciones? ¿Palabras? ¿Deseos colgados de las nubes? No debiera ser así. Por eso, todo diálogo está pidiendo plataformas concretas.

La vida nuestra de cada día, tan movida hoy; las emigraciones; la presencia de misioneros en numerosos países reclaman una colaboración práctica: jornadas de estudio, intercambios teológicos, reuniones de oración y comunicación de experiencias religiosas, acciones humanitarias y caritativas, esfuerzos en pro de la paz y de la justicia…

Es mucho lo que queda por hacer en lo que se refiere a la toma de conciencia y a la coordinación de todo lo relativo al desarrollo social y económico de pueblos y países enteros.

La búsqueda de la verdad ya se está haciendo realidad en el estudio común que están llevando a cabo las distintas asociaciones judeo-cristianas o cristiano-musulmanas, y que no hay que dejar de alentar. Cuando se creó el Secretariado para los no cristianos, muchas iniciativas de estas asociaciones fueron secundadas por la Santa Sede.

El “lenguaje respetuoso” es otro de los presupuestos del diálogo en el camino de construcción de unas relaciones positivas en el campo interreligioso. Se han ido eliminando, poco a poco, expresiones que pudieran resultar molestas o hirientes. Al hablar, por ejemplo, de los judíos, fueron desapareciendo palabras que podían resultar insultantes, como “deicidas”, “pérfidos”, etc. El espíritu del Vaticano II era precisamente este.

Ante la Asamblea General de la ONU (1965)

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en una visión de la Iglesia como “comunión de Iglesias”. Dios quiera que lo vayamos recorriendo en el presente ya, para forjar el futuro. También, para que nuestra Iglesia católica siga ejerciendo la misión y función que le competen, al lado de las otras Iglesias cristianas (aún no en perfecta comunión), en el mundo concreto que nos ha tocado en suerte y por el que Cristo se entrega, cada día, sin reservas.

acostumbrados antes del Vaticano II. Este modelo (el de Iglesia como “Pueblo del encuentro” o el de “familia corresponsable”) sigue abierto a ulteriores profundizaciones teológicas y prácticas.

Nos parece, efectivamente, que todavía resta mucho camino abierto

Resulta significativo que, en los diálogos bilaterales y multilaterales llevados a cabo por las Iglesias, así como en el trabajo realizado por Fe y Constitución –el brazo teológico del CEI (Consejo Ecuménico de las Iglesias)–, sobresalen siempre los mismos grandes núcleos temáticos de la teología, que preocupan a los ecumenistas y a las propias Iglesias: Justificación y gracia, Ministerio ordenado, Bautismo, Eucaristía. Pero, sobre todo, el modelo, el tipo de reunificación final que se persigue. ¿Hacia dónde nos encaminamos con la tarea ecuménica? ¿Qué modelo de unidad perseguimos unos y otros? Cuando hablamos de la una y única Iglesia de Jesucristo, ¿cómo entienden esta unidad los teólogos de una confesión y los de otra? Son cuestiones que se van dilucidando, gracias al estudio y profundización de los teólogos.

Desde hace ya muchos años, en el campo cristiano, se ha venido haciendo una teología ecuménica: es decir, una reflexión conjunta entre todas las Iglesias cristianas sobre algunos de los contenidos fundamentales de nuestro credo. Con los acentos propios de cada confesión, recogiendo matices y sensibilidades propios de cada Iglesia, pero con el empeño serio de llegar a convergencias doctrinales sobre temas que en el pasado fueron motivo de discordia.

CONCLUSIÓN

Lo más importante de la encíclica Ecclesiam Suam sigue siendo que, detrás de su estilo dialogante, hay un modelo de Iglesia que el Papa propone. Un modelo que ya no tiene que ver con el de la “Iglesia piramidal”: una Iglesia en la que las responsabilidades se van diluyendo o esfumando conforme se va descendiendo por la pendiente de la pirámide en la que en la cúspide están los pastores de la Iglesia, en el vértice el Papa, hasta llegar a la base en que se situarían los fieles, los laicos, que sostendrían la pirámide sobre sus hombros y cuya tarea sería la de obedecer sin más.

El modelo de la Iglesia como communio (ierarchica communio) es otro modelo distinto al que estábamos

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1. Cf. PAOLO VI, Pensiero alla morte. Meditazione di Paolo VI (6-VIII-1979), Editrice Vaticana, Roma, 1979.

2. El discurso central del viaje de Benedicto XVI a Brescia puede encontrarse en: Ecclesia LXIX (n. 3494). La cita está en p. 1787 (27).

3. Cf. PAOLO VI, Insegnamenti di Paolo VI (1963-1970): Encicliche, Città del Vaticano, TPV, 1971, pp. 9-53 (cita-do Encicliche).

4. Cf. Inseg. (1963) (I), Città del Vaticano, Editrice, 1963, pp. 165-185. (orig. latino).

5. Cf. E. DE LA HERA, Pablo VI, timonel de la unidad, Monte Casino, Zamora, 1998, p. 135.

6. Sobre el diálogo de Pablo VI con los judíos, puede consultarse mi libro Pablo VI al encuentro de las grandes religiones, Desclée, Bilbao, 2001. Sobre todo, pp. 200-206.

7. Cf. Ch. DUQUOC, Des Églises provisoires. Essai d’ecclésiologie oecuménique, Du Cerf, Paris, 1985 (hay versión castellana).

8. El Vaticano I había hablado ya de la Iglesia “como bandera levantada” en la constitución dogmática Dei Filius sobre la fe católica: cf. ses. III (24-IV-1870): Denz 3014; Cf. Pablo VI: Radio mensaje primero de su mi-nisterio (22-VI-1963): Inseg. I (1963), pp. 3-10.

9. Cf. ES II, 43-59.

10. Si alguien desea profundizar en las “reformas” llevadas a cabo por el papa Pablo VI, puede consultar este libro: ISTITUTO PAOLO VI (Ed.), Paul VI et les réformes institutionelles dans l’Église, Tournée d�études, �ri-Tournée d�études, �ri-bourg (Suisse) (9-IX-1985), Studium, Brescia, 1987.

11. Cf. JUAN PABLO II, Ut Unum Sint (25-V-1995), n. 96.; cf. J. R. VILLAR, “El ministerio petrino. Perspectivas abiertas por la trayectoria ecuménica de Juan Pablo II”, en Communio, 20 (1999), pp. 354-370; cf. MATABOSCH-VALL-VILLAR, “En torno a la encíclica Ut Unum Sint”, en Diálogo Ecuménico, XXXI (1996), pp. 43-57; S. MADRIGAL, “Praesis ut prosis. Consideraciones en torno a la encíclica Ut Unum Sint”, en Selecciones de Teología, 37 (1998), pp. 98-105.

12. Alocución en la Audiencia General (12-IX-1973): Inseg. XI (1973), pp. 834-837.

13. Ibid., 836.

14. Se dieron cita en este encuentro, entre otros, Gilberto Campana; la doctora Giselda Adornato, del Instituto Pablo VI de Brescia; monseñor Giuseppe Colombo, presidente de la �acultad Teológica de Italia Septentrional; la doctora Rosemary Goldie, auditora en las sesiones del Concilio Vaticano II y profesora de la Universidad Lateranense; don Gianni Colzani, de la Universidad Católica de Milán; monseñor Pietro Nonis, obispo de Vi-cenza; y el honorable Mino Martinazzoli, moderador del encuentro. Bajo la dirección de Gilberto Campana, se publicaron las ponencias de la Reunión: cf. AA.VV., Paolo VI. Testimone della fede difensore dell’uomo, Vigodar-zere (Padova), Centro Editoriale Cattolico Carroccio, 1992.

15. Cf. COLOMBO, G., “Paolo VI e il senso della Chiesa”, en AA.VV., Paolo VI. Testimone della fede difensore dell’uomo, Vigodarzere (Padova), Centro Editoriale Cattolico Carroccio, 1992, p. 63.

N O T A S

Benedicto XVI ora en la tumba de Pablo VI

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Testimonio de la familia Galante Legorreta. “No sería la ciencia, sino el amor lo que nos haría el milagro”

¿Por qué adoptamos?

Dios encomendó a esta familia un reto inusual: el de asumir que no lograría tener “descendencia”. Sin

embargo, junto con ese reto nos concedió una oportunidad maravillosa, la de lograr trascendencia, esa que implica poner la vida al servicio de una familia, con la es-peranza de que nuestros actos nos hagan dignos de no ser olvidados.

Verán. Antes de convertirnos en papás, Beto y yo buscamos varios médicos inten-tando concebir un hijo, situación que se prolongó por años hasta llegar a la dolorosa pérdida de un embarazo de diez semanas de gestación.

Nosotros anhelábamos la oportunidad de cuidar de los hijos que Dios quisiera mandarnos; pero a pesar de que nuestra convicción por formar una familia nos alentaba a perseverar en la búsqueda, todo parecía muy adverso.

Fue en ese proceso de suplicar a Dios una respuesta cuando el Espíritu Santo nos iluminó para comprender que, para

ponernos al servicio de nuestros hijos, la identidad genética resultaba irrelevante, y que por lo tanto estábamos buscando a nuestros hijos en el lugar equivocado; que no sería la ciencia, sino el amor lo que nos haría el milagro.

Y así fue, la paternidad que Dios nos en-comendó resultó ser ligeramente diferente de lo ordinario; para lograrla, nos puso en manos de un ejército de gente maravillosa que coordina lo necesario para documentar los requisitos de ley con el fin de consolidar adopciones plenas, las cuales nos permiten integrar familias con todos los derechos y obligaciones propios de la relación filial.

Maricarmen nos contactó con Eva, mamá por adopción; ella, a su vez, con VIFAC y con Marilú Mariscal de Vilchis, quien de-dica su vida a construir familias felices a través de procesos en los que, literalmente, se celebra la vida. Y llegó Marisol.

Acreditados los procesos necesarios y obtenido el certificado de idoneidad, Marilú puso a nuestra consideración la posibili-dad de que nuestra hija fuera una niña de cuatro años de edad, albergada en el DIF de Naucalpan, que nos representaría

cubrir protocolos adicionales, incluido un proceso de acercamiento de varias semanas hasta lograr que la niña tomara (o no) la decisión de adoptarnos.

