Revista Rostros Del Petroleo

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Rostros de la historia

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  • aniversario

    L os rostrosdelpetrleo

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    En la cuenca del Lago de Maracaibo hay petrleo fue la frase que como reguero de plvora surgi por los staffs de las grandes empresas explotadoras de europa y norte amrica y muchos ojos azules se dieron a buscar a venezuela en el mapa.

    Pedro Barboza de la Torre (1975)

  • 2 Los rostros del petrleo aniversario6

    El significado del petrleo para las diversas civili-zaciones que se han servido de l es dismil. Para unos, los anglosajones del norte de amrica, es smbolo de riqueza, poder, dominacin, acumula-cin de bienes y de capacidad para comprar nue-vos valores o el amor. en definitiva, les sirvi para unir conductas dispersas en un sueo materialista

    promovido como universal.en el sur del continente americano, en cambio, se com-

    prendi su valor, porque entr en las carnes de sus ind-genas y criollos como dagas o lanzas filosas devueltas al igual que boomerangs australianos cuando aquellos habi-tantes autctonos intentaron defenderse tardamente de los excesos provocados por quienes dominaban la tcnica para extraer, transformar, transportar y comercializar el mene regalado por las profundidades y las superficies de sus tierras.

    Por otra parte, los motores y la energa que movan la incipiente industria petrolera, por ejemplo en venezuela, hace ms de cien aos, tenan un carcter inocente, des-preocupado, basado en el uso de mano de obra accionada de acuerdo con ritmos buclicos incitadores de nimias capacidades extractivas, pocos barriles para obtener de ellos algunos derivados con usos muy exclusivos.

    De repente, la ambicin comercial provoc un estallido pragmtico para los conocedores ms preparados de cul-turas dominantes, quienes utilizaron las fuerzas brutas cipayas, fciles de convencer en la aplicacin de nuevos razonamientos y hbitos a pura fuerza de sangre y can. Hasta crearon paradigmticos enemigos indgenas, o cam-pesinos clasificados como atroces salvajes sin capacidad de raciocinio.

    Grandes oleadas de etnias desconocidas fueron ingre-

    sando a la nueva frontera de riqueza petrolera ataviadas con formas de entenderse incomprensibles, actitudes asombrosas, costumbres distintas, hablares indescifrables, olores y maneras de asearse totalmente extraos.

    Los venezolanos, entonces, fueron empujados a crear ciudadana apabullados de golpe y porrazo, fueron conven-cidos de sufrir para llegar a Dios y al petrleo e inducidos a creer que no era de ellos, y si lo fuera, a descreer de l por ser maldito, diablico; nada tan incierto, pero cost casi un siglo entenderlo, aunque an hoy sigue sembrada la duda en sus mentes sobre si poseen el derecho de ser ricos en l.

    sin lugar a dudas, a los venezolanos no solo les per-tenece el petrleo, sino los beneficios obtenidos al trans-formarlo, y no nicamente a los pocos aventureros que se zambulleron en los pantanos aceitosos para recogerlo o extraerlo, sino al gran colectivo humano de las tierras liberadas por Bolvar.

    entonces, existe hoy el derecho a homenajear el pe-trleo en sus cien aos de explotacin comercial o solo a los hombres y mujeres influidos por l? sin duda a ambos. al primero, por ser el motivador natural; y a los seres hu-manos por provocar el estallido de infinidad de culturas imbricadas desde la fuerza obligante hasta elconsenti-miento cndido con el objeto de construir una venezola-nidad moderna.

    Culmina un siglo industrial y arranca otro que deber tener el sello de las nuevas generaciones. ser una gran riqueza integral visualizada, desde ya, como el recurso que naci desde nosotros y para nosotros. La trascendencia futura de nuestro bitumen evolucionar tanto como lo hagan nuestras mentes, nuestra conducta y nuestra con-ciencia; entonces se abrir una nueva era ms optimista, productora, humana y transformadora.

    Presidente/EditorDr. Carlos AlaimoPresidente EjecutivoVicente Alaimo

    DirectorJavier MuozSubdirectoraIrene GonzlezJefe de informacinCarlos MorenoCoordinacin de informacinVanessa Chamorro

    JEfES DE SECCionESDeportes: Jos OliverosPoltica y economa: Yrmana AlmarzaCultura y espectculos: Enma B. RomeroProyectos especialesMnica CastroUnidad Web Daniela Rincn PublicidadMara Alejandra Carrillo

    Depsito legal: pp200601ZU910

    Direccin: Av. Universidad, N. 25- 279. Diario Versin Final. Maracaibo, estado ZuliaCdigo postal: 4005Mster: (0261) 8003100Avisos: (0261) 8003138fax: 0261. 8003144

    Edicin aniversario

    Concepto y coordinacin editorialMnica CastroAsesora editorialIsvelys BrachoValidacin temtica y documentalMiguel ngel CamposCoordinacin fotogrficaGuary OteroPerfil grfico, diseo y montajeJuan Bravoilustracin y conceptos de portadasEnrique BravoTextosDmaso JimnezDaniel PereiraIsvelys BrachoJohandry HernndezLaura Morales GollarzaMarlene NavaPedro RomeroRegulo PrragaValerie BarbichVinicio Daz ezCorreccin de textosMargarita ArribasApoyo fotogrfico e imgenesPedro Romero, Gustavo Bauer, Carlos Fuenmayor, Mario Alvarado, Audio Cepeda, Vinicio Daz, Carmelo Raydn, Coleccin Creole, Coleccin Margarita Moreno Urribarr, Coleccin Direccin de Cultura-LUZ, Coleccin Jos Garrido, Coleccin Instituto de Investigaciones FAD-LUZ, Coleccin Fundapaisaje/Cruz Cerrato, Gua General de Venezuela, por F. Benet, Venezuela and the oil pioneers, Coleccin Fundacin Belloso, Biblioteca Nacional-Coleccin Catal, ilustraciones de la novela Mancha de Aceite

    impresin: Editorial Nuevo Da, C. A.

    El Eco de una

    identidad petrolera

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  • 3Los rostros del petrleo6aniversario

  • 4 Los rostros del petrleo aniversario

    MENE GRANDE

    La goleta haba salido a las once de maana del 31 de julio desde el pueblo de Mota-tn de Tierra con el encargo de anunciar a todo el mundo que, desde ese da de 1914, en Mene Grande haba comenza-do la fiebre del oro negro. La noticia, en principio, no suscit mayor revuelo entre las treinta mil almas que vivan en aquel Maracaibo decimonnico don-de todava existan calles are-nosas y edificios con resabios coloniales. La ciudad estaba entregada en ese entonces a su

    puerto, a la actividad comer-cial, al control de su aduana, y muy atenta a los cabildeos y decisiones polticas atrabilia-rias que asuma de improviso el caudillo de turno que gober-naba al pas desde Caracas.

    sus moradores reciban con inters las noticias nacio-nales y mundiales tradas con relativo retraso por los barcos que hacan escala en sus mue-lles, pero, en relacin con el petrleo, lo que ms conocan era que el asfalto se extraa de las minas de inciarte, ubicadas

    en el entonces lejano distrito Mara, y que el kerosene que se venda en las bodegas era procesado con gran esfuerzo en una ruidosa y estrafalaria refinera que unos ingleses haban construido en el cerro de Los Haticos.

    Todos se conformaban con comentar en las tertulias de los cafs la llegaba al puerto de los gelogos ingleses o nortea-mericanos dispuestos a buscar petrleo en cualquier rincn del pas. observaban cmo estos extranjeros caminaban,

    sud petrleo

    El reloj de la catedral de Maracaibo marcaba un poco ms de la doce de la noche cuando el capitn de la goleta Frida dej en la oficina del telgrafo un sobre con un mensaje escrito en ingls para

    transmitirse de inmediato a la oficina de la Caribbean Petroleum en Caracas. el mensaje deca: Zumaque 1 completado. Profundidad 443 pies. Fluye sin dificultad. 260 barriles 19.2 grados aPi. Vinicio Daz ez

    Como si nada: la noticia del descubrimiento no suscit mayor revuelo entre las treinta mil almas que vivan en aquel Maracaibo decimonnico donde todava existan calles arenosas y edificios con resabios coloniales.

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    ColeCCin fundaCin belloso

    Zumaque 1 completado

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    cargados de maletas, desde el malecn hasta el hotel ameri-cano o al hotel Los andes, y en-vidiaban los lustrosos zapatos de corte moderno que usaban, los trajes de impecable lino blanco que combinaban con sombreros canotier y los puros que sostenan en sus bocas y dejaban en el ambiente el olor caribeo del tabaco habanero.

    Una semana despus de co-nocerse el descubrimiento del Zumaque 1, un inusitado alu-vin de personas que lleg por diferentes vas se congreg en pleno centro de Maracaibo sin previo aviso. algunas entraron en barcos provenientes del ex-tranjero, otras en las goletas que realizaban sus travesas lacustres semanales; hubo quienes llegaron en mula, y los que no disponan de nin-gn medio se las arreglaron para llegar a pie. La ciudad estaba literalmente patas arri-ba. se haba corrido la voz de que el petrleo descubierto en los pantanos del ro Motatn abrira empleos y que la em-presa responsable del hallazgo pagaba en dlares.

    Fue as como Maracaibo sinti por primera vez los sa-cudones de la fiebre del oro negro. Los pocos hoteles y pensiones existentes no daban abasto para albergar a quienes deseaban enrolarse para traba-jar en los parajes del insidioso

    ro Motatn. Los monjes capu-chinos del Convento cobijaron por algunos das a un reducido grupo de hombres. similar de-ferencia tuvieron los jesuitas que regentaban el templo san Felipe nery. en la plaza Baralt, la polica extendi un cerco de seguridad en las noches para impedir la pernocta y evitar tambin que los forasteros la utilizaran para orinar o defe-car en sus alrededores.

    ese aluvin acab con la tranquilidad de una ciudad en la que su gente no solo co-mentaba el descubrimiento del pozo Zumaque 1, sino tambin las terribles informaciones que coincidencialmente entraban por el puerto en esos mismos das sobre el inminente estalli-do de la Primera Guerra Mun-dial en europa. el momento se prestaba para crear historias, por lo que surgieron versiones fantasiosas con respecto al Zu-maque 1, como una que asegu-raba que la gran cantidad de petrleo que brotaba del pozo no poda contenerse y estaba corriendo en direccin al lago de Maracaibo, y que este que-dara transformado, en pocos das, en una inmensa laguna negra

    La verdadera laguna ne-gra estaba en la meseta del Zumaque 1, donde cualquier desprevenido aventurero po-da mojarse de petrleo hasta los tobillos si no adverta que caminaba sobre manaderos naturales, los mismos que vio el gelogo ralph arnold dos aos antes y que por tal razn llam Mene Grande. eran tambin los manaderos que encontr el fundador de Maracaibo, ambrosio alfinger, quien asegur haber visto en esas mismas tierras un vena-do pegado en aquellos manan-

    tiales de betn, como pjaro que est asido de la liga, y le tomaron, que no se pudo ir, segn Gonzalo Fernndez de oviedo y valds, primer cro-nista del nuevo Mundo, citado en el Zulia ilustrado.

