Revista signos

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Revista signos versión On-line ISSN 0718-0934 Rev. signos v.35 n.51-52 Valparaíso 2002 http://dx.doi.org/10.4067/S0718-09342002005100003 Revista Signos 2002, 35(51-52), 33-57 LITERATURA La carta privada como práctica discursiva. Algunos rasgos característicos Darcie Doll Castillo Universidad Católica de Valparaíso Chile RESUMEN Existen pocos estudios que se aboquen a revisar la carta privada respecto de su configuración como género o tipo de discurso; la mayoría de los textos se refieren sólo a aspectos parciales que obedecen estrictamente al corpus específico de cartas que examina. En este texto se revisan y sistematizan una serie de rasgos característicos que no pretenden agotar el objeto ni establecer una definición totalizadora, pero que, vistos en conjunto permiten observar a la carta privada como práctica discursiva, y al mismo tiempo proveen de elementos interesantes de ser aplicados al análisis de cartas concretas. ABSTRACT There are few studies dedicated to review the private letter in its configuration as a gender or type of discourse; most of the studies only refer to partial aspects that have to do strictly with the specific corpus of the letters under examination. In this text a set of characteristic features of the private letter as discourse are

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Artículo Teoría de la epístola

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Revista signosversinOn-lineISSN 0718-0934

Rev. signosv.35n.51-52Valparaso2002

http://dx.doi.org/10.4067/S0718-09342002005100003

Revista Signos 2002, 35(51-52), 33-57LITERATURALa carta privada como prctica discursiva. Algunos rasgos caractersticos

Darcie Doll Castillo Universidad Catlica de Valparaso Chile

RESUMENExisten pocos estudios que se aboquen a revisar la carta privada respecto de su configuracin como gnero o tipo de discurso; la mayora de los textos se refieren slo a aspectos parciales que obedecen estrictamente al corpus especfico de cartas que examina. En este texto se revisan y sistematizan una serie de rasgos caractersticos que no pretenden agotar el objeto ni establecer una definicin totalizadora, pero que, vistos en conjunto permiten observar a la carta privada como prctica discursiva, y al mismo tiempo proveen de elementos interesantes de ser aplicados al anlisis de cartas concretas.

ABSTRACT There are few studies dedicated to review the private letter in its configuration as a gender or type of discourse; most of the studies only refer to partial aspects that have to do strictly with the specific corpus of the letters under examination. In this text a set of characteristic features of the private letter as discourse are reviewed and systematized, features that do not intend to exhaust the object nor state an all-embracing definition, but that, as a whole allow us to see the private letter as a discursive practice, and at the same time provide us with interesting elements to be applied to the analysis of actual letters.

Durante estas ltimas dcadas hemos asistido a un proceso de renovacin y reordenacin en el terreno de los estudios literarios a partir de la incorporacin de nuevos objetos, problemas y orientaciones de la teora y la crtica. Ello ha permitido el desarrollo de nuevas percepciones y la revalorizacin de prcticas discursivas que anteriormente eran situadas al margen de la mayora de los estudios literarios o no constituan objetos de estudio especfico; es el caso de un interesante grupo de textos, los llamados gneros menores o no-cannicos entre los que se incluye la carta privada1. No obstante, la carta privada, ubicada entre los diferentes gneros menores, constituidos por el testimonio, la memoria, la crnica, el diario de viaje e ntimo, entre otros, sigue siendo uno de los menos estudiados, aun cuando posee una larga tradicin que en Occidente se remonta hasta la Grecia Clsica, por lo menos, sin perder su vigencia. La propia complejidad de esta forma, an si la consideramos entre la especial ambigedad de estos tipos de gneros, posiblemente haya favorecido la situacin actual. La gran mayora de los estudios que abordan la forma carta, corresponden a visiones que no consideran su especificidad como prctica discursiva o su modo de ser como discurso, y obedecen a perspectivas que hacen uso de la carta como forma al servicio de otros objetos e intereses. Entre estas orientaciones, una de las ms difundidas consiste en el empleo de la carta como fuente documental para reconstruir la biografa de un individuo (artista, personaje ilustre). Se utiliza la correspondencia escrita o recibida como fuente para completar o reconstruir la vida o entorno. El inters reside en el contenido o el contexto de las cartas y funciona para documentar las afirmaciones del bigrafo, resultando importantes para abordar aquellos momentos vitales que aparecen difusos o complejos y ante los cuales las cartas pueden llegar a constituir pruebas irrefutables de algunos hechos. Una segunda perspectiva tradicional, aborda las cartas como elemento auxiliar para estudiar la produccin literaria de un determinado escritor o poeta, lnea que presenta poco inters en la actualidad. La forma epistolar ha resultado un apoyo bastante discutido para establecer elementos de la potica de un escritor o poeta, en algunas ocasiones es un intento de penetrar en forma directa el complejo mecanismo que unira vida y obra. Una tercera va, y desde otra orientacin, es la consideracin de la carta como factor estructural de gneros mayores. Es el caso del estudio de la novela epistolar, texto en que la carta funciona como factor modelizante o elemento esencial de su construccin (un ejemplo interesante es el trabajo de Tzvetan Todorov2 en su anlisis de la novela Amistades peligrosas). Este tipo de estudios aporta importantes elementos acerca de la forma epistolar, pero tambin muestran carencias debido a la incorporacin de la carta en otra prctica de discurso. El modo de construccin "ficticio" de la carta en la novela epistolar vuelve poco relevante estudiar el problema de su circulacin como prctica cultural en el trnsito de lo pblico o privado, entre otros aspectos que la constituyen como un modo discursivo independiente. Finalmente, la carta privada funciona como documento auxiliar de la investigacin histrica, observada como conjunto de datos e informaciones que permiten reconstruir e interpretar aspectos de diferentes perodos3. Actualmente es documento de vital importancia para la historia de las mentalidades y para la reconstruccin de sucesos de la vida cotidiana. As, tambin, aporta al conocimiento de segmentos de la sociedad que la historia tradicional no ha asumido con detenimiento, como es el caso de la historia de las mujeres. Las cartas, adems, han resultado documentos interesantes para otras disciplinas, entre ellas la antropologa cultural. Particularmente en nuestro continente, los acercamientos a la carta tienen como objetivo la lectura de la produccin discursiva en vistas a la construccin o relectura del mapa histrico-cultural, sea desde la historia de la cultura o del pensamiento, desde la historia de la literatura, o filosofa de la cultura. Los textos privilegiados han sido las cartas de relacin de la Conquista, considerando las crnicas escritas en forma de carta, y la correspondencia de figuras o personajes considerados relevantes. En este campo de la teora y crtica en general, a diferencia de la ya extensa bibliografa acumulada acerca del testimonio y la autobiografa, se observa una carencia en cuanto a abordar la especificidad de la carta privada en lo que atae a su peculiar configuracin como prctica discursiva, aun cuando no fuere considerado como texto "literario". Una serie de artculos crticos, escasos, como se ha dicho, trabajan algunos rasgos de la carta en forma parcial, sin ahondar demasiado; en otros casos, la crtica se refiere a un aspecto, en funcin del anlisis de cartas que all se realiza, o, en otros textos, se prefiere el ensayo como forma de dar cuenta de una serie de intuiciones sobre el tema. La constatacin de esta situacin nos condujo a organizar y profundizar en este artculo, en las caractersticas que consideramos ms relevantes de la forma epistolar, caractersticas que, aunque no exclusivas de la carta respecto de otros tipos textuales, vistas en conjunto permiten el estudio de su dinmica, ms all de considerar la carta privada como texto auxiliar o enfatizar una excesiva detencin en su contenido biogrfico. 