Para esos momentos nosotros teníamos todo dispuesto para recibir un bebé; sin embargo, aceptamos inmediatamente una niña más grande, con una sola convicción: si Dios dispuso que fuera ella, ella sería.

Los minutos previos a que Marisol en-trara en el salón en donde habríamos de conocernos, yo sentí un susto muy superior al de cuando me recibí de contadora con

▶EN VIVO

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el sinodal más estricto de la Facultad; el papá con su metro noventa de estatura y sus nervios de acero, temblaba. Pero todo fue dicha cuando Marisol nos miró con sus hermosísimos ojos negros y alguien le preguntó: “Marisol, ¿sabes quiénes son ellos?” Y nuestra hija respondió: “Sí, son mis papás”.

Iniciamos las visitas resueltos a con-vencerla de que sabríamos cuidar de ella. Hubo días buenos y otros complicados. Marisol entendía que nuestra presencia implicaba que ella tendría que salir de esas paredes que representaban su único “hogar” para aventurase en algo desconocido, así que algunos días se veía contenta y otros mostraba una indife-rencia durante la cual vivía los duelos de asumir grandes pérdidas a cambio de “apostar-le” a nuestra familia. Entonces reconocimos que Marisol poseía una valentía inusual y descubrimos un primer sentimiento real hacia ella: el respeto. Para la segunda semana de visitas, Marisol decidió que sí éramos sus padres y el DIF nos la entregó definitivamente.

Llegó a casa en febrero, para abril te-níamos en mano el acta de nacimiento que la acreditaba como hija legítima de la familia Galante Legorreta. El inicio no fue sencillo; se requirió mucha disposición para encontrar nuestro punto de cohesión, pero el resultado fue contundente: los tres nos descubrimos finalmente completos.

Quien diga que el tiempo todo lo cura, no ha entendido nada. Marisol nos mostró

que no es el tiempo, sino el amor, el que sana cualquier herida, libera y nos permite vivir en plenitud.

Con esa extraordinaria hija en casa, logramos una extraordinaria fusión, no solo entre nosotros sino con los abuelos, tíos, primos y amigos. Su llegada produjo tal euforia que comenzó a tornarse difícil poner límites al mundo de atenciones y mimos que todos le prodigábamos a manos llenas, así que al poco tiempo descubrimos la necesidad de establecer un equilibrio. Sin embargo, pensar en un segundo hijo

implicaba gestionar documentos, reorganizar presupuestos y hacer

cambios que nos invitaban a elegir con mucho cuidado “el momento adecuado”.

La expectativa sobre ese momento desapareció cuando

planteamos a Marisol la posi-bilidad de tener un hermano y

ella con un rotundo e incondicional “¡sí!” nos hizo comprender que el ver-

dadero reto sería simplemente atrevernos.Pusimos manos a la obra y los trámites

para promover una segunda adopción fluyeron con tan sorprendente celeridad, que Dios dejó claro que estaba resuelto a mandarnos otro hijo, tan providencial como nuestra Marisol.

Nos notificaron la aprobación de la se-gunda adopción y comenzamos una etapa de consolidación de la fusión familiar. Marisol comenzó a preguntar si era posible que al llegar su hermanito lo quisiéramos más que a ella; si por ser un bebé nos gus-taría más y si ella por traviesa nos dejaría

de gustar. Esas inquietudes nos permitie-ron transmitirle que no nos cansábamos de agradecer a Dios por el milagro de su presencia en nuestras vidas; que era nues-tra hija mayor y que sólo ella ocuparía ese lugar; que el amor no se divide pues su naturaleza es la de multiplicarse, así que cuando hay más personas a quienes amar, el corazón crece hasta lograr que todos quepan en él.

Un lunes de semana santa nos avisa-ron que al día siguiente, mismo en que Marisol cumpliría seis años de edad, nos entregarían a nuestro segundo hijo. Y para confirmar que se trataba de un milagro, el nuevo integrante de esta familia llegó como el más feliz regalo de cumpleaños.

Esfuerzos y recompensasLos primeros días con Luis Humberto

en casa, Beto y yo nos preparamos para aguantar estoicamente el cansancio de cuidar a dos. A pesar de la fatiga propia del biberón nocturno y de lo complejo de reorganizar la dinámica cotidiana, pudi-mos maravillarnos con los kilos de ternu-ra que el bebé llegó a poner en nuestros corazones, con la sorprendente capacidad de adaptación de ambos hijos, y muy es-pecialmente con la generosa disposición de Marisol, quien aun resintiendo el efecto “atención compartida”, invariablemente mostró toneladas de afecto para ese her-manito que llegó a jalar todas las miradas antes dedicadas solo a ella, pero que a su vez le regalaba exclusivas muestras de cariño, las cuales lograban que Marisol pasara por alto todo lo demás.

Lo que queremos compartir con este tes-timonio es que tener hijos implica realizar esfuerzos grandes, pero que esos esfuerzos tienen recompensas superiores cuando nos permiten saborear lo dulce que es la vida si fusionamos fe, trabajo y amor, y lo ponemos todo al servicio de quienes nos necesitan, no como protagonistas sino como sencillas herramientas dispuestas a construir el plan de Dios, plan que inva-riablemente resulta ser el camino perfecto hacia la felicidad.

Eternamente agradecidos, Gabriela, Humberto, Marisol y Luis Humberto.

Panorama de adopciones

Las adopciones en México crecieron un 23% durante 2010, luego de que se realizaran exitosamente 989 en todo el país. De estas, 954 fueron nacionales y

35 internacionales. Los estados con más adopciones son el Estado de México con 189, seguido por Jalisco con 135 y Chihuahua con 85. Sin embargo, este diagnóstico da cuenta de que bajaron las solicitudes de adopción: de 2,939 trámites en 2009 a 1,923 en 2010. De acuerdo con la directora del Centro de Estudios de Adopción A.C., Alejandra Salas Niño, la causa principal que inhibe a los padres a realizar un trámite de adopción es la falta de información: “Los desalientan los excesivos trámites y mitos culturales como que no se puede querer a un hijo biológico igual que a un hijo adoptivo”. Queda mucho por hacer, ya que 11 mil niños institucionalizados, según estimaciones del DIF nacional, continúan viviendo en situación de orfandad.

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En este oficio de periodista, a veces lo más difícil es encontrar el título de la noticia, hasta tal punto de que en

las grandes redacciones –de entonces, y supongo que también en las de ahora– ha-bía un especialista para titular y ejercía su delicado oficio lo mismo con una crónica internacional que con una reseña taurina.

Me gustaría ver cómo este teórico cola-borador titulaba el discurso que Benedicto XVI pronunció el lunes 9 de enero ante el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, 180 embajadores que repre-sentan casi todas las naciones de la Tierra (con la excepción de China, Arabia Saudita, Vietnam, Corea del Norte, Mauritania y algún que otro país de menor importancia).

La dificultad aumenta porque el Papa y sus colaboradores han escogido este año la fórmula tour d’horizon para repasar la actualidad mundial, citando los puntos calientes y los motivos de esperanza de los cinco continentes. En consecuencia, los títulos posibles –según el interés de cada país– se multiplican. En Italia, por poner el ejemplo que tengo más a mano, los grandes rotativos (el Corriere della Sera o La Repubblica) han privilegiado las elo-giosas palabras sobre las relaciones Iglesia-Estado y han ignorado todo el resto.

Solo Avvenire lo pú-blica íntegro y abre su portada con este títu-lo: “Más reglas, más dignidad. El Papa: opciones fuertes y nuevas energías para salir de la crisis”. En páginas interiores, los titulares son: “De la crisis, reglas para el bien de todos”, “La

apertura a la vida, camino del futuro” y “La libertad religiosa, primer derecho hu-mano”. Por su parte, L’Osservatore Romano sintetiza: “Respeto a la vida y a la libertad religiosa”, y añade en un subtítulo: “La crisis impone reflexionar sobre la dimen-sión ética de la existencia incluso antes que sobre los mecanismos económicos”.

Con estas pautas, podemos ya abordar la tarea de ofrecer una síntesis del discurso. Una observación previa: en la elaboración de esta alocución de primeros de año in-tervienen primero las nunciaturas, que envían a Roma sus sugerencias, que la Secretaría de Estado reordena antes de pasarle al Papa una primera propuesta, reelaborada personalmente por él, pero que conserva la matriz inicial.

AvancesAsí, por ejemplo, se recogen con escrú-

pulo los “pasos” diplomáticos de 2011: las relaciones con Malasia, los acuerdos firmados con Azerbaiyán, Montenegro y Mozambique, el nombramiento de un nuncio apostólico ante la ASEAN (Asocia-

ción de Naciones del Sudeste Asiático), el reforzamiento de la colaboración con la Organización Inter-nacional para las Mi-graciones, etc.

También aparecen algunas de las deci-siones de la comuni-dad internacional que más han satisfecho a la Santa Sede, como la prohibición del Tri-bunal de Justicia de la Unión Europea de los procedimientos que utilicen células madre embrionarias, el reco-nocimiento en Georgia

de las minorías religiosas o la sentencia de la Corte Europea de Derechos Humanos a favor del crucifijo en las escuelas italianas.

Al introducir el tema de la crisis, Ratzin-ger recurre a una reflexión más personal: “Verdaderamente, allí donde no resplande-ce la luz divina, el mundo está en sombras. Realmente el mundo está en la oscuridad allí donde el hombre no reconoce ya su vínculo con el Creador, poniendo en peligro asimismo su relación con las demás criatu-ras y con la creación misma. El momento actual está marcado lamentablemente por un profundo malestar y por diversas crisis: económicas, políticas y sociales, que son su expresión dramática”.

“En este sentido –prosiguió–, no puedo dejar de mencionar ante todo las graves y preocupantes consecuencias de la crisis económica y financiera mundial. Esta no solo ha golpeado a las familias y empre-sas de los países económicamente más avanzados, en los que ha tenido su origen, creando una situación en la que muchos, sobre todo jóvenes, se han sentido des-orientados y frustrados en sus aspiraciones de un futuro sereno, sino que ha marcado también profundamente la vida de los países en vías de desarrollo”.