    Viaje a la jungla de petrleoel reventn del Zuma-

    que 1 fue la culminacin de un esfuerzo colectivo que ha-ba comenzado el jueves 13 de diciembre de 1913. ese da, muy temprano, los tcnicos extranjeros de la Caribbean Petroleum y un grupo de obre-

    Una semana despus de conocerse el descubrimiento del Zumaque 1, un inusitado aluvin de personas que lleg por diferentes vas se congreg en pleno centro de Maracaibo sin previo aviso.

    Star Drilling Machine: una mquina como esta le dio el nombre al cerro La Estrella.

    (Contina en la pg. 6)

    En La Estrella: dos operarios en las labores de perforacin.

    vEnEzuELa pEtroLEra: LoS priMEroS paSoS 1911-1916

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    ros abordaron la goleta Mimo, en el puerto de Maracaibo, y once horas ms tarde estaban en la boca del ro Motatn. Los buscadores del oro negro luego subieron a una pequea lancha de motor para dirigirse a Motatn de Tierra, adonde llegaron luego de cinco horas de travesa.

    al arribar a Motatn de Tierra, la tarde se cerr por las umbras de la noche, quedando la espesa selva colmada de si-lencio y oscuridad, lo que obli-g a los viajeros a pernoctar en una improvisada choza. Conti-nuaron la marcha al siguien-te da sobre el lomo de unas mulas agenciadas por campe-sinos. el grupo tom el cami-no estrecho que haba abierto ralph arnold para llegar a la meseta de Mene Grande, un recorrido que duraba cuatro horas. Mientras tanto, en el puerto de Maracaibo eran es-perados los equipos de perfo-racin: taladros de percusin, mechas cola de pescado, rollos de cables, las plantas de vapor, malacates, entre otros.

    al llegar a la meseta de Mene Grande, los tcnicos ordenaron demarcar veinti-cuatro parcelas y acordaron iniciar los trabajos de perfo-racin en dos semanas. Con la ayuda de campesinos de la zona que trabajaron como macheteros, abrieron enton-ces un camino que permitie-ra la entrada de los equipos de perforacin. en menos de quince das la ruta hacia Mene Grande estaba abier-ta. Unos sesenta hombres se haban ocupado da y noche de improvisar un camino de doce kilmetros de largo por diez metros de ancho bajo inclementes condiciones am-bientales. De da tuvieron que soportar el calor intenso de la zona; en las noches, las pla-gas de zancudos difciles de evadir. La quinina era el nico recurso para sobrevivir.

    en la ltima semana de enero de 1914, arribaron a la boca del ro Motatn dos go-letas provenientes del puerto de Maracaibo cargadas con los equipos de perforacin y basti-mentos para el personal. Como las goletas no podan penetrar por el ro, la pesada carga tuvo que ser trasladada a unos bon-gos para llevarla hasta Mota-tn de Tierra, donde llegara dos das despus. Una vez all fue montada sobre los lomos de bueyes y mulas para que la transportaran hasta Mene Grande, en una tarea ciclpea que consuma igualmente otros dos das de trabajo.

    en esa misma semana llega-ron hasta Motatn de Tierra los obreros Jos Ballesteros, Juan Prez, Joaqun Cardozo, euse-bio sandrea, alcibades Colina, Carlos Leiva, Luis Mrquez, Luis segundo Petit, sebastin Petit y el curazoleo samuel smith. este ltimo vena de Trinidad y haba sido contra-tado para que trabajara en los taladros y como traductor. To-dos ellos seran los que haran posible seis meses despus el reventn del Zumaque 1.

    Para la primera semana de febrero de 1914, la cabria de madera y el taladro de percu-sin ya estaban instalados en un rea donde abundaba un arbusto llamado zumaque. Los trabajos de perforacin se iniciaron con una mquina movible marca star Drilling Machine. a los obreros vene-zolanos les llam la atencin el primer nombre del equipo, que en espaol significa estre-lla, y les pareci que era el ms apropiado para bautizar aquel cerro perdido en lo hondo de la selva. es as como desde el mes de enero de 1914 se co-menz a llamar el sitio de la perforacin cerro La estrella.

    Cerca del rea del taladro, en un lugar que llamaron ce-

    rro de La Herradura (Horse-shoe le decan los extranjeros), fue levantado un campamento conformado por cuatro peque-as casas con paredes y pisos de madera y techos de papel asfalto para los extranjeros. Los obreros fueron ubicados en un campamento situado al pie del cerro La estrella, don-de se construyeron dos casas de madera parecidas a las an-teriores, pero de un solo saln o durmienda. Tambin fueron levantadas cinco casas de ba-hareque con techos de palma, y una sola con techo de zinc para que sirviera como tienda de vveres. a este singular y reducido grupo de casas los obreros lo llamaron el Pueblo.

    Todos los hombres que

    comenzaron a traba-jar en Mene Grande lo

    hicieron vestidos con las mudas de ropa que haban

    trado entre sus pertenencias. Hasta los sombreros que ga-lantemente haban lucido en sus pueblos de origen los utili-zaron para protegerse del can-dente sol, y hubo quienes opta-ron por comprar los de cogollo, ala ancha y copa alta. Haba quienes trabajaron calzados con alpargatas y otros con sus zapatos de cuero y sin calceti-nes. Y es que la Caribbean Pe-troleum al principio no prove-y de indumentaria de trabajo a los obreros. Todo aquel que fue enrolado para trabajar en el pozo se enfund la ropa que trajo en su maleta, y a las pocas semanas la tena convertida en harapos desechos por el sudor y el constante uso.

    Desde que se levant la cabria y comenz la perfora-cin del pozo, las jornadas de trabajo eran de doce horas dia-rias bajo un sol incandescente que haca ms estragos entre las 11 de la maana y las 4 de la tarde. Hubo das en que la accin de las brocas permita penetrar varios metros la tie-rra, pero hubo otros, incluso semanas, en los que no se avanzaba ni siquiera un pal-mo. a lo anterior se agregaba la lluvia, que cuando se pre-sentaba converta el rea del pozo en un lodazal que haca difcil la continuacin de los trabajos. Las actividades en el pozo las ejecutaban mayor-mente los extranjeros, ya que al personal venezolano, como no tena preparacin previa, se le asignaba responsabilidades secundarias, como acarrear tu-bos y brocas, enrollar o desen-rollar los cables del malacate.

    el cerro de Mene Grande en el da estaba envuelto por el olor a sudor de los hombres y por el de la lea que quema-ba la caldera del taladro. al extinguirse la luz del sol, todo quedaba a expensas de las ar-teras sombras de la noche en una selva donde la oscuridad era casi una mortaja. Taladrar y taladrar fue la rutina el 31 de julio de 1914. ese da el Zu-maque 1 regurgit; ese da se desat la fiebre del oro negro en el pas.

    Tarea ciclpea: los pesados equipos tuvieron que ser trasladados sobre los lomos de bueyes y mulas, y a menudo eran los mismos trabajadores quienes los cargaban.

    Gringos en el campamento: cuatro pequeas casas de madera y techo de papel asafalto fueron fueron construidas para los extranjeros cerca del pozo.

    (Viene de la pgina 5)

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  • Zumaque 1: una fecha en discusin

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    Para venezuela, el recurso petrolero que habitaba en el pozo MG-1, mejor conocido como Zumaque 1, marcara el cambio radical de un pas rural y agrcola a uno petrole-ro, certificado como la nacin con ms reservas probadas en el mundo, segn el Boletn Anual Estadstico (2013) en la pgina oficial de la organiza-cin de Pases exportadores de Petrleo (oPeP), donde se seala que en venezuela hay reservas probadas de petrleo crudo de unos 297.735 millo-nes de barriles netos.

    Por eso es importante para la memoria histrica conocer la fecha precisa de tan im-portante hecho productivo. Miguel ngel Campos, en su artculo Los rostros del Zumaque (Centenario del Petrleo en venezuela, 2014), asegura: el pozo Zumaque 1 fue completado con xito el 15 de abril de 1914. La do-

    cumentacin es inobjetable: desde anbal Martnez hasta Miguel Tinker salas, pasando por Crespo, Barberii; desde ralph arnold hasta la crnica oral, el acuerdo es unnime.

    Y agrega Campos: en su Cronologa del petrleo en Venezuela (1969), Martnez ni siquiera destaca el 31 de julio. Las razones por las que el go-bierno venezolano conmemo-r los 50 aos el 31 de julio de 1964 no estn argumentadas y parecen ms bien fruto de una eleccin mal informada y peor sustentada. La biogra-fa del pozo encuentra en la documentacin datos recu-rrentes desde su inicio, el 12 de enero de ese ao, hasta 1916, cuando ralph arnold y el equipo de gelogos cierran la labor de prospeccin inicia-da en 1911.

    Lo irrefutable existen elementos y do-

    cumentacin suficientes que desmontan la defensa de la fecha oficial del Zumaque 1, tal como lo expresa Campos al referirse a la exhaustiva documentacin existente: Datos tcnicos como altura, profundidad, densidad del crudo, nombres de los miem-bros de la cuadrilla, costo total de la perforacin (equi-pos, insumos, salarios), estn consignados en las libretas de campo, los informes de los supervisores, cartas y memorias, y sobre todo en el libro The First Big Oil Hunt: Venezuela, 1911-1916 (1960), de arnold, Barring-ton y Macready.

    no fue este pozo el nico que brotaba de la corteza terrestre del Zu-lia, pero s fue el suceso que precipit el inicio de la gran explotacin de crudo: Tras el Zumaque 1 hubo una sucesin de reven-tones, la Caribbean Petroleum acat no slo aquella prime-ra recomendacin y pronto dio inicio a la perforacin de otros pozos. el hecho de que los hallazgos posteriores re-sultaran ms rendidores, y no por poco margen, tal

    vez nos pueda dar una pista de por qu el Zumaque 1 pier-de protagonismo. La serie de esos pozos (alrededor de 15) corresponde a las letras ZUM; era una manera de identificar-los con el Campo en un pas donde se buscaba petrleo en los cuatro puntos cardinales, decenas de campos surgan todos los aos y esa especie de codificacin era muy til. Decir ZUM era ubicar el occi-dente y la Costa oriental del Lago de Maracaibo, o ms ce-ido aun, los de un lote.

    otra reflexin de Campos busca interpretar las razones de la confusin en la fecha his-trica y las halla en una even-tualidad que le devolvi noto-riedad al pozo: Quizs para el 31 de julio de 1914 el Zumaque 1 tiene poca relevancia en la rutina del Campo Mene Gran-de, [aunque] ese da ocurre un hecho previsible pero que mo-difica la saga oral del pozo: el flujo se dispara y el drenaje sube drsticamente. sin em-bargo, Campos, apoyndose en el historiador Tinker salas, advierte que incluso la fecha de esa eventualidad el hallaz-go de depsitos mayores que hicieron que el pozo se dispa-rara admite duda, pues las fuentes difieren.

    el valor emblemtico de la fecha del comienzo de la pro-duccin petrolera en el pas no tiene discusin. Por eso Campos se pregunta por qu en 1964, cuando se estable-ci oficialmente el 31 de julio como la entrada del pas a la era del petrleo, fue obviada la documentacin existente: supongo que la fecha de abril se fue relegando en el curso de esos aos, y eventualmente la de julio la reemplaz en la do-cumentacin burocrtica. Y concluye: olvido y dilucin; parece claro que la insufi-ciencia de la memoria social, la consideracin de sus hitos y la precariedad de nuestros protocolos hizo que se optara por ese registro posterior, pres-tigiado por el volumen. Fue fcil desplazar la geologa por una convencin; as el mito quedaba fracturado.