1. La carta posee como funcin bsica una funcin pragmtica comunicativa, y se configura como un dilogo (escrito) diferido La carta posee como funcin ms evidente una funcin pragmtica comunicativa: se trata, en trminos simples, de un mensaje escrito que se enva desde un emisor a un destinatario. Ana Mara Barrenechea,4 en su estudio sobre las cartas de Sarmiento, afirma que en esta funcin bsica de comunicacin, la carta puede abarcar distintos tipos de acciones, que originan distintos tipos de cartas, aspecto que refiere a una gran amplitud de contenidos en oposicin a su unidad formal. Como forma escrita de comunicacin, la carta es parte de una amplia tradicin, y una serie de autores enfatizan este aspecto; si la escritura surge como necesidad de transmisin a distancia y de preservacin, la carta cumple con una funcin transmisora, a diferencia de la funcin de conservacin5 correspondiente a formas como la ley, las memorias, o los anales. La misma autora afirma como premisa invariable de la carta el hecho de ser una "va de comunicacin (escrita) entre un emisor y un receptor separados por la distancia." 6 Esta fuerte determinacin funcional, ser la que asegure su existencia y continuidad, aun en los casos en que la carta sea incorporada como factor estructurante de otros gneros, como la novela y otros tipos de relato. Por otra parte, el aspecto comunicativo de la carta, implica tambin su posibilidad informativa Alain Pags7 considera la carta como medio de difusin ideolgica, en este sentido, "(...) diario y carta no son ms que dos soportes posibles de un mismo modo de escritura de la informacin", destacando la posibilidad de pasar rpidamente de lo privado de la situacin de comunicacin de dos sujetos a una comunicacin abierta que involucra a varios emisores y destinatarios, poniendo el nfasis en su aspecto de transmisora de informacin. Casos como el de aquellas cartas que antao llegaban a lugares distantes en que el nico medio de informacin eran las noticias que ellas portaban y que parientes o amigos lean en voz alta, haciendo del acto privado un acto comunicativo comunitario que permita la transmisin de la informacin a un pblico ms amplio. La tendencia comunicativa de la carta, que a simple vista aparece como el rasgo ms visible de esta prctica, no implica slo la consideracin de un rasgo que remite a una funcionalidad externa. Patrizia Violi considera que la "dimensin comunicativa (...) se caracteriza no slo por el reenvo a una situacin interaccional externa al texto, sino sobre todo, por las formas de su inscripcin textual."8. En este sentido, ms all de lo comunicativo como intercambio entre un emisor y un destinatario "reales", es "la necesidad estructural de asumir interiormente el eje comunicativo"9 aquello en lo que radica la especificidad misma de la forma epistolar, es decir, en la inscripcin textual de la estructura comunicativa. La carta, entonces, no es reducible a la consideracin exclusiva de su aspecto interaccional, ella incluye, en su interior, el intercambio dialgico. Un dilogo debe poseer ciertas condiciones exigibles para ser considerado como tal: a) la existencia de, al menos, dos interlocutores (emisor - receptor); b) la existencia de intercambio de papeles; c) intercambio de comunicaciones por medio de un sistema lingstico; y por ltimo, d) la concentracin de la atencin de los interlocutores en el acontecimiento dialgico. Aplicadas estas condiciones a las cartas, observamos que hay plena existencia de dos interlocutores (postulados en el texto), existencia de un sistema lingstico, y la atencin (lectura/escritura) concentrada en el texto. El requisito referente al intercambio de papeles presenta una particularidad: est diferido en el tiempo y en el espacio (rasgo que aparece comentado desde temprano en la tradicin de la forma epistolar). La respuesta del destinatario est mediatizada por la distancia temporal y espacial de su respuesta o, de su toma de palabra; la otra "parte" del dilogo transcurre en otro sitio y otro momento, aun cuando la carta pueda ser entregada en el momento mismo en que se ha terminado de escribir. Esta distanciacin inevitable de su destinatario es uno de los aspectos que constituyen la riqueza particular de la carta como discurso. Al respecto, Claudio Guilln10 seala que el "topos principal ha sido durante siglos, y desde luego durante el XVI, que la carta es un lado, o una mitad de dilogo o conversacin entre amigos ausentes o separados." Erasmo sealaba: "epistola absentium amicorum quasi mutius sermo." Y Vives: "epistola est sermo absentium per litteras". A lo anterior, se aade lo afirmado en el manual de Vaumorire del siglo XVII, que menciona a la epstola como "un escrito enviado a una persona ausente para hacerle saber lo que le diramos si estuviramos en condiciones de hablar con ella."11 En la misma direccin, pero con una importante precisin, va la rplica de Demetrio a Artemn, en De Elocutione: "Artemn, que edit las cartas de Aristteles, dice que las cartas y los dilogos deben escribirse del mismo modo, ya que una carta es como un lado de un dilogo. Algo de razn lleva pero no es todo. Una carta debera escribirse con bastante ms cuidado que un dilogo. Un dilogo imita una conversacin improvisada, mientras que una carta es un ejercicio de escritura y se enva a alguien como una suerte de regalo"12 Lo que afirma Demetrio, segn Guilln, es ms afortunado que plantear la simple homologa de la carta con una parte de dilogo. En relacin con ello, Gerard Genette explica en su anlisis del relato, que: "el nico momento de una narracin en que la mimesis no sustituye la experiencia narrada por el lenguaje, es decir, en que las palabras imitan o reproducen las palabras, es el dilogo." En este sentido "una carta no reproduce una conversacin (aunque compense a veces su ausencia) parcial o completamente, excepto cuando la cita."13. El nfasis de Guilln se dirige a destacar la conciencia de Demetrio acerca de la diferencia entre la palabra hablada e improvisada y la escritura de la epstola, haciendo notar que para l las cartas representaban un trnsito esencial entre una y otra. La carta como escritura, tenda a implicar a su autor en un proceso de objetivacin, distancia y construccin de su propia persona, o de la imagen ofrecida al otro, y, en consecuencia, implicaba cierto grado de conocimiento y tambin de ficcin. Lo anterior conduce a la relacin y diferencias entre oralidad y escritura, y la ambigedad de la carta en este punto. Roxana Pags-Rangel, en su interesante texto sobre cartas privadas, explica que "Es un lugar comn de los textos prescriptivos de todas las pocas y en especial del siglo XVIII y XIX la asociacin de la carta con la comunicacin oral. Los manuales de cartas, tan populares durante este perodo, no cesan de insistir en que el estilo debe ser "natural", "claro", "sencillo" como el de una conversacin: "No es ms una carta que una conversacin entre personas ausentes; Espresaos como si estuvieseis en una conversacin, y escribid lo que diriais en presencia del sugeto quien se dirige vuestra carta."14 Adscribindose a la refutacin de la similitud entre carta y conversacin, Pedro Salinas, por su parte, en una cita ampliamente conocida seala: "Pero he aqu que la carta aporta otra suerte de relacin: un entenderse sin orse, un quererse sin tactos, un mirarse sin presencia, en los trasuntos de la persona que llamamos, recuerdo, imagen, alma. Por eso me resisto a ese concepto de la carta que la tiene como una conversacin a distancia, como una lugartenencia del dilogo imposible." 15 Una de las razones que aporta Salinas para argumentar esta necesaria diferencia, es la conciencia del "instrumento": la lengua,y la actitud reflexiva que el tiempo de la carta permite, a diferencia del dilogo cara a cara. "Ahora el hombre se halla solo con su lengua, abstracta, abstrada del parlante y del interlocutor. Y empieza a cobrar conciencia de ella, de lo que encierra y vale, de sus potencias, de la arduidad de su uso, de lo que con ella podra decir, y quiz no sepa decir. Es, en suma, la actitud reflexiva frente al propio idioma, situacin nueva."16 De hecho, la carta es una forma de dilogo, pero un dilogo, aunque parezca redundante o evidente, escrito. Sostenido en la distancia temporal y espacial, que, por otro lado, implica a la escritura, y que desde otro punto de vista pasa a ser un simulacro de dilogo que finge la presencia de un interlocutor, que de hecho, est ausente. De all tambin que se sostenga que la carta obedece o debe de obedecer a una espontaneidad cercana a la de la conversacin o a la lengua hablada, a la que puede, en algn sentido compararse, siempre considerando lo esencial de la distincin entre lo hablado y lo escrito. Pero ms all de lo dicho, es conveniente identificar elementos que permitan abordar el modo de funcionamiento de la forma carta, con relacin a otros tipos de interacciones conversacionales o dialgicas. En primer lugar, como se ha mencionado antes, la carta es una forma comunicativa que se realiza en ausencia del destinatario (un dilogo diferido), considerando entonces como rasgo distintivo la