“No nos debemos desanimar –atajó in-mediatamente–, sino reemprender con decisión nuestro camino con nuevas for-mas de compromiso. La crisis puede y debe

Benedicto XVI defiende ante el Cuerpo Diplomático la vida y la libertad religiosa

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CRÓNICA VATICANA▶IGLESIA EN EL MUNDO

En tiempos de crisis, respeto a la persona

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ser un acicate para reflexionar sobre la existencia humana y la importancia de su dimensión ética antes que sobre los meca-nismos que gobiernan la vida económica: no solo para intentar encauzar las pérdidas individuales o las economías nacionales, sino para dar nuevas reglas que aseguren a todos la posibilidad de vivir dignamente y desarrollar sus capacidades en bien de toda la comunidad”.

El Pontífice enhebra una reflexión sobre los efectos que la crisis y la incertidumbre han producido en los jóvenes, espe-cialmente en el Norte de África y

Oriente Medio; sin citarla expresamente, se refiere a la primavera árabe: “En este momento, es difícil trazar un balance de-finitivo de los sucesos recientes y cuáles serán sus consecuencias para el equili-brio de la región. A pesar del optimismo inicial, se abre paso el reconocimiento de las dificultades de este momento de tran-sición y cambio, y me parece evidente que el modo adecuado de continuar el camino emprendido pasa por el reconocimiento de la dignidad inalienable de toda persona hu-

mana y de sus derechos fundamentales. El respeto de la persona debe estar en

el centro de las instituciones, y las leyes deben contribuir a acabar con la violencia y prevenir el riesgo de que la debida aten-ción a las demandas de los ciudadanos y la necesaria solidaridad social se transformen en meros instrumentos para conservar o conquistar el poder”.

Y hace una referencia a Siria: “Siento una gran preocupación por la población de los países que sufren todavía tensio-nes y violencias, en particular Siria, en la que espero que se ponga rápidamente fin al derramamiento de sangre y se ini-cie un diálogo fructífero entre los actores políticos, favorecido por la presencia de observadores independientes”.

Familia y futuroLa segunda parte del discurso se centra

en la vida y la familia, que “no se trata de una simple convención social, sino más bien de la célula fundamental de toda la sociedad. Consecuentemente, las políticas que suponen un ataque a la familia ame-nazan la dignidad humana y el porvenir mismo de la humanidad. El marco familiar es fundamental en el itinerario educativo y para el desarrollo de los individuos y los estados; por tanto, se necesitan políticas que valoricen y favorezcan la cohesión social y el diálogo. En la familia, la persona se abre al mundo y a la vida y, como tuve ocasión de recordar en mi viaje a Croacia, ‘la apertura a la vida es signo de apertura al futuro’”.

Hablando de la libertad religiosa, recuer-da a Shahbaz Bhatti, ministro paquistaní católico asesinado en 2011. “En muchos países, los cristianos son privados de sus derechos fundamentales y marginados de la vida pública; en otros, sufren ataques violentos contra sus iglesias y sus casas. A veces son obligados a abandonar los países que han contribuido a edificar, a causa de continuas tensiones y de políticas que frecuentemente los relegan a meros espec-tadores secundarios de la vida nacional”.

Por fin, sin renunciar a su preocupación por la conservación del medio ambiente, Joseph Ratzinger lamenta el desastre eco-lógico de la central nuclear japonesa de Fukushima: “La salvaguardia del medio ambiente, la sinergia entre la lucha contra la pobreza y el cambio climático consti-tuyen ámbitos importantes para la pro-moción del desarrollo humano integral”.

ANTONIO PELAYO. ROMA

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El primer ministro ruso y candidato de nuevo a la presidencia de su inmenso país reservó a sus conciudadanos una sorpresa el día de Navidad (que los ortodoxos celebran con dos semanas de retraso respecto a los católicos). Ese día, saliendo

de la catedral de San Petersburgo, su ciudad natal, el político reveló que había sido bautizado precisamente en el templo donde acababa de asistir a los oficios religiosos.En el año 1952, en pleno furor estalinista, su madre acudió clandestinamente a la catedral con el pequeño Vladimir en brazos para que recibiera las aguas bautismales (por inmersión, naturalmente), sin decirle una palabra a su marido, ferviente miembro del Partido Comunista ruso. No fue, seguramente, un caso único, porque, a pesar de la persecución, muchos rusos mantuvieron la fe y los hábitos religiosos. Sería interesante saber si, siendo ya un hábil agente del temible KGB, Putin era consciente de su condición de cristiano bautizado y por qué se ha decidido a revelarlo ahora.

PUTIN por Antonio Pelayo

La recepción al Cuerpo Diplomático tuvo lugar en la Sala Regia

Vladimir Putin

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▶IGLESIA EN EL MUNDO

Al cumplirse ahora dos años del terremoto que el 12 de enero de 2010

asoló Haití, dejando más de 200.000 muertos y afectan-do a un total de más tres mi-llones de personas, las ONG presentes en el país caribeño hacen balance estos días de la situación actual. El senti-miento general, marcado por luces y sombras, lo refleja perfectamente la represen-tante de Unicef, Françoise Gruloos-Ackermans: “Hay evidencias de pequeñas victorias en todas partes, aunque permanecen serias lagunas y deficiencias en las estructuras básicas de gobier-no de Haití”.

Respecto a los logros, des-de Unicef señalan la impor-tancia de los que atañen a la infancia: 750.000 alumnos han vuelto a la escuela (unos 80.000 lo hacen a alguno de los 193 colegios construidos por la organización); más de 15.000 niños con desnutri-ción han recibido asistencia en sus 314 programas de ali-mentación terapéutica; el Go-bierno de Michel Martelly ha creado el primer Directorio de Centros Residenciales de Asistencia (hasta el terremo-to no había ningún tipo de control), que estudiará los 650 centros del país, en los que se calcula la presencia de 50.000 me-nores de edad; y se ha adherido al Convenio de La Haya sobre Adopción Internacional, con lo que se combatiría más eficazmente el tráfico infantil.

Pese a todo, como señala Unicef en el mismo informe, la situación continúa siendo extremadamente grave en un país “acosado por la pobreza crónica y el subde-sarrollo”. Hasta el punto de que “la mayoría de los 4.316.000 niños menores de 18 años aún tienen opciones limitadas para su supervivencia, desarrollo y protección”. En cuanto a la población general, “más de medio millón de personas viven todavía en más de 800 áreas diferentes de des-plazados”. A lo cual se une el problema de que, antes del seísmo, alrededor de

un 77% vivía de alquiler; “lo que significa que la mayoría no tiene hogares a los que regresar”. Todo ello hace que la ONG cifre en 24 millones de dólares los que necesita en este 2012 “para atender las necesida-des humanitarias” y en 30 para “ayuda al desarrollo a largo plazo”.

Manos Unidas y CáritasEsta relativa satisfacción se aprecia

también por parte de Manos Unidas. La institución eclesial, presente en Haití desde hace 30 años, reconoce en un comunicado que, “dos años después del terremoto, se avanza a cámara lenta, pero se avanza”. A su juicio, “la imagen que se nos está ofreciendo de Haití no es muy diferente de aquella que conocimos en aquellos fatí-dicos días: pobreza, inestabilidad política y un terremoto; un cóctel de difícil solu-

ción”. Sin embargo, la ONG católica, que ha invertido en estos dos años más de cinco millones de euros en tareas de emergencia –en ámbitos como la atención humanitaria, la reactiva-ción agrícola y educativa, la construcción de viviendas o el impulso de políticas de agua y saneamiento–, encuentra motivos para la esperanza: “En Manos Unidas somos conscientes de que la actual configu-ración económica, social, cultural y de desarrollo de Haití es claramente fruto de la dura historia que ha vivi-do: víctima desde su ‘des-cubrimiento’ del expolio de recursos, la corrupción y las injerencias externas. Pero también sabemos que en Haití no todo es pobreza y desolación (…). En medio del caos, de la pobreza, del sufrimiento, llama pode-rosamente la atención la capacidad de esperanza de la que hace gala el pueblo haitiano”.

Otra de las instituciones eclesiales que más presen-cia tiene en el país caribeño es Cáritas. Con decenas de proyectos repartidos por

todo el territorio, los sanitarios concentran gran parte de su atención en el análisis de estos dos años. Principalmente el cólera, cuya epidemia comenzó en octubre de 2010, hasta sumar miles de muertos a los causados por el seísmo, y cuya “amenaza aún continúa en numerosas regiones del país”. Cáritas Española ha invertido casi 11 millones de euros desde 2010.

Intermón-Oxfam, que en su balance des-taca que todavía quedan cinco millones de metros cúbicos de escombros sin retirar, que la mayoría de la población no tiene acceso al agua corriente o que el 70% de la mano de obra está en paro o en condiciones de subcontratación, denuncia, finalmen-te, que, de los 4.600 millones de dólares prometidos por los países donantes, queda por recibir el 43% de esas ayudas.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

Las ONG ven pequeños avances en HaitíDos años después del terremoto, sin embargo, todavía persisten los graves problemas estructurales

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VISITA DEL PAPA EN MARZO

El Episcopado cubano ha dado a conocer el programa de la visita papal a la Isla del 26 al 28 de marzo. Benedicto XVI llegará a Santiago de Cuba la tarde del lunes 26, y allí será recibido por el presidente Raúl Castro, por la Conferencia Episcopal y por el arzobispo de la ciudad, Dionisio García Ibáñez. Seguidamente, celebrará

la Eucaristía en la Plaza de la Revolución, antes de dirigirse a la ciudad minera de El Cobre. Ya en la mañana del martes 27, el Papa realizará una visita privada al santuario de la Virgen de la Caridad y, hacia el mediodía, llegará a La Habana, donde será acogido por el cardenal Jaime Ortega Alamino y otras autoridades

religiosas y civiles. Por la tarde, mantendrá un encuentro oficial con el presidente Castro y se reunirá con todos los obispos del país en la Nunciatura. Finalmente, el día 28, tras presidir la Eucaristía en la Plaza de la Revolución ‘José Martí’ de la capital, el Pontífice emprenderá viaje de regreso a Roma.