    Tan fracturado que an hoy se seala julio como el mes de inicio formal de la gran explo-tacin, pese a que tanto Cam-pos como otros investigadores dejan claro que el Zumaque 1 fue completado formalmente el 15 de abril de 1914. esa es la fecha y no otra.

    Isvelys Bracho

    El auge petrolero naci aqu

    Un siglo no basta para desmitificar la historia del pozo Zumaque 1 en Mene Grande, considerado el hito inaugural de la vertiginosa era petrolera. el registro de una fecha tan determinante

    en el rumbo econmico del pas an hoy se discute, gracias a la inercia de la historia oficial que instituy el 31 de julio de 1914 como el da del comienzo de su produccin.

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    Al comps del ince-sante vaivn de los balancines, como incansables agujas hipodrmicas, se produjo un acelera-do y drstico cambio

    en nuestras vidas. Todo girara en torno a aquel aceite negro que brotaba de las entraas de la tierra bajo nuestros pies. el oro negro no era nada nue-vo; inclusive, su refinacin se conoca desde el siglo XiX. La primera refinera petrole-ra del pas data de 1882 y era totalmente venezolana; perte-neci a Manuel Pulido, quien comenz a destilar el petrleo en forma artesanal, mediante un alambique que construy en su hacienda.

    ivn salazar Zaid, vice-presidente de la academia de Historia del estado Zulia, explica que las primeras perfo-raciones petroleras en el pas no se realizaron en Zulia, sino en Tchira:

    Manuel Pulido funda una empresa, que se llam Petro-lia, en rubio, estado Tchira. esa empresa funcionaba en la hacienda La alquitrana y es all donde se hacen las prime-ras perforaciones y extraccio-nes de petrleo en territorio venezolano. Claro, se refina-ba muy poco y de una manera artesanal.

    Por su parte, Francisco rivas Lara, profesor de la es-cuela de ingeniera en Petr-leo de la Universidad nacional

    experimental de las Fuerzas armadas (UneFa), en una entrevista publicada en el blog Noticias del Sur de An-zotegui, sostiene que la Pe-trolia tena una capacidad de produccin de catorce barriles diarios: el propsito para la poca fue destilar petrleo y producir el querosn, con el que se supla a la fronteriza poblacin de rubio y a otras comunidades vecinas. esa compaa mantuvo activida-des hasta 1934 ().

    Al pie del cerroel Zulia rural, productor

    de pltanos, leche y carne, estaba a punto de estrenar el

    nuevo siglo con cambios ini-maginables. Maracaibo era ya un pujante puerto por donde entraba todo tipo de mercan-ca, venida, mayormente, de europa. en contraste, la Costa oriental del Lago an respon-da a la visin de la literatura criollista de Luis Manuel Ur-baneja achelpohl; una natu-raleza indmita, inhspita, brutal, tal como la encontraron los pioneros del Zumaque y donde se levantara el primer pueblo nacido del petrleo: Mene Grande.

    La Costa oriental del Lago de Maracaibo es un volcn de petrleo que despertamos a fuerza de taladros, balancines

    y cabrias. La industrializacin lleg con aparatos y tcnicas que no conocamos y con instrucciones en otro idioma que tambin desconocamos. Todo ello de la mano de un go-bierno que no se preocupaba mucho por los campesinos y pescadores, las actividades a las que se dedicaba la gente en el municipio Baralt del estado Zulia, donde el mene brotaba solo.

    Las manchas negras que burbujeaban por todas partes atrajeron primero a los ingle-ses, seguidos por los holande-ses y americanos. La selva tro-pical tuvo que ser sometida a filo de machete, y a orillas del

    lago los pintorescos palafitos an retrataban aquella vieja visin de los espaoles: una pequea venecia.

    el constante fluir del pe-trleo en estado natural es una escena que se repite dia-riamente cerca del kilmetro 7 en Mene Grande. al pie del cerro La estrella, cuando el sol calienta despus de media ma-ana, puede verse cmo fluye, haciendo grandes burbujas que se convierten en chorros de un metro de altura. esto ocurre todos los das, pese a que ya tenemos un siglo extra-yendo petrleo del Zumaque 1, primer pozo de explotacin comercial, an activo.

    Perforar el Zumaque no fue fcil; se trabajaba en medio de la selva y a pleno sol. Lo ms cercano a l eran los pueblos de agua san Timoteo y san Lorenzo, as que, despus de pasar meses durmiendo en carpas de lona o en las gaba-rras, nacieron las primeras barracas improvisadas. Lue-go, la Caribbean Petroleum Company construira el pri-mer campo petrolero en san Lorenzo, a 15 kilmetros del pozo. Posteriormente, el cam-po se traslad a san Timoteo.

    al final, se construy el campo de los gringos en la

    Laura Morales Gollarza Al vaivn de los

    El paisaje ancestral, invadido: viviendas

    palafticas en el pueblo de San Timoteo. Al lago

    le fueron creciendo torres junto a los palafitos,

    transformando el paisaje ancestral.

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    El primer pueblo tocado por el petrleo fue San Lorenzo, que pas a ser un centro estratgico durante la Segunda Guerra Mundial. De su muelle zarparon cientos de tanqueros que abasteceran a las fuerzas aliadas con el petrleo que se extraa del Zumaque, se refinaba en este pueblo y se despachaba desde su muelle, directo a Estados Unidos y Europa.

    Los pioneros de la industria petrolera desafiaron la indmita selva para abrirle paso a una nueva era y, con ella, a la historia de un siglo que cambi para siempre la fisonoma de la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, transformando pueblos histricamente asentados all y creando otros, bajo la dcil mirada y el incansable vaivn de los balancines.

  • 11Los rostros del petrleo6aniversario

    parte alta del cerro La estrella; en la parte media, un campo para los venezolanos que co-menzaron a realizar tareas de supervisin; y al pie del cerro, el campo para los obreros, al-rededor del cual se congrega-ron todas aquellas personas que llegaron desde distintas partes del pas buscando una oportunidad de trabajo. all naci Mene Grande, un peda-zo de selva transformado en el centro petrolero ms impor-tante de la segunda dcada del siglo XX.

    La nueva historia de los pueblos de aguaDe repente, comenzaron a

    sonar pistones, gases que se disparan y motores que no cesan. Muchos llegaron des-de todas partes del pas y de ms all. el lugar era inhs-pito, pero la riqueza estaba all. Y naci nuestra leyenda negra.

    Muy distinta de la leyenda dorada de los espaoles, por-que ellos se mezclaron con los indgenas. Donde encon-traban una ranchera, ah to-maban posesin de las tierras, en nombre del rey y fundaban pueblos. Los ingleses hicieron algo parecido, para aprovechar la mano de obra del lugar, pero

    eran muy selectivos y no se mezclaron con criollos co-menta Julio Portillo, expresi-dente de la academia de His-toria del estado Zulia.

    Los americanos continua-ron con la modalidad de los ingleses, dando origen a una divisin entre el campo petro-lero, totalmente cercado, y las rancheras aledaas, donde vi-van los nativos y los que lle-garon de otras partes del pas, que no fueron absorbidos por la compaa. esta distincin trajo consigo dos realidades: por un lado, la divisin terri-torial interna, as como una marcada discriminacin so-cial, en los pueblos que his-tricamente existan dentro de lo que pudiera llamarse el eje petrolero y, por el otro, la aparicin de nuevos pueblos en lo que fue la ruta del petr-leo. normalmente, comenza-ban siendo caseros, donde la gente prestaba algn tipo de servicio a la industria. este fue el caso de Motatn de ro, hoy desaparecido.

    entre los pueblos que ya existan histricamente se cuentan Cabimas, Laguni-llas de agua y Bachaquero, as como Moporo, Tomoporo, Tasajeras y Pueblo viejo. Los primeros en ser tocados por la

    Costa oriental del Lago desde santa rita, pasando por Cabi-mas, Ta Juana, Ciudad ojeda hasta llegar a Lagunillas, Ba-chaquero y Mene Grande, se desva hacia la orilla y apare-ce san Timoteo. san Lorenzo est a muy poca distancia, tan poca que es difcil creer que sean dos pueblos distintos. Para llegar hay que ir hasta Mene Grande y recorrer 15 kilmetros de carretera. en quince minutos, se sale de la otrora selva tropical y se llega al lago. eso lo avisa la brisa. a un lado, estn los palafitos, y al otro, lo que fue el campo ms importante de la indus-tria petrolera venezolana.

    inicialmente, lo confor-maban 22 viviendas de pes-cadores, y a partir de 1917, el pueblo se convirti en la refinera; su vida dependa de ello, y as lo avala el presente. a punto de cumplirse un siglo de aquella puesta en marcha de la refinera, quedan dos o tres calles con un puado de casas, las instalaciones de la dormida refinera, donde fun-ciona el patio de tanques, una oficina de ventas de PDvsa y el muelle.

    ese departamento de ventas se mantiene all para no dejar morir a san Lorenzo apunta el historiador ivn sa-lazar Zaid, nacido en el lugar y autor del libro Historia de dos pueblos de agua, San Timoteo y San Lorenzo.

    balancines

    (Contina en la pg. 12)

    Un paisaje desolado: Lagunillas en 1929, diez aos antes del incendio que arras con el pueblo de agua.

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    La cultura del petrleo lleg para quedarse: los pueblos de agua pasaron de pescadores a petroleros, con una mezcla de tradiciones y contrastes que ha configurado lo que es hoy la idiosincrasia del zuliano.

    leyenda negra fueron san Lorenzo y san Timoteo.

    Hroes de la Segunda Guerra MundialLa tarde se recoge en un

    extrao silencio. el sol se re-fleja en el agua, y de su super-ficie se disparan relucientes cuchillos que se clavan en la mirada y enceguecen. Todo parece contradictorio, mas en el fondo, la amalgama de estos supuestos opuestos es lo que hace que el lugar sea mgico. Hay brisa, pero hace

    calor. el sol reverbera en los planchones desgastados de los palafitos, y el muelle, al que no se tiene acceso porque est en reparacin, apunta el vi-gilante del lugar, sigue atento al horizonte, como a la espera de una nueva flota. eso es san Lorenzo, el campo petrolero que ostent la primera refine-ra comercial del pas.