presencia o ausencia de los elementos que refieren a la situacin de enunciacin. As se distingue entre situaciones comunicativas en que la identidad de los interlocutores y los componentes espaciales, temporales y referenciales se hallan presentes en la produccin lingstica del texto (situacin de enunciacin), y otras situaciones en que no estn presentes, correspondiendo esta ltima a la situacin de la carta, en la que la distancia del destinatario genera estrategias textuales que inscriben un simulacro de la situacin de interaccin dentro del texto. Este rasgo interaccional permite la posibilidad de abordar la carta como texto aislado o bien como parte de un texto complejo que incluya no slo las cartas del emisor/receptor A, sino tambin aquellas del receptor/emisor B. Esta ltima situacin correspondera a asumir la perspectiva comunicativa o interaccional considerando todos sus componentes, o el circuito completo. Cuestin que plantea otro modo de acceso, pero que presenta algunas complejidades de tipo prctico, como la dificultad de reunir el corpus exacto de la interaccin (adems de tomar en cuenta la intervencin que significa la publicacin). Por otra parte, en nada afecta a la carta como prctica significante considerarla como un texto singular, "un elemento de la secuencia interaccional generada por el intercambio epistolar entre dos sujetos que se comunican"17. Incluso, afirma Violi, es posible sostener que el discurso que se constituye por la secuencia epistolar compleja, corresponde al contexto comunicativo en el que se encuentra el texto singular. No obstante lo anterior, pueden existir algunas analogas entre la carta y la conversacin: por ejemplo, la carta determina la obligacin de contestar por el solo hecho de ser enviada, similar a las solicitudes de una conversacin. La falta de respuesta origina en el primer caso: un "no quiere contestarme" o "no ha odo" en el segundo. En general, las estrategias comunicativas empleadas en uno y otro caso pueden ser similares.18 Concluyendo, podemos afirmar que un aspecto caracterstico de la carta es su funcin pragmtica comunicativa, no exclusivamente por el hecho de remitir a una situacin externa al texto, sino especficamente debido a que se halla inscrita interiormente en el texto. En segundo trmino, y dependiendo de lo anterior, la carta es un dilogo pero un dilogo diferido en tiempo y espacio, y en ausencia de uno de los interlocutores. De all que se le compare con la conversacin o la interaccin cara a cara, y puedan plantearse, del mismo modo, estrategias similares, pero siempre considerando la diferencia bsica entre la comunicacin oral y la comunicacin escrita. 2. La carta corresponde a un gnero de discurso primario Ms all de su funcin de instrumento de comunicacin, la forma epistolar destaca por la dificultad que exhibe ante los intentos de ser clasificada desde el punto de vista de los gneros de discurso. Con relacin a ello, es necesario apuntar al menos, puesto que nuestro inters principal no es ahondar en la problemtica de los gneros de discurso, la discusin existente respecto de la constitucin de la forma epistolar como un gnero de discurso, o en el otro extremo, su calificacin como una forma simple. Por nuestra parte, asumimos como punto de partida la perspectiva de Mijal Bajtn respecto de los gneros de discurso y enunciados. Para Bajtn19, un discurso "puede existir en la realidad tan slo en forma de enunciados concretos pertenecientes a los hablantes o sujetos discursivos". Los enunciados, como unidades reales de la comunicacin discursiva, reflejan las condiciones especficas y el objeto de cada una de las esferas de la praxis humana, y a su vez, estas esferas elaboran sus "tipos relativamente estables de enunciados"20, a los que denomina gneros de discurso, los que se diferencian y crecen segn se desarrolla la esfera misma de la praxis. Bajtn distingue entre gneros primarios y gneros secundarios (del discurso). Los gneros secundarios (novelas, dramas, investigaciones cientficas) se configuran en condiciones de comunicacin cultural ms compleja, relativamente ms desarrollada y organizada, especialmente escrita: comunicacin artstica, sociopoltica, cientfica, etc., absorbiendo y reelaborando diversos gneros primarios, los que se constituyen en la comunicacin discursiva inmediata, por ejemplo, una conversacin cotidiana. Segn esta perspectiva, los gneros primarios poseen una relacin ms inmediata con la realidad a diferencia de los secundarios, ms mediados y lejanos de ella: "Los gneros primarios que forman parte de los gneros complejos se transforman dentro de estos ltimos y adquieren un carcter especial: pierden su relacin inmediata con la realidad y con los enunciados reales de otros, por ejemplo, las rplicas de un dilogo cotidiano o las cartas de una novela, conservando su forma y su importancia tan slo como parte del contenido de la novela, participan de la realidad tan slo a travs de la totalidad de la novela, es decir, como acontecimiento artstico y no como suceso de la vida cotidiana."21 En este sentido, la carta correspondera a un gnero primario de discurso, en virtud de su relacin menos mediada con la realidad, es decir, de acuerdo a un mayor grado de inmediatez, lo que constituira un rasgo fundamental de la carta privada. No obstante, si interpretamos correctamente a Bajtn, esa evidente inmediatez no significa total ausencia de mediacin, pues se necesita de una mediacin que le permita hacerse discurso, lo que implica, entonces, una cuestin de grados. En este sentido, si la inmediatez se refiere a una relacin ms inmediata con la realidad, se reflejar en las estrategias textuales concretas; esta afirmacin nos permite conectar el argumento de Bajtn con los planteamientos de Patrizia Violi22, quien desde la semitica, tambin destaca de las cartas la inmediatez, que entiende como un efecto, producto de estrategias textuales particulares. A partir de lo que la autora considera ms especfico de la carta -la inscripcin textual de la situacin de enunciacin y por ende, del enunciador-, se da lugar a determinados efectos de sentido. En forma general, la explicitacin del acto de enunciacin transmite la existencia de referencias a la localizacin espacio-temporal y produce un efecto de realidad en el interior del texto, hecho que requiere su correspondiente actualizacin por parte del lector que reconstruya (interpretacin) la estructura enunciativa del remitente, distinta de la del destinatario. Desde esta perspectiva es que Violi considera que las cartas no conservan una "inmediatez", sino que producen, mediante las estrategias textuales, el efecto de inmediatez y el efecto de realidad.23 Por lo tanto, lo que las cartas manifiestan como gnero primario es un diferente modo de elaboracin respecto de los gneros discursivos secundarios, y el grado de inmediatez se referir a las estrategias discursivas especficas capaces de provocarlo. 3. Posee un formato fijo y definido en oposicin a una amplitud indefinida de contenidos Sin perjuicio de las distintas percepciones, valoraciones, utilizaciones y variaciones de la carta privada, probablemente uno de los elementos bsicos que permite su reconocimiento inmediato como tal, sea su formato fijo, construido segn frmulas preestablecidas que le otorgan carcter reconocible. En este formato bsico est presente un encabezamiento que instituye la identidad del receptor, y al final, la despedida del emisor. Suele incluirse la fecha y el lugar de emisin. Barrenechea24, indica explcitamente en su definicin de la forma epistolar, la existencia de los datos del receptor en el sobre. Las variaciones de lo que llamamos su formato, obedecen a lentos cambios epocales, a modas y costumbres que, sin embargo, no alcanzan a desfigurarla, a riesgo de convertirla en otro tipo textual, otro discurso. Estos elementos y los estilos y contenidos de las cartas han sido objetos de mltiples manuales y preceptivas acerca de la "correcta" escritura de una carta, cambiando de acuerdo a las sensibilidades epocales; manuales destinados a fijar reglas y normas variables, segn la importancia social que la carta posea - y posee -, con el fin de lograr establecer intercambios epistolares que gozaran de una cierta perfeccin, y la manifestacin de las buenas costumbres y educacin de los interlocutores, entre otros aspectos. Actualmente poseemos en reemplazo de las antiguas preceptivas, los manuales que ensean a escribir cartas comerciales, las que deben ceirse a un estereotipo rgido y reconocible que har que cumplan con sus objetivos de la mejor forma posible. Este formato bsico de la carta, de hecho remite a una apariencia externa, a un soporte, y es una de las razones por las que suele no ser considerada como gnero literario, pues segn las preceptivas, un gnero literario se caracteriza por una permanencia evolutiva de contenidos. La carta, por el contrario, se construye en una gran e indefinida amplitud de contenidos posibles25, incluyendo a veces a otros gneros completos, como relatos, poemas, canciones, fragmentos de otras cartas, entre otros. "Todos, por supuesto, coinciden en subrayar que lo indispensable de una carta es el saludo o apertura de la comunicacin y la despedida o cierre. Es ms, estas dos marcas establecen el cdigo que nos permite determinar que se trata de una carta, el cdigo que hace posible leer el texto como una carta y no como un diario o una novela, por ejemplo. Y, sin embargo, en el espacio abierto por estos dos momentos 'todos los gneros y todas las ideas tienen cabida."26 Sintetiza Pags-Rangel. Dicho de otro modo, como una relacin de oposicin, encontramos que inversamente a esta fijacin de frmulas casi rituales de reconocimiento, la carta fija significantes manifiestos y al mismo tiempo significados inasibles. 