Durante una Eucaristía celebrada en La Habana, se puso también fin al recorrido de la Virgen del Cobre por la Isla iniciado en 2010

Cuba estrena su Año Jubilar Mariano

Cerca de 4.000 personas se congrega-ron el 30 de diciembre en La Habana para participar en una misa al aire

libre con la que culminaba el histórico recorrido de la Virgen de la Caridad del Cobre por la Isla iniciado el 8 de agosto de 2010, colofón, a su vez, del trienio de preparación al Año Jubilar Mariano que la Iglesia en Cuba abrió oficialmente este 7 de enero. El Jubileo, que se prolongará hasta el 5 de enero de 2013, conmemora los cuatro siglos del descubrimiento de la imagen de la patrona del país en la Bahía de Nipe.

A la Eucaristía, concelebrada por los miembros del Episcopado cubano y el arzo-bispo de Miami, Thomas Wenski, asistieron también destacados representantes del Gobierno, como el vicepresidente Esteban Lazo, el canciller Bruno Rodríguez o la jefa de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunis-ta, Caridad Diego. Durante la homilía, el cardenal Jaime Ortega Alamino, arzobispo de La Habana, recordó la próxima visita de Benedicto XVI en marzo (ver recuadro), que, junto a la “peregrinación misionera” de la Virgen del Cobre, “nos invitan a mirar con confianza el año 2012”.

“La Virgen de la Caridad nos hace mirar desde más alto, y la vida se divisa distinta desde el balcón de la fe”, proclamó el car-denal, antes de reconocer las muestras de gratitud de muchos compatriotas, “no por-que estemos hallando soluciones mágicas a problemas económicos o sociales, sino por darles la posibilidad de reencontrarse a sí mismos de modo integral, como personas que no solo tienen necesidades materiales, sino también de orden espiritual”. Porque

“la Iglesia –defendió– ha permanecido siempre en medio del pueblo, buscando todo lo que pueda aportarle de bueno para que su vida sea más feliz, por esto nos dan las gracias”. Algo que él considera un “deber fundamental” de la institución, que “se ha esforzado a través de los años por cumplir con ese deber, por ejercitar ese derecho, y lo ha ido alcanzando, sin cejar en su empeño, progresivamente”. De ahí que Ortega aprovechara la ocasión para trasladar su reconocimiento a las más altas autoridades del país “por respetar este derecho y facilitar nuestro deber”, como se pudo comprobar en “la disponibilidad y el apoyo brindado por las instancias oficiales” a la peregrinación mariana.

Al hilo del Mensaje papal para la Jornada Mundial de la Paz, en el que Benedicto XVI llama a “educar a los jóvenes en la justicia y la paz” (pp. 23-30), el arzobispo de La Habana sostuvo que “esos consejos del

Santo Padre a la juventud del mundo son perfectamente aplicables a la juventud cubana”, que participó muy activamen-te en las celebraciones de la Virgen a lo largo de todo el recorrido. En el día de la Sagrada Familia, Ortega elogió también a las familias cubanas, que, “pobremente educadas en la fe católica, con un cristia-nismo desdibujado en nuestra sociedad, han sabido, sin embargo, transmitir a sus hijos el sentido de lo sagrado y el respeto a Dios, que favorecen los sentimientos religiosos y aun la misma fe”. Unos valores puestos de manifiesto al paso de la Virgen, que “nos ha abierto los ojos también a no-sotros sobre el reclamo de nuestra gente de ser esclarecidos, iluminados, apoyados en esos valores que desean vivir”. Y exhortó a gobernantes e Iglesia a “trabajar juntos por el bien integral del pueblo cubano. En este esfuerzo también la Caridad nos une”.

J. L. CELADA

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En la Cuaresma de 2011, los obispos de Bolivia publi-caron una carta pastoral

de gran calado humano, social, evangelizador y pastoral; un grito profético que levanta la esperanza de los 5,2 millones de bolivianos que viven en pobreza y de los 2,7 millones que padecen extrema pobreza (Datos del PNUD 2011). El título de la misma es significativo y significante: Los católicos en la Bolivia de hoy: presencia de esperanza y compromiso.Se trata de un documento ofi-cial de la Iglesia de Bolivia, la voz de nuestros pastores. Un documento cercano, com-prensible, sugerente, didáctico, iluminador, anunciador, denun-ciador, crítico, constructivo; muy respetuoso, sin perder, por eso, fuerza profética.Bien documentado en la Pa-labra de Dios, en los dichos y hechos de Jesús, en la Doctrina Social de la Iglesia, está ins-pirado en el Concilio Vaticano II y en el Magisterio sabio de nuestras grandes Asambleas Episcopales de América Latina y El Caribe: Medellín, Puebla, Aparecida (creo que a Santo Domingo no lo citan nunca), y de los sucesores de Pedro: Pablo VI, Juan Pablo II y Be-nedicto XVI. Clava sus raíces en la realidad convulsa, em-pobrecida, maltratada por el narcotráfico, la corrupción, el contrabando… La realidad de un país donde reina la mayor desigualdad social de América Latina y en donde vive un pue-blo esencialmente bueno, sano, creyente, mariano, solidario, hospitalario, que sabe aprove-char las pocas oportunidades que se le brindan. El mensaje de nuestros pastores recoge los valores sembrados por el Movimiento al Socialismo (MAS), evalúa sus desviaciones y ofrece respuestas humanas,

cristianas, solidarias, éticas y morales para recuperar el rostro genuino, atrayente de la Bolivia profunda y de esa Bolivia de hoy que quiere Pan y Justicia para todos, a la som-bra y ternura de Dios, Padre y Madre, que bendice siempre a nuestra Bolivia.Destacan en el documento propuestas alentadoras de fe y cauces concretos de evange-lización hoy, pasando por una defensa valiente de todos los

derechos humanos y un com-promiso con la promoción in-tegral de todo el hombre y de todas las mujeres y hombres, para reducir las fronteras de la pobreza.Se trata de un texto eminente-mente anunciador, animador de la comunión, de la inclusión, de la fraternidad e integración de los indígenas, los criollos, los afrobolivianos, los mestizos, los blancos, porque todos so-mos bolivianos.

Una carta pastoral de anuncio y denuncia profética desde Bolivia

Pero también nuestros obispos bolivianos piden con fuerza que se reduzcan estas desigualda-des irritantes, que erradiquen males ancestrales, como la co-rrupción, el narcotráfico, ese cáncer mortal de Bolivia que ocupa el primer plano de la actualidad. Y nuestros prela-dos denuncian sin miedo, como profetas: “El fenómeno nuevo de sofisticados centros de pro-ducción de drogas en pueblos y aldeas, a lo largo de todo el territorio nacional, incluso en regiones en donde no se produ-ce coca, muestra con claridad y honda preocupación la insu-ficiente acción del Gobierno en una efectiva lucha contra el narcotráfico, además del re-lajamiento del control social y de referencia ética en nuestra sociedad”.Nuestros obispos terminan con un mensaje de futuro, de fe en el Dios de la vida: “Queremos despertar en el corazón de to-dos los bolivianos la Esperan-za y el Compromiso de seguir construyendo una Bolivia justa y solidaria, casa común para todos”.

NICOLÁS CASTELLANOS FRANCO, OSA

Desde América Latina, el obispo emérito de Palencia, Nicolás Castellanos, reflexiona aquí sobre lo que, a su juicio, fue uno de los hechos más destacados para la vida de la Iglesia en su país de adopción: la publicación de la carta pastoral del Episcopado de Bolivia para la Cuaresma.El texto recoge el espíritu profético de anuncio y denuncia con el que los obispos desean seguir ejerciendo su ministerio en este 2012.

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▶IGLESIA EN EL MUNDO

A través de un comunicado oficial, el actual obispo de La Rioja (Argen-tina), Roberto Rodríguez, expresó

su “respeto y adhesión” por la reciente resolución judicial confirmando que la muerte del que fuera su predecesor en aquella sede episcopal, Enrique Angelelli, ocurrida hace ya 35 años, “se debió a un hecho programado y premeditado que se convierte en fundamento para futuras acciones eclesiales”.

Angelelli encontró la muerte el 4 de agos-to de 1976 en un dudoso accidente automo-vilístico catalogado por muchos como un atentado, cuando en el país gobernaba la dictadura militar encabezada por el general Jorge Videla. Desde entonces, el prelado, hombre comprometido con los pobres y los derechos humanos, ha sido considerado mártir por parte de la feligresía argentina, pero la jerarquía católica nunca adoptó institucionalmente una posición oficial, pues aguardaba –según confirmaron varias veces los pastores– a que el hecho fuese aclarado por la Justicia. El comunicado emitido ahora por el obispo Rodríguez es el primer pronunciamiento oficial en ese sentido y, seguramente, contribuirá a agilizar los trámites necesarios para la futura canonización de Angelelli.

La declaración de Rodríguez se apoya en la decisión judicial del Tribunal de Primera Instancia a cargo del doctor Daniel Herrera Piedrabuena, considerando que la muerte de Angelelli fue un homicidio. Asegura la nota episcopal que “esta resolución judicial no la vivimos con ánimo de revancha, sino como un signo de esperanza, que no es lamento, sino fortaleza en el compromiso por la verdad y la justicia”. El magistrado dictó el procesamiento y prisión preventiva de varios jefes militares y de la policía ar-gentina, responsables en diferentes grados del accidente automovilístico provocado que ocasionó la muerte de Angelelli y le-siones de consideración a su acompañante, el exsacerdote Arturo Pinto.

Una de las primeras medidas adoptadas por el obispo Rodríguez al tomar posesión de la diócesis en 2006 fue hacer que el Obispado de La Rioja se personase como “querellante particular” en la causa por el homicidio de Angelelli. En su comunicado, explica que dicha decisión “estuvo fundada en la cooperación y colaboración con la Jus-ticia, tendente a lograr el esclarecimiento de los hechos y circunstancias en que se

produjo la muerte de monseñor Angelelli”. Desde entonces, el propio obispado ha ido aportando todos los elementos probatorios que obraban en su poder.