    Pese a su magnfica his-toria, est escondido en el mapa; hay que ampliarlo al mximo para ver cmo la l-nea vertical que baja por la

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  • 12 Los rostros del petrleo 6aniversarioLa historia de esta refine-

    ra y su muelle es, sin duda, emblemtica. Durante la se-gunda Guerra Mundial, san Lorenzo pas a ser un centro estratgico para el mundo. De su muelle zarparon cientos de tanqueros que abasteceran a las fuerzas aliadas con el pe-trleo que se extraa del Zu-maque 1, se refinaba en este pueblo y se despachaba desde su muelle, directo a estados Unidos y europa. Con toda ra-zn, Genel severeyn, profesor jubilado de la Universidad del Zulia y nativo de san Timo-teo, seala que estos pueblos son hroes de la segunda Guerra Mundial.

    este pueblo salv al mun-do de los nazis, porque aqu se refin todo el combustible para las fuerzas aliadas, pero eso no se le ha reconocido nunca. Fue un sitio estratgi-co durante la segunda Guerra.

    en efecto, san Lorenzo fue una metrpolis, pero su brillo se apag hace 32 aos, con el cierre de operaciones. Desde aquel julio de 1917, haban transcurrido 65 aos cuando PDvsa decidi cambiar el pa-trn de refinera en el pas y, por ello, a finales de septiem-bre de 1982, san Lorenzo dej de operar.

    Un campo en el aguael primer campo petrolero

    flotante se construy en san Lorenzo; all existan Las Cuarenta y Las veinte Casas. Posteriormente, la compaa decidi desocupar las Cuaren-ta y trasladar el campo a tie-rra; mientras que Las veinte quedaron para los comercian-tes. al salir de san Lorenzo, inmediatamente estn los pa-lafitos y ah comienza la otra parte de esta historia: san Timoteo de agua. este era un asentamiento indgena, inicialmente ocupado por los misoa, quienes hicieron tanta resistencia a la colonizacin que los espaoles les teman y evitaban acercarse a las costas del sur del lago.

    el pueblo, mitad de agua, mitad de tierra, es la unin de dos mundos: la pesca y el pe-trleo, y, pese a que all la ri-queza se desborda libremente, no les ha beneficiado en mu-cho. eso opina rafael Lugo, uno de los habitantes de los palafitos de Moteo de agua, como llaman los lugareos a san Timoteo de agua.

    Ha habido mucho dinero, pero no nos trajo ningn be-neficio. Yo fui pescador, voy a cumplir 75 aos, y mire cmo est esto: no tenemos agua po-

    increble, para echar gasolina hay que viajar 34 kilmetros.

    Los que nacieron y murieron con el petrleoMotatn de ro probable-

    mente haya sido el primer pueblo nacido del petrleo, pues estaba situado en plena boca del ro Motatn. all no haba cabrias ni balancines; no era zona de perforacin, pero fue crucial para dominar la selva y conquistar el cerro La estrella.

    Los equipos se traslada-ban en balsas, atravesando el ro para luego adentrase en la selva, hasta llegar al cerro, a tiro de mulas. este constante paso hizo que naciera el pue-blo. Pero, una vez que la em-presa construy las carreteras, el paso del ro se fue quedan-do atrs, las oportunidades de empleo desaparecieron y los habitantes terminaron emigrando hacia los nuevos campos petroleros. Durante un tiempo, los migrados paga-ban para que les cuidasen sus casas, con la idea de regresar; pero los aos pudieron ms y el regreso no sucedi.

    (Viene de la pg. 11)

    El pueblo que ayud a salvar al mundo: San Lorenzo en 1929.

    Antes y ahora: Ciudad Ojeda en 1937 y en una imagen reciente.

    Mitad de agua, mitad de tierra: San Timoteo poco ha visto de la riqueza generada por el petrleo.

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    en Mene grande, el espontneo fluir del petrleo es un acontecimiento diario. Su olor es tan normal que la gente ya no lo nota. Las cabrias estn en todas partes del pueblo, y en lo alto del cerro La estrella, el guerrero se mantiene en pie. el Zumaque 1 comenz con una produccin de 264 barriles diarios y, an hoy, contina extrayendo petrleo. en 1966, el pozo acababa de cumplir 52 aos, cuando la empresa, para entonces la Compaa Shell de Venezuela, haba decidido desactivarlo, pero el ingeniero Hctor Partidas, entonces coordinador de Programacin del Departamento de Produccin tierra de los campos Bachaquero y Mene grande, descubri que el pozo continuaba produciendo entre 10 y 15 barriles diarios, pese a que el Zumaque 1 tena, desde haca tiempo, el programa de abandono mecnico preparado. a partir de all, Partidas comenz con un plan de rehabilitacin para el campen y desde entonces ha mantenido el mismo ritmo de produccin, 15 barriles diarios, despus de un siglo.

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    El guerrero sigue en pie

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    table y tampoco gasolina.Y Genel severeyn agrega:a este pueblo no se le ha

    hecho justicia, con todo lo que ha producido. Hoy, no te-nemos agua potable y, lo ms

  • 13Los rostros del petrleo6aniversario

    guary otero

    ta Juana

    Ciudad ojeda

    Lagunillas

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    entre los que surgieron entre balancines y cabrias, adems de Mene Grande y Ta Juana, se cuenta Ciudad ojeda, la ciudad ms joven de venezuela, despus de Ciudad Guayana. Fue fun-dada el 13 de diciembre de 1937, cinco aos despus de aquel primer incendio que convertira a Lagunillas de agua en zona de alto riesgo. La idea era mudar al pueblo, pero la gente se resisti. Has-ta que, en 1939, un segundo incendio arras el poblado.

    Tambin, algunas pobla-ciones existentes antes del petrleo llegaron a tener gran relevancia gracias a l; tal es el caso de Tasaje-ras, cercano a la entrada de Lagunillas. a comienzos del siglo XX, Tasajeras gozaba

    de prestigio y reconocimiento; all se procesaba el ganado de las haciendas circunvecinas y contaba con un puerto. Pero cuando la empresa petrolera construy el muro de conten-cin en el lugar, las lagunas se secaron, lo que trajo como con-secuencia que desaparecieran los palafitos y el puerto. as, se fue quedando en el olvido, hasta convertirse en un grupo de casas derruidas.

    La cultura del petrleo lle-g para quedarse. entre los pueblos de agua, que pasaron de pescadores a petroleros, y los que nacieron petroleros, surgi una mezcla de etnias, tradiciones y contrastes que ha configurado lo que es hoy la idiosincrasia del zuliano. aqu, trujillanos, falconianos, laren-ses y margariteos aprendie-

    ron a convivir con ingleses, holandeses, americanos y trinitarios. Tambin vinieron rabes, a quienes que se les llamaba turcos, pues entra-ban al pas con pasaportes de lo que fue el imperio otomano, cuyo centro era Turqua.

    Y en medio de esta mezco-lanza social, el indgena con su piragua, su cayuco y su ha-bilidad para construir dentro del agua, leg a la industria petrolera sus humildes pala-fitos, principio que la conce-sionaria tecnificara para desa-rrollar las pesadas plataformas con las que an se perfora en el lago de Maracaibo, y en el mundo, tal como lo sealaba el periodista sergio antillano en sus clases de introduccin al Periodismo en la Universidad del Zulia.

  • 14 Los rostros del petrleo aniversario6

    El sol endurece los ros-tros que van y vienen con cascos, guantes, lentes y zapatos de seguridad industrial. estos hombres son los herederos de aquellos

    pioneros que trabajaban a me-dio sol, sin cascos ni guantes; y en sus pies, unas humildes al-pargatas, a las que el petrleo terminaba destruyendo.

    en medio de un paisaje que an rememora la antigua selva, se esconden aquellas historias que quedaron atrapadas entre los pozos, los balancines, las cabrias. son voces que se ha-cen lejanas, tejiendo historias de sol, agua y petrleo; pero all estn. esta es la historia que tal vez no aparezca en los libros; la historia de la gente sencilla que cuenta cmo el petrleo se

    do que sal de El Dividive como a las cuatro de la maana, jun-to con un muchacho llamado Gernuino; lo recuerdo bien. Llegamos al ro Motatn, que era caudaloso, y haba muchos caimanes. Entonces nos pasa-ron en un cayuco. Nos queda-mos en el puerto Motatn, que por ah era por donde se vena del lago, y de ah llegamos a aqu como a las dos de la tarde.

    No saba pa dnde coger, porque no me dejaban pasar pal campo. Le digo al guachi-mn que mi mam viva ah, pero nada, no me dejaba pa-sar. Entonces segu por toda la orilla de la guaya que rodeaba el campo y trancaba el paso, hasta que llegu al sitio donde estaba el estadio, que era un te-rrapln; me qued por ah, mi hermano me vio y me llev pa la

    casa, con los pies hinchados de tanto caminar. En ese entonces, mi mam viva arrimada en el corredor de una casa de la com-paa y lavaba y planchaba ropa ajena Mi pobre vieja!

    Por una medallita?Mucha gente se vino a los

    campos petroleros convencida de que se hara rica. en reali-dad, hubo una poca en que as fue; sobre todo para los usure-ros, quienes amasaron fortunas engaando a los obreros, como lo cuenta Manuel naranjo:

    Hubo un tiempo en que los usureros se iban a las puertas de pago y recuerdo que ha-ba caroreos y corianos que, cuando reciban el sobre, lo que tena era una librita de oro. Entonces decan: Adis!, pero si ve lo que me dieron hoy, y

    vivieron

    Muchos vinieron a los campos petroleros convencidos de que

    se haran ricos. En realidad, hubo una poca en que as

    fue; sobre todo para los usureros, quienes hicieron

    fortuna engaando a los obreros, como lo cont

    Manuel Naranjo.

    le meti en la vida y pas a ser parte de su familia, su casa, sus sueos y sus pesadillas.

    Me vine a pieManuel naranjo lleg a

    Mene Grande cuando apenas tena 10 aos y empez a tra-bajar para la petrolera cuando iba a cumplir los 14. Como era

    muy velludo, aparentaba ser mayor; por esa razn, pudo al-terar su edad y comenzar a tra-bajar para ayudar a su madre:

    Me vine a pie desde El Di-vidive. Mi mam ya estaba en Mene Grande y me vine por Santa Ins; llegu a Los Puer-tos de Altagracia y, de ah, vine a dar a Mene Grande. Recuer-

    Los que

    contarlopara

    Laura Morales Gollarza

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  • 15Los rostros del petrleo6aniversariotrabaj toda la semana, una medallita!. Entonces vena el usurero y les deca: Ven ac tom. Le daba entre 10 y 12 bolvares, cuando la medallita costaba 26, porque era oro.

    Una mujer a quien se trag el olvidorafael naranjo, hermano

    mayor de Manuel, lleg con su madre a Mene Grande. Cuando Manuel arrib, fue l quien lo avist a la entrada del campo. recuerda que su to, Pedro Pablo naranjo Caste-llanos, form parte del comit de la huelga de 1925, y entre lo que le cont su to ms lo que le toc vivir, rememora el maltrato de los capataces y las duras condiciones de trabajo. estas fueron las razones por las que, hace 89 aos, por pri-mera vez, un obrero petrolero se puso en huelga.