4. Los sujetos de la carta se definen como tales gracias a un marco de enunciacin que establece un contrato epistolar La inscripcin textual del eje comunicativo, considerado como marco o frame de enunciacin posee como funcin especfica: "Constituir y establecer un claro contrato epistolar entre los interlocutores, un contrato que establece la relacin entre ellos y los legitima en tanto en cuanto que sujetos del intercambio epistolar. Tal contrato, que tiene por objeto el reconocimiento de una relacin y la constitucin de los sujetos definidos por esa relacin, es un elemento comn presente en todo tipo de correspondencia epistolar: (...)"27 Siguiendo la nocin de pacto autobiogrfico que Philippe Lejeune28 atribuye a la autobiografa, el pacto epistolar crea una relacin convencional entre los interlocutores, que, cual pacto jurdico, instituye los derechos y deberes de los sujetos. El contenido o mltiples contenidos posibles queda sujeto a este "verdadero objeto-valor"29 de la carta, poniendo en primer plano la relacin que se establece. El pacto, en el caso de la autobiografa, funciona a nivel global de la publicacin30 como propuesta del autor al lector, situacin que determinar el modo de lectura y provocar sus efectos autobiogrficos; modo de lectura y tipo de escritura (sujetos a variaciones histricas). Es decir, lectura propuesta bajo la convencionalidad de la autobiografa. En el caso de la carta, el pacto funciona como propuesta, no en la publicacin, sino en la relacin de los interlocutores; un marco con forma de pacto, que instituye un modo de lectura y un tipo de escritura. Este marco de enunciacin, instalado como puente semntico entre los mundos del texto y del contexto, se regula gracias al mecanismo de enunciacin inscrito en el texto,incluyendo los componentes de actorializacin, espacializacin y temporalizacin. Esta relacin entre los actantes textuales, destinador/destinatario, establecer un contrato enunciativo a travs del cual el enunciador articula una serie de programas de hacer (cognitivo, persuasivo, manipulador, etc.) para constituir a nivel semntico y modal al enunciatario y constituirse tambin a s mismo. 5. La carta manifiesta la necesidad estructural de exhibir las marcas de la situacin de enunciacin y de recepcin La carta privada encierra una gran complejidad cuando se trata de precisar eventuales caractersticas que la definan como un gnero o una prctica discursiva diferenciable de otras, si bien no es nuestro objetivo plantear una definicin de la carta, uno de los rasgos distinguibles y ms peculiares, es el que dice relacin con una consecuencia de su fuerte dimensin comunicativa; la carta, ms all de configurar una interaccin conversacional entre un sujeto (emisor) y un sujeto destinatario (receptor) extratextuales, manifiesta como rasgo composicional la inscripcin textual de la situacin de enunciacin y de la situacin de recepcin. La explicitacin de las marcas se verifica a travs de los actantes de la comunicacin y "los simulacros de sus determinaciones espacio-temporales", independiente de las variantes de los diversos tipos de cartas. Aspecto que da lugar a un marco de enunciacin que incluye un "narrador" como figura imprescindible atestiguado por la primera persona: el "yo" como huella del sujeto de la enunciacin y su correspondiente "narratario" destinatario: el "t" que tambin reviste caractersticas de importancia. A estos elementos, indica Violi31, se agrega la localizacin de tiempo y espacio, tiempo y espacio de la situacin de enunciacin, generalmente explcita en el texto mismo de la carta (a veces en el sobre), y, desde luego, mediante la deixis, que en las cartas va a remitir al acto de la enunciacin/narracin. En cuanto al tiempo, es conveniente destacar la explicitacin del tiempo de la narracin, incluyendo, por ejemplo, sus interrupciones y la constante superposicin del tiempo de la narracin y el tiempo de la escritura (real), llegando ambos a confundirse32. El tiempo (real) de la escritura suele no ser tan relevante en otros tipos de textos. La inscripcin de las situaciones de enunciacin y de recepcin, provocan determinados efectos de sentido: efecto de realidad, efecto de presencia, inmediatez y distancia.33 Uno de los problemas ms interesantes de la carta, es el que refiere a la relacin entre el sujeto real (emisor) y el sujeto textual como figura de discurso, aspecto que la teora y crtica literaria ha discutido ampliamente. Lo que nos interesa sealar aqu, es que la carta representa con especial claridad lo conflictivo de la separacin tajante que deja fuera los nexos entre el emisor y el "sujeto textual", Violi da cuenta de este punto al sealar que: "Sin duda, en ningn texto mejor que en la carta se exhibe y se pone en prctica la dialctica entre la realidad concreta del acto de enunciacin, su anclarse a la presencia de un sujeto real, y su transformacin en figura de discurso, en un efecto del discurso que se da slo en el lenguaje y que slo dentro del lenguaje se hace representable. El sujeto real es inasible, se coloca continuamente en otro lugar slo alcanzable en el simulacro de la escritura." 34 En el caso de la carta, el lazo entre el sujeto real y el sujeto textual, es una relacin dialctica que no puede ser dejada fuera del estudio, a riesgo de convertir la carta en un tipo textual distinto. No se trata de remitir a los datos biogrficos "externos" como datos en s, y limitar la lectura a un mero acto de recabar informacin; la inscripcin textual especfica de la situacin de interaccin, como rasgo de la forma epistolar, faculta para poner en evidencia la necesaria incardinacin35 del sujeto, y el reenvo a los factores que resultan construidos por el discurso al mantener explcita la relacin (no directa ni causal), entre sujeto y emisor, o entre figura de discurso y referente, aunque, evidentemente, la distincin terica se mantenga. De all tambin la necesidad de incorporar lo auto-bio-grfico, comprendido en sus componentes de cuerpo, experiencia y acto36, como elementos de aproximacin a un sujeto colectivo y a la relacin del enunciado con la praxis en la que se constituye. Elementos que suelen ser dejados al margen de los estudios que tienden a la inmanencia del texto. La discusin acerca de la nocin de sujeto de la enunciacin y su esencialismo, realizada por Patrizia Violi37 en conjunto con los aportes de Judith Butler y la nocin de sujeto incardinado, son aplicables especialmente a la carta privada. 6. Posee un destinatario ms especfico y caracterizado que en otros tipos de textos Considerando como supuesto la inscripcin textual de las situaciones de enunciacin y recepcin en la carta privada, la figura textual del narratario se inscribe, a diferencia de otros tipos de textos, como "ms especfico y caracterizado".38 Ser ms especfico de acuerdo a que no remite a una clase abierta de lectores "modelo"39, sino a un destinatario concreto, o especfico; y ms caracterizado, debido a la tendencia que presenta este destinatario, de poseer o requerir competencias idiosincrsicas ms elevadas. Por lo tanto, el lector modelo se reduce a un lector emprico, el destinatario real40. Si las competencias inscritas en un texto han de coincidir con las de un destinatario modelo (inscrito en el texto), en el caso de la carta se manifiesta una diferencia de grado que puede llegar a ser notable; las competencias que la carta requiere remiten a la necesidad de un anclaje o relacin fuerte del destinatario textual con el destinatario extratextual, incluso, slo el destinatario extratextual podra poseer las claves de acceso a determinada informacin, dependiente de la informacin extratextual que slo l podra poseer. Utilizando los conceptos de Umberto Eco, Violi sintetiza este aspecto: La prosecucin de desincardinacin necesariamente es engaosa porque el propio cuerpo nunca puede ser negado verdaderamente, su negacin se convierte en la