El actual titular del obispado riojano reconoce más adelante que, “lamentable-mente, la opción pastoral de monseñor Angelelli, como pastor de la Iglesia que está en La Rioja, inspirada siempre en el Evangelio y en el Concilio Vaticano II, no fue comprendida por quienes, encuadra-dos en la Doctrina de Seguridad Nacional, alentaron la intolerancia, el hostigamiento, las calumnias y la persecución”.

El avance de la Justicia y el reconocimien-to eclesiástico del asesinato de Angelelli coincide en el tiempo con la sustanciación de los juicios y condenas a los responsables de delitos de lesa humanidad y violaciones

a los derechos humanos durante la dicta-dura militar (1976-1983). Estos juicios y la defensa de los derechos humanos es una política de Estado adoptada por el Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) y de la actual mandataria, Cristina Fernández.

Citando a otro prelado argentino, el cardenal Estanislao Karlic, el obispo Ro-dríguez señala que, “a 35 años de aquel luctuoso hecho [el asesinato de Angelelli], producto de las fuerzas del mal, exhor-tamos al compromiso de una auténtica democracia, y mucho más, de afirmar los grandes valores de la persona, la familia y la sociedad, de vivir las virtudes morales de justicia y solidaridad”.

Rodríguez también recordó una frase del propio Angelelli, quien señaló en su “oración a mi sacerdocio” que “hoy la Pa-tria está gestando un hijo con sangre y con dolor… Lloran los atardeceres esperando que el hijo nazca sin odios y con amor”.

El obispo riojano finalizó su comunicado pidiendo que el patrono de la diócesis, “san Nicolás, obispo y mártir, nos impulse a la caridad y la comprensión mutua, en nues-tras obligaciones y derechos orientados hacia el bien común”.

WASHINGTON URANGA. BUENOS AIRES

La muerte de Angelelli en accidente fue “premeditada”Para la Justicia argentina y el actual obispo de La Rioja, se trató de un hecho provocado

Lugar donde hace ya 35 años perdió la vida el obispo Angelelli

La presidenta ante un retrato de E. Angelelli

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▶ENTREVISTA

Dios me tiene aquí para algo grande

Aún resuenan los gritos de “¡México, México!”, pero ahora en la tranquili-dad de su refugio en su propia casa,

Horacio Nava Reza, el medallista de oro en los pasados Juegos Panamericanos en la prueba de 50 kilómetros de marcha, se da tiempo para decir que “durante una prueba tan extenuante, tan larga, hay tiempo, hay espacio para Dios… yo rezo durante la competencia”.

El deportista recibe a Vida Nueva para hablar sobre su vida interior, el apoyo de la familia y su tiempo para Dios, en su propia casa, al sur de la ciudad de Chihu-ahua, en un barrio de media clase, a unos cuantos metros de la vía del ferrocarril, que le recuerda los tiempos de su infancia cuando jugaba al futbol “y volvía con los pantalones marcados por la tierra”.

con resistol los tenis de entrenamiento de Horacio. “Pero lo que me dejó más marcado fue el ejemplo de mi padre”, menciona el medallista. El padre era pequeño ganadero, pero con un problema de alcoholismo, que lo alejaba cada vez más de su familia. “Él tuvo que dejar todo, el rancho, su gana-do, su único estilo de vida que conocía, y cambiar todo eso por el bienestar de su familia. Es algo que le reconozco mucho, y me recuerda que para él, para mi mamá, lo más importante es la familia”. Su padre tiene años de sobriedad, y a través de los grupos de Alcohólicos Anónimos anima a otros a dejar el alcoholismo para “salvar a sus propias familias”.

De esa formación familiar tenía que salir algo bueno. La familia unida celebró el triunfo en Guadalajara. Hasta allá viajaron sus padres, dos de sus tres hermanos, su sobrina y decenas de chihuahuenses para echar las porras. “Esto te motiva, te da aliento, te hace redoblar esfuerzos”.

En la última vuelta, la sobrina le enseñó a Horacio Nava un mameluco que le recor-daba a su nuevo sobrino que llegó al mundo cuatro días antes de la competencia. “Claro que esto te empuja aún más, hace que se te olvide el cansancio y el esfuerzo que has hecho”.

¿Qué se piensa durante una competencia que dura casi las cuatro horas?

Muchas cosas. Vas pensando en la es-trategia, en los demás marchistas, en los tiempos…

Horacio

“De lo que más recuerdo de mi infancia es el apoyo de mi familia, de mis hermanos, de mis papás”, dice mientras se sienta có-modo en un sillón de la sala iluminada por el sol vespertino, después de una sesión de entrenamiento.

Piensa en el acompañamiento de su ma-dre cuando apenas siendo un chiquillo de 10 años decidió dedicarse a la marcha. “Iba con mi mamá en el camión todos los días a la Deportiva a hacer mis entrenamientos. Me acompañó hasta los 13”.

Familia unidaNo todo fue fácil en su vida. “Teníamos

carencias, pero nunca faltó ni la comi-da ni el apoyo para los hijos”. Su madre, presente durante la entrevista, menciona que en no pocas ocasiones tuvo que pegar

▶ENTREVISTA

HoracioHoracioNAVA REZA

Gettyimages

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Él, yo estaría más que agradecido por todo lo que me ha dejado hacer, por el deporte, por mi familia, por todo… estoy contento con lo que he hecho y con lo que me he dejado hacer Dios”.

¿Te sientes un hijo predilecto de Dios?Híjole, yo creo que todos somos predi-

lectos para Dios. Él es perfecto y sabe lo que hace. Yo creo que la vida consiste en descubrir lo que quiere para cada uno de nosotros; entonces debemos hacer lo que nos toca, y hacerlo bien.

Un hombre centrado en Dios¿Te sientes cercano a Él?Siento que Dios me quiere, que me bendi-

jo. Todos estamos aquí para algo y debemos cumplirlo. Por eso me gusta mucho el lema de la UACH (Universidad Autónoma de Chihuahua), que dice ‘Luchar para lograr, lograr para dar’.

Menciona que tiene dos modelos de vida cristiana: Juan Pablo II y la Madre Teresa de Calcuta. “Fueron dos personas que se entregaron por completo al servicio de los demás, que tan sólo verlos comunicaban algo, te decían muchas cosas sin hablar, la gente los veía y los seguían”. Incluso dice que pensaba ver las reliquias de Juan Pablo II en Creel, donde hace sus campa-mentos de entrenamiento, ya que estarían a mediados de noviembre.

“Pero de todos podemos aprender algo, de los chavitos, de los jóvenes, sólo consis-te en saber que son humanos, que tienen defectos y virtudes, y tratar de seguir las virtudes de cada quien”.

Horacio Nava dice disfrutar el tiempo en familia, “que no es mucho”, y descubre en el hogar mucho cariño. Expresa que su casa constituye un refugio para él después de cada competencia, “allí donde eres un hijo, un hermano, antes que deportista, donde siempre te recibirán como un campeón, traigas o no traigas alguna medalla, de verdad que te sientes como un privilegiado, por tener una familia así, que siempre te apoya, que siempre está contigo”.

Él es Horacio Nava Reza, el medallista de oro de los Juegos Panamericanos en la prueba de 50 kilómetros de marcha, el de-portista, el hombre formado en una sólida unidad familiar, el joven que desvela su interior y centra su vida en Jesús, “a quien recuerdo siempre cuando comienzo los entrenamientos y en cada competencia”.

FERNANDO MENDOZA J

¿Cabe Dios en esos pensamientos?Sí, por supuesto. Durante una prueba

tan extenuante, tan larga, hay tiempo, hay espacio para Dios. En medio de tantas cosas que voy pensando, también rezo. Ante los momentos difíciles, un Padrenuestro, y las crisis pasan.

Afirma que antes de las pruebas, se con-centra, y parte de esa concentración es pensar en Dios. “Le digo a Él: yo voy a dar todo el esfuerzo, y que se haga lo que Tú quieras. Me persigno y arranco con toda esa confianza, que sea lo que Dios quiera”.

Esa formación cristiana viene de familia. Sus palabras afloran normalmente, fluyen casi sin pensar.

Es el Dios experimentado en la amistad de la infancia, de la adolescencia y ahora de la madurez. “Fui al Grupo de Jóvenes de la Col. Rosario, allí me confirmaron”, dice el medallista de oro de los Panamericanos, mientras rememora su adolescencia, al lado de sus hermanos.

Pero también vienen los recuerdos difíci-les. Corría el año 2005. Le diagnosticaron un problema de corazón, el cual requería una cirugía complicada. “El médico me comentó que saldría bien, pero que sería muy difícil volver a hacer deporte de alto rendimiento”.

Mientras las lágrimas vuelven a sus ojos, reconoce la presencia de Dios. “Al salir de la operación y descubrir que podía hacer lo que más me gusta, no puedo dejar de pensar en que Dios me tiene aquí para algo, para algo grande, y lo que me toca hacer es darle gracias a Él y hacer mi más grande esfuerzo no sólo en el deporte, sino en todas las cosas que haga”.

Y todavía más. “Yo le puedo decir a Dios, que si ahora mismo decide llevarme junto a

MARCHISTA. CAMPEÓN DE LOS 50 KILÓMETROS DE CAMINATA EN LOS PASADOS JUEGOS PANAMERICANOS, GUADALAJARA 2011

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▶CULTURA

y provocativas”. Eso es. A Parra, sin embargo, la fama le precede, al menos en España, pero en el fondo, problema consustancial a todo poeta, es minoritario, poco leído y de él existe un lugar co-mún de insurgente, irreverente y apóstata.

Esa marginalidad le llega no solo por el uso excéntrico del idioma, sino por la complejidad

de su verso, aparentemente fá-cil, popular, cómico, descreído. ¿Cómo escribir poesía después de Huidobro y de Neruda? Parra tira por un camino inexplorado, guiado por los poetas “maldi-tos” franceses, y el asalto a la fama le llega temprano, con la publicación de sus Poemas y Antipoemas (1952). Diez años después, en Manifiesto, su poéti-

ca, como un intento de descender a lo más po-pular del lenguaje y del hombre de letras, está decantada: “A diferen-cia de nuestros mayores / –Y esto lo digo con el mayor respeto– / Noso-tros sostenemos / Que el poeta no es un alqui-mista. / El poeta es un hombre como todos / Un albañil que construye su muro (...) / Nosotros repudiamos / La poesía de gafas obscuras / La poesía de capa y espada / La poesía de sombrero alón (...)”.