    Luis augusto Malav fue un lder dentro de la nueva clase social que haba nacido con la perforacin del Zuma-que en 1914. once aos des-pus, se continuaba traba-jando doce horas diarias, sin agua, acechados por la selva, el paludismo, la soledad y las dificultades de un trabajo con muchos riesgos. Fue as como lo cont rafael naranjo:

    Malav fue el primero que se declar en huelga por dos das y, despus, se prolong a doce; pero no estaba solo, estu-vo acompaado por gente que vino de Carora, El Dividive y Sabana de Mendoza. All estu-vieron los hermanos Segovia: Eufrasio, Ezequiel y Rafael. Tambin lo acompaaron Hugo Puerta y Juan Aldana,

    de Lara; y estaba mi to Pedro Pablo, del comit de huelga. A Malav lo acompa una mu-jer a la que le decan la Gorda, de Sabana de Mendoza, pero no supe cmo se llamaba. En-trevist a mi to, pero a l se le olvid su nombre.

    esa huelga alcanz dos ob-jetivos: obtuvieron un aumen-to de 5 a 7 bolvares y se redujo la jornada laboral. este fue el primer captulo, que culmina-ra once aos despus con la huelga del 36. Desde entonces, la industria no haba enfrenta-do otra huelga, hasta el paro petrolero de 2002.

    All van los monitores!Testimonios como el de

    Mara Gonzlez de Zambrano corroboran la incesante ac-tividad que se dio en el lago durante la segunda Guerra Mundial. naci en Motatn de ro y, cuando tena 6 aos, su familia abandon su pueblo natal y se instal en Barran-cas, un casero situado en la punta de la CoL, muy cerca del hoy Puente sobre el Lago de Maracaibo, desde donde vea pasar los monitores:

    En el 40, y hasta el 45, cuan-do nos babamos en la playa, veamos los barcos pasar lle-vando petrleo para Europa. Eran cuatro y hasta cinco que pasaban a diario. Los llam-bamos los monitores, pero no recuerdo por qu les decamos as. La verdad es que, a veces, causaban dao a las pira-guas, porque chocaban, pero indemnizaban bien a los pro-pietarios. Lo que no recuerdo es que en esos accidentes haya muerto alguien.

    Quien s lo recuerda es Jess santiago rodrguez, conocido como el Manao. en su libro Yo tambin viv para contarla, comenta que su padre, Pedro santiago ro-drguez, vivi una amarga ex-periencia cuando era capitn del barco Perij, de la Mene Grande oil Company, y al en-trar por la barra del lago, el pi-loto de guardia (de la zona de pilotaje de Maracaibo) choc con una lanchita:

    En el accidente perdi la vida una niita. Pap trat de salvarla. Inmediatamente que sinti el golpe y vio la escena,

    se tir al lago, y logr rescatar-la an con vida; la mont en una tabla, pero una traicio-nera ola trajo consigo un ba-rril que tropez con la tabla y le quit la muchachita de sus manos. Cuando logr rescatar-la de nuevo estaba ahogada.

    La brisa del lago pasa las pginas del libro. a lo lejos, se van quedando los pueblos. Desde el sur, ascendiendo por el eje petrolero de la costa oriental, miles de historias, tal vez nunca contadas, se quedan atrs. son esas pequeas anc-dotas de la gente que ha hecho de este pas lo que es hoy.

    Rafael Naranjo alza la mi-rada y recuerda: Para limpiar un pozo, los obreros sufran mucho. Salan baados en petrleo porque no tenan cascos de seguridad, ni guan-tes, ni nada. Era terrible! Y soportaron todo eso. Hoy, los trabajadores petroleros vene-zolanos tienen una posicin que se la han ganado por tanto esfuerzo y gracias al sacrificio de aquellos pioneros.

    Pero no todos resistieron; muchos murieron por causa del paludismo y la sfilis, uno de los problemas de salud que trajo consigo la era del petrleo, pues los hombres llegaban solos a los campos, trabajaban incansablemente de lunes a sbado y los domin-gos se iban a los bares aleda-os, los cuales proliferaron en todos los pueblos del petrleo. Incluso, algunos caseros lle-garon a convertirse en zona de tolerancia. Este fue el caso de El Menito, que comenz con un puado de casas a la orilla del ro Misoa, sin ningn tipo de salubridad.

    Hroes del oro negro

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  • 16 Los rostros del petrleo 6aniversario

    nadie sabe cul de esos tres aciagos destinos fueron los que marcaron la misteriosa desaparicin de aquel fogone-ro colombiano que trabajaba en los trencitos que suban y bajaban desde el puerto de san Lorenzo hasta las faldas del cerro La estrella llevando materiales y personas. De lo que s se tiene certeza es de que Luis augusto Malav fue el lder del movimiento de protesta que a partir del 25 de junio de 1925 paraliz por nueve das las operaciones de la empresa norteamericana Caribbean Petroleum en el campo Mene Grande, hecho considerado como la primera huelga petrolera en venezuela.

    Cuando las tropas del ejr-cito llegaron al campo Mene Grande, la huelga ya haba culminado. Un da antes, los gerentes de la Caribbean Pe-troleum haban cedido en solo algunas de las peticiones que los huelguistas demandaban. Luis augusto Malav estaba seguro de que la presencia militar no era casual, sino una respuesta a la solicitud que haba dirigido la empresa, a travs de la embajada en Ca-racas, al presidente Juan vi-cente Gmez. el que la tropa hubiera llegado con marcado retraso se debi a los contra-tiempos que presentaron los presidentes de los estados Zulia y Trujillo para reunir la soldadesca y, por supuesto, al largo trayecto que era necesa-rio recorrer para arribar hasta el sitio del conflicto.

    Desde un principio, la em-presa no estaba dispuesta a cumplir con las exigencias de los obreros, pues esperaba que con la fuerza militar pudiera reprimir la protesta, encar-celar a los participantes ms recalcitrantes y, si era posible,

    hasta eliminar a los cabecillas del movimiento huelgustico. Luis augusto Malav entendi que su vida y las de los otros once obreros que lideraban el comit de conflicto pendan de un hilo, de modo que prepar su talego de fique e introdujo los pocos efectos personales que lo acompaaban a todas partes: un par de pantalones de caqui, tres camisas desco-loridas, la brocha con cerdas de cabra y la navaja de afeitar. el rumbo que tom, y lo que sucedi realmente con su vida despus de la huelga, sigue siendo un misterio.

    ese colombiano berraco no usaba medias ni ropa inte-rior, relatara aos despus sisoes Molero romero, quien trab una estrecha relacin de amistad con el fogonero, pero al igual que sus otros compaeros jams supo cul haba sido su destino final. Yo siempre he pensado que a Luis augusto lo mat el ejrcito de Gmez, sentenci hasta el final de sus das. Molero ro-mero lo describa fsicamen-te como una persona de baja estatura, medio rechoncho, de ojos chiquitos y cabello negro encrespado. aunque nunca se conoci su edad, al momento de desaparecer Luis augusto Malav sobrepasaba los trein-ta aos. el color moreno de su piel lo ayudaba a esconder los estragos fsicos que le causaba la fatigosa tarea de alimentar las calderas de los trencitos doce horas diarias.

    el fogonero colombiano lle-g a Mene Grande a principios de 1922. en Betijoque, donde viva antes de enrolarse en la Caribbean Petroleum, abando-n sus labores como zapatero una vez que decidi seguir los pasos de un vecino cuando lo escuch gritar, en plena calle

    principal del pueblo: Me voy de esta mierda porque estoy cansado de oler a ajos. La irreverente frase dio pie a que Luis augusto Malav, sin pen-sarlo mucho, siguiera a ese ve-

    cino que ya tena boleto para irse a Mene Grande. se dej llevar por la misma voz inte-rior que lo oblig a salir de Ma-lambo, el pueblo colombiano de la costa barranquillera don-

    de naci, pero que abandon a los 16 aos tras convencerse de que todos sus habitantes moran viejos, pobres y con-tando historias de fantasmas.

    Luis augusto Malav no

    Antes de que los doscientos soldados del ejrcito gomecista atravesaran el ro Motatn para sofocar la huelga que l mismo haba iniciado en el campo petrolero de Mene

    Grande, Luis augusto Malav saba que su vida estaba condenada irremisiblemente a tres destinos: la crcel, el destierro o la muerte

    El fogonero que ret a la Caribbean Petroleum

    Luis Augusto Malav y la primera huelga petrolera

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  • 17Los rostros del petrleo6aniversario

    haba participado nunca en una huelga. Lo ms cerca que haba estado de un conflicto laboral fueron las discusiones que sostena por una suela mal cosida con Zenn Matheus, el propietario de la zapatera en la que trabajaba en Beti-joque. Quienes lo conocieron aseguraban que era de carc-ter enrgico, conversador, que saba escuchar y dueo de un instinto natural para barruntar los momentos de peligro. Un instinto que lo haba ayudado a salir indemne en mltiples ocasiones de los descarrila-mientos a los que frecuente-mente estuvo expuesto mien-tras funga como fogonero del rudimentario trencito trado desde Texas por sus patronos.

    Anarquista o socialista?Los capataces norteameri-

    canos fueron quienes comen-zaron a insuflar el espritu de la huelga en las mentes de los 300 obreros criollos que trabajaban en el campo Mene Grande. en las faenas a pleno sol, mientras sudaban perfo-rando los pozos, criollos y nor-teamericanos intercambiaban impresiones acerca de la ex-plotacin a la que estaban so-metidos los primeros, quienes, a diferencia de los gringos, que reciban una munfica paga en dlares, estaban condenados a trabajar las mismas doce horas por un salario de apenas cinco bolvares diarios.

    en el propio pozo, a la hora del almuerzo, en el descanso

    precoz de la tarde, o bien en las noches frente a una fogata bebiendo miche andino, tam-bin surgan tales conversacio-nes. Pero fue en realidad en la tienda de nicomedes Caan-go, ubicada al pie del cerro La estrella, donde Luis augusto Malav y sus compaeros re-cibieron las primeras leccio-nes polticas para organizar la huelga. Y es que en la tiendita del negro Caango, con bote-llas de ron o caa blanca de por medio y con el ambiente impregnado de tabaco maluco, se poda conversar con cierta libertad del tema sindical, sin la mirada vigilante de los pa-tronos o de sus esbirros.

    Muchos de los nortea-

    mericanos estaban curtidos en la lucha sindical, ya que en su pas existan orga-nizaciones sindicales que protegan los derechos de los agremiados. algunos in-cluso comulgaban con ideas de tendencias socialistas y marxistas; otros, en cambio, mencionaban a Bakunin y a los anarquistas. Fue as como surgi la idea de organizarse sindicalmente y convocar la primera huelga que adquiri forma y fuerza.

    antes de estallar la huel-ga, los trabajadores de la Ca-ribbean Petroleum comen-zaban sus faenas a las 6 de maana y las concluan a las 6 de la tarde, con un interva-lo de una hora para descan-sar y almorzar cada vez que el sol anunciaba las doce del medioda. estaban hastia-dos de esas interminables jornadas de 12 horas por 5 bolvares diarios, recibiendo dinero que no representaba absolutamente nada pues la empresa, en ocasiones, no pa-gaba en monedas o billetes de

    libre circulacin oficial sino en fichas de lata sin respaldo fiduciario alguno y que, para colmo, solamente podan uti-lizarse para transarlas en la tienda del negro Caango. Desde el ms antiguo obre-ro hasta el recin llegado, estaban cansados de tomar pastillas de quinina todas las maanas para evitar que la fiebre paldica los aniquilara y sus cuerpos terminaran en La Moratoria, como llamaban a la fosa comn donde los ca-dveres eran cubiertos de cal antes de ser sepultados. De-seaban, asimismo, tener ms das de vacaciones, tomar agua helada, recibir atencin mdica y habitar en mejores casas que las infames barra-cas construidas con latas de zinc y pintadas de blanco en las que vivan hacinados a las faldas del cerro La estrella. Todo lo anterior se traduca en una evidente explotacin y estaban dispuestos a aca-barla.