condicin de su emergencia de forma alienada." Butler, Judith. "Variaciones sobre sexo y gnero: De Beauvoir, Wittig y Foucault." Feminismo y teora crtica. Eds. Seyla Benhabib y Drucilla Cornella. Valencia: Alfons El Magnnim, 1990: 200. "(...) podemos al menos decir que el concepto de Lector Modelo o Lector Ideal describe la suma de competencias necesarias para lograr una adecuada comprensin del texto. Estas competencias normalmente pueden deducirse desde el texto como desde la competencia enciclopdica general disponible para todos los lectores (al menos, lectores que poseen cierta cultura), pero lo que encontramos en la carta es que con frecuencia la enciclopedia que necesitamos para entender el texto es idiolectal (Eco, 1976); es decir, informacin disponible slo para el destinatario real de la carta. En esta instancia, el Lector Modelo no es una abstraccin que refiere a una clase abierta de lectores reales sino que se reduce para coincidir con un lector singular, el destinatario emprico."41 Siguiendo las aseveraciones anteriores, se deduce que en la carta, la relacin con el destinatario es eminentemente ms personalizada, en cuanto a informacin y conocimiento compartido, y ms idiosincrsica (instituida, adems, en la relacin epistolar). La competencia que posee el lector real puede concebirse como un "continuum" que se desplaza entre dos extremos; primero, el lector modelo coincide con el destinatario, y segundo, el lector modelo coincide con el destinatario real y con "una clase abierta de lectores reales"42, esta ltima situacin cuando la informacin no es especfica43. 7. El Sujeto presenta una marcada tendencia a la autorreferencialidad o autoobjetivacin La relevancia del problema del sujeto o la inscripcin de la subjetividad en la carta privada y en otros gneros de los llamados menores, es un amplio tema que puede conducir a diversos enfoques. Aqu nos interesa destacar la autorreferencialidad o autoobjetivacin44 como una tendencia importante en la configuracin del sujeto en la carta privada. Este asunto proporciona muchas veces, una de las ms importantes claves de lectura de la correspondencia epistolar. A partir de la inscripcin o exhibicin de la situacin de enunciacin como un factor composicional, en la carta no se puede no decir "yo", se abre espacio a la manifestacin de una de las propiedades de la comunicacin, la reflexividad o autorreflexividad 45 que indica queel emisor del mensaje es al mismo tiempo su primer receptor. En la carta se privilegia este rasgo, ella est constantemente dirigida, ms all o complementariamente de su direccin a un destinatario, a presentar un sujeto que se refiere a s mismo, adems de su exhibicin o mostracin dirigida al otro/destinatario, situacin que afecta y recorre este acto de mostrarse. El sujeto en el discurso puede oscilar entre distintos modos en la relacin consigo mismo o autorreferencia, pero en el caso de la carta, se manifiesta una profusa y constante recurrencia al modo del "comentario autorreflexivo"46 que consiste en adoptar un punto de vista exterior a uno mismo. Se trata de un desdoblamiento yo-yo: el yo es observador y observado, y tambin es juzgado, compadecido, o comentado por el propio yo. En este sentido, al comentar, juzgar o comprender nuestras acciones, y proyectarlas previamente, actuamos como agente, observador, proyectador y crtico. Este es uno de los rasgos ms importantes de la carta amorosa, entre otras. Al existir un grado ms elevado de este comentario autorreflexivo, como ocurre en algunas cartas o fragmentos de carta en que se revela con intensidad una suerte de autoevaluacin o autodescripcin exhaustiva, a veces con marcados elementos valorativos, este desdoblamiento yo-yo47, que para Vygotski constituye una suerte de "lenguaje interior" y es sealado por Lotman como autocomunicacin o comunicacin yo-yo (y referido en ltima instancia a la comunicacin potica), puede provocar que el destinatario sea en ltima instancia el mismo emisor, quien conociendo el mensaje "y comunicndoselo a s mismo, intenta elevar su rango, introduciendo nuevos cdigos, y esto lo vuelve nuevo en cierto sentido.(...) Entre el mensaje originario y el cdigo secundario surge una tensin que lleva a interpretar los elementos semnticos del texto como si estuvieran incluidos en una construccin sintctica complementaria y recibieran de esta interconexin nuevos significados relacionales."48 As, las variaciones pueden dar lugar a una gama de grados de autorreflexividad del sujeto, mediante diversas estrategias, destacando que la presencia de este rasgo suele ser una tendencia recurrente en las cartas privadas. 8. La carta manifiesta como factor relevante el hecho de configurarse como discurso orientado al discurso ajeno o del otro, y modela su discurso en el contexto de una respuesta anticipada a los discursos ajenos En su teora del discurso, Mijal Bajtn afirma que "toda palabra49 est dirigida a una respuesta y no se puede evitar la influencia de la palabra-respuesta anticipable", segn la naturaleza dialgica del pensamiento humano.Esta situacin que se atribuye a cualquier tipo de discurso se manifiesta de modo composicional en la carta, a raz de la inclusin de la especificacin y caracterizacin del destinatario, y la exhibicin de las situaciones de enunciacin y de recepcin como parte de su modo especfico de organizacin del discurso; rasgo distintivo que promueve una relacin ineludible, en el sentido de la explcita direccin del discurso hacia su destinatario especfico, que inscribe esta respuesta anticipable o palabra ajena en su propia construccin. Bajtn distingue tres tipos bsicos de discurso50: I. Discurso orientado directamente hacia su objeto en tanto que expresin de la ltima instancia interpretativa del hablante, que describe como un "(...) discurso directo e inmediato, orientado temticamente (palabra que nombra, comunica, expresa, representa), que cuenta con una comprensin inmediata e igualmente orientada hacia una comprensin temtica"; II. Discurso objetivado (discurso de un personaje representado); y, III. Discurso orientado hacia el discurso ajeno (palabra bivocal). Como el propio autor afirma, la forma epistolar favorece la inscripcin del subtipo de discurso que llama palabra ajena reflejada, que corresponde a la tercera variante51 del discurso orientado al discurso ajeno: "La epstola se caracteriza por una aguda sensacin del interlocutor, del destinatario, sta, igual que la rplica de un dilogo, va dirigida a un hombre determinado, calcula sus posibles reacciones, cuenta con su posible respuesta, etc. Esta orientacin al interlocutor ausente (...) puede ser ms o menos extensiva."52 La palabra o discurso ajeno reflejado se caracteriza porque en l, el discurso ajeno acta desde el exterior, y de acuerdo a ello son posibles diversas formas de relacin con este discurso ajeno y su influencia deformadora se manifiesta en diversos grados. Como seala el autor, "las interrelaciones con la palabra ajena en un contexto concreto y viviente no tienen un carcter inamovible sino dinmico: la correlacin de voces en el discurso puede cambiar bruscamente (...)"53. Lo importante son los modos de reaccionar a la palabra ajena y los grados en que se la "toma en cuenta". De acuerdo a lo anterior, si en la forma epistolar existe un dilogo diferido, existe una interrelacin con el otro-destinatario explcito y caracterizado que es "tomado en cuenta" como eje principal en la elaboracin de la serie de estrategias discursivas. En este sentido, al inscribirse el interlocutor de la carta como (alocutario) ausente, su discurso -como discurso ajeno- acta e influye en el discurso, pero no es reproducido. Las rplicas no aparecen como tales y su grado de influencia puede ser variable, desde llegar a una fusin con el discurso del sujeto (emisor), transformndose en univocal, o, en el otro extremo, conducir dos discursos aislados. Se trata de una tendencia recurrente y privilegiada, pues, la teora de Bajtn, como l mismo explicita, habla de la posibilidad de predominio de un tipo de discurso. 54 Por otro lado, el dialogismo bajtiniano presente en las cartas se entiende como una suerte de negociacin entre los discursos, negociacin con el discurso del otro que puede ser asumida con diversos matices, ms o menos evidentes, ya sea con el discurso del otro-destinatario, en la autoobjetivacin del sujeto mismo (otro de s), y, adems, con la variedad de los discursos sociales y culturales; univocal cuando la negociacin cede y la palabra del sujeto asume la palabra del otro, o bivocal, cuando se revela la presencia actuante de los dos (o ms) discursos, hasta llegar al extremo de bifurcar los discursos, casi en una cesacin del dialogismo. 