Don Nicanor ya es el antipoeta. Los “anti-poemas” constituyen un escenario en el que ni institución ni con-vención evitan su burla. Pero, físico y ecologista confesional, Parra era –es– un poeta en cons-tante evolución, que si-guió renovando con su “poesía para ser leída y para ser mirada”, que catapultó un libro esen-cial: Artefactos (1972).

Sobre Dios y la feDisidente con todo

y contra todo. Es un francotirador. Aunque detrás de lo aparente, Parra usó los mecanis-mos verbales de la van-guardia para decirnos que todo es fugaz, has-ta él mismo y su “anti-poesía”. Él fue el más

furibundo anti-Nicanor. Apa-rentemente tiene muchísimos poemas contra la Iglesia, pero en su mayoría, en un segundo nivel de lectura, reflexionan sobre la fe, tratan de remover lo inamovible y son, de algún modo, testimonios de una bús-queda de Dios.

De atravesar ese aparente anticatolicismo y profundizar

Parecía que lo ha-bíamos olvidado: la genialidad tam-

bién se llama Nicanor Pa-rra. El Premio Cervantes recae, por fin, sobre el “antipoeta” por excelen-cia, cuando ya ha cumpli-do los 97 años. Un galar-dón indiscutible, pese a que se lo podían haber dado hace 30 años, cuan-do su nombre estaba en boca de todos. La edad y la sabiduría tienen re-cluido a este chileno en su casa de Las Cruces, a 100 kilómetros de San-tiago, simbólicamente, si se quiere –como destaca el periodista chileno Pa-tricio Fernández–, “ubi-cada entre la Cartagena de Vicente Huidobro y la Isla Negra de Pablo Neruda. Equidistante de ambos”. Inevitablemen-te, Parra siempre estuvo entre uno y otro. Ninguno obtuvo el Cervantes, que sí ha reconocido a otro inmenso poeta chileno, Gonzalo Rojas y al nove-lista Jorge Edwards.

“Parra es un gran poe-ta, un poeta excepcional –explica Edwards–, y es, además de eso, un caso literario interesante, paradójico: un creador literario entre dos mun-dos, entre dos tiempos, entre dos o más de dos estilos, incluso entre la prosa y el verso. Tengo el hábito antiguo de re-leer a Nicanor Parra más que a muchos otros. En todos sus textos, en sus poemas de ju-ventud, en sus antipoemas de la edad madura, en sus artefac-tos, apostillas, guatapiques de años recientes, la escritura de Nicanor es sintética, sorpresiva, altamente coloquial, siempre cargada de ideas, de propues-tas, de afirmaciones semiserias

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El chileno Nicanor Parra obtiene a los 97 años el máximo galardón de las letras en español

Un Cervantes para la antipoesía

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en su mensaje –evidentemente crítico, rebelde, a veces blas-femo, a qué dudarlo– se ha encargado otro gran poeta chi-leno, sacerdote, crítico literario extraordinario, José Miguel Ibá-ñez Langlois. Él mismo resitúa los antipoemas: “El antipoeta es todos sus personajes y no es ninguno de ellos, según el método de trabajo de las hipó-tesis múltiples, que le permite desprenderse del ego poético convencional y compartir todas las posibilidades humanas, tam-bién parodiarlas todas”.

En una lectura correcta, los antipoemas acaban siempre transformando la risa para con-vertirla en llanto, en tragedia. Esa es su gran ironía. A partir de aquí, ¿qué decir de poemas como Padre Nuestro? Si la pri-mera lectura apunta a la imagen de un Dios degradado y ante el que se burla, emerge después como un ruego a Dios de que “no sufra más” por nosotros, pecadores. “Yo diría que en ex-presiones como estas –escribió Langlois– puede haber más sen-tido de Dios, más experiencia o búsqueda religiosa que en volúmenes enteros de litera-tura devota. (...) El horizonte bíblico del hombre caído, en sus alternativas absolutas, ha sido poetizado-antipoetizado por Parra con una hondura religiosa, con una radicalidad casi mística, con un sentido angélico y demoníaco, con la profundidad ardiente de un san Agustín o de un san Juan de la Cruz”. Precisamente, Leopoldo Cervantes-Ortiz incluye a Parra también en la antología El Salmo fugitivo. Antología de Poesía Re-ligiosa Latinoamericana (Clie).

El problema con poemas como Agnus Dei, Cambio de nombre, Preguntas y respuestas, Que Dios nos libre de los comerciantes o El Cordero Pascual es que el juego de la burla es tan extremo que a veces borra la relevancia de la búsqueda de Dios. Porque el

en lo que admite otro novelista chileno, Antonio Skármeta: “Me gusta el poema XX de Sermones y prédicas del Cristo de Elqui. Es una concisa fundamentación del cosismo en la actitud de Nicanor Parra hacia la vida y los poemas. Me gusta tanto como el poema XXVI del mismo libro, donde afirma todo lo contrario. Pero de eso se trata Parra. No de un lírico, sino de un dramaturgo que respeta por igual a todos los personajes aunque a veces sean uno y el mismo”.

Es lo que sucede. A Nicanor le han preguntado siempre por este Dios presente en su poema, si es o no creyente: “No puedo decirle que creo o no creo en Dios, si soy religioso o agnóstico –le contestó al periodista Jorge Teillier–. No puedo responder a nada de eso. Siempre traba-jo con un método de hipótesis múltiples. Eso se puede aplicar a todo. En el amor, por ejemplo. Un hombre hace el amor con una mujer, se levanta desnu-do de la cama, se mira en un espejo y se pregunta: ¿por qué se acostó conmigo esta mujer? ¿Usted cree que se daría una sola respuesta? Seguro que no. Así ocurre en todo. Por eso soy enemigo de las generalidades”.

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ

[email protected]

lector, aunque no lo quiera, se queda en lo superficial.

Es innegable que Dios está presente, sobre todo en los años 50-70, poderosamente en la poe-sía de Parra, tanto que en el pri-mer tomo de sus Obras Completas (Galaxia Gutemberg) es notable el número de poemas donde lo católico está, aparentemente, en entredicho. Básicamente, por una serie de poemarios como Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1977) y Nuevos sermo-nes y prédicas del Cristo de Elqui (1979), que a investigadores como Juan Manuel Martínez Fer-nández les ha llevado a destacar a Parra entre los nueve grandes poetas religiosos del siglo XX en Hispanoamérica, junto a Francis-co Luis Benárdez, Ibáñez Lan-glois, Ernesto Cardenal, Pedro Casaldáliga, Gabriela Mistral o César Vallejo, entre otros.

Sencillez franciscanaLo hace en Tres caminos y nue-

ve voces en la poesía hispanoame-ricana contemporánea, en donde bautiza su poesía religiosa como “intimista” y destaca, por enci-ma, su visión del Cristo de Elqui: “Son relatos y reflexiones de sen-cillez franciscana, puestos en boca de un santón o vagabundo que cuenta sus experiencias y

sus opiniones sobre los temas más dispares, convertido

en testigo marginal de toda una época”.

La cuestión –volve-mos a la dificultad de

leer a Parra– está

El silencio interior no es fácil, porque para llegar a él antes hay que saber

retirarse. En nuestra vida habrá algún silencio solo si somos capaces de apartarnos, es decir, de cortar, partir, cerrar la puerta, desaparecer… Sin retiro no hay vida interior, es así de sencillo. Interioridad y retiro son sinónimos.Una vez retirado no hay nada que hacer, eso es lo difícil. No se trata de conquistar eso que, sin conocer su naturaleza, hemos dado en llamar silencio: por nosotros mismos, somos incapaces de silenciarnos. Todo consiste en esperar ese regalo, por si llega; en recibirlo, si es que llega; y en disfrutarlo, si permanece.No conozco a casi nadie que sepa realmente qué es el silencio. Ni por experiencia ni en teoría. Pero puedo decir que a medida que pasa el tiempo, más valoro el silencio y menos la palabra. Porque con la palabra a nuestra disposición, no es difícil que queramos seducir o, incluso, que seduzcamos aun sin quererlo. Es esta seducción –voluntaria o no, estoy convencido– la que nos pierde. No nos quedamos entonces en la palabra misma, sino en sus efectos: en las almas que puede tocar, en los pecadores a los que puede convertir, en los que la leerán o escucharán y, admirados y agradecidos, aplaudirán a su autor. La palabra es, por eso, infinitamente más peligrosa que el silencio, que es discreto por naturaleza. Mediante el silencio no es posible manipular a nadie. Con el silencio es imposible manejar la realidad; la realidad, con el silencio, queda ahí, virgen y misteriosa. El silencio es, por ello, la forma más sublime de respeto existencial.

El retiro

PABLO D’ORS

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Aunque aparentemente tiene muchísimos poemas contra la Iglesia, la mayoría son, en un segundo nivel de lectura, testimonios de una búsqueda de Dios

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▶CULTURA

MÚSICA

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Esta nueva producción de Alfa-reros es un recorrido de fe a

través de 12 temas que nos invitan a caminar entre los lobos, como a los setenta y dos, a ritmo de merengue; a exaltar la humildad y sencillez de María, a darle gracias a Dios con un canto suave y emotivo, a dialogar con el Amigo.Todo mi amor es para ti es una ofren-da a Dios de esta agrupación domi-nicana. En sus letras se plasma la experiencia de vida en un itinerario de 16 años llevando la Buena Nueva a través de la música.