    Con la ayuda sigilosa de los extranjeros, los trabajado-

    res decidieron organizar una huelga no sin antes elaborar un pliego que contena una descripcin de los problemas y las peticiones para resolver-los. el legajo fue redactado por un trabajador de origen espa-ol llamado Domingo Maria-ni, quien antes de ir a parar a las selvas del Motatn haba huido de su pas tras ser acu-sado de anarquista. Mariani, a quien llamaban el profesor, fue sin duda una influencia determinante dentro del mo-vimiento huelgustico, dira aos despus el dirigente sin-dical Manuel Taborda, quien atribuy al instinto poltico del espaol la escogencia de Luis augusto Malav como lder in-discutible de la huelga.

    Aqu nadie mueve una mechael 25 de junio de 1925 era

    jueves y da de san Guillermo de vercelli. Como no haba ita-lianos entre los trabajadores de la Caribbean Petroleum, el santoral pas por alto. Lo que no pas por alto ese da fue la soledad que a las seis de la ma-ana observ en los pozos del cerro La estrella la alta geren-cia de la Caribbean Petroleum desde su oficina. La ausencia en todos los sitios de trabajo era total, salvo en el caney don-de funcionaba el comedor de los extranjeros, de cuyo fogn emerga el olor a caf, huevos fritos, jamn y arepas de maz pilado que haban preparado para el condumio matinal los cocineros trinitarios conocidos como maifrenes.

    Los trabajadores se fueron

    Desde el ms antiguo obrero hasta el recin llegado, estaban cansados de tomar pastillas de quinina todas las maanas para evitar que la fiebre paldica los aniquilara y sus cuerpos terminaran en La Moratoria, como llamaban a la fosa comn donde los cadveres eran cubiertos de cal antes de ser sepultados.

    A sangre y fuego: la Caribbean Petroleum desde un principio no estaba dispuesta a cumplir con las exigencias de los obreros, pues esperaba que con la fuerza militar pudiera reprimir la protesta.

    Demandas inadminisbles: los obreros deseaban tener ms das de vacacio-nes, tomar agua helada, recibir atencin mdica y habitar en mejores casas.

    (Contina en la pg. 18)

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  • 18 Los rostros del petrleo 6aniversario

    concentrando en el rea donde funcionaba la flota de trans-porte a la que perteneca Luis augusto Malav, de donde sa-li un grupo a repartir volan-tes por todas las instalaciones operacionales. Luis augusto Malav haba convocado una concentracin en el patio de materiales ubicado frente a la oficina de la gerencia con el objeto de explicar a los trabaja-dores las razones del paro y las peticiones solicitadas. subido sobre un enorme y robusto ca-jn de madera, de los que se usaban para embalar los ba-lancines ingleses, el fogonero colombiano engrandeci su baja estatura y figura rechon-cha al pronunciar, con voz po-

    tente, una furiosa arenga que soliviant a sus compaeros de trabajo.

    aqu nadie levanta un me-cha de perforacin ni acomoda

    un tubo si los seores gringos no cumplen con nuestras exi-gencias, dijo con la voz spera y altisonante que solamente empleaba cuando el estriden-te ruido de las calderas de los trencitos le impeda dirigirse al maquinista. Haba comen-zado as la primera huelga pe-trolera en el pas. Los gerentes se mostraron molestos, mas no sorprendidos, pues el da ante-rior, el comit de conflicto lide-rado por Luis augusto Malav les haba entregado el pliego con las peticiones que deban ser cumplidas.

    al octavo da, la Caribbean Petroleum acept cumplir con algunas de las peticiones: aumento de 5 a 7 bolvares la jornada diaria, hielo para los filtros de agua, descanso en

    das feriados y anulacin de los arrestos y multas que se ejercan a travs del jefe civil cuando los trabajadores in-curran en una falta. a Luis augusto Malav le pareci insuficiente la propuesta. De-seaba que se cumplieran todas las demandas. Fue entonces cuando se hicieron presentes las tropas enviadas por Juan vicente Gmez, las cuales sin demora tomaron control del campamento.

    Luis augusto Malav fue visto por ltima vez la madru-gada del 5 de julio de 1925, un da despus de haber fina-lizado la huelga. se dijo que sali de la casa que ocupaba en la ltima calle de rancho Grande, rea residencial de los obreros. iba solo y con el

    La versin ms difundida (sobre la ausencia de Malav) fue que las tropas gomecistas lo detuvieron, ejecutaron y luego sepultaron en las selvas del ro Motatn. Un par de aos despus de su desaparicin, surgi la extraa noticia de que fue visto al lado del actor Rodolfo Valentino en una foto tomada en la Quinta Avenida de Nueva York.

    Inquietud en las masas: Luis Augusto Malav no haba participado nunca en una huelga.

    Medida de presin: Aqu nadie levanta un mecha de perforacin, ni acomoda un tubo si los gringos no cumplen con nuestras exigencias, dijo Malav con voz spera y altisonante, iniciando la primera huelga petrolera en el pas.

    (Viene de la pg. 17)

    El camino de todos los das: va f-rrea San Lorenzo-Mene Grande, que Malav recorra diariamente.

    talego al hombro. sus com-paeros del comit de huelga fueron encarcelados ese mis-mo da, pero todos confirma-ron despus no haberlo visto en el calabozo de la jefatura civil. a las dos semanas de concluida la huelga no haba pistas de Luis augusto Mal-av. Ya circulaban rumores de todo calibre sobre su ex-traa desaparicin. Los ms insidiosos sealaban que la Caribbean Petroleum haba pagado al fogonero una enor-me cantidad de dlares para que no regresara ms a Mene Grande a generar conflictos.

    La versin ms difundida, sin embargo, fue que las tro-pas gomecistas lo detuvieron, lo ejecutaron y luego lo sepul-taron en las selvas del ro Mo-tatn. Un par de aos despus de su desaparicin, surgi la extraa noticia de que fue visto al lado del actor rodolfo valentino en una foto tomada en la Quinta avenida de nueva York. Lo cierto es que nunca se encontraron rastros de Luis augusto Malav; nadie recla-m investigar su desaparicin, ni siquiera los posibles familia-res que tendra en Malambo, el pueblo donde naci y al que nunca regres porque su gente mora vieja, pobre y contando historias de fantasmas.

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    Hastiados: los obreros criollos trabajaban jornadas de 12 horas por 5 bo-lvares diarios; a veces la empresa no pagaba en monedas o billetes, sino en fichas de lata.

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  • 19Los rostros del petrleo6aniversario

    Hace sesen-ta aos to-dava eran tan bravos que los pa-sajeros de los aviones

    que transitaban por el aire de la espesa selva del Catatumbo afirmaban verlos tirar flechas a los DC 4, que por ese enton-ces volaban muy bajo, dri-blando montaas. nada pudo aniquilarlos, ni los capuchi-nos que fueron hasta su terri-torio a conquistarlos a punta de biblias y plegarias, ni los conquistadores de frondosas barbas y espadas relucientes.

    Tuvieron que pasar siglos para que otra colonizacin, esta vez ms tecnificada, cruel y numerosa viniera a asentar-se en su suelo sagrado, no solo para fulminarlos a punta de balas, viruela, veneno y pe-rros rabiosos, sino a extraer los tesoros que desde la for-macin del mundo guardaba su tierra.

    De esta magistral manera resume el colombiano ivn Gallo la tragedia del pueblo bar en su artculo Los moti-

    lones, los otros que se pelean el Catatumbo.

    Cinco mil aos de historia el poblamiento bar comen-

    z unos tres mil aos antes de Cristo y lleg a abarcar unos 33.500 kilmetros cuadrados, desde la zona de Pamplona (Colombia) hasta el ro Chama, en el hoy territorio venezolano, segn refiere el historiador am-biental y profesor de LUZ Jorge Hinestroza en avances recien-tes de la minera en la sierra de Perij. esto representa cinco mil aos de historia.

    este pueblo, de ascenden-cia chibcha e influencia cari-be, es conocido por su eficiente agricultura (maz, tubrculos y races), su ecolgico manejo de la caza y la pesca y, princi-palmente, por ser un aguerri-do defensor de su territorio, lo que pudieron comprobar los conquistadores, en primera instancia, y las transnacionales petroleras ms recientemente.

    sin embargo, el pueblo bar mal llamado motiln por los labagd (hombres blancos, en su lengua) es un pueblo pacfico, ms dado a la diplo-

    macia que al enfrentamiento y, para su desgracia, lo demostr hasta el cansancio tanto con los conquistadores como con los petroleros y ganaderos que llegaron a despojarlo de sus te-rritorios ancestrales.

    Johnny alberto alarcn Fuentes, en su trabajo ind-genas y empresa petrolera a principios del siglo XX. origen de una disputa, explica que en territorio zuliano se estable-cieron dos grandes consorcios (royal Dutch shell y standard oil Company) con una amplia cantidad de empresas sub-sidiarias. Todas estuvieron

    implicadas, de una forma u otra, en la usurpacin avalada por el gobierno a travs de su estructura legal y militar de tierras indgenas y a prcticas genocidas premeditadas que activaron el mecanismo de au-todefensa de los aborgenes, afirma el investigador.

    Bombas de paz? estas prcticas genocidas

    iban desde colocar cercas elec-trificadas, contaminar ros y quemar aldeas hasta organizar verdaderas partidas de caza de motilones, con obreros y mer-cenarios debidamente armados

    por los gobiernos de Colombia y venezuela, que se haban com-prometido a prestar la protec-cin debida para prevenir los ataques de los salvajes.

    se lleg incluso a solicitar pblicamente suprimir a los indios motilones, atacndolos con gases asfixiantes y grana-das explosivas.

    sin embargo, lo mximo del refinamiento criminal lle-g con las llamadas bombas de paz, ideadas en 1947 por los monjes capuchinos en su empeo de pacificar este valeroso pueblo. se trataba de paquetes de comida y herra-mientas que lanzaban en las aldeas para tratar de ganar la confianza del pueblo bar.

    no imaginaron los piado-sos frailes que casi inmedia-tamente los esbirros de las petroleras convertiran esa ayuda en un arma mortal, al envenenar con cianuro los alimentos, en especial la sal. La idea era obvia: exterminar un pueblo que se vala de un medio natural y justo para de-fender su territorio, su inde-pendencia y su vida.