9. La carta manifiesta una fuerte tendencia a la autorreferencia Ya se ha mencionado que al formato un tanto fijo de la carta corresponde inversamente una amplitud indefinida de contenidos, esta misma amplitud, y la ya mencionada inscripcin del eje comunicativo al interior del texto como factor composicional, permiten la configuracin de un doble nivel de significacin. Por una parte un contenido narrativo-descriptivo, pleno muchas veces de informaciones diversas, y, al mismo tiempo, la capacidad de la carta de significar su propia comunicatividad, esto es, significarse a s misma. Distincin entre el contenido proposicional y la fuerza ilocucionaria de la carta. Patrizia Violi llega a afirmar que la carta "no puede comunicar ms contenido que su propia comunicatividad."55 Esta capacidad estara presente en toda carta, bajo diversas gradaciones, desde las cartas de psame o felicitacin, de contenido extremadamente limitado, hasta aquellas que constituyen verdaderos relatos. La cantidad de informacin no parece ser, por otra parte, el rasgo definitorio, Violi, argumenta que la "informatividad, obviamente, no es una categora cuantitativa: no es difcil imaginar un texto largo y complejo que se vuelve totalmente autorreferencial."56 Si el grado de informacin no obedece slo a la extensin, sino al tipo de informacin y a la calidad y cantidad de la informacin; a mayor informacin, no tendra porqu descender la autorreferencialidad de la carta, de modo que la pura informacin no sera un criterio estable para distinguir entre grados de autorreferencialidad. La carta, en este sentido, lo que hace es atestiguar su acto de existencia. Por otra parte, la autorreferencialidad es constantemente tematizada al interior de la carta, refirindose a s misma dentro de su propio discurso, aspecto que puede a servir a diversas funciones; indicar qu tipo de carta es, el tono emotivo que poseer, su proyectada extensin, u ocultar la verdadera intencin de la carta, a veces para disponer de modo conveniente al destinatario, entre muchas otras. De alguna forma, la carta no puede evitar "hablar de s misma", a diferencia de otros textos, excepto, cuando se trata de una estrategia que intenta construir una especial propuesta al lector, una transgresin de la convencionalidad del gnero de que se trate. 10. El mundo construido en la carta se instala como un mundo de sobreentendidos Producto de la configuracin de la carta como un dilogo, aunque diferido en tiempo y espacio, y, a diferencia de los textos que se proyectan a un lector ideal, amplio, el hecho de estar dirigida a un destinatario ms especfico y caracterizado poseedor de una enciclopedia idiolectal, provoca que el mundo construido en ella presente claves de lectura idiolectales o ms especficas, por lo que se formula mediante una serie de sobreentendidos. Ms all de su diversidad de contenidos, sea mediante elipsis, lagunas o silencios, se produce un verdadero "escamoteo" de la linealidad del "argumento" provocando una fragmentacin, y dispone una serie de espacios que deben ser llenados por el destinatario del pacto epistolar. Este aspecto funciona como un complemento del secreto o la discrecin de los interlocutores, construyendo un mundo incompleto y deficitario, potencial e idealmente legible por completo slo desde este pacto. El mundo posible de la carta privada, es un mundo privado, y exige un mnimo de experiencia compartido, por lo menos, por dos sujetos (incluyendo las cartas a uno mismo). De all tambin la importancia de mantener la lnea de anclaje entre las figuras o actantes textuales y los sujetos reales de la comunicacin. Este mundo fragmentario, y la propia fragmentariedad de la carta entendida como una parte en un continuum de comunicacin, es el que provoca la tendencia a establecer un orden en la publicacin de las cartas, dotarlas de un registro narrativo que produzca alguna legibilidad ms acotada en el trnsito de la carta privada a la esfera pblica. 11. Trnsito fronterizo entre lo literario y lo no literario: Privado / Pblico En este punto nos interesa revisar el desplazamiento de la carta privada por los bordes de lo cannico a partir de algunos rasgos que la hacen un texto difcil de clasificar y asimilar, y, que a la vez nos sirven como importantes puntos de partida para estudiar la carta y otras prcticas significantes menores. "(...) la carta es terreno tan resbaladizo que la intencin estrictamente humana, de comunicarse con otra persona por escrito, al tener que servirse inevitablemente del lenguaje, puede deslizarse del otro lado de las fronteras de lo privativo, sin que el autor se d cuenta apenas, y convertirse en intencin literaria."57 Dice Pedro Salinas, en su conocido ensayo sobre la forma epistolar, subrayando uno de los bordes por los que transita la carta; la discusin acerca de su carcter privado, tema frecuentemente mencionado en los escritos sobre la carta, y cuestin que posiblemente se torna ms relevante que en cualquier otra prctica significante escrita, con excepcin del diario ntimo. A partir de la voluntad del autor, Salinas considera que: "Lo que las diferencia radicalmente (a la epstola, 'arte epistolar', gnero literario, artificio retrico, y a la carta privada) es la intencin del autor: intento en sta de ser para uno, o para unos escogidos pocos, si as lo quiere el que la recibe. En aqulla, intento de hacerse pblica, de alcanzar a todos, sin distingos."58 No obstante, advierte la ambigedad de esta idea: "De ah arrancan las dificultades de los tratadistas para distinguir entre carta privada y pblica. Y hasta esa base de distincin que sealamos como la ms slida, la intencin del autor, no es terreno bastante firme, ya que en el curso de la escritura no es cosa imposible el mudar, sin darse cabal cuenta, de intencin profunda, sustituyendo al humilde corresponsal, amiga, hermano, a quien se empez a escribir, por la gran destinataria de todas las obras de la literatura, la fama perdurable."59 Agustina Torres Lara60 afirma que el gnero epistolar presenta un doble aspecto: "La mayora de las veces se trata de cartas personales redactadas sin intencin de publicacin, pero en ocasiones pueden convertirse en autnticas obras maestras por voluntad de su autor" y distingue tres tipos de cartas: la privada: dirigida a un destinatario particular; la pblica: destinada a alcanzar a todos sin distingo; y, la privada hecha pblica: la publicacin de la correspondencia ntima impresa y lanzada al mercado". El trnsito de la carta de lo privado a lo pblico es percibido como "accidente". Pedro Salinas advierte en relacin al equvoco del destinatario, que la carta privada, "sin perder nada de su especialsimo tono de recato y pudicia intencionales que la distinguen entre todos los escritos", admite la posibilidad de tres interlocutores distintos: primero, el que redacta la carta; segundo, el destinatario intencional nico, puesto que "lo convenido y lo conveniente" es que la carta presuponga y requiera la existencia de un segundo individuo. Y al tercero, Salinas lo llama "lectores varios" porque la "persona destinataria propiamente dicha ha sentido el deseo irrefrenable de lersela a otros."61 Este tercero no impide que la carta siga siendo privada, pues por mediacin del individuo destinatario es factible admitir la intromisin de otros lectores, situacin que no hace sino resaltar su valor privado. En este sentido, si observamos el tipo de carta pblica que corresponde a la "carta abierta", normalmente enviada a los peridicos, revistas, etc., nos encontramos ante un tipo de comunicacin destinada a varios y mltiples lectores, comunicacin que ha tomado la forma de la carta como estrategia para hacer que un contenido, una polmica, una denuncia, una opinin, sea pblica; pero guardndose un excedente que funciona como precaucin ante lo institucional u oficial, haciendo uso de un espacio que escapa a la autoridad discursiva que afecta a otros tipos de textos (noticia, ensayo, artculo y otros). La carta estara ofreciendo mayor libertad y menos riesgo. El problema de lo privado y lo pblico, reviste consideraciones que van ms all de la carta, por lo tanto, es necesario establecer algunas precisiones respecto de este binomio; en nuestro caso, entendemos esta relacin como posiciones, y no como oposiciones, es decir, como trnsitos demarcados inestablemente y sujetos a variaciones histricas y no esenciales. Carlos Castilla del Pino62, efecta en esta lnea, una caracterizacin de las actuaciones pblicas, privadas e ntimas, indicando que lo que existe son espacios, o "escenarios" que usamos en la representacin que constituye nuestras acciones; de este modo, no se trata de actuaciones de uno u otro tipo en s mismas, sino que dependen del espacio en que se inscriban, es decir, posiciones. Desde este punto de vista estos espacios son diferenciables, y distingue entre: actuaciones pblicas, que son necesariamente observables (visibles, audibles, etc.); actuaciones privadas: que podran serlo, por