Este disco incorpora novedosas fu-siones de géneros musicales, sin dejar de contar historias a través de aquellos tan latinos como el merengue o el calip-so, característicos de esta banda caribeña. Asimismo integra dos temas en portugués: Todo mi amor es para ti y Cómo no amarte.El álbum, producido por Junior Cabrera, está respaldado por la calidad de los mú-

sicos que han acompañado a los Alfareros en sus anteriores pro-ducciones, sumando talentos de la talla de Miguel Montas (tambo-

ra), Nicky Catarey y Luis Mojica (congas), Isaias Leclerc (bajo), Rafael “Japo” Germán (güira) y Freddy Simó (cuatro venezolano). Con esta producción, Alfareros se consolida como uno de los expo-nentes de la música católica contempo-

ránea a través de una propuesta fresca, viva y llena de espiritualidad que invita al diálogo con el Dios vivo como el tema: Todos los días, el cual es un diálogo entre un hom-bre y una mujer que quieren vivir, compartir y recorrer un camino en Dios, en el matrimonio.En una audaz forma de promover su disco, Alfareros ha decidido poner de manera gratuita cada uno de los temas de esta nueva producción. Se puede descargar de su página www.alfareros.do

ABRAHAM R. FLORES

Todo mi amor es para ti

En un mundo mejor

TÍTULO ORIGINAL: Haevnen · DIRECCIÓN: Susanne Bier · GUIÓN: Anders Thomas Jensen · FOTOGRAFÍA: Morten Søborg · MÚSICA: Johan Söderqvist · PRODUCCIÓN: Sisse Graum Jorgensen · INTÉRPRETES: Mikael Persbrandt, Trine Dyrholm, Ulrich Thomsen, Markus Rygaard, William Jøhnk Nielsen, Bodil Jorgensen

Dos adolescentes de la misma edad, doce años, coinciden por vez prime-

ra en una escuela secundaria da-nesa: Christian llega de Londres, donde acaba de morir su madre; Elías vive con su hermanito y con su madre que se ha sepa-rado del esposo, Anton. Él es un médico que por temporadas ejerce en un campo de refugia-dos en África. Este microcosmos sirve a la directora Susanne Bier para acercarnos a la violencia siempre presente en nuestra so-ciedad y para hacernos sentir lo nada sencillo que es enfrentarla y eliminarla.

Hay la violencia de adolescen-tes que agreden a Elías en la es-cuela y la del mecánico violento que agrede a su papá. Está la del primitivo y prepotente militar africano que abre a cuchillo el vientre de mujeres embaraza-das. Pero están también la ten-sión de Anton que aguanta todas las ofensas por un convencido pacifi smo, y el papá de Christian que no sabe cómo sobrellevar la tristeza por la muerte de su esposa, así como Christian que carga la ira de perder a su ma-

dre por el cáncer y cree que su papá no hizo lo sufi ciente para salvarla. La directora danesa tiene la enorme capacidad de adentrarnos en todos los tonos emocionales, los matices, las dudas, los impulsos por los que una realidad tan compleja puede llevarnos, y lo logra sin discur-sos ni cargas melodramáticas, para contarnos una historia tan cercana que puede ser la nues-tra, y que mereció el Oscar y el Globo de Oro a mejor película extranjera, a principios de 2011.

Christian y Elías, los dos ado-lescentes (en sobresalientes ac-tuaciones protagónicas), trata-rán de responder a su propio mundo cargado de violencia y de ira como ellos lo van entendien-do y no entendiendo. Y con ellos, también nosotros intentaremos responder, pero nos asaltarán más preguntas: ¿Es una ofensa querer que alguien que ama-mos muera, cuando vemos el sufrimiento que siente? ¿Somos conscientes que al decirle a un niño “todo estará bien” gene-ralmente le estamos mintien-do sobre lo que pasa? ¿Hay que luchar por la salud de alguien

que ha hecho daño a cientos de personas? ¿Está mal sentir odio, rabia, al ser agredidos? ¿Cuál debería ser nuestra respuesta ante la violencia? ¿En verdad se trata de que pongamos la otra mejilla? ¿O deberíamos, como hace Christian, responder con fuerza y asegurarnos el respeto que da el miedo?

“¿En qué mundo viviríamos si le hiciéramos caso a todos los idiotas que nos molestan?”, le pregunta Anton a su hijo, des-pués de dejarse golpear, sin sa-ber que será él quien deba con-testar en situaciones límites, un poco más adelante. La película no pretende darnos respuestas fáciles; apela a nuestras propias

convicciones y sentimientos, y nos acerca a nuestra personal respuesta. La vida es enfren-tarse a la responsabilidad que conlleva lo que hacemos o no hacemos. Y la única manera de que los criminales vean el terri-ble mal de sus acciones es que los demás no aceptemos seguir la misma dinámica de violencia y revancha.

Al principio y al fi nal de la pe-lícula, muchos niños africanos corren detrás del médico gri-tando: “¿Cómo estás?”. En ese interés cordial y esperanzado por el otro quizás esté una clave para salir de un mundo violento a otro mundo mejor.

LUIS GARCÍA ORSO

CINE EN UN MUNDO MEJOR

AFP

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▶CULTURA LIBROS TESTIMONIO

Al terminar de leer este nuevo libro de Thomas Merton (“nuevo” entre

comillas, porque la edición in-glesa es de 1966), la primera impresión de conjunto es lo rá-pida que se me ha hecho la lec-tura de sus 415 páginas, cuando con cierta frecuencia, si se trata de libros largos, al llegar más o menos a la página 60, suelo hacerme la pregunta: “¿Y a mí esto qué me importa?”. Y si la respuesta es negativa, no sigo adelante. Con estas Conjeturas de un espectador culpable, ni siquiera me ha surgido la pre-gunta, porque en cada página iba encontrando cosas que sí me importaban, quizá porque si “trata de la vida, la apertura y el crecimiento”, es difícil que esos términos puedan dejarnos indiferentes.

Los textos están tomados de los diarios que Merton escribió desde 1956 hasta 1965, y los artículos son demasiado largos para llamarlos pensamientos y demasiado cortos e inacabados para ser considerados como en-sayos. Ya los títulos que da a cada una de sus cinco partes ponen sobre aviso al lector del tipo de libro que tiene entre ma-nos: 1. “El sueño de Barth”. 2. “Verdad y violencia: una época interesante”. 3. “El espíritu de la noche y el aire de la aurora”. 4. “La encrucijada”. 5. “El loco corre al Este”. Solo a Merton se le puede consentir que esos tí-tulos respondan tan poco a su contenido y que algunos de ellos puedan ser fácilmente intercam-biables.

La introducción trata de expli-car el porqué del título: conje-turas son ideas que se deducen de alguna señal o noticia; espec-tador es quien mira un aconte-cimiento interesándose por lo que ocurre y vinculándose a ello a través de sus sentimientos, sensaciones o valoraciones. Lo de culpable (yo lo cambiaría por responsable) se explica así: “Un monje quiere redimir su culpa-

bilidad por haber ocupado un largo período de tiempo dedi-cado a escribir sobre sí mismo y cuestiones espirituales”. No estoy segura de que Merton se propusiera “redimir” nada, dado que, si algo le caracteriza, es la libertad soberana con que se mueve en todos los temas que toca. Su propia explicación sobre el contenido del libro es que “son refl exiones personales, intuiciones, metáforas, observa-ciones y juicios sobre lecturas y sucesos…, mi propia versión del mundo no como puro soliloquio, sino en un diálogo implícito con otras mentes, un diálogo en que se suscitan preguntas pero sin esperar hallar mis respuestas, porque no las tengo claras…”.

Las preguntas y refl exiones que van apareciendo se anti-cipan no solo a la época del Concilio, sino al tiempo actual: “Vivimos en la mayor revolu-ción de la historia: un enorme levantamiento espontáneo de toda la especie humana (…), un profundo hervir elemental de todas las contradicciones inte-riores que siempre ha habido en el hombre, una revelación de las fuerzas caóticas que hay dentro de todo el mundo” (p. 85). ¿Cómo no van seguir encon-trando eco en quien las lee hoy?

Dejarse llevarUna condición para leer a

Merton es la de renunciar a cualquier pretensión sistemá-tica y dejarse llevar, como por una ola, por la corriente de su mirada sobre la realidad y por las variaciones de su sensibili-dad; hay que ejercitar mucha fl exibilidad para ir pasando de su mano de un tema a otro que aparentemente no tiene nada que ver: en la misma página

podemos encontrar una crítica a Marx seguida de la descrip-ción de cómo canta el pájaro carpintero (p. 34); a una hon-da refl exión sobre el amor y el celibato le sigue la pregunta por el paradero de una gata gris con una mancha blanca en el pecho (p. 230); o una opinión sobre san Juan Crisóstomo y a continuación la noticia de que a las vacas de la abadía les ponían música sacra para estimular la producción (p. 201). Quizás es eso algo de lo que más fascina de Merton: la naturalidad con que pasa del pensamiento a los sentidos, de la teología a la na-turaleza, de un comentario lleno de dramatismo sobre la guerra a observaciones llenas de humor sobre detalles cotidianos de su vida monástica: los ronquidos de un novicio o cómo él mismo conseguía abstraerse practican-do la respiración yóguica duran-

te la aburrida conferencia de un monje. Y todo eso sin que quien le acompaña en ese trayecto tenga sensación de ruptura o de incoherencia.

Otro aspecto que asombra y admira de él es la inaudita variedad de sus lecturas: van desfi lando Barth, Massignon, Confucio, Hannah Arendt, New-man, Péguy, Julien Green, Julia-na de Norwich, Raïssa Maritain, Chuang Tse y otros muchísimos nombres. ¿De dónde sacaba tiempo para leer tanto? Y junto a esta pregunta, otra de pura curiosidad que seguramente nadie podrá aclararme: ¿cómo podía dedicar tanto tiempo a pasear libremente por la natu-raleza? Porque, por otros deta-lles que aparecen en este y en otros libros sobre la disciplina trapense preconciliar, no es fácil imaginarse a los monjes de Gethsemaní paseándose por los bosques con un libro en la mano, sino más bien trabajando en faenas del campo o en las granjas y ofi cios del monasterio. ¿Disfrutaba Thomas Merton de estas libertades por ser maestro de novicios, o por su condición de escritor?

Si tuviera que quedarme sola-mente con dos páginas, elegiría la descripción de un amanecer en la que los pájaros “piden permiso a Dios para existir” (p. 161); y su experiencia de ilumi-nación en la esquina de una calle de Louisville, cuando se sintió abrumado al caer en la cuenta de cómo amaba a toda a aquella gente, “de que todos eran míos y yo de ellos (…) y de que es un glorioso destino ser miembro de la raza humana” (p. 191). Solo por estos dos textos citados vale la pena comprarse el libro.