    En medio de la belleza de un espacio infinito, Sabaseba cre la vida y con ella la razn de existir de un pueblo: Ishtana, la Tierra. (Filosofa del pueblo bar).

    En el Diccionario de la Real Academia Espaola se define genocidio como exterminio o eliminacin sistemtica de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religin, de poltica o de nacionalidad.

    Este exterminio puede ser directo, con la eli-minacin fsica de los individuos, o indirecto, con la destruccin de su hbitat y medios de subsis-tencia. En el caso de las comunidades bar esta-blecidas a ambos lados de la sierra de Perij, estas condiciones se dieron de manera indiscutible.

    Basta sealar que para 1920, cuando comen-zaron a operar en la zona las grandes transnacio-nales petroleras Shell (Colon Development Com-pany), Standard Oil, Colpet y Creole, la poblacin bar se acercaba a los cinco mil individuos, pero en apenas 40 aos fue reducida a menos de 25 por

    ciento. Algo igualmente devastador ocurri con su territorio ancestral, que originalmente superaba los 33.500 kilmetros cuadrados y fue limitado a poco ms de dos mil, lo que representa un minsculo seis por ciento.

    Transnacionales petroleras diezmaron al pueblo bar

    Una tragedia humana y ambiental en la serrana perijanera

    Rgulo Prraga

    Genocidio

    Territorio ancestral: el poblamiento bar lleg a abarcar unos 33.500 kil-metros cuadrados e inclua la sierra de Perij.

    Cazadores de indios: las transnacionales organizaban partidas de obreros y mercenarios para exterminar a los bar.

    iluSTRACin DE lA nOvElA MAnChA DE ACEiTE

    Adolfo Akairagduchimb (mayor del grupo), con sus mujeres y familia, cerca del boho taikai, abril de 1963.

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  • 20 Los rostros del petrleo aniversario6

    En vista de la urgente ne-cesidad que tiene el pue-blo de Ca-bimas i sus caseros: La

    rosa, La salina, san ambro-sio i Pueblo aparte; del agua para sus usos domsticos, de-bido a que el agua del lago, que siempre han usado estos pueblos ribereos para tal fin, se ha hecho hoy inservible por la gran cantidad de petrleo que contiene, petrleo que proviene de los taladros que las compaas tienen estable-cidos en el agua...

    apenas haba pasado un ao del reventn del pozo Barroso n. 2 (1922), que in-corpor a venezuela a la ex-plotacin comercial petrolera a gran escala, y ya los efectos negativos de la industria eran tan evidentes en las aguas del Coquivacoa que el pueblo y las autoridades municipales de la Costa oriental del Lago elevaron sus voces de protesta, como lo demuestra el texto an-terior, que corresponde a una comunicacin del jefe civil del distrito Bolvar para la fecha, Pedro Pinto, en la cual infor-maba de la situacin al secre-tario general de Gobierno.

    La cita en referencia est incluida en la tesis doctoral Los derrames de petrleo en el lago de Maracaibo entre 1922 y 1928 de nilda Bermdez Brez, quien agrega, como complemento, la comunica-cin previa que le dirigi la comunidad de Lagunillas a Pinto: ...la inundacin de los aceites producidos ha inutili-zado las aguas del Lago para toda clase de uso; causando graves perjuicios, muy es-pecialmente a las clases me-nesterosas que carecen de los medios para proveerse de aquel elemento de primera e indispensa-ble necesidad, ya que la pequea cantidad

    de agua introducida al pueblo es comprada por un bolvar, el envase de 18 litros, a aquellas personas que se han dedicado a tal comercio.

    La situacin era tan grave que el gobierno de Juan vicen-te Gmez nombr una comi-sin para investigar y sus inte-grantes tuvieron oportunidad de observar detenidamente extensas manchas de petrleo de diverso espesor en una am-plia superficie, segn refiere Bermdez en su trabajo

    el informe de la comisin, publicado en 1927, agrega: La petrolizacin del agua destru-ye los huevos de los peces y arruina, por consiguiente, la industria de pesquera, con grave perjuicio de una fuente de abastecimiento y riqueza pblica. en nuestras excur-siones pudimos igualmente observar que las orillas del Lago en el casero san Fran-cisco del Distrito Maracaibo, y La riaga, Los Haticos, el Milagro y Bellavista, y en el mismo puerto de Maracaibo, estn invadidas de la misma sustancia bituminosa.

    no haba transcurrido si-quiera una dcada de explo-tacin petrolera en el lago de Maracaibo.

    Incendios y otros accidentesLa guitarra enamorada de

    armando / llorando su cocote-ro, / cuando en la rada se puso negro el lago / estando azulito el cielo.

    al Primera, el cantor del pueblo, rindiendo homenaje a nuestro armando Molero, y comprometido solidariamente con el pueblo zuliano, denun-ci tambin esta situacin en su cancin Coquivacoa.

    Pero los efectos nefastos de la explotacin petrolera no

    se limitan a la contaminacin. Las grandes manchas de acei-te que flotaban sobre el agua eran un caldo de cultivo ideal para los incendios, como pudo comprobar en tres ocasiones la extinta Lagunillas de agua.

    adems, cientos y cientos de torres petroleras disemina-das por la superficie lacustre entorpecan su navegacin y provocaron numerosos acci-

    dentes navales, como el cho-que de la piragua La Difana (8/1/1955) contra la plataforma del taladro petrolero B279 de la empresa Creole, donde perdie-ron la vida 41 personas, entre ellas la basquetbolista rosario solarte, elegida el ao anterior

    El lago se puso negroestando azulito el cielo

    Una riqueza que nos cobra los ms elevados intereses

    Una intrincada red de tuberas, que supera los 24 mil kilmetros lineales, genera cada mes un promedio de 15 derrames importantes de petrleo en las aguas del Coquivacoa, en un proceso constante de contaminacin y deterioro que comenz desde el momento mismo de la llegada de las grandes transnacionales al suelo zuliano, hace casi cien aos.

    La mayor tragedia humana ocurrida en el lago de Maracaibo est asociada a la explotacin petrolera.Se trata del incendio que acab con Lagunillas de Agua y cuyo nmero de vctimas fatales nunca fue determinado con precisin, pero se estima cercano al centenar. Ocurri el 13 de noviembre de 1939. Previamente, en 1927 y 1928, se haban registrado dos siniestros similares, pero de menor gravedad, lo que result una clara advertencia que las autoridades y las empresas petroleras no consideraron con suficiente seriedad.Francisco Antonio Chvez Ynez, en su artculo Conoce la Historia del municipio Lagunillas, relata la versin ms conocida del origen de este incendio: Entrada la noche del 13 de noviembre del ao 1939, se registra la ms espantosa tragedia que contempla la historia del Zulia. El ncleo de palafitos que integr la original poblacin de Lagunillas de Agua fue destruido por un devastador incendio que se origin en el Bar Caracas, propiedad de una prostituta llamada Alicia Mendoza La Caraquea. El aterrador incendio se inici cuando la mujer encenda una lmpara a combustin de gas para iluminar el negocio y al hacerlo el fuego abras las manos de la mujer, quien herida lanz el artefacto al agua que estaba cargada de petrleo como producto de un derrame ocurrido das antes.

    Rgulo Prraga

    El lago en llamas

    como la mejor atleta del pas.Hombre y ambiente se

    vieron afectados por la voraz industria, que llen las arcas del estado y los bolsillos de las transnacionales, pero gener ms males que beneficios para la poblacin zuliana.

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    La bsqueda del oro negro modific conductas e incidi en la ruptura de las relaciones del hombre con la tierra. el petrleo no solamente vino a incidir en el presupuesto de la nacin, sino tambin en la forma de los venezolanos de percibir el paisaje y relacionarse con l. Lorena Puerta Bautista (2010)

  • 24 Los rostros del petrleo aniversario6

    Entre lo que los histo-riadores han llamado procesos civilizato-rios en venezuela, destacan dos grandes momentos, ambos de intervencin drstica

    por parte de forneos. el pri-mero, la colonizacin espao-la, que lleg tras la leyenda de el Dorado y dio origen al mestizaje que hoy nos carac-teriza. Por ir tras el oro, los espaoles se adentraron en estas tierras con intencin de quedarse. en consecuencia, fundaron pueblos cuya estruc-tura solo fue alterada con ese segundo momento, aparecido en la segunda dcada del siglo XX, cuando lleg la primera empresa petrolera en pos del nuevo oro: el petrleo.

    ocho aos despus de que el equipo de gelogos bajo la direccin de ralph arnold re-comendara iniciar la inmedia-ta perforacin de un pozo en

    la hacienda Zumaque, la Ca-ribbean Petroleum Company comenz a desarrollar lo que sera luego el concepto geopo-ltico del campo petrolero.

    resulta difcil definir qu es un campo petrolero, pues-to que no es un casero, pero tampoco responde a las carac-tersticas de un pueblo o de una ciudad. sin duda, es una clase de urbanismo generada por la industrializacin en un medio rural. rodolfo Quinte-ro, en su libro Antropologa del petrleo, lo define como una plantacin industrial, un sistema socioeconmi-co incrustado en la sociedad nacional, un efecto del colo-nialismo moderno. Un centro de poblacin sui gneris, una categora demogrfica propia de pases dependientes apa-rece en venezuela como orga-nizacin social extraa, super-puesta, dirigida por personas de cultura diferenciada de las

    culturas y subculturas propias del pas. Con produccin ra-cionalizada, distinta del modo de produccin local.

    surgieron como una nece-sidad que luego se convertira en una obligacin legal, pues las compaas deban ofrecer vivienda a sus trabajadores. en un comienzo, se construyeron las long houses para los obre-ros: en realidad, eran chozas hechas con varas, barro y te-chos de zinc que medan unos 40 metros de largo y unos 15 de ancho. se dividan en unos treinta o cuarenta cuartuchos, donde se ubicaban dos obreros por cuarto. el bao era pblico y las letrinas quedaban bastan-te retiradas. as las describi rafael naranjo, alias Corroco,

    un obrero petrolero que se de-dic a rescatar la memoria po-pular de Mene Grande.

    en san Lorenzo, desapare-ce la barraca y se construyen viviendas unifamiliares dentro del agua: eran palafitos divi-didos en 40 y 20 casas de ma-dera que tenan dos cuartos, un bao, una cocina y, aparte, una sala comedor, con una enramada, como un estar en el agua; ah nos babamos y pescbamos, la pasbamos en grande, recuerda ivn salazar Zaid, vicepresidente de la aca-demia de Historia del estado Zulia, nativo de san Lorenzo.

    Con la expansin de la industria petrolera, los cam-pos tomaron forma propia, de acuerdo con la cuidadosa

    planificacin de las compaas extranjeras, siguiendo el mo-delo de industrializacin que ide Henry Ford en su planta automovilstica de Detroit, hoy conocido como la revolucin Ford. Miguel Tinker salas, en un artculo titulado Cultura, poder y petrleo: Campos pe-troleros y la construccin de ciudadana en venezuela apunta lo siguiente: Los cam-pos petroleros que surgen en venezuela, despus de 1920, representan una adaptacin del modelo fordiano en el que la empresa no solo se preocupa por organizar los mtodos de produccin en sus instalacio-nes, sino que, adems, desem-pea toda una labor cultural y social para que los obreros y la

    Una total reestructuracin del espacio urbano:

    De la plaza mayor al campo petroleroResulta difcil definir qu es un campo petrolero. En lneas generales, puede decirse que es una clase de urbanismo generada por la industrializacin en un medio rural, con caractersticas segregacionistas e imposicin de nuevos estilos de vida y patrones de conducta social. Laura Morales Gollarza

    Ni una cosa ni otra: Enfrentada a la tradicional estructura urbana de herencia hispnica, emerge una estructura que no es pueblo, ni plaza, ni ciudad, sino acaso una especie de plantacin industrial.

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  • 25Los rostros del petrleo6aniversario

    sociedad en general se solida-ricen con sus intereses.

    Las empresas planificaban todo: las horas de trabajo en el yacimiento; las horas de descanso en las casas que la industria haba construido, bajo parmetros forneos; las horas de esparcimiento en el club, con piscina y fuente de soda, o en las canchas de beis-bol, volibol y, en el caso de la alta gerencia o nmina mayor, algunas canchas de cricket y golf. Luego, cuando la geren-cia criolla comenz a ascender, empez a tener acceso a estas canchas. aparte de esto, estaba la planificacin de las compras

    y los patrones de consumo. Para ello, la compaa cons-trua los comisariatos, merca-dos con productos importados, a los que solo tenan acceso los residentes de los campos. Posteriormente, se crearon escuelas y dispensarios, como denominaban a los centros

    hospitalarios, para atender la educacin y la salud de los tra-bajadores y sus familias.

    Y cambi nuestro sentido de familiaal comienzo, los campos

    nacieron como una forma provisional. en el Zumaque,

    por ejemplo, se establecieron campamentos de lona junto al pozo. Posteriormente, este pas a ser el primer campo para los gringos, en la parte alta del cerro La estrella. Des-pus, sigui el campo para los obreros, al pie del cerro.

    Una vez establecidos, los obreros trajeron a sus familia-res y, a partir de all, la familia se incorpor al nuevo sistema social nacido en estos campos, lo que cambi por completo el tradicional sentido de paren-tesco y de familia, pues para nuestros campesinos, la fa-milia incluye padres, abuelos, tos y primos. en cambio, en el campo petrolero, la familia se reduca al padre, como provee-dor y jefe de familia; la madre, ama de casa; y los hijos. segn Tinker salas, la empresa pre-tenda absorber por completo la vida de sus empleados y sus familiares. Las viviendas y el espacio que otorgaban para la interaccin social tambin con-tribuan a este proceso. el inte-rior de la vivienda acentuaba el papel de la familia nuclear dirigida por un hombre y des-favoreca la familia tradicional, que sola incluir mltiples ni-veles de parentesco, o a distin-tos familiares.

    en algunos casos, los em-pleados optaban por abando-nar el campo e ir a vivir con sus familiares en las comuni-dades adyacentes, o bien en los pueblos que ya existan en el lugar, o bien en los que se

    formaron alrededor del campo petrolero. De alguna manera, ese fue el caso de la familia se-vereyn en san Timoteo, cuya abuela, de origen a, se cas con un holands que vino a trabajar a san Lorenzo y que tena vivienda asignada den-tro del campo que se constru-y junto con la primera refine-ra comercial del pas, pero la abuela decidi dejar la casa de la compaa y hacer una ms grande, con un diseo anglo-indgena que recuperaba el autctono sentido familiar.

    La experiencia del campo cre un sentido distinto de los espacios pblicos y privados. adems, reestructur nuestro manejo del tiempo e implant nuevos patrones de consumo. esto nos condujo desde la pla-za mayor al club, la fuente de soda y el comisariato.

    A partir del descubrimiento de aquellos prolferos yacimientos en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, empresas como la Caribbean Pretroleum Company, la Venezuelan Oil y la Lago Petroleum se vieron en la necesidad de buscar una solucin habitacional para los gerentes extranjeros y los obreros nacionales. Esta es la razn por la que nacieron los campos petroleros en el Zulia. Se necesitaba mucha mano de obra para iniciar operaciones, pues haba que eliminar kilmetros de maleza a fuerza de machete. Adems, no solo se deba perforar, sino tambin construir sistemas de almacenaje, talleres, muelles y todo un conjunto de vas que permitiera movilizar, efectiva y rpidamente, los cientos de barriles diarios de petrleo que se comenzaron a producir en el Zumaque 1.

    Una solucin habitacional para cientos de trabajadores

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    Un modo de vida ajeno: de las iniciales long houses

    (foto superior) se evolucion hasta llegar al moderno campo

    petrolero con sus viviendas unifamiliares.

    La primera del pas: el campo que se construy junto a la refinera San Lorenzo.

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  • 26 Los rostros del petrleo aniversario6

  • 27Los rostros del petrleo6aniversario

  • 28 Los rostros del petrleo aniversario6

    Heredad y patrimonio de una industriaEl impacto del hecho petrolero sobre el territorio puede sintetizarse en la consolidacin del poblamiento del arco norte costero, la estructuracin de la naciente red vial, la racionalidad de su urbanismo moderno y la experiencia de una arquitectura con una fuerte vocacin bioclimtica.

    El petrleo lo marc todo

    Pedro Romero

  • 29Los rostros del petrleo6aniversario

    (Contina en la pg. 30)

    Toda forma productiva genera su correspon-diente organizacin territorial, creando estructuras asociadas al entorno natural y cultural que la hace

    posible. Las materias primas han constituido el soporte material de los pobladores que han ocupado el territorio venezolano, desde los grupos prehispnicos hasta la nacin que ha dependido los ltimos cien aos del petrleo.

    Los recursos naturales de-terminan el lugar; la geografa, las vas para su comercializa-cin. nueva Cdiz constituy el primer asentamiento colo-nial de la amrica del sur, edi-ficada en los albores de siglo Xvi para explotar los bancos perlferos de la isla de Cuba-gua. agotados el recurso per-lfero y el mito de el Dorado, la empresa colonial se orient hacia tierra firme para cultivar dos rubros fundamentales: el

    cacao y el caf, que se mantu-vieron como productos de ex-portacin dominantes hasta las primeras dcadas del siglo XX. La unidad productiva de la hacienda se desarrollaba so-bre tierra frtil, mientras in-cipientes caminos conducan los preciados frutos hacia las ciudades puertos para alcan-zar los destinos ultramarinos.

    Maracaibo, por su localiza-cin estratgica para acceder a la cuenca y conectar al mar, capitaliz la comercializacin del cacao de las tierras bajas del sur del lago y el caf del piedemonte andino hasta el norte de santander. en el ex-tremo oriental, Cuman serva al valle de Cumanacoa; y los puertos intermedios de La vela de Coro, Puerto Cabello, La Guaira y Barcelona, a sus entornos productivos.

    La base material colonial mantuvo su preponderancia durante el orden republicano, y fue consolidndose en la me-

    dida en que se atenuaba la ines-tabilidad poltica y crecan los mercados. Las casas comercia-les europeas consolidaron las estructuras portuarias e inicia-ron junto al estado la construc-cin de las lneas ferroviarias para alimentar los puertos de embarque. sobre la ribera del ro Catatumbo, el puerto de encontrados esperaba la llega-

    da del Ferrocarril del Tchira (18921955) para embarcar el grano cafetero hacia las des-pensas de la plaza Baralt, esca-la obligada en el trnsito hacia los destinos de exportacin.

    as apareci la nomencla-tura de la plaza Baralt: Mac Gregor, Beckman, abbo, Beco, steinvorth, Moller; casas co-merciales que rompieron con la tradicin colonial y republica-na de la arquitectura marabina.

    razones geopolticas duran-te el gomecismo impulsaron la construccin de la carretera trasandina para enlazar la pro-duccin andina con los puertos de la regin central inmediatos al poder nacional, y perdi as primaca el puerto de Maracai-bo. igual objetivo centralizador cumplirn las carreteras traza-das desde san Fernando de apure y Ciudad Bolvar.

    Dado que las principales cuencas petroleras estn em-plazadas en los estados coste-ros del norte Zulia y Falcn en occidente; anzotegui, Mo-nagas y Delta amacuro en el oriente, el petrleo reactiv el puerto de Maracaibo como centro de administracin de la cuenca lacustre, tal como lo hizo con las ciudades puertos de la cuenca oriental.

    Petrleo y produccinLa creciente produccin

    petrolera demand la creacin de campamentos residencia-les y la instalacin de patios de almacenamiento, refineras y muelles de embarque. La red vial petrolera creci asociada al recorrido de los oleoductos. el 17 de agosto de 1917 entr en funcionamiento la primige-nia refinera de san Lorenzo con el crudo del oleoducto tra-zado desde el Zumaque 1. el 1 de febrero de 1949 comenz su actividad la refinera de Punta Cardn y el 3 de enero de 1950

    la de amuay, alimentadas con el oleoducto de Ul.

    Por su parte, la cuenca oriental encontr en el terminal del ro san Juan y en los caos navegables del delta del orino-co las vas para su vinculacin marina. Desde el Tigre corren paralelas en direccin norte la va y el oleoducto, colectando la produccin del estado anzo-tegui hasta alcanzar la refine-ra de Puerto La Cruz. Desde el sur del estado Monagas se traza el binomio va-oleoducto hasta alcanzar Maturn, donde se encuentra con el oleoducto proveniente de los campos de Quiriquire y Caripito.

    vas frreas fueron creadas para vincular las zonas opera-tivas. entre los campos de La salina y Lagunillas, se cons-truy en 1927 el tendido que defini el eje estructurador de la conurbacin de la costa oriental. as mismo, la British Controlled oilfields constru-y su propia lnea entre Mene Mauroa y el muelle de La esta-cada en el municipio Miranda.

    Los campamentos petro-leros fueron los primeros ur-banismos modernos, trazados sobre espacios hasta enton-ces deshabitados. Constitu-yen unidades administrativa y funcionalmente aisladas de su entorno. Claramente distin-guen las reas industriales de las residenciales, donde geren-tes, tcnicos y obreros habitan sectores y tipologas de vivien-da diferenciadas.

    en 1939 se erigi Ciudad ojeda, planificada por decreto del presidente eleazar Lpez Contreras para recibir a los damnificados de los recurren-tes incendios de Lagunillas de agua.

    Urbanismo cambianteen la dcada de los cincuen-

    ta, se edificaron las comunida-des abiertas de Tamare y Judi-bana, atendiendo a la Ley de Hidrocarburos de 1943 y al iX Congreso Panamericano de Ur-banismo celebrado en 1958. a pesar de estas tempranas expe-riencias de integracin y de la nacionalizacin de la industria ocurrida hace casi cuatro dca-das, los campamentos an hoy mantienen su carcter aislado.

    La administracin petro-lera establecida en Maracaibo se emplaz al norte del cen-tro fundacional en procura de condiciones ambientales ms favorables. Las colonias

    La intercomunal de los aos 20: diferentes campos fueron unidos por vas frreas como esta, desde Ta Juana hasta Lagunillas.

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