falta de cautela por parte del actor o voyerismo del observador; e ntimas, que no pueden observarse y slo se las puede inferir mediante lo que el sujeto dice o hace, incluso con su inhibicin o su silencio (que son formas de actuacin). De all que nombrar a estos gneros como gneros de la intimidad constituya una suerte deequvoco, si consideramos lo que afirma Castilla del Pino: "Las actuaciones pblicas y las privadas tienen una proyeccin externa que las hace observables, y ambas, por tal motivo, son perfectamente diferenciables de las actuaciones ntimas: fantasear, imaginar, proyectar, suponer, idear, en suma, pensar y asimismo sentir (gustar de, admirar a, envidiar, amar, odiar, etc.), son actuaciones del sujeto meramente internas, no poseen ese segmento externo que caracteriza las pblicas y privadas y, por tanto, no pueden ser sabidas por nadie fuera del sujeto."63 De acuerdo a lo anterior, el espacio privado, es potencialmente observable, pero se debe procurar que sea inobservable; la transgresin de lo privado consiste en hacer pblico algo que se ha marcado como privado64. Lo privado corresponde a aquello que pertenece a un crculo reducido, crculo de lo personal. Desde el momento en que corresponde a la especificidad de la carta la exhibicin (explicitacin) de las situaciones de enunciacin y recepcin, se declara la pertenencia de la carta a un espacio "ms privado" o restringido, correspondiente a un destinatario especfico o caracterizado que implica un lector modelo reducido y la necesidad de una enciclopedia idiolectal. En virtud de lo anterior, la circulacin de la carta se produce o programa en un espacio que se ha marcado como privado (a partir de lo ya dicho de la situacin comunicativa inscrita en la carta). Circulacin que, obviamente puede transgredirse y convertirse en pblica; sea por la publicacin real de las cartas o la simple lectura pblica, o con el fingimiento de este espacio privado para provocar algunos efectos. La privacidad de la carta se "protege" con la especificacin de su destinatario. Podramos decir que se trata de una privacidad compartida entre dos. En este mbito se instala tambin el problema del secreto de la correspondencia, es decir, la transgresin de la privacidad. El secreto, para Jacques Geninasca65, est directamente vinculado a la diferencia privado/social: "Doblemente socializable por su categora de objeto materialmente transferible y por el alcance jurdico que le es propio, la carta se sita en el lmite, a veces mal definido, de dos esferas diferentes, la privada y la social, exigiendo, por tanto, el secreto o por lo menos la discrecin de los partenaires." Un segundo aspecto con relacin a la carta y lo privado, tiene que ver justamente con su desplazamiento a un circuito diferente: la publicacin de las cartas. Alain Pags hace notar al respecto: "Como el 'diario', la carta posee el estatuto ambiguo de un texto que transita entre el uso privado y el uso pblico, y su publicacin no es jams cierta ni definitiva. Hay una estrategia del secreto que la carta y el diario manifiestan por sus caractersticas convergentes: vehculo del secreto, la carta representa la aparicin y el retrato, tambin el juego del disimulo por la precariedad de su existencia textual. La mano que censura, en el siglo XIX, sabe que la supresin que ella opera se inscribe en la forma de un texto ya marcado para lo inacabado y la discontinuidad."66 En la publicacin de las cartas privadas (obvia transgresin de lo privado), la manipulacin, seleccin y, tambin censura, es un ejercicio de poder impuesto al objeto, y se producir un inevitable enfrentamiento entre el sujeto textual y extratextual de las cartas, y un segundo sujeto extratextual y textual: el/la antologador, compilador o editor, como una instancia que interviene y modifica el discurso de las cartas como tales. Instancia y nuevo circuito en que se produce una resignificacin del discurso. Por otra parte, a nivel del circuito artstico-literario en que se instalan las cartas al ser publicadas, el editor personifica una autoridad discursiva que establecer un orden o una organizacin a fin de conducir o autorizar sentidos. "El editor se constituye en gua de los lectores y facilitador de la lectura del epistolario: llena vacos (identifica nombres, lugares, obras), corrige errores ortogrficos, aade datos histricos, elimina secciones, aclara palabras. La labor editorial se concibe como la fuerza unificadora de unos 'pliegos sueltos'. Su deseo es, en ltima instancia, el deseo de entramar, de domesticar esa 'obstinada fragmentariedad' que caracteriza al gnero. Su funcin es la de arrestar su hereja temporal y espacial, exorcizar su inestabilidad, garantizar un significado estable para proveerlos de su capacidad documental."67 Las relaciones corresponden a la tensin generada entre lo pblico y lo privado. De lo anterior resulta que los prlogos, estudios preliminares, etc., estn en posicin de afectar el discurso de la forma epistolar, por ejemplo, agregando un anexo de informacin destinada a completar las "lagunas" existentes en las cartas (rasgo evidente, ya que las cartas no estn destinadas a todo pblico) a fin de lograr una verdad o verosimilitud que puede ser bastante discutible en muchos casos. Lo planteado en relacin a la publicacin de las cartas, nos conduce a considerar un aspecto pocas veces tomado en cuenta en los estudios acerca de la forma epistolar: su carcter de objeto-volumen. Este tema, que aparentemente excede los estudios textuales, es, sin embargo, un factor de importancia para apreciar aspectos que ataen a su modo de circulacin como prctica significante y su diferencia de otros tipos discursivos. En su origen, la carta es un objeto nico y sin copia, en oposicin a la destinacin instituida para otros tipos de textos que son producidos para ser serializados. La carta funciona en el viaje a su destino y slo podra ser serializada al desprenderla de su contexto vivo y su soporte: al ser publicada. Guy Brett68 destaca este factor, al afirmar que la carta es "volumen, objeto y superficie legible", por los pliegues y su viaje en un sobre, articulndose en forma espacial y grfica, es decir, un objeto que se desplaza desde un sitio y un momento y un sujeto, hasta otro sitio, momento y sujeto, instaurando un "gesto" que va ms all de la letra. La publicacin transforma la grafa, el manuscrito es depurado de sus tachaduras, incluso borrando las marcas epocales al corregir la ortografa en desuso; el objeto-volumen es lanzado a la serialidad de un producto editorial y no privado. En relacin con la autora y la edicin/publicacin, enfrentamos otro importante punto de este transitar fronterizo; en la carta privada en cuanto tal no nos encontramos frente a la presencia clara de la funcin autor, entendida segn Michel Foucault, para quien en tanto funcin, el nombre propio caracteriza "un cierto modo de ser del discurso". Afirma que "el hecho de poder decir 'Fulano de Tal es el escritor de esto' indica que dicho discurso no es una palabra cotidiana, indiferente, que se va, que nota y pasa, una palabra que puede consumirse inmediatamente, sino que se trata de una palabra que debe recibirse de cierto modo y que debe recibir, en una cultura dada, un cierto estatuto."69 La explicitacin en la carta de un destinatario especfico y caracterizado que requiere una enciclopedia idiolectal, es decir, un lector reducido y privado, en conjunto con el efecto de inmediatez y de realidad, hacen que sta no constituya un proyecto de "obra" (a no ser su utilizacin para producir un efecto literario), a diferencia de los gneros mayores o cannicos. En este sentido Deleuze y Guattari70 se refieren a las literaturas menores mencionando que en ellas no abunda el "talento" en el sentido de tal o cual "maestro" o una "enunciacin individualizada" por el canon literario. La funcin social del sujeto que escribe una carta carece del estatuto del autor como autoridad. La publicacin introduce, a nuestro parecer, una doble y ambigua funcin autor; en primer lugar la inscripcin del escribiente de las cartas ahora como figura o "funcin autor" (incluso si es el mismo escritor de las cartas quien las publica), y, en segundo lugar, la del sujeto autorizado que compila, organiza, prologa o incluso censura las cartas, o las inserta en una nueva mezcla heterognea, otra discursividad, compuesta por las cartas y sus interpretaciones, notas, aclaraciones, datos; funcin autor que llamaremos funcin-editor. Podemos agregar, adems, que debido a la facilidad, como afirma Pedro Salinas71, conque la carta transita inestablemente el lmite de lo privado y la intencin literaria, y a la mencionada intervencin de la publicacin, la carta tambin se instala en las fronteras de la no-autora y la funcin autor, entendida como funcin social de un discurso sancionado por un canon.

NOTAS1 En esta investigacin se considerar la carata privada en su sentido ms estricto como "escrito de carcter privado dirigido por una persona a otra"2 Todorov, Tzvetan. Literatura y significacin. Barcelona: Planeta, 1974. 3 Vase, por ejemplo, la recopilacin y estudio de Sergio Vergara Quiroz: Cartas de mujeres en Chile. 1963-1885. Santiago: Andrs Bello, 1987. 4 Barrenechea, Ana Mara. "La Epstola y su naturaleza genrica." Dispositio 15. 39: 56. 5 Ibid., 52. 6 De Zubiaurre Wagner, Mara Teresa. "Libertad y servidumbre de la carta: Trbada, de Miguel Espinosa y la evolucin de la novela epistolar." Revista Hispnica Moderna XLV. 1 (1992): 107. 7 Pags, Alain. "Stratgies Textuelles: la lettre a la fin du XIX Sicle." Littrature 31 (1978): 107 (trad. ma). 8 Violi, Patrizia. "La intimidad de la ausencia: formas de la estructura epistolar." Revista de Occidente, 68 (1987): 90. Los artculos de Patrizia Violi son los ms interesantes y completos acerca de la carta como prctica textual. 9 Ibid. 10 Guilln, Claudio. Teoras de la historia literaria. Madrid: Espasa-Calpe, 1989:300. 11 Ibid., 301. 12 Citado por Claudio Guilln. Op. cit., 302. 13 Ibid., 302. 14 Pags-Rangel, Roxana. Del dominio pblico: itinerario de la carta privada. Amsterdam Atlanta: Rodopi, 1997: 16. 15 Salinas, Pedro. "Defensa de la carta misiva y de la correspondencia epistolar." El defensor. Ensayos Completos. Tomo II. Madrid: Taurus, 1981: 228. 16 Ibid., 244. 17 Ibid. 18 Cada carta o parte de ella puede constituir actos ilocucionarios especficos, como pedidos, excusas, promesas, etc. Patrizia Violi. "Letters." Discourse and Literature. Ed. Teun A. Van Dijk. Amsterdam/Philadelphia: John Benjamin Publishing Company, 1985: 149-67. 19 Bajtn, Mijal. Esttica de la Creacin Verbal. Mxico: Siglo XXI, 1990: 260. 20 Ibid., 248. 21 Ibid., 250. 22 Violi (1987) Op. cit. 23 Violi (1987) Op. cit., 94. 24 Barrenechea. Op. cit., 58-59. 25 "Escritas en distintos das, a veces incluso desde lugares diversos, la carta privada presenta una dispersin temporal y espacial que dificulta los diversos intentos de darle un diseo teleolgico. Su diversidad temtica, la capacidad para incluir todo tipo de mensajes, enunciados o registros lingsticos, su disposicin para acoger en el mismo territorio tanto lo esencial como lo accidental o, en ltimo trmino, de negarse a discriminar entre lo relevante y lo irrelevante, lo central y lo marginal, hace de la carta un texto esencialmente heterodoxo respecto a todo esquema basado en la progresin y en el desarrollo narrativo." Pags-Rangel. Op. cit., 13. 26 Ibid., 11-12. 27 Violi (1987) Op. cit., 9091. 28 Lejeune, Philippe. "Le pacte autobiographique." Potique 14 (1973): 137-162. 29 Violi (1987) Op. cit., 91.30 Nora Catelli discute este punto en su interesante estudio acerca de la autobiografa: El espacio autobiogrfico. Buenos Aires: Lumen, 1991. 31 "La especificidad del objeto carta no es tanto el estar destinada al intercambio comunicativo como la necesidad estructural de asumir interiormente el eje comunicativo (y de aqu las figuras de los actantes de la comunicacin y los simulacros de sus determinaciones espacio-temporales)." Violi (1987) Op. cit., 90. 32 Ibid., 93. 33 Ibid, 94 -97. 34 Violi (1987) Op. cit., 89. 35 El concepto de incardinacin o sujeto incardinado es enunciado por Butler en oposicin a la idea de trascendencia del sujeto, en el contexto de la situacin cultural que asigna a los hombres el rasgo caracterstico de existencia humana trascendente y a las mujeres el carcter de existencia humana corprea o inmanente. La incardinacin se entiende como la incorporacin del cuerpo a la nocin de sujeto. La siguiente cita sintetiza el argumento de Butler, realizado a partir de una interpretacin de Simone de Beauvoir: "Desde esta creencia de que el cuerpo es Otro, no hay un gran salto a la conclusin de que los dems son sus cuerpos, mientras que el 'Yo' masculino es un alma no corprea. El cuerpo situado como Otro el cuerpo reprimido o negado y, entonces, proyectado- vuelve a emerger de este 'Yo' en opinin de otros como esencialmente cuerpo. De ah que las mujeres lleguen a ser el Otro, vienen a incorporar la corporalidad misma. (...) La dialctica de Beauvoir del Yo y el Otro discute los lmites de una versin cartesiana de la libertad desincardinada. 36 Cfr. Butler, "Actos performativos y constitucin del gnero: un ensayo sobre fenomenologa y teora feminista." Debate Feminista 18 (1998): 296-314. 37 Violi, Patrizia. El infinito singular. Madrid: Ctedra, 1991. 38 Ibid. 39 Para el concepto de lector modelo vase Eco, Umberto. Lector in fabula. Barcelona: Lumen, 1981. 40 Violi. Op. cit., 92. 41 Violi (1987) Op. cit., 158. 42 Ibid. 43 En la teora de la enunciacin se hace referencia a una tipologa de la situacin de alocucin que toma en cuenta el nmero y estatus de los miembros del intercambio (verbal). Aplicada al texto carta, en cuanto al receptor, podramos afirmar que corresponde a un receptor alocutario o destinatario (singular o plural, nominal o annimo, real o ficticio) que se define como tal por ser considerado explcitamente por el emisor o locutor, indicado por el pronombre de segunda persona (por la direccin de la mirada en la comunicacin oral), hecho que de paso seala que la codificacin, en general, est determinada al menos parcialmente por la imagen del destinatario que el locutor se construye. Otro elemento que nos permite aproximarnos al destinatario de la carta se refiere a la situacin de comunicacin: el alocutario puede, por definicin, estar o no presente. En la carta se encuentra ausente, como en toda comunicacin escrita, pero forma parte por definicin de la situacin de alocucin, en tanto alocutario, obviamente. Por ltimo, la comunicacin puede ser simtrica o unilateral, y en la carta, aunque ausente, es potencialmente locuente, lo que da lugar a una comunicacin simtrica aunque diferida. Cfr: Kerbrat, Catherine. La enunciacin. De la subjetividad en el lenguaje. Buenos Aires: Hachette, 1986. 44 El sujeto es al mismo tiempo objeto de su discurso; en trminos simples, la referencia del yo al yo que obviamente puede adoptar distintas modalidades y utilizar distintas estrategias. 45 Cfr. Kerbrat. Op. cit. 46 Cfr. Lozano, Jorge, Cristina Pea-Marn y Gonzalo Abril. Anlisis del discurso. Hacia una semitica de la interaccin textual. Madrid: Ctedra, 1989: 124-26. 47 Cfr. Segre, Cesare. Principios de anlisis de texto literario. Barcelona: Crtica, 1985: 127-130. 48 Ibid. 49 El trmino "palabra" en los diversos textos de Mijal Bajtn, funciona como sinnimo del trmino "discurso" el uso de uno u otro, corresponde a las variaciones producto de las traducciones. 50 Bajtn, Mijal M. Problemas de la potica de Dostoievski. Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1986: 278-279. 51 La tercera variante que corresponde al tercer tipo de discurso (discurso orientado al discurso ajeno) incluye: III. 3. subtipo activo (palabra ajena reflejada): a) Polmica interna oculta; b) Autobiografa y confesin con matizacin polmica; c) Todo discurso que toma en cuenta la palabra ajena; d) Rplica del dilogo; e) Dilogo o culto. Ibid., 279. 52 Bajtn. Ibid., 287. 53 Ibid., 278. 54 Ibid., 277-278. 55 Violi (1985) Op. cit., 160. 56 Ibid. 57 Salinas. Op. cit., 238. 58 Ibid., 235. 59 Ibid., 241. 60 Torres Lara, Agustina. "La correspondencia epistolar en Espaa (1975-1992)". Escritura autobiogrfica. Ed. Jos Romera, et al. Madrid: Visor Libros, 1993: 391. 61 Salinas. Op. cit., 233. 62 Castilla del Pino, Carlos. "Pblico, privado, ntimo." De la intimidad. Ed. Carlos Castilla del Pino. Madrid: Crtica, 1989: 26. 63 Ibid., 28-29. 64 Pedro Salinas tambin da cuenta de esta diferencia entre la intimidad y lo privado, cuando expresa que "En cuanto los pensamientos salen del recinto de puro pensarlos el autor y, puestos en palabras, se objetivan, ya existen fuera de l, son accesibles, por el simple hecho de ser legibles, a todos los que sepan leer. Se ha dado un paso en una direccin: comunicar nuestra intimidad, abandonarla generosamente: una entrega. Pero apenas dado, entra en accin la reserva, se rodea a la carta de precauciones, el sobre cerrado, el lacre, y se la consigna a una sola persona. Por un movimiento complementario al anterior, pero nacido de un impulso opuesto, lo recin exteriorizado se hurta a la publicidad, a la lectura general; afirmada su condicin privada, se hace secreto entre dos personas." Op. cit., 262. 65 Geninasca, Jacques. "Notas sobre la comunicacin epistolar." Revista de Occidente 85 (1989): 79. 66 Pags. Op. cit., 112. 67 Pags-Rangel. Op. cit., 34. 68 Brett, Guy. "Abrir slo en las condiciones indicadas." Camino Way (fotocopia) s.d: 11-15. 69 Foucault, Michel. "Qu es un autor?" Entre filosofa y literatura. Obras esenciales . Barcelona: Paids, 1999: 80. 70 Deleuze, Gilles, Flix Guattari. Kafka, Por una literatura menor. Mxico: Era, 1983. 71 Salinas. Op. cit.

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