DOLORES ALEIXANDRE

La naturalidad de un monje libre y responsable

CONJETURAS DE UN ESPECTADOR CULPABLEThomas MertonSal TerraeSantander, 2011 · 415 pp.

Estos textos, sacados de los diarios que Merton escribió de 1956 a 1965, contienen preguntas y refl exiones que se anticipan no solo al Concilio, sino al tiempo actual

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La entrada es libre para ver la colección de arte

privado más importante de México y de Latinoamérica. Desde Rodin, Picasso, Dalí, Miró, hasta Siqueiros, Ri-vera, Orozco…Se trata de la nueva sede del Museo Soumaya, ubi-cado a un costado de la Plaza Carso, sobre la ca-

lle Miguel de Cervantes Saavedra, en Polanco. El moderno edifi cio fue di-señado por el arquitecto Fernando Romero; tiene 47 metros de altura, su facha-da está compuesta por 16 mil hexágonos brillantes y cuenta con las condicio-nes de humedad y de tem-peratura necesarias para

proteger las obras. En el vestíbulo nos topamos con “El pensador” de Auguste Rodin. Cabe señalar que la colección del escultor francés es la segunda más grande del mundo fuera de Francia.Los seis niveles del mu-seo se comunican a través de rampas, elevadores y

escaleras, y nos saludan con una experiencia esté-tica distinta con alrededor de seis mil doscientas o b r a s d e arte de la Fun-

dación Carlos Slim, las cuales comprenden sólo un 10% del total, que cuenta

con 66 mil.Vale la pena tener

una cita con este nuevo espacio cultu-

ral en el norponiente de la ciudad y recorrer seis

siglos de arte.KATIA DE LA ROSA

Museo Soumaya

LA NOVELARECOMENDADA

NOTARTE

▶CREACIÓN LITERARIA

AÑOS DE PROSPERIDADChan KoonchungDestinoBarcelona, 2011350 pp.

Es más que una frase: China tiene su propio 1984. A la ma-

nera de Orwell, Chan Koonchung, veterano periodista, ha creado una distopía que arranca en 2013 con una amnesia colectiva que afecta –“infecta”– a todo el país, manteniéndolo sumiso, callado… y, aparentemente, feliz. Todo sea por su bienestar y estabilidad so-cial y económica. Lao Chen, el pro-tagonista, es un novelista incapaz de escribir una sola línea, que se pregunta cómo vivir siempre satisfecho. Hasta que descubre el “lavado de cerebro” colectivo que ha hecho olvidar la revolución de 2011 –rebeliones, saqueos, escasez de alimentos y una dura ley marcial– en medio de la gran crisis económica mundial. Al pun-to que la realidad china aparenta Un mundo feliz huxleyano. Pero a Chen, con indudables simetrías con la biografía del propio Ko-onchung, parece no afectarle la prosperidad colectiva. Buscará a Xiao Xi, antigua novia y disidente, para redimirse. Pero lo que halla, más allá del amor y la amistad, es la verdad y el idealismo. Gran metáfora de China.

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ

Recuerdo infantil

(III)

El fi nal del poema que he-mos venido analizando, aun cuando podría pare-

cer circular y estar sólo ahí para efecto de remate y a manera de anáfora: sólo para recordarnos de que hablamos, está colocado en función de otra cosa. Está ahí porque el recuerdo continúa, no en la hoja, sino en él. Es un recuerdo que regresa de manera cotidiana; no es gratuita, aho-ra lo sabemos, la rima y su es-tructura. Está pensado y escrito así porque así es el recuerdo: monótono y persistente, en su corazón y su memoria. Esto, amén de que hay una sutileza en la estructura; ha cambiado

de seis mil doscientas o b r a s d e arte de la Fun-

una cita con este nuevo espacio cultu-

ral en el norponiente de la ciudad y recorrer seis

siglos de arte.

el “de lluvia tras los cristales” de la primera estrofa por “de la lluvia en los cristales”. Esto marca un cambio que a simple vista puede parecer insignifi -cante y tieso, pero que, por el contrario, dota al verso de mo-vilidad. Esa pequeña variación, la sinalefa, hace que el verso no se detenga y el fi nal sea como el de un recuerdo: efímero y ligero.

Una tarde parda y fríade invierno. Los colegialesestudian. Monotoníade la lluvia en los cristales.

Otra cosa que no deja de maravillarme de este poema es que puede ser leído de dos formas; la primera y la más co-mún: ciñendo nuestra lectura al ordenamiento de los versos y las estrofas para así poder apreciar la rima de manera completa, su musicalidad y su profundidad. Y la segunda, leyendo el poe-ma como una unidad gramati-

cal completa, o sea, respetando los signos de puntuación, para poder apreciar al poema desde otra perspectiva. Si observamos y escuchamos atentamente, el poeta nos dirá otra cosa del poe-ma, nos revelará la idea primi-genia de éste y descubrirá el verso libre.

Una tarde parda y fría de in-vierno.Los colegiales estudian.Monotonía de lluvia tras los cristales.Es la clase. En un cartel se re-presenta a Caín fugitivo,y muerto Abel, junto a una man-cha carmín.Con timbre sonoro y hueco true-na el maestro,un anciano mal vestido, enjuto y seco, que lleva un libro en la mano.Y todo un coro infantil va can-tando la lección:«mil veces ciento, cien mil;mil veces mil, un millón».Una tarde parda y fría de in-vierno.Los colegiales estudian.Monotonía de la lluvia en los cristales.

Si leemos el poema de acuer-do con su puntuación, sólo que-dará la música, se habrán escon-dido las rimas entre los versos y sólo quedarán dos cosas, el recuerdo y la canción.

DALÍ CORONA

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El 17 de enero de 2002, la vida de Therese Mabulayi cambió para siempre. Ese día notó que algo en su cuerpo no la dejaba moverse y

empezó el largo calvario de una enfermedad que, a pesar de numerosas intervenciones quirúrgicas, la dejó sin movilidad en las piernas. Tenía entonces 31 años. Por una triste coincidencia, ese mismo día, la ciu-dad de Goma (República Democrática del Congo), en la que siempre ha vivido, sufrió una fuerte erupción del volcán Nyaragongo, que destruyó la mayor parte de la misma y causó el desplazamiento de cientos de miles de personas, ella misma y su familia incluidos.

Pero, para volcán, esta madre de tres hijos, a la que su nueva condición, lejos de derrotarla, la impulsó a dedicar su vida a luchar por los derechos de las personas con discapacidad: “Cuando me di cuenta de que mi enfermedad no tenía explicación ni cura, pasé por un tiempo de rebelión interior y amargura, pero más tarde me di cuenta de que Dios lo había permitido para darme una oportunidad de poner mi vida al servicio de los demás”.

Donde se dio cuenta definitivamente de que “todos juntos podíamos ayudarnos a nosotros mismos” fue en el centro para discapacitados físicos que tienen en Goma los Hermanos de la Caridad. Allí empezó recibiendo sesiones de fisioterapia y acabó trabajando como administradora.

Un proceso en el que influyó mucho su fe: “Como cristiana, yo me realizo al servicio de los demás”. Y un sentimiento, el de la esperanza, que trató de insuflar a los de-más: “Me propuse cambiar la mentalidad de que una persona discapacitada no puede hacer nada, y pensé que nosotros mismos teníamos que empezar a organizarnos y terminar con la actitud de mendigar que nos den todo de fuera”.

Con apoyo de los Hermanos de la Caridad, en 2006, fundó ASAM (Action Solidaires

TEXTO Y FOTO: XXXXXXXXXXXX

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▶AL VUELO

Un libro: La vida de San Juan Bosco.

Una canción: Soi la porte de ta vie, de Robert Lebel.

Una película: Mélodie du Bonheur.

Un deporte: el voleibol en silla de ruedas.

Una persona: Chiara Lubich.

Un valor: la positividad.

Un regalo: el amor de una persona.

Un sueño: que los discapacitados consigan su propio desarrollo.

Un recuerdo de la infancia: cantando en el coro de mi parroquia.

Un rincón del mundo: Zanzíbar.

La alegría mas grande: ver la sonrisa de un discapacitado.

Mi mayor tristeza: mi enfermedad incurable.

Que me recuerden por… haber trabajado por el bien de los demás.

Therese Mabulayi Fundadora de la ONG congoleña ASAM

▶AL VUELO

“Los discapacitados tenemos que mostrar nuestro talento”

Anaka Mlemavu), una ONG en la que una de sus actividades principales es un restauran-te donde trabajan 18 personas –13 de ellas discapacitadas–. Este genera suficientes ingresos como para pagar la escuela de muchos de los hijos de los miembros de la asociación. El éxito de su restaurante radica en su apuesta por platos típicos de la cocina del Kivu Norte: “Goma está llena de hoteles que sirven menús a la europea y pensé que los discapacitados podíamos mostrar nuestro orgullo de ser congole-ños”. Una fuerza que explica el lema de la ONG: “Nada para nosotros sin nosotros. Lo discapacitados tenemos talento y hay que demostrarlo”.

Desarrollo desde el deporteASAM también cuenta con programas

agropecuarios y varios talleres de costura donde sus miembros elaboran uniformes escolares y de trabajo, con el fin de obtener ingresos que puedan ser aplicados a otros proyectos. Pero es el deporte la actividad que despierta todos los entusiasmos de Therese Mabulayi, que habla sobre ello con un júbilo inusitado: “Nuestra especialidad es el voleibol en silla de ruedas. Entrenamos tres días por semana y ya hemos participado en encuentros internacionales en Nairobi, Kigalil, Bujumbura y Kampala”. Está conven-cida de que el deporte hace maravillas entre los discapacitados que lo practican: “Crea lazos de unión entre nosotros y aumenta la autoestima”. Actualmente, el equipo forma-do por los miembros de ASAM se prepara para participar en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012.

A casi diez años vista del momento en el que su vida cambió, Therese tiene su misión muy clara: “Lo que yo hago es un apostolado. Lucho para convencer a los discapacitados de mi país de que, todos juntos, podemos mostrar el aspecto más positivo de nosotros mismos y salir ade-lante”. Y es que, “con tantas cosas como somos capaces de hacer, no tenemos tiempo de pensar en nuestros problemas”.

TEXTO Y FOTO: JